Kira, ¿persona o máquina? [Cátedra]
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Kira, ¿persona o máquina? [Cátedra]
Cinco personas reunidas en sala de trabajo del Hekshold creaban una sexta persona.
El maestro Heck Hartem, a quien todos conocían bajo el sobrenombre de Thundermaul, había fabricado los materiales de la sexta persona y les dio forma de miembros orgánicos. Fue el único que tocó a la sexta persona antes de que fuera completamente creada. En la sala de trabajo, puso sus enormes manazas encima de del organismo a medio fabricar; retocó los últimos detalles, Ella tenía que ser perfecta: mejillas rosadas, labios finos, brazos ágiles y diestros para el combate, piel de terciopelo…. Sin darse cuenta, plasma en la sexta persona sus ideales de belleza.
Terminado el trabajo de Thundermaul, llegó el turno de la maestra Lise Meitner. Su labor era de la dar vida a la sexta persona. Con la mano izquierda, le acarició la cara y le prometió que no le haría daño. En la derecha sostenía un punzón de hueso de dragón. Una persona inteligente habría tenido miedo al ver que la punta del punzón se acercaba peligrosamente a su sien, Ella no tenía miedo. La maestra Meitner dibujó una runa arcana en la sien de la sexta persona. Inmediatamente, las dos mujeres suspiraron al unísono, como si estuvieran compartiendo el aliento.
La maestra Adda Lovelace tomó las manos de la sexta persona. Le dijo que le mirara a los ojos y que parpadease con cuidado, Ella pudo obedecer porque Meitner le había concedido la vida. Lovelace enseñó a la sexta persona a respirar, como una matrona que ayuda a una mujer a dar a luz. Era un trabajo sumamente delicado; Ella desconocía las facultades de su nuevo cuerpo, no sabía qué podía o no hacer. Lo primero era respirar con suavidad y estar tranquila; más tarde le enseñó a cómo caminar, a usar sus brazos y a hablar.
Necesitaban un nombre, no podían referirse eternamente a la sexta como Ella. Ian Egdecomb, que estaba sentado en una silla lo suficientemente cerca como para observar qué hacían los maestros y lo bastante lejos como para no influir en la creación de la mujer, dijo que conocía el nombre de la chica. Aseguró que lo había oído en un sueño.
-Se llama Kira-.
-Me llamo Kira-.
El último paso era dotar de inteligencia y razón a la sexta persona, de lo cual se ocupaba el maestro Ernest Rutherford.
-¿Me permitirá que la lleve conmigo?- le dijo a Kira con suavidad - Aunque, dadas las circunstancias, tendrá que ser usted quién me lleve a mí-.
Era, en parte, una mentira. Si bien era cierto que el maestro Rutherford había quedado ciego a causa de las operaciones contra el glaucoma; mentía en lo referente a que necesitase ayuda.
Kira cogió con suavidad la mano del maestro Rutherford y le acompañó hasta una de las aulas en las que daba clase. Los otros maestros abandonaron la sala y siguieron con sus quehaceres diarios. Solo Ian Egdecomb se quedó en la sala de trabajo.
El aula estaba especialmente llena. Rutherfod, aunque no podía ver, notaba el ambiente cargado que se respiraba. Aquello sería bueno para Kira.
-Por favor, quédese aquí de pie a mi lado.- pidió a Kira - Nos ayudará en nuestras lecciones de hoy-.
Dicho esto, dio un paso al frente y se dirigió a sus alumnos.
-Dejen que les presente a Kira. Deben saber que Aerandir no está en sus mejores días. Lunargenta está en guerra y los adivinos vaticinan que será destruida. Es un alivio pensar que en estas aulas damos nula credibilidad a las profecías de los adivinos- era lo más parecido a un chiste que el maestro Rutherford sabía hacer - Temo que la guerra se expanda hasta nuestras tierras. El Hekshold ha recibido tanto amenazas de muertes como advertencias de peligros inmediatos. Todos conocéis al hijo adoptivo de nuestra querida maestra Meitner, Adie. Creemos que le dejaron con vida a modo de señal, un intento de influir el miedo en nuestros corazones y que disminuir nuestra moral. Los maestros hemos tomado medidas en el asunto: hemos aumentando las defensas en la academia e incrementado las clases referentes al combate. Dejen que les presente a Kira, hija de los maestros del Hekshold. Los más astutos habréis adivinados cuáles serán sus funciones, el resto tendréis que esperar. Hoy usaremos la clase de retórica y lógica no por nosotros, sino para ella. Mis preguntas son: ¿qué le diríais a una persona que acaba de nacer? ¿Qué es lo primero que le enseñaríais?-
* Bienvenido alumno: En este primer turno se deberá describir con total precisión a Kira y realizar la clase que propone el maestro Rutherford: enseñar las primeras palabras y los primeros pensamientos a la cibernética recién nacida. Prometo acción para el segundo turno de este tema; no será tan “aburrido” como este primero.
Requisitos:
Ser alumno del Hekshold
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El maestro Heck Hartem, a quien todos conocían bajo el sobrenombre de Thundermaul, había fabricado los materiales de la sexta persona y les dio forma de miembros orgánicos. Fue el único que tocó a la sexta persona antes de que fuera completamente creada. En la sala de trabajo, puso sus enormes manazas encima de del organismo a medio fabricar; retocó los últimos detalles, Ella tenía que ser perfecta: mejillas rosadas, labios finos, brazos ágiles y diestros para el combate, piel de terciopelo…. Sin darse cuenta, plasma en la sexta persona sus ideales de belleza.
Terminado el trabajo de Thundermaul, llegó el turno de la maestra Lise Meitner. Su labor era de la dar vida a la sexta persona. Con la mano izquierda, le acarició la cara y le prometió que no le haría daño. En la derecha sostenía un punzón de hueso de dragón. Una persona inteligente habría tenido miedo al ver que la punta del punzón se acercaba peligrosamente a su sien, Ella no tenía miedo. La maestra Meitner dibujó una runa arcana en la sien de la sexta persona. Inmediatamente, las dos mujeres suspiraron al unísono, como si estuvieran compartiendo el aliento.
La maestra Adda Lovelace tomó las manos de la sexta persona. Le dijo que le mirara a los ojos y que parpadease con cuidado, Ella pudo obedecer porque Meitner le había concedido la vida. Lovelace enseñó a la sexta persona a respirar, como una matrona que ayuda a una mujer a dar a luz. Era un trabajo sumamente delicado; Ella desconocía las facultades de su nuevo cuerpo, no sabía qué podía o no hacer. Lo primero era respirar con suavidad y estar tranquila; más tarde le enseñó a cómo caminar, a usar sus brazos y a hablar.
Necesitaban un nombre, no podían referirse eternamente a la sexta como Ella. Ian Egdecomb, que estaba sentado en una silla lo suficientemente cerca como para observar qué hacían los maestros y lo bastante lejos como para no influir en la creación de la mujer, dijo que conocía el nombre de la chica. Aseguró que lo había oído en un sueño.
-Se llama Kira-.
-Me llamo Kira-.
El último paso era dotar de inteligencia y razón a la sexta persona, de lo cual se ocupaba el maestro Ernest Rutherford.
-¿Me permitirá que la lleve conmigo?- le dijo a Kira con suavidad - Aunque, dadas las circunstancias, tendrá que ser usted quién me lleve a mí-.
Era, en parte, una mentira. Si bien era cierto que el maestro Rutherford había quedado ciego a causa de las operaciones contra el glaucoma; mentía en lo referente a que necesitase ayuda.
Kira cogió con suavidad la mano del maestro Rutherford y le acompañó hasta una de las aulas en las que daba clase. Los otros maestros abandonaron la sala y siguieron con sus quehaceres diarios. Solo Ian Egdecomb se quedó en la sala de trabajo.
El aula estaba especialmente llena. Rutherfod, aunque no podía ver, notaba el ambiente cargado que se respiraba. Aquello sería bueno para Kira.
-Por favor, quédese aquí de pie a mi lado.- pidió a Kira - Nos ayudará en nuestras lecciones de hoy-.
Dicho esto, dio un paso al frente y se dirigió a sus alumnos.
-Dejen que les presente a Kira. Deben saber que Aerandir no está en sus mejores días. Lunargenta está en guerra y los adivinos vaticinan que será destruida. Es un alivio pensar que en estas aulas damos nula credibilidad a las profecías de los adivinos- era lo más parecido a un chiste que el maestro Rutherford sabía hacer - Temo que la guerra se expanda hasta nuestras tierras. El Hekshold ha recibido tanto amenazas de muertes como advertencias de peligros inmediatos. Todos conocéis al hijo adoptivo de nuestra querida maestra Meitner, Adie. Creemos que le dejaron con vida a modo de señal, un intento de influir el miedo en nuestros corazones y que disminuir nuestra moral. Los maestros hemos tomado medidas en el asunto: hemos aumentando las defensas en la academia e incrementado las clases referentes al combate. Dejen que les presente a Kira, hija de los maestros del Hekshold. Los más astutos habréis adivinados cuáles serán sus funciones, el resto tendréis que esperar. Hoy usaremos la clase de retórica y lógica no por nosotros, sino para ella. Mis preguntas son: ¿qué le diríais a una persona que acaba de nacer? ¿Qué es lo primero que le enseñaríais?-
- Kira:
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* Bienvenido alumno: En este primer turno se deberá describir con total precisión a Kira y realizar la clase que propone el maestro Rutherford: enseñar las primeras palabras y los primeros pensamientos a la cibernética recién nacida. Prometo acción para el segundo turno de este tema; no será tan “aburrido” como este primero.
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Re: Kira, ¿persona o máquina? [Cátedra]
Participar de las clases de la academia resultaba menos emocionante de lo que había esperado.
De tanto recorrer Aerandir, desenterrar secretos y acabar con enemigos como medio para reunir experiencia, el sentarse a escuchar carecía de la estimulación necesaria. No era como correr, esconderse, escuchar conversaciones bajo ilusiones o una buena pelea con dagas. Ni siquiera era como leer un buen libro junto a Arty.
Aún así, había decidido que al menos iba a escuchar al viejo. Se lo debía, por él había llegado al Hekshold y con él habían estado literalmente en la boca del inframundo. Gracias a él habían salvado a esas personas.
Ese día Rutherford no estaba solo. Lo acompañaba una mujer joven, de aspecto atractivo y mirada serena. Él la llamó hija de los maestros, aunque eso tenía muy poco sentido.
–La gante que ac-c-caba de naer no habla –contestó el chico, casi dejando caer todo su peso en la mano que evitaba que cayera dormido–, le diría 'agú'.
Hubo algunas risitas disimuladas en la clase, otros le miraron con reproche.
–¿Y si esta persona ya supiera hablar? –prosiguió el maestro con calma.
Demian se detiene a pensar por unos instantes.
–En ese caso alguien p-puso una mente ya cargada con experiencia allí. Todos saben que los bebés no nacen sabiendo hablar. He caminado mucho por el mundo y he encontrado gente que habla otros idiomas. Los niños aprenden idiomas de los otros.
Demian toma a su fiel compañero, Artyhom, y lo deposita sobre el pupitre. El pequeño mecánico mira a su alrededor, reuniendo información. Normalmente en las clases entra en un modo pasivo en que guarda la información sin intervenir, pero ahora que ha sido movido activa sus otras funciones.
–Como Arty, él fue programado, pusieron cosas en su mente mecánica y aún hoy sigue aprendiendo a hablar –continúa.
–Mente mecánica –repitió Kira, como ausente.
Demian la miró con curiosidad. El chico había leído una y otra vez los libros en que se explicaba el diseño y programación de Artyhom y, aunque aún mucho de los conceptos allí descritos le resultaban completamente extraños e incomprensibles, ya tenía una idea de cómo funcionaba una mente artificial y lo que la programación podía hacer.
Se le ocurrió entonces un pequeño experimento. Juntó su Éter y de pronto apareció una figura por la puerta del salón. Se trataba de un simple gato negro que atravesó el pasillo de manera tranquila hasta salir por una ventana. Luego entró otro gato, pero éste tenía el pelaje verde y carecía completamente de hocico.
El chico miró atentamente las reacciones de Kira, luego diluyó el hechizo.
–Vale, ahora miren esto –dijo, levantando una de sus manos.
Sobre ella apareció otra ilusión, ahora la cabeza flotante de Kira. El chico había memorizado con la mayor fidelidad que pudo sus reacciones, las que reprodujo.
–Primero, el gato normal –anunció.
Las expresiones de la mujer no cambiaron notoriamente. Pareció mirar en dirección al pasillo con cierta curiosidad, pero luego sus ojos volvían al punto anterior sin mayores cambios.
–Ahora... el gato raro –dijo.
Las expresiones ahora eran distintas. La mujer abría sus ojos de manera amplia, incluso su boca, y ponía clara atención al pasillo. Su rostro anunciaba que algo no andaba bien.
–Todos sabemos cómo luce un gato, pero si ella hubiera apenas nacido no lo sabría. Un gato verde y sin hocico no le sería más llamativo que un gato negro... eso quiere decir que en su cabeza hay alguna p-programación... o quizás la m-mente de alguien.
Demian sale de su puesto y camina hacia la mujer, que parecía confundida. Continúa usando su magia ilusoria, esta vez transmitiendo un mensaje directo a los oídos de ella.
"No dejes que te conviertan en un simple muñeco. Yo crecí con gente que me enseñaba a matar y que me decía que todo lo que tenía que hacer era obedecer y cumplir misiones, pero aprendí que también puedo ayudar a otros"
–Por supuesto, lo primero que habría que enseñarle es a saludar –dice cambiando su tono, sonando más amigable.
Le ofrece su mano.
–Hola, m-mi nombre es Demian, ¿cómo estás tú?.
–Demian... –dijo ella.
–Contesta con tu propio nombre.
–Hola, mi nombre es Kira –dijo finalmente la mujer, extendiendo su propia mano y juntándola con la de Demian.
–Y lo segundo es a decir que no –continúa el chico–. A veces tenemos que d-decir 'No', cuando no queremos o no nos gusta algo.
–No –dice ella.
Con cierto orgullo, Demian retrocede unos pasos.
Demian
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Re: Kira, ¿persona o máquina? [Cátedra]
El silencio y la tranquilidad que se escuchaba tras las ventanas de las clases le hacían sentir intranquilo. Rutherford, junto a los otros catedráticos del Hekshold y bajo la desatenta mirada de Ian Egdecomb, habían dado vida a una mujer cibernética, Kira, utilizando como base lo que podría entenderse como una herejía según las religiones mayoritarias de Aerandir. El silencio sosegado tras los muros de la Academia era una señal de mal augurio. Ernest Rutherford se preguntaba si alguien había visto u oído algo que no debiera. De serlo, el rumor se extendería por las granjas aledañas a la academia. Los aldeanos hablarían entre murmullos en la seguridad de sus hogares y las calles las dejarían libres a merced del silencio y la intranquilidad.
Éste era uno de los motivos por los cuales pensó en llevar a Kira a la clase de retórica y lógica. Su intención era que Kira aprendiera de los alumnos y ellos, a su vez, entendieran quién era Kira, hija de cuatro. Demian, el infante ilusionista que conoció en Ámbar llegó a unas conclusiones deliciosas. El maestro Rutherford escuchó sus conclusiones con gusto. El chico no era un orador nato, poseía un vocabulario escaso y, en ocasiones, tartamudeaba al hablar; pese a ello, y como se solía decir: daba en el clavo. Con Kira, no era necesario hablar de más ni utilizar palabras técnicas para comprender quién era y enseñarle quién debería ser.
Ernest Rutherford hizo una señal a Kira con la mano para que retrocediese a su costado.
—No. — contestó Kira y, acto seguido, caminó sumisa hasta su posición con el maestro.
—Kira puede hablar, pensar y aprender porque tiene mente — Rutherford repitió la conclusión de Demian. — ¿Alguno de ustedes conoció a Karla Carmí de la casa Axhol? Era una alumna excelente, pupila de nuestra maestra Lovelace. Tenía un gran interés por la herbología. Defendía la teoría de que las plantas medicinales que hoy conocemos serán consideradas tóxicas en el futuro. Decía que aparecerían nuevas enfermedades, aparentemente incurables, fruto del consumo de los actuales recursos médicos. Era una alumna excelente. Era, decía, tenía…. Nótese la tristeza en mis palabras. Karla Carmí fue asesinada hace dos semanas por Adie. Nadie sabe lo que ocurrió. Ella se propuso alimentar al cibernético. Él estaba en un estado catatónica, el que todos ustedes conocen y ha día de hoy mantiene. Creemos que en un momento dado, Adie se levantó y atacó a Karla para luego volverse a sentar en la silla de madera y cerrar los ojos. Ella, la chica que tenéis delante, es lo que queda de Karla; Kira. Mientras los ingenieros venidos de Ambar estudian el comportamiento errático de Adie, el Hekshold decidió devolver a la vida a Karla Carmín en son de pagar nuestras deudas. Kira es hija de los cuatro catedráticos. Nuestra secreto, nuestra primera defensa, para cuando ellos — dirigió sus cenizos ojos hacia la ventana — vengan. — se refería a los causantes de las guerras de la península.
Los alumnos vieron el resplandor del fuego en todo su potencial, Rutherford solo un cambio de color de gris a naranja en su vacía visión. Había un incendio en una de las granjas exteriores de la academia. Los alumnos se pegaron a la ventana por ver qué pasaba. Entre ellos resonaron susurros de asombro y pánico. Ellos ya habían llegado: nigromantes, dragones, vampiros… podían ser cualquiera de ellos. Kira negaba con la cabeza. Por mucho que existiesen los demás alumnos, no iba a ver tras la ventana. Aprendió a decir que no.
Rutherford cruzó los brazos y escuchó a sus alumnos. El miedo derivó rápidamente al odio. Hubo quien acusó a los refugiados de Ámbar y otros a los brujos que llegaron de Lunargenta huyendo de las guerras. Kira también estaba escuchando y, desgraciadamente, aprendiendo de ellos. Rutherford la cogió del brazo y le indicó que le ayudase a bajar.
—Iremos allí. Quiero que vean con vuestros propios ojos — porque él no podía ver — qué es lo que ha sucedido.
Mientras salían del Hekshold, hubo otros estallidos que continuaron al primero. No se podía considerar un ataque. Por mucho que los rumores hablasen, hasta el momento no se había registrado ni una sola víctima. Rutherford temía que la estrategia de los enemigos del Hekshold fuera más profunda. Estaban invocando al miedo: esa arma indeseable capaz de enfrentar hermanos y derribar castillos. Varios alumnos se señalaban con el dedo. Los brujos de la casa Hartem empujaban a los escasos elfos de la academia. ¡Ellos se estaban vengando por lo que nuestros ancestros hicieron con Migdar! Dragones y humanos quedaban relevados a un según lugar. No se atrevían a dar su veredicto final pues éste tenía que ver con la magia y la brujería de la raza anfitriona. Kira miraba, escuchaba y aprendía las lecciones que Rutherford no quería que aprendiese.
* Demian: El objetivo del desafío tenía más sentido hace unos meses, cuando recién finalizó el evento de La Guerra de Lunargenta. No pasa nada, supongo que todos nos acordamos bien de lo que pasó.
Rutherford cuenta la historia de Kira. Recordamos que Adie entró en un estado catatónico después de perder todas sus funciones (no recuerdo el link de los temas). Nadie vio cómo Karla fue asesinada. Frente a ella estaba Adie y es a quién se le acusa. Kira, hija de cuatro, es una versión vacía de Karla. Su función es doble: sirve como condolencia por parte del asesinato de Karla y como defensa especial, dado su cuerpo metálico, contra los futuros enemigos de la escuela (Eltrant advirtió a Hartem de los peligros que se avecinaban en una carta). Éste el preámbulo de los enemigos. Deberás, por un lado, apagar los incendios puntuales en la granja y por el otro enseñar a Kira qué significan las palabras: guerras, enemigos, miedo y relacionadas. Lo que Kira aprenda de ti será crucial para temas futuros.
Recuerdo que los desafíos son de dos turnos. El siguiente será el último turno del tema.
Éste era uno de los motivos por los cuales pensó en llevar a Kira a la clase de retórica y lógica. Su intención era que Kira aprendiera de los alumnos y ellos, a su vez, entendieran quién era Kira, hija de cuatro. Demian, el infante ilusionista que conoció en Ámbar llegó a unas conclusiones deliciosas. El maestro Rutherford escuchó sus conclusiones con gusto. El chico no era un orador nato, poseía un vocabulario escaso y, en ocasiones, tartamudeaba al hablar; pese a ello, y como se solía decir: daba en el clavo. Con Kira, no era necesario hablar de más ni utilizar palabras técnicas para comprender quién era y enseñarle quién debería ser.
Ernest Rutherford hizo una señal a Kira con la mano para que retrocediese a su costado.
—No. — contestó Kira y, acto seguido, caminó sumisa hasta su posición con el maestro.
—Kira puede hablar, pensar y aprender porque tiene mente — Rutherford repitió la conclusión de Demian. — ¿Alguno de ustedes conoció a Karla Carmí de la casa Axhol? Era una alumna excelente, pupila de nuestra maestra Lovelace. Tenía un gran interés por la herbología. Defendía la teoría de que las plantas medicinales que hoy conocemos serán consideradas tóxicas en el futuro. Decía que aparecerían nuevas enfermedades, aparentemente incurables, fruto del consumo de los actuales recursos médicos. Era una alumna excelente. Era, decía, tenía…. Nótese la tristeza en mis palabras. Karla Carmí fue asesinada hace dos semanas por Adie. Nadie sabe lo que ocurrió. Ella se propuso alimentar al cibernético. Él estaba en un estado catatónica, el que todos ustedes conocen y ha día de hoy mantiene. Creemos que en un momento dado, Adie se levantó y atacó a Karla para luego volverse a sentar en la silla de madera y cerrar los ojos. Ella, la chica que tenéis delante, es lo que queda de Karla; Kira. Mientras los ingenieros venidos de Ambar estudian el comportamiento errático de Adie, el Hekshold decidió devolver a la vida a Karla Carmín en son de pagar nuestras deudas. Kira es hija de los cuatro catedráticos. Nuestra secreto, nuestra primera defensa, para cuando ellos — dirigió sus cenizos ojos hacia la ventana — vengan. — se refería a los causantes de las guerras de la península.
Los alumnos vieron el resplandor del fuego en todo su potencial, Rutherford solo un cambio de color de gris a naranja en su vacía visión. Había un incendio en una de las granjas exteriores de la academia. Los alumnos se pegaron a la ventana por ver qué pasaba. Entre ellos resonaron susurros de asombro y pánico. Ellos ya habían llegado: nigromantes, dragones, vampiros… podían ser cualquiera de ellos. Kira negaba con la cabeza. Por mucho que existiesen los demás alumnos, no iba a ver tras la ventana. Aprendió a decir que no.
Rutherford cruzó los brazos y escuchó a sus alumnos. El miedo derivó rápidamente al odio. Hubo quien acusó a los refugiados de Ámbar y otros a los brujos que llegaron de Lunargenta huyendo de las guerras. Kira también estaba escuchando y, desgraciadamente, aprendiendo de ellos. Rutherford la cogió del brazo y le indicó que le ayudase a bajar.
—Iremos allí. Quiero que vean con vuestros propios ojos — porque él no podía ver — qué es lo que ha sucedido.
Mientras salían del Hekshold, hubo otros estallidos que continuaron al primero. No se podía considerar un ataque. Por mucho que los rumores hablasen, hasta el momento no se había registrado ni una sola víctima. Rutherford temía que la estrategia de los enemigos del Hekshold fuera más profunda. Estaban invocando al miedo: esa arma indeseable capaz de enfrentar hermanos y derribar castillos. Varios alumnos se señalaban con el dedo. Los brujos de la casa Hartem empujaban a los escasos elfos de la academia. ¡Ellos se estaban vengando por lo que nuestros ancestros hicieron con Migdar! Dragones y humanos quedaban relevados a un según lugar. No se atrevían a dar su veredicto final pues éste tenía que ver con la magia y la brujería de la raza anfitriona. Kira miraba, escuchaba y aprendía las lecciones que Rutherford no quería que aprendiese.
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* Demian: El objetivo del desafío tenía más sentido hace unos meses, cuando recién finalizó el evento de La Guerra de Lunargenta. No pasa nada, supongo que todos nos acordamos bien de lo que pasó.
Rutherford cuenta la historia de Kira. Recordamos que Adie entró en un estado catatónico después de perder todas sus funciones (no recuerdo el link de los temas). Nadie vio cómo Karla fue asesinada. Frente a ella estaba Adie y es a quién se le acusa. Kira, hija de cuatro, es una versión vacía de Karla. Su función es doble: sirve como condolencia por parte del asesinato de Karla y como defensa especial, dado su cuerpo metálico, contra los futuros enemigos de la escuela (Eltrant advirtió a Hartem de los peligros que se avecinaban en una carta). Éste el preámbulo de los enemigos. Deberás, por un lado, apagar los incendios puntuales en la granja y por el otro enseñar a Kira qué significan las palabras: guerras, enemigos, miedo y relacionadas. Lo que Kira aprenda de ti será crucial para temas futuros.
Recuerdo que los desafíos son de dos turnos. El siguiente será el último turno del tema.
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Demian procesó en silencio las palabras explicativas de Rutherford.
La confirmación de algunas de sus sospechas no resultaba una experiencia grata. El tipo de procedimientos del que parecía provenir Kira no se diferenciaba en esencia de aquello que hacían los nigromantes, al menos hasta donde el chico alcanzaba a entender.
–Una persona muerta reanimada mágicamente –dijo al pasar junto a Rutherford–... he visto eso antes.
Sin embargo no era la instancia suficiente como para llevar a cabo una conversación, el fuego era visible y claramente ocurría algún tipo de problema. La memoria del atentado en el recibimiento a la gente de Ámbar revivió en la mente del chico, sobre todo aquella imagen, la de Rena desangrándose en sus brazos.
Demian pensó por unos instantes que la clase seguiría, que habría otras personas encargadas de manejar lo que estaba ocurriendo, pero pronto Rutherford dio una instrucción en el sentido contrario contrario. Los estudiantes dejaban el aula con intenciones de actuar. Quizás estaban movidos por altruismo y diligencia, o quizás sólo querían relucir. Al chico no le quedaba del todo claro. Él también salió.
En el camino pudo constatar otros hechos. Algunos brujos descargaban su molestia en un grupo de elfos. Demian había tratado de convencer unos días antes a Níniel de que tales conductas no ocurrirían en el hekshold, pero aquí estaba una demostración empírica de que ella estaba en lo correcto. Los elfos no gozaban de plena confianza en las islas Illidenses, incluso si no habían hecho nada malo.
Lo que hizo fue visceral, no algo premeditado ni calculado. Simplemente elevó una de sus manos y dejó que su magia hiciera el resto.
Una figura de apariencia fantasmal emergió del suelo. Tenía el rostro quemado y las ropas hechas girones. Era como una persona, pero más grande, con su piel destrozada y órganos internos visibles. La figura emitió un grito desgarrador, desesperado, estridente. Era como un llanto, quizás un pedido de ayuda, pero también había un dejo de furia en él.
"¡Basta!"
Aquella era la única palabra que la figura había dicho, pero había tenido tal fuerza que se produjo un silencio en el grupo circundante.
–Hay c-cosas más urgentes, ¡maldita sea! –dijo Demian a continuación, mientras su ilusión se desvanecía en el aire.
Ya fuera por la impresión, o quizás por el hecho de que el chico se mostrara tan claro en su afirmación, o quizás por el hecho de que Rutherford se giró hacia el lugar al oír la conmoción, tal vez porque Kira en ese momento caminaba detrás de Demian... por cualquiera de las razones que haya sido, los alumnos que empujaban elfos decidieron seguir su camino. En su mirada había advertencias, tanto para los elfos como para Demian, pero no se dijeron más palabras.
–La gente enc-c-cuentra razones para odiarse en todos lados –dijo el chico casi en un suspiro.
–Odio –repitió ella.
–El odio debilita, te hace hacer cosas estúp-p-pidas, t-te hace temblar cuando menos lo necesitas. El odio nace del miedo. –explicó.
No eran sus propias palabras. Aquellas enseñanzas provenían del hombre que le hubiera criado y enseñado todo lo que sabía, desde la magia hasta el fino arte de cercenar una arteria en un sólo movimiento. El mismo hombre al que el chico había asesinado.
–Miedo.
–El miedo es bueno y malo a la vez. Es b-b-bueno cuando te avisa de un peligro, pero es malo cuando se queda dentro tuyo. El peor miedo es el miedo a lo desconocido. Un ases... un aventurero no puede tener miedo a lo d-desconocido.
Siguieron su camino hasta llegar al área de las llamas.
Un par de tensai de agua extendían sus manos y de allí emergía un chorro constante. A ellos se unieron otros dos chicos provenientes de la clase. Un poco más allá, tres brujos sacudían sus manos y el fuego parecía obedecerles, moviéndose y apartándose en sincronía. Otros tantos colaboraban deteniendo el viento o arrojando mazas de tierra a los lugares con llamas. Demian se detuvo.
Él no sabía manipular los elementos. Si quería podía ocultar todas las llamas mediante ilusiones, pero al final eran eso, ilusiones. Su magia no ofrecía nada realmente útil para el control del incendio, nada al menos que se le viniera a la cabeza en ese instante.
–La guerra no ha terminado, deben haber enemigos atacándonos –afirmó uno de los estudiantes.
–Apuesto a que es un elfo, aprovechándose de que nuestras fuerzas acaban de tener duras campañas –agregó otro. A éste Demian lo reconoció, era uno de los que había estado molestando a los elfos en el camino.
–Enemigos –dijo Kira, pero no era el mismo tono que las palabras anteriores. Algo en ella parecía haber cambiado al decir eso, adoptando una postura combativa y mirando a su alrededor, buscando un objetivo.
–No sabemos s-s-si hay enemigos –dijo Demian a su lado–, puede haber sido un accidente. Y nuestros enemigos no son los elf-fos. En una guerra hay bandos que buscan matarse unos a otros, p-pero la última guerra contra los elfos fue antes de que yo naciera. Ahora nuestros enemigos son los nigromantes de Frendel.
–Soy la primera defensa –dijo Kira.
–Si quieres defender, ayudar a los aliados es m-m-más importante que matar enemigos. Ayuda a apagar este maldito f-fuego.
Fue en ese instante que se el sonido llegó a su oído. Era casi imperceptible, quizás incluso lo había imaginado, pero se giró rápidamente para buscar su origen. Estaba seguro de que correspondía a una voz humana pidiendo ayuda.
Pudo ver a un mago generando un puente de rocas para que una persona atrapada pudiera salir, pero la voz de esa persona no coincidía con lo que había oído. Finalmente le encontró. Un niño de no más de siete años estaba de rodillas, tratando de mantenerse apartado de las llamas. Parecía ya muy débil.
Demian desapareció. (1)
El golpe de calor le llegó como si le hubieran dado de cinturonazos desde todas direcciones al mismo tiempo. Le costó unos cuantos segundos para que sus ojos se adaptaran al cambio.
No era la primera que usaba su teletransportación para meterse directo al peligro de las llamas, pero no por eso se hacía fácil.
Finalmente econtró al niñe, se le acercó y al tocarlo sintió el calor que emanaba de su pequeño cuerpo. Sin duda no tenía mucho tiempo. El propio Demian se sintió abrumado por el aire caliente que llenaba el lugar, el humo que hacía que los ojos ardieran y una sensación de ahogo constante.
Debía actuar rápido. No podía quedarse más tiempo allí, sabía que podía forzar su magia para teletransportarse fuera de ese lugar en un instante y llevar consigo al pequeño. No había nada que pensar al respecto, mientras más rápido lo hiciera, mejor. Se concentró en el vacío para obtener un influjo de poder repentino. Podía usar nuevamente su teletransportación. (2)
–Kary... mi her... mana –dijo el pequeño, mientras su diminuto índice se levantaba para señalar a una habitación contigua.
La pequeña, aún más joven que el muchacho, había caída al suelo y no se movía. Demian no podía saber si seguía con vida o no. Intentó dar un paso hacia ella, peor una viga ardiente se desprendió del techo en ese instante y cayó en el pasillo.
–¡Por mil putas en llamas! –exclamó frustrado.
El calor era abrumador y su cerebro comenzó inmediatamente a calcular sus posibilidades. La lógica era evidente. La viga y las llamas no le iban a dejar pasar, no dentro del poco tiempo que tenía. Su única posibilidad de llegar con la niña se encontraba en volver a usar su Paso del Espectro, pero... pero si lo hacía... si lo hacía no iba a poder volver. Sólo disponía de un uso más, antes de que el Éter le negara acceso a tal efecto mágico. Lo había intentado antes, sabía que no podía simplemente forzar las cosas más allá. Todo uso de la razón le decía que era mejor salir con el pequeño y dejar atrás a la niña. Así al menos salvaría una vida. Quedarse era sacrificar a ambos chicos y a sí mismo.
Tomó al muchacho y usó el Paso del Espectro. (3)
Apareció junto a la niña.
La puso rápidamente sobre sus espaldas, tomando la mano del muchacho, que aún no perdía el conocimiento. No tenía las fuerzas suficientes para cargarlos a ambos, el varón iba a tener que caminar... pero no tenía sentido, estaban ahora los tres encerrados, no había hacia dónde dirigirse. La viga tapaba el pasillo e, incluso si lograba removerla, no tenía la más mínima idea de cómo salir de allí sin su magia.
Una brisa cruzó su rostro. No era mucho, pero en ese momento se sintió como un milagro. Su cerebro sacó las conclusiones necesarias. Si había una brisa es que había algún tipo de espacio abierto cercano.
Se giró y tuvo una mezcla de emociones contradictorias. Efectivamente había una ventana, pero para llegar a ella había que caminar directamente a través de las llamas. Quizás si lo intentaba solo podía lograrlo, pero no con un niño que apenas caminaba y una chica inconsciente.
Dio un grito. Uno que le salió desde el alma misma, un grito de desesperación, frustración y rabia. Un trozo de madera salió desprendida producto de su telekinesis y empujó a otro, generando un pequeño espacio. Repitió el esfuerzo, moviendo trozos de madera ardiente uno a uno para intentar generar un pasillo.
Poco a poco se fue armando un camino, poco a poco su esfuerzo daba resultado y la ventana se veía más cercana. Estiró su mano para levantar otro trozo de madera y éste se movió, pero no llegó al lugar deseado.
Demian, sin siquiera haberlo visto venir, caía de rodillas. Ya no tenía más fuerzas, había usado demasiada magia en muy poco tiempo y su cuerpo estaba abrumado por el calor y el humo. Simplemente no daba más. El pasillo que había logrado abrir no llegaba hasta la ventana y no parecía tener las fuerzas suficientes como para llegar a ella. Ya no tenía nada más en su arsenal.
Dejó a la niña en el suelo, hizo al pequeño acercarse e intentó envolverles con su cuerpo. Sabía que sería inútil, los tres iban a morir allí.
Cerró sus ojos, que ya casi no distinguían lo que pasaba. Su lucha terminaba.
Cuando los abrió, lo primero que notó fue el cielo.
Un muchacho le dejaba caer abundante agua desde sus manos. Entonces se percató del dolor. Su ropa estaba calcinada en varios lados y su piel presentaba múltiples quemaduras, pero lo peor estaba en su espalda. Quiso gritar con todas sus fuerzas, hasta que sintió el cálido efecto de la magia sanadora.
Una elfa joven imponía sus manos sobre él y parecía hacer acopio de todas sus fuerzas. La muchacha apretaba los dientes y tiritaba en un intento por llamar a la mayor cantidad de Éter que podía. Cerca de él, otros dos elfos realizaban una labor similar por los niños rescatados.
Demian intentó soportar el dolor estoicamente, con un grado de éxito que no le dejó conforme, pero tampoco podía decirse que había sido un llorón. Sí, habían caído lágrimas por sus mejillas y había gritado, pero ¿quién no lo habría hecho en esas circunstancias?
Eventualmente el dolor se fue y la muchacha se dejó caer de costado, completamente agotada. Salvo algunas zonas que se sentían aún delicadas, podía considerar que se encontraba en buen estado. Quien no había corrido la misma suerte era Kira.
Un lado de su rostro estaba aplastado y, aunque parecía que las quemaduras normales no le resultaban peligrosas por el metal de su cuerpo, sí era evidente que había sufrido considerables daños. No se requirió de mucha inteligencia para saber que ella se había arrojado de manera directa a las llamas y las vigas cayendo para salvar a Demian y a los pequeños y sacarlos del peligro.
–Ayudar a los aliados –dijo ella mirando a Demian–... es más importante que matar enemigos.
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(1) Demian ha usado su habilidad de nivel 3: Paso del Espectro, que le permite teletransportarse a una distancia corta.
(2) Demian usa su habilidad de nivel 6: Voluntad de Ultratumba, que le permite cesar el enfriamiento de su habilidad ya usada.
(3) Demian vuelve a usar su habilidad de nivel 3: Paso del Espectro.
Demian
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Re: Kira, ¿persona o máquina? [Cátedra]
El calor del fuego le molestaba en los ojos. No entendía por qué. La chica que fue (Karla Carmín, recuerda ese nombre) era una tensai del fuego. El calor nunca le molestó. En los archivos prestados (robados) de Karla había recuerdos de Roilkat. Ella la llamaba: la ciudad de brasas. El arenal era su sitio favorito. Brasas y plantas raras. Los ciudadanos de Roilkat caminaban por la calle con pantalones anchos y con el pecho descubierto. La bruja vestía con la túnica reglamentaria de la casa Axhol. El calor no la molestaba en lo más mínimo. El fuego era su amigo, su aliado y su niña que rescatar. De seguir con vida, Karla habría entrado en la casa y sacado la niña sin ninguna quemadura ni marca de hollín. Kira, sin embargo, daba pasos vacilantes hacia delante y hacia atrás sin decidir qué hacer. La hija de cuatro era una persona diferente a la bruja que fue. Tenía miedo del fuego porque le molestaba en los ojos. Y el miedo era bueno porque le avisaba que el fuego era peligroso y malo porque la paralizaba.
El maestro Ernest Rutherford se sujetaba del hombro derecho de Kira, pese a que los análisis anatómicos parecían indicar que el maestro no necesitaba apoyo. Kira bajó la cabeza y observó al anciano. ¿Rutherford tenía miedo? El miedo es bueno y malo. Es bueno tener miedo. Una hija quiere que a sus padres les pasen cosas buenas, por lo que Kira deseó que Rutherford tuviera miedo. Pero el miedo también es malo y las hijas no quieren que a sus padres les pasen cosas malas. Kira se sintió terriblemente confundida.
Demian emergió de las mismas sombras que había utilizado para introducirse a la casa en llamas. Llevaba una niña pequeña de la mano. Ella lloraba y Kira dedujo que era porque tenía miedo.
Rutherford sacó un pañuelo de tela del bolsillo de su túnica y limpió la cara sucia de hollín de la niña. Kira quiso imitarle, pero no encontró ningún pañuelo en su túnica. Una vez limpia, Rutherford pasó las manos por el cuello y brazos de la chica de la forma que un invidente tiene para examinar las heridas.
—Jovencita, ¿dónde se ha metido? — dijo el maestro en un tono divertido — Está hecha un desastre. Da gracias a Demian que solo te hayas hecho unos rasguños. Kira te acompañará a la enfermería de la Escuela. Mis amigos te curarán las heridas. Estarás como nueva en un periquete.
Mientras el maestro hablaba con la niña, Kira puso sus dos manos en los mofletes negros de hollín de Demian. Deslizo las suaves manos desde las mejillas al cuello.
—Jovencito, ¿dónde se ha metido? — el acento impersonal de Kira hizo que la frase careciera de cualquier tipo de diversión. — Enfermería y… — no recordaba todo lo que Rutherford dijo a la niña — nuevo en un periquete.
Rutherford se despidió de la niña tocando con el dedo índice la punta de su nariz. Kira hizo lo propio con Demian.
* Demian: Perdona la brevedad (y mala calidad) de este último post. Llevo unas semanas muy malas. Me molesta mucho que la calidad de este cierre no esté al nivel de tu post. Sin embargo, es necesario hacer un cierre. La idea de Kira es crear una mente vacía que vosotros los usuarios tenéis que ampliar. Algo que puede ser muy divertido en el futuro cuando Kira se junte con personajes de diferente mentalidad; de ahí que Kira no tenga color. Conforme avance su historia, copiaré el color de los usuarios que han influenciado en ella según en qué temas. Por otra parte, Adie queda en este catatónico en el que se convierte un peligro y han aparecido las primeras amenazas contra el Hekshold que nos servirán como promesa para el Evento de este verano.
Recompensas:
* +2 ptos de experiencia en función de la calidad del texto.
* +3 ptos de experiencia en función de la originalidad del usuario.
* 5 ptos totales de experiencia
Obsequio: Bandana: Estela fantasmal(porque todas las habilidades de Demian terminan con la palabra fantasma)
El maestro Ernest Rutherford se sujetaba del hombro derecho de Kira, pese a que los análisis anatómicos parecían indicar que el maestro no necesitaba apoyo. Kira bajó la cabeza y observó al anciano. ¿Rutherford tenía miedo? El miedo es bueno y malo. Es bueno tener miedo. Una hija quiere que a sus padres les pasen cosas buenas, por lo que Kira deseó que Rutherford tuviera miedo. Pero el miedo también es malo y las hijas no quieren que a sus padres les pasen cosas malas. Kira se sintió terriblemente confundida.
Demian emergió de las mismas sombras que había utilizado para introducirse a la casa en llamas. Llevaba una niña pequeña de la mano. Ella lloraba y Kira dedujo que era porque tenía miedo.
Rutherford sacó un pañuelo de tela del bolsillo de su túnica y limpió la cara sucia de hollín de la niña. Kira quiso imitarle, pero no encontró ningún pañuelo en su túnica. Una vez limpia, Rutherford pasó las manos por el cuello y brazos de la chica de la forma que un invidente tiene para examinar las heridas.
—Jovencita, ¿dónde se ha metido? — dijo el maestro en un tono divertido — Está hecha un desastre. Da gracias a Demian que solo te hayas hecho unos rasguños. Kira te acompañará a la enfermería de la Escuela. Mis amigos te curarán las heridas. Estarás como nueva en un periquete.
Mientras el maestro hablaba con la niña, Kira puso sus dos manos en los mofletes negros de hollín de Demian. Deslizo las suaves manos desde las mejillas al cuello.
—Jovencito, ¿dónde se ha metido? — el acento impersonal de Kira hizo que la frase careciera de cualquier tipo de diversión. — Enfermería y… — no recordaba todo lo que Rutherford dijo a la niña — nuevo en un periquete.
Rutherford se despidió de la niña tocando con el dedo índice la punta de su nariz. Kira hizo lo propio con Demian.
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* Demian: Perdona la brevedad (y mala calidad) de este último post. Llevo unas semanas muy malas. Me molesta mucho que la calidad de este cierre no esté al nivel de tu post. Sin embargo, es necesario hacer un cierre. La idea de Kira es crear una mente vacía que vosotros los usuarios tenéis que ampliar. Algo que puede ser muy divertido en el futuro cuando Kira se junte con personajes de diferente mentalidad; de ahí que Kira no tenga color. Conforme avance su historia, copiaré el color de los usuarios que han influenciado en ella según en qué temas. Por otra parte, Adie queda en este catatónico en el que se convierte un peligro y han aparecido las primeras amenazas contra el Hekshold que nos servirán como promesa para el Evento de este verano.
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* +2 ptos de experiencia en función de la calidad del texto.
* +3 ptos de experiencia en función de la originalidad del usuario.
* 5 ptos totales de experiencia
Obsequio: Bandana: Estela fantasmal
- Estela fantasmal:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Para utilizar la bandana, debes atarla a la cabeza. Cuando uses la habilidad “presencia fantasmal” dejarás una estela de fuego que daña a los enemigos cercanos en dicha posición.
(3 usos en 3 temas diferentes)
Las imágenes de referencia son muy cutres. No he tenido tiempo para ponerme a buscar cosas chulas. Las puedes cambiar si lo deseas.
Sigel
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