[MEGAEVENTO: GUERRA] La odisea del lagarto
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[MEGAEVENTO: GUERRA] La odisea del lagarto
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Su gran noche estaba por llegar. Lazid Rajeesh estaba ante un día para el recuerdo. Durante los últimos meses, los ladrones se habían dedicado a desvalijar todo lo que podían y más de las calles de Dundarak y a esconderlo en las cloacas. Allí había toneladas de dinero y había que transportarlo.
-¡Coged sacos malditos merluzos! – bramaba el enano Lazid, líder de los ladrones, subido a una repisa para que se le viera. – Rajaré la garganta del que no mueva el culo inmediatamente. – amenazó con una especie de cuchilla que era del tamaño de media mano. Poco menos que un aguijón.
Su segundo de a bordo, Tauro, rápidamente se acercó a la posición de su jefe. El mastodonte, un hombre bestia toro de dos metros de estatura, venía de la superficie, donde podía ver como la guerra había empezado. ¡Se les había echado el tiempo encima! Y los ladrones tenían que sacar todo de la manera que les fuera posible.
-¡Hay que sacar el oro! ¡Vamos estúpidos! ¡Más rápido! – apremiaba el lagartijo. Que no imaginaba que su lugarteniente venía tras suya, con malas noticias.
-¡Jefe! ¡Tenemos que barajar las opciones para sacar el dinero! – comentó el fatigado Tauro.
-¿Y eso por qué? ¿Qué coño pasa arriba? – preguntó el lagarto dándose la vuelta, de muy mal humor.
-A simple vista… Humanos y brujos luchan contra vampiros. Los humanos esos negros – así describió despectivamente a los nórgedos. – han entrado por el oeste. En la puerta Norte están asediando la ciudad.
-¡Joder, Tauro! ¡Vete a la mierda! ¿Quieres darme alguna mala noticia más? – preguntó. Su gente no se paraba de mover cargando todo en carros.
-Sí, jefe. Por si fuera poco, hay un dragón sobrevolando la ciudad e incendiándolo todo. – concluyó.
Lazid se llevó la mano a la cara con desesperación. ¡Su sueño! ¡Su ciudad dedicada al lujo y a la prostitución estaba ahí! ¡En aquellos seis carros que contenían más de un millón de aeros robados durante el año que los vampiros estuvieron, como decía él, dando por culo en la ciudad. Tenía que sacarlo como fuera. Si el mar estaba ocupado, el cielo también y la tierra ídem. ¿Qué podían hacer?
-¡Tú! ¡Nórgedo! – pidió Lazid, llamando a Matthew Owens, quien también se encontraba, junto con otros tantos, cargando el oro en los carros de la diligencia. Tauro sujetó al hombre y el lagartijo le puso un cuchillo en la garganta. - ¿Por qué no les dices a tus amigos de mierda que nos dejen salir y les pasamos un 5% de lo recaudado? Es más de lo que esos tipejos que viven en tiendas de tela habrían soñado nunca. – alzó una ceja divertida. – Si no, ya puedes ir buscando otra manera de sacar todo el dinerito. Nadie puede comprometes el proyecto de Ciudad Dragón. – Y es que, el pequeño y ambicioso lagarto, siempre había defendido ser un dragón. Para poder llevar a cabo su gran empresa, necesitaba, como decía él, mucho dinero. Todo aquello tenía que salir. – ¡Te nombraré virrey de mi imperio si me dices cómo sacar el dinero de aquí!
* * * * * * * * *
Primera y única fase de la misión:Duración de la ronda: Cinco turnos.
Objetivo de la misión: La guerra no es vuestro asunto. Simplemente os ha pillado en mal momento. Tenéis que pasar desapercibidos y guiar la diligencia, en medio del caos, hasta la salida de la ciudad.
Hay tres maneras de sacar el dinero: Por mar (ejército humano), por la puerta Oeste (ejército nórgedo) o por la puerta Norte (ejército del Norte). No me importa por cuál lo hagáis. Y las maneras dependerán de vuestra imaginación.
La cuestión es que tenéis tres carros. En cada turno, tendréis que enfrentaros, por las calles de la ciudad, a un problema de la siguiente lista (el orden que queráis): La dragona Querostraza, los kags hambrientos de los nórgedos (ver el pastor de kags) y el conflicto vampiros-humanos. Tendréis que especificar a qué os enfrentáis y plantear dificultades. Los dos últimos turnos, tendréis que enfrentaros a aquello por donde hayáis querido salir, es decir:
-A pie y atravesar el ejército de Dundarak (dos turnos)
-A pie y atravesar la avanzadilla de los nórgedos (dos turnos)
-Por barco y atravesar la armada de Lunargenta (dos turnos)
Es muy importante que os defináis un líder, y un solucionador de problemas. Me explico, uno de vosotros tirará una runa primero. Si la runa es media o buena, el segundo tendrá que seguir la corriente del primero y continuar la historia, sin tirar runa. El primero volverá a tirar en su siguiente turno, si esta vez obtiene mala, el segundo tiene la opción de solucionar el problema por una runa (contrarruna), que de ser buena, salvará el carro.
El juego es bien sencillo: Cada runa mala, os destroza un carro de oro. Si caen los tres, perdéis la partida.
¡Oh, y una dificultad más! Cuando os enfrentéis a la dragona Querostraza, una runa mala os condena ¡dos carros! (así que elegid bien cuando enfrentaros a ella)
Podéis usar tanto a Tauro como a Lazid. Lazid tiene ficha, Tauro aquí lo tenéis:
- Tauro:
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Ger
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] La odisea del lagarto
Nada mejor que un enano escamoso gritándote e insultándote para que a uno le den ganas de cargar un montón de bolsas llenas de oro. Matthew se quitó la transpiración de la frente mientras ponía otro saco con dinero en el montón, el trabajo físico no era de lo que más le gustaba al estafador, a su edad ya no estaba para ese tipo de trotes. Pero el Gremio de Ladrones estaba hecho un hervidero, y absolutamente todos, desde el más novato hasta el más antiguo tenía que trabajar para salir de allí.
La guerra los había encontrado en el peor momento, si tan solo hubiese tardado unos pocos días más en explotar, el Gremio ya hubiese estado afuera de la ciudad y cómodamente instalados a una buena distancia, mientras contaban monedas. “Pero al parecer los héroes del momento están muy apurados por demostrar su valía. Que suerte la nuestra”
Owens no conocía personalmente a Lazid, aunque si sabía los rumores que corrían sobre él, un vil estafador cuyo único objetivo era conseguir tanto dinero como le fuera posible. Seguramente de conocerse algún día se llevarían pésimamente, cierto, Matt también era muy materialista, y también era un manipulador, pero ya había pasado la etapa en la que el dinero lo era todo y francamente ahora le resultaba aburrido tener como finalidad algo tan efímero.
Cuando escucho el “¡Tú! ¡Nórgedo!” Matthew no se dio vuelta, solo cuando Tauro lo sujeto y lo puso frente al hombre- lagarto se dio cuenta que se referían a él.
-¿Mis amigos? – El humano no estaba seguro de porque Lazid creía que él tenía algo que ver con las tribus de los Nórgedos. Ciertamente les había dado una muy pequeña ayuda hacía unas semanas, pero no por eso eran sus amigos “Tal vez es por mi tono de piel” no lo descartaba, a veces las personas podían ser muy básicas en sus razonamientos – Oh claro, saldré ahora, esquivare al dragón, pasare por el medio de los ejércitos que luchan entre si y me pararé en frente de un montón de guerreros Nórgedos a decirles que se hagan a un lado ¡Eso seguramente funcionara! – Tauro apretó el agarre para callarlo, pero Matt se seguía riendo “Tú vas a hacerme Virrey el día en el que te transformes en un dragón, jajaja”
-No me importa como lo hagas, chistocito. Simplemente consigue que logremos cruzar toda esta mierda de guerra con el botín completo ¿En-ten-di-do? – Acompaño la pregunta con golpecitos con la daga en la mejilla de Matt.
-Enterado- Fue lo único que el estafador agregó.
Matthew había logrado convencer a Lazid que ir con un grupo grande de ladrones no era una buena manera de evitar llamar la atención, por lo que el grupo más numeroso iba por debajo de la tierra, mientras que junto a la carga estaban Owens, el Hombre- lagarto, Tauro y unos diez ladrones más que se tomaban turnos para empujar el dinero.
-“Si el plan es salir con todo esto sin que nadie nos detenga, será mejor que lo volvamos algo que nadie quisiera tener” –Había dicho Matthew, por lo que había decidido que sobre la carga pondrían cadáveres humanos, algunos producto de la guerra, otros de la peste, y también algunos hombres vivos por si necesitaban tender una emboscada. “Nadie se va a sentir muy atraído ante la idea de llevarse una montaña de cuerpos medio podridos”
Durante las primeras cuadras todo había ido bien, entre el aspecto andrajoso que presentaban los bandidos, y las partes de cuerpos que asomaban bajo las mantas nadie se les acercaba. Los ciudadanos, quienes habían vivido la pandemia, corrían a esconderse en sus casas, mientras que los pocos soldados que se cruzaban se tapaban la nariz y les hacían gestos de que continuaran caminando.
-Parece que el Nórgedo tenía razón –
-Matthew Owens, si es tan amable – Llevaban caminando juntos durante un kilómetro y aun así Lazid se negaba a darle un nombre apropiado al estafador.
-No cantemos victoria hasta que no hayamos llegado a la zona de batalla – Dijo serio Tauro.
Los gritos a la distancia alertaron a toda la caravana, se detuvieron de inmediato, pero aun así pudieron ver con claridad cuando un grupo muy numeroso de soldados rompían las puertas de una vivienda y arrojaban a un grupo de vampiros a la calle. Los seres se retorcieron en el piso, el sol los estaba matando y la guardia no haría nada para acortar su sufrimiento.
Escupieron sobre sus cadáveres y luego posaron su mirada en el andrajoso grupo que se movía por la calle.
-¿Qué llevan ahí?-
El plan acababa de complicarse.
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-Elijo como primera complicación el conflicto vampiros-humanos
La guerra los había encontrado en el peor momento, si tan solo hubiese tardado unos pocos días más en explotar, el Gremio ya hubiese estado afuera de la ciudad y cómodamente instalados a una buena distancia, mientras contaban monedas. “Pero al parecer los héroes del momento están muy apurados por demostrar su valía. Que suerte la nuestra”
Owens no conocía personalmente a Lazid, aunque si sabía los rumores que corrían sobre él, un vil estafador cuyo único objetivo era conseguir tanto dinero como le fuera posible. Seguramente de conocerse algún día se llevarían pésimamente, cierto, Matt también era muy materialista, y también era un manipulador, pero ya había pasado la etapa en la que el dinero lo era todo y francamente ahora le resultaba aburrido tener como finalidad algo tan efímero.
Cuando escucho el “¡Tú! ¡Nórgedo!” Matthew no se dio vuelta, solo cuando Tauro lo sujeto y lo puso frente al hombre- lagarto se dio cuenta que se referían a él.
-¿Mis amigos? – El humano no estaba seguro de porque Lazid creía que él tenía algo que ver con las tribus de los Nórgedos. Ciertamente les había dado una muy pequeña ayuda hacía unas semanas, pero no por eso eran sus amigos “Tal vez es por mi tono de piel” no lo descartaba, a veces las personas podían ser muy básicas en sus razonamientos – Oh claro, saldré ahora, esquivare al dragón, pasare por el medio de los ejércitos que luchan entre si y me pararé en frente de un montón de guerreros Nórgedos a decirles que se hagan a un lado ¡Eso seguramente funcionara! – Tauro apretó el agarre para callarlo, pero Matt se seguía riendo “Tú vas a hacerme Virrey el día en el que te transformes en un dragón, jajaja”
-No me importa como lo hagas, chistocito. Simplemente consigue que logremos cruzar toda esta mierda de guerra con el botín completo ¿En-ten-di-do? – Acompaño la pregunta con golpecitos con la daga en la mejilla de Matt.
-Enterado- Fue lo único que el estafador agregó.
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Empujaban los carros por las calles de Lunargenta, considerando que estaban en medio de una guerra los alrededores estaban bastante tranquilos, probablemente era porque el asedio de la ciudad recién comenzaba por lo que los conflictos estaban aún a muchas cuadras de distancia. Era muy difícil encontrar animales de carga que no se hubiesen llevado los ejércitos o que no hubiesen sido comidos, por lo que la mercancía era llevada por unos caballos flacos ayudados por algunos ladrones disfrazados de esclavos. Matthew había logrado convencer a Lazid que ir con un grupo grande de ladrones no era una buena manera de evitar llamar la atención, por lo que el grupo más numeroso iba por debajo de la tierra, mientras que junto a la carga estaban Owens, el Hombre- lagarto, Tauro y unos diez ladrones más que se tomaban turnos para empujar el dinero.
-“Si el plan es salir con todo esto sin que nadie nos detenga, será mejor que lo volvamos algo que nadie quisiera tener” –Había dicho Matthew, por lo que había decidido que sobre la carga pondrían cadáveres humanos, algunos producto de la guerra, otros de la peste, y también algunos hombres vivos por si necesitaban tender una emboscada. “Nadie se va a sentir muy atraído ante la idea de llevarse una montaña de cuerpos medio podridos”
Durante las primeras cuadras todo había ido bien, entre el aspecto andrajoso que presentaban los bandidos, y las partes de cuerpos que asomaban bajo las mantas nadie se les acercaba. Los ciudadanos, quienes habían vivido la pandemia, corrían a esconderse en sus casas, mientras que los pocos soldados que se cruzaban se tapaban la nariz y les hacían gestos de que continuaran caminando.
-Parece que el Nórgedo tenía razón –
-Matthew Owens, si es tan amable – Llevaban caminando juntos durante un kilómetro y aun así Lazid se negaba a darle un nombre apropiado al estafador.
-No cantemos victoria hasta que no hayamos llegado a la zona de batalla – Dijo serio Tauro.
Los gritos a la distancia alertaron a toda la caravana, se detuvieron de inmediato, pero aun así pudieron ver con claridad cuando un grupo muy numeroso de soldados rompían las puertas de una vivienda y arrojaban a un grupo de vampiros a la calle. Los seres se retorcieron en el piso, el sol los estaba matando y la guardia no haría nada para acortar su sufrimiento.
Escupieron sobre sus cadáveres y luego posaron su mirada en el andrajoso grupo que se movía por la calle.
-¿Qué llevan ahí?-
El plan acababa de complicarse.
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-Elijo como primera complicación el conflicto vampiros-humanos
Matthew Owens
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] La odisea del lagarto
El miembro 'Matthew Owens' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] La odisea del lagarto
-¡Padre! ¿Por qué tengo que llevar está capucha? ¿A dónde vamos?- Niel no había parado de replicar desde que habíamos salido del orfanato.
Aunque era de día el ambiente se ve oscuro, todo presagia el derramamiento de sangre que se producirá pronto, no puedo dejar que Niel viva eso, podría perder su luz.
-Estamos jugando a un juego hijo... Ahora somos... espías... ¡Si eso! Tu padre ha obtenido una formación que entregar al ejercito de los buenos, por eso debemos de marcharnos. - le rasco la cabeza por encima de la capucha. -Tomatelo como una excursión.
-¡Ohhh! ¡Padre eres genial!
-No grites hijo, recuerda que los espías son silenciosos.
-Si, es verdad... ¡shhh!
Tomo todas las precauciones posibles a la hora de tomar los caminos, los tumultos en la ciudad han comenzado está mañana. Las ultimas esperanzas de los ciudadanos han comenzado a emerger como topos; buscan desesperados vengarse de sus opresores o de ponérselo más fácil al ejercito invasor, como si eso fuera a evitar el saqueo que las tropas iban a realizar en un noventa y nueve por ciento de posibilidades...
El sonido de nuestros pasos y de mi bastón me molestan, son los posibles delatores que pueden acabar con nuestras vidas pero es imposible silenciarlos. Es verdad eso que dicen, en los momentos de tensión hasta rascarse produce un sonido estridentemente molesto.
Nuestro camino nos lleva a cruzarnos con una agradable escena para mi, pero desagradable para mi hijo. Un grupo de hombres armados sacan arrastras a otras personas y las dejan tostarse al sol. Es la primera vez que veo esa forma de quemarse, es tan... exótica... que me deja hipnotizado durante unos segundos.
-¡Padre! ¿Qué les pasa? ¿Qué les hacen? - Niel señala horrorizado la escena.
-No pasa nada Niel. - le tapo los ojos, él no tiene que ver eso. -Recuerda que los vampiros se queman con la luz solar, así que son los malos.
-Pe-pe-pero... esos...
-Tranquilo, ellos tampoco son buenos. Debes hacer lo que te diga. - intento tranquilizar a mi hijo, la cosa pintaba bastante mal.
Pero no están solos, a su lado hay una comitiva considerable que portan carros repletos de cadáveres; aunque algunos se mueven... Entre ellos un lagarto y un mastodonte bastante peculiares... y que no pasarían desapercibidos para alguien al día en los bajos fondos como yo. Sin duda me había encontrado con algo interesante; mi instinto me decía que en esos carros no había sólo cadáveres.
-Sígueme el juego hijo... - le susurro. -Ahora debemos de actuar como los mejores actores de Aerandir...
Me acerco a grandes pasos, como todo un buen señor.
-¡Pero que hacéis ahí parados! - agito el bastón de forma amenazante hacía el hombre que encabeza la comitiva. -¡No os pago para hablar cabezas huecas! ¡Venga! ¡Rápido! ¡Eh tú, el tostado! ¡Acaso el sol también te tostó el cerebro! ¡Comienza a cargar esos cadáveres maldito gusano! ¡Aún nos queda medía ciudad! - me giro a Niel. - ¡Tu también sabandija! ¡Ves a ayudarles!
-¿¡Pero que significa esto!?- reacciona confuso el que parece el cabecilla; ¿sería acaso un buen soldado?
-Pues recogemos los cadáveres, ¡Es algo obvio! ¿O acaso a ti también te ha dado mucho el sol en la cabeza, soldado? - le miro desafiante, debe de saber quien manda.
-¿¡Pero quien te has..!?
-¡NO TENGO TIEMPO PARA PERDERLO CONTIGO ESTÚPIDO PLEBEYO! - le corto ayudándome del bastón para darle enfasis al asunto. -¡Estamos en guerra soldado! ¿¡O acaso no se ha dado cuenta!? Las tropas de su majestad están apunto de desembarcar y los planes se están moviendo con una precisión milimétrica. ¿Acaso vais a ser vos quien se interponga en los planes de su majestad? ¡Se lo haré saber! ¡Al igual que también se lo haré saber a mi familia! Mi hermano, el duque de Balsoldia estará encantado! - lo miro desafiante, como si quisiera que pusiera aprueba mi palabra. - ¡Nombre y identificación! ¡In so facto! - mi rostro estaba rojo de ira a escasos centímetros del del soldado.
-Eh... no.. nosotros...
-¡Basta de balbuceos! ¡En primer lugar no se que hacen aquí aún y no han movido vuestro gordo culo hasta el puerto! ¿Acaso quieren un consejo de guerra?
-No, no por los dioses.
-¡Pues andando! ¡Vamos! ¡Un, dos! ¡Un, dos!
Los soldados al final obedecen, lo que me hace soltar todo el aire contenido en mis pulmones; habíamos estado apunto. Me giro a la comitiva.
-Nos os aconsejaría ir por el barrio de los negocios, algunos... actos recientes los han dejado bastante... tranquilos. -esbozo una amplia sonrisa mirando a los ojos al cabecilla. -Y mis disculpas por el apelativo, supongo que comprenderás que era necesario... - busco a mi hijo con la mirada. -Chico, cúbrete entre las carretas. Pero ni se te ocurra subirte a una. ¿Entendido?
-¡Si señor! - Niel tenía un verdadero talento para actuar.
-Bien. - me relajo apoyándome en el bastón e inflo los pulmones. -¿Proseguimos?
Aunque era de día el ambiente se ve oscuro, todo presagia el derramamiento de sangre que se producirá pronto, no puedo dejar que Niel viva eso, podría perder su luz.
-Estamos jugando a un juego hijo... Ahora somos... espías... ¡Si eso! Tu padre ha obtenido una formación que entregar al ejercito de los buenos, por eso debemos de marcharnos. - le rasco la cabeza por encima de la capucha. -Tomatelo como una excursión.
-¡Ohhh! ¡Padre eres genial!
-No grites hijo, recuerda que los espías son silenciosos.
-Si, es verdad... ¡shhh!
Tomo todas las precauciones posibles a la hora de tomar los caminos, los tumultos en la ciudad han comenzado está mañana. Las ultimas esperanzas de los ciudadanos han comenzado a emerger como topos; buscan desesperados vengarse de sus opresores o de ponérselo más fácil al ejercito invasor, como si eso fuera a evitar el saqueo que las tropas iban a realizar en un noventa y nueve por ciento de posibilidades...
El sonido de nuestros pasos y de mi bastón me molestan, son los posibles delatores que pueden acabar con nuestras vidas pero es imposible silenciarlos. Es verdad eso que dicen, en los momentos de tensión hasta rascarse produce un sonido estridentemente molesto.
Nuestro camino nos lleva a cruzarnos con una agradable escena para mi, pero desagradable para mi hijo. Un grupo de hombres armados sacan arrastras a otras personas y las dejan tostarse al sol. Es la primera vez que veo esa forma de quemarse, es tan... exótica... que me deja hipnotizado durante unos segundos.
-¡Padre! ¿Qué les pasa? ¿Qué les hacen? - Niel señala horrorizado la escena.
-No pasa nada Niel. - le tapo los ojos, él no tiene que ver eso. -Recuerda que los vampiros se queman con la luz solar, así que son los malos.
-Pe-pe-pero... esos...
-Tranquilo, ellos tampoco son buenos. Debes hacer lo que te diga. - intento tranquilizar a mi hijo, la cosa pintaba bastante mal.
Pero no están solos, a su lado hay una comitiva considerable que portan carros repletos de cadáveres; aunque algunos se mueven... Entre ellos un lagarto y un mastodonte bastante peculiares... y que no pasarían desapercibidos para alguien al día en los bajos fondos como yo. Sin duda me había encontrado con algo interesante; mi instinto me decía que en esos carros no había sólo cadáveres.
-Sígueme el juego hijo... - le susurro. -Ahora debemos de actuar como los mejores actores de Aerandir...
Me acerco a grandes pasos, como todo un buen señor.
-¡Pero que hacéis ahí parados! - agito el bastón de forma amenazante hacía el hombre que encabeza la comitiva. -¡No os pago para hablar cabezas huecas! ¡Venga! ¡Rápido! ¡Eh tú, el tostado! ¡Acaso el sol también te tostó el cerebro! ¡Comienza a cargar esos cadáveres maldito gusano! ¡Aún nos queda medía ciudad! - me giro a Niel. - ¡Tu también sabandija! ¡Ves a ayudarles!
-¿¡Pero que significa esto!?- reacciona confuso el que parece el cabecilla; ¿sería acaso un buen soldado?
-Pues recogemos los cadáveres, ¡Es algo obvio! ¿O acaso a ti también te ha dado mucho el sol en la cabeza, soldado? - le miro desafiante, debe de saber quien manda.
-¿¡Pero quien te has..!?
-¡NO TENGO TIEMPO PARA PERDERLO CONTIGO ESTÚPIDO PLEBEYO! - le corto ayudándome del bastón para darle enfasis al asunto. -¡Estamos en guerra soldado! ¿¡O acaso no se ha dado cuenta!? Las tropas de su majestad están apunto de desembarcar y los planes se están moviendo con una precisión milimétrica. ¿Acaso vais a ser vos quien se interponga en los planes de su majestad? ¡Se lo haré saber! ¡Al igual que también se lo haré saber a mi familia! Mi hermano, el duque de Balsoldia estará encantado! - lo miro desafiante, como si quisiera que pusiera aprueba mi palabra. - ¡Nombre y identificación! ¡In so facto! - mi rostro estaba rojo de ira a escasos centímetros del del soldado.
-Eh... no.. nosotros...
-¡Basta de balbuceos! ¡En primer lugar no se que hacen aquí aún y no han movido vuestro gordo culo hasta el puerto! ¿Acaso quieren un consejo de guerra?
-No, no por los dioses.
-¡Pues andando! ¡Vamos! ¡Un, dos! ¡Un, dos!
Los soldados al final obedecen, lo que me hace soltar todo el aire contenido en mis pulmones; habíamos estado apunto. Me giro a la comitiva.
-Nos os aconsejaría ir por el barrio de los negocios, algunos... actos recientes los han dejado bastante... tranquilos. -esbozo una amplia sonrisa mirando a los ojos al cabecilla. -Y mis disculpas por el apelativo, supongo que comprenderás que era necesario... - busco a mi hijo con la mirada. -Chico, cúbrete entre las carretas. Pero ni se te ocurra subirte a una. ¿Entendido?
-¡Si señor! - Niel tenía un verdadero talento para actuar.
-Bien. - me relajo apoyándome en el bastón e inflo los pulmones. -¿Proseguimos?
Rumpel
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] La odisea del lagarto
¿Quien me mandaba a mi a meterme en estas cosas? Yo, que no formaba parte del gremio y hacia las cosas por mi cuenta. Esto me pasaba por ser tan codiciosa, por pensar que lo que ofrecían a cambio de "un poco de ayuda" valía la pena. No, no y definitivamente no. Mientras arrastraba las bolsas con oro, me surgían ideas de como asesinar a alguien, cada vez una más original que la anterior. Iba por la bolsa numero trece y no dejaba de imaginarme un bonito par de guantes de lagartija y como lo despellejaría con mis propias manos... En Dundarak estarían más que agradecidos si les regalaba las sobras.
Por lo menos eramos bastantes pero esto no parecía acabar más, mi piel estaba toda pegajosa de sudor y mi cabello había pasado de ser un blanco pulido a un gris ceniza por culpa de la mugre.
Se supone que tendría que haber sido fácil, un simple y estúpido trabajo de no ser porque a todo el mundo se le había ocurrido que hoy era un bonito día para la guerra. No me haría problemas, o lo intentaría si podía olvidar el hecho de que no hacía mucho, una de mis hermanas mas jóvenes me había enviado una carta diciéndome que Faline y Fallon eran ahora parte del ejercito del norte... Ese ejercito al cual yo no pude entrar por mi volátil forma de ser y que era incapaz de aceptar ordenes... No las odiaba, por supuesto, eran mis hermanas y las adoraba tanto como ellas a mi pero no sería nada bonito cruzarnos en medio del campo, eso solo dificultaría las cosas y no pensaba dejar que un lagarto del tamaño de mi pie arruinara mi relación con ellas, ni siquiera por todo el dinero del mundo. Ellas eran un limite que no pensaba cruzar y si estaban con mi pueblo, no había forma que yo actuara en contra de ello.
Resumiendo, cuando se eligió como se llevarían los carros a las salidas de la ciudad, me había tocado ir bajo tierra pero quería ver por mis propios ojos lo que sucedía, nada más ni nada menos que mi curiosidad hacia acto de presencia. Mi constante necesidad por estar en medio de los problemas habían ocasionado que a la primera oportunidad que tuve, amenazara a uno de los ladrones que se encargaría de vigilar los carros al final de la fila a que sería mejor que fuera con el grupo más grande o perdería su oportunidad de morir arriba pues lo dejaría desangrándose aquí mismo en la oscuridad. No había forma bonita de pedirlo, yo no pertenecía al gremio, era del grupo que sobra y del cual se puede disponer fácilmente.
Y henos aquí ahora, escondida en el fondo de la caravana, una capa raída cubría mis facciones mientras caminaba a una distancia medianamente considerable de ellos, un buen lugar para interceptar lo que fuera que se acercara sin parecer que venía con ellos... Porque ellos ni siquiera sabían que yo lo estaba. Oh bueno... ya enfrentaría ese pequeño detalle luego. Lazid era la menor de mis preocupaciones, y Tauro bien podría cortarse un cuerno y ponérselo donde no le da la luz. Alrededor nuestro estaba el verdadero problema: toda cara que veía mostraba un rostro agitado en temor que aumentaban al ver pasar los carros con cadáveres. La idea era buena, pero ¿cuanto duraría antes de que algo nos cayera encima? y para colmo no quería pensar sobre la dragona que supuestamente estaba sobrevolando la ciudad... No quería mirar al cielo.
La caravana se detuvo y yo me concentré en lo que tenía delante, mis pupilas eran rendijas afiladas, la precisión de la vista de dragón me dejaba ver un poco más allá de lo que normalmente haría. Todo el mundo parecía haberse congelado en su lugar, alguno de los hombres ocultos dentro de los carros abrían los ojos y hacían leves movimientos, preparándose para saltar, mas no fue necesario luego del pequeño acto de un tercero que no venía en el grupo.
Podría preocuparme, y tal vez lo hice un poco cuando comencé a acercarme lentamente al grupo principal y me desviaba donde los soldados y los cadáveres humeantes de los vampiros. No dije nada ni miré a nadie mientras estiraba mis manos y tomaba el cuerpo de uno de ellos para arrojarlo a una de las carretas, otro par de "esclavos" se acercaron a ayudar con el segundo y una vez que nuestro pequeño problema se había resuelto todos comenzaron a respirar un poco más tranquilos. Me mantuve igual de taciturna, representando lo mejor que podía mi papel -tal vez no lo suficientemente bien ya que ahora estaba demasiado cerca de Lazid y Tauro cuando se suponía que me quedaría detrás... ugh-, un pequeño niño pasó por delante mio y se posicionó cerca de los carros, ni una sola mueca de disconformidad a pesar de estar tan cerca de cadáveres en descomposición. Me dirigí a quien supuse era su padre en el tono más bajo que pude. -Tu niño estaría más seguro lejos de las carretas... Nuestro camino de salida no será sencillo y ninguno de ellos se preocupara por protegerte a ti o a tu pequeño si las cosas se ponen difíciles- Aquí todos se preocupaban por si mismos y esas carretas; no podría decir cual de las dos era prioridad pues tampoco sabía que tan leales eran los del gremio si es que acaso conocían aquella palabra.
Por lo menos eramos bastantes pero esto no parecía acabar más, mi piel estaba toda pegajosa de sudor y mi cabello había pasado de ser un blanco pulido a un gris ceniza por culpa de la mugre.
Se supone que tendría que haber sido fácil, un simple y estúpido trabajo de no ser porque a todo el mundo se le había ocurrido que hoy era un bonito día para la guerra. No me haría problemas, o lo intentaría si podía olvidar el hecho de que no hacía mucho, una de mis hermanas mas jóvenes me había enviado una carta diciéndome que Faline y Fallon eran ahora parte del ejercito del norte... Ese ejercito al cual yo no pude entrar por mi volátil forma de ser y que era incapaz de aceptar ordenes... No las odiaba, por supuesto, eran mis hermanas y las adoraba tanto como ellas a mi pero no sería nada bonito cruzarnos en medio del campo, eso solo dificultaría las cosas y no pensaba dejar que un lagarto del tamaño de mi pie arruinara mi relación con ellas, ni siquiera por todo el dinero del mundo. Ellas eran un limite que no pensaba cruzar y si estaban con mi pueblo, no había forma que yo actuara en contra de ello.
Resumiendo, cuando se eligió como se llevarían los carros a las salidas de la ciudad, me había tocado ir bajo tierra pero quería ver por mis propios ojos lo que sucedía, nada más ni nada menos que mi curiosidad hacia acto de presencia. Mi constante necesidad por estar en medio de los problemas habían ocasionado que a la primera oportunidad que tuve, amenazara a uno de los ladrones que se encargaría de vigilar los carros al final de la fila a que sería mejor que fuera con el grupo más grande o perdería su oportunidad de morir arriba pues lo dejaría desangrándose aquí mismo en la oscuridad. No había forma bonita de pedirlo, yo no pertenecía al gremio, era del grupo que sobra y del cual se puede disponer fácilmente.
Y henos aquí ahora, escondida en el fondo de la caravana, una capa raída cubría mis facciones mientras caminaba a una distancia medianamente considerable de ellos, un buen lugar para interceptar lo que fuera que se acercara sin parecer que venía con ellos... Porque ellos ni siquiera sabían que yo lo estaba. Oh bueno... ya enfrentaría ese pequeño detalle luego. Lazid era la menor de mis preocupaciones, y Tauro bien podría cortarse un cuerno y ponérselo donde no le da la luz. Alrededor nuestro estaba el verdadero problema: toda cara que veía mostraba un rostro agitado en temor que aumentaban al ver pasar los carros con cadáveres. La idea era buena, pero ¿cuanto duraría antes de que algo nos cayera encima? y para colmo no quería pensar sobre la dragona que supuestamente estaba sobrevolando la ciudad... No quería mirar al cielo.
La caravana se detuvo y yo me concentré en lo que tenía delante, mis pupilas eran rendijas afiladas, la precisión de la vista de dragón me dejaba ver un poco más allá de lo que normalmente haría. Todo el mundo parecía haberse congelado en su lugar, alguno de los hombres ocultos dentro de los carros abrían los ojos y hacían leves movimientos, preparándose para saltar, mas no fue necesario luego del pequeño acto de un tercero que no venía en el grupo.
Podría preocuparme, y tal vez lo hice un poco cuando comencé a acercarme lentamente al grupo principal y me desviaba donde los soldados y los cadáveres humeantes de los vampiros. No dije nada ni miré a nadie mientras estiraba mis manos y tomaba el cuerpo de uno de ellos para arrojarlo a una de las carretas, otro par de "esclavos" se acercaron a ayudar con el segundo y una vez que nuestro pequeño problema se había resuelto todos comenzaron a respirar un poco más tranquilos. Me mantuve igual de taciturna, representando lo mejor que podía mi papel -tal vez no lo suficientemente bien ya que ahora estaba demasiado cerca de Lazid y Tauro cuando se suponía que me quedaría detrás... ugh-, un pequeño niño pasó por delante mio y se posicionó cerca de los carros, ni una sola mueca de disconformidad a pesar de estar tan cerca de cadáveres en descomposición. Me dirigí a quien supuse era su padre en el tono más bajo que pude. -Tu niño estaría más seguro lejos de las carretas... Nuestro camino de salida no será sencillo y ninguno de ellos se preocupara por protegerte a ti o a tu pequeño si las cosas se ponen difíciles- Aquí todos se preocupaban por si mismos y esas carretas; no podría decir cual de las dos era prioridad pues tampoco sabía que tan leales eran los del gremio si es que acaso conocían aquella palabra.
Oromë Vánadóttir
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] La odisea del lagarto
Como si el cielo quisiera presagiar el cambio en los acontecimientos, lo que hasta el momento era un simple día gris, se volvió de la nada una noche casi total, algunos de los presentes lo notaron, pero Matthew estaba tan concentrado intentando pensar alguna excusa que siquiera se fijo. El humano pudo escuchar el inconfundible sonido que hacían las espadas y las dagas al salir de sus vainas, los ladrones que estaban fingiendo ser cadáveres se estaban preparando para saltar al ataque.
¿Podrían derrotarlos? Probablemente si, pero no sin sufrir bajas, y dejarían al descubierto su disfraz “¡Es demasiado pronto!”pensó con alarma el estafador, aún tenían demasiado trecho por delante. Fue entonces cuando lo escuchó:
“¡Pero que hacéis ahí parados!” durante menos de un segundo Matthew pensó que Lazid había recuperado el habla y había decidido mandarlos al ataque. Pero no se trataba de él, sino de otro desconocido hombre que agitaba un bastón mientras gritaba montones de ordenes como si fuera quien mandaba “¡Eh tú, el tostado!”Al parecer era el día de mencionar la piel morena de Owens tantas veces como fuera posible.
Matt vio que los que guardias se quedaban quietos, algo confundidos, la estrategia del estafador anónimo había funcionado. Matthew capto rápidamente cual era su papel, agacho la cabeza como si temiera una posible represaría y comenzó a acomodar a los muertos, y a los no tan muertos, en el carro, para luego pasar a empujar calle arriba.
-¿Qué carajos se supone que ha sido todo eso? – Pregunto Lazid cuando los soldados estaban ya lo bastante lejos - ¿Quién demonios eres tu? ¿De que alcantarilla saliste, Pequeña mierdecilla? –
-En la situación en la que estamos creo que es poco relevante saber de donde salió, lo que importa es que parece tener tantas ganas de escapar como nosotros ¿Eh? – Dijo Matthew y dirigió una significativa mirada al niño que se había escondido entre las carretas.
-¡Ja! Claro, el nórgedo está muy tranquilo porque no son sus monedas las que están en juego- El hombre-lagarto les repartió una mirada de desconfianza –Pero tienes razón, ahora lo que más importa es salir de aquí – Observo al recién llegado de arriba abajo y agregó – Aprenderás que soy una persona generosa, si salimos vivos de la ciudad y con todos los carros, puedo asegurarte que el dinero no volverá a ser un problema para ti.
“Oh, allí vamos de nuevo. Más promesas” pensó Matthew mientras comenzaban a avanzar de nuevo. Aún sin ningún tipo de contratiempo el progreso de la caravana era lento y trabajoso, el olor a podredumbre no ayudaba en lo más mínimo, y el calor del verano se hacía sentir sobre la espalda de los ladrones.
Todos transpiraban copiosamente mientras empujaban los carros, llegado un momento era evidente para todos que el calor estaba siendo exageradamente alto. Mas adelante los esperaba la mismísima representación del infierno, los edificios de Lunargenta no solo estaban en llamas, sino que literalmente muchos de ellos se habían derretido, producto del inmenso calor que escapaba de las fauces de la dragona Querostraza. “¡Esto de demasiado!” se dijo a si mismo el estafador, había un límite para lo que un bandido común y corriente podía hacer, a esa malvada vestía no le importarían los disfraces ni las palabras bonitas, había que cambiar de estrategia.
-¡Quítense los disfraces! ¡Es hora de correr! – De inmediato todos los que fingían ser cadáveres bajaron de los carros, y junto a los compañeros que habían estado empujando arrojaron a un lado los cuerpos reales lo más rápido posible, alivianando así la carga -¡A correr camaradas! ¡O el viento esparcirá nuestras cenizas!
Ya no era momento de sutilezas ¡Tenían que escapar de la dragona!
-----------------------------------------------------------------------------------------------------
-Segunda complicación: La dragona Querostraza
¿Podrían derrotarlos? Probablemente si, pero no sin sufrir bajas, y dejarían al descubierto su disfraz “¡Es demasiado pronto!”pensó con alarma el estafador, aún tenían demasiado trecho por delante. Fue entonces cuando lo escuchó:
“¡Pero que hacéis ahí parados!” durante menos de un segundo Matthew pensó que Lazid había recuperado el habla y había decidido mandarlos al ataque. Pero no se trataba de él, sino de otro desconocido hombre que agitaba un bastón mientras gritaba montones de ordenes como si fuera quien mandaba “¡Eh tú, el tostado!”Al parecer era el día de mencionar la piel morena de Owens tantas veces como fuera posible.
Matt vio que los que guardias se quedaban quietos, algo confundidos, la estrategia del estafador anónimo había funcionado. Matthew capto rápidamente cual era su papel, agacho la cabeza como si temiera una posible represaría y comenzó a acomodar a los muertos, y a los no tan muertos, en el carro, para luego pasar a empujar calle arriba.
-¿Qué carajos se supone que ha sido todo eso? – Pregunto Lazid cuando los soldados estaban ya lo bastante lejos - ¿Quién demonios eres tu? ¿De que alcantarilla saliste, Pequeña mierdecilla? –
-En la situación en la que estamos creo que es poco relevante saber de donde salió, lo que importa es que parece tener tantas ganas de escapar como nosotros ¿Eh? – Dijo Matthew y dirigió una significativa mirada al niño que se había escondido entre las carretas.
-¡Ja! Claro, el nórgedo está muy tranquilo porque no son sus monedas las que están en juego- El hombre-lagarto les repartió una mirada de desconfianza –Pero tienes razón, ahora lo que más importa es salir de aquí – Observo al recién llegado de arriba abajo y agregó – Aprenderás que soy una persona generosa, si salimos vivos de la ciudad y con todos los carros, puedo asegurarte que el dinero no volverá a ser un problema para ti.
“Oh, allí vamos de nuevo. Más promesas” pensó Matthew mientras comenzaban a avanzar de nuevo. Aún sin ningún tipo de contratiempo el progreso de la caravana era lento y trabajoso, el olor a podredumbre no ayudaba en lo más mínimo, y el calor del verano se hacía sentir sobre la espalda de los ladrones.
Todos transpiraban copiosamente mientras empujaban los carros, llegado un momento era evidente para todos que el calor estaba siendo exageradamente alto. Mas adelante los esperaba la mismísima representación del infierno, los edificios de Lunargenta no solo estaban en llamas, sino que literalmente muchos de ellos se habían derretido, producto del inmenso calor que escapaba de las fauces de la dragona Querostraza. “¡Esto de demasiado!” se dijo a si mismo el estafador, había un límite para lo que un bandido común y corriente podía hacer, a esa malvada vestía no le importarían los disfraces ni las palabras bonitas, había que cambiar de estrategia.
-¡Quítense los disfraces! ¡Es hora de correr! – De inmediato todos los que fingían ser cadáveres bajaron de los carros, y junto a los compañeros que habían estado empujando arrojaron a un lado los cuerpos reales lo más rápido posible, alivianando así la carga -¡A correr camaradas! ¡O el viento esparcirá nuestras cenizas!
Ya no era momento de sutilezas ¡Tenían que escapar de la dragona!
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-Segunda complicación: La dragona Querostraza
Matthew Owens
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] La odisea del lagarto
El miembro 'Matthew Owens' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] La odisea del lagarto
-Ser Gregor para servirle señor. - hago una pequeña reverencia, los modales ante todo. -Y no, nos no suele frecuentar las alcantarillas me temo. - me encojo de hombros. - Más bien nos suele frecuentar esos bares de buena vida y alegres vistas que seguro que conocéis tan bien como nos. -arqueo una ceja ante la oferta y miro a las carretas. Así que eso es lo que llevan... sonrío. - No se preocupe, nos protegerá esos carros con su vida de ser necesario y acepta vuestro contrato. me giro al guía evitando mirar al supuesto jefe en la sombra. De alguna forma u otra te haré pagar el coste lagartija...
Caminamos, pero me asalta una joven de hermosas facciones y enigmáticos ojos ambarinos.
-Nos no sabe que hijos le achacáis. - le dedico una amplia sonrisa ocultada por la máscara, se que es inutil sonreír con una máscara pero no lo puedo evitar. - Ahora bien, si buscáis que os haga uno será un verdadero placer. - la tomo por la cintura y la acerco a mi. -Nos aprecia mucho su mercancía, mucho más que a las personas ocupaos de mantener a salvo a mi esclavo y seréis gratamente recompensada. - la miro a los ojos. - Nos cumple siempre su palabra, al contrario que vuestro jefe verde. - me separo de ella con soberbia. - Si os gusta la oferta, ya sabéis donde encontrarme.
Me giro y sigo a la comitiva colocándome a la cabeza junto al moreno, no es por su compañía, sino porque creo que es la mejor posición desde la cual ver venir el peligro inminente que proporciona una ciudad sitiada.
Al poco tiempo noto un agradable calorcito que cada vez se hace tan intenso que me hace entrar en una especie de sueño en el cual todo está en llamas. Y en efecto, el sueño se hace realidad, todo está en llamas.
¿Cuando a sucedido está maravilla? Mis ojos miran asombrados cada centímetro de fuego mientras mis fosas nasales se deleitan con el olor a quemado.
El moreno de la voz de alarma y todo el mundo entra en estado de alerta tirando los cadáveres de los carros mostrando la inmensidad de sacos que emiten unos dulces sonidos metálicos. Todos comienzan a tirar de los carros y una enorme sombra sobrevuela nuestras cabezas; un enorme dragón gobierna el cielo. Por el rabillo del ojo veo como Niel se mete en un carro, no se si con la ayuda de mi inesperada y posible empleada, pero una vez asegurado comienzo a correr junto al resto.
El dragón por suerte no nos ve, pero en su afán de destrucción nos acaba complicando de igual forma el camino, por lo que comienzo a abrirnos paso por las llamas abriéndolas con mis manos mediante mi habilidad como tensai1. Es una verdadera suerte que no se haya percatado de nuestra presencia, pero aún así no puedo permitir que las llamas devoren la madera de estos valiosos carros.
-¡Esto es maravilloso! ¡Fuego! ¡Fuego por todas partes! - no puedo evitar esconder mi entusiasmo. - ¿Que clase de idiota se metería en este paraíso? ¡Vamos muchachos! ¡Nos os abrirá el camino!
Caminamos, pero me asalta una joven de hermosas facciones y enigmáticos ojos ambarinos.
-Nos no sabe que hijos le achacáis. - le dedico una amplia sonrisa ocultada por la máscara, se que es inutil sonreír con una máscara pero no lo puedo evitar. - Ahora bien, si buscáis que os haga uno será un verdadero placer. - la tomo por la cintura y la acerco a mi. -Nos aprecia mucho su mercancía, mucho más que a las personas ocupaos de mantener a salvo a mi esclavo y seréis gratamente recompensada. - la miro a los ojos. - Nos cumple siempre su palabra, al contrario que vuestro jefe verde. - me separo de ella con soberbia. - Si os gusta la oferta, ya sabéis donde encontrarme.
Me giro y sigo a la comitiva colocándome a la cabeza junto al moreno, no es por su compañía, sino porque creo que es la mejor posición desde la cual ver venir el peligro inminente que proporciona una ciudad sitiada.
Al poco tiempo noto un agradable calorcito que cada vez se hace tan intenso que me hace entrar en una especie de sueño en el cual todo está en llamas. Y en efecto, el sueño se hace realidad, todo está en llamas.
¿Cuando a sucedido está maravilla? Mis ojos miran asombrados cada centímetro de fuego mientras mis fosas nasales se deleitan con el olor a quemado.
El moreno de la voz de alarma y todo el mundo entra en estado de alerta tirando los cadáveres de los carros mostrando la inmensidad de sacos que emiten unos dulces sonidos metálicos. Todos comienzan a tirar de los carros y una enorme sombra sobrevuela nuestras cabezas; un enorme dragón gobierna el cielo. Por el rabillo del ojo veo como Niel se mete en un carro, no se si con la ayuda de mi inesperada y posible empleada, pero una vez asegurado comienzo a correr junto al resto.
El dragón por suerte no nos ve, pero en su afán de destrucción nos acaba complicando de igual forma el camino, por lo que comienzo a abrirnos paso por las llamas abriéndolas con mis manos mediante mi habilidad como tensai1. Es una verdadera suerte que no se haya percatado de nuestra presencia, pero aún así no puedo permitir que las llamas devoren la madera de estos valiosos carros.
-¡Esto es maravilloso! ¡Fuego! ¡Fuego por todas partes! - no puedo evitar esconder mi entusiasmo. - ¿Que clase de idiota se metería en este paraíso? ¡Vamos muchachos! ¡Nos os abrirá el camino!
- Off:
- 1: Uso mis habilidades innatas de tensai.
Rumpel
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] La odisea del lagarto
Casi que podía notar la nueva tensión naciendo en el grupo. Los demás ladrones a mi alrededor empezaban a adquirir una postura menos desgarbada y más defensiva, sus brazos abriéndose ligeramente como si estuvieran listos para salir volando como un ave rapaz y caer con sus garras afiladas directo en los ojos de nuestro nuevo acompañante... Incluso aunque nos salvara de armar problemas apenas salimos de nuestro agujero oscuro, admitiré que también tenía el deseo de arrancarle la cara aunque esto dependería demasiado si es que él jugaba según las reglas no explicitas. ¡Oh¡, ¿a quien engaño?, lo haría si estaba demasiado tentada a hacerlo, no necesitaba una razón para ello.
Tal vez yo pensaba demasiado pronto, tal vez tenía un imán para atraer a esta clase de gente y tal vez si estuviera en mis pieles de dragón el pensaría dos veces sus acciones. Aún así mi rostro no cambió de semblante en ningún momento, salvo por una pequeña arruga haciéndose cada vez más notoria en mi entrecejo debido a tal proximidad la cual no deseaba. -Tales palabras no son más que un pozo seco para mi y más aun cuando podríamos terminar todos muertos en cuestión de minutos por esa pulga escamosa.- De mi garganta salió un ligero retumbar, un gruñido anormal para mi apariencia femenina. -De todos modos, él hará que esta noche valga la pena, incluso si lo sabe o no- Sonreí con sorna pues yo no saldría con los bolsillos vacíos de aquí, eso era algo definitivo.
Apenas me soltó me di media vuelta acercándome al frente de la carreta del medio no sin antes enarcar una ceja en dirección a Ser Gregor. -No haga tratos con el demonio Ser Gregor, podría perder más de lo que ganaría-
Si el calor abrumador no indicaba de su presencia entonces las llamas y su rugido estruendoso lo harían. Si no me encontrara en medio, tranquilamente me sentaría a admirar tal cosa y es que ella era gigante, especial y bellamente peligrosa pero ahora mismo tenía tantas ganas de gritarle un sin fin de improperios a la muy maldita.
Siguiendo las ordenes de Owens, arranqué rápidamente mi vieja capa y comenzamos a correr mientras otros tiraban de la carreta, el traqueteo de la madera sobre la piedra parecía copiar el tambor que ahora era mi corazón, salvaje y horriblemente molesto. Temí que del simple calor estas comenzaran a soltar chispas y a convertirse en antorchas. -¡Owens! ¿Como demonios cruzaremos? Nos encerrara entre las llamas!- Grité a todo pulmón mientras correteaba como una lunática, mis ojos no dejaban de mirar el cielo el cual juré no vislumbrar y la figura de Querostraza revoloteando sobre la ciudad era por lejos aterradora. Nunca había tenido tanto miedo de alguien de mi pueblo. -¡Mueve tu maldito trasero y protege mi dinero!- La voz de la lagartija de bolsillo me hizo volver por un segundo a la realidad y olvidarme de Queros y se lo hubiera agradecido de no ser por la mirada que él y Tauro estaban dándome, y es que sin darme cuenta me dejé llevar por mis miedos y mi cuerpo temblaba por la adrenalina corriendo en mis venas. Ya no era tan humana en apariencia sino más animal, dientes afilados, garras, y toda la parafernalia... -¿Por qué no lo haces tu?, transformate y entretén a la maldita para que podamos salir antes de que nos rosticemos!- Gruñí en su dirección pero no me paré a ver si decía algo más o si decidía dejar que Tauro me cargara y me arrojara a la piscina de lava más cercana, seguí corriendo como si fuera lo único que supiera hacer y la verdad es que era muy buena.
Algunos en el grupo comenzaban a mostrar una clara reacción de pánico, y no los culpaba en absoluto porque por mucho que corriéramos, el suelo parecía fundir nuestro calzado del calor y a nuestro alrededor no había más que nubes negras y llamas, difícil de distinguir una salida de una jaula ardiente. Le propiné a un ladrón un puñetazo del cual no se olvidaría nunca -¡CORRE MALDITA SEA! ¿Acaso quieres morir así?- Lo sacudí del cuello hasta que sus ojos se enfocaron en mi justo cuando un camino se habría a pocos metros de la primer carreta. -¡Vamos, muévete!- Y así lo hizo junto al resto mientras yo ayudaba a empujar un carro y aullaba de alegría, una risa fuerte y sonora escapándose de mi boca cuando el fuego se abría paso a nuestro alrededor.
Tal vez yo pensaba demasiado pronto, tal vez tenía un imán para atraer a esta clase de gente y tal vez si estuviera en mis pieles de dragón el pensaría dos veces sus acciones. Aún así mi rostro no cambió de semblante en ningún momento, salvo por una pequeña arruga haciéndose cada vez más notoria en mi entrecejo debido a tal proximidad la cual no deseaba. -Tales palabras no son más que un pozo seco para mi y más aun cuando podríamos terminar todos muertos en cuestión de minutos por esa pulga escamosa.- De mi garganta salió un ligero retumbar, un gruñido anormal para mi apariencia femenina. -De todos modos, él hará que esta noche valga la pena, incluso si lo sabe o no- Sonreí con sorna pues yo no saldría con los bolsillos vacíos de aquí, eso era algo definitivo.
Apenas me soltó me di media vuelta acercándome al frente de la carreta del medio no sin antes enarcar una ceja en dirección a Ser Gregor. -No haga tratos con el demonio Ser Gregor, podría perder más de lo que ganaría-
Si el calor abrumador no indicaba de su presencia entonces las llamas y su rugido estruendoso lo harían. Si no me encontrara en medio, tranquilamente me sentaría a admirar tal cosa y es que ella era gigante, especial y bellamente peligrosa pero ahora mismo tenía tantas ganas de gritarle un sin fin de improperios a la muy maldita.
Siguiendo las ordenes de Owens, arranqué rápidamente mi vieja capa y comenzamos a correr mientras otros tiraban de la carreta, el traqueteo de la madera sobre la piedra parecía copiar el tambor que ahora era mi corazón, salvaje y horriblemente molesto. Temí que del simple calor estas comenzaran a soltar chispas y a convertirse en antorchas. -¡Owens! ¿Como demonios cruzaremos? Nos encerrara entre las llamas!- Grité a todo pulmón mientras correteaba como una lunática, mis ojos no dejaban de mirar el cielo el cual juré no vislumbrar y la figura de Querostraza revoloteando sobre la ciudad era por lejos aterradora. Nunca había tenido tanto miedo de alguien de mi pueblo. -¡Mueve tu maldito trasero y protege mi dinero!- La voz de la lagartija de bolsillo me hizo volver por un segundo a la realidad y olvidarme de Queros y se lo hubiera agradecido de no ser por la mirada que él y Tauro estaban dándome, y es que sin darme cuenta me dejé llevar por mis miedos y mi cuerpo temblaba por la adrenalina corriendo en mis venas. Ya no era tan humana en apariencia sino más animal, dientes afilados, garras, y toda la parafernalia... -¿Por qué no lo haces tu?, transformate y entretén a la maldita para que podamos salir antes de que nos rosticemos!- Gruñí en su dirección pero no me paré a ver si decía algo más o si decidía dejar que Tauro me cargara y me arrojara a la piscina de lava más cercana, seguí corriendo como si fuera lo único que supiera hacer y la verdad es que era muy buena.
Algunos en el grupo comenzaban a mostrar una clara reacción de pánico, y no los culpaba en absoluto porque por mucho que corriéramos, el suelo parecía fundir nuestro calzado del calor y a nuestro alrededor no había más que nubes negras y llamas, difícil de distinguir una salida de una jaula ardiente. Le propiné a un ladrón un puñetazo del cual no se olvidaría nunca -¡CORRE MALDITA SEA! ¿Acaso quieres morir así?- Lo sacudí del cuello hasta que sus ojos se enfocaron en mi justo cuando un camino se habría a pocos metros de la primer carreta. -¡Vamos, muévete!- Y así lo hizo junto al resto mientras yo ayudaba a empujar un carro y aullaba de alegría, una risa fuerte y sonora escapándose de mi boca cuando el fuego se abría paso a nuestro alrededor.
Oromë Vánadóttir
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] La odisea del lagarto
Si hubiese un premio al grupo más egoísta del año sin duda el de los ladrones hubiese ganado sin problema alguno, era evidente hasta para el mas obtuso que lo único que mantenía unida a toda esa gente era una serie de promesas que Lazid había encadenado cuidadosamente. Matthew se mantenía al margen, le preocupaba como iba a acabar todo el asunto. En ese mismo momento una dragona volaba por encima de sus cabezas escupiendo fuego, por lo que los ladrones tenían cosas mas importantes en que pensar, pero ¿Qué pasaría cuando se hubiesen logrado salvar del peligro inminente?
Por lo pronto no tenían muchas alternativas, lo mas urgente era lograr escapar de las llamas. Owens corría unos metros más adelante que los carros, intentando anticipar por cuál camino podían pasar y en cuanto encontraba uno hacía señas para guiar a los que empujaban. El único entusiasmado parecía ser Ser Gregor, quien demostró tener un buen manejo del fuego.
-¡Por aquí! – Grito el estafador mientras señalaba uno de los callejones, Matt escuchó que una joven decía su nombre y se detuvo, justo entonces la estructura de un edificio cedió y dejo completamente bloqueado el paso – Maldita sea nuestra suerte – El humano retrocedió, agradeció con un gesto a la muchacha por el oportuno grito y comenzó a encarar en otra dirección.
Mientras corrían Matthew tuvo un fugaz recuerdo, él mismo siendo muy pequeño estaba agachado junto a un gran hormiguero y con un palo se dedicaba a romperlo mientras se reía de las hormigas que corrían para todos lados desesperadas. Si, la situación era bastante similar, quizás con algo más de fuego pero en esencia era lo mismo, la comparación le resulto graciosa y el estafador no pudo evitar sonreír.
-Como las hormigas, muchachos, nos vamos abajo – No era un gran plan, de tener más tiempo y recursos Matt hubiese preferido continuar por las calles, pero había que aceptar la realidad, todos los edificios en muchas cuadras a la redonda estaban en llamas, y en cualquier momento la dragona podía decidir bajar o arrojarles pedazos de muro encima. Lo mejor era salir de allí, aunque el empujar los carros por la lodosa superficie de las alcantarillas no sería nada agradable.
-Será demasiado trabajo el volver a bajar los carros, perderemos mucho tiempo – El hombre- toro dejo de empujar el carro para dar su opinión. Era impresionante lo tranquilo que podía mantenerse ante semejante situación.
-Si, supongo que sería imposible con semejante carga – Mientras barajaban posibilidades con Tauro no dejaban de moverse, tener al hombre-bestia empujando era una verdadera ventaja. Había logrado introducirse en una galería y aunque eso no les aseguraba nada, pues el fuego del dragón era en verdad potente, al menos las frías paredes de mármol eran un alivio para el calor – De todos modos ya no debemos estar lejos de la puerta Oeste – Matthew miro a los que por azar del destino habían llegado a ser sus compañeros – Intentaremos cruzar por donde están los Nórgedos.
-Me parece más probable que sean ellos quienes nos dejen pasar… Tal vez – El estafador no agrego los “por que”, ni los “como”, prefería reservarse esa información para más adelante.
El pequeño respiro que se habían tomado les venía bien a todos, aún podían escuchar a la dragona a lo lejos, y la ciudad seguía en llamas, pero no había forma de seguir empujando los carros a esa velocidad durante tanto tiempo, los ladrones estaban agotados.
Estaban intentando ponerse de acuerdo cuando el sonido de una uñas chocando contras los pisos de piedra los hizo callar. Una manada de seres horribles comenzaban a salir desde uno de los callejones que desembocaba en la galería. El grupo de ladrones se quedo mudo, algunos habían visto a un kag antes, pero los que habían crecido en la ciudad no tenían idea de qué clase de ser infernal se trataba.
El que iba liderando la manada se detuvo al sentir el olor de humanos, giro la cabeza y luego de dar la señal al resto de su grupo comenzó a correr en dirección a los ladrones, saltando sobre el que tenía mas cerca y arrancándole el cuello de un solo mordisco. Los kags estaban fuera de control ¡Y hambrientos!
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
-Tercera complicación: "Kags hambrientos de los nórgedos"
Por lo pronto no tenían muchas alternativas, lo mas urgente era lograr escapar de las llamas. Owens corría unos metros más adelante que los carros, intentando anticipar por cuál camino podían pasar y en cuanto encontraba uno hacía señas para guiar a los que empujaban. El único entusiasmado parecía ser Ser Gregor, quien demostró tener un buen manejo del fuego.
-¡Por aquí! – Grito el estafador mientras señalaba uno de los callejones, Matt escuchó que una joven decía su nombre y se detuvo, justo entonces la estructura de un edificio cedió y dejo completamente bloqueado el paso – Maldita sea nuestra suerte – El humano retrocedió, agradeció con un gesto a la muchacha por el oportuno grito y comenzó a encarar en otra dirección.
Mientras corrían Matthew tuvo un fugaz recuerdo, él mismo siendo muy pequeño estaba agachado junto a un gran hormiguero y con un palo se dedicaba a romperlo mientras se reía de las hormigas que corrían para todos lados desesperadas. Si, la situación era bastante similar, quizás con algo más de fuego pero en esencia era lo mismo, la comparación le resulto graciosa y el estafador no pudo evitar sonreír.
-Como las hormigas, muchachos, nos vamos abajo – No era un gran plan, de tener más tiempo y recursos Matt hubiese preferido continuar por las calles, pero había que aceptar la realidad, todos los edificios en muchas cuadras a la redonda estaban en llamas, y en cualquier momento la dragona podía decidir bajar o arrojarles pedazos de muro encima. Lo mejor era salir de allí, aunque el empujar los carros por la lodosa superficie de las alcantarillas no sería nada agradable.
-Será demasiado trabajo el volver a bajar los carros, perderemos mucho tiempo – El hombre- toro dejo de empujar el carro para dar su opinión. Era impresionante lo tranquilo que podía mantenerse ante semejante situación.
-Si, supongo que sería imposible con semejante carga – Mientras barajaban posibilidades con Tauro no dejaban de moverse, tener al hombre-bestia empujando era una verdadera ventaja. Había logrado introducirse en una galería y aunque eso no les aseguraba nada, pues el fuego del dragón era en verdad potente, al menos las frías paredes de mármol eran un alivio para el calor – De todos modos ya no debemos estar lejos de la puerta Oeste – Matthew miro a los que por azar del destino habían llegado a ser sus compañeros – Intentaremos cruzar por donde están los Nórgedos.
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-Me parece más probable que sean ellos quienes nos dejen pasar… Tal vez – El estafador no agrego los “por que”, ni los “como”, prefería reservarse esa información para más adelante.
El pequeño respiro que se habían tomado les venía bien a todos, aún podían escuchar a la dragona a lo lejos, y la ciudad seguía en llamas, pero no había forma de seguir empujando los carros a esa velocidad durante tanto tiempo, los ladrones estaban agotados.
Estaban intentando ponerse de acuerdo cuando el sonido de una uñas chocando contras los pisos de piedra los hizo callar. Una manada de seres horribles comenzaban a salir desde uno de los callejones que desembocaba en la galería. El grupo de ladrones se quedo mudo, algunos habían visto a un kag antes, pero los que habían crecido en la ciudad no tenían idea de qué clase de ser infernal se trataba.
El que iba liderando la manada se detuvo al sentir el olor de humanos, giro la cabeza y luego de dar la señal al resto de su grupo comenzó a correr en dirección a los ladrones, saltando sobre el que tenía mas cerca y arrancándole el cuello de un solo mordisco. Los kags estaban fuera de control ¡Y hambrientos!
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-Tercera complicación: "Kags hambrientos de los nórgedos"
Matthew Owens
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] La odisea del lagarto
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] La odisea del lagarto
El momento placido del fuego queda atrás más pronto de lo que me gustaría mientras al parecer por fin se a dónde vamos: a la puerta Oeste, que daba a la facción de los Norgedos. En realidad era una de las salidas que más apetecible se me antojaba, ¿quién mejor para comprender a un ladrón que otros tipos de criminales? Aunque por otro lado, de ser criminales y de ver como les llevaban un cargamento de oro seguro que no dudarían en apoderarse de él, yo por lo menos es lo que haría. Espero que el líder de esta comitiva sea lo suficiente imaginativo para no meternos en problemas con un ejercito ávido de botín...
Me bajo el carro mientras el resto respira por la agotadora carreta que había tenido el beneficio de ahorrarme.
-¡Vamos! ¡Ya queda poco! - les sonrío mientras busco con la mirada Niel que sigue oculto en el carro del final. Sigue así hijo...
A mi espalda suenan las caricias de unas largas uñas a los adoquines, mientras que todo el mundo calla y guarda la respiración mirando con pavor a lo que se acerca detrás de mi.
Una manada de kags se aproxima a nosotros, cuatro de ellos no medirán más de un metro de longitud, pero el cabrozano que va delante alcanza de sobra los dos metros, el líder, el alfa; aquel del que nos tenemos que preocupar. Me aparto a tiempo como para ser su objetivo y comienza un masacre que sólo acaba de comenzar, pues esa manada no llega sola, como si fueran parte de un mismo cuerpo comienzan a aparecer más y más kags. El terror y la desorganización comienza a imperar en el corazón de los ladrones y la pequeña resistencia que ofrecen está apunto de quebrarse. Los kags parecen no acabarse a pesar de que los ladrones, sobretodo Tauro, consiguen eliminar a más de uno.
Por mi parte aprovecho para subir a un tejado lejos de sus dientes. No es que sean criaturas muy peligrosas individualmente, pero en grupo... son una verdadera pesadilla; y el hecho de que tengan la cabeza y la espalda acorazadas lo hace todo todavía más difícil.
¡Piensa Rumpel, piensa! me estrujo la cabeza en aquella carrera contrarreloj que supone también la vida de mi hijo.
A mi izquierda se encuentra la puerta Oeste, esperando nuestra llegada pese a estar cerrada, pero está tan cerca... Me muerdo la lengua.
¡Fuego! ¡Préndele fuego a todo! mi enferma mente me da la solución.
Los animales temen el fuego por instinto, da igual que eso no les dañe o que estén habituados al calor, puede que soporten la temperatura pero no la visión del fuego. Y además... si conseguimos dividir la manada... Mis ojos ven la ropa tendida, los montones de cosas dejadas por la calle. Todas ellas muy susceptibles al fuego. Prendo mis manos y comienzo a lanzar bolas de fuego a la ropa y a todo aquello que sea inflamable, hasta gastar la mitad de mis energías. 1 Soy consciente de que mis llamas no son muy poderosas, pero si lo suficiente como para pender tela o madera seca. Desato los tendederos a los que tengo acceso y los dejo caer encima de los kags que comienzan experimentar ellos también el terror. No tiene que dañarlos ni matarlos, sólo asustarlos. Pero para asegurarme, me centro en mover los tendederos soltados con mi telekinesis para espantarlos como aquel que agita una antorcha delante suya2.
Parece que el efecto inicial funciona y ya no sólo deja de haber una afluencia de animales, sino que muchos de ellos comienzan a dispersarse y a huir, pues el fuego también ha permitido a los ladrones a crear una barrera más solida para intentar proteger el botín, pero... ¿Será eso suficiente para disuadirlos?
Me bajo el carro mientras el resto respira por la agotadora carreta que había tenido el beneficio de ahorrarme.
-¡Vamos! ¡Ya queda poco! - les sonrío mientras busco con la mirada Niel que sigue oculto en el carro del final. Sigue así hijo...
A mi espalda suenan las caricias de unas largas uñas a los adoquines, mientras que todo el mundo calla y guarda la respiración mirando con pavor a lo que se acerca detrás de mi.
Una manada de kags se aproxima a nosotros, cuatro de ellos no medirán más de un metro de longitud, pero el cabrozano que va delante alcanza de sobra los dos metros, el líder, el alfa; aquel del que nos tenemos que preocupar. Me aparto a tiempo como para ser su objetivo y comienza un masacre que sólo acaba de comenzar, pues esa manada no llega sola, como si fueran parte de un mismo cuerpo comienzan a aparecer más y más kags. El terror y la desorganización comienza a imperar en el corazón de los ladrones y la pequeña resistencia que ofrecen está apunto de quebrarse. Los kags parecen no acabarse a pesar de que los ladrones, sobretodo Tauro, consiguen eliminar a más de uno.
Por mi parte aprovecho para subir a un tejado lejos de sus dientes. No es que sean criaturas muy peligrosas individualmente, pero en grupo... son una verdadera pesadilla; y el hecho de que tengan la cabeza y la espalda acorazadas lo hace todo todavía más difícil.
¡Piensa Rumpel, piensa! me estrujo la cabeza en aquella carrera contrarreloj que supone también la vida de mi hijo.
A mi izquierda se encuentra la puerta Oeste, esperando nuestra llegada pese a estar cerrada, pero está tan cerca... Me muerdo la lengua.
¡Fuego! ¡Préndele fuego a todo! mi enferma mente me da la solución.
Los animales temen el fuego por instinto, da igual que eso no les dañe o que estén habituados al calor, puede que soporten la temperatura pero no la visión del fuego. Y además... si conseguimos dividir la manada... Mis ojos ven la ropa tendida, los montones de cosas dejadas por la calle. Todas ellas muy susceptibles al fuego. Prendo mis manos y comienzo a lanzar bolas de fuego a la ropa y a todo aquello que sea inflamable, hasta gastar la mitad de mis energías. 1 Soy consciente de que mis llamas no son muy poderosas, pero si lo suficiente como para pender tela o madera seca. Desato los tendederos a los que tengo acceso y los dejo caer encima de los kags que comienzan experimentar ellos también el terror. No tiene que dañarlos ni matarlos, sólo asustarlos. Pero para asegurarme, me centro en mover los tendederos soltados con mi telekinesis para espantarlos como aquel que agita una antorcha delante suya2.
Parece que el efecto inicial funciona y ya no sólo deja de haber una afluencia de animales, sino que muchos de ellos comienzan a dispersarse y a huir, pues el fuego también ha permitido a los ladrones a crear una barrera más solida para intentar proteger el botín, pero... ¿Será eso suficiente para disuadirlos?
Rumpel
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] La odisea del lagarto
El miembro 'Rumpel' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] La odisea del lagarto
Quien lo diría, algo de buena suerte tenia sobre mi, y es que Owens se había salvado por los pelos de ser puré, básicamente. No es que se me subiera a la cabeza ni nada parecido, pero admitámoslo, se sentía bien ser algo más útil y no solamente el encargarme de que los carros siguieran enteros.
Mis ojos ardían luego de tanto humo y sentía como si mi rostro estuviera en carne viva de todas las chispas que había atrapado con ella, y no quería adivinar cuantos centímetros de cabello le faltaban a mi trenza... Ya no sabía a que Dios rogarle para que esta excursión valiera la pena al final. La voz de Lazid no pasaba desapercibida ni aunque su vida se fuera en ello, no estaba segura exactamente por que la risa, pues me había perdido el comentario que lo ocasionaba pero no pasé por alto lo siguiente lo cual me causó alivio. Si estuviera en la puerta norte todo se iría al diablo en un instante y esta odisea no habría servido de nada y estaríamos más que condenados. Dundarak no era tan grande como para no saber de la lagartija y a la primera que nos vieran con él era simple que sucedería: Nos atraparían y juzgarían, no me sorprendería que fuera una condena exagerada mientras que yo sería considerada no solo una simple ladrona, mi pueblo me tildaría de alta traición y no solo pagaría el precio yo, sino toda mi familia. Mis hermanas mayores serian degradadas de sus puestos si es que no las exiliaban del ejercito por mi culpa y eso era lo mínimo que se me ocurría ahora mismo. El alivio se había transformado en un bálsamo que corría por mi cuerpo.
Hasta cierto punto, lograr alejarnos del fuego aunque fuera gracias a unas gruesas paredes se sentía como unas vacaciones, los ladrones respiraban más apacibles ahora, algunos tenían quemaduras leves mientras que otros como el que estaba a mi lado no dejaban de maldecir mientras usaba un trozo de su camisa para cubrir la horrible mancha roja en su brazo. El niño que había llegado con el brujo miraba al hombre de la misma forma que yo, sin una sola señal de sentimiento.
Tan cerca y a la vez tan malditamente lejos, estábamos al borde del colapso por el cansancio, el fuego se había llevado lo mejor de nosotros y aunque poníamos todo de nos para llevar los carros lo mas rápido posible, en realidad no era suficiente.
Los kags no tardaron en escucharse, luego de verse, y dejaron en evidencia nuestro deplorable estado. No íbamos a salir airosos de aquí y la galería no era más que un mar de sangre y gritos que eran el flujo y el reflujo. Tauro era una maquina que se llevaba por delante a los kags como si no fueran más que perros pero no podía decir lo mismo del resto de los ladrones, Lazid para ser de tan poca altura se las ingeniaba bastante bien con los chuchos pero cada vez había más cadáveres en el suelo y unos pocos no harían la diferencia contra tantos.
Mi espada era tan vieja que no servía contra estos bichos y su coraza, la distancia entre ellos y yo era demasiada para que pudiera librarme y tampoco era tan buena con ella honestamente. Mis garras por otra parte hacían casi un buen trabajo, y mi vista me ayudaba a ver los detalles en sus cuerpos y encontrar el mejor lugar donde clavarlas para hacerlos cambiar de opinión cuando se acercaban a la ultima carreta, ya sea en la zona de su cuello o un tendón de sus piernas para que perdieran el equilibrio pero no era suficiente y uno de ellos logro embestirme. Mis manos se sujetaban a los costados de su rostro alejando su mandíbula y el constante "clack clack" de sus dientes mientras intentaba morderme cuando una llama cayó cerca nuestro y asustó al maldito lo suficiente para que fuera yo la que lo mordiera en la traquea, con fuerza y sin dudar, no podía permitirme pensar en ello mientras la sangre caía y se retorcía, cortándome con sus garras en el proceso hasta que lentamente perdió su fuerza y se desplomó encima mio. Lo empujé lejos mientras me acuclillaba y escupía la sangre y los pedacitos de carne que mis afilados dientes habían cortado sin molestarme en limpiar mi rostro. Estaba tan sucia que no hacía la diferencia.
Me levanté como si fuera una marioneta mal manejada y observaba a Ser Gregor y luego al niño -que se había librado por los pelos de ser comida de no ser porque yo estaba a su lado cuando el kag vino por mi y luego al primer carro. Respiré profundamente mientras trotaba lentamente hasta las otras dos restantes con el pequeño bien sujeto de una de mis manos... Sí, era algo débil cuando a niños se trata. Lo dejé en medio de ambas carretas donde los ladrones que aun seguían con vida estaban reunidos y me dirigí a Owens. -No tenemos suficiente gente para empujar el ultimo carro, hay que dejarlo- No había muchas opciones, salvo que quisieran aumentar la carga de los carros restantes atreviéndose a que estas cedieran a su peso y no hacía falta considerar que aún había kags a nuestro alrededor entreteniéndose con lo que quedaba de los caídos. Pronto se aburrirían de los objetos inmóviles y vendrían por lo que quedaba de nosotros.
Mis ojos ardían luego de tanto humo y sentía como si mi rostro estuviera en carne viva de todas las chispas que había atrapado con ella, y no quería adivinar cuantos centímetros de cabello le faltaban a mi trenza... Ya no sabía a que Dios rogarle para que esta excursión valiera la pena al final. La voz de Lazid no pasaba desapercibida ni aunque su vida se fuera en ello, no estaba segura exactamente por que la risa, pues me había perdido el comentario que lo ocasionaba pero no pasé por alto lo siguiente lo cual me causó alivio. Si estuviera en la puerta norte todo se iría al diablo en un instante y esta odisea no habría servido de nada y estaríamos más que condenados. Dundarak no era tan grande como para no saber de la lagartija y a la primera que nos vieran con él era simple que sucedería: Nos atraparían y juzgarían, no me sorprendería que fuera una condena exagerada mientras que yo sería considerada no solo una simple ladrona, mi pueblo me tildaría de alta traición y no solo pagaría el precio yo, sino toda mi familia. Mis hermanas mayores serian degradadas de sus puestos si es que no las exiliaban del ejercito por mi culpa y eso era lo mínimo que se me ocurría ahora mismo. El alivio se había transformado en un bálsamo que corría por mi cuerpo.
Hasta cierto punto, lograr alejarnos del fuego aunque fuera gracias a unas gruesas paredes se sentía como unas vacaciones, los ladrones respiraban más apacibles ahora, algunos tenían quemaduras leves mientras que otros como el que estaba a mi lado no dejaban de maldecir mientras usaba un trozo de su camisa para cubrir la horrible mancha roja en su brazo. El niño que había llegado con el brujo miraba al hombre de la misma forma que yo, sin una sola señal de sentimiento.
Tan cerca y a la vez tan malditamente lejos, estábamos al borde del colapso por el cansancio, el fuego se había llevado lo mejor de nosotros y aunque poníamos todo de nos para llevar los carros lo mas rápido posible, en realidad no era suficiente.
Los kags no tardaron en escucharse, luego de verse, y dejaron en evidencia nuestro deplorable estado. No íbamos a salir airosos de aquí y la galería no era más que un mar de sangre y gritos que eran el flujo y el reflujo. Tauro era una maquina que se llevaba por delante a los kags como si no fueran más que perros pero no podía decir lo mismo del resto de los ladrones, Lazid para ser de tan poca altura se las ingeniaba bastante bien con los chuchos pero cada vez había más cadáveres en el suelo y unos pocos no harían la diferencia contra tantos.
Mi espada era tan vieja que no servía contra estos bichos y su coraza, la distancia entre ellos y yo era demasiada para que pudiera librarme y tampoco era tan buena con ella honestamente. Mis garras por otra parte hacían casi un buen trabajo, y mi vista me ayudaba a ver los detalles en sus cuerpos y encontrar el mejor lugar donde clavarlas para hacerlos cambiar de opinión cuando se acercaban a la ultima carreta, ya sea en la zona de su cuello o un tendón de sus piernas para que perdieran el equilibrio pero no era suficiente y uno de ellos logro embestirme. Mis manos se sujetaban a los costados de su rostro alejando su mandíbula y el constante "clack clack" de sus dientes mientras intentaba morderme cuando una llama cayó cerca nuestro y asustó al maldito lo suficiente para que fuera yo la que lo mordiera en la traquea, con fuerza y sin dudar, no podía permitirme pensar en ello mientras la sangre caía y se retorcía, cortándome con sus garras en el proceso hasta que lentamente perdió su fuerza y se desplomó encima mio. Lo empujé lejos mientras me acuclillaba y escupía la sangre y los pedacitos de carne que mis afilados dientes habían cortado sin molestarme en limpiar mi rostro. Estaba tan sucia que no hacía la diferencia.
Me levanté como si fuera una marioneta mal manejada y observaba a Ser Gregor y luego al niño -que se había librado por los pelos de ser comida de no ser porque yo estaba a su lado cuando el kag vino por mi y luego al primer carro. Respiré profundamente mientras trotaba lentamente hasta las otras dos restantes con el pequeño bien sujeto de una de mis manos... Sí, era algo débil cuando a niños se trata. Lo dejé en medio de ambas carretas donde los ladrones que aun seguían con vida estaban reunidos y me dirigí a Owens. -No tenemos suficiente gente para empujar el ultimo carro, hay que dejarlo- No había muchas opciones, salvo que quisieran aumentar la carga de los carros restantes atreviéndose a que estas cedieran a su peso y no hacía falta considerar que aún había kags a nuestro alrededor entreteniéndose con lo que quedaba de los caídos. Pronto se aburrirían de los objetos inmóviles y vendrían por lo que quedaba de nosotros.
Oromë Vánadóttir
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] La odisea del lagarto
De ser Matthew un Líder verdadero, probablemente hubiese dado una serie de ordenes en un tono grave y lleno de confianza para asegurarse de que “su equipo” hiciera algún tipo de formación que les permitiera defenderse de alguna manera de los kags. Pero lo cierto es que se trataba solamente de un estafador, un vil ladrón comandando a una banda de truhanes que estaban desesperados por salir de la ciudad antes de que la guerra los agarrara por completo.
Con eso en mente, era más sencillo entender porque todo el grupo se desorganizo rápidamente ante la aparición de un desafío semejante. Varios ladrones salieron huyendo, algunos lo lograron, otros fueron atacados por la espalda por los kags. Unos pocos apoyaron las espaldas contra los carros, pensando que así tendrían cierta ventaja al no poder ser atacados por detrás, pero las bestias saltaban incluso por encima del oro, por lo que era difícil el poder defenderse de ellos.
Owens en cambio decidió ponerse en una esquina y sacar sus dagas “No puedo escapar de ellos, tampoco puedo esquivarlos, así que al menos que solo tengan un flanco por el cual atacarme” al primero que se acercó le hizo un tajo en el cuello, pero casi al instante otro cerro la mandíbula alrededor de su mano izquierda, haciéndola sangrar copiosamente. Clavo la daga con la mano derecha justo en el cuello del animal, logrando así salvarse de quedar manco, pero solo tenia un arma para defenderse ahora.
El estafador vio a la mujer que lo había salvado hace apenas unos minutos levantarse cubierta de sangre, por un momento pensó que era de ella, pero al ver al animal muerto aun lado se dio cuenta que era al revés. “Nota mental, no acercarse a esa dama”
-¡¡NO!! – Grito Lazid con todas sus fuerzas mientras arrancaba su espada del cuerpo de un kag - ¡De ninguna manera! ¡No lo dejaremos! – Amenazó a la muchacha y mostró sus dientes afilados también.
-O dejamos un carro o nos morimos todos aquí – Dijo Toro imponiendo la voz de la razón.
-Es cierto, aunque queramos empujarlo no tenemos a las suficientes personas – La mano izquierda de Matthew goteaba, podía sentirla palpitar, la guardo en el bolsillo y agregó – Encárguense de los dos carros, tengo una idea-
La mayoría de los Kags se habían entretenido con los cuerpos de los ladrones, pero en cuanto terminaran de morderlos y comerlos parcialmente, se darían vuelta hacía los que aún estaban vivos, excitados ante la idea de continuar con la caza.
Matthew saco una pequeña figura con forma de cabeza de dragón, la puso en el piso apuntando hacía donde estaba el grupo más numeroso de kags.
-Bien Dios perezoso, veamos que tanto puedes hacer – La figura creció hasta alcanzar los dos metros y comenzó a lanzar enormes llamaradas - ¡Mas fuego! Esto le encantara al hechicero loco.
Las llamas apuntaban también al carro, por lo que pronto su madera se quemó e incluso parte del oro comenzó a ponerse blando. Si Lazid hubiese visto eso seguramente habría empujado al Owens a las llamas también. Espero hasta que los animales se dispersaran, luego la figura regreso a tamaño bolsillo y Matt pudo guardarla con comodidad.
Para entonces sus compañeros ladrones ya lo habían adelantado bastante, faltaban pocas calles para llegar a la puerta, pero encontraron con la dura realidad: El ejercito de los Nórgedos estaba en pleno ataque.
-¿Cómo pasaremos? – Grito el Hombre-lagarto.
-En realidad lo que me desconcierta es saber por donde están entrando- Todas las grandes puertas de la ciudad, hasta donde sabían, estaba cerradas y a la espera del asedio, sin embargo, los Nórgedos habían logrado ingresar de alguna manera - ¿Y por donde entraron los kags?
El humano sacó una nueva figura de madera, la lanzó al aire y pronto tomo la forma de un dragón vivo, quien ascendió mucho más alto de lo que cualquiera de los vigías bandidos podían subir y le permitió a Owens ver el panorama a muchas manzanas a la redonda.
-Ya lo veo, los Nórgedos hicieron un túnel para entrar a la ciudad, muy listos – De ahí salían también los animales, debían ser como su grupo de avanzada antes de que ingresaran los soldados reales – Acerquémonos tanto como podamos, ya encontraremos la oportunidad de escabullirnos.
Uso de Objeto Máster "Escultura pequeño dragón"
Con eso en mente, era más sencillo entender porque todo el grupo se desorganizo rápidamente ante la aparición de un desafío semejante. Varios ladrones salieron huyendo, algunos lo lograron, otros fueron atacados por la espalda por los kags. Unos pocos apoyaron las espaldas contra los carros, pensando que así tendrían cierta ventaja al no poder ser atacados por detrás, pero las bestias saltaban incluso por encima del oro, por lo que era difícil el poder defenderse de ellos.
Owens en cambio decidió ponerse en una esquina y sacar sus dagas “No puedo escapar de ellos, tampoco puedo esquivarlos, así que al menos que solo tengan un flanco por el cual atacarme” al primero que se acercó le hizo un tajo en el cuello, pero casi al instante otro cerro la mandíbula alrededor de su mano izquierda, haciéndola sangrar copiosamente. Clavo la daga con la mano derecha justo en el cuello del animal, logrando así salvarse de quedar manco, pero solo tenia un arma para defenderse ahora.
El estafador vio a la mujer que lo había salvado hace apenas unos minutos levantarse cubierta de sangre, por un momento pensó que era de ella, pero al ver al animal muerto aun lado se dio cuenta que era al revés. “Nota mental, no acercarse a esa dama”
-¡¡NO!! – Grito Lazid con todas sus fuerzas mientras arrancaba su espada del cuerpo de un kag - ¡De ninguna manera! ¡No lo dejaremos! – Amenazó a la muchacha y mostró sus dientes afilados también.
-O dejamos un carro o nos morimos todos aquí – Dijo Toro imponiendo la voz de la razón.
-Es cierto, aunque queramos empujarlo no tenemos a las suficientes personas – La mano izquierda de Matthew goteaba, podía sentirla palpitar, la guardo en el bolsillo y agregó – Encárguense de los dos carros, tengo una idea-
La mayoría de los Kags se habían entretenido con los cuerpos de los ladrones, pero en cuanto terminaran de morderlos y comerlos parcialmente, se darían vuelta hacía los que aún estaban vivos, excitados ante la idea de continuar con la caza.
Matthew saco una pequeña figura con forma de cabeza de dragón, la puso en el piso apuntando hacía donde estaba el grupo más numeroso de kags.
-Bien Dios perezoso, veamos que tanto puedes hacer – La figura creció hasta alcanzar los dos metros y comenzó a lanzar enormes llamaradas - ¡Mas fuego! Esto le encantara al hechicero loco.
Las llamas apuntaban también al carro, por lo que pronto su madera se quemó e incluso parte del oro comenzó a ponerse blando. Si Lazid hubiese visto eso seguramente habría empujado al Owens a las llamas también. Espero hasta que los animales se dispersaran, luego la figura regreso a tamaño bolsillo y Matt pudo guardarla con comodidad.
Para entonces sus compañeros ladrones ya lo habían adelantado bastante, faltaban pocas calles para llegar a la puerta, pero encontraron con la dura realidad: El ejercito de los Nórgedos estaba en pleno ataque.
-¿Cómo pasaremos? – Grito el Hombre-lagarto.
-En realidad lo que me desconcierta es saber por donde están entrando- Todas las grandes puertas de la ciudad, hasta donde sabían, estaba cerradas y a la espera del asedio, sin embargo, los Nórgedos habían logrado ingresar de alguna manera - ¿Y por donde entraron los kags?
El humano sacó una nueva figura de madera, la lanzó al aire y pronto tomo la forma de un dragón vivo, quien ascendió mucho más alto de lo que cualquiera de los vigías bandidos podían subir y le permitió a Owens ver el panorama a muchas manzanas a la redonda.
-Ya lo veo, los Nórgedos hicieron un túnel para entrar a la ciudad, muy listos – De ahí salían también los animales, debían ser como su grupo de avanzada antes de que ingresaran los soldados reales – Acerquémonos tanto como podamos, ya encontraremos la oportunidad de escabullirnos.
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- FDI:
- Bien, me base en el Tema "El pastor de kags" para idear este post. Tiraré la runa para ver si los Nórgedos nos ven ahora o si logramos acercarnos con éxito.
Matthew Owens
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] La odisea del lagarto
El miembro 'Matthew Owens' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] La odisea del lagarto
-Estos bichos lo han estropeado todo.- hago mi observación desde el tejado viendo como los krags se dan un festín con el cuerpo de los ladrones; por suerte Niel aún no corría un peligro excesivo, pero eso podía cambiar en cualquier momento.
Para mi suerte veo como el cabecilla de la expedición hace uso de un extraño objeto con forma de dragón que crece hasta los dos metros y comienza a tirar bolas de un potente fuego, que dispersa tanto a los krags como quema el carro que ya estaba prácticamente perdido, fundiendo el oro de su interior; menudo malgasto por unos animales.
Una vez asegurado el "botín", bajo del tejado todo lo rápido que puedo siendo consciente de que los krags pueden reorganizarse en cualquier momento y no quiero convertirme en su cena. Por ello sigo al cabecilla del dragón de madera gigante. El trayecto es desolador. Los krags se habían esmerado en convertir a aquel sector de la ciudad en una especie de escenario terrorífico que quedaría perfectamente encuadrado en una novela de terror; pues contaba con los lastimosos llantos de los supervivientes y los que estaban en proceso de ser comidos.
¿Pero que importa todo eso? Si los norgedos ganan la guerra venderán sus actos como totalmente heroicos y honorables. Ningún bardo que aprecie su vida se atreverá hablar de la carnicería creada por sus criaturas contra un gran numero de inocentes. Por cosas como esta el mundo debe arder para ser purificado... Pero no puedes distraerte Rumpel, no es el momento para ponerse a tribular sobre esos aspectos filosóficos... Hay dos carros de oro que salvar. Mis ojos brillan sólo con la perspectiva.
Como bien preveo hay asuntos mas acuciantes en marcha. Como el simple hecho de salir una ciudad que está a punto de convertirse en un campo de batalla aún más sangriento. ¿Pero cómo? Nuestro guía da con la respuesta gracias a otro dragón de madera.
¿Por qué tendrá este hombre tantos artículos mágicos relacionados con dragones? Me encojo de hombros, porque aunque esa duda pase a ser fundamental para la existencia del mundo, hay otros asuntos que llaman mi atención como algo de un túnel.
Al parecer el moreno ha encontrado con el dragón el túnel por el cual los norgedos han metido a todos esos bichos, lo que significa que...
-Podemos escapar bajo tierra...- me rasco la barbilla sin dejar de caminar comenzando a pensar en todas aquellas posibilidades que nos permitirían usar dicho acceso sin irrupciones molestas.
Conforme nos acercamos y vemos a un par de guardias, las esperanzas del grupo decaen de golpe; demasiadas emociones por un día acaban con cualquiera, más cuando tu única esperanza pasa por escabullirte por donde va a entrar todo un ejercito.
Apresuro el paso y me acerco al guía, necesito cambiar diferentes impresiones con él.
-Disculpe... - llamo su atención colocándome a su altura. -Nos cree que pasar por ahí no va a salir barato... No nos podemos permitir otra batalla, acabaran con nosotros antes de que podamos decir brasas. Nos cree que la mejor opción es... pagar un peaje. -dejo caer la posibilidad sabiendo que hablamos el mismo lenguaje. -Nos podría convencerlos... Pero necesitaría... efectivo...
El cabecilla sonríe algo agotado y me ofrece una bolsa con bastante peso, ¿por qué se separaría de semejante suma de dinero?
-Úsalo bien, y tráeme las vueltas.
Me encojo de hombros y tomo la bolsa para dirigirme a los guardias. Pero estos no se dan cuenta de mi presencia hasta que no estoy prácticamente encima de ellos; al parecer están disgustados por algo...
-Pero las ordenes son...
-Shhh... ¿Qué haces aquí? - dice el norgedo más regordete y bajo.
-Resulta que han aparecido una repentina plaga de krags... ¿ustedes saben algo? Han matado al setenta y cinco por ciento de la gente de la zona, entre ellas mi mujer y mi hijo; aunque mi niño no ha sido el único infante en abandonar este mundo... -finjo una escena de dolor, algo que hace palidecer al otro guardia, al más fino y largo.
-¿Y eso a nosotros que nos importa? - el gordo sigue firme, ojala pudiera quemarlo por insensible pero no... calmate... calmate...
-Que esa gente y nos queremos salir antes de que hayan más muertes y ustedes tienen un túnel...
-El túnel es sólo para los norgedos.
-Pero Fred...
-¡Cállate Bill!
Hago una pausa como fingiendo que me acabo de enterar de que va el asunto, como si no lo estuviera buscando.
-Nos cree que ya sabe de que va esto... ¿cuanto quieren por el pasaje?
El gordo sonríe, había estado buscando aquella opción desde el principio; maldita impureza humana...
-Doscientos aeros por todo ese grupo que tenéis ahí y las cosas que lleváis...
-¡Fred!
-¡Calla!
Yo mientras tanto me hago el sorprendido llevandome la mano al pecho con la intención de coger aire, pero me percato de que ahí hay algo que no encaja. En primer lugar la oferta es irrisoria, muy baja como si de verdad quisiera que pudiéramos pagarla cuanto antes, ¿por qué tendrían prisa? Y a parte al compañero le estaba carcomiendo el alma ese negocio, ¿porqué sería? De todas formas poco importaba, iba a negociar igual...
-Somos familias que lo hemos perdido todo y vamos a tener que crear una nueva vida, no podemos ofrecer tanto, es más de lo que tenemos... Os ofrezco cincuenta aeros.
-Por eso no consigo ni la comida para los krags, me es más barato dejar que os coman. - el gordo sonríe falsamente pues no se mantiene firme. -Puedo hacer la vista gorda por ciento cincuenta.
-Demasiado...- me muerdo la lengua fingiendo estar nervioso. -Solo puedo ofreceros cien y cierta información...
-¿Información? - la codicia es su perdición.
- Si, por culpa de vuestros krags tuvimos que abandonar la gran mayoría de nuestras riquezas en un punto... y todo eso podría ser vuestro...
El gordo sonríe satisfecho y hasta el delgado parece tranquilizarse.
-Muy bien, aceptamos. Afloja la pasta.
Rebusco rapidamente en la bolsa.
-La mitad ahora. - le digo mientras dejo los cincuenta aeros en sus manos. -La otra mitad cuando salgamos del túnel. El lugar está a unos metros al norte, los cadáveres de muchos krags y hombres serán tu mejor señal.
-Muy bien. - se guarda los aeros en su bolsa. - Bill, llévalos por el túnel y mantén el pico cerrado por una vez en tu vida, no les molestes con tus tonterías. Yo iré a ver esa fortuna.
Levanto la mano y hago una señal a la comitiva. Por suerte a veces la impureza provocada por la corrupción podía ser útil para la humanidad, o por lo menos útil para mi. Asco de mundo.
En cuanto se acercan y comienzan a entrar en el túnel me acerco al moreno y le devuelvo la bolsa de aeros.
-Aquí tienes, tal y como acordamos. Los tratos son sagrados. - sonrío y miro distraídamente al resto del grupo, buscando a Niel. Mi sonrisa se amplía cuando lo veo aún metido en uno de los carros. Sigue así hijo... ya casi hemos acabado.
Si toda salía bien ese podría ser el comienzo de una nueva vida para ambos.
Para mi suerte veo como el cabecilla de la expedición hace uso de un extraño objeto con forma de dragón que crece hasta los dos metros y comienza a tirar bolas de un potente fuego, que dispersa tanto a los krags como quema el carro que ya estaba prácticamente perdido, fundiendo el oro de su interior; menudo malgasto por unos animales.
Una vez asegurado el "botín", bajo del tejado todo lo rápido que puedo siendo consciente de que los krags pueden reorganizarse en cualquier momento y no quiero convertirme en su cena. Por ello sigo al cabecilla del dragón de madera gigante. El trayecto es desolador. Los krags se habían esmerado en convertir a aquel sector de la ciudad en una especie de escenario terrorífico que quedaría perfectamente encuadrado en una novela de terror; pues contaba con los lastimosos llantos de los supervivientes y los que estaban en proceso de ser comidos.
¿Pero que importa todo eso? Si los norgedos ganan la guerra venderán sus actos como totalmente heroicos y honorables. Ningún bardo que aprecie su vida se atreverá hablar de la carnicería creada por sus criaturas contra un gran numero de inocentes. Por cosas como esta el mundo debe arder para ser purificado... Pero no puedes distraerte Rumpel, no es el momento para ponerse a tribular sobre esos aspectos filosóficos... Hay dos carros de oro que salvar. Mis ojos brillan sólo con la perspectiva.
Como bien preveo hay asuntos mas acuciantes en marcha. Como el simple hecho de salir una ciudad que está a punto de convertirse en un campo de batalla aún más sangriento. ¿Pero cómo? Nuestro guía da con la respuesta gracias a otro dragón de madera.
¿Por qué tendrá este hombre tantos artículos mágicos relacionados con dragones? Me encojo de hombros, porque aunque esa duda pase a ser fundamental para la existencia del mundo, hay otros asuntos que llaman mi atención como algo de un túnel.
Al parecer el moreno ha encontrado con el dragón el túnel por el cual los norgedos han metido a todos esos bichos, lo que significa que...
-Podemos escapar bajo tierra...- me rasco la barbilla sin dejar de caminar comenzando a pensar en todas aquellas posibilidades que nos permitirían usar dicho acceso sin irrupciones molestas.
Conforme nos acercamos y vemos a un par de guardias, las esperanzas del grupo decaen de golpe; demasiadas emociones por un día acaban con cualquiera, más cuando tu única esperanza pasa por escabullirte por donde va a entrar todo un ejercito.
Apresuro el paso y me acerco al guía, necesito cambiar diferentes impresiones con él.
-Disculpe... - llamo su atención colocándome a su altura. -Nos cree que pasar por ahí no va a salir barato... No nos podemos permitir otra batalla, acabaran con nosotros antes de que podamos decir brasas. Nos cree que la mejor opción es... pagar un peaje. -dejo caer la posibilidad sabiendo que hablamos el mismo lenguaje. -Nos podría convencerlos... Pero necesitaría... efectivo...
El cabecilla sonríe algo agotado y me ofrece una bolsa con bastante peso, ¿por qué se separaría de semejante suma de dinero?
-Úsalo bien, y tráeme las vueltas.
Me encojo de hombros y tomo la bolsa para dirigirme a los guardias. Pero estos no se dan cuenta de mi presencia hasta que no estoy prácticamente encima de ellos; al parecer están disgustados por algo...
-Pero las ordenes son...
-Shhh... ¿Qué haces aquí? - dice el norgedo más regordete y bajo.
-Resulta que han aparecido una repentina plaga de krags... ¿ustedes saben algo? Han matado al setenta y cinco por ciento de la gente de la zona, entre ellas mi mujer y mi hijo; aunque mi niño no ha sido el único infante en abandonar este mundo... -finjo una escena de dolor, algo que hace palidecer al otro guardia, al más fino y largo.
-¿Y eso a nosotros que nos importa? - el gordo sigue firme, ojala pudiera quemarlo por insensible pero no... calmate... calmate...
-Que esa gente y nos queremos salir antes de que hayan más muertes y ustedes tienen un túnel...
-El túnel es sólo para los norgedos.
-Pero Fred...
-¡Cállate Bill!
Hago una pausa como fingiendo que me acabo de enterar de que va el asunto, como si no lo estuviera buscando.
-Nos cree que ya sabe de que va esto... ¿cuanto quieren por el pasaje?
El gordo sonríe, había estado buscando aquella opción desde el principio; maldita impureza humana...
-Doscientos aeros por todo ese grupo que tenéis ahí y las cosas que lleváis...
-¡Fred!
-¡Calla!
Yo mientras tanto me hago el sorprendido llevandome la mano al pecho con la intención de coger aire, pero me percato de que ahí hay algo que no encaja. En primer lugar la oferta es irrisoria, muy baja como si de verdad quisiera que pudiéramos pagarla cuanto antes, ¿por qué tendrían prisa? Y a parte al compañero le estaba carcomiendo el alma ese negocio, ¿porqué sería? De todas formas poco importaba, iba a negociar igual...
-Somos familias que lo hemos perdido todo y vamos a tener que crear una nueva vida, no podemos ofrecer tanto, es más de lo que tenemos... Os ofrezco cincuenta aeros.
-Por eso no consigo ni la comida para los krags, me es más barato dejar que os coman. - el gordo sonríe falsamente pues no se mantiene firme. -Puedo hacer la vista gorda por ciento cincuenta.
-Demasiado...- me muerdo la lengua fingiendo estar nervioso. -Solo puedo ofreceros cien y cierta información...
-¿Información? - la codicia es su perdición.
- Si, por culpa de vuestros krags tuvimos que abandonar la gran mayoría de nuestras riquezas en un punto... y todo eso podría ser vuestro...
El gordo sonríe satisfecho y hasta el delgado parece tranquilizarse.
-Muy bien, aceptamos. Afloja la pasta.
Rebusco rapidamente en la bolsa.
-La mitad ahora. - le digo mientras dejo los cincuenta aeros en sus manos. -La otra mitad cuando salgamos del túnel. El lugar está a unos metros al norte, los cadáveres de muchos krags y hombres serán tu mejor señal.
-Muy bien. - se guarda los aeros en su bolsa. - Bill, llévalos por el túnel y mantén el pico cerrado por una vez en tu vida, no les molestes con tus tonterías. Yo iré a ver esa fortuna.
Levanto la mano y hago una señal a la comitiva. Por suerte a veces la impureza provocada por la corrupción podía ser útil para la humanidad, o por lo menos útil para mi. Asco de mundo.
En cuanto se acercan y comienzan a entrar en el túnel me acerco al moreno y le devuelvo la bolsa de aeros.
-Aquí tienes, tal y como acordamos. Los tratos son sagrados. - sonrío y miro distraídamente al resto del grupo, buscando a Niel. Mi sonrisa se amplía cuando lo veo aún metido en uno de los carros. Sigue así hijo... ya casi hemos acabado.
Si toda salía bien ese podría ser el comienzo de una nueva vida para ambos.
- Off rol:
- Explicación de lo subrayado:
-El user de Matthew Owens a dado el consentimiento expreso del uso de su pj.
-Uso el objeto máster de "Aeros falsos" facilitado por Matthew Owens y con su consentimiento.
Rumpel
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] La odisea del lagarto
No podría describir el olor que rondaba a nuestro alrededor en uno solo, el humo de la madera quemada, la carne chamuscada y los ríos de sangre que bullían bajo lo primero era definitivamente algo que preferiría no sentir tan seguido a pesar de que ya lo había hecho incontables veces antes... Estaba a nada de sufrir una crisis y estornudar mis entrañas de tanto humo y cenizas si es que no sufría antes un ataque de rabia asesina por las palabras del lagarto de bolsillo.
Había escuchado de su temperamento y su doble cara, lo cual me hacía difícil de entender como es que yo, que era nada ni nadie en comparación, teniendo conocimiento de esto ¿Como demonios, los que "convivían" con él aún no lo habían matado? Mi mirada fue por una décima de segundo donde Tauro y lo pensé un poco mejor. ¿Como es que él aún no lo asesinaba? Ciertamente consideraba que Tauro tenía más madera de líder que el pequeño cascarrabias, y también me conocía lo suficiente como para saber que tendría que tener cuidado de Lazid y lo que le decía o me clavaría su espada a la primera oportunidad... Y que no me importaba una mierda.
Así como él me mostraba sus pequeños dientes de tiburón yo reflejé su actitud y mostré mis dientes afilados aún cubiertos de sangre en respuesta. Solo necesitaba una oportunidad, a la mínima señal de que intentara hacer algo contra mi lo vendería al primero que me cruzara, y la recompensa que darían en Dundarak por capturarlo alejaría cualquier futura traición o duda de sus "secuaces".
Las figurillas con forma de dragón captaron mi atención absoluta hasta que las guardo de nuevo, y no sabría decir si era en el buen sentido... Demasiados dragones por un día por lo que decidí cambiar el objetivo y escuchar atentamente sobre el túnel bajo tierra, el peaje a pagar y el traspaso de la bolsa con monedas. Seguramente son falsas, nadie en su sano juicio pagaría por esta sandez... espero. -Si no lo logra, los matamos y luego nos preocupamos por lo que venga después, no podemos seguir perdiendo tiempo- Dirigí mi vista donde Owens y la sostuve allí, casi diciendo: "yo misma, los mataré" y hasta podía pasar que le diera unas cuantas patadas al hechicero por inepto, pero al final me tragué mis propias palabras en más de una forma debido a su éxito.
Mientras nos adentrábamos en el túnel y el espacio se volvía ligeramente claustrofóbico me tomé un momento para cambiar mis ojos para una mejor y detallada vista. -No es el mejor camino pero al menos los kags no están aquí, el problema es ahora Owens que solo hemos visto a dos nórgedos, ¿tienes alguna idea de como remontar este pequeño gran elefante cuando nos crucemos al resto? No podrás pagarles con mentiras y oremos a los Dioses de que el gordinflón no regrese a delatarnos- Tendría que haberlos matado cuando tuve la oportunidad, así si pasaba algo podría haber dicho que sus mascotas se los habían comido... Nadie notaría la diferencia entre mis dientes y los de los Kags. De todas maneras ya todo estaba hecho y aunque aún nos quedaba mucho para poder salir de la ciudad, las ideas aun no se habían acabado. Para ganar hay que poner todas las cartas sobre la mesa, pero yo era una ladrona, una asesina de poca monta y me gustaba jugar sucio y por ende aún guardaba un as bajo la manga, por así decirlo era algo literal si considerábamos que mi basa era del tamaño de una pulga y trotaba junto a Tauro tratando de seguirle el ritmo como si fuera el suyo propio. Incluso con esta confianza de que podría salirme con la mía pasara lo que pasase aún era un riesgo.
Había escuchado de su temperamento y su doble cara, lo cual me hacía difícil de entender como es que yo, que era nada ni nadie en comparación, teniendo conocimiento de esto ¿Como demonios, los que "convivían" con él aún no lo habían matado? Mi mirada fue por una décima de segundo donde Tauro y lo pensé un poco mejor. ¿Como es que él aún no lo asesinaba? Ciertamente consideraba que Tauro tenía más madera de líder que el pequeño cascarrabias, y también me conocía lo suficiente como para saber que tendría que tener cuidado de Lazid y lo que le decía o me clavaría su espada a la primera oportunidad... Y que no me importaba una mierda.
Así como él me mostraba sus pequeños dientes de tiburón yo reflejé su actitud y mostré mis dientes afilados aún cubiertos de sangre en respuesta. Solo necesitaba una oportunidad, a la mínima señal de que intentara hacer algo contra mi lo vendería al primero que me cruzara, y la recompensa que darían en Dundarak por capturarlo alejaría cualquier futura traición o duda de sus "secuaces".
Las figurillas con forma de dragón captaron mi atención absoluta hasta que las guardo de nuevo, y no sabría decir si era en el buen sentido... Demasiados dragones por un día por lo que decidí cambiar el objetivo y escuchar atentamente sobre el túnel bajo tierra, el peaje a pagar y el traspaso de la bolsa con monedas. Seguramente son falsas, nadie en su sano juicio pagaría por esta sandez... espero. -Si no lo logra, los matamos y luego nos preocupamos por lo que venga después, no podemos seguir perdiendo tiempo- Dirigí mi vista donde Owens y la sostuve allí, casi diciendo: "yo misma, los mataré" y hasta podía pasar que le diera unas cuantas patadas al hechicero por inepto, pero al final me tragué mis propias palabras en más de una forma debido a su éxito.
Mientras nos adentrábamos en el túnel y el espacio se volvía ligeramente claustrofóbico me tomé un momento para cambiar mis ojos para una mejor y detallada vista. -No es el mejor camino pero al menos los kags no están aquí, el problema es ahora Owens que solo hemos visto a dos nórgedos, ¿tienes alguna idea de como remontar este pequeño gran elefante cuando nos crucemos al resto? No podrás pagarles con mentiras y oremos a los Dioses de que el gordinflón no regrese a delatarnos- Tendría que haberlos matado cuando tuve la oportunidad, así si pasaba algo podría haber dicho que sus mascotas se los habían comido... Nadie notaría la diferencia entre mis dientes y los de los Kags. De todas maneras ya todo estaba hecho y aunque aún nos quedaba mucho para poder salir de la ciudad, las ideas aun no se habían acabado. Para ganar hay que poner todas las cartas sobre la mesa, pero yo era una ladrona, una asesina de poca monta y me gustaba jugar sucio y por ende aún guardaba un as bajo la manga, por así decirlo era algo literal si considerábamos que mi basa era del tamaño de una pulga y trotaba junto a Tauro tratando de seguirle el ritmo como si fuera el suyo propio. Incluso con esta confianza de que podría salirme con la mía pasara lo que pasase aún era un riesgo.
Oromë Vánadóttir
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