[MEGAEVENTO: GUERRA] Fénix
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] Fénix
Olvide la runaaaaaa!
Q_____Q Disculpen
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Merida DunBroch
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] Fénix
El miembro 'Merida DunBroch' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] Fénix
Las penurias de la mazmorra no consiguieron amedrentar al grupo de héroes que se había introducido en las cloacas con el fin de desenmascarar el misterio que llevaba meses cocinándose en lo más profundo de las cavernas.
Tras varias horas de caminata por el subterráneo. No tardarían en escuchar unas voces apagadas y tenues. En un lenguaje que les resultaría irreconocible menos para la elfa Xana. Ella ya había tenido manejo de las artes oscuras en su pasado y conocía perfectamente aquellas palabras. Alguien estaba recitando algo profano. El miedo, la oscuridad, comenzaría a rodear a nuestros valerosos héroes.
Una luz verdosa salir de una especie de sala abierta, al final de uno de los laberínticos túneles, parecía ser un indicador de que algo estaba ocurriendo. Los héroes corrieron hacia allí tan rápido como pudieron, entonces pudieron ver algo espantoso.
Cinco hombres encapuchados a los que no se les podía ver el rostro, situados en cada una de las esquinas de un pentágono, realizaban un ritual sobre un extraño dibujo grabado en la piedra. El color verde destacaba sobre todo entre las ranuras de las piedras.
Habían llegado tarde para detener el ritual, pero quizás a tiempo para evitar algo peor… Si no es lo que les esperaba a ellos. Los cinco hombres perecieron entre espasmos como si les hubiese dado un ataque al corazón. Se convirtieron en un líquido verdoso y brillante cuyo flujo se coló por entre las ranuras grabadas en el suelo. Vertían por gravedad hacia el centro, donde confluían en una especie de piscina de no más de treinta centímetros de diámetro.
Todo el círculo se iluminó entonces. El miedo se apoderó de todos ellos. Una figura femenina comenzó a emerger de esta sustancia viscosa. Estaba completamente desnuda, famélica y prácticamente deforme. La mitad de su cuerpo estaba incompleto. Directamente en hueso o incluso sin él, como evidenciaba su ausencia de nariz. La otra mitad conservaba algo de carne. La misma que tendría una mujer que llevara un mes sin probar bocado.
Quizás ellos no la conocieran, pero sí. Había vuelto.
Su melena, ahora grisácea, estaba casi por formar, y los largos pelos muertos se intercambiaban con calvas profundas. Amaterasu llevaba unos meses muerta y lejos quedaba aquella bella y terrorífica mujer, ahora más nigromante que nunca. Aún algo adormecida, miró a los recién llegados sin miedo y desafío.
-¡Oh! Invitados a mi fiesta de retorno. Quizás no me conozcáis, mi nombre es Amaterasu. – comenzó diciendo con una reverencia. - ¿Os importaría indicarme en qué punto de la historia estamos? – preguntó con una voz tenue y apagada. Como si hubiese envejecido veinte años, mientras hacía esfuerzos por avanzar.
Los estruendos sobre el piso superior. El paso del dragón y el griterío de la gente
-¡Ah, ya recuerdo! ¡Estamos en Lunargenta! – la Revividora desenfundó una espada con la que acababa de llegar mientras en su mano diestra se teñía de un color verdoso, con apariencia de hechizo mágico muy turbio. – Tengo una ciudad que conquistar. Y vosotros, me venís muy bien. Seréis los primeros esqueletos de mi ejército. – gritó al tiempo que alzaba su arma para levantar los ropajes de los cultistas que se habían sacrificado apenas instantes de atrás. - ¡Levantaos hijos de la muerte! ¡Levantaos y servid a vuestra señora!
Había convertido a los cultistas en esqueletos de malas intenciones.
Habéis completado con éxito la primera fase. Seguro que todos esperabais que el Fénix fuese Amaterasu, sí, era un secreto a voces. Sin embargo… ¡Tenemos novedades! Como el Capitán Werner ha lanzado una runa y ha obtenido la mejor, ocurre lo siguiente, de acuerdo con el mastereado de la Isla de Corvo Preto:
Edgar Allan Poe adquiere el rasgo “buscador de tesoros”. (¿Porque has visto que los cuervos esconden tesoros, no?). En los próximos tres temas que hagas, deberás lanzar una runa a la vez. Con la peor de ellas, el cuervo encontrará una maldición (para ti y para los usuarios que participen), la intermedia dará un cofre con 500 monedas a cada uno de los participantes, pero… ¿y la mejor? En el mejor de los temas conseguiréis un arma de calidad legendaria. ¡Pero sólo una! Por lo que tendrás que avisarme a mí y os propondré un reto para que uno de los usuarios la consiga.
Parece que tenemos drop para una de las dos Armas Legendarias que vamos a dar. Todos habéis participado en la primera y en esta fase, por lo que estáis en disposición de conseguirla. ¿Pero cuál es el reto? Evitar que Amaterasu la Revividora vuelva a la vida. ¡Casi nada! ¿Verdad?
Para evitar que Amaterasu vuelva a la vida, tendréis que ir tirando runas. Podéis tirar tantas como queráis, tenéis “tres” enemigos (dos pares de esqueletos y Amaterasu), para derrotar a los pares de esqueletos necesitáis una runa media, para Amaterasu, que aún está débil, una buena. Sin embargo, una runa mala en cualquiera os deja KO y os inhabilita para continuar luchando en el hilo (menos a Bio, que por su nivel necesitará 2 runas malas). Es decir, si uno obtiene runas normales, podéis continuar escribiendo posts aunque sea solos, hasta que consigáis derrotar a los esqueletos y a Amaterasu.
Tenéis libertad para utilizarla cual nigromante que es, respetando el lore del foro.
Nota: Esta batalla tiene lugar durante el asedio de los jinetes oscuros (tercera fase del evento), por lo que no habrá tema especial para vosotros, aunque la recompensa en experiencia sí equivaldrá a la suma de ambos.
Aquel que más aporte al combate se llevará el báculo.
Tras varias horas de caminata por el subterráneo. No tardarían en escuchar unas voces apagadas y tenues. En un lenguaje que les resultaría irreconocible menos para la elfa Xana. Ella ya había tenido manejo de las artes oscuras en su pasado y conocía perfectamente aquellas palabras. Alguien estaba recitando algo profano. El miedo, la oscuridad, comenzaría a rodear a nuestros valerosos héroes.
Una luz verdosa salir de una especie de sala abierta, al final de uno de los laberínticos túneles, parecía ser un indicador de que algo estaba ocurriendo. Los héroes corrieron hacia allí tan rápido como pudieron, entonces pudieron ver algo espantoso.
Cinco hombres encapuchados a los que no se les podía ver el rostro, situados en cada una de las esquinas de un pentágono, realizaban un ritual sobre un extraño dibujo grabado en la piedra. El color verde destacaba sobre todo entre las ranuras de las piedras.
Habían llegado tarde para detener el ritual, pero quizás a tiempo para evitar algo peor… Si no es lo que les esperaba a ellos. Los cinco hombres perecieron entre espasmos como si les hubiese dado un ataque al corazón. Se convirtieron en un líquido verdoso y brillante cuyo flujo se coló por entre las ranuras grabadas en el suelo. Vertían por gravedad hacia el centro, donde confluían en una especie de piscina de no más de treinta centímetros de diámetro.
Todo el círculo se iluminó entonces. El miedo se apoderó de todos ellos. Una figura femenina comenzó a emerger de esta sustancia viscosa. Estaba completamente desnuda, famélica y prácticamente deforme. La mitad de su cuerpo estaba incompleto. Directamente en hueso o incluso sin él, como evidenciaba su ausencia de nariz. La otra mitad conservaba algo de carne. La misma que tendría una mujer que llevara un mes sin probar bocado.
Quizás ellos no la conocieran, pero sí. Había vuelto.
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¡La nigromante más temida del mundo ha vuelto!
Su melena, ahora grisácea, estaba casi por formar, y los largos pelos muertos se intercambiaban con calvas profundas. Amaterasu llevaba unos meses muerta y lejos quedaba aquella bella y terrorífica mujer, ahora más nigromante que nunca. Aún algo adormecida, miró a los recién llegados sin miedo y desafío.
-¡Oh! Invitados a mi fiesta de retorno. Quizás no me conozcáis, mi nombre es Amaterasu. – comenzó diciendo con una reverencia. - ¿Os importaría indicarme en qué punto de la historia estamos? – preguntó con una voz tenue y apagada. Como si hubiese envejecido veinte años, mientras hacía esfuerzos por avanzar.
Los estruendos sobre el piso superior. El paso del dragón y el griterío de la gente
-¡Ah, ya recuerdo! ¡Estamos en Lunargenta! – la Revividora desenfundó una espada con la que acababa de llegar mientras en su mano diestra se teñía de un color verdoso, con apariencia de hechizo mágico muy turbio. – Tengo una ciudad que conquistar. Y vosotros, me venís muy bien. Seréis los primeros esqueletos de mi ejército. – gritó al tiempo que alzaba su arma para levantar los ropajes de los cultistas que se habían sacrificado apenas instantes de atrás. - ¡Levantaos hijos de la muerte! ¡Levantaos y servid a vuestra señora!
Había convertido a los cultistas en esqueletos de malas intenciones.
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Habéis completado con éxito la primera fase. Seguro que todos esperabais que el Fénix fuese Amaterasu, sí, era un secreto a voces. Sin embargo… ¡Tenemos novedades! Como el Capitán Werner ha lanzado una runa y ha obtenido la mejor, ocurre lo siguiente, de acuerdo con el mastereado de la Isla de Corvo Preto:
Edgar Allan Poe adquiere el rasgo “buscador de tesoros”. (¿Porque has visto que los cuervos esconden tesoros, no?). En los próximos tres temas que hagas, deberás lanzar una runa a la vez. Con la peor de ellas, el cuervo encontrará una maldición (para ti y para los usuarios que participen), la intermedia dará un cofre con 500 monedas a cada uno de los participantes, pero… ¿y la mejor? En el mejor de los temas conseguiréis un arma de calidad legendaria. ¡Pero sólo una! Por lo que tendrás que avisarme a mí y os propondré un reto para que uno de los usuarios la consiga.
Parece que tenemos drop para una de las dos Armas Legendarias que vamos a dar. Todos habéis participado en la primera y en esta fase, por lo que estáis en disposición de conseguirla. ¿Pero cuál es el reto? Evitar que Amaterasu la Revividora vuelva a la vida. ¡Casi nada! ¿Verdad?
- Espada diestra de Frendel (alfanje de los esqueletos):
- Espada diestra de Frendel: Categoría Legendaria. Frendel tenía dos espadas, una para quemar y destrozar a sus enemigos, la otra, para alzarlos como suyos. Acabaste para siempre con la vida de la nigromante Amaterasu. ¡Eres toda una leyenda de Aerandir! Objeto maligno.
Encantamiento activo: Nigromancia básica: Grita y álzala a los cielos y levanta a los muertos para que luchen a tu lado en forma de esqueleto. Cuantos más muertos halla, mayor será tu ataque y tu defensa. Sólo una vez por rol.
Encantamiento pasivo: Cuando está desenvainada, una ilusión hace que el portador parezca un esqueleto. Esto hará que aterrorices a cualquier criatura del mundo, o que seas atacado, pero al causar miedo, cualquier tirada de runa que hagas con ella subirá 1 nivel su calidad.
+ 1 Huecos de encantamiento superior de tipo oscuro o de sangre.
+ Bonificación permanente de 20 puntos al atributo intelecto.
+ Puede venderse/intercambiarse on rol con otro usuario.
+ Prueba a juntarla con la espada zurda de Frendel (actualmente en posesión de Vincent Calhoun).
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Para evitar que Amaterasu vuelva a la vida, tendréis que ir tirando runas. Podéis tirar tantas como queráis, tenéis “tres” enemigos (dos pares de esqueletos y Amaterasu), para derrotar a los pares de esqueletos necesitáis una runa media, para Amaterasu, que aún está débil, una buena. Sin embargo, una runa mala en cualquiera os deja KO y os inhabilita para continuar luchando en el hilo (menos a Bio, que por su nivel necesitará 2 runas malas). Es decir, si uno obtiene runas normales, podéis continuar escribiendo posts aunque sea solos, hasta que consigáis derrotar a los esqueletos y a Amaterasu.
Tenéis libertad para utilizarla cual nigromante que es, respetando el lore del foro.
Nota: Esta batalla tiene lugar durante el asedio de los jinetes oscuros (tercera fase del evento), por lo que no habrá tema especial para vosotros, aunque la recompensa en experiencia sí equivaldrá a la suma de ambos.
Aquel que más aporte al combate se llevará el báculo.
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] Fénix
Una cosa rara tras otra seguía sucediendo, la chica rara que se tapaba el rostro, el capitán tan lejos del mar, el par de elfos… bueno, esos elfos siempre eran raros, pero definitivamente había algo más, no sabría decir si era esa extraña luz que anunció Werner en primer lugar, los raros susurros que estremecieron a Xana, o ese terrible olor a… -Algo no me huele bien aquí- Mencioné sin apartar la vista de la luz verdosa que en cierto modo nos mostraba el camino, las palabras del capitán resonaban en mi cabeza, no conocíamos las intenciones de la chica nueva y más aún lo otro ¿Y si nos habían traído hasta aquí a propósito? -En serio, algo huele muy mal aquí- Levanté mi brazo derecho y olí mi axila para asegurarme que no era yo el del problema, sin embargo salí de mi letargo cuando el cuervo dijo -Nunca más… en serio nunca más volveré a estas mugres catacumbas- Murmuré ante las advertencias de peligro del ave.
Tengan cuidado- Intenté advertir en vano a mis compañeros, por alguna razón todos queríamos ir, avanzar como insectos hacia el fuego, acercarnos al peligro anunciado por los destellos verdes al final del túnel -No sé quiénes sea y no sé qué están haciendo pero les aseguro, no, les prometo que no permitiremos que terminen de…- Alcé una ceja al notar que ya parecían haber terminado -Ay no- Los 5 integrantes del extraño ritual comenzaron a morir derretidos y se convirtieron en una especie de moco brillante, esperaba que eso fuera todo, un intento desesperado por matar de gripa a los habitantes de Aerandir pero para mi desgracia el asunto era mucho más serio, el moco viajó hasta comenzar a formar la figura de una silueta antropomórfica que intentaba verse como una mujer, sí, una mujer muy fea.
Pues bien, Amante Raza, lamento despedirte de la fiesta apenas llegas pero, ya estamos completos, no te dejaremos quedarte- Su nombre se quedó dando vueltas en mi cabeza por unos instantes -Rauko, dime que no es el nombre de la loca de las vacas de fuego en Dundarak- Pregunté al elfito sin apartar la mirada de la novia cadáver -Estamos en el punto de la historia donde das la vuelta y pateamos tu trasero huesudo y flácido- Cerré los ojos y negué con la cabeza -Rayos, acabo de imaginarme eso- Pese a ser solo ella contra nosotros 5 se veía muy segura -¿Ejército? ¿Cuál ejército?... ah ya, ese ejército- Dije con tono de preocupación al notar que los adoradores del moco comenzaban a levantarse como esqueletos descarnados.
Ah no, no lo harás- Saqué mis dagas y avancé hacia ella pero uno de los esqueletos me bloqueó el camino y me hizo retroceder -Necesito que se encarguen de los peones, yo iré a por la dama- Con una sonrisa maléfica aproveché la torpeza de los necroguerreros para pasar a toda prisa directamente hacia Mujer Mocos Huesudos; tenía un objetivo muy claro en mente desde el primer momento, separarla de esa espada antes que la usara para partirme en dos; al estar recién revivida no fue tan rápida como para reaccionar y tras una acrobática voltereta a ras del piso atravesé su muñeca con mi daga, el hermoso sonido del metal desmenuzando el hueso me dio la seguridad para seguir adelante pero mi final feliz jamás llegó, la espada con la mano cercenada debían caer al piso pero al voltearme noté con frustración que unos hilos de moco verde brillante comenzaban a unir la mano al resto del brazo.
Oh vamos, eso es tan injusto- Protesté aunque mi constante tono burlesco sería dejado atrás con su nueva estrategia -¿Crees que puedes matarme? ¿A mí? ¿Puedes matar a la muerte misma?- En ese punto no sabía si era un monólogo para sí misma o su discurso malvado pero pronto todo cambió -Yo creo que no la has vencido, te venció- Cerró los ojos y sonrió con malicia -Víctor, Víctor, no quería morir, no pudiste salvarme… y no salvarás a nadie- Su voz había cambiado y sonaba exactamente como la de mi esposa muerta -Pero… ¿Cómo? ¿Cómo te atreves a profanar su recuerdo?- Murmuré entre dientes apretando las dagas con todas mis fuerzas, mi rostro completamente rojo de furia se sentía incluso caliente.
De todas las cosas que pudieran tocar de mí, solo dos eran sagradas, y una de ellas era el recuerdo de mi esposa muerta -¡Tú!- [1] Dije dejando salir una poderosa cantidad de magia de voz directamente hacia ella, una palabra que perforaría su oído interno causando un fuerte dolor, o al menos el intento -¡Engendro Mocoso Malformado!- [2] Añadí otro poco de magia para intentar causarle intimidación y entorpecer sus ataques -¡Realmente espero que esa magia te mantenga viva!- [3] Mi silueta se desvaneció lentamente volviéndose una con las sombras del lúgubre lugar -Porque te voy a arrancar la piel de cada hueso- [4] Mi voz ahora se escuchaba desde distintas direcciones a la vez buscando con ello evitar delatar mi ubicación real -Te haré sentir tal dolor que implorarás la muerte- [4] De nuevo la voz sonaba simultáneamente desde todos lados.
En un momento mi silueta se descubrió junto a ella para dejar una cortada en su cuello que rápidamente comenzó a cerrarse, levantó su espada buscando mi pierna pero conseguí esquivarla por poco, tomé impulso para volver a lanzarme al frente en una avalancha de cortes que le destruyeron el pecho; sangre y mocos me bañaban el rostro pero cegado por la ira no podía más que seguir adelante -No… te… mueras- Murmuraba con rabia sin dejar de apuñalar y cortar hasta que levantó su espada y me dibujó una herida en el pecho -Tu corazón, te voy a arrancar el corazón- Dije con determinación mientras clavaba ambas dagas en su pecho y las abría buscando romper su frágil torso y formar una abertura, tristemente mi plan no contaba con su poderosa poderosidad.
Aún con todas las heridas que había logrado hacerle, la desgraciada comenzó a reír como si nada le hiciera daño, y es que ciertamente todo parecía repararse en menos de lo que yo lo dañaba -Basta de juegos, niño- Me tomó del cuello con su mano libre y me levantó como si de un trapo se tratara -¿En serio crees que puedes matarme con tan poco?- Preguntó mientras inclinaba la cabeza hacia un lado -¡No puedes matarme!- Gritó mientras un brillo verdoso comenzó a salir de la mano con la que me sujetaba, la piel de mi rostro comenzaba a arrugarse lentamente -Matarte jamás fue mi plan, tú ya estás muerta- Comenzaba a sentirme cada vez más débil pero usé mis últimas fuerzas para clavar las dagas más profundo en su pecho y abrirlas hacia afuera intentando romper sus costillas y dejar su corazón abierto… si es que tenía uno.
[1]Hablidad de nivel 0: El que susurra en la oscuridad (+) Tengan cuidado- Intenté advertir en vano a mis compañeros, por alguna razón todos queríamos ir, avanzar como insectos hacia el fuego, acercarnos al peligro anunciado por los destellos verdes al final del túnel -No sé quiénes sea y no sé qué están haciendo pero les aseguro, no, les prometo que no permitiremos que terminen de…- Alcé una ceja al notar que ya parecían haber terminado -Ay no- Los 5 integrantes del extraño ritual comenzaron a morir derretidos y se convirtieron en una especie de moco brillante, esperaba que eso fuera todo, un intento desesperado por matar de gripa a los habitantes de Aerandir pero para mi desgracia el asunto era mucho más serio, el moco viajó hasta comenzar a formar la figura de una silueta antropomórfica que intentaba verse como una mujer, sí, una mujer muy fea.
Pues bien, Amante Raza, lamento despedirte de la fiesta apenas llegas pero, ya estamos completos, no te dejaremos quedarte- Su nombre se quedó dando vueltas en mi cabeza por unos instantes -Rauko, dime que no es el nombre de la loca de las vacas de fuego en Dundarak- Pregunté al elfito sin apartar la mirada de la novia cadáver -Estamos en el punto de la historia donde das la vuelta y pateamos tu trasero huesudo y flácido- Cerré los ojos y negué con la cabeza -Rayos, acabo de imaginarme eso- Pese a ser solo ella contra nosotros 5 se veía muy segura -¿Ejército? ¿Cuál ejército?... ah ya, ese ejército- Dije con tono de preocupación al notar que los adoradores del moco comenzaban a levantarse como esqueletos descarnados.
Ah no, no lo harás- Saqué mis dagas y avancé hacia ella pero uno de los esqueletos me bloqueó el camino y me hizo retroceder -Necesito que se encarguen de los peones, yo iré a por la dama- Con una sonrisa maléfica aproveché la torpeza de los necroguerreros para pasar a toda prisa directamente hacia Mujer Mocos Huesudos; tenía un objetivo muy claro en mente desde el primer momento, separarla de esa espada antes que la usara para partirme en dos; al estar recién revivida no fue tan rápida como para reaccionar y tras una acrobática voltereta a ras del piso atravesé su muñeca con mi daga, el hermoso sonido del metal desmenuzando el hueso me dio la seguridad para seguir adelante pero mi final feliz jamás llegó, la espada con la mano cercenada debían caer al piso pero al voltearme noté con frustración que unos hilos de moco verde brillante comenzaban a unir la mano al resto del brazo.
Oh vamos, eso es tan injusto- Protesté aunque mi constante tono burlesco sería dejado atrás con su nueva estrategia -¿Crees que puedes matarme? ¿A mí? ¿Puedes matar a la muerte misma?- En ese punto no sabía si era un monólogo para sí misma o su discurso malvado pero pronto todo cambió -Yo creo que no la has vencido, te venció- Cerró los ojos y sonrió con malicia -Víctor, Víctor, no quería morir, no pudiste salvarme… y no salvarás a nadie- Su voz había cambiado y sonaba exactamente como la de mi esposa muerta -Pero… ¿Cómo? ¿Cómo te atreves a profanar su recuerdo?- Murmuré entre dientes apretando las dagas con todas mis fuerzas, mi rostro completamente rojo de furia se sentía incluso caliente.
De todas las cosas que pudieran tocar de mí, solo dos eran sagradas, y una de ellas era el recuerdo de mi esposa muerta -¡Tú!- [1] Dije dejando salir una poderosa cantidad de magia de voz directamente hacia ella, una palabra que perforaría su oído interno causando un fuerte dolor, o al menos el intento -¡Engendro Mocoso Malformado!- [2] Añadí otro poco de magia para intentar causarle intimidación y entorpecer sus ataques -¡Realmente espero que esa magia te mantenga viva!- [3] Mi silueta se desvaneció lentamente volviéndose una con las sombras del lúgubre lugar -Porque te voy a arrancar la piel de cada hueso- [4] Mi voz ahora se escuchaba desde distintas direcciones a la vez buscando con ello evitar delatar mi ubicación real -Te haré sentir tal dolor que implorarás la muerte- [4] De nuevo la voz sonaba simultáneamente desde todos lados.
En un momento mi silueta se descubrió junto a ella para dejar una cortada en su cuello que rápidamente comenzó a cerrarse, levantó su espada buscando mi pierna pero conseguí esquivarla por poco, tomé impulso para volver a lanzarme al frente en una avalancha de cortes que le destruyeron el pecho; sangre y mocos me bañaban el rostro pero cegado por la ira no podía más que seguir adelante -No… te… mueras- Murmuraba con rabia sin dejar de apuñalar y cortar hasta que levantó su espada y me dibujó una herida en el pecho -Tu corazón, te voy a arrancar el corazón- Dije con determinación mientras clavaba ambas dagas en su pecho y las abría buscando romper su frágil torso y formar una abertura, tristemente mi plan no contaba con su poderosa poderosidad.
Aún con todas las heridas que había logrado hacerle, la desgraciada comenzó a reír como si nada le hiciera daño, y es que ciertamente todo parecía repararse en menos de lo que yo lo dañaba -Basta de juegos, niño- Me tomó del cuello con su mano libre y me levantó como si de un trapo se tratara -¿En serio crees que puedes matarme con tan poco?- Preguntó mientras inclinaba la cabeza hacia un lado -¡No puedes matarme!- Gritó mientras un brillo verdoso comenzó a salir de la mano con la que me sujetaba, la piel de mi rostro comenzaba a arrugarse lentamente -Matarte jamás fue mi plan, tú ya estás muerta- Comenzaba a sentirme cada vez más débil pero usé mis últimas fuerzas para clavar las dagas más profundo en su pecho y abrirlas hacia afuera intentando romper sus costillas y dejar su corazón abierto… si es que tenía uno.
[2]Hablidad de nivel 3: El miedo que acecha
[3]Hablidad de nivel 4: Espíritus de la noche
[4]Hablidad de nivel 6: El que acecha en el Umbral
Última edición por Bio el Lun Ago 13, 2018 12:09 am, editado 1 vez
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] Fénix
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] Fénix
-Puedo escucharles reír con sus voces de rata -había dicho Roger Baraun después de despertar de sus delirios nocturnos.
El canguro estaba unido a la magia de los nigromantes de una manera que el Capitán Werner no sabía explicar. Los nigromantes le enfriaron el cuerpo y el alma; los estornudos y los espasmos que sentía era una consecuencia de que su cuerpo estuviera helado. Baraun decía que se sentía como un muerto. Por mucho que bebiera, tenía la sensación que su boca estaba permanentemente seca y no notaba el sabor de la bebida. Nyére contó en secreto al Capitán Werner que Baraun no podía fijar la vista en un punto concreto, perdía la concentración y su cabeza apuntaba hacia otro lugar, hacia la nada; parecía que lo real carecía de interés para él. Roger Baraun sufría el proceso de convertirse en uno de aquellos muertos vivientes al servicio de los nigromantes. Decía que podía sentir sus órdenes. No las decían en voz alta, puesto que sus gargantas estaban ocupadas riéndose, sino que las transmitían mediante la magia. ¡Ella resucitaría! Y para entonces, toda Lunargenta sufriría los mismos tormentos por los que Baraun pasaba. Lunargenta sería la capital de la muerte. ¡La necrópolis de la señora A…! Cada vez que intentaba pronunciar el nombre de la mujer que los cinco nigromantes intentaban resucitar, Roger caía exhausto como si necesitase todas sus fuerzas para pronunciar ese nombre.
Las risas venidas del siguiente túnel, hicieron que el Capitán Werner recordase la imagen de Roger Baraun convulsionando en la cama a medida que soltaba improperios y alababa la figura de la mujer nigromante. Bip, bip, Rogie. El canguro tenía razón. El Capitán siguió caminando candil en mano. Cinco sombras alargadas dispuesta en una circunferencia se proyectaban en la pared. No se movían un ápice. El Capitán supo que se trataban de los nigromantes por la manera en la que se reían. Roger había dicho que eran las risas de unas ratas, seseantes y sin abrir la boca. El Capitán Werner, sin embargo, no había ningún parecido entre la risa de una rata y la de los nigromantes. Las ratas eran más nobles y tenían una mayor cordura. Él juraría que los nigromantes se reían como unos muertos de piel reseca y músculos podridos.
El túnel donde estaban los nigromantes estaba iluminado con antorchas de fuegos verdes. El Capitán Werner decidió dejar el candil en el suelo. A la hora de la inminente batalla, necesitaría tener ambas manos libres.
A cinco metros de distancia de la entrada, Bio aconsejó que tuvieran cuidado. El Capitán le ignoró. La magia oscura del lugar hizo que su voz se escuchase como un sonido lejano, casi inaudible. Una voz tan tenue no podía traer información relevante.
Desenvainó la espada de pirata con la mano con la que había sostenido el candil. La tenaza la tenía a unos pocos centímetros de separación del pecho a modo de escudo. Llegó la hora de entrar. El aullido de vigor que había hecho hacía unos minutos ofreció al Capitán (y quizás también al resto del equipo) la valentía que necesitaban para adentrarse en las tinieblas. ¡Adelante!
Las cinco sombras se separaron de la circunferencia y una sexta surgió del centro. Era la mujer cuyo nombre empezaba por la letra A, la mujer que había visto Roger Baraun en sus sueños y no se quitaba de la cabeza. El Capitán Werner la reconoció. Supo cómo se llamaba, aunque jamás había escuchado su nombre. Amateratsu. Comprendió que quería decir Baraun cuando decía que los nigromantes no necesitaban utilizar sus voces para comunicarse. La magia del lugar hablaba por ellos. Al entrar al aquelarre, el Capitán sintió cómo centenares de recuerdos de personas a las que no conocía inundaban su cabeza. Vio a Amateratsu morir, sabiendo que más tarde iba a resucitar. Vidas sesgadas allá por donde pisaba. Una enorme ciudad, Lunargenta, convertida en una necrópolis. Vio con los ojos de un hombre que creía estar muerto a una bruja más joven besándolo en los labios para convertirle en un fiel y eterno esclavo. Los tentáculos de la barba del Capitán se erizaron. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Casi pudo sentir los labios de Amateratsu rozando su mejilla. Tuvo miedo. Por primera vez desde que entró en las alcantarillas de Lunargenta, dio un paso hacia atrás.
El Capitán Werner, a diferencia de Bio, Rauko y todos los demás, no era un guerrero maestro del combate. Su posición en la batalla tenía que ver con la creación de planes y el apoyo a sus compañeros. El segundo objetivo lo había logrado. El grito de vigor estaba dando sus frutos. El primero, era imposible de realizar; demasiado tarde. El túnel era un hervidero de espadas y hechizos. La magia corría por todo el lugar. El Capitán se quedó ensimismado, clavado en su posición sin saber qué hacer. Dos muertos se levantaron de las sombras, estaban armados y se dirigían al grupo. Amateratsu lanzaba sus condenas al aire con tal entusiasmo que parecía que ya se habían cumplido y que Lunargenta había muerto. Los cinco nigromantes corrían, cada uno en una dirección diferente. Pararse a pensar qué hacer sería un error garrafal, primero porque sus compañeros no podrían escuchar las órdenes, igual que el Capitán no pudo escuchar la voz de Bio, y segundo porque el tiempo apremiaba y el enemigo podía aprovechar esos segundos de meditación para lanzar un ataque mortal. Pararse y no hacer nada, era otro error más grande que el primero.
Se tensó. Acercó la tenaza un centímetro más hacia su pecho. Era un escudo impenetrable. Edgar volaba en círculos sobre la cabeza del Capitán esperando una orden que parecía no llegar nunca. La espada del pirata resplandecía bajo la luz del fuego verde de los nigromantes. Era el momento de hacer algo. ¿Por qué no estaba haciendo nada? ¿Tenía miedo? Un segundo paso hacia. ¿Estaba aterrorizado? Tercer paso. ¿Se iba a convertir en uno de aquellos muertos que se levantaba de sus tumbas? Cuarto paso. Ahora estaba lo suficientemente alejado.
Levantó la espada al aire. El cuervo voló hacia la mochila abierta del Capitán y sacó una de las esferas de Krampus. El Capitán la recogió con los tentáculos de la barba, abrió la hebilla y la lanzó en el centro del círculo donde había renacido Amateratsu. La última otra vez que el Capitán bajó a las alcantarillas descubrió que el aire pesado del lugar contenía una sustancia altamente inflamable. Los brujos como Demian dirían que se trataba del Éter, que era la fuente donde surgía la magia. El Capitán, que no creía en la existencia del Éter, investigó en los libros de erudición el nombre la de la sustancia inflamable: metano. La explosión de la esfera hizo temblar los cimientos del lugar. El fuego verde de los nigromantes, a diferencia del fuego naranja, era ignifugo; despareció con el sonido de la primera explosión.(1 y 2)
Los cinco nigromantes cayeron al suelo. El Capitán no iba a dejar que se escapasen. Los dos muertos habían resultado heridos, quizás también Amateratsu, pero el Capitán no la veía en ningún rincón de la sala por lo que no se atrevió a conjeturar sobre sus heridas.
Era una canción que se inventaba a medida que caminaba hacia el fuego que había provocado con la esfera de Krampus. Con ella, pretendía alentar el corazón de sus compañeros. El fuego naranja de Krampus era EL SOL que quitaba todas las penas, en lugar donde no existía el miedo y podía hablar sin que la magia encogiera su voz. La mar era la nigromante, quien estaba destinada a traer la noche oscura y condenaba los sueños de los hombres. No era coincidencia que la mar, la real y no la metáfora, se tragó el primer navío del Capitán, El Sueños Cumplidos.
Arrugó la frente y estiró los tentáculos de la barba.
-Seguid mi canción. Caminar hacia el fuego. –su voz se escuchaba perfectamente-. El terror de la magia de los nigromantes desparece con la música. –consejo de pirata.
EL Capitán Werner dejó caer su espada en la espalda de uno de los nigromantes caídos como si fuera un montañero coronando el pico más alto en su nombre. El acero resplandecía con el fuego de Krampus. Un segundo nigromante tenía media cara consumida y balanceaba sus brazos intentando espantar al fuego. Los otros se perdían entre la humareda y as llamas; era posible que ya hubieran muerto.
-Se pueden matar. ¡No son inmortales! –celebró el Capitán.
Los objetos del ritual eran devorados por las llamas y la maldición que encogía y atemorizaba el corazón de los hombres había desaparecido. El Capitán Werner no era un guerrero maestro de las armas, era un estratega y un apoyo para el resto del grupo. Asesinar a los enemigos no era su objetivo primordial. Él se aseguraba que el resto de sus amigos no muriesen en el intento. Les ayudaba, les vitoreaba, destruía las maldiciones que les reprimían y hacía lo posible para que se sintieran plenos de energía. No era un guerrero, era una pieza más importante en el equipo. Sonrió al mirar a su alrededor. Nadie podía negar que había hecho un gran trabajo en aquella que se había propuesto hacer.
Offrol:
(1) Utilizo el objeto: granada de Krampus.
(2) Hago referencia al metano de las alcantarillas, como buen químico que soy.
(3) Utilizo habilidad de nivel 1: Canción del mar
(4) Lanzo runa, si consigo matar a alguien será por la explosión de la granada, no porque el Capitán haya atacado directamente. Mi personaje no es guerrero (no es tanque ni dps), es un personaje de apoyo. Presto mis habilidades a daros aumentos de fuerza y salud.
El canguro estaba unido a la magia de los nigromantes de una manera que el Capitán Werner no sabía explicar. Los nigromantes le enfriaron el cuerpo y el alma; los estornudos y los espasmos que sentía era una consecuencia de que su cuerpo estuviera helado. Baraun decía que se sentía como un muerto. Por mucho que bebiera, tenía la sensación que su boca estaba permanentemente seca y no notaba el sabor de la bebida. Nyére contó en secreto al Capitán Werner que Baraun no podía fijar la vista en un punto concreto, perdía la concentración y su cabeza apuntaba hacia otro lugar, hacia la nada; parecía que lo real carecía de interés para él. Roger Baraun sufría el proceso de convertirse en uno de aquellos muertos vivientes al servicio de los nigromantes. Decía que podía sentir sus órdenes. No las decían en voz alta, puesto que sus gargantas estaban ocupadas riéndose, sino que las transmitían mediante la magia. ¡Ella resucitaría! Y para entonces, toda Lunargenta sufriría los mismos tormentos por los que Baraun pasaba. Lunargenta sería la capital de la muerte. ¡La necrópolis de la señora A…! Cada vez que intentaba pronunciar el nombre de la mujer que los cinco nigromantes intentaban resucitar, Roger caía exhausto como si necesitase todas sus fuerzas para pronunciar ese nombre.
Las risas venidas del siguiente túnel, hicieron que el Capitán Werner recordase la imagen de Roger Baraun convulsionando en la cama a medida que soltaba improperios y alababa la figura de la mujer nigromante. Bip, bip, Rogie. El canguro tenía razón. El Capitán siguió caminando candil en mano. Cinco sombras alargadas dispuesta en una circunferencia se proyectaban en la pared. No se movían un ápice. El Capitán supo que se trataban de los nigromantes por la manera en la que se reían. Roger había dicho que eran las risas de unas ratas, seseantes y sin abrir la boca. El Capitán Werner, sin embargo, no había ningún parecido entre la risa de una rata y la de los nigromantes. Las ratas eran más nobles y tenían una mayor cordura. Él juraría que los nigromantes se reían como unos muertos de piel reseca y músculos podridos.
El túnel donde estaban los nigromantes estaba iluminado con antorchas de fuegos verdes. El Capitán Werner decidió dejar el candil en el suelo. A la hora de la inminente batalla, necesitaría tener ambas manos libres.
A cinco metros de distancia de la entrada, Bio aconsejó que tuvieran cuidado. El Capitán le ignoró. La magia oscura del lugar hizo que su voz se escuchase como un sonido lejano, casi inaudible. Una voz tan tenue no podía traer información relevante.
Desenvainó la espada de pirata con la mano con la que había sostenido el candil. La tenaza la tenía a unos pocos centímetros de separación del pecho a modo de escudo. Llegó la hora de entrar. El aullido de vigor que había hecho hacía unos minutos ofreció al Capitán (y quizás también al resto del equipo) la valentía que necesitaban para adentrarse en las tinieblas. ¡Adelante!
Las cinco sombras se separaron de la circunferencia y una sexta surgió del centro. Era la mujer cuyo nombre empezaba por la letra A, la mujer que había visto Roger Baraun en sus sueños y no se quitaba de la cabeza. El Capitán Werner la reconoció. Supo cómo se llamaba, aunque jamás había escuchado su nombre. Amateratsu. Comprendió que quería decir Baraun cuando decía que los nigromantes no necesitaban utilizar sus voces para comunicarse. La magia del lugar hablaba por ellos. Al entrar al aquelarre, el Capitán sintió cómo centenares de recuerdos de personas a las que no conocía inundaban su cabeza. Vio a Amateratsu morir, sabiendo que más tarde iba a resucitar. Vidas sesgadas allá por donde pisaba. Una enorme ciudad, Lunargenta, convertida en una necrópolis. Vio con los ojos de un hombre que creía estar muerto a una bruja más joven besándolo en los labios para convertirle en un fiel y eterno esclavo. Los tentáculos de la barba del Capitán se erizaron. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Casi pudo sentir los labios de Amateratsu rozando su mejilla. Tuvo miedo. Por primera vez desde que entró en las alcantarillas de Lunargenta, dio un paso hacia atrás.
El Capitán Werner, a diferencia de Bio, Rauko y todos los demás, no era un guerrero maestro del combate. Su posición en la batalla tenía que ver con la creación de planes y el apoyo a sus compañeros. El segundo objetivo lo había logrado. El grito de vigor estaba dando sus frutos. El primero, era imposible de realizar; demasiado tarde. El túnel era un hervidero de espadas y hechizos. La magia corría por todo el lugar. El Capitán se quedó ensimismado, clavado en su posición sin saber qué hacer. Dos muertos se levantaron de las sombras, estaban armados y se dirigían al grupo. Amateratsu lanzaba sus condenas al aire con tal entusiasmo que parecía que ya se habían cumplido y que Lunargenta había muerto. Los cinco nigromantes corrían, cada uno en una dirección diferente. Pararse a pensar qué hacer sería un error garrafal, primero porque sus compañeros no podrían escuchar las órdenes, igual que el Capitán no pudo escuchar la voz de Bio, y segundo porque el tiempo apremiaba y el enemigo podía aprovechar esos segundos de meditación para lanzar un ataque mortal. Pararse y no hacer nada, era otro error más grande que el primero.
Se tensó. Acercó la tenaza un centímetro más hacia su pecho. Era un escudo impenetrable. Edgar volaba en círculos sobre la cabeza del Capitán esperando una orden que parecía no llegar nunca. La espada del pirata resplandecía bajo la luz del fuego verde de los nigromantes. Era el momento de hacer algo. ¿Por qué no estaba haciendo nada? ¿Tenía miedo? Un segundo paso hacia. ¿Estaba aterrorizado? Tercer paso. ¿Se iba a convertir en uno de aquellos muertos que se levantaba de sus tumbas? Cuarto paso. Ahora estaba lo suficientemente alejado.
Levantó la espada al aire. El cuervo voló hacia la mochila abierta del Capitán y sacó una de las esferas de Krampus. El Capitán la recogió con los tentáculos de la barba, abrió la hebilla y la lanzó en el centro del círculo donde había renacido Amateratsu. La última otra vez que el Capitán bajó a las alcantarillas descubrió que el aire pesado del lugar contenía una sustancia altamente inflamable. Los brujos como Demian dirían que se trataba del Éter, que era la fuente donde surgía la magia. El Capitán, que no creía en la existencia del Éter, investigó en los libros de erudición el nombre la de la sustancia inflamable: metano. La explosión de la esfera hizo temblar los cimientos del lugar. El fuego verde de los nigromantes, a diferencia del fuego naranja, era ignifugo; despareció con el sonido de la primera explosión.(1 y 2)
Los cinco nigromantes cayeron al suelo. El Capitán no iba a dejar que se escapasen. Los dos muertos habían resultado heridos, quizás también Amateratsu, pero el Capitán no la veía en ningún rincón de la sala por lo que no se atrevió a conjeturar sobre sus heridas.
-En la noche más oscura.
Puede ver, su resplandor.
Caprichosa reina mar,
Que El Sueños se llevó
Ahora llena de alegría,
Vas buscando mi dolor,
Pero siento, bella mar,
Que ya EL SOL me lo quitó (3)-.
Puede ver, su resplandor.
Caprichosa reina mar,
Que El Sueños se llevó
Ahora llena de alegría,
Vas buscando mi dolor,
Pero siento, bella mar,
Que ya EL SOL me lo quitó (3)-.
Era una canción que se inventaba a medida que caminaba hacia el fuego que había provocado con la esfera de Krampus. Con ella, pretendía alentar el corazón de sus compañeros. El fuego naranja de Krampus era EL SOL que quitaba todas las penas, en lugar donde no existía el miedo y podía hablar sin que la magia encogiera su voz. La mar era la nigromante, quien estaba destinada a traer la noche oscura y condenaba los sueños de los hombres. No era coincidencia que la mar, la real y no la metáfora, se tragó el primer navío del Capitán, El Sueños Cumplidos.
-En la noche más oscura,
Puedo ver, tu perdición,
Caprichosa reina mar,
Que la muerte invocó
Ahora llena de agonía,
Vas buscando tu corazón,
Pero siento, bella mar,
Que ya EL SOL te lo quemó (3)-.
Puedo ver, tu perdición,
Caprichosa reina mar,
Que la muerte invocó
Ahora llena de agonía,
Vas buscando tu corazón,
Pero siento, bella mar,
Que ya EL SOL te lo quemó (3)-.
Arrugó la frente y estiró los tentáculos de la barba.
-Seguid mi canción. Caminar hacia el fuego. –su voz se escuchaba perfectamente-. El terror de la magia de los nigromantes desparece con la música. –consejo de pirata.
EL Capitán Werner dejó caer su espada en la espalda de uno de los nigromantes caídos como si fuera un montañero coronando el pico más alto en su nombre. El acero resplandecía con el fuego de Krampus. Un segundo nigromante tenía media cara consumida y balanceaba sus brazos intentando espantar al fuego. Los otros se perdían entre la humareda y as llamas; era posible que ya hubieran muerto.
-Se pueden matar. ¡No son inmortales! –celebró el Capitán.
Los objetos del ritual eran devorados por las llamas y la maldición que encogía y atemorizaba el corazón de los hombres había desaparecido. El Capitán Werner no era un guerrero maestro de las armas, era un estratega y un apoyo para el resto del grupo. Asesinar a los enemigos no era su objetivo primordial. Él se aseguraba que el resto de sus amigos no muriesen en el intento. Les ayudaba, les vitoreaba, destruía las maldiciones que les reprimían y hacía lo posible para que se sintieran plenos de energía. No era un guerrero, era una pieza más importante en el equipo. Sonrió al mirar a su alrededor. Nadie podía negar que había hecho un gran trabajo en aquella que se había propuesto hacer.
Offrol:
(1) Utilizo el objeto: granada de Krampus.
(2) Hago referencia al metano de las alcantarillas, como buen químico que soy.
(3) Utilizo habilidad de nivel 1: Canción del mar
(4) Lanzo runa, si consigo matar a alguien será por la explosión de la granada, no porque el Capitán haya atacado directamente. Mi personaje no es guerrero (no es tanque ni dps), es un personaje de apoyo. Presto mis habilidades a daros aumentos de fuerza y salud.
El Capitán Werner
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] Fénix
El miembro 'Capitán Werner' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] Fénix
La olorosa no solo era extraña, sino que tampoco quiso dar respuestas. Así que no podíamos confiar en ella. Además, el Capitán había mencionado algo sobre los nigromantes, que supuestamente podían tener alguna clase de conexión con sus víctimas. Por lo tanto, aunque no entendí del todo el concepto, sospeché que ella podría estar conectada con ellos y les sirviera como una espía. No obstante, esto no era más que una hipótesis.
Sea como sea, más adelante la chica reveló su rostro, cuya enorme cicatriz me causó algo de repelús, y dijo unas palabras acompañadas de gestos que parecían evidenciar que fue víctima de los experimentos del Aquelarre. Pero, si realmente fue así, entonces podría ser una títere de ellos, podría estar intentando escapar o buscaba venganza; es decir, yo seguía sin saber absolutamente nada sobre sus intenciones.
Y después resultó ser una pérdida de tiempo analizarla tanto, pues la olvidé cuando un estremecedor pavor me poseyó al llegar al peor lugar de las catacumbas, al lugar donde revivirían a una persona que, aunque la odiaba y deseaba asesinarla, esperaba nunca volver a encontrarla.
Al principio no pude reconocerla, pero algo en ella me resultaba horripilantemente familiar.
Entonces mis ojos se abrieron y la miraron fijamente. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, la piel se me erizó, tragué saliva y, de forma involuntaria, di un paso hacia atrás, quedando inmóvil luego. Todo porque ella hizo algo muy simple: decir su nombre.
Respiré profundo intentando normalizar los acelerados latidos de mi corazón. Cerré los ojos. Recordé lo sucedido en las montañas de Dundarak, el poderío que exhibió Amaterasu y la impotencia y terror que experimenté en aquel momento. Entonces comprendí lo que debía hacer.
No parecía estar en su mejor forma, así que iría a por ella antes de que la oportunidad se me esfumara. Debía vengarme. Amaterasu, mientras su ejército arrasaba con Dundarak, había maldito el corazón de Xana, y ahora sería mi objetivo destruirle tal órgano a esa detestable nigromante, aunque en el momento me temblaran las manos.
Bio se me adelantó y emprendió carrera hacia ella, sin embargo, fue detenido por uno de los esqueléticos escoltas. Luego gritó algo, pero su voz no llegó a mis oídos. Aun así, sin importarme el mensaje perdido de sus palabras inaudibles, salí disparado hacia adelante.
Dos esqueletos se interpusieron en mi camino. Reuní energía en mis piernas y salté por encima de ambos, cayendo detrás de estos. Pero otro ya estaba frente a mí, esperándome, y se me abalanzó para intentar tirarme al suelo.
Sin saber muy bien cómo asesinar a un muerto, desacoplé mis Sables Duales para tener una espada en cada mano y poder hacer un corte como el de una tijera. Extendí mis brazos hacia los lados y flexioné ligeramente las piernas, esperando que se acercara mi objetivo.
En ese instante vi a Bio llegar hasta Amaterasu y me lamenté por haber sido demasiado lento. Sin embargo, en el fondo sabía que él era más capaz de que yo para eliminarla. Y mientras ella estuviera muerta, yo podría estar satisfecho.
De pronto mis muñecas fueron sujetadas por las manos de un esqueleto a mi espalda, logrando, con una fuerza que no debería tener, impedir mi escape.
Su compañero finalmente llegó hasta mí y estampó su cráneo contra el mío. Un dolor agudo y creciente se plantó en mi frente y se extendió por toda la cabeza, dejándome por unos breves instantes con la vista borrosa.
Repentinamente escuché un estruendoso sonido crujiente detrás de mí, mis manos fueron liberadas y fragmentos de cráneo salieron disparados hacia adelante.
De inmediato tracé un arco con una de mis espadas, de abajo hacia arriba, dibujando una grieta en la huesuda cara del esqueleto frente a mí. Luego utilicé la otra cuchilla para seccionarlo por la mitad, haciéndolo caer en dos partes.
Me volteé y noté en el suelo al que me había sujetado, que ahora tenía la parte posterior del cráneo destrozado, obviamente por el báculo de Xana. Levanté la vista y vi a la elfa luchando contra los otros dos restantes. Ella me vio y movió sus labios, pero no alcancé a escuchar el sonido de estos, sin embargo, no me era necesario para ir a ayudarla.
Me uní al combate y, aprovechando que los enemigos estaban distraídos con la elfa, amputé sus extremidades ágilmente.
–No… puede… ser –susurré al ver que los esqueletos volvían a unirse y levantarse como si nunca hubieran conocido el filo de mis espadas–. Parece que… –Noté que uno de ellos seguía con el cráneo destrozado–. Vaya, entonces necesitamos ser más contundentes.
Xana me ignoró; no pudo escucharme. En su lugar tenía la mirada fija en los enemigos, sus manos tenían un ligero temblor y su respiración era pesada. Pero sabía qué hacer.
Nuevamente escuché a Amaterasu, lo que me hizo voltear a su dirección. Otra vez me sentí aterrorizado; lo que había sucedido en Dundarak con Xana, ahora se repetía con Bio. Otra vez ella demostraba su supremacía como una diosa de la muerte. Otra vez me sentí impotente y se me heló hasta la sangre.
–Maldita Amaterasu –murmuré–, no… lo harás… ¡otra vez! –sentencié con un grito para seguidamente correr directo hacia ella. Una decisión que podría costarme la vida.
Tenía miedo. Bastante miedo. Pero esta vez no me escondería. Esta vez demostraría porqué mi nombre era “Rauko”.
Y como si nuestras mentes fueran una sola, Xana corrió a mi lado, a pesar de que también estaba nerviosa y le temía a la nigromante.
Otra vez los esqueletos se interpusieron en el camino. Pero Xana se me adelantó y liberó energía de luz en forma de una onda expansiva a su alrededor, logrando apartar a los obstáculos.[1] Entonces seguimos corriendo con una gran velocidad.
–Oh, así que ambos siguen con vida, imitación de maga oscura y elfo cobarde –habló Amaterasu, mostrando un ademán de sorpresa. Luego esbozó una sonrisa forzada y dijo–: Esta vez no habrá un brujo en Beltrexus, ni persona en la historia de Aerandir que los salve de lo que les haré.
Cuando estuvimos a su alcance, Amaterasu levantó su espada para dejarla caer sobre mí. Inmediatamente giré todo mi cuerpo como un torbellino, para luego lanzar un poderoso tajo de derecha a izquierda con mis dos espadas, dirigiendo una hacia el arma rival y la otra hacia la muñeca de ella, buscando no solo desarmarla, sino también tirar lejos tanto su espada como su mano.[2]
Xana se colocó detrás de Amaterasu y descargó el báculo sobre la cabeza de esta. El arma metálica de la elfa aterrizó en su objetivo, cuyas piernas cedieron ante la fuerza del impacto y cayó de rodillas, soltando así al vampiro en una oportunidad que Xana aprovechó para apartarlo del lugar, aunque no sin antes señalarme la entrada, a donde estaba el Capitán preparando lo que parecía ser un explosivo.
Entonces sonreí con malicia.
–Te quedan unos segundos de vida a contar a partir de ya –comencé a imitar el discurso que le dedicó a Xana cuando la maldijo–, antes de que repentinamente te explote el corazón, literalmente. –Con una agilidad digna de mi raza evadí sus torpes movimientos y me coloqué tras ella, donde dibujé un halo de energía de luz[3]–. Es tu castigo por creer que podrías burlar a la muerte.
Tras esto el halo convergió en un rayo que impactó contra Amaterasu, haciendo que esta saliera disparada de frente hacia donde vendría el explosivo que, para mi deleite, lo primero que iba a calcinar sería su corazón descubierto. Ya solo la suerte podría salvarla de un final explosivo.
De repente abrí los ojos. Me encontraba en el suelo, me dolía la cabeza y la espalda. Además, el color verdoso fue sustituido por el ámbar de las llamas que ahora decoraban el lugar.
Escuché el cántico del Capitán. De alguna manera eso logró tranquilizarme bastante y hacerme sentir seguro de la victoria. Aunque no podía ver a Amaterasu por ninguna parte, mis compañeros estaban bien, y me era suficiente para querer seguir luchando sin temor alguno.
Dos esqueletos había desaparecido también, otro fue apuñalado por el Capitán y el último todavía luchaba contra el fuego. Xana, estando junto a Bio en el otro lado de la sala, creó un orbe de luz en una de sus manos y la disparó hacia el enemigo restante.[4]
Realmente parecía que hubiéramos vencido, y cualquiera podría afirmalo. No obstante, todavía no podía ver los restos de Amaterasu. Eso me daba un mal presentimiento.
Y fue en ese instante que recordé cuántas personas habíamos llegado. Miré hacia todos lados y me pregunté:
–¿Dónde está la chica?
Sea como sea, más adelante la chica reveló su rostro, cuya enorme cicatriz me causó algo de repelús, y dijo unas palabras acompañadas de gestos que parecían evidenciar que fue víctima de los experimentos del Aquelarre. Pero, si realmente fue así, entonces podría ser una títere de ellos, podría estar intentando escapar o buscaba venganza; es decir, yo seguía sin saber absolutamente nada sobre sus intenciones.
Y después resultó ser una pérdida de tiempo analizarla tanto, pues la olvidé cuando un estremecedor pavor me poseyó al llegar al peor lugar de las catacumbas, al lugar donde revivirían a una persona que, aunque la odiaba y deseaba asesinarla, esperaba nunca volver a encontrarla.
Al principio no pude reconocerla, pero algo en ella me resultaba horripilantemente familiar.
Entonces mis ojos se abrieron y la miraron fijamente. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, la piel se me erizó, tragué saliva y, de forma involuntaria, di un paso hacia atrás, quedando inmóvil luego. Todo porque ella hizo algo muy simple: decir su nombre.
Respiré profundo intentando normalizar los acelerados latidos de mi corazón. Cerré los ojos. Recordé lo sucedido en las montañas de Dundarak, el poderío que exhibió Amaterasu y la impotencia y terror que experimenté en aquel momento. Entonces comprendí lo que debía hacer.
No parecía estar en su mejor forma, así que iría a por ella antes de que la oportunidad se me esfumara. Debía vengarme. Amaterasu, mientras su ejército arrasaba con Dundarak, había maldito el corazón de Xana, y ahora sería mi objetivo destruirle tal órgano a esa detestable nigromante, aunque en el momento me temblaran las manos.
Bio se me adelantó y emprendió carrera hacia ella, sin embargo, fue detenido por uno de los esqueléticos escoltas. Luego gritó algo, pero su voz no llegó a mis oídos. Aun así, sin importarme el mensaje perdido de sus palabras inaudibles, salí disparado hacia adelante.
Dos esqueletos se interpusieron en mi camino. Reuní energía en mis piernas y salté por encima de ambos, cayendo detrás de estos. Pero otro ya estaba frente a mí, esperándome, y se me abalanzó para intentar tirarme al suelo.
Sin saber muy bien cómo asesinar a un muerto, desacoplé mis Sables Duales para tener una espada en cada mano y poder hacer un corte como el de una tijera. Extendí mis brazos hacia los lados y flexioné ligeramente las piernas, esperando que se acercara mi objetivo.
En ese instante vi a Bio llegar hasta Amaterasu y me lamenté por haber sido demasiado lento. Sin embargo, en el fondo sabía que él era más capaz de que yo para eliminarla. Y mientras ella estuviera muerta, yo podría estar satisfecho.
De pronto mis muñecas fueron sujetadas por las manos de un esqueleto a mi espalda, logrando, con una fuerza que no debería tener, impedir mi escape.
Su compañero finalmente llegó hasta mí y estampó su cráneo contra el mío. Un dolor agudo y creciente se plantó en mi frente y se extendió por toda la cabeza, dejándome por unos breves instantes con la vista borrosa.
Repentinamente escuché un estruendoso sonido crujiente detrás de mí, mis manos fueron liberadas y fragmentos de cráneo salieron disparados hacia adelante.
De inmediato tracé un arco con una de mis espadas, de abajo hacia arriba, dibujando una grieta en la huesuda cara del esqueleto frente a mí. Luego utilicé la otra cuchilla para seccionarlo por la mitad, haciéndolo caer en dos partes.
Me volteé y noté en el suelo al que me había sujetado, que ahora tenía la parte posterior del cráneo destrozado, obviamente por el báculo de Xana. Levanté la vista y vi a la elfa luchando contra los otros dos restantes. Ella me vio y movió sus labios, pero no alcancé a escuchar el sonido de estos, sin embargo, no me era necesario para ir a ayudarla.
Me uní al combate y, aprovechando que los enemigos estaban distraídos con la elfa, amputé sus extremidades ágilmente.
–No… puede… ser –susurré al ver que los esqueletos volvían a unirse y levantarse como si nunca hubieran conocido el filo de mis espadas–. Parece que… –Noté que uno de ellos seguía con el cráneo destrozado–. Vaya, entonces necesitamos ser más contundentes.
Xana me ignoró; no pudo escucharme. En su lugar tenía la mirada fija en los enemigos, sus manos tenían un ligero temblor y su respiración era pesada. Pero sabía qué hacer.
Nuevamente escuché a Amaterasu, lo que me hizo voltear a su dirección. Otra vez me sentí aterrorizado; lo que había sucedido en Dundarak con Xana, ahora se repetía con Bio. Otra vez ella demostraba su supremacía como una diosa de la muerte. Otra vez me sentí impotente y se me heló hasta la sangre.
–Maldita Amaterasu –murmuré–, no… lo harás… ¡otra vez! –sentencié con un grito para seguidamente correr directo hacia ella. Una decisión que podría costarme la vida.
Tenía miedo. Bastante miedo. Pero esta vez no me escondería. Esta vez demostraría porqué mi nombre era “Rauko”.
Y como si nuestras mentes fueran una sola, Xana corrió a mi lado, a pesar de que también estaba nerviosa y le temía a la nigromante.
Otra vez los esqueletos se interpusieron en el camino. Pero Xana se me adelantó y liberó energía de luz en forma de una onda expansiva a su alrededor, logrando apartar a los obstáculos.[1] Entonces seguimos corriendo con una gran velocidad.
–Oh, así que ambos siguen con vida, imitación de maga oscura y elfo cobarde –habló Amaterasu, mostrando un ademán de sorpresa. Luego esbozó una sonrisa forzada y dijo–: Esta vez no habrá un brujo en Beltrexus, ni persona en la historia de Aerandir que los salve de lo que les haré.
Cuando estuvimos a su alcance, Amaterasu levantó su espada para dejarla caer sobre mí. Inmediatamente giré todo mi cuerpo como un torbellino, para luego lanzar un poderoso tajo de derecha a izquierda con mis dos espadas, dirigiendo una hacia el arma rival y la otra hacia la muñeca de ella, buscando no solo desarmarla, sino también tirar lejos tanto su espada como su mano.[2]
Xana se colocó detrás de Amaterasu y descargó el báculo sobre la cabeza de esta. El arma metálica de la elfa aterrizó en su objetivo, cuyas piernas cedieron ante la fuerza del impacto y cayó de rodillas, soltando así al vampiro en una oportunidad que Xana aprovechó para apartarlo del lugar, aunque no sin antes señalarme la entrada, a donde estaba el Capitán preparando lo que parecía ser un explosivo.
Entonces sonreí con malicia.
–Te quedan unos segundos de vida a contar a partir de ya –comencé a imitar el discurso que le dedicó a Xana cuando la maldijo–, antes de que repentinamente te explote el corazón, literalmente. –Con una agilidad digna de mi raza evadí sus torpes movimientos y me coloqué tras ella, donde dibujé un halo de energía de luz[3]–. Es tu castigo por creer que podrías burlar a la muerte.
Tras esto el halo convergió en un rayo que impactó contra Amaterasu, haciendo que esta saliera disparada de frente hacia donde vendría el explosivo que, para mi deleite, lo primero que iba a calcinar sería su corazón descubierto. Ya solo la suerte podría salvarla de un final explosivo.
De repente abrí los ojos. Me encontraba en el suelo, me dolía la cabeza y la espalda. Además, el color verdoso fue sustituido por el ámbar de las llamas que ahora decoraban el lugar.
Escuché el cántico del Capitán. De alguna manera eso logró tranquilizarme bastante y hacerme sentir seguro de la victoria. Aunque no podía ver a Amaterasu por ninguna parte, mis compañeros estaban bien, y me era suficiente para querer seguir luchando sin temor alguno.
Dos esqueletos había desaparecido también, otro fue apuñalado por el Capitán y el último todavía luchaba contra el fuego. Xana, estando junto a Bio en el otro lado de la sala, creó un orbe de luz en una de sus manos y la disparó hacia el enemigo restante.[4]
Realmente parecía que hubiéramos vencido, y cualquiera podría afirmalo. No obstante, todavía no podía ver los restos de Amaterasu. Eso me daba un mal presentimiento.
Y fue en ese instante que recordé cuántas personas habíamos llegado. Miré hacia todos lados y me pregunté:
–¿Dónde está la chica?
(☞゚∀゚)☞ OFFROL ☜(゚∀゚☜)
[1] Habilidad nivel 1 de Xana: Nova de luz.[2] Habilidad nivel 1 de Rauko: Desarmar.
[3] Habilidad nivel 0 de Rauko: Lente convergente.
[4] Habilidad nivel 3 de Xana: Nova mejorada.
Última edición por Rauko el Dom Ago 19, 2018 8:16 pm, editado 1 vez
Rauko
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] Fénix
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] Fénix
No alcancé a abrir la boca una segunda vez cuando aquel espectáculo ocurrió frente a mí mientras escuchaba unas melodiosas risas y yo sin creer lo que se me mostraba. La sentí en mi pecho, en mi cuello, en mis piernas tambaleantes y brazos con puños cerrados, el último GS tenía razón, era tan perturbador y tan perverso su ser que cualquiera de nosotros en este turbio juego de sangre quedaría alocado y fascinado, un poder como jamás creí que sentiría en la vida.
Una vez más, aquellas ondas oscilantes entre ruidos, vientos y energías, me mostraban revotando, a través del órgano más largo de mi cuerpo, un panorama maravilloso e indescriptible, que ni en la peor de las peores de mis pesadillas podría manifestar, simplemente mi imaginación no llegaría a esos niveles de toxicidad siendo tan escuincla como lo era.
No tenía palabras que poner a aquella sensación: un miedo aberrante a ser esta la última aventura que viviría y una terrible desesperación por escapar de allí lo mas rápido posible ignorando cualquier otra idea logica, pero también despertó en mí una fascinación y admiración como ninguna otra, aquella esencia resurgente, que con cada aparecer centímetro a centímetro expandía en miles de millones su esencia espiritual y si me hiciese de un poder tal en la vida, nadie volvería a ser un problema para mí.
Las personas que habían muerto volvieron para atacarnos, un inesperado cruce de espadas, golpes y palabras dió comienzo y los demás no solo parecieron experimentar el mismo miedo a la muerte como me había pasado, sino que además conocían el porqué del sentimiento, la conocían a ella.
Estábamos distantes, pero la mitad del grupo no escatimó esfuerzos y se aventuró hacia aquella mujer y hacia los enemigos mientras mantuve mi postura junto al charlatán simulando sorpresa e incompetitividad como la victima que pretendía aparentar ser. Aun así nada se me escapaba en aquel lugar, eran todos tan barulleros que sería imposible no saber que ocurría y como se desenvolvían los hechos.
Sujete con ambas manos mi capucha y la subí cubriendo cada obra rojiza desalineada y agaché la cabeza escondiéndome una vez más bajo el tapado color merlot que traía conmigo. Di unos pasos atrás para y antes de bajarlas, apoyé ambas palmas en mi rostro para despegar de mí una pantalla ilusoria(*1) idéntica en detalles simples como ser la tela vieja y harapienta. La oscuridad ayudaba en la ilusión pues aun no lograba figuras humanas completas, éste, al igual que la mayoría de los monigotes creados en mis prácticas carecía de pies como si se tratase de un fantasma volador. Solo sería un momento, si quería hacer algo, debía esconderme ágilmente en las sombras para hacer mis jugadas y toda esta distracción fue el mejor momento para apartarme. Sería solo un instante y debía volver, o eso pretendía cuando la creé...
No podía dejar que destruyan o dañasen a aquella eminencia, no los veía con un poder semejante pero no solo debía esconder mis intenciones, sino que también quería hacerme notar ante ella como una aliada a sus objetivos. Tenía poco tiempo para pensar y ya estaba un metro más cerca de aquella mujer, pero algo me desestabilizó y alarmó en perspectiva que tenia de todas las personas y seres del tablero, el hombre tras de mi lanzo algo que paso a gran velocidad por encima mio.
desconocía de que se trataba, pero esa cosa se dirigía directamente al centro del enfrentamiento.
Dudaba que algo así destruyera a Amaterasu (como el elfo la llamó), ni recibiendo tal golpiza, ni siendo la pared contra la que esa cosa chocaría, sería muy decepcionante que tal poder fuese tan fácil de detener, deseaba llamar su atención, pero no arriesgaría mi vida por ella; entonces recordé que estaba allí la persona ingenuamente amable de antes y todo pasó tan rápido que no pude reaccionar y prever de donde estaban los tres que se adelantaron, en que lugares y que tan seguros a lo que pudiese pasar después.
Lo que hice después fue obra del subconsciente, un ligero movimiento de dedos, y con ayuda de mi Telequinesis(*2) cambié el curso de aquella bola curva que, al que llamaban "capitán" había tirado, desviándola al techo del recinto, algo corto en distancia, considerando que estas eran cloacas.
La cosa explotó. Era una suerte de bomba.
Mi cuerpo se movió hacia delante en una carrera desafortunada por acortar distancias segundos antes del impacto, con ambas manos use mi telequinesis(*2) una vez más para crear un muro contundente y de buen encastre con los primeros pedruscos que resultaron de la onda expansiva y con los demás que pude rescatar del lugar (aquellos fragmentos que vibraban contra el suelo durante la pelea).
Todo ocurrió muy rápido para mí que se salio de control el resultado. No era seguro que mi muralla ridícula salvare el día, o ayudaría a la mujer, pero tenía fe en que al menos desviaría mínimamente las ondas que resultaron del choque, afectaría su radio de alcance disminuyendo su intensidad y esa persona amable...
La colisión resultó si en una gran explosión que hizo de piedras, arena y polvo ademas de daños y/o muertes, su onda expansiva alcanzó a los no vivos quienes cayeron al suelo y a mi entre ellos con un resultado diferente por la distancia a la que estaba. Concentrándome en otros no me protegí a mí misma y salí despedida al igual que grandes piedras hacia atrás bruscamente dando contra una pared del fondo golpeando mis costillas y omóplatos no pudiendo ver el resultado de mis heroicas, absurdas y desopilantes acciones.
Las personas del grupo no lo notarían de inmediato, estaba casi segura, después de todo no se supone que estuviera allí donde ocurría la acción, sino cabizbaja y entre escondida tras el hombre de los tentáculos, quien cabía aclarar, en lo que me costaba recobrar conciencia escuche como cantaba? y solo se me ocurrió pensar: "que bufón..."
Si sobrevivió... estaba segura, ella me había notado.
____________________________________________Una vez más, aquellas ondas oscilantes entre ruidos, vientos y energías, me mostraban revotando, a través del órgano más largo de mi cuerpo, un panorama maravilloso e indescriptible, que ni en la peor de las peores de mis pesadillas podría manifestar, simplemente mi imaginación no llegaría a esos niveles de toxicidad siendo tan escuincla como lo era.
No tenía palabras que poner a aquella sensación: un miedo aberrante a ser esta la última aventura que viviría y una terrible desesperación por escapar de allí lo mas rápido posible ignorando cualquier otra idea logica, pero también despertó en mí una fascinación y admiración como ninguna otra, aquella esencia resurgente, que con cada aparecer centímetro a centímetro expandía en miles de millones su esencia espiritual y si me hiciese de un poder tal en la vida, nadie volvería a ser un problema para mí.
Las personas que habían muerto volvieron para atacarnos, un inesperado cruce de espadas, golpes y palabras dió comienzo y los demás no solo parecieron experimentar el mismo miedo a la muerte como me había pasado, sino que además conocían el porqué del sentimiento, la conocían a ella.
Estábamos distantes, pero la mitad del grupo no escatimó esfuerzos y se aventuró hacia aquella mujer y hacia los enemigos mientras mantuve mi postura junto al charlatán simulando sorpresa e incompetitividad como la victima que pretendía aparentar ser. Aun así nada se me escapaba en aquel lugar, eran todos tan barulleros que sería imposible no saber que ocurría y como se desenvolvían los hechos.
Sujete con ambas manos mi capucha y la subí cubriendo cada obra rojiza desalineada y agaché la cabeza escondiéndome una vez más bajo el tapado color merlot que traía conmigo. Di unos pasos atrás para y antes de bajarlas, apoyé ambas palmas en mi rostro para despegar de mí una pantalla ilusoria(*1) idéntica en detalles simples como ser la tela vieja y harapienta. La oscuridad ayudaba en la ilusión pues aun no lograba figuras humanas completas, éste, al igual que la mayoría de los monigotes creados en mis prácticas carecía de pies como si se tratase de un fantasma volador. Solo sería un momento, si quería hacer algo, debía esconderme ágilmente en las sombras para hacer mis jugadas y toda esta distracción fue el mejor momento para apartarme. Sería solo un instante y debía volver, o eso pretendía cuando la creé...
No podía dejar que destruyan o dañasen a aquella eminencia, no los veía con un poder semejante pero no solo debía esconder mis intenciones, sino que también quería hacerme notar ante ella como una aliada a sus objetivos. Tenía poco tiempo para pensar y ya estaba un metro más cerca de aquella mujer, pero algo me desestabilizó y alarmó en perspectiva que tenia de todas las personas y seres del tablero, el hombre tras de mi lanzo algo que paso a gran velocidad por encima mio.
desconocía de que se trataba, pero esa cosa se dirigía directamente al centro del enfrentamiento.
Dudaba que algo así destruyera a Amaterasu (como el elfo la llamó), ni recibiendo tal golpiza, ni siendo la pared contra la que esa cosa chocaría, sería muy decepcionante que tal poder fuese tan fácil de detener, deseaba llamar su atención, pero no arriesgaría mi vida por ella; entonces recordé que estaba allí la persona ingenuamente amable de antes y todo pasó tan rápido que no pude reaccionar y prever de donde estaban los tres que se adelantaron, en que lugares y que tan seguros a lo que pudiese pasar después.
Lo que hice después fue obra del subconsciente, un ligero movimiento de dedos, y con ayuda de mi Telequinesis(*2) cambié el curso de aquella bola curva que, al que llamaban "capitán" había tirado, desviándola al techo del recinto, algo corto en distancia, considerando que estas eran cloacas.
La cosa explotó. Era una suerte de bomba.
Mi cuerpo se movió hacia delante en una carrera desafortunada por acortar distancias segundos antes del impacto, con ambas manos use mi telequinesis(*2) una vez más para crear un muro contundente y de buen encastre con los primeros pedruscos que resultaron de la onda expansiva y con los demás que pude rescatar del lugar (aquellos fragmentos que vibraban contra el suelo durante la pelea).
Todo ocurrió muy rápido para mí que se salio de control el resultado. No era seguro que mi muralla ridícula salvare el día, o ayudaría a la mujer, pero tenía fe en que al menos desviaría mínimamente las ondas que resultaron del choque, afectaría su radio de alcance disminuyendo su intensidad y esa persona amable...
La colisión resultó si en una gran explosión que hizo de piedras, arena y polvo ademas de daños y/o muertes, su onda expansiva alcanzó a los no vivos quienes cayeron al suelo y a mi entre ellos con un resultado diferente por la distancia a la que estaba. Concentrándome en otros no me protegí a mí misma y salí despedida al igual que grandes piedras hacia atrás bruscamente dando contra una pared del fondo golpeando mis costillas y omóplatos no pudiendo ver el resultado de mis heroicas, absurdas y desopilantes acciones.
Las personas del grupo no lo notarían de inmediato, estaba casi segura, después de todo no se supone que estuviera allí donde ocurría la acción, sino cabizbaja y entre escondida tras el hombre de los tentáculos, quien cabía aclarar, en lo que me costaba recobrar conciencia escuche como cantaba? y solo se me ocurrió pensar: "que bufón..."
Si sobrevivió... estaba segura, ella me había notado.
(*1) Habilidad Nivel 0: ♠ PANTALLA ILUSORIA (dura 2 turnos)
(*2) Habilidad Racial: ♠ Telekinesis
Tiraré dos runas, la primera será para saber si mi intento por evitar el impacto directo de la explosión dió éxito. Si no, tras el efectivo ataque de Rauko, calculo le explotaría a Amaterasu directamente...
Y la segunda es para ver que tan mal quedo yop después de esa detonación. Por si las dudas me sale la peor runa quedando fuera de juego, fue un gusto participar con ustedes?
Merida DunBroch
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] Fénix
El miembro 'Merida DunBroch' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] Fénix
Amaterasu había perdido ciertos reflejos con su resurrección. Si los héroes querían acabar con ella definitivamente tenían que evitar que se recuperase. De estar al cien por cien de sus facultades, la nigromante era una rival prácticamente imbatible. Y es que sólo un despiste del vampiro Dag Thorlák consiguió acabar con su vida una vez. Pero no esperaba que eso pasara una segunda.
El cuarteto de recién llegados lo sabía. Y por ello se centraron en ella, no sin olvidar a los no muertos que había levantado. Éstos no tardaron demasiado en caer, pero la Revividora era otra historia. Entre el Capitán Werner y Rauko se las ingeniaron para lanzar una bomba lapidaria con la que esperaban acabar con la nigromante.
Ésta iba directa a su cabeza. La dirección, la fuerza. Todo era perfecto para aniquilar a Amaterasu. Pero una inesperada reacción de la bruja Mérida, hizo que, tal vez, la historia diera un giro inesperado.
Las rocas que la bruja interpuso chocaron con la granada, y la brutal detonación retumbó de tal manera que todos los presentes, incluida Amaterasu, tuvieron que apartarse. La estructura del subterráneo retumbó por completo. El techo amenazaba con derrumbarse atrayendo todas las miradas. Y Amaterasu, no se creía vivir para contarlo.
La nigromante miró a Mérida serie, pero con agradecimiento. Hizo un gesto con su cabeza para invitarla a continuar. Se había cambiado de bando a última hora y la bruja estaba dispuesto a perdonárselo. Aunque no lo reconociera, ella admitía que ahora mismo estaría (volvería) a estar muerta.
-Qué oportuna… Has elegido el bando correcto. Y por ello, tú serás la única que no termine alzada. – clamó la Revividora, ya olvidándose de Bio. La bruja tenía su espada en mano, con la que construyó rápidamente un muro mágico arcano para protegerse. Cubriéndola tanto a ella misma como a Mérida. Por mucho que lo intentaran, a los chicos aún les costaría unos instantes romper un muro que, por ahora, parecía fuerte. – Bien, señores. No estoy para perder el tiempo. Digamos que tengo que liquidar a unos cuantos que me han traicionado. Y vosotros habéis ganado el sorteo para ser mis primeros esclavos. – dijo sabiendo de que, tras el muro, nadie podía hacerle nada. – Pero primero… Tengo que recuperar mi energía. – dijo, lanzando una mirada a todos los presentes. – Veamos… ¿De quién de vosotros podría alimentarme? – preguntó.
La bruja recordaba a Xana y Rauko. A ella la había maldecido una vez. Y conocía de sobra la vitalidad oscura de la elfa. Sabía que podía nutrirse de ella y recuperar su poder. Por ello, lanzó un fuerte rayo contra ella que le entraría directo al pecho. La nigromante estaba absorbiendo energía y maná de la elfa. Tras unos instantes la liberó dejándola viva, pero totalmente agotada. Ella, por su parte, había recuperado su energía y, ahora, tenía su cuerpo original e intacto.
-Espero que no tengáis constipado. - deseó. - Al menos para que podáis olfatear lo que os va a matar.
La nigromante alzó su espada. Comenzó a hacer un extraño ritual con ésta mientras cerraba los ojos. La espada parecía emanar un vapor verdoso con olor a muerto o huevo podrido que tenía poco de saludable. Su intención era matar de intoxicación a los que se encontraban fuera de la esfera de protección. Si bien ella era inmune, Mérida no lo era tanto. Pero estaba protegida.
El espacio no era demasiado grande, y la sala no tardaría en intoxicar a los presentes.
* * * * * * *
He tenido que interceder al ocurrir algo insólito. Habéis obtenido runas para derrotar a los alzados y también a Amaterasu, pero Mérida ha ayudado a la nigromante y, por haber obtenido runa doblemente buena, contrarresta el ataque de Rauko y sobrevive. Ya que ha sido atrevida, y nadie la ha ayudado a hacer sus planes, voy a hacer un combate más justo.
Veréis que he tirado una runa. Esta decide a quién de los tres rivales de Amaterasu afectará el veneno: Runa muy buena: No os afecta a ninguno. Runa buena: Afectará a Bio. Runa media: Afectará al Capitán. Runa mala: Afectará a Rauko. Runa muy mala: Afectará al Capitán y a Rauko. Aquel que quede afectado, no podrá luchar. Pero sí rolear, algo como preparar una salida o ayudar. Podéis utilizar objetos que os hagan inmunes al veneno o cualidades como defensa contra venenos etc, que lo justifiquen. Si inspiráis el humo... Estáis fastidiados.
Todo sigue como hasta ahora, a excepción de que ahora tenéis que hacer frente a Mérida, a Amaterasu y a su escudo. Al igual que antes, una runa mala os deja fuera del combate, menos a Bio, que necesitará dos malas (salvo que se encuentre afectado por el polvo).
-Para derrotar a Amaterasu: Ahora tiene un escudo que la protege. Necesitaréis una runa media para romper el escudo y una buena para liquidarla.
-Para derrotar a Mérida: Primero necesitaréis romper el escudo y obtener mejor runa que ella en un ataque.
-Para que Mérida os derrote a vosotros: Necesitará obtener mejor runa que aquel que decida atacar (sólo al Capitán Werner y a Rauko, contra Bio no tienes posibilidades por la diferencia de nivel).
-Nota de comodín: Asher o Reivy no podrán ayudaros a derrotar a Mérida por tratarse de un usuario. Sí que podrán ayudaros con Amaterasu.
La espada sigue aún sorteada. Mérida se la llevará si Amaterasu gana el combate. Hasta ahora, Rauko era el que más méritos había hecho para llevársela, pero la bruja te lo ha impedido.
Podéis utilizar a Amaterasu para los ataques que queráis.
El cuarteto de recién llegados lo sabía. Y por ello se centraron en ella, no sin olvidar a los no muertos que había levantado. Éstos no tardaron demasiado en caer, pero la Revividora era otra historia. Entre el Capitán Werner y Rauko se las ingeniaron para lanzar una bomba lapidaria con la que esperaban acabar con la nigromante.
Ésta iba directa a su cabeza. La dirección, la fuerza. Todo era perfecto para aniquilar a Amaterasu. Pero una inesperada reacción de la bruja Mérida, hizo que, tal vez, la historia diera un giro inesperado.
Las rocas que la bruja interpuso chocaron con la granada, y la brutal detonación retumbó de tal manera que todos los presentes, incluida Amaterasu, tuvieron que apartarse. La estructura del subterráneo retumbó por completo. El techo amenazaba con derrumbarse atrayendo todas las miradas. Y Amaterasu, no se creía vivir para contarlo.
La nigromante miró a Mérida serie, pero con agradecimiento. Hizo un gesto con su cabeza para invitarla a continuar. Se había cambiado de bando a última hora y la bruja estaba dispuesto a perdonárselo. Aunque no lo reconociera, ella admitía que ahora mismo estaría (volvería) a estar muerta.
-Qué oportuna… Has elegido el bando correcto. Y por ello, tú serás la única que no termine alzada. – clamó la Revividora, ya olvidándose de Bio. La bruja tenía su espada en mano, con la que construyó rápidamente un muro mágico arcano para protegerse. Cubriéndola tanto a ella misma como a Mérida. Por mucho que lo intentaran, a los chicos aún les costaría unos instantes romper un muro que, por ahora, parecía fuerte. – Bien, señores. No estoy para perder el tiempo. Digamos que tengo que liquidar a unos cuantos que me han traicionado. Y vosotros habéis ganado el sorteo para ser mis primeros esclavos. – dijo sabiendo de que, tras el muro, nadie podía hacerle nada. – Pero primero… Tengo que recuperar mi energía. – dijo, lanzando una mirada a todos los presentes. – Veamos… ¿De quién de vosotros podría alimentarme? – preguntó.
La bruja recordaba a Xana y Rauko. A ella la había maldecido una vez. Y conocía de sobra la vitalidad oscura de la elfa. Sabía que podía nutrirse de ella y recuperar su poder. Por ello, lanzó un fuerte rayo contra ella que le entraría directo al pecho. La nigromante estaba absorbiendo energía y maná de la elfa. Tras unos instantes la liberó dejándola viva, pero totalmente agotada. Ella, por su parte, había recuperado su energía y, ahora, tenía su cuerpo original e intacto.
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La Revividora y el aura verde que la rodea. Parece que tiene muchas vidas
-Espero que no tengáis constipado. - deseó. - Al menos para que podáis olfatear lo que os va a matar.
La nigromante alzó su espada. Comenzó a hacer un extraño ritual con ésta mientras cerraba los ojos. La espada parecía emanar un vapor verdoso con olor a muerto o huevo podrido que tenía poco de saludable. Su intención era matar de intoxicación a los que se encontraban fuera de la esfera de protección. Si bien ella era inmune, Mérida no lo era tanto. Pero estaba protegida.
El espacio no era demasiado grande, y la sala no tardaría en intoxicar a los presentes.
* * * * * * *
He tenido que interceder al ocurrir algo insólito. Habéis obtenido runas para derrotar a los alzados y también a Amaterasu, pero Mérida ha ayudado a la nigromante y, por haber obtenido runa doblemente buena, contrarresta el ataque de Rauko y sobrevive. Ya que ha sido atrevida, y nadie la ha ayudado a hacer sus planes, voy a hacer un combate más justo.
Veréis que he tirado una runa. Esta decide a quién de los tres rivales de Amaterasu afectará el veneno: Runa muy buena: No os afecta a ninguno. Runa buena: Afectará a Bio. Runa media: Afectará al Capitán. Runa mala: Afectará a Rauko. Runa muy mala: Afectará al Capitán y a Rauko. Aquel que quede afectado, no podrá luchar. Pero sí rolear, algo como preparar una salida o ayudar. Podéis utilizar objetos que os hagan inmunes al veneno o cualidades como defensa contra venenos etc, que lo justifiquen. Si inspiráis el humo... Estáis fastidiados.
Todo sigue como hasta ahora, a excepción de que ahora tenéis que hacer frente a Mérida, a Amaterasu y a su escudo. Al igual que antes, una runa mala os deja fuera del combate, menos a Bio, que necesitará dos malas (salvo que se encuentre afectado por el polvo).
-Para derrotar a Amaterasu: Ahora tiene un escudo que la protege. Necesitaréis una runa media para romper el escudo y una buena para liquidarla.
-Para derrotar a Mérida: Primero necesitaréis romper el escudo y obtener mejor runa que ella en un ataque.
-Para que Mérida os derrote a vosotros: Necesitará obtener mejor runa que aquel que decida atacar (sólo al Capitán Werner y a Rauko, contra Bio no tienes posibilidades por la diferencia de nivel).
-Nota de comodín: Asher o Reivy no podrán ayudaros a derrotar a Mérida por tratarse de un usuario. Sí que podrán ayudaros con Amaterasu.
La espada sigue aún sorteada. Mérida se la llevará si Amaterasu gana el combate. Hasta ahora, Rauko era el que más méritos había hecho para llevársela, pero la bruja te lo ha impedido.
Podéis utilizar a Amaterasu para los ataques que queráis.
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] Fénix
El miembro 'Ger' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] Fénix
Caos todo se había convertido en un completo caos y al parecer nada salía como lo había dibujado en mi mente, era un plan tan bien armado, resultaba difícil adivinar qué había salido mal, de pronto ahí estaba, con aquella desquiciada apretujándome el cuello como si jugara simplemente antes de partirme el cuello, una serie de eventos pasaron frente a mis ojos y pensé que era el fin, mis oídos se perdían entre los estruendosos sonidos que venían de la superficie, donde parecía que tampoco se lo estaban pasando nada bien, mis párpados pesaban, no, mi cuerpo entero se sentía más pesado pero repentinamente fui liberado, no supe bien qué sucedió pero de pronto toda la oscuridad se desdibujó y una poderosa explosión sacudió las entrañas de la ciudad de los humanos, con suerte, alguien arriba podría notar que algo sucedía también bajo sus pies.
Terminé a varios metros de ahí acostado sobre la novia de Rauko, me chillaban los oídos por la explosión pero al menos estaba completo, recorrí mi cuerpo con las manos haciendo conteo de miembros, algunas costillas dolían pero al menos parecía estar todo completo y en orden. Al fondo de todo, una canción desfilaba en el viento como un bálsamo en medio de tanta oscuridad, un faro de esperanza que me regresó algo de fortaleza para levantarme -¿Están todos bien?- Pregunté hacia todos lados sin saber muy bien a donde mirar; lentamente comencé a ver cabezas y caras conocidas en medio de la polvareda que se había levantado, para mi desgracia algunas que no deseaba ver.
La Amante Raza seguía con vida y no solo eso, había adoptado a la chica apestosa que habíamos encontrado antes, o tal vez, había estado con ella desde el inicio, una espía, una carnada, un señuelo una… -¿Dónde están sus ojos?- Pensé confundido, antes con la poca luz no había notado lo fea que era pero de momento eso no era lo importante -¡Solo muérete de una vez!- Grité con evidente enojo y el sonido hizo que la estructura superior crujiera aterradoramente -No saldrás de aquí, aunque tengamos que morir contigo aplastados- Sí, lo había dicho, pero solo para intimidar, no tenía intención de morir aplastado.
Para mi desgracia, la nigromante no estaba para juegos y de inmediato inició su contraataque, su primera jugada fue lanzar un rayo hacia Xana que parecía estarle robando la vitalidad -¡NO!- Grité y corrí hacia la chica pero llegué demasiado tarde, su cuerpo cayó en mis brazos como un cascarón vacío -No te mueras niña- La agité con preocupación -Xana Xana colita de rana, despierta- Volví a agitarla y tosió con mucha debilidad, estaba viva, aunque no parecía que pudiera dar saltos de alegría, la pequeña me había salvado y yo no había podido hacer nada por ella, esto definitivamente se estaba volviendo personal.
Miré fijamente a aquella malvada mujer, desprovista de corazón y emociones, y a la traidora que la acompañaba, haría pagar a ambas sin lugar a dudas. Corrí hacia ella a toda prisa pero un muro se interpuso y me regresó de nuevo dándome un gran impulso hacia atrás -¡Sal y pelea como hombre!- Le grité más enojado y frustrado pero se ponía peor la situación, la desquiciada mujer levantó su espada y comenzó a salir una especie de vapor verdoso con olor a pelirroja sin ojos… bueno, no tan fuerte pero sí bastante desagradable y que, al ser yo quien estaba más cerca, fui la primera víctima -¡No respiren esta cosa!- Advertí a mis acompañantes mientras yo mismo retrocedía para tratar de escapar pero era demasiado tarde, el gas de la muerte se había hospedado en mis pulmones y comenzaba a toser.
A este punto terminaríamos todos muertos sin que pudiera hacer nada, avanzar contra las brujas había sido en vano pues el muro me había repelido como darle una palmada a una mosca, miré de nuevo a mis compañeros, en ese espacio cerrado y pequeño no pasaría mucho tiempo, podrían tratar de huir pero eso significaba la victoria para la nigromante, además de liberarla en la ciudad que intentaban recuperar -¡Maldita sea!- [1] Di un golpe al piso con ambos puños y ante la impotencia y el peligro, mi cuerpo se llenó de furia, energía, furia, desesperación, sí, dije dos veces furia porque era mucha -¡Salgan de aquí!- Advertí a mis camaradas -Sé lo que debo hacer.
Y vaya que lo sabía, la superficie sobre nosotros seguía muy debilitada después de la explosión anterior, si lograba darle un pequeño empujoncito, podría echarlo sobre las brujas y sepultarlas dentro de su escudo, al mismo tiempo se abriría un escape por donde saliera el vapor hacia arriba y matara a decenas de personas en la superficie, claro, dicho así suena como un mal plan pero… mejor digamos que solo trataba de aplastar a la loca de la espada.
Llevé mi mano a mi bolsillo para sacar mi último pergamino en blanco, con una de mis dagas hice un pequeño corte en la palma de mi mano para usar mi sangre como tinta y escribir en el pergamino las runas de un hechizo explosivo, un último y desesperado recurso; avancé de prisa y aprovechando la distancia a la que estaban mis aliados grité a todo gañote, grité con profunda vehemencia -¡Muere de una buena vez!- [2] Aquel grito estaba impregnado con toda la magia que me quedaba encima y era mi mejor carta, si tenía éxito, el par de villanas serían víctimas de gran cansancio y dolor muscular.
Continué corriendo hasta estrellarme de nuevo contra la barrera y de nuevo fui repelido pero esta vez usé la misma fuerza con la que era disparado para impulsarme hacia el techo donde me estrellé de manera nada elegante, pero omitamos ese detalle porque lo importante estaba hecho, caí de pie, cansado, mareado, debilitado pero con una sonrisa. Amateratsu me miró, yo la miré, nos miramos y nada pasó -No tengo idea de lo que intentabas hacer, bufón, pero si eso es todo lo que intentabas, no merecéis ni mi esfuerzo ni mi atención- Sonreí de nuevo triunfante -Seguro que no te esperabas esto- Chasqueé los dedos y nada pasó -Seguro… que no… te esperabas… esto- Dije más fuerte y volví a chasquear los dedos pero nada sucedió -Explota maldito pedazo de- Antes de terminar la frase, el pergamino explosivo explotó, porque eso hacen, explotan, aunque no con la fuerza que yo esperaba.
Apenas un par de trozos de roca cayeron sobre el muro, un tic nervioso se apoderó de mi ojo izquierdo y caí de rodillas, mi última jugada había salido tan mal que deseaba ser borrado de la historia, pero luego una segunda explosión un poco más fuerte vino del pergamino que ahora sí hizo caer una serie de rocas sobre el muro; retrocedí casi por mera inercia ante lo débil que me encontraba para no ser aplastado, y aunque no había conseguido aplastar a Amateratsu como pensaba, al menos se había abierto un agujero hacia la superficie por donde podría salir el -Ay no- Murmuré nervioso, algo venía bajando por ese túnel y no parecía ser nada bueno.
[1]Hablidad de Nivel 8: Nunca Más Terminé a varios metros de ahí acostado sobre la novia de Rauko, me chillaban los oídos por la explosión pero al menos estaba completo, recorrí mi cuerpo con las manos haciendo conteo de miembros, algunas costillas dolían pero al menos parecía estar todo completo y en orden. Al fondo de todo, una canción desfilaba en el viento como un bálsamo en medio de tanta oscuridad, un faro de esperanza que me regresó algo de fortaleza para levantarme -¿Están todos bien?- Pregunté hacia todos lados sin saber muy bien a donde mirar; lentamente comencé a ver cabezas y caras conocidas en medio de la polvareda que se había levantado, para mi desgracia algunas que no deseaba ver.
La Amante Raza seguía con vida y no solo eso, había adoptado a la chica apestosa que habíamos encontrado antes, o tal vez, había estado con ella desde el inicio, una espía, una carnada, un señuelo una… -¿Dónde están sus ojos?- Pensé confundido, antes con la poca luz no había notado lo fea que era pero de momento eso no era lo importante -¡Solo muérete de una vez!- Grité con evidente enojo y el sonido hizo que la estructura superior crujiera aterradoramente -No saldrás de aquí, aunque tengamos que morir contigo aplastados- Sí, lo había dicho, pero solo para intimidar, no tenía intención de morir aplastado.
Para mi desgracia, la nigromante no estaba para juegos y de inmediato inició su contraataque, su primera jugada fue lanzar un rayo hacia Xana que parecía estarle robando la vitalidad -¡NO!- Grité y corrí hacia la chica pero llegué demasiado tarde, su cuerpo cayó en mis brazos como un cascarón vacío -No te mueras niña- La agité con preocupación -Xana Xana colita de rana, despierta- Volví a agitarla y tosió con mucha debilidad, estaba viva, aunque no parecía que pudiera dar saltos de alegría, la pequeña me había salvado y yo no había podido hacer nada por ella, esto definitivamente se estaba volviendo personal.
Miré fijamente a aquella malvada mujer, desprovista de corazón y emociones, y a la traidora que la acompañaba, haría pagar a ambas sin lugar a dudas. Corrí hacia ella a toda prisa pero un muro se interpuso y me regresó de nuevo dándome un gran impulso hacia atrás -¡Sal y pelea como hombre!- Le grité más enojado y frustrado pero se ponía peor la situación, la desquiciada mujer levantó su espada y comenzó a salir una especie de vapor verdoso con olor a pelirroja sin ojos… bueno, no tan fuerte pero sí bastante desagradable y que, al ser yo quien estaba más cerca, fui la primera víctima -¡No respiren esta cosa!- Advertí a mis acompañantes mientras yo mismo retrocedía para tratar de escapar pero era demasiado tarde, el gas de la muerte se había hospedado en mis pulmones y comenzaba a toser.
A este punto terminaríamos todos muertos sin que pudiera hacer nada, avanzar contra las brujas había sido en vano pues el muro me había repelido como darle una palmada a una mosca, miré de nuevo a mis compañeros, en ese espacio cerrado y pequeño no pasaría mucho tiempo, podrían tratar de huir pero eso significaba la victoria para la nigromante, además de liberarla en la ciudad que intentaban recuperar -¡Maldita sea!- [1] Di un golpe al piso con ambos puños y ante la impotencia y el peligro, mi cuerpo se llenó de furia, energía, furia, desesperación, sí, dije dos veces furia porque era mucha -¡Salgan de aquí!- Advertí a mis camaradas -Sé lo que debo hacer.
Y vaya que lo sabía, la superficie sobre nosotros seguía muy debilitada después de la explosión anterior, si lograba darle un pequeño empujoncito, podría echarlo sobre las brujas y sepultarlas dentro de su escudo, al mismo tiempo se abriría un escape por donde saliera el vapor hacia arriba y matara a decenas de personas en la superficie, claro, dicho así suena como un mal plan pero… mejor digamos que solo trataba de aplastar a la loca de la espada.
Llevé mi mano a mi bolsillo para sacar mi último pergamino en blanco, con una de mis dagas hice un pequeño corte en la palma de mi mano para usar mi sangre como tinta y escribir en el pergamino las runas de un hechizo explosivo, un último y desesperado recurso; avancé de prisa y aprovechando la distancia a la que estaban mis aliados grité a todo gañote, grité con profunda vehemencia -¡Muere de una buena vez!- [2] Aquel grito estaba impregnado con toda la magia que me quedaba encima y era mi mejor carta, si tenía éxito, el par de villanas serían víctimas de gran cansancio y dolor muscular.
Continué corriendo hasta estrellarme de nuevo contra la barrera y de nuevo fui repelido pero esta vez usé la misma fuerza con la que era disparado para impulsarme hacia el techo donde me estrellé de manera nada elegante, pero omitamos ese detalle porque lo importante estaba hecho, caí de pie, cansado, mareado, debilitado pero con una sonrisa. Amateratsu me miró, yo la miré, nos miramos y nada pasó -No tengo idea de lo que intentabas hacer, bufón, pero si eso es todo lo que intentabas, no merecéis ni mi esfuerzo ni mi atención- Sonreí de nuevo triunfante -Seguro que no te esperabas esto- Chasqueé los dedos y nada pasó -Seguro… que no… te esperabas… esto- Dije más fuerte y volví a chasquear los dedos pero nada sucedió -Explota maldito pedazo de- Antes de terminar la frase, el pergamino explosivo explotó, porque eso hacen, explotan, aunque no con la fuerza que yo esperaba.
Apenas un par de trozos de roca cayeron sobre el muro, un tic nervioso se apoderó de mi ojo izquierdo y caí de rodillas, mi última jugada había salido tan mal que deseaba ser borrado de la historia, pero luego una segunda explosión un poco más fuerte vino del pergamino que ahora sí hizo caer una serie de rocas sobre el muro; retrocedí casi por mera inercia ante lo débil que me encontraba para no ser aplastado, y aunque no había conseguido aplastar a Amateratsu como pensaba, al menos se había abierto un agujero hacia la superficie por donde podría salir el -Ay no- Murmuré nervioso, algo venía bajando por ese túnel y no parecía ser nada bueno.
[2]Hablidad de Nivel 10: El Caos Reptante
[-]Uso un pergamino en blanco para un hechizo arcano explosivo y abrir una entrada a nuestro comodín
[-]Si no paso de esta, suerte a los que queden =)
[-]Casi nadie lo nota pero si ponen el cursor encima de estas letritas, sale más texto =)
Bio
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] Fénix
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] Fénix
Faltaba un suministro por entregar, no hacia mas que dar vueltas por la ciudad, esquivando proyectiles y hechizos varios. La zona cada vez era mas peligrosa y cuando estaba segura de que tenia que marcharme, la esfera brillante como el acero se hizo presente en una de mis garras. Vaya, y yo que estaba a punto de irme.
En ese momento una bola incendiara paso por mi lado y aterrizo con brusquedad contra la calle empedrada. La mágica esfera sin previo aviso comenzó a volverse mas pesada, dejo de ser ligera como el cristal y se convirtió en pesado plomo, muy pesado. La bola me estaba empujando directa al suelo, daban igual las maniobras que hiciera, era como si el timón de un barco se hubiera bloqueado, vatia las alas en un absurdo intento por no terminar estampada contra el suelo.
De nuevo otra explosión, aunque esta vez un agujero se abrió en el suelo y un humillo verde y mal oliente salio del hoyo. La esfera comenzó a brillar con luz propia y se volvió mas pesada, me dirigía directa al hueco. No, no... nononono yo por ahí no entro. Cerre los ojos con fuerza, la pata con la esfera entro primera por el agujero, por instinto plegué las alas para evitar que se rasgaran. Mis garra y después mi cuerpo chocaron contra algo invisible. La esfera seguía haciendo fuerza contra algo que no se podía ver.
Al abrir los ojos lo que vi me dejo perpleja. Me encontraba en una caverna, suspendida sobre una especie de cúpula mágica, a mi alrededor estaba todo lleno de escombros y de personas inconscientes o semis conscientes. Dentro de la barrera se encontraban dos mujeres, una con un cuerpazo de toma pan y moja, aunque con una aura terrorífica. La otra una harapienta con una cicatriz que pasaba por sus ojos... ¡¿Merida!?
Sin pensarlo demasiado me puse de pie sobre la cúpula, ahora que la miraba con atención podía ver pequeñas y grandes grietas por toda su superficie, parecía estar debilitada y bajo la garra con la esfera una enorme grieta comenzaba a abrirse hasta el punto de que sus extremos se comenzaban a unir con otras fisuras.
El choque de las dos energías (La eléctrica de mi cuerpo contra la de barrera) desato una expansion y explosión involuntaria de mi innata capa protectora, por lo visto la mía era la mas débil, pero el efecto resultante provoco que, junto con la persistente fuerza de la esfera, la burbuja mágica se rompiera como el cristal.
Nada mas caer al suelo, me llego el fétido e inconfundible aroma de la bruja pelirroja. -MERIDA. ¿Merida estas bien? -Pero lo único que salio de mi hocico fueron múltiples rugidos. La luminosa esfera seguía tirando con fuerzo en dirección hacia Amaterasu. Yo miraba a Merida, con rabia, impotencia, preocupación. ¿Como podía estar ella allí? tenia que ser un rehén no cabía duda, era imposible que estuviera con aquella nigromante ¿Verdad?
Agitaba la cola inquieta, quería sacar a Merida de allí, pero la esfera ejercía tal poder que hacia avanzar mi cuerpo hacia la morena de ojos verdes. -¿Que clase de chiste es este? ¿A caso han contratado un bufón para mi no cumple años? -Cuando Amaterasu hablo todo dejo de existir, ahora eramos ella y yo... y una profunda rabia. En tres simples pasos me coloque entre ella y Merida, siguiendo gustosa la dirección del peculiar objeto mágico, apenas falta un metro para poder poner la la zarpa encima a esa bonita cara, cuando abrí la mano.
La esfera salio volando como una bala de cañón, directa hacia la espada que la nigromante empuñaba. El artefacto quedo pegado al arma como si fuera un imán, y derepente, la luz se intensifico y la espada se derritió. Dejo de tener forma solida y la esfera comenzó a absorberla, como quien se bebe un baso de vino. -¡NO! ¿Que has hecho? Estúpido reptil. -Las dos nos quedamos mirando la esfera, que caía inmóvil al suelo, la mujer se abalanzo rápidamente hacia ella, pero justo cuando sus dedos rozaron el objeto, desaprecio, la esfera se esfumo y solo los dioses saben a donde.
En ese preciso instante, en el que la maligna parecía estar en shock por la perdida, retrocedí hasta la altura de Merida. Este era el momento de escapar, de sacar a la bruja de aquí, de liberar a la rehén. La mire de reojo, esperando una respuesta, un indicio, quería darle una señal para que subiera, pero claro, era ciega. -¿A que estas esperando? Jovencita destruye esa bestia.
¿Que? Merida estaba con ella, no podía ser. Toque a la pelirroja con la cola, quería que supiera donde estaba, quería que saliera de allí conmigo, ya habría tiempo luego para las explicaciones.
Sin perder tiempo, enfoque mis cuernos hacia Amaterasu y descargue toda la energía eléctrica acumulada en un dúo de rayos que impactaron contra el pecho de la mujer.
La nigromante callo al suelo, olía a carne quemada y tripas chamuscadas. El tórax de la mujer tenia un boquete enorme, pero aun así se la escuchaba reír, todavía estaba viva ¿Como era posible? De su carne un liquido verde comenzó a juntar y rellenar el agujero que había hecho en su carne.
Por alguna razón el corazón no había sufrido daños, se le podía ver latir a la perfección, muy lentamente, pum, pum, una pausa, pum, pum. Este era el momento de salir de allí.
Mire por ultima vez a Merida pidiéndole que subiera a mi lomo y salí volando de aquella ruinosa catacumba. La ultima vez que mire Amaterasu ya tenia todos los intestinos en su sitio y comenzaba a taparlos con tejidos y piel, solo le faltaba por cerrar y construir algunas costillas, el esternón y un pulmón.
__________
OffRol:
Hola a todos. Mi esporadica intervencion es causada por mi mision en el evento, donde tengo que entregar un suministro que es el equivalente a una runa buena.
En este caso una extraña esfera se ha llevado el catalizador (la espada) de Amaterasu, pero no os preocupéis, no esta perdida ni destruida. Ger esta al tanto de esto y sabrá que hacer o a quien repartir la espada.
Por mas destroyer que haya podido ser mi ataque en realidad no a sido para tanto (a fin de cuentas yo soy lvl1 y Aamaterasus... bueno ella es lvl boss XD)
Teneis a la nigromante en el punto de mira :·3 a pecho abierto (aunque no por mucho tiempo) y debilitada.
Aunque pueda parecer que yo rompí la defensa mágica, en realidad fue Bio quien lo hizo. Yo solamente deje caer mi "pequeño" peso sobre ella n.nU
Suerte a todos ^^
(Usea mi habilidad de lvl0 Centella dividida)
En ese momento una bola incendiara paso por mi lado y aterrizo con brusquedad contra la calle empedrada. La mágica esfera sin previo aviso comenzó a volverse mas pesada, dejo de ser ligera como el cristal y se convirtió en pesado plomo, muy pesado. La bola me estaba empujando directa al suelo, daban igual las maniobras que hiciera, era como si el timón de un barco se hubiera bloqueado, vatia las alas en un absurdo intento por no terminar estampada contra el suelo.
De nuevo otra explosión, aunque esta vez un agujero se abrió en el suelo y un humillo verde y mal oliente salio del hoyo. La esfera comenzó a brillar con luz propia y se volvió mas pesada, me dirigía directa al hueco. No, no... nononono yo por ahí no entro. Cerre los ojos con fuerza, la pata con la esfera entro primera por el agujero, por instinto plegué las alas para evitar que se rasgaran. Mis garra y después mi cuerpo chocaron contra algo invisible. La esfera seguía haciendo fuerza contra algo que no se podía ver.
Al abrir los ojos lo que vi me dejo perpleja. Me encontraba en una caverna, suspendida sobre una especie de cúpula mágica, a mi alrededor estaba todo lleno de escombros y de personas inconscientes o semis conscientes. Dentro de la barrera se encontraban dos mujeres, una con un cuerpazo de toma pan y moja, aunque con una aura terrorífica. La otra una harapienta con una cicatriz que pasaba por sus ojos... ¡¿Merida!?
Sin pensarlo demasiado me puse de pie sobre la cúpula, ahora que la miraba con atención podía ver pequeñas y grandes grietas por toda su superficie, parecía estar debilitada y bajo la garra con la esfera una enorme grieta comenzaba a abrirse hasta el punto de que sus extremos se comenzaban a unir con otras fisuras.
El choque de las dos energías (La eléctrica de mi cuerpo contra la de barrera) desato una expansion y explosión involuntaria de mi innata capa protectora, por lo visto la mía era la mas débil, pero el efecto resultante provoco que, junto con la persistente fuerza de la esfera, la burbuja mágica se rompiera como el cristal.
Nada mas caer al suelo, me llego el fétido e inconfundible aroma de la bruja pelirroja. -MERIDA. ¿Merida estas bien? -Pero lo único que salio de mi hocico fueron múltiples rugidos. La luminosa esfera seguía tirando con fuerzo en dirección hacia Amaterasu. Yo miraba a Merida, con rabia, impotencia, preocupación. ¿Como podía estar ella allí? tenia que ser un rehén no cabía duda, era imposible que estuviera con aquella nigromante ¿Verdad?
Agitaba la cola inquieta, quería sacar a Merida de allí, pero la esfera ejercía tal poder que hacia avanzar mi cuerpo hacia la morena de ojos verdes. -¿Que clase de chiste es este? ¿A caso han contratado un bufón para mi no cumple años? -Cuando Amaterasu hablo todo dejo de existir, ahora eramos ella y yo... y una profunda rabia. En tres simples pasos me coloque entre ella y Merida, siguiendo gustosa la dirección del peculiar objeto mágico, apenas falta un metro para poder poner la la zarpa encima a esa bonita cara, cuando abrí la mano.
La esfera salio volando como una bala de cañón, directa hacia la espada que la nigromante empuñaba. El artefacto quedo pegado al arma como si fuera un imán, y derepente, la luz se intensifico y la espada se derritió. Dejo de tener forma solida y la esfera comenzó a absorberla, como quien se bebe un baso de vino. -¡NO! ¿Que has hecho? Estúpido reptil. -Las dos nos quedamos mirando la esfera, que caía inmóvil al suelo, la mujer se abalanzo rápidamente hacia ella, pero justo cuando sus dedos rozaron el objeto, desaprecio, la esfera se esfumo y solo los dioses saben a donde.
En ese preciso instante, en el que la maligna parecía estar en shock por la perdida, retrocedí hasta la altura de Merida. Este era el momento de escapar, de sacar a la bruja de aquí, de liberar a la rehén. La mire de reojo, esperando una respuesta, un indicio, quería darle una señal para que subiera, pero claro, era ciega. -¿A que estas esperando? Jovencita destruye esa bestia.
¿Que? Merida estaba con ella, no podía ser. Toque a la pelirroja con la cola, quería que supiera donde estaba, quería que saliera de allí conmigo, ya habría tiempo luego para las explicaciones.
Sin perder tiempo, enfoque mis cuernos hacia Amaterasu y descargue toda la energía eléctrica acumulada en un dúo de rayos que impactaron contra el pecho de la mujer.
La nigromante callo al suelo, olía a carne quemada y tripas chamuscadas. El tórax de la mujer tenia un boquete enorme, pero aun así se la escuchaba reír, todavía estaba viva ¿Como era posible? De su carne un liquido verde comenzó a juntar y rellenar el agujero que había hecho en su carne.
Por alguna razón el corazón no había sufrido daños, se le podía ver latir a la perfección, muy lentamente, pum, pum, una pausa, pum, pum. Este era el momento de salir de allí.
Mire por ultima vez a Merida pidiéndole que subiera a mi lomo y salí volando de aquella ruinosa catacumba. La ultima vez que mire Amaterasu ya tenia todos los intestinos en su sitio y comenzaba a taparlos con tejidos y piel, solo le faltaba por cerrar y construir algunas costillas, el esternón y un pulmón.
__________
OffRol:
Hola a todos. Mi esporadica intervencion es causada por mi mision en el evento, donde tengo que entregar un suministro que es el equivalente a una runa buena.
En este caso una extraña esfera se ha llevado el catalizador (la espada) de Amaterasu, pero no os preocupéis, no esta perdida ni destruida. Ger esta al tanto de esto y sabrá que hacer o a quien repartir la espada.
Por mas destroyer que haya podido ser mi ataque en realidad no a sido para tanto (a fin de cuentas yo soy lvl1 y Aamaterasus... bueno ella es lvl boss XD)
Teneis a la nigromante en el punto de mira :·3 a pecho abierto (aunque no por mucho tiempo) y debilitada.
Aunque pueda parecer que yo rompí la defensa mágica, en realidad fue Bio quien lo hizo. Yo solamente deje caer mi "pequeño" peso sobre ella n.nU
Suerte a todos ^^
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Reivy Abadder
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] Fénix
¿Por qué? Movía la cabeza de lado a lado como si estuviera negando lo que veían sus ojos. ¿Por qué ella? ¿Por qué ahora? La mujer nigromante había sido derrotada, el ritual destruido, el séquito de nigromantes asesinados y los esqueletos andantes se convirtieron en polvo. La victoria estaba garantizada. Bio, Rauko y Xana habían hecho un grandioso trabajo. El Capitán consideraba que sus servicios fueron mínimos en comparación con los otros tres guerreros; el poder de una canción jamás se podría equiparar a la tenacidad de una espada. Pese a ello, el equipo había vencido. Un movimiento más y la mujer nigromante regresaría al agujero donde nunca debería de haber salido. El Capitán Werner había esperado ese movimiento arrodillado en el suelo. Se tapaba la frente con la tenaza, el humo causado por las explosiones no le dejaba ver. Con la mano izquierda se apoyaba en el encharcado suelo de la alcantarilla. No era el único que había caído rendido por el cansancio. Pensaba que cuando ese último ataque finalizase, el equipo se levantaría del suelo y celebrarían la victoria. ¡Lunargenta está a salvo! ¡Hemos salvado Aerandir! Nadie gritó los deseados cánticos. La bruja sin ojos, la que desde el primer momento el Capitán Werner supuso que sería una nigromante dado a su siniestro aspecto (más tarde deshizo la idea por su aspecto asustadizo y su temprana edad), reusó dar un paso hacia delante y ejecutar el último movimiento, el que daba la victoria, contra la mujer nigromante. Merida se traicionó al equipo y el Capitán Werner se preguntó por qué lo hizo.
La mujer nigromante utilizó la baza de la bruja para incrementar su poder. El fuego a su alrededor adquiría una tonalidad verde azulada que al Capitán Werner le recordaba al color del mar en una mañana de invierno. Al rozar las llamas con los brazos las notaba frías como si estuviera tocando los dedos de la muerte. El Capitán Werner, instintivamente, se arrastraba hacia atrás. El vigor del primer grito se estaba desvaneciendo, lo sensato, lo que haría cualquier persona con un mínimo de masa gris en el interior del cráneo, sería aprovechar ese último aliento para huir del lugar. El Capitán debía de ser un estúpido pues en lugar de retirarse, se puso de pie y comenzó a decir que no con la cabeza. Negaba la realidad que veían sus ojos. No aceptaba que la Merida les hubiese traicionado. Él creía verla detrás de su espalda, aterrada por los siniestros hechizos de los nigromantes; no al lado de la mujer nigromante.
El cuervo Edgar dejó caer una pluma en la cabeza del Capitán. Con ella en la mano, cualquier la gente se creería cualquier historia que se contase, por absurda que pareciera. Mientras Bio atacaba, el Capitán pensaba en la posibilidad de utilizar la habilidad de las plumas del cuervo para hacer creer a sus compañeros que Merida no les había traicionado. El enemigo era la mujer nigromante, no una chiquilla que parecía no saber lo que estaba haciendo. Sostuvo la pluma con las dos manos (pinza y mano) y meditó sobre el asunto. El tiempo a su alrededor parecía haberse detenido. Las llamas verdes dejaron de bailar al ritmo de su inaudible canción. La mujer nigromante anunciaba una risa que no llegaba a ser emitida. El Capitán Werner había alcanzado un estado de meditación que pareciese que solo él tuviera acceso.
Cuando levantó la cabeza hacia el frente, el tiempo avanzó de nuevo. La mujer nigromante reía a toda voz y las llamas verdes contaminaban el escenario de un espectral frío. El Capitán Werner tomó una decisión. Aplastó la pluma del cuervo con la tenaza y relató la historia que sus compañeros creerían a ciencia cierta.
-La mujer nigromante está herida de gravedad. Que no os engañe su vital aspecto y su risa de hiena; ella nos teme. No dejéis que os desanime, la venceremos. Al ser posible, yo mismo la mataré –no quiso mencionar a Merida. Sentía lástima por ella, pero era incapaz de perdonarla por lo que había hecho. (1)
Un portal se abrió a pocos pasos de distancia de la mujer nigromante. Tal vez fuera pura coincidencia o tal vez el Capitán estuviera más vinculado al éter de lo que quería. Él creyó que se trataba de la segunda opción, que con su voz había logrado abrir un portal e invocar al dragón que emergió de éste. El Capitán avanzó lentamente hacia el lugar donde transcurría el combate. El dragón se enfrentaba a la nigromante con todo su poder. La desarmó apenas sin esfuerzo y luego la hirió de gravedad en el centro del pecho.
-Dulzura, ¿crees haberme derrotado? –le preguntó la mujer nigromante al dragón. –Esto no ha hecho más que empezar –otra vez esa irritante risa.
La mujer levantó los brazos y dio vueltas sobre su propio eje. Hizo levitar los huesos de los caídos ofreciéndoles una forma que recordaba a la espada que había perdido con el combate con el dragón. Sin dejar de reír, la mujer dirigió las espadas en contra de los que eran sus enemigos. El Capitán dio gracias que Merida estuviera a salvo.
Caminó con la tenaza delante para poder desviar las espadas de huesos. Si alguna se escapaba con el choque de la pinza, la desvía con la espada que sostenía con la derecha. No se iba a cohibir, había tomado una decisión y prometió cumplirla: “yo mismo la mataré”. Con la ayuda del último aliento de vigor que le ofrecía el grito y el coraje de la canción, el Capitán siguió caminando. Sin mover los labios tatareaba el estribillo de la canción. (2)
(En la noche, más oscura).
Era ahora o nunca. Estaba tan cerca de la mujer nigromante que bastaría con alargar los tentáculos de su mano izquierda para alcanzar a tocarla.
(Puedo ver, tu resplandor).
Una vez chocó la última espada de hueso contra su tenaza de quitina, abrió los brazos y….
(Caprichosa, reina mar).
… saltó contra la mujer nigromante.
(Que El Sueños se llevó).
Clavó la espada en su brazo derecho para que no pudiera conjurar un nuevo ataque mientras con la tenaza golpeaba repetidas veces la cabeza de la nigromante. Tenía en cuenta que había dejado la mano izquierda de la mujer libre, confiaba que no pudiera moverla por el dolor que ejercía el peso del Capitán sobre su herida en el pecho.
-Ahora llena de alegría, vas buscando mi dolor –continuó la letra de la canción sin entonarla. –pero, siento, bella mar –rebuscó entre sus bolsillos –que ya EL SOL –abrió la boca de la nigromante con los tentáculos de la barba y colocó la esfera de Krampus en el interior –me lo quitó-. (3)
Saltó hacia atrás impulsado por el estallido. El fuego a su espalda era de colores cálidos. No hubo rastros de la mujer nigromante. El Capitán Werner confiaba, gracias a la promesa que hizo con la pluma de Edgar en la mano, que la había derrotado.
No supo predecir en qué momento empezó a llorar ni por qué lo estaba haciendo. ¿Alegría por haber vencido a la nigromante, cansancio por el largo viaje recorrido o tristeza por estar pensando en todas las personas que perecieron en aquel lugar? Quizás fuera una mezcla de las tres opciones.
Offrol: No lanza la Voluntad de los Dioses (con permiso de Ger) porque se asume suerte perfecta
(1) Uso el objeto: Pluma de Edgar. Hace que la gente crea la historia que relato. La utilizo, simplemente, para que tanto vuestros pjs como el mío confíen en poder derrotar aHela Amateratsu.
(2) Referencia a las habilidades lanzadas anteriormente: la del grito y la de la canción.
(3) Esfera de Krampus que explota en la boca de Amateratsu. Con la bendición de Reivy quizás debamos asumir que ha muerto. No estoy seguro.
(EXTRA) Pequeño homenaje al libro: "El resplandor". En la escena final, Stephen King intercala la acción con los versos de una profecía igual como lo he hecho con la canción del Capitán. En el libro es memorable esa escena. Espero estar a la altura.
La mujer nigromante utilizó la baza de la bruja para incrementar su poder. El fuego a su alrededor adquiría una tonalidad verde azulada que al Capitán Werner le recordaba al color del mar en una mañana de invierno. Al rozar las llamas con los brazos las notaba frías como si estuviera tocando los dedos de la muerte. El Capitán Werner, instintivamente, se arrastraba hacia atrás. El vigor del primer grito se estaba desvaneciendo, lo sensato, lo que haría cualquier persona con un mínimo de masa gris en el interior del cráneo, sería aprovechar ese último aliento para huir del lugar. El Capitán debía de ser un estúpido pues en lugar de retirarse, se puso de pie y comenzó a decir que no con la cabeza. Negaba la realidad que veían sus ojos. No aceptaba que la Merida les hubiese traicionado. Él creía verla detrás de su espalda, aterrada por los siniestros hechizos de los nigromantes; no al lado de la mujer nigromante.
El cuervo Edgar dejó caer una pluma en la cabeza del Capitán. Con ella en la mano, cualquier la gente se creería cualquier historia que se contase, por absurda que pareciera. Mientras Bio atacaba, el Capitán pensaba en la posibilidad de utilizar la habilidad de las plumas del cuervo para hacer creer a sus compañeros que Merida no les había traicionado. El enemigo era la mujer nigromante, no una chiquilla que parecía no saber lo que estaba haciendo. Sostuvo la pluma con las dos manos (pinza y mano) y meditó sobre el asunto. El tiempo a su alrededor parecía haberse detenido. Las llamas verdes dejaron de bailar al ritmo de su inaudible canción. La mujer nigromante anunciaba una risa que no llegaba a ser emitida. El Capitán Werner había alcanzado un estado de meditación que pareciese que solo él tuviera acceso.
Cuando levantó la cabeza hacia el frente, el tiempo avanzó de nuevo. La mujer nigromante reía a toda voz y las llamas verdes contaminaban el escenario de un espectral frío. El Capitán Werner tomó una decisión. Aplastó la pluma del cuervo con la tenaza y relató la historia que sus compañeros creerían a ciencia cierta.
-La mujer nigromante está herida de gravedad. Que no os engañe su vital aspecto y su risa de hiena; ella nos teme. No dejéis que os desanime, la venceremos. Al ser posible, yo mismo la mataré –no quiso mencionar a Merida. Sentía lástima por ella, pero era incapaz de perdonarla por lo que había hecho. (1)
Un portal se abrió a pocos pasos de distancia de la mujer nigromante. Tal vez fuera pura coincidencia o tal vez el Capitán estuviera más vinculado al éter de lo que quería. Él creyó que se trataba de la segunda opción, que con su voz había logrado abrir un portal e invocar al dragón que emergió de éste. El Capitán avanzó lentamente hacia el lugar donde transcurría el combate. El dragón se enfrentaba a la nigromante con todo su poder. La desarmó apenas sin esfuerzo y luego la hirió de gravedad en el centro del pecho.
-Dulzura, ¿crees haberme derrotado? –le preguntó la mujer nigromante al dragón. –Esto no ha hecho más que empezar –otra vez esa irritante risa.
La mujer levantó los brazos y dio vueltas sobre su propio eje. Hizo levitar los huesos de los caídos ofreciéndoles una forma que recordaba a la espada que había perdido con el combate con el dragón. Sin dejar de reír, la mujer dirigió las espadas en contra de los que eran sus enemigos. El Capitán dio gracias que Merida estuviera a salvo.
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Caminó con la tenaza delante para poder desviar las espadas de huesos. Si alguna se escapaba con el choque de la pinza, la desvía con la espada que sostenía con la derecha. No se iba a cohibir, había tomado una decisión y prometió cumplirla: “yo mismo la mataré”. Con la ayuda del último aliento de vigor que le ofrecía el grito y el coraje de la canción, el Capitán siguió caminando. Sin mover los labios tatareaba el estribillo de la canción. (2)
(En la noche, más oscura).
Era ahora o nunca. Estaba tan cerca de la mujer nigromante que bastaría con alargar los tentáculos de su mano izquierda para alcanzar a tocarla.
(Puedo ver, tu resplandor).
Una vez chocó la última espada de hueso contra su tenaza de quitina, abrió los brazos y….
(Caprichosa, reina mar).
… saltó contra la mujer nigromante.
(Que El Sueños se llevó).
Clavó la espada en su brazo derecho para que no pudiera conjurar un nuevo ataque mientras con la tenaza golpeaba repetidas veces la cabeza de la nigromante. Tenía en cuenta que había dejado la mano izquierda de la mujer libre, confiaba que no pudiera moverla por el dolor que ejercía el peso del Capitán sobre su herida en el pecho.
-Ahora llena de alegría, vas buscando mi dolor –continuó la letra de la canción sin entonarla. –pero, siento, bella mar –rebuscó entre sus bolsillos –que ya EL SOL –abrió la boca de la nigromante con los tentáculos de la barba y colocó la esfera de Krampus en el interior –me lo quitó-. (3)
Saltó hacia atrás impulsado por el estallido. El fuego a su espalda era de colores cálidos. No hubo rastros de la mujer nigromante. El Capitán Werner confiaba, gracias a la promesa que hizo con la pluma de Edgar en la mano, que la había derrotado.
No supo predecir en qué momento empezó a llorar ni por qué lo estaba haciendo. ¿Alegría por haber vencido a la nigromante, cansancio por el largo viaje recorrido o tristeza por estar pensando en todas las personas que perecieron en aquel lugar? Quizás fuera una mezcla de las tres opciones.
Offrol: No lanza la Voluntad de los Dioses (con permiso de Ger) porque se asume suerte perfecta
(1) Uso el objeto: Pluma de Edgar. Hace que la gente crea la historia que relato. La utilizo, simplemente, para que tanto vuestros pjs como el mío confíen en poder derrotar a
(2) Referencia a las habilidades lanzadas anteriormente: la del grito y la de la canción.
(3) Esfera de Krampus que explota en la boca de Amateratsu. Con la bendición de Reivy quizás debamos asumir que ha muerto. No estoy seguro.
(EXTRA) Pequeño homenaje al libro: "El resplandor". En la escena final, Stephen King intercala la acción con los versos de una profecía igual como lo he hecho con la canción del Capitán. En el libro es memorable esa escena. Espero estar a la altura.
El Capitán Werner
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] Fénix
Por un momento creí que podría lograr absolutamente todo lo que me propusiera. ¿Y cómo no? Acababa de luchar contra Amaterasu y yo seguía con vida tras ello. Sin embargo, toda valentía se esfumó cuando la vi aún en pie, entera y con una nueva aliada.
–Debimos haberla eliminado –me lamenté.
No sabía si enojarme o llorar. Habíamos perdido una valiosa oportunidad para eliminar a esa nigromante y era muy probable que nunca volviéramos a tener otra para ello… o para escapar. Aun así, seguíamos siendo mayoría, por lo que no todo estaba completamente perdido, pensé, intentando ser optimista.
Pero fui un ingenuo.
–¡Xana, no! –grité apenas vi a Amaterasu fijar su mirada en la elfa, quien, asustada y sin saber qué hacer en el poco tiempo que tuvo para reaccionar, terminó recibiendo un rayo.
Todo fue demasiado rápido. Ya no había manera de salvarla de lo que sea que le estuviera sucediendo. Por lo menos no murió de inmediato, pero eso no era esperanzador; la escena seguía siendo demasiado abrumadora.
–¡Ya basta, Amaterasu! –supliqué inútilmente mientras corría en dirección a Xana.
Una vez al lado de ella, quien ahora estaba sin fuerzas, la sostuve en mis brazos y Bio emprendió carrera hacia la renovada nigromante.
Por unos momentos me olvidé de todo y lo único que existía era mi compañera. Otra vez experimenté la culpa y la impotencia, reconociendo esta vez que no habría forma de vencer a Amaterasu y que la mejor opción era huir cuanto antes.
De pronto las palabras del Capitán Werner me trajeron de vuelta a la realidad y me hizo comprender algo demasiado obvio: Amaterasu estaba muy herida y nos temía. Ni sé cómo no pude notar algo como eso. Claramente podríamos vencer.
Dejé a Xana en el suelo cuidadosamente y me giré hacia el par de escorias, justo a tiempo para ver una cadena de sucesos repentinos e inesperados con un dragón y destellos que aparecieron de la nada.
Entonces, cuando vi a la nigromante muy malherida, volví a sonreír de forma maliciosa y salí disparado hacia ella.
Por desgracia, cuando ya me encontraba cerca, Amaterasu utilizó los huesos de sus compañeros caídos para crear espadas, que luego fueron disparadas hacia sus enemigos.
Usando mis Sables Duales desvié un par de proyectiles. Reuní energía en mis piernas para dar un potente salto y luego reuní energía en mis brazos para impulsarme del techo hacia Amaterasu, planeando caer como un meteorito sobre esta.
Ella solo tuvo que moverse hacia un lado para evadirme. Luego me agarró por el cuello con una de sus manos, comenzando de inmediato a sustraer mi energía vital.
Clavé una de mis espadas en su corazón y con la otra seccioné el brazo que me sujetaba, logrando liberarme. Sin embargo, su regeneración era veloz y, al igual que antes, no tuvo problemas en unir la extremidad a su cuerpo, aunque, por unos segundos, no pudo moverlo; necesitó un poco más de tiempo para reparar músculos y tendones.
A pesar de esto, reconocí que yo no podría asesinarla con mis limitadas habilidades. Ni siquiera Bio y el ataque de un dragón pudieron antes contra ella. No obstante, tal como lo había dicho el Capitán Werner, no debíamos desanimarnos porque sí podríamos vencerla de alguna manera.
–Ahora lo entiendes, ¿no? Alguien como tú no podrá ni dejarme una cicatriz –dijo con su natural tono arrogante.
–¿Y eso qué? Después de todo lo que has hecho, nunca te perdonaré –respondí para seguidamente ir hacia ella.
–No tienes idea de lo poco que me interesa tu perdón.
Envolvió sus manos con un aura verde y esperó a que me acercara. Pateé una pequeña piedra en el suelo y esta impactó de lleno en la frente de Amaterasu, aturdiéndola por un muy breve instante y desapareciendo el aura.
Sin perder ni un segundo dividí su brazo izquierdo y dejé cortes en su pecho y piernas, para luego alejarme de un salto.
Obviamente Amaterasu no murió y su regeneración la mantuvo en una sola pieza al final. Pero entonces descubrió que mis ataques tenían el propósito de, aunque fuese por un pequeño lapso de tiempo, hacerle difícil que sus tendones y músculos dañados le permitieran moverse.
Y el capitán supo muy bien aprovechar ese valioso instante para hacer su jugada. Así que se lanzó sobre Amaterasu, la atacó con astucia para asegurarse de que ella no pudiera actuar en repuesta y, tomando la opción más inteligente, se las ingenió para hacerla tragar una granada.
Una vez más el lugar retumbó por la explosión, sin embargo, pude alejarme lo suficiente para no salir lastimado. La nube de humo y polvo resultante me hizo imposible ver el resultado de inmediato, lo que en otra circunstancia me hubiera sido frustrante, pero esta vez tenía la sensación de que habíamos vencido.
Por desgracia esto no me aliviaba por completo; hasta ahora no sabía si Xana estaba bien, por lo que lo primero que hice fue buscarla, ignorando mi cansancio y sin siquiera preguntarme si el resto de mis compañeros estaban vivos o no.
–Debimos haberla eliminado –me lamenté.
No sabía si enojarme o llorar. Habíamos perdido una valiosa oportunidad para eliminar a esa nigromante y era muy probable que nunca volviéramos a tener otra para ello… o para escapar. Aun así, seguíamos siendo mayoría, por lo que no todo estaba completamente perdido, pensé, intentando ser optimista.
Pero fui un ingenuo.
–¡Xana, no! –grité apenas vi a Amaterasu fijar su mirada en la elfa, quien, asustada y sin saber qué hacer en el poco tiempo que tuvo para reaccionar, terminó recibiendo un rayo.
Todo fue demasiado rápido. Ya no había manera de salvarla de lo que sea que le estuviera sucediendo. Por lo menos no murió de inmediato, pero eso no era esperanzador; la escena seguía siendo demasiado abrumadora.
–¡Ya basta, Amaterasu! –supliqué inútilmente mientras corría en dirección a Xana.
Una vez al lado de ella, quien ahora estaba sin fuerzas, la sostuve en mis brazos y Bio emprendió carrera hacia la renovada nigromante.
Por unos momentos me olvidé de todo y lo único que existía era mi compañera. Otra vez experimenté la culpa y la impotencia, reconociendo esta vez que no habría forma de vencer a Amaterasu y que la mejor opción era huir cuanto antes.
De pronto las palabras del Capitán Werner me trajeron de vuelta a la realidad y me hizo comprender algo demasiado obvio: Amaterasu estaba muy herida y nos temía. Ni sé cómo no pude notar algo como eso. Claramente podríamos vencer.
Dejé a Xana en el suelo cuidadosamente y me giré hacia el par de escorias, justo a tiempo para ver una cadena de sucesos repentinos e inesperados con un dragón y destellos que aparecieron de la nada.
Entonces, cuando vi a la nigromante muy malherida, volví a sonreír de forma maliciosa y salí disparado hacia ella.
Por desgracia, cuando ya me encontraba cerca, Amaterasu utilizó los huesos de sus compañeros caídos para crear espadas, que luego fueron disparadas hacia sus enemigos.
Usando mis Sables Duales desvié un par de proyectiles. Reuní energía en mis piernas para dar un potente salto y luego reuní energía en mis brazos para impulsarme del techo hacia Amaterasu, planeando caer como un meteorito sobre esta.
Ella solo tuvo que moverse hacia un lado para evadirme. Luego me agarró por el cuello con una de sus manos, comenzando de inmediato a sustraer mi energía vital.
Clavé una de mis espadas en su corazón y con la otra seccioné el brazo que me sujetaba, logrando liberarme. Sin embargo, su regeneración era veloz y, al igual que antes, no tuvo problemas en unir la extremidad a su cuerpo, aunque, por unos segundos, no pudo moverlo; necesitó un poco más de tiempo para reparar músculos y tendones.
A pesar de esto, reconocí que yo no podría asesinarla con mis limitadas habilidades. Ni siquiera Bio y el ataque de un dragón pudieron antes contra ella. No obstante, tal como lo había dicho el Capitán Werner, no debíamos desanimarnos porque sí podríamos vencerla de alguna manera.
–Ahora lo entiendes, ¿no? Alguien como tú no podrá ni dejarme una cicatriz –dijo con su natural tono arrogante.
–¿Y eso qué? Después de todo lo que has hecho, nunca te perdonaré –respondí para seguidamente ir hacia ella.
–No tienes idea de lo poco que me interesa tu perdón.
Envolvió sus manos con un aura verde y esperó a que me acercara. Pateé una pequeña piedra en el suelo y esta impactó de lleno en la frente de Amaterasu, aturdiéndola por un muy breve instante y desapareciendo el aura.
Sin perder ni un segundo dividí su brazo izquierdo y dejé cortes en su pecho y piernas, para luego alejarme de un salto.
Obviamente Amaterasu no murió y su regeneración la mantuvo en una sola pieza al final. Pero entonces descubrió que mis ataques tenían el propósito de, aunque fuese por un pequeño lapso de tiempo, hacerle difícil que sus tendones y músculos dañados le permitieran moverse.
Y el capitán supo muy bien aprovechar ese valioso instante para hacer su jugada. Así que se lanzó sobre Amaterasu, la atacó con astucia para asegurarse de que ella no pudiera actuar en repuesta y, tomando la opción más inteligente, se las ingenió para hacerla tragar una granada.
Una vez más el lugar retumbó por la explosión, sin embargo, pude alejarme lo suficiente para no salir lastimado. La nube de humo y polvo resultante me hizo imposible ver el resultado de inmediato, lo que en otra circunstancia me hubiera sido frustrante, pero esta vez tenía la sensación de que habíamos vencido.
Por desgracia esto no me aliviaba por completo; hasta ahora no sabía si Xana estaba bien, por lo que lo primero que hice fue buscarla, ignorando mi cansancio y sin siquiera preguntarme si el resto de mis compañeros estaban vivos o no.
(☞゚∀゚)☞ OFFROL ☜(゚∀゚☜)
Bueno, en realidad no tengo nada más que decir, pero... todos escribían algo offrol y yo..., pues..., solo quería ser popular. Así que dejaré esta imagen por aquí- Sorpresita:
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Rauko
Aerandiano de honor
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] Fénix
El humo se dispersó lentamente, aquella gran energía aún estaba allí, seguía latente y vivaz entre las nubes pero yo no estaba en condiciones de preocuparme por eso, ella seguí allí, la mujer aún estaba con vida, podía sentirlo. Mi intervención había tenido éxito de manera inesperada, su maldad se sentía en el ambiente pero yo con bastante dificultad logré ponerme de pie, mi mente exagerada me decía una y otra vez que aquí seguro terminé con una o dos costillas rotas, sin embargo el golpe resultó ser meramente superficial, algo que tampoco esperaba.
Sus ojos se posaron sobre mí erizando mi piel por completo. Era lógico pensar que me notó pero ahora que logre su atención no estaba tan segura si era lo que realmente deseaba.
Ya de pie avance unos cuantos pasos al escuchar su voz, estaba siendo "generosa" conmigo y temía demasiado el saber que podría ocurrir si no correspondía a sus buenas palabras y su buen gesto. Estar a su lado era algo excitante e indescriptible, el aura que irradiaba era, como decirlo, casi visible e invasivo, allí parada y bajo su protección sentía el poder envolviéndome e instándome a sacar lo mejor de mí del lado más oscuro de mi alma, como si removiera aquellos deseos oscuros para alimentar el poder, un experimentar como nunca antes había vivido. Un éxtasis que cosquilleaba mi vientre desde lo más profundo y con el moverse de la espada mi cuerpo reacciono en una explosión en cada poro de la piel que no lograba definir, mis brazos, piernas, hasta la punta de cada cabello sentía la energía revoloteando de una manera exquisita "será que algún día lograre una intensidad igual?" me pregunte con la más amplia de las sonrisas. Estaba sedada de tanto poder.
Me mantuve excluida de la cadena de hechos que luego tuvo lugar frente a mí, tras aquella barrera no había nada que hacer por lo pronto y mi mente divagaba de sentir aquella aura oscura que la colmaban de forma desbordada. Desde donde estaba no podía percibir lo que ocurría del otro lado del campo con los demás pero si escuchaba sus voces con toda claridad, por un momento no se sentía tan bien estar de este lado ya que aquella mujer había lastimado al único que se portó bien conmigo; no es como si de golpe y porrazo tuviese un cambio de corazón y ahora enfrentaría a esta loca con mi inexistente poder, pero no me gustaba lo que estaba haciendo. Aun así, como la inteligente cobarde que era, no hice absolutamente nada hasta que ciertos eventos me permitieron leer un panorama diferente de la situación.
Una nueva explosión y en cuestión de nada, un nuevo atacante aparecía para disputarse todo con la fémina.
Aquella gran criatura lograba formar ondas en el aire con su cuerpo por lo que no resultaba difícil saber que no era un humano pero su cuerpo hacia ruido, un ruido sutil y chirriante como el de chispas eléctricas que siguiéndolas me dibujaban a la criatura con total claridad. Un ruido que yo conocía perfectamente: Reivy.
Ella agitaba su cola contra mí y no podía hacer más que retroceder y alejarme de Amaterasu, esto era muy malo, podía lidiar con el hecho de que aquellas personas me odiaran pero ahora mi única amiga me estaba atacando. Mis sentimientos comenzaban a mezclarse y confundirse, no lograba ver ni pensar con lógica como otras veces ya que sentía el corazón palpitandome la garganta mientras trataba de buscar razones inexistentes e incoherentes para explicarme lo que sucedía. "Por qué!?!?!? Por qué me ataca!? Que le hice a ella!?! También me odia como el resto?!?!" quería creer que era así, mi subconsciente jugaba en mi contra y me brindaba el panorama que todo a mi alrededor tenía sobre mí, cada pregunta era un puñal y dolía profundo pero reaccione cuando la limitada y oscura energía que me hipnotizaba desapareció.
Me di una cachetada improvisada y apague toda voz en mi cabeza, a veces cometía el error de permitirme aquel molesto e innecesario ruido. Los cuatro seguían allí, dos ya en el piso y uno desesperado por otro, la nigromante gritaba insultando a Reivy y ella no solo había dejado de atacarme sino que además estaba entre las dos "me aparto de esa manera?". No sé qué había ocurrido a ciencia cierta, pero su gran y oscuro poder ya no era tan fuerte ni tan interesante. Algo había hecho mi amiga para cambiar este panorama.
Si ya no tenía poder, ya no me interesaba, luego sus gritos siguieron y si me robaron una carcajada disimulado "Jovencita?" Ahora con certeza podía afirmar que aquella señora era una completa Loca.
- No, no quiero - exprese sin levantar la voz y cruzándome de brazos mientras torcía la boca en un clásico puchero de rabieta infantil. Sentí entonces la cola de mi amiga contra mi pierna y entendí fuerte y claro el mensaje: Quizás esa mujer estaba débil sin su X fuerza al igual que todos aquí, pero si ella llegaba a morir y aun que pudiera ser quien la mate, el resto no me perdonaría lo que ocurrió y no me quedaría allí a convertirme en el próximo blanco. Con toda confianza y la mano sobre aquella cola, camine alrededor de su cuerpo, me subí a su lomo como pude. Lejos de verme como un jinete más parecía un bulto desparejo que se aferraba con fuerza a las escamas como púas sobresalientes de la columna del dragón.
Ellos seguro siguieron peleando, pero una vez con Rei, mi mente se desconectó y solo me concentre en no caerme cuando comenzara a moverse, lo que pronto ocurrió. Salimos de allí volando por el mismo hueco por donde llegó.
El viento contra mí y con él me movía yo, mi estómago subía y bajaba doliéndome con cada aletazo que daba, volvían las nuevas sensaciones, lo inesperado. Este pareció ser un escape justo y perfecto, por lo que amé tener amigas como ella de mi lado dándole alivio a mi corazón.
___________________Sus ojos se posaron sobre mí erizando mi piel por completo. Era lógico pensar que me notó pero ahora que logre su atención no estaba tan segura si era lo que realmente deseaba.
Ya de pie avance unos cuantos pasos al escuchar su voz, estaba siendo "generosa" conmigo y temía demasiado el saber que podría ocurrir si no correspondía a sus buenas palabras y su buen gesto. Estar a su lado era algo excitante e indescriptible, el aura que irradiaba era, como decirlo, casi visible e invasivo, allí parada y bajo su protección sentía el poder envolviéndome e instándome a sacar lo mejor de mí del lado más oscuro de mi alma, como si removiera aquellos deseos oscuros para alimentar el poder, un experimentar como nunca antes había vivido. Un éxtasis que cosquilleaba mi vientre desde lo más profundo y con el moverse de la espada mi cuerpo reacciono en una explosión en cada poro de la piel que no lograba definir, mis brazos, piernas, hasta la punta de cada cabello sentía la energía revoloteando de una manera exquisita "será que algún día lograre una intensidad igual?" me pregunte con la más amplia de las sonrisas. Estaba sedada de tanto poder.
Me mantuve excluida de la cadena de hechos que luego tuvo lugar frente a mí, tras aquella barrera no había nada que hacer por lo pronto y mi mente divagaba de sentir aquella aura oscura que la colmaban de forma desbordada. Desde donde estaba no podía percibir lo que ocurría del otro lado del campo con los demás pero si escuchaba sus voces con toda claridad, por un momento no se sentía tan bien estar de este lado ya que aquella mujer había lastimado al único que se portó bien conmigo; no es como si de golpe y porrazo tuviese un cambio de corazón y ahora enfrentaría a esta loca con mi inexistente poder, pero no me gustaba lo que estaba haciendo. Aun así, como la inteligente cobarde que era, no hice absolutamente nada hasta que ciertos eventos me permitieron leer un panorama diferente de la situación.
Una nueva explosión y en cuestión de nada, un nuevo atacante aparecía para disputarse todo con la fémina.
Aquella gran criatura lograba formar ondas en el aire con su cuerpo por lo que no resultaba difícil saber que no era un humano pero su cuerpo hacia ruido, un ruido sutil y chirriante como el de chispas eléctricas que siguiéndolas me dibujaban a la criatura con total claridad. Un ruido que yo conocía perfectamente: Reivy.
Ella agitaba su cola contra mí y no podía hacer más que retroceder y alejarme de Amaterasu, esto era muy malo, podía lidiar con el hecho de que aquellas personas me odiaran pero ahora mi única amiga me estaba atacando. Mis sentimientos comenzaban a mezclarse y confundirse, no lograba ver ni pensar con lógica como otras veces ya que sentía el corazón palpitandome la garganta mientras trataba de buscar razones inexistentes e incoherentes para explicarme lo que sucedía. "Por qué!?!?!? Por qué me ataca!? Que le hice a ella!?! También me odia como el resto?!?!" quería creer que era así, mi subconsciente jugaba en mi contra y me brindaba el panorama que todo a mi alrededor tenía sobre mí, cada pregunta era un puñal y dolía profundo pero reaccione cuando la limitada y oscura energía que me hipnotizaba desapareció.
Me di una cachetada improvisada y apague toda voz en mi cabeza, a veces cometía el error de permitirme aquel molesto e innecesario ruido. Los cuatro seguían allí, dos ya en el piso y uno desesperado por otro, la nigromante gritaba insultando a Reivy y ella no solo había dejado de atacarme sino que además estaba entre las dos "me aparto de esa manera?". No sé qué había ocurrido a ciencia cierta, pero su gran y oscuro poder ya no era tan fuerte ni tan interesante. Algo había hecho mi amiga para cambiar este panorama.
Si ya no tenía poder, ya no me interesaba, luego sus gritos siguieron y si me robaron una carcajada disimulado "Jovencita?" Ahora con certeza podía afirmar que aquella señora era una completa Loca.
- No, no quiero - exprese sin levantar la voz y cruzándome de brazos mientras torcía la boca en un clásico puchero de rabieta infantil. Sentí entonces la cola de mi amiga contra mi pierna y entendí fuerte y claro el mensaje: Quizás esa mujer estaba débil sin su X fuerza al igual que todos aquí, pero si ella llegaba a morir y aun que pudiera ser quien la mate, el resto no me perdonaría lo que ocurrió y no me quedaría allí a convertirme en el próximo blanco. Con toda confianza y la mano sobre aquella cola, camine alrededor de su cuerpo, me subí a su lomo como pude. Lejos de verme como un jinete más parecía un bulto desparejo que se aferraba con fuerza a las escamas como púas sobresalientes de la columna del dragón.
Ellos seguro siguieron peleando, pero una vez con Rei, mi mente se desconectó y solo me concentre en no caerme cuando comenzara a moverse, lo que pronto ocurrió. Salimos de allí volando por el mismo hueco por donde llegó.
El viento contra mí y con él me movía yo, mi estómago subía y bajaba doliéndome con cada aletazo que daba, volvían las nuevas sensaciones, lo inesperado. Este pareció ser un escape justo y perfecto, por lo que amé tener amigas como ella de mi lado dándole alivio a mi corazón.
En este post, mi personaje se retira <3 fue un gusto este rol gente
Merida DunBroch
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