En memoria de Midgar [Evento]
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En memoria de Midgar [Evento]
Las tropas se dirigía
Las tropas se dirigían a Lunargenta, preparados para luchar, ajenos a lo que sucedía en Vulwulfar. Sus plazas eran testigos del sentimiento reivindicativo que había vuelto a asolar en algunos ciudadanos. Sobre todo elfos, hombres-bestia y licántropos, quienes aún se acordaban de lo sucedido en Midgar. Y la guerra de Lunargenta había traído a su memoria los recuerdos de una injusticia.
Pero, ¿qué pasó? ¿Qué relación podría haber entre Midgar y la guerra actual? Poca, pero se acordaban del pasado, de cuando ellos necesitaron ayuda y los humanos les dieron la espalda.
Arom, un hombre-bestia, Kaina, una licántropa y Variel, una elfa, eran los líderes de un pequeño grupo que querían que la memoria no olvidase. Todos los años, una semana después de Midsummarblót, se reunían en diversas partes del territorio para ayudar a que todos entendieran la historia. Pero, ¿qué historia?
Harien, un elfo bardo que les acompañaba, empezó a contarla, subido a una de las fuentes de la plaza principal, ante la atónita mirada de los transeúntes. -No se sabe bien la fecha en la que empezó a arder ese bosque maldito. Algunos sabios hablan de 100 años atrás, otros suben la fecha, y otros la bajan. No es una fecha exacta, concreta. -Miró a los presentes, con expresión misteriosa -Pero sí fue un suceso que marcó la vida de esas tres razas, que vieron cómo estaban siendo ignorados y pisoteados por el resto de territorios. -Se giró y señaló a los tres presentes: Arom, Kaina y Variel.
>>Aquella época en la que Midgar tenía árboles poblados de hojas, sendos parajes verdes. Era, casi tan hermoso, como Sandorai. Casi. -sonrió - el lugar donde vivían hombres-bestia, licántropos y elfos por igual. Aquel lugar donde las tribus no eran vergonzosas, como sí trataban de hacerles ver los humanos, dragones y brujos. ¡Incluso los vampiros! ¿Para qué necesitaban cambiar su forma de vida? -Puso los ojos en blanco y siguió - por fin habían encontrado un lugar donde estar, un territorio de todos. Los elfos, desplazados a los bosques por culpa de los brujos. Eliminados de la historia. Los licántropos, marginados por parte de los humanos, vistos como salvajes. ¡¡Salvajes!! ¡Eso decían que eran! -gritó, y Kaina frunció el ceño, afectada. A día de hoy, ella pensaba que eso no había cambiado del todo, pese que había licántropos que ya disfrutaban de una vida “normal”. -Y los hombres-bestia… ¡Ay! ¡Pobres! ¡Fruto de experimentos sádicos por parte de los humanos! -Los gritos no se hicieron esperar en la sala. Aquella injusticia que habían vivido por años, afloraba después de la caída de Balder.
>>Tras esas injusticias cometidas por los humanos y los brujos, cometidas ante la indiferencia de los dragones y la burla de los vampiros… el bosque de Midgar empezó a arder. El lugar donde los licántropos, hombres-bestia y elfos disfrutaban como suyo. Y nadie les ayudó. Nadie.
Todos escuchaban con atención, ataviados con pieles, flores, hojas y pintura multicolor. En ese momento se levantó la otra elfa, Variel.
-¡Nosotros no vivimos el incendio de Midgar! Dicen que fue una maldición, o un accidente, o producto de los dioses… ¡no lo sabemos! Pero nos arrebataron el lugar donde nuestros antepasados estaban felices, alejados de las grandes ciudades. Vulwulfar… Vulwulfar es una ciudad interracial, hay mucha gente de diferentes razas, pero… ¿estamos a salvo? ¡Yo creo que no! Ya nos echaron de las islas, quemaron Midgar, nos desplazaron -señaló a sus dos compañeros - de las ciudades, experimentaron con nosotros. ¡No nos trataban como a ellos! ¡Y no nos siguen tratando como a ellos!
-Los hombres-bestia son producto de experimentos horribles y, encima, vistos con asco. Nosotros tenemos que disimular nuestra conversión y hacer ver que somos “humanos normales”, ¡eso no ocurre con los brujos o los dragones! Ellos… no tienen que estar dando explicaciones. Nosotros sí. Sobre cómo vivimos, nuestra conversión… y los elfos y elfas son objeto de fetiche de muchos humanos, o de burla por vivir como ellos eligen. ¿Creéis que podemos aguantar esto? ¡Pues no! -”¡No!”, gritaban los demás. Muchos no eran elfos, hombres-bestia o licántropos, pero apoyaban el hecho de que esas razas eran vistas de forma diferente.
-Calma, calma -interrumpió Arom ante el efusivo sentimiento de lucha que irradió la plaza, con una sonrisa -, no vamos a pelearnos contra ellos. Bastante tienen con sus guerras. Nosotros solo queremos decir que ¡estamos aquí! ¡Como todos los años! Que, a pesar de todo, los hombres-bestia existimos y vivimos entre ellos, aunque nos miren con recelo. Los elfos existen, y viven entre ellos sin ser un fetiche. Y los licántropos están en nuestras calles y ciudades, y no tendrían por qué esconder su raza. Nadie lo hace, en realidad. Es por eso que… ¡estamos de celebración! Todos juntos, estamos aquí, les guste a los demás o no. Así que… ¡Llenemos la plaza y las calles de la ciudad! -sonrió muy efusivo el hombre-bestia, quien, cuando había coincidido con sus dos amigos y el bardo, no esperaban que se uniera más que una o dos personas, no todas las que estaban ahí con ellos. No eran tantas como las que participaron en Midsummarblot, pero… eran suficientes.
Habían decorado la plaza con los colores de los estandartes de las tres razas, entrelazados, haciendo bonitas formas. Muchos llevaban capas de esos colores, también. Y la música de bardos y juglares empezó a sonar por la ciudad. ¡Era hora de celebrar!
Daré una pequeña explicación, ya que hay muchos usuarios nuevos. Además, este evento también lo es, hecho para celebrar el día del Orgullo LGTBI+, pero… un poco adaptado a nuestra temática medieval e historia del foro, basándola en la historia de la lucha LGTBI+.
Como siempre, hagamos una breve explicación de qué tratan estos eventos para los más novatos. En estos eventos buscamos la participación del mayor número de usuarios como sea posible. Como excusa solemos utilizar una festividad real mezclada con otra inventada de nuestro foro. En este caso, rendimos tributo al incendio de Midgar a la vez que celebramos el día del Orgullo LGTBI+(no lo he podido evitar).
Información:
* Libre partición. Todos los usuarios con la ficha de personaje aprobada pueden participar.
* El evento finalizará el 5 de julio de 2018. Puedo dejar una prologa de 3 días si alguno desea participar y no le va a dar tiempo.
* Estad atentos porque en este evento proponemos varias actividades. Deberéis realizar al menos una.
* Aunque las actividades se puedan completar con un único post, si creéis que el ambiente de festividad y la ocasión puede veniros bien para generar una pequeña trama entre vosotros, está permitido postear más de una vez.
* Tenéis total libertad de turnos. No tendréis que esperar a otro usuario para postear. Aun así, os pido, que postéis con lógica.
* Si has conocido a cualquiera de mis personajes y crees que puede resultar divertido interactuar con ellos, puedes hacerlo. Lo único que te pido es que lo hagas con lógica. Es decir, si ves que un usuario se ha adelantado y ha cogido a Hont (por ejemplo) y se lo ha llevado a bailar, no se lo arrebates y digas que Hont está haciendo otra cosa totalmente diferente. De hacerlo, lo consideraré metarol y será penalizado.
Actividades:
* Crear muñecos de una raza diferente a la propia y regalárselo a un amigo (usuario) de la misma raza que el muñeco. Si careces de amistades de diferentes razas, deberás quemar el muñeco en una hoguera.
* Presentarte al baile con un disfraz de licántropo, hombre bestia o elfo. El mejor disfraz obtendrá una recompensa de 50 aeros adicionales.
* Bailar con un usuario de raza diferente a la propia.
* Dar salseo LGTBI+
* Emular la quema de Midgar con un baile con antorchas.
* Adornar el evento con cintas y estandartes que representen la diversidad racial de Aerandir.
Recompensas:
* +5 ptos de experiencia
* 50 aeros
* Objeto recordatorio del evento.
* Aquellos que creen una pequeña trama dentro del tema serán recompensados con un obsequio adicional.
* Dependiendo de vuestras acciones, también podréis sufrir una maldición. Hay usuarios que toman las maldiciones como recompensas.
En memoria de la maldición de Midgar
Las tropas se dirigían a Lunargenta, preparados para luchar, ajenos a lo que sucedía en Vulwulfar. Sus plazas eran testigos del sentimiento reivindicativo que había vuelto a asolar en algunos ciudadanos. Sobre todo elfos, hombres-bestia y licántropos, quienes aún se acordaban de lo sucedido en Midgar. Y la guerra de Lunargenta había traído a su memoria los recuerdos de una injusticia.
Pero, ¿qué pasó? ¿Qué relación podría haber entre Midgar y la guerra actual? Poca, pero se acordaban del pasado, de cuando ellos necesitaron ayuda y los humanos les dieron la espalda.
Arom, un hombre-bestia, Kaina, una licántropa y Variel, una elfa, eran los líderes de un pequeño grupo que querían que la memoria no olvidase. Todos los años, una semana después de Midsummarblót, se reunían en diversas partes del territorio para ayudar a que todos entendieran la historia. Pero, ¿qué historia?
Harien, un elfo bardo que les acompañaba, empezó a contarla, subido a una de las fuentes de la plaza principal, ante la atónita mirada de los transeúntes. -No se sabe bien la fecha en la que empezó a arder ese bosque maldito. Algunos sabios hablan de 100 años atrás, otros suben la fecha, y otros la bajan. No es una fecha exacta, concreta. -Miró a los presentes, con expresión misteriosa -Pero sí fue un suceso que marcó la vida de esas tres razas, que vieron cómo estaban siendo ignorados y pisoteados por el resto de territorios. -Se giró y señaló a los tres presentes: Arom, Kaina y Variel.
>>Aquella época en la que Midgar tenía árboles poblados de hojas, sendos parajes verdes. Era, casi tan hermoso, como Sandorai. Casi. -sonrió - el lugar donde vivían hombres-bestia, licántropos y elfos por igual. Aquel lugar donde las tribus no eran vergonzosas, como sí trataban de hacerles ver los humanos, dragones y brujos. ¡Incluso los vampiros! ¿Para qué necesitaban cambiar su forma de vida? -Puso los ojos en blanco y siguió - por fin habían encontrado un lugar donde estar, un territorio de todos. Los elfos, desplazados a los bosques por culpa de los brujos. Eliminados de la historia. Los licántropos, marginados por parte de los humanos, vistos como salvajes. ¡¡Salvajes!! ¡Eso decían que eran! -gritó, y Kaina frunció el ceño, afectada. A día de hoy, ella pensaba que eso no había cambiado del todo, pese que había licántropos que ya disfrutaban de una vida “normal”. -Y los hombres-bestia… ¡Ay! ¡Pobres! ¡Fruto de experimentos sádicos por parte de los humanos! -Los gritos no se hicieron esperar en la sala. Aquella injusticia que habían vivido por años, afloraba después de la caída de Balder.
>>Tras esas injusticias cometidas por los humanos y los brujos, cometidas ante la indiferencia de los dragones y la burla de los vampiros… el bosque de Midgar empezó a arder. El lugar donde los licántropos, hombres-bestia y elfos disfrutaban como suyo. Y nadie les ayudó. Nadie.
Todos escuchaban con atención, ataviados con pieles, flores, hojas y pintura multicolor. En ese momento se levantó la otra elfa, Variel.
-¡Nosotros no vivimos el incendio de Midgar! Dicen que fue una maldición, o un accidente, o producto de los dioses… ¡no lo sabemos! Pero nos arrebataron el lugar donde nuestros antepasados estaban felices, alejados de las grandes ciudades. Vulwulfar… Vulwulfar es una ciudad interracial, hay mucha gente de diferentes razas, pero… ¿estamos a salvo? ¡Yo creo que no! Ya nos echaron de las islas, quemaron Midgar, nos desplazaron -señaló a sus dos compañeros - de las ciudades, experimentaron con nosotros. ¡No nos trataban como a ellos! ¡Y no nos siguen tratando como a ellos!
-Los hombres-bestia son producto de experimentos horribles y, encima, vistos con asco. Nosotros tenemos que disimular nuestra conversión y hacer ver que somos “humanos normales”, ¡eso no ocurre con los brujos o los dragones! Ellos… no tienen que estar dando explicaciones. Nosotros sí. Sobre cómo vivimos, nuestra conversión… y los elfos y elfas son objeto de fetiche de muchos humanos, o de burla por vivir como ellos eligen. ¿Creéis que podemos aguantar esto? ¡Pues no! -”¡No!”, gritaban los demás. Muchos no eran elfos, hombres-bestia o licántropos, pero apoyaban el hecho de que esas razas eran vistas de forma diferente.
-Calma, calma -interrumpió Arom ante el efusivo sentimiento de lucha que irradió la plaza, con una sonrisa -, no vamos a pelearnos contra ellos. Bastante tienen con sus guerras. Nosotros solo queremos decir que ¡estamos aquí! ¡Como todos los años! Que, a pesar de todo, los hombres-bestia existimos y vivimos entre ellos, aunque nos miren con recelo. Los elfos existen, y viven entre ellos sin ser un fetiche. Y los licántropos están en nuestras calles y ciudades, y no tendrían por qué esconder su raza. Nadie lo hace, en realidad. Es por eso que… ¡estamos de celebración! Todos juntos, estamos aquí, les guste a los demás o no. Así que… ¡Llenemos la plaza y las calles de la ciudad! -sonrió muy efusivo el hombre-bestia, quien, cuando había coincidido con sus dos amigos y el bardo, no esperaban que se uniera más que una o dos personas, no todas las que estaban ahí con ellos. No eran tantas como las que participaron en Midsummarblot, pero… eran suficientes.
Habían decorado la plaza con los colores de los estandartes de las tres razas, entrelazados, haciendo bonitas formas. Muchos llevaban capas de esos colores, también. Y la música de bardos y juglares empezó a sonar por la ciudad. ¡Era hora de celebrar!
- Personajes:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Arom
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Kaina
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Variel
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Daré una pequeña explicación, ya que hay muchos usuarios nuevos. Además, este evento también lo es, hecho para celebrar el día del Orgullo LGTBI+, pero… un poco adaptado a nuestra temática medieval e historia del foro, basándola en la historia de la lucha LGTBI+.
Como siempre, hagamos una breve explicación de qué tratan estos eventos para los más novatos. En estos eventos buscamos la participación del mayor número de usuarios como sea posible. Como excusa solemos utilizar una festividad real mezclada con otra inventada de nuestro foro. En este caso, rendimos tributo al incendio de Midgar a la vez que celebramos el día del Orgullo LGTBI+
Información:
* Libre partición. Todos los usuarios con la ficha de personaje aprobada pueden participar.
* El evento finalizará el 5 de julio de 2018. Puedo dejar una prologa de 3 días si alguno desea participar y no le va a dar tiempo.
* Estad atentos porque en este evento proponemos varias actividades. Deberéis realizar al menos una.
* Aunque las actividades se puedan completar con un único post, si creéis que el ambiente de festividad y la ocasión puede veniros bien para generar una pequeña trama entre vosotros, está permitido postear más de una vez.
* Tenéis total libertad de turnos. No tendréis que esperar a otro usuario para postear. Aun así, os pido, que postéis con lógica.
* Si has conocido a cualquiera de mis personajes y crees que puede resultar divertido interactuar con ellos, puedes hacerlo. Lo único que te pido es que lo hagas con lógica. Es decir, si ves que un usuario se ha adelantado y ha cogido a Hont (por ejemplo) y se lo ha llevado a bailar, no se lo arrebates y digas que Hont está haciendo otra cosa totalmente diferente. De hacerlo, lo consideraré metarol y será penalizado.
Actividades:
* Crear muñecos de una raza diferente a la propia y regalárselo a un amigo (usuario) de la misma raza que el muñeco. Si careces de amistades de diferentes razas, deberás quemar el muñeco en una hoguera.
* Presentarte al baile con un disfraz de licántropo, hombre bestia o elfo. El mejor disfraz obtendrá una recompensa de 50 aeros adicionales.
* Bailar con un usuario de raza diferente a la propia.
* Emular la quema de Midgar con un baile con antorchas.
* Adornar el evento con cintas y estandartes que representen la diversidad racial de Aerandir.
Recompensas:
* +5 ptos de experiencia
* 50 aeros
* Objeto recordatorio del evento.
* Aquellos que creen una pequeña trama dentro del tema serán recompensados con un obsequio adicional.
* Dependiendo de vuestras acciones, también podréis sufrir una maldición. Hay usuarios que toman las maldiciones como recompensas.
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Re: En memoria de Midgar [Evento]
-No puedo negar que los humanos me han tratado mal...Aunque siempre pensé que era por ser huérfana y pobre y no por ser una mujer-bestia.- Comentaba Catherine mientras se enfilaba a lo alto de de una casa de una sola planta y se afanaba por atar una de las largas tiras decorativas con las que las calles de Vulwulfar se encontraban ya casi por completo engalanadas. Pocas faltaban ya por ser colocadas para cuando los organizadores principales de aquel evento comenzaron sus discursos. Algunos positivos, otros teñidos de peligrosas advertencias, de rencor y puede que incluso de un vengativo odio. -Esto ya está, lánzame la siguiente.- Pidió a continuación mientras quedaba colgada boca abajo solo sujetada a uno de los salientes de la casa por las piernas.
-En Aerandir si algo no falta es odio. Y ni siquiera hace falta nada que lo justifique, por desgracia. No me atrevería a decir que los humanos odian a otras razas más de lo que se odian entre ellos. Ni que el resto de razas estén libres de esa lacra. Dinero, tierras, colores, banderas, gustos, creencias, prácticamente cualquier cosa sirve de excusa a algunos para odiarse. Para convertirse en los falsos adalides del "lo nuestro" cuando a muchos solo les interesa el "Yo".- Respondió la elfa preparando el siguiente adorno y lanzándoselo a la pelirroja, sin preocuparse porque esta pudiera caerse de aquel tejado, a esas alturas ya sabía de sobra que no lo haría.
-¿Acaso todos los clanes de licántropos permiten pleno acceso a otras razas en su territorio sin desconfiar o pensar que están muy lejos de casa? Sandorai puede ser especialmente hermético con cualquier no elfo, especialmente cuanto más cerca de Árbol madre te encuentres. En mi clan los no elfos que entran pueden contarse con los dedos de las manos. Yo no había visto a ningún orejas redondas hasta que salí de mi hogar. -Confesó la elfa haciendo memoria. -No, ahora que lo pienso estaba aquel bardo...pero eso pasó cuando era una niña.-
-¿Y qué opinan los tuyos de los hombres-bestia? Me gustaría ver alguna vez cómo es tu hogar, pero tal y como lo pintas parece que la cosa podría ser todo un problema.- Catherine arrugó la nariz, aún boca abajo y sinceramente preocupada por aquella eventualidad.
-Pues, conocemos los detalles de la raza, la historia y demás, pero cometeríamos un error si no dejásemos pasar a nadie de una raza juzgándolo solo como miembro de dicha raza. Igual que cometeríamos un error presuponiendo que todos los elfos son buenos y bienintencionados.- De nuevo se quedó un momento pensativa. -Yo diría que en mi hogar podrían entrar hasta brujos. Ya que se juzgaría a la persona y no a la raza.- Asintió. -Igualmente como está cerca de Árbol madre, no es que sean muy habituales las visitas.-
-Vale...¿Y qué opinais de una mujer-bestia, felina, pelirroja, con el cuerpo cubierto de suave y brillante pelo, nariz encantadora y sonrisa deslumbrante? Una chica con una infancia un poco...complicada. Ya sabes.- Preguntó esbozando una amplia sonrisa que dejó sus afilados colmillos a la vista, aunque de manera adorable.
-Ummm, déjame que lo piense...- Catherine arrugó de nuevo la nariz y se descolgó, bajando de un salto y mirando a su amiga claramente enfurruñada por el hecho de que tuviera que pensárselo.
-¿Realmente te lo estás pensando? Pensaba que quitarte de encima a los hijos de los fruteros, y a las arañas antropófagas estaba más valorado...- Se quejó poniendo ojitos.
-Solo bromeaba. Claro que podremos ir juntas, yo respondo por tí.- Terminó la broma la elfa acariciando la melena pelirroja de la felina, haciendo que su gesto cambiara por completo. -Anda, terminemos de colocar esto y unámonos a la fiesta.-Dijo la joven lanzándole el extremo de otro de aquellos coloridos adornos tricolor a modo de juego.
-Siii. Lo bueno es que a diferencia de tus fiestas de nobles en esta no tenemos que ponernos un aparatoso disfraz y máscaras incómodas. Ya vamos vestidas para la ocasión.- Diría la pelirroja antes de volver a encaramarse al tejado con pasmosa facilidad. -Así que no habías visto a ningún humano hasta que saliste del bosque...¿Qué te parecieron? Yo siempre estuve rodeada de ellos así que no he tenido nunca una...experiencia así de chocante.- Inquirió de nuevo descolgada y atando fuertemente otro extremo de un adorno.
-Pues...Fue menos impactante de lo que esperaba. Aunque esas orejitas suyas tan pequeñitas...Creo que debí quedarme un par de minutos observándolas como una tonta. Fue muy desconsiderado por mi parte pero...Es que son realmente pequeñas.- Respondió la elfa un poco avergonzada por aquello, aunque sin poder evitar una risita al recordar aquello.
-En Aerandir si algo no falta es odio. Y ni siquiera hace falta nada que lo justifique, por desgracia. No me atrevería a decir que los humanos odian a otras razas más de lo que se odian entre ellos. Ni que el resto de razas estén libres de esa lacra. Dinero, tierras, colores, banderas, gustos, creencias, prácticamente cualquier cosa sirve de excusa a algunos para odiarse. Para convertirse en los falsos adalides del "lo nuestro" cuando a muchos solo les interesa el "Yo".- Respondió la elfa preparando el siguiente adorno y lanzándoselo a la pelirroja, sin preocuparse porque esta pudiera caerse de aquel tejado, a esas alturas ya sabía de sobra que no lo haría.
-¿Acaso todos los clanes de licántropos permiten pleno acceso a otras razas en su territorio sin desconfiar o pensar que están muy lejos de casa? Sandorai puede ser especialmente hermético con cualquier no elfo, especialmente cuanto más cerca de Árbol madre te encuentres. En mi clan los no elfos que entran pueden contarse con los dedos de las manos. Yo no había visto a ningún orejas redondas hasta que salí de mi hogar. -Confesó la elfa haciendo memoria. -No, ahora que lo pienso estaba aquel bardo...pero eso pasó cuando era una niña.-
-¿Y qué opinan los tuyos de los hombres-bestia? Me gustaría ver alguna vez cómo es tu hogar, pero tal y como lo pintas parece que la cosa podría ser todo un problema.- Catherine arrugó la nariz, aún boca abajo y sinceramente preocupada por aquella eventualidad.
-Pues, conocemos los detalles de la raza, la historia y demás, pero cometeríamos un error si no dejásemos pasar a nadie de una raza juzgándolo solo como miembro de dicha raza. Igual que cometeríamos un error presuponiendo que todos los elfos son buenos y bienintencionados.- De nuevo se quedó un momento pensativa. -Yo diría que en mi hogar podrían entrar hasta brujos. Ya que se juzgaría a la persona y no a la raza.- Asintió. -Igualmente como está cerca de Árbol madre, no es que sean muy habituales las visitas.-
-Vale...¿Y qué opinais de una mujer-bestia, felina, pelirroja, con el cuerpo cubierto de suave y brillante pelo, nariz encantadora y sonrisa deslumbrante? Una chica con una infancia un poco...complicada. Ya sabes.- Preguntó esbozando una amplia sonrisa que dejó sus afilados colmillos a la vista, aunque de manera adorable.
-Ummm, déjame que lo piense...- Catherine arrugó de nuevo la nariz y se descolgó, bajando de un salto y mirando a su amiga claramente enfurruñada por el hecho de que tuviera que pensárselo.
-¿Realmente te lo estás pensando? Pensaba que quitarte de encima a los hijos de los fruteros, y a las arañas antropófagas estaba más valorado...- Se quejó poniendo ojitos.
-Solo bromeaba. Claro que podremos ir juntas, yo respondo por tí.- Terminó la broma la elfa acariciando la melena pelirroja de la felina, haciendo que su gesto cambiara por completo. -Anda, terminemos de colocar esto y unámonos a la fiesta.-Dijo la joven lanzándole el extremo de otro de aquellos coloridos adornos tricolor a modo de juego.
-Siii. Lo bueno es que a diferencia de tus fiestas de nobles en esta no tenemos que ponernos un aparatoso disfraz y máscaras incómodas. Ya vamos vestidas para la ocasión.- Diría la pelirroja antes de volver a encaramarse al tejado con pasmosa facilidad. -Así que no habías visto a ningún humano hasta que saliste del bosque...¿Qué te parecieron? Yo siempre estuve rodeada de ellos así que no he tenido nunca una...experiencia así de chocante.- Inquirió de nuevo descolgada y atando fuertemente otro extremo de un adorno.
-Pues...Fue menos impactante de lo que esperaba. Aunque esas orejitas suyas tan pequeñitas...Creo que debí quedarme un par de minutos observándolas como una tonta. Fue muy desconsiderado por mi parte pero...Es que son realmente pequeñas.- Respondió la elfa un poco avergonzada por aquello, aunque sin poder evitar una risita al recordar aquello.
Última edición por Níniel Thenidiel el Vie Jun 29 2018, 21:34, editado 1 vez
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
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Re: En memoria de Midgar [Evento]
Me lo había ganado, o eso quería creer.
La tensión de esos días se me había ido acumulando en la espalda. El obligarme a actuar como un líder. El dejar atrás una naturaleza egoista y actuar por el bien común. Era frustrante, en ocasiones. No podía mostrar debilidad ni inseguridad. Al final lo disfrutaba, por supuesto, pero no quitaba que fuese algo estresante. Tenía que estar siempre alerta, después de todo.
Necesitaba ese descanso. Una festividad como aquella era lo ideal. Tal vez fuese algo hipócrita por mi parte, después de haber estado en guardia durante la festividad anterior. Pero no me importaba. Durante esa noche, mi imagen no existía. Era libre.
-Estoy listo.- dijo la voz de Syl a mi espalda. Me aparté de la ventana de la posada y le miré. Arqueé una ceja. No llevaba su armadura de cuero, pero...
-Deberías librarte de la camisa.- sugerí, esbozando media sonrisa. -Nadie nos va a juzgar hoy.-
-Ah, claro. Es sólo por eso por lo que vas así.- replicó, divertido. Resoplé. Quería evitar pasar calor por al menos un miserable día, pero también era cierto que añoraba la libertad que me proporcionaba aquello. Salvo por unos pantalones (cortados a la altura de las rodillas) no iba a llevar nada en absoluto. Ni armas, ni venenos, ni runas. Estaba allí para divertirme, después de todo.
Me acerqué al gato y le ayudé a desprenderse de su camisa, insistente. A pesar de sus protestas, en cuando la prenda salió por encima de su cabeza, el gato me dio un ligero beso en los labios. Sonreí y le abracé alegremente, llegando incluso a levantarlo del suelo entre risas compartidas.
-Vale, ahora sí.- dije, librandole de mi agarre y retrocediendo un par de pasos. El pardo cogió la cinta roja y se la ató a la cintura. Sonreí, satisfecho. Me di la vuelta, mirando a la ventana. -Vamos.-
-La puerta está al otro lado.- comentó mi compañero.
-Lo sé.- cubrí la distancia con unas rápidas zancadas y salté por la ventana, encogiéndome al último instante para no golpearme contra el marco. Caí de pie sobre la calle, listo para continuar, pero tuve que esperar a que el gato bajase por las escaleras. Aún tendría que contagiarle el entusiasmo. -Venga, venga. Tenemos mucha noche por delante.- dije.
-Tiembla, mundo.- sonrió Syl, apareciendo por la puerta de la posada. -Imagino que no podemos simplemente caminar, ¿no?-
-¡Una carrera!- exclamé, echando a correr hacia un callejón desde el que comencé mi ascenso a los tejados. Me apoyé sobre una caja y salté, encaramándome a la ventana de un segundo piso. Desde ahí, el subir fue sencillo. Miré atrás. El gato ya había subido al tejado contiguo y estaba esprintando sobre los edificios. Salí detrás de él, saltando sobre el espacio entre los tejados.
[. . .]
La persecución acabó en la plaza de la ciudad. No había sido del todo justo. El gato era demasiado escurridizo, y no había usado mis runas. Pero finalmente, llegamos. Desde la altura se podía ver todo. Los colores de los distintos estandartes llenaban toda la ciudad. La celebración ya había empezado.
El ruido del gentío y la música me recordaba a Lunargenta. Miré a Syl. Había mucho por hacer.
-Allí.- dije, señalando a una serie de grandes cestas en mitad de la plaza. En ellas, había innumerables cintas de los tres colores. La gente las cogía y las colgaba por todas partes, contribuyendo a adornar la ciudad. Descendí entre salientes junto a mi compañero y fui a recoger unas cuantas. Tres cintas turquesa, tres amarillo crema y otras tres verdes. Comencé a atarlas en torno a mis brazos, cubriendo la zona de los biceps con los distintos colores, y até las restantes en torno a mi pierna.
-¿Que vas a hacer con tantas?- preguntó el gato, curioso.
-Adornar a la gente, por supuesto.- sonreí. Busqué con la mirada a la primera "víctima". Pero sabía quien iba a ser desde el principio. No, aún mejor. Desaté una de las cintas crema y sujeté a Syl con un solo brazo. El gato no se resistió mientras la colocaba en torno a su cuello, en forma de bandana. -Esto no tiene tanta gracia si no pataleas.- comenté.
-Oh, no. Suéltame, te lo suplico.- dijo, sarcástico. Me sacó la lengua. Parecía estar de muy buen humor.
-Ven. Quiero presentarte a alguien.- Tomé al gato de la mano y empecé a correr entre la gente, evitando chocarme contra nadie. Había visto mi objetivo desde arriba.
El hombre bestia estaba de espaldas, hablando con uno de los bardos. No me había visto aún. Me agazapé, emocionado, mientras Syl me miraba con una ceja arqueada. Rápidamente, me acerqué más y más a Arom... y le cogí por la cintura, alzándolo mientras giraba. El quejido de sorpresa seguido de las risas del cánido hizo que las miradas se centrasen en él. Como había hecho antes con el gato, lo dejé en el suelo tras unos segundos. Se tambaleó ligeramente, pero su continua sonrisa se ensanchó aún más.
-¡Wernack!- dijo, sorprendido. -¡Han pasado años!- Estrechó mi mano alegremente. Le había conocido mucho tiempo atrás, en ese mismo día. Pero no me lo había encontrado desde que acabé en los calabozos de Lunargenta.
-En realidad, mi nombre es Asher. Ya no uso ese otro.- le corregí. -Esta vez es mucho más grande que otros años, ¿eh?-
-Y que lo digas.- asintió. -Creo que es la mayor hasta la fecha... De todas formas, ¿Quien es ese que traes, grandullón?- inquirió, mirando a Syl. Le ofreció su mano, sonriendo.
-Ah. Es mi... compañero.- dije, inseguro de si revelarlo aún.
-Novio.- me corrigió. -Me llamo Syl.- Estrechó la mano de Arom. Este me miró con una sonrisa cómplice.
-Como pasa el tiempo.- observó. -Casi me haces sentir mayor.- golpeé al hombre bestia en el hombro amistosamente. Luego, saqué una de las vendas de mi brazo y la enrollé en torno al suyo sin pedir permiso. Una verde, de los licántropos. -¿...otra vez?-
-Otra vez.- afirmé. Ese juego había sido un buen entretenimiento cada año que asistía. Cuanta más gente, mejor. Miré alrededor, buscando gente a la que "decorar" con las cintas y centrándome en aquellos sin símbolos mientras Syl hablaba con el otro can. Nadie podría estar sin una capa, cinta o disfraz.
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Libre interacción con cualquiera. Hay Asher para todos. Podéis relatar como el hombre perro de dos metros os "asalta" con una cinta si no sabéis como iniciar conversación.
Asher Daregan
Aerandiano de honor
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Re: En memoria de Midgar [Evento]
Era época de celebraciones, sin duda, o quizás siempre lo había sido y Demian simplemente no había prestado la suficiente atención.
El chico caminó por la engalardonada ciudad, manos en los bolsillos y capucha sobre la cabeza. Los brujos no parecían ser los más populares en la celebración en curso. Lo había sabido apenas entrar, cuando una especie de predicador intentaba captar la atención de un grupo de elfos hablando sobre la necesidad de su pueblo de protegerse de las atrocidades de esa raza.
No sabía exactamente en qué momento había ocurrido, pero la percepción de Demian sobre la visión que tenían las otras razas de la propia ya no era tan idílica como apenas un par de años antes.
Mientras crecía en el templo, había aprendido que los brujos eran un pueblo especial dentro de todo Aerandir, bendecido por el Éter para poder usarlo en beneficio del progreso de todo el mundo. Su misión iba más allá de sus fronteras, era su deber generar el bienestar en todo el continente y, por supuesto, las otras razas se sentían agradecidas de ello. Incluso su labor como asesino era por el bien mayor de la población.
Ahora se daba cuenta que ni lo uno ni lo otro era tan acertado. Como brujo sí tenía acceso a dones que otras razas sólo podían soñar, pero éstas a su vez tenían sus propios recursos. Por otro lado, su pueblo era visto con desconfianza y habían episodios históricos que no ayudaban precisamente a dejar una buena imagen de ellos... todo eso sin mencionar a Frendel.
Pero lo primero era lo primero y no podía haber celebración sin comida, no al menos a los ojos de Demian, así que lo primero que hizo fue ir a por una buena dosis de alimento.
Los puestos de gente vendiendo sus productos no faltaban. Vistosos kioscos se peleaban por la mejor posición, mostrando (supuestamente) las bondades de la comida tradicional de cada pueblo. El chico se decidió finalmente por ir a uno que era atendido por una mujer de orejas largas. Los elfos hacían buena comida, según había oído.
Obtuvo unas especies de galletas cubiertas en miel solidificada. Al principio tuvo que dar una fuerte mordida, pero la recompensa valió la pena. El sabor era, en efecto, no sólo intenso, sino relajante. Al parecer había algún tipo de hierba en esas cosas, a juzgar por el gusto y el tono verdoso del interior.
Siguió comiendo de sus galletas, hasta que un ser desconocido se le abalanzó de pronto.
Dio un paso atrás, pero era muy tarde, el hombre cubierto de pelos no le dejaba el suficiente espacio como para una huída rápida. Seguramente se trataba de alguno de esos fanáticos que veían en los brujos la causa de los males del mundo. ¿Cómo se había dado cuenta de que era un brujo, de todas maneras? no tenía tiempo de averiguarlo.
Su mano derecha fue a depositarse rápidamente sobre el mango de una de sus dagas, jalando para sacarla de su escondite, en el cinturón, cubierta por su amplia camisa. En una rápida mirada examinó el cuerpo del enemigo. Estaba a una buena altura y posición para dañar la arteria femoral y causar una instantánea hemorragia.
Debía confesarlo, había algo divertido y gratificante en ese tipo de ataques, esos que causan un chorro intenso y repentino de sangre, era como reventar una bolsa. El olor de la sangre fresca y caliente, por lo demás, despertaba los sentidos.
En apenas una fracción de segundo ya tenía escogido el objetivo y decidida la manera de atacar, o más bien su cuerpo iba a actuar en automático, repitiendo las técnicas ya tan pulidas sin tener que realmente pensar en ello.
Pero a pesar de la velocidad con que había reaccionado, ya era tarde, no había alcanzado a hacer el ataque a la arteria antes que el enemigo le alcanzara y rodeara el cuello. Estaba en desventaja, la criatura era de mayor tamaño y masa, si le cogía del cuello iba a estar en serios problemas. Levantó los ojos para tratar de adivinar las intenciones del agresor.
Los ojos de Demian estaban llenos de un frío asesino.
–¿W-w-wernack? –titubeó.
Le reconocía. Había pasado bastante tiempo desde que entrenaran aquella vez, por mera casualidad. Entonces el hombre-perro le había dado algunas instrucciones sobre el combate cuerpo a cuerpo. No todas las había realmente usado, pero quizás algo había quedado, algo había servido en más de algún combate.
Sí, sin duda era el mismo. No era común encontrar perros parlantes que caminan erguidos.
Con una cinta ahora que le caía como una estola, el chico disimuló la mano previamente en la daga como si se sobara el vientre y puso una sonrisa boba.
–Bonito f-festival, ¿no?
Sacó rápidamente una de las galletas y le dio un mordisco grande, para forzarse a estar imposibilitado de hablar, al menos por unos segundos. En el impulso unas migas de la galleta tomaron un recorrido erróneo en su garganta y el chico tuvo que toser de modo brusco, botando algunos trozos de galleta al suelo.
Off: Interactúo con Asher.
Demian
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Re: En memoria de Midgar [Evento]
- No creo que sea una buena idea. - repitió por segunda o tercera vez, desde el borde de la cama, donde se encontraba sentada. - ¿Prefieres quedarte aquí encerrada hasta que acabe la guerra? Tarde o temprano tendremos que salir. - le replicó Alister, apoyado en el marco de la ventana y con los brazos cruzados. La joven bajó la vista al suelo, unió las manos sobre sus rodillas y guardó silencio, no, no podía aislarse del mundo y menos en aquel momento, pero la reciente e inesperada visita del Nigromante había conseguido trastocarla. - No tenemos idea de lo que me ha hecho, esas sombras suyas entraron en mi pero no soy capaz de escucharlas como a las almas del medallón… y ni siquiera a ellas les gusta ésta situación, imagínate lo mala que deber ser. - explicó, desanimada y a la vez preocupada.
Su calvario no parecía tener fin, cuando pensaba que se acercaba a erradicar uno de los males con que llevaba años viviendo surgía otro para atormentarla. - Esas cosas de tu reliquia… ¿tampoco captan nada? - se atrevió a preguntar, aunque no le hacía ninguna gracia tener que confiar en el instinto de aquellos seres. - Creen que ese hombre ha cambiado algo dentro de mí, algo que no podremos controlar ninguna de las dos partes. - contestó la benjamina de los Calhoun, con la frustración grabada en el rostro. - Quizá se equivoquen, y de todos modos no puedes recluirte aquí, tienes que alimentarte así que levanta, el sol ya se ha puesto. - instó, al tiempo que se dirigía hacia la puerta de la habitación.
La vampira dudó a pesar de que la sed ya empezaba a provocarle aquel molesto ardor de garganta, pero tras unos instantes hizo caso a su compañero, abandonando la estancia para buscar algo de lo que alimentarse. Su paseo por la ciudad no duró mucho, pero sirvió para que el dragón se enterase de una celebración que iba a tener lugar en Vulwufar la noche siguiente, acto que le pareció una perfecta ocasión para que ambos olvidasen tanto la guerra como al Nigromante y se distrajesen, igual que habían hecho durante los festejos del solsticio.
A la mañana siguiente, cuando Elen aún dormía, salió de la posada y se dirigió al mercado para comprar un par de cosas, que de inmediato llevó al local para enseñárselas a su compañera. - He vuelto. - anunció, tras abrir la puerta y comprobar que la de cabellos cenicientos no estaba donde la había dejado. - ¿Qué es todo eso? - inquirió la joven nada más salir del baño, con la melena aún húmeda después de asearse. Al no encontrarlo en la cama había supuesto que estaba desayunando en la taberna, no esperaba verlo cargado de paquetes cuidadosamente envueltos. - Son nuestros trajes, ten, éste es el tuyo… espero que te guste. - reveló, depositando lo que traía sobre las revueltas sábanas.
- ¿Para qué necesito otro vestido Alister? Ya sabes que no estoy de humor para salir. - protestó, dejando caer la toalla con que se secaba el pelo para avanzar hasta los misteriosos bultos y abrir el par que el dragón le había señalado. Dentro encontró un bonito y amplio traje a juego con un antifaz, todo muy colorido, recordando a un pavo real. - Yo estaré ahí para lo que haga falta, si llegase a ocurrir algo te detendría. - musitó algo más serio, intentando darle la seguridad y el apoyo que necesitaba en aquellos momentos.
Al cazador le costó un poco, pero finalmente consiguió que la de ojos verdes se rindiese y aceptase el plan que tenían para esa noche, con lo que pasaron el resto del día tranquilamente hasta que llegó la hora de prepararse para viajar a Vulwufar. La noche apenas había empezado cuando cruzaron los muros de la ciudad, ya habían estado allí tiempo antes así que no les costó dar con un sitio para atar los caballos, tras lo cual intentaron entremezclarse con la multitud, escuchando en primer lugar el relato que un bardo hacía desde la fuente de la plaza central.
El odio entre razas no era nuevo para nadie, los brujos habían tenido su guerra con los elfos por las islas, licántropos y vampiros también luchaban a la mínima de cambio y se despreciaban mutuamente, era algo con lo que les tocaba vivir por desgracia. Elen al menos no se consideraba como sus antepasados, poseía una mente abierta y había hecho amistades de todo tipo, Huracán, Alister, Gabrielle, Wood, Víctor, Melena Blanca, Eärwen… todos ellos pertenecían a razas diferentes, pero eso no les había impedido mantener una buena relación. Una vez acabada la historia, con la intervención de otro hombre que calmó los ánimos y los instó a todos a celebrar con ellos la diversidad que poblaba Aerandir, la música de los bardos y juglares se adueñó de los alrededores, mientras algunos de los presentes tomaban cintas de colores y las colocaban por todas partes.
El dragón no tardó en unirse a éstos últimos, acercándose a una de las cestas que había en un puesto y tomando varias tiras de tela diferentes. - Estas son para ti. - dijo, tomando la mano de su pareja para rodear su muñeca con dos cintas entrelazadas, una roja y una naranja, como símbolo de lo que había sido y lo que era. Luego añadió una tercera de color turquesa, a fin de cuentas aquella noche iban ataviados como hombres bestia y querían demostrar que al igual que el resto, aceptaban a todas las razas.
A pesar de lo reacia que era a estar allí tras recibir la visita del Nigromante, Elen le ofreció una sonrisa sincera, bajó la vista hacia las que le quedaban y se decantó por tomar una violeta y otra turquesa, que colocó a la altura del bíceps del cazador para que cayesen grácilmente alrededor de su brazo. Con las restantes decoraron algunos puestos y los alrededores de la fuente, junto a la cual encontraron un banco en que sentarse tranquilamente y observar cómo se desarrollaba la celebración. - ¿Ves? No se está tan mal aquí. - susurró el dragón, rodeándola por la cintura y dejando que la de ojos verdes apoyase la cabeza sobre su hombro.
Off: Aprovecho este evento para dar comienzo a la nueva maldición de Elen, cortesía de Randall Flagg. Si alguien quiere interactuar con la pareja adelante.
Su calvario no parecía tener fin, cuando pensaba que se acercaba a erradicar uno de los males con que llevaba años viviendo surgía otro para atormentarla. - Esas cosas de tu reliquia… ¿tampoco captan nada? - se atrevió a preguntar, aunque no le hacía ninguna gracia tener que confiar en el instinto de aquellos seres. - Creen que ese hombre ha cambiado algo dentro de mí, algo que no podremos controlar ninguna de las dos partes. - contestó la benjamina de los Calhoun, con la frustración grabada en el rostro. - Quizá se equivoquen, y de todos modos no puedes recluirte aquí, tienes que alimentarte así que levanta, el sol ya se ha puesto. - instó, al tiempo que se dirigía hacia la puerta de la habitación.
La vampira dudó a pesar de que la sed ya empezaba a provocarle aquel molesto ardor de garganta, pero tras unos instantes hizo caso a su compañero, abandonando la estancia para buscar algo de lo que alimentarse. Su paseo por la ciudad no duró mucho, pero sirvió para que el dragón se enterase de una celebración que iba a tener lugar en Vulwufar la noche siguiente, acto que le pareció una perfecta ocasión para que ambos olvidasen tanto la guerra como al Nigromante y se distrajesen, igual que habían hecho durante los festejos del solsticio.
A la mañana siguiente, cuando Elen aún dormía, salió de la posada y se dirigió al mercado para comprar un par de cosas, que de inmediato llevó al local para enseñárselas a su compañera. - He vuelto. - anunció, tras abrir la puerta y comprobar que la de cabellos cenicientos no estaba donde la había dejado. - ¿Qué es todo eso? - inquirió la joven nada más salir del baño, con la melena aún húmeda después de asearse. Al no encontrarlo en la cama había supuesto que estaba desayunando en la taberna, no esperaba verlo cargado de paquetes cuidadosamente envueltos. - Son nuestros trajes, ten, éste es el tuyo… espero que te guste. - reveló, depositando lo que traía sobre las revueltas sábanas.
- ¿Para qué necesito otro vestido Alister? Ya sabes que no estoy de humor para salir. - protestó, dejando caer la toalla con que se secaba el pelo para avanzar hasta los misteriosos bultos y abrir el par que el dragón le había señalado. Dentro encontró un bonito y amplio traje a juego con un antifaz, todo muy colorido, recordando a un pavo real. - Yo estaré ahí para lo que haga falta, si llegase a ocurrir algo te detendría. - musitó algo más serio, intentando darle la seguridad y el apoyo que necesitaba en aquellos momentos.
Al cazador le costó un poco, pero finalmente consiguió que la de ojos verdes se rindiese y aceptase el plan que tenían para esa noche, con lo que pasaron el resto del día tranquilamente hasta que llegó la hora de prepararse para viajar a Vulwufar. La noche apenas había empezado cuando cruzaron los muros de la ciudad, ya habían estado allí tiempo antes así que no les costó dar con un sitio para atar los caballos, tras lo cual intentaron entremezclarse con la multitud, escuchando en primer lugar el relato que un bardo hacía desde la fuente de la plaza central.
El odio entre razas no era nuevo para nadie, los brujos habían tenido su guerra con los elfos por las islas, licántropos y vampiros también luchaban a la mínima de cambio y se despreciaban mutuamente, era algo con lo que les tocaba vivir por desgracia. Elen al menos no se consideraba como sus antepasados, poseía una mente abierta y había hecho amistades de todo tipo, Huracán, Alister, Gabrielle, Wood, Víctor, Melena Blanca, Eärwen… todos ellos pertenecían a razas diferentes, pero eso no les había impedido mantener una buena relación. Una vez acabada la historia, con la intervención de otro hombre que calmó los ánimos y los instó a todos a celebrar con ellos la diversidad que poblaba Aerandir, la música de los bardos y juglares se adueñó de los alrededores, mientras algunos de los presentes tomaban cintas de colores y las colocaban por todas partes.
El dragón no tardó en unirse a éstos últimos, acercándose a una de las cestas que había en un puesto y tomando varias tiras de tela diferentes. - Estas son para ti. - dijo, tomando la mano de su pareja para rodear su muñeca con dos cintas entrelazadas, una roja y una naranja, como símbolo de lo que había sido y lo que era. Luego añadió una tercera de color turquesa, a fin de cuentas aquella noche iban ataviados como hombres bestia y querían demostrar que al igual que el resto, aceptaban a todas las razas.
A pesar de lo reacia que era a estar allí tras recibir la visita del Nigromante, Elen le ofreció una sonrisa sincera, bajó la vista hacia las que le quedaban y se decantó por tomar una violeta y otra turquesa, que colocó a la altura del bíceps del cazador para que cayesen grácilmente alrededor de su brazo. Con las restantes decoraron algunos puestos y los alrededores de la fuente, junto a la cual encontraron un banco en que sentarse tranquilamente y observar cómo se desarrollaba la celebración. - ¿Ves? No se está tan mal aquí. - susurró el dragón, rodeándola por la cintura y dejando que la de ojos verdes apoyase la cabeza sobre su hombro.
Off: Aprovecho este evento para dar comienzo a la nueva maldición de Elen, cortesía de Randall Flagg. Si alguien quiere interactuar con la pareja adelante.
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Elen Calhoun
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Re: En memoria de Midgar [Evento]
Lo seres vivos son como mínimo... formidables, en plenas hostilidades encuentran espacio para el ocio y la diversión. Claramente pueden dejar la lógica en segundo plano, una habilidad en cierto modo envidiable por un ser sintético como Zero.
Z9-42 decide acatar el consejo de Giroud sobre “despejar la mente”, es algo imposible para un bio aunque otros acontecimientos pueden suplantar la matriz táctica de pensamiento que vendría siendo lo mismo a resumidas cuentas.
Ciertamente es la primera vez que visita territorio salvaje, las sociedades bestiales son muy incomprendidas en Aerandir y victimas de estigmas sociales. La xenofobia es un mal que padece cualquier ser inteligente de forma voluntaria o involuntaria.
Por otro lado el pequeño robot no puede dejar de mirar para todos lados, es un ambiente más pintoresco que las festividades humanas. La masiva diversidad y el contraste de factores convergen para crear un ambiente único.
Aunque al principio el discurso inaugural trata de evocar la intolerancia, todo se encamina rápidamente hacia un objetivo festivo. Por suerte los demás comparten la idea dando inicio al curioso evento con todo lo que eso implica.
Puede sonar extraño pero Zero pertenece a una minoría también, los bios son tratados con recelo. Corre con suerte de haber sido solo aumentado y de poder pasar por humano gracias a su propósito vital… muchos no tienen esa suerte.
Mientras medita todo con su asombrosa mente tiene lugar un encuentro físico, cierto personaje le envuelve una cinta de color verde. Resulta sorpresivamente rápido y antes de que el chico pueda replicar aquel individuo canino ya se encuentra haciendo lo mismo con otra persona.
Sujeta la tela y le mira con intriga, es un color vivo. No suele llevar tales tonalidades encima… en cierto modo se puede decir que le gusta otro tipo de espectro. Ladea la cabeza dos segundos, lo dejara consigo durante la celebración por motivos técnicos de integración.
Es un bonito color.
Con su curiosa mirada pérdida escucha a dos personas conversar sobre los objetivos opcionales del evento, tareas fijadas por los orgánicos para maximizar la diversión. Una de ellas resulta agradable para el “Niño”, la creación de muñecos.
Los bios son artesanos expertos, saben crear casi cualquier cosa gracias a sus conocimientos… y cocinan muy bien. Un escaneo detallado revela dos amistades circundantes que servirán para los propósitos de la festividad.
Sin vacilar inicia los trabajos, le toma cinco minutos elaborar cada muñeco. Tienen un buen detalle por lo que deberían resultar agradables a las partes contrarias, una sonrisa sincera se forma en el rostro de la maquina ante tal realidad.
Avanza rumbo al chico brujo Demian, le entrega el muñeco correspondiente y luego hace lo mismo con Niniel. No emite palabra alguna, solo complementa con un rostro de serenidad. No sabe separar conocidos de amigos todavía, para él todas las personas no hostiles son compañeros.
Z9-42 decide acatar el consejo de Giroud sobre “despejar la mente”, es algo imposible para un bio aunque otros acontecimientos pueden suplantar la matriz táctica de pensamiento que vendría siendo lo mismo a resumidas cuentas.
Ciertamente es la primera vez que visita territorio salvaje, las sociedades bestiales son muy incomprendidas en Aerandir y victimas de estigmas sociales. La xenofobia es un mal que padece cualquier ser inteligente de forma voluntaria o involuntaria.
Por otro lado el pequeño robot no puede dejar de mirar para todos lados, es un ambiente más pintoresco que las festividades humanas. La masiva diversidad y el contraste de factores convergen para crear un ambiente único.
Aunque al principio el discurso inaugural trata de evocar la intolerancia, todo se encamina rápidamente hacia un objetivo festivo. Por suerte los demás comparten la idea dando inicio al curioso evento con todo lo que eso implica.
Puede sonar extraño pero Zero pertenece a una minoría también, los bios son tratados con recelo. Corre con suerte de haber sido solo aumentado y de poder pasar por humano gracias a su propósito vital… muchos no tienen esa suerte.
Mientras medita todo con su asombrosa mente tiene lugar un encuentro físico, cierto personaje le envuelve una cinta de color verde. Resulta sorpresivamente rápido y antes de que el chico pueda replicar aquel individuo canino ya se encuentra haciendo lo mismo con otra persona.
Sujeta la tela y le mira con intriga, es un color vivo. No suele llevar tales tonalidades encima… en cierto modo se puede decir que le gusta otro tipo de espectro. Ladea la cabeza dos segundos, lo dejara consigo durante la celebración por motivos técnicos de integración.
Es un bonito color.
Con su curiosa mirada pérdida escucha a dos personas conversar sobre los objetivos opcionales del evento, tareas fijadas por los orgánicos para maximizar la diversión. Una de ellas resulta agradable para el “Niño”, la creación de muñecos.
Los bios son artesanos expertos, saben crear casi cualquier cosa gracias a sus conocimientos… y cocinan muy bien. Un escaneo detallado revela dos amistades circundantes que servirán para los propósitos de la festividad.
Sin vacilar inicia los trabajos, le toma cinco minutos elaborar cada muñeco. Tienen un buen detalle por lo que deberían resultar agradables a las partes contrarias, una sonrisa sincera se forma en el rostro de la maquina ante tal realidad.
Avanza rumbo al chico brujo Demian, le entrega el muñeco correspondiente y luego hace lo mismo con Niniel. No emite palabra alguna, solo complementa con un rostro de serenidad. No sabe separar conocidos de amigos todavía, para él todas las personas no hostiles son compañeros.
- Muñeco de Demian:
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- Muñeco de Niniel:
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Off: Interactuó con Demian y Niniel.
Última edición por Z9-42 el Sáb Jun 30 2018, 23:21, editado 2 veces
Z9-42
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Re: En memoria de Midgar [Evento]
Aquella fiesta era… distinta.
No parecía una de las tantas tradiciones, no era una festividad con los dioses en mente. La gente a su alrededor se divertía porque… quería hacerlo, simplemente.
Porque quería demostrar que las diferencias no importaban realmente en un lugar como Aerandir, un mundo que, a pesar de ser el hogar de tantas razas distintas, con todas con sus creencias y particularidades, era perfectamente capaz de contener a todos juntos sin necesidad de que se odiasen los unos a los otros.
Aquella celebración era el ejemplo perfecto de esto último.
Sonrió, no podía negar que le gustaba más aquel tipo de evento. Parecía más alegre, al menos.
- ¡¡Mortal!! – Lyn volvió a su lado a la carrera, se detuvo un momento a recuperar el aliento - ¡Hay un lugar para bailar allí! – Exclamó sonriendo. - ¿¡Vamos!? – Sujetó al castaño del brazo - ¡Vamos! – Insistió a continuación.
Eltrant amplió la sonrisa.
- ¿Es que quieres que se rían de mí? – Preguntó dejándose llevar un par de pasos, poniendo los ojos en blanco.
- Siempre. – Contestó Lyn al momento. – Pero hoy no va a pasar por que te muevas ligeramente de un lado a otro. – Aseguró con una sonrisa. – Yo acapararé toda la atención con mis increíbles capacidades de baile, no te preocupes. – Sentenció deteniéndose en mitad del amplio claro en el que se estaba celebrando la fiesta.
Una sonrisa se apareció en el rostro del exmercenario, que no tardó en analizar el lugar dónde estaban todos moviéndose de un lugar a otro. Algunos incluso con amplios disfraces cubriendo sus cuerpos.
- También tengo esto. – dijo sacando una larga cinta de color carmesí de entre sus bolsillos, tras mostrárselo a Eltrant procedió a atarlo en torno a su brazo izquierdo. Este no dijo nada, dejó que la muchacha adornase su brazo. – No hay lazos rojos. – dijo – He hecho este yo. – Explicó, sin perder la sonrisa, parecía más contenta de lo normal, no la veía así desde esa festividad en la que todos se “disfrazaban”. – Listo. – Bajó ambas manos hasta la cintura, momento en el que asintió al contemplar la cinta que ahora rodeaba el brazo de su amigo. - ¡Ahora te he marcado como mi propiedad! – Aseveró dejando escapar una risita, volvió a agarrarle de la mano. - ¡Vamos a bailar entonces! – Eltrant se dejó llevar otro par de pasos y puso los ojos en blanco.
- ¡Que no se bailar! – Exclamó el castaño riendo.
- ¡Tampoco sabes vivir sin perder sangre y aquí estamos! – Dijo Lyn de vuelta cuando estuvieron en el lugar que los organizadores habían designado para aquello.
Lyn comenzó a moverse de inmediato, de un lado a otro, de forma casi hipnótica. Lo cierto es que bailaba bastante bien, siempre que la veía hacerlo acababa sorprendiéndose.
- ¡Pero muévete! – La vampiresa tomó ambas manos del castaño y le obligó a seguirla. - ¿Ves? ¡Menea esas caderas! - Ordenó - ¡Con más efusividad! ¡Y deja de poner cara de puñalada! – Exigió tirando de los brazos del humano.
- ¡Relájate un poco! – Contestó Eltrant tratando de seguirle el ritmo, notando como algunas personas se giraban a mirarles, algo que solo hizo que su rostro adquiriese un tono aún más rojizo.
- ¡Izquierda! ¡Ahora el otro pie! ¡Tú otra izquierda! – Lyn continuó riéndose. - ¡Cuidado que me pisas pedazo de bestia! – Dio un pequeño saltito hacia atrás y volvió a tomar al exmercenario de las manos. – Pero que torpe que eres. – dijo soltándole las manos, dando vueltas sobre sí misma, divirtiéndose. - ¡Cambio de parejas! – dijo liberando a Eltrant perdiéndose entre la multitud.
Con todo lo que habían vivido últimamente, se merecían aquello. Sobretodo Lyn, la vampiresa había pasado cosas que Eltrant estaba seguro que habría evitado de ir sola. Se quedó quieto durante unos instantes, en mitad de la pista de baile, pensando cómo seguir.
- “Que alguien me apuñale” – Pensó mientras notaba más ojos posándose sobre su figura.
Lyn y Elt están disponibles para cualquiera que quiera interactuar con ellos. :’D Incluso para bailar el Tango de la Muerte (?) Sí, ese tango que solo una persona lo ha bailado: mi hermano gemelo Eltranto, y que murió en el proceso.
Pero dónde él murió viviré yo: en su apartamento.
No parecía una de las tantas tradiciones, no era una festividad con los dioses en mente. La gente a su alrededor se divertía porque… quería hacerlo, simplemente.
Porque quería demostrar que las diferencias no importaban realmente en un lugar como Aerandir, un mundo que, a pesar de ser el hogar de tantas razas distintas, con todas con sus creencias y particularidades, era perfectamente capaz de contener a todos juntos sin necesidad de que se odiasen los unos a los otros.
Aquella celebración era el ejemplo perfecto de esto último.
Sonrió, no podía negar que le gustaba más aquel tipo de evento. Parecía más alegre, al menos.
- ¡¡Mortal!! – Lyn volvió a su lado a la carrera, se detuvo un momento a recuperar el aliento - ¡Hay un lugar para bailar allí! – Exclamó sonriendo. - ¿¡Vamos!? – Sujetó al castaño del brazo - ¡Vamos! – Insistió a continuación.
Eltrant amplió la sonrisa.
- ¿Es que quieres que se rían de mí? – Preguntó dejándose llevar un par de pasos, poniendo los ojos en blanco.
- Siempre. – Contestó Lyn al momento. – Pero hoy no va a pasar por que te muevas ligeramente de un lado a otro. – Aseguró con una sonrisa. – Yo acapararé toda la atención con mis increíbles capacidades de baile, no te preocupes. – Sentenció deteniéndose en mitad del amplio claro en el que se estaba celebrando la fiesta.
Una sonrisa se apareció en el rostro del exmercenario, que no tardó en analizar el lugar dónde estaban todos moviéndose de un lugar a otro. Algunos incluso con amplios disfraces cubriendo sus cuerpos.
- También tengo esto. – dijo sacando una larga cinta de color carmesí de entre sus bolsillos, tras mostrárselo a Eltrant procedió a atarlo en torno a su brazo izquierdo. Este no dijo nada, dejó que la muchacha adornase su brazo. – No hay lazos rojos. – dijo – He hecho este yo. – Explicó, sin perder la sonrisa, parecía más contenta de lo normal, no la veía así desde esa festividad en la que todos se “disfrazaban”. – Listo. – Bajó ambas manos hasta la cintura, momento en el que asintió al contemplar la cinta que ahora rodeaba el brazo de su amigo. - ¡Ahora te he marcado como mi propiedad! – Aseveró dejando escapar una risita, volvió a agarrarle de la mano. - ¡Vamos a bailar entonces! – Eltrant se dejó llevar otro par de pasos y puso los ojos en blanco.
- ¡Que no se bailar! – Exclamó el castaño riendo.
- ¡Tampoco sabes vivir sin perder sangre y aquí estamos! – Dijo Lyn de vuelta cuando estuvieron en el lugar que los organizadores habían designado para aquello.
Lyn comenzó a moverse de inmediato, de un lado a otro, de forma casi hipnótica. Lo cierto es que bailaba bastante bien, siempre que la veía hacerlo acababa sorprendiéndose.
- ¡Pero muévete! – La vampiresa tomó ambas manos del castaño y le obligó a seguirla. - ¿Ves? ¡Menea esas caderas! - Ordenó - ¡Con más efusividad! ¡Y deja de poner cara de puñalada! – Exigió tirando de los brazos del humano.
- ¡Relájate un poco! – Contestó Eltrant tratando de seguirle el ritmo, notando como algunas personas se giraban a mirarles, algo que solo hizo que su rostro adquiriese un tono aún más rojizo.
- ¡Izquierda! ¡Ahora el otro pie! ¡Tú otra izquierda! – Lyn continuó riéndose. - ¡Cuidado que me pisas pedazo de bestia! – Dio un pequeño saltito hacia atrás y volvió a tomar al exmercenario de las manos. – Pero que torpe que eres. – dijo soltándole las manos, dando vueltas sobre sí misma, divirtiéndose. - ¡Cambio de parejas! – dijo liberando a Eltrant perdiéndose entre la multitud.
Con todo lo que habían vivido últimamente, se merecían aquello. Sobretodo Lyn, la vampiresa había pasado cosas que Eltrant estaba seguro que habría evitado de ir sola. Se quedó quieto durante unos instantes, en mitad de la pista de baile, pensando cómo seguir.
- “Que alguien me apuñale” – Pensó mientras notaba más ojos posándose sobre su figura.
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Lyn y Elt están disponibles para cualquiera que quiera interactuar con ellos. :’D Incluso para bailar el Tango de la Muerte (?) Sí, ese tango que solo una persona lo ha bailado: mi hermano gemelo Eltranto, y que murió en el proceso.
Pero dónde él murió viviré yo: en su apartamento.
Eltrant Tale
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Re: En memoria de Midgar [Evento]
“Que ganas de apuñalarlo”, pensó Matthew mientras miraba al hombre que estaba en la pista de baila, el humano había demostrado tener tan poca capacidad para la danza que parecía pedir a gritos que le dieran un golpe y lo liberaran de su sufrimiento. Su compañera en cambio tenía una gracia y una elasticidad que había hecho poner celosas a muchas de las damas que compartían pista con ella en ese momento.
Owens adoraba esa festividad, al contrario de todas las otras que trataban sobre dioses, pedir cosas, recordar a los fallecidos, y demás tonterías, en esta oportunidad estaban reunidos por algo que merecía celebrarse: La libertad. También había algo sobre un hecho histórico, pero era claro que Matt pasaría totalmente por alto toda esa parte y se centraría únicamente en disfrutar, porque para eso estaba hecha la vida.
Muchos de los presentes, sobre todo los humanos, estaban disfrazados con distintos tipos de trajes, intentando parecerse a aquellas razas que habían sido injustamente tratadas durante toda su historia. Al estafador le pareció una maravillosa idea, no porque se sintiera parte de la raza privilegiada, pero cualquier excusa era buena para cambiar las ropas habituales. Había optado por un traje formal pero agregando una cola de zorro y una máscara del mismo animal “Si Zatch me viera me mataría” pensó mientras jugaba con la cola falsa.
Matt no le quitaba los ojos de encima al joven, creía entender donde había estado el error, la muchacha que lo acompañaba pretendía que de un momento a otro, y sin tener experiencia, realizara bailes muy libres y espontáneos. Para los que no tenían idea de qué hacer, lo mejor era cernirse a algo más concreto, y claro está, con una pareja que los guíe de cerca.
El estafador estaba tomando un vino caliente con especias, termino lo que quedaba, se ajustó la máscara y camino con una media sonrisa en el rostro hacia el joven que acababa de quedar liberado. Parecía ser una excelente noche para dejarse llevar un poco…
Tomo la punta de la cinta carmesí que adornaba su brazo y la siguió hasta llegar al muchacho, a quien agarró firmemente tomándolo de la mano y de la cintura.
-¿Bailas? – Dijo provocador Matt, luego se rio – Jajaja, es decir, quedó demostrado que no lo haces ¿Pero te interesaría aprender? – Miró por arriba del hombro del chico, a ver si su compañera hacía o decía algo, tal vez se pusiera celosa, aunque en verdad esperaba que se lo tomara a bien y aceptara un poco de sana competencia – Soy un excelente maestro, te lo aseguro, para cuando termine la noche tus dos pies dejaran de parecer un par de cascotes.
Cualquier otro día del año probablemente todos los mirarían con extrañeza, salvo en ciertos círculos muy concretos no era normal que dos hombres bailaran. Pero esa noche la libertad se respiraba en el aire, y no solo habían parejas de distintos géneros, sino también de diferentes razas.
-Tan solo tienes que seguir mis instrucciones – Aprovecho la mano que había apoyado en las caderas del muchacho para acercarlo a su cuerpo hasta que estuvieran pegados – Cuando yo mueva un pie tu mueves el tuyo para seguirlo hasta que queden nuevamente pegados. Simple ¿Cierto? – El estafador acerco su pecho hasta que estuviera pegado también al del otro – Intenta no pensarlo tanto, tienes que dejarte llevar si quieres que el ritmo fluya por tu cuerpo.
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Owens adoraba esa festividad, al contrario de todas las otras que trataban sobre dioses, pedir cosas, recordar a los fallecidos, y demás tonterías, en esta oportunidad estaban reunidos por algo que merecía celebrarse: La libertad. También había algo sobre un hecho histórico, pero era claro que Matt pasaría totalmente por alto toda esa parte y se centraría únicamente en disfrutar, porque para eso estaba hecha la vida.
Muchos de los presentes, sobre todo los humanos, estaban disfrazados con distintos tipos de trajes, intentando parecerse a aquellas razas que habían sido injustamente tratadas durante toda su historia. Al estafador le pareció una maravillosa idea, no porque se sintiera parte de la raza privilegiada, pero cualquier excusa era buena para cambiar las ropas habituales. Había optado por un traje formal pero agregando una cola de zorro y una máscara del mismo animal “Si Zatch me viera me mataría” pensó mientras jugaba con la cola falsa.
Matt no le quitaba los ojos de encima al joven, creía entender donde había estado el error, la muchacha que lo acompañaba pretendía que de un momento a otro, y sin tener experiencia, realizara bailes muy libres y espontáneos. Para los que no tenían idea de qué hacer, lo mejor era cernirse a algo más concreto, y claro está, con una pareja que los guíe de cerca.
El estafador estaba tomando un vino caliente con especias, termino lo que quedaba, se ajustó la máscara y camino con una media sonrisa en el rostro hacia el joven que acababa de quedar liberado. Parecía ser una excelente noche para dejarse llevar un poco…
Tomo la punta de la cinta carmesí que adornaba su brazo y la siguió hasta llegar al muchacho, a quien agarró firmemente tomándolo de la mano y de la cintura.
-¿Bailas? – Dijo provocador Matt, luego se rio – Jajaja, es decir, quedó demostrado que no lo haces ¿Pero te interesaría aprender? – Miró por arriba del hombro del chico, a ver si su compañera hacía o decía algo, tal vez se pusiera celosa, aunque en verdad esperaba que se lo tomara a bien y aceptara un poco de sana competencia – Soy un excelente maestro, te lo aseguro, para cuando termine la noche tus dos pies dejaran de parecer un par de cascotes.
Cualquier otro día del año probablemente todos los mirarían con extrañeza, salvo en ciertos círculos muy concretos no era normal que dos hombres bailaran. Pero esa noche la libertad se respiraba en el aire, y no solo habían parejas de distintos géneros, sino también de diferentes razas.
-Tan solo tienes que seguir mis instrucciones – Aprovecho la mano que había apoyado en las caderas del muchacho para acercarlo a su cuerpo hasta que estuvieran pegados – Cuando yo mueva un pie tu mueves el tuyo para seguirlo hasta que queden nuevamente pegados. Simple ¿Cierto? – El estafador acerco su pecho hasta que estuviera pegado también al del otro – Intenta no pensarlo tanto, tienes que dejarte llevar si quieres que el ritmo fluya por tu cuerpo.
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- Disfraz de zorro:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
- Interactuo con Eltran:
- Avísame cuando me este pasando, Querido Eltrant. Un dato curioso ¿Sabias que el Tango se bailaba originalmente entre hombres? ♥
Matthew Owens
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Re: En memoria de Midgar [Evento]
Otro objetivo fácil. Era mucho más divertido cuando le pillaba por sorpresa. Por la altura no debía ser más que un crío, pero el atuendo y la capucha oscura hacían que desentonase frente a las otras personas. ¿Acaso no se había enterado la gente?
Cuando le toqué el hombro, hubo sobresalto pero no grito. Le cubrí rápidamente el cuello con una de las cintas crema. Después de todo, estaba comiendo dulces élficos. Sin embargo, cuando me miró, no había miedo ni sorpresa en su mirada. Parecía casi enfadado.
Y, de algún modo, pronunció el nombre que había adoptado tiempo atrás. ¿Dos veces en tan poco tiempo?
-Asher.- dije, negando con la cabeza y sonriendo. Aun así, el chico sonrió. Parecía algo nervioso. Tal vez me hubiese pasado. En cuanto le dio un ataque de tos, me apresuré hacia uno de los puestos cercanos, pidiendo un vaso de agua con urgencia. Cuando el chico dejó de toser, se lo tendí y me acuclillé para ponerme a su altura. -¿Estás bien?- pregunté. No esperaba precisamente esa reacción.
-Perdona, no creía que fuese a ser para tanto.- dije, recuperando el tono alegre. Si bien el olor me era muy vagamente conocido, no tenía mucha idea de quien era. Los niños eran todos iguales. ¿Como sabía mi antiguo nombre? ¿Importaba? Negué con la cabeza. Ese día no. -Ahora... voy a seguir haciendolo. Por si quieres ver algo divertido.- dije, esbozando una sonrisa lupina y mirando a mi próximo objetivo.
Metal y sangre. Y lo peor: venía la zona de baile. Un aterrador espectáculo se estaba llevando a cabo. La torpeza hecha persona. La catástrofe acorazada. Tal insulto al sentido del ritmo no podía quedar impune. Lo gracioso fue cuando otro hombre se acercó a bailar con él. Aquello requería de algo especial. Até los extremos de dos cintas y me acerqué a la pareja, esquivando al resto de bailarines.
Antes de que pudiesen evitarme, pasé la cinta por encima de sus cuerpos. El que estuviesen pegados lo facilitaba mucho. Con un rápido movimiento, uní el otro extremo, atándolos muy ligeramente con el color de los hombres bestia. Fue entonces cuando reconocí el olor del otro hombre. Oh, aquello lo hacía mucho mejor.
-No os perdáis el uno al otro.- dije con una sonrisa sarcástica. Con mi trabajo cumplido, me retiré de la zona antes de decir nada más.
Aún me quedaban dos verdes, una azul, y una crema. Tenía que buscar más. Lyn. La vampiresa tenía que estar allí: de hecho, seguro que era quien había arrastrado a Eltrant a todo aquello. No fue dificil rastrear el olor, y aprovechar la oportunidad de su esporádico "cambio de parejas" para acercarme y bailar junto a ella.
Por supuesto, eso no era parte del plan. Después de todo, de bailar sabía poco. Pero tras ver a Eltrant, podía sentir que el listón no estaba muy alto.
-Lady Lyanna.- dije con una ligera reverencia, poniendo el tono más educado que pude pese a la situación que nos rodeaba. -Espero que hayas disfrutado con la buena fortuna de Elran. Ahora mismo se encuentra un poco... atado.- dije, incapaz de contener la risa.
El seguir el ritmo no era demasiado complicado. Solo tenía que imitar los movimientos de los demás: era puro juego de pies. Pero sabía que si me dejaban por mi cuenta, no tendría ni idea de que hacer. La diferencia de altura dificultaba un poco cualquier maniobra, también, pero hacía lo que podía.
Interactuo con Demian, Eltrant, Matthew y Lyn
Cuando le toqué el hombro, hubo sobresalto pero no grito. Le cubrí rápidamente el cuello con una de las cintas crema. Después de todo, estaba comiendo dulces élficos. Sin embargo, cuando me miró, no había miedo ni sorpresa en su mirada. Parecía casi enfadado.
Y, de algún modo, pronunció el nombre que había adoptado tiempo atrás. ¿Dos veces en tan poco tiempo?
-Asher.- dije, negando con la cabeza y sonriendo. Aun así, el chico sonrió. Parecía algo nervioso. Tal vez me hubiese pasado. En cuanto le dio un ataque de tos, me apresuré hacia uno de los puestos cercanos, pidiendo un vaso de agua con urgencia. Cuando el chico dejó de toser, se lo tendí y me acuclillé para ponerme a su altura. -¿Estás bien?- pregunté. No esperaba precisamente esa reacción.
-Perdona, no creía que fuese a ser para tanto.- dije, recuperando el tono alegre. Si bien el olor me era muy vagamente conocido, no tenía mucha idea de quien era. Los niños eran todos iguales. ¿Como sabía mi antiguo nombre? ¿Importaba? Negué con la cabeza. Ese día no. -Ahora... voy a seguir haciendolo. Por si quieres ver algo divertido.- dije, esbozando una sonrisa lupina y mirando a mi próximo objetivo.
Metal y sangre. Y lo peor: venía la zona de baile. Un aterrador espectáculo se estaba llevando a cabo. La torpeza hecha persona. La catástrofe acorazada. Tal insulto al sentido del ritmo no podía quedar impune. Lo gracioso fue cuando otro hombre se acercó a bailar con él. Aquello requería de algo especial. Até los extremos de dos cintas y me acerqué a la pareja, esquivando al resto de bailarines.
Antes de que pudiesen evitarme, pasé la cinta por encima de sus cuerpos. El que estuviesen pegados lo facilitaba mucho. Con un rápido movimiento, uní el otro extremo, atándolos muy ligeramente con el color de los hombres bestia. Fue entonces cuando reconocí el olor del otro hombre. Oh, aquello lo hacía mucho mejor.
-No os perdáis el uno al otro.- dije con una sonrisa sarcástica. Con mi trabajo cumplido, me retiré de la zona antes de decir nada más.
Aún me quedaban dos verdes, una azul, y una crema. Tenía que buscar más. Lyn. La vampiresa tenía que estar allí: de hecho, seguro que era quien había arrastrado a Eltrant a todo aquello. No fue dificil rastrear el olor, y aprovechar la oportunidad de su esporádico "cambio de parejas" para acercarme y bailar junto a ella.
Por supuesto, eso no era parte del plan. Después de todo, de bailar sabía poco. Pero tras ver a Eltrant, podía sentir que el listón no estaba muy alto.
-Lady Lyanna.- dije con una ligera reverencia, poniendo el tono más educado que pude pese a la situación que nos rodeaba. -Espero que hayas disfrutado con la buena fortuna de Elran. Ahora mismo se encuentra un poco... atado.- dije, incapaz de contener la risa.
El seguir el ritmo no era demasiado complicado. Solo tenía que imitar los movimientos de los demás: era puro juego de pies. Pero sabía que si me dejaban por mi cuenta, no tendría ni idea de que hacer. La diferencia de altura dificultaba un poco cualquier maniobra, también, pero hacía lo que podía.
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Asher Daregan
Aerandiano de honor
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Re: En memoria de Midgar [Evento]
Dejó escapar una sonora carcajada cuando un sujeto que ocultaba su cara bajo la máscara de un zorro se acercó a él y, sin apenas preguntar, le tomó por la cintura afirmando poder enseñarle a bailar.
Si solo él fuese capaz de hacer acopio de aquella clase de confianza.
En un principio no supo cómo responder a la proposición del hombre con exactitud, normalmente lo habría rechazado. Pero el ambiente de festividad, el buen humor que reinaba en el lugar, de despreocupación generalizada, la forma en la que Lyn le había dejado allí... todo ello influyó a que acabase accediendo.
- Muy bien, enséñame. – dijo con sencillez.
Lyn no había pasado por alto la presencia del hombre, que, desde no muy lejos de allí, miraba fijamente como Eltrant se desenvolvía pobremente en los brazos del recién llegado.
La muchacha, con una sonrisa enorme, levantó su pulgar desde la distancia, dando, por alguna razón, su aprobación a la nueva pareja de baile de Eltrant, instantes después volvió a perderse entre el gentío.
Eltrant arqueó una ceja al ver esto, le pareció que los brillantes ojos azules de la vampiresa tenían, aquella noche, luz propia. Definitivamente Lyn se lo estaba pasando en grande.
Suspiró y volvió a girarse hacía el “zorro”, esbozó una sonrisa.
- Entonces… ¿Tanto se me nota que no se bailar? – Preguntó a continuación, obviando el hecho de que el desconocido le instó a que se acercase aún más a él. – Vale, vale. – dijo siguiendo pobremente los pasos que el hombre le indicaba a seguir. – Te sigo. – dijo a la vez que se movía a la vez que el desconocido. – ¡Já! ¿Estás viendo esto? - Exclamó cuando consiguió dar más de tres pasos sin tropezarse consigo mismo – Sí que es más simple de lo que parece. – Para ser alguien que, constantemente, estaba metido en distintos tipos de peleas a muerte, era un hecho bastante evidente que la coordinación de Eltrant podía ser bastante mejor.
Hizo caso a lo que el hombre le dijo, trató de no pensar demasiado en todo lo que tenía a su alrededor, en lo que estaba haciendo. Eso sí que se le dio mejor, trató de olvidarse de las personas que miraban sus pobres pasos de baile, del hecho de que él “Eltrant Tale” estuviese bailando.
- La verdad es que eres mejor profesor que mi amiga. – dijo.
- ¡Te he oído! –
Eltrant dejó escapar otra risotada al escuchar la voz de Lyn alzarse sobre la música y continuó siguiendo las instrucciones del extraño. En cierto sentido, aquello era algo que había hecho un centenar de veces. La única diferencia entre seguir el ritmo de la música y el que acostumbraba a seguir normalmente era que si se equivocaba en aquel momento no acababa nadie muerto.
Trastabillo momentáneamente, durante apenas un segundo, pero consiguió corregirse a tiempo evitando caer al suelo.
- Casi – dijo aclarándose la garganta, siguiendo al hombre.
Justo entonces, cuando más cómodo se estaba comenzado a sentir bailando, una voz conocida llegó hasta sus oídos. Palideció.
- No puede ser. – Murmuró al notar como Asher les ataba a él y al desconocido rodeándoles con una larga cinta de color turquesa. - ¡Vamos Asher! ¡No me hagas esto! – Se giró sobre sí mismo, pero la cinta le limitaba bastante los movimientos. - ¡Vuelve aquí! ¡Estoy bailando! ¡Necesito poder moverme! – Añadió después, se volvió hacía el desconocido y esbozó una sonrisa.
- Es un amigo. – dijo como toda explicación.
No le sorprendió ver al lobo en aquel lugar. Aquella celebración en cierto modo, le recordaba a algunas de las cenas que había pasado en el campamento de los Nómadas.
Con más música, quizás.
- ¡Cambio de parejas! – Sonó al cabo de un rato, alzándose por encima de la música.
- ¡Te he oído! – Exclamó riendo, sin parar de bailar, cuando escuchó al Mortal decirle a su nuevo amigo lo bien profesor que era. No era usual ver a Eltrant actuar de aquel modo, solo por aquello había merecido la pena ir hasta allí.
Se alegraba de habérselo propuesto.
Respiró profundamente y, con los ojos cerrados, agarró la mano de un elfo de gran estatura y se deslizó a su alrededor, girando sobre su misma, tras soltarlo, acabó rodeando a un hombre-bestia algo más bajito, pero de gran flexibilidad, un roedor, según pudo vislumbrar.
Rio a carcajadas cuando Asher hizo acto de presencia, cuando se encargó de atar con una larga cinta de color verdoso a su compañero y al bailarín que, sorpresivamente, estaba consiguiendo enseñarle al Mortal algo de baile.
- ¡Pero si es mi queridísimo Lord Daregan! – Lyn hizo una ostentosa reverencia, uniéndose al tono de voz del lobo, y después se cubrió la boca con el dorso de su mano derecha, imitando esa forma de actuar que había visto ya tantas veces en sus viajes. – Oh, la buena fortuna es algo que suele acompañar a mi fiel vasallo, sigue tan fiel y comedido como de costumbre. –
- ¡Ahora te he oído yo a ti! -
Se le escapó una risita, y tomó una de las manos del lobo. Asher se movía francamente bien pese a su tamaño, incluso podría a llegar a tener talento si lo intentaba de verdad. Pero le pasaba lo mismo que a Eltrant.
Más que bailando parecía estar esquivando una lluvia de flechas.
- ¿No me digas que esto es lo único que puedes hacer? ¡Sígueme! - Las sombras de alrededor su parecían pegarse su vestido, proporcionándole largos volantes que se deslizaban por el aire con cada movimiento que la vampiresa hacía.
Si le preguntaban, diría que era una ilusión. De todas formas, ya le habían dado varias cintas pensando que era una bruja.
Se sentía libre, sentía que la gente no pensaba que era un peligro mortal con piernas. Le encantaba aquella sensación.
– No se quede usted atrás Lord Daregan – Tomó otro de los lazos carmesíes que había hecho ella misma y comenzó a deslizarlo por el aire según bailaba, obligando a la cinta a que tomase formas, aparentemente, imposibles.
Al final la acabó atando en torno al brazo de Asher, asegurándose de que quedase situada en el mismo sitio en el que la llevaba Eltrant.
- Una prueba de mi más sincera amistad – dijo sin salirse de su personaje de noble remilgada, amplió la sonrisa y, durante varios segundos más, continuó bailando en torno al lobo.
- ¡Cambio de parejas! – Soltando la cinta roja de entre sus manos, se separó de Asher dejando escapar un “Wíiih” según giraba.
- ¡Venga usted a probar el té con pastas a mi amplísima mansión más adelante! – dijo desapareciendo entre varias personas.
Interactuo con Matt y Asher. :’DDD
Ahora mismo están Asher, Matt, Lyn, Elt, Elen y Alister bailando en la pista. ¡Uníos más!
¡Cambio de parejas! ¡¡Guateque!!
Si solo él fuese capaz de hacer acopio de aquella clase de confianza.
En un principio no supo cómo responder a la proposición del hombre con exactitud, normalmente lo habría rechazado. Pero el ambiente de festividad, el buen humor que reinaba en el lugar, de despreocupación generalizada, la forma en la que Lyn le había dejado allí... todo ello influyó a que acabase accediendo.
- Muy bien, enséñame. – dijo con sencillez.
Lyn no había pasado por alto la presencia del hombre, que, desde no muy lejos de allí, miraba fijamente como Eltrant se desenvolvía pobremente en los brazos del recién llegado.
La muchacha, con una sonrisa enorme, levantó su pulgar desde la distancia, dando, por alguna razón, su aprobación a la nueva pareja de baile de Eltrant, instantes después volvió a perderse entre el gentío.
Eltrant arqueó una ceja al ver esto, le pareció que los brillantes ojos azules de la vampiresa tenían, aquella noche, luz propia. Definitivamente Lyn se lo estaba pasando en grande.
Suspiró y volvió a girarse hacía el “zorro”, esbozó una sonrisa.
- Entonces… ¿Tanto se me nota que no se bailar? – Preguntó a continuación, obviando el hecho de que el desconocido le instó a que se acercase aún más a él. – Vale, vale. – dijo siguiendo pobremente los pasos que el hombre le indicaba a seguir. – Te sigo. – dijo a la vez que se movía a la vez que el desconocido. – ¡Já! ¿Estás viendo esto? - Exclamó cuando consiguió dar más de tres pasos sin tropezarse consigo mismo – Sí que es más simple de lo que parece. – Para ser alguien que, constantemente, estaba metido en distintos tipos de peleas a muerte, era un hecho bastante evidente que la coordinación de Eltrant podía ser bastante mejor.
Hizo caso a lo que el hombre le dijo, trató de no pensar demasiado en todo lo que tenía a su alrededor, en lo que estaba haciendo. Eso sí que se le dio mejor, trató de olvidarse de las personas que miraban sus pobres pasos de baile, del hecho de que él “Eltrant Tale” estuviese bailando.
- La verdad es que eres mejor profesor que mi amiga. – dijo.
- ¡Te he oído! –
Eltrant dejó escapar otra risotada al escuchar la voz de Lyn alzarse sobre la música y continuó siguiendo las instrucciones del extraño. En cierto sentido, aquello era algo que había hecho un centenar de veces. La única diferencia entre seguir el ritmo de la música y el que acostumbraba a seguir normalmente era que si se equivocaba en aquel momento no acababa nadie muerto.
Trastabillo momentáneamente, durante apenas un segundo, pero consiguió corregirse a tiempo evitando caer al suelo.
- Casi – dijo aclarándose la garganta, siguiendo al hombre.
Justo entonces, cuando más cómodo se estaba comenzado a sentir bailando, una voz conocida llegó hasta sus oídos. Palideció.
- No puede ser. – Murmuró al notar como Asher les ataba a él y al desconocido rodeándoles con una larga cinta de color turquesa. - ¡Vamos Asher! ¡No me hagas esto! – Se giró sobre sí mismo, pero la cinta le limitaba bastante los movimientos. - ¡Vuelve aquí! ¡Estoy bailando! ¡Necesito poder moverme! – Añadió después, se volvió hacía el desconocido y esbozó una sonrisa.
- Es un amigo. – dijo como toda explicación.
No le sorprendió ver al lobo en aquel lugar. Aquella celebración en cierto modo, le recordaba a algunas de las cenas que había pasado en el campamento de los Nómadas.
Con más música, quizás.
- ¡Cambio de parejas! – Sonó al cabo de un rato, alzándose por encima de la música.
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- ¡Te he oído! – Exclamó riendo, sin parar de bailar, cuando escuchó al Mortal decirle a su nuevo amigo lo bien profesor que era. No era usual ver a Eltrant actuar de aquel modo, solo por aquello había merecido la pena ir hasta allí.
Se alegraba de habérselo propuesto.
Respiró profundamente y, con los ojos cerrados, agarró la mano de un elfo de gran estatura y se deslizó a su alrededor, girando sobre su misma, tras soltarlo, acabó rodeando a un hombre-bestia algo más bajito, pero de gran flexibilidad, un roedor, según pudo vislumbrar.
Rio a carcajadas cuando Asher hizo acto de presencia, cuando se encargó de atar con una larga cinta de color verdoso a su compañero y al bailarín que, sorpresivamente, estaba consiguiendo enseñarle al Mortal algo de baile.
- ¡Pero si es mi queridísimo Lord Daregan! – Lyn hizo una ostentosa reverencia, uniéndose al tono de voz del lobo, y después se cubrió la boca con el dorso de su mano derecha, imitando esa forma de actuar que había visto ya tantas veces en sus viajes. – Oh, la buena fortuna es algo que suele acompañar a mi fiel vasallo, sigue tan fiel y comedido como de costumbre. –
- ¡Ahora te he oído yo a ti! -
Se le escapó una risita, y tomó una de las manos del lobo. Asher se movía francamente bien pese a su tamaño, incluso podría a llegar a tener talento si lo intentaba de verdad. Pero le pasaba lo mismo que a Eltrant.
Más que bailando parecía estar esquivando una lluvia de flechas.
- ¿No me digas que esto es lo único que puedes hacer? ¡Sígueme! - Las sombras de alrededor su parecían pegarse su vestido, proporcionándole largos volantes que se deslizaban por el aire con cada movimiento que la vampiresa hacía.
Si le preguntaban, diría que era una ilusión. De todas formas, ya le habían dado varias cintas pensando que era una bruja.
Se sentía libre, sentía que la gente no pensaba que era un peligro mortal con piernas. Le encantaba aquella sensación.
– No se quede usted atrás Lord Daregan – Tomó otro de los lazos carmesíes que había hecho ella misma y comenzó a deslizarlo por el aire según bailaba, obligando a la cinta a que tomase formas, aparentemente, imposibles.
Al final la acabó atando en torno al brazo de Asher, asegurándose de que quedase situada en el mismo sitio en el que la llevaba Eltrant.
- Una prueba de mi más sincera amistad – dijo sin salirse de su personaje de noble remilgada, amplió la sonrisa y, durante varios segundos más, continuó bailando en torno al lobo.
- ¡Cambio de parejas! – Soltando la cinta roja de entre sus manos, se separó de Asher dejando escapar un “Wíiih” según giraba.
- ¡Venga usted a probar el té con pastas a mi amplísima mansión más adelante! – dijo desapareciendo entre varias personas.
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Interactuo con Matt y Asher. :’DDD
Ahora mismo están Asher, Matt, Lyn, Elt, Elen y Alister bailando en la pista. ¡Uníos más!
¡Cambio de parejas! ¡¡Guateque!!
Eltrant Tale
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Re: En memoria de Midgar [Evento]
Ya había regresado a Vulwulfar, agotada como estaba, y pensando que aún le quedaban un par de días más en esa ciudad antes de regresar con los guerreros. ¡En qué momento se había metido en la guerra! Tras intentar dormir algo durante el día, sin conseguir grandes resultados, salió de la taberna, curiosa por el ruido que poblaba todas las calles. ¿Qué sucedía? Incluso los de la propia taberna estaban armando jaleo.
Nillë la siguió, aunque prefirió descansar en su saquito. Ella tenía más facilidad para dormir que Helyare, sin duda. A la elfa le costaba muchísimo poder conciliar el sueño, y mucho más si había ruido. Aunque… el ruido no era el problema.
Caminó por las calles de Vulwulfar. Muchas las reconocía. Incluida la plaza principal, aunque la recordaba con menos gente, pese a haberla visto abarrotada. Ahora todo parecía diferente, lleno de colores, cintas, lazos, flores… ¿qué sucedía? Mucha gente bailaba. La elfa rodeó por la zona más alejada y se quedó apoyada en la fachada de una casa, tratando de pasar desapercibida entre la multitud. Aunque no eran una multitud “normal”, de las que transitan por la plaza normalmente. Era un festejo, aunque no sabía de qué.
Muchos iban disfrazados, llevaban pieles y vestidos muy raros. Cambiaban de pareja de baile con mucha rapidez y se pasaban cintas y muñecos. La cara de la elfa reflejaba el aburrimiento y la incomprensión de la fiesta. ¿No estaban en guerra? Tenía la sensación de que celebraban demasiado. Se cruzó de brazos, observando a los bailarines y cómo se unía cada vez más gente. Era una fiesta bastante grotesca a su entender: todos bailaban con todos. ¡Qué horror! Hombres-bestia con humanos, y a saber cuántas razas más habría por ahí, juntas y revueltas. ¡Incluso elfos! Claro, algunos de su raza eran unos amantes de las otras, incomprensible, pero lo eran. Puso los ojos en blanco ante ese pensamiento tan asqueroso. ¡Qué poco respeto se tenían! Se avergonzaba de pensar que sus hermanos vieran normal el bailar con gente de otras razas. Era inmoral, y ahí estaban, desafiando todo lo que se supone que debía ser un elfo. Tanta “tolerancia” y “fraternidad” estaban acabando con el pueblo élfico.
Resopló, aburrida de tan grotesco espectáculo. Además, que muchos no sabían bailar y se dedicaban a dar vueltas con movimientos bastante toscos y descoordinados.
Aún recordaba sus bailes. Ella solía hacerlo años atrás. Era divertido y no tan feo de ver como lo que estaban haciendo ellos.
Estaba agotada, tenía sueño y pocas ganas de fiestas sin sentido. Una chica se le acercó con un montón de lazos, que Helyare rechazó haciendo un gesto con su mano. No iba a participar. La joven se disgustó un poco, pero no se rindió y le dio un muñeco, antes de irse a seguir ofreciendo lazos. La elfa miró el muñeco de paja, nulo, sin ninguna decoración. Se suponía que la gente que lo recibiera debía decorarlo y dárselo a algún amigo de otra raza. Podría dárselo a Ingela. Y, si no tenían amigos de otras razas, lo tenían que quemar. ¡Qué manía con quemarlo todo! Si lo único que merecía ser envuelto por las llamas eran los brujos.
Se guardó el muñeco en el bolso de cuero y alzó la vista. Frente a ella había otra muchacha, esta parecía una humana, aunque estaba ataviada con pieles. Simulaba ser un lobo o algo así. La miró con cara de pocos amigos, sin saber qué quería. Pronto lo descubrió: bailar. Helyare negó e hizo un gesto con la mano para reforzarlo.
–¡Vamos, es una fiesta!
–Una fiesta bastante horrenda.
–¡Si es preciosa! Es tan fraternal... nos juntamos elfos, hombres bestia y licántropos para recordarles a los otros que estamos aquí, que no nos tienen que discriminar.
–No necesito que sepan que estoy aquí todas esas razas inferiores –ese comentario confundió a la chica, ya que atacaba directamente a su "fraternidad" con otras razas. Después de hacer una mueca de disgusto, se fue. Precisamente, contra ese racismo luchaban. Y era chocante que Helyare estuvier ahí; solo estaba de casualidad.
Cruzada de brazos, miraba el bochornoso espectáculo que estaban montando, pese a que también extrañaba el baile, la música... esa gente parecía desinhibida por completo, como si nada importase. Hombres y mujeres de todas las razas daban vueltas con otros, independientemente del género, la raza, el lugar de pertenencia... incomprensible. A Helyare poco le importaba el género, cosa que a muchos de los más ancianos, allí, les rechinaba. A la elfa lo que le molestaba de la fiesta era ese "libertinaje racial". ¡Qué asco! Estaba a punto de irse de allí, tan solo buscaba el hueco entre la gente para perderse y buscar un lugar tranquilo y lejos de esa horrenda fiesta.
Off: Yo por ahí sola, no interactúo con nadie, realmente. Sólo os miro con cara de "merecéis la hoguera .l."
Nillë la siguió, aunque prefirió descansar en su saquito. Ella tenía más facilidad para dormir que Helyare, sin duda. A la elfa le costaba muchísimo poder conciliar el sueño, y mucho más si había ruido. Aunque… el ruido no era el problema.
Caminó por las calles de Vulwulfar. Muchas las reconocía. Incluida la plaza principal, aunque la recordaba con menos gente, pese a haberla visto abarrotada. Ahora todo parecía diferente, lleno de colores, cintas, lazos, flores… ¿qué sucedía? Mucha gente bailaba. La elfa rodeó por la zona más alejada y se quedó apoyada en la fachada de una casa, tratando de pasar desapercibida entre la multitud. Aunque no eran una multitud “normal”, de las que transitan por la plaza normalmente. Era un festejo, aunque no sabía de qué.
Muchos iban disfrazados, llevaban pieles y vestidos muy raros. Cambiaban de pareja de baile con mucha rapidez y se pasaban cintas y muñecos. La cara de la elfa reflejaba el aburrimiento y la incomprensión de la fiesta. ¿No estaban en guerra? Tenía la sensación de que celebraban demasiado. Se cruzó de brazos, observando a los bailarines y cómo se unía cada vez más gente. Era una fiesta bastante grotesca a su entender: todos bailaban con todos. ¡Qué horror! Hombres-bestia con humanos, y a saber cuántas razas más habría por ahí, juntas y revueltas. ¡Incluso elfos! Claro, algunos de su raza eran unos amantes de las otras, incomprensible, pero lo eran. Puso los ojos en blanco ante ese pensamiento tan asqueroso. ¡Qué poco respeto se tenían! Se avergonzaba de pensar que sus hermanos vieran normal el bailar con gente de otras razas. Era inmoral, y ahí estaban, desafiando todo lo que se supone que debía ser un elfo. Tanta “tolerancia” y “fraternidad” estaban acabando con el pueblo élfico.
Resopló, aburrida de tan grotesco espectáculo. Además, que muchos no sabían bailar y se dedicaban a dar vueltas con movimientos bastante toscos y descoordinados.
Aún recordaba sus bailes. Ella solía hacerlo años atrás. Era divertido y no tan feo de ver como lo que estaban haciendo ellos.
Estaba agotada, tenía sueño y pocas ganas de fiestas sin sentido. Una chica se le acercó con un montón de lazos, que Helyare rechazó haciendo un gesto con su mano. No iba a participar. La joven se disgustó un poco, pero no se rindió y le dio un muñeco, antes de irse a seguir ofreciendo lazos. La elfa miró el muñeco de paja, nulo, sin ninguna decoración. Se suponía que la gente que lo recibiera debía decorarlo y dárselo a algún amigo de otra raza. Podría dárselo a Ingela. Y, si no tenían amigos de otras razas, lo tenían que quemar. ¡Qué manía con quemarlo todo! Si lo único que merecía ser envuelto por las llamas eran los brujos.
Se guardó el muñeco en el bolso de cuero y alzó la vista. Frente a ella había otra muchacha, esta parecía una humana, aunque estaba ataviada con pieles. Simulaba ser un lobo o algo así. La miró con cara de pocos amigos, sin saber qué quería. Pronto lo descubrió: bailar. Helyare negó e hizo un gesto con la mano para reforzarlo.
–¡Vamos, es una fiesta!
–Una fiesta bastante horrenda.
–¡Si es preciosa! Es tan fraternal... nos juntamos elfos, hombres bestia y licántropos para recordarles a los otros que estamos aquí, que no nos tienen que discriminar.
–No necesito que sepan que estoy aquí todas esas razas inferiores –ese comentario confundió a la chica, ya que atacaba directamente a su "fraternidad" con otras razas. Después de hacer una mueca de disgusto, se fue. Precisamente, contra ese racismo luchaban. Y era chocante que Helyare estuvier ahí; solo estaba de casualidad.
Cruzada de brazos, miraba el bochornoso espectáculo que estaban montando, pese a que también extrañaba el baile, la música... esa gente parecía desinhibida por completo, como si nada importase. Hombres y mujeres de todas las razas daban vueltas con otros, independientemente del género, la raza, el lugar de pertenencia... incomprensible. A Helyare poco le importaba el género, cosa que a muchos de los más ancianos, allí, les rechinaba. A la elfa lo que le molestaba de la fiesta era ese "libertinaje racial". ¡Qué asco! Estaba a punto de irse de allí, tan solo buscaba el hueco entre la gente para perderse y buscar un lugar tranquilo y lejos de esa horrenda fiesta.
Off: Yo por ahí sola, no interactúo con nadie, realmente. Sólo os miro con cara de "merecéis la hoguera .l."
Helyare
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Re: En memoria de Midgar [Evento]
- ¿Y los vampiros? – murmuró Taliesin en voz baja.
Su ceño fruncido y sus brazos cruzados demostraban su absoluto descontento. Había venido porque pensaba que aquello sería una celebración de todas las razas, una llamada a la igualdad y al orgullo por la raza con la que ha nacido cada uno. Al principio del discurso había vitoreado con alegría y entusiasmo, porque sí quería celebrar a los licántropos, a los hombres bestia y a los elfos, y le parecía inaceptable que sufrieran discriminación sólo por haber nacido en familias distintas. Y había esperado más; había esperado que al menos aquel día todos se consideraran iguales.
Pero sus expectativas habían sido defraudadas. En cuanto se produjo una mención a los vampiros, no fue para demostrar la aceptación que Taliesin habría esperado de un evento como este, sino una caricatura: vampiros sin sentimientos que se burlan de los demás. ¿Era eso realmente lo que había pasado antes de la quema del bosque de Midgar? Tendría que investigarlo por su cuenta, porque no conocía toda la historia. Pero aunque así fuera, le dolía y le enfurecía que una raza tan perseguida como la de los vampiros fuera descrita únicamente como una de las causantes de la discriminación, y no al mismo tiempo como una de las víctimas. Hablaban de cómo los humanos y los brujos no tenían nada que demostrar, mientras que otros eran discriminados y juzgados. Pues bien, pertenecer a la raza vampírica era una eterna vergüenza y un motivo de frustración e infelicidad. Era, muy literalmente, una maldición.
- ¿Y los vampiros? – repitió, algo más alto, de forma que los que estaban cerca de él pudieran oírle -. ¿Acaso no sufren tanto como los demás?
Varias personas miraron a Taliesin cuando dijo esto, pero la mayoría simplemente volvieron a apartar la mirada y siguieron hablando entre ellos, colocando cintas o iniciando bailes. Una mujer que parecía humana se giró hacia el vampiro y cruzó los brazos.
- Creo que no has entendido el discurso. Esto no va de comparar quién sufre más. Lo que estamos diciendo es que lo que les hicieron a los hombres bestia, a los licántropos y a los elfos fue horrible. Tienen mucho de lo que enorgullecerse por todo lo que han tenido que resistir. Además – se alzó de hombros – los vampiros son unos asesinos. Si sufren es justicia divina.
El vampiro no supo cómo responder. La mujer esperó durante unos segundos y al no obtener contestación se fue a disfrutar el resto de la fiesta, dejando a Taliesin confuso y enfadado. Sí, si lo pensaba fríamente le parecía que aquella mujer tenía cierta razón. Pero ¡aquella visión estaba tan simplificada! Algo en su anterior se revolvía; querría haberle llevado la contraria, hacerle comprender su punto de vista, pero no se atrevía a hacerlo porque temía acabar revelando su propia raza.
Puede que aquel fuera parte del problema: que ni él se aceptaba a sí mismo. Tenía miedo de los humanos, de los licántropos, de los vampiros. Temía a su propia raza porque él mismo aplicaba los estereotipos de los que acusaba al resto.
Continuó pensando en aquello en el transcurso de la noche. Había venido solo, lo cual le sirvió de excusa para ir de grupo en grupo, conociendo a gente nueva y, sobre todo, bebiendo. Excederse en el consumo de alcohol no era algo que hiciera muy a menudo, sobre todo porque le recordaba a la época más solitaria y desesperada de su vida, cuando murió su mujer. Pero aquella noche, en busca de discusiones y respuestas, su vaso siempre terminaba lleno de aquel vino especiado.
Una hora o dos más tarde volvía a estar de vuelta en la plaza del discurso, donde ahora había música y parejas bailando. Había bebido tanto y hablado de tanto con tanta gente que empezaba a olvidar su propia opinión, pero al ver la fuente se acordó de cómo se habían referido a los vampiros. Quizás, pensó entonces, y por influencia del alcohol le pareció que aquella idea sin duda era acertada, lo que había faltado era un vampiro que también hablara de la misma manera que lo habían hecho un licántropo, un elfo y un hombre bestia.
Estaba en aquel momento con un grupo de desconocidos, pero interrumpió la conversación para subirse a una silla y dirigirse a los grupos más cercanos:
- ¡Escuchadme! Sólo quiero decir una cosa. Quiero deciros que yo también vivo haciéndome pasar por humano y ocultando mis diferencias, temiendo que aquellos que están a mi alrededor descubran lo que soy. Y esta noche me transmite que – intentó encontrar las palabras adecuadas - … que no. ¡Que ya vale! – A pesar de lo poco poético de aquellas palabras, unas pocas personas vitorearon sus intenciones. Aspiró, preparado para hacer que aquellos aplausos desaparecieran – Soy un vampiro – No podía detenerse ahora; siguió hablando sin parar a mirar reacciones, fueran positivas o negativas -: La única raza que se teme tanto a sí misma como teme también ser descubierta por todas las demás. La que creeis que es opresora, pero es también presa. Vivimos con miedo de lo que somos; de que los humanos, licántropos, elfos, hombres bestia, dragones, ¡todos y cualquiera!, sepan lo que somos y nos saquen a la luz del sol. En el momento en el que admito que soy vampiro, ¿no me mirarás de otra manera? Y sin embargo muchos de nosotros no elegimos ser lo que somos. Vuestro odio no nos ayuda, ¡lo que necesitamos es vuestra comprensión y aceptación!
Dicho lo cual saltó de la silla, de vuelta al suelo. A pesar de su intoxicación era capaz de hablar con coherencia y sin arrastrar palabras, y de la misma manera fue capaz de bajar con cierta dignidad.
- Hoy todas las razas bailan juntas. ¿Quién quiere bailar conmigo?
----
Offrol: ¡Taliesin sale del armario! (en cuanto a raza) Perdonadle que se ponga un poco dramático, pero él es así. Si alguien quiere interactuar con él, ¡adelante!
Su ceño fruncido y sus brazos cruzados demostraban su absoluto descontento. Había venido porque pensaba que aquello sería una celebración de todas las razas, una llamada a la igualdad y al orgullo por la raza con la que ha nacido cada uno. Al principio del discurso había vitoreado con alegría y entusiasmo, porque sí quería celebrar a los licántropos, a los hombres bestia y a los elfos, y le parecía inaceptable que sufrieran discriminación sólo por haber nacido en familias distintas. Y había esperado más; había esperado que al menos aquel día todos se consideraran iguales.
Pero sus expectativas habían sido defraudadas. En cuanto se produjo una mención a los vampiros, no fue para demostrar la aceptación que Taliesin habría esperado de un evento como este, sino una caricatura: vampiros sin sentimientos que se burlan de los demás. ¿Era eso realmente lo que había pasado antes de la quema del bosque de Midgar? Tendría que investigarlo por su cuenta, porque no conocía toda la historia. Pero aunque así fuera, le dolía y le enfurecía que una raza tan perseguida como la de los vampiros fuera descrita únicamente como una de las causantes de la discriminación, y no al mismo tiempo como una de las víctimas. Hablaban de cómo los humanos y los brujos no tenían nada que demostrar, mientras que otros eran discriminados y juzgados. Pues bien, pertenecer a la raza vampírica era una eterna vergüenza y un motivo de frustración e infelicidad. Era, muy literalmente, una maldición.
- ¿Y los vampiros? – repitió, algo más alto, de forma que los que estaban cerca de él pudieran oírle -. ¿Acaso no sufren tanto como los demás?
Varias personas miraron a Taliesin cuando dijo esto, pero la mayoría simplemente volvieron a apartar la mirada y siguieron hablando entre ellos, colocando cintas o iniciando bailes. Una mujer que parecía humana se giró hacia el vampiro y cruzó los brazos.
- Creo que no has entendido el discurso. Esto no va de comparar quién sufre más. Lo que estamos diciendo es que lo que les hicieron a los hombres bestia, a los licántropos y a los elfos fue horrible. Tienen mucho de lo que enorgullecerse por todo lo que han tenido que resistir. Además – se alzó de hombros – los vampiros son unos asesinos. Si sufren es justicia divina.
El vampiro no supo cómo responder. La mujer esperó durante unos segundos y al no obtener contestación se fue a disfrutar el resto de la fiesta, dejando a Taliesin confuso y enfadado. Sí, si lo pensaba fríamente le parecía que aquella mujer tenía cierta razón. Pero ¡aquella visión estaba tan simplificada! Algo en su anterior se revolvía; querría haberle llevado la contraria, hacerle comprender su punto de vista, pero no se atrevía a hacerlo porque temía acabar revelando su propia raza.
Puede que aquel fuera parte del problema: que ni él se aceptaba a sí mismo. Tenía miedo de los humanos, de los licántropos, de los vampiros. Temía a su propia raza porque él mismo aplicaba los estereotipos de los que acusaba al resto.
Continuó pensando en aquello en el transcurso de la noche. Había venido solo, lo cual le sirvió de excusa para ir de grupo en grupo, conociendo a gente nueva y, sobre todo, bebiendo. Excederse en el consumo de alcohol no era algo que hiciera muy a menudo, sobre todo porque le recordaba a la época más solitaria y desesperada de su vida, cuando murió su mujer. Pero aquella noche, en busca de discusiones y respuestas, su vaso siempre terminaba lleno de aquel vino especiado.
Una hora o dos más tarde volvía a estar de vuelta en la plaza del discurso, donde ahora había música y parejas bailando. Había bebido tanto y hablado de tanto con tanta gente que empezaba a olvidar su propia opinión, pero al ver la fuente se acordó de cómo se habían referido a los vampiros. Quizás, pensó entonces, y por influencia del alcohol le pareció que aquella idea sin duda era acertada, lo que había faltado era un vampiro que también hablara de la misma manera que lo habían hecho un licántropo, un elfo y un hombre bestia.
Estaba en aquel momento con un grupo de desconocidos, pero interrumpió la conversación para subirse a una silla y dirigirse a los grupos más cercanos:
- ¡Escuchadme! Sólo quiero decir una cosa. Quiero deciros que yo también vivo haciéndome pasar por humano y ocultando mis diferencias, temiendo que aquellos que están a mi alrededor descubran lo que soy. Y esta noche me transmite que – intentó encontrar las palabras adecuadas - … que no. ¡Que ya vale! – A pesar de lo poco poético de aquellas palabras, unas pocas personas vitorearon sus intenciones. Aspiró, preparado para hacer que aquellos aplausos desaparecieran – Soy un vampiro – No podía detenerse ahora; siguió hablando sin parar a mirar reacciones, fueran positivas o negativas -: La única raza que se teme tanto a sí misma como teme también ser descubierta por todas las demás. La que creeis que es opresora, pero es también presa. Vivimos con miedo de lo que somos; de que los humanos, licántropos, elfos, hombres bestia, dragones, ¡todos y cualquiera!, sepan lo que somos y nos saquen a la luz del sol. En el momento en el que admito que soy vampiro, ¿no me mirarás de otra manera? Y sin embargo muchos de nosotros no elegimos ser lo que somos. Vuestro odio no nos ayuda, ¡lo que necesitamos es vuestra comprensión y aceptación!
Dicho lo cual saltó de la silla, de vuelta al suelo. A pesar de su intoxicación era capaz de hablar con coherencia y sin arrastrar palabras, y de la misma manera fue capaz de bajar con cierta dignidad.
- Hoy todas las razas bailan juntas. ¿Quién quiere bailar conmigo?
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Offrol: ¡Taliesin sale del armario! (en cuanto a raza) Perdonadle que se ponga un poco dramático, pero él es así. Si alguien quiere interactuar con él, ¡adelante!
Taliesin Skatha
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Re: En memoria de Midgar [Evento]
-Hay buen ambiente, ¿no?- Preguntó Sango a una chica que tenía al lado. Ella no respondió y Sango decidió seguir bebiendo y charlando con aquella chica.- Últimamente me ha dado por asistir a fiestas en las que hay mucha gente... Antes no lo hacía, casi por desconocimiento, ¿sabes? Pero sí, sí, aunque no suelo quedarme mucho tiempo, mi misión o más bien, mi objetivo en la vida, bueno no es un objetivo en sí aunque me lo plantearon como tal. Es que esa es otra de las cosas que me molestan, que la gente no me deje bien claro de qué están hablando, ¿entiende? Yo creo que en este mundo hay una carencia muy grande de expresión oral, quiero decir con esto y perdona- apuró la jarra e hizo un gesto para que se la llenaran- refrescante, en estos días de calor. ¡Oye! ¿quieres oír algo interesante? Ah, pero por dónde iba yo, que cabeza la mia, debe ser esta bebida... ja, ja, ja, sí, como te decía- bebió otro trago en cuanto le llenaron la jarra. Según pasaba el tiempo los tragos iban siendo más grandes- las cosas que tiene no expresiarse bien son horriblas. Yo, soy un gurú de la gramia, no, grimatia, ggrraaamatio... ¡GRAMATICA! Bien por nosotros que lo he dicho bien, ¡Salud!- bebió otro trago y en aquel la chica escapó de su lado. Sango al posar la jarra en la mesa pensó en que tendría que haber alguna manera de impresionar a aquella mujer, que por otra parte tenía serias dudas de que fuera humana, aún así le había parecido atractiva.
En aquella fiesta había gente que bailaba, algunos llevaban disfraces otros iban tal y como eran, había mucha decoración y demasiadas...
-A tomar por wolo, tengo in plan para impresnar a esa chica.- Apuró la jarra y se levantó del asiento no sin antes trastabillar y dar unos pasos a su derecha para estabilizarse. Se quedó mirando al suelo y con las palmas extendidas hacia él.- Si tú no me hacs daño, yo tampoco, ¿vale?- Tras llegar a un acuerdo con el suelo, se giró y se fue en dirección a uno de los fuegos allí presentes. Iba lentamente, asegurando todos y cada uno de los pasos que daba y la buena dirección. Era consciente de que había bebido demasiado, pero eso no le detenía porque tenía que conquistar a una chica. Cuando llegó, dio la casualidad de que vio a unas personas jugar con unas antorchas. Su plan cambió por completo. Se acercó a aquellas personas.
- ¿Puodrían priestarme sus palos de fiego? ¡¡GRACIAS!!- Esbozó una sonrisa y tras un intercambio de palabras de aquellas buenas gentes, le prestaron una antorcha, Sango se lo agradeció encarecidamente a cada una de las personas dándoles un abrazo, al menos a aquella gente que lo quiso. Después de coger la antorcha se alejó unos pasos y pensó en lo que podía hacer a continuación. Ben, pese a ser ajeno a todo lo que pasaba a su alrededor, sabía que había personas, pero de entre todas las personas estaba ella y tenía que impresionarla.
Alzó los brazos, en la derecha tenía la antorcha en la izquierda una jarra con bebida que no sabía cómo había llegado hasta él. El siguiente paso fue moverlos lentamente de izquierda a derecha y vuelta, la cabeza acompañaba esos movimientos; se detuvo y a continuación bajó los brazos hasta colocarlos perpendicularmente al resto de su cuerpo y movió los brazos de manera alternativa de arriba a abajo y desfasados, cuando subía el brazo derecho, el izquierdo subía y viceversa. Entre medias lanzaba algún gruñido debido al esfuerzo titánico que estaba realizando para mantener el equilibrio, su cuerpo empezaba a contagiarse con el ritmo que imponía; el paso siguiente fue acuclillarse lentamente mientras esgrimía la antorcha como si fuera un arma: lanzaba estocadas, la movía de izquierda a derecha y de arriba a abajo, y justo cuando se acuclilló, se impulsó con todas sus fuerzas y saltó, en el aire trató de girar sobre sí mismo mientras alejaba de sí la antorcha. Consiguió dar un giro casi completo pero perdió el equilibrio y cayó hacia atrás, pero gracias al impulso pudo dar un voltereta y de alguna manera consiguió quedar sentado pero sin soltar la antorcha y la jarra, eso sí, el contenido se había esparcido por todas partes, hasta él mismo estaba empapado. Estaba fatigado y allí sentado en el suelo aprovechó para recuperarse.
- Una jarra por tan absolutente impresinante movimento de acrobacia, ¿no?- Mientras, soltó la antorcha y se puso de pie. Después de estar bien asentado sobre sus piernas, recogió la antorcha del suelo con muchas dificultades. La jarra volvió a su lado, un hombre se la había dado y le pedía que siguiera bailando.- Por ti lo quie sea, ¡dador de bebida!- Le guiñó un ojo, o eso creía haber hecho y bebió de la jarra, pero para su sorpresa, aquello no era cerveza. De inmediato dejó de beber soltó la jarra y escupió el contenido mirando hacia el otro lado para sorpresa de los allí presentes pues al escupir aquello, coincidió en su trayectoria la antorcha lo que generó una llamarada alejándose de Sango, pero al instante siguiente, la llamarada se volvió y atacó brutalmente a Sango. De inmediato tiró la antorcha al suelo y empezó a abofetearse mientras caía al suelo y rodaba hasta quedarse boca abajo, algunas personas aparecieron a su lado y le aporreaban con ropa. Entre golpes Sango gritaba:
- ¡¡Me vengaré de todios, todios!! ¡Ah, dejadme! Me las vais a paguar.- Después de todo aquello, su visión se oscureció. Lo siguiente que recordaba era estar sentado en el suelo contra una pared y con dolor en la cara. Se pasó la lengua por los labios pero estaba todo muy reseco. Se acordó de que había estado bailando con una antorcha. Abrió los ojos y todos sus sentidos se desbloquearon seguían en la fiesta, había dos personas con él, hablaban entre ellas: "No creo que sea grave", "Malditos idiotas, ¿no ven que está como una cuba?", "¿Por qué le dejan jugar con fuego a esta panda de borrachos?", "Se le pasará, ¿le traemos agua?", "Hay una chica que pregunta por ti", "Vete a por un poco de agua, la necesitará", "No, no, se pondrá bien"...
- Espera, una chica, ¿por mi?- Tenía la boca muy pastosa y seca, le costó decir aquello además la boca le dolía mucho, casi tanto como después de un puñetazo. Miró al hombre que estaba con él, le sonaba de algo. Estiró la mano y le agarró del hombro. Intentó decirle algo, pero como no pudo le alzó el pulgar de la mano derecha. El hombre, entonces se sentó a su lado y le echó un brazo por los hombros.
- No ha sido muy grave, y si lo ha sido, bueno, aquí estoy yo para cuidarte, guapo.- Sango abrió los ojos como platos. El hombre le apretó contra él. Cuando llegó el agua, el hombre la cogió y se encargó de darsela a Ben que hizo un gesto con la mano para coger la jarra con agua. El hombre la alejó. - Ah, ah, ah... sé que estás bien, pero cualquier precaución es poca.- Le acercó la jarra y le echó un poco de agua en la boca. El alivio fue casi instantáneo y Sango pidió más. La verdad es que los cuidado estaban siendo impecables. Después del último trago, se le derramó agua por la barbilla y aquel hombre se apresuró a limpiarlo, pero no lo hizo con un trapo. Lo hizo con la lengua. Tras aquello Ben se puso rígido y volvió a abrir los ojos buscando una vía de escape. Aquel hombre le miró y empezó a reírse acto seguido le dio un beso en los labios y dejandole la jarra con agua a un lado le dijo.- Bueno, te dejo tranquilo. Que te mejores. Si cambias de idea, sigo por aquí.- Le sonrió y le guiñó un ojo, acto seguido se marchó.
Ben seguía rígido con la mirada perdida en el infinito. El dolor volvía al ataque pero allí había pasado otra cosa, algo que aún no terminaba de asimilar.
En aquella fiesta había gente que bailaba, algunos llevaban disfraces otros iban tal y como eran, había mucha decoración y demasiadas...
-A tomar por wolo, tengo in plan para impresnar a esa chica.- Apuró la jarra y se levantó del asiento no sin antes trastabillar y dar unos pasos a su derecha para estabilizarse. Se quedó mirando al suelo y con las palmas extendidas hacia él.- Si tú no me hacs daño, yo tampoco, ¿vale?- Tras llegar a un acuerdo con el suelo, se giró y se fue en dirección a uno de los fuegos allí presentes. Iba lentamente, asegurando todos y cada uno de los pasos que daba y la buena dirección. Era consciente de que había bebido demasiado, pero eso no le detenía porque tenía que conquistar a una chica. Cuando llegó, dio la casualidad de que vio a unas personas jugar con unas antorchas. Su plan cambió por completo. Se acercó a aquellas personas.
- ¿Puodrían priestarme sus palos de fiego? ¡¡GRACIAS!!- Esbozó una sonrisa y tras un intercambio de palabras de aquellas buenas gentes, le prestaron una antorcha, Sango se lo agradeció encarecidamente a cada una de las personas dándoles un abrazo, al menos a aquella gente que lo quiso. Después de coger la antorcha se alejó unos pasos y pensó en lo que podía hacer a continuación. Ben, pese a ser ajeno a todo lo que pasaba a su alrededor, sabía que había personas, pero de entre todas las personas estaba ella y tenía que impresionarla.
Alzó los brazos, en la derecha tenía la antorcha en la izquierda una jarra con bebida que no sabía cómo había llegado hasta él. El siguiente paso fue moverlos lentamente de izquierda a derecha y vuelta, la cabeza acompañaba esos movimientos; se detuvo y a continuación bajó los brazos hasta colocarlos perpendicularmente al resto de su cuerpo y movió los brazos de manera alternativa de arriba a abajo y desfasados, cuando subía el brazo derecho, el izquierdo subía y viceversa. Entre medias lanzaba algún gruñido debido al esfuerzo titánico que estaba realizando para mantener el equilibrio, su cuerpo empezaba a contagiarse con el ritmo que imponía; el paso siguiente fue acuclillarse lentamente mientras esgrimía la antorcha como si fuera un arma: lanzaba estocadas, la movía de izquierda a derecha y de arriba a abajo, y justo cuando se acuclilló, se impulsó con todas sus fuerzas y saltó, en el aire trató de girar sobre sí mismo mientras alejaba de sí la antorcha. Consiguió dar un giro casi completo pero perdió el equilibrio y cayó hacia atrás, pero gracias al impulso pudo dar un voltereta y de alguna manera consiguió quedar sentado pero sin soltar la antorcha y la jarra, eso sí, el contenido se había esparcido por todas partes, hasta él mismo estaba empapado. Estaba fatigado y allí sentado en el suelo aprovechó para recuperarse.
- Una jarra por tan absolutente impresinante movimento de acrobacia, ¿no?- Mientras, soltó la antorcha y se puso de pie. Después de estar bien asentado sobre sus piernas, recogió la antorcha del suelo con muchas dificultades. La jarra volvió a su lado, un hombre se la había dado y le pedía que siguiera bailando.- Por ti lo quie sea, ¡dador de bebida!- Le guiñó un ojo, o eso creía haber hecho y bebió de la jarra, pero para su sorpresa, aquello no era cerveza. De inmediato dejó de beber soltó la jarra y escupió el contenido mirando hacia el otro lado para sorpresa de los allí presentes pues al escupir aquello, coincidió en su trayectoria la antorcha lo que generó una llamarada alejándose de Sango, pero al instante siguiente, la llamarada se volvió y atacó brutalmente a Sango. De inmediato tiró la antorcha al suelo y empezó a abofetearse mientras caía al suelo y rodaba hasta quedarse boca abajo, algunas personas aparecieron a su lado y le aporreaban con ropa. Entre golpes Sango gritaba:
- ¡¡Me vengaré de todios, todios!! ¡Ah, dejadme! Me las vais a paguar.- Después de todo aquello, su visión se oscureció. Lo siguiente que recordaba era estar sentado en el suelo contra una pared y con dolor en la cara. Se pasó la lengua por los labios pero estaba todo muy reseco. Se acordó de que había estado bailando con una antorcha. Abrió los ojos y todos sus sentidos se desbloquearon seguían en la fiesta, había dos personas con él, hablaban entre ellas: "No creo que sea grave", "Malditos idiotas, ¿no ven que está como una cuba?", "¿Por qué le dejan jugar con fuego a esta panda de borrachos?", "Se le pasará, ¿le traemos agua?", "Hay una chica que pregunta por ti", "Vete a por un poco de agua, la necesitará", "No, no, se pondrá bien"...
- Espera, una chica, ¿por mi?- Tenía la boca muy pastosa y seca, le costó decir aquello además la boca le dolía mucho, casi tanto como después de un puñetazo. Miró al hombre que estaba con él, le sonaba de algo. Estiró la mano y le agarró del hombro. Intentó decirle algo, pero como no pudo le alzó el pulgar de la mano derecha. El hombre, entonces se sentó a su lado y le echó un brazo por los hombros.
- No ha sido muy grave, y si lo ha sido, bueno, aquí estoy yo para cuidarte, guapo.- Sango abrió los ojos como platos. El hombre le apretó contra él. Cuando llegó el agua, el hombre la cogió y se encargó de darsela a Ben que hizo un gesto con la mano para coger la jarra con agua. El hombre la alejó. - Ah, ah, ah... sé que estás bien, pero cualquier precaución es poca.- Le acercó la jarra y le echó un poco de agua en la boca. El alivio fue casi instantáneo y Sango pidió más. La verdad es que los cuidado estaban siendo impecables. Después del último trago, se le derramó agua por la barbilla y aquel hombre se apresuró a limpiarlo, pero no lo hizo con un trapo. Lo hizo con la lengua. Tras aquello Ben se puso rígido y volvió a abrir los ojos buscando una vía de escape. Aquel hombre le miró y empezó a reírse acto seguido le dio un beso en los labios y dejandole la jarra con agua a un lado le dijo.- Bueno, te dejo tranquilo. Que te mejores. Si cambias de idea, sigo por aquí.- Le sonrió y le guiñó un ojo, acto seguido se marchó.
Ben seguía rígido con la mirada perdida en el infinito. El dolor volvía al ataque pero allí había pasado otra cosa, algo que aún no terminaba de asimilar.
Sango
Héroe de Aerandir
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Re: En memoria de Midgar [Evento]
No tenía registros históricos claros en relación a lo que había sucedido en el incendio de Midgar, el principal motivo es que para entonces ya me encontraba encerrada en el depósito de la base militar, por lo que no recibía datos de afuera. De cualquier manera, no era difícil imaginar que una fogata mal apagada o un rayo inoportuno generaran un gran incendio, y dados los pocos recursos de las personas de Aerandir, les habría resultado imposible apagarlo.
Esta era la conclusión a la que podía llegar mi sistema, pero como casi siempre me pasaba, los orgánicos parecían encontrarle muchos más simbolismos a una situación que a mis ojos era como cualquier otra. A esta catástrofe natural en concreto parecían catalogarla como un acontecimiento que mostraba claramente el desprecio de los Humanos, los Brujos y los Vampiros hacia el resto de las razas. Curioso, según mi experiencia todas las especies inteligentes se odiaban e ignoraban con la misma intensidad.
Algunas lo hacían usando basamento histórico, otros por motivos personales, pero todo era básicamente lo mismo, generalizar utilizando como referencia a un individuo o a un hecho aislado.
De cualquier manera, era bueno verlos celebrando en paz, cualquiera fuera el motivo, si era para que no se hicieran daño estaba bien. Habían muchas personas por todos lados, en la pista de baile pude ver a Asher repartiendo cintas y bailando con una joven. También encontré a Z9-42, pensé en saludarlo pero ya estaba acompañado por otras personas.
Y finalmente vi a Skatha, concretamente, estaba parado sobre una silla dando un discurso, me acerque para enterarme de qué se trataba. Ya estaba al tanto de la preocupación que sentía Taliesin todo el tiempo de que alguien averiguara a qué raza pertenecía, y sabía también todas las penurias que debía pasar por eso. En varias oportunidades le había dicho que no era necesario que lo ocultara, pero tenía que admitir que no había conocido una sola población que estuviera dispuesta a convivir con vampiros.
Al comienzo eran muchos los que aplaudían, pero a medida que fue revelando el hecho que tanto lo avergonzaba, los aplausos fueron menguando. Yo mire alrededor sin entender porque se detenían, no estaba diciendo nada incorrecto, o fuera de lugar, era cierto que los vampiros eran dejados de lado por todas las razas.
"¡lo que necesitamos es vuestra comprensión y aceptación!" ¿Había aceptación para los Bio-cibernéticos? ¿O siquiera un sitio donde estar? Cierto, teníamos la base, pero no todos los de mi especie podía estar en ese lugar, solo los que habían sido hechos de forma legal. Y para todos aquellos que tuvieran un origen más difuso, probablemente el único destino que les esperaba es el desguace.
Fuera de eso, no teníamos ningún sitio que pudiéramos llamar hogar, eso no me causaba tristeza, ni malestar alguno… Pero suponía que sería bueno el tener algún sitio al cual regresar.
Me acerqué a Skatha cuando bajo de la silla.
-Yo podría bailar ¿Cierto? Es solo cuestión de imitar lo que hacen los demás – Eso me había dicho Taliesin la primera vez que nos conocimos, y me había servido de guía para poder realizar algo parecido a un baile. Tome su mano y me acerque al sitio donde todos los orgánicos estaban bailando – Fue un buen discurso, espero que tu deseo se cumpla.
Esta era la conclusión a la que podía llegar mi sistema, pero como casi siempre me pasaba, los orgánicos parecían encontrarle muchos más simbolismos a una situación que a mis ojos era como cualquier otra. A esta catástrofe natural en concreto parecían catalogarla como un acontecimiento que mostraba claramente el desprecio de los Humanos, los Brujos y los Vampiros hacia el resto de las razas. Curioso, según mi experiencia todas las especies inteligentes se odiaban e ignoraban con la misma intensidad.
Algunas lo hacían usando basamento histórico, otros por motivos personales, pero todo era básicamente lo mismo, generalizar utilizando como referencia a un individuo o a un hecho aislado.
De cualquier manera, era bueno verlos celebrando en paz, cualquiera fuera el motivo, si era para que no se hicieran daño estaba bien. Habían muchas personas por todos lados, en la pista de baile pude ver a Asher repartiendo cintas y bailando con una joven. También encontré a Z9-42, pensé en saludarlo pero ya estaba acompañado por otras personas.
Y finalmente vi a Skatha, concretamente, estaba parado sobre una silla dando un discurso, me acerque para enterarme de qué se trataba. Ya estaba al tanto de la preocupación que sentía Taliesin todo el tiempo de que alguien averiguara a qué raza pertenecía, y sabía también todas las penurias que debía pasar por eso. En varias oportunidades le había dicho que no era necesario que lo ocultara, pero tenía que admitir que no había conocido una sola población que estuviera dispuesta a convivir con vampiros.
Al comienzo eran muchos los que aplaudían, pero a medida que fue revelando el hecho que tanto lo avergonzaba, los aplausos fueron menguando. Yo mire alrededor sin entender porque se detenían, no estaba diciendo nada incorrecto, o fuera de lugar, era cierto que los vampiros eran dejados de lado por todas las razas.
"¡lo que necesitamos es vuestra comprensión y aceptación!" ¿Había aceptación para los Bio-cibernéticos? ¿O siquiera un sitio donde estar? Cierto, teníamos la base, pero no todos los de mi especie podía estar en ese lugar, solo los que habían sido hechos de forma legal. Y para todos aquellos que tuvieran un origen más difuso, probablemente el único destino que les esperaba es el desguace.
Fuera de eso, no teníamos ningún sitio que pudiéramos llamar hogar, eso no me causaba tristeza, ni malestar alguno… Pero suponía que sería bueno el tener algún sitio al cual regresar.
Me acerqué a Skatha cuando bajo de la silla.
-Yo podría bailar ¿Cierto? Es solo cuestión de imitar lo que hacen los demás – Eso me había dicho Taliesin la primera vez que nos conocimos, y me había servido de guía para poder realizar algo parecido a un baile. Tome su mano y me acerque al sitio donde todos los orgánicos estaban bailando – Fue un buen discurso, espero que tu deseo se cumpla.
- Interactuo con:
- Taliesin Skatha. Y también veo a lo lejos a Zero y a Asher
Zöe
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Re: En memoria de Midgar [Evento]
Este era el segundo festival por el que pasaba, y sin duda había gente muy interesante. Lo que mas me llamo la atención, era como la gente miraba mal a las demás razas, miraba una esquina, y un grupo de vampiros miraba mal a un grupo de licantropos, en la otra esquina un grupo de elfos miraba mal a los humanos, era increíble, incluso si nadie tenia que ver con el gran incendio de Midgar o peleas históricas.
No podía aceptar tal clase de ignorancia, gente de mente cerrada que simplemente tenían que abrirse hacia los demás. Por eso agarre una silla y me pare, pensando en ¿por que este odio? ¿por que razas contra razas?, ¿por que la gente no puede unirse?. Esas dudas, nunca fueron aclaradas para mi, pero si hoy podía hacer algo, lo iba a hacer.
- ¡En una esquina veo a licantropos, mirando a un grupo de vampiros. En la otra esquina veo Elfos, mirando a un grupo de humanos, en otra esquina veo a los bio-ciberneticos, separados de todos!. Sin importar la raza que sean, ¡escúchenme!, y solo pido que reflexionen. - Dije al final con una voz mas calmada, luego de ver como cada grupo presto atención y se acerco a mi.
- El odio nace de nuestros ancestros, y por que esta escrito. - Mire a todos - Solo vemos lo que queremos ver, solo escuchamos lo que queremos escuchar, solo olemos lo que queremos oler, incluso tocamos lo que queremos tocar, pero ¿por qué no podemos hablar lo que queremos hablar? El cambio es lo que queremos, nuestras voces son la clave y solo el tiempo lo tiene que detener. - El odio estaba escrito, desde los ataques de los licantropos y vampiros hacia los dragones como hacia ellos mismos. Sobre todo a los vampiros. - ¡La única voz que prevalece es la que esta escrita! - Y eso pasaba por la gente, por que seguimos los que los demás dicen sin pensarlo.
Baje de la silla, y mientras todos miraban, me dirigí al grupo de vampiros, y mire a una chica vampira - Soy un dragón, y no me importa lo que nuestros ancestros hayan hecho entre ellos, ¿me concedes un baile? - para mi suerte, la chica accedió, y luego de vernos a nosotros, el grupo de licantropos se acerco al grupo de vampiros, y empezaron a bailar entre ellos, los elfos se acercaron a los humanos, y empezaron a bailar entre ellos, y los bio-ciberneticos se acercaron con todos, y se unieron. Sin duda, es un gran progreso, aunque solo sean un grupo de personas.
No podía aceptar tal clase de ignorancia, gente de mente cerrada que simplemente tenían que abrirse hacia los demás. Por eso agarre una silla y me pare, pensando en ¿por que este odio? ¿por que razas contra razas?, ¿por que la gente no puede unirse?. Esas dudas, nunca fueron aclaradas para mi, pero si hoy podía hacer algo, lo iba a hacer.
- ¡En una esquina veo a licantropos, mirando a un grupo de vampiros. En la otra esquina veo Elfos, mirando a un grupo de humanos, en otra esquina veo a los bio-ciberneticos, separados de todos!. Sin importar la raza que sean, ¡escúchenme!, y solo pido que reflexionen. - Dije al final con una voz mas calmada, luego de ver como cada grupo presto atención y se acerco a mi.
- El odio nace de nuestros ancestros, y por que esta escrito. - Mire a todos - Solo vemos lo que queremos ver, solo escuchamos lo que queremos escuchar, solo olemos lo que queremos oler, incluso tocamos lo que queremos tocar, pero ¿por qué no podemos hablar lo que queremos hablar? El cambio es lo que queremos, nuestras voces son la clave y solo el tiempo lo tiene que detener. - El odio estaba escrito, desde los ataques de los licantropos y vampiros hacia los dragones como hacia ellos mismos. Sobre todo a los vampiros. - ¡La única voz que prevalece es la que esta escrita! - Y eso pasaba por la gente, por que seguimos los que los demás dicen sin pensarlo.
Baje de la silla, y mientras todos miraban, me dirigí al grupo de vampiros, y mire a una chica vampira - Soy un dragón, y no me importa lo que nuestros ancestros hayan hecho entre ellos, ¿me concedes un baile? - para mi suerte, la chica accedió, y luego de vernos a nosotros, el grupo de licantropos se acerco al grupo de vampiros, y empezaron a bailar entre ellos, los elfos se acercaron a los humanos, y empezaron a bailar entre ellos, y los bio-ciberneticos se acercaron con todos, y se unieron. Sin duda, es un gran progreso, aunque solo sean un grupo de personas.
Rakan'Drag
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Re: En memoria de Midgar [Evento]
El estafador estaba satisfecho con los resultados, el humano no solo no se había quejado, sino que además se mostraba bien predispuesto a cooperar con la clase de baile. Al principio Matt solo fue hacía los lados, o adelante y atrás, pero una vez que el joven se mostró más relajado, agregó giros a la ecuación, subiendo el nivel de dificultad de forma paulatina.
-Te lo diré de la siguiente manera: No sabía si estabas bailando o convulsionando jajaja – Se rió de buena gana mientras intentaba que hiciera un giro – Pero no eres el primer guerrero al cual tengo que entrenar en cosas que no se relacionan con espadas – Como buen ladrón que era, el poder detectar con qué tipo de persona estaba tratando era fundamental. Al tomar las curtidas manos del joven y al sentir su musculoso cuerpo no le quedo mucha duda sobre cuál sería su oficio –Lo bueno es que el juego de pies ya lo tienen, solo necesitan un poco de guía para lograr captar la esencia del baile- Sonrió cuando le hizo un cumplido – Tu amiga lleva el ritmo en la sangre. Pero que seas excelente en algo no te hace necesariamente un buen maestro en eso.
Sostuvo al humano con delicadeza cuando casi tropezó, sonriendo para que el traspié no lo hiciera dudar de sus habilidades. Owens se sorprendió un poco al ver a Asher salir de la nada, pero se tomo a bien su gesto, dejando escapar una carcajada ante la ocurrencia.
-Intentare no perderlo – Dijo con tono insinuante el estafador – Lo conozco, coincidimos en un par de oportunidades, aunque no esperaba verlo aquí – Fijo su mirada en los ojos del joven – Ni tener la suerte de elegir a uno de sus amigos.
La voz anunció el momento de cambiar de parejas.
-En verdad lamento que esto termine tan pronto, pero confío en que, con lo poco que te mostré, podrás satisfacer a tu próxima pareja de baile – Agarró el cuello de su camisa y le dejo un beso en la mejilla, tal vez demasiado cerca de la boca – Espero que volvamos a vernos – Le guiño un ojo y se soltó del lazo para ir a buscar a alguien más.
No tardó casi nada en encontrar a su siguiente objetivo, allí estaba Asher otra vez solo en la pista de baile. Matthew se acercó, apareciendo por detrás, estaba seguro que el hombre-bestia lo detectaría mucho antes de que lo llamara.
-Con que andas juntando parejas, Querido Asher- Le dijo en tono burlón mientras lo agarraba de la mano – Ahora al menos acompáñame durante una ronda, prometo que me portare bien – Sonrió con un poco de malicia, pero confiando en que el Hombre-bestia compartiría su estilo de humor.
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-Te lo diré de la siguiente manera: No sabía si estabas bailando o convulsionando jajaja – Se rió de buena gana mientras intentaba que hiciera un giro – Pero no eres el primer guerrero al cual tengo que entrenar en cosas que no se relacionan con espadas – Como buen ladrón que era, el poder detectar con qué tipo de persona estaba tratando era fundamental. Al tomar las curtidas manos del joven y al sentir su musculoso cuerpo no le quedo mucha duda sobre cuál sería su oficio –Lo bueno es que el juego de pies ya lo tienen, solo necesitan un poco de guía para lograr captar la esencia del baile- Sonrió cuando le hizo un cumplido – Tu amiga lleva el ritmo en la sangre. Pero que seas excelente en algo no te hace necesariamente un buen maestro en eso.
Sostuvo al humano con delicadeza cuando casi tropezó, sonriendo para que el traspié no lo hiciera dudar de sus habilidades. Owens se sorprendió un poco al ver a Asher salir de la nada, pero se tomo a bien su gesto, dejando escapar una carcajada ante la ocurrencia.
-Intentare no perderlo – Dijo con tono insinuante el estafador – Lo conozco, coincidimos en un par de oportunidades, aunque no esperaba verlo aquí – Fijo su mirada en los ojos del joven – Ni tener la suerte de elegir a uno de sus amigos.
La voz anunció el momento de cambiar de parejas.
-En verdad lamento que esto termine tan pronto, pero confío en que, con lo poco que te mostré, podrás satisfacer a tu próxima pareja de baile – Agarró el cuello de su camisa y le dejo un beso en la mejilla, tal vez demasiado cerca de la boca – Espero que volvamos a vernos – Le guiño un ojo y se soltó del lazo para ir a buscar a alguien más.
No tardó casi nada en encontrar a su siguiente objetivo, allí estaba Asher otra vez solo en la pista de baile. Matthew se acercó, apareciendo por detrás, estaba seguro que el hombre-bestia lo detectaría mucho antes de que lo llamara.
-Con que andas juntando parejas, Querido Asher- Le dijo en tono burlón mientras lo agarraba de la mano – Ahora al menos acompáñame durante una ronda, prometo que me portare bien – Sonrió con un poco de malicia, pero confiando en que el Hombre-bestia compartiría su estilo de humor.
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- Interactuo con:
- Eltrant y Asher
Matthew Owens
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Re: En memoria de Midgar [Evento]
A sus oídos habían llegado los rumores de una gran fiesta, conmemorando la unión de las diferentes razas, todas unidas bajo el mismo cielo controlado por el mismo ser, lo que significaba que todos aquellos seres serian convertibles, a la verdadera religión, claro.
Muñecos, disfraces y antorchas, Erad no entendía para que eran las ultimas, aunque se lo imaginaba, tal vez para invocar a algún ser maligno que haga danzar a las personas, terrible. El diario del anciano era escrito, una vez más, otra página del mismo. - Charlie, hoy toca fiesta, así que tendré que dejarte en casa, ya sabes, cuidando el lugar, imagina que Dios toque la puerta, pues ahí estarás tu para abrirle, en caso de que suceda dale la dirección él sabrá llegar, pero antes de irme tengo que preparar unas cuantas cosas, ¿sabrás donde venden antorchas? !!En serio¡¡ gracias Charlie, nos vemos después. - la portada retumbó al cerrarse en la habitación de tan solo 4° metros cuadrados donde pasaba sus días.
Sacó la aguja y comenzó con sutil delicadeza a tejer, hilo por hilo alrededor de unos palos en forma de cruz que servían de base, lo primero era claramente la cabeza, quién querría un muñeco con cabeza, para todas las razas sería más o menos lo mismo, por lo cual trazó un circulo con lana de color marrón hasta crear una circunferencia, no era perfecta, pero daba el pego y él le observaba maravillado de su creación - Se parece a un hombre bestia – se dijo para sí mismo sin siquiera tener hecho más que una circunferencia, así con una sonrisa en su rostro continuó tejiendo, maravillado a cada momento, para continuar trazó unas orejas que al no saber cómo mantenerlas firmes dejó caer sobre la cabeza del mismo, para los ojos utilizo una lana negra haciendo una x pequeña donde estos irían.
Inspirado en un pequeño oso y utilizando papel como relleno intento hacer un hocico, primero, la lana blanca cubrió completamente la forma del hocico y para la boca simplemente trazó dos pequeñas medias lunas que acababan en un pequeño circulo representando la nariz. -Maravilloso, se repetía a sí mismo -
Para el cuerpo siguió la misma fórmula, con papel relleno las partes pegadas a los palos y a su alrededor con lana color marrón tejía y tejía el cuerpo, una mano, la otra mano, un estómago desorbitado, - Este hombre-bestia traerá a otro hijo de Dios al mundo, es el primer hombre que veo así, soy un genio – una pierna, la otra pierna y estaba terminado, pero algo faltaba, había algo que tal vez faltara.
Erad se levantó observándose a sí mismo en el espejo y para sus adentros casi con un grito dijo, ¡La ropa!, sin más dilación variando a un hermoso color azulado continuó hasta dejar su obra como el la quería, exactamente como Dios la querría.
.- Ya se – Dijo emocionado y partió corriendo hacia el comercio más cercano de ropa y utilería. Al llegar encontró exacto lo que necesitaba. Una camisa que no le cubría el ombligo y un pantalón que solo cubría 5 dedos bajo la cintura. - Esto es perfecto, lo quiero es para una fiesta de disfrazarse de otras razas -, - De otro género, dirás – Contestó el dependiente – Eso – Dijo Erad contento de que le entendieran, o de lo que él creía que entendían.
Solo le faltaba un último toque, pero este lo tenía en la casa, parecía una flecha de 2 millas por hora camino a casa, no tardó más de 4 horas en llegar a su pequeño hogar y al llegar sudando y cansado procedió a darse un baño para luego ponerse el disfraz y el punto final lana de la oveja sin hilar como peluca en la cabeza quedando con un sedoso pelo blanco como cereza al pastel.
Se miró al espejo impresionado de su belleza – Ahora si me veo como de otra raza, soy toda una elfa – Se dijo a sí mismo mientras se tocaba el pecho notando algo en falta, algo faltaba, pero no sabía muy bien que era, en fin, se puso en marcha.
Ya iba camino al lugar de encuentro cuando cayó en que aún no tenía la antorcha, maldita sea pensó e intentó buscar a Charlie en su espalda para que le diera un consejo - ¿Charlie? - dijo sorprendido cuando recordó que lo había dejado en casa.
Tal era su suerte que había una antorcha convenientemente puesta en el suelo, encendida y por alguna razón no se apagaba , es como si la hubieran puesto ahí hace cinco segundos o si se le hubiera caído a alguien que no podría entrar ese día a la fiesta por no tener la antorcha, que milagro era que un joven sin disfraz y muñeco iba caminando solo unos metros adelante sin antorcha, Erad miro al cielo y agradecido le dijo al señor - Muchísimas gracias por hacer que del cielo bajara tal regalo, cada día me demuestras quien es el único y verdadero y porque todos los demás están equivocados, espero que en esta fiesta me enseñen a invocar a ese ser de la danza, convertiré muchos a tu religión, gracias – Su garganta ya casi se había dañado del el grito que pego, agarro la antorcha y siguió su camino, ya estaba cerca y solo llegaba, unas tres horas tarde.
Cansado, vestido de mujer, con un oso de peluche en la mano y una antorcha en la otra entro ayudándose con su pierna a aquel lugar, todo parecía brillar sin embargo Erad cayó sobre sus rodillas destrozado y con la boca abierta, decepcionado.
La gente ya estaba bailando y su cerebro automáticamente lo asocio con que el ser de la danza ya había sido invocado. - No puede ser, tanto esfuerzo para nada - Dijo sin cerrar los ojos del asombro – Debo encontrar al que lo invoco para que me enseñe sus secretos, que decepción. Al menos como es una fiesta de disfraces nadie notara mi presencia y podré buscarlo – Sin saber que con su vestimenta llamaba totalmente la atención, sobre todo por su edad vestida de un traje juvenil, el oso de peluche bajo el brazo izquierdo y la antorcha siendo sostenida con la mano derecha.
Comenzó a vagar por el lugar con la esperanza de entrarle, o de que el invocador le encontrara pasando por al lado de la gente danzante y no danzante con la antorcha en mano y el osito en brazos.
Muñecos, disfraces y antorchas, Erad no entendía para que eran las ultimas, aunque se lo imaginaba, tal vez para invocar a algún ser maligno que haga danzar a las personas, terrible. El diario del anciano era escrito, una vez más, otra página del mismo. - Charlie, hoy toca fiesta, así que tendré que dejarte en casa, ya sabes, cuidando el lugar, imagina que Dios toque la puerta, pues ahí estarás tu para abrirle, en caso de que suceda dale la dirección él sabrá llegar, pero antes de irme tengo que preparar unas cuantas cosas, ¿sabrás donde venden antorchas? !!En serio¡¡ gracias Charlie, nos vemos después. - la portada retumbó al cerrarse en la habitación de tan solo 4° metros cuadrados donde pasaba sus días.
__________________ Muñeco __________________
Sacó la aguja y comenzó con sutil delicadeza a tejer, hilo por hilo alrededor de unos palos en forma de cruz que servían de base, lo primero era claramente la cabeza, quién querría un muñeco con cabeza, para todas las razas sería más o menos lo mismo, por lo cual trazó un circulo con lana de color marrón hasta crear una circunferencia, no era perfecta, pero daba el pego y él le observaba maravillado de su creación - Se parece a un hombre bestia – se dijo para sí mismo sin siquiera tener hecho más que una circunferencia, así con una sonrisa en su rostro continuó tejiendo, maravillado a cada momento, para continuar trazó unas orejas que al no saber cómo mantenerlas firmes dejó caer sobre la cabeza del mismo, para los ojos utilizo una lana negra haciendo una x pequeña donde estos irían.
Inspirado en un pequeño oso y utilizando papel como relleno intento hacer un hocico, primero, la lana blanca cubrió completamente la forma del hocico y para la boca simplemente trazó dos pequeñas medias lunas que acababan en un pequeño circulo representando la nariz. -Maravilloso, se repetía a sí mismo -
Para el cuerpo siguió la misma fórmula, con papel relleno las partes pegadas a los palos y a su alrededor con lana color marrón tejía y tejía el cuerpo, una mano, la otra mano, un estómago desorbitado, - Este hombre-bestia traerá a otro hijo de Dios al mundo, es el primer hombre que veo así, soy un genio – una pierna, la otra pierna y estaba terminado, pero algo faltaba, había algo que tal vez faltara.
Erad se levantó observándose a sí mismo en el espejo y para sus adentros casi con un grito dijo, ¡La ropa!, sin más dilación variando a un hermoso color azulado continuó hasta dejar su obra como el la quería, exactamente como Dios la querría.
- Muñeco:
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__________________ Disfraz __________________
.- Ya se – Dijo emocionado y partió corriendo hacia el comercio más cercano de ropa y utilería. Al llegar encontró exacto lo que necesitaba. Una camisa que no le cubría el ombligo y un pantalón que solo cubría 5 dedos bajo la cintura. - Esto es perfecto, lo quiero es para una fiesta de disfrazarse de otras razas -, - De otro género, dirás – Contestó el dependiente – Eso – Dijo Erad contento de que le entendieran, o de lo que él creía que entendían.
Solo le faltaba un último toque, pero este lo tenía en la casa, parecía una flecha de 2 millas por hora camino a casa, no tardó más de 4 horas en llegar a su pequeño hogar y al llegar sudando y cansado procedió a darse un baño para luego ponerse el disfraz y el punto final lana de la oveja sin hilar como peluca en la cabeza quedando con un sedoso pelo blanco como cereza al pastel.
Se miró al espejo impresionado de su belleza – Ahora si me veo como de otra raza, soy toda una elfa – Se dijo a sí mismo mientras se tocaba el pecho notando algo en falta, algo faltaba, pero no sabía muy bien que era, en fin, se puso en marcha.
__________________ Antorcha __________________
Ya iba camino al lugar de encuentro cuando cayó en que aún no tenía la antorcha, maldita sea pensó e intentó buscar a Charlie en su espalda para que le diera un consejo - ¿Charlie? - dijo sorprendido cuando recordó que lo había dejado en casa.
Tal era su suerte que había una antorcha convenientemente puesta en el suelo, encendida y por alguna razón no se apagaba , es como si la hubieran puesto ahí hace cinco segundos o si se le hubiera caído a alguien que no podría entrar ese día a la fiesta por no tener la antorcha, que milagro era que un joven sin disfraz y muñeco iba caminando solo unos metros adelante sin antorcha, Erad miro al cielo y agradecido le dijo al señor - Muchísimas gracias por hacer que del cielo bajara tal regalo, cada día me demuestras quien es el único y verdadero y porque todos los demás están equivocados, espero que en esta fiesta me enseñen a invocar a ese ser de la danza, convertiré muchos a tu religión, gracias – Su garganta ya casi se había dañado del el grito que pego, agarro la antorcha y siguió su camino, ya estaba cerca y solo llegaba, unas tres horas tarde.
__________________ Llegada __________________
Cansado, vestido de mujer, con un oso de peluche en la mano y una antorcha en la otra entro ayudándose con su pierna a aquel lugar, todo parecía brillar sin embargo Erad cayó sobre sus rodillas destrozado y con la boca abierta, decepcionado.
La gente ya estaba bailando y su cerebro automáticamente lo asocio con que el ser de la danza ya había sido invocado. - No puede ser, tanto esfuerzo para nada - Dijo sin cerrar los ojos del asombro – Debo encontrar al que lo invoco para que me enseñe sus secretos, que decepción. Al menos como es una fiesta de disfraces nadie notara mi presencia y podré buscarlo – Sin saber que con su vestimenta llamaba totalmente la atención, sobre todo por su edad vestida de un traje juvenil, el oso de peluche bajo el brazo izquierdo y la antorcha siendo sostenida con la mano derecha.
Comenzó a vagar por el lugar con la esperanza de entrarle, o de que el invocador le encontrara pasando por al lado de la gente danzante y no danzante con la antorcha en mano y el osito en brazos.
Erad
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Re: En memoria de Midgar [Evento]
La festividad escala rápido, más gente se anima a unirse con el pasar de los minutos y las horas, cada uno participando a su manera en los extrañamente fantásticos rituales que componen el tributo a la diversidad racial aerandiana.
Zero por su parte busca más personajes conocidos para elaborar muñecos, no parece entender muy bien como endosarles su identidad según los parámetros del evento aunque eso le importa poco… se divierte creando artículos triviales.
Es la primera vez que lo hace vale destacar, nunca había tenido el tiempo. Antes por sus estudios de los registros conservados en la base y ahora gracias a la exploración exhaustiva que lleva a cabo en Aerandir.
Existen maquinas destinadas a crear cosas por lineamientos de fábrica, en la tierra suelen emplearse enormes cadenas de montaje para producir los artículos necesarios y casi siempre solo usan unidades bios.
Sin ir tan lejos también se tienen algunos sintéticos con esas características en Aerandir, “maquinas que crean maquinas” suele ser un calificativo mundano usado para englobarles de manera general… y por qué los seres vivos inteligentes adoran los motes.
Mientras todos celebran el pequeño sintético tiene una nueva misión temporal autoimpuesta, regalar un muñeco a todos sus conocidos. Mantiene fiel solo el género pero varía todo lo demás según sienta la necesidad de experimentar.
No se puede dejar a una maquina sin propósito, siempre busca otro. Algo similar a lo que pasa con los niños vivos, no pueden quedarse sin hacer nada mucho tiempo… un chiquillo robot claramente se decantara por cumplir tareas y más aún si su programación es abierta.
Allí entre las multitudes eufóricas detecta tres personajes conocidos. El primero es Eltrant quien demuestra extraños pasos de baile, por un lateral se encuentra Zöe y el ultimo en ser descubierto es la criatura Dracónica Rakan.
Tres muñecos es una tarea de manufactura retadora, Zero sonríe pues le agrada probarse en ciertas ocasiones. Toma un lugar discreto y luego de recolectar algunos materiales destinados para los participantes se pone a trabajar.
Esta vez tarda cuatro minutos por muñeco, es una suerte que nadie estuviera viendo o tendrían muchas preguntas debido a su velocidad. Acto seguido inicia el reparto, entrega cada uno en manos de su personaje destinatario sin mediar palabra para después sentarse en la azotea más cercana.
Es una celebración divertida “sonríe para sí mismo”
Zero por su parte busca más personajes conocidos para elaborar muñecos, no parece entender muy bien como endosarles su identidad según los parámetros del evento aunque eso le importa poco… se divierte creando artículos triviales.
Es la primera vez que lo hace vale destacar, nunca había tenido el tiempo. Antes por sus estudios de los registros conservados en la base y ahora gracias a la exploración exhaustiva que lleva a cabo en Aerandir.
Existen maquinas destinadas a crear cosas por lineamientos de fábrica, en la tierra suelen emplearse enormes cadenas de montaje para producir los artículos necesarios y casi siempre solo usan unidades bios.
Sin ir tan lejos también se tienen algunos sintéticos con esas características en Aerandir, “maquinas que crean maquinas” suele ser un calificativo mundano usado para englobarles de manera general… y por qué los seres vivos inteligentes adoran los motes.
Mientras todos celebran el pequeño sintético tiene una nueva misión temporal autoimpuesta, regalar un muñeco a todos sus conocidos. Mantiene fiel solo el género pero varía todo lo demás según sienta la necesidad de experimentar.
No se puede dejar a una maquina sin propósito, siempre busca otro. Algo similar a lo que pasa con los niños vivos, no pueden quedarse sin hacer nada mucho tiempo… un chiquillo robot claramente se decantara por cumplir tareas y más aún si su programación es abierta.
Allí entre las multitudes eufóricas detecta tres personajes conocidos. El primero es Eltrant quien demuestra extraños pasos de baile, por un lateral se encuentra Zöe y el ultimo en ser descubierto es la criatura Dracónica Rakan.
Tres muñecos es una tarea de manufactura retadora, Zero sonríe pues le agrada probarse en ciertas ocasiones. Toma un lugar discreto y luego de recolectar algunos materiales destinados para los participantes se pone a trabajar.
Esta vez tarda cuatro minutos por muñeco, es una suerte que nadie estuviera viendo o tendrían muchas preguntas debido a su velocidad. Acto seguido inicia el reparto, entrega cada uno en manos de su personaje destinatario sin mediar palabra para después sentarse en la azotea más cercana.
Es una celebración divertida “sonríe para sí mismo”
- Muñeco de Eltrant:
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- Muñeco de Zöe:
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Off: Interactuó con Eltrant, Zöe y Rakan'Drag.
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Re: En memoria de Midgar [Evento]
¿Se había confundido de persona? en principio le parecía que era el mismo, y olvidar alguien de apariencia tan peculiar no era fácil, sin embargo la misma razón le hizo concluir que se encontraba ante alguien distinto.
Si era sincero consigo mismo, su mente tendía a agrupar a los hombres-bestia de acuerdo a sus características animales. Así, los de apariencia felina, por ejemplo, tendían a parecerles muy similares entre sí. Era muy posible que el hombre-perro de aquí simplemente le pareciera igual debido a un alcance racial.
Sacando ese pensamiento de su mente, el chico decidió caminar por el lugar, contemplando con fascinación a la gente que allí se reunía. Algunos bailaban, otros conversaban, había quienes incluso se besaban. En Lunargenta era raro ver a la gente expresar abiertamente su afecto y quien se besara en la calle usualmente recibía (al menos) una mirada de reprobación. Había algo en todo eso del orgullo racial que iba más allá de las meras razas.
"Al final, por dentro son todos iguales" decía su maestro, tanto tiempo atrás. Claro que el anciano no se refería precisamente al corazón o las buenas intenciones, sino a algo más literal que era posible encontrar con una daga bien afilada. A veces agregaba una segunda parte "Hasta los bios, debajo de todo ese metal siempre hay un corazón que late y es posible reventar".
No alcanzó a estar demasiado en estos pensamientos cuando un (nuevo) regalo inesperado le pilló por sorpresa. Se trataba de un muñeco, entregado de manera tan repentina que Demian ni siquiera tuvo mucha oportunidad de dar las gracias. El encargado era otro niño, que se perdió pronto entre la multitud.
–Gracias –alcanzó a decir, pero no estaba seguro si le había escuchado.
Le parecía haberle visto antes, pero el encuentro fue tan fugaz que no pudo comprobarlo.
Demian siguió su camino y continuó examinando el ritual que todos llevaban a cabo de intercambiar muñecos. Decidió que también debía participar.
No fue difícil encontrar materiales, los vendían por todos lados y hasta era posible encontrar retazos en el suelo, incluso partes ya pre-armadas.
–Algún día alguien aprenderá a hacer estas c-cosas en grandes cantidades y se hará rico –comentó al aire.
Juntó lo suficiente y se dio a la tarea de manufacturar algo. Con la daga podía cortar con facilidad, aunque el acto de unir las partes no era sencillo. No es que le faltara precisión con las manos, sino que no sabía exactamente cómo se hacía. Al final una anciana que vendía cosas le terminó ayudando, hasta que tuvo un producto medianamente decente. Lo miró con detenimiento.
Era como ver algo de otro, no se había dado cuenta realmente qué hacía sino hasta tenerlo listo. Era un corazón, pero no como esos de dos círculos superiores y un triángulo abajo, sino uno que asemejaba a un corazón de verdad, con arterias y venas convenientemente abiertas. En su interior había algodón teñido de rojo, simulando la sangre. Se había dado hasta el trabajo de agregar unos trozos de lana roja en la superficie para mostrar pequeños vasos sanguíneos.
Miró a su alrededor.
Debía darle el objeto a alguien, pero no sabía a quién. Encontró a Eltrant con la vista, pero estaba ocupado bailando y rodeado de otras personas. Decidió que no era el momento de acercarse, bailar no era precisamente lo suyo y, a pesar de lo que a veces podía parecer, Demian era más bien tímido.
Siguió más allá y divisó a una elfa que se le hacía familiar. Cuando estaba ya más cerca la pudo reconocer. Era aquella a la que había echado la culpa de un delito, mucho tiempo atrás, y que por las vueltas del destino habían acabado luchando contra una organización secreta. Recordó que a su lado tuvo ese incidente en un lugar subterráneo que le significó alejarse por meses de todos los que conocía. Caminó hacia ella.
–La gente se da reg-g-galos, se da muñecos –dijo algo incómodo–, así que... tengo est-te muñeco.
Le ofrece entonces el muñeco que había elaborado y en el acto de entregarlo lo aprieta, haciendo que un poco de algodón se asome por una de las arterias falsas.
–En realidad puede ser de la r-raza que imagine –le explica.
Off: Interactúo con Níniel.
Demian
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Re: En memoria de Midgar [Evento]
Parece que la vampiresa había adoptado mi idea. De hecho, muchas otras personas habían comenzado a atarse cintas en distintas partes del cuerpo, bien de su raza o de otras. Sonreí al quedarme con el lazo en torno a mi brazo. Lyn debía estar de muy buen humor. Aquella clase de fiesta le pegaba.
En cuanto se alejó con su risueño "Wiiih", me di la vuelta. Si bien había podido manejarme con una bailarina mucho más experta que yo, aquello no era mi fuerte ni mi actividad favorita. Pero entonces, llegó Matthew, ejerciendo algún tipo de justicia celestial. Si Eltrant había sufrido, ahora me tocaba a mi.
No me resistí demasiado. Podía ser divertido, después de todo.
-Por algún motivo, no te creo.- repliqué con una sonrisa sarcástica. -Aunque parece que no he hecho un buen trabajo si te has desatado tan fácilmente.- Continué moviéndome. Algo más lento de lo que me gustaría, pero de esa forma me aseguraba de no tropezarme. Quizás era demasiado consciente de donde iban mis pies: con tanta gente cerca, no podía evitar mirar al suelo.
Después de todo, era de los pocos que no llevaba calzado. Si me pisaban, dolería.
-Supongo que no has podido resistirte a esto.- dije, separándome momentáneamente y flexionando los brazos para presumir de musculatura. La cinta de Lyn se resistió contra mi biceps. Después, volví a acercarme al humano. -Pero siento decepcionarte. Sólo tengo ojos para un hombre. Y, hablando de ojos, seguro que nos está observando.- bromeé. O al menos, en parte. Era muy posible que Syl estuviese en los tejados, mirando desde las alturas.
Era una lástima, pero estaba seguro de que lo prefería así. Había prometido que le gustaba verme divertirme, después de todo.
Había mucho hablar a nuestro alrededor. Al menos a un par de personas les había dado por soltar discursos. Resoplé. Demasiado alcohol para ellos, supuse. Otra gente había dejado de bailar, centrándose en su lugar en intercambiar muñecos.
Una vez terminó el baile, le dediqué una ligera reverencia a Matthew.
-La máscara y la cola te quedan bien. Deberías usarlas más.- dije antes de separarme.
Avancé rápidamente, acercándome a la parte más iluminada de la plaza: los bailes con antorchas. Aquello si que me gustaba más. Fue allí donde me encontré de nuevo con Arom. Había dos tipos de antorchas: las típicas que usaría cualquiera para iluminar, y las que existían solo para ese baile, más largas y ligeras, similares a un bastón con los extremos en llamas. El jovial hombre coyote se manejaba bastante bien con las segundas, pese a lo que debía haber bebido. Se movía con soltura y precisión. Me había impresionado desde la primera vez que lo vi, años atrás. En cuanto me vio acercarme, se llevó una botella a la boca y lo escupió sobre la llama, proyectando una nube de fuego en el aire
Me miró, casi desafiante. Chasqueé la lengua con una sonrisa. Podía hacer más que eso. Tomé una de las antorchas y la giré varias veces, llegando incluso a soltarla en el aire y cogerla al vuelo. Me situé junto a mi congénere, haciendo distintas florituras. Era más lento y cuidadoso que mi amigo, por supuesto: no tenia su práctica ni soltura. Pero si tenía un truco final. Lancé la antorcha al aire tan fuerte como pude y alcé la mano.
-¡HOY CONTROLAMOS EL FUEGO!- exclamé. Una gran llamarada salió de mi mano, alzándose hasta la antorcha e iluminando aún más la plaza durante un breve instante. Cuando cayó, la recogí al vuelo y la hundí en el suelo, apagando uno de los extremos.
Hubo aplausos y gritos de ánimo. Hice una reverencia.
-Presumido.- musitó Arom, sonriendo.
En cuanto se alejó con su risueño "Wiiih", me di la vuelta. Si bien había podido manejarme con una bailarina mucho más experta que yo, aquello no era mi fuerte ni mi actividad favorita. Pero entonces, llegó Matthew, ejerciendo algún tipo de justicia celestial. Si Eltrant había sufrido, ahora me tocaba a mi.
No me resistí demasiado. Podía ser divertido, después de todo.
-Por algún motivo, no te creo.- repliqué con una sonrisa sarcástica. -Aunque parece que no he hecho un buen trabajo si te has desatado tan fácilmente.- Continué moviéndome. Algo más lento de lo que me gustaría, pero de esa forma me aseguraba de no tropezarme. Quizás era demasiado consciente de donde iban mis pies: con tanta gente cerca, no podía evitar mirar al suelo.
Después de todo, era de los pocos que no llevaba calzado. Si me pisaban, dolería.
-Supongo que no has podido resistirte a esto.- dije, separándome momentáneamente y flexionando los brazos para presumir de musculatura. La cinta de Lyn se resistió contra mi biceps. Después, volví a acercarme al humano. -Pero siento decepcionarte. Sólo tengo ojos para un hombre. Y, hablando de ojos, seguro que nos está observando.- bromeé. O al menos, en parte. Era muy posible que Syl estuviese en los tejados, mirando desde las alturas.
Era una lástima, pero estaba seguro de que lo prefería así. Había prometido que le gustaba verme divertirme, después de todo.
Había mucho hablar a nuestro alrededor. Al menos a un par de personas les había dado por soltar discursos. Resoplé. Demasiado alcohol para ellos, supuse. Otra gente había dejado de bailar, centrándose en su lugar en intercambiar muñecos.
Una vez terminó el baile, le dediqué una ligera reverencia a Matthew.
-La máscara y la cola te quedan bien. Deberías usarlas más.- dije antes de separarme.
Avancé rápidamente, acercándome a la parte más iluminada de la plaza: los bailes con antorchas. Aquello si que me gustaba más. Fue allí donde me encontré de nuevo con Arom. Había dos tipos de antorchas: las típicas que usaría cualquiera para iluminar, y las que existían solo para ese baile, más largas y ligeras, similares a un bastón con los extremos en llamas. El jovial hombre coyote se manejaba bastante bien con las segundas, pese a lo que debía haber bebido. Se movía con soltura y precisión. Me había impresionado desde la primera vez que lo vi, años atrás. En cuanto me vio acercarme, se llevó una botella a la boca y lo escupió sobre la llama, proyectando una nube de fuego en el aire
Me miró, casi desafiante. Chasqueé la lengua con una sonrisa. Podía hacer más que eso. Tomé una de las antorchas y la giré varias veces, llegando incluso a soltarla en el aire y cogerla al vuelo. Me situé junto a mi congénere, haciendo distintas florituras. Era más lento y cuidadoso que mi amigo, por supuesto: no tenia su práctica ni soltura. Pero si tenía un truco final. Lancé la antorcha al aire tan fuerte como pude y alcé la mano.
-¡HOY CONTROLAMOS EL FUEGO!- exclamé. Una gran llamarada salió de mi mano, alzándose hasta la antorcha e iluminando aún más la plaza durante un breve instante. Cuando cayó, la recogí al vuelo y la hundí en el suelo, apagando uno de los extremos.
Hubo aplausos y gritos de ánimo. Hice una reverencia.
-Presumido.- musitó Arom, sonriendo.
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Usada habilidad: Estallido (no podía resistirme)
Asher Daregan
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Re: En memoria de Midgar [Evento]
De la realidad más inmediata lo separaba una neblina de alcohol, con lo cual no fue consciente de la reacción de aquellos que le rodeaban, ni se dio cuenta de que el grupo con el que había estado hablando hasta entonces se había retirado hacia un lado. Abrió los brazos, manteniendo en su rostro una sonrisa satisfecha, listo para empezar a bailar con quien estuviera dispuesto a ello. Y así se quedó durante unos largos segundos, inmóvil como una estatua de no ser por un leve bamboleó que no estaba bajo su control.
- ¡Zöe! - su sonrisa se amplió cuando reconoció a la mujer que se acercaba a él - Siempre es un gusto verte.
Le dio un fuerte y efusivo abrazo, meciéndola hacia un lado y hacia el otro antes de volver a dejarla donde la había encontrado. El abrazo se alargó algo más de lo necesario, y despues siguió sujetándola de los hombros, perpetuando de esta manera el contacto físico.
- Sí, es una gran idea. Olvidemos por un momento los sufrimientos de la existencia cotidiana, ¡bailemos!
En cualquier otro momento habría ofrecido su brazo a Zöe para que lo tomara, pero en aquella ocasión toda caballerosidad había sido olvidada. En su lugar pasó su brazo por encima de los hombros de la biocibernética, en un gesto de camaradería, y fue de esta manera a la zona de baile.
- Yo te enseño - insistió -. Puede ser un poco más difícil que la última vez, porque hoy es un baile de parejas y... - enfocó lo que pasaba a su alrededor; el movimiento de las parejas se confundía en una cacofonía de colores y formas - ... se mueve rápido. Nosotros haremos una versión más lenta. Da igual lo que diga la música.
Se pasó los siguientes minutos enseñándole cómo posicionarse y dónde colocar las manos. Lo hacía con cierta torpeza y a veces contradiciéndose a sí mismo, pero compensaba aquello con infinita paciencia y calma. A continuación le enseñó unos pocos pasos, a un lado, a otro, adelante y atrás; nada demasiado complicado ni que requiriera de mucha movilidad, y en general procurando asimilarlo a un movimiento racional y no a una intuición provocada por la música.
- Vamos despacio; movimiento mecánico, cuestión de seguir los pasos a un ritmo determinado... ¡Va!
- ¡Zöe! - su sonrisa se amplió cuando reconoció a la mujer que se acercaba a él - Siempre es un gusto verte.
Le dio un fuerte y efusivo abrazo, meciéndola hacia un lado y hacia el otro antes de volver a dejarla donde la había encontrado. El abrazo se alargó algo más de lo necesario, y despues siguió sujetándola de los hombros, perpetuando de esta manera el contacto físico.
- Sí, es una gran idea. Olvidemos por un momento los sufrimientos de la existencia cotidiana, ¡bailemos!
En cualquier otro momento habría ofrecido su brazo a Zöe para que lo tomara, pero en aquella ocasión toda caballerosidad había sido olvidada. En su lugar pasó su brazo por encima de los hombros de la biocibernética, en un gesto de camaradería, y fue de esta manera a la zona de baile.
- Yo te enseño - insistió -. Puede ser un poco más difícil que la última vez, porque hoy es un baile de parejas y... - enfocó lo que pasaba a su alrededor; el movimiento de las parejas se confundía en una cacofonía de colores y formas - ... se mueve rápido. Nosotros haremos una versión más lenta. Da igual lo que diga la música.
Se pasó los siguientes minutos enseñándole cómo posicionarse y dónde colocar las manos. Lo hacía con cierta torpeza y a veces contradiciéndose a sí mismo, pero compensaba aquello con infinita paciencia y calma. A continuación le enseñó unos pocos pasos, a un lado, a otro, adelante y atrás; nada demasiado complicado ni que requiriera de mucha movilidad, y en general procurando asimilarlo a un movimiento racional y no a una intuición provocada por la música.
- Vamos despacio; movimiento mecánico, cuestión de seguir los pasos a un ritmo determinado... ¡Va!
Taliesin Skatha
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Re: En memoria de Midgar [Evento]
Los banderines decoraban la plaza con colores diversos. Parecía que la alegría, el jolgorio y el ambiente festivo había inundado a todos y cada uno de los presentes. La música que rodaba de lado a lado llevada por juglares vestidos de carmín y azul invitaba a bailar como si no hubiera mañana. Y es que era muy probable que no lo hubiera. Pero eso sería algo a pensar en otro momento. Ese momento era, única y exclusivamente, para disfrutar.
Un grupo se había instalado sobre una zona adoquinada y organizado un pequeño concierto que parecía ser el que movía toda la plaza. Los tambores hechos con piel de reno, cuernos de cabra, kraviklyras y las tagelharpas con cuerdas de crin de caballo creaban melodías que podían ser tanto para un baile de pueblo como para el preceder de la guerra. Tessa miró a su alrededor. Una mesa donde parecían estar creando cosas llamó su atención y frunció el ceño para aguzar la vista. Había muñecos.
— Creo que me despido, voy a sentarme, quiero hacer un muñeco. — Confesó con entusiasmo haciendo reír a Alanna.
— ¿Me regalarás uno? — Preguntó ridículamente consciente de las burlas que desataba en la arquera que ella siempre tuviera cerca el peluche de su hermana.
— No, lo siento, pero esto irá para el fuego, o eso o me traes a rastras al pequeño mago y a su amigo para que se lo de a ellos. — Se despidió con la mano frente a la cara sonriente de Alanna. Al parecer Demiany el otro muchacho la habían dejado sorprendida.
Con la desaparición de Tessa, Alanna se giró a mirar a Alward y le sonrió, notando, a sus espaldas, lo que había querido decir su amiga con lo de Demian. No era porque fuera un niño, era porque era mago. Señaló las dos tablas de madera sobre las que había escritas las normas de la fiesta. Si bailabas, era con alguien de raza diferente, si hacías un muñeco, se lo regalabas a alguien de otra raza o lo quemabas en la hoguera.
Miró a su alrededor. Parecía que esa fiesta estaba hecha para que la gente se relacionara con alguien más que sus allegados. No era mala idea. Conocer gente distinta siempre era algo interesante. Buscó por las casetas. Había adivinos, unos con runas, otros con bolas de cristal, teatros de guiñol para los más pequeños — y no tan pequeños, podía decir al ver un enorme tipo con el pelo atado en dos trenzas y una barba frondosa disfrutar del espectáculo como el más pequeño de los chiquillos — después de recorrer con los ojos los puestos de comida, vio, finalmente, un sitio con barriles.
Había tantísima gente que a penas era capaz de distinguir a nadie. Creyó ver a Eltrant, siendo manoseado por un hombre, apartó la vista, demasiado raro ver a Eltrant bailando como para pensar que podía ser verdad, Tessa ya parecía haber empezado con su labor y ataba con cuerdas unos palos, con una sonrisa de concentración. Pero no podía distinguir a mucha gente más, tal vez era persona de pelo gris del fondo fuera Zöe, la bio del barco.
— Parece que para tomar algo podemos ir solos. — bromeó. — ¿te apetece una cerveza? — le preguntó empezando a avanzar hacia los tenderetes.
Tessa, en cambio, aun en su concentración, había podido ver a los dos pequeños del bosque, que se encontraban, como ella, haciendo muñecos. Les sonrió y les saludó desde lejos. Eso de hacer peleles era más difícil de lo que pensaba. Miró los que había hecho el chiquillo serio. ¿Cómo un niño podía hacer los muñecos mejor que ella? Frunció el ceño.
— Ey, Zero. — Lo llamó recordando el nombre que escuchó en el bosque. — ¿Cómo has hecho eso? — preguntó dejando de lado montón de tela mal enredado.
Un grupo se había instalado sobre una zona adoquinada y organizado un pequeño concierto que parecía ser el que movía toda la plaza. Los tambores hechos con piel de reno, cuernos de cabra, kraviklyras y las tagelharpas con cuerdas de crin de caballo creaban melodías que podían ser tanto para un baile de pueblo como para el preceder de la guerra. Tessa miró a su alrededor. Una mesa donde parecían estar creando cosas llamó su atención y frunció el ceño para aguzar la vista. Había muñecos.
— Creo que me despido, voy a sentarme, quiero hacer un muñeco. — Confesó con entusiasmo haciendo reír a Alanna.
— ¿Me regalarás uno? — Preguntó ridículamente consciente de las burlas que desataba en la arquera que ella siempre tuviera cerca el peluche de su hermana.
— No, lo siento, pero esto irá para el fuego, o eso o me traes a rastras al pequeño mago y a su amigo para que se lo de a ellos. — Se despidió con la mano frente a la cara sonriente de Alanna. Al parecer Demiany el otro muchacho la habían dejado sorprendida.
Con la desaparición de Tessa, Alanna se giró a mirar a Alward y le sonrió, notando, a sus espaldas, lo que había querido decir su amiga con lo de Demian. No era porque fuera un niño, era porque era mago. Señaló las dos tablas de madera sobre las que había escritas las normas de la fiesta. Si bailabas, era con alguien de raza diferente, si hacías un muñeco, se lo regalabas a alguien de otra raza o lo quemabas en la hoguera.
Miró a su alrededor. Parecía que esa fiesta estaba hecha para que la gente se relacionara con alguien más que sus allegados. No era mala idea. Conocer gente distinta siempre era algo interesante. Buscó por las casetas. Había adivinos, unos con runas, otros con bolas de cristal, teatros de guiñol para los más pequeños — y no tan pequeños, podía decir al ver un enorme tipo con el pelo atado en dos trenzas y una barba frondosa disfrutar del espectáculo como el más pequeño de los chiquillos — después de recorrer con los ojos los puestos de comida, vio, finalmente, un sitio con barriles.
Había tantísima gente que a penas era capaz de distinguir a nadie. Creyó ver a Eltrant, siendo manoseado por un hombre, apartó la vista, demasiado raro ver a Eltrant bailando como para pensar que podía ser verdad, Tessa ya parecía haber empezado con su labor y ataba con cuerdas unos palos, con una sonrisa de concentración. Pero no podía distinguir a mucha gente más, tal vez era persona de pelo gris del fondo fuera Zöe, la bio del barco.
— Parece que para tomar algo podemos ir solos. — bromeó. — ¿te apetece una cerveza? — le preguntó empezando a avanzar hacia los tenderetes.
Tessa, en cambio, aun en su concentración, había podido ver a los dos pequeños del bosque, que se encontraban, como ella, haciendo muñecos. Les sonrió y les saludó desde lejos. Eso de hacer peleles era más difícil de lo que pensaba. Miró los que había hecho el chiquillo serio. ¿Cómo un niño podía hacer los muñecos mejor que ella? Frunció el ceño.
— Ey, Zero. — Lo llamó recordando el nombre que escuchó en el bosque. — ¿Cómo has hecho eso? — preguntó dejando de lado montón de tela mal enredado.
Alanna Delteria
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Re: En memoria de Midgar [Evento]
Una fiesta... ¿¡DE BAILAR!? No era lo que Alward se esperaba para aquella reunión de licántropos, hombres-bestia y elfos... Creía que iba a haber comida a raudales, bebida y alguna que otra clase de ceremonia, pero... Aquello se centraba en bailar. Al menos los presentes es lo que más hacían.
Había escuchado algo sobre una fiesta en Vulwufar, pero ya que estaba allí de paso y se había encontrado con Alanna días antes, la invitó a asistir tras una experiencia... "Extraña", por ponerle algún nombre.
Vale, habían otras actividades, pero no le llamaban mucho la atención. No era un manitas como para construir un muñeco. También había otro tipo de baile, ¡Con antorchas! ¿De verdad era buena idea dejar esas letales armas de destrucción masiva, las cuales pueden provocar un incendio mortal capaz de quemar toda la ciudad de Vulwufar...? "¿A quién se le ha ocurrido semejante...-", Pensó mientras miraba a cuadros la escena cuando le cortó alguien que estaba a su lado, era Tessa, la acompañante de Alanna, quien parecía ser su hermana... Al menos así se trataban. Esta se despidió, pues parecía que ya había encontrado algo qué hacer.
-...Adiós-Dijo asintiendo con una sonrisa cordial, aunque no le quitaba el ojo a la fiesta.
Se fijó un poco más, parecían estar... ¿Atando a gente? "...Yo ahí no me meto", pensó imaginándose la de cosas terribles que podían suceder. Alguien destacaba por encima de todos los demás, era Asher. Conocía al lobo de haberse visto un par de veces en situaciones concretas, pero sin duda su altura y el hecho de haberse quedado con su cara lo hacía notorio.
Había mucha más gente allí, pero no le dio tiempo a examinarlas a todas, el sitio era un gran tumulto de almas y seguro que conocería a más, incluso le pareció ver de refilón al guerrero Eltrant bailando con... ¿Un hombre? Era mucho más alto que él. Bueno, cada uno tiene sus gustos. Si a Eltrant le van los hombres mayores que él, estaba bien. Ni siquiera sabía si realmente se trataba de él.
Alanna impidió al mercenario seguir examinando a la gente de la fiesta. Le hizo ver un cartel donde ponían las reglas del festival.
-Vaya, qué lástima-Dijo con sarcasmo ante la que decía algo así como que "Había que bailar con alguien de otra raza"-¡Claro!-Contestó a la proposición de la chica para beber algo. No era mucho de eso, pero por una vez, no iba a pasar nada
Una vez tomaron asiento en una pequeña mesa, rodeada por más del mismo estilo, donde habían más gente sentada, cada uno en la suya, como si de una "taberna al aire libre" se tratase. Les sirvieron dos jarras y empezaron a tomar.
-¿Y qué piensas hacer ahora, Alanna?-Tomó un sorbo-Es decir, después de la fiesta-Se calló unos segundos para ver la respuesta de la mujer-Es curioso y a la vez hermoso, ¿Eh?-Miró a su alrededor, a los que construían muñecos, a los que bailaban solos, acompañados, con antorchas...-Por más que haya un ambiente de Guerra estos días atrás por toda la península... Todos se esfuerzan por que, al menos, este día haya paz, amistad y buenas sensaciones en general. Es como si lo que ocurriese en el mundo exterior fuese ajeno totalmente a este lugar y este momento... Es simplemente maravilloso-Miró de nuevo a Alanna tras su repentina charla-Perdón si he hablado demasiado-Se puso una mano tras la cabeza en señal de vergüenza, mientras se reía intentando quitarle importancia.
Terminaron sus respectivas bebidas, Alward se pidió un par más y se fijó en que no todos seguían "Las reglas" de la fiesta con respecto al baile. Pasó un buen rato hablando con su repentina compañera. Luego volvió a mirar la fiesta, allí todos bailaban con todos. No es que le importase realmente, pero ya que estaba allí... Y tenía una bebida de más... ¿Por qué no?
-¿Te...?-Respiró hondo-¿Te apetece que nos unamos?-Se ruborizó un poco-Más que nada por integrarnos en la fiesta-Tosió un par de veces aclarándose la voz-...Sí, eso-Asintió convencido
Había escuchado algo sobre una fiesta en Vulwufar, pero ya que estaba allí de paso y se había encontrado con Alanna días antes, la invitó a asistir tras una experiencia... "Extraña", por ponerle algún nombre.
Vale, habían otras actividades, pero no le llamaban mucho la atención. No era un manitas como para construir un muñeco. También había otro tipo de baile, ¡Con antorchas! ¿De verdad era buena idea dejar esas letales armas de destrucción masiva, las cuales pueden provocar un incendio mortal capaz de quemar toda la ciudad de Vulwufar...? "¿A quién se le ha ocurrido semejante...-", Pensó mientras miraba a cuadros la escena cuando le cortó alguien que estaba a su lado, era Tessa, la acompañante de Alanna, quien parecía ser su hermana... Al menos así se trataban. Esta se despidió, pues parecía que ya había encontrado algo qué hacer.
-...Adiós-Dijo asintiendo con una sonrisa cordial, aunque no le quitaba el ojo a la fiesta.
Se fijó un poco más, parecían estar... ¿Atando a gente? "...Yo ahí no me meto", pensó imaginándose la de cosas terribles que podían suceder. Alguien destacaba por encima de todos los demás, era Asher. Conocía al lobo de haberse visto un par de veces en situaciones concretas, pero sin duda su altura y el hecho de haberse quedado con su cara lo hacía notorio.
Había mucha más gente allí, pero no le dio tiempo a examinarlas a todas, el sitio era un gran tumulto de almas y seguro que conocería a más, incluso le pareció ver de refilón al guerrero Eltrant bailando con... ¿Un hombre? Era mucho más alto que él. Bueno, cada uno tiene sus gustos. Si a Eltrant le van los hombres mayores que él, estaba bien. Ni siquiera sabía si realmente se trataba de él.
Alanna impidió al mercenario seguir examinando a la gente de la fiesta. Le hizo ver un cartel donde ponían las reglas del festival.
-Vaya, qué lástima-Dijo con sarcasmo ante la que decía algo así como que "Había que bailar con alguien de otra raza"-¡Claro!-Contestó a la proposición de la chica para beber algo. No era mucho de eso, pero por una vez, no iba a pasar nada
Una vez tomaron asiento en una pequeña mesa, rodeada por más del mismo estilo, donde habían más gente sentada, cada uno en la suya, como si de una "taberna al aire libre" se tratase. Les sirvieron dos jarras y empezaron a tomar.
-¿Y qué piensas hacer ahora, Alanna?-Tomó un sorbo-Es decir, después de la fiesta-Se calló unos segundos para ver la respuesta de la mujer-Es curioso y a la vez hermoso, ¿Eh?-Miró a su alrededor, a los que construían muñecos, a los que bailaban solos, acompañados, con antorchas...-Por más que haya un ambiente de Guerra estos días atrás por toda la península... Todos se esfuerzan por que, al menos, este día haya paz, amistad y buenas sensaciones en general. Es como si lo que ocurriese en el mundo exterior fuese ajeno totalmente a este lugar y este momento... Es simplemente maravilloso-Miró de nuevo a Alanna tras su repentina charla-Perdón si he hablado demasiado-Se puso una mano tras la cabeza en señal de vergüenza, mientras se reía intentando quitarle importancia.
Terminaron sus respectivas bebidas, Alward se pidió un par más y se fijó en que no todos seguían "Las reglas" de la fiesta con respecto al baile. Pasó un buen rato hablando con su repentina compañera. Luego volvió a mirar la fiesta, allí todos bailaban con todos. No es que le importase realmente, pero ya que estaba allí... Y tenía una bebida de más... ¿Por qué no?
-¿Te...?-Respiró hondo-¿Te apetece que nos unamos?-Se ruborizó un poco-Más que nada por integrarnos en la fiesta-Tosió un par de veces aclarándose la voz-...Sí, eso-Asintió convencido
- OFF:
- Miro de reojo y de lejos
Y me río de (?)a Eltrant y Asher. Interactuo con Alanna
Alward Sevna
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Re: En memoria de Midgar [Evento]
Tras un beso que le dejó paralizado durante apenas un segundo, contempló como el hombre de la máscara se marchaba después de que alguien hubiese gritado “cambio de parejas”. Esbozó una sonrisa al ver como el hombre sujetaba a Asher y comenzaba a bailar con él. Al parecer también se conocían, era un tipo simpático; se arrepentía de no haberle preguntado su nombre.
Aerandir era más pequeño de lo que todos suponían.
Sin decirle nada más a nadie salió de la pista de baile lentamente, tratando de no interponerse en la danza de ninguno de los presentes, lo hizo justo a tiempo para ver como un niño se acercaba a él, según se alejaba de la zona, y le entregaba un muñeco.
Aquello le pilló desprevenido y, durante varios largos segundos, se quedó mirando la pequeña figura que le acababan de entregar, no obstante, no tardó en situar al pequeño cuando se giró a agradecerle el gesto.
Era Zero, el muchacho que había tenido como compañero en aquella extraña noche en la que se había visto obligado a trabajar como camarero. Amplió la sonrisa y se agachó junto a él.
- Muchas gracias. – fue lo primero que dijo, comenzando a rebuscar entre sus bolsillos, tratando de comportarse de forma recíproca con el joven. Si le había entregado aquello significaba que Zero le consideraba un amigo. – La verdad es que no tengo muchas cosas... – dijo, al final, tomado lo que parecía ser una larga cinta de color azul de uno de sus bolsillos.
¿Cómo había llegado eso hasta allí? Entrecerró los ojos, imaginando que Lyn tenía mucho que ver con aquello. Después, ató la cinta en torno al cuerpo del muchacho.
- Ya está – dijo después de haber rodeado a Zero con la tira añil. – Ahora tienes más colores. – Aseveró volviendo a levantarse sin perder la sonrisa, examinando de cerca el muñeco.
Tenía que admitir que estaba bastante bien hecho, le daba un poco de envidia, dudaba que él consiguiese fabricar una figurilla con aquel aspecto en tan poco tiempo. Empezaba a encontrar algo preocupante que las dos únicas cosas que se le daban bien fuesen la jardinería y matar cosas.
Acabó sentado sobre un barril, a un lado de la fiesta, observando calmado como esta iba evolucionando poco a poco.
Se pasó el brazo por la frente, limpiando un poco del sudor que resbalaba por la misma, ya había bailado lo que creía necesario para un año. El año que viene, en aquella fiesta: más.
- ¿¡Ya te has cansado?! – Lyn emergió de entre la multitud, tan sonriente como el mismo momento en el que desapareció, y se acercó a Eltrant. – Eres un soso. – dijo sacándole la lengua.
Eltrant se encogió de hombros, sonriendo, y dejó descansar ambas manos sobre sus piernas.
- ¿Dónde está tu nuevo amigo? – Preguntó Lyn a continuación - ¿Se ha cansado de que le pises? – Bromeó dando varios saltitos en el sitio, sin moverse de dónde estaba. – ¿Seguirá por aquí? ¡Quiero bailar con él! - Era evidente que la vampiresa estaba llena de energía, se negaba a detenerse, incluso si era para hablar.
Aunque por algún motivo estaba forzándose a hacerlo.
- ¿Sabes que no tienes por qué quedarte aquí conmigo? – Fue lo único que contestó el castaño. – Ve a agobiar a alguien y seguir bailando si quieres. – Lyn amplió la sonrisa y, tras asentir, se volvió de nuevo hacía la pista de baile.
La vampiresa saltó al interior de la pista de baile, pasando junto a las personas de su alrededor rápidamente, casi sin dejarse ver. Hasta que estuvo en el centro de la pista, por supuesto.
Lyn tenía una forma muy… particular de bailar. Eltrant se limitó a reírse al ver la energía de la muchacha y, cruzado de brazos, continuó allí, recobrando el aliento. ¿Cómo podía estar más cansado de apenas una hora de baile que de recibir espadazos constantemente? Tenía que ordenar sus prioridades.
Y urgentemente.
Fue ese el momento en el que una intensa llamarada iluminó momentáneamente el firmamento. Apenas duró unos segundos, pero fue el tiempo suficiente como para que Eltrant lograse encontrar la fuente del fuego.
Por supuesto que había sido él.
Se unió a los aplausos al ver como el lobo hacía una exagerada reverencia.
- Pero que presumido es… - susurró sonriendo, depositando entonces su mirada en quien parecía ser Alward.
Hasta el Stelliazo estaba allí, era una fiesta bastante multitudinaria. Levantando una de sus manos como todo saludo, se aseguró de hacer ver al mercenario que le había visto y, después, continuó de igual forma, sentado sobre aquel barril, disfrutando del segundo de tranquilidad que su hiperactiva compañera le había proporcionado.
Vio a más gente conocida vagar por allí, vio a Demian conversar con Níniel y Catherine, a Elen Calhoun bailar lentamente con su inseparable compañero; No recordaba bien su nombre, solo había coincidido con él una sola vez y había sido en una fiesta similar a aquella.
¿Alister?
También creyó ver a la amiga de Alanna, Tessa, deambular por el lugar. Y sin levantarse de dónde estaba, se encargó de analizar la lejana cabeza rubia tratando de reconocer alguno de sus rasgos de ella, pero acabó suspirando y relajándose.
Cuando volvió sus ojos hasta el “lobo de fuego”, no pudo evitar preguntarse dónde estaría Syl en aquel momento. Probablemente mirando a su novio desde alguna parte semi oscura, lo conocía lo suficiente como para saberlo.
Estirando los brazos por encima de su cabeza se acomodó sobre el barril. La noche era muy larga y, la verdad, es que todavía podía atreverse a seguir bailando.
Off: Interactuo con Zero.
Elt ahora esta fuera de la pista de pista de baile comportandose como un señor mayor (?) y Lyn anda por ahí buscando parejas de baile. Si quereis acercaros a ellos perfecto :'DDD
Aerandir era más pequeño de lo que todos suponían.
Sin decirle nada más a nadie salió de la pista de baile lentamente, tratando de no interponerse en la danza de ninguno de los presentes, lo hizo justo a tiempo para ver como un niño se acercaba a él, según se alejaba de la zona, y le entregaba un muñeco.
Aquello le pilló desprevenido y, durante varios largos segundos, se quedó mirando la pequeña figura que le acababan de entregar, no obstante, no tardó en situar al pequeño cuando se giró a agradecerle el gesto.
Era Zero, el muchacho que había tenido como compañero en aquella extraña noche en la que se había visto obligado a trabajar como camarero. Amplió la sonrisa y se agachó junto a él.
- Muchas gracias. – fue lo primero que dijo, comenzando a rebuscar entre sus bolsillos, tratando de comportarse de forma recíproca con el joven. Si le había entregado aquello significaba que Zero le consideraba un amigo. – La verdad es que no tengo muchas cosas... – dijo, al final, tomado lo que parecía ser una larga cinta de color azul de uno de sus bolsillos.
¿Cómo había llegado eso hasta allí? Entrecerró los ojos, imaginando que Lyn tenía mucho que ver con aquello. Después, ató la cinta en torno al cuerpo del muchacho.
- Ya está – dijo después de haber rodeado a Zero con la tira añil. – Ahora tienes más colores. – Aseveró volviendo a levantarse sin perder la sonrisa, examinando de cerca el muñeco.
Tenía que admitir que estaba bastante bien hecho, le daba un poco de envidia, dudaba que él consiguiese fabricar una figurilla con aquel aspecto en tan poco tiempo. Empezaba a encontrar algo preocupante que las dos únicas cosas que se le daban bien fuesen la jardinería y matar cosas.
Acabó sentado sobre un barril, a un lado de la fiesta, observando calmado como esta iba evolucionando poco a poco.
Se pasó el brazo por la frente, limpiando un poco del sudor que resbalaba por la misma, ya había bailado lo que creía necesario para un año. El año que viene, en aquella fiesta: más.
- ¿¡Ya te has cansado?! – Lyn emergió de entre la multitud, tan sonriente como el mismo momento en el que desapareció, y se acercó a Eltrant. – Eres un soso. – dijo sacándole la lengua.
Eltrant se encogió de hombros, sonriendo, y dejó descansar ambas manos sobre sus piernas.
- ¿Dónde está tu nuevo amigo? – Preguntó Lyn a continuación - ¿Se ha cansado de que le pises? – Bromeó dando varios saltitos en el sitio, sin moverse de dónde estaba. – ¿Seguirá por aquí? ¡Quiero bailar con él! - Era evidente que la vampiresa estaba llena de energía, se negaba a detenerse, incluso si era para hablar.
Aunque por algún motivo estaba forzándose a hacerlo.
- ¿Sabes que no tienes por qué quedarte aquí conmigo? – Fue lo único que contestó el castaño. – Ve a agobiar a alguien y seguir bailando si quieres. – Lyn amplió la sonrisa y, tras asentir, se volvió de nuevo hacía la pista de baile.
La vampiresa saltó al interior de la pista de baile, pasando junto a las personas de su alrededor rápidamente, casi sin dejarse ver. Hasta que estuvo en el centro de la pista, por supuesto.
Lyn tenía una forma muy… particular de bailar. Eltrant se limitó a reírse al ver la energía de la muchacha y, cruzado de brazos, continuó allí, recobrando el aliento. ¿Cómo podía estar más cansado de apenas una hora de baile que de recibir espadazos constantemente? Tenía que ordenar sus prioridades.
Y urgentemente.
Fue ese el momento en el que una intensa llamarada iluminó momentáneamente el firmamento. Apenas duró unos segundos, pero fue el tiempo suficiente como para que Eltrant lograse encontrar la fuente del fuego.
Por supuesto que había sido él.
Se unió a los aplausos al ver como el lobo hacía una exagerada reverencia.
- Pero que presumido es… - susurró sonriendo, depositando entonces su mirada en quien parecía ser Alward.
Hasta el Stelliazo estaba allí, era una fiesta bastante multitudinaria. Levantando una de sus manos como todo saludo, se aseguró de hacer ver al mercenario que le había visto y, después, continuó de igual forma, sentado sobre aquel barril, disfrutando del segundo de tranquilidad que su hiperactiva compañera le había proporcionado.
Vio a más gente conocida vagar por allí, vio a Demian conversar con Níniel y Catherine, a Elen Calhoun bailar lentamente con su inseparable compañero; No recordaba bien su nombre, solo había coincidido con él una sola vez y había sido en una fiesta similar a aquella.
¿Alister?
También creyó ver a la amiga de Alanna, Tessa, deambular por el lugar. Y sin levantarse de dónde estaba, se encargó de analizar la lejana cabeza rubia tratando de reconocer alguno de sus rasgos de ella, pero acabó suspirando y relajándose.
Cuando volvió sus ojos hasta el “lobo de fuego”, no pudo evitar preguntarse dónde estaría Syl en aquel momento. Probablemente mirando a su novio desde alguna parte semi oscura, lo conocía lo suficiente como para saberlo.
Estirando los brazos por encima de su cabeza se acomodó sobre el barril. La noche era muy larga y, la verdad, es que todavía podía atreverse a seguir bailando.
_________________________________________
Off: Interactuo con Zero.
Elt ahora esta fuera de la pista de pista de baile comportandose como un señor mayor (?) y Lyn anda por ahí buscando parejas de baile. Si quereis acercaros a ellos perfecto :'DDD
Eltrant Tale
Aerandiano de honor
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Re: En memoria de Midgar [Evento]
Quiere disfrutar de la fiesta: comer dulces, bailar, probar el alcohol humano, conocer gente nueva y, sobre todo, enamorarse. De un chico elfo y de buena familia sería lo correcto y también lo que a papá le gustaría. Arethusa ve una mueca de recelo en su reflejo en el espejo. Se está poniendo el vestido para el baile a medida que se ilusiona imaginando los divertimientos de la fiesta del memorial. Está pensando en su padre y en sus obligaciones como aprendiz de sacerdotisa cuando aparece esa mueca en sus labios. En un acto instintivo, sin apenas darse cuenta, ha apretado los labios y los ha inclinado en un gesto de rechazo. Al darse cuenta, niega con la cabeza repetidas veces y se obliga a sonreír delante del espejo, necesita ver el reflejo de su sonrisa.
Si estuviera sola, hablaría sola dándose ánimos: “¡Venga, no pienses en tonterías! Te vas a divertir y vas a pasar una gran noche”. No es el caso. En la habitación hay varias chicas (humanas y elfas en su mayoría) probándose vestidos y acicalándose para la fiesta. Las habitaciones del hostal son muy pequeñas, apenas hay espacio suficiente para una cama y un escritorio. Los dueños, por el módico precio de dos aeros, han preparado una habitación con espejos, armarios y un enorme cuarto de aseo, del tamaño de dos habitaciones normales, para que las chicas tengan espacio suficiente para vestirse.
La chica que está a su lado, una encantadora humana de ojos verdes y melena azabache, le pide por favor que le apriete el corsé por la espalda que ella sola no puede. Arethusa, que continua con su forzada sonrisa, le contesta que está encantada de ayudarla. Se coloca detrás de la humana y tira de los cordones corsé.
-Tendrás que hacer más fuerza. Si no está bien apretada, se me caerá en pleno baile y no querrás que pase eso- dice la humana riendo y Arethusa ríe con ella.
-Lo siento, no estoy acostumbrada a las ropas de los humanos. En Sandoria no tenemos corsés. Allí las mujeres bailamos con el pecho al descubierto-.
-Ahora entiendo vuestro alto índice de natalidad. –cada vez que la humana se ríe, los mofletes de Arethusa son un poco más rojos. –Deja que te enseñe, es muy fácil. Primero tienes que apretar el pecho por delante; que todo esté bien cogido. –coge las manos de Arethusa y las lleva hacia delante, una en cada mama. La elfa está totalmente ruborizada - Aprieta hacia arriba, yo te ayudaré-.
-Vale- la palabra sale de su boca como un suspiro.
-Ahora es cuando tienes que tirar de los cordones de detrás. No te esfuerces haciendo lazos elegantes, con que sean fuertes es suficientes. Esta noche no me apetece que nadie me vea quitándome el vestido. Ya me entiendes- No, no la entiende. Arethusa se limita en obedecer lo que le dice la humana evitando pensar en la diferencia de grandaria entre su pecho y el de la humana. –Por cierto, me llaman Freya, como la Diosa-.
-Es un nombre muy bonito. –nunca ha oído hablar de la Diosa Freya- Yo soy Arethusa, mis amigos me llaman Ary-.
La chica humana se gira y le da un beso en un lugar en su cara que no sabe si pertenece a la mejilla o a los labios; se puede decir mucho de un beso como ese.
-Muchas gracias Arethusa, me has ayudado mucho. Ahora solo me queda ponerme el disfraz. ¿Tú vas a ir disfrazada?-
Responder a la chica, mirándola a los ojos y después del beso de agradecimiento no es nada fácil. Arethusa toma aire, se preocupa por estar tardando demasiado en contestar.
-¡Sí!- acaba diciendo con un grito. Las chicas de la habitación se giran a verla y se ríen. Freya le da otro beso, este en la frente (gracias a los Dioses).
-Eres la elfa más mona que he conocido. ¿Lo sabías?-
El disfraz de Arethusa lo ha hecho ella misma con unas sábanas viejas que compró por un buen precio. A ella no se le da bien las artes de costuras. Se pinchó varias veces con las agujas mientras cosía los parches de colores y provocó más descosidos de los que arregló. Aun con esas, el disfraz no había quedado nada mal. Está orgullosa de su logro. La sonrisa que se ve en el reflejo del espejo cuando tiene puesto el disfraz no es para nada forzada. Está contenta. ¡Parece un oso de verdad!
-Argg- le dice al espejo amenazándole con las garritas de tela.
Arethusa se atreve a hacer el tonto delante del espejo porque se ha quedado sola en la habitación. Freya se fue cuando se puso el corsé. Las otras chicas iban y venían sin reparar atención en la elfa.
Ha dejado el violín escondido en un cofre bajo la cama, no lo necesita para la fiesta. Piensa que si se entretiene tocando no podrá disfrutar comiendo, bebiendo y bailando; otras veces le ha ocurrido así. Hoy, en el memorial de Migdar, Arethusa es una osa diferente. Visita tantas tiendas como encuentra en lugar. Pide comida a los mercaderes imitando el mismo gesto de amenaza osal que hizo delante del espejo “Arrg”. Ellos se ríen; les hacen tanta gracia que dicen que no aceptan el dinero de una osa tan peligrosa; mejor sea que se lleve lo que quiera, antes de que les coma. Arehusa se despide de ellos con un guiño y dando un taconazo al aire. Le gusta ser una osa peligrosa.
Con tres pastelitos de crema, dos cajas de galletas y dos jarras de un alcohol humano que es dulce y agrio al mismo tiempo (a Arethusa no le gusta el sabor pero era la única bebida que venden los humanos) en su barriguita, la pequeña elfa se suma al baile. El vestido de osa es muy incómodo y pesado, no le permite realizar elásticos pasos de baile que acostumbra hacer mientras toca el violín. Arethusa inventa un nuevo tipo de baile para la ocasión, lo bautiza como: “El baile de la osa glotona”. Mezcla de ballet y con los gestos de la osa peligrosa. Es muy divertido. Arethusa piensa que está es la vez que más se ha reído en veinte años.
Y llega el momento en que los Dioses desean que Arethusa cumpla su último objetivo para la fiesta: enamorarse.
Una chica felina se coloca en frente de Arethusa y sigue su baile con una variante que ambas bautizan como: “El baila de la gata bailarina”. Arethusa grita repite sus “Argg’s”, la gata le sigue con “Miau’s”. El alcohol de los humanos es la causa de que la elfa haya perdido la vergüenza. Grita y baila con alegría y no se culpa cada vez que sus ojos se desvían hacia el canalillo de la mujer felina. Ella parece notarlo, pero en vez de renegarle, sonríe y la coge de los hombros como si la estuviera felicitando.
La mujer felina cambia sutilmente de baile. Los gestos clásicos de una gata desaparecen para dejar paso a contoneos provocativos. Parece que le disfruta haciendo que Arethusa la mire. Lleva las manos de la elfa a sus caderas y las hace subir, lentamente, por su ombligo descubierto.
-No me reconoces, ¿verdad?-
-No, nunca he conocido a una mujer gata. Eres la primera. Así que eres la mujer gata más guapa que he visto. ¡Arrrrrggg!-
-¡Qué mona! No soy una gata de verdad. Te dije que iba a ir disfrazada-.
Y las manos de Arethusa alcanzan los pechos de Freya. Ella se inclina hacia la elfa y la besa; esta vez no hay dudas de dónde la ha besado: en los labios.
-Lo siento. –Arethusa aparta a Freya tímidamente y mirando hacia el suelo.
-¿Qué pasa? ¿No te ha gustado? Pensé que te gustaría-.
-No, no es eso. Me ha encantado pero…-
-Entonces, ¿qué problema hay? Me gustas Arethusa. Quiero pasar la noche contigo-.
-No puedo. Las sacerdotisas de mi clan no pueden… -no sabe como terminar la frase. –Estoy estudiando para convertirme en sacerdotisa-.
-Entiendo. Cosas de elfas, supongo. Bailáis con el pecho al descubierto, pero no se os permite divertiros en una fiesta-.
-Las sacerdotisas se han de casar con hombres de buena familia para preservar un linaje puro- recita Arethusa una de las muchas lecciones que le obligaron a aprender de memoria. -¿Puedo irme? No sé si quiero…-
-Oh, por supuesto. Adelante, puedes marcharte. Y lo siento Arethusa. No sabía qué…-
No ha escuchado las últimas frases de Freya. Ahora Arethusa está muy lejos. Se ha ido corriendo del baile y se ha escondido detrás de una caseta para que nadie la vea. Es aquí donde las sonrisas han desaparecido y deja salir las lágrimas que ha estado reteniendo. ¿A quién quiere engañar? Ha intentado engañar a papá, a Eámanë e incluso así misma sin ningún éxito. Ella es lo que es. Y le gustan las chicas. ¡Sí! Le gustaría gritarlo a viva voz y dejar de fingir algo que en realidad no es; pero eso significaría el fin de sus estudios. Arethusa quiere llegar a convertirse en una sacerdotisa con más fuerza con la que sueña enamorarse de la persona debida. Sabe que para ello debe renunciar a su identidad y a sus gustos sexuales. Las altas sacerdotisas le presentaran a un elfo de su edad y le dirán que es un buen chico de noble familia. Le prometerán que sus hijos serán fuertes y tendrán apellidos privilegiados para el clan, el de un noble elfo y el de una sacerdotisa, no les faltará de nada. Arethusa se pregunta si en realidad quiere que sus hijos lleven el apellido de una chica que renunció a todo por ser sacerdotisa.
Se tapa las manos con la cara y llora lo que ha no llorado delante de la Diosa Freya.
Si estuviera sola, hablaría sola dándose ánimos: “¡Venga, no pienses en tonterías! Te vas a divertir y vas a pasar una gran noche”. No es el caso. En la habitación hay varias chicas (humanas y elfas en su mayoría) probándose vestidos y acicalándose para la fiesta. Las habitaciones del hostal son muy pequeñas, apenas hay espacio suficiente para una cama y un escritorio. Los dueños, por el módico precio de dos aeros, han preparado una habitación con espejos, armarios y un enorme cuarto de aseo, del tamaño de dos habitaciones normales, para que las chicas tengan espacio suficiente para vestirse.
La chica que está a su lado, una encantadora humana de ojos verdes y melena azabache, le pide por favor que le apriete el corsé por la espalda que ella sola no puede. Arethusa, que continua con su forzada sonrisa, le contesta que está encantada de ayudarla. Se coloca detrás de la humana y tira de los cordones corsé.
-Tendrás que hacer más fuerza. Si no está bien apretada, se me caerá en pleno baile y no querrás que pase eso- dice la humana riendo y Arethusa ríe con ella.
-Lo siento, no estoy acostumbrada a las ropas de los humanos. En Sandoria no tenemos corsés. Allí las mujeres bailamos con el pecho al descubierto-.
-Ahora entiendo vuestro alto índice de natalidad. –cada vez que la humana se ríe, los mofletes de Arethusa son un poco más rojos. –Deja que te enseñe, es muy fácil. Primero tienes que apretar el pecho por delante; que todo esté bien cogido. –coge las manos de Arethusa y las lleva hacia delante, una en cada mama. La elfa está totalmente ruborizada - Aprieta hacia arriba, yo te ayudaré-.
-Vale- la palabra sale de su boca como un suspiro.
-Ahora es cuando tienes que tirar de los cordones de detrás. No te esfuerces haciendo lazos elegantes, con que sean fuertes es suficientes. Esta noche no me apetece que nadie me vea quitándome el vestido. Ya me entiendes- No, no la entiende. Arethusa se limita en obedecer lo que le dice la humana evitando pensar en la diferencia de grandaria entre su pecho y el de la humana. –Por cierto, me llaman Freya, como la Diosa-.
-Es un nombre muy bonito. –nunca ha oído hablar de la Diosa Freya- Yo soy Arethusa, mis amigos me llaman Ary-.
La chica humana se gira y le da un beso en un lugar en su cara que no sabe si pertenece a la mejilla o a los labios; se puede decir mucho de un beso como ese.
-Muchas gracias Arethusa, me has ayudado mucho. Ahora solo me queda ponerme el disfraz. ¿Tú vas a ir disfrazada?-
Responder a la chica, mirándola a los ojos y después del beso de agradecimiento no es nada fácil. Arethusa toma aire, se preocupa por estar tardando demasiado en contestar.
-¡Sí!- acaba diciendo con un grito. Las chicas de la habitación se giran a verla y se ríen. Freya le da otro beso, este en la frente (gracias a los Dioses).
-Eres la elfa más mona que he conocido. ¿Lo sabías?-
El disfraz de Arethusa lo ha hecho ella misma con unas sábanas viejas que compró por un buen precio. A ella no se le da bien las artes de costuras. Se pinchó varias veces con las agujas mientras cosía los parches de colores y provocó más descosidos de los que arregló. Aun con esas, el disfraz no había quedado nada mal. Está orgullosa de su logro. La sonrisa que se ve en el reflejo del espejo cuando tiene puesto el disfraz no es para nada forzada. Está contenta. ¡Parece un oso de verdad!
-Argg- le dice al espejo amenazándole con las garritas de tela.
Arethusa se atreve a hacer el tonto delante del espejo porque se ha quedado sola en la habitación. Freya se fue cuando se puso el corsé. Las otras chicas iban y venían sin reparar atención en la elfa.
Ha dejado el violín escondido en un cofre bajo la cama, no lo necesita para la fiesta. Piensa que si se entretiene tocando no podrá disfrutar comiendo, bebiendo y bailando; otras veces le ha ocurrido así. Hoy, en el memorial de Migdar, Arethusa es una osa diferente. Visita tantas tiendas como encuentra en lugar. Pide comida a los mercaderes imitando el mismo gesto de amenaza osal que hizo delante del espejo “Arrg”. Ellos se ríen; les hacen tanta gracia que dicen que no aceptan el dinero de una osa tan peligrosa; mejor sea que se lleve lo que quiera, antes de que les coma. Arehusa se despide de ellos con un guiño y dando un taconazo al aire. Le gusta ser una osa peligrosa.
Con tres pastelitos de crema, dos cajas de galletas y dos jarras de un alcohol humano que es dulce y agrio al mismo tiempo (a Arethusa no le gusta el sabor pero era la única bebida que venden los humanos) en su barriguita, la pequeña elfa se suma al baile. El vestido de osa es muy incómodo y pesado, no le permite realizar elásticos pasos de baile que acostumbra hacer mientras toca el violín. Arethusa inventa un nuevo tipo de baile para la ocasión, lo bautiza como: “El baile de la osa glotona”. Mezcla de ballet y con los gestos de la osa peligrosa. Es muy divertido. Arethusa piensa que está es la vez que más se ha reído en veinte años.
Y llega el momento en que los Dioses desean que Arethusa cumpla su último objetivo para la fiesta: enamorarse.
Una chica felina se coloca en frente de Arethusa y sigue su baile con una variante que ambas bautizan como: “El baila de la gata bailarina”. Arethusa grita repite sus “Argg’s”, la gata le sigue con “Miau’s”. El alcohol de los humanos es la causa de que la elfa haya perdido la vergüenza. Grita y baila con alegría y no se culpa cada vez que sus ojos se desvían hacia el canalillo de la mujer felina. Ella parece notarlo, pero en vez de renegarle, sonríe y la coge de los hombros como si la estuviera felicitando.
La mujer felina cambia sutilmente de baile. Los gestos clásicos de una gata desaparecen para dejar paso a contoneos provocativos. Parece que le disfruta haciendo que Arethusa la mire. Lleva las manos de la elfa a sus caderas y las hace subir, lentamente, por su ombligo descubierto.
-No me reconoces, ¿verdad?-
-No, nunca he conocido a una mujer gata. Eres la primera. Así que eres la mujer gata más guapa que he visto. ¡Arrrrrggg!-
-¡Qué mona! No soy una gata de verdad. Te dije que iba a ir disfrazada-.
Y las manos de Arethusa alcanzan los pechos de Freya. Ella se inclina hacia la elfa y la besa; esta vez no hay dudas de dónde la ha besado: en los labios.
-Lo siento. –Arethusa aparta a Freya tímidamente y mirando hacia el suelo.
-¿Qué pasa? ¿No te ha gustado? Pensé que te gustaría-.
-No, no es eso. Me ha encantado pero…-
-Entonces, ¿qué problema hay? Me gustas Arethusa. Quiero pasar la noche contigo-.
-No puedo. Las sacerdotisas de mi clan no pueden… -no sabe como terminar la frase. –Estoy estudiando para convertirme en sacerdotisa-.
-Entiendo. Cosas de elfas, supongo. Bailáis con el pecho al descubierto, pero no se os permite divertiros en una fiesta-.
-Las sacerdotisas se han de casar con hombres de buena familia para preservar un linaje puro- recita Arethusa una de las muchas lecciones que le obligaron a aprender de memoria. -¿Puedo irme? No sé si quiero…-
-Oh, por supuesto. Adelante, puedes marcharte. Y lo siento Arethusa. No sabía qué…-
No ha escuchado las últimas frases de Freya. Ahora Arethusa está muy lejos. Se ha ido corriendo del baile y se ha escondido detrás de una caseta para que nadie la vea. Es aquí donde las sonrisas han desaparecido y deja salir las lágrimas que ha estado reteniendo. ¿A quién quiere engañar? Ha intentado engañar a papá, a Eámanë e incluso así misma sin ningún éxito. Ella es lo que es. Y le gustan las chicas. ¡Sí! Le gustaría gritarlo a viva voz y dejar de fingir algo que en realidad no es; pero eso significaría el fin de sus estudios. Arethusa quiere llegar a convertirse en una sacerdotisa con más fuerza con la que sueña enamorarse de la persona debida. Sabe que para ello debe renunciar a su identidad y a sus gustos sexuales. Las altas sacerdotisas le presentaran a un elfo de su edad y le dirán que es un buen chico de noble familia. Le prometerán que sus hijos serán fuertes y tendrán apellidos privilegiados para el clan, el de un noble elfo y el de una sacerdotisa, no les faltará de nada. Arethusa se pregunta si en realidad quiere que sus hijos lleven el apellido de una chica que renunció a todo por ser sacerdotisa.
Se tapa las manos con la cara y llora lo que ha no llorado delante de la Diosa Freya.
- Disfraz Arggg:
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Arethusa Lein
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