El libro con el gato en la portada [Libre]
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El libro con el gato en la portada [Libre]
Lo sabía.
Sabía desde que había llegado a pasar las noches a esa casa abandonada que Artyhom, su pequeño robot, se pasaba de vez en cuando a ese lugar... su antiguo hogar. Lo supo por el orden y el aseo. Se trataba de un lugar abandonado, en medio de un bosque espeso y de muy difícil acceso. Era evidente que Arty limpiaba allí de vez en cuando.
Hoy había sido uno de esos días. El pequeño mecánico se había aparecido muy temprano, mientras Demian aún dormía y el sol ni siquiera pensaba en asomar su naranjo rostro. No habían tardado en ponerse al día.
Artyhom había prometido, mucho tiempo atrás, cumplir con su función de "diario" mecánico para con Demian. Desde eso eran variados los servicios que se habían requerido del pequeño robot, pero al final había una cosa que los dos siempre terminaban haciendo, conversar de los hechos ocurridos para que Arty los pudiera registrar.
Debieron pasar unas buenas horas conversando para que el registro se pusiera a la fecha. No entraremos en detalles sobre lo que Demian le contó, basta con decir que el chico no había dejado de existir durante su ausencia de las andadas de los Gorriones.
Al final tomó el libro del gato en la portada, ese que había terminado de leer hacía un par de noches, que le había dejado inquieto.
***
Demian dio de comer a Chispa, ese gorrión que un día le había comenzado a seguir sin previo aviso y desde entonces se había vuelto su mascota. No era un gorrión como todos, parecía más inteligente, atento a lo que ocurría con su amo, siempre siguiéndole.
Puso semillas en su mano y dejó que la criatura comiera parada en su hombro. El pajarillo procedió luego a una maniobra de acicalado en el cabello del chico.
Artyhom colaboró entregando un pequeño gusano al ave. Demian rió, nunca lograba pillar al robot cuando obtenía los ingredientes para las comidas (aunque fuera de gorrión). Era como si éste simplemente las conjurara de la nada.
En ese momento terminaban de bajar del árbol sobre el que se erigía la extraña vivienda. En un bolso llevaba el libro.
***
Demian miró al cielo y constató que ya se hacía tarde. El sol se había puesto naranjo y las aves se juntaban en las copas de los árboles. Chispa no estaba a la vista, seguro había ido también con las otras, o quizás sólo miraba de lejos.
Había llegado al cruce de caminos que señalaba el libro, ese de los cinco letreros pegados a un viejo poste. Le causaba gracia, era como en los libros de cuentos antiguos.
Si estaba en lo correcto, debía ahora adentrarse hacia el bosque a su izquierda. La voz de la razón fue muy clara en decirle que no era una buena idea, no en ese momento. La noche no tardaría en caer y esa misión llevaría tiempo. Era mejor esperar hasta el otro día y llegar temprano, pasar la noche en el pueblo cercano.
Por supuesto, Demian no escuchaba a la voz de la razón muy a menudo.
Juntó sus cosas y se acomodó su equipo. Era momento de salir del camino.
Demian
Aerandiano de honor
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Re: El libro con el gato en la portada [Libre]
Existen pocas cosas que puedan hacer “sentir bien” a un bio, incluso una maquina creada para emular al ser humano como Zero suele tener contados episodios emocionales. Sin duda sentirse en pleno funcionamiento es una de ellas.
La elfa sanadora Niniel logro recuperar la integridad perdida del chiquillo sintético contra todo pronóstico, pese a no conocer nada de tecnología su restablecimiento del sistema biológico consiguió despejar las vías para que el conglomerado de tecnologías pudiera volver a funcionar como de fábrica.
“Como nuevo” es una frase corriente que se puede amoldar bastante a la situación actual del enano artificial, también es la razón de su buen humor. Funcionar con limitaciones y despertando lastima en cada ser vivo con moral… no es un camino agradable.
Por otro lado los planes de Z9-42 también tuvieron una mejora, ahora con los mirmidones creados puede llevar la batalla directamente en contra de Exos. La base es un desastre flotante y carece de los miembros mínimos aunque las cosas deberían empezar a mejorar con un objetivo fijado.
La razón especifica de que se encuentre recorriendo el entorno circundante a las metrópolis humanas es igual de trascendental, básicamente elabora un esquema de la futura batalla. El tablero esta puesto y las piezas se mueven, aunque no tiene papel en los eventos pugnantes planea ser testigo.
Luego de separarse del ejército norteño paso a deambular en las inmediaciones boscosas, es un buen sitio para detectar movimientos de tropas si tienes los elementos necesarios contigo… o en tu interior.
En un particular puesto de observación la pequeña creación detecta cierto elemento extraño, un niño que deambula solo sin supervisión. Sabe por obvias razones que muchos contemporáneos pueden cuidarse solos pero siente la necesidad de ofrecer ayuda.
Baja del árbol con delicadeza y avanza rumbo al chico que apenas comienza a internarse en el bosque. Los rayos del sol empiezan a menguar dando paso a muchas sombras en lo que se suele considerar un atardecer bastante pintoresco.
Hola…
De repente se queda en blanco, algo literal con una mente cibernética. No sabe con qué encadenar su intervención y eso puede dar la sensación más extraña de su vida a cualquier tercero. Visto desde ojos ajenos el joven elegante y pulcro solo mira al vacío indeterminado hasta que…
Lo siento, suele pasar… ¿qué haces en esta zona?
La elfa sanadora Niniel logro recuperar la integridad perdida del chiquillo sintético contra todo pronóstico, pese a no conocer nada de tecnología su restablecimiento del sistema biológico consiguió despejar las vías para que el conglomerado de tecnologías pudiera volver a funcionar como de fábrica.
“Como nuevo” es una frase corriente que se puede amoldar bastante a la situación actual del enano artificial, también es la razón de su buen humor. Funcionar con limitaciones y despertando lastima en cada ser vivo con moral… no es un camino agradable.
Por otro lado los planes de Z9-42 también tuvieron una mejora, ahora con los mirmidones creados puede llevar la batalla directamente en contra de Exos. La base es un desastre flotante y carece de los miembros mínimos aunque las cosas deberían empezar a mejorar con un objetivo fijado.
La razón especifica de que se encuentre recorriendo el entorno circundante a las metrópolis humanas es igual de trascendental, básicamente elabora un esquema de la futura batalla. El tablero esta puesto y las piezas se mueven, aunque no tiene papel en los eventos pugnantes planea ser testigo.
Luego de separarse del ejército norteño paso a deambular en las inmediaciones boscosas, es un buen sitio para detectar movimientos de tropas si tienes los elementos necesarios contigo… o en tu interior.
En un particular puesto de observación la pequeña creación detecta cierto elemento extraño, un niño que deambula solo sin supervisión. Sabe por obvias razones que muchos contemporáneos pueden cuidarse solos pero siente la necesidad de ofrecer ayuda.
Baja del árbol con delicadeza y avanza rumbo al chico que apenas comienza a internarse en el bosque. Los rayos del sol empiezan a menguar dando paso a muchas sombras en lo que se suele considerar un atardecer bastante pintoresco.
Hola…
De repente se queda en blanco, algo literal con una mente cibernética. No sabe con qué encadenar su intervención y eso puede dar la sensación más extraña de su vida a cualquier tercero. Visto desde ojos ajenos el joven elegante y pulcro solo mira al vacío indeterminado hasta que…
Lo siento, suele pasar… ¿qué haces en esta zona?
Z9-42
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Re: El libro con el gato en la portada [Libre]
Sueño, eso era lo único que sentía ese día donde el frío era tan suave que la hacía pensar en la llegada de la primavera. Bueno, tal vez exagerase. El cielo azul, el aire suave, las risas de los chicos del campamento y los disparos a árboles de Tessa la hacían relajarse sobre esa hamaca que colgaba de esos dos árboles donde se había sentado al llegar. Como si fuera una cama de plumas, había ido cayendo poco a poco, para quedar tumbada, mirando la nada.
A pesar del caos del mundo, cuando estaba en ese pequeño campamento, rodeada de esa peculiar familia, se encontraba en su propio paraíso personal donde el mundo dejaba de existir para reducirse a ese punto indefinido del mapa donde montaban sus tiendas y se dedicaban a entrenar, reír y disfrutar del presente, porque nunca sabían que les depararía el futuro. Con los ojos ya cerrados, notó pasos acercándose y el peso de alguien a sus pies, abrió uno y vio a Tessa dejando caer el arco y balancearse, moviéndola a ella, mientras dejaba caer sus rizos dorados por el otro lado del asiento.
— ¿Aburrida? — le preguntó con una sonrisa mientras se levantaba un poco haciendo pantalla con la mano para no quedarse ciega con el sol.
— No sabes cuanto. — Suspiró la chica. — Cualquiera diría que en medio de una guerra habría más ajetreo, debemos ser las únicas personas de todo Aerandir que no tienen nada que hacer. — resopló como un caballo y pareció fundirse con la tela de saco que aun se movía de lado a lado como un columpio.
-— Bueno, no protestes tanto, mejor esto que estar en medio de una matanza. — Rió la chica lanzándole su capa, que, hasta el momento, había usado de cojín, mirando pensativa a lo lejos.
— No se qué decirte. -— La paró lanzándole una mirada fastidiada, devolviéndola a la realidad. — daría lo que fuera por pelear en serio con alguien, planear algo, o... ¡no estar quieta! — su exasperación era tan palpable que Alanna soltó una carcajada que resonó por el claro, llamando la atención de los presentes.
No era raro ver sonreír a la chica, pero que riera era otro tema. Pocas veces podía escucharse su risa real, si la de compromiso, si la de amabilidad, pero no esa risa alta y fina como un tintineo de cristal. Mientras todos volvían a sus cosas, la chica suspiro y miró a Tessa, que había sonreído, pero seguía con ese aire hastiado y cansado de la vida, como quien necesita movimiento. La mariposa que tenía tatuada se movió junto a ella, que negó con la cabeza lanzando un suspiro y apartándose el pelo de los ojos.
— Tal vez podríamos hacer algo, ¿te apetece una competición de tiro? Seguro que Weig te da juego. — Propuso sonriendo, señalando al joven pelirrojo que reía frente a una pequeña hoguera, afilando un par de puntas para hacerse flechas.
— Pues...
La voz de Tessa se vio interrumpida por el súbito movimiento de su asiento, que las hizo lanzar un chillido al sentir que se caían, antes de, alzando la cabeza, ver a Lance, que se había sentado y dejaba caer la cabeza sobre las piernas de Alanna. Frunció el ceño antes de ver la sonrisa llena de dientes, del chico, que, coqueto, se tocó el pelo y le guiño un ojo. Ambas chicas intercambiaron una mirada antes de rodar los ojos.
— Si pensabais competir por mi, no hace falta, preciosas. — Le lanzó un beso a Tessa.
— Si, estábamos desesperadas sin ti.— Alanna movió las piernas y lo empujó con la rodilla haciéndolo caer, desatando las carcajadas del diminuto campamento.
— Un día te pegarán una paliza, te quedarás lisiado y sin tu bonita cara, y tendrás que volverte a poner esa máscara rara que usabas cuando llegaste. — Se burló Dave, apoyándose en su hacha, haciendo que la cara de Lance se ensombreciera.
— Dime que tienes algo interesante, Tessa morirá de aburrimiento si no hace algo. — Pidió Alanna cambiando de tema al notar el gesto.
Lance era un misterio para todos. Un hombre joven, atractivo, fuerte, probablemente, el más capaz de los que se las habían unido, Alanna lo había conocido tiempo atrás como Velo, pero también entonces había sido un misterio para ella, y esa cicatriz que le surcaba el cuello y parte del pecho no lo hacía menos curioso a ojos ajenos. Reservado, alegre y divertido, se había vuelto alguien querido para todos a pesar de que nadie sabía a penas nada de su pasado. Solo a Alanna había ido a contarle parte de su pasado, más para disculparse, que porque realmente quisiera explicar nada, y tras jurarle que, esa vez, nada tenía que ver su padre con que estuviera allí, la chica lo había aceptado como a uno más, convirtiéndolo, casi, en un hermano, llegando a un nivel de complicidad similar al que tenía con Tessa, aunque no igual. Confiaba en él, si Tessa era su mano derecha, Lance era su izquierda.
— Algo parecido, parece que hay un par de niños rodando, no creo que se hayan perdido, pero... odio los niños. — suspiró tendiéndose en la hierva fría, mientras Alanna arrugaba el gesto, molesta.
— ¿Tu eres tonto? ¿estamos en guerra y dejas a dos niños, solos? Tendrías que haberte roto algo cuando te he tirado. — Se levantó, pisándole en el estómago sin contemplación, logrando un quejido del chico.
— ¡Eres un bruta! ¡Aun me duelen las costillas de la última vez! — ladeó su sonrisa en un intento de insinuación.
— ¡No se te olvide que soy yo quien clava el puñal. — le guiñó ella un ojo incapaz de estar enfadada con él. — ¡Vamos Tessa, se acabó tu aburrimiento! — Caminó un par de pasos asegurando las dagas en su cinto y en la pierna.
— ¡Por fin! — saltó pasando de largo a Lance, que aun se levantaba. — ¿Habéis estado por el sector tres? — Preguntó lanzándole la capa a Alanna, para que se abrigase y no volviera a enfermar ese invierno. Lance asintió levantándose. — Pues vamos, ya volveremos.
— Suerte con los monstruitos.— deseó él encaminándose hacia los demás mientras ella comenzaban a avanzar.
Habían dividido el bosque en sectores que vigilaban cada x tiempo para asegurarse de no tener que salir corriendo como descosidos cada vez que se acercase un grupo armado. Alanna empezaba a cansarse de esa vida de huidas, de idas y venidas, quería asentarse, tener un sitio al que volver, un sitio al que volver con todos ellos. Pero no podían aun, no con una guerra que se ceñía a su piernas, que se cernía sobre sus cabezas y que, por tranquilos que parecieran muchos tenían presente en el alma. La chica había empezado a ver fuego en los ojos de la compañía, Tessa no parecía dispuesta a enzarzarse en la guerra, y muchos otros tampoco, pero estaban los que parecían sufrir por no coger sus armas y lanzarse al frente, y ella, para desgracia de Tessa, era una de esas personas que sentía que podía hacer más, y se sentía inútil allí quieta.
— Alanna. — la atajó Tessa. — Allí delante. — señaló a dos chiquillos a su frente en un susurro.
Asintiendo, la fujitiva se encaminó hacia las dos personas, de aspecto menudo, que había no muy lejos de ellas, con las dudas aun bullendo en su cabeza. No parecían estar en problemas. Era consciente de que había niños que podían apañárselas muy bien, era fácil para ellos esconderse si sabían como. Pero si la vida para un niño solo no era, de por si, lo bastante dura, en esa época, era peor, y eso era algo que poco o nada había cambiado en la chica, odiaba, con todas sus fuerzas, que los niños lo pasaran mal. Pensaba que eran seres inocentes, que aun podían creer en el mundo, en el futuro, en que había algo más, y que esa luz se la borrase el mundo mismo, un mundo que debería ser protector, amable, un lugar donde pudieran crecer y explorar, le rompía el alma.
Se detuvo un instante al reconocer, aun distante, a uno de los niños. Arrugó la frente. No, sería demasiada casualidad. Lo perdió a él, y al pequeño inventor, de vista, años atrás, cuando ella aun era una joven guardia entusiasta que no había visto la corrupción en sus filas. Y el mundo no era tan pequeño como para encontrarse con ese pequeño brujo que una vez, muchísimo tiempo atrás, le echó arena en los ojos. Reemprendió la marcha hasta situarse a pocos metros de las dos figuras, ambas bajas, ambas pálidas. El mundo, probablemente, si fuera un pañuelo.
— ¿Demian? — Preguntó, aun extrañada, frunciendo el ceño, logrando una mirada totalmente extrañada por parte de Tessa.
— ¿Lo conoces? — susurró la rubia al oído de su amiga, recibiendo un diminuto asentimiento por parte de la chica.
A pesar del caos del mundo, cuando estaba en ese pequeño campamento, rodeada de esa peculiar familia, se encontraba en su propio paraíso personal donde el mundo dejaba de existir para reducirse a ese punto indefinido del mapa donde montaban sus tiendas y se dedicaban a entrenar, reír y disfrutar del presente, porque nunca sabían que les depararía el futuro. Con los ojos ya cerrados, notó pasos acercándose y el peso de alguien a sus pies, abrió uno y vio a Tessa dejando caer el arco y balancearse, moviéndola a ella, mientras dejaba caer sus rizos dorados por el otro lado del asiento.
— ¿Aburrida? — le preguntó con una sonrisa mientras se levantaba un poco haciendo pantalla con la mano para no quedarse ciega con el sol.
— No sabes cuanto. — Suspiró la chica. — Cualquiera diría que en medio de una guerra habría más ajetreo, debemos ser las únicas personas de todo Aerandir que no tienen nada que hacer. — resopló como un caballo y pareció fundirse con la tela de saco que aun se movía de lado a lado como un columpio.
-— Bueno, no protestes tanto, mejor esto que estar en medio de una matanza. — Rió la chica lanzándole su capa, que, hasta el momento, había usado de cojín, mirando pensativa a lo lejos.
— No se qué decirte. -— La paró lanzándole una mirada fastidiada, devolviéndola a la realidad. — daría lo que fuera por pelear en serio con alguien, planear algo, o... ¡no estar quieta! — su exasperación era tan palpable que Alanna soltó una carcajada que resonó por el claro, llamando la atención de los presentes.
No era raro ver sonreír a la chica, pero que riera era otro tema. Pocas veces podía escucharse su risa real, si la de compromiso, si la de amabilidad, pero no esa risa alta y fina como un tintineo de cristal. Mientras todos volvían a sus cosas, la chica suspiro y miró a Tessa, que había sonreído, pero seguía con ese aire hastiado y cansado de la vida, como quien necesita movimiento. La mariposa que tenía tatuada se movió junto a ella, que negó con la cabeza lanzando un suspiro y apartándose el pelo de los ojos.
— Tal vez podríamos hacer algo, ¿te apetece una competición de tiro? Seguro que Weig te da juego. — Propuso sonriendo, señalando al joven pelirrojo que reía frente a una pequeña hoguera, afilando un par de puntas para hacerse flechas.
— Pues...
La voz de Tessa se vio interrumpida por el súbito movimiento de su asiento, que las hizo lanzar un chillido al sentir que se caían, antes de, alzando la cabeza, ver a Lance, que se había sentado y dejaba caer la cabeza sobre las piernas de Alanna. Frunció el ceño antes de ver la sonrisa llena de dientes, del chico, que, coqueto, se tocó el pelo y le guiño un ojo. Ambas chicas intercambiaron una mirada antes de rodar los ojos.
— Si pensabais competir por mi, no hace falta, preciosas. — Le lanzó un beso a Tessa.
— Si, estábamos desesperadas sin ti.— Alanna movió las piernas y lo empujó con la rodilla haciéndolo caer, desatando las carcajadas del diminuto campamento.
— Un día te pegarán una paliza, te quedarás lisiado y sin tu bonita cara, y tendrás que volverte a poner esa máscara rara que usabas cuando llegaste. — Se burló Dave, apoyándose en su hacha, haciendo que la cara de Lance se ensombreciera.
— Dime que tienes algo interesante, Tessa morirá de aburrimiento si no hace algo. — Pidió Alanna cambiando de tema al notar el gesto.
Lance era un misterio para todos. Un hombre joven, atractivo, fuerte, probablemente, el más capaz de los que se las habían unido, Alanna lo había conocido tiempo atrás como Velo, pero también entonces había sido un misterio para ella, y esa cicatriz que le surcaba el cuello y parte del pecho no lo hacía menos curioso a ojos ajenos. Reservado, alegre y divertido, se había vuelto alguien querido para todos a pesar de que nadie sabía a penas nada de su pasado. Solo a Alanna había ido a contarle parte de su pasado, más para disculparse, que porque realmente quisiera explicar nada, y tras jurarle que, esa vez, nada tenía que ver su padre con que estuviera allí, la chica lo había aceptado como a uno más, convirtiéndolo, casi, en un hermano, llegando a un nivel de complicidad similar al que tenía con Tessa, aunque no igual. Confiaba en él, si Tessa era su mano derecha, Lance era su izquierda.
— Algo parecido, parece que hay un par de niños rodando, no creo que se hayan perdido, pero... odio los niños. — suspiró tendiéndose en la hierva fría, mientras Alanna arrugaba el gesto, molesta.
— ¿Tu eres tonto? ¿estamos en guerra y dejas a dos niños, solos? Tendrías que haberte roto algo cuando te he tirado. — Se levantó, pisándole en el estómago sin contemplación, logrando un quejido del chico.
— ¡Eres un bruta! ¡Aun me duelen las costillas de la última vez! — ladeó su sonrisa en un intento de insinuación.
— ¡No se te olvide que soy yo quien clava el puñal. — le guiñó ella un ojo incapaz de estar enfadada con él. — ¡Vamos Tessa, se acabó tu aburrimiento! — Caminó un par de pasos asegurando las dagas en su cinto y en la pierna.
— ¡Por fin! — saltó pasando de largo a Lance, que aun se levantaba. — ¿Habéis estado por el sector tres? — Preguntó lanzándole la capa a Alanna, para que se abrigase y no volviera a enfermar ese invierno. Lance asintió levantándose. — Pues vamos, ya volveremos.
— Suerte con los monstruitos.— deseó él encaminándose hacia los demás mientras ella comenzaban a avanzar.
Habían dividido el bosque en sectores que vigilaban cada x tiempo para asegurarse de no tener que salir corriendo como descosidos cada vez que se acercase un grupo armado. Alanna empezaba a cansarse de esa vida de huidas, de idas y venidas, quería asentarse, tener un sitio al que volver, un sitio al que volver con todos ellos. Pero no podían aun, no con una guerra que se ceñía a su piernas, que se cernía sobre sus cabezas y que, por tranquilos que parecieran muchos tenían presente en el alma. La chica había empezado a ver fuego en los ojos de la compañía, Tessa no parecía dispuesta a enzarzarse en la guerra, y muchos otros tampoco, pero estaban los que parecían sufrir por no coger sus armas y lanzarse al frente, y ella, para desgracia de Tessa, era una de esas personas que sentía que podía hacer más, y se sentía inútil allí quieta.
— Alanna. — la atajó Tessa. — Allí delante. — señaló a dos chiquillos a su frente en un susurro.
Asintiendo, la fujitiva se encaminó hacia las dos personas, de aspecto menudo, que había no muy lejos de ellas, con las dudas aun bullendo en su cabeza. No parecían estar en problemas. Era consciente de que había niños que podían apañárselas muy bien, era fácil para ellos esconderse si sabían como. Pero si la vida para un niño solo no era, de por si, lo bastante dura, en esa época, era peor, y eso era algo que poco o nada había cambiado en la chica, odiaba, con todas sus fuerzas, que los niños lo pasaran mal. Pensaba que eran seres inocentes, que aun podían creer en el mundo, en el futuro, en que había algo más, y que esa luz se la borrase el mundo mismo, un mundo que debería ser protector, amable, un lugar donde pudieran crecer y explorar, le rompía el alma.
Se detuvo un instante al reconocer, aun distante, a uno de los niños. Arrugó la frente. No, sería demasiada casualidad. Lo perdió a él, y al pequeño inventor, de vista, años atrás, cuando ella aun era una joven guardia entusiasta que no había visto la corrupción en sus filas. Y el mundo no era tan pequeño como para encontrarse con ese pequeño brujo que una vez, muchísimo tiempo atrás, le echó arena en los ojos. Reemprendió la marcha hasta situarse a pocos metros de las dos figuras, ambas bajas, ambas pálidas. El mundo, probablemente, si fuera un pañuelo.
— ¿Demian? — Preguntó, aun extrañada, frunciendo el ceño, logrando una mirada totalmente extrañada por parte de Tessa.
— ¿Lo conoces? — susurró la rubia al oído de su amiga, recibiendo un diminuto asentimiento por parte de la chica.
Alanna Delteria
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Re: El libro con el gato en la portada [Libre]
Niño raro.
Había oído esa expresión referida a sí mismo muchas veces y otras tantas la había deducido de la mirada de otros. Esa mirada hacia abajo, con la boca ligeramente chueca. Ahora él pensaba eso de otro chico.
Tras un silencio incómodo el otro niño hizo una pregunta directa, exactamente del tipo de preguntas que dispara alertas en las personas. ¿Sería hostil?
–B-busco una roca.
Artyhom, el pequeño robot que iba sujeto a su espalda, decidió asomar su rostro para ver al recién aparecido.
–Mucho gusto, joven. Me temo que mi amo no es de los más comunicativos, pero permítame presentarme. Soy Artyhom, diario personal y asistente de mi señor Demian.
El diminuto ser bajó hasta el piso e hizo un gesto de reverencia. Ante todo, Arty era muy educado, para eso le habían programado. Demian se limitó a mirar.
–El joven señor anda en búsqueda de una roca, una muy extraña, debo agregar. De acuerdo a los reportes con los que cuenta el amable señor, esta roca debería estar en algún lugar cercano al punto donde nos encontramos, dentro de ese bosque. La roca en cuestión es una formación mineral natural a la cual la erosión ha dado un aspecto peculiar. Los humanos tienden a ver en ella el aspecto de una persona gritando. No debe ser una agradable vista, debo agregar.
Demian no estaba seguro si era lo más sensato llegar y hablar de lo que buscaba con desconocidos, pero no hizo nada por impedirlo. Sabía que el pequeño robot, a pesar de parecer muy inocente, solía realizar buenos razonamientos. Hasta podría decirse que tenía más tino para tratar con las personas.
–Tengo un dibujo.
El chico sacó de su morral un libro, uno de tapa marrón con un gastado gato tallado. Movió las hojas hasta llegar a un marcador hecho con un pequeño trozo de madera. Mostró el contenido. Se trataba de un dibujo hecho a mano con algún tipo de tinta indeleble. La hoja estaba gastada, vieja, como todo el libro, pero se apreciaba con claridad el contenido. Era una roca que, si bien no era una escultura, con un poco de imaginación podía distinguirse como una mujer gritando. Las enredaderas que crecían en su parte superior daban el aspecto de pelo.
Demian oyó en ese momento a Chispa, su gorrión, trinar con más volumen de lo normal. Era ya tanto lo que le conocía que podía reconocer cuando era él quien trinaba y cuando se trataba de cualquiera de los otros gorriones. Por el momento estaba muy ocupado hablando con el niño raro para poder poner atención a otros lugares. Quizás sólo se trataba de algún zorro poniéndole nervioso.
–Según reportan nuestras fuentes escritas, la gente del lugar piensa que el lugar está embrujado, pero el libro es muy viejo, así que no sabemos si la gente aún piensa eso o no.
Por irónico que pareciera, siendo un brujo Demian sabía que la mayoría de las cosas que la gente decía que estaban embrujadas no lo estaban realmente. La magia era un asunto complejo de manejar y generalmente de efectos efímeros. Lograr que algo conserve propiedades mágicas por un tiempo prolongado era una tarea compleja. Por eso mismo, cuando las cosas de verdad estaban embrujadas solía ser un tema serio.
–Sabemos que hay algo importante allí. Quizás hasta se trate de algún tesoro –agrega Demian con una media sonrisa.
Artyhom asiente de una manera solemne.
Demian guarda su libro.
Chispa defeca desde una rama.
Demian
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Re: El libro con el gato en la portada [Libre]
El chico emite pocas palabras pues la introducción principal viene de un curioso sirviente, cierto autómata de escaso tamaño. Este último expresa una serie de detalles con educación impecable dando pistas sobre su función más discreta.
Zero le mira con cierta intriga, es una maquina pensante y entra en la categoría bio. Por otro lado no detecta firma de registro electrónico cuando escanea lo que suele indicar un artilugio de manufactura independiente.
Eres lib…
Se detiene inmediatamente al entender que tal pregunta puede revelar su verdadera naturaleza, de momento quiere mantener en secreto que es un bio pues nunca se sabe que aspecto toman los agentes sintéticos.
La base parece más aislacionista con todo el tema de la guerra pero rendirse no está en su vocabulario, suelen seguir sus objetivos sin importar que panorama mundial se barajee en el momento.
¿Una roca?
Ciertamente es una búsqueda que Z9-42 nunca hubiera imaginado, los seres vivos persiguen muchas cosas extrañas pero formaciones geológicas sin valor no son algo demasiado cotizado entre los habitantes de Aerandir.
Chico y seguidor artificial agregan más detalles a su argumento, tienen buena información acumulada por lo que se nota una investigación previa. La razón de esto también es revelada añadiendo más misterio.
Suena interesante, ¿necesitan ayuda?
Sonríe amenamente en un intento por mejorar sus posibilidades de convencimiento, quiere participar. Nunca pierde la oportunidad de poder estudiar al ser vivo corriente… y esta vez la trama despierta algo de curiosidad en su interior.
Los sensores del bio detectan algo moviéndose con discreción en las cercanías pero lo deja pasar, es igual de leve que las cientos de marcas que acontecen en su matriz táctica ahora mismo. Los bosques están vivos en un sentido bastante literal, existen miles de criaturas moviéndose en todas direcciones dejando sus marcas.
Si escalamos un árbol tendremos mejor vista.
Una acotación pertinente, así fue como detecto al niño vivo. No fue testigo de una formación natural que se amolde a la descripción en su tiempo rondando pero nunca lo tuvo como una prioridad.
Me llamo Zero, un gusto.
Zero le mira con cierta intriga, es una maquina pensante y entra en la categoría bio. Por otro lado no detecta firma de registro electrónico cuando escanea lo que suele indicar un artilugio de manufactura independiente.
Eres lib…
Se detiene inmediatamente al entender que tal pregunta puede revelar su verdadera naturaleza, de momento quiere mantener en secreto que es un bio pues nunca se sabe que aspecto toman los agentes sintéticos.
La base parece más aislacionista con todo el tema de la guerra pero rendirse no está en su vocabulario, suelen seguir sus objetivos sin importar que panorama mundial se barajee en el momento.
¿Una roca?
Ciertamente es una búsqueda que Z9-42 nunca hubiera imaginado, los seres vivos persiguen muchas cosas extrañas pero formaciones geológicas sin valor no son algo demasiado cotizado entre los habitantes de Aerandir.
Chico y seguidor artificial agregan más detalles a su argumento, tienen buena información acumulada por lo que se nota una investigación previa. La razón de esto también es revelada añadiendo más misterio.
Suena interesante, ¿necesitan ayuda?
Sonríe amenamente en un intento por mejorar sus posibilidades de convencimiento, quiere participar. Nunca pierde la oportunidad de poder estudiar al ser vivo corriente… y esta vez la trama despierta algo de curiosidad en su interior.
Los sensores del bio detectan algo moviéndose con discreción en las cercanías pero lo deja pasar, es igual de leve que las cientos de marcas que acontecen en su matriz táctica ahora mismo. Los bosques están vivos en un sentido bastante literal, existen miles de criaturas moviéndose en todas direcciones dejando sus marcas.
Si escalamos un árbol tendremos mejor vista.
Una acotación pertinente, así fue como detecto al niño vivo. No fue testigo de una formación natural que se amolde a la descripción en su tiempo rondando pero nunca lo tuvo como una prioridad.
Me llamo Zero, un gusto.
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Re: El libro con el gato en la portada [Libre]
Desde la arboleda, con el viento soplando ligeramente, y el olor a tierra fría elevándose, Alanna y Tessa observaban en silencio el intercambio entre los chiquillos. La arquera no podía concebir como dos niños, solos, había sobrevivido en los tiempos que corrían, ella había pasado su infancia en un hogar cálido y agradable, un sitio donde las risas habían estado a la orden del día y las travesuras se castigaban con regañinas dulces, por eso, para ella era impensable que un chiquillo tuviera la suficiente fuerza, mental y física, como para soportar los tiempos que corrían.
En cambio, la espadachín sabía lo que era la calle, era consciente de que la vida podía no ser benevolente con gente tan inocente como un niño, pero también conocía la fuerza que se sacaba, incluso en la infancia, de las flaquezas. Y bien sabía las enormes capacidades que tenía uno de los muchachos. Sonrió al verlo tartamudear, al menos algo no había cambiado, la timidez del niño seguía intacta.
— ¿De que te ríes? — Preguntó Tessa con el ceño fruncido al ver la sonrisa en la cara de Alanna.
— De que hay cosas que no cambian. — Le respondió ampliando el gesto sin apartar la mirada de los niños.
Una especie de robot salió y comenzó las explicaciones. Buscaban una piedra, una piedra con forma de persona gritando. Las mujeres intercambiaron una mirada suspicaz, ¿para que querrían encontrar eso? Si de algo le había servido a Alanna el acompañar al pequeño mago en algunas de sus travesías, era para saber que algo peculiar tendría esa formación rocosa. Ese chiquillo no hacía nada al azar. La confirmación llegó con la afirmación del robotillo, un lugar embrujado. Tal vez lo buscaba para que sus poderes crecieran o para algún hechizo extraño. Podría ser peligroso y no quería que el chiquillo corriera más riesgos, y menos arrastrando con él a otro niño más.
Lanzó un suspiro que no pasó desapercibido para la arquera, que, con una ceja alzada, la miró y miró al cielo resignada, si, definitivamente, se había acabado el aburrimiento, les iba a tocar hacer de niñeras, lo vio en la cara de su amiga, que, al oír que los niños pretendían escalar un árbol, comenzó a poner cara de preocupación. Tessa ahogó una risa, Alanna tenía reacciones muy graciosas cuando había niños de por medio, demasiado protectora, incluso con niños a los que no había visto, y si uno de esos dos era conocido suyo, estaba más que claro que iba a sacar las uñas.
— Ah, no, ¡eso si que no! — exclamó saliendo de los arbustos a paso firme, hacia los pequeños. — No penséis ni por un momento que vais a subir a un árbol, ¡son demasiado altos y os haríais daño, seguro! — les regañó poniendo las manos en las caderas. — Demian, podríais heriros, ¡y eso no sería gracioso! — frunció el ceño en gesto de preocupación, mientras Tessa, riendo bajo, salía de la arboleda.
— Aly, creo que les ha quedado claro, no hace falta que te pongas en plan madre. — bromeó poniendo una mano en el hombro de la espadachín. — Perdón por la intromisión. — Se disculpó la rubia aun riendo. — Soy Tessa, a Alanna parece que al menos uno ya la conoce. — las presentó a ambas acoplándose bien el carcaj. — Lo que aquí la histérica quiere decir es que os ayudaremos en lo que necesitéis, e intentaremos que no os pase nada.
Alanna lanzó un suspiro y asintió a lo que decía la arquera. Si, les ayudarían y cuidarían de ellos para que no les pasara nada malo, después de todo, eran niños, y aunque habían demostrado, de sobra, que no necesitaban ayuda, no podía, simplemente, dejarlos a su suerte.
En cambio, la espadachín sabía lo que era la calle, era consciente de que la vida podía no ser benevolente con gente tan inocente como un niño, pero también conocía la fuerza que se sacaba, incluso en la infancia, de las flaquezas. Y bien sabía las enormes capacidades que tenía uno de los muchachos. Sonrió al verlo tartamudear, al menos algo no había cambiado, la timidez del niño seguía intacta.
— ¿De que te ríes? — Preguntó Tessa con el ceño fruncido al ver la sonrisa en la cara de Alanna.
— De que hay cosas que no cambian. — Le respondió ampliando el gesto sin apartar la mirada de los niños.
Una especie de robot salió y comenzó las explicaciones. Buscaban una piedra, una piedra con forma de persona gritando. Las mujeres intercambiaron una mirada suspicaz, ¿para que querrían encontrar eso? Si de algo le había servido a Alanna el acompañar al pequeño mago en algunas de sus travesías, era para saber que algo peculiar tendría esa formación rocosa. Ese chiquillo no hacía nada al azar. La confirmación llegó con la afirmación del robotillo, un lugar embrujado. Tal vez lo buscaba para que sus poderes crecieran o para algún hechizo extraño. Podría ser peligroso y no quería que el chiquillo corriera más riesgos, y menos arrastrando con él a otro niño más.
Lanzó un suspiro que no pasó desapercibido para la arquera, que, con una ceja alzada, la miró y miró al cielo resignada, si, definitivamente, se había acabado el aburrimiento, les iba a tocar hacer de niñeras, lo vio en la cara de su amiga, que, al oír que los niños pretendían escalar un árbol, comenzó a poner cara de preocupación. Tessa ahogó una risa, Alanna tenía reacciones muy graciosas cuando había niños de por medio, demasiado protectora, incluso con niños a los que no había visto, y si uno de esos dos era conocido suyo, estaba más que claro que iba a sacar las uñas.
— Ah, no, ¡eso si que no! — exclamó saliendo de los arbustos a paso firme, hacia los pequeños. — No penséis ni por un momento que vais a subir a un árbol, ¡son demasiado altos y os haríais daño, seguro! — les regañó poniendo las manos en las caderas. — Demian, podríais heriros, ¡y eso no sería gracioso! — frunció el ceño en gesto de preocupación, mientras Tessa, riendo bajo, salía de la arboleda.
— Aly, creo que les ha quedado claro, no hace falta que te pongas en plan madre. — bromeó poniendo una mano en el hombro de la espadachín. — Perdón por la intromisión. — Se disculpó la rubia aun riendo. — Soy Tessa, a Alanna parece que al menos uno ya la conoce. — las presentó a ambas acoplándose bien el carcaj. — Lo que aquí la histérica quiere decir es que os ayudaremos en lo que necesitéis, e intentaremos que no os pase nada.
Alanna lanzó un suspiro y asintió a lo que decía la arquera. Si, les ayudarían y cuidarían de ellos para que no les pasara nada malo, después de todo, eran niños, y aunque habían demostrado, de sobra, que no necesitaban ayuda, no podía, simplemente, dejarlos a su suerte.
Alanna Delteria
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Re: El libro con el gato en la portada [Libre]
Tanto Demian como Artyhom asienten y se muestran dispuestos a aceptar la ayuda de Zero para la exploración, lo que confirman iniciando el avance e instándolo a seguirlos, hasta que una voz se hace notar... una voz conocida.
Por un momento el chico dudó. Sabía que esa voz la había escuchado antes, aunque no de manera reciente. Se giró, le vio la cara. Era Alanna.
–Huh?
No era raro que alguien le tratara de niño, que le indicara que podía herirse o que debía tener cuidado, pero que fuera una persona conocida y encima en un bosque, totalmente sin aviso, resultaba no sólo extraño, sino confuso.
Entonces ocurrió algo, algo que no pasaba muy a menudo. Comenzó suave, con una risita, pero fue creciendo hasta volverse una carcajada. Demian tuvo que llevarse las manos al vientre, pero la risa salía sin control.
Artyhom tocó una pierna del chico, quizás para ver si se encontraba bien. El pobre mecánico no estaba acostumbrado a ver a su amo realizar tal conducta, algo no computaba en su base de datos.
–¡Claro... que... s-sería... gracioso! –logró articular Demian.
Avanzó hacia la chica, aún sin poder controlar su propia risa. Una lágrima intentó escaparse por su ojo derecho, mientras sus pulmones empezaban a dar señales de alerta.
Debieron pasar largos instantes para que la risa finalmente pasara, con Demian recuperando el ritmo de la respiración de a poco y Arty dando vueltas preocupado a su alrededor.
–Gust-to de verte, Alanna. Vamos a buscar una roca extraña. Si quieres venir, síguenos. Por cierto, ¿me creerías si t-te digo que vi a Eltrant hace cosa de una semana?
Un par de veces más el chico rompe en risa de manera espontánea, de la nada, como si el pensamiento viniera a su mente de manera insidiosa, hasta que finalmente se relaja por completo.
El grupo comienza a adentrarse en el bosque.
* * *
Esa área del bosque parece no tener nada de especial, hay árboles, vegetación diversa y uno que otro animalillo ocasional que recibe con una mirada de extrañeza o desconfianza a los invasores a su territorio. Después de todo, la gente tiende a quedarse en el camino.
"Uuuuuh" se oye de pronto un extraño silbido en el viento.
Demian se detiene. No está seguro si ha sido su imaginación, algún ave o quizás algo más. El ruido no ha sonado como el de un búho, de eso está seguro. Artyhom mira hacia los alrededores, pero no detecta nada.
El chico sacude la cabeza. Un brujo no puede comenzar a espantarse de los ruidos y viejas leyendas de lugares malditos.
* * *
"Uuuuuuuuuuuh".
Han avanzado ya un buen trecho y el sonido vuelve a invadir el lugar. Ahora no hay espacio a dudas, algo ha hecho un sonido y no uno cualquiera. Parece una voz humana, pero con sufrimiento, como un llanto o lamento lastimero. Demian no conoce un animal que pueda realizar un sonido similar.
–Pero, ¿qué demonios es eso?
Espera. No está seguro de dónde ha venido el sonido y quiere actuar con cautela. No pasa nada, tan repentinamente como ha venido parece haberse esfumado el lamento.
¡Crack!
Una rama se ha quebrado muy cerca de ellos. El chico está seguro que ha sido a su derecha y se gira rápidamente, pero no se ve nada. Artyhom parece igual de confundido, tratando de encontrar la fuente del ruido, sin éxito.
"Fuera de aquí"
Esta vez ha sido una voz, casi un silbido, un murmullo en el viente, pero de claridad en expresar sus palabras.
Demian saca una de sus dagas.
Demian
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Re: El libro con el gato en la portada [Libre]
Eventualmente una mujer desconocida emerge de los arbustos, Zero la coteja en su base y descubre que efectivamente es su primer encuentro con ella. Parece bastante molesta por los planes de escalada argumentando una total falta de sentido común.
Tras de ella sale otro elemento femenino, mucho más calmado vale destacar. Resulta ser “la voz de la razón” en esta oportunidad y termina por adelantar las presentaciones, es claro que se encuentran en el preludio de algo de múltiple participación.
Mi nombre es Zero, mucho gusto.
No les dejan muchas opciones al par de chicos, insisten en acompañarles… un personaje más que otro. Al joven sintético no le molesta tener compañía y por las risas de su acompañante parece que tampoco a él.
Es extraño ver al calmado brujo riéndose de modo tan errático aunque suele ser la media, los niños corrientes cambian de estado muy rápido y a ojos de cualquier personaje lógico pueden verse como dementes.
Z9-42 mira con intriga, no sabe porque pero experimenta algo de envidia. No podría reírse de ese modo, es capaz de emular el estado pero sin sentirlo propiamente como suyo… reír descontroladamente se ve divertido.
Tienes un error de lenguaje, se puede reparar si lo deseas.
Nota el detalle cuando las risas cesan, es claro que su nuevo compañero de aventuras tartamudea frecuentemente. Existen dos formas de solucionar tal deficiencia, practica lingüística profesional o una operación brevemente invasiva, ambas técnicas conocidas por el niño máquina.
Terminan avanzando en condiciones favorables, un grupo numeroso puede resolver el misterio que los reúne con rapidez. Se puede decir que todos los participantes son profesionales, es fácil reconocer a cualquier conocedor de la vida aventurera cuando se cotejan muchos detalles por minuto.
A medida que avanzan el pequeño guía parece mostrarse más errático, en un principio la joven maquina lo toma como paranoia pero cambia de postura cuando empieza a oír efectos sonoros también.
Claro que su reacción es diferente, busca sin vacilar una fuente. El miedo es una emoción que solo ha sentido en situaciones de vida o muerte, cuando su integridad disminuye al mínimo y todo parece perdido.
No hay lógica en asustarse… al menos todavía, debemos llegar a la fuente.
Una tarea difícil si tenemos en cuenta que las manifestaciones parecen gatillar en muchas trayectorias pero toda situación tiene un punto de inicio, es una constante que puede disfrazarse más no eliminarse por completo.
Tras de ella sale otro elemento femenino, mucho más calmado vale destacar. Resulta ser “la voz de la razón” en esta oportunidad y termina por adelantar las presentaciones, es claro que se encuentran en el preludio de algo de múltiple participación.
Mi nombre es Zero, mucho gusto.
No les dejan muchas opciones al par de chicos, insisten en acompañarles… un personaje más que otro. Al joven sintético no le molesta tener compañía y por las risas de su acompañante parece que tampoco a él.
Es extraño ver al calmado brujo riéndose de modo tan errático aunque suele ser la media, los niños corrientes cambian de estado muy rápido y a ojos de cualquier personaje lógico pueden verse como dementes.
Z9-42 mira con intriga, no sabe porque pero experimenta algo de envidia. No podría reírse de ese modo, es capaz de emular el estado pero sin sentirlo propiamente como suyo… reír descontroladamente se ve divertido.
Tienes un error de lenguaje, se puede reparar si lo deseas.
Nota el detalle cuando las risas cesan, es claro que su nuevo compañero de aventuras tartamudea frecuentemente. Existen dos formas de solucionar tal deficiencia, practica lingüística profesional o una operación brevemente invasiva, ambas técnicas conocidas por el niño máquina.
Terminan avanzando en condiciones favorables, un grupo numeroso puede resolver el misterio que los reúne con rapidez. Se puede decir que todos los participantes son profesionales, es fácil reconocer a cualquier conocedor de la vida aventurera cuando se cotejan muchos detalles por minuto.
A medida que avanzan el pequeño guía parece mostrarse más errático, en un principio la joven maquina lo toma como paranoia pero cambia de postura cuando empieza a oír efectos sonoros también.
Claro que su reacción es diferente, busca sin vacilar una fuente. El miedo es una emoción que solo ha sentido en situaciones de vida o muerte, cuando su integridad disminuye al mínimo y todo parece perdido.
No hay lógica en asustarse… al menos todavía, debemos llegar a la fuente.
Una tarea difícil si tenemos en cuenta que las manifestaciones parecen gatillar en muchas trayectorias pero toda situación tiene un punto de inicio, es una constante que puede disfrazarse más no eliminarse por completo.
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Re: El libro con el gato en la portada [Libre]
Cuando la risa de Demian se expandió por el bosque, resonando como una campana, Tessa aguantó una risilla tapándose la boca, después de todo, era la primera que entendía lo ridículo de la situación, y lo exagerado de la actuación de Alanna, que, después de un primer gesto de sorpresa, suspiró y sonrió levemente. Hacia mucho que la espadachín no veía al pequeño mago, pero aun recordaba esos gestos inocentes, asustados e incluso crueles, en ocasiones, que habían marcado su personalidad en sus anteriores encuentros. Ver que era capaz de, no solo sonreír, sino de reír a carcajadas, resultaba un alivio para la chica, que olvidó su preocupación y las burlas que iba a sufrir por parte de Tessa, si su arrebato "maternal" había servido para sacar una risa del chiquillo, bien valdría la pena aguantar los comentarios jocosos que le valdrían, por parte de su amiga.
— Gusto en verte, pequeño.— sonrió agachándose hasta su altura, controlándose para no despeinarlo, recordando lo incómodo que se sentía con los gestos afectuosos. — Y a ti también, Zero, encantada de conocerte.— le sonrió al otro chico. Tessa, aun sonriente, asintió dando a entender que compartía lo dicho por su compañera. — Claro que te creería, ese chico sigue siendo un héroe errante. — lanzó un suspiro apartándose el pelo de la cara. — ¿Estaba bien? hace... demasiado, que no se de él. — confesó encogiéndose de hombros.
Pero cuando las carcajadas de Demian siguieron resonando, supo que no obtendría respuesta. Sonrió de nuevo, se alegraba de resultarle divertida, ya que, autoritaria, estaba claro que no. Rió un poco, resignada, y con un suspiro se decidió a iniciar el camino, siguiendo a los muchachos con Tessa junto a ella, que le dio un suave golpe en la espalda y la miró con un brillo burlón en los ojos.
— ¿Te tenemos que llamar mamá? — La pinchó recibiendo una mirada molesta y un suspiro de Alanna.
La espesura se volvía más grande, la visión menos clara, la luz se iba apagando y el verde claro que había distinguido los árboles del inicio de la marcha oscurecían su color. Los troncos eran más rugosos y el ulular del viento traspasaba la piel. Llevaban cerca de una semana en el bosque, y nunca habían penetrado en esa zona. La veían de un acceso demasiado difícil, y, aunque sería un lugar fácil de defender, ellos preferían una huida rápida.Por ello y por la oscuridad que parecía rodear el lugar, no se habían molestado en tomarlo en cuenta ni siquiera para las rondas de vigilancia, seguras de que nadie sería tan loco de adentrarse ahí. Y ahora ellas avanzaban a buen paso, con dos niños de guía, cuando volvieran con los demás se iban a reír de ellas a gusto.
Los sonidos se volvieron más profundos. Al principio parecían productos de su imaginación, el ambiente tétrico, el frío del invierno, la historia de la roca que buscaban, todo parecía encajar para una prueba de valor de acampada, donde nunca sucedía nada realmente. Pero ni eso era un juego ni estaba de acampada. Por ello Tessa no se lo pensó dos veces antes de coger una flecha y preparar el arco, dispuesta a tensarlo en cuanto se diera la oportunidad, y Alanna sacó las dagas escudriñando con sus ojos de gato y afinando el oído, dispuesta a avisar a Tessa para que disparase donde hiciera falta su flecha. Por que si, el muchacho tenía razón, no había lógica en asustarse, pero la experiencia les había demostrado que más valía prevenir que curar.
off: Uso de habilidades 4 y 6
— Gusto en verte, pequeño.— sonrió agachándose hasta su altura, controlándose para no despeinarlo, recordando lo incómodo que se sentía con los gestos afectuosos. — Y a ti también, Zero, encantada de conocerte.— le sonrió al otro chico. Tessa, aun sonriente, asintió dando a entender que compartía lo dicho por su compañera. — Claro que te creería, ese chico sigue siendo un héroe errante. — lanzó un suspiro apartándose el pelo de la cara. — ¿Estaba bien? hace... demasiado, que no se de él. — confesó encogiéndose de hombros.
Pero cuando las carcajadas de Demian siguieron resonando, supo que no obtendría respuesta. Sonrió de nuevo, se alegraba de resultarle divertida, ya que, autoritaria, estaba claro que no. Rió un poco, resignada, y con un suspiro se decidió a iniciar el camino, siguiendo a los muchachos con Tessa junto a ella, que le dio un suave golpe en la espalda y la miró con un brillo burlón en los ojos.
— ¿Te tenemos que llamar mamá? — La pinchó recibiendo una mirada molesta y un suspiro de Alanna.
La espesura se volvía más grande, la visión menos clara, la luz se iba apagando y el verde claro que había distinguido los árboles del inicio de la marcha oscurecían su color. Los troncos eran más rugosos y el ulular del viento traspasaba la piel. Llevaban cerca de una semana en el bosque, y nunca habían penetrado en esa zona. La veían de un acceso demasiado difícil, y, aunque sería un lugar fácil de defender, ellos preferían una huida rápida.Por ello y por la oscuridad que parecía rodear el lugar, no se habían molestado en tomarlo en cuenta ni siquiera para las rondas de vigilancia, seguras de que nadie sería tan loco de adentrarse ahí. Y ahora ellas avanzaban a buen paso, con dos niños de guía, cuando volvieran con los demás se iban a reír de ellas a gusto.
Los sonidos se volvieron más profundos. Al principio parecían productos de su imaginación, el ambiente tétrico, el frío del invierno, la historia de la roca que buscaban, todo parecía encajar para una prueba de valor de acampada, donde nunca sucedía nada realmente. Pero ni eso era un juego ni estaba de acampada. Por ello Tessa no se lo pensó dos veces antes de coger una flecha y preparar el arco, dispuesta a tensarlo en cuanto se diera la oportunidad, y Alanna sacó las dagas escudriñando con sus ojos de gato y afinando el oído, dispuesta a avisar a Tessa para que disparase donde hiciera falta su flecha. Por que si, el muchacho tenía razón, no había lógica en asustarse, pero la experiencia les había demostrado que más valía prevenir que curar.
off: Uso de habilidades 4 y 6
Alanna Delteria
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Re: El libro con el gato en la portada [Libre]
No se alejaban.
Eso no computaba con su experiencia previa. Debía haber un error.
Revisó nuevamente el discreto panel incrustado en el tronco del árbol, aquel que marcaba 4 luces rojas, hasta le dio un par de golpecitos. Esa cosa había cumplido su labor por años e incluso podía distinguir entre la presencia animal y la de personas. Debía ir a investigar.
Añadió una gota de grasa a su brazo mecánico. Ya venía dándole fallas desde hace un tiempo y no quería que se le trabara justo en medio de un eventual combate. Hizo lo mismo con la pierna.
Se paró quejándose de su muslo (el que aún tenía biológico). Ya la edad le pasaba la cuenta. Se pasó unos instantes las manos por él.
Olfateó el aire. Los intrusos debían estar cerca. Irguió su cabeza, volviendo a emitir el terrorífico sonido fantasmal.
* * *
Demian empujó suavemente a Arty para que se quedara a sus espaldas, sosteniendo ya una daga en cada mano. Flectó las rodillas, quedando en una posición más baja, listo para impulsarse en cualquier dirección, listo para el combate.
Avanzó. Le parecía que el gemido se había oído a su derecha, pero no estaba seguro. Había allí muchos árboles y los sonidos rebotaban, haciendo difícil discernir con seguridad su naturaleza. Por un momento maldijo no ser un elfo.
–Está más cerca.
* * *
Se acomodó la melena. Pronto debía darle un corte, especialmente en el área del cuello y la zona que llegaba al pecho. Cuando se ponía su armadura de cuero a veces se le enredaba y eso le molestaba.
Tener mitad de león daba sus ventajas, como la capacidad de esconderse fácil y ágilmente entre los árboles, pero también tenía sus cosas malas. Estaba seguro que había vuelto a coger un caso grave de pulgas.
Ya estaba cerca de los invasores. Podía olerles.
Se desplazó en casi total silencio, con pasos suaves (algo impresionante para un hombre de un tercio león, un tercio humano y un tercio máquina) y bien calculados. Se detuvo.
Había niños en el grupo, dos críos. No tenía intenciones de matarles, pero estaban en el lugar prohibido, en el lugar que había defendido por tanto tiempo. En primera instancia atacaría a las mujeres, seguro con su muerte los más pequeños huirían.
Se quitó la mochila.
Los tres robots se desplegaron con tanta velocidad como silencio. Era unidades compactas, pero bien armadas, que contaban con filosas cuchillas cargadas eléctricamente, patas pequeñas, pero fuertes y un grueso escudo de metal.
Las unidades de ataque rodearon el lugar en donde estaban los invasores.
El hombre se abalanzó sobre la mujer que parecía tener una posición de más liderazgo.
Notas: Estimados, el PNJ que nos ataca es un hombre-bestia con implantes mecánicos. Es muy fuerte y experimentado, así que pido que tengan esto en cuenta al hacer sus posts (no pongan que muere de un flechazo como si nada). Los tres robots atacarán al grupo, pero el hombre en este momento se ha lanzado específicamente sobre Alanna.
Cabe destacar que como Alanna ha usado habilidades que potencian sus sentidos, ella debería detectar mejor al atacante.
Demian
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Re: El libro con el gato en la portada [Libre]
Para Zero ya resulta obvio que una presencia les acecha, que sea o no sobrenatural aun es motivo de debate interno. Una cosa esta bastante clara, no puede ser aliada… eso o posee un modo extraño y teatral de darse a conocer.
Por el momento su anfitrión decide no mostrarse y hace uso de varias estrategias para saltar los nervios del grupo, clara guerra psicológica. Zero estudia todas las señales más discretas del terreno pero no consigue una fuente real.
Los demás personajes ponen sus mejores poses defensivas a la espera de una embestida, tienen la certeza de que algo aparecerá por el follaje. En este punto Z9-42 no puede refutar su lógica, han captado el interés de una amenaza.
Eventualmente los peores miedos se hacen realidad y un personaje como mínimo curioso avanza con Alanna de objetivo. El niño maquina se prepara para intervenir aunque otros elementos tienden una emboscada.
Contando al hibrido son cuatro las amenazas, irónicamente resultan ser máquinas de combate al servicio de un extraño bio. Los peones a pesar de poseer un escaso tamaño muestran partes diseñadas para el combate, no se les debe subestimar.
La batalla comienza, el número es parejo pero aun así el grupo del niño sintético se encuentra en desventaja. Una maquina siempre se desempeñara mejor que cualquier ser vivo en cuestiones combativas.
El chico aumentado realiza varias predicciones sobre el desenlace sin su intervención plena, todos los escenarios salen desfavorables para los elementos corrientes por lo que llega a la conclusión de luchar con todas sus facultades.
Los robots más pequeños rápidamente escogen un enemigo predilecto e inician la refriega personal, es de agradecer que no se lancen en masa como muchos ayudantes artificiales que simulan la naturaleza.
Uno de los secuaces avanza lanzando ataques en contra del “chico”, si bien lucha con motivación parece restringir su fuerza por alguna razón. Lo más peligroso es el efecto eléctrico del arma que blande, no tiene la potencia para desactivar al joven mejorado pero bien podría disminuir sus reacciones.
Destina su matriz de pensamiento a esquivar ataques eficientemente, se puede decir que siente algo de miedo por las chispas… al final su predicción anterior se cumple, con un enemigo plenamente definido no existe vergüenza en sentir temor.
Zero logra encadenar cierto golpe luego de una particular finta, carga el brazo agresor para potenciar el poder del ataque lo que ocasiona “un robot volador”. Es difícil saber si el blanco término fuera de combate aunque como mínimo debería haber perdido su escudo.
Por el momento su anfitrión decide no mostrarse y hace uso de varias estrategias para saltar los nervios del grupo, clara guerra psicológica. Zero estudia todas las señales más discretas del terreno pero no consigue una fuente real.
Los demás personajes ponen sus mejores poses defensivas a la espera de una embestida, tienen la certeza de que algo aparecerá por el follaje. En este punto Z9-42 no puede refutar su lógica, han captado el interés de una amenaza.
Eventualmente los peores miedos se hacen realidad y un personaje como mínimo curioso avanza con Alanna de objetivo. El niño maquina se prepara para intervenir aunque otros elementos tienden una emboscada.
Contando al hibrido son cuatro las amenazas, irónicamente resultan ser máquinas de combate al servicio de un extraño bio. Los peones a pesar de poseer un escaso tamaño muestran partes diseñadas para el combate, no se les debe subestimar.
La batalla comienza, el número es parejo pero aun así el grupo del niño sintético se encuentra en desventaja. Una maquina siempre se desempeñara mejor que cualquier ser vivo en cuestiones combativas.
El chico aumentado realiza varias predicciones sobre el desenlace sin su intervención plena, todos los escenarios salen desfavorables para los elementos corrientes por lo que llega a la conclusión de luchar con todas sus facultades.
Los robots más pequeños rápidamente escogen un enemigo predilecto e inician la refriega personal, es de agradecer que no se lancen en masa como muchos ayudantes artificiales que simulan la naturaleza.
Uno de los secuaces avanza lanzando ataques en contra del “chico”, si bien lucha con motivación parece restringir su fuerza por alguna razón. Lo más peligroso es el efecto eléctrico del arma que blande, no tiene la potencia para desactivar al joven mejorado pero bien podría disminuir sus reacciones.
Destina su matriz de pensamiento a esquivar ataques eficientemente, se puede decir que siente algo de miedo por las chispas… al final su predicción anterior se cumple, con un enemigo plenamente definido no existe vergüenza en sentir temor.
Zero logra encadenar cierto golpe luego de una particular finta, carga el brazo agresor para potenciar el poder del ataque lo que ocasiona “un robot volador”. Es difícil saber si el blanco término fuera de combate aunque como mínimo debería haber perdido su escudo.
- Off:
- Zero usa su habilidad de Lvl 1 (Golpes cargados)
Z9-42
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Re: El libro con el gato en la portada [Libre]
La tensión comenzó a extenderse en el momento en el que algo le dijo que se quedase quieta, que más valía esperar un ataque a seguir andando despreocupadamente. En una actitud protectora, ambas chicas se acercaron a los pequeños, rodeándolos como buenamente podían para defenderlos si era necesario, aunque, obviamente, poco podían hacer siendo solo dos. Alanna compartió una mirada con Tessa y respiró hondo. Las hojas se movían levemente, y un suave sonido de pisadas parecía venir de su izquierda. Tensó los músculos, se agachó afirmándose en el suelo y colocó sus dagas a la altura de cara y pecho, justo a tiempo de detener un primer golpe.
El sonido del acero se expandió por el claro y unos ojos azules se encontraron con los de la muchacha, que sonrió apartando a su atacante retirando las dagas de su frente y alejando a ese hombre león un par de metros. La sonrisa, casi lobuna, que se extendió por su cara, le dijo a Tessa que su amiga estaba en peligro. La diversión que parecía lucir el tipo con implantes mecánicos en las piernas y la cabeza era demasiado obvia como para pasarla por alto, pero no podía olvidarse de los que habían salido a la zaga del otro y les rodeaban a la espera de un ataque, tal vez tan fuerte como el de ese gato gordo y peludo.
Tal vez en otra época, se habría reído de Alanna, la gata contra el león, ¿podría la velocidad con la fuerza? Pocas cosas podían ser mejores que ese pelazo que se gastaba el hombre león. Por la sonrisa que se extendió en la cara de Alanna, podía suponer que la chica había pensado lo mismo. Con una sonrisa, la arquera tensó la cuerda y se giró lanzando un disparo al león, volviendo al instante su posición, dejando el arco y cogiendo la espada de su cinto. No era su especialidad, pero en distancias cortas de poco le serviría el arco.
Alanna vio volar la flecha por su lado y aprovechó para lanzarse hacia delante como si de otra saeta se tratase. Las dagas por delante, el cuerpo agachado para disminuir los lugares donde recibir heridas, y su velocidad como impulso, intentó darle un golpe. El hombre león logró evitar la flecha. Alanna llegó a él al mismo tiempo que el proyectil de Tessa pasaba de largo. Alanna se agachó, quedando de cuclillas, y lanzó un dagazo hacia arriba, intentando golpear el estómago, y otro hacia la pierna, con la esperanza de provocar un cortocircuito, o lo que fuese.
El corte dirigido a la pierna dio en el blanco, cortando dos cables que soltaron chispas, mientras la del estómago fue desviada de un manotazo que obligó a Alanna a lanzarse hacia atrás. Fue un error, cuando se levantó, la pierna de la que había tocado los cables le lanzó una patada al estómago, devolviéndola a donde habían estado antes.
La diversión del león se había borrado. Pero la de Alanna solo acababa de empezar. Se levantó intentando no mostrar el dolor, seguro que le saldría un buen moretón. Era verdad que había cambiado, y que, en teoría, el nombre de Gata, había quedado atrás, pero nunca pueden borrarse del todo las viejas costumbres. ¿Quién ganaría, la fiereza del león, grande y furioso, o la valentía del gato, sutil y orgulloso?
El sonido del acero se expandió por el claro y unos ojos azules se encontraron con los de la muchacha, que sonrió apartando a su atacante retirando las dagas de su frente y alejando a ese hombre león un par de metros. La sonrisa, casi lobuna, que se extendió por su cara, le dijo a Tessa que su amiga estaba en peligro. La diversión que parecía lucir el tipo con implantes mecánicos en las piernas y la cabeza era demasiado obvia como para pasarla por alto, pero no podía olvidarse de los que habían salido a la zaga del otro y les rodeaban a la espera de un ataque, tal vez tan fuerte como el de ese gato gordo y peludo.
Tal vez en otra época, se habría reído de Alanna, la gata contra el león, ¿podría la velocidad con la fuerza? Pocas cosas podían ser mejores que ese pelazo que se gastaba el hombre león. Por la sonrisa que se extendió en la cara de Alanna, podía suponer que la chica había pensado lo mismo. Con una sonrisa, la arquera tensó la cuerda y se giró lanzando un disparo al león, volviendo al instante su posición, dejando el arco y cogiendo la espada de su cinto. No era su especialidad, pero en distancias cortas de poco le serviría el arco.
Alanna vio volar la flecha por su lado y aprovechó para lanzarse hacia delante como si de otra saeta se tratase. Las dagas por delante, el cuerpo agachado para disminuir los lugares donde recibir heridas, y su velocidad como impulso, intentó darle un golpe. El hombre león logró evitar la flecha. Alanna llegó a él al mismo tiempo que el proyectil de Tessa pasaba de largo. Alanna se agachó, quedando de cuclillas, y lanzó un dagazo hacia arriba, intentando golpear el estómago, y otro hacia la pierna, con la esperanza de provocar un cortocircuito, o lo que fuese.
El corte dirigido a la pierna dio en el blanco, cortando dos cables que soltaron chispas, mientras la del estómago fue desviada de un manotazo que obligó a Alanna a lanzarse hacia atrás. Fue un error, cuando se levantó, la pierna de la que había tocado los cables le lanzó una patada al estómago, devolviéndola a donde habían estado antes.
La diversión del león se había borrado. Pero la de Alanna solo acababa de empezar. Se levantó intentando no mostrar el dolor, seguro que le saldría un buen moretón. Era verdad que había cambiado, y que, en teoría, el nombre de Gata, había quedado atrás, pero nunca pueden borrarse del todo las viejas costumbres. ¿Quién ganaría, la fiereza del león, grande y furioso, o la valentía del gato, sutil y orgulloso?
Alanna Delteria
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Re: El libro con el gato en la portada [Libre]
Están bajo ataque.
Demian se mueve con rapidez, blandiendo sus dagas agresivamente contra el objeto mecánico que le ataca, pero éste también hace lo propio. La cosa es sorprendentemente ágil para ser tan pequeña y sus cuchillos parecen afilados.
En un momento choca la daga del chico con el filo de la máquina y, aunque el mango no transmite la electricidad, se forma un pequeño arco entre la hoja y la mano del chico, dándole un doloroso choque en la mano.
Demian suelta la daga involuntariamente. El arco fue tan breve que no causa daños de importancia, pero ha hecho reaccionar a sus nervios y ahora sólo lleva un arma. No tiene tiempo de recuperarla, no con esa cosa buscando rebanarle (y encima electrocutarle).
–¡Jodido pedazo de lata!
Demian retrocede, rodea un árbol para ganar impulso y vuelve a la carga, moviéndose rápidamente en dirección a la máquina. La cosa se prepara para contraatacar, mostrando un sistema extrañamente avanzado de control, pero entonces pasa algo que cambia la situación. Unas piedras salen despedidas desde abajo de la máquina, golpeándola en el momento exacto en que Demian realiza su ataque.
La daga se incrusta en la máquina y corta unos cables. Una nueva descarga eléctrica le causa dolor en la mano al chico, pero esta vez está preparado y no suelta el arma. Retira rápidamente la daga y la cosa da unas vueltas. Al parecer ha perdido la capacidad de pelear y eso le basta.
Demian se gira hacia Alanna, que enfrenta al mayor de los enemigos.
* * *
El hombre león siente al chico que se le abalanza con sigilo desde la espalda y da un impresionante salto. El niño no parece mostrar emoción en su rostro, pero es claro que no se esperaba ser detectado tan fácilmente. El implante en su nuca ha hecho su trabajo muy bien.
Con el salto se aferra a una rama de un árbol y desde allí estudia un instante la situación. Vuelve a moverse, recorriendo el campo con impresionante agilidad para atacar a la otra de las personas adultas. Le golpea con un brazo metálico generando un ruido que da a entender la magnitud del impacto, para luego volver a ir en contra de Alanna.
Se percata de que Demian busca una posición ventajosa por medio de los árboles, pero él conoce mejor el lugar. Ha pasado allí un largo tiempo, sabe exactamente dónde y cómo se ubica cada árbol y rama. Presiona un botón.
* * *
Demian concentra el éter a su alrededor, preparándose para usar una de sus ilusiones, pero de pronto un ruido bajo sus pies le hace detenerse. Intenta moverse, pero es muy tarde. Antes de siquiera saber qué ocurre se encuentra apretado en una malla metálica que le levanta y le deja colgando del árbol.
Su primera reacción es intentar cortarla con su daga, pero las cuerdas que forman la red están hechas de acero, por lo que la tarea es inútil. El chico decide utilizar unos instantes para estudiar la situación del campo.
* * *
El hombre león se apoya en otro de los árboles al mismo tiempo que presiona otro botón. Sabe que el otro de los niños está en el lugar deseado, justo por encima de otra de sus trampas, la que incluye un agujero, unas compuertas y un unas estacas esperando más abajo. Es algo simple, pero está muy bien hecha.
Es momento de volver a cargar contra las mujeres.
–¡Largo de aquí, les doy una última oportunidad, váyanse y no morirán! –grita con una voz profunda, que genera un eco en el lugar, como un rugido convertido en palabras.
Demian
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Re: El libro con el gato en la portada [Libre]
La situación evoluciona con una velocidad palpable, es claro que el problema tiene bios involucrados. Aunque dos de los compactos hostiles caen ante sus rivales de tamaño semejante la batalla se encuentra lejos de acabar.
Alanna también se desempeña de buena manera, incluso logra acertar cierto ataque en el enemigo principal. Por desgracia se ve superada gracias a las cualidades aumentadas del hibrido quien no parece responder a las leyes físicas.
Con velocidad Zero realiza un escaneo inteligente de la criatura al mando, su matriz no arroja nada bueno. Esos implantes le permiten tener capacidades superiores pasivas y acceder una reserva mucho mayor a voluntad.
Aunque de momento llevaban una extraña delantera, todo se disuelve gracias la superioridad técnica del propio ser bestial aumentado. Tiene la capacidad para resistir solo varias rondas de ataques.
Otro elemento resulta igual de peligroso que las mejoras tecnológicas contrarias para el grupo de Zero, un conocimiento extremo del terreno. La criatura felina no solo sabe cómo moverse sino que además ha plagado la zona de trampas variadas.
Demian termina cayendo en una y su movilidad disminuye a cero, las mujeres siguen libres pero apenas intentan reincorporarse… pronto Z9-42 recibe su propia dosis de problemas cuando el suelo comienza a temblar.
Una mente tecnificada le permite pensar todo en cámara lenta, a medida que su punto de apoyo desaparece activa su reactor táctico. De inmediato recibe una subida de energía traducida en mayor fuerza.
Flexiona las piernas antes caer y salta con una capacidad sobrehumana, elaboro varias predicciones acerca de la caída por lo que su trayectoria en bajada sirve a propósitos más funcionales.
Aterriza justo en la trampa aérea que retiene al chico tartamudo y gracias a la violencia del golpe aquella malla colapsa, una vez en tierra el joven sintético aplica su fuerza aumentada en el material separándolo como una simple red de pescar.
Me quedo sin opciones, debemos finalizar rápido.
Se tambalea un poco y empieza a respirar agitadamente durante algunos instantes, suele pasar cuando se disipan los dones recibidos con sus habilidades de soporte. Los sistemas están en recarga por lo que ahora deberá arreglárselas usando los atributos poseídos en la integridad base.
No tenemos por qué pelear, solo deseamos saber algo.
Encadena con las palabras del hibrido tratando de tomar una postura más pasiva, siempre cabe la posibilidad de que se trate de un malentendido. Es difícil que un dialogo surta efecto luego de avanzar a la violencia física pero no cuesta nada tratar.
Podemos discutir esto sin seguir agrediéndonos.
Alanna también se desempeña de buena manera, incluso logra acertar cierto ataque en el enemigo principal. Por desgracia se ve superada gracias a las cualidades aumentadas del hibrido quien no parece responder a las leyes físicas.
Con velocidad Zero realiza un escaneo inteligente de la criatura al mando, su matriz no arroja nada bueno. Esos implantes le permiten tener capacidades superiores pasivas y acceder una reserva mucho mayor a voluntad.
Aunque de momento llevaban una extraña delantera, todo se disuelve gracias la superioridad técnica del propio ser bestial aumentado. Tiene la capacidad para resistir solo varias rondas de ataques.
Otro elemento resulta igual de peligroso que las mejoras tecnológicas contrarias para el grupo de Zero, un conocimiento extremo del terreno. La criatura felina no solo sabe cómo moverse sino que además ha plagado la zona de trampas variadas.
Demian termina cayendo en una y su movilidad disminuye a cero, las mujeres siguen libres pero apenas intentan reincorporarse… pronto Z9-42 recibe su propia dosis de problemas cuando el suelo comienza a temblar.
Una mente tecnificada le permite pensar todo en cámara lenta, a medida que su punto de apoyo desaparece activa su reactor táctico. De inmediato recibe una subida de energía traducida en mayor fuerza.
Flexiona las piernas antes caer y salta con una capacidad sobrehumana, elaboro varias predicciones acerca de la caída por lo que su trayectoria en bajada sirve a propósitos más funcionales.
Aterriza justo en la trampa aérea que retiene al chico tartamudo y gracias a la violencia del golpe aquella malla colapsa, una vez en tierra el joven sintético aplica su fuerza aumentada en el material separándolo como una simple red de pescar.
Me quedo sin opciones, debemos finalizar rápido.
Se tambalea un poco y empieza a respirar agitadamente durante algunos instantes, suele pasar cuando se disipan los dones recibidos con sus habilidades de soporte. Los sistemas están en recarga por lo que ahora deberá arreglárselas usando los atributos poseídos en la integridad base.
No tenemos por qué pelear, solo deseamos saber algo.
Encadena con las palabras del hibrido tratando de tomar una postura más pasiva, siempre cabe la posibilidad de que se trate de un malentendido. Es difícil que un dialogo surta efecto luego de avanzar a la violencia física pero no cuesta nada tratar.
Podemos discutir esto sin seguir agrediéndonos.
- Off:
- Zero usa su habilidad de Lvl 2 (Reactor Caronte)
Z9-42
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Re: El libro con el gato en la portada [Libre]
La suerte parecía estar de su lado, aun con las complicaciones que estaba teniendo la espadachín para enfrentar a ese hombre-león mecánico. Era realmente fuerte, y su resistencia a los golpes podía compararse a la que tenía ella corriendo, pero los cables que había cortado chisporroteaban y los otros parecían estar teniendo más facilidades que ella para acabar con sus contrincantes.
Tessa había tardado relativamente poco en tomar el control de la situación. La arquera, haciendo gala de su dominio del arco, no solo para disparar, había usado el hueco entre la madera y la cuerda para enganchar el cuello de esa especie de hiena que se había lanzado en su contra y, tras apartar la cabeza de ese hombre-bestia, se había situado a su espalda. No le había permitido, siquiera, activar arma alguna, rápidamente hundió un puñal en su pecho, consiguiendo dejarlo, eternamente, inmóvil.
Esto le había dado una inmensa ventaja, que no había dudado en aprovechar. Tras recuperar a la carrera su arco y guardar el puñal, subió a un árbol, comprobó que su arma predilecta no hubiera sufrido demasiado, y tomó una flecha del carcaj. No podía disparar directamente, era peligroso para los niños, poco acostumbrados a su forma de pelear. Pero podía intentar cercarlos y molestar.
Alanna, por su parte, comenzó a correr. Si algo sabía era que no podía combatir en el mismo campo contra alguien que, claramente, la vencería. Lo suyo nunca había sido la fuerza bruta, siempre fue la velocidad, y si esa cosa se parecía tanto a un león como pensaba, tal vez fijase la vista en su presa y no se diera cuenta de que esta solo jugaba con él. Lograría agotarlo mucho antes de estar, ni que fuera, cansada, solo tenía que cogerlo con calma y dar vueltas, solo eso.
Además, la intervención del pequeño mago solo pudo ser bien recibida al comprobar que más chispas salían de la pierna del bio. Esa era su oportunidad. Guardó una de las dagas, y desenvainó su ropera, que tanto tiempo había aguardado su turno para actuar más allá de los campos de entrenamiento. El arma relucía en tonos rosados, pidiendo sangre, aunque en esa ocasión, como mucho, conseguiría aceite.
Esperó medio agachada, el salto del león, más furioso que preciso. Rodando logró alejarse y volver a ponerse en posición de ataque, lo bastante lejos como para tomar impulso. La confusión del bio fue la clave, los segundos que este tardó en recuperarse y en encontrarla fueron los que ella precisó para, apretando con fuerza su afilado florete, lanzarse en derrape para cortar los cables de sus piernas. Los tornillos comenzaron a ceder, ante la debilidad que las corrientes le habían provocado y el animal, finalmente, fue a parar al suelo.Vivo, pero totalmente inmóvil, completamente incapaz de lanzar un solo ataque más.
Teniendo a su atacante como un muñeco de trapo, indefenso y rabioso, lanzando gruñidos guturales que pretendían asustar pero que, viéndolo, poco efecto tenían, , fue cuando finalmente notó las flechas que llovían a su alrededor y pudo oír la voz del pequeño y analítico niño, diciendo que. para lo que necesitaban, no era necesario pelear. Tal vez no le faltaba razón, pero sus palabras llegaban ya algo tarde. No podía esperar que no se defendieran de un ataque.
Tessa había tardado relativamente poco en tomar el control de la situación. La arquera, haciendo gala de su dominio del arco, no solo para disparar, había usado el hueco entre la madera y la cuerda para enganchar el cuello de esa especie de hiena que se había lanzado en su contra y, tras apartar la cabeza de ese hombre-bestia, se había situado a su espalda. No le había permitido, siquiera, activar arma alguna, rápidamente hundió un puñal en su pecho, consiguiendo dejarlo, eternamente, inmóvil.
Esto le había dado una inmensa ventaja, que no había dudado en aprovechar. Tras recuperar a la carrera su arco y guardar el puñal, subió a un árbol, comprobó que su arma predilecta no hubiera sufrido demasiado, y tomó una flecha del carcaj. No podía disparar directamente, era peligroso para los niños, poco acostumbrados a su forma de pelear. Pero podía intentar cercarlos y molestar.
Alanna, por su parte, comenzó a correr. Si algo sabía era que no podía combatir en el mismo campo contra alguien que, claramente, la vencería. Lo suyo nunca había sido la fuerza bruta, siempre fue la velocidad, y si esa cosa se parecía tanto a un león como pensaba, tal vez fijase la vista en su presa y no se diera cuenta de que esta solo jugaba con él. Lograría agotarlo mucho antes de estar, ni que fuera, cansada, solo tenía que cogerlo con calma y dar vueltas, solo eso.
Además, la intervención del pequeño mago solo pudo ser bien recibida al comprobar que más chispas salían de la pierna del bio. Esa era su oportunidad. Guardó una de las dagas, y desenvainó su ropera, que tanto tiempo había aguardado su turno para actuar más allá de los campos de entrenamiento. El arma relucía en tonos rosados, pidiendo sangre, aunque en esa ocasión, como mucho, conseguiría aceite.
Esperó medio agachada, el salto del león, más furioso que preciso. Rodando logró alejarse y volver a ponerse en posición de ataque, lo bastante lejos como para tomar impulso. La confusión del bio fue la clave, los segundos que este tardó en recuperarse y en encontrarla fueron los que ella precisó para, apretando con fuerza su afilado florete, lanzarse en derrape para cortar los cables de sus piernas. Los tornillos comenzaron a ceder, ante la debilidad que las corrientes le habían provocado y el animal, finalmente, fue a parar al suelo.Vivo, pero totalmente inmóvil, completamente incapaz de lanzar un solo ataque más.
Teniendo a su atacante como un muñeco de trapo, indefenso y rabioso, lanzando gruñidos guturales que pretendían asustar pero que, viéndolo, poco efecto tenían, , fue cuando finalmente notó las flechas que llovían a su alrededor y pudo oír la voz del pequeño y analítico niño, diciendo que. para lo que necesitaban, no era necesario pelear. Tal vez no le faltaba razón, pero sus palabras llegaban ya algo tarde. No podía esperar que no se defendieran de un ataque.
Alanna Delteria
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Re: El libro con el gato en la portada [Libre]
Un solo Beep fue el único aviso que tuvieron, apenas un tercio de segundo antes de que una nube de humo saliera desprendida con violencia del compartimento en la espalda del hombre león.
Demian retrocedió, empujado por una especie de onda de choque que vino junto a la liberación, además de su instinto de protección. El golpe no había sido dañino, podía considerarse más bien una distracción.
Había sido efectiva.
Al disiparse el grueso del humo fue evidente que el enemigo ya no se encontraba allí. El chico miró hacia todos lados, buscando señales de posibles ataques, pero pronto razonó que en el estado en que había quedado era poco probable que intentara una emboscada, sino que lo más sensato era que hubiese emprendido la huída. A pesar de ello, mantuvo sus armas en las manos.
Cuando ya el humo estuvo removido por completo, Demian se inclinó en el lugar donde antes estuviera el enemigo.
–Uhmmm... no parece haberse puesto de pie.
No había huellas de pies, garras o similares, sino una sola marca, grande, que se estiraba en una dirección, como si la criatura hubiera sido arrastrada por completo. Eso no tenía mucho sentido, no habían visto nada ni nadie más en ese lugar.
–Parece ser que fue en esa dirección –comentó señalando con un dedo.
A simple vista, el lugar señalado no era más que un montón de hierbas y árboles que generaban una zona más espesa, de la que era difícil ver qué había más allá.
El chico caminó en esa dirección, consciente de que corría un riesgo, pero al mismo tiempo lleno de curiosidad. La presencia de un enemigo daba a entender que aquello que buscaban efectivamente poseía alguna importancia, no podía ser mera coincidencia.
Pasar por entre esas ramas no fue simple, había espinas y no quedaba mucho espacio para el tránsito, incluso para alguien pequeño, por lo que se llevó más de algún rasguño, mas no quiso hacer uso de sus dagas para cortar ramas. Lo mejor era ser cauteloso y no llamar mucho la atención.
–Coincide con los datos –escuchó la voz de Arty más adelante.
Tras quedar al otro lado del muro natural pudo constatar que, efectivamente, el pequeño autómata se había adelantado. No estaba seguro de cuándo había ocurrido, pero probablemente fue cuando él mismo intentaba cruzar. Arty era lo suficientemente pequeño como para no tener problemas con las ramas.
Demian miró el lugar y, tal como decía su aliado mecánico, había allí una roca que coincidía con la descripción.
La verdad es que Demian se la imaginaba más grande a partir del dibujo que tenía. Pensaba que era algún tipo de pico, algo imponente que coronaba una loma, pero era mucho más pequeña que eso. No tendría más de un metro de altura y marcaba el comienzo de una pequeña cascada.
El agua que corría allí no era suficiente como para nadar, pero se formaba bajo la roca un posón donde sí podía ser posible sumergirse. La roca dividía la caída de agua en dos y, si no fuera porque tenía la descripción en el libro, no podía decir con seguridad de que parecía una persona, aunque con algo de imaginación sí podía verlo.
Bajo la caída del agua se formaba una pequeña zona vacía, la que ocasionalmente emitía un pequeño sonido como un silbido por el paso del aire, aunque con una buena imaginación podía sentirse como un gemido débil.
Se acercó más y miró el lugar con detenimiento.
–El libro dice q-que hay algo importante que marca esta roca, pero no v-veo nada. Sólo es una estúpida roca.
Trepó hasta llegar a la roca misma y la tocó, presionando a la espera de que activara algún tipo de mecanismo, pero no pasó nada. Trató de moverla, pero casi un metro cúbico de roca sólida no era precisamente algo que pudiera siquiera empujar. Trató metiendo los dedos en los agujeros que se formaban, pero nada.
El agua le entraba a los pies y en un momento casi resbala y cae por la cascada. De cualquier manera, la cascada no tenía más de un metro y medio de altura, así que no estaba en peligro real.
¿Y si todo se trataba sólo de un lugar bonito?
Dio una patada final a la roca, pero sólo consiguió dolor en su dedo pulgar.
Estimados, para no perder vueltas en simplemente probar qué pasa, les daré tres datos importantes que son libres de usar, si quieren, en su post.
El primero es que en el pequeño posón bajo la cascada hay una estrecha entrada cubierta por plantas acuáticas. A simple vista no se ve, sino que se requiere de empujar con algo para darse cuenta.
El segundo dato es que esa entrada va a dar a una pequeña caverna subterránea. Es necesario pasar bajo el agua un pequeño trecho y se llega a un lugar abierto, con aire y una pequeña playa.
El tercer dato es que allí hay una puerta mecánica, moderna. En la arena frente a ella hay señales de que alguien recientemente se movió por allí con dificultad y junto a la puerta hay un panel electrónico. El panel tiene números del 0 al 9, con los números 3,1 y 7 mojados. Ojo, eso no significa que el orden correcto sea necesariamente ese.
Demian
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Re: El libro con el gato en la portada [Libre]
Irónicamente ninguno de los niños logra eliminar la amenaza felina pese a sus capacidades, son los elementos adultos quienes aseguran una victoria aliada. La criatura es herida considerablemente en lo que parece el final de su existencia.
Por desgracia la situación no termina allí, una explosión tiene lugar alterando la delicada tranquilidad ganada con mucho esfuerzo. Su onda expansiva no logra debilitar el equilibro de Zero pero si le hace perder centro óptico algunos instantes.
Cuando el entorno vuelve a calmarse la pequeña maquina puede sacar en claro que ocurrió, fue un elemento de distracción para garantizar la huida del ser aumentado, quizás incluso un mecanismo de seguridad.
Las señales en el terreno están claras, parece que otro elemento logro evacuar al personaje enemigo durante la conmoción… que se haya mantenido oculto toda la refriega indica su nivel de peligrosidad.
Z9-42 inicia un estudio de los personajes amistosos para ver si tienen heridas pero debe suspender sus cálculos cuando un curioso Demian toma la iniciativa, de lejos es el elemento más vulnerable así que le sigue una vez el primer bosquejo revela salud aceptable.
Una pared natural de denso follaje limita el movimiento, Arty va adelante luego de un avance discreto seguido por Demian y más atrás el propio niño robot. Este último pese a la matriz táctica termina chocando con varios elementos aunque su piel mejorada solo sufre un raspón destacable.
Cuando sale al claro descubre un entorno casi miniaturizado, allí reposa la escultura descrita por el chiquillo vivo momentos atrás. No es precisamente una obra de arte pero con cierto enfoque se le puede atribuir la forma descrita.
Muchas historias tienden a ser mera fantasía.
Responde ante los comentarios de su interlocutor contemporáneo, ha logrado aprender que un gran número de cosas no tienen la lógica como prioridad… cierta constante en todas las razas visitadas por el joven maquina hasta ahora.
Se acerca al borde de la diminuta cascada para hacer un escaneo y termina ocasionando la caída de varias piedras acumuladas, debido a este acto fortuito logra darse cuenta de un factor oculto hasta ahora.
Hay algo allá abajo.
Salta y luego de una breve caída termina sumergiéndose en el pozo, no es muy grande pero tiene suficiente líquido para tragar su integridad completa. Entre las aguas corrobora lo observado hace instantes cuando las piedras hicieron un impacto afortunado, cierta entrada que no tarda en comunicar luego de ascender.
Existe una ruta submarina, parece llevar a un lugar oculto.
Por desgracia la situación no termina allí, una explosión tiene lugar alterando la delicada tranquilidad ganada con mucho esfuerzo. Su onda expansiva no logra debilitar el equilibro de Zero pero si le hace perder centro óptico algunos instantes.
Cuando el entorno vuelve a calmarse la pequeña maquina puede sacar en claro que ocurrió, fue un elemento de distracción para garantizar la huida del ser aumentado, quizás incluso un mecanismo de seguridad.
Las señales en el terreno están claras, parece que otro elemento logro evacuar al personaje enemigo durante la conmoción… que se haya mantenido oculto toda la refriega indica su nivel de peligrosidad.
Z9-42 inicia un estudio de los personajes amistosos para ver si tienen heridas pero debe suspender sus cálculos cuando un curioso Demian toma la iniciativa, de lejos es el elemento más vulnerable así que le sigue una vez el primer bosquejo revela salud aceptable.
Una pared natural de denso follaje limita el movimiento, Arty va adelante luego de un avance discreto seguido por Demian y más atrás el propio niño robot. Este último pese a la matriz táctica termina chocando con varios elementos aunque su piel mejorada solo sufre un raspón destacable.
Cuando sale al claro descubre un entorno casi miniaturizado, allí reposa la escultura descrita por el chiquillo vivo momentos atrás. No es precisamente una obra de arte pero con cierto enfoque se le puede atribuir la forma descrita.
Muchas historias tienden a ser mera fantasía.
Responde ante los comentarios de su interlocutor contemporáneo, ha logrado aprender que un gran número de cosas no tienen la lógica como prioridad… cierta constante en todas las razas visitadas por el joven maquina hasta ahora.
Se acerca al borde de la diminuta cascada para hacer un escaneo y termina ocasionando la caída de varias piedras acumuladas, debido a este acto fortuito logra darse cuenta de un factor oculto hasta ahora.
Hay algo allá abajo.
Salta y luego de una breve caída termina sumergiéndose en el pozo, no es muy grande pero tiene suficiente líquido para tragar su integridad completa. Entre las aguas corrobora lo observado hace instantes cuando las piedras hicieron un impacto afortunado, cierta entrada que no tarda en comunicar luego de ascender.
Existe una ruta submarina, parece llevar a un lugar oculto.
Z9-42
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Re: El libro con el gato en la portada [Libre]
Respirando hondo, retrocedió un par de pasos, no quería dar el golpe de gracia, y Tessa ya parecía preparada para hacerlo. Tragó saliva, no, no le gustaba que la arquera fuera la mano ejecutora por su cobardía, pero a la rubia no parecía importarle.
Sus ojos siempre mostraban una decisión que podía llegar a asustar, era el mismo rostro que había visto en el espejo más de una vez, siempre dispuesto a mancharse las manos por quienes le importaban. Cada vez que veía a su amiga actuar, se preguntaba si no estaría equivocándose, si su decisión de dejar de matar no sería un error garrafal de cálculo, pero de momento no podía, simplemente, era incapaz.
Una flecha voló por su lado y una explosión, junto a una gran nube de humo la hizo retroceder varios pasos tapándose los ojos con los brazos. Cuando la espesa nube desapareció, el enemigo ya no estaba por ningún lado y la flecha de Tessa había quedado clavada en un árbol.
Las señales de arrastre se veían claramente en el suelo. Notó la humedad en su mano, y la miró, algún cable debía haberle golpeado en la mano, porque tenía una fea herida sangrante. Se ató un pañuelo y fue entonces cuando miró a los demás, para comprobar que estuvieran bien.
No parecían heridos. Se acercó a Tessa, que le tomó la mano preocupada y frunció el ceño. La chica odiaba que Alanna coleccionara heridas, y aunque era consciente de que a la espadachín tampoco le hacía gracia, no podía entender porque no usaba sus potingues para curarse y quitarse todas las marcas.
Había visto la espalda, llena de marcas de su época en el desierto, su vientre, con una puñalada profunda, ya curada, los brazos marcados de mil formas. Alanna le vio las intenciones, iba a empezar a regañarla. Pero Demian, para su fortuna, le cortó al hablar.
Comenzaron a moverse hasta llegar a una roca que, en apariencia, llegaba a un pasillo subterráneo. Sonrió ante la seriedad de los niños e intercambió una mirada con Tessa. Ellas bien eran conscientes de que hasta las fantasías podían ser reales. Alanna, al verlo tirarse al agua del pozo, se arrodilló corriendo y le frunció el ceño al verlo salir. ¿No sabía que podía ser peligroso? Suspiró aliviada a verlo salir a flote y decidió no perder tiempo.
— Vamos, pero ni se os ocurra pensar que iréis a vuestra bola, nadaréis en medio, Tessa y yo estaremos por los lados y os cubriremos, ¿entendido? — Les explicó mientras se quitaba la chaqueta y las botas para tener mejor movilidad.
Se metió al agua y esperó a los demás, dejando que Tessa, muchísimo mejor nadadora que ella, tomase la delantera y ejerciera de guía. Espero a sumergirse la última y avanzó.
Sus ojos siempre mostraban una decisión que podía llegar a asustar, era el mismo rostro que había visto en el espejo más de una vez, siempre dispuesto a mancharse las manos por quienes le importaban. Cada vez que veía a su amiga actuar, se preguntaba si no estaría equivocándose, si su decisión de dejar de matar no sería un error garrafal de cálculo, pero de momento no podía, simplemente, era incapaz.
Una flecha voló por su lado y una explosión, junto a una gran nube de humo la hizo retroceder varios pasos tapándose los ojos con los brazos. Cuando la espesa nube desapareció, el enemigo ya no estaba por ningún lado y la flecha de Tessa había quedado clavada en un árbol.
Las señales de arrastre se veían claramente en el suelo. Notó la humedad en su mano, y la miró, algún cable debía haberle golpeado en la mano, porque tenía una fea herida sangrante. Se ató un pañuelo y fue entonces cuando miró a los demás, para comprobar que estuvieran bien.
No parecían heridos. Se acercó a Tessa, que le tomó la mano preocupada y frunció el ceño. La chica odiaba que Alanna coleccionara heridas, y aunque era consciente de que a la espadachín tampoco le hacía gracia, no podía entender porque no usaba sus potingues para curarse y quitarse todas las marcas.
Había visto la espalda, llena de marcas de su época en el desierto, su vientre, con una puñalada profunda, ya curada, los brazos marcados de mil formas. Alanna le vio las intenciones, iba a empezar a regañarla. Pero Demian, para su fortuna, le cortó al hablar.
Comenzaron a moverse hasta llegar a una roca que, en apariencia, llegaba a un pasillo subterráneo. Sonrió ante la seriedad de los niños e intercambió una mirada con Tessa. Ellas bien eran conscientes de que hasta las fantasías podían ser reales. Alanna, al verlo tirarse al agua del pozo, se arrodilló corriendo y le frunció el ceño al verlo salir. ¿No sabía que podía ser peligroso? Suspiró aliviada a verlo salir a flote y decidió no perder tiempo.
— Vamos, pero ni se os ocurra pensar que iréis a vuestra bola, nadaréis en medio, Tessa y yo estaremos por los lados y os cubriremos, ¿entendido? — Les explicó mientras se quitaba la chaqueta y las botas para tener mejor movilidad.
Se metió al agua y esperó a los demás, dejando que Tessa, muchísimo mejor nadadora que ella, tomase la delantera y ejerciera de guía. Espero a sumergirse la última y avanzó.
Alanna Delteria
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Re: El libro con el gato en la portada [Libre]
Demian se encogió de hombros. La verdad es que no le importaba mucho si iba primero o no, sólo le comía la curiosidad por saber qué misterios aguardaban más allá. El libro hasta ahora había sido acertado en prever lo que encontrarían, lo que era llamativo si se consideraba que tenía al menos unos años de antigüedad.
El problema ahora era evitar que se mojara.
Mientras el resto comenzaba las labores acuáticas, Demian recolectó algunas hojas, las más grandes que tenía a la mano, para envolver el libro copiosamente. A continuación lo introdujo nuevamente en el bolso, el que intentó cerrar del modo más hermético que pudo.
Sólo entonces se acordó de Arty.
–Espera... ¿te p-pasa algo si te metes al agua?
–Gracias por la preocupación, pero no debe preocuparse por mí. No puedo permanecer indefinidamente en el agua, pero no hay problemas si me sumerjo durante un rato –contestó el autómata.
Demian asintió. Los demás ya se comenzaban a introducir en el aparente tunel y él hizo lo mismo.
Nadar siempre le había resultado una experiencia agradable y le recordaba a las Islas Illidenses. No había chico isleño que no fuera a la playa a divertirse a cada tiempo que tuviera libre, por lo que el nado era sinónimo de diversión.
El recorrido fue tranquilo, con el único inconveniente de que involucraba un trecho considerable de nado con sólo rocas sobre la cabeza, imposibilitado de tomar aire. El hecho de que no sabían si más allá había respiradero hacía las cosas más tensas, pero aún así se pudo llegar al otro extremo sin complicaciones. Durante el trayecto, además, Demian estaba concentrado en usar su magia para mantener el libro a salvo del agua, generando un campo telekinético a su alrededor.
Ya pisando tierra, Demian miró a su alrededor. Si bien estaba bastante oscuro, en algunos lados se filtraban pequeños rayos de luz, lo que permitía ver al menos que era una especie de caverna subterránea. También permitía ver la puerta.
–¿Qué hace esto aquí?
Se acercó. La puerta era completamente de metal, con un extraño tablero de botones a uno de sus lados. Parecía completamente fuera de lugar, muy lisa y bien terminada para lo abandonado del lugar. No parecía haber sido cuidada recientemente, pero aún así no tenía óxido.
Demian extendió su mano, tratando de usar su telekinesis para realizar el truco que tantas veces había hecho antes, levantar el cerrojo del otro lado o mover los mecanismos, pero no encontraba nada, no daba resultado.
–Esto es extraño –comentó–, esta puerta no es n-nada que haya visto antes. Tiene mecanismos raros que no logro mover.
Consternado, intentó usar la telekinesis de manera más agresiva, para forzar la puerta, pero se rindió pronto. Era evidente que era una mole de metal pesado, firmemente incrustada en la roca, no era algo que pudiera llegar a remover mediante la fuerza.
Frustrado, pateó el suelo. No pretendía llegar hasta allí y devolverse, no cuando era evidente que estaban en pos de algo importante, pero la jodida puerta se lo hacía difícil.
Off: La puerta sólo se abre con un código. Les dejo libre el poder solucionar el problema de la manera que se les ocurra. Más allá de la puerta habrá un pasillo, el que contiene luces extrañas (eléctricas). Son libres de agregar alguna trampa o algo, si quieren.
Demian
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Re: El libro con el gato en la portada [Libre]
No le toma mucho al grupo sumergirse en las aguas, según el termómetro digital del chico robot la temperatura es aceptable. Los problemas respiratorios son complicados en la era tecnológica actual de Aerandir y deben evitarse a pesar de los remedios mágicos.
En cierto modo avanzar por el túnel submarino es una apuesta, no tienen idea de cuan largo es el trayecto. Zero puede sobrevivir sin oxígeno pero duda que sus compañeros tengan tan útil habilidad.
Hubiera sido más prudente ir primero para investigar, ahora deben seguir avanzando todos. Por suerte a medida que cruzan la caverna en la formación sugerida por Alanna se hace evidente que no será necesaria una carrera desesperada.
Llegan al otro extremo con relativa rapidez y velocidad, esta pobremente iluminado aunque posee suficiente luz del exterior como para que nadie tropiece. Vale destacar las ópticas mejoradas del “niño” le permiten una visibilidad mejor a la de sus compañeros.
Una puerta metálica bloquea el camino, es claramente tecnológica y viene con su propio canal de permisos. Es tecnología avanzada, similar a la que tantas veces vio Z9-42 durante su estancia en la base biocibernética.
Es un panel de acceso, estamos frente a una instalación avanzada.
Se desplaza hasta la caja de control electrónica cuando Demian desiste de sus intentos por abrirle convencionalmente, es claro que se debe introducir cierto código si quieren seguir avanzando.
El pequeño robot cierra los ojos y luego los abre con una mirada centrada, la tonalidad de su iris cambio. Con un nuevo método de visión localiza las teclas más usadas e introduce una secuencia armónicamente posible logrando entrada a la primera.
Aquellas puertas de seguridad se abren con un sonido característico, la hidráulica se encuentra en buen estado. Tal escenario trae recuerdos al pequeño sintético, imágenes de sus primeros años de existencia aumentada.
Se encuentra caminando solo sin prestar demasiada atención al resto, solo cuando supera el umbral y se encamina por cierto pasillo pasa a preocuparse de sus aliados. Tiene bien presente que las luces eléctricas despertaran curiosidad en sus mentes.
La instalación está bien mantenida, claramente funcional por lo que debe servir a propósitos específicos. Si su atacante, el libro del chico brujo y toda la historia sobrenatural de los habitantes son “harina de un mismo costal”… pueden estar en medio de un misterio más complejo de lo previsto inicialmente.
Tengan cuidado, en este tipo de entornos todo tiene un propósito complejo.
En cierto modo avanzar por el túnel submarino es una apuesta, no tienen idea de cuan largo es el trayecto. Zero puede sobrevivir sin oxígeno pero duda que sus compañeros tengan tan útil habilidad.
Hubiera sido más prudente ir primero para investigar, ahora deben seguir avanzando todos. Por suerte a medida que cruzan la caverna en la formación sugerida por Alanna se hace evidente que no será necesaria una carrera desesperada.
Llegan al otro extremo con relativa rapidez y velocidad, esta pobremente iluminado aunque posee suficiente luz del exterior como para que nadie tropiece. Vale destacar las ópticas mejoradas del “niño” le permiten una visibilidad mejor a la de sus compañeros.
Una puerta metálica bloquea el camino, es claramente tecnológica y viene con su propio canal de permisos. Es tecnología avanzada, similar a la que tantas veces vio Z9-42 durante su estancia en la base biocibernética.
Es un panel de acceso, estamos frente a una instalación avanzada.
Se desplaza hasta la caja de control electrónica cuando Demian desiste de sus intentos por abrirle convencionalmente, es claro que se debe introducir cierto código si quieren seguir avanzando.
El pequeño robot cierra los ojos y luego los abre con una mirada centrada, la tonalidad de su iris cambio. Con un nuevo método de visión localiza las teclas más usadas e introduce una secuencia armónicamente posible logrando entrada a la primera.
Aquellas puertas de seguridad se abren con un sonido característico, la hidráulica se encuentra en buen estado. Tal escenario trae recuerdos al pequeño sintético, imágenes de sus primeros años de existencia aumentada.
Se encuentra caminando solo sin prestar demasiada atención al resto, solo cuando supera el umbral y se encamina por cierto pasillo pasa a preocuparse de sus aliados. Tiene bien presente que las luces eléctricas despertaran curiosidad en sus mentes.
La instalación está bien mantenida, claramente funcional por lo que debe servir a propósitos específicos. Si su atacante, el libro del chico brujo y toda la historia sobrenatural de los habitantes son “harina de un mismo costal”… pueden estar en medio de un misterio más complejo de lo previsto inicialmente.
Tengan cuidado, en este tipo de entornos todo tiene un propósito complejo.
Z9-42
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