[Guerra en Lunargenta][Privado] Capitulo II - El Primero [Cerrado]

                Mi amiga había fijado otro rumbo y era mejor de esta manera, no quería involucrarla en lo que hacía ni en lo que vendría mas adelante. Ya tenía el primer papel en el morral. No me gustaba robarles a los muertos, pero en esta instancia era más que necesario, no podía aventurarme a correr riesgos innecesarios.

                Esa noche paso cada vez mas rápido, mi plan era muy sencillo, matar solo hombres, ni mujeres, ni niños, aunque a estos últimos no los veía por estos lados, era lógico pensar que no era un buen lugar para criar una familia o algo parecido.

                Solo llevaba un muerto y era quien me metió en todo esto... Necesitaba correr con prisa.
Seguí caminando precavida mirando a todos lados, los ecos se profundizaban con cada escalera descendida y los rostros eran cada vez menos, por no decir ninguno. Una sarta de cadáveres se esparcía por los suelos y ya no encontraba nada con vida. El silencio sepulcral era alarmante pero me permitió escuchar claramente el respiro agonizante entre el cumulo de occisos. Me acerque donde el sonido me llamo, un jadeo tortuoso que a duras penas reproducía sonido alguno: una mujer.

                Tirada a un lado de la senda, desnuda de la cintura para abajo, no más de veinte años, su rostro no presentaba ninguna arruga que pudiera detectar, tenía la garganta abierta y se ahogaba en sangre, pero no había muerto aun; claramente habían mancillado su cuerpo antes de degollarla casi por completo, la dejaron aquí para sufrir hasta sus últimos momentos.
Me agache a su lado y coloque la palma de mi mano sobre la herida y traje a mi todos los hidrógenos posibles para llenar rápidamente sus pulmones y que, sin demasiadas demoras finalmente descansara en paz.
Su cuerpo pareció alivianarse cundo el alma lo abandono, no creía en ningún dios pero esperaba que encontrara más tranquilidad que la que vivió sus últimos momentos.

                No suelo conmoverme con nada, pero esto era muy cruel. Matar no era el problema, sino la necesidad de herir tanto a una persona como para dejarla agonizando; ni un crimen pasional debería ser tan agrio y bestial.

                - Una pareja resentida? - susurre y me convencí de ello para continuar.

                No pasaron muchos metros en camino cuando el silencio de ultratumba se alimento de la oscuridad de los pasillos, y un nuevo jadeo retumbaba desde lo profundo.
Otro ser desgraciado, con la garganta abierta y sin prendas inferiores. Era un vestido rasgado el que descansaba a un lado, un escote enunciado el que quedaba en su cuero y el cabello largo todo alborotado y humedecido por la sangre. Ya casi no respiraba, su abdomen se movía con ferocidad al igual que su pecho, pero la sangre no dejaba de brotar, cual rio en su garganta.
                Una vez más gaste mi energía en darle paz eterna a esa alma y establecí mi pronto objetivo secundario: Encontrar a quien hizo aquellas atrocidades, con algo de suerte aquel hombre que ahora buscaba seria otro GS y estaría matando literalmente a dos pájaros de un tiro.

                No tarde en levantarme y seguí caminando donde el silencio comenzaba a entonarse.

               El silencio hondaba conforme avanzaba a lo desconocido, podía sentir cada Vibración en el aire pero la falta de aquellas ondas lograba ponerme nerviosa y tensar cada uno de mis músculos, estaba entrando en la boca de un lobo desconocido que parecía estar asechándome desde largas horas cansado y hambriento. Sentía su fétido olor y jadeante respiración en la nuca, una sensación de pánico indescriptible que limitaba cada vez más mis movimientos. Hasta caminaba más lento.

               Había pasado un rato desde el último cadáver regado por el suelo. La mescolanza de aromas era inquietante pero ya no habían rastros de sangre en el, ni una sola molécula. No quería alarmarme sin necesidad, pero comenzaba a fastidiarme el no encontrar rastros.

               - Habré tomado un rumbo incierto? - Me pregunte sin detenerme. Si bien era una desazón, mi corazón comenzaba a palpitar mas rápido y mas fuerte con forme avanzaba paso a paso, sentía un ligero temblor que buscaba apoderarse de la motricidad de mis piernas sin ganar contienda, y tragar saliva comenzaba a volverse una tarea cada vez mas difícil.

               Era más que claro, pase de ser una cazadora a ser una simple presa, me sentía observada y no era solo paranoia, así debían sentirse los animales antes de entrar a un matadero, me miraban con ojos de hambre, y denigraban mi existencia a un simple pedazo de carne que un suspiro divino limitaba mi manejo.
               Me detuve en seco, y cada poro de mi piel termino por exaltarse atento a las moléculas de hidrogeno a mi alrededor. Ahora si temblaba histéricamente, estaba muy asustada y no sabía porque, la simple imagen de aquellas mujeres luchando por aferrarse a sus vidas me había impresionado más de lo que me imaginaba y comenzaba a oír cosas donde no había. Sonidos que no existían, gotas, madera, corrientes, briza, eran demasiadas cosas a las que atender en tanto silencio, que de todo aquello no era algo que perteneciera al ambiente, que de todo aquello era algo o alguien asechándome.

               - Se termino - temí por mi vida en un susurro bajo casi a mis adentros, me di vuelta para salir de allí, volver al sendero cual seguía pero un golpe seco en la nuca logro mostrarme estrellas mientras caía al suelo desplomada. Lo único que podía rescatar del momento fue la sensación del golpe de mi rostro contra el húmedo y rígido solado de piedras, en mi alucinación atontada se sintió como caer sobre un colchón de suaves y placidas plumas.

                Lo feo de casi perder la conciencia en más de una oportunidad era que mi centro quedaba desestabilizado, mi mente divagaba perdida en recuerdos inexistentes y recobrar la conciencia se volvía una tarea ardua por no poder ver, no había imágenes que usar como referencia, me era imposible atañer de inmediato con el suelo, el techo, un muro o algo, y esto si le afectaba a mi magia, pues si bien era muy buena en lo que hacía, tenía que estar concentrada. Era como recobrar fragmentos de lo último que mi magia me mostró, la última lectura, lo último que pensaba.

                Deje de pensar en recomponerme y trate de sentir más, a veces me aferraba tanto a mi magia que olvidaba que no siempre estuvo allí para auxiliarme.
                El suelo parecía moverse por de bajo, o yo sobre él, o algo... Sentía el agarre en mis piernas con fuerza, de manera pesada, lastimándome en una agarre de uñas largas clavadas contra la canilla. Dolía, podía sentir como dolía. El palpito en el corte, las plaquetas desesperadas por subsanar la herida, y el filo de las zarpas hincándose junto a una arteria que no acabo de ser rasgada.
                Un ligero frio cosquilleo mi cien y sentía los húmedos cabellos pegados al rostro. No traía la capucha puesta, ni las vendas colocadas. Sea quien sea ya había visto mi cara, mis marcas, entonces porque insistía en todo esto. Tratando de callar mi mente escuche balbuceos del alguien que me arrastraba.

                None: - No debe sorprenderme algo así, solo quede perplejo. Eso... es solo eso... - dificilmente entendia, hablaba muy rapido y suave, para si mismo, con nadie - Si las queria lindas por que bajar, su rostro no la hace menos mujer... El agujero debe estar en el mismo lado que todas... - "agujero?" pensé desconcertada - camino demasiado y esta pesada, la hubiera dejado seguir.

                Comencé a sentirme mejor, recobraba el sentido y solo necesitaba blanquear mi mente para poder percibir y manipular solo el hidrogeno.
                None: - No creo que sea un Caballero... no es linda, pero tampoco se ve temeraria, o fuerte... Una muerte más será de ayuda, pero quiero más listas...

                Poco a poco volvía a distinguir todo, a percibir todo y a entender que ocurría a mí alrededor. Un hombre era, uno grande, de brazos voluminosos que apenas podían ser cubiertos con la ropa que llevaba, si esos brazos intentaban algo, ni toda la magia del mundo me salvarian, pero no queria moverme aun, necesitaba que me creyera desmayada, era mi mejor trampa en este momento. Rogaba a los cielos por una buena idea...

Estaba colapsando de miedo y a la vez luchando contra esa ansiedad latente por quedar muerta sin siquiera empezar mi venganza.
Cuando me di cuenta estábamos llegando a lo que parecía ser una encrucijada donde dos corrientes de aire confían, similar a los lugares donde encontré los cuerpos anteriores. Entre en pánico, lentamente el palpitar de mi corazón se iba acelerando y temí por mi vida conforme ingresábamos al lado de las rejillas y las gotas que caían de la pared tenían un eco mayor cortesía de los charcos de agua en el suelo.
Me soltó y se giró un instante, era mi momento mientras escuchaba sus pasos alejarse, pasado los segundos los ruidos parecieron terminarse y trate de sentarme en una primera instancia, estaba sumamente mareada y con un latente palpito en la cabeza que abrazaba de cien a cien por detrás y por delante. Él era un guerrero de sangre, pero además de eso era un violador sanguinario que le interesaba ver sufrir a sus víctimas hasta el aburrimiento. Un panorama muy desmotivador.

Empezó a arrastrarme hacia un lado pero un grito me sorprendió.
- Sabia que no seguías inconsciente maldita deforme!
Volvía a pasos agigantados, no se a dónde había ido pero no fue muy lejos ya que en no más de siete u ocho zancadas lo tenía de nuevo a mi lado sujetándome de la pierna. Yo que yacía en el piso había recobrado energía de la desesperación e intentaba salirme de allí cuando él me agarró.
Empecé a gritar desesperada y a patalear con la otra pierna mientras movía los brazos tratando de aferrarme a lo que sea que tuviera en frente, clavaba las unas contras las rendijas y uniones de baldosas en el solado pero nada era suficientemente contundente como para evitar ser llevada por este hombre.

Con una mano sujetaba mi pierna y con la otra levanto mis aramos, puso su rodilla sobre mi tobillo dejando reposar el peso de su cuerpo lastimándome. Dolía, muchísimo. Con ambas manos rompió mi vestido para quitármelo mas fácilmente dejando a la vista mis piernas y prendas menores, mas telas mal cocidas que cubrían mis partes privadas.
Colérica movía las manos de un lado al otro y lluvia de rocas iniciaron una embestida contra él, no había suficientes como para dañarlo o dejarlo inconsciente, pero al menos lo molestaría y quizás algo podría hacer, ya no estaba pensando racionalmente. Con sus grandes falanges sujeto mis muñecas y las llevo sobre mi cabeza para solo sostenerlas con la fuerza de una palma, la otra mano bajo por mi cuerpo abriendo los hilos de mi blusa color tierra.
El lugar estaba más frio de lo que esperaba, ambos pezones se endurecieron inmediatamente ante el cambio de temperatura y ahora se notaban más junto con el pecho entero a pesar de ser muy plana aun.
No parlaba de sollozar, gritar e intentar moverme pero poco a poco me iba quedando sin fuerzas. Aun no me rendiría pero no tenía la fe de lograr zafarme de esto.
Su tacto áspero y raudo acaricio mi cuero hasta la entrepierna y se agacho para frotar su asquerosa lengua sobre la pequeña montaña color rosa pálido. - Tienes un sabor horrible.. - Un escalofrió recorrió mi cuerpo y me entraron nauseas, se me revolvió el estómago, y ya me latía la mandíbula de dolor ante lo fuerte que apretaba los dientes.

- No... Por favor... déjame... - empecé a rogar clemencia. Su manos diestra se escabullo bajo el lienzo y pronto mis labios envolvían su dedo. -Noooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo!

Que inútil, como no había algo que pudiera hacer en ese momento.

Imágenes esporádicas de mi madre aparecían en mis recuerdos, unas cuantas sonrisas sin mucha lógica y el calor e su abrazo protector cuidándome. Lo real era mi mente alejándose de la realidad a la que sucumbía y si bien no paraba de luchar, mi cerebro se esfumo a otra realidad y en momentos solo podía llorar, con lágrimas que escurrían entre los huecos mal formados de la costura, pero solo podía llorar. Estaba tan pérdida en mil cosas que no preste atención al sonido de huellas acercándose a gran velocidad.

Con una voracidad impecable algo se subió sobre él y mi atacante grito con desesperación dejándome de lado y concentrándose en contra atacar contra lo que sonaba igual a un animal salvaje descontrolado.
Unos rugidos feroces y choques dentales, como la carne hundiéndose en mordidas esporádicas.
None: - Dejameee!!! Auxilio!!! - gritaba desconsolado mientras se movía de un lado al otro, podía sentirlo, su voz rebotaba contra todos lados pero no podía distinguir el tipo de animal, aun que estaba casi segura de que se trataba de una especie de perro grande, más que aquellos que tenían los hombres del pueblo vecino a mi morada. Era irónico escucharlo pedir auxilio cunado no hacía mucho aquel hombre era un impecable agresor.

En un instante todo se iba al diablo y al segundo siguiente reacción, pues del shock había quedado tirada como una niña indefensa a la situación que vivía. Me senté como pude y me aparte hacia atrás acomodando mis prendas, seque mis lágrimas filtradas con las mangas que colgaban de mis brazos y pensé en huir por si mi salvador no lograba ganar la batalla, pero no fue necesaria tal reacción, la pelea no duro demasiado.

Derek: - Estas bien?

"No! no estoy bien, como carajos es que hablas, eres quien me salvo? Quien controla a la bestia? pero si no te escuche llegar? Qué diablos!?!?!?" Era mucho lo que me tenía conmocionada y las preguntas nublaban mi juicio impidiéndome hablar, y no sabía si quería realmente una respuesta a todas aquellas incógnitas.

- Eres el perro? - dije temerosa manteniendo la mirada baja para no impactarlo con la hermosa imagen de mi rostro. No había escuchado a nadie más, por lo que no éramos más que nosotros dos en aquel lugar.

- Je... sí.. Digamos que sí.. - sonaba amable, sincero, sus pulsaciones aceleradas y estruendosas no sufrían alteraciones al hablar, algo clásico en personas de fiar, pero era solo una pista del desconocido, no estaba en plan de volver a confiarme con quien encontrase aquí. - oye.. Estas bien??? Di gracias... o algo.. Emm… Soy Derek, llámame Señor, o amo, o héroe de tu corazón… - entonces sentí su pie pateando mi perna como reproche.
Mi actuación melancólica de doncella en apuros cayo tan rápido que mis cejas se arquearon y me puse de pie molesta y chinchuda, su tono no era nada Cortez, nada amable y nada simpático.
- No te pedí que me ayudes con nada! – dije terminando de pararme – tenía la situación bajo control antes de que llegaras. – aun no levantaba el rostro, pero me acerque a los restos del cadáver de mi enemigo anterior.
- Control? Casi violada te parece una situación controlada? – escuchaba su voz en torno me movía hacia el cuerpo – Da gracias niña a que un héroe fornido como yo apareciera, otras en tu lugar desearían, rogarían y llorarían por mi atención y tu aquí la tienes enterita y gratis, mínimo esperaba un gracias y quizás un beso o cortesía…
Él hablaba y hablaba sin parar y sin respirar, deje de prestar atención luego de las diez o doce palabras y me enfoque en los restos del asesino que note más atrás de sí.


Sus ropas estaban destrozadas, rasgadas y humedecidas por la sangre tocaba donde podía sin impresión alguna buscando… en cuestión de segundos redujo a un hombre de gran porte, fuerza y tamaño a solo rezagos de carne, huesos y sangre… No sabía que tan fiable era este tal “Derek” pero alguien peligroso seguro.
- WOW!!! Como hiciste eso!!! – gritó alarmado tomándome por sorpresa y logrando en mi un respingo.
- Hacer que?? - no entendía nada, algo había pasado?
- Fuiste al cuerpo directo! Como lo viste!?!?! Digo… como sabias que estaba ahí si no tienes ojos!?! – ah… era eso… Entonces si me había visto, mantener la cabeza agacha ya no tenía sentido.
- La sutileza no es tu fuerte verdad? – dije algo áspera y di entonces con el bolso de cuero en el cinto del Guerrero de Sangre, lo abrí y rebusque entre las cosas hasta encontrar el pergamino.  Ignorando monedas y otros, sujete el mismo y lo metí en mi pequeño bolso junto a otros y marcando el mío con su sangre. Luego me levante una vez más notando el peso de las telas que absorbieron el líquido rojo derramado y me moleste aún más.

- Respóndeme niña feíta!
- Magiaaaa~ - le dije y moví las manos y los dedos cual show de circo viajero. – Y no me digas niña fea… Soy Mérida, o Seer, o lo que sea… - Por qué razón le había dado mi nombre, su cotidiana forma de hablar lograba desconcentrarme y terminaba sucumbiendo a su juego de intercambio de palabras, en solo segundos había hablado más de lo que en una vida con nadie.
- Bueno, asumiré que eres una bruja pequeña Seer… No sé qué haces por aquí, pero te acompaño un rato. – “acompañarme? Y a este que le pasa??” No lo entendía, algún trasfondo había pero era indescifrable, aun que mientras no se metiera donde no debía, tener a alguien que con tanto poder era útil en este momento.

- Mmm… Haz lo que quieras… - Escuche sus pasos alejarse buscando unas cosas y luego lo sentí moverse y escuche los ruidos de las prendas, era un perro hasta hace un rato así que seguro no llevaba nada puesto. - Si creyera en dioses, les daría las gracias por no poder ver – susurre finalmente.
- Te escuche ehh!! Y no se a qué te refieres ya que mi silueta fue esculpida a mano por esos Dioses en los que no crees, además…  entiendo como este lugar se camufla contigo, apestas enana!
- Mi olor tampoco es de tu incumbencia.
- JAJAJA, vamos, avancemos…
- Estas apurado?
- No… me gustaría dar una vuelta en esta romántica cita.
- Ya quisieras jeje
Como si nada, sostenía una conversación fluida sin necesidad de actuar o esconderme, algo muy agradable y cómodo.