En memoria de Midgar [Evento]

El tiempo seguía corriendo, no sabía cuando Marlowe se presentaría ante mi para obtener una respuesta que ni siquiera sabia si quería darle. Pero aquel día la suerte había vuelto a sonreírme; por decirlo de algún modo. Debido a las patrullas que me veía forzado a cumplir para la guarnición del ejercito del norte en Vulwufar, pude saber de la llegada de uno de mis objetivos. En este caso era un estafador que comenzaba a ganarse un nombre en los bajos fondos, del que al menos sabia el nombre.

Ignorando la guardia lo seguí por las tiendas de la villa, montadas con motivo de la fiesta que iba celebrarse aquella noche. El susodicho, había comprado una mascara de zorro y una cola, así al menos podría reconocerlo durante la fiesta. Yo por mi parte tomé una máscara de lobo, lo consideraba adecuado, y lo seguí hasta la taberna en la que se hospedo; aunque no es hubiera mucho entre lo que elegir.

Volví a mi puesto y sufrí la bronca de mi superior; así como el encargo de limpiar las letrinas al día siguiente; pero si todo salía bien aquello valdría la pena.



Al atardecer, saqué entre mis cosas la Máscara de Disir, un antiguo objeto ganado en el pasado, y me la coloqué¹. En un principio no sentí nada, de hecho parecía que no llevaba ni la máscara. Pero al verme frente al espejo me encontré con una imponente y hermosa mujer rubia que realizaba todos mis movimientos.

-No puede ser verdad. - extrañado hice lo único que un adolescente podía hacer, examinar aquellos dos extraños bultos que sobresalían en mi pecho. -Ha pues si.. si puede... - aquel tacto me recordó la apasionada noche pasada con Astrid que ya parecía tan lejana. - Y... - abrí mis prendas inferiores para observar. -¡Joder! - las cerré de inmediato y rece a todos los dioses para que aquella noche no tuviera que hacer ningún tipo de mis necesidades vitales.

A parte de eso me di cuenta de que no precisaba de ropajes, la máscara se había ocupado de darme todos los elementos pertenecientes a aquellas diosas del verano, así que llevaba los ropajes más lujosos hasta el momento. Así pues, me coloqué la máscara de lobo y salí en busca de mi objetivo.




Nada más llegar a la posada, vi como aquel hombre salía ya ataviado con su disfraz. Lo seguí haciendo uso de los grupos de gente para pasar desapercibido, pero siendo una belleza como era se me hizo bastante difícil, sobretodo con los hombres que no dejaban de lanzarme bastantes improperios que me resultaron bastante molestos; a cada paso me solidarizaba más con las mujeres que tenían que soportar cada día a babosos así.

Al llegar al lugar de la celebración, el susodicho no tardó en encontrar una pareja de baile, otro hombre. Algo que me hizo preocuparme, pues a lo mejor me había transformado de mujer para nada, ya que el hombre en cuestión podría tener otros gustos muy diferentes a los que había pensado. Fijándome en la pareja de baile vi que el otro respondía perfectamente a la descripción de otro de los objetivos en mi lista.

"Es imposible...." llevaba meses buscándolos y ahora me aparecían dos de golpe. "No voy a poder interrogar a los dos, será mejor centrarme..."

Cuando terminó el baile, intenté acercarme, pero un hombre bestia con forma de lobo se me adelantó. Eso hizo crecer mis temores sobre los gustos de mi objetivo y me hizo odiar al destino. Precisamente conocía de vista a aquel canino de la gala que se celebró en las islas, y precisamente era otro de mis objetivos. ¿Por qué el destino se estaba riendo tan cruelmente de mi?

Al terminar el nuevo baile espere unos escasos minutos haber si el hombre tenía otro pretendiente, viendo que no, le eche valor y ande moviendo las caderas lo mejor que pude; después de todo era mi primer día como mujer.

-Buenas noches caballero. - me sorprendí a mi mismo con lo aguda voz que salió de mis labios. -Veo que alguien con tanto talento se ha quedado sin pareja de baile en una fiesta en la que nadie debería estar sólo. - le miré fijamente a los ojos esbozando una sonrisa. -Yo no soy un...una excelente bailarin...a, pero no me importaría que alguien como usted me diera algunas... lecciones. - solté una pequeña risilla intentando ocultar mis fallos. -Después de todo es lo que celebramos hoy, ¿no? La integración de las razas, la ayuda mutua... ¿Qué piensa usted de eso? ¿Cree que en algún momento Aerandir sabrá dejar atrás todas las diferencias raciales y podremos brindar todos juntos como hermanos?

-Creo que usted sólo se ha respondido a eso. - sonreí y acepté la mano que me ofreció dejándome guiar. - ¿Le incomodan las preguntas distendidas? ¿O no le agrada que una mujer trate ciertos temas? - continuó la broma con una media sonrisa y un tono perspicaz.

Al sentir su mano sobre mi cadera siendo un pequeño momento de incomodidad al que se que no puedo ceder; a fin de cuentas estaba ahí para eso, por lo que amplió el gesto de mis labios y me acopló a la posición que me marca.

- Pero hay gentes que luchan por eso, ¿no? No deja de ser un digno fin. - intentó mantener la perspicacia de mis palabras mientras cuadro los pies lo mejor que puedo; aquello no fue nada fácil para mi. - ¿Cree que es divertido? Las peleas no suelen llevar a un buen acuerdo... - me voy acoplando al ritmo y a mi cuerpo un poco mejor. - La armonía tampoco deja de ser divertida, ¿no cree? Por ejemplo, una fiesta como esta. Completos desconocidos bailando sin prejuicios... ¿No es mejor un mundo de bailes que uno de guerras? ¿A qué elementos del "caos" deberíamos señalar si quisiéramos cambiar esa esencia en la sociedad hacía cosas más... productivas?

Me hace girar de improvisto y respondo lo mejor posible para no caerme; aunque he de admitir que aquel hombre sabía lo que se hacía respecto al baile. Me dejó suspendido durante unos segundos en el aire esgrimiendo una sonrisa a la que tuve que responder por cortesía y por seguir con aquel juego. Pero cuando me levantó, me pegó demasiado a él y tuve que calmar todas las alarmas que me enviaba el lobo de mi interior con un feroz "Voy a matarlo".

-Mi nombre... - le sonreí coqueto intentando arañar unos segundos. - Pues es uno que... guarda una gran relación con mi máscara. - aprovechando la cercanía aprovecho para susurrarle. -Y con mi vida propia. - me aleje manteniendo una media sonrisa y mirándole fijamente a los ojos. -Le invito a pensar... - llevé mi mano a la suya que amenazaba con descubrir mi rostro. - Sería agradable que se repitiera, ¿pero seriamos capaz de reconocernos sin nuestras propias máscaras? -achiné mis ojos inteligentemente cargando de gran contenido aquella pregunta en ambos sentidos, algo me decía que yo no era el único que llevaba más de una máscara. - Por supuesto, mi condición me ha hecho soñar en muchas ocasiones con un mundo unido, sin divisiones entre reinos, credos o razas. Aunque, puede que sea un sueño inalcanzable.... ¿no cree?

El ritmo de la canción seguía creciendo y me adapté a los pasos lo mejor posible intentando no quedar en ridículo ante mi experto acompañante; puede que me hubiese transformado pero mi espíritu por hacer las cosas bien seguía siendo el mismo.

"Por ahora sus respuestas no se parecen mucho a lo que debería ser..." volví a mirar al susodicho a los ojos. "¿Me estará mintiendo o es que es su verdadero pensamiento?" me mordí el labio. "¿Acaso importa? Una persona que miente no es que sea de fiar... y a fin de cuentas podría ser uno de esos traidores de los que me habló Marlowe..."

Mientras tenía esos pensamientos me aseguraba de seguir los pasos que me marcaban al mismo tiempo que vigilaba que se mantuviera el espacio vital mínimo; pese a la transformación yo ya tenía bien claro mis gustos y no tenía ningún interés en experimentar nada más allá de ellos.

Me quedé parado, o parada según como lo mire, ante el desplante y las respuestas de aquel hombre. El encuentro me había dejado de inicio más preguntas que respuestas.

Por un lado estaba el lado más inhibido del sujeto: no se preocupaba por el resto y no le importaba en absoluto los aspectos que en principio deberían de hacerlo.

Y por otro lado, al final de la conversación, había mostrado otra cara. Había catalogado "mi sueño" como algo imposible e infantil, pero para el final hizo un pequeño énfasis prácticamente imperceptible y puede que hasta inocente. De él se deducía algo, no bastaba con "el poder del amor" para cambiar las cosas, el cambio no iba ser limpio y alguien debía de mancharse las manos. Un sueño imposible por "mis métodos" pero posible seguramente por otros, seguramente por una lucha más directa y que quedó demostrada por la fuerza de sus gestos y su tono al finalizar la conversación.

Por ultimo, no podía dejar de resaltar un ultimo momento, la marcada importancia en la palabra "Deseo", como si aquello fuera el nombre de algo; era casi enfermizo. ¿Sería aquello algún efecto de su misión? Miré a mi alrededor inspeccionado a la gente. El sujeto tenía razón, la felicidad mostrada no era más que una muestra del miedo y del odio que podría vivirse al día siguiente, una simple ilusión esperanzadora que yo mismo sentía; así había sido también en el Midsummarbólt. La propia guerra había movido demasiados cimientos, la huida del rey había provocado la quiebra de la fe de sus súbditos al ser abandonados, la respuesta de los dioses enviándoles una guerra tras la terrible epidemia del año pasado había roto todos los panteones posibles.

"El Deseo está en el aire. y les llevará hacer cosas inimaginables...." me rasqué el mentón en medio de la plaza.

Aquel hombre tendría razón, y prácticamente le habían hecho todo el trabajo. Todos los materiales habían sido preparados y el sólo tenía que darles unos pequeños retoques.

"Ya hablaremos de nuevo, cuando el Deseo por fin te haya alcanzado."

Aquello fue un mensaje directo, sabía que ese sentimiento llegaría a mi; el de querer de rebelarme contra todo lo establecido en el preciso momento en el que perdiera toda la fe en lo que se suponía que era inamovible: los dioses y la paz de la que había sido paladín el rey de los humanos. Si yo me había percatado de eso cualquiera podría, y el momento para que todo aquello estallara estaba muy cerca, sólo hacía falta un grito de guerra, un cabecilla y un a masacre; lo que iba a ser lo primero en suceder, prueba de ello eran los carteles que me había ido encontrando. Definitivamente aquel hombre había realizado perfectamente su cometido, pero... ¿Acaso podía culparle de ello? Al final sólo era otra victima en juegos mayores a los simples mortales.

Sin nada más que me retuviera allí, me recogí la falda y salí de la plaza desprovisto de toda la posible feminidad que mi figura me hubiese podido otorgar; ni la necesitaba ni tenía tiempo para pensar en esas cosas. Mi misión era clara, debía de terminar con aquella guerra cuanto antes; habían demasiadas cosas en juego como para fallar.