[Guerra de Lunargenta]El norte no olvida [Libre] [4/4] (Cerrado)
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[Guerra de Lunargenta]El norte no olvida [Libre] [4/4] (Cerrado)
-¿Encantadora?- Pronunció uno de los soldados que esperaba delante de la tienda de Níniel con voz dubitativa. No era la primera vez que intentaba llamar la atención de la elfa de cabello blanco, sentada delante del hospital de campaña del campamento, en una mesa improvisada con unas grandes cajas de madera. Tampoco sería la última. La joven estaba tan inmersa escribiendo algo sobre un largo pergamino que parecía incluso ignorar que hubiese alguien allí, delante suya y requiriendo su atención. -Encantadora yo...- repitió por tercera o cuarta vez el hombre, mirando a continuación a izquierda y derecha y encogiéndose de hombros ante el resto de soldados del norte que lo flanqueaban.
-Ya te había escuchado la primera vez, soldado. ¿Qué ocurre? Intento inventariar nuestros suministros médicos y ver que no falta nada. Necesito centrarme.- Respondió al fin la elfa, aunque sin levantar la mirada del pergamino y moviendo los labios de tal manera que resultaba obvio que estaba contando en voz baja. No era nada fácil ayudar con la logística de un ejército tan grande como aquel, y aunque unas vendas arriba o abajo y unas pociones más o menos no fuesen a suponer un problema, para la elfa era importante tenerlo todo controlado. Especialmente aquellos suministros médicos susceptible de ser usados para..."relajarse" antes de la batalla.
-Sí...Es sobre eso, encantadora. Algunos de los reclutadores han vuelto ya de los pueblos cercanos. Han conseguido nuevos soldados, y también suministros adicionales. Al comandante Lanius le gustaría que les echaseis un vistazo. Parece ser que buena parte de ellos podrían ser utilizados por el hospital.- Explicó el soldado, y Níniel entendió a la perfección que el comandante Lanius quiso decir "ordeno que" en lugar de "me gustaría que". Sería mejor no hacerle esperar.
-Bien, son buenas noticias. Iré ahora mismo.- Aseguró la peliblanca levantándose de su improvisada mesa de trabajo y enrollando aquel pergamino en el que estaba trabajando. Entonces avisó del requerimiento del comandante, para que sus compañeros de la división médica estuvieran al tanto de su ausencia, y a paso firme se dirigió hacia el centro del cada vez más grande campamento del ejército norteño. Y es que conforme nuevas tropas se unían a la leva, también se añadían nuevas tiendas, nuevas letrinas, nuevas hogueras y nuevas defensas. ¿Cuánto más crecería aquel lugar antes de la lucha? O quizá, como ya hicieran antes, se moverían a una nueva posición y tendrían que levantar aquella pequeña ciudad de tiendas para volver a montarlo todo en una mejor posición.
-Ah, elfa, por fin. - Fue el saludo del comandante a su llegada. El veterano caballero-dragón, con su armadura de oficial y sus casi dos metros de altura, se encontraba allí, supervisando la carga y descarga de los suministros recién llegados y asegurándose de nadie se lo tomaba con demasiada calma a la hora de trabajar. Tras él había hasta una docena de carros cargados hasta arriba de suministros, y había al menos otra docena más en el camino dibujado entre las tiendas. -¡Eh! Vamos sargento, pon a estos nuevos reclutas a trabajar. Quiero estos víveres inventariados para ayer.- Gritó a uno de sus subalternos antes de volver de nuevo su atención a la peliblanca. -Las gentes del lugar recuerdan muy bien la plaga. Han sido generosos y muchos han decidido unirse a nosotros. Mira, he ido poniendo todo lo que creo que podría interesaros en este carro. Si ves algo más díselo a mis muchachos y te ayudarán a cargar y a llevarlo al hospital. -
-Bien, echaré un vistazo entonces. Gracias comandante, no siempre he trabajado con tanto respeto hacia la división médica.- Afirmó la elfa mientras comenzaba a subirse a la parte trasera de uno de los carros para ver qué contenían. No tardó mucho en comenzar a separar sábanas y telas, hierbas y utensilios que podrían usar en su equipo. No tardaría mucho en llamar a alguno de los nuevos reclutas para que la ayudaran. Aunque por un momento le pareció que...debía de haberlo imaginado...
-AHHHHHHH- Se escuchó un alarido de dolor proveniente de uno de los carros que esperaban su turno. La joven se giró rápidamente y dirigió su mirada en aquella dirección, a su alrededor todo el mundo parecía hacer lo mismo, aunque nadie parecía saber qué había pasado o quién había gritado. Un horrible olor de carne quemada fue arrastrado por la fría brisa de la estepa hasta la posición de la joven, y pronto una pequeña columna de humo negro se alzaría hacia los cielos desde allí.
-APAGADLO VAMOS.- Pudo escucharse rugir al comandante con una voz poderosa como un trueno. Rápidamente un dragón de agua llegaría y comenzaría a lanzar chorros de agua. En aquella parte del campamento se extendía la confusión.
-Ya te había escuchado la primera vez, soldado. ¿Qué ocurre? Intento inventariar nuestros suministros médicos y ver que no falta nada. Necesito centrarme.- Respondió al fin la elfa, aunque sin levantar la mirada del pergamino y moviendo los labios de tal manera que resultaba obvio que estaba contando en voz baja. No era nada fácil ayudar con la logística de un ejército tan grande como aquel, y aunque unas vendas arriba o abajo y unas pociones más o menos no fuesen a suponer un problema, para la elfa era importante tenerlo todo controlado. Especialmente aquellos suministros médicos susceptible de ser usados para..."relajarse" antes de la batalla.
-Sí...Es sobre eso, encantadora. Algunos de los reclutadores han vuelto ya de los pueblos cercanos. Han conseguido nuevos soldados, y también suministros adicionales. Al comandante Lanius le gustaría que les echaseis un vistazo. Parece ser que buena parte de ellos podrían ser utilizados por el hospital.- Explicó el soldado, y Níniel entendió a la perfección que el comandante Lanius quiso decir "ordeno que" en lugar de "me gustaría que". Sería mejor no hacerle esperar.
-Bien, son buenas noticias. Iré ahora mismo.- Aseguró la peliblanca levantándose de su improvisada mesa de trabajo y enrollando aquel pergamino en el que estaba trabajando. Entonces avisó del requerimiento del comandante, para que sus compañeros de la división médica estuvieran al tanto de su ausencia, y a paso firme se dirigió hacia el centro del cada vez más grande campamento del ejército norteño. Y es que conforme nuevas tropas se unían a la leva, también se añadían nuevas tiendas, nuevas letrinas, nuevas hogueras y nuevas defensas. ¿Cuánto más crecería aquel lugar antes de la lucha? O quizá, como ya hicieran antes, se moverían a una nueva posición y tendrían que levantar aquella pequeña ciudad de tiendas para volver a montarlo todo en una mejor posición.
-Ah, elfa, por fin. - Fue el saludo del comandante a su llegada. El veterano caballero-dragón, con su armadura de oficial y sus casi dos metros de altura, se encontraba allí, supervisando la carga y descarga de los suministros recién llegados y asegurándose de nadie se lo tomaba con demasiada calma a la hora de trabajar. Tras él había hasta una docena de carros cargados hasta arriba de suministros, y había al menos otra docena más en el camino dibujado entre las tiendas. -¡Eh! Vamos sargento, pon a estos nuevos reclutas a trabajar. Quiero estos víveres inventariados para ayer.- Gritó a uno de sus subalternos antes de volver de nuevo su atención a la peliblanca. -Las gentes del lugar recuerdan muy bien la plaga. Han sido generosos y muchos han decidido unirse a nosotros. Mira, he ido poniendo todo lo que creo que podría interesaros en este carro. Si ves algo más díselo a mis muchachos y te ayudarán a cargar y a llevarlo al hospital. -
-Bien, echaré un vistazo entonces. Gracias comandante, no siempre he trabajado con tanto respeto hacia la división médica.- Afirmó la elfa mientras comenzaba a subirse a la parte trasera de uno de los carros para ver qué contenían. No tardó mucho en comenzar a separar sábanas y telas, hierbas y utensilios que podrían usar en su equipo. No tardaría mucho en llamar a alguno de los nuevos reclutas para que la ayudaran. Aunque por un momento le pareció que...debía de haberlo imaginado...
-AHHHHHHH- Se escuchó un alarido de dolor proveniente de uno de los carros que esperaban su turno. La joven se giró rápidamente y dirigió su mirada en aquella dirección, a su alrededor todo el mundo parecía hacer lo mismo, aunque nadie parecía saber qué había pasado o quién había gritado. Un horrible olor de carne quemada fue arrastrado por la fría brisa de la estepa hasta la posición de la joven, y pronto una pequeña columna de humo negro se alzaría hacia los cielos desde allí.
-APAGADLO VAMOS.- Pudo escucharse rugir al comandante con una voz poderosa como un trueno. Rápidamente un dragón de agua llegaría y comenzaría a lanzar chorros de agua. En aquella parte del campamento se extendía la confusión.
Última edición por Níniel Thenidiel el Vie Jun 01 2018, 00:47, editado 2 veces
Níniel Thenidiel
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Re: [Guerra de Lunargenta]El norte no olvida [Libre] [4/4] (Cerrado)
Ni bien me entere que un ejercito del norte partiría hacia el sur, quise ir a ver a mis hermanos del norte, a subir la moral, a decirles que los grandes dragones estaban con ellos, así que puse camino, buscando el campamento, caminaba por el bosque mientras veía como la nieve de Dundarak quedaba atrás, cada vez me acercaba mas, lo sabia. Mientras caminaba silbando, pensando en todas las cosas que me habían pasado hasta ahora, y en que haría, logre ver una gran nube negra, lo único que se me ocurrió en ese momento era algún pueblo prendiéndose fuego, así que corrí directamente hacia la nube.
Cuando finalmente me encontraba casi en las puertas del campamento, la nube ya había desaparecido, pero por fin había encontrado el campamento. Me acerque a la entrada donde dos guardias dragones me pararon, preguntándome que hacia aca
- ¡Alto!, este es un campamento draconiano, ¿cual es su motivo?. - ¿Cual es mi motivo?, buena pregunta. Solo sabia de religión, y apenas sabia pelear. Era bueno peleando en mi forma draconiana, pero no tenia nada en que apoyar, no sabia de medicina y menos de plantas. - Vine a dar apoyo a las tropas, en algo que necesiten. - Fue lo único que se me ocurrió, los guardias me miraron de arriba a abajo, y luego se miraron entre ellos. - ¿Sabes usar la espada? - Los mire a ambos, y respondí - Solo un poco... pero puedo mejorar.. o.. o quizá puedo hacer otra cosa. - Ambos guardias me miraron, con una cara que decía " No sirves de nada aquí ", pero rápidamente el otro guardia dijo - Ya se que puedes hacer aquí, ¿quieres ayudar?, llegaron unos suministros, ¿quieres hacer algo?, ayuda a descargarlos. - No me negué, accedí, ambos me abrieron paso, riéndose el uno con el otro.
Al pasar al campamento, veía soldados armados, monjes, médicos, era increíble. Mire a uno de los sujetos que estaba anotando en una lista las cosas que bajaban, me acerque a el sonriendo - Disculpe... me enviaron a bajar unas cajas, soy nuevo. - Mire sin saber que mas decir, y el sujeto me miro y me inspecciono - Bien, bienvenido al peor trabajo de todos, donde luego de bajar cajas te dolerá la espalda como nunca antes, y el mejor de todos, donde no lucharas en ninguna guerra... por ahora. Empieza por bajar los suministros médicos de atrás - dijo mientras señalaba unas cajas, accedí, levante una de las cajas y la puse arriba de otra, mire a la mujer que estaba inspeccionando las cajas, y sonriendo le pregunte - Disculpe señorita... soy Rakan, ¿a donde debo llevar estas cajas?
Cuando finalmente me encontraba casi en las puertas del campamento, la nube ya había desaparecido, pero por fin había encontrado el campamento. Me acerque a la entrada donde dos guardias dragones me pararon, preguntándome que hacia aca
- ¡Alto!, este es un campamento draconiano, ¿cual es su motivo?. - ¿Cual es mi motivo?, buena pregunta. Solo sabia de religión, y apenas sabia pelear. Era bueno peleando en mi forma draconiana, pero no tenia nada en que apoyar, no sabia de medicina y menos de plantas. - Vine a dar apoyo a las tropas, en algo que necesiten. - Fue lo único que se me ocurrió, los guardias me miraron de arriba a abajo, y luego se miraron entre ellos. - ¿Sabes usar la espada? - Los mire a ambos, y respondí - Solo un poco... pero puedo mejorar.. o.. o quizá puedo hacer otra cosa. - Ambos guardias me miraron, con una cara que decía " No sirves de nada aquí ", pero rápidamente el otro guardia dijo - Ya se que puedes hacer aquí, ¿quieres ayudar?, llegaron unos suministros, ¿quieres hacer algo?, ayuda a descargarlos. - No me negué, accedí, ambos me abrieron paso, riéndose el uno con el otro.
Al pasar al campamento, veía soldados armados, monjes, médicos, era increíble. Mire a uno de los sujetos que estaba anotando en una lista las cosas que bajaban, me acerque a el sonriendo - Disculpe... me enviaron a bajar unas cajas, soy nuevo. - Mire sin saber que mas decir, y el sujeto me miro y me inspecciono - Bien, bienvenido al peor trabajo de todos, donde luego de bajar cajas te dolerá la espalda como nunca antes, y el mejor de todos, donde no lucharas en ninguna guerra... por ahora. Empieza por bajar los suministros médicos de atrás - dijo mientras señalaba unas cajas, accedí, levante una de las cajas y la puse arriba de otra, mire a la mujer que estaba inspeccionando las cajas, y sonriendo le pregunte - Disculpe señorita... soy Rakan, ¿a donde debo llevar estas cajas?
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Re: [Guerra de Lunargenta]El norte no olvida [Libre] [4/4] (Cerrado)
Zero detecto transmisiones de su antiguo hogar acerca de un posible avance aliado sobre Lunargenta para desterrar la ocupación vampira, dicha estrategia fue considerada por las inteligencias bios como “acertada y muy tardada”. Desgraciadamente para los humanos y sus aliados, los biocibernéticos no lucharan junto a ellos esta vez, como siempre se dan pocas explicaciones.
En el pasado la base colaboraba activamente con la seguridad de la región, luego de varias actualizaciones y muchos conflictos internos no cuentan con los recursos ni la voluntad para ayudar. Una postura que genera sentimientos encontrados en el niño artificial… los habitantes fuertes de la realidad deberían apoyar a sus semejantes menos dotados.
Cuando ya tiene el campamento más cercano a pocos kilómetros de distancia el chico robot siente un dolor terrible en su torso, se detiene unos instantes pero es incapaz hacerlo ceder. Todos los fluidos sedantes se encuentran comprometidos y sus sistemas de control están afectados, en este punto tiene la misma potestad que un humano sobre su cuerpo.
Una mueca de malestar severo se forma en su rostro, nunca había experimentado algo tan desagradable y casi no puede pensar. Los seres vivos viven con dolor toda su vida, de una forma u otra se manifiesta en ellos cada cierto tiempo. Zero es una maquina sin memoria pasada, no esta acostumbrado por lo que siente todo de manera aumentada.
¿Esto… esto es… morir?
Cae de rodillas, intenta ponerse de pie aunque cada movimiento es una agonía. Trata de enfocar la zona del dolor y el único scanner funcional revela malas noticias. Su parte bilógica ya no resiste y esta rechazando todo aditamento aumentado… debe recibir curación significativa o podría tener una reacción cascada.
Como se encuentra a suficiente distancia del ejercito un explorador avanzado lo observa y decide ayudar, avanza en modo interrogatorio pero al ver el rostro de su blanco le toma en brazos y se lo lleva directamente al campamento. Un gesto apreciable pues Z9-42 apenas puede mantenerse consciente.
Mientras el panorama cambia no puede evitar pensar en su falta de lógica por delegar una curación hasta tales alturas, las maquinas deben mantener una integridad optima pues es su principal propósito de vida… cierta ley robótica que solo las unidades más avanzadas pueden retrasar tanto tiempo por voluntad propia.
Le dejan en una litera de campaña y van a buscar un sanador, Zero tiembla y tirita de frio pues sus canales están saturados. Duele mucho, quiere que se detenga aunque el deseo es irrelevante en su condición actual. ¿Cómo ellos pueden soportarlo?, ¿cómo logran seguir existiendo luego de sufrir algo tan desagradable en carne propia?
Grita, un chillido fuerte. Nunca antes lo había hecho… algo mas para la lista de transgresiones lógicas. Abre los ojos de par en par y comienza a pensar cosas sin sentido, está delirando pero sigue sin poder interferir. La mente alterada le permite anteponerse al dolor y se levanta, avanza a la salida de forma tan accidentada que golpea una lampara e inicia cierto incendio.
Afuera sus sentidos reciben otro golpe, demasiadas personas congregadas en un mismo sitio. Trata de catalogarlas a todas sin ningún tipo de éxito, no tiene la capacidad y su función falla. Se lleva las manos al rostro e intenta tapar sus ojos, desgraciadamente incluso con la visión comprometida puede seguir detallando a tanta gente.
Niño… ¿estás bien?
Cierto soldado se acerca, su preocupación debería agradarle al “chico” pero solo despierta una rabia impropia. Cuando aquel sujeto toca su hombro siente un dolor tan fuerte que lo fulmina con la mirada, allí bajo el amparo del fuego Zero le sujeta para luego arrojarlo con violencia por un lateral. Su lanzamiento es tan desproporcionado que todos los efectivos alrededor clavan sus ojos en el… todos esos ojos solo emporan la situación.
Por favor… no me “tiembla” miren “mira de medio lado errático” deben alejarse… ¡¡aléjense de mí!!
En el pasado la base colaboraba activamente con la seguridad de la región, luego de varias actualizaciones y muchos conflictos internos no cuentan con los recursos ni la voluntad para ayudar. Una postura que genera sentimientos encontrados en el niño artificial… los habitantes fuertes de la realidad deberían apoyar a sus semejantes menos dotados.
Cuando ya tiene el campamento más cercano a pocos kilómetros de distancia el chico robot siente un dolor terrible en su torso, se detiene unos instantes pero es incapaz hacerlo ceder. Todos los fluidos sedantes se encuentran comprometidos y sus sistemas de control están afectados, en este punto tiene la misma potestad que un humano sobre su cuerpo.
Una mueca de malestar severo se forma en su rostro, nunca había experimentado algo tan desagradable y casi no puede pensar. Los seres vivos viven con dolor toda su vida, de una forma u otra se manifiesta en ellos cada cierto tiempo. Zero es una maquina sin memoria pasada, no esta acostumbrado por lo que siente todo de manera aumentada.
¿Esto… esto es… morir?
Cae de rodillas, intenta ponerse de pie aunque cada movimiento es una agonía. Trata de enfocar la zona del dolor y el único scanner funcional revela malas noticias. Su parte bilógica ya no resiste y esta rechazando todo aditamento aumentado… debe recibir curación significativa o podría tener una reacción cascada.
Como se encuentra a suficiente distancia del ejercito un explorador avanzado lo observa y decide ayudar, avanza en modo interrogatorio pero al ver el rostro de su blanco le toma en brazos y se lo lleva directamente al campamento. Un gesto apreciable pues Z9-42 apenas puede mantenerse consciente.
Mientras el panorama cambia no puede evitar pensar en su falta de lógica por delegar una curación hasta tales alturas, las maquinas deben mantener una integridad optima pues es su principal propósito de vida… cierta ley robótica que solo las unidades más avanzadas pueden retrasar tanto tiempo por voluntad propia.
Le dejan en una litera de campaña y van a buscar un sanador, Zero tiembla y tirita de frio pues sus canales están saturados. Duele mucho, quiere que se detenga aunque el deseo es irrelevante en su condición actual. ¿Cómo ellos pueden soportarlo?, ¿cómo logran seguir existiendo luego de sufrir algo tan desagradable en carne propia?
Grita, un chillido fuerte. Nunca antes lo había hecho… algo mas para la lista de transgresiones lógicas. Abre los ojos de par en par y comienza a pensar cosas sin sentido, está delirando pero sigue sin poder interferir. La mente alterada le permite anteponerse al dolor y se levanta, avanza a la salida de forma tan accidentada que golpea una lampara e inicia cierto incendio.
Afuera sus sentidos reciben otro golpe, demasiadas personas congregadas en un mismo sitio. Trata de catalogarlas a todas sin ningún tipo de éxito, no tiene la capacidad y su función falla. Se lleva las manos al rostro e intenta tapar sus ojos, desgraciadamente incluso con la visión comprometida puede seguir detallando a tanta gente.
Niño… ¿estás bien?
Cierto soldado se acerca, su preocupación debería agradarle al “chico” pero solo despierta una rabia impropia. Cuando aquel sujeto toca su hombro siente un dolor tan fuerte que lo fulmina con la mirada, allí bajo el amparo del fuego Zero le sujeta para luego arrojarlo con violencia por un lateral. Su lanzamiento es tan desproporcionado que todos los efectivos alrededor clavan sus ojos en el… todos esos ojos solo emporan la situación.
Por favor… no me “tiembla” miren “mira de medio lado errático” deben alejarse… ¡¡aléjense de mí!!
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Re: [Guerra de Lunargenta]El norte no olvida [Libre] [4/4] (Cerrado)
Los meses habían pasado. Y cómo no iban a hacerlo, cuando el tiempo nunca realizaba pausa alguna. El tiempo no se detenía por nadie, ni por los buenos momentos ni por el sufrimiento de los mortales.
El pasar de los días, los meses, las estaciones, era inalterable. Una constante en la vida. De modo que lo único que podían hacer las personas ante tal obviedad era pensar en ese tiempo vivido y pasado.
Sí, los meses habían quedado atrás, pero ¿habían sido buenos tiempos, o por el contrario la vida había empeorado para los desdichados mortales?
Esa cuestión era lo único que realmente importaba. Era una pregunta simple, que englobaba con la misma sencillez la felicidad de las personas, pues tener una buena vida era lo que de verdad hacía a uno feliz, o no.
Teniendo en cuenta que una horrible enfermedad había asolado el continente no hacía tanto, se podría decir que los últimos tiempos no habían sido muy buenos que digamos. Más si por el contrario teníamos en cuenta, que al menos el mundo seguía ahí, y no había explotado en el proceso, pues quizás era mejor darse con un canto en los dientes.
En fin, fuera como fuese para la totalidad de la población, en lo personal los últimos meses no habían sido buenos, de ninguna de las maneras. Habían sido meses horribles. Ya que si no era suficiente con casi vivir el fin del mundo, acabar maldito no lo mejoraba en absoluto.
Si lo llega a saber, nunca hubiera entrado en ese maldito internado. Aunque era una forma de hablar. Gente en peligro. Peor aún, niños en peligro. No había que ser muy inteligente, sólo conocer un poco al brujo Vincent, para saber que el rubio se metería de lleno cien veces en ese colegio maldito, con tal de salvar a los niños.
Así era él, y por esa razón había acabado metido en otro follón nada más regresar al Norte.
- No creo que encontremos a nadie tan lejos del Sur-, comentó Erik
- No, claro que no. Pero igualmente debemos hacerlo. Para no perder la costumbre, y porque quizás el enemigo piense justo eso-, contestó al pelirrojo, dejando atrás recuerdos y pensamientos de maldiciones. - Nunca se sabe-, se encogió de hombros. - Puede que el enemigo haya decidido mandar algunas de sus fuerzas al norte, para debilitar la esperada respuesta de los dragones. Después de todo, la alianza de los dragones y los humanos no es un secreto para nadie. El movimiento de Dundarak era sólo cuestión de tiempo-, terminó por decir, mientras avanzaba por el bosque, sin dejar de buscar de señales de peligro.
- Lo sé, pero aún así me parece descabellado que se hayan movido tan al norte. Sería un error dividirse tanto. Pero ya conocemos a nuestro querido Lanius. Siempre tan formal y aplicado-, comenzó a responder el dragón. También atento a cualquier posible peligro, pese que no creyera que hubiera nada que temer. - Dices que no debemos perder la costumbre. Pues olvida la táctica, ya sabes por qué Lanius ha ordenado patrullar el perímetro del campamento-, bufó, nada más acabar de dar su opinión.
- Formal y aplicado, creo que acabas de describir a la raza de los dragones-, se mofó del pelirrojo. - O como poco al noventa por ciento de ellos-, rió su propia broma en tono bajo, conteniéndose para no hacer excesivo ruido. - Ah, no seas tan malo con el pobre Lanius, ha hecho lo que debía hacer. Nunca está de más prevenir.
- Ja, ja, muy gracioso. No, si no me quejo. Pero dudo que encontremos una mierda-, fue la escueta respuesta de Erik.
No se podía decir mucho más. Unos pasos a su espalda los alertaron y los apremió a girarse con las armas prestar para el combate. Una falsa alarma, pues sólo era Einar, otra de los exploradores.
- Menudo susto Einar, no sabes ser más sigiloso. Con esos andares ya nos habrán escuchado en Lunargenta-, comentó el pelirrojo, con un deje enfadado en el tono.
- Tenemos que volver-, se apresuró a decir el otro dragón, obviando las palabras de Erik. - Daven y yo hemos visto humo en el campamento, puede que esté pasando algo grave-, dijo, dando sentido a sus motivos para la alarma.
Erik y Vincent se mirando el uno al otro, un acto reflejo provocado por la importancia de lo comentado por Einar, pero también por la duda ante tales hechos. Ya era poco probable que alguna de las patrullas encontrara un enemigo, como para que realmente una fuerza enemiga atacara las fuerzas del Norte.
De todos modos Einar nunca mentiría con un asunto de tal importancia y envergadura, así que sólo se podía tomar una decisión posible.
Einar, Erik y Vincent volvieron corriendo sobre sus pasos, para no tardar en reencontrarse con Daven, que se había quedado esperando a unos metros que Einar diera la noticia a sus otros dos compañeros de patrulla. Justo en ese punto el bosque clareaba un poco, por lo que tanto el brujo como el pelirrojo ahora pudieron ver el humo negro con sus propios ojos.
- Debemos regresar junto a los caballos. Seguramente Lars y Nilsa ya hayan visto ese humo, y esté esperando nuestro regreso con impaciencia-, dijo, poniéndose en marcha una vez más, después del reencuentro con Daven.
Por supuesto, sus palabras no tardaron en cobrar realidad. En cuanto los cuatro hombres se aproximaron a los compañeros que vigilaban los caballos, se hizo patente que estaban impacientes porque estos llegaran. Y como no había tiempo que perder, todos montaron en sus animales para regresar al campamento lo antes posible.
Bueno casi todos, ya que Lars emprendería el viaje de regreso en forma dracónica, para tener una mejor perspectiva del campamento aliado, y ver si se trataba de una batalla. Él podría avisarles dentro de un rato, mientras el resto regresaba al galope.
Fue un plazo corto, no sabría decir cuánto tiempo pasó, pero no estaban lejos del campamento, y Lars con su ventaja de vuelo no tardó en volver hasta ellos. El explorador regresó para comunicarles que no parecía ocurrir nada extraño, sólo que había fuego, pero no avistaba batalla alguna.
Las noticias de Lars eran un gran alivio para todos, más no dejaba de ser extraño. No había batalla, pero algo había pasado, y sólo tenían una forma de averiguarlo. Uno de ellos podía ir hasta el campamento para enterarse, mientras el resto regresaba al bosque para continuar la patrulla. No obstante, ya hacía bastante tiempo que habían partido del campamento, y era un buen momento para dar por concluida la patrulla e informar al comandante Lanius.
Con esa conclusión, se dio por finalizada la exploración, y siguieron su avance hasta el campamento.
Si tardaron poco en recibir las noticias de Lars, menos aún tardaron en llegar al campamento. Normal, teniendo en cuenta la gran cantidad de terreno que había desandando con el galope que habían iniciado nada más partir del bosque.
El rubio aminoró la velocidad del caballo según se acercaba a los guardias del improvisado cuartel, y su primera impresión fue de total normalidad. Cómo si allí no pasara nada grave. Sin embargo, la columna de humo seguía alzándose hacia el cielo, aunque ya no era tan gruesa como la primera vez que la observara.
En cualquier caso, Vincent pasó de largo la guardia del límite del campamento, y se dirigió personalmente al lugar de procedencia del humo. Nada más llegar pudo constatar que era un carro lo que ardía, ya menos, por el buen trabajo de un dragón de agua. Y también pudo constatar la furia del comandante, y pudo divisar también a su dulce elfa junto a otro chico que jamás había visto por allí.
- ¿Qué ha ocurrido? - preguntó al comandante en cuanto se acercó hasta él.
Le habló sin bajarse de la montura, y mirándolo hacia abajo desde su ventajosa posición. El resto de exploradores se quedó tras el brujo.
Con sinceridad, a estas alturas del relato no voy a mentirles. Una idea había surcado la mente del rubio antes de hablarle directamente a Lanius, y no era otra que la elección del comandante para enterarse de todo. Estaba bien cabreado, y quizás no era el mejor momento, más sopesó la situación, y lo más probable es que en esos instantes fuera el mejor informado del suceso. Además, debía darle el informe de la patrulla, que básicamente era nulo. No habían encontrado nada peligroso ni sospechoso.
No obtuvo respuesta a su pregunta. No porque al comandante le hubiera comido la lengua un gato. Simplemente un grito desgarró la “tranquilidad” del lugar. Sí, un carro quemándose no parece que sea la situación idónea para estar tranquilos, pero realmente no ocurría nada más, y el fuego estaba controlado. Ese grito repentino era de lo más alarmante.
- Maldita sea. Menudo descontrol. Id a ver qué pasa-, ordenó el comandante. Sin gritar, con tono tranquilo pero lo suficientemente imperativo.
- Sí, señor-, contestó sin más.
No era momento para andarse por las ramas. Aunque le parecía una auténtica mierda no enterarse de lo qué había pasado con el carro.
En fin, con un gesto de cabeza hizo una señal al resto de exploradores para que lo siguieran, y no tardaron en llegar al sitio del que provenía el grito. Fue fácil encontrarlo, pues en su trayecto hacia la zona donde se había escuchado el grito, algunos soldados les indicaron que un niño se había vuelto loco. Eso ayudó a que llegaran al lugar del incidente sin problemas.
Aunque sólo para hallar más problemas.
La situación eran tan rocambolesca, que no pudo mirar por encima del hombro para mirar a sus compañeros de patrulla, y comprobar que ellos estaban tan confundidos como él.
¿Qué demonios le pasaba a ese niño? Era con toda seguridad, la pregunta que se estaban haciendo todos ellos, incluido el bueno de Vinc.
- Chico, qué ocurre. ¿Qué te pasa? - le preguntó al niño, acercándose lentamente con su montura, y desmontando cuando el caballo dio un par de pasos, distancia suficiente para quedar unos metros delante del resto de exploradores.
- Está loco, ha lanzado a uno de los nuestros como si fuera un pergamino-, respondió un soldado, en vez del niño. Lo dijo con enfado, y no hacía falta escuchar su noto para saberlo, el gesto de su rostro ya lo decía todo. - Y sólo por preocuparse por él.
Un hombre volando como una hoja apergaminada. Lanzado por un niño. Eran cosas que no le conjugaban bien en su cabeza, y por un instante estuvo tentado de bromear con el exiguo desayuno de ese soldado volador, o con las setas que se hubiera tomado este soldado informador. No obstante, el resto de presentes no le llevó la contraria al informante, por lo que debía ser cierto…
- Oye, ¿de verdad has lanzado a un soldado? ¿Por qué? ¿Cómo has conseguido hacer algo así? - preguntó, calmado, manteniendo la compostura.
El chico parecía alterado, no era buena idea contribuir a ello. Por ahora iba siendo mejor mantener la calma, y ver que pasaba.
El pasar de los días, los meses, las estaciones, era inalterable. Una constante en la vida. De modo que lo único que podían hacer las personas ante tal obviedad era pensar en ese tiempo vivido y pasado.
Sí, los meses habían quedado atrás, pero ¿habían sido buenos tiempos, o por el contrario la vida había empeorado para los desdichados mortales?
Esa cuestión era lo único que realmente importaba. Era una pregunta simple, que englobaba con la misma sencillez la felicidad de las personas, pues tener una buena vida era lo que de verdad hacía a uno feliz, o no.
Teniendo en cuenta que una horrible enfermedad había asolado el continente no hacía tanto, se podría decir que los últimos tiempos no habían sido muy buenos que digamos. Más si por el contrario teníamos en cuenta, que al menos el mundo seguía ahí, y no había explotado en el proceso, pues quizás era mejor darse con un canto en los dientes.
En fin, fuera como fuese para la totalidad de la población, en lo personal los últimos meses no habían sido buenos, de ninguna de las maneras. Habían sido meses horribles. Ya que si no era suficiente con casi vivir el fin del mundo, acabar maldito no lo mejoraba en absoluto.
Si lo llega a saber, nunca hubiera entrado en ese maldito internado. Aunque era una forma de hablar. Gente en peligro. Peor aún, niños en peligro. No había que ser muy inteligente, sólo conocer un poco al brujo Vincent, para saber que el rubio se metería de lleno cien veces en ese colegio maldito, con tal de salvar a los niños.
Así era él, y por esa razón había acabado metido en otro follón nada más regresar al Norte.
- No creo que encontremos a nadie tan lejos del Sur-, comentó Erik
- No, claro que no. Pero igualmente debemos hacerlo. Para no perder la costumbre, y porque quizás el enemigo piense justo eso-, contestó al pelirrojo, dejando atrás recuerdos y pensamientos de maldiciones. - Nunca se sabe-, se encogió de hombros. - Puede que el enemigo haya decidido mandar algunas de sus fuerzas al norte, para debilitar la esperada respuesta de los dragones. Después de todo, la alianza de los dragones y los humanos no es un secreto para nadie. El movimiento de Dundarak era sólo cuestión de tiempo-, terminó por decir, mientras avanzaba por el bosque, sin dejar de buscar de señales de peligro.
- Lo sé, pero aún así me parece descabellado que se hayan movido tan al norte. Sería un error dividirse tanto. Pero ya conocemos a nuestro querido Lanius. Siempre tan formal y aplicado-, comenzó a responder el dragón. También atento a cualquier posible peligro, pese que no creyera que hubiera nada que temer. - Dices que no debemos perder la costumbre. Pues olvida la táctica, ya sabes por qué Lanius ha ordenado patrullar el perímetro del campamento-, bufó, nada más acabar de dar su opinión.
- Formal y aplicado, creo que acabas de describir a la raza de los dragones-, se mofó del pelirrojo. - O como poco al noventa por ciento de ellos-, rió su propia broma en tono bajo, conteniéndose para no hacer excesivo ruido. - Ah, no seas tan malo con el pobre Lanius, ha hecho lo que debía hacer. Nunca está de más prevenir.
- Ja, ja, muy gracioso. No, si no me quejo. Pero dudo que encontremos una mierda-, fue la escueta respuesta de Erik.
No se podía decir mucho más. Unos pasos a su espalda los alertaron y los apremió a girarse con las armas prestar para el combate. Una falsa alarma, pues sólo era Einar, otra de los exploradores.
- Menudo susto Einar, no sabes ser más sigiloso. Con esos andares ya nos habrán escuchado en Lunargenta-, comentó el pelirrojo, con un deje enfadado en el tono.
- Tenemos que volver-, se apresuró a decir el otro dragón, obviando las palabras de Erik. - Daven y yo hemos visto humo en el campamento, puede que esté pasando algo grave-, dijo, dando sentido a sus motivos para la alarma.
Erik y Vincent se mirando el uno al otro, un acto reflejo provocado por la importancia de lo comentado por Einar, pero también por la duda ante tales hechos. Ya era poco probable que alguna de las patrullas encontrara un enemigo, como para que realmente una fuerza enemiga atacara las fuerzas del Norte.
De todos modos Einar nunca mentiría con un asunto de tal importancia y envergadura, así que sólo se podía tomar una decisión posible.
Einar, Erik y Vincent volvieron corriendo sobre sus pasos, para no tardar en reencontrarse con Daven, que se había quedado esperando a unos metros que Einar diera la noticia a sus otros dos compañeros de patrulla. Justo en ese punto el bosque clareaba un poco, por lo que tanto el brujo como el pelirrojo ahora pudieron ver el humo negro con sus propios ojos.
- Debemos regresar junto a los caballos. Seguramente Lars y Nilsa ya hayan visto ese humo, y esté esperando nuestro regreso con impaciencia-, dijo, poniéndose en marcha una vez más, después del reencuentro con Daven.
Por supuesto, sus palabras no tardaron en cobrar realidad. En cuanto los cuatro hombres se aproximaron a los compañeros que vigilaban los caballos, se hizo patente que estaban impacientes porque estos llegaran. Y como no había tiempo que perder, todos montaron en sus animales para regresar al campamento lo antes posible.
Bueno casi todos, ya que Lars emprendería el viaje de regreso en forma dracónica, para tener una mejor perspectiva del campamento aliado, y ver si se trataba de una batalla. Él podría avisarles dentro de un rato, mientras el resto regresaba al galope.
Fue un plazo corto, no sabría decir cuánto tiempo pasó, pero no estaban lejos del campamento, y Lars con su ventaja de vuelo no tardó en volver hasta ellos. El explorador regresó para comunicarles que no parecía ocurrir nada extraño, sólo que había fuego, pero no avistaba batalla alguna.
Las noticias de Lars eran un gran alivio para todos, más no dejaba de ser extraño. No había batalla, pero algo había pasado, y sólo tenían una forma de averiguarlo. Uno de ellos podía ir hasta el campamento para enterarse, mientras el resto regresaba al bosque para continuar la patrulla. No obstante, ya hacía bastante tiempo que habían partido del campamento, y era un buen momento para dar por concluida la patrulla e informar al comandante Lanius.
Con esa conclusión, se dio por finalizada la exploración, y siguieron su avance hasta el campamento.
Si tardaron poco en recibir las noticias de Lars, menos aún tardaron en llegar al campamento. Normal, teniendo en cuenta la gran cantidad de terreno que había desandando con el galope que habían iniciado nada más partir del bosque.
El rubio aminoró la velocidad del caballo según se acercaba a los guardias del improvisado cuartel, y su primera impresión fue de total normalidad. Cómo si allí no pasara nada grave. Sin embargo, la columna de humo seguía alzándose hacia el cielo, aunque ya no era tan gruesa como la primera vez que la observara.
En cualquier caso, Vincent pasó de largo la guardia del límite del campamento, y se dirigió personalmente al lugar de procedencia del humo. Nada más llegar pudo constatar que era un carro lo que ardía, ya menos, por el buen trabajo de un dragón de agua. Y también pudo constatar la furia del comandante, y pudo divisar también a su dulce elfa junto a otro chico que jamás había visto por allí.
- ¿Qué ha ocurrido? - preguntó al comandante en cuanto se acercó hasta él.
Le habló sin bajarse de la montura, y mirándolo hacia abajo desde su ventajosa posición. El resto de exploradores se quedó tras el brujo.
Con sinceridad, a estas alturas del relato no voy a mentirles. Una idea había surcado la mente del rubio antes de hablarle directamente a Lanius, y no era otra que la elección del comandante para enterarse de todo. Estaba bien cabreado, y quizás no era el mejor momento, más sopesó la situación, y lo más probable es que en esos instantes fuera el mejor informado del suceso. Además, debía darle el informe de la patrulla, que básicamente era nulo. No habían encontrado nada peligroso ni sospechoso.
No obtuvo respuesta a su pregunta. No porque al comandante le hubiera comido la lengua un gato. Simplemente un grito desgarró la “tranquilidad” del lugar. Sí, un carro quemándose no parece que sea la situación idónea para estar tranquilos, pero realmente no ocurría nada más, y el fuego estaba controlado. Ese grito repentino era de lo más alarmante.
- Maldita sea. Menudo descontrol. Id a ver qué pasa-, ordenó el comandante. Sin gritar, con tono tranquilo pero lo suficientemente imperativo.
- Sí, señor-, contestó sin más.
No era momento para andarse por las ramas. Aunque le parecía una auténtica mierda no enterarse de lo qué había pasado con el carro.
En fin, con un gesto de cabeza hizo una señal al resto de exploradores para que lo siguieran, y no tardaron en llegar al sitio del que provenía el grito. Fue fácil encontrarlo, pues en su trayecto hacia la zona donde se había escuchado el grito, algunos soldados les indicaron que un niño se había vuelto loco. Eso ayudó a que llegaran al lugar del incidente sin problemas.
Aunque sólo para hallar más problemas.
La situación eran tan rocambolesca, que no pudo mirar por encima del hombro para mirar a sus compañeros de patrulla, y comprobar que ellos estaban tan confundidos como él.
¿Qué demonios le pasaba a ese niño? Era con toda seguridad, la pregunta que se estaban haciendo todos ellos, incluido el bueno de Vinc.
- Chico, qué ocurre. ¿Qué te pasa? - le preguntó al niño, acercándose lentamente con su montura, y desmontando cuando el caballo dio un par de pasos, distancia suficiente para quedar unos metros delante del resto de exploradores.
- Está loco, ha lanzado a uno de los nuestros como si fuera un pergamino-, respondió un soldado, en vez del niño. Lo dijo con enfado, y no hacía falta escuchar su noto para saberlo, el gesto de su rostro ya lo decía todo. - Y sólo por preocuparse por él.
Un hombre volando como una hoja apergaminada. Lanzado por un niño. Eran cosas que no le conjugaban bien en su cabeza, y por un instante estuvo tentado de bromear con el exiguo desayuno de ese soldado volador, o con las setas que se hubiera tomado este soldado informador. No obstante, el resto de presentes no le llevó la contraria al informante, por lo que debía ser cierto…
- Oye, ¿de verdad has lanzado a un soldado? ¿Por qué? ¿Cómo has conseguido hacer algo así? - preguntó, calmado, manteniendo la compostura.
El chico parecía alterado, no era buena idea contribuir a ello. Por ahora iba siendo mejor mantener la calma, y ver que pasaba.
Vincent Calhoun
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Re: [Guerra de Lunargenta]El norte no olvida [Libre] [4/4] (Cerrado)
-Uno de los carros comenzó a arder, sin más.- Comentó uno de los soldados con cara de circunstancias a aquellos de sus compañeros a la altura a la que se encontraba Niniel, y que por tanto no habían tenido la ocasión de enterarse de gran cosa. -Así de repente, como si hubiese sido alcanzado por un aliento de fuego...Lanius está que trina, suerte que Salamacer estaba cerca para apagarlo. Por poco no se extiende al resto de ellos.- Continuó explicando el infante, con cada vez más hombres cerca prestando atención a sus palabras, suspirando de alivio al saber que no había sido nada "grave" y comenzando a cuchichear en mayor o menor medida entre ellos, tratando de encontrar mediante suposiciones alguna respuesta a las preguntas que aún quedaban en el aire.
-Encima por lo visto debe de pasar algo cerca de las tiendas médicas. Lanius ha enviado a un grupo de exploradores que acababa de regresar a ver qué pasa. Os juro que está a punto de transformarse. Será mejor que nos pongamos a trabajar cuanto antes.- Convino el guerrero comenzando a descargar uno de los carros con el ahínco de quien quiere evitar convertirse en el blanco de la ira de un ser terrible. Pronto el resto de hombres no tardó en imitarlo, trabajando con renovado brío. Aunque a Níniel aquel último comentario sobre "algo cerca de la división médica" la tenía demasiado preocupada como para poder continuar sin más. Sentía que tenía que ir a comprobar que todo estuviera en orden por sí misma.
-¿Ummm?- Fue todo cuanto pudo decir cuando un hombre que no portaba los colores del ejército interrumpió sus pensamientos, preguntando sobre el destino para algunas de las cajas. -Ahh, todas estas son para el hospital de campaña. Cuidado con las marcadas con una doble cruz, son frágiles.- Instruyó la sacerdotisa aún algo ausente, mirando en la dirección en la que se hallaba la división médica. -¿Eres un nuevo voluntario?- Preguntó entonces a aquel recién llegado. -Ya veo, mira, mejor deja las cajas un momento. Acompáñame. Quiero comprobar algo antes de empezar a mover nada.- Pidió la joven bajando del carro de un salto y comenzando a caminar hacia el hospital de campaña. Reuniendo a otro par de soldados más por el camino para que la acompañaran.
No tardarían más de unos minutos en llegar a su destino, encontrándose con una situación, extraña como poco, en la que todo un pelotón de soldados rodeaba a un niño. Guardaban las distancias con él como si fuera contagioso, a excepción de Vincent. La peliblanca no sabía que su patrulla volvería tan rápido. Debía de ser su grupo el mencionado por aquel soldado instantes antes. Siempre resultaba tranquilizador saber que estaba cerca.
-Así que esto era ese "algo" que estaba pasando. ¿Se puede saber qué pasa? ¿Quién es ese niño?- Preguntó la elfa a uno de los miembros del grupo de Vincent. El dragón se limitó a encogerse de hombros y a señalar a otro de los soldados cercanos que parecía lastimado, explicando con pocas palabras a la elfa que ellos acababan de llegar y lo poco que sabían. -Increíble...- Fue cuanto dijo la peliblanca, haciendo una señal a los hombres que habían venido con ella para que guardaran las distancias y acercándose ella hasta la altura donde estaba Vincent, haciendo notar su presencia.
-Y yo que creía que tenías buena mano con los niños.- Le dijo en tono de broma y con confianza antes de volver a centrarse en aquel chiquillo y en su errático comportamiento. No parecía estar bien, parecía asustado, nervioso y desubicado. ¿Cómo había llegado hasta el campamento? Era demasiado joven para ser un nuevo recluta, o un escudero siquiera.
-Tranquilízate pequeño.- Pidió la elfa con su melodiosa voz. -No pasa nada. ¿Cómo te llamas? ¿Sabés dónde estás?.- Preguntó acercándose un poco más. Mas en ese momento la campana de alarma del campamento comenzó a resonar con fuerza y de manera apremiante, siendo rápidamente correspondida por el resto de campanas diseminadas, poniendo en alerta a todos los presentes y al resto del campamento también.
-¡FUEGOOO! ¡FUEGOOO!.- Comenzó a escucharse en dirección a la cercana tienda principal del hospital de campaña. -¡FUEGOOO!- Se podría escuchar también proveniente de un grupo de tiendas destinada a uno de los grupos de caballeros dragón, justo en dirección contraria. ¿Qué demonios estaba pasando? No podía tratarse del mismo fuego, como pronto quedó patente al dejarse ver dos columnas de humo negro en dos puntos opuestos del campamento.
-¿Tres incendios seguidos?- Preguntó claramente desconfiada la peliblanca a Vincent, compartiendo con él sin necesidad de más explicaciones su opinión de que aquello no era nada normal.
-Ese muchacho venía de allí.- Señaló uno de los soldados allí congregados, apuntando con la mano en la dirección de la más cercana de las columnas de humo. -Es un enemigo, seguro que ha sido él.- Acusó desenvainando su espada y envolviéndola en elemento aire. Níniel tenía sus dudas viendo el modo en el que se comportaba. Un enemigo hubiese intentado pasar desapercibido.
-Entonces yo me ocuparé de él.- Afirmó la peliblanca con seguridad. -Hay suministros importantes cerca del hospital de campaña, vosotros ocuparos de apagar los fuegos, rápido.- Ordenó al resto de los allí presentes, dando un paso más hacia aquel joven, acusado ahora de iniciar un incendio.
-Es un crimen grave causar un incendio a propósito, pequeño. Especialmente si se hace con intención de debilitar a un ejército en marcha. Muy posiblemente sea una de las pocas personas dispuestas a escucharte...- Dijo la peliblanca aún más cerca.
-Encima por lo visto debe de pasar algo cerca de las tiendas médicas. Lanius ha enviado a un grupo de exploradores que acababa de regresar a ver qué pasa. Os juro que está a punto de transformarse. Será mejor que nos pongamos a trabajar cuanto antes.- Convino el guerrero comenzando a descargar uno de los carros con el ahínco de quien quiere evitar convertirse en el blanco de la ira de un ser terrible. Pronto el resto de hombres no tardó en imitarlo, trabajando con renovado brío. Aunque a Níniel aquel último comentario sobre "algo cerca de la división médica" la tenía demasiado preocupada como para poder continuar sin más. Sentía que tenía que ir a comprobar que todo estuviera en orden por sí misma.
-¿Ummm?- Fue todo cuanto pudo decir cuando un hombre que no portaba los colores del ejército interrumpió sus pensamientos, preguntando sobre el destino para algunas de las cajas. -Ahh, todas estas son para el hospital de campaña. Cuidado con las marcadas con una doble cruz, son frágiles.- Instruyó la sacerdotisa aún algo ausente, mirando en la dirección en la que se hallaba la división médica. -¿Eres un nuevo voluntario?- Preguntó entonces a aquel recién llegado. -Ya veo, mira, mejor deja las cajas un momento. Acompáñame. Quiero comprobar algo antes de empezar a mover nada.- Pidió la joven bajando del carro de un salto y comenzando a caminar hacia el hospital de campaña. Reuniendo a otro par de soldados más por el camino para que la acompañaran.
No tardarían más de unos minutos en llegar a su destino, encontrándose con una situación, extraña como poco, en la que todo un pelotón de soldados rodeaba a un niño. Guardaban las distancias con él como si fuera contagioso, a excepción de Vincent. La peliblanca no sabía que su patrulla volvería tan rápido. Debía de ser su grupo el mencionado por aquel soldado instantes antes. Siempre resultaba tranquilizador saber que estaba cerca.
-Así que esto era ese "algo" que estaba pasando. ¿Se puede saber qué pasa? ¿Quién es ese niño?- Preguntó la elfa a uno de los miembros del grupo de Vincent. El dragón se limitó a encogerse de hombros y a señalar a otro de los soldados cercanos que parecía lastimado, explicando con pocas palabras a la elfa que ellos acababan de llegar y lo poco que sabían. -Increíble...- Fue cuanto dijo la peliblanca, haciendo una señal a los hombres que habían venido con ella para que guardaran las distancias y acercándose ella hasta la altura donde estaba Vincent, haciendo notar su presencia.
-Y yo que creía que tenías buena mano con los niños.- Le dijo en tono de broma y con confianza antes de volver a centrarse en aquel chiquillo y en su errático comportamiento. No parecía estar bien, parecía asustado, nervioso y desubicado. ¿Cómo había llegado hasta el campamento? Era demasiado joven para ser un nuevo recluta, o un escudero siquiera.
-Tranquilízate pequeño.- Pidió la elfa con su melodiosa voz. -No pasa nada. ¿Cómo te llamas? ¿Sabés dónde estás?.- Preguntó acercándose un poco más. Mas en ese momento la campana de alarma del campamento comenzó a resonar con fuerza y de manera apremiante, siendo rápidamente correspondida por el resto de campanas diseminadas, poniendo en alerta a todos los presentes y al resto del campamento también.
-¡FUEGOOO! ¡FUEGOOO!.- Comenzó a escucharse en dirección a la cercana tienda principal del hospital de campaña. -¡FUEGOOO!- Se podría escuchar también proveniente de un grupo de tiendas destinada a uno de los grupos de caballeros dragón, justo en dirección contraria. ¿Qué demonios estaba pasando? No podía tratarse del mismo fuego, como pronto quedó patente al dejarse ver dos columnas de humo negro en dos puntos opuestos del campamento.
-¿Tres incendios seguidos?- Preguntó claramente desconfiada la peliblanca a Vincent, compartiendo con él sin necesidad de más explicaciones su opinión de que aquello no era nada normal.
-Ese muchacho venía de allí.- Señaló uno de los soldados allí congregados, apuntando con la mano en la dirección de la más cercana de las columnas de humo. -Es un enemigo, seguro que ha sido él.- Acusó desenvainando su espada y envolviéndola en elemento aire. Níniel tenía sus dudas viendo el modo en el que se comportaba. Un enemigo hubiese intentado pasar desapercibido.
-Entonces yo me ocuparé de él.- Afirmó la peliblanca con seguridad. -Hay suministros importantes cerca del hospital de campaña, vosotros ocuparos de apagar los fuegos, rápido.- Ordenó al resto de los allí presentes, dando un paso más hacia aquel joven, acusado ahora de iniciar un incendio.
-Es un crimen grave causar un incendio a propósito, pequeño. Especialmente si se hace con intención de debilitar a un ejército en marcha. Muy posiblemente sea una de las pocas personas dispuestas a escucharte...- Dijo la peliblanca aún más cerca.
- Spoiler:
- Bien; podéis hacer lo que os plazca, aunque aconsejo que ayudéis en la extinción de los fuegos, yendo al mismo o a uno diferente cada uno. Níniel se "ocupará" del pequeño pirómano este turno. xD.
Níniel Thenidiel
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Re: [Guerra de Lunargenta]El norte no olvida [Libre] [4/4] (Cerrado)
Antes de que la mujer dijera algo mas, lo único que pidió fue que la siga, y eso hice. La gente parecía estar muy alarmada por el fuego, piensan que un enemigo lo podría haber hecho. La mujer no me dijo ni su nombre que me pidió que la acompañara, pero soy un simple voluntario así que obedecí, apoye las cajas con cuidado, ella me dijo que las de doble cruz eran frágiles. Mientras caminábamos hacia la tienda donde estaba el grupo de exploradores, mas soldados se iban sumando a la enfermera.
Cuando llegamos a la campaña, un grupo de soldados rodeaba a un niño, todos con mala cara, excepto uno. Parecía estar con el niño mientras los demás se alejaban, no entendía por que, pero la enfermera si entendería. De pronto, las alarmas empezaron a sonar, y la gente empezó a gritar, otro fuego crecía en otras tiendas, lo que parecía ser el hospital de campaña, fue el primero que vi.
- Maldición. - Dije mientras mire al resto del grupo, que parecían estar atendiendo al niño, rápidamente me di media vuelta y corrí hacia donde estaba el fuego, o al menos, uno de ellos.
Cuando estaba por llegar, un comandante estaba dándole ordenes a los voluntarios, así que me acerque.
- Comandante, soy un voluntario, ¿cuales son mis ordenes? - Dije con entusiasmo, me sentía todo un guerrero, pero no estaba ni cerca. El comandante rápidamente me miro, y me señalo junto a otros 2 voluntarios. - Ustedes 3, agarren cubetas con agua y empiecen a apagarlo... ¡YA! - Rápidamente los 3 movimos la cabeza, y fuimos corriendo hacia el pozo mas cercano a cargar las cubetas, mientras un dragón de agua se encargaba de mantener las llamas, y que no se propaguen por las tiendas.
Los 3 voluntarios corrimos hacia el pozo, y una vez que llegamos, empezamos a cargar las cubetas. - Nos tardaremos demasiado tiempo hasta apagarlo, vayan ustedes 2, yo cargare con agua las cubetas. - Dijo uno de los voluntarios, tenia razón, tardaríamos mucho en ir y venir, era mejor cargar los baldes y simplemente agarrarlos y tirarlos.
Tardamos al rededor de 5 minutos en cargar 2 cubetas para cada uno, y corriendo como podíamos, fuimos directo a la tienda. Así varias veces, hasta que en una ultima, los 2 voluntarios y yo, con una cubeta en cada mano, tiramos el agua que quedaba.
- Una tienda menos, quedan mas.- El comandante señalo a los 2 voluntarios, - Apoyen las demás tiendas, fíjense quien necesita apoyo, mientras tu joven dragón, baja las cajas de suministros, o no las bajaremos mas. -
Y así fue, puse una caja arriba de otra, y empece a bajar suministro por suministro, sin problema. Luego de un tiempo empezó a cansar, pero era mi trabajo. Habia terminado de bajar lo que me había tocado, y me senté en la tienda medica, a descansar un poco mientras el comandante no me veía. Quería ayudar a los demás, pero estaba demasiado cansado, esas cajas pesaban mucho.
Cuando llegamos a la campaña, un grupo de soldados rodeaba a un niño, todos con mala cara, excepto uno. Parecía estar con el niño mientras los demás se alejaban, no entendía por que, pero la enfermera si entendería. De pronto, las alarmas empezaron a sonar, y la gente empezó a gritar, otro fuego crecía en otras tiendas, lo que parecía ser el hospital de campaña, fue el primero que vi.
- Maldición. - Dije mientras mire al resto del grupo, que parecían estar atendiendo al niño, rápidamente me di media vuelta y corrí hacia donde estaba el fuego, o al menos, uno de ellos.
Cuando estaba por llegar, un comandante estaba dándole ordenes a los voluntarios, así que me acerque.
- Comandante, soy un voluntario, ¿cuales son mis ordenes? - Dije con entusiasmo, me sentía todo un guerrero, pero no estaba ni cerca. El comandante rápidamente me miro, y me señalo junto a otros 2 voluntarios. - Ustedes 3, agarren cubetas con agua y empiecen a apagarlo... ¡YA! - Rápidamente los 3 movimos la cabeza, y fuimos corriendo hacia el pozo mas cercano a cargar las cubetas, mientras un dragón de agua se encargaba de mantener las llamas, y que no se propaguen por las tiendas.
Los 3 voluntarios corrimos hacia el pozo, y una vez que llegamos, empezamos a cargar las cubetas. - Nos tardaremos demasiado tiempo hasta apagarlo, vayan ustedes 2, yo cargare con agua las cubetas. - Dijo uno de los voluntarios, tenia razón, tardaríamos mucho en ir y venir, era mejor cargar los baldes y simplemente agarrarlos y tirarlos.
Tardamos al rededor de 5 minutos en cargar 2 cubetas para cada uno, y corriendo como podíamos, fuimos directo a la tienda. Así varias veces, hasta que en una ultima, los 2 voluntarios y yo, con una cubeta en cada mano, tiramos el agua que quedaba.
- Una tienda menos, quedan mas.- El comandante señalo a los 2 voluntarios, - Apoyen las demás tiendas, fíjense quien necesita apoyo, mientras tu joven dragón, baja las cajas de suministros, o no las bajaremos mas. -
Y así fue, puse una caja arriba de otra, y empece a bajar suministro por suministro, sin problema. Luego de un tiempo empezó a cansar, pero era mi trabajo. Habia terminado de bajar lo que me había tocado, y me senté en la tienda medica, a descansar un poco mientras el comandante no me veía. Quería ayudar a los demás, pero estaba demasiado cansado, esas cajas pesaban mucho.
Rakan'Drag
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Re: [Guerra de Lunargenta]El norte no olvida [Libre] [4/4] (Cerrado)
Rápidamente los soldados rodean al chico, mantienen una línea de seguridad bastante amplia pero de igual forma intentan cortar el movimiento. Zero podría batirse en batalla con ellos aunque no lo desea, sin embargo su mente alterada comienza a percibir amenazas en todos lados… quizás si planean hacerle daño.
Un sujeto más amable que el resto rompe el círculo de muerte para intentar hablar, el “chico” le mira con cierta mueca de sufrimiento. Parece preocuparse pero si se acerca más recibirá una patada de igual forma, cualquier aproximación ahora es mal vista por la unidad aunque no se llegue al contacto.
Todos hablan, tantas palabras. Zero ya no puede controlar las subrutinas y comienza a traducir lo que dicen, primero en cinco idiomas, luego en cincuenta, quinientos… cuando se da cuenta va por cinco mil traducciones diferentes. Eso lo saca de control, tantas variables sin razón alguna.
¿¿¡¡Nadie puede hacer que pare!!??
Dolor y locura, sus daños alteran el chip de control. ¿Es esto lo que experimentan los bios sin sello?, al parecer todo tiene un lugar en el universo. Mientras cabecea intentando detener aunque sea un fallo puede distinguir cierta “luz de esperanza”, una mujer que ostenta los apéndices específicos de su raza.
Le dedica un intento de sonrisa que se pierde entre muecas de frustración, tiene que comunicarle racionalmente el problema pero solo puede pensar en atacar. El cuello se rompe rápido, un golpe al cráneo daña la materia cerebral, quebrar las extremidades da ventaja… no puede controlarse y matar se ve cada vez más divertido.
¡¡Basta!! “se pone a llorar” se…seño…ri… elfa “señala su propio torso y le golpea con la mano derecha abierta demandando atención” apag… ayúdeme.
Dicho esto extiende su brazo y se golpea la cara, el golpe resuena con violencia pues sus partes aunque humanizadas no son corrientes. Sin perder tiempo se lanza otro puñetazo aún más duro que despierta expresiones de asombro visceral en los espectadores. La sangre cae de su nariz y un corte en el área impactada pero eso solo le da la determinación para finiquitar su labor con un último ataque autoinfligido.
La violencia del golpe final lo hace girar en el aire solo para terminar cayendo en el suelo inconsciente, suelta algunos movimientos involuntarios antes de quedar plenamente desmayado. Apago el sistema de forma violenta, solo funciones vitales siguen activas y ni siquiera la interfaz interna se encuentra funcionando.
Allí tirado en el suelo solo parece un niño lastimado, dormido… cualquier ajeno al espectáculo podría formular otras hipótesis. Es la primera vez que sufre una desactivación total, no suele ser una opción pues el bio queda indefenso y la recuperación tarda horas siempre que los daños comiencen a solventarse. Es un salto de fe de una creación artificial, casi nunca se puede ver algo así.
Un sujeto más amable que el resto rompe el círculo de muerte para intentar hablar, el “chico” le mira con cierta mueca de sufrimiento. Parece preocuparse pero si se acerca más recibirá una patada de igual forma, cualquier aproximación ahora es mal vista por la unidad aunque no se llegue al contacto.
Todos hablan, tantas palabras. Zero ya no puede controlar las subrutinas y comienza a traducir lo que dicen, primero en cinco idiomas, luego en cincuenta, quinientos… cuando se da cuenta va por cinco mil traducciones diferentes. Eso lo saca de control, tantas variables sin razón alguna.
¿¿¡¡Nadie puede hacer que pare!!??
Dolor y locura, sus daños alteran el chip de control. ¿Es esto lo que experimentan los bios sin sello?, al parecer todo tiene un lugar en el universo. Mientras cabecea intentando detener aunque sea un fallo puede distinguir cierta “luz de esperanza”, una mujer que ostenta los apéndices específicos de su raza.
Le dedica un intento de sonrisa que se pierde entre muecas de frustración, tiene que comunicarle racionalmente el problema pero solo puede pensar en atacar. El cuello se rompe rápido, un golpe al cráneo daña la materia cerebral, quebrar las extremidades da ventaja… no puede controlarse y matar se ve cada vez más divertido.
¡¡Basta!! “se pone a llorar” se…seño…ri… elfa “señala su propio torso y le golpea con la mano derecha abierta demandando atención” apag… ayúdeme.
Dicho esto extiende su brazo y se golpea la cara, el golpe resuena con violencia pues sus partes aunque humanizadas no son corrientes. Sin perder tiempo se lanza otro puñetazo aún más duro que despierta expresiones de asombro visceral en los espectadores. La sangre cae de su nariz y un corte en el área impactada pero eso solo le da la determinación para finiquitar su labor con un último ataque autoinfligido.
La violencia del golpe final lo hace girar en el aire solo para terminar cayendo en el suelo inconsciente, suelta algunos movimientos involuntarios antes de quedar plenamente desmayado. Apago el sistema de forma violenta, solo funciones vitales siguen activas y ni siquiera la interfaz interna se encuentra funcionando.
Allí tirado en el suelo solo parece un niño lastimado, dormido… cualquier ajeno al espectáculo podría formular otras hipótesis. Es la primera vez que sufre una desactivación total, no suele ser una opción pues el bio queda indefenso y la recuperación tarda horas siempre que los daños comiencen a solventarse. Es un salto de fe de una creación artificial, casi nunca se puede ver algo así.
Z9-42
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Re: [Guerra de Lunargenta]El norte no olvida [Libre] [4/4] (Cerrado)
Había tenido una vida de lo más entretenida. No había situación en la que no se hubiera encontrado metido, pues había sido acosado por una perturbada, casi hecho puré por un dragón tan grande como una montaña, viajado a un mundo de sueños, y por qué no decirlo, también a un mundo de pesadillas a través de un espejo mágico.
Un infernal viaje patrocinado por la maldita que había convertido sus últimos meses en un suplicio.
Pero entre tanta vivencia y asunto turbio, no recordaba haberse visto metido en una situación como aquella. Por supuesto que eran incontables las trifulcas en las que había acabado envuelto, pero una en la que el causante de ella era un niño tan peculiar… No, nunca se había encontrado en circunstancias parecidas.
Lo más semejante que podía rememorar, eran situaciones con niños armando jaleo en la ciudad, su hija provocando algún desastre con sus impresionantes poderes de bruja, demasiado potentes para una niña de su edad. No obstante, le era imposible recordar una situación donde un niño tan inestable armara un follón.
- ¿Buena mano para los niños? Ya conoces a Allyson, y creo que ella es prueba suficiente para constatar que no tengo buena mano para los niños-, saludó a la elfa con su broma. - Intenta calmarlo. Si sigue actuando así sólo conseguirá lastimarse.
O de lastimar a alguien, ya que si había conseguido echar a volar a uno de los soldados, el chico era más fuerte de lo que aparentaba. No sabía cómo lo había logrado, pero la realidad es que lo había hecho.
- Ten cuidado-, dijo finalmente, dejando que Níniel usara sus dotes para la persuasión.
Lo más probable es que una sacerdotisa consiguiera mejores resultados que él, pues cuando un mercenario brujo como él, se ponía a negociar, lo más normal es que algo acabara explotando por los aires. Aunque algo positivo si podía decir al respecto, normalmente eran los otros los que explotaban.
En cualquier caso, su compañera no parecía lograr progresos. El chico parecía cada vez más alterado, y soltaba comentarios que eran de lo más extraño. Cuando el muchacho preguntó a viva voz, si nadie podría pararlo, parecía sugerir que era incapaz de controlarse. Era raro, y en cierto modo le ponía la piel de gallina.
¿Se trataría de una maldición? Imposible de saber para él, más por suerte una maga blanca se encontraba en el lugar del suceso. Níniel podría esclarecer que le pasaba al niño y buscar una solución, ya fuera una maldición, una enfermedad, o los dioses sabrían.
Sin embargo, los problemas nunca solían llegar solos. Si un carro ardiendo no era suficiente, el edificio del que según testigos había salido el chico, comenzó a arder. De igual modo se originó otro fuego en alguna otra parte, como pronto la voz de alarma dio a entender. Un fuego podía ser un accidente, tres de ninguna de las maneras. No había que ser muy inteligente para darse cuenta de que estaban bajo sabotaje.
- Mira, después de todo las fuerza sureñas no andan tan lejos-, comentó en tono socarrón, mirando por encima del hombre a Erik.
- Maldita sea. Tendremos que peinar el campamento-, fue la exigua respuesta del pelirrojo, pues cuando la situación desembocaba en problemas tan graves, los largos diálogos quedaban aparcados para otro momento.
- Sí, debemos peinar la zona. Pero también apagar los fuegos, y ver que pasa con este niño-, dijo, observando a su alrededor. El resto de hombres ya se estaban movilizando, como pudo apreciar al poco tiempo de escuchar las voces de alarma. - Nilsa, ven conmigo. El resto quedaos aquí y escoltar a Níniel-, dijo, poniéndose en marcha hacia el edificio que ardía tras el niño.
Con los datos que tenía, no le parecía buena idea dejar a la sacerdotisa con el niño a solas. Ella sabía perfectamente defenderse sin ayuda de nadie, sin embargo, el chico podía lanzar a un hombre por los aires como si se tratara del tallo de una flor, y su actitud daba como poco una absoluta desconfianza. Si a ello sumábamos, que según lo que había sugerido un soldado, venía de la tienda cercana que estaba ardiendo, no podía hacer otra cosa que prevenir.
Además, si todos corrían como pollos sin cabeza a apagar el fuego, el campamento en poco tiempo se volvería un desastre. Precisamente lo que buscaban los saboteadores.
- Para apagar un incendio, todo lo que se necesita es un brujo de fuego-, rió, encaminándose con paso firme hacia la tienda que ardía.
En fin, no iba a perder el humor por unos incendios. En Lunargenta iban a encontrarse algo mucho peor que unos fuegos, y si estaba preparado para ello, unos sabotajes se le antojaban el pan de cada día.
Al rubio no le costó demasiado controlar las llamas, alejarlas de cualquier material que pudieran consumir, e ir ahogándolas hasta que de ellas no quedó el más mínimo rastro. Sólo los típicos hilillos de humo que salían de las maderas y tela quemadas. Los rescoldos de un desastre que podía haber sido mucho peor.
De todos modos, pese a controlar y acabar con el incendio, su tarea no había terminado. No cuando el origen de esas llamas estaba puesto en duda. Todo incendio tenía un origen, un brujo que controlaba el fuego bien lo sabía, y uno sospechoso de ser provocado no era distinto.
En esa tienda había un punto inicial, desde el que las llamas se habían extendido como el ser hambriento que era, y se había arrastrado para encontrar más material que devorar. Así de irrefrenable era el fuego, y en uno provocado, en su origen estaban las pruebas de su creación. Al menos si no habían ardido con el resto.
Vinc se internó en la tienda y caminó sobre la tierra oscura, quemada en su superficie por las llamas. El calor que aún permanecía en ellas, traspasaba la suela de sus botas. Un cambio de temperatura que no era molesto para él, pero que era una muestra más de lo que había ocurrido allí, y del poder del fuego. No obstante, no se distrajo con pensamientos del poder del elemento que tan bien conocía, su vista pronto se centró en un objeto candente. Un objeto que se encontraba en la zona más deteriorada de la tienda, donde la tela que debía tapar el recinto para hacer de pared y techo, estaba del todo destruida.
Con un movimiento de su mano alzó el objeto del suelo por medio de su telequinesis, y alzado se podía captar mejor la figura de este.
- Provocado-, comentó la dragona, que buscaba pruebas igual que él, y se había colocado justo en ese momento a su espalda. - Una lámpara de aceite.
- Así es-, respondió, dejando caer la ennegrecida lámpara contra el suelo. El sonido del crujido del cristal que aún no se había roto en ella, llegó hasta él. Un crujido propio de un cristal calentado durante un tiempo. - Ese niño va a tener que darnos más explicaciones-, dijo, dándose media vuelta para salir de la tienda. - Aunque puede que tarde un poco-, le comentó a Nilsa, mirándola por encima de su hombro nada más salir.
La dragona mostró la misma cara de confusión, que él había dibujado en su rostro instantes antes. Y no era para menos, una escena del todo inesperada se mostraba ante sus ojos. No sabía que había pasado, pero no esperaba encontrarse con ese panorama.
- ¿Qué ha ocurrido? - le preguntó a Níniel, acercándose a ella. - ¿Te ha atacado? - sugirió, sin dejar de caminar hacia la elfa.
En esos momentos, la única posibilidad que le venía a la cabeza, era que el niño hubiera atacado a Níniel y otro de los soldados, y por tanto, las tropas hubieran tenido que reducirle a golpes.
- Cómo imaginaba el incendio fue provocado. Encontramos una lámpara de aceite en su origen-, informó a la sacerdotisa, y de paso a todos los demás presentes. - Tenemos serios problemas, y más de un intruso. Nadie se mueve tan rápido-, comentó. Era obvio, pero nunca estaba de más decirlo, y alguien debía hacerlo. - ¿El niño te ha contado que le pasa? Si viene de esa tienda como han dicho, quizás haya visto algo-, se atrevió a comentar.
Sí, puede que fuera el causante. Todo era posible en esos momentos. Pero por ahora prefería ser cauto. Muchos ejércitos usaban niños en sus filas, sin embargo, ese en particular actuaba muy raro. No parecía que estuviera muy bien de la cabeza, y no parecía la persona más idónea para un trabajo de sabotaje por ello. Nadie quería que un loco desbaratara los planes, por lo que no le cuadraba como uno de los saboteadores.
Al menos por ahora. Cuando despertara podría interrogarlo.
- Aunque lo primero será curar esas heridas-, dijo, dando por terminada su intervención,.
Ya fuera un loco, enemigo, o ambas cosas, no dejaba de ser un niño. Era razón más que suficiente para sanarlo, tanto si después tuvieran que arrestarlo o no. Además, era imposible sacarle información si seguía inconsciente.
Un infernal viaje patrocinado por la maldita que había convertido sus últimos meses en un suplicio.
Pero entre tanta vivencia y asunto turbio, no recordaba haberse visto metido en una situación como aquella. Por supuesto que eran incontables las trifulcas en las que había acabado envuelto, pero una en la que el causante de ella era un niño tan peculiar… No, nunca se había encontrado en circunstancias parecidas.
Lo más semejante que podía rememorar, eran situaciones con niños armando jaleo en la ciudad, su hija provocando algún desastre con sus impresionantes poderes de bruja, demasiado potentes para una niña de su edad. No obstante, le era imposible recordar una situación donde un niño tan inestable armara un follón.
- ¿Buena mano para los niños? Ya conoces a Allyson, y creo que ella es prueba suficiente para constatar que no tengo buena mano para los niños-, saludó a la elfa con su broma. - Intenta calmarlo. Si sigue actuando así sólo conseguirá lastimarse.
O de lastimar a alguien, ya que si había conseguido echar a volar a uno de los soldados, el chico era más fuerte de lo que aparentaba. No sabía cómo lo había logrado, pero la realidad es que lo había hecho.
- Ten cuidado-, dijo finalmente, dejando que Níniel usara sus dotes para la persuasión.
Lo más probable es que una sacerdotisa consiguiera mejores resultados que él, pues cuando un mercenario brujo como él, se ponía a negociar, lo más normal es que algo acabara explotando por los aires. Aunque algo positivo si podía decir al respecto, normalmente eran los otros los que explotaban.
En cualquier caso, su compañera no parecía lograr progresos. El chico parecía cada vez más alterado, y soltaba comentarios que eran de lo más extraño. Cuando el muchacho preguntó a viva voz, si nadie podría pararlo, parecía sugerir que era incapaz de controlarse. Era raro, y en cierto modo le ponía la piel de gallina.
¿Se trataría de una maldición? Imposible de saber para él, más por suerte una maga blanca se encontraba en el lugar del suceso. Níniel podría esclarecer que le pasaba al niño y buscar una solución, ya fuera una maldición, una enfermedad, o los dioses sabrían.
Sin embargo, los problemas nunca solían llegar solos. Si un carro ardiendo no era suficiente, el edificio del que según testigos había salido el chico, comenzó a arder. De igual modo se originó otro fuego en alguna otra parte, como pronto la voz de alarma dio a entender. Un fuego podía ser un accidente, tres de ninguna de las maneras. No había que ser muy inteligente para darse cuenta de que estaban bajo sabotaje.
- Mira, después de todo las fuerza sureñas no andan tan lejos-, comentó en tono socarrón, mirando por encima del hombre a Erik.
- Maldita sea. Tendremos que peinar el campamento-, fue la exigua respuesta del pelirrojo, pues cuando la situación desembocaba en problemas tan graves, los largos diálogos quedaban aparcados para otro momento.
- Sí, debemos peinar la zona. Pero también apagar los fuegos, y ver que pasa con este niño-, dijo, observando a su alrededor. El resto de hombres ya se estaban movilizando, como pudo apreciar al poco tiempo de escuchar las voces de alarma. - Nilsa, ven conmigo. El resto quedaos aquí y escoltar a Níniel-, dijo, poniéndose en marcha hacia el edificio que ardía tras el niño.
Con los datos que tenía, no le parecía buena idea dejar a la sacerdotisa con el niño a solas. Ella sabía perfectamente defenderse sin ayuda de nadie, sin embargo, el chico podía lanzar a un hombre por los aires como si se tratara del tallo de una flor, y su actitud daba como poco una absoluta desconfianza. Si a ello sumábamos, que según lo que había sugerido un soldado, venía de la tienda cercana que estaba ardiendo, no podía hacer otra cosa que prevenir.
Además, si todos corrían como pollos sin cabeza a apagar el fuego, el campamento en poco tiempo se volvería un desastre. Precisamente lo que buscaban los saboteadores.
- Para apagar un incendio, todo lo que se necesita es un brujo de fuego-, rió, encaminándose con paso firme hacia la tienda que ardía.
En fin, no iba a perder el humor por unos incendios. En Lunargenta iban a encontrarse algo mucho peor que unos fuegos, y si estaba preparado para ello, unos sabotajes se le antojaban el pan de cada día.
Al rubio no le costó demasiado controlar las llamas, alejarlas de cualquier material que pudieran consumir, e ir ahogándolas hasta que de ellas no quedó el más mínimo rastro. Sólo los típicos hilillos de humo que salían de las maderas y tela quemadas. Los rescoldos de un desastre que podía haber sido mucho peor.
De todos modos, pese a controlar y acabar con el incendio, su tarea no había terminado. No cuando el origen de esas llamas estaba puesto en duda. Todo incendio tenía un origen, un brujo que controlaba el fuego bien lo sabía, y uno sospechoso de ser provocado no era distinto.
En esa tienda había un punto inicial, desde el que las llamas se habían extendido como el ser hambriento que era, y se había arrastrado para encontrar más material que devorar. Así de irrefrenable era el fuego, y en uno provocado, en su origen estaban las pruebas de su creación. Al menos si no habían ardido con el resto.
Vinc se internó en la tienda y caminó sobre la tierra oscura, quemada en su superficie por las llamas. El calor que aún permanecía en ellas, traspasaba la suela de sus botas. Un cambio de temperatura que no era molesto para él, pero que era una muestra más de lo que había ocurrido allí, y del poder del fuego. No obstante, no se distrajo con pensamientos del poder del elemento que tan bien conocía, su vista pronto se centró en un objeto candente. Un objeto que se encontraba en la zona más deteriorada de la tienda, donde la tela que debía tapar el recinto para hacer de pared y techo, estaba del todo destruida.
Con un movimiento de su mano alzó el objeto del suelo por medio de su telequinesis, y alzado se podía captar mejor la figura de este.
- Provocado-, comentó la dragona, que buscaba pruebas igual que él, y se había colocado justo en ese momento a su espalda. - Una lámpara de aceite.
- Así es-, respondió, dejando caer la ennegrecida lámpara contra el suelo. El sonido del crujido del cristal que aún no se había roto en ella, llegó hasta él. Un crujido propio de un cristal calentado durante un tiempo. - Ese niño va a tener que darnos más explicaciones-, dijo, dándose media vuelta para salir de la tienda. - Aunque puede que tarde un poco-, le comentó a Nilsa, mirándola por encima de su hombro nada más salir.
La dragona mostró la misma cara de confusión, que él había dibujado en su rostro instantes antes. Y no era para menos, una escena del todo inesperada se mostraba ante sus ojos. No sabía que había pasado, pero no esperaba encontrarse con ese panorama.
- ¿Qué ha ocurrido? - le preguntó a Níniel, acercándose a ella. - ¿Te ha atacado? - sugirió, sin dejar de caminar hacia la elfa.
En esos momentos, la única posibilidad que le venía a la cabeza, era que el niño hubiera atacado a Níniel y otro de los soldados, y por tanto, las tropas hubieran tenido que reducirle a golpes.
- Cómo imaginaba el incendio fue provocado. Encontramos una lámpara de aceite en su origen-, informó a la sacerdotisa, y de paso a todos los demás presentes. - Tenemos serios problemas, y más de un intruso. Nadie se mueve tan rápido-, comentó. Era obvio, pero nunca estaba de más decirlo, y alguien debía hacerlo. - ¿El niño te ha contado que le pasa? Si viene de esa tienda como han dicho, quizás haya visto algo-, se atrevió a comentar.
Sí, puede que fuera el causante. Todo era posible en esos momentos. Pero por ahora prefería ser cauto. Muchos ejércitos usaban niños en sus filas, sin embargo, ese en particular actuaba muy raro. No parecía que estuviera muy bien de la cabeza, y no parecía la persona más idónea para un trabajo de sabotaje por ello. Nadie quería que un loco desbaratara los planes, por lo que no le cuadraba como uno de los saboteadores.
Al menos por ahora. Cuando despertara podría interrogarlo.
- Aunque lo primero será curar esas heridas-, dijo, dando por terminada su intervención,.
Ya fuera un loco, enemigo, o ambas cosas, no dejaba de ser un niño. Era razón más que suficiente para sanarlo, tanto si después tuvieran que arrestarlo o no. Además, era imposible sacarle información si seguía inconsciente.
Vincent Calhoun
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Re: [Guerra de Lunargenta]El norte no olvida [Libre] [4/4] (Cerrado)
Varios fuegos afectando el campamento de manera simultánea. Un niño capaz de lanzar por los aires a un soldado varias veces más grande y pesado que él mismo por los aires y que se comportaba como un loco. Acusaciones de sabotaje que se extendían más rápido que el propio fuego dirigidas hacia el propio niño. Caos, confusión y odio crecientes y mal dirigidos. Sí, sin duda que el enemigo había logrado infiltrarse entre sus filas, y estaba consiguiendo todo cuanto pretendía. Aunque para Níniel no estaba tan claro que fuese aquel niño, por muy raro que actuase. De hecho era su modo de actuar lo que a ojos de la peliblanca lo descartaba como sospechoso. No es que estuviese siguiendo el manual del espia infiltrado muy al pié de la letra precisamente.
-Estaré bien. Tú ocúpate del fuego.- Volvió a pedir la elfa a Vincent al ver como parecía dudar de dejarla sola con aquel chico, incluso dejando allí a parte de su grupo. Algo innecesario pero que la peliblanca se tomó con un gesto de encantadora preocupación. Con enemigos mucho más temibles se las había visto y ni una sola opción les había dejado. Quizá la maldición oscura ya no la amenazara y sacara lo peor de ella a la vez que la volvía más fuerte, pero, sin duda la había ayudado a ganar en confianza, a conocerse a sí misma y lo que podía llegar a hacer sin ayuda y sin abrazar tan envenenado obsequio.
-Te ayudaré, tú intenta calmarte. Estás poniendo muy nerviosos a estos hombres, y no queremos que ocurra ninguna desgracia.-Volvió a centrarse entonces en el ya a solo unos pasos muchacho. Pero aunque su voz solía relajar a la mayoría de sus pacientes y hacer maravillas con los niños, no parecía lograr nada con aquel. Al contrario cada vez parecía estar peor. Llegando incluso a comenzar a golpearse a sí mismo con una inusitada fuerza que hizo que la peliblanca se detuviera y que el resto de soldados aún presentes se alarmaran sobremanera. ¿Y qué había sido ese extraño sonido? -¿Qué haces? Detente, no...- El chico volvió a golpearse de nuevo, y una tercera vez que lo dejó sin sentido en el suelo tras una peculiar voltereta que a Níniel se le parece imposible para nadie normal. Al menos tras aquel golpe ya no se movería más.
Pronto la sacerdotisa entendería mejor qué era lo que había pasado, tan pronto como se arrodilló al lado del chico y comenzó a aplicar su magia sanadora sobre él. Níniel conocía muy bién aquella sensación fría y antinatural fruto de tan íntima caricia con las partes artificiales de los bio, una sensación que si bien no llegaba a resultar desagradable, no era normal. Quizá algunos de los miembros de tan extraña raza podían pasar superficialmente como humanos, pero a ella le bastaba intentar sanarlos para saber que no lo eran. Al menos no del todo. -Por todos los dioses...menudo estropicio.- No pudo evitar contener una vez que gracias a su magia comprobó el alcance de los daños. De los biológicos claro, sobre el funcionamiento de sus partes puramente mecánicas poco podía saber.
La joven sería incapaz de decir cuánto tiempo pasó aplicando sus habilidades en aquel ser, pero desde luego no pasó mucho antes de que los daños más superficiales desaparecieran por completo, como si nunca hubiesen estado allí. En cuanto a los internos, la peliblanca no tardaría en percatarse de la mejoría, y en que de algún modo dicha mejoría estaba afectando a las partes no biológicas del bio. ¿Acaso de algún modo reaccionaban a la curación en sí o simplemente la sanación permitía a dichas partes centrarse en otras funciones antes abandonadas? Desde luego era algo que no enseñaban en Sandorai. Para cuando Vincent regresó, el proceso ya prácticamente había acabado.
-No, la verdad es que se atacó él solo.- Respondió a sus inquietudes. -Ya veo. Lo suponía, aunque dudo que él sea uno de ellos. Es un bio, claro que uno bastante dañado. Se supone que la mayoría son aliados de los humanos, y por ende nuestros. Aunque quizá su comportamiento dañado le llevara a hacerlo. Son criaturas muy extrañas.- Sentenció la peliblanca apartando por fin las manos tras haber terminado de manera satisfactoria. -¿Esto cuenta como experiencia para entrar en la unidad de ingenieros?- Bromeó. Igualmente los ingenieros del campamento se ocupaban de levantar tiendas, cavar zanjas y montar armas de asedio, debían de tener la misma idea sobre bios que ella misma, incluso menos. -Lo llevaremos a una de las tiendas médicas ahora que es seguro. Si fuese humano tendría que despertar en cualquier momento y podríamos interrogarlo, pero en su caso no tengo ni idea.- Pidió. Y acompañó hasta su lugar de destino al chico y a los soldados que lo transportaron. Casualidad o destino la misma tienda cerca de la cual aquel voluntario al que la joven había "arrastrado" a tal situación se hallaba descansando.
-Me alegra ver que sigues de una pieza.- Le saludó esbozando un pequeña sonrisa. Se sentía un poco culpable, de no ser por ella aquel hombre quizá seguiría descargando los carros cerca del centro del campamento y no se habría visto envuelto en todo aquello. Aunque con saboteadores haciendo de las suyas por el lugar, solo hubiese sido cuestión de tiempo que hubiese acabado metido en algo inesperado. -Mi nombre es Níniel, por cierto. Soy de la división médica.- Se presentó, sin demasiadas formalidades dadas las circunstancias y mientras los demás dejaban al niño en la tienda.
-¡Atención! Oficial presente.- Interrumpió en ese momento y de repente uno de los soldados cercanos, poniéndose firme y saludando con la mano en el pecho a la figura que Níniel tenía a su espalda, y por ende fuera de su rango de visión. Se giró y realizó una leve reverencia de respeto, aunque no saludó militarmente ya que no era una soldado exactamente.
-Menos saludos y más informes.- Pidió el comandante sin detenerse, corriendo la cortina de la tienda y mirando hacia su interior con gesto de disgusto. -¿Ese enano es el que ha puesto patas arriba mi campamento? Mis superiores me están dando por saco con este así que espero que la respuesta sea sí o tendré que daros por el saco a vosotros.- Expresó claramente molesto. Además seguramente dar por saco fuese una de sus actividades favoritas de todos modos.
-No lo sabemos aún, y de serlo desde luego no el único.- Respondió la peliblanca con su habitual tono sereno y melodioso. -Es un biocibernético y estaba dañado. Heridas antiguas y no recientes. He hecho cuanto he podido para que se recupere.-
-Eso no ha sido un "sí", elfa. La próxima vez que pregunte quiero que lo sea...- Espetó el fornido caballero dragón.- Ocupaos de él y de encontrar al resto de enemigos. Os lo encargo.-Instó antes de irse, sin admitir reproche o réplica alguna. Poco parecía importarle que estuviera encargando tal misión a un explorador y su grupo, a un voluntario recién llegado y a una sanadora.
-Genial...¿Y por dónde empezamos? ¿Tenemos alguna pista a parte de este niño bio?- Inquirió a los demás. No es que tuviese muchas ideas sobre por dónde empezar a buscar si el chico no les daba un hilo del que tirar. Buscar a los saboteadores en aquel enorme campamento podía ser como buscar una aguja en un pajar.
-Estaré bien. Tú ocúpate del fuego.- Volvió a pedir la elfa a Vincent al ver como parecía dudar de dejarla sola con aquel chico, incluso dejando allí a parte de su grupo. Algo innecesario pero que la peliblanca se tomó con un gesto de encantadora preocupación. Con enemigos mucho más temibles se las había visto y ni una sola opción les había dejado. Quizá la maldición oscura ya no la amenazara y sacara lo peor de ella a la vez que la volvía más fuerte, pero, sin duda la había ayudado a ganar en confianza, a conocerse a sí misma y lo que podía llegar a hacer sin ayuda y sin abrazar tan envenenado obsequio.
-Te ayudaré, tú intenta calmarte. Estás poniendo muy nerviosos a estos hombres, y no queremos que ocurra ninguna desgracia.-Volvió a centrarse entonces en el ya a solo unos pasos muchacho. Pero aunque su voz solía relajar a la mayoría de sus pacientes y hacer maravillas con los niños, no parecía lograr nada con aquel. Al contrario cada vez parecía estar peor. Llegando incluso a comenzar a golpearse a sí mismo con una inusitada fuerza que hizo que la peliblanca se detuviera y que el resto de soldados aún presentes se alarmaran sobremanera. ¿Y qué había sido ese extraño sonido? -¿Qué haces? Detente, no...- El chico volvió a golpearse de nuevo, y una tercera vez que lo dejó sin sentido en el suelo tras una peculiar voltereta que a Níniel se le parece imposible para nadie normal. Al menos tras aquel golpe ya no se movería más.
Pronto la sacerdotisa entendería mejor qué era lo que había pasado, tan pronto como se arrodilló al lado del chico y comenzó a aplicar su magia sanadora sobre él. Níniel conocía muy bién aquella sensación fría y antinatural fruto de tan íntima caricia con las partes artificiales de los bio, una sensación que si bien no llegaba a resultar desagradable, no era normal. Quizá algunos de los miembros de tan extraña raza podían pasar superficialmente como humanos, pero a ella le bastaba intentar sanarlos para saber que no lo eran. Al menos no del todo. -Por todos los dioses...menudo estropicio.- No pudo evitar contener una vez que gracias a su magia comprobó el alcance de los daños. De los biológicos claro, sobre el funcionamiento de sus partes puramente mecánicas poco podía saber.
La joven sería incapaz de decir cuánto tiempo pasó aplicando sus habilidades en aquel ser, pero desde luego no pasó mucho antes de que los daños más superficiales desaparecieran por completo, como si nunca hubiesen estado allí. En cuanto a los internos, la peliblanca no tardaría en percatarse de la mejoría, y en que de algún modo dicha mejoría estaba afectando a las partes no biológicas del bio. ¿Acaso de algún modo reaccionaban a la curación en sí o simplemente la sanación permitía a dichas partes centrarse en otras funciones antes abandonadas? Desde luego era algo que no enseñaban en Sandorai. Para cuando Vincent regresó, el proceso ya prácticamente había acabado.
-No, la verdad es que se atacó él solo.- Respondió a sus inquietudes. -Ya veo. Lo suponía, aunque dudo que él sea uno de ellos. Es un bio, claro que uno bastante dañado. Se supone que la mayoría son aliados de los humanos, y por ende nuestros. Aunque quizá su comportamiento dañado le llevara a hacerlo. Son criaturas muy extrañas.- Sentenció la peliblanca apartando por fin las manos tras haber terminado de manera satisfactoria. -¿Esto cuenta como experiencia para entrar en la unidad de ingenieros?- Bromeó. Igualmente los ingenieros del campamento se ocupaban de levantar tiendas, cavar zanjas y montar armas de asedio, debían de tener la misma idea sobre bios que ella misma, incluso menos. -Lo llevaremos a una de las tiendas médicas ahora que es seguro. Si fuese humano tendría que despertar en cualquier momento y podríamos interrogarlo, pero en su caso no tengo ni idea.- Pidió. Y acompañó hasta su lugar de destino al chico y a los soldados que lo transportaron. Casualidad o destino la misma tienda cerca de la cual aquel voluntario al que la joven había "arrastrado" a tal situación se hallaba descansando.
-Me alegra ver que sigues de una pieza.- Le saludó esbozando un pequeña sonrisa. Se sentía un poco culpable, de no ser por ella aquel hombre quizá seguiría descargando los carros cerca del centro del campamento y no se habría visto envuelto en todo aquello. Aunque con saboteadores haciendo de las suyas por el lugar, solo hubiese sido cuestión de tiempo que hubiese acabado metido en algo inesperado. -Mi nombre es Níniel, por cierto. Soy de la división médica.- Se presentó, sin demasiadas formalidades dadas las circunstancias y mientras los demás dejaban al niño en la tienda.
-¡Atención! Oficial presente.- Interrumpió en ese momento y de repente uno de los soldados cercanos, poniéndose firme y saludando con la mano en el pecho a la figura que Níniel tenía a su espalda, y por ende fuera de su rango de visión. Se giró y realizó una leve reverencia de respeto, aunque no saludó militarmente ya que no era una soldado exactamente.
-Menos saludos y más informes.- Pidió el comandante sin detenerse, corriendo la cortina de la tienda y mirando hacia su interior con gesto de disgusto. -¿Ese enano es el que ha puesto patas arriba mi campamento? Mis superiores me están dando por saco con este así que espero que la respuesta sea sí o tendré que daros por el saco a vosotros.- Expresó claramente molesto. Además seguramente dar por saco fuese una de sus actividades favoritas de todos modos.
-No lo sabemos aún, y de serlo desde luego no el único.- Respondió la peliblanca con su habitual tono sereno y melodioso. -Es un biocibernético y estaba dañado. Heridas antiguas y no recientes. He hecho cuanto he podido para que se recupere.-
-Eso no ha sido un "sí", elfa. La próxima vez que pregunte quiero que lo sea...- Espetó el fornido caballero dragón.- Ocupaos de él y de encontrar al resto de enemigos. Os lo encargo.-Instó antes de irse, sin admitir reproche o réplica alguna. Poco parecía importarle que estuviera encargando tal misión a un explorador y su grupo, a un voluntario recién llegado y a una sanadora.
-Genial...¿Y por dónde empezamos? ¿Tenemos alguna pista a parte de este niño bio?- Inquirió a los demás. No es que tuviese muchas ideas sobre por dónde empezar a buscar si el chico no les daba un hilo del que tirar. Buscar a los saboteadores en aquel enorme campamento podía ser como buscar una aguja en un pajar.
- Spoiler:
- Esperemos que Z9-42 despierte. Si alguno quiere puede poner este turno algo raro que viera por el campamento. Por lo demás, presentémonos ahora que estamos los cuatro.
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
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Re: [Guerra de Lunargenta]El norte no olvida [Libre] [4/4] (Cerrado)
Estaba descansando un poco cuando inmediatamente llega un grupo agarrando al pequeño muchacho, ya parecía estar dormido o algo así, el campamento era un desastre, fuego por todos lados, soldados siendo lanzados como un papel... y un niño que parece estar poseído. La mujer rápidamente se presento, al parecer se llama Niniel, y es de la división medica. Apareció junto a un caballero y sus soldados.
- Que los dragones ancestrales se apiaden de nosotros. ¿Como pensamos llegar a la guerra?... - Es que claro, estamos marchando una guerra, y estamos peleando una en el campamento, se nos queman las tiendas, soldados siendo lanzados, nada tenia sentido. ¿Donde me metí? fue lo primero que pensé. Justo antes de que pueda decir algo mas, apareció el comandante, enojado con la elfa, que parecía ser ahora nuestra líder. Algo debía estar mal, el comandante se fue al dar unas ordenes. Yo solamente era un voluntario, no es que no quería ayudar, nada me da mas gusto que ayudar. Pero algo estaba mal, rápidamente salí y le dije al comandante, quien no voltio y seguía caminando - Comandante... esto debe ser un error, no soy ningún soldado ni nada, solo soy un simple voluntario, mis misiones son atender a los soldados y ayudar a los comandantes con las cosas.
El comandante freno, me miro con una mirada desafiante y me dijo - Chico, si yo digo que ayudes a un grupo, tienes que hacerlo sin cuestionar... no seras mas voluntario, ahora servirás a la señorita Niniel como su ayudante. - Fue lo único que dijo al irse. Volví a la tienda rápidamente y mire a los presentes. - Lady Niniel, ahora estoy bajo sus ordenes, soy su nuevo ayudante. - Dije con cierto entusiasmo, ¡al fin era alguien en el campamento!, nuevo titulo, "Ayudante del enfermero" o algo por el estilo, algo era algo. Aunque no sabia nada de medicina.
Mire a los demás caballeros y me presente - Señores, mi nombre es Rakan'Drag. Es un gusto. - Dije mirándolos y sonriendo, las reverencias no iban conmigo, no por ahora.
Niniel había preguntado si vimos algo raro en el campamento, a lo que levante la mano - De hecho... cuando venia para acá, uno de los voluntarios del comandante estaba caminando tranquilamente por el campamento, cuando asignaron misiones a los voluntarios, no logre ver al sujeto... ¿Y si es el el que causo esto?
Luego me acerque al niño - Tranquilo amiguito, todo va a estar bien, los dragones ancestrales están con nosotros. - Era gracioso, debido a que todo el campamento estaba hecho un desastre.
- Bien, solo espero ordenes de usted Niniel, ahora es mi nueva lider... o comandante... ¿como se dice? -
- Que los dragones ancestrales se apiaden de nosotros. ¿Como pensamos llegar a la guerra?... - Es que claro, estamos marchando una guerra, y estamos peleando una en el campamento, se nos queman las tiendas, soldados siendo lanzados, nada tenia sentido. ¿Donde me metí? fue lo primero que pensé. Justo antes de que pueda decir algo mas, apareció el comandante, enojado con la elfa, que parecía ser ahora nuestra líder. Algo debía estar mal, el comandante se fue al dar unas ordenes. Yo solamente era un voluntario, no es que no quería ayudar, nada me da mas gusto que ayudar. Pero algo estaba mal, rápidamente salí y le dije al comandante, quien no voltio y seguía caminando - Comandante... esto debe ser un error, no soy ningún soldado ni nada, solo soy un simple voluntario, mis misiones son atender a los soldados y ayudar a los comandantes con las cosas.
El comandante freno, me miro con una mirada desafiante y me dijo - Chico, si yo digo que ayudes a un grupo, tienes que hacerlo sin cuestionar... no seras mas voluntario, ahora servirás a la señorita Niniel como su ayudante. - Fue lo único que dijo al irse. Volví a la tienda rápidamente y mire a los presentes. - Lady Niniel, ahora estoy bajo sus ordenes, soy su nuevo ayudante. - Dije con cierto entusiasmo, ¡al fin era alguien en el campamento!, nuevo titulo, "Ayudante del enfermero" o algo por el estilo, algo era algo. Aunque no sabia nada de medicina.
Mire a los demás caballeros y me presente - Señores, mi nombre es Rakan'Drag. Es un gusto. - Dije mirándolos y sonriendo, las reverencias no iban conmigo, no por ahora.
Niniel había preguntado si vimos algo raro en el campamento, a lo que levante la mano - De hecho... cuando venia para acá, uno de los voluntarios del comandante estaba caminando tranquilamente por el campamento, cuando asignaron misiones a los voluntarios, no logre ver al sujeto... ¿Y si es el el que causo esto?
Luego me acerque al niño - Tranquilo amiguito, todo va a estar bien, los dragones ancestrales están con nosotros. - Era gracioso, debido a que todo el campamento estaba hecho un desastre.
- Bien, solo espero ordenes de usted Niniel, ahora es mi nueva lider... o comandante... ¿como se dice? -
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Re: [Guerra de Lunargenta]El norte no olvida [Libre] [4/4] (Cerrado)
Eventualmente Zero se da cuenta que su matriz inconsciente vuelve a funcionar, su encendido repentino solo puede significar que esta recibiendo curación en la realidad. Es difícil explicar cómo funciona tal estado intrínseco de las maquinas, para una persona corriente seria igual a estar flotando en la oscuridad con cierta paz.
La pequeña maquina ve algo diferente en el vacío, su barra de estado flota delante. Lleva en números rojos mucho tiempo pero ahora comienza a ascender, lento pero constante. Poco a poco siente como sus sistemas responden nuevamente, el aparato biológico mejora permitiendo que los implantes se reactiven.
Cuando detienen la curación el chico robot ya ostenta buenos estándares, a partir de allí sus implementos artificiales pulen dicho trabajo. El sistema de reparación estándar inicia y en pocos minutos los escasos daños a la integridad sintética se ven solventados, sus parámetros físicos vuelven a ser los de fábricas.
Pronto las sombras se disipan y el chico se transporta a su enlace directo, comienza a despertar. Un leve sonido tecnológico tiene lugar y puede ser escuchado por todos los seres vivos circundantes, ocurre cuando se supera un apagado total del sistema o luego de cualquier formateo a la memoria.
Abre los ojos y por alguna razón tiene un recuerdo fantasma flotando, es de un momento pasado importante. Decide dejarlo correr por lo que descubre el trasfondo, lo siente como propio. No suele enlazarse con tales pensamientos aunque en esta ocasión las condiciones resultan complejas, termina mirando a la elfa mientras expresa reflexiones.
Yo… no quería morirme, no debió pasar. Estaba enfermo pero quise salir a jugar igual, me divertí como nunca y ese día imagine que viviría mil años “pone cara melancólica” esa noche empeore, tenía mucha fiebre y mis padres lloraban frente a mi cama “sus ojos se humedecen” quería decirles que no se preocuparan pero no dejaba de toser, al final todo dejo de dolerme y… y… no fue su culpa, fue mía, me equivoque…
Su rostro muestra clara tristeza y una que otra lagrima se escurre, no había sido capaz de recordar ese instante y sentirlo como suyo al mismo tiempo. El restablecimiento experimentado saco los recuerdos a flote, de una forma directa que lo puso como claro protagonista.
Cierra los ojos mientras se deja inundar por los mecanismos de control, sistemas que ahora poseen pleno funcionamiento otra vez. La mueca triste vuelve a transformarse en una inexpresiva a medida que el recuerdo es superado, guardara la memoria en su registro bajo varias advertencias… no genera buenas sensaciones.
Agradezco su ayuda señorita elfa, estoy en deuda. Me llamo Zero y no tienen nada que temer de mí, soy un biocibernético.
Dice esto ultimo al publico reunido, ya no tiene lógica mantener la fachada. Ciertamente lo expresa con bastante naturalidad ya que algunas de las personas que tiene delante lo apoyaron comprometiendo su seguridad en el proceso… parecen individuos “de fiar”. Sin vacilar pasa a estudiar su cuerpo, se mueve un poco para corroborar las partes reparadas. Una gran sensación bienestar le inunda cuando nota que todas sus facultades están en el punto inicial.
La pequeña maquina ve algo diferente en el vacío, su barra de estado flota delante. Lleva en números rojos mucho tiempo pero ahora comienza a ascender, lento pero constante. Poco a poco siente como sus sistemas responden nuevamente, el aparato biológico mejora permitiendo que los implantes se reactiven.
Cuando detienen la curación el chico robot ya ostenta buenos estándares, a partir de allí sus implementos artificiales pulen dicho trabajo. El sistema de reparación estándar inicia y en pocos minutos los escasos daños a la integridad sintética se ven solventados, sus parámetros físicos vuelven a ser los de fábricas.
Pronto las sombras se disipan y el chico se transporta a su enlace directo, comienza a despertar. Un leve sonido tecnológico tiene lugar y puede ser escuchado por todos los seres vivos circundantes, ocurre cuando se supera un apagado total del sistema o luego de cualquier formateo a la memoria.
Abre los ojos y por alguna razón tiene un recuerdo fantasma flotando, es de un momento pasado importante. Decide dejarlo correr por lo que descubre el trasfondo, lo siente como propio. No suele enlazarse con tales pensamientos aunque en esta ocasión las condiciones resultan complejas, termina mirando a la elfa mientras expresa reflexiones.
Yo… no quería morirme, no debió pasar. Estaba enfermo pero quise salir a jugar igual, me divertí como nunca y ese día imagine que viviría mil años “pone cara melancólica” esa noche empeore, tenía mucha fiebre y mis padres lloraban frente a mi cama “sus ojos se humedecen” quería decirles que no se preocuparan pero no dejaba de toser, al final todo dejo de dolerme y… y… no fue su culpa, fue mía, me equivoque…
Su rostro muestra clara tristeza y una que otra lagrima se escurre, no había sido capaz de recordar ese instante y sentirlo como suyo al mismo tiempo. El restablecimiento experimentado saco los recuerdos a flote, de una forma directa que lo puso como claro protagonista.
Cierra los ojos mientras se deja inundar por los mecanismos de control, sistemas que ahora poseen pleno funcionamiento otra vez. La mueca triste vuelve a transformarse en una inexpresiva a medida que el recuerdo es superado, guardara la memoria en su registro bajo varias advertencias… no genera buenas sensaciones.
Agradezco su ayuda señorita elfa, estoy en deuda. Me llamo Zero y no tienen nada que temer de mí, soy un biocibernético.
Dice esto ultimo al publico reunido, ya no tiene lógica mantener la fachada. Ciertamente lo expresa con bastante naturalidad ya que algunas de las personas que tiene delante lo apoyaron comprometiendo su seguridad en el proceso… parecen individuos “de fiar”. Sin vacilar pasa a estudiar su cuerpo, se mueve un poco para corroborar las partes reparadas. Una gran sensación bienestar le inunda cuando nota que todas sus facultades están en el punto inicial.
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Re: [Guerra de Lunargenta]El norte no olvida [Libre] [4/4] (Cerrado)
Por todos los dioses habidos y por haber. Estaban siendo el hazmerreir de todo el ejército del dragón.
No sabía cómo les irían a las otras levas reclutadas en el Norte, pero se le hacía difícil pensar que estuvieran teniendo tantos problemas como ellos.
Unos saboteadores andaban a sus anchas en el interior del campamento, y además, un niño había herido a un soldado, y con ello había captado la atención de todos los presentes, cuando era más que improbable que fuera el causante de los tres incendios. Por pura lógica, era imposible que hubiera podido estar en los tres lugares de los incendios, en los momentos en los que dichos incendios se hubieran originado. Eso sin contar que actuaba de un modo impropio para un espía.
Si estaba con los saboteadores, como mucho su función era la de chivo expiatorio. Distraer y cargar con las culpas. Más no era algo fácil de creer. Pocas personas en el mundo serían capaces de realizar tal sacrificio, y con sinceridad, le parecía menos probable que un niño se atreviera a dar ese paso, y a sacrificarse de ese modo.
Los niños solían ser caprichosos y mirar sólo sus intereses personales. Con sus cortas edades, por lo general no entendían los problemas que ocasionaban con su excesivo egoísmo. Cabía la posibilidad que le hubieran lavado el cerebro, sin embargo, era una tarea difícil de lograr, y conseguir convertir a un niño en un fanático de su causa, para después mandarlo a un campamento a actuar como un loco…
No. No encajaba. Pero daba igual. Ahora mismo lo que importaba era atrapar al resto de saboteadores, ya estuvieran en el mismo del bando del chico, o no. Tenían que atraparlos antes de que destruyeran más materiales, o retrasarían su marcha al sur. Si seguía adelante ese boicot, puede que retrasaran a todo el ejército al tener que esperarles, o que su grupo tuviera que quedar atrás y partir sin ellos. Ambas opciones era inadmisibles.
- ¿Se atacó a sí mismo? - fue la escueta respuesta del rubio.
No hacía falta decir nada más para mostrar su confusión. Aunque esta nueva información no dejaba de ser una prueba más. Un nuevo indicio de que la locura del niño era muy real, y que sus posibilidades de ser un saboteador nulas. Por supuesto había barajado la opción que se hubiera hecho daño para no hablar, pero en ese caso se hubiese matado. Noquearse solo servía para retrasar lo inevitable.
- Claro, si el bio sirve para derribar las murallas del Lunargenta, considérate una más del cuerpo de ingenieros-, contestó la broma de la elfa con otra. - En fin, da igual si es humano o bio. Debemos esperar para interrogarlo-, comentó con verdadero fastidio. - Ayudemos a llevarlo a una litera-, dijo finalmente, tomando al joven por los brazos.
Joven que por otro lado puede que tuviera más años que él, ya que el descubrimiento de Níniel lo cambiaba todo. Con esos bios uno nunca sabía a qué atenerse, pero por lo menos ahora entendía como un niño había lanzado a todo un hombre por los aires.
- ¿Y qué hacemos con el resto de saboteadores? -, escuchó decir a Daven, que fue unos de los primeros en adelantarse para ayudarle a llevar al muchacho, tomándolo por las piernas.
- Pues buscarlos - contestó al explorador, negando con la cabeza.
Madre mía, menudo comentario había realizado el dragón. ¿Qué se pensaba que tendrían que hacer con unos espías que les estaban destrozando el campamento?
En todo caso, agradecía que el chico fuera igual de pesado y manejable que cualquier niño corriente. Pensar en Rachel, necesariamente le obligaba a pensar en una carretilla.
- Buscad culpables de los sabotajes. Nosotros llevaremos al chico-, afirmó, pues ellos dos eran más que suficiente para llevar al niño a lugar seguro, y no era momento para quedarse de brazos cruzados.
El resto de exploradores podía iniciar la búsqueda, mientras ellos trasladaban al muchacho, así que inmediatamente se organizaron en grupos de dos, y partieron en distintas direcciones.
Ellos por su parte, no tuvieron mayores problemas en trasladar al bio a una de las tiendas de campaña. Allí podría reposar mientras esperaban que despertara. Aunque ahora mismo tenía problemas más serios entre manos. Níniel podía vigilar al chico, y esperar a que volviera de su inconsciencia, él tendría que revisar el campamento palmo a palmo, como ya habían comenzado a hacer los demás exploradores.
Un pensamiento que le hizo suspirar con resignación. Sería como buscar una aguja en un pajar.
Pero esa pesada y aburrida tarea tendría que esperar, ya que la entrada del oficial cambió el panorama y la idea inicial que tenía en mente. Tendría que esperar por sus órdenes.
- No, el chico no ha sido. No de todos los incendios al menos-, contestó al oficial, justo después de la intervención de Níniel.
Evidentemente sí podía haber provocado el incendio que se había originado en la tienda de la que decían que había salido, por eso no se atrevió a descartarlo como causante de todos ellos, pero era igualmente evidente que no era parte de los saboteadores.
- Su comportamiento es sospechoso, pero no es el que tendría un espía con dos dedos de frente-, dijo tajante. - Por ello lo descartaría como uno de los causantes de los incendios. Aunque de todos modos debemos interrogarlo-, terminó por informarle, dándole su opinión de paso.
La contestación del oficial no pudo ser más previsible. Mandarles a solucionar el problema, mientras él se iba a tocarse los huevos. Su mayor problema era que los superiores le dieran por saco, así que con ese comentario, estaba todo dicho.
- Será mejor que nos pongamos en marcha-, comentó Lars.
- Sí, será lo mejor. Pero dame un momento.
Con el follón del niño, trasladarlo, y el pensamiento de sus próximos movimientos, no se había percatado hasta ahora del hombre al que Níniel había saludado. Un hombre que nunca había visto en el campamento, que ni siquiera llevaba las ropas del ejército norteño.
Aunque pensándolo mejor, sí que lo había visto antes, justo cuando había llegado al campamento, y precisamente hablando con Níniel como en esta misma ocasión.
- Bueno podría ser peor. Ser ayudante de Níniel es mucho mejor que ser ayudante de Vincent-, comentó serio, aunque observando al muchacho con gesto divertido.
Lo dijo sin enfado ni molestia, una seriedad de lo más corriente en cualquier persona, pero extraña para todo el que conociera al brujo. Todo el que lo conociera de verdad sabía que no era su talante habitual, mucho más distendido, alegre y simpático. De todas formas, todo el que estuviera con él desde los últimos meses, también sabría que tenía ciertos cambios de humor. Pasaba de la simpatía a la frialdad con suma facilidad. Denle las gracias a la maldita demonio que lo había maldecido.
- Rakan, el gusto es nuestro-, lo saludó. - Vincent Calhoun para servirle-, se presentó a su vez. - Por un módico precio-, sonrió con picardía, antes de guiñarle el ojo.
Por lo general un comentario que solía hacer más en broma que en serio, pero que cuando se encontraba en este estado, era más bien al revés.
- Caminar no parece que sea nada sospechoso-, contestó al muchacho. - Pero entiendo lo que quieres decir, mientras todos trabajaban, ese hombre se paseaba por el poblado sin nada que hacer-, se cruzó de brazos, y miró a Lars. - No es gran cosa, pero por algún lado tenemos que empezar. Opino que busquemos a ese tipo, cómo tú eres el único que lo has visto, tendrás que venir con nosotros-, dijo esto último volviendo a mirar a Rakan.
Era lo más obvio. Siendo Rak el único que había visto a ese hombre sospechoso, era de igual modo, el único capaz de decirles de quien se trataba. Debía venir con ellos. No obstante, antes de partir hubieron más sorpresas, y con esas sorpresas más cambio de planes.
- No entiendo. ¿Vienes de casa de tus padres? Te pasó algo mientras jugabas, y acabaste en la enfermería del cuartel-, intentó ordenar sus ideas, a la vez que hablaba. - Imagino que una patrulla te encontró inconsciente, y te trajo aquí-, fue lo único capaz de hilar dentro de su cabeza. - Tendremos que buscar a tus padres, pero tendrá que ser más tarde-, dijo, sin entrar en detalles.
Por los que sabía de la raza bio, un biocibernético con padres era del todo imposible, más puede que tuviera algún tipo de vínculo con algunas personas. Era una situación que ya había visto en el pasado con otro bio, que había conocido cerca de Lunargenta. Cabía esa posibilidad, o simplemente era su forma de hablar de otros bios.
Los dioses sabrían. Los biocibernéticos eran de lo más extraño. No entendía como gente tenía miedo a la magia, cuando vivían en un mundo poblado por esos seres tan raros.
- Bien Zero, como en el caso de Rakan, un placer conocerte-, lo saludó, ladeando la cabeza para señalar con ella al rubio a su lado, y así mostrarle al bio de quien hablaba. - Mi nombre es Vincent Calhoun-, se presentó nuevamente, pues no sabía si el bio estaba despierto cuando se había presentado a Rak. - Estaría bien que nos aclarases un poco que ha pasado. Porque de un golpe has mandado a volar a uno de nuestros soldados, y de forma misteriosa, ha comenzado un incendio dentro de la tienda de la que has salido, justo después de golpear al soldado que te he mencionado. Así que un poco de información no le hará daño a nadie.
No. La información nunca hacía daño. Y en esos momentos, era un bien necesario.
No se asusten de mi personaje en este post, aunque se haya vuelto bipolar XDD.
Para quien conoce a Vincent, su actitud en este post le pareceré bastante rara, pero tiene una explicación. Todo se debe a una maldición que obliga a mi personaje a ser más distante y serio cada tres post en un tema, incluso un poco más malote. Vamos, todo lo contrario al auténtico Vincent :S
Para más información pulsar aquí: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Postdata: Cómo esta maldición la tengo desde mi regreso del Sur, Níniel ya debe saber lo que le pasa a mi personaje. Los demás a flipar conmigo (?) Ok no XDDDD
No sabía cómo les irían a las otras levas reclutadas en el Norte, pero se le hacía difícil pensar que estuvieran teniendo tantos problemas como ellos.
Unos saboteadores andaban a sus anchas en el interior del campamento, y además, un niño había herido a un soldado, y con ello había captado la atención de todos los presentes, cuando era más que improbable que fuera el causante de los tres incendios. Por pura lógica, era imposible que hubiera podido estar en los tres lugares de los incendios, en los momentos en los que dichos incendios se hubieran originado. Eso sin contar que actuaba de un modo impropio para un espía.
Si estaba con los saboteadores, como mucho su función era la de chivo expiatorio. Distraer y cargar con las culpas. Más no era algo fácil de creer. Pocas personas en el mundo serían capaces de realizar tal sacrificio, y con sinceridad, le parecía menos probable que un niño se atreviera a dar ese paso, y a sacrificarse de ese modo.
Los niños solían ser caprichosos y mirar sólo sus intereses personales. Con sus cortas edades, por lo general no entendían los problemas que ocasionaban con su excesivo egoísmo. Cabía la posibilidad que le hubieran lavado el cerebro, sin embargo, era una tarea difícil de lograr, y conseguir convertir a un niño en un fanático de su causa, para después mandarlo a un campamento a actuar como un loco…
No. No encajaba. Pero daba igual. Ahora mismo lo que importaba era atrapar al resto de saboteadores, ya estuvieran en el mismo del bando del chico, o no. Tenían que atraparlos antes de que destruyeran más materiales, o retrasarían su marcha al sur. Si seguía adelante ese boicot, puede que retrasaran a todo el ejército al tener que esperarles, o que su grupo tuviera que quedar atrás y partir sin ellos. Ambas opciones era inadmisibles.
- ¿Se atacó a sí mismo? - fue la escueta respuesta del rubio.
No hacía falta decir nada más para mostrar su confusión. Aunque esta nueva información no dejaba de ser una prueba más. Un nuevo indicio de que la locura del niño era muy real, y que sus posibilidades de ser un saboteador nulas. Por supuesto había barajado la opción que se hubiera hecho daño para no hablar, pero en ese caso se hubiese matado. Noquearse solo servía para retrasar lo inevitable.
- Claro, si el bio sirve para derribar las murallas del Lunargenta, considérate una más del cuerpo de ingenieros-, contestó la broma de la elfa con otra. - En fin, da igual si es humano o bio. Debemos esperar para interrogarlo-, comentó con verdadero fastidio. - Ayudemos a llevarlo a una litera-, dijo finalmente, tomando al joven por los brazos.
Joven que por otro lado puede que tuviera más años que él, ya que el descubrimiento de Níniel lo cambiaba todo. Con esos bios uno nunca sabía a qué atenerse, pero por lo menos ahora entendía como un niño había lanzado a todo un hombre por los aires.
- ¿Y qué hacemos con el resto de saboteadores? -, escuchó decir a Daven, que fue unos de los primeros en adelantarse para ayudarle a llevar al muchacho, tomándolo por las piernas.
- Pues buscarlos - contestó al explorador, negando con la cabeza.
Madre mía, menudo comentario había realizado el dragón. ¿Qué se pensaba que tendrían que hacer con unos espías que les estaban destrozando el campamento?
En todo caso, agradecía que el chico fuera igual de pesado y manejable que cualquier niño corriente. Pensar en Rachel, necesariamente le obligaba a pensar en una carretilla.
- Buscad culpables de los sabotajes. Nosotros llevaremos al chico-, afirmó, pues ellos dos eran más que suficiente para llevar al niño a lugar seguro, y no era momento para quedarse de brazos cruzados.
El resto de exploradores podía iniciar la búsqueda, mientras ellos trasladaban al muchacho, así que inmediatamente se organizaron en grupos de dos, y partieron en distintas direcciones.
Ellos por su parte, no tuvieron mayores problemas en trasladar al bio a una de las tiendas de campaña. Allí podría reposar mientras esperaban que despertara. Aunque ahora mismo tenía problemas más serios entre manos. Níniel podía vigilar al chico, y esperar a que volviera de su inconsciencia, él tendría que revisar el campamento palmo a palmo, como ya habían comenzado a hacer los demás exploradores.
Un pensamiento que le hizo suspirar con resignación. Sería como buscar una aguja en un pajar.
Pero esa pesada y aburrida tarea tendría que esperar, ya que la entrada del oficial cambió el panorama y la idea inicial que tenía en mente. Tendría que esperar por sus órdenes.
- No, el chico no ha sido. No de todos los incendios al menos-, contestó al oficial, justo después de la intervención de Níniel.
Evidentemente sí podía haber provocado el incendio que se había originado en la tienda de la que decían que había salido, por eso no se atrevió a descartarlo como causante de todos ellos, pero era igualmente evidente que no era parte de los saboteadores.
- Su comportamiento es sospechoso, pero no es el que tendría un espía con dos dedos de frente-, dijo tajante. - Por ello lo descartaría como uno de los causantes de los incendios. Aunque de todos modos debemos interrogarlo-, terminó por informarle, dándole su opinión de paso.
La contestación del oficial no pudo ser más previsible. Mandarles a solucionar el problema, mientras él se iba a tocarse los huevos. Su mayor problema era que los superiores le dieran por saco, así que con ese comentario, estaba todo dicho.
- Será mejor que nos pongamos en marcha-, comentó Lars.
- Sí, será lo mejor. Pero dame un momento.
Con el follón del niño, trasladarlo, y el pensamiento de sus próximos movimientos, no se había percatado hasta ahora del hombre al que Níniel había saludado. Un hombre que nunca había visto en el campamento, que ni siquiera llevaba las ropas del ejército norteño.
Aunque pensándolo mejor, sí que lo había visto antes, justo cuando había llegado al campamento, y precisamente hablando con Níniel como en esta misma ocasión.
- Bueno podría ser peor. Ser ayudante de Níniel es mucho mejor que ser ayudante de Vincent-, comentó serio, aunque observando al muchacho con gesto divertido.
Lo dijo sin enfado ni molestia, una seriedad de lo más corriente en cualquier persona, pero extraña para todo el que conociera al brujo. Todo el que lo conociera de verdad sabía que no era su talante habitual, mucho más distendido, alegre y simpático. De todas formas, todo el que estuviera con él desde los últimos meses, también sabría que tenía ciertos cambios de humor. Pasaba de la simpatía a la frialdad con suma facilidad. Denle las gracias a la maldita demonio que lo había maldecido.
- Rakan, el gusto es nuestro-, lo saludó. - Vincent Calhoun para servirle-, se presentó a su vez. - Por un módico precio-, sonrió con picardía, antes de guiñarle el ojo.
Por lo general un comentario que solía hacer más en broma que en serio, pero que cuando se encontraba en este estado, era más bien al revés.
- Caminar no parece que sea nada sospechoso-, contestó al muchacho. - Pero entiendo lo que quieres decir, mientras todos trabajaban, ese hombre se paseaba por el poblado sin nada que hacer-, se cruzó de brazos, y miró a Lars. - No es gran cosa, pero por algún lado tenemos que empezar. Opino que busquemos a ese tipo, cómo tú eres el único que lo has visto, tendrás que venir con nosotros-, dijo esto último volviendo a mirar a Rakan.
Era lo más obvio. Siendo Rak el único que había visto a ese hombre sospechoso, era de igual modo, el único capaz de decirles de quien se trataba. Debía venir con ellos. No obstante, antes de partir hubieron más sorpresas, y con esas sorpresas más cambio de planes.
- No entiendo. ¿Vienes de casa de tus padres? Te pasó algo mientras jugabas, y acabaste en la enfermería del cuartel-, intentó ordenar sus ideas, a la vez que hablaba. - Imagino que una patrulla te encontró inconsciente, y te trajo aquí-, fue lo único capaz de hilar dentro de su cabeza. - Tendremos que buscar a tus padres, pero tendrá que ser más tarde-, dijo, sin entrar en detalles.
Por los que sabía de la raza bio, un biocibernético con padres era del todo imposible, más puede que tuviera algún tipo de vínculo con algunas personas. Era una situación que ya había visto en el pasado con otro bio, que había conocido cerca de Lunargenta. Cabía esa posibilidad, o simplemente era su forma de hablar de otros bios.
Los dioses sabrían. Los biocibernéticos eran de lo más extraño. No entendía como gente tenía miedo a la magia, cuando vivían en un mundo poblado por esos seres tan raros.
- Bien Zero, como en el caso de Rakan, un placer conocerte-, lo saludó, ladeando la cabeza para señalar con ella al rubio a su lado, y así mostrarle al bio de quien hablaba. - Mi nombre es Vincent Calhoun-, se presentó nuevamente, pues no sabía si el bio estaba despierto cuando se había presentado a Rak. - Estaría bien que nos aclarases un poco que ha pasado. Porque de un golpe has mandado a volar a uno de nuestros soldados, y de forma misteriosa, ha comenzado un incendio dentro de la tienda de la que has salido, justo después de golpear al soldado que te he mencionado. Así que un poco de información no le hará daño a nadie.
No. La información nunca hacía daño. Y en esos momentos, era un bien necesario.
Offrol
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No se asusten de mi personaje en este post, aunque se haya vuelto bipolar XDD.
Para quien conoce a Vincent, su actitud en este post le pareceré bastante rara, pero tiene una explicación. Todo se debe a una maldición que obliga a mi personaje a ser más distante y serio cada tres post en un tema, incluso un poco más malote. Vamos, todo lo contrario al auténtico Vincent :S
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Postdata: Cómo esta maldición la tengo desde mi regreso del Sur, Níniel ya debe saber lo que le pasa a mi personaje. Los demás a flipar conmigo (?) Ok no XDDDD
Última edición por Vincent Calhoun el Vie Mayo 11 2018, 02:35, editado 1 vez (Razón : Error en color de diálogo)
Vincent Calhoun
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Re: [Guerra de Lunargenta]El norte no olvida [Libre] [4/4] (Cerrado)
Por alguna razón, seguramente por haberse dirigido a ella directamente, todos creían que el comandante del campamento había puesto a la joven elfa al mando de aquel grupo, aunque la realidad era que ella no tenía rango alguno dentro de la jerarquía militar. Como sanadora los soldados debían hacerla caso en asuntos concernientes a la medicina y sus suministros, y dentro ya de la división médica, era fácilmente la sanadora más cualificada, lo que conllevaba a un respeto similar al rango de "jefa de", pero solo entre miembros de aquella división. Era algo extraño pero, para eso la habían educado desde niña ¿no? Ejercer el mando y liderar a su pueblo. No dejaba de resultar curioso como incluso en la Logia o en la corte del norte, la gente parecía haber insistido en potenciar esa faceta suya. Hasta Lucy le había dado casi carta blanca para actuar como considerase en aquel asunto de la corona del norte.
-Ciertamente no es muy normal, Rakan. De hecho tu observación podría ser más valiosa de lo que crees.- Respondió la peliblanca ante la información que su "ayudante", pues así parecía querer considerarse. Y las palabras de la peliblanca no pudieron ser más crípticas, quizá llegando a afectar a los nervios de alguno de los allí presentes cuando tras pronunciarlas quedó en silencio y pensativa por unos instantes. -Justo antes del primer incendio, el de aquella carreta de suministros, me pareció ver algo parecido. Mientras todos trabajaban a destajo, un par de sujetos caminando en dirección opuesta, con demasiada tranquilidad y la vista en el suelo. Entonces comenzó todo el jaleo y los ví por un instante seguir alejándose tan tranquilos.- Explicó la joven. Con todo lo ocurrido no había vuelto a pensar en ellos hasta el comentario del voluntario. Y aunque él afirmaba que no le había visto bien, Níniel sí que podía recordar un poco más de su pareja sospechosa. Aunque la revelación de aquella información sería interrumpida por el ansiado despertar del niño-máquina.
Las palabras del chico no pudieron ser más lúgubres. ¿Acaso no había descrito su propia muerte? Parecía narrar una muerte por desgracia bastante típica entre los infantes humanos; una neumonía. Dolores, toses, fiebre...Todo ello agravado tras salir a la calle y hacer un esfuerzo intenso, en un clima adverso seguramente e ignorando los síntomas previos. Pero él estaba vivo. ¿Fué entonces cuando se convirtió en un bio? Ella y Vincent ya habían visto parte del proceso para la creación de bios en aquel lejano refugio en el norte, aunque muchos de los pormenores aún pudieran escapárseles. De todos modos, ¿qué hacía allí? ¿Aunque fuese un bio, su familia seguía cuidando de él? ¿Los bios tenían esos lazos entre ellos y había alguien buscándolo? ¿O acaso no había un concepto de infancia entre ellos? Vincent parecía tener tantas o más preguntas que ella misma pero, de la misma manera súbita que el niño había despertado y comenzado a hablar, su expresión mutó a uno neutro y sereno. De repente parecía ser una persona diferente y no recordar lo que acababa de decir, aunque una lágrima solitaria aún recorría su mejilla como testigo de que aquello no se lo habían imaginado.
-No hay de qué. Mentiría si dijera que es la primera vez que trato a un bio, aunque lo cierto es que sois sin duda unos pacientes de lo más peculiares. Yo soy Níniel.-Respondió la elfa al chico. -¿Esta todo...bien?- Inquirió tras verle comprobar sus funciones. A simple vista parecía que el resultado había sido óptimo, pero mejor que se lo confirmara él mismo.
Entonces, tras verlo mucho mejor, Vincent no tardó en preguntarle aquello que todos estaban deseando saber. ¿Tenía algo que ver con los incendios? Y si no era el caso, tal y como parecía, quizá hubiese visto algo sospechoso, al fin y al cabo él había aparecido justo desde la dirección de uno de los fuegos.
-Entiendo...Así que un accidente. Al final las sospechas no iban tan desencaminadas tampoco, pero me alegra haber podido aclararlo todo.- Sentenciaría la elfa tras escuchar y creer el relato del bio, explicándole de paso también la situación para que comprendiera que todo había sido un malentendido, y dejara de enviar a soldados por los aires. -Por desgracia esto nos deja de nuevo justo como antes. Tendremos que buscar a esos tipos...Y se me ocurre que ya que estás en deuda, Zero, podrías ayudarnos. Es más que evidente que sabes defenderte y nos vendrían bien otro par de ojos.- Sugeriría la peliblanca antes de concretar la información que antes había dejado inconclusa.
-Los hombres que yo vi eran altos. Uno tenía mi estatura más o menos, y el otro era unos centímetros más alto aún. Llevaban tabardos con los colores del norte, armadura de cuero y uno llevaba una espada y el otro un hacha, de esas de mano no de las grandes. Ambos eran morenos, pelo corto y poco cuidado, despeinado. -Siguió haciendo memoria, consciente de que gracias a sus ojos de elfa debía de haber podido captar algún detalle más. -Iban cabizbajos y...en el cuello, en la parte de atrás, me parece que uno de ellos tenía como unas líneas dibujadas...como si fuese parte de un tatuaje.-Terminó de contarles. Aquello no es que acotara su búsqueda de manera determinante, de hecho ni siquiera sabía que fuesen los culpables, pero era cuanto tenían.
-Con Níniel es suficiente, Rakan. Bien, habrá que buscar y tener los ojos bien abiertos...No podemos hacer mucho m....- Una vez más las campanas de alarma comenzaron a sonar por todo el campamento, interrumpiendo a la elfa y revolucionando la tensa calma que se había instaurado tras haber apagado el último de los incendios. Una cosa estaba clara, quizá hasta el momento los saboteadores no hubiesen causado mucho daño al campamento pero, eran unos malnacidos de lo más insistentes y atrevidos.
-Han envenenado uno de los calderos de comida de los caballeros dragón cerca de la empalizada este.- Reportó casi de inmediato uno de los hombres de Vincent tras encontrar al brujo. -Ser Strong el guarro no para de vomitar...- Añadió a su informe. Níniel no pudo evitar enarcar una ceja al reconocer aquel nombre y título. Habían salido a colación durante la crisis del norte, el mundo era realmente un pañuelo.
-Démonos prisa.- Instó entonces la peliblanca. -Estad atentos por si veis a los sospechosos. Si lo hacéis, bueno cuento con vosotros para aseguraros de que se arrepientan de lo que han hecho. Pero no les matéis, interrogarlos podría ser clave.- Convino la sacerdotisa comenzando a correr en la dirección indicada sin más demora.
-Ciertamente no es muy normal, Rakan. De hecho tu observación podría ser más valiosa de lo que crees.- Respondió la peliblanca ante la información que su "ayudante", pues así parecía querer considerarse. Y las palabras de la peliblanca no pudieron ser más crípticas, quizá llegando a afectar a los nervios de alguno de los allí presentes cuando tras pronunciarlas quedó en silencio y pensativa por unos instantes. -Justo antes del primer incendio, el de aquella carreta de suministros, me pareció ver algo parecido. Mientras todos trabajaban a destajo, un par de sujetos caminando en dirección opuesta, con demasiada tranquilidad y la vista en el suelo. Entonces comenzó todo el jaleo y los ví por un instante seguir alejándose tan tranquilos.- Explicó la joven. Con todo lo ocurrido no había vuelto a pensar en ellos hasta el comentario del voluntario. Y aunque él afirmaba que no le había visto bien, Níniel sí que podía recordar un poco más de su pareja sospechosa. Aunque la revelación de aquella información sería interrumpida por el ansiado despertar del niño-máquina.
Las palabras del chico no pudieron ser más lúgubres. ¿Acaso no había descrito su propia muerte? Parecía narrar una muerte por desgracia bastante típica entre los infantes humanos; una neumonía. Dolores, toses, fiebre...Todo ello agravado tras salir a la calle y hacer un esfuerzo intenso, en un clima adverso seguramente e ignorando los síntomas previos. Pero él estaba vivo. ¿Fué entonces cuando se convirtió en un bio? Ella y Vincent ya habían visto parte del proceso para la creación de bios en aquel lejano refugio en el norte, aunque muchos de los pormenores aún pudieran escapárseles. De todos modos, ¿qué hacía allí? ¿Aunque fuese un bio, su familia seguía cuidando de él? ¿Los bios tenían esos lazos entre ellos y había alguien buscándolo? ¿O acaso no había un concepto de infancia entre ellos? Vincent parecía tener tantas o más preguntas que ella misma pero, de la misma manera súbita que el niño había despertado y comenzado a hablar, su expresión mutó a uno neutro y sereno. De repente parecía ser una persona diferente y no recordar lo que acababa de decir, aunque una lágrima solitaria aún recorría su mejilla como testigo de que aquello no se lo habían imaginado.
-No hay de qué. Mentiría si dijera que es la primera vez que trato a un bio, aunque lo cierto es que sois sin duda unos pacientes de lo más peculiares. Yo soy Níniel.-Respondió la elfa al chico. -¿Esta todo...bien?- Inquirió tras verle comprobar sus funciones. A simple vista parecía que el resultado había sido óptimo, pero mejor que se lo confirmara él mismo.
Entonces, tras verlo mucho mejor, Vincent no tardó en preguntarle aquello que todos estaban deseando saber. ¿Tenía algo que ver con los incendios? Y si no era el caso, tal y como parecía, quizá hubiese visto algo sospechoso, al fin y al cabo él había aparecido justo desde la dirección de uno de los fuegos.
-Entiendo...Así que un accidente. Al final las sospechas no iban tan desencaminadas tampoco, pero me alegra haber podido aclararlo todo.- Sentenciaría la elfa tras escuchar y creer el relato del bio, explicándole de paso también la situación para que comprendiera que todo había sido un malentendido, y dejara de enviar a soldados por los aires. -Por desgracia esto nos deja de nuevo justo como antes. Tendremos que buscar a esos tipos...Y se me ocurre que ya que estás en deuda, Zero, podrías ayudarnos. Es más que evidente que sabes defenderte y nos vendrían bien otro par de ojos.- Sugeriría la peliblanca antes de concretar la información que antes había dejado inconclusa.
-Los hombres que yo vi eran altos. Uno tenía mi estatura más o menos, y el otro era unos centímetros más alto aún. Llevaban tabardos con los colores del norte, armadura de cuero y uno llevaba una espada y el otro un hacha, de esas de mano no de las grandes. Ambos eran morenos, pelo corto y poco cuidado, despeinado. -Siguió haciendo memoria, consciente de que gracias a sus ojos de elfa debía de haber podido captar algún detalle más. -Iban cabizbajos y...en el cuello, en la parte de atrás, me parece que uno de ellos tenía como unas líneas dibujadas...como si fuese parte de un tatuaje.-Terminó de contarles. Aquello no es que acotara su búsqueda de manera determinante, de hecho ni siquiera sabía que fuesen los culpables, pero era cuanto tenían.
-Con Níniel es suficiente, Rakan. Bien, habrá que buscar y tener los ojos bien abiertos...No podemos hacer mucho m....- Una vez más las campanas de alarma comenzaron a sonar por todo el campamento, interrumpiendo a la elfa y revolucionando la tensa calma que se había instaurado tras haber apagado el último de los incendios. Una cosa estaba clara, quizá hasta el momento los saboteadores no hubiesen causado mucho daño al campamento pero, eran unos malnacidos de lo más insistentes y atrevidos.
-Han envenenado uno de los calderos de comida de los caballeros dragón cerca de la empalizada este.- Reportó casi de inmediato uno de los hombres de Vincent tras encontrar al brujo. -Ser Strong el guarro no para de vomitar...- Añadió a su informe. Níniel no pudo evitar enarcar una ceja al reconocer aquel nombre y título. Habían salido a colación durante la crisis del norte, el mundo era realmente un pañuelo.
-Démonos prisa.- Instó entonces la peliblanca. -Estad atentos por si veis a los sospechosos. Si lo hacéis, bueno cuento con vosotros para aseguraros de que se arrepientan de lo que han hecho. Pero no les matéis, interrogarlos podría ser clave.- Convino la sacerdotisa comenzando a correr en la dirección indicada sin más demora.
- Spoiler:
- Bien. Una vez lleguemos a la zona de la empalizada os encontraréis con el revuelo que tal situación amerita. Ser Strong el guarro estará doblado de dolor en el suelo, vomitando y quejándose, pero por fortuna es el único afectado por ahora por la intoxicación. Si alguno cree que puede tratarlo en modo alguno, ya sabe(Y sí, hace gala de su sobrenombre). Al llegar rápido, si estáis atentos, podréis ver a nuestros sospechosos aún cerca. Luchad, perseguirlos, o incluso añadid más de ellos...lo que os plazca.
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
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Re: [Guerra de Lunargenta]El norte no olvida [Libre] [4/4] (Cerrado)
Las campanas empezaron a sonar de vuelta, pero esta vez no era fuego, era veneno en uno de los calderos de los caballeros dragones, ¿es que estaba en un campamento donde no había guardias o que?. Se supone que cuando un dragón esta con los caballeros dragones se siente a salvo, pero en este caso, los caballeros parecían inútiles, sin duda los saboteadores eran muy muy buenos en lo que hacían, ya que un poco mas y podrían derribar todo un campamento draconiano sin que los veamos. Teníamos que tener los ojos bien abiertos, pues era hora de detenerlos. - Hay que impartir justicia - ¿Que haría el grupo al ver a los saboteadores?, probablemente matarlos, o arrestarlos. En mi caso prefería la segunda, nadie merece la muerte. Partimos los 4 en busca del caballero dragón, el campamento estaba hecho un caos, gente corriendo por todas partes, asistiendo a otros, y la moral no paraba de bajar, se podía escuchar como algunos gritaban que no llegaríamos.
- Los soldados van a empezar a desertar si no encontramos a los culpables - Y es que, aunque los dragones son muy leales a su reino, que un par de saboteadores entrara e hiciera lo que quisiera no era común. Sin duda era obra del dragón de la oscuridad. Nos dirigimos cerca, cuando en un circulo, se encontraban unos soldados mirando al envenenado. Rápidamente inspeccione el lugar, soldados corriendo, un envenenado y un circulo a su al rededor. Todo perfecto, excepto una cosa. 2 Sujetos que parecían estar hablando alejados de la gente corriendo, podrían ser amigos, claro, excepto que si los saboteadores son muy buenos, hasta yo podría ser uno. Sin pensar mas, me dirigí hacia ellos esquivando a todos los que corrían
Cuando me empece a cercar, vi como uno de ellos era alto, igual que lo describió Niniel. Me acerque y les pregunte - Disculpen, ¿no vieron nada raro por aquí?... Era claro que no me iban a decir que eran saboteadores, solo quería inspeccionarlos de cerca. - No... solo vimos que empezó a vomitar, pero nada mas. - Me contestaron, mire a ambos, y ellos se miraron entre ellos. Uno de ellos no tenia casco, era el momento oportuno, tratando de hablarles mientras trataba de mirar, logre asomarme lo suficiente para ver el ¡MISMO TATUAJE QUE NINIEL DECÍA!. - No tienes honor... - le dije, me miro con cara de enojo y cuando voltie para avisarle a los demás - ¡Aca estan los sabote....! -
No logre terminar de hablar, que sentí como la parte de atrás de una espada, golpeaba en mi cabeza, cayendo sin sentir nada mas. Y por supuesto, ellos tiraron a correr.
---------------------------------------------------- [Maldición Dragon Oscuro]-------------------------------------------------
- ¿Que demonios... donde... donde estoy? - Me encontraba en un campo abierto, y a mis al rededores, cadaveres, fuego, arboles sin hojas, todo oscuro. Todo feo. Derrepente sentía una presencia, algo oscuro.
- ¿Quien... quien eres? - le pregunte a la extraña figura, y justo antes de que pueda presentarme o decir algo amable, emergió de la oscuridad, ¡el maldito dragón oscuro!
- Soy tu peor enemigo... Guardián. Y esta vez, no están los demás para ayudarte. - Dijo el dragón oscuro, tras decir estas palabras, escupió una nube negra, la misma que escupió en el pueblo del norte.
- ¡Tu otra vez!.. esta vez te matare por completo, ¡no mereces piedad! - Dije para luego cambiar de forma, pasando de ser un humano a ser un dragón. El combate quedo en Dragón contra Dragón, la diferencia es que el tenia 5 veces mas mi tamaño, pero siempre usaba esa ventaja en mi favor. La batalla duro días y días, golpe tras golpe, fuego contra oscuridad. Y cada vez que uno de los dos estaba por caer, se recuperaba inmediatamente, volviéndose un bucle sin fin.
- Tus ataques son patéticos dragón, no tienes oportunidad contra un dios. - Dijo, con su gran voz.
- Soy el Guardián de los dragones, ¡es mi destino vencerte!... solo así la luz prevalecerá en Aerandir. - El dragón de la luz estaba conmigo, podia sentirlo.
- ¿Y donde están tus patéticos dragones ahora mortal?. Solo te veo a ti. ¿Crees que ellos no pueden hacer presencia como yo? -
- Ellos no están aquí, por que es mi destino vencerte, no el de ellos. Si tengo que morir con total de derrotarte, así sera. Pero no dañaras mas a Aerandir. -
Y la batalla continuo durante días y días. Hasta que todo se volvía mas oscuro.
--------------------------------------------------[Maldición Dragón Oscuro]------------------------------------------------------
Rakan estaba tirado en el suelo, y apenas balbuceaba unas palabras - Es... el. Por favor... - Pronunciaba Rakan, transpirando y transpirando sin parar. -Esta aquí... el esta aquí. - Lo único en lo que Rakan pensaba era que los saboteadores eran enviados del dragón oscuro. - El Dragón... oscuro, esta aquí. - fueron las ultimas palabras que pronuncio Rakan, para luego seguir transpirando y combatiendo en sus pesadillas.
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- Los soldados van a empezar a desertar si no encontramos a los culpables - Y es que, aunque los dragones son muy leales a su reino, que un par de saboteadores entrara e hiciera lo que quisiera no era común. Sin duda era obra del dragón de la oscuridad. Nos dirigimos cerca, cuando en un circulo, se encontraban unos soldados mirando al envenenado. Rápidamente inspeccione el lugar, soldados corriendo, un envenenado y un circulo a su al rededor. Todo perfecto, excepto una cosa. 2 Sujetos que parecían estar hablando alejados de la gente corriendo, podrían ser amigos, claro, excepto que si los saboteadores son muy buenos, hasta yo podría ser uno. Sin pensar mas, me dirigí hacia ellos esquivando a todos los que corrían
Cuando me empece a cercar, vi como uno de ellos era alto, igual que lo describió Niniel. Me acerque y les pregunte - Disculpen, ¿no vieron nada raro por aquí?... Era claro que no me iban a decir que eran saboteadores, solo quería inspeccionarlos de cerca. - No... solo vimos que empezó a vomitar, pero nada mas. - Me contestaron, mire a ambos, y ellos se miraron entre ellos. Uno de ellos no tenia casco, era el momento oportuno, tratando de hablarles mientras trataba de mirar, logre asomarme lo suficiente para ver el ¡MISMO TATUAJE QUE NINIEL DECÍA!. - No tienes honor... - le dije, me miro con cara de enojo y cuando voltie para avisarle a los demás - ¡Aca estan los sabote....! -
No logre terminar de hablar, que sentí como la parte de atrás de una espada, golpeaba en mi cabeza, cayendo sin sentir nada mas. Y por supuesto, ellos tiraron a correr.
---------------------------------------------------- [Maldición Dragon Oscuro]-------------------------------------------------
- ¿Que demonios... donde... donde estoy? - Me encontraba en un campo abierto, y a mis al rededores, cadaveres, fuego, arboles sin hojas, todo oscuro. Todo feo. Derrepente sentía una presencia, algo oscuro.
- ¿Quien... quien eres? - le pregunte a la extraña figura, y justo antes de que pueda presentarme o decir algo amable, emergió de la oscuridad, ¡el maldito dragón oscuro!
- Soy tu peor enemigo... Guardián. Y esta vez, no están los demás para ayudarte. - Dijo el dragón oscuro, tras decir estas palabras, escupió una nube negra, la misma que escupió en el pueblo del norte.
- ¡Tu otra vez!.. esta vez te matare por completo, ¡no mereces piedad! - Dije para luego cambiar de forma, pasando de ser un humano a ser un dragón. El combate quedo en Dragón contra Dragón, la diferencia es que el tenia 5 veces mas mi tamaño, pero siempre usaba esa ventaja en mi favor. La batalla duro días y días, golpe tras golpe, fuego contra oscuridad. Y cada vez que uno de los dos estaba por caer, se recuperaba inmediatamente, volviéndose un bucle sin fin.
- Tus ataques son patéticos dragón, no tienes oportunidad contra un dios. - Dijo, con su gran voz.
- Soy el Guardián de los dragones, ¡es mi destino vencerte!... solo así la luz prevalecerá en Aerandir. - El dragón de la luz estaba conmigo, podia sentirlo.
- ¿Y donde están tus patéticos dragones ahora mortal?. Solo te veo a ti. ¿Crees que ellos no pueden hacer presencia como yo? -
- Ellos no están aquí, por que es mi destino vencerte, no el de ellos. Si tengo que morir con total de derrotarte, así sera. Pero no dañaras mas a Aerandir. -
Y la batalla continuo durante días y días. Hasta que todo se volvía mas oscuro.
--------------------------------------------------[Maldición Dragón Oscuro]------------------------------------------------------
Rakan estaba tirado en el suelo, y apenas balbuceaba unas palabras - Es... el. Por favor... - Pronunciaba Rakan, transpirando y transpirando sin parar. -Esta aquí... el esta aquí. - Lo único en lo que Rakan pensaba era que los saboteadores eran enviados del dragón oscuro. - El Dragón... oscuro, esta aquí. - fueron las ultimas palabras que pronuncio Rakan, para luego seguir transpirando y combatiendo en sus pesadillas.
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- Maldición:
- Hago el post de mi maldición. Para que no tengan que preocuparse por otro sujeto herido o loco, les dije quienes eran algunos de los saboteadores, queda en ustedes si quieren ayudar a Rakan o no, en el próximo post puedo usar NPCs que me ayuden, no hay drama.
Rakan'Drag
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Re: [Guerra de Lunargenta]El norte no olvida [Libre] [4/4] (Cerrado)
El despertar de Zero fue recibido con amabilidad, algo extraño tomando en cuenta sus acciones iniciales. Todos tienen preguntas e incluso peticiones, merecen recibir respuestas acordes. Cuando un bio se desactiva por completo queda sin posibilidades de responder, que los seres vivos circundantes se hayan portado bien con él en ese estado… “da fe en el ser vivo”.
La elfa pregunta el estado de su peculiar paciente y este sonríe con una afirmativa sonrisa, su forma lógica de decir “mejor que nunca”. Las funciones vuelven a niveles óptimos y ya puede dejar atrás el complejo estado averiado que venía siendo ley desde hace meses.
Debo admitir que cause un incendio durante mi primer despertar en el campamento y también aparte violentamente al soldado de la camilla solo por acercarse… lo lamento, no podía controlarme.
Baja la mirada aunque afortunadamente su posibilidad de redención viene rápido, aquella sanadora elfa sugiere una posible compensación. Ayudar al campamento que hace instantes mantuvo en vilo suena aceptable para el chiquillo sintético, de esa forma no solo paga su deuda si no que además ayuda a la facción oficial en su reconquista.
Nada me gustaría más.
Mientras responde no puede evitar escuchar las interrogantes manifestadas por el autodenominado Vincent, busca información adicional para poder elaborar una imagen en su mente. Tristemente lo que inquiere no tiene sentido alguno… es claro que los bios siguen siendo personajes tabús en el mundo corriente.
No es necesario señor Vincent, solo se confundieron mis palabras.
Claramente el pequeño desliz experimentado al despertar dejo confundidos a sus cuidadores, incluso más que al propio niño robot. Por suerte esta algo acostumbrado, suele sorprender mucho a los personajes que termina conociendo en Aerandir. Si bien esta situación fue única, para el común denominador debió resultar igual de extraña.
En cierto punto de la conversación suena la alerta general del campamento, parece que los sabotajes que estuvieron presentes en todo el dialogo no han terminado. Un mensajero comunica la información al emplazamiento médico, alguien enveneno la comida de los caballeros y el único afectado se encuentra grave.
Resulta obvio que ya no pueden retrasar más su intervención, deben salir y colaborar. Con las sospechas expresadas el joven artificial tiene un esquema de búsqueda fijado, solo queda descartar sospechosos con una exploración directa. Sin vacilar se levanta poniendo especial énfasis en las instrucciones finales de Niniel, acto seguido sala de la carpa dejando una última frase.
Los encontrare… después de todo es mi labor.
Antes del aislamiento los bios solían combatir criminales peligrosos, si la base hubiera reaccionado activamente Lunargenta no estaría ocupada. Quizás toda la facción ahora ignore su labor pero Z9-42 no lo hará, contribuirá en la recuperación de la capital incluso si resulta ser el único bio participante.
Una vez afuera avanza con rapidez, siempre revisando dos veces cualquier personaje que coincida con las especificaciones. Pronto llega al escenario del ultimo sabotaje y se encuentra al único sujeto comprometido… su estado es severo pero Zero no puede hacer nada por él, tales situaciones es mejor dejarlas en manos expertas.
La sanadora elfa ya viene, en segundos estará aquí.
Sabe que cualquier palabra de ánimo poco puede ayudar a un personaje biológico envuelto en una situación física desagradable pero tenia que intentarlo, a veces el apoyo moral logra grandes cosas. En ese momento sucede otro altercado, los oídos sensibles de la maquina detectan un golpe seco.
Voltea y mas allá de la multitud curiosa detecta como el joven de la carpa termina siendo noqueado por un ataque, su agresor usa el mango de la espada para incapacitarle con bastante eficiencia. Zero cambia a su matriz táctica y avanza velozmente apartando con moderación a cualquier individuo del camino.
Llega a la escena justo cuando los hostiles se retiran, allí saltan las alertas internas pues sus detalles físicos concuerdan con los sospechosos. La obviedad del sintético les hace voltear y el nuevo personaje corre para interceptarles. Al pasar cerca del individuo inutilizado busca señales vitales externas aunque deja de preocuparse cuando nota como su pecho se infla con normalidad.
Aumenta la energía de sus extremidades a punto de contacto, allí comienza la batalla. No puede evitar sentirse a gusto con la situación, no por la pelea sino gracias a su desempeño. El enemigo más cercano termina cayendo de rodillas gracias a golpes certeros y una vez allí Zero le noquea de un cabezazo. Por desgracia el otro saboteador sale corriendo mucho antes y logra ganar ventaja.
Detengan al sujeto del tatuaje, es el espía “dice con tono alto pero sin llegar a gritar”
La elfa pregunta el estado de su peculiar paciente y este sonríe con una afirmativa sonrisa, su forma lógica de decir “mejor que nunca”. Las funciones vuelven a niveles óptimos y ya puede dejar atrás el complejo estado averiado que venía siendo ley desde hace meses.
Debo admitir que cause un incendio durante mi primer despertar en el campamento y también aparte violentamente al soldado de la camilla solo por acercarse… lo lamento, no podía controlarme.
Baja la mirada aunque afortunadamente su posibilidad de redención viene rápido, aquella sanadora elfa sugiere una posible compensación. Ayudar al campamento que hace instantes mantuvo en vilo suena aceptable para el chiquillo sintético, de esa forma no solo paga su deuda si no que además ayuda a la facción oficial en su reconquista.
Nada me gustaría más.
Mientras responde no puede evitar escuchar las interrogantes manifestadas por el autodenominado Vincent, busca información adicional para poder elaborar una imagen en su mente. Tristemente lo que inquiere no tiene sentido alguno… es claro que los bios siguen siendo personajes tabús en el mundo corriente.
No es necesario señor Vincent, solo se confundieron mis palabras.
Claramente el pequeño desliz experimentado al despertar dejo confundidos a sus cuidadores, incluso más que al propio niño robot. Por suerte esta algo acostumbrado, suele sorprender mucho a los personajes que termina conociendo en Aerandir. Si bien esta situación fue única, para el común denominador debió resultar igual de extraña.
En cierto punto de la conversación suena la alerta general del campamento, parece que los sabotajes que estuvieron presentes en todo el dialogo no han terminado. Un mensajero comunica la información al emplazamiento médico, alguien enveneno la comida de los caballeros y el único afectado se encuentra grave.
Resulta obvio que ya no pueden retrasar más su intervención, deben salir y colaborar. Con las sospechas expresadas el joven artificial tiene un esquema de búsqueda fijado, solo queda descartar sospechosos con una exploración directa. Sin vacilar se levanta poniendo especial énfasis en las instrucciones finales de Niniel, acto seguido sala de la carpa dejando una última frase.
Los encontrare… después de todo es mi labor.
Antes del aislamiento los bios solían combatir criminales peligrosos, si la base hubiera reaccionado activamente Lunargenta no estaría ocupada. Quizás toda la facción ahora ignore su labor pero Z9-42 no lo hará, contribuirá en la recuperación de la capital incluso si resulta ser el único bio participante.
Una vez afuera avanza con rapidez, siempre revisando dos veces cualquier personaje que coincida con las especificaciones. Pronto llega al escenario del ultimo sabotaje y se encuentra al único sujeto comprometido… su estado es severo pero Zero no puede hacer nada por él, tales situaciones es mejor dejarlas en manos expertas.
La sanadora elfa ya viene, en segundos estará aquí.
Sabe que cualquier palabra de ánimo poco puede ayudar a un personaje biológico envuelto en una situación física desagradable pero tenia que intentarlo, a veces el apoyo moral logra grandes cosas. En ese momento sucede otro altercado, los oídos sensibles de la maquina detectan un golpe seco.
Voltea y mas allá de la multitud curiosa detecta como el joven de la carpa termina siendo noqueado por un ataque, su agresor usa el mango de la espada para incapacitarle con bastante eficiencia. Zero cambia a su matriz táctica y avanza velozmente apartando con moderación a cualquier individuo del camino.
Llega a la escena justo cuando los hostiles se retiran, allí saltan las alertas internas pues sus detalles físicos concuerdan con los sospechosos. La obviedad del sintético les hace voltear y el nuevo personaje corre para interceptarles. Al pasar cerca del individuo inutilizado busca señales vitales externas aunque deja de preocuparse cuando nota como su pecho se infla con normalidad.
Aumenta la energía de sus extremidades a punto de contacto, allí comienza la batalla. No puede evitar sentirse a gusto con la situación, no por la pelea sino gracias a su desempeño. El enemigo más cercano termina cayendo de rodillas gracias a golpes certeros y una vez allí Zero le noquea de un cabezazo. Por desgracia el otro saboteador sale corriendo mucho antes y logra ganar ventaja.
Detengan al sujeto del tatuaje, es el espía “dice con tono alto pero sin llegar a gritar”
- Off:
- Zero usa su habilidad de Lvl 1 (Golpes cargados)
Z9-42
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Re: [Guerra de Lunargenta]El norte no olvida [Libre] [4/4] (Cerrado)
Cómo odiaba no poder controlar sus cambios de humor. Pero por fortuna, por lo general esos cambios sólo duraban un corto periodo de tiempo, y mientras sucedían, no pasaba de ser un tipo frío y calculador, y un tanto borde. En definitiva, un capullo cualquiera.
Sin embargo, a veces si se volvía más peligroso. Más malvado. Era algo que no ocurría tan a menudo, y había notado que pasaba sobre todo cuando se veía envuelto en una situación tensa.
Allí, en aquella tienda médica, con un bio ahora tranquilo, y una conversación de lo más corriente, había tenido la suerte de encontrarse en una situación ideal para no perder la cabeza del todo. Si la realidad hubieses sido otra, y hubiera estado enfrascado en un batalla, o quizás en una disputa verbal, probablemente ahora tendría que arrepentirse de haber cometido un acto mucho peor que comportarse como un imbécil.
Era lo que más miedo le daba ahora al combatir. Una idea que no dejaba de rondarle la cabeza, y que había tenido que sopesar antes de decidirse por unirse al ejército del dragón. En cierto modo, su sensatez le decía que rehuyera cualquier combate antes de encontrar una solución a su maldición, que no fuera a la guerra de Lunargenta. No obstante, era un mercenario, un guerrero veterano, y momentos así eran en los que más podía ayudar.
Si no hubiese ido al sur con el resto de las tropas, se hubiera arrepentido toda la vida. Aún así, también esperaba no arrepentirse toda la vida de justo lo contrario. No quería matar a nadie sin necesidad, era un pensamiento horrible que lo angustiaba, pero podía ayudar más yendo a la batalla que quedándose de brazos cruzados, y esa era la razón que había decantado la balanza de sus dudas.
- Vale, tenemos gente sospechosa que anda por el campamento-, dijo en voz alta, pero más para sí mismo que para los demás.
Estaba haciendo recuento mental de lo dicho por el resto de los allí presentes, y lo único que podía opinar al respecto es que al menos el niño ya no estaba zurrando a la gente porque sí, ni quemando tiendas porque sí. Porque el resto de la información era como poco exigua.
- Menos da una piedra. Por algún lado tenemos que empezar, y es mejor que ir de tienda en tienda haciendo registros. Al menos ahora tenemos la descripción de dos de ellos-, ya comentó hablando hacia el resto. - Lo de altos y sus armas no nos sirve de mucho, pero lo del tatuaje es bastante interesante-, comentó al respecto, alegre al fin de tener algo con lo que avanzar.
Por esa información era muy valiosa. Tenían gente actuando de un modo un tanto extraño en las zonas que se habían originado los incendios, pero eso no servía de mucho para localizarlos. No obstante, la cuestión del tatuaje era totalmente distinta, y servía para identificar a ese hombre sin posibilidad de errar.
De todos modos, sólo opinó sobre la descripción de Níniel, pues de la sugerencia sobre el niño sólo podía pensar que “quizás pedirle que nos ayude el niño que quemó parcialmente una tienda, y mandó volar a uno de los nuestros, no sea una buena idea”. Sin importar lo que pensara, decidió que era mejor guardarse esa opinión para sí mismo. Ya que más allá de que el niño se mostrara animado de ayudar, era probable que ayudarles fuera la mejor forma de que este limpiara su nombre, y de ganarse una buena reputación en el campamento. Vamos, sin medias tintas, de seguir de una pieza.
- ¿Qué? ¿En serio? - fue lo único capaz de articular, cuando uno de los exploradores entró en la tienda para darles las nuevas noticias. - Nadie puede tener ese apodo-, comentó jocoso, siendo el Vincent de siempre, y restándole importancia a lo que verdaderamente lo era. - Dejad de tomarme el pelo. Estamos en una situación crítica-, dijo, pero en un tono que no parecía que importase demasiado que estuvieran en dicha situación crítica.
- No es broma. Hay un caballero llamado Strong, y le apodan así. Pero eso no importa ¡Lo han envenado! ¡Han envenenado la comida! - respondió Davos.
- Por los dioses. Ni con mi madre aquí podríamos estar en peores circunstancias-, bromeó. ¿Aún estoy a tiempo de cambiarme de bando? - le preguntó a Lars, en tono de broma, mirando directamente hacia su rostro.
No tardó en negar con la cabeza, y ponerse una mano en la frente. Parecían un ejército de idiotas. A este paso sería difícil plantarle guerra a nadie, no sólo porque tenía pinta que iban a morir todos más pronto que tarde, sino también porque ya no estaba seguro de si serían capaces de encontrar el camino hacia la ciudad que debían tomar.
Pero en fin, a si la vida te da limones, hazte una buena limonada. No había más. Aunque tales pensamientos, no ayudaron a evitar el profundo suspiro de resignación que tuvo que realizar antes de volver a hablar.
- Llévanos hasta allí, tenemos que rastrear la zona y podemos empezar por ahí-, le dijo a Davos, mucho más serio. - Y haced buen oído a lo que ha dicho Níniel, vivos mejor que muertos. Pueden tener información valiosa-, comentó finalmente, sacando sus guantes de combate del bolsillo, y colocándoselos mientras se encaminaba al exterior de la tienda.
El trayecto hacia la zona donde se encontraba Strong fue un mero trámite. Un lapsus de tiempo insignificante dentro de las arenas del tiempo, pero su misión no terminaba en llegar hasta Strong. Su trabajo no era de escolta de Níniel, allí habían soldados de sobra para proteger a la elfa, y teniendo en cuenta la experiencia en combate de la sacerdotisa, no podía estar en un lugar más seguro.
No, pese a que el campamento fuera un chiste ahora mismo, era un recinto lleno de tropas y protegido. Su verdadera misión era encontrar indicios que les llevara hasta los hombres sospechosos, que antes hubieran mentado Rakan y Níniel.
- Sé que no es muy importante ahora-, sintió la voz de Lars a su espalda. - Pero creo que una vez comentaste que tu madre era poderosa. No sé por qué nos iría peor con ella aquí.
- Eso es porque no la conoces-, fue la broma que usó para contestar. - Sí, es poderosa, pero también tiene su espíritu Cousland bien intacto. Y eso que significa, te preguntarás-, se anticipó a la pregunta del dragón. - Pues en primer lugar, que me daría muchos dolores de cabeza con sus acertijos. Y en segundo lugar, pero no menos importante, porque lo más probable, es que para cazar a esos espías, decidiera destruir todo el campamento con nosotros dentro. Efectivo, pero poco saludable para nosotros-, termino de bromear.
Aunque para qué mentiros, en estos momentos, hasta yo mismo barajo esa opción. Ese pensamiento quedó escondido en el interior de su cabeza. Lo mejor era no decirlo en voz alta, aunque pese a airearlo a los cuatro vientos, le hacía sentir bien que siempre cabía la posibilidad de explotar ese jodido campamento.
Pensamientos brutos y gratificantes, que por supuesto no haría. No era ningún pirado sin escrúpulos, aunque en momentos puntuales se volviera como una persona sin tales escrúpulos. Había gente buena allí, o de otro modo no los ayudaría en su conflicto con los actuales gobernantes de la capital humana.
Pensamientos que de todos modos no duraron mucho en su mente, el grito del nuevo atrajo la atención de los presentes.
- Ay mierda. Ya se han cargado al ayudante de Níneil-, dijo, corriendo hacia el lugar, y desenvainando la espada en el proceso.
Un suspiro de alivio brotó de su pecho al comprobar que seguía vivo cuando alcanzó su cuerpo tendido.
- Tranquilo muchacho, ya pasó. Siéntete feliz de haber tenido el trabajo más corto del mundo. Tocarse las pelotas en un camastro, con una venda en la cabeza, es mucho más divertido que cargar cajas. Eso sin contar que las cicatrices ayudan a ligar, te lo digo por experiencia-, fue el animado consuelo que le dio al chico de rubia cabellera.
No obstante, estaba claro que algo malo pasaba. Hablaba de forma incoherente y deliraba. Parecía que estaba teniendo una pesadilla despierto.
- ¿Lo han envenenado? - preguntó Davos, que estaba arrodillado al otro lado del cuerpo de Rakan, justo delante de Vincent.
- No, no puede ser. Le han golpeado con el mango o la parte plana de la espada. O de otro modo los delirios serían el menor de sus problemas-, fue su directa respuesta.
Sí, también había pensando en veneno, pero era imposible que se lo hubiera aplicado con la espada. Donde le habían golpeado, si hubiera sido con la hoja afilada, ya no tendría cabeza con la que pensar ni tener pesadillas.
- Níniel, rápido. En cuánto termines de auxiliar a Strong, ayuda a Rakan. Le pasa algo. Delira, y no sé por qué-, dijo en voz alta, mirando hacia donde se encontraba la sacerdotisa.
Una simple y sincera petición de auxilio por su parte, pues el honor no estaba para bollos en esos momentos.
- Davos, quédate con Rakan y cuida de él. También vigila al tipo que ha noqueado ese bio. Lars, ven conmigo-, fueron las sencillas órdenes que salieron de su boca, a la vez que se ponía en camino hacia donde estaba el niño.- Viendo como atizas a la gente, uno comprende mejor lo que pasó con nuestro famoso soldado de altos vuelos-, bromeó, colocándose al lado del chico. - Eres capaz. Níniel no se equivocó contigo. Así que unos brazos más no nos vendrán nada mal. Ven con nosotros-, lo animó a que fuera con ellos. - ¿Siempre peleas con tus manos? O sabes usar armas-, dijo con curiosidad, mientras tocaba el cuero de la vaina de su daga colocada en su cinto.
Una pregunta realizada sin perder el tiempo, ya que había comenzando a correr en la dirección en la que se había escapado el espía tatuado. No era momento de dormirse en los laureles.
Vincent corrió tras el tatuado durante unos metros, y cuando este creyó darle esquinazo en un cruce entre las tiendas del campamento, se agazapó en la esquina de una de ellas, y miró con cuidado hacia donde se dirigía el espía.
- Maldita sea, cuándo más necesitas un ilusionista no lo tienes-, fue su escueta broma, aunque no dejaba de tener razón pese a decirlo en tono jocoso. - Decidme, ¿creéis que seremos capaces de seguirlo en sigilo? Ese imbécil cree que nos ha perdido la pista, y puede que nos lleve junto al resto de los suyos.
Porque no creía que dos hombres fueran los únicos causantes de aquello. Un incendio fue culpa del bio con forma de niño, el mismo había dicho que lo había provocado por accidente. Pero otros dos incendios y un envenenamiento de comida, parecían demasiados incidentes para que sólo dos personas los hubieran realizados. Al menos debía haber un tercero.
- Vamos, sigamos ahora que clava su vista nuevamente en el frente-, le comentó a Lars y Zero, caminando aún pegado a la tienda, por si debía volver a esconderse. - Creo que es una tarea imposible, pero la recompensa merece la pena y debemos intentarlo. Si nos ve o nos lleva a ninguna parte, le atacaremos frontalmente y lo intentaremos capturar-, terminó por decir.
La tortura podía ser más lenta que seguir a ese tipo, y si era demasiado dura, por intentar sonsacar información rápida, lo más probable es que los espías dijeran cualquier cosa fruto del dolor y la enajenación producida por este.
Sin embargo, a veces si se volvía más peligroso. Más malvado. Era algo que no ocurría tan a menudo, y había notado que pasaba sobre todo cuando se veía envuelto en una situación tensa.
Allí, en aquella tienda médica, con un bio ahora tranquilo, y una conversación de lo más corriente, había tenido la suerte de encontrarse en una situación ideal para no perder la cabeza del todo. Si la realidad hubieses sido otra, y hubiera estado enfrascado en un batalla, o quizás en una disputa verbal, probablemente ahora tendría que arrepentirse de haber cometido un acto mucho peor que comportarse como un imbécil.
Era lo que más miedo le daba ahora al combatir. Una idea que no dejaba de rondarle la cabeza, y que había tenido que sopesar antes de decidirse por unirse al ejército del dragón. En cierto modo, su sensatez le decía que rehuyera cualquier combate antes de encontrar una solución a su maldición, que no fuera a la guerra de Lunargenta. No obstante, era un mercenario, un guerrero veterano, y momentos así eran en los que más podía ayudar.
Si no hubiese ido al sur con el resto de las tropas, se hubiera arrepentido toda la vida. Aún así, también esperaba no arrepentirse toda la vida de justo lo contrario. No quería matar a nadie sin necesidad, era un pensamiento horrible que lo angustiaba, pero podía ayudar más yendo a la batalla que quedándose de brazos cruzados, y esa era la razón que había decantado la balanza de sus dudas.
- Vale, tenemos gente sospechosa que anda por el campamento-, dijo en voz alta, pero más para sí mismo que para los demás.
Estaba haciendo recuento mental de lo dicho por el resto de los allí presentes, y lo único que podía opinar al respecto es que al menos el niño ya no estaba zurrando a la gente porque sí, ni quemando tiendas porque sí. Porque el resto de la información era como poco exigua.
- Menos da una piedra. Por algún lado tenemos que empezar, y es mejor que ir de tienda en tienda haciendo registros. Al menos ahora tenemos la descripción de dos de ellos-, ya comentó hablando hacia el resto. - Lo de altos y sus armas no nos sirve de mucho, pero lo del tatuaje es bastante interesante-, comentó al respecto, alegre al fin de tener algo con lo que avanzar.
Por esa información era muy valiosa. Tenían gente actuando de un modo un tanto extraño en las zonas que se habían originado los incendios, pero eso no servía de mucho para localizarlos. No obstante, la cuestión del tatuaje era totalmente distinta, y servía para identificar a ese hombre sin posibilidad de errar.
De todos modos, sólo opinó sobre la descripción de Níniel, pues de la sugerencia sobre el niño sólo podía pensar que “quizás pedirle que nos ayude el niño que quemó parcialmente una tienda, y mandó volar a uno de los nuestros, no sea una buena idea”. Sin importar lo que pensara, decidió que era mejor guardarse esa opinión para sí mismo. Ya que más allá de que el niño se mostrara animado de ayudar, era probable que ayudarles fuera la mejor forma de que este limpiara su nombre, y de ganarse una buena reputación en el campamento. Vamos, sin medias tintas, de seguir de una pieza.
- ¿Qué? ¿En serio? - fue lo único capaz de articular, cuando uno de los exploradores entró en la tienda para darles las nuevas noticias. - Nadie puede tener ese apodo-, comentó jocoso, siendo el Vincent de siempre, y restándole importancia a lo que verdaderamente lo era. - Dejad de tomarme el pelo. Estamos en una situación crítica-, dijo, pero en un tono que no parecía que importase demasiado que estuvieran en dicha situación crítica.
- No es broma. Hay un caballero llamado Strong, y le apodan así. Pero eso no importa ¡Lo han envenado! ¡Han envenenado la comida! - respondió Davos.
- Por los dioses. Ni con mi madre aquí podríamos estar en peores circunstancias-, bromeó. ¿Aún estoy a tiempo de cambiarme de bando? - le preguntó a Lars, en tono de broma, mirando directamente hacia su rostro.
No tardó en negar con la cabeza, y ponerse una mano en la frente. Parecían un ejército de idiotas. A este paso sería difícil plantarle guerra a nadie, no sólo porque tenía pinta que iban a morir todos más pronto que tarde, sino también porque ya no estaba seguro de si serían capaces de encontrar el camino hacia la ciudad que debían tomar.
Pero en fin, a si la vida te da limones, hazte una buena limonada. No había más. Aunque tales pensamientos, no ayudaron a evitar el profundo suspiro de resignación que tuvo que realizar antes de volver a hablar.
- Llévanos hasta allí, tenemos que rastrear la zona y podemos empezar por ahí-, le dijo a Davos, mucho más serio. - Y haced buen oído a lo que ha dicho Níniel, vivos mejor que muertos. Pueden tener información valiosa-, comentó finalmente, sacando sus guantes de combate del bolsillo, y colocándoselos mientras se encaminaba al exterior de la tienda.
El trayecto hacia la zona donde se encontraba Strong fue un mero trámite. Un lapsus de tiempo insignificante dentro de las arenas del tiempo, pero su misión no terminaba en llegar hasta Strong. Su trabajo no era de escolta de Níniel, allí habían soldados de sobra para proteger a la elfa, y teniendo en cuenta la experiencia en combate de la sacerdotisa, no podía estar en un lugar más seguro.
No, pese a que el campamento fuera un chiste ahora mismo, era un recinto lleno de tropas y protegido. Su verdadera misión era encontrar indicios que les llevara hasta los hombres sospechosos, que antes hubieran mentado Rakan y Níniel.
- Sé que no es muy importante ahora-, sintió la voz de Lars a su espalda. - Pero creo que una vez comentaste que tu madre era poderosa. No sé por qué nos iría peor con ella aquí.
- Eso es porque no la conoces-, fue la broma que usó para contestar. - Sí, es poderosa, pero también tiene su espíritu Cousland bien intacto. Y eso que significa, te preguntarás-, se anticipó a la pregunta del dragón. - Pues en primer lugar, que me daría muchos dolores de cabeza con sus acertijos. Y en segundo lugar, pero no menos importante, porque lo más probable, es que para cazar a esos espías, decidiera destruir todo el campamento con nosotros dentro. Efectivo, pero poco saludable para nosotros-, termino de bromear.
Aunque para qué mentiros, en estos momentos, hasta yo mismo barajo esa opción. Ese pensamiento quedó escondido en el interior de su cabeza. Lo mejor era no decirlo en voz alta, aunque pese a airearlo a los cuatro vientos, le hacía sentir bien que siempre cabía la posibilidad de explotar ese jodido campamento.
Pensamientos brutos y gratificantes, que por supuesto no haría. No era ningún pirado sin escrúpulos, aunque en momentos puntuales se volviera como una persona sin tales escrúpulos. Había gente buena allí, o de otro modo no los ayudaría en su conflicto con los actuales gobernantes de la capital humana.
Pensamientos que de todos modos no duraron mucho en su mente, el grito del nuevo atrajo la atención de los presentes.
- Ay mierda. Ya se han cargado al ayudante de Níneil-, dijo, corriendo hacia el lugar, y desenvainando la espada en el proceso.
Un suspiro de alivio brotó de su pecho al comprobar que seguía vivo cuando alcanzó su cuerpo tendido.
- Tranquilo muchacho, ya pasó. Siéntete feliz de haber tenido el trabajo más corto del mundo. Tocarse las pelotas en un camastro, con una venda en la cabeza, es mucho más divertido que cargar cajas. Eso sin contar que las cicatrices ayudan a ligar, te lo digo por experiencia-, fue el animado consuelo que le dio al chico de rubia cabellera.
No obstante, estaba claro que algo malo pasaba. Hablaba de forma incoherente y deliraba. Parecía que estaba teniendo una pesadilla despierto.
- ¿Lo han envenenado? - preguntó Davos, que estaba arrodillado al otro lado del cuerpo de Rakan, justo delante de Vincent.
- No, no puede ser. Le han golpeado con el mango o la parte plana de la espada. O de otro modo los delirios serían el menor de sus problemas-, fue su directa respuesta.
Sí, también había pensando en veneno, pero era imposible que se lo hubiera aplicado con la espada. Donde le habían golpeado, si hubiera sido con la hoja afilada, ya no tendría cabeza con la que pensar ni tener pesadillas.
- Níniel, rápido. En cuánto termines de auxiliar a Strong, ayuda a Rakan. Le pasa algo. Delira, y no sé por qué-, dijo en voz alta, mirando hacia donde se encontraba la sacerdotisa.
Una simple y sincera petición de auxilio por su parte, pues el honor no estaba para bollos en esos momentos.
- Davos, quédate con Rakan y cuida de él. También vigila al tipo que ha noqueado ese bio. Lars, ven conmigo-, fueron las sencillas órdenes que salieron de su boca, a la vez que se ponía en camino hacia donde estaba el niño.- Viendo como atizas a la gente, uno comprende mejor lo que pasó con nuestro famoso soldado de altos vuelos-, bromeó, colocándose al lado del chico. - Eres capaz. Níniel no se equivocó contigo. Así que unos brazos más no nos vendrán nada mal. Ven con nosotros-, lo animó a que fuera con ellos. - ¿Siempre peleas con tus manos? O sabes usar armas-, dijo con curiosidad, mientras tocaba el cuero de la vaina de su daga colocada en su cinto.
Una pregunta realizada sin perder el tiempo, ya que había comenzando a correr en la dirección en la que se había escapado el espía tatuado. No era momento de dormirse en los laureles.
Vincent corrió tras el tatuado durante unos metros, y cuando este creyó darle esquinazo en un cruce entre las tiendas del campamento, se agazapó en la esquina de una de ellas, y miró con cuidado hacia donde se dirigía el espía.
- Maldita sea, cuándo más necesitas un ilusionista no lo tienes-, fue su escueta broma, aunque no dejaba de tener razón pese a decirlo en tono jocoso. - Decidme, ¿creéis que seremos capaces de seguirlo en sigilo? Ese imbécil cree que nos ha perdido la pista, y puede que nos lleve junto al resto de los suyos.
Porque no creía que dos hombres fueran los únicos causantes de aquello. Un incendio fue culpa del bio con forma de niño, el mismo había dicho que lo había provocado por accidente. Pero otros dos incendios y un envenenamiento de comida, parecían demasiados incidentes para que sólo dos personas los hubieran realizados. Al menos debía haber un tercero.
- Vamos, sigamos ahora que clava su vista nuevamente en el frente-, le comentó a Lars y Zero, caminando aún pegado a la tienda, por si debía volver a esconderse. - Creo que es una tarea imposible, pero la recompensa merece la pena y debemos intentarlo. Si nos ve o nos lleva a ninguna parte, le atacaremos frontalmente y lo intentaremos capturar-, terminó por decir.
La tortura podía ser más lenta que seguir a ese tipo, y si era demasiado dura, por intentar sonsacar información rápida, lo más probable es que los espías dijeran cualquier cosa fruto del dolor y la enajenación producida por este.
Vincent Calhoun
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Re: [Guerra de Lunargenta]El norte no olvida [Libre] [4/4] (Cerrado)
-Aaaaghhhh, dioses, mis tripas.- Gritaba Ser Strong revolviéndose en el duelo, atragantándose con su propio vómito, tosiendo y escupiendo. Lo cual hacía que aquellos de sus compañeros con el estómago más débil retrocedieran e incluso apartaran la mirada asqueados, mientras que otros trataban de asistirle sin saber muy bién cómo. Uno de ellos parecía intentar que el envenenado masticara unas hojas verdes con propiedades digestivas, pero ni siquiera poniéndoselas en la boca el caballero dragón podía ingerirlas. El dolor le impedía hacer cualquier cosa que no fuera lamentarse y revolverse. -Uffffff...-Dejó salir el aire de sus pulmones a la vez que soltaba una ventosidad de proporciones draconianas que espantó a aún más de los soldados cercanos.
-Aguanta "guarro", ya has oído, la ayuda ya está en camino.- Buscó animarlo uno de sus camaradas, cuyo apodo quizá debería ser "el menos guarro pero aún bastante sucio". -Mira es la elfa de la tienda médica.-Añadió al ver acercarse a Níniel, haciendo gestos con la mano para que se acercara. Aquello pareció lograr que el caballero dragón se recompusiera un poco, pero su gravedad era evidente, incluso sin conocimientos médicos. El resto tendría que ocuparse de buscar por la zona sin ella por el momento. Su aguda vista de elfa tendría que centrarse en el tratamiento de aquel hombre y no en tratar de reconocer a la pareja de posibles saboteadores.
-Ya estoy aquí. Decidme todo lo que sepáis. ¿Qué ha comido y cuánto? ¿Síntomas?- Preguntó tan pronto alcanzó a la víctima y comenzando a atenderlo, logrando obviar con gran dedicación las circunstancias desagradables que rodeaban aquel caso. Después le pediría a Vincent que le preparara un baño caliente y lo llenaría de sales perfumadas.
-Estábamos comiendo estofado de liebre, cazadas por mi mismo. "Guarro" iba ya por el tercer bol cuando comenzó a ponerse pálido, a vomitar y a retorcerse de dolor.- Respondió aquel otro caballero con celeridad.
-¿Nadie más se encuentra mal? ¿No habéis comido del mismo caldero?.- Inquirió la elfa a continuación, comprobando la temperatura, ojos y boca de la víctima.
-No...Creo que es porque los demás apenas habíamos empezado a comer. "Guarro" es un poco...comilón. Ni siquiera esperó a que se enfriara. Yo aún estaba arreglando algunas de mis flechas cuando él ya iba por el segundo plato...En cierto modo su apetito insaciable nos ha protegido, supongo.-Fueron las palabras del hombre, sinceramente preocupado. Era un modo de verlo. Desde luego bien podría tener que atender ahora a media docena de hombres en vez de solo a uno, aunque a cambio la dosis de veneno ingerida por ser Strong era mucho mayor.
Y las complicaciones no terminaban ahí. De algún modo Rakan había acabado en el suelo delirando. Aunque su vida no debía de correr más riesgo que la de Ser Strong, a juzgar por las palabras notificando su estado emitidas por Vincent. Al menos parecía que habían logrado detener a un sospechoso e iniciar la persecución de otro, o de los contrario todo serían malas noticias. Níniel asintió, confirmando que se había enterado de ello y que pronto atendería al chico también, tan pronto estabilizara al caballero dragón, al que ya le costaba incluso respirar.
-Pronto te sentirás mejor.- Buscó aliviar a su paciente la joven mientras sacaba de su bolsa un vial con antídoto y su fiable aguja hipodérmica, cargándola con la medicinal sustancia y pidiendo ayuda a su compañero para que sujetara al dragón mientras se la administraba. Una vez completado el proceso, la sanadora comenzó a aplicar su sanación sobre él, calmando su dolor, ayudando a su cuerpo a recuperarse y al antídoto a hacer efecto. Un par de minutos después ser Strong respiraba ya con normalidad y, aunque débil, pudo tumbarse a descansar ya fuera de peligro.
-Parece un milagro elfa. Agradezco tu ayuda, eres sin duda una enviada del gran dragón de luz.- Profirió con alivio su compañero, así como algunos más de los soldados cercanos. Parecía que al "guarro" no le faltaban los amigos a pesar de su fama y sobrenombre. Quizá en otro momento se interesara por aquello, pero en esos momentos aún había mucho trabajo por hacer.
-Guardad la olla envenenada en un lugar seguro. Y corred la voz. Mejor una ración desperdiciada que medio campamento envenenado.- Instruyó la peliblanca antes de acercarse hasta su "ayudante" caído. Y los caballeros se apresuraron a cumplir sus órdenes con la diligencia que otorgaba el más sincero de los respetos.
-¿Qué le ha pasado?- Preguntó ya de rodillas al lado de un inquieto Rakan. Níniel podía ver la contusión causada por un golpe en su nuca pero, un golpe así no causaba delirios sobre el dragón oscuro. Como tampoco nada de lo que Davos pudo contarle sobre el estado del semidragón. Hasta donde él sabía solo había sido un golpe. -No lo entiendo, pero mo tiene lesiones importantes.- Aseguró la joven colocando ambas manos en sus sienes y canalizando su magia de luz hacia él, aliviando el dolor, haciendo desaparecer el hematoma y la conmoción y ayudándolo a despertar. Aquello debería bastar. -¿Rakan? ¿Puedes oírme? Despierta.-
Con la respiración agitada por la carrera, el segundo de los sospechosos de sabotaje se apoyó sobre un par de cajas apiladas cerca de una de las carpas que servían de almacén de víveres. Con cierto disimulo, aunque claramente inquieto, levantó la mirada y echó un vistazo alrededor con su mano sobre la empuñadura de su hacha de mano. No debió ver nada sospechoso pues abrió de nuevo la mano y usó la parte inferior de su tabardo de los reinos del norte para secarse el sudor de la frente. Entonces se recompuso y comenzó de nuevo a andar, con mucha tranquilidad. Permitiéndose incluso saludar como si conociera a varios de los soldados con los que se cruzaba mientra avanzaba por aquel laberinto de tiendas y carros, de cajas y fogatas. Demasiados nuevos reclutas como para darse cuenta de que aquel tipo no pertenecía a aquel lugar.
Anduvo unos minutos, y entonces, se detuvo cerca de un carro de suministros especialmente voluminoso. Allí había un par de guardias vigilando, pero, tras intercambiar una serie de asentimientos cómplices y miradas interrogativas, le dejaron acercarse sin más. Entonces el hombre tocó sobre la madera del lateral del carro, haciendo sonar algún tipo de contraseña con sus golpeteos, y de la parte trasera del carro salió un cuarto sujeto. Llevaba ropas de suboficial del norte.
-He oído las alarmas. ¿Qué ha pasado?- Preguntaría con tono autoritario, tal vez demasiado para un simple sargento. -¿Dónde está "Siete"?-
-Lo han cogido. Y por poco no me cogen a mi, "Uno". Los soldados han reaccionado más rápido de lo que pensábamos. era como si supieran quiénes éramos.-Respondió el saboteador con un tono que denotaba miedo por aquel tal "Uno".
-Eso es imposible. Sois unos inútiles, eso es lo que ha pasado. Maldita sea...No podemos fracasar así. Vamos a tener que atacar nuestro objetivo principal ya, antes de que nos sea imposible.- Fueron sus palabras. Parecía pensativo, era evidente que estaba teniendo que acelerar un plan que no creía aún del todo listo y eso le inquietaba.
-Pero, sin "Siete"...-Balbuceó su interlocutor con un hilillo de voz.
-Lo haremos los otros seis.- Sentenció el que parecía su líder. -Ayuda a descargar el carro, vamos. Es hora de enseñarles el verdadero significado del miedo.-
-Aguanta "guarro", ya has oído, la ayuda ya está en camino.- Buscó animarlo uno de sus camaradas, cuyo apodo quizá debería ser "el menos guarro pero aún bastante sucio". -Mira es la elfa de la tienda médica.-Añadió al ver acercarse a Níniel, haciendo gestos con la mano para que se acercara. Aquello pareció lograr que el caballero dragón se recompusiera un poco, pero su gravedad era evidente, incluso sin conocimientos médicos. El resto tendría que ocuparse de buscar por la zona sin ella por el momento. Su aguda vista de elfa tendría que centrarse en el tratamiento de aquel hombre y no en tratar de reconocer a la pareja de posibles saboteadores.
-Ya estoy aquí. Decidme todo lo que sepáis. ¿Qué ha comido y cuánto? ¿Síntomas?- Preguntó tan pronto alcanzó a la víctima y comenzando a atenderlo, logrando obviar con gran dedicación las circunstancias desagradables que rodeaban aquel caso. Después le pediría a Vincent que le preparara un baño caliente y lo llenaría de sales perfumadas.
-Estábamos comiendo estofado de liebre, cazadas por mi mismo. "Guarro" iba ya por el tercer bol cuando comenzó a ponerse pálido, a vomitar y a retorcerse de dolor.- Respondió aquel otro caballero con celeridad.
-¿Nadie más se encuentra mal? ¿No habéis comido del mismo caldero?.- Inquirió la elfa a continuación, comprobando la temperatura, ojos y boca de la víctima.
-No...Creo que es porque los demás apenas habíamos empezado a comer. "Guarro" es un poco...comilón. Ni siquiera esperó a que se enfriara. Yo aún estaba arreglando algunas de mis flechas cuando él ya iba por el segundo plato...En cierto modo su apetito insaciable nos ha protegido, supongo.-Fueron las palabras del hombre, sinceramente preocupado. Era un modo de verlo. Desde luego bien podría tener que atender ahora a media docena de hombres en vez de solo a uno, aunque a cambio la dosis de veneno ingerida por ser Strong era mucho mayor.
Y las complicaciones no terminaban ahí. De algún modo Rakan había acabado en el suelo delirando. Aunque su vida no debía de correr más riesgo que la de Ser Strong, a juzgar por las palabras notificando su estado emitidas por Vincent. Al menos parecía que habían logrado detener a un sospechoso e iniciar la persecución de otro, o de los contrario todo serían malas noticias. Níniel asintió, confirmando que se había enterado de ello y que pronto atendería al chico también, tan pronto estabilizara al caballero dragón, al que ya le costaba incluso respirar.
-Pronto te sentirás mejor.- Buscó aliviar a su paciente la joven mientras sacaba de su bolsa un vial con antídoto y su fiable aguja hipodérmica, cargándola con la medicinal sustancia y pidiendo ayuda a su compañero para que sujetara al dragón mientras se la administraba. Una vez completado el proceso, la sanadora comenzó a aplicar su sanación sobre él, calmando su dolor, ayudando a su cuerpo a recuperarse y al antídoto a hacer efecto. Un par de minutos después ser Strong respiraba ya con normalidad y, aunque débil, pudo tumbarse a descansar ya fuera de peligro.
-Parece un milagro elfa. Agradezco tu ayuda, eres sin duda una enviada del gran dragón de luz.- Profirió con alivio su compañero, así como algunos más de los soldados cercanos. Parecía que al "guarro" no le faltaban los amigos a pesar de su fama y sobrenombre. Quizá en otro momento se interesara por aquello, pero en esos momentos aún había mucho trabajo por hacer.
-Guardad la olla envenenada en un lugar seguro. Y corred la voz. Mejor una ración desperdiciada que medio campamento envenenado.- Instruyó la peliblanca antes de acercarse hasta su "ayudante" caído. Y los caballeros se apresuraron a cumplir sus órdenes con la diligencia que otorgaba el más sincero de los respetos.
-¿Qué le ha pasado?- Preguntó ya de rodillas al lado de un inquieto Rakan. Níniel podía ver la contusión causada por un golpe en su nuca pero, un golpe así no causaba delirios sobre el dragón oscuro. Como tampoco nada de lo que Davos pudo contarle sobre el estado del semidragón. Hasta donde él sabía solo había sido un golpe. -No lo entiendo, pero mo tiene lesiones importantes.- Aseguró la joven colocando ambas manos en sus sienes y canalizando su magia de luz hacia él, aliviando el dolor, haciendo desaparecer el hematoma y la conmoción y ayudándolo a despertar. Aquello debería bastar. -¿Rakan? ¿Puedes oírme? Despierta.-
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Con la respiración agitada por la carrera, el segundo de los sospechosos de sabotaje se apoyó sobre un par de cajas apiladas cerca de una de las carpas que servían de almacén de víveres. Con cierto disimulo, aunque claramente inquieto, levantó la mirada y echó un vistazo alrededor con su mano sobre la empuñadura de su hacha de mano. No debió ver nada sospechoso pues abrió de nuevo la mano y usó la parte inferior de su tabardo de los reinos del norte para secarse el sudor de la frente. Entonces se recompuso y comenzó de nuevo a andar, con mucha tranquilidad. Permitiéndose incluso saludar como si conociera a varios de los soldados con los que se cruzaba mientra avanzaba por aquel laberinto de tiendas y carros, de cajas y fogatas. Demasiados nuevos reclutas como para darse cuenta de que aquel tipo no pertenecía a aquel lugar.
Anduvo unos minutos, y entonces, se detuvo cerca de un carro de suministros especialmente voluminoso. Allí había un par de guardias vigilando, pero, tras intercambiar una serie de asentimientos cómplices y miradas interrogativas, le dejaron acercarse sin más. Entonces el hombre tocó sobre la madera del lateral del carro, haciendo sonar algún tipo de contraseña con sus golpeteos, y de la parte trasera del carro salió un cuarto sujeto. Llevaba ropas de suboficial del norte.
-He oído las alarmas. ¿Qué ha pasado?- Preguntaría con tono autoritario, tal vez demasiado para un simple sargento. -¿Dónde está "Siete"?-
-Lo han cogido. Y por poco no me cogen a mi, "Uno". Los soldados han reaccionado más rápido de lo que pensábamos. era como si supieran quiénes éramos.-Respondió el saboteador con un tono que denotaba miedo por aquel tal "Uno".
-Eso es imposible. Sois unos inútiles, eso es lo que ha pasado. Maldita sea...No podemos fracasar así. Vamos a tener que atacar nuestro objetivo principal ya, antes de que nos sea imposible.- Fueron sus palabras. Parecía pensativo, era evidente que estaba teniendo que acelerar un plan que no creía aún del todo listo y eso le inquietaba.
-Pero, sin "Siete"...-Balbuceó su interlocutor con un hilillo de voz.
-Lo haremos los otros seis.- Sentenció el que parecía su líder. -Ayuda a descargar el carro, vamos. Es hora de enseñarles el verdadero significado del miedo.-
- Spoiler:
- Zero y Vincent logran seguir con éxito al sospechoso hasta lo que parece ser la "base" de los saboteadores. Podéis hacer lo que os plazca al respecto, pero cuidado; atacarlos en inferioridad numérica podría ser peligroso pues al menos uno de ellos cuenta con el rango de "Jefe", supongo que ya sabéis cual. Rakan, si te recuperas podrás unirte a ellos, pero no atacar este turno.
Níniel Thenidiel
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Re: [Guerra de Lunargenta]El norte no olvida [Libre] [4/4] (Cerrado)
La batalla cesaba, los días pasaban y la batalla seguía, si este era mi destino, pelear por años contra el dragón, iba a cumplirlo, pero no, no era mi destino. Lo descubrí cuando Niniel puso sus manos sobre mi cabeza, podía sentirlo, la escuchaba, no entendía. Para cuando me lance contra el dragón oscuro desperté, y rápidamente agarre las manos de Niniel, levantándome. - Lo.. lo siento. - Dije soltando sus manos con cuidado y sin lastimarla. - Es... es el dragón oscuro, me sigue desde que levante un pueblo contra el. Creo que ya sabe sobre mi, que soy el dragón guardián ... en las pesadillas, me ataca y peleamos durante días y días... gracias por ayudarme, estoy en deuda. - Dije mirándola y sonriendo, dándole la mano para ayudarla a levantarse.
- Hay... algo Niniel, que siempre quise saber... tu crees ¿que mis ojos me los dieron los dragones ancestrales?. ¿Es la señal de que soy el elegido para pelear contra el oscuro?... ¿o es producto de la magia?... por favor, se sincera. - Tenia que saber que pensaban los demás, siempre me auto motive, era hora de que otros me dijeran lo que creían. Uno de los soldados me trajo para limpiarme la cara, un balde. Lo agarre y lo apoye en el suelo, luego me arrodille y me lave la cara - Si hay algo que pueda hacer por ayudarme a salir de esa pesadilla, dímelo. - Luego me acorde de algo. Los muchachos, Vincent y Zero. - Lo siento mi lady, debo ir a ayudarlos. - Dije levantándome y corriendo a buscarlos.
Logre ver a Vincent y a Zero, así que me acerque a ellos - Chicos. ¿Cual es el plan? - no importa cual fuera el plan, iban a necesitar al Dragón, al verdadero. Así que cerrando los ojos, subí mis escamas desde los pies hasta la cabeza, para terminar con mis ojos, y finalmente pasar a transformarme en un dragón completamente estábamos en nuestro propio campamento, ser sigiloso no iba a ser necesario, y si alguno lograba escapar, podía volar para encontrarlo. Simplemente me quede quieto junto a ellos, esperando las ordenes.
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[>] Habilidad Racial = Transformación
- Hay... algo Niniel, que siempre quise saber... tu crees ¿que mis ojos me los dieron los dragones ancestrales?. ¿Es la señal de que soy el elegido para pelear contra el oscuro?... ¿o es producto de la magia?... por favor, se sincera. - Tenia que saber que pensaban los demás, siempre me auto motive, era hora de que otros me dijeran lo que creían. Uno de los soldados me trajo para limpiarme la cara, un balde. Lo agarre y lo apoye en el suelo, luego me arrodille y me lave la cara - Si hay algo que pueda hacer por ayudarme a salir de esa pesadilla, dímelo. - Luego me acorde de algo. Los muchachos, Vincent y Zero. - Lo siento mi lady, debo ir a ayudarlos. - Dije levantándome y corriendo a buscarlos.
Logre ver a Vincent y a Zero, así que me acerque a ellos - Chicos. ¿Cual es el plan? - no importa cual fuera el plan, iban a necesitar al Dragón, al verdadero. Así que cerrando los ojos, subí mis escamas desde los pies hasta la cabeza, para terminar con mis ojos, y finalmente pasar a transformarme en un dragón completamente estábamos en nuestro propio campamento, ser sigiloso no iba a ser necesario, y si alguno lograba escapar, podía volar para encontrarlo. Simplemente me quede quieto junto a ellos, esperando las ordenes.
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[>] Habilidad Racial = Transformación
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Re: [Guerra de Lunargenta]El norte no olvida [Libre] [4/4] (Cerrado)
Los aliados no se hacen esperar, aparecen colaboradores de entre los cuales destaca Vincent. Logran detallar el juego de acontecimientos pero solo al final consiguen intervenir, algo bastante normal en seres vivos.
Un personaje de apoyo se queda cuidando al dragón lastimado, tiene intenciones de permanecer a su lado hasta que aparezca la sanadora oficial. Por su parte los demás sujetos deciden perseguir la amenaza oculta, individuos que cuentan con Zero.
Las manos son más útiles que las armas cuando sabes utilizarlas.
Dice con tono calmado ante la interrogante de su aliado, quizás suena a un comentario con malicia intrínseca pero el rostro del “chico” no denota emociones acordes. Nunca a utilizado un arma con regularidad lejos de cualquier momento desesperado claro. Tiene habilidad en el combate sin armas, algo peligroso cuando se manejan propiedades aumentadas.
Pronto inician una búsqueda y aunque al principio avanzan con velocidad para lograr alcanzar al enemigo su rastro se enfría. Tienen demasiada gente alrededor, es difícil identificar a alguien con tanto tumulto. Su única pista sigue siendo el tatuaje pero requiere de cierta proximidad para ser detectado.
Vincent quien al principio propone mantenerse en sigilo es el primero en dar una alternativa más directa, atacar de frente e inutilizar con métodos no letales pero violentos al espía si se da la oportunidad. Es un cambio de argumento bastante drástico aunque Z9-42 comienza a sospechar de alteraciones mentales luego de observar bien como dicho sujeto varia humores tan rápido.
Muchas vueltas después el pequeño sintético logra detectar ese tatuaje a cierta distancia y luego de invertir un minuto en señales poco claras consigue que sus aliados vean lo mismo… sigue siendo un “enano” poco claro en ciertas situaciones.
A partir de allí se vuelven la sombra del sujeto, no les toma mucho llegar a una ubicación controlada por personas sospechosas. Sin duda “tiene toda la pinta” de ser el reducto enemigo y existen buenas posibilidades de que todos los elementos guardianes sean saboteadores.
Mientras estudia cada detalle la maquina no puede dejar de pensar en la ineficiencia del ejercito dragón, dejaron a un grupo nutrido de espías asentarse entre sus filas y causar daño. Le resulta curioso como mínimo como las facciones pueden fallar ante personajes más claros de objetivos.
Una cosa esta clara y es que la carpa se encuentra muy protegida. Zero aprendió su lección luego de quedar dañado, incluso como maquina tiene limitaciones. Eso sin mencionar que en esta oportunidad va con aliados de carne y hueso, seres aún más frágiles que su coraza.
No podemos atacar directamente, seria desventajoso y existe un 89% de probabilidades de que ustedes mueran.
Deben pensar en otra cosa, quizás organizar una partida mas grande o atacar la carpa con sustancias inflamables para hacerles salir en desventaja. Sea cual sea la opción es necesario aplicarla rápido, si comienzan a dispersarse los enemigos podrían escapar causando más daño en el proceso.
En un momento están espiando discretamente y al otro aparece cierto personaje conocido quien ve lógico transformarse en dragón, movimiento poco sigiloso vale destacar. Se trata del voluntario que se les unió en la carpa, ahora recuperado de su ataque a traición.
Esa no fue una acción… acertada.
Un personaje de apoyo se queda cuidando al dragón lastimado, tiene intenciones de permanecer a su lado hasta que aparezca la sanadora oficial. Por su parte los demás sujetos deciden perseguir la amenaza oculta, individuos que cuentan con Zero.
Las manos son más útiles que las armas cuando sabes utilizarlas.
Dice con tono calmado ante la interrogante de su aliado, quizás suena a un comentario con malicia intrínseca pero el rostro del “chico” no denota emociones acordes. Nunca a utilizado un arma con regularidad lejos de cualquier momento desesperado claro. Tiene habilidad en el combate sin armas, algo peligroso cuando se manejan propiedades aumentadas.
Pronto inician una búsqueda y aunque al principio avanzan con velocidad para lograr alcanzar al enemigo su rastro se enfría. Tienen demasiada gente alrededor, es difícil identificar a alguien con tanto tumulto. Su única pista sigue siendo el tatuaje pero requiere de cierta proximidad para ser detectado.
Vincent quien al principio propone mantenerse en sigilo es el primero en dar una alternativa más directa, atacar de frente e inutilizar con métodos no letales pero violentos al espía si se da la oportunidad. Es un cambio de argumento bastante drástico aunque Z9-42 comienza a sospechar de alteraciones mentales luego de observar bien como dicho sujeto varia humores tan rápido.
Muchas vueltas después el pequeño sintético logra detectar ese tatuaje a cierta distancia y luego de invertir un minuto en señales poco claras consigue que sus aliados vean lo mismo… sigue siendo un “enano” poco claro en ciertas situaciones.
A partir de allí se vuelven la sombra del sujeto, no les toma mucho llegar a una ubicación controlada por personas sospechosas. Sin duda “tiene toda la pinta” de ser el reducto enemigo y existen buenas posibilidades de que todos los elementos guardianes sean saboteadores.
Mientras estudia cada detalle la maquina no puede dejar de pensar en la ineficiencia del ejercito dragón, dejaron a un grupo nutrido de espías asentarse entre sus filas y causar daño. Le resulta curioso como mínimo como las facciones pueden fallar ante personajes más claros de objetivos.
Una cosa esta clara y es que la carpa se encuentra muy protegida. Zero aprendió su lección luego de quedar dañado, incluso como maquina tiene limitaciones. Eso sin mencionar que en esta oportunidad va con aliados de carne y hueso, seres aún más frágiles que su coraza.
No podemos atacar directamente, seria desventajoso y existe un 89% de probabilidades de que ustedes mueran.
Deben pensar en otra cosa, quizás organizar una partida mas grande o atacar la carpa con sustancias inflamables para hacerles salir en desventaja. Sea cual sea la opción es necesario aplicarla rápido, si comienzan a dispersarse los enemigos podrían escapar causando más daño en el proceso.
En un momento están espiando discretamente y al otro aparece cierto personaje conocido quien ve lógico transformarse en dragón, movimiento poco sigiloso vale destacar. Se trata del voluntario que se les unió en la carpa, ahora recuperado de su ataque a traición.
Esa no fue una acción… acertada.
Z9-42
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Re: [Guerra de Lunargenta]El norte no olvida [Libre] [4/4] (Cerrado)
Pese al desastre en el que se había convertido aquel campamento, se podía decir que las cosas últimamente iban meridianamente bien.
El hombre del tatuaje no se había percatado de que le seguían, y aunque hubo un instante en el que lo perdieron de vista por culpa de la gran cantidad de gente que se hallaba en esa parte del campamento, lograron que no fuera durante el tiempo suficiente como para perderle la pista. Todo gracias al pequeño bio que los acompañaba.
Qué podía decir, los biocibernéticos eran extraños, pero solían tener unas cualidades de lo más excepcionales. Ese detalle los convertía en sujetos muy interesantes para todo tipo de situaciones, y seguir a un tipo entre una multitud era una de ellas.
En cualquier caso, lo importante es que pese a alguna que otra dificultad, consiguieron seguir al espía hasta su escondite. Y qué mejor escondite para un saboteador, que el mismo campamento que debe hacer volar en pedazos.
Sí, ese grupo de espías se lo había montado muy bien. Y al mismo tiempo, el ejército del dragón había demostrado que estaba muy verde. Al menos esa sección del ejército norteño, pues seguramente el bloque principal y más veterano de los dragones sería sólido como las montañas que los vio nacer. Por desgracia, no podía decir lo mismo del regimiento al que lo habían asignado a él.
Normal. La gente no solía fiarse de la lealtad de los mercenarios, y la verdad, no es algo que pudiera echarles en cara. Conociendo el promedio de las personas que se dedicaban al tan poco noble oficio de mercenario para la mayoría de los habitantes de aquel mundo, y tan mal valorado por esas mismas personas, no era extraño que no se fiaran completamente de cualquiera que ejerciera tal profesión. No se podía esperar una lealtad inquebrantable de hombres y mujeres de esa índole, así que por lo general a los soldados de fortuna les tocaba ir junto a los voluntarios, y en los regimientos menos importantes. Y las compañías mercenarias solían realizar las funciones más sencillas, donde una retirada demasiado temprana pudiera tirar al traste con todo.
En definitiva, la labor de los mercenarios era la de aumentar las levas. Sólo eso. Dar ventaja numérica para facilitar la victoria.
Eso era lo común, y lo que se solía esperar de tan innobles guerreros. No obstante, algunos de esos desconfiados habitantes de Aerandir se llevaban más de una sorpresa al descubrir que hasta los mercenarios podían tener honor, y que darían hasta su vida por el cumplimiento de una misión, pese a lo estúpido que pudiera parecer que una persona muriera por un contrato que jamás iba a cobrar en su totalidad. Bien era sabido que el dinero sólo servía a los vivos, pero como he dicho anteriormente, hasta los mercenarios podían tener honor. Hasta ellos conocían la virtud del sacrificio.
Dicho todo esto, ahí estaba el bueno de Vincent, uno de estos mercenarios que quizás tuvieran ese honor antes mentado, pero que con toda seguridad se había ganado una reputación en el Norte. Eso le había granjeado al menos una dosis de confianza del comandante del regimiento, y le había dado cierta responsabilidad junto a uno de los grupos de exploradores. Y bueno, no podía decir que fuera de las personas que desoyeran su responsabilidad, menos aún cuando la vida de otras personas podían llegar a depender de él.
Debía pensar un modo de acabar con esos espías minimizando las bajas aliadas, y si los dioses querían, planificar una batalla ventajosa donde ninguno de los dragones acabara muerto. Aunque en aquel caso en concreto y para ser más exactos, debía decir que se trataba de la vida de un dragón y un biocibernético con aspecto de niño.
- Bien. Bien. Ese idiota nos ha llevado a la boca del lobo-, comentó a sus compañeros, agazapado entre unas cajas mientras espiaba al grupo de saboteadores. - Pero aunque sepamos donde se encuentran y contemos con el factor sorpresa, toda boca de lobo sigue teniendo colmillos. Nos superan en número-, tuvo que admitir.
Era una posibilidad que había barajado al perseguir al espía que había “escapado”, por lo que tenía su as escondido baja la manga para un problema de esa índole. El hecho de que la gran tienda de los saboteadores les daba la opción de pedir refuerzos con facilidad, aunque por desgracia, debía volver a admitir otro problema. Esos espías habían elegido una zona poco concurrida del campamento para instalarse, así que no podían atacar sin más y esperar que se les unieran el resto de soldados del dragón. Debían mandar a alguien a buscar ayuda, y por eso se había llevado a Lars, el explorador más rápido de su grupo.
- Lars, vuelve sobre nuestros pasos. Ve en busca de Níniel y Davos, diles donde nos encontramos y que vengan inmediatamente si es posible. Después alerta al comandante Lanius o algún oficial, que manden todo lo que tengan. Si cambiamos las tornas numéricas quizás podamos atraparlos con vida-, le explicó sin mirarle directamente, pues su atención estaba puesta en los saboteadores que conversaban. - No podemos descartar que haya más grupos de espías. Debemos reunir información para destruir cualquier otro posible grupo de sabotaje. Ahora ve-, terminó por decir, mirando esta vez en dirección al dragón.
La respuesta del dragón fue un mero movimiento afirmativo con la testa, y luego partió. Era un hombre experimentado, por lo que contaba con su veteranía. Sabía que no cometería ningún error. Se iría con disimulo, luego se alejaría corriendo cuando ya pudiera hacerlo, y si tenía que transformarse y volar, ya lo haría cuando estuviera lo suficientemente alejado como para no levantar sospechas.
Y en ese instante fue cuando pensó detenidamente que toda su unidad y grupo de combate constaba de un niño. No era una idea que despertara confianza, pero por suerte no era un niño cualquiera. Un biocibernético, por aspecto de niño que tuviera, no dejaba de ser un formidable aliado, como ya había demostrado antes. Además, no debían atacar hasta que llegaran los demás. Sólo debían esperar agazapados la llegada de los refuerzos.
Por lo demás, deseaba que Strong y Rakan mejorasen y no necesitaran el cuidado de Níniel por mucho tiempo. En primer lugar por la salud de ambos, pero también porque la sacerdotisa era una poderosa aliada. Mentiría si dijera que no se sentía más seguro luchando con la elfa velando su espalda.
De todas formas, el pensamiento de la mejora de Rakan pronto fue disipado. Su llegada era la respuesta a sus dudas, y dejaba bien claro que se había recuperado a la perfección del problema que lo aquejaba. Por desgracia, la llegada del rubio también le hizo desear que se hubiera quedado más tiempo delirando, al menos el tiempo justo para no alertar a los saboteadores de aquella manera.
- ¿Una acción poco acertada? Esa es una manera dulce de decirlo-, respondió al bio. - Dime Zero, a cuánto suben nuestras posibilidades de muerte ahora-, comentó con sarcasmo, en un tono de broma, pero aderezado con una buena pizca de fastidio.
El brujo no tuvo más remedio que intervenir. No podían esperar a nadie, pues si dejaban luchar al dragón en solitario, el pobre Rakan moriría con toda probabilidad, y los saboteadores escaparían.
Nada más salir de su escondite desenvainó su espada de fuego, que resplandeció con un brillante fulgor en cuanto salió de la vaina de cuero mágica. Y nada más hacerlo, aprovechó las llamas que rodeaban el acero para crear unas bolas de fuego entre los dedos de su mano zurda. Unos proyectiles que tantas veces hubiera hecho a lo largo de su vida, pero que desde el incidente del internado, tenían un aspecto negro y oscuro como la noche más cerrada.
Sin pensárselo dos veces, lanzó uno de los tres proyectiles contra la tienda que servía de base para los saboteadores. Lo lanzó en dirección a la entrada, para que este se internara en el interior de la tienda, de la que no tardó en salir un fogonazo producto de la explosión mágica. Después, usó otro de sus proyectiles contra el techo de tela de la tienda, para que esta ardiera junto a los cabos que la soportaban. Eso provocó que la carpa se viniera abajo envuelta en llamas.
Si esos saboteadores tenían más materiales para crear el caos en el campamento, la mejor opción era evitar que pudieran usarlos antes de que lo hicieran. Si Rakan, Zero y él fracasaban, al menos tenía que intentar que los espías no hicieran más mal dentro del campamento, antes de que escaparan.
- Es mejor hacerlos salir que entrar en esa encerrona-, le dijo a Zero, avanzando hacia por el pasillo del campamente en dirección al lugar del siniestro que había creado. - Ya tendré tiempo de controlar las llamas cuando todo termine. Si es que sobrevivo, claro está-, dijo, antes de reír.
Bueno, en peores situaciones se había visto. No iba a perder el humor por una batalla jodida, cuando en el pasado casi había sido espachurrado por un dragón gigante con muy malas pulgas.
- Rakan, cuando preguntes cuál es el plan, la próxima vez espera saber cuál es ese plan-, le gritó al dragón, pero sin enfado alguno. Sólo había gritado para hacerse escuchar por encima del ruido y la distancia con él.
Por supuesto que su llegada había precipitado una situación que no le gustaba, menos aún cuando pronto habrían tenido todo bajo control con la llegada de refuerzos, pero tampoco debía enfadarse con el dragón. Por su actitud se notaba que era alguien joven con ganas de ayudar, y él aún recordaba sus tiempos de mozalbete, cuando también era igual de joven.
Él también había cometido sus errores y torpezas, y había aprendido de ellas. Era ley de la vida. Y por lo menos Rakan era alguien presto para ayudar, una virtud que no todos los arendianos tenían, y que era digna de alabanza.
En todo caso, ahora sólo les quedaba luchar. Y también rezar para que los dioses estuvieran de su lado, porque, con franqueza, ver un nuevo amanecer nunca estaba de más.
El hombre del tatuaje no se había percatado de que le seguían, y aunque hubo un instante en el que lo perdieron de vista por culpa de la gran cantidad de gente que se hallaba en esa parte del campamento, lograron que no fuera durante el tiempo suficiente como para perderle la pista. Todo gracias al pequeño bio que los acompañaba.
Qué podía decir, los biocibernéticos eran extraños, pero solían tener unas cualidades de lo más excepcionales. Ese detalle los convertía en sujetos muy interesantes para todo tipo de situaciones, y seguir a un tipo entre una multitud era una de ellas.
En cualquier caso, lo importante es que pese a alguna que otra dificultad, consiguieron seguir al espía hasta su escondite. Y qué mejor escondite para un saboteador, que el mismo campamento que debe hacer volar en pedazos.
Sí, ese grupo de espías se lo había montado muy bien. Y al mismo tiempo, el ejército del dragón había demostrado que estaba muy verde. Al menos esa sección del ejército norteño, pues seguramente el bloque principal y más veterano de los dragones sería sólido como las montañas que los vio nacer. Por desgracia, no podía decir lo mismo del regimiento al que lo habían asignado a él.
Normal. La gente no solía fiarse de la lealtad de los mercenarios, y la verdad, no es algo que pudiera echarles en cara. Conociendo el promedio de las personas que se dedicaban al tan poco noble oficio de mercenario para la mayoría de los habitantes de aquel mundo, y tan mal valorado por esas mismas personas, no era extraño que no se fiaran completamente de cualquiera que ejerciera tal profesión. No se podía esperar una lealtad inquebrantable de hombres y mujeres de esa índole, así que por lo general a los soldados de fortuna les tocaba ir junto a los voluntarios, y en los regimientos menos importantes. Y las compañías mercenarias solían realizar las funciones más sencillas, donde una retirada demasiado temprana pudiera tirar al traste con todo.
En definitiva, la labor de los mercenarios era la de aumentar las levas. Sólo eso. Dar ventaja numérica para facilitar la victoria.
Eso era lo común, y lo que se solía esperar de tan innobles guerreros. No obstante, algunos de esos desconfiados habitantes de Aerandir se llevaban más de una sorpresa al descubrir que hasta los mercenarios podían tener honor, y que darían hasta su vida por el cumplimiento de una misión, pese a lo estúpido que pudiera parecer que una persona muriera por un contrato que jamás iba a cobrar en su totalidad. Bien era sabido que el dinero sólo servía a los vivos, pero como he dicho anteriormente, hasta los mercenarios podían tener honor. Hasta ellos conocían la virtud del sacrificio.
Dicho todo esto, ahí estaba el bueno de Vincent, uno de estos mercenarios que quizás tuvieran ese honor antes mentado, pero que con toda seguridad se había ganado una reputación en el Norte. Eso le había granjeado al menos una dosis de confianza del comandante del regimiento, y le había dado cierta responsabilidad junto a uno de los grupos de exploradores. Y bueno, no podía decir que fuera de las personas que desoyeran su responsabilidad, menos aún cuando la vida de otras personas podían llegar a depender de él.
Debía pensar un modo de acabar con esos espías minimizando las bajas aliadas, y si los dioses querían, planificar una batalla ventajosa donde ninguno de los dragones acabara muerto. Aunque en aquel caso en concreto y para ser más exactos, debía decir que se trataba de la vida de un dragón y un biocibernético con aspecto de niño.
- Bien. Bien. Ese idiota nos ha llevado a la boca del lobo-, comentó a sus compañeros, agazapado entre unas cajas mientras espiaba al grupo de saboteadores. - Pero aunque sepamos donde se encuentran y contemos con el factor sorpresa, toda boca de lobo sigue teniendo colmillos. Nos superan en número-, tuvo que admitir.
Era una posibilidad que había barajado al perseguir al espía que había “escapado”, por lo que tenía su as escondido baja la manga para un problema de esa índole. El hecho de que la gran tienda de los saboteadores les daba la opción de pedir refuerzos con facilidad, aunque por desgracia, debía volver a admitir otro problema. Esos espías habían elegido una zona poco concurrida del campamento para instalarse, así que no podían atacar sin más y esperar que se les unieran el resto de soldados del dragón. Debían mandar a alguien a buscar ayuda, y por eso se había llevado a Lars, el explorador más rápido de su grupo.
- Lars, vuelve sobre nuestros pasos. Ve en busca de Níniel y Davos, diles donde nos encontramos y que vengan inmediatamente si es posible. Después alerta al comandante Lanius o algún oficial, que manden todo lo que tengan. Si cambiamos las tornas numéricas quizás podamos atraparlos con vida-, le explicó sin mirarle directamente, pues su atención estaba puesta en los saboteadores que conversaban. - No podemos descartar que haya más grupos de espías. Debemos reunir información para destruir cualquier otro posible grupo de sabotaje. Ahora ve-, terminó por decir, mirando esta vez en dirección al dragón.
La respuesta del dragón fue un mero movimiento afirmativo con la testa, y luego partió. Era un hombre experimentado, por lo que contaba con su veteranía. Sabía que no cometería ningún error. Se iría con disimulo, luego se alejaría corriendo cuando ya pudiera hacerlo, y si tenía que transformarse y volar, ya lo haría cuando estuviera lo suficientemente alejado como para no levantar sospechas.
Y en ese instante fue cuando pensó detenidamente que toda su unidad y grupo de combate constaba de un niño. No era una idea que despertara confianza, pero por suerte no era un niño cualquiera. Un biocibernético, por aspecto de niño que tuviera, no dejaba de ser un formidable aliado, como ya había demostrado antes. Además, no debían atacar hasta que llegaran los demás. Sólo debían esperar agazapados la llegada de los refuerzos.
Por lo demás, deseaba que Strong y Rakan mejorasen y no necesitaran el cuidado de Níniel por mucho tiempo. En primer lugar por la salud de ambos, pero también porque la sacerdotisa era una poderosa aliada. Mentiría si dijera que no se sentía más seguro luchando con la elfa velando su espalda.
De todas formas, el pensamiento de la mejora de Rakan pronto fue disipado. Su llegada era la respuesta a sus dudas, y dejaba bien claro que se había recuperado a la perfección del problema que lo aquejaba. Por desgracia, la llegada del rubio también le hizo desear que se hubiera quedado más tiempo delirando, al menos el tiempo justo para no alertar a los saboteadores de aquella manera.
- ¿Una acción poco acertada? Esa es una manera dulce de decirlo-, respondió al bio. - Dime Zero, a cuánto suben nuestras posibilidades de muerte ahora-, comentó con sarcasmo, en un tono de broma, pero aderezado con una buena pizca de fastidio.
El brujo no tuvo más remedio que intervenir. No podían esperar a nadie, pues si dejaban luchar al dragón en solitario, el pobre Rakan moriría con toda probabilidad, y los saboteadores escaparían.
Nada más salir de su escondite desenvainó su espada de fuego, que resplandeció con un brillante fulgor en cuanto salió de la vaina de cuero mágica. Y nada más hacerlo, aprovechó las llamas que rodeaban el acero para crear unas bolas de fuego entre los dedos de su mano zurda. Unos proyectiles que tantas veces hubiera hecho a lo largo de su vida, pero que desde el incidente del internado, tenían un aspecto negro y oscuro como la noche más cerrada.
Sin pensárselo dos veces, lanzó uno de los tres proyectiles contra la tienda que servía de base para los saboteadores. Lo lanzó en dirección a la entrada, para que este se internara en el interior de la tienda, de la que no tardó en salir un fogonazo producto de la explosión mágica. Después, usó otro de sus proyectiles contra el techo de tela de la tienda, para que esta ardiera junto a los cabos que la soportaban. Eso provocó que la carpa se viniera abajo envuelta en llamas.
Si esos saboteadores tenían más materiales para crear el caos en el campamento, la mejor opción era evitar que pudieran usarlos antes de que lo hicieran. Si Rakan, Zero y él fracasaban, al menos tenía que intentar que los espías no hicieran más mal dentro del campamento, antes de que escaparan.
- Es mejor hacerlos salir que entrar en esa encerrona-, le dijo a Zero, avanzando hacia por el pasillo del campamente en dirección al lugar del siniestro que había creado. - Ya tendré tiempo de controlar las llamas cuando todo termine. Si es que sobrevivo, claro está-, dijo, antes de reír.
Bueno, en peores situaciones se había visto. No iba a perder el humor por una batalla jodida, cuando en el pasado casi había sido espachurrado por un dragón gigante con muy malas pulgas.
- Rakan, cuando preguntes cuál es el plan, la próxima vez espera saber cuál es ese plan-, le gritó al dragón, pero sin enfado alguno. Sólo había gritado para hacerse escuchar por encima del ruido y la distancia con él.
Por supuesto que su llegada había precipitado una situación que no le gustaba, menos aún cuando pronto habrían tenido todo bajo control con la llegada de refuerzos, pero tampoco debía enfadarse con el dragón. Por su actitud se notaba que era alguien joven con ganas de ayudar, y él aún recordaba sus tiempos de mozalbete, cuando también era igual de joven.
Él también había cometido sus errores y torpezas, y había aprendido de ellas. Era ley de la vida. Y por lo menos Rakan era alguien presto para ayudar, una virtud que no todos los arendianos tenían, y que era digna de alabanza.
En todo caso, ahora sólo les quedaba luchar. Y también rezar para que los dioses estuvieran de su lado, porque, con franqueza, ver un nuevo amanecer nunca estaba de más.
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Vincent Calhoun
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Re: [Guerra de Lunargenta]El norte no olvida [Libre] [4/4] (Cerrado)
De haber sido otra la situación, y de no haberse disculpado de inmediato, Rakan podría haberse metido en un lío con Níniel al tocarla de ese modo. Los elfos normalmente, y a diferencia de otras razas de Aerandir mucho más efusivas, no acostumbraban a abusar del contacto físico innecesario. Incluso entre ellos la costumbre era pedir permiso mediante cierto gesto antes, y sólo cuando existía una confianza o un fuerte vínculo entre las partes. Tocar sin su permiso a una sacerdotisa podía ser considerado incluso como una afrenta. Por suerte ni había más elfos cerca que así pudieran haberlo considerado, ni Níniel era a aquellas alturas ajena a que las costumbres fuera de Sandorai no eran iguales a las de su hogar.
-No...no pasa nada. Solo era una pesadilla.-Contestó la peliblanca sin entender mucho de lo que decía el semi-dragón de ojos brillantes. Sus palabras estaban claras pero, no podía comprender qué era eso de ser el dragón guardián y qué tenía que ver el dragón oscuro con aquello. Los únicos guardianes que Níniel conocía eran aquel grupo al que pertenecían Elen y el león blanco, sustituto éste último de la guardiana del este, cuyo brazal llevaba la sacerdotisa en el brazo. Un grupo harto disfuncional en la práctica pero con algunos miembros notables, para bien o para mal.
-¿Tus ojos? No sabría decirte.- Una vez más Níniel estaba fuera de contexto y poco podía decir al respecto. Desde luego era extraño que brillaran siempre pero, tampoco le había dado mucha importancia al ser los semi-dragones criaturas muy afines a los elementos. -Los míos también lo hacen cuando canalizo grandes cantidades de éter, es un rasgo habitual en mi familia entre aquellos con elevadas capacidades mágicas de nacimiento. Me han dicho que doy miedo cuando pasa.- Añadió con una leve sonrisa.-De todos modos, para luchar contra la oscuridad lo importante no son los ojos, sino el corazón.-Señaló con conocimiento de causa. Ella había sentido la tentadora llamada de la oscuridad en persona y sentido su poder; el poder del camino fácil. Aquello era cuanto podía decirle sobre cómo evitar las pesadillas sin saber más, el contexto o las causas.
-No solo tú. No dudo de las capacidades de los demás, pero desconozco las del enemigo. Y parece que han dado con algo.- Convino la peliblanca al ver que Rakan se lanzaba en pos de ayudar al resto del improvisado grupo, coincidiendo justo con el momento en el que Lars llegaba a la carrera para notificarles las noticias. Aunque no se quedó con ellos, sino que marchó a avisar al comandante de sus avances y la situación. La situación parecía avanzar hasta un momento crítico.
Tan pronto como alcanzaron la posición de espera de Vincent y Zero, Níniel pudo ver al grupo de saboteadores mencionado por Lars a toda prisa. Desde luego con razón Vincent había creído adecuado poner al tanto al comandante para coordinar una acción decisiva y contundente, los saboteadores eran más de los que la elfa había creído, y estaban bien organizados. ¿De dónde habrían sacado aquellos uniformes? ¿Qué era aquello que estaban descargando del carro con la confianza de quien sabe que pasa desapercibido? Pronto tendrían la ocasión de averiguarlo.
-Alto, ¿quién va?- Preguntó de inmediato uno de los saboteadores centinelas al percatarse de la forma de dragón de Rakan, poniéndose en guardia y desenvainando una espada larga. Su compañero le imitó, aunque su arma era una lanza y un escudo de lágrima en la mano izquierda. -Maldita sea te han seguido.- Maldijo el de la espada alzando la voz aún más y haciendo que del carro saliera su líder furibundo.
-Joder, ¿a qué estáis esperando? Matadlos.- Ordenó mientras buscaba alejarse del carro con una caja de viales entre las manos. Momento en el cual uno de los ataques flamígeros de Vincent se coló en el interior del carro. El "pobre "Seis" apenas ocasión de gritar cuando el proyectil hizo añicos el contenido allí almacenado y una combinación de fuego y venenos lo consumió por completo en cuestión de segundos. Acto seguido el carro se incendió por completo, convirtiéndolo en una pira cuyo humo negro se alzaba con fuerza hacia el cielo. -Nooo...Malditos hijos de puta...No puedo fallar, el maestro...No, no puedo volver a él si fracaso. Matadlos vamos- Volvió a ordenar iracundo tras contemplar a qué se había visto reducido el carro, cuyos restos amenazaban con iniciar un fuego en varias de las tiendas cercanas.
El saboteador de la espada, se lanzó sin dudar contra Vincent, mientras que el de la lanza lo hizo contra el dragón. Ambos eran luchadores experimentados y estaban bien equipados. Su líder a su vez, desenvainando una espada con caracteres rúnicos en su hoja que brillaban con una luz fría, miró a Zero, y tras considerar que no era una amenaza, optó por dirigirse hacia Níniel, que estaba unos pasos por detrás. El rostro de aquel enemigo estaba a esas alturas desencajado por la ira, pero había también un miedo infinito al fracaso. Lucharía a muerte como un animal salvaje arrinconado.
-Hemos visto el humo. ¿Qué está pasando?-Inquirió entonces un soldado que acababa de llegar junto a un segundo guerrero. Ambos llevaban las armas desenfundadas y su rostro era muy serio, uno llevaba una espada corta y un escudo de rodela y el otro dos hachas de una mano. Parecía que los refuerzos aliados habían llegado, aunque aquello no pareció importarle al líder saboteador que lejos de preocuparse, esbozó una sonrisa perversa dirigida a la peliblanca.
-No...no pasa nada. Solo era una pesadilla.-Contestó la peliblanca sin entender mucho de lo que decía el semi-dragón de ojos brillantes. Sus palabras estaban claras pero, no podía comprender qué era eso de ser el dragón guardián y qué tenía que ver el dragón oscuro con aquello. Los únicos guardianes que Níniel conocía eran aquel grupo al que pertenecían Elen y el león blanco, sustituto éste último de la guardiana del este, cuyo brazal llevaba la sacerdotisa en el brazo. Un grupo harto disfuncional en la práctica pero con algunos miembros notables, para bien o para mal.
-¿Tus ojos? No sabría decirte.- Una vez más Níniel estaba fuera de contexto y poco podía decir al respecto. Desde luego era extraño que brillaran siempre pero, tampoco le había dado mucha importancia al ser los semi-dragones criaturas muy afines a los elementos. -Los míos también lo hacen cuando canalizo grandes cantidades de éter, es un rasgo habitual en mi familia entre aquellos con elevadas capacidades mágicas de nacimiento. Me han dicho que doy miedo cuando pasa.- Añadió con una leve sonrisa.-De todos modos, para luchar contra la oscuridad lo importante no son los ojos, sino el corazón.-Señaló con conocimiento de causa. Ella había sentido la tentadora llamada de la oscuridad en persona y sentido su poder; el poder del camino fácil. Aquello era cuanto podía decirle sobre cómo evitar las pesadillas sin saber más, el contexto o las causas.
-No solo tú. No dudo de las capacidades de los demás, pero desconozco las del enemigo. Y parece que han dado con algo.- Convino la peliblanca al ver que Rakan se lanzaba en pos de ayudar al resto del improvisado grupo, coincidiendo justo con el momento en el que Lars llegaba a la carrera para notificarles las noticias. Aunque no se quedó con ellos, sino que marchó a avisar al comandante de sus avances y la situación. La situación parecía avanzar hasta un momento crítico.
Tan pronto como alcanzaron la posición de espera de Vincent y Zero, Níniel pudo ver al grupo de saboteadores mencionado por Lars a toda prisa. Desde luego con razón Vincent había creído adecuado poner al tanto al comandante para coordinar una acción decisiva y contundente, los saboteadores eran más de los que la elfa había creído, y estaban bien organizados. ¿De dónde habrían sacado aquellos uniformes? ¿Qué era aquello que estaban descargando del carro con la confianza de quien sabe que pasa desapercibido? Pronto tendrían la ocasión de averiguarlo.
-Alto, ¿quién va?- Preguntó de inmediato uno de los saboteadores centinelas al percatarse de la forma de dragón de Rakan, poniéndose en guardia y desenvainando una espada larga. Su compañero le imitó, aunque su arma era una lanza y un escudo de lágrima en la mano izquierda. -Maldita sea te han seguido.- Maldijo el de la espada alzando la voz aún más y haciendo que del carro saliera su líder furibundo.
-Joder, ¿a qué estáis esperando? Matadlos.- Ordenó mientras buscaba alejarse del carro con una caja de viales entre las manos. Momento en el cual uno de los ataques flamígeros de Vincent se coló en el interior del carro. El "pobre "Seis" apenas ocasión de gritar cuando el proyectil hizo añicos el contenido allí almacenado y una combinación de fuego y venenos lo consumió por completo en cuestión de segundos. Acto seguido el carro se incendió por completo, convirtiéndolo en una pira cuyo humo negro se alzaba con fuerza hacia el cielo. -Nooo...Malditos hijos de puta...No puedo fallar, el maestro...No, no puedo volver a él si fracaso. Matadlos vamos- Volvió a ordenar iracundo tras contemplar a qué se había visto reducido el carro, cuyos restos amenazaban con iniciar un fuego en varias de las tiendas cercanas.
El saboteador de la espada, se lanzó sin dudar contra Vincent, mientras que el de la lanza lo hizo contra el dragón. Ambos eran luchadores experimentados y estaban bien equipados. Su líder a su vez, desenvainando una espada con caracteres rúnicos en su hoja que brillaban con una luz fría, miró a Zero, y tras considerar que no era una amenaza, optó por dirigirse hacia Níniel, que estaba unos pasos por detrás. El rostro de aquel enemigo estaba a esas alturas desencajado por la ira, pero había también un miedo infinito al fracaso. Lucharía a muerte como un animal salvaje arrinconado.
-Hemos visto el humo. ¿Qué está pasando?-Inquirió entonces un soldado que acababa de llegar junto a un segundo guerrero. Ambos llevaban las armas desenfundadas y su rostro era muy serio, uno llevaba una espada corta y un escudo de rodela y el otro dos hachas de una mano. Parecía que los refuerzos aliados habían llegado, aunque aquello no pareció importarle al líder saboteador que lejos de preocuparse, esbozó una sonrisa perversa dirigida a la peliblanca.
- Spoiler:
- Ya sabéis qué hacer. Según las palabras del líder saboteador quedan cinco enemigos. El que responde al nombre de "Uno" es sin duda el más peligroso, armado con una espada rúnica de hielo y con habilidades muy superiores a las de sus compañeros o a las de un soldado normal.
Níniel Thenidiel
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Re: [Guerra de Lunargenta]El norte no olvida [Libre] [4/4] (Cerrado)
La cara de todos al haber cagado el plan fue increíble, me sentía un niño al arruinar el plan. La batalla pronto comenzó y el primero que se me lanzo fue el sujeto con lanza, mientras mis compañeros peleaban con otros. Podía notar el miedo en los ojos del sujeto, estaba claro que si no cumplía lo que decía, lo mataban. Me puse a pensar tanto que su lanza choco con mis escamas, haciéndome un tajo y empezando a sangrar. Siempre me pasaba lo mismo, siempre me desconcentro en las peleas. Solté un rugido y mirando al sujeto lo lance lejos con mi cola, quedándose sin escudo, volví a soltar otro rugido, el miedo era algo que afectaba mucho a una persona.Me intento dar varios ataques con su lanza, pero fueron en vano, era difícil pelear en el campamento, llegue a tirar 2 tienda sin querer, los asistentes iban a odiarme.
Volví a atacar, esta vez lanzandolo lejos con mi pierna. Era suficiente, el no merecía morir, y eso no lo iban a entender mis compañeros, Cuando el soldado agarro su escudo me lanzo la lanza, incrustandola en mi estomago, solté un rugido de dolor, pero el sujeto ya se daba por vencido, simplemente solté una bola de fuego, que dio contra su escudo y lo deje inconsciente, y antes de que alguien se diera cuenta, lo agarre con mi boca, y me lo lleve lejos, un lugar donde nadie lo pueda encontrar, ni del campamento, ni de los enemigos. Durante un tiempo de vuelo baje en un bosque, cerca de un poblado. Lo apoye, y luego saque la lanza con mi boca, para luego volver a mi forma normal.
El sujeto despertó justo cuando estaba tapando la herida con mi capa. - No te haré daño... Agh. - Dije con dolor, estaba sacando una parte de la lanza que quedo en mi. El sujeto me miro con cara de extraño - ¿Por que me ayudas? - Dijo sacándose el casco.
- Vete... empieza una nueva vida, lejos de todos... te ayudo, por que se que estabas sufriendo, no querías matar a nadie. Como hoy te ayude yo, quizá en el futuro tu seas quien ayude a otro... nunca lo olvides... debemos estar unidos en estas épocas. - Acercándose me dijo - ¿No necesitas ayuda?.. Gracias amigo. - Lo mire y lo detuve con mi mano. - Vete... estaré bien, solo... vete. - Otra vida que salvaba, otro paso para un mejor Aerandir.
Mi tiempo estaba contado... pero hoy no era mi día, no era mi tiempo. Lentamente cerré los ojos, la lanza había llegado lejos, pero el sangrado había parado, solo necesitaba descansar... solo descansar. Los demás iban a necesitarme, tenia que prepararme, pronto debía ir a ayudarlos.
Volví a atacar, esta vez lanzandolo lejos con mi pierna. Era suficiente, el no merecía morir, y eso no lo iban a entender mis compañeros, Cuando el soldado agarro su escudo me lanzo la lanza, incrustandola en mi estomago, solté un rugido de dolor, pero el sujeto ya se daba por vencido, simplemente solté una bola de fuego, que dio contra su escudo y lo deje inconsciente, y antes de que alguien se diera cuenta, lo agarre con mi boca, y me lo lleve lejos, un lugar donde nadie lo pueda encontrar, ni del campamento, ni de los enemigos. Durante un tiempo de vuelo baje en un bosque, cerca de un poblado. Lo apoye, y luego saque la lanza con mi boca, para luego volver a mi forma normal.
El sujeto despertó justo cuando estaba tapando la herida con mi capa. - No te haré daño... Agh. - Dije con dolor, estaba sacando una parte de la lanza que quedo en mi. El sujeto me miro con cara de extraño - ¿Por que me ayudas? - Dijo sacándose el casco.
- Vete... empieza una nueva vida, lejos de todos... te ayudo, por que se que estabas sufriendo, no querías matar a nadie. Como hoy te ayude yo, quizá en el futuro tu seas quien ayude a otro... nunca lo olvides... debemos estar unidos en estas épocas. - Acercándose me dijo - ¿No necesitas ayuda?.. Gracias amigo. - Lo mire y lo detuve con mi mano. - Vete... estaré bien, solo... vete. - Otra vida que salvaba, otro paso para un mejor Aerandir.
Mi tiempo estaba contado... pero hoy no era mi día, no era mi tiempo. Lentamente cerré los ojos, la lanza había llegado lejos, pero el sangrado había parado, solo necesitaba descansar... solo descansar. Los demás iban a necesitarme, tenia que prepararme, pronto debía ir a ayudarlos.
Rakan'Drag
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Re: [Guerra de Lunargenta]El norte no olvida [Libre] [4/4] (Cerrado)
Los espías no tardan mucho en interpretar la transformación del dragón como un acto hostil, reacción lógica si se tienen en cuenta las circunstancias. A vísperas de una pelea las escazas fuerzas aliadas se preparan, aunque mandaron un mensajero a pedir refuerzos de momento están solos.
Ahora tienes un 98% de probabilidades de morir o terminar severamente lisiado.
Al final se da cuenta que Vincent estaba siendo irónico por lo que experimenta algo de vergüenza… continúa siendo muy literal en determinadas situaciones. A continuación, el brujo decide atacar con bolas de fuego, una estrategia corriente que emplea llamas fuera de lo normal.
Ese no es un color de ignición corriente.
Aunque el fuego es negro eso no disminuye su peligrosidad, la carpa y el carro contrarios quedan reducidos a escombros humeantes. La estrategia del hechicero es acertada, atacar la entrada mantiene toda amenaza recluida adentro por las llamas en un principio.
Eventualmente llega Niniel siendo complementada poco después por aliados curiosos, para ese entonces las unidades enemigas están desplegadas formando el preludio perfecto para un combate nutrido en pleno campamento aliado.
Los momentos de estudio previo entre las fuerzas se disipan al iniciar refriegas más directas, cada personaje escoge un enemigo predilecto. En un giro extraño el adversario más fuerte pasa de atacar al “chiquillo”, parece considerarle un niño normal y enfoca toda su atención en Niniel.
El elemento aliado más inexperto termina enfrascado en cierta pelea con un lancero, vale destacar que tiene un desempeño pobre por lo que recibe muchas heridas. Al final se hace con la victoria gracias a sus habilidades más esotéricas y termina emprendiendo el vuelo llevándose al hostil inconsciente consigo.
La última pareja amiga en llegar se enfrasca en combates singulares equilibrados mientras que Vincent logra hacerse con cierto anonimato, detalle curioso pues el inicio las hostilidades propiamente dichas. Mientras tanto un enemigo solitario avanza por la retaguardia de Niniel dispuesto a lanzar su mejor estocada discreta pero el pequeño robot no se lo permite.
Dicha maquina avanza con velocidad y se sube a la espalda de un sorprendido enemigo, una vez allí aumenta la fuerza de su sistema por medio del reactor caronte. cuando siente el flujo energía adicional realiza una maniobra incapacitante que consiste en noquear al adversario por medio de la asfixia controlada.
Segundos después la persona objetivo termina desplomándose en el suelo inconsciente, una acción no letal que hace sentir bien al chiquillo artificial. Acto seguido toma posición al lado de la sanadora para apoyarla en su combate, vale destacar que siente una necesidad personal por ayudarla ya que ella cuido de el y por ende esta en deuda… además le agrada.
Tenemos superioridad numérica en el escenario.
Ahora tienes un 98% de probabilidades de morir o terminar severamente lisiado.
Al final se da cuenta que Vincent estaba siendo irónico por lo que experimenta algo de vergüenza… continúa siendo muy literal en determinadas situaciones. A continuación, el brujo decide atacar con bolas de fuego, una estrategia corriente que emplea llamas fuera de lo normal.
Ese no es un color de ignición corriente.
Aunque el fuego es negro eso no disminuye su peligrosidad, la carpa y el carro contrarios quedan reducidos a escombros humeantes. La estrategia del hechicero es acertada, atacar la entrada mantiene toda amenaza recluida adentro por las llamas en un principio.
Eventualmente llega Niniel siendo complementada poco después por aliados curiosos, para ese entonces las unidades enemigas están desplegadas formando el preludio perfecto para un combate nutrido en pleno campamento aliado.
Los momentos de estudio previo entre las fuerzas se disipan al iniciar refriegas más directas, cada personaje escoge un enemigo predilecto. En un giro extraño el adversario más fuerte pasa de atacar al “chiquillo”, parece considerarle un niño normal y enfoca toda su atención en Niniel.
El elemento aliado más inexperto termina enfrascado en cierta pelea con un lancero, vale destacar que tiene un desempeño pobre por lo que recibe muchas heridas. Al final se hace con la victoria gracias a sus habilidades más esotéricas y termina emprendiendo el vuelo llevándose al hostil inconsciente consigo.
La última pareja amiga en llegar se enfrasca en combates singulares equilibrados mientras que Vincent logra hacerse con cierto anonimato, detalle curioso pues el inicio las hostilidades propiamente dichas. Mientras tanto un enemigo solitario avanza por la retaguardia de Niniel dispuesto a lanzar su mejor estocada discreta pero el pequeño robot no se lo permite.
Dicha maquina avanza con velocidad y se sube a la espalda de un sorprendido enemigo, una vez allí aumenta la fuerza de su sistema por medio del reactor caronte. cuando siente el flujo energía adicional realiza una maniobra incapacitante que consiste en noquear al adversario por medio de la asfixia controlada.
Segundos después la persona objetivo termina desplomándose en el suelo inconsciente, una acción no letal que hace sentir bien al chiquillo artificial. Acto seguido toma posición al lado de la sanadora para apoyarla en su combate, vale destacar que siente una necesidad personal por ayudarla ya que ella cuido de el y por ende esta en deuda… además le agrada.
Tenemos superioridad numérica en el escenario.
- Off:
- Zero usa su habilidad de Lvl 2 (Reactor Caronte)
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Re: [Guerra de Lunargenta]El norte no olvida [Libre] [4/4] (Cerrado)
Alabad al fuego, ese elemento que podía ser tan destructivo, pero que también escondía una faceta bondadosa tras él. Pues, aunque era un ser siempre hambriento y que devoraba todo a su paso, la realidad es que siempre dejaba una dosis de esperanza a su paso. Una difícil de ver o imaginar cuando se contemplaba la obra destructiva del fuego, pero que estaba ahí para todo el que conociera bien aquel elemento.
El fuego por letal que fuera, dejaba la posibilidad de que la vida renaciera tras él.
Sin embargo, en esos momentos no tenía tiempo para divagar y perderse mentalmente en el laberinto filosófico sobre el poder que aprendiera a manejar desde niño. Ahora poco importaba si el fuego daba paso a la vida o no, en esos instantes su única importancia era la de destruir. Una faceta incuestionable en dicho elemento, y que ayudaría a terminar con las ambiciones de sus enemigos.
Oh sí, ya fueran llamas negras o las rojizas amarillentas de toda la vida, el poder que manejaba era sólo el comienzo del fin para algunos. Y sus ojos estaban puestos en su siguiente objetivo.
Al brujo poco le importaron las órdenes del que parecía el líder de los saboteadores, o que uno de ellos se dirigiera directamente hacia él, quemar la tienda sólo era el principio de la batalla. Un modo de acabar con todo el que estuviera allí dentro, u obligarlo a salir para luchar en situación más ventajosa para las fuerzas del dragón, si es que había alguien en el interior. Pero sobre todo, era una manera de destruir las pertenencias de los espías, y quemar todo producto que pudieran tener para seguir con su labor en el campamento.
Y la tienda no era el único lugar importante para los saboteadores. Había visto como el supuesto líder sacaba una caja del interior de un carro, y como el tipo que habían perseguido hasta allí, entraba en el interior de este. Sin duda allí había más herramientas de sabotaje para los enemigos, y no dudó ni un suspiro en lanzar el proyectil explosivo que le quedaba, contra el mencionado carruaje. La explosión tomó por sorpresa al líder, aunque seguramente tomó aún más por sorpresa al saboteador que quedaba en el interior del carro.
El espía había elegido su destino, y sin duda se había equivocado de bando. No sentía pena, y mucho menos lloraría por él.
- Hijo de puta es una distinción muy fea-, contestó al líder. En alto para que lo pudiera escuchar, y con la voz firme y segura. - Un noventa y ocho no está tan mal, en peores me he visto-, fue la seguida respuesta que le dedicó al biocibernético.
Una respuesta que pudiera parecer broma, pero que no lo era, y mucho menos había dicho con tono de broma.
En todo caso, el tiempo no se detiene. Nunca lo hace, y mucho menos en medio de una batalla. El hombre de la espada al fin llegó hasta él, y el brujo tuvo que usar su espada de fuego para frenar la arremetida del rival.
- Supongo que destruir todo vuestro tinglado no es suficiente para que os rindáis. Algunos no saben cuando rendirse-, le dijo a su enemigo, la segunda parte en claro tono burlesco.
- Maldito, pagarás haber matado a seis-, contestó furibundo, arremetiendo una vez más con su acero.
Un ataque tosco que fue sencillo de desviar para el experimentado brujo. Su personalidad volvía a estar tomada por la maldición, al menos hasta cierto punto. Lo bueno es que sus comentarios que por lo general solo buscaban descentrar al enemigo, aunque ahora estuvieran dichos con un deje de total malicia, no dejaban de causar el mismo efecto malintencionado.
- Oh, ¿y con estos pobres ataques piensas vengar al pobre seis? - se burló. - Se ve que estabais muy unidos. Cuando te consideran un simple número, es cuando sabes que te aman-, terminó de burlarse. - Bueno, será mejor que te enseñe esgrima. No tenemos todo el día, y en algún momento tendrás que tener una opción de herirme-, terminó por decirle.
Sobra decir el enorme enfado que inundó al enemigo que luchaba con Vincent, pero eso poco le importó al brujo, que comenzó a encadenar un ataque tras otro sobre su enemigo. Este a duras penas conseguía evadir, desviar o parar los ataques del acero del rubio, más al menos conseguía seguir vivo.
- Bravo. Estás mejorando. Estar al filo de la muerte siempre da una buena dosis de motivación. No te imaginas la de veces que esto me ha pasado a lo largo de la vida, la gente tiene la mala costumbre de no querer morir-, se mofó del rival una vez más. - Aunque en tu caso es del todo inevitable.
Con un rápido movimiento enganchó la espada del saboteador con su propio acero, de modo que saliera despedida de su mano con la continuación del movimiento con el que atrapara la espada del espía. El acero voló por el aire, y antes de que cayera al suelo se desplazó mágicamente hacia la mano libre del rubio mercenario.
- Ser brujo tiene sus ventajas-, dijo, colocando la punta de la espada contra la garganta del saboteador, todo ello con una triunfal sonrisa dibujada en los labios. - ¿Unas últimas palabras antes de morir? - preguntó sin borrar la sonrisa, apretando aún más la punta de acero contra el cuello, y provocando con ello que saliera un hilillo de sangre.
- Que te jodan-, respondió el espía.
- Todo un alegato. Debiste ser orador-, volvió a mofarse. - Se te da mucho mejor que combatir, dicho sea de paso.
El siguiente paso fue colocarse tras el saboteador, colocando esta vez el filo de la espada contra el cuello de este. El siguiente movimiento más esperado hubiera sido hacer un tajo para cortarle la garganta, pero no estaba preparado para ver la escena que se había mostrado ante sus ojos. En cualquier caso, seguramente los motivos para que en vez de rajarle el cuello, decidiera darle un golpe seco con el pomo de la empuñadura de su espada de fuego, no fuera la escena que había visto. Acabaría tan rápido con su enemigo tanto matándolo como dejándolo inconsciente, así que la realidad es que lo había dejado vivir, pues aunque la maldición controlaba su personalidad en ocasiones, y lo hacía una persona peor y más malvada, no llegaba a oscurecer su alma por completo. Al menos por ahora.
En cualquier caso, el golpe puso de rodillas al saboteador, medio noqueado pero no del todo, por lo que tuvo que arremeter por segunda vez con el pomo de su espada para dejarlo inconsciente. De bruces contra el suelo, en ese estado, no molestaría a nadie durante un buen rato.
No podía decir lo mismo del dragón.
- ¡Rakan! ¡Traidor! ¡Qué demonios crees que estás haciendo! -, gritó al cielo, viendo como la figura del reptil se alejaba, y con la misma espada con la que noqueara a su rival alzada al cielo. - Maldito, si aún me quedara un proyectil de fuego tu vuelo no duraría mucho-, musitó para sí mismo, entre dientes.
Había huido. Y no solo eso, se había llevado consigo a uno de los saboteadores. No podía estar más enojado. Ahora mismo no podía pensar de otra forma, y debía considerarlo la siguiente amenaza, pues un rápido vistazo a su alrededor sirvió para ver que Zero se había encargado del enemigo que restaba, el supuesto líder, y también para ver a su dulce Níniel, así como refuerzos que llegaban a su espalda y se aproximaban a la zona.
Ahora lo importante era encontrar a Rakan y el saboteador que había ayudado a escapar. Quizás el dragón fuera uno más de los espías, pues era nuevo, y esa decisión no se podía tomar de otro modo. Pero si esto era así, ¿por qué había puesto las sospechas sobre los individuos que habían envenenado la comida?
No parecía tener sentido, y de todos modos, Rakan y el huido tendrían que esperar.
- Sí, tenemos superioridad, pero esto no ha terminado-, le dijo al niño biocibernético, corriendo hacia Níniel, pero pasando de largo para encararse con el hombre de dos hachas.
Dos hachas de mano contra dos espadas, parecía equilibrado. Pronto sabría si este saboteador sería mejor luchador que el otro.
- Una mano no me vendría nada mal-, comentó a sus compañeros, pero sin mirarles.
Ahora sus ojos debían estar centrados en otras cuestiones, ya que un combate a muerte no se podía considerar un asunto menor.
No se vuelvan a asustar, me tocaba otro post de maldito cabronazo XD.
Rakan, Vincent no te odia, pero en este post como ya he mencionado, está un poco cabroncete (?)
El fuego por letal que fuera, dejaba la posibilidad de que la vida renaciera tras él.
Sin embargo, en esos momentos no tenía tiempo para divagar y perderse mentalmente en el laberinto filosófico sobre el poder que aprendiera a manejar desde niño. Ahora poco importaba si el fuego daba paso a la vida o no, en esos instantes su única importancia era la de destruir. Una faceta incuestionable en dicho elemento, y que ayudaría a terminar con las ambiciones de sus enemigos.
Oh sí, ya fueran llamas negras o las rojizas amarillentas de toda la vida, el poder que manejaba era sólo el comienzo del fin para algunos. Y sus ojos estaban puestos en su siguiente objetivo.
Al brujo poco le importaron las órdenes del que parecía el líder de los saboteadores, o que uno de ellos se dirigiera directamente hacia él, quemar la tienda sólo era el principio de la batalla. Un modo de acabar con todo el que estuviera allí dentro, u obligarlo a salir para luchar en situación más ventajosa para las fuerzas del dragón, si es que había alguien en el interior. Pero sobre todo, era una manera de destruir las pertenencias de los espías, y quemar todo producto que pudieran tener para seguir con su labor en el campamento.
Y la tienda no era el único lugar importante para los saboteadores. Había visto como el supuesto líder sacaba una caja del interior de un carro, y como el tipo que habían perseguido hasta allí, entraba en el interior de este. Sin duda allí había más herramientas de sabotaje para los enemigos, y no dudó ni un suspiro en lanzar el proyectil explosivo que le quedaba, contra el mencionado carruaje. La explosión tomó por sorpresa al líder, aunque seguramente tomó aún más por sorpresa al saboteador que quedaba en el interior del carro.
El espía había elegido su destino, y sin duda se había equivocado de bando. No sentía pena, y mucho menos lloraría por él.
- Hijo de puta es una distinción muy fea-, contestó al líder. En alto para que lo pudiera escuchar, y con la voz firme y segura. - Un noventa y ocho no está tan mal, en peores me he visto-, fue la seguida respuesta que le dedicó al biocibernético.
Una respuesta que pudiera parecer broma, pero que no lo era, y mucho menos había dicho con tono de broma.
En todo caso, el tiempo no se detiene. Nunca lo hace, y mucho menos en medio de una batalla. El hombre de la espada al fin llegó hasta él, y el brujo tuvo que usar su espada de fuego para frenar la arremetida del rival.
- Supongo que destruir todo vuestro tinglado no es suficiente para que os rindáis. Algunos no saben cuando rendirse-, le dijo a su enemigo, la segunda parte en claro tono burlesco.
- Maldito, pagarás haber matado a seis-, contestó furibundo, arremetiendo una vez más con su acero.
Un ataque tosco que fue sencillo de desviar para el experimentado brujo. Su personalidad volvía a estar tomada por la maldición, al menos hasta cierto punto. Lo bueno es que sus comentarios que por lo general solo buscaban descentrar al enemigo, aunque ahora estuvieran dichos con un deje de total malicia, no dejaban de causar el mismo efecto malintencionado.
- Oh, ¿y con estos pobres ataques piensas vengar al pobre seis? - se burló. - Se ve que estabais muy unidos. Cuando te consideran un simple número, es cuando sabes que te aman-, terminó de burlarse. - Bueno, será mejor que te enseñe esgrima. No tenemos todo el día, y en algún momento tendrás que tener una opción de herirme-, terminó por decirle.
Sobra decir el enorme enfado que inundó al enemigo que luchaba con Vincent, pero eso poco le importó al brujo, que comenzó a encadenar un ataque tras otro sobre su enemigo. Este a duras penas conseguía evadir, desviar o parar los ataques del acero del rubio, más al menos conseguía seguir vivo.
- Bravo. Estás mejorando. Estar al filo de la muerte siempre da una buena dosis de motivación. No te imaginas la de veces que esto me ha pasado a lo largo de la vida, la gente tiene la mala costumbre de no querer morir-, se mofó del rival una vez más. - Aunque en tu caso es del todo inevitable.
Con un rápido movimiento enganchó la espada del saboteador con su propio acero, de modo que saliera despedida de su mano con la continuación del movimiento con el que atrapara la espada del espía. El acero voló por el aire, y antes de que cayera al suelo se desplazó mágicamente hacia la mano libre del rubio mercenario.
- Ser brujo tiene sus ventajas-, dijo, colocando la punta de la espada contra la garganta del saboteador, todo ello con una triunfal sonrisa dibujada en los labios. - ¿Unas últimas palabras antes de morir? - preguntó sin borrar la sonrisa, apretando aún más la punta de acero contra el cuello, y provocando con ello que saliera un hilillo de sangre.
- Que te jodan-, respondió el espía.
- Todo un alegato. Debiste ser orador-, volvió a mofarse. - Se te da mucho mejor que combatir, dicho sea de paso.
El siguiente paso fue colocarse tras el saboteador, colocando esta vez el filo de la espada contra el cuello de este. El siguiente movimiento más esperado hubiera sido hacer un tajo para cortarle la garganta, pero no estaba preparado para ver la escena que se había mostrado ante sus ojos. En cualquier caso, seguramente los motivos para que en vez de rajarle el cuello, decidiera darle un golpe seco con el pomo de la empuñadura de su espada de fuego, no fuera la escena que había visto. Acabaría tan rápido con su enemigo tanto matándolo como dejándolo inconsciente, así que la realidad es que lo había dejado vivir, pues aunque la maldición controlaba su personalidad en ocasiones, y lo hacía una persona peor y más malvada, no llegaba a oscurecer su alma por completo. Al menos por ahora.
En cualquier caso, el golpe puso de rodillas al saboteador, medio noqueado pero no del todo, por lo que tuvo que arremeter por segunda vez con el pomo de su espada para dejarlo inconsciente. De bruces contra el suelo, en ese estado, no molestaría a nadie durante un buen rato.
No podía decir lo mismo del dragón.
- ¡Rakan! ¡Traidor! ¡Qué demonios crees que estás haciendo! -, gritó al cielo, viendo como la figura del reptil se alejaba, y con la misma espada con la que noqueara a su rival alzada al cielo. - Maldito, si aún me quedara un proyectil de fuego tu vuelo no duraría mucho-, musitó para sí mismo, entre dientes.
Había huido. Y no solo eso, se había llevado consigo a uno de los saboteadores. No podía estar más enojado. Ahora mismo no podía pensar de otra forma, y debía considerarlo la siguiente amenaza, pues un rápido vistazo a su alrededor sirvió para ver que Zero se había encargado del enemigo que restaba, el supuesto líder, y también para ver a su dulce Níniel, así como refuerzos que llegaban a su espalda y se aproximaban a la zona.
Ahora lo importante era encontrar a Rakan y el saboteador que había ayudado a escapar. Quizás el dragón fuera uno más de los espías, pues era nuevo, y esa decisión no se podía tomar de otro modo. Pero si esto era así, ¿por qué había puesto las sospechas sobre los individuos que habían envenenado la comida?
No parecía tener sentido, y de todos modos, Rakan y el huido tendrían que esperar.
- Sí, tenemos superioridad, pero esto no ha terminado-, le dijo al niño biocibernético, corriendo hacia Níniel, pero pasando de largo para encararse con el hombre de dos hachas.
Dos hachas de mano contra dos espadas, parecía equilibrado. Pronto sabría si este saboteador sería mejor luchador que el otro.
- Una mano no me vendría nada mal-, comentó a sus compañeros, pero sin mirarles.
Ahora sus ojos debían estar centrados en otras cuestiones, ya que un combate a muerte no se podía considerar un asunto menor.
Offrol
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No se vuelvan a asustar, me tocaba otro post de maldito cabronazo XD.
Rakan, Vincent no te odia, pero en este post como ya he mencionado, está un poco cabroncete (?)
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Re: [Guerra de Lunargenta]El norte no olvida [Libre] [4/4] (Cerrado)
El caos debe ser considerado como una parte intrínseca en toda batalla, sin importar la magnitud de la misma. Ya fuera una pequeña escaramuza o una batalla entre enormes ejércitos con el destino de varios reinos en juego, el caos estaba siempre presente, sin importar las fuerzas en liza o la competencia de sus mandos...Y por supuesto aquella lucha en pleno campamento militar no iba a ser una excepción, de hecho parecía destinada a confirmar la regla de manera irrefutable. Algo que a posteriori no podría ser visto con extrañeza al analizar fríamente los ingredientes de aquel extraño cóctel.
Por un lado un grupo de saboteadores sorprendidos con las manos en la masa pero dispuestos a morir matando, seguramente en un último intento desesperado de causar el mayor daño posible antes de ser ajusticiados. Por el otro el variopinto grupo encargado de investigar sus acciones y ponerles fin, conformado por una elfa sacerdotisa, un brujo con un humor tan negro como las llamas que brotaban de sus manos, un "niño" al que nadie debería darle la espalda y un dragón que...Bueno, un dragón que decide llevarse a uno de los enemigos derrotados volando a saber dónde o con qué intenciones. Vincent tenía motivos para clamar "traición" a voz en grito, aunque a Níniel le preocupaban más las heridas de su alado compañero, descartando una traición precisamente por ellas. Si Rakan estuviese del lado de los saboteadores, éstos no le hubiesen casi convertido en un pincho de dragón.
-Tenemos que ir tras él. No sé qué pretende pero esas heridas parecían serias.- Dijo la peliblanca dando el combate ya por terminado y dando por segura la victoria. Mas pronto quedó patente que nada había acabado aún, y de no haber sido por la rápida, y en un primer momento inexplicable, intervención de Vincent lanzándose contra los últimos enemigos infiltrados, para la elfa la guerra habría acabado antes de empezar.
-Debí sospechar de vosotros...Demasiado oportuna vuestra llegada.- Masculló ya en guardia, molesta consigo misma por haberse confiado y fulminando con la mirada al enemigo con espada y rodela que tenía delante, demasiado dispuesto a completar el trabajo que su compañero no había podido realizar, a pesar de su evidente inferioridad. -No te preocupes, de este me ocupo yo.- Añadió dirigiéndose a Zero. El bio sería sin duda más que capaz de despachar a aquel falso aliado, así como Vincent del otro, y ella no tendría que hacer nada, pero la joven se veía impelida a ocuparse personalmente por no haber estado más atenta. Tan pronto como terminó de hablar, su bastón comenzó a brillar.
-Te voy a meter ese palo por el culo, elfa.- Amenazó aquel soez rival lanzándose al ataque con la espada en alto, lanzando un potente y bien dirigido tajo descendente directamente contra el cuello de la sacerdotisa. En su rostro comenzó a dibujarse una sonrisa de satisfacción al ver que la peliblanca no había podido siquiera hacer intento por esquivarlo, pero enseguida su gesto se tornó en uno de incredulidad y confusión cuando la espada atravesó inocuamente a una Níniel que en ese momento parecía estar compuesta por la misma luz que emanaba de su bastón. -A dormir.- Fue cuanto dijo la peliblanca, recuperando su forma corpórea y lanzando un golpe simple y seco contra el saboteador. Sus ojos se volvieron blancos de inmediato y cayó de plano al suelo, inconsciente. -Oh vaya, espero no haber golpeado demasiado fuerte.- Se lamentó levemente, aunque pronto pudo comprobar que su enemigo seguía respirando. Quizá su interrogatorio debería demorarse, iba a tardar en despertar.
-No...no os será tan fácil...-Interrumpiría entonces la ya conocida aunque debilitada voz del saboteador conocido como "Uno". Parecía haber recuperado el sentido, aunque se notaba que le dolía el cuello y le costaba hablar y respirar. -Mi vida por el maestro...-Fue lo último que dijo antes de beber algo de un pequeño vial oculto bajo la forma de un colgante en su pecho. Entonces, cómo milagrosamente recuperado, se levantó con la mirada perdida y se atravesó el pecho con su propia espada encantada. Pronto el hielo comenzaría a cubrir todo su cuerpo, retorciéndolo y transformándolo entre espeluznantes crujidos y gritos de dolor. En cuestión de segundos ante ellos ya no se eguía un rival humano, al menos ya no.
-Esto no es nada bueno...-Expresó la peliblanca retrocediendo unos pasos conforme la criatura ganaba en masa y volumen. Pronto hubo superado ya los tres metros de altura, y estaba muy pero que muy enfadada. Con un grito gutural lanzó un golpe torpe que impactó en el suelo, congelando una aplia área de tierra y restos del carromato. Níniel retrocedió un paso más. -No, definitivamente no es bueno.- Sentenció volviendo a concentrar éter, bendiciendo a Vincent con un aumento de sus capacidades mágicas y a Zero con una armadura mágica de luz. Iban a necesitar aquella ayuda, y quizá alguna más.
El enemigo final:
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Níniel usa este turno sus habilidades Imbuir, Intelecto arcano y abrazo de Isil, además de usar el efecto de su objeto ·"Bastón de Dundarak"
Por un lado un grupo de saboteadores sorprendidos con las manos en la masa pero dispuestos a morir matando, seguramente en un último intento desesperado de causar el mayor daño posible antes de ser ajusticiados. Por el otro el variopinto grupo encargado de investigar sus acciones y ponerles fin, conformado por una elfa sacerdotisa, un brujo con un humor tan negro como las llamas que brotaban de sus manos, un "niño" al que nadie debería darle la espalda y un dragón que...Bueno, un dragón que decide llevarse a uno de los enemigos derrotados volando a saber dónde o con qué intenciones. Vincent tenía motivos para clamar "traición" a voz en grito, aunque a Níniel le preocupaban más las heridas de su alado compañero, descartando una traición precisamente por ellas. Si Rakan estuviese del lado de los saboteadores, éstos no le hubiesen casi convertido en un pincho de dragón.
-Tenemos que ir tras él. No sé qué pretende pero esas heridas parecían serias.- Dijo la peliblanca dando el combate ya por terminado y dando por segura la victoria. Mas pronto quedó patente que nada había acabado aún, y de no haber sido por la rápida, y en un primer momento inexplicable, intervención de Vincent lanzándose contra los últimos enemigos infiltrados, para la elfa la guerra habría acabado antes de empezar.
-Debí sospechar de vosotros...Demasiado oportuna vuestra llegada.- Masculló ya en guardia, molesta consigo misma por haberse confiado y fulminando con la mirada al enemigo con espada y rodela que tenía delante, demasiado dispuesto a completar el trabajo que su compañero no había podido realizar, a pesar de su evidente inferioridad. -No te preocupes, de este me ocupo yo.- Añadió dirigiéndose a Zero. El bio sería sin duda más que capaz de despachar a aquel falso aliado, así como Vincent del otro, y ella no tendría que hacer nada, pero la joven se veía impelida a ocuparse personalmente por no haber estado más atenta. Tan pronto como terminó de hablar, su bastón comenzó a brillar.
-Te voy a meter ese palo por el culo, elfa.- Amenazó aquel soez rival lanzándose al ataque con la espada en alto, lanzando un potente y bien dirigido tajo descendente directamente contra el cuello de la sacerdotisa. En su rostro comenzó a dibujarse una sonrisa de satisfacción al ver que la peliblanca no había podido siquiera hacer intento por esquivarlo, pero enseguida su gesto se tornó en uno de incredulidad y confusión cuando la espada atravesó inocuamente a una Níniel que en ese momento parecía estar compuesta por la misma luz que emanaba de su bastón. -A dormir.- Fue cuanto dijo la peliblanca, recuperando su forma corpórea y lanzando un golpe simple y seco contra el saboteador. Sus ojos se volvieron blancos de inmediato y cayó de plano al suelo, inconsciente. -Oh vaya, espero no haber golpeado demasiado fuerte.- Se lamentó levemente, aunque pronto pudo comprobar que su enemigo seguía respirando. Quizá su interrogatorio debería demorarse, iba a tardar en despertar.
-No...no os será tan fácil...-Interrumpiría entonces la ya conocida aunque debilitada voz del saboteador conocido como "Uno". Parecía haber recuperado el sentido, aunque se notaba que le dolía el cuello y le costaba hablar y respirar. -Mi vida por el maestro...-Fue lo último que dijo antes de beber algo de un pequeño vial oculto bajo la forma de un colgante en su pecho. Entonces, cómo milagrosamente recuperado, se levantó con la mirada perdida y se atravesó el pecho con su propia espada encantada. Pronto el hielo comenzaría a cubrir todo su cuerpo, retorciéndolo y transformándolo entre espeluznantes crujidos y gritos de dolor. En cuestión de segundos ante ellos ya no se eguía un rival humano, al menos ya no.
-Esto no es nada bueno...-Expresó la peliblanca retrocediendo unos pasos conforme la criatura ganaba en masa y volumen. Pronto hubo superado ya los tres metros de altura, y estaba muy pero que muy enfadada. Con un grito gutural lanzó un golpe torpe que impactó en el suelo, congelando una aplia área de tierra y restos del carromato. Níniel retrocedió un paso más. -No, definitivamente no es bueno.- Sentenció volviendo a concentrar éter, bendiciendo a Vincent con un aumento de sus capacidades mágicas y a Zero con una armadura mágica de luz. Iban a necesitar aquella ayuda, y quizá alguna más.
El enemigo final:
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- Spoiler:
- Enfrentamiento final. El enemigo es una criatura de hielo de más de tres metros de altura, muy fuerte y resistente pero un poco torpe. La sensación de frío al estar cerca suya es notable y congela todo lo que golpea. Trabajar en equipo será vital para poder acabar con él. Rakan, cuidado con la herida.
Níniel usa este turno sus habilidades Imbuir, Intelecto arcano y abrazo de Isil, además de usar el efecto de su objeto ·"Bastón de Dundarak"
Níniel Thenidiel
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