[Cerradongo]El Bosque Lúgubre [Libre]
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[Cerradongo]El Bosque Lúgubre [Libre]
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Caminamos hasta que dejamos de caminar, sí, lo sé, no es mi mejor frase para comenzar una historia pero realmente así fue, el río cuyo nombre no recuerdo nos había dejado entre la espada y la pared, o más bien entre las espadas y el agua; los perseguidores venían en algún lugar detrás de nosotros y por si fuera poco, el suelo se sentía cada vez más caliente, cosa que comenzaba a afectar la suela de mis botas -Río abajo podremos cruzar, estoy seguro- Dije a mis compañeros con certeza, pues bien sabía que justo en la desembocadura del río solía haber pescadores a los que, con una buena oferta podríamos convencerlos de pasarnos al otro lado.
Otra opción era tratar de cruzar el río nadando pero aparte que llegaríamos al otro lado completamente agotados (si es que llegábamos todos) estaríamos en desventaja ante cualquier ataque de los protectores y territoriales elfos, definitivamente lo mejor era continuar bajando por el Bosque de Midgar hasta rodear el territorio de Sandorai a menos que no hubiera más remedio.
Deberíamos esperar y enfrentarlos, no somos cobardes- Dijo Godios clavando con fuerza su espada en el piso -Te equivocas viejo, no podríamos con ellos- Refutó Mailes sin siquiera meditarlo, estaba completamente convencido que seríamos presa fácil; a lo lejos se podía ver un cúmulo de árboles que cuando menos serviría para escondernos por un rato y descansar en medio de nuestra fuga -Allá, iremos allá para recuperar fuerzas- Sugerí a mis acompañantes e inicié la marcha de inmediato; a este paso podría amanecer antes que llegáramos a algún lado y debía velar por asegurar mi propia supervivencia.
A medida que avanzábamos a la pequeña espesura de árboles deshojados pude ver al fondo entre todo la figura de lo que parecía ser un caballero, tal vez alguien perdido y que aguardaba por ayuda, o alguien que quería matarnos pero éramos más que él -Ahí hay alguien, su aspecto tétrico y amenazante me sugiere que necesita ayuda- Señalé y avancé adentrándome entre los árboles secos y calientes y saltando ramas conseguí llegar al sujeto -¿Necesita ayuda? ¿Está bien?- Pregunté sin recibir respuesta y al tocar su hombro simplemente se desmoronó en pedazos -Un señuelo, todos atentos- Advertí a mis acompañantes mientras daba un salto hacia atrás.
Miré a todos lados pero al parecer había sido solo un susto, no había nada más cerca de ahí, tampoco parecía ser una trampa o algo parecido, pero de igual modo lo mejor era estar atento -Vaya susto nos dio esa cosa- Dijo Godios un poco nervioso mientras se recostaba a uno de los árboles que nos rodeaban, era buen momento para descansar, o tal vez no.
Otra opción era tratar de cruzar el río nadando pero aparte que llegaríamos al otro lado completamente agotados (si es que llegábamos todos) estaríamos en desventaja ante cualquier ataque de los protectores y territoriales elfos, definitivamente lo mejor era continuar bajando por el Bosque de Midgar hasta rodear el territorio de Sandorai a menos que no hubiera más remedio.
Deberíamos esperar y enfrentarlos, no somos cobardes- Dijo Godios clavando con fuerza su espada en el piso -Te equivocas viejo, no podríamos con ellos- Refutó Mailes sin siquiera meditarlo, estaba completamente convencido que seríamos presa fácil; a lo lejos se podía ver un cúmulo de árboles que cuando menos serviría para escondernos por un rato y descansar en medio de nuestra fuga -Allá, iremos allá para recuperar fuerzas- Sugerí a mis acompañantes e inicié la marcha de inmediato; a este paso podría amanecer antes que llegáramos a algún lado y debía velar por asegurar mi propia supervivencia.
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A medida que avanzábamos a la pequeña espesura de árboles deshojados pude ver al fondo entre todo la figura de lo que parecía ser un caballero, tal vez alguien perdido y que aguardaba por ayuda, o alguien que quería matarnos pero éramos más que él -Ahí hay alguien, su aspecto tétrico y amenazante me sugiere que necesita ayuda- Señalé y avancé adentrándome entre los árboles secos y calientes y saltando ramas conseguí llegar al sujeto -¿Necesita ayuda? ¿Está bien?- Pregunté sin recibir respuesta y al tocar su hombro simplemente se desmoronó en pedazos -Un señuelo, todos atentos- Advertí a mis acompañantes mientras daba un salto hacia atrás.
Miré a todos lados pero al parecer había sido solo un susto, no había nada más cerca de ahí, tampoco parecía ser una trampa o algo parecido, pero de igual modo lo mejor era estar atento -Vaya susto nos dio esa cosa- Dijo Godios un poco nervioso mientras se recostaba a uno de los árboles que nos rodeaban, era buen momento para descansar, o tal vez no.
Última edición por Bio el Sáb Sep 15 2018, 16:59, editado 2 veces
Bio
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Re: [Cerradongo]El Bosque Lúgubre [Libre]
Se suponía que ya había dormido mientras me adentraba en el Bosque de Midgar, pero después de todo lo ocurrido tras ello, ahora me era difícil poder caminar sin sentir el peso incrementado de mis párpados, que insistían en cerrarse y hacerme sucumbir ante el sueño. Además, ya me dolían los pies de tanto caminar sobre largas tierras calientes, y tampoco podía sentarme en algún lado, pues nuestros perseguidores nos alcanzarían si perdíamos tiempo, aparte de que la temperatura del suelo me lo pondría difícil de todas maneras. Así que no podía hacer más que seguir avanzando hasta que llegara a donde sea que íbamos.
Los demás no parecían estar tan agotados como yo, excepto por el anciano Godios, quien… No, espera, él todavía tenía más energías que yo, lo que me dejaba como el más flojo del grupo, hecho que me resultó decepcionante y vergonzoso.
En fin, por un infortunio del destino un río se convirtió en el obstáculo que nos impedía avanzar. Bio afirmó que podríamos cruzar yéndonos al sur, lo que significaba, por desgracia, más caminata. Entonces Godios sugirió que nos quedáramos a luchar; aparentemente el cansancio ya le estaba afectando el juicio, pues era mucho más probable que perdiéramos a que venciéramos, dato que alegó Mailes sin dudarlo.
Y ahí sería el momento en que yo participaría en la discusión, aportando alguna idea cuanto menos. Pero antes de que mis labios pronunciaran fonema alguno, Bio dijo que descansáramos, palabras suficientes para mantenerme satisfecho por el momento. Solté un suspiro de alivio y luego seguí al vampiro.
Fue entonces que avistamos lo que parecía ser un caballero, uno bastante sombrío y espeluznantemente misterioso.
Mi mano viajó hacia mi espalda y agarré la empuñadura de mi arma, preparándome para desenvainarla en caso de que fuera necesario. Miré a mi alrededor para asegurarme de que no había más extraños cerca, y efectivamente, parecía que estábamos solos con ese tétrico caballero.
Repentinamente, sin lógica aparente y sin la menor pizca de sentido común, Bio demostró tener, al menos en esta ocasión, un proceso de razonamiento muy diferente al de cualquiera que valorara la vida propia.
–¡¿Que su aspecto qué?! –solté apenas escuché las palabras del vampiro, y entonces lo vi marchar sin vacilar hacia el caballero–. Tal parece que cuando los problemas no vienen, él los busca –susurré para mí mismo, todavía sin saber si solo quedar extrañado, reírme o preocuparme por su inesperada forma de pensar.
Entonces, justo después de que la mano del vampiro lo tocara, el caballero se derrumbó como el simple muñeco que era. Rápidamente desenfundé mi espada y miré alrededor. Sin embargo, al igual que antes, no había peligro cerca.
–Sí –respondí al comentario de Godios para seguidamente soltar un suspiro de alivio–. Bueno, ya fue. ¿Ahora qué? ¿Descansamos o seguimos?
–Sigamos moviéndonos un poco más –decidió Mailes de inmediato, todavía manteniendo su habitual semblante de seriedad–; esto huele a una trampa, y no quiero quedarme para saber si es así. –Sus ojos voltearon a todas direcciones, como si buscara encontrar algo–. Además, tengo la sensación de que estamos siendo observados.
–Vamos, Mailes, no seas paranoico –habló Godios con un sutil tono de incredulidad–, no hay nadie cerca.
–Bien, claramente se puede ver que no hay nadie cerca, pero mis sentidos me advierten lo contrario.
–Cuando decidan que debamos movernos –dije, con algo de sopor, mientras envainaba mi espada y caminaba hacia un árbol cercano a mí–, me despiertan. –Recosté mi espalda en el tronco de madera y, apoyando mi peso sobre este, me deslicé lentamente hacia abajo, hasta que mi trasero tocó suelo y cerré mis ojos para descansar por todo el tiempo que me fuera posible, aunque fuera por un pequeño instante.
Los demás no parecían estar tan agotados como yo, excepto por el anciano Godios, quien… No, espera, él todavía tenía más energías que yo, lo que me dejaba como el más flojo del grupo, hecho que me resultó decepcionante y vergonzoso.
En fin, por un infortunio del destino un río se convirtió en el obstáculo que nos impedía avanzar. Bio afirmó que podríamos cruzar yéndonos al sur, lo que significaba, por desgracia, más caminata. Entonces Godios sugirió que nos quedáramos a luchar; aparentemente el cansancio ya le estaba afectando el juicio, pues era mucho más probable que perdiéramos a que venciéramos, dato que alegó Mailes sin dudarlo.
Y ahí sería el momento en que yo participaría en la discusión, aportando alguna idea cuanto menos. Pero antes de que mis labios pronunciaran fonema alguno, Bio dijo que descansáramos, palabras suficientes para mantenerme satisfecho por el momento. Solté un suspiro de alivio y luego seguí al vampiro.
Fue entonces que avistamos lo que parecía ser un caballero, uno bastante sombrío y espeluznantemente misterioso.
Mi mano viajó hacia mi espalda y agarré la empuñadura de mi arma, preparándome para desenvainarla en caso de que fuera necesario. Miré a mi alrededor para asegurarme de que no había más extraños cerca, y efectivamente, parecía que estábamos solos con ese tétrico caballero.
Repentinamente, sin lógica aparente y sin la menor pizca de sentido común, Bio demostró tener, al menos en esta ocasión, un proceso de razonamiento muy diferente al de cualquiera que valorara la vida propia.
–¡¿Que su aspecto qué?! –solté apenas escuché las palabras del vampiro, y entonces lo vi marchar sin vacilar hacia el caballero–. Tal parece que cuando los problemas no vienen, él los busca –susurré para mí mismo, todavía sin saber si solo quedar extrañado, reírme o preocuparme por su inesperada forma de pensar.
Entonces, justo después de que la mano del vampiro lo tocara, el caballero se derrumbó como el simple muñeco que era. Rápidamente desenfundé mi espada y miré alrededor. Sin embargo, al igual que antes, no había peligro cerca.
–Sí –respondí al comentario de Godios para seguidamente soltar un suspiro de alivio–. Bueno, ya fue. ¿Ahora qué? ¿Descansamos o seguimos?
–Sigamos moviéndonos un poco más –decidió Mailes de inmediato, todavía manteniendo su habitual semblante de seriedad–; esto huele a una trampa, y no quiero quedarme para saber si es así. –Sus ojos voltearon a todas direcciones, como si buscara encontrar algo–. Además, tengo la sensación de que estamos siendo observados.
–Vamos, Mailes, no seas paranoico –habló Godios con un sutil tono de incredulidad–, no hay nadie cerca.
–Bien, claramente se puede ver que no hay nadie cerca, pero mis sentidos me advierten lo contrario.
–Cuando decidan que debamos movernos –dije, con algo de sopor, mientras envainaba mi espada y caminaba hacia un árbol cercano a mí–, me despiertan. –Recosté mi espalda en el tronco de madera y, apoyando mi peso sobre este, me deslicé lentamente hacia abajo, hasta que mi trasero tocó suelo y cerré mis ojos para descansar por todo el tiempo que me fuera posible, aunque fuera por un pequeño instante.
Rauko
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Re: [Cerradongo]El Bosque Lúgubre [Libre]
Llevaba ya varios días deambulando sola por los bosques de Sandorai. Bueno. Sola, sola, no. Había estado jugando con ardillas, perseguido conejos, ciervos y demás animales para correr junto a ellos. Habíamos comido frutas, bayas y algunas setas con aspectos de lo más pintorescos.
Finalmente llegué al lecho de un río, un río enorme, bueno, para mí era enorme, al fin y al cabo soy bastante bajita... Pero un río no me detendría en mi afán por descubrir qué había más allá.
-Mmmmmh, mmmmmmh... Cómo cruzar un río tan grande. Si intento cruzarlo a nado seguro que me canso antes de la mitad y me ahogaré.
Di un par de vueltas por la orilla, buscando algo que pudiera ayudarme a cruzar inmenso obstáculo, un tronco, medio seco. No Jeannie, ni se te ocurra, siempre haces lo mismo...
Sin hacerme caso, lo empujé al agua y me subí encima, peso lo suficientemente poco como para que no se hundiera y morir bajo terribles corrientes de agua.
-Tal vez debería haber buscado también un remo... -Suspiré, me recosté en el tronco y dejé que la corriente me meciera durante un buen rato.
Me despertó una voz, bastante seca y con un acento muy cerrado.
-Oye, tú, elfa, ¿te remolcamos hasta la orilla o vas a esperar a que te coman los monstruos marinos del océano? Los elfos sois muy dados a hacer cosas extrañas como esa.
Un pescador me estaba mirando fijamente, por lo que me incorporé y con una amplia sonrisa le agradecí el gesto de buena voluntad.
-¡Muchísimas gracias señor!
Pues todo esto es lo que ocurrió hace tres días, y aquí estoy, deambulando por un bosque tenebroso con el suelo caliente mientras intento recordar los acontecimientos para ver si mi cerebro procesa correctamente y dejo de hacer este tipo de locuras. Aunque quebradizas, voy de rama en rama por los árboles, no me gustaría quedarme dormida y chamuscada, así, con cuidado, mucho mejor.
-Solo me queda media galleta y una manzana... -Suspiro.
Sigo saltando. Al norte veo una espesura de árboles pelados, con curiosidad me acerco hasta allí. Parece que aunque sin hojas, con todas estas ramas podré estar a cubierto un tiempo y dormir unas horitas. Conforme me acerco veo a un hombre, como esperando que sucediera algo. Será una estatua, pensé.
-Bueno, te llamaré George, serás mi guardián esta noche. Sir George. -Le hago una reverencia.
Subo a uno de los árboles detrás de George y me tumbo a dormir unas horas en la cima.
No sé cuanto tiempo ha pasado desde que me dormí, pero escucho unas voces al pie del árbol. Me asomo con cuidado, un hombre se acerca a George, lo toca y... ¡Lo hace pedazos!
Los hombres siguen hablando, supongo que discutiendo su plan de acción.
Me asomo otro poco. Craaak.
-Oh. No. Siempre igual.
La rama cede y caigo a gran velocidad del árbol. Cayendo justo en frente del asesino de Sir George, la estatua.
-Ehm... ¿Una galleta? - Ofrezco.
Finalmente llegué al lecho de un río, un río enorme, bueno, para mí era enorme, al fin y al cabo soy bastante bajita... Pero un río no me detendría en mi afán por descubrir qué había más allá.
-Mmmmmh, mmmmmmh... Cómo cruzar un río tan grande. Si intento cruzarlo a nado seguro que me canso antes de la mitad y me ahogaré.
Di un par de vueltas por la orilla, buscando algo que pudiera ayudarme a cruzar inmenso obstáculo, un tronco, medio seco. No Jeannie, ni se te ocurra, siempre haces lo mismo...
Sin hacerme caso, lo empujé al agua y me subí encima, peso lo suficientemente poco como para que no se hundiera y morir bajo terribles corrientes de agua.
-Tal vez debería haber buscado también un remo... -Suspiré, me recosté en el tronco y dejé que la corriente me meciera durante un buen rato.
Me despertó una voz, bastante seca y con un acento muy cerrado.
-Oye, tú, elfa, ¿te remolcamos hasta la orilla o vas a esperar a que te coman los monstruos marinos del océano? Los elfos sois muy dados a hacer cosas extrañas como esa.
Un pescador me estaba mirando fijamente, por lo que me incorporé y con una amplia sonrisa le agradecí el gesto de buena voluntad.
-¡Muchísimas gracias señor!
Pues todo esto es lo que ocurrió hace tres días, y aquí estoy, deambulando por un bosque tenebroso con el suelo caliente mientras intento recordar los acontecimientos para ver si mi cerebro procesa correctamente y dejo de hacer este tipo de locuras. Aunque quebradizas, voy de rama en rama por los árboles, no me gustaría quedarme dormida y chamuscada, así, con cuidado, mucho mejor.
-Solo me queda media galleta y una manzana... -Suspiro.
Sigo saltando. Al norte veo una espesura de árboles pelados, con curiosidad me acerco hasta allí. Parece que aunque sin hojas, con todas estas ramas podré estar a cubierto un tiempo y dormir unas horitas. Conforme me acerco veo a un hombre, como esperando que sucediera algo. Será una estatua, pensé.
-Bueno, te llamaré George, serás mi guardián esta noche. Sir George. -Le hago una reverencia.
Subo a uno de los árboles detrás de George y me tumbo a dormir unas horas en la cima.
No sé cuanto tiempo ha pasado desde que me dormí, pero escucho unas voces al pie del árbol. Me asomo con cuidado, un hombre se acerca a George, lo toca y... ¡Lo hace pedazos!
Los hombres siguen hablando, supongo que discutiendo su plan de acción.
Me asomo otro poco. Craaak.
-Oh. No. Siempre igual.
La rama cede y caigo a gran velocidad del árbol. Cayendo justo en frente del asesino de Sir George, la estatua.
-Ehm... ¿Una galleta? - Ofrezco.
Irinnil Fawkes
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Re: [Cerradongo]El Bosque Lúgubre [Libre]
Una intensa discusión estéril se llevó algunos minutos de nuestro tiempo pues Mailes y Godios no se ponían de acuerdo, yo de hecho también quería descansar un poco, el problema era que con un suelo tan caliente resultaba lejana la idea de acostarnos y descansar -Silencio- Dije a ambos hombres mientras el pequeño elfo se decidía a descansar en un lugar y momento como este -Oye, ten cuidado, no sabemos qué peligros puedan esperarnos- Dije como si yo fuera el padre de la precaución -Hay que estar atentos a todo- Al terminar la frase apoyé el pie en el piso con firmeza y justo en ese momento se escucharon los sonidos de una rama romperse.
Miré sin éxito en todas direcciones, Mailes y Godios sacaron sus armas y se pusieron en alerta -Lo sabía, ese muñeco solo podía ser un señuelo, una trampa- Se acercaron a mi posición con sus espaldas juntas para cubrirse entre ellos con la esperanza que yo también los cubriera, la verdad era que los dejaría morir si eso hacía falta para salvarme, total no era mucho lo que se perdía -Esperen- Llevé un dedo a mis labios en señal de silencio y cuando por fin pude seguir la dirección de los sonidos era demasiado tarde.
Levanté la vista solo para ver venir una rama que por poco me aplasta, salté hacia un lado y caí sobre Mailes que se sacudió molesto pero la rama no venía sola -¡Nos atacan, nos atacan, emboscada!- Gritó Mailes en un ataque de paranoia, Godios por su parte apuntó su espada hacia el ser que había caído junto a la rama y le gritó con voz imperante -Atrás, suelta esa… ¿Galleta?- Por sus orejas, nuestra amenaza parecía ser solo una pequeña elfa, pero el momento era el indicado para reírnos un rato -No acepten la galleta, es una bruja galletona, nos va a maldecir a todos- Dije en voz alta para aumentar la paranoia de los presentes que en el contexto que nos encontrábamos resultaba bastante alarmante.
para mi desgracia me tocó saltar de prisa al frente para detener la mano de Mailes que sin dudarlo un instante se disponía a cercenar la mano de la pobre chica -Es broma, es broma- Advertí para calmar los ánimos -Es solo una niña… una muy rara- La miré extrañado -¿Qué haces en este lugar? Estás algo lejos de tu bosque- Señalé hacia el lejano Sandorai que de hecho estaba solo al cruzar el río -Ven con nosotros si quieres vivir- Le dije ofreciendo mi mano -Tenemos otro elfo, está por allá- Señalé al lugar donde había visto al elfo por última vez y fue cuando noté que el árbol donde se había recostado parecía moverse, me quedé mirando fijamente lo que parecía ser un rostro pero rápidamente me di cuenta que solo era mi imaginación -Creo que todos estamos algo asustados- Reí nervioso -Será mejor que sigamos, este lugar no me gusta nada- Dijo Mailes recuperando su tono serio -¿Vienes con nosotros? Podemos llevarte de regreso- Ofrecí a la pequeña comegalletas antes de emprender de nuevo el viaje.
Miré sin éxito en todas direcciones, Mailes y Godios sacaron sus armas y se pusieron en alerta -Lo sabía, ese muñeco solo podía ser un señuelo, una trampa- Se acercaron a mi posición con sus espaldas juntas para cubrirse entre ellos con la esperanza que yo también los cubriera, la verdad era que los dejaría morir si eso hacía falta para salvarme, total no era mucho lo que se perdía -Esperen- Llevé un dedo a mis labios en señal de silencio y cuando por fin pude seguir la dirección de los sonidos era demasiado tarde.
Levanté la vista solo para ver venir una rama que por poco me aplasta, salté hacia un lado y caí sobre Mailes que se sacudió molesto pero la rama no venía sola -¡Nos atacan, nos atacan, emboscada!- Gritó Mailes en un ataque de paranoia, Godios por su parte apuntó su espada hacia el ser que había caído junto a la rama y le gritó con voz imperante -Atrás, suelta esa… ¿Galleta?- Por sus orejas, nuestra amenaza parecía ser solo una pequeña elfa, pero el momento era el indicado para reírnos un rato -No acepten la galleta, es una bruja galletona, nos va a maldecir a todos- Dije en voz alta para aumentar la paranoia de los presentes que en el contexto que nos encontrábamos resultaba bastante alarmante.
para mi desgracia me tocó saltar de prisa al frente para detener la mano de Mailes que sin dudarlo un instante se disponía a cercenar la mano de la pobre chica -Es broma, es broma- Advertí para calmar los ánimos -Es solo una niña… una muy rara- La miré extrañado -¿Qué haces en este lugar? Estás algo lejos de tu bosque- Señalé hacia el lejano Sandorai que de hecho estaba solo al cruzar el río -Ven con nosotros si quieres vivir- Le dije ofreciendo mi mano -Tenemos otro elfo, está por allá- Señalé al lugar donde había visto al elfo por última vez y fue cuando noté que el árbol donde se había recostado parecía moverse, me quedé mirando fijamente lo que parecía ser un rostro pero rápidamente me di cuenta que solo era mi imaginación -Creo que todos estamos algo asustados- Reí nervioso -Será mejor que sigamos, este lugar no me gusta nada- Dijo Mailes recuperando su tono serio -¿Vienes con nosotros? Podemos llevarte de regreso- Ofrecí a la pequeña comegalletas antes de emprender de nuevo el viaje.
Bio
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Re: [Cerradongo]El Bosque Lúgubre [Libre]
Mis hermosos glúteos estuvieron segundos en el suelo y ya estaban calcinándose. ¡Y era incómodo! No obstante, el placer por descansar era mayor al dolor provocado por el calor, por tanto, seguí en reposo, ignorando las palabras del vampiro, quien dictaba lo contrario a lo que me pedía la pereza.
Sí, el inicio del anterior párrafo fue ridículo.
Estaba consciente de que descansar en ese momento no era lo más prudente, pero creí que estaría bien solo por unos segundos. Además, tampoco me dormiría como un completo negligente; seguiría despierto para escuchar cualquier sonido que pudiera preceder a una amenaza.
Y no faltó mucho tiempo para que ese sonido llegara.
Sin moverme, solo abrí un ojo para ver lo que sucedía. La rama de un árbol se desprendió de su sitio y cayó donde estaban los demás, quienes se habían colocado justo en el lugar menos indicado. Por suerte Bio fue veloz para evadir una muerte aplastante.
–Vaya, parece que no soy el más despistado aquí, ¿eh? –comenté con ironía, aunque en un tono bajo para que los demás no escucharan.
Entonces noté que la rama había caído con una elfa sobre ella, una con un hermoso rostro de características casi perfectas. Y no, con esto no quiero decir que me atraía esa desconocida. Hay que ser ingenuo para creer que yo insinuaría algo tan absurdo como eso. Pero había que admitirlo: comparado con ella, yo era un bicho raro gracias a mi horrenda boca de proporciones antiestéticas.
–Maldición, esa abraza árboles acaba de aparecer y ya golpeó mi autoestima –comenté, nuevamente en voz baja, para luego cerrar el ojo y seguir descansando, ignorando la posibilidad de que la desconocida pudiera ser un peligro.
Repentinamente escuché la palabra “galleta” y me levanté dando un salto acrobático.
–¡¿Alguien habló de comida?!
Puede que antes hubiera mencionado que estaba cansado y quería dormir, pero si alguien hablaba de comida, yo podría despertar aunque estuviera muerto. No obstante, miré la galleta que ofrecía la elfa y, por desgracia, apenas si era la mitad de una.
Alcé una ceja y bajé los hombros, decepcionado. Es más, hasta sentí pena por la elfa: tal vez era pobre.
Luego hice una mueca de extrañeza al escuchar las ridiculeces que decía Bio. ¿Primero pensó que ser siniestro era igual a pedir ayuda y ahora salió con lo de “Bruja galletona”? Definitivamente ese vampiro debía estar drogado o algo.
Afortunadamente Bio aclaró que estaba bromeando, justo a tiempo para que los demás no asesinaran a la pobre. Pero después la invitó a unirse a nuestro viaje, a pesar de que éramos perseguidos por feroces mercenarios. Sin duda no estaba razonando bien… No, sí que lo estaba. Planeaba ganarse la confianza de ella para que esta, una vez en Sandorai, fuera nuestra llave para entrar en ese lugar donde estaríamos a salvo… o puede que ni hubiera pensado en algo como eso.
–¡Hola, soy Rauko! –saludé con una sonrisa fina y enseñando la palma de mi mano situándola paralela a mi rostro. Un informal modo de saludar que contrastaría con los modales élficos a los que la chica estaría acostumbrada.
Entonces supe lo que había que hacer. Caminé hacia la elfa, mientras sacaba una biusa de mi pequeño bolso limosnero. Luego sonreí y fijé mi mirada en sus ojos para decirle amablemente:
–Hey, ¿qué tal un trato? –Y como me importaba un pepino su respuesta, continué de inmediato–. No tenemos dónde pasar la noche y estamos cansados, así que, si puedes ayudarnos con eso, te daré esto. –Le enseñé la reluciente biusa verde semitransparente en mi mano–. ¿Has visto una antes? Es una biusa, no tiene olor; pero tendrá cualquier sabor que quieras que tenga.
Sin saber si realmente podría ayudarnos, recordé que la elfa nos había ofrecido una miserable media galleta, y volví a sentir pena por ella; alguien sin comida era de las cosas que me parecían más deprimentes e inaceptables. Involuntariamente fruncí los labios por esto. Luego volví a sonreír y extendí la biusa hacia ella.
–Aunque si no puedes ayudarnos, no importa. Tómala de todas formas; te la obsequio. –Ensanché la sonrisa y ladeé la cabeza.
Sea como sea, esperaba que sí pudiera ayudarnos o toda esta charla habría sido solo una estúpida pérdida de tiempo, algo que no podíamos desperdiciar ahora.
Estaba consciente de que descansar en ese momento no era lo más prudente, pero creí que estaría bien solo por unos segundos. Además, tampoco me dormiría como un completo negligente; seguiría despierto para escuchar cualquier sonido que pudiera preceder a una amenaza.
Y no faltó mucho tiempo para que ese sonido llegara.
Sin moverme, solo abrí un ojo para ver lo que sucedía. La rama de un árbol se desprendió de su sitio y cayó donde estaban los demás, quienes se habían colocado justo en el lugar menos indicado. Por suerte Bio fue veloz para evadir una muerte aplastante.
–Vaya, parece que no soy el más despistado aquí, ¿eh? –comenté con ironía, aunque en un tono bajo para que los demás no escucharan.
Entonces noté que la rama había caído con una elfa sobre ella, una con un hermoso rostro de características casi perfectas. Y no, con esto no quiero decir que me atraía esa desconocida. Hay que ser ingenuo para creer que yo insinuaría algo tan absurdo como eso. Pero había que admitirlo: comparado con ella, yo era un bicho raro gracias a mi horrenda boca de proporciones antiestéticas.
–Maldición, esa abraza árboles acaba de aparecer y ya golpeó mi autoestima –comenté, nuevamente en voz baja, para luego cerrar el ojo y seguir descansando, ignorando la posibilidad de que la desconocida pudiera ser un peligro.
Repentinamente escuché la palabra “galleta” y me levanté dando un salto acrobático.
–¡¿Alguien habló de comida?!
Puede que antes hubiera mencionado que estaba cansado y quería dormir, pero si alguien hablaba de comida, yo podría despertar aunque estuviera muerto. No obstante, miré la galleta que ofrecía la elfa y, por desgracia, apenas si era la mitad de una.
Alcé una ceja y bajé los hombros, decepcionado. Es más, hasta sentí pena por la elfa: tal vez era pobre.
Luego hice una mueca de extrañeza al escuchar las ridiculeces que decía Bio. ¿Primero pensó que ser siniestro era igual a pedir ayuda y ahora salió con lo de “Bruja galletona”? Definitivamente ese vampiro debía estar drogado o algo.
Afortunadamente Bio aclaró que estaba bromeando, justo a tiempo para que los demás no asesinaran a la pobre. Pero después la invitó a unirse a nuestro viaje, a pesar de que éramos perseguidos por feroces mercenarios. Sin duda no estaba razonando bien… No, sí que lo estaba. Planeaba ganarse la confianza de ella para que esta, una vez en Sandorai, fuera nuestra llave para entrar en ese lugar donde estaríamos a salvo… o puede que ni hubiera pensado en algo como eso.
–¡Hola, soy Rauko! –saludé con una sonrisa fina y enseñando la palma de mi mano situándola paralela a mi rostro. Un informal modo de saludar que contrastaría con los modales élficos a los que la chica estaría acostumbrada.
Entonces supe lo que había que hacer. Caminé hacia la elfa, mientras sacaba una biusa de mi pequeño bolso limosnero. Luego sonreí y fijé mi mirada en sus ojos para decirle amablemente:
–Hey, ¿qué tal un trato? –Y como me importaba un pepino su respuesta, continué de inmediato–. No tenemos dónde pasar la noche y estamos cansados, así que, si puedes ayudarnos con eso, te daré esto. –Le enseñé la reluciente biusa verde semitransparente en mi mano–. ¿Has visto una antes? Es una biusa, no tiene olor; pero tendrá cualquier sabor que quieras que tenga.
Sin saber si realmente podría ayudarnos, recordé que la elfa nos había ofrecido una miserable media galleta, y volví a sentir pena por ella; alguien sin comida era de las cosas que me parecían más deprimentes e inaceptables. Involuntariamente fruncí los labios por esto. Luego volví a sonreír y extendí la biusa hacia ella.
–Aunque si no puedes ayudarnos, no importa. Tómala de todas formas; te la obsequio. –Ensanché la sonrisa y ladeé la cabeza.
Sea como sea, esperaba que sí pudiera ayudarnos o toda esta charla habría sido solo una estúpida pérdida de tiempo, algo que no podíamos desperdiciar ahora.
(☞゚∀゚)☞ OFFROL ☜(゚∀゚☜)
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Rauko
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Re: [Cerradongo]El Bosque Lúgubre [Libre]
Ofrezco mi última media galleta y lo único que recibo a cambio es la punta de una espada. ¡Qué personas más desagradecidas! Me cruzo de brazos. Sigo enfurruñada cuando el desintegrador de Georges me llama bruja, ¡a mi! qué descortés. Le doy un pequeño mordisco a la galleta, dejándola en menos de la mitad. Miro alrededor, dispuesta a irme de ese lugar rodeado de gente indecente.
En ese momento el mata-Georges se acerca a uno de sus amigos para detener un nuevo intento de pinchar o cortar a mi persona. Bueno, al menos no me quiere muerta.
- He llegado aquí en busca de aventuras, tal vez un tesoro -Me brillan los ojos.- Un baúl lleno de galletas sería un tesoro excelente.
Dice que hay otro elfo entre ellos, tardo un tiempo en ver dónde está ubicado. Me saluda desde el fondo, si es que eso es considerado un saludo entre estos... ¿mercenarios?
Me quedo pensativa mientras se acerca el elfo, tal vez debería haber huído, no hago más que encontrarme con extraños y algún día no serán amigables. Aunque no es que estos hayan sido especialmente amables en principio.
Llega el elfo finalmente hasta donde me encuentro. Me ofrece un trato, pero ni siquiera espera mi respuesta, siguen siendo descorteses. Frunzo el ceño, no me fío de él. De repente me muestra algo maravilloso, nunca había visto algo así. Una pequeña frutita verde, ¿me la da como obsequio? La tomo entre mis manos, cierro un ojo y miro a través.
- ¡Todo se ve verde! - Me rio.
- Pueeees, he venido desde el sur, por el camino, a más o menos un par de horas saltando entre los árboles hay una pequeña cabaña abandonada, supongo que antaño pertenecía a los amables pescadores de más abajo en el río. -Me encojo de hombros.
Sigo emocionada con el regalo, no paro de mirar la frutita, tan pequeña, tan bonita...
- Cualquier sabor que quiera eh... ¿Puede saber a nube? O al sabor del fuego, siempre me he preguntado cómo sabe si no te quema.
Tomo la mano del elfo y le doy la galleta restante y la manzana a cambio.
- Yo me llamo Jeannie Fawkes, encantada. -Le sonrío.
Tiene unos ojos bonitos, pienso, pero es como si solo fuera amable para conseguir un objetivo.
Me guardo la biusa en un bolsillo oculto de la camisa. Me la comeré cuando decida su sabor. Seguiré con estos hombres de momento, al menos hasta averiguar cuales son sus intenciones, al sur tan solo hay ruinas pero si cruzas el río... Sandorai. Si se dirigen al bosque con intenciones sospechosas siempre puedo adelantarme para alertar a los demás elfos.
Les dirijo una última mirada a los que acompañan al descuartizador de guardianes y a Rauko el elfo. Realmente parecen una pandilla de maleantes, y aunque solo he conocido a un caballero en mi vida, la diferencia es apreciable. Parecen muy cansados y están con los nervios a flor de piel. Suspiro, de todas formas me iba apeteciendo ya un poco de aventura.
-Bueno, ¿nos vamos ya? -Subo de un salto a un árbol, dispuesta a partir dirección sur a la cabaña que divisé días antes.
En ese momento el mata-Georges se acerca a uno de sus amigos para detener un nuevo intento de pinchar o cortar a mi persona. Bueno, al menos no me quiere muerta.
- He llegado aquí en busca de aventuras, tal vez un tesoro -Me brillan los ojos.- Un baúl lleno de galletas sería un tesoro excelente.
Dice que hay otro elfo entre ellos, tardo un tiempo en ver dónde está ubicado. Me saluda desde el fondo, si es que eso es considerado un saludo entre estos... ¿mercenarios?
Me quedo pensativa mientras se acerca el elfo, tal vez debería haber huído, no hago más que encontrarme con extraños y algún día no serán amigables. Aunque no es que estos hayan sido especialmente amables en principio.
Llega el elfo finalmente hasta donde me encuentro. Me ofrece un trato, pero ni siquiera espera mi respuesta, siguen siendo descorteses. Frunzo el ceño, no me fío de él. De repente me muestra algo maravilloso, nunca había visto algo así. Una pequeña frutita verde, ¿me la da como obsequio? La tomo entre mis manos, cierro un ojo y miro a través.
- ¡Todo se ve verde! - Me rio.
- Pueeees, he venido desde el sur, por el camino, a más o menos un par de horas saltando entre los árboles hay una pequeña cabaña abandonada, supongo que antaño pertenecía a los amables pescadores de más abajo en el río. -Me encojo de hombros.
Sigo emocionada con el regalo, no paro de mirar la frutita, tan pequeña, tan bonita...
- Cualquier sabor que quiera eh... ¿Puede saber a nube? O al sabor del fuego, siempre me he preguntado cómo sabe si no te quema.
Tomo la mano del elfo y le doy la galleta restante y la manzana a cambio.
- Yo me llamo Jeannie Fawkes, encantada. -Le sonrío.
Tiene unos ojos bonitos, pienso, pero es como si solo fuera amable para conseguir un objetivo.
Me guardo la biusa en un bolsillo oculto de la camisa. Me la comeré cuando decida su sabor. Seguiré con estos hombres de momento, al menos hasta averiguar cuales son sus intenciones, al sur tan solo hay ruinas pero si cruzas el río... Sandorai. Si se dirigen al bosque con intenciones sospechosas siempre puedo adelantarme para alertar a los demás elfos.
Les dirijo una última mirada a los que acompañan al descuartizador de guardianes y a Rauko el elfo. Realmente parecen una pandilla de maleantes, y aunque solo he conocido a un caballero en mi vida, la diferencia es apreciable. Parecen muy cansados y están con los nervios a flor de piel. Suspiro, de todas formas me iba apeteciendo ya un poco de aventura.
-Bueno, ¿nos vamos ya? -Subo de un salto a un árbol, dispuesta a partir dirección sur a la cabaña que divisé días antes.
Irinnil Fawkes
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Re: [Cerradongo]El Bosque Lúgubre [Libre]
Era un momento de mucha tensión y la agresividad estaba a flor de piel, mis acompañantes sostenían sus espadas con firmeza, yo mantenía mis manos cerca de mis dagas y la recién llegada sostenía con agresividad su media galleta y seguramente no dudaría en usarla, de hecho, sus razones para estar ahí también eran un poco difusas, ¿Buscar un tesoro? ¿En serio? Mi ojo izquierdo adquirió un tic nervioso mientras intentaba comprender su explicación, afortunadamente la intervención de Rauko ayudó a bajar la tensión, seguramente con mejor suerte, este chico habría acabado siendo algún tipo de diplomático con otras razas pues tenía una interesante capacidad de persuasión, aunque de momento había otras cosas de qué preocuparnos.
Por si la explicación anterior, del tesoro y las galletas no fuera suficientemente rara, una nueva explicación hizo todo más complicado y un tic se adueñó de mi ojo izquierdo al escuchar su modo de viaje -¿Saltando… entre los… árboles?- Pregunté esperando hacer escuchado mal -¿Eres una elfa o una ardilla?- Pregunté evitando reírme -Bien, como sea, iremos hacia allá, guíanos, chica ardilla- Señalé hacia el sur -Solo larguémonos- Dijo Godios con claro nerviosismo -Por cierto, soy Bio aunque no soy un bio, es decir, sí soy Bio pero no de esos bios, en fin, el chico rudo de allá es Mailes- Señalé al mercenario que parecía más preocupado de nuestros perseguidores que de cualquier otra cosa -Y el viejo asustadizo es Godios- Señalé al anciano cuya larga melena blanca le daba un toque particular.
Todo va a estar bien, saldremos de esto con vida, TODOS- Aclaré para tratar de calmar al viejo pero al terminar mis palabras, un par de lianas se deslizaron por el piso hasta tomar los pies del pobre hombre y ante mi mirada pasmada observé cómo era arrastrado hasta el pie de un árbol, luego levantado por ambas piernas y partido en dos sin piedad ni remordimiento -Oh... ra... yo... ¡Aléjense de los árboles!- Grité de prisa y tomé mis dagas -Mailes, cuidado abajo- Advertí a tiempo para que le diera tiempo de cortar una liana que buscaba sus pies y que por suerte consiguió rebanarla con su espada -Todos juntos, atentos al suelo- Y no es que mirar el suelo nos mantuviera a salvo, pues tras nosotros, la armadura que antes había derribado comenzaba a armarse de nuevo sostenida sobre ramas hasta quedar de nuevo intacto.
Repentinamente comenzamos a escuchar susurros como si los árboles se hablaran entre ellos, no podía entender lo que decían, pero tampoco es que quisiera quedarme a averiguarlo -Corran- Dije en voz baja mientras daba un par de pasos atrás -¡Corran!- Repetí con más ímpetu mientras señalaba en dirección al río, que de momento me parecía la mejor opción, viajar con los peligrosos árboles a un lado era mejor que viajar por en medio de ellos -Eviten ser atrapados por las lianas en el suelo- Les dije justo antes que una liana me atrapara por un brazo y me levantara del piso -¡Cuidado arriba también!- Como pude tomé una de mis dagas y luché para cortar la liana, caí al piso y rodé para evitar que me tomara una segunda -Corran al río y no se detengan- Dije mientras comenzaba una fuga desesperada.
Tras de mí, las lianas aparecían desde todas direcciones buscando los pies de mis acompañantes, a veces con intención de enredarlos, otras con intención de golpearlos y hacerlos tropezar, las entrañas de Godios estaban regadas por todo el lugar y no sabíamos de qué dirección vendrían los ataques, era como luchar contra el bosque mismo y sin posibilidades de ganar solo nos quedaba tratar de escapar -Te dije que no era alguien pidiendo ayuda, era una trampa- Dije a Rauko en medio de la carrera.
Por si la explicación anterior, del tesoro y las galletas no fuera suficientemente rara, una nueva explicación hizo todo más complicado y un tic se adueñó de mi ojo izquierdo al escuchar su modo de viaje -¿Saltando… entre los… árboles?- Pregunté esperando hacer escuchado mal -¿Eres una elfa o una ardilla?- Pregunté evitando reírme -Bien, como sea, iremos hacia allá, guíanos, chica ardilla- Señalé hacia el sur -Solo larguémonos- Dijo Godios con claro nerviosismo -Por cierto, soy Bio aunque no soy un bio, es decir, sí soy Bio pero no de esos bios, en fin, el chico rudo de allá es Mailes- Señalé al mercenario que parecía más preocupado de nuestros perseguidores que de cualquier otra cosa -Y el viejo asustadizo es Godios- Señalé al anciano cuya larga melena blanca le daba un toque particular.
Todo va a estar bien, saldremos de esto con vida, TODOS- Aclaré para tratar de calmar al viejo pero al terminar mis palabras, un par de lianas se deslizaron por el piso hasta tomar los pies del pobre hombre y ante mi mirada pasmada observé cómo era arrastrado hasta el pie de un árbol, luego levantado por ambas piernas y partido en dos sin piedad ni remordimiento -Oh... ra... yo... ¡Aléjense de los árboles!- Grité de prisa y tomé mis dagas -Mailes, cuidado abajo- Advertí a tiempo para que le diera tiempo de cortar una liana que buscaba sus pies y que por suerte consiguió rebanarla con su espada -Todos juntos, atentos al suelo- Y no es que mirar el suelo nos mantuviera a salvo, pues tras nosotros, la armadura que antes había derribado comenzaba a armarse de nuevo sostenida sobre ramas hasta quedar de nuevo intacto.
Repentinamente comenzamos a escuchar susurros como si los árboles se hablaran entre ellos, no podía entender lo que decían, pero tampoco es que quisiera quedarme a averiguarlo -Corran- Dije en voz baja mientras daba un par de pasos atrás -¡Corran!- Repetí con más ímpetu mientras señalaba en dirección al río, que de momento me parecía la mejor opción, viajar con los peligrosos árboles a un lado era mejor que viajar por en medio de ellos -Eviten ser atrapados por las lianas en el suelo- Les dije justo antes que una liana me atrapara por un brazo y me levantara del piso -¡Cuidado arriba también!- Como pude tomé una de mis dagas y luché para cortar la liana, caí al piso y rodé para evitar que me tomara una segunda -Corran al río y no se detengan- Dije mientras comenzaba una fuga desesperada.
Tras de mí, las lianas aparecían desde todas direcciones buscando los pies de mis acompañantes, a veces con intención de enredarlos, otras con intención de golpearlos y hacerlos tropezar, las entrañas de Godios estaban regadas por todo el lugar y no sabíamos de qué dirección vendrían los ataques, era como luchar contra el bosque mismo y sin posibilidades de ganar solo nos quedaba tratar de escapar -Te dije que no era alguien pidiendo ayuda, era una trampa- Dije a Rauko en medio de la carrera.
- Jeannie en la mente de Bio:
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Bio
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Re: [Cerradongo]El Bosque Lúgubre [Libre]
¿Aventuras? ¿En serio? Se notaba que esa pobre chica apenas sabía de los peligros del mundo. Yo acababa de ver morir de forma sangrienta a uno de mis compañeros, ¿y ella quería tener aventuras? ¡¿Acaso estaba demente?! Hasta quise gritarle que mejor se fuera a su casa a tomar leche. Además, ¿por qué desear un baúl de galletas en vez de un baúl de biusas? Eso último sí era un tesoro excelente.
En fin, afortunadamente la chica nos dio información bastante útil, aunque también ridícula, pues, ¿quién creería que alguien preferiría saltar entre los árboles en vez de solo caminar, que agota menos?
De todas formas, me sentí satisfecho y bastante aliviado al escucharla. Lo llamado “principio de reciprocidad” fue muy lucrativo esta vez.
Entonces llamó mi atención lo dicho después, lo cual me dejó sin saber qué responder. ¿El sabor de las nubes y el fuego? ¿Cómo es que nunca lo había pensado antes? Ahora yo también quería averiguarlo.
–Ehm... ¿tal vez? No lo sé –respondí y me encogí de hombros, mientras pensaba si era posible que una biusa tuviera el sabor de algo que nunca se ha probado antes.
De pronto me dio una manzana y, ¿cómo no?, lo que quedaba de su mísera galleta, que ahora era menos de la mitad. No obstante, este gesto innecesario pude apreciarlo; me recordó a una adorable niña que conocí tiempo atrás. Hasta sentí nostalgia.
–Oh, vaya. Pues… encantado igualmente, Jeannie. –Le devolví la sonrisa, esta vez reconociendo que la chica sí me estaba agradando. Y no, no quiero decir que me atraía. Deja de pensar esas ridiculeces.
Guardé la manzana en mi bolso y, olvidándome de todo por un momento, olí la galleta.
–Dioses –se me escapó en un susurro, sorprendido por el buen olor de lo que, sin pensarlo más, llevé a mi boca para deleitarme con su sabor; ya llevaba bastante tiempo sin probar algo dulce.
Fue ahí cuando mis ojos se abrieron de par en par y casi me atraganté, pues vi cómo Godios fue destrozado y sus órganos y sangre esparcidos, mientras que yo comenzaba a sentirme, además de impotente, culpable por dejar morir a otro compañero en una misma noche.
Tragué como pude y desenfundé mi espada, nervioso y sin saber qué hacer contra estos enemigos.
–Otra vez no pude salvar a nadie –me lamenté–. ¿Por qué tiene que ser así? –Apreté los dientes y empuñé mi arma con más fuerza, sintiéndome cada vez más frustrado–. ¡Jeannie! –grité al recordar que la elfa había subido a un árbol anteriormente; temía que ella fuera una más de los fallecidos en esta maldita aventura.
Por desgracia, antes de lograr ver si estaba viva, caí de espalda al suelo y luego fui arrastrado, todo gracias a unas lianas que sujetaban mis dos tobillos.
Desacoplé mi espada en dos para tener una chuchilla en cada mano. Una la incrusté en la tierra para sujetarme de ella, y la otra la usé para cortar las lianas, que luego comenzaron a sacudirse bruscamente.
Me levanté de un salto y escuché los susurros inentendibles que inundaron el ambiente. Chasqueé la lengua, molesto, y dije:
–Pluma, este no es buen momento para recordarme de tu existencia.
Pero después oí los verdaderos susurros de la misteriosa pluma verde escondida en alguno de mis bolsillos, haciéndome entender que eran los árboles los que hablaban.
–En ese caso: ¡malditos sean, árboles, espero que los conviertan en sillas y se pudran por los pedos de las personas que se sienten sobre ustedes!
Ignorando que, sin lugar a dudas, esa era una de las peores frases que he dicho alguna vez, cercené todas las lianas que se acercaron, mientras me movía lentamente hacia donde estaban mis compañeros.
Bio ordenó que huyéramos al río. Tanto Mailes como yo le obedecimos y corrimos junto al vampiro, evadiendo o cortando cada obstáculo.
Y, justo en este mal momento, Bio soltó otra de esas frases de la noche que me hacían cuestionarme sobre su cordura. Tal vez dentro de su mente todo era muy distinto. Así que, para evitar problemas, le seguí el juego.
–Sí, tenías razón. Lamento no haberte creído, oh, grandísimo genio.
Luego quise ver cuántos seguíamos vivos, así que giré la cabeza para examinar con la mirada.
Grave error.
Tropecé con una rama. Perdí el equilibrio y fui hacia el suelo. Pero antes de caer, unas lianas me detuvieron al sujetar mis muñecas y tirar hacia distintas direcciones, buscando descuartizarme. Sentí un dolor ardiente en mis hombros. Miré a mis compañeros, pero más lianas se dirigían hacia ellos, siendo esto otra pincelada para retratar un escenario desesperanzador.
En fin, afortunadamente la chica nos dio información bastante útil, aunque también ridícula, pues, ¿quién creería que alguien preferiría saltar entre los árboles en vez de solo caminar, que agota menos?
De todas formas, me sentí satisfecho y bastante aliviado al escucharla. Lo llamado “principio de reciprocidad” fue muy lucrativo esta vez.
Entonces llamó mi atención lo dicho después, lo cual me dejó sin saber qué responder. ¿El sabor de las nubes y el fuego? ¿Cómo es que nunca lo había pensado antes? Ahora yo también quería averiguarlo.
–Ehm... ¿tal vez? No lo sé –respondí y me encogí de hombros, mientras pensaba si era posible que una biusa tuviera el sabor de algo que nunca se ha probado antes.
De pronto me dio una manzana y, ¿cómo no?, lo que quedaba de su mísera galleta, que ahora era menos de la mitad. No obstante, este gesto innecesario pude apreciarlo; me recordó a una adorable niña que conocí tiempo atrás. Hasta sentí nostalgia.
–Oh, vaya. Pues… encantado igualmente, Jeannie. –Le devolví la sonrisa, esta vez reconociendo que la chica sí me estaba agradando. Y no, no quiero decir que me atraía. Deja de pensar esas ridiculeces.
Guardé la manzana en mi bolso y, olvidándome de todo por un momento, olí la galleta.
–Dioses –se me escapó en un susurro, sorprendido por el buen olor de lo que, sin pensarlo más, llevé a mi boca para deleitarme con su sabor; ya llevaba bastante tiempo sin probar algo dulce.
Fue ahí cuando mis ojos se abrieron de par en par y casi me atraganté, pues vi cómo Godios fue destrozado y sus órganos y sangre esparcidos, mientras que yo comenzaba a sentirme, además de impotente, culpable por dejar morir a otro compañero en una misma noche.
Tragué como pude y desenfundé mi espada, nervioso y sin saber qué hacer contra estos enemigos.
–Otra vez no pude salvar a nadie –me lamenté–. ¿Por qué tiene que ser así? –Apreté los dientes y empuñé mi arma con más fuerza, sintiéndome cada vez más frustrado–. ¡Jeannie! –grité al recordar que la elfa había subido a un árbol anteriormente; temía que ella fuera una más de los fallecidos en esta maldita aventura.
Por desgracia, antes de lograr ver si estaba viva, caí de espalda al suelo y luego fui arrastrado, todo gracias a unas lianas que sujetaban mis dos tobillos.
Desacoplé mi espada en dos para tener una chuchilla en cada mano. Una la incrusté en la tierra para sujetarme de ella, y la otra la usé para cortar las lianas, que luego comenzaron a sacudirse bruscamente.
Me levanté de un salto y escuché los susurros inentendibles que inundaron el ambiente. Chasqueé la lengua, molesto, y dije:
–Pluma, este no es buen momento para recordarme de tu existencia.
Pero después oí los verdaderos susurros de la misteriosa pluma verde escondida en alguno de mis bolsillos, haciéndome entender que eran los árboles los que hablaban.
–En ese caso: ¡malditos sean, árboles, espero que los conviertan en sillas y se pudran por los pedos de las personas que se sienten sobre ustedes!
Ignorando que, sin lugar a dudas, esa era una de las peores frases que he dicho alguna vez, cercené todas las lianas que se acercaron, mientras me movía lentamente hacia donde estaban mis compañeros.
Bio ordenó que huyéramos al río. Tanto Mailes como yo le obedecimos y corrimos junto al vampiro, evadiendo o cortando cada obstáculo.
Y, justo en este mal momento, Bio soltó otra de esas frases de la noche que me hacían cuestionarme sobre su cordura. Tal vez dentro de su mente todo era muy distinto. Así que, para evitar problemas, le seguí el juego.
–Sí, tenías razón. Lamento no haberte creído, oh, grandísimo genio.
Luego quise ver cuántos seguíamos vivos, así que giré la cabeza para examinar con la mirada.
Grave error.
Tropecé con una rama. Perdí el equilibrio y fui hacia el suelo. Pero antes de caer, unas lianas me detuvieron al sujetar mis muñecas y tirar hacia distintas direcciones, buscando descuartizarme. Sentí un dolor ardiente en mis hombros. Miré a mis compañeros, pero más lianas se dirigían hacia ellos, siendo esto otra pincelada para retratar un escenario desesperanzador.
Rauko
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Re: [Cerradongo]El Bosque Lúgubre [Libre]
Parece que finalmente se deciden por seguirme a la cabaña pesquera. Aunque algo atrae la atención del ser demoníaco mata-Georges llamado Bio. Sigo la dirección de su mirada. Me quedo horrorizada, ¿unas lianas acaban de descuartizar a un anciano? Me entran ganas de vomitar y agradezco no haber probado todavía el regalo de Rauko.
- Ese es... ¡Sir George, sigues vivo! -Mi alegría no duró mucho.
Las lianas los persiguen, intentando matar a los demás mercenarios, o lo que quiera que sean.
"¿Estás tonta? Muévete". Otra vez las voces, no lo entiendo, a veces me ayudan, otras, intentan matarme. Le hago caso, salto hacia una rama superior en el momento en que una de las lianas se acercaba peligrosamente a mi pie.
- Maldita sea árboles, con lo bien que nos lo hemos pasado hasta ahora, ¿qué mosca os ha picado?. -Suspiro.
Se me ocurre una idea. Me apoyo un poco en la magia para impulsarme el doble de lo habitual y voy saltando de rama en rama hasta llegar a la copa del árbol.
- Con un poco de suerte me seguirá hasta aquí...
Cuando la veo llegar, comienzo a descender rápidamente en círculos. Al llegar más o menos a media altura salto al árbol de enfrente. La liana se ha quedado enroscada en el tronco.
- Por poco...
Vuelvo a mirar al frente. Una de esas cosas se queda serpenteando delante de mi cara, decidiendo la forma de atraparme supongo. Me muevo un poco a la derecha, me sigue, hago lo mismo a la izquierda, lo mismo. "¿Quieres dejar de jugar? ¡Esto es serio!" Lo sé, lo sé. Suelto aire por frustración. En cuanto se me ocurre una idea suelto una risita nerviosa.
Me acerco lentamente a la punta de la liana y mientras le doy un beso, le meto un pisotón a la rama en la que estoy posada. Con suerte el besito la distraerá, pienso. La rama cede y caigo directamente al suelo. Comienzo a correr en dirección a los demás, me he quedado un poco rezagada.
Por el camino me encuentro a Rauko, sujeto por todas sus extremidades. Me acerco corriendo pensando en otro plan maestro para ayudar al elfo. Bueno, más bien digamos que no lo he pensado lo suficiente. Llego a la liana que le sujeta por una de las muñecas y le pego un bocado.
- Efpeo que efto aiude.
Muerdo más fuerte. Todavía colgada de la liana por la boca disparo una flecha hacia la que le sujeta la otra muñeca pero parece que la saeta no le hace nada. Miro alrededor buscando ayuda, o tal vez un cuchillo, o un tridente mágico rompedor de hechizos y ahuyentador de demonios.
- Ese es... ¡Sir George, sigues vivo! -Mi alegría no duró mucho.
Las lianas los persiguen, intentando matar a los demás mercenarios, o lo que quiera que sean.
"¿Estás tonta? Muévete". Otra vez las voces, no lo entiendo, a veces me ayudan, otras, intentan matarme. Le hago caso, salto hacia una rama superior en el momento en que una de las lianas se acercaba peligrosamente a mi pie.
- Maldita sea árboles, con lo bien que nos lo hemos pasado hasta ahora, ¿qué mosca os ha picado?. -Suspiro.
Se me ocurre una idea. Me apoyo un poco en la magia para impulsarme el doble de lo habitual y voy saltando de rama en rama hasta llegar a la copa del árbol.
- Con un poco de suerte me seguirá hasta aquí...
Cuando la veo llegar, comienzo a descender rápidamente en círculos. Al llegar más o menos a media altura salto al árbol de enfrente. La liana se ha quedado enroscada en el tronco.
- Por poco...
Vuelvo a mirar al frente. Una de esas cosas se queda serpenteando delante de mi cara, decidiendo la forma de atraparme supongo. Me muevo un poco a la derecha, me sigue, hago lo mismo a la izquierda, lo mismo. "¿Quieres dejar de jugar? ¡Esto es serio!" Lo sé, lo sé. Suelto aire por frustración. En cuanto se me ocurre una idea suelto una risita nerviosa.
Me acerco lentamente a la punta de la liana y mientras le doy un beso, le meto un pisotón a la rama en la que estoy posada. Con suerte el besito la distraerá, pienso. La rama cede y caigo directamente al suelo. Comienzo a correr en dirección a los demás, me he quedado un poco rezagada.
Por el camino me encuentro a Rauko, sujeto por todas sus extremidades. Me acerco corriendo pensando en otro plan maestro para ayudar al elfo. Bueno, más bien digamos que no lo he pensado lo suficiente. Llego a la liana que le sujeta por una de las muñecas y le pego un bocado.
- Efpeo que efto aiude.
Muerdo más fuerte. Todavía colgada de la liana por la boca disparo una flecha hacia la que le sujeta la otra muñeca pero parece que la saeta no le hace nada. Miro alrededor buscando ayuda, o tal vez un cuchillo, o un tridente mágico rompedor de hechizos y ahuyentador de demonios.
Irinnil Fawkes
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Re: [Cerradongo]El Bosque Lúgubre [Libre]
Corría, corría como si no hubiera mañana, a lo lejos podía escuchar el arroyo, saltaba cada vez que alguna rama me parecía sospechosa en el piso, oh, que rayos, saltaba ante cada rama, sospechosa o no, la precaución nunca está de más. De cualquier manera, al salir del peligro me di cuenta que había salido del peligro, pero mis compañeros no, estrellé mi mano contra mi frente y la deslicé por mi rostro con frustración ante la escena que había dejado detrás de mí, las lianas sostenían a Rauko mientras la chica ardilla intentaba ¿Comérselas? Y lo que es peor, Mailes venía corriendo sin la más mínima intención de ayudarles.
Vámonos, es tarde para ellos, ya vivieron lo suficiente, tuvieron vidas plenas- Me tomó del brazo para hacerme huir con él -Estás mal de la cabeza, estos niños son el futuro, la esperanza de un mañana mejor- Volví a mirarlos, Rauko luchaba por liberarse dando espadazos a la nada y la chica seguía mordiendo lianas, dudé de mis propias palabras, cerré los ojos por un instante y me aterró ese futuro -Es una etapa, luego serán normales- Me sacudí el brazo para liberarme de Mailes que sin más, nos dejó abandonados, saqué mis dagas y corrí hacia los chicos.
Al estar cerca pisé una de las lianas que sujetaba un brazo del elfo y le clavé una daga con todas mis fuerzas haciendo que la misma se retorciera y aflojara, repetí lo mismo con una que sujetaba su pierna para liberarlo también pero me negué a tocar la liana que la elfa se había encargado de babear, no, de ninguna manera tocaría esa. De cualquier manera, las lianas se alejaron y desaparecieron por un instante -Parece que se rinden- Dije mientras le ofrecía la mano a Rauko para ayudarlo a levantarse -No creo que nadie soporte ser babeado de esa manera- Le dije a la elfardilla con ironía -Tu baba es nuestra arma secreta- No esperaba que tal arma fuera necesaria pronto.
Debemos continuar, no es bueno quedarnos aquí, no sabemos cuándo puedan volver las… ay no…- Esta vez, las piezas de madera y metal que componían al muñeco señuelo parecían arrastradas por el viento pero se detuvieron y lentamente comenzaron a armar una silueta humanoide, hojas y ramas acompañadas por pedazos de armadura vieja habían dado vida a una… cosa que tenía la clara intención de acobardarnos, y conmigo había funcionado -Alto ahí, coso de madera, tenemos una ardilla babosa y no dudaremos en usarla- Amenacé señalándolo valientemente mientras retrocedía y halaba a Rauko para escapar por otro lado.
La criatura no hablaba, porque claro, las ramas no hablan, sería muy extraño que de pronto dijeran algo como -No pertenecen (ecen) aquí (i)- Miré extrañado a Rauko y a la chica esperando que fuera una broma de ventriloquía, algo que para ese momento histórico no se había inventado pero bueno, aquellas palabras se repitieron como un susurro desde varias direcciones -Ustedes y sus (tedes) guerras (erras), condenaron este (aron) bosque (osque)- Dí otro paso atrás mientras me acercaba para susurrarle a los niños -No ataquen, justo en este momento, nos ayudaría que algún elfo le diga que somos los buenos ¿Qué tal si lo abrazan? Digo, es un árbol- Sugerí con disimulo, a fin de cuentas, lo que decían los susurros era históricamente cierto, las guerras entre las razas “civilizadas” habían condenado a ese bosque y sus habitantes a tal desolación.
Vámonos, es tarde para ellos, ya vivieron lo suficiente, tuvieron vidas plenas- Me tomó del brazo para hacerme huir con él -Estás mal de la cabeza, estos niños son el futuro, la esperanza de un mañana mejor- Volví a mirarlos, Rauko luchaba por liberarse dando espadazos a la nada y la chica seguía mordiendo lianas, dudé de mis propias palabras, cerré los ojos por un instante y me aterró ese futuro -Es una etapa, luego serán normales- Me sacudí el brazo para liberarme de Mailes que sin más, nos dejó abandonados, saqué mis dagas y corrí hacia los chicos.
Al estar cerca pisé una de las lianas que sujetaba un brazo del elfo y le clavé una daga con todas mis fuerzas haciendo que la misma se retorciera y aflojara, repetí lo mismo con una que sujetaba su pierna para liberarlo también pero me negué a tocar la liana que la elfa se había encargado de babear, no, de ninguna manera tocaría esa. De cualquier manera, las lianas se alejaron y desaparecieron por un instante -Parece que se rinden- Dije mientras le ofrecía la mano a Rauko para ayudarlo a levantarse -No creo que nadie soporte ser babeado de esa manera- Le dije a la elfardilla con ironía -Tu baba es nuestra arma secreta- No esperaba que tal arma fuera necesaria pronto.
Debemos continuar, no es bueno quedarnos aquí, no sabemos cuándo puedan volver las… ay no…- Esta vez, las piezas de madera y metal que componían al muñeco señuelo parecían arrastradas por el viento pero se detuvieron y lentamente comenzaron a armar una silueta humanoide, hojas y ramas acompañadas por pedazos de armadura vieja habían dado vida a una… cosa que tenía la clara intención de acobardarnos, y conmigo había funcionado -Alto ahí, coso de madera, tenemos una ardilla babosa y no dudaremos en usarla- Amenacé señalándolo valientemente mientras retrocedía y halaba a Rauko para escapar por otro lado.
La criatura no hablaba, porque claro, las ramas no hablan, sería muy extraño que de pronto dijeran algo como -No pertenecen (ecen) aquí (i)- Miré extrañado a Rauko y a la chica esperando que fuera una broma de ventriloquía, algo que para ese momento histórico no se había inventado pero bueno, aquellas palabras se repitieron como un susurro desde varias direcciones -Ustedes y sus (tedes) guerras (erras), condenaron este (aron) bosque (osque)- Dí otro paso atrás mientras me acercaba para susurrarle a los niños -No ataquen, justo en este momento, nos ayudaría que algún elfo le diga que somos los buenos ¿Qué tal si lo abrazan? Digo, es un árbol- Sugerí con disimulo, a fin de cuentas, lo que decían los susurros era históricamente cierto, las guerras entre las razas “civilizadas” habían condenado a ese bosque y sus habitantes a tal desolación.
- Draeque (Coso de madera del bosque):
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Re: [Cerradongo]El Bosque Lúgubre [Libre]
Forcejeé y me sacudí sin parar, pero no había nada que pudiera hacer para liberarme de las lianas, que cada vez estaban más cercas de lograr desmembrarme, al tiempo que mis quejidos de dolor se iban transformando en gritos de agonía.
Como un rayo de esperanza la elfa llegó a mi rescate, y justo después volví a hundirme en la desesperación, pues lo primero que hizo fue morder una de las lianas que me sujetaban. Entonces pensé que mejor me hubiera quedado en casa y nunca haber venido a trabajar en este bosque; morir de hambre me parecía más aceptable que ser descuartizado.
Pero nuevamente iluminó el rayo de esperanza cuando Jeannie disparó una flecha a otra liana, y otra vez su esfuerzo terminó en nada.
Le hubiera hecho saber alguna de mis quejas hacia ella, pero me encontraba más ocupado gritando.
Entonces llegó el turno de Bio. Por suerte él sí pudo liberarme y, en consecuencia, fui directo al suelo donde quedé estampado. Por lo menos seguía con mi valiosa vida, así que no me quejaría de eso. No obstante, tras aceptar la ayuda del vampiro para levantarme, supe que ahora le debía una, y grande, por lo que odié el principio de reciprocidad.
–Gracias –pronuncié entre jadeos–. No puede ser, ¿y ahora qué? –añadí, fastidiado, tras escuchar la frase inconclusa de Bio.
Me volteé y entonces vi el nuevo problema. Hice amago de tomar una postura de combate, pero al final opté por dejar que los demás se encargaran; yo ya tenía flojera. Volví a unir el par de cuchillas y envainé la espada. Luego fui recuperándome mediante magia sanadora.
Al percatarme de que solo era necesario un poco de diálogo, exhalé, luego aspiré y di un paso al frente. Sería la primera vez que conversaría con un árbol. No sabía cómo comportarme exactamente. Así que asumí el comportamiento que creí más sensato.
–Lo entendemos –hablé reverentemente–, no pertenecemos aquí y lamentamos los problemas que hemos causado al bosque. Por favor, acepta nuestras más sinceras disculpas. –Coloqué mi mano derecha en mi pectoral izquierdo y me incliné hacia adelante–. Sé que esto no es suficiente, y, aunque nosotros no fuimos responsables de la guerra que estalló aquí, te comprendemos un poco. –Volví a erguirme–. Estamos cansados de luchar y solo queremos vivir en paz. Créenos, las guerras no tienen sentido para nosotros; hemos perdido demasiadas cosas valiosas en ellas. –Agarré mi colgante y lo miré con una pizca de dolor en los ojos–. Mi familia luchó en la guerra de Terpoli, pero no me importa si vencieron porque… ellos no lograron volver a casa, y no sé si el vacío que siento ahora desaparecerá algún día.
El hombre-árbol permaneció en silencio, dándome la sensación de que estuviera analizándome.
–Pido nuevamente disculpas. No queremos molestarle más –continué–. Por favor, déjanos marcharnos y nunca volveremos a irrumpir estas tierras.
Y antes de saber si ese hombre-árbol se había creído toda esta farsa que le acababa de inventar, una voz conocida interrumpió la escena.
–Por fin los encontramos, malditos ladrones.
Era la odiosa voz del vampiro Lainz Blood, quien fingía estar cansado y malherido. Todavía nos estaba persiguiendo con sed de sangre, acompañado por el elfo tribal y la noble guerrera de cabellos dorados. De alguna forma lograron llegar hasta nosotros sin recibir la furia del bosque.
–Ahora recuperaremos las medicinas que nos robaron –declaró la chica–; no permitiremos que los niños del Clan Obooro mueran por su culpa.
Sus brazos y piernas fueron envueltos por una capa de viento que parecía torbellinos, para luego colocarse en una postura de combate, al igual que su compañero élfico, cuyos puños fueron adornados por un aura de luz.
–No, esperen, déjennos explicarle…
–Cállate, canalla –me interrumpió el vampiro, actuando como si estuviera indignado–. Esta vez no nos engañarán. Ya sabemos qué clase monstruos son ustedes. –Miró a sus dos compañeros–. ¿Qué esperan? ¡Mátenlos a todos! Hay que salvar a los niños cuanto antes.
–Si quieren pelear sin escucharnos antes, ¡bien! –hablé, fastidiado–. Pero dejen a la elfa fuera de esto. Ella no tie…
–¡Que te calles, infeliz! –interrumpió Lainz nuevamente, exasperándome aún más–. Que no los engañen sus apariencias –les advirtió a sus compañeros–; ellos son crueles maestros del engaño, y se quedarán con las medicinas sin importar si los pobres e indefensos niños enfermos del Clan Obooro mueren.
Choqué la palma de mi mano contra mi frente. ¿Cómo el elfo y la chica del Clan Obooro podían creerle a ese sujeto que acababan de conocer hace un par de horas y que, además, era el verdadero ladrón?
Si queríamos evitar el combate, este era un buen momento para intentarlo de alguna manera. Desafortunadamente la rubia avanzó a una velocidad centellante y, cuando me di cuenta, ella ya había puesto su puño en mi pecho, y el torbellino de su brazo me embistió terriblemente, disparándome unos cuantos metros hacia atrás.
–Pe-pero… ¿por qué a mí? –murmuré en el suelo, experimentando un dolor agudo en centro del torso y vergüenza por ser ahora el inútil del grupo. Miré hacia donde estaban los demás y noté que las lianas no se movían y que el hombre-árbol ya no estaba. Era extraño. Pero, más importante, ¡¿dónde estaba Mailes?!
Como un rayo de esperanza la elfa llegó a mi rescate, y justo después volví a hundirme en la desesperación, pues lo primero que hizo fue morder una de las lianas que me sujetaban. Entonces pensé que mejor me hubiera quedado en casa y nunca haber venido a trabajar en este bosque; morir de hambre me parecía más aceptable que ser descuartizado.
Pero nuevamente iluminó el rayo de esperanza cuando Jeannie disparó una flecha a otra liana, y otra vez su esfuerzo terminó en nada.
Le hubiera hecho saber alguna de mis quejas hacia ella, pero me encontraba más ocupado gritando.
Entonces llegó el turno de Bio. Por suerte él sí pudo liberarme y, en consecuencia, fui directo al suelo donde quedé estampado. Por lo menos seguía con mi valiosa vida, así que no me quejaría de eso. No obstante, tras aceptar la ayuda del vampiro para levantarme, supe que ahora le debía una, y grande, por lo que odié el principio de reciprocidad.
–Gracias –pronuncié entre jadeos–. No puede ser, ¿y ahora qué? –añadí, fastidiado, tras escuchar la frase inconclusa de Bio.
Me volteé y entonces vi el nuevo problema. Hice amago de tomar una postura de combate, pero al final opté por dejar que los demás se encargaran; yo ya tenía flojera. Volví a unir el par de cuchillas y envainé la espada. Luego fui recuperándome mediante magia sanadora.
Al percatarme de que solo era necesario un poco de diálogo, exhalé, luego aspiré y di un paso al frente. Sería la primera vez que conversaría con un árbol. No sabía cómo comportarme exactamente. Así que asumí el comportamiento que creí más sensato.
–Lo entendemos –hablé reverentemente–, no pertenecemos aquí y lamentamos los problemas que hemos causado al bosque. Por favor, acepta nuestras más sinceras disculpas. –Coloqué mi mano derecha en mi pectoral izquierdo y me incliné hacia adelante–. Sé que esto no es suficiente, y, aunque nosotros no fuimos responsables de la guerra que estalló aquí, te comprendemos un poco. –Volví a erguirme–. Estamos cansados de luchar y solo queremos vivir en paz. Créenos, las guerras no tienen sentido para nosotros; hemos perdido demasiadas cosas valiosas en ellas. –Agarré mi colgante y lo miré con una pizca de dolor en los ojos–. Mi familia luchó en la guerra de Terpoli, pero no me importa si vencieron porque… ellos no lograron volver a casa, y no sé si el vacío que siento ahora desaparecerá algún día.
El hombre-árbol permaneció en silencio, dándome la sensación de que estuviera analizándome.
–Pido nuevamente disculpas. No queremos molestarle más –continué–. Por favor, déjanos marcharnos y nunca volveremos a irrumpir estas tierras.
Y antes de saber si ese hombre-árbol se había creído toda esta farsa que le acababa de inventar, una voz conocida interrumpió la escena.
–Por fin los encontramos, malditos ladrones.
Era la odiosa voz del vampiro Lainz Blood, quien fingía estar cansado y malherido. Todavía nos estaba persiguiendo con sed de sangre, acompañado por el elfo tribal y la noble guerrera de cabellos dorados. De alguna forma lograron llegar hasta nosotros sin recibir la furia del bosque.
–Ahora recuperaremos las medicinas que nos robaron –declaró la chica–; no permitiremos que los niños del Clan Obooro mueran por su culpa.
Sus brazos y piernas fueron envueltos por una capa de viento que parecía torbellinos, para luego colocarse en una postura de combate, al igual que su compañero élfico, cuyos puños fueron adornados por un aura de luz.
–No, esperen, déjennos explicarle…
–Cállate, canalla –me interrumpió el vampiro, actuando como si estuviera indignado–. Esta vez no nos engañarán. Ya sabemos qué clase monstruos son ustedes. –Miró a sus dos compañeros–. ¿Qué esperan? ¡Mátenlos a todos! Hay que salvar a los niños cuanto antes.
–Si quieren pelear sin escucharnos antes, ¡bien! –hablé, fastidiado–. Pero dejen a la elfa fuera de esto. Ella no tie…
–¡Que te calles, infeliz! –interrumpió Lainz nuevamente, exasperándome aún más–. Que no los engañen sus apariencias –les advirtió a sus compañeros–; ellos son crueles maestros del engaño, y se quedarán con las medicinas sin importar si los pobres e indefensos niños enfermos del Clan Obooro mueren.
Choqué la palma de mi mano contra mi frente. ¿Cómo el elfo y la chica del Clan Obooro podían creerle a ese sujeto que acababan de conocer hace un par de horas y que, además, era el verdadero ladrón?
Si queríamos evitar el combate, este era un buen momento para intentarlo de alguna manera. Desafortunadamente la rubia avanzó a una velocidad centellante y, cuando me di cuenta, ella ya había puesto su puño en mi pecho, y el torbellino de su brazo me embistió terriblemente, disparándome unos cuantos metros hacia atrás.
–Pe-pero… ¿por qué a mí? –murmuré en el suelo, experimentando un dolor agudo en centro del torso y vergüenza por ser ahora el inútil del grupo. Miré hacia donde estaban los demás y noté que las lianas no se movían y que el hombre-árbol ya no estaba. Era extraño. Pero, más importante, ¡¿dónde estaba Mailes?!
(☞゚∀゚)☞ OFFROL ☜(゚∀゚☜)
Personajes del tema anterior que reaparecieron:- Lainz Blood, un vampiro de sombras:
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- Noble líder del Clan Obooro:
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- Guerrero leal a la líder del clan:
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Rauko
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Re: [Cerradongo]El Bosque Lúgubre [Libre]
Mientras mordisqueaba la liana apareció el señor Bio al rescate, cortó todas excepto la que yo había mordisqueado, supongo que porque apreció mi buen hacer y trabajo exquisito. En fin, lo importante era que Rauko estaba por fin libre. Entonces sucedió algo maravilloso, algo estupendo que me emocionó enormemente. ¡Sir George estaba vivo y hablando! Decidí acercarme sigilosamente y darle un susto por la espalda a mi adorado caballero. Rauko estaba hablando con él, por lo que me pareció una oportunidad excelente para sorprender a George. Así que aquí estoy, en medio de un salto directa a la espalda de mi resucitado protector. Me agarro a él, fundiéndome en un abrazo arbóreo y le susurro.
- ¡Sir George, estás vivo! Me alegro tanto, nunca tuve la oportunidad de agradecerte lo bien que has cuidado de mi sueño en el árbol, me sentía muy protegida teniéndote conmigo...
Una liana me acaricia el pelo. -Me lo tomaré como que estás muy ocupado hablando con Rauko como para contestarme, pero después volveré para compartir unas galletas. -Le sonrío aunque no pueda verlo y vuelvo al lado de mis nuevos compañeros.
Nada más llegar junto a Rauko aparece un señor cansando y malherido junto con dos acompañantes. "Algo anda mal con ese hombre, ten cuidado". La verdad es que nunca presto mucha atención a este tipo de discusiones, parece que siempre llego cuando las cosas han comenzado y no me entero de nada. Demasiada gente nueva al mismo tiempo. Jugueteo con una de las lianas de George mientras hablan. Acusan a mis nuevos compañeros de viaje de robar medicinas a niños de una tribu, pero tampoco parece que aporten muchas pruebas al respecto así que me encojo de hombros y sigo observando la situación antes de tomar una decisión sobre a quien apoyar. Aunque no me han dado mucho tiempo, la muchacha rubia desapareció un segundo y al segundo siguiente Rauko estaba volando cual golondrina ebria.
Vale, se acabó, es hora de que tome cartas en el asunto. Utilizaré mis nuevas técnicas con látigo. Me sitúo en medio del elfo y la chica rubia. Técnica ancestral, primera danza, ataque descendente rompedor de corazones. Salto en el aire empleando un poco de magia y hago golpear la liana en el suelo, partiendo en dos partes el bosque, la tierra se resquebraja y se abre. Segunda danza, liberadora de almas, muevo el látigo generando una esfera impenetrable, haciendo salir la punta de forma aleatoria para golpear a mis dos contrincantes, rompiéndoles los huesos allá donde toca. Caen finalmente derrotados. Justicia.
Así es como lo vi yo en aquel momento, tras intercambiar notas años después con Bio y Rauko, esto fue lo que sucedió realmente:
Me situé en el medio de los dos adversarios gritando y agitando la liana como si estuviera poseída por algún tipo de demonio demente, lo que generó que se levantara una polvareda de ceniza, y chispas, muchas chispas provenientes del suelo candente. Las chispas dieron paso a brasas, las cuales prendieron en la punta de la liana, la cual a su vez prendió las vestimentas del elfo y la muchacha rubia que tuvieron que rodar por el suelo para no morir abrasados por el fuego. Justicia.
Tras la derrota de mis adversarios me sitúo al lado de Bio.
- ¿No habéis robado las medicinas de esos niños, verdad que no?
No espero una respuesta, no la necesito, decido confiar en estos extraños que lejos de atacarme decidieron llevarme con ellos en su viaje.
Desenfundo el arco y apunto al hombre que parece estar herido, pero que de alguna forma me da mala espina. Los otros dos parecen estar demasiado ocupados por el momento, pero no tendremos más que unos segundos para, o bien aclarar el asunto o bien huir como si no hubiera un mañana. Cualquier decisión que tomen me parecerá bien, al fin y al cabo he decidido acompañarles al menos un tiempo más, a pesar de las acusaciones que pesan contra ellos no parecen mala gente, al menos Bio y Rauko, el otro hombre que queda vivo ha decidido huir dejando a sus camaradas atrás. Suspiro y me concentro en la situación que tenemos entre manos.
- ¡Sir George, estás vivo! Me alegro tanto, nunca tuve la oportunidad de agradecerte lo bien que has cuidado de mi sueño en el árbol, me sentía muy protegida teniéndote conmigo...
Una liana me acaricia el pelo. -Me lo tomaré como que estás muy ocupado hablando con Rauko como para contestarme, pero después volveré para compartir unas galletas. -Le sonrío aunque no pueda verlo y vuelvo al lado de mis nuevos compañeros.
Nada más llegar junto a Rauko aparece un señor cansando y malherido junto con dos acompañantes. "Algo anda mal con ese hombre, ten cuidado". La verdad es que nunca presto mucha atención a este tipo de discusiones, parece que siempre llego cuando las cosas han comenzado y no me entero de nada. Demasiada gente nueva al mismo tiempo. Jugueteo con una de las lianas de George mientras hablan. Acusan a mis nuevos compañeros de viaje de robar medicinas a niños de una tribu, pero tampoco parece que aporten muchas pruebas al respecto así que me encojo de hombros y sigo observando la situación antes de tomar una decisión sobre a quien apoyar. Aunque no me han dado mucho tiempo, la muchacha rubia desapareció un segundo y al segundo siguiente Rauko estaba volando cual golondrina ebria.
Vale, se acabó, es hora de que tome cartas en el asunto. Utilizaré mis nuevas técnicas con látigo. Me sitúo en medio del elfo y la chica rubia. Técnica ancestral, primera danza, ataque descendente rompedor de corazones. Salto en el aire empleando un poco de magia y hago golpear la liana en el suelo, partiendo en dos partes el bosque, la tierra se resquebraja y se abre. Segunda danza, liberadora de almas, muevo el látigo generando una esfera impenetrable, haciendo salir la punta de forma aleatoria para golpear a mis dos contrincantes, rompiéndoles los huesos allá donde toca. Caen finalmente derrotados. Justicia.
Así es como lo vi yo en aquel momento, tras intercambiar notas años después con Bio y Rauko, esto fue lo que sucedió realmente:
Me situé en el medio de los dos adversarios gritando y agitando la liana como si estuviera poseída por algún tipo de demonio demente, lo que generó que se levantara una polvareda de ceniza, y chispas, muchas chispas provenientes del suelo candente. Las chispas dieron paso a brasas, las cuales prendieron en la punta de la liana, la cual a su vez prendió las vestimentas del elfo y la muchacha rubia que tuvieron que rodar por el suelo para no morir abrasados por el fuego. Justicia.
Tras la derrota de mis adversarios me sitúo al lado de Bio.
- ¿No habéis robado las medicinas de esos niños, verdad que no?
No espero una respuesta, no la necesito, decido confiar en estos extraños que lejos de atacarme decidieron llevarme con ellos en su viaje.
Desenfundo el arco y apunto al hombre que parece estar herido, pero que de alguna forma me da mala espina. Los otros dos parecen estar demasiado ocupados por el momento, pero no tendremos más que unos segundos para, o bien aclarar el asunto o bien huir como si no hubiera un mañana. Cualquier decisión que tomen me parecerá bien, al fin y al cabo he decidido acompañarles al menos un tiempo más, a pesar de las acusaciones que pesan contra ellos no parecen mala gente, al menos Bio y Rauko, el otro hombre que queda vivo ha decidido huir dejando a sus camaradas atrás. Suspiro y me concentro en la situación que tenemos entre manos.
Irinnil Fawkes
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Re: [Cerradongo]El Bosque Lúgubre [Libre]
El astuto Raukirijillo inició una conversación con la planta, contándole la conmovedora historia de cómo había perdido a sus padres en la batalla de Terpoli -Lo lamento- Me acerqué para poner una mano en su hombro pues resultaba tan convincente que difícilmente podría imaginar que no fuera cierto, adicionalmente la chica ardilla se acercó al draeque sin la más mínima muestra de precaución o sentido común, una completa locura que a nadie se le ocurriría, sería como si yo me acercara a cualquier trampa pensando que necesitaban ayuda, ilógico.
Mientras transcurría la charla, una liana envolvía acechante el cuello de la chica mientras otras se acercaban a sus pies para abrirla como una nuez -Psss, hey, hey- Hice señas para que mirara al piso y se alejara pero estaba muy metida en su propio sueño dendrofílico que me ignoró por completo, afortunadamente la charla de Rauko parecía surtir efecto, y no es que la planta nos fuera a aceptar fácilmente pero al menos habían dejado de partirnos en dos por un rato, cosa que ya era un gran logro.
No obstante, antes que pudiera cantar victoria, los pasos apresurados de nuestros perseguidores entraron en escena, la chica nos dio un apasionado discurso y volvió a mencionar las medicinas de los Obooro -¿Qué medicinas?- Pregunté pero ella me ignoró, estaba muy convencida que éramos los culpables así que no quedaba mucho qué hacer -No, en serio ¿Qué medicinas?- Insistí sin lograr nada, aquellos necesitaban culpables y nosotros estábamos en el lugar y momento equivocados, tal vez si Mailes no hubiera escapado cobardemente sería más fácil resolver esto sin tener que -Rayos- No pasó mucho tiempo, en apenas un parpadeo Rauko volaba como un trapito al viento y se ponía peor.
La pequeña elfa se lanzó a la batalla de una manera tan desenfrenada que ni siquiera sabía si apoyarla o hacerle un exorcismo -¡¡Se volvió looooca!!- Dije sorprendido mientras la señalaba y me agachaba un par de veces para evitar ser víctima de su torbellino de furia, el suelo caliente y volátil se levantaba en una danza de caos y anarquía como no había visto antes -Oye oye, vamos a calmarnos- Le supliqué con las manos al frente pero casi me las vuela meneando su supuesto látigo.
Para cuando todo terminó, los perseguidores estaban en el piso intentando apagarse y el vampiro con ellos estaba más furioso que nunca -Ustedes, inútiles, pedazos de- Sí, muy muy furioso -Un momento ¿Dónde está Mailes?- Preguntó tras examinarnos -Ese maldito traidor- Y vaya que era traidor, también nos había traicionado a nosotros -No estamos con Mailes- Aclaré en voz alta -Y no robamos sus medicinas, no sabemos de qué hablan- Aclaré encogiéndome de hombros -¡No! Necesito a Mailes, él escondió las medicinas que robamo… que robaron, ellos, las robaron- Se corrigió a sí mismo antes de seguirnos culpando sin pruebas.
Oye, cálmate, estás en desventaja, tengo una ardilla loca y no dudaré en usarla- Presumí mientras ponía una mano en la cabeza de la chica -Si nos dejan aclarar todo esto- Fui interrumpido bruscamente -No hay nada qué aclarar, ellos atrápenlos, necesitamos esas medicinas para poder vend… sanar a los niños- Sí, claramente había algunos vacíos en su discurso, pero de ninguna manera pensaba rendirse, no sin pelear -No creo que este sea el mejor lugar para llevar una pelea- Dije casi suplicando y es que lentamente los árboles a nuestro alrededor parecían estarse acercando para encerrarnos.
Mientras transcurría la charla, una liana envolvía acechante el cuello de la chica mientras otras se acercaban a sus pies para abrirla como una nuez -Psss, hey, hey- Hice señas para que mirara al piso y se alejara pero estaba muy metida en su propio sueño dendrofílico que me ignoró por completo, afortunadamente la charla de Rauko parecía surtir efecto, y no es que la planta nos fuera a aceptar fácilmente pero al menos habían dejado de partirnos en dos por un rato, cosa que ya era un gran logro.
No obstante, antes que pudiera cantar victoria, los pasos apresurados de nuestros perseguidores entraron en escena, la chica nos dio un apasionado discurso y volvió a mencionar las medicinas de los Obooro -¿Qué medicinas?- Pregunté pero ella me ignoró, estaba muy convencida que éramos los culpables así que no quedaba mucho qué hacer -No, en serio ¿Qué medicinas?- Insistí sin lograr nada, aquellos necesitaban culpables y nosotros estábamos en el lugar y momento equivocados, tal vez si Mailes no hubiera escapado cobardemente sería más fácil resolver esto sin tener que -Rayos- No pasó mucho tiempo, en apenas un parpadeo Rauko volaba como un trapito al viento y se ponía peor.
La pequeña elfa se lanzó a la batalla de una manera tan desenfrenada que ni siquiera sabía si apoyarla o hacerle un exorcismo -¡¡Se volvió looooca!!- Dije sorprendido mientras la señalaba y me agachaba un par de veces para evitar ser víctima de su torbellino de furia, el suelo caliente y volátil se levantaba en una danza de caos y anarquía como no había visto antes -Oye oye, vamos a calmarnos- Le supliqué con las manos al frente pero casi me las vuela meneando su supuesto látigo.
Para cuando todo terminó, los perseguidores estaban en el piso intentando apagarse y el vampiro con ellos estaba más furioso que nunca -Ustedes, inútiles, pedazos de- Sí, muy muy furioso -Un momento ¿Dónde está Mailes?- Preguntó tras examinarnos -Ese maldito traidor- Y vaya que era traidor, también nos había traicionado a nosotros -No estamos con Mailes- Aclaré en voz alta -Y no robamos sus medicinas, no sabemos de qué hablan- Aclaré encogiéndome de hombros -¡No! Necesito a Mailes, él escondió las medicinas que robamo… que robaron, ellos, las robaron- Se corrigió a sí mismo antes de seguirnos culpando sin pruebas.
Oye, cálmate, estás en desventaja, tengo una ardilla loca y no dudaré en usarla- Presumí mientras ponía una mano en la cabeza de la chica -Si nos dejan aclarar todo esto- Fui interrumpido bruscamente -No hay nada qué aclarar, ellos atrápenlos, necesitamos esas medicinas para poder vend… sanar a los niños- Sí, claramente había algunos vacíos en su discurso, pero de ninguna manera pensaba rendirse, no sin pelear -No creo que este sea el mejor lugar para llevar una pelea- Dije casi suplicando y es que lentamente los árboles a nuestro alrededor parecían estarse acercando para encerrarnos.
Bio
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Re: [Cerradongo]El Bosque Lúgubre [Libre]
Puede que el hombre-árbol no mostrara ningún gesto de que estuviera creyéndome, tal vez porque su rostro no podía o estaba demasiado ocupado excitándose con los toqueteos de la elfa, pero Bio supo muy bien que yo estaba mintiendo y me siguió el juego… o de verdad había creído ingenuamente en mí, lo cual con solo pensarlo me hacía difícil no reírme.
En fin, luego de salir volando de forma ridícula, humillante y vergonzosa, coloqué ambas manos sobre el lugar donde recibí el golpe, y dejé que la magia sanadora fluyera hasta que me dejara sin dolor y sin un desagradable moretón que tiñera de rojo y violeta mi piel naturalmente blanquecina.
Mientras tanto, todavía en el suelo caliente y con pereza para levantarme a pesar del ardor, observé a Jeannie tomar la ofensiva y… ¿Eh?
–¿Eh? –¿Eh?
De pronto un espíritu de violencia y ferocidad la poseyó y la impulsó a luchar de forma salvaje, con movimientos difíciles de predecir y usando el entorno como arma, tal como si fuera una diosa de la guerra ¡o de la destrucción!
Tanto el elfo como la rubia no pudieron hacer nada y ambos terminaron incendiándose por las llamas que representaban la furia infinita de la temible Jeannie.
Pero dejando las absurdas exageraciones de lado, lo único que hizo en realidad fue agitar una liana de forma alocada, muy alocada, y gracias al material de ese látigo improvisado y el calor del suelo, los dos enemigos, quienes ni sabían cómo reaccionar ante el inesperado comportamiento de la elfa, terminaron con sus ropas quemándose. Sin duda una escena bastante hilarante. No obstante, solo por eso Jeannie ya era más digna que yo para usar el apodo “Rauko”.
Ignorando lo anterior, el vampiro notó que Mailes no estaba con nosotros, y entonces se le hizo difícil seguir manteniendo su papel; no era un buen actor después de todo.
Paralelamente los árboles comenzaron a extender lentamente sus lianas, no solo preparándose para agarrarnos por sorpresa, sino también cerrando todas las vías que pudiéramos usar para escapar.
Lainz lo sabía muy bien; sus ojos miraron alrededor. Después se fijó en la rubia y el elfo, quienes acababan de disipar las llamas pero no tenían fuerzas para levantarse de inmediato. Luego notó unas huellas de pisadas en el suelo, huellas que se dirigían hacia el río. No tardó en asociarlas con las botas Mailes.
–Maldita sea, esto es un problema –se quejó Lainz con la voz carrasposa y exhaló, resignado–. Tienes razón: moriremos si permanecemos aquí. Además, Mailes ni siquiera está presente. Así que… así que déjenme sacar a mis dos compañeros de aquí y… luego díganme a dónde huyó Mailes –solicitó, esta vez con un tono más suave, que después se tornó vehemente al declarar–: No puedo dejar que huya con las medicinas de los niños.
Sin apartar la mirada de la flecha de Jeannie que apuntaba a su dirección, se acercó despacio a la rubia y se situó del lado en el que esta estaría entre él y la elfa, de modo que ninguna flecha podría alcanzarlo sin antes atravesar su escudo humano.
–¿Estás bien? –preguntó mientras la ayudaba a levantarse, aunque sin apartarla de la trayectoria en la que podría venir una flecha.
–S-sí –balbuceó la rubia–, estoy bien. –Se acarició la frente con una mano, como si le doliera la cabeza–. Pero eso no importa, debo salvar a los ni… –Soltó un grito ahogado y sus ojos se abrieron por la sorpresa y el dolor repentino. Pero antes de saber qué sucedió, fue empujada directo hacia Jeannie.
–¡NO! –gritó el elfo, horrorizado e impotente en el suelo–. ¡¿Por qué?! ¡¿No eras un buen hombre?! –Corrió hacia la rubia para intentar cerrar la herida como le fuera posible, mientras sus ojos parecían cascadas de lágrimas y emergían dos largos hilos de mocos, que se mantenían colgando de su nariz.
Lainz no desperdició ni un segundo y, luego de haber atravesado con su espada a la rubia y usar a esta como distracción, concentró energía de oscuridad en una de sus manos y la arrojó al suelo, desencadenando una explosión negra que hizo desaparecer todo color y luz de nuestra vista.
–Adiós, Obooro –dijo el vampiro con un tono cínico, alejándose a toda prisa–, les juro que venderé muy bien sus preciadas medicinas.
La oscuridad se disipó en un santiamén y Lainz todavía estaba cerca, muy cerca. De hecho, había tropezado con el hombre-árbol, figura que nuevamente quedó hecha pedazos, desatando así la furia del bosque otra maldita vez mientras se interponían lianas por toda vía de escape.
Finalmente decidí levantarme del suelo, solo para percatarme de que, obviamente, debíamos escapar cuanto antes o los árboles nos matarían. Entonces tranquilamente procedí a sentirme estresado por la situación.
–Vamos, bosque, ya me he disculpado, ¿qué es lo que quieres de mí? –grité al aire.
Las lianas se calmaron y un par de ellas señaló un árbol en el fondo, un árbol que tenía pegado al tronco una pequeña figura humanoide que tenía una posición... inesperadamente rara.
–¡¿Qué?! Yo no voy a hacer eso. No soy ese tipo de elfo –protesté de inmediato.
Una liana me abofeteó, luego señaló a la pequeña figura humanoide, a la cual procedieron a decapitarla, y después señalaron a Lainz, quien se encontraba destruyendo con facilidad todas las lianas que se le acercaran.
En fin, luego de salir volando de forma ridícula, humillante y vergonzosa, coloqué ambas manos sobre el lugar donde recibí el golpe, y dejé que la magia sanadora fluyera hasta que me dejara sin dolor y sin un desagradable moretón que tiñera de rojo y violeta mi piel naturalmente blanquecina.
Mientras tanto, todavía en el suelo caliente y con pereza para levantarme a pesar del ardor, observé a Jeannie tomar la ofensiva y… ¿Eh?
–¿Eh? –¿Eh?
- ¿Eh?:
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De pronto un espíritu de violencia y ferocidad la poseyó y la impulsó a luchar de forma salvaje, con movimientos difíciles de predecir y usando el entorno como arma, tal como si fuera una diosa de la guerra ¡o de la destrucción!
Tanto el elfo como la rubia no pudieron hacer nada y ambos terminaron incendiándose por las llamas que representaban la furia infinita de la temible Jeannie.
Pero dejando las absurdas exageraciones de lado, lo único que hizo en realidad fue agitar una liana de forma alocada, muy alocada, y gracias al material de ese látigo improvisado y el calor del suelo, los dos enemigos, quienes ni sabían cómo reaccionar ante el inesperado comportamiento de la elfa, terminaron con sus ropas quemándose. Sin duda una escena bastante hilarante. No obstante, solo por eso Jeannie ya era más digna que yo para usar el apodo “Rauko”.
Ignorando lo anterior, el vampiro notó que Mailes no estaba con nosotros, y entonces se le hizo difícil seguir manteniendo su papel; no era un buen actor después de todo.
Paralelamente los árboles comenzaron a extender lentamente sus lianas, no solo preparándose para agarrarnos por sorpresa, sino también cerrando todas las vías que pudiéramos usar para escapar.
Lainz lo sabía muy bien; sus ojos miraron alrededor. Después se fijó en la rubia y el elfo, quienes acababan de disipar las llamas pero no tenían fuerzas para levantarse de inmediato. Luego notó unas huellas de pisadas en el suelo, huellas que se dirigían hacia el río. No tardó en asociarlas con las botas Mailes.
–Maldita sea, esto es un problema –se quejó Lainz con la voz carrasposa y exhaló, resignado–. Tienes razón: moriremos si permanecemos aquí. Además, Mailes ni siquiera está presente. Así que… así que déjenme sacar a mis dos compañeros de aquí y… luego díganme a dónde huyó Mailes –solicitó, esta vez con un tono más suave, que después se tornó vehemente al declarar–: No puedo dejar que huya con las medicinas de los niños.
Sin apartar la mirada de la flecha de Jeannie que apuntaba a su dirección, se acercó despacio a la rubia y se situó del lado en el que esta estaría entre él y la elfa, de modo que ninguna flecha podría alcanzarlo sin antes atravesar su escudo humano.
–¿Estás bien? –preguntó mientras la ayudaba a levantarse, aunque sin apartarla de la trayectoria en la que podría venir una flecha.
–S-sí –balbuceó la rubia–, estoy bien. –Se acarició la frente con una mano, como si le doliera la cabeza–. Pero eso no importa, debo salvar a los ni… –Soltó un grito ahogado y sus ojos se abrieron por la sorpresa y el dolor repentino. Pero antes de saber qué sucedió, fue empujada directo hacia Jeannie.
–¡NO! –gritó el elfo, horrorizado e impotente en el suelo–. ¡¿Por qué?! ¡¿No eras un buen hombre?! –Corrió hacia la rubia para intentar cerrar la herida como le fuera posible, mientras sus ojos parecían cascadas de lágrimas y emergían dos largos hilos de mocos, que se mantenían colgando de su nariz.
Lainz no desperdició ni un segundo y, luego de haber atravesado con su espada a la rubia y usar a esta como distracción, concentró energía de oscuridad en una de sus manos y la arrojó al suelo, desencadenando una explosión negra que hizo desaparecer todo color y luz de nuestra vista.
–Adiós, Obooro –dijo el vampiro con un tono cínico, alejándose a toda prisa–, les juro que venderé muy bien sus preciadas medicinas.
La oscuridad se disipó en un santiamén y Lainz todavía estaba cerca, muy cerca. De hecho, había tropezado con el hombre-árbol, figura que nuevamente quedó hecha pedazos, desatando así la furia del bosque otra maldita vez mientras se interponían lianas por toda vía de escape.
Finalmente decidí levantarme del suelo, solo para percatarme de que, obviamente, debíamos escapar cuanto antes o los árboles nos matarían. Entonces tranquilamente procedí a sentirme estresado por la situación.
–Vamos, bosque, ya me he disculpado, ¿qué es lo que quieres de mí? –grité al aire.
Las lianas se calmaron y un par de ellas señaló un árbol en el fondo, un árbol que tenía pegado al tronco una pequeña figura humanoide que tenía una posición... inesperadamente rara.
- ¿Eh?:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
–¡¿Qué?! Yo no voy a hacer eso. No soy ese tipo de elfo –protesté de inmediato.
Una liana me abofeteó, luego señaló a la pequeña figura humanoide, a la cual procedieron a decapitarla, y después señalaron a Lainz, quien se encontraba destruyendo con facilidad todas las lianas que se le acercaran.
Rauko
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Re: [Cerradongo]El Bosque Lúgubre [Libre]
Tras la honorable derrota de la que fueron víctimas la mujer y su escolta, el vampiro parece estar muy nervioso. Tan nervioso que me ha parecido escuchar que él es cómplice del robo de medicinas del que ha acusado a mis nuevos compañeros. Bio pone una mano sobre mi cabeza mientras amenaza a su contrincante con un arma super secreta con código secreto "ardilla loca". Ojalá verla, tiene que ser algo excepcionalmente mortífero. Me quedo pensativa, seguramente mis habilidades con el látigo no sean nada comparadas con las técnicas secretas del señor Bio. Al echarle un segundo vistazo cualquiera puede ver que se mueve por el mundo con seguridad, con un porte envidiable y lleva la camisa abierta como si no le importase ni el sentido del pudor.
De todas formas tenía otras cosas en las que concentrarme, sigo apuntando al vampiro, que se acerca a sus amigos para socorrerles. Aunque ya han terminado de apagarse pueden estar heridos, eso convierte al hombre en malvado pero con un gran sentido de la amistad. Aunque en todo momento se las ha arreglado para no estar a tiro limpio. Antes de que me de cuenta se me cae una rubia encima y me tira al suelo llenándome de sangre en el proceso. Tiene una herida horriblemente enorme de la espada del vampiro. Vale, retiro eso de que tiene un gran sentido de la amistad, de hecho, tiene un sentido de la amistad horrible.
Escucho un pequeño chasquido, como de madera crujiendo, miro alrededor, parece que George ha llamado a algunos amigos. ¡Claro! me doy un toquecito con la mano en la cabeza, cómo no me había dado cuenta antes, George estaba planeando una fiesta en esa parte del bosque y no estábamos invitados. Así que su forma de echarnos de allí era utilizar las lianas como método disuasorio y ya están llegando sus invitados. Como Godios no era precisamente un jovenzuelo no pudo resistir la fuerza de George, claramente el pobre no había calculado bien cuanta presión podía ejercer sobre el cuerpo del viejo y lo rompió por accidente. Ahora todo tenía sentido.
Pues ahora el vampiro se ha puesto a cortar lianas, pero tal como hemos descubierto mis compañeros y yo hace tan solo unos instantes, eso no hace más que enfadar todavía más a George y a sus amigos que están de camino. Pobre infeliz. Me acerco a Bio.
- Oye, destructor de Georges, muéstrame tus habilidades, quiero ver el ataque de ardilla loca del que hablabas hace unos momentos. La verdad es que me corroe la curiosidad. Debes de ser muy poderoso.
Parece que Rauko está demasiado ocupado discutiendo con George acerca de algún tipo de filia que solo conocen ellos. Mejor dejarles algo de espacio para que intimen, no me gustaría interponerme en un romance con tanto potencial. El vampiro seguía absorto en sus habilidades cortadoras de lianas, no está en su sano juicio, ese hombre debe de tener algún tipo de problema. Suspiro. Es cosa suya, debería pedir ayuda profesional para lidiar con su mente, no está bien ponerse así porque no te hayan invitado a una fiesta.
Vuelvo a mirar a Bio.
- Tendréis que arreglároslas sin mi un momento, la rubia se ha decicido a morir encima de mi y ahora debo ir a limpiar mi ropa. Pero no te preocupes, miraré desde allí para no perderme ninguna de tus técnicas especiales y asombrosas. - Sonrío.
Me subo a uno de los árboles cercanos y me voy corriendo dirección al río para limpiar la sangre todavía fresca que tengo por toda la camisa.
De todas formas tenía otras cosas en las que concentrarme, sigo apuntando al vampiro, que se acerca a sus amigos para socorrerles. Aunque ya han terminado de apagarse pueden estar heridos, eso convierte al hombre en malvado pero con un gran sentido de la amistad. Aunque en todo momento se las ha arreglado para no estar a tiro limpio. Antes de que me de cuenta se me cae una rubia encima y me tira al suelo llenándome de sangre en el proceso. Tiene una herida horriblemente enorme de la espada del vampiro. Vale, retiro eso de que tiene un gran sentido de la amistad, de hecho, tiene un sentido de la amistad horrible.
Escucho un pequeño chasquido, como de madera crujiendo, miro alrededor, parece que George ha llamado a algunos amigos. ¡Claro! me doy un toquecito con la mano en la cabeza, cómo no me había dado cuenta antes, George estaba planeando una fiesta en esa parte del bosque y no estábamos invitados. Así que su forma de echarnos de allí era utilizar las lianas como método disuasorio y ya están llegando sus invitados. Como Godios no era precisamente un jovenzuelo no pudo resistir la fuerza de George, claramente el pobre no había calculado bien cuanta presión podía ejercer sobre el cuerpo del viejo y lo rompió por accidente. Ahora todo tenía sentido.
Pues ahora el vampiro se ha puesto a cortar lianas, pero tal como hemos descubierto mis compañeros y yo hace tan solo unos instantes, eso no hace más que enfadar todavía más a George y a sus amigos que están de camino. Pobre infeliz. Me acerco a Bio.
- Oye, destructor de Georges, muéstrame tus habilidades, quiero ver el ataque de ardilla loca del que hablabas hace unos momentos. La verdad es que me corroe la curiosidad. Debes de ser muy poderoso.
Parece que Rauko está demasiado ocupado discutiendo con George acerca de algún tipo de filia que solo conocen ellos. Mejor dejarles algo de espacio para que intimen, no me gustaría interponerme en un romance con tanto potencial. El vampiro seguía absorto en sus habilidades cortadoras de lianas, no está en su sano juicio, ese hombre debe de tener algún tipo de problema. Suspiro. Es cosa suya, debería pedir ayuda profesional para lidiar con su mente, no está bien ponerse así porque no te hayan invitado a una fiesta.
Vuelvo a mirar a Bio.
- Tendréis que arreglároslas sin mi un momento, la rubia se ha decicido a morir encima de mi y ahora debo ir a limpiar mi ropa. Pero no te preocupes, miraré desde allí para no perderme ninguna de tus técnicas especiales y asombrosas. - Sonrío.
Me subo a uno de los árboles cercanos y me voy corriendo dirección al río para limpiar la sangre todavía fresca que tengo por toda la camisa.
Irinnil Fawkes
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Re: [Cerradongo]El Bosque Lúgubre [Libre]
Aquello se estaba convirtiendo en algo muy embarazoso, y es que el enredo se hacía cada vez peor, al menos finalmente el vampiro desistió en sus planes de inculparnos, tal vez al verse superado y sus compañeros caídos, algo no me olía bien en todo esto, la prisa de Mailes por salir de ahí, la necesidad de este sujeto por atraparlo, los pies de la elfardilla que nos acompañaba, definitivamente algo olía bastante mal -Pues si lo quieres, alcánzalo, no tenemos relación con él- Dije señalando el camino al río aunque en el fondo no esperaba dejarlo ir, simplemente evitar una pelea en medio de ese bosque parecía ser la prioridad.
El vampiro avanzó despacio para ayudar a su compañera pero de pronto -NO- Sí -NO- Que sí, aunque intentara negarlo a gritos, era muy cierto, una espada atravesó el cuerpo de la chica para luego lanzarla como un traste viejo sobre nuestra chica ardilla que quedó salpicada de sangre, pobre indefensa criatura que danzaba saltando entre los árboles y ahora está aquí, bañada en sangre, caminando sobre las entrañas de Godios, y esquivando plantas que quieren asesinarla, casi siento pena por ella.
El otro elfo se muestra entre confundido y furioso, no se ve nada feliz por haber sido engañado, lo mejor será decir algo para ponerlo de nuestro lado -Les dije que los estaba engañando y no me hicieron caso, ahora toma, te mataron a tu novia- Aquellas palabras solo lo enfurecieron más y seguramente se debería entre atacarme a mí o al otro vampiro, a estas alturas seguramente le daba muy igual todo, hasta los niños del fororo, aquel siniestro personaje era el mismo que los había robado pero ¿Dónde estaban las fulanas medicinas?
Miré a un lado mientras trataba de comprender pero solo encontré la perturbadora escena de Rauko siendo abofeteado por las lianas que le señalaban un -¿Pero qué rayos es?- Guardé silencio, el bosque parecía darle un mensaje a Rauko, parecía decir “Abrázame o te decapito”. Levanté una ceja intrigado por tal petición y miré de nuevo a Lainz que aún no lograba escapar, el elfo había decidido abrazar a la rubia hasta revivirla con el poder del amor y lo peor es que parecía funcionar, usaba sus poderes sanadoras para… pues eso, sanarla, aunque algo en ella, tal vez que parecía que iba a escupir las entrañas entre buchados de sangre, me decía que al menos que fuera el papá de los elfos este pobre muchacho no iba a lograr salvarla.
La pequeña y rara niña ardilla me había pedido que le mostrara mis habilidades de ardilla loca, cosa que me había dejado pensativo ¿realmente era tan lenta? Tal vez tenía algún tipo de retraso mental y justo cuando pensaba que diría algo coherente, mencionó que se iba al río a lavarse y que nos vería desde ahí -¡Tienes que estar bromeando!- Mis palabras fueron hojas al viento y la chica se fue de nuevo mientras los árboles nos terminaban de rodear -Portadores de guerra y muerte, portadores del caos y la devastación- Aquellas palabras sonaban desde todas direcciones y aunque las ramas atacaban principalmente a Lainz que era quien había intentado escapar en primer lugar, algo me decía que después de él seguiríamos nosotros.
El vampiro avanzó despacio para ayudar a su compañera pero de pronto -NO- Sí -NO- Que sí, aunque intentara negarlo a gritos, era muy cierto, una espada atravesó el cuerpo de la chica para luego lanzarla como un traste viejo sobre nuestra chica ardilla que quedó salpicada de sangre, pobre indefensa criatura que danzaba saltando entre los árboles y ahora está aquí, bañada en sangre, caminando sobre las entrañas de Godios, y esquivando plantas que quieren asesinarla, casi siento pena por ella.
El otro elfo se muestra entre confundido y furioso, no se ve nada feliz por haber sido engañado, lo mejor será decir algo para ponerlo de nuestro lado -Les dije que los estaba engañando y no me hicieron caso, ahora toma, te mataron a tu novia- Aquellas palabras solo lo enfurecieron más y seguramente se debería entre atacarme a mí o al otro vampiro, a estas alturas seguramente le daba muy igual todo, hasta los niños del fororo, aquel siniestro personaje era el mismo que los había robado pero ¿Dónde estaban las fulanas medicinas?
Miré a un lado mientras trataba de comprender pero solo encontré la perturbadora escena de Rauko siendo abofeteado por las lianas que le señalaban un -¿Pero qué rayos es?- Guardé silencio, el bosque parecía darle un mensaje a Rauko, parecía decir “Abrázame o te decapito”. Levanté una ceja intrigado por tal petición y miré de nuevo a Lainz que aún no lograba escapar, el elfo había decidido abrazar a la rubia hasta revivirla con el poder del amor y lo peor es que parecía funcionar, usaba sus poderes sanadoras para… pues eso, sanarla, aunque algo en ella, tal vez que parecía que iba a escupir las entrañas entre buchados de sangre, me decía que al menos que fuera el papá de los elfos este pobre muchacho no iba a lograr salvarla.
La pequeña y rara niña ardilla me había pedido que le mostrara mis habilidades de ardilla loca, cosa que me había dejado pensativo ¿realmente era tan lenta? Tal vez tenía algún tipo de retraso mental y justo cuando pensaba que diría algo coherente, mencionó que se iba al río a lavarse y que nos vería desde ahí -¡Tienes que estar bromeando!- Mis palabras fueron hojas al viento y la chica se fue de nuevo mientras los árboles nos terminaban de rodear -Portadores de guerra y muerte, portadores del caos y la devastación- Aquellas palabras sonaban desde todas direcciones y aunque las ramas atacaban principalmente a Lainz que era quien había intentado escapar en primer lugar, algo me decía que después de él seguiríamos nosotros.
Bio
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Re: [Cerradongo]El Bosque Lúgubre [Libre]
–Sigo sin entender. ¿Quieres que abrace a ese vampiro o si no pintarás el bosque con mi sangre?
Y recibí otra bofetada, esta vez en la otra mejilla, lo que hizo crecer dentro de mí una combinación de furia y vergüenza, sobre todo vergüenza; el propio bosque estaba dejándome en ridículo y no podía hacer nada para desquitarme, pues lo más probable era que yo muriera si lo intentara.
Cerré los ojos, vacié y llené lentamente mis pulmones con aire y de pronto escuché a Jeannie decir que se iría al río para lavar su ropa. Sin embargo, eso era obviamente una excusa. Lo que ella planeaba era ponerse a salvo cuanto antes, sin importarle en absoluto lo que sucediera con aquella noble y bondadosa persona que le regaló una biusa verde.
Por desgracia para ella, era imposible que pudiera llegar hasta el río, pues los árboles nos estaban rodeando… No, milagrosamente sí lo estaba logrando de alguna forma. Entonces envidié su agilidad, que hasta ahora había demostrado ser superior a la mía.
–Y sigue golpeando mi autoestima –murmuré, olvidándome por un instante de que el bosque quería asesinarme o algo así.
Nuevamente una voz resonó en todo el lugar, señalándonos como a un grupo de bestias salvajes que solo piensan en destruir. Al parecer mi discurso no había funcionado. Y no porque yo fuera un mal actor. No. Todo era culpa de Lainz y su fastidioso deseo de venganza. Así que él era el único que merecía recibir la furia del bosque.
–Espera –dije al creer que había comprendido el mensaje–, lo que deseas es que nos deshagamos de él, ¿no? Después de todo, creo que ya has notado que ese vampiro es el único malvado aquí. Nosotros no estamos atacándote y él está más que inspirado destruyendo tus lianas.
Una tonta idea surgida en un momento desesperado. Aunque en mi mente tuviera algo de sentido, era más seguro decir que el bosque nos despedazaría a todos por igual. Sin embargo, no hubo respuesta del bosque, ni siquiera una bofetada que dejara en claro que me equivocaba.
–Entonces… ¿te ayudamos con él y luego nos dejas ir? –pregunté sin obtener respuesta. Pero decidí interpretar ese silencio como un “ayúdame a matarlo y, tal vez, me olvidaré de hacer collares con los intestinos de ustedes”.
Con eso en mente volví a empuñar mi espada y fui directo hacia Lainz, quien todavía estaba demasiado ocupado defendiéndose de una lluvia de lianas asesinas, aunque muy cerca de alcanzar un camino por donde escapar hacia el río.
–Pero ¿qué haces, idiota? –dijo Lainz al notar mi presencia aproximarse–. ¿Acaso no ves que también serán descuartizados?
–Hay un motivo por el que tú eres el único que está siendo atacado ahora –respondí mientras me preparaba para atacar.
Repentinamente sentí una fuerza ardiente impactar contra mi espalda y tumbarme al suelo.
–No –intercedió el elfo con un brazo extendido a mi dirección y una mano todavía sobre la herida de la rubia–, no puedes matarlo; solo él sabe dónde están las medicinas. Y tu idea sobre el deseo del bosque ni siquiera tiene un buen fundamento.
–Sí, así es –alegó Lainz con una enorme sonrisa malévola–. Soy demasiado valioso con vida. No querrán que mueran los niños, ¿verdad?
–Creo que –hablé mientras me levantaba, todavía un poco adolorido– tal vez esas medicinas estén en el lugar donde nos conocimos.
–No eres específico, chico –intervino el vampiro antes de que el elfo pudiera estar satisfecho con mi respuesta–. Además, mis colegas ya habrán escondido las medicinas y soy el único aquí que sabe en qué lugar están. Así que deberán ayudarme a escapar si quieren la valiosa información.
–Eso no será necesario: tengo mis formas de… sacarte… esa… información.
Dicho eso volví a correr hacia el vampiro y, justo en el momento que hice el primer movimiento de mi ataque, toda mi espalda ardió y caí sobre mis rodillas. Al instante miré al elfo y este explicó:
–Lo lamento, necesitaba asegurarme de que no lo asesinaras. Así que la bola de energía que te disparé antes te causará dolor cada vez que intentes atacarlo.
Fue en ese momento que Lainz logró deshacerse de las últimas lianas que se interponían en su camino e inició una expedita carrera hacia el río.
Y recibí otra bofetada, esta vez en la otra mejilla, lo que hizo crecer dentro de mí una combinación de furia y vergüenza, sobre todo vergüenza; el propio bosque estaba dejándome en ridículo y no podía hacer nada para desquitarme, pues lo más probable era que yo muriera si lo intentara.
Cerré los ojos, vacié y llené lentamente mis pulmones con aire y de pronto escuché a Jeannie decir que se iría al río para lavar su ropa. Sin embargo, eso era obviamente una excusa. Lo que ella planeaba era ponerse a salvo cuanto antes, sin importarle en absoluto lo que sucediera con aquella noble y bondadosa persona que le regaló una biusa verde.
Por desgracia para ella, era imposible que pudiera llegar hasta el río, pues los árboles nos estaban rodeando… No, milagrosamente sí lo estaba logrando de alguna forma. Entonces envidié su agilidad, que hasta ahora había demostrado ser superior a la mía.
–Y sigue golpeando mi autoestima –murmuré, olvidándome por un instante de que el bosque quería asesinarme o algo así.
Nuevamente una voz resonó en todo el lugar, señalándonos como a un grupo de bestias salvajes que solo piensan en destruir. Al parecer mi discurso no había funcionado. Y no porque yo fuera un mal actor. No. Todo era culpa de Lainz y su fastidioso deseo de venganza. Así que él era el único que merecía recibir la furia del bosque.
–Espera –dije al creer que había comprendido el mensaje–, lo que deseas es que nos deshagamos de él, ¿no? Después de todo, creo que ya has notado que ese vampiro es el único malvado aquí. Nosotros no estamos atacándote y él está más que inspirado destruyendo tus lianas.
Una tonta idea surgida en un momento desesperado. Aunque en mi mente tuviera algo de sentido, era más seguro decir que el bosque nos despedazaría a todos por igual. Sin embargo, no hubo respuesta del bosque, ni siquiera una bofetada que dejara en claro que me equivocaba.
–Entonces… ¿te ayudamos con él y luego nos dejas ir? –pregunté sin obtener respuesta. Pero decidí interpretar ese silencio como un “ayúdame a matarlo y, tal vez, me olvidaré de hacer collares con los intestinos de ustedes”.
Con eso en mente volví a empuñar mi espada y fui directo hacia Lainz, quien todavía estaba demasiado ocupado defendiéndose de una lluvia de lianas asesinas, aunque muy cerca de alcanzar un camino por donde escapar hacia el río.
–Pero ¿qué haces, idiota? –dijo Lainz al notar mi presencia aproximarse–. ¿Acaso no ves que también serán descuartizados?
–Hay un motivo por el que tú eres el único que está siendo atacado ahora –respondí mientras me preparaba para atacar.
Repentinamente sentí una fuerza ardiente impactar contra mi espalda y tumbarme al suelo.
–No –intercedió el elfo con un brazo extendido a mi dirección y una mano todavía sobre la herida de la rubia–, no puedes matarlo; solo él sabe dónde están las medicinas. Y tu idea sobre el deseo del bosque ni siquiera tiene un buen fundamento.
–Sí, así es –alegó Lainz con una enorme sonrisa malévola–. Soy demasiado valioso con vida. No querrán que mueran los niños, ¿verdad?
–Creo que –hablé mientras me levantaba, todavía un poco adolorido– tal vez esas medicinas estén en el lugar donde nos conocimos.
–No eres específico, chico –intervino el vampiro antes de que el elfo pudiera estar satisfecho con mi respuesta–. Además, mis colegas ya habrán escondido las medicinas y soy el único aquí que sabe en qué lugar están. Así que deberán ayudarme a escapar si quieren la valiosa información.
–Eso no será necesario: tengo mis formas de… sacarte… esa… información.
Dicho eso volví a correr hacia el vampiro y, justo en el momento que hice el primer movimiento de mi ataque, toda mi espalda ardió y caí sobre mis rodillas. Al instante miré al elfo y este explicó:
–Lo lamento, necesitaba asegurarme de que no lo asesinaras. Así que la bola de energía que te disparé antes te causará dolor cada vez que intentes atacarlo.
Fue en ese momento que Lainz logró deshacerse de las últimas lianas que se interponían en su camino e inició una expedita carrera hacia el río.
Rauko
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Re: [Cerradongo]El Bosque Lúgubre [Libre]
Salto, salto, salto, rama, salto, río. Bueno, no ha sido difícil, al menos no me he vuelto a perder. Me acerco a la orilla, dejo el carcaj y el arco y me quito la camisa para lavarla.
-Frota, frota, frota y... ¡lista!
Tomo la camisa en mis manos para observar mi espléndido trabajo. Hay que limpiar la sangre mientras ésta todavía está fresca, después es un engorro. Asiento con la cabeza y la sacudo un poco. Bueno, no creo que se vaya a secar en breve pero el suelo del bosque estaba calentito, seguro que allí me puedo secar antes. Salgo del río y vuelvo a ponerme la camisa.
- Ya ha sido suficiente exhibicionismo élfico por un día. Aunque ponerme la camisa tan mojada tampoco es que sea muy pudoroso... será mejor volver ya, espero que Rauko haya terminado su danza de seducción vegetal.
Salto de nuevo al árbol por el que he llegado para regresar al lugar donde se encontraban los demás. De camino veo al vampiro intentando pasar entre los árboles que cada vez están más pegados entre ellos dificultando la salida del claro hacia el río. Y ahí va, esquivando lianas y apuñalando arbustos. La verdad es que este hombre no parece estar en su sano juicio.
El elfo lo sigue no muy lejos ¿es posible que todavía no se haya percatado de que el malo es él y no mis nuevos amigos? Y de todas formas... Si ellos están aquí ahora puede significar que han eliminado a Bio y a Rauko. De ser así yo no seré rival para estos dos. Me oculto entre las copas de los árboles, todavía chorreando agua. En caso de que mis compañeros no estén muertos y solo en apuros debería intentar hacer algo.
Saco una flecha del carcaj y desenfundo el arco, me quedo esperando a que el elfo termine de adelantar el árbol al que estoy subida. Apunto, respiro, suelto el aire y la flecha con él. Escucho el grito del elfo, el proyectil le ha impactado en el gemelo derecho. Pero no me quedo a ver las consecuencias del disparo, me giro y vuelvo hacia el claro. Al menos eso debería ralentizar a uno de ellos, no me cabe duda de que el vampiro lo dejará atrás como cebo para el bosque en caso de ser necesario.
Los árboles siguen con su cerco, lo que seguramente podremos aprovechar en nuestro favor si necesitamos iniciar una persecución más tarde. El rastro de sangre que deje el elfo por el camino debería bastar para localizarlos. Suspiro.
- Espero que los demás estén bien. Debo volver tan pronto como pueda.
Llego al claro, veo a Rauko en el suelo, delante de mi. Tropiezo con una rama y vuelo por el aire como había hecho él instantes antes. Caigo sobre su estómago emitiendo un pequeño gritito de susto.
- Tenemos que dejar de encontrarnos de esta forma, ¿no? Y bueno, como no me ha dado tiempo a secarme debidamente te he mojado un poquitín. Pero si lo mirais por el lado bueno, le he disparado una flecha en una pata al elfo, así que si quereis seguirlos solo debemos buscar el rastro de sangre que han dejado a lo largo de la espesura.
Sonrío y me levanto, esperando los nuevos planes de acción.
-Frota, frota, frota y... ¡lista!
Tomo la camisa en mis manos para observar mi espléndido trabajo. Hay que limpiar la sangre mientras ésta todavía está fresca, después es un engorro. Asiento con la cabeza y la sacudo un poco. Bueno, no creo que se vaya a secar en breve pero el suelo del bosque estaba calentito, seguro que allí me puedo secar antes. Salgo del río y vuelvo a ponerme la camisa.
- Ya ha sido suficiente exhibicionismo élfico por un día. Aunque ponerme la camisa tan mojada tampoco es que sea muy pudoroso... será mejor volver ya, espero que Rauko haya terminado su danza de seducción vegetal.
Salto de nuevo al árbol por el que he llegado para regresar al lugar donde se encontraban los demás. De camino veo al vampiro intentando pasar entre los árboles que cada vez están más pegados entre ellos dificultando la salida del claro hacia el río. Y ahí va, esquivando lianas y apuñalando arbustos. La verdad es que este hombre no parece estar en su sano juicio.
El elfo lo sigue no muy lejos ¿es posible que todavía no se haya percatado de que el malo es él y no mis nuevos amigos? Y de todas formas... Si ellos están aquí ahora puede significar que han eliminado a Bio y a Rauko. De ser así yo no seré rival para estos dos. Me oculto entre las copas de los árboles, todavía chorreando agua. En caso de que mis compañeros no estén muertos y solo en apuros debería intentar hacer algo.
Saco una flecha del carcaj y desenfundo el arco, me quedo esperando a que el elfo termine de adelantar el árbol al que estoy subida. Apunto, respiro, suelto el aire y la flecha con él. Escucho el grito del elfo, el proyectil le ha impactado en el gemelo derecho. Pero no me quedo a ver las consecuencias del disparo, me giro y vuelvo hacia el claro. Al menos eso debería ralentizar a uno de ellos, no me cabe duda de que el vampiro lo dejará atrás como cebo para el bosque en caso de ser necesario.
Los árboles siguen con su cerco, lo que seguramente podremos aprovechar en nuestro favor si necesitamos iniciar una persecución más tarde. El rastro de sangre que deje el elfo por el camino debería bastar para localizarlos. Suspiro.
- Espero que los demás estén bien. Debo volver tan pronto como pueda.
Llego al claro, veo a Rauko en el suelo, delante de mi. Tropiezo con una rama y vuelo por el aire como había hecho él instantes antes. Caigo sobre su estómago emitiendo un pequeño gritito de susto.
- Tenemos que dejar de encontrarnos de esta forma, ¿no? Y bueno, como no me ha dado tiempo a secarme debidamente te he mojado un poquitín. Pero si lo mirais por el lado bueno, le he disparado una flecha en una pata al elfo, así que si quereis seguirlos solo debemos buscar el rastro de sangre que han dejado a lo largo de la espesura.
Sonrío y me levanto, esperando los nuevos planes de acción.
Irinnil Fawkes
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Re: [Cerradongo]El Bosque Lúgubre [Libre]
Una fuerte ventisca sopló repentinamente formando un efímero torbellino de brillantes hojas naranjas, el bosque parecía estar cada vez más furioso por la batalla que se había desencadenado entre ambos bandos y aunque no deseábamos pelear, teníamos que defendernos de los ataques o terminaríamos siendo alimento para los peces, así que cuando el asqueroso vampiro decidió escapar, me pareció que lo mejor sería hacer lo mismo, a fin de cuentas el traidor de Mailes nos había abandonado, así que bien podía dejar que lo persiguieran y lo mataran, aunque algo me decía que los niños de los que tanto hablaban no estaría felices con eso.
El vampiro avanzaba rampante a través de las lianas que salían de diversas direcciones y justo cuando Rauko pretendía detenerlo fue detenido por el elfo que aparentemente aún estaba de su parte -¡Pero qué haces pedazo de elfo idiota!- Grité enojado -No tú, él- Le aclaré a Rauko mientras señalaba al otro engendro que debería estar ocupado sanando a su rubia -Miente, él no es el único que sabe donde…- Para cuando terminé de explicarles ya era demasiado tarde, el vampiro se había ido perseguido por el elfo mientras nosotros éramos de nuevo rodeados por los árboles y con justa razón, alguien debía pagar.
Miré a los lados y me encontré rodeado de un montón de lianas muertas y sin nadie más a quién señalar que nosotros dos… o tres al cabo de un rato cuando la elfa regresó en una exhibición de franelas mojadas, o más bien un intento, no es que tuviera mucho que exhibir con esas tristes uvas que llevaba en el pecho. Sacudí la cabeza para concentrarme, no era momento de pensar en eso -Niños, dejen eso para cuando sean grandes, debemos salir de aquí… de nuevo- Los árboles comenzaban a cerrarse pero finalmente para nuestra sorpresa una voz detuvo todo movimiento.
Aquí tienen al culpable de todo, déjenlos ir- Sin duda se trataba de la voz de Mailes, el cobarde traidor que nos había traicionado traicioneramente con su vil traición pero que ahora regresaba y no venía solo, de alguna manera se las había ingeniado para dejar inconsciente al vampiro, seguramente lo había tomado por sorpresa para lograr semejante hazaña, de cualquier forma era lo de menos, lo importante ahora era que había entregado al vampiro y el elfo se encontraba a su lado, tal vez ahora sabían dónde se encontraban las medicinas, no obstante, teníamos frente a nosotros un problema mayor.
La rubia en el piso, que ya estaba dada por muerta, escupió sangre un par de veces delatando que seguía con vida, aunque no por mucho tiempo -Pues, creo que las medicinas tendrán que esperar, hay que ayudarla a ella- Señalé a la rubia mientras las lianas se acercaban discretamente al vampiro y lo descuartizaban en silencio sin llamar mucho la atención, la herida de la rubia era grande y sangraba mucho, aquello era seguramente su último aliento -Rauko, has tu magia- La señalé aunque sabía que era un poco difícil que lográramos salvarla, a ese punto solo quedaba intentar un milagro.
El vampiro avanzaba rampante a través de las lianas que salían de diversas direcciones y justo cuando Rauko pretendía detenerlo fue detenido por el elfo que aparentemente aún estaba de su parte -¡Pero qué haces pedazo de elfo idiota!- Grité enojado -No tú, él- Le aclaré a Rauko mientras señalaba al otro engendro que debería estar ocupado sanando a su rubia -Miente, él no es el único que sabe donde…- Para cuando terminé de explicarles ya era demasiado tarde, el vampiro se había ido perseguido por el elfo mientras nosotros éramos de nuevo rodeados por los árboles y con justa razón, alguien debía pagar.
Miré a los lados y me encontré rodeado de un montón de lianas muertas y sin nadie más a quién señalar que nosotros dos… o tres al cabo de un rato cuando la elfa regresó en una exhibición de franelas mojadas, o más bien un intento, no es que tuviera mucho que exhibir con esas tristes uvas que llevaba en el pecho. Sacudí la cabeza para concentrarme, no era momento de pensar en eso -Niños, dejen eso para cuando sean grandes, debemos salir de aquí… de nuevo- Los árboles comenzaban a cerrarse pero finalmente para nuestra sorpresa una voz detuvo todo movimiento.
Aquí tienen al culpable de todo, déjenlos ir- Sin duda se trataba de la voz de Mailes, el cobarde traidor que nos había traicionado traicioneramente con su vil traición pero que ahora regresaba y no venía solo, de alguna manera se las había ingeniado para dejar inconsciente al vampiro, seguramente lo había tomado por sorpresa para lograr semejante hazaña, de cualquier forma era lo de menos, lo importante ahora era que había entregado al vampiro y el elfo se encontraba a su lado, tal vez ahora sabían dónde se encontraban las medicinas, no obstante, teníamos frente a nosotros un problema mayor.
La rubia en el piso, que ya estaba dada por muerta, escupió sangre un par de veces delatando que seguía con vida, aunque no por mucho tiempo -Pues, creo que las medicinas tendrán que esperar, hay que ayudarla a ella- Señalé a la rubia mientras las lianas se acercaban discretamente al vampiro y lo descuartizaban en silencio sin llamar mucho la atención, la herida de la rubia era grande y sangraba mucho, aquello era seguramente su último aliento -Rauko, has tu magia- La señalé aunque sabía que era un poco difícil que lográramos salvarla, a ese punto solo quedaba intentar un milagro.
Bio
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Re: [Cerradongo]El Bosque Lúgubre [Libre]
–Vaya, no quiero sonar como una mala persona que odia a los niños, pero –hice una pausa para… porque me dio la gana– creo que ahora odio a los niños.
Sabía muy bien que los niños del Clan Obooro no merecían mi odio, y realmente no los odiaba. Solo solté el primer comentario que se me ocurrió en un vago intento para aliviar la tensión, lo que fue infructífero. ¿Cómo aliviar la tensión cuando ves a un grupo de árboles asesinos que, además de bloquear las salidas, sabes que están preparándose para violar tus órganos en una orgía de sangre?
En ese instante escuché unos pasos acercándose y, tras levantar un poco la cabeza, vi que se trataba de Jeannie, quien regresó para morir con nosotros.
No es que no me alegrara ver que no nos había abandonado, pero fue triste descubrir que quería suicidarse.
De pronto la vi tropezar y después sentí una presión abrumadora sobre mi querido estómago. Por un breve instante mis ojos casi se salieron de sus cuencas y mi lengua se asemejó a la de una rana cazando a su presa. Hasta habían sido aplanados mis heces.
–Oh, eso… es… genial –la felicité con dificultad para hablar, pues ella era pesadita y, además, estaba mojándome, lo que no sería molesto si el agua no estuviera tan fría.
La elfa se levantó y otra vez pude respirar con normalidad. Entonces miré su camisa humedecida y mis ojos se clavaron en algo que atraía fuertemente mi atención hacia su pecho: la ausencia de sangre. Ella había lavado su camisa con velocidad y eficiencia, a diferencia de mí que siempre tardaba algo de tiempo en esa labor, y a veces ni lograba quitar todas las manchas. Esa elfa volvió a superarme y, por tanto, golpear mi autoestima, a pesar de que esto era algo insignificante.
Repentinamente Bio nos sugirió que dejáramos lo que hacíamos para cuando fuéramos adultos. ¿A qué se refería? Los jóvenes también debían pensar en cómo lavar la ropa, ¿no?
Me levanté e, ignorando lo anterior, pensé lo que podríamos hacer ahora. Había que escapar, pero eso sería difícil, excepto para la elfa; puede que ella pudiera salir sin tanto problema.
–¡Ya sé qué hacer! –dije con entusiasmo cuando una brillante y revolucionaria idea iluminó mi mente, pues acababa de pensar en la mejor idea de todas las que había tenido en mi vida–. Pues, verán, solo hay que…
Mailes regresó y mandó mi idea a la basura, pues resolvió todos nuestros problemas de una forma sospechosamente sencilla y sin que fuera necesaria mi intervención.
–Bueno, parece que ya no tendré que decirles cuál era mi gran idea. Pero les aseguro que sabía cómo escapar, y lo habríamos hecho con facilidad y de una manera bastante épica –afirmé totalmente convencido de mis palabras y con una sonrisa de orgullo.
Sin embargo, la rubia todavía estaba muy herida y, por desgracia, puede que el bosque nos destrozara si no la ayudáramos, pues, al no sanarla, estaríamos demostrando que no éramos mejores que Lainz, cuyos restos ahora eran esparcidos por el lugar como si fueran las decoraciones de una fiesta a punto de iniciar.
–Bien –respondí a Bio, con una actitud seria para la ocasión–, pero necesitaré toda la ayuda posible. –Le lancé una mirada al elfo y este asintió con la cabeza. Luego miré a Jeannie y le dije–: Hey, ¿qué tan buena eres con la magia? –Y como me importaba un pepino su respuesta, continué de inmediato–. Esa chica nos necesita a los tres, y aunque me haya mandado a volar de un puñetazo, es bueno salvar a personas que darían sus vidas por las de unos niños…, pues son las que te devuelven el favor.
Tras ese breve discurso tal vez innecesario, me coloqué de prisa al lado de la rubia, me senté con las piernas cruzadas para más comodidad y puse ambas manos sobre su herida, al igual que el otro elfo, quien ya estaba recitando una plegaria a los dioses. Cerré los ojos para despejar mi mente de todo, buscando solo sentir la energía vital fluir a través de mi cuerpo y poder conducirla hacia mis manos, esperando que dicha energía impregnara la piel abierta de la chica.
Sabía muy bien que los niños del Clan Obooro no merecían mi odio, y realmente no los odiaba. Solo solté el primer comentario que se me ocurrió en un vago intento para aliviar la tensión, lo que fue infructífero. ¿Cómo aliviar la tensión cuando ves a un grupo de árboles asesinos que, además de bloquear las salidas, sabes que están preparándose para violar tus órganos en una orgía de sangre?
En ese instante escuché unos pasos acercándose y, tras levantar un poco la cabeza, vi que se trataba de Jeannie, quien regresó para morir con nosotros.
No es que no me alegrara ver que no nos había abandonado, pero fue triste descubrir que quería suicidarse.
De pronto la vi tropezar y después sentí una presión abrumadora sobre mi querido estómago. Por un breve instante mis ojos casi se salieron de sus cuencas y mi lengua se asemejó a la de una rana cazando a su presa. Hasta habían sido aplanados mis heces.
–Oh, eso… es… genial –la felicité con dificultad para hablar, pues ella era pesadita y, además, estaba mojándome, lo que no sería molesto si el agua no estuviera tan fría.
La elfa se levantó y otra vez pude respirar con normalidad. Entonces miré su camisa humedecida y mis ojos se clavaron en algo que atraía fuertemente mi atención hacia su pecho: la ausencia de sangre. Ella había lavado su camisa con velocidad y eficiencia, a diferencia de mí que siempre tardaba algo de tiempo en esa labor, y a veces ni lograba quitar todas las manchas. Esa elfa volvió a superarme y, por tanto, golpear mi autoestima, a pesar de que esto era algo insignificante.
Repentinamente Bio nos sugirió que dejáramos lo que hacíamos para cuando fuéramos adultos. ¿A qué se refería? Los jóvenes también debían pensar en cómo lavar la ropa, ¿no?
Me levanté e, ignorando lo anterior, pensé lo que podríamos hacer ahora. Había que escapar, pero eso sería difícil, excepto para la elfa; puede que ella pudiera salir sin tanto problema.
–¡Ya sé qué hacer! –dije con entusiasmo cuando una brillante y revolucionaria idea iluminó mi mente, pues acababa de pensar en la mejor idea de todas las que había tenido en mi vida–. Pues, verán, solo hay que…
Mailes regresó y mandó mi idea a la basura, pues resolvió todos nuestros problemas de una forma sospechosamente sencilla y sin que fuera necesaria mi intervención.
–Bueno, parece que ya no tendré que decirles cuál era mi gran idea. Pero les aseguro que sabía cómo escapar, y lo habríamos hecho con facilidad y de una manera bastante épica –afirmé totalmente convencido de mis palabras y con una sonrisa de orgullo.
Sin embargo, la rubia todavía estaba muy herida y, por desgracia, puede que el bosque nos destrozara si no la ayudáramos, pues, al no sanarla, estaríamos demostrando que no éramos mejores que Lainz, cuyos restos ahora eran esparcidos por el lugar como si fueran las decoraciones de una fiesta a punto de iniciar.
–Bien –respondí a Bio, con una actitud seria para la ocasión–, pero necesitaré toda la ayuda posible. –Le lancé una mirada al elfo y este asintió con la cabeza. Luego miré a Jeannie y le dije–: Hey, ¿qué tan buena eres con la magia? –Y como me importaba un pepino su respuesta, continué de inmediato–. Esa chica nos necesita a los tres, y aunque me haya mandado a volar de un puñetazo, es bueno salvar a personas que darían sus vidas por las de unos niños…, pues son las que te devuelven el favor.
Tras ese breve discurso tal vez innecesario, me coloqué de prisa al lado de la rubia, me senté con las piernas cruzadas para más comodidad y puse ambas manos sobre su herida, al igual que el otro elfo, quien ya estaba recitando una plegaria a los dioses. Cerré los ojos para despejar mi mente de todo, buscando solo sentir la energía vital fluir a través de mi cuerpo y poder conducirla hacia mis manos, esperando que dicha energía impregnara la piel abierta de la chica.
Rauko
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Re: [Cerradongo]El Bosque Lúgubre [Libre]
Todavía no me había repuesto de la caída sobre el blandito Rauko cuando Mailes aparece de sabe Isil dónde con el vampiro a cuestas seguido por el elfo con la pata sangrante. Vaya, ahora me siento mal por haberle disparado. Estaba tan convencida de que era un demoníaco demonio del mal que no me esperaba que volviese tan apaciblemente. Y lo peor de todo es que parece muy satisfecho de sí mismo y de las decisiones que ha tomado hasta el momento. Maldita sea, pero si casi consigue que el bosque los mate a todos. A mi no, claro, he conseguido seducirlo con mis galletas y amor. No se necesita nada más en la vida que galletas y amor. O galletas de amor. O amor de galletas. Jeannie, concéntrate, te están hablando mientras divagas.
- Entonces... ¿Quieres que os ayude a curar a la elfa que está ahí desangrándose y con medio pie metido en el Valhalla? No es por ser pesimista, pero hace un momento me pareció ver a uno de sus órganos huír en dirección norte.
Me encojo de hombros y voy con los dos elfos hacia la moribunda con los órganos en fuga. Me concentro para realizar la plegaria que nos ayudará a cerrar su herida mortal. Un momento, si es mortal... ¿Eso no significa que esto es una enorme pérdida de tiempo? No, no seas pesimista mujer, seguro que entre tres elfos ocurre algún tipo de deseo emotivo hiper mágico y milagroso que logra resucitar a los muertos.
- Aaahhhghaa.
- Eso suena a que le duele y quiere morirse ya, ¿estáis seguros de que queréis seguir con esto?
El elfo me lanza una mirada furibunda.
- Vale, vale, ya me dejo de divagar y me concentro.
Pongo las manos de nuevo sobre la herida de la muchacha.
- Oye, si vuelvo al río tal vez siga su sangre allí, tal vez no debería habérmela lavado, podríamos volver a metérsela dentro para que se cure antes.
El elfo me lanza dos miradas furibundas esta vez porque una no era suficiente.
- Vale, vale... Ya voy, ya voy, tampoco hay que ser así.
Pongo mis manos sobre la herida esta vez de forma definitiva y me concentro de verdad. Noto como tras concentrarnos los tres la herida comienza a cerrarse, poco a poco, muy poco a poco. La elfa vomita sangre.
- Oye, déjala dentro, así no ayudas.
El elfo me lanza una piedra porque las miradas furibundas no son suficientes. Suspiro y vuelvo a concentrarme, es la última vez que ayudo a un extraño a curar a una extraña que otro extraño ha decidido apuñalar.
Finalmente y no sin esfuerzo por nuestra parte la herida parece cerrarse completamente. La elfa sigue tosiendo, pero seguro que eso es normal en una persona a la que han atravesado recientemente.
- Bueno, mi trabajo aquí ha concluido. -Vuelvo al lado de Bio, todavía expectante por ver sus técnicas ancestrales y absolutas. Y bueno, por si acaso el bosque vuelve a envolverlos en lianas, me necesitarán para salvarles de nuevo.
- Entonces... ¿Quien demonios tiene las medicinas?
- Entonces... ¿Quieres que os ayude a curar a la elfa que está ahí desangrándose y con medio pie metido en el Valhalla? No es por ser pesimista, pero hace un momento me pareció ver a uno de sus órganos huír en dirección norte.
Me encojo de hombros y voy con los dos elfos hacia la moribunda con los órganos en fuga. Me concentro para realizar la plegaria que nos ayudará a cerrar su herida mortal. Un momento, si es mortal... ¿Eso no significa que esto es una enorme pérdida de tiempo? No, no seas pesimista mujer, seguro que entre tres elfos ocurre algún tipo de deseo emotivo hiper mágico y milagroso que logra resucitar a los muertos.
- Aaahhhghaa.
- Eso suena a que le duele y quiere morirse ya, ¿estáis seguros de que queréis seguir con esto?
El elfo me lanza una mirada furibunda.
- Vale, vale, ya me dejo de divagar y me concentro.
Pongo las manos de nuevo sobre la herida de la muchacha.
- Oye, si vuelvo al río tal vez siga su sangre allí, tal vez no debería habérmela lavado, podríamos volver a metérsela dentro para que se cure antes.
El elfo me lanza dos miradas furibundas esta vez porque una no era suficiente.
- Vale, vale... Ya voy, ya voy, tampoco hay que ser así.
Pongo mis manos sobre la herida esta vez de forma definitiva y me concentro de verdad. Noto como tras concentrarnos los tres la herida comienza a cerrarse, poco a poco, muy poco a poco. La elfa vomita sangre.
- Oye, déjala dentro, así no ayudas.
El elfo me lanza una piedra porque las miradas furibundas no son suficientes. Suspiro y vuelvo a concentrarme, es la última vez que ayudo a un extraño a curar a una extraña que otro extraño ha decidido apuñalar.
Finalmente y no sin esfuerzo por nuestra parte la herida parece cerrarse completamente. La elfa sigue tosiendo, pero seguro que eso es normal en una persona a la que han atravesado recientemente.
- Bueno, mi trabajo aquí ha concluido. -Vuelvo al lado de Bio, todavía expectante por ver sus técnicas ancestrales y absolutas. Y bueno, por si acaso el bosque vuelve a envolverlos en lianas, me necesitarán para salvarles de nuevo.
- Entonces... ¿Quien demonios tiene las medicinas?
Irinnil Fawkes
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Re: [Cerradongo]El Bosque Lúgubre [Libre]
Ahora ya no sabía si la situación pintaba bien o mal, Mailes había regresado, las plantas habían desmembrado al vampiro, el elfo sangraba por una pata, así sería lastimoso agarrarlo para lanzarlo por una ventana, y la rubia yacía en el piso intentando evitar que se le escaparan las tripas, afortunadamente los elfos se avocaron a ir en su ayuda para tratar de salvarla; aproveché el momento para acercarme a Mailes y pedirle respuestas, así que muy amablemente lo tomé por el cuello y lo estrellé contra un árbol -Miserable traidor desgraciado- Estrellé su espalda contra el árbol un par de veces pero se sentía tan culpable que no ponía resistencia así que no era divertido.
Lo lamento- Balbuceó -No podía dejar que esto cayera en manos de Lainz- Llevó las manos a sus bolsillos y sacó un pedazo de tela que parecía una especie de mapa, muy mal dibujado de hecho pero seguro cumplía su función. Miré sin entender y entonces continuó su explicación -Yo estaba en un grupo con Lainz, debíamos hacer un robo que nos haría ricos, pero no sabía que se trataba de medicinas de niños- Lo agité un par de veces más porque al parecer eso lo hacía hablar -Robé las medicinas antes que lo hiciera Lainz y las escondí, pero antes de poder avisarle a los Ooboro él lo hizo y les dijo que había sido yo.
Su argumento resultaba bastante creíble, de hecho ya me estaba convenciendo de no ser porque… bueno, sí me había convencido, lo solté para ver cómo la rubia terminaba de morirse para para mi sorpresa los elfos no eran tan inútiles como pensaba, desde el inicio había creído que sería solo una pérdida de tiempo pero ahí estaban, logrando el milagro -Eso es chicos, jamás dudé de ustedes- Dije orgulloso mientras ayudaba a la chica a levantarse, tristemente estaba un poco mareada y aún no terminaba de entender la situación, así que de inmediato se puso en alerta lanzando golpes a ciegas para todos lados, su pie resbaló y cayó al piso aparatosamente, su cabeza se estrelló contra una piedra y se le abrió en dos dejando una asquerosa tortilla de sesos regada por todo el piso.
No supe ni qué decir, miré a todos y me alejé lentamente dando pasitos para atrás -Tal vez puedan hacerlo de nuevo ¿no?- Alenté aunque sabía que ya era demasiado pero si a ese punto parecía imposible, luego se puso peor, una rama cayó desde lo alto convirtiendo el cuerpo de la chica en una sopa de sangre y huesos -Pero al menos tenemos las medicinas- Señalé a Mailes que miraba la escena sin terminar de asimilar lo sucedido.
El elfo tendría que pasar un buen rato llorando a su rubia y Mailes tendría que soportarlo antes de regresar al lugar donde había escondido las fulanas medicinas de los fulanos niños, por otro lado el bosque que se había mantenido calmado por un rato no tardaría mucho en sacudirse de nosotros y desmembrarnos como al resto -Será mejor que nos vayamos- Le dije al par de elfitos raritos, la noche había avanzado de prisa y no faltaba mucho para la salida del sol.
Lo lamento- Balbuceó -No podía dejar que esto cayera en manos de Lainz- Llevó las manos a sus bolsillos y sacó un pedazo de tela que parecía una especie de mapa, muy mal dibujado de hecho pero seguro cumplía su función. Miré sin entender y entonces continuó su explicación -Yo estaba en un grupo con Lainz, debíamos hacer un robo que nos haría ricos, pero no sabía que se trataba de medicinas de niños- Lo agité un par de veces más porque al parecer eso lo hacía hablar -Robé las medicinas antes que lo hiciera Lainz y las escondí, pero antes de poder avisarle a los Ooboro él lo hizo y les dijo que había sido yo.
Su argumento resultaba bastante creíble, de hecho ya me estaba convenciendo de no ser porque… bueno, sí me había convencido, lo solté para ver cómo la rubia terminaba de morirse para para mi sorpresa los elfos no eran tan inútiles como pensaba, desde el inicio había creído que sería solo una pérdida de tiempo pero ahí estaban, logrando el milagro -Eso es chicos, jamás dudé de ustedes- Dije orgulloso mientras ayudaba a la chica a levantarse, tristemente estaba un poco mareada y aún no terminaba de entender la situación, así que de inmediato se puso en alerta lanzando golpes a ciegas para todos lados, su pie resbaló y cayó al piso aparatosamente, su cabeza se estrelló contra una piedra y se le abrió en dos dejando una asquerosa tortilla de sesos regada por todo el piso.
No supe ni qué decir, miré a todos y me alejé lentamente dando pasitos para atrás -Tal vez puedan hacerlo de nuevo ¿no?- Alenté aunque sabía que ya era demasiado pero si a ese punto parecía imposible, luego se puso peor, una rama cayó desde lo alto convirtiendo el cuerpo de la chica en una sopa de sangre y huesos -Pero al menos tenemos las medicinas- Señalé a Mailes que miraba la escena sin terminar de asimilar lo sucedido.
El elfo tendría que pasar un buen rato llorando a su rubia y Mailes tendría que soportarlo antes de regresar al lugar donde había escondido las fulanas medicinas de los fulanos niños, por otro lado el bosque que se había mantenido calmado por un rato no tardaría mucho en sacudirse de nosotros y desmembrarnos como al resto -Será mejor que nos vayamos- Le dije al par de elfitos raritos, la noche había avanzado de prisa y no faltaba mucho para la salida del sol.
Bio
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Re: [Cerradongo]El Bosque Lúgubre [Libre]
Se suponía que estaba dando todo para salvar a la rubia, pero de pronto me percaté de que estaba dormido.
Por supuesto, logré despertar antes de que mi cuerpo se balanceara hacia algún lado, así que esperaba que los demás no hubieran notado que tuve una muy breve siesta en un momento en el que la vida de alguien estaba en mis manos. No obstante, tal vez haber tenido la boca abierta y haber estado babeando no sería de mucha ayuda para disimular.
Como sea, cuando abrí los ojos la rubia parecía estar recuperándose realmente, aunque Jeannie y el otro elfo no estaban llevándose muy bien; sus personalidades contrastaban entre sí, de modo que no hacía falta ser un genio para saber que, por lo menos por ese día, no se volverían los mejores amigos del mundo.
Pero, ignorando a aquellos dos, volví a cerrar mis ojos para seguir concentrado en mi noble labor; salvar una vida era lo único prioritario y debía esforzarme en ello, pues era el deber de toda buena persona.
Repentinamente las palabras “Bueno, mi trabajo aquí ha concluido” me hizo dar un respingo. Maldición, otra vez me había dormido. Pero fue sorprendente descubrir mi habilidad para mantener mi espalda recta aunque mi mente se hubiera perdido en el mundo de los sueños. Sin embargo, ¿aun así los demás se habrían percatado de mi siesta? Esperaba que no. Sería muy vergonzoso.
Para evitar quedarme dormido nuevamente, me levanté e hice unos cuantos estiramientos, al tiempo que Bio ayudaba a la débil y confundida rubia a levantarse también.
Como era de esperarse de la chica, esta actuó de una forma agresiva al no saber qué sucedía.
–Hey, tranquila –le hablé despreocupadamente, intentando que esta actitud se le contagiara–. Todo está bien, ya tienes las medicinas. ¡Podrás salvar a los niños…!
Quedé con la boca abierta tras ver su caída y cómo su cabeza se abrió como un huevo quebrándose, tal como si su cráneo no fuera más duro que una galleta.
Pero, para empeorar la situación, un árbol, que hasta el momento estaba en perfecto estado y firme, de pronto cayó sobre la chica y la aplastó como si hubiera nacido solo para eso, demostrando que los dioses tenían un desagradable humor negro.
Los restos de la rubia salpicaron el lugar, y de inmediato el aire comenzó a impregnarse de un mal olor de vísceras. Incluso algo había chocado contra mi pecho y parecía haber sido algún órgano. Pero lo único seguro era que ahora estaba empapado con la sangre que perteneció a una mujer noble, una mujer que nunca podría devolverme el favor de sanarla por culpa de esos árboles impertinentes y grotescos.
–Maldito bosque –murmuré entre dientes mientras me acercaba al árbol caído–. Esto no era necesario, así ahora me veo obligado a castigarte.
Empuñé mi espada y concentré energía en el torso y los brazos, para luego lanzar una ráfaga de cortes al árbol y obtener de este unos cuantos trozos de madera, los cuales más adelante se los daría a un carpintero para que me fabricara una silla, una que yo mismo me encargaría de pudrir con mis pedos.
Coloqué los trozos de madera sobre mis hombros y caminé con prisa hacia mis compañeros, siempre atento ante cualquier reacción violenta que pudiera tener el bosque por mi osadía.
–Guíanos hacia la cabaña abandonada, Jeannie, sé nuestra intrépida líder –pedí con amabilidad. Al instante noté que muchas lianas estaban empezando a moverse sutilmente hacia nosotros. Entonces, intentado no parecer nervioso, dije–: Si sobrevivimos a esto… te diré dónde comprar biusas del color que quieras. Así que apresurémonos.
Por supuesto, logré despertar antes de que mi cuerpo se balanceara hacia algún lado, así que esperaba que los demás no hubieran notado que tuve una muy breve siesta en un momento en el que la vida de alguien estaba en mis manos. No obstante, tal vez haber tenido la boca abierta y haber estado babeando no sería de mucha ayuda para disimular.
Como sea, cuando abrí los ojos la rubia parecía estar recuperándose realmente, aunque Jeannie y el otro elfo no estaban llevándose muy bien; sus personalidades contrastaban entre sí, de modo que no hacía falta ser un genio para saber que, por lo menos por ese día, no se volverían los mejores amigos del mundo.
Pero, ignorando a aquellos dos, volví a cerrar mis ojos para seguir concentrado en mi noble labor; salvar una vida era lo único prioritario y debía esforzarme en ello, pues era el deber de toda buena persona.
Repentinamente las palabras “Bueno, mi trabajo aquí ha concluido” me hizo dar un respingo. Maldición, otra vez me había dormido. Pero fue sorprendente descubrir mi habilidad para mantener mi espalda recta aunque mi mente se hubiera perdido en el mundo de los sueños. Sin embargo, ¿aun así los demás se habrían percatado de mi siesta? Esperaba que no. Sería muy vergonzoso.
Para evitar quedarme dormido nuevamente, me levanté e hice unos cuantos estiramientos, al tiempo que Bio ayudaba a la débil y confundida rubia a levantarse también.
Como era de esperarse de la chica, esta actuó de una forma agresiva al no saber qué sucedía.
–Hey, tranquila –le hablé despreocupadamente, intentando que esta actitud se le contagiara–. Todo está bien, ya tienes las medicinas. ¡Podrás salvar a los niños…!
Quedé con la boca abierta tras ver su caída y cómo su cabeza se abrió como un huevo quebrándose, tal como si su cráneo no fuera más duro que una galleta.
Pero, para empeorar la situación, un árbol, que hasta el momento estaba en perfecto estado y firme, de pronto cayó sobre la chica y la aplastó como si hubiera nacido solo para eso, demostrando que los dioses tenían un desagradable humor negro.
Los restos de la rubia salpicaron el lugar, y de inmediato el aire comenzó a impregnarse de un mal olor de vísceras. Incluso algo había chocado contra mi pecho y parecía haber sido algún órgano. Pero lo único seguro era que ahora estaba empapado con la sangre que perteneció a una mujer noble, una mujer que nunca podría devolverme el favor de sanarla por culpa de esos árboles impertinentes y grotescos.
–Maldito bosque –murmuré entre dientes mientras me acercaba al árbol caído–. Esto no era necesario, así ahora me veo obligado a castigarte.
Empuñé mi espada y concentré energía en el torso y los brazos, para luego lanzar una ráfaga de cortes al árbol y obtener de este unos cuantos trozos de madera, los cuales más adelante se los daría a un carpintero para que me fabricara una silla, una que yo mismo me encargaría de pudrir con mis pedos.
Coloqué los trozos de madera sobre mis hombros y caminé con prisa hacia mis compañeros, siempre atento ante cualquier reacción violenta que pudiera tener el bosque por mi osadía.
–Guíanos hacia la cabaña abandonada, Jeannie, sé nuestra intrépida líder –pedí con amabilidad. Al instante noté que muchas lianas estaban empezando a moverse sutilmente hacia nosotros. Entonces, intentado no parecer nervioso, dije–: Si sobrevivimos a esto… te diré dónde comprar biusas del color que quieras. Así que apresurémonos.
Rauko
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Re: [Cerradongo]El Bosque Lúgubre [Libre]
Bio, en lugar de mostrarme una de sus técnicas ancestrales, decide ayudar a morir de nuevo a la elfa. Tropieza, sus sesos se esparcen por todo el suelo y por si no fuera poco un árbol se le cae encima. Miro al elfo.
- Yo te avisé de que esto estaba destinado al fracaso desde el comienzo. ¿Pero has hecho caso? No. Nadie nunca me hace caso.
El pobre hombre sigue en estado de shock, no se cree que haya vuelto a perder a su compañera tras haberla salvado mediante una milagrosa curación élfica. Es como si el destino te ofreciera una galleta, pero te diera una con chocolate mohoso. Un sentimiento agridulce.
Rauko me mira y me pide que les guíe a la cabaña de pescadores.
- Pero... El bosque ha cambiado tanto... He llegado hasta aquí por los árboles, tan solo sé la dirección en la que debería estar. Pero es posible que dado que han decidido moverse a placer, no sepa llegar exactamente al lugar donde se encuentra.
Me acerco a uno de los árboles.
- ¡Eh, tú! No estabas aquí antes, muévete a tu lugar. -Consigo esquivar por poco una rama que cae desde las alturas. -¿Aún por encima intentas aplastarme bajo tus ramas? ¡No te saldrás con la tuya!
Agarro la rama caída y empiezo a pegarle al osado tronco que ha intentado matarme.
- Muere maldito, o vuelve a tu lugar para que pueda irme de aquí. -Una liana se acerca y me roba la ramita.
Miro alrededor. George sigue allí plantado, como si la cosa no fuese con él. Me acerco corriendo.
- George... Cariño. -Le acaricio una ramita. -¿Qué tal si dejas que nos vayamos para que puedas continuar con tu fiesta de árboles? No sé qué celebrais, pero seguro que estariais más cómodos sin nosotros alrededor...
Se acerca una liana lentamente por un lado.
- ¡Ya está bien, me he cansado de todo esto! -Agarro la liana y le hago varios nudos. -O nos dejas salir de aquí o te juro que dedicaré el resto de mi vida a atar lianas entre sí. Y después a ver cómo te defiendes contra los enemigos de verdad. Ahora ábrenos un paso hacia la cabaña de pescadores y nos iremos tranquilamente a descansar un rato.
Todo se queda tranquilo y callado unos segundos, tan solo se escucha el sonido del viento atravesando las ramas y moviendo hojas. Tras ese período de tranquilidad los árboles comienzan a moverse poco a poco, formando un pequeño camino que va en dirección sur. Me acerco a Rauko y le doy un toquecito en la espalda.
- Te veo un poco adormilado, debes estar cansado. Vamos, seguro que por ese camino llegaremos a la cabaña y podremos descansar. En poco tiempo habrá amanecido ya.
Nuestro asaltante elfo sigue en estado de shock mirando los despojos de su otrora entera mujer. Será mejor dejar que decida por su propio pie si desea venir o no, bueno, espero que lo decida con su pie bueno. El otro todavía se está desangrando. Respiro hondo lo agarro de la mano y me lo llevo hacia los árboles todavía con la vista perdida ni enterarse de qué sucede a su alrededor. Lo necesitaremos más tarde para que lleve de vuelta las medicinas a los niños.
- Puedes consolarte pensando que ha tenido una efímera vida como vaina para espada y como argamasa para Midgar, no todo el mundo puede decir eso. - Me lanza una mirada fulminante. - Deja ya de mirarme así y acepta la realidad. Puedes volver a tu pueblo con las medicinas o quedarte llorando ahí como un imbécil.
Me interno en el sendero dejado por los árboles con esperanzas, sueños e ilusiones en llegar a la cabaña sin tener que hacer más nudos por el camino. Suspiro, agarro un palito para usar como bastón de viaje y voy silbando una pequeña melodía triste para ambientar la marcha.
- Yo te avisé de que esto estaba destinado al fracaso desde el comienzo. ¿Pero has hecho caso? No. Nadie nunca me hace caso.
El pobre hombre sigue en estado de shock, no se cree que haya vuelto a perder a su compañera tras haberla salvado mediante una milagrosa curación élfica. Es como si el destino te ofreciera una galleta, pero te diera una con chocolate mohoso. Un sentimiento agridulce.
Rauko me mira y me pide que les guíe a la cabaña de pescadores.
- Pero... El bosque ha cambiado tanto... He llegado hasta aquí por los árboles, tan solo sé la dirección en la que debería estar. Pero es posible que dado que han decidido moverse a placer, no sepa llegar exactamente al lugar donde se encuentra.
Me acerco a uno de los árboles.
- ¡Eh, tú! No estabas aquí antes, muévete a tu lugar. -Consigo esquivar por poco una rama que cae desde las alturas. -¿Aún por encima intentas aplastarme bajo tus ramas? ¡No te saldrás con la tuya!
Agarro la rama caída y empiezo a pegarle al osado tronco que ha intentado matarme.
- Muere maldito, o vuelve a tu lugar para que pueda irme de aquí. -Una liana se acerca y me roba la ramita.
Miro alrededor. George sigue allí plantado, como si la cosa no fuese con él. Me acerco corriendo.
- George... Cariño. -Le acaricio una ramita. -¿Qué tal si dejas que nos vayamos para que puedas continuar con tu fiesta de árboles? No sé qué celebrais, pero seguro que estariais más cómodos sin nosotros alrededor...
Se acerca una liana lentamente por un lado.
- ¡Ya está bien, me he cansado de todo esto! -Agarro la liana y le hago varios nudos. -O nos dejas salir de aquí o te juro que dedicaré el resto de mi vida a atar lianas entre sí. Y después a ver cómo te defiendes contra los enemigos de verdad. Ahora ábrenos un paso hacia la cabaña de pescadores y nos iremos tranquilamente a descansar un rato.
Todo se queda tranquilo y callado unos segundos, tan solo se escucha el sonido del viento atravesando las ramas y moviendo hojas. Tras ese período de tranquilidad los árboles comienzan a moverse poco a poco, formando un pequeño camino que va en dirección sur. Me acerco a Rauko y le doy un toquecito en la espalda.
- Te veo un poco adormilado, debes estar cansado. Vamos, seguro que por ese camino llegaremos a la cabaña y podremos descansar. En poco tiempo habrá amanecido ya.
Nuestro asaltante elfo sigue en estado de shock mirando los despojos de su otrora entera mujer. Será mejor dejar que decida por su propio pie si desea venir o no, bueno, espero que lo decida con su pie bueno. El otro todavía se está desangrando. Respiro hondo lo agarro de la mano y me lo llevo hacia los árboles todavía con la vista perdida ni enterarse de qué sucede a su alrededor. Lo necesitaremos más tarde para que lleve de vuelta las medicinas a los niños.
- Puedes consolarte pensando que ha tenido una efímera vida como vaina para espada y como argamasa para Midgar, no todo el mundo puede decir eso. - Me lanza una mirada fulminante. - Deja ya de mirarme así y acepta la realidad. Puedes volver a tu pueblo con las medicinas o quedarte llorando ahí como un imbécil.
Me interno en el sendero dejado por los árboles con esperanzas, sueños e ilusiones en llegar a la cabaña sin tener que hacer más nudos por el camino. Suspiro, agarro un palito para usar como bastón de viaje y voy silbando una pequeña melodía triste para ambientar la marcha.
- Melodía:
Irinnil Fawkes
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Re: [Cerradongo]El Bosque Lúgubre [Libre]
Claramente las cosas no salieron como se esperaba, la rubia amargada termina accidentalmente muerta y con una gran rama convirtiéndola en sopa contra el piso -Bueno, al menos lo intentamos- Digo algo desconsolado mientras dirijo mi vista a los lados en busca de un camino para salir de ese espantoso lugar -Será mejor que nos va-ya-mos- Observo extrañado la escena del elfito peleando contra el bosque de nuevo, justo cuando se suponía que habíamos superado ya esa etapa -Eso no está ayudando a…- Claro, un elfo loco no era suficiente así que su prima lejana del bosque también comenzó a batallar y vociferar cosas raras provocando la ira del bosque.
Afortunadamente lograron entrar en razón a tiempo para ponernos en marcha pero de nuevo vinieron más malas noticias, la chica del bosque no conocía el bosque como yo imaginaba -¿Sabes qué? Mejor no nos guíes- Dije de mala gana -Seguiré al gusano verde de cuatro patas que seguro sabe dónde está y a dónde va- Señalé el piso aunque no había nada en él, o al menos nada similar a lo que estaba describiendo.
Antes de irnos, la amable orejuda dedicó algunas palabras de consuelo al otro elfo y aunque no le ayudaron a superar su pérdida, al menos sirvieron para… bueno, para nada pero al menos lo había intentado -La cabaña queda hacia el sur, por el río- Dije con determinación presumiendo mi aplastante lógica -Ahí está el río y hacia allá es el sur- Señalé confiado -Solo hay que seguir el cauce hasta que nos lleve a algo que parezca una cabaña- Y así, finalmente había un plan a seguir.
Avancé en dirección al río contando con que mis compañeros me seguirían mientras tarareaba una canción solamente para hacer más ruido que la elfita y evitar que se escuchara su silbido, y no es que fuera infantil, no, para nada, era un adulto promedio de 124 años con suficiente madurez, definitivamente el camino sería largo, muy muy largo.
Afortunadamente lograron entrar en razón a tiempo para ponernos en marcha pero de nuevo vinieron más malas noticias, la chica del bosque no conocía el bosque como yo imaginaba -¿Sabes qué? Mejor no nos guíes- Dije de mala gana -Seguiré al gusano verde de cuatro patas que seguro sabe dónde está y a dónde va- Señalé el piso aunque no había nada en él, o al menos nada similar a lo que estaba describiendo.
Antes de irnos, la amable orejuda dedicó algunas palabras de consuelo al otro elfo y aunque no le ayudaron a superar su pérdida, al menos sirvieron para… bueno, para nada pero al menos lo había intentado -La cabaña queda hacia el sur, por el río- Dije con determinación presumiendo mi aplastante lógica -Ahí está el río y hacia allá es el sur- Señalé confiado -Solo hay que seguir el cauce hasta que nos lleve a algo que parezca una cabaña- Y así, finalmente había un plan a seguir.
Avancé en dirección al río contando con que mis compañeros me seguirían mientras tarareaba una canción solamente para hacer más ruido que la elfita y evitar que se escuchara su silbido, y no es que fuera infantil, no, para nada, era un adulto promedio de 124 años con suficiente madurez, definitivamente el camino sería largo, muy muy largo.
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Aerandiano de honor
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