Los arboles caen en silencio [+18] [Privado] [Eretria Noorgard]
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Los arboles caen en silencio [+18] [Privado] [Eretria Noorgard]
Empezó su larga travesía hace unas semanas, cuando su taberna fué arrasada por Twinblade. Gracias a esa desdicha, conoció a cuatro personas que le dieron algo que no se puede comprar. Esperanza y un motivo por el cual vivir; matar a Twinblade y arrasar con todo aquél que esté de su parte, hasta con Gorden, el cuál intentará llevarlo ante un juicio.
Ahora se veía andando sin destino predeterminado, pues su primera búsqueda no era la muerte, sino la unión; alianzas y amistades, que la acompañen en la lucha contra esa bestia y su grupo de bandidos. Pero le iba a costar tiempo y quizás dinero. Aunque actualmente no tenía dinero en exceso, sino unas pocas monedas. Se veía capaz de conseguir su destino.
Miró al frente, veía muchos arboles, raíces que salían de la tierra, arbustos, plantas y alguna que otra flor. Pero ningún camino. Se asustó entonces *Mierda* Pensó mirando hacía atrás, hacía los lados, buscando un camino. Se había perdido; no era la primera vez que se perdía en un bosque. Siguió andando hacía un punto sin determinar, no se iba asustar, iba armada con su espada bastarda; pudo recuperarla de las cenizas, por suerte no sufrió ningún daño grave, solo se quemó el cuero del mango y la funda estaba casi carbonizada.
Con un vestido color crema, que más que vestido, si se miraba bien su ‘’vestido’’ uno podía notar que carecía de costuras, y que estaba hecho a base de telas bien atadas unas con otras. No llevaba calzado alguno, sus pies habían formado unas durezas que casi hacía el mismo efecto de los zapatos, ademas, así sentía mejor la tierra y notaba si eran lugares transitados. Aunque en ese momento, solo notaba que estaba sola en un enorme bosque.
Paró a descansar, era ya medio día y algunos rayos de sol bajaban entre las ramas. Se había sentado en una de las raíces de un arbol, de bajo de uno de esos rayos, tenía algo de frío, lo cual, era normal debido a la humedad del entorno. Dejó su espada clavada en la tierra, mientras miraba las copas de los árboles. Se puso a pensar en todo lo que le había pasado en ese mes, entre la taberna, las nuevas amistades, el trayecto hacía ese bosque, en donde buscaba algo de paz y soledad, a parte de gente a la cual convencer para que se unan a ella.
-Si me vieras, viejo ¿Quien te iba a decir que acabaría aquí? bien sabías que era un peligro, pero no sabías que traía a este al igual que lo creaba- Hablaba pensando que estaría sola, no esperaba que nadie estuviese allí -Si estuvieras aquí… Mejor no, mejor que no hubieras estado, no creo que te hubiera gustado verme de aque...- De pronto, sintió como si alguien la mirase, esa sensación de no estar sola. Miró a los lados y se levantó agarrando su espada.
-Tienen que ser imaginaciones tuyas… Luna… Cálmate…- Se dijo a sí misma, cogiendo aire con fuerza, y soltando suavemente. Se volvió a sentar, pero con la espada apoyada en sus muslos. Aunque para asegurarse, miró de nuevo a los lados -¡¿Hay alguien por aqui?!- Gritó mirando su alrededor, aunque negó de nuevo. Se estaba poniendo muy nerviosa, solo por una sensación que se iba desvaneciendo gracias al confortable calor del rayo de sol.
-Yo también estaría en alerta en una situación así- Le dijo Luci a Sol, la cual estaba sentada en una esquina de la ‘’habitación’’, abrazada a sus piernas.
-Ya…- Respondió Sol tan bajo, que fue casi imperceptible.
-Si sigues así, desapareceras, como las demas, investiguemos un poco, aun no me queda claro quien es la voz maestra… lleva tiempo en silencio, y eso me asusta mas que el hecho de que exista- Miró una nueva puerta, acercándose a esta para abrirla. Sintió de golpe, como Sol se abrazaba a su brazo como una niña pequeña a su madre.
-No quiero quedarme sola…- Dijo Sol abrazadose bien fuerte. Luci asintió entrando por la puerta. Sin pensar en lo que pudiera haber tras ella.
Ahora se veía andando sin destino predeterminado, pues su primera búsqueda no era la muerte, sino la unión; alianzas y amistades, que la acompañen en la lucha contra esa bestia y su grupo de bandidos. Pero le iba a costar tiempo y quizás dinero. Aunque actualmente no tenía dinero en exceso, sino unas pocas monedas. Se veía capaz de conseguir su destino.
Miró al frente, veía muchos arboles, raíces que salían de la tierra, arbustos, plantas y alguna que otra flor. Pero ningún camino. Se asustó entonces *Mierda* Pensó mirando hacía atrás, hacía los lados, buscando un camino. Se había perdido; no era la primera vez que se perdía en un bosque. Siguió andando hacía un punto sin determinar, no se iba asustar, iba armada con su espada bastarda; pudo recuperarla de las cenizas, por suerte no sufrió ningún daño grave, solo se quemó el cuero del mango y la funda estaba casi carbonizada.
Con un vestido color crema, que más que vestido, si se miraba bien su ‘’vestido’’ uno podía notar que carecía de costuras, y que estaba hecho a base de telas bien atadas unas con otras. No llevaba calzado alguno, sus pies habían formado unas durezas que casi hacía el mismo efecto de los zapatos, ademas, así sentía mejor la tierra y notaba si eran lugares transitados. Aunque en ese momento, solo notaba que estaba sola en un enorme bosque.
Paró a descansar, era ya medio día y algunos rayos de sol bajaban entre las ramas. Se había sentado en una de las raíces de un arbol, de bajo de uno de esos rayos, tenía algo de frío, lo cual, era normal debido a la humedad del entorno. Dejó su espada clavada en la tierra, mientras miraba las copas de los árboles. Se puso a pensar en todo lo que le había pasado en ese mes, entre la taberna, las nuevas amistades, el trayecto hacía ese bosque, en donde buscaba algo de paz y soledad, a parte de gente a la cual convencer para que se unan a ella.
-Si me vieras, viejo ¿Quien te iba a decir que acabaría aquí? bien sabías que era un peligro, pero no sabías que traía a este al igual que lo creaba- Hablaba pensando que estaría sola, no esperaba que nadie estuviese allí -Si estuvieras aquí… Mejor no, mejor que no hubieras estado, no creo que te hubiera gustado verme de aque...- De pronto, sintió como si alguien la mirase, esa sensación de no estar sola. Miró a los lados y se levantó agarrando su espada.
-Tienen que ser imaginaciones tuyas… Luna… Cálmate…- Se dijo a sí misma, cogiendo aire con fuerza, y soltando suavemente. Se volvió a sentar, pero con la espada apoyada en sus muslos. Aunque para asegurarse, miró de nuevo a los lados -¡¿Hay alguien por aqui?!- Gritó mirando su alrededor, aunque negó de nuevo. Se estaba poniendo muy nerviosa, solo por una sensación que se iba desvaneciendo gracias al confortable calor del rayo de sol.
Mientras tanto en su cabeza:
-Yo también estaría en alerta en una situación así- Le dijo Luci a Sol, la cual estaba sentada en una esquina de la ‘’habitación’’, abrazada a sus piernas.
-Ya…- Respondió Sol tan bajo, que fue casi imperceptible.
-Si sigues así, desapareceras, como las demas, investiguemos un poco, aun no me queda claro quien es la voz maestra… lleva tiempo en silencio, y eso me asusta mas que el hecho de que exista- Miró una nueva puerta, acercándose a esta para abrirla. Sintió de golpe, como Sol se abrazaba a su brazo como una niña pequeña a su madre.
-No quiero quedarme sola…- Dijo Sol abrazadose bien fuerte. Luci asintió entrando por la puerta. Sin pensar en lo que pudiera haber tras ella.
Ocelote
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Re: Los arboles caen en silencio [+18] [Privado] [Eretria Noorgard]
Allí donde convergen los pliegues de un cielo nublado soy capaz de imaginar, o quizá de tornar esas desdichadas ilusiones mías en merecidas facetas utópicas, sueños, así lo llaman; inalcanzables. A veces cuando la calma me nubla los sentidos, recostada en el pasto donde los árboles cuchillean y en las ramas más altas las aves observan, entrecierro los párpados, quiebro en dos la carcasa que siempre llevo puesta y reflexiono en el pasado, en el duro presente y en el porvenir de un opaco futuro. En la soledad de ser aclamada por las feroces bestias de la arboleda, un par de ojos junto con su respectiva cabeza emergen del arbusto más cercano, el resucitar de cada uno de los dedos sobre la hierba, la toma de aire y la ráfaga que se escapa por cada apertura adherida entre pieles me sacia, tanto, tantísimo que lo dejo pasar.
Apaciguo el instinto que tan bien me caracteriza y con ásperas frases le invito a la velada, se trata de un mamífero con una estatura mediana, no parece ser agresivo, no obstante siempre hay que mantenerse alerta. El hocico alargado de la alimaña olfatea parte de la capa que tiene como propósito servir de lecho, da vueltas a mi alrededor hasta que se centra en escalar desde la punta de mis botas hasta lo alto del muslo izquierdo. Estornuda y tras agachar las orejas percibe la estructura de lo que vendría siendo una inminente amenaza, quizá no soporte el ruido de mis pulsaciones o puede ser también que no se sienta a gusto cerca de un animal agresivo como soy, que irónico. Huye despavorido y ante la presencia de cualquier angustia, sonrío.
Habitada por una centuria dejadez, las pocas responsabilidades y el libre albedrío me centro en seguir respirando, en mantener ambas piernas intactas y no sentir vergüenza por los improperios, por las dagas ensangrentadas o las vidas quitadas. Al final, cuando la muerte roce mi frente, no habrá de qué arrepentirse pues sé a qué lugar iré, allí donde pocos se dirigen. ¿Qué pecado terminará proclamándose? Que no me ofrezca el llanto, más si la oscuridad en la cual pueda purgar cada crimen, al menos de esa forma será entretenido. No debería de haberlo hecho, pero aprovechando el buen humor atravieso cualquier umbral práctico entre mis labios, el puntillismo de mi lengua y la letra que va despertando en mi fuero interno sale despedida.
La canción en élfico recorre el bosque sin necesidad de encontrar una respuesta, irreversible y forzada a sobrevivir bajo condiciones que nunca fueron mías, a empalarme con el sufrimiento ajeno y mantener contacto con otros. El incorporarme a la madre naturaleza y ser sólo yo, hoy, mañana y pasado termina ablandándome más afino los pasos así como también los oídos, alerta de los cascos que penetran en contra de la húmeda tierra, algo se acerca. El desatar de mi garganta permuta a un siseo que transmite hostilidad, la mismita que presenta una fiera de cuatro patas, pelaje grueso, dientes tan largos como el erosionar de mis sensaciones y la infección que comienza a carcomerme, logra nombrarme, insiste y sé que perderé el control como de costumbre.
─ Largo, o tus colmillos me servirán de accesorios y tu pelaje de abrigo, monstruo. ─ Agudizo esta acaramelada mirada con un semblante frío, sin ganas de hacer amigos, el cuerpo lo voy levantando de poco a poco, con confianza mientras ambas dagas hermanas van siendo sacadas de sus respectivos forros. El tacto del metal junto a la adrenalina que me empapa tan sólo fue el principio de un veloz final. El animal carga en contra mía y por supuesto, no huyo, contraataco y entre embestidas e impactos escucho un grito femenino. ¿Acaso hay humanos pululando por mis territorios? Porque allí donde duermo pasa a llevar mi insignia. A penas con tiempo de esquivar un mordisco salto hacia atrás, sudo por el calor abismal y los nervios de haber sido casi un aperitivo.
Exasperada cual último sacramento quiero darle fin, que la sangre adorne mis ropajes y sus dientes sables se conviertan en mi galardón. A la mierda los que sigan por ahí de aventureo, esta presa es mía, y para eso hay que centrarse en los puntos débiles, en los movimientos en falso y... ─ Vamos, ¡Vamos! ─ El encono de la bestia por muy notorio que se visualice, se queda corto, toma una buena carrerilla y embiste tan abravecido que río, porque hay que tomárselo un poco con humor, lo acribillé, ensastándole varios golpes como también un buen coletazo que me llevé en las costillas. Uno, nunca cabrees a una elfa, dos, nunca cabrees a Eretria. Fui rauda, porque al fin y al cabo no merece sufrir de más, el filo metálico le atravesó el gaznate, ensuciándome de flujos carmesíes el brazo junto algún que otro manchurrón en la mejilla contigua.
El peso del fallecido levantó una leve humareda de tierra, la justa y necesaria para sentirme como una reina en medio de una merecida victoria. Hallada la sed ya impostergable y el silencio estrangulado de mi víctima, ¿quien será la que grita? Habrá que comprobarlo y matar a la curiosidad. Antes de partir agarré varios colmillos y los guardé, por si valen cierta cantidad en los puestos de la zona este.
Apaciguo el instinto que tan bien me caracteriza y con ásperas frases le invito a la velada, se trata de un mamífero con una estatura mediana, no parece ser agresivo, no obstante siempre hay que mantenerse alerta. El hocico alargado de la alimaña olfatea parte de la capa que tiene como propósito servir de lecho, da vueltas a mi alrededor hasta que se centra en escalar desde la punta de mis botas hasta lo alto del muslo izquierdo. Estornuda y tras agachar las orejas percibe la estructura de lo que vendría siendo una inminente amenaza, quizá no soporte el ruido de mis pulsaciones o puede ser también que no se sienta a gusto cerca de un animal agresivo como soy, que irónico. Huye despavorido y ante la presencia de cualquier angustia, sonrío.
Habitada por una centuria dejadez, las pocas responsabilidades y el libre albedrío me centro en seguir respirando, en mantener ambas piernas intactas y no sentir vergüenza por los improperios, por las dagas ensangrentadas o las vidas quitadas. Al final, cuando la muerte roce mi frente, no habrá de qué arrepentirse pues sé a qué lugar iré, allí donde pocos se dirigen. ¿Qué pecado terminará proclamándose? Que no me ofrezca el llanto, más si la oscuridad en la cual pueda purgar cada crimen, al menos de esa forma será entretenido. No debería de haberlo hecho, pero aprovechando el buen humor atravieso cualquier umbral práctico entre mis labios, el puntillismo de mi lengua y la letra que va despertando en mi fuero interno sale despedida.
La canción en élfico recorre el bosque sin necesidad de encontrar una respuesta, irreversible y forzada a sobrevivir bajo condiciones que nunca fueron mías, a empalarme con el sufrimiento ajeno y mantener contacto con otros. El incorporarme a la madre naturaleza y ser sólo yo, hoy, mañana y pasado termina ablandándome más afino los pasos así como también los oídos, alerta de los cascos que penetran en contra de la húmeda tierra, algo se acerca. El desatar de mi garganta permuta a un siseo que transmite hostilidad, la mismita que presenta una fiera de cuatro patas, pelaje grueso, dientes tan largos como el erosionar de mis sensaciones y la infección que comienza a carcomerme, logra nombrarme, insiste y sé que perderé el control como de costumbre.
─ Largo, o tus colmillos me servirán de accesorios y tu pelaje de abrigo, monstruo. ─ Agudizo esta acaramelada mirada con un semblante frío, sin ganas de hacer amigos, el cuerpo lo voy levantando de poco a poco, con confianza mientras ambas dagas hermanas van siendo sacadas de sus respectivos forros. El tacto del metal junto a la adrenalina que me empapa tan sólo fue el principio de un veloz final. El animal carga en contra mía y por supuesto, no huyo, contraataco y entre embestidas e impactos escucho un grito femenino. ¿Acaso hay humanos pululando por mis territorios? Porque allí donde duermo pasa a llevar mi insignia. A penas con tiempo de esquivar un mordisco salto hacia atrás, sudo por el calor abismal y los nervios de haber sido casi un aperitivo.
Exasperada cual último sacramento quiero darle fin, que la sangre adorne mis ropajes y sus dientes sables se conviertan en mi galardón. A la mierda los que sigan por ahí de aventureo, esta presa es mía, y para eso hay que centrarse en los puntos débiles, en los movimientos en falso y... ─ Vamos, ¡Vamos! ─ El encono de la bestia por muy notorio que se visualice, se queda corto, toma una buena carrerilla y embiste tan abravecido que río, porque hay que tomárselo un poco con humor, lo acribillé, ensastándole varios golpes como también un buen coletazo que me llevé en las costillas. Uno, nunca cabrees a una elfa, dos, nunca cabrees a Eretria. Fui rauda, porque al fin y al cabo no merece sufrir de más, el filo metálico le atravesó el gaznate, ensuciándome de flujos carmesíes el brazo junto algún que otro manchurrón en la mejilla contigua.
El peso del fallecido levantó una leve humareda de tierra, la justa y necesaria para sentirme como una reina en medio de una merecida victoria. Hallada la sed ya impostergable y el silencio estrangulado de mi víctima, ¿quien será la que grita? Habrá que comprobarlo y matar a la curiosidad. Antes de partir agarré varios colmillos y los guardé, por si valen cierta cantidad en los puestos de la zona este.
Eretria Noorgard
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Re: Los arboles caen en silencio [+18] [Privado] [Eretria Noorgard]
Se levantó con la espada en mano, apretandola como si se fuese a escapar, atenta a cada sombra, a cada rama que se movía. Giraba en el mismo punto, sin dejar de buscar lo que fuese que hubiera en el lugar. Clavó su espada en el suelo frente a ella, se puso con las manos sobre el mango de la espada, su espalda recta y sus ojos cerrados. Dejó que sus oídos actuasen por ella. De primeras, solo escuchaba su agitada respiración, aunque fue reduciéndose lo suficiente como para escuchar su entorno. Como el viento, las ramas de los árboles meciéndose por culpa de este, algún pájaro, y un insecto haciendo un ruido constante y alejándose de ella. Pero un ruido la alertó. Un crujido de una rama, no sabía desde donde venía, pero empuñó de nuevo la espada mirando su alrededor.
Segundos después, escuchó algo venir a ella, era una bestia negra y casi le llegaba al pecho. Rodó a un lado esquivando la embestida de la bestia -Eras tú quien me has hecho alertame…- Le espetó molesta, preparada para su siguiente embestida. Hubo una persona que dijo ‘’Una animal, no tiene miedo a morir, no teme enfrentarse a alguien. Cuando luchan, luchan sin temer ser dañados, luchan hasta matar a quien se enfrente a él. O hasta morir.’’ El mayor problema que se expone con ello, es; un ser humano teme a la muerte, he intenta evitarla inconscientemente la muerte. Luna carece de ese sentimiento de aferrarse a la vida. Llega el punto de que, se vuelve como una bestia.
Se lanzó a por la bestia, pero no tuvo en cuenta que no estaba sola. Un golpe en seco la hizo rodar a la derecha, era otra bestia. Parecían molestas, enfurecidas, con sed de sangre; quizas no fuese la única en atacarlos. Se dispuso a correr hacía los árboles para despistarlos, aunque sabía que no lograría mucho con ello. Escuchaba a las bestias ir tras ella, ella las buscaba con la vista, mirando atrás cada momento, logrando al final que se tropezase con un cadáver, de una bestia que había muerto recientemente -Mierda- Dijo al caer por el suelo y rodar, levantándose con prisas, para poder contraatacar a la primera bestia que se lanzó por ella.
-Sea quien sea que esté aquí, podrías echar una mano- Gritó tras lanzar un tajo a una de las bestias, que le hizo un corte en el ojo, haciendo que se alejara unos pasos de ella. Ella en verdad estaba calmada, pero no tenía ganas de mancharse de sangre, sabía que tendría que pasar la noche fuera de la casa de sus amigos, y con ello, quería pasar la noche sin delatarse por el olor de su ropa. Aunque al final su deseo se vio negado. La bestia se volvió a lanzar sobre ella. Y Luna, enfadada, empuño la espada con las dos manos, clavando esta por las fauces del animal, que intentó morderla. Solo logró arañar sus manos con los dientes, y humedecerlo con su sangre. Sacó la espada con apresuradamente; la sangre en sus manos, la acabó excitando, al final tenía que pasar, lo que no quería que pasase. Empuñó la espada con una mano, poniéndose de lado en dirección al otro animal, desafiando a que fuese a por ella. Luna era difícil de entender, por un momento no quiere problemas y al segundo después, con solo mancharse algo de sangre, ya estaba ansiosa de machacar a su contrario.
Mientras tanto, en la cabeza de Oceote.
Luci miró el pasillo, estaba iluminado por una especie de fuegos fatuos. Era extraño y a su vez, preocupante. Mientras, Sol estaba abrazada a su brazo, sin querer separarse ni un dedo de ella.
Apenas tuvieron que andar, hasta llegar al final del pasillo, en donde se vieron de pequeña, con Gorden y Twinblade, en uno de los dias que a este le inyectaba Gorden su ‘’receta de la fuerza’’. Lo preocupante no era eso, sino que Ocelote estaba jugando con una muñeca de trapo en las piernas de Twinblade -Eso no es cierto- Dijo Luci molesta.
Sol era la que más había visto de todas -Si… es cierto… Luna tampoco sabe como es posible, como es esto así, como… como es que no…- Sol fue interrumpida por la voz maestra.
-¿Como es que no lo recordáis? es por que no quería que me robasteis a mi papa y a mi tito- Dijo riendo, haciendo que Sol se estremeciera; Luci se enfureciera y que el recuerdo desapareciese.
Segundos después, escuchó algo venir a ella, era una bestia negra y casi le llegaba al pecho. Rodó a un lado esquivando la embestida de la bestia -Eras tú quien me has hecho alertame…- Le espetó molesta, preparada para su siguiente embestida. Hubo una persona que dijo ‘’Una animal, no tiene miedo a morir, no teme enfrentarse a alguien. Cuando luchan, luchan sin temer ser dañados, luchan hasta matar a quien se enfrente a él. O hasta morir.’’ El mayor problema que se expone con ello, es; un ser humano teme a la muerte, he intenta evitarla inconscientemente la muerte. Luna carece de ese sentimiento de aferrarse a la vida. Llega el punto de que, se vuelve como una bestia.
Se lanzó a por la bestia, pero no tuvo en cuenta que no estaba sola. Un golpe en seco la hizo rodar a la derecha, era otra bestia. Parecían molestas, enfurecidas, con sed de sangre; quizas no fuese la única en atacarlos. Se dispuso a correr hacía los árboles para despistarlos, aunque sabía que no lograría mucho con ello. Escuchaba a las bestias ir tras ella, ella las buscaba con la vista, mirando atrás cada momento, logrando al final que se tropezase con un cadáver, de una bestia que había muerto recientemente -Mierda- Dijo al caer por el suelo y rodar, levantándose con prisas, para poder contraatacar a la primera bestia que se lanzó por ella.
-Sea quien sea que esté aquí, podrías echar una mano- Gritó tras lanzar un tajo a una de las bestias, que le hizo un corte en el ojo, haciendo que se alejara unos pasos de ella. Ella en verdad estaba calmada, pero no tenía ganas de mancharse de sangre, sabía que tendría que pasar la noche fuera de la casa de sus amigos, y con ello, quería pasar la noche sin delatarse por el olor de su ropa. Aunque al final su deseo se vio negado. La bestia se volvió a lanzar sobre ella. Y Luna, enfadada, empuño la espada con las dos manos, clavando esta por las fauces del animal, que intentó morderla. Solo logró arañar sus manos con los dientes, y humedecerlo con su sangre. Sacó la espada con apresuradamente; la sangre en sus manos, la acabó excitando, al final tenía que pasar, lo que no quería que pasase. Empuñó la espada con una mano, poniéndose de lado en dirección al otro animal, desafiando a que fuese a por ella. Luna era difícil de entender, por un momento no quiere problemas y al segundo después, con solo mancharse algo de sangre, ya estaba ansiosa de machacar a su contrario.
Mientras tanto, en la cabeza de Oceote.
Luci miró el pasillo, estaba iluminado por una especie de fuegos fatuos. Era extraño y a su vez, preocupante. Mientras, Sol estaba abrazada a su brazo, sin querer separarse ni un dedo de ella.
Apenas tuvieron que andar, hasta llegar al final del pasillo, en donde se vieron de pequeña, con Gorden y Twinblade, en uno de los dias que a este le inyectaba Gorden su ‘’receta de la fuerza’’. Lo preocupante no era eso, sino que Ocelote estaba jugando con una muñeca de trapo en las piernas de Twinblade -Eso no es cierto- Dijo Luci molesta.
Sol era la que más había visto de todas -Si… es cierto… Luna tampoco sabe como es posible, como es esto así, como… como es que no…- Sol fue interrumpida por la voz maestra.
-¿Como es que no lo recordáis? es por que no quería que me robasteis a mi papa y a mi tito- Dijo riendo, haciendo que Sol se estremeciera; Luci se enfureciera y que el recuerdo desapareciese.
Ocelote
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Re: Los arboles caen en silencio [+18] [Privado] [Eretria Noorgard]
En lo más hondo de aquel misterioso bosque reza la leyenda de que quien entra, nunca sale siendo el mismo. Romperán los versos, arderán en deseos y en una hora de cascadas egocéntricas donde la soledad nunca viene acompañada de ella misma sino de otras personas, comenzará la magia, o quizá; la predestinada pesadilla. No es que adore romperme por dentro, simplemente disfruto encendiendo la mecha de la dinamita que llevo como armamento interno, la sensación de los lamentos arraigados a cada oreja picuda, el tomar de la propia tierra húmeda el lívido y morturio final de aquellos que osan enfrentar a la fiera exótica, gustosa de abrirle las puertas al desaparrado destino y a la falta de aliento.
Coronada y con la bestia a mis pies las palabras sobran, la caminata no fue pesada antes de visualizar a un par de metros a un cuerpo fémino, demasiado delgado para mi gusto, un cabello platinado digno de dolorosos recuerdos y una valentía que no es que sorprenda, tan sólo me transmite rencor. En una situación así no me importaría emprender un nuevo viaje, en sí, la muerte termina acariciándonos a todos, también al conejo que huye de dos bestias oscuras a través de la arboleda. Irónico me parece, como la rosa que cae al vacío entre zurcidos duelos, soy consciente, y mientras ella huye yo la persigo desde las castas altas, rama por rama, con el propósito de conocer el desenlace.
En una ola de miradas penetrantes se da de bruces contra mi trofeo y yo río traviesa, sabe que estoy aquí, observándola como quien observa a un ciervo antes de atravesarle el cráneo con una flecha. Giran, encesta con la espada y sufre daños leves, no me equivoco al catalogarla como un ser inferior, ni para limpiar botas sirve, seguro que se cansa a los cinco minutos. ─ Oh, ¿y que ganaré sacándote de este lío? ─ Sin reparos fui directa al grano, aquí en medio de la madre naturaleza, en un bosque que hasta a mi me ha dado problemas, la ayuda; sale cara. Tomé asiento en la rama más cercana, las piernas caen mientras con ambos codos apoyo el torso, atractiva no por sus encantos, más bien por lo de las bestias que me llaman, insinuaciones concretas que estallan en ríos de sangre siempre.
─ Cuidado~ ─ Salió de entre mis labios tarareado ante un feroz mordisco, ah, las alas de este corazón insisten en salir de mi pecho y correr hacia el peligro con los párpados caídos, hechizada por la incertidumbre, por los ataques que ilusionan y a su vez nunca me aburren. Sin la mínima intención de socorrerla aún muevo las piernas de un lado hacia otro, inquieta al verla apresurada, si corre hacia un lado se encuentra con una de las alimañas, si va hacia el otro, la espera el segundo con las fauces bien abiertas. Tienen hambre, ¿por que debería quitarles yo el aperitivo? Que coman, se fortalezcan y luego, que sean ellos mi postre. No obstante la joven sigue dando guerra, está aferrada a la vida y por supuesto, me molesta.
Gruñí de manera notoria, ambos brazos acabaron bajo mi pecho en la verdad absoluta de que al menos, me está entreteniendo y sería una pena que acabase hecha trizas. No titubeé, tampoco tragué saliva y a sabiendas por su vestimenta de que no tendría mucho dinero, las negociaciones dieron comienzo. ─ Aeros, objetos que valgan la pena, esa espada o... ─ El lúgubre sonido proveniente de las bestias, su cabello siendo ondeado con un brillo bien conocido y la sensación de que jamás crecerá el mío, me dieron una idea bizarra, pero que también servirá como pago. ─ Tu cabello, ya sabes, una buena rapada no matará a nadie mientras que ellos, ─ los señalé, ─ Sí.
Coronada y con la bestia a mis pies las palabras sobran, la caminata no fue pesada antes de visualizar a un par de metros a un cuerpo fémino, demasiado delgado para mi gusto, un cabello platinado digno de dolorosos recuerdos y una valentía que no es que sorprenda, tan sólo me transmite rencor. En una situación así no me importaría emprender un nuevo viaje, en sí, la muerte termina acariciándonos a todos, también al conejo que huye de dos bestias oscuras a través de la arboleda. Irónico me parece, como la rosa que cae al vacío entre zurcidos duelos, soy consciente, y mientras ella huye yo la persigo desde las castas altas, rama por rama, con el propósito de conocer el desenlace.
En una ola de miradas penetrantes se da de bruces contra mi trofeo y yo río traviesa, sabe que estoy aquí, observándola como quien observa a un ciervo antes de atravesarle el cráneo con una flecha. Giran, encesta con la espada y sufre daños leves, no me equivoco al catalogarla como un ser inferior, ni para limpiar botas sirve, seguro que se cansa a los cinco minutos. ─ Oh, ¿y que ganaré sacándote de este lío? ─ Sin reparos fui directa al grano, aquí en medio de la madre naturaleza, en un bosque que hasta a mi me ha dado problemas, la ayuda; sale cara. Tomé asiento en la rama más cercana, las piernas caen mientras con ambos codos apoyo el torso, atractiva no por sus encantos, más bien por lo de las bestias que me llaman, insinuaciones concretas que estallan en ríos de sangre siempre.
─ Cuidado~ ─ Salió de entre mis labios tarareado ante un feroz mordisco, ah, las alas de este corazón insisten en salir de mi pecho y correr hacia el peligro con los párpados caídos, hechizada por la incertidumbre, por los ataques que ilusionan y a su vez nunca me aburren. Sin la mínima intención de socorrerla aún muevo las piernas de un lado hacia otro, inquieta al verla apresurada, si corre hacia un lado se encuentra con una de las alimañas, si va hacia el otro, la espera el segundo con las fauces bien abiertas. Tienen hambre, ¿por que debería quitarles yo el aperitivo? Que coman, se fortalezcan y luego, que sean ellos mi postre. No obstante la joven sigue dando guerra, está aferrada a la vida y por supuesto, me molesta.
Gruñí de manera notoria, ambos brazos acabaron bajo mi pecho en la verdad absoluta de que al menos, me está entreteniendo y sería una pena que acabase hecha trizas. No titubeé, tampoco tragué saliva y a sabiendas por su vestimenta de que no tendría mucho dinero, las negociaciones dieron comienzo. ─ Aeros, objetos que valgan la pena, esa espada o... ─ El lúgubre sonido proveniente de las bestias, su cabello siendo ondeado con un brillo bien conocido y la sensación de que jamás crecerá el mío, me dieron una idea bizarra, pero que también servirá como pago. ─ Tu cabello, ya sabes, una buena rapada no matará a nadie mientras que ellos, ─ los señalé, ─ Sí.
Eretria Noorgard
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Re: Los arboles caen en silencio [+18] [Privado] [Eretria Noorgard]
TEMA CERRADO POR ABANDONO
Se descuentan 5 pts a Ocelote y se entregan 2 pts a Eretria.
Zatch
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