El precio de la amistad [Trabajo][Fredericksen - Alice Kyteler]
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El precio de la amistad [Trabajo][Fredericksen - Alice Kyteler]
Las caminatas en los bosques colindantes a los poblados siempre traían sorpresas; a veces eran mercaderes con buenas cosas que aceptaban trueques y otras veces eran bandidos tratando de llevar a cabo uno de sus asquerosos planes. Aquellos seres eran lo más despreciable en el mundo, tan solo recordar todas las experiencias amargas del pasado o al mismo grupo que había secuestrado a Delilah.
Sacudí la cabeza alejando aquellos pensamientos y centrándome en lo que debía hacer, solo intentaría conseguir un par de cosas en el pueblo a cambio de lo que había recolectado los últimos días en el bosque… con suerte solo ganaría una comida decente. El pueblo que visitaba era relativamente nuevo para mí, había estado cerca una que otra vez pero jamás me había adentrado lo suficiente para siquiera ver cómo era.
A primera vista parecía un lugar con poca actividad interna, solo un par de caballos transitaba la pequeña ruta de tierra y algunos lugareños paseaba de aquí para allá con cierto nerviosismo “Que raro”. Supuse que la mayoría de la gente estaría trabajando en los campos de cultivo, era normal que estuviesen cosechando en aquella fecha para luego empezar a distribuir en los pueblos cercanos o ciudades importantes.
Primero me tomé el tiempo de buscar a un vendedor ambulante pero no había ninguno en las calles, los puestos callejeros tampoco estaban trabajando y aquello era ciertamente raro “¿Acaso aquí nadie comercia nada?” Sin perder las esperanzas caminé hasta el final de la calle principal donde parecía estar la taberna del pueblo, si en la taberna no había una sola persona definitivamente me daría por vencido.
Observé los letreros que colgaban en busca del correcto, por lo visto allí también estaba la armería del poblado, un dato que memorizaría por si era necesario. Una pila de barriles fue la señal suficiente para saber dónde estaba la taberna; en el letrero que colgaba sobre la puerta de esta no había nada escrito, en vez de eso había una jarra tallada en madera “Con esa insignia debe bastar para los que no sabe leer”.
Varias voces se hacían presentes en el local, algunos eran gritos y por lo visto también se escuchaban llantos “¿Están llevando a cabo una pelea?” No era extraño que en una taberna se estuviesen dando golpes, eso era más que normal en todos lados. Un hombre de edad avanzada salió del interior del local, su cara estaba roja y tenía el cabello canoso desarreglado; al caminar dejaba una cojera evidente, aunque parecía ser más que nada de una herida.
El hombre me observó fijamente por unos segundos para luego soltar un bufido. –Será mejor que no entres allí, el ambiente no es nada agradable. – Dicho esto el sujeto siguió su marcha al pueblo.
El tono que había usado aquel señor denotaba desagrado y enojo, por lo visto el color rojo de su cara era más por rabia que por embriagues. Como de costumbre ignoré las advertencias dadas y entré a la taberna, de todos modos debía buscar algo de comida decente.
En el interior del local había una charla acalorada, gritos y protestas venían de aquí para allá; al parecer había una reunión de los pueblerinos “Eso explica el porqué todo estaba tan desolado” No se me había pasado por la idea una situación similar.
- ¡No planeo seguir trabajando así! – Gritó uno de los jóvenes reunidos mientras chocaba su jarra contra la mesa. - ¡Ya vieron lo que le sucedió a Gary, ni loco vuelvo a los campos hasta que este problema se solucione! – Un par de voces de aceptación se le unieron al joven, por lo visto fuese lo que pasara allí era un tema grave para el pueblo… pero no para mí.
Sacudí la cabeza alejando aquellos pensamientos y centrándome en lo que debía hacer, solo intentaría conseguir un par de cosas en el pueblo a cambio de lo que había recolectado los últimos días en el bosque… con suerte solo ganaría una comida decente. El pueblo que visitaba era relativamente nuevo para mí, había estado cerca una que otra vez pero jamás me había adentrado lo suficiente para siquiera ver cómo era.
A primera vista parecía un lugar con poca actividad interna, solo un par de caballos transitaba la pequeña ruta de tierra y algunos lugareños paseaba de aquí para allá con cierto nerviosismo “Que raro”. Supuse que la mayoría de la gente estaría trabajando en los campos de cultivo, era normal que estuviesen cosechando en aquella fecha para luego empezar a distribuir en los pueblos cercanos o ciudades importantes.
Primero me tomé el tiempo de buscar a un vendedor ambulante pero no había ninguno en las calles, los puestos callejeros tampoco estaban trabajando y aquello era ciertamente raro “¿Acaso aquí nadie comercia nada?” Sin perder las esperanzas caminé hasta el final de la calle principal donde parecía estar la taberna del pueblo, si en la taberna no había una sola persona definitivamente me daría por vencido.
- Calle de la taberna:
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Observé los letreros que colgaban en busca del correcto, por lo visto allí también estaba la armería del poblado, un dato que memorizaría por si era necesario. Una pila de barriles fue la señal suficiente para saber dónde estaba la taberna; en el letrero que colgaba sobre la puerta de esta no había nada escrito, en vez de eso había una jarra tallada en madera “Con esa insignia debe bastar para los que no sabe leer”.
Varias voces se hacían presentes en el local, algunos eran gritos y por lo visto también se escuchaban llantos “¿Están llevando a cabo una pelea?” No era extraño que en una taberna se estuviesen dando golpes, eso era más que normal en todos lados. Un hombre de edad avanzada salió del interior del local, su cara estaba roja y tenía el cabello canoso desarreglado; al caminar dejaba una cojera evidente, aunque parecía ser más que nada de una herida.
El hombre me observó fijamente por unos segundos para luego soltar un bufido. –Será mejor que no entres allí, el ambiente no es nada agradable. – Dicho esto el sujeto siguió su marcha al pueblo.
El tono que había usado aquel señor denotaba desagrado y enojo, por lo visto el color rojo de su cara era más por rabia que por embriagues. Como de costumbre ignoré las advertencias dadas y entré a la taberna, de todos modos debía buscar algo de comida decente.
En el interior del local había una charla acalorada, gritos y protestas venían de aquí para allá; al parecer había una reunión de los pueblerinos “Eso explica el porqué todo estaba tan desolado” No se me había pasado por la idea una situación similar.
- ¡No planeo seguir trabajando así! – Gritó uno de los jóvenes reunidos mientras chocaba su jarra contra la mesa. - ¡Ya vieron lo que le sucedió a Gary, ni loco vuelvo a los campos hasta que este problema se solucione! – Un par de voces de aceptación se le unieron al joven, por lo visto fuese lo que pasara allí era un tema grave para el pueblo… pero no para mí.
Fredericksen
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Re: El precio de la amistad [Trabajo][Fredericksen - Alice Kyteler]
Los pasos y la mala información quizás producto de chismorreos de taberna, la habían conducido a ese misterioso pueblo, casi inexistente en cualquier mapa, sólo se podía acceder a adentrándose en el bosque. Un pequeño camino empedrado indicaba modestamente la entrada al pequeño pueblo.
Por un instante se quedó quieta contemplando el lugar un poco decepcionada al ver el lugar tan desolado siendo que el sol aún no se ocultaba. –Vaya…creo que una vez más estoy en el lugar equivocado, no puede ser- suspiró con pesar mirando a su alrededor.
Según los rumores de taberna, ahí encontraría a la persona que tenía los conocimientos necesarios para ayudarla a usar sus dones. Repasó el nombre en su mente –Talbot…Talbot…donde lo encontraré- se repetía una y otra vez. Joseph Talbot era un amigo de su difunto padre, él era el único quien podría enseñarle todo lo que fuera necesario, sin embargo Talbot es un tipo escurridizo y un poco antisocial, por lo que ella recuerda.
Solía viajar mucho de lugar en lugar, pero su hogar estaba aquí según Alice escuchó. No se rendiría tan fácil esta vez, muchos fueron los errores sin embargo algo le decía que este era el lugar. Lo primero que debía hacer era buscar algo para comer sin pronto las fuerzas le abandonarían.
En la entrada del pueblo se encontraba una mujer con un niño pequeño en los brazos, -¿Disculpe señora podría indicarme dónde puedo encontrar una taberna?- preguntó de manera amable, pero el rostro de la mujer se desdibujó y huyó como si algo la hubiera espantado.
No podía creer lo que acababa de ver, ¿porqué la mujer salió corriendo tan asustada?, algo extraño sucedía, no era normal que un pueblo estuviera tan desolado a esas horas, ni mucho menos que los habitantes huyan de esa forma. Meneó la cabeza de un lado a otro disponiéndose a hallar un lugar donde comer o beber algo.
La fortuna la acompañó esta vez pues no tuvo que caminar mucho para llegar a algo que parecía ser una taberna. Una vez dentro pudo comprobar que si, pero no llegaba en el mejor de los momentos.
Gritos encolerizados, insultos…el ambiente estaba agitado, parecía una especie de reunión en la cual la calma se estaba yendo de las manos, no sabía si quedarse o salir disimuladamente. Por un instante se dedicó a escuchar en un rincón, su presencia había pasado casi desapercibida en medio de la creciente discusión.
-Debemos encontrar a alguien que acabe con esta amenaza, no podemos permitir que esto continúe, moriremos de hambre o lo que es peor ….- El hombre no alcanzó a terminar la frase produciéndose un silencio inquietante, todos los presentes se miraban unos a otros con pesar..
Por un instante se quedó quieta contemplando el lugar un poco decepcionada al ver el lugar tan desolado siendo que el sol aún no se ocultaba. –Vaya…creo que una vez más estoy en el lugar equivocado, no puede ser- suspiró con pesar mirando a su alrededor.
Según los rumores de taberna, ahí encontraría a la persona que tenía los conocimientos necesarios para ayudarla a usar sus dones. Repasó el nombre en su mente –Talbot…Talbot…donde lo encontraré- se repetía una y otra vez. Joseph Talbot era un amigo de su difunto padre, él era el único quien podría enseñarle todo lo que fuera necesario, sin embargo Talbot es un tipo escurridizo y un poco antisocial, por lo que ella recuerda.
Solía viajar mucho de lugar en lugar, pero su hogar estaba aquí según Alice escuchó. No se rendiría tan fácil esta vez, muchos fueron los errores sin embargo algo le decía que este era el lugar. Lo primero que debía hacer era buscar algo para comer sin pronto las fuerzas le abandonarían.
En la entrada del pueblo se encontraba una mujer con un niño pequeño en los brazos, -¿Disculpe señora podría indicarme dónde puedo encontrar una taberna?- preguntó de manera amable, pero el rostro de la mujer se desdibujó y huyó como si algo la hubiera espantado.
No podía creer lo que acababa de ver, ¿porqué la mujer salió corriendo tan asustada?, algo extraño sucedía, no era normal que un pueblo estuviera tan desolado a esas horas, ni mucho menos que los habitantes huyan de esa forma. Meneó la cabeza de un lado a otro disponiéndose a hallar un lugar donde comer o beber algo.
La fortuna la acompañó esta vez pues no tuvo que caminar mucho para llegar a algo que parecía ser una taberna. Una vez dentro pudo comprobar que si, pero no llegaba en el mejor de los momentos.
Gritos encolerizados, insultos…el ambiente estaba agitado, parecía una especie de reunión en la cual la calma se estaba yendo de las manos, no sabía si quedarse o salir disimuladamente. Por un instante se dedicó a escuchar en un rincón, su presencia había pasado casi desapercibida en medio de la creciente discusión.
-Debemos encontrar a alguien que acabe con esta amenaza, no podemos permitir que esto continúe, moriremos de hambre o lo que es peor ….- El hombre no alcanzó a terminar la frase produciéndose un silencio inquietante, todos los presentes se miraban unos a otros con pesar..
Alice Kyteler
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Re: El precio de la amistad [Trabajo][Fredericksen - Alice Kyteler]
La charla de la taberna cada vez subía más de tono, las protestas y gritos iban y venían; había podido escuchar un poco del tema mientras esperaba sentado a que todo se normalizara. Según tenía entendido algo o alguien estaba causando problemas y robando los cultivos del sitio, algunas personas habían salido heridas.
Mientras los pueblerinos seguían con su charla yo me tomé el tiempo para morder una manzana que llevaba guardada, al menos comería algo de fruta hasta que todo aquello se solucionara. Por un momento me pareció escuchar algo interesante pero realmente seguían diciendo palabrerías sin sentidos… al menos hasta que dijeron que debían conseguir a alguien que acabara con el problema.
Esperé un momento más mientras mordía comía la manzana, debía esperar las palabras exactas para saber si me podía meter o no de cabeza en aquel asunto. Observé como el ambiente de la taberna comenzaba a calmarse un poco mientras un murmullo se expandía, por lo visto la gente consideró bastante bien aquella opción.
- Entonces consigamos a alguien… pero ningún ser cuerdo se atrevería a arriesgarse después de todo lo sucedido. – Comento una señora de piel morena, tenía la apariencia de ser simplemente una ama de casa.
- Pero nadie aquí se atrevería a hacerlo, ¡No estamos locos! – Refutó otro joven levantándose de su silla y mirando a todos los presentes. – Saben muy bien que es verdad, si alguien del pueblo fuese apto para acabar con el problema no tendríamos esta maldita discusión.
- ¿Y alguien que no se de aquí? – Comenté finalmente haciendo notable mi presencia, el gentío giró y me observo con incredulidad.
- ¿Estás loco muchacho? Dudo que pudieras estar allí afuera siquiera una noche completa. – Dijo la morena tratando de contener la risa, por lo visto mi nariz chueca me quitaba seriedad y experiencia.
- No estoy loco… tampoco es que este muy cuerdo que digamos; pero eso no viene al caso. Se defenderme bien y he sobrevivido por años en los bosques… dudo que un simple problemita pueda detenerme. – Le respondí con total seguridad mientras desenfundaba mi arco y me ponía de pie. – Aunque nunca se sabe… también algo podría salir mal y “caput cazador”. – Comenté arruinando totalmente la imagen que había dado con las palabras iníciales.
- Al menos pareces tener agallas. – Dijo secamente un viejo sentado un par de metros cerca luego de sorber hidromiel de su jarra. – Cosa que le falta a los muchachos de aquí. – Sus palabras parecían tratar de herir a la juventud allí presente. – Yo te doy la oportunidad de jugarte el pellejo y tratar de ayudarnos… después de todo es tu vida la que estará en riesgo; pero únicamente te dejaré partir y te pondré al tanto si alguno de los presentes se digna a acompañarte. – El viejo se giró observando a los jóvenes allí presentes, la mayoría intento evitar su mirada y otros solo de encogían tratando de esconderse… por lo visto realmente faltaba algo de valor en aquel sitio.
Mientras los pueblerinos seguían con su charla yo me tomé el tiempo para morder una manzana que llevaba guardada, al menos comería algo de fruta hasta que todo aquello se solucionara. Por un momento me pareció escuchar algo interesante pero realmente seguían diciendo palabrerías sin sentidos… al menos hasta que dijeron que debían conseguir a alguien que acabara con el problema.
Esperé un momento más mientras mordía comía la manzana, debía esperar las palabras exactas para saber si me podía meter o no de cabeza en aquel asunto. Observé como el ambiente de la taberna comenzaba a calmarse un poco mientras un murmullo se expandía, por lo visto la gente consideró bastante bien aquella opción.
- Entonces consigamos a alguien… pero ningún ser cuerdo se atrevería a arriesgarse después de todo lo sucedido. – Comento una señora de piel morena, tenía la apariencia de ser simplemente una ama de casa.
- Pero nadie aquí se atrevería a hacerlo, ¡No estamos locos! – Refutó otro joven levantándose de su silla y mirando a todos los presentes. – Saben muy bien que es verdad, si alguien del pueblo fuese apto para acabar con el problema no tendríamos esta maldita discusión.
- ¿Y alguien que no se de aquí? – Comenté finalmente haciendo notable mi presencia, el gentío giró y me observo con incredulidad.
- ¿Estás loco muchacho? Dudo que pudieras estar allí afuera siquiera una noche completa. – Dijo la morena tratando de contener la risa, por lo visto mi nariz chueca me quitaba seriedad y experiencia.
- No estoy loco… tampoco es que este muy cuerdo que digamos; pero eso no viene al caso. Se defenderme bien y he sobrevivido por años en los bosques… dudo que un simple problemita pueda detenerme. – Le respondí con total seguridad mientras desenfundaba mi arco y me ponía de pie. – Aunque nunca se sabe… también algo podría salir mal y “caput cazador”. – Comenté arruinando totalmente la imagen que había dado con las palabras iníciales.
- Al menos pareces tener agallas. – Dijo secamente un viejo sentado un par de metros cerca luego de sorber hidromiel de su jarra. – Cosa que le falta a los muchachos de aquí. – Sus palabras parecían tratar de herir a la juventud allí presente. – Yo te doy la oportunidad de jugarte el pellejo y tratar de ayudarnos… después de todo es tu vida la que estará en riesgo; pero únicamente te dejaré partir y te pondré al tanto si alguno de los presentes se digna a acompañarte. – El viejo se giró observando a los jóvenes allí presentes, la mayoría intento evitar su mirada y otros solo de encogían tratando de esconderse… por lo visto realmente faltaba algo de valor en aquel sitio.
Fredericksen
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Re: El precio de la amistad [Trabajo][Fredericksen - Alice Kyteler]
Al parecer la acalorada charla parecía tener un trasfondo mas importante que una simple diferencia de opinión entre borrachos, esto eras serio y peligroso, por lo que había logrado escuchar.
Una voz se alzó para ofrecerse como “voluntario” para acabar con la amenaza que asolaba al pueblo. Alice intentó ubicar de donde venia esa voz para poder apreciar al valiente que en un acto quizás impulsivo e irracional se ofrecía para acabar con los males de aquella comunidad.
Lo miró de reojo y parecía un muchacho joven incluso algo debilucho como para llevar a cabo semejante tarea.
Uno de los sujetos de mas edad le advirtió que debía ir acompañado, pero todos agachaban la cabeza otros miraban buscando a otro “loco” capaz de arriesgar su vida en pos de pueblo, pero nadie alzaba la mano, solo se escuchaban murmullos sin cesar.
Quizás esto es lo que necesito para darle sentido a todo…pensó la bruja
Se acercó a la mesa donde aun las voces no se acallaban discutiendo si el muchacho era o no apto para dárselas de héroe y salvarlos, unos murmuraban que no había nada que perder, había que intentarlo, ignorando por completo el bienestar de el, a esas alturas solo les importaba regresar a la tranquilidad que les había sido arrebatada quien sabe por qué o quien.
Se abrió paso entre la gente y puso su mano sobre la mesa –Cuenten conmigo, yo le acompañaré- dijo con tono decisivo mirando a cada uno de los presentes y luego deteniéndose en el muchacho.
-Señores créanme que puedo ser de gran utilidad…- sonrió mientras permanecía aun con la mano sobre la mesa. –Muchacha estas loca, mírate…- rió con sorna una de las mujeres que a su lado.
La zarandeo de un lado a otro agarrándola del brazo, en un intento por hacerles ver que Alice era débil en apariencia, todos rieron, la bruja miró a la mujer con odio,librándose de ella. Debía darles una lección y hacer que se tragaran sus burlas.
Apoyó firmemente la mano sobre la mesa donde había unas botellas de vino y unas cuantas jarras medio vacías, sonrió levemente. Usando la telekinesis hizo caer las botellas y jarras al piso provocando así que los vidrios y el vino se dispersaran alrededor de los incrédulos pueblerinos.
-Quieren que les ayude o no?- Añadió mirando a la concurrencia.
Una voz se alzó para ofrecerse como “voluntario” para acabar con la amenaza que asolaba al pueblo. Alice intentó ubicar de donde venia esa voz para poder apreciar al valiente que en un acto quizás impulsivo e irracional se ofrecía para acabar con los males de aquella comunidad.
Lo miró de reojo y parecía un muchacho joven incluso algo debilucho como para llevar a cabo semejante tarea.
Uno de los sujetos de mas edad le advirtió que debía ir acompañado, pero todos agachaban la cabeza otros miraban buscando a otro “loco” capaz de arriesgar su vida en pos de pueblo, pero nadie alzaba la mano, solo se escuchaban murmullos sin cesar.
Quizás esto es lo que necesito para darle sentido a todo…pensó la bruja
Se acercó a la mesa donde aun las voces no se acallaban discutiendo si el muchacho era o no apto para dárselas de héroe y salvarlos, unos murmuraban que no había nada que perder, había que intentarlo, ignorando por completo el bienestar de el, a esas alturas solo les importaba regresar a la tranquilidad que les había sido arrebatada quien sabe por qué o quien.
Se abrió paso entre la gente y puso su mano sobre la mesa –Cuenten conmigo, yo le acompañaré- dijo con tono decisivo mirando a cada uno de los presentes y luego deteniéndose en el muchacho.
-Señores créanme que puedo ser de gran utilidad…- sonrió mientras permanecía aun con la mano sobre la mesa. –Muchacha estas loca, mírate…- rió con sorna una de las mujeres que a su lado.
La zarandeo de un lado a otro agarrándola del brazo, en un intento por hacerles ver que Alice era débil en apariencia, todos rieron, la bruja miró a la mujer con odio,librándose de ella. Debía darles una lección y hacer que se tragaran sus burlas.
Apoyó firmemente la mano sobre la mesa donde había unas botellas de vino y unas cuantas jarras medio vacías, sonrió levemente. Usando la telekinesis hizo caer las botellas y jarras al piso provocando así que los vidrios y el vino se dispersaran alrededor de los incrédulos pueblerinos.
-Quieren que les ayude o no?- Añadió mirando a la concurrencia.
Alice Kyteler
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Re: El precio de la amistad [Trabajo][Fredericksen - Alice Kyteler]
Por lo visto que arriesgara mi propio pellejo no animaba a ninguno de los pueblerinos a ayudar, al parecer la colaboración de la gente era totalmente nula para todo “Eso explicaría muy bien porque discutían”. Por mi realmente no existía problema, el problema era en general de ellos y si no apreciaban la colaboración solo optaría por retirarme; tomé asiento y seguí mordisqueando mi manzana, solo quedaba esperar.
Una voz femenina se ofreció como voluntaria y traté de ubicar a la mujer que había hablado, por suerte la que soltó aquello se acercó hasta quedar cerca, un gesto claro de que quería que todos los presentes le observaran.
- Por mí no hay problemas, con que siquiera puedas gritar significa que eres de utilidad… o también correr, no olvidemos que correr a veces siempre es importante. – Le mencioné a la joven mientras seguía comiendo mi manzana, yo tenía la creencia de que nadie era inútil si podía hacer algo por muy mínimo que resultase.
No fue de extrañar que una pueblerina pusiera una queja y tratara de burlarse de la joven “Vaya forma de agradecer a los que tratan de solucionarles los problemas”. Negué con la cabeza esperando que aquello no hiciera cambiar a la joven de parecer, si se dejaba llevar por la opinión lo más seguro es que dejara al gentío a su suerte.
Por un momento miré extrañado como la joven se apoyaba con firmeza en la mesa y acto casi seguido varias botellas “Oh no… no no no”. Me giré y apoyé la cabeza en la barra tratando de calmar mis pensamientos, ya había visto aquello antes, eran poderes de brujos… y no es que tuviese recuerdos amenos con los brujos “Sin querer eres culpable de la muerte de una bruja y de la nada comienzan a aparecer más” .
- Claro que queremos tu ayuda, ya que nuestra amiga Bertha aquí presente parece hablar mucho pero aportar poco. – Comentó el viejo mientras se colocaba atrás de la mujer que antes había tratado de humillar a la bruja, tomo a la mujer por los hombros y la zarandeó de igual manera. - ¿No es así?
El rostro de la mujer se colocó de un rojo intenso y se liberó del viejo para luego alejarse a la puerta de la taberna. – Me da igual lo que tú y esos dos hagan. – Luego con la misma ira salió de la taberna azotando la puerta luego de salir.
- Tal como lo supuse. – Dijo el viejo mientras reía entre dientes y sacudía la cabeza. - ¿Alguien más tiene quejas al respecto? - El señor ojeó la sala y a las personas aun presentes, murmullos se expandieron por la sala pero ninguna protesta. – Muy bien eso es lo que esperaba, ustedes dos síganme… si hablamos que sea en un sitio más amenos. – Dijo esta vez refiriéndose a mi persona y a la bruja.
El anciano se alejó de la muchedumbre y salió por la puerta de la taberna, yo por mi parte me levanté del asiento terminando de comer la manzana y me apresuré a seguir al viejo. Respecto a la bruja trate de no prestarle mucha atención en el camino, debía primero prepararme mentalmente para hablarle sin tener recordar todo lo que había sucedido con su raza en el pasado.
- Al final los de afuera son quienes terminan ayudando… no era de extrañarse. – Comentó el anciano mientras se sentaba en un troco tirado frente a un pequeño lago. – Ninguno de esos inútiles es capaz de dar la cara por el bienestar del pueblo, si yo estuviese en mis años no hubiera dudado en ir y acabar todo yo mismo… la verdad es que ya estaba considerando buscar mi hacha. –Luego de esto soltó una leve risa y se quedó observando el lago. – Pero ya dejemos de vagar en el tema, vamos directo al asunto. – Al acabar de decir eso nos dirigió una mirada a mí y a la joven. – Me llamo Elías, por si querían saberlo.
- Y yo soy Candau… no es por ser descortés ¿Pero podemos saber cuál es el problema?
- Con calma joven Candado, ya voy a eso. – “Genial, otro que usa mal mi apellido” Solté un leve bufido y observé a las ramas de los árboles. – El problema es que al parecer una manada de osos más grande de lo habitual han estado atacando los campos, han herido a varios de los del pueblo… y hay uno que otro que está muy grave si les soy sincero. Tratamos de poner trampas pero no han funcionado, no sabemos porque están atacando… quizá es época de osos agresivos o yo que sé; el punto mis jóvenes acompañantes es que ustedes dos se acaban de ofrecer para acabar con ellos.
- ¿Acabar en qué sentido? Podríamos intentar capturarlos. – Comenté para estar más seguro de que es lo que se tenía que hacer.
- Me da igual, el pueblo claramente quisiera verlos muertos… si es por mi, pueden ir a capturarlos y luego veremos qué hacer. – Elías paso sus manos por el rostro y soltó un suspiro. – Ya que saben a lo que se enfrentan ¿Quieren seguir?
Me estiré considerando las opciones, ya había cazado animales grandes en el pasado y un oso no era muy diferente a estos; que fuese un poco más grande de lo de costumbre no era problema o eso suponía. – Por mi sigue sin haber problema; soy un cazador a fin de cuentas, las presas difíciles siempre son un reto a superar. – Miré a la joven bruja y por primera vez me dispuse a hablarle tratando de no recordar traumas pasados. - ¿Tú qué opinas? Dejaste allá atrás bien claro que podías hacer…cosas, pero nunca se sabe si cambiaste de opinión.
Una voz femenina se ofreció como voluntaria y traté de ubicar a la mujer que había hablado, por suerte la que soltó aquello se acercó hasta quedar cerca, un gesto claro de que quería que todos los presentes le observaran.
- Por mí no hay problemas, con que siquiera puedas gritar significa que eres de utilidad… o también correr, no olvidemos que correr a veces siempre es importante. – Le mencioné a la joven mientras seguía comiendo mi manzana, yo tenía la creencia de que nadie era inútil si podía hacer algo por muy mínimo que resultase.
No fue de extrañar que una pueblerina pusiera una queja y tratara de burlarse de la joven “Vaya forma de agradecer a los que tratan de solucionarles los problemas”. Negué con la cabeza esperando que aquello no hiciera cambiar a la joven de parecer, si se dejaba llevar por la opinión lo más seguro es que dejara al gentío a su suerte.
Por un momento miré extrañado como la joven se apoyaba con firmeza en la mesa y acto casi seguido varias botellas “Oh no… no no no”. Me giré y apoyé la cabeza en la barra tratando de calmar mis pensamientos, ya había visto aquello antes, eran poderes de brujos… y no es que tuviese recuerdos amenos con los brujos “Sin querer eres culpable de la muerte de una bruja y de la nada comienzan a aparecer más” .
- Claro que queremos tu ayuda, ya que nuestra amiga Bertha aquí presente parece hablar mucho pero aportar poco. – Comentó el viejo mientras se colocaba atrás de la mujer que antes había tratado de humillar a la bruja, tomo a la mujer por los hombros y la zarandeó de igual manera. - ¿No es así?
El rostro de la mujer se colocó de un rojo intenso y se liberó del viejo para luego alejarse a la puerta de la taberna. – Me da igual lo que tú y esos dos hagan. – Luego con la misma ira salió de la taberna azotando la puerta luego de salir.
- Tal como lo supuse. – Dijo el viejo mientras reía entre dientes y sacudía la cabeza. - ¿Alguien más tiene quejas al respecto? - El señor ojeó la sala y a las personas aun presentes, murmullos se expandieron por la sala pero ninguna protesta. – Muy bien eso es lo que esperaba, ustedes dos síganme… si hablamos que sea en un sitio más amenos. – Dijo esta vez refiriéndose a mi persona y a la bruja.
El anciano se alejó de la muchedumbre y salió por la puerta de la taberna, yo por mi parte me levanté del asiento terminando de comer la manzana y me apresuré a seguir al viejo. Respecto a la bruja trate de no prestarle mucha atención en el camino, debía primero prepararme mentalmente para hablarle sin tener recordar todo lo que había sucedido con su raza en el pasado.
- Al final los de afuera son quienes terminan ayudando… no era de extrañarse. – Comentó el anciano mientras se sentaba en un troco tirado frente a un pequeño lago. – Ninguno de esos inútiles es capaz de dar la cara por el bienestar del pueblo, si yo estuviese en mis años no hubiera dudado en ir y acabar todo yo mismo… la verdad es que ya estaba considerando buscar mi hacha. –Luego de esto soltó una leve risa y se quedó observando el lago. – Pero ya dejemos de vagar en el tema, vamos directo al asunto. – Al acabar de decir eso nos dirigió una mirada a mí y a la joven. – Me llamo Elías, por si querían saberlo.
- Y yo soy Candau… no es por ser descortés ¿Pero podemos saber cuál es el problema?
- Con calma joven Candado, ya voy a eso. – “Genial, otro que usa mal mi apellido” Solté un leve bufido y observé a las ramas de los árboles. – El problema es que al parecer una manada de osos más grande de lo habitual han estado atacando los campos, han herido a varios de los del pueblo… y hay uno que otro que está muy grave si les soy sincero. Tratamos de poner trampas pero no han funcionado, no sabemos porque están atacando… quizá es época de osos agresivos o yo que sé; el punto mis jóvenes acompañantes es que ustedes dos se acaban de ofrecer para acabar con ellos.
- ¿Acabar en qué sentido? Podríamos intentar capturarlos. – Comenté para estar más seguro de que es lo que se tenía que hacer.
- Me da igual, el pueblo claramente quisiera verlos muertos… si es por mi, pueden ir a capturarlos y luego veremos qué hacer. – Elías paso sus manos por el rostro y soltó un suspiro. – Ya que saben a lo que se enfrentan ¿Quieren seguir?
Me estiré considerando las opciones, ya había cazado animales grandes en el pasado y un oso no era muy diferente a estos; que fuese un poco más grande de lo de costumbre no era problema o eso suponía. – Por mi sigue sin haber problema; soy un cazador a fin de cuentas, las presas difíciles siempre son un reto a superar. – Miré a la joven bruja y por primera vez me dispuse a hablarle tratando de no recordar traumas pasados. - ¿Tú qué opinas? Dejaste allá atrás bien claro que podías hacer…cosas, pero nunca se sabe si cambiaste de opinión.
Fredericksen
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Re: El precio de la amistad [Trabajo][Fredericksen - Alice Kyteler]
Ya fuera de la taberna el anciano con un dejo de tristeza les puso en conocimiento del problema que los aquejaba.
Luego de escucharlo atentamente le puso una mano en el hombro para intentar reconfortarlo –Por cierto, me llamo Alice, cuente conmigo y con Candau, ayudaremos en lo que podamos para encontrar la solución a esto cuanto antes- Miró a su compañero asintiendo.
-No tengo conocimientos sobre cacería, pero sea lo que sea no tengo miedo alguno en enfrentarlo-
El anciano conmovido les cogió la mano a ambos en señal de gratitud –Estaré eternamente agradecido de ustedes, confío en que pronto le devolverán la vida y la calma a este lugar-. Mientras terminaba la frase en su rostro se pudo reflejar un dejo de esperanza.
-Bien he de continuar con mis labores muchachos, les encaminaré en dirección a lo profundo del bosque pero antes vamos hacia mi casa a buscar unas cuanta provisiones- el anciano hizo un gesto señalando hacia donde debían ir.
Los tres caminaron en silencio por las empedradas calles del pueblo hasta detenerse en una modesta casa de madera. –Venga no sean tímidos- dijo en tono animado dándoles un pequeño empujón para entrar.
-No, estamos bien aquí, no hay tiempo que perder debemos acabar con esto cuanto antes, será mejor que nos pongamos en camino pronto, ¿estas de acuerdo Candau?- sonrió al decir “candau”, no podía creer que existiera un sujeto con ese apellido, era inevitable asociarlo con “candado”.
Elías entró a la casa y luego de un rato regresó con un morral cargado de víveres, -Tengan es lo único que puedo hacer por ustedes jóvenes, espero les sirva- sonrió dándoselo a la bruja la cual con el peso de este hizo que perdiera un poco el equilibrio.
-Ya es hora…debemos partir- le dijo a su compañero mientras le entregaba el morral con dificultad.
Se despidió del viejo con un fuerte apretón de manos…
Aún no estaba consciente de lo que el destino les tenía preparado, quizás en ese acto de valentía un poco insensato podría costarle la vida o la vida de aquel muchacho que se disponía acompañarla.
Suspiró mirando el camino, pronto iba a anochecer, ya no había marcha atrás, solo restaba seguir adelante sin miedo.
Luego de escucharlo atentamente le puso una mano en el hombro para intentar reconfortarlo –Por cierto, me llamo Alice, cuente conmigo y con Candau, ayudaremos en lo que podamos para encontrar la solución a esto cuanto antes- Miró a su compañero asintiendo.
-No tengo conocimientos sobre cacería, pero sea lo que sea no tengo miedo alguno en enfrentarlo-
El anciano conmovido les cogió la mano a ambos en señal de gratitud –Estaré eternamente agradecido de ustedes, confío en que pronto le devolverán la vida y la calma a este lugar-. Mientras terminaba la frase en su rostro se pudo reflejar un dejo de esperanza.
-Bien he de continuar con mis labores muchachos, les encaminaré en dirección a lo profundo del bosque pero antes vamos hacia mi casa a buscar unas cuanta provisiones- el anciano hizo un gesto señalando hacia donde debían ir.
Los tres caminaron en silencio por las empedradas calles del pueblo hasta detenerse en una modesta casa de madera. –Venga no sean tímidos- dijo en tono animado dándoles un pequeño empujón para entrar.
-No, estamos bien aquí, no hay tiempo que perder debemos acabar con esto cuanto antes, será mejor que nos pongamos en camino pronto, ¿estas de acuerdo Candau?- sonrió al decir “candau”, no podía creer que existiera un sujeto con ese apellido, era inevitable asociarlo con “candado”.
Elías entró a la casa y luego de un rato regresó con un morral cargado de víveres, -Tengan es lo único que puedo hacer por ustedes jóvenes, espero les sirva- sonrió dándoselo a la bruja la cual con el peso de este hizo que perdiera un poco el equilibrio.
-Ya es hora…debemos partir- le dijo a su compañero mientras le entregaba el morral con dificultad.
Se despidió del viejo con un fuerte apretón de manos…
Aún no estaba consciente de lo que el destino les tenía preparado, quizás en ese acto de valentía un poco insensato podría costarle la vida o la vida de aquel muchacho que se disponía acompañarla.
Suspiró mirando el camino, pronto iba a anochecer, ya no había marcha atrás, solo restaba seguir adelante sin miedo.
Alice Kyteler
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Re: El precio de la amistad [Trabajo][Fredericksen - Alice Kyteler]
La chica se había tomado la molestia de hablar por los dos, el asunto es que no sabía hasta que nivel nos comprometía ese “en todo lo que podamos” quizá era algo básico… o quizá arriesgar nuestras cabezas cual temerarios sin mirar atrás “Espero que sea algo básico, no me gustaría morir por estar jugando a ser el héroe”.
- ¿Provisiones? Realmente no esperaba eso… - Aquello me había tomado por sorpresa, generalmente la gente solo te decía “ve y encárgate del bichejo o de los sujetos que nos molestan y luego te pagamos” pero jamás aportaban algo de comida siquiera para aquella clase de labores.
La caminata por el pueblo fue silenciosa y extraña, se notaba pesadez en el aire a causa del humor de las personas… generalmente aquellos sitios pequeños solían ser los más alegres o animados, por lo visto el problema de los osos debía ser más grave de lo esperado para que tuviese a todos los pueblerinos de aquel estado. El hogar del anciano era similar a las otras casas del poblado, de madera simple y no tan resaltantes, se podía decir que era un sitio humilde.
- Pues… supongo que perder el tiempo es lo último que necesitamos ahora. – Realmente no sabía si aquello era bueno o malo, realmente hubiese preferido tomarme un poco de tiempo en analizar la gravedad de la situación. – Espera, dijiste bien mi apellido. – Eso era un milagro, finalmente alguien lo captaba a la primera… bueno, no era la primera persona que lo captaba a la primera pero seguía siendo un hecho que casi no se veía.
La estancia de espera con la bruja fue lo más incomodo, debería pensar una manera de hablar con la chica sin la necesidad de pensar en los malos tragos del pasado… o quizá consumir suficientes alucinógenos como para no saber qué rayos hacía “La segunda idea es la que suena más apta realmente”.
- Esto será más que suficiente para el trabajo… realmente ni era necesario, yo podía cazar la comida. – Comenté ante la entrega de suministros por parte de Elías. – Pero se le agradece de igual manera.
La bruja había comentado que ya era tiempo de partir, en eso tenía razón… aunque a decir verdad, me preocupaba el hecho de partir y no regresar. Tomé la mochila de provisiones y la acomodé en mi espalda, el peso parecía haber incordiado a la joven bruja. Observé cómo está se despedía de Elías con un apretón de manos y esperé mi turno para hacer el mismo gesto, solo que acompañándolo de palabras esta vez. – Si algo llega a pasar, quiero que busquen mi cuerpo y lo entierren bajo un árbol… no me gustaría acabar esparcido por el bosque o tener una pira fúnebre. – Petición a la cual el anciano cedió.
Caminé un par de metros adentrándome en el bosque, no sabía exactamente por donde buscar pero si los habían visto por los campos aquel sitio era el más adecuado para empezar a examinar, con suerte se podrían rastrear a los animales por allí.
- Y bien… ¿Qué trae a una bruja por estos lados? - Le pregunté a Alice tratando de que la duda no sonara tan agresiva como la había formulado, debía tener más cuidado con mis palabras. - ¿Eres alguna clase de mercenaria? Aunque no parece que llevases el equipo de una asesina.
- ¿Provisiones? Realmente no esperaba eso… - Aquello me había tomado por sorpresa, generalmente la gente solo te decía “ve y encárgate del bichejo o de los sujetos que nos molestan y luego te pagamos” pero jamás aportaban algo de comida siquiera para aquella clase de labores.
La caminata por el pueblo fue silenciosa y extraña, se notaba pesadez en el aire a causa del humor de las personas… generalmente aquellos sitios pequeños solían ser los más alegres o animados, por lo visto el problema de los osos debía ser más grave de lo esperado para que tuviese a todos los pueblerinos de aquel estado. El hogar del anciano era similar a las otras casas del poblado, de madera simple y no tan resaltantes, se podía decir que era un sitio humilde.
- Pues… supongo que perder el tiempo es lo último que necesitamos ahora. – Realmente no sabía si aquello era bueno o malo, realmente hubiese preferido tomarme un poco de tiempo en analizar la gravedad de la situación. – Espera, dijiste bien mi apellido. – Eso era un milagro, finalmente alguien lo captaba a la primera… bueno, no era la primera persona que lo captaba a la primera pero seguía siendo un hecho que casi no se veía.
La estancia de espera con la bruja fue lo más incomodo, debería pensar una manera de hablar con la chica sin la necesidad de pensar en los malos tragos del pasado… o quizá consumir suficientes alucinógenos como para no saber qué rayos hacía “La segunda idea es la que suena más apta realmente”.
- Esto será más que suficiente para el trabajo… realmente ni era necesario, yo podía cazar la comida. – Comenté ante la entrega de suministros por parte de Elías. – Pero se le agradece de igual manera.
La bruja había comentado que ya era tiempo de partir, en eso tenía razón… aunque a decir verdad, me preocupaba el hecho de partir y no regresar. Tomé la mochila de provisiones y la acomodé en mi espalda, el peso parecía haber incordiado a la joven bruja. Observé cómo está se despedía de Elías con un apretón de manos y esperé mi turno para hacer el mismo gesto, solo que acompañándolo de palabras esta vez. – Si algo llega a pasar, quiero que busquen mi cuerpo y lo entierren bajo un árbol… no me gustaría acabar esparcido por el bosque o tener una pira fúnebre. – Petición a la cual el anciano cedió.
Caminé un par de metros adentrándome en el bosque, no sabía exactamente por donde buscar pero si los habían visto por los campos aquel sitio era el más adecuado para empezar a examinar, con suerte se podrían rastrear a los animales por allí.
- Y bien… ¿Qué trae a una bruja por estos lados? - Le pregunté a Alice tratando de que la duda no sonara tan agresiva como la había formulado, debía tener más cuidado con mis palabras. - ¿Eres alguna clase de mercenaria? Aunque no parece que llevases el equipo de una asesina.
Fredericksen
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Re: El precio de la amistad [Trabajo][Fredericksen - Alice Kyteler]
Miró como el joven caminaba con seguridad adentrándose en el bosque, Alice hizo lo mismo acelerando el paso hasta alcanzarlo, el ambiente era tenso pues no sabían si saldrían con vida, para mantener la mente ocupada tarareaba una vieja canción que le enseño su padre la cual fue interrumpida por una por la pregunta formulada por Candau.
-Pues…es largo de explicar pero creo que tenemos tiempo…- hizo una pausa y sonrió –La verdad es que busco a un viejo amigo de mi padre, y pensé que estaría por estos lugares…ah por cierto no subestimes a una mujer flacucha y sin un arma a la “vista”- hizo hincapié en esa palabra mientras se quitaba la horquilla del cabello para enseñársela. –Ves que esta simple cosilla puede quitarle la vida a alguien si así lo quiero- sonrió con un poco de malicia jugueteando con la horquilla, –Esto y mis dones pueden ayudar bastante- .
El manto oscuro de la noche cayó sin piedad sobre el pueblo, lo cual les comenzaba a dificultar la caminata por la falta de luz, Alice cogió una pedazo de madera el que podría hacer las veces de antorcha. Se detuvo un momento y acercó la mano al pedazo de madera a penas tocándolo comenzó a arder consumiéndose lentamente, eso les ayudaría a avanzar un poco más seguros.
-Ahora cuéntame, ¿tú qué haces por aquí, eres mercenario o te lasdas de héroe por cada pueblo que vas?- le dijo dándole una mirada inquisitiva. Aun pensaba que Candau era un apellido bastante peculiar y no podía dejar de asociarlo a Candado.
La noche parecía transcurrir tranquila, Alice se mantenía alerta a cada paso sin embargo se detenía a contemplar con la emoción de una niña pequeña a cada animalejo que pululaba por el bosque.
La calma se vio interrumpida por unos gritos de advertencia. La bruja se giró y pudo ver una tenue luz que avanzaba hacia ellos, le hizo una señal a su compañero para advertirle –Espera se dirigió con cierta preocupación-.
Intentaba distinguir la silueta que se les aproximaba, -Aléjense , se los advierto, no se atrevan a lastimar al oso, márchense ahora!!!!-. Finalmente la silueta tomó forma de un hombre fornido de mediana edad, este sujetaba una antorcha y una filosa hacha en la mano derecha la cual alzaba amenazando a los dos aventureros.**
Hacia ademanes con la antorcha indicándoles que se retiren, tenía el rostro enrojecido producto de la ira. No podía entender porque razón divagaba de esa manera, aquella criatura tenia a todo el pueblo sumido en el pánico y este chalado era el único que se oponía a que le dieran muerte a aquella criatura, pero…¿Por qué?.
El sujeto avanzó eligiendo a Alice como blanco de su ataque, -No te metas donde no te llaman mujer!!!!- arremetió contra ella haciéndola caer bruscamente al piso mientras la amenazaba con el hacha. Producto del golpe quedó tendida en el piso mareada e indefensa.
-Pues…es largo de explicar pero creo que tenemos tiempo…- hizo una pausa y sonrió –La verdad es que busco a un viejo amigo de mi padre, y pensé que estaría por estos lugares…ah por cierto no subestimes a una mujer flacucha y sin un arma a la “vista”- hizo hincapié en esa palabra mientras se quitaba la horquilla del cabello para enseñársela. –Ves que esta simple cosilla puede quitarle la vida a alguien si así lo quiero- sonrió con un poco de malicia jugueteando con la horquilla, –Esto y mis dones pueden ayudar bastante- .
El manto oscuro de la noche cayó sin piedad sobre el pueblo, lo cual les comenzaba a dificultar la caminata por la falta de luz, Alice cogió una pedazo de madera el que podría hacer las veces de antorcha. Se detuvo un momento y acercó la mano al pedazo de madera a penas tocándolo comenzó a arder consumiéndose lentamente, eso les ayudaría a avanzar un poco más seguros.
-Ahora cuéntame, ¿tú qué haces por aquí, eres mercenario o te lasdas de héroe por cada pueblo que vas?- le dijo dándole una mirada inquisitiva. Aun pensaba que Candau era un apellido bastante peculiar y no podía dejar de asociarlo a Candado.
La noche parecía transcurrir tranquila, Alice se mantenía alerta a cada paso sin embargo se detenía a contemplar con la emoción de una niña pequeña a cada animalejo que pululaba por el bosque.
La calma se vio interrumpida por unos gritos de advertencia. La bruja se giró y pudo ver una tenue luz que avanzaba hacia ellos, le hizo una señal a su compañero para advertirle –Espera se dirigió con cierta preocupación-.
Intentaba distinguir la silueta que se les aproximaba, -Aléjense , se los advierto, no se atrevan a lastimar al oso, márchense ahora!!!!-. Finalmente la silueta tomó forma de un hombre fornido de mediana edad, este sujetaba una antorcha y una filosa hacha en la mano derecha la cual alzaba amenazando a los dos aventureros.**
Hacia ademanes con la antorcha indicándoles que se retiren, tenía el rostro enrojecido producto de la ira. No podía entender porque razón divagaba de esa manera, aquella criatura tenia a todo el pueblo sumido en el pánico y este chalado era el único que se oponía a que le dieran muerte a aquella criatura, pero…¿Por qué?.
El sujeto avanzó eligiendo a Alice como blanco de su ataque, -No te metas donde no te llaman mujer!!!!- arremetió contra ella haciéndola caer bruscamente al piso mientras la amenazaba con el hacha. Producto del golpe quedó tendida en el piso mareada e indefensa.
- Off Rol: Los asteriscos señalan la primera complicación del trabajo:
Última edición por Alice Kyteler el Mar Ago 22 2017, 20:05, editado 3 veces
Alice Kyteler
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Re: El precio de la amistad [Trabajo][Fredericksen - Alice Kyteler]
Según Alcie su explicación sería larga, aunque tenía razón en eso de que había tiempo de sobra para escucharla… a menos que tuviésemos la suerte de conseguir a aquellos osos más rápido de lo que canta un gallo, cosa que era imposible ya que de por si yo contaba con una pésima suerte. Aunque realmente el asunto no era tan complicado de entender, simplemente estaba buscando a alguien.
- Yo nunca dije que te fuese a subestimar… a veces de quien menos se sospecha es quien resulta ser más peligroso. – Aquello era verdad ¿Cuántas veces un simple vagabundo resultaba ser parte de una trampa? Muchas veces. – Y si esa cosita puede matar tal como lo dices… preferiría que lo mantengas lejos de mí, de cierto modo aprecio mi vida.
Cuando la luz del sol ya había abandonado el cielo, la bruja había optado por tomar una rama y transformarla en antorcha con sus poderes “Al menos usó el fuego en la rama y no conmigo” Por lo menos ya había algo de luz para el camino, por otro lado me tocaba responder la ronda de preguntas.
- Ni mercenario ni héroe… solo un idiota. – Comenté mientras me encogía de hombros. – Buscaba hacer algún trueque o venta a cambio de fruta o carne de roedores, no es como si hubiese despertado queriendo poner mi vida en juego. – Generalmente las personas tenían más motivos para meterse en problemas, yo lo hacía inconscientemente y cuando me fijaba que era una mala idea resultaba ser demasiado tarde, lo bueno es que esta vez la cosa seguramente sería fácil ya que cazar osos no sería complicado… yo era un cazador después de todo, debía resultar fácil… o eso esperaba.
Lo siguiente por el camino fue relativamente en calma, pude notar como de vez en cuando la bruja se quedaba contemplando uno que otro animal, pareciese que fuera la primera vez que veía a la fauna del bosque. Todo el ambiente pacífico acabó con algunos gritos, una luz se venía acercando lo cual podía ser mala señal; consideré desenfundar mi arco del carcaj pero un gesto de la bruja me hizo detener.
- Por lo visto quiere proteger a los osos… seguramente no es del pueblo. – Dije por lo bajo a Alice mientras el sujeto se hacía más visible.
El hombre sostenía un hacha en su otra mano, con aquello era claro que sería una amenaza. Hacía gestos con la mano que sostenía la antorcha, posiblemente exigiendo que nos retirásemos de aquel sitio… pero de una manera nada amable; además el tono rojizo de su cara daba a entender que no estaba muy feliz.
De un momento a otro dirigió un ataque que dejó tendida a la bruja en el suelo, aquello era suficiente para dejarme claro que debía interferir y usar mi arco si era necesario, un loco no podía llegar agrediendo e irse como si nada.
- Por lo visto deberías hacerte caso también, nadie te llamo para que te metieras en nuestro propósito. – Llevé mi mano al carcaj y retiré una de las flechas, debido a la distancia no veía factible sacar el arco y buscar la manera de disparar… además aquello me tomaría mucho más tiempo. – No me gusta amenazar… realmente mi estilo es esperar que la desgracia suceda a ver cómo actuar, pero si llegas a mover esa arma no prometo que algo bueno pueda pasar. – Movilicé la flecha por mis dedos dejando la punta metálica brillar ante la luz de la antorcha.
- Otro imbécil que no sabe cerrar la boca y no meterse en asuntos ajenos.- El del hacha escupía las palabras con un tono claro de ira. - ¿Acaso también quieres que te cierre la boca a ti? – Me apuntó en aquel momento con el hacha sacudiéndola en el aire, por lo visto no habría manera de razonar con calma.
- Nosotros solo venimos a ayudar a los habitantes de aquel pueblo… no buscando problemas.
- ¿¡Qué parte de cierra la boca no entiendes!? - Aquel comportamiento no era natural, por lo visto también podría haber alguna sustancia de por medio. El sujeto tiro la antorcha que sujetaba al suelo y sostuvo con ambas manos el hacha, con una velocidad que no creí posible en aquel hombre me dirigió un golpe que de suerte logre esquivar… o al menos la gran parte ya que el filo del arma había cortado parte de mi atuendo y un poco de mi costado. – Esto les enseñará a aceptar las advertencias. – El sujeto se giró un momento y señaló a la bruja con el hacha. - ¿Entendieron mocosos? – Y acto seguido bajo el arma contra la joven.
La sangre manaba con lentitud de mi costado, la herida era amplia pero dudaba que fuese profunda; me había dejado caer de rodillas llevando la mano a mi costado para detener el sangrado, comparada con heridas del pasado esta no parecía ser tan grave. Mientras me concentraba en detener el sangrado escuchaba al hombre hablar ¿Qué demonios le pasaba para comportarse así? Levanté la cabeza para observar cómo apuntaba a Alice con su arma, segundos después ya estaba preparando el ataque.
Sin tomarme la molestia en buscar la flecha qué momento antes había tirado tomé impulso y con movimientos torpes me abalancé contra el hombre del hacha antes de que pudiese descargar el golpe letal contra la bruja. A causa de la fuerza ejercida noté como la herida del costado se abría un poco más y la sangre manaba con algo más de rapidez.
- ¡Quítate de encima, bicho! – Gritó el sujeto que había quedado bajo mi cuerpo, el arma se le había resbalado de las manos y estaba un par de metros cerca de él. - ¡A entrometidos como tu hay que darles una lección! – Sostenía con la fuerza suficiente uno de los brazos de aquel sujeto pero la ira que tenía le aportaba más fuerza de la que parecía tener, con su brazo libre aprovechó la ventaja y descargó un golpe en el mismo sitio donde me había herido.
El dolor se hizo insoportable y me dejé empujar por la fuerza del puñetazo, di unas cuantas vueltas hacía un árbol y volví a sujetar mi costado conteniendo la sangre que ahora si fluía tal como la recordaba. Aquel impacto me había dejado sin aire y dudaba recomponerme rápidamente para ayudar a la bruja, esperaba que Alice ya se hubiese recuperado del impacto inicial.
- Yo nunca dije que te fuese a subestimar… a veces de quien menos se sospecha es quien resulta ser más peligroso. – Aquello era verdad ¿Cuántas veces un simple vagabundo resultaba ser parte de una trampa? Muchas veces. – Y si esa cosita puede matar tal como lo dices… preferiría que lo mantengas lejos de mí, de cierto modo aprecio mi vida.
Cuando la luz del sol ya había abandonado el cielo, la bruja había optado por tomar una rama y transformarla en antorcha con sus poderes “Al menos usó el fuego en la rama y no conmigo” Por lo menos ya había algo de luz para el camino, por otro lado me tocaba responder la ronda de preguntas.
- Ni mercenario ni héroe… solo un idiota. – Comenté mientras me encogía de hombros. – Buscaba hacer algún trueque o venta a cambio de fruta o carne de roedores, no es como si hubiese despertado queriendo poner mi vida en juego. – Generalmente las personas tenían más motivos para meterse en problemas, yo lo hacía inconscientemente y cuando me fijaba que era una mala idea resultaba ser demasiado tarde, lo bueno es que esta vez la cosa seguramente sería fácil ya que cazar osos no sería complicado… yo era un cazador después de todo, debía resultar fácil… o eso esperaba.
Lo siguiente por el camino fue relativamente en calma, pude notar como de vez en cuando la bruja se quedaba contemplando uno que otro animal, pareciese que fuera la primera vez que veía a la fauna del bosque. Todo el ambiente pacífico acabó con algunos gritos, una luz se venía acercando lo cual podía ser mala señal; consideré desenfundar mi arco del carcaj pero un gesto de la bruja me hizo detener.
- Por lo visto quiere proteger a los osos… seguramente no es del pueblo. – Dije por lo bajo a Alice mientras el sujeto se hacía más visible.
El hombre sostenía un hacha en su otra mano, con aquello era claro que sería una amenaza. Hacía gestos con la mano que sostenía la antorcha, posiblemente exigiendo que nos retirásemos de aquel sitio… pero de una manera nada amable; además el tono rojizo de su cara daba a entender que no estaba muy feliz.
De un momento a otro dirigió un ataque que dejó tendida a la bruja en el suelo, aquello era suficiente para dejarme claro que debía interferir y usar mi arco si era necesario, un loco no podía llegar agrediendo e irse como si nada.
- Por lo visto deberías hacerte caso también, nadie te llamo para que te metieras en nuestro propósito. – Llevé mi mano al carcaj y retiré una de las flechas, debido a la distancia no veía factible sacar el arco y buscar la manera de disparar… además aquello me tomaría mucho más tiempo. – No me gusta amenazar… realmente mi estilo es esperar que la desgracia suceda a ver cómo actuar, pero si llegas a mover esa arma no prometo que algo bueno pueda pasar. – Movilicé la flecha por mis dedos dejando la punta metálica brillar ante la luz de la antorcha.
- Otro imbécil que no sabe cerrar la boca y no meterse en asuntos ajenos.- El del hacha escupía las palabras con un tono claro de ira. - ¿Acaso también quieres que te cierre la boca a ti? – Me apuntó en aquel momento con el hacha sacudiéndola en el aire, por lo visto no habría manera de razonar con calma.
- Nosotros solo venimos a ayudar a los habitantes de aquel pueblo… no buscando problemas.
- ¿¡Qué parte de cierra la boca no entiendes!? - Aquel comportamiento no era natural, por lo visto también podría haber alguna sustancia de por medio. El sujeto tiro la antorcha que sujetaba al suelo y sostuvo con ambas manos el hacha, con una velocidad que no creí posible en aquel hombre me dirigió un golpe que de suerte logre esquivar… o al menos la gran parte ya que el filo del arma había cortado parte de mi atuendo y un poco de mi costado. – Esto les enseñará a aceptar las advertencias. – El sujeto se giró un momento y señaló a la bruja con el hacha. - ¿Entendieron mocosos? – Y acto seguido bajo el arma contra la joven.
La sangre manaba con lentitud de mi costado, la herida era amplia pero dudaba que fuese profunda; me había dejado caer de rodillas llevando la mano a mi costado para detener el sangrado, comparada con heridas del pasado esta no parecía ser tan grave. Mientras me concentraba en detener el sangrado escuchaba al hombre hablar ¿Qué demonios le pasaba para comportarse así? Levanté la cabeza para observar cómo apuntaba a Alice con su arma, segundos después ya estaba preparando el ataque.
Sin tomarme la molestia en buscar la flecha qué momento antes había tirado tomé impulso y con movimientos torpes me abalancé contra el hombre del hacha antes de que pudiese descargar el golpe letal contra la bruja. A causa de la fuerza ejercida noté como la herida del costado se abría un poco más y la sangre manaba con algo más de rapidez.
- ¡Quítate de encima, bicho! – Gritó el sujeto que había quedado bajo mi cuerpo, el arma se le había resbalado de las manos y estaba un par de metros cerca de él. - ¡A entrometidos como tu hay que darles una lección! – Sostenía con la fuerza suficiente uno de los brazos de aquel sujeto pero la ira que tenía le aportaba más fuerza de la que parecía tener, con su brazo libre aprovechó la ventaja y descargó un golpe en el mismo sitio donde me había herido.
El dolor se hizo insoportable y me dejé empujar por la fuerza del puñetazo, di unas cuantas vueltas hacía un árbol y volví a sujetar mi costado conteniendo la sangre que ahora si fluía tal como la recordaba. Aquel impacto me había dejado sin aire y dudaba recomponerme rápidamente para ayudar a la bruja, esperaba que Alice ya se hubiese recuperado del impacto inicial.
Fredericksen
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Re: El precio de la amistad [Trabajo][Fredericksen - Alice Kyteler]
Alice seguía mareada, con la vista borrosa producto del fuerte golpe, sin embargo reunió fuerzas para poder levantarse y ayudar Candau. Lo miró de reojo estaba tendido en el suelo, al parecer muy malherido.
Debía hacer algo, sino ese desquiciado acabaría con los dos de un pestañeo. El hacha estaba lejos de el, pero debía ser rápida para alejar el arma del alcance su alcance, la cabeza todavía le daba vueltas.
Se puso de pie y corrió dando tumbos hacia donde se encontraba el hombre y se abalanzó sobre el, haciendo que se desestabilice y caiga al piso, producto del ataque sorpresa. El individuo era corpulento pero torpe en sus movimientos lo que era beneficioso para ella.
Sacó la horquilla de cabello y con todas sus fuerzas la clavó en el ojo hundiéndola hasta el fondo para luego sacarla con brusquedad. El hombre dio un grito agudo de dolor, cubriéndose el rostro con ambas manos, maldiciendo a la joven, giraba de un lado a otro y como pudo intento apoyar la rodilla en el piso para ponerse de pie.
La bruja se acercó a Candau y le arrebató la flecha sosteniéndola con dificultad, para ese momento el loco ya se había puesto de pie y avanzaba vacilante con una mano cubriendo el ojo mientras la sangre le escurría entre los dedos. Tomó valor y logró calentar la flecha tanto que aquella se enrojeció, cerrando los ojos la se dirigió hacia el malherido hombre y la clavo sin piedad.
Todo fue silencio, abrió los ojos y lo vio tendido en el piso atravesado con la flecha, estaba muerto sin dudas, aún se percibía el olor tan característico de la carne en contacto con el fuego. Sacudió la cabeza todavía dolorida y algo confundida, -¡¡¡Candau!!!- Exclamó, debía ir en su ayuda, esperaba que no fuera demasiado tarde, pues estaba muy herido.
Se acercó a el arrodillándose a su lado, intentando examinar las heridas, arrugó el entrecejo cuando vio la sangre escurrir, -Esto no se ve bien, pero tranquilo intentaré ayudarte- . No tenia conocimiento alguno sobre como curar una herida pero recordó como un brujo le ayudó a sanar su herida en el pasado, quizás eso serviría en esta situación.
Se quitó un trozo de tela del vestido y lo apartó a un costado, miró una vez más la herida moviendo la cabeza a modo de negación, -Esto dolerá pero es lo único que puedo hacer para salvarte la vida…amigo-.
Arrugó el pedazo de tela y lo puso en la boca del cazador, se frotó las manos hasta calentar como hierro las yemas de sus dedos, apartó la el pedazo de ropa hecha girones para unir la piel, y con la punta del dedo índice recorrió la herida una y otra vez, hasta que el sangrado se detuvo. Retiró las manos y comprobó que la herida se había sellado completamente.
Le retiró el pedazo de tela de la boca e intentó ponerlo en una posición cómoda para que se recupere. Volvió a romper un poco de tela de su vestido y cubrió la herida para protegerla, -Creo que estarás bien, aunque me debes un vestido nuevo- sonrió a modo de broma. Se puso de pie y comenzó a recolectar ramas para encender una nueva hoguera y así pasar la noche esta vez a salvo.
Debía hacer algo, sino ese desquiciado acabaría con los dos de un pestañeo. El hacha estaba lejos de el, pero debía ser rápida para alejar el arma del alcance su alcance, la cabeza todavía le daba vueltas.
Se puso de pie y corrió dando tumbos hacia donde se encontraba el hombre y se abalanzó sobre el, haciendo que se desestabilice y caiga al piso, producto del ataque sorpresa. El individuo era corpulento pero torpe en sus movimientos lo que era beneficioso para ella.
Sacó la horquilla de cabello y con todas sus fuerzas la clavó en el ojo hundiéndola hasta el fondo para luego sacarla con brusquedad. El hombre dio un grito agudo de dolor, cubriéndose el rostro con ambas manos, maldiciendo a la joven, giraba de un lado a otro y como pudo intento apoyar la rodilla en el piso para ponerse de pie.
La bruja se acercó a Candau y le arrebató la flecha sosteniéndola con dificultad, para ese momento el loco ya se había puesto de pie y avanzaba vacilante con una mano cubriendo el ojo mientras la sangre le escurría entre los dedos. Tomó valor y logró calentar la flecha tanto que aquella se enrojeció, cerrando los ojos la se dirigió hacia el malherido hombre y la clavo sin piedad.
Todo fue silencio, abrió los ojos y lo vio tendido en el piso atravesado con la flecha, estaba muerto sin dudas, aún se percibía el olor tan característico de la carne en contacto con el fuego. Sacudió la cabeza todavía dolorida y algo confundida, -¡¡¡Candau!!!- Exclamó, debía ir en su ayuda, esperaba que no fuera demasiado tarde, pues estaba muy herido.
Se acercó a el arrodillándose a su lado, intentando examinar las heridas, arrugó el entrecejo cuando vio la sangre escurrir, -Esto no se ve bien, pero tranquilo intentaré ayudarte- . No tenia conocimiento alguno sobre como curar una herida pero recordó como un brujo le ayudó a sanar su herida en el pasado, quizás eso serviría en esta situación.
Se quitó un trozo de tela del vestido y lo apartó a un costado, miró una vez más la herida moviendo la cabeza a modo de negación, -Esto dolerá pero es lo único que puedo hacer para salvarte la vida…amigo-.
Arrugó el pedazo de tela y lo puso en la boca del cazador, se frotó las manos hasta calentar como hierro las yemas de sus dedos, apartó la el pedazo de ropa hecha girones para unir la piel, y con la punta del dedo índice recorrió la herida una y otra vez, hasta que el sangrado se detuvo. Retiró las manos y comprobó que la herida se había sellado completamente.
Le retiró el pedazo de tela de la boca e intentó ponerlo en una posición cómoda para que se recupere. Volvió a romper un poco de tela de su vestido y cubrió la herida para protegerla, -Creo que estarás bien, aunque me debes un vestido nuevo- sonrió a modo de broma. Se puso de pie y comenzó a recolectar ramas para encender una nueva hoguera y así pasar la noche esta vez a salvo.
Alice Kyteler
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Re: El precio de la amistad [Trabajo][Fredericksen - Alice Kyteler]
El golpe había sido más grave de lo que parecía o quizá había sido el sitio del golpe el que me había afectado de más, el asunto es que a causa del dolor había estado cerca de perder el conocimiento… ¿O quizá era la falta de sangre? Sacudí la cabeza para mantenerme atento a los sucesos y apartar los pensamientos innecesarios.
Mientras trataba de recomponerme solo podía escuchar golpes y pasos; en alguna ocasión escuché un grito y supuse que era del sujeto, la voz había sido muy grave para que fuese de Alice… a menos de que ya estuviese desvariando y no captara bien los sonidos, en aquel caso quizá si pudiese haber sido un grito de la bruja.
Sacudí la mano en el aire limpian la sangre que comenzaba a manchar de más a esta, tenía cosas más importantes en la que concentrarme, la pelea podía esperar… claro, si el sujeto decidía huir y no me asesinaba. Aun tratando de estabilizarme noté como la bruja me quitaba la flecha, una buena señal ya que significaba que todavía alguien que pudiera defender al “grupo”.
Sentarme me costó un esfuerzo mayor al que creí necesario, por lo visto el dolor comenzaba a incrementar cada vez más junto al sangrado. Cuando dirigí la mirada a donde debía haber una pelea me conseguí al sujeto muerto con mi flecha enterrada en el ojo, lo único extraño era el olor a carne quemada que había. La bruja gritó mi nombre para apresurarse en acercarse a mi persona, realmente no veía tan necesario el hecho de gritar si no estaba tan lejos.
- Si si, soy Candau… todo relativamente bien. – Comenté haciendo un gesto con la mano que no usaba para detener el sangrado. – aunque no se por cuan mucho tiempo esté bien.
Realmente no es que necesitara mucha ayuda, quizá unos vendajes simples… o a algún elfo que pudiera cerrar esa herida sin mucho problemas, lo básico en momentos de emergencias. Miré con cierta preocupación como la bruja arrancaba un trozo de tela, su mirada en la herida no auguriaba nada bueno.
- Mi vida está bien, lo juro… no es necesario salvarla, no veo por qué es necesario experimentar do…- Mis quejas fueron acalladas cuando la mujer insertó el trozo de tela en mi boca, en aquel momento me preocupaba lo que ella estuviese planeando.
Alice frotó sus manos de las cuales desprendía cierto calor, me había quedado en blanco por un momento haciéndome una idea de lo que iba a hacer; había visto aquella técnica antes pero con metal caliente en Arygos… la dragona no lo había pasado nada bien. La punta del dedo de Alice deslizo mi herida causando un dolor agudo, nunca había sentido algo tan terrible como aquello; sin pensarlo mordí la tela que había en mi boca y me arqueé apoyando la cabeza en el suelo, ya comprendía porque la dragona en el pasado había sufrido tanto.
Mi respiración se había acelerado y sentía como las lagrimas comenzaban a salir de mis ojos, aquello no era nada agradable, supuse que prefería haber muerto que sufrir aquel tormento… bueno, realmente eso era exagerar pero hubiese preferido un simple vendaje y que me llenasen la herida de alcohol.
Había sentido el momento exacto cuando la bruja terminó su “ayuda” pero aun así el dolor seguía, dejé caer mi cuerpo de lado dejando que la tela que cubría mi boca se alejara, en otra situación hubiese afrontado el momento con una broma pero mi mente aun no lograba pensar algo razonable.
Cuando por fin mi respiración se calmo me senté nuevamente y sequé las lagrimas que habían caído por mis mejillas, aquella experiencia se había ganado el puesto como número 1 en dolor sufrido. Observé a la bruja que había comenzado a recolectar ramas, posiblemente para una fogata.
- ¿Acaso marcas de esta manera a todos tus compañeros? – Bromeé observando la herida cubierta. – Si hubiese sabido que sería así no hubiese venido… ni loco. – Con otro gran esfuerzo me coloqué de pie y observé el panorama, no fue una gran sorpresa encontrarme al atacante ahora muerto. – Al menos me fue mejor que a este tipo.
Con pasos lentos y cortos me acerqué hasta el cuerpo muerto, por lo visto la había pasado peor que un simple corte en el costado. Le di un par de empujones con el pie para verificar si estaba muerto, las heridas lo dejaban claro pero prefería saber si aquello era del todo cierto… jamás se sabía cuando alguien fingía.
- ¿Por qué crees que nos atacara así? Dudo que el amor por los animales haga que alguien se enoje de tal manera… a menos que sea un elfo. – Arranqué la flecha que seguía clavada en el sujeto y la usé para empujar un poco su rostro, debía fijarme mejor en sus orejas para asegurar mi teoría. – No… no es un elfo, lo cual nos lleva a la interrogante inicial ¿Por qué? – Limpié la punta de la flecha con mi camisa y observé a Alice. – Y disculpa si no te ayudo con las ramas… ya sabes, casi muero hace nada; no quiero tentar a la suerte pero para compensarlo cocinaré... ¿Qué te parece ardilla asada?
Mientras trataba de recomponerme solo podía escuchar golpes y pasos; en alguna ocasión escuché un grito y supuse que era del sujeto, la voz había sido muy grave para que fuese de Alice… a menos de que ya estuviese desvariando y no captara bien los sonidos, en aquel caso quizá si pudiese haber sido un grito de la bruja.
Sacudí la mano en el aire limpian la sangre que comenzaba a manchar de más a esta, tenía cosas más importantes en la que concentrarme, la pelea podía esperar… claro, si el sujeto decidía huir y no me asesinaba. Aun tratando de estabilizarme noté como la bruja me quitaba la flecha, una buena señal ya que significaba que todavía alguien que pudiera defender al “grupo”.
Sentarme me costó un esfuerzo mayor al que creí necesario, por lo visto el dolor comenzaba a incrementar cada vez más junto al sangrado. Cuando dirigí la mirada a donde debía haber una pelea me conseguí al sujeto muerto con mi flecha enterrada en el ojo, lo único extraño era el olor a carne quemada que había. La bruja gritó mi nombre para apresurarse en acercarse a mi persona, realmente no veía tan necesario el hecho de gritar si no estaba tan lejos.
- Si si, soy Candau… todo relativamente bien. – Comenté haciendo un gesto con la mano que no usaba para detener el sangrado. – aunque no se por cuan mucho tiempo esté bien.
Realmente no es que necesitara mucha ayuda, quizá unos vendajes simples… o a algún elfo que pudiera cerrar esa herida sin mucho problemas, lo básico en momentos de emergencias. Miré con cierta preocupación como la bruja arrancaba un trozo de tela, su mirada en la herida no auguriaba nada bueno.
- Mi vida está bien, lo juro… no es necesario salvarla, no veo por qué es necesario experimentar do…- Mis quejas fueron acalladas cuando la mujer insertó el trozo de tela en mi boca, en aquel momento me preocupaba lo que ella estuviese planeando.
Alice frotó sus manos de las cuales desprendía cierto calor, me había quedado en blanco por un momento haciéndome una idea de lo que iba a hacer; había visto aquella técnica antes pero con metal caliente en Arygos… la dragona no lo había pasado nada bien. La punta del dedo de Alice deslizo mi herida causando un dolor agudo, nunca había sentido algo tan terrible como aquello; sin pensarlo mordí la tela que había en mi boca y me arqueé apoyando la cabeza en el suelo, ya comprendía porque la dragona en el pasado había sufrido tanto.
Mi respiración se había acelerado y sentía como las lagrimas comenzaban a salir de mis ojos, aquello no era nada agradable, supuse que prefería haber muerto que sufrir aquel tormento… bueno, realmente eso era exagerar pero hubiese preferido un simple vendaje y que me llenasen la herida de alcohol.
Había sentido el momento exacto cuando la bruja terminó su “ayuda” pero aun así el dolor seguía, dejé caer mi cuerpo de lado dejando que la tela que cubría mi boca se alejara, en otra situación hubiese afrontado el momento con una broma pero mi mente aun no lograba pensar algo razonable.
Cuando por fin mi respiración se calmo me senté nuevamente y sequé las lagrimas que habían caído por mis mejillas, aquella experiencia se había ganado el puesto como número 1 en dolor sufrido. Observé a la bruja que había comenzado a recolectar ramas, posiblemente para una fogata.
- ¿Acaso marcas de esta manera a todos tus compañeros? – Bromeé observando la herida cubierta. – Si hubiese sabido que sería así no hubiese venido… ni loco. – Con otro gran esfuerzo me coloqué de pie y observé el panorama, no fue una gran sorpresa encontrarme al atacante ahora muerto. – Al menos me fue mejor que a este tipo.
Con pasos lentos y cortos me acerqué hasta el cuerpo muerto, por lo visto la había pasado peor que un simple corte en el costado. Le di un par de empujones con el pie para verificar si estaba muerto, las heridas lo dejaban claro pero prefería saber si aquello era del todo cierto… jamás se sabía cuando alguien fingía.
- ¿Por qué crees que nos atacara así? Dudo que el amor por los animales haga que alguien se enoje de tal manera… a menos que sea un elfo. – Arranqué la flecha que seguía clavada en el sujeto y la usé para empujar un poco su rostro, debía fijarme mejor en sus orejas para asegurar mi teoría. – No… no es un elfo, lo cual nos lleva a la interrogante inicial ¿Por qué? – Limpié la punta de la flecha con mi camisa y observé a Alice. – Y disculpa si no te ayudo con las ramas… ya sabes, casi muero hace nada; no quiero tentar a la suerte pero para compensarlo cocinaré... ¿Qué te parece ardilla asada?
Fredericksen
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Re: El precio de la amistad [Trabajo][Fredericksen - Alice Kyteler]
¿Por qué ese sujeto había actuado así? Era la interrogante que les rondaba en la cabeza, y a la cual por lo pronto ninguno tenía respuesta, Alice se encogió de hombros mirándolo, pues tampoco tenía certeza de lo que pasaba por la mente del encolerizado sujeto que por poco acaba con sus vidas. -Creo que esto no se trata de un oso, presiento que hay algo mas grande y peligroso que una simple bestia peluda, pero no me hagas caso, suelo sobre dimensionar las cosas e imaginarme desgracias a menudo-Negó con la cabeza..
Recogía las ramas para armar la hoguera, mientras que con el rabillo del ojo miraba a Candau, aun se veía débil, estaba algo pálido producto de la perdida de sangre pero sabia que se pondría bien si descansaba un poco.
El de manera amable se ofrecio a cocinar a lo que ella con una cálida sonrisa y algo de incredulidad respondió -¿Ardillas…estas bromeando supongo?- lo miró con cierta incredulidad pues tenían un morral lleno de provisiones y el pensaba cocinar ¿ardillas?, sin embargo no planeaba ser descortés, y si había que comer eso como plato principal pues bienvenido sea.
La bruja se frotó las manos nuevamente y puso las palmas sobre las ramas las cuales comenzaron a desprender un leve hilo de humo, el que fue aumentando en intensidad hasta que el fuego se avivó por completo. La noche comenzaba a tornarse fría, se frotó las manos frente a la hoguera cuyos tonos anaranjados iluminaban de color esa noche, -ven acércate- hizo un gesto con la mano invitándolo a ponerse en frente de la hoguera.
-¡¡Pero que tonta soy!!!- exclamó, se acercó hacia el para servirle de apoyo para que pueda ponerse de pie, -Sé que aún duele y seguirá doliendo por un tiempo- dijo en tono serio tendiéndole la mano para que el la sujetara, -Gracias por salvarme la vida Candau…y sobre todo lamento el hecho de haberte provocado un dolor semejante pero no tuve otra alternativa, pero valió la pena, aquí estas, vivo y entero- rió un poco intentando quitar dramatismo a lo vivido hace un rato.
Recogía las ramas para armar la hoguera, mientras que con el rabillo del ojo miraba a Candau, aun se veía débil, estaba algo pálido producto de la perdida de sangre pero sabia que se pondría bien si descansaba un poco.
El de manera amable se ofrecio a cocinar a lo que ella con una cálida sonrisa y algo de incredulidad respondió -¿Ardillas…estas bromeando supongo?- lo miró con cierta incredulidad pues tenían un morral lleno de provisiones y el pensaba cocinar ¿ardillas?, sin embargo no planeaba ser descortés, y si había que comer eso como plato principal pues bienvenido sea.
La bruja se frotó las manos nuevamente y puso las palmas sobre las ramas las cuales comenzaron a desprender un leve hilo de humo, el que fue aumentando en intensidad hasta que el fuego se avivó por completo. La noche comenzaba a tornarse fría, se frotó las manos frente a la hoguera cuyos tonos anaranjados iluminaban de color esa noche, -ven acércate- hizo un gesto con la mano invitándolo a ponerse en frente de la hoguera.
-¡¡Pero que tonta soy!!!- exclamó, se acercó hacia el para servirle de apoyo para que pueda ponerse de pie, -Sé que aún duele y seguirá doliendo por un tiempo- dijo en tono serio tendiéndole la mano para que el la sujetara, -Gracias por salvarme la vida Candau…y sobre todo lamento el hecho de haberte provocado un dolor semejante pero no tuve otra alternativa, pero valió la pena, aquí estas, vivo y entero- rió un poco intentando quitar dramatismo a lo vivido hace un rato.
Alice Kyteler
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Re: El precio de la amistad [Trabajo][Fredericksen - Alice Kyteler]
- Claramente no se trata de un simple oso, recuerda que nos dijeron que eran varios… seguramente aquel sujeto quería llevarse la gloria por su cuenta y le molestaba que estuviésemos para ayudar, quien sabe... tal vez solo estaba con setas hasta la cabeza. – Me encogí de hombros quitándole un poco de importancia a mis palabras. – Pero está bien tener otras conclusiones sobre la mesa.
La reacción de la bruja fue la que las personas acostumbran a dar cuando se les ofrece ardilla para comer, realmente no veía porque se ponían así… era casi como comer conejo pero con un poco menos de carne, nada extraño. Llevé la mano a mi bolsa y desaté el nudo que tenía para abrirla, seguramente Alice quería pruebas de que estaba hablando en serio.
- Claro que ardillas, abundan por los bosques y son saludables de cierto modo. – Saqué un par de ardillas de la bolsa y sacudí los cuerpos muertos para que la joven los notara mejor. –Aunque creo que aun me queda un conejo… por si tienes problemas o algo. – Tal vez la idea de comer algo menos “Extraño” confortara a la bruja.
Tuve tiempo para ver como Alice encendía una fogata con tan solo usar sus manos, aquello resultaba sorprendente y cómodo pensándolo desde el modo de supervivencia; ella nunca iba a necesitar chocar dos rocas para generar fuego o frotar ramas… solo usar sus manos “Realmente increíble”.
La bruja se había ofrecido para servirme de apoyo para andar… por lo visto me creía más endeble de lo que parecía, cosa que no era del todo cierta; si me dolía la herida y resultaba molestia pero no era como para que me tratase como alguien que no puede moverse. De todos modos acepté la ayuda de esta.
- Este dolor es lo de menos… ya deberías verme cuando me parto alguna pierna por caerme de un árbol, las primeras veces gritaba pero ya no; mi maestro decía que era muy torpe. – Tomé la mano de la bruja y la usé como apoyó un par de pasos. – Y no te preocupes, supongo que estamos a mano, yo te salvo y tú evitaste que esa herida me partiera a la mitad.
Volví a apartarme de la bruja y luego me dejé caer junto al fuego, y coloqué las ardillas y el conejo muero en el suelo; deslicé un dedo por el filo de la flecha que la bruja había usado para matar a aquel sujeto extraño y comprobé el filo de esta. – Bien, aun puede cortar. – Comenté por lo bajo.
- ¿Te molestaría buscar unas 5 ramas más y raíces? Ya sabes, de las raíces largas ... No creo que sea decente empalar la comida para luego comerla. – Observé a la bruja por un momento esperando su respuesta. – Mientras tanto voy destripando estas cosas.
Sin esperar más otra respuesta tomé una de las ardillas y la abrí desde el torso con el filo de la flecha, había que sacar bien las cosas inservibles de aquel animal antes de comerlo… un malestar de estomago no era recomendable nunca.
La reacción de la bruja fue la que las personas acostumbran a dar cuando se les ofrece ardilla para comer, realmente no veía porque se ponían así… era casi como comer conejo pero con un poco menos de carne, nada extraño. Llevé la mano a mi bolsa y desaté el nudo que tenía para abrirla, seguramente Alice quería pruebas de que estaba hablando en serio.
- Claro que ardillas, abundan por los bosques y son saludables de cierto modo. – Saqué un par de ardillas de la bolsa y sacudí los cuerpos muertos para que la joven los notara mejor. –Aunque creo que aun me queda un conejo… por si tienes problemas o algo. – Tal vez la idea de comer algo menos “Extraño” confortara a la bruja.
Tuve tiempo para ver como Alice encendía una fogata con tan solo usar sus manos, aquello resultaba sorprendente y cómodo pensándolo desde el modo de supervivencia; ella nunca iba a necesitar chocar dos rocas para generar fuego o frotar ramas… solo usar sus manos “Realmente increíble”.
La bruja se había ofrecido para servirme de apoyo para andar… por lo visto me creía más endeble de lo que parecía, cosa que no era del todo cierta; si me dolía la herida y resultaba molestia pero no era como para que me tratase como alguien que no puede moverse. De todos modos acepté la ayuda de esta.
- Este dolor es lo de menos… ya deberías verme cuando me parto alguna pierna por caerme de un árbol, las primeras veces gritaba pero ya no; mi maestro decía que era muy torpe. – Tomé la mano de la bruja y la usé como apoyó un par de pasos. – Y no te preocupes, supongo que estamos a mano, yo te salvo y tú evitaste que esa herida me partiera a la mitad.
Volví a apartarme de la bruja y luego me dejé caer junto al fuego, y coloqué las ardillas y el conejo muero en el suelo; deslicé un dedo por el filo de la flecha que la bruja había usado para matar a aquel sujeto extraño y comprobé el filo de esta. – Bien, aun puede cortar. – Comenté por lo bajo.
- ¿Te molestaría buscar unas 5 ramas más y raíces? Ya sabes, de las raíces largas ... No creo que sea decente empalar la comida para luego comerla. – Observé a la bruja por un momento esperando su respuesta. – Mientras tanto voy destripando estas cosas.
Sin esperar más otra respuesta tomé una de las ardillas y la abrí desde el torso con el filo de la flecha, había que sacar bien las cosas inservibles de aquel animal antes de comerlo… un malestar de estomago no era recomendable nunca.
Fredericksen
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Re: El precio de la amistad [Trabajo][Fredericksen - Alice Kyteler]
Alice asintió con la cabeza a las instrucciones del cazador, ella no tenía mucha experiencia en esas cosas de supervivencia, pero…¿qué tan complicado seria encontrar un par de ramas unas raíces?, sería una tarea sencilla que no requiere experticia, eso pensó y la reconfortó un poco.
Iba a partir en busca de las ramas y raíces pero se detuvo al mirar como destripaba a la desafortunada ardilla, al parecer era un experto y pensaba que incluso sería capaz de hacerlo con los ojos cerrados y no errar.
Se arrodilló para apreciar mejor y permaneció en silencio sin embargo su curiosidad fue más fuerte –Parece fácil, pero seguro no lo es… ¿Hace mucho tiempo que te dedicas a destripar inocentes ardillas?- dijo en voz baja para no desconcentrarlo pues estaba manipulando algo filoso, y lo último que quería era que él se lastimara una vez más por su culpa.
-Que tonta soy, será mejor que vaya por lo que me has pedido, ya tengo hambre y quiero probar como saben esas ardillas- sonrió y se dispuso a buscar las ramas, pero por los alrededores no habían raíces largas como él las requería. No había otra alternativa más que adentrarse un poco en el bosque para conseguirlas.
Respiró hondo y se encaminó sin embargo era una búsqueda a ciegas pues la luz de la luna poco y nada ayudaba, tampoco tenía nada como para usar de antorcha. Apeló a sus sentidos y continúo hasta encontrar un par de ramas, ya iba en la quinta pero decidió cargar más por si se hacían escasas, -Ahora las dichosas “raíces largas”- pronunciaba esto con un poco de enfado imitando la voz de él.
A la vera de un árbol estaban las raíces que buscaba y rápidamente se dispuso a arrancarlas, pero algo llamó poderosamente su atención, le pareció escuchar el crujir de las hojas, tal como si fueran pasos o quizás pisadas, aun no estaba segura.
Pensó que era él quien le estaba jugando una broma al querer asutarla, y eso la tranquilizó pero el ruido se hacía más y más próximo – ¿Candau eres tú?- preguntó con cierta inquietud, no había respuesta alguna, Alice comenzó a asustarse –Te aseguro que si esto es un broma no me está gustando-.
Desde la oscuridad emergía una criatura la cual estaba por abalanzarse sobre la bruja, esta arrojó las ramas y salió corriendo intentando escapar. Sus movimientos eran ágiles y veloces, mientras que Alice trataba de esquivar las ramas y todo lo que pudiera hacer que pierda el equilibrio, podía sentir a la criatura acercarse cada vez más –¡¡¡¡Ayúdame!!!- gritaba desesperada con la esperanza que el cazador la oyera.
Iba a partir en busca de las ramas y raíces pero se detuvo al mirar como destripaba a la desafortunada ardilla, al parecer era un experto y pensaba que incluso sería capaz de hacerlo con los ojos cerrados y no errar.
Se arrodilló para apreciar mejor y permaneció en silencio sin embargo su curiosidad fue más fuerte –Parece fácil, pero seguro no lo es… ¿Hace mucho tiempo que te dedicas a destripar inocentes ardillas?- dijo en voz baja para no desconcentrarlo pues estaba manipulando algo filoso, y lo último que quería era que él se lastimara una vez más por su culpa.
-Que tonta soy, será mejor que vaya por lo que me has pedido, ya tengo hambre y quiero probar como saben esas ardillas- sonrió y se dispuso a buscar las ramas, pero por los alrededores no habían raíces largas como él las requería. No había otra alternativa más que adentrarse un poco en el bosque para conseguirlas.
Respiró hondo y se encaminó sin embargo era una búsqueda a ciegas pues la luz de la luna poco y nada ayudaba, tampoco tenía nada como para usar de antorcha. Apeló a sus sentidos y continúo hasta encontrar un par de ramas, ya iba en la quinta pero decidió cargar más por si se hacían escasas, -Ahora las dichosas “raíces largas”- pronunciaba esto con un poco de enfado imitando la voz de él.
A la vera de un árbol estaban las raíces que buscaba y rápidamente se dispuso a arrancarlas, pero algo llamó poderosamente su atención, le pareció escuchar el crujir de las hojas, tal como si fueran pasos o quizás pisadas, aun no estaba segura.
Pensó que era él quien le estaba jugando una broma al querer asutarla, y eso la tranquilizó pero el ruido se hacía más y más próximo – ¿Candau eres tú?- preguntó con cierta inquietud, no había respuesta alguna, Alice comenzó a asustarse –Te aseguro que si esto es un broma no me está gustando-.
Desde la oscuridad emergía una criatura la cual estaba por abalanzarse sobre la bruja, esta arrojó las ramas y salió corriendo intentando escapar. Sus movimientos eran ágiles y veloces, mientras que Alice trataba de esquivar las ramas y todo lo que pudiera hacer que pierda el equilibrio, podía sentir a la criatura acercarse cada vez más –¡¡¡¡Ayúdame!!!- gritaba desesperada con la esperanza que el cazador la oyera.
Alice Kyteler
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Re: El precio de la amistad [Trabajo][Fredericksen - Alice Kyteler]
La bruja resultaba colaboradora, no refutó cuando le pedí que buscara las cosas en la fauna, aunque tal vez pudiera haber sido a causa de mi “deplorable estado” que se limitaba a una herida recién cerrada pero aun dolorosa, aunque el dolor era lo de menos, había pasado por cosas peores y ahora solo había una leve molestia.
- No son tan inocentes, a veces te muerden cuando duermes. – Respondí a la bruja que había hablado por lo bajo. – Y llevo mucho tiempo haciendo esto… tomando en cuenta que no salí del bosque por al menos 2 años, además de las veces que mi maestro me obligaba a preparar comida, puede decirse que tengo practica. - Encogí los hombros y volví a sacar lo comestible de la ardilla, aquello ya era como caminar, podía hacerlo con los ojos cerrados… aunque realmente no quería arriesgarme a perder un dedo por idiota.
Después de la joven llamarse tonta a si misma si partió a buscar las ramas, no sabía porque pero al parecer ella tenía ganas de comer ardillas, era la primera persona que decía algo así desde que tenía memoria… hasta yo casi vomité cuando fui a comer aquel animal por primera vez, no era agradable que a un niño de 7 años le hubiesen dado como única opción comer aquello.
Luego de que Alice se fue me quedé contemplando la flecha y ardilla que tenía en manos “Vaya, una costumbre de hace 13 años…” De cierto modo era impresionante, ya habían pasado 13 años desde haber perdido un sitio donde vivir como alguien normal “Y también ya pasaron los 2 años en los cuales viví como un ermitaño.” Era tan raro, nunca me había detenido a pensar en aquello y ahora con una simple charla había traído esos recuerdos.
- Impresionante ¿No amiguita? – Pregunté a la ardilla muerta, sentía que sus ojos vacíos y sin vida me juzgaban de cierta forma. – Si claro, como si tú supieras de lo que hablo. – Y luego retomando la rutina saqué lo no comestible del animal.
Los pasos de la bruja se habían pedido en el bosque, por lo visto se había adentrado lo suficiente para buscar las cosas aunque estas fácilmente se hallarían en la cercanía, por lo visto ella no debería tener mucha experiencia en supervivencia. Todo cambió de un momento a otro, el silencio se encontró interrumpido por el grito de ayuda de Alice, aparté la mirada de la ardilla y levanté la cabeza tratando de ubicar la procedencia de este como tal “Algo al norte”.
La luz de luna no favorecía a la vista nocturna, así que antes de adentrarme a la maleza tomé una rama que ardía de la fogata y la levanté, aquello serviría para iluminar el camino aunque no sabía qué pasaría si debía usar el arco “Aunque quizá solo se asustara… si, posiblemente fuese eso ¿Qué posibilidades hay de conseguir 2 locos con armas en la misma noche?” Trataba de creer que ninguna pero algo en mi cabeza apuntaba a que podía ser posible.
Comencé a adentrarme entre los arboles levantando la antorcha improvisada para poder ver, llevaba el arco colgado al hombro por si era necesario aunque esperaba que no. La herida cerrada dolía a medida de que hacía pasos bruscos, esperaba que aquella sensación de malestar pasara con el tiempo.
- ¡¿Dónde estás Alice , todo bien?! – Esperaba que hubiese un grito de “Si, todo bien”, eso sería lo mejor. Sacudí la antorcha iluminando todo el camino y un pedazo de madera quemada se desprendió de este y me dio de lleno en la mejilla, aquella noche el mundo conspiraba para quemarme.
Escuché algunos pasos entre las hierbas, no sabía con exactitud de que podrían ser, si era la bruja más le valía hacer una señal para saber su cercanía… si no hacía señal alguna lo más posible es que tuviese que defenderme con una flecha de nuevo “En serio necesito comprar una maldita daga”.
- No son tan inocentes, a veces te muerden cuando duermes. – Respondí a la bruja que había hablado por lo bajo. – Y llevo mucho tiempo haciendo esto… tomando en cuenta que no salí del bosque por al menos 2 años, además de las veces que mi maestro me obligaba a preparar comida, puede decirse que tengo practica. - Encogí los hombros y volví a sacar lo comestible de la ardilla, aquello ya era como caminar, podía hacerlo con los ojos cerrados… aunque realmente no quería arriesgarme a perder un dedo por idiota.
Después de la joven llamarse tonta a si misma si partió a buscar las ramas, no sabía porque pero al parecer ella tenía ganas de comer ardillas, era la primera persona que decía algo así desde que tenía memoria… hasta yo casi vomité cuando fui a comer aquel animal por primera vez, no era agradable que a un niño de 7 años le hubiesen dado como única opción comer aquello.
Luego de que Alice se fue me quedé contemplando la flecha y ardilla que tenía en manos “Vaya, una costumbre de hace 13 años…” De cierto modo era impresionante, ya habían pasado 13 años desde haber perdido un sitio donde vivir como alguien normal “Y también ya pasaron los 2 años en los cuales viví como un ermitaño.” Era tan raro, nunca me había detenido a pensar en aquello y ahora con una simple charla había traído esos recuerdos.
- Impresionante ¿No amiguita? – Pregunté a la ardilla muerta, sentía que sus ojos vacíos y sin vida me juzgaban de cierta forma. – Si claro, como si tú supieras de lo que hablo. – Y luego retomando la rutina saqué lo no comestible del animal.
Los pasos de la bruja se habían pedido en el bosque, por lo visto se había adentrado lo suficiente para buscar las cosas aunque estas fácilmente se hallarían en la cercanía, por lo visto ella no debería tener mucha experiencia en supervivencia. Todo cambió de un momento a otro, el silencio se encontró interrumpido por el grito de ayuda de Alice, aparté la mirada de la ardilla y levanté la cabeza tratando de ubicar la procedencia de este como tal “Algo al norte”.
La luz de luna no favorecía a la vista nocturna, así que antes de adentrarme a la maleza tomé una rama que ardía de la fogata y la levanté, aquello serviría para iluminar el camino aunque no sabía qué pasaría si debía usar el arco “Aunque quizá solo se asustara… si, posiblemente fuese eso ¿Qué posibilidades hay de conseguir 2 locos con armas en la misma noche?” Trataba de creer que ninguna pero algo en mi cabeza apuntaba a que podía ser posible.
Comencé a adentrarme entre los arboles levantando la antorcha improvisada para poder ver, llevaba el arco colgado al hombro por si era necesario aunque esperaba que no. La herida cerrada dolía a medida de que hacía pasos bruscos, esperaba que aquella sensación de malestar pasara con el tiempo.
- ¡¿Dónde estás Alice , todo bien?! – Esperaba que hubiese un grito de “Si, todo bien”, eso sería lo mejor. Sacudí la antorcha iluminando todo el camino y un pedazo de madera quemada se desprendió de este y me dio de lleno en la mejilla, aquella noche el mundo conspiraba para quemarme.
Escuché algunos pasos entre las hierbas, no sabía con exactitud de que podrían ser, si era la bruja más le valía hacer una señal para saber su cercanía… si no hacía señal alguna lo más posible es que tuviese que defenderme con una flecha de nuevo “En serio necesito comprar una maldita daga”.
Fredericksen
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Re: El precio de la amistad [Trabajo][Fredericksen - Alice Kyteler]
Mientras corría sentía la voz del cazador a la distancia, estaba exhausta y los pasos de la criatura que la asechaba se aceraban casi dándole alcance.
El pánico se apoderaba de la joven bruja, como podía se abria camino entre el espeso bosque, debía orientarse como fuera para poder recordar el camino de regreso hacia donde estaba la hoguera, sin embargo confiaba que el cazador al oir los gritos de ayuda viniera a su encuentro.
Se escabulló detrás de un árbol y la criatura no logró distinguirla entre tanta oscuridad. De reojo y con dificultad trató de distinguir si era un animal, o un loco detractor que nuevamente intentaba persuadirlos de ayudar al los campesinos.
Permanecía inmóvil intentando calmar su respiración, cuando su piel se erizó de miedo cuando pudo distinguir que se trataba un wendigo lo que la perseguía.
Jamás había visto uno, solamente sabía de su existencia por algunas habladurías de la gente, los cuales lo describían como una mezcla entre un troll y una rata, Alice no daba mucho crédito a estas leyendas de pueblo a las cuales prefería no prestar atención, sin embargo ahora daba dando crédito a todo lo que había escuchado tiempo atrás.
El wendigo pasó por delante del árbol en donde ella estaba escondida, sus manos temblaban presa del miedo, ahora su preocupación era Candau, pues estaba mal herido y desconocía a que se iba a enfrentar.
Ella por su parte se permitió tomar distancia lo suficiente para que no se oyeran sus paso. Recordó el camino hacia la hoguera acelerando el paso para así ganar tiempo, con la esperanza de encontrarse con el cazador por el camino. No había tiempo que perder, por lo visto la bestia estaba hambrienta y enfadada, y no se detendría hasta atraparlos y devorarlos de un solo bocado.
El pánico se apoderaba de la joven bruja, como podía se abria camino entre el espeso bosque, debía orientarse como fuera para poder recordar el camino de regreso hacia donde estaba la hoguera, sin embargo confiaba que el cazador al oir los gritos de ayuda viniera a su encuentro.
Se escabulló detrás de un árbol y la criatura no logró distinguirla entre tanta oscuridad. De reojo y con dificultad trató de distinguir si era un animal, o un loco detractor que nuevamente intentaba persuadirlos de ayudar al los campesinos.
Permanecía inmóvil intentando calmar su respiración, cuando su piel se erizó de miedo cuando pudo distinguir que se trataba un wendigo lo que la perseguía.
- Wendigo:
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Jamás había visto uno, solamente sabía de su existencia por algunas habladurías de la gente, los cuales lo describían como una mezcla entre un troll y una rata, Alice no daba mucho crédito a estas leyendas de pueblo a las cuales prefería no prestar atención, sin embargo ahora daba dando crédito a todo lo que había escuchado tiempo atrás.
El wendigo pasó por delante del árbol en donde ella estaba escondida, sus manos temblaban presa del miedo, ahora su preocupación era Candau, pues estaba mal herido y desconocía a que se iba a enfrentar.
Ella por su parte se permitió tomar distancia lo suficiente para que no se oyeran sus paso. Recordó el camino hacia la hoguera acelerando el paso para así ganar tiempo, con la esperanza de encontrarse con el cazador por el camino. No había tiempo que perder, por lo visto la bestia estaba hambrienta y enfadada, y no se detendría hasta atraparlos y devorarlos de un solo bocado.
Alice Kyteler
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Re: El precio de la amistad [Trabajo][Fredericksen - Alice Kyteler]
Los pasos cada vez eran más cercanos y veloces, por culpa de la luz de la antorcha mi vista no se había acostumbrado a la oscuridad y dudaba que lo hiciera, debía conformarme con confiar en mis oídos “Aunque a veces escucho cosas o personas que no están aquí.” Claro que aquello sucedía mayormente cuando por erro consumía uno de esos fuertes alucinógenos del bosque.
Sacudí de nuevo la “antorcha” a la derecha y noté como una extraña figura pasaba corriendo, estaba encorvada y su cuerpo era mucho más pequeño del que debería tener una persona, se movía usando sus extremidades superiores e inferiores. “Muy bien, supongo que por eso gritó Alice… ¿Pero dónde está la bruja? “ Ya no escuchaba alguna señal de Alice, temía que aquella cosa hubiese despachado a la bruja al más allá, eso hubiese explicado el grito.
Lo más inquietante es que la criatura se había detenido y regresado, por lo visto algo le había llamado la atención a mi persona, no sé si hubiese sido la luz… o el olor a sangre que aun debería de haber en mi costado “¿Esa cosa huele la sangre?” Tampoco lo sabía, si era alguna clase de depredador posiblemente sí. Retrocedí un par de pasos levantando la flecha un poco más en caso de que tuviese que usare, aunque podría hacer algo mucho más inteligente que esperar a que aquella cosa me atacara primero.
Guardé la flecha en el carcaj y arrojé el trozo de madera quemada contra el ser encorvado, la criatura retrocedió un par de pasos ante el fuego que se acercaba, solo que el leño no le dio y aquello por lo visto provocó mucho más a la extrañeza. Aquel animal “Si se le puede llamar animal.” Enseño sus filosos dientes, tenían manchas de sangre secas en estos, eso me indicaba que sabía qué hacer con aquellas cosas afiladas, gruñó a medida que la saliva caía por el borde de su boca y comenzó a acercarse, primero lento y después con mayor velocidad.
No tuve que pensar mucho para saber qué hacer, me di la vuelta y comencé a correr sin mirar atrás, los pasos de aquel “animal” se acercaban cada vez más, era como tratar de escapar de alguien iba a caballo. No supe cómo pero aquella cosa había saltado e impactado contra mi espalda, mientras caía giré y no estar tan a merced de la boca de aquella cosa; el impacto en el suelo había hecho que la herida de el costado doliera nuevamente, pero no era momento de preocuparme por aquello.
Llevé mi mano a la derecha y tomé una de las ramas cercanas, tal vez pudiera pegarle a quelal criatura. Tenía las fauces abiertas y su aliento era asqueroso, me había causado nauseas a culpa de la cercanía, lo peor era que estaba listo para morderme, sabía que me iba a morder.
- Tal vez despachaste a la bruja pero conmigo no será igual. – Cuando abrió las fauces todo lo posible para mandar la mordida coloqué la rama en su boca y la sostuve con las dos manos, aquella extraña criatura empujaba intentando cerrar sus dientes cobre mi cara, ahora el problema es que no sabía qué hacer, aquella cosa tenía más fuerza de lo que aparentaba y no lograba quitarla de encima, lo peor es que si dejaba de hacer fuerza me arrancaría medio rostro de un mordisco “O no me dejará rostro, esas cosas tienen más filo que mis flechas.”
Sacudí de nuevo la “antorcha” a la derecha y noté como una extraña figura pasaba corriendo, estaba encorvada y su cuerpo era mucho más pequeño del que debería tener una persona, se movía usando sus extremidades superiores e inferiores. “Muy bien, supongo que por eso gritó Alice… ¿Pero dónde está la bruja? “ Ya no escuchaba alguna señal de Alice, temía que aquella cosa hubiese despachado a la bruja al más allá, eso hubiese explicado el grito.
Lo más inquietante es que la criatura se había detenido y regresado, por lo visto algo le había llamado la atención a mi persona, no sé si hubiese sido la luz… o el olor a sangre que aun debería de haber en mi costado “¿Esa cosa huele la sangre?” Tampoco lo sabía, si era alguna clase de depredador posiblemente sí. Retrocedí un par de pasos levantando la flecha un poco más en caso de que tuviese que usare, aunque podría hacer algo mucho más inteligente que esperar a que aquella cosa me atacara primero.
Guardé la flecha en el carcaj y arrojé el trozo de madera quemada contra el ser encorvado, la criatura retrocedió un par de pasos ante el fuego que se acercaba, solo que el leño no le dio y aquello por lo visto provocó mucho más a la extrañeza. Aquel animal “Si se le puede llamar animal.” Enseño sus filosos dientes, tenían manchas de sangre secas en estos, eso me indicaba que sabía qué hacer con aquellas cosas afiladas, gruñó a medida que la saliva caía por el borde de su boca y comenzó a acercarse, primero lento y después con mayor velocidad.
No tuve que pensar mucho para saber qué hacer, me di la vuelta y comencé a correr sin mirar atrás, los pasos de aquel “animal” se acercaban cada vez más, era como tratar de escapar de alguien iba a caballo. No supe cómo pero aquella cosa había saltado e impactado contra mi espalda, mientras caía giré y no estar tan a merced de la boca de aquella cosa; el impacto en el suelo había hecho que la herida de el costado doliera nuevamente, pero no era momento de preocuparme por aquello.
Llevé mi mano a la derecha y tomé una de las ramas cercanas, tal vez pudiera pegarle a quelal criatura. Tenía las fauces abiertas y su aliento era asqueroso, me había causado nauseas a culpa de la cercanía, lo peor era que estaba listo para morderme, sabía que me iba a morder.
- Tal vez despachaste a la bruja pero conmigo no será igual. – Cuando abrió las fauces todo lo posible para mandar la mordida coloqué la rama en su boca y la sostuve con las dos manos, aquella extraña criatura empujaba intentando cerrar sus dientes cobre mi cara, ahora el problema es que no sabía qué hacer, aquella cosa tenía más fuerza de lo que aparentaba y no lograba quitarla de encima, lo peor es que si dejaba de hacer fuerza me arrancaría medio rostro de un mordisco “O no me dejará rostro, esas cosas tienen más filo que mis flechas.”
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Re: El precio de la amistad [Trabajo][Fredericksen - Alice Kyteler]
No podía seguir caminando entre la penumbra de la noche, así que decidió buscar una trozo de madera para hacer de él una antorcha, la cual encendió con el calor de sus manos.Caminó sigilosamente por entre los arboles intentando recordar el camino que la llevaría hasta donde estaba la hoguera.
Estaba intranquila y con temor a que la bestia la encontrara por sorpresa nuevamente. Por mas que se esforzaba no lograba dar con el lugar desde donde salió, estuvo un buen rato dando vueltas por los alrededores hasta que decidió guiarse por su intuición, fue como logró visualizar a la distancia un suave destello naranja propio del fuego, en este caso de una hoguera.
-¡¡Al fin!!- Exclamó dirigiéndose presurosa, esperaba que esa “cosa” no se haya devorado de un bocado a Candau.
El fuego era muy débil, estaba a punto de extinguirse, miró alrededor, el cazador no estaba, se ayudaba de la antorcha para obtener una mejor visión, sin embargo no había rastros de él.
Acercó sus manos levemente en la hoguera y esta comenzó a arder con intensidad logrando un vivo color anaranjado. Dio nuevamente un vistazo a los alrededores y en el piso estaba la ardilla abierta como un libro, los restos de las tripas apartados en un rincón. Alice supuso el cazador había salido en su búsqueda.
Al lado de un árbol se encontraban unas cuantas flechas, también estaba el morral que les había dado el anciano del pueblo que aún contenía algunas frutas las que se habían dispersado por el piso. La bruja cogió una de las flechas junto al árbol, y se dispuso a ir en busca de su compañero, esperaba que aún permaneciera con vida.
Memorizó con detalle el camino que estaba recorriendo para luego no extraviarse nuevamente, cuidaba cada paso que daba, haciéndolo sigiloso. En una mano cargaba la flecha a modo de lanza y en la otra la improvisada antorcha.
-¡¡Candau!!!- Gritaba a la espera de una respuesta, pero sin éxito, mientras continuaba caminando un tanto agotada.
Estaba intranquila y con temor a que la bestia la encontrara por sorpresa nuevamente. Por mas que se esforzaba no lograba dar con el lugar desde donde salió, estuvo un buen rato dando vueltas por los alrededores hasta que decidió guiarse por su intuición, fue como logró visualizar a la distancia un suave destello naranja propio del fuego, en este caso de una hoguera.
-¡¡Al fin!!- Exclamó dirigiéndose presurosa, esperaba que esa “cosa” no se haya devorado de un bocado a Candau.
El fuego era muy débil, estaba a punto de extinguirse, miró alrededor, el cazador no estaba, se ayudaba de la antorcha para obtener una mejor visión, sin embargo no había rastros de él.
Acercó sus manos levemente en la hoguera y esta comenzó a arder con intensidad logrando un vivo color anaranjado. Dio nuevamente un vistazo a los alrededores y en el piso estaba la ardilla abierta como un libro, los restos de las tripas apartados en un rincón. Alice supuso el cazador había salido en su búsqueda.
Al lado de un árbol se encontraban unas cuantas flechas, también estaba el morral que les había dado el anciano del pueblo que aún contenía algunas frutas las que se habían dispersado por el piso. La bruja cogió una de las flechas junto al árbol, y se dispuso a ir en busca de su compañero, esperaba que aún permaneciera con vida.
Memorizó con detalle el camino que estaba recorriendo para luego no extraviarse nuevamente, cuidaba cada paso que daba, haciéndolo sigiloso. En una mano cargaba la flecha a modo de lanza y en la otra la improvisada antorcha.
-¡¡Candau!!!- Gritaba a la espera de una respuesta, pero sin éxito, mientras continuaba caminando un tanto agotada.
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Re: El precio de la amistad [Trabajo][Fredericksen - Alice Kyteler]
La discusión muda con aquella cosa se había vuelto mucho más tensa, aquel ser definitivamente trataba de comerme el rostro pero yo no le dejaba; era como cuando uno de esos jóvenes enamorados de la ciudad se encontraban, el chico siempre se abalanzaba a robar algún beso pero la joven siempre retrocedía y se negaba “¿Acaso te estás comparando con una señorita? Dioses, cada vez estás peor Fred.”
- Calma amigo, te vas a lastimar uno de esos filosos dientes. – Comenté a la criatura mientras seguía mordisqueando la rama que detenía su mandíbula, aunque aquello era una gran mentira porque el trozo simplón de madera ya estaba comenzando a quebrarse.
Debía una manera de liberarme de aquella criatura, solo que no se me ocurría alguna otra forma de lidiar con el asunto; volví a empujar tratando de que aquella cosa saliese despedida hacía atrás pero no daba resultado, se afianzaba con demasiada fuerza a la rama cuando sabía que le empujaría “¿Ya intentaste ver a tus lados?” Claramente había visto a los lados, no había nada que ayudase, además si soltaba la madera por un segundo mi rostro desaparecería “Un momento… quizá no habla de la manera literal, quizá se refiere a que pruebe empujándola a un lado.” Sí, eso tenía más sentido ¿Por qué no se me había ocurrido antes?
Tomé impulso levantando la parte izquierda de mi cuerpo, luego con un brusco movimiento movilicé todo mi peso de un lado a otro y roté junto a la criatura sin dejar de soltar la rama, por lo visto la idea más simple parecía haber funcionado. Sonreí al notar la ironía, antes aquel ser había estado sobre mi cuerpo tratando de desgárrame la cara, ahora estaba tendido en el suelo con las fauces neutralizadas.
- ¿Quién muerde a quien ahora? – Fue mala idea presumir mi situación, la rama finalmente cedió ante los dientes afilados y por poco pierdo el pulgar cuando aquello logró cerrar la boca. – Tú muerdes, tú muerdes.
Me alejé rápidamente de la criatura antes de que pudiese lanzar un nuevo mordisco y corrí a un árbol cercano, esperaba que aquella cosa no supiese trepar. Por mi parte no fue difícil alcanzar una rama a cierta altura, ya la práctica había eliminado los problemas al momento de escalar.
Desde lo alto observé como aquel ser se colocaba a dos patas y trataba de subir por el tronco en un intento fallido, por lo visto no era lo suficientemente inteligente para trepar “Eso se puede considerarse como suerte.” Desenfundé el arco de mi carcaj y tensé una flecha preparado para dispararle a aquel bicho, lo único que me sacó de mi concentración fue la voz de la bruja, Alice al parecer seguía viva. Aunque yo no fui el único en escuchar la voz de Alice, aquella cosa también lo había notado y se había quedado quieta un momento, quizá planeaba escapar.
Preferí volver a concentrarme en el disparo antes de contestarle a la bruja pero ya era muy tarde, el extraño ser había vuelto a posicionarse a cuatro patas y “corría” en la dirección que provenía la voz de la bruja “Oh no, esto no estaba dentro de los planes.” Me apresuré en tensar una flecha y disparar a aquel ser, no fue raro notar como la flecha se le incrustaba en el costado pero aquello no bastó para detenerle, solo había reducido su velocidad un poco.
- ¡Alice, va por ti! – Grité a modo de advertencia mientras bajaba rápidamente del árbol y me disponía a seguir aquella cosa, con algo de suerte podría ayudar a la chica a lidiar con aquella monstruosidad, claro, el problema era que yo nunca tenía suerte.
- Calma amigo, te vas a lastimar uno de esos filosos dientes. – Comenté a la criatura mientras seguía mordisqueando la rama que detenía su mandíbula, aunque aquello era una gran mentira porque el trozo simplón de madera ya estaba comenzando a quebrarse.
Debía una manera de liberarme de aquella criatura, solo que no se me ocurría alguna otra forma de lidiar con el asunto; volví a empujar tratando de que aquella cosa saliese despedida hacía atrás pero no daba resultado, se afianzaba con demasiada fuerza a la rama cuando sabía que le empujaría “¿Ya intentaste ver a tus lados?” Claramente había visto a los lados, no había nada que ayudase, además si soltaba la madera por un segundo mi rostro desaparecería “Un momento… quizá no habla de la manera literal, quizá se refiere a que pruebe empujándola a un lado.” Sí, eso tenía más sentido ¿Por qué no se me había ocurrido antes?
Tomé impulso levantando la parte izquierda de mi cuerpo, luego con un brusco movimiento movilicé todo mi peso de un lado a otro y roté junto a la criatura sin dejar de soltar la rama, por lo visto la idea más simple parecía haber funcionado. Sonreí al notar la ironía, antes aquel ser había estado sobre mi cuerpo tratando de desgárrame la cara, ahora estaba tendido en el suelo con las fauces neutralizadas.
- ¿Quién muerde a quien ahora? – Fue mala idea presumir mi situación, la rama finalmente cedió ante los dientes afilados y por poco pierdo el pulgar cuando aquello logró cerrar la boca. – Tú muerdes, tú muerdes.
Me alejé rápidamente de la criatura antes de que pudiese lanzar un nuevo mordisco y corrí a un árbol cercano, esperaba que aquella cosa no supiese trepar. Por mi parte no fue difícil alcanzar una rama a cierta altura, ya la práctica había eliminado los problemas al momento de escalar.
Desde lo alto observé como aquel ser se colocaba a dos patas y trataba de subir por el tronco en un intento fallido, por lo visto no era lo suficientemente inteligente para trepar “Eso se puede considerarse como suerte.” Desenfundé el arco de mi carcaj y tensé una flecha preparado para dispararle a aquel bicho, lo único que me sacó de mi concentración fue la voz de la bruja, Alice al parecer seguía viva. Aunque yo no fui el único en escuchar la voz de Alice, aquella cosa también lo había notado y se había quedado quieta un momento, quizá planeaba escapar.
Preferí volver a concentrarme en el disparo antes de contestarle a la bruja pero ya era muy tarde, el extraño ser había vuelto a posicionarse a cuatro patas y “corría” en la dirección que provenía la voz de la bruja “Oh no, esto no estaba dentro de los planes.” Me apresuré en tensar una flecha y disparar a aquel ser, no fue raro notar como la flecha se le incrustaba en el costado pero aquello no bastó para detenerle, solo había reducido su velocidad un poco.
- ¡Alice, va por ti! – Grité a modo de advertencia mientras bajaba rápidamente del árbol y me disponía a seguir aquella cosa, con algo de suerte podría ayudar a la chica a lidiar con aquella monstruosidad, claro, el problema era que yo nunca tenía suerte.
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Re: El precio de la amistad [Trabajo][Fredericksen - Alice Kyteler]
La criatura nuevamente había advertido la presencia de la bruja, arremetió contra ella velozmente, decidida a matarla o dejarla gravemente herida, aquella no estaba de buen humor pues el cazador se había encargado de burlarla y estaba dispuesta a cobrar venganza a como dé lugar.
Alice temblaba de miedo, pensaba que este era su fin, al ver a la criatura abalanzarse sobre ella, sin embargo un gruñido de dolor hizo que perdiera velocidad, dándole unos segundos a la muchacha para pensar en su próximo movimiento. Algo aletargada miró hacia el árbol siguiendo la voz que provenía de esa dirección, era el cazador que había lanzado una flecha en un intento por acabar con la vida la bestia.
El flechazo le impactó de lleno en el costado, esa herida tarde o temprano le significaría una verdadera molestia, y así lo demostraba al gruñir una y otra vez mientras intentaba darle alcance a la bruja.
Le faltaba el aliento para seguir huyendo y pensó que esa no seria la mejor manera de acabar con el problema, debía de hacerle frente de una vez por todas y dejar de huir como una cobarde. Respiró profundamente, se concentró de tal forma usando sus dones de telequinesis hizo que la flecha que tenía clavada al costado se incrustara profundamente haciendo que la alimaña lanzara un alarido mucho más agudo haciendo que se detuviera abruptamente cayendo de manera pesada al suelo.
La joven bruja entreabrió los ojos al oír el alarido y permaneció inmóvil, no pudiendo convencerse de lo que había hecho.
Se acercó presurosa hacia el cuerpo moribundo, miró la flecha que permanecía ahi incrustada, de la cual escurría un hilo de sangre engrosándose más con cada respiración.
Se paseó alrededor del cuerpo analizando cada respiración, cada gruñido de dolor. Se detuvo ante el tomando la flecha con ambas manos y la calentó como un hierro, la clavó tan profundamente hasta llegar al corazón, -No debiste interponerte en nuestro camino animalejo-. Con una expresión de superioridad quitó la flecha con un poco de dificultad y la cargó torpemente.
-No sé cómo hace el Candau para cargar esto en la espalda- sonrió al pensar en aquel menudo joven.
Alice temblaba de miedo, pensaba que este era su fin, al ver a la criatura abalanzarse sobre ella, sin embargo un gruñido de dolor hizo que perdiera velocidad, dándole unos segundos a la muchacha para pensar en su próximo movimiento. Algo aletargada miró hacia el árbol siguiendo la voz que provenía de esa dirección, era el cazador que había lanzado una flecha en un intento por acabar con la vida la bestia.
El flechazo le impactó de lleno en el costado, esa herida tarde o temprano le significaría una verdadera molestia, y así lo demostraba al gruñir una y otra vez mientras intentaba darle alcance a la bruja.
Le faltaba el aliento para seguir huyendo y pensó que esa no seria la mejor manera de acabar con el problema, debía de hacerle frente de una vez por todas y dejar de huir como una cobarde. Respiró profundamente, se concentró de tal forma usando sus dones de telequinesis hizo que la flecha que tenía clavada al costado se incrustara profundamente haciendo que la alimaña lanzara un alarido mucho más agudo haciendo que se detuviera abruptamente cayendo de manera pesada al suelo.
La joven bruja entreabrió los ojos al oír el alarido y permaneció inmóvil, no pudiendo convencerse de lo que había hecho.
Se acercó presurosa hacia el cuerpo moribundo, miró la flecha que permanecía ahi incrustada, de la cual escurría un hilo de sangre engrosándose más con cada respiración.
Se paseó alrededor del cuerpo analizando cada respiración, cada gruñido de dolor. Se detuvo ante el tomando la flecha con ambas manos y la calentó como un hierro, la clavó tan profundamente hasta llegar al corazón, -No debiste interponerte en nuestro camino animalejo-. Con una expresión de superioridad quitó la flecha con un poco de dificultad y la cargó torpemente.
-No sé cómo hace el Candau para cargar esto en la espalda- sonrió al pensar en aquel menudo joven.
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Re: El precio de la amistad [Trabajo][Fredericksen - Alice Kyteler]
Seguí a la criatura todo lo posible, los gruñidos que soltaba momentáneamente bastaban para no perderle la pista, tal vez fuese un feroz “animal” pero era muy fácil de rastrear, seres como aquellos generalmente vivían lo suficiente hasta que alguien más astuto les hacía frente “Y vaya seres tan astutos consiguió esta vez.”
Detrás de la maleza pude al fin conseguir al bichejo aquel, estaba muy cerca de la bruja, debía hacer algo para ayudarla. Estaba preparando otra flecha en mi arco cuando noté algo extraño, la flecha que llevaba la criatura incrustada comenzó a moverse lentamente, luego como si una fuerza externa empujase de aquella terminó incrustándose rudamente en el ser extraño “Poderes de brujos.” Pensé recordando sucesos del pasado, tuve que mirar a Alice por un momento considerando que realmente aquella mujer no era tan débil como aparentaba “Claro que no lo es, es una bruja, Fred.” Si, era cierto, posiblemente ella resultase más fuerte que yo por así decirlo, tenía más oportunidades de vivir ante el peligro.
Estaba por salir de la maleza cuando me fijé en que la bruja aun no acababa, iba a rematar a la cosa extraña “No dejes trabajos sin terminar.” Aquella voz era la de mi maestro nuevamente, aunque sabía que esa frase no la hubiese usado exactamente para matar a un bichejo “Pero un trabajo es un trabajo, recuerda eso Fred.” Alice al parecer había calentado la flecha y terminado con el extraño animal, ya al parecer el peligro había pasado.
- Nada mal Alice, realmente nada mal. – Dije saliendo del arbusto y dando lentos aplausos “¿Por qué rayos hago esto?” Dejé de aplaudir cuando noté que era una estupidez y aparté una hoja de mi cabello. – Digo, realmente hiciste un buen trabajo. – Me acerqué al animal y le di unos leves empujones con el pie, fue una sorpresa ver que este daba unos últimos espasmos y abría sus fauces. – ¡Mátalo, mátalo! -Salté algunos pasos atrás para refugiarme a espaldas de Alice, ya había demostrado que era más que útil para encargarse de cosas raras. – No espera, falsa alarma… fueron sus últimos movimientos.
Solté un suspiro al notar que me comportaba como un torpe y volví a retomar la compostura, no podía parecer una gallina, menos cuando me había ofrecido voluntariamente a aquel trabajo. Esta vez me alejé todo lo posible de la cosa extraña, no quería recibir más sorpresas.
- Creí que eso te había despachado al más allá, es un alivio ver que sigues viva. – Pasé las manos por mi rostro intentando despejarme y observé nuevamente el cadáver del bicho. - ¿Sabes qué es eso? Porque yo no tengo la menor idea… - Por primera vez mi mente funcionó y me dio una idea, me dio una suposición que tal vez podía ser correcta. - ¿Crees que eso era lo que molestaba a los pueblerinos? No se parece a un oso… pero creo que puede morder como uno. – Recordé lo cerca que aquella cosa había estado de rebanarme el rostro y temblé tan solo de imaginarme en los dientes afilados “Muy bien mundo, digamos que esta vez si me ayudaste… y te lo agradezco.” – Ah por cierto ¿Te encuentras bien? – En medio del terror que había pasado había olvidado totalmente preocuparme por el estado de mi compañera, quizá si fuera una bruja fuerte pero también existía la posibilidad de que saliese herida “No creo… ya viste como mató al loco y al animal, estaría bien si estuviese sola.”
Detrás de la maleza pude al fin conseguir al bichejo aquel, estaba muy cerca de la bruja, debía hacer algo para ayudarla. Estaba preparando otra flecha en mi arco cuando noté algo extraño, la flecha que llevaba la criatura incrustada comenzó a moverse lentamente, luego como si una fuerza externa empujase de aquella terminó incrustándose rudamente en el ser extraño “Poderes de brujos.” Pensé recordando sucesos del pasado, tuve que mirar a Alice por un momento considerando que realmente aquella mujer no era tan débil como aparentaba “Claro que no lo es, es una bruja, Fred.” Si, era cierto, posiblemente ella resultase más fuerte que yo por así decirlo, tenía más oportunidades de vivir ante el peligro.
Estaba por salir de la maleza cuando me fijé en que la bruja aun no acababa, iba a rematar a la cosa extraña “No dejes trabajos sin terminar.” Aquella voz era la de mi maestro nuevamente, aunque sabía que esa frase no la hubiese usado exactamente para matar a un bichejo “Pero un trabajo es un trabajo, recuerda eso Fred.” Alice al parecer había calentado la flecha y terminado con el extraño animal, ya al parecer el peligro había pasado.
- Nada mal Alice, realmente nada mal. – Dije saliendo del arbusto y dando lentos aplausos “¿Por qué rayos hago esto?” Dejé de aplaudir cuando noté que era una estupidez y aparté una hoja de mi cabello. – Digo, realmente hiciste un buen trabajo. – Me acerqué al animal y le di unos leves empujones con el pie, fue una sorpresa ver que este daba unos últimos espasmos y abría sus fauces. – ¡Mátalo, mátalo! -Salté algunos pasos atrás para refugiarme a espaldas de Alice, ya había demostrado que era más que útil para encargarse de cosas raras. – No espera, falsa alarma… fueron sus últimos movimientos.
Solté un suspiro al notar que me comportaba como un torpe y volví a retomar la compostura, no podía parecer una gallina, menos cuando me había ofrecido voluntariamente a aquel trabajo. Esta vez me alejé todo lo posible de la cosa extraña, no quería recibir más sorpresas.
- Creí que eso te había despachado al más allá, es un alivio ver que sigues viva. – Pasé las manos por mi rostro intentando despejarme y observé nuevamente el cadáver del bicho. - ¿Sabes qué es eso? Porque yo no tengo la menor idea… - Por primera vez mi mente funcionó y me dio una idea, me dio una suposición que tal vez podía ser correcta. - ¿Crees que eso era lo que molestaba a los pueblerinos? No se parece a un oso… pero creo que puede morder como uno. – Recordé lo cerca que aquella cosa había estado de rebanarme el rostro y temblé tan solo de imaginarme en los dientes afilados “Muy bien mundo, digamos que esta vez si me ayudaste… y te lo agradezco.” – Ah por cierto ¿Te encuentras bien? – En medio del terror que había pasado había olvidado totalmente preocuparme por el estado de mi compañera, quizá si fuera una bruja fuerte pero también existía la posibilidad de que saliese herida “No creo… ya viste como mató al loco y al animal, estaría bien si estuviese sola.”
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Re: El precio de la amistad [Trabajo][Fredericksen - Alice Kyteler]
Intentaba poco a poco salir de aquel estado de shock que le había provocado haber usado sus dones y que estos fueran efectivos, al parecer comenzaba a dominarlos paulatinamente, cosa que la alegraba y a la vez asustaba.
De entre las malezas apareció el cazador aplaudiendo eufóricamente, a lo que ella reaccionó dando una carcajada –Estuvimos cerca de ser engullidos por esa criatura, por suerte uno de tus juguetitos nos salvó la vida- suspiró aliviada, señalando la flecha que aún permanecía en el cadáver del animalejo, al que se acercó con cautela poniendo un pie sobre el para apoyarse y quitar la flecha con algo de dificultad pues se encontraba clavada profundamente entre las costillas de la bestia. –Esto es tuyo- señalando al cazador con la punta de hierro.
-Quizás esto haya sido la causa de todos los problemas del pueblo pero…no creo que haya solo uno, tal vez sean varios y esto sea el comienzo de nuestra “cacería”, pero tranquilo confió en que saldremos vivos- dijo con optimismo el cual ni ella misma podía creerlo.
En su mente el panorama no era tan alentador, una bruja torpe sumado a un poco de mala suerte era capaz de incendiar en segundos el bosque entero, a esto había que agregar a un cazador también con poca suerte, teniendo en cuenta esto, las probabilidades de salir sanos y salvos eran muy escasas, al pensarlo la bruja sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo.
Tragó saliva y se sacudió un poco la tierra y las ramas de la ropa –Pero vamos, hasta el momentos estamos sanos y salvos…bueno tu no tan sano pero si vivo- sonrió levemente.
-Ahora si tengo hambre, mi estómago ruge como nunca, deberíamos regresar donde teníamos la fogata, para comer ardilla asada-, no estaba segura si la ardilla seria un manjar pero con el hambre que tenía era capaz de comer cualquier cosa y le sabría de maravilla.
De entre las malezas apareció el cazador aplaudiendo eufóricamente, a lo que ella reaccionó dando una carcajada –Estuvimos cerca de ser engullidos por esa criatura, por suerte uno de tus juguetitos nos salvó la vida- suspiró aliviada, señalando la flecha que aún permanecía en el cadáver del animalejo, al que se acercó con cautela poniendo un pie sobre el para apoyarse y quitar la flecha con algo de dificultad pues se encontraba clavada profundamente entre las costillas de la bestia. –Esto es tuyo- señalando al cazador con la punta de hierro.
-Quizás esto haya sido la causa de todos los problemas del pueblo pero…no creo que haya solo uno, tal vez sean varios y esto sea el comienzo de nuestra “cacería”, pero tranquilo confió en que saldremos vivos- dijo con optimismo el cual ni ella misma podía creerlo.
En su mente el panorama no era tan alentador, una bruja torpe sumado a un poco de mala suerte era capaz de incendiar en segundos el bosque entero, a esto había que agregar a un cazador también con poca suerte, teniendo en cuenta esto, las probabilidades de salir sanos y salvos eran muy escasas, al pensarlo la bruja sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo.
Tragó saliva y se sacudió un poco la tierra y las ramas de la ropa –Pero vamos, hasta el momentos estamos sanos y salvos…bueno tu no tan sano pero si vivo- sonrió levemente.
-Ahora si tengo hambre, mi estómago ruge como nunca, deberíamos regresar donde teníamos la fogata, para comer ardilla asada-, no estaba segura si la ardilla seria un manjar pero con el hambre que tenía era capaz de comer cualquier cosa y le sabría de maravilla.
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Re: El precio de la amistad [Trabajo][Fredericksen - Alice Kyteler]
Un comentario dado por la bruja fue algo hiriente, mis flechas no eran juguetitos, nunca había visto niños jugando con flechas “Bueno, una vez si vi a alguno… pero esa vez el niño demostró que una flecha no es juguete.” Alice retiró la flecha del cadáver de la criatura usando notable esfuerzo, al parecer el arma había perforado a aquel animalejo mucho más de lo que parecía.
- Así es… aunque deberé limpiarla luego. – Tomé la flecha que sostenía la joven y la sacudí para limpiarle un poco la sangre y viscosidad que había dejado el ser muerto en la punta de metal.
Escuché atentamente la idea que aportaba Alice acerca del problema, podía tener razón sobre que aquel pequeño ser no podía ser el único causante de problemas, en el poblado habían hablado de que habían visto una manada “Pero también dijeron que habían sido osos.” ¿Entonces no cabía posibilidad de que se equivocasen dos veces? Tal vez si.
- Pues yo dudo que salgamos vivos… si allí afuera hay otra de esas cosas seguro nos devorarán, por pura suerte logramos sobrevivir a uno. – Aquello también era cierto, no quería imaginar cómo sería un conflicto con varias de esas cosas al mismo tiempo, aunque imaginaba que podía ser como aquel encuentro nada amistoso que tuve con los Kags, si se vivía era por suerte o por estrategia. – En eso tienes razón… pero la vida en algún momento se termina. – Encogí los hombros tratando de restarle importancia a esa frase, no me agradaba ser el pesimista del grupo “Aunque realmente estás siendo realista, Fred.”
- Oh cierto, la cena. – Me di con la palma de la mano en un costado de la cabeza, a causa de los problemas había olvidado que había dejado a una ardilla destripada esperando a ser cocinada. – Lo había olvidado… muy bien ¿Donde quedó el campamento? – Coloqué un dedo en mi barbilla y me giré observando los árboles. – Veamos… primero corrí hacía allí, luego me asusté y corrí hacía allá. Supongo que entonces el campamento estaba por. – Levanté una mano y señalé la maleza. - ¿Por allí? – Generalmente podía guiarme a la perfección, pero cuando me perseguía una cosa rara no me fijaba en los caminos que tomaba, además si seguía las pisadas podríamos tardar algo más de tiempo.
Esperé a que Alice caminase primero, por lo poco que había ocurrido ahora lo mejor sería no separarnos, tal vez ella si tenía razón acerca de otras criaturas como el bichejo, solo que aún tenía dudas de si sería el verdadero problema, algo tan pequeño no podía ser comparado con un oso. Por otro lado en el campamento debía preguntarle una que otra cosa a la bruja, nunca estaba de más tener información de la persona a la que le confiabas el pellejo.
- Así es… aunque deberé limpiarla luego. – Tomé la flecha que sostenía la joven y la sacudí para limpiarle un poco la sangre y viscosidad que había dejado el ser muerto en la punta de metal.
Escuché atentamente la idea que aportaba Alice acerca del problema, podía tener razón sobre que aquel pequeño ser no podía ser el único causante de problemas, en el poblado habían hablado de que habían visto una manada “Pero también dijeron que habían sido osos.” ¿Entonces no cabía posibilidad de que se equivocasen dos veces? Tal vez si.
- Pues yo dudo que salgamos vivos… si allí afuera hay otra de esas cosas seguro nos devorarán, por pura suerte logramos sobrevivir a uno. – Aquello también era cierto, no quería imaginar cómo sería un conflicto con varias de esas cosas al mismo tiempo, aunque imaginaba que podía ser como aquel encuentro nada amistoso que tuve con los Kags, si se vivía era por suerte o por estrategia. – En eso tienes razón… pero la vida en algún momento se termina. – Encogí los hombros tratando de restarle importancia a esa frase, no me agradaba ser el pesimista del grupo “Aunque realmente estás siendo realista, Fred.”
- Oh cierto, la cena. – Me di con la palma de la mano en un costado de la cabeza, a causa de los problemas había olvidado que había dejado a una ardilla destripada esperando a ser cocinada. – Lo había olvidado… muy bien ¿Donde quedó el campamento? – Coloqué un dedo en mi barbilla y me giré observando los árboles. – Veamos… primero corrí hacía allí, luego me asusté y corrí hacía allá. Supongo que entonces el campamento estaba por. – Levanté una mano y señalé la maleza. - ¿Por allí? – Generalmente podía guiarme a la perfección, pero cuando me perseguía una cosa rara no me fijaba en los caminos que tomaba, además si seguía las pisadas podríamos tardar algo más de tiempo.
Esperé a que Alice caminase primero, por lo poco que había ocurrido ahora lo mejor sería no separarnos, tal vez ella si tenía razón acerca de otras criaturas como el bichejo, solo que aún tenía dudas de si sería el verdadero problema, algo tan pequeño no podía ser comparado con un oso. Por otro lado en el campamento debía preguntarle una que otra cosa a la bruja, nunca estaba de más tener información de la persona a la que le confiabas el pellejo.
Fredericksen
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Re: El precio de la amistad [Trabajo][Fredericksen - Alice Kyteler]
Se adelantó para ir en dirección a las malezas, pero se detuvo mirando hacia atrás – ¿Cómo piensas cocinar el animalejo que has dejado a medio destripar si no tienes fuego?- preguntó de manera suspicaz levantando una ceja, -no pienso usar mis dones para asar una ardilla, de hacerlo quizás termine incendiando el bosque entero- terminó la frase soltando una carcajada.
De una u otra forma, la bruja tenía razón pues aún no aprendía controlar bien el uso del fuego y dada la situación en que se encontraban era mejor prevenir, ya bastante estaban exponiendo su vida al adentrarse en ese bosque, ninguno de los dos sabía si volvería a ver la luz del sol.
-Vamos a hacerlo de la manera tradicional y segura…-, a medida que iba avanzando recolectaba pequeñas ramas y raíces las cuales servirían para volver a encender la hoguera en el improvisado campamento, también rogaba porque la “cena” no haya sido devorada por algún animal hambriento.
Se aproximaba al lugar señalado y el cansancio se hacía sentir en cada paso que daba, los brazos cada vez más débiles producto de cargar el montón de ramas y raíces. De entre las malezas se podía ver el lugar donde habían estado anteriormente, los restos de la hoguera, el morral con los vivieres que les obsequio amablemente el anciano, un par de flechas tiradas en el piso, sin dudas al fin habían llegado.
Dejó las ramas en el suelo para luego acomodarlas y rearmar la hoguera, y se dirigió hacia donde se encontraba el animal medio destripado, pero al parecer llegaron tarde pues sólo quedaban los restos de este, seguramente fue la cena algún animal que pasaba por ahí.
Resignada a comer una que otra fruta se dispuso a acomodar lo necesario para encender la hoguera nuevamente. Se frotó las manos como la primera vez y las pequeñas chispas de fuego fueron saliendo de la palma de su mano, haciendo arder la madera.
Permaneció ahí, meditabunda, en silencio mirando como el fuego tomaba el tono anaranjado que tanto le agradaba.
De una u otra forma, la bruja tenía razón pues aún no aprendía controlar bien el uso del fuego y dada la situación en que se encontraban era mejor prevenir, ya bastante estaban exponiendo su vida al adentrarse en ese bosque, ninguno de los dos sabía si volvería a ver la luz del sol.
-Vamos a hacerlo de la manera tradicional y segura…-, a medida que iba avanzando recolectaba pequeñas ramas y raíces las cuales servirían para volver a encender la hoguera en el improvisado campamento, también rogaba porque la “cena” no haya sido devorada por algún animal hambriento.
Se aproximaba al lugar señalado y el cansancio se hacía sentir en cada paso que daba, los brazos cada vez más débiles producto de cargar el montón de ramas y raíces. De entre las malezas se podía ver el lugar donde habían estado anteriormente, los restos de la hoguera, el morral con los vivieres que les obsequio amablemente el anciano, un par de flechas tiradas en el piso, sin dudas al fin habían llegado.
Dejó las ramas en el suelo para luego acomodarlas y rearmar la hoguera, y se dirigió hacia donde se encontraba el animal medio destripado, pero al parecer llegaron tarde pues sólo quedaban los restos de este, seguramente fue la cena algún animal que pasaba por ahí.
Resignada a comer una que otra fruta se dispuso a acomodar lo necesario para encender la hoguera nuevamente. Se frotó las manos como la primera vez y las pequeñas chispas de fuego fueron saliendo de la palma de su mano, haciendo arder la madera.
Permaneció ahí, meditabunda, en silencio mirando como el fuego tomaba el tono anaranjado que tanto le agradaba.
Alice Kyteler
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Re: El precio de la amistad [Trabajo][Fredericksen - Alice Kyteler]
La bruja había tomado la delantera de regreso al campamento, por lo visto tenía mucha más prisa que yo en regresar a un sitio “seguro” “Aunque realmente no es como si una fogata transformara una zona en algún tipo de refugio, hace todo lo contrario, hace más llamativo el sector.”
- ¿Qué? El fuego no es problema, tanto tiempo solo me ha enseñado a sobrevivir… por muy triste que suene. – Me encogí de hombros y suspiré un poco.- Pero el punto era que puedo hacer fuego sin necesidad de milagros. Por otro lado asar ardillas no es un don, es un arte. – Reí por lo bajo mientras miraba extrañado a Alice, esperaba que su amplia carcajada fuese por el chiste y no por un deseo pirómano oculto en ella.
De regreso la joven dijo que lo mejor era por realizar aquello de la manera tradicional y segura, para luego comenzar a recolectar ramas y raíces, en aquel momento tuve una leve duda “Si esta es la manera tradicional y segura… ¿Cuál es la manera extremista?” Mi menté solo pudo pensar en dragones derribando árboles para luego encenderlos en llamas, cosa que era posible sin dudarlo.
Efectivamente Alice había logrado llevarnos sanos y salvos “O al menos en gran parte” a la fogata que ya estaba totalmente consumida, al parecer habíamos estado lejos de esta más tiempo del que creía “O puede ser que le faltasen hojas y ramas desde el inicio.” Otra opción muy viable. Recorrí el campamento improvisado para notar que las pocas cosas que habíamos dejado seguían allí… todas menos la más importante.
- Oh genial, algo se robó nuestra cena. – Comenté mientras caminaba a los restos de la ardilla y los empujaba con el pie. – Uno se mata la espalda cazando y destripando para que venga algo más y lo trague sin preguntar. – Un tenue esplendor que fue creciendo a medida de los segundos me hizo girar la cabeza, al parecer la bruja se había encargado de volver a encender la fogata mientras yo perdía el tiempo discutiendo por el vil robo de la cena.
- Debo comunicar terribles noticias. – Le dije a la bruja mientras yo tomaba asiento frente a la fogata y frente a esta. – Mientras nos divertíamos con nuestro amigo aliento apestoso… alguien vino y robó la cena. – Levanté la mano para frenar cualquier ataque repentino de pánico que Alice pudiera tener. – Lo sé, es terrible pero no es momento de llorar… aunque si eres alguien con problemas de hambre, posiblemente no pases de esta noche. – Coloqué mis manos sobre las rodillas y observé el fuego unos segundos. – Mientras tanto en otros asuntos, me gustaría hablar de este trabajo o misión por así decirlo… ¿Crees que una manada de cosas raras era lo que realmente causaba el problema? Digo, es una posibilidad pero dudo que el pueblo le temiese a algo que se ve tan… débil, y además no creo que sean estúpidos como para confundir a un grupo de esos bichejos con un grupo de osos, es decir, ya viste su tamaño, ni siquiera se parecen en eso. – Tomé una pequeña hoja del suelo y la arrojé a la fogata para ver como se consumía lentamente. – Pero con esta clase de pueblerinos la verdad es que nunca se sabe ¿Qué opinas tú al respecto?
- ¿Qué? El fuego no es problema, tanto tiempo solo me ha enseñado a sobrevivir… por muy triste que suene. – Me encogí de hombros y suspiré un poco.- Pero el punto era que puedo hacer fuego sin necesidad de milagros. Por otro lado asar ardillas no es un don, es un arte. – Reí por lo bajo mientras miraba extrañado a Alice, esperaba que su amplia carcajada fuese por el chiste y no por un deseo pirómano oculto en ella.
De regreso la joven dijo que lo mejor era por realizar aquello de la manera tradicional y segura, para luego comenzar a recolectar ramas y raíces, en aquel momento tuve una leve duda “Si esta es la manera tradicional y segura… ¿Cuál es la manera extremista?” Mi menté solo pudo pensar en dragones derribando árboles para luego encenderlos en llamas, cosa que era posible sin dudarlo.
Efectivamente Alice había logrado llevarnos sanos y salvos “O al menos en gran parte” a la fogata que ya estaba totalmente consumida, al parecer habíamos estado lejos de esta más tiempo del que creía “O puede ser que le faltasen hojas y ramas desde el inicio.” Otra opción muy viable. Recorrí el campamento improvisado para notar que las pocas cosas que habíamos dejado seguían allí… todas menos la más importante.
- Oh genial, algo se robó nuestra cena. – Comenté mientras caminaba a los restos de la ardilla y los empujaba con el pie. – Uno se mata la espalda cazando y destripando para que venga algo más y lo trague sin preguntar. – Un tenue esplendor que fue creciendo a medida de los segundos me hizo girar la cabeza, al parecer la bruja se había encargado de volver a encender la fogata mientras yo perdía el tiempo discutiendo por el vil robo de la cena.
- Debo comunicar terribles noticias. – Le dije a la bruja mientras yo tomaba asiento frente a la fogata y frente a esta. – Mientras nos divertíamos con nuestro amigo aliento apestoso… alguien vino y robó la cena. – Levanté la mano para frenar cualquier ataque repentino de pánico que Alice pudiera tener. – Lo sé, es terrible pero no es momento de llorar… aunque si eres alguien con problemas de hambre, posiblemente no pases de esta noche. – Coloqué mis manos sobre las rodillas y observé el fuego unos segundos. – Mientras tanto en otros asuntos, me gustaría hablar de este trabajo o misión por así decirlo… ¿Crees que una manada de cosas raras era lo que realmente causaba el problema? Digo, es una posibilidad pero dudo que el pueblo le temiese a algo que se ve tan… débil, y además no creo que sean estúpidos como para confundir a un grupo de esos bichejos con un grupo de osos, es decir, ya viste su tamaño, ni siquiera se parecen en eso. – Tomé una pequeña hoja del suelo y la arrojé a la fogata para ver como se consumía lentamente. – Pero con esta clase de pueblerinos la verdad es que nunca se sabe ¿Qué opinas tú al respecto?
Fredericksen
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