[Guerra de Lunargenta]El norte no olvida [Libre] [4/4] (Cerrado)
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Re: [Guerra de Lunargenta]El norte no olvida [Libre] [4/4] (Cerrado)
Luego de descansar durante un tiempo, me desperté desconcertado, como si hubiera olvidado que hacia acá. Me toque la herida y note que estaba vendada, sin dudar fue el "saboteador". El iba a usar esta segunda oportunidad bien. Rápidamente se me vino a la mente el resto del equipo, deben odiarme ahora. Me levante y mire para la dirección del campamento, junte fuerzas para hacer un ultimo cambio, mis escamas empezaron a consumirme completamente, y mis ojos cambiaron de color, y luego de juntar fuerza, me transforme en dragón
Rápidamente emprendí vuelo hacia el campamento, la herida empezaba a doler. Pero mi equipo me necesitaba, no podía dejarlos.
Cuando me estoy acercando al campamento desde las distancias logro ver al campamento con nieve, gran parte. Tome una postura elevada y empece a caer en picada hacia el enemigo, soltando un rugido mostrando mi bando. Con una de mis alas golpee al enemigo derribandolo, y cuando se levanto, volví a hacer el mismo procedimiento, derribandolo para el otro lado. Ahora que el gran enemigo estaba tirado, era la oportunidad de mi equipo, mientras yo aterrizaba lentamente, la herida no me lo permitía mas. necesitaba ayuda, solo debía aguantar, aterrice en una roca a las afueras del campamento, no sabia como lo tomarían mis aliados mi regreso.
Tampoco podía explicarles, no tenia mas fuerzas como para volver a mi forma draconiana, y volver a mi forma humana no era la mas conveniente, solo esperaba que entendieran que no tengo bando, yo lucho por la justicia, el honor y la esperanza. Ni el norte ni los vampiros iban a poder cambiar eso, ni Niniel, ni Vincent. Nadie. SI ellos no aceptaban mi regreso, entonces tenia que seguir mi camino, sin prestar mas ayuda. Solo los dragones ancestrales sabían que pasaría luego.
Rápidamente emprendí vuelo hacia el campamento, la herida empezaba a doler. Pero mi equipo me necesitaba, no podía dejarlos.
Cuando me estoy acercando al campamento desde las distancias logro ver al campamento con nieve, gran parte. Tome una postura elevada y empece a caer en picada hacia el enemigo, soltando un rugido mostrando mi bando. Con una de mis alas golpee al enemigo derribandolo, y cuando se levanto, volví a hacer el mismo procedimiento, derribandolo para el otro lado. Ahora que el gran enemigo estaba tirado, era la oportunidad de mi equipo, mientras yo aterrizaba lentamente, la herida no me lo permitía mas. necesitaba ayuda, solo debía aguantar, aterrice en una roca a las afueras del campamento, no sabia como lo tomarían mis aliados mi regreso.
Tampoco podía explicarles, no tenia mas fuerzas como para volver a mi forma draconiana, y volver a mi forma humana no era la mas conveniente, solo esperaba que entendieran que no tengo bando, yo lucho por la justicia, el honor y la esperanza. Ni el norte ni los vampiros iban a poder cambiar eso, ni Niniel, ni Vincent. Nadie. SI ellos no aceptaban mi regreso, entonces tenia que seguir mi camino, sin prestar mas ayuda. Solo los dragones ancestrales sabían que pasaría luego.
Rakan'Drag
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Re: [Guerra de Lunargenta]El norte no olvida [Libre] [4/4] (Cerrado)
No importa que estrategia use el enemigo, al final todos sus efectivos terminan siendo neutralizados con excepción del mismo líder. Su destino parece sellado con la pose táctica de Zero y una intervención oportuna de Vincent aunque es la propia Niniel quien toma la tarea ofensiva como suya.
Dicha elfa avanza tranquilamente y luego de repeler un corte ataca aplicando la extraña fuerza de su bastón, los sensores de Z9-42 reciben lecturas elevadas lo que indica un poder terriblemente potencial en su aliada.
Tanta energía… da miedo.
A todas luces parece que su misión ha sido completada, una aproximación que termina siendo desplazada rápido. El líder usa una extraña magia que se desencadena con su propio sacrificio, la forma del personaje cambia una vez atenta contra su propia integridad.
De alguna forma consigue transformarse en un gigante de hielo, con todo lo que eso implica. No solo sus capacidades se ven aumentadas, también logra hacerse con habilidades ambientales de área muy útiles.
Z9-42 le observa con intriga, no tiene registros de una magia semejante. Por desgracia no es una situación ajena ya que sus datos arcanos dejan mucho que desear, los bios y la magia no son particularmente aliados altruistas.
Sin duda ahora se enfrentan a un enemigo formidable, afortunadamente son un grupo con muchas cualidades perfecto para la tarea. Como confirmación su dragón predilecto aparece en embestida logrando destrozar el equilibrio del gigante y tumbarlo al suelo.
Prácticamente al mismo tiempo Niniel aplica una magia de apoyo, Zero siente como su resistencia resulta aumentada. Es un tipo de armadura que no tiene nada que envidiarle a cualquier artículo tecnológico de la base.
Aprovechando su nueva protección el “chico” avanza en carga, una vez a corta distancia pega un salto y descarga cierto golpe descendente en la cabeza “o su equivalente” del golem. Se escucha un crujido pero aquel hostil necesitara más ataques para caer definitivamente.
Sin vacilar el chiquillo maquina retrocede, un intento para no verse comprometido por la congelación acelerada. Afortunadamente su armadura luminosa le permite continuar ileso a pesar de haber tenido contacto directo.
Quizás un ataque ígneo sea la respuesta apropiada ahora.
Mira con su característica mirada perdida a vincent, la referencia es para él. Deben sacar provecho de que el enemigo se encuentra tirado por los suelos, algo muy difícil de imitar pues el dragón aliado paso a retirarse nuevamente.
Dicha elfa avanza tranquilamente y luego de repeler un corte ataca aplicando la extraña fuerza de su bastón, los sensores de Z9-42 reciben lecturas elevadas lo que indica un poder terriblemente potencial en su aliada.
Tanta energía… da miedo.
A todas luces parece que su misión ha sido completada, una aproximación que termina siendo desplazada rápido. El líder usa una extraña magia que se desencadena con su propio sacrificio, la forma del personaje cambia una vez atenta contra su propia integridad.
De alguna forma consigue transformarse en un gigante de hielo, con todo lo que eso implica. No solo sus capacidades se ven aumentadas, también logra hacerse con habilidades ambientales de área muy útiles.
Z9-42 le observa con intriga, no tiene registros de una magia semejante. Por desgracia no es una situación ajena ya que sus datos arcanos dejan mucho que desear, los bios y la magia no son particularmente aliados altruistas.
Sin duda ahora se enfrentan a un enemigo formidable, afortunadamente son un grupo con muchas cualidades perfecto para la tarea. Como confirmación su dragón predilecto aparece en embestida logrando destrozar el equilibrio del gigante y tumbarlo al suelo.
Prácticamente al mismo tiempo Niniel aplica una magia de apoyo, Zero siente como su resistencia resulta aumentada. Es un tipo de armadura que no tiene nada que envidiarle a cualquier artículo tecnológico de la base.
Aprovechando su nueva protección el “chico” avanza en carga, una vez a corta distancia pega un salto y descarga cierto golpe descendente en la cabeza “o su equivalente” del golem. Se escucha un crujido pero aquel hostil necesitara más ataques para caer definitivamente.
Sin vacilar el chiquillo maquina retrocede, un intento para no verse comprometido por la congelación acelerada. Afortunadamente su armadura luminosa le permite continuar ileso a pesar de haber tenido contacto directo.
Quizás un ataque ígneo sea la respuesta apropiada ahora.
Mira con su característica mirada perdida a vincent, la referencia es para él. Deben sacar provecho de que el enemigo se encuentra tirado por los suelos, algo muy difícil de imitar pues el dragón aliado paso a retirarse nuevamente.
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Re: [Guerra de Lunargenta]El norte no olvida [Libre] [4/4] (Cerrado)
Cada cierto tiempo tenía cambios de humor, eso no era algo que se le escapara a nadie, y que la mayoría de soldados del regimiento, y demás compañeros de fatigas, habían aprendido a soportar. O al menos casi siempre.
Muchas veces había molestado a alguien, pero no era una circunstancia que lo tomara por sorpresa. Entendía perfectamente que su carácter se había vuelto muy complicado, y que era difícil aguantarlo cuando se volvía burlón, irascible o petulante.
Por fortuna sus momentos de brujo capullo no duraban demasiado, por lo que no se había granjeado ningún enemigo serio por esa razón. Por el momento, sólo se había encontrado con alguna que otra disputa verbal, que casi siempre había podido resolver cuando volvía a ser el Vincent de siempre. Y también por fortuna, la mayoría de las personas que no lo conocían pensaban que era así porque tendría algún tipo de problema dentro de la cabeza. Nadie sospechaba que se trataba de una maldición, y sólo sus allegados más cercanos conocían el motivo por el cual de repente cambiaba de personalidad.
Lo último que necesitaba era que lo repudiaran por ser un maldito. Ya era bastante jodido vivir con esa maldición, como para además tener que soportar los ojos cargados de prejuicios mezclados con miedo. Mucha gente se había vuelto más cerrada de mente después de la gran epidemia, y no eran tiempos para tolerar que un hombre maldito se paseara junto a ellos, mucho menos cuando este era un practicante de magia.
Para un pueblerino, ¿qué podía ser peor que un brujo? Pues la respuesta era sencilla, un brujo que además estuviera maldito.
- Vaya, un palo por el culo. Que educación tan excelsa, anonadado me hallo-, bromeó, después de escuchar al saboteador que había insultado a su dulce sacerdotisa.
Al menos esta vez su broma estaba expuesta con su carácter de siempre, burlesco pero sin esa dosis de malicia impropia en él. Y eso ante todo, era un alivio para él, pues significaba que volvía a ser el brujo de toda la vida. El hombre que controlaba su carácter y lo había forjado a su gusto.
Eso sí, aunque su broma era la típica del Vincent de siempre, no dejaba de tener ganas de meterle un palo por el culo al espía que había osado insultar a su querida elfa.
- Eres muy gracioso. Deberías montar un grupo de artistas ambulantes-, le reprochó el hombre de las dos hachas, iniciando el contraataque contra el rubio mercenario.
Vinc por su parte, se limitó por el momento a defender, mientras esperaba el momento propicio para vencer a su rival.
- Escuché lo que le dijiste a cinco. No entiendo como un brujo como tú puede luchar del lado de una maldita elfa-, fueron las siguientes palabras del malhechor, sin detenerse en sus intentos por herir al bueno de Vincent.
- Oh, ¿pero es que nadie tiene nombre en este grupo? Buscad unos padres que os den uno, por los dioses, que insulsos sois-, se mofó de los saboteadores, justo a tiempo de desviar una de las hachas del espía.
No importaba la conversación tan divertida que tenía con el saboteador, estaba acostumbrado a hablar sin perder la concentración en el combate, tanto físico como mágico. Pues una de las primeras cosas que debía aprender un brujo en la vida, era mantener la concentración en sus hechizos sin importar que pasara alrededor. Una forma de estar siempre preparado para la guerra, y una de las enseñanzas que más valoraba de su infancia y juventud, aunque él no entendiera la magia como un medio de dominación.
Por ese motivo, aunque hubiera contestado a su rival, no tuvo problemas para aprovechar el impulso que este había aplicado al arma que había usado para dañarle. Hizo que la trayectoria del hacha hiciera un arco más largo del querido por el espía, y de este modo abrió un hueco en la defensa de su enemigo.
- Vamos, no seas antiguo. Un brujo puede luchar perfectamente al lado de una elfa-, dijo sin perder el tono bromista y simpático, clavando la espada robada a cinco en el empeine de su enemigo.
El grito del espía no se hizo esperar, pero no fue nada comparado con el siguiente que dejó escapar cuando giró la hoja enterrada en su pie. El saboteador contraatacó con esa mezcla que el dolor y la rabia sólo pueden conseguir, más ya era tarde para él, estaba perdido y era cuestión de tiempo vencer.
Vincent bajó todo lo que pudo apoyándose con sus rodillas en el suelo, dejó que el hacha pasara por encima de su cabeza, y comenzó su propio contrataque. Empujó con su costado las rodillas del espía, que no pudieron soportar su peso con el daño que sufría en uno de sus pies. Esto provocó que cayera al suelo en lado, pero antes de que pudiera incorporarse se encontró con la hoja de la espada de cinco una vez más clavada en su cuerpo. Mientras el espía intentaba levantarse el acero se enterró profundamente en el pecho de este, muy cerca del hombro. Su nuevo grito no se hizo esperar, así como un golpe con el talón de la bota del brujo, que acalló los gritos de su enemigo en el acto.
- Y te sorprendería lo poderosa que puede llegar a ser la combinación de la magia de los brujos con la élfica. Pero esa es una historia que ya te contaré otro día-, bromeó mirando hacia el cuerpo inconsciente.
Una sonrisa cruzó sus labios, y se alejó, dejando allí la espada que había robado a cinco, y que ya no necesitaba.
- ¿A qué te referías con eso de las heridas? - preguntó mientras se acercaba sonriente a Níniel. - No me di cuenta de que estuviera herido.
Sin embargo, por una razón más que justificada tuvo que dejar la conversación para otra ocasión. Se veía que esos saboteadores no eran de los que se rendían fácilmente, sobre todo el que a todas luces parecía el líder.
- Ah, maldita sea. Por qué nunca es más sencillo-, maldijo, al tiempo que avanzaba contra su nuevo enemigo.
Uno que tenía la pinta de ser mucho más complejo que los otros saboteadores a los que se habían enfrentado antes, y que por fortuna o por desgracia, era del elemento opuesto al fuego. Si el ser de hielo que se alzaba antes él, dominaba mejor el agua de lo que él dominaba el fuego, estaría metido en un problema. Más si la situación era inversa…
El biocibernético hizo el primer ataque, que sin duda lastimó lo que se podría considerar la cabeza de aquel trozo de hielo con forma humanoide, más demostró que destruir aquella cosa iba a ser tan complejo como aparentaba.
Le tocaba el turno a él. El momento de comprobar si su fuego sería más poderoso que el de aquel témpano de hielo, pero para su sorpresa, alguien se le adelantó y atacó al monstruo antes de que tuviera oportunidad de usar su magia.
- ¡Rakan! - gritó, al ver como el dragón golpeaba al ser. - No sé que demonios pretendía antes, pero ahora nos está ayudando-, dijo, mirando hacia Nínie, y luego hacia Zero.
Una segunda pasada del dragón provocó la caída del helado ser, y supo que era su momento antes incluso que el niño de cara inexpresiva le mostrara con palabras el camino a seguir.
Vincent asintió ante las palabras del pequeño bio, y con una rápida mirada elaboró un plan que era tan simple como efectivo. O debería serlo.
Clavó su espada de fuego en el suelo para tener ambas manos libres, y poder concentrar toda su mente y poder en su objetivo. Después usó su telequinesis para tomar una de las cuerdas de la tienda más próxima al caído ser, y tiró de ella con todo el poder que le otorgaba su magia, incrementado por la magia élfica que recorría su cuerpo gracias a la bendición de su querida Níniel.
Eso desestabilizó la tienda, que con un segundo tirón a otro de los cabos que la sostenía en pie, hizo que perdiera el equilibrio. Lo normal es que se hubiera derrumbado sin más, hacia abajo, pero en vez de eso cayó hacia un lado por una nueva intervención de la telequinesis del brujo que orquestaba su plan.
No tardó en observar como toda la tela envolvía al titán, que ya hacía ademán de levantarse, por lo cual no perdió el tiempo, y usó el fuego del carro para bañar con él el tejido que cubría a la bestia en la que se había convertido el líder de los saboteadores.
Ese curioso fuego negro que tenía desde el día que acabara maldito, y que era tan poderoso. Alguna ventaja debía tener esa jodida maldición.
- Eso te enseñará a no jugar con fuego-, dijo sarcástico, usando su magia para aumentar el calor del fuego que rodeaba al monstruo de hielo. - Níniel, tengo la sensación de que es un buen momento para usar esa fantástica burbuja que sabes crear de la nada-, le comentó a la sacerdotisa, sin poder evitar marcar una sonrisa en su rostro mientras la observaba. - Creo que será cuestión de tiempo que se convierta en un charco más del campamento-, dijo finamente, volviendo a centrar su vista sobre la bestia, para darle aún más fuerza al fuego mágico que debía consumirlo.
Muchas veces había molestado a alguien, pero no era una circunstancia que lo tomara por sorpresa. Entendía perfectamente que su carácter se había vuelto muy complicado, y que era difícil aguantarlo cuando se volvía burlón, irascible o petulante.
Por fortuna sus momentos de brujo capullo no duraban demasiado, por lo que no se había granjeado ningún enemigo serio por esa razón. Por el momento, sólo se había encontrado con alguna que otra disputa verbal, que casi siempre había podido resolver cuando volvía a ser el Vincent de siempre. Y también por fortuna, la mayoría de las personas que no lo conocían pensaban que era así porque tendría algún tipo de problema dentro de la cabeza. Nadie sospechaba que se trataba de una maldición, y sólo sus allegados más cercanos conocían el motivo por el cual de repente cambiaba de personalidad.
Lo último que necesitaba era que lo repudiaran por ser un maldito. Ya era bastante jodido vivir con esa maldición, como para además tener que soportar los ojos cargados de prejuicios mezclados con miedo. Mucha gente se había vuelto más cerrada de mente después de la gran epidemia, y no eran tiempos para tolerar que un hombre maldito se paseara junto a ellos, mucho menos cuando este era un practicante de magia.
Para un pueblerino, ¿qué podía ser peor que un brujo? Pues la respuesta era sencilla, un brujo que además estuviera maldito.
- Vaya, un palo por el culo. Que educación tan excelsa, anonadado me hallo-, bromeó, después de escuchar al saboteador que había insultado a su dulce sacerdotisa.
Al menos esta vez su broma estaba expuesta con su carácter de siempre, burlesco pero sin esa dosis de malicia impropia en él. Y eso ante todo, era un alivio para él, pues significaba que volvía a ser el brujo de toda la vida. El hombre que controlaba su carácter y lo había forjado a su gusto.
Eso sí, aunque su broma era la típica del Vincent de siempre, no dejaba de tener ganas de meterle un palo por el culo al espía que había osado insultar a su querida elfa.
- Eres muy gracioso. Deberías montar un grupo de artistas ambulantes-, le reprochó el hombre de las dos hachas, iniciando el contraataque contra el rubio mercenario.
Vinc por su parte, se limitó por el momento a defender, mientras esperaba el momento propicio para vencer a su rival.
- Escuché lo que le dijiste a cinco. No entiendo como un brujo como tú puede luchar del lado de una maldita elfa-, fueron las siguientes palabras del malhechor, sin detenerse en sus intentos por herir al bueno de Vincent.
- Oh, ¿pero es que nadie tiene nombre en este grupo? Buscad unos padres que os den uno, por los dioses, que insulsos sois-, se mofó de los saboteadores, justo a tiempo de desviar una de las hachas del espía.
No importaba la conversación tan divertida que tenía con el saboteador, estaba acostumbrado a hablar sin perder la concentración en el combate, tanto físico como mágico. Pues una de las primeras cosas que debía aprender un brujo en la vida, era mantener la concentración en sus hechizos sin importar que pasara alrededor. Una forma de estar siempre preparado para la guerra, y una de las enseñanzas que más valoraba de su infancia y juventud, aunque él no entendiera la magia como un medio de dominación.
Por ese motivo, aunque hubiera contestado a su rival, no tuvo problemas para aprovechar el impulso que este había aplicado al arma que había usado para dañarle. Hizo que la trayectoria del hacha hiciera un arco más largo del querido por el espía, y de este modo abrió un hueco en la defensa de su enemigo.
- Vamos, no seas antiguo. Un brujo puede luchar perfectamente al lado de una elfa-, dijo sin perder el tono bromista y simpático, clavando la espada robada a cinco en el empeine de su enemigo.
El grito del espía no se hizo esperar, pero no fue nada comparado con el siguiente que dejó escapar cuando giró la hoja enterrada en su pie. El saboteador contraatacó con esa mezcla que el dolor y la rabia sólo pueden conseguir, más ya era tarde para él, estaba perdido y era cuestión de tiempo vencer.
Vincent bajó todo lo que pudo apoyándose con sus rodillas en el suelo, dejó que el hacha pasara por encima de su cabeza, y comenzó su propio contrataque. Empujó con su costado las rodillas del espía, que no pudieron soportar su peso con el daño que sufría en uno de sus pies. Esto provocó que cayera al suelo en lado, pero antes de que pudiera incorporarse se encontró con la hoja de la espada de cinco una vez más clavada en su cuerpo. Mientras el espía intentaba levantarse el acero se enterró profundamente en el pecho de este, muy cerca del hombro. Su nuevo grito no se hizo esperar, así como un golpe con el talón de la bota del brujo, que acalló los gritos de su enemigo en el acto.
- Y te sorprendería lo poderosa que puede llegar a ser la combinación de la magia de los brujos con la élfica. Pero esa es una historia que ya te contaré otro día-, bromeó mirando hacia el cuerpo inconsciente.
Una sonrisa cruzó sus labios, y se alejó, dejando allí la espada que había robado a cinco, y que ya no necesitaba.
- ¿A qué te referías con eso de las heridas? - preguntó mientras se acercaba sonriente a Níniel. - No me di cuenta de que estuviera herido.
Sin embargo, por una razón más que justificada tuvo que dejar la conversación para otra ocasión. Se veía que esos saboteadores no eran de los que se rendían fácilmente, sobre todo el que a todas luces parecía el líder.
- Ah, maldita sea. Por qué nunca es más sencillo-, maldijo, al tiempo que avanzaba contra su nuevo enemigo.
Uno que tenía la pinta de ser mucho más complejo que los otros saboteadores a los que se habían enfrentado antes, y que por fortuna o por desgracia, era del elemento opuesto al fuego. Si el ser de hielo que se alzaba antes él, dominaba mejor el agua de lo que él dominaba el fuego, estaría metido en un problema. Más si la situación era inversa…
El biocibernético hizo el primer ataque, que sin duda lastimó lo que se podría considerar la cabeza de aquel trozo de hielo con forma humanoide, más demostró que destruir aquella cosa iba a ser tan complejo como aparentaba.
Le tocaba el turno a él. El momento de comprobar si su fuego sería más poderoso que el de aquel témpano de hielo, pero para su sorpresa, alguien se le adelantó y atacó al monstruo antes de que tuviera oportunidad de usar su magia.
- ¡Rakan! - gritó, al ver como el dragón golpeaba al ser. - No sé que demonios pretendía antes, pero ahora nos está ayudando-, dijo, mirando hacia Nínie, y luego hacia Zero.
Una segunda pasada del dragón provocó la caída del helado ser, y supo que era su momento antes incluso que el niño de cara inexpresiva le mostrara con palabras el camino a seguir.
Vincent asintió ante las palabras del pequeño bio, y con una rápida mirada elaboró un plan que era tan simple como efectivo. O debería serlo.
Clavó su espada de fuego en el suelo para tener ambas manos libres, y poder concentrar toda su mente y poder en su objetivo. Después usó su telequinesis para tomar una de las cuerdas de la tienda más próxima al caído ser, y tiró de ella con todo el poder que le otorgaba su magia, incrementado por la magia élfica que recorría su cuerpo gracias a la bendición de su querida Níniel.
Eso desestabilizó la tienda, que con un segundo tirón a otro de los cabos que la sostenía en pie, hizo que perdiera el equilibrio. Lo normal es que se hubiera derrumbado sin más, hacia abajo, pero en vez de eso cayó hacia un lado por una nueva intervención de la telequinesis del brujo que orquestaba su plan.
No tardó en observar como toda la tela envolvía al titán, que ya hacía ademán de levantarse, por lo cual no perdió el tiempo, y usó el fuego del carro para bañar con él el tejido que cubría a la bestia en la que se había convertido el líder de los saboteadores.
Ese curioso fuego negro que tenía desde el día que acabara maldito, y que era tan poderoso. Alguna ventaja debía tener esa jodida maldición.
- Eso te enseñará a no jugar con fuego-, dijo sarcástico, usando su magia para aumentar el calor del fuego que rodeaba al monstruo de hielo. - Níniel, tengo la sensación de que es un buen momento para usar esa fantástica burbuja que sabes crear de la nada-, le comentó a la sacerdotisa, sin poder evitar marcar una sonrisa en su rostro mientras la observaba. - Creo que será cuestión de tiempo que se convierta en un charco más del campamento-, dijo finamente, volviendo a centrar su vista sobre la bestia, para darle aún más fuerza al fuego mágico que debía consumirlo.
Vincent Calhoun
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Re: [Guerra de Lunargenta]El norte no olvida [Libre] [4/4] (Cerrado)
Aquella lucha se había prolongado ya demasiado como para no atraer la atención de buena parte del campamento militar. Tanto si eran los refuerzos solicitados, comandados por el comandante Lanius, como grupos de soldados atraídos por el ruido de la refriega y la destrucción causada por la misma, todas las fuerzas aliadas empezaban a converger en aquel mismo punto, justo a tiempo para presenciar el envite final del último de los enemigos capaz de luchar. Su último intento por causar el mayor daño posible al ejército del norte a costa de su propia vida.
-Será mejor que esa cosa no logre daros directamente.- Aconsejó la peliblanca, no dudando en retroceder para evitar en la medida de lo posible acabar a su alcance. Por suerte todo lo que la criatura tenía de poderosa lo tenía también de lenta, claro que retroceder más y más acabaría por permitirle causar demasiados daños, debían detenerla cuanto antes. ¿Y qué mejor modo de lograrlo que adoptando la doctrina de la superioridad aérea?
Un regresado Rakan, aunque por poco tiempo, logró derribar a aquel ser antes humano hasta en dos ocasiones, momento que fue aprovechado por algunos de los soldados recién llegados para usar sus armas de proyectiles contra el enemigo. Varios eran capaces de imbuir sus flechas y virotes con su elemento de nacimiento, pero a pesar de ello la gruesa capa de hielo de la criatura y su dureza impidieron que sufriera demasiado daño. Acto seguido fue el turno de Zero para probar algo diferente y, aprovechando su escudamiento, se atrevió a lanzar un poderoso directo dirigido hacia la "cabeza" del coloso. Níniel no sabía qué clase de magia de la tierra tenía aquel chico en sus pequeños puños, pero el impacto fue considerable, obligando al desequilibrado rival a permanecer en el suelo con severas grietas en su superficie allí donde había sido golpeado. Por desgracia un daño aún insuficiente para derrotarlo, pero sí para evitar que se moviera por unos instantes y siguiera intentando levantarse.
Derribado, conmocionado y debilitado el enemigo, Vincent supo que era su momento de "brillar", si es que podía considerarse brillo a aquello que emitían sus hambrientas llamas negras, y sin perder un instante aprovechó los esfuerzos de los demás para con su magia envolver al enemigo en lona y hacerlo arder. No tardaría mucho el enemigo en comenzar a perder volumen conforme su hielo se derretía sin que pudiera hacer nada, terminando por quedar convertido en un mero charco de agua bajo la lona tal y como había vaticinado el brujo. Nada más quedó de él, salvo los restos ennegrecidos de una espada sin rastro de poder mágico ya.
Aquel era el final de los saboteadores, y aunque la mayor parte de los soldados allí reunidos no acababan de comprender del todo la situación, sabían que tenían algo que celebrar, comenzando a vitorear a los artífices de la derrota de aquel gigante de hielo que, como poco, sabían que había sido un enemigo. Por su parte Lanius no vitoreaba, al contrario observó el lugar del enfrentamiento de manera evaluativa y luego se dirigió directamente hacia Níniel, mirando el charco de agua con cara de desprecio.
-Vi alejarse volando a un dragón. ¿No era parte de tu grupo? Por ahora quiero saber si tengo el "sí" que te pedí.- Dijo de manera concisa. Y Níniel no dudó en asentir firmemente, logrando la primera sonrisa de satisfacción en mucho tiempo en el rostro del oficial. -Perfecto. Buen trabajo. Una vez tenga a los prisioneros a buen recaudo y mi informe os concederé raciones dobles y doble turno de descanso a ti y a tus "hombres".- Eso último lo dijo mirando a Zero, del que seguro quería también un informe completo, aunque por el momento parecía que se conformaba con dejarlo bajo la supervisión de la sacerdotisa. -El resto a trabajar. Limpiad todo esto, y doblad las guardias. Por mis ancestros que esto no va a volver a pasar. Quiero un control doble en los accesos.- Comenzaría a ladrar el comandante una vez se hubo alejado unos pasos. Desde ese momento aquel campamento sería a prueba de infiltrados. O al menos mucho más eficaz en ese aspecto.
-Estupendo, el doble de galletas rancias, que suerte la mía...- Bromearía Níniel una vez que el oficial se hubo marchado y por allí cerca solo quedaban los exploradores de Vincent y como mucho algún soldado curioso queriendo escuchar de primera mano todo lo sucedido. -En fín creo que saldré con algunos soldados a buscar a Rakan...No puede haber ido muy lejos con esas heridas. Va a tener que explicarme qué ha pasado con aquel saboteador y por qué ha vuelto y luego se ha vuelto a ir...¿Podéis ocuparos de los prisioneros?.- Pidió la joven a los demás, tomando a un par de voluntarios para ir tras aquel extraño dragón. No creía que fuera un traidor, no quería dejarlo a su suerte.
La elfa no tardaría en encontrarlo, apenas a unos cientos de metros del campamento. Sus heridas, especialmente la del pecho no tenían muy buena pinta y su forma draconiana no era una panacea tampoco, por mucho que le ayudara a aguantar mejor. -¿Se puede saber qué haces? Sí, ya sé que la mayoría no podéis hablar en forma de dragón.- Le diría tras comprobar que no era hostil y acercarse, dejando a los soldados unos metros atrás. -Voy a curarte, así que puedes volver a tu forma humana. Y más te vale que tengas un buen montón de explicaciones para mí.- Sentenció comenzando a aplicar su magia curativa sobre sus heridas. Las más superficiales desaparecerían casi de inmediato, la más grave tardaría algo más, aunque para las capacidades de la elfa tampoco fue muy difícil.
-Será mejor que esa cosa no logre daros directamente.- Aconsejó la peliblanca, no dudando en retroceder para evitar en la medida de lo posible acabar a su alcance. Por suerte todo lo que la criatura tenía de poderosa lo tenía también de lenta, claro que retroceder más y más acabaría por permitirle causar demasiados daños, debían detenerla cuanto antes. ¿Y qué mejor modo de lograrlo que adoptando la doctrina de la superioridad aérea?
Un regresado Rakan, aunque por poco tiempo, logró derribar a aquel ser antes humano hasta en dos ocasiones, momento que fue aprovechado por algunos de los soldados recién llegados para usar sus armas de proyectiles contra el enemigo. Varios eran capaces de imbuir sus flechas y virotes con su elemento de nacimiento, pero a pesar de ello la gruesa capa de hielo de la criatura y su dureza impidieron que sufriera demasiado daño. Acto seguido fue el turno de Zero para probar algo diferente y, aprovechando su escudamiento, se atrevió a lanzar un poderoso directo dirigido hacia la "cabeza" del coloso. Níniel no sabía qué clase de magia de la tierra tenía aquel chico en sus pequeños puños, pero el impacto fue considerable, obligando al desequilibrado rival a permanecer en el suelo con severas grietas en su superficie allí donde había sido golpeado. Por desgracia un daño aún insuficiente para derrotarlo, pero sí para evitar que se moviera por unos instantes y siguiera intentando levantarse.
Derribado, conmocionado y debilitado el enemigo, Vincent supo que era su momento de "brillar", si es que podía considerarse brillo a aquello que emitían sus hambrientas llamas negras, y sin perder un instante aprovechó los esfuerzos de los demás para con su magia envolver al enemigo en lona y hacerlo arder. No tardaría mucho el enemigo en comenzar a perder volumen conforme su hielo se derretía sin que pudiera hacer nada, terminando por quedar convertido en un mero charco de agua bajo la lona tal y como había vaticinado el brujo. Nada más quedó de él, salvo los restos ennegrecidos de una espada sin rastro de poder mágico ya.
Aquel era el final de los saboteadores, y aunque la mayor parte de los soldados allí reunidos no acababan de comprender del todo la situación, sabían que tenían algo que celebrar, comenzando a vitorear a los artífices de la derrota de aquel gigante de hielo que, como poco, sabían que había sido un enemigo. Por su parte Lanius no vitoreaba, al contrario observó el lugar del enfrentamiento de manera evaluativa y luego se dirigió directamente hacia Níniel, mirando el charco de agua con cara de desprecio.
-Vi alejarse volando a un dragón. ¿No era parte de tu grupo? Por ahora quiero saber si tengo el "sí" que te pedí.- Dijo de manera concisa. Y Níniel no dudó en asentir firmemente, logrando la primera sonrisa de satisfacción en mucho tiempo en el rostro del oficial. -Perfecto. Buen trabajo. Una vez tenga a los prisioneros a buen recaudo y mi informe os concederé raciones dobles y doble turno de descanso a ti y a tus "hombres".- Eso último lo dijo mirando a Zero, del que seguro quería también un informe completo, aunque por el momento parecía que se conformaba con dejarlo bajo la supervisión de la sacerdotisa. -El resto a trabajar. Limpiad todo esto, y doblad las guardias. Por mis ancestros que esto no va a volver a pasar. Quiero un control doble en los accesos.- Comenzaría a ladrar el comandante una vez se hubo alejado unos pasos. Desde ese momento aquel campamento sería a prueba de infiltrados. O al menos mucho más eficaz en ese aspecto.
-Estupendo, el doble de galletas rancias, que suerte la mía...- Bromearía Níniel una vez que el oficial se hubo marchado y por allí cerca solo quedaban los exploradores de Vincent y como mucho algún soldado curioso queriendo escuchar de primera mano todo lo sucedido. -En fín creo que saldré con algunos soldados a buscar a Rakan...No puede haber ido muy lejos con esas heridas. Va a tener que explicarme qué ha pasado con aquel saboteador y por qué ha vuelto y luego se ha vuelto a ir...¿Podéis ocuparos de los prisioneros?.- Pidió la joven a los demás, tomando a un par de voluntarios para ir tras aquel extraño dragón. No creía que fuera un traidor, no quería dejarlo a su suerte.
La elfa no tardaría en encontrarlo, apenas a unos cientos de metros del campamento. Sus heridas, especialmente la del pecho no tenían muy buena pinta y su forma draconiana no era una panacea tampoco, por mucho que le ayudara a aguantar mejor. -¿Se puede saber qué haces? Sí, ya sé que la mayoría no podéis hablar en forma de dragón.- Le diría tras comprobar que no era hostil y acercarse, dejando a los soldados unos metros atrás. -Voy a curarte, así que puedes volver a tu forma humana. Y más te vale que tengas un buen montón de explicaciones para mí.- Sentenció comenzando a aplicar su magia curativa sobre sus heridas. Las más superficiales desaparecerían casi de inmediato, la más grave tardaría algo más, aunque para las capacidades de la elfa tampoco fue muy difícil.
- Spoiler:
- Última ronda. Los enemigos han sido vencidos así que toca atar cabos y hacer lo que creáis que tenéis que hacer para un último post. Rakan; Níniel cura tu herida sin problemas así que puedes explicarle tus acciones y luego decidir si vuelves al campamento o no. Níniel comprenderá tus motivos y no te acusará de traición(tampoco en el informe), aunque sí de ser demasiado crédulo.
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
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Re: [Guerra de Lunargenta]El norte no olvida [Libre] [4/4] (Cerrado)
Estaba allí, podía escuchar como se acercaban unos sujetos, al darme cuenta que era Niniel y unos hombres, solté un rugido de pena, no sabia si querían matarme o ayudarme, pero confié en que era la segunda, y así fue. Niniel me pidió que vuelva a mi forma humana y también pidió explicaciones, creo que era justo que se las de.
Me destransforme para que pueda curarme y darle las explicaciones - Niniel... no lo vas a entender, ninguna raza lo hace, nadie de Aerandir lo hace, yo si. Hay gente que pelea por lo que es justo, hay gente que pelea por su fe, otra por el honor, y otros por la fama y la gloria... yo peleo para ayudar y servir a la gente, peleo por un mundo mejor, por la paz. Muchos de esos hombres que mataron hoy, no eligieron pelear. No eligieron hacer esto, y como dice el código. "Defiende a los débiles", esas personas no podían defenderse de su líder, tu misma lo viste... Espero que puedan reflexionar sobre sus actos, todavía hay esperanzas en sus almas. Los antiguos lo ven todo, y no bajes la guardia Niniel, pronto vendrán, ellos sabrán quien hizo el bien, y quien el mal. - Suspire, esperando que aquellos que creen hacer el bien, sepan que no todo lo hacen bien.
Niniel me había curado gran parte de mis heridas. Estaba agradecido, algunos de sus actos eran para bien, pero todavía no había encontrado la paz con los demás, podía sentirlo, lo sabia desde que la agarre al levantarme en el campamento.
Por otra parte, Vincent tenia problemas, bipolar por así decirlo, quizá era fuerte por fuera, pero no por dentro, su alma y su mente eran débiles, solo así iba a poder dominar su otro lado. Tenia que hacerse mas fuerte de mente.
Por otro lado el pequeño, Zero. Quien presentaba fallas al principio, luego se recupero. Un grave problema era su confianza, demasiada. Pero no con los demás, con el mismo.
Un análisis que los ancestrales sacarían de mi mente para su regreso y juzgar a aquellos que fueron malos. Sin duda fue un grupo de un alineamiento neutro, no son héroes, pero tampoco villanos. Aunque ellos crean lo que crean.
Me levante volviendo a agarrar las manos de Niniel, y ofreciéndole la mía para levantarse - Nuestros caminos volverán a cruzarse, no sera pronto. - solté una leve risa - No puedo quedarme en este campamento, soy un traidor para todos, y lo entiendo. Espero que comprendas mi acción, siempre hay una segunda oportunidad para las personas... - Mire el campamento y sonreí - Cuídalos. - Me aleje mientras mis escamas me consumían, para pasar a mi otra forma.
Me fui volando, hacia Dundarak, ese campamento no me iba a admitir, pero no iba a abandonar al norte, los antiguos exigían que pelee ahí, fuera cual fuera la razón. Creo que hoy fue un grupo de personas interesantes a los que conocí. Solo los dragones sabían si volvería a cruzarlos, esperaba que no fuese así. Soy un traidor para sus mentes débiles.
Me destransforme para que pueda curarme y darle las explicaciones - Niniel... no lo vas a entender, ninguna raza lo hace, nadie de Aerandir lo hace, yo si. Hay gente que pelea por lo que es justo, hay gente que pelea por su fe, otra por el honor, y otros por la fama y la gloria... yo peleo para ayudar y servir a la gente, peleo por un mundo mejor, por la paz. Muchos de esos hombres que mataron hoy, no eligieron pelear. No eligieron hacer esto, y como dice el código. "Defiende a los débiles", esas personas no podían defenderse de su líder, tu misma lo viste... Espero que puedan reflexionar sobre sus actos, todavía hay esperanzas en sus almas. Los antiguos lo ven todo, y no bajes la guardia Niniel, pronto vendrán, ellos sabrán quien hizo el bien, y quien el mal. - Suspire, esperando que aquellos que creen hacer el bien, sepan que no todo lo hacen bien.
Niniel me había curado gran parte de mis heridas. Estaba agradecido, algunos de sus actos eran para bien, pero todavía no había encontrado la paz con los demás, podía sentirlo, lo sabia desde que la agarre al levantarme en el campamento.
Por otra parte, Vincent tenia problemas, bipolar por así decirlo, quizá era fuerte por fuera, pero no por dentro, su alma y su mente eran débiles, solo así iba a poder dominar su otro lado. Tenia que hacerse mas fuerte de mente.
Por otro lado el pequeño, Zero. Quien presentaba fallas al principio, luego se recupero. Un grave problema era su confianza, demasiada. Pero no con los demás, con el mismo.
Un análisis que los ancestrales sacarían de mi mente para su regreso y juzgar a aquellos que fueron malos. Sin duda fue un grupo de un alineamiento neutro, no son héroes, pero tampoco villanos. Aunque ellos crean lo que crean.
Me levante volviendo a agarrar las manos de Niniel, y ofreciéndole la mía para levantarse - Nuestros caminos volverán a cruzarse, no sera pronto. - solté una leve risa - No puedo quedarme en este campamento, soy un traidor para todos, y lo entiendo. Espero que comprendas mi acción, siempre hay una segunda oportunidad para las personas... - Mire el campamento y sonreí - Cuídalos. - Me aleje mientras mis escamas me consumían, para pasar a mi otra forma.
Me fui volando, hacia Dundarak, ese campamento no me iba a admitir, pero no iba a abandonar al norte, los antiguos exigían que pelee ahí, fuera cual fuera la razón. Creo que hoy fue un grupo de personas interesantes a los que conocí. Solo los dragones sabían si volvería a cruzarlos, esperaba que no fuese así. Soy un traidor para sus mentes débiles.
Rakan'Drag
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Re: [Guerra de Lunargenta]El norte no olvida [Libre] [4/4] (Cerrado)
A medida que el enfrentamiento final avanza muchas unidades aliadas deciden intervenir, por desgracia no logran causar suficiente daño. Sus esfuerzos quedan en la capa exterior del coloso quien parece dispuesto a seguir combatiendo.
En ese momento Vincent actúa y utiliza todas las habilidades que puede poseer un brujo sin comprometer su concepto racial. Al principio aplica fuerza telequinetica a modo de restricción, inmovilizando la terrible criatura con materiales variados, una estrategia bastante elaborada que realiza con dedicación palpable.
Para finalizar usa su elemento de nacimiento en un intento por consumir al retenido golem. Cierto charco enorme comienza a manifestarse debajo hasta que la masa total del contrincante desaparece entre líquidos, como mínimo un final original.
Zero enfoca su escáner y puede confirmar que efectivamente han vencido, el curioso grupo logra eliminar una amenaza pertinente haciendo uso de sus habilidades junto con mucho trabajo en equipo.
Pronto estallan en las inmediaciones numerosas muestras de aprobación, se extienden como un incendio. Si bien los involucrados desconocen el contexto saben que una situación complicada ha sido superada y por ende sus condiciones serán mejores.
El líder de la facción armada hace acto de presencia mostrando una seriedad que rivaliza con la del propio Z9-42, se entiende con Niniel y al final marcha mostrando el mismo semblante… es difícil definir si esta complacido o no por la eliminación del enemigo infiltrado.
Es claro que no confía en mí…
Suelta de manera automática sin darse cuenta, afortunadamente entre tanto ruido nadie capta el mensaje. Su aliada elfa aparece con órdenes finales, deben encargarse de las labores que conlleva tener prisioneros.
Irónicamente un par de caballeros aparecen preguntando detalles, Zero comparte información y les indica cuales combatientes hostiles sobrevivieron a la refriega. No puede evitar buscar señales durante todo el proceso para definir si sus identidades son ciertas o no, por suerte son quienes dicen ser.
La sanadora decide prestar sus servicios al dragón de dudosa afiliación, están lejos pero no pasan desapercibidos para el ojo avanzado de la máquina. No ocurren contratiempos aunque al final su cambiante aliado emprende vuelo sin intenciones de volver esta vez.
Permaneceré con ustedes, puede que necesiten un bio a donde van.
Sonríe al único compañero que permanece cerca, lo dice “de corazón”. Un sintético puede hacer la diferencia en cualquier batalla y más si se encuentra comprometido, el “niño” cree en los motivos de la facción o al menos en su impacto.
En ese momento Vincent actúa y utiliza todas las habilidades que puede poseer un brujo sin comprometer su concepto racial. Al principio aplica fuerza telequinetica a modo de restricción, inmovilizando la terrible criatura con materiales variados, una estrategia bastante elaborada que realiza con dedicación palpable.
Para finalizar usa su elemento de nacimiento en un intento por consumir al retenido golem. Cierto charco enorme comienza a manifestarse debajo hasta que la masa total del contrincante desaparece entre líquidos, como mínimo un final original.
Zero enfoca su escáner y puede confirmar que efectivamente han vencido, el curioso grupo logra eliminar una amenaza pertinente haciendo uso de sus habilidades junto con mucho trabajo en equipo.
Pronto estallan en las inmediaciones numerosas muestras de aprobación, se extienden como un incendio. Si bien los involucrados desconocen el contexto saben que una situación complicada ha sido superada y por ende sus condiciones serán mejores.
El líder de la facción armada hace acto de presencia mostrando una seriedad que rivaliza con la del propio Z9-42, se entiende con Niniel y al final marcha mostrando el mismo semblante… es difícil definir si esta complacido o no por la eliminación del enemigo infiltrado.
Es claro que no confía en mí…
Suelta de manera automática sin darse cuenta, afortunadamente entre tanto ruido nadie capta el mensaje. Su aliada elfa aparece con órdenes finales, deben encargarse de las labores que conlleva tener prisioneros.
Irónicamente un par de caballeros aparecen preguntando detalles, Zero comparte información y les indica cuales combatientes hostiles sobrevivieron a la refriega. No puede evitar buscar señales durante todo el proceso para definir si sus identidades son ciertas o no, por suerte son quienes dicen ser.
La sanadora decide prestar sus servicios al dragón de dudosa afiliación, están lejos pero no pasan desapercibidos para el ojo avanzado de la máquina. No ocurren contratiempos aunque al final su cambiante aliado emprende vuelo sin intenciones de volver esta vez.
Permaneceré con ustedes, puede que necesiten un bio a donde van.
Sonríe al único compañero que permanece cerca, lo dice “de corazón”. Un sintético puede hacer la diferencia en cualquier batalla y más si se encuentra comprometido, el “niño” cree en los motivos de la facción o al menos en su impacto.
Z9-42
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Re: [Guerra de Lunargenta]El norte no olvida [Libre] [4/4] (Cerrado)
Un enemigo formidable, pero en clara desventaja numérica, y con un poder insuficiente para hacer frente al grupo de rivales al que tuvo que enfrentarse. Ese era el resumen de la historia del saboteador convertido en bloque de hielo con mala leche.
La historia de un hombre desesperado, que se sacrificó para intentar cumplir el cometido al que había sido encomendado, pero que tenía pocas posibilidades de ganar a un brujo capaz de controlar un fuego maldito, aumentado en poder por una sacerdotisa del pueblo de los elfos, que además iban acompañados de un niño con unas capacidades sobrehumanas propias de un bio, y un dragón que daba hostias como panes tan grandes como para alimentar a toda una familia, gracias al aumento de tamaño que le proporcionaba su transformación.
Con un relato así, no podía resultar extraño el epílogo al que había acabado abocado nuestro tan poco querido iceberg con patas. Más por obvio que pudiera resultar el desenlace, no se podía considerar que hubiera sido una batalla fácil. Al contrario, ese ser se había encontrado con unos enemigos formidables, y por eso no había podido hacer mucho más daño del que hubiera deseado. Si había parecido sencillo, era por el simple hecho de que se había tenido que enfrentar a cuatro personas muy capaces.
Imaginar lo que podría haber hecho contra gente más inexperta, unos campesinos, pescadores, o unos pobres carpinteros, le hacía pensar que ese día habían realizado una buena obra en aquel mundo lleno de locos y hombres ávidos de poder. Aunque lo hubieran hecho para defender uno de los campamentos del ejército de los dragones, estaba seguro de que Aerandir estaba mejor sin ese hombre, capaz de hacer lo que fuera necesario para cumplir su objetivo de destrucción, ya fuera sacrificar a sus hombres, como a sí mismo.
Lo que le llevaba a pensar en las motivaciones para ello.
¿Tan poderoso era el maestro al que se había referido antes de clavarse la espada mágica? ¿Tanto miedo despertaba en él, tener que volver a casa con un fracaso bajo el brazo? O quizás, simplemente, ese maestro poseía un carisma tan impresionante, que era capaz de convencer a cualquier persona de cumplir su misión hasta las últimas consecuencias.
Pensando en ello, nuestro brujo de dorada melena recordaba más de un momento en el que había estado sobre la cuerda floja. Más de una situación donde había estado a punto de morir, y en alguna incluso donde había barajado que probablemente fuera el momento propicio para morir y conseguir que los demás vivieran más tiempo.
Pero al contemplar cómo se extendía el charco en el que se estaba convirtiendo el saboteador, no conseguía compararlo de ninguna manera con sus tentativas de sacrificio pasado. Él alguna vez había estado en circunstancias en las que al mejor hubiera tenido que acabar muerto para conseguir que sus compañeros sobrevivieran, pero el espía sólo se había sacrificado para cumplir una misión de destrucción. Una por la que no parecía merecer la pena morir.
Por este motivo no dejaba de darle vuelta a las motivaciones del líder que se había convertido en un monstruo de fuego. Pero no podía estar seguro de si se trataba de un loco, un hombre que ya había dado por seguro ir a la horca y prefería morir así, o que quizás tuviera un enorme miedo a su maestro.
Su experiencia le decía que este maestro debía ser peligroso, ya fuera por el miedo que influyera en sus aliados, o por la capacidad de convencerlos a incluso sacrificarse. En su interior sabía que era un enemigo formidable, y que más tarde o más temprano, se acabaría encontrando con él.
En cualquier caso, no prestó demasiada atención a las palabras de Lanius, salvo lo justo y necesario.
- El doble de galletas rancias es mejor que la ración habitual-, bromeó, antes de reír por lo bajo. Una risa que parecía más resignación que alegría. - Me parece bien. Rakan nos ha ayudado a destruir esa criatura de hielo, y de todos modos eso no importa, si está herido, no vamos a dejar que se desangre en mitad de la nada-, contestó a su dulce elfa. - Ten cuidado-, empezó a despedirse de ella, aunque realmente no hiciera falta pedirle cuidado. Precisamente ella nunca estaba falta de cautela. - Quizás puedas averiguar qué ha pasado antes. Algún motivo tendría Rakan para actuar así, y luego regresar a ayudarnos-, terminó por decirle, viendo como su silueta se alejaba.
Si había vuelto es que estaba dispuesto a ayudarles, y por otro lado dejaba claro que no estaba de parte de los saboteadores, como pudiera haber parecido en un primer momento. Pese a esto, había sido una decisión extraña, pero una decisión que sin ninguna duda tenía que tener una motivación convincente tras ella.
Después de todo, todas las personas teníamos un motivo para hacer las cosas ¿no? Rakan tendría la suya.
- Ya habéis escuchado al comandante y a la dama, llevad a estos hombres al calabozo.
Sí, por supuesto no había ningún calabozo propiamente dicho, pero algún lugar serviría como calabozo improvisado.
- Erik, encárgate de buscar un lugar apropiado para estos saboteadores. Yo me encargaré de apagar este desastre. Cualquier diría que hubiera un pirómano suelto-, comentó más animado, encogiéndose de hombros.
Un desastre que por otra parte había generado él, pero que no pensaba pronunciar a los cuatro vientos. Tampoco es que hiciera falta, ese fuego negro no es que fuera poco reconocible.
- Bien, seguro que alguna almacén servirá. Sacaremos las cosas y los meteremos allí-, respondió el pelirrojo.
No necesitaba escuchar más, sabía que Erik se encargaría de tomar las medidas necesarias para que esos hombres no escaparan.
- Me cago en la hostia. Me he perdido toda la diversión-, refunfuñó, al tiempo que se alejaba a cumplir con su parte del trabajo en esa zona.
Vincent no pudo evitar reír al escucharlo.
- Tranquilo pelirrojo, no te faltará diversión en Lunargenta-, contestó divertido y sin mirarle, acercándose a la tienda para empezar con su cometido, y apagar las llamas. - Ese tipo de diversión nunca falta. Para nuestra desgracia-, dijo más serio y solemne, centrado en menguar la altura del fuego.
No estaba seguro de que Erik hubiese escuchado el final de su respuesta, pero realmente no importaba. Las había dicho más para sí mismo, que para su compañero de armas.
- Descuida muchacho, Lainus es así con todo el mundo. Es extremadamente cauteloso, pero es normal teniendo en cuenta su profesión y rango-, le dijo al bio, después de escuchar como decía que se quedaría con ellos, y recordando su mención a la escasa confianza del comandante. - Pero la cautela nunca está de más, y con el tiempo aprenderá a confiar en ti. Aunque a su modo, eso sí-, se carcajeó en voz alta.
Justo en ese momento terminó de apagar la tienda de los saboteadores, el primer objetivo que había alcanzado con sus proyectiles ígneos, e inmediatamente después comenzó a caminar hacia el carro que quedaba ardiendo.
- Puede no, seguro que necesitaremos un bio allá donde vamos-, respondió mientras comenzaba a apagar el carro. - La ayuda nunca sobra, pequeño amigo, y seguro que tendrás muchas historias de tus congéneres que contar.
Aprender era un verbo que acompañaba al brujo en todo destino que tuviera en su periplo por la vida. Ya fuera nuevos movimientos marciales, más habilidades mágicas, o simple cultura, el rubio siempre estaba dispuesto a poner el oído a disposición de las palabras de los demás.
Curiosamente, ahora que lo pensaba con más detenimiento, aprender la cultura de los elfos es lo que había provocado que pasara más tiempo con Níniel. Y de ahí, que la relación se fuera estrechando.
El mundo tenía múltiples y singulares caminos.
- Bienvenido a esta singular tropa-, dijo, nada más terminar de apagar el último rescoldo del incendio. Girándose para guiñarle el ojo al bio. - Vamos compañero, el primer aguamiel corre de mi cuenta.
Y sí, por supuesto, no había ninguna cuenta. El aguamiel corría a cuenta de las arcas del reino del dragón, aunque estuviera limitada a una por cabeza mientras durase.
Irónico. Ese aguamiel era como la vida misma, había que saborearla mientras quedase una gota.
La historia de un hombre desesperado, que se sacrificó para intentar cumplir el cometido al que había sido encomendado, pero que tenía pocas posibilidades de ganar a un brujo capaz de controlar un fuego maldito, aumentado en poder por una sacerdotisa del pueblo de los elfos, que además iban acompañados de un niño con unas capacidades sobrehumanas propias de un bio, y un dragón que daba hostias como panes tan grandes como para alimentar a toda una familia, gracias al aumento de tamaño que le proporcionaba su transformación.
Con un relato así, no podía resultar extraño el epílogo al que había acabado abocado nuestro tan poco querido iceberg con patas. Más por obvio que pudiera resultar el desenlace, no se podía considerar que hubiera sido una batalla fácil. Al contrario, ese ser se había encontrado con unos enemigos formidables, y por eso no había podido hacer mucho más daño del que hubiera deseado. Si había parecido sencillo, era por el simple hecho de que se había tenido que enfrentar a cuatro personas muy capaces.
Imaginar lo que podría haber hecho contra gente más inexperta, unos campesinos, pescadores, o unos pobres carpinteros, le hacía pensar que ese día habían realizado una buena obra en aquel mundo lleno de locos y hombres ávidos de poder. Aunque lo hubieran hecho para defender uno de los campamentos del ejército de los dragones, estaba seguro de que Aerandir estaba mejor sin ese hombre, capaz de hacer lo que fuera necesario para cumplir su objetivo de destrucción, ya fuera sacrificar a sus hombres, como a sí mismo.
Lo que le llevaba a pensar en las motivaciones para ello.
¿Tan poderoso era el maestro al que se había referido antes de clavarse la espada mágica? ¿Tanto miedo despertaba en él, tener que volver a casa con un fracaso bajo el brazo? O quizás, simplemente, ese maestro poseía un carisma tan impresionante, que era capaz de convencer a cualquier persona de cumplir su misión hasta las últimas consecuencias.
Pensando en ello, nuestro brujo de dorada melena recordaba más de un momento en el que había estado sobre la cuerda floja. Más de una situación donde había estado a punto de morir, y en alguna incluso donde había barajado que probablemente fuera el momento propicio para morir y conseguir que los demás vivieran más tiempo.
Pero al contemplar cómo se extendía el charco en el que se estaba convirtiendo el saboteador, no conseguía compararlo de ninguna manera con sus tentativas de sacrificio pasado. Él alguna vez había estado en circunstancias en las que al mejor hubiera tenido que acabar muerto para conseguir que sus compañeros sobrevivieran, pero el espía sólo se había sacrificado para cumplir una misión de destrucción. Una por la que no parecía merecer la pena morir.
Por este motivo no dejaba de darle vuelta a las motivaciones del líder que se había convertido en un monstruo de fuego. Pero no podía estar seguro de si se trataba de un loco, un hombre que ya había dado por seguro ir a la horca y prefería morir así, o que quizás tuviera un enorme miedo a su maestro.
Su experiencia le decía que este maestro debía ser peligroso, ya fuera por el miedo que influyera en sus aliados, o por la capacidad de convencerlos a incluso sacrificarse. En su interior sabía que era un enemigo formidable, y que más tarde o más temprano, se acabaría encontrando con él.
En cualquier caso, no prestó demasiada atención a las palabras de Lanius, salvo lo justo y necesario.
- El doble de galletas rancias es mejor que la ración habitual-, bromeó, antes de reír por lo bajo. Una risa que parecía más resignación que alegría. - Me parece bien. Rakan nos ha ayudado a destruir esa criatura de hielo, y de todos modos eso no importa, si está herido, no vamos a dejar que se desangre en mitad de la nada-, contestó a su dulce elfa. - Ten cuidado-, empezó a despedirse de ella, aunque realmente no hiciera falta pedirle cuidado. Precisamente ella nunca estaba falta de cautela. - Quizás puedas averiguar qué ha pasado antes. Algún motivo tendría Rakan para actuar así, y luego regresar a ayudarnos-, terminó por decirle, viendo como su silueta se alejaba.
Si había vuelto es que estaba dispuesto a ayudarles, y por otro lado dejaba claro que no estaba de parte de los saboteadores, como pudiera haber parecido en un primer momento. Pese a esto, había sido una decisión extraña, pero una decisión que sin ninguna duda tenía que tener una motivación convincente tras ella.
Después de todo, todas las personas teníamos un motivo para hacer las cosas ¿no? Rakan tendría la suya.
- Ya habéis escuchado al comandante y a la dama, llevad a estos hombres al calabozo.
Sí, por supuesto no había ningún calabozo propiamente dicho, pero algún lugar serviría como calabozo improvisado.
- Erik, encárgate de buscar un lugar apropiado para estos saboteadores. Yo me encargaré de apagar este desastre. Cualquier diría que hubiera un pirómano suelto-, comentó más animado, encogiéndose de hombros.
Un desastre que por otra parte había generado él, pero que no pensaba pronunciar a los cuatro vientos. Tampoco es que hiciera falta, ese fuego negro no es que fuera poco reconocible.
- Bien, seguro que alguna almacén servirá. Sacaremos las cosas y los meteremos allí-, respondió el pelirrojo.
No necesitaba escuchar más, sabía que Erik se encargaría de tomar las medidas necesarias para que esos hombres no escaparan.
- Me cago en la hostia. Me he perdido toda la diversión-, refunfuñó, al tiempo que se alejaba a cumplir con su parte del trabajo en esa zona.
Vincent no pudo evitar reír al escucharlo.
- Tranquilo pelirrojo, no te faltará diversión en Lunargenta-, contestó divertido y sin mirarle, acercándose a la tienda para empezar con su cometido, y apagar las llamas. - Ese tipo de diversión nunca falta. Para nuestra desgracia-, dijo más serio y solemne, centrado en menguar la altura del fuego.
No estaba seguro de que Erik hubiese escuchado el final de su respuesta, pero realmente no importaba. Las había dicho más para sí mismo, que para su compañero de armas.
- Descuida muchacho, Lainus es así con todo el mundo. Es extremadamente cauteloso, pero es normal teniendo en cuenta su profesión y rango-, le dijo al bio, después de escuchar como decía que se quedaría con ellos, y recordando su mención a la escasa confianza del comandante. - Pero la cautela nunca está de más, y con el tiempo aprenderá a confiar en ti. Aunque a su modo, eso sí-, se carcajeó en voz alta.
Justo en ese momento terminó de apagar la tienda de los saboteadores, el primer objetivo que había alcanzado con sus proyectiles ígneos, e inmediatamente después comenzó a caminar hacia el carro que quedaba ardiendo.
- Puede no, seguro que necesitaremos un bio allá donde vamos-, respondió mientras comenzaba a apagar el carro. - La ayuda nunca sobra, pequeño amigo, y seguro que tendrás muchas historias de tus congéneres que contar.
Aprender era un verbo que acompañaba al brujo en todo destino que tuviera en su periplo por la vida. Ya fuera nuevos movimientos marciales, más habilidades mágicas, o simple cultura, el rubio siempre estaba dispuesto a poner el oído a disposición de las palabras de los demás.
Curiosamente, ahora que lo pensaba con más detenimiento, aprender la cultura de los elfos es lo que había provocado que pasara más tiempo con Níniel. Y de ahí, que la relación se fuera estrechando.
El mundo tenía múltiples y singulares caminos.
- Bienvenido a esta singular tropa-, dijo, nada más terminar de apagar el último rescoldo del incendio. Girándose para guiñarle el ojo al bio. - Vamos compañero, el primer aguamiel corre de mi cuenta.
Y sí, por supuesto, no había ninguna cuenta. El aguamiel corría a cuenta de las arcas del reino del dragón, aunque estuviera limitada a una por cabeza mientras durase.
Irónico. Ese aguamiel era como la vida misma, había que saborearla mientras quedase una gota.
Vincent Calhoun
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