Los esclavos del deseo [trabajo Nuria-Ircan][Cerrado]
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Los esclavos del deseo [trabajo Nuria-Ircan][Cerrado]
La guerra había dejado muchos otros escenarios diferentes al de la capital. Mientras que todas las principales facciones del mundo pusieron su mira en la perla de Verisar, habían ignorado todo lo demás, y con ello habían olvidado de igual forma a un gran numero de gente que también había sido dejada a su suerte. El resto de principales ciudades se habían aislado dentro de sus murallas y habían abandonado a los campesinos a los peores males de la guerra, una población que ya había sido mermada por una reciente epidemia, ¿cómo no iba a ganar así adeptos Randall Flagg? Se lo estaban poniendo en bandeja. Algo que presentía que originaría en el futuro un problema aún mayor.
Aunque eso abría nuevas posibilidades a los aventureros como yo, pues los aldeanos necesitaban ayuda de forma desesperada y nosotros eramos los únicos a los que podían acudir. Toro era un experto en ese mundo y me enseñó que siempre había que cobrarles algo. Según por lo que me dijo, la gente se sentía más segura y esperaba una mejor respuesta cuando contrataban a alguien por adelantado. Al parecer, muchos buenos samaritanos habían actuado gratuitamente para luego ser peor que el mal que había ido a solucionar. Por ello los contratos habían alcanzado en el mundo rural una amplia difusión.
Mientras Toro se encargaba de negociar el acuerdo, pues tenía más experiencia que yo en ese asunto, yo me centré en analizar todos los datos que el campesino podía darnos. Una residencia nobiliaria que coronaba una colina desde la que controlaba el pueblo a sus faldas; la típica finca de recreo de un noble. Al parecer había sido tomada por uno o varios vampiros, no estaban seguros, pero cada noche desaparecían personas de los alrededores y la situación en el pueblo había comenzado a ser critica. Una vez finalizado el acuerdo, nos pusimos en marcha.
El camino hacía la mansión fue silencioso, el asunto de la guerra había hecho que me plantease muchas cosas; como el hecho de buscar una solución al control mental que sobre mi habían ejercito; en aquel momento no sabía como solucionar ese problema que tanto había dañado mi orgullo.
Mientras pensaba en esto llegamos al objetivo. El sitio, como era de esperar, estaba situado en un lugar estratégico, pero la presencia de un pequeño bosque a sus alrededores, seguramente para las actividades de recreo del noble, nos permitiría crear una pequeña base de operaciones desde la cual observar mejor la rutina de aquellos que habitaban el interior.
Una vez instalados en el bosque con un modesto campamento, un muro para evitar que se vea el fuego y establecido un puesto de vigilancia en uno de los arboles, me subí a este mientras Toro iba al pueblo a por suministros; aquello iba a llevar bastante tiempo.
Observé lo que pude de la mansión. La actividad era bastante normal, supuse que un noble a fin de cuestas no se diferenciaba tanto de un vampiro; de cierta modo ambos chupaban la sangre de aquellos que estaban bajo su yugo, sólo que el ultimo lo hacía de forma literal.
-Un momento. - me pareció ver a alguien familiar. -¿Es posible qué?
La posibilidad era remota, habían pasado muchos meses desde entonces pero de ser verdad. De ser verdad...
Aunque eso abría nuevas posibilidades a los aventureros como yo, pues los aldeanos necesitaban ayuda de forma desesperada y nosotros eramos los únicos a los que podían acudir. Toro era un experto en ese mundo y me enseñó que siempre había que cobrarles algo. Según por lo que me dijo, la gente se sentía más segura y esperaba una mejor respuesta cuando contrataban a alguien por adelantado. Al parecer, muchos buenos samaritanos habían actuado gratuitamente para luego ser peor que el mal que había ido a solucionar. Por ello los contratos habían alcanzado en el mundo rural una amplia difusión.
Mientras Toro se encargaba de negociar el acuerdo, pues tenía más experiencia que yo en ese asunto, yo me centré en analizar todos los datos que el campesino podía darnos. Una residencia nobiliaria que coronaba una colina desde la que controlaba el pueblo a sus faldas; la típica finca de recreo de un noble. Al parecer había sido tomada por uno o varios vampiros, no estaban seguros, pero cada noche desaparecían personas de los alrededores y la situación en el pueblo había comenzado a ser critica. Una vez finalizado el acuerdo, nos pusimos en marcha.
El camino hacía la mansión fue silencioso, el asunto de la guerra había hecho que me plantease muchas cosas; como el hecho de buscar una solución al control mental que sobre mi habían ejercito; en aquel momento no sabía como solucionar ese problema que tanto había dañado mi orgullo.
Mientras pensaba en esto llegamos al objetivo. El sitio, como era de esperar, estaba situado en un lugar estratégico, pero la presencia de un pequeño bosque a sus alrededores, seguramente para las actividades de recreo del noble, nos permitiría crear una pequeña base de operaciones desde la cual observar mejor la rutina de aquellos que habitaban el interior.
Una vez instalados en el bosque con un modesto campamento, un muro para evitar que se vea el fuego y establecido un puesto de vigilancia en uno de los arboles, me subí a este mientras Toro iba al pueblo a por suministros; aquello iba a llevar bastante tiempo.
Observé lo que pude de la mansión. La actividad era bastante normal, supuse que un noble a fin de cuestas no se diferenciaba tanto de un vampiro; de cierta modo ambos chupaban la sangre de aquellos que estaban bajo su yugo, sólo que el ultimo lo hacía de forma literal.
-Un momento. - me pareció ver a alguien familiar. -¿Es posible qué?
La posibilidad era remota, habían pasado muchos meses desde entonces pero de ser verdad. De ser verdad...
Última edición por Ircan el Sáb Sep 08 2018, 18:16, editado 1 vez
Ircan
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Re: Los esclavos del deseo [trabajo Nuria-Ircan][Cerrado]
Nuria se paró frente a la ventana del pasillo con la bandeja reposando sobre sus brazos. Había caído muy bajo. No quería estar sirviéndole a un vampiro, pero esa era su profesión y le tenía gran apego. Echó el peso de la bandeja sobre su diestra y tomó con la mano libre el medallón de su madre. Una de sus contadas amigas en el gremio de la servidumbre había caído enferma y, como la criada estaba de paso, le pidió el favor. Nuria se arrepentía profundamente de haber visitado a Nora, la sirvienta de esa casa. A sabiendas de que la humana odiaba a los vampiros, la hizo comprometerse con el trabajo antes de decirle el resto de los “detalles”. Suspiró y miró los dibujos del colgante, Dios la estaba poniendo a prueba, ella lo sabía. Se enderezó y decidió continuar hacia la cocina para continuar con sus labores.
La mansión era excéntrica y grande, con puertas que no daban a ningún lugar y ventanas hacia muros ciegos. También habían signos raros en diferentes lugares, como si fuesen sus arcanos de protección, pero no en la lengua de los dragones, sino en una completamente ajena a ella. Los criados siempre parecían atareados en ese lugar. Si tenía suerte, Nuria podría terminar su servicio allí sin ser enviada a los aposentos del señor. No quería verse en el camino de la tentación y cometer el pecado de matar sólo por el odio generalizado hacia esas personas condenadas a beber sangre para sobrevivir.
Llegada la hora de comer de los sirvientes, todos se sentaron a lo largo de la mesa de la oscura cocina. Nadie estaba particularmente interesado en la nueva, más bien estaba siendo ignorada por la mayoría de ellos. Las mujeres parecían tenerle mala voluntad porque ella era pequeña de estatura y estaba flaca, más trabajo para ellas. Los hombres la observaban de reojo y se cuidaban de no tocarla, tal vez fuera de las últimas portadoras de la peste. Todos sabían que era el reemplazo de la descabellada Nora, y con su fama, podría haber dejado en su lugar cualquier cosa –lo que parecía ser el caso- . Contrariamente a la norma general, la criada terminó rápido de comer, sin disfrutar mucho de los sabores de esa sazón desconocida. Las labores eran las de costumbre, nada muy alejado del protocolo clásico.
La primera noche
Nuria conocía el lugar general de la localización de los aposentos del señor, lo único que se había propuesto hacer durante su estadía era mantenerse en el otro extremo de la casa. Con una escoba en sus manos, un plumero metido entre el delantal y su cuerpo, y un pañuelo cubriendo la mitad de su rostro para no estornudar a causa del polvo, la sirvienta limpiaba un viejo pasillo que parecía no muy transitado. - Porque no se use, no quiere decir que no esté limpio- se dijo para sí, admirando su trabajo a lo largo del pasillo. Había puesto la basura en un balde y se preparaba para darle un repaso con el plumero a los cuadros tapados en polvo. Parada en puntas de pie, notó una puerta que no había visto mientras barría.
- Nadie suele venir por estos lares. Por lo general se apartan del camino de su señor por temor a su ira. ¿Quién eres?
A Nuria se le cayeron todos sus implementos y sintió que su corazón se detenía por un momento y al siguiente parecía que le explotaría el pecho. Se puso colorada de inmediato y se apartó de la puerta, sólo para ver que el desconocido que había aparecido a su espalda le estaba bloqueando el paso. El hombre era inmenso, estaba reclinado sobre el marco de la puerta con un brazo en alto mientras que el otro rodeaba a la criada sin tocarla y se apoyaba en la pared. Sonrió y la criada pudo ver dientes afilados y ojos refulgentes. Tomó entre sus manos el colgante de su madre, respiró y sacó valor para mirarle fijamente. - No sabía que no debía venir a este pasillo. Simplemente esta..ba ba su…sucio y…- la determinación del comienzo se desvaneció con la proximidad del rostro del vampiro. Muy sutilmente, Nuria estaba buscando sus tijeras para asesinarlo si se acercaba un milímetro más.
El hombre pareció notar las intenciones de la chica y se detuvo justo antes de tocar la piel de su cuello con sus labios. Sonrió y retrocedió lo suficiente para mirarla a los ojos y admirar su perfume de jazmín. -Nuria- finalmente terminó de responder a las preguntas del vampiro. El hombre la miró como si se hubiera vuelto loca y sonrió, luego comenzó a reír de buena gana, llevándose ambas manos a su estómago. Nuria respiró aliviada, habían estado tan cerca que el pelo largo del hombre había encontrado apoyo sobre su escaso pecho, hecho que consideraba vergonzoso, una afrenta a su espacio personal. Se aclaró la garganta con los brazos en jarra, sabía que él se reía de ella pero no sabía a santo de qué. -Sería gracioso si ambos pudiéramos reírnos de lo mismo- estaba tan enojada que comenzaba a ponerse morada.
El hombre que parecía haberse calmado por unos instantes, volvió a estallar a carcajadas, ahora le corrían las lágrimas. -Debiste ver tu expresión ¿intentabas matarme? ¿a tu empleador? ¿eso no va contra las reglas? Me agradas Nuria-. La mucama pasó del morado al blanco y luego de éste al verde en un parpadeo. Se paró derecha y comenzó a juntar todos los implementos de limpieza para salir corriendo. -Lo siento, he sido terriblemente- -¿honesta? Es la primera vez que alguien se comporta así por aquí. ¿Eres el reemplazo de Nora? Esa mujer es la única que me comprende- La criada no sabía cómo reaccionar. Si ese era efectivamente su señor, no era de ninguna forma como los que había conocido con anterioridad. Nuria temblaba en su lugar, sin saber qué hacer, esperaba la dispensa de su señor para salir de allí, sin embargo el vampiro parecía estar disfrutando del momento.
Unos gritos que salían de la puerta oculta hicieron que ambos se miraran a los ojos, una con temor y sorpresa, el otro con una mirada acusadora.
La mansión era excéntrica y grande, con puertas que no daban a ningún lugar y ventanas hacia muros ciegos. También habían signos raros en diferentes lugares, como si fuesen sus arcanos de protección, pero no en la lengua de los dragones, sino en una completamente ajena a ella. Los criados siempre parecían atareados en ese lugar. Si tenía suerte, Nuria podría terminar su servicio allí sin ser enviada a los aposentos del señor. No quería verse en el camino de la tentación y cometer el pecado de matar sólo por el odio generalizado hacia esas personas condenadas a beber sangre para sobrevivir.
Llegada la hora de comer de los sirvientes, todos se sentaron a lo largo de la mesa de la oscura cocina. Nadie estaba particularmente interesado en la nueva, más bien estaba siendo ignorada por la mayoría de ellos. Las mujeres parecían tenerle mala voluntad porque ella era pequeña de estatura y estaba flaca, más trabajo para ellas. Los hombres la observaban de reojo y se cuidaban de no tocarla, tal vez fuera de las últimas portadoras de la peste. Todos sabían que era el reemplazo de la descabellada Nora, y con su fama, podría haber dejado en su lugar cualquier cosa –lo que parecía ser el caso- . Contrariamente a la norma general, la criada terminó rápido de comer, sin disfrutar mucho de los sabores de esa sazón desconocida. Las labores eran las de costumbre, nada muy alejado del protocolo clásico.
La primera noche
Nuria conocía el lugar general de la localización de los aposentos del señor, lo único que se había propuesto hacer durante su estadía era mantenerse en el otro extremo de la casa. Con una escoba en sus manos, un plumero metido entre el delantal y su cuerpo, y un pañuelo cubriendo la mitad de su rostro para no estornudar a causa del polvo, la sirvienta limpiaba un viejo pasillo que parecía no muy transitado. - Porque no se use, no quiere decir que no esté limpio- se dijo para sí, admirando su trabajo a lo largo del pasillo. Había puesto la basura en un balde y se preparaba para darle un repaso con el plumero a los cuadros tapados en polvo. Parada en puntas de pie, notó una puerta que no había visto mientras barría.
- Nadie suele venir por estos lares. Por lo general se apartan del camino de su señor por temor a su ira. ¿Quién eres?
A Nuria se le cayeron todos sus implementos y sintió que su corazón se detenía por un momento y al siguiente parecía que le explotaría el pecho. Se puso colorada de inmediato y se apartó de la puerta, sólo para ver que el desconocido que había aparecido a su espalda le estaba bloqueando el paso. El hombre era inmenso, estaba reclinado sobre el marco de la puerta con un brazo en alto mientras que el otro rodeaba a la criada sin tocarla y se apoyaba en la pared. Sonrió y la criada pudo ver dientes afilados y ojos refulgentes. Tomó entre sus manos el colgante de su madre, respiró y sacó valor para mirarle fijamente. - No sabía que no debía venir a este pasillo. Simplemente esta..ba ba su…sucio y…- la determinación del comienzo se desvaneció con la proximidad del rostro del vampiro. Muy sutilmente, Nuria estaba buscando sus tijeras para asesinarlo si se acercaba un milímetro más.
El hombre pareció notar las intenciones de la chica y se detuvo justo antes de tocar la piel de su cuello con sus labios. Sonrió y retrocedió lo suficiente para mirarla a los ojos y admirar su perfume de jazmín. -Nuria- finalmente terminó de responder a las preguntas del vampiro. El hombre la miró como si se hubiera vuelto loca y sonrió, luego comenzó a reír de buena gana, llevándose ambas manos a su estómago. Nuria respiró aliviada, habían estado tan cerca que el pelo largo del hombre había encontrado apoyo sobre su escaso pecho, hecho que consideraba vergonzoso, una afrenta a su espacio personal. Se aclaró la garganta con los brazos en jarra, sabía que él se reía de ella pero no sabía a santo de qué. -Sería gracioso si ambos pudiéramos reírnos de lo mismo- estaba tan enojada que comenzaba a ponerse morada.
El hombre que parecía haberse calmado por unos instantes, volvió a estallar a carcajadas, ahora le corrían las lágrimas. -Debiste ver tu expresión ¿intentabas matarme? ¿a tu empleador? ¿eso no va contra las reglas? Me agradas Nuria-. La mucama pasó del morado al blanco y luego de éste al verde en un parpadeo. Se paró derecha y comenzó a juntar todos los implementos de limpieza para salir corriendo. -Lo siento, he sido terriblemente- -¿honesta? Es la primera vez que alguien se comporta así por aquí. ¿Eres el reemplazo de Nora? Esa mujer es la única que me comprende- La criada no sabía cómo reaccionar. Si ese era efectivamente su señor, no era de ninguna forma como los que había conocido con anterioridad. Nuria temblaba en su lugar, sin saber qué hacer, esperaba la dispensa de su señor para salir de allí, sin embargo el vampiro parecía estar disfrutando del momento.
Unos gritos que salían de la puerta oculta hicieron que ambos se miraran a los ojos, una con temor y sorpresa, el otro con una mirada acusadora.
- vampiro:
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Re: Los esclavos del deseo [trabajo Nuria-Ircan][Cerrado]
Bajé del árbol algo turbado.
"¿De verdad es ella?" me miró las manos sin saber mi bien si fiarme de mis ojos.
En ese momento Toro volvió con algunos suministros para pasar la noche y pudo apreciar mi consternación antes si quiera que pudiera disimularla.
-¿Qué ocurre, Jefe? - preguntó mientras deja caer los sacos cerca del hueco de la hoguera.
-No es nada... es sólo que... creo que hay alguien que conocemos en esa casa... - giré el rostro mirando en la dirección de la mansión aunque el bosque no me permitiera verla.
-Pues ya tenemos un motivo más para cumplir la misión, sea quien sea la salvaremos como al resto de la gente que está retenida. -Toro me sonrió y me dio una palmada e animo en la espalda.
-Si, lo haremos. - aprieto el puño aunque la inesperada visión de un viejo conocido me seguía turbando. -Me acercaré más para estudiar mejor el terreno y encontrar una posible entrada, espera aquí.
-Espera Jefe, voy contigo. - Toro se dispuso a recoger sus cosas.
-No, - negué tajante cortando el aire. -Tu eres muy grande y podrían descubrirnos antes de tener la información necesaria para realizar el asalto, y además, alguien tiene que cuidar del campamento.
Toro dio un largo resoplido y terminó por sentarse en el suelo de mala gana.
-Tranquilo, volveré enseguida. - le dije con una sonrisa.
Me interné el bosque mientras activaba todos mis sentidos para evitar ser sorprendido1 y me moví despacio y sigiloso entre el follaje. Bien era cierto que servía como una excelente cobertura, pero hacía muy complicado andar con sigilo.
Al llegar a la mansión sin ningún incidente comprobé que el problema que se nos presentaría no sería precisamente alcanzar el suntuoso edificio, sino entrar en él. No tenía un muro que tuviésemos que salvar para alcanzar nuestro objetivo, pero en cambio tenía pocas puertas por las cuales acceder al interior.
"A lo mejor podríamos usar las ventanas..." Era una opción muy recomendaba, aunque no me veía a Toro entrando por una. Pero tal vez la estrategia pasaría por entrar por una para luego abrirle la puerta sigilosamente. "Debería intentar fijarme en los miembros del servicio... ¿Cuantos habrá?"
Aquel dato era más importante de lo que pudiera parecer, ¿estaría el servicio controlado de alguna forma por el vampiro o se habían vuelto fieles a su nuevo señor? ¿Se volverían nuestros aliados una vez irrumpiéramos o serían nuestros enemigos y darían la vida por su amo? Había muchas variantes por saber antes de plantearse el asalto, pues a parte de matar al vampiro debíamos de salvar a los rehenes de los que nos habían hablado, así que la empresa era más complicada y compleja de lo que podía parecer en un principio.
Los rayos del atardecer caían mientras intentaba bordear la casa en busca de cualquier elemento defensivo débil y con la intención de hacer una aproximación al numero de sirvientes a través de las ventanas. Era un edificio grande, así que contaba con un buen numero de personal.
"Calculo que habrán unos quince o veinte sirvientes..." lo que podía ser tanto una ventaja como un gran problema por múltiples motivos.
Con tanto reconocimiento la noche finalmente llego y con ella llegó el sonido de un carruaje a lo lejos. Curioso y previsor, me apresuré en llegar a un punto del bosque que me permitiera ver lo mejor posible la puerta de entrada a la mansión. Llegué justo para ver como del vehículo bajaba una figura femenina ataviada completamente de negro junto a una masculina que no tardó en llamar enérgicamente a la puerta de la casa. Nada me podía decir que aquella mujer era una vampiresa, pero viendo las horas a las que llegaba, el atuendo y que el hecho de que no lo fuera sería tener buena suerte me daban por apostar a que si que lo era.2
"Espero equivocarme, porque si ya lo teníamos difícil con uno, imagínate con dos..."
"¿De verdad es ella?" me miró las manos sin saber mi bien si fiarme de mis ojos.
En ese momento Toro volvió con algunos suministros para pasar la noche y pudo apreciar mi consternación antes si quiera que pudiera disimularla.
-¿Qué ocurre, Jefe? - preguntó mientras deja caer los sacos cerca del hueco de la hoguera.
-No es nada... es sólo que... creo que hay alguien que conocemos en esa casa... - giré el rostro mirando en la dirección de la mansión aunque el bosque no me permitiera verla.
-Pues ya tenemos un motivo más para cumplir la misión, sea quien sea la salvaremos como al resto de la gente que está retenida. -Toro me sonrió y me dio una palmada e animo en la espalda.
-Si, lo haremos. - aprieto el puño aunque la inesperada visión de un viejo conocido me seguía turbando. -Me acercaré más para estudiar mejor el terreno y encontrar una posible entrada, espera aquí.
-Espera Jefe, voy contigo. - Toro se dispuso a recoger sus cosas.
-No, - negué tajante cortando el aire. -Tu eres muy grande y podrían descubrirnos antes de tener la información necesaria para realizar el asalto, y además, alguien tiene que cuidar del campamento.
Toro dio un largo resoplido y terminó por sentarse en el suelo de mala gana.
-Tranquilo, volveré enseguida. - le dije con una sonrisa.
Me interné el bosque mientras activaba todos mis sentidos para evitar ser sorprendido1 y me moví despacio y sigiloso entre el follaje. Bien era cierto que servía como una excelente cobertura, pero hacía muy complicado andar con sigilo.
Al llegar a la mansión sin ningún incidente comprobé que el problema que se nos presentaría no sería precisamente alcanzar el suntuoso edificio, sino entrar en él. No tenía un muro que tuviésemos que salvar para alcanzar nuestro objetivo, pero en cambio tenía pocas puertas por las cuales acceder al interior.
"A lo mejor podríamos usar las ventanas..." Era una opción muy recomendaba, aunque no me veía a Toro entrando por una. Pero tal vez la estrategia pasaría por entrar por una para luego abrirle la puerta sigilosamente. "Debería intentar fijarme en los miembros del servicio... ¿Cuantos habrá?"
Aquel dato era más importante de lo que pudiera parecer, ¿estaría el servicio controlado de alguna forma por el vampiro o se habían vuelto fieles a su nuevo señor? ¿Se volverían nuestros aliados una vez irrumpiéramos o serían nuestros enemigos y darían la vida por su amo? Había muchas variantes por saber antes de plantearse el asalto, pues a parte de matar al vampiro debíamos de salvar a los rehenes de los que nos habían hablado, así que la empresa era más complicada y compleja de lo que podía parecer en un principio.
Los rayos del atardecer caían mientras intentaba bordear la casa en busca de cualquier elemento defensivo débil y con la intención de hacer una aproximación al numero de sirvientes a través de las ventanas. Era un edificio grande, así que contaba con un buen numero de personal.
"Calculo que habrán unos quince o veinte sirvientes..." lo que podía ser tanto una ventaja como un gran problema por múltiples motivos.
Con tanto reconocimiento la noche finalmente llego y con ella llegó el sonido de un carruaje a lo lejos. Curioso y previsor, me apresuré en llegar a un punto del bosque que me permitiera ver lo mejor posible la puerta de entrada a la mansión. Llegué justo para ver como del vehículo bajaba una figura femenina ataviada completamente de negro junto a una masculina que no tardó en llamar enérgicamente a la puerta de la casa. Nada me podía decir que aquella mujer era una vampiresa, pero viendo las horas a las que llegaba, el atuendo y que el hecho de que no lo fuera sería tener buena suerte me daban por apostar a que si que lo era.2
"Espero equivocarme, porque si ya lo teníamos difícil con uno, imagínate con dos..."
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1:Efectos de mi habilidad de nivel 2 Sentidos Mejorados
2: Primera dificultad: Una amante del vampiro visita la casa y comienza a creer que quieres robarle el amor de su vampiro, por lo que intentará asesinarte “Accidentalmente” (intentará asesinar a Nuria).
Ircan
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Re: Los esclavos del deseo [trabajo Nuria-Ircan][Cerrado]
El vampiro volvió a sonreír, esta vez lo hacía de una forma seductora. Se acercó a la criada y jugueteó con un mechón de su pelo que se había fugado del moño en el que había recogido su pelo. Sus ojos traviesos tenían un brillo siniestro. Nuria se llevó una mano al pecho e intentó huir de allí, pero no lo logró. Los gritos que pedían ayuda eran completamente audibles para ese entonces* En ese momento la criada pensó que todo estaba perdido, que el vampiro clavaría sus colmillos sobre su piel, con ese cuerpo sensual y… “¡Nuria!” era un vampiro ¡por Dios! Con un vampiro ¡nunca! Entonces deliberadamente pensó en su amigo y empleador: Ircan. Hacía meses que no lo veía, había dejado desatendidas sus fantasías con él. Después de todo, la había abandonado con Tom. El lugar de una criada es con su amo, no con un amigo del amo. Suspiró.
-¡Já JA JAJAJA!- la joven volvió a la realidad, parpadeó un par de veces sorprendida. -¿¡Me ignoras?! ¿a mí?- Oh oh… había sido descortés con el vampiro que se la quería comer, Nuria estaba dividida entre pedirle disculpas por la afrenta como lo haría una buena mucama o clavarle su daga en el cuello por todo lo demás. -Um hmm…- se armó de valor, finalmente había tomado una decisión. Sin embargo, el vampiro excéntrico parecía haber resuelto sus propias ideas también. Ignorando flagrantemente los designios de la humana, y haciéndose el tonto con los gritos del sótano, se echó a la espalda a Nuria como si fuese un tronco y corrió por los pasillos y escaleras hasta llegar a su habitación donde tiró a la criada sobre la cama.
Nuria rebotó sobre el colchón e intentó torpemente salir de allí, cayendo cada vez en diferentes poses sobre la cama, sin avanzar ni poder moverse. -¿Intentas seducirme?- preguntó él, con voz grave y sensual, quitándose el pañuelo que cubría su cuello. La chica se avergonzó y sus colores se esparcieron por su naturalmente pálido rostro. -Nnn no- respondió tarde, como siempre. La bestia estaba sobre ella, arrancándole su ropa con sus propias garras, haciendo sonidos ferales y desenfrenados. Nuria se había hecho una bola sobre la cama, intentando cubrir su cuerpo en vano. -No es suficiente, muéstrate - ordenó. Ella intentó soltar sus muñecas de su agarre, pero sus fuerzas no eran suficiente. Temblaba. -Más-
Usó una garra para trazar una línea en la carne de la mucama, de donde comenzó a brotar sangre. -¡No! Por favor, déjeme- rogó, pero esas palabras solamente parecían echarle leña al fuego que crecía en el cuerpo del adinerado señor, del sádico señor. Pasó su lengua sobre la herida, con una mano había tomado las muñecas de la joven y la mantenía estirada con los brazos sobre su cabeza, con la otra, retenía sus piernas. Mordió uno de sus senos y Nuria lanzó un grito de dolor, tenía que ir a su lugar feliz. Cerró sus ojos -Mírame- una nueva orden que debía cumplir hacía eco en las cuatro paredes. Nuria abrió los ojos, pero imaginó que era otro el que estaba sobre ella, haciéndole esas cosas. Encontró la fuerza para aflojar su mandíbula y sonreír.
El tormento se detuvo súbitamente. -Ya no me sirves- murmuró enojado el vampiro, soltándola justo a tiempo para que la puerta se abriera, dejando entrar a una dama a la que se le ceñía un vestido negro muy sugerente. -Estás aquí- su humor volvió a ser juguetón y ligero. -Retírate Nuria- no fue necesario que lo repitiera dos veces, la chica se tiró al suelo desde la cama, tratando de cubrirse pobremente con el uniforme, tropezó y salió de la habitación en una permanente lucha por no caer y arriesgarse a que el hombre se arrepintiera.
No era extraño que los hombres vigorosos quisieran tener relaciones con sus empleadas, y aunque Nuria lo había intentado con el señor Branzen y su fallecido esposo, no lo había logrado, hasta entonces. Las gruesas lágrimas bajaban por sus mejillas tan cercanas las unas a las otras, que habían formado un pequeño hilo de agua salada. Nunca debió haber dejado la casa de Ircan, se arrepentía una y mil veces. Nuria se detuvo al ver la puerta del final del pasillo, había llegado a los cuartos del servicio. Entró sin pensarlo dos veces, necesitaba un recambio de ropa, quería salir de allí en cuanto le fuera posible, pero encontró un nuevo problema.
-¿Estás buscando que te den? ¿De dónde vienes? ¿la habitación del señor?-
-Regalada resultó la sustituta Norma
-Shh ¡quiero dormir!
Nuria había entrado a la habitación del servicio masculino. Las camas estaban todas pegadas, y se erguían una sobre otras en columnas, como las barracas de un cuartel. Dio un paso atrás y se volvió hacia la puerta para seguir corriendo. Una mano la retuvo, golpeándola contra la pared.
-No creas que te vas a escapar después de venir así ¿o sí?
-¡Dale duro! Pero déjame algo para más tade
-Maldita sea, quiero dormir. Has lo que tengas que hacer afuera idiota
Nuria temblaba bajo los brazos que nuevamente volvían a aprisionarla. Este no fue tan caballero, la llevó fuera a rastras, completamente desnuda. La sacó por la puerta del servicio y la tiró al suelo. Sin perder el tiempo, se bajó los pantalones y se tiró sobre ella.
-¡Já JA JAJAJA!- la joven volvió a la realidad, parpadeó un par de veces sorprendida. -¿¡Me ignoras?! ¿a mí?- Oh oh… había sido descortés con el vampiro que se la quería comer, Nuria estaba dividida entre pedirle disculpas por la afrenta como lo haría una buena mucama o clavarle su daga en el cuello por todo lo demás. -Um hmm…- se armó de valor, finalmente había tomado una decisión. Sin embargo, el vampiro excéntrico parecía haber resuelto sus propias ideas también. Ignorando flagrantemente los designios de la humana, y haciéndose el tonto con los gritos del sótano, se echó a la espalda a Nuria como si fuese un tronco y corrió por los pasillos y escaleras hasta llegar a su habitación donde tiró a la criada sobre la cama.
Nuria rebotó sobre el colchón e intentó torpemente salir de allí, cayendo cada vez en diferentes poses sobre la cama, sin avanzar ni poder moverse. -¿Intentas seducirme?- preguntó él, con voz grave y sensual, quitándose el pañuelo que cubría su cuello. La chica se avergonzó y sus colores se esparcieron por su naturalmente pálido rostro. -Nnn no- respondió tarde, como siempre. La bestia estaba sobre ella, arrancándole su ropa con sus propias garras, haciendo sonidos ferales y desenfrenados. Nuria se había hecho una bola sobre la cama, intentando cubrir su cuerpo en vano. -No es suficiente, muéstrate - ordenó. Ella intentó soltar sus muñecas de su agarre, pero sus fuerzas no eran suficiente. Temblaba. -Más-
Usó una garra para trazar una línea en la carne de la mucama, de donde comenzó a brotar sangre. -¡No! Por favor, déjeme- rogó, pero esas palabras solamente parecían echarle leña al fuego que crecía en el cuerpo del adinerado señor, del sádico señor. Pasó su lengua sobre la herida, con una mano había tomado las muñecas de la joven y la mantenía estirada con los brazos sobre su cabeza, con la otra, retenía sus piernas. Mordió uno de sus senos y Nuria lanzó un grito de dolor, tenía que ir a su lugar feliz. Cerró sus ojos -Mírame- una nueva orden que debía cumplir hacía eco en las cuatro paredes. Nuria abrió los ojos, pero imaginó que era otro el que estaba sobre ella, haciéndole esas cosas. Encontró la fuerza para aflojar su mandíbula y sonreír.
El tormento se detuvo súbitamente. -Ya no me sirves- murmuró enojado el vampiro, soltándola justo a tiempo para que la puerta se abriera, dejando entrar a una dama a la que se le ceñía un vestido negro muy sugerente. -Estás aquí- su humor volvió a ser juguetón y ligero. -Retírate Nuria- no fue necesario que lo repitiera dos veces, la chica se tiró al suelo desde la cama, tratando de cubrirse pobremente con el uniforme, tropezó y salió de la habitación en una permanente lucha por no caer y arriesgarse a que el hombre se arrepintiera.
No era extraño que los hombres vigorosos quisieran tener relaciones con sus empleadas, y aunque Nuria lo había intentado con el señor Branzen y su fallecido esposo, no lo había logrado, hasta entonces. Las gruesas lágrimas bajaban por sus mejillas tan cercanas las unas a las otras, que habían formado un pequeño hilo de agua salada. Nunca debió haber dejado la casa de Ircan, se arrepentía una y mil veces. Nuria se detuvo al ver la puerta del final del pasillo, había llegado a los cuartos del servicio. Entró sin pensarlo dos veces, necesitaba un recambio de ropa, quería salir de allí en cuanto le fuera posible, pero encontró un nuevo problema.
-¿Estás buscando que te den? ¿De dónde vienes? ¿la habitación del señor?-
-Regalada resultó la sustituta Norma
-Shh ¡quiero dormir!
Nuria había entrado a la habitación del servicio masculino. Las camas estaban todas pegadas, y se erguían una sobre otras en columnas, como las barracas de un cuartel. Dio un paso atrás y se volvió hacia la puerta para seguir corriendo. Una mano la retuvo, golpeándola contra la pared.
-No creas que te vas a escapar después de venir así ¿o sí?
-¡Dale duro! Pero déjame algo para más tade
-Maldita sea, quiero dormir. Has lo que tengas que hacer afuera idiota
Nuria temblaba bajo los brazos que nuevamente volvían a aprisionarla. Este no fue tan caballero, la llevó fuera a rastras, completamente desnuda. La sacó por la puerta del servicio y la tiró al suelo. Sin perder el tiempo, se bajó los pantalones y se tiró sobre ella.
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Off: Subrayado de la segunda complicación: hallas el sótano lleno de futuras víctimas. Se desarrollará más adelante
Nuria
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Re: Los esclavos del deseo [trabajo Nuria-Ircan][Cerrado]
"¿Quién será esa mujer?" Esa pregunta seguía rondando mi cabeza minutos después, minutos en los que me había quedado parado en aquella atalaya natural. "Debo volver..." tenía que informar a Toro de todo lo que había visto, a parte de que el hombre bestia ya estaría subiéndose por las paredes.
Al apenas dar un paso noté un súbito dolor en el brazo derecho y en la boca. Las secuelas de Discordia aparecieron en mi cuerpo. En apenas unos segundos mi brazo había desaparecido y mis dientes estaban poblados de raíces plateadas. 1
Comencé a deshacer el camino andado de vuelta al campamento rodeando la finca; esta vez más seguro por el manto nocturno, aunque siendo más complicado por la modificación física que acababa de sufrir. Pero un grito que rompió la noche me sobresaltó, un grito femenino. Abandonando toda cautela desenvainé mi espada y me acerqué al lugar que estaba peligrosamente cerca de la casa. Pero en aquel momento la prudencia no importaba, nos habían contratado para salvar vidas y no iba a pasar por alto una posible agresión si estaba cerca; ya pagaría después la consecuencia de aquel arriesgado movimiento.
Mis sentidos me permitieron saber la ubicación exacta de la emisora del sonido por lo que no tardé en llegar al lugar indicado para encontrarme a un hombre con los pantalones por los tobillos sobre una mujer de piel pálida y semi-desnuda que forcejeaba en vano con tal de liberarse de su opresor.
Sin pensármelo dos veces cogí la piedra más cercana y le metí con ella tal golpe que lo dejé noqueado en el acto, haciéndole caer al suelo dando pequeños espasmos con todo el asunto al aire y siendo lo único firme que quedaba en aquel hombre.
¡Que agco!(¡Que asco!) - hago una mueca, ya no por la visión en si, si no por el propio acto que acababa de presenciar. - ¿Egcá gui...?(¿Está bi....?) - por unos segundos me quedé mudo. - ¿¡Gu-Gu-Guguia!? ¿¡Que hages aqhui!? (¿¡Nu-Nu-Nuria!? ¿¡Qué haces aquí!?) - la miré mejor viendo como la luz de la luna resaltaba la blancura de su desnuda piel. - ¿¡Egcás guien!? ¿Pog qué...? Egquega... (¿¡Estás bien!? ¿¡Por qué...? Espera.) - a falta de recursos me apresuré en quitarle la camisa al inconsciente violador y se la di a Nuria para que se cubriera. - Ga ighual, aglaguemhos mhejoh guego. (Da igual, hablaremos mejor luego.) - le dije en un susurro volviendo a ser consciente de que el lugar en el que me encontraba no era el más indicado como para ponerse hablar.
Me agaché y le coloqué los pantalones a mi víctima, para luego cargarlo sobre mi unico hombro.
- Nhos go guuegaguemhos, e mhejoh que nho go encuenquen gor aqhuí ehn egque egcago y nhos quegue gar ingormhagión jogue eh inqueguior, aguenhas...(Nos lo llevaremos, es mejor que no lo encuentren por aquí en este estado y nos puede dar información sobre el interior, además...) -miré a Nuria con gesto serio. - Coro y go gamhos a aclaguar unhas cuencas con éh cor ho que que ha heco. (Toro y yo vamos a aclarar unas cuentas con él por lo que te ha hecho.)
Sin agregar nada más y asegurándome de que Nuria estuviera cerca para que no se perdiera me dirigí de vuelta al campamento.
-¡Hombre! ¡Ya era hora jefe! ¿Quién ese ese? - Toro miró extrañado al tío que llevaba en la espalda, gracias a los dioses que pesaba poco y que su hinchazón no había tardado en bajar. -¿Oh vaya, otra vez eso? Tendremos que arreglar ese asunto... -señaló mi evidente y demacrado aspecto.
- Agoga que ho ecquico, quego anques jaca unhas cancas quenhemhos... (Ahora te lo explico, pero antes sacas unas mantas tenemos...
-¿¡Nuria!? - el grito de Toro podría haber despertado perfectamente a toda la mansión y al pueblo que estaba a un kilómetro. El hombre bestía no perdió tiempo en ir a abrazarla pero...
- ¡Quieco Coro! (¡Quieto Toro!)
Toro se paró en seco, a pesar de que no me entendiera del todo bien.
-¿Qué ocurre? - estaba claramente confuso.
- Nho ec eh mhomhenco caga eco... (No es el momento para eso...) - señalé las vestimentas de Nuria. - Cor jagors Guguia, aquécaque a juego y comha ago gue agua. (Por favor Nuria, acércate al fuego y toma algo de agua.) - le ofrecí una bota con dicho liquido. - Coro, quecaguale ago caga genhar, jegugo que egcá hamguienca y hai cocah que ge queguen hagar ahoga. (Toro prepárale algo para cenar, seguro que está hambrienta y hay cosas que se deben hablar ahora.)
Al parecer el mercenario comprendió lo que ocurría y lo que yo le decía, por que no rechistó y se puso a asar la carne de un conejo que seguramente había pillado desprevenido durante su espera.
Una vez Nuria se sentó y bebió algo me senté frente a ella claramente preocupado.
- Ho uhquimho que juque gue qui eg que guejacaguegisque gue ha nhoque a ga mhañanha. Com nho mhe guio mhás guecagues, ¿qué ocuguio caga que que juegas? (Lo último que supe de ti es que desapareciste de la noche a la mañana. Tom no me dio más detalles, ¿qué ocurrió para que te fueras?) - me mordí la lengua. - Quergon, nho guegueguía garge ihmcogcangía a eco ehn uhn mhomhenco comho egque... (Perdón, no debería darle importancia a eso en un momento como este...) -aparté la mirada incomodo con mi propia idiotez. - ¿Que... que han heco...? (¿Te... te han hecho...?)- suspiré. - ¿Han gogago hagerque ago mhago? (¿Han logrado hacerte algo malo?)
Esperaba tanto por el bien de Nuria como por el de todos los habitantes de aquella casa que la respuesta fuera que no. Porque de ser positiva el lobo camparía libre por aquellas estancias para darse un baño de sangre y vísceras.Un pensamiento que hizo que mis ojos resplandecieran por la furia que comenzaba a crecer en mi interior. Aquella mujer era mi protegida, le había jurado que no le pasaría nada malo, y no iba a permitir que nadie le hiciera nada sin quedar sin castigo; tal y como iba a pasar con el hombre que había traído. Ya había perdido a mi único ser querido una vez, no iba a permitir que dañaran a aquellos a los que consideraba mi familia. No cometería el mismo error dos veces y no viviría dos veces lo mismo.
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1: Efectos de la maldición que contraía en Discordia. Es una vez cada tres turnos, al turno siguiente volveré a estar normal
Al apenas dar un paso noté un súbito dolor en el brazo derecho y en la boca. Las secuelas de Discordia aparecieron en mi cuerpo. En apenas unos segundos mi brazo había desaparecido y mis dientes estaban poblados de raíces plateadas. 1
Comencé a deshacer el camino andado de vuelta al campamento rodeando la finca; esta vez más seguro por el manto nocturno, aunque siendo más complicado por la modificación física que acababa de sufrir. Pero un grito que rompió la noche me sobresaltó, un grito femenino. Abandonando toda cautela desenvainé mi espada y me acerqué al lugar que estaba peligrosamente cerca de la casa. Pero en aquel momento la prudencia no importaba, nos habían contratado para salvar vidas y no iba a pasar por alto una posible agresión si estaba cerca; ya pagaría después la consecuencia de aquel arriesgado movimiento.
Mis sentidos me permitieron saber la ubicación exacta de la emisora del sonido por lo que no tardé en llegar al lugar indicado para encontrarme a un hombre con los pantalones por los tobillos sobre una mujer de piel pálida y semi-desnuda que forcejeaba en vano con tal de liberarse de su opresor.
Sin pensármelo dos veces cogí la piedra más cercana y le metí con ella tal golpe que lo dejé noqueado en el acto, haciéndole caer al suelo dando pequeños espasmos con todo el asunto al aire y siendo lo único firme que quedaba en aquel hombre.
¡Que agco!(¡Que asco!) - hago una mueca, ya no por la visión en si, si no por el propio acto que acababa de presenciar. - ¿Egcá gui...?(¿Está bi....?) - por unos segundos me quedé mudo. - ¿¡Gu-Gu-Guguia!? ¿¡Que hages aqhui!? (¿¡Nu-Nu-Nuria!? ¿¡Qué haces aquí!?) - la miré mejor viendo como la luz de la luna resaltaba la blancura de su desnuda piel. - ¿¡Egcás guien!? ¿Pog qué...? Egquega... (¿¡Estás bien!? ¿¡Por qué...? Espera.) - a falta de recursos me apresuré en quitarle la camisa al inconsciente violador y se la di a Nuria para que se cubriera. - Ga ighual, aglaguemhos mhejoh guego. (Da igual, hablaremos mejor luego.) - le dije en un susurro volviendo a ser consciente de que el lugar en el que me encontraba no era el más indicado como para ponerse hablar.
Me agaché y le coloqué los pantalones a mi víctima, para luego cargarlo sobre mi unico hombro.
- Nhos go guuegaguemhos, e mhejoh que nho go encuenquen gor aqhuí ehn egque egcago y nhos quegue gar ingormhagión jogue eh inqueguior, aguenhas...(Nos lo llevaremos, es mejor que no lo encuentren por aquí en este estado y nos puede dar información sobre el interior, además...) -miré a Nuria con gesto serio. - Coro y go gamhos a aclaguar unhas cuencas con éh cor ho que que ha heco. (Toro y yo vamos a aclarar unas cuentas con él por lo que te ha hecho.)
Sin agregar nada más y asegurándome de que Nuria estuviera cerca para que no se perdiera me dirigí de vuelta al campamento.
-¡Hombre! ¡Ya era hora jefe! ¿Quién ese ese? - Toro miró extrañado al tío que llevaba en la espalda, gracias a los dioses que pesaba poco y que su hinchazón no había tardado en bajar. -¿Oh vaya, otra vez eso? Tendremos que arreglar ese asunto... -señaló mi evidente y demacrado aspecto.
- Agoga que ho ecquico, quego anques jaca unhas cancas quenhemhos... (Ahora te lo explico, pero antes sacas unas mantas tenemos...
-¿¡Nuria!? - el grito de Toro podría haber despertado perfectamente a toda la mansión y al pueblo que estaba a un kilómetro. El hombre bestía no perdió tiempo en ir a abrazarla pero...
- ¡Quieco Coro! (¡Quieto Toro!)
Toro se paró en seco, a pesar de que no me entendiera del todo bien.
-¿Qué ocurre? - estaba claramente confuso.
- Nho ec eh mhomhenco caga eco... (No es el momento para eso...) - señalé las vestimentas de Nuria. - Cor jagors Guguia, aquécaque a juego y comha ago gue agua. (Por favor Nuria, acércate al fuego y toma algo de agua.) - le ofrecí una bota con dicho liquido. - Coro, quecaguale ago caga genhar, jegugo que egcá hamguienca y hai cocah que ge queguen hagar ahoga. (Toro prepárale algo para cenar, seguro que está hambrienta y hay cosas que se deben hablar ahora.)
Al parecer el mercenario comprendió lo que ocurría y lo que yo le decía, por que no rechistó y se puso a asar la carne de un conejo que seguramente había pillado desprevenido durante su espera.
Una vez Nuria se sentó y bebió algo me senté frente a ella claramente preocupado.
- Ho uhquimho que juque gue qui eg que guejacaguegisque gue ha nhoque a ga mhañanha. Com nho mhe guio mhás guecagues, ¿qué ocuguio caga que que juegas? (Lo último que supe de ti es que desapareciste de la noche a la mañana. Tom no me dio más detalles, ¿qué ocurrió para que te fueras?) - me mordí la lengua. - Quergon, nho guegueguía garge ihmcogcangía a eco ehn uhn mhomhenco comho egque... (Perdón, no debería darle importancia a eso en un momento como este...) -aparté la mirada incomodo con mi propia idiotez. - ¿Que... que han heco...? (¿Te... te han hecho...?)- suspiré. - ¿Han gogago hagerque ago mhago? (¿Han logrado hacerte algo malo?)
Esperaba tanto por el bien de Nuria como por el de todos los habitantes de aquella casa que la respuesta fuera que no. Porque de ser positiva el lobo camparía libre por aquellas estancias para darse un baño de sangre y vísceras.Un pensamiento que hizo que mis ojos resplandecieran por la furia que comenzaba a crecer en mi interior. Aquella mujer era mi protegida, le había jurado que no le pasaría nada malo, y no iba a permitir que nadie le hiciera nada sin quedar sin castigo; tal y como iba a pasar con el hombre que había traído. Ya había perdido a mi único ser querido una vez, no iba a permitir que dañaran a aquellos a los que consideraba mi familia. No cometería el mismo error dos veces y no viviría dos veces lo mismo.
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1: Efectos de la maldición que contraía en Discordia. Es una vez cada tres turnos, al turno siguiente volveré a estar normal
Ircan
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Re: Los esclavos del deseo [trabajo Nuria-Ircan][Cerrado]
Nuria había sobrepasado su límite, gritaba histéricamente mientras sentía que su cuerpo era recorrido por una persona indeseable, asquerosa, luchaba por quitárselo de encima, pero su fuerza parecía haberse desvanecido. La criada nunca había sentido el peso del cuerpo de un hombre, ni su calor, ni la dureza de un miembro que quería lastimarla con violencia y hostilidad. Siempre se había imaginado su primera vez de otra forma, de muchas formas, pero nunca contra su propia voluntad. Afortunadamente, su único Dios no la había abandonado. La mucama sintió que se le quitaba el peso de encima, aquel sudor asqueroso que se le pegaba, con esas manos que parecían estar en todos lados al mismo tiempo, habían desaparecido.
Abrió los ojos con una mirada desesperada, tratando de imaginar qué nueva tortura le aguardaba. Se llevó las manos a la cara y volvió a gritar. En un principio Nuria no reconoció a Ircan, el que le faltara un brazo no resultaba ser una vista que calmase a una persona al borde de la histeria. El no entenderle tampoco. En un estado prácticamente catatónico, la joven pareció reconocer en su salvador a su amigo, sin embargo su cuerpo no reaccionaba de la forma que ella quería. Temblaba de pies a cabeza e intentaba sin éxito cubrir su desnudez con sus manos. La humillación era muy grande para ver a Ircan a la cara. Recibió la prenda de ropa y se la puso sin ganas, le pertenecía a ese bastardo sin alma, un esclavo de su propia lujuria. Una bestia.
La joven estaba en tal estado de nervios, que le atribuyó a sus oídos chirriantes, el no comprender qué le estaba diciendo Ircan. Le siguió torpemente en la oscuridad, no era difícil ver una persona con un bulto a sus espaldas. Secretamente deseaba que lo estuvieran llevando para matarlo de a poquito y enterrarlo en un lugar donde ni siquiera los gusanos pudieran encontrarle. No merecía un entierro, ni un recuerdo; Nuria sabía que no era de buenos cristianos albergar resentimiento y negar el perdón, pero en ese preciso momento, deseaba de todo corazón haber sido lo suficientemente fuerte como para haber podido matarlo ella misma, con sus propias manos. Aún podía golpearlo, se acercó tentativamente a la cabeza del maldito con el puño cerrado en alto, pero su temblor se volvió tan fuerte que sus rodillas amenazaron con ceder. Se puso a llorar en silencio.
Por entre lo opaco de las lágrimas, Nuria vio a Toro y escuchó claramente lo que estaba diciendo. Le hablaba a Ircan como que algo volvía a suceder. El golpe inicial de todo lo que le había pasado cedió un poco en ese momento, dando lugar al entendimiento, la curiosidad y… la vergüenza. Agachó su cabeza cuando el gran amigo del licántropo le reconoció, creía que no era capaz de volver a sonrojarse, pero se equivocó diametralmente. Nuria se escondió tras la espalda de Ircan con temor y vergüenza. Aunque sabía que Toro era bueno, ver a un hombre caminar directo a ella le daba miedo, una sensación nauseabunda y desorientadora. La joven tomó de buena gana el agua y no se detuvo hasta terminar el contenido de la bota. Veía con curiosidad como Toro trabajaba diligentemente, era la única persona que parecía estar moviéndose allí. Intentó decir algo, cualquier cosa, pero no pudo más que articular algo que se atragantaba en su boca. Se aclaró la garganta.
Nuria miró a Ircan, no se había dado cuenta hasta entonces, pero le había extrañado en todo el tiempo que stuvieron aparte. Sentía que sus ojos azules la acusaban por haberse ido de la herrería de Tom. Cubrió su rostro y volvió a llorar, nunca debió apartarse de su lado, o siquiera haber salido de la residencia Branzen. -S só so lo te tt traigo problemas- le dijo con la voz quebrada, estaba un poco más tranquila ahora que había recuperado la habilidad de la comunicación oral. Teniendo al joven frente a frente, vio que tenía raíces plateadas en los dientes, eso debería de estar haciéndole daño. Estiró una mano como para tocarlo, pero se arrepintió. En el lapso que no se habían visto, el licántropo parecía haber pasado por muy malos tiempos y ella se sentía culpable por no haber hecho su trabajo responsablemente. Con la cercanía podía entender un poco mejor lo que él decía.
Tomó los alimentos de Toro e intentó esbozarle una sonrisa, pero resultó en una mueca de dolor. - Soy una carga, decidí volver a estas tierras… estaba de paso yo... yo yo no sabía q..que…- se metió una cucharada del caldo a la boca. Era mejor eso que llorar. Sintió que se quemaba, pero agradeció una excusa para dejar escapar algunas lágrimas más. -No lograron eso- hizo énfasis en la última palabra -Pero ese vampiro no va a dudar en volver a intentarlo- Nuria se llevó una mano a su estómago y la bajó hasta su vientre. Con la caminata, la herida que le había hecho el vampiro había sangrado lo suficiente para atravesar la prenda de ropa. - Es un sasadicco… tiene prisioneros, seseguro que los va a tortu…- volvió a meterse otra cucharada a la boca y respiró profundamente.
-Seguro los va a torturar antes de comérselos.- Nuria pestañeó un par de veces cuando le pareció ver que le aparecía un brazo a Ircan. Miró a Toro y señaló al hombre lobo, abría y cerraba la boca como un pez fuera del agua. Después señaló al que había intentado abusar de ella y cambiaba la vista entre uno y el otro. El violador estaba despertando. La joven tomó la mano de Toro y se escondió tras de su masivo cuerpo. -¿Para qué le trajo? Me quiero ir- le dijo al hombre bestia con sólo un hilo de voz. No podía ser muy normal que Ircan ahora pareciera el de antes... el de meses antes, pero su mirada le daba miedo.
Abrió los ojos con una mirada desesperada, tratando de imaginar qué nueva tortura le aguardaba. Se llevó las manos a la cara y volvió a gritar. En un principio Nuria no reconoció a Ircan, el que le faltara un brazo no resultaba ser una vista que calmase a una persona al borde de la histeria. El no entenderle tampoco. En un estado prácticamente catatónico, la joven pareció reconocer en su salvador a su amigo, sin embargo su cuerpo no reaccionaba de la forma que ella quería. Temblaba de pies a cabeza e intentaba sin éxito cubrir su desnudez con sus manos. La humillación era muy grande para ver a Ircan a la cara. Recibió la prenda de ropa y se la puso sin ganas, le pertenecía a ese bastardo sin alma, un esclavo de su propia lujuria. Una bestia.
La joven estaba en tal estado de nervios, que le atribuyó a sus oídos chirriantes, el no comprender qué le estaba diciendo Ircan. Le siguió torpemente en la oscuridad, no era difícil ver una persona con un bulto a sus espaldas. Secretamente deseaba que lo estuvieran llevando para matarlo de a poquito y enterrarlo en un lugar donde ni siquiera los gusanos pudieran encontrarle. No merecía un entierro, ni un recuerdo; Nuria sabía que no era de buenos cristianos albergar resentimiento y negar el perdón, pero en ese preciso momento, deseaba de todo corazón haber sido lo suficientemente fuerte como para haber podido matarlo ella misma, con sus propias manos. Aún podía golpearlo, se acercó tentativamente a la cabeza del maldito con el puño cerrado en alto, pero su temblor se volvió tan fuerte que sus rodillas amenazaron con ceder. Se puso a llorar en silencio.
Por entre lo opaco de las lágrimas, Nuria vio a Toro y escuchó claramente lo que estaba diciendo. Le hablaba a Ircan como que algo volvía a suceder. El golpe inicial de todo lo que le había pasado cedió un poco en ese momento, dando lugar al entendimiento, la curiosidad y… la vergüenza. Agachó su cabeza cuando el gran amigo del licántropo le reconoció, creía que no era capaz de volver a sonrojarse, pero se equivocó diametralmente. Nuria se escondió tras la espalda de Ircan con temor y vergüenza. Aunque sabía que Toro era bueno, ver a un hombre caminar directo a ella le daba miedo, una sensación nauseabunda y desorientadora. La joven tomó de buena gana el agua y no se detuvo hasta terminar el contenido de la bota. Veía con curiosidad como Toro trabajaba diligentemente, era la única persona que parecía estar moviéndose allí. Intentó decir algo, cualquier cosa, pero no pudo más que articular algo que se atragantaba en su boca. Se aclaró la garganta.
Nuria miró a Ircan, no se había dado cuenta hasta entonces, pero le había extrañado en todo el tiempo que stuvieron aparte. Sentía que sus ojos azules la acusaban por haberse ido de la herrería de Tom. Cubrió su rostro y volvió a llorar, nunca debió apartarse de su lado, o siquiera haber salido de la residencia Branzen. -S só so lo te tt traigo problemas- le dijo con la voz quebrada, estaba un poco más tranquila ahora que había recuperado la habilidad de la comunicación oral. Teniendo al joven frente a frente, vio que tenía raíces plateadas en los dientes, eso debería de estar haciéndole daño. Estiró una mano como para tocarlo, pero se arrepintió. En el lapso que no se habían visto, el licántropo parecía haber pasado por muy malos tiempos y ella se sentía culpable por no haber hecho su trabajo responsablemente. Con la cercanía podía entender un poco mejor lo que él decía.
Tomó los alimentos de Toro e intentó esbozarle una sonrisa, pero resultó en una mueca de dolor. - Soy una carga, decidí volver a estas tierras… estaba de paso yo... yo yo no sabía q..que…- se metió una cucharada del caldo a la boca. Era mejor eso que llorar. Sintió que se quemaba, pero agradeció una excusa para dejar escapar algunas lágrimas más. -No lograron eso- hizo énfasis en la última palabra -Pero ese vampiro no va a dudar en volver a intentarlo- Nuria se llevó una mano a su estómago y la bajó hasta su vientre. Con la caminata, la herida que le había hecho el vampiro había sangrado lo suficiente para atravesar la prenda de ropa. - Es un sasadicco… tiene prisioneros, seseguro que los va a tortu…- volvió a meterse otra cucharada a la boca y respiró profundamente.
-Seguro los va a torturar antes de comérselos.- Nuria pestañeó un par de veces cuando le pareció ver que le aparecía un brazo a Ircan. Miró a Toro y señaló al hombre lobo, abría y cerraba la boca como un pez fuera del agua. Después señaló al que había intentado abusar de ella y cambiaba la vista entre uno y el otro. El violador estaba despertando. La joven tomó la mano de Toro y se escondió tras de su masivo cuerpo. -¿Para qué le trajo? Me quiero ir- le dijo al hombre bestia con sólo un hilo de voz. No podía ser muy normal que Ircan ahora pareciera el de antes... el de meses antes, pero su mirada le daba miedo.
Nuria
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Re: Los esclavos del deseo [trabajo Nuria-Ircan][Cerrado]
Nuria terminó por romperse y comenzó a llorar. Era algo normal, después de lo ocurrido tenía que echar fuera de si todo de alguna forma, y las lagrimas seguramente ayudarían a limpiar su alma.
-No me traes problemas Nuria... - siento las ganas de abrazarla, pero se que eso sólo empeorará más las cosas. - ¡No eres una carga! - no me había dado cuenta de que comenzaba a hablar normal, las raíces estaban desapareciendo. - Yo prometí... aaaggg. - me llevé la mano al brazo inexistente en el que sentí un agudo pinchazo que acabo por convertirse en la aparición de mi brazo perdido. - Prometí protegerte... Y eso es lo que voy a hacer.... - me levanté recuperándome del dolor. -Toro y yo venimos por un contrato referente a esa mansión, podrás sernos de ayuda en nuestros planes, pero ahora esto se ha vuelto personal. Tú estás bajo mi protección y te han hecho daño, así que vamos a darles una lección que nunca olvidará; así todos podrán hacerse una idea de lo que les pasa a aquellos que dañan a las personas que quiero.- me giré hacía Toro. -Prepárate, es hora de que nuestro invitado despierte, nos diga todo lo que sabe y que pague por lo que ha hecho.
Toro asintió con una sonrisa sacando su daga y nos acercamos al rehen. Obviamente lo despertamos amablemente. Toro le propino tal guantazo con la mano armada con el escudo integrado en la armadura que aparte de volverlo de la inconsciencia se cobró varios dientes. Cuando el hombre vio al enorme hombre bestia frente a él intentó levantarse e irse, pero antes de que pudiera hacer cualquier avancé, Toro le dio una patada en la rodilla quebrándola como un palito y dejándolo incapacitado en sus deseos de huida. Los gritos rompieron el silencio del bosque.
-Después de que hayas experimentado nuestra amabilidad... vas a responder unas preguntas... ¿Te parece bien? - sonreí metiéndome en mi papel de torturador. Estaba cabreado y es posible que en ese momento hubiese más lobo en mi que de humano.
-Os diré lo que queráis pero por favor, no me matéis.- el rehén interpuso las manos entre el y nosotros, como si eso fuera a salvarle de algo.
-Ya veremos. - me senté acariciando mi propia daga. - ¿Qué sabes del servicio de la mansión? ¿Son fieles a vuestro actual señor? ¿Comulgáis con su... política? Si me mientes lo sabre...
-Llevamos meses sirviendo al nuevo señor. Él nos salvó cuando el anterior nos abandonó con la llegada de la peste. Nos mantiene, nos aporta lo que necesitamos, oro, comida, mu... -miró a Nuria. - ...de aquellos que atrapa en los caminos. Gracias a él podemos vivir bien. Nadie en el servicio se atrevería a enfrentarse a él, somos suyos y el cuida de sus cosas, cuando sepa lo que me hás... ¡Ahhh!. - le clavé la daga en la unión de la otra rodilla.
-Quiero que respondas preguntas no que me amenaces. Espero que ahora quede claro. Tu señor no está aquí, no sabe que estás aquí, nadie va a salvarte. - lo miró fijamente con un resplandor amarillo lobuno en los ojos. - Lo único que puede salvarte es lo útil que puedas ser.
Aquel hombre lloro como un niño llevándose las manos a la pierna, pero después de haber visto lo que había estado apunto de hacerle a Nuria no me daba ninguna pena, quisiera que sufriera... que sintiera lo que era que desoyeran tus suplicas...
- ¿Qué entradas tiene la casa?
-¡Te lo diré! ¡Pero no me mates! ¡Por los dioses!
- ¿¡Qué entradas tiene!?
-H-ha-ha-hay un-un-una po-po-por el jardín, l-l-la entrada pr-pr-principal y la del servició a un co-co-co-costado...
-¿Ni una más?
-¡No! ¡Lo juro!
-¿Soldados? ¿Gente armada?
-No hay, sólo el señor, pero si atacáis todo el servicio se pondrá en vuestra contra. Algunos saben pelear.
-Bien.
Me levanté y me dirijí a Nuria dándole el cuchillo.
-Decide que hacer con él. Pero no manches su ropa, la necesitaré para infiltrarme contigo dentro. Aremos pagar a ese vampiro lo que te ha hecho, juntos. - sabía que pedirle que volviera a aquel lugar de nuevo era pedirle demasiado, pero la necesitaba para poder acercarme tanto al vampiro como para moverme por el interior. -Te necesito a mi lado dentro. Tu conoces el lugar y podrás llevarme hasta el vampiro. Si voy sólo podrían tenderme una trampa.
Me aparté de ella dándole el espacio suficiente para que pudiera elegir sin presiones el destino del lastimoso hombro cubierto de lagrimas y sangres que estaba indefenso ante ella.
-No me traes problemas Nuria... - siento las ganas de abrazarla, pero se que eso sólo empeorará más las cosas. - ¡No eres una carga! - no me había dado cuenta de que comenzaba a hablar normal, las raíces estaban desapareciendo. - Yo prometí... aaaggg. - me llevé la mano al brazo inexistente en el que sentí un agudo pinchazo que acabo por convertirse en la aparición de mi brazo perdido. - Prometí protegerte... Y eso es lo que voy a hacer.... - me levanté recuperándome del dolor. -Toro y yo venimos por un contrato referente a esa mansión, podrás sernos de ayuda en nuestros planes, pero ahora esto se ha vuelto personal. Tú estás bajo mi protección y te han hecho daño, así que vamos a darles una lección que nunca olvidará; así todos podrán hacerse una idea de lo que les pasa a aquellos que dañan a las personas que quiero.- me giré hacía Toro. -Prepárate, es hora de que nuestro invitado despierte, nos diga todo lo que sabe y que pague por lo que ha hecho.
Toro asintió con una sonrisa sacando su daga y nos acercamos al rehen. Obviamente lo despertamos amablemente. Toro le propino tal guantazo con la mano armada con el escudo integrado en la armadura que aparte de volverlo de la inconsciencia se cobró varios dientes. Cuando el hombre vio al enorme hombre bestia frente a él intentó levantarse e irse, pero antes de que pudiera hacer cualquier avancé, Toro le dio una patada en la rodilla quebrándola como un palito y dejándolo incapacitado en sus deseos de huida. Los gritos rompieron el silencio del bosque.
-Después de que hayas experimentado nuestra amabilidad... vas a responder unas preguntas... ¿Te parece bien? - sonreí metiéndome en mi papel de torturador. Estaba cabreado y es posible que en ese momento hubiese más lobo en mi que de humano.
-Os diré lo que queráis pero por favor, no me matéis.- el rehén interpuso las manos entre el y nosotros, como si eso fuera a salvarle de algo.
-Ya veremos. - me senté acariciando mi propia daga. - ¿Qué sabes del servicio de la mansión? ¿Son fieles a vuestro actual señor? ¿Comulgáis con su... política? Si me mientes lo sabre...
-Llevamos meses sirviendo al nuevo señor. Él nos salvó cuando el anterior nos abandonó con la llegada de la peste. Nos mantiene, nos aporta lo que necesitamos, oro, comida, mu... -miró a Nuria. - ...de aquellos que atrapa en los caminos. Gracias a él podemos vivir bien. Nadie en el servicio se atrevería a enfrentarse a él, somos suyos y el cuida de sus cosas, cuando sepa lo que me hás... ¡Ahhh!. - le clavé la daga en la unión de la otra rodilla.
-Quiero que respondas preguntas no que me amenaces. Espero que ahora quede claro. Tu señor no está aquí, no sabe que estás aquí, nadie va a salvarte. - lo miró fijamente con un resplandor amarillo lobuno en los ojos. - Lo único que puede salvarte es lo útil que puedas ser.
Aquel hombre lloro como un niño llevándose las manos a la pierna, pero después de haber visto lo que había estado apunto de hacerle a Nuria no me daba ninguna pena, quisiera que sufriera... que sintiera lo que era que desoyeran tus suplicas...
- ¿Qué entradas tiene la casa?
-¡Te lo diré! ¡Pero no me mates! ¡Por los dioses!
- ¿¡Qué entradas tiene!?
-H-ha-ha-hay un-un-una po-po-por el jardín, l-l-la entrada pr-pr-principal y la del servició a un co-co-co-costado...
-¿Ni una más?
-¡No! ¡Lo juro!
-¿Soldados? ¿Gente armada?
-No hay, sólo el señor, pero si atacáis todo el servicio se pondrá en vuestra contra. Algunos saben pelear.
-Bien.
Me levanté y me dirijí a Nuria dándole el cuchillo.
-Decide que hacer con él. Pero no manches su ropa, la necesitaré para infiltrarme contigo dentro. Aremos pagar a ese vampiro lo que te ha hecho, juntos. - sabía que pedirle que volviera a aquel lugar de nuevo era pedirle demasiado, pero la necesitaba para poder acercarme tanto al vampiro como para moverme por el interior. -Te necesito a mi lado dentro. Tu conoces el lugar y podrás llevarme hasta el vampiro. Si voy sólo podrían tenderme una trampa.
Me aparté de ella dándole el espacio suficiente para que pudiera elegir sin presiones el destino del lastimoso hombro cubierto de lagrimas y sangres que estaba indefenso ante ella.
Ircan
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Re: Los esclavos del deseo [trabajo Nuria-Ircan][Cerrado]
La joven sentía que no tenía el derecho de ser defendida por Ircan de esa forma; y aunque él le dijera que ella no le causaba problemas, Nuria se sentía negativa, triste y fuera de lugar. Ircan era un licántropo y tenía mejores cosas que hacer que rescatarla cada vez que tenía problemas. Ella lo sabía, no estaba hecha para estar fuera de una casa; cada vez que eso sucedía le causaba incomodidad a otras personas. Se limpió el rostro y observó desde la distancia el interrogatorio que estaba recibiendo el mal hombre. Pese a que la criada siempre había sido reacia a usar la violencia, estaba agradecida con Toro por el buen golpe inicial, tomó una nota mental de cocinarle su pastel preferido una vez en casa. Dejó el plato en el suelo y se acuclilló, haciendo una bola con sus manos, intentando calentarlas al fuego.
Su piel se crispó al escuchar cómo se le rompían los huesos al malvado, pero aún no era capaz de perdonarlo. En realidad, no era capaz de perdonarse a sí misma por ser tan tonta de dejar que las cosas avanzaran hasta tal situación ni por seguir temiéndole incluso cuando estaba bajo la protección de dos de los hombres más fuertes que conocía. Nuria no conocía ese lado tan violento de sus amigos, cualquier podría haberlo imaginado de Toro, pero Ircan estaba adquiriendo otras dimensiones frente a la criada. Sin embargo, no dejaba de ser el mismo joven que había conocido en la residencia Abes tanto tiempo atrás. Es más, con la nueva perspectiva, lo encontraba más confiable. Apoyó su cabeza en sus rodillas y sintió el olor del casi violador impregnado en la prenda. Apartó su cabeza rápidamente, sintiendo disgusto y muchas ganas de quitársela, pero no tenía más ropa. Se mordió la mejilla y centró su atención en la siempre cambiante forma de las llamas.
Cuando Ircan llegó con el cuchillo Nuria se sobresaltó, no le había escuchado. Estaba demasiado ensimismada, a punto de tocar las llamas. Tomó en silencio el cuchillo y asintió, bajando su vista hasta el arma. Luego miró al hombre sentado en la silla y le dio una oleada de lástima y náuseas. Se acercó hasta él, vio que se cubría una herida en la pierna que estaba más sana, estaba hecho una piltrafa, lloraba. Nuria imaginó a su madre detrás de él y frente a ella, incitándola a terminar con su agonía. Por otro lado, su propia parte mala le decía que debía incapacitarle para que no intentara hacerle lo mismo que a ella a otra mujer desvalida, mientras que su lado más generoso le impelía a perdonar y olvidar: “todos se equivocan, perdonar es un acto de fe”.
Miró fijamente la imagen de su madre en los arbustos y negó con la cabeza, no quería ser como ella y terminar como ella. Bajó su vista al hombre y comenzó a darse la vuelta para volver con Ircan, pero con el rabillo del ojo vio una sonrisa llena de maldad e ira. - Jajaja eres una estúpida niña idiota ¿en qué mundo vives? ELLOS TAMBIÉN SON HOMBRES terminarán lo que yo empecé jajajaj- El hombre había soltado su veneno con maldad, probablemente esperando a que alguien le matara o bien, intentando causarle un trauma mayor a la joven. Con lo que no contó fue con el carácter de la chica, Nuria siempre fue complaciente, paciente y buena, pero incluso alguien como ella podía perder los estribos. Su escala de prioridades era sencilla: primero -respeto con los superiores, segundo- amor al prójimo, tercero-lealtad.
La joven, mancillada en lo más profundo de su ser, ya había intentado olvidar y perdonar. Pero las palabras de aquél degenerado despertaron el genio dormido de la chica. Nuria giró sobre su eje con rapidez, había cerrado su mano alrededor de la empuñadura de la daga y le propinó un buen golpe de perfil en la nariz del desprotegido hombre, el filo de la afilada arma pareció acariciar la piel del bandido, generándole una herida que atravesó su mejilla hasta llegar a su boca en un corte horizontal limpio. No había sido intención de la joven lastimarle, pero tampoco se arrepentía. Quedaría marcado de por vida, como sus propias memorias. - Hazte hacia un lado, no manches más la ropa. Ya oíste a los hombres- amenazó con la voz fría y afilada, como su arma. La criada se dirigió donde Ircan, cada paso que daba lejos de ese hombre, se ponía más nerviosa, acababa de hacer lo más valiente y estúpido de toda su vida. Con las manos temblorosas le devolvió la daga a su compañero.
Acto seguido se quitó la camisa del hombre, única prenda que la cubría y la dejó caer al suelo. Se sonrojó, giró su rostro para no ver de frente a Ircan y bajó su mirada. - Lll lo necesitass…- murmuró cruzando sus brazos a la altura de su pecho, intentando ocultar modestamente su cuerpo. Prefería estar desnuda a llevar un minuto más la ropa de aquel sucio. Nuria no podía quitarse de la cabeza las palabras del hombre malo, apretó sus dientes y cerró sus puños para intentar apaciguar su temblor. -¿Puedo usar tu camisa hasta la mansión?- preguntó con un hilo de voz, sonrojándose.
Así como se le había pedido, Nuria regresó a la mansión. La presencia de Ircan la calmaba. Fue un problema entrar sin ser precisamente notados, pero a esa hora de la noche, solamente un puñado de los más leales estaban de guardia. La criada volvió a las habitaciones de servicio de las mujeres, no necesitó dar muchas explicaciones, después de todo, todos se habían enterado de lo que había ocurrido. Como dice el dicho “Pueblo chico, infierno grande”. Lo que sí escuchó fueron susurros a voces sobre su “descaro de volver”, refiriéndose a ella como un simple “reemplazo”. Sí, ella era un reemplazo, pero era alguien que se tomaba seriamente su trabajo y con quién no querrían meterse a la larga. Hizo oídos sordos y buscó regresar con su compañero, tenía algo más grande de lo que preocuparse, algo como el rescate de muchas personas en problemas.
Su piel se crispó al escuchar cómo se le rompían los huesos al malvado, pero aún no era capaz de perdonarlo. En realidad, no era capaz de perdonarse a sí misma por ser tan tonta de dejar que las cosas avanzaran hasta tal situación ni por seguir temiéndole incluso cuando estaba bajo la protección de dos de los hombres más fuertes que conocía. Nuria no conocía ese lado tan violento de sus amigos, cualquier podría haberlo imaginado de Toro, pero Ircan estaba adquiriendo otras dimensiones frente a la criada. Sin embargo, no dejaba de ser el mismo joven que había conocido en la residencia Abes tanto tiempo atrás. Es más, con la nueva perspectiva, lo encontraba más confiable. Apoyó su cabeza en sus rodillas y sintió el olor del casi violador impregnado en la prenda. Apartó su cabeza rápidamente, sintiendo disgusto y muchas ganas de quitársela, pero no tenía más ropa. Se mordió la mejilla y centró su atención en la siempre cambiante forma de las llamas.
Cuando Ircan llegó con el cuchillo Nuria se sobresaltó, no le había escuchado. Estaba demasiado ensimismada, a punto de tocar las llamas. Tomó en silencio el cuchillo y asintió, bajando su vista hasta el arma. Luego miró al hombre sentado en la silla y le dio una oleada de lástima y náuseas. Se acercó hasta él, vio que se cubría una herida en la pierna que estaba más sana, estaba hecho una piltrafa, lloraba. Nuria imaginó a su madre detrás de él y frente a ella, incitándola a terminar con su agonía. Por otro lado, su propia parte mala le decía que debía incapacitarle para que no intentara hacerle lo mismo que a ella a otra mujer desvalida, mientras que su lado más generoso le impelía a perdonar y olvidar: “todos se equivocan, perdonar es un acto de fe”.
Miró fijamente la imagen de su madre en los arbustos y negó con la cabeza, no quería ser como ella y terminar como ella. Bajó su vista al hombre y comenzó a darse la vuelta para volver con Ircan, pero con el rabillo del ojo vio una sonrisa llena de maldad e ira. - Jajaja eres una estúpida niña idiota ¿en qué mundo vives? ELLOS TAMBIÉN SON HOMBRES terminarán lo que yo empecé jajajaj- El hombre había soltado su veneno con maldad, probablemente esperando a que alguien le matara o bien, intentando causarle un trauma mayor a la joven. Con lo que no contó fue con el carácter de la chica, Nuria siempre fue complaciente, paciente y buena, pero incluso alguien como ella podía perder los estribos. Su escala de prioridades era sencilla: primero -respeto con los superiores, segundo- amor al prójimo, tercero-lealtad.
La joven, mancillada en lo más profundo de su ser, ya había intentado olvidar y perdonar. Pero las palabras de aquél degenerado despertaron el genio dormido de la chica. Nuria giró sobre su eje con rapidez, había cerrado su mano alrededor de la empuñadura de la daga y le propinó un buen golpe de perfil en la nariz del desprotegido hombre, el filo de la afilada arma pareció acariciar la piel del bandido, generándole una herida que atravesó su mejilla hasta llegar a su boca en un corte horizontal limpio. No había sido intención de la joven lastimarle, pero tampoco se arrepentía. Quedaría marcado de por vida, como sus propias memorias. - Hazte hacia un lado, no manches más la ropa. Ya oíste a los hombres- amenazó con la voz fría y afilada, como su arma. La criada se dirigió donde Ircan, cada paso que daba lejos de ese hombre, se ponía más nerviosa, acababa de hacer lo más valiente y estúpido de toda su vida. Con las manos temblorosas le devolvió la daga a su compañero.
Acto seguido se quitó la camisa del hombre, única prenda que la cubría y la dejó caer al suelo. Se sonrojó, giró su rostro para no ver de frente a Ircan y bajó su mirada. - Lll lo necesitass…- murmuró cruzando sus brazos a la altura de su pecho, intentando ocultar modestamente su cuerpo. Prefería estar desnuda a llevar un minuto más la ropa de aquel sucio. Nuria no podía quitarse de la cabeza las palabras del hombre malo, apretó sus dientes y cerró sus puños para intentar apaciguar su temblor. -¿Puedo usar tu camisa hasta la mansión?- preguntó con un hilo de voz, sonrojándose.
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Así como se le había pedido, Nuria regresó a la mansión. La presencia de Ircan la calmaba. Fue un problema entrar sin ser precisamente notados, pero a esa hora de la noche, solamente un puñado de los más leales estaban de guardia. La criada volvió a las habitaciones de servicio de las mujeres, no necesitó dar muchas explicaciones, después de todo, todos se habían enterado de lo que había ocurrido. Como dice el dicho “Pueblo chico, infierno grande”. Lo que sí escuchó fueron susurros a voces sobre su “descaro de volver”, refiriéndose a ella como un simple “reemplazo”. Sí, ella era un reemplazo, pero era alguien que se tomaba seriamente su trabajo y con quién no querrían meterse a la larga. Hizo oídos sordos y buscó regresar con su compañero, tenía algo más grande de lo que preocuparse, algo como el rescate de muchas personas en problemas.
Nuria
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Re: Los esclavos del deseo [trabajo Nuria-Ircan][Cerrado]
Nuria había tenido cierta piedad después de que aquel hombre jugará con ella aún estando en la situación que estaba; pero Toro no iba a ser tan condescendiente y más cuando en unas horas aquel hombre iba a ser su única fuente de entretenimiento.
Nuria por su parte se desnudó otorgándome la camisa para mi disfraz, a lo que me forcé a cerrar los ojos para no invadir más su intimidad.
-Pero no era necesaria ahora... - mientras me cubría le intenté ofrecer algo de ropa. -Además se me ocurrido que podría encontrar una atuendo más limpio y convincente dentro de la casa antes de que salga el sol. Ademas...
Mientras hablaba mi fisionomía comenzó a cambiar haciendo que mis rasgos comenzarán a cambiar haciéndose más finos en el rostro y alargando mis orejas, siendo una sensación parecida a las veces que me había transformado en lobo pero con mucho menos dolor.1
-...ahora seré un poco más exótico. - sonreí con mi nueva apariencia. - Vamos Nuria.
Entrando por la puerta del servicio, que resultó ser la menos vigilada. Aproveché para ir a la habitación del servicio masculino y conseguir las mudas del criado que habíamos capturado; al menos esa ropa estaba más limpia aunque algo de aquel hombre siempre estaría sucio. Aquella habitación repleta de literas, aunque no todas estuvieran utilizas, reunía en si tal olor a humanidad que mis ojos amenazaron con ponerse a llorar, ¿cómo podían dormir en aquellas condiciones?
Andando con el sigilo necesario para no despertar a nadie fui consciente que encontrar el baúl perteneciente al criado que habíamos captura iba a ser imposible en medio de aquella oscuridad y en el contexto de no querer alarmar a nadie. Por ello, sólo rebusque en aquellas literas que estuvieran más o menos vacías y en sus baúles cercanos en busca de unas prendas de mi talla.
Sintiendo las molestas gotas de sudor recorriendo mi nariz comencé a abrir baúles con el más sumo cuidado y me fui probando aquellas prendas de vestir que encontraba. Gracias a los dioses sólo tuve que hacer aquel ejercicio unas tres veces, y conseguí un nuevo atuendo relativamente pronto; más pronto de lo que me esperaba de hecho. Una vez ataviado con las nuevas prendas, me dirigí de nuevo a las cocinas donde me había citado con Nuria.
Al llegar vi que mi amiga ya se había cambiado y parecía haberse recompuesto un poco; aunque seguramente lo había hecho a marchas forzadas, debería compensarla bien cuando termináramos aquel trabajo; tanto por su sufrimiento por lo que le estaba obligando a hacer.
-Bien. Nos contrataron para dos cosas... Liberar a los rehenes y acabar con el señor de este horrendo lugar. -miraba de lado a lado siempre alerta de que no apareciera ningún sirviente para husmear y descubrir el pastel. -La prioridad son los rehenes, deben de estar en algún lugar de la casa. Cuando sepamos como sacarlos de aquí, incluso cuando ya estén a salvo, podremos plantearnos hacer algo con el vampiro; más vale que los salvemos antes de que el caos se adueñe de este lugar.- miré a Nuria con la esperanza de que estuviera menos nerviosa que al principio. -¿Tienes alguna idea de dónde pueden estar?
Esperaba que la chica tuviera la información que necesitaba para poder dirigirnos rápidamente al lugar en el que los recluían. Cuando se trata de vidas no hay tiempo que perder; aunque en una situación como aquella la aún presente oscuridad nocturna no tenía porque ser una aliada..
_________________________________________________________________________________________________________
1:Me transformo en elfo por la bendición de máster Sigel en el evento del [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] Mis habilidades son las siguientes:
Especialización: Fanático (maestría en armas cortantes a una mano)
Habilidades:
* Determinación (activable): El elfo realiza una carga ofensiva hasta atacar a su rival. Mientras dure la carga, el elfo ignorará el dolor y será muy difícil aturdirle, inmovilizarle o de alguna manera detenerle.
Enfriamiento: 3 turnos
* Salto mortal (gatillable): El elfo realiza una compleja maniobra al ser atacado, realizando un salto para esquivar el ataque e intentar pasar sobre el enemigo y caer a sus espaldas. Mientras se encuentra en el aire, puede intentar acertar un golpe desde lo alto.
Enfriamiento: 4 turnos
* Maestría en acrobacias callejeras
Nuria por su parte se desnudó otorgándome la camisa para mi disfraz, a lo que me forcé a cerrar los ojos para no invadir más su intimidad.
-Pero no era necesaria ahora... - mientras me cubría le intenté ofrecer algo de ropa. -Además se me ocurrido que podría encontrar una atuendo más limpio y convincente dentro de la casa antes de que salga el sol. Ademas...
Mientras hablaba mi fisionomía comenzó a cambiar haciendo que mis rasgos comenzarán a cambiar haciéndose más finos en el rostro y alargando mis orejas, siendo una sensación parecida a las veces que me había transformado en lobo pero con mucho menos dolor.1
-...ahora seré un poco más exótico. - sonreí con mi nueva apariencia. - Vamos Nuria.
* * *
Entrando por la puerta del servicio, que resultó ser la menos vigilada. Aproveché para ir a la habitación del servicio masculino y conseguir las mudas del criado que habíamos capturado; al menos esa ropa estaba más limpia aunque algo de aquel hombre siempre estaría sucio. Aquella habitación repleta de literas, aunque no todas estuvieran utilizas, reunía en si tal olor a humanidad que mis ojos amenazaron con ponerse a llorar, ¿cómo podían dormir en aquellas condiciones?
Andando con el sigilo necesario para no despertar a nadie fui consciente que encontrar el baúl perteneciente al criado que habíamos captura iba a ser imposible en medio de aquella oscuridad y en el contexto de no querer alarmar a nadie. Por ello, sólo rebusque en aquellas literas que estuvieran más o menos vacías y en sus baúles cercanos en busca de unas prendas de mi talla.
Sintiendo las molestas gotas de sudor recorriendo mi nariz comencé a abrir baúles con el más sumo cuidado y me fui probando aquellas prendas de vestir que encontraba. Gracias a los dioses sólo tuve que hacer aquel ejercicio unas tres veces, y conseguí un nuevo atuendo relativamente pronto; más pronto de lo que me esperaba de hecho. Una vez ataviado con las nuevas prendas, me dirigí de nuevo a las cocinas donde me había citado con Nuria.
Al llegar vi que mi amiga ya se había cambiado y parecía haberse recompuesto un poco; aunque seguramente lo había hecho a marchas forzadas, debería compensarla bien cuando termináramos aquel trabajo; tanto por su sufrimiento por lo que le estaba obligando a hacer.
-Bien. Nos contrataron para dos cosas... Liberar a los rehenes y acabar con el señor de este horrendo lugar. -miraba de lado a lado siempre alerta de que no apareciera ningún sirviente para husmear y descubrir el pastel. -La prioridad son los rehenes, deben de estar en algún lugar de la casa. Cuando sepamos como sacarlos de aquí, incluso cuando ya estén a salvo, podremos plantearnos hacer algo con el vampiro; más vale que los salvemos antes de que el caos se adueñe de este lugar.- miré a Nuria con la esperanza de que estuviera menos nerviosa que al principio. -¿Tienes alguna idea de dónde pueden estar?
Esperaba que la chica tuviera la información que necesitaba para poder dirigirnos rápidamente al lugar en el que los recluían. Cuando se trata de vidas no hay tiempo que perder; aunque en una situación como aquella la aún presente oscuridad nocturna no tenía porque ser una aliada..
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1:Me transformo en elfo por la bendición de máster Sigel en el evento del [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] Mis habilidades son las siguientes:
Especialización: Fanático (maestría en armas cortantes a una mano)
Habilidades:
* Determinación (activable): El elfo realiza una carga ofensiva hasta atacar a su rival. Mientras dure la carga, el elfo ignorará el dolor y será muy difícil aturdirle, inmovilizarle o de alguna manera detenerle.
Enfriamiento: 3 turnos
* Salto mortal (gatillable): El elfo realiza una compleja maniobra al ser atacado, realizando un salto para esquivar el ataque e intentar pasar sobre el enemigo y caer a sus espaldas. Mientras se encuentra en el aire, puede intentar acertar un golpe desde lo alto.
Enfriamiento: 4 turnos
* Maestría en acrobacias callejeras
Ircan
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Re: Los esclavos del deseo [trabajo Nuria-Ircan][Cerrado]
Nuria se tapó la boca con ambas manos para no gritar cuando se encontró con el elfo que le hablaba como si le conociera, después se acordó que Ircan era ahora un elfo y que se había disfrazado. Respiró aliviada y dejó salir el aire lentamente, tomando entre sus manos el medallón de su madre. Había tenido mucho esa noche, más de lo que deseara para el resto de su vida, pero muy en lo profundo sabía que sólo era el comienzo. Estaban haciendo algo muy peligroso… El detalle más importante para ella en ese momento, sin embargo, era saber cómo Ircan aparecía y desaparecía su brazo y cómo ahora era un buen elfo. Se puso en puntitas de pie y le pellizcó una oreja. Su rostro, antes y después de su pequeña invasión al espacio privado de Ircan, permaneció con la misma expresión. Sus pensamientos igual de vacíos. Asintió para sí una vez y se dio la vuelta, comenzando a caminar.
Accidentes 1.0
- Es importante que sepas dos cosas Ircan: primero- los criados temen al señor, evítale y si te descubre, niega todo. Segundo- el señor es un sádico, afortunadamente su… acompañante debe seguir con él. Tercero- si nos separamos, la prioridad para mí será soltar a los prisioneros y salir de aquí- Nuria volvía a estar en su elemento, y el hecho de que él estuviese allí, bajo el mismo techo le daba fuerzas indescriptibles. Ella era una joven de un pensamiento por vez, en ese momento sólo pensaba en las personas del sótano, luego se preocuparía por lo demás.
Llegaron a los pies de una escalera. - Arriba a la izquierda está la habitación del señor. Por ese pasillo oscuro de aquí abajo a la derecha están los prisioneros, en un sótano escondido entre el general sin ojos y la bailarina de las zapatillas rojas- Nuria se volvió y miró a Ircan con un amago de sonrisa triste. -Nos conocimos en una situación parecida a esta- le recordó -Pero tú estabas enfermo- estiró una mano para depositarla en el pecho de Ircan, sin embargo no alcanzó su destino.
-No pierdes el tiempo reemplazo
Nuria suspiró y giró su cuerpo para ponerse de frente a la escalera y mirar bajar con gracilidad a la dama del vestido negro. La criada agachó la cabeza y cruzó sus manos en su regazo. -Sólo le daba consejos al nuevo criado. Retírate muchacho y no vengas a esta ala a no ser que te manden llamar- a la humana no le tembló la voz a la hora de pedirle a su compañero que se marchara, las mujeres como ella podían llegar a ser muy caprichosas. Nuria no sabía dónde estaba parada frente a esa mujer o cuánto poder tenía en la casa, pero quería poner a Ircan a salvo con sus actos.
-¿A ti quién te dio el poder de mandar a los criados? Eres una simple sirvienta de reemplazo. Ubícate- La mucama bajó la cabeza, y arrugó la nariz. Prefería estar lidiando con un establo sucio que con alguien como ella. La vampiresa se acercó al elfo y le tomó por debajo de su barbilla, levantando su rostro para analizar sus facciones. - Es la primera vez que él alquila un elfo… se estará ablandando con los años- bajó sus manos juguetonas por el pecho de Ircan hasta ponerlas en su entrepierna y sentir su hombría por un momento. Sonrió -Deberías acompañarnos más tarde- dio un paso atrás y pasó su lengua por sus propios labios, sigiriendose.
Nuria había cerrado sus puños a los lados y estaban tan apretados que comenzó a dolerle el lugar con el que le había pegado el puñetazo al hombre malo. La vampiresa la tomó por el medallón de su madre y comenzó a llevársela a otra ala de la mansión. -Puedes irte…dulzura. Te veo en la madrugada- le guiñó un ojo y desapareció con la criada por una puerta ovalada en su terminación. Ni bien estuvieron solas, admiró el colgante de la mucama, con movimientos sutiles comenzó a rodearla - No está nada mal para alguien con tan poca importancia. Se complementan- hizo un juego con su muñeca y Nuria comenzó a toser, no se había dado cuenta de cómo lo había hecho, pero la vampiresa la estaba ahorcando con su propia cadena. Intentó liberarse en vano. Su rostro se ponía azul y su cuerpo comenzaba a temblar. Los vasos sanguíneos de sus ojos parecían desbordantes. La vampiresa sonreía.
- Erna, ¿has visto…?
El señor de la casa levantó su cabeza de un libro que traía abierto entre las manos, para entonces la vampiresa se había acomodado de una forma totalmente inocente. Nuria estaba en el piso, intentando recobrar el aire.
-Nuria, ¿estabas aquí? Hay un invitado en camino, cuando llegue quiero que lo lleves al despacho y le atiendas bajo el estricto protocolo y etiqueta de los humanos ¿quedó claro?
Nuria se había incorporado poco a poco, su rostro estaba morado e intentaba apagar en vano un ataque de tos.
- Te estoy dando una oportunidad, no la desperdicies o…
-Querido, no te molestes con la servidumbre. Vamos al despacho a esperar juntos, estoy segura que encontraremos una buena forma de matar el tiempo
La vampiresa se había interpuesto entre la humana y el señor de la casa de una forma muy casual. Y de la misma forma se lo llevó, jugueteando con su pelo.
-¿Tu no tendrías que haberte ido ya?
- Oh, me entretuve con uno de los nuevos criados. Podríamos jugar un poco con él después que termines tus asuntos…
-Creí que llegaría mañana
Nuria no pudo seguir escuchando el resto de la conversación, estaban muy lejos y temía que la descubriesen espiando. Su corazón se había acelerado cuando creyó que su mentira había sido descubierta, pero afortunadamente el vampiro no sospechó nada. Muy bien, habían ganado algo de tiempo. La criada quiso volver a buscar a Ircan, pero otras criadas la pusieron a hacer tareas y estaba bajo estricta supervisión.
La primera, la mandó a trapear el piso en las escaleras. Nuria estaba terminado en las alturas, cuando sintió que una mano la empujaba por la espalda, escaleras abajo. Afortunadamente, tenía entre sus manos el trapeador, que usó como si fuese la naginata con la que había entrenado desde pequeña. Apoyó la punta del palo en un escalón e hizo una pirueta en el aire, cayendo agachada sobre sus pies, en los pies de la escalera. Se limpió el sudor y suspiró. -Eso fue muy peligroso- se dijo en voz baja, pagada de sí misma por su hazaña.
Otra criada la interceptó para que limpiara lo alto de los candelabros en el techo. Otra vez, se había puesto el pañuelo en su boca. Debía de hacer años que nadie limpiaba allí, porque había mucho polvo. Nuria le estaba dando de golpes al último candelabro contra la ventana, cuando la escalera sobre la que se encontraba se cayó. Gracias a Dios, se quedó colgada y pudo balancearse hasta poder saltar a una cortina y desde allí dejarse caer hasta el suelo. Eran demasiadas coincidencias. Suspiró y se estiró, los primeros rayos del sol no tardarían en comenzar a despuntar. Buscó la escalera para devolverla a su lugar y se quedó mirando la nada por un largo rato; alguien se la había llevado.
El reloj de pie tocó el punto y la joven se sobresaltó. Recordó que el señor tenía un invitado y debía atenderlo, por lo que salió corriendo para cumplir con el mandato de su amo, olvidando la verdadera razón por la que estaba allí. Llegó justo a tiempo con una bandeja de delicadezas para halagar al invitado. Estaba llegando al escritorio para dejar allí esos pequeños tratos, cuando por puro reflejo se detuvo en seco, sintiendo el frío metal de una lanza afilada en su garganta. Tragó saliva y miró de reojo al invitado y al empleador. No era característico de Nuria hacer una escena, pero el arma era ciertamente perturbadora. Alguien se aclaró la garganta con incomodidad.
-¡Lo siento mucho Nuria! Eres tan bajita y silenciosa que no me enteré que estabas tras de mí mientras yo sostenía esta peligrosa lanza. Cielo, cuéntales cómo soy de torpe con mis manos-
Si Nuria no supiera mejor, le hubiese creído. Mirarla era como ver la viva imagen del arrepentimiento y la delicadeza. El vampiro le siguió la corriente, azuzando a Nuria a salir, dándole suaves empujoncitos en la espalda baja. La mirada de la vampiresa no era nada tranquilizadora.
Off: Como lo acordado, subrayo la primera parte del desarrollo de la complicación: “Una amante del vampiro visita la casa y comienza a creer que quieres robarle el amor de su vampiro, por lo que intentará asesinarte “Accidentalmente”.”
Accidentes 1.0
- acompañamiento:
- Es importante que sepas dos cosas Ircan: primero- los criados temen al señor, evítale y si te descubre, niega todo. Segundo- el señor es un sádico, afortunadamente su… acompañante debe seguir con él. Tercero- si nos separamos, la prioridad para mí será soltar a los prisioneros y salir de aquí- Nuria volvía a estar en su elemento, y el hecho de que él estuviese allí, bajo el mismo techo le daba fuerzas indescriptibles. Ella era una joven de un pensamiento por vez, en ese momento sólo pensaba en las personas del sótano, luego se preocuparía por lo demás.
Llegaron a los pies de una escalera. - Arriba a la izquierda está la habitación del señor. Por ese pasillo oscuro de aquí abajo a la derecha están los prisioneros, en un sótano escondido entre el general sin ojos y la bailarina de las zapatillas rojas- Nuria se volvió y miró a Ircan con un amago de sonrisa triste. -Nos conocimos en una situación parecida a esta- le recordó -Pero tú estabas enfermo- estiró una mano para depositarla en el pecho de Ircan, sin embargo no alcanzó su destino.
-No pierdes el tiempo reemplazo
Nuria suspiró y giró su cuerpo para ponerse de frente a la escalera y mirar bajar con gracilidad a la dama del vestido negro. La criada agachó la cabeza y cruzó sus manos en su regazo. -Sólo le daba consejos al nuevo criado. Retírate muchacho y no vengas a esta ala a no ser que te manden llamar- a la humana no le tembló la voz a la hora de pedirle a su compañero que se marchara, las mujeres como ella podían llegar a ser muy caprichosas. Nuria no sabía dónde estaba parada frente a esa mujer o cuánto poder tenía en la casa, pero quería poner a Ircan a salvo con sus actos.
-¿A ti quién te dio el poder de mandar a los criados? Eres una simple sirvienta de reemplazo. Ubícate- La mucama bajó la cabeza, y arrugó la nariz. Prefería estar lidiando con un establo sucio que con alguien como ella. La vampiresa se acercó al elfo y le tomó por debajo de su barbilla, levantando su rostro para analizar sus facciones. - Es la primera vez que él alquila un elfo… se estará ablandando con los años- bajó sus manos juguetonas por el pecho de Ircan hasta ponerlas en su entrepierna y sentir su hombría por un momento. Sonrió -Deberías acompañarnos más tarde- dio un paso atrás y pasó su lengua por sus propios labios, sigiriendose.
Nuria había cerrado sus puños a los lados y estaban tan apretados que comenzó a dolerle el lugar con el que le había pegado el puñetazo al hombre malo. La vampiresa la tomó por el medallón de su madre y comenzó a llevársela a otra ala de la mansión. -Puedes irte…dulzura. Te veo en la madrugada- le guiñó un ojo y desapareció con la criada por una puerta ovalada en su terminación. Ni bien estuvieron solas, admiró el colgante de la mucama, con movimientos sutiles comenzó a rodearla - No está nada mal para alguien con tan poca importancia. Se complementan- hizo un juego con su muñeca y Nuria comenzó a toser, no se había dado cuenta de cómo lo había hecho, pero la vampiresa la estaba ahorcando con su propia cadena. Intentó liberarse en vano. Su rostro se ponía azul y su cuerpo comenzaba a temblar. Los vasos sanguíneos de sus ojos parecían desbordantes. La vampiresa sonreía.
- Erna, ¿has visto…?
El señor de la casa levantó su cabeza de un libro que traía abierto entre las manos, para entonces la vampiresa se había acomodado de una forma totalmente inocente. Nuria estaba en el piso, intentando recobrar el aire.
-Nuria, ¿estabas aquí? Hay un invitado en camino, cuando llegue quiero que lo lleves al despacho y le atiendas bajo el estricto protocolo y etiqueta de los humanos ¿quedó claro?
Nuria se había incorporado poco a poco, su rostro estaba morado e intentaba apagar en vano un ataque de tos.
- Te estoy dando una oportunidad, no la desperdicies o…
-Querido, no te molestes con la servidumbre. Vamos al despacho a esperar juntos, estoy segura que encontraremos una buena forma de matar el tiempo
La vampiresa se había interpuesto entre la humana y el señor de la casa de una forma muy casual. Y de la misma forma se lo llevó, jugueteando con su pelo.
-¿Tu no tendrías que haberte ido ya?
- Oh, me entretuve con uno de los nuevos criados. Podríamos jugar un poco con él después que termines tus asuntos…
-Creí que llegaría mañana
Nuria no pudo seguir escuchando el resto de la conversación, estaban muy lejos y temía que la descubriesen espiando. Su corazón se había acelerado cuando creyó que su mentira había sido descubierta, pero afortunadamente el vampiro no sospechó nada. Muy bien, habían ganado algo de tiempo. La criada quiso volver a buscar a Ircan, pero otras criadas la pusieron a hacer tareas y estaba bajo estricta supervisión.
La primera, la mandó a trapear el piso en las escaleras. Nuria estaba terminado en las alturas, cuando sintió que una mano la empujaba por la espalda, escaleras abajo. Afortunadamente, tenía entre sus manos el trapeador, que usó como si fuese la naginata con la que había entrenado desde pequeña. Apoyó la punta del palo en un escalón e hizo una pirueta en el aire, cayendo agachada sobre sus pies, en los pies de la escalera. Se limpió el sudor y suspiró. -Eso fue muy peligroso- se dijo en voz baja, pagada de sí misma por su hazaña.
Otra criada la interceptó para que limpiara lo alto de los candelabros en el techo. Otra vez, se había puesto el pañuelo en su boca. Debía de hacer años que nadie limpiaba allí, porque había mucho polvo. Nuria le estaba dando de golpes al último candelabro contra la ventana, cuando la escalera sobre la que se encontraba se cayó. Gracias a Dios, se quedó colgada y pudo balancearse hasta poder saltar a una cortina y desde allí dejarse caer hasta el suelo. Eran demasiadas coincidencias. Suspiró y se estiró, los primeros rayos del sol no tardarían en comenzar a despuntar. Buscó la escalera para devolverla a su lugar y se quedó mirando la nada por un largo rato; alguien se la había llevado.
El reloj de pie tocó el punto y la joven se sobresaltó. Recordó que el señor tenía un invitado y debía atenderlo, por lo que salió corriendo para cumplir con el mandato de su amo, olvidando la verdadera razón por la que estaba allí. Llegó justo a tiempo con una bandeja de delicadezas para halagar al invitado. Estaba llegando al escritorio para dejar allí esos pequeños tratos, cuando por puro reflejo se detuvo en seco, sintiendo el frío metal de una lanza afilada en su garganta. Tragó saliva y miró de reojo al invitado y al empleador. No era característico de Nuria hacer una escena, pero el arma era ciertamente perturbadora. Alguien se aclaró la garganta con incomodidad.
-¡Lo siento mucho Nuria! Eres tan bajita y silenciosa que no me enteré que estabas tras de mí mientras yo sostenía esta peligrosa lanza. Cielo, cuéntales cómo soy de torpe con mis manos-
Si Nuria no supiera mejor, le hubiese creído. Mirarla era como ver la viva imagen del arrepentimiento y la delicadeza. El vampiro le siguió la corriente, azuzando a Nuria a salir, dándole suaves empujoncitos en la espalda baja. La mirada de la vampiresa no era nada tranquilizadora.
Off: Como lo acordado, subrayo la primera parte del desarrollo de la complicación: “Una amante del vampiro visita la casa y comienza a creer que quieres robarle el amor de su vampiro, por lo que intentará asesinarte “Accidentalmente”.”
Nuria
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Re: Los esclavos del deseo [trabajo Nuria-Ircan][Cerrado]
La información de Nuria resultaba vital para la misión, era lo bueno de haber tenido una infiltrada, sus palabras eran más de fiar que la de cualquier rehén. Pero nos vemos asaltados por la mujer, la que supuse que era la que había visto entrar en la mansión. Pero el primer asalto no tiene nada que ver con el segundo. La supuesta vampiresa se acerca a mi y me examina como quien mira un vestido caro, pues me dio un buen repaso, desde la barbilla hasta la entrepierna que estudió a fondo. Al parecer le gusté.
-Co-como guste, señorita. - hice una pequeña inclinación con la cabeza. -Si, cuando ordene.
-Oh... que dulzura. - se mordió picarona el labio antes de desaparecer con Nuria que lanzó una mirada de auxilio. Pero de hacer algo en ese momento llevaría al traste con toda la farsa. Nuria debería aguantar un poco a aquellos amos tan odiosos; aunque de haber un peligro real, Toro y yo comenzaríamos a no dejar cabezas sobre sus hombros.
Aprovechando que me quedé sólo me dirigí al sótano asegurándome de que nadie me veía. Pero una vez traspasé la puerta mi cuerpo no sólo volvió a su apariencia normal dejando de ser un elfo, sino que de nuevo mi brazo derecho desapareció y mi boca se llenó de raíces plateadas.
"Dudo que ahora le resulte tan atractivo a esa mujer." pensé en una mezcla de alegría y decepción interna; siempre sienta bien saber que eres atractivo, ¿no? Aunque sea para una loca psicópata.
Negué con la cabeza alejando aquellos pensamientos; necesitaba centrarme en mi tarea, el tiempo no estaba de nuestra parte. Los quejidos y suplicas son perfectamente audibles aunque se nota que en el fondo de su corazón saben que es inútil esperar ayuda, pero en aquel momento se equivocaban. Bajo las escaleras corriendo deseando darles esperanzas pero...
"Eso, ves y dile que los salvarás aunque aún no puedas sacarlos. Para que cuando llegue la sanguijuela lo note o se lo digan... Es una forma muy estupida de firmar un suicidio..." bramó el lobo con sorna.
Aunque me molestará el tono, tenía razón y me había ayudado mucho con ese gratuito consejo, algo muy extraño en él. Me paro en seco.
"Tienes razón." detengo mi paso y bajo las escaleras disimulando normalidad.
Las voces no tardan en aumentar sus suplicas en cuanto me vez, pero sólo al principio pues cuando notan la falta de mi brazo y las raíces en mi boca se echan hacía atrás con miedo; seguramente pensaron que era un monstruo enviado por su carcelero para torturarlos.
Ignoro su reacción pues la comprendo, seguramente yo también actuaría así y me acerco a examinar las cerraduras. Podría abrirlas con ganzúas pero eso llevaría mucho tiempo, habían dos grandes celdas y la cerradura parecía bastante complicada aunque fuera antigua, lo mejor era...
"Tal vez introduciendo pergaminos explosivos fuera más rápido..." el ojo de la cerradura es lo suficientemente grande como para que se de la posibilidad y una pequeña explosión liberará los pernos sino los destruye en su avanzado estado de oxidación. "Es posible..." sonrío y me voy de aquella prisión antes de que alguien pueda sorprenderme dentro. Además, debía de compartir la nueva información con Nuria.
Salgo del sótano, asegurándome que nadie me vea y me cuido de andar por el castillo evitando a cualquier miembro del servicio. Si alguien me viese con ese aspecto se acabaría el factor sorpresa con un profundo grito de miedo. Lo que fue bastante difícil, pues al parecer era el momento culmen de las tareas de aquel hogar. Gracias a los dioses contaba con cortinas para pasar desapercibido y algunos muebles. Por ello, dejar atrás un pasillo me llevo horas. Debía de esperar durante largos minutos, con el corazón apunto de salirse del pecho, a que todos los criados pasaran para poder avanzar hasta la siguiente cobertura antes de que otro grupo apareciera para entorpecer mi avance.
Después de tres horas andando me di cuenta que en realidad no sabía bien ni a donde iba. La emoción me había hecho andar por andar y ahora estaba completamente perdido y sin saber dónde estaría mi acompañante.
"¡Mierda! ¡Ircan! ¡Céntrate!"
Me quedé así, quieto tras unas cortinas valorando mis opciones durante al menos media hora hasta que pude escuchar en un susurro el nombre de Nuria. Coloqué mi ojo en la pequeña rendija que producían las cortinas y pude ver como la criada salía de una habitación completamente pálida, más de lo normal.
Abandonando toda prudencia y temiendo que la chica se fuera antes de que pudiera hablar con ella, salí de mi escondite y la agarré por el brazo y por la boca para que no gritara, y la metí entre las cortinas.
-¡Canquiga joi io! (¡Tranquila soy yo!) - la chica se revolvió hasta que me reconoció. -Quengo que hacar conquigo. He econcago a gos gehenes. (Tengo que hablar contigo. He encontrado a los rehenes.) - le dije en un susurro intentando vocalizar todo lo posible debido a mi condición. -Hos jacaguemos gomquiengo gas jegagugas con quergamhinhos eccogigos. Igue a queargo agoga. (Los sacaremos rompiendo las cerraduras con pergaminos explosivos. Iré a crearlos ahora.) - miré mejor a mi amiga, parecía preocupada. - ¿Ecas guien? ¿Ocugue ago? (¿Estás bien? ¿Ocurre algo?)
-Co-como guste, señorita. - hice una pequeña inclinación con la cabeza. -Si, cuando ordene.
-Oh... que dulzura. - se mordió picarona el labio antes de desaparecer con Nuria que lanzó una mirada de auxilio. Pero de hacer algo en ese momento llevaría al traste con toda la farsa. Nuria debería aguantar un poco a aquellos amos tan odiosos; aunque de haber un peligro real, Toro y yo comenzaríamos a no dejar cabezas sobre sus hombros.
Aprovechando que me quedé sólo me dirigí al sótano asegurándome de que nadie me veía. Pero una vez traspasé la puerta mi cuerpo no sólo volvió a su apariencia normal dejando de ser un elfo, sino que de nuevo mi brazo derecho desapareció y mi boca se llenó de raíces plateadas.
"Dudo que ahora le resulte tan atractivo a esa mujer." pensé en una mezcla de alegría y decepción interna; siempre sienta bien saber que eres atractivo, ¿no? Aunque sea para una loca psicópata.
Negué con la cabeza alejando aquellos pensamientos; necesitaba centrarme en mi tarea, el tiempo no estaba de nuestra parte. Los quejidos y suplicas son perfectamente audibles aunque se nota que en el fondo de su corazón saben que es inútil esperar ayuda, pero en aquel momento se equivocaban. Bajo las escaleras corriendo deseando darles esperanzas pero...
"Eso, ves y dile que los salvarás aunque aún no puedas sacarlos. Para que cuando llegue la sanguijuela lo note o se lo digan... Es una forma muy estupida de firmar un suicidio..." bramó el lobo con sorna.
Aunque me molestará el tono, tenía razón y me había ayudado mucho con ese gratuito consejo, algo muy extraño en él. Me paro en seco.
"Tienes razón." detengo mi paso y bajo las escaleras disimulando normalidad.
Las voces no tardan en aumentar sus suplicas en cuanto me vez, pero sólo al principio pues cuando notan la falta de mi brazo y las raíces en mi boca se echan hacía atrás con miedo; seguramente pensaron que era un monstruo enviado por su carcelero para torturarlos.
Ignoro su reacción pues la comprendo, seguramente yo también actuaría así y me acerco a examinar las cerraduras. Podría abrirlas con ganzúas pero eso llevaría mucho tiempo, habían dos grandes celdas y la cerradura parecía bastante complicada aunque fuera antigua, lo mejor era...
"Tal vez introduciendo pergaminos explosivos fuera más rápido..." el ojo de la cerradura es lo suficientemente grande como para que se de la posibilidad y una pequeña explosión liberará los pernos sino los destruye en su avanzado estado de oxidación. "Es posible..." sonrío y me voy de aquella prisión antes de que alguien pueda sorprenderme dentro. Además, debía de compartir la nueva información con Nuria.
Salgo del sótano, asegurándome que nadie me vea y me cuido de andar por el castillo evitando a cualquier miembro del servicio. Si alguien me viese con ese aspecto se acabaría el factor sorpresa con un profundo grito de miedo. Lo que fue bastante difícil, pues al parecer era el momento culmen de las tareas de aquel hogar. Gracias a los dioses contaba con cortinas para pasar desapercibido y algunos muebles. Por ello, dejar atrás un pasillo me llevo horas. Debía de esperar durante largos minutos, con el corazón apunto de salirse del pecho, a que todos los criados pasaran para poder avanzar hasta la siguiente cobertura antes de que otro grupo apareciera para entorpecer mi avance.
Después de tres horas andando me di cuenta que en realidad no sabía bien ni a donde iba. La emoción me había hecho andar por andar y ahora estaba completamente perdido y sin saber dónde estaría mi acompañante.
"¡Mierda! ¡Ircan! ¡Céntrate!"
Me quedé así, quieto tras unas cortinas valorando mis opciones durante al menos media hora hasta que pude escuchar en un susurro el nombre de Nuria. Coloqué mi ojo en la pequeña rendija que producían las cortinas y pude ver como la criada salía de una habitación completamente pálida, más de lo normal.
Abandonando toda prudencia y temiendo que la chica se fuera antes de que pudiera hablar con ella, salí de mi escondite y la agarré por el brazo y por la boca para que no gritara, y la metí entre las cortinas.
-¡Canquiga joi io! (¡Tranquila soy yo!) - la chica se revolvió hasta que me reconoció. -Quengo que hacar conquigo. He econcago a gos gehenes. (Tengo que hablar contigo. He encontrado a los rehenes.) - le dije en un susurro intentando vocalizar todo lo posible debido a mi condición. -Hos jacaguemos gomquiengo gas jegagugas con quergamhinhos eccogigos. Igue a queargo agoga. (Los sacaremos rompiendo las cerraduras con pergaminos explosivos. Iré a crearlos ahora.) - miré mejor a mi amiga, parecía preocupada. - ¿Ecas guien? ¿Ocugue ago? (¿Estás bien? ¿Ocurre algo?)
Última edición por Ircan el Vie Ago 31 2018, 02:54, editado 1 vez
Ircan
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Re: Los esclavos del deseo [trabajo Nuria-Ircan][Cerrado]
Comienzo del día
Cansada y convencida de que Erna quería matarla, Nuria salió del despacho cabizbaja. Se dirigía al sótano cuando un poderoso brazo la secuestró, llevándola tras un denso cortinado; esta vez estaba lista para gritar con todas sus fuerzas e intentar incapacitar a quien quiera que fuera –o al menos intentarlo- el saber que no estaba sola le daba ese valor. Pero el inconfundible sonido cortado de Ircan le hicieron desistir de la idea, dejando caer sus brazos en señal de derrota. -Estoy bien, pero no sé cuánto tiempo más podrás seguir encubierto- más que un elfo con rasgos delicados ahora estaba gangoso y sin un brazo. Era cuanto menos sospechoso si lo veía desde el punto de vista de sus empleadores...
-Está bien, tal vez yo también pueda hacer algo, por si acaso…- musitó pensativa. -Estaré al pendiente- esta vez tuvo el valor de depositar una mano sobre el corazón de él y dejarla reposar allí por unos segundos. Aunque su expresión era la de siempre, su rostro se había puesto colorado. -Cuídate- susurró. Le arregló la ropa y asomó cuidadosamente su cabeza para cerciorarse de que no había nadie cerca, aclaró su garganta y le hizo una seña a su compañero de que tenía la vía libre. La criada se dirigió a la cocina, más por costumbre que por deber. Estaba seriamente concentrada en su idea de ayudar a Ircan y parecía estar refinando un plan. Sus movimientos eran robóticos y ausentes. La casa se despertaba a un nuevo día y el recambio de criados venía a tomar el desayuno antes de iniciar sus labores.
-Buenos días por la mañana gente
Nuria conocía esa voz. Dejó de servirle la mesa a sus compañeros y se volvió para darle la espalda a uno de los hombres de la noche anterior, que acababa de entrar.
-¿Alguien ha visto a Rob? Cuando nos levantamos no lo he visto por ninguna parte. Juro por Dios que si lo pillo haciendo…-
Nuria no terminó de escuchar la amenaza del criado, iba a medio camino entre la cocina y la habitación del servicio. Con el corazón en la boca daba largas zancadas, batiendo el uniforme de criada que le quedaba grande, al aire con innecesaria parafernalia y ruido como para llamar la atención de cualquiera que la viese.
- ¡Detente ahí muchacha!
La joven tropezó con su enagua y se apoyó contra la pared del pasillo, llevándose una mano al corazón por el alivio de percatarse que se trataba de una más de las sirvientas.
- ¿A dónde crees que vas? Hoy tienes turno todo el día, luego podrás hacer lo que te venga en gana
-arme… cambiarme. Refrescarme-
-Hmm… está bien. Pero luego trapeas todos los pasillos del ala Este
Nuria retomó su huida, pero esta vez a toda carrera, no quería más interrupciones. Recordaba tener dos pergaminos entre las cosas que había llevado a ese lugar. Originalmente pensaba estudiar sus posibilidades con ellos cuando estuviera tranquila en la casa Branzen, pero era el momento de utilizarlos y sabía muy bien cómo.
Nuria se había sentado tras una de las armaduras que adornaban el pasillo. Tenía las manos llenas de la tinta especial que debía usarse en ese pergamino imbuido con el poder de los arcanos. La criada se sentía importante cada vez que recurría a la antigua lengua de los dragones para hacer pequeñas modificaciones a la realidad –forma en la que ella veía y justificaba su uso- El primero de los pergaminos fue muy sencillo de hechizar. Sabía muy bien que tarde o temprano, volvería a toparse con el señor de la casa, y en ese momento usaría ese pergamino. Pensó que lo más conveniente sería usar la ayuda de la naturaleza para restringir el movimiento del vampiro, por lo que escribió algo en las líneas de que salieran raíces que lo sostuvieran. Habiendo finalizado el hechizo, las palabras adquirieron la forma de un antiguo roble, brillaron y desaparecieron.
[i][u]El problema lo estaba causando la composición del segundo. Habiendo gastado al menos una hora allí escondida, estimaba que pronto llegaría alguien para revisar sus labores. Ese era el pasillo del sótano, donde había tenido el fatídico primer encuentro. Por supuesto que estaba limpio, ya lo había dejado en condiciones el día anterior, pero nadie tenía que saberlo. Sólo debía mojar un poco el suelo y hacer como que trabajaba mientras terminaba con el encantamiento. Estuvo casi una hora más antes de terminar con el segundo pergamino. Lo acababa de guardar en uno de sus bolsillos cuando escuchó pasos. Agachó la cabeza y volvió a sus quehaceres. Ircan ya debía de haber llegado.
Accidentes 2.0
Nuria levantó la cabeza, extrañada de no haber visto a la persona que había escuchado. Suspiró y volvió a sus quehaceres. Pero cuando volvía hacia el cubo con agua resbaló sobre jabón que evidentemente ella no había llevado consigo. Estuvo a punto de caer sobre las viejas armaduras que estaban llenas de pinchos metálicos, por suerte, pudo desviar su peso y darse contra la pared. Se sobó la cola mirando los alrededores y vio el desastre que había hecho con el rastro del trapeador y del jabón. Gateó hasta la cubeta próxima para enjuagar el trapo de piso y restregar con él las manchas, cuando alguien le metió la cabeza al balde, intentando ahogarla.
Nuria hizo todo lo que pudo por defenderse, afortunadamente la aparición de Ircan hizo que el atacante se desvaneciera entre las sombras; dejando a la criada en un estado apenas consciente. -¿Ircan?- llamó, volviendo en sí. Nunca había tenido tantos accidentes peligrosos juntos, ni tantos intentos de homicidio. Abrió sus ojos grandes cuando vio que el cuadro del general sin ojos ahora sí los tenía y se movían. Podía reconocer en ellos al señor de la casa. Escuchó un grito aterrador y sonidos de alguien corriendo por los pasillos. Varios cuchillos voladores que aparecieron desde las sombras surcaron el aire muy cerca de ellos. La criada no se puso a reparar los posibles daños en ese momento.
-Es hora de que pagues pequeña plaga Nurienta. Estarás muerta antes de que él llegue a despellejarlos vivos jajajaja-
-¡Apresúrate!- gritó Nuria a Ircan, luchando contra su ropa y su torpeza para ponerse en pie y meterse en el sótano. - Tú libera a los prisioneros. Yo le detendré por unos momentos en la puerta. ¡Rápido!- ordenó con la voz temblorosa. Sacó de su bolsillo el pergamino en blanco que tanto le había costado escribir y le agregó una última palabra para terminar el hechizo. El pergamino comenzó a resplandecer. Nuria se apuró a tocar la puerta con él. Esperaba que la puerta desapareciera, o que la madera se convirtiera en un material más poderoso como para detener a dos vampiros. En cambio, sólo hizo un fuerte “clack” y salió polvo por todos lados. Como si se hubiera desvencijado.
Los fuertes golpes no tardaron en llegar, al igual que la tos apagada de la criada que para entonces ya había pasado el punto crítico del cansancio.
Off: Subrayo del final de las complicaciones de los accidentes donde la vampiresa intenta matarme sutilmente. También se subraya la utilización de arcanos con la creación de los pergaminos (uno de hechizos menor y uno en blanco menor) se utiliza el de hechizo en blanco menor para atrancar la puerta por el tiempo necesario para que Ircan libere a las personas. El efecto del otro se verá más adelante owo.
Ah y por si las moscas, el vampiro obviamente notó que estamos por soltar a las personas, por lo que finalmente terminamos de cumplir con la complicación “Descubres un sótano lleno de futuras víctimas, si les ayudas a escapar el vampiro lo notará y tratará de convertirte en una más de sus presas. ” que habíamos subrayado varios posts más arriba.
El final donde le hago meta a Ircan fue con autorización <3
Cansada y convencida de que Erna quería matarla, Nuria salió del despacho cabizbaja. Se dirigía al sótano cuando un poderoso brazo la secuestró, llevándola tras un denso cortinado; esta vez estaba lista para gritar con todas sus fuerzas e intentar incapacitar a quien quiera que fuera –o al menos intentarlo- el saber que no estaba sola le daba ese valor. Pero el inconfundible sonido cortado de Ircan le hicieron desistir de la idea, dejando caer sus brazos en señal de derrota. -Estoy bien, pero no sé cuánto tiempo más podrás seguir encubierto- más que un elfo con rasgos delicados ahora estaba gangoso y sin un brazo. Era cuanto menos sospechoso si lo veía desde el punto de vista de sus empleadores...
-Está bien, tal vez yo también pueda hacer algo, por si acaso…- musitó pensativa. -Estaré al pendiente- esta vez tuvo el valor de depositar una mano sobre el corazón de él y dejarla reposar allí por unos segundos. Aunque su expresión era la de siempre, su rostro se había puesto colorado. -Cuídate- susurró. Le arregló la ropa y asomó cuidadosamente su cabeza para cerciorarse de que no había nadie cerca, aclaró su garganta y le hizo una seña a su compañero de que tenía la vía libre. La criada se dirigió a la cocina, más por costumbre que por deber. Estaba seriamente concentrada en su idea de ayudar a Ircan y parecía estar refinando un plan. Sus movimientos eran robóticos y ausentes. La casa se despertaba a un nuevo día y el recambio de criados venía a tomar el desayuno antes de iniciar sus labores.
-Buenos días por la mañana gente
Nuria conocía esa voz. Dejó de servirle la mesa a sus compañeros y se volvió para darle la espalda a uno de los hombres de la noche anterior, que acababa de entrar.
-¿Alguien ha visto a Rob? Cuando nos levantamos no lo he visto por ninguna parte. Juro por Dios que si lo pillo haciendo…-
Nuria no terminó de escuchar la amenaza del criado, iba a medio camino entre la cocina y la habitación del servicio. Con el corazón en la boca daba largas zancadas, batiendo el uniforme de criada que le quedaba grande, al aire con innecesaria parafernalia y ruido como para llamar la atención de cualquiera que la viese.
- ¡Detente ahí muchacha!
La joven tropezó con su enagua y se apoyó contra la pared del pasillo, llevándose una mano al corazón por el alivio de percatarse que se trataba de una más de las sirvientas.
- ¿A dónde crees que vas? Hoy tienes turno todo el día, luego podrás hacer lo que te venga en gana
-arme… cambiarme. Refrescarme-
-Hmm… está bien. Pero luego trapeas todos los pasillos del ala Este
Nuria retomó su huida, pero esta vez a toda carrera, no quería más interrupciones. Recordaba tener dos pergaminos entre las cosas que había llevado a ese lugar. Originalmente pensaba estudiar sus posibilidades con ellos cuando estuviera tranquila en la casa Branzen, pero era el momento de utilizarlos y sabía muy bien cómo.
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Nuria se había sentado tras una de las armaduras que adornaban el pasillo. Tenía las manos llenas de la tinta especial que debía usarse en ese pergamino imbuido con el poder de los arcanos. La criada se sentía importante cada vez que recurría a la antigua lengua de los dragones para hacer pequeñas modificaciones a la realidad –forma en la que ella veía y justificaba su uso- El primero de los pergaminos fue muy sencillo de hechizar. Sabía muy bien que tarde o temprano, volvería a toparse con el señor de la casa, y en ese momento usaría ese pergamino. Pensó que lo más conveniente sería usar la ayuda de la naturaleza para restringir el movimiento del vampiro, por lo que escribió algo en las líneas de que salieran raíces que lo sostuvieran. Habiendo finalizado el hechizo, las palabras adquirieron la forma de un antiguo roble, brillaron y desaparecieron.
[i][u]El problema lo estaba causando la composición del segundo. Habiendo gastado al menos una hora allí escondida, estimaba que pronto llegaría alguien para revisar sus labores. Ese era el pasillo del sótano, donde había tenido el fatídico primer encuentro. Por supuesto que estaba limpio, ya lo había dejado en condiciones el día anterior, pero nadie tenía que saberlo. Sólo debía mojar un poco el suelo y hacer como que trabajaba mientras terminaba con el encantamiento. Estuvo casi una hora más antes de terminar con el segundo pergamino. Lo acababa de guardar en uno de sus bolsillos cuando escuchó pasos. Agachó la cabeza y volvió a sus quehaceres. Ircan ya debía de haber llegado.
Accidentes 2.0
Nuria levantó la cabeza, extrañada de no haber visto a la persona que había escuchado. Suspiró y volvió a sus quehaceres. Pero cuando volvía hacia el cubo con agua resbaló sobre jabón que evidentemente ella no había llevado consigo. Estuvo a punto de caer sobre las viejas armaduras que estaban llenas de pinchos metálicos, por suerte, pudo desviar su peso y darse contra la pared. Se sobó la cola mirando los alrededores y vio el desastre que había hecho con el rastro del trapeador y del jabón. Gateó hasta la cubeta próxima para enjuagar el trapo de piso y restregar con él las manchas, cuando alguien le metió la cabeza al balde, intentando ahogarla.
Nuria hizo todo lo que pudo por defenderse, afortunadamente la aparición de Ircan hizo que el atacante se desvaneciera entre las sombras; dejando a la criada en un estado apenas consciente. -¿Ircan?- llamó, volviendo en sí. Nunca había tenido tantos accidentes peligrosos juntos, ni tantos intentos de homicidio. Abrió sus ojos grandes cuando vio que el cuadro del general sin ojos ahora sí los tenía y se movían. Podía reconocer en ellos al señor de la casa. Escuchó un grito aterrador y sonidos de alguien corriendo por los pasillos. Varios cuchillos voladores que aparecieron desde las sombras surcaron el aire muy cerca de ellos. La criada no se puso a reparar los posibles daños en ese momento.
-Es hora de que pagues pequeña plaga Nurienta. Estarás muerta antes de que él llegue a despellejarlos vivos jajajaja-
-¡Apresúrate!- gritó Nuria a Ircan, luchando contra su ropa y su torpeza para ponerse en pie y meterse en el sótano. - Tú libera a los prisioneros. Yo le detendré por unos momentos en la puerta. ¡Rápido!- ordenó con la voz temblorosa. Sacó de su bolsillo el pergamino en blanco que tanto le había costado escribir y le agregó una última palabra para terminar el hechizo. El pergamino comenzó a resplandecer. Nuria se apuró a tocar la puerta con él. Esperaba que la puerta desapareciera, o que la madera se convirtiera en un material más poderoso como para detener a dos vampiros. En cambio, sólo hizo un fuerte “clack” y salió polvo por todos lados. Como si se hubiera desvencijado.
Los fuertes golpes no tardaron en llegar, al igual que la tos apagada de la criada que para entonces ya había pasado el punto crítico del cansancio.
Off: Subrayo del final de las complicaciones de los accidentes donde la vampiresa intenta matarme sutilmente. También se subraya la utilización de arcanos con la creación de los pergaminos (uno de hechizos menor y uno en blanco menor) se utiliza el de hechizo en blanco menor para atrancar la puerta por el tiempo necesario para que Ircan libere a las personas. El efecto del otro se verá más adelante owo.
Ah y por si las moscas, el vampiro obviamente notó que estamos por soltar a las personas, por lo que finalmente terminamos de cumplir con la complicación “Descubres un sótano lleno de futuras víctimas, si les ayudas a escapar el vampiro lo notará y tratará de convertirte en una más de sus presas. ” que habíamos subrayado varios posts más arriba.
El final donde le hago meta a Ircan fue con autorización <3
Nuria
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Re: Los esclavos del deseo [trabajo Nuria-Ircan][Cerrado]
Gracias a los dioses Nuria me había entendido, cosa que no era fácil en aquella situación, y eso indicaba el inicio del plan; ya habíamos pasado más tiempo del necesario en aquel lugar. Aunque me sorprendió que Nuria pusiera la mano sobre mi corazón y se sonrojaba, sabía que el pasado quedaba muy lejos, pero en aquel momento vino a mi mente cuando estuve semiinconsciente en la cama de la residencia Abes, aquel momento entre Nuria y yo...
Me di palmadas en las mejillas para despejarme; Nuria ya se había ido y no me había dado ni cuenta. Tenía que salir de aquel lugar cuanto antes. El brazo volvió a aparecer y las raíces se esfumaron continuando con su curioso juego. Pero ese no era el problema, volvía a ser licántropo y los vampiros podían notar eso, no por nada llevábamos un siglo en guerra...
Como fuera tenía que hacer aquellos pergaminos, había contado dos grandes celdas, por lo que la cantidad estaba clara. El problema era dónde, pues siempre procuraba llevar un pequeño frasco de tinta mágica encima, si no no me servía de nada haber aprendido el secreto de las runas.
Aprovechando mi apariencia normal, salí a paso apresurado valiéndome ahora del traje de criado para pasar desapercibido. Pese a todo, el resto del servicio me miraban extrañados, sin saber muy bien que estaba haciendo, pero tampoco me paré a darle importancia, el reloj seguía corriendo y si alguien me paraba simplemente le diría que el señor de la casa me había ordenado algo de urgencia.
Una vez pude dar esquinazo a todas las miradas me colé en la habitación mas cercana, dando con un pequeño estudio.
-Perfecto... No podría haber ido a parar a un lugar mejor... - sonreí por mi suerte y me dirigí a la mesa en la que reposaban algunos trozos de pergamino, fundamentales para lo que iba a hacer; aunque para mi desgracia no había pluma. - No se puede tener todo...
Así pues extendí el papel y mojando un dedo en la tinta comencé a escribir la runa oportuna en el antiguo lenguaje de la magia, no era algo muy complicado, después de todo era sólo una pequeña explosión. Para terminar el arcano, posé mi mano sobre el pergamino y recité la runa para imprimirle de la fuerza arcana necesaria para que funcionara. Un proceso que tuve que repetir de forma similar para el que iba a ser su hermano menor.1
Terminado eso había llegado el momento de armarse y de avisar a Toro, no tardaríamos en necesitar su fuerza y su indudable habilidad con el mandoble. Motivo por el cual me dirigí a la ventana más cercana que diera al jardín trasero, había acordado con el mercenario que vigilara la mansión desde aquel angulo.
Esta vez caminé más despacio. No podía jugármela en un momento tan crucial, así que cuanto menos sospechas levantara mejor que mejor. Aunque un extraño sentimiento me decía que no las tenía todas conmigo...
Al llegar a la ventana, la abrí y sacando disimuladamente mi cuchillo me centré en obtener un rayo de sol que me permitiera realizar las señales pactadas con el grandullón, pero tras unos minutos no paso nada...
-¿Se puede saber que estás haciendo? - la voz me sobresaltó desde la espalda y me hizo que el cuchillo se resbalara entre mis dedos.
"Mierda" me giré hacia el inesperado asaltante intentando ocultar mi nerviosismo. - Me he mareado un poco y estaba tomando un poco de aire...
-Eh... tu no me suenas... y un momento... - se acerco a mi observando mis ropas. -Esa ropa es de ...- en ese momento mis espadas entraron volando por la ventana dejando petrificado al sirviente. -¿Pero qué...?
Tardé apenas unas milésimas de segundo en derribar a mi oponente barriéndole la piernas y otro tanto en dejarlo inconsciente tomando el pomo de Malware para darle en toda la sien.
-Si... me la ha prestado de forma indefinida... - suspiré intentando liberarme de la intensa emocionante tensión que se acumulaba en mi pecho llevándome una mano a él.
Me asomo a la ventana y veo como Toro me saluda desde abajo llevando mi daga.
-¡Creo que se le ha caído jefe! - se rió en tono de burla.
-¡Shh! ¡No grites! - le susurré lo suficientemente alto para que me oiga. - ¿Por qué has tardado tanto? - el hombre bestia se encogió de hombros. -Ya veo... Estate atento, voy a dejar caer a otro miembro del servicio.
-Vaya.. ¡está en racha jefe! - respondió esta vez en un tono más adecuado aunque para mis nervios seguía siendo demasiado alto.
-Si... supongo que hoy es mi día de suerte... - tomé el cuerpo y lo lancé por la ventana a los seguros brazos del mercenario. -Escóndelo bien y reúnete con nosotros en la puerta del jardín. Vamos a empezar a sacar a os rehenes. - Toro, con el cuerpo ya cargado al hombro, me guiñó su único ojo mientras alzaba la mano con el pulgar levantado.
Ya sólo faltaba reunirse con Nuria.
Al llevar mis dos espadas a la espalda ya poco me importaba el sigilo o las apariencia, si alguien me veía daría directamente la alarma y cuanto más tiempo permaneciese en los pasillos más me arriesgaba a ello, así que lo mejor era llegar al sótano cuanto antes e iniciar el plan lo más rápido posible, un plan que en verdad ni siquiera nos habíamos parado a detallar, si pasaba cualquier cosa deberíamos improvisar, práctica que no solía acabar siempre bien. Y sin duda no falta razón a esa teoría, pues pude comprobarlo tan sólo con poder ver la puerta que daba al sótano.
Cuando llegué vi como Nuria estaba siendo ahogada en un cubo por una semi-etérea figura que mis sentidos mejorados si que pudieron captar.2. Desenvainé mis espadas en el acto y cargue contra aquella cosa que estaba haciendo daño a mi protegida, no iba a permitir que nadie le hiciera daño y quien lo hiciera...
"Vamos a matarla." la voz del lobo y la mía se fundieron en una por primera vez en nuestra vida, aunque fuera dentro de mi mente.
Pero aquella cosa era rápida y sólo pude cortar su rastro. Pero tampoco me detuve mucho en eso, pues Nuria parecía mareada y la ayude a que sacara la cabeza del agua, lo que le hizo volver en si de una forma más o menos rápida. Y apenas unas segundos después unos gritos resonaron en el pasillo, gritos que intentaban ocultar el sonido del filo del metal cortando el aire. Haciendo uso de la destreza obtenida durante todas mi aventuras conseguí detener los proyectiles dirigidos tanto a Nuria como a mi antes de escuchar la terrible voz de la vampiresa.
"Nos han descubierto..." me mordí la lengua maldiciendo a todos los vampiros del mundo, aquello complicaba mucho las cosas.
Y mientras yo luchaba para que no se desmoronara mi moral, esta vez Nuria fue más rápida que yo y me metió prácticamente a empujones dentro del sótano dándome las ordenes precisas sobre lo que tenía que hacer.
Respondiendo de forma automática me dirigí hacia las cerraduras de las celdas y enrollé los pergaminos para colocarlos en su interior. Cinco segundos después una pequeña explosión reventaba los pistones lo suficiente como para que el candado quedará suelto. Los presos ya eran libres, ahora sólo faltaba salir de ahí. Parecía paradigmático que habíamos ido para liberar a aquella gente y ahora nos habíamos metido en una prisión diferente a la suya, pero prisión al fin y al cabo.
-Nuria, no podemos quedarnos aquí mucho tiempo. Debemos de pensar en una forma de escapar. Toro sigue fuera, tal vez si entrara... - apreté el ojo de Discordia que colgaba en mi cuello. - Tal vez pueda crear una distracción para que salgais y él os ponga a salvo a todos...
Nuestras posibilidades en aquella situación eran mínimas, aunque no sabía muy bien que había aplicado Nuria o que había preparado ella para aquel rescate.
_________________________________________________________________________________________________________
1: Uso de la profesión arcanos. Creación de dos pergaminos explosivos.
2: Efectos de mi habilidad de nivel 2: Sentidos mejorados.
Me di palmadas en las mejillas para despejarme; Nuria ya se había ido y no me había dado ni cuenta. Tenía que salir de aquel lugar cuanto antes. El brazo volvió a aparecer y las raíces se esfumaron continuando con su curioso juego. Pero ese no era el problema, volvía a ser licántropo y los vampiros podían notar eso, no por nada llevábamos un siglo en guerra...
Como fuera tenía que hacer aquellos pergaminos, había contado dos grandes celdas, por lo que la cantidad estaba clara. El problema era dónde, pues siempre procuraba llevar un pequeño frasco de tinta mágica encima, si no no me servía de nada haber aprendido el secreto de las runas.
Aprovechando mi apariencia normal, salí a paso apresurado valiéndome ahora del traje de criado para pasar desapercibido. Pese a todo, el resto del servicio me miraban extrañados, sin saber muy bien que estaba haciendo, pero tampoco me paré a darle importancia, el reloj seguía corriendo y si alguien me paraba simplemente le diría que el señor de la casa me había ordenado algo de urgencia.
Una vez pude dar esquinazo a todas las miradas me colé en la habitación mas cercana, dando con un pequeño estudio.
-Perfecto... No podría haber ido a parar a un lugar mejor... - sonreí por mi suerte y me dirigí a la mesa en la que reposaban algunos trozos de pergamino, fundamentales para lo que iba a hacer; aunque para mi desgracia no había pluma. - No se puede tener todo...
Así pues extendí el papel y mojando un dedo en la tinta comencé a escribir la runa oportuna en el antiguo lenguaje de la magia, no era algo muy complicado, después de todo era sólo una pequeña explosión. Para terminar el arcano, posé mi mano sobre el pergamino y recité la runa para imprimirle de la fuerza arcana necesaria para que funcionara. Un proceso que tuve que repetir de forma similar para el que iba a ser su hermano menor.1
Terminado eso había llegado el momento de armarse y de avisar a Toro, no tardaríamos en necesitar su fuerza y su indudable habilidad con el mandoble. Motivo por el cual me dirigí a la ventana más cercana que diera al jardín trasero, había acordado con el mercenario que vigilara la mansión desde aquel angulo.
Esta vez caminé más despacio. No podía jugármela en un momento tan crucial, así que cuanto menos sospechas levantara mejor que mejor. Aunque un extraño sentimiento me decía que no las tenía todas conmigo...
Al llegar a la ventana, la abrí y sacando disimuladamente mi cuchillo me centré en obtener un rayo de sol que me permitiera realizar las señales pactadas con el grandullón, pero tras unos minutos no paso nada...
-¿Se puede saber que estás haciendo? - la voz me sobresaltó desde la espalda y me hizo que el cuchillo se resbalara entre mis dedos.
"Mierda" me giré hacia el inesperado asaltante intentando ocultar mi nerviosismo. - Me he mareado un poco y estaba tomando un poco de aire...
-Eh... tu no me suenas... y un momento... - se acerco a mi observando mis ropas. -Esa ropa es de ...- en ese momento mis espadas entraron volando por la ventana dejando petrificado al sirviente. -¿Pero qué...?
Tardé apenas unas milésimas de segundo en derribar a mi oponente barriéndole la piernas y otro tanto en dejarlo inconsciente tomando el pomo de Malware para darle en toda la sien.
-Si... me la ha prestado de forma indefinida... - suspiré intentando liberarme de la intensa emocionante tensión que se acumulaba en mi pecho llevándome una mano a él.
Me asomo a la ventana y veo como Toro me saluda desde abajo llevando mi daga.
-¡Creo que se le ha caído jefe! - se rió en tono de burla.
-¡Shh! ¡No grites! - le susurré lo suficientemente alto para que me oiga. - ¿Por qué has tardado tanto? - el hombre bestia se encogió de hombros. -Ya veo... Estate atento, voy a dejar caer a otro miembro del servicio.
-Vaya.. ¡está en racha jefe! - respondió esta vez en un tono más adecuado aunque para mis nervios seguía siendo demasiado alto.
-Si... supongo que hoy es mi día de suerte... - tomé el cuerpo y lo lancé por la ventana a los seguros brazos del mercenario. -Escóndelo bien y reúnete con nosotros en la puerta del jardín. Vamos a empezar a sacar a os rehenes. - Toro, con el cuerpo ya cargado al hombro, me guiñó su único ojo mientras alzaba la mano con el pulgar levantado.
Ya sólo faltaba reunirse con Nuria.
Al llevar mis dos espadas a la espalda ya poco me importaba el sigilo o las apariencia, si alguien me veía daría directamente la alarma y cuanto más tiempo permaneciese en los pasillos más me arriesgaba a ello, así que lo mejor era llegar al sótano cuanto antes e iniciar el plan lo más rápido posible, un plan que en verdad ni siquiera nos habíamos parado a detallar, si pasaba cualquier cosa deberíamos improvisar, práctica que no solía acabar siempre bien. Y sin duda no falta razón a esa teoría, pues pude comprobarlo tan sólo con poder ver la puerta que daba al sótano.
Cuando llegué vi como Nuria estaba siendo ahogada en un cubo por una semi-etérea figura que mis sentidos mejorados si que pudieron captar.2. Desenvainé mis espadas en el acto y cargue contra aquella cosa que estaba haciendo daño a mi protegida, no iba a permitir que nadie le hiciera daño y quien lo hiciera...
"Vamos a matarla." la voz del lobo y la mía se fundieron en una por primera vez en nuestra vida, aunque fuera dentro de mi mente.
Pero aquella cosa era rápida y sólo pude cortar su rastro. Pero tampoco me detuve mucho en eso, pues Nuria parecía mareada y la ayude a que sacara la cabeza del agua, lo que le hizo volver en si de una forma más o menos rápida. Y apenas unas segundos después unos gritos resonaron en el pasillo, gritos que intentaban ocultar el sonido del filo del metal cortando el aire. Haciendo uso de la destreza obtenida durante todas mi aventuras conseguí detener los proyectiles dirigidos tanto a Nuria como a mi antes de escuchar la terrible voz de la vampiresa.
"Nos han descubierto..." me mordí la lengua maldiciendo a todos los vampiros del mundo, aquello complicaba mucho las cosas.
Y mientras yo luchaba para que no se desmoronara mi moral, esta vez Nuria fue más rápida que yo y me metió prácticamente a empujones dentro del sótano dándome las ordenes precisas sobre lo que tenía que hacer.
Respondiendo de forma automática me dirigí hacia las cerraduras de las celdas y enrollé los pergaminos para colocarlos en su interior. Cinco segundos después una pequeña explosión reventaba los pistones lo suficiente como para que el candado quedará suelto. Los presos ya eran libres, ahora sólo faltaba salir de ahí. Parecía paradigmático que habíamos ido para liberar a aquella gente y ahora nos habíamos metido en una prisión diferente a la suya, pero prisión al fin y al cabo.
-Nuria, no podemos quedarnos aquí mucho tiempo. Debemos de pensar en una forma de escapar. Toro sigue fuera, tal vez si entrara... - apreté el ojo de Discordia que colgaba en mi cuello. - Tal vez pueda crear una distracción para que salgais y él os ponga a salvo a todos...
Nuestras posibilidades en aquella situación eran mínimas, aunque no sabía muy bien que había aplicado Nuria o que había preparado ella para aquel rescate.
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1: Uso de la profesión arcanos. Creación de dos pergaminos explosivos.
2: Efectos de mi habilidad de nivel 2: Sentidos mejorados.
Ircan
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Re: Los esclavos del deseo [trabajo Nuria-Ircan][Cerrado]
Nuria se sobresaltó con el sonido de las explosiones, con lágrimas en los ojos por la tos que la acuciaba, bajó de dos en dos los escalones que daban a la puerta que ella había trabado. Los prisioneros la empujaron en un intento desesperado de huir, solo para darse cuenta que del otro lado estaban dos vampiros furiosos intentando entrar. Escuchó a Ircan -Son dos Ircan ¡dos! Y él es muy fuerte. Tengo miedo- apretó el brazo que le había vuelto a aparecer; por un momento, en su mente sólo estuvo el misterio de ese brazo. - No durará mucho tiempo más- y como si sus palabras fuesen producto de una premonición, el hechizo cesó y la puerta cedió ante los intentos de los vampiros.
Los hijos de la noche aparecieron por la abertura, sus siluetas recortadas con la luz del pasillo. El hombre rugió con un sonido tan bestial que no parecía de este mundo. La hembra lo secundó, iracunda. Nuria se llevó ambas manos a la cabeza, tapando sus oídos -¡Ircan! Ya-es-de-día trató de gesticularle para que le entendiera, saltando y señalando lo que debería de ser el cielo. Los gritos y el pánico de los recluidos no permitían una buena comunicación. Las personas corrían y se movían a su alrededor, pechándose entre ellas para no quedar al frente. El vampiro entró de un salto a la habitación, obviando las escaleras y señaló a la mucama -¡Erna! Que no escapen ¡enciérrala a ella también! A quien se resista ¡mátalo!- la mujer hizo un “hissss” como un felino enojado y estuvo a su lado en un momento, tratando de arrear a la gente de nuevo a las jaulas.
-¡Tú!- señaló a Ircan -Cazador ¡has venido por mi cabeza! Espero que hayas cobrado por adelantado porque ¡morirás! sin perder el tiempo cargó contra el joven con una espada bastarda. Todas las personas inspiraron y contuvieron el aliento por unos momentos, el vampiro gigante tenía una presencia desmoralizadora capaz de influir sobre muchas personas. Nuria no tardó en reaccionar, no dejaría que ese vampiro maligno le hiciera daño a su Ircan. -Salgan todos de aquí, a la derecha y luego por la puerta principal. Todos juntos. Los que puedan luchar…- sus indicaciones se detuvieron, unas extremidades similares a alas deformes pasaron a sus costados como para rodearla. La mucama dio un salto y comenzó a correr escaleras arriba -¡Toro Toro! Toooorooooo-
La movilidad era difícil para todos, pero en especial para aquellos dos que querían hacer daño. La vampiresa tenía un odio jurado por la criada, pero también debía mantener a los rehenes en el sótano. Finalmente decidió ir también a la puerta y bloquearla con su propio cuerpo. Nuria estaba del lado de afuera, sus gritos hacían eco por los pasillos, quería ir en busca del gigante hombre bestia, pero no quería dejar solo a Ircan allí abajo. Su indecisión le costó caro, pues Erna pisó su sombra y la miró con sorna. Ahora todas las salidas estaban bloqueadas. Estaban perdidos.
Off: Subrayada la siguiente complicación para Ircan: “En un ataque de paranoia, el vampiro cree que eres un cazador y has sido enviado a matarlo, por lo que no dudará en cargar contra ti.”
El vampiro es un guerrero nocturno, mientras que la vampiresa una señora de las sombras owo
Los hijos de la noche aparecieron por la abertura, sus siluetas recortadas con la luz del pasillo. El hombre rugió con un sonido tan bestial que no parecía de este mundo. La hembra lo secundó, iracunda. Nuria se llevó ambas manos a la cabeza, tapando sus oídos -¡Ircan! Ya-es-de-día trató de gesticularle para que le entendiera, saltando y señalando lo que debería de ser el cielo. Los gritos y el pánico de los recluidos no permitían una buena comunicación. Las personas corrían y se movían a su alrededor, pechándose entre ellas para no quedar al frente. El vampiro entró de un salto a la habitación, obviando las escaleras y señaló a la mucama -¡Erna! Que no escapen ¡enciérrala a ella también! A quien se resista ¡mátalo!- la mujer hizo un “hissss” como un felino enojado y estuvo a su lado en un momento, tratando de arrear a la gente de nuevo a las jaulas.
-¡Tú!- señaló a Ircan -Cazador ¡has venido por mi cabeza! Espero que hayas cobrado por adelantado porque ¡morirás! sin perder el tiempo cargó contra el joven con una espada bastarda. Todas las personas inspiraron y contuvieron el aliento por unos momentos, el vampiro gigante tenía una presencia desmoralizadora capaz de influir sobre muchas personas. Nuria no tardó en reaccionar, no dejaría que ese vampiro maligno le hiciera daño a su Ircan. -Salgan todos de aquí, a la derecha y luego por la puerta principal. Todos juntos. Los que puedan luchar…- sus indicaciones se detuvieron, unas extremidades similares a alas deformes pasaron a sus costados como para rodearla. La mucama dio un salto y comenzó a correr escaleras arriba -¡Toro Toro! Toooorooooo-
La movilidad era difícil para todos, pero en especial para aquellos dos que querían hacer daño. La vampiresa tenía un odio jurado por la criada, pero también debía mantener a los rehenes en el sótano. Finalmente decidió ir también a la puerta y bloquearla con su propio cuerpo. Nuria estaba del lado de afuera, sus gritos hacían eco por los pasillos, quería ir en busca del gigante hombre bestia, pero no quería dejar solo a Ircan allí abajo. Su indecisión le costó caro, pues Erna pisó su sombra y la miró con sorna. Ahora todas las salidas estaban bloqueadas. Estaban perdidos.
Off: Subrayada la siguiente complicación para Ircan: “En un ataque de paranoia, el vampiro cree que eres un cazador y has sido enviado a matarlo, por lo que no dudará en cargar contra ti.”
El vampiro es un guerrero nocturno, mientras que la vampiresa una señora de las sombras owo
Nuria
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Re: Los esclavos del deseo [trabajo Nuria-Ircan][Cerrado]
Nuria llegó corriendo totalmente nerviosa, nunca la había visto tan asustada, alertando sobre la amenaza que se cernía sobre nosotros.
-No te preocupes. Estaremos bien. Te protegeré- grité para hacerme oír entre el barullo que estaban creando los rehenes deseosos por escapar de aquel lugar.
Cuando Nuria se cogió a mi brazo le sonreí para tranquilizarla, aunque de nada sirvió pues a los pocos segundos se escuchó como la puerta del sótano cedía ante sus asediantes. Ello provocó que los gritos se intensificaran así como la sensación de caos. Los presos ya no sabían si huir o quedarse, lo que baja por la escalera había sido la causa de su tormento durante semanas. Nuria intentó decirme algo, pero prácticamente era imposible escucharla con tanta gente gritando. La causa de los gritos pronto apareció provocando un siniestro y molesto silencio. El vampiro, un hombre enorme que no tendría mucho que envidiar a Toro, ordenó a la mujer que se encargará de los rehenes y de Nuria, y que yo era para él. Sinceramente me gustó más cuando fui objeto de deseo de la mujer, me hizo sentir menos incomodo que en ese momento.
El chupasangres se centró en mi y cargó con todas sus fuerzas levantando su enorme espada bastarda contra mi; mala idea, si en algo tenía práctica era en enfrentarme a contrincantes de un estilo similar al de Toro, a fin de cuentas era con quien entrenaba. Nuria intentó interponerse para protegerme, pero tuve que apartarla antes de que recibiera daño, ella no podía protegerse de algo así, yo sí. Aunque tampoco hizo falta, unas especies de alas la apartaron de mi lado antes siquiera que pudiera tocarla. No pude fijarme bien en que había ocurrido, pero en el fondo lo agradecí, pues para algo tenía un enorme espadón dirigiéndose hacia mi cabeza.
Mis manos se movieron solas hacia las empuñaduras de mis espadas. El filo avanzaba mientras yo sacaba los míos de mis fundas. En el momento justo di un paso a un lado desviando el mandoble con una de mis espadas. Aprovechando el impulso salté haciendo una pirueta y propinándole una patada en el rostro del vampiro para desestabilizarlo. Al caer al suelo, redireccioné la energía del impulso hacia mis espadas, y estás las dirigí al cuerpo del vampiro en un poderoso corte horizontal que le abrió el vientre. 1
Un silencio mucho más cómodo reino en la estancia. Yo por mi parte sonreí al ver como el vampiro intentaba evitar que sus tripas se salieran de su cuerpo, antes de que todos los rehenes comenzaran a gritar de alegría dispuestos a cobrarse su venganza aprovechando que el motivo de su odio estaba gravemente herido.
-No deberías subestimar a alguien sólo por ser más pequeño que tu. - limpie las hojas de mi espada en la ropa y volví a envainarlas, el combate había terminado, otros serían quienes justiciaran a aquel monstruo. Su espadón había caído al suelo, uno de los presos reunió el valor para cogerlo temeroso y me miró como pidiendo permiso. - Es todo vuestro. - la verdad después de todo lo que había tenido que pasar esa gente y la propia Nuria, no me daba ningún tipo de pena.
Mientras tanto, en el pasillo. Toro había obedecido mis indicaciones y había entrado por la puerta que daba al jardín. Este avanzaba por los pasillos buscándome, pero no fue a mi a quien se encontró.
-¡Toro Toro! Toooorooooo- los gritos hicieron que el hombre bestia se girará hacia su procedencia alzando sus orejas.
-¿Nuria?
El mercenario inició la carrera llevando ya el mandoble desenvainado; sabía que ella era muy importante para mi y para él también se había vuelto una persona importante, era como la hija que nunca había tenido. Si le llamaba pidiendo su ayuda no iba a fallarla. Sus pasos retumbaban en el pasillo junto a los sonidos metálicos que provocaban las placas de su armadura.
Los gritos de Nuria hicieron que no tardara mucho en llegar a donde ella estaba, pero cuando la vio su sonrisa se apagó al verla totalmente petrificada con una tétrica pero hermosa mujer a su lado. Esta sostenía un extraño elemento afilado entre sus manos, por lo que Toro no necesitó más evidencias para cargar. Haciendo uso de todo su cuerpo, fuerza y velocidad, echó la cabeza hacía delante y embistió a la mujer traspasando con su cuerno izquierdo su costado, enganchándola y levantándola hacia arriba para lanzarla por los aires hacía atrás.
-¡No vas a tocarle un pelo! - exclamó Toro llevándose el mandoble para cargarlo en el hombro y dando un fuerte pisotón en el suelo.
Su forma comenzó a cambiar y una extraña aura comenzó a emanar de su cuerpo dándole un aspecto terrorífico con un brillo demoníaco en su único ojo. La viva imagen por la que los cristianos se imaginaban al mismísimo diablo.2
La vampiresa, también herida de gravedad como su amante y presa de dicho miedo, comenzó a huir escaleras abajo intentando alejarse de la terrorífica figura del mercenario. Y si algo le faltaba para decidir sus movimiento, los gritos de suplica de su amado no tardaron en llegar a sus oídos. Los presos habían comenzado a torturarlo sacándole las tripas lentamente; tenían que cobrarse muchas torturas diarias.
-¡Arnó! - gritó en su desesperación la vampiresa mientras usaba todas sus fuerzas para acercarse a su amado y ver como encima suya tenía una colmena de enloquecidos aldeanos. - ¡Apartaros! ¡Malditos insectos! ¡Os mataré por lo que habéis hecho! - la mujer andaba lenta y llevándose la mano al costado, pero su furioso grito y el brillo de odio en sus ojos fueron suficientes para dispersar a la turba volviendo a colocarse detrás de mi, al que al parecer habían nombrado como su campeón. -¿¡Qué te han hecho mi amor!? - la mujer se arrodilló junto al vampiro tomando delicadamente su rostro entre sus manos mientras este por respuesta sólo podía escupir sangre mientras intentaba inútilmente volver a meter sus intestinos. -¡Te haré pagar por esto maldito perro!- las lágrimas invadieron a la mujer que ahora dirigió su furia contra mi mostrando sus colmillos en todo su esplendor.
-Sólo eres una asesina y una torturadora. No estabas en el contrato, pero debo salvar esta gente y no voy a permitir que les hagas ningún daño, además... - mis espadas volvían a estar desenvainadas. -Has intentado matar a Nuria, así que esto ya es personal.
Me puse en posición de combate. Faltaba un ultimo enfrentamiento antes de obtener la libertad para aquellas personas. Y estaba tan completamente decidido en dársela como lo estaba en mi sentimiento de vengar a mi amiga.
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1: Uso de mi habilidad: Contraataque licántropo (Gatillable).
2: Uso de la habilidad de Toro: Circulo de dolor (mantenida).
-No te preocupes. Estaremos bien. Te protegeré- grité para hacerme oír entre el barullo que estaban creando los rehenes deseosos por escapar de aquel lugar.
Cuando Nuria se cogió a mi brazo le sonreí para tranquilizarla, aunque de nada sirvió pues a los pocos segundos se escuchó como la puerta del sótano cedía ante sus asediantes. Ello provocó que los gritos se intensificaran así como la sensación de caos. Los presos ya no sabían si huir o quedarse, lo que baja por la escalera había sido la causa de su tormento durante semanas. Nuria intentó decirme algo, pero prácticamente era imposible escucharla con tanta gente gritando. La causa de los gritos pronto apareció provocando un siniestro y molesto silencio. El vampiro, un hombre enorme que no tendría mucho que envidiar a Toro, ordenó a la mujer que se encargará de los rehenes y de Nuria, y que yo era para él. Sinceramente me gustó más cuando fui objeto de deseo de la mujer, me hizo sentir menos incomodo que en ese momento.
El chupasangres se centró en mi y cargó con todas sus fuerzas levantando su enorme espada bastarda contra mi; mala idea, si en algo tenía práctica era en enfrentarme a contrincantes de un estilo similar al de Toro, a fin de cuentas era con quien entrenaba. Nuria intentó interponerse para protegerme, pero tuve que apartarla antes de que recibiera daño, ella no podía protegerse de algo así, yo sí. Aunque tampoco hizo falta, unas especies de alas la apartaron de mi lado antes siquiera que pudiera tocarla. No pude fijarme bien en que había ocurrido, pero en el fondo lo agradecí, pues para algo tenía un enorme espadón dirigiéndose hacia mi cabeza.
Mis manos se movieron solas hacia las empuñaduras de mis espadas. El filo avanzaba mientras yo sacaba los míos de mis fundas. En el momento justo di un paso a un lado desviando el mandoble con una de mis espadas. Aprovechando el impulso salté haciendo una pirueta y propinándole una patada en el rostro del vampiro para desestabilizarlo. Al caer al suelo, redireccioné la energía del impulso hacia mis espadas, y estás las dirigí al cuerpo del vampiro en un poderoso corte horizontal que le abrió el vientre. 1
Un silencio mucho más cómodo reino en la estancia. Yo por mi parte sonreí al ver como el vampiro intentaba evitar que sus tripas se salieran de su cuerpo, antes de que todos los rehenes comenzaran a gritar de alegría dispuestos a cobrarse su venganza aprovechando que el motivo de su odio estaba gravemente herido.
-No deberías subestimar a alguien sólo por ser más pequeño que tu. - limpie las hojas de mi espada en la ropa y volví a envainarlas, el combate había terminado, otros serían quienes justiciaran a aquel monstruo. Su espadón había caído al suelo, uno de los presos reunió el valor para cogerlo temeroso y me miró como pidiendo permiso. - Es todo vuestro. - la verdad después de todo lo que había tenido que pasar esa gente y la propia Nuria, no me daba ningún tipo de pena.
Mientras tanto, en el pasillo. Toro había obedecido mis indicaciones y había entrado por la puerta que daba al jardín. Este avanzaba por los pasillos buscándome, pero no fue a mi a quien se encontró.
-¡Toro Toro! Toooorooooo- los gritos hicieron que el hombre bestia se girará hacia su procedencia alzando sus orejas.
-¿Nuria?
El mercenario inició la carrera llevando ya el mandoble desenvainado; sabía que ella era muy importante para mi y para él también se había vuelto una persona importante, era como la hija que nunca había tenido. Si le llamaba pidiendo su ayuda no iba a fallarla. Sus pasos retumbaban en el pasillo junto a los sonidos metálicos que provocaban las placas de su armadura.
Los gritos de Nuria hicieron que no tardara mucho en llegar a donde ella estaba, pero cuando la vio su sonrisa se apagó al verla totalmente petrificada con una tétrica pero hermosa mujer a su lado. Esta sostenía un extraño elemento afilado entre sus manos, por lo que Toro no necesitó más evidencias para cargar. Haciendo uso de todo su cuerpo, fuerza y velocidad, echó la cabeza hacía delante y embistió a la mujer traspasando con su cuerno izquierdo su costado, enganchándola y levantándola hacia arriba para lanzarla por los aires hacía atrás.
-¡No vas a tocarle un pelo! - exclamó Toro llevándose el mandoble para cargarlo en el hombro y dando un fuerte pisotón en el suelo.
Su forma comenzó a cambiar y una extraña aura comenzó a emanar de su cuerpo dándole un aspecto terrorífico con un brillo demoníaco en su único ojo. La viva imagen por la que los cristianos se imaginaban al mismísimo diablo.2
La vampiresa, también herida de gravedad como su amante y presa de dicho miedo, comenzó a huir escaleras abajo intentando alejarse de la terrorífica figura del mercenario. Y si algo le faltaba para decidir sus movimiento, los gritos de suplica de su amado no tardaron en llegar a sus oídos. Los presos habían comenzado a torturarlo sacándole las tripas lentamente; tenían que cobrarse muchas torturas diarias.
-¡Arnó! - gritó en su desesperación la vampiresa mientras usaba todas sus fuerzas para acercarse a su amado y ver como encima suya tenía una colmena de enloquecidos aldeanos. - ¡Apartaros! ¡Malditos insectos! ¡Os mataré por lo que habéis hecho! - la mujer andaba lenta y llevándose la mano al costado, pero su furioso grito y el brillo de odio en sus ojos fueron suficientes para dispersar a la turba volviendo a colocarse detrás de mi, al que al parecer habían nombrado como su campeón. -¿¡Qué te han hecho mi amor!? - la mujer se arrodilló junto al vampiro tomando delicadamente su rostro entre sus manos mientras este por respuesta sólo podía escupir sangre mientras intentaba inútilmente volver a meter sus intestinos. -¡Te haré pagar por esto maldito perro!- las lágrimas invadieron a la mujer que ahora dirigió su furia contra mi mostrando sus colmillos en todo su esplendor.
-Sólo eres una asesina y una torturadora. No estabas en el contrato, pero debo salvar esta gente y no voy a permitir que les hagas ningún daño, además... - mis espadas volvían a estar desenvainadas. -Has intentado matar a Nuria, así que esto ya es personal.
Me puse en posición de combate. Faltaba un ultimo enfrentamiento antes de obtener la libertad para aquellas personas. Y estaba tan completamente decidido en dársela como lo estaba en mi sentimiento de vengar a mi amiga.
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1: Uso de mi habilidad: Contraataque licántropo (Gatillable).
2: Uso de la habilidad de Toro: Circulo de dolor (mantenida).
Ircan
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Re: Los esclavos del deseo [trabajo Nuria-Ircan][Cerrado]
El peso de las habilidades vampíricas nunca habían recaído sobre la criada, quien sudando profusamente por el esfuerzo de intentar liberarse infructuosamente, continuaba parada en la misma posición en la que había sido capturada su sombra. Fue entonces cuando apareció el coloso Toro, cargando como un animal con su propio cuerpo contra la mujer de las sombras. Nuria retrocedió, no estaba habituada a tal despliegue, a ver a su buen compañero de carácter juguetón y alegre, convertido en una criatura terrorífica. La humana bajó escaleras abajo por entre los pocos rehenes rezagados que quedaban. Ircan había vencido al sádico vampiro y las almas vengativas estaban aplicando su propio concepto de justicia. Ella hizo la vista a un lado y buscó ponerse al lado del licántropo, sólo quería un poco de paz y seguridad.
La vampiresa no tardó en bajar a auxiliar a su amante, haciendo caso omiso de su herida, se hizo lugar entre los torturadores para servir a su Arnó. Aunque no era santo de su devoción, Nuria podía entender muy bien su comportamiento, ella haría lo mismo si los papeles estuvieran invertidos. Probablemente fue por la misma razón –cuidar a su modo de Ircan- que aprovechando la desconcentración de la mujer, la criada tomó una pesada cubeta de metal, la revoleó por el aire para que tomara impulso, y le pegó un golpe fatal en la nuca. -Muy personal- complementó, alisándose el delantal y levantando el mentón. Asintió para sí un par de veces - Me…mejor nos vamos antes de que despierte- Se hizo a un lado y vomitó, la cuestión de las tripas había sido un detalle repulsivo que le causó mucha aversión.
Cuando se recuperó se sacó el delantal y lo usó para limpiarse un poco. Luego miró a los dos vampiros, aún no morían. Nuria se preguntó ¿por qué no terminaba de morirse el hombre? ¿por qué el señor prolongaba su tortura? La mujer estaba volviendo en sí, pero el alma de la criada, en ese momento no se sentía del todo caritativa y no tenía en sus planes ser perseguida hasta la muerte por ella –no al menos esa noche- por lo que sin perder el tiempo, sacó el otro pergamino que había preparado y lo abrió frente a la pareja que intentaba reunirse* Nuevamente, los resultados de su magia no fueron los esperados. La idea había sido que alguna raíz o elemento natural, le ayudase a restringir movimientos, el dibujo en el pergamino había tomado incluso la forma de un roble.
-No lo puedo creer… -Se tapó el rostro con una mano y prefirió no hacer comentarios ni volver a dirigir una mirada hacia el producto de su trabajo. -¿Escuchas eso?- preguntó alarmada. Subió algunos escalones y escuchó con atención - Son gritos, algo pasa allí fuera- informó gesticulando. Se sostuvo de la pared - ¿Ahora qué?- no quería más pruebas en su camino, la criada sentía que no podría con más intentos de violentarla por el resto día, o la semana, o el mes, sería feliz si nada de lo que le pasó en el último día le sucediera en el resto de la vida, aunque no se atrevía a soñar tan alto.
La vampiresa no tardó en bajar a auxiliar a su amante, haciendo caso omiso de su herida, se hizo lugar entre los torturadores para servir a su Arnó. Aunque no era santo de su devoción, Nuria podía entender muy bien su comportamiento, ella haría lo mismo si los papeles estuvieran invertidos. Probablemente fue por la misma razón –cuidar a su modo de Ircan- que aprovechando la desconcentración de la mujer, la criada tomó una pesada cubeta de metal, la revoleó por el aire para que tomara impulso, y le pegó un golpe fatal en la nuca. -Muy personal- complementó, alisándose el delantal y levantando el mentón. Asintió para sí un par de veces - Me…mejor nos vamos antes de que despierte- Se hizo a un lado y vomitó, la cuestión de las tripas había sido un detalle repulsivo que le causó mucha aversión.
Cuando se recuperó se sacó el delantal y lo usó para limpiarse un poco. Luego miró a los dos vampiros, aún no morían. Nuria se preguntó ¿por qué no terminaba de morirse el hombre? ¿por qué el señor prolongaba su tortura? La mujer estaba volviendo en sí, pero el alma de la criada, en ese momento no se sentía del todo caritativa y no tenía en sus planes ser perseguida hasta la muerte por ella –no al menos esa noche- por lo que sin perder el tiempo, sacó el otro pergamino que había preparado y lo abrió frente a la pareja que intentaba reunirse* Nuevamente, los resultados de su magia no fueron los esperados. La idea había sido que alguna raíz o elemento natural, le ayudase a restringir movimientos, el dibujo en el pergamino había tomado incluso la forma de un roble.
-No lo puedo creer… -Se tapó el rostro con una mano y prefirió no hacer comentarios ni volver a dirigir una mirada hacia el producto de su trabajo. -¿Escuchas eso?- preguntó alarmada. Subió algunos escalones y escuchó con atención - Son gritos, algo pasa allí fuera- informó gesticulando. Se sostuvo de la pared - ¿Ahora qué?- no quería más pruebas en su camino, la criada sentía que no podría con más intentos de violentarla por el resto día, o la semana, o el mes, sería feliz si nada de lo que le pasó en el último día le sucediera en el resto de la vida, aunque no se atrevía a soñar tan alto.
Off: Subrayo la utilización del segundo pergamino.
- Segundo pergamino:
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Nuria
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Re: Los esclavos del deseo [trabajo Nuria-Ircan][Cerrado]
La vampiresa fue seguida de Nuria, que al ver la situación aprovechó el momento de vengarse mediante una cubeta de metal que dejó inconsciente a aquella mujer. Le sonreí, después de todo tenía derecho tras los intentos de asesinato que había sufrido por parte de la chupasangres. Una vez fuera de juego, los propios rehenes decidieron que antes de que hubiera cualquier otra sorpresa era mejor salir de allí; antes de arrepentirse de no haberlo hecho antes.
Mientras tanto, vi como Nuria no pudo evitar vomitar por la impresión de la escena, poco después de apremiarme de salir de ahí. Asentí y cuando quise guardar mis armas, sentí el terrible dolor de la transformación de Discordia en mi boca y como caía la espada que ahora había dejado de ser sujetada por mi brazo desaparecido.1
"Maldita sea... en que momento más oportuno..." como pude guardé el acero caído con mi única mano en la funda a mi espalda.
Al salir del sótano pude ver como Toro estaba dirigiendo a todos por el pasillo que llevaba a la salida del jardín; sin duda era lo más correcto en aquel momento, los criados podrían ser hostiles a aquellas personas que acaban de acabar con su amo. Al girarme para ver a Nuria vi como está tiraba un pergamino a la pareja de amantes, cuya mujer buscaba afianzarse en un último abrazo a su amado que estaba más preocupado por sus tripas. Cuando el pergamino tocó sus cuerpos de este salieron cientos de ramas que atravesaron sus cuerpos de forma inmediata creando una especie de tela de araña macabra de la que colgaban los ahora cadáveres atravesados. Lo que me hizo realizar una lógica mueca de asco y tener un buen revuelto de tripas.
-¡Nugia! ¿¡Cómo aj eco ejo!? - pese a que suene macabro aquel pergamino me provocó una inmensa curiosidad y cierta envidia del nivel de arcanos de la chica.
-Lamento interrumpiros parejita, pero... - Toro apareció cogiendo nuestra cabezas y haciendo que las girásemos al otro extremo del pasillo. -Si no nos damos prisa vamos a tener que lidiar usando nuestras armas contra eso...
Por el pasillo era perfectamente apreciable el sonido de un decenas de pasos acompañados de gritos enloquecidos. Me fije mejor y por una esquina del corredor comenzaron a aparecer miembros del servicio armados con todo tipo de objetos domésticos contundentes y afilados.
-¡Cogo! ¡Cogue a Nugia y cogue! (¡Toro! ¡Coje a Nuria y corre!) - le ordené, pues había notado que los andares de mi amiga ya indicaban que estaba en el limite de su resistencia fisica. Pero tampoco hizo falta, cuando me di la vuelta, Toro ya cargaba con la joven en su espalda. "¡Será malnacido!"
Ahora era el último del grupo, iba con raíces en la boca que me impedían respirar y encima estaba manco, ¿podría tener algún limitante más?
Mientras corría detrás del hombre bestia intentaba ralentizar a mis perseguidores tirando cualquier tipo de cosa que no me llevará más de una centésima de segundo tirar al suelo, como lamparas, elementos de arte mueble, lo que fuera. Por poco que fuera, en algo haría para evitar que me pillaran.
Cuando vi la luz, que entraba por la puerta que daba al jardín, sentí una sensación parecida a la que describen algunos de esos cristianos que dicen que ven cuando mueren; aunque para mi en este caso significaba la salvación. Pero en lo que más se parecía era que por mucho que corriera, siempre parecía estar a la misma distancia, como si no avanzara; seguramente una ilusión fruto de la desesperación del momento. El cansancio por todo lo acontecido, sumado a mi condición física, estaban haciendo que esa carrera fuera tremenda agotadora. Aspecto al que se le sumaba el creer escuchar cada vez más cerca los gritos del servicio. Una sensación muy parecida a cuando corría desesperadamente por la mazmorra del castillo de Discordia perseguido por aquellas pesadillas amorfas que sólo buscaban la tortura de la gente. Pero no, eso no era Discordia, aquello era real. Y, como si resultara de alguna especie de hechizo, aquella visión de la luz inalcanzable se rompió en pedazos dando lugar a la imagen de mi mismo atravesando la puerta.
Al salir no pude evitar seguir mirando atrás por ver si aún me pisaban los talones. Seguí de esta forma hasta que me choqué con algo tan duro que me hizo caer hacia atrás.
-¿¡Pego que...!? (¿¡Pero qué...!? - me rasqué el costado dolorido y miré a la inmóvil figura de Toro.
-¡Vaya pero si estás aquí! - la voz de un hombre se dirigía al mercenario. - Y nosotros que pensábamos que estarías holgazaneando...
-Me abruma tu confianza, pero como vez todos los rehenes han sido liberados. - señalo el jardín lleno de ellos. -Y si no te importa aún no hemos terminado con el trabajo...
-¿Cómo que no habéis terminado?
Y como si fuera una respuesta la banda colérica de criados salí al jardín portando sus cuchillos, sus guadañas y todo tipo de material domestico que pudiera matar o dañar gravemente a una persona.
-¿Nos vais a ayudar? ¿O habéis venido con vuestras horcas y palos para nada?- miró al que parecía ser el jefe mientras dejaba en el suelo a Nuria y desenvainaba su mandoble. -Hemos cumplido el contrato, podríamos dejaros con el problema. Pero no lo haremos si nos ayudáis, aunque no entrara en el contrato librarse de una turba loca y colérica...
-P...pe...pero... el vampiro...
-¡El vampiro está muerto! - gritó el mercenario colocándose en su posición de combate colocando la parte del cuerpo dónde tenía el guantelete escudo al frente. -Ellos quieren vengar a su amo que tanto daño os ha hecho. ¿Les vais a dejar?
El enemigo mientras tanto seguía avanzando confiándose en su superioridad numérica.
-No. - respondió con firmeza el anciano.
-Pues... ¡A la carga! -Toro dio un grito que bien podría haberse escuchado en Lunargenta, no había mejor muestra para aumentar la moral de aquellos campesinos para convertirlos en guerreros.
Los campesinos levantaron sus armas compuestas por herramientas del campo y cargaron siguiendo al hombre bestia que cargaba su mandoble con una sola mano. Yo por mi parte saqué mi única espada y me puse delante de Nuria.
-No que jepagues gue mi... (No te separes de mi...) - la miré fijamente y luego me puse delante suya, no iba a permitir que ya tocando el final de aquella aventura corriera peligro.
Además, con Toro a su lado tenían más que suficiente. El hombre bestia lanzaba por los aires a unos con su guantalete-escudo y partía por la mitad a los otros con su mandoble. En apenas dos movimientos había reducido el numero de atacantes en cuatro, sin contar con el efecto desmoralizador que eso tendría en los contrarios.
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Uso de Nuria permitido por la user.
1: Efectos de la maldición de Discordia.
Mientras tanto, vi como Nuria no pudo evitar vomitar por la impresión de la escena, poco después de apremiarme de salir de ahí. Asentí y cuando quise guardar mis armas, sentí el terrible dolor de la transformación de Discordia en mi boca y como caía la espada que ahora había dejado de ser sujetada por mi brazo desaparecido.1
"Maldita sea... en que momento más oportuno..." como pude guardé el acero caído con mi única mano en la funda a mi espalda.
Al salir del sótano pude ver como Toro estaba dirigiendo a todos por el pasillo que llevaba a la salida del jardín; sin duda era lo más correcto en aquel momento, los criados podrían ser hostiles a aquellas personas que acaban de acabar con su amo. Al girarme para ver a Nuria vi como está tiraba un pergamino a la pareja de amantes, cuya mujer buscaba afianzarse en un último abrazo a su amado que estaba más preocupado por sus tripas. Cuando el pergamino tocó sus cuerpos de este salieron cientos de ramas que atravesaron sus cuerpos de forma inmediata creando una especie de tela de araña macabra de la que colgaban los ahora cadáveres atravesados. Lo que me hizo realizar una lógica mueca de asco y tener un buen revuelto de tripas.
-¡Nugia! ¿¡Cómo aj eco ejo!? - pese a que suene macabro aquel pergamino me provocó una inmensa curiosidad y cierta envidia del nivel de arcanos de la chica.
-Lamento interrumpiros parejita, pero... - Toro apareció cogiendo nuestra cabezas y haciendo que las girásemos al otro extremo del pasillo. -Si no nos damos prisa vamos a tener que lidiar usando nuestras armas contra eso...
Por el pasillo era perfectamente apreciable el sonido de un decenas de pasos acompañados de gritos enloquecidos. Me fije mejor y por una esquina del corredor comenzaron a aparecer miembros del servicio armados con todo tipo de objetos domésticos contundentes y afilados.
-¡Cogo! ¡Cogue a Nugia y cogue! (¡Toro! ¡Coje a Nuria y corre!) - le ordené, pues había notado que los andares de mi amiga ya indicaban que estaba en el limite de su resistencia fisica. Pero tampoco hizo falta, cuando me di la vuelta, Toro ya cargaba con la joven en su espalda. "¡Será malnacido!"
Ahora era el último del grupo, iba con raíces en la boca que me impedían respirar y encima estaba manco, ¿podría tener algún limitante más?
Mientras corría detrás del hombre bestia intentaba ralentizar a mis perseguidores tirando cualquier tipo de cosa que no me llevará más de una centésima de segundo tirar al suelo, como lamparas, elementos de arte mueble, lo que fuera. Por poco que fuera, en algo haría para evitar que me pillaran.
Cuando vi la luz, que entraba por la puerta que daba al jardín, sentí una sensación parecida a la que describen algunos de esos cristianos que dicen que ven cuando mueren; aunque para mi en este caso significaba la salvación. Pero en lo que más se parecía era que por mucho que corriera, siempre parecía estar a la misma distancia, como si no avanzara; seguramente una ilusión fruto de la desesperación del momento. El cansancio por todo lo acontecido, sumado a mi condición física, estaban haciendo que esa carrera fuera tremenda agotadora. Aspecto al que se le sumaba el creer escuchar cada vez más cerca los gritos del servicio. Una sensación muy parecida a cuando corría desesperadamente por la mazmorra del castillo de Discordia perseguido por aquellas pesadillas amorfas que sólo buscaban la tortura de la gente. Pero no, eso no era Discordia, aquello era real. Y, como si resultara de alguna especie de hechizo, aquella visión de la luz inalcanzable se rompió en pedazos dando lugar a la imagen de mi mismo atravesando la puerta.
Al salir no pude evitar seguir mirando atrás por ver si aún me pisaban los talones. Seguí de esta forma hasta que me choqué con algo tan duro que me hizo caer hacia atrás.
-¿¡Pego que...!? (¿¡Pero qué...!? - me rasqué el costado dolorido y miré a la inmóvil figura de Toro.
-¡Vaya pero si estás aquí! - la voz de un hombre se dirigía al mercenario. - Y nosotros que pensábamos que estarías holgazaneando...
-Me abruma tu confianza, pero como vez todos los rehenes han sido liberados. - señalo el jardín lleno de ellos. -Y si no te importa aún no hemos terminado con el trabajo...
-¿Cómo que no habéis terminado?
Y como si fuera una respuesta la banda colérica de criados salí al jardín portando sus cuchillos, sus guadañas y todo tipo de material domestico que pudiera matar o dañar gravemente a una persona.
-¿Nos vais a ayudar? ¿O habéis venido con vuestras horcas y palos para nada?- miró al que parecía ser el jefe mientras dejaba en el suelo a Nuria y desenvainaba su mandoble. -Hemos cumplido el contrato, podríamos dejaros con el problema. Pero no lo haremos si nos ayudáis, aunque no entrara en el contrato librarse de una turba loca y colérica...
-P...pe...pero... el vampiro...
-¡El vampiro está muerto! - gritó el mercenario colocándose en su posición de combate colocando la parte del cuerpo dónde tenía el guantelete escudo al frente. -Ellos quieren vengar a su amo que tanto daño os ha hecho. ¿Les vais a dejar?
El enemigo mientras tanto seguía avanzando confiándose en su superioridad numérica.
-No. - respondió con firmeza el anciano.
-Pues... ¡A la carga! -Toro dio un grito que bien podría haberse escuchado en Lunargenta, no había mejor muestra para aumentar la moral de aquellos campesinos para convertirlos en guerreros.
Los campesinos levantaron sus armas compuestas por herramientas del campo y cargaron siguiendo al hombre bestia que cargaba su mandoble con una sola mano. Yo por mi parte saqué mi única espada y me puse delante de Nuria.
-No que jepagues gue mi... (No te separes de mi...) - la miré fijamente y luego me puse delante suya, no iba a permitir que ya tocando el final de aquella aventura corriera peligro.
Además, con Toro a su lado tenían más que suficiente. El hombre bestia lanzaba por los aires a unos con su guantalete-escudo y partía por la mitad a los otros con su mandoble. En apenas dos movimientos había reducido el numero de atacantes en cuatro, sin contar con el efecto desmoralizador que eso tendría en los contrarios.
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1: Efectos de la maldición de Discordia.
Ircan
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Re: Los esclavos del deseo [trabajo Nuria-Ircan][Cerrado]
Se encogió de hombros, cuando la criada estaba por comenzar a responder, Toro les advirtió de la proximidad de los otros criados que venían a ajusticiarlos. Nuria se llevó una mano a la frente, sintiendo que desfallecía, sus piernas se negaban a soportar un momento más su peso. Por suerte Toro estaba allí para ofrecerle su apoyo. La joven siempre le había tenido cierta envidia al hombre gigante que siempre acompañaba a Ircan y protegía su espalda de la forma en la que a ella le gustaría hacerlo, pero esta vez, comenzó a verlo con otros ojos. Le estaba agradecida por lo que estaba haciendo por ella. La humana se abrazó de la inmensa espalda del hombre bestia, quién corría con todo lo que le daban sus piernas.
- Volverás por él- ni siquiera era una pregunta, los dos amigos del licántropo tenían claras sus prioridades. Toro bufó, hasta el comentario estaba de más. -Tendrás que ponerme al día con varias cosas…- aunque ella no estaba en posición de amenazar a nadie, la seriedad en el tono de la mucama dejaba entrever sus intenciones. Era evidente que la falta de un brazo y la sobra de raíces en la boca de su señor no eran normales, mucho menos que aparecieran y desaparecieran cada determinado período de tiempo. -¿Se puede hacer algo…?- preguntó viendo el final del pasillo y la luz del día, cegándola por unos momentos. Los sonidos de cosas rompiéndose tras de ellos, la silenciaron. Se bajó como bien pudo de su colosal compañero, que se había detenido en seco y hablaba con alguien. Sin embargo, deseó no haberlo hecho cuando vio la causa. Se llevó una mano a su daga lentamente, preparándose para lo peor.
Entretanto Ircan les había alcanzado, la criada intentaba sacarle las últimas gotas de jugo a su cerebro y se peguntaba si esas personas furiosas eran las que habían hecho que ella se reuniese con sus amigos. La situación parecía irse resolviendo para bien, aunque ahora la joven estaba en el medio de la batalla, entre dos bandos contendientes bastante parejos. Esta vez seguro que le daba un patatús. Toro bramó con tanta intensidad que incluso Nuria se paró derecha, recobrando un poco la claridad. Sólo tenía que sobrevivir un poco más. La protección de Ircan le hizo sentirse más segura. Dio un paso al frente, no quería ser siempre protegida, todos estaban luchando, ella no sería una carga. Se puso al costado de Ircan, allí donde le faltaba el brazo. -Nada me apartará- le respondió, entrecerrando los ojos. Podía sentir como la adrenalina del momento invadía cada poro de su cuerpo. Su madre le había entrenado para eso, golpe tras golpe, reprimenda tras reprimenda, solo para sobrevivir.
La mucama vio como Ircan volvía a la normalidad, eso le dejaba vulnerable por unos momentos. Inspiró y miró alrededor, buscando cualquier peligro. Toro era masivo, con su sola presencia no dejaba acercarse a nadie, pero nunca se es demasiado precavido en medio de una batida como aquella. Un hombre con una guadaña se acercó a la pareja por detrás con el grito de “traidora” en sus labios. Ciertamente, Nuria tenía el uniforme de los criados, pero técnicamente no era una traición. La guadaña bajó en un corte redondeado desde arriba hacia abajo. La joven dio un salto para evadir la hoja del arma larga y le dio un puñetazo en el tabique con la mano en la que llevaba la daga. El hueso del oponente cedió haciendo crack y ella aprovechó para desarmarle. Tomó la guadaña como si fuese una extensión más d su brazo, volviendo al costado de su compañero que ya había vuelto a la normalidad.
- Volverás por él- ni siquiera era una pregunta, los dos amigos del licántropo tenían claras sus prioridades. Toro bufó, hasta el comentario estaba de más. -Tendrás que ponerme al día con varias cosas…- aunque ella no estaba en posición de amenazar a nadie, la seriedad en el tono de la mucama dejaba entrever sus intenciones. Era evidente que la falta de un brazo y la sobra de raíces en la boca de su señor no eran normales, mucho menos que aparecieran y desaparecieran cada determinado período de tiempo. -¿Se puede hacer algo…?- preguntó viendo el final del pasillo y la luz del día, cegándola por unos momentos. Los sonidos de cosas rompiéndose tras de ellos, la silenciaron. Se bajó como bien pudo de su colosal compañero, que se había detenido en seco y hablaba con alguien. Sin embargo, deseó no haberlo hecho cuando vio la causa. Se llevó una mano a su daga lentamente, preparándose para lo peor.
Entretanto Ircan les había alcanzado, la criada intentaba sacarle las últimas gotas de jugo a su cerebro y se peguntaba si esas personas furiosas eran las que habían hecho que ella se reuniese con sus amigos. La situación parecía irse resolviendo para bien, aunque ahora la joven estaba en el medio de la batalla, entre dos bandos contendientes bastante parejos. Esta vez seguro que le daba un patatús. Toro bramó con tanta intensidad que incluso Nuria se paró derecha, recobrando un poco la claridad. Sólo tenía que sobrevivir un poco más. La protección de Ircan le hizo sentirse más segura. Dio un paso al frente, no quería ser siempre protegida, todos estaban luchando, ella no sería una carga. Se puso al costado de Ircan, allí donde le faltaba el brazo. -Nada me apartará- le respondió, entrecerrando los ojos. Podía sentir como la adrenalina del momento invadía cada poro de su cuerpo. Su madre le había entrenado para eso, golpe tras golpe, reprimenda tras reprimenda, solo para sobrevivir.
La mucama vio como Ircan volvía a la normalidad, eso le dejaba vulnerable por unos momentos. Inspiró y miró alrededor, buscando cualquier peligro. Toro era masivo, con su sola presencia no dejaba acercarse a nadie, pero nunca se es demasiado precavido en medio de una batida como aquella. Un hombre con una guadaña se acercó a la pareja por detrás con el grito de “traidora” en sus labios. Ciertamente, Nuria tenía el uniforme de los criados, pero técnicamente no era una traición. La guadaña bajó en un corte redondeado desde arriba hacia abajo. La joven dio un salto para evadir la hoja del arma larga y le dio un puñetazo en el tabique con la mano en la que llevaba la daga. El hueso del oponente cedió haciendo crack y ella aprovechó para desarmarle. Tomó la guadaña como si fuese una extensión más d su brazo, volviendo al costado de su compañero que ya había vuelto a la normalidad.
Nuria
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Re: Los esclavos del deseo [trabajo Nuria-Ircan][Cerrado]
La batalla, si es que podemos llamar así a un conjunto de gente sin experiencia con la intención de matarse, fue más sangrienta de lo esperado. ¿Quién me iba a decir a mi que la espada, el hacha o el martillo era un arma más limpia que una hoz prácticamente oxidada? Aquellos hombres se estaban haciendo graves destrozos unos a otros; muchos frutos de la inexperiencia y del afán de matar cuanto antes al contrario.
Nuria respondió a mi sentido protector con valentía y energía, un gesto que me hizo sonreír sintiéndome orgulloso por ella y por ver como había crecido desde aquella mansión en todo el tiempo que habíamos estado separados. Pero el dolor rápidamente cortó mi alegría, las raíces volvieron a introducirse en mi boca y el brazo comenzó a crecer de nuevo como si fuera una cola de lagarto que salía a toda velocidad.
En ese lapsus de tiempo, mi amiga fue atacada ante mi imponente mirada impregnada de dolor. Aquellas transformaciones cada vez eran más dolorosas... No pude ver bien lo que ocurría con ella, estaba muy ocupado intentando no desmayarme o caerme al suelo sobre mi propia espada.
Para cuando pude volver a la normalidad la criada ya estaba de nuevo a mi lado en posición de guardia, habiendo dejado el rastro de un cuerpo inmovil sobre la hierba. Le dediqué una sonrisa.
-Gracias por protegerme... - me mordí el labio. -Al final soy yo quien es la carga. - reí con una carcajada que pondría celoso a Toro; la verdad es que me era muy gracioso, pues teóricamente quién había jurado defenderla era yo a ella, y no al revés. Pero ahí estábamos, yo retorcido de dolor y ella luchando mis batallas. No era justo para ella... -Vamos a acabar con esto...
Los criados, intentaron romper la linea para atacar a los campesinos por la espalda, fruto de ello fue el ataque que había recibido Nuria. Toro era fuerte, pero si lo rodeaban seguramente hasta él caería, por lo que nuestra misión era clara: atacar a aquellos que estaban rebasando la linea.
-Nuría, tu encárgate de los de la izquierda, yo iré a por los de la derecha, tenemos que evitar que los rodeen o estaremos perdidos. - miré fijamente a mi amiga. -Los campesinos sólo serán valientes siempre y cuando tengan la espalda cubierta.
Si Toro cubría el centro y nosotros los flancos aquella batalla acabaría enseguida. Sólo debíamos darle el suficiente tiempo a Toro para que rompiera sus lineas como un hacha lo hacía con un tronco.
Corrí hacía el lateral que me tocaba y deje que mis espadas bailaran al son de la muerte. Los criados no eran guerreros, y yo ya había combatido en muchas ocasiones como para sacarles ventajas, aunque tampoco podía confiarme. Cualquier imbécil con una simple piedra podría matarte si te confiabas; era una de las famosas lecciones de Toro.
Con mis espadas: Marlowe y Colmillo; corté la horca de uno de los criados e inmediatamente después le rebané el cuello creando una inmediata cascada de sangre por su cuello. Empujé el cuerpo de este contra otro de ellos, y aprovechando el desequilibrio que esto le originó salté por encima y clave ambos aceros en su pecho. Fue entonces cuando sentí como un cabezal de acero me golpeaba en las costillas impulsándome hacia un lado; golpe que de no llevar armadura seguramente hubiese acabado conmigo. Pero, mientras recuperaba el aire, conseguí recomponerme para cuando el enemigo lanzó su ataque, separándole la mano en la que portaba el arma para luego atravesar su vientre.
Con aquellas acciones el resto de criados a los que se les había ocurrido la idea de flanquear al enemigo comenzaron a dudar y a tenerme miedo. Lo que provocó que la embestida de un grupo de campesino acabaran con todas sus posibilidades de llevar la delantera, porque para ese momento Toro ya había podido romper la linea, gracias a los esfuerzos conjuntos de Nuria y míos. El enemigo había entrado en desbandada intentando refugiarse de nuevo en la mansión, pero ya era demasiado tarde, los campesinos no iban a dejar escapar a su presa, ahora débil, y tampoco iban a rechazar la posibilidad de saquear los tesoros de la mansión. Era lo justo, el premio por el cual habían firmado el contrato con nosotros y ahora iban a cobrarlo.
En ese momento el anciano que había hablado con Toro se acercó a él con una bolsa que emitía sonidos metálicos.
-¡Has hecho un buen trabajo! - le dijo con una sonrisa dándole la bolsa, pero Toro se la devolvió.
-Lo siento anciano, yo soy sólo el intermediario, el jefe es él. - me señaló. - Y los verdaderos héroes de esta batalla son ellos dos. - ahora también señaló a Nuria. - A fin de cuentas, son los que han hecho todo el trabajo y eliminado a los vampiros.
-¿De verdad? - nos miró a ambos, aunque en nuestro estado actual la duda era más que licita. Miro a Toro de nuevo y este asintió - En fin... En todos mis años nunca me había pasado algo como esto... - se acercó y me dio la bolsa con el dinero.
-Los tiempos cambian, anciano. - Toro soltó una de esas carcajadas suyas.
-Ya veo ya...
Sonreí al obtener la bolso, pero aunque a Toro le gustará lanzarme flores, bien sabía que cuando no hubiera nadie repartiría las ganancias entre los tres, con Nuria también, porque aunque en un principio no estuviera dentro del contrato había sido la que más había trabajado y por lo tanto merecía ser recompensada por todo lo que había sufrido con tal de hacer cumplir lo pactado.
Nuria respondió a mi sentido protector con valentía y energía, un gesto que me hizo sonreír sintiéndome orgulloso por ella y por ver como había crecido desde aquella mansión en todo el tiempo que habíamos estado separados. Pero el dolor rápidamente cortó mi alegría, las raíces volvieron a introducirse en mi boca y el brazo comenzó a crecer de nuevo como si fuera una cola de lagarto que salía a toda velocidad.
En ese lapsus de tiempo, mi amiga fue atacada ante mi imponente mirada impregnada de dolor. Aquellas transformaciones cada vez eran más dolorosas... No pude ver bien lo que ocurría con ella, estaba muy ocupado intentando no desmayarme o caerme al suelo sobre mi propia espada.
Para cuando pude volver a la normalidad la criada ya estaba de nuevo a mi lado en posición de guardia, habiendo dejado el rastro de un cuerpo inmovil sobre la hierba. Le dediqué una sonrisa.
-Gracias por protegerme... - me mordí el labio. -Al final soy yo quien es la carga. - reí con una carcajada que pondría celoso a Toro; la verdad es que me era muy gracioso, pues teóricamente quién había jurado defenderla era yo a ella, y no al revés. Pero ahí estábamos, yo retorcido de dolor y ella luchando mis batallas. No era justo para ella... -Vamos a acabar con esto...
Los criados, intentaron romper la linea para atacar a los campesinos por la espalda, fruto de ello fue el ataque que había recibido Nuria. Toro era fuerte, pero si lo rodeaban seguramente hasta él caería, por lo que nuestra misión era clara: atacar a aquellos que estaban rebasando la linea.
-Nuría, tu encárgate de los de la izquierda, yo iré a por los de la derecha, tenemos que evitar que los rodeen o estaremos perdidos. - miré fijamente a mi amiga. -Los campesinos sólo serán valientes siempre y cuando tengan la espalda cubierta.
Si Toro cubría el centro y nosotros los flancos aquella batalla acabaría enseguida. Sólo debíamos darle el suficiente tiempo a Toro para que rompiera sus lineas como un hacha lo hacía con un tronco.
Corrí hacía el lateral que me tocaba y deje que mis espadas bailaran al son de la muerte. Los criados no eran guerreros, y yo ya había combatido en muchas ocasiones como para sacarles ventajas, aunque tampoco podía confiarme. Cualquier imbécil con una simple piedra podría matarte si te confiabas; era una de las famosas lecciones de Toro.
Con mis espadas: Marlowe y Colmillo; corté la horca de uno de los criados e inmediatamente después le rebané el cuello creando una inmediata cascada de sangre por su cuello. Empujé el cuerpo de este contra otro de ellos, y aprovechando el desequilibrio que esto le originó salté por encima y clave ambos aceros en su pecho. Fue entonces cuando sentí como un cabezal de acero me golpeaba en las costillas impulsándome hacia un lado; golpe que de no llevar armadura seguramente hubiese acabado conmigo. Pero, mientras recuperaba el aire, conseguí recomponerme para cuando el enemigo lanzó su ataque, separándole la mano en la que portaba el arma para luego atravesar su vientre.
Con aquellas acciones el resto de criados a los que se les había ocurrido la idea de flanquear al enemigo comenzaron a dudar y a tenerme miedo. Lo que provocó que la embestida de un grupo de campesino acabaran con todas sus posibilidades de llevar la delantera, porque para ese momento Toro ya había podido romper la linea, gracias a los esfuerzos conjuntos de Nuria y míos. El enemigo había entrado en desbandada intentando refugiarse de nuevo en la mansión, pero ya era demasiado tarde, los campesinos no iban a dejar escapar a su presa, ahora débil, y tampoco iban a rechazar la posibilidad de saquear los tesoros de la mansión. Era lo justo, el premio por el cual habían firmado el contrato con nosotros y ahora iban a cobrarlo.
En ese momento el anciano que había hablado con Toro se acercó a él con una bolsa que emitía sonidos metálicos.
-¡Has hecho un buen trabajo! - le dijo con una sonrisa dándole la bolsa, pero Toro se la devolvió.
-Lo siento anciano, yo soy sólo el intermediario, el jefe es él. - me señaló. - Y los verdaderos héroes de esta batalla son ellos dos. - ahora también señaló a Nuria. - A fin de cuentas, son los que han hecho todo el trabajo y eliminado a los vampiros.
-¿De verdad? - nos miró a ambos, aunque en nuestro estado actual la duda era más que licita. Miro a Toro de nuevo y este asintió - En fin... En todos mis años nunca me había pasado algo como esto... - se acercó y me dio la bolsa con el dinero.
-Los tiempos cambian, anciano. - Toro soltó una de esas carcajadas suyas.
-Ya veo ya...
Sonreí al obtener la bolso, pero aunque a Toro le gustará lanzarme flores, bien sabía que cuando no hubiera nadie repartiría las ganancias entre los tres, con Nuria también, porque aunque en un principio no estuviera dentro del contrato había sido la que más había trabajado y por lo tanto merecía ser recompensada por todo lo que había sufrido con tal de hacer cumplir lo pactado.
Ircan
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Re: Los esclavos del deseo [trabajo Nuria-Ircan][Cerrado]
Nuria infló sus cachetes y luego le sonrió al licántropo que ponía expresión de mártir - Una mano lava a la otra- le respondió mirándole a los ojos, quería acercarse a él y sentir su pelo blanco entre sus dedos, hacer que volviera a tener la expresión serena de siempre… dio un paso hacia él, olvidaba la pelea que se desarrollaba a su alrededor. Uno de los gritos/rugidos de Toro le recordó que estaba en medio de una batalla. Volvió a centrarse - Acabemos- la usual expresión de nada de la criada, poco a poco se había convertido en una expresión fiera, no atemorizante, sino determinada, preparada. Sus labios ligeramente hacia afuera acentuaban la impronta avasalladora que se le había fijado.
Gesticuló afirmativamente ante la orden, no sabía si era sabio ir ella sola a un flanco, pero daría todo de sí por incapacitar a cualquiera que se pusiera en su camino. Para ella sólo estaban Ircan y Toro, los demás eran enemigos. Nuria pensó en el dueño de la guadaña que ella estaba portando, él había sido un campesino. Cambió su mirada varias veces entre su arma y sus compañeros. -Todos son enemigos- se dijo para sí, después de intentar sopesarlo. Después de todo, seguía con el uniforme de la casa, pero los empleados furibundos sabían que ella no era de los de ellos. Más le convenía pegarse a Toro e impedir que nadie pasara por allí.
Nuria estaba tan concentrada que entre sus cejas se había formado una marcada “V” a la voz de - No pasarás- se lanzaba para impedir que nadie cruzara una línea imaginaria que se había trazado. Ya que no podía darle la espalda a ninguno de los dos bandos, se la estaba confiando al hombre bestia. Sólo fueron necesarias tres intervenciones de la joven, una para detener a la que le había detenido en los pasillos antes de que comenzara la huida: a esa la tomó del pelo y le hizo dar media vuelta, usó la guadaña para amenazarla con la orden de no pasarás. El segundo fue uno de los hombres, esos que no se le habían querido acercar pos si tenía la peste. A ese se le puso en frente, le dio la orden y acto seguido usó el cabo de la guadaña para hacerle caer, amenazándole desde arriba con el filo del arma - Sólo te espera la muerte de ese lado-
La fantasmagórica piel blanca y las ojeras pronunciadas de la joven, así como el misterio que rodeaba su llegada a la casa, habían sido un factor decisivo en su éxito. La tercera persona a la que le impidió el paso fue un hombre viejo que quiso pasar a través de ella, amenazando con cortarla con su oz. “No pasarás” le advirtió en voz alta, interponiendo el arma y su cuerpo en el paso del hombre que venía hacia ella. La voz nasal del viejo al que le faltaban varios dientes le respondió -¿Con quién estás?- sin esperar respuesta, atacó con su arma improvisada. - Con los vivos- respondió bloqueando el ataque. La obvia retirada de los empelados vengativos hizo que Nuria bajara su arma y se recogiera contra Toro, rindiéndose ante el viejo.
La joven escuchó el intercambio inicial entre los tres hombres, pero comenzó a marearse, sus oídos se habían tapado y veía distorsionado. Las largas correrías finalmente pasaron factura y la joven se desplomó ante la preocupada mirada de sus acompañantes.
Gesticuló afirmativamente ante la orden, no sabía si era sabio ir ella sola a un flanco, pero daría todo de sí por incapacitar a cualquiera que se pusiera en su camino. Para ella sólo estaban Ircan y Toro, los demás eran enemigos. Nuria pensó en el dueño de la guadaña que ella estaba portando, él había sido un campesino. Cambió su mirada varias veces entre su arma y sus compañeros. -Todos son enemigos- se dijo para sí, después de intentar sopesarlo. Después de todo, seguía con el uniforme de la casa, pero los empleados furibundos sabían que ella no era de los de ellos. Más le convenía pegarse a Toro e impedir que nadie pasara por allí.
Nuria estaba tan concentrada que entre sus cejas se había formado una marcada “V” a la voz de - No pasarás- se lanzaba para impedir que nadie cruzara una línea imaginaria que se había trazado. Ya que no podía darle la espalda a ninguno de los dos bandos, se la estaba confiando al hombre bestia. Sólo fueron necesarias tres intervenciones de la joven, una para detener a la que le había detenido en los pasillos antes de que comenzara la huida: a esa la tomó del pelo y le hizo dar media vuelta, usó la guadaña para amenazarla con la orden de no pasarás. El segundo fue uno de los hombres, esos que no se le habían querido acercar pos si tenía la peste. A ese se le puso en frente, le dio la orden y acto seguido usó el cabo de la guadaña para hacerle caer, amenazándole desde arriba con el filo del arma - Sólo te espera la muerte de ese lado-
La fantasmagórica piel blanca y las ojeras pronunciadas de la joven, así como el misterio que rodeaba su llegada a la casa, habían sido un factor decisivo en su éxito. La tercera persona a la que le impidió el paso fue un hombre viejo que quiso pasar a través de ella, amenazando con cortarla con su oz. “No pasarás” le advirtió en voz alta, interponiendo el arma y su cuerpo en el paso del hombre que venía hacia ella. La voz nasal del viejo al que le faltaban varios dientes le respondió -¿Con quién estás?- sin esperar respuesta, atacó con su arma improvisada. - Con los vivos- respondió bloqueando el ataque. La obvia retirada de los empelados vengativos hizo que Nuria bajara su arma y se recogiera contra Toro, rindiéndose ante el viejo.
La joven escuchó el intercambio inicial entre los tres hombres, pero comenzó a marearse, sus oídos se habían tapado y veía distorsionado. Las largas correrías finalmente pasaron factura y la joven se desplomó ante la preocupada mirada de sus acompañantes.
Nuria
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Re: Los esclavos del deseo [trabajo Nuria-Ircan][Cerrado]
RECOMPENSAS
Vaya contraste entre la rudeza de Ircan y Toro por un lado y por el otro la exótica ternura de Nuria, ha sido una trama muy ingeniosa e interesante. Para el uso de las profesiones, deben pedir esos puntos en sus respectivos talleres, indicando en un pequeño párrafo lo que hicieron y su contribución a la historia, además del enlace al post donde se usó.
Esta vez reciben ambos 20 puntos de experiencia y 400 aeros.
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Ansur
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