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Mensaje  Sigel Mar Mar 20 2018, 17:22

APP-Bel, nuevo cibernético mensajero y con muchas más funciones que el anterior, entregó una carta a Marvilin Meyi. El cazador, confiado, la cogió sin preguntar y dio las gracias al cibernético por cumplir su buena función. Leyó nombre del emisario en voz alta: Shaira Mara, la bruja que más odiaba y excitaba de Aerandir.

-¿Sabes quién es?-

Chica afirmó con la cabeza. No conocía el nombre de Shaira, pero sí su aroma. Ella fue quien le engañó, despertó al monstruo y le robó el tesoro. Chica enseñó su dentadura frente a la carta como lo haría un perro al defender lo que es suyo.

-¡Bien! Ya somos dos quienes opinamos igual- dijo Meyi al revolver la cabeza de Chica.

Sentado en el escritorio, Meyi tomó su cuchillo, el mismo que utilizó una elfa de piel caoba en un grato juego sexual, y abrió la carta. El sobre sopló una nube espesa del color de hueso viejo. ¡Era una trampa! Y el cazador, quien se consideraba un experto trampero, cayó de lleno en ella. Tiró la cara a un lado de la habitación, el cuchillo a otro. Se levantó de la silla de un salto. Cogió los bordes del escritorio con las dos manos y lo volcó boca abajo. Acto seguido, cogió la silla y la lanzó contra la ventana. Después de quedarse sin objetos que lanzar, empezó a dar puñetazos a las paredes y al aire. ¡Euforia! Malnacida bruja Mara. ¡La muy puta le había mandado una carta con esencia de flor de euforia!

Chica no conocía los efectos de la flor de euforia, pero sabía de buena mano el dolor que se sentía al convertirse en un monstruo. Ella lo era. Bajo su cuerpo de adolescente, dormía una loba siempre sedienta de sangre y cuando ésta despertaba, la chica sufría un terrible dolor solo comparable al que sintió en su primer día de sangre de mujer.

El efecto de la flor de euforia fue pasajero. Desapareció a la mañana siguiente. Fue entonces cuando un Meyi recuperado, más calmado, recuperó la carta y leyó en voz alta su contenido:

Miércoles, 30 de Septiembre 2015
Querido Meyi:
He oído que me estás buscando. Que has adoptado a una putita que me odia y que juntos deseáis darme muerte. ¡Qué desgracia! Para ti. Podrías haber ignorado que te engañé. Arrodillarte y dejar que juegue contigo una vez más. ¿No te gustó lo que te hice la última noche? A mí me encantó. Y me gustaría repetirlo. Si sigues vivo, te esperaré en las Tierras Furtivas. Ven pronto.
Firmado: la mujer con la que sueñas cada noche.
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Chica ladeó la cabeza es un gesto de vacilación.

-Es el lugar donde me llevó la primera noche en la que nos acostamos. Un paraíso secreto para los amantes de la caza, terminado en un palacio de mujeres y baños termales. Es como un burdel, pero con telas limpias y sin enfermedades venéreas-.

_____________________

Meyi hizo llamar a sus mejores cazadores. La veda estaba abierta y el objetivo fijado. Preparó un caballo para uno de sus cazadores, dos burros para cargar el equipaje y tres lemobrinos que les acompañasen en la partida. Por si fuera poco, anunció a bombo y platillo que iba a cazar a una bruja Mara y que iba a permitir que cualquier inexperimentado cazador le siguiese. No fue una sorpresa que ningún desconocido se presentase a la compañía. Nadie conocía a la bruja Mara. La puta solo se dejaba ver con su verdadera cara cuando follaba.

-Esperemos unos minutos más- los hombres estaban en un descanso para caballos en la parte exterior de la muralla de Lunargenta, -alguien se nos unirá. ¡Estor seguro!-

-Meyi, te conozco desde hace dos años. Si no fueras tú quien me hubiera llamado, si no te creyese, jamás me habría venido. Una bruja que cambia de cara…. Suena estúpido-.

La mujer que habló se llamaba Nyah. Hija de un capitán pirata que terminó ahorcado en la plaza de la ciudad. Un final injusto para un hombre sin justicia. Nyah tenía los ojos del mar y un cuerpo para pecar. Era la segunda mujer más bella con la que Meyi conoció, siendo la primera Shaira Mara. Irónicamente, el cazador jamás se acostó con Nyah. Su relación brindaba por una hermosa amistad.

Nyah:

-Además, Meyi, ¿por qué quieres matar a la bruja? Nosotros cazamos animales, no personas-.

Él era Gunnar Wilfried, a quién Meyi apodaba como Mulo. Era un hombre de grande y corpulento; ocupaba el espacio de dos hombres convencionales, cosa que le convertía en el perfecto mulo de carga. De ahí su apodo: Mulo.

Gunnar:

-Es que he pensado en expandir el negocio. Por una bruja obtendremos cuatro veces más de lo que ganamos en un año. Una bolsa de tu tamaño para cada uno de nosotros- no dijo nada acerca de la flor de euforia ni de su maldición, mientras pudiera mantener la calma no iba a decir nada.

-Por mí vale- contestó Nyah inmediatamente mientras se limpiaba las uñas con un cuchillo.

-Y por mí. Vamos Mulo, con una bolsa así tendremos suficiente para retirarnos y retirar a nuestros hijos y nietos. Tres generaciones de vagos y borrachos. Nada mal-

Y el cuarto miembro (quinto si tenemos en cuenta a Chica) se llamaba Jonathan Sand. Era el hombre más anciano del grupo. Abundante cabello grisáceo, brazos cansados por la edad y un halcón siempre sobrevolando su cabeza. Mientras que Meyi dominaba la tierra con sus perros de caza, Jon controlaba el cielo con sus halcones.

Jonathan:

-¡Ya basta! Me habéis convencido-.

-¡Claro que sí!- festejó Meyi.

Chica dio un pisotón al suelo. La joven licántropa quería gritar como los cazadores. Si no lo hizo fue por su voto de silencio: no volvería a pronunciar palabra hasta que Shaira Mara no estuviera muerta y el monstruo encerrado en el tesoro que le robaron.

_____________________

*  Eretria Noorgard: Antes de ponernos en acción, déjame ponerte en situación.
Adie, antiguo cibernético mensajero, fue atacado y se rompió. Su hermano pequeño, APP-Bel le sustituye. No formará parte de este tema. Te lo comento por si tienes curiosidad acerca de su trama. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Shaira es una bruja que cambia de apariencia para efectuar sus malas intenciones. Mismo link que el anterior.
Chica es una pequeña licántropa sin nombre. Meyi, al adoptarla, la le puso el mote de “Chica” como el niño que señala a un perro desconocido y le llama “perrito”. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Si Meyi adoptó a Chica fue porque ambos odian a la misma persona. Shaira usó la apariencia de Meyi para robar el tesoro (un collar de cuencas, objeto de los 19 malditos de mi trama) a Chica y despertar a la loba, el monstruo como lo llama ella, de su cuerpo. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Los lemobrinos son un tipo de perros cazadores, una mejora de los galgos comunes. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Euforia fue una genial creación tuya, no voy a entrar en detalle sobre ella. Solamente diré que los efectos en Meyi son pasajeros. Shaira está jugando con él. En nuestro tema, veremos los efectos de euforia en turnos elegidos esporádicamente.  
Ahora bien, en este primer turno, deberás unirte a la cacería. Te esperan en la puerta de la muralla de Lunargenta. Eres libre de describir a tu gusto el resto de npcs mencionados. No he profundizado en ellos para que lo construyamos juntos, me parece más divertido. Aunque, debo decir, que la estrella de la diversión en este tema será ver el recuentro entre la elfa de piel caoba con el cazador Meyi.



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Mensaje  Eretria Noorgard Miér Mar 21 2018, 03:37

El respirar segundo a segundo, las ilusiones perdidas, los sueños rotos y las palabras que el viento se han llevado, no retornarán. Al contrario, la secreta pasión y la esencia calina que nace de entre mis muslos me recuerdan de que, me guste o no, sigo siendo una mujer. En un lecho que no hace más que tambalear no se encuentran sonrisas firmes, sólo un brillo ardiente que provienen de nuestros luceros, la malicia que emana de cada caricia y vahos que se entremezclan, ¿respuesta prohibida? Delicia terrenal, Lunargenta, la última tienda en la que un imbécil entraría, segunda planta, tercera puerta, Sindar. No me resulta difícil llamarle por su nombre, pero entre cadentes roces mezclados con lo que vendría siendo la bienvenida de estragos, sólo se me ocurre apuntar en mi diario el destrozarlo.

Mezcla exacta entre espinas y morbosidad, sus brazos buscan mis caderas con desesperación en un intento de deshacerse de aquella quien lo monta, más los muslos de una morena lo apresan en una tortura de sollozos y maldiciones escupidas. Ronronea un nombre que conozco bien, uno falso, uno que me enciende cual dinamita en medio de esta batalla sexual. Sus labios rojos y escrupulosos junto a unos ojos llenos de locura y perdición me coronan mientras el sudor desciende por el arco de mis pechos sedientos de atención, el movimiento no cesa y desde que intenta sacarme de encima para descansar, clavo con hastío las uñas en sus ya heridos costados y desgarro hasta que el perfume de lo sanguinario lo obliga a retorcerse. A veces, no es bueno desear aquello que más temes.

En la insanidad del pasar de las horas y las ansias locas, de una en una, hasta acumularse las buenas folladas ninguno desiste. Si he de marcharme cubriré el cuerpo de este hombre a medio hacer de mordiscos, ahogaré mi saliva con la miel que emana de su ser y me atiborraré de sus inquietantes miradas, y bien sé por experiencia que no hay hoguera que este gilipollas no apague tarde o temprano. Con ambas pieles ardiendo al unísono, en cada hendidura, siendo un elfo quien sea la cobija que calme el ardor de la morena, van llegando al clímax. Si no es boca arriba, será boca abajo, a cuatro patas, da igual, primero hay que subir al cielo y tocar el paraíso sin vergüenzas ajenas, a estas alturas sedientos y quebrando tabús, ¿que más dará ser recatada? Sonreí maliciosa, si hoy debo ser su amante, también seré esa sirena que lo estrangule hasta robarle el alma.

─  Vamos, imbécil. Ni se te ocurra bajar el ritmo o te la cortaré en trozitos. ─  El aire por supuesto falta, las palabras salen entrecortadas y aunque cueste creerlo, las piernas me tiemblan. La satisfacción llegó por última vez en las primeras horas de la mañana, tendidos sobre un lecho húmedo y prácticamente, descuartizado. ─  Si no recuerdo mal, le invité a pasar la noche a una mujer, no a un animal. ─  Murmuró el elfo a duras penas, levantando ambas comisuras segundos después. Como si desde su génesis hubiera sabido de mi llegada, se ha encargado de marcar en una tonalidad carmesí los puertos que ha de lamer con su lengua, pintura. ─  Si no recuerdo mal, las advertencias sirven para algo. Pero oye, que me encanta cuando te tiras de cabeza. ─ Tras un guiño oportuno y forzarnos a movernos a la tina, el agua tuvo que caer sobre nosotros para erradicar todo tipo de fluidos.

No me gustan los poblados, y mucho menos las aglomeraciones, pero el ser curiosa termina siendo una putada. No tardó en llegar los rumores de una caza global en las puertas de Lunargenta, que para mí, lo más importante son los participantes, sus pertenencias y el entretenimiento cuando uno de ellos se revele. Ups, ¿quien será? Da igual. Vestida nuevamente y con el pelo aún mojado, llamo al elfo que intenta dormir tras tantísimos revolcones. ─  Saca los pinceles, que aún no hemos terminado. ─ Éste alza las cejas atolondrado, suspirando en dirección al techo. Perdonado ya el júbilo, ahora toca darle paso a lo serio, no entraré en medio de toda esa maraña de basura siendo yo misma, principalmente porque mi belleza exótica resulta difícil de ignorar, que cojones, si es que estando buenísima alguno terminará pegándose cual garrapata hedionda.

─ Píntame, hazme natural o aburrida, ponme arrugas o júntame las cejas, yo que sé, pero atenúa mi color. ─  Sindar saltó de la cama en busca de sus materiales, si unimos satisfacción con arte, no hay nadie mejor que él. ─  Lo último fue coña. ─ Resalté, porque capaz es. El elfo de melena castaña traza como base una serie de colores que contrarrestarán al mío, lo hace por mi rostro, cuello, pecho y ciertas partes de los brazos que se verán expuestos. Al final, vuelvo a ser de un tono piel que añoro entre terribles delirios. ─  ¿Llevaras la capa? ─  Pregunta somnoliento. Yo asiento, no obstante, terminaré por quitármela en algún punto incierto. ─  Ven, ataré a tu raíz unas cerdas rojizas, de lejos parecerá cabello de verdad, así que mantén las distancias. ─  Y de ser morena y castaña, pasé a ser una mujer pelirroja y blanca. No quise darme una oportunidad, ni reflejarme, porque acabaría mal la cosa, como siempre.

─  Aléjate del agua, e incluso la humedad hará que dure menos, haz lo que tengas que hacer y desaparece cuanto antes. ─  Preparada por fin levanté la mano como despedida y bajé las escaleras, hora de afrontar la realidad. Bajo una capa negruzca pasé desapercibida hasta llegar al centro de la reunión. En medio del barullo afiné ambas orejas puntiagudas, hablan de cazar a una bruja, muchos aeros y entrenimiento. Qué sublime, son tantas voces cuchicheando que pongo las cuencas en blanco mientras un bostezo refleja agotamiento, o empezamos ya, o empezamos ya. Un viejo parlotea con un tío de dos metros, o más, una niña enclenque no se aparta del que vendría siendo, hm.. ¿El líder de la caza? No opté por fijarme en sus rasgos, para mí todos son un trapo que pisar en signo de dominación, me la sudan, tan sólo aspiro a distracción y retribución.

Inoportuna, vuelvo a bostezar sin siquiera disimularlo y a mi lado, un hombre con pronunciados rasgos lanza una carcajada medio socarrona.  ─  ¿Con sueño? Si quieres podría invit-.. ─  Tuvo que detenerse al oírme sisear en disgusto, desde lo alto lo contemplé fría cual tempano, con el gesto torcido y una de las cejas lo suficientemente arqueada. Bien sé yo que este sentimiento artrósico se compara perfectamente con el rencor, el vello se me eriza así como también cierro los puños camuflada por el manto oscuro. ─  No. ─  Y se acabó, guardé lo bruta que puedo ser y caminé hacia adelante, poniéndome en primera fila. Si fuese yo diría.. ─ ¿Empezamos? ─  Y joder, lo solté en alto. A tomar por culo, en cuanto levanté el jeto me encontré a mi peor enemigo. Un perro rabioso del cual no me había percatado aún, el cazador con el que tuve que manosearme a fuerzas extremas, que lo disfruté, para que mentir.

Alongué los labios en una tierna sonrisilla, así, como si fuese ingenua y a su vez por quien me conoce, fingida. Por si las moscas hinqué ambas palmas a las armas en mi cintura, las piernas las tensé y esperé a una respuesta, odiando antes de tiempo su voz ronca, cada vez que lo recuerdo la repulsión me hace esclava suya, y no regurgitar sería impropio. Por suerte los demás se animan y aúllan por que empiece la caza. Zorra y a su vez cauta, le dí la espalda con desprecio, si hay que viajar, lo haré entre los últimos puestos.

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Mensaje  Sigel Vie Mar 23 2018, 18:33

Pasaron diez días desde que la compañía partió. Diez días aburridos, en los que la única anécdota a recordar era a ver a Gunnar, apodado como Mulo por su robusta complexión física, acercarse con disimulo a la nueva elfo.. Cabalga a pocos metros de ella y, cuando ésta notaba su presencia, Mulo giraba la cabeza y fingía estar atentos a otros asuntos más mundanos. ¡Era tan predecible! Cada vez que aparecía una chica nueva en la compañía, Gunnar iba detrás de ella como un perrito faldero. Meses atrás, lo hubo intentado con Nyah. Ella no tenía tiempo para retrasados enamorados. A la mínima que se le acercó, le clavó un cuchillo en el muslo. ¡Funcionó! No le molestó más.

¿Y algo más? En opinión de Marvelin Meyi, nada más. Y si pasó algo que mereciese la pena prestar atención, no lo hizo.

Era la noche del onceavo día de campaña. Meyi se encargaba de la segunda guardia nocturna. Pensaba en el viaje. Lo que había visto hasta el momento y lo que le quedaba por ver: en nada y en todo. Echó un vistazo a las tiendas: Las mantas de Gunnar parecían levantarse por cada ronquido del gigante. Jonathan Farson dormía plácidamente, como un cadáver. El halcón descansaba, con los ojos abiertos, en el pico de la tienda. Chica estaba abrazada a un montón de mantas, como un cachorro con su madre. Nyah, aunque no quisiera reconocerlo, roncaba; era un gemido suave, como el aullido de un ratoncito. Y la elfo… Meyi se quedó observando su tienda de campaña. Recordó haberle estrechado la mano y presentarse como el líder de los cazadores. Lo que no recordaba era el nombre de la elfo. ¿Se lo dijo? Quizás sí y quizás no. En el único nombre que Marvilin Meyi podía pensar era en el de Shaira Mara.

-Voy a por ti- le dijo a las brasas de la hoguera- estamos cerca, cada vez. Te encontraré y, cuando lo haga, juro que te daré muerte-.

Notó un aroma conocido que parecía venir de las piedras encendidas. De pronto, comenzó a sentirse sofocado. Hacía pocos días que la primavera empezó, las noches eran frescas; hace dos nevó. No era lógico ni normal que sintiera tanto calor.

Se levantó de un salto, se quitó el chaleco y la camisa. Dio un vistazo a su alrededor para asegurarse de que nadie le estuviera viendo y, tras verificarlo, se quitó los pantalones y los calzones. Descubrió que estaba excitado y furioso. ¿Mara era tan poderosa que era capaz de seducirle y enfurecerle tan solo por pensar en ella? Meyi, en un abismo de consciencia que le quedaba, se negó a creer que estuviera bajo la influencia de la bruja. Tardó unos minutos, en los que se revolcó y golpeó contra la tierra, en recordar la flor de euforia.

Se arrastraba por el suelo. Tenía la mandíbula apretada y las venas de sus miembros hinchados. No era él quien dominaba su cuerpo, ahora pertenecía a la bestia eufórica.

 ”Solo pido que nadie me oiga”.

La bestia se arrastraba a la tienda de Chica. Lo que haría con ella, era lo último que Meyi pensaba hacer con la chiquilla. Giró la cabeza y cerró los ojos. Pasase lo que pasase, no quería ver lo que ocurría en la tienda. Creyó que jamás podría perdonárselo.

Y en ese entonces, la bestia eufórica notó un perfume que le atraía más que el de la joven loba. Meyi vio la tienda de la elfo y sonrío. Ella no era nadie para el cazador, ni siquiera era capaz de recordar su nombre. Si la mataba durante la noche, por culpa de la maldición de Shaira Mara; al día siguiente despertaría sin remordimientos algunos. A sus compañeros, Jonathan y los otros, diría que la elfo fue atacada por un animal salvaje. No sería una mentira. Solo él y el halcón que se hacía el dormido, sabrían la verdad.

Al fin entró en la tienda y el perfume de al elfo se intensifico. La excitación había sobrepasado el límite del placer, se convirtió en una necesidad. Se arrastró hacia ella. Imposible que no se hubiera despertado. Antes de que gritase. Le tapó la boca con una mano mientras con la otra le apretaba el cuello. Un movimiento desventurado, y le destrozaría la tráquea.

-Despa. Des…- gimió de angustia - …rece. Desece. ¡DESAPARECE, JODER!-

No recuperó del todo la consciencia, el control de sus manos cumplían las órdenes de euforia, no las suyas. Aun así, podía hablar y pensar casi con claridad en qué estaba haciendo.

Apartó la mano de la boca de la elfo y aflojó el agarre de su cuello dejándole hablar.

-No se lo digas a nadie o te mataré- las palabras eran suyas, la amenaza era el resto de euforia.

_____________________

*  Eretria Noorgard: No te olvides de la maldición que sufre Meyi. Después de once días sin señales de la euforia, de un viaje sin emociones fuertes por los bosques de Aerandir, Meyi sufre un ataque de violencia y sexo. Este dura unos pocos minutos, los suficientes para acercarse a tu tienda de campaña y estar a punto de matarte. Meyi cobra una vaga consciencia justo a tiempo: te pide que no hables con nadie sobre la maldición. Los otros cazadores comprenderían la razón por la que Meyi quiere matar a la bruja; ellos no trabajan por venganza sino por aeros. Piensa que sus compañeros se irían de la campaña no sin antes sacrificarle. Es aquí donde tus acciones tienen importancia: en la noche deberás tranquilizar a Marvilin Meyi. Tenemos la suerte que el efecto de la euforia no es permanente (por ahora). A la mañana siguiente, decidirás qué hacer con él. Si hablar comentar a los otros miembros de la guardia lo que ha sucedido o callártelo.



Última edición por Sigel el Lun Abr 02 2018, 10:50, editado 1 vez
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Mensaje  Eretria Noorgard Sáb Mar 31 2018, 03:18

Frente a la delgadez matutina del alba, el relinchar de los caballos rompe la partida con el alimento necesario para un par de semanas así como también pintura, jamás pensé que los días se alargarían y mucho menos, que tendría compañía. Siendo una de las últimas, a pocos metros cabalga un esperpento de bárbaro, su cabello desaliñado así como una barba extensa no lo convierten en algo que me llevaría a la boca cual manjar en bruto, todo lo contrario. Los cascos de los animales en conjunto a muy pesar, no sirven en absoluto para evitar el ruido de su voz, es grave, grotesca y me pone de una mala hostia insospechada. ─ Gunnar a tus servicios, preciosa. ─ Y el tío sonríe como quién se ha ganado un premio gordo. Como prioridad no debo destacar aún estando bajo una capa y del todo atrás, no obstante, me conozco y con sólo abrir los labios seré capaz de montar un espectáculo.

Acallé a la soberbia y tragué a fuerzas todo tipo de maldiciones hacia el gilipollas, si bien no sirve ignorarle tan sólo me separaré con la cabeza en alto. No desiste, al tercer atardecer tras hacer un descanso, los caballos sedientos por fin pueden hidratarse y llevarse al hocico lo primero que pillen, alejada en su medida tomé cautela bajo la sombra de un tejo enorme, la pintura comienza a caerse y sin saber mucho qué hacer, la retoqué a medias, alguien se acerca. ─ ¡Aquí estás! Vamos, que no muerdo, como mucho te haré maullar como una gatita. ─ La insistencia sumada al contorno de mis dagas, el filo sediento, mis dedos pidiendo a gritos ser ensuciados con la sangre del bárbaro; la melodía sustenta de aullidos, el estar a solas, el manto que cubre mi alma negruzca y la insensatez de Gunnar. Por los dioses, derramando un humor taciturno lo observé de cerca, puse las cuencas en blanco y volví corriendo a mi caballo.

¡Hey! ─ Gritó el temerario. Inhalo cuanto puedo, ¿Cuan largas pueden ser las hojas de la madre naturaleza? Salir de la espesura se convirtió en un infierno que arde, pero no tanto como mis ganas de hincar las manos en un cuello ajeno. En general, soy una más que sin pena ni gloria, no llama la atención, sólo de Gunnar. Los días pasan y por mucho que cosa mis labios de manera abstracta, el tío sigue. En una de las noches frente a lo hoguera, la mayoría de los hombres han cazado para cenar, algunas de las mujeres se conocen y el líder del grupo, ese que me da asco, tiende a fruncir el ceño con la cría a su lado. ─ ¿Por qué me ignoras? Con lo fácil que sería darte la vuelta y empotrarte en contra del barro. ─ Susurró de muy cerca. ─ ¡Pero soy un hombre! ─ Sonríe. ─ Y como hombre, sé comportarme. ─ Ya está, hasta los reverendísimos cojones, por suerte tomé medidas anteriormente.

Mi mano enguantada se desliza por el aire llegando a la de Gunnar, lo acaricio esparciendo tentación, es un tacto delicado que produce cosquilleos y si se hace bien; hasta erecciones. ─ Si insistes... ─ Y lo miré con deseo, llevando la palma de su mano al entremedio de mis muslos, le obligué a apretarme un paquete exagerado con un par de trapos viejos. ─ ¿Nunca te han dicho que los elfos somos traicioneros? ─ Y Bramó en alto. ─ ¡Un puto elfo! ─ Ya para joder le guiñé un ojo. Desatado intentó darme un puñetazo pero otro de los hombres, el más viejo intervino, llevándoselo para calmarlo. Remedio de santo, ¿alguien sabe donde quedó Gunnar? Yo tampoco. En plena armonía con el ambiente, en las últimas filas y por fin a solas, nada me preocupa a excepción de mi tapadera.

Bajo la luna melancólica donde los cabrones ríen como si pariesen desgracias, beben, se inflan con el licor que tienen y otros pocos se embullen en sacos de cuero donde rezan para hallar descanso. Los más afortunados levantan tiendas, la cría tiene una y yo al final terminé robando otra al primer borracho que descuidó sus pertenencias. Ya montada y en su interior me deshago de la capa, el color blanco se torna casi beige, sobresaliendo por la zona del pecho un tono más oscuro, exótico, las cerdas rojizas se han ido cayendo con el viaje y como no, hay más de Eretria que de la extraña que inició la encrucijada. No hay algún lago cerca para poder observar que hay que retocar, y de ser así, el cielo no está estrellado sino que las nubes han tomado las riendas. Una mierda, en esta velada nocturna el calor pega, la nuca me suda así como también otras partes más íntimas.

No debería de cerrar los ojos, principalmente porque no me fío ni de mi propia sombra, pero tras días sin descansar algo se apodera de mis sentidos, los músculos terminan relajados y en la transpiración hacia el bendito sueño alguien me agarra del cuello de tal forma que injurio en élfico. Es él, el puto cerdo. Por inercia llevé mi mano a la suya, apretándola con tantísima fuerza que mis uñas quedarían marcadas, con las piernas flexionadas fui levantando el trasero para quitármelo de encima, que se meta las amenazas por el maldito culo, de cabo a rabo, es más, ¿quiere que desaparezca de mi propia tienda? Definitivamente le voy a dar una paliza. El cazador suda, y las gotas que resbalan por su pecho terminan sobre el mío, está cabreado, y confuso.

No está en sus cabales, y desde que aflojó el agarré me limité a nublar mi mente, de estar abajo acabé encima suya en cuestión de segundos, uno de sus brazos lo inmovilizo y con la palma abierta de mi mano exenta oprimo sus pómulos, apretándolos para que me mire de cerca. Maldito infeliz. ─ ¿Exactamente el qué? ─ Tuve que sisear. ─ ¿Que intentabas follarte a un elfo afeminado o que tienes como afición pasearte desnudo cuando la gente duerme? ─ Indignante ambas, pero no tanto como haberme asaltado. Respira brusco y en esos bamboleos de su pecho, mi cuerpo asciende y desciende sin quitarle las manos de encima. ─ ¿Qué mierda te has metido? ─ Lo noto duro debajo mía, todo un peligro este hombre que sólo piensa en coger por aquí y por allá. Tuve que borrar sucesos antiguos y centrarme en qué hacer con él. Listo, echarlo fuera y que se busque la vida, pero está el tema en que puede haberme descubierto o que termine en otra tienda.

Me cago en todos mis ancestros, sin intención de soltarlo o más bien, que tenga la oportunidad de volver a hacerme daño lo analizo desde lo alto, pretenciosa y con esa mirada que bien conoce, desafiante. Podría noquearlo y retirarme a tiempo, porque bien sé que este tío con la ballesta es un diez de diez, a tomar por saco la recompensa que ya habrán centenares en otros parajes. Ahora bien, ¿desde cuando huyo? Tuve que sonreír, no por la situación actual sino por mis enmarañados pensamientos que han tomado posesión de mis actos. ─ No se lo diré a nadie, así que contrólate de una vez. ─ Huele a falsedad, como no, echando raíces con las mentiras desde tiempo antaños.
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Tierras Furtivas [+18] [Mastereado, Eretria Noorgard] Empty Re: Tierras Furtivas [+18] [Mastereado, Eretria Noorgard]

Mensaje  Sigel Lun Abr 02 2018, 12:39

Al día siguiente del desdichado encuentro en la tienda del elfo, Marvilin Meyi no le quitaba el ojo de encima. Cabalgaba lo suficientemente cerca como para tenerle vigilado sin resultar molesto. Cosa en la Gumma erraba. El mulo de carga que tenía como compañero y amigo no aprendía la lección del día anterior. Guía a su caballo, con total carencia de disimulo, para que se pusiera al lado del elfo. Meyi, celoso de que Gumma se enterase de su secreto, tensó un proyectil en la ballesta y apuntó al gigantón. No fue necesario decir nada. Gumma se distanció del elfo en cuanto se vio atrapado: una saeta en la espalda por parte de Meyi y un cuchillo en la entrepierna por parte del pelirrojo. El secreto de euforia quedaba a salvo.

Las horas de descanso y comida fueron breves y escasas. Cuanto menos tiempo hablasen, menos posibilidades habrían de que el elfo se fuera de la lengua.

-¿A qué viene tanta prisa?- preguntó Jonathan Farson, el único de la compañía que parecía deducir que algo malo le sucedía a Meyi - La bruja no se va a ir a ningún lado. Tú mismo lo dijiste, ella reside en las Tierras Furtivas. Por mucha prisa que nos demos, ella no se va a ir de allí-.

-Fíjate- con la ballesta desarmada, Meyi apuntó al burro que servía para cargar los fardos de comidas y bidones de agua - apenas nos queda comida. No sé tú, pero yo quiero matar a la bruja Mara y luego volver a Lunargenta para vender su cabeza al mejor postor- el comentario de Farson le molestó. En son de venganza, se dirigió a todo el grupo: - A partir de hoy solo descansaremos una vez, cuando el sol esté en lo más alto. No habrá más descansos hasta la noche. Agradecérselo al halconero-.

Y así fue. Cuando se trataba de fastidiar, Marvilin Meyi siempre cumplía sus promesas.

La tercera noche después del incidente con el elfo y dos después de la discusión con Farson, Meyi tuvo una pesadilla. Empezó siendo un sueño dulce: Shaira Mara se había metido debajo de su manta. Le besaba la cintura, descendiendo lentamente hacia la zona de calor, mientras le acariciaba el torso. “Si no fueses tan cabezón, podrías estar así para siempre. ¿Tanto te cuesta matar a esa cría y quedarte conmigo” Decía con una voz seductora a la que no se le podía decir que no. De pronto, cuando Mara llegaba a la zona de placer, la bruja se convertía en un montón de rosas de euforia. El aroma y la maldad de las flores corrompían la razón de Meyi. Si minutos antes, había al menos intentado negarse a obedecer a la bruja, ahora no había manera. Bastaba que dijera una palabra: “Mata” o “Folla” para que Meyi enloqueciera.

Despertó sudado, erecto y con los músculos en tensión. Fue una maldita pesadilla, no era real. Era posible, deseaba que fuera así, que su subconsciente le hubiera jugado una mala pasada; que ni siquiera fuera el efecto de la maldición lo que le había hecho tener soñar con la puta Mara.

Aquella noche era el elfo quien hacía guardia. Seguramente, habría escuchado al cazador maldecir a Mara en sueños. Meyi, a través de la tela de la tienda de campaña, se quedó mirando las brasas de la hoguera y la figura del elfo.

De lo único que Marvilin Meyi daba gracias era que había sido él y no Chica quien había abierto el sobre con la rosa de euforia aplastada.

Faltaban dos días para llegar a las Tierras Furtivas. El lugar donde estaban era bien conocido por el cazador, Shaira Mara se lo enseñó en secreto. “Es aquí donde encontrarás los animales inexistentes con los que la gente sueña”. Por lo visto, un enloquecido hombre bestia había revivido los laboratorios de los hombres antiguos y experimentado con la sangre de los animales. La última bestia que Meyi cazó de este lugar era un león negro bicéfalo con alas de águila.  Hizo un buen negocio con él, lo consiguió vender por treinta mil aeros de los cuales Mara se quedó llevó diez mil por haberle enseñado a Meyi el lugar.

-Desenfundad vuestras armas y estad atentos. Estos laboratorios han estado activos por más tiempo de lo que parecen-.

Jaulas y muros de piedra deshechos decoraban el camino por donde la compañía pasaba. Los híbridos, así llamaban los hombres antiguos a las bestias mezcla de varios animales, eran escurridizos. Se habían habituado a vivir en el interior de los laboratorios y, de allí, no salían a no ser que necesitasen comer. En aquello se parecían a los cazadores: no entrarían a los laboratorios a no ser que necesitan, con extrema urgencia, rellenar los suministros de comida. Meyi se lamentó de haber pensado en la posibilidad de entrar en los laboratorios. Inmediatamente, Gumma anunció que tenía hambre con un estruendo retortijón de barriga y una mirada de borrego degollado.

-He visto una gaviota del tamaño de un hipopótamo volar hacia aquel edificio. Podemos…-

-No- se adelantó a contestar Meyi.

-Pero…-

-Ya has oído al jefe- Nyah estaba siempre atenta a colaborar con las indicaciones de Meyi.

-Quizás no haga falta entrar- Farson recogió su halcón con el  brazo y cogió un trozo de piel que colgaba de su pico - a veinte metros hay un animal herido – se metió la piel en la boca - diría que es de ciervo. Podemos ir a echar un vistazo-.

Cuando Meyi fue a negarse, Farson y Mulo ya habían dirigido sus caballos hacia donde les guiaba el halcón, hacia el supuesto ciervo herido.

El animal resultó ser, obviamente, un híbrido. Tenía de ciervo lo que Meyi tenía de erudito. Su cuerpo y el color de su piel, bien podían parecerse a un ciervo jorobado, o quizás a un ñu flaco. Dos protuberancias, huesos dislocados, asomaban por el lomo. Las pezuñas y el hocico eran de jabalí. La cola de un animal inclasificable. Chica se acercó tímidamente a olisquear el animal. Meyi no se lo impidió. Pensó que era normal que Chica tuviera curiosidad por el hibrido, era la primera vez que veía el desastroso resultado del egoísmo humano.

[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]

-Así es como crearon a los hombres bestias- dijo Meyi a Chica, los otros miembros de la compañía conocían la historia de las guerras de los hombres antiguos.

El híbrido, que Meyi bautizó como un Nociervo, estaba tendido en el suelo. Había clavado una pata en un agujero en el suelo y roto al intentar sacársela.  En el lomo se le podía ver una pequeña hendidura de sangre, marca del halcón de Farson al tomar una muestra de su piel. El Nociervo estaba asustado, gruñía y daba golpes con el hocico y las patas libres a quien intentase acercarse. Esta defensa fue la que le salvó de ser devorado por los depredadores.

Farson desplegó una el fardo de cuero donde guardaba sus cuchillos. Gumma se relamía mirando al animal.

-Deshaced vuestras ideas. No comeremos del Nociervo. Nadie nos asegura que la carne no esté envenenada-.

Nyah sonreía socarronamente. Tenía su caballo apuntando de nuevo hacia el camino hacia las Tierras Furtivas. Entre los muchos entretenimientos que la mujer pirata y Meyi compartían se encontraba hacer rabiar a Gumma.

-Que desobedientes...-

-Con todo el respeto jefe, Mara se puede ir a la mierda. Hace un minuto tenía la piel del Nociervo en la boca y sigo vivo. El animal no es venenoso. No voy a perder la oportunidad de llenar mi estómago-.

-¡Sí, tengo mucha hambre!-

-No todos los venenos son inmediatos, hay algunos que necesitan horas en el estómago para…- iba a continuar, pero se dio cuenta que de nada servirían las explicaciones - ¿Sabéis qué? Si queréis comer adelante, hacedlo. ¡Qué os jodan! Me quedaré mirando como morís angustiados-.

Meyi se sentó en una piedra. Nyah y Chica hicieron le imitaron. El elfo… habría que ver qué hace él.

_____________________

*  Eretria Noorgard: Hasta que no lleguemos a Tierras Furtivas, los días pasaran muy rápido. Esto nos dará opción a jugar con las diferentes personalidades de la compañía y la maldición de Meyi con la rosa de euforia.
En estos días, ves a Meyi mucho más cerca de ti de lo que ha estado habitualmente. Te vigila. No confía en que sepas guardar su secreto. Deberás decidir si te interesa o no ganarte su confianza. Interacciona con él.
En una de las noches, Meyi parece tener un ataque de ira. ¿Es una pesadilla o es la maldición de la rosa de euforia? Como sea. Tú lo has sido testigo de lo que ha sucedido. ¿Qué harás?
Pasan dos días más y llegáis a unos laboratorios abandonados. Tal vez los reconozcas, es el escenario donde tiene lugar el tema [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] y donde Meyi capturó a nuestro querido grifo bicéfalo. Farson encuentra un animal herido en la parte exterior de los laboratorios. Gummar y él deciden llenar sus estómagos y sus reservas de comida con la carne del animal. Meyi, Nyah y la Chica son más precavidos. ¿Tú de qué lado estás? ¿Comerás del animal o te quedarás mirando? Si lo deseas, puedes insistir a Farson y Gummar para que dejen al animal tranquilo y no lo maten. Incluso, tienes la opción de sanar la pata del animal. Las decisiones que tomes dependerán de cómo te vean los demás miembros de la compañía.

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Mensaje  Eretria Noorgard Sáb Abr 21 2018, 14:31

La humedad plasmada en cada amanecida siembra un malestar dentro mía, todo debido de este plan descabellado que ideé con un elfo lunático. Si bien es cierto que no pensé en que los días se alargarían, así como las semanas, la pintura escasea y las hebras rojizas terminan sirviendo como una sujeción para dos trenzas de raíz que acarician una nuca por desgracia, ya morena. Muchos podrían haberse dado cuenta, otros no, el elfo que al principio se notaba suelto y fuera de su coraza "la capa", ahora no sé la quita ni para dormir. ¿Por qué será? A nadie le importa, sólo a ella en su versión varonil. Con guantes incluidos, la única piel que está a la vista del grupo es el rostro, uno que sí sigue siendo pálido.

Tras el encontronazo con Meyi, dormir queda descartado así como cabalgar sin la presión de dos luceros tajantes persiguiéndome allá a donde me dirija. Vencido por la vergüenza se asegura de que no abra la boca, lo que él no sabe, es que soy una mujer a la que le encanta jugar, adicta a la adrenalina y a sus letales consecuencias. ─ Psss. ─ Solté. ─ Pss, ¡hey! ─ Gunnar se atrevió a voltearse, después de saber que soy un hombre el caso que me hace es tremendamente nulo. Su caballo disminuyó el trote hasta ponerse al lado mío. ─ ¿Qué quieres? ─ Ah, el aliento se me escapa mientras noto como cierto sujeto me devora de lejos. ─ ¿No notas al jefazo un tanto... sobresaltado? ─ Para darle más énfasis chasqueé con la lengua. ─ No sé tú, pero se supone que tenemos que cazar a una puta, digo bruja, y no hacemos más que hacer descansitos. No entiendo por qué no vamos directamente hacia el lugar donde se esconde ella. ─ El bárbaro encogió los hombros, confía en su líder pero tampoco entiende tantas demoras continuas.

La tarde arriba, Gunnar se pasa un buen tramo a mi lado, riéndonos de algún que otro chiste machista y discutiendo si es mejor una mujer con las tetas grandes o con unas nalgas dignas, de estas que botan por el impacto de un buen azote con la palma abierta. Siendo un principal objetivo a callar necesito aliados, gente que sepa destapar secretos o que pase tiempo a mi lado, de esta forma será más difícil asaltarme como la última noche. El viejo del grupo para mí termina siendo el hueso a roer, el cabrón no se aparta de Meyi y se nota a leguas que son como uña y carne, en una de las madrugadas frente a la grandiosa hoguera y el desgarro irregular del afilar del acero, me acerqué con determinación. ─ Aún no me he presentado. ─ Y Jonathan alzó su cabezón, juraría que la barba que porta es tan inmensa que en su interior encontraría algún tipo de vida desconocida.

Me costó hacerle hablar, pero tras compartir información acerca de los elfos, de nuestro don y cómo somos con el arco, el ceño del viejo fue suavizándose así como sus músculos. Sentados a solas no soy un peligro para Jonathan, me describe su lugar de origen y cómo añora el calor de la carne fémina, no obstante, a su edad sólo consigue rozarse con barriobajeras. El tacto de la luna y la oscuridad que conlleva finaliza matando al viejo que bosteza y bosteza, recostándose a mi lado con la barriga echada hacia fuera y los brazos sobre esta que actúan como un tórrido cojín. Días después los caballos relinchan y algunos rehuyen del camino que les espera, durante horas el sendero se estrecha y algunos arrastran los cascos debido al cansancio, separa la humanidad del salvajismo y por la cuenta que me trae me bajé del caballo, muchos hicieron lo mismo y al líder del grupo no le gustó ni un pelo.

Fue uno de los últimos descansos, los más imbéciles cazaban otros encendían las hogueras y montaban las casetas. La sangre corría por los pantalones de estos mientras sujetaban liebres inocentes. Sigo pensando en cómo la codicia corrompe tanto al hombre y cómo es que siguen sobreviviendo, me dan tantísimo asco que esta noche mi sombra será la que me acompañe. En frente a los restos de las brasas saqué unos cuantos Mameyes, el líquido cítrico los unté en unos trozos de pan ya duros por el pasar de las jornadas, aún así servirá. La cría del grupo intenta dar con Meyi, si no está a la vista es porque no quiere ser encontrado y la simple idea de que la muchacha acabe de rodillas y cantando suplicas me pone los pelos de punta. Tras llamarla cual perro abandonado ella se acerca.

¿Qué es? ─ Pregunta. ─ Comida. ─ Vaya consulta más tonta, lo poco que queda lo comparto con ella mientras hago caso omiso al hedor que desprende. Por todos mis ancestros, ¿cuando fue la última vez que se aseó? ─ Oye niña, levanta las manos y huélete, una señorita no puede andar por ahí apestando a mierda. ─ Me recriminó que se llama Chica, y para colmo se olió con disgusto, dándome la razón. ─ ¿Quieres asearte conmigo? ─ Y le sonreí, convirtiendo mi buen gesto en uno atroz para la muchacha que salió cagando leches. Ah, que todos me ven como un hombre, no pude contener una risotada grande e inflar el pecho para serenarme. Hoy me toca a mí hacer guardia mientras los cazadores roncan y sueñan con sirenas, siendo el crepúsculo extenso como las estrellas lo único a contemplar hasta que el rugir de un varón y los agravios en contra de las mujeres, de una en general terminan haciéndome suspirar.

No sé que tipo de maldición tiene encima, pero cada vez está siendo más notoria. No es que sea de mi incumbencia y siendo sincera estoy ansiosa de que el embrujo lo consuma hasta que pierda la cabeza, sin embargo y siendo el único que sabe como llegar a nuestro destino, no nos conviene a ninguno. ─ Deja de mirarme, joder, es asqueroso. ─ Está empeorando y al final terminará enterrándonos a todos en medio de este infierno. Con firmeza llevé ambas piernas al frente de su tienda, está desnudo, como de costumbre. ─ Te diré un secreto. ─ Y me acerqué a su rostro. ─ Hazla tuya. ─ A la maldición claro, si es que es una. Para dominarla hay que dejarse llevar, aprender y hacerse más fuerte, al menos a mí me funcionó. Que pensándolo ahora ha sonado muy mal, y más le vale no desviarse por el camino más fácil, porque cual fiera no dudaré en rebanarle el pescuezo si intenta violar a las mujeres del grupo.

Verás, soy un elfo muy viejo, sé de lo que hablo. ─ No le dí la espalda, pero sí tomé asiento delante suya. ─ La respiración, la tuya desatada. Estás dándole muchas vueltas, si piensas en lo que te maldijo se agravará, no pienses en nada, cálmate y lleva tus pensamientos a algo que te relaje, una persona, un objeto... una ballesta. ─ Y sonreí. ─ ¿Por qué en vez de maldecir a esa tal Mara no piensas en tus días de caza, hmm? ─ Sin mucho cuidado le ensarté un buen trozo de pan en la apertura de sus labios. ─ Come, recupera fuerzas y vuelve a ser el líder que necesitamos, o te quitaré el puesto. ─ Me limité a guiñarle un ojo y volver a mi posición frente al fuego, si me vieran aquellos que me conocen se reirían de mi y de mis intentos afables.

El agotamiento emocional empieza a tomar partido entre las filas de cazadores, quejas sobre si es el buen recorrido llegan a todos los oídos, el hambre aprieta y la rabieta de no poder matar para comer finaliza en ansiedad. Malhumorados nos adentramos en una zona que nunca he investigado, hay grandes edificios y terrenos que han sido saqueados por la avaricia humana. El águila de Farson trae malas noticias para mí y sin siquiera tener tiempo para pensar en qué hacer, ya hemos llegado al lugar donde la pobre criatura solloza entre dolor y lágrimas traicioneras. Noté sequedad en mi garganta y cómo el corazón, raudo y herido comienza a darme señales obvias para que salte en su defensa.

Chica es la primera en acercarse a la alimaña extraña, los hombres babean y sacan todo tipo de sables y armas afiladas mientras la criatura gruñe en defensa propia. Ya está, hasta aquí llega el elfo encantador y amigo de todos. Mis pasos hacia la víctima son acelerados, pero sólidos, está tan asustado que lo primero que hice fue evitar algún que otro mordisco. ─ Shhh, tranquilo. ─ Sus heridas son rosadas, al menos la reciente hecha por el águila, las otras tardarán en cerrarse. El Nociervo es incapaz de calmarse con tantos a su alrededor acercándose, patea y rezonga de angustia. Al primero que se arrimó demasiado lo empujé con fuerzas hacia atrás. ─ El animal está infectado, sus heridas están cubiertas de un tono negruzco y seguramente sea debido a que esté incubando un grave contagio, como una plaga de... larvas. ─ Está claro que lo negro son hematomas y la falta de circulación, pero como la mayoría son gilipollas quizá cuele sin tener que mancharme las manos de sangre.

Como posible avance acerqué la palma a la herida en su lomo y por supuesto estuve a escasos segundos de llevarme otra dentellada. ─ Seguid sin mí, le daré un final digno al animal y luego os alcanzaré. ─ No fue suficiente, muchos siguieron aproximándose. ─ Último aviso. ─ En el camino nunca saqué mis dagas en pleno día, quizá por temor a que Meyi las reconociera. ─ Quien quiera desafiarme, espero que sepa asumir las consecuencias. ─ ¿Como morir en una terrible agonía? Por supuestísimo que sí. El animal entre berrinches queda detrás mía, una de mis piernas se adelanta a su gemela, siendo presionada en contra de la tierra mientras sujeto con brío ambas dagas. Ellos se observan, indecisos en sí atacar a un compañero de risas por un trozo de carne o esperar una orden del líder que contempla el panorama sin querer intermediar, por otra parte si ceden podré curar al animal o intentarlo si este quiere seguir con vida.
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Tierras Furtivas [+18] [Mastereado, Eretria Noorgard] Empty Re: Tierras Furtivas [+18] [Mastereado, Eretria Noorgard]

Mensaje  Sigel Lun Abr 23 2018, 11:14

La pobre y torpe mente de Gunnar no le permitió comprender las enseñanzas del elfo. Pensó, erróneamente, en la posibilidad de que el negro fuera el color original de la sangre del Nociervo. Cosa que a él no le resultaría extraño, pues más raro era ver a un animal que parecía un ciervo y un jabalí al mismo tiempo. Se quedó esperando a que el elfo diese muerte al híbrido. Sin mediar palabra con él, y siendo consecuente de los insultos podría recibir por su parte, desenvainó su cuchillo y cortó varios pedazos de carne del lomo del Nociervo. Embardunó la grande con grandes pellizcos de sal y la envolvió en trapos de cuero viejo. En las siguientes dos noches Gunnar cenó brochetas de Nociervo.

_____________________

Última noche antes de llegar a Las Tierras Furtivas. Marvilin Meyi se encargaría de realizar la primera guardia, el elfo de la segunda. El cambio de guardia se efectuaría en unos minutos. Un loco poeta diría, con tal de sonar culto y refinado, que se escuchaban tres silencios, pero no sería cierto. A Meyi le resultaban tres ruidos, los oía a la perfección y no le dejaban concentrarse en sus nocturnos pensamientos.

El primero venía de la boca de Gunnar. De los ronquidos de las anteriores noches, pasó a ahogarse en sus babas. Le costaba respirar por la nariz, tenía que hacerlo por la boca, la cual estaba ocupada por gargajos de sangre y saliva. A cada rato, Gunnar se despertaba para toser y vomitar. El cabrón todavía aseguraba que no tenía nada que ver con la carne del Nociervo y que dentro de unos días se iba a poner mejor. Se equivocaba, pero ¿qué más daba? Sus provisiones resultarían útiles para el resto del grupo.

El segundo ruido venía del elfo. Se había despertado hacía un rato y esperaba en su tiempo a que llegase el momento del cambio de guardia. Marvilin Meyi creía escuchar sus pensamientos, en ellos se repetía la conversación que habían tenido. “Hazla tuya. Algo que te relaje. El líder que necesitamos”. El recuerdo de su voz sonaba como golpes de campana en su cabeza.

Al igual que el poeta dirigía el último de los silencios hacia él mismo en una vaga intención de parecer misterioso y encantador, Meyi dirigía el último ruido hacia él. El cazador no podía estarse quieto. Incluso sentado, se movía buscando la posición más cómoda que no encontraba: se dejaba encorvar por el peso de su espalda, se volvía a erguir, acomodaba su trasero, estiraba los brazos… Era un almacén de ruidos innecesarios e impropios de un cazador experimentado. Todo por mantener su cuerpo y su mente ocupados. La intención era relajarse, olvidarse de los dos anteriores ruidos y centrarse en estar cómodo y tranquilo (lo cual emitía un tercer ruido que había que ignorar). Lo consiguió. Llegada la hora del cambio de guardia y el elfo e hizo el relevo, apenas notó el ligero aroma de las rosas de euforia.

-Ha funcionado- dijo estrechándole la mano al elfo. Se dio cuenta que quizás no estaba comprendiendo qué le estaba diciendo y agregó- He pasado una noche tranquila. Gracias- la última palabra le costó pronunciarla, no era algo que hacía a menudo. Luego, con la cabeza mirando a la tienda de Gunnar- Si Mulo no despierta, nos quedaremos con sus cosas. Solo perderemos un animal de carga, nada grave-.

Por fortuna, Gunnar despertó. Los síntomas que presentaba eran más parecidos a una infección de estómago que a la enfermedad de los dragones. Durante el camino insistió y repitió hasta el cansancio que se debía a haber comido moras del bosque quitando credibilidad a los consejos de Meyi y el elfo.

La compañía llegó a la entrada hacia las Tierras Furtivas. Meyi azotó las riendas de su caballo y se colocó en la primera posición. Levantó la mano derecha para indicar a los demás que parecen. Ellos no estaban viendo nada nuevo: el mismo bosque habían recorrido durante días. Meyi veía lo mismo que ellos, pero un buen cazador se distinguía por saber siempre donde estaba. Desmontó del caballo y dio dos golpes al suelo con la punta del talón del pie derecho. La ilusión de Shaira Mara despareció y ahora todos pudieron ver la realidad: a un metro de distancia de donde estaba se abría un agujero en el suelo. Las paredes eran lisas y no se veía el fondo; parecía el pozo hecho por gigantes. De haber seguido caminando, habrían caído y muerto por el agujero.

[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]

Marvilin Meyi ladeó el hoyo y volvió a repetir el mismo ritual de los golpes de talón. Se descubrió un establo abandonado.

-Sorprendente. ¿Verdad? La bruja Mara lo hizo. ¿Comprendéis ahora el elevado precio que vale su cabeza? Son muchos los que han intentado matarla y han acabado muertos por tropezar en una de sus trampas. Si dudáis que algo es o no real, dad dos golpes de talón. Mejor dicho: a partir de ahora, a cada nuevo paso que deis deberéis golpear el suelo con los talones. Ella no puede mantener sus ilusiones desde la distancia. Mientras esté lejos, escondida en el interior de su guarida, podremos deshacernos de sus ilusiones. Cuando nos encontremos con Mara, no podremos deshacernos de las mentiras. Las Tierras Furtivas se esconden bajo el agujero en el suelo. Dejaremos aquí- en el establo- a los caballos y brinos. Coged el equipaje justo. Allí bajo nos esperan los mayores peligrosos a los que os habéis enfrentado nunca. Sed conscientes que necesitaréis correr ligeros-.

Dicho y hecho. Dejaron a los animales en el establo. Por todas partes vieron señales que indicaban que Shaira Mara les estaba esperando: agua en los bebederos de caballos, montones de heno limpio, platos para perros con comida… Dos golpes de talón en el suelo comprobaron que la comida y el agua eran reales.

Los cazadores picaron en el borde del enorme agujero. Clavaron una pica y ataron una cuerda en ella. Los extremos de la cuerda no llegaron hasta el final.

- ¿Creíais que nos lo iba a dejar fácil? - dos golpes de talón en el suelo. Se descubrió que las paredes del agujero no eran totalmente lisas, sino que tenían pequeñas hendiduras lo suficientemente grandes para clavar un pie- Es una escalera vertical. Un paso en falso y… pom- aplastó la palma de su mano izquierda con el puño de la derecha - ¿Queda claro? –

Los cazadores respondieron que sí.

Farson mandó a su halcón que echase un vistazo al interior del pozo, le prometió que se encontrarían pronto. Nyah demostró que era una experta en técnicas de escalada, en seguida se puso delante del grupo. Los taconazos que ella daba sonaba como pasos de baile. Los dolores intestinales de Gunnar no le impidieron avanzar, era el segundo en encabezar el descenso. La Chica estaba al lado de Meyi, de vez en cuando dudaba y hacía acopio de coger la mano del cazador, éste la rechazaba de un manotazo. Si se acostumbraba a depender de él, no aprendería.  

_____________________

*  Eretria Noorgard: A partir de aquí, comenzamos con la linealidad habitual en los temas. Nada de grandes saltos temporales.
Obviamente, el objetivo principal del tema será el de descender por la escalera vertical. Guía bien tus pasos. La caída es letal. Deberás lanzar la Voluntad de los Dioses. Tu éxito depende de tus acciones en el rol. El éxito de los npcs de la suerte de las runas.
Considero que el objetivo es muy simple y lineal. Es por eso que, como en turnos anteriores, puedes utilizar todo el transcurso de los largos días de viaje para relacionarte con los npcs. Lo que opinen de ti es importante.
Puedes tomarte cuantas libertades quieras a la hora de describir el entorno. Ya sabes lo que nos espera bajo del agujero. Seguramente, toda la nueva fauna y vegetación se añadirán a los libros de Bestiario y Herbolario en la zona de Mitología; no en la normal ya que me parece gracioso que el mundo que nos encontremos se desarrolle como una leyenda que se creé incierta. Los híbridos, que surgieron del mastereado La Gran Caza y tú te has encontrado, también los debo incluir en la Mitología (seguramente, en ese apartado se encuentre el grifo bicéfalo que ya conoces). Estoy esperando a que finalice el tema antes mencionado.

Marvilin Meyi -->  Confianza
Nyah --> Indiferencia
Farson --> Indiferencia
Gunnar --> Odio
La Chica --> Curiosidad

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Mensaje  Sigel Sáb Sep 28 2019, 11:13

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