La magia de lo paranormal. [Libre 2/4] [Terminado]

La Forja Tensaí no iba del todo mal. Bueno, Kendovlah estaba siendo optimista dado el hecho que aún no tenía cliente alguno y que al menos la tienda le servía como hogar, taller y un lugar donde embalsamarse en sus estudios sin ser molestado. Sin embargo después de su primera aventura raros sueños acechaban al hechicero y se notaba que este estaba más cansado de lo usual. Dedicaba más tiempo a sus estudios e investigar las notas de su madre que a la forja. A penas se había sentado en la piedra de afilar un par de veces para hacerle mantenimiento a las armas de muestra que tenía en el taller. Tampoco le había dedicado mucho tiempo a la creación de armaduras siento que estas eran algo más complejas y tediosas incluso que un arma a dos manos. Después de todo hablamos de un hechicero medio erudito y medio ermitaño.

Sin embargo al joven de veinte años le hacía ilusión dedicar parte de su tiempo al oficio de su padre quien fue condenadamente bueno forjando armaduras. Era aproximadamente medio día y Kendovlah volvía de Beltrexus tras haber comprado algo de acero y cuero para surtir. Planeaba dedicarse la tarde a forjar una armadura de acero y distraerse un poco de sus estudios. Sentirse por un momento un joven normal que seguía los pasos de su padre sin preocuparse por los rastros dejados por una madre bruja de la que pocos sabían actualmente sus hazañas en la tercera guerra.

- Mira que dejar un objeto encantado tan poderoso con tan poco cuidado-. Dice dejando los materiales al llegar a la forja sobre su banco de trabajo. Unas llamas comienzan a salir de su mano mientras calentaba la fragua y dejaba el metal tomar forma. De vez en cuanto usaba su propia magia para que el metal tomará la forma que este quería sin la necesidad temprana de un martillo. Tan solo el molde al que luego le dedicaría horas de trabajo.

El martillo descansaba sobre la mesa de trabajo mientras que el joven hechicero se concentraba en curtir el cuero para crear tiras y cosas para la armadura. De súbito cuando el sol comenzaba a caer sintió que alguien llevaba un buen rato observándolo. Un escalofrío le recorrió toda la espalda y se dio la media vuelta parándose de golpe solo para descubrir el casi desojado bosque illidense. Era curioso, de niño paso toda su infancia cazando con su padre en las profundidades del bosque después de terminar sus estudios de magia con su madre, pero nunca antes le había dado tanto pavor entrar en este... - Habrá sido un animal desorientado-. Pensó para si mismo en voz alta.

Como dato curioso, la forja tensaí se ubicaba a mitad de camino entre el bosque y Beltrexus. Algo que le venía como anillo al dedo al brujo siendo que seguía cazando su propio alimento como antaño cuando su padre aún estaba con vida.

Dejo la armadura a medio terminar y con el uso de la telequinesis la dejo sobre una piedra bastante grande que había quedado en el patio tras la reparación del taller. Acto seguido entro en la cabaña y prendió el caldero con una llama de su mano. Comenzó a calentar el caldo de carne mientras sacaba de su mochila el pan que había comprado en la mañana y lo dejaba en una canasta sobre la mesa central. Comenzaba a sentir el hambre y el cansancio cuando comenzó a servirse el caldo y se sentó en la cabecera de la mesa mirando hacía la puerta del taller. La ventana al lado de la puerta le permitía mirar hacía el bosque.

Sacó además un libro de su bolsillo, el caldo se enfriaba lentamente mientras el hechicero avanzaba las páginas. Las velas seguían prendidas a pesar de que la noche ya había llegado y había pasado la hora de dormir del hechicero. Tenía un enfrentamiento épico contra el cansancio, pues quería evitar las pesadillas y caer en un sueño profundo sin tener que preocuparse por su sanidad mental. De vez en cuanto en el horizonte sin embargo, podía verse una sombra oscura como la noche. De no ser por la luz de la luna esta se camuflaría perfectamente en la oscuridad. Estaba estática mirando hacía el taller pero el hechicero a penas lo notaba de vez en cuanto y seguía con su lectura. De vez en cuanto tocaba una hogaza de pan o su caldo ya casi frío. - Brinnah dejo muchas cosas inconclusas...-. Una voz apresurada se escuchó en la cabeza del joven aprendiz cuando se despertó de golpe y un viento frío abrió la puerta de golpe. -¡¿Pero qué?! -. Exclamó en voz alta ante la sorpresa y se apresuró a la entrada. La sombra había desaparecido. Una bola de fuego desde la mano de Kendovlah impactó sobre la forja para iluminar mejor el lugar. -¡¿Quién vive?!-. Preguntó desenvainando su espada mientras inspeccionaba el lugar desde la puerta, aún sin poder ver nada...

---

Off:

Cuento con permiso especial para este tema, el fantasma (sombra) esta autorizado!

Había viajado hasta el archipiélago en un barco pesquero.
Quizás, para obtener respuestas. Quizás para encontrarme a mí mismo.
Caminaba descalzo como de costumbre, por el bosque.
Hasta que vi una construcción humana con las luces encendidas.
Oí sonidos de forja.

Me paré en seco. Quizás era un herrero, trabajando en mitad de la noche.
Saqué mi hacha de mi cinturón.
La hoja estaba algo roma.
Quizás intercambiando algún favor podría conseguir afilar mi hacha.

De pronto, oí una voz de hombre gritar, en tensión.
Mi pelaje se erizó, y mi cuerpo se puso rígido.
"El herrero, puede que esté en peligro"
Pero lo cierto era que había notado algo más que la presencia del herrero.
Algo mágico.

Me acerqué, deprisa.
La luz titubeante de una forja iluminaba al asustado hombre.
Parecía un mago con aquellas ropas.
Había una presencia maligna en aquel lugar, podía sentir su frío.
Saqué las garras de mis almohadillas... pero ¿cómo iba a desgarrar un espíritu?
La sombra se esfumó por un momento, en cuanto la atravesé.
Miré al hombre, esperando su consejo.
Nunca había luchado contra un ente semejante.

__________
HABILIDADES

Lobo bípedo:
El licántropo logra un dominio fino de su forma de lobo, de tal modo que aprende a transformarse de manera parcial, obteniendo la forma de una criatura humanoide con rasgos animales. Puede privilegiar pelear con armas o en un estilo salvaje mediante garras y mordiscos.

La sombra desapareció y acto seguido la figura de un hombre hizo acto en escena. Un hombre de tez bronceada, su rostro detonaba algo de confusión. El joven mago pudo notar su complexión y cicatrices. Aparentaba un guerrero fornido y experimentado. Se acordó del capitán en su primera aventura, pero este desconocido hombre le resultaba algo más salvaje y en cierto modo primitivo. A simple vista pudo notar en la mano de este un hacha de una mano, algo roma. “¿Un cliente a estas horas?” Aquello le resultaba un tanto sospechoso pues no solía tener muchos clientes al recién haber abierto su negocio. “Un animal o un cliente desorientado” Pensó para si mismo mientras envainaba su espada.

-¿También viste esa sombra o acaso vienes por un nuevo acero?-. Preguntó con cierta desconfianza en su tono. Podía recordar a alguien en su mente hablando de su madre y sabía ya que esta había ocultado muchos enemigos y dejado algunas secuelas para que el aprendiz de herrero diera punto y final. -Es curioso, aún no entiendo muy bien como funciona el ilusionismo o la nigromancia, pero puedo sentir algo más-. Añadió algo más calmado y reflexivo, casi como si pensará en voz alta. Típico de un estudioso de la magia, cualquiera podría decir que era un caso poco común para un mago interesarse en la fabricación de armas.  

Una vez más y de forma casi natural, gracias a la telequinesia la armadura en la que había estado trabajando ahora se encontraba de vuelta en la mesa de trabajo. Con cuidado añadía unos toques con tiras de cuero para unir las partes. No estaba quedando muy vistazo y se notaba la falta de calidad, pero el mago sabía que la herrería era como la magia. Mientras más horas y esfuerzo se le dedicará, los frutos brotarían tarde o temprano así que siguió con su trabajo.

La sombra apareció nuevamente, esta vez al interior de la casa. Se pudo apreciar el rostro de un anciano, la silueta de este se movía como el fuego de una fogata, pero no se propagaba sino que se mantenía. Miraba directo hacía una de las notas que Kendovlah había dejado sobre el mostrador, algo que este no pudo notar pues sentía la piel de gallina al pararse frente a la puerta de entrada para presenciar el evento.

-¡Ahí esta de nuevo! ¿Quién eres y qué quieres?-. Preguntó el temeroso mago al tiempo que una bola de fuego tomaba forma en la palma de su mano. La sombra no respondió, simplemente miró a ambos personajes, luego a la nota y se esfumó como si nunca hubiese estado ahí. Kendovlah tragó saliva e hizo desaparecer su magia. -Por favor, dime que estoy imaginando cosas...-. Le dijo algo temeroso al extraño visitante cuyo nombre aún desconocía.

----
Off:
Bueno Havok, comencemos. Iré algo lento con la trama por ahora por si alguien más se nos une en el camino. Aún quedan dos cupos :3

En cuanto entré en aquella construcción para atravesar el espíritu y éste desapareció, vi al herrero.
Era extrañamente joven y poco tosco, comparado con los herreros que había visto hasta entonces.
Me habló, directamente, guardando su arma.
-¿También viste esa sombra [...] vienes por un nuevo acero?- entendí, pero antes de que pudiese decir "He visto al espectro", o "Quiero filo en el hacha", el herrero volvió a hablar.
-Es curioso, aún no entiendo muy bien como funciona [...], pero puedo sentir algo más-

Ladeé la cabeza. Aún no conocía todos los entresijos del lenguaje humano, así que no sabía muy bien a qué se refería.
Pero aún más increíble me pareció el hecho de que aquél hombre había movido un objeto con magia.
Casi me caigo de espaldas de la sorpresa.
Agachado, y algo más relajado me acerqué para tocar aquél objeto con el que trabajaba el herrero, pero no noté nada.
-¿Herrero con magia?- le pregunté, aún con el susto en la mirada.

Aún no me había dado tiempo a recuperarme del todo cuando el espectro apareció de la nada en aquella estancia.
Un hombre viejo, moviéndose como una llama.
A menudo aparecían pequeños fuegos fatuos en el bosque donde me había criado con mis hermanos lobos, a los que perseguíamos hasta que desaparecían... pero ésto era distinto, tenía forma de humano.
Se me erizaba la piel al mirarlo, y se me paralizaba el cuerpo del miedo.
-¡Ahí esta de nuevo! ¿Quién eres y qué quieres?- dijo el herrero mágico directamente al espectro.
Yo estaba agarrado a una mesa, con la espalda pegada a la pared, inmóvil, contemplando la escena.

El herrero mago era muy valiente por hablarle así a aquella aparición.
De repente, vi como en la mano del joven se formaba fuego, y me agaché aún más asustado, pero sin dejar de mirar.
Y después de contemplar estupefacto cómo el espíritu nos miraba a ambos y a algo que había en una de las mesas, conforme vino, se fue.
-Por favor, dime que estoy imaginando cosas...- dijo el valiente herrero mago mirándome.
-Yo he visto aparición de hombre viejo ahí...- dije, señalando el lugar, con el brazo temblando.
Dejé la mesa en su sitio y me acerqué a la mesa que había mirado la aparición.
-...y ha mirado ahí, el viejo- dije, señalando la mesa.

La frustración se hizo presente en el rostro del mago y este hizo desaparecer la bola de fuego de su mano. No entender lo que sucedía muchas veces le hacían enojar, sin embargo el haber podido comprender algo le hizo volver en si antes de perder el control. Pudo notar a su temeroso “invitado”. Parecía entender mucho menos que el mago y sin duda la ignorancia a veces podía llegar a ser abrumadora.

Tras comprender esto, Kendovlah se dirigió algo más calmado hacía la mesa donde había estado mirando la aparición. Pudo notar una nota de su madre a la que le había dado poca importancia. El brujo tampoco sabía a que se enfrentaban y que tipo de aventura tenían en el horizonte aquella noche, pero ya era bien sabido que usar la cabeza casi siempre podía sacarte de serios apuros. -Hmmm veo que no has tenido mucho contacto con la magia-. Dijo reflexivo mientras leía la nota, pudo además notar el lenguaje primitivo que usaba el hombre. -La magia no es mala siempre, sino quien la usa. Puedes estar tranquilo al menos conmigo-. Tomo la nota y la acercó a la mesa que anteriormente había tomado el extraño y primitivo hombre.

-En el refugio de los cuatro elementos yacen los cuatro tensais de Hekshold-. Leyó el brujo para su acompañante, sobre la escritura había una fecha, anterior pero cercana al nacimiento de Kendo. A modo de firma se podía apreciar cuatro runas dibujadas, una de aire, agua, tierra y fuego. Una X se podía ver sobre los elementos aire, agua y tierra. -Es una de las notas que guardaba mi madre...-. El joven mago terminó de hablar mientras se tapaba la mano con la boca, jugando con sus dedos en un gesto pensativo. Tratando de encontrar alguna relación, no era la primera vez que una de las notas de su madre lo conducían hacía alguna aventura.

-Aquello parecía ser Éter. Con mi madre nunca se sabe. Afilaré tu hacha, puede ser útil-. Dijo el aprendiz de herrero dirigiéndose pensativo hacía la piedra de afilar en el patio. Era cierto que la falta de sueño lo tenía algo agotado, pero parecía que tenía que comprender algo importante y esto le hacía sobreponerse al cansancio.

Extendió su mano izquierda esperando a tener el acero del hombre. -Soy Kendovlah, por cierto. ¿Y tu eres...?-.

Sobre la mesa que había estado mirando el espectro, había un papel que sostuvo el mago en su mano y que inspeccionó.
-Hmmm veo que no has tenido mucho contacto con la magia-
Negué con la cabeza. Había tenido contacto con espíritus que existían en la naturaleza, incluso algunas criaturas extrañas... pero nunca había visto a un mago realmente, y no sabía tampoco como reaccionar frente a los espectros humanos.

-La magia no es mala siempre, sino quien la usa. Puedes estar tranquilo al menos conmigo-
-Gracias- dije, quedamente.
Era bien cierto que aquellas palabras me consolaron en aquella situación que escapaba a mi comprensión.

El mago herrero comenzó a leer lo que ponía en el papel, pero yo sólo entendí una palabra: "refugio".
-Es una de las notas que guardaba mi madre...- dijo, a continuación.
Me pregunté porqué sería tan importante aquella nota, de la madre del mago, que hablaba sobre un refugio, para aquél espectro viejo. Me mesaba la barba mientras me apoyaba contra la mesa, pensativo.
Quería ayudar al mago herrero, quizás no fuese la mejor compañía para un sabio... pero tenía fortaleza, y lo protegería.
El mago se prestó a afilarme el hacha, y yo se seguí despacio, hacia el exterior, donde le dí mi arma, con cuidado.

-Soy Kendovlah, por cierto. ¿Y tu eres...?- dijo el mago, presentándose.
-Havok- dije, poniendo mi mano sobre mi pecho.
Realicé una tosca reverencia en su dirección, como había visto hacer al comerciante que me compraba las pieles en la cabaña del lago. No conocía muy bien algunos aspectos de la comunicación humana, pero los gestos eran iguales entre animales y hombres, y aquél mago me estaba haciendo partícipe de una aventura sin parangón.

Sonrió a Havok en cuanto este se presentó. Era curioso, tenía los modales y el vocablo de un bárbaro pero a la vez mostraba gestos de educación más “modernos”. Al joven mago le causaba curiosidad saber más de él, pero en esos momentos tenía otras cosas más en su cabeza y sabiendo como esta funcionaba lo mejor era ir paso a paso.

Tomo el hacha y lógicamente la sintió algo más pesada que su espada de acero. La blandió por el frente  un par de veces, tenía buen manejo para el aprendiz aunque notaba la diferencia entre el retroceso con una espada. Era ligeramente más lenta pero su golpe podía adivinarlo más contundente. Pasó los dedos cuidadosamente por el filo. -Esta muy mellada, tomará un poco más de lo normal-. Dijo pensativo, ya sabía los puntos donde debía concentrarse, el funcionamiento del filo era similar al de su arma, solo que más corto y grueso por los lados. Puso la hoja sobre la piedra de afilar y comenzó a hacerla girar. Pensaba en muchas cosas, aquel trabajo le ayudaba a conectar mejor sus ideas. El capitán en su primera aventura y la rebelión por parte de su tripulación. Aprendió que su madre había dejado muchas secuelas tras la guerra, algo similar pasaba con el hacha. Sin embargo las herramientas son distintas a las personas, estas se pueden arreglar. Supuso que la aventura por venir estaba fuertemente conectada con Hekshold, aunque dudaba que Havok supiese algo al respecto. Después de todo ni el mismo Kendovlah sabía que clase de cosas podría aprender o vivir en ese lugar. Otra de las cosas que su madre no mencionó sobre su pasado.

-Ya esta-. Dijo pasado más o menos una media hora. Kendo acercó la hoja al fuego de la fragua para poder contemplar como brillaba el arma, el filo asustaría a cualquiera. No había rastros de imperfección en la hoja y no pudo mejorar la calidad, solo añadirle más filo y dejarla reluciente. Sonrió satisfecho y estiro el mango del arma para que Havok la recibiera. -Esta vez la casa invita, solo espero no te importe ser mi nuevo compañero de aventura. Esta noche el bosque no me da confianza-.

Tras haberle entregado su arma, el mago estiró un poco los huesos y desenvaino su espada para hacer lo mismo que con el hacha. Comprobó el filo y la volvió a guardar. Sacó una antorcha de la pared y la prendió con unas llamas de su mano, a veces era más efectivo que malgastar su magia y resistencia pues no sabía que tanto iba a tomar aquel viaje. -Tendremos que volver a casa de mis padres en el bosque. No se me ocurre por donde más empezar-. Admitió algo desalentado. Lo cierto era que volver a casa de noche y con un espíritu del pasado de su madre rondando no era precisamente una de las cosas favoritas del estudioso de la magia.

El mago tomó mi hacha y dijo que estaba algo mellada.
Yo asentí. Bien cierto era que no solía pasar por los puestos de los humanos a menos que mis aparejos estuviesen muy gastados.
Mientras mi nuevo amigo hacía girar la piedra de afilar, yo me senté en el suelo, con la espalda pegada a la pared, y cerré los ojos.
No podría decirse que estaba durmiendo. Estaba más bien descansando, pero el tiempo pasó deprisa, pues al rato pude oír la voz del mago.
-Ya está-
El mago contempló mi arma al fuego, antes de entregármela.
-Muchas gracias- dije. Lo cierto era que era un trabajo formidable.
Guardé el arma en mi cinturón, mientas escuchaba al mago pedir mi compañía.
Iba a acompañarle de todos modos, más por honor que por un favor.
-Claro, yo acompaño Kendovlah- dije, sonriendo.

El mago preparó su arma, y prendió fuego con magia a una antorcha.
Yo no pude evitar sorprenderme de nuevo al ver la magia, pero ésta vez no me cogió tan desprevenido.
Después, Kendovlah dijo que deberíamos ir a casa de sus padres en el bosque, lo que me pareció una buena idea.

Al salir de aquel lugar, me puse al lado del mago, decidido a seguirle.
Yo no conocía el camino, pero si las cosas se complicaban, tomaría mi forma de lobo para rastrear a mi nuevo amigo.

No sabía a que tipo de peligros se enfrentaría esta vez, como había dicho con Brinnah nunca se sabía y ya había tenido oportunidad de comprobarlo. Ciertamente tener a alguien más de su lado era motivo de alivio suficiente para emprender la aventura.

No tardaron mucho en llegar al sendero que conectaba con la casa donde se crió el mago. Era curioso, paso varios años cazando con su padre en aquel bosque y era la primera vez que se sentía tan asustado y a la vez inquieto por volver. Casi como si adivinara que el regreso a casa iba a ser toda una travesía para recordar. El viento helado se sentía más frío que de costumbre, la antorcha frente a la cara del brujo flameaba casi como advirtiendo que podría apagarse en cualquier momento. El ruido de las hojas y ramas de los árboles también era mayor a lo usual.

Había un claro al frente. Los sentidos del mago se agudizaron al máximo. Más de alguna vez la madre de este había tenido que ir a socorrer al mago y a su padre cuando cazaban de noche y claro, era la hora predilecta para las bestias hambrientas. Al otro lado del claro volvió a aparecer la silueta de Éter, aunque a la distancia solo se podía apreciar la figura de un hombre de píe, observando, casi se podía decir que los estaba esperando.

-Cuidado, no estamos solos-. Murmuró el mago, algo le decía que la aparición no era lo único que temer entonces. Ruidos de ramas romperse advirtieron tanto al lobo como al brujo. El brujo no pudo advertir cuantos eran o de lo que se trataba. Entonces un lobo algo más grande de lo común saltó sobre la sombra haciéndola desaparecer para luego hacer frente a los intrusos. Estaban en su territorio y los animales aún más perceptivos de lo paranormal estaban más alerta y más agresivos. Habían más escondidos en los arbustos, esperando el momento para atacar.

Varios aullidos delataron la posición de algunos a la vez que anunciaban el inicio de una posible sangrienta batalla. El mago por unos segundos deseo que su madre estuviese cerca para venir al rescate, pero tenía que resignarse a recordar que tanto ella como su padre estaban muertos y no había forma.

Kendovlah empuño entonces la antorcha como si fuera una espada. Sabía que a las bestias salvajes no les gustaba el fuego y curiosamente se enfrentaban a un tensai de fuego. Era momento de averiguar que tan lejos estaba del nivel de su madre. Utilizo su habilidad de ascuas poniendo su mano sobre la llama de la antorcha, lo que hizo que varias llamas salieran disparadas contra el lobo. Sin embargo, esta bestia contaba con buenos reflejos. No parecía ser un lobo normal a los que estaba acostumbrado a enfrentar con sus padres. -Maldición, tendré que...-. Se vio interrumpido al ver que otro lobo más saltaba por uno de los costados mientras el otro se acercaba a los dos. -¡Havok, ahora!-. Gritó mientras desenvainaba su espada para protegerse de la mordida de uno cayendo al suelo mientras tenía a la fiera bestia sobre él.

Tras caminar hacia un claro, vimos de nuevo al espíritu.
Se me erizó todo el bello de la espalda, y entonces un lobo apareció frente a nosotros.
Había algo mal, algo indetectable a primera vista pero que sacudía mi interior como una hoja con el viento de otoño.

Me concentré mientras me desnudaba y fui notando cómo mis vértebras se separaban entre ellas y crecían, así como mi estatura, con un gran dolor. Mis ojos se acostumbraron a aquella luz. Mis poros se abrieron para dejar paso al pelaje que crecía descontrolado.

Estaba arrodillado por el cansancio, pero pude darme cuenta de que Kendovlah estaba siendo atacado por el lobo, y que muchos otros lobos se acercaban lentamente, gruñendo con atroces guturales.
Cogí del pescuezo al animal que intentaba morder al mago y lo lancé lejos, pero no fuerte. Éste se deslizó por el suelo varios metros y se levantó al rato, gimiendo de dolor.

Aquello me supo fatal... era un hermano; pero estaba claro que algo había afectado a aquellos lobos para que actuaran de esa forma. Le tendí la mano a mi compañero, para ayudar a levantarle, y asentí mientras le miraba a los ojos, como dándole a entender que era yo, Havok, y que seguía bajo control dentro del cuerpo de lobo bípedo.

Tras ésto, viendo que los otros lobos se acercaban cada vez más a nosotros, iluminados por las leves ascuas que bailaban desesperadas desde el suelo, donde yacía la antorcha, tomé todo el aire que pude, y rugí.
-¡¡RAAAAAAAGH!!- rugí con tanta intensidad que incluso mi garganta sufrió por el esfuerzo, y miré desafiante al resto de lobos.


___________
OFF ROL
Vamos a ver qué pasa con los lobos.

Tras el rugido...:

___________
Habilidades
-Lobo bípedo:
El licántropo logra un dominio fino de su forma de lobo, de tal modo que aprende a transformarse de manera parcial, obteniendo la forma de una criatura humanoide con rasgos animales. Puede privilegiar pelear con armas o en un estilo salvaje mediante garras y mordiscos.

-Maestría: Maestría en Combate desarmado.
Domina la utilización del propio cuerpo como si de un arma se tratara, en especial piernas y puños, ya sea los mismos desnudos o con implementos tales como manoplas, guantes especiales, etc. La efectividad en el combate aumenta según el nivel del personaje.

El miembro 'Havok' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses

---

'Runas' :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Resultados :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]

Ya se ha dicho antes, Kendovlah y su suerte...

Las cosas estaban por volverse aún más oscuras y primitivas para el joven mago. Como si la extraña presencia de Éter en forma humana no fuese suficiente. Estando siendo atacado por el lobo pudo contemplar la mutación de Havok. No lo había visto venir, había leído historias y su madre le había advertido de la luna llena. Aunque aquella noche no la había, si había algo que despertaba el instinto más primitivo de las bestias en el bosque. Los libros no podían estar más equivocados al describir la transformación de humano a bestia, aquello era simplemente indescriptible y para quedarse frío o bueno, ese habría sido el caso de no ser por estar literalmente entre la espada y la pared (suelo).

Aún no sabía si la criatura que tomaba el lugar de Havok había atacado por inercia a lo primero que moviese o tenía algo de autocontrol. Dudaba lo segundo, pero para su fortuna parecía ser así.

Por razones que no se podían discutir, Kendovlah se puso de píe por si solo empuñando su espada. Por cuestión de segundos los lobos habían pasado a segundo plano. Y casi como si la negación del mago se tratase de un insulto, Havok aullá convocando antiguos poderes que se escapaban al conocimiento de Kendo. Sin embargo, esta convocación más que ayudarlos parecían haber hecho enojar a los dioses y mucho. Bastante se podría decir.

Las llamas que habían salido de la antorcha del mago habían alcanzado a agarrar uno de los árboles al final del claro. Empeorando un poco la cosa, el viento hizo su presencia más fuerte haciendo que el fuego se expandiera lentamente al rededor del claro. Si no salían de ahí pronto se verían envueltos por un circulo de fuego y una manada de lobos furiosos.

Contra todo pronostico, el lobo que había lanzado Havok había dejado de gemir a causa del dolor y se preparaba para atacar nuevamente. Los dioses por su parte hicieron su enojo más notorio rodeando a ambos personajes de una manada de cuatro lobos más (haciendo un total de cinco). Kendovlah no pudo hacer más que tragar saliva y ponerse rápidamente a pensar en como salir de esta. Aún no estaba del todo seguro si Havok seguía estando en sus casillas, algo le decía que si, pero visto lo visto no quería tentar a su suerte y por segundos de incertidumbre se decidió a prepararse para lo que sea. Después de todo siendo el único humano era la presa más fácil y solo contaba con su magia, la cual debía descansar unos minutos más para volver a usarla.

Ya no sabía si seguir usando la palabra por fortuna, pero de súbito uno de los lobos más jóvenes decide atacar al más débil de los dos. Definitivamente no volvería a usar la palabra fortuna. Venía de frente ignorando que el resto de la manada por costumbre se preocupaban del más fuerte. Al ver esto el brujo decide actuar y se lanza por la antorcha que había quedado en el suelo.

Brujo por debajo y y lobo saltando en el aíre. El humano alcanza la antorcha y la blande en el aíre para alejar a su atacante. Algo de eso que llaman maldita suerte debía tener aquella noche y en efecto, el fuego de la antorcha fue suficiente para hacer que el pelaje del lobo comenzara a arder levemente. Algo de carne había quemado también. Se reincorporó con antorcha y espada mientras el lobo se lo pensaba dos veces y en un intento desesperado el brujo comienza a dar estocadas desesperadas contra el lobo. Esperaba a tenerlo arrinconado contra las llamas que ahora bordeaban el claro para atacarle con la espada. Después de todo un tensai de fuego debía tener bien sabido que las bestias salvajes no eran las mejores amigas del elemento

Cuando el mago se levantó, se enfrentó a uno de los lobos, intentando ahuyentarlo con la antorcha. Junté mi espalda con su espalda, y dos de los lobos intentaron atacarme, saltando en mi dirección desde los flancos izquierdo y derecho.

Les golpeé primero a uno y luego al otro, con mis puños, lanzándolos varios metros contra unos árboles, ésta vez con más violencia, pero había dejado al descubierto un flanco, que otro lobo había aprovechado para morderme la pata.

Aullé de dolor, y literalmente me lo arranqué de la pierna, y le golpeé la cabeza con fuerza. No quise comprobar el estado del animal.

Me giré y vi que Kendovlah se las estaba apañando bastante bien, pero de algunos árboles, ahora ardiendo, empezaban a caer ramas que amenazaban con caernos encima. El fuego se expandía rápidamente y los lobos que lograron levantarse huyeron del lugar.

-Vamos- dije costosamente, con mi voz de lobo, señalando un hueco entre las llamas que nos rodeaban.

Kendovlah estaba en una situación desesperada. Quería rematar al lobo con su fuego, pero aún sentía su debilitamiento mágico. No iba a ser posible, debía terminar ahora. Saltó hacía una de las ramas que estaban por caerles encima, el lobo también saltó persiguiendo a su presa pero el mago tenía un plan más efectivo. Golpeó con la antorcha la rama ardiendo y esta cayó sobre la cabeza del lobo, haciéndolo detener su ataque y huir adolorido junto al resto de la manada. Kendovlah también cayó, esquivando el fuego por los pelos.

Aún quedaba liberarse del incendio que el mismo había provocado. Entonces escuchó la voz bestial de Havok y entendió que aún seguían en el mismo bando. Miró el hueco entre las llamas y asintió comenzando una carrera desesperada, ahí estaba la sombra de Éter. Nuevamente guiando el camino, al atravesarla esta desapareció pero el mago quedó helado por unos segundos y casi sin aliento.

Al contacto con el éter pudo ver algunas imágenes. La primera se trataba de una escotilla trampa en una casa, la segunda era de un túnel bajo tierra y en la tercera pudo ver cuatro lápidas. A la cabeza de las lápidas cuatro estatuas, una de ellas la reconoció. Era la representación del espíritu de Éter, además pudo ver una tumba vaciá. Cada estatua tenía dibujada las runas que anteriormente habían visto en las cartas, antes de poder comprender el significado de la tumba vacía, Kendovlah vuelve de golpe a la realidad y medio aturdido trata de buscar a su compañero.

-¡El refugio de los cuatro elementos, creo que ya se como llegar!-. Gritó el mago cuando el calor del fuego comenzaba a calentar su cuerpo de nuevo. No se estaba quemando, pero se estaba recuperando de la helada. No comprendía aún del todo lo que había visto, pero al menos sabía como parar aquella locura de aventura.

De pronto el bosque había vuelto a ser en el que se había criado y entendía cual era el camino para volver a casa de sus padres. Kendovlah corrió casi sin comprobar que Havok le siguiera.

Aún seguían escuchando aullidos cuando llegaron al claro donde se encontraba la casa en que el mago se había criado. Una extraña sensación de nostalgia y peligro invadió al joven, algo los estaba mirando. Tragó saliva y siguió avanzando. La casa se componía en dos partes. Una pequeña cabaña de pared de piedras y techo de paja era el taller de herrería de su padre. Más adelante estaba la casa principal de estructura similar pero mayor en tamaño. El vestíbulo principal que además era el comedor donde la familia solía reunirse y dos habitaciones. Una era la de sus padres y la otra era la del mago. El ceño se frunció, se sentía extraño sabiendo que por primera vez no era bienvenido. Como si la casa ya no reconociera al mago.

En la entrada pudieron ver nuevamente la figura de Éter. Esta vez miraba a uno de los árboles más grandes alrededor de la casa. El aprendiz de herrero pudo reconocerlo. Era el árbol que usaba para entrenar con su espada cuando había forjado la que ahora era su compañera más fiel con su padre. -Algo no anda...-. A punto de terminar su advertencia, el herrero mago recibe un fuerte ramazo que lo manda al otro lado del claro, golpeándose la espalda fuertemente contra uno de los troncos de madera. -Ah joder, al menos deja terminar de hablar-. Dijo tratando de recomponerse del golpe al tiempo que la rama se devolvía y trataba de arremeter con fuerza contra el licántropo.

Tras escapar del círculo de fuego, el mago atravesó la aparición, y se quedó quieto unos instantes. El fuego seguía extendiéndose, y me puse nervioso.
-El fuego- dije, sacudiéndolo e intentando hacerle reaccionar. Pero parecía estar teniendo una visión y me limité a dejarlo estar.
-¡El refugio de los cuatro elementos, creo que ya se como llegar!- dijo después de volver en sí mismo.
De pronto, echó a correr. Le seguí a cuatro patas para ir más deprisa. Kendovlah era más ágil de lo que parecía.

Llegamos a un claro y allí había una casa. Llevaba un rato oyendo a los lobos quejarse por algo que los atormentaba aunque supuse que para el mago aquellos lamentos serían traducidos en un aullido incomprensible.
En la distancia tan solo pude entender las palabras "control" y "magia" en los aullidos de los lobos.

Me preguntaba qué significaba cuando pude ver que en la entrada de la casa había aparecido de nuevo el espíritu y éste miraba a un árbol. El mago observaba la escena, cuando dijo:
-Algo no anda...- Y ante mi sorprendida mirada, recibió un golpe provocado por el mismo árbol, que había cobrado vida. El mago intentaba levantarse y dijo algo que no logré escuchar, pues estaba concentrado en esquivar el siguiente golpe del árbol, mientras rodaba.

-¿Árbol vivo?- le pregunté al mago, mientras observaba precavido los movimientos del árbol. En toda mi vida en el bosque jamás había visto algo semejante. Desde luego, no entraba entre mis planes dañar a aquél árbol, pues formaba parte de un ecosistema... pero si cargaba de aquella manera contra nosotros, igual que habían hecho los lobos... no tenía otra alternativa.

Corrí hacia el mago, lo levanté y entré con él en el interior de la casa, cuya puerta derribé, y caímos los dos en el interior de la vivienda, que andaba algo abandonada, con telarañas y polvo.
-Perdón- le dije al mago, señalando los trozos de puerta sobre el suelo.

Alcanzó a escuchar la pregunta de Havok, mas casi no tuvo tiempo para responder. Aquello no era un árbol normal, era un Ent que seguramente había, de alguna forma inexplicable, traído la madre del brujo como defensa del hogar y posiblemente cuando ella no estuviese. Tenía sentido, según la visión del mago el refugio de los cuatro hechiceros o al menos la entrada estaba en la casa donde había crecido. Ahora todo cobraba más sentido, su madre había sido alumna de aquella academia mágica antes de ir a la guerra,  ¿pero qué era de las otras tres tumbas y la aparición en forma de éter que los había guiado hasta ahí? ¿Compañeros de guerra o de academia? ¿Podría ser que las tumbas estuviesen custodiando algo relacionado con Hekshold?

Vaya  que hablando de volver al hogar con más preguntas que respuestas cuando el hombre lobo derriba la puerta con Kendovlah en sus brazos. También aún estaba muy latente el peligro del Ent y los lobos pues también habían podido escapar del fuego y ahora se encontraban peleando contra el árbol mágico cuando el mago por fin se libraba de los brazos de su compañero.

El brujo miro por la puerta hacia afuera. –Suerte para ellos que mi madre ya no está-. Dijo con un deje de tristeza pero no tenía tiempo para ponerse nostálgico. Miro alrededor de la casa, el tiempo había pasado muy rápido entre aventuras desde que se había ido de casa, el deterioro lo hacía más notorio que irónicamente la percepción del tiempo de Kendo. –No hay tiempo que perder, hay que llegar a la habitación de mis padres-. Dijo comenzándose a mover en pos donde había mencionado.

En la habitación de sus padres solo quedaba una cama matrimonial y un escritorio con unos cuantos pergaminos y trozos de papel. Notas de su madre que deseaba tener tiempo para poder revisar, mas sabía que no lo tenía.

Según la visión, la escotilla trampa tenía que estar debajo de la cama. No podría moverla con la telequinesia, aún no tenía el suficiente nivel para objetos tan pesados.  Se agachó para mirar debajo de la cama y ahí estaba efectivamente la puerta trampa que había visto. Sin embargo, no iba a tener tiempo para mover la cama.

Una rama suficientemente grande atravesó el techo de paja y golpeo por el frente al brujo haciéndolo retroceder varios pasos contra la pared. Algunas astillas rasparon su cara y manos  dejando un dolor leve pero bastante molesto. Haciendo un esfuerzo este se abraza al árbol. –Yo lo distraigo, tú entra primero-. Dijo mientras hacía que el fuego brotara de sus manos haciendo arder la madera y provocando quemaduras leves al ser una nueva  habilidad aún no experimentada, pero bastante efectiva para que el árbol recogiera su rama y comenzara a agitarla con furia. Kendovlah aguantó el dolor, sabía que tarde o temprano el árbol tendría que retorcerse al ser más inflamable y apostó por eso cuando mantenía sus manos el mayor  tiempo posible pegadas al árbol, teniendo que moverse para alcanzarla y reducir daños por golpes.

Una vez dentro, solté a Kendovlah.

Los lobos nos habían seguido y luchaban ahora contra el árbol vivo.
Mi compañero dijo que debíamos apresurarnos hacia la habitación de sus padres, y le seguí, pues yo no conocía el lugar.

El mago se agachó y miró bajo la cama. Yo le imité, y vi una trampilla en el suelo.
De pronto, con un gran estruendo, una rama del árbol vivo que debía estar buscándonos, rompió parte del techo y la pared.
Pese a que nos había dado un buen susto, Kendovlah respondió con rapidez, sujetando la rama.
-Yo le distraigo, tu entra primero-

Afirmé, mirándole seriamente. Como mi tosco cuerpo no cabía por el agujero que dejaba la cama, la empujé contra la puerta, y de paso me aseguraba de que los lobos no entraran. Lamenté los daños que había causado con aquél movimiento, pero ésto despejó el camino a la trampilla.

Levanté la puerta, que pesaba un poco, y vi que una escalinata de piedra en forma de caracol bajaba, perdiéndose en la oscuridad. Dejé la puerta abierta para que el mago pudiese bajar, y comencé a descender.
-¡Vamos!- dije, mirándole. Tenía miedo de que el árbol vivo le hiciese daño.

El Ent ya había sido advertido de la fácilidad del mago para crear incendios, por lo que el miedo a esto y probar mano a rama la habilidad con el fuego decidió retroceder por fortuna para Kendovlah quien ya comenzaba a sentir el dolor de algunas ampollas en sus manos y algunas astillas clavadas en la piel. Al poder tomar un respiro comenzó a quitarse las astillas que pudo y se miro las manos. La magia en combate experimental sin duda era peligrosa, una buena forma de recordarlo y animarse así mismo para practicar más con su magia elemental.

Cuando se dio cuenta, la cama ya estaba sirviendo como entrada de repuesto y su compañero lobo ya había comenzado el descenso, tal y como lo había previsto. Era turno del mago y sin pensarlo dos veces este dio un salto por la escotilla trampa para luego agarrarse de la escalera, agudizando el dolor por las ampollas en sus manos al rasgarse la piel quemada. No solo esto, se raspo contra la pared de piedra en varios lados al no calcular el ancho de Havok, pasando de largo de este con cierta dificultad en la caída. Otra cosa que no tomo en cuenta fue la capacidad de peso que la escalera podía aguantar. Naturalmente ambos cayeron unos cuantos metros en picada.

El aterrizaje no fue nada agradable. Aun tenía unas cuantas astillas clavadas que se pincharon aún más en la piel del mago con la caída. La escalera al ser más liviana cayo rota primero sobre la espalda del brujo quien comenzaba a pensar que darse golpes en la espalda era algo a lo que debía comenzar a acostumbrarse. Su mente fue más rápida y supuso que pronto llegaría la caída de Havok para agudizar más el dolor y se preparo para aguantarlo.

Una vez los rastros de la caída hubiesen desaparecido, sin contar los dolores del túnica naranja, ambos podrían ver que habían caído en un túnel secreto formado por paredes, piso y techo de tierra húmeda, apenas sujetada por troncos de madera y algunas piedras que servían de soporte. Sin embargo, no era muy largo pues este terminaba en otra puerta bastante alta y gruesa. Esta no contaba con cerrojo y el metal era de un plateado intenso con grabados y marco de oro. En la pared derecha se podía observar una llave colgando de un clavo sin seguridad aparente. Esto le causo curiosidad al mago, ¿para qué una llave si la puerta no tenía cerrojo?

-Más acertijos, supongo-. Dijo con la mano en la espalda, aún algo resentido por la caída y la anterior pelea, caminando hacía la llave. La tomó y esta comenzó a vibrar levemente, el polvo del techo cayó cuando la puerta comenzó a resonar, haciendo el mismo efecto que la puerta. Entonces se pudo ver grabado en la puerta unas letras que ambos podrían leer: “El refugio de los cuatro elementos” Bajo el título además podrían ver las cuatro runas grabadas, brillando de un color celeste que iluminaba dando mejor detalle del túnel. Kendovlah dejo la llave en su lugar original al ver que no aparecía cerrojo alguno para llave y con esto el temblor comenzó a crecer, amenazando a los intrusos con quedar atrapados bajo tierra.

-Hay que abrir la puerta o esto caerá sobre nosotros. ¡No podemos volver!-. Gritó el mago al ver como un pilar de tierra caía y golpeaba con fuerza el suelo por donde ambos habían descendido. Solo quedaba avanzar como opción y Kendovlah comenzó a pensar. “Una llave trampa, una puerta sin cerrojo...” En las paredes contiguas aparecieron con el mismo color que en la puerta cuatro runas dibujadas correspondientes a cada elemento. El mago se desesperó y comenzó a empujar la puerta sin poder moverla un solo centímetro. Retrocedió y la luz comenzó a menguar, pero pudo observar una antorcha apagada colgando a un costado de la puerta...

En cuanto me pude dar cuenta, Kendovlah ya se había deshecho del árbol, y bajaba las escaleras por encima de mi.

Las escaleras cedieron, y lo que más temía ocurrió. La escalera se dobló por el peso, y Kendovlah cayó. Miré hacia abajo, asustado, para comprobar que seguía vivo. Y en cuanto le vi moverse, dolorido, mi preocupación disminuyó. Poco después la parte en la que sujetaban los pies también cayó... desgraciadamente, sobre el mago.

Pero yo no podía seguir aguantándome mucho más. Mi cuerpo pesaba demasiado en mi forma de lobo, y mis garras no se aferraban bien. Sin querer, me resbalé y caí finalmente. Sólo esperaba no haber caído también sobre Kendovlah.

Nos levantamos del suelo y descubrimos que el túnel estaba formado por tierra y piedras, peor había una puerta más adelante que no parecía encajar en aquél lugar. El mago trató de abrir la puerta tomando una llave que colgaba a su lado.

Todo empezó a temblar.
"Otra vez magia no, por favor" pensé, sintiendo el miedo de nuevo. La luz que menguaba sólo me inquietó más, así que al ver una antorcha al lado de la puerta, pensé que si moría, quería al menos ver que era lo que me mataba.

Tomé la antorcha y miré al mago. Yo no tenía fuego para encenderla, pero él sí.
-Enciende...- comencé a decir... pero en cuanto me di cuenta, detrás de mi se abría la puerta, y el temblor comenzó a disminuir.

No entendía nada, pero al parecer la antorcha tenía un mecanismo para abrir la puerta. Eran cosas de magos y de eruditos que mi mente salvaje no alcanzaba a comprender.
Agradecí entonces contar con la ayuda de Kendovlah, y esperé a encontrarme a su lado para entrar a la siguiente habitación... una enorme y majestuosa habitación.

Observó como Havok tomaba la antorcha y el temblor comenzaba a menguar. El mago ladeó la cabeza algo incrédulo al ver que la puerta comenzaba a abrirse. Entonces volvió a tomar la llave, las runas en las paredes desaparecían y una nueva sala se revelaba frente a sus ojos. -Supongo que nos servirá para salir-. Dijo guardándose la llave en el bolsillo y ponía su mano en la antorcha para prenderla.

-Vamos, no hay más camino-. Señaló avanzando por la puerta. Al atravesarla un puente se abría camino. Uno de piedra y bastante estrecho, por los costados se veía un largo precipicio. Tragó saliva y supuso que no sería una caída para recordar. Conforme seguían su avance antorchas en las paredes lejanas se iban encendiendo para iluminar el camino. Al parecer no habían más peligros, pero Kendovlah en sus aventuras había aprendido a no confiarse y dar nada por sentado, así que empuño el mango de su espada solo por costumbre y trato de agudizar la vista preparándose para un posible combate.

Al final del puente, cuando ya todas las antorchas se hubiesen prendido, Kendovlah y Havok pudieron apreciar las cuatro estatuas que el túnica naranja había visto en su visión. Bajo estas las cuatro tumbas y solo una de ellas abiertas. Kendovlah a la derecha pudo reconocer dos estatuas, la última representaba a su madre y la de al lado Havok también podría reconocerla. Representaba a la figura de Éter que los había guiado durante la pequeña aventura. El mago guerrero volvió a tragar saliva, habían cuatro tumbas bajo las estatuas y una abierta bajo la estatua de su madre. Entre la estatua y la tumba volvía a aparecer la figura de Éter mirando la tumba de la madre de Kendovlah. Aquello le produjo un escalofrió, pero comprendió de que había tratado aquel viaje. Recordó las palabras del capitán en su primera aventura y adivinó que aquello era algo que su madre había dejado inconcluso.

-Compañeros del colegio y guerra de mi madre, también debería descansar aquí, ¿no?-. Pudieron ver una sonrisa amable en el rostro y el guía turístico desapareció. -Los cuatro elementos, falta el fuego...-. Pensó el mago en voz alta. -Aún no puedo traerla aquí, hay mucho que hacer-. Suspiró y pidió la antorcha a Havok para dejarla clavada en la tierra donde debería estar su madre.

Entre las dos estatuas del medio se dejó ver una puerta similar a la cual habían usado para entrar en el refugio de los cuatro elementos, pero esta si tenía cerrojo. Le entregó la llave a su compañero y se quedo unos minutos pensativo, admirando la estatua de su madre. Sin duda se veía más joven de lo que el brujo la recordaba. Las hazañas que realizaron en la guerra debieron haber sido formidables para que el colegio se molestará en hacer una sala así y poner tal sistema de seguridad. -Saliendo de aquí tendré que ir a Hekshold, ¿tu qué harás, Havok?-. Preguntó curioso, sin duda había resultado un compañero de lo más útil. Estando solo dudaba poder haber llegado hasta ahí.

Volvió a avanzar hasta la puerta y cubrió su mano de fuego, pudo sentir como unas cuantas astillas se quemaban y dejaban algunas quemaduras internas en su mano, pero aquello no le importaba ya y podía soportarlo por unos minutos. -Bien, esta debe ser la salida o la última pelea-. Afirmó el mago con energías casi renovadas y deseando más lo primero que lo segundo.

----
Off:

Ya contamos con los requisitos para terminar el tema, si gustas podemos terminar con mi siguiente post o alargarlo un poco. Me puedes hacer saber por off o por mp :3

En cuanto la puerta se abrió, vimos un largo puente colgante frente a nosotros.
El mago pasó primero, con paso firme.
Yo temí que en aquella forma el puente no soportase mi peso, y me convertí de nuevo en humano.

Pasé con la antorcha en la mano, por el puente, evitando mirar hacia abajo, y manteniendo la calma en lo posible. Me dolía el cuerpo y estaba cansado por la transformación... y por todo lo que había pasado hasta llegar allí.
La sala era majestuosa y en ella, cuatro estatuas talladas en piedra reinaban en silencio.

-Hermoso- susurré.
De pronto, el espectro volvió a aparecer, y sorprendentemente, se colocó entre una tumba y una estatua que era igual que él.

Mi temor pasó cuando vi al mago y al espíritu mirarse con camaradería.
Después, el mago miró una de las tumbas frente a la estatua de una mujer, y dijo que su madre tendría que esta ahí.
"Su madre es esa mujer de la estatua..." pensé.
"... parece haber sido una mujer fuerte y luchadora"

Kendovlah tomó la antorcha de mi mano y la dejó en la tierra de la tumba.
Dijo que no podía traer a su madre allí. Me pregunté qué ocurría, pero no pregunté por respeto al mago.
Éste me entregó la llave de la entrada, y pude ver como miraba una puerta entre las dos estatuas del fondo.
-Saliendo de aquí tendré que ir a Hekshold, ¿tu qué harás, Havok?- me preguntó el mago.
-Comer- dije, tras sentir un hambre repentino por la falta de energía.
-Luego, no lo sé- dije. Bien era cierto que desde que mi familia me desterró no había tenido un lugar fijo en el mundo.
-Quiero ver más magia de amigo Kendovlah- le dije, intentando sonreír.

Avanzamos hacia la puerta y el mago volvió a hacer fuego con la mano. No me terminaba de acostumbrar a aquello tan sorprendente.
-Bien, esta debe ser la salida o la última pelea-
-Espero no luchar- dije, dejando ver mi cansancio.

En cuanto abrimos la puerta del exterior abrí los ojos con temor, pero...
allí fuera sólo se encontraba la quietud de un bosque levemente iluminado por luciérnagas y estrellas.

Un búho ululaba y nuestra tensión se disipó.
-Havok caza y cenamos, ¿vale?- le dije a mi compañero.

________
OFF ROL

Uso de habilidades:
Transformación en Lobo
Permite alternar entre forma de bestia o humano a voluntad. El proceso tarda unos segundos y resulta agotador.

--

Kendovlah:
Por mí salimos del refugio y nos adentramos en la siguiente aventura, me ha gustado mucho ésta historia

El bosque volvía a hacerse presente a los ojos del licántropo y el brujo. La aventura por fortuna había terminado sin mayores peligros. No podía evitar sentir cierto afecto por Havok con sus últimos comentarios, no muchas veces le pedían ver más de su magia mas el túnica naranja sabía que sus caminos pronto se separarían.

El claro del bosque en que se encontraban estaba muy calmado y a sus espaldas, el brujo pudo contemplar la majestuosa parte trasera de la academia a la que sabía debía asistir algún día, sin embargo no pudo evitar una pequeña risa avergonzada ante la sugerencia de su nuevo amigo y asintió con la cabeza. -Bien, yo me encargo del fuego-. Respondió animado mientras juntaba unas ramas para la fogata. Se sentó a leer mientras mantenía el fuego con su magia mientras veía animado el colegio. La oportunidad de acceder a nuevos conocimientos y emplearlos de mejor manera en combate.

También estaba la deuda en el refugio de los cuatro elementos. Debía descubrir que cosas más había dejado inconclusas su madre antes de volverla al lugar de descanso que se merecía. Aunque admitía que en cierta parte le daba pena separarla de su padre, pero eso era algo también que quedaba inconcluso para más adelante.

Comieron e invitó al licántropo a pasarse por su taller cuando necesitara un nuevo acero o afilar el suyo, aunque no sabía lo que le deparaba el futuro tras esos muros con los años que llevaba almacenando secretos mágicos y bien sabía que cualquiera de esos libros podía significar una nueva aventura. Simplemente no podía esperar por la siguiente.


Fin...

---
Off:

Tema terminado entonces. Gracias Havok, un placer. Te haré saber cuando haga mi siguiente tema libre y paso a cerrar el tema para la revisión y esas cosas. Hasta la próxima :3