La carrera por la libertad [Trabajo] [Asher - Elen]
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La carrera por la libertad [Trabajo] [Asher - Elen]
A la tenue luz de una vela, la benjamina de los Calhoun repasaba detenidamente el contenido de un modesto pergamino que le había llegado aquella mañana. Por fin sabía qué métodos utilizaban sus congéneres Nórgedos para conservar la sangre y detener el proceso de coagulación, pero para poder elaborar sus propio suministro del rojizo líquido necesitaba varios instrumentos y algunos ingredientes que teniendo en cuenta la situación de la ciudad, no le sería fácil reunir. - Quizá pueda visitar de nuevo el taller de Félix, él debería tener lo que me hace falta. - musitó, doblando la carta y guardándola en la bolsa de cuero que solía llevar colgada del cinturón. Aún estaba en deuda con el anciano por el tinte para cabello que le había preparado una semana antes, del cual seguía conservando una considerable cantidad.
En aquella ocasión se comprometió a velar por la seguridad de su negocio y que no le faltasen materias primas, bien, era hora de cumplir su palabra y de paso, sacar provecho, aunque para ello tendría que esperar… el sol se encontraba en su cenit y tardaría varias horas en ocultarse. Sin posibilidad de salir, la joven apagó la vela con un suave soplido y regresó a la cama para recostarse un rato, sus días se habían vuelto terriblemente aburridos desde que Géminis la transformó.
Solo la compañía del cazador conseguía animarla, así que agradeció enormemente que no tardase en regresar de la taberna, trayendo consigo la jarra de plata que el propietario del local tenía reservada para atenderla exclusivamente a ella. Elen se incorporó nada más escuchar el pomo de la puerta, sentándose al borde del lecho antes de que Alister pudiese cruzar el umbral. - ¿Aún sigues a oscuras? - preguntó, deteniéndose para aprovechar la luz que había en el pasillo y no derramar el contenido del recipiente que sostenía. - Me siento más cómoda así. - respondió la de ojos verdes, sin olvidar lo sensible que se había vuelto su sentido de la vista, para bien y para mal.
Por un parte podía ver casi perfectamente durante la noche o en zonas poco alumbradas, pero por otro lado la abundancia de luminosidad la molestaba, obligándola a entrecerrar los ojos para adaptarse. El alado no dijo nada, se limitó a entregarle la jarra y un vaso, cerrando tras de sí en cuanto su compañera tuvo ambos objetos en sus manos. Con cierta lentitud, Alister se movió a través de la estancia, cuya distribución había memorizado con el paso de las semanas, y encendió un par de lámparas de aceite dejando la llama en su punto más bajo, para que la de cabellos cenicientos estuviese a gusto durante el tiempo que aún quedaba para el atardecer.
Las horas pasaron, y cuando finalmente llegó el crepúsculo, ambos bajaron para unirse al resto de clientes que venían buscando algo que llevarse al estómago antes de dar por acabado el día. Como de costumbre, ocuparon una de las mesas más apartadas de la sala, y tras ser atendidos por la esposa del tabernero, que también estaba al tanto de su situación y actuaba con suma discreción al respecto, llegó el momento de decidir qué harían esa noche. - Hoy tampoco te hará falta cazar. - comentó el cazador, agradeciendo que el matrimonio se hubiese encargado de proporcionar a la benjamina de los Calhoun un suministro constante de sangre. - Lo sé, me gustaría visitar a Félix, cuanto antes aprenda a elaborar mis propias reservas antes dejaré de depender de terceros para alimentarme. - respondió la señora de sombras, llevándose el opaco vaso de plata a los labios para beber.
Después de varios meses como criatura de la noche, el sabor del rojizo líquido donado por los Nórgedos se le antojaba de lo más agradable, aunque seguía pensando que Alister tenía la sangre más dulce que había probado hasta el momento, motivo por el cual se alegraba de que se hubiese ofrecido a ser su fuente de sustento, aunque no abusaría de ello. - Entonces deberíamos salir pronto, no querrás sacarlo de la cama otra vez. - instó el norteño, recordando lo tarde que se habían presentado en su taller la semana anterior. - Tienes razón, démonos prisa. - accedió Elen, apurando su bebida para de inmediato limpiarse los labios y levantarse.
Una vez fuera del establecimiento, la centinela tiró de su capucha para cubrirse a medias el rostro, muy consciente de que tenía demasiados enemigos esperando la menor oportunidad para atacarla, y que probablemente su cobardía los llevaría a hacerlo de la forma más baja, por la espalda. Anduvieron por las calles principales sin prestar demasiada atención a los viandantes que aún quedaban por la zona, al menos hasta que uno en particular, visiblemente asustado, apareció corriendo y haciendo aspavientos con las manos. - ¡Los han visto! ¡los han visto! - exclamó sin detenerse. - ¡Los prisioneros fugados están a las afueras! - continuó, dirigiéndose al cuartel de la guardia, donde dada la situación, encontraría poca ayuda.
La noticia no tomó por sorpresa a la pareja, habían escuchado que un considerable grupo de delincuentes había conseguido escapar de la prisión de los bios, matando por el camino a algunos de los vigilantes. Todos los individuos estaban catalogados como peligrosos, eran ladrones y asesinos de cierto renombre en los bajos fondos, pero ¿por qué se habían quedado tan cerca en vez de huir de Verisar? Quizá tuviesen en mente vengarse de quienes los encerraros, o puede que simplemente estuviesen aprovechando la guerra para hacer de las suyas nuevamente.
El dragón la miró inquisitivamente, conociendo el carácter de la vampira sabía que ante tal situación no se quedaría de brazos cruzados, hecho que confirmó en cuanto ésta le devolvió la mirada y esbozó una leve sonrisa. - Mi suministro tendrá que esperar, vayamos a por los caballos. - le apremió, empezando a desandar el trayecto hacia el Cuervo de Plata. No les llevó mucho llegar al establo del local, donde tras ensillar a sus monturas, salieron a toda prisa hacia las puertas de la muralla.
El plan era sencillo, en cuanto llegasen a las afueras de la ciudad el alado se transformaría para hacer una primera batida por la zona y determinar la posible posición de los criminales, luego, basándose en la cantidad y el tipo de adversarios, se pondrían de acuerdo acerca de la estrategia a seguir para atraparlos, aunque lo más probable es que se resistiesen. A la vampira no le importaba entregarlos vivos o muertos, a decir verdad muertos les darían menos problemas y les pagarían igualmente, pero si alguno de los fugitivos decidía rendirse le perdonaría la vida y se encargaría de que volviese a su celda para cumplir el castigo que la ley le hubiese impuesto.
- Creo que éste es un buen lugar para empezar a buscar. - soltó, tirando de las riendas para que Sombra aminorase la marcha. - Bien, echaré un vistazo, enseguida vuelvo. - contestó el cazador, desmontando y tendiéndole las correas de su caballo antes de apartarse para adoptar su forma bestial. Lo siguiente que hizo fue batir las fuertes alas para elevarse con rapidez, colocándose a una altura a la que no sería fácil de detectar, al menos no para unos humanos. Los agudos ojos de la señora de sombras siguieron su silueta mientras aguardaba en silencio, esperando que su compañero diese con alguna pista que pudiesen seguir.
En aquella ocasión se comprometió a velar por la seguridad de su negocio y que no le faltasen materias primas, bien, era hora de cumplir su palabra y de paso, sacar provecho, aunque para ello tendría que esperar… el sol se encontraba en su cenit y tardaría varias horas en ocultarse. Sin posibilidad de salir, la joven apagó la vela con un suave soplido y regresó a la cama para recostarse un rato, sus días se habían vuelto terriblemente aburridos desde que Géminis la transformó.
Solo la compañía del cazador conseguía animarla, así que agradeció enormemente que no tardase en regresar de la taberna, trayendo consigo la jarra de plata que el propietario del local tenía reservada para atenderla exclusivamente a ella. Elen se incorporó nada más escuchar el pomo de la puerta, sentándose al borde del lecho antes de que Alister pudiese cruzar el umbral. - ¿Aún sigues a oscuras? - preguntó, deteniéndose para aprovechar la luz que había en el pasillo y no derramar el contenido del recipiente que sostenía. - Me siento más cómoda así. - respondió la de ojos verdes, sin olvidar lo sensible que se había vuelto su sentido de la vista, para bien y para mal.
Por un parte podía ver casi perfectamente durante la noche o en zonas poco alumbradas, pero por otro lado la abundancia de luminosidad la molestaba, obligándola a entrecerrar los ojos para adaptarse. El alado no dijo nada, se limitó a entregarle la jarra y un vaso, cerrando tras de sí en cuanto su compañera tuvo ambos objetos en sus manos. Con cierta lentitud, Alister se movió a través de la estancia, cuya distribución había memorizado con el paso de las semanas, y encendió un par de lámparas de aceite dejando la llama en su punto más bajo, para que la de cabellos cenicientos estuviese a gusto durante el tiempo que aún quedaba para el atardecer.
Las horas pasaron, y cuando finalmente llegó el crepúsculo, ambos bajaron para unirse al resto de clientes que venían buscando algo que llevarse al estómago antes de dar por acabado el día. Como de costumbre, ocuparon una de las mesas más apartadas de la sala, y tras ser atendidos por la esposa del tabernero, que también estaba al tanto de su situación y actuaba con suma discreción al respecto, llegó el momento de decidir qué harían esa noche. - Hoy tampoco te hará falta cazar. - comentó el cazador, agradeciendo que el matrimonio se hubiese encargado de proporcionar a la benjamina de los Calhoun un suministro constante de sangre. - Lo sé, me gustaría visitar a Félix, cuanto antes aprenda a elaborar mis propias reservas antes dejaré de depender de terceros para alimentarme. - respondió la señora de sombras, llevándose el opaco vaso de plata a los labios para beber.
Después de varios meses como criatura de la noche, el sabor del rojizo líquido donado por los Nórgedos se le antojaba de lo más agradable, aunque seguía pensando que Alister tenía la sangre más dulce que había probado hasta el momento, motivo por el cual se alegraba de que se hubiese ofrecido a ser su fuente de sustento, aunque no abusaría de ello. - Entonces deberíamos salir pronto, no querrás sacarlo de la cama otra vez. - instó el norteño, recordando lo tarde que se habían presentado en su taller la semana anterior. - Tienes razón, démonos prisa. - accedió Elen, apurando su bebida para de inmediato limpiarse los labios y levantarse.
Una vez fuera del establecimiento, la centinela tiró de su capucha para cubrirse a medias el rostro, muy consciente de que tenía demasiados enemigos esperando la menor oportunidad para atacarla, y que probablemente su cobardía los llevaría a hacerlo de la forma más baja, por la espalda. Anduvieron por las calles principales sin prestar demasiada atención a los viandantes que aún quedaban por la zona, al menos hasta que uno en particular, visiblemente asustado, apareció corriendo y haciendo aspavientos con las manos. - ¡Los han visto! ¡los han visto! - exclamó sin detenerse. - ¡Los prisioneros fugados están a las afueras! - continuó, dirigiéndose al cuartel de la guardia, donde dada la situación, encontraría poca ayuda.
La noticia no tomó por sorpresa a la pareja, habían escuchado que un considerable grupo de delincuentes había conseguido escapar de la prisión de los bios, matando por el camino a algunos de los vigilantes. Todos los individuos estaban catalogados como peligrosos, eran ladrones y asesinos de cierto renombre en los bajos fondos, pero ¿por qué se habían quedado tan cerca en vez de huir de Verisar? Quizá tuviesen en mente vengarse de quienes los encerraros, o puede que simplemente estuviesen aprovechando la guerra para hacer de las suyas nuevamente.
El dragón la miró inquisitivamente, conociendo el carácter de la vampira sabía que ante tal situación no se quedaría de brazos cruzados, hecho que confirmó en cuanto ésta le devolvió la mirada y esbozó una leve sonrisa. - Mi suministro tendrá que esperar, vayamos a por los caballos. - le apremió, empezando a desandar el trayecto hacia el Cuervo de Plata. No les llevó mucho llegar al establo del local, donde tras ensillar a sus monturas, salieron a toda prisa hacia las puertas de la muralla.
El plan era sencillo, en cuanto llegasen a las afueras de la ciudad el alado se transformaría para hacer una primera batida por la zona y determinar la posible posición de los criminales, luego, basándose en la cantidad y el tipo de adversarios, se pondrían de acuerdo acerca de la estrategia a seguir para atraparlos, aunque lo más probable es que se resistiesen. A la vampira no le importaba entregarlos vivos o muertos, a decir verdad muertos les darían menos problemas y les pagarían igualmente, pero si alguno de los fugitivos decidía rendirse le perdonaría la vida y se encargaría de que volviese a su celda para cumplir el castigo que la ley le hubiese impuesto.
- Creo que éste es un buen lugar para empezar a buscar. - soltó, tirando de las riendas para que Sombra aminorase la marcha. - Bien, echaré un vistazo, enseguida vuelvo. - contestó el cazador, desmontando y tendiéndole las correas de su caballo antes de apartarse para adoptar su forma bestial. Lo siguiente que hizo fue batir las fuertes alas para elevarse con rapidez, colocándose a una altura a la que no sería fácil de detectar, al menos no para unos humanos. Los agudos ojos de la señora de sombras siguieron su silueta mientras aguardaba en silencio, esperando que su compañero diese con alguna pista que pudiesen seguir.
Elen Calhoun
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Re: La carrera por la libertad [Trabajo] [Asher - Elen]
Cuatro días. Cuatro días siguiendo a esa gente. Aquello comenzaba a ser un dolor de cabeza.
-Deberíamos volver. No estamos consiguiendo nada.- suspiró Syl. -Saben cubrir su rastro, y lo hacen muy bien.- Dejé escapar un gruñido quedo. Era frustrante, pero tenía razón. Ninguno de los dos había encontrado nada que diese una pista clara. -Además, no es nuestro problema.-
-No lo es ahora. Si los dejamos, acabará siéndolo. Estos no son criminales cualquiera.- repliqué. -Son la clase de lunáticos que acechan y matan al azar, de la forma más sangrienta que se les ocurra.- Con gente así suelta por las ciudades, sería difícil que alguien se sintiese seguro. Más aún en mitad de la guerra. Además... si se colaban en Roilkat...
Negué con la cabeza. No dejaría que eso pasase.
-Estamos cerca. Preguntemos. Quizás alguien haya tenido más suerte que nosotros.- dije, señalando hacia los muros de la ciudad con la cabeza.
Por primera vez en tantos días, alguien los había visto claramente. Un licántropo. Según decía, había estado patrullando por los bosques en su forma de lobo cuando los encontró. Sin embargo, solo había visto un grupo de siete personas. Pero los presos fugados eran veinte.
Pero teníamos una ventaja. No sabían que les habían descubierto. Sin embargo, con el escándalo que había armado en la ciudad, aquello no duraría mucho.
-Nos encargaremos. Vamos.- dije, poniéndome en marcha. El gato se quedó quieto un segundo, pero finalmente asintió y me siguió. Si estaban divididos, podríamos contra ellos.
No llegamos muy lejos antes de que algo llamase nuestra atención. Un dragón alzando el vuelo. Había alguien más. ¿Cazarrecompensas? ¿O quizás...?
-¡Elen!- llamé. El dragón debía de ser Alister. Se había alejado lo suficiente como para perderlo de vista. Suspiré, algo aliviado. Si no le veían, no nos delataría aún. -No esperaba verte aquí. ¿Estáis de caza?- pregunté. Sabiendo lo que sabía, era evidente. Quizás también estarían al tanto. -Ah, no recuerdo si os presenté. Este es Syl.-
El felino examinó a la Centinela con la mirada. Le había contado lo que sabía sobre ella, pero el último encuentro entre los dos había sido algo tenso. El hecho de que ahora fuese una vampiresa no ayudaba.
-Encantado.- dijo en un tono no demasiado convincente. Podía entender su cautela. A decir verdad, la mujer tenía un aspecto peor que la última vez. Si antes había algo siniestro sobre ella, aquello no había hecho más que aumentar. ¿Por que clase de cosas había estado pasando?
Claro que era yo el que tenía heridas nuevas. La del ojo no me molestaba demasiado, por suerte.
-Elen... ¿Estás... bien?- pregunté. -Bueno, quiero decir... teniendo en cuenta todo eso.- ¿Como de bien podía estar realmente? ¿Como estaría yo si me hubiese vuelto vampiro y tuviese un medallón que intentase corromperme y no pudiese quitarme nunca?
En ocasiones entendía por qué Syl se sentía incómodo con la magia.
-Deberíamos movernos.- dijo mi compañero. -Tenemos una buena oportunidad. No durará.- me recordó.
-Aún no. Será mejor que vayamos juntos. No tendrán ninguna oportunidad contra los cuatro.- dije. Acto seguido, comencé a relatar la información que tenía sobre la escoria a la que perseguíamos. Eran peligrosos y astutos, pero teníamos ventaja. -No, mejor aún... podemos acercarnos sin que se den cuenta y acabar con la mitad.- dije, algo dubitativo.
Desenfundé a Brillo. Teníamos unos minutos mientras Alister volvía.
-Controlas sombras, ¿verdad?- le pregunté a la vampiresa. Había hecho la prueba con Lyn. Aquello funcionaría. -Lánzame lo que puedas. Un ataque, si es posible. Cuanto más fuerte, mejor. No te cortes.- dije, poniendo la espada entre los dos. Syl podía acechar sin hacer ruido, y ella podía ocultarse con gran facilidad. Si me cubría de sombras, yo también. -Nos acercaremos por tres flancos y atacaremos a la vez. En cuanto se den cuenta, Alister puede ayudar o dar caza a los que huyan. Pero este es solo uno de los grupos.-
Era poco probable que tuviésemos la misma ventaja contra el resto. Mejor usarla cuando podíamos.
-Venga. Dispara.- Dije. La segunda runa de Brillo comenzó a iluminarse, preparándose para absorber el asalto. [1]
-Deberíamos volver. No estamos consiguiendo nada.- suspiró Syl. -Saben cubrir su rastro, y lo hacen muy bien.- Dejé escapar un gruñido quedo. Era frustrante, pero tenía razón. Ninguno de los dos había encontrado nada que diese una pista clara. -Además, no es nuestro problema.-
-No lo es ahora. Si los dejamos, acabará siéndolo. Estos no son criminales cualquiera.- repliqué. -Son la clase de lunáticos que acechan y matan al azar, de la forma más sangrienta que se les ocurra.- Con gente así suelta por las ciudades, sería difícil que alguien se sintiese seguro. Más aún en mitad de la guerra. Además... si se colaban en Roilkat...
Negué con la cabeza. No dejaría que eso pasase.
-Estamos cerca. Preguntemos. Quizás alguien haya tenido más suerte que nosotros.- dije, señalando hacia los muros de la ciudad con la cabeza.
Por primera vez en tantos días, alguien los había visto claramente. Un licántropo. Según decía, había estado patrullando por los bosques en su forma de lobo cuando los encontró. Sin embargo, solo había visto un grupo de siete personas. Pero los presos fugados eran veinte.
Pero teníamos una ventaja. No sabían que les habían descubierto. Sin embargo, con el escándalo que había armado en la ciudad, aquello no duraría mucho.
-Nos encargaremos. Vamos.- dije, poniéndome en marcha. El gato se quedó quieto un segundo, pero finalmente asintió y me siguió. Si estaban divididos, podríamos contra ellos.
No llegamos muy lejos antes de que algo llamase nuestra atención. Un dragón alzando el vuelo. Había alguien más. ¿Cazarrecompensas? ¿O quizás...?
-¡Elen!- llamé. El dragón debía de ser Alister. Se había alejado lo suficiente como para perderlo de vista. Suspiré, algo aliviado. Si no le veían, no nos delataría aún. -No esperaba verte aquí. ¿Estáis de caza?- pregunté. Sabiendo lo que sabía, era evidente. Quizás también estarían al tanto. -Ah, no recuerdo si os presenté. Este es Syl.-
El felino examinó a la Centinela con la mirada. Le había contado lo que sabía sobre ella, pero el último encuentro entre los dos había sido algo tenso. El hecho de que ahora fuese una vampiresa no ayudaba.
-Encantado.- dijo en un tono no demasiado convincente. Podía entender su cautela. A decir verdad, la mujer tenía un aspecto peor que la última vez. Si antes había algo siniestro sobre ella, aquello no había hecho más que aumentar. ¿Por que clase de cosas había estado pasando?
Claro que era yo el que tenía heridas nuevas. La del ojo no me molestaba demasiado, por suerte.
-Elen... ¿Estás... bien?- pregunté. -Bueno, quiero decir... teniendo en cuenta todo eso.- ¿Como de bien podía estar realmente? ¿Como estaría yo si me hubiese vuelto vampiro y tuviese un medallón que intentase corromperme y no pudiese quitarme nunca?
En ocasiones entendía por qué Syl se sentía incómodo con la magia.
-Deberíamos movernos.- dijo mi compañero. -Tenemos una buena oportunidad. No durará.- me recordó.
-Aún no. Será mejor que vayamos juntos. No tendrán ninguna oportunidad contra los cuatro.- dije. Acto seguido, comencé a relatar la información que tenía sobre la escoria a la que perseguíamos. Eran peligrosos y astutos, pero teníamos ventaja. -No, mejor aún... podemos acercarnos sin que se den cuenta y acabar con la mitad.- dije, algo dubitativo.
Desenfundé a Brillo. Teníamos unos minutos mientras Alister volvía.
-Controlas sombras, ¿verdad?- le pregunté a la vampiresa. Había hecho la prueba con Lyn. Aquello funcionaría. -Lánzame lo que puedas. Un ataque, si es posible. Cuanto más fuerte, mejor. No te cortes.- dije, poniendo la espada entre los dos. Syl podía acechar sin hacer ruido, y ella podía ocultarse con gran facilidad. Si me cubría de sombras, yo también. -Nos acercaremos por tres flancos y atacaremos a la vez. En cuanto se den cuenta, Alister puede ayudar o dar caza a los que huyan. Pero este es solo uno de los grupos.-
Era poco probable que tuviésemos la misma ventaja contra el resto. Mejor usarla cuando podíamos.
-Venga. Dispara.- Dije. La segunda runa de Brillo comenzó a iluminarse, preparándose para absorber el asalto. [1]
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Uso de habilidad: Absorber
Asher Daregan
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Re: La carrera por la libertad [Trabajo] [Asher - Elen]
El inconfundible sonido de unas pisadas acercándose a su posición hizo que girase el rostro levemente para mirar por el rabillo del ojo en dirección al origen, lista para saltar del caballo y defenderse de ser necesario, pero para su sorpresa, reconoció de inmediato al par de individuos que se aproximaban a ella gracias al olor del perro, antes incluso de que éste la llamase por su nombre. - Asher, que coincidencia. - comentó, al tiempo que desmontaba y se daba la vuelta para quedar frente a los recién llegados. - Algo así, supongo que estarás al tanto de lo ocurrido en la prisión de los bios, hemos venido a solucionarlo. - respondió con tranquilidad, percatándose de que el guerrero no se había quedado de brazos cruzados desde la última vez que sus caminos se cruzaron, las nuevas cicatrices que marcaban su cuerpo eran prueba de ello.
Dicho esto, la vampira centró su atención sobre el felino que lo acompañaba, ya lo había visto antes pero no se habían presentado debidamente, cosa que el líder nómada arregló en un instante. - Lo mismo digo Syl. - contestó, aunque sus palabras sonaron más sinceras que las del gato. No podía culparlo por su desconfianza, teniendo en cuenta que la ocasión anterior en que se habían reunido los cuatro había estado a punto de acabar con una pelea entre ella y el perro, ¿qué podía esperar? Si el arquero hubiese estado presente durante el combate contra el hechicero y las Manticores ¿habría sido diferente su reacción? Probablemente, o quizá no… quizá la unión de la centinela con las almas de su medallón y la brutalidad con que intentó acabar con su enemigo le hubiesen dado más razones para mostrarse precavido con ella.
- Sigo viva, ¿eso cuenta no? - soltó, encogiéndose de hombros ante la pregunta del perro. ¿Para qué mentir? no podía decir que se encontrase bien, es más, su situación había ido a peor gracias a la visita de Randall Flagg, detalle del cual tendría que advertirlos si decidían cooperar para atrapar a los fugitivos. - Parece que tú también has estado ocupado. - añadió al poco, alzando una mano para señalarse el ojo, zona en que el guerrero tenía una nueva herida. - Supongo que no estamos hechos para llevar una vida tranquila. - musitó, poco antes de que el felino volviese a intervenir para instar a su compañero a ponerse en marcha antes de que la oportunidad que tenían se esfumase.
Asher en cambio decidió decantarse por unir fuerzas con la señora de sombras y el dragón, consciente de que entre los cuatro podrían acabar el trabajo mucho más rápido. - Veinte, no esperaba que fuesen tantos… - susurró la de cabellos cenicientos, en cuanto su aliado compartió con ella la información que tenía. ¿Qué clase de vigilancia había en la prisión de los bio? Podía entender que en un fallo se pudiesen fugar siete u ocho presos, pero ¿veinte? Después de aquello habría que revisar las instalaciones y el personal tendría que tener mucho más cuidado para no quedar en evidencia. - En ese caso tienes razón, será mejor que colaboremos para dar con ellos antes de que se les ocurra huir a otra ciudad o esconderse. - afirmó, sin dejar de prestar atención a lo que el hombre bestia decía.
En su cabeza debía estar tomando forma alguna especie de plan, ya que lo siguiente que hizo fue desenvainar su espada y colocarla entre ambos, apuntando a la benjamina de los Calhoun con la afilada hoja. Aquello la tomó por sorpresa, pero pronto se dio cuenta de cuál era su intención. Igual que había hecho durante la pelea contra el miembro del aquelarre, donde había absorbido parte de las llamas para que cubriesen su arma y causar más daño con cada impacto, ahora el espadachín pretendía hacer lo mismo con el oscuro elemento de la criatura de la noche, probablemente para tener una forma de ocultarse.
La idea del perro era que los tres atacasen al primer grupo de delincuentes desde diferentes flancos, aprovechando el factor sorpresa y con Alister como apoyo desde las alturas. - No te preocupes por ello, conseguiré que nos digan dónde están los demás. - comentó, segura de que con algo de dolor se les soltaría la lengua… y ¿quién mejor que ella para causárselo? En los últimos meses se había convertido en toda una experta, gracias en parte a las ideas que las moradoras de su reliquia le daban. - Syl apártate un poco por si acaso. - pidió, retrocediendo ella también y alejándose de los caballos para no alterarlos.
Su negra aura se intensificó conforme permitía que las sombras le envolviesen ambos brazos, y de forma repentina, un oscuro muro se alzó justo delante de ella, para al instante salir disparado hacia el líder nómada y su curiosa espada. ¿Cuánto podría absorber la hoja? Esa era una buena pregunta. En cuanto Brillo cumpliese con su cometido llegaría la hora de sincerarse con los dos acerca de su nueva maldición, una que sin duda complicaría las cosas.
Sin embargo, antes de que pudiese decir nada al respecto, su desarrollado oído captó el batir de alas del reptil, que tras su vuelo de reconocimiento por la zona regresaba al punto de partida, acelerando en cuanto captó los aromas del par de hombres bestia. Alister aterrizó con cuidado, quedando a escasos metros de la vampira y clavando sus alargadas pupilas sobre los recién llegados, aunque después de su colaboración a las afueras de Roilkat la presencia de Asher cerca de Elen no le preocupaba. - Buenas noches. - saludó con voz grave, al tiempo que plegaba las extremidades superiores y recolocaba la cola cubierta de espinas formando una curva. - Elen, los he encontrado, no están lejos de aquí. - informó, desviando la mirada hacia la joven.
- Bien, ¿cuántos había? - inquirió, para prepararse. - Seis. - contestó al momento el cazador. - ¿Seis nada más? Parece que se han dividido bastante entonces, Asher me ha contado que el número de fugitivos asciende a veinte… aunque podemos empezar por esos. - musitó, tomando aire antes de proseguir, y de paso, memorizando el olor de Syl de cara a otro posible encuentro posterior a aquella noche. - Pero antes de partir debo revelaros algo, he recibido una desagradable visita desde la última vez que coincidimos, y como resultado de ello una sombra distinta a las que me has visto usar toma el control de mi cuerpo de vez en cuando. - empezó a decir, mirando al líder nómada y evitando mencionar el nombre del Hombre Muerto, tal como Eltrant les había recomendado.
- En ese estado no soy consciente de mis actos, esa cosa ataca indiscriminadamente a cuantos la rodean así que si llega a pasar, apartaos de mí y dejad que descargue su furia contra los delincuentes, Alister podrá traerme de vuelta con su elemento. - continuó, posando sus verdes ojos sobre el filo de Brillo. - La luz y el fuego son sus debilidades, tenedlo en cuenta. - confesó para terminar, depositando su confianza en ellos y esperando que utilizasen lo que ahora sabían solo para defenderse y no para causarle daño. - ¿Y bien? ¿nos vamos? - preguntó, encaminándose hacia su caballo y subiendo a la silla.
Ya que Alister se mantendría en su forma bestial y los ayudaría desde las alturas, su montura quedaba libre para ellos si decidían utilizarla, aunque les tocaría dejarlas a cierta distancia de su objetivo para no ser descubiertos.
Dicho esto, la vampira centró su atención sobre el felino que lo acompañaba, ya lo había visto antes pero no se habían presentado debidamente, cosa que el líder nómada arregló en un instante. - Lo mismo digo Syl. - contestó, aunque sus palabras sonaron más sinceras que las del gato. No podía culparlo por su desconfianza, teniendo en cuenta que la ocasión anterior en que se habían reunido los cuatro había estado a punto de acabar con una pelea entre ella y el perro, ¿qué podía esperar? Si el arquero hubiese estado presente durante el combate contra el hechicero y las Manticores ¿habría sido diferente su reacción? Probablemente, o quizá no… quizá la unión de la centinela con las almas de su medallón y la brutalidad con que intentó acabar con su enemigo le hubiesen dado más razones para mostrarse precavido con ella.
- Sigo viva, ¿eso cuenta no? - soltó, encogiéndose de hombros ante la pregunta del perro. ¿Para qué mentir? no podía decir que se encontrase bien, es más, su situación había ido a peor gracias a la visita de Randall Flagg, detalle del cual tendría que advertirlos si decidían cooperar para atrapar a los fugitivos. - Parece que tú también has estado ocupado. - añadió al poco, alzando una mano para señalarse el ojo, zona en que el guerrero tenía una nueva herida. - Supongo que no estamos hechos para llevar una vida tranquila. - musitó, poco antes de que el felino volviese a intervenir para instar a su compañero a ponerse en marcha antes de que la oportunidad que tenían se esfumase.
Asher en cambio decidió decantarse por unir fuerzas con la señora de sombras y el dragón, consciente de que entre los cuatro podrían acabar el trabajo mucho más rápido. - Veinte, no esperaba que fuesen tantos… - susurró la de cabellos cenicientos, en cuanto su aliado compartió con ella la información que tenía. ¿Qué clase de vigilancia había en la prisión de los bio? Podía entender que en un fallo se pudiesen fugar siete u ocho presos, pero ¿veinte? Después de aquello habría que revisar las instalaciones y el personal tendría que tener mucho más cuidado para no quedar en evidencia. - En ese caso tienes razón, será mejor que colaboremos para dar con ellos antes de que se les ocurra huir a otra ciudad o esconderse. - afirmó, sin dejar de prestar atención a lo que el hombre bestia decía.
En su cabeza debía estar tomando forma alguna especie de plan, ya que lo siguiente que hizo fue desenvainar su espada y colocarla entre ambos, apuntando a la benjamina de los Calhoun con la afilada hoja. Aquello la tomó por sorpresa, pero pronto se dio cuenta de cuál era su intención. Igual que había hecho durante la pelea contra el miembro del aquelarre, donde había absorbido parte de las llamas para que cubriesen su arma y causar más daño con cada impacto, ahora el espadachín pretendía hacer lo mismo con el oscuro elemento de la criatura de la noche, probablemente para tener una forma de ocultarse.
La idea del perro era que los tres atacasen al primer grupo de delincuentes desde diferentes flancos, aprovechando el factor sorpresa y con Alister como apoyo desde las alturas. - No te preocupes por ello, conseguiré que nos digan dónde están los demás. - comentó, segura de que con algo de dolor se les soltaría la lengua… y ¿quién mejor que ella para causárselo? En los últimos meses se había convertido en toda una experta, gracias en parte a las ideas que las moradoras de su reliquia le daban. - Syl apártate un poco por si acaso. - pidió, retrocediendo ella también y alejándose de los caballos para no alterarlos.
Su negra aura se intensificó conforme permitía que las sombras le envolviesen ambos brazos, y de forma repentina, un oscuro muro se alzó justo delante de ella, para al instante salir disparado hacia el líder nómada y su curiosa espada. ¿Cuánto podría absorber la hoja? Esa era una buena pregunta. En cuanto Brillo cumpliese con su cometido llegaría la hora de sincerarse con los dos acerca de su nueva maldición, una que sin duda complicaría las cosas.
Sin embargo, antes de que pudiese decir nada al respecto, su desarrollado oído captó el batir de alas del reptil, que tras su vuelo de reconocimiento por la zona regresaba al punto de partida, acelerando en cuanto captó los aromas del par de hombres bestia. Alister aterrizó con cuidado, quedando a escasos metros de la vampira y clavando sus alargadas pupilas sobre los recién llegados, aunque después de su colaboración a las afueras de Roilkat la presencia de Asher cerca de Elen no le preocupaba. - Buenas noches. - saludó con voz grave, al tiempo que plegaba las extremidades superiores y recolocaba la cola cubierta de espinas formando una curva. - Elen, los he encontrado, no están lejos de aquí. - informó, desviando la mirada hacia la joven.
- Bien, ¿cuántos había? - inquirió, para prepararse. - Seis. - contestó al momento el cazador. - ¿Seis nada más? Parece que se han dividido bastante entonces, Asher me ha contado que el número de fugitivos asciende a veinte… aunque podemos empezar por esos. - musitó, tomando aire antes de proseguir, y de paso, memorizando el olor de Syl de cara a otro posible encuentro posterior a aquella noche. - Pero antes de partir debo revelaros algo, he recibido una desagradable visita desde la última vez que coincidimos, y como resultado de ello una sombra distinta a las que me has visto usar toma el control de mi cuerpo de vez en cuando. - empezó a decir, mirando al líder nómada y evitando mencionar el nombre del Hombre Muerto, tal como Eltrant les había recomendado.
- En ese estado no soy consciente de mis actos, esa cosa ataca indiscriminadamente a cuantos la rodean así que si llega a pasar, apartaos de mí y dejad que descargue su furia contra los delincuentes, Alister podrá traerme de vuelta con su elemento. - continuó, posando sus verdes ojos sobre el filo de Brillo. - La luz y el fuego son sus debilidades, tenedlo en cuenta. - confesó para terminar, depositando su confianza en ellos y esperando que utilizasen lo que ahora sabían solo para defenderse y no para causarle daño. - ¿Y bien? ¿nos vamos? - preguntó, encaminándose hacia su caballo y subiendo a la silla.
Ya que Alister se mantendría en su forma bestial y los ayudaría desde las alturas, su montura quedaba libre para ellos si decidían utilizarla, aunque les tocaría dejarlas a cierta distancia de su objetivo para no ser descubiertos.
Elen Calhoun
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Re: La carrera por la libertad [Trabajo] [Asher - Elen]
El ataque de oscuridad voló hacia Brillo... y se ralentizó, manifestándose en un vórtice negro que desembocaba en el símbolo rúnico. El acero se volvió azabache mientras una luz negra irradiaba del arma, eliminando toda luz a su alrededor. Mi armadura palpitó un instante antes de cubrirse del mismo efecto, extendiendo las sombras alrededor de mi cuerpo.
Estaba frío. Pero era... extrañamente agradable. La densidad de las sombras que me rodeaban era mucho mayor a lo que podía haber imaginado. Alcé una mano, mirándola de cerca. Era prácticamente indistinguible. Apenas una silueta. Si no fuese mi propio cuerpo, habría sido difícil percibirlo.
Era, a grandes rasgos, una coraza del abismo. La mirada de Syl dejaba sus pensamientos claros. Aquello le preocupaba. No. Parecía incluso... asustado.
-Syl. Sigo siendo yo.- dije. Mi voz salió distorsionada. Distinta. Aquello no mejoraba las cosas. Chasqueé la lengua. -Ah, ya veo. Te he dejado a sombra do.-
-Oh. Sigues siendo idiota. Bien.- El felino recobró la compostura. Sacudió la cabeza y suspiró. -Odio esa magia.-
Sonreí. Aquello había bajado la tensión, al menos. Quizás fuese mejor mantener ese tono, al menos mientras estuviese en aquel estado. Podía tolerar que Elen no me tomase en serio, pero no que Syl temiese por mi.
Continué experimentando con mis movimientos. Mis pies no hacían ni un solo sonido al tocar la hierba. La hoja de Brillo solo evocaba un murmullo al cortar el aire. Era ligero, más de lo que podía recordar.
Alister no tardó en llegar. Asentí con cierto respeto ante su saludo. Había tenido suerte, al parecer.
-¿Seis? Uno de los vigías dijo que había siete...- musité. ¿Lo habrían dejado atrás? ¿Se habría escondido por su cuenta? Fuera como fuese, tendríamos que centrarnos en el grupo. Pero había algo más que debíamos saber, al parecer.
Syl se llevó la mano a la frente. Eso podía ser un problema. Definitivamente no le dejaría más cómodo ante la presencia de la vampiresa. Por su parte, Elen era agradable, y el hecho de que nos hubiese confiado esa información era una muestra de buena fe. Quizás aún pudiese solucionarlo.
-Tenemos nuestras propias luces.- dije, antes de ponernos en marcha. La pareja nos ofreció un caballo que usar, igual que la última vez. Dejé que Syl aceptase la montura. Con el aspecto que tenía, era posible que el animal entrase en pánico si me acercaba demasiado, y sabía que el gato estaba más cansado que yo.
Tuve que esforzarme al correr para seguir el ritmo. Aquella forma ayudaba. Por fortuna, no fue un viaje largo. Para cuando Syl y Elen terminaron de dejar a los animales, ya les había alcanzado. Jadeé unos instantes, recuperando el aliento. Una vez me recuperé, hice una señal para que la pareja me siguiese.
Incluso para Syl, era difícil ver nada. Pese a su proximidad a la ciudad, esa zona del bosque era bastante frondosa. No tardó en perder de vista a Asher, pero el llamarle no era una opción. No tan cerca del objetivo.
El gato se concentró. Tenía que ser consciente de cada rama y cada arbusto. Cualquier ruido los delataría. Continuó moviéndose a un paso constante [1], con la ballesta completamente preparada para disparar. Los minutos se hicieron tensos, pero finalmente, los vio.
No había hoguera. En su lugar, habían colocado varios candiles juntos, rodeados de piedras. Un fuego alertaría a cualquiera, pero aquello era difícil de ver y podía contener el humo. También podía ver a sus objetivos. Habían acampado allí, al parecer. Tres de ellos estaban acostados, aparentemente dormidos. Otros tres parecían discutir sobre algo. [2] No reconocía el idioma...
No era la única sorpresa. Había algo extraño en los árboles. Aquello eran... ¿hilos?
Trampas. Cerró los ojos un instante, deseando que sus compañeros se diesen cuenta. Tenía un ángulo decente si se apostaba allí, por lo que lentamente, hincó una rodilla en el suelo y tomó posición. Esperó unos segundos. Tenían que atacar a la vez.
Pero había algo que le daba mala espina.
Estaba frío. Pero era... extrañamente agradable. La densidad de las sombras que me rodeaban era mucho mayor a lo que podía haber imaginado. Alcé una mano, mirándola de cerca. Era prácticamente indistinguible. Apenas una silueta. Si no fuese mi propio cuerpo, habría sido difícil percibirlo.
Era, a grandes rasgos, una coraza del abismo. La mirada de Syl dejaba sus pensamientos claros. Aquello le preocupaba. No. Parecía incluso... asustado.
-Syl. Sigo siendo yo.- dije. Mi voz salió distorsionada. Distinta. Aquello no mejoraba las cosas. Chasqueé la lengua. -Ah, ya veo. Te he dejado a sombra do.-
-Oh. Sigues siendo idiota. Bien.- El felino recobró la compostura. Sacudió la cabeza y suspiró. -Odio esa magia.-
Sonreí. Aquello había bajado la tensión, al menos. Quizás fuese mejor mantener ese tono, al menos mientras estuviese en aquel estado. Podía tolerar que Elen no me tomase en serio, pero no que Syl temiese por mi.
Continué experimentando con mis movimientos. Mis pies no hacían ni un solo sonido al tocar la hierba. La hoja de Brillo solo evocaba un murmullo al cortar el aire. Era ligero, más de lo que podía recordar.
Alister no tardó en llegar. Asentí con cierto respeto ante su saludo. Había tenido suerte, al parecer.
-¿Seis? Uno de los vigías dijo que había siete...- musité. ¿Lo habrían dejado atrás? ¿Se habría escondido por su cuenta? Fuera como fuese, tendríamos que centrarnos en el grupo. Pero había algo más que debíamos saber, al parecer.
Syl se llevó la mano a la frente. Eso podía ser un problema. Definitivamente no le dejaría más cómodo ante la presencia de la vampiresa. Por su parte, Elen era agradable, y el hecho de que nos hubiese confiado esa información era una muestra de buena fe. Quizás aún pudiese solucionarlo.
-Tenemos nuestras propias luces.- dije, antes de ponernos en marcha. La pareja nos ofreció un caballo que usar, igual que la última vez. Dejé que Syl aceptase la montura. Con el aspecto que tenía, era posible que el animal entrase en pánico si me acercaba demasiado, y sabía que el gato estaba más cansado que yo.
Tuve que esforzarme al correr para seguir el ritmo. Aquella forma ayudaba. Por fortuna, no fue un viaje largo. Para cuando Syl y Elen terminaron de dejar a los animales, ya les había alcanzado. Jadeé unos instantes, recuperando el aliento. Una vez me recuperé, hice una señal para que la pareja me siguiese.
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Incluso para Syl, era difícil ver nada. Pese a su proximidad a la ciudad, esa zona del bosque era bastante frondosa. No tardó en perder de vista a Asher, pero el llamarle no era una opción. No tan cerca del objetivo.
El gato se concentró. Tenía que ser consciente de cada rama y cada arbusto. Cualquier ruido los delataría. Continuó moviéndose a un paso constante [1], con la ballesta completamente preparada para disparar. Los minutos se hicieron tensos, pero finalmente, los vio.
No había hoguera. En su lugar, habían colocado varios candiles juntos, rodeados de piedras. Un fuego alertaría a cualquiera, pero aquello era difícil de ver y podía contener el humo. También podía ver a sus objetivos. Habían acampado allí, al parecer. Tres de ellos estaban acostados, aparentemente dormidos. Otros tres parecían discutir sobre algo. [2] No reconocía el idioma...
No era la única sorpresa. Había algo extraño en los árboles. Aquello eran... ¿hilos?
Trampas. Cerró los ojos un instante, deseando que sus compañeros se diesen cuenta. Tenía un ángulo decente si se apostaba allí, por lo que lentamente, hincó una rodilla en el suelo y tomó posición. Esperó unos segundos. Tenían que atacar a la vez.
Pero había algo que le daba mala espina.
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[1] Uso de habilidad: Acechador
[2] Subrayada complicación: Tu objetivo no está solo; es escoltado por un grupo de guardias personales. (Lo cual era evidente, pero...)
Asher Daregan
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Re: La carrera por la libertad [Trabajo] [Asher - Elen]
El rostro del gato cambió en cuanto su compañero quedó envuelto por las sombras, volviéndose prácticamente indetectable, aunque solo a ojos inexpertos. Como vampira, Elen podía percibir su silueta perfectamente y la forma en que su elemento se movía con él, mientras que el dragón, gracias a sus alargadas pupilas de reptil, pudo distinguir la oscura figura del perro y su espada. - Seguramente Syl también pueda ver algo. - pensó, dando por hecho que al ser un hombre bestia de rasgos felinos, también tendría una visión mejor que la media, y que justamente por eso parecía algo preocupado. Por suerte para él, Asher se encargó de relajar el ambiente con una broma que a pesar de su distorsionada voz, consiguió calmar al arquero, aunque esto no duraría mucho.
La revelación de la benjamina de los Calhoun provocó que se llevase una mano a la frente, visiblemente intranquilo por lo que acababa de escuchar, más magia peligrosa, justo lo que no le interesaba tener a su alrededor. Su acompañante en cambio se tomó mejor la noticia, asegurando que tenían sus propias luces, cosa que no ponía en duda después de haber visto todo lo que Brillo era capaz de hacer.
Ya sobre su montura, la joven les ofreció el caballo que había quedado libre, el cual fue aceptado por Syl, dando algo de esperanza a que pudiesen colaborar sin problemas a pesar de su nueva maldición. - Me mantendré sobre el objetivo, tened cuidado. - intervino Alister, sin poder evitar que sus mayores temores regresasen. Al dragón no le gustaba apartarse de su amada por mucho tiempo, menos aun sabiendo que podría transformarse en cualquier momento e iniciar una pelea con sus aliados. Sin embargo, debía confiar en que fuesen capaces de contenerla llegado el caso, al menos durante el tiempo suficiente para que él pudiese llegar y atraparla con su proyección elemental.
Sin más que decir, alzó el vuelo y ascendió rápidamente para perderse en el cielo nocturno, mientras el resto del grupo iniciaba la marcha a paso ligero para no quedarse atrás. El trayecto no fue largo, en cuanto la brisa trajo consigo varios aromas diferentes, que sin duda debían pertenecer a los fugitivos, Elen alzó una mano para avisar al resto de que no podían seguir avanzando a caballo. Detuvo a Sombra y aguardó a que el gato hiciese lo mismo para desmontar, tomando las riendas de ambos animales y guiándolos hasta un grueso árbol, al cual ató las correas concienzudamente. Eso dio tiempo al perro de alcanzarlos y recuperar el aliento, ya que al ceder la montura libre a su acompañante había hecho el camino corriendo, algo de lo que quizá se estuviese arrepintiendo dada la situación y el desgaste extra que le habría supuesto.
Con un gesto, el líder nómada los instó a que lo siguiesen, y eso hicieron, cuidándose de no hacer ruido para conservar el factor sorpresa de su lado. La densa vegetación de la zona no se los puso fácil, costaba avanzar sin pisar nada, motivo por el cual la de cabellos cenicientos ralentizó su paso para asegurarse de que no la escuchasen llegar. Afortunadamente tenía tanto ligereza como agilidad de su parte, cualidades que la ayudaron a alcanzar una buena posición desde la que echar un vistazo al pequeño grupo de delincuentes. - Asher dijo que habían visto a siete individuos pero Alister solo vio a seis, ¿dónde estará el que falta? - se preguntó mentalmente, echando un último vistazo al par de hombres bestia antes de alejarse hacia uno de los flancos, se suponía que debían atacar por tres lados a la vez y ella iba a ir justo por el frente.
Una vez situada en el sitio adecuado, comenzó a aproximarse lentamente, escrutando con la mirada la zona que ocupaban los criminales y el modo en que trataban de pasar desapercibidos. Ni siquiera habían encendido una hoguera, en vez de eso habían reunido varias lámparas de aceite, rodeándolas con piedras para que su luz fuese aún más tenue y no llamase la atención. Tres de los hombres dormían, mientras la otra mitad discutía sobre algo que no logró entender… aunque poco le importaba. Lo que si llamó su atención fue lo que quedó al descubierto con un ligero brillo de la luz de la luna, obligándola a dirigir su mirada hacia el punto en cuestión para confirmar lo que acababa de ver.
- Un hilo, parece que han sido lo suficientemente listos como para colocar trampas a su alrededor. - pensó, siguiendo el mismo y percatándose de la presencia de varios más. - Eso lo hará más interesante ¿no crees? - contestaron las almas del medallón, ardiendo en deseos de que las invocase. - Sí. - concedió, curvando los labios en una leve sonrisa cargada de malicia, que gracias a los dioses, nadie vería. - Si me transformo podría pasar sin problemas, los murciélagos pueden colarse por los huecos. - comenzó a cavilar, sin saber que la decisión no estaría en sus manos.
La maldición de Randall Flagg iba a elegir por ella, y en aquel instante, la sombra de odio comenzó a hacerse presente, cubriendo poco a poco el cuerpo de la vampira para modificarlo y poder mostrarse. Elen apretó los dientes y maldijo para sí, podía echarlo todo a perder pero su única opción para detener el proceso estaba fuera de su alcance. Miró al cielo, como si con aquello el dragón fuese a aparecer para ocuparse del asunto, pero no fue así.
Consciente de que debía proteger a sus aliados, avanzó en dirección al enemigo con la esperanza de que la bestia se centrase solo en ellos e ignorase a Asher y a Syl, quienes estando al tanto de su mal, deberían darse cuenta de lo que le estaba pasando. La metamorfosis se completó cuando la distancia que la separaba de los fugitivos era de apenas quince metros, y el gutural gruñido que profirió la criatura que quedó en su lugar probablemente echaría por tierra el plan con que habían ido hasta allí.
- Matar, matar… - eso era lo único que pasaba por la mente del ser, al cual no le gustó la visión de los candiles, pero sí la de los hombres que los rodeaban. Dispuesta a atacar de inmediato, la sombra se dividió hasta formar una bandada de cuervos, que al instante se lanzaron hacia sus presas, atravesando sin problemas los hilos que se interponían en su camino.
La revelación de la benjamina de los Calhoun provocó que se llevase una mano a la frente, visiblemente intranquilo por lo que acababa de escuchar, más magia peligrosa, justo lo que no le interesaba tener a su alrededor. Su acompañante en cambio se tomó mejor la noticia, asegurando que tenían sus propias luces, cosa que no ponía en duda después de haber visto todo lo que Brillo era capaz de hacer.
Ya sobre su montura, la joven les ofreció el caballo que había quedado libre, el cual fue aceptado por Syl, dando algo de esperanza a que pudiesen colaborar sin problemas a pesar de su nueva maldición. - Me mantendré sobre el objetivo, tened cuidado. - intervino Alister, sin poder evitar que sus mayores temores regresasen. Al dragón no le gustaba apartarse de su amada por mucho tiempo, menos aun sabiendo que podría transformarse en cualquier momento e iniciar una pelea con sus aliados. Sin embargo, debía confiar en que fuesen capaces de contenerla llegado el caso, al menos durante el tiempo suficiente para que él pudiese llegar y atraparla con su proyección elemental.
Sin más que decir, alzó el vuelo y ascendió rápidamente para perderse en el cielo nocturno, mientras el resto del grupo iniciaba la marcha a paso ligero para no quedarse atrás. El trayecto no fue largo, en cuanto la brisa trajo consigo varios aromas diferentes, que sin duda debían pertenecer a los fugitivos, Elen alzó una mano para avisar al resto de que no podían seguir avanzando a caballo. Detuvo a Sombra y aguardó a que el gato hiciese lo mismo para desmontar, tomando las riendas de ambos animales y guiándolos hasta un grueso árbol, al cual ató las correas concienzudamente. Eso dio tiempo al perro de alcanzarlos y recuperar el aliento, ya que al ceder la montura libre a su acompañante había hecho el camino corriendo, algo de lo que quizá se estuviese arrepintiendo dada la situación y el desgaste extra que le habría supuesto.
Con un gesto, el líder nómada los instó a que lo siguiesen, y eso hicieron, cuidándose de no hacer ruido para conservar el factor sorpresa de su lado. La densa vegetación de la zona no se los puso fácil, costaba avanzar sin pisar nada, motivo por el cual la de cabellos cenicientos ralentizó su paso para asegurarse de que no la escuchasen llegar. Afortunadamente tenía tanto ligereza como agilidad de su parte, cualidades que la ayudaron a alcanzar una buena posición desde la que echar un vistazo al pequeño grupo de delincuentes. - Asher dijo que habían visto a siete individuos pero Alister solo vio a seis, ¿dónde estará el que falta? - se preguntó mentalmente, echando un último vistazo al par de hombres bestia antes de alejarse hacia uno de los flancos, se suponía que debían atacar por tres lados a la vez y ella iba a ir justo por el frente.
Una vez situada en el sitio adecuado, comenzó a aproximarse lentamente, escrutando con la mirada la zona que ocupaban los criminales y el modo en que trataban de pasar desapercibidos. Ni siquiera habían encendido una hoguera, en vez de eso habían reunido varias lámparas de aceite, rodeándolas con piedras para que su luz fuese aún más tenue y no llamase la atención. Tres de los hombres dormían, mientras la otra mitad discutía sobre algo que no logró entender… aunque poco le importaba. Lo que si llamó su atención fue lo que quedó al descubierto con un ligero brillo de la luz de la luna, obligándola a dirigir su mirada hacia el punto en cuestión para confirmar lo que acababa de ver.
- Un hilo, parece que han sido lo suficientemente listos como para colocar trampas a su alrededor. - pensó, siguiendo el mismo y percatándose de la presencia de varios más. - Eso lo hará más interesante ¿no crees? - contestaron las almas del medallón, ardiendo en deseos de que las invocase. - Sí. - concedió, curvando los labios en una leve sonrisa cargada de malicia, que gracias a los dioses, nadie vería. - Si me transformo podría pasar sin problemas, los murciélagos pueden colarse por los huecos. - comenzó a cavilar, sin saber que la decisión no estaría en sus manos.
La maldición de Randall Flagg iba a elegir por ella, y en aquel instante, la sombra de odio comenzó a hacerse presente, cubriendo poco a poco el cuerpo de la vampira para modificarlo y poder mostrarse. Elen apretó los dientes y maldijo para sí, podía echarlo todo a perder pero su única opción para detener el proceso estaba fuera de su alcance. Miró al cielo, como si con aquello el dragón fuese a aparecer para ocuparse del asunto, pero no fue así.
Consciente de que debía proteger a sus aliados, avanzó en dirección al enemigo con la esperanza de que la bestia se centrase solo en ellos e ignorase a Asher y a Syl, quienes estando al tanto de su mal, deberían darse cuenta de lo que le estaba pasando. La metamorfosis se completó cuando la distancia que la separaba de los fugitivos era de apenas quince metros, y el gutural gruñido que profirió la criatura que quedó en su lugar probablemente echaría por tierra el plan con que habían ido hasta allí.
- Matar, matar… - eso era lo único que pasaba por la mente del ser, al cual no le gustó la visión de los candiles, pero sí la de los hombres que los rodeaban. Dispuesta a atacar de inmediato, la sombra se dividió hasta formar una bandada de cuervos, que al instante se lanzaron hacia sus presas, atravesando sin problemas los hilos que se interponían en su camino.
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Elen Calhoun
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Re: La carrera por la libertad [Trabajo] [Asher - Elen]
No teniamos tiempo para detenerlo o para solucionarlo. Teníamos que cortar por lo sano.
Lo notamos a la vez. Los cambios que estaban sucediendo en Elen. No podiamos arriesgarnos. La nueva ballesta de Syl disparó un virote mientras mi hoja se hundía en la espalda de uno de los fugitivos.
Sin embargo, reaccionaron mucho más rápido de lo que esperaba. Si bien había abatido a uno, los que se encontraban de pie habían reaccionado prácticamente mismo momento. La flecha se incrustó en el hombro del humano, tirandolo al suelo en el proceso.
Pero el resto se estaba moviendo. Los que parecían dormir se alzaron de un salto. Y, si bien esperábamos una pelea... los miserables comenzaron a huir, todos en distintas direcciones. Maldije entre dientes. Estaban preparados. ¿Nos habían oído llegar?
Eché a correr. Tendría que interceptar a los que pudiese, y, a la vez, alejarme de la nube de cuervos en la que se había convertido Elen. Luz. Si odiaba la luz, se alejaría de ella. O al menos, daría prioridad a otros objetivos. Llevé la mano al bolsillo, y lancé una de mis runas.
No importaban los reflejos del criminal. En cuanto la piedra impactó, una brillante descarga eléctrica se lanzó contra su cuerpo, [1] iluminando la zona brevemente mientras aullaba de dolor. Me moví entre los árboles, asegurándome de evitar las trampas que podía haber. Pero para cuando llegué hacia él, ya se había levantado.
Incluso con solo medio cuerpo funcional, seguía resistiendose.
Milagrosamente, el hombre esquivó mi espada, dándose la vuelta con una daga en la mano. Su corto alcance impidió que me diese, pero... Esos reflejos eran casi sobrehumanos. Si todos eran así, quizás fuese más desafío del que esperaba.
-Bastardo... ¿que se supone que eres?- gruñó. No tenía tiempo para aquello. Lancé una estocada. Su daga volvió a volar hacia mi. Pero esta vez, la intercepté. La pequeña hoja rebotó al impactar contra mi garra de acero, dándome la oportunidad para sujetarle por la muñeca y clavar a Brillo en su torso.
El desgraciado cayó al suelo. Desencajé mi espada de su cuerpo y olfateé el aire, buscando al siguiente.
Maldijo entre dientes. Solo le había derribado. Por otra parte... quizás aquello le viniese bien. Si lo había entendido bien, Elen atacaría a lo primero que viese. Un objetivo relativamente indefenso sería presa fácil.
No tenía tiempo que perder. Se alejó en dirección opuesta a la de Asher. Y aun así, sus oidos seguían perfectamente atentos. Sabía donde estaban sus objetivos... o más bien, donde querían llevarlos. Después de todo, aquella reacción no había sido natural. La habían planeado, quizás mucho tiempo atrás.
Era posible que les llevasen a una emboscada. Pero también había posibilidades de que se estuviesen moviendo por su cuenta, con la esperanza de que no pudiesemos atraparlos a todos.
¿Cuanto confiaban los unos en los otros? Habían escapado juntos y estaban organizados, pero ¿estaban realmente juntos? ¿Que haría él si estuviese en un grupo en el cual el resto no le importaba?
Desaparecer, probablemente, y no volver a juntarse con el resto.
La duda se despejó de su cabeza. Se centró en correr. Los bandidos podían tener un plan, pero él era más rápido. No tardó en encontrar a uno de ellos y cerrar la distancia que los separaba.
Se lanzó, con el brazal de cuchillas preparado. De alguna forma, el hombre lo esquivó de un salto, provocando que el felino cayese al suelo. No contaba con que el ballestero se recuperase grácilmente con una voltereta. O que, al hacerlo, se recuperase lo suficientemente rápido como para dispararle.
Otro caído. Syl se acercó. Le había alcanzado en la espalda, y perdía sangre a gran velocidad. No tenía motivos para dejarlo con vida. El gato pisó su espalda, inmovilizándolo. Después, apuntó a su cabeza y disparó.
¿Cuantos quedaban? ¿Tres? ¿Dos? Si todos habían hecho su trabajo, era posible que ya hubiesen acabado con los restantes. En ese caso, su prioridad sería evitar a Elen hasta que volviese a la normalidad. Sin pensárselo dos veces, el felino saltó hacia uno de los árboles cercanos, decidido a viajar por las alturas hasta que todo se tranquilizase.
Lo notamos a la vez. Los cambios que estaban sucediendo en Elen. No podiamos arriesgarnos. La nueva ballesta de Syl disparó un virote mientras mi hoja se hundía en la espalda de uno de los fugitivos.
Sin embargo, reaccionaron mucho más rápido de lo que esperaba. Si bien había abatido a uno, los que se encontraban de pie habían reaccionado prácticamente mismo momento. La flecha se incrustó en el hombro del humano, tirandolo al suelo en el proceso.
Pero el resto se estaba moviendo. Los que parecían dormir se alzaron de un salto. Y, si bien esperábamos una pelea... los miserables comenzaron a huir, todos en distintas direcciones. Maldije entre dientes. Estaban preparados. ¿Nos habían oído llegar?
Eché a correr. Tendría que interceptar a los que pudiese, y, a la vez, alejarme de la nube de cuervos en la que se había convertido Elen. Luz. Si odiaba la luz, se alejaría de ella. O al menos, daría prioridad a otros objetivos. Llevé la mano al bolsillo, y lancé una de mis runas.
No importaban los reflejos del criminal. En cuanto la piedra impactó, una brillante descarga eléctrica se lanzó contra su cuerpo, [1] iluminando la zona brevemente mientras aullaba de dolor. Me moví entre los árboles, asegurándome de evitar las trampas que podía haber. Pero para cuando llegué hacia él, ya se había levantado.
Incluso con solo medio cuerpo funcional, seguía resistiendose.
Milagrosamente, el hombre esquivó mi espada, dándose la vuelta con una daga en la mano. Su corto alcance impidió que me diese, pero... Esos reflejos eran casi sobrehumanos. Si todos eran así, quizás fuese más desafío del que esperaba.
-Bastardo... ¿que se supone que eres?- gruñó. No tenía tiempo para aquello. Lancé una estocada. Su daga volvió a volar hacia mi. Pero esta vez, la intercepté. La pequeña hoja rebotó al impactar contra mi garra de acero, dándome la oportunidad para sujetarle por la muñeca y clavar a Brillo en su torso.
El desgraciado cayó al suelo. Desencajé mi espada de su cuerpo y olfateé el aire, buscando al siguiente.
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Maldijo entre dientes. Solo le había derribado. Por otra parte... quizás aquello le viniese bien. Si lo había entendido bien, Elen atacaría a lo primero que viese. Un objetivo relativamente indefenso sería presa fácil.
No tenía tiempo que perder. Se alejó en dirección opuesta a la de Asher. Y aun así, sus oidos seguían perfectamente atentos. Sabía donde estaban sus objetivos... o más bien, donde querían llevarlos. Después de todo, aquella reacción no había sido natural. La habían planeado, quizás mucho tiempo atrás.
Era posible que les llevasen a una emboscada. Pero también había posibilidades de que se estuviesen moviendo por su cuenta, con la esperanza de que no pudiesemos atraparlos a todos.
¿Cuanto confiaban los unos en los otros? Habían escapado juntos y estaban organizados, pero ¿estaban realmente juntos? ¿Que haría él si estuviese en un grupo en el cual el resto no le importaba?
Desaparecer, probablemente, y no volver a juntarse con el resto.
La duda se despejó de su cabeza. Se centró en correr. Los bandidos podían tener un plan, pero él era más rápido. No tardó en encontrar a uno de ellos y cerrar la distancia que los separaba.
Se lanzó, con el brazal de cuchillas preparado. De alguna forma, el hombre lo esquivó de un salto, provocando que el felino cayese al suelo. No contaba con que el ballestero se recuperase grácilmente con una voltereta. O que, al hacerlo, se recuperase lo suficientemente rápido como para dispararle.
Otro caído. Syl se acercó. Le había alcanzado en la espalda, y perdía sangre a gran velocidad. No tenía motivos para dejarlo con vida. El gato pisó su espalda, inmovilizándolo. Después, apuntó a su cabeza y disparó.
¿Cuantos quedaban? ¿Tres? ¿Dos? Si todos habían hecho su trabajo, era posible que ya hubiesen acabado con los restantes. En ese caso, su prioridad sería evitar a Elen hasta que volviese a la normalidad. Sin pensárselo dos veces, el felino saltó hacia uno de los árboles cercanos, decidido a viajar por las alturas hasta que todo se tranquilizase.
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[1] Uso de habilidad: Runa Elemental - Descarga
Asher Daregan
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Re: La carrera por la libertad [Trabajo] [Asher - Elen]
Conscientes de que la transformación de la vampira no les ayudaría en absoluto a pasar desapercibidos, los hombres bestia decidieron que era momento de atacar, pero esto era algo que los fugitivos debían estar esperando a juzgar por el modo en que reaccionaron, levantándose todos a la vez para huir de forma coordinada en diferentes direcciones. Graznando de forma escandalosa, la bandada de cuervos voló a toda prisa hacia los individuos más cercanos, echándoseles encima y obsequiándoles con una oleada de dolorosos picotazos, mayormente orientados a la zona de la cara, que era donde se encontraban los ojos. Esto obligó al par de hombres a cubrirse la cabeza y defenderse a ciegas, lanzado manotazos al aire para espantar a las aves hasta que se dieron cuenta de que aquello no funcionaría.
Uno de los delincuentes, el que había resultado herido en un hombro por una flecha de Syl, trató de buscar algo más contundente con que protegerse, alcanzando un escudo y blandiéndolo como si de un arma se tratase. En su situación otros habrían optado por echar a correr y salvar sus vidas, pero aquel tipo tenía muy claro que no le había llegado su hora, y que lucharía hasta el último aliento antes de darse por vencido. Demostrando una paciencia admirable, aguardó hasta que los oscuros seres volvieron a acercarse a su posición, momento en que con un contundente revés, consiguió lanzar a varios de ellos contra el suelo. Complacido con el resultado obtenido, se dispuso a repetir la acción una vez más para librarse de los cuervos que lo acosaban y poder escapar con cierta tranquilidad, pero en vez de abalanzarse sobre él nuevamente, los pájaros comenzaron a reunirse y fusionarse ante las atónitas miradas de ambos.
- ¡Esto es cosa del demonio! - exclamó el segundo criminal, un renombrado estafador que había llevado a la ruina a mucha gente, pero que no estaba acostumbrado a tratar con entes como el que tenía delante. La sombra de odio recuperó su forma original y los miró fijamente mientras se ponía en pie, manipulando los alargados dedos de sus manos para que terminasen en afiladas puntas. Ante la naturaleza del enemigo que tenían delante, la idea de huir se antojaba mucho más tentadora, pero ¿de verdad podrían evadir a aquella criatura? Visto lo que era capaz de hacer no parecía demasiado posible. - Ni se te ocurra largarte, se la puede golpear ya lo has visto, entonces también podemos cortarla. - soltó el otro, instando a su aliado a tomar las armas.
Sin estar demasiado convencido, el ladrón se agachó junto a los candiles para recoger una espada, pero la visión del fuego le dio una idea mejor y más segura. Ya que su contrincante parecía reunir todas las características para ser considerado como un monstruo del abismo, creyó adecuado combatir la oscuridad con su opuesto directo, hecho por el cual en vez de decantarse por la hoja tomó una de las lámparas e hizo crecer la llama antes de arrojarla los pies de la creación del Hombre Muerto. Con un gutural gruñido, la sombría silueta retrocedió antes de verse alcanzada por el objeto, confirmando las sospechas de su adversario, que esbozó una sonrisa cargada de suficiencia.
- ¿No te gusta eh? ¡Pues tengo más para ti bicho inmundo! - dijo, alargando la mano hacia el siguiente para intentar espantarlo. Uno tras otro, el estafador lanzó los candiles, alejando de sí a la bestia, pero sin pensar demasiado en que al hacer eso también estaba apartando de sí la escasa luz que había en el bosque. - ¿Dónde se ha metido? - preguntó el herido, adelantándose ligeramente en cuanto el último proyectil impactó contra el suelo y empezó a prender la hierba seca. - ¡Qué más da! Se ha ido, ahora tenemos que… - la frase quedó a medias, cortada por el desagradable sonido de la carne al ser atravesada.
Al bajar la vista hacia su pecho pudo verlo, las afiladas garras del ser lo habían traspasado y sobresalían justo por encima de su vientre, había subestimado a su oponente dando por hecho que no sería lo suficientemente listo como para hacerle frente, pero aquella cosa solo había tenido que esperar el momento preciso para rodearlos y atacarle por la espalda. - C…Corree. - consiguió pronunciar, llamando la atención de su compañero, que se giró para ver la terrible escena. El miedo se apoderó de su expresión, cosa que no hizo sino aumentar en cuanto la sombría criatura extrajo su extremidad del cuerpo del estafador llevándose consigo un de sus órganos vitales, arrancándolo bruscamente y observándolo durante unos instantes antes de tirarlo junto con el moribundo.
Con una sola mano útil gracias al arquero, el segundo delincuente optó por correr hacia las llamas, deseando que eso mantuviese a raya a su perseguidor, pero no llegó lejos, la sombra se abalanzó sobre su cuerpo antes de que pudiese acercarse lo suficiente, arrebatándole el escudo y rajándole la garganta con fuerza, tanta que le perforó los músculos del cuello y llegó a las vértebras. Mientras se ahogaba en su propia sangre, la silueta que tenía sobre sí empezó a cambiar lentamente, abandonando su oscura forma para mostrarle a una joven en cuya mirada pudo ver miedo y asco. - ¿Una mujer? ¿Ese monstruo es una mujer? - ese fue su último pensamiento antes de abandonar aquel mundo.
- Cálmate Elen, no es ninguno de ellos. - se dijo la benjamina de los Calhoun, tras revisar la zona con un rápido vistazo. Con la diestra completamente manchada del rojizo líquido, la vampira se levantó y se apartó de los cuerpos, alegrándose de no haber atacado a ninguno de sus aliados, que era lo que más la preocupaba en aquel momento. El inconfundible batir de alas del dragón anunció su repentina llegada antes de que aterrizase a escasos metros de donde se encontraba. - Elen, ¿estás bien? - peguntó en cuanto tocó tierra, sorprendido de que hubiese recuperado el control sin necesidad de que interviniese como solía hacer, había oído perfectamente a los cuervos, estaba seguro de que se había transformado.
La de cabellos cenicientos asintió con la cabeza y buscó algo con lo que limpiarse la mano, percatándose entonces de que el dragón no había llegado solo, traía consigo a un individuo que bien podría estar inconsciente o muerto. - ¿Y ese hombre? - inquirió, cambiando de tema para que no siguiese preguntándole acerca de lo que acababa de pasar. - Intentaba escapar así que fui a por él, mi intención era interrogarlo pero creo que me pasé con la fuerza al embestirlo, no reacciona. - informó, dejando al tipo sobre la hierba. Elen se acercó lentamente y se acuclilló junto al criminal, escuchando su débil respiración. - Probablemente el impacto le haya roto algo por dentro, quizá tenga alguna hemorragia… dudo mucho que podamos sacarle nada. - comentó, pensando que su deber a aquellas alturas era darle el final más rápido posible.
- Espero que a Asher y Syl les haya ido bien. - añadió, escrutando el bosque con sus agudos ojos.
Off: Con el que atrapa Alister pillamos a los seis delincuentes, si quieres intentar despertarlo para que diga algo adelante.
Uno de los delincuentes, el que había resultado herido en un hombro por una flecha de Syl, trató de buscar algo más contundente con que protegerse, alcanzando un escudo y blandiéndolo como si de un arma se tratase. En su situación otros habrían optado por echar a correr y salvar sus vidas, pero aquel tipo tenía muy claro que no le había llegado su hora, y que lucharía hasta el último aliento antes de darse por vencido. Demostrando una paciencia admirable, aguardó hasta que los oscuros seres volvieron a acercarse a su posición, momento en que con un contundente revés, consiguió lanzar a varios de ellos contra el suelo. Complacido con el resultado obtenido, se dispuso a repetir la acción una vez más para librarse de los cuervos que lo acosaban y poder escapar con cierta tranquilidad, pero en vez de abalanzarse sobre él nuevamente, los pájaros comenzaron a reunirse y fusionarse ante las atónitas miradas de ambos.
- ¡Esto es cosa del demonio! - exclamó el segundo criminal, un renombrado estafador que había llevado a la ruina a mucha gente, pero que no estaba acostumbrado a tratar con entes como el que tenía delante. La sombra de odio recuperó su forma original y los miró fijamente mientras se ponía en pie, manipulando los alargados dedos de sus manos para que terminasen en afiladas puntas. Ante la naturaleza del enemigo que tenían delante, la idea de huir se antojaba mucho más tentadora, pero ¿de verdad podrían evadir a aquella criatura? Visto lo que era capaz de hacer no parecía demasiado posible. - Ni se te ocurra largarte, se la puede golpear ya lo has visto, entonces también podemos cortarla. - soltó el otro, instando a su aliado a tomar las armas.
Sin estar demasiado convencido, el ladrón se agachó junto a los candiles para recoger una espada, pero la visión del fuego le dio una idea mejor y más segura. Ya que su contrincante parecía reunir todas las características para ser considerado como un monstruo del abismo, creyó adecuado combatir la oscuridad con su opuesto directo, hecho por el cual en vez de decantarse por la hoja tomó una de las lámparas e hizo crecer la llama antes de arrojarla los pies de la creación del Hombre Muerto. Con un gutural gruñido, la sombría silueta retrocedió antes de verse alcanzada por el objeto, confirmando las sospechas de su adversario, que esbozó una sonrisa cargada de suficiencia.
- ¿No te gusta eh? ¡Pues tengo más para ti bicho inmundo! - dijo, alargando la mano hacia el siguiente para intentar espantarlo. Uno tras otro, el estafador lanzó los candiles, alejando de sí a la bestia, pero sin pensar demasiado en que al hacer eso también estaba apartando de sí la escasa luz que había en el bosque. - ¿Dónde se ha metido? - preguntó el herido, adelantándose ligeramente en cuanto el último proyectil impactó contra el suelo y empezó a prender la hierba seca. - ¡Qué más da! Se ha ido, ahora tenemos que… - la frase quedó a medias, cortada por el desagradable sonido de la carne al ser atravesada.
Al bajar la vista hacia su pecho pudo verlo, las afiladas garras del ser lo habían traspasado y sobresalían justo por encima de su vientre, había subestimado a su oponente dando por hecho que no sería lo suficientemente listo como para hacerle frente, pero aquella cosa solo había tenido que esperar el momento preciso para rodearlos y atacarle por la espalda. - C…Corree. - consiguió pronunciar, llamando la atención de su compañero, que se giró para ver la terrible escena. El miedo se apoderó de su expresión, cosa que no hizo sino aumentar en cuanto la sombría criatura extrajo su extremidad del cuerpo del estafador llevándose consigo un de sus órganos vitales, arrancándolo bruscamente y observándolo durante unos instantes antes de tirarlo junto con el moribundo.
Con una sola mano útil gracias al arquero, el segundo delincuente optó por correr hacia las llamas, deseando que eso mantuviese a raya a su perseguidor, pero no llegó lejos, la sombra se abalanzó sobre su cuerpo antes de que pudiese acercarse lo suficiente, arrebatándole el escudo y rajándole la garganta con fuerza, tanta que le perforó los músculos del cuello y llegó a las vértebras. Mientras se ahogaba en su propia sangre, la silueta que tenía sobre sí empezó a cambiar lentamente, abandonando su oscura forma para mostrarle a una joven en cuya mirada pudo ver miedo y asco. - ¿Una mujer? ¿Ese monstruo es una mujer? - ese fue su último pensamiento antes de abandonar aquel mundo.
- Cálmate Elen, no es ninguno de ellos. - se dijo la benjamina de los Calhoun, tras revisar la zona con un rápido vistazo. Con la diestra completamente manchada del rojizo líquido, la vampira se levantó y se apartó de los cuerpos, alegrándose de no haber atacado a ninguno de sus aliados, que era lo que más la preocupaba en aquel momento. El inconfundible batir de alas del dragón anunció su repentina llegada antes de que aterrizase a escasos metros de donde se encontraba. - Elen, ¿estás bien? - peguntó en cuanto tocó tierra, sorprendido de que hubiese recuperado el control sin necesidad de que interviniese como solía hacer, había oído perfectamente a los cuervos, estaba seguro de que se había transformado.
La de cabellos cenicientos asintió con la cabeza y buscó algo con lo que limpiarse la mano, percatándose entonces de que el dragón no había llegado solo, traía consigo a un individuo que bien podría estar inconsciente o muerto. - ¿Y ese hombre? - inquirió, cambiando de tema para que no siguiese preguntándole acerca de lo que acababa de pasar. - Intentaba escapar así que fui a por él, mi intención era interrogarlo pero creo que me pasé con la fuerza al embestirlo, no reacciona. - informó, dejando al tipo sobre la hierba. Elen se acercó lentamente y se acuclilló junto al criminal, escuchando su débil respiración. - Probablemente el impacto le haya roto algo por dentro, quizá tenga alguna hemorragia… dudo mucho que podamos sacarle nada. - comentó, pensando que su deber a aquellas alturas era darle el final más rápido posible.
- Espero que a Asher y Syl les haya ido bien. - añadió, escrutando el bosque con sus agudos ojos.
Off: Con el que atrapa Alister pillamos a los seis delincuentes, si quieres intentar despertarlo para que diga algo adelante.
Elen Calhoun
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Re: La carrera por la libertad [Trabajo] [Asher - Elen]
La oscuridad que había absorbido desapareció poco a poco mientras caminaba, dejando una sensación extraña en torno a mi cuerpo. Para cuando volví, el efecto ya había acabado. Había sido sorprendentemente intenso. Tenía que probar con alguna llamarada seria del dragón...
Lo que había quedado no era una escena bonita. Pero tampoco fue suficiente para revolverme el estómago o algo por el estilo. Realmente, se acercaba a lo que imaginaba. Alister también había regresado... e incluso traía un regalo. Un superviviente.
-Buen trabajo.- felicité, acercándome a la pareja. Miré hacia arriba. La figura de Syl saltó de uno de los árboles, revelándose. El gato se sacudió la ropa y se acercó con la ballesta a la espalda. -¿Uno?- pregunté
-Uno, aparte del derribado. ¿Seis en total?- Asentí. Después, volvió su mirada hacia el bandido inconsciente. -¿Lo preparo?-
-Lo prefiero a pasar más días buscando a ciegas.- dije. -No os preocupéis. Tenemos recursos para sacar información.- le dije a la pareja.
Syl dejó caer parte del contenido de una botella sobre la hoja del cuchillo. [1] No era lo mejor para inyectar aquella sustancia, pero serviría. Examinó cuidadosamente el brazo del hombre, buscando la zona adecuada, hasta darse por satisfecho.
Con cuidado y precisión, realizó un corte relativamente profundo, dejando que la zona envenenada de la daga estuviese en contacto con la herida durante varios segundos. No tardaría en hacer efecto. Por mi parte, usé ese tiempo para rasgar parte de su camisa y confeccionar una muy burda mordaza. No quería atraer tanta atención, y tampoco me apetecía escuchar los chillidos de ese tipo. Se la introduje en la boca, asegurándome de que aún podía respirar.
El felino yo intercambiamos una mirada. Asentí. Y entonces, le clavé a Brillo en la pierna.
El hombre se despertó con un enorme grito de dolor. Por fortuna, la mordaza cumplió su función, así que solo se pudo escuchar un muy energético grito apagado.
-Buenos días. Eres el único superviviente de un grupo de seis. Te hemos atrapado, envenenado... y ahora vamos a hacerte algunas preguntas.- dije, poniéndome en cuclillas frente a él. Su respiración estaba terriblemente agitada. -Si no respondes, te cortaremos los dedos uno por uno. Luego las manos, los pies, y lo que haga falta. Y créeme. Te dolerá mucho más de lo normal.
Estaba seguro de que había adquirido cierta resistencia al dolor físico. Pero aquello no me detendría. Había tomado una decisión, e iba a conseguir lo que quería. Le miré a los ojos. No había preguntado nada todavía, pero me daba la sensación de que no tenía demasiadas ganas de cooperar.
Cogí su mano con firmeza. Para cuando intentó resistirse, era tarde. Mi agarre no iba a ceder. Apreté su mano con mi guantelete metálico, retorciéndola. Más gritos sordos salieron de su garganta. Lo que vino después fue una serie de crujidos, cada uno acentuando más los chillidos de dolor.
-Esta es tu advertencia.- declaré. -Y si el dejarte manco y cojo no funciona, quizás te deje con Lady Cuervo para que su bandada se coma tus ojos.- sonreí. -Ahora... Había veinte de vosotros. Os separasteis, ¿verdad? ¿A donde han ido los demás?-
Lágrimas caían por el rostro del pobre desgraciado. Suspiré y saqué la mordaza de su boca. Balbuceaba incomprensiblemente, sujetándose la mano rota con la sana. Esperé unos segundos, dejando que se recuperase un poco. De nada nos servía si no podía hablar.
-Avul... A vulwulfar... han ido a Vulwulfar... por favor...- el hombre siguió llorando. Aquel veneno era realmente práctico.
-Vamos a llevarte con nosotros. Si no los encontramos, seguiremos trabajando contigo.- declaré, sujetando su cabeza para que me mirase. -¿Cambia eso tu respuesta?- Sus palabras eran un lío, pero finalmente fue capaz de decir algo coherente.
-Son... dos grupos. Nos reencontrariamos en el norte... hay una cueva a algunos kilometros al sureste de Vulwulfar, en la montaña. Estarán esperando... tres dias más en la base. Es la verdad. Lo juro...- dijo.
-¿Y el séptimo tipo de tu grupo que no estaba con vosotros...?- pregunté. Tragó saliva.
-Huyó. Es un vampiro. Creo que... debió sentir algo. No nos dijo nada... nos ha dejado como cebo, el muy bastardo.-
Poco más íbamos a sacar de él. Dudaba de que permaneciese consciente durante mucho tiempo. Sería mejor ponernos en marcha. Me levanté y, sin más ceremonia, hundí el largo de mi espada en el pecho del hombre, atravesando su corazón hasta que dejó de moverse.
-Menuda mina de oro. ¿Vamos?-
Lo que había quedado no era una escena bonita. Pero tampoco fue suficiente para revolverme el estómago o algo por el estilo. Realmente, se acercaba a lo que imaginaba. Alister también había regresado... e incluso traía un regalo. Un superviviente.
-Buen trabajo.- felicité, acercándome a la pareja. Miré hacia arriba. La figura de Syl saltó de uno de los árboles, revelándose. El gato se sacudió la ropa y se acercó con la ballesta a la espalda. -¿Uno?- pregunté
-Uno, aparte del derribado. ¿Seis en total?- Asentí. Después, volvió su mirada hacia el bandido inconsciente. -¿Lo preparo?-
-Lo prefiero a pasar más días buscando a ciegas.- dije. -No os preocupéis. Tenemos recursos para sacar información.- le dije a la pareja.
Syl dejó caer parte del contenido de una botella sobre la hoja del cuchillo. [1] No era lo mejor para inyectar aquella sustancia, pero serviría. Examinó cuidadosamente el brazo del hombre, buscando la zona adecuada, hasta darse por satisfecho.
Con cuidado y precisión, realizó un corte relativamente profundo, dejando que la zona envenenada de la daga estuviese en contacto con la herida durante varios segundos. No tardaría en hacer efecto. Por mi parte, usé ese tiempo para rasgar parte de su camisa y confeccionar una muy burda mordaza. No quería atraer tanta atención, y tampoco me apetecía escuchar los chillidos de ese tipo. Se la introduje en la boca, asegurándome de que aún podía respirar.
El felino yo intercambiamos una mirada. Asentí. Y entonces, le clavé a Brillo en la pierna.
El hombre se despertó con un enorme grito de dolor. Por fortuna, la mordaza cumplió su función, así que solo se pudo escuchar un muy energético grito apagado.
-Buenos días. Eres el único superviviente de un grupo de seis. Te hemos atrapado, envenenado... y ahora vamos a hacerte algunas preguntas.- dije, poniéndome en cuclillas frente a él. Su respiración estaba terriblemente agitada. -Si no respondes, te cortaremos los dedos uno por uno. Luego las manos, los pies, y lo que haga falta. Y créeme. Te dolerá mucho más de lo normal.
Estaba seguro de que había adquirido cierta resistencia al dolor físico. Pero aquello no me detendría. Había tomado una decisión, e iba a conseguir lo que quería. Le miré a los ojos. No había preguntado nada todavía, pero me daba la sensación de que no tenía demasiadas ganas de cooperar.
Cogí su mano con firmeza. Para cuando intentó resistirse, era tarde. Mi agarre no iba a ceder. Apreté su mano con mi guantelete metálico, retorciéndola. Más gritos sordos salieron de su garganta. Lo que vino después fue una serie de crujidos, cada uno acentuando más los chillidos de dolor.
-Esta es tu advertencia.- declaré. -Y si el dejarte manco y cojo no funciona, quizás te deje con Lady Cuervo para que su bandada se coma tus ojos.- sonreí. -Ahora... Había veinte de vosotros. Os separasteis, ¿verdad? ¿A donde han ido los demás?-
Lágrimas caían por el rostro del pobre desgraciado. Suspiré y saqué la mordaza de su boca. Balbuceaba incomprensiblemente, sujetándose la mano rota con la sana. Esperé unos segundos, dejando que se recuperase un poco. De nada nos servía si no podía hablar.
-Avul... A vulwulfar... han ido a Vulwulfar... por favor...- el hombre siguió llorando. Aquel veneno era realmente práctico.
-Vamos a llevarte con nosotros. Si no los encontramos, seguiremos trabajando contigo.- declaré, sujetando su cabeza para que me mirase. -¿Cambia eso tu respuesta?- Sus palabras eran un lío, pero finalmente fue capaz de decir algo coherente.
-Son... dos grupos. Nos reencontrariamos en el norte... hay una cueva a algunos kilometros al sureste de Vulwulfar, en la montaña. Estarán esperando... tres dias más en la base. Es la verdad. Lo juro...- dijo.
-¿Y el séptimo tipo de tu grupo que no estaba con vosotros...?- pregunté. Tragó saliva.
-Huyó. Es un vampiro. Creo que... debió sentir algo. No nos dijo nada... nos ha dejado como cebo, el muy bastardo.-
Poco más íbamos a sacar de él. Dudaba de que permaneciese consciente durante mucho tiempo. Sería mejor ponernos en marcha. Me levanté y, sin más ceremonia, hundí el largo de mi espada en el pecho del hombre, atravesando su corazón hasta que dejó de moverse.
-Menuda mina de oro. ¿Vamos?-
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[1] Uso de objeto Limitado: Veneno maldito de Constitución. (Básicamente, para hacerle hipersensible al dolor)
Asher Daregan
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Re: La carrera por la libertad [Trabajo] [Asher - Elen]
Una presencia conocida hizo que la de ojos verdes se levantase, girándose hacia el bosque a tiempo de ver llegar a Asher, quien ya no contaba con la cobertura de las sombras. Su aliado felino no tardó en unirse a ellos, saltando desde un árbol cercano y procediendo a hacer la cuenta de bajas para asegurarse de que ninguno de los fugitivos había conseguido escapar, así que por esa parte al menos, podían estar tranquilos, ninguno de aquellos delincuentes tendría ocasión de alertar al resto.
Dicho esto, la joven se apartó un poco para dejar espacio a Syl, quien casi de inmediato se interesó por el inconsciente y se dispuso a despertarlo. Pretendían obtener información de aquel sujeto, y con cierta curiosidad acerca de los métodos del par de hombres bestia, Elen siguió sus movimientos con atención, observando como el gato derramaba un líquido sobre la hoja de su cuchillo. La vampira arrugó la nariz, el olor que desprendía la botella no resultaba agradable, sin duda debía tratarse de un veneno, aunque ese no era el campo que controlaba. Lo suyo era la alquimia así que no estaba demasiado familiarizada con la destilación de sustancias tóxicas, aunque para ser justos, muchos de los ingredientes que solía usar para la elaboración de sus pociones, utilizados del modo indicado, también podían considerarse como tal.
Mientras el arquero buscaba el punto apropiado para clavar el puñal, Asher se encargó de improvisar una mordaza para ahogar los posibles gritos del criminal en cuanto reaccionase, y en cuanto todo estuvo listo, hundió su espada en la pierna del desdichado, que recobró el conocimiento al instante. Un chillido de dolor quedó ahogado contra la tela que le habían puesto en la boca, y antes de que pudiese asimilar lo que estaba pasando, el líder nómada se acuclilló frente a él y le explicó rápidamente su mala situación, y lo que le ocurriría si se negaba a cooperar.
Nadie en su sano juicio habría puesto en duda las palabras del guerrero, de verdad parecía dispuesto a torturar a aquel tipo hasta obtener lo que quería, pero por si a su interlocutor aún le quedaba el más mínimo atisbo de ello, el perro sujetó una de sus manos y la retorció con fuerza, consiguiendo que los huesos crujiesen y otra oleada de apagados gritos escapase de la garganta del prisionero. Para completar su amenaza, Asher involucró a la señora de sombras, consiguiendo que el extraño la mirase confundido durante unos segundos, en los que ella se limitó a cruzarse de brazos y responderle con una gélida mirada.
- ¿Ves a tus amigos? Eso lo hice yo. - intervino, señalando el par de cadáveres que yacían a pocos metros de ellos. El fugitivo observó con horror los cuerpos, asumiendo que no tenía más opción que contestar a las preguntas del hombre bestia y rezar para que decidiesen devolverlo a la prisión con vida. Sin poder contener las lágrimas, el hombre se sujetó la mano herida y esperó a que le quitasen la mordaza, momento en que sin dudarlo, empezó a hablar.
Su interrogatorio dio bastante fruto, ahora no solo sabían con exactitud la dirección que debían tomar sino también el lugar en que podrían encontrar a los otros dos grupos de delincuentes, y cuánto tiempo más permanecerían en la zona. El problema era que tal como había comentado su aliado, en aquel campamento faltaba un individuo, que según el prisionero se había marchado poco antes del ataque, abandonándolos a su suerte. - Un vampiro, eso puede complicar las cosas. - musitó, escrutando los alrededores con la mirada mientras el líder nómada se encargaba de acabar con la vida de aquel criminal.
¿De verdad los habría percibido? Era posible, con unos sentidos tan desarrollados quizá los hubiese escuchado o hubiese captado sus aromas, pero eso no lo más importante… ¿a dónde había ido? Esa era la verdadera cuestión. ¿Hasta qué punto se guardaban lealtad entre ellos? Quedaba claro que había dejado a los suyos pero, ¿lo habría hecho para salvar el pellejo o para alertar a los demás? Fuera como fuese tenían que darse prisa antes de perder la oportunidad asaltarlos por sorpresa.
- Llegaré más rápido si voy volando, buscaré la cueva, pero me mantendré a distancia hasta que lleguéis. - indicó Alister, cruzando una fugaz mirada con la centinela antes de apartarse y alzar el vuelo nuevamente. Elen no perdió el tiempo, echó a correr hacia el lugar en que habían dejado los caballos y una vez más ofreció la montura libre al par de hombres bestia, subiéndose a la silla para iniciar la marcha de inmediato. - Con suerte todavía no se habrán reunido, pero de lo contrario podría volver a cederte parte de mi elemento para que te ocultes cuando encontremos la base, eso equilibraría un poco las cosas. - comentó, con los verdes ojos clavados sobre el perro. Aquel ofrecimiento probablemente no hiciese ninguna gracia a Syl, pero llegados a ese punto debían ser prácticos.
Sin más que añadir, esperó a que sus compañeros decidiesen como aprovechar la montura y espoleó a Sombra para ponerse en camino, sin dejar de pensar en que podrían estar siendo vigilados por su congénere desde alguna parte del bosque.
Dicho esto, la joven se apartó un poco para dejar espacio a Syl, quien casi de inmediato se interesó por el inconsciente y se dispuso a despertarlo. Pretendían obtener información de aquel sujeto, y con cierta curiosidad acerca de los métodos del par de hombres bestia, Elen siguió sus movimientos con atención, observando como el gato derramaba un líquido sobre la hoja de su cuchillo. La vampira arrugó la nariz, el olor que desprendía la botella no resultaba agradable, sin duda debía tratarse de un veneno, aunque ese no era el campo que controlaba. Lo suyo era la alquimia así que no estaba demasiado familiarizada con la destilación de sustancias tóxicas, aunque para ser justos, muchos de los ingredientes que solía usar para la elaboración de sus pociones, utilizados del modo indicado, también podían considerarse como tal.
Mientras el arquero buscaba el punto apropiado para clavar el puñal, Asher se encargó de improvisar una mordaza para ahogar los posibles gritos del criminal en cuanto reaccionase, y en cuanto todo estuvo listo, hundió su espada en la pierna del desdichado, que recobró el conocimiento al instante. Un chillido de dolor quedó ahogado contra la tela que le habían puesto en la boca, y antes de que pudiese asimilar lo que estaba pasando, el líder nómada se acuclilló frente a él y le explicó rápidamente su mala situación, y lo que le ocurriría si se negaba a cooperar.
Nadie en su sano juicio habría puesto en duda las palabras del guerrero, de verdad parecía dispuesto a torturar a aquel tipo hasta obtener lo que quería, pero por si a su interlocutor aún le quedaba el más mínimo atisbo de ello, el perro sujetó una de sus manos y la retorció con fuerza, consiguiendo que los huesos crujiesen y otra oleada de apagados gritos escapase de la garganta del prisionero. Para completar su amenaza, Asher involucró a la señora de sombras, consiguiendo que el extraño la mirase confundido durante unos segundos, en los que ella se limitó a cruzarse de brazos y responderle con una gélida mirada.
- ¿Ves a tus amigos? Eso lo hice yo. - intervino, señalando el par de cadáveres que yacían a pocos metros de ellos. El fugitivo observó con horror los cuerpos, asumiendo que no tenía más opción que contestar a las preguntas del hombre bestia y rezar para que decidiesen devolverlo a la prisión con vida. Sin poder contener las lágrimas, el hombre se sujetó la mano herida y esperó a que le quitasen la mordaza, momento en que sin dudarlo, empezó a hablar.
Su interrogatorio dio bastante fruto, ahora no solo sabían con exactitud la dirección que debían tomar sino también el lugar en que podrían encontrar a los otros dos grupos de delincuentes, y cuánto tiempo más permanecerían en la zona. El problema era que tal como había comentado su aliado, en aquel campamento faltaba un individuo, que según el prisionero se había marchado poco antes del ataque, abandonándolos a su suerte. - Un vampiro, eso puede complicar las cosas. - musitó, escrutando los alrededores con la mirada mientras el líder nómada se encargaba de acabar con la vida de aquel criminal.
¿De verdad los habría percibido? Era posible, con unos sentidos tan desarrollados quizá los hubiese escuchado o hubiese captado sus aromas, pero eso no lo más importante… ¿a dónde había ido? Esa era la verdadera cuestión. ¿Hasta qué punto se guardaban lealtad entre ellos? Quedaba claro que había dejado a los suyos pero, ¿lo habría hecho para salvar el pellejo o para alertar a los demás? Fuera como fuese tenían que darse prisa antes de perder la oportunidad asaltarlos por sorpresa.
- Llegaré más rápido si voy volando, buscaré la cueva, pero me mantendré a distancia hasta que lleguéis. - indicó Alister, cruzando una fugaz mirada con la centinela antes de apartarse y alzar el vuelo nuevamente. Elen no perdió el tiempo, echó a correr hacia el lugar en que habían dejado los caballos y una vez más ofreció la montura libre al par de hombres bestia, subiéndose a la silla para iniciar la marcha de inmediato. - Con suerte todavía no se habrán reunido, pero de lo contrario podría volver a cederte parte de mi elemento para que te ocultes cuando encontremos la base, eso equilibraría un poco las cosas. - comentó, con los verdes ojos clavados sobre el perro. Aquel ofrecimiento probablemente no hiciese ninguna gracia a Syl, pero llegados a ese punto debían ser prácticos.
Sin más que añadir, esperó a que sus compañeros decidiesen como aprovechar la montura y espoleó a Sombra para ponerse en camino, sin dejar de pensar en que podrían estar siendo vigilados por su congénere desde alguna parte del bosque.
Elen Calhoun
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Re: La carrera por la libertad [Trabajo] [Asher - Elen]
-...Te deja sola muy a menudo, ¿eh?- pregunté, siguiendo el ritmo de la vampiresa. Una vez más, Alister había alzado el vuelo, dejando a su compañera con nosotros. -¿No le gusta hacer de montura?-
-Irirgo tampoco lo hacía mucho.- intervino el gato.
-Irirgo está viejo.- repliqué.
Aquella vez, me subí al caballo junto a Syl, no sin antes dudar seriamente. Podía ser demasiado peso para el pobre animal. Por otra parte, parecía lo suficientemente fuerte como para aguantar aquello. Al menos, mientras no fuese demasiado tiempo. Dejé que Syl tomase las riendas e intenté no molestar demasiado.
-No te preocupes por eso... no puedo hacerlo tan a menudo. Digamos que es... algo inestable. No es exactamente mi propia magia, como puedes imaginar.- dije por el camino ante el ofrecimiento de Elen. Aquellas runas eran increíblemente útiles, pero si abusaba de los límites, acabaría mal.
-No tienes por qué cortarte por mi.- dijo Syl.
-¿Hmm?-
-Si quieres usar... magia oscura, o lo que sea, hazlo y ya. Solo te pido que no dejes que te cambie.- explicó el felino. -No tengo nada en tu contra, Elen. Pero esa clase de cosas... la sombra, las almas del colgante y todo eso... Es justamente lo que odio.-
Me quedé en silencio. Era raro que se abriese de aquella forma, sobre todo con alguien relativamente desconocido.
-No es porque fueses bruja, o porque seas vampira. Incluso si muchos son crueles, o egoístas, o "monstruos" como los de Lunargenta, sé que... hay algunos buenos.- Aquello, sin duda, se refería a Lyn. Que fuese consciente, no había conocido a ningún otro vampiro de forma personal. -Y la forma en la que usan las sombras es simplemente... eso. Ausencia de luz. No es mala de por sí. La magia en sí me pone algo incómodo, porque nunca sé lo que puede hacer, pero ya está. Mi problema es cuando algo intenta meterse en tu cabeza.- explicó. -Cuando algo que no eres tú te controla. O peor, te cambia para siempre. Lo detesto.-
Hubo un corto silencio. Sin embargo, continuó.
-Imagino que a ti tampoco te hace mucha gracia. Y siento que estés en esa situación. Debe ser mucho más dificil para ti de lo que me gustaría imaginar. Pero quiero evitar que le pase lo mismo a la gente que me importa.- declaró.
No pude evitar apretarme contra su espalda a modo de abrazo. ¿Cuanto tiempo había estado dejando eso en su interior, sin sacarlo a la luz? Debía haber estado pensando en aquello durante un buen rato.
-Te adoro.- murmuré.
No tardaríamos en ver la montaña. Pronto volveríamos a arriesgar nuestras vidas. Pero aunque solo fuese un breve momento de descanso, lo apreciaba.
-Irirgo tampoco lo hacía mucho.- intervino el gato.
-Irirgo está viejo.- repliqué.
Aquella vez, me subí al caballo junto a Syl, no sin antes dudar seriamente. Podía ser demasiado peso para el pobre animal. Por otra parte, parecía lo suficientemente fuerte como para aguantar aquello. Al menos, mientras no fuese demasiado tiempo. Dejé que Syl tomase las riendas e intenté no molestar demasiado.
-No te preocupes por eso... no puedo hacerlo tan a menudo. Digamos que es... algo inestable. No es exactamente mi propia magia, como puedes imaginar.- dije por el camino ante el ofrecimiento de Elen. Aquellas runas eran increíblemente útiles, pero si abusaba de los límites, acabaría mal.
-No tienes por qué cortarte por mi.- dijo Syl.
-¿Hmm?-
-Si quieres usar... magia oscura, o lo que sea, hazlo y ya. Solo te pido que no dejes que te cambie.- explicó el felino. -No tengo nada en tu contra, Elen. Pero esa clase de cosas... la sombra, las almas del colgante y todo eso... Es justamente lo que odio.-
Me quedé en silencio. Era raro que se abriese de aquella forma, sobre todo con alguien relativamente desconocido.
-No es porque fueses bruja, o porque seas vampira. Incluso si muchos son crueles, o egoístas, o "monstruos" como los de Lunargenta, sé que... hay algunos buenos.- Aquello, sin duda, se refería a Lyn. Que fuese consciente, no había conocido a ningún otro vampiro de forma personal. -Y la forma en la que usan las sombras es simplemente... eso. Ausencia de luz. No es mala de por sí. La magia en sí me pone algo incómodo, porque nunca sé lo que puede hacer, pero ya está. Mi problema es cuando algo intenta meterse en tu cabeza.- explicó. -Cuando algo que no eres tú te controla. O peor, te cambia para siempre. Lo detesto.-
Hubo un corto silencio. Sin embargo, continuó.
-Imagino que a ti tampoco te hace mucha gracia. Y siento que estés en esa situación. Debe ser mucho más dificil para ti de lo que me gustaría imaginar. Pero quiero evitar que le pase lo mismo a la gente que me importa.- declaró.
No pude evitar apretarme contra su espalda a modo de abrazo. ¿Cuanto tiempo había estado dejando eso en su interior, sin sacarlo a la luz? Debía haber estado pensando en aquello durante un buen rato.
-Te adoro.- murmuré.
No tardaríamos en ver la montaña. Pronto volveríamos a arriesgar nuestras vidas. Pero aunque solo fuese un breve momento de descanso, lo apreciaba.
Asher Daregan
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Re: La carrera por la libertad [Trabajo] [Asher - Elen]
- Sentíos afortunados, si se ha vuelto a ir tan pronto es porque confía en vosotros… - respondió, alzando la mirada al cielo durante unos instantes. No mentía, el dragón no se sentía cómodo lejos de ella, mucho menos desde que Randall Flagg decidió cruzarse en su camino para maldecirla, pero teniendo en cuenta su reciente transformación y que el par de hombres bestia habían demostrado ser de fiar, no tenía motivos para retrasarse. Lo más práctico a aquellas alturas era echar un vistazo a la supuesta cueva y aprovechar las ventajas que su forma bestial le otorgaba para hacerse una idea de la situación a la que iban a enfrentarse. - Y en cuanto a lo otro, sé que de ser necesario podría sacarme volando de cualquier lugar pero hasta el momento, no ha hecho falta. - añadió, observando por el rabillo del ojo a sus aliados, que ésta vez compartían caballo.
Cuando Asher abordó la cuestión relacionada con su oscuro elemento, la vampira giró el rostro hacia ellos, entendiendo que no pudiese volver a manipular las sombras en su beneficio tan pronto, quizá la espada tuviese un límite como el de su daga, que tras envenenar dos veces perdía su efecto y tardaba horas en recargarse. Sin decir nada al respecto, la centinela escuchó como Syl intervenía para liberar a su compañero de los posibles reparos que lo movían a no utilizar la magia, captando toda su atención.
Elen no podía reprocharle nada, cualquier persona normal habría pensado lo mismo que el felino al verla desenvolverse en combate, toda aquella sed de sangre y muerte le estaba pasando factura rápidamente, en apenas un par de meses se había vuelto mucho más cruel que en todos los años que llevaba cargando con la maldición de los jinetes, y las cosas solo podían ir a peor. - Te entiendo perfectamente. - admitió, centrándose en el gato por unos segundos. La mayor parte de las cosas que le habían pasado no habían sido decisión suya, simplemente había estado en el lugar y momento equivocados para que ocurriesen, pero a decir verdad, sabiendo que la guerra era inevitable, prefería estar en la batalla antes que huir como la mayor parte de los ciudadanos, dejando sus futuros en manos de otros.
Las siguientes palabras del arquero la tomaron por sorpresa, apenas lo conocía, pero se estaba mostrando mucho más comunicativo que la última vez que colaboraron, aunque por supuesto, el ambiente en aquella ocasión fue totalmente opuesto al que reinaba ahora entre ellos. “Monstruos” aquel término provocó que volviese la vista hacia el camino, había cazado a muchos miembros de su raza durante las semanas anteriores, escudándose en que eran justamente eso, ¿pero no lo era ella también? Ahora que vivía en una lucha constante por el control de su ser tenía muchas más razones para creerlo, pero no podía culpar de todo al Hombre Muerto, por duro que resultase debía admitir que la corrupción del medallón estaba cambiando su carácter rápidamente, sobre todo desde su regreso de isla volcánica.
Sin embargo, había otros a los que consideraba amigos, o al menos, aliados. Víctor, Lyn, Dag… todos ellos la habían ayudado en su peor momento sin pedir nada a cambio, demostrando que no eran como las bestias que aterrorizaban Lunargenta. Dejando de lado sus pensamientos, la benjamina de los Calhoun bajó el rostro para mirar su reliquia en cuanto Syl continuó hablando, revelándole lo incómodo que se sentía con la magia y lo impredecible de ésta. - … cuando algo intenta meterse en tu cabeza… - repitió mentalmente, sin dejar de oír de fondo las voces de las almas que albergaba el colgante. Con el tiempo se había acostumbrado a ellas, podía ignorarlas y convertirlas en un lejano murmullo o mandarlas a callar bajo amenaza de no volverlas a invocar, pero ¿qué pasaría cuando la guerra acabase? ¿podría quitarse el medallón sin terminar inconsciente? Parecía una idea agradable.
Tras un breve silencio, el hombre bestia volvió a tomar la palabra, haciendo un esfuerzo para tratar de comprender cómo debía sentirse ella y dejando claro que no quería que ninguno de sus seres queridos acabase corriendo su misma suerte. Elen le dedicó una sincera sonrisa, percatándose del modo en que Asher lo estrechaba entre sus brazos y murmuraba unas palabras, que de no ser por su agudo sentido del oído, no habría alcanzado a escuchar. Hasta entonces la vampira nunca se había preguntado qué tipo de relación había entre ellos, pero todo apuntaba a que se había equivocado al tomarlos por simples compañeros de armas.
- Sabes, me recuerdas un poco a Alister, él también habla así a veces… y se preocupa por mí, demasiado quizá, pero solo intenta mantenerme en el camino correcto. - dijo, alegrándose de tener a alguien a su lado a pesar de las adversidades. Sin más que añadir espoleó a su montura para que siguiese al trote, al menos hasta que pudieron divisar la silueta de la montaña gracias a la luz de la luna.
Consciente de que el vampiro seguía suelto y podía haber optado por prevenir al resto, la de cabellos cenicientos decidió no arriesgar más de la cuenta, tirando suavemente de las riendas para que su caballo se detuviese. El dragón debía andar por la zona pero no podían hacerle ninguna señal sin delatarse, hecho por el que bajó de la silla y empezó a andar a través de la espesa vegetación, guiándose por su olfato hasta que una extraña mezcla de aromas llegó hasta su posición. Un cúmulo de sangre seca, sudor, vino, algo de comida y varias esencias distintas, todo ello traído por la brisa que soplaba desde el oeste, hizo que la señora de sombras se moviese en dirección al origen, indicando al par de hombres bestia con un gesto de la mano que planeaba rodear la zona y ocuparse de uno de los flancos, para acto seguido entregarse a su elemento y volverse prácticamente invisible.
Bajo aquella cobertura, y cuidando cada paso que daba para hacer el menor ruido posible, consiguió aproximarse al grupo de hombres, quienes al igual que los anteriores, habían tomado ciertas precauciones para protegerse. - Salid y empujadlos hacia nosotros. - ordenó, mientras su negra aura se intensificaba, para dar paso a tres estelas de humo que nada más tocar el suelo, tomaron forma. Las criaturas obedecieron, perdiéndose entre los árboles para situarse a espaldas de los delincuentes, desde donde se abalanzarían contra ellos para que sin saberlo, fuesen directamente hacia la muerte.
Off: Elen utiliza Mimetización y llamada a las armas.
Cuando Asher abordó la cuestión relacionada con su oscuro elemento, la vampira giró el rostro hacia ellos, entendiendo que no pudiese volver a manipular las sombras en su beneficio tan pronto, quizá la espada tuviese un límite como el de su daga, que tras envenenar dos veces perdía su efecto y tardaba horas en recargarse. Sin decir nada al respecto, la centinela escuchó como Syl intervenía para liberar a su compañero de los posibles reparos que lo movían a no utilizar la magia, captando toda su atención.
Elen no podía reprocharle nada, cualquier persona normal habría pensado lo mismo que el felino al verla desenvolverse en combate, toda aquella sed de sangre y muerte le estaba pasando factura rápidamente, en apenas un par de meses se había vuelto mucho más cruel que en todos los años que llevaba cargando con la maldición de los jinetes, y las cosas solo podían ir a peor. - Te entiendo perfectamente. - admitió, centrándose en el gato por unos segundos. La mayor parte de las cosas que le habían pasado no habían sido decisión suya, simplemente había estado en el lugar y momento equivocados para que ocurriesen, pero a decir verdad, sabiendo que la guerra era inevitable, prefería estar en la batalla antes que huir como la mayor parte de los ciudadanos, dejando sus futuros en manos de otros.
Las siguientes palabras del arquero la tomaron por sorpresa, apenas lo conocía, pero se estaba mostrando mucho más comunicativo que la última vez que colaboraron, aunque por supuesto, el ambiente en aquella ocasión fue totalmente opuesto al que reinaba ahora entre ellos. “Monstruos” aquel término provocó que volviese la vista hacia el camino, había cazado a muchos miembros de su raza durante las semanas anteriores, escudándose en que eran justamente eso, ¿pero no lo era ella también? Ahora que vivía en una lucha constante por el control de su ser tenía muchas más razones para creerlo, pero no podía culpar de todo al Hombre Muerto, por duro que resultase debía admitir que la corrupción del medallón estaba cambiando su carácter rápidamente, sobre todo desde su regreso de isla volcánica.
Sin embargo, había otros a los que consideraba amigos, o al menos, aliados. Víctor, Lyn, Dag… todos ellos la habían ayudado en su peor momento sin pedir nada a cambio, demostrando que no eran como las bestias que aterrorizaban Lunargenta. Dejando de lado sus pensamientos, la benjamina de los Calhoun bajó el rostro para mirar su reliquia en cuanto Syl continuó hablando, revelándole lo incómodo que se sentía con la magia y lo impredecible de ésta. - … cuando algo intenta meterse en tu cabeza… - repitió mentalmente, sin dejar de oír de fondo las voces de las almas que albergaba el colgante. Con el tiempo se había acostumbrado a ellas, podía ignorarlas y convertirlas en un lejano murmullo o mandarlas a callar bajo amenaza de no volverlas a invocar, pero ¿qué pasaría cuando la guerra acabase? ¿podría quitarse el medallón sin terminar inconsciente? Parecía una idea agradable.
Tras un breve silencio, el hombre bestia volvió a tomar la palabra, haciendo un esfuerzo para tratar de comprender cómo debía sentirse ella y dejando claro que no quería que ninguno de sus seres queridos acabase corriendo su misma suerte. Elen le dedicó una sincera sonrisa, percatándose del modo en que Asher lo estrechaba entre sus brazos y murmuraba unas palabras, que de no ser por su agudo sentido del oído, no habría alcanzado a escuchar. Hasta entonces la vampira nunca se había preguntado qué tipo de relación había entre ellos, pero todo apuntaba a que se había equivocado al tomarlos por simples compañeros de armas.
- Sabes, me recuerdas un poco a Alister, él también habla así a veces… y se preocupa por mí, demasiado quizá, pero solo intenta mantenerme en el camino correcto. - dijo, alegrándose de tener a alguien a su lado a pesar de las adversidades. Sin más que añadir espoleó a su montura para que siguiese al trote, al menos hasta que pudieron divisar la silueta de la montaña gracias a la luz de la luna.
Consciente de que el vampiro seguía suelto y podía haber optado por prevenir al resto, la de cabellos cenicientos decidió no arriesgar más de la cuenta, tirando suavemente de las riendas para que su caballo se detuviese. El dragón debía andar por la zona pero no podían hacerle ninguna señal sin delatarse, hecho por el que bajó de la silla y empezó a andar a través de la espesa vegetación, guiándose por su olfato hasta que una extraña mezcla de aromas llegó hasta su posición. Un cúmulo de sangre seca, sudor, vino, algo de comida y varias esencias distintas, todo ello traído por la brisa que soplaba desde el oeste, hizo que la señora de sombras se moviese en dirección al origen, indicando al par de hombres bestia con un gesto de la mano que planeaba rodear la zona y ocuparse de uno de los flancos, para acto seguido entregarse a su elemento y volverse prácticamente invisible.
Bajo aquella cobertura, y cuidando cada paso que daba para hacer el menor ruido posible, consiguió aproximarse al grupo de hombres, quienes al igual que los anteriores, habían tomado ciertas precauciones para protegerse. - Salid y empujadlos hacia nosotros. - ordenó, mientras su negra aura se intensificaba, para dar paso a tres estelas de humo que nada más tocar el suelo, tomaron forma. Las criaturas obedecieron, perdiéndose entre los árboles para situarse a espaldas de los delincuentes, desde donde se abalanzarían contra ellos para que sin saberlo, fuesen directamente hacia la muerte.
Off: Elen utiliza Mimetización y llamada a las armas.
- Sombras:
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Elen Calhoun
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Re: La carrera por la libertad [Trabajo] [Asher - Elen]
La disposición de Elen hizo que Syl se relajase visiblemente. Aunque no era fácil adivinar lo que estaba pensando, la mujer parecía comprensiva. Alegre, incluso. Quizás hubiese notado lo difícil que aquello podía resultar para el felino. Fuera como fuese, aquel intercambio acabó dibujando una leve sonrisa en la expresión del gato.
-Eso suena a un cumplido.- intervení cuando le comparó con Alister. Aunque breve, aquel instante hacía difícil pensar que el espíritu de la vampiresa estuviese en conflicto con seres oscuros y demoníacos. Era alguien fuerte, sin duda. Tarde o temprano, conseguiría vencer.
-Gracias.- dijo Syl. Tras eso, volvimos a centrarnos en nuestro objetivo. Una vez Elen detuvo a su caballo, hicimos lo mismo, siguiendo sus pasos. El aroma debió llegarnos a los tres casi al mismo tiempo, puesto que nos movimos en la misma dirección sin siquiera necesitar un gesto.
Pulsé el hombro de Syl, indicándole que se colocase en posición. A diferencia de ellos, tendría que mantenerme a una distancia prudente. No me arriesgaría a caer en una trampa o delatarlos sin motivo.
El arquero trepó lenta y silenciosamente, posándose finalmente en una de las ramas más gruesas y avanzando hasta el lugar idóneo. Vi como si silueta apuntaba su ballesta, no sin antes pasar dos dedos por el arco. Sonreí. Alguien se iba a llevar una sorpresa desagradable.
Agudicé el oído. Los demonios de Elen comenzaron a tomar forma. Y, en cuanto lo hicieron, Syl disparó.
Un virote recorrió el espacio entre los árboles. En tan solo ese breve instante, el proyectil creció y se ensanchó, [1] adquiriendo el tamaño y peso de una lanza, o quizás, una jabalina pesada. La "flecha" modificada por las runas de su ballesta atravesó el estómago de un bandido, clavando su cuerpo contra un árbol. No sobreviviría aquello.
Si bien esperaba que volviesen a huir, aquella vez fue distinto. Los hombres se reagruparon, colocándose juntos y con armas y escudos en alto. Su comportamiento fue completamente opuesto al de el otro grupo. Estaban cooperando, unidos en un círculo pese al asalto de las sombras de Elen.
No retrocedieron. Agitaron sus armas contra los demonios, intentando hacer que retrocediesen. Quizás necesitasen un pequeño incentivo. Me acerqué entre los árboles, asegurándome de no pisar ninguna de las trampas. Tomé carrerilla, y salté.
El impulso me llevó al centro del círculo, dos metros por encima de ellos. [2] Unos pocos reaccionaron a tiempo, cubriéndose antes de que la runa de mi garra izquierda se iluminase brevemente... y estallase. [3] La oleada de fuego se extendió al llegar al suelo, haciéndolos retroceder con un fuerte impulso mientras el retroceso me alzaba aun más por el aire.
Giré sobre mi mismo, encogiéndome mientras mi cuerpo se propulsaba hacia el bosque. Por fortuna, mi espalda no se encontró contra un tronco, sino contra ramas. Pequeñas ramas de árbol crujieron y se clavaron en mi armadura y zonas expuestas, provocandome varios pinchazos y heridas menores en las partes más expuestas de mi cuerpo a la vez que frenaban mi caída.
Y, finalmente, una rama más gruesa me detuvo. Al instante, me giré y me agarré al tronco, arañándolo con mi guantelete metálico mientras descendía por la corteza. Gruñí. Dolía, pero podría con ello. Tenía que volver al combate.
-Presumido.- dijo el arbalista. A pesar de las consecuencias, el ataque de Asher había derribado a varios de los bandidos. Aunque solo fuese un instante, aquella apertura era la que necesitaba para hundir su siguiente virote en la cabeza de otro objetivo.
No planeaban quedarse allí sin hacer nada. Una flecha se hundió en el tronco junto a él. El gato gruñó y se desprendió de la rama, volviendo al suelo.
Si no había contado mal, había otros seis en ese grupo, de los cuales había matado a dos. El resto estaban delante de él. Y, sin embargo, oía a alguien más. Alguien de una dirección opuesta. Y no estaba solo.
-Eso suena a un cumplido.- intervení cuando le comparó con Alister. Aunque breve, aquel instante hacía difícil pensar que el espíritu de la vampiresa estuviese en conflicto con seres oscuros y demoníacos. Era alguien fuerte, sin duda. Tarde o temprano, conseguiría vencer.
-Gracias.- dijo Syl. Tras eso, volvimos a centrarnos en nuestro objetivo. Una vez Elen detuvo a su caballo, hicimos lo mismo, siguiendo sus pasos. El aroma debió llegarnos a los tres casi al mismo tiempo, puesto que nos movimos en la misma dirección sin siquiera necesitar un gesto.
Pulsé el hombro de Syl, indicándole que se colocase en posición. A diferencia de ellos, tendría que mantenerme a una distancia prudente. No me arriesgaría a caer en una trampa o delatarlos sin motivo.
El arquero trepó lenta y silenciosamente, posándose finalmente en una de las ramas más gruesas y avanzando hasta el lugar idóneo. Vi como si silueta apuntaba su ballesta, no sin antes pasar dos dedos por el arco. Sonreí. Alguien se iba a llevar una sorpresa desagradable.
Agudicé el oído. Los demonios de Elen comenzaron a tomar forma. Y, en cuanto lo hicieron, Syl disparó.
Un virote recorrió el espacio entre los árboles. En tan solo ese breve instante, el proyectil creció y se ensanchó, [1] adquiriendo el tamaño y peso de una lanza, o quizás, una jabalina pesada. La "flecha" modificada por las runas de su ballesta atravesó el estómago de un bandido, clavando su cuerpo contra un árbol. No sobreviviría aquello.
Si bien esperaba que volviesen a huir, aquella vez fue distinto. Los hombres se reagruparon, colocándose juntos y con armas y escudos en alto. Su comportamiento fue completamente opuesto al de el otro grupo. Estaban cooperando, unidos en un círculo pese al asalto de las sombras de Elen.
No retrocedieron. Agitaron sus armas contra los demonios, intentando hacer que retrocediesen. Quizás necesitasen un pequeño incentivo. Me acerqué entre los árboles, asegurándome de no pisar ninguna de las trampas. Tomé carrerilla, y salté.
El impulso me llevó al centro del círculo, dos metros por encima de ellos. [2] Unos pocos reaccionaron a tiempo, cubriéndose antes de que la runa de mi garra izquierda se iluminase brevemente... y estallase. [3] La oleada de fuego se extendió al llegar al suelo, haciéndolos retroceder con un fuerte impulso mientras el retroceso me alzaba aun más por el aire.
Giré sobre mi mismo, encogiéndome mientras mi cuerpo se propulsaba hacia el bosque. Por fortuna, mi espalda no se encontró contra un tronco, sino contra ramas. Pequeñas ramas de árbol crujieron y se clavaron en mi armadura y zonas expuestas, provocandome varios pinchazos y heridas menores en las partes más expuestas de mi cuerpo a la vez que frenaban mi caída.
Y, finalmente, una rama más gruesa me detuvo. Al instante, me giré y me agarré al tronco, arañándolo con mi guantelete metálico mientras descendía por la corteza. Gruñí. Dolía, pero podría con ello. Tenía que volver al combate.
_________________________________________
-Presumido.- dijo el arbalista. A pesar de las consecuencias, el ataque de Asher había derribado a varios de los bandidos. Aunque solo fuese un instante, aquella apertura era la que necesitaba para hundir su siguiente virote en la cabeza de otro objetivo.
No planeaban quedarse allí sin hacer nada. Una flecha se hundió en el tronco junto a él. El gato gruñó y se desprendió de la rama, volviendo al suelo.
Si no había contado mal, había otros seis en ese grupo, de los cuales había matado a dos. El resto estaban delante de él. Y, sin embargo, oía a alguien más. Alguien de una dirección opuesta. Y no estaba solo.
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[1] Usada habilidad: Impacto Crítico
[2] Usada habilidad: Impulso
[3] Usada habilidad: Estallido
Asher Daregan
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Re: La carrera por la libertad [Trabajo] [Asher - Elen]
Antes de que las sombras pudiesen abalanzarse sobre sus objetivos, un proyectil cortó el aire, ensanchándose hasta adquirir las características de una lanza que con gran impulso acertó a uno de los criminales en el vientre, clavándolo contra un árbol del cual no conseguiría despegarse antes de morir a causa de la terrible herida. - ¡Rápido! ¡que no escapen! - pensó la de cabellos cenicientos para apremiar a sus aliadas, dando por hecho que aquel grupo adoptaría la misma estrategia del anterior, cosa que sorprendentemente, no fue así. En vez de huir en diferentes direcciones, aquellos individuos optaron por hacer frente a sus atacantes, formando un círculo y alzando las armas para repeler a las criaturas en cuanto éstas se les echaron encima.
Aquellos delincuentes parecían mucho mejor organizados que sus compañeros, pero ¿por cuánto tiempo podrían defenderse? Ya habían sufrido una baja nada más empezar, y en cuanto Asher entró en escena para desarmar su formación, la situación se les complicó considerablemente. Una nueva flecha apareció de la nada para hundirse en el cráneo de uno de los hombres, mientras las almas del medallón, cooperando entre ellas, sujetaron a uno de los fugitivos, lo desarmaron y lo arrastraron lejos del resto, impidiendo con ello que volviesen a juntarse. Los gritos de aquel desdichado duraron poco, y aprovechando la oportunidad que el perro les había brindado, Elen abandonó su segura posición para acercarse a los que aún quedaban en pie.
Aún oculta gracias a la oscuridad reinante, la vampira manipuló su elemento para que dos gruesos lazos del mismo emergiesen de su espalda y descendiesen hasta el suelo, arrastrándose sobre la tierra hasta que llegaron al objetivo más próximo. Súbitamente, las ataduras se cernieron alrededor de los tobillos del criminal y tiraron de él con fuerza, consiguiendo desestabilizarlo y que perdiese el arco que sujetaba por el camino. Imitando a las moradoras de su reliquia, la benjamina de los Calhoun apartó a su víctima de los demás para poder ocuparse de él con tranquilidad, saltándole encima en cuanto solo los separaron un par de metros.
Para entonces sus manos ya habían sido sustituidas por afiladas garras, con lo que en un instante le desgarró la garganta de un lado a otro, irguiéndose inmediatamente después sin pensar en darle un final rápido. El arquero ahogó un quejido y trató en vano de detener la hemorragia llevándose ambas manos al cuello, pero la sangre se le escapaba por entre los dedos, debilitándolo por momentos, aunque ya no debía quedarle mucho. Sin concederle ni un segundo más de su tiempo, la criatura de la noche clavó su mirada sobre el par de adversarios que aún podían seguir luchando, esbozando una leve sonrisa al percatarse de que uno de éstos, ante lo complicado de su situación, decidió echarse a correr hacia los árboles, abandonando al otro.
- Tenemos a un cobarde… me ocuparé de él. - pensó, deslizando la mirada hacia las sombras, que habían terminado con su presa destrozándola hasta dejarla casi irreconocible. Sin prisas, la de ojos verdes empezó a caminar tras el fugitivo que intentaba escapar, pero antes de poder alcanzarlo, escuchó su aterrada voz alzándose por encima de los sonidos del combate. - ¡No, por favor! - suplicó, consiguiendo que la joven acelerase el paso para ver qué estaba pasando.
Pronto se dio cuenta de que no tenía de qué preocuparse, Alister había aterrizado para cortar la retirada al individuo, y con ayuda de una de sus patas lo mantenía pegado al suelo mientras inclinaba su alargado hocico hacia él, entreabriendo las fauces. El hombre no tuvo ocasión de decir nada más, lo siguiente que llegó a oídos de la centinela fue un fuerte crujido de huesos, pero debía dar gracias, al menos el dragón tenía por costumbre matar a sus enemigos de forma limpia y sin tanto sufrimiento… bueno, así solía ser, exceptuando las veces en que se trataba de algo personal.
Cruzando los brazos sobre el pecho, Elen se apoyó ligeramente contra el tronco de un árbol, sin detenerse a pensar en que aún quedaba otro objetivo ya que a esas alturas, Asher, Syl o sus aliadas habrían acabado con él. - Ahora que lo pienso, ¿cómo vamos a llevarlos hasta la prisión de los bio? Sin pruebas no nos creerán. - musitó, observando a su compañero, que volvía a erguirse tras cumplir con su trabajo. Veinte cuerpos eran muchos para transportar… los caballos no aguantarían a más de dos cada uno y aunque el alado pudiese cargar otros dos y llevarlos volando, seguían quedando muchos. Su constitución no la permitía ayudar en ese sentido, pero quizá los hombres bestia pudiesen hacer algo al respecto, aunque seguiría siendo insuficiente. - Es una pena que no se les haya ocurrido robar una carreta. - comentó el cazador, sujetando con las garras de la punta de una de sus alas el cadáver para llevarlo junto al resto.
- Me preguntó dónde estará el vampiro que logró evadirnos… - soltó al poco, en un susurro apenas audible. Y fue entonces cuando le pareció escuchar a alguien moviéndose en los alrededores, obligándose a detenerse para prestar atención al sonido. ¿De quién se trataba? Solo había un modo de descubrirlo. - Volvamos con Asher y Syl… - indicó en voz baja, volviendo a ponerse en marcha con la intención de descartar a ambos como posibles causantes del ruido.
Sin nada que añadir, ambos se apresuraron a regresar a la zona en que había estallado la pelea, donde ansiosas, las amas del colgante aguardaban a que alguien más les diese ocasión de saciar su sed de sangre.
Off: Asumo que con esa insinuación vas a introducir la segunda complicación del tema así que no he puesto mucho al respecto para no influir en ello.
Aquellos delincuentes parecían mucho mejor organizados que sus compañeros, pero ¿por cuánto tiempo podrían defenderse? Ya habían sufrido una baja nada más empezar, y en cuanto Asher entró en escena para desarmar su formación, la situación se les complicó considerablemente. Una nueva flecha apareció de la nada para hundirse en el cráneo de uno de los hombres, mientras las almas del medallón, cooperando entre ellas, sujetaron a uno de los fugitivos, lo desarmaron y lo arrastraron lejos del resto, impidiendo con ello que volviesen a juntarse. Los gritos de aquel desdichado duraron poco, y aprovechando la oportunidad que el perro les había brindado, Elen abandonó su segura posición para acercarse a los que aún quedaban en pie.
Aún oculta gracias a la oscuridad reinante, la vampira manipuló su elemento para que dos gruesos lazos del mismo emergiesen de su espalda y descendiesen hasta el suelo, arrastrándose sobre la tierra hasta que llegaron al objetivo más próximo. Súbitamente, las ataduras se cernieron alrededor de los tobillos del criminal y tiraron de él con fuerza, consiguiendo desestabilizarlo y que perdiese el arco que sujetaba por el camino. Imitando a las moradoras de su reliquia, la benjamina de los Calhoun apartó a su víctima de los demás para poder ocuparse de él con tranquilidad, saltándole encima en cuanto solo los separaron un par de metros.
Para entonces sus manos ya habían sido sustituidas por afiladas garras, con lo que en un instante le desgarró la garganta de un lado a otro, irguiéndose inmediatamente después sin pensar en darle un final rápido. El arquero ahogó un quejido y trató en vano de detener la hemorragia llevándose ambas manos al cuello, pero la sangre se le escapaba por entre los dedos, debilitándolo por momentos, aunque ya no debía quedarle mucho. Sin concederle ni un segundo más de su tiempo, la criatura de la noche clavó su mirada sobre el par de adversarios que aún podían seguir luchando, esbozando una leve sonrisa al percatarse de que uno de éstos, ante lo complicado de su situación, decidió echarse a correr hacia los árboles, abandonando al otro.
- Tenemos a un cobarde… me ocuparé de él. - pensó, deslizando la mirada hacia las sombras, que habían terminado con su presa destrozándola hasta dejarla casi irreconocible. Sin prisas, la de ojos verdes empezó a caminar tras el fugitivo que intentaba escapar, pero antes de poder alcanzarlo, escuchó su aterrada voz alzándose por encima de los sonidos del combate. - ¡No, por favor! - suplicó, consiguiendo que la joven acelerase el paso para ver qué estaba pasando.
Pronto se dio cuenta de que no tenía de qué preocuparse, Alister había aterrizado para cortar la retirada al individuo, y con ayuda de una de sus patas lo mantenía pegado al suelo mientras inclinaba su alargado hocico hacia él, entreabriendo las fauces. El hombre no tuvo ocasión de decir nada más, lo siguiente que llegó a oídos de la centinela fue un fuerte crujido de huesos, pero debía dar gracias, al menos el dragón tenía por costumbre matar a sus enemigos de forma limpia y sin tanto sufrimiento… bueno, así solía ser, exceptuando las veces en que se trataba de algo personal.
Cruzando los brazos sobre el pecho, Elen se apoyó ligeramente contra el tronco de un árbol, sin detenerse a pensar en que aún quedaba otro objetivo ya que a esas alturas, Asher, Syl o sus aliadas habrían acabado con él. - Ahora que lo pienso, ¿cómo vamos a llevarlos hasta la prisión de los bio? Sin pruebas no nos creerán. - musitó, observando a su compañero, que volvía a erguirse tras cumplir con su trabajo. Veinte cuerpos eran muchos para transportar… los caballos no aguantarían a más de dos cada uno y aunque el alado pudiese cargar otros dos y llevarlos volando, seguían quedando muchos. Su constitución no la permitía ayudar en ese sentido, pero quizá los hombres bestia pudiesen hacer algo al respecto, aunque seguiría siendo insuficiente. - Es una pena que no se les haya ocurrido robar una carreta. - comentó el cazador, sujetando con las garras de la punta de una de sus alas el cadáver para llevarlo junto al resto.
- Me preguntó dónde estará el vampiro que logró evadirnos… - soltó al poco, en un susurro apenas audible. Y fue entonces cuando le pareció escuchar a alguien moviéndose en los alrededores, obligándose a detenerse para prestar atención al sonido. ¿De quién se trataba? Solo había un modo de descubrirlo. - Volvamos con Asher y Syl… - indicó en voz baja, volviendo a ponerse en marcha con la intención de descartar a ambos como posibles causantes del ruido.
Sin nada que añadir, ambos se apresuraron a regresar a la zona en que había estallado la pelea, donde ansiosas, las amas del colgante aguardaban a que alguien más les diese ocasión de saciar su sed de sangre.
Off: Asumo que con esa insinuación vas a introducir la segunda complicación del tema así que no he puesto mucho al respecto para no influir en ello.
Elen Calhoun
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Re: La carrera por la libertad [Trabajo] [Asher - Elen]
Dejé que mi espada hiciese honor a su nombre. [1] La hoja se iluminó en un reconfortante brillo plateado, reforzando mi cuerpo y ayudándome a centrarme en el combate. Mi oponente estaba sólo. Retrocedía, pero estaba a en guardia. Tenía que ir con cuidado. Esa gente era peligrosa. Un descuido podía ser letal.
Un breve reflejo de luz hizo que me detuviese. Puse mi espada por delante, iluminando unos finos hilos entre el criminal y yo.
-Ha estado cerca...- admití.
El hombre se dio cuenta. La trampa no funcionaría. Maldijo en voz baja.
-Mira... esto no es necesario. Me rindo, ¿vale? Me puedes llevar vivo.- dijo, soltando la espada corta que ponía entre los dos. Sorteé la trampa y me acerqué, aún precavido. -No me fiaba de esa sanguijuela, de todas formas. ¿Ha sido él, no?- preguntó. Se arrodilló en el suelo, alzando las manos en gesto de paz.
-Los otros también mencionaron un vampiro.- dije simplemente. Me mantuve a un par de metros, aún sin una idea clara de que estaba ocurriendo. -Se escapó antes de que lo viésemos. ¿Donde está?-
-Ja... ¿crees que yo lo sé? Ese tipo me da escalofríos- dijo nerviosamente. -Toda la idea fue suya. Los demás se fiaron porque nos ayudó a escapar. Pero son idiotas.-
Suspiré. Tendríamos que encargarnos de el último grupo también. La noche se me estaba haciendo muy larga. Sería mejor acabar con eso cuanto antes.
-Abre las manos y ponte de rodillas.- dije, rodeándole hasta llegar a su espalda. El hombre obedeció, mostrándolas en alto. Resoplé. Con un rápido movimiento, hundí a Brillo en su pecho a la altura del corazón. Se desplomó en el suelo, no llegando siquiera a ahogar una exclamación. No iba a llevarlo conmigo solo para darle una oportunidad para escapar.
-Asher.- advirtió Syl. Mi compañero estaba cerca. Probablemente, apuntando al hombre durante toda la conversación. Elen y Alister también se acercaban, por otro lado. Bien, podríamos lidiar con ello.
-Si, lo sé.- asentí. -Sal a que te veamos.-
Un hombre alto y esbelto salió de entre la maleza, arrastrando un saco a su espalda.
-Buenas noches.- saludó. -Mi nombre es... Nelo.
-Apunta a la cara.- dije. Syl le miró directamente, preparado para disparar en cualquier momento.
-¡Por favor! No hace falta ponerse así. No soy tu enemigo.- aseguró. -De hecho, yo también soy un cazarrecompensas. Vengo a haceros una propuesta.
-Eres el vampiro que nos ha eludido antes.- repliqué. No estaba del todo seguro, pero no tenía nada que perder con la acusación.
-¡El mismo!- admitió. -Pero puedo ser ambas cosas. Verás, no es la primera vez que hago esto. La idea es... muy sencilla. Cambio mi apariencia, dejo que los bios me metan en su prisión... y escapo con la gente más buscada que encuentre. Alguien manda cazarrecompensas, encuentro la forma de delatar a mis "amigos", los cazan y me reparto el dinero con los buenos señores de la ley.- explicó. Arqueé una ceja. ¿Estaba proponiendo ayudarnos? ¿O era solo una forma de salvar su pellejo?
-Y, déjame adivinar. Si no aceptan...-
-No soy responsable de sus malas decisiones, ¿no?- dijo, encogiéndose de hombros. -Y... ¿Que va a ser? Estoy seguro de que todos estamos muy cansados de tanta violencia.-
-Creo que mis compañeros no suelen cansarse tan fácilmente.- repliqué, arqueando una ceja. Me crucé de hombros. Realmente, el plan no era del todo malo. Si hubiese tenido acceso a aquella magia, quizás habría hecho algo similar en el pasado, cuando aún era un mercenario sin objetivo.
Por desgracia, en ese momento me encontraba en una posición muy diferente respecto a la ley.
-Cuidado. Si lo ha hecho tantas veces, debe saber desenvolverse.- dijo Syl. -Bueno. Él y sus compañeros.-
-¿...Disculpa?- preguntó el vampiro.
-Está por aquí, ¿no?- sonreí. -No dejarías una opción como esa si no tuvieses cierta ventaja en caso de que dijésemos que no. Es invisible y cubre su olor, pero...- Agudicé el oído. Solo se movía cuando el vampiro hablaba. Muy listo.
El vampiro dejó escapar una larga carcajada. Aplaudió.
-¡Muy bien! ¡Muy bien! Me has pillado, eso es parte del truco. Pero eso solo hace que elegir sea más sencillo, ¿no? ¡No querréis luchar si no sabéis contra qué!- exclamó alegremente. -Además... he traído un regalo.-
El hombre dejó un saco de apariencia pesada en el suelo, abriéndolo ligeramente para que pudiese ver su interior. ¿Eran esas...?
-¡Las cabezas de trece fugitivos!- proclamó. -Seis de los que matasteis vosotros y siete de los que me he encargado yo. Solo faltan los seis de aquí, y tenéis la colección completa. Salvo la mía, por supuesto. Le tengo cierto aprecio, como podréis entender.-
-Nos has estado siguiendo un buen rato, ¿eh?- suspiré. Había tardado demasiado en notar su presencia. -Sea como sea... la decisión no es realmente mía.- Me encogí de hombros, mirando a la vampiresa. No veía forma de que Elen aceptase algo así.
Honestamente, por agradable que intentase ser, no me fiaba ni un pelo de ese tipo. No quedaban muchas opciones. Por mucho que ofreciese un trato, el enfrentamiento era inevitable.
No podía bajar la guardia. Solo era cuestión de momentos.
______________________________________________________________
[1] Habilidad de Brillo: Potenciar
Subrayada complicación: Hay otro cazarrecompensas que buscará eliminarte para quedarse con el crédito. (Un poco alterada, pero la premisa es la misma)
Elen, te dejo el primer ataque. El vampiro tiene la curiosamente poco usada magia de sangre además de sombras, y está acompañado por un número no definido de asesinos. Probablemente entre uno y tres. Pueden ser de cualquier raza, ya que la invisibilidad se puede conseguir con pociones (o magia de ilusiones)
Asher Daregan
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Re: La carrera por la libertad [Trabajo] [Asher - Elen]
Tal como esperaba, el último miembro de aquel grupo de delincuentes yacía muerto sobre la hierba frente al líder nómada, que tras extraer la información que necesitaba, prefirió arrebatarle la vida antes que cargar con él hasta la prisión de los bios. Mientras Alister dejaba caer el cuerpo que traía consigo, la de cabellos cenicientos aguzó el oído, confirmando sus sospechas, no estaban solos, alguien los observaba de cerca.
Una vez reunidos los cuatro, Asher instó a la persona que los estaba siguiendo a que se mostrase, cosa que hizo, pero en solitario. Elen lo examinó detenidamente, captando el aroma a sangre que impregnaba parte de su ropa y también el saco que arrastraba, pero no solo eso, también percibió la oscura aura que rodeaba al sujeto, sin duda se encontraban ante el vampiro que había escapado del primer ataque. Mientras Nelo, en un intento por relajar el ambiente, se presentaba, la señora de sombras alcanzó a escuchar algo más de movimiento en el bosque, pero éste se detenía cada vez que el recién llegado dejaba de hablar. - Que interesante. - pensó para sí, al darse cuenta de que no podía verlos ni olerlos. Sabían esconderse bien, pero no podrían quedarse inmóviles cuando la pelea estallase, lo cual era inevitable.
Prestando atención a la conversación que estaba teniendo lugar solo a medias, la benjamina de los Calhoun aguardó hasta que tras explicar su plan y admitir que no venía solo, Nelo reveló el contenido del saco que traía consigo, en el cual se encontraban las cabezas no solo de los seis primeros criminales, a los que ellos habían eliminado hacía un rato, sino también las de los otros siete restantes, los que se suponía que iban a encontrar en la cueva. - Buscad a los que se ocultan en la vegetación. - ordenó mentalmente a sus criaturas, las cuales con disimulo, aprovecharon la oscuridad reinante para desaparecer de la vista y comenzar a revisar los alrededores.
- Parece que nos has ahorrado algo de trabajo. - intervino, relajando los hombros mientras se acercaba a su congénere para echar un vistazo a lo que traía, aunque solo era una excusa para acortar distancias. - ¿No os alegráis de que ya no tengamos que seguir buscando? - preguntó, mirando por el rabillo del ojo al par de hombres bestia con la esperanza de que al menos el perro se diese cuenta de sus intenciones. Aceptar el trato no era una opción, así que entregarían a los guardias algunas cabezas más de las que esperaban. - ¿Y bien Nelo? ¿cómo sugieres que nos repartamos la recompensa? - inquirió, dejando a la vista los colmillos mientras su mirada se clavaba en la del estafador. - Una mujer lista, estupendo. - comentó él, esbozando una leve sonrisa. - A partes iguales por supuesto. - continuó, pero la joven negó con la cabeza de inmediato.
- Nosotros hemos matado a doce y vosotros solo a siete, deberíamos llevarnos más. - soltó sin miramientos, queriendo poner a prueba su paciencia. - No olvides mi trabajo dentro de la prisión, elegí a los más valiosos y los traje hasta aquí. - replicó el chupasangres, tratando de mantener un tono agradable para no complicar la situación. - Cierto… pero eso no incluye a tus amigos, no creo que deban recibir lo mismo que los demás. - continuó la centinela, sin inmutarse. Antes de que su interlocutor pudiese responder, el leve crujir de unas ramas delató la posición de uno de los asesinos, quien molesto, había olvidado la regla de no moverse hasta que su aliado estuviese hablando.
Elen no reaccionó, se mantuvo donde estaba a pesar de que sabía exactamente dónde se encontraba el enemigo, a escasos metros de la espalda de su compañero. - Seguro que podemos negociarlo. - se apresuró a decir, para cubrir con su voz los posibles pasos del resto. - Por supuesto… - musitó ella, ofreciéndole una sonrisa cargada de malicia antes de lanzar un zarpazo hacia su rostro. Las garras, que se habían formado durante el descuido del bando contrario, alcanzaron la mejilla del hombre y le realizaron tres largos cortes irregulares, pero antes de que pudiese ir a más Nelo retrocedió, y valiéndose de su sombrío elemento la empujó, consiguiendo poner algo de distancia entre ambos y que la benjamina de los Calhoun tuviese que concentrarse en no perder el equilibrio.
- ¡Alister, detrás de ti! - exclamó de inmediato, consiguiendo que el dragón reaccionase a tiempo y crease una barrera de fuego para cubrirse de ataques a traición. Aquella defensa tomó por sorpresa al individuo que se había acercado a él, obligándolo a dar varios pasos hacia atrás y cambiar de objetivo. - ¿Qué tal si te hago yo una oferta? Tú nos das el saco y te pones de rodillas para que mi amigo pueda cortarte la cabeza de forma limpia. - añadió al poco, señalando con un brazo al líder nómada. - Será rápido e indoloro, te aconsejo que la consideres porque si te resistes… lo lamentarás. - prosiguió, sin quitar ojo de encima a su oponente. - Eso habrá que verlo, nunca me he enfrentado a alguien con mis mismas habilidades, esto será divertido. - contestó el estafador, bastante confiado.
Sin más que decir, el vampiro tomó la iniciativa, manipulando su elemento para tratar de golpearla con una oscura extensión de sí mismo que le brotó del brazo, pero su adversaria era ágil, lo suficiente como para eludir el impacto. Si quería tener ventana tendría que entrar en la lucha cuerpo a cuerpo, donde su dominio sobre la sangre le brindaba una fuerza superior a la del resto de los de su raza.
Rápidamente, Nelo salvó los metros que los separaban para devolverle la amabilidad que había tenido con él hacía unos instantes, cubriéndose la diestra con sombras para darle una forma similar a las de las garras de su oponente. Sin pensarlo, se abalanzó hacia ella dispuesto a destrozarle la cara, pero una vez más, el ligero cuerpo de la mujer la ayudó a evadirlo, aunque no por completo. Las afiladas puntas lograron arañar superficialmente la pálida piel de su cuello, con lo que unas pequeñas gotas mancharon la tela que cubría uno de los hombros de la joven.
Reaccionando de inmediato, Elen giró sobre sí misma y levantó un muro entre ambos, embistiendo a su enemigo con la barrera para apartarlo de sí e intentar tirarlo al suelo, cosa que por desgracia, no consiguió.
Alister observaba el enfrentamiento con frustración, no podía intervenir sin poner en peligro a su compañera, aunque sí podía brindarle algo de utilidad. Concentrando su fuego, el dragón aprovechó aquel instante para proyectar una ígnea barrera alrededor de la centinela, ofreciéndole algo de protección frente a su contrincante, que durante unos minutos no podría atacarla de cerca sin acabar quemándose. - Gracias. - musitó ella, valorando la defensa con que ahora contaba aunque tuviese que entrecerrar los ojos por culpa de las brillantes llamas que oscilaban en torno a su persona.
Mientras tanto, las almas del medallón peinaban el bosque en busca de los asesinos ocultos, decantándose por buscar primero al que se había acercado al reptil.
Off: Alister utiliza proyección elemental.
Una vez reunidos los cuatro, Asher instó a la persona que los estaba siguiendo a que se mostrase, cosa que hizo, pero en solitario. Elen lo examinó detenidamente, captando el aroma a sangre que impregnaba parte de su ropa y también el saco que arrastraba, pero no solo eso, también percibió la oscura aura que rodeaba al sujeto, sin duda se encontraban ante el vampiro que había escapado del primer ataque. Mientras Nelo, en un intento por relajar el ambiente, se presentaba, la señora de sombras alcanzó a escuchar algo más de movimiento en el bosque, pero éste se detenía cada vez que el recién llegado dejaba de hablar. - Que interesante. - pensó para sí, al darse cuenta de que no podía verlos ni olerlos. Sabían esconderse bien, pero no podrían quedarse inmóviles cuando la pelea estallase, lo cual era inevitable.
Prestando atención a la conversación que estaba teniendo lugar solo a medias, la benjamina de los Calhoun aguardó hasta que tras explicar su plan y admitir que no venía solo, Nelo reveló el contenido del saco que traía consigo, en el cual se encontraban las cabezas no solo de los seis primeros criminales, a los que ellos habían eliminado hacía un rato, sino también las de los otros siete restantes, los que se suponía que iban a encontrar en la cueva. - Buscad a los que se ocultan en la vegetación. - ordenó mentalmente a sus criaturas, las cuales con disimulo, aprovecharon la oscuridad reinante para desaparecer de la vista y comenzar a revisar los alrededores.
- Parece que nos has ahorrado algo de trabajo. - intervino, relajando los hombros mientras se acercaba a su congénere para echar un vistazo a lo que traía, aunque solo era una excusa para acortar distancias. - ¿No os alegráis de que ya no tengamos que seguir buscando? - preguntó, mirando por el rabillo del ojo al par de hombres bestia con la esperanza de que al menos el perro se diese cuenta de sus intenciones. Aceptar el trato no era una opción, así que entregarían a los guardias algunas cabezas más de las que esperaban. - ¿Y bien Nelo? ¿cómo sugieres que nos repartamos la recompensa? - inquirió, dejando a la vista los colmillos mientras su mirada se clavaba en la del estafador. - Una mujer lista, estupendo. - comentó él, esbozando una leve sonrisa. - A partes iguales por supuesto. - continuó, pero la joven negó con la cabeza de inmediato.
- Nosotros hemos matado a doce y vosotros solo a siete, deberíamos llevarnos más. - soltó sin miramientos, queriendo poner a prueba su paciencia. - No olvides mi trabajo dentro de la prisión, elegí a los más valiosos y los traje hasta aquí. - replicó el chupasangres, tratando de mantener un tono agradable para no complicar la situación. - Cierto… pero eso no incluye a tus amigos, no creo que deban recibir lo mismo que los demás. - continuó la centinela, sin inmutarse. Antes de que su interlocutor pudiese responder, el leve crujir de unas ramas delató la posición de uno de los asesinos, quien molesto, había olvidado la regla de no moverse hasta que su aliado estuviese hablando.
Elen no reaccionó, se mantuvo donde estaba a pesar de que sabía exactamente dónde se encontraba el enemigo, a escasos metros de la espalda de su compañero. - Seguro que podemos negociarlo. - se apresuró a decir, para cubrir con su voz los posibles pasos del resto. - Por supuesto… - musitó ella, ofreciéndole una sonrisa cargada de malicia antes de lanzar un zarpazo hacia su rostro. Las garras, que se habían formado durante el descuido del bando contrario, alcanzaron la mejilla del hombre y le realizaron tres largos cortes irregulares, pero antes de que pudiese ir a más Nelo retrocedió, y valiéndose de su sombrío elemento la empujó, consiguiendo poner algo de distancia entre ambos y que la benjamina de los Calhoun tuviese que concentrarse en no perder el equilibrio.
- ¡Alister, detrás de ti! - exclamó de inmediato, consiguiendo que el dragón reaccionase a tiempo y crease una barrera de fuego para cubrirse de ataques a traición. Aquella defensa tomó por sorpresa al individuo que se había acercado a él, obligándolo a dar varios pasos hacia atrás y cambiar de objetivo. - ¿Qué tal si te hago yo una oferta? Tú nos das el saco y te pones de rodillas para que mi amigo pueda cortarte la cabeza de forma limpia. - añadió al poco, señalando con un brazo al líder nómada. - Será rápido e indoloro, te aconsejo que la consideres porque si te resistes… lo lamentarás. - prosiguió, sin quitar ojo de encima a su oponente. - Eso habrá que verlo, nunca me he enfrentado a alguien con mis mismas habilidades, esto será divertido. - contestó el estafador, bastante confiado.
Sin más que decir, el vampiro tomó la iniciativa, manipulando su elemento para tratar de golpearla con una oscura extensión de sí mismo que le brotó del brazo, pero su adversaria era ágil, lo suficiente como para eludir el impacto. Si quería tener ventana tendría que entrar en la lucha cuerpo a cuerpo, donde su dominio sobre la sangre le brindaba una fuerza superior a la del resto de los de su raza.
Rápidamente, Nelo salvó los metros que los separaban para devolverle la amabilidad que había tenido con él hacía unos instantes, cubriéndose la diestra con sombras para darle una forma similar a las de las garras de su oponente. Sin pensarlo, se abalanzó hacia ella dispuesto a destrozarle la cara, pero una vez más, el ligero cuerpo de la mujer la ayudó a evadirlo, aunque no por completo. Las afiladas puntas lograron arañar superficialmente la pálida piel de su cuello, con lo que unas pequeñas gotas mancharon la tela que cubría uno de los hombros de la joven.
Reaccionando de inmediato, Elen giró sobre sí misma y levantó un muro entre ambos, embistiendo a su enemigo con la barrera para apartarlo de sí e intentar tirarlo al suelo, cosa que por desgracia, no consiguió.
Alister observaba el enfrentamiento con frustración, no podía intervenir sin poner en peligro a su compañera, aunque sí podía brindarle algo de utilidad. Concentrando su fuego, el dragón aprovechó aquel instante para proyectar una ígnea barrera alrededor de la centinela, ofreciéndole algo de protección frente a su contrincante, que durante unos minutos no podría atacarla de cerca sin acabar quemándose. - Gracias. - musitó ella, valorando la defensa con que ahora contaba aunque tuviese que entrecerrar los ojos por culpa de las brillantes llamas que oscilaban en torno a su persona.
Mientras tanto, las almas del medallón peinaban el bosque en busca de los asesinos ocultos, decantándose por buscar primero al que se había acercado al reptil.
Off: Alister utiliza proyección elemental.
Elen Calhoun
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Re: La carrera por la libertad [Trabajo] [Asher - Elen]
Me mantuve callado. La frialdad en las palabras de Elen dejaban sus intenciones bastante claras. Alister tampoco interrumpió, lo cual no hizo más que confirmar mis sospechas. Tenía que pensar muy bien mis próximos movimientos.
Me acerqué a Syl, caminando léntamente mientras los vampiros hablaban. Lo más natural sería que atacasen por la espalda. El gato me miró, y a continuación, sus ojos se centraron en el suelo a su izquierda. Huellas... la vista de mi compañero era aún mejor de la que recordaba. Sin cambiar el ritmo, avancé hacia ellas. Un par de pasos revelaron la presencia de uno de los asesinos. No dejarían que chocase contra ellos y los descubriese, pero podía obligarles a abandonar su posición.
No tenía ninguna duda de que sospechaban que atacaríamos. No importaba. Se habían colocado en una situación en la que actuar les haría perder su ventaja. Solo tenía que aprovecharlo.
El sonido de Elen rompiendo las negociaciones fue lo único que hizo falta. Lancé el vial al aire.
La bomba de polvo de Syl estalló primero, liberando una nube cegadora. Para cuando llegó, ya me había apartado de un salto. Un instante después, la botella que había lanzado impactó en el suelo, rompiéndose y liberando llamas por donde el líquido tocase. [1]
La nube se convirtió en una bola de fuego. La llamarada que provocó fue suficiente para llamar la atención de cualquiera. Los gritos de dos figuras distintas, también. Las ilusiones que los mantenían ocultos desaparecieron: el cuerpo de uno estaba en el suelo. El otro, rodaba, intentando librarse de las llamas que habían atrapado su vestimenta.
No lo conseguiría.
-¡Ve con Alister!- exclamé. En una situación como esa, ir por parejas era la mejor opción. Aquello me dejaba con la opción más peligrosa. Esprinté alrededor de los árboles, flanqueando al adversario de Elen. Mientras este estuviese centrado en la vampiresa, podría aprovechar, tal y como nos enfrentamos al brujo unas semanas atrás.
Un círculo rojo se formó entre mi espada y su torso, bloqueando el ataque. Sangre. El brazo oscuro del hombre giró, golpeandome con sus propias garras. El impacto me desequilibró y me hizo retroceder, pero no hubo sangre.
Al menos, no hasta que noté la punzada atravesando mi abdomen.
Ladré de dolor. Uno de los secuaces invisibles. Me había pillado.
Solté a Brillo, mientras mi mano izquierda se cerraba en torno a la muñeca del asesino. Tenía que actuar deprisa. Cogí una de las piedras eléctricas de mi cinturón. La aplasté. La descarga recorrió mi cuerpo, siendo absorbida por las runas de mi armadura. [2] El hombre que me había apuñalado no tenía esa suerte. Hundí la garra metálica en su brazo, ignorando su exclamación de dolor.
Dejé que la electricidad atravesase su cuerpo. Que le quemase por dentro. Hasta que, finalmente, su cuerpo cedió. Arranqué la daga con la que me habían asaltado y recogí a Brillo, otorgándole el elemento que me rodeaba.
La sangre humedecía mi pelaje. Pero eso no importaba. Volví a atacar.
-Hay dos más.- advirtió Syl. El hombre gato se subió a una de las ramas por encima del dragón. Tendría menos de lo que preocuparse desde allí.
Algo en el entorno hizo que girase la cabeza, alertado.
-¡Han apagado el fuego!- exclamó. La llamarada que habían provocado momentos antes no era normal. Reducirla no era sencillo usando solo agua o tierra. -Aléjate. Estas llamas no servirán.- Si hubiese sido él, habría usado algo como eso a su favor, atacando precisamente donde creían que no podía.
Una serie de cuchillos arrojadizos atravesó el aire. Syl saltó al instante, evitándolos con antelación y dando una voltereta al llegar al suelo. No podía detenerse. Desplegó las cuchillas de su brazal. Tendría que ensuciarse las manos.
[1] Combinado la habilidad de Syl (Polvo Cegador) y mi objeto Limitado (Poción de fuego concentrada)
[2] Combinadas habilidades: Runa Elemental - Descarga y Absorber
Me acerqué a Syl, caminando léntamente mientras los vampiros hablaban. Lo más natural sería que atacasen por la espalda. El gato me miró, y a continuación, sus ojos se centraron en el suelo a su izquierda. Huellas... la vista de mi compañero era aún mejor de la que recordaba. Sin cambiar el ritmo, avancé hacia ellas. Un par de pasos revelaron la presencia de uno de los asesinos. No dejarían que chocase contra ellos y los descubriese, pero podía obligarles a abandonar su posición.
No tenía ninguna duda de que sospechaban que atacaríamos. No importaba. Se habían colocado en una situación en la que actuar les haría perder su ventaja. Solo tenía que aprovecharlo.
El sonido de Elen rompiendo las negociaciones fue lo único que hizo falta. Lancé el vial al aire.
La bomba de polvo de Syl estalló primero, liberando una nube cegadora. Para cuando llegó, ya me había apartado de un salto. Un instante después, la botella que había lanzado impactó en el suelo, rompiéndose y liberando llamas por donde el líquido tocase. [1]
La nube se convirtió en una bola de fuego. La llamarada que provocó fue suficiente para llamar la atención de cualquiera. Los gritos de dos figuras distintas, también. Las ilusiones que los mantenían ocultos desaparecieron: el cuerpo de uno estaba en el suelo. El otro, rodaba, intentando librarse de las llamas que habían atrapado su vestimenta.
No lo conseguiría.
-¡Ve con Alister!- exclamé. En una situación como esa, ir por parejas era la mejor opción. Aquello me dejaba con la opción más peligrosa. Esprinté alrededor de los árboles, flanqueando al adversario de Elen. Mientras este estuviese centrado en la vampiresa, podría aprovechar, tal y como nos enfrentamos al brujo unas semanas atrás.
Un círculo rojo se formó entre mi espada y su torso, bloqueando el ataque. Sangre. El brazo oscuro del hombre giró, golpeandome con sus propias garras. El impacto me desequilibró y me hizo retroceder, pero no hubo sangre.
Al menos, no hasta que noté la punzada atravesando mi abdomen.
Ladré de dolor. Uno de los secuaces invisibles. Me había pillado.
Solté a Brillo, mientras mi mano izquierda se cerraba en torno a la muñeca del asesino. Tenía que actuar deprisa. Cogí una de las piedras eléctricas de mi cinturón. La aplasté. La descarga recorrió mi cuerpo, siendo absorbida por las runas de mi armadura. [2] El hombre que me había apuñalado no tenía esa suerte. Hundí la garra metálica en su brazo, ignorando su exclamación de dolor.
Dejé que la electricidad atravesase su cuerpo. Que le quemase por dentro. Hasta que, finalmente, su cuerpo cedió. Arranqué la daga con la que me habían asaltado y recogí a Brillo, otorgándole el elemento que me rodeaba.
La sangre humedecía mi pelaje. Pero eso no importaba. Volví a atacar.
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-Hay dos más.- advirtió Syl. El hombre gato se subió a una de las ramas por encima del dragón. Tendría menos de lo que preocuparse desde allí.
Algo en el entorno hizo que girase la cabeza, alertado.
-¡Han apagado el fuego!- exclamó. La llamarada que habían provocado momentos antes no era normal. Reducirla no era sencillo usando solo agua o tierra. -Aléjate. Estas llamas no servirán.- Si hubiese sido él, habría usado algo como eso a su favor, atacando precisamente donde creían que no podía.
Una serie de cuchillos arrojadizos atravesó el aire. Syl saltó al instante, evitándolos con antelación y dando una voltereta al llegar al suelo. No podía detenerse. Desplegó las cuchillas de su brazal. Tendría que ensuciarse las manos.
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- Asher:
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[1] Combinado la habilidad de Syl (Polvo Cegador) y mi objeto Limitado (Poción de fuego concentrada)
[2] Combinadas habilidades: Runa Elemental - Descarga y Absorber
Asher Daregan
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Re: La carrera por la libertad [Trabajo] [Asher - Elen]
Sin distraerse de lo que tenía delante, ni siquiera por el alboroto que sus aliados estaban causando, ya que eso podría costarle caro, la benjamina de los Calhoun alcanzó a escuchar la instrucción que Asher daba a su felino compañero, quedándose algo más tranquila al saber que trabajarían en equipo para minimizar riesgos. Consciente de que si quería dar una buena oportunidad al perro debía mantener sobre su persona toda la atención del enemigo, la señora de sombras saltó hacia delante, salvando la distancia que los separaba para intentar hundir una de sus afiladas garras en el pecho del individuo, pero con las llamas peligrosamente cerca de su cuerpo, Nelo retrocedió ágilmente, esquivándola sin problemas.
Aprovechando la momentánea ventaja que tenía, Elen continuó atacando hasta que finalmente, el hombre bestia intervino, flanqueando a su adversario para tomarlo por sorpresa, cosa que por desgracia, no salió como esperaba. Aquel chupasangres no se parecía a los que había enfrentado antes en la Hermandad o durante el conflicto de Lunargenta, tenía un gran control sobre el entorno y reaccionaba endemoniadamente rápido, tanto como para ponerla en evidencia. Apretando los dientes, la joven observó el rojizo círculo con que su oponente detuvo al perro, frunciendo el ceño al comprobar que se enfrentaban a un señor de la sangre, uno de los tres tipos de destreza que podían adquirir las criaturas de la noche al ser transformadas, pero que no solía abundar.
El cazarrecompensas no dudó en contraatacar, golpeando a su contrincante con el brazo que aún seguía cubierto por la oscuridad para hacerlo retroceder, mientras uno de sus secuaces, al cual no habían escuchado acercarse, lo apuñalaba por sorpresa, arrancando de su garganta un ladrido de dolor. Los juegos se habían acabado, era hora de pelear en serio y terminar de una vez con aquel farsante.
Concentrando su elemento, la de ojos verdes se apresuró a crear una copia de sí misma que les sirviese de apoyo, confiando en que Asher pudiese lidiar con el asesino que lo había herido. La visión de una brillante descarga recorriendo tanto el cuerpo del líder nómada como el de su enemigo terminó de convencerla, no tenía que preocuparse por él, al menos de momento. En otra situación habría sentido nostalgia por su pasado al ser testigo de aquello, pero en aquel instante solo tenía una cosa en su cabeza, y era justo lo que iba a hacer. - Atácalo por un costado, ¡ahora! - ordenó mentalmente a su creación, volviendo a centrarse en Nelo.
El ser obedeció de inmediato, captando la atención de su objetivo mientras la verdadera amenaza se mimetizaba con las sombras para volverse invisible y acercársele por la espalda, blandiendo la matajinetes. Un corte, solo necesitaba eso para que el veneno se encargase del hombre, pero cuando se dispuso a realizar el tajo descendente, su adversario giró el rostro y miró por encima del hombro como si de verdad pudiese verla, como si supiese exactamente dónde estaba y lo que pretendía. Para cuando trató de replantearse la situación ya era tarde, el vampiro se volvió hacia ella e ignorando a su Doppelgänger, lanzó un contundente golpe al aire, alcanzándola en el vientre y obligándola a morderse la lengua para ahogar un quejido. ¿Cómo la había descubierto?
- Esconderte entre las sombras no te servirá, yo también las percibo. - soltó con aire de suficiencia, mostrando los colmillos en una amplia sonrisa. - Maldición, he sacrificado la protección de Alister para esto. - pensó molesta, retrocediendo de un salto para ganar algo de distancia. Ligeramente doblada a causa del dolor, Elen volvió a quedar a la vista de todos, agradeciendo que su copia interviniese para obligar a su oponente a moverse y prestar atención a otra cosa. - Tengo que cambiar de estrategia… - musitó, bajando la vista al venenoso filo de su daga. - Un corte, puedo conseguirlo si me acerco lo suficiente… - se dijo interiormente, aceptando un plan algo arriesgado. Si quería tener una ocasión clara debía permitir que volviese a herirla, justo entonces, cuando estuviese demasiado cerca como para reaccionar, hundiría la matajinetes en su cuerpo a modo de respuesta.
Con esa idea, la benjamina de los Calhoun echó a correr en dirección a su contrincante, alzando la mano que aún mantenía cubierta con su elemento para fingir un ataque directo con el que esconder sus verdaderas intenciones.
A algunos metros de distancia tenía lugar otro enfrentamiento, el fuego había acabado ya con dos de los asesinos, pero Syl estaba seguro de que quedaban un par más por la zona. El aviso del felino acerca de las llamas hizo que reptil se girase bruscamente hacia el bosque, esperando un ataque a traición, pero lo primero que les llegó fue una salva de cuchillos arrojadizos, la mayoría orientados hacia el arquero para que tuviese que abandonar su posición en las alturas.
Con lo que no contaba el enemigo era que las criaturas de la señora de sombras siguiesen sueltas por entre la vegetación, atentas a cualquier mínima señal que delatase a sus víctimas. Nada más ver el origen de los proyectiles, una de ellas, movida por la insaciable sed de sangre y muerte que las invadía a todas, avanzó hasta el punto concreto y de forma salvaje comenzó a lanzar zarpazos a diestro y siniestro, no veía a su presa pero tarde o temprano sus afiladas garras la encontrarían…
Un terrible grito fue suficiente para el dragón, pero por desgracia no pudo dar por sentada la muerte del individuo, al cual escuchó correr apresuradamente a través de la maleza. Estaba herido, de eso no cabía duda, pero el tiempo que se había concedido a las almas de medallón para permanecer en aquel plano había expirado, las negras estelas flotaron y pasaron por su lado, regresando al interior de la reliquia de la centinela. - A tu izquierda Syl, no podemos dejar que escape. - instó, esperando que el arquero con su puntería, pudiese abatir al hombre que trataba de alejarse de ellos, privado ya de la ilusión que lo mantenía invisible.
Y justo entonces, cuando la atención del cazador estaba completamente centrada en seguir la silueta que acababa de señalar, el último secuaz de Nelo saltó por entre las llamas, aterrizando al lado del norteño sin sufrir daño alguno. Lo siguiente que sintió Alister fue la fría hoja de una daga atravesándole la membrana del ala y tirando hacia abajo para causarle más daño, creando una brecha que pronto comenzó a sangrar. Reaccionando por instinto, levantó la cola y golpeó con fuerza el lugar en que debía estar su oponente, empujándolo lejos de sí y escuchando el duro impacto de su cuerpo contra un árbol cercano, no podría ocultarse por mucho más tiempo, y en cuanto quedase a la vista lamentaría lo que había hecho.
- Mierda… Elen se va a enfadar cuando lo vea. - susurró con tono gutural, echando un leve vistazo a la herida. La joven solía quejarse de que confiaba demasiado en su armadura natural, y aquello sin duda iba a dejarle marca cuando regresase a su forma humana. Sin perder tiempo, el vientre del reptil cambió de color para volverse anaranjado, e instantes después, una abrasadora llamarada escapó de sus fauces, calcinando el tronco contra el cual hasta hacía tan solo unos segundos había estado la espalda de su agresor, que ágilmente, consiguió apartarse antes de acabar carbonizado. - Vamos, ven a por mí, te estoy retando cobarde. - soltó, mientras su cuerpo, hasta la última escama, era sustituido por su brillante y ardiente elemento.
Off: Elen utiliza Mimetización y Doppelgänger.
Alister utiliza Ventaja en la penumbra, Fuego dragón y Aspecto primigenio.
Aprovechando la momentánea ventaja que tenía, Elen continuó atacando hasta que finalmente, el hombre bestia intervino, flanqueando a su adversario para tomarlo por sorpresa, cosa que por desgracia, no salió como esperaba. Aquel chupasangres no se parecía a los que había enfrentado antes en la Hermandad o durante el conflicto de Lunargenta, tenía un gran control sobre el entorno y reaccionaba endemoniadamente rápido, tanto como para ponerla en evidencia. Apretando los dientes, la joven observó el rojizo círculo con que su oponente detuvo al perro, frunciendo el ceño al comprobar que se enfrentaban a un señor de la sangre, uno de los tres tipos de destreza que podían adquirir las criaturas de la noche al ser transformadas, pero que no solía abundar.
El cazarrecompensas no dudó en contraatacar, golpeando a su contrincante con el brazo que aún seguía cubierto por la oscuridad para hacerlo retroceder, mientras uno de sus secuaces, al cual no habían escuchado acercarse, lo apuñalaba por sorpresa, arrancando de su garganta un ladrido de dolor. Los juegos se habían acabado, era hora de pelear en serio y terminar de una vez con aquel farsante.
Concentrando su elemento, la de ojos verdes se apresuró a crear una copia de sí misma que les sirviese de apoyo, confiando en que Asher pudiese lidiar con el asesino que lo había herido. La visión de una brillante descarga recorriendo tanto el cuerpo del líder nómada como el de su enemigo terminó de convencerla, no tenía que preocuparse por él, al menos de momento. En otra situación habría sentido nostalgia por su pasado al ser testigo de aquello, pero en aquel instante solo tenía una cosa en su cabeza, y era justo lo que iba a hacer. - Atácalo por un costado, ¡ahora! - ordenó mentalmente a su creación, volviendo a centrarse en Nelo.
El ser obedeció de inmediato, captando la atención de su objetivo mientras la verdadera amenaza se mimetizaba con las sombras para volverse invisible y acercársele por la espalda, blandiendo la matajinetes. Un corte, solo necesitaba eso para que el veneno se encargase del hombre, pero cuando se dispuso a realizar el tajo descendente, su adversario giró el rostro y miró por encima del hombro como si de verdad pudiese verla, como si supiese exactamente dónde estaba y lo que pretendía. Para cuando trató de replantearse la situación ya era tarde, el vampiro se volvió hacia ella e ignorando a su Doppelgänger, lanzó un contundente golpe al aire, alcanzándola en el vientre y obligándola a morderse la lengua para ahogar un quejido. ¿Cómo la había descubierto?
- Esconderte entre las sombras no te servirá, yo también las percibo. - soltó con aire de suficiencia, mostrando los colmillos en una amplia sonrisa. - Maldición, he sacrificado la protección de Alister para esto. - pensó molesta, retrocediendo de un salto para ganar algo de distancia. Ligeramente doblada a causa del dolor, Elen volvió a quedar a la vista de todos, agradeciendo que su copia interviniese para obligar a su oponente a moverse y prestar atención a otra cosa. - Tengo que cambiar de estrategia… - musitó, bajando la vista al venenoso filo de su daga. - Un corte, puedo conseguirlo si me acerco lo suficiente… - se dijo interiormente, aceptando un plan algo arriesgado. Si quería tener una ocasión clara debía permitir que volviese a herirla, justo entonces, cuando estuviese demasiado cerca como para reaccionar, hundiría la matajinetes en su cuerpo a modo de respuesta.
Con esa idea, la benjamina de los Calhoun echó a correr en dirección a su contrincante, alzando la mano que aún mantenía cubierta con su elemento para fingir un ataque directo con el que esconder sus verdaderas intenciones.
A algunos metros de distancia tenía lugar otro enfrentamiento, el fuego había acabado ya con dos de los asesinos, pero Syl estaba seguro de que quedaban un par más por la zona. El aviso del felino acerca de las llamas hizo que reptil se girase bruscamente hacia el bosque, esperando un ataque a traición, pero lo primero que les llegó fue una salva de cuchillos arrojadizos, la mayoría orientados hacia el arquero para que tuviese que abandonar su posición en las alturas.
Con lo que no contaba el enemigo era que las criaturas de la señora de sombras siguiesen sueltas por entre la vegetación, atentas a cualquier mínima señal que delatase a sus víctimas. Nada más ver el origen de los proyectiles, una de ellas, movida por la insaciable sed de sangre y muerte que las invadía a todas, avanzó hasta el punto concreto y de forma salvaje comenzó a lanzar zarpazos a diestro y siniestro, no veía a su presa pero tarde o temprano sus afiladas garras la encontrarían…
Un terrible grito fue suficiente para el dragón, pero por desgracia no pudo dar por sentada la muerte del individuo, al cual escuchó correr apresuradamente a través de la maleza. Estaba herido, de eso no cabía duda, pero el tiempo que se había concedido a las almas de medallón para permanecer en aquel plano había expirado, las negras estelas flotaron y pasaron por su lado, regresando al interior de la reliquia de la centinela. - A tu izquierda Syl, no podemos dejar que escape. - instó, esperando que el arquero con su puntería, pudiese abatir al hombre que trataba de alejarse de ellos, privado ya de la ilusión que lo mantenía invisible.
Y justo entonces, cuando la atención del cazador estaba completamente centrada en seguir la silueta que acababa de señalar, el último secuaz de Nelo saltó por entre las llamas, aterrizando al lado del norteño sin sufrir daño alguno. Lo siguiente que sintió Alister fue la fría hoja de una daga atravesándole la membrana del ala y tirando hacia abajo para causarle más daño, creando una brecha que pronto comenzó a sangrar. Reaccionando por instinto, levantó la cola y golpeó con fuerza el lugar en que debía estar su oponente, empujándolo lejos de sí y escuchando el duro impacto de su cuerpo contra un árbol cercano, no podría ocultarse por mucho más tiempo, y en cuanto quedase a la vista lamentaría lo que había hecho.
- Mierda… Elen se va a enfadar cuando lo vea. - susurró con tono gutural, echando un leve vistazo a la herida. La joven solía quejarse de que confiaba demasiado en su armadura natural, y aquello sin duda iba a dejarle marca cuando regresase a su forma humana. Sin perder tiempo, el vientre del reptil cambió de color para volverse anaranjado, e instantes después, una abrasadora llamarada escapó de sus fauces, calcinando el tronco contra el cual hasta hacía tan solo unos segundos había estado la espalda de su agresor, que ágilmente, consiguió apartarse antes de acabar carbonizado. - Vamos, ven a por mí, te estoy retando cobarde. - soltó, mientras su cuerpo, hasta la última escama, era sustituido por su brillante y ardiente elemento.
Off: Elen utiliza Mimetización y Doppelgänger.
Alister utiliza Ventaja en la penumbra, Fuego dragón y Aspecto primigenio.
Elen Calhoun
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Re: La carrera por la libertad [Trabajo] [Asher - Elen]
Un grito reveló a uno de los objetivos.
Syl se movió al instante, corriendo entre la maleza tan rápido como podía. Aún tenía que tener cuidado. Podía ser una trampa. Pero en cuanto lo vio, le costó creerlo.
Las marcas que el hombre tenía en la piel no eran ninguna ilusión. Incluso si su camuflaje no hubiese desaparecido, la sangre que lo cubría hacía que encontrarlo fuese sencillo. ¿Que clase de criatura le había provocado aquello? No podía ser muy distinto al ser de vacío que solía invocar su compañero.
Esbozó una mueca. El hombre temblaba y sollozaba, absolutamente aterrorizado. Se las había arreglado para levantarse y apoyarse contra un árbol, pero estaba claro que no le quedaba mucho. Miró en dirección al felino, sujetando una daga. El hombre bestia se tensó, manteniendo las distancias y preparado para esquivar cualquier proyectil que le tirase.
No fue lo que pasó. Sin decir palabra, el asesino hundió la daga en su propio corazón. Cayó al suelo al instante, cubriendo la hierba con su sangre.
Aquella imagen le daba escalofríos. Y, sin embargo, no podía arriesgarse. Sacó su ballesta y apuntó. El cuerpo no se movió. Disparó, hundiendo un virote en su cabeza. No hubo respuesta.
Olfateó el aire. El aroma que venía del cuerpo era repulsivo, pero real. No había nada más, y nada más se movía. Dándose finalmente por satisfecho, el hombre gato volvió hacia donde estaba el dragón. Las llamas aún lo revelaban.
La barrera del vampiro no decaía. Cada ataque que lanzaba era detenido por un nuevo escudo rojo, mientras que los ataques de Elen eran repelidos por sus garras sombrías. Tenía que admitirlo: ese hombre era realmente poderoso. Si podía mantenernos ocupados a los dos, tenía que serlo.
No importaba. Acabaría en el suelo.
Su rostro se giró. La barrera de sangre cambió de posición, preparándose para bloquear el asalto de la vampiresa mientras Nelo centraba su atención en mi.
Llevé mi espada hacia él, pero fui más lento de lo que imaginaba. Me sentía ligero. Bajé la cabeza. Hilos de estaban fluyendo de mi herida, alzándose en el aire y flotando hacia el vampiro. Intenté avanzar, pero mis movimientos estaban dificultados.
-Coagulando la sangre con calor... no está mal, perro. Pero hace falta más que eso.-
Gruñí, luchando tanto como podía. Podía darle una oportunidad a Elen. Sólo tenía que acercarme.
Mis pies se separaron del suelo. Melo estaba controlando mi cuerpo a partir de mi sangre. Levanté la mano izquierda, resistiéndome tanto como podía. Era como si estuviera atado por miles de cuerdas. Mi agarre sobre Brillo se hizo más débil. No tardé en sentir mi como mi mano se entumecía. Nuevamente, la espada cayó al suelo.
-Se acabó. No puedes tocarme.- sonrió.
-No me hace falta.-
Una llamarada salió de mi guantelete, impactando de lleno en el hombre maldito.[1] La explosión hizo que perdiese el control que tenía. Caí al suelo. El distintivo sonido de sus gritos de dolor recorrió la arboleda. Sus brazos estaban en llamas. Los había usado para bloquear al último momento, pero de poco le había servido.
El fuego era demasiado para él. No podría concentrarse lo suficiente como para apagarlo.
Dejé que Elen acabase con él mientras intentaba recuperarme. Me puse de rodillas. La cabeza me daba vueltas. Había perdido bastante sangre. Cuanto más se disipase la adrenalina, más cansado estaría. Recogí a Brillo, antes de que fuese demasiado tarde, y pasé la mano por la hoja.
Recordé las palabras de Toriel. Tangado haid. Un brillo blanco cubrió la espada. [2]
Lentamente, la herida de mi costado empezó a cerrarse. Dejé que la electricidad que recorría mi cuerpo se disipase. Tenía que conservar la energía que me quedaba.
Me levanté. Habíamos acabado con todos. Podía descansar un poco.
Syl se movió al instante, corriendo entre la maleza tan rápido como podía. Aún tenía que tener cuidado. Podía ser una trampa. Pero en cuanto lo vio, le costó creerlo.
Las marcas que el hombre tenía en la piel no eran ninguna ilusión. Incluso si su camuflaje no hubiese desaparecido, la sangre que lo cubría hacía que encontrarlo fuese sencillo. ¿Que clase de criatura le había provocado aquello? No podía ser muy distinto al ser de vacío que solía invocar su compañero.
Esbozó una mueca. El hombre temblaba y sollozaba, absolutamente aterrorizado. Se las había arreglado para levantarse y apoyarse contra un árbol, pero estaba claro que no le quedaba mucho. Miró en dirección al felino, sujetando una daga. El hombre bestia se tensó, manteniendo las distancias y preparado para esquivar cualquier proyectil que le tirase.
No fue lo que pasó. Sin decir palabra, el asesino hundió la daga en su propio corazón. Cayó al suelo al instante, cubriendo la hierba con su sangre.
Aquella imagen le daba escalofríos. Y, sin embargo, no podía arriesgarse. Sacó su ballesta y apuntó. El cuerpo no se movió. Disparó, hundiendo un virote en su cabeza. No hubo respuesta.
Olfateó el aire. El aroma que venía del cuerpo era repulsivo, pero real. No había nada más, y nada más se movía. Dándose finalmente por satisfecho, el hombre gato volvió hacia donde estaba el dragón. Las llamas aún lo revelaban.
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La barrera del vampiro no decaía. Cada ataque que lanzaba era detenido por un nuevo escudo rojo, mientras que los ataques de Elen eran repelidos por sus garras sombrías. Tenía que admitirlo: ese hombre era realmente poderoso. Si podía mantenernos ocupados a los dos, tenía que serlo.
No importaba. Acabaría en el suelo.
Su rostro se giró. La barrera de sangre cambió de posición, preparándose para bloquear el asalto de la vampiresa mientras Nelo centraba su atención en mi.
Llevé mi espada hacia él, pero fui más lento de lo que imaginaba. Me sentía ligero. Bajé la cabeza. Hilos de estaban fluyendo de mi herida, alzándose en el aire y flotando hacia el vampiro. Intenté avanzar, pero mis movimientos estaban dificultados.
-Coagulando la sangre con calor... no está mal, perro. Pero hace falta más que eso.-
Gruñí, luchando tanto como podía. Podía darle una oportunidad a Elen. Sólo tenía que acercarme.
Mis pies se separaron del suelo. Melo estaba controlando mi cuerpo a partir de mi sangre. Levanté la mano izquierda, resistiéndome tanto como podía. Era como si estuviera atado por miles de cuerdas. Mi agarre sobre Brillo se hizo más débil. No tardé en sentir mi como mi mano se entumecía. Nuevamente, la espada cayó al suelo.
-Se acabó. No puedes tocarme.- sonrió.
-No me hace falta.-
Una llamarada salió de mi guantelete, impactando de lleno en el hombre maldito.[1] La explosión hizo que perdiese el control que tenía. Caí al suelo. El distintivo sonido de sus gritos de dolor recorrió la arboleda. Sus brazos estaban en llamas. Los había usado para bloquear al último momento, pero de poco le había servido.
El fuego era demasiado para él. No podría concentrarse lo suficiente como para apagarlo.
Dejé que Elen acabase con él mientras intentaba recuperarme. Me puse de rodillas. La cabeza me daba vueltas. Había perdido bastante sangre. Cuanto más se disipase la adrenalina, más cansado estaría. Recogí a Brillo, antes de que fuese demasiado tarde, y pasé la mano por la hoja.
Recordé las palabras de Toriel. Tangado haid. Un brillo blanco cubrió la espada. [2]
Lentamente, la herida de mi costado empezó a cerrarse. Dejé que la electricidad que recorría mi cuerpo se disipase. Tenía que conservar la energía que me quedaba.
Me levanté. Habíamos acabado con todos. Podía descansar un poco.
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[1] Usada habilidad: Estallido
[1] Usado objeto: Brillo - Runa de Toriel
Asher Daregan
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Re: La carrera por la libertad [Trabajo] [Asher - Elen]
Cambiando de estrategia, ya que podía ver la determinación con que se dirigía hacia él, Nelo desvió la barrera para frenar con ella a la vampira en vez de al hombre bestia, al cual, gracias a su dominio sobre la sangre, consiguió ralentizar. Aquella era la primera vez que Elen veía a un individuo con tales habilidades en acción, no solo parecía más fuerte en el cuerpo a cuerpo sino que también era capaz de utilizar su elemento a placer, manipulando el rojizo líquido de su víctima para controlarla. - Terriblemente útil. - pensó, justo antes de llegar a su lado y descargar un contundente zarpazo contra la protección del cazarrecompensas, pero ésta detuvo el golpe como si nada.
Sin el factor sorpresa de su lado solo podía seguir intentándolo y así lo hizo, confiando en que el cansancio hiciese mella en su adversario antes que en ellos, cosa que de momento, no tenía pinta de suceder pronto. Uno tras otro, los ataques chocaron contra la barrera, pero sin llegar a crear una brecha o atravesarla, hecho que provocó que la joven torciese el gesto a causa de la frustración y empezase a cuestionarse si habría sido capaz de vencer a aquel hombre ella sola.
¿Debía transformarse? No, no podía fusionarse con las sombras por un tipo como el que tenía delante… ¿qué esperanzas de vencer a los Tarmúnil podrían quedarle si lo hacía? Muy pocas… así que debía buscar otro modo de alcanzarlo, aunque en breve no tendría que pensar más al respecto. Sin dar un respiro al farsante, la de cabellos cenicientos continuó estrellando sus garras contra el escudo de su oponente hasta que las llamas la obligaron a retroceder un par de pasos y entrecerrar los ojos, Asher lo había conseguido, el fuego cubría los brazos del chupasangres y sus gritos de dolor pronto se alzaron por encima de cualquier otro sonido.
Momentáneamente debilitado, la centinela aprovechó su oportunidad para traspasar la protección y apuñalarlo en uno de los costados, esbozando una sonrisa mientras extraía la afilada daga y se apartaba, colocándose cerca del perro. - Deja el escándalo, ya estás muerto. - comentó, devolviendo el arma a su vaina con total tranquilidad. Nelo seguía tratando de apagar las llamas desesperadamente con ayuda de su ropa, pero pronto una punzada hizo que se detuviese de forma brusca, algo lo estaba destrozando desde dentro… el veneno de Verzhela había empezado a cumplir con su trabajo.
- ¿Puedes ponerte en pie? - inquirió, desviando la vista hacia el líder nómada e ignorando los chillidos de su congénere, quien no tardó en quedar arrodillado sobre la hierba, sujetándose el vientre con fuerza y maldiciéndolos a viva voz. Por suerte aquello no duró mucho, la efectiva toxina se extendió por todo su cuerpo y acabó con él antes de que la piel de sus brazos quedase consumida por el ardiente fuego.
Tras cerrar su herida gracias a Brillo, cuyas runas no dejaban de impresionarla, el hombre bestia consiguió levantarse, pero su estado distaba mucho de ser bueno, había perdido bastante sangre, necesitaba descansar y reponerse debidamente. - Al menos parece que todo ha acabado. - se dijo mentalmente, al tiempo que recorría los alrededores con la mirada para buscar a Alister y a Syl.
Para entonces el reptil había logrado su objetivo, provocar al último de los asesinos y conseguir que volviese a atacarlo, aunque ésta vez por supuesto, optó por mantener las distancias. Con intención de seguir castigando la extremidad que había dañado previamente, el guerrero lanzó varios cuchillos en dirección al ala del cazador, pero éstos se toparon con un infranqueable muro de llamas, y tras esa cobertura, Alister se preparó para abalanzarse sobre su contrincante, agazapándose tras la brillante barrera hasta que la ilusión de invisibilidad del criminal se desvaneció, instante en que sin dudarlo se le echó encima, quemándolo con el solo contacto de su ser.
- ¿Por qué siempre que coincidimos las cosas se complican? - preguntó, sin esperar respuesta alguna. Todavía le dolía el vientre y podía sentir la calidez de la sangre que caía por su cuello, pero teniendo en cuenta el poder de su adversario no podía quejarse, podría haber acabado mucho peor. El saco de cabezas yacía a unos metros de ella, pero la verdad era que no tenía ninguna gana de emprender el viaje hasta la prisión de los bios, estaba algo lejos y en aquel momento lo único que la benjamina de los Calhoun deseaba era alimentarse.
Mientras su compañero retomaba su forma humana, dejando atrás el calcinado cadáver del asesino, la de ojos verdes echó mano a su cinturón y destapó uno de los frascos que llevaba consigo, bebiendo su contenido rápidamente y devolviendo el recipiente vacío a su bolsa. - Pero ¿qué demonios…? - farfulló, nada más captar el aroma de la sangre del norteño. Con lo dulce que era… ¡verla escapar de su cuerpo por una herida era todo un desperdicio! así que dejando de lado su propio estado, avanzó con gesto serio hacia él y procedió a administrarle una de las pociones de cicatrización sin marcas que había comprado tiempo atrás, eso tendría que bastar.
Una vez hecho eso solo les quedaba reagruparse para terminar el trabajo, añadir algunas cabezas más al saco y dirigirse hacia la prisión, donde con suerte, les pagarían sin problemas. - Quizá tenga algo para ti también. - anunció, volviendo a rebuscar entre los frascos hasta dar con un brebaje curativo elaborado por ella misma, que de inmediato, tendió al perro.
Off: Subrayada utilización de objeto: pócima de cicatrización sin marcas.
Sin el factor sorpresa de su lado solo podía seguir intentándolo y así lo hizo, confiando en que el cansancio hiciese mella en su adversario antes que en ellos, cosa que de momento, no tenía pinta de suceder pronto. Uno tras otro, los ataques chocaron contra la barrera, pero sin llegar a crear una brecha o atravesarla, hecho que provocó que la joven torciese el gesto a causa de la frustración y empezase a cuestionarse si habría sido capaz de vencer a aquel hombre ella sola.
¿Debía transformarse? No, no podía fusionarse con las sombras por un tipo como el que tenía delante… ¿qué esperanzas de vencer a los Tarmúnil podrían quedarle si lo hacía? Muy pocas… así que debía buscar otro modo de alcanzarlo, aunque en breve no tendría que pensar más al respecto. Sin dar un respiro al farsante, la de cabellos cenicientos continuó estrellando sus garras contra el escudo de su oponente hasta que las llamas la obligaron a retroceder un par de pasos y entrecerrar los ojos, Asher lo había conseguido, el fuego cubría los brazos del chupasangres y sus gritos de dolor pronto se alzaron por encima de cualquier otro sonido.
Momentáneamente debilitado, la centinela aprovechó su oportunidad para traspasar la protección y apuñalarlo en uno de los costados, esbozando una sonrisa mientras extraía la afilada daga y se apartaba, colocándose cerca del perro. - Deja el escándalo, ya estás muerto. - comentó, devolviendo el arma a su vaina con total tranquilidad. Nelo seguía tratando de apagar las llamas desesperadamente con ayuda de su ropa, pero pronto una punzada hizo que se detuviese de forma brusca, algo lo estaba destrozando desde dentro… el veneno de Verzhela había empezado a cumplir con su trabajo.
- ¿Puedes ponerte en pie? - inquirió, desviando la vista hacia el líder nómada e ignorando los chillidos de su congénere, quien no tardó en quedar arrodillado sobre la hierba, sujetándose el vientre con fuerza y maldiciéndolos a viva voz. Por suerte aquello no duró mucho, la efectiva toxina se extendió por todo su cuerpo y acabó con él antes de que la piel de sus brazos quedase consumida por el ardiente fuego.
Tras cerrar su herida gracias a Brillo, cuyas runas no dejaban de impresionarla, el hombre bestia consiguió levantarse, pero su estado distaba mucho de ser bueno, había perdido bastante sangre, necesitaba descansar y reponerse debidamente. - Al menos parece que todo ha acabado. - se dijo mentalmente, al tiempo que recorría los alrededores con la mirada para buscar a Alister y a Syl.
Para entonces el reptil había logrado su objetivo, provocar al último de los asesinos y conseguir que volviese a atacarlo, aunque ésta vez por supuesto, optó por mantener las distancias. Con intención de seguir castigando la extremidad que había dañado previamente, el guerrero lanzó varios cuchillos en dirección al ala del cazador, pero éstos se toparon con un infranqueable muro de llamas, y tras esa cobertura, Alister se preparó para abalanzarse sobre su contrincante, agazapándose tras la brillante barrera hasta que la ilusión de invisibilidad del criminal se desvaneció, instante en que sin dudarlo se le echó encima, quemándolo con el solo contacto de su ser.
- ¿Por qué siempre que coincidimos las cosas se complican? - preguntó, sin esperar respuesta alguna. Todavía le dolía el vientre y podía sentir la calidez de la sangre que caía por su cuello, pero teniendo en cuenta el poder de su adversario no podía quejarse, podría haber acabado mucho peor. El saco de cabezas yacía a unos metros de ella, pero la verdad era que no tenía ninguna gana de emprender el viaje hasta la prisión de los bios, estaba algo lejos y en aquel momento lo único que la benjamina de los Calhoun deseaba era alimentarse.
Mientras su compañero retomaba su forma humana, dejando atrás el calcinado cadáver del asesino, la de ojos verdes echó mano a su cinturón y destapó uno de los frascos que llevaba consigo, bebiendo su contenido rápidamente y devolviendo el recipiente vacío a su bolsa. - Pero ¿qué demonios…? - farfulló, nada más captar el aroma de la sangre del norteño. Con lo dulce que era… ¡verla escapar de su cuerpo por una herida era todo un desperdicio! así que dejando de lado su propio estado, avanzó con gesto serio hacia él y procedió a administrarle una de las pociones de cicatrización sin marcas que había comprado tiempo atrás, eso tendría que bastar.
Una vez hecho eso solo les quedaba reagruparse para terminar el trabajo, añadir algunas cabezas más al saco y dirigirse hacia la prisión, donde con suerte, les pagarían sin problemas. - Quizá tenga algo para ti también. - anunció, volviendo a rebuscar entre los frascos hasta dar con un brebaje curativo elaborado por ella misma, que de inmediato, tendió al perro.
Off: Subrayada utilización de objeto: pócima de cicatrización sin marcas.
Elen Calhoun
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Re: La carrera por la libertad [Trabajo] [Asher - Elen]
-Diría más bien que solo nos cruzamos cuando va a haber problemas.- sonreí. Elen parecía preocupada. Debía tener muy mal aspecto. Nos acercamos a Alister. Syl no tardó en aparecer cerca, observando atentamente el estado de cada uno.
-Buena caza.- dijo el felino, asintiendo brevemente hacia el dragón. Después, se acercó a mi, examinando mi cuerpo en busca de cualquier daño serio. La vampiresa no tardó en prestarme atención, tras ocuparse de su compañero. Rechacé el frasco con un gesto de la mano.
-Estoy bien, gracias. Tengo mis propios remedios.- afirmé. No me gustaba la idea de usar aquella pasta, pero tampoco iba a aceptar esa clase de ayuda de alguien que la necesitaba más. -Además... tu tienes peor aspecto. De hecho...- saqué el pequeño tarro medicinal y se lo tendí a la vampiresa. [1]-Toma esto. Viene mejor para heridas profundas, si el olor no te mata.- Las mías estaban mayormente curadas, de todas formas. Aún quedaban marcas, pero no sangraban, y el dolor era poco más que una molestia. Me recuperaría con un par de días de tranquilidad.
Sin embargo, estaba cansado. Aún notaba un resquemor en los brazos. Mi cuerpo se estaba acostumbrando a aquellos ataques explosivos, pero me faltaba mucho para dominarlo por completo. A pesar de la fatiga, aún me quedaba algo de ejercicio: tenía que separar cabezas de sus dueños.
Después de localizar cada uno de los cadáveres y arrastrarlos al centro, desenvainé a Brillo y me puse a trabajar. Por fortuna, la hoja de la espada no necesitaba afilarse: el anillo del mango se encargaba de reponer el arma cada vez que la "cargaba" con magia. No me llevó más de dos tajos el cercenar cada cuello, aunque tuve que tomarme un par de descansos a medias.
-¿Es esa el arma que mencionaste la última vez?- pregunté al acabar. Una espada corta... o daga. Parecía ligera. Muy ornamental. Lamentablemente, parecía mejor para ataques sorpresa que para asaltos prolongados. -La que puede matar Jinetes.- aclaré. La conversación que tuvimos tras el asunto de las mantícoras aún permanecía en mi cabeza. ¿Que clase de runas debía tener para poseer un efecto tan poderoso? Matar lo que no puede ser matado...
No era el único con armamento especial, después de todo.
-Brillo es similar.- dije. No era con un tono arrogante ni presuntuoso, aunque si estaba orgulloso de poseer aquel arma. -Es más poderosa de lo que puedo comprender. Tiene límites, por supuesto, pero... ni siquiera yo sé hasta donde llegan.- Aún no entendía exactamente el significado o efecto de la tercera de sus nueve runas. Hasta el momento, no había logrado activarla. -Curar, moverse en el aire, duplicarse, reforzarse... hacerme más fuerte, ágil, resistente, e incluso convocar una criatura de... algún otro plano.- enumeré. Más encantamientos de los que debería poder poseer cualquier objeto. Y aun así, nunca me había fallado.
-Presumes demasiado.- intervino Syl. Chasqueé la lengua. -Lo resumiré: le gustan las runas y todo lo que sea mágico. Su espada es mágica, su armadura es mágica, y hasta me ha "magiqueado" mis cosas.- dijo, señalando con la cabeza el cadaver que había sido atravesado por una flecha encantada. Reí entre dientes. Le había costado al principio, pero el resultado era difícil de discutir.
-Lo que quieres decir es que... es parte de mi "encanto."- concluí, mostrando una amplia sonrisa. El felino dejó escapar un largo suspiro y, tras introducir las últimas cabezas en el saco, lo ató con fuerza.
-Oh. Esta cosa... pesa lo suyo.- dijo el felino. No me extrañaba. Eran muchas cabezas que llevar. Calculaba que sería lo mismo que dos personas. -¿Lo vamos a arrastrar hasta la prisión de los bios?-
-Vulwulfar está cerca. Podríamos llevarlo hasta la guardia de la ciudad y dejar que se encarguen ellos.- La noticia había alcanzado un territorio muy amplio, después de todo. Era probable que todas las ciudades estuviesen alertadas. -¿Puedes encargarte, Alister? No te lo pediría, pero... no creo que pueda levantar nada más.- admití. Si antes mis brazos ardían, ahora estaban completamente agarrotados. Notaba mi cabeza ligera. Quizás forzarme no había sido tan buena idea.
-Buena caza.- dijo el felino, asintiendo brevemente hacia el dragón. Después, se acercó a mi, examinando mi cuerpo en busca de cualquier daño serio. La vampiresa no tardó en prestarme atención, tras ocuparse de su compañero. Rechacé el frasco con un gesto de la mano.
-Estoy bien, gracias. Tengo mis propios remedios.- afirmé. No me gustaba la idea de usar aquella pasta, pero tampoco iba a aceptar esa clase de ayuda de alguien que la necesitaba más. -Además... tu tienes peor aspecto. De hecho...- saqué el pequeño tarro medicinal y se lo tendí a la vampiresa. [1]-Toma esto. Viene mejor para heridas profundas, si el olor no te mata.- Las mías estaban mayormente curadas, de todas formas. Aún quedaban marcas, pero no sangraban, y el dolor era poco más que una molestia. Me recuperaría con un par de días de tranquilidad.
Sin embargo, estaba cansado. Aún notaba un resquemor en los brazos. Mi cuerpo se estaba acostumbrando a aquellos ataques explosivos, pero me faltaba mucho para dominarlo por completo. A pesar de la fatiga, aún me quedaba algo de ejercicio: tenía que separar cabezas de sus dueños.
Después de localizar cada uno de los cadáveres y arrastrarlos al centro, desenvainé a Brillo y me puse a trabajar. Por fortuna, la hoja de la espada no necesitaba afilarse: el anillo del mango se encargaba de reponer el arma cada vez que la "cargaba" con magia. No me llevó más de dos tajos el cercenar cada cuello, aunque tuve que tomarme un par de descansos a medias.
-¿Es esa el arma que mencionaste la última vez?- pregunté al acabar. Una espada corta... o daga. Parecía ligera. Muy ornamental. Lamentablemente, parecía mejor para ataques sorpresa que para asaltos prolongados. -La que puede matar Jinetes.- aclaré. La conversación que tuvimos tras el asunto de las mantícoras aún permanecía en mi cabeza. ¿Que clase de runas debía tener para poseer un efecto tan poderoso? Matar lo que no puede ser matado...
No era el único con armamento especial, después de todo.
-Brillo es similar.- dije. No era con un tono arrogante ni presuntuoso, aunque si estaba orgulloso de poseer aquel arma. -Es más poderosa de lo que puedo comprender. Tiene límites, por supuesto, pero... ni siquiera yo sé hasta donde llegan.- Aún no entendía exactamente el significado o efecto de la tercera de sus nueve runas. Hasta el momento, no había logrado activarla. -Curar, moverse en el aire, duplicarse, reforzarse... hacerme más fuerte, ágil, resistente, e incluso convocar una criatura de... algún otro plano.- enumeré. Más encantamientos de los que debería poder poseer cualquier objeto. Y aun así, nunca me había fallado.
-Presumes demasiado.- intervino Syl. Chasqueé la lengua. -Lo resumiré: le gustan las runas y todo lo que sea mágico. Su espada es mágica, su armadura es mágica, y hasta me ha "magiqueado" mis cosas.- dijo, señalando con la cabeza el cadaver que había sido atravesado por una flecha encantada. Reí entre dientes. Le había costado al principio, pero el resultado era difícil de discutir.
-Lo que quieres decir es que... es parte de mi "encanto."- concluí, mostrando una amplia sonrisa. El felino dejó escapar un largo suspiro y, tras introducir las últimas cabezas en el saco, lo ató con fuerza.
-Oh. Esta cosa... pesa lo suyo.- dijo el felino. No me extrañaba. Eran muchas cabezas que llevar. Calculaba que sería lo mismo que dos personas. -¿Lo vamos a arrastrar hasta la prisión de los bios?-
-Vulwulfar está cerca. Podríamos llevarlo hasta la guardia de la ciudad y dejar que se encarguen ellos.- La noticia había alcanzado un territorio muy amplio, después de todo. Era probable que todas las ciudades estuviesen alertadas. -¿Puedes encargarte, Alister? No te lo pediría, pero... no creo que pueda levantar nada más.- admití. Si antes mis brazos ardían, ahora estaban completamente agarrotados. Notaba mi cabeza ligera. Quizás forzarme no había sido tan buena idea.
__________________________________________________
[1] Ofrezco un uso de objeto Limitado: Pasta Sanadora Superior
Asher Daregan
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Re: La carrera por la libertad [Trabajo] [Asher - Elen]
Asher no aceptó el frasco que le tendía, contaba con su propia reserva de brebajes y ungüentos, de los cuales no tardó en ofrecerle uno en particular, alegando que tenía peor aspecto que él. - Tendrías que haberme visto cuando Géminis me atacó a traición en la guarida de Amaterasu y casi me destrozó el cuello, ¡eso sí que tenía mala pinta! - soltó sin pensarlo, con una naturalidad impropia de ella, al menos en lo relacionado al incidente de isla volcánica. ¿Qué podía decir? Se sentía cómoda con el par de hombres bestia, las cosas habían cambiado mucho desde su tenso encuentro a las afueras de Roilkat.
Sin embargo, la sombría expresión que se apoderó del rostro del cazador hizo que se arrepintiese de haber sacado el tema, sabía que seguía culpándose por no haber estado con ella durante la batalla, algo que debería tener más presente. - Alister ayúdame con la pasta. - pidió, consiguiendo que alzase la vista hacia ella y se pusiese manos a la obra, limpiando primero la zona cuidadosamente con un retazo de tela para luego aplicarle el producto. Aquello no era necesario, ella misma podría haberlo hecho a tientas, pero quería tenerlo cerca y hacer que olvidase lo que acababa de decir. - Vaya olor. - se quejó en voz baja, arrugando la nariz. El perro no había exagerado, aquel ungüento tenía un aroma bastante desagradable, pero era algo a lo que como alquimista, estaba acostumbrada.
- Y yo que me quejaba de tus pociones. - musitó el norteño, conteniendo la respiración hasta que terminó de tratar a su compañera y pudo cerrar el tarro. - ¿Lo ves? No son tan malas. - replicó la joven, dedicándole una sonrisa y tomando fugazmente una de sus manos para acariciarle el dorso de la misma, gesto que consiguió cambiar su estado de ánimo. - Gracias Asher. - dijo, mientas el dragón se encargaba de devolverle el recipiente. Dicho esto buscó donde sentarse y se tomó algo para aliviar el dolor que le recorría el torso, sin quitar ojo de encima al líder nómada, que a pesar del desgaste energético y la pérdida de sangre que había sufrido, se encargó de acabar el trabajo, añadiendo al saco las cabezas que faltaban.
- Bien, ya solo queda entregarlas. - comentó, instantes antes de que su aliado se interesase por la matajinetes. - Sí, así es, puede matar cualquier cosa con solo hacerle un corte. - reveló, desenvainando la daga y acariciando su hoja, pero manteniendo los dedos siempre a cierta distancia del filo. - Sé que puede parecer un arma decorativa pero es mucho más que eso… - prosiguió, recorriendo la empuñadura con la mirada. - Pertenecía a uno de los leónicos que siguen a Melena Blanca… pero se rompió durante nuestro enfrentamiento con los jinetes, así que decidió regalármela a modo de recuerdo de aquella pelea en la que aunque pudimos ver morir a una de las Tarmúnil, también perdimos a una gran guerrera. - narró, poniéndolos a ambos e situación.
- Lo que Imargo no se esperaba era que el filo volviese a salir por arte de magia en cuestión de días… impregnado con el veneno de Verzhela Tarmúnil, esa es la razón por la cual puede matar a cualquier ser, sin importar de qué plano venga. - explicó, tomándose unos instantes antes de devolver la daga a su funda. - Por desgracia también tiene sus límites, después de un par de usos necesita recargarse y puede tardar horas. - añadió para terminar, pasando a centrarse en la curiosa espada del hombre bestia.
Ya lo había visto en acción varias veces, sabía que las runas del arma le daban ciertas habilidades e incluso había podido blandir una copia de la misma contra el nigromante. - Es muy práctica, tenemos que conseguir algo parecido para nosotros. - intervino la de cabellos cenicientos, buscando el rostro del alado mientras señalaba a Brillo. - ¿Otra espada? ¿No basta con lo que tengo ya? - inquirió Alister con cierta desgana, nada más llegar a Lunargenta la vampira lo había obligado a renovar todo su equipo, empezando por comprarle una armadura y también un arma mejor que la que tenía. - Ya sé, ya sé, prefieres luchar con tu forma bestial pero no tenemos idea de lo que nos espera… mejor prevenir que curar. - respondió la centinela, provocando que soltase un suspiro de resignación.
Los siguientes comentarios de Syl y el propio Asher hicieron que la señora de sombras esbozase una leve sonrisa, el felino no apreciaba demasiado la magia pero quedaba claro que su utilidad era indiscutible.
- La prisión está demasiado lejos. - susurró, considerando el tiempo que les llevaría llevar el saco hasta allí con los caballos. Afortunadamente al líder nómada se le ocurrió otra opción, dejar las pruebas en la ciudad más cercana, Vulwufar, y que ellos se encargasen de enviarlas a su destino. Teniendo en cuenta la repercusión que había tenido la fuga y todos los carteles que decoraban las calles, el cuartel debía estar enterado de lo ocurrido, así que sin pensar mucho más en ello, el norteño comenzó a transformarse de nuevo. - Ten cuidado con el ala, no la fuerces ¿vale? - le recordó la benjamina de los Calhoun, examinando la membrana para asegurarse de que la poción de cicatrización había cerrado la brecha. - No te preocupes, aprovechad para descansar un poco hasta que vuelva. - contestó con su grave voz de reptil, atrapando el saco con sus garras antes de batir las extremidades superiores y alzar el vuelo.
Teniendo en cuenta el peso extra y que no se encontraba en su mejor momento, al dragón le llevaría un rato alcanzar Vulwufar, pero al menos se iba tranquilo, sabiendo que aunque la sombra de odio reapareciese, Elen no estaría en peligro.
Cuando finalmente atisbó las luces de la ciudad a lo lejos, Alister comenzó a descender lentamente, manteniendo una altura que le permitiese pasar por encima de los edificios sin problemas.
Los guardias del cuartel se sobresaltaron al verlo aterrizar frente a su puerta, pero una vez explicado todo y comprobado el contenido del saco, el hombre al mando cumplió con lo prometido por las autoridades de la prisión de los bios, entregando la recompensa anunciada en los carteles y haciéndose cargo del resto. Al reptil solo le quedaba regresar con los demás y dejar que se repartiesen los aeros, así que volvió a emprender el vuelo, ansioso por reunirse con la de ojos verdes y dar por terminada aquella ajetreada noche.
Off: Con esto queda más o menos listo para darlo por terminado, si quieres hacer un último post tienes permiso para manejar a Alister en su llegada al campamento, sino ya se puede pedir corrección, como prefieras.
Sin embargo, la sombría expresión que se apoderó del rostro del cazador hizo que se arrepintiese de haber sacado el tema, sabía que seguía culpándose por no haber estado con ella durante la batalla, algo que debería tener más presente. - Alister ayúdame con la pasta. - pidió, consiguiendo que alzase la vista hacia ella y se pusiese manos a la obra, limpiando primero la zona cuidadosamente con un retazo de tela para luego aplicarle el producto. Aquello no era necesario, ella misma podría haberlo hecho a tientas, pero quería tenerlo cerca y hacer que olvidase lo que acababa de decir. - Vaya olor. - se quejó en voz baja, arrugando la nariz. El perro no había exagerado, aquel ungüento tenía un aroma bastante desagradable, pero era algo a lo que como alquimista, estaba acostumbrada.
- Y yo que me quejaba de tus pociones. - musitó el norteño, conteniendo la respiración hasta que terminó de tratar a su compañera y pudo cerrar el tarro. - ¿Lo ves? No son tan malas. - replicó la joven, dedicándole una sonrisa y tomando fugazmente una de sus manos para acariciarle el dorso de la misma, gesto que consiguió cambiar su estado de ánimo. - Gracias Asher. - dijo, mientas el dragón se encargaba de devolverle el recipiente. Dicho esto buscó donde sentarse y se tomó algo para aliviar el dolor que le recorría el torso, sin quitar ojo de encima al líder nómada, que a pesar del desgaste energético y la pérdida de sangre que había sufrido, se encargó de acabar el trabajo, añadiendo al saco las cabezas que faltaban.
- Bien, ya solo queda entregarlas. - comentó, instantes antes de que su aliado se interesase por la matajinetes. - Sí, así es, puede matar cualquier cosa con solo hacerle un corte. - reveló, desenvainando la daga y acariciando su hoja, pero manteniendo los dedos siempre a cierta distancia del filo. - Sé que puede parecer un arma decorativa pero es mucho más que eso… - prosiguió, recorriendo la empuñadura con la mirada. - Pertenecía a uno de los leónicos que siguen a Melena Blanca… pero se rompió durante nuestro enfrentamiento con los jinetes, así que decidió regalármela a modo de recuerdo de aquella pelea en la que aunque pudimos ver morir a una de las Tarmúnil, también perdimos a una gran guerrera. - narró, poniéndolos a ambos e situación.
- Lo que Imargo no se esperaba era que el filo volviese a salir por arte de magia en cuestión de días… impregnado con el veneno de Verzhela Tarmúnil, esa es la razón por la cual puede matar a cualquier ser, sin importar de qué plano venga. - explicó, tomándose unos instantes antes de devolver la daga a su funda. - Por desgracia también tiene sus límites, después de un par de usos necesita recargarse y puede tardar horas. - añadió para terminar, pasando a centrarse en la curiosa espada del hombre bestia.
Ya lo había visto en acción varias veces, sabía que las runas del arma le daban ciertas habilidades e incluso había podido blandir una copia de la misma contra el nigromante. - Es muy práctica, tenemos que conseguir algo parecido para nosotros. - intervino la de cabellos cenicientos, buscando el rostro del alado mientras señalaba a Brillo. - ¿Otra espada? ¿No basta con lo que tengo ya? - inquirió Alister con cierta desgana, nada más llegar a Lunargenta la vampira lo había obligado a renovar todo su equipo, empezando por comprarle una armadura y también un arma mejor que la que tenía. - Ya sé, ya sé, prefieres luchar con tu forma bestial pero no tenemos idea de lo que nos espera… mejor prevenir que curar. - respondió la centinela, provocando que soltase un suspiro de resignación.
Los siguientes comentarios de Syl y el propio Asher hicieron que la señora de sombras esbozase una leve sonrisa, el felino no apreciaba demasiado la magia pero quedaba claro que su utilidad era indiscutible.
- La prisión está demasiado lejos. - susurró, considerando el tiempo que les llevaría llevar el saco hasta allí con los caballos. Afortunadamente al líder nómada se le ocurrió otra opción, dejar las pruebas en la ciudad más cercana, Vulwufar, y que ellos se encargasen de enviarlas a su destino. Teniendo en cuenta la repercusión que había tenido la fuga y todos los carteles que decoraban las calles, el cuartel debía estar enterado de lo ocurrido, así que sin pensar mucho más en ello, el norteño comenzó a transformarse de nuevo. - Ten cuidado con el ala, no la fuerces ¿vale? - le recordó la benjamina de los Calhoun, examinando la membrana para asegurarse de que la poción de cicatrización había cerrado la brecha. - No te preocupes, aprovechad para descansar un poco hasta que vuelva. - contestó con su grave voz de reptil, atrapando el saco con sus garras antes de batir las extremidades superiores y alzar el vuelo.
Teniendo en cuenta el peso extra y que no se encontraba en su mejor momento, al dragón le llevaría un rato alcanzar Vulwufar, pero al menos se iba tranquilo, sabiendo que aunque la sombra de odio reapareciese, Elen no estaría en peligro.
Cuando finalmente atisbó las luces de la ciudad a lo lejos, Alister comenzó a descender lentamente, manteniendo una altura que le permitiese pasar por encima de los edificios sin problemas.
Los guardias del cuartel se sobresaltaron al verlo aterrizar frente a su puerta, pero una vez explicado todo y comprobado el contenido del saco, el hombre al mando cumplió con lo prometido por las autoridades de la prisión de los bios, entregando la recompensa anunciada en los carteles y haciéndose cargo del resto. Al reptil solo le quedaba regresar con los demás y dejar que se repartiesen los aeros, así que volvió a emprender el vuelo, ansioso por reunirse con la de ojos verdes y dar por terminada aquella ajetreada noche.
Off: Con esto queda más o menos listo para darlo por terminado, si quieres hacer un último post tienes permiso para manejar a Alister en su llegada al campamento, sino ya se puede pedir corrección, como prefieras.
Elen Calhoun
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Re: La carrera por la libertad [Trabajo] [Asher - Elen]
RECOMPENSAS
Leer este trabajo ha sido bastante excitante y épico, nada qué envidiarle a una misión o mastereado, la batalla final contra el vampiro ha sido muy bien llevada y la historia ha sido emocionante, entretenida y sin mayores aspectos negativos que se puedan mencionar.
Reciben ambos 20 puntos de experiencia y 400 aeros que ya han sido sumados a sus respectivos perfiles.
Reciben ambos 20 puntos de experiencia y 400 aeros que ya han sido sumados a sus respectivos perfiles.
Ansur
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