[Guerra de Lunargenta]Cazadores de cabezas (2/3)(Cerrado)
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[Guerra de Lunargenta]Cazadores de cabezas (2/3)(Cerrado)
La tierra bajo los pies de Níniel se estremecía ante el avance de las columnas del ejército del norte. Miles de botas caminando al unísono, acompañadas por cientos de cascos golpeando el suelo de la estepa y seguidos por filas interminables de carros de suministros que se alargaban más allá del horizonte. Los canciones de marcha se escuchaban incluso hasta donde la peliblanca estaba, a bastante distancia del grueso de las tropas, erizando su vello. Resultaba sobrecogedor, por más de un motivo, tanto presentes como futuros. El día de la verdad se acercaba.
-Creo que Aerandir no había visto nada así desde la gran guerra.- Interrumpió sus pensamientos el comandante Lanius, oficial al mando de su batallón. Un caballero dragón de gran estatura y que resultaba imponente ataviado con su armadura de oficial. -Podría quedarme todo el día observando...pero ambos tenemos trabajo. Y no se puede decir que envidie tu tarea, elfa.- Añadió frunciendo los labios y bajando levemente la vista al suelo, casi como expresando cierta disconformidad con la misión que le habían asignado a la joven.
-Supongo que si no se nos han unido ya es porque no tienen intención de hacerlo...Y ciertamente el nombre al que responden no es que inspire ternura precisamente.- La peliblanca intentaba con sus palabras que el oficial no se sintiera tan mal, pero parecía que no le salían palabras demasiado tranquilizadoras. Seguramente porque ella misma no lo estaba, aunque trataba de disimularlo ocultando parte de su rostro bajo la capucha de su gruesa capa negra, la cual destacaba sobre el color blanco predominante en aquel lugar.
-No...por algo siempre han vivido apartados de los demás, pero si durante la gran guerra nos ayudaron, no puedo discutir que los superiores quieran al menos intentarlo. Sólo puedo cuestionar el tamaño del grupo, tres personas no me parecen suficientes. Si enviaran a un pelotón mostraríamos nuestra fuerza, y que somos dignos de que se nos unan.- Expresó el comandante, aunque Níniel no podía estar del todo de acuerdo con sus palabras.
-También podían considerarlo como una amenaza o un intento de coacción. Si eso pasara un pelotón o dos tampoco servirían de mucho, seguirían superándonos abrumadoramente en número.-Era un modo de decir que más les valía no fallar con la diplomacia o la cosa podría ponerse muy pero que muy fea. -¿Quiénes me acompañaran, alguno de sus hombres?.- Inquirió la joven muy interesada en ver quiénes irían con ella a meterse directa y "voluntariamente" en la boca del lobo, o más bien del dragón dada la situación.
-La verdad es que no lo sé. Pedí a gente capaz, dada la naturaleza e importancia de la misión, pero provienen de otras unidades. Dudo mucho que vayan a jugársela mandando a un par de simples escuderos o a encargados de las letrinas.- El oficial pareció confiado en que así sería, pero aún a pesar de ello seguía intranquilo. Algo le decía a la peliblanca que, de poder, él mismo se ofrecería para ir con ellos. Y sin duda sería de gran ayuda gracias a sus probadas aptitudes y veteranía, además de sus conocimientos de la zona. Por desgracia sus obligaciones se lo impedían.
-Alguien viene. Pronto saldremos de dudas.- Convino la elfa al ver al menos a una figura acercarse directamente hacia ellos. A pesar de su vista de elfa, con el sol reflejándose en la nieve y el hielo, no era aún capaz de distinguir sus rasgos, solo de intuir una silueta. ¿Sería un dragón o un humano? ¿Un caballero o un mago? En cualquier caso más le valdría estar preparado, porque para aquel pequeño grupo que estaba a punto de formarse, lo peor de la guerra no estaba por venir, ya estaba allí.
-Creo que Aerandir no había visto nada así desde la gran guerra.- Interrumpió sus pensamientos el comandante Lanius, oficial al mando de su batallón. Un caballero dragón de gran estatura y que resultaba imponente ataviado con su armadura de oficial. -Podría quedarme todo el día observando...pero ambos tenemos trabajo. Y no se puede decir que envidie tu tarea, elfa.- Añadió frunciendo los labios y bajando levemente la vista al suelo, casi como expresando cierta disconformidad con la misión que le habían asignado a la joven.
-Supongo que si no se nos han unido ya es porque no tienen intención de hacerlo...Y ciertamente el nombre al que responden no es que inspire ternura precisamente.- La peliblanca intentaba con sus palabras que el oficial no se sintiera tan mal, pero parecía que no le salían palabras demasiado tranquilizadoras. Seguramente porque ella misma no lo estaba, aunque trataba de disimularlo ocultando parte de su rostro bajo la capucha de su gruesa capa negra, la cual destacaba sobre el color blanco predominante en aquel lugar.
-No...por algo siempre han vivido apartados de los demás, pero si durante la gran guerra nos ayudaron, no puedo discutir que los superiores quieran al menos intentarlo. Sólo puedo cuestionar el tamaño del grupo, tres personas no me parecen suficientes. Si enviaran a un pelotón mostraríamos nuestra fuerza, y que somos dignos de que se nos unan.- Expresó el comandante, aunque Níniel no podía estar del todo de acuerdo con sus palabras.
-También podían considerarlo como una amenaza o un intento de coacción. Si eso pasara un pelotón o dos tampoco servirían de mucho, seguirían superándonos abrumadoramente en número.-Era un modo de decir que más les valía no fallar con la diplomacia o la cosa podría ponerse muy pero que muy fea. -¿Quiénes me acompañaran, alguno de sus hombres?.- Inquirió la joven muy interesada en ver quiénes irían con ella a meterse directa y "voluntariamente" en la boca del lobo, o más bien del dragón dada la situación.
-La verdad es que no lo sé. Pedí a gente capaz, dada la naturaleza e importancia de la misión, pero provienen de otras unidades. Dudo mucho que vayan a jugársela mandando a un par de simples escuderos o a encargados de las letrinas.- El oficial pareció confiado en que así sería, pero aún a pesar de ello seguía intranquilo. Algo le decía a la peliblanca que, de poder, él mismo se ofrecería para ir con ellos. Y sin duda sería de gran ayuda gracias a sus probadas aptitudes y veteranía, además de sus conocimientos de la zona. Por desgracia sus obligaciones se lo impedían.
-Alguien viene. Pronto saldremos de dudas.- Convino la elfa al ver al menos a una figura acercarse directamente hacia ellos. A pesar de su vista de elfa, con el sol reflejándose en la nieve y el hielo, no era aún capaz de distinguir sus rasgos, solo de intuir una silueta. ¿Sería un dragón o un humano? ¿Un caballero o un mago? En cualquier caso más le valdría estar preparado, porque para aquel pequeño grupo que estaba a punto de formarse, lo peor de la guerra no estaba por venir, ya estaba allí.
- Spoiler:
- Primer turno. Si eres valiente deberás narrar cómo te enrolaste en el gran ejército del norte y cómo te asignaron o te ofreciste voluntario para una peligrosa misión cuyos detalles desconoces más allá de su riesgo y que en principio es una misión diplomática que fácilmente se tuerza. El commandante Lanius expondrá los detalles en breve. El punto de reunión está algo alejado del grueso del ejército.
Última edición por Níniel Thenidiel el Vie Jun 01 2018, 00:55, editado 2 veces
Níniel Thenidiel
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Re: [Guerra de Lunargenta]Cazadores de cabezas (2/3)(Cerrado)
Al'theas caminaba con algo de dificultad por la nieve, pisando con cuidado de no hundir el pie donde no debía, había nevado en abundancia en aquellas tierras como si la agitación bélica presente no fuera suficiente. El elfo de armadura esmeralda recientemente se había prestado voluntario para el ejercito del Norte, aquello le daría nuevas experiencias en combate y afilarían sus habilidades.
Durante su estancia en las trincheras, un oficial se presento ante los hombres en nombre de un tal comandante Lanius, el cual estaba reclamando voluntarios para lo que parecía ser una misión de riesgo pero de gran importancia. Ninguno de los presentes pareció mostrarse interesado, pues bastante tenían ya con derramar su sangre en la fría nieve. No obstante Al'theas mostró curiosidad y atención.
-¡Se solicitan voluntarios para una misión de riesgo! ¡quien este interesado en participar y cambiar de aires debe dirigirse a esta localización!- Gritaba el oficial alzando un panfleto que parecía ser un mapa. -Allí se encontraran con el comandante Lanius acompañado de una de las sacerdotisas de la Logia mas dotadas para que se os entreguen mas instrucciones- Añadió para finalizar.
¿Una sacerdotisa de la Logia? pensó Al'thas para si, aquel detalle le había llamado la atención y le había dado un presentimiento, aquello era una oportunidad para abandonar aquellas trincheras y abordar algo que podría ser mas interesante.
-Señor, me presento voluntario- Dijo el elfo con decisión.
-Muy bien... que tengas suerte, yo seguiré buscando mas reclutas, no te retrases caballero- Dijo mientras le cedía al elfo una copia del mapa.
Sin demorarse, Al'theas emprendió el camino, el cual parecía llevarle bastante lejos de las trincheras, tal y como esperaba. El viento soplaba suave pero frío, por lo que tuvo que hacer gran parte del trayecto con la capucha verde de su capa tapando su cabeza para no coger demasiado frío en ella.
Tras una larga caminata, Al'theas diviso dos figuras a lo lejos según avanzaba, la que mas destacaba era la de un imponente caballero dragón que seguramente debía de tratarse de Lanius, y a su lado una figura de menor tamaño que vestía una capucha oscura de la cual se alegraba que le resultara familiar.
El elfo se paro ante ellos en cuanto los tuvo delante, dirigiéndose en primer lugar hacia Lanius -Se presenta voluntario Al'theas Tinarandel... caballero esmeralda a su servicio, señor- Dijo mientras se descubría apartando su capucha.
-Un placer veros de nuevo, sacerdotisa Níniel Thenidiel- Le dijo a la joven elfa que conocía como amiga con el debido respeto ante la presencia del comandante.
Durante su estancia en las trincheras, un oficial se presento ante los hombres en nombre de un tal comandante Lanius, el cual estaba reclamando voluntarios para lo que parecía ser una misión de riesgo pero de gran importancia. Ninguno de los presentes pareció mostrarse interesado, pues bastante tenían ya con derramar su sangre en la fría nieve. No obstante Al'theas mostró curiosidad y atención.
-¡Se solicitan voluntarios para una misión de riesgo! ¡quien este interesado en participar y cambiar de aires debe dirigirse a esta localización!- Gritaba el oficial alzando un panfleto que parecía ser un mapa. -Allí se encontraran con el comandante Lanius acompañado de una de las sacerdotisas de la Logia mas dotadas para que se os entreguen mas instrucciones- Añadió para finalizar.
¿Una sacerdotisa de la Logia? pensó Al'thas para si, aquel detalle le había llamado la atención y le había dado un presentimiento, aquello era una oportunidad para abandonar aquellas trincheras y abordar algo que podría ser mas interesante.
-Señor, me presento voluntario- Dijo el elfo con decisión.
-Muy bien... que tengas suerte, yo seguiré buscando mas reclutas, no te retrases caballero- Dijo mientras le cedía al elfo una copia del mapa.
Sin demorarse, Al'theas emprendió el camino, el cual parecía llevarle bastante lejos de las trincheras, tal y como esperaba. El viento soplaba suave pero frío, por lo que tuvo que hacer gran parte del trayecto con la capucha verde de su capa tapando su cabeza para no coger demasiado frío en ella.
Tras una larga caminata, Al'theas diviso dos figuras a lo lejos según avanzaba, la que mas destacaba era la de un imponente caballero dragón que seguramente debía de tratarse de Lanius, y a su lado una figura de menor tamaño que vestía una capucha oscura de la cual se alegraba que le resultara familiar.
El elfo se paro ante ellos en cuanto los tuvo delante, dirigiéndose en primer lugar hacia Lanius -Se presenta voluntario Al'theas Tinarandel... caballero esmeralda a su servicio, señor- Dijo mientras se descubría apartando su capucha.
-Un placer veros de nuevo, sacerdotisa Níniel Thenidiel- Le dijo a la joven elfa que conocía como amiga con el debido respeto ante la presencia del comandante.
Al'theas Tinarandel
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Re: [Guerra de Lunargenta]Cazadores de cabezas (2/3)(Cerrado)
La identidad del recién llegado fue un misterio hasta que este estuvo, literalmente, a unos pocos pasos de la peliblanca y su oficial al mando. Pocas pistas podía dar su figura o su modo de avanzar, más allá de que no debía de ser un norteño, pues sus pasos sobre la nieve eran algo torpes y al igual que la elfa parecía sufrir por las gélidas temperaturas, buscando protegerse del frío tapándose todo lo posible, a diferencia de Lanius que no dudaba en lucir su melena al viento sin parecer sentir siquiera las bajas temperaturas. Ser un dragón de fuego tenía sus ventajas.
-Al'theas Tinarandel...-Respondió con evidente tono de sorpresa la peliblanca y nombrando al elfo por su nombre completo, del mismo modo que él había hecho con ella a pesar de no ser precisamente unos extraños el uno para el otro. Seguramente tanta formalidad era debida a la presencia de un oficial de mayor rango y respondía a la necesidad de mostrarse formal y profesional, pero la peliblanca no iba a perder la oportunidad de pagarle con la misma moneda. -Esto es toda una sorpresa. No es que pueda decir que eres la última persona que esperaría encontrarme aquí, pero casi.- Añadió la joven, llamando la atención de Lanius ante su comentario y causando que mirara a ambos elfos interrogativamente.
-¿Os conocéis? Bueno supongo que entre elfos es lo suyo...Tanto mejor, así funcionaréis mejor como compañeros.- Preguntó cayendo, sin duda sin mala fé, en otro de los muchos tópicos que las gentes de fuera de Sandorai tenían sobre los elfos. Sí, su número no podía compararse al de los humanos por ejemplo, y sí, eran una raza con estrechos lazos familiares y raciales, pero eso no significaba ni que todos fueran familia ni que todos se conocieran. Ni siquiera que todos se llevaran bien.
-Los dioses quisieron que nuestros caminos se cruzaran no mucho tiempo atrás. Un asunto relacionado con la biblioteca de Lunargenta.- Respondió la sacerdotisa escuetamente y de manera veraz, pero sin querer entrar en detalles sobre aquel asunto que poco tuvo que ver con el tipo de situaciones que alguien esperaría ver relacionadas con un templo de saber y conocimiento.
-Bien, espero que a parte de los libros y la pluma sepas usar la espada que llevas a la cintura, elfo. Aunque debo decir que no esperaba enviar a dos de los vuestros a esta misión. Extraña delegación norteña ésta conformada por sureños.- Comentó el oficial algo contrariado por aquella circunstancia, aunque en ningún momento rechazó a ninguno de ellos. -Y ese debe ser el último miembro del grupo.- Afirmaría poco después, tras percatarse de la llegada de otra figura.
-Caballero Lernaean lista para servir, señor.- Se presentó la dragona tan pronto como llegó a la altura del resto. No debía de pasar de los cuarenta años, lo que le daba el aspecto de una mujer joven. Su cabello era oscuro y sus facciones agraciadas, con unos ojos grandes del color del agua pura y con pupilas rasgadas. Llevaba una armadura completa y, a diferencia de los elfos allí presentes, no parecía necesitar más abrigo para sentirse cómoda. A su espalda destacaba un gran mandoble tan largo como ella misma.
-Ah, bien, una dragona, excelente. ¿Te envía Ser Antonov? Bien, ahora que estáis todos, os pondré al corriente. Si os hablo del clan del "Filo invernal" quizá no os suene de nada, especialmente a ti, elfo, pues no eres de aquí. Es un clan de dragones que habitan la estepa, pero que prefieren mantener las distancias con el resto de personas, incluidos otros dragones. Las historias dicen que viven solo para luchar, que son unos guerreros formidables y letales y que valoran el honor por encima incluso de su vida...Pero también cuentan que cortan la cabeza de los enemigos que derrotan como prueba de su habilidad y sus méritos en combate.- Realizó una pausa dramática en su relato, paseando la mirada por los miembros del grupo. Níniel, que ya había escuchado la historia se limitó a apretar los labios. Lernaean tragó saliva. -Participaron en la gran guerra y ahora los reinos del norte desean que vuelvan a luchar a nuestro lado. Los dioses saben que necesitamos toda la ayuda que podamos conseguir. Vuestra misión será dirigiros hacia el sureste, hacia su territorio, y le entreguéis este documento a su líder. Es una "petición de adhesión al gran ejército del norte". Una vez que lo hayáis conseguido, y hecho lo que esté en vuestra mano para que acepten, debéis volver a informar de inmediato.- Informó el oficial entregándole un rollo de pergamino sellado con el emblema del rey a Níniel, que lo guardó con cuidado entre los pliegues de su ropa, en uno de los muchos bolsillos que ocultaba su gruesa capa negra.
-A esa gente no le gustan las visitas. Estad atentos, pero no uséis la fuerza si no es necesario.- Añadió entregándole a Al'theas un pequeño mapa con algunas indicaciones. -Eso es todo. Si no tenéis ninguna pregunta...solo queda desearos buena suerte.-Finalizó el colosal caballero dragón, permitiendo en ese momento ya que los miembros de aquel grupo hablaran entre sí. Níniel, que no tenía más preguntas rápidamente se presentó ante su nueva compañera, la cual respondió de manera cordial.
-Un placer, sacerdotisa. He oído los rumores sobre lo que le hiciste a esos saboteadores...Yo soy una caballero dragón de elemento agua, combatiente de primera fila.- Respondió mirando a continuación a Al'theas y tendiendole la mano. Quizá al ver su equipo la dragona ya imaginara el tipo de combatiente que era, y por el modo en el que lo miraba, parecía aprobarlo.
-Al'theas Tinarandel...-Respondió con evidente tono de sorpresa la peliblanca y nombrando al elfo por su nombre completo, del mismo modo que él había hecho con ella a pesar de no ser precisamente unos extraños el uno para el otro. Seguramente tanta formalidad era debida a la presencia de un oficial de mayor rango y respondía a la necesidad de mostrarse formal y profesional, pero la peliblanca no iba a perder la oportunidad de pagarle con la misma moneda. -Esto es toda una sorpresa. No es que pueda decir que eres la última persona que esperaría encontrarme aquí, pero casi.- Añadió la joven, llamando la atención de Lanius ante su comentario y causando que mirara a ambos elfos interrogativamente.
-¿Os conocéis? Bueno supongo que entre elfos es lo suyo...Tanto mejor, así funcionaréis mejor como compañeros.- Preguntó cayendo, sin duda sin mala fé, en otro de los muchos tópicos que las gentes de fuera de Sandorai tenían sobre los elfos. Sí, su número no podía compararse al de los humanos por ejemplo, y sí, eran una raza con estrechos lazos familiares y raciales, pero eso no significaba ni que todos fueran familia ni que todos se conocieran. Ni siquiera que todos se llevaran bien.
-Los dioses quisieron que nuestros caminos se cruzaran no mucho tiempo atrás. Un asunto relacionado con la biblioteca de Lunargenta.- Respondió la sacerdotisa escuetamente y de manera veraz, pero sin querer entrar en detalles sobre aquel asunto que poco tuvo que ver con el tipo de situaciones que alguien esperaría ver relacionadas con un templo de saber y conocimiento.
-Bien, espero que a parte de los libros y la pluma sepas usar la espada que llevas a la cintura, elfo. Aunque debo decir que no esperaba enviar a dos de los vuestros a esta misión. Extraña delegación norteña ésta conformada por sureños.- Comentó el oficial algo contrariado por aquella circunstancia, aunque en ningún momento rechazó a ninguno de ellos. -Y ese debe ser el último miembro del grupo.- Afirmaría poco después, tras percatarse de la llegada de otra figura.
-Caballero Lernaean lista para servir, señor.- Se presentó la dragona tan pronto como llegó a la altura del resto. No debía de pasar de los cuarenta años, lo que le daba el aspecto de una mujer joven. Su cabello era oscuro y sus facciones agraciadas, con unos ojos grandes del color del agua pura y con pupilas rasgadas. Llevaba una armadura completa y, a diferencia de los elfos allí presentes, no parecía necesitar más abrigo para sentirse cómoda. A su espalda destacaba un gran mandoble tan largo como ella misma.
-Ah, bien, una dragona, excelente. ¿Te envía Ser Antonov? Bien, ahora que estáis todos, os pondré al corriente. Si os hablo del clan del "Filo invernal" quizá no os suene de nada, especialmente a ti, elfo, pues no eres de aquí. Es un clan de dragones que habitan la estepa, pero que prefieren mantener las distancias con el resto de personas, incluidos otros dragones. Las historias dicen que viven solo para luchar, que son unos guerreros formidables y letales y que valoran el honor por encima incluso de su vida...Pero también cuentan que cortan la cabeza de los enemigos que derrotan como prueba de su habilidad y sus méritos en combate.- Realizó una pausa dramática en su relato, paseando la mirada por los miembros del grupo. Níniel, que ya había escuchado la historia se limitó a apretar los labios. Lernaean tragó saliva. -Participaron en la gran guerra y ahora los reinos del norte desean que vuelvan a luchar a nuestro lado. Los dioses saben que necesitamos toda la ayuda que podamos conseguir. Vuestra misión será dirigiros hacia el sureste, hacia su territorio, y le entreguéis este documento a su líder. Es una "petición de adhesión al gran ejército del norte". Una vez que lo hayáis conseguido, y hecho lo que esté en vuestra mano para que acepten, debéis volver a informar de inmediato.- Informó el oficial entregándole un rollo de pergamino sellado con el emblema del rey a Níniel, que lo guardó con cuidado entre los pliegues de su ropa, en uno de los muchos bolsillos que ocultaba su gruesa capa negra.
-A esa gente no le gustan las visitas. Estad atentos, pero no uséis la fuerza si no es necesario.- Añadió entregándole a Al'theas un pequeño mapa con algunas indicaciones. -Eso es todo. Si no tenéis ninguna pregunta...solo queda desearos buena suerte.-Finalizó el colosal caballero dragón, permitiendo en ese momento ya que los miembros de aquel grupo hablaran entre sí. Níniel, que no tenía más preguntas rápidamente se presentó ante su nueva compañera, la cual respondió de manera cordial.
-Un placer, sacerdotisa. He oído los rumores sobre lo que le hiciste a esos saboteadores...Yo soy una caballero dragón de elemento agua, combatiente de primera fila.- Respondió mirando a continuación a Al'theas y tendiendole la mano. Quizá al ver su equipo la dragona ya imaginara el tipo de combatiente que era, y por el modo en el que lo miraba, parecía aprobarlo.
Níniel Thenidiel
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Re: [Guerra de Lunargenta]Cazadores de cabezas (2/3)(Cerrado)
El elfo sonrió amablemente a la sacerdotisa ante sus palabras -Supongo que estoy destinado a que mis pasos me lleven donde la aventura aguarda, roguemos para que esta sea algo mas tranquila- Dijo antes de que el comandante preguntara por la cercanía de ambos elfos, guardando silencio para que fuera Níniel quien diera las explicaciones oportunas.
Ignorando las precipitadas conclusiones del comandante con las que parecía sugerir que ambos elfos eran como hermanos de sangre alimentado por siglos de prejuicios cultural... Al'theas asintió con su cabeza ante la cuestión sobre el manejo de la espada -Estoy listo para lo que pueda surgir, tanto si es necesario usar la espada como si no- Respondió con determinación.
Poco después, hizo acto de presencia un tercer miembro, una caballero dragón que se hacia llamar Lernaean y cuya aparente juventud, difícil de decir por las peculiaridades de su raza... desentonaba con la soltura con la que portaba su armadura y aquella espada tan grande.
Ahora que estaban reunidos, el comandante comenzó a dar los detalles sobre la misión, la cual se trataba de reclutar a un viejo clan de dragones veteranos en el arte de la guerra que se hacia llamar "Filo invernal", y no eran famosos por ser muy sociables precisamente. El ejercito del norte les necesita para la guerra y en ellos recaía la responsabilidad de que la misión concluyera con éxito.
-Supongo que no podemos esperar que nos reciban con los brazos abiertos, pero haremos lo posible para que todo quede en una misión diplomática- Dijo Al'theas mientras cogía el mapa, el cual mantenía en la mano para consultarlo en breves, pues primero tenia la intención de presentarse a la otra integrante del grupo tras ver la confortable presentación que tuvo con Níniel, momento en el que la dragona tendió su mano hacia Al'theas y este se la estrecho con confianza.
-Bienvenida, nos vendrá muy bien teneros de compañera, ¿quizás podáis contarnos algo mas sobre ese clan? ¿algo que nos evite que nuestras cabezas adornen sus picas?- Preguntaba a medida que soltaba la mano de la dragona para coger y abrir el mapa con ambas manos, sujetándolo con firmeza para prevenir que el viento pudiera doblarlo.
Mientras el elfo observaba el mapa de manera que los presentes pudieran verlo y ojear las localizaciones indicadas, este alzo la vista hacia los demás con intención de formular una pregunta general aprovechando la ocasión.
-No conozco a este clan, pero por lo relatado por el comandante... parecen ser un pueblo orgulloso por su historia bélica... o eso he entendido... ¿Como podríamos inspirarles para que se unan a la guerra? o... al menos pedírselo de forma que no se sientan ofendidos... -
Al'theas observo a todos con la mirada, esperando que alguno pudiera contestar a sus preguntas con alguna idea o conocimiento que pudiera ayudarles.
Ignorando las precipitadas conclusiones del comandante con las que parecía sugerir que ambos elfos eran como hermanos de sangre alimentado por siglos de prejuicios cultural... Al'theas asintió con su cabeza ante la cuestión sobre el manejo de la espada -Estoy listo para lo que pueda surgir, tanto si es necesario usar la espada como si no- Respondió con determinación.
Poco después, hizo acto de presencia un tercer miembro, una caballero dragón que se hacia llamar Lernaean y cuya aparente juventud, difícil de decir por las peculiaridades de su raza... desentonaba con la soltura con la que portaba su armadura y aquella espada tan grande.
Ahora que estaban reunidos, el comandante comenzó a dar los detalles sobre la misión, la cual se trataba de reclutar a un viejo clan de dragones veteranos en el arte de la guerra que se hacia llamar "Filo invernal", y no eran famosos por ser muy sociables precisamente. El ejercito del norte les necesita para la guerra y en ellos recaía la responsabilidad de que la misión concluyera con éxito.
-Supongo que no podemos esperar que nos reciban con los brazos abiertos, pero haremos lo posible para que todo quede en una misión diplomática- Dijo Al'theas mientras cogía el mapa, el cual mantenía en la mano para consultarlo en breves, pues primero tenia la intención de presentarse a la otra integrante del grupo tras ver la confortable presentación que tuvo con Níniel, momento en el que la dragona tendió su mano hacia Al'theas y este se la estrecho con confianza.
-Bienvenida, nos vendrá muy bien teneros de compañera, ¿quizás podáis contarnos algo mas sobre ese clan? ¿algo que nos evite que nuestras cabezas adornen sus picas?- Preguntaba a medida que soltaba la mano de la dragona para coger y abrir el mapa con ambas manos, sujetándolo con firmeza para prevenir que el viento pudiera doblarlo.
Mientras el elfo observaba el mapa de manera que los presentes pudieran verlo y ojear las localizaciones indicadas, este alzo la vista hacia los demás con intención de formular una pregunta general aprovechando la ocasión.
-No conozco a este clan, pero por lo relatado por el comandante... parecen ser un pueblo orgulloso por su historia bélica... o eso he entendido... ¿Como podríamos inspirarles para que se unan a la guerra? o... al menos pedírselo de forma que no se sientan ofendidos... -
Al'theas observo a todos con la mirada, esperando que alguno pudiera contestar a sus preguntas con alguna idea o conocimiento que pudiera ayudarles.
Al'theas Tinarandel
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Re: [Guerra de Lunargenta]Cazadores de cabezas (2/3)(Cerrado)
Lernaean se encogió levemente de hombros y negó con la cabeza ante las preguntas del caballero esmeralda. Parecía compungida por el hecho de no ser de ayuda a la hora de aclarar algo más aquel asunto a pesar de ser ella parte de la raza de los dragones. -No creo que haya mucha gente, ni siquiera en el norte, que pueda responder a eso. Como ha dicho el comandante, a esta gente no le gusta la gente de fuera. Hasta donde yo sé no participan en política, no comercian ni se interesan mucho por lo que ocurre fuera de su territorio.- Claramente estaba haciendo un esfuerzo por reunir pedacitos de información que debía de haber escuchado a lo largo de los años, pero no parecían ser más que los típicos rumores basados en el boca a boca y en nada ampliaban la información que Lanius había compartido con ellos. -Las historias sobre eso de que cortan las cabezas de sus enemigos muchas veces se le cuentan a los niños para que no se aventuren lejos de las aldeas. A saber si es cierto. Quizá no sea muy distinto a la historia del Krampus, o hombre del saco de los humanos...Seguro que los elfos tenéis también algo similar.- Añadió. Aunque su tono de voz demostraba que no descartaba en absoluto que pudiera no ser una invención de los padres para controlar a los más traviesos de entre sus hijos.
-No faltan historias de esas para asustar a los niños, pero sorprendente y lamentablemente tras ellas a menudo suele haber una pequeña y terrible parte de verdad. En el caso de los humanos parece que el hombre del saco está relacionada con varios secuestros reales y documentados de niños.- Comentó sin querer entrar en detalles escabrosos sobre el destino de aquellos niños. La dragona no pudo evitar una mueca de desagrado. Con aquellas palabras Níniel no estaba ayudando a calmarla. -En cualquier caso podemos centrarnos en lo que sabemos a ciencia cierta; participaron en la gran guerra y debieron de tener un desempeño notable.- Convino mirando a Al'theas, confirmando que al menos esa parte del relato parecía sólida. -Cuando vean el sello real, si tan honorables son deberían al menos atendernos. A parte de eso, mantener la calma y no provocarles en modo alguno.- Sentenció. Si aquello sería suficiente o no estaba aún por ver.
Con aquella idea en mente el reducido grupo de emisarios se puso en marcha, alejándose aún más de las tropas rumbo hacia el sudeste. Los mandos no habían escogido aquel momento en concreto al azar para entablar aquel contacto, la ruta del ejército en su marcha hacia Lunargenta había llevado a las tropas a pasar bastante cerca del territorio de aquel aislado clan. Ellos solo tendrían que desviarse unas pocas millas para dar con ellos. Incluso regresar para informar de su éxito o su fracaso sería cuestión de tan solo unas horas. El rey Rigobert podría saber si contaba con nuevos refuerzos o no en el mismo día, si todo salía bien.
-Mirad, marcas en las rocas.- Advirtió la joven peliblanca tras un buen rato de marcha a buen ritmo a través de las llanuras de la gran estepa. Una extensión de terreno prácticamente plano, solo salpicados por algunas suaves colinas y donde no había muchos lugares donde cobijarse u ocultarse.
-Ya las veo, son marcas que indican el límite de un territorio.- Aseguró la dragona acercándose y comenzando a quitar la nieve que cubría parte de aquella roca en el suelo. -Y aquí hay algo más, el viento debió de derribarlo.- Añadió apartando algo más de nieve y agarrando lo que parecía el palo de una lanza. Cuando hubo desenterrado un poco más tiró de él y, de entre la nieve surgió el resto de la desgastada arma, coronada por la calavera de algún tipo de felino de grandes dimensiones. -Si lo llego a saber no lo toco...Al menos no es un cráneo humano.- Y lo dejó caer de nuevo al suelo, aunque acercándose para observar mejor los restos óseos.
-Por el tamaño diría que es de un animal mucho mayor que un lobo, y mirad lo ancha que es...-Comentó sorprendida la peliblanca sin poder identificar a qué tipo de animal pertenecía.
-Sí, es el cráneo de un tigre laza. Me alegró de que esté muerto, no es el tipo de criaturas que querrías encontrarte en un lugar como este, donde no hay dónde huir o esconderse. Sería ya lo que nos faltaba.- Respondió la dragona, bastante segura sobre la identidad de la criatura. El norte era un lugar realmente increíble, e increíblemente peligroso. Si no tenías cuidado podía atraparte una tormenta, podías morir de frío en el hielo, caer por una grieta helada o podía comerte alguno de los especímenes de la fauna del lugar...Y luego estaban las grandes encantadoras de la Logia, que podían dar más miedo que todo lo anterior junto, pero ellas no eran autóctonas.
-Al menos sabemos que vamos por el buen camino. A partir de aquí manteneros alerta.- Advirtió la peliblanca reanudando de nuevo la marcha.
El paisaje no cambió en nada a pesar de haber entrado ya en el territorio del clan "Filo invernal". Costaba creer que en un lugar como aquel pudiera establecerse nadie, pero la verdad es que aquellos dragones no eran los únicos habitantes de la estepa. A su lado Sandorai, donde podías sencillamente salir de casa y estirar la mano para tomar algo de fruta de algún árbol cercano parecía un paraíso lleno de ventajas y comodidades. Níniel sintió un escalofrío al recordar su mucho más benévolo clima en comparación con el que estaba sufriendo allí en el norte.
-Hay algo más adelante.- Volvería a advertir la sacerdotisa gracias a su vista de elfa. Deteniéndose tras unos cientos de metros de avance más. -¿Puedes verlo, Al'theas?- Indicó señalando en la dirección adecuada. -Parece un...antílope.- Se atrevió a aventurar, aunque aún le costaba discernir con total claridad aquella forma tendida sobre la tierra rojiza. Una cosa estaba clara, se movía. Y cuando el grupo estuvo más cerca se levantó y comenzó a emitir sonidos de miedo, intentando alejarse de ellos. Aunque le resultaba imposible porque parecía estar atado mediante una cuerda clavada en algún tipo de gancho metálico en el suelo. ¿Qué significaba aquello? ¿Acaso había alguna aldea cerca? ¿Pertenecía aquel animal a los "Filo invernal"? ¿Por qué habían dejado a aquel pobre animal allí atado a la intemperie?
Cuando el trío se acercó un poco más supieron rápidamente la respuesta. De repente dos puntos cercanos del suelo se abrieron, revelando unos agujeros de gran tamaño excavados en la tierra y que habían permanecido hasta ese momento ocultos bajo una cubierta de madera y tierra. De ellas salieron hasta ocho sujetos altos y fuertes, ataviados con armaduras toscas y armados con lanzas a todas luces improvisadas, con la que no dudaron en amenazar al grupo. No paraban de gritar ferozmente, y sus lanzas cada vez se acercaban más.
-No faltan historias de esas para asustar a los niños, pero sorprendente y lamentablemente tras ellas a menudo suele haber una pequeña y terrible parte de verdad. En el caso de los humanos parece que el hombre del saco está relacionada con varios secuestros reales y documentados de niños.- Comentó sin querer entrar en detalles escabrosos sobre el destino de aquellos niños. La dragona no pudo evitar una mueca de desagrado. Con aquellas palabras Níniel no estaba ayudando a calmarla. -En cualquier caso podemos centrarnos en lo que sabemos a ciencia cierta; participaron en la gran guerra y debieron de tener un desempeño notable.- Convino mirando a Al'theas, confirmando que al menos esa parte del relato parecía sólida. -Cuando vean el sello real, si tan honorables son deberían al menos atendernos. A parte de eso, mantener la calma y no provocarles en modo alguno.- Sentenció. Si aquello sería suficiente o no estaba aún por ver.
Con aquella idea en mente el reducido grupo de emisarios se puso en marcha, alejándose aún más de las tropas rumbo hacia el sudeste. Los mandos no habían escogido aquel momento en concreto al azar para entablar aquel contacto, la ruta del ejército en su marcha hacia Lunargenta había llevado a las tropas a pasar bastante cerca del territorio de aquel aislado clan. Ellos solo tendrían que desviarse unas pocas millas para dar con ellos. Incluso regresar para informar de su éxito o su fracaso sería cuestión de tan solo unas horas. El rey Rigobert podría saber si contaba con nuevos refuerzos o no en el mismo día, si todo salía bien.
-Mirad, marcas en las rocas.- Advirtió la joven peliblanca tras un buen rato de marcha a buen ritmo a través de las llanuras de la gran estepa. Una extensión de terreno prácticamente plano, solo salpicados por algunas suaves colinas y donde no había muchos lugares donde cobijarse u ocultarse.
-Ya las veo, son marcas que indican el límite de un territorio.- Aseguró la dragona acercándose y comenzando a quitar la nieve que cubría parte de aquella roca en el suelo. -Y aquí hay algo más, el viento debió de derribarlo.- Añadió apartando algo más de nieve y agarrando lo que parecía el palo de una lanza. Cuando hubo desenterrado un poco más tiró de él y, de entre la nieve surgió el resto de la desgastada arma, coronada por la calavera de algún tipo de felino de grandes dimensiones. -Si lo llego a saber no lo toco...Al menos no es un cráneo humano.- Y lo dejó caer de nuevo al suelo, aunque acercándose para observar mejor los restos óseos.
-Por el tamaño diría que es de un animal mucho mayor que un lobo, y mirad lo ancha que es...-Comentó sorprendida la peliblanca sin poder identificar a qué tipo de animal pertenecía.
-Sí, es el cráneo de un tigre laza. Me alegró de que esté muerto, no es el tipo de criaturas que querrías encontrarte en un lugar como este, donde no hay dónde huir o esconderse. Sería ya lo que nos faltaba.- Respondió la dragona, bastante segura sobre la identidad de la criatura. El norte era un lugar realmente increíble, e increíblemente peligroso. Si no tenías cuidado podía atraparte una tormenta, podías morir de frío en el hielo, caer por una grieta helada o podía comerte alguno de los especímenes de la fauna del lugar...Y luego estaban las grandes encantadoras de la Logia, que podían dar más miedo que todo lo anterior junto, pero ellas no eran autóctonas.
-Al menos sabemos que vamos por el buen camino. A partir de aquí manteneros alerta.- Advirtió la peliblanca reanudando de nuevo la marcha.
El paisaje no cambió en nada a pesar de haber entrado ya en el territorio del clan "Filo invernal". Costaba creer que en un lugar como aquel pudiera establecerse nadie, pero la verdad es que aquellos dragones no eran los únicos habitantes de la estepa. A su lado Sandorai, donde podías sencillamente salir de casa y estirar la mano para tomar algo de fruta de algún árbol cercano parecía un paraíso lleno de ventajas y comodidades. Níniel sintió un escalofrío al recordar su mucho más benévolo clima en comparación con el que estaba sufriendo allí en el norte.
-Hay algo más adelante.- Volvería a advertir la sacerdotisa gracias a su vista de elfa. Deteniéndose tras unos cientos de metros de avance más. -¿Puedes verlo, Al'theas?- Indicó señalando en la dirección adecuada. -Parece un...antílope.- Se atrevió a aventurar, aunque aún le costaba discernir con total claridad aquella forma tendida sobre la tierra rojiza. Una cosa estaba clara, se movía. Y cuando el grupo estuvo más cerca se levantó y comenzó a emitir sonidos de miedo, intentando alejarse de ellos. Aunque le resultaba imposible porque parecía estar atado mediante una cuerda clavada en algún tipo de gancho metálico en el suelo. ¿Qué significaba aquello? ¿Acaso había alguna aldea cerca? ¿Pertenecía aquel animal a los "Filo invernal"? ¿Por qué habían dejado a aquel pobre animal allí atado a la intemperie?
Cuando el trío se acercó un poco más supieron rápidamente la respuesta. De repente dos puntos cercanos del suelo se abrieron, revelando unos agujeros de gran tamaño excavados en la tierra y que habían permanecido hasta ese momento ocultos bajo una cubierta de madera y tierra. De ellas salieron hasta ocho sujetos altos y fuertes, ataviados con armaduras toscas y armados con lanzas a todas luces improvisadas, con la que no dudaron en amenazar al grupo. No paraban de gritar ferozmente, y sus lanzas cada vez se acercaban más.
Níniel Thenidiel
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Re: [Guerra de Lunargenta]Cazadores de cabezas (2/3)(Cerrado)
-Entiendo...- Respondió Al'theas ante la explicación de la dragona. -Gracias de todos modos Lernaean, supongo que no se puede pedir mucho mas teniendo en cuenta lo ermitaño que parece ser ese clan por lo que contáis- termino por decir antes de que Niníel le respondiera sobre las diferencias entre las leyendas comunes de los humanos y las elficas.
Mientras seguía consultando el mapa, Al'theas escuchaba lo que decía Níniel sobre lo que si se sabia, notando su mirada, con lo que el elfo respondió -Eso es cierto, sin duda el clan debe de ser gente muy orgullosa, por lo que habrá que ir con cuidado para no darles motivos para ofenderse y con suerte su... costumbre de empalar cabezas solo quede reducido a tradiciones de caza- Dijo finalmente antes de cerrar y guardar el mapa en su talega y emprender el viaje junto a sus compañeras.
Su camino de acuerdo con el mapa, les guiaba hacia el sudeste, el clima era frió, mas de lo que su raza estaba acostumbrado, Al'theas observo a la dragona, notando su caminar desenfadado, le asombraba ver que solo con esa armadura parecía inmune al frió, y luego se pregunto por el estado de su compañera elfica, que al igual que él también notaria el frió. Le preocupaba la idea de que si algo pudiera salir mal, el frió pudiera convertirse en su mayor enemigo si el clima le diera por empeorar.
Justo en ese momento, la voz de Níniel saco al elfo de sus pensamientos, avisando de la división de unas extrañas rocas marcadas. Sin perder tiempo, Al'theas saco el mapa de nuevo, y busco cualquier referencia y efectivamente, tal y como Lernaean confirmaba, se trataba de los limites que daban paso al territorio de los Filo Invernal.
-Parece que ya estamos cerca...- Decía mientras volvía a guardar el mapa, sintiendo que el instinto le decía que debía permanecer en guardia a partir de aquí, movió sus hombros para sentir el peso de su escudo a la espalda para confirmar que aun seguía ahí, a su disposición si hiciera falta, y acaricio con los dedos la empuñadura de su espada como si con ella le dijera que no se había olvidado de ella tampoco.
La dragona por su parte había hecho otro descubrimiento, un cráneo de tigre laza como ella misma confirmaría, empalado en una lanza que aparentemente se había caído con el viento, Al'theas había leído sobre estos depredadores en algún libro entre otras criaturas tiempo atrás antes de aventurarse en estas tierras -Por los libros sabia que eran grandes... pero no tanto...- Comento el elfo mientras se tomaba la libertad de coger aquella lanza y volverla a clavar en el suelo donde pensaba que se había caído, dejando que la luz del día hiciera reflejo sobre la superficie blanca y limpia de aquel cráneo, para luego continuar el camino sin quitarle ojo a sus compañeras por cualquier peligro que pudiera suceder, tal y como Níniel sugirió.
Tras caminar un poco mas, no tardaron mucho en toparse con otra novedad avistada por la sacerdotisa. -Hummm... si... creo que los llaman... "Gracias Invernales"... por su curiosa forma de dar saltitos mientras trotan y por vivir en climas fríos... - Decía mientras agudizaba la vista para distinguir algunos detalles del animal, sus pequeñas astas que parecían de cristal y su pelaje blanco escarchado. -Parece... que esta atado...- Dijo a medida que se acercaban, ¿quien haría tal cosa... si no fuera para crear algún tipo de cebo? con ese pensamiento, el instinto del elfo le hizo ponerse por delante de sus compañeras a paso ligero, procurando crear una distancia preventiva según se iban acercando mas... hasta que de repente salieron de debajo del suelo unos sujetos que aparentemente parecían salvajes con armas y armaduras rudimentarias pero que parecían efectivas.
Aquellos hombres parecían molestos y apuntaron con sus lanzas al grupo no deseado. El primer impulso natural que sintió Al'theas era el de tomar las armas, pero se resistió, medito ante la situación y se relajo así mismo buscando consuelo al tener la certeza de que era él quien se interponía entre aquellas lanzas y sus compañeras, alejadas del peligro inmediato. Luego relaciono aquel animal atado con la presencia de aquellos sujetos, y cayo en la cuenta de que aquello era efectivamente un cebo preparado para algún tipo de depredador ¿un tigre lanza quizás? para algún tipo de ritual de caza, y el trió había interrumpido abruptamente dicho momento, la pregunta clave ahora era... ¿acaso estos cazadores engorilados eran miembros del clan Filo Invernal?...
-Níniel... creo que hemos interrumpido su ritual de caza...- Dijo el elfo volviendo la mirada a su compañera elfica por encima de su hombro -No estoy seguro... pero quizás se traten de la gente que buscamos... enséñales el sello del pergamino que te entrego el comandante... y veamos como reaccionan... yo te cubro...- Termino de decir mientras devolvía la mirada a aquellas lanzas que seguían hostigándoles.
Mientras seguía consultando el mapa, Al'theas escuchaba lo que decía Níniel sobre lo que si se sabia, notando su mirada, con lo que el elfo respondió -Eso es cierto, sin duda el clan debe de ser gente muy orgullosa, por lo que habrá que ir con cuidado para no darles motivos para ofenderse y con suerte su... costumbre de empalar cabezas solo quede reducido a tradiciones de caza- Dijo finalmente antes de cerrar y guardar el mapa en su talega y emprender el viaje junto a sus compañeras.
Su camino de acuerdo con el mapa, les guiaba hacia el sudeste, el clima era frió, mas de lo que su raza estaba acostumbrado, Al'theas observo a la dragona, notando su caminar desenfadado, le asombraba ver que solo con esa armadura parecía inmune al frió, y luego se pregunto por el estado de su compañera elfica, que al igual que él también notaria el frió. Le preocupaba la idea de que si algo pudiera salir mal, el frió pudiera convertirse en su mayor enemigo si el clima le diera por empeorar.
Justo en ese momento, la voz de Níniel saco al elfo de sus pensamientos, avisando de la división de unas extrañas rocas marcadas. Sin perder tiempo, Al'theas saco el mapa de nuevo, y busco cualquier referencia y efectivamente, tal y como Lernaean confirmaba, se trataba de los limites que daban paso al territorio de los Filo Invernal.
-Parece que ya estamos cerca...- Decía mientras volvía a guardar el mapa, sintiendo que el instinto le decía que debía permanecer en guardia a partir de aquí, movió sus hombros para sentir el peso de su escudo a la espalda para confirmar que aun seguía ahí, a su disposición si hiciera falta, y acaricio con los dedos la empuñadura de su espada como si con ella le dijera que no se había olvidado de ella tampoco.
La dragona por su parte había hecho otro descubrimiento, un cráneo de tigre laza como ella misma confirmaría, empalado en una lanza que aparentemente se había caído con el viento, Al'theas había leído sobre estos depredadores en algún libro entre otras criaturas tiempo atrás antes de aventurarse en estas tierras -Por los libros sabia que eran grandes... pero no tanto...- Comento el elfo mientras se tomaba la libertad de coger aquella lanza y volverla a clavar en el suelo donde pensaba que se había caído, dejando que la luz del día hiciera reflejo sobre la superficie blanca y limpia de aquel cráneo, para luego continuar el camino sin quitarle ojo a sus compañeras por cualquier peligro que pudiera suceder, tal y como Níniel sugirió.
Tras caminar un poco mas, no tardaron mucho en toparse con otra novedad avistada por la sacerdotisa. -Hummm... si... creo que los llaman... "Gracias Invernales"... por su curiosa forma de dar saltitos mientras trotan y por vivir en climas fríos... - Decía mientras agudizaba la vista para distinguir algunos detalles del animal, sus pequeñas astas que parecían de cristal y su pelaje blanco escarchado. -Parece... que esta atado...- Dijo a medida que se acercaban, ¿quien haría tal cosa... si no fuera para crear algún tipo de cebo? con ese pensamiento, el instinto del elfo le hizo ponerse por delante de sus compañeras a paso ligero, procurando crear una distancia preventiva según se iban acercando mas... hasta que de repente salieron de debajo del suelo unos sujetos que aparentemente parecían salvajes con armas y armaduras rudimentarias pero que parecían efectivas.
Aquellos hombres parecían molestos y apuntaron con sus lanzas al grupo no deseado. El primer impulso natural que sintió Al'theas era el de tomar las armas, pero se resistió, medito ante la situación y se relajo así mismo buscando consuelo al tener la certeza de que era él quien se interponía entre aquellas lanzas y sus compañeras, alejadas del peligro inmediato. Luego relaciono aquel animal atado con la presencia de aquellos sujetos, y cayo en la cuenta de que aquello era efectivamente un cebo preparado para algún tipo de depredador ¿un tigre lanza quizás? para algún tipo de ritual de caza, y el trió había interrumpido abruptamente dicho momento, la pregunta clave ahora era... ¿acaso estos cazadores engorilados eran miembros del clan Filo Invernal?...
-Níniel... creo que hemos interrumpido su ritual de caza...- Dijo el elfo volviendo la mirada a su compañera elfica por encima de su hombro -No estoy seguro... pero quizás se traten de la gente que buscamos... enséñales el sello del pergamino que te entrego el comandante... y veamos como reaccionan... yo te cubro...- Termino de decir mientras devolvía la mirada a aquellas lanzas que seguían hostigándoles.
Última edición por Al'theas Tinarandel el Sáb Mayo 26 2018, 02:00, editado 1 vez
Al'theas Tinarandel
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Re: [Guerra de Lunargenta]Cazadores de cabezas (2/3)(Cerrado)
A pesar de las precauciones de Al'theas, aquel grupo de norteños les superaban por demasiado en número como para verse obligados a centrarse en solo uno de ellos. Pronto acabarían todos rodeados y amenazados por aquellas largas armas, cuyo deplorable estado no las hacía menos peligrosas, sino de hecho quizá más; pues si no te mataba la herida sin duda lo haría la infección posterior. ¿Podrían vencer ellos tres solos a todos aquellos enemigos de ser necesario? ¿Deberían optar por abrirse camino y tratar de huír? En cualquier caso las órdenes del comandante de no recurrir a la violencia de no ser estríctamente necesario parecía que no pasarían de allí, pues por el tono amenazante de aquella gente pocas opciones más tenían.
-No somos enemigos, venimos en son de paz.- Trató de explicarles la joven elfa en un intento desesperado de salvar la misión. Pero para los guerreros que les rodeaban aquellas palabras parecieron no tener siquiera sentido alguno, era como si no entendieran su lengua. Algo que por otro lado no podía ser posible, de ser así Lanius les habría avisado. Una cosa era una misión diplomática difícil y de gran riesgo, otra muy distinta una misión imposible.
-Sí, el pergamino.- Asintió la joven ante las palabras del caballero esmeralda, sintiendo como la dragona se pegaba a su espalda. Sin duda era la que más cerca estaba de desenvainar su arma, si no lo había hecho ya era porque debía de haber sabido leer las intenciones de sus compañeros al no haberlo hecho primero. Entonces la peliblanca alzó sus manos para mostrar que no quería intentar nada raro y, muy despacio, llevó una de ellas hasta los bolsillos de su capa. Por supuesto no tardó uno de ellos en acercar aún más la punta de su lanza hasta su pecho, dejándola a escasos centímetros de su cuerpo, pero al ver como la elfa sacaba solo aquel rollo sellado, miró a uno de sus compañeros y la retiró un poco. Aquello era buena señal; seguían vivos y al menos parecían dispuestos a no matarles de inmediato.
-Representamos a Dundarak y a su rey.- Habló la joven mostrándoles mejor el pergamino, de tal modo que el mayor número de lanceros rivales pudiera verlo. Y para su alivio no sólo parecieron reconocerlo, sino sembrar en ellos la duda y el debate. Tanto así que tras unas miradas entre ellos y unos farfulleos comenzaron a apartar sus armas, hasta que finalmente las colocaron con sus puntas señalando al cielo.
-¿Quiénes sois y qué hacéis aquí? Estáis lejos de Dundarak...Esta tierra pertenece a los "Filo invernal".- Habló el más grande y fornido de entre aquellos guerreros, imponentes a pesar de su evidente carencia de equipo. Incluso el más "pequeño" de entre ellos era tan alto como el comandante Lanius. Aquel en concreto había dejado crecer su barba un palmo y en su cabeza rapada llevaba dibujada algún tipo de runa tribal de color azul hielo. -No nos gustan las visitas, si buscáis el camino a la ciudad, debéis volver sobre vuestros pasos.-Por su tono, a pesar de haber bajado las armas, no estaba nada feliz con el hecho de hablar con unos extranjeros.
-Sabemos el camino hasta Dundarak, y también el camino hasta Lunargenta, nuestra presencia aquí es voluntaria. Yo soy Níniel, del clan Thenidiel de Sandorai. Me acompañan Al'theasTinarandel y Lernaean, caballero dragón.-Se presentó la sacerdotisa, y el hecho de revelar que dos de los miembros de su grupo eran elfos llevó la sorpresa al grupo de norteños. -Esta es una petición del rey Rigobert de Dundarak dirigida a vuestro líder. Desea que vuestro pueblo se una a su cruzada en pos de liberar Lunargenta de las oscuras fuerzas que la dominan. - Indicó la elfa volviéndo a mostrar ampliamente el pergamino sellado.
-Elfos...¿Lunargenta?¿Y quién es ese tal Rigobert? Espera, ese era el nombre de aquel bebé llorica del rey...Eso significa que el rey ha muerto...-Aquello pareció apenar a los guerreros, a pesar de ser un clan tan peculiar debieron de respetarlo, al menos en cierto modo. -¿Cómo pasó?-
-Fue envenenado intentando hacer que su muerte pareciera a causa de la plaga. También intentaron matar a sus hijos, pero logramos detener al culpable a tiempo. Yo misma lo detuve con mis propias manos.- Respondió la peliblanca, y ante sus palabras el mayor de aquellos guerreros asintió. Parecía creer en las palabras de la elfa, pero también parecía mirarla evaluativamente, pensando en cómo lo habría hecho, ya que no parecía una guerrera.
-Eres una maga...Mis padres me contaban historias de la gran guerra, dicen que luchasteis bien a pesar de ser tan...esmirriados. Creeré en tus palabras y permitiré que entregues el mensaje a nuestro jefe. Aunque ya te aviso que poca ayuda podéis esperar de nosotros, incluso aunque quisiéramos hacerlo, lo cual está por ver. Dirigiros al este, y si alguno de mis hermanos os corta el paso decirle que os envía "Cuerno torcido", os dejará pasar. Si es que llegáis hasta allí claro.- Dijo fornido dragón, y aunque su tono parecía haberse suavizado un poco, seguía siendo duro. Sus últimas palabras sonaron incluso como una amenaza.
-¿Cómo que si llegamos? Acabas de darnos paso libre...- Espetó la dragona, y aunque quizá su tono no era el adecuado dada la situación, lo cierto es que preguntó algo que la propia Níniel no acababa de entender.
-Si a cualquiera de mis hermanos les decís que yo os envío os dejarán pasar, pero los tigres laza no son tan agradables como yo.- Indicó el hombretón, sonriendo ampliamente. Sin duda era muy consciente de que él no era precisamente el paradigma de la amabilidad o la caballerosidad y aquello era una especie de...broma. -Desde hace unas semanas un grupo de ellos ha estado atacando a nuestro ganado y a nuestra gente. Cada vez son más agresivos y atrevidos. Esta trampa era para ellos, aunque parece que también sirve para elfos.-Se burló.
-Normalmente teníamos que vérnoslas con uno o dos, pero estos son más, y dicen que los dirige el mas grande que nadie haya visto.- Añadió otro de los guerreros, bastante más joven que "Cuerno torcido". Su intervención le valió una mirada fulminante por parte de varios de sus compañeros. Parecía que consideraban que ya era bastante con que uno de ellos les hablara. O quizá fue el hecho de que su tono fue mucho más cordial.
-Como si son una veintena, les romperé el cuello una a uno y me haré un abrigo nuevo con sus pieles.- Bramó el grandullón muy seguro de sí mismo. Y parecía que lo decía muy en serio, pues cuando desde la lejanía se escuchó un terrible rugido producido por una gran bestia, no se acobardó. Ni siquiera cuando este fue secundado por varios sonidos bestiales más. -Ya están aquí...y saben que nosotros también. De nada servirá ahora esconderse. ¡Preparad las armas muchachos y haced las paces con los dioses!- Gritó ignorando por momentos al trío de emisarios. -Tenéis suerte, desde hace más de un siglo ningún extranjero tenía el honor de cazar al lado de los Filo invernal. Luchad bien y morid con honor.- Les espetó girándose y sonriendo con ferocidad. Níniel no pudo más que volverse hacia sus compañeros. No tenían opción.
-No somos enemigos, venimos en son de paz.- Trató de explicarles la joven elfa en un intento desesperado de salvar la misión. Pero para los guerreros que les rodeaban aquellas palabras parecieron no tener siquiera sentido alguno, era como si no entendieran su lengua. Algo que por otro lado no podía ser posible, de ser así Lanius les habría avisado. Una cosa era una misión diplomática difícil y de gran riesgo, otra muy distinta una misión imposible.
-Sí, el pergamino.- Asintió la joven ante las palabras del caballero esmeralda, sintiendo como la dragona se pegaba a su espalda. Sin duda era la que más cerca estaba de desenvainar su arma, si no lo había hecho ya era porque debía de haber sabido leer las intenciones de sus compañeros al no haberlo hecho primero. Entonces la peliblanca alzó sus manos para mostrar que no quería intentar nada raro y, muy despacio, llevó una de ellas hasta los bolsillos de su capa. Por supuesto no tardó uno de ellos en acercar aún más la punta de su lanza hasta su pecho, dejándola a escasos centímetros de su cuerpo, pero al ver como la elfa sacaba solo aquel rollo sellado, miró a uno de sus compañeros y la retiró un poco. Aquello era buena señal; seguían vivos y al menos parecían dispuestos a no matarles de inmediato.
-Representamos a Dundarak y a su rey.- Habló la joven mostrándoles mejor el pergamino, de tal modo que el mayor número de lanceros rivales pudiera verlo. Y para su alivio no sólo parecieron reconocerlo, sino sembrar en ellos la duda y el debate. Tanto así que tras unas miradas entre ellos y unos farfulleos comenzaron a apartar sus armas, hasta que finalmente las colocaron con sus puntas señalando al cielo.
-¿Quiénes sois y qué hacéis aquí? Estáis lejos de Dundarak...Esta tierra pertenece a los "Filo invernal".- Habló el más grande y fornido de entre aquellos guerreros, imponentes a pesar de su evidente carencia de equipo. Incluso el más "pequeño" de entre ellos era tan alto como el comandante Lanius. Aquel en concreto había dejado crecer su barba un palmo y en su cabeza rapada llevaba dibujada algún tipo de runa tribal de color azul hielo. -No nos gustan las visitas, si buscáis el camino a la ciudad, debéis volver sobre vuestros pasos.-Por su tono, a pesar de haber bajado las armas, no estaba nada feliz con el hecho de hablar con unos extranjeros.
-Sabemos el camino hasta Dundarak, y también el camino hasta Lunargenta, nuestra presencia aquí es voluntaria. Yo soy Níniel, del clan Thenidiel de Sandorai. Me acompañan Al'theasTinarandel y Lernaean, caballero dragón.-Se presentó la sacerdotisa, y el hecho de revelar que dos de los miembros de su grupo eran elfos llevó la sorpresa al grupo de norteños. -Esta es una petición del rey Rigobert de Dundarak dirigida a vuestro líder. Desea que vuestro pueblo se una a su cruzada en pos de liberar Lunargenta de las oscuras fuerzas que la dominan. - Indicó la elfa volviéndo a mostrar ampliamente el pergamino sellado.
-Elfos...¿Lunargenta?¿Y quién es ese tal Rigobert? Espera, ese era el nombre de aquel bebé llorica del rey...Eso significa que el rey ha muerto...-Aquello pareció apenar a los guerreros, a pesar de ser un clan tan peculiar debieron de respetarlo, al menos en cierto modo. -¿Cómo pasó?-
-Fue envenenado intentando hacer que su muerte pareciera a causa de la plaga. También intentaron matar a sus hijos, pero logramos detener al culpable a tiempo. Yo misma lo detuve con mis propias manos.- Respondió la peliblanca, y ante sus palabras el mayor de aquellos guerreros asintió. Parecía creer en las palabras de la elfa, pero también parecía mirarla evaluativamente, pensando en cómo lo habría hecho, ya que no parecía una guerrera.
-Eres una maga...Mis padres me contaban historias de la gran guerra, dicen que luchasteis bien a pesar de ser tan...esmirriados. Creeré en tus palabras y permitiré que entregues el mensaje a nuestro jefe. Aunque ya te aviso que poca ayuda podéis esperar de nosotros, incluso aunque quisiéramos hacerlo, lo cual está por ver. Dirigiros al este, y si alguno de mis hermanos os corta el paso decirle que os envía "Cuerno torcido", os dejará pasar. Si es que llegáis hasta allí claro.- Dijo fornido dragón, y aunque su tono parecía haberse suavizado un poco, seguía siendo duro. Sus últimas palabras sonaron incluso como una amenaza.
-¿Cómo que si llegamos? Acabas de darnos paso libre...- Espetó la dragona, y aunque quizá su tono no era el adecuado dada la situación, lo cierto es que preguntó algo que la propia Níniel no acababa de entender.
-Si a cualquiera de mis hermanos les decís que yo os envío os dejarán pasar, pero los tigres laza no son tan agradables como yo.- Indicó el hombretón, sonriendo ampliamente. Sin duda era muy consciente de que él no era precisamente el paradigma de la amabilidad o la caballerosidad y aquello era una especie de...broma. -Desde hace unas semanas un grupo de ellos ha estado atacando a nuestro ganado y a nuestra gente. Cada vez son más agresivos y atrevidos. Esta trampa era para ellos, aunque parece que también sirve para elfos.-Se burló.
-Normalmente teníamos que vérnoslas con uno o dos, pero estos son más, y dicen que los dirige el mas grande que nadie haya visto.- Añadió otro de los guerreros, bastante más joven que "Cuerno torcido". Su intervención le valió una mirada fulminante por parte de varios de sus compañeros. Parecía que consideraban que ya era bastante con que uno de ellos les hablara. O quizá fue el hecho de que su tono fue mucho más cordial.
-Como si son una veintena, les romperé el cuello una a uno y me haré un abrigo nuevo con sus pieles.- Bramó el grandullón muy seguro de sí mismo. Y parecía que lo decía muy en serio, pues cuando desde la lejanía se escuchó un terrible rugido producido por una gran bestia, no se acobardó. Ni siquiera cuando este fue secundado por varios sonidos bestiales más. -Ya están aquí...y saben que nosotros también. De nada servirá ahora esconderse. ¡Preparad las armas muchachos y haced las paces con los dioses!- Gritó ignorando por momentos al trío de emisarios. -Tenéis suerte, desde hace más de un siglo ningún extranjero tenía el honor de cazar al lado de los Filo invernal. Luchad bien y morid con honor.- Les espetó girándose y sonriendo con ferocidad. Níniel no pudo más que volverse hacia sus compañeros. No tenían opción.
- Tigres Laza en su variante de climas desérticos. Similares a los que nos enfrentaremos salvo por el color.:
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Re: [Guerra de Lunargenta]Cazadores de cabezas (2/3)(Cerrado)
El caballero esmeralda observo expectante a la sacerdotisa, su corazón se aceleraba a medida que una de esas lanzas se acercaba demasiado, listo para desenvainar y cortar en dos aquella lanza si se acercaba demasiado, por fortuna no seria necesario, en cuanto N'iniel mostró el sello del pergamino, los cazadores se mostraron contrariados y eventualmente comenzaron a a relajarse del mismo modo que Lernaean también lo hacia, a la cual notaba inquieta tras su espalda.
Al'theas aun no bajaba la guardia, pero exhalo un largo suspiro de alivio cuando vio las lanzas alzarse de forma no ofensiva -Parece que por fin les hemos encontrado...- susurro el elfo a la dragona detrás suya, procurando no interrumpir la conversación que la elfa peliblanca estaba teniendo con los que finalmente resultaron ser cazadores del clan Filo Invernal.
Durante la conversación, a Al'theas le llamo especialmente la atención la historia de la muerte del rey Godofrey de Dundarak, el intento de asesinato de los príncipes y la implicación de la sacerdotisa por descubrir al asesino, pareciera que la joven sacerdotisa había estado muy ocupada haciendo gala de sus facultades, una vez mas, en las altas esferas.
-¿Esmirriados?...- Susurro para si Al'theas al escuchar la conversación en la que se hablaba de la implicación de los magos durante la gran guerra mientras se comparaba su propio brazo con los de aquel enorme cazador, aunque se estaban refiriendo a la constitución física de los hechiceros elficos, el elfo no pudo evitar sentirse aludido, sin dudas Al'theas estaba fuerte, pero desde luego no tenia la inmensa masa muscular de algunos de los presentes, pero de tenerla... de seguro no gozaría de la agilidad que tiene incluso para llevar su propia armadura esmeralda.
El líder de aquel grupo de cazadores, llamado Cuerno torcido, les había dado el visto bueno y paso libre, comento que por su parte no tendría problemas con aquel singular grupo, no obstante seria responsabilidad del trió llegar a su destino con vida, pues la fauna no iba a ser tan benevolente.
El elfo frunció el ceño cuando escucho las palabras de uno de los cazadores mas jóvenes sobre la presencia de un Tigre laza enorme con la capacidad de dirigir a otros Tigres para cazar en grupo. Al'theas había leído en sus libros que esta especie eran cazadores solitarios muy territoriales, cosa que por lo visto no era del todo cierto, y eso le preocupaba.
Justo entonces, un feroz rugido interrumpió aquella reunión, alarmando a los cazadores y al grupo por igual. Al'theas no dudo a la hora de sacar su escudo y desenvainar su hoja, colocándose en posición defensiva frente a la sacerdotisa, observando las elevaciones cercanas por donde podrían ser atacados, hasta que una de esas criaturas asomo mostrando sus fauces amenazantes.
-Lernaean, cubrir el flanco derecho, yo me ocupo del izquierdo- El elfo comenzaba a dar ordenes tácticas a medida que una de esas criaturas comenzó a acercarse, mirando fijamente a Lernaean enseñándole los dientes hasta que esta decidió que se había acercado demasiado y decidió arremeter con su mandoble.
-¡Esperad!- Grito Al'theas, pero la impulsiva dragona había decidido atacar y fallar, el tigre dio un salto hacia atrás, tentándola a intentarlo de nuevo, y justo cuando ella se disponía a aceptar el reto, otro tigre salto sobre ella, derribandola de un zarpazo y haciéndola rodar por la nieve.
Al'theas estaba dispuesto a ir a ayudarla hasta que de repente otro de esos tigres salio de la nada y se abalanzo sobre el elfo, afortunadamente le dio tiempo a levantar el escudo y detener el embiste del animal, sintiendo su fuerza al grado de que sus pies fueron arrastrados por la nieve medio metro, pudo observar en ese instante que la cola del animal terminaba en una especie de punta afilada, la cual precipito sobre el elfo como si de un escorpión se tratara, Al'theas pudo rechazarla por muy poco con un golpe de su espada, momento que aprovecho para clavar su hoja sobre el tigre y este dio un salto hacia atrás al sentir la estocada, sin embargo a pesar de que la sangre teñía su pelaje, la bestia seguía en condiciones de seguir peleando, que a diferencia de otros animales con menor constitución habrían caído abatidas, rugiendo con furia al elfo.
Ahora el caballero esmeralda no podía abandonar su posición o expondría a la sacerdotisa y Lernaean estaba a punto de ser devorada. Tras sus espaldas, podían oírse los gritos de batalla de los cazadores, pareciera que aquellas criaturas eran muy inteligentes y sabían aprovechar el elemento sorpresa, ahora mismo era difícil saber cuantos de esos tigres se habían expuesto y cuantos de ellos seguían ocultos entre las rocas esperando su oportunidad, sin duda eran muy astutos, esperaban la oportunidad apropiada... y se lanzaban con increíble precisión sobre su presa... como autenticas lanzas.
Al'theas aun no bajaba la guardia, pero exhalo un largo suspiro de alivio cuando vio las lanzas alzarse de forma no ofensiva -Parece que por fin les hemos encontrado...- susurro el elfo a la dragona detrás suya, procurando no interrumpir la conversación que la elfa peliblanca estaba teniendo con los que finalmente resultaron ser cazadores del clan Filo Invernal.
Durante la conversación, a Al'theas le llamo especialmente la atención la historia de la muerte del rey Godofrey de Dundarak, el intento de asesinato de los príncipes y la implicación de la sacerdotisa por descubrir al asesino, pareciera que la joven sacerdotisa había estado muy ocupada haciendo gala de sus facultades, una vez mas, en las altas esferas.
-¿Esmirriados?...- Susurro para si Al'theas al escuchar la conversación en la que se hablaba de la implicación de los magos durante la gran guerra mientras se comparaba su propio brazo con los de aquel enorme cazador, aunque se estaban refiriendo a la constitución física de los hechiceros elficos, el elfo no pudo evitar sentirse aludido, sin dudas Al'theas estaba fuerte, pero desde luego no tenia la inmensa masa muscular de algunos de los presentes, pero de tenerla... de seguro no gozaría de la agilidad que tiene incluso para llevar su propia armadura esmeralda.
El líder de aquel grupo de cazadores, llamado Cuerno torcido, les había dado el visto bueno y paso libre, comento que por su parte no tendría problemas con aquel singular grupo, no obstante seria responsabilidad del trió llegar a su destino con vida, pues la fauna no iba a ser tan benevolente.
El elfo frunció el ceño cuando escucho las palabras de uno de los cazadores mas jóvenes sobre la presencia de un Tigre laza enorme con la capacidad de dirigir a otros Tigres para cazar en grupo. Al'theas había leído en sus libros que esta especie eran cazadores solitarios muy territoriales, cosa que por lo visto no era del todo cierto, y eso le preocupaba.
Justo entonces, un feroz rugido interrumpió aquella reunión, alarmando a los cazadores y al grupo por igual. Al'theas no dudo a la hora de sacar su escudo y desenvainar su hoja, colocándose en posición defensiva frente a la sacerdotisa, observando las elevaciones cercanas por donde podrían ser atacados, hasta que una de esas criaturas asomo mostrando sus fauces amenazantes.
-Lernaean, cubrir el flanco derecho, yo me ocupo del izquierdo- El elfo comenzaba a dar ordenes tácticas a medida que una de esas criaturas comenzó a acercarse, mirando fijamente a Lernaean enseñándole los dientes hasta que esta decidió que se había acercado demasiado y decidió arremeter con su mandoble.
-¡Esperad!- Grito Al'theas, pero la impulsiva dragona había decidido atacar y fallar, el tigre dio un salto hacia atrás, tentándola a intentarlo de nuevo, y justo cuando ella se disponía a aceptar el reto, otro tigre salto sobre ella, derribandola de un zarpazo y haciéndola rodar por la nieve.
Al'theas estaba dispuesto a ir a ayudarla hasta que de repente otro de esos tigres salio de la nada y se abalanzo sobre el elfo, afortunadamente le dio tiempo a levantar el escudo y detener el embiste del animal, sintiendo su fuerza al grado de que sus pies fueron arrastrados por la nieve medio metro, pudo observar en ese instante que la cola del animal terminaba en una especie de punta afilada, la cual precipito sobre el elfo como si de un escorpión se tratara, Al'theas pudo rechazarla por muy poco con un golpe de su espada, momento que aprovecho para clavar su hoja sobre el tigre y este dio un salto hacia atrás al sentir la estocada, sin embargo a pesar de que la sangre teñía su pelaje, la bestia seguía en condiciones de seguir peleando, que a diferencia de otros animales con menor constitución habrían caído abatidas, rugiendo con furia al elfo.
Ahora el caballero esmeralda no podía abandonar su posición o expondría a la sacerdotisa y Lernaean estaba a punto de ser devorada. Tras sus espaldas, podían oírse los gritos de batalla de los cazadores, pareciera que aquellas criaturas eran muy inteligentes y sabían aprovechar el elemento sorpresa, ahora mismo era difícil saber cuantos de esos tigres se habían expuesto y cuantos de ellos seguían ocultos entre las rocas esperando su oportunidad, sin duda eran muy astutos, esperaban la oportunidad apropiada... y se lanzaban con increíble precisión sobre su presa... como autenticas lanzas.
Última edición por Al'theas Tinarandel el Sáb Mayo 26 2018, 02:09, editado 1 vez
Al'theas Tinarandel
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Re: [Guerra de Lunargenta]Cazadores de cabezas (2/3)(Cerrado)
Aquellos tigres no se comportaban como meros depredadores normales, eso estaba claro. Había algo más. No era solo que a pesar de ser animales solitarios y territoriales hubiesen empezado a funcionar de manera grupal y en manada, algo que podría explicarse de más de una manera y con varios ejemplos bien documentados de casos similares. Era casi como si funcionasen como una unidad militar, dividiéndose las tareas, cooperando, turnándose y cumpliendo funciones específicas a la perfección. Además, ¿qué clase de animales salvajes atacaban a grupos tan grandes de personas? Ni siquiera les habían acechado y atacado por sorpresa, como era habitual en los felinos, habían anunciado su presencia y ataque en algo que Níniel solo podía definir como un intento de causar nerviosismo e inquietud. Sus capacidades de grupo era muy superiores a las de otros animales gregarios, algo especialmente perturbador teniendo en cuenta el poco tiempo transcurrido desde que, según aquellos cazadores, se movían en solitario o como mucho en parejas.
-Los extranjeros no sabéis luchar.- Bramó Cuerno torcido lanzándose al frente y clavando con fuerza su lanza en el costado del tigre laza que amenazaba la vida de Leneaean, llegando incluso a quebrarla al no soportar esta el empuje contra el fuerte pelaje y la densa musculatura de la feroz criatura, la cual comenzó a revolverse en el suelo gravemente herida pero aún dispuesta a vender cara su piel, lanzando zarpazos a diestro y siniestro. -Levántate y lucha. ¿De qué sirve una espada así si solo la meneas de un lado a otro?- Aleccionó a la dragona con el mismo tono que un adulto usaría con un simple crío. Un ataque directo al ya tocado orgullo de la caballero dragón por haber acabado en el suelo con tanta facilidad a pesar de su entrenamiento.
-Preocúpate por tu propio cuello.- Respondió comprobando que gracias a su armadura seguía con vida, quizá pensando que de agradecerle su intervención aún caería más bajo, aunque poco pareció importarle su desplante al coloso guerrero, que se limitó a desenvainar una espada que a todas luces había vivido tiempos mejores.
Fue entonces cuando quedó patente definitivamente que no luchaban contra meras bestias. Para hacer frente a Lenaean y a Cuerno torcido, un nuevo laza se colocó frente a ellos, esgrimiendo su cola como un arma e instándoles a guardar las distancias con respecto a su compañero herido. En ese momento un segundo tigre llegó hasta allí y, en vez de unirse al ataque, comenzó a arrastrar a su amigo moribundo lejos de la lucha. Ni siquiera el colosal guerrero de los Filo invernal pudo contener su expresión de sorpresa al presenciar semejante comportamiento. Y aquello era solo una muestra más de lo bien organizados que estaban. Donde quiera que miraran podrían ver todo un repertorio de ataques coordinados, señuelos, fintas, falsas retiradas y un surtido de tretas más digna de seres inteligentes que de animales. El grupo de elfos y dragones estaba contra las cuerdas y ya había perdido a dos luchadores.
-Si seguimos luchando contra ellos pensando que son meras bestias perderemos.- Instó la peliblanca, que gracias a los esfuerzos de los demás había podido mantenerse en segunda línea y sin duda debía de ser la que mejor idea del conjunto de la situación podía hacerse. -Tenemos que pensar en ellas como en enemigos inteligentes.- Añadió llevando su mano libre a su bolsa y bebiendo el contenido del frasco que sacó de ella. Entonces, con sus habilidades aumentadas gracias a la pócima, se sintió lista para comenzar a revertir la situación a su favor, aunque para ello iba a necesitar la ayuda de todos.
Pronto Lernaean y Al'theas comenzarían a sentir su magia recorriendo todo su cuerpo, facilitando sus movimientos y acelerando sus reflejos. Cuerno torcido y aquel joven dragón que antes tomara la palabra verían sus cuerpos protegidos por sendas armaduras de luz que les permitirían compensar lo pobre de su equipo. En cuanto al resto de guerreros, enseguida comenzarían a notar cómo sus armas de asta comenzaban a brillar, y como gracias a ello atravesaban con mucha mayor facilidad las defensas naturales de los tigres que tenían la mala suerte de sufrir sus lanzadas. Con todo aquello la balanza comenzaría ponerse de su lado, pero dependía de ellos hacer buen uso de sus bendiciones y obtener la victoria. Más les valía no subestimar a aquellos feroces enemigos o ni siquiera con toda la ayuda de los dioses saldrían vivos de allí.
-Así que esta es la magia de los elfos...Supongo que no está mal.- Fue el intento de halago de Cuerno torcido, y seguramente lo más amable que podía salir de su boca. Parecía bastante satisfecho no obstante con su nueva coraza completa de luz pura. Especialmente cuando, por culpa distraerse al contemplarla demasiado, esta evitó que perdiera un ojo cuando un tigre laza se le echó encima. Esta vez fue el turno de Lernaean de intervenir y, clavando su espada en el suelo, creó una estaca de hielo que se proyectó desde la tierre contra el animal, empalándolo.
-No apartes tus ojos del enemigo.- Se regodeó claramente satisfecha por poder pagarle con la misma moneda, pronunciando altivamente la primera norma de cualquier tipo de combate y algo que hasta un niño sabría.
-Los extranjeros no sabéis luchar.- Bramó Cuerno torcido lanzándose al frente y clavando con fuerza su lanza en el costado del tigre laza que amenazaba la vida de Leneaean, llegando incluso a quebrarla al no soportar esta el empuje contra el fuerte pelaje y la densa musculatura de la feroz criatura, la cual comenzó a revolverse en el suelo gravemente herida pero aún dispuesta a vender cara su piel, lanzando zarpazos a diestro y siniestro. -Levántate y lucha. ¿De qué sirve una espada así si solo la meneas de un lado a otro?- Aleccionó a la dragona con el mismo tono que un adulto usaría con un simple crío. Un ataque directo al ya tocado orgullo de la caballero dragón por haber acabado en el suelo con tanta facilidad a pesar de su entrenamiento.
-Preocúpate por tu propio cuello.- Respondió comprobando que gracias a su armadura seguía con vida, quizá pensando que de agradecerle su intervención aún caería más bajo, aunque poco pareció importarle su desplante al coloso guerrero, que se limitó a desenvainar una espada que a todas luces había vivido tiempos mejores.
Fue entonces cuando quedó patente definitivamente que no luchaban contra meras bestias. Para hacer frente a Lenaean y a Cuerno torcido, un nuevo laza se colocó frente a ellos, esgrimiendo su cola como un arma e instándoles a guardar las distancias con respecto a su compañero herido. En ese momento un segundo tigre llegó hasta allí y, en vez de unirse al ataque, comenzó a arrastrar a su amigo moribundo lejos de la lucha. Ni siquiera el colosal guerrero de los Filo invernal pudo contener su expresión de sorpresa al presenciar semejante comportamiento. Y aquello era solo una muestra más de lo bien organizados que estaban. Donde quiera que miraran podrían ver todo un repertorio de ataques coordinados, señuelos, fintas, falsas retiradas y un surtido de tretas más digna de seres inteligentes que de animales. El grupo de elfos y dragones estaba contra las cuerdas y ya había perdido a dos luchadores.
-Si seguimos luchando contra ellos pensando que son meras bestias perderemos.- Instó la peliblanca, que gracias a los esfuerzos de los demás había podido mantenerse en segunda línea y sin duda debía de ser la que mejor idea del conjunto de la situación podía hacerse. -Tenemos que pensar en ellas como en enemigos inteligentes.- Añadió llevando su mano libre a su bolsa y bebiendo el contenido del frasco que sacó de ella. Entonces, con sus habilidades aumentadas gracias a la pócima, se sintió lista para comenzar a revertir la situación a su favor, aunque para ello iba a necesitar la ayuda de todos.
Pronto Lernaean y Al'theas comenzarían a sentir su magia recorriendo todo su cuerpo, facilitando sus movimientos y acelerando sus reflejos. Cuerno torcido y aquel joven dragón que antes tomara la palabra verían sus cuerpos protegidos por sendas armaduras de luz que les permitirían compensar lo pobre de su equipo. En cuanto al resto de guerreros, enseguida comenzarían a notar cómo sus armas de asta comenzaban a brillar, y como gracias a ello atravesaban con mucha mayor facilidad las defensas naturales de los tigres que tenían la mala suerte de sufrir sus lanzadas. Con todo aquello la balanza comenzaría ponerse de su lado, pero dependía de ellos hacer buen uso de sus bendiciones y obtener la victoria. Más les valía no subestimar a aquellos feroces enemigos o ni siquiera con toda la ayuda de los dioses saldrían vivos de allí.
-Así que esta es la magia de los elfos...Supongo que no está mal.- Fue el intento de halago de Cuerno torcido, y seguramente lo más amable que podía salir de su boca. Parecía bastante satisfecho no obstante con su nueva coraza completa de luz pura. Especialmente cuando, por culpa distraerse al contemplarla demasiado, esta evitó que perdiera un ojo cuando un tigre laza se le echó encima. Esta vez fue el turno de Lernaean de intervenir y, clavando su espada en el suelo, creó una estaca de hielo que se proyectó desde la tierre contra el animal, empalándolo.
-No apartes tus ojos del enemigo.- Se regodeó claramente satisfecha por poder pagarle con la misma moneda, pronunciando altivamente la primera norma de cualquier tipo de combate y algo que hasta un niño sabría.
Niniel usa este turno: Imbuir, abrazo de isil y Estrella fugaz tras tomarse una poción de Inteligencia milagrosa desde su inventario.
Níniel Thenidiel
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Re: [Guerra de Lunargenta]Cazadores de cabezas (2/3)(Cerrado)
Al'theas mantenía a raya a uno de esos tigres que se resistía a retirarse, de pronto el tigre salto hacia atrás cuando Cuerno torcido se interpuso entre los dos a toda velocidad, pasando de largo para interceptar a uno de los dos tigres que estaban sobre Lernaean, salvándole la vida.
El elfo volvió a mirar fijamente a su rival, y entonces pudo escuchar la voz de Níniel advirtiéndoles sobre la asombrosa capacidad cooperativa que tenían aquellas bestias a pesar de ser animales, y gran razón tenía dadas las circunstancias, entonces Al'theas al igual que los demás pudo sentir la magia de la sacerdotisa, sintiendo su fuerza incrementada.
El tigre parecía estar estudiando la nueva situación de su presa, pero como si sufriera de impaciencia, se abalanzo sobre el elfo, el cual comenzó a correr contra el tigre, cogiéndolo por sorpresa cuando aquel escudo impacto contra este y lo rempujo contra la roca solida de una de las paredes cercanas, aturdiendo al animal, momento en el que Al'theas daba uso de su espada justo cuando la bestia pretendía lanzarse para morderle y se encontró con su hoja atravesándole el cráneo por su boca, desplomándose abatido finalmente.
-Haz querido morder mas de lo que podías tragar...- Dijo el elfo mientras extraía su hoja del cráneo del tigre, momento en el que alarmado, observo a otra de esas bestias escurrirse de la lucha que mantenían el grupo de cazadores, para dirigirse directamente hacia Níniel por la espalda, la cual se encontraba canalizando su magia para todos.
Al'theas corrió tan rápido como sus fuerzas y la magia de la sacerdotisa le daban, a medida que susurraba una plegaria al dios Anar que fue atendida justo a tiempo cuando el caballero intercepto al tigre cuando este ya había saltado sobre la elfa peliblanca, parandolo en seco con su escudo alzado como si fuera una roca inamovible y lo rempujo con fuerza hacia atrás alejándolo de Níniel.
El tigre cayo de pie sobre la nieve, furioso por la intromisión del elfo, dio un gran rugido y volvió a abalanzarse sobre este con las garras por delante, Al'theas puso por delante su escudo realizando un nuevo embiste, el cual emitió un brillo dorado y las garras del animal se rompieron al impactar contra sus patas y también contra su cabeza, momento en el que Al'theas volvía a repetir su golpe con el que atravesar el cráneo del animal por su boca con su hoja, pero esta vez no saldría como él esperaba. Sabiendo que iba a morir, este cerro con fuerza la boca con la hoja adentro, impidiendo que Al'theas pudiera volver a sacarla, cogiéndole por sorpresa, momento en el que de pronto algo atravesó su pierna por detrás... una cola de otro tigre, que había acudido al rugido de su compañero ahora muerto y había logrado herir e inmovilizar al elfo.
Advertido por el agudo dolor, Al'theas miro hacia atrás para observar a su captor, el cual le miraba directamente a los ojos como si le estuviera diciendo "Estas muerto", justo entonces el instinto hizo al elfo mirar al frente justo cuando otro tigre ya estaba cayendo sobre el caballero, al cual solo le dio tiempo de soltar su espada dejándola abandonada en las fauces de la bestia muerta para cubrirse la cabeza y sentir los colmillos de aquel tigre atravesar y aplastar la armadura de su antebrazo.
-¡¡¡Aaaaargh!!!- El caballero esmeralda grito de furia mas que de dolor, sus ojos tenían ahora un brillo de pura furia, y con su brazo sano armado con su fiel escudo golpeo con fuerza la cola que tenia clavada en su pierna, cortándola y haciendo que la nieve se manchara con un chorro de sangre, el tigre ahora de cola cortada trato de abalanzarse sobre el elfo pero este lo rechaza con un golpe certero con una de las esquinas del escudo directo contra su cabeza, dejándolo aturdido sobre la nieve, para luego propinarle otro golpe en la cabeza al otro tigre que mantenía su brazo atrapado entre sus fauces, lo cual le provocaba al elfo mucho dolor en su brazo por los colmillos que aun permanecían clavados, pero aun así Al'theas insistía propinándole mas y mas golpes hasta que logro romper los colmillos del tigre y liberarse a pesar de que esos colmillos se habían quedado clavados en el brazo del elfo.
El tigre mellado no se rendía, medio aturdido ataco a Al'theas solo para recibir otro golpe de su escudo, otro, y otro, y otro, en una cadena de golpes que parecían mas bien puñetazos, haciendo que lo que quedaba de sus colmillos salieran por los aires salpicando sangre hasta el punto de desencajarle la mandíbula y finalmente enterrar el pico inferior de su escudo sobre su cráneo aplastándolo contra el suelo, dándole muerte por fin.
Jadeando y dolorido, el elfo se dio la vuelta para ver que el otro tigre sin cola, se había levantado y empezado a caminar tambaleándose poco a poco hacia Níniel aprovechando que Al'theas no podría correr tras él con la pierna herida.
No obstante, en un ultimo esfuerzo, Al'theas lanzo su escudo con todas sus fuerzas en un movimiento de rotación que hacia desplazar el escudo de forma peligrosa hasta aquel tigre, clavándose profundamente en su costado de forma fatal a medio metro de la sacerdotisa.
Al'theas se desplazo poco a poco cojeando hasta aquel tigre que se encontraba en el suelo retorciéndose en agonía, y con su brazo bueno... hundió el escudo que tenia clavado hasta lograr partir en dos a la bestia y acallar sus chillidos de dolor.
El caballero esmeralda observo por un instante a la sacerdotisa concentrada en su canalización, y luego se giro dándole la espalda, con la horrible certeza de que ahora había otros dos tigres recién llegados aproximándose a ambos elfos. Al'theas arrodillo su pierna herida y alzo de nuevo su escudo desafiando a ambos felinos, sintiendo su otro brazo temblando involuntariamente con aquellos colmillos aun clavados.
Al'theas realizo una plegaria a Anar y obtuvo su bendición en este turno.
El elfo volvió a mirar fijamente a su rival, y entonces pudo escuchar la voz de Níniel advirtiéndoles sobre la asombrosa capacidad cooperativa que tenían aquellas bestias a pesar de ser animales, y gran razón tenía dadas las circunstancias, entonces Al'theas al igual que los demás pudo sentir la magia de la sacerdotisa, sintiendo su fuerza incrementada.
El tigre parecía estar estudiando la nueva situación de su presa, pero como si sufriera de impaciencia, se abalanzo sobre el elfo, el cual comenzó a correr contra el tigre, cogiéndolo por sorpresa cuando aquel escudo impacto contra este y lo rempujo contra la roca solida de una de las paredes cercanas, aturdiendo al animal, momento en el que Al'theas daba uso de su espada justo cuando la bestia pretendía lanzarse para morderle y se encontró con su hoja atravesándole el cráneo por su boca, desplomándose abatido finalmente.
-Haz querido morder mas de lo que podías tragar...- Dijo el elfo mientras extraía su hoja del cráneo del tigre, momento en el que alarmado, observo a otra de esas bestias escurrirse de la lucha que mantenían el grupo de cazadores, para dirigirse directamente hacia Níniel por la espalda, la cual se encontraba canalizando su magia para todos.
Al'theas corrió tan rápido como sus fuerzas y la magia de la sacerdotisa le daban, a medida que susurraba una plegaria al dios Anar que fue atendida justo a tiempo cuando el caballero intercepto al tigre cuando este ya había saltado sobre la elfa peliblanca, parandolo en seco con su escudo alzado como si fuera una roca inamovible y lo rempujo con fuerza hacia atrás alejándolo de Níniel.
El tigre cayo de pie sobre la nieve, furioso por la intromisión del elfo, dio un gran rugido y volvió a abalanzarse sobre este con las garras por delante, Al'theas puso por delante su escudo realizando un nuevo embiste, el cual emitió un brillo dorado y las garras del animal se rompieron al impactar contra sus patas y también contra su cabeza, momento en el que Al'theas volvía a repetir su golpe con el que atravesar el cráneo del animal por su boca con su hoja, pero esta vez no saldría como él esperaba. Sabiendo que iba a morir, este cerro con fuerza la boca con la hoja adentro, impidiendo que Al'theas pudiera volver a sacarla, cogiéndole por sorpresa, momento en el que de pronto algo atravesó su pierna por detrás... una cola de otro tigre, que había acudido al rugido de su compañero ahora muerto y había logrado herir e inmovilizar al elfo.
Advertido por el agudo dolor, Al'theas miro hacia atrás para observar a su captor, el cual le miraba directamente a los ojos como si le estuviera diciendo "Estas muerto", justo entonces el instinto hizo al elfo mirar al frente justo cuando otro tigre ya estaba cayendo sobre el caballero, al cual solo le dio tiempo de soltar su espada dejándola abandonada en las fauces de la bestia muerta para cubrirse la cabeza y sentir los colmillos de aquel tigre atravesar y aplastar la armadura de su antebrazo.
-¡¡¡Aaaaargh!!!- El caballero esmeralda grito de furia mas que de dolor, sus ojos tenían ahora un brillo de pura furia, y con su brazo sano armado con su fiel escudo golpeo con fuerza la cola que tenia clavada en su pierna, cortándola y haciendo que la nieve se manchara con un chorro de sangre, el tigre ahora de cola cortada trato de abalanzarse sobre el elfo pero este lo rechaza con un golpe certero con una de las esquinas del escudo directo contra su cabeza, dejándolo aturdido sobre la nieve, para luego propinarle otro golpe en la cabeza al otro tigre que mantenía su brazo atrapado entre sus fauces, lo cual le provocaba al elfo mucho dolor en su brazo por los colmillos que aun permanecían clavados, pero aun así Al'theas insistía propinándole mas y mas golpes hasta que logro romper los colmillos del tigre y liberarse a pesar de que esos colmillos se habían quedado clavados en el brazo del elfo.
El tigre mellado no se rendía, medio aturdido ataco a Al'theas solo para recibir otro golpe de su escudo, otro, y otro, y otro, en una cadena de golpes que parecían mas bien puñetazos, haciendo que lo que quedaba de sus colmillos salieran por los aires salpicando sangre hasta el punto de desencajarle la mandíbula y finalmente enterrar el pico inferior de su escudo sobre su cráneo aplastándolo contra el suelo, dándole muerte por fin.
Jadeando y dolorido, el elfo se dio la vuelta para ver que el otro tigre sin cola, se había levantado y empezado a caminar tambaleándose poco a poco hacia Níniel aprovechando que Al'theas no podría correr tras él con la pierna herida.
No obstante, en un ultimo esfuerzo, Al'theas lanzo su escudo con todas sus fuerzas en un movimiento de rotación que hacia desplazar el escudo de forma peligrosa hasta aquel tigre, clavándose profundamente en su costado de forma fatal a medio metro de la sacerdotisa.
Al'theas se desplazo poco a poco cojeando hasta aquel tigre que se encontraba en el suelo retorciéndose en agonía, y con su brazo bueno... hundió el escudo que tenia clavado hasta lograr partir en dos a la bestia y acallar sus chillidos de dolor.
El caballero esmeralda observo por un instante a la sacerdotisa concentrada en su canalización, y luego se giro dándole la espalda, con la horrible certeza de que ahora había otros dos tigres recién llegados aproximándose a ambos elfos. Al'theas arrodillo su pierna herida y alzo de nuevo su escudo desafiando a ambos felinos, sintiendo su otro brazo temblando involuntariamente con aquellos colmillos aun clavados.
Al'theas realizo una plegaria a Anar y obtuvo su bendición en este turno.
Al'theas Tinarandel
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Re: [Guerra de Lunargenta]Cazadores de cabezas (2/3)(Cerrado)
Contando con los Laza muertos o moribundos la ironía estaba servida, pues su número no distaba mucho de la exagerada cifra dada por Cuerno torcido durante sus bravuconadas antes del combate. Por desgracia y a pesar de la más que notable habilidad combativa del líder guerrero y sus hombres, que denotaba que desde luego había una base sólida para sus bravatas, el combate no estaba siendo ni de lejos tan sencillo como se habían jactado que sería. Y aunque parecía que poco a poco lograban ganarles terreno a las feroces bestias, e incluso llevarlas al borde de la huída, el precio a pagar por ello había sido alto. Tres de los guerreros habían muerto y uno más estaba demasiado herido como para seguir luchando. Además, en el grupo de emisarios, Al'theas apenas podía sostenerse y Lernaean respiraba agitadamente, evidenciando un creciente agotamiento.
-Parece que ya no confían en su victoria, mantienen las distancias.- Advirtió la joven peliblanca a sus compañeros al ver como los tigres restantes se mantenían a unos metros de lo que quedaba del grupo, al acecho, mirándolos con un odio visceral y sin duda tratando de encontrar algún punto débil por el que atacar pero sin atreverse a hacerlo. Como mucho amagaban un intento, pero solo como tanteo mientras el resto de guerreros mantenían la formación con sus brillantes lanzas o sus armas sustitutas listas.
Aquel pequeño "descanso" permitiría a la elfa bajar la guardia y atender a los heridos, con Lernaean cubriendo su espalda, alerta. -No sé si eso es bueno o no. ¿A qué esperan? Si van a atacar acabemos ya con esto.- Profirió inquieta la dragona, su mandoble emanaba un frío similar al que emitiría un arma encantada, y parte de su armadura estaba también cubierta por una capa de hielo.
-Esperan su momento. Parece que hemos conseguido obligarlos a cambiar de estrategia. Les hemos hecho pagar caro su atrevimiento.- Bramó Cuerno torcido. Parecía habérselas apañado para recuperar el arma de alguno de sus compañeros caídos y esta refulgía con su extremo cubierto de cálidas llamas azules. -Bien, nosotros también esperaremos el nuestro. En cuanto sanes a Brun y al elfo iremos por ellos.- Convino solo mirando a la elfa con el rabillo del ojo mientra esta atendía a Al'theas. Níniel no sabía hasta qué punto era buena idea o no tomar la ofensiva ante tan peligrosos seres, pero ciertamente no parecía descabellado aprovechar aquel momento. Seguramente los Laza restantes optarían por huir dadas las circunstancias.
-Supongo que es un plan.- Asintió la peliblanca terminando de cerrar la herida en la pierna del caballero esmeralda, había tenido suerte, había sido una herida limpia. Peor pintaba la del brazo, incluso con dos de los colmillos de un Laza allí aún clavados. -Esto te va a doler. Contaré hasta tres.-Indicó tras comprobar la profundidad de una de las heridas y acercando sus manos hasta el colmillo. Pero antes de llegar siquiera a "dos" la peliblanca extrajo el diente de un tirón y comenzó a cerrar la herida. -Ahora sí contaré hasta tres.-Volvió a decir dispuesta a repetir el proceso. Y como el elfo aquella vez sin duda esperaría que la joven nuevamente no llegara a tres, esta vez sí que llegó, extrayendo la pieza y cerrando la herida. -¿Los quieres de recuerdo?- Trató de animarle señalándole los dos dientes manchados con su sangre que ahora se hallaban en el suelo. Acto seguido comenzaría a tratar al dragón, herido por zarpazos en el brazo derecho y la espalda. Nada que supusiera un problema para Níniel.
-Gracias elfa. Haber muerto desangrándome lentamente habría sido una muerte de lo más lamentable.- Agradeció el joven dragón, levantándose y comprobando sus fuerzas y condición, aprestándose de nuevo al combate.
-Acabemos con esto, el último esfuerzo hombres...y elfa.- Animó Cuerno torcido tan pronto como comprobó que disponía ya de todos los efectivos posibles para la que sin duda en su mente sería una carga gloriosa que contar a todo el mundo. Y con aquella idea, con las lanzas y el resto de las armas listas, con la tensión colmando el ambiente y bajo la atenta mirada de los Laza restantes, el grupo de dragones se lanzó contra ellos gritando tan alto como podían.
La carga funcionó, y enseguida los tigres abandonaron sus posiciones de acecho y comenzaron a alejarse, buscando la seguridad de aquella colina empedrada sobre la que Al'theas luchara contra una de las bestias. Las predicciones de Níniel se cumplían, y aunque el hecho de dejar escapar a varios de los tigres no fuese a satisfacer a Cuerno torcido, al menos pondría fin a aquella locura que ya le había costado la vida a tres personas. O eso parecía...
Desde una de las partes más altas de la colina uno de los tigres rugió desafiante hacia el cielo, parándose ante el grupo de cazadores que había detenido su avance justo a los pies de la loma, dejando de gritar. ¿Se estaba burlando de ellos? ¿Les estaba instando a que le siguieran? En cualquier bestia salvaje aquello quizás no fuese más que una curiosidad o un gesto interpretado a placer por quien de ello fuese testigo, pero, de parte de uno de esos Laza... -Esto no me gusta...- Fue cuanto llegó a decir Níniel antes de que su voz fuera ahogada por un poderoso rugido proveniente de lo más alto de aquella pendiente de tierra, rocas y nieve. Y de repente una sombra enorme saltó desde allí por encima de sus cabezas hasta aterrizar con estrépito unos metros a sus espaldas.
-Ma Seshield.- Profirió rápidamente la peliblanca al girarse, creando una barrera mágica esférica en torno al grupo, justo a tiempo para impedir que un colosal zarpazo le arrancara la cabeza a alguien. La barrera se iluminó en la zona impactada pero no cedió, logrando que el dueño de tan enorme garra retrocediera de un salto y les mirara por unos instantes antes de volver a atacar una y otra vez. La barrera continuó estable, y la figura alada que la conformaba mantenía su rostro impasible ante cada nueva acometida, pero aquello no duraría eternamente.
-Es el alfa...por todos los dioses es...- El joven dragón parecía asustado, y aquella vez su temor no era solo suyo ni nadie le reprochó sus palabras, ni siquiera Cuerno torcido, que observaba al Laza alfa, la barrera y la colina tras ellos con gesto serio e incluso furioso. Los tigres laza si que habían cambiado de estrategia como él dijo, pero no a la que él había pensado.
-Nos ha atrapado...Nos tiene entre él y la colina...- Maldijo apretando con fuerza su arma. Y es que el resto de los laza, aunque parecían mantener las distancias con el Alfa, habían vuelto a aparecer sobre la colina. Cuando la barrera desapareciera tendrían delante a un Laza que duplicaba en tamaño a sus hermanos, y detrás una colina que sería un suicidio subir con el resto de bestias allí.
La barrera solo aguantaría unos momentos más.
-Parece que ya no confían en su victoria, mantienen las distancias.- Advirtió la joven peliblanca a sus compañeros al ver como los tigres restantes se mantenían a unos metros de lo que quedaba del grupo, al acecho, mirándolos con un odio visceral y sin duda tratando de encontrar algún punto débil por el que atacar pero sin atreverse a hacerlo. Como mucho amagaban un intento, pero solo como tanteo mientras el resto de guerreros mantenían la formación con sus brillantes lanzas o sus armas sustitutas listas.
Aquel pequeño "descanso" permitiría a la elfa bajar la guardia y atender a los heridos, con Lernaean cubriendo su espalda, alerta. -No sé si eso es bueno o no. ¿A qué esperan? Si van a atacar acabemos ya con esto.- Profirió inquieta la dragona, su mandoble emanaba un frío similar al que emitiría un arma encantada, y parte de su armadura estaba también cubierta por una capa de hielo.
-Esperan su momento. Parece que hemos conseguido obligarlos a cambiar de estrategia. Les hemos hecho pagar caro su atrevimiento.- Bramó Cuerno torcido. Parecía habérselas apañado para recuperar el arma de alguno de sus compañeros caídos y esta refulgía con su extremo cubierto de cálidas llamas azules. -Bien, nosotros también esperaremos el nuestro. En cuanto sanes a Brun y al elfo iremos por ellos.- Convino solo mirando a la elfa con el rabillo del ojo mientra esta atendía a Al'theas. Níniel no sabía hasta qué punto era buena idea o no tomar la ofensiva ante tan peligrosos seres, pero ciertamente no parecía descabellado aprovechar aquel momento. Seguramente los Laza restantes optarían por huir dadas las circunstancias.
-Supongo que es un plan.- Asintió la peliblanca terminando de cerrar la herida en la pierna del caballero esmeralda, había tenido suerte, había sido una herida limpia. Peor pintaba la del brazo, incluso con dos de los colmillos de un Laza allí aún clavados. -Esto te va a doler. Contaré hasta tres.-Indicó tras comprobar la profundidad de una de las heridas y acercando sus manos hasta el colmillo. Pero antes de llegar siquiera a "dos" la peliblanca extrajo el diente de un tirón y comenzó a cerrar la herida. -Ahora sí contaré hasta tres.-Volvió a decir dispuesta a repetir el proceso. Y como el elfo aquella vez sin duda esperaría que la joven nuevamente no llegara a tres, esta vez sí que llegó, extrayendo la pieza y cerrando la herida. -¿Los quieres de recuerdo?- Trató de animarle señalándole los dos dientes manchados con su sangre que ahora se hallaban en el suelo. Acto seguido comenzaría a tratar al dragón, herido por zarpazos en el brazo derecho y la espalda. Nada que supusiera un problema para Níniel.
-Gracias elfa. Haber muerto desangrándome lentamente habría sido una muerte de lo más lamentable.- Agradeció el joven dragón, levantándose y comprobando sus fuerzas y condición, aprestándose de nuevo al combate.
-Acabemos con esto, el último esfuerzo hombres...y elfa.- Animó Cuerno torcido tan pronto como comprobó que disponía ya de todos los efectivos posibles para la que sin duda en su mente sería una carga gloriosa que contar a todo el mundo. Y con aquella idea, con las lanzas y el resto de las armas listas, con la tensión colmando el ambiente y bajo la atenta mirada de los Laza restantes, el grupo de dragones se lanzó contra ellos gritando tan alto como podían.
La carga funcionó, y enseguida los tigres abandonaron sus posiciones de acecho y comenzaron a alejarse, buscando la seguridad de aquella colina empedrada sobre la que Al'theas luchara contra una de las bestias. Las predicciones de Níniel se cumplían, y aunque el hecho de dejar escapar a varios de los tigres no fuese a satisfacer a Cuerno torcido, al menos pondría fin a aquella locura que ya le había costado la vida a tres personas. O eso parecía...
Desde una de las partes más altas de la colina uno de los tigres rugió desafiante hacia el cielo, parándose ante el grupo de cazadores que había detenido su avance justo a los pies de la loma, dejando de gritar. ¿Se estaba burlando de ellos? ¿Les estaba instando a que le siguieran? En cualquier bestia salvaje aquello quizás no fuese más que una curiosidad o un gesto interpretado a placer por quien de ello fuese testigo, pero, de parte de uno de esos Laza... -Esto no me gusta...- Fue cuanto llegó a decir Níniel antes de que su voz fuera ahogada por un poderoso rugido proveniente de lo más alto de aquella pendiente de tierra, rocas y nieve. Y de repente una sombra enorme saltó desde allí por encima de sus cabezas hasta aterrizar con estrépito unos metros a sus espaldas.
-Ma Seshield.- Profirió rápidamente la peliblanca al girarse, creando una barrera mágica esférica en torno al grupo, justo a tiempo para impedir que un colosal zarpazo le arrancara la cabeza a alguien. La barrera se iluminó en la zona impactada pero no cedió, logrando que el dueño de tan enorme garra retrocediera de un salto y les mirara por unos instantes antes de volver a atacar una y otra vez. La barrera continuó estable, y la figura alada que la conformaba mantenía su rostro impasible ante cada nueva acometida, pero aquello no duraría eternamente.
-Es el alfa...por todos los dioses es...- El joven dragón parecía asustado, y aquella vez su temor no era solo suyo ni nadie le reprochó sus palabras, ni siquiera Cuerno torcido, que observaba al Laza alfa, la barrera y la colina tras ellos con gesto serio e incluso furioso. Los tigres laza si que habían cambiado de estrategia como él dijo, pero no a la que él había pensado.
-Nos ha atrapado...Nos tiene entre él y la colina...- Maldijo apretando con fuerza su arma. Y es que el resto de los laza, aunque parecían mantener las distancias con el Alfa, habían vuelto a aparecer sobre la colina. Cuando la barrera desapareciera tendrían delante a un Laza que duplicaba en tamaño a sus hermanos, y detrás una colina que sería un suicidio subir con el resto de bestias allí.
La barrera solo aguantaría unos momentos más.
Níniel usa su hab Santuario este turno.
Níniel Thenidiel
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Re: [Guerra de Lunargenta]Cazadores de cabezas (2/3)(Cerrado)
Al'theas sentía que apenas podía levantarse, había sufrido graves heridas y solo le quedaban fuerzas para mantener alzado su escudo frente a aquellas bestias incansables, no obstante, a pesar de estar prácticamente de rodillas... no estaba dispuesto a abandonar su posición y dejar a Níniel a su merced, antes tendrían que pasar por encima de su cadáver.
Afortunadamente para el elfo, aun no había llegado ese momento, aquellos tigres detuvieron en seco su avance desviando sus miradas del elfo. Unos pasos acelerados anunciaban que el caballero ya no se encontraba solo, a su izquierda y derecha habían llegado Lernaean y Cuerno Torcido, y el resto de cazadores Filo Invernal se agruparon momentos después, habían sufrido bajas, pero estaban dispuestos a seguir luchando.
Al'theas suspiro aliviado sabiendo que Níniel contaba ahora con mucho mas que con su maltrecha ayuda, mas aun cuando escucho su voz advirtiendo la aparente desmoralización de su enemigo, que se mostraba ahora receloso de atacar y mucho mas cuidadosos, observándoles como si estuvieran esperando a algo.
Mientras los dos dragones debatían sobre las intenciones de los Tigre Laza, Al'theas sentía el cálido poder curativo de la sacerdotisa sobre la herida de su pierna, la cual cerro fácilmente, siendo algo mas complicado y doloroso la herida de su antebrazo. Advertido por la elfa sobre el dolor, Al'theas estaría preparado, aunque le cogió por sorpresa que la elfa le sacara uno de esos colmillos rotos de su brazo antes de llegar a tres al contar, aun así el caballero sintiendo el dolor... no se quejo, menos aun cuando la elfa comenzó a sanar su herida inmediatamente, momento en el que miro a la sacerdotisa con una ceja levantada, pero sin decirle nada, ¿acaso se estaba tomando la libertad de burlarse de él? ¿o simplemente se estaba recreando de algún modo con aquella situación? y justo entonces ella le extrajo el segundo colmillo esta vez a la de tres para segundos después sentir sus heridas terminar de cerrarse con su curación.
Al elfo le sorprendió que la sacerdotisa le preguntase si quería conservar aquellos colmillos como recuerdo, alzando ambas cejas "Que curiosa eres... haciendo ese tipo de bromas mientras la muerte se encuentra cerca de caer sobre nosotros..." pensó el elfo en primera instancia, pero justo entonces se dio cuenta de que... aquel segundo de desenfado por parte de su compañera... le había distraído de la creciente preocupación que crecía dentro de él ante la situación actual, por lo que Al'theas sonrió a Níniel y mientras recogía esos colmillos para guardarlos respondió... -Si... me servirán de recuerdo para recordar que no debo tirarme de cabeza contra varios Tigres Laza... Gracias... si no fuera por ti... no habría tenido nada que hacer... ni antes ni después- Dijo mientras se levantaba ahora que se sentía mejor, comprobando el estado de su pierna, sintiéndose algo entumecido, pero ya no sentía dolor, podía caminar perfectamente.
Mientras la joven sacerdotisa se ocupaba de las heridas del joven Brun, Al'theas aprovecho la poca tregua que tenían gracias a la intervención de los demás, para acercarse al cadáver del Tigre Laza que estaba a pocos pasos de ellos, y extraer con ayuda de sus dos manos sanas, su espada del interior de su boca, abriéndola con fuerza y tirar de para que el otro extremo que se había quedado atorado cediera y lograra sacarla, sacudiendo la sangre sobre la nieve pero sin envainarla, pues la lucha parecía que aun no había terminado.
Cuerno Torcido había decidido que debían aprovechar ahora para atacar, una ultima arremetida para acabar o ahuyentar a los Tigres Laza que quedaban. Al'theas después de su experiencia con aquellas bestias... no tenia buen presentimiento de aquella decisión, pero no parecía que hubiera mas opciones, por lo que se dispuso a ponerse en primera fila con escudo y espada en mano.
Cargaron, todos juntos, Al'theas entre los primeros, los Tigres Laza comenzaron a retroceder ante la multitud que se les venia encima, algunos se dispersaron y esto incito a los demás a huir, aparentemente había funcionado, hasta que el grupo se detuvo observando a uno de esos Ttgres subido a la cima de una colina, rugiendo al cielo. Todos se quedaron mirando, extrañados ante ese gesto sin estar seguros de como interpretarlo.
Fue entonces, cuando aquellos rugidos fueron respondidos por otro aun mayor, mas fuerte y grave, que parecía un trueno rompiendo el cielo, y entonces emergió un Tigre Laza de un tamaño descomunal cuya sombra tapaba al grupo, "El Alfa..." había dicho el dragón mas joven del grupo, fue entonce cuando entendieron lo que estaba pasando.
-Nos han tendido una trampa...- Llego a decir Al'theas antes de que semejante animal cayera sobre ellos justo cuando Níniel invoco una barrera que les protegería, pero no eternamente.
Una colina atestada de Tigres Laza, esperando a caerles encima en cuanto la barrera se disipara, y el Alfa ante ellos golpeando la barrera, solo era cuestión de tiempo y ellos lo sabían.
Al'theas no lograba ver un modo efectivo de salir de ahí sin que la cosa no acabara mal, sentía como si el tiempo se paralizara, observo las caras de los presentes, en algunos se reflejaba el miedo, y en otros, al igual que Cuerno Torcido, retaban a la muerte con sus ojos y luego observo a Níniel, que por una vez parecía no tener palabras para ese momento. El caballero esmeralda cerro los ojos, suspiro lenta y profundamente, y luego volvió a la sacerdotisa para dirigirse a ella -¿Recuerdas que dije que aquellos colmillos servirían para recordarme que no debo tirarme de cabeza contra un grupo de Tigres Laza?...- Y sin darle tiempo a contestar, le dio una sonrisa como respuesta y cargo contra aquel gigantesco tigre con escudo alzado, saliendo a toda velocidad de la seguridad de la barrera.
El Alfa le vio salir y no tardo en querer aprovechar la oportunidad de aplastar al elfo con una de sus zarpas, sin embargo el caballero no se la jugo a comprobar que efecto tendría el impacto de aquella zarpa contra su escudo y esquivo el ataque haciendo uso de su agilidad, metiéndose por debajo de su cuerpo para sorpresa del animal y justo cuando pasaba por debajo de sus patas trasera el elfo realizo un giro completo con la espada a medida que pasaba por ellas, golpeando con todas sus fuerzas la parte donde deberían estar sus tendones, no obstante, aunque el ataque fue inteligente, pudo notar que aquel grueso pelaje no iba a ser fácil de atravesar con su espada pero al menos lograría provocar que fijara su atención en él esperando darle a sus compañeros los valiosos segundos que necesitaran.
La bestia rugió encolerizada, y antes de que a Al'theas le diera tiempo a alejarse demasiado de sus cuartos traseros... un rápido y fugaz golpe de su cola basto para derribar al elfo, demasiado rápido para tratar de esquivarlo, y de no ser porque tuvo la suerte de colocar su escudo a tiempo le habría roto en dos.
El caballero había aterrizado contra una de las paredes de roca nevada, medio aturdido, se levanto mientras aquel tigre gigantesco rugía a medida que se aproximaba, haciendo que algunos de esos tigres que acosaban la parte superior de la colina en la que estaban atrapados sus compañeros acudieran a la llamada. Con su cabello alborotado por delante de su cara, Al'theas alzo su espada y su escudo, gritando -Lasto beth nîn! Lasto beth nîn!- Para provocar que se acercara a él y se alejara mas del grupo.
Afortunadamente para el elfo, aun no había llegado ese momento, aquellos tigres detuvieron en seco su avance desviando sus miradas del elfo. Unos pasos acelerados anunciaban que el caballero ya no se encontraba solo, a su izquierda y derecha habían llegado Lernaean y Cuerno Torcido, y el resto de cazadores Filo Invernal se agruparon momentos después, habían sufrido bajas, pero estaban dispuestos a seguir luchando.
Al'theas suspiro aliviado sabiendo que Níniel contaba ahora con mucho mas que con su maltrecha ayuda, mas aun cuando escucho su voz advirtiendo la aparente desmoralización de su enemigo, que se mostraba ahora receloso de atacar y mucho mas cuidadosos, observándoles como si estuvieran esperando a algo.
Mientras los dos dragones debatían sobre las intenciones de los Tigre Laza, Al'theas sentía el cálido poder curativo de la sacerdotisa sobre la herida de su pierna, la cual cerro fácilmente, siendo algo mas complicado y doloroso la herida de su antebrazo. Advertido por la elfa sobre el dolor, Al'theas estaría preparado, aunque le cogió por sorpresa que la elfa le sacara uno de esos colmillos rotos de su brazo antes de llegar a tres al contar, aun así el caballero sintiendo el dolor... no se quejo, menos aun cuando la elfa comenzó a sanar su herida inmediatamente, momento en el que miro a la sacerdotisa con una ceja levantada, pero sin decirle nada, ¿acaso se estaba tomando la libertad de burlarse de él? ¿o simplemente se estaba recreando de algún modo con aquella situación? y justo entonces ella le extrajo el segundo colmillo esta vez a la de tres para segundos después sentir sus heridas terminar de cerrarse con su curación.
Al elfo le sorprendió que la sacerdotisa le preguntase si quería conservar aquellos colmillos como recuerdo, alzando ambas cejas "Que curiosa eres... haciendo ese tipo de bromas mientras la muerte se encuentra cerca de caer sobre nosotros..." pensó el elfo en primera instancia, pero justo entonces se dio cuenta de que... aquel segundo de desenfado por parte de su compañera... le había distraído de la creciente preocupación que crecía dentro de él ante la situación actual, por lo que Al'theas sonrió a Níniel y mientras recogía esos colmillos para guardarlos respondió... -Si... me servirán de recuerdo para recordar que no debo tirarme de cabeza contra varios Tigres Laza... Gracias... si no fuera por ti... no habría tenido nada que hacer... ni antes ni después- Dijo mientras se levantaba ahora que se sentía mejor, comprobando el estado de su pierna, sintiéndose algo entumecido, pero ya no sentía dolor, podía caminar perfectamente.
Mientras la joven sacerdotisa se ocupaba de las heridas del joven Brun, Al'theas aprovecho la poca tregua que tenían gracias a la intervención de los demás, para acercarse al cadáver del Tigre Laza que estaba a pocos pasos de ellos, y extraer con ayuda de sus dos manos sanas, su espada del interior de su boca, abriéndola con fuerza y tirar de para que el otro extremo que se había quedado atorado cediera y lograra sacarla, sacudiendo la sangre sobre la nieve pero sin envainarla, pues la lucha parecía que aun no había terminado.
Cuerno Torcido había decidido que debían aprovechar ahora para atacar, una ultima arremetida para acabar o ahuyentar a los Tigres Laza que quedaban. Al'theas después de su experiencia con aquellas bestias... no tenia buen presentimiento de aquella decisión, pero no parecía que hubiera mas opciones, por lo que se dispuso a ponerse en primera fila con escudo y espada en mano.
Cargaron, todos juntos, Al'theas entre los primeros, los Tigres Laza comenzaron a retroceder ante la multitud que se les venia encima, algunos se dispersaron y esto incito a los demás a huir, aparentemente había funcionado, hasta que el grupo se detuvo observando a uno de esos Ttgres subido a la cima de una colina, rugiendo al cielo. Todos se quedaron mirando, extrañados ante ese gesto sin estar seguros de como interpretarlo.
Fue entonces, cuando aquellos rugidos fueron respondidos por otro aun mayor, mas fuerte y grave, que parecía un trueno rompiendo el cielo, y entonces emergió un Tigre Laza de un tamaño descomunal cuya sombra tapaba al grupo, "El Alfa..." había dicho el dragón mas joven del grupo, fue entonce cuando entendieron lo que estaba pasando.
-Nos han tendido una trampa...- Llego a decir Al'theas antes de que semejante animal cayera sobre ellos justo cuando Níniel invoco una barrera que les protegería, pero no eternamente.
Una colina atestada de Tigres Laza, esperando a caerles encima en cuanto la barrera se disipara, y el Alfa ante ellos golpeando la barrera, solo era cuestión de tiempo y ellos lo sabían.
Al'theas no lograba ver un modo efectivo de salir de ahí sin que la cosa no acabara mal, sentía como si el tiempo se paralizara, observo las caras de los presentes, en algunos se reflejaba el miedo, y en otros, al igual que Cuerno Torcido, retaban a la muerte con sus ojos y luego observo a Níniel, que por una vez parecía no tener palabras para ese momento. El caballero esmeralda cerro los ojos, suspiro lenta y profundamente, y luego volvió a la sacerdotisa para dirigirse a ella -¿Recuerdas que dije que aquellos colmillos servirían para recordarme que no debo tirarme de cabeza contra un grupo de Tigres Laza?...- Y sin darle tiempo a contestar, le dio una sonrisa como respuesta y cargo contra aquel gigantesco tigre con escudo alzado, saliendo a toda velocidad de la seguridad de la barrera.
El Alfa le vio salir y no tardo en querer aprovechar la oportunidad de aplastar al elfo con una de sus zarpas, sin embargo el caballero no se la jugo a comprobar que efecto tendría el impacto de aquella zarpa contra su escudo y esquivo el ataque haciendo uso de su agilidad, metiéndose por debajo de su cuerpo para sorpresa del animal y justo cuando pasaba por debajo de sus patas trasera el elfo realizo un giro completo con la espada a medida que pasaba por ellas, golpeando con todas sus fuerzas la parte donde deberían estar sus tendones, no obstante, aunque el ataque fue inteligente, pudo notar que aquel grueso pelaje no iba a ser fácil de atravesar con su espada pero al menos lograría provocar que fijara su atención en él esperando darle a sus compañeros los valiosos segundos que necesitaran.
La bestia rugió encolerizada, y antes de que a Al'theas le diera tiempo a alejarse demasiado de sus cuartos traseros... un rápido y fugaz golpe de su cola basto para derribar al elfo, demasiado rápido para tratar de esquivarlo, y de no ser porque tuvo la suerte de colocar su escudo a tiempo le habría roto en dos.
El caballero había aterrizado contra una de las paredes de roca nevada, medio aturdido, se levanto mientras aquel tigre gigantesco rugía a medida que se aproximaba, haciendo que algunos de esos tigres que acosaban la parte superior de la colina en la que estaban atrapados sus compañeros acudieran a la llamada. Con su cabello alborotado por delante de su cara, Al'theas alzo su espada y su escudo, gritando -Lasto beth nîn! Lasto beth nîn!- Para provocar que se acercara a él y se alejara mas del grupo.
Al'theas Tinarandel
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Re: [Guerra de Lunargenta]Cazadores de cabezas (2/3)(Cerrado)
La situación era crítica. Estaban rodeados y atrapados, cansados tras el combate anterior y para más inri los efectos de las bendiciones estaban ya desapareciendo. Poco parecía que pudieran hacer, pero no podía negarse la gesta lograda hasta aquel momento, y que quedaba atestiguada a unos metros de su posición gracias a un campo de nieve teñida con el escarlata de la sangre de casi una decena de tigres laza. Pocos grupos podrían lograr algo así ante tan peligrosas criaturas, y más que iban a caer, pues incluso entre la espada y la pared estaba claro que no iban a resignarse y a bajar sus armas. Lucharían hasta el final y lo darían todo a pesar de las tribulaciones. Aquel era el sentimiento grabado en las miradas de aquellos orgullosos guerreros norteños. Con razón los mandos habían querido sumar sus fuerzas a la causa. Con un puñado de soldados como aquellos un buen líder podía cambiar el curso de una batalla.
-Si vamos a morir hoy, asegurémonos de que los dioses tengan un buen espectáculo.- Arengó Cuerno torcido girándose para mirar a sus hombres, y por primera vez del mismo modo a los miembros del grupo representante de Dundarak. Parecía que a pesar de su dureza, el hecho de enfrentar juntos a la muerte, de luchar codo con codo ante la adversidad, había abierto el corazón del gran cazador a aquellos extranjeros. -Elfa, si tienes algo más que pueda ayudarnos...- Añadió acto seguido. No tenía ni que decirlo, Níniel no había permanecido ociosa tras conjurar aquella esfera, y en su mente un plan comenzaba a tomar forma.
No obstante, antes de poder concretar nada, Al'theas puso en marcha su propio plan, y sin dejar que la sacerdotisa pudiera evitarlo, salió de la protección de la esfera dispuesto a encararse solo contra aquella mole de músculos y dientes que era el Alfa. Su intención parecía ser la de atraer su atención y alejarlo de la esfera, seguramente confiando en que el resto podrían aprovechar la libertad de movimiento que aquello les concedía y aprovechar la oportunidad de algún modo. Su valentía rozaba la insensatez, ¿acaso eran todos los caballeros esmeralda así?
-Desde luego no se puede negar que tiene un par de pelotas...Vamos muchachos, que no se diga que nos quedamos mirando mientras un elfo luchaba nuestra batalla.- Gritó el líder de los norteños dispuesto a seguir al Al'theas a un combate final sin más plan de ataque que atacar. Pero antes de que pudiera hacerlo, y granjeándose su cara de circunstancias, Níniel elevó una mano mostrando un imperativo gesto de alto.
-El resto de tigres se mueven. No es momento para los ataques frontales.- Dijo la elfa concentrando éter. Se había percatado de que los lazas de la colina a sus espaldas comenzaban a moverse, lentamente, como queriendo respetar el espacio del más grande entre ellos, quizá con algo de temor incluso, pero lo hacían. Si todos cargaban les atacarían por la espalda y estaban muertos. -Esperad a mi señal y haced lo que os diga. No tiene por que morir nadie más.- Indicó mientras terminaba de acumular éter, dispuesta a poner en marcha el plan que acababa de ultimar. Justo a tiempo pues su barrera desapareció justo entonces.
Níniel se bendijo entonces a sí misma y a Al'theas con un notable incremento de sus capacidades cognitivas y mágicas. Denotando la gran cantidad de maná que manejaba en esos momentos, los ojos de la peliblanca comenzaron a fulgurar amenazantes con un color aguamarina similar al color normal de sus iris. -Hoy prevaleceremos.- Elevó la voz para llamar la atención de su grupo y que siguieran a la espera. Entonces la elfa elevó su bastón y conjuró una gran esfera de luz que se elevó a unos metros de altura, atrayendo la atención de hombres y bestias por igual debido a la intensa luz que emanaba. -¡Cerrad los ojos YA!- Gritó justo antes de que el orbe estallara cegando a todo aquel que no la hubiese hecho caso. Todo el lugar se iluminó del modo que un rayo ilumina la noche cerrada. Las bestias comenzaron a emitir sonidos lastimeros al sentir sus ojos cegados arder, y las menores trataron de alejarse a ciegas. El Laza Alfa por su parte agitaba la cabeza incapaz de ver nada, tampoco pudiendo usar otros sentidos para localizar a su presa debido al dolor en sus ojos. Lanzó un par de zarpazos sin precisión alguna, pero no por ello exentos de peligro.
-¡AHORA! A la carga.- Instó la sacerdotisa gritando de nuevo. Quedándose atrás cuando los dragones, sin tiempo para sorprenderse por aquella magia, se lanzaron a por el alfa.
-Si vamos a morir hoy, asegurémonos de que los dioses tengan un buen espectáculo.- Arengó Cuerno torcido girándose para mirar a sus hombres, y por primera vez del mismo modo a los miembros del grupo representante de Dundarak. Parecía que a pesar de su dureza, el hecho de enfrentar juntos a la muerte, de luchar codo con codo ante la adversidad, había abierto el corazón del gran cazador a aquellos extranjeros. -Elfa, si tienes algo más que pueda ayudarnos...- Añadió acto seguido. No tenía ni que decirlo, Níniel no había permanecido ociosa tras conjurar aquella esfera, y en su mente un plan comenzaba a tomar forma.
No obstante, antes de poder concretar nada, Al'theas puso en marcha su propio plan, y sin dejar que la sacerdotisa pudiera evitarlo, salió de la protección de la esfera dispuesto a encararse solo contra aquella mole de músculos y dientes que era el Alfa. Su intención parecía ser la de atraer su atención y alejarlo de la esfera, seguramente confiando en que el resto podrían aprovechar la libertad de movimiento que aquello les concedía y aprovechar la oportunidad de algún modo. Su valentía rozaba la insensatez, ¿acaso eran todos los caballeros esmeralda así?
-Desde luego no se puede negar que tiene un par de pelotas...Vamos muchachos, que no se diga que nos quedamos mirando mientras un elfo luchaba nuestra batalla.- Gritó el líder de los norteños dispuesto a seguir al Al'theas a un combate final sin más plan de ataque que atacar. Pero antes de que pudiera hacerlo, y granjeándose su cara de circunstancias, Níniel elevó una mano mostrando un imperativo gesto de alto.
-El resto de tigres se mueven. No es momento para los ataques frontales.- Dijo la elfa concentrando éter. Se había percatado de que los lazas de la colina a sus espaldas comenzaban a moverse, lentamente, como queriendo respetar el espacio del más grande entre ellos, quizá con algo de temor incluso, pero lo hacían. Si todos cargaban les atacarían por la espalda y estaban muertos. -Esperad a mi señal y haced lo que os diga. No tiene por que morir nadie más.- Indicó mientras terminaba de acumular éter, dispuesta a poner en marcha el plan que acababa de ultimar. Justo a tiempo pues su barrera desapareció justo entonces.
Níniel se bendijo entonces a sí misma y a Al'theas con un notable incremento de sus capacidades cognitivas y mágicas. Denotando la gran cantidad de maná que manejaba en esos momentos, los ojos de la peliblanca comenzaron a fulgurar amenazantes con un color aguamarina similar al color normal de sus iris. -Hoy prevaleceremos.- Elevó la voz para llamar la atención de su grupo y que siguieran a la espera. Entonces la elfa elevó su bastón y conjuró una gran esfera de luz que se elevó a unos metros de altura, atrayendo la atención de hombres y bestias por igual debido a la intensa luz que emanaba. -¡Cerrad los ojos YA!- Gritó justo antes de que el orbe estallara cegando a todo aquel que no la hubiese hecho caso. Todo el lugar se iluminó del modo que un rayo ilumina la noche cerrada. Las bestias comenzaron a emitir sonidos lastimeros al sentir sus ojos cegados arder, y las menores trataron de alejarse a ciegas. El Laza Alfa por su parte agitaba la cabeza incapaz de ver nada, tampoco pudiendo usar otros sentidos para localizar a su presa debido al dolor en sus ojos. Lanzó un par de zarpazos sin precisión alguna, pero no por ello exentos de peligro.
-¡AHORA! A la carga.- Instó la sacerdotisa gritando de nuevo. Quedándose atrás cuando los dragones, sin tiempo para sorprenderse por aquella magia, se lanzaron a por el alfa.
Níniel usa Intelecto arcano y Radiancia este turno.
Níniel Thenidiel
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Re: [Guerra de Lunargenta]Cazadores de cabezas (2/3)(Cerrado)
Al'theas se veía acorralado contra la pared, pero ya no temía nada, sentía la paz de haber hecho lo posible por los demás y ya no se arrepentía de nada mientras aquella bestias se aproximaban cada vez mas.
Curiosamente, el gran Alfa rugió de forma intimidante a los otros dos Laza que estaban a punto de lanzarse sobre el elfo, haciéndoles mantener la distancia mientras volvía su mirada al elfo, mostrando sus enormes colmillos de forma amenazadora, quería al elfo solo para él...
En ese instante, una luz comenzó a iluminar a lo lejos, haciéndose cada vez mas intensa, aquel fenómeno hizo que los Laza y su alfa volvieran la mirada hacia esa luz. Al'theas pudo sentir y reconocer el origen de aquella magia, era la sacerdotisa, que con voz alzada ordeno taparse los ojos y el caballero no dudo ni un segundo en hacerlo, cubriéndose con su escudo abollado.
Y entonces, aquella luz se convirtió en un intenso resplandor, como si una enorme explosión hubiese convertido la noche en día durante unos instantes, cegando a todo aquel que ignorase la advertencia de la sacerdotisa.
El gran Alfa enloqueció con la ausencia de visión, tenia al elfo a tan solo unos pocos centímetros y ahora no era capaz de verlo, comenzando a lanzar zarpazos a diestro y siniestro mientras rugía de pura cólera.
Al'theas aprovecho el momento para cubrir las distancias en cuando la luz menguo, observando que el Alfa ya no reconocía a enemigo de amigo, comenzando a herir con sus garras a los Laza que se encontraban a su lado, matando a uno de ellos y provocando la huida del otro mal herido.
El resto del grupo comenzó a cargar con furia contra los Laza, aproximándose a golpes hacia donde se encontraba el Alfa. Las bestias que no huyeron desmoralizadas ante la arremetida, morían bajo la furia del clan Filo Invernal.
La dragona Lernaean, con aquel mandoble fulgurante en ambas manos, fue la primera en llegar hasta el alfa, corriendo por su lado derecho para dar un tremendo corte a su pata trasera y seguidamente le dio otro a su pata delantera, obligando a la bestia arrodillarse mientras rugía de dolor y furia.
Cuerno Torcido dio un gran salto acompañado de un grito de furia, clavando su lanza sobre el lomo del alfa, obligándolo a tumbarse contra el suelo, moviendo la cabeza con desesperación para intentar ver lo que sucedía a su alrededor, luchando por levantarse.
El caballero esmeralda vio su oportunidad, cargo con su hoja en mano, y justo cuando parecía que el Alfa estaba empezando a recuperar la vista... la espada de Al'theas atravesó su globo ocular derecho profundamente hasta o mas profundo que pudo de su cavidad craneal.
El Alfa quedo paralizado en ese instante, su ojo izquierdo se clavo en el rostro del elfo, cara a cara, mirándole con furia, hasta que la luz de su odio abandono su mirada, así como su vida, habían ganado.
Al'theas tiro de su espada para sacarla, retrocediendo unos pocos pasos asegurando algo de distancia, contemplando al animal inerte durante esos segundos de silencio, que fueron rotos por los vitoreos y gritos de celebración que el grupo de cazadores allí presentes comenzaron emitir a pleno pulmón, procurando que todo el lugar supiera de la proeza lograda entre todos.
-Lo hicimos...- llego a decir el caballero esmeralda entre jadeos, mientras se arrodillaba frente a su rival abatido.
Curiosamente, el gran Alfa rugió de forma intimidante a los otros dos Laza que estaban a punto de lanzarse sobre el elfo, haciéndoles mantener la distancia mientras volvía su mirada al elfo, mostrando sus enormes colmillos de forma amenazadora, quería al elfo solo para él...
En ese instante, una luz comenzó a iluminar a lo lejos, haciéndose cada vez mas intensa, aquel fenómeno hizo que los Laza y su alfa volvieran la mirada hacia esa luz. Al'theas pudo sentir y reconocer el origen de aquella magia, era la sacerdotisa, que con voz alzada ordeno taparse los ojos y el caballero no dudo ni un segundo en hacerlo, cubriéndose con su escudo abollado.
Y entonces, aquella luz se convirtió en un intenso resplandor, como si una enorme explosión hubiese convertido la noche en día durante unos instantes, cegando a todo aquel que ignorase la advertencia de la sacerdotisa.
El gran Alfa enloqueció con la ausencia de visión, tenia al elfo a tan solo unos pocos centímetros y ahora no era capaz de verlo, comenzando a lanzar zarpazos a diestro y siniestro mientras rugía de pura cólera.
Al'theas aprovecho el momento para cubrir las distancias en cuando la luz menguo, observando que el Alfa ya no reconocía a enemigo de amigo, comenzando a herir con sus garras a los Laza que se encontraban a su lado, matando a uno de ellos y provocando la huida del otro mal herido.
El resto del grupo comenzó a cargar con furia contra los Laza, aproximándose a golpes hacia donde se encontraba el Alfa. Las bestias que no huyeron desmoralizadas ante la arremetida, morían bajo la furia del clan Filo Invernal.
La dragona Lernaean, con aquel mandoble fulgurante en ambas manos, fue la primera en llegar hasta el alfa, corriendo por su lado derecho para dar un tremendo corte a su pata trasera y seguidamente le dio otro a su pata delantera, obligando a la bestia arrodillarse mientras rugía de dolor y furia.
Cuerno Torcido dio un gran salto acompañado de un grito de furia, clavando su lanza sobre el lomo del alfa, obligándolo a tumbarse contra el suelo, moviendo la cabeza con desesperación para intentar ver lo que sucedía a su alrededor, luchando por levantarse.
El caballero esmeralda vio su oportunidad, cargo con su hoja en mano, y justo cuando parecía que el Alfa estaba empezando a recuperar la vista... la espada de Al'theas atravesó su globo ocular derecho profundamente hasta o mas profundo que pudo de su cavidad craneal.
El Alfa quedo paralizado en ese instante, su ojo izquierdo se clavo en el rostro del elfo, cara a cara, mirándole con furia, hasta que la luz de su odio abandono su mirada, así como su vida, habían ganado.
Al'theas tiro de su espada para sacarla, retrocediendo unos pocos pasos asegurando algo de distancia, contemplando al animal inerte durante esos segundos de silencio, que fueron rotos por los vitoreos y gritos de celebración que el grupo de cazadores allí presentes comenzaron emitir a pleno pulmón, procurando que todo el lugar supiera de la proeza lograda entre todos.
-Lo hicimos...- llego a decir el caballero esmeralda entre jadeos, mientras se arrodillaba frente a su rival abatido.
Al'theas Tinarandel
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Re: [Guerra de Lunargenta]Cazadores de cabezas (2/3)(Cerrado)
Con la muerte del Alfa, y denotando que era de algún modo el artífice de la extraña compenetración y organización del resto de los tigres Laza, las bestias restantes, las pocas que habían podido sobrevivir a la feroz lucha, comenzaron su huida desesperada y totalmente desorganizada hacia la estepa, perdiéndose rápidamente de vista. Nadie de los allí presentes podría asegurar que no volverían a hacer de las suyas, o que alguno de ellos volvería a amenazar los territorios del clan Filo invernal, pero sin su líder volverían a ser los animales peligrosos pero incapaces de organizarse que siempre habían sido. Una amenaza controlada a la que las gentes de la gran estepa estaban tan acostumbrados como a las repentinas tormentas de nieve. Al menos hasta el nacimiento de un nuevo Alfa, algo que tiempo después Níniel descubriría que era un suceso que podía llegar a darse incluso una sola vez cada generación, por suerte.
-Hoy nuestros antepasados nos sonríen. Volveremos a la aldea con un trofeo digno de los mejores guerreros.- Proclamó Cuerno torcido colocando su bota sobre la cabeza de la derrotada criatura. -De hecho hemos obtenido tantos trofeos que no sé cómo vamos a poder cargar con ellos de vuelta.- Comentó pensativo pero claramente orgulloso de la gesta. Sin duda poder decirles a sus compañeros que habían tenido tanto éxito como para no poder cargar con todas las presas será motivo de asombro y respeto para los suyos. -Y no podemos olvidarnos de vuestra ayuda, extranjeros. Habéis luchado a nuestro lado y demostrado que sois dignos guerreros. Seréis agasajados en nuestro hogar.- Sentenció el líder cazador. Atrás parecían haber quedado ya las faltas de respeto, los insultos y los desprecios. Incluso alguno de los cazadores demostró la nueva amistad forjada a base de golpes en el hombro a Al'theas, denotando que ahora lo consideraban todo un "hombre". Níniel esperaba no tener que volver a sanarle el brazo tras tantas muestras de afecto.
-Será un honor.- Respondió la peliblanca reservándose sus pensamientos sobre lo que había costado ganarse semejantes simpatías. Si en diplomacia hubiese que jugarse la vida cada vez que quería entregarse un documento, estaban apañados.
Tras las felicitaciones y celebraciones sobre los cuerpos sin vida de sus enemigos. El grupo de norteños comenzaría su ritual de cobro de trofeos. Comenzando a cortarles las cabezas a los animales muertos para llevarlos de vuelta a su aldea. Incluso tomando solo las cabezas, debido al gran tamaño de estas, especialmente la del Alfa, y al hecho de tener que llevarse también los cuerpos de sus muertos, los norteños acabarían teniendo que cargar con bastante peso, ralentizando su marcha hacia el este acompañando al grupo de emisarios. Al final sí que era cierto aquello de que cortaban las cabezas, y seguramente muchas de aquellas acabarían delimitando los límites de su territorio en un futuro no muy lejano.
Después un par de horas de marcha, y agotados tras esta y el combate, el grupo llegaría ante las puertas de una aldea construida sobre una colina de buen tamaño. Los límites de la aldea estaban protegidos por una alta empalizada de madera de aspecto sólido y salpicada por pequeñas torres de vigilancia también de madera. Cerca de los muros podían verse rebaños pastando libremente y también algunos campos de cultivos adaptados a aquellos climas.
Tan pronto como los vigías vieron acercarse al grupo, un cuerno anunció su llegada tocando una sola y larga nota. Al llegar hasta la empalizada las puertas se hallaban ya abiertas de par en par y un grupo de guerreros, aldeanos y muchas mujeres de aspecto fuerte y curtido estaban ya allí para recibirlos. En sus rostros había una mezcla de sentimientos evidentes. Por un lado parecían contentos de su regreso, asombrados al contemplar los trofeos y orgullosos al ver a Cuerno torcido alardear con el del tigre Alfa. Pero también podía notarse la estoica tristeza por los camaradas caídos. Aunque los más tristes, los jóvenes, fueron rápidamente consolados por sus personas cercanas diciéndoles que era un honor morir de aquella forma, que todo el pueblo estaba orgulloso de su coraje y valentía.
Por otro lado, de curiosidad y cierto desdén fueron los gestos cuando Cuerno torcido les informó de quiénes eran aquellos extranjeros y su condición de invitados de honor. Hubo incluso quiénes preguntaron por qué debían honrarles si dos de ellos no eran ni tan siquiera dragones. No obstante tras el resumen emitido por el líder cazador nadie se atrevió a protestar su derecho de estar allí, especialmente cuando supieron del buen hacer de la elfa y el modo del elfo de lanzarse solo contra el Alfa, llegando incluso a asestarle el golpe final. Ante aquello quedaba claro que eran gente orgullosa, pero que sabían reconocer y reconocían los méritos de los demás y procesaban un respeto en base a los mismos, pudiendo ignorar incluso el hecho de ser extraños en aquellas tierras.
-Presentaremos los trofeos ante el jefe Barba blanca y entonces podrás entregarle ese papel, elfa. Si puedo hablaré bien en vuestro nombre.- Indicó Cuerno torcido abriéndose paso entre la gente reunida, recorriendo aquella aldea rumbo ante la cabaña más grande todo el lugar. Frente a ella, sentado sobre una silla alta tallada hermosamente en madera y rodeado de varias lanzas con cráneos de diferentes criaturas de gran tamaño, se hallaba un dragón de barba y pelo blancos pero que por su aspecto no aparentaba más de cincuenta años humanos, además de estar en plena forma física. Sus ojos aún brillaban con intensidad y no tardaron en fijarse en los trofeos y los extranjeros, mesándose la larga barba. Los de Níniel por otro lado se fijaron rápidamente en la lanza que reposaba sobre la silla y la única que no tenía un cráneo en su extremo. Aquella lanza era gigantesca y sin duda de una enorme calidad y condición. No se parecía en nada a las que portaban el resto de guerreros.
Cuerno torcido, presentando sus respetos, comenzaría entonces a narrarle lo sucedido a su jefe, con todo lujo de detalles y sin faltar ni un ápice a la verdad. Concediéndole a los emisarios todos los méritos que habían ganado y atribuyéndose solo los propios. Incluso le informó del cambio de rey y las circunstancias de la muerte del anterior.
-Entrégame ese documento, elfa. Lo leeré ahora mismo en honor a vuestra bravura y ya que ahora sois compañeros de caza de nuestro clan.- Pediría el jefe con una voz enérgica y jovial. Níniel obedeció, realizando las reverencias que creyó oportunas. -Veamos...Así que ahora reina Rigobert y marcha hacia el sur. ¿Acaso los humanos no pueden defender solos sus tierras? Supongo que les es muy difícil tomar las murallas que perdieron sin poder volar...Menudas nenazas.- Se burló el líder, provocando las risas de los hombres y mujeres cercanos. Aunque callaron al ver a su jefe quedar pensativo mirando aquel documento. -¿Tú que dices Cuerno torcido? ¿Debemos enseñarles a luchar a esos sureños?.-
-Sí cuentan con más guerreros como los aquí presentes no será ninguna vergüenza luchar a su lado. Además con la muerte del infame tigre Alfa gracias a su ayuda nuestras tierras vuelven a estar seguras.- Respondió el aludido.
Entonces Barba blanca tomó aquella lanza con su mano derecha y se levantó de su silla. Visto de pie era incluso más grande que Cuerno torcido, y tan fuerte que comparándolos a ambos llegaba a hacerlo parecer incluso algo pequeño. Con un par de movimientos precisos movió su arma cortando el aire con una facilidad pasmosa a pesar de su tamaño y peso y terminó por golpear con ella el suelo, haciendo que este llegara incluso a sacudirse. -Decidido pues. Los Filo invernal marcharemos a la guerra. Que todos mis guerreros se preparen. Marcharemos al alba. Pero esta noche celebraremos el éxito en la caza.- Rugió. -Puedes partir cuando quieras a informar a tu rey de mi decisión, elfa. O puedes quedarte aquí y participar del banquete de celebración de esta noche y partir con nosotros. Yo preferiría que os quedarais, parte del éxito a celebrar es gracias a vosotros.- Aclaró el gigantón.
Níniel se giró para mirar a sus compañeros y conocer su opinión. Sería una falta de respeto no aceptar la invitación de sus nuevos aliados, además estaban cansados tras la marcha y el combate. Por otro lado su misión era volver tan pronto tuvieran una respuesta.
-Hoy nuestros antepasados nos sonríen. Volveremos a la aldea con un trofeo digno de los mejores guerreros.- Proclamó Cuerno torcido colocando su bota sobre la cabeza de la derrotada criatura. -De hecho hemos obtenido tantos trofeos que no sé cómo vamos a poder cargar con ellos de vuelta.- Comentó pensativo pero claramente orgulloso de la gesta. Sin duda poder decirles a sus compañeros que habían tenido tanto éxito como para no poder cargar con todas las presas será motivo de asombro y respeto para los suyos. -Y no podemos olvidarnos de vuestra ayuda, extranjeros. Habéis luchado a nuestro lado y demostrado que sois dignos guerreros. Seréis agasajados en nuestro hogar.- Sentenció el líder cazador. Atrás parecían haber quedado ya las faltas de respeto, los insultos y los desprecios. Incluso alguno de los cazadores demostró la nueva amistad forjada a base de golpes en el hombro a Al'theas, denotando que ahora lo consideraban todo un "hombre". Níniel esperaba no tener que volver a sanarle el brazo tras tantas muestras de afecto.
-Será un honor.- Respondió la peliblanca reservándose sus pensamientos sobre lo que había costado ganarse semejantes simpatías. Si en diplomacia hubiese que jugarse la vida cada vez que quería entregarse un documento, estaban apañados.
Tras las felicitaciones y celebraciones sobre los cuerpos sin vida de sus enemigos. El grupo de norteños comenzaría su ritual de cobro de trofeos. Comenzando a cortarles las cabezas a los animales muertos para llevarlos de vuelta a su aldea. Incluso tomando solo las cabezas, debido al gran tamaño de estas, especialmente la del Alfa, y al hecho de tener que llevarse también los cuerpos de sus muertos, los norteños acabarían teniendo que cargar con bastante peso, ralentizando su marcha hacia el este acompañando al grupo de emisarios. Al final sí que era cierto aquello de que cortaban las cabezas, y seguramente muchas de aquellas acabarían delimitando los límites de su territorio en un futuro no muy lejano.
Después un par de horas de marcha, y agotados tras esta y el combate, el grupo llegaría ante las puertas de una aldea construida sobre una colina de buen tamaño. Los límites de la aldea estaban protegidos por una alta empalizada de madera de aspecto sólido y salpicada por pequeñas torres de vigilancia también de madera. Cerca de los muros podían verse rebaños pastando libremente y también algunos campos de cultivos adaptados a aquellos climas.
Tan pronto como los vigías vieron acercarse al grupo, un cuerno anunció su llegada tocando una sola y larga nota. Al llegar hasta la empalizada las puertas se hallaban ya abiertas de par en par y un grupo de guerreros, aldeanos y muchas mujeres de aspecto fuerte y curtido estaban ya allí para recibirlos. En sus rostros había una mezcla de sentimientos evidentes. Por un lado parecían contentos de su regreso, asombrados al contemplar los trofeos y orgullosos al ver a Cuerno torcido alardear con el del tigre Alfa. Pero también podía notarse la estoica tristeza por los camaradas caídos. Aunque los más tristes, los jóvenes, fueron rápidamente consolados por sus personas cercanas diciéndoles que era un honor morir de aquella forma, que todo el pueblo estaba orgulloso de su coraje y valentía.
Por otro lado, de curiosidad y cierto desdén fueron los gestos cuando Cuerno torcido les informó de quiénes eran aquellos extranjeros y su condición de invitados de honor. Hubo incluso quiénes preguntaron por qué debían honrarles si dos de ellos no eran ni tan siquiera dragones. No obstante tras el resumen emitido por el líder cazador nadie se atrevió a protestar su derecho de estar allí, especialmente cuando supieron del buen hacer de la elfa y el modo del elfo de lanzarse solo contra el Alfa, llegando incluso a asestarle el golpe final. Ante aquello quedaba claro que eran gente orgullosa, pero que sabían reconocer y reconocían los méritos de los demás y procesaban un respeto en base a los mismos, pudiendo ignorar incluso el hecho de ser extraños en aquellas tierras.
-Presentaremos los trofeos ante el jefe Barba blanca y entonces podrás entregarle ese papel, elfa. Si puedo hablaré bien en vuestro nombre.- Indicó Cuerno torcido abriéndose paso entre la gente reunida, recorriendo aquella aldea rumbo ante la cabaña más grande todo el lugar. Frente a ella, sentado sobre una silla alta tallada hermosamente en madera y rodeado de varias lanzas con cráneos de diferentes criaturas de gran tamaño, se hallaba un dragón de barba y pelo blancos pero que por su aspecto no aparentaba más de cincuenta años humanos, además de estar en plena forma física. Sus ojos aún brillaban con intensidad y no tardaron en fijarse en los trofeos y los extranjeros, mesándose la larga barba. Los de Níniel por otro lado se fijaron rápidamente en la lanza que reposaba sobre la silla y la única que no tenía un cráneo en su extremo. Aquella lanza era gigantesca y sin duda de una enorme calidad y condición. No se parecía en nada a las que portaban el resto de guerreros.
Cuerno torcido, presentando sus respetos, comenzaría entonces a narrarle lo sucedido a su jefe, con todo lujo de detalles y sin faltar ni un ápice a la verdad. Concediéndole a los emisarios todos los méritos que habían ganado y atribuyéndose solo los propios. Incluso le informó del cambio de rey y las circunstancias de la muerte del anterior.
-Entrégame ese documento, elfa. Lo leeré ahora mismo en honor a vuestra bravura y ya que ahora sois compañeros de caza de nuestro clan.- Pediría el jefe con una voz enérgica y jovial. Níniel obedeció, realizando las reverencias que creyó oportunas. -Veamos...Así que ahora reina Rigobert y marcha hacia el sur. ¿Acaso los humanos no pueden defender solos sus tierras? Supongo que les es muy difícil tomar las murallas que perdieron sin poder volar...Menudas nenazas.- Se burló el líder, provocando las risas de los hombres y mujeres cercanos. Aunque callaron al ver a su jefe quedar pensativo mirando aquel documento. -¿Tú que dices Cuerno torcido? ¿Debemos enseñarles a luchar a esos sureños?.-
-Sí cuentan con más guerreros como los aquí presentes no será ninguna vergüenza luchar a su lado. Además con la muerte del infame tigre Alfa gracias a su ayuda nuestras tierras vuelven a estar seguras.- Respondió el aludido.
Entonces Barba blanca tomó aquella lanza con su mano derecha y se levantó de su silla. Visto de pie era incluso más grande que Cuerno torcido, y tan fuerte que comparándolos a ambos llegaba a hacerlo parecer incluso algo pequeño. Con un par de movimientos precisos movió su arma cortando el aire con una facilidad pasmosa a pesar de su tamaño y peso y terminó por golpear con ella el suelo, haciendo que este llegara incluso a sacudirse. -Decidido pues. Los Filo invernal marcharemos a la guerra. Que todos mis guerreros se preparen. Marcharemos al alba. Pero esta noche celebraremos el éxito en la caza.- Rugió. -Puedes partir cuando quieras a informar a tu rey de mi decisión, elfa. O puedes quedarte aquí y participar del banquete de celebración de esta noche y partir con nosotros. Yo preferiría que os quedarais, parte del éxito a celebrar es gracias a vosotros.- Aclaró el gigantón.
Níniel se giró para mirar a sus compañeros y conocer su opinión. Sería una falta de respeto no aceptar la invitación de sus nuevos aliados, además estaban cansados tras la marcha y el combate. Por otro lado su misión era volver tan pronto tuvieran una respuesta.
Níniel Thenidiel
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Re: [Guerra de Lunargenta]Cazadores de cabezas (2/3)(Cerrado)
Todos se sentían orgullosos de la proeza lograda, Al'theas aun miraba fijamente al enemigo abatido mientras recibía la ola de palmadas afectivas por parte de los cazadores, luego busco con la mirada a Níniel y le sonrió, sabiendo que aquel destello fue realizado por ella con mucho esfuerzo y fue esencial para lograr la victoria.
En medio del regocijo, Cuerno Torcido había invitado al trió de extranjeros a marchar junto a ellos hacia su hogar, lo cual aceptaron sin dudar no solo por que necesitaran un lugar donde hacer una parada, si no también porque aun tenían una misión pendiente que casi había pasado desapercibida con todo lo ocurrido.
Al'theas se limito a escuchar y que fuera la sacerdotisa quien se dirigiera y aceptase la invitación del líder cazador, mientras el elfo se limitaba a ayudar cargando con uno de los cuerpos de los tigres laza, notando que pesaba mas de lo que habría imaginado. Lernaean se acerco para ayudarle y juntos cargaron con el depredador que ahora era la presa y emprendieron la marcha.
Tras unas horas de caminata, el sonido de un cuerno anuncio la llegada del grupo al poblado, al que se le dio calurosa bienvenida y también se les dio honorable respeto a los caídos.
Mientras el elfo y la dragona dejaban su carga junto a las demás presas, hombres y mujeres no tardaron en empezar a despellejar piel de la carne y cortar esta para ser usada como alimento, tendrían material par confeccionar ropa y comida para mucho tiempo.
El caballero se fijo con curiosidad que aquellas personas comenzaron a clavar las cabezas de los tigres lazas en lanzas con intención de medir los limites territoriales y también por mera decoración tradicional. -Ahora entiendo quienes hicieron lo de aquella lanza que encontraste...- Le comento a la dragona.
Sin entretenerse mucho mas, ambos se dirigieron junto a la sacerdotisa, asistiendo a la reunión que tenían con el líder del poblado, un gran guerrero llamado Barba Blanca, el cual tras oír nuestra peculiar gesta de labios de Cuerno Torcido, y tras leer el mensaje que Níniel traía consigo, accedió a que el clan Filo Invernal uniera sus fuerzas en la guerra y con ello la misión del grupo termino en rotundo éxito.
Barba Blanca había tenido el detalle de invitarles esa noche con su hospitalidad ademas de acompañarles al día siguiente para tratar la alianza con el actual rey, la elfa peliblanca miro a al grupo esperando su opinión, y fue Al'theas quien decidió hablar notando las prisas pero también la fatiga en la mirada de la joven elfa.
-La batalla de hoy ha sido ardua, nos vendría bien descansar y comer algo antes de partir... sobre todo a ti, has acumulado mucho éter y usado tu magia en momentos clave que nos han dado la victoria, necesitas descansar, nos lo hemos ganado- Dijo el caballero esmeralda, reconociendo los esfuerzos de la sacerdotisa. -Ademas... tengo curiosidad por conocer la forma de celebrar de los Filo Invernal- Añadió con una sonrisa.
En medio del regocijo, Cuerno Torcido había invitado al trió de extranjeros a marchar junto a ellos hacia su hogar, lo cual aceptaron sin dudar no solo por que necesitaran un lugar donde hacer una parada, si no también porque aun tenían una misión pendiente que casi había pasado desapercibida con todo lo ocurrido.
Al'theas se limito a escuchar y que fuera la sacerdotisa quien se dirigiera y aceptase la invitación del líder cazador, mientras el elfo se limitaba a ayudar cargando con uno de los cuerpos de los tigres laza, notando que pesaba mas de lo que habría imaginado. Lernaean se acerco para ayudarle y juntos cargaron con el depredador que ahora era la presa y emprendieron la marcha.
Tras unas horas de caminata, el sonido de un cuerno anuncio la llegada del grupo al poblado, al que se le dio calurosa bienvenida y también se les dio honorable respeto a los caídos.
Mientras el elfo y la dragona dejaban su carga junto a las demás presas, hombres y mujeres no tardaron en empezar a despellejar piel de la carne y cortar esta para ser usada como alimento, tendrían material par confeccionar ropa y comida para mucho tiempo.
El caballero se fijo con curiosidad que aquellas personas comenzaron a clavar las cabezas de los tigres lazas en lanzas con intención de medir los limites territoriales y también por mera decoración tradicional. -Ahora entiendo quienes hicieron lo de aquella lanza que encontraste...- Le comento a la dragona.
Sin entretenerse mucho mas, ambos se dirigieron junto a la sacerdotisa, asistiendo a la reunión que tenían con el líder del poblado, un gran guerrero llamado Barba Blanca, el cual tras oír nuestra peculiar gesta de labios de Cuerno Torcido, y tras leer el mensaje que Níniel traía consigo, accedió a que el clan Filo Invernal uniera sus fuerzas en la guerra y con ello la misión del grupo termino en rotundo éxito.
Barba Blanca había tenido el detalle de invitarles esa noche con su hospitalidad ademas de acompañarles al día siguiente para tratar la alianza con el actual rey, la elfa peliblanca miro a al grupo esperando su opinión, y fue Al'theas quien decidió hablar notando las prisas pero también la fatiga en la mirada de la joven elfa.
-La batalla de hoy ha sido ardua, nos vendría bien descansar y comer algo antes de partir... sobre todo a ti, has acumulado mucho éter y usado tu magia en momentos clave que nos han dado la victoria, necesitas descansar, nos lo hemos ganado- Dijo el caballero esmeralda, reconociendo los esfuerzos de la sacerdotisa. -Ademas... tengo curiosidad por conocer la forma de celebrar de los Filo Invernal- Añadió con una sonrisa.
Al'theas Tinarandel
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