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Mensaje  Elen Calhoun Lun 17 Sep 2018 - 14:58

Los brillantes ojos de la vampira se deslizaron por la hoja del arma mientras la giraba para que el reflejo de la luna iluminase su venenoso filo.  Habían pasado unos días desde su asalto al castillo y aún seguía rememorando la muerte de Géminis, pero no podía detenerse ahí, ahora le tocaba atrapar a un pez mucho más gordo, su odiado hermano Vladimir. Vencer al inmortal no le resultaría tan sencillo como acabar con su amante, pero si lo lograba, cosa en la que confiaba plenamente, podría tener el rubí de sangre y eliminaría a un peligroso enemigo a la vez, sin duda sería todo un triunfo… aunque ya no planeaba nombrar a otro protector para que portase la reliquia.

¿Para qué los necesitaba? Teniendo la matajinetes, el medallón solar y a sus sombras no le hacía falta nada más, los Tarmúnil eran cosa suya y no quería que nadie interviniese para acabar con ellos, lo haría ella misma… cobrando con ello su venganza por todos los años que llevaban atormentándola. - Ese traidor no tiene nada que hacer. - comentó refiriéndose al centinela del oeste una de sus criaturas, a la cual había invocado solo para pasar un rato en su compañía aprovechando que el dragón había abandonado el campamento para sobrevolar la zona y buscar pistas sobre el peliblanco. - No, lo engañaré con la máscara de Asmodeo… y en cuanto baje la guardia… - Elen hizo un rápido movimiento con la daga, cortando el aire como si de verdad estuviese apuñalando a alguien. - El veneno hará el resto. - musitó, con una leve sonrisa en los labios.

- ¿Qué hay de nosotros? ¿nos dejarás salir? - preguntó la bestia, con voz gutural. - Por supuesto, cuando encuentre a mis verdaderos enemigos. - contestó, elevando la vista a las vacías cuencas del ser. - Usando parte de la magia del colgante podría traeros a todas, o al menos a la mayor parte… seríais mi ejército. - añadió, imaginándose por un momento lo grandioso que sería. - Al estar formadas por mi elemento deberíais ser capaces de causar daño a los jinetes, y si no es el caso os encargaréis de retenerlos para que yo les de el golpe de gracia… ¿conforme? - formuló, sin apartar la mirada de aquel cráneo de animal que tu aliado tenía por cabeza.

Su creación asintió en respuesta, justo antes de que el sonido del batir de unas alas delatase la llegada del reptil. Elen devolvió su arma a la vaina y se giró a tiempo de verlo aterrizar, percatándose de inmediato de la tensión que invadía su cuerpo al descubrirla junto a aquel oscuro ente. - ¿Qué hace esa cosa fuera del medallón? - soltó sin miramientos, plegando las extremidades superiores mientras se les acercaba. - ¿Querías que me protegiese no? Sin tu fuego ellos son la única opción que me queda para mantener a raya a la sombra de odio. - se excusó la benjamina de los Calhoun, haciendo un gesto a su aliada para que volviese a la reliquia, cosa que hizo de inmediato.

Alister la miró inquisitivamente, sabía que algo no iba bien en ella desde que abandonaron Lunargenta, la muerte de Géminis le había dado demasiada confianza y ahora su compañera no parecía pensar con claridad. - ¿Ha habido suerte? - preguntó, cambiando de tema en cuanto se quedaron solos. - No, nada por ahora. - reveló, iniciando el proceso para retomar su forma humana. - Entonces tendremos que seguir moviéndonos, no puede haberse esfumado. - dijo, sin demasiado convencimiento. ¿Habría optado su hermano por esconderse tras ver los estragos que sufría su facción? No lo tenía por un cobarde pero en ocasiones el instinto de supervivencia era más fuerte que lo demás.

- Pronto amanecerá, necesitamos un refugio para pasar el día. - le recordó el norteño, recogiendo su gabardina para ponérsela. - He visto algunas cuevas cerca de aquí, deberíamos examinarlas. - prosiguió instantes después, tendiéndole una mano para ayudarla a levantarse. La vampira aceptó su gesto y se puso en pie, sacudiéndose las ropas antes de encaminarse hacia las monturas, que descansaban atadas a un árbol cercano.

- ¿Qué te parece esa de ahí? Es la más grande. - señaló en cuanto llegaron a la rocosa pared. - Déjame echar un vistazo. - pidió la de cabellos cenicientos, bajando de la silla para acto seguido avanzar hacia la entrada de la caverna, atenta a cualquier sonido que pudiese revelarle la presencia de otros inquilinos. Por suerte estaba vacía, así que no tardaron en ponerse cómodos y encender una pequeña hoguera con que iluminar el lugar. Una vez instalados pudieron cenar algo, dando gracias a que el tabernero les hubiese preparado los suministros con tanta rapidez a pesar del estado en que se encontraba la ciudad.

Con cierta lentitud, la señora de sombras contó los frascos que le quedaban, aún disponía de diez dosis del rojizo líquido pero tenía en mente guardar al menos la mitad para su enfrentamiento contra los jinetes, aunque mientras tuviese al cazador a su lado eso no sería un problema. A la joven no le gustaba verlo como una fuente de alimento pero ciertamente apreciaba el sabor de su sangre, hasta el momento no había probado ninguna que pudiese superarla, y sabiendo que la experiencia de ser mordido le resultaba agradable, no tenía motivos para negarse a beber de él de vez en cuando.

Tras saciar su hambre, Alister se acomodó con la espalda contra una de las paredes de la entrada para encargarse de hacer la primera guardia, permitiendo de ese modo que la centinela pudiese descansar unas horas antes del cambio de turno. Le gustaba verla dormir, quizá porque en aquellos momentos no mostraba la oscuridad que albergaba, solo era Elen, la de siempre, ignorando la palidez de su rostro casi podía imaginar que nada de lo ocurrido en isla volcánica era real, que seguía siendo la eléctrica bruja de antes y que todo aquello era un mal sueño del cual despertaría tarde o temprano.

Casi como si leyese su mente, la benjamina de los Calhoun se levantó cuando a él comenzaban a pesarle los párpados a causa del cansancio, y silenciosamente llegó hasta su posición, tocándole suavemente el hombro para llamar su atención. - Ve a dormir, yo me hago cargo. - susurró, dándole un fugaz beso en la mejilla antes de ocupar su lugar y envolverse por completo con la capa. Su mente estaba nublada por la venganza y el deseo de enfrentar a los jinetes, pero su corazón seguía perteneciendo al dragón, no haría nada que lo lastimase, sin importar lo grande que fuese el mal que cargaba consigo, él sería su rayo de esperanza, su luz.



Off: No especifico en el título del tema que sea de noche ya que de momento están a cubierto pero para que salgan de la cueva tendrá que oscurecer.


Última edición por Elen Calhoun el Sáb 20 Oct 2018 - 0:49, editado 2 veces
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Mensaje  Anastasia Boisson Mar 18 Sep 2018 - 18:15

Aquellos bosques del este eran un lugar inhóspito y tremendamente anegado. Creedme que si tuviera la menor remota idea de que sabía por dónde íbamos a acabar y de que terminaría empantanada hasta las rodillas de agua, desde luego le habría dicho a aquel león gigante llamado Melena Blanca que no. Que se encargase él mismo de dar con Elen. ¿Qué diablos le había pasado a mi amiga?

Seguía su rastro. El día anterior lo había dedicado a tratar de buscarla por la ciudad. Pero no logré gran cosa. Géminis había perecido por lo visto. Y no me resultaba complicado imagina que había sido ella quien había terminado con la vida de la chupasangres. Para colmo, todos los que vieron a una joven peliblanca tampoco aseguraron verla salir de la ciudad. A saber si era ella u otra persona con esas características. En cualquier caso, Elen nunca llegó a aparecer en el campamento de los leónicos. ¿Acaso no era lo más sencillo? ¿Buscar a tus compañeros para enfrentarte a un enemigo mayor? ¿Qué buscaba la antigua bruja?

Finalmente tuve que recurrir a Belladonna para tratar de dar con ella, ya como favor personal. Ella había “participado” en la guerra. Aunque no me confesó de qué modo. Sinceramente, hubiera preferido no tener que recurrir a ella. Pero mi madre, pese a ser una persona sociópata e imprevisible, tenía sus ventajas. Una cierta percepción, o quizás sexto sentido, por perseguir la magia oscura. Había perdido muchas cualidades desde la purificación, pero aún seguía manteniéndose relativamente ducha en este arte
.
-Esto es ridículo. – Comenté bajo la capucha que cubría mi armadura, mientras trataba de sacar una pierna del fango. Llovía acusadamente sobre el pantano. - ¿Estás segura de que sabes por dónde vamos? – pregunté.

Bella se detuvo y olfateó a su alrededor. Dirigía nuestra pequeña avanzadilla, que Imargo cerraba y yo avanzaba en el centro.

-¿No lo hueles? – se giró rápidamente y me miró con aquella pelambrera rizosa y descolocada. - ¡Estamos cerca! ¡MUY CERCA!
-¿Ah, sí? – preguntó con sorna Imargo, que por momentos me recordaba a Jules. Aunque el leónico se había demostrado muy escéptico con el uso de la magia. Igual que Melena Blanca. - ¿De qué exactamente? ¿De acabar devorados por un caimán o de ser tragados por un pozo sin fondo? – Pero no era él. El brujo había decidido permanecer con la expedición de Melena Blanca tras seguir mis órdenes. – Estoy harto de cruzar este pantano y aquí no vive nadie. Si acaso, mosquitos. Pero a mí no me van a picar con esta piel. Vosotras sois las del cutis delicado. – instó aquel aburrido hombre bestia, que durante todo momento trataba de picar a mi madre. El muy insensato ignoraba con quién se estaba metiendo.
-¡CHSST! ¡Calla estúpido felpudo con patas! ¡Qué sabrás tú de magia! Vas a espantar el maná. ¡Él nos llama! – bramó Bella, estirando su cabeza al otro lado de mi cuerpo para ver bien al segundo de Melena Blanca.

Hice unas negaciones con la cabeza y seguí caminando. Por alguna circunstancia aquello parecía que no iba a terminar bien. Llevaba en una elegante cadena negra el rubí. Mi nuevo acompañante. Perfectamente sujeto a mi cuello.

Miré a los cielos nubosos y oscuros mientras las gotas de lluvia recorrían mi rostro. Luego lo agarré con fuerza y cerré brevemente los ojos. Llevar aquel colgante me hacía sentir algo mal por dentro. Y sentía como si unas sombras en el interior intentasen hablarme. Decirme algo. En un idioma que ni siquiera entendía. En unos susurros agudos que, por el momento, era incapaz de comprender.

Sin embargo, tras apretar con fuerza el medallón y dar dos pasos más en el fango, advertí que éste había comenzado a vibrar de manera insistente. En la mano. Emití un pequeño gemido exclamativo y lo solté. Mientras permanecí mirando cómo vibraba sobre mi pecho. Como si estuviese nervioso. Como si algo en su interior quisiera salir.

-¡Está vibrando! – comenté, advirtiendo lo paranormal del hecho. Y si no recordaba mal, la bruja me había dicho que eso significaba que había un centinela cerca.

Me desvanecí en viento y humo negro para volver a la zona de camino. Allí tomé mi forma corpórea de nuevo y comencé a correr por entre los árboles de acuerdo a cómo aumentaba la señal del rubí. Cada vez más intensa. Más cerca. - ¡Anastasia, te lo ordeno, vuelve con tu madre inmediatamente! – bramó Bella, siguiendo mi estela en la misma forma. Pero el leónico tardaría más en salir de la zona pantanosa al no poder desvanecerse. – Señoras brujas, ¿qué tal si esperáis? Sólo un poco, eh. – instó.

Seguí corriendo. Pasé delante de una cueva que no advertí ni que existía. Y tras unos instantes llegué a una especie de claro sobre el que llovía intensamente sumido en la noche. Parecía que hubo un punto en el que el rubí ya no podía vibrar más. Como si amenazara con explotar. Pero justo ahora, había perdido algo de intensidad.

-Mierda. - No veía prácticamente nada por la oscuridad y pronto perdí las referencias. Algo más lejos, Bella e Imargo seguían mi estela, aunque los había perdido ligeramente de vista, me seguían por pequeño camino cubierto de maleza, pero tardarían unos minutos en llegar. Al menos confiaba en que el Centinela fuese “amistoso”. Si se trataba del portador de la capa blanca, que en palabras de Melena Blanca era un rival terrible… ¡O incluso un jinete! tendría un problema. Para colmo, era difícil distinguir mi figura por mis ropajes negros y la capucha. Perdida como me hallaba, miraba a todas partes, en busca del dichoso ser mágico que hacía vibrar el rubí.

*Off: Te dejo “asaltarme” como gustes ^^
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Mensaje  Kosir Miér 19 Sep 2018 - 19:09

El frondoso bosque sin duda hace sentir a Kosir como en casa, aunque paso malos momentos cruzando el pantano su humor cambio al encontrarse rodeado de enormes arboles tupidos y el característico olor que desprenden.

Bosque negro es más cerrado, con cierta aura siniestra difícil de superar. Los chamanes suelen decir que luego de tantos años de guerras internas entre clanes los espíritus han saturado el lugar de malas energías.

Pero hogar es hogar, así sea un plano infernal sigue siendo bonito si te crías en él. El joven bárbaro no conocería otra cosa de no haber sido exiliado y por ende aún posee cierta nostalgia por su lugar de nacimiento.

Luego de su visita a aquella gran ciudad no puede agradecer más un momento entre la naturaleza, murallas enormes guardan muchas cosas desagradables adentro entre las cuales destaca el olor en primer lugar.

Pasa a recostarse de un árbol pues lleva muchas horas de marcha continua, solo necesita un par de minutos y algún aperitivo del bosque para poder continuar. Otra cosa que se multiplico cuando dejo casa fueron las distancias a recorrer.

¡Por Tarxos!

De repente una niebla fugaz le pasa por el lado, aunque parezca una locura podría jurar que le escucho hablar. Sujeta el mango de su mandoble pero no desenfunda, es claro que no es el objetivo.

La curiosidad inunda al muchacho y al final no puede controlar sus piernas, desea saber que acaba de superarle por un lateral. Avanza rápido para alcanzarle aunque solo lo logra porque la extraña manifestación se detiene en un claro.

Mira incrédulo como toda esa bruma se transforma en una mujer… de no ser imposible la confundiría con una miembro de su clan. Hay algo verdaderamente extraño entorno a dicha persona pero Kosir lleva tiempo sin ver normalidad en el mundo exterior.

La presencia de otros elementos en la zona vuelven prudente al muchacho quien pasa a fundirse con las sombras, de momento será testigo presencial más no participante. No reniega de una batalla pero le gustaría ver bien la cantidad de involucrados primero.

Años en un bosque tupido le han dado buena visibilidad en noches cerradas, si bien no consta con habilidades raciales como algunos seres bestiales puede ver bien en la oscuridad siempre y cuando sea en plena naturaleza.


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Mensaje  Elen Calhoun Vie 21 Sep 2018 - 1:29

Instintivamente, la criatura de la noche se apartó un poco de la entrada de la cueva en cuanto los primeros rayos de la mañana iluminaron la zona, sin confiar del todo en que su capa pudiese mantenerla a salvo de la luz. Otro aburrido día más comenzaba, pero al menos no estaba sola, contaba con la compañía del cazador, y su sola presencia bastaba para hacer más agradables las horas en que limitada por su naturaleza, no podía ir a ninguna parte. - ¿Ya es de día? - murmuró, en cuanto abrió los ojos y empezó a levantarse. - Sí, a juzgar por las sombras de los árboles no debe faltar mucho  para que el sol alcance su punto más alto, puede que una hora. - respondió la joven, poniéndose en pie para acercarse a la hoguera y sentarse a su lado.

- ¿Qué? ¿Por qué no me has despertado antes? - inquirió Alister, frotándose el rostro para desperezarse. - Parecías cansado así que decidí no molestarte… además, voy a estar recluida aquí dentro hasta el atardecer, tengo tiempo de sobra para dormir. - dijo, echándose hacia atrás para apoyar la espalda contra una de las frías paredes de piedra. Durante unos segundos ninguno de los dos añadió nada, todo el tema de la guerra los había mantenido muy ocupados desde que llegaron a Lunargenta, razón por la cual el reptil agradeció el gesto que había tenido con él, aunque no olvidaba la razón que los había llevado hasta allí.

- En cuanto coma algo volveré a sobrevolar la zona, si Vladimir está cerca lo encontraré. - aseguró, clavando su mirada en la de la centinela. Elen esbozó una sonrisa en respuesta, confiaba plenamente en las capacidades del norteño, por lo que tarde o temprano darían con su hermano y llegaría el momento de poner en práctica el plan que llevaba semanas maquinando. Tanto la máscara de Asmodeo como el licor de menta descansaban dentro de su bolsa, listos para ser usados en cuanto decidiese adoptar la apariencia de Géminis para engañar al inmortal y eliminarlo.

Todo estaba cuidadosamente pensado para que la treta funcionase, lo que incluía también un vestido de la morena y uno de sus frascos de perfume, ambas cosas robadas de los aposentos de la ex reina del castillo, cuyo cadáver a aquellas alturas ya habrían quemado o utilizado para dar ejemplo y disuadir a los supervivientes de su facción de seguir luchando. - Saldrá bien. - se dijo interiormente, solo tenía que controlar sus pensamientos para que el inmortal no la descubriese… y eso podía hacerlo.

Antes de que las brasas se apagasen Alister avivó el fuego, y tras esto tomaron un desayuno ligero, concediéndose algo de tiempo antes de que el alado se preparase para abandonar la cueva. - Ten cuidado, recuerda que puede manipular la mente. - advirtió la de cabellos cenicientos, observándolo desde una distancia segura. El dragón, ya en su forma bestial junto a la entrada, se giró para mirarla una última vez, asintiendo con la cabeza para tranquilizarla. - Me mantendré fuera de la vista. - fue lo único que dijo, desplegando ligeramente las extremidades superiores y batiéndolas con fuerza para ganar altura lo más rápido posible. Las oscuras nubes que se acercaban desde el norte le brindaron la cobertura que necesitaba para moverse con libertad, pero al mismo tiempo lo instaban a darse prisa y encontrar alguna pista.

Queriendo abarcar tanto terreno como pudiese, el cazador comenzó a trazar círculos concéntricos, alejándose cada vez más de su compañera y prestando atención a los sonidos y aromas que provenían del bosque en busca de algo que pudiese considerarse inusual, pero tal como anunciaba el cielo, pronto empezó a llover, complicándole la tarea. Al principio no le dio importancia y siguió adelante, pero tras un par de horas en el aire sin hallar nada decidió regresar junto a la benjamina de los Calhoun.

Nada más aterrizar, el reptil se internó en la caverna y se sacudió para librarse de parte del agua que lo había empapado, manipulando su elemento para aumentar su temperatura corporal y conseguir que el resto se evaporase. - ¿Has encontrado algo? - preguntó la joven al verlo, sin abandonar su sitio junto a la hoguera. - Nada, y esta lluvia solo nos lo pondrá más difícil… si queda algún rastro el fango se lo tragará. - soltó, molesto con la situación. - Entonces tendremos que buscar otra manera de atraerlo. - musitó Elen, frunciendo levemente el ceño. Dejar fuera de juego al inmortal antes de que los Tarmúnil cruzasen a aquel plano era vital, el fracaso no era una opción.

Incapaces de hacer nada al respecto, pasaron el resto de la tarde esperando a que el mal tiempo cesase, pero para su desgracia, lo que hizo fue empeorar, tanto que aquella zona al día siguiente se parecería a un pantano. Lo único bueno que podían sacar de aquello era que la de cabellos cenicientos tenía reservas de sangre y no necesitaba cazar, pero de pronto, mientras andaba de un lado al otro de la cueva, el medallón solar vibró con fuerza, consiguiendo que se detuviese en seco y se llevase una mano al pecho para sujetarlo.

- ¿Qué ocurre? - preguntó el norteño, que de nuevo con su forma humana la observaba desde el suelo. - La reliquia ha reaccionado a algo, eso solo puede significar dos cosas, o hay un centinela cerca o los jinetes han conseguido abrir un portal desde el Oblivion. - contestó, avanzando a toda prisa hacia la entrada para escrutar los alrededores con su agudo sentido de la vista. La noche cubría el bosque con su oscuro manto, permitiéndole salir, pero sin saber qué iba a encontrar, ¿qué debía hacer?

La vampira llenó sus pulmones de aire y reconoció un aroma que le resultaba familiar, pero no tenía sentido que ella estuviese allí… o quizá sí… - Creo que Vladimir no está lejos. - indicó, dando por sentado que si sus sospechas eran ciertas, la presencia de la tensai indicaba que estaba buscándolo para ajustar cuentas. Movida por un impulso echó a correr en la dirección que tanto el olor como su colgante le indicaban, seguida de cerca por su compañero, que inició el proceso de transformación a marchas forzadas para alcanzarla. - Sí, tiene que ser él. - pensó la señora de sombras, aferrando el medallón con la zurda.

Un claro se abrió ante ella instantes después, pero lo que encontró allí no era lo que esperaba, su hermano no estaba por ninguna parte. - Huracán, ¿qué haces aquí? - preguntó, percatándose de que lo que hacía reaccionar su artefacto era el rubí que ahora colgaba del cuello de la cazadora. - No es posible, ¿cómo lo has conseguido? - añadió, señalando la rojiza joya. Otro par de siluetas captaron su atención segundos después, y aunque la presencia de Imargo no le desagradaba, la de la otra mujer sí que lo hizo. - Bella… ¿qué demonios hace con ella? - pensó, torciendo el gesto al posar sus ojos sobre la hechicera.  

Alister no tardó en darse cuenta de lo mismo, y situándose junto a ella, tensó el cuerpo, esperando cualquier cosa de la inestable ex miembro de la Hermandad.
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Mensaje  Anastasia Boisson Sáb 22 Sep 2018 - 16:52

Cuando me volví a materializar volví a fijarme en los alrededores. El rubí vibraba con fuerza, y lo cierto es que en un lugar tan remoto no esperaba dar con ningún centinela. Simplemente jadeaba mirando en todas partes, buscando por qué lugar me podrían acechar aquellas “cosas” oscuras: Los jinetes. Recordaba cómo había aparecido uno de ellos del ojo de la tormenta tras haber acabado con Vladimir, y cómo escapé por los pelos. Ni siquiera sabía cómo enfrentarme a esas cosas.

Una voz me acechó a mi espalda. Alguien pronunció mi nombre pero ni siquiera distinguí la voz por el diluvio. Y con unos reflejos felinos desenfundé ambas ballestas de manos y apunté al susodicho. O mejor dicho, a la susodicha,

Me sorprendí de ver a Elen allí. ¡Belladonna había conseguido seguir su rastro! Me tranquilicé, resoplé un poco y volví a enfundar las armas. Lo primero que percibió la benjamina de los Calhoun fue el brillante rubí que colgaba de mi collar. El cual apreté con fuerza contra mi pecho, como si tuviera un instinto protector con el mismo, y di un paso hacia atrás. Bella e Imargo no tardaron en unirse al grupo.

-Ji ji ji ji… - rió mostrando sus dientes y saludando efusivamente con la mano a los recién llegados. Especialmente a Elen. Y tras ver a Alister a la defensiva, enseguida recordó su encuentro en Sacrestic Ville. En aquella ocasión, Elen había hecho un destrozo con los miembros de la Hermandad, pero según me contó Jules, Alister no corrió tanta suerte y finalmente fue salvado por Rachel y por otra chupasangres. - ¡Uy! ¡Pero si eres el dragón que la cabeza de hojalata tiró a la basura! Pensé que habías acabado en una fosa común. – dijo efusivamente con su airada gesticulación. Y es que Bella no había coincidido con Alister en la batalla de la Hermandad.
-¡Elen! – Imargo sí que hizo una reverencia a la vampiro. A la que notaba ciertamente cambiada. Pero no dijo nada. Me miró, cediéndome la palabra para dar respuesta a las inquietudes de mi amiga.

Tras la compostura y me erguí. Liberé mi mano del rubí. Dejando que se viera con claridad.

-Elen… - dije pensativa y seria – Cuando te dejé en la casa, te dije que iría a buscar a Vladimir. No podía permitir que continuara su reinado del terror. – le recordé. –Encontré al chupasangres en lo alto de una colina en las afueras de Lunargenta. Cuando llegué parecía anhelar la llegada de los jinetes oscuros. Algo pretendía y no bueno. Estábamos muy próximos al enorme nubarrón que se ceñía sobre la ciudad el día de la batalla. – continué gesticulando con la mano izquierda mientras recostaba la otra en la cadera. – Tuve que enfrentarme a él. Y le vencí. El rubí estaba en el suelo sobre su cuerpo sin vida. Y entonces… - entrecerré los ojos. Aquella era la parte quizás más difícil de explicar. – Un rayo cayó justo sobre su cadáver, reduciéndolo a cenizas. Una de esas cosas… Una criatura humanoide fuerte, con casco, y un arma incendiaria hizo acto de presencia. No me quedó más que tomar el rubí y huir. ¡No podía dejárselo allí! – relaté ligeramente aireada. Miré un poco al suelo. Aquel hecho había cambiado casi mi vida por completo. Pero la bruja merecía conocer el resto de la historia. – Gracias a un tipo que pasaba por la zona, logré escapar. Termine en el campamento de unos linces. Allí conocí a un centinela, Mecen… - dije sin recordar muy bien su nombre. Repudiaba por lo general a los hombres bestia al considerarlos de una clase social inferior, y colaborar con ellos no era algo que me llamara la atención.
-Melena Blanca, señorita. – corrigió Imargo. Molesto por no recordar el nombre de su jefe.
-Eso. – afirmé. – ¡Joder Elen! ¡Soy cazadora de vampiros! Yo no quiero cargar con “esto”. – y tomé el rubí y lo moví efusivamente. – Pero Melena Blanca me dijo que ahora no tenía otra opción al perecer el anterior portador y tomarlo yo. Le comenté todo esto y me pidió que viniera a buscarte. Cuando consiga no sé qué objeto que perdió, – era incapaz de recordar el asunto de la capa blanca. Demasiada información en tan poco tiempo. – podremos atacar a los jinetes. Contigo estamos los cuatro centinelas. Sólo nos falta una reliquia. Tienes que venir. – pedí a modo resumen de la petición. - Y en cuanto a Bella. Está curada. Ahora es estable. – afirmé con rotundidad.

Aquello fue lo último que pronuncié en la larga historia que acababa de contar. Pues la propia Bella, haciendo gala de sus finísimas cualidades perceptivas, tomó mi brazo y chistó. Parecía totalmente ajena a la conversación. Sin mirar a nadie, se concentró en el bosque y dejó su mirada perdida entre los árboles. La bruja guardó silencio y pisó con sus tacones negros en las ramas caídas de los árboles.

Parecía haber sentido algo escondido entre los árboles. La bruja no dudó en tomar su varita del cinturón y comenzar a canalizar su magia, que ahora era de fuego. Quizás el tipo podría percibirla desde los árboles. Pero la punta de su varita ya tenía color verde y la bipolar hechicera no tardaría en responder al estímulo de la mejor manera que sabía. Estaba a punto de tirar por la borda mi teoría de la estabilidad.

-¡IGNIS! – dijo lanzando una fuerte llamarada de color verde intensa. - ¡SAL DE AHÍ, RATA COBARDE! – comentó mientras seguía disparando llamaradas a donde creía que estaba la persona. - ¡Te he oído y no te llevarás nada bueno de aquí! ¡Te voy a enseñar cómo tratamos las brujas de Beltrexus a los chismosos!

Al cuarto intento por alcanzar a su objetivo, Imargo reaccionó y se precipitó sobre ella, dejándola en el suelo. Y sujetándola por las muñecas, mientras ésta se revolvía y gritaba desquiciada. Tratando de zafarse sin éxito de la fuerza superior del leónico.

-Cómo se las gasta la señora… – dijo sentado en el abdomen de Bella. - ¡Eh! ¡No te asustes! ¡Seguro que podemos hablar de manera civilizada! - gritó hacia los bosques.
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Mensaje  Kosir Dom 23 Sep 2018 - 2:27

La situación adelante se vuelve intensa por un periodo breve de tiempo, Kosir incluso se atrevió a imaginarse quien saldría vencedora en un encuentro entre las dos mujeres… en tal escenario mental la peliblanca gano por alguna razón.

Ambas extrañas renuncian al combate para luego pasar a argumentar cosas entre ellas, el bárbaro enfoca los sonidos lo mejor que puede pero muchas partes del mensaje se pierden gracias a la distancia.

Más elementos llegan al claro, ahora se pueden considerar un grupo a tener en cuenta en caso de refriega. El joven acaricia el mango de su mandoble para liberar presión al verse superado tan abrumadoramente.

La trama que manejan los personajes es tan extraña para el muchacho como la rara necesidad que tienen las aldeanas civilizadas de usar vestidos, solo puede llegar a la conclusión de que es importante por las expresiones y gestos acalorados.

Sus ojos se pierden un momento en el extraño ser bestial, desde que salió al enorme mundo se ha encontrado con varios especímenes de dicha facción. No se ven tales individuos en bosque negro aunque tiene bien claro de que solo serían considerados presas por los clanes.

De repente la posición del guerrero salvaje es revelada por un mal movimiento desencadenando todo un ataque ígneo en el área, Kosir elude como puede las bolas de fuego pero termina al descubierto.


Nerer… magia.

Sin el anonimato del bosque la persona descubierta barajea opciones rápido, las reacciones del otro bando son variadas aunque es claro que todo terminara en pelea… es difícil bajar la adrenalina de un brumoso sin combate.

Que infiernos es…
“mira su brazo derecho ahora con una quemadura”.

Su rostro adopta un estado furioso, solo seres cobardes recurren a trucos chamánicos para defenderse. Un combatiente de verdad usa sus habilidades intrínsecas y el poder de la naturaleza dominado en armas.

Mis dioses exigen una retribución, ¿¡Uno por uno o todos a la vez!?

Maneja el mandoble con una mano mientras emite sus demandas, es una cortesía entre rivales poderosos pautar los términos de un combate antes del mismo… incluso los  salvajes tienen cierto código a seguir.

En realidad no sabe bien cómo abordar la batalla si todos vienen al mismo tiempo pero Kosir es un brumoso, muchas veces se deja guiar por las circunstancias y luego paga con creces los errores de su ímpetu.


Lucha o que la vieja sea sacrificada, es su elección.
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Mensaje  Elen Calhoun Lun 24 Sep 2018 - 11:36

Por instinto, la maestra cazadora los apunto con su par de ballestas de mano, pero se relajó en cuanto reconoció a la antigua hechicera, devolviendo las armas a su sitio y centrándose en cubrir el rubí de sangre con una de las manos, como si pensara que se lo iban a quitar. La intervención de Bella hizo que el dragón gruñese guturalmente en respuesta, molestando también a la de ojos verdes, quien no iba a morderse la lengua ni siquiera por el hecho de que hubiese salvado a su amiga de la muerte. - Cierra la boca Bella. - soltó, cruzando los brazos sobre el pecho y obsequiándole una gélida mirada. La oscura aura de la vampira se volvió más intensa, no quería tener problemas con Huracán, pero si su acompañante no empezaba a comportarse las cosas terminarían mal.

- Imargo. - saludó, con un tono mucho menos seco que el que había usado hasta el momento. Todavía no olvidaba que gracias a aquel hombre bestia tenía la matajinetes en su poder, daga por la que siempre estaría en deuda con él, sobre todo si tal como esperaba, conseguía matar a algún que otro jinete con ella. Dicho esto, volvió a centrar su atención sobre la tensai de aire, esperando que su respuesta arrojase algo de luz a todas las dudas que le pasaban por la cabeza.

- Vladimir está muerto… - musitó nada más escuchar lo que había ocurrido en la colina de las afueras. Aquella noticia lejos de alegrarla, le resultó decepcionante, esperaba poder vengarse de su hermano por lo que le había hecho, pero eso ya no sería posible. El dragón se relajó un poco, comprendiendo que ese era el motivo por el cual no había encontrado ningún rastro del peliblanco en los últimos días, sus sentidos estaban bien, pero de su objetivo no había quedado nada que rastrear. Elen bajó la vista al suelo durante unos instantes, esperando que al menos su final hubiese sido doloroso, no merecía otra cosa.

Cuando la cazadora mencionó al ser que había aparecido tras la muerte del inmortal, los brillantes ojos de la señora de sombras volvieron a clavarse en su rostro, casi como si quisiera acceder a sus recuerdos, pero no poseía tal habilidad, tendría que conformarse con lo que le estaba relatando. - Ya están aquí. - comentó, con apenas un hilo de voz. - Por fin podré matarlos. - añadió, llevando una mano a la empuñadura de su preciada daga. El veneno de Verzhela Tarmúnil impregnaba su filo, dándole la capacidad de acabar con cualquiera de los miembros de su clan sin importar el plano en que se encontrasen… tenía que dar con ellos y aprovechar su ventaja para reducir el número de enemigos.

- Que ironía… - soltó, tras escuchar la queja de su amiga, quien ahora había pasado a convertirse en la protectora del territorio de los seres a los que llevaba la mayor parte de su vida dando caza. - No hay vuelta atrás Huracán, el rubí te ha aceptado como portadora y tendrás que lidiar con ello. - aseguró, consciente de que la oscuridad de su reliquia también intentaría corromperla del mismo modo en que el medallón había hecho con ella durante los últimos años. - En cuanto al ataque… haced lo que os venga en gana, buscad la sábana blanca y pelead con Frendel por ella si queréis, pero no iré con vosotros. - agregó, para sorpresa de su compañero, que se giró hacia ella con incredulidad.

- ¿Qué estás diciendo Elen? Tenemos que unirnos a ellos, tu objetivo de reunir a los demás centinelas casi está completo. - intervino Alister, intentando hacerla entrar en razón. - No pienso perder más tiempo, los jinetes ya están en Aerandir y voy a destruirlos por mi cuenta. - sentenció, dejándose llevar por aquella confianza que le había dado el matar a Géminis con tanta facilidad. - Por desgracia me has robado el gusto de acabar con Vladimir, pero no importa, ya no hay razón para que sigamos buscándolo. - continuó, aunque el norteño no iba a darse por vencido fácilmente. - ¿No te das cuenta de que es un suicidio? Te superan en número y yo no puedo hacerles daño. - espetó, situándose frente a ella y planteándose el regresar a su forma humana, en la cual sabía que podía ejercer más influencia sobre la benjamina de los Calhoun.

La de cabellos cenicientos sonrió ampliamente, llevándose una mano al medallón solar. - Mis sombras equilibrarán la balanza, además, no pienso cruzar al Oblivion sin minar primero sus fuerzas desde este lado. - indicó, instantes antes de que Bella, demostrando que aún no estaba bien de la cabeza, empezase a lanzar llamaradas contra los árboles, obligando a Imargo a detenerla antes que de prendiese fuego al bosque. El desliz de la bruja hizo que Alister se volviese, colocándose de forma protectora por delante de la criatura de la noche para que ninguna llama pudiese alcanzarla. - Ya veo lo “curada” que está. - comentó la joven, buscando la mirada de su amiga.

Ciertamente había alguien más escondido entre la vegetación, eso tenía que concedérselo, pero su forma de obligarlo a salir solo consiguió que el implicado apareciese dispuesto a enfrentar a todos los presentes. Midiendo con la mirada al recién llegado, un muchacho pelirrojo armado con un mandoble, la vampira salió de detrás del reptil para observar la escena, cruzando los brazos sobre el pecho. - Por mí puedes pelearte con ella cuanto quieras. - dijo, aunque conociendo el devastador poder de Bella y sus trucos, probablemente la hechicera se alzase con la victoria.

De todas formas no iba a mover un dedo para defenderla, se había buscado el problema ella solita, y de igual modo tendría que resolverlo. El alado tampoco intervendría para ayudarla, que demonios, aquella mujer no les caía nada bien a ninguno de los dos, así que de momento se limitarían a ser meros observadores.

Por desgracia, la tranquilidad de la pareja iba a durar poco, la creación del nigromante volvía a las andadas, cubriendo el cuerpo de la centinela con sus sombras y manipulando su silueta hasta que adoptó una forma distinta, más alargada y delgada. Alister maldijo por lo bajo, concentró su elemento y se preparó para lanzar una proyección del mismo sobre el ser que empezaba a erguirse y gruñir guturalmente.



Off: Huri no recuerdo si Elen sabe que Bella es tu madre >.<

Sombra de odio:
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Mensaje  Anastasia Boisson Lun 24 Sep 2018 - 21:09

¡No me lo podía creer! Elen parecía extrañada, incluso molesta, por haberle “arrebatado” el placer de derrotar a Vladimir. ¿Acaso no era mejor que el rubí estuviera en mis manos en lugar de en las del chupasangres? Ni siquiera me dejó contar la historia de que Asher la reliquia de la corona había aceptado a Asher como portador, revelando que su anterior portadora había perecido también en combate.

¡Ahora era todo tan sencillo! Elen sólo tenía que acompañarme, y entre los cuatro daríamos caza a Frendel, recuperaríamos la capa blanca, y acabaríamos con los jinetes. Como bien decía Alister, reunir a los jinetes era todo cuanto la bruja había buscado. Y ahora estaba al alcance de su mano… ¿De verdad iba a renunciar a ello? No. Sólo tenía que elegir las palabras adecuadas. Y estaba segura de que Elen volvería a unirse a nuestra causa.

Sin embargo, me quedé observando al incauto adolescente pelirrojo que apareció con un mandoble desenvainado. ¿De dónde había salido? ¡Oh, claro! El nuevo despiste de Bella. Que ahora estaba en el suelo, sujeta por Imargo. Aquel crío imberbe se presentó con ganas de plantar cara a todo el grupo. Aunque le bastaba con batirse en duelo con Bella. Si bien ella estaba bastante desquiciada, y por su bien, no le convenía meterse con la loca de mi madre.

-Déjalo estar. No ha habido heridos. Si lo vuelve a intentar, la encerraré. – le decía Imargo.
-¿Encerrarme? ¿Por tercera vez? ¡Te reto a que lo intentes, sabandija! – bramó Bella. – ¡Serás un buen felpudo para mi mansión!

Imargo suspiró, sin decir nada. Yo entrecerré los ojos con fastidio. Sólo de pensar que, en vez de decirle eso al bueno de Imargo, se lo hubiese dicho eso a Asher… Cielos. Sería mejor por la estabilidad del grupo que ni siquiera apareciera por allí. Simplemente ignoré todo lo sucedido, centrándome de nuevo en la bruja.

-Elen, cuando me contaste lo sucedido, mencionaste al anterior portador de tu reliquia. – señalé a su pecho, donde sabía que guardaba el medallón solar. Siempre lo llevaba allí. – Me dijiste que Tarivius te pidió que reunieras a los centinelas. De aquello todo me parecía increíble. Una leyenda. Y la recuerdo como si fuera ayer. ¿De verdad vas a renunciar a ello? – pregunté estirando los brazos. Incrédula por el cambio de actitud de mi amiga en los últimos meses. – Ahora, además de mí, hay otro nuevo centinela, que también está con nosotros. Su nombre es Asher. – No quería hablarle más en profundidad de aquel hombre bestia, ni acerca de la pésima idea que me parecía confiar la mitad del destino del mundo a dos animales. - No te pido que lo hagas por mí, Elen. Hazlo por Tarivius. Hazlo por Alister. O simplemente porque cumplir tu misión de la manera en la que se te encomendó. – Di un par de pasos hacia atrás. – No renuncies ahora a todo por lo que llevas años luchando. – concluí.

Pero mi amiga no parecía por la labor de cambiar de idea. Lejos de ello, parecía cada vez más aborrecida. Y entonces pude advertir cómo una sombra se creaba en torno de ella. Todos observamos absortos como “aquella cosa” envolvía a la bruja, reemplazando su figura. ¿Lo había conjurado ella misma? Deposité mis ojos en Alister, que retrocedió y se puso en posición defensiva, atacando al ser con su elemento.

-¡Atrás! – pedí al grupo. Los dos que venían conmigo me obedecieron inmediatamente. Bella se puso un paso a mi derecha, colocó en ristre su varita con cierta cara de susto, e Imargo también un paso detrás de mí, se llevó su mano a su espada y escudo. Yo hice lo propio con mi ballesta pesada. - ¡Alister ¿Qué está ocurriendo? ¡Dinos cómo parar a esa cosa! – pregunté de manera insistente. - ¡Elen, contrólate, maldita sea! – Por último, el crío del mandoble era el que más cerca parecía de encontrarse de la amenaza de aquella cosa. Teníamos que mantener a raya a aquel monstruo. - ¡Chico, apártate de ahí! – le ordené. Preocupada por su integridad física de seguir próximo a aquellas sombras.

Estaba preparada para cualquiera que fuera la reacción de aquella criatura.
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Mensaje  Kosir Mar 25 Sep 2018 - 1:37

Es claro que la unidad de pensamiento no es un bien común en el mundo civilizado, no todos parecen dispuestos a plantar cara o siquiera verse envueltos en una refriega. Cobardes… mira que despreciar un bonito combate.

La mujer del cristal rojo en el cuello es la que resulta más desafiante al ignorar por completo las pautas de Kosir. La sangre del joven hierve ante dicho insulto, en su cultura pocas cosas pueden resultar peor.


Al infierno la cortesía, ¡¡Que sean todos a la vez!!

Se prepara para entrar en carga pero de repente algo lo detiene, literalmente las sombras se arremolinan en torno a la peliblanca. Kosir cierra los ojos un par de veces para ver si es un sueño aunque la escena no desaparece.

En el nombre de…

La magia sin duda es un elemento cotidiano afuera, pero incluso el bárbaro sabe que una mujer siendo poseída por sombras es algo destacable en los cuatro puntos cardinales del mundo. En todo sentido posible un espectáculo aterrador.

No es fácil sorprender al joven salvaje, incluso viéndose en medio de fuerzas mágicas vistosas suele mantener su compostura agresiva. Es una suerte que nadie conocido este viendo su parálisis temporal o tendría que dar muchas explicaciones.

Resulta obvio en las primeras etapas de todo que incluso los aliados de la mujer ven con temor la transformación, eso descarta la idea inicial barajeada por el chico que calificaba el espectáculo como una contramedida a su propio acercamiento.

La ofensa inicial pasa a segundo plano para Kosir, en eso concuerda con el variopinto grupo. Ahora tiene un trofeo más interesante frente a él, ante tal enemigo solo puede sentir deseo por batirse directamente.

Todos retroceden, el avanza varios pasos. Una de las mujeres grita advertencias a su persona pero los oídos del muchacho están cerrados, ahora mismo escucha a un coro de valkirias cantando su nombre.


Que los dioses me juzguen y los mortales me lleven si fracaso ante este digno adversario.

Toma una de sus pociones neutras sintiendo como todos los atributos de su persona aumentan la intensidad, luego se relame a medida que pone el mandoble al frente. La criatura es vulnerable mientras cambia.

Avanza en carga pegando un salto a corta distancia para intentar propinar cierto golpe descendente con buena altura… por desgracia un apéndice sombrío lo manda a volar echando por tierra sus ideas de batalla fácil.

Sale disparado a un lateral dando varias vueltas en el proceso, sigue consciente aunque tiene claro que mañana dolerá todo. Segundos después se pone en pie usando su fiel arma como bastón temporal mientras observa el estado del otro elemento, ahora el chico ostenta fugas de sangre por varias zonas de su cuerpo.


Es como una hidra… necesito más brazos para acabar con ella “sonríe” fascinante criatura.
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Mensaje  Elen Calhoun Miér 26 Sep 2018 - 12:01

Que Asher tuviese en su poder una de las reliquias no sorprendió a la pareja, ya habían colaborado antes con el hombre bestia en varias ocasiones y la propia Elen lo había tenido en cuenta como posible portador para uno de los dos artefactos que tenían que recuperar, el rubí sangriento o la sábana blanca. Sin embargo, su victoria en el asalto al castillo había cambiado las cosas, ahora la joven no creía necesitar a ninguno de sus hermanos, estaba determinada a ir a la batalla sola, sin pararse a pensar en que de hacerlo, moriría.

Su idea era absurda mirase por dónde se mirase, no podía hacer frente a los doce jinetes, ni siquiera a la mitad si venían todos contra ella a la vez, pero ¿podrían hacerla entrar en razón? No parecía posible. - Quizá si la llevo junto a Melena Blanca cambie de opinión. - fue lo último que pensó el reptil antes de que la situación de su compañera se complicase por culpa de la maldición del Nigromante.

Huracán inmediatamente dio instrucciones a Bella e Imargo para que retrocediesen, consiguiendo que su inestable acompañante se mantuviese a su lado, pero con la varita en ristre, detalle que no hizo la menor gracia al dragón. Sin embargo, el que iba a resultar más molesto era el muchacho que acababa de salir del bosque, quien olvidando la afrenta de la hechicera, optó por encarar a la creación del Hombre Muerto antes de que ésta estuviese bajo el control del alado.

Como respuesta, el oscuro ser no dudó en atacarlo con una extensión de su cuerpo, enviándolo a varios metros de distancia, pero esto no bastó para que el pelirrojo desistiese. Un gutural gruñido escapó de la garganta de la bestia, ahora había sangre en el ambiente y eso solo la movía a continuar peleando, pero por supuesto, no se lo iban a permitir. - ¡Atrás! ¡No ataquéis! - bramó Alister, lanzando una mirada asesina tanto al muchacho como a Bella, por considerarlos de los presentes, los individuos más problemáticos. La maga lo había demostrado hacía apenas unos instantes, tenía la mano muy ligera a la hora de soltar hechizos, y el chico… parecía no apreciar su vida lo suficiente.

Interponiéndose entre el grupo y la benjamina de los Calhoun, o más bien lo que ahora controlaba su cuerpo, el cazador consiguió convertirse en el objetivo de la sombra, la cual sin perder un segundo se le echó encima, tratando de atravesar la dura coraza de escamas para herirlo. Plegando las alas para que no pudiese dañar la membrana de las mismas, el reptil cerró los ojos y concentró su elemento, con lo que la piel de su grisáceo vientre se tornó de un vivo color anaranjado, hecho con que logró apartar de sí a la criatura momentáneamente.

Sabía lo que pasaría a continuación, cada vez que se apoderaba de la vampira ocurría lo mismo, el dragón llegaba y lo encerraba en una brillante prisión, no podía permitir que volviese a hacerlo. Centrando su atención sobre el chico que se había atrevido a acercársele en primer lugar, el ser avanzó en su dirección con intención de matarlo, pero no llegó lejos, la ígnea barrera de llamas lo rodeó por completo antes de que pudiese salvar la distancia que los separaba. Profiriendo un gruñido a modo de queja, el monstruo de pesadilla no tuvo más remedio que encogerse hasta quedar arrodillado sobre la hierba, revolviéndose violentamente hasta que su energía se consumió, dando paso a la verdadera propietaria de aquel cuerpo.

Lentamente, la oscuridad abandonó la piel de la joven, devolviéndole su forma original frente a todos. - Elen, soy yo… ya pasó. - susurró Alister, colocándose a su lado y envolviéndola con una de las alas, gesto que habría resultado mucho más normal si lo hubiese hecho con su apariencia humana. Vigilando por el rabillo del ojo al pelirrojo, por si se le ocurría hacer una estupidez, el norteño trató de explicar lo que acababan de ver para responder a la pregunta que Huracán había formulado poco antes. - Es una maldición… no puede controlarla ni saber cuándo va a pasar. - reveló, sin mencionar al culpable de la misma ya que Eltrant les había advertido de las consecuencias que pronunciar aquel nombre podía tener.

- ¿Te he hecho daño? - preguntó la de cabellos cenicientos sin apenas elevar la voz, alzando el rostro para mirar a su compañero. - A mí no. - su respuesta la alivió pero solo en parte, ya que quería decir que sí había herido a alguien más. Un rápido vistazo a cuanto la rodeaba le brindó lo que quería saber, se trataba del muchacho, podía oler su sangre. - Lo lamento. - se disculpó, poniéndose en pie de nuevo. - Yo no lo haría, él te atacó primero. - soltó con seriedad el reptil, molesto por el belicoso comportamiento del extraño.



Off: No lo especifiqué antes, Alister puede hablar en su forma bestial gracias a un colgante encantado.
Alister utiliza Proyección elemental.
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Mensaje  Anastasia Boisson Sáb 29 Sep 2018 - 13:34

Todo indicaba que aquella especie de fantasma ya se había manifestado más veces, pues Alister ya parecía saber cómo conseguir frenarlo. El dragón ordenó que no lo atacáramos. De lo contrario probablemente heriríamos a Elen. Tomé el brazo de Bella, que ya le podía ver preparada para lanzar uno de sus poderosas maldiciones. En cuanto a Imargo, él sabía perfectamente controlarse.

Quien no parecía tranquilo era el muchacho. No tardó en alzar su mandoble y abalanzarse contra la criatura. Pero su combate no pudo ser más breve, pues no tardó ni dos segundos en salir despedido. Corrí hacia él, para comprobar su integridad. No es que me preocupara demasiado lo que le ocurriera al niño pero, a fin de cuentas, se había metido allí por culpa de mi madre y su impulsividad.

-Te dije que no intercedieras, niño. – le dije sin entonar, y con seriedad. Me arrodillé y revolví entre los virotes de mi faltriquera, para ver si tenía alguna herida que se pudiera desinfectar con algunos de los remedios de primeros auxilios que llevaba.

Mientras tanto, Alister solucionaría la papeleta a base de llamas. Todas mis teorías acerca de que no debíamos atacar para no herir a Elen se habían derrumbado. No había ser de carne y hueso que soportara aquel fogonazo. En cualquier caso, parecía efectivo. Y la criatura fue encogiéndose cada vez, más y más, hasta quedar recogida en su cuerpo habitual. Cuando todo pasé, caminé hacia ella con tranquilidad, acariciando mi cinturón y mi cinturón. Mientras tanto, el dragón me contó que se trataba de una maldición. Aunque no respondí, hice varios gestos de negación con la cabeza. ¿En qué líos andaba metida Elen que siempre terminaba bajo la influencia de fuerzas oscuras?

La que la acosaba pese al pésimo humor de Alister era Bella. Ni siquiera la dejó recuperarse y ya estaba encima de ella, acosándola y preguntándole por aquella desconocida habilidad. -¡Calhoun! ¡Dime dónde has cogido esa maldición! – preguntó Bella inclinada hacia delante, con los ojos como platos y pegando sus desaliñados rizos casi en la cara de la angustiada Elen. - ¡Quiero hacer eso! ¡Quiero! ¡Quiero! – pedía insistentemente la desquiciada. A la que Imargo, dándose cuenta de que incordiaba, no la tardó en apartar de un tirón pese al gesto de desaprobación de la bruja.Mi madre también protestó a ello, pero yo simplemente me dediqué a acercarme a ella, cruzarme de brazos y mirar hacia su posición. Alister se encargó de recordarle que el niño la había atacado.

-¿Continúas creyéndote en condiciones de enfrentarte a los jinetes tu sola? – pregunté aborrecida. – Ni siquiera puedes controlar esa cosa. Y cada vez que me encuentro contigo, algo cambia en ti.  – la bruja se levantó mientras le reprendía su actitud poco colaborativa.– Ven, y deja que te ayudemos a acabar con ellos, Elen. No pongas las cosas más difíciles. – comenté tendiéndole la mano para que la tomara si decidía venirse.

Imargo, que se encontraba a mi espalda, también se aproximó para insistir a Elen que se uniera a la cruzada. El leónico confiaba en llevarla con Melena Blanca, creyendo que él sería capaz de hacerla recapacitar y entrar en razón. Y no tardó en volver a insistir.

-Elen, ¿por qué no quieres que te ayudemos?. Con mi jefe desposeído de su capa, eres la más poderosa de los centinelas. – Suspiré. Con ese comentario, el leónico trataba de apelar a los aires narcisistas que Elen solía tener para convencerla. – Asher y Huracán son novatos. Necesitan tu ayuda y están de tu parte. No como Vladimir y Amaterasu. Ayúdanos, por favor.

El leónico era un fiel seguidor de Melena Blanca, y a sabiendas de que su jefe estaba en peligro, parecía dispuesto a hacer lo necesario para que nos acompañara. Sin embargo, este comentario pareció ofender a Belladonna. Que rápidamente se adelantó y puso sus manos en jarra, esperando expectante la respuesta de la vampiresa. Imargo la miraba contemplativa y yo, con los brazos cruzados, la miraba de manera expectante. Todos nuestros ojos se centraron en ella. Si seguía negándose a ello, terminaría de insistir. No era mi intención obligarla a hacer nada que no quisiera.
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Mensaje  Kosir Dom 30 Sep 2018 - 2:56

Nadie se suma al llamamiento de apoyo expulsado por Kosir, menuda gente… ¿¡Cómo pueden ver una cosa infernal delante y no querer matarla!?, ¿Quieren vivir para siempre acaso o sus dioses son amantes de las flores?

El bárbaro de escaso tamaño se prepara para levantarse pero la chica del cristal rojo le detiene para estudiar sus heridas, es raro ver a una luchadora con habilidades curativas aunque no imposible.


Pe… qu…com… ¿¡Niño!?

Suelta molesto, lleva años siendo adulto desde que supero el ritual. Sus ojos muestran indignación aunque no puede decir nada más pues los acontecimientos siguen sorprendiendo con cada segundo que pasa.

El dragón parlante se encarga de disipar la posesión infernal que sufre su compañera, acción que el elemento más joven observa con cierto desagrado. Esa es una forma bastante tonta de evitar una pelea gloriosa.


¡Nesner!, ¿Porque la devolviste al primer plano material?

Dice con un tono de replica que casi suena a berrinche infantil… aunque es adulto la voz tarda un poco en volverse decente. Suspira, bufa, patea un par de piedras y luego se calma. La adrenalina llega a su punto más bajo junto con la poción que tomo instantes atrás.

Siente algo caliente manar de su frente y se sorprende al comprender que está sangrando, al entender que es un fenómeno multiplicado por todo su cuerpo solo se limita a negar con la cabeza con algo de frustración.

La deuda de sangre ha sido satisfecha… ganaron por esta vez.

Ya no deben sacrificar a la vieja ni batirse en combate, cuando el guerrero insultado sangra luego de ser superado su derrota es clara. Retirar las demandas en ese momento se considera un acto de decencia personal.

La gente del exterior sabe cómo divertirse, posesiones infernales, dragones parlantes, viejas que incendian bosques jajaja, ¡¡me fascina!!

Eventualmente y como si nada todos los involucrados vuelven a su objetivo anterior, dialogar sobre temas extraños. Ahora más cerca el muchacho puede constatar que se trata de una especie de reclutamiento.

Mira a un poco de distancia pues sabe que no le concierne, acto seguido pega algunos tragos de su cantimplora. Es hidromiel de manufactura personal, nada de esas cosas aberrantes que venden en los sitios exteriores.


A dioses… “dice cuando confirma que su frente sigue sangrando”.

Pasa entonces a sacar algo de su bolso auxiliar, cierta masa verdosa extraña de olor fuerte y comprimida en una mota. Sin dudarlo le presiona contra su herida la cual deja de sangra a los cinco segundos.

Vencido por una mujer sin alma en el cabello… mi padre me daría una paliza bien merecida por esto.
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Mensaje  Elen Calhoun Lun 1 Oct 2018 - 23:21

La agobiante cercanía de la hechicera no le hizo ninguna gracia, Bella no parecía respetar eso del espacio vital, y casi echándosele encima, comenzó a preguntar de forma insistente por el origen de aquella molesta maldición. - Si por mí fuese te la regalaría. - musitó, apartándose un poco hacia atrás para no tener la rebelde melena de la mujer contra su rostro. Sin embargo, instantes después se arrepintió de lo dicho, no se le ocurría peor persona para lidiar con la sombra de odio. Ella al menos luchaba y buscaba la forma de controlar al ser que poseía su cuerpo, pero tratándose de la ex miembro de la Hermandad lo más probable era que se entregase gustosa al dominio de la criatura solo para ver cuánto daño era capaz de causar.

Sin la más mínima gana de pensar en las desgracias que eso podría traer, Elen agradeció con un gesto a Imargo que interviniese para separarlas, tirando de la maga sin hacer caso a sus quejas. Fue entonces cuando volvió a reparar en el único de los presentes que le resultaba extraño, y que según Alister, se había atrevido a atacarla durante su transformación. Era joven, pero sus actos demostraban que no se dejaba amedrentar fácilmente, muchos hombres hechos y derechos habían salido corriendo como alma que lleva el diablo solo con verla en aquel complicado estado, pero el muchacho tenía más valentía de la que se podía suponer por su apariencia.

Exterior… ¿por qué se refería a ellos como gente del exterior? ¿de dónde venía? Se preguntó la de cabellos cenicientos, examinándolo con mayor detenimiento pero sin centrarse en la sangre que seguía escapándosele del cuerpo. - Al menos ya no busca pelea. - pensó, mientras se obligaba a relajar los hombros, llegados a aquel punto lo último que quería era que empezase otro conflicto.

- No ves que el problema sois vosotros. - soltó, en cuanto la cazadora volvió a insistir para que se uniese al resto de centinelas. - Si no estuvieseis aquí yo no tendría que preocuparme por la sombra de odio, Alister está protegido y sabe cómo lidiar con ella, pero vuestra presencia solo empeora las cosas. - prosiguió, cruzándose de brazos. - Además, una vez en el Oblivion la bestia y yo tendremos el mismo objetivo, matar… lo del control será secundario mientras acabemos con los Tarmúnil. - añadió, paseando la mirada por el grupo hasta llegar al hombre bestia, que fue el siguiente en intentar convencerla. - Porque no os necesito, mi batalla con los jinetes ha sido una cuestión personal desde el principio, fue a mí a quien decidieron maldecir, fue mi vida la que arruinaron… vosotros no lo entenderéis, es algo que debo arreglar por mi cuenta, y de una vez por todas. - espetó, con gesto serio.

Sus años de tormento iban a terminar por fin, estaba segura de ello y de que sería capaz de afrontar aquella tarea sola, idea que cualquier persona con la mente clara tacharía de estupidez, pero su juicio estaba nublado por la oscuridad desde el asalto al castillo, tanto como para que no se diese cuenta de que una vez más, su enemigo la estaba manipulando. - Que Melena Blanca se encargue de los novatos mientras busca su capa, yo no tengo tiempo para enseñarlos a dominar las reliquias, y probablemente tampoco fuese la profesora más adecuada. - continuó en respuesta al leónico.

¿Con que era la más poderosa? Esa idea le gustaba, alimentaba su certeza de que todo saldría como tenía planeado… primero atraería a algunos de los Tarmúnil a Aerandir para reducir su número gracias a la matajinetes, y luego terminaría su trabajo viajando al árido plano en que sus adversarios vivían.  Solo le habría gustado contar con un objeto más a su favor, la Corona del Dominador, pero desgraciadamente, no consiguió quedársela tras el enfrentamiento con Géminis. - No importa, nos tienes a nosotros. - dijeron las almas del medallón, leyendo sus pensamientos. - Sí… así es. - les respondió ella mentalmente.

- ¿Has perdido la cabeza? - increpó el dragón, captando toda su atención y consiguiendo que soltase un suspiro de resignación, también tendría que escucharlo a él. - No puedes hacer esto sola, no importa lo fuerte que te creas, no podrás destruirlos a todos… ¡nadie podría! - soltó, con un deje de enfado en la voz. - Que poca confianza tienes en mí. - se quejó la vampira, enarcando una de las cejas. - ¿Pretendes que me limite a confiar en ti cuando tu brillante plan es ir directa a una trampa mortal? - inquirió, tomando nuevamente la palabra de inmediato. - Desde que empecé a viajar contigo he visto más muertes de las que podría contar, sabía en lo que me metía al acompañarte pero no estoy dispuesto a permitir que te conviertas en otra más, no voy a recoger tu cadáver del campo de batalla ¿lo entiendes? - añadió, sin importar que hubiese otras personas escuchando.

Poco a poco, su voluminoso cuerpo de reptil se fue encogiendo, las escamas fueron sustituidas por piel y las espinas de la coronilla por una rebelde media melena de color castaño oscuro, Alister sabía que con su forma humana podía ejercer mayor influencia sobre la benjamina de los Calhoun, y no desperdiciaría su oportunidad de intentarlo. - Me niego a perderte, si cruzas al Oblivion sin el resto de centinelas inevitablemente te seguiré y sabes lo que ocurrirá entonces, me matarán. - musitó tomándola por los hombros, provocando que Elen uniese los labios con fuerza hasta convertirlos en una delgada línea, aquel comentario no le había gustado nada, mucho menos que tratase de chantajearla usando para ello su propia vida.

- Te lo prohíbo, no vendrás conmigo. - cortó la señora de sombras, de forma tajante. - No insistáis más, he tomado mi decisión. - agregó, apartándose del cazador para que su voluntad no vacilase. Buscando un pretexto para cambiar de tema, aunque conociendo al norteño sabía que iban a discutir sobre ello largo y tendido en cuanto se quedasen a solas, la de ojos verdes optó por aproximarse el pelirrojo, esperando obtener algunas respuestas que arrojasen algo de luz acerca de su origen. - ¿Y tú? ¿de dónde vienes? Nos has llamado gente del exterior, eso me intriga. - ni siquiera se habían presentado debidamente, quizá aquella fuese la ocasión para hacerlo.

Con una mezcla de incertidumbre y tristeza, Alister optó por acercarse a Huracán e Imargo con la intención de revelarles las sospechas que tenía desde que abandonaron Lunargenta. - No sé qué le pasa… es como si después de matar a Géminis hubiese perdido de vista el objetivo que tenía… por favor, no la abandonéis ante el enemigo… puede que ella no quiera vuestra ayuda pero yo sí os la pido… necesito que vuelva de ese inhóspito lugar. - susurró, aunque no le importaba que la joven lo escuchase, quizá así se diese cuenta de lo mucho que se preocupaba por ella.



Off: Elen y su simpatía...
Si alguno quiere meter algo de acción en el tema (que no sea pegarse con la sombra de odio) adelante, aún quedan unas cuantas rondas y el reclutamiento ha quedado claramente descartado.
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Mensaje  Anastasia Boisson Miér 3 Oct 2018 - 20:52

Nada. Escuché de brazos cruzados cada palabra de la peliblanca. Pero no había manera de conseguir que entrara en razón y se uniera a nosotros. ¿Qué es lo que había ocurrido durante su ataque a Géminis que la había cambiado tanto? Quizás lo mismo que a mí, o a Asher. Todos habíamos cambiado algo. Y el de Elen, fue quizás el más abrupto. Hice varios gestos de rendición con la cabeza, resoplando y sabiendo que la opción de la unión de los centinelas era historia. El siempre fiel Imargo, parecía resignado a entenderlo y volvió detrás de ella cuando ésta se había dado la vuelta, pero le detuve antes de que pusiera las cosas más complicadas de lo que estaban. Conocía muy bien a mi amiga y sabía que, si decía que no, era que no. E insistir no traería más que problemas.

-Déjala. – le susurré al leónico, tomándolo del brazo. El lince maldijo para sí mismo emitiendo un pequeño gruñido. Me adelanté antes de dirigirme, por última vez, a la otrora bruja. – Así sea, Elen. Informaré de tu decisión a Melena Blanca.

Por su parte, Alister se acercó a nosotros para disculpar los pésimos e incomprensibles modales de la benjamina de los Calhoun. Y a rogar que no la abandonáramos a su suerte. Lamentablemente, no era yo quien para evitar que hiciera aquello. Y seguir tensando la cuerda únicamente serviría para hacerla enfadar. Bella se me adelantaría a dar respuesta al dragón.

-Como dice el niño pelirrojo, soy demasiado vieja como para ceder a los caprichos de una niñata malcriada. – dijo sin cortarse un pelo, inclinándose hacia delante, mostrándole el índice al dragón. A continuación tiró de mi brazo. – Vámonos, Anastasia. No hay por qué seguir perdiendo el tiempo aquí.

Aquella era la versión que yo misma pensaba. Pero siendo Elen mi mejor amiga, pese a su tozudez, daría al dragón una respuesta más amable, que sin duda merecía.

-Aunque fuera con vosotros, yo tampoco tengo experiencia. – le dije seria al dragón, mirándolo a los ojos. - Aportaría poco más de lo que pudieras dar tú. – comenté visiblemente resignada, mirando al suelo. – Y en su estado actual, no puedo convencerla. Informaré a Melena Blanca, y luego ya veremos qué sucede. Imagino que iremos por la capa blanca. Mientras tanto, intenta hacerla entrar en razón, o retrasarla.

Algo resonó de detrás de un árbol. Pero no se veía nada. Avanzaba a paso muy lento, y me puse en guardia. De allí no tardó en salir una enorme criatura bípeda de casi dos metros de altura y probablemente de más de tres toneladas. El suelo vibraba con cada paso que daba, aunque desde luego, muy rápido no parecía. Si aquella cosa se mostraba violencia, no tardaría en abatirla a flechazos, porque a corrientes de aire sería imposible. En cualquier caso, pese a llevar un báculo y un sombrero de plumas, el animal no parecía agresivo.

Hipopoide:

-¿Me le na.? – preguntó abriendo su enorme boca a cada sílaba. Con una voz que parecía casi un bostezo. Era una especie de hipopótamo. ¡Pero por todos los dioses! Por aquello odiaba los bosques del este. De allí salían casi todos los especímenes de Aerandir. No pude evitar poner mi rostro de decepción. Yo era una cazadora de vampiros. No la cuidadora de una reserva animal.
-¡JAJAJA! ¿Este es de tu tribu, niño? – preguntó Bella, claramente con segundas, dando unos golpecitos en el hombro al muchacho. Quien sí lo parecía conocerlo era Imargo. Protector de los bosques del este junto al leónico. Parecía conocer bien a las gentes del bosque.
-¡Barrulius! – exclamó Imargo. - ¡No le ataquéis! ¡Es el jefe de una tribu amiga! – pidió el leónico al ver nuestro ímpetu de abatir al monstruo. - ¡Oh! ¡Estás herido, Barrulius! – dijo al acercarse al hipopótamo y ver que tenía arañazos a la altura de lo que sería su abdomen. Bella y yo nos acercamos a comprobar qué le ocurría.
-I mar go. – el animal se sentó, provocando un pequeño seísmo a su alrededor. Se tranquilizó al ver al leónico. Aunque se llevó las pezuñas a las heridas del abdomen, hecho por insectos considerablemente grandes.– Agua de poblado sucia. Nivel sube. Plaga de insectos. Sanguijuelas. Enfermedades. Hombres de Barrulius mueren. Algo envenena agua. Muerte y miseria, invade a hipopoidos. – Empleó más de un minuto para decir esta frase.

Yo me llevé las manos a la frente, desesperada. Imargo, dio una caricia a la criatura y, arrodillado, se giró para explicarnos a los presentes la situación de aquel curioso pueblo de los confines del mundo.

-La tribu de los Hipopoidos ha vivido siempre pacíficamente en el nacimiento del Río Rojo. Apenas hemos tenido que protegerlos nunca pues nadie se acerca hasta aquí. – informó mirando al suelo, sin comprender demasiado qué había atacado a aquella tribu. – Una plaga de insectos gigantes. Parece improbable, pero si no han surgido con la peste...
-¿Has dicho insectos, felpudo? ¿Agua envenenada? – preguntó una reflexiva Bella, apoyando la bota sobre un árbol y cruzándose de brazos. La bruja contaba con sobrada experiencia en el campo de las artes oscuras. Y es que Bella hacía buenas prácticas de ella. – Eso sólo podría ser obra de un mago oscuro, o un nigromante. Pero aquí, no hay clanes. O al menos yo no los tengo localizados. – Imargo y yo la miramos. Y ella se quedó sorprendida. - ¡Eh! ¿Por qué me miráis a mí? - preguntó comenzando a desquiciarse ante las atentas miradas que manteníamos.

Sin embargo, nadie la estaba acusando. Bella era brutal y sanguinaria. Pero ella jamás se centraría en hacer daño a una tribu de hipopótamos. Su tiempo "era mucho más valioso". Imargo simplemente la miraba pensativo ante su ocurrencia, y tras unos segundos siseó, mandándola callar. Entrecerró los ojos y se llevó los dedos a la sien. Reflexionando.

-A menos que sea el Aquelarre… - parecía sorprendido. – Están buscando a Melena Blanca. Hemos sufrido ataques, y sabemos que están operando en alguna parte de los bosques. Pues son los menos frecuentados del mundo. – El leónico se levantó, y miró a la criatura fijamente a los ojos. – Tranquilo, Barrulius, te ayudaremos. Y de paso, quizás saquemos algo en claro de donde está Querostraza.– levantó la mirada hacia Elen. - Huracán, no pongas esa cara. Te resultará divertido. - rió el animal después de ver mi cara de asco. Y es que lo último que pensé cuando me convertí en centinela sería que mi primera labor sería ayudar a una tribu de hipopótamos tribales y subdesarrollados. Aquello no era para mí. Para colmo Bella, a decir por cómo brincaba, parecía encantada con la idea de encontrarse con un pueblo de animales obesos. Elen fue su siguiente objetivo. - ¿Y contigo, Elen? - Y por último miró al muchacho pelirrojo. Él era quien más idea parecía tener del terreno y, por tanto, quizás pudiera guiarnos hasta el poblado. Por ello, se dirigió a él. – Chico, ¿conoces la zona? ¿Crees que podrás llevarnos hasta el poblado de los hipopoidos?

*Off: Propongo esto por salir un poco de lo típico de vampiros y enemigos gigantes. Avanzad como queráis ^^.
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Mensaje  Kosir Jue 4 Oct 2018 - 22:06

Las negociaciones no marchan bien para una de las partes, por lo que el chico puede entender… la mujer que conocen como Elen es bastante cabezota, sin duda puede ver reflejada su propia personalidad en ella.

No importa cuántas estrategias utilicen o con que lindas palabras adornen la petición, la respuesta sigue siendo no. Tal determinación es algo que Kosir no veía desde que dejo bosque negro, quizás no todos los exteriores son iguales.

Los elementos en derrota no se toman muy bien su fracaso, parecen dispuestos a retirarse aunque el cambiaformas les detiene algunos instantes. Se nota quienes son los más racionales y por ende los menos propensos a una batalla gloriosa.


Soy Kosir y vengo de bosque negro, llevo pocas lunas entre ustedes… no solemos salir mucho.

Responde a la chica de cabello blanco, es posible que no haya oído hablar de dicho lugar como tantos otros. Es un sitio muy hermético, prácticamente aislado de los problemas que suelen aquejar al enorme mundo.

Admito que la gente de afuera me sigue pareciendo totalmente demente.

Un dato sincero, si pusieran a un forastero en bosque negro no tardaría mucho en morir por multitud de factores. Nadie suele adentrarse mucho en el lugar y las tribus que tienen contacto amistoso con el exterior son contadas.

Mientras hablan un ligero temblor se hace imposible de ignorar, cuando su dueño aparece Kosir no sale del asombro por varios minutos. Sabe que los seres bestiales tienen formas variadas pero esta se ve peligrosa… y sabrosa.


¡¡Pido el muslo!!

Dice mientras empuña su mandoble, por desgracia no le dejan descargar su arma… otra vez. Pese al aspecto peligroso de la criatura resulta ser un personaje aliado, menudas situación más extraña para el muchacho.

Bueno… otra noche de conejo
“suspira”.

Resulta que el ser enorme está herido y eso no es todo, algo aqueja a su clan. Pese a sus ideas iniciales Kosir comienza a sentirse identificado con el tribal individuo, existen muchas semejanzas entre las comunidades salvajes sin importar el aspecto de sus habitantes.

Gato “arroja una bolsita con pasta medicinal de hierbas” esto ayudara.

El joven tarda un par de minutos en entender el doble sentido que la anciana oculta en su pregunta, termina por emitir un sonido de desagrado pero nada más. Ya la deuda de sangre está satisfecha y debe esperar un día al menos para iniciar otro conflicto con el mismo personaje.

No soy de esta zona pero llevo tres días recorriendo el lugar, su karat está en esa dirección “señala al norte”.

Nunca se acercó, sabe bien que los clanes tienen sus reglas. En realidad jamás vio de primera mano a los habitantes pero cuando olfateo la fogata y diviso algunas estructuras tuvo bien claro que era un poblado… también tropezó por mera mala fortuna con una enorme montaña de porquería pero ese detalle no lo contara.
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Mensaje  Elen Calhoun Dom 7 Oct 2018 - 11:37

- No estaba hablando contigo. - soltó de forma brusca el norteño, obsequiando a la inestable hechicera una fría mirada. Para él Bella no pintaba nada en aquel asunto, solo Huracán o Imargo podrían hacer algo al respecto. Por suerte la cazadora se mostró más agradable que su acompañante, pero tenía razón, acababa de recibir su reliquia y le faltaba experiencia como centinela, situación en la que también se encontraría el líder nómada. Eso dejaba a Melena Blanca como su única esperanza, pero antes de poder hacer algo por la benjamina de los Calhoun, el leónico necesitaba recuperar su artefacto de manos de Frendel y Querostraza, tarea que no resultaría sencilla. - Espero que lo consigáis, yo trataré de convencerla para que os acompañe. - musitó, mirando a la vampira por el rabillo del ojo mientras ésta hablaba con el pelirrojo.

- El bosque negro… no he estado allí. - comentó Elen, ignorando la conversación que tenía el dragón con los demás para centrarse en las palabras del muchacho. Había visto la zona marcada en algún que otro mapa pero su camino nunca la había llevado hasta aquel lugar, aunque ahora que sabía que estaba poblado quizá fuese una buena idea visitarlo. ¿Cómo serían sus habitantes? ¿Tendrían algo de valor que compartir con el resto de Aerandir? Éstas y otras preguntas fueron tomando forma en su cabeza, Kosir había conseguido despertar su curiosidad, pero una sucesión de sacudidas en la tierra impidieron que siguiese sacando información al guerrero.

Pronto el causante de las vibraciones salió por entre la vegetación, convirtiéndose en el centro de todas las miradas no solo por su apariencia, sino también porque estaba visiblemente herido. La criatura de la noche observó con confusión al recién llegado, era la primera vez que veía a una bestia semejante y eso la hacía cuestionarse quién podría haberle hecho aquello en el abdomen.

El hipopótamo, o al menos era a lo que se parecía, buscaba a Melena Blanca, pero en vez de dar con el ex protector del Este los había encontrado a ellos, provocando que Imargo saliese inmediatamente en su defensa para evitar un ataque por parte de cualquiera de los presentes. Según el felino era un aliado, el jefe de una tribu amiga, así que no había motivos para considerarlo como una amenaza sino más bien lo contrario, algo malo estaba pasando en el bosque y debían averiguar de qué se trataba.

- El jinete que mencionó Anastasia… puede que ya haya empezado a atacar las aldeas cercanas. -
pensó, al tiempo que se acercaba al animal para poder escucharlo mejor. - ¿Qué te ha pasado? - inquirió, colocándose a su lado mientras Kosir, dejando en un segundo plano sus ganas de pelear, arrojaba una bolsa al leónico para que pudiese encargarse de los arañazos que tenía en el vientre. Con esperanzas de que alguno de los Tarmúnil andase por la zona, por mal que pudiese sonar dadas las consecuencias, la señora de sombras cruzó los brazos sobre el pecho y aguardó el relato de Barrulius, pero éste la decepcionó visiblemente.

Ningún extraño se había presentado en la tribu para arrasarla, no, solo se enfrentaban a una especie de plaga relacionada con el agua, algo que no veía muy propio de su enemigo, no tras todas las pesadillas de los años anteriores. Sin embargo, debía recordar que la presencia de aquellos individuos era capaz de corromper cuanto los rodeaba, justo como había pasado en el templo de lo elfos… quizá tuviese que investigar un poco más antes de dar por perdido el asunto.

La intervención de Bella, sorprendentemente útil para variar, hizo que considerase otra posibilidad, que al igual que en Lunargenta y las ciudades vecinas, el aquelarre estuviese haciendo de las suyas en aquella zona. Esa idea no le hizo gracia, ya había tenido algunos problemas con sus miembros y a juzgar por las siguientes palabras del felino, Melena Blanca también los estaba teniendo… le buscaban. - Frendel no puede manejar la reliquia hasta que su verdadero portador muera… tal como ha pasado con Vladimir. - se dijo interiormente, atando cabos con lo que su amiga le había dicho anteriormente y lo que ya sabía. Su rostro adoptó una triste expresión al caer en la cuenta de que Tarivius lo sabía, aceptó ayudarla sabiendo que para darle el cargo de centinela del sur él debía desaparecer.

- Voy con vosotros. - respondió a Imargo, cerrando los puños con fuerza durante unos segundos. - Pero solo por ésta vez. - añadió, antes de que el lince se pudiese emocionar creyendo que había cambiado de opinión. Por el rabillo del ojo, la vampira pudo ver como su compañero dejaba escapar un suspiro de alivio, aquello era un comienzo, y si encontraban al líder de los leónicos existía la posibilidad de que la hiciese entrar en razón sobre la batalla contra los jinetes, necesitaba creer en ello.

Una vez señalada la dirección a seguir gracias a Kosir, que llevaba varios días vagando por el bosque, la de cabellos cenicientos se puso en marcha a paso ligero, sin preocuparse por el hecho de que el enorme hipopótamo los acompañase o no. Barrulius no estaba en su mejor momento pero había recibido algo de tratamiento gracias al remedio que aportó el muchacho, ¿sería eso suficiente para que volviese a ponerse en pie y recuperase las fuerzas? Pronto lo verían.

Con el dragón a su lado, la de ojos verdes empezó a internarse en la vegetación esperando que el medallón reaccionase a algo, pero mientras la cazadora estuviese cerca el rubí interferiría con su colgante, inutilizando su poder de detección. - Alister… será mejor que te transformes. - susurró, intentando que el resto del grupo no la escuchase. - ¿Qué ocurre? - preguntó él, mirándola con cierta preocupación. - Las almas están inquietas… creo que la sombra de odio va a volver en breve. - indicó, con un hilo de voz. - Entonces será mejor que nos demos prisa, si llegamos a su campamento los insectos podrán entretenerla. - soltó, queriendo aprovechar, en la medida de lo posible, la maldición que el Hombre Muerto había impuesto a la joven.

Elen asintió y aceleró el paso, mientras el alado, haciendo caso a su petición, cambiaba de forma para garantizar la seguridad de los demás. Por suerte el hombre bestia les había despejado un camino con su peso, por lo que no tardaron en divisar las primeras estructuras y por desgracia… también los primeros cadáveres, que yacían tirados sobre la tierra, algunos aún intactos, pero otros no tanto. La criatura de la noche se detuvo e hizo un gesto al resto para que hiciesen lo mismo, guardó silencio y aguzó el oído, alcanzando a escuchar varios aleteos y algunos chasquidos… los insectos gigantes seguían allí, probablemente alimentándose de cuanto podían antes de ir a otro lugar.

- Dejad que vaya yo primero, Alister, ya sabes lo que tienes que hacer. - musitó, apartándose del grupo rápidamente mientras la creación del Nigromante comenzaba a apoderarse de su cuerpo. - Elen provocará a esos bichos para que la ataquen, así estará ocupada hasta que la posesión termine, mantened las distancias con ella. - informó con tono serio, posando sus alargadas pupilas sobre Bella y Kosir, que seguían siendo los individuos que menos confianza le inspiraban.

El conflicto no se hizo esperar, en cuanto los insectos detectaron vida a su alrededor se abalanzaron sobre el oscuro ser, que obligado a defenderse, descargó contra ellos toda su furia.



Off: Disculpad la tardanza, semana de exámenes >.<
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Mensaje  Anastasia Boisson Mar 9 Oct 2018 - 21:05

El adolescente entregó a Imargo una bolsa con objetos curativos que el leónico no tardó en agradecer y utilizar. El joven también parecía dispuesto a guiarnos hasta el poblado de los hipopótamos. Y ante el ímpetu de Imargo y la iniciativa del resto del grupo, Elen incluida para la sorpresa, simplemente resoplé y descrucé mis brazos y piernas del árbol sobre el que me apoyaba para ponerme a caminar. Ayudar a un puñado de hombres bestia escapaba de mis competencias como centinela o cazadora. Pero quizás descubrir algo del paradero de la capa blanca o de los movimientos del Aquelarre nos resultara útil.

Kosir nos indicó la dirección y Alister y Elen lideraron la batida. Imargo iba en medio y Bella y yo, como de costumbre, acostumbrábamos a ir las últimas. Gracias al camino abierto por el mastodonte, no tardaríamos en llegar al poblado. De chozas de maderas semienterradas en el río, revelando las pésimas condiciones y el tribalismo de aquella civilización perdida en los confines del bosque.

En este caso, lo de “perdida” le vendría como anillo al dedo. Algunos de los hipopótamos estaban muertos. Otros, simplemente se arrastraban con rasgaduras e inflamaciones propias de picotazos de aquellas moscas venenosas que volaban y tenían el tamaño de la cabeza de un niño humano. - ¡Por todos los dioses! ¡Qué masacre! ¡Tenemos que espantar a estos bichos! – clamaba un Imargo sorprendido. El valor del leónico para lanzarse el primero contra cualquier amenaza era entrañable. Pero combatir moscas gigantes a base de espada y escudo no era lo óptimo. Quedando patente una vez más que su intelecto era inversamente proporcional a su valentía.

En mi caso, tras emitir un breve gruñido de asco retrocedí un par de pasos. Generalmente odiaba todo tipo de animales, pero con los insectos tenía una guerra particular que no podía ganar. Eran simplemente asquerosos. Y aquellos eran gigantes. Mis habilidades de viento poco podrían conseguir. Y si fuera tan descerebrada como Imargo quizás me dedicara a abatirlos a ballestazos. Pero aquello no era una opción.

Creí erróneamente que Alister se estaba convirtiendo en dragón para despacharlo. Pero lejos de ello, su intención era controlar el espíritu maldito que Elen albergaba en su interior. Y que éste se encargara de acabar con los insectos.

-Joder, ¿otra vez el espíritu? ¿Cada cuánto tiempo sale?– pregunté a Alister, preocupada por las capacidades de mi amiga de desenvolverse en una hipotética batalla contra los jinetes. Si sus posibilidades de salir viva me parecían pocas. Aquella criatura las dilapidaría totalmente.

Las garras afiladas de Belladonna, tomándome del brazo, me sacaron de mi breve charla con el alado. - ¡Mira, Anastasia! ¡Mira allí! – exclamó mientras señalaba al otro lado del ancho río marronáceo. Entre moscas e hipopótamos podía verse una figura masculina y encapuchada, que apoyada sobre un báculo, observaba la escena. Lo miré de reojo, tratando de evitar que nos viera. Sí. Si desaparecía de la escena disimulando y volaba al otro lado del río quizás pudiésemos sorprenderlo… Pero todo aquello eran falsas ilusiones. - ¡A POR ÉL! – bramó la bruja con total indiscreción, señalándolo antes de convirtirse en estela de humo negro para cruzar un río que de otro modo podría ser complicado de atravesar.

Pese a que grité a la bruja para que no lo hiciera, no tardó en lanzarse contra el mismo. Sin ningún tipo de plan o idea previa. Y el hombre no tardó en utilizar un poderoso hechizo luminoso que al chocar con el humo de Bella lo deshizo y mi madre acabó por los suelos chillando y diciendo palabras “poco educadas” en lo que había sido una nueva pésima exhibición. La otrora poderosa hechicera no aceptaba que desde los eventos de la purificación había perdido habilidades mágicas a costa de mejorar su aptitud mental.

-No es un nigromante. – deduje en voz baja, al ver que el encapuchado había utilizado magia de luz. De hecho, ni siquiera era un brujo. Sólo había visto a los elfos utilizar una magia semejante. ¿Pero qué hacían allí, tan lejos de Sandorái? ¿Y cómo había invocado las moscas? Fuera como fuera, había que entrevistar a aquel tipo.

Mientras Bella era atacada, canalicé el viento sobre mis pies para hacer un increíble salto hasta la otra ladera del río. Por su parte, Imargo quería hacer frente al tipo, pero no tenía manera de cruzar el canal. Si bien consiguió distraerle defendiendo de su escudo, por lo que yo, en pie al otro lado, desenfundé las ballestas de mano y disparé simultáneamente con ambas.

El encapuchado se protegió de ellos con una especie de escudo que movía según mi posición de tiro. Traté de moverme y saltar mediante volteretas tratando de buscar un hueco, pero no había manera. Con sus manos colocaba la barrera defensiva de tal manera que los virotes se desintegraban al entrar en contacto. Cuando me quedaba sin virotes, corría a esconderme detrás de un árbol para recargar. Y entonces, era yo la atacada con haces lumínicos que partían la madera tras la que me tapaba. Gruñí asustada al sentir las astillas rasgar mi rostro, pero al menos pronto estuve apta para volver a salir, elevándome con una corriente de viento y una grácil voltereta. Y él volvía a protegerse.

Al menos, seguiría distrayéndolo mientras alguno de mis compañeros conseguía pasar al otro lado y distraerlo. Antes de que se me acabaran los virotes, claro.
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Mensaje  Kosir Miér 10 Oct 2018 - 2:35

Sin mayores conversaciones todos avanzan en la dirección correcta, rumbo al pueblo de los seres extraños. Atrás dejan al gigante para que descanse y recupere fuerzas, en esta batalla estará indispuesto.

Recorren un camino previamente despejado por la silueta de su aliado bestial enorme, entre menos maleza rara mejor… Kosir aprendió de mala manera que las hojas de pantano no son siempre amistosas.

Llegan a una escena desolada, el pueblo ha sufrido un ataque directo y muchos de sus habitantes yacen muertos o a las mismas puertas de Arzul. Sin duda un triste final para cualquier comunidad aislada.

Cuando el muchacho busca enemigos “bastante molesto vale destacar” se encuentra con un tipo de criatura repulsiva, su semblante pasa a transformarse en uno de asco mientras mira con desprecio los causantes de la matanza.


Bichos… Nesner, ¡Odio los bichos!

Son asquerosos, ni siquiera da satisfacción matarlos. Aunque los que pululan por la destruida aldea parecen ser un enjambre entero, el joven salvaje no duda dos veces en desenfundar su mandoble y…

¿¡Otra vez!?

En un giro curioso de los acontecimientos su elemento más cambiante vuelve a tomar una forma oscura, parece tener la maldición del avatar de venganza con todo lo que eso implica. Kosir suspira ante las instrucciones del dragón pues no planea romper sus costumbres para atacar otra vez al ser distorsionado.

Por suerte sus plegarias pidiendo un enemigo digno son oídas, otra figura siniestra aparece en un lateral y aunque recibe cierta embestida directa por parte de la anciana chaman sale bien parada del breve encuentro.

Mientras el avatar combate a las moscas y su amigo dragón permanece vigilante, todos los demás avanzan para interceptar al nuevo peligro. Utiliza tretas mágicas basadas en la luz cosa que recuerdan al joven enemigos dejados en bosque negro.


Esto debe ser… ¿¿¡¡Porque dioses!!??

Brama al verse en el lado equivocado del rio, tal parece que sus ancestros no desean que combata en esta oportunidad. Cuando nota que la amenaza objetivo se encuentra inmovilizada el furioso bárbaro arroja su mandoble como si fuera un hacha giratoria.

Sin mirar el resultado salta al agua y comienza a nadar, el rio tiene buen caudal pero no es la primera vez que debe luchar contra una corriente fuerte. Hoy peleara bien así tenga fabricarse un enemigo con barro.

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[Guerra de Lunargenta] El principio del fin... [Libre] [3/3] [Cerrado] Empty Re: [Guerra de Lunargenta] El principio del fin... [Libre] [3/3] [Cerrado]

Mensaje  Elen Calhoun Jue 11 Oct 2018 - 9:50

- Esa es una buena pregunta. - pensó el reptil, al escuchar a la cazadora. - No hay un tiempo determinado, hay días en que toma el control de su cuerpo dos o tres veces, otros solo una y en ocasiones ni siquiera aparece. - contestó, sin quitar ojo de encima al oscuro ser. La maldición del Nigromante seguía siendo un misterio para ambos, pues a pesar de que habían tratado de buscar un patrón o desencadenante para las posesiones, no lo habían encontrado, al menos no de forma clara. Sin embargo, ambos sabían que cuando la joven entraba en combate las posibilidades de transformarse se reducían, ¿tendría algo que ver con el ansia de matar de la sombra? ¿acaso se mantenía en un segundo plano mientras su odio se reflejaba en las acciones de la centinela? No podía asegurar nada, pero había estado dando vueltas a esas ideas durante las últimas semanas.

Una sospechosa silueta llamó entonces la atención de Bella, consiguiendo que momentáneamente, todos se fijasen en el individuo que observaba el lugar desde el otro lado del río. Estaba apoyado en un báculo, lo cual indicaba que podía tratarse de un brujo o alguien relacionado con la magia, justo el tipo de culpable que buscaban para lo que estaba ocurriendo en la aldea de hombres bestia. Debían planear cuidadosamente su próximo paso si querían conservar la ventaja del factor sorpresa.

Desgraciadamente, la escandalosa ex miembro de la Hermandad optó por un ataque frontal, echando a perder la oportunidad que tenían y recibiendo en respuesta el impacto de un brillante conjuro, que nada más tocar la negra niebla en que se había transformado, la envió contra el suelo. - ¿De verdad no es capaz de controlarse? ¿ni siquiera un poco? - musitó el dragón, negando con la cabeza. Sin embargo, el error de Bella les había dado algo de información, no se encontraban ante un mago como pensaban, a juzgar por el tipo de hechizo que había lanzado lo que tenían delante era un elfo, detalle que en vez de dar respuestas a la situación de los Hipopoidos, creaba más preguntas.

Huracán no tardó en unirse a su acompañante, salvando la distancia que los separaba con sus poderes de viento para iniciar el ataque sobre su objetivo, que de forma semejante a la que habían visto usar a Nelo en el bosque, se protegió con un escudo creado a partir de su poder. Sin duda alguna el extraño estaba en desventaja, pero no parecía preocuparse por ello, ni siquiera cuando Kosir decidió unirse a la lucha, arrojando su arma contra él para cruzar el río a nado.

Incapaz de detenerse a mirar lo que ocurría con la espada, Alister volvió a clavar la vista sobre la creación del Hombre Muerto, la cual, al percibir la cercanía del muchacho, estuvo tentada de cambiar de oponente y dejar atrás a las moscas. El pelirrojo era una víctima más interesante, era humano, podía aplacar su sed de sangre arrebatándole la vida a él en vez de a los repulsivos insectos, pero en cuanto la criatura decidió moverse hacia el chico, una barrera de fuego se interpuso en su camino, por obra del dragón. Aguafiestas, eso podría haber pensado la bestia, si hubiese sido capaz claro, pero en su distorsionada mente solo había una idea, matar.

Consciente de que atacar al alado solo serviría para que volviese a encerrarla en otra llameante prisión, la sombra gruñó guturalmente a modo de queja, instantes que las moscas aprovecharon para echársele encima de nuevo, obligándola a defenderse. Manipulando su cuerpo, la bestia sustituyó sus alargadas manos por afiladas garras y comenzó a lanzar zarpazos al aire, cortando por la mitad a algunos de los bichos, pero la tenían rodeada, era hora de cambiar de estrategia y equilibrar la balanza.

Rápidamente, el oscuro ente se fragmentó hasta convertirse en una agrupación de deformes trozos, que en cuestión de segundos adoptaron la silueta de cuervos, formando una numerosa bandada que no dudó en abalanzarse sobre sus asquerosas adversarias. Aquello dio lugar a una batalla campal entre aves e insectos, en la que poco a poco, los pájaros se fueron imponiendo gracias a su superioridad numérica.

Alister observó la escena desde donde estaba, aguardando a que su compañera regresase y encargándose de los rezagados con las espinas de la cola, lo que dejaba para Huracán, Bella, Kosir e Imargo la tarea de reducir al culpable, al menos de momento.

Cuando finalmente las moscas fueron abatidas, la creación de Randall Flagg volvió a tomar su forma original, y poco después abandonó el cuerpo de la vampira, devolviéndole el control hasta la próxima vez que pudiese apoderarse de ella. - Aghh, que asco. - soltó Elen al verse en mitad del montón de bichos, cuyos viscosos fluidos no tardaron en mancharle las botas. - ¿Dónde están los demás? - se preguntó, ya que lo visto o sucedido durante la posesión quedaba fuera de sus recuerdos. Por suerte no tardó en dar con ellos, se encontraban al otro lado del río, aunque quizá llegase algo tarde para ayudarlos con el culpable de todo aquello.

- Vamos, agárrate a mí. - instó el reptil, situándose a su lado para que pudiese subirse a su lomo y de ese modo cruzar sin tener que tocar el agua.
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Mensaje  Anastasia Boisson Dom 14 Oct 2018 - 16:00

El elfo era veloz en sus hechizos y contaba con una amplia gama de habilidades lumínicas que le hacían un adversario complicado. Contando con habilidades defensivas a distancia, era difícil que consiguiera batirle a base de golpes. En uno de mis saltos mientras disparaba, el orejaspuntiagudas consiguió acertar con un rayo de luz en mi mano, haciendo que mi ballesta saliera despedida y yo acabara en el suelo.

-¡Ah! ¡Mierda! – grité, casi arrastrándome por el suelo tras el árbol, empujando la mano contra las partes más frías de mi armadura. La sensación de mi extremidad al hechizo del elfo era de resquemor. Similar a la de una quemadura puntual con un líquido hirviendo. Mejor que nadie sabía que no podía parar de combatir. Mi ballesta de mano había ido a parar lejos.
-Entrégame tu reliquia, centinela. – clamó el elfo, desde lejos, observando el árbol, con ambas manos iluminadas. – Lo que te pueda hacer yo no es comparable a lo que pueden hacerte los jinetes.
-Y una mierda, gilipollas. – mascullé detrás del árbol, con odio y casi mordiéndome los dientes.

Pero como era ya una costumbre, los “malos” solían perder por la boca todo cuanto ganaban en combate. Y en aquella ocasión el tipo no esperaba que el joven Kosir le atacaría lanzándole su arma. Si algo nos diferenciaba a los cazadores es que sabíamos discernir los momentos en los que había que hablar, de los que se debía cazar. Y aquella era la oportunidad perfecta para reponerme.

Salí a por el arma de nuevo, la cual atraje con mi telequinesis. Y para cuando el elfo se repuso y se dispuso a lanzar nuevos haces de luz, me volví una con el viento y me convertí en una estela de humo, con la que conseguí esquivar el impacto. En ese momento, todos los demás intentaban pasar al otro lado del río. Unos a nado, otros a pie, y otros, como Elen, lo hacían a lomos de Alister.

El tipo continuó lanzando una tras otra ráfaga de luz, que yo esquivaba elevándome en los cielos. Y danzando alrededor de éstas con gran agilidad. Llegado una cierta altura, ya tenía suficiente ángulo para aproximarme. Por lo que volé en picado hacia él. Cuando la estela tocó el suelo, liberó una fuerte corriente de viento que hizo que el elfo saliera despedido contra los árboles. Y mi silueta asomó entre el humo que se disipaba, con la ballesta pesada apuntándole.

Disparé a la pierna sin dudar un segundo. El grito del hombre se escuchó en todo el bosque, y yo me acerqué sin vacilar. Ya todos, a excepción de Bella, se encontraban en esta orilla del río. Por lo que el tipo, malherido y viéndose superado en número, no tardó en rendirse. Imargo lideraría la batería de cuestiones acerca del misterio de aquel elfo.

-Qué bien te manejas, maestra. – afirmó el leónico mientras guardaba mi arma. Imargo aún no me conocía, pero le devolví una sonrisa de autosuficiencia. Llegó a la altura del orejaspuntiagudas, al que despojó de su capucha para poder ver su rostro. El hombre tenía una edad media, era rubio y de piel nívea. Casi blanquecina. - ¿Qué hace un elfo tan lejos de sus tierras? – preguntó Imargo. Arrodillándose y poniéndose a escasos centímetros de su rostro. - ¿Y qué interés puede tener en venir desde tan lejos para envenenar un poblado de inofensivos hipopoides? – tomó entonces su rostro y le miró fijamente. - ¿Trabajas para alguien?

El elfo dejó que su rostro se moviera al son que marcaba la mano del hombre bestia. Miró al suelo y comenzó a reír como si creyese tener el control de la situación.

-Hipopoides… Ni siquiera era consciente de que había asquerosos hipopótamos en este río. – dijo con todo el desprecio del mundo. – Soy Ethelyn, del clan Ezelhart. Y estoy aquí a órdenes del sabio de mi pueblo. – el tipo miró al cielo. - Ha tenido una premonición. Una visión de algo mayor. Los jinetes oscuros están llegando. Y los elfos Ezelhart estamos aquí para favorecer su retorno.

Con este testimonio, parecía que aquel tipo no tenía relación alguna con los nigromantes del Aquelarre, pero sí con los Jinetes Oscuros. Imargo tendió la vista principalmente hacia nosotros. Como queriendo saber qué opinábamos al respecto. Si bien yo al menos no me pronunciaría. Al volver a mirar al elfo. Éste, volvió a reír.

-La contaminación del agua de este río por medio de los insectos es uno de los elementos del ritual que está próximo a comenzar. Cuando mi hermana Alnera lleve a cabo el otro requisito, ya no habrá marcha atrás. Los jinetes habrán regresado. – El elfo pegó su rostro al de Imargo. Sus ojos reflejaban sangre. – Ahora, podéis acabar conmigo si eso os reconforta. Mi muerte forma parte de la profecía.

Fuera como fuera, el elfo no parecía dispuesto a hablar. A mí no me importaba lo más mínimo, pero permitiría que los demás fuesen quienes decidieran su destino. Quizás Elen, Imargo o Kosir quisiesen arreglar cuentas pendientes.

Mientras los demás atendían al tipo, me centré sin moverme en buscar con la mirada preocupada a Belladonna. La cual había desaparecido desde que el elfo la derribara.

*Uso de habilidad: Nivel 4 - Tinte de los Boisson. Nivel 5 - Liberación de aire.
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Mensaje  Kosir Lun 15 Oct 2018 - 18:39

No se le puede restar utilidad a las energías chamánicas, al menos en lo que respecta cruzar un rio atravesado. En un giro molesto de los acontecimientos Kosir es superado por todos menos el gato parlante.

Cuando llega a la otra orilla se reincorpora rápidamente. Logro ver entre vistazos rápidos instantes atrás que su mandoble encontró resistencia, cierta armadura de luz salva al enemigo costándole el equilibrio.

El muchacho busca entonces su arma con velocidad, desgraciadamente la mujer del cristal rojo consigue ganarle en la carrera por neutralizar al rival… sin duda no es su día de suerte, los ancestros hoy fueron poco benévolos.


Oner “masculla con cierto odio”.

La batalla culmina y cuando la mujer poseída aparece montando su amigo dragón se hace patente de que las moscas son historia antigua, menudo grupo loco término por encontrarse casualmente el joven.


No sé si los dioses los aman o los odian jajaja.

Dice por todas las habilidades raras de las que fue testigo hasta ahora, comienza a pensar que el aislamiento de bosque negro es un mecanismo de defensa para evitar la visita de personajes complicados.

Dagenle… orejas picudas.

Ahora entiende la fortaleza del enemigo, su raza suele tener mucha destreza. Los brumosos han tenido encuentros “todos hostiles” con dicha gente, es motivo de orgullo para ellos asesinar a uno en combate.

El gato se encarga de sacarle información al personaje derrotado, rebela una trama curiosa aunque sin mucho significado para Kosir. Es claro que el enorme mundo exterior tiene sus propios problemas.

La arrogancia del sujeto es casi épica, parece totalmente convencido de lo que argumenta. Eventualmente llegan al final del dialogo, momento de definir un desenlace para su curioso adversario.


Matar a alguien derrotado no trae honor “se acerca al dagenle” si logras acabar conmigo podrás irte y nadie te detendrá.

Con cierta sonrisa maliciosa el adulto joven se voltea, acto que aprovecha su contrincante para iniciar un ataque chamánico. Es suficiente con decir que la desesperación puede ser una traba peligrosa, como bien evidencia ahora la cabeza orejona separada de su cuerpo gracias a un corte limpio de mandoble.

Glorioso.
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Mensaje  Elen Calhoun Miér 17 Oct 2018 - 15:58

Sujetándose con fuerza a las espinas que cubrían la columna vertebral del dragón, Elen observó desde lejos el enfrentamiento que tenía lugar entre su amiga y el extraño, alcanzando a escuchar algunas de las palabras que intercambiaban gracias a su agudo oído. Torció el gesto, no es que quisiese la ayuda de sus hermanos, no los necesitaba para nada… pero que aquel individuo se atreviese a exigir el rubí y nombrase a sus enemigos consiguió molestarla, ¿acaso era un enviado de los Tarmúnil para reunir las reliquias? ¿de verdad habían caído tan bajo como para mandar a otros a hacer su trabajo? Definitivamente no le agradaba la idea.

Por suerte Huracán no tardó en imponerse gracias a la combinación de su elemento y armas, dando tiempo al resto para cruzar el río y dejar claro al elfo que no tenía caso seguir luchando, la superioridad del grupo era aplastante.

Mientras la de cabellos cenicientos volvía a tocar tierra firme, bajándose del lomo de su compañero, Imargo tomó la iniciativa y se encargó de interrogar al sujeto, el cual ni siquiera había reparado en la tribu de Hipopoidos a la que sus actos habían traído la desgracia. Pronto empezó a hablar, presentándose y asegurando que su presencia en aquel punto concreto del bosque se debía a los designios de algo superior, la premonición que auguraba el regreso de los jinetes oscuros a aquel plano, villanos a los que su clan deseaba apoyar.

- Estúpidos, como si fueran a agradecéroslo. - soltó la joven, cruzando los brazos sobre el pecho y poniendo los ojos en blanco. Su breve visita al pasado le había dejado claro que para los Tarmúnil no habría excepciones, solo querían destruir y matar a tanta gente como pudiesen, motivo por el cual estaba segura de que tanto Ethelyn como su pueblo se convertirían en víctimas de su regreso, quizá las primeras. Ella misma, aún bajo la apariencia de una hija del bosque y habiéndolos defendido de los tempóreos había recibido la clara amenaza de su enemigo, no pararían hasta arrasar Aerandir.

Las siguientes palabras del hombre solo consiguieron que lo mirase enarcando una ceja, ¿un ritual? ¿acaso estaban haciendo algo semejante a lo que intentó Verzhela en el templo meses atrás? - Que vengan, los estoy esperando. - dijo con voz fría, al tiempo que desenvainaba la daga que el leónico le había obsequiado en su día, detalle que atrajo su atención. - ¿La has reparado? Pero si tenía el filo destrozado. - comentó, algo confundido. - No, se arregló por arte de magia y ahora está impregnada con el veneno de los jinetes… un solo corte y morirán como las ratas que son. - respondió con una sonrisa maliciosa, clavando los ojos en el rostro del elfo. Si no tenía que sobrevivir al proceso ¿por qué alargar más aquella situación?

Kosir también parecía a favor de acabar con la vida del desgraciado, tanto que se le adelantó, cortando el aire con su mandoble y cercenando por el camino la cabeza del estúpido “invocador”. - Me gusta su determinación, podríamos llevarlo con nosotros. - musitó Elen, provocando que el alado la mirase y negase con la cabeza. Su batalla era algo serio, no podían empezar a reclutar gente en cualquier parte, no cuando la verdadera ayuda era justamente la que la vampira se negaba a aceptar. Tras dejar escapar un suspiro de resignación, la benjamina de los Calhoun devolvió su arma a la vaina e hizo lo posible por ignorar el intenso olor de la sangre, su trabajo allí había terminado y era hora de que cada cual tomase su camino.

- Bueno, el río sigue envenenado… los Hipopoidos que hayan quedado tendrán que marcharse a otro lugar o buscar a un sacerdote para que purifique las aguas. - comentó, desviando la vista hacia el caótico poblado. - Prestaré primeros auxilios a cuantos lo necesiten pero luego nos marcharemos… - prosiguió, centrándose ésta vez en el grupo. - Espero que os vaya bien con eso de buscar la capa blanca, si ves a Frendel dispárale a la cabeza de mi parte. Y tú… tienes mucho potencial, quizá volvamos a encontrarnos más adelante, a menos que decidas volver al bosque negro y dejar atrás este mundo de locos. - añadió, dedicando las primeras palabras a su amiga y las últimas al pelirrojo.

Para su edad había demostrado una gran resolución, y dejando de lado el hecho de que buscaba un duelo a la mínima de cambio, verle en acción y la entereza con que miraba a su víctima, sin dejar que la imagen le afectase, terminó de convencerla de que estaba ante un guerrero preparado.  

Sin más que añadir, la pareja esperaría unos instantes antes de volver a cruzar el río para buscar supervivientes entre los hombres bestia y atender a los heridos, luego regresarían sobre sus pasos hasta la cueva, donde trazarían un nuevo rumbo que los guiase directamente hacia los jinetes.
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Mensaje  Anastasia Boisson Jue 18 Oct 2018 - 20:57

Elen respondió con desprecio a las palabras del tipo. Yo únicamente la observé lateralmente. Mi amiga utilizaba unos tonos excesivamente agresivos que cada vez me gustaban menos. Y es que aún tenía bien frescas en mi memoria sus carnicerías en la granja de aquel terrateniente que soñó ser asesinado a manos de Vicky Black, o en el nicho de chupasangres de Lunargenta. Estaba claro que no había vuelto de Isla Volcánica normal. Su manera de desenvolverse en combate era cada vez más brutal. Sanguinaria.

Y, no sabía muy bien por qué, había algo dentro de mí que me hacía sentirme responsable de ello. Quizá fuera el hecho de que, como amiga suya, no fui capaz de reconducir su carácter cuando tuve la oportunidad. Quién sabe…

Salí del ensimismamiento cuando el graznido de un cuervo anunció el final del elfo. El mocoso le había cortado la cabeza. Y me sorprendió su desempeño. Un tajo elegante en el cuello. Rápido y muy fino. Y no fui la única pues la propia Elen se mostró asombrada. Era raro ver a un niño con aquellas aptitudes. Desde luego cuando estás acostumbrada a los del Hekshold, pero tratándose de un salvaje en las tierras más incivilizadas del mundo, tampoco era de extrañar. Cada uno crece con lo que ve desde pequeño.

Lo que no me gustó fue el comentario de Elen acerca de llevarse al niño. Tampoco a Alister. ¿Rechazaba la ayuda de tres de sus “hermanos” para aceptar la de un crío? Aquel comentario incluso me pareció ofensivo y no dudé en enviarle una mirada de decepción. Aunque rápidamente cambió de tema y el cabreo por su comentario se me pasó.

-Los hipopoidos tendrán que recuperarse y cambiar de hogar. De lecho de río. Igual que miles de ciudadanos de Lunargenta tuvieron que cambiar su residencia por la guerra. – Aclaró Imargo. – Es parte de la ley de la vida. Nuestro paso por el mundo es insignificante. – El leónico tendió una mirada desolada sobre un hipopoido muerto a sus pies.

Aparte de sus filosóficas palabras que me hicieron poner los ojos en blanco, lo cierto es que no podíamos hacer mucho más por ellos más allá de acabar con la amenaza. Elen me dedicó unas últimas palabras, pero estaba visiblemente enfadada con ella y por su actitud de negarse a acompañarnos.

-Créeme que lo haré. – respondí casi en un suspiro a su comentario. Dándome la vuelta y comenzando a caminar. – Y tú cuídate de no perder la cabeza. – dije ya de espaldas a ella. – En ambos sentidos… - Ironicé para mí misma. - ¡Imargo! ¡Bella! Nos vamos. – clamé a mis seguidores.

El leónico afirmó y se dispuso a deshacer el camino de vuelta. Habíamos quedado en Ulmer con Melena Blanca y Asher. Y mis ganas no podían ser menores. Para colmo la única bruja aparte de mí parecía querer jugar al escondite. El leónico, mejor orientado, se adelantó unos pasos y guió el camino.

Tras unos minutos de camino, algo apareció delante de unos arbustos que nos cerraban el paso. Y parecían moverse, como si hubiese alguien detrás. - ¡Atrás, maestra! - El leónico puso su escudo y espada en ristre.

Se notaba que Imargo no tenía ni pizca de idea del carácter de Bella. Aquel no era más que uno de los juegos de la bruja. - Ya está bien, mamá. – comenté con pocas ganas. Avanzando delante del segundo de Melena Blanca y generando una corriente de aire para derribar a la bruja. Que acabó dando volteretas por el suelo y riéndose. De lo que menos ganas tenía en aquel momento, era de ponerme a hacer el gilipollas. - ¿Dónde te habías metido? – pregunté malhumorada.

Bella se desternillaba sola en el suelo. Se puso de rodillas en el suelo. - ¿Lo has visto? ¿Has visto al elfo? – suspiré y asentí. Pues claro que lo había visto, no tenía nada de especial. - ¡He escuchado lo que decía! ¡Lo que hacía! Hasta que ese niñato tuvo que rebanarle el cuello. - comentó. - ¡Usaba magia de luz para ayudar a criaturas oscuras! ¿No os parece irónico? ¿¡NO OS LO PARECE?! – repitió a gritos psicóticamente, abriendo los ojos como platos.
-¿Debería? – pregunté cruzada de brazos, sin demasiado.
-¡Oh! Por supuesto. Ese clan es… ¡Interesantísimo! Debería aprender más de sus costumbres. ¡Y sus gentes! - Bella se dio la vuelta inmediatamente y comenzó a caminar en una dirección contraria a la nuestra. – ¡Te encontraré cuando me necesites! ¡Entonces seré más poderosa y te podré ayudar mejor!
-¡Eh! ¡Espera! ¿Tú tampoco nos ayudarás con Fren…? – Tarde. La bruja se había disuelto en una corriente de aire que la había llevado con la brisa. Dejándome con la palabra en la boca y un cabreo monumental.
-Creo que eso es un “no”. – concluyó resignado Imargo.
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Mensaje  Kosir Vie 19 Oct 2018 - 1:36

Con el dagenle muerto la aparatosa derrota de Kosir minutos atrás queda superada, los dioses ya no le verán con malos ojos ni sus ancestros tampoco. El mundo tribal puede parecer sencillo pero tiene encima demasiadas reglas, la gente del exterior es en cierto modo más afortunada.

Antes del abrupto final del personaje con orejas enormes, tuvo lugar un intercambio de palabras que revelaron más detalles sobre la trama personal del elemento poseído. Interesante y desconcertante a partes iguales.

Es claro que su búsqueda violenta la llevara por un camino difícil aunque glorioso, senda que el propio muchacho aspira recorrer. Tiene las herramientas para plantar cara a sus rivales aunque solo el tiempo dirá si su voluntad está a la altura.

Al joven adulto se le ilumina el rostro cuando escucha una acotación de la misma mujer, la posibilidad de acompañarle en la psicodélica aventura que tiene por delante. Por desgracia su amigo reptil tira al suelo esa idea de lleno.

Viene el momento de las despedidas, fue una aventura interesante con sangre y acción aunque todos tienen sus propias sendas. Al joven le gustaría poder caminar a un objetivo seguro pero sus intereses siguen siendo frágiles en el enorme mundo.


Vayan con los dioses, pero nunca a sus espaldas “hace un leve gesto con la mano”.

Las personas que ahora siguen su camino pasaron de enemigos a aliados fugazmente… algo bastante común en la vida del muchacho. Se ganaron su respeto con creces, espera que de darse otro encuentro sea en el mismo bando.

Dedica una última mirada al pueblo desolado antes de irse, siente algo de tristeza o incluso nostalgia. Su hogar nunca hubiera sucumbido ante nada aunque encontrarse otra comunidad aislada le trajo recuerdos.

Una cosa esta clara, el hambre comienza a asomarse. Tendrá que cubrir terreno rápido para no envenenarse con el agua mala o sus efectos. Ahora mismo la imagen de un estofado de conejo hace gruñir su estómago.

Es claro que le falta aprender mucho del exterior, lo bueno es que si existen amenazas tan grandes no se aburrirá para nada en los años por venir. La vida del brumoso es ir de batalla en batalla, aunque ya no sea uno ese dogma sigue grabado muy adentro.

El mundo no le debe nada pero tomara todo lo que necesite, quiere luchar y asesinar para satisfacer su existencia como todo hombre digno debería hacerlo. Su ánimo ahora mismo está por las nubes, que glorioso día.

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