[Guerra de Lunargenta] El Frente Hambriento [Libre 2/2] [Sango, Eögan] [Cerrado]
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[Guerra de Lunargenta] El Frente Hambriento [Libre 2/2] [Sango, Eögan] [Cerrado]
Si uno lo miraba con perspectiva, las partidas de cartas eran lo mejor que había podido pasarle desde que estaba allí. De casi pasar dos años encerrado a jugador de cartas...
-¿Quieres repartir bien de una maldita vez? Mi maldita suerte...- Dijo uno de los cuatro allí sentados, el que estaba a su izquierda, en concreto. Sango estaba sentado de espaldas a la entrada de aquella oscura tasca. El lugar no era para nada un ejemplo de higiene y salud. El suelo era una mezcla de tierra seca y húmeda que aumentaba de manera exponencial de manera uno se acercaba a "la esquina" donde los borrachos presentes se juntaban para vaciar sus tripas, ya fuera por un lado o por otro cosa que le daba un característico olor a la taberna. Al menos, por fortuna, la bebida era aceptable. Después de los primeros tragos, las ganas de vomitar pasaban y empezaba a pega fuerte. Sango apuró su jarra y alzó la jarra en dirección a la barra, el camarero, cojo, asintió al verle y escupió en una jarra para limpiarla con un trapo que tenía en la mano derecha.
-Voy con dos más.- Dijo Sango después de mirar sus cartas. El hombre que tenía en frente no había dicho ni una sola palabra durante toda la partida, sólo se había dedicado a beber y jugar. De vez en cuando algún mirón se acercaba y este gruía para que se marchara de allí, cosa que ocurría casi de inmediato. Un tipo intrigante aquel. La jarra llena llegó y la vacía se marchó. Bebió un gran trago y miró al repartidor, el que estaba a su derecha. Su cara estaba destrozada, llena de verdugones y cortes pero aun así, sonreía y tenía todos sus dientes, cosa increíble. La ronda estaba llegando a su fin cuando de repente.
-¡¡Estáis compinchados!! Malditos seáis.- Vociferó el que estaba su izquierda y se levantó violentamente tirando la silla hacia atrás. - No me jodáis, lleváis toda la partida jodiéndome las manos y todo porque os habéis compinchado, pero eso se acabó, os prome...- Mientras hablaba, el hombre que tenía en frente se levantó y le propinó un puñetazo en la cara. El vocero calló hacia atrás y el silencioso se dolía del tremendo puñetazo que había propinado.
-¡¡De puota madris compañero!! Buen piño, ya no los hay así.- Dijo un borracho que estaba con un jarra en la mano apoyado contra una pared. Estaba doblado, casi, casi, formaba una L perfecta. Aquel hombre, vomitó después de hablar.
Sango contempló todo el espectáculo y pensó, "Sin duda esto es mejor que la cárcel, pero... debería salir de aquí". Acto seguido, se levantó de la mesa y dijo: -¿Repartimos?- El repartidor y el silencioso, asintieron y el dinero que había en la mesa se repartió por igual salvo unas monedas que le dejó el silencioso al voceras, por las molestias, pensó Sango sonriendo. Pagó al tabernero y se marchó.
Tras cerrar la puerta y subir los dos escalones hacia la calle, el sol le golpeó y le hizo daño. Había pasado demasiado tiempo allí abajo y consideró buena idea caminar para que se le pasara un poco el mareo. El paseo no duró mucho, pues a quince pasos al frente unos hombres armados se fijaron en él y le hicieron señas para que se acercara. Sango obedeció y se acercó. Un hombretón le miró de arriba a abajo y se fijó en el hacha que llevaba en la cintura, sonrió y empezó a hablar con él.
-Nos conocemos, tú a mi no, pero yo a ti sí, Ben... ¿Felad? ¿Delad? No... ¡Nelad! Sí... te andaba buscando. Le diste una buena paliza a Rompededos, de verdad que sí y de hecho, ahora mismo deberías estar en la cárcel pero, bueno, digamos que alguien ayudó a que no fuera así, ¿entiendes?- Le dijo sonriendo. Tenía una voz grave y algo cascada, casi no se notaba.
- En primer lugar, ese cabrón se lo merecía. En segundo lugar, romperle una colección de botellas a un vendedor fue un daño colateral y además me ofrecí a pagar parte de los daños... Si estuviera en la cárcel sería la mayor injusticia de este mundo.- Dijo Sango. Al acabar se encogió de hombros. El hombretón se empezó a reír a carcajadas. Cuando se calmó un poco lo cogió de un hombro y empezaron a caminar.
-Verás, Ben, ya sé que no te gustan las injusticias y por eso te pido ayuda. Mis camaradas y yo estamos tratando de reparar todas las injusticias que se cometen en estas tierras, por eso buscamos gente con nuestros ideales.- Giraron a la izquierda y siguieron caminando durante un buen rato sin decir nada. -Si todavía no has dicho nada y no has huido de nosotros es porque estás interesado, ¿me equivoco?- Pararon de nuevo, estaban a varios pasos de sus compañeros que se habían detenido a charlar con un tendero que trataba de venderles alguna cosa.
-Para nada, estás en lo cierto.- Sango miró a aquel hombre que le sacaba casi una cabeza.
Resulta que hay unas líneas de suministros que no están llegando a donde deberían... Hay gente que está pasando hambre por eso... ¿Te apuntas?- Le preguntó. Sango no tardó ni un segundo en responder. Quería salir de allí y tomar distancia con la ciudad que casi lo encarcela y aquella era una oportunidad de oro.
-Claro, iré con vosotros, no me vendrá mal alejarme un poco de la ciudad, ¿eh? Por cierto, puedes llamarme Sango, casi todo el mundo lo hace- Dijo al tiempo que le tendía la mano a aquel hombre, el cual se la estrechó con fuerza, como debía ser. Después caminaron hacia una de las salidas de la ciudad y esperarían allí a que se reunieran todos los involucrados en la partida de búsqueda. Sango se lamentó de haber bebido tanto, ahora debía buscar algún rincón donde poder aliviarse.
El sol se escondía al oeste, pronto caería la noche y las bestias saldrían a cazar.
-¿Quieres repartir bien de una maldita vez? Mi maldita suerte...- Dijo uno de los cuatro allí sentados, el que estaba a su izquierda, en concreto. Sango estaba sentado de espaldas a la entrada de aquella oscura tasca. El lugar no era para nada un ejemplo de higiene y salud. El suelo era una mezcla de tierra seca y húmeda que aumentaba de manera exponencial de manera uno se acercaba a "la esquina" donde los borrachos presentes se juntaban para vaciar sus tripas, ya fuera por un lado o por otro cosa que le daba un característico olor a la taberna. Al menos, por fortuna, la bebida era aceptable. Después de los primeros tragos, las ganas de vomitar pasaban y empezaba a pega fuerte. Sango apuró su jarra y alzó la jarra en dirección a la barra, el camarero, cojo, asintió al verle y escupió en una jarra para limpiarla con un trapo que tenía en la mano derecha.
-Voy con dos más.- Dijo Sango después de mirar sus cartas. El hombre que tenía en frente no había dicho ni una sola palabra durante toda la partida, sólo se había dedicado a beber y jugar. De vez en cuando algún mirón se acercaba y este gruía para que se marchara de allí, cosa que ocurría casi de inmediato. Un tipo intrigante aquel. La jarra llena llegó y la vacía se marchó. Bebió un gran trago y miró al repartidor, el que estaba a su derecha. Su cara estaba destrozada, llena de verdugones y cortes pero aun así, sonreía y tenía todos sus dientes, cosa increíble. La ronda estaba llegando a su fin cuando de repente.
-¡¡Estáis compinchados!! Malditos seáis.- Vociferó el que estaba su izquierda y se levantó violentamente tirando la silla hacia atrás. - No me jodáis, lleváis toda la partida jodiéndome las manos y todo porque os habéis compinchado, pero eso se acabó, os prome...- Mientras hablaba, el hombre que tenía en frente se levantó y le propinó un puñetazo en la cara. El vocero calló hacia atrás y el silencioso se dolía del tremendo puñetazo que había propinado.
-¡¡De puota madris compañero!! Buen piño, ya no los hay así.- Dijo un borracho que estaba con un jarra en la mano apoyado contra una pared. Estaba doblado, casi, casi, formaba una L perfecta. Aquel hombre, vomitó después de hablar.
Sango contempló todo el espectáculo y pensó, "Sin duda esto es mejor que la cárcel, pero... debería salir de aquí". Acto seguido, se levantó de la mesa y dijo: -¿Repartimos?- El repartidor y el silencioso, asintieron y el dinero que había en la mesa se repartió por igual salvo unas monedas que le dejó el silencioso al voceras, por las molestias, pensó Sango sonriendo. Pagó al tabernero y se marchó.
Tras cerrar la puerta y subir los dos escalones hacia la calle, el sol le golpeó y le hizo daño. Había pasado demasiado tiempo allí abajo y consideró buena idea caminar para que se le pasara un poco el mareo. El paseo no duró mucho, pues a quince pasos al frente unos hombres armados se fijaron en él y le hicieron señas para que se acercara. Sango obedeció y se acercó. Un hombretón le miró de arriba a abajo y se fijó en el hacha que llevaba en la cintura, sonrió y empezó a hablar con él.
-Nos conocemos, tú a mi no, pero yo a ti sí, Ben... ¿Felad? ¿Delad? No... ¡Nelad! Sí... te andaba buscando. Le diste una buena paliza a Rompededos, de verdad que sí y de hecho, ahora mismo deberías estar en la cárcel pero, bueno, digamos que alguien ayudó a que no fuera así, ¿entiendes?- Le dijo sonriendo. Tenía una voz grave y algo cascada, casi no se notaba.
- En primer lugar, ese cabrón se lo merecía. En segundo lugar, romperle una colección de botellas a un vendedor fue un daño colateral y además me ofrecí a pagar parte de los daños... Si estuviera en la cárcel sería la mayor injusticia de este mundo.- Dijo Sango. Al acabar se encogió de hombros. El hombretón se empezó a reír a carcajadas. Cuando se calmó un poco lo cogió de un hombro y empezaron a caminar.
-Verás, Ben, ya sé que no te gustan las injusticias y por eso te pido ayuda. Mis camaradas y yo estamos tratando de reparar todas las injusticias que se cometen en estas tierras, por eso buscamos gente con nuestros ideales.- Giraron a la izquierda y siguieron caminando durante un buen rato sin decir nada. -Si todavía no has dicho nada y no has huido de nosotros es porque estás interesado, ¿me equivoco?- Pararon de nuevo, estaban a varios pasos de sus compañeros que se habían detenido a charlar con un tendero que trataba de venderles alguna cosa.
-Para nada, estás en lo cierto.- Sango miró a aquel hombre que le sacaba casi una cabeza.
Resulta que hay unas líneas de suministros que no están llegando a donde deberían... Hay gente que está pasando hambre por eso... ¿Te apuntas?- Le preguntó. Sango no tardó ni un segundo en responder. Quería salir de allí y tomar distancia con la ciudad que casi lo encarcela y aquella era una oportunidad de oro.
-Claro, iré con vosotros, no me vendrá mal alejarme un poco de la ciudad, ¿eh? Por cierto, puedes llamarme Sango, casi todo el mundo lo hace- Dijo al tiempo que le tendía la mano a aquel hombre, el cual se la estrechó con fuerza, como debía ser. Después caminaron hacia una de las salidas de la ciudad y esperarían allí a que se reunieran todos los involucrados en la partida de búsqueda. Sango se lamentó de haber bebido tanto, ahora debía buscar algún rincón donde poder aliviarse.
El sol se escondía al oeste, pronto caería la noche y las bestias saldrían a cazar.
Última edición por Sango el Mar Ago 21 2018, 01:02, editado 1 vez
Sango
Héroe de Aerandir
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Re: [Guerra de Lunargenta] El Frente Hambriento [Libre 2/2] [Sango, Eögan] [Cerrado]
El sol empezaba a caer y mi cuerpo lo notaba, escondido en el más oscuro de los rincones de aquella casa abandonada había pasado el día. Era hora de moverme nuevamente, una de las grandes desventajas de ser un vampiro era que te perseguían para asesinarte como si tu fueras uno, pero yo no lo era, solamente tomaba un poco de sangre de mis victimas, lo necesario para poder seguir subsistiendo, intentando no llamar la atención.
Sin embargo si había algunos que me encargaba de vaciarlos y era de aquellos que llevaban una mala vida, esos que nadie extrañaría o que incluso muchos se alegrarían en verlos muertos. A esas personas me encargaba de seguirlas durante algún tiempo, y allí estaba tras el rastro de uno de ellos, este me había llevado a la ciudad de Roilkat, sin duda su paradero durante el día me resultaba imposible de determinar pero sabia a donde tenia que ir para buscar información, aquella posada de mala muerte donde lo había visto entrar más de una vez era un claro indicio de que estaría allí, por lo que me encamine lentamente.
A medida que me iba acercando, el olor del alcohol de mediana calidad y de los borrachos bañados en su propio vomito que me hicieron agradecer el no tener que comer nunca más, si hubiera tenido algo en mi estomago para estos momentos sin duda lo habría expulsado, aunque al parecer había ciertas personas en estado de lucidez que no se encontraban tan asqueados, a lo mejor mis sentidos se encontraban más desarrollados desde el momento de mi conversión, tendría que averiguar eso ya que mi querida Aliusha no logro explicar absolutamente nada, sin embargo allí no encontre nada valioso, ni siquiera información por lo que sin destino fijo, sali nuevamente de esta y no pude evitar escuchar a uno de los transeuntes comentarle a uno de sus compañeros acerca de una partida de busqueda, me acerque a ellos sutilmente y amablemente me presente, evitando todo lo posible revelar mi naturaleza vampirica.
- Disculpen, no pude evitar escuchar su conversacion, soy un simple guerrero en busqueda de algun simple trabajo, y me gustaria unirme en lo posible a la causa
Uno de ellos enarco una ceja y luego de como acto reflejo llevarse una mano a su espada y ver que yo no representaba ninguna amenaza palpable palmeo mi hombro dibujando una sonrisa en su rostro
- Por supuesto hombre, adelante, le diremos al jefe que vienes con nosotros, espero que sepas usar esa cimitarra y no sea de simple adorno
- Muchisimas gracias, mi nombre es Eögan por cierto
y asi hablamos en que consistia, que al parecer habia un pueblo que no estaba recibiendo los suministros necesarios e iban a buscar a los responsables, y de la posible recompensa en cuanto a no solo dinero sino tambien mujeres y cosas así, mientras lentamente nos dirigiamos a una de las salidas del pueblo
Sin embargo si había algunos que me encargaba de vaciarlos y era de aquellos que llevaban una mala vida, esos que nadie extrañaría o que incluso muchos se alegrarían en verlos muertos. A esas personas me encargaba de seguirlas durante algún tiempo, y allí estaba tras el rastro de uno de ellos, este me había llevado a la ciudad de Roilkat, sin duda su paradero durante el día me resultaba imposible de determinar pero sabia a donde tenia que ir para buscar información, aquella posada de mala muerte donde lo había visto entrar más de una vez era un claro indicio de que estaría allí, por lo que me encamine lentamente.
A medida que me iba acercando, el olor del alcohol de mediana calidad y de los borrachos bañados en su propio vomito que me hicieron agradecer el no tener que comer nunca más, si hubiera tenido algo en mi estomago para estos momentos sin duda lo habría expulsado, aunque al parecer había ciertas personas en estado de lucidez que no se encontraban tan asqueados, a lo mejor mis sentidos se encontraban más desarrollados desde el momento de mi conversión, tendría que averiguar eso ya que mi querida Aliusha no logro explicar absolutamente nada, sin embargo allí no encontre nada valioso, ni siquiera información por lo que sin destino fijo, sali nuevamente de esta y no pude evitar escuchar a uno de los transeuntes comentarle a uno de sus compañeros acerca de una partida de busqueda, me acerque a ellos sutilmente y amablemente me presente, evitando todo lo posible revelar mi naturaleza vampirica.
- Disculpen, no pude evitar escuchar su conversacion, soy un simple guerrero en busqueda de algun simple trabajo, y me gustaria unirme en lo posible a la causa
Uno de ellos enarco una ceja y luego de como acto reflejo llevarse una mano a su espada y ver que yo no representaba ninguna amenaza palpable palmeo mi hombro dibujando una sonrisa en su rostro
- Por supuesto hombre, adelante, le diremos al jefe que vienes con nosotros, espero que sepas usar esa cimitarra y no sea de simple adorno
- Muchisimas gracias, mi nombre es Eögan por cierto
y asi hablamos en que consistia, que al parecer habia un pueblo que no estaba recibiendo los suministros necesarios e iban a buscar a los responsables, y de la posible recompensa en cuanto a no solo dinero sino tambien mujeres y cosas así, mientras lentamente nos dirigiamos a una de las salidas del pueblo
Eögan
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Re: [Guerra de Lunargenta] El Frente Hambriento [Libre 2/2] [Sango, Eögan] [Cerrado]
El anochecer se había caracterizado por una llegada constante de gente, no era mucha la que llegaba de una vez, pero al final, momentos antes de partir, se habían reunido al rededor de media centena de hombres y mujeres. Sango sospechaba que no iba a ser una salida fácil, pero nada en esta vida era fácil y menos aún en un lugar como el arenal de Roilkat. Ben se encontraba sentado contra el muro de un edificio cercano a la salida. Los efectos de la bebida remitieron hacía una campanada o dos. Quizá fue porque nada más sentarse había conseguido dormir, poco, pero lo hizo. La gente empezó a arremolinarse en torno al hombre, el jefe previsiblemente de aquella partida, que le había ofrecido unirse a ellos. Ben, con dificultad, se levantó de su sitio y se acercó al grupo.
-... tal y como nos han ordenado y es lo que haremos. Bien, sabéis que esta salida no será tan fácil como empinar el codo en una tasca hasta perder el sentido, esto será peligroso y por ello necesitamos que uséis lo que tenéis en esas malditas cabezas, y no, no me refiero a usarla como ariete, ¡Já! Nuestros compatriotas se están quedando sin comida... Joder, ¡están muriendo mientras nosotros estamos aquí hablando! Así que, sea lo que sea, aquello que está interrumpiendo que nuestros muchachos se queden sin provisiones... lo mataremos.- Gritos de júbilo se extendieron entre hombres y mujeres que fueron silenciados cuando se reanudó el discurso. -Marcharemos en dos columna divididas en grupos de siete y cuyos responsables ya están al tanto de lo que hay que hacer. Los que lleváis más tiempo ya sabéis cómo funciona esto al resto, aprended de los viejos. ¡En marcha!
Empezaron las voces y la gente empezó a moverse de un lado a otro, Sango se alejó del grupo, ni siquiera sabía a qué grupo pertenecía y decidió que lo mejor era tomar distancia y esperar. El primer grupo de siete ya abandonaba la ciudad mientras el resto de gente seguía moviéndose. Sin darse cuenta alguien se puso a su lado y también observaba. Sango se sobresaltó cuando descubrió a otra persona a su lado.
-Joder, menudo susto me has dado...- Le miró de arriba a abajo. -Bonita cimitarra.- Dijo antes de darse cuenta de que el hombretón se dirigía hacia ellos. Cuando se percató de que lo miraban les hizo un gesto con la mano para que lo siguieran. Sango y el que hombre que tenía al lado se pusieron a seguir aquel hombre que iba directo a las afueras. -Oh, bien, somos el segundo grupo.- Dijo Ben entredientes mientras apartaba a un hombre que se le había puesto por medio. Cuando dejaron atrás la muchedumbre, se encontraron con sus compañeros que ya se estaban poniendo en marcha. A lo lejos se veía a los primeros, se dirigían al este, sin embargo este grupo iba hacia el sur. Ben y el compañero de la cimitarra y las cicatrices en la cara, caminaron juntos, como si hacer equipo dentro de los desconocidos les diera más confianza y seguridad.
-Para los nuevos, somos la segunda columna, primer grupo. Yo estoy al mando, llamadme Taralak. El resto que se presenten ellos si quieren. Pero de momento, nos vamos a limitar a caminar hacia el sur, bueno no, me vais a seguir, todos, especialmente tú, Ojoserpiente.-
-¿Ojoserpiente?- Preguntó Ben con curiosidad. -¿De dón.
Aah, los nuevos... me encantan... Sí, aquí nuestro amigo Ojoserpiente tiene una maravillos historia que contar, pero, os la contaré yo, ya que él hace que pierda toda la gracia y la epicidad de una de las mejores historias que he oído en mi vida. Por cierto, me llaman Veladja. Bueno, a lo que iba, aquí nuestro amigo el parches, una vez tuvo dos ojos pero le gustaba mucho hacer pozos en la arena, coger esa arena fría y fresca del fondo y tirársela por la espalda. Esto no sé si es verdad, pero le da más emoción al relato.- Ojoserpiente gruñó, pero no añadió nada más. Veladja continuó.- Un día, una cálida mañana de verano, nuestro amigo estaba a lo suyo cuando algo salió realmente mal, en un pozo a mediohacer había una serpiente que estaba incubando sus huevos y bueno, ya sabéis cómo se ponen las madres cuando alguien quiere atacar a su crias... total, le saltó al ojo y el muy cabrón en vez arrancarse la serpiente de allí, la dejó y salió corriendo a la ciudad. No me digáis cómo, pero sobrevivió. Eso sí, perdió el ojo. Este maldito bastardo hizo un pacto con los Dioses o algo así, porque si no, no me lo explico. Deberías estar muerto.- Terminó el relato y dejó un tiempo para que el grupo disfrutara, en soledad, de la historia. Ben miró a Ojoserpiente que parecía sonreír.
Bueno, el que va al lado de Taralak es Bran, siempre cuenta que su madre dio a luz sola en mitad del desierto. Yo no me lo creo, pero allá vosotros... Y esta otra de aquí es Corlat, mujer de pocas palabras y generosos atributos femeninos, como podéis ver... como podréis ver en el futuro.- Se le escapó una risa pícara y se alejó un poco de su compañera.-¿Qué hay de vosotros?- Les preguntó Veladja a Sango y al de la cimitarra.
-Bueno- se adelantó Ben- Yo soy Ben Nelad, pero me conocen como Sango. Soy de Lunargenta, bueno, no exactamente, soy de las afueras, muy afueras, jeje, crecí en un hogar de padre leñador y madre agricultora y.-
-Bueno, bueno, me vale, una cosa, ¿por qué Sango?- Taralak les mandó parar mientras oteaba el horizonte, cosa que no impidió que Veladja hiciera aquella pregunta.
-Bueno, pues porque fue la primera palabra que dije.- Todos miraron a Ben, este sorprendido se echó hacia atrás con expresión incrédula.- Joder, ¿qué pasa? Es verdad, según me contaron mis padres es así. Mi padre, una vez estaba afilando un hacha y yo metí la mano para... Bueno yo que sé, metí la mano, y mi padre al quitármela de allí perdió el control del hacha y de una forma u otra, me acabó haciendo este corte en la mano.- Les enseñó el corte que recorría toda la palma.- En vez de decir sangro, dije ¡Sango!- Hubo cinco latidos de silencio antes de que el grupo entero se echara a reir, Sango les acompañó con una sonrisa pues estaba acostumbrado a aquella reacción, en realidad a todo tipo de reacciones. Cuando se calmaron un poco, Corlat habló.
-Nada más que por eso tú serás el primero. A menos que haya algo mejor todavía.- Dijo mirando al de la cimitarra.
-Eh, eso no es justo, ¿y yo qué?- Protestó Bran. Hubo un silencio de dos latidos y Corlat se encogió de hombros antes de contestar.
-Hmm, tú puedes ser el siguiente.-
-Me vale.- Respondió al instante Bran con satisfacción. El grupo reaccionó con otra sonora carcajada. Después de beber agua, todos de la misma cantimplora, se pusieron de nuevo en marcha. Le tocaba el turno al otro nuevo y así se lo recordó Veladja.
Faltas tú, amigo, seguro que esas cicatrices en la cara tienen alguna historia detrás.- Veladja se puso al lado suya, haciendo que su compañero quedara entre Ben y ella. Fue entonces cuando Sango creyó ver un destello de luz al suroeste y estaba seguro que todos lo habían visto. Había sido tenue, muy tenue, pero lo suficiente como para desviar los ojos hacia allí. De hecho, todos habían mirado hacia allí, pero Veladja insistía en que hablara.
Y mientras hablaba, lentamente y sin que los presentes lo notaran, Taralak fue desviando el rumbo hacia el destello. Hacia la batalla.
-... tal y como nos han ordenado y es lo que haremos. Bien, sabéis que esta salida no será tan fácil como empinar el codo en una tasca hasta perder el sentido, esto será peligroso y por ello necesitamos que uséis lo que tenéis en esas malditas cabezas, y no, no me refiero a usarla como ariete, ¡Já! Nuestros compatriotas se están quedando sin comida... Joder, ¡están muriendo mientras nosotros estamos aquí hablando! Así que, sea lo que sea, aquello que está interrumpiendo que nuestros muchachos se queden sin provisiones... lo mataremos.- Gritos de júbilo se extendieron entre hombres y mujeres que fueron silenciados cuando se reanudó el discurso. -Marcharemos en dos columna divididas en grupos de siete y cuyos responsables ya están al tanto de lo que hay que hacer. Los que lleváis más tiempo ya sabéis cómo funciona esto al resto, aprended de los viejos. ¡En marcha!
Empezaron las voces y la gente empezó a moverse de un lado a otro, Sango se alejó del grupo, ni siquiera sabía a qué grupo pertenecía y decidió que lo mejor era tomar distancia y esperar. El primer grupo de siete ya abandonaba la ciudad mientras el resto de gente seguía moviéndose. Sin darse cuenta alguien se puso a su lado y también observaba. Sango se sobresaltó cuando descubrió a otra persona a su lado.
-Joder, menudo susto me has dado...- Le miró de arriba a abajo. -Bonita cimitarra.- Dijo antes de darse cuenta de que el hombretón se dirigía hacia ellos. Cuando se percató de que lo miraban les hizo un gesto con la mano para que lo siguieran. Sango y el que hombre que tenía al lado se pusieron a seguir aquel hombre que iba directo a las afueras. -Oh, bien, somos el segundo grupo.- Dijo Ben entredientes mientras apartaba a un hombre que se le había puesto por medio. Cuando dejaron atrás la muchedumbre, se encontraron con sus compañeros que ya se estaban poniendo en marcha. A lo lejos se veía a los primeros, se dirigían al este, sin embargo este grupo iba hacia el sur. Ben y el compañero de la cimitarra y las cicatrices en la cara, caminaron juntos, como si hacer equipo dentro de los desconocidos les diera más confianza y seguridad.
-Para los nuevos, somos la segunda columna, primer grupo. Yo estoy al mando, llamadme Taralak. El resto que se presenten ellos si quieren. Pero de momento, nos vamos a limitar a caminar hacia el sur, bueno no, me vais a seguir, todos, especialmente tú, Ojoserpiente.-
-¿Ojoserpiente?- Preguntó Ben con curiosidad. -¿De dón.
Aah, los nuevos... me encantan... Sí, aquí nuestro amigo Ojoserpiente tiene una maravillos historia que contar, pero, os la contaré yo, ya que él hace que pierda toda la gracia y la epicidad de una de las mejores historias que he oído en mi vida. Por cierto, me llaman Veladja. Bueno, a lo que iba, aquí nuestro amigo el parches, una vez tuvo dos ojos pero le gustaba mucho hacer pozos en la arena, coger esa arena fría y fresca del fondo y tirársela por la espalda. Esto no sé si es verdad, pero le da más emoción al relato.- Ojoserpiente gruñó, pero no añadió nada más. Veladja continuó.- Un día, una cálida mañana de verano, nuestro amigo estaba a lo suyo cuando algo salió realmente mal, en un pozo a mediohacer había una serpiente que estaba incubando sus huevos y bueno, ya sabéis cómo se ponen las madres cuando alguien quiere atacar a su crias... total, le saltó al ojo y el muy cabrón en vez arrancarse la serpiente de allí, la dejó y salió corriendo a la ciudad. No me digáis cómo, pero sobrevivió. Eso sí, perdió el ojo. Este maldito bastardo hizo un pacto con los Dioses o algo así, porque si no, no me lo explico. Deberías estar muerto.- Terminó el relato y dejó un tiempo para que el grupo disfrutara, en soledad, de la historia. Ben miró a Ojoserpiente que parecía sonreír.
Bueno, el que va al lado de Taralak es Bran, siempre cuenta que su madre dio a luz sola en mitad del desierto. Yo no me lo creo, pero allá vosotros... Y esta otra de aquí es Corlat, mujer de pocas palabras y generosos atributos femeninos, como podéis ver... como podréis ver en el futuro.- Se le escapó una risa pícara y se alejó un poco de su compañera.-¿Qué hay de vosotros?- Les preguntó Veladja a Sango y al de la cimitarra.
-Bueno- se adelantó Ben- Yo soy Ben Nelad, pero me conocen como Sango. Soy de Lunargenta, bueno, no exactamente, soy de las afueras, muy afueras, jeje, crecí en un hogar de padre leñador y madre agricultora y.-
-Bueno, bueno, me vale, una cosa, ¿por qué Sango?- Taralak les mandó parar mientras oteaba el horizonte, cosa que no impidió que Veladja hiciera aquella pregunta.
-Bueno, pues porque fue la primera palabra que dije.- Todos miraron a Ben, este sorprendido se echó hacia atrás con expresión incrédula.- Joder, ¿qué pasa? Es verdad, según me contaron mis padres es así. Mi padre, una vez estaba afilando un hacha y yo metí la mano para... Bueno yo que sé, metí la mano, y mi padre al quitármela de allí perdió el control del hacha y de una forma u otra, me acabó haciendo este corte en la mano.- Les enseñó el corte que recorría toda la palma.- En vez de decir sangro, dije ¡Sango!- Hubo cinco latidos de silencio antes de que el grupo entero se echara a reir, Sango les acompañó con una sonrisa pues estaba acostumbrado a aquella reacción, en realidad a todo tipo de reacciones. Cuando se calmaron un poco, Corlat habló.
-Nada más que por eso tú serás el primero. A menos que haya algo mejor todavía.- Dijo mirando al de la cimitarra.
-Eh, eso no es justo, ¿y yo qué?- Protestó Bran. Hubo un silencio de dos latidos y Corlat se encogió de hombros antes de contestar.
-Hmm, tú puedes ser el siguiente.-
-Me vale.- Respondió al instante Bran con satisfacción. El grupo reaccionó con otra sonora carcajada. Después de beber agua, todos de la misma cantimplora, se pusieron de nuevo en marcha. Le tocaba el turno al otro nuevo y así se lo recordó Veladja.
Faltas tú, amigo, seguro que esas cicatrices en la cara tienen alguna historia detrás.- Veladja se puso al lado suya, haciendo que su compañero quedara entre Ben y ella. Fue entonces cuando Sango creyó ver un destello de luz al suroeste y estaba seguro que todos lo habían visto. Había sido tenue, muy tenue, pero lo suficiente como para desviar los ojos hacia allí. De hecho, todos habían mirado hacia allí, pero Veladja insistía en que hablara.
Y mientras hablaba, lentamente y sin que los presentes lo notaran, Taralak fue desviando el rumbo hacia el destello. Hacia la batalla.
Sango
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Re: [Guerra de Lunargenta] El Frente Hambriento [Libre 2/2] [Sango, Eögan] [Cerrado]
Al parecer resulto fácil pasar desapercibido entre un montón de gente de lo más variopinta, algunos portando armaduras tachonadas desgastadas por el uso, otros simplemente con algunas prendas claramente prestadas ya que les quedaban grandes y otros que parecían ir a la mismísima guerra contra un batallón ellos solos, al parecer la crisis de comida hacia que se unieran todos, lo cual era muy noble, todo un pueblo unido para ayudar, tanto hombres como mujeres.
Estaba ocupado mientras el jefe hablaba, evaluando quienes iban a morir y quienes no cuando uno de ellos, al que había visto dormitando, me pecho sin darse cuenta, le mire sin mediar palabra y asintiendo levemente la cabeza ante el halago por la cimitarra, esbozando una sonrisa ladina, para luego percatarme que ese hecho había llamado la atención "genial" pensé para mis adentros, segui los pasos del susodicho y me abri paso entre la multitud para formar las líneas del segundo grupo
Así parece
Bien al menos el encargado de este grupo sabia que hacer, había dividido en varios grupos yendo a diferentes sitios, eso minimizaría los daños y abarcaría más terreno lo cual era efectivo, lo importante era mantener la moral alta no importara a que costo.
Mientras escuchaba a Talarak y a los demás, los miraba atentamente para recordar que rostros eran aliados y cuales no en caso de alguna escaramuza, en el campo de batalla eso era lo importante, sin duda la historia de Ojoserpiente llamo mucho mi atención, no todos los días se sobrevive a algo así, luego vi la presentación del resto de los miembros, escuche algo al sujeto al lado mio, Ben o mejor dicho Sango, lo cual resultaba interesante, observe con atención el corte en su mano y definitivamente había sido hacia mucho tiempo y había cicatrizado perfectamente, afortunadamente no había agarrado ningún nervio ante lo cual hubiera perdido la posibilidad de usar su mano.
No entendí para nada porque se reian por lo que los mire enarcando una ceja, pudo haber perdido una mano siendo pequeño y ellos se burlaban. Al parecer no eran más que unos brutos, pero al parecer la moral era alta y estaban entusiasmados, mejor que ese entusiasmo se mantuviera elevado. Por el rabillo del ojo observe una tenue luz, a lo lejos, algo desviado de hacia donde nos dirigíamos nosotros pero no tanto como para no ir hacia allí directamente, preguntaron por mi historia asi que suspire y empece mi relato
a diferencia del resto, no es una historia fantástica ni mucho menos, simplemente fue un enfrentamiento por una mujer, me encantaría que escucharan la versión completa pero el tiempo apremia, solo acotare que al otro sujeto, lo único que le entra en la boca ahora son gusanos…
Una sonrisa sadica se dibujo en mi rostro, al tiempo que explayaba eso últmo, fruto del odio que me había despertado el hecho de haberla perdido para siempre, el hecho de que por culpa de ese malnacido había perdido al amor de mi vida, a la única que había hecho literalmente latir mi corazón por ultima vez.
Estaba ocupado mientras el jefe hablaba, evaluando quienes iban a morir y quienes no cuando uno de ellos, al que había visto dormitando, me pecho sin darse cuenta, le mire sin mediar palabra y asintiendo levemente la cabeza ante el halago por la cimitarra, esbozando una sonrisa ladina, para luego percatarme que ese hecho había llamado la atención "genial" pensé para mis adentros, segui los pasos del susodicho y me abri paso entre la multitud para formar las líneas del segundo grupo
Así parece
Bien al menos el encargado de este grupo sabia que hacer, había dividido en varios grupos yendo a diferentes sitios, eso minimizaría los daños y abarcaría más terreno lo cual era efectivo, lo importante era mantener la moral alta no importara a que costo.
Mientras escuchaba a Talarak y a los demás, los miraba atentamente para recordar que rostros eran aliados y cuales no en caso de alguna escaramuza, en el campo de batalla eso era lo importante, sin duda la historia de Ojoserpiente llamo mucho mi atención, no todos los días se sobrevive a algo así, luego vi la presentación del resto de los miembros, escuche algo al sujeto al lado mio, Ben o mejor dicho Sango, lo cual resultaba interesante, observe con atención el corte en su mano y definitivamente había sido hacia mucho tiempo y había cicatrizado perfectamente, afortunadamente no había agarrado ningún nervio ante lo cual hubiera perdido la posibilidad de usar su mano.
No entendí para nada porque se reian por lo que los mire enarcando una ceja, pudo haber perdido una mano siendo pequeño y ellos se burlaban. Al parecer no eran más que unos brutos, pero al parecer la moral era alta y estaban entusiasmados, mejor que ese entusiasmo se mantuviera elevado. Por el rabillo del ojo observe una tenue luz, a lo lejos, algo desviado de hacia donde nos dirigíamos nosotros pero no tanto como para no ir hacia allí directamente, preguntaron por mi historia asi que suspire y empece mi relato
a diferencia del resto, no es una historia fantástica ni mucho menos, simplemente fue un enfrentamiento por una mujer, me encantaría que escucharan la versión completa pero el tiempo apremia, solo acotare que al otro sujeto, lo único que le entra en la boca ahora son gusanos…
Una sonrisa sadica se dibujo en mi rostro, al tiempo que explayaba eso últmo, fruto del odio que me había despertado el hecho de haberla perdido para siempre, el hecho de que por culpa de ese malnacido había perdido al amor de mi vida, a la única que había hecho literalmente latir mi corazón por ultima vez.
Eögan
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Re: [Guerra de Lunargenta] El Frente Hambriento [Libre 2/2] [Sango, Eögan] [Cerrado]
-¿Gusanos, eh? No parece un menú muy apetitoso... seguro que no están tan buenos como el pastel de pollo de La Bastarda ahí en Roilkat, ¿verdad chicos? - Dijo Veladja rompiendo el silencio reflexivo que habían causado las palabras del de la cimitarra. Y en verdad era algo horrible. Perder a un ser querido era, para muchos, algo peor que la muerte ya que la vida te obliga a seguir adelante sin esa persona. En esos casos, Ben, se limitaba a escuchar pues él no había sufrido alguna pérdida de tal magnitud y era lo suficientemente inteligente como para mantener la boca cerrada, así evitaba meter la pata y decir algo que estuviera fuera de lugar.
El cielo estaba completamente despejado y la luna, en su estado creciente, iluminaba lo suficiente el camino como para poder distinguir que se acercaban a una zona rocosa, un lugar perfecto para un emboscada o para hacer frente a muchos hombres con unos pocos que conocieran la zona. El variopinto se detuvo por orden de Taralak y mientras él y Bran hablaban en voz baja entre ellos a Sango se le ocurrió comentar lo que había visto momentos atrás.
-Una cosa... no hará media campanada, más o menos, ¿os fijasteis en unos destellos que se veían por esta zona?- La pregunta no pilló por sorpresa a nadie ya que varios se encogieron de hombros y asintieron levemente. Sango observó a lo lejos como el camino empezaba a subir y no pudo ver más allá porque fijó su atención en Bran, que se dirigía a ellos.
-Bueno, ahora todo el mundo en silencio, avanzaremos en dos filas de tres con Veladja en el medio. Si hay algún problema... ya os gritaremos lo que hay que hacer, pero lo primero es salvar el culo, ¿de acuerdo? Bien, en marcha.- Taralak marchaba al frente de una fila y Bran en la otra. Sango tenía delante a Ojoserpiente y delante de este Taralak. Se sentía cómo cerrando el grupo y agradeció no ir delante de gente puesto que podría entorpecerlos en caso de entablar combate. A Ben le parecía curioso que Veladja estuviera en medio y no el jefe de aquel grupo, Taralak, "será por algo que sabe hacer", pensó. Llevaban un buen rato ascendiendo y aunque la pendiente no era para nada elevada, si uno echaba la vista atrás podía ver todo lo que habían subido en aquel tiempo. Lo que ninguno vio fue la flecha que salió dispara de un risco.
La flecha impactó en la pierna de Ojoserpiente que se tiró al suelo y empezó a gritar de dolor. El grupo rápidamente se dividió en dos: Taralak y Sango se encargaron de arrastrar a Ojoserpiente detrás de unas rocas, el resto se movieron hacia el otro lado dejando el camino libre. Sango y Taralak trataron de calmar los gritos de Ojoserpiente y pronto se convirtieron en una sarta de maldiciones y promesas de venganza. Se podía escuchar como Bran daba ordenes a los que habían ido con él. Más flechas cayeron cerca de su posición y Sango sacó el hacha por si se acercaba alguien para luchar cuerpo a cuerpo y mientras Taralak preparaba unas curas, hizo guardia y trató de determinar la posición de los arqueros.
-Muerde este maldito mamón, siempre te tengo que salvar el culo... Vale, voy a sacar la flecha y te va a doler de cojones, pero vivirás, ¿vale? Voy a contar hasta tres, ¿vale? Muerde bien fuerte.- No terminó de decir aquello cuando arrancó de un tirón la flecha. El grito amortiguado de Ojoserpiente hizo daño hasta el propio Ben que se compadecía del compañero. Las flechas seguían cayendo en mayor número.
-Sango, Veladja va a actuar, cuando lo haga sales corriendo hacia allí, ¿no? Bueno, allí y vas y te cargas a los puñeteros arqueros.- Cuando Ben fue a preguntar cuándo iba a actuar Veladja un destello de una luz muy intensa iluminó el cielo. Ben no lo pensó dos veces y salió corriendo del escondite improvisado y se unió al resto de compañeros. Por lo visto Veladja sabía algo de magia y aquel destello deslumbró a los arqueros el tiempo suficiente como para que el grupo llegara hasta ellos y empezaran a masacrarlos. Bran iba en cabeza y ya estaba peleando, Sango llegó el último y le tocó combatir con un hombre que llevaba el torso el aire y tenía una especie de sombrero casi plano en la cabeza. Ben se limitó a esperar a que atacara, cosa que no tardó en hacer y gracias al destello de luz que ya se había desvanecido, el hombre, aún conmocionado falló el golpe por bastante, oportunidad que Ben no desaprovechó y le asestó un hachazo en la pierna derecha, la que tenía de apoyo. Cuando su oponente cayó al suelo gritando de dolor, Ben le propinó una patada en la cara para que cerrara la boca. El resto de sus compañeros habían acabado sus combates o estaban acabando. En total habían liquidado un grupo de ocho hombres, tres de ellos estaban heridos y seguramente habría que torturarles para sacarles algo de información. Por otra parte, ellos habían sufrido una baja no mortal y Corlat tenía signos de haber sufrido cortes en brazo y torso pues se agarraba con fuerza esa zona y estaba sentada en el suelo.
Poco tiempo después llegó Taralak con Ojoserpiente cojeando tras él.
Bueno, hemos perdido el factor sorpresa, aunque, ¿alguna vez lo tuvimos? Dos heridos por ocho de estos ladrones de mierda... Manda huevos. Estos cabrones lo pagarán caro. De momento esperaremos al segundo grupo de nuestra columna y veremos qué hacer, mientras tanto, Bran y tú, el de la cimitarra, ¿dónde estabas? Bueno, es igual, adelantaos y explorad lo que hay más allá de este campamento, en cuanto veáis peligro volveis inmediatamente. El resto, bueno eres tu sola Veladja mira a ver cómo está Corlat; Sango busca cosas de valor y juntame a los prisioneros, voy a hablar con ellos... cuando acabes da una vuelta por aqui, haz guardia. Venga, moveos.
Cada miembro del grupo se puso a trabajar en lo que se les había encomendado y ninguno pareció advertir que había otra señal luminosa, como la primera que habían visto. Esta vez estaba más cerca, al sur de su posición. Siguiendo el camino.
La noche iba a ser larga. Muy larga.
El cielo estaba completamente despejado y la luna, en su estado creciente, iluminaba lo suficiente el camino como para poder distinguir que se acercaban a una zona rocosa, un lugar perfecto para un emboscada o para hacer frente a muchos hombres con unos pocos que conocieran la zona. El variopinto se detuvo por orden de Taralak y mientras él y Bran hablaban en voz baja entre ellos a Sango se le ocurrió comentar lo que había visto momentos atrás.
-Una cosa... no hará media campanada, más o menos, ¿os fijasteis en unos destellos que se veían por esta zona?- La pregunta no pilló por sorpresa a nadie ya que varios se encogieron de hombros y asintieron levemente. Sango observó a lo lejos como el camino empezaba a subir y no pudo ver más allá porque fijó su atención en Bran, que se dirigía a ellos.
-Bueno, ahora todo el mundo en silencio, avanzaremos en dos filas de tres con Veladja en el medio. Si hay algún problema... ya os gritaremos lo que hay que hacer, pero lo primero es salvar el culo, ¿de acuerdo? Bien, en marcha.- Taralak marchaba al frente de una fila y Bran en la otra. Sango tenía delante a Ojoserpiente y delante de este Taralak. Se sentía cómo cerrando el grupo y agradeció no ir delante de gente puesto que podría entorpecerlos en caso de entablar combate. A Ben le parecía curioso que Veladja estuviera en medio y no el jefe de aquel grupo, Taralak, "será por algo que sabe hacer", pensó. Llevaban un buen rato ascendiendo y aunque la pendiente no era para nada elevada, si uno echaba la vista atrás podía ver todo lo que habían subido en aquel tiempo. Lo que ninguno vio fue la flecha que salió dispara de un risco.
La flecha impactó en la pierna de Ojoserpiente que se tiró al suelo y empezó a gritar de dolor. El grupo rápidamente se dividió en dos: Taralak y Sango se encargaron de arrastrar a Ojoserpiente detrás de unas rocas, el resto se movieron hacia el otro lado dejando el camino libre. Sango y Taralak trataron de calmar los gritos de Ojoserpiente y pronto se convirtieron en una sarta de maldiciones y promesas de venganza. Se podía escuchar como Bran daba ordenes a los que habían ido con él. Más flechas cayeron cerca de su posición y Sango sacó el hacha por si se acercaba alguien para luchar cuerpo a cuerpo y mientras Taralak preparaba unas curas, hizo guardia y trató de determinar la posición de los arqueros.
-Muerde este maldito mamón, siempre te tengo que salvar el culo... Vale, voy a sacar la flecha y te va a doler de cojones, pero vivirás, ¿vale? Voy a contar hasta tres, ¿vale? Muerde bien fuerte.- No terminó de decir aquello cuando arrancó de un tirón la flecha. El grito amortiguado de Ojoserpiente hizo daño hasta el propio Ben que se compadecía del compañero. Las flechas seguían cayendo en mayor número.
-Sango, Veladja va a actuar, cuando lo haga sales corriendo hacia allí, ¿no? Bueno, allí y vas y te cargas a los puñeteros arqueros.- Cuando Ben fue a preguntar cuándo iba a actuar Veladja un destello de una luz muy intensa iluminó el cielo. Ben no lo pensó dos veces y salió corriendo del escondite improvisado y se unió al resto de compañeros. Por lo visto Veladja sabía algo de magia y aquel destello deslumbró a los arqueros el tiempo suficiente como para que el grupo llegara hasta ellos y empezaran a masacrarlos. Bran iba en cabeza y ya estaba peleando, Sango llegó el último y le tocó combatir con un hombre que llevaba el torso el aire y tenía una especie de sombrero casi plano en la cabeza. Ben se limitó a esperar a que atacara, cosa que no tardó en hacer y gracias al destello de luz que ya se había desvanecido, el hombre, aún conmocionado falló el golpe por bastante, oportunidad que Ben no desaprovechó y le asestó un hachazo en la pierna derecha, la que tenía de apoyo. Cuando su oponente cayó al suelo gritando de dolor, Ben le propinó una patada en la cara para que cerrara la boca. El resto de sus compañeros habían acabado sus combates o estaban acabando. En total habían liquidado un grupo de ocho hombres, tres de ellos estaban heridos y seguramente habría que torturarles para sacarles algo de información. Por otra parte, ellos habían sufrido una baja no mortal y Corlat tenía signos de haber sufrido cortes en brazo y torso pues se agarraba con fuerza esa zona y estaba sentada en el suelo.
Poco tiempo después llegó Taralak con Ojoserpiente cojeando tras él.
Bueno, hemos perdido el factor sorpresa, aunque, ¿alguna vez lo tuvimos? Dos heridos por ocho de estos ladrones de mierda... Manda huevos. Estos cabrones lo pagarán caro. De momento esperaremos al segundo grupo de nuestra columna y veremos qué hacer, mientras tanto, Bran y tú, el de la cimitarra, ¿dónde estabas? Bueno, es igual, adelantaos y explorad lo que hay más allá de este campamento, en cuanto veáis peligro volveis inmediatamente. El resto, bueno eres tu sola Veladja mira a ver cómo está Corlat; Sango busca cosas de valor y juntame a los prisioneros, voy a hablar con ellos... cuando acabes da una vuelta por aqui, haz guardia. Venga, moveos.
Cada miembro del grupo se puso a trabajar en lo que se les había encomendado y ninguno pareció advertir que había otra señal luminosa, como la primera que habían visto. Esta vez estaba más cerca, al sur de su posición. Siguiendo el camino.
La noche iba a ser larga. Muy larga.
Sango
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Re: [Guerra de Lunargenta] El Frente Hambriento [Libre 2/2] [Sango, Eögan] [Cerrado]
tendre que probar ese pastel entonces
Conteste al tiempo que una sonrisa se dibujaba en mi rostro con la intención de amenizar el ambiente, sabia muy bien que mis palabras iban a causar ese efecto, no por nada no me gustaba hablar del tema. El joven que se llamaba a sí mismo Sango comento algo de los destellos, todos los habíamos visto pero nadie se había animado a hablar del tema, algunas respuestas silenciosas fue todo lo que obtuvo por respuesta, y luego Bran tomo la palabra para dar las primeras ordenes.
A medida que ascendíamos la pendiente ocasionalmente dirigía una mirada a mi alrededor a ver si todos seguíamos en posición, sin embargo una flecha nos tomo por sorpresa impactando en la pierna de uno de nosotros, este callo al suelo y pude reconocerlo rápidamente se trataba de Ojoserpiente, sin dar tiempo a pensar mucho me dirigi con rapidez hacia donde había venido aquella flecha, calculando a velocidad relámpago la trayectoria para que hubiera podido dar en aquel sitio, si había un arma que conocía mejor que mi cimitarra eran los arcos, desde pequeño me fascinaban. A lo lejos se escuchaban los gritos de Ojoserpiente exigiendo justicia por mano propia lo cual hizo que mis ojos brillaran de alegría. Habia encontrado a los malnacidos, los cuales seguían disparando hacia la posición donde estaban mis compañeros, afortunadamente no me descubrieron, la noche era mi aliada, de la nada un halo de luz ilumino la zona, lo suficiente para que fueran visibles los arqueros para el resto.
No era de extrañar que uno de ellos intentara escapar para avisar a sus colegas de la situación que se avecinaba asi que me abalance sobre el y con un rápido movimiento de mi cimitarra su cabeza se separo de su cuerpo, bebi algo de la sangre que manaba del cuello deleitándome con el manjar, una flecha volo por encima de mi hombro, me giro para observar y veo que otro en su intento desesperado al ver mi naturaleza intento eliminarme, sonreí y puedo asegurar que lo ultimo que vio fueron mis ojos volviéndose cada vez más rojos e intensos a medida que me acercaba, paralizado por el miedo a medida que sus miembros eran rebanados y posteriormente seccionados.
Volvi con el grupo para analizar la situación, dos heridos, pudo haber sido peor sin duda alguna, esa magia luminosa sin duda había llamado la atención, asentí ante la orden dada por el jefe y como respuesta a su pregunta me vi tentado de arrojar la cabeza del que había matado en primera instancia pero no era necesario. En aquel momento me di cuenta que no había dicho mi nombre por lo que me apresure a corregir mi error.
pueden llamarme Eögan
mire al grupo cada uno por separado observando que el resto estuviera bien para luego emprender camino con Bran, no caminamos mucha distancia antes de observar otra esfera de luz, esta vez un poco más cerca y al sur. Seguimos con cautela y al pasar por uno de los cuerpos me apresure a tomar un arco, sin duda seria útil en este terreno desigual, Bran se limito a observar y a encogerse de hombros, al parecer era un hombre de pocas palabras, lo cual me agradaba así si algo venia podíamos escucharlo desde lejos, pero al parecer estaba todo tranquilo, demasiado tranquilo diría yo, no se veía nada de movimiento, ni jerbos ni escorpiones, nada de nada, teníamos que ir ya mismo a donde había caído esa luz.
Conteste al tiempo que una sonrisa se dibujaba en mi rostro con la intención de amenizar el ambiente, sabia muy bien que mis palabras iban a causar ese efecto, no por nada no me gustaba hablar del tema. El joven que se llamaba a sí mismo Sango comento algo de los destellos, todos los habíamos visto pero nadie se había animado a hablar del tema, algunas respuestas silenciosas fue todo lo que obtuvo por respuesta, y luego Bran tomo la palabra para dar las primeras ordenes.
A medida que ascendíamos la pendiente ocasionalmente dirigía una mirada a mi alrededor a ver si todos seguíamos en posición, sin embargo una flecha nos tomo por sorpresa impactando en la pierna de uno de nosotros, este callo al suelo y pude reconocerlo rápidamente se trataba de Ojoserpiente, sin dar tiempo a pensar mucho me dirigi con rapidez hacia donde había venido aquella flecha, calculando a velocidad relámpago la trayectoria para que hubiera podido dar en aquel sitio, si había un arma que conocía mejor que mi cimitarra eran los arcos, desde pequeño me fascinaban. A lo lejos se escuchaban los gritos de Ojoserpiente exigiendo justicia por mano propia lo cual hizo que mis ojos brillaran de alegría. Habia encontrado a los malnacidos, los cuales seguían disparando hacia la posición donde estaban mis compañeros, afortunadamente no me descubrieron, la noche era mi aliada, de la nada un halo de luz ilumino la zona, lo suficiente para que fueran visibles los arqueros para el resto.
No era de extrañar que uno de ellos intentara escapar para avisar a sus colegas de la situación que se avecinaba asi que me abalance sobre el y con un rápido movimiento de mi cimitarra su cabeza se separo de su cuerpo, bebi algo de la sangre que manaba del cuello deleitándome con el manjar, una flecha volo por encima de mi hombro, me giro para observar y veo que otro en su intento desesperado al ver mi naturaleza intento eliminarme, sonreí y puedo asegurar que lo ultimo que vio fueron mis ojos volviéndose cada vez más rojos e intensos a medida que me acercaba, paralizado por el miedo a medida que sus miembros eran rebanados y posteriormente seccionados.
Volvi con el grupo para analizar la situación, dos heridos, pudo haber sido peor sin duda alguna, esa magia luminosa sin duda había llamado la atención, asentí ante la orden dada por el jefe y como respuesta a su pregunta me vi tentado de arrojar la cabeza del que había matado en primera instancia pero no era necesario. En aquel momento me di cuenta que no había dicho mi nombre por lo que me apresure a corregir mi error.
pueden llamarme Eögan
mire al grupo cada uno por separado observando que el resto estuviera bien para luego emprender camino con Bran, no caminamos mucha distancia antes de observar otra esfera de luz, esta vez un poco más cerca y al sur. Seguimos con cautela y al pasar por uno de los cuerpos me apresure a tomar un arco, sin duda seria útil en este terreno desigual, Bran se limito a observar y a encogerse de hombros, al parecer era un hombre de pocas palabras, lo cual me agradaba así si algo venia podíamos escucharlo desde lejos, pero al parecer estaba todo tranquilo, demasiado tranquilo diría yo, no se veía nada de movimiento, ni jerbos ni escorpiones, nada de nada, teníamos que ir ya mismo a donde había caído esa luz.
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Re: [Guerra de Lunargenta] El Frente Hambriento [Libre 2/2] [Sango, Eögan] [Cerrado]
Sango vio marcharse a Bran y Eogan por el camino, iban a hacer un reconocimiento mientras el resto se quedaba en el lugar de la batalla. Sango seguía mirando a Veladja, ¿en qué momento se le había pasado a él por la cabeza que cualquiera de aquel grupo era mago o tenía algún tipo de conocimiento en esas artes? Después del combate, fue consciente realmente de dónde se estaba metiendo, "¿enviar magos para recuperar unas carretas de suministros? Debe haber algo más." Pensó mientras se arrodillaba junto a un cuerpo y empezaba a rebuscar algo de valor.
-Joder, Taralak, a mi hasta la mismísima ropa me parece de valor.- Dijo en voz alta, respondió Veladja.
-No sabía que te iba ese... estilo. Lo siento, Corlat, cielo, tendrás que buscarte a otro.- Lanzó una risilla maliciosa al acabar de hablar. Sango ignoró los comentarios con un gruñido y se dedicó a reunir todas la armas. Mientras cogía una lanza de un hombre abatido por una flecha, seguramente amiga, Ben observó el cuerpo que estaba tres pasos más allá y notó algo raro. Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo, soltó la lanza y se acercó a él.
-¡Joder! ¡La hostia!- Sango cayó de hacia atrás al ver el cuello del hombre. A su izquierda a unos diez pasos lo mismo.
-¿Qué pasa?- Preguntó Veladja.
-A este tío le han cortado la cabeza y aquel le han dejado sin nada.- Sango seguía sin qué decir. El cuerpo y la cabeza parecían, desde lejos, juntas, pero al acercarse uno podía ver que el ángulo era antinatural, además, el charco de sangre era inmensamente grande.
- Acostúmbrate. Tráeme a esa escoria de ahí.- Sango se levantó y dejó de mirar al decapitado para obedecer la orden de Taralak. Se fue hasta el enemigo que había noqueado y al cual le había dado un hachazo en la pierna. Lo arrastró y lo llevó junto a Taralak que en esos momentos empuñaba un cuchillo. Sango siguió buscando armas y dejándolas en el mismo sitio.
Sango simpatizaba con sus compañeros y se enfurecía al pensar en las dificultades que los compañeros de Taralak, Veljada y compañía estaban pasando. Por lo que sabía, aquella línea de suministros era la única hasta el momento y a parte de perder comida, agua y demás objetos útiles, se habían perdido patrullas de búsqueda. El haber dado con ellos- Un grito interrumpió sus pensamientos. El prisionero con el que Taralak estaba "dialogando" se había rebelado y el jefe del grupo le había metido el cuchillo en la herida.
- ¡PARA, VALE, VALE SI, LO DIRE SI! Para...- Cuando sacó el cuchillo de la herida el hombre aun gimoteaba de dolor y estuvo un buen rato hasta que se calmó.
- Estoy siendo paciente y justo contigo, espero que me lo devuelvas con la misma moneda. Si veo que me has hecho perder el tiempo te arrojaré por esta colina rocosa y dejaré que te coman los bichos de este maldito desierto. ¿Entendido? Bien, ¿dónde están los suministros?-
-Sí... por el camino, adelante, hay un desvío hacia arriba y unos cientos de pasos después hay una cueva a la izquierda, se ve... se ve bien, debe haber compañeros nuestros, unos doce algo menos que nosotros. Por favor no me mates, no lo hagas, yo.- Taralak le dio un puñetazo en la cara y el reo se volvió a dormir.
- Veladja, Sango, id con Bran y Eogan, ya habéis oído al chaval, poneos en marcha. El segundo grupo está allí a lo lejos, marchaos luego nos encontraremos. Neutralizad al grupo y asegurad los suministros.- Taralak se acercó a los otros dos prisioneros y les clavó el cuchillo en el pecho. Sango miró a Veladja y esta le hizo un gesto con la cabeza.
- Impresionante lo del destello de luz. Muy ingenioso.- Dijo Sango mientras caminaban. Veladja se rió, casi como hizo antes, e instantes después ella le contestó.
- Lo siento por Corlat.- Sango la miró sin comprender y a Veladja se le dibujó una sonrisa en el rostro.
Sango suspiró y agarró con fuerza el hacha. Otro combate les aguardaba más adelante y seguramente los enemigos estarían sobre aviso, el destello de luz de Veladja no había ayudado a mantener el factor sorpresa pero sí con vida.
- Casi mejor seguir con vida, ¿verdad?- Murmuró
-Joder, Taralak, a mi hasta la mismísima ropa me parece de valor.- Dijo en voz alta, respondió Veladja.
-No sabía que te iba ese... estilo. Lo siento, Corlat, cielo, tendrás que buscarte a otro.- Lanzó una risilla maliciosa al acabar de hablar. Sango ignoró los comentarios con un gruñido y se dedicó a reunir todas la armas. Mientras cogía una lanza de un hombre abatido por una flecha, seguramente amiga, Ben observó el cuerpo que estaba tres pasos más allá y notó algo raro. Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo, soltó la lanza y se acercó a él.
-¡Joder! ¡La hostia!- Sango cayó de hacia atrás al ver el cuello del hombre. A su izquierda a unos diez pasos lo mismo.
-¿Qué pasa?- Preguntó Veladja.
-A este tío le han cortado la cabeza y aquel le han dejado sin nada.- Sango seguía sin qué decir. El cuerpo y la cabeza parecían, desde lejos, juntas, pero al acercarse uno podía ver que el ángulo era antinatural, además, el charco de sangre era inmensamente grande.
- Acostúmbrate. Tráeme a esa escoria de ahí.- Sango se levantó y dejó de mirar al decapitado para obedecer la orden de Taralak. Se fue hasta el enemigo que había noqueado y al cual le había dado un hachazo en la pierna. Lo arrastró y lo llevó junto a Taralak que en esos momentos empuñaba un cuchillo. Sango siguió buscando armas y dejándolas en el mismo sitio.
Sango simpatizaba con sus compañeros y se enfurecía al pensar en las dificultades que los compañeros de Taralak, Veljada y compañía estaban pasando. Por lo que sabía, aquella línea de suministros era la única hasta el momento y a parte de perder comida, agua y demás objetos útiles, se habían perdido patrullas de búsqueda. El haber dado con ellos- Un grito interrumpió sus pensamientos. El prisionero con el que Taralak estaba "dialogando" se había rebelado y el jefe del grupo le había metido el cuchillo en la herida.
- ¡PARA, VALE, VALE SI, LO DIRE SI! Para...- Cuando sacó el cuchillo de la herida el hombre aun gimoteaba de dolor y estuvo un buen rato hasta que se calmó.
- Estoy siendo paciente y justo contigo, espero que me lo devuelvas con la misma moneda. Si veo que me has hecho perder el tiempo te arrojaré por esta colina rocosa y dejaré que te coman los bichos de este maldito desierto. ¿Entendido? Bien, ¿dónde están los suministros?-
-Sí... por el camino, adelante, hay un desvío hacia arriba y unos cientos de pasos después hay una cueva a la izquierda, se ve... se ve bien, debe haber compañeros nuestros, unos doce algo menos que nosotros. Por favor no me mates, no lo hagas, yo.- Taralak le dio un puñetazo en la cara y el reo se volvió a dormir.
- Veladja, Sango, id con Bran y Eogan, ya habéis oído al chaval, poneos en marcha. El segundo grupo está allí a lo lejos, marchaos luego nos encontraremos. Neutralizad al grupo y asegurad los suministros.- Taralak se acercó a los otros dos prisioneros y les clavó el cuchillo en el pecho. Sango miró a Veladja y esta le hizo un gesto con la cabeza.
- Impresionante lo del destello de luz. Muy ingenioso.- Dijo Sango mientras caminaban. Veladja se rió, casi como hizo antes, e instantes después ella le contestó.
- Lo siento por Corlat.- Sango la miró sin comprender y a Veladja se le dibujó una sonrisa en el rostro.
Sango suspiró y agarró con fuerza el hacha. Otro combate les aguardaba más adelante y seguramente los enemigos estarían sobre aviso, el destello de luz de Veladja no había ayudado a mantener el factor sorpresa pero sí con vida.
- Casi mejor seguir con vida, ¿verdad?- Murmuró
Sango
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Re: [Guerra de Lunargenta] El Frente Hambriento [Libre 2/2] [Sango, Eögan] [Cerrado]
Si bien teníamos algo de prisa por investigar el sitio había que estar atentos ante los posibles peligros tanto animales como algún otro grupo de aquellos que nos habían atacado, íbamos lento pero seguro, a lo lejos se observaba una cueva pero no podíamos verla con claridad, levante una ceja y Bran se limito a mirarme extrañado sin entender mi insinuacion
¿que dices? Un buen lugar para esperar para interceptar ¿no?
ciertamente
Su respuesta quizá no haya la más desarrollada del mundo, pero me agradaba, directo al grano, con cautela nos fuimos acercando sigilosamente hacia allí, a pesar de haber perdido el factor sorpresa debido al halo de luz, teníamos que mantener la idea de que al menos la lucha había sido algo pareja no que los habíamos masacrado sin piedad, cada paso que dabamos era uno más cercano a lo desconocido, no nos convenia entablar una conversación no solo para no revelar nuestra posición sino uqe a mi tampoco era que me interesara mucho pero por la manera de moverse de Bran, este no era un simple pueblerino, se movia con destreza, observando todo a su alrededor, como un cazador acechando a su presa, pero quizá un presentimiento me decía que no era un simple cazador, nuestras miradas se cruzaron más de una vez mientras observábamos movimiento, luego recordé que el había sido quien se había impacientado por ir en primera fila, luego que se quedara hablando con los de mas alto cargo, claro era idiota yo, sin duda era un guerrero entrenado, sonreí para mis adentros al darme cuenta de lo idiota que había sido y negué con la cabeza, pero una brisa con olor extraño me distrajo y al parecer a Bran tambien, ya no se encontraba a mi lado, lo busque rápidamente y observe que había derribado a otro soldado enemigo y se encontraba limpiando la hoja de su espada, ese era el olor que no había reconocido, la sangre, mi vital alimento solo que al estar pensando en estas cosas me distrajo completamente y no me lo esperaba.
Era solo de cuestión de tiempo a que viniera otro soldado y estaba listo para que le tirara una flecha, me encontraba con el arco tenso esperando el momento cuando sentimos pasos atrás nuestro, temiendo lo peor me gire rápidamente y dispare, afortunadamente había errado, se trataba de Sango y Veladja, la flecha había pasado a escasos centímetros del cuello de Sango y simplemente me quede mirándolo y baje levemente la cabeza a modo de disculpas
¿novedades?
Sin duda esta travesia seria larga pero entretenida al menos para mi por lo que sonreí y por la cara de Sango pude apreciar que vio uno de mis colmillos, solo espero que no me ataque, no querria malos entendidos y sobretodo queria seguir con vida
¿que dices? Un buen lugar para esperar para interceptar ¿no?
ciertamente
Su respuesta quizá no haya la más desarrollada del mundo, pero me agradaba, directo al grano, con cautela nos fuimos acercando sigilosamente hacia allí, a pesar de haber perdido el factor sorpresa debido al halo de luz, teníamos que mantener la idea de que al menos la lucha había sido algo pareja no que los habíamos masacrado sin piedad, cada paso que dabamos era uno más cercano a lo desconocido, no nos convenia entablar una conversación no solo para no revelar nuestra posición sino uqe a mi tampoco era que me interesara mucho pero por la manera de moverse de Bran, este no era un simple pueblerino, se movia con destreza, observando todo a su alrededor, como un cazador acechando a su presa, pero quizá un presentimiento me decía que no era un simple cazador, nuestras miradas se cruzaron más de una vez mientras observábamos movimiento, luego recordé que el había sido quien se había impacientado por ir en primera fila, luego que se quedara hablando con los de mas alto cargo, claro era idiota yo, sin duda era un guerrero entrenado, sonreí para mis adentros al darme cuenta de lo idiota que había sido y negué con la cabeza, pero una brisa con olor extraño me distrajo y al parecer a Bran tambien, ya no se encontraba a mi lado, lo busque rápidamente y observe que había derribado a otro soldado enemigo y se encontraba limpiando la hoja de su espada, ese era el olor que no había reconocido, la sangre, mi vital alimento solo que al estar pensando en estas cosas me distrajo completamente y no me lo esperaba.
Era solo de cuestión de tiempo a que viniera otro soldado y estaba listo para que le tirara una flecha, me encontraba con el arco tenso esperando el momento cuando sentimos pasos atrás nuestro, temiendo lo peor me gire rápidamente y dispare, afortunadamente había errado, se trataba de Sango y Veladja, la flecha había pasado a escasos centímetros del cuello de Sango y simplemente me quede mirándolo y baje levemente la cabeza a modo de disculpas
¿novedades?
Sin duda esta travesia seria larga pero entretenida al menos para mi por lo que sonreí y por la cara de Sango pude apreciar que vio uno de mis colmillos, solo espero que no me ataque, no querria malos entendidos y sobretodo queria seguir con vida
Eögan
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Re: [Guerra de Lunargenta] El Frente Hambriento [Libre 2/2] [Sango, Eögan] [Cerrado]
- ¡Me cago en la puta!- Exclamó Sango desde el suelo después de haber caído hacia atrás al intentar esquivar la flecha. Veladja le tendió la mano y le ayudó a levantarse mientras murmuraba algo. Sango se sacudió la tierra de los pantalones y miró a Eögan que le devolvió la mirada y además sonreía.
- ¿Novedades?- Preguntó sonriendo. Sango frunció el ceño porque algo no encajaba en él, bueno sí que encajaba pero uno de sus colmillos (el que había visto, a decir verdad) era extremadamente grande, demasiado. Pero antes de que pudiera empezar a ordenar sus ideas, Veladja empezó a hablar.
- A ver, tú, recoge la flecha y no vuelvas a hacerlo.- Hizo una pausa y miró el cuerpo que arrastraba Bran hacia un lado del camino.- Vaya, vaya... Buena caza, señor Bran, la próxima vez sé más sutil, ¿vale guapo?- Le sonrió y después se puso a reconocer el terreno. Se puso en cuclillas e hizo un gesto a sus compañeros para que se acercaran a ella.- Como bien nos ha dicho nuestro colaborador necesario... Hay una cueva más adelante, me imagino que es aquella, claro que es aquella ¿por qué si no iba a estar este tipo aqui?- Señaló al guarda que Bran había matado.- Bien, el plan es el siguiente, creo que deberíamos crear algún tipo de distracción y luego cuando salgan masacrarlos a todos, ¿qué os parece? ¿os apuntáis?- Preguntó sin dejar de mirar al frente, en dirección a la cueva.
- Joder, Veladja, estás como una maldita cabra. Yo me apunto.- Dijo Bran.
- Yo crearé la distracción. Tengo una idea.- Dijo Ben y sin esperar un segundo más y se lanzó hacia la entrada de la cueva, a su espalda oyó como sus compañeros se ponían en marcha de manera precipitada. Sango se detuvo a medio camino, más o menos, y pensó en lo que estaba a punto de hacer pero escuchó una voz desde el interior de la cueva. Sango puso en marcha su plan.
- ¿Hola? Necesito ayuda...- Se tiró al suelo y empezó a arrastrarse en dirección a la cueva, se podía intuir algo de luz en el interior.- Ayuda...- Hablaba con voz angustiosa y casi él mismo se creía que le habían mordido, de hecho, podrían morderle los que salieran de la cueva o alguna bestia o simplemente que le asaetearan para que dejara de hablar y atraer peligros potenciales. Sango, pese a todos esos pensamientos, siguió avanzando. Tosía y gruñía para hacer más creíble su actuación. A su derecha pudo ver un destello tenue de luz, era Veladja jugando con sus poderes o poniéndolos a punto o quizá ayudando para que salieran de allí los hombres que custodiaban las provisiones perdidas, "joder, ahora que lo pienso, debe ser una cueva enorme para almacenar tantos carros... quién lo diría" pensó mientras proseguía. La entrada estaba cada vez más cerca y de pronto, asustado por lo que oía se detuvo. Del interior de la cueva surgió un ruido ensordecedor de gritos y tambores, golpes, choque de metal con metal, chillidos agudos y hasta una carcajada. Sango miró a su alrededor, paralizado y buscó a sus aliados pero sin éxito. Entonces el sonido cesó y Sango dirigió su mirada hacia la cueva y para su sorpresa, de su interior aparecieron cuatro kags (1), uno detrás de otro, caminando y olfateando el ambiente.
- Hijo de pu-
- ¡Sal de ahí idiota!- Sango reconoció la voz y reconfortado por saber de su compañera, se puso en pie y salió corriendo en dirección contraria, de vez en cuando echaba la vista hacia atrás y vio que las bestias no sentían mucho interés por él, aún así corrió para escalar una roca. Le costó subir y tuvo que ser al segundo intento cuando por fin pudo subir a la roca y girarse para observar. Era raro, los kags se comportaban de manera extraña porque daban vueltas en la entrada de la cueva, se detenían y miraban, alguno se aventuraba en dirección a Sango pero otro lanzaba un gruñido y el que se separaba del grupo volvía a la manada. Pero entonces, salieron varios hombres de la cueva, armados con picas y las pusieron a modo de barrera entre ellos y los kags. Uno de ellos no llevaba pica y que parecía ser el líder estaba ladrando órdenes y parecía que llamaba al centinela que Bran había abatido momentos antes. Ben estaba tumbado boca abajo sobre la roca y los kags empezaban a mirar en aquella dirección. Ben tragó saliva y se maldijo por lo bajo. Los kags parecieron reaccionar y fueron acercándose lentamente a la posición de Sango. Su pulso se aceleró y buscó una via de escape. Seis hombres iban detrás de ellos, con picas, pinchándolos para que se movieran, el líder y otros dos se quedaron en la entrada de la cueva sonriendo satisfechos. Los kags cada vez parecían más revueltos y aquella frustración la iba a pagar Ben, que estaba paralizado sin poder hacer nada, viendo como aquellas fauces, babeantes, se acercaban cada vez más a su posición.
Sólo podía esperar a que alguien le diera algo de tiempo y lo deseó con fuerza.
- ¿Novedades?- Preguntó sonriendo. Sango frunció el ceño porque algo no encajaba en él, bueno sí que encajaba pero uno de sus colmillos (el que había visto, a decir verdad) era extremadamente grande, demasiado. Pero antes de que pudiera empezar a ordenar sus ideas, Veladja empezó a hablar.
- A ver, tú, recoge la flecha y no vuelvas a hacerlo.- Hizo una pausa y miró el cuerpo que arrastraba Bran hacia un lado del camino.- Vaya, vaya... Buena caza, señor Bran, la próxima vez sé más sutil, ¿vale guapo?- Le sonrió y después se puso a reconocer el terreno. Se puso en cuclillas e hizo un gesto a sus compañeros para que se acercaran a ella.- Como bien nos ha dicho nuestro colaborador necesario... Hay una cueva más adelante, me imagino que es aquella, claro que es aquella ¿por qué si no iba a estar este tipo aqui?- Señaló al guarda que Bran había matado.- Bien, el plan es el siguiente, creo que deberíamos crear algún tipo de distracción y luego cuando salgan masacrarlos a todos, ¿qué os parece? ¿os apuntáis?- Preguntó sin dejar de mirar al frente, en dirección a la cueva.
- Joder, Veladja, estás como una maldita cabra. Yo me apunto.- Dijo Bran.
- Yo crearé la distracción. Tengo una idea.- Dijo Ben y sin esperar un segundo más y se lanzó hacia la entrada de la cueva, a su espalda oyó como sus compañeros se ponían en marcha de manera precipitada. Sango se detuvo a medio camino, más o menos, y pensó en lo que estaba a punto de hacer pero escuchó una voz desde el interior de la cueva. Sango puso en marcha su plan.
- ¿Hola? Necesito ayuda...- Se tiró al suelo y empezó a arrastrarse en dirección a la cueva, se podía intuir algo de luz en el interior.- Ayuda...- Hablaba con voz angustiosa y casi él mismo se creía que le habían mordido, de hecho, podrían morderle los que salieran de la cueva o alguna bestia o simplemente que le asaetearan para que dejara de hablar y atraer peligros potenciales. Sango, pese a todos esos pensamientos, siguió avanzando. Tosía y gruñía para hacer más creíble su actuación. A su derecha pudo ver un destello tenue de luz, era Veladja jugando con sus poderes o poniéndolos a punto o quizá ayudando para que salieran de allí los hombres que custodiaban las provisiones perdidas, "joder, ahora que lo pienso, debe ser una cueva enorme para almacenar tantos carros... quién lo diría" pensó mientras proseguía. La entrada estaba cada vez más cerca y de pronto, asustado por lo que oía se detuvo. Del interior de la cueva surgió un ruido ensordecedor de gritos y tambores, golpes, choque de metal con metal, chillidos agudos y hasta una carcajada. Sango miró a su alrededor, paralizado y buscó a sus aliados pero sin éxito. Entonces el sonido cesó y Sango dirigió su mirada hacia la cueva y para su sorpresa, de su interior aparecieron cuatro kags (1), uno detrás de otro, caminando y olfateando el ambiente.
- Hijo de pu-
- ¡Sal de ahí idiota!- Sango reconoció la voz y reconfortado por saber de su compañera, se puso en pie y salió corriendo en dirección contraria, de vez en cuando echaba la vista hacia atrás y vio que las bestias no sentían mucho interés por él, aún así corrió para escalar una roca. Le costó subir y tuvo que ser al segundo intento cuando por fin pudo subir a la roca y girarse para observar. Era raro, los kags se comportaban de manera extraña porque daban vueltas en la entrada de la cueva, se detenían y miraban, alguno se aventuraba en dirección a Sango pero otro lanzaba un gruñido y el que se separaba del grupo volvía a la manada. Pero entonces, salieron varios hombres de la cueva, armados con picas y las pusieron a modo de barrera entre ellos y los kags. Uno de ellos no llevaba pica y que parecía ser el líder estaba ladrando órdenes y parecía que llamaba al centinela que Bran había abatido momentos antes. Ben estaba tumbado boca abajo sobre la roca y los kags empezaban a mirar en aquella dirección. Ben tragó saliva y se maldijo por lo bajo. Los kags parecieron reaccionar y fueron acercándose lentamente a la posición de Sango. Su pulso se aceleró y buscó una via de escape. Seis hombres iban detrás de ellos, con picas, pinchándolos para que se movieran, el líder y otros dos se quedaron en la entrada de la cueva sonriendo satisfechos. Los kags cada vez parecían más revueltos y aquella frustración la iba a pagar Ben, que estaba paralizado sin poder hacer nada, viendo como aquellas fauces, babeantes, se acercaban cada vez más a su posición.
Sólo podía esperar a que alguien le diera algo de tiempo y lo deseó con fuerza.
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Sango
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Re: [Guerra de Lunargenta] El Frente Hambriento [Libre 2/2] [Sango, Eögan] [Cerrado]
Un silbido resonó en la noche y los kags cambiaron su rumbo, de entre las sombras aparecieron Veladja y Bran y cortaron sin dificultad los costados de dos kags que lanzaron chillidos de dolor que amedrentaron a los otros dos que trataron de ir con sus compañeros pero Veladja y Bran se lo impidieron esgrimiendo sus armas contra ellos. Cuando los heridos dejaron de gritar (porque estaban muertos) los otros dos se dieron a la fuga y dejaron a la guarnición sorprendida por la huida y por aquel ataque que al parecer les había cogido por sorpresa. Sango se apresuró a ir con sus compañeros, eran tres, faltaba uno, "¿dónde estás?" pensó mientras bajaba de la roca y se dirigía hacia Bran y Veladja. Los hombres del desierto se estaban preparando para repeler el ataque y de verdad confiaban en su superioridad numérica porque ya avanzaban hacia ellos con los hombres de las picas por delante.
- Pienso arrancarle la cabeza de un espadazo.- Dijo Bran cuando llegó Sango que se colocó al lado de él, dejandole en el medio.- Veladja, hazlo. Y tú, Sango, cierra los putos ojos, ¡Ya!- Como acto reflejo Ben cerró los ojos y cuando escuchó a Bran cargar, lo volvió a abrir. Los hombres de las picas se habían descolocado y los de detrás habían retrocedido unos pasos mientras miraban al suelo, antes de echar a correr, Ben miró a Veladja que estaba con una rodilla en el suelo y jadeando. Empuñando su hacha Sango no se demoró más y siguió a Bran que iba dos zancadas por delante lanzando la espada de un lado a otro con una habilidad increíble. Antes de que Sango pudiera llegar a ayudarle, ya había derribado a dos de los piqueros y se estaba abalanzando a por el tercero que era de la linea de atrás y que se estaba recuperando de lo que fuera que Veladja hizo tan solo unos instantes antes.
Sango se fue directo hacia un piquero y le asestó un hachazo en un brazo que había colocado para parar el golpe, el hachazo le había hecho un corte muy feo que dejaría a aquel hombre fuera de combate durante unos instantes. Acto seguido se lanzó hacia otro de la línea trasera, este se resistió pues llevaba un escudo y estaba casi recuperado de la conmoción. El hachazo impactó contra el escudo y desvió el hacha hacia un lado dejando todo el cuerpo de Sango al descubierto. Ben lo supo y abrió los ojos para aceptar el espadazo final, pero por la espalda de aquel hombre apareció Bran y le cortó una pierna. Sango sin perder tiempo se lanzó en plancha a por el que había distinguido como líder hacía tan sólo unos momentos. Pero este se limitó a echarse a un lado y Sango cayó al suelo. Rodó hacia un lado y con una maniobra muy poco grácil se puso de pie. Al instante tuvo dos enemigos encima pero lo que nadie había visto era el puñado de arena que guardaba en su mano izquierda y que lanzó contra sus adversarios que no lo esperaban y soltaron sus armas para sacarse la arena de los ojos. Al que tenía a su derecha le pateó la cabeza y al otro le lanzó un hachazo a la pierna haciendo que el hacha llegara hasta el hueso. Cuando se dio la vuelta para enfrentarse al líder una explosión lo mandó volando treinta pasos hacia atrás.
Cayó sobre arena, pero el impacto había sido brutal y un pitido resonaba en su cabeza, su visión era borrosa cuando trataba de incorporarse. Junto con el pitido, sonidos de gritos amortiguados. Sango se arrastró hacia atrás pero su visión se tornó oscura y dejó de moverse. Quedó boca arriba, escuchando voces y el pitido. Abrió los ojos de nuevo y se encontraba recostado en una roca. Cerró los ojos y al instante, cuando los abrió de nuevo. Un hombre se acercaba a él y empuñaba algo. Sango levantó la mano izquierda para protegerse de lo que fuera, pero las fuerzas le fallaban y una vez más, en medio de aquel caos, Sango cerró los ojos y se desvaneció de aquel mundo.
- Pienso arrancarle la cabeza de un espadazo.- Dijo Bran cuando llegó Sango que se colocó al lado de él, dejandole en el medio.- Veladja, hazlo. Y tú, Sango, cierra los putos ojos, ¡Ya!- Como acto reflejo Ben cerró los ojos y cuando escuchó a Bran cargar, lo volvió a abrir. Los hombres de las picas se habían descolocado y los de detrás habían retrocedido unos pasos mientras miraban al suelo, antes de echar a correr, Ben miró a Veladja que estaba con una rodilla en el suelo y jadeando. Empuñando su hacha Sango no se demoró más y siguió a Bran que iba dos zancadas por delante lanzando la espada de un lado a otro con una habilidad increíble. Antes de que Sango pudiera llegar a ayudarle, ya había derribado a dos de los piqueros y se estaba abalanzando a por el tercero que era de la linea de atrás y que se estaba recuperando de lo que fuera que Veladja hizo tan solo unos instantes antes.
Sango se fue directo hacia un piquero y le asestó un hachazo en un brazo que había colocado para parar el golpe, el hachazo le había hecho un corte muy feo que dejaría a aquel hombre fuera de combate durante unos instantes. Acto seguido se lanzó hacia otro de la línea trasera, este se resistió pues llevaba un escudo y estaba casi recuperado de la conmoción. El hachazo impactó contra el escudo y desvió el hacha hacia un lado dejando todo el cuerpo de Sango al descubierto. Ben lo supo y abrió los ojos para aceptar el espadazo final, pero por la espalda de aquel hombre apareció Bran y le cortó una pierna. Sango sin perder tiempo se lanzó en plancha a por el que había distinguido como líder hacía tan sólo unos momentos. Pero este se limitó a echarse a un lado y Sango cayó al suelo. Rodó hacia un lado y con una maniobra muy poco grácil se puso de pie. Al instante tuvo dos enemigos encima pero lo que nadie había visto era el puñado de arena que guardaba en su mano izquierda y que lanzó contra sus adversarios que no lo esperaban y soltaron sus armas para sacarse la arena de los ojos. Al que tenía a su derecha le pateó la cabeza y al otro le lanzó un hachazo a la pierna haciendo que el hacha llegara hasta el hueso. Cuando se dio la vuelta para enfrentarse al líder una explosión lo mandó volando treinta pasos hacia atrás.
Cayó sobre arena, pero el impacto había sido brutal y un pitido resonaba en su cabeza, su visión era borrosa cuando trataba de incorporarse. Junto con el pitido, sonidos de gritos amortiguados. Sango se arrastró hacia atrás pero su visión se tornó oscura y dejó de moverse. Quedó boca arriba, escuchando voces y el pitido. Abrió los ojos de nuevo y se encontraba recostado en una roca. Cerró los ojos y al instante, cuando los abrió de nuevo. Un hombre se acercaba a él y empuñaba algo. Sango levantó la mano izquierda para protegerse de lo que fuera, pero las fuerzas le fallaban y una vez más, en medio de aquel caos, Sango cerró los ojos y se desvaneció de aquel mundo.
- SALTO TURNO:
- Salto turno siguiendo las normas del foro. No obstante estoy dando un margen de una semana - 10 días por si aparece, como no es el caso, sigo con el desarrollo del rol.
Si hubiera algún problema, contactadme via mp.
Salud.
Sango
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Re: [Guerra de Lunargenta] El Frente Hambriento [Libre 2/2] [Sango, Eögan] [Cerrado]
Para abrirlos a continuación y ver que el hombre que se estaba acercando y que empuñaba un machete, le sonreía. Su rostro era la viva imagen de la locura: ojos bien abiertos y sobre el objetivo, sin importar lo que hubiera a su alrededor, la boca abierta, esbozando una sonrisa y mostrando todos los dientes (los que tenía) y el resto de la cara en un rictus antinatural. Casi no tuvo tiempo de esquivar la estocada que le había lanzado. Pero aquello le costó caro a Ben pues para esquivar había tenido que rodar hacia un lado y eso le había provocado un mareo que se tradujo en una nausea que le inmovilizó durante unos instantes. De no haber sido por aquello, Ben habría visto como la locura abandonaba a su atacante, como, tras caer de rodillas, soltaba el machete y miraba con incredulidad a Sango, como habría puesto los brazos en el suelo para evitar caer al suelo y como, en un último intento desesperado por recuperar su vida, escupía la sangre que le llegaba a la boca. Todo eso se perdió Sango y lo único que vio cuando se giró fue un cuerpo sin vida y nada más. Ben lo último que quería era perder el tiempo pensando en ese hombre pero se descubrió pensando lo fácil que era pasar de la vida a la muerte, de ser atacante y tenerlo todo a favor a estar besando el suelo tan sólo unos latidos después. Ben sufrió una arcada y después vomitó.
Aliviado de toda carga innecesaria, Sango pudo ponerse en pie para ver que habían llegado refuerzos, unos liderados por Taralak y los otros por alguien que Sango consideraba un objetivo. Empuñando su hacha se arrastró como pudo hacia el combate no sin antes recoger un escudo que algún muerto había dejado en su camino. Echaba de menos usar escudo. Lo había utilizado siempre durante su adiestramiento en Lunargenta y había alcanzado una gran destreza en su manejo. Al comenzar su viaje, al no disponer de muchos fondos, no pudo permitirse un escudo, lo prioritario era alimentarse y dormir bajo un techo (cuando fuera posible hacerlo), "el escudo tardará en llegar" se dijo, pero al final se convenció de que no lo necesitaba ya que había salido victorioso de un par de confrontamientos sin haberlo usado.
- ¡Sango! ¡Espabila y cubre el lado derecho de Bran!- Le gritó Taralak mientras le empujaba en la dirección correcta. Ben tropezó con el empujón y casi cayó al suelo. El traspiés le había espabilado y sacado de sus recuerdos. Corrió hacia su posición a tiempo de bloquear con el escudo varios golpes mientras Bran acababa su particular duelo con uno de aquellos ladrones. No pasaron dos latidos tras su llegada y ya había parado al menos seis golpes.
- ¡Bran! Maldito cabrón, deja las putas florituras y acaba con él, el escudo se está quebrando.- Aquello era verdad, el escudo empezaba a mellarse y que las lanzas y espadas se clavaran en el escudo y tirarán de él no ayudaba a mantener las placas de madera unidas. En uno de esos choques, una de las lanzas quedó a un palmo de la cabeza de Sango que aprovechó para mover a un lado el escudo dejando al descubierto a aquel hombre listo para recibir un hachazo, pero una flecha se adelantó y aquel hombre cayó al suelo. Ben lanzó el hachazo hacia una de las espadas que se acercaban a él mientras que la otra caía al suelo a manos de Bran que por fin había dejado de hacer el imbécil. Ben se colocó en posición defensiva y sin verlo venir el hombre al que había esquivado agarró la lanza y tiró de él arrancándole el escudo mientras a la espalda de Sango se escuchó un grito de dolor que con total seguridad se había escuchado hasta en Roilkat. Indefenso, Ben saltó hacia el lado de la espada para que le costara armar el brazo y poder soltarle una estocada el hombre giró para ponerse de frente y Ben aprovechó para empujarlo hacia atrás, hacia Bran que al ver lo que pasaba pudo colocar a tiempo la espada para atravesar a aquel desgraciado, que caía al suelo con las manos en el centro de torso tratando de detener la hemorragia. El resto de compañeros que al parecer ya habían terminado con sus rivales, se habían quedado observando el duelo.
- ¡Já! Nada mal, nuevo.- Dijo uno de ellos mientras pateaba a uno de los muertos. Ben jadeaba del esfuerzo y aun sentía los golpazos de las armas en brazo izquierdo, el brazo que portaba el escudo.
- ¡El mago! ¡Se escapa!- Dijo Veladja claramente afectada por el cansancio. Todos se giraron para ver hacia dónde se dirigía y no tardó un latido Taralak en organizar a aquellos hombres.
- Segundo pelotón de la segunda, quedaros aquí a proteger los suministros, desvalijad a los muertos y curad a los heridos. Veladja, Bran, Sango, Eögan, conmigo.- Echó a correr en dirección hacia donde el mago se había escapado. Ben le siguió y tras él Bran que iba pendiente de Veladja. Sango no encontraba a Eögan por ninguna parte pero no se distrajo y siguió al comandante de aquel grupo para cazar a un mago. Mientras corría tras Taralak, recordó la explosión que lo había lanzado varios metros y entonces comprendió cómo había sucedido. A varias zancadas delante de ellos, el mago se había detenido en una especie de claro. Sango, de manera instintiva se detuvo y a los que iban tras él.
Al latido siguiente Taralak salió despedido hacia un lado.
Aliviado de toda carga innecesaria, Sango pudo ponerse en pie para ver que habían llegado refuerzos, unos liderados por Taralak y los otros por alguien que Sango consideraba un objetivo. Empuñando su hacha se arrastró como pudo hacia el combate no sin antes recoger un escudo que algún muerto había dejado en su camino. Echaba de menos usar escudo. Lo había utilizado siempre durante su adiestramiento en Lunargenta y había alcanzado una gran destreza en su manejo. Al comenzar su viaje, al no disponer de muchos fondos, no pudo permitirse un escudo, lo prioritario era alimentarse y dormir bajo un techo (cuando fuera posible hacerlo), "el escudo tardará en llegar" se dijo, pero al final se convenció de que no lo necesitaba ya que había salido victorioso de un par de confrontamientos sin haberlo usado.
- ¡Sango! ¡Espabila y cubre el lado derecho de Bran!- Le gritó Taralak mientras le empujaba en la dirección correcta. Ben tropezó con el empujón y casi cayó al suelo. El traspiés le había espabilado y sacado de sus recuerdos. Corrió hacia su posición a tiempo de bloquear con el escudo varios golpes mientras Bran acababa su particular duelo con uno de aquellos ladrones. No pasaron dos latidos tras su llegada y ya había parado al menos seis golpes.
- ¡Bran! Maldito cabrón, deja las putas florituras y acaba con él, el escudo se está quebrando.- Aquello era verdad, el escudo empezaba a mellarse y que las lanzas y espadas se clavaran en el escudo y tirarán de él no ayudaba a mantener las placas de madera unidas. En uno de esos choques, una de las lanzas quedó a un palmo de la cabeza de Sango que aprovechó para mover a un lado el escudo dejando al descubierto a aquel hombre listo para recibir un hachazo, pero una flecha se adelantó y aquel hombre cayó al suelo. Ben lanzó el hachazo hacia una de las espadas que se acercaban a él mientras que la otra caía al suelo a manos de Bran que por fin había dejado de hacer el imbécil. Ben se colocó en posición defensiva y sin verlo venir el hombre al que había esquivado agarró la lanza y tiró de él arrancándole el escudo mientras a la espalda de Sango se escuchó un grito de dolor que con total seguridad se había escuchado hasta en Roilkat. Indefenso, Ben saltó hacia el lado de la espada para que le costara armar el brazo y poder soltarle una estocada el hombre giró para ponerse de frente y Ben aprovechó para empujarlo hacia atrás, hacia Bran que al ver lo que pasaba pudo colocar a tiempo la espada para atravesar a aquel desgraciado, que caía al suelo con las manos en el centro de torso tratando de detener la hemorragia. El resto de compañeros que al parecer ya habían terminado con sus rivales, se habían quedado observando el duelo.
- ¡Já! Nada mal, nuevo.- Dijo uno de ellos mientras pateaba a uno de los muertos. Ben jadeaba del esfuerzo y aun sentía los golpazos de las armas en brazo izquierdo, el brazo que portaba el escudo.
- ¡El mago! ¡Se escapa!- Dijo Veladja claramente afectada por el cansancio. Todos se giraron para ver hacia dónde se dirigía y no tardó un latido Taralak en organizar a aquellos hombres.
- Segundo pelotón de la segunda, quedaros aquí a proteger los suministros, desvalijad a los muertos y curad a los heridos. Veladja, Bran, Sango, Eögan, conmigo.- Echó a correr en dirección hacia donde el mago se había escapado. Ben le siguió y tras él Bran que iba pendiente de Veladja. Sango no encontraba a Eögan por ninguna parte pero no se distrajo y siguió al comandante de aquel grupo para cazar a un mago. Mientras corría tras Taralak, recordó la explosión que lo había lanzado varios metros y entonces comprendió cómo había sucedido. A varias zancadas delante de ellos, el mago se había detenido en una especie de claro. Sango, de manera instintiva se detuvo y a los que iban tras él.
Al latido siguiente Taralak salió despedido hacia un lado.
Sango
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Re: [Guerra de Lunargenta] El Frente Hambriento [Libre 2/2] [Sango, Eögan] [Cerrado]
Para cuando se posó la nube de arena los tres que quedaban en pie ya se habían lanzado hacia adelante a por el mago, pero para su sorpresa habían llegado seis guerreros más para defender al exhausto hechicero y se habían lanzado hacia ellos. Los habían pillado claramente en desventaja y a duras penas habían tenido tiempo de sacar las armas y repeler el ataque. Sango se había llevado la peor parte porque estaba en cabeza del grupo de tres y se llevó un empujón que lo tiró al suelo y luego le pisaron la espalda mientras se ocupaban de sus compañeros. Los gritos de la pelea sonaron por encima y de repente un calor muy intenso se propagó por su pierna y subió hasta su boca para escapar en forma de grito. Rodó como pudo y sintió de nuevo el dolor, quiso ver qué pasaba y alzando la vista vio que tenía clavada una punta de lanza (se veía el acero incrustado en madera). Pero no tuvo tiempo de extraerla porque el que le había atacado se acercaba con el palo en alto para asestarle otro golpe y así lo hizo. Golpeó de nuevo la pierna y Sango casi se desvaneció del dolor pero lo único que hizo fue gritar otra vez y para sorpresa de su atacante, se puso de pie con una velocidad y agilidad sobrehumanas (1). El hombre solo tuvo tiempo de poner un gesto de horror antes de que Ben lo noqueara de un puñetazo. Acto seguido salió corriendo alejándose de la pelea y corriendo hacia el mago que lo miraba horrorizado.
- ¡Sango, vuelve!- gritó Veladja, pero Ben no lo oyó y sólo tenía a dos pasos al hechicero cuando este también se puso de pie para recibir la embestida de Sango que se tiró en plancha hacia él y escuchó cómo se rompían algunos huesos del interior de este. El mago pegó un latigazo con el cuello en el suelo y prácticamente quedó inconsciente al instante. Por su parte, Sango cayó de bruces contra el suelo y notaba la boca con un sabor a tierra y sangre muy desagradable que escupió a un lado cuando se incorporó para mirar al mago que gemía cosas sin sentido y que Sango consideró como una potencial amenaza, una especie de hechizo o algo parecido. Como ocurrió con el guerrero anterior, Ben le asestó un puñetazo con su magullada mano derecha y acto seguido cayó sobre el mago, exhausto y sin fuerzas para continuar, Ben decidió cerrar los ojos para descansar un momento y volver a la batalla a ayudar a sus amigos. Y así lo hizo.
Cuando volvió a abrir los ojos se encontraba al lado de una fogata y con mucho jaleo a su alrededor.
- Eh, buena caza Sango, ¿cómo te encuentras?- Le preguntó Taralak que como pudo ver estaba a su lado. Sango hizo una mueca y se incorporó para quedar sentado con las piernas estiradas y los brazos hacia atrás.
- He tenido despertares peores...- Taralak soltó una carcajada con aquel comentario que Sango disfrutó de buena gana pues lo último que había visto era cómo salía volando por los aires.- ¿Y tú qué? ¿Te ha sentado bien volar?- Preguntó Sango algo más animado mientras se estudiaba el vendaje de la pierna.
- Un poco de jaqueca, nada más...- Hubo unos momentos de silencio entre ellos que acabó rompiendo Taralak.- Bueno, encontramos los suministros, nos encargamos de estos mamones y hemos capturado con vida a un mago de gran habilidad... Nos podría venir en el futuro próximo.- Comentó Taralak. Ben dejó de estudiar el vendaje para mirarle con gesto confundido. Taralak sonrió mientras seguía observando el fuego.- Somos pocos. No somos muchos los nórgedos, por eso, para sobrevivir, tenemos que ingeniárnoslas para ser más listos que nuestros enemigos y claro, toda ayuda, es bienvenida. Y a ti también te lo digo.- Hizo una pausa y sus ojos se encontraron con los de él.- A no mucho tardar nos pondremos en marcha a Lunargenta, tan pronto como recibamos la confirmación de que todos los grupos han peinado sus áreas... La cuestión es, ¿vendrás con nosotros al frente?-
Era una proposición real para unirse a las filas de un ejército que marchaba y del que había visto cómo funcionaba y en el que había conocido a algunas personas. Ben no creía que una amistad se pudiera fortalecer en tan poco tiempo, pero como había pasado hacía algunos meses, la gente que sangra junta en un campo de batalla tiene un vínculo, quizá no fuera tan fuerte como el de la amistad pero se le podía parecer. A parte, Sango, tenía mucho que agradecer a Taralak, no sólo por su ayuda con su "juicio" sino también por haber confiado en él para otras tareas previas y que estaba haciendo para él sin saberlo.
- Os debo mucho, sobre todo a ti Taralak-
- No sigas. Si lo vas a haces por obligación, es mejor que no lo hagas. Tiene que salir de ti.- Le dijo el hombretón. Ben hizo un gesto con la mano como para tranquilizarle.
- No iba por ahí. Os he conocido, he visto cómo funciona esto y el ambiente es inmejorable... Si he de morir, que sea con honor y con compañeros a los que orgulloso defenderé llegado el momento. Sí, combatiré a vuestro lado en esta guerra.- Dijo Ben. El pacto quedó sellado con un apretón de manos y ambos se sumieron en sus pensamientos mientras veían las carretas, bien escoltadas, marchar hacia el sur. De repente apareció Veladja con un pellejo que contenía vino que pasó primero a Taralak y luego a Sango. No hubo intercambio de palabras alguno, sólo el crepitar del fuego y las últimas voces que se alejaban del claro.
La calma que precedía a la guerra.
- ¡Sango, vuelve!- gritó Veladja, pero Ben no lo oyó y sólo tenía a dos pasos al hechicero cuando este también se puso de pie para recibir la embestida de Sango que se tiró en plancha hacia él y escuchó cómo se rompían algunos huesos del interior de este. El mago pegó un latigazo con el cuello en el suelo y prácticamente quedó inconsciente al instante. Por su parte, Sango cayó de bruces contra el suelo y notaba la boca con un sabor a tierra y sangre muy desagradable que escupió a un lado cuando se incorporó para mirar al mago que gemía cosas sin sentido y que Sango consideró como una potencial amenaza, una especie de hechizo o algo parecido. Como ocurrió con el guerrero anterior, Ben le asestó un puñetazo con su magullada mano derecha y acto seguido cayó sobre el mago, exhausto y sin fuerzas para continuar, Ben decidió cerrar los ojos para descansar un momento y volver a la batalla a ayudar a sus amigos. Y así lo hizo.
Cuando volvió a abrir los ojos se encontraba al lado de una fogata y con mucho jaleo a su alrededor.
- Eh, buena caza Sango, ¿cómo te encuentras?- Le preguntó Taralak que como pudo ver estaba a su lado. Sango hizo una mueca y se incorporó para quedar sentado con las piernas estiradas y los brazos hacia atrás.
- He tenido despertares peores...- Taralak soltó una carcajada con aquel comentario que Sango disfrutó de buena gana pues lo último que había visto era cómo salía volando por los aires.- ¿Y tú qué? ¿Te ha sentado bien volar?- Preguntó Sango algo más animado mientras se estudiaba el vendaje de la pierna.
- Un poco de jaqueca, nada más...- Hubo unos momentos de silencio entre ellos que acabó rompiendo Taralak.- Bueno, encontramos los suministros, nos encargamos de estos mamones y hemos capturado con vida a un mago de gran habilidad... Nos podría venir en el futuro próximo.- Comentó Taralak. Ben dejó de estudiar el vendaje para mirarle con gesto confundido. Taralak sonrió mientras seguía observando el fuego.- Somos pocos. No somos muchos los nórgedos, por eso, para sobrevivir, tenemos que ingeniárnoslas para ser más listos que nuestros enemigos y claro, toda ayuda, es bienvenida. Y a ti también te lo digo.- Hizo una pausa y sus ojos se encontraron con los de él.- A no mucho tardar nos pondremos en marcha a Lunargenta, tan pronto como recibamos la confirmación de que todos los grupos han peinado sus áreas... La cuestión es, ¿vendrás con nosotros al frente?-
Era una proposición real para unirse a las filas de un ejército que marchaba y del que había visto cómo funcionaba y en el que había conocido a algunas personas. Ben no creía que una amistad se pudiera fortalecer en tan poco tiempo, pero como había pasado hacía algunos meses, la gente que sangra junta en un campo de batalla tiene un vínculo, quizá no fuera tan fuerte como el de la amistad pero se le podía parecer. A parte, Sango, tenía mucho que agradecer a Taralak, no sólo por su ayuda con su "juicio" sino también por haber confiado en él para otras tareas previas y que estaba haciendo para él sin saberlo.
- Os debo mucho, sobre todo a ti Taralak-
- No sigas. Si lo vas a haces por obligación, es mejor que no lo hagas. Tiene que salir de ti.- Le dijo el hombretón. Ben hizo un gesto con la mano como para tranquilizarle.
- No iba por ahí. Os he conocido, he visto cómo funciona esto y el ambiente es inmejorable... Si he de morir, que sea con honor y con compañeros a los que orgulloso defenderé llegado el momento. Sí, combatiré a vuestro lado en esta guerra.- Dijo Ben. El pacto quedó sellado con un apretón de manos y ambos se sumieron en sus pensamientos mientras veían las carretas, bien escoltadas, marchar hacia el sur. De repente apareció Veladja con un pellejo que contenía vino que pasó primero a Taralak y luego a Sango. No hubo intercambio de palabras alguno, sólo el crepitar del fuego y las últimas voces que se alejaban del claro.
La calma que precedía a la guerra.
Sango
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