[Cerrado]Polifonía de libertad [libre][interpretativo][3/3]
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[Cerrado]Polifonía de libertad [libre][interpretativo][3/3]
Los primeros calores de verano hacían que el sol se reflejara con fuerza sobre la nieve perenne de las inmediaciones de Dundarak, cuyas tierras, al igual que las montañas, jamás se desprendían del todo de su manto blanco.
Las cúpulas azuladas de los techos de piedra podían verse en la distancia, entre la vegetación del montículo rocoso en el que se hallaba el bardo.
El elfo se detuvo unos segundos a recuperar el aliento tras la ascensión mientras contemplaba el paisaje, y se acomodaba dentro de los ropajes que le hacían de abrigo para retener el calor corporal, pues ni en las épocas de más calor aquella temperatura podría considerarse templada para un foráneo.
Una gruesa capa forrada por dentro con pieles de liebre envolvía casi toda su figura, y se arrastraba por el suelo, humedeciendo sus puntas por allá donde la nieve era más espesa, guantes de cuero cubrían las manos del artista, y un paño de lana tejida daba varias vueltas entorno a su cuello cubriendo parte de su barbilla, y el labio inferior.
Iltharion no se demoró en su descanso, y aunque su respiración volvía con una lentitud que denotaba que la primavera de su vida lo había abandonado hacía ya un tiempo, seguía manteniendo la determinación de sus años mozos. El hijo de Sandoraí dió la espalda entonces a la ladera del monte, y a las impresionantes vistas de la llanura, los bosques que lindaban con la misma, y la lejana capital de los hombres dragones, con tal de volver a la tarea que tenía entre manos, recolectar plantas medicinales.
Camino por las rocas intentando pisar en lo posible sobre esta,s para que sus botas no se hundieran en la nieve, sin despegar la mirada del suelo. De vez en cuando se detenía y arrodillaba entre los matorrales, tomando ramilletes de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] o tomillo que cortaba con una vieja y afilada hoz, ataba con un cordel y guardaba en su morral, único equipaje que portaba consigo aquella mañana.
Repitió ese proceso en varias ocasiones, caminando entre la maleza que crujía bajo sus pies, consecuencia ineludible en un lugar tan tupido y salvaje como para carecer de caminos.
Raras eran las ocasiones en las que el bardo se entretenía con tareas tan mundanas, pero la paz era algo de lo que disfrutaba esporádicamente, y la brisa fresca, sentirse la putna de la nariz helada y el calor del sol paliando el gélido viento, combinado con los arrullos del bosque, estaba siendo uno de esos fortuitos momentos.
Solo rompía con quello un ligero tarareo que escapaba de entre los labios del bardo, apacible como el ambiente, y tan grave y bajo que no llegaría demasiado lejos, pero este se detuvo en seco cuando la mirada del bardo encontró una mancha de color en el uniforme sotobosque.
Iltharion se agachó tomando de entre las ramas la mota de pelo atigrado, cuyas vivas tonalidades de un magenta brillante, demasiado primaveral e intenso hacían parecer fruto de la fantasía aquella mota de pelo. El elfo miró a su alrededor entonces buscando el rastro que el [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] hubiera podido dejar al pasar por aquellos arbustos, queriendo aprovechar la oportunidad de haber visto indicios de una de esas extrañas y escasas criaturas para localizarla.
Las cúpulas azuladas de los techos de piedra podían verse en la distancia, entre la vegetación del montículo rocoso en el que se hallaba el bardo.
El elfo se detuvo unos segundos a recuperar el aliento tras la ascensión mientras contemplaba el paisaje, y se acomodaba dentro de los ropajes que le hacían de abrigo para retener el calor corporal, pues ni en las épocas de más calor aquella temperatura podría considerarse templada para un foráneo.
Una gruesa capa forrada por dentro con pieles de liebre envolvía casi toda su figura, y se arrastraba por el suelo, humedeciendo sus puntas por allá donde la nieve era más espesa, guantes de cuero cubrían las manos del artista, y un paño de lana tejida daba varias vueltas entorno a su cuello cubriendo parte de su barbilla, y el labio inferior.
Iltharion no se demoró en su descanso, y aunque su respiración volvía con una lentitud que denotaba que la primavera de su vida lo había abandonado hacía ya un tiempo, seguía manteniendo la determinación de sus años mozos. El hijo de Sandoraí dió la espalda entonces a la ladera del monte, y a las impresionantes vistas de la llanura, los bosques que lindaban con la misma, y la lejana capital de los hombres dragones, con tal de volver a la tarea que tenía entre manos, recolectar plantas medicinales.
Camino por las rocas intentando pisar en lo posible sobre esta,s para que sus botas no se hundieran en la nieve, sin despegar la mirada del suelo. De vez en cuando se detenía y arrodillaba entre los matorrales, tomando ramilletes de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] o tomillo que cortaba con una vieja y afilada hoz, ataba con un cordel y guardaba en su morral, único equipaje que portaba consigo aquella mañana.
Repitió ese proceso en varias ocasiones, caminando entre la maleza que crujía bajo sus pies, consecuencia ineludible en un lugar tan tupido y salvaje como para carecer de caminos.
Raras eran las ocasiones en las que el bardo se entretenía con tareas tan mundanas, pero la paz era algo de lo que disfrutaba esporádicamente, y la brisa fresca, sentirse la putna de la nariz helada y el calor del sol paliando el gélido viento, combinado con los arrullos del bosque, estaba siendo uno de esos fortuitos momentos.
Solo rompía con quello un ligero tarareo que escapaba de entre los labios del bardo, apacible como el ambiente, y tan grave y bajo que no llegaría demasiado lejos, pero este se detuvo en seco cuando la mirada del bardo encontró una mancha de color en el uniforme sotobosque.
Iltharion se agachó tomando de entre las ramas la mota de pelo atigrado, cuyas vivas tonalidades de un magenta brillante, demasiado primaveral e intenso hacían parecer fruto de la fantasía aquella mota de pelo. El elfo miró a su alrededor entonces buscando el rastro que el [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] hubiera podido dejar al pasar por aquellos arbustos, queriendo aprovechar la oportunidad de haber visto indicios de una de esas extrañas y escasas criaturas para localizarla.
Última edición por Iltharion Dur'Falas el Sáb Ago 13, 2016 4:07 pm, editado 2 veces
Iltharion Dur'Falas
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Re: [Cerrado]Polifonía de libertad [libre][interpretativo][3/3]
Wind ya llevaba en Dundarak varios días, estaba agotada de buscar información y no encontrar nada así que volvió a la posada y se dejó caer en la cama completamente abatida. “Esto es imposible…” Había hablado ya con casi todos los comerciantes que allí había, desde humanos venidos de Lunargenta hasta algunos vampiros que venían desde Sacrestic Ville. Sentía que la información se le escapaba entre los dedos y empezaba a estar cansada de caminar por esa ciudad.
Mientras estaba tirada en la cama, completamente vestida y con el arco aún a la espalda escondido en su abrigo, decidió que igual era una buena idea ir a las afueras a que le diera el aire fresco y que se le despejara la cabeza. Aún no era medio día pero no le apetecía salir a ninguna parte así que ese día decidió quedarse por la ciudad, intentando disfrutar de ella y sin pensar en la falta de información que tanto le preocupaba.
A la mañana siguiente, se despertó con el alba y en cuanto la primera luz se coló por su ventana, salió de la posada como una flecha intentando dejar allí sus preocupaciones. En la calle ya estaban colocando los primeros puestos en la plaza, se acercó a uno y compró pan, algo de carne y un par de piezas de fruta con la intención de pasar fuera todo el día. Se aseguró que tenía agua en la cantimplora que llevaba a la cadera y se dispuso a salir de la ciudad.
Las vistas de aquella zona de Aerandir no dejaban de sorprenderla, eran tan diferentes a Vulwulfar… Las montañas cubiertas de nieve, los parajes verdes y los animales peludos pastando por las llanuras, era simplemente hermoso. Caminó, lo que calculó, un par de horas entre subidas y bajadas hasta perder de vista la ciudad. Continuó caminando, como si sus pies quisieran llevarla de nuevo a su hogar y ella, lejos de resistirse, se dejó llevar.
El frio hizo que las orejas se pusieran rojas haciendo juego con la punta de su nariz mientras el resto de ella seguía bien escondido entre las pieles que conformaban ese enrome abrigo en el cual parecía que podría perderse de un momento a otro. No estaba acostumbrada a ese tipo de prendas, siempre había usado capas, pero en aquella pequeña tienda de Dundarak le dijeron que eso era igual de cálido que una y además era barato, así que tampoco se lo pensó mucho. Ya había perdido la cuenta del tiempo que llevaba caminando, pero debía ser bastante, pues ahora había bastante más nieve de la que había visto antes o al menos, esa sensación tenía.
Cuando las piernas ya empezaban a fallarle, decidió que debería empezar a buscar algún sitio donde descansar. Así que empezó a buscar alguna zona sin nieve dónde poder sentarse, después de unos minutos, desistió y se subió a una rama no demasiado alta del árbol que tenía más cerca, al menos allí no había tanta nieve y estaría más o menos guarecida. Se acomodó como pudo y la silueta de una persona llamó su atención mientras sacaba el pan y la carne -¿Quién está aquí con semejante frío?- Murmuró sorprendida, omitiendo que ella era la primera extraña por estar en una rama nevada comiendo. Tras unos segundos, se dio cuenta que conocía a aquel hombre -¿Iltharion?- Lo dijo en un tono más alto del necesario, por un segundo tuvo la sensación de que el elfo se había dado cuenta de que estaba allí y al percatarse de que probablemente parecería una loca subida a un árbol mirando al elfo, se movió más de lo debido y con un grito demasiado alto y agudo para un lugar tan calmo como aquel, se cayó de la rama directamente sobre su espalda dejándola aturdida y dolorida.
Mientras estaba tirada en la cama, completamente vestida y con el arco aún a la espalda escondido en su abrigo, decidió que igual era una buena idea ir a las afueras a que le diera el aire fresco y que se le despejara la cabeza. Aún no era medio día pero no le apetecía salir a ninguna parte así que ese día decidió quedarse por la ciudad, intentando disfrutar de ella y sin pensar en la falta de información que tanto le preocupaba.
A la mañana siguiente, se despertó con el alba y en cuanto la primera luz se coló por su ventana, salió de la posada como una flecha intentando dejar allí sus preocupaciones. En la calle ya estaban colocando los primeros puestos en la plaza, se acercó a uno y compró pan, algo de carne y un par de piezas de fruta con la intención de pasar fuera todo el día. Se aseguró que tenía agua en la cantimplora que llevaba a la cadera y se dispuso a salir de la ciudad.
Las vistas de aquella zona de Aerandir no dejaban de sorprenderla, eran tan diferentes a Vulwulfar… Las montañas cubiertas de nieve, los parajes verdes y los animales peludos pastando por las llanuras, era simplemente hermoso. Caminó, lo que calculó, un par de horas entre subidas y bajadas hasta perder de vista la ciudad. Continuó caminando, como si sus pies quisieran llevarla de nuevo a su hogar y ella, lejos de resistirse, se dejó llevar.
El frio hizo que las orejas se pusieran rojas haciendo juego con la punta de su nariz mientras el resto de ella seguía bien escondido entre las pieles que conformaban ese enrome abrigo en el cual parecía que podría perderse de un momento a otro. No estaba acostumbrada a ese tipo de prendas, siempre había usado capas, pero en aquella pequeña tienda de Dundarak le dijeron que eso era igual de cálido que una y además era barato, así que tampoco se lo pensó mucho. Ya había perdido la cuenta del tiempo que llevaba caminando, pero debía ser bastante, pues ahora había bastante más nieve de la que había visto antes o al menos, esa sensación tenía.
Cuando las piernas ya empezaban a fallarle, decidió que debería empezar a buscar algún sitio donde descansar. Así que empezó a buscar alguna zona sin nieve dónde poder sentarse, después de unos minutos, desistió y se subió a una rama no demasiado alta del árbol que tenía más cerca, al menos allí no había tanta nieve y estaría más o menos guarecida. Se acomodó como pudo y la silueta de una persona llamó su atención mientras sacaba el pan y la carne -¿Quién está aquí con semejante frío?- Murmuró sorprendida, omitiendo que ella era la primera extraña por estar en una rama nevada comiendo. Tras unos segundos, se dio cuenta que conocía a aquel hombre -¿Iltharion?- Lo dijo en un tono más alto del necesario, por un segundo tuvo la sensación de que el elfo se había dado cuenta de que estaba allí y al percatarse de que probablemente parecería una loca subida a un árbol mirando al elfo, se movió más de lo debido y con un grito demasiado alto y agudo para un lugar tan calmo como aquel, se cayó de la rama directamente sobre su espalda dejándola aturdida y dolorida.
Windorind Crownguard
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Re: [Cerrado]Polifonía de libertad [libre][interpretativo][3/3]
OFF: Perdona por el retraso Iltharion.
Sólo habían pasado unos días desde su reencuentro con Arlen. Aquel hombre conseguía ponerla nerviosa. Sabía tan poco de su padre que hasta los conocimientos de Tauriel eran superiores. ¿Cómo iba a usarlo entonces para encontrarlo? Sin embargo, algo había en los oscuros orbes del hombre que le despertaba curiosidad. No parecía tan malvado cómo los brujos y a pesar de ello allí estaba. Sabía que volverían a tropezarse porque sus caminos habían quedado ligados por los hechos acontecidos entre sus padres en el pasado. Puede que nunca hallaran las respuestas que necesitaban y estuvieran condenados a vagar en busca de unos padres que se podrían considerar ya desaparecidos. Pero, Tauriel no se rendiría.
Una vez más el gallo de la taberna la despertó de sus sueños. Una vez más la rutina de los últimos días volvía a reactivarse. Pasaba horas y horas entre las calles de la ciudad del Norte preguntando y sonsacando información. Siempre con el mismo resultado: nada de nada. Una nada que lejos de quitarle las ganas solo se las aumentaba. Puede que si nadie sabía nadie de su padre ni del brujo es porque ambos siguieran con vida. Lo cual significaba que por un lado podría abrazar a su padre y por otro acabar con el asesino de su clan. Aunque cada vez que visualizaba dicha escena no terminaba. Siempre se quedaba a medio.
Aquella tranquila mañana decidió coger a su fiel caballo. El corcel del sur había aprendido a soportar el frío de aquellas temperaturas después de los innumerables viajes que le habían llevado de un lugar a otro de Aerandir. No es que pudiera soportar el frío durante semanas pero unos cuántos días, sí. Aquel animal casi parecía a prueba de fuego, quizás porque la presencia y magia de la elfa le proporcionaban un aura mágica protectora. A saber. La cuestión es que Asfaloth era fiel a su dueña y nunca la abandonaría aunque eso pudiera causarle su misma muerte.
Se adentraron bien temprano por las calles y pronto la ciudad de los Dragones quedó atrás, relegada a un segundo plano. Una vez más las montañas norteñas se dibujaban en frente de los ojos de ambos. Tauriel sonrió ante aquella visión que siempre le resultaba terriblemente mágica. Cierto era que Sandorai era un lugar hermoso pero la nieve era algo que nunca se veía o si hacía acto de presencia era durante poco tiempo. Así que cada visita a Dundarak y el Reino del Norte en sí era un pequeño gozo para la mujer de cabellos rojizos.
Sobre el caballo la figura de Tauriel se estilizaba aún más. Sus rasgos élficos estaban presentes en su rostro y en su porte. Su cabello caía como una larga cascada sobre su espalda y su arco. Sus ojos azules claros se clavaban en cada recoveco, sombra y haz de luz. Tanto ella como Asfaloth iban cubiertos con ropajes cálidos de piel. La mujer cubría sus habituales ropajes con un grueso abrigo mientras que sus manos apenas llevaban unos finísimos guantes. Pues en caso de que sucediera algún problema no iba a jugarse la vida. No es que no supiera “la hija del bosque” usar a su gran amigo, su arco, con guantes pero mejor no jugársela con prendas excesivas.
Llevaban largo rato paseando por la misma zona cuando escucharon unos sonidos y una voz. Parecía una mujer. Con un silencio muy propio de ella agarró una flecha y la colocó en posición. Anduvieron, elfa y caballo hasta el lugar y hallaron a una mujer que parecía haberse caído. Cerca de ella había otro elfo. Sí, ambos eran elfos. Tauriel se quedó detrás de unas sombras y junto con Asfaloth aguardaron en silencio.
Una vez más el gallo de la taberna la despertó de sus sueños. Una vez más la rutina de los últimos días volvía a reactivarse. Pasaba horas y horas entre las calles de la ciudad del Norte preguntando y sonsacando información. Siempre con el mismo resultado: nada de nada. Una nada que lejos de quitarle las ganas solo se las aumentaba. Puede que si nadie sabía nadie de su padre ni del brujo es porque ambos siguieran con vida. Lo cual significaba que por un lado podría abrazar a su padre y por otro acabar con el asesino de su clan. Aunque cada vez que visualizaba dicha escena no terminaba. Siempre se quedaba a medio.
Aquella tranquila mañana decidió coger a su fiel caballo. El corcel del sur había aprendido a soportar el frío de aquellas temperaturas después de los innumerables viajes que le habían llevado de un lugar a otro de Aerandir. No es que pudiera soportar el frío durante semanas pero unos cuántos días, sí. Aquel animal casi parecía a prueba de fuego, quizás porque la presencia y magia de la elfa le proporcionaban un aura mágica protectora. A saber. La cuestión es que Asfaloth era fiel a su dueña y nunca la abandonaría aunque eso pudiera causarle su misma muerte.
Se adentraron bien temprano por las calles y pronto la ciudad de los Dragones quedó atrás, relegada a un segundo plano. Una vez más las montañas norteñas se dibujaban en frente de los ojos de ambos. Tauriel sonrió ante aquella visión que siempre le resultaba terriblemente mágica. Cierto era que Sandorai era un lugar hermoso pero la nieve era algo que nunca se veía o si hacía acto de presencia era durante poco tiempo. Así que cada visita a Dundarak y el Reino del Norte en sí era un pequeño gozo para la mujer de cabellos rojizos.
Sobre el caballo la figura de Tauriel se estilizaba aún más. Sus rasgos élficos estaban presentes en su rostro y en su porte. Su cabello caía como una larga cascada sobre su espalda y su arco. Sus ojos azules claros se clavaban en cada recoveco, sombra y haz de luz. Tanto ella como Asfaloth iban cubiertos con ropajes cálidos de piel. La mujer cubría sus habituales ropajes con un grueso abrigo mientras que sus manos apenas llevaban unos finísimos guantes. Pues en caso de que sucediera algún problema no iba a jugarse la vida. No es que no supiera “la hija del bosque” usar a su gran amigo, su arco, con guantes pero mejor no jugársela con prendas excesivas.
Llevaban largo rato paseando por la misma zona cuando escucharon unos sonidos y una voz. Parecía una mujer. Con un silencio muy propio de ella agarró una flecha y la colocó en posición. Anduvieron, elfa y caballo hasta el lugar y hallaron a una mujer que parecía haberse caído. Cerca de ella había otro elfo. Sí, ambos eran elfos. Tauriel se quedó detrás de unas sombras y junto con Asfaloth aguardaron en silencio.
Tauriel
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Re: [Cerrado]Polifonía de libertad [libre][interpretativo][3/3]
El bardo dejó de observar el mechón que tenía entre los dedos tan pronto como escuchó su nombre. Completamente anonadado alzó el rostro hacia el sonido, ya que este, para resultar aun mas confuso, parecía proceder de la copa de aquellos arboles de gruesas ramas plagados de bayas rojas cubiertas por una fina capa de escarcha.
La figura de una mujer menuda que parecía sobresalir de un paquete hecho con sus propias ropas, como si estas fueran a engullirla en cualquier momento, pasó difusa de soslayo y le aterrizó encima.
El efo apenas tubo tiempo de colocar los brazos por delante de su cuerpo apra amortiguar el golpe, aunque pronto su figura quedó marcada en la nieve, cuyo grosor amortiguó el impacto.
El hijo de sandorai alzó el rostro, lleno de nieve, y lo despejó pasándose una de sus manos enguantadas por la cara, mientras trataba de levantarse. El chillido de la chica al caer el había marcado que había sido un accidente y no un intento fallido de asesinato.
El elfo pelirrojo se dio la vuelta, sin molestarse en sacudir los copos de las pieles de sus ropas y su capa, por contra tomó a la muchacha del suelo levantándola con cuidado, reconociendo ese rostro al instante.
-Buenos días srta. Windorind.-Sonrió con gentileza mientras alargaba la mano, sacandole los cristales blancos del pelo.-¿Se encuentra bien?.-Preguntó mientras la miraba por encima para ver si se percataba de alguna herida o incomodidad fruto de la caída, no era mucho lo que podía hacer allí pero no estaba de más ser precavido.
-Veo que ya ha empezado su viaje.-Paseó la mirada por el rostro de la chiquilla, reparando en la nariz roja que le daba cierto aire aún más cándido, efecto que dudaba que tuviese en el la huella del frío.
-Se que no me incumbe, pero la curiosidad me aqueja, ¿Que hacía arriba de un árbol?.-Los orbes turquesas del bardo se desviaron hacia la rama que había quedado desprovista de nieve y hielo con el sacudón, y hasta de algunos frutos que ahora reposaban a los pies de dicho espécimen.
Iltharion volvió a mirar a Windorind, olvidando por un rato la pita sobre el askki para centrarse en su nuevo hallazgo, la muchacha con quien había compartido esa divertida jornada, y la tórrida tarde en el bosque.
Se frotó las manos enguantadas entre si, soltando el aliento, espeso y blanco sobre el cuero que envolvía sus dedos, empezando a notar el frío haciendo algo de mella en el ahora que se había detenido por primera vez en toda la mañana.
Si el bosque no hubiera estado tan silencioso a parte del sonido de sus voces quizás no se hubiera percatado de ello, pero la nieve cubría el suelo haciendo que los pasos de cualquiera crujieran al avanzar, y los relinchos de los equinos eran un ruido para nada autóctono de los bosques, que llamaba la atención sobre la presencia de un jinete cercano.
El elfo giró el rostro, buscando entre la maleza el origen del ruido.
-Buenos días.-Saludó al aire en voz alta y clara, en un tono afable pero seguro, dando a entender tanto de que se había percatado de la presencia del jinete que por algún motivo permanecía escondido, como que no tenía intención alguna de enzarzarse en un combate de buenas a primeras.
La figura de una mujer menuda que parecía sobresalir de un paquete hecho con sus propias ropas, como si estas fueran a engullirla en cualquier momento, pasó difusa de soslayo y le aterrizó encima.
El efo apenas tubo tiempo de colocar los brazos por delante de su cuerpo apra amortiguar el golpe, aunque pronto su figura quedó marcada en la nieve, cuyo grosor amortiguó el impacto.
El hijo de sandorai alzó el rostro, lleno de nieve, y lo despejó pasándose una de sus manos enguantadas por la cara, mientras trataba de levantarse. El chillido de la chica al caer el había marcado que había sido un accidente y no un intento fallido de asesinato.
El elfo pelirrojo se dio la vuelta, sin molestarse en sacudir los copos de las pieles de sus ropas y su capa, por contra tomó a la muchacha del suelo levantándola con cuidado, reconociendo ese rostro al instante.
-Buenos días srta. Windorind.-Sonrió con gentileza mientras alargaba la mano, sacandole los cristales blancos del pelo.-¿Se encuentra bien?.-Preguntó mientras la miraba por encima para ver si se percataba de alguna herida o incomodidad fruto de la caída, no era mucho lo que podía hacer allí pero no estaba de más ser precavido.
-Veo que ya ha empezado su viaje.-Paseó la mirada por el rostro de la chiquilla, reparando en la nariz roja que le daba cierto aire aún más cándido, efecto que dudaba que tuviese en el la huella del frío.
-Se que no me incumbe, pero la curiosidad me aqueja, ¿Que hacía arriba de un árbol?.-Los orbes turquesas del bardo se desviaron hacia la rama que había quedado desprovista de nieve y hielo con el sacudón, y hasta de algunos frutos que ahora reposaban a los pies de dicho espécimen.
Iltharion volvió a mirar a Windorind, olvidando por un rato la pita sobre el askki para centrarse en su nuevo hallazgo, la muchacha con quien había compartido esa divertida jornada, y la tórrida tarde en el bosque.
Se frotó las manos enguantadas entre si, soltando el aliento, espeso y blanco sobre el cuero que envolvía sus dedos, empezando a notar el frío haciendo algo de mella en el ahora que se había detenido por primera vez en toda la mañana.
Si el bosque no hubiera estado tan silencioso a parte del sonido de sus voces quizás no se hubiera percatado de ello, pero la nieve cubría el suelo haciendo que los pasos de cualquiera crujieran al avanzar, y los relinchos de los equinos eran un ruido para nada autóctono de los bosques, que llamaba la atención sobre la presencia de un jinete cercano.
El elfo giró el rostro, buscando entre la maleza el origen del ruido.
-Buenos días.-Saludó al aire en voz alta y clara, en un tono afable pero seguro, dando a entender tanto de que se había percatado de la presencia del jinete que por algún motivo permanecía escondido, como que no tenía intención alguna de enzarzarse en un combate de buenas a primeras.
Iltharion Dur'Falas
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Re: [Cerrado]Polifonía de libertad [libre][interpretativo][3/3]
Wind cayó demasiado deprisa como para percatarse de lo que había sucedido ¿Cómo había acabado en el suelo? No lo sabía y de lo único que estaba segura era de lo frío que tenía el culo. Gimió un par de veces sin la menor intención de moverse, aún con los ojos cerrados mientras se acariciaba la parte baja de la espalda. –Qué golpe…-
Mientras reaccionaba a lo que pasaba, se sentó, movió la cabeza hacia todas partes y vio a Iltharion tumbado en el suelo y no pudo evitar una carcajada–Cielos, si tenías calor haberte quitado la capa- Comentó mientras se reía sin la menor de intención de reprimirse.
La elfa, se dejó levantar mientras se acariciaba el culo y la espalda a partes iguales “Otro moratón…” Estaba llegando a la conclusión de que el carcaj no era demasiado útil para su espalda, pues apenas salía de un dolor para entrar en otro causado por el mismo motivo.
Al cabo de un par de segundos, vio al elfo incorporarse –Buenos días a usted también Iltharion- Le sonrió amablemente y se dejó hacer mientras le miraba curiosa –Creo que sí, he tenido golpes peores- Soltó una risa suave y se encogió de hombros, gesto que probablemente quedaría enterrado dentro de las pieles de sus ropas -¿Y usted?- Preguntó sintiéndose ahora algo culpable por haberle hecho caer mientras le imitaba y le quitaba algo de nieve que aún tenía por la cara y el pelo.
-Hace ya algún tiempo que lo emprendí…- Sin poderlo evitar, desvió la mirada y sonrió tristemente al recordar que su viaje, hasta el momento, estaba siendo en balde. Aun así se esforzó en no demostrar su tristeza pues hacía mucho que no veía al elfo y sentía curiosidad por saber qué hacía allí y que tal estaba yendo su viaje.
Pero antes de saciar su curiosidad, tendría que saciar la de aquel hombre, que probablemente estuviera casi más atónito que ella. La pregunta, la puso nerviosa, tenía la sensación de que parecería una lunática dijera lo que dijera y sonaría a excusa barata aunque ni mucho menos estaba allí por él –Y-Yo… Esto…- Tartamudeó un par de veces sin decir –Me agobié en Dundarak y salí a pasear, cuando me di cuenta estaba aquí y le vi y me asusté por si creía que le seguía y… yo…- Lo soltó todo de seguido, atropelladamente, intentando prácticamente no ahogarse con sus propias palabras y sin pensarlo más, sacó una fruta de la bolsa -¿Quiere? Era lo que iba a hacer ahí arriba. Aquí no podía sentarme.- Sonrió avergonzada y el tono rojizo se amplió al resto de su rostro.
Después de semejante escena, procedió a intentar saciar su curiosidad -¿Qué hacía usted aquí?- Apenas había terminado de formular la pregunta, cuando vio que hablaba al aire -¿Qué haces?- Le miró confundida y al prestar atención a su entorno se percató de que no estaban solos. Se tensó por un momento, dispuesta a entablar batalla con quien fuera pero al ver al elfo tan seguro, se relajó. Había pasado demasiado tiempo viajando y se había encontrado con demasiados maleantes como para no ser tan precavida constantemente. Pensó en las batallas que había tenido hasta el momento y sintió que se encogía por momentos, casi perdiéndose en su abrigo.
Aun así, procuró calmarse, se enderezó de nuevo –Puede salir si quiere- añadió Wind en el tono más firme que pudo, intentando imitar al elfo que tenía a su lado.
Mientras reaccionaba a lo que pasaba, se sentó, movió la cabeza hacia todas partes y vio a Iltharion tumbado en el suelo y no pudo evitar una carcajada–Cielos, si tenías calor haberte quitado la capa- Comentó mientras se reía sin la menor de intención de reprimirse.
La elfa, se dejó levantar mientras se acariciaba el culo y la espalda a partes iguales “Otro moratón…” Estaba llegando a la conclusión de que el carcaj no era demasiado útil para su espalda, pues apenas salía de un dolor para entrar en otro causado por el mismo motivo.
Al cabo de un par de segundos, vio al elfo incorporarse –Buenos días a usted también Iltharion- Le sonrió amablemente y se dejó hacer mientras le miraba curiosa –Creo que sí, he tenido golpes peores- Soltó una risa suave y se encogió de hombros, gesto que probablemente quedaría enterrado dentro de las pieles de sus ropas -¿Y usted?- Preguntó sintiéndose ahora algo culpable por haberle hecho caer mientras le imitaba y le quitaba algo de nieve que aún tenía por la cara y el pelo.
-Hace ya algún tiempo que lo emprendí…- Sin poderlo evitar, desvió la mirada y sonrió tristemente al recordar que su viaje, hasta el momento, estaba siendo en balde. Aun así se esforzó en no demostrar su tristeza pues hacía mucho que no veía al elfo y sentía curiosidad por saber qué hacía allí y que tal estaba yendo su viaje.
Pero antes de saciar su curiosidad, tendría que saciar la de aquel hombre, que probablemente estuviera casi más atónito que ella. La pregunta, la puso nerviosa, tenía la sensación de que parecería una lunática dijera lo que dijera y sonaría a excusa barata aunque ni mucho menos estaba allí por él –Y-Yo… Esto…- Tartamudeó un par de veces sin decir –Me agobié en Dundarak y salí a pasear, cuando me di cuenta estaba aquí y le vi y me asusté por si creía que le seguía y… yo…- Lo soltó todo de seguido, atropelladamente, intentando prácticamente no ahogarse con sus propias palabras y sin pensarlo más, sacó una fruta de la bolsa -¿Quiere? Era lo que iba a hacer ahí arriba. Aquí no podía sentarme.- Sonrió avergonzada y el tono rojizo se amplió al resto de su rostro.
Después de semejante escena, procedió a intentar saciar su curiosidad -¿Qué hacía usted aquí?- Apenas había terminado de formular la pregunta, cuando vio que hablaba al aire -¿Qué haces?- Le miró confundida y al prestar atención a su entorno se percató de que no estaban solos. Se tensó por un momento, dispuesta a entablar batalla con quien fuera pero al ver al elfo tan seguro, se relajó. Había pasado demasiado tiempo viajando y se había encontrado con demasiados maleantes como para no ser tan precavida constantemente. Pensó en las batallas que había tenido hasta el momento y sintió que se encogía por momentos, casi perdiéndose en su abrigo.
Aun así, procuró calmarse, se enderezó de nuevo –Puede salir si quiere- añadió Wind en el tono más firme que pudo, intentando imitar al elfo que tenía a su lado.
Windorind Crownguard
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Re: [Cerrado]Polifonía de libertad [libre][interpretativo][3/3]
Los dos elfos se comunicaban entre ellos y por los fragmentos de conversación, Tauriel concluyó que se conocían. Sin embargo, aguardó entre la maleza aprovechando la ventaja que le daba aquel escondite. Pero, no se escondía porque fuera a atacarlos o algo por el estilo, simplemente pensaba que lo ideal sería coger, darse la vuelta y seguir con su búsqueda. Y a punto estuvo la elfa de hacerlo pero Asfaloth encontró algo interesante entre la nieve y los descubrió. Suspiró entonces la pelirroja y relajó su posición. Guardando la flecha y colocando el arco sobre su espalda contestó a los otros dos de su raza, - Tranquilos. No queremos haceros ningún daño- murmuró saliendo de su escondrijo.
Desde fuera podía hasta parecer una reunión de viejos conocidos pero Tauriel no sabía quiénes eran. – Mi caballo y yo estábamos paseando por las montañas cuando escuchamos unos ruidos. Nuestra intención no era molestar- comentó esbozando después de una pacífica sonrisa. Tauriel se mostraba relajada y su arco colgaba de su espalda. No es que no creyera en las buenas intenciones de los otros dos elfos pero durante sus largos años de ideas y venidas había visto de todo. A pesar de ello, a pesar de la experiencia, decidió bajarse del caballo para mostrarles que no quería problemas. Incluso Asfaloth se acercó y les saludó con su habitual relincho.
Aunque Tauriel no había prestado la necesaria atención para averiguar la conversación de los contrarios sabía que la otra elfa se había caído del árbol. Para su fortuna la gruesa nieve del Reino del Norte había amortiguado el golpe y probablemente solo le aparecía un feo moratón. – Espero que tu caída haya sido suave- comentó con cordialidad para después apartar unos mechones rojizos de su rostro, - Mi nombre es Tauriel, hija de Sandoraí. Él es Asfaloth. Somos viajeros- una vez que se presentó a ella misma y al caballo aguardó las reacciones de los contrarios.
Desde fuera podía hasta parecer una reunión de viejos conocidos pero Tauriel no sabía quiénes eran. – Mi caballo y yo estábamos paseando por las montañas cuando escuchamos unos ruidos. Nuestra intención no era molestar- comentó esbozando después de una pacífica sonrisa. Tauriel se mostraba relajada y su arco colgaba de su espalda. No es que no creyera en las buenas intenciones de los otros dos elfos pero durante sus largos años de ideas y venidas había visto de todo. A pesar de ello, a pesar de la experiencia, decidió bajarse del caballo para mostrarles que no quería problemas. Incluso Asfaloth se acercó y les saludó con su habitual relincho.
Aunque Tauriel no había prestado la necesaria atención para averiguar la conversación de los contrarios sabía que la otra elfa se había caído del árbol. Para su fortuna la gruesa nieve del Reino del Norte había amortiguado el golpe y probablemente solo le aparecía un feo moratón. – Espero que tu caída haya sido suave- comentó con cordialidad para después apartar unos mechones rojizos de su rostro, - Mi nombre es Tauriel, hija de Sandoraí. Él es Asfaloth. Somos viajeros- una vez que se presentó a ella misma y al caballo aguardó las reacciones de los contrarios.
Tauriel
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Re: [Cerrado]Polifonía de libertad [libre][interpretativo][3/3]
El elfo dejó caer los parpados negando con sutileza y ensanchando apenas su sonrisa de forma afable al escuchar a la muchacha reirse un poco de si misma.
-Oh, yo también he tenido golpes peores, descuide.-Aseguró con ese mismo buen humor, rememorando breve y fugazmente varias de las caídas o descensos arriesgados que había protagonizado en los últimos meses, ya fuera de ventanas, balcones o incluso cuando se descolgó de aquel fuerte lleno de soldados enajenados.
Al bardo no le pasó desapercibida la tristeza que parecía acompañar la sonrisa de la muchacha.
-Mejorará.-Prometió pese a que no fue concreto sobre el que, con la misma seguridad que lo caracterizara. Y es que así sería, fuerte nostalgia, falta de costumbre, a todo se acostumbraba uno viajando y con el tiempo era sencillo y entretenido, fuera lo que fuera lo que lo ensombrecía el hijo de Sandorai estaba seguro de que mejoraría con el tiempo.
Iltharion rió con suavidad entre dientes, ese sonido grave y aterciopelado,profundo, que emanaba su garganta de forma natural e involuntaria. Le daba cierta ternura la forma en la que la muchacha se ponía nerviosa, pese a que el no la juzgaba, vio como tartamudeaba con la misma expresión serena y sin burla o juicio en su rostro.
-Si me hubiera estado siguiendo y me percatase ahora estaría sumamente impresionado de sus dotes para pasar desapercibida.-Respondió con sinceridad.-Tome aire.-Recomendó escuchando como hablaba atropelladamente, y su mirada se desvió hacia la fruta tan rápido como esta emergió de la bolsa.
Negó con gracia y le hizo un gesto con la mano invitándola a que siguiera comiendo.
-Podemos buscar un lugar en el que no corra riesgo de caerse al comer.-Ofreció, olvidando por un instante el tema del pelaje rosado, algo que el rubor creciente de la elfa le recordó.
-Hierbas medicinales,-Ilthairon golpeo con la mano enguantada el morral que pendía cruzado sobre su pecho y reposaba sobre su cadera.- tomillo y Barrimoth sobre todo, aunque estaba a puto de seguir una pista interesante.-El elfo se agachó tomando de la nieve la voluta de pelaje, suave y húmedo ahora, de un intenso magenta, que había soltado al caerse, y se la extendió a Windorind antes de ponerse a llamar a la entidad misteriosa que se les había acercado.
La primera aclaración hizo que el bardo encarase ambas cejas, pero se mantuvo en silencio dejando que la mujer que emergió de entre la maleza se presentara. Resultaba algo sospechoso, sin embargo al no verse apuntado con arma alguna decidió dar un voto de confianza, y no mostrar hostilidad hacia la mujer. Pese a eso, su mirad ala escrutaba minuciosamente, buscando cualquier detalle que le indicase quien era, de dónde venía y a que se dedicaba.
-Mi nombre es Iltharion.-Se inclinó con gracia el bardo.-Médico y músico ambulante.-Se presentó.-Disculpe mi brusquedad, la había creído una cazadora furtiva tras hallar rastros de askis cercanos.-Se disculpó el bardo con aparente ingenuidad, sin perder de vista cualquier reacción de la elfa a aquello, atento por si se trataba de alguna cazadora u otra cosa.
-Oh, yo también he tenido golpes peores, descuide.-Aseguró con ese mismo buen humor, rememorando breve y fugazmente varias de las caídas o descensos arriesgados que había protagonizado en los últimos meses, ya fuera de ventanas, balcones o incluso cuando se descolgó de aquel fuerte lleno de soldados enajenados.
Al bardo no le pasó desapercibida la tristeza que parecía acompañar la sonrisa de la muchacha.
-Mejorará.-Prometió pese a que no fue concreto sobre el que, con la misma seguridad que lo caracterizara. Y es que así sería, fuerte nostalgia, falta de costumbre, a todo se acostumbraba uno viajando y con el tiempo era sencillo y entretenido, fuera lo que fuera lo que lo ensombrecía el hijo de Sandorai estaba seguro de que mejoraría con el tiempo.
Iltharion rió con suavidad entre dientes, ese sonido grave y aterciopelado,profundo, que emanaba su garganta de forma natural e involuntaria. Le daba cierta ternura la forma en la que la muchacha se ponía nerviosa, pese a que el no la juzgaba, vio como tartamudeaba con la misma expresión serena y sin burla o juicio en su rostro.
-Si me hubiera estado siguiendo y me percatase ahora estaría sumamente impresionado de sus dotes para pasar desapercibida.-Respondió con sinceridad.-Tome aire.-Recomendó escuchando como hablaba atropelladamente, y su mirada se desvió hacia la fruta tan rápido como esta emergió de la bolsa.
Negó con gracia y le hizo un gesto con la mano invitándola a que siguiera comiendo.
-Podemos buscar un lugar en el que no corra riesgo de caerse al comer.-Ofreció, olvidando por un instante el tema del pelaje rosado, algo que el rubor creciente de la elfa le recordó.
-Hierbas medicinales,-Ilthairon golpeo con la mano enguantada el morral que pendía cruzado sobre su pecho y reposaba sobre su cadera.- tomillo y Barrimoth sobre todo, aunque estaba a puto de seguir una pista interesante.-El elfo se agachó tomando de la nieve la voluta de pelaje, suave y húmedo ahora, de un intenso magenta, que había soltado al caerse, y se la extendió a Windorind antes de ponerse a llamar a la entidad misteriosa que se les había acercado.
La primera aclaración hizo que el bardo encarase ambas cejas, pero se mantuvo en silencio dejando que la mujer que emergió de entre la maleza se presentara. Resultaba algo sospechoso, sin embargo al no verse apuntado con arma alguna decidió dar un voto de confianza, y no mostrar hostilidad hacia la mujer. Pese a eso, su mirad ala escrutaba minuciosamente, buscando cualquier detalle que le indicase quien era, de dónde venía y a que se dedicaba.
-Mi nombre es Iltharion.-Se inclinó con gracia el bardo.-Médico y músico ambulante.-Se presentó.-Disculpe mi brusquedad, la había creído una cazadora furtiva tras hallar rastros de askis cercanos.-Se disculpó el bardo con aparente ingenuidad, sin perder de vista cualquier reacción de la elfa a aquello, atento por si se trataba de alguna cazadora u otra cosa.
Iltharion Dur'Falas
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Re: [Cerrado]Polifonía de libertad [libre][interpretativo][3/3]
Wind sonrió al escuchar al elfo decir con tanta seguridad que su viaje mejoraría, sabía que aquel hombre no tenía ni idea de lo que estaba sucediendo en su camino, pero no pudo evitar alegrarse por escuchar aquel consuelo. –Eso espero- Le miró al rostro y le quitó un copo de nieve que aún tenía en el pelo.
La elfa sonrió al escuchar aquella risa y se tranquilizó haciendo caso al elfo –Supongo que tiene razón…- aumentó su rubor por pensar en aquellas ideas tan inverosímiles. Una ráfaga de viento le azuzó el pelo e hizo que se encogiera. Era un lugar hermoso, pero demasiado frio…
Cuando recibió la negativa por la fruta, se encogió de hombros y le dio un mordisco. El estómago gruñó, pero el sonido fue amortiguado por las capas de pieles que llevaba encima, así que hizo como si nada hubiera pasado. –Aquí hay pocos lugares como el que describe, pero estaría bien encontrar algún lugar donde poder comer- Le miró agradecida y le dio otro mordisco a la manzana sin poder evitarlo.
-No le imagino recogiendo hierbas medicinales…- Le miró sorprendida y escuchó el resto de su explicación –No me había dado cuenta de que había estas hierbas por aquí…- “¿Y yo estoy aprendiendo alquimia?” Desde luego, su maestro no debía estar demasiado contento con ella. Cogió el pelaje rosado con las manos desnudas y sopesó qué era aquello. Cuando la elfa iba a preguntar por aquella pista, el saludo al aire llegó.
Widn esperó, calmada pero preparada por si había algún problema. Estaba cansada de tener que luchar contra bandidos, pero nunca se estaba segura de cuando alguien venía con malas intenciones. “¿A nosotros?” Pensó irónica, aun así, agradeció el gesto y se quedó giró hacia la mujer que estaba saliendo de entre la maleza.
Vio el arco en su espalda y se percató de que realmente no pretendía empezar un enfrentamiento, así que se relajó completamente, dejando que sus dudas se disiparan con el viento. En cuanto se bajó del caballo, la pequeña elfa no pudo evitar quedarse mirando al animal “Que bonito…” Le gustaban los animales, le gustaban mucho de hecho y no podía esconderlo en la mayoría de ocasiones. –Probablemente te alertara mi grito, lo siento por alarmarla- Sonrió avergonzada a la elfa que tenía en frente –Por desgracia la nieve es más dura de lo que parece, pero siempre menos que el suelo- Añadió sonriente y tras la presentación de Iltharion y de la elfa extraña, ella hizo lo propio –Yo soy Windorind, Wind si prefieres- Después visto que hablaban de sus profesiones, la elfa los imitó –Viajera y alquimista… más o menos- Sonrió tímidamente y escuchó como su compañero explicaba en lo que, probablemente antes se habían interrumpido.
-¿Cazadores furtivos?- La joven se alarmó -¿De askkis? Pero si son tan bonitos…- Miró a sus manos y vio la pequeña mata de pelo –Cielos…- Y de repente pensó que igual aquella elfa podía ser una de esos cazadores, así que volvió a tensarse esperando alguna reacción por su parte.
La elfa sonrió al escuchar aquella risa y se tranquilizó haciendo caso al elfo –Supongo que tiene razón…- aumentó su rubor por pensar en aquellas ideas tan inverosímiles. Una ráfaga de viento le azuzó el pelo e hizo que se encogiera. Era un lugar hermoso, pero demasiado frio…
Cuando recibió la negativa por la fruta, se encogió de hombros y le dio un mordisco. El estómago gruñó, pero el sonido fue amortiguado por las capas de pieles que llevaba encima, así que hizo como si nada hubiera pasado. –Aquí hay pocos lugares como el que describe, pero estaría bien encontrar algún lugar donde poder comer- Le miró agradecida y le dio otro mordisco a la manzana sin poder evitarlo.
-No le imagino recogiendo hierbas medicinales…- Le miró sorprendida y escuchó el resto de su explicación –No me había dado cuenta de que había estas hierbas por aquí…- “¿Y yo estoy aprendiendo alquimia?” Desde luego, su maestro no debía estar demasiado contento con ella. Cogió el pelaje rosado con las manos desnudas y sopesó qué era aquello. Cuando la elfa iba a preguntar por aquella pista, el saludo al aire llegó.
Widn esperó, calmada pero preparada por si había algún problema. Estaba cansada de tener que luchar contra bandidos, pero nunca se estaba segura de cuando alguien venía con malas intenciones. “¿A nosotros?” Pensó irónica, aun así, agradeció el gesto y se quedó giró hacia la mujer que estaba saliendo de entre la maleza.
Vio el arco en su espalda y se percató de que realmente no pretendía empezar un enfrentamiento, así que se relajó completamente, dejando que sus dudas se disiparan con el viento. En cuanto se bajó del caballo, la pequeña elfa no pudo evitar quedarse mirando al animal “Que bonito…” Le gustaban los animales, le gustaban mucho de hecho y no podía esconderlo en la mayoría de ocasiones. –Probablemente te alertara mi grito, lo siento por alarmarla- Sonrió avergonzada a la elfa que tenía en frente –Por desgracia la nieve es más dura de lo que parece, pero siempre menos que el suelo- Añadió sonriente y tras la presentación de Iltharion y de la elfa extraña, ella hizo lo propio –Yo soy Windorind, Wind si prefieres- Después visto que hablaban de sus profesiones, la elfa los imitó –Viajera y alquimista… más o menos- Sonrió tímidamente y escuchó como su compañero explicaba en lo que, probablemente antes se habían interrumpido.
-¿Cazadores furtivos?- La joven se alarmó -¿De askkis? Pero si son tan bonitos…- Miró a sus manos y vio la pequeña mata de pelo –Cielos…- Y de repente pensó que igual aquella elfa podía ser una de esos cazadores, así que volvió a tensarse esperando alguna reacción por su parte.
Windorind Crownguard
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Re: [Cerrado]Polifonía de libertad [libre][interpretativo][3/3]
Tauriel no era estúpida, sabía que los elfos si tenían tanta experiencia como ella en distintas travesías no fiarían sin más. Sin embargo, sus palabras eran sinceras y en el brillo de sus ojos no se escondía ninguna oscura mentira. A pesar de saber que no les mentía aguardó a que reaccionaran. Cuando comprobó que sus facciones se relajaban hizo lo mismo y acarició las crines del animal para que supiera que todo andaba bien. Aunque hay que decir que Asfaloth se le veía bastante tranquilo, incluso entretenido con aquella reunión improvisada.
-Es un placer conocerles. Itharion y Wind- contestó la elfa esbozando una amplia sonrisa y ofreciendo su mano para estrechársela como cordial saludo. Observó con curiosidad a ambos, quizás estaba molestado aunque se tornaba más como un encuentro casual. Él era esbelto y pelirrojo mientras que la otra muchacha era algo más baja que ella y de cabellos azules. Comprobó con una rápida ojeada que también portaba un arco. Él en cambio no parecía tener ningún arma a mano pero tampoco debía fiarse.
Una vez que él le explicó el motivo de su brusquedad, el rostro de Tauriel se ensombreció. – Un elfo digno nunca se atrevería a dañar a la naturaleza sin razón, y más aún por un motivo tan burdo como es el dinero- comentó con un tono serio y bastante duro. Desde niña, el amor por lo que era su hogar y sus vecinos le habían sido inculcados. Una cosa era cazar para alimentarse o abrigarse y otra muy distinta por capricho o en busca de excesivos lujos. – Nunca dañaría a un animal. Pueden estar tranquilos- apuntó viendo como la otra elfa parecía haberse tensado. – Tampoco se preocupe por el grito, es más, si Itharion no hubiera estado, hubiéramos acudido a comprobar su estado- contestó a Wind en relación con su comentario anterior.
-Y díganme, ¿han visto a alguno de esos cazadores furtivos? Podríamos tener un encuentro con ellos y quizás persuadirlos- su tono no sonaba guerrillero, sino más bien pacífico y conciliador. Antes de las armas debían probarse las palabras y puede que ellos tres consiguieran algo aquel día.
-Es un placer conocerles. Itharion y Wind- contestó la elfa esbozando una amplia sonrisa y ofreciendo su mano para estrechársela como cordial saludo. Observó con curiosidad a ambos, quizás estaba molestado aunque se tornaba más como un encuentro casual. Él era esbelto y pelirrojo mientras que la otra muchacha era algo más baja que ella y de cabellos azules. Comprobó con una rápida ojeada que también portaba un arco. Él en cambio no parecía tener ningún arma a mano pero tampoco debía fiarse.
Una vez que él le explicó el motivo de su brusquedad, el rostro de Tauriel se ensombreció. – Un elfo digno nunca se atrevería a dañar a la naturaleza sin razón, y más aún por un motivo tan burdo como es el dinero- comentó con un tono serio y bastante duro. Desde niña, el amor por lo que era su hogar y sus vecinos le habían sido inculcados. Una cosa era cazar para alimentarse o abrigarse y otra muy distinta por capricho o en busca de excesivos lujos. – Nunca dañaría a un animal. Pueden estar tranquilos- apuntó viendo como la otra elfa parecía haberse tensado. – Tampoco se preocupe por el grito, es más, si Itharion no hubiera estado, hubiéramos acudido a comprobar su estado- contestó a Wind en relación con su comentario anterior.
-Y díganme, ¿han visto a alguno de esos cazadores furtivos? Podríamos tener un encuentro con ellos y quizás persuadirlos- su tono no sonaba guerrillero, sino más bien pacífico y conciliador. Antes de las armas debían probarse las palabras y puede que ellos tres consiguieran algo aquel día.
Tauriel
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Re: [Cerrado]Polifonía de libertad [libre][interpretativo][3/3]
Iltharión dejo que la joven sacara la nieve de su pelo, sonriendo con cierta calidez hacia ese acto amable que le dedicaba la muchacha. El rubor consiguiente solo hizo que ensanchar su sonrisa, cerrando los ojos un instante con tranquilidad. El candor parecía no haber abandonado a la pequeña viajera, y se veía igual de inocente e ingenua que en su primer encuentro.
Al bardo seguía pareciéndole que la elfa era como una cría de golondrina, pequeña, fragil y alegre, saltironeando de un lado al otro con esos plumajes brillantes de un negro casi azul que hacia difícil dejar de mirarlos.
Iltharion encaró una ceja ante la afirmación de la muchacha.-¿Y qué imagen tiene de mí entonces?.-Sonrió divertido ante el reto que le ponía a la muchacha. El elfo recogía plantas a veces, no era de sus actividades más asiduas pero en el sur se pagaba caro por las plantas mas norteñas por el largo trayecto que tenían que recorrer, era mejor tener las propias.
-Muchas quedan ocultas bajo la nieve.-Se encorvó hacia un costado, alargando la mano hacia un arbusto lleno de nieve y lo sacudió con la mano, bajo el manto blanco aparecieron un par de plantas, distintas entre sí pero que bajo la nieve habían parecido iguales.-Es difícil distinguirlas si están cubiertas.-Le explicó enderezandose nuevamente, justificando el hecho de que la muchacha no se hubiera percatado de las variedades que crecían a los pies de los escasos arboles salpicados por el montículo.
Iltharion mantuvo el silencio y asintió a las palabras de la recién llegada, aunque el término elfo digno le hiciera reírse interiormente de semejantes conceptos, tanto por la especie como por el término dignidad. Sin embargo, cara a fuera mantuvo el mismo rictus respetuoso y jovial con la maestría de un actor consumado.
-No he visto que los haya, pero es sabido que persigan a esas criaturas, se venden caras sobre todo en otras latitudes.-Explicó el bardo a la mujer del caballo que parecía dispuesta a topar para hablar con un tío de gente que solía solventar sus diferencias con violencia y acero.
El trovador se inclinó por creer que la mujer no era parte de dichos furtivos, sobre todo porque tampoco parecía haberse cruzado nunca con esa clase de personalidades que recorrían el mundo, si tenía la imagen de poder establecer una conversación formal y evitar con ello de que se hicieran con su presa. Cuando se hallaban trabajando era incluso mas fácil que sin saber la reacción de un recién llegado lo noquearan con tal de que no fuera un competidor que quisiera robarles la presa, o un moralista que tratara de detenerles.
El hijo de Sandorai se volteó hacia Windorind a quien parecían agradarle aquellos felinos del norte.
-Podemos tratar de seguir su rastro.-Propuso lo que había sido su intención inicial, acercándose hacia el arbusto del cual había sacado la mota de pelo rosada, buscando con la mirada algún otro rastro del animal en cuestión.
De haber habido sangre, u otra cosa habría desistido inmediatamente, no tenía ganas de cruzarse con maleantes, por mucho que la otra elfa estuviera a dispuesta a establecer con ellos un dialogo que sabía el, de antemano, que no daría ningún fruto que valiera la pena cosechar, pero no siendo mas que el rastro del animal, no veía porque no contemplarlo de lejos, quizás incluso ser el quien volviera mas tarde si localizaban una madriguera para sacar algo de dinero de esos exóticos animales.
Al bardo seguía pareciéndole que la elfa era como una cría de golondrina, pequeña, fragil y alegre, saltironeando de un lado al otro con esos plumajes brillantes de un negro casi azul que hacia difícil dejar de mirarlos.
Iltharion encaró una ceja ante la afirmación de la muchacha.-¿Y qué imagen tiene de mí entonces?.-Sonrió divertido ante el reto que le ponía a la muchacha. El elfo recogía plantas a veces, no era de sus actividades más asiduas pero en el sur se pagaba caro por las plantas mas norteñas por el largo trayecto que tenían que recorrer, era mejor tener las propias.
-Muchas quedan ocultas bajo la nieve.-Se encorvó hacia un costado, alargando la mano hacia un arbusto lleno de nieve y lo sacudió con la mano, bajo el manto blanco aparecieron un par de plantas, distintas entre sí pero que bajo la nieve habían parecido iguales.-Es difícil distinguirlas si están cubiertas.-Le explicó enderezandose nuevamente, justificando el hecho de que la muchacha no se hubiera percatado de las variedades que crecían a los pies de los escasos arboles salpicados por el montículo.
Iltharion mantuvo el silencio y asintió a las palabras de la recién llegada, aunque el término elfo digno le hiciera reírse interiormente de semejantes conceptos, tanto por la especie como por el término dignidad. Sin embargo, cara a fuera mantuvo el mismo rictus respetuoso y jovial con la maestría de un actor consumado.
-No he visto que los haya, pero es sabido que persigan a esas criaturas, se venden caras sobre todo en otras latitudes.-Explicó el bardo a la mujer del caballo que parecía dispuesta a topar para hablar con un tío de gente que solía solventar sus diferencias con violencia y acero.
El trovador se inclinó por creer que la mujer no era parte de dichos furtivos, sobre todo porque tampoco parecía haberse cruzado nunca con esa clase de personalidades que recorrían el mundo, si tenía la imagen de poder establecer una conversación formal y evitar con ello de que se hicieran con su presa. Cuando se hallaban trabajando era incluso mas fácil que sin saber la reacción de un recién llegado lo noquearan con tal de que no fuera un competidor que quisiera robarles la presa, o un moralista que tratara de detenerles.
El hijo de Sandorai se volteó hacia Windorind a quien parecían agradarle aquellos felinos del norte.
-Podemos tratar de seguir su rastro.-Propuso lo que había sido su intención inicial, acercándose hacia el arbusto del cual había sacado la mota de pelo rosada, buscando con la mirada algún otro rastro del animal en cuestión.
De haber habido sangre, u otra cosa habría desistido inmediatamente, no tenía ganas de cruzarse con maleantes, por mucho que la otra elfa estuviera a dispuesta a establecer con ellos un dialogo que sabía el, de antemano, que no daría ningún fruto que valiera la pena cosechar, pero no siendo mas que el rastro del animal, no veía porque no contemplarlo de lejos, quizás incluso ser el quien volviera mas tarde si localizaban una madriguera para sacar algo de dinero de esos exóticos animales.
Iltharion Dur'Falas
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Re: [Cerrado]Polifonía de libertad [libre][interpretativo][3/3]
Ante la pregunta de Iltharion la dejó algo descolocada, quizás considerara poco cordial la respuesta que tenía pero… él era quién había preguntado –De un artista…despreocupado que viaja por diversión- Miró al suelo y notó el calor en las orejas de su propia vergüenza “Espero que no le haya ofendido…” Levantó la mirada poco a poco y observó el rostro del elfo para averiguar si éste se había molestado por su comentario.
La elfa, se quedó mirando a su compañero mientras éste dejaba a la vista un par de plantas que habían quedado sepultadas por la nieve. -¿Cómo lo has sabido?- A Wind aquello le pareció magia, lo miró asombrada, con los ojos muy abiertos y la boca ligeramente entreabierta, cómo si esperara que ahora le contara el truco pero tan sólo llegó una explicación racional para aquello. La joven, se le quedó mirando aún con asombro en los ojos ¿De verdad no era un mago? Ya era el segundo truco que éste hacía y ella seguía sin comprender del todo cómo podía saber o hacer esas cosas.
Wind escuchó algo escéptica las palabras de la recién llegada “¿El dinero un motivo burdo?” No pudo evitar pensar que si aquella elfa vivía en el mismo mundo que ella pues sin dinero no podía comprar comida, ropa o tan siquiera tener una casa por no hablar de las simples flechas que llevaba las cuales, desde luego, no habían sido gratis. Aquel pensamiento, intentó que no se asomara en su rostro pues al fin y al cabo ella no era un “elfa digna”, apenas se consideraba a sí misma una elfa así que decidió dejarlo pasar. –Me alegra saber que no es una de esos cazadores furtivos- Se relajó y decidió que aquellas palabras tan convencidas que había dicho sobre la dignidad de los elfos o hacer daño a los animales, eran sinceras. –Y le agradezco la intención de ayudarme- Añadió con una sonrisa sincera a la elfa que tenía delante.
Los cazadores furtivos era algo que a Wind le sonaba, pero no estaba familiarizada con los artículos habituales que eran víctimas de ésta gente. Después de escuchar con cierto enojo la explicación del elfo, Wind empezó a tener bastantes ganas de llegar hasta el final de aquel asunto. El dinero era una buena motivación, pero no a base de causar dolor a esos animales pues probablemente, acabarían dañándoles para conseguir cazarlos. –Yo no los he visto… Nunca he tenido un encuentro con ese tipo de gente…- Sonaba algo apenada, pues la verdad era que si hubiera tenido algún encuentro previo, al menos sabría a qué atenerse si llegaban a encontrarse con unos. Aún con todo, Wind pensó que hablar con ellos no sería demasiado útil ya que sí lo que querían era dinero, las palabras no daban oro pero los animales sí. -¿Usted se ha encontrado alguna vez con uno de esos... bandidos?- Preguntó Wind a la elfa, algo curiosa por su respuesta.
Wind miró al elfo que ahora la observaba y tras unos instantes de vacilación se convenció a sí misma de que aquello era lo correcto -Estoy de acuerdo- No quería tener un enfrentamiento, pero si era para hacer algo bueno, no le importaba lo que tuviera que hacer para lograrlo.
Miró de nuevo la pequeña mata de pelo que tenía entre sus manos y pensó en el pobre animal al que pertenecía y en sí estaría asustado o no. Esperaba que aquello no fuera nada, que tan sólo hubiera sido un mechón de pelo que se le había caído sin más al quedarse enganchado en alguna ramita, pero ante la duda, prefería asegurarse. No sabía si la otra elfa estaría de acuerdo con aquello pero esperaba que sí, pues a más gente, mejor.
La elfa, se quedó mirando a su compañero mientras éste dejaba a la vista un par de plantas que habían quedado sepultadas por la nieve. -¿Cómo lo has sabido?- A Wind aquello le pareció magia, lo miró asombrada, con los ojos muy abiertos y la boca ligeramente entreabierta, cómo si esperara que ahora le contara el truco pero tan sólo llegó una explicación racional para aquello. La joven, se le quedó mirando aún con asombro en los ojos ¿De verdad no era un mago? Ya era el segundo truco que éste hacía y ella seguía sin comprender del todo cómo podía saber o hacer esas cosas.
Wind escuchó algo escéptica las palabras de la recién llegada “¿El dinero un motivo burdo?” No pudo evitar pensar que si aquella elfa vivía en el mismo mundo que ella pues sin dinero no podía comprar comida, ropa o tan siquiera tener una casa por no hablar de las simples flechas que llevaba las cuales, desde luego, no habían sido gratis. Aquel pensamiento, intentó que no se asomara en su rostro pues al fin y al cabo ella no era un “elfa digna”, apenas se consideraba a sí misma una elfa así que decidió dejarlo pasar. –Me alegra saber que no es una de esos cazadores furtivos- Se relajó y decidió que aquellas palabras tan convencidas que había dicho sobre la dignidad de los elfos o hacer daño a los animales, eran sinceras. –Y le agradezco la intención de ayudarme- Añadió con una sonrisa sincera a la elfa que tenía delante.
Los cazadores furtivos era algo que a Wind le sonaba, pero no estaba familiarizada con los artículos habituales que eran víctimas de ésta gente. Después de escuchar con cierto enojo la explicación del elfo, Wind empezó a tener bastantes ganas de llegar hasta el final de aquel asunto. El dinero era una buena motivación, pero no a base de causar dolor a esos animales pues probablemente, acabarían dañándoles para conseguir cazarlos. –Yo no los he visto… Nunca he tenido un encuentro con ese tipo de gente…- Sonaba algo apenada, pues la verdad era que si hubiera tenido algún encuentro previo, al menos sabría a qué atenerse si llegaban a encontrarse con unos. Aún con todo, Wind pensó que hablar con ellos no sería demasiado útil ya que sí lo que querían era dinero, las palabras no daban oro pero los animales sí. -¿Usted se ha encontrado alguna vez con uno de esos... bandidos?- Preguntó Wind a la elfa, algo curiosa por su respuesta.
Wind miró al elfo que ahora la observaba y tras unos instantes de vacilación se convenció a sí misma de que aquello era lo correcto -Estoy de acuerdo- No quería tener un enfrentamiento, pero si era para hacer algo bueno, no le importaba lo que tuviera que hacer para lograrlo.
Miró de nuevo la pequeña mata de pelo que tenía entre sus manos y pensó en el pobre animal al que pertenecía y en sí estaría asustado o no. Esperaba que aquello no fuera nada, que tan sólo hubiera sido un mechón de pelo que se le había caído sin más al quedarse enganchado en alguna ramita, pero ante la duda, prefería asegurarse. No sabía si la otra elfa estaría de acuerdo con aquello pero esperaba que sí, pues a más gente, mejor.
Windorind Crownguard
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Re: [Cerrado]Polifonía de libertad [libre][interpretativo][3/3]
Una breve y grave risa se hizo presente desde la garganta del bardo al escuchar aquella respuesta, mientras la joven bajaba el rostro avergonzada. Lo cierto es que la joven windorind no estaba del todo desencaminada, era, en muchos aspectos un artista despreocupado que viajaba por diversión, pero así como era aquello también era muchas otras cosas.
Iltharion siguio sonriendo cuando la joven alzó la mirada, nada ofendido por como le había descrito.- La verdad no ofende.-le respondió con parte de un dicho cuyo final había omitido por no poderse aplicar a la situación actual. Quizás otros encontrarían deleznable el aceptar dichos atributos, pero el bardo sabía que aquella consideración nacía primordialmente de la envidia.
El trovador encontraba encantador y divertido como la moza se asombraba con los trucos mas simples que había aprendido en sus viajes.-Con el tiempo aprendes a identificar algunas plantas por su forma, y además, en el bosque crece siempre todo mezclado, es fácil que al sacar la nieve para ver mejor encuentres cosas así.-Comentó tranquilamente, entretenido con las expresiones de la muchacha, y agradado de poder compartir su conocimiento con alguien.
No le sorprendía que windorind no hubiera tenido encuentro alguno con esa clase de rufianes, de hecho parecía no haber tenido nunca un encuentro con la gente de los bajos fondos, algo que el elfo dudaba que durase mucho si estaba decidida en seguir viajando por el mundo, pues abundaban mas los malintencionados que la gente con corazones puros como el de ella.
Iltharion sonrió con ligereza, dejando caer algo sus parpados al ver la duda en la elfa al respecto de ir al encuentro de los aski.
-No hay rastros de furtivos, solo los mencioné porque creí a Turiel una de ellos.- Si los había en el monte era otra cosa, algo que no podía asegurar ni negar, pero por lo menos no habían pasado por allí que el pudiera aventurar.
El hijo de Sandorai se giró hacia el arbusto de donde había sacado el mechón de pelo rosado, y se pus en cuclillas en el suelo, buscando alguna rama rota, algún otro rasgo. Tras unos instantes en silencio su mano se extendió hacia unas huellas cercanas, apenas hundidas en la nieve, pues los aski no eran especialmente grandes o pesados.
El bardo esbozó una sonrisa hacia las féminas antes de emprender la marcha como si fuera alguna especie de busqueda del tesoro.
-Estas son sus huellas.-Explicó señalando las mismas a quien le hubiera seguido hacia las mismas.- Parece que el espécimen es rosado.- puntualizó haciendo referencia al copo de pelo, mientras seguía las huellas hasta una porción de tierra sin nieve, y cruzaba esta buscando en donde le mando blanco volvía a hacerse presente la continuación de estas, o en la maleza baja algún otro rastro del felino norteño.
Iltharion siguio sonriendo cuando la joven alzó la mirada, nada ofendido por como le había descrito.- La verdad no ofende.-le respondió con parte de un dicho cuyo final había omitido por no poderse aplicar a la situación actual. Quizás otros encontrarían deleznable el aceptar dichos atributos, pero el bardo sabía que aquella consideración nacía primordialmente de la envidia.
El trovador encontraba encantador y divertido como la moza se asombraba con los trucos mas simples que había aprendido en sus viajes.-Con el tiempo aprendes a identificar algunas plantas por su forma, y además, en el bosque crece siempre todo mezclado, es fácil que al sacar la nieve para ver mejor encuentres cosas así.-Comentó tranquilamente, entretenido con las expresiones de la muchacha, y agradado de poder compartir su conocimiento con alguien.
No le sorprendía que windorind no hubiera tenido encuentro alguno con esa clase de rufianes, de hecho parecía no haber tenido nunca un encuentro con la gente de los bajos fondos, algo que el elfo dudaba que durase mucho si estaba decidida en seguir viajando por el mundo, pues abundaban mas los malintencionados que la gente con corazones puros como el de ella.
Iltharion sonrió con ligereza, dejando caer algo sus parpados al ver la duda en la elfa al respecto de ir al encuentro de los aski.
-No hay rastros de furtivos, solo los mencioné porque creí a Turiel una de ellos.- Si los había en el monte era otra cosa, algo que no podía asegurar ni negar, pero por lo menos no habían pasado por allí que el pudiera aventurar.
El hijo de Sandorai se giró hacia el arbusto de donde había sacado el mechón de pelo rosado, y se pus en cuclillas en el suelo, buscando alguna rama rota, algún otro rasgo. Tras unos instantes en silencio su mano se extendió hacia unas huellas cercanas, apenas hundidas en la nieve, pues los aski no eran especialmente grandes o pesados.
El bardo esbozó una sonrisa hacia las féminas antes de emprender la marcha como si fuera alguna especie de busqueda del tesoro.
-Estas son sus huellas.-Explicó señalando las mismas a quien le hubiera seguido hacia las mismas.- Parece que el espécimen es rosado.- puntualizó haciendo referencia al copo de pelo, mientras seguía las huellas hasta una porción de tierra sin nieve, y cruzaba esta buscando en donde le mando blanco volvía a hacerse presente la continuación de estas, o en la maleza baja algún otro rastro del felino norteño.
Iltharion Dur'Falas
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Re: [Cerrado]Polifonía de libertad [libre][interpretativo][3/3]
Wind escuchó aquel comentario sin demasiada convicción –Ojalá sea cierto… No querría encontrarme con unos animales cazados por maleantes- En su voz había un deje de tristeza pues, aunque era bien cierto que ella misma cazaba, sólo lo hacía con animales que proporcionaran algún beneficio algo más que puramente económico, es decir, cazaba para vender carne y pieles con la intención de llenar el estómago, dar calor y a ella proporcionar dinero, no solamente por el beneficio económico.
Wind siguió al elfo hasta el matorral y se quedó inclinada hacia éste, mientras Iltharion se agachaba, ella miraba por encima. Vio unas pequeñas huellas en el suelo, cerca del matorral y cuando el elfo sonrió, ella le contestó de la misma manera. Las huellas no eran demasiado profundas y podrían haberse confundido con las de un gato si no supieran lo que buscaban. Wind suspiró de alivio al no encontrar ningún rastro de sangre o cualquier indicio de personas “Con un poco de suerte, no habrá cazadores”.
Cuando Iltharion se levantó y emprendió la marcha, Wind se quedó unos instantes más quieta, intentando encontrar algo más, pero al no encontrarlo se encogió de hombros y siguió al bardo. –Es la primera vez que veo huellas de askki- Comentó sonriendo. Al darse cuenta que la elfa no los seguía, Wind pensó en no dejar ninguna puerta cerrada –Turiel, nos adelantaremos, podrás alcanzarnos cuando quieras siguiendo nuestras huellas- Dijo mientras señalaba las marcas que dejaban en la nieve al andar y le dedicaba una pequeña sonrisa.
Wind siguió andando al lado del elfo, cavilando sobre cómo sería aquel animal, nunca había visto uno que no fuera una mascota o estuviera en una jaula en un mercado y se preguntaba si en el ambiente natural lucirían distintos. Una sonrisa asomó por sus labios al imaginar un animal como aquel, tan colorido y rosado en la estepa en la que el blanco predominaba.
Al llegar al lugar donde no había nieve Wind comenzó a buscar, al igual que el elfo, un rastro del animal. Miró entre los matorrales cercanos a ver si había alguna otra mata de pelo, pero no encontró nada, tan solo algunas hojas marrones que habían caído de los escasos árboles que allí había. Después de unos segundos, encontró una huella detrás de uno de esos matorrales – ¡Iltharion, aquí!- Esperó a que su compañero se acercara y le sonrió mientras señalaba las pequeñas huellas. Se incorporó y ensanchó aún más la sonrisa -¿Vamos?- Sin esperar una respuesta y completamente feliz emprendió de nuevo el paso sin dejar de sonreír. -¿Alguna vez has visto a un askki en la naturaleza?- Le miró curiosa, pues él probablemente había viajado bastante más que ella y era probable que alguna vez se hubiera encontrado con uno de esos felinos.
Aquella persecución improvisada, había hecho que Wind se olvidara del frío, ahora sólo estaba centrada en encontrar a aquel animal que, esperaba, no estuviera demasiado lejos. Aún con todo, el frío y el viento seguían allí y una pequeña brisa más fría de lo que Wind se esperaba, hizo que un escalofrío recorriera toda su espalda y se encorvara como si de aquella manera pudiera conservar el calor más fácilmente, haciendo que el abrigo la engullera aún más.
Después de unos minutos, Wind vio una pequeña cueva en la nieve, a los pies de un árbol. – ¡Allí!- Exclamó como una niña pequeña señalando con el dedo índice mientras aceleraba el paso. Parecía que las huellas acababan allí, pero ella no veía al animal por ningún sitio -¿Ves al askki?- En su voz se notaba como la alegría se iba esfumando poco a poco y Wind pasó, de mirar el entorno, a mirar al elfo con ojos de cachorrito esperando que él tuviera mejor vista y le diera la respuesta que ella esperaba.
Wind siguió al elfo hasta el matorral y se quedó inclinada hacia éste, mientras Iltharion se agachaba, ella miraba por encima. Vio unas pequeñas huellas en el suelo, cerca del matorral y cuando el elfo sonrió, ella le contestó de la misma manera. Las huellas no eran demasiado profundas y podrían haberse confundido con las de un gato si no supieran lo que buscaban. Wind suspiró de alivio al no encontrar ningún rastro de sangre o cualquier indicio de personas “Con un poco de suerte, no habrá cazadores”.
Cuando Iltharion se levantó y emprendió la marcha, Wind se quedó unos instantes más quieta, intentando encontrar algo más, pero al no encontrarlo se encogió de hombros y siguió al bardo. –Es la primera vez que veo huellas de askki- Comentó sonriendo. Al darse cuenta que la elfa no los seguía, Wind pensó en no dejar ninguna puerta cerrada –Turiel, nos adelantaremos, podrás alcanzarnos cuando quieras siguiendo nuestras huellas- Dijo mientras señalaba las marcas que dejaban en la nieve al andar y le dedicaba una pequeña sonrisa.
Wind siguió andando al lado del elfo, cavilando sobre cómo sería aquel animal, nunca había visto uno que no fuera una mascota o estuviera en una jaula en un mercado y se preguntaba si en el ambiente natural lucirían distintos. Una sonrisa asomó por sus labios al imaginar un animal como aquel, tan colorido y rosado en la estepa en la que el blanco predominaba.
Al llegar al lugar donde no había nieve Wind comenzó a buscar, al igual que el elfo, un rastro del animal. Miró entre los matorrales cercanos a ver si había alguna otra mata de pelo, pero no encontró nada, tan solo algunas hojas marrones que habían caído de los escasos árboles que allí había. Después de unos segundos, encontró una huella detrás de uno de esos matorrales – ¡Iltharion, aquí!- Esperó a que su compañero se acercara y le sonrió mientras señalaba las pequeñas huellas. Se incorporó y ensanchó aún más la sonrisa -¿Vamos?- Sin esperar una respuesta y completamente feliz emprendió de nuevo el paso sin dejar de sonreír. -¿Alguna vez has visto a un askki en la naturaleza?- Le miró curiosa, pues él probablemente había viajado bastante más que ella y era probable que alguna vez se hubiera encontrado con uno de esos felinos.
Aquella persecución improvisada, había hecho que Wind se olvidara del frío, ahora sólo estaba centrada en encontrar a aquel animal que, esperaba, no estuviera demasiado lejos. Aún con todo, el frío y el viento seguían allí y una pequeña brisa más fría de lo que Wind se esperaba, hizo que un escalofrío recorriera toda su espalda y se encorvara como si de aquella manera pudiera conservar el calor más fácilmente, haciendo que el abrigo la engullera aún más.
Después de unos minutos, Wind vio una pequeña cueva en la nieve, a los pies de un árbol. – ¡Allí!- Exclamó como una niña pequeña señalando con el dedo índice mientras aceleraba el paso. Parecía que las huellas acababan allí, pero ella no veía al animal por ningún sitio -¿Ves al askki?- En su voz se notaba como la alegría se iba esfumando poco a poco y Wind pasó, de mirar el entorno, a mirar al elfo con ojos de cachorrito esperando que él tuviera mejor vista y le diera la respuesta que ella esperaba.
Windorind Crownguard
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Re: [Cerrado]Polifonía de libertad [libre][interpretativo][3/3]
Era refrescante como la joven elfa parecía tan insuflada de vida y energía, resultaba hasta contagioso, y el bardo terminó caminando tras ella con una cálida sonrisa cuando escuchó como le llamaba y se apuraba a seguir el rastro que ella misma había descubierto, campando felizmente por el monte.
-No, los he visto en las granjas de la estepa, es lo mas cercano a uno en la naturaleza que he visto.-Admitió el bardo. De hecho aquel era el motivo por el cual había reconocido el tipo de pelo, además de por el color chillón que no podía responder a ninguna otra criatura del norte, sobre todo después de ver las huellas.
El bardo se dejó guiar hasta que minutos mas la muchacha señaló una madriguera vacía a primera vista. El trovador se acercó a la misma, en un silencio sepulcral negó y se puso en cuclillas cerca de la pequeña cueva, mirando hacia todos lados en el suelo, buscando cualquier rastro de esas criaturas, le pareció ver una especie de entramado en la nieve, pero antes de que pudiera prestarle más atención a aquello un sonido agudo breve y lastimero le pareció haber llegado a sus oídos a al vez que windorind hablaba, así que el elfo se puso un dedo en los labios apra indicar silencio y aguardó inmóvil. Pronto otro maullido lastimero se junto al primero.
El elfo se puso en pie y dio un par de pasos siguiendo el suave llanto, rodeó el árbol y entonces los vio.
-Aquí están.-Avisó a la joven asomándose por un costado del árbol, mientras le hacia una seña para que se acercarse.
Sobre la blanca e impoluta nieve se movían 4 volutas rosadas, poco mas grandes que el puño de un hombre adulto, y cuyas patas eran tan pequeñas y su peso tan nimio que no dejaban marca alguna al desplazarse por encima de la nieve. Claramente el rastro no había sido el suyo, quizás el de alguno de sus padres que ahora no se hallaba cerca.
Los pequeños aski tenían un pelaje casi uniforme todavía, en gamas de magentas y rosados empezaban a aparecer las primeras rallas sobre sus pequeños y mullidos cuerpos.
Caminaban torpemente, pues probablemente no tuvieran demasiado tiempo de vida, y se chocaban entre si como si no fueran capaces de ver nada, o se tropezaban cuando la nieve era irregular. Aquello hubiera sido normal de no ser porque caían de costado, parecían si se los miraba mucho tiempo, mareados de alguna forma, y daban círculos buscando algo.
Por otro lado, sus llantos no recibían respuesta alguna aunque el rastro del aski adulto terminaba en la cueva.
Tarde el bardo se dio cuenta de todas las cosas sospechosas que tenía aquella escena, había bajado la guardia, y cuando se percató de que algo no iba bien ya se escuchaban unas voces cercanas.
-Hey ¡No los veo!.-Se quejó una voz ronca y afónica, probablemente por el frío, y aun a varios metros de distancia.
Iltharion, jaló a la muchacha de un brazo hacia detrás de otro árbol cercano, pegando contra si y colocando durante un instante una mano sobre la boca para que no gritara alertando a aquellos sujetos de su presencia.
-No estarán muy lejos estando ciegos.-Lo tranquilizó otra voz.- Si te callas seguro que los escuchamos.
-A mi no me manda a callar nadie, y menos tu!.-Espetó el primero, el otro solo resopló sonoramente y puso los ojos en blanco, ignorando la cabezonería infantiloide de su compañero.
Iltharion inclinó el rostro hasta que sus labios rozaron el oído de la muchacha, y habló en un tono tan bajo que de no haber estado así habría sido totalmente inaudible.
-No hagas ruido.-Sacó la mano enguantada del rostro de la elfa.-Si quieres hacer algo asiente, me las ingeniaré para distraerlos de ser así..., si no nos podemos quedar escondidos hasta que se marchen.- Sentenció.
-No, los he visto en las granjas de la estepa, es lo mas cercano a uno en la naturaleza que he visto.-Admitió el bardo. De hecho aquel era el motivo por el cual había reconocido el tipo de pelo, además de por el color chillón que no podía responder a ninguna otra criatura del norte, sobre todo después de ver las huellas.
El bardo se dejó guiar hasta que minutos mas la muchacha señaló una madriguera vacía a primera vista. El trovador se acercó a la misma, en un silencio sepulcral negó y se puso en cuclillas cerca de la pequeña cueva, mirando hacia todos lados en el suelo, buscando cualquier rastro de esas criaturas, le pareció ver una especie de entramado en la nieve, pero antes de que pudiera prestarle más atención a aquello un sonido agudo breve y lastimero le pareció haber llegado a sus oídos a al vez que windorind hablaba, así que el elfo se puso un dedo en los labios apra indicar silencio y aguardó inmóvil. Pronto otro maullido lastimero se junto al primero.
El elfo se puso en pie y dio un par de pasos siguiendo el suave llanto, rodeó el árbol y entonces los vio.
-Aquí están.-Avisó a la joven asomándose por un costado del árbol, mientras le hacia una seña para que se acercarse.
Sobre la blanca e impoluta nieve se movían 4 volutas rosadas, poco mas grandes que el puño de un hombre adulto, y cuyas patas eran tan pequeñas y su peso tan nimio que no dejaban marca alguna al desplazarse por encima de la nieve. Claramente el rastro no había sido el suyo, quizás el de alguno de sus padres que ahora no se hallaba cerca.
Los pequeños aski tenían un pelaje casi uniforme todavía, en gamas de magentas y rosados empezaban a aparecer las primeras rallas sobre sus pequeños y mullidos cuerpos.
Caminaban torpemente, pues probablemente no tuvieran demasiado tiempo de vida, y se chocaban entre si como si no fueran capaces de ver nada, o se tropezaban cuando la nieve era irregular. Aquello hubiera sido normal de no ser porque caían de costado, parecían si se los miraba mucho tiempo, mareados de alguna forma, y daban círculos buscando algo.
Por otro lado, sus llantos no recibían respuesta alguna aunque el rastro del aski adulto terminaba en la cueva.
Tarde el bardo se dio cuenta de todas las cosas sospechosas que tenía aquella escena, había bajado la guardia, y cuando se percató de que algo no iba bien ya se escuchaban unas voces cercanas.
-Hey ¡No los veo!.-Se quejó una voz ronca y afónica, probablemente por el frío, y aun a varios metros de distancia.
Iltharion, jaló a la muchacha de un brazo hacia detrás de otro árbol cercano, pegando contra si y colocando durante un instante una mano sobre la boca para que no gritara alertando a aquellos sujetos de su presencia.
-No estarán muy lejos estando ciegos.-Lo tranquilizó otra voz.- Si te callas seguro que los escuchamos.
-A mi no me manda a callar nadie, y menos tu!.-Espetó el primero, el otro solo resopló sonoramente y puso los ojos en blanco, ignorando la cabezonería infantiloide de su compañero.
Iltharion inclinó el rostro hasta que sus labios rozaron el oído de la muchacha, y habló en un tono tan bajo que de no haber estado así habría sido totalmente inaudible.
-No hagas ruido.-Sacó la mano enguantada del rostro de la elfa.-Si quieres hacer algo asiente, me las ingeniaré para distraerlos de ser así..., si no nos podemos quedar escondidos hasta que se marchen.- Sentenció.
- Aski padre/madre, para que se hagan una idea de como serían las crías:
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Iltharion Dur'Falas
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Re: [Cerrado]Polifonía de libertad [libre][interpretativo][3/3]
Wind no pudo evitar entristecerse aún más cuando se dio cuenta de que el elfo tampoco tenía demasiada idea de dónde podrían estar los askki. Aun así, éste pareció tener suerte, pues, cuando hizo la señal para que Wind mantuviera silencio parecía que se escuchaba algo.
La elfa miró a su alrededor en silencio, tal como le habían indicado y escuchó una especie de maullido muy agudo pero muy suave. Se quedó mirando al bardo mientras se le volvía a iluminar la mirada y llegó la frase que estaba deseando escuchar.
Wind sonrió y se acercó con cuidado hacia el elfo hasta que se quedó a su lado y pudo ver a los cachorritos. Al verlos, Wind ahogó un grito y sonrió más ampliamente –Son tan bonitos…- Tenía ganas de cogerlos a todos y darles abrazos hasta que se cansara, pero en vez de eso se quedó allí, inmóvil observando las pequeñas bolas de pelo rosadas que no paraban de caerse para todas partes –Apenas tendrán unos días- Miró al elfo con los ojos cargados de alegría y volvió a observar a las crías sonriente.
De repente cayó en la cuenta de lo extraño que era que ninguno de sus dos progenitores estuvieran con ellas, por lo que había escuchado, los padres de askki eran muy cariñosos pero estas seguían maullando y llorando sin obtener ninguna respuesta -¿Dónde están sus padres?- Miró extrañada a su compañero y escuchó de repente unas voces que no venían de muy lejos.
Apenas pudo pensar sobre esas voces cuando se encontró contra un árbol y con la mano de Iltharion en su boca “¿Qué está pasando?” Miró aterrada al elfo sin comprender del todo lo que sucedía pero en cuanto escuchó el resto de la conversación se percató de lo que pasaba “Cazadores…” Notó como en enojo iba inundándola pero el hecho de que Iltharion estuviera más calmado consiguió que la elfa no hiciera ninguna tontería precipitada.
Cuando el bardo la habló en su oído y por muy extraño que resultara en aquella situación, se le erizó la piel al notar las cosquillas de su aliento en la oreja. Cuando escuchó lo que éste dijo, se enojó ligeramente ¿Cómo no iba a hacer nada? Aún así respiró hondo y decidió hacer caso al elfo aunque las ganas de darle un codazo no se esfumaban por haber siquiera sugerido no hacer nada para ayudar a aquellos cachorritos. Le dedicó una mirada que dejaba claro que no pensaba dejar eso así y asintió despacio.
Wind sabía cómo distraerlos, tenía una idea sobre cómo alejarlos pero no sabía si al decírsela a Iltharion podrían escucharla. Wind podía invocar al golem entre unos matorrales algo alejados de ellos y llamar así su atención pero eso sólo sería una medida temporal pues en cuanto escucharan los llantos de los cachorros irían a por ellos. Después de apenas unos instantes tiró de la manga del elfo hacia abajó y en silencio absoluto se puso de puntillas y comenzó a hablarle al oído, de la misma manera que él lo había hecho antes –Puedo distraer su atención haca esos matorrales de allí, ¿Servirá?- Se separó y señaló tímidamente hacia unos matorrales que estaban justo en dirección contraria a dónde estaban ellos. Esperó la respuesta de su compañero y esperó que si aquello no le convencía, tuviera al menos una idea mejor.
La elfa miró a su alrededor en silencio, tal como le habían indicado y escuchó una especie de maullido muy agudo pero muy suave. Se quedó mirando al bardo mientras se le volvía a iluminar la mirada y llegó la frase que estaba deseando escuchar.
Wind sonrió y se acercó con cuidado hacia el elfo hasta que se quedó a su lado y pudo ver a los cachorritos. Al verlos, Wind ahogó un grito y sonrió más ampliamente –Son tan bonitos…- Tenía ganas de cogerlos a todos y darles abrazos hasta que se cansara, pero en vez de eso se quedó allí, inmóvil observando las pequeñas bolas de pelo rosadas que no paraban de caerse para todas partes –Apenas tendrán unos días- Miró al elfo con los ojos cargados de alegría y volvió a observar a las crías sonriente.
De repente cayó en la cuenta de lo extraño que era que ninguno de sus dos progenitores estuvieran con ellas, por lo que había escuchado, los padres de askki eran muy cariñosos pero estas seguían maullando y llorando sin obtener ninguna respuesta -¿Dónde están sus padres?- Miró extrañada a su compañero y escuchó de repente unas voces que no venían de muy lejos.
Apenas pudo pensar sobre esas voces cuando se encontró contra un árbol y con la mano de Iltharion en su boca “¿Qué está pasando?” Miró aterrada al elfo sin comprender del todo lo que sucedía pero en cuanto escuchó el resto de la conversación se percató de lo que pasaba “Cazadores…” Notó como en enojo iba inundándola pero el hecho de que Iltharion estuviera más calmado consiguió que la elfa no hiciera ninguna tontería precipitada.
Cuando el bardo la habló en su oído y por muy extraño que resultara en aquella situación, se le erizó la piel al notar las cosquillas de su aliento en la oreja. Cuando escuchó lo que éste dijo, se enojó ligeramente ¿Cómo no iba a hacer nada? Aún así respiró hondo y decidió hacer caso al elfo aunque las ganas de darle un codazo no se esfumaban por haber siquiera sugerido no hacer nada para ayudar a aquellos cachorritos. Le dedicó una mirada que dejaba claro que no pensaba dejar eso así y asintió despacio.
Wind sabía cómo distraerlos, tenía una idea sobre cómo alejarlos pero no sabía si al decírsela a Iltharion podrían escucharla. Wind podía invocar al golem entre unos matorrales algo alejados de ellos y llamar así su atención pero eso sólo sería una medida temporal pues en cuanto escucharan los llantos de los cachorros irían a por ellos. Después de apenas unos instantes tiró de la manga del elfo hacia abajó y en silencio absoluto se puso de puntillas y comenzó a hablarle al oído, de la misma manera que él lo había hecho antes –Puedo distraer su atención haca esos matorrales de allí, ¿Servirá?- Se separó y señaló tímidamente hacia unos matorrales que estaban justo en dirección contraria a dónde estaban ellos. Esperó la respuesta de su compañero y esperó que si aquello no le convencía, tuviera al menos una idea mejor.
Windorind Crownguard
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Re: [Cerrado]Polifonía de libertad [libre][interpretativo][3/3]
Iltharion se dejó fulminar por la mirada de la elfa, había imaginado aquella reacción sin embargo no se sentía en lo mas minimo culpable de haber sugerido salvar su propio pellejo sin preocuparse por unas criaturas que apenas llevaban unos pocos días existiendo, y que le eran casi ajenas, por muy mullidas o adorables que estas pudieran ser a simple vista.
Aguantó las ganas de suspirar con resignación, y paró el oído ante las voces de los sujetos que se acercaban mientras ellos hablaban o pensaban, completamente ajenos de su presencia. Por lo menos aun les quedaba el factor sorpresa.
Los tirones en su ropa hicieron que el trovador se encorvara hacia la muchacha, y su oreja se movió de forma automática ante el cosquilleo de su aliento mientras el hombre tomaba nota de la sugerencia de la muchacha. Manteniendo esa cuidadosa conversación le respondió con la única idea que se le acababa de ocurrir, pues no tenían excesivo tiempo.
-Distraelos, yo te los alcanzaré.- Concedió,
Cuando escuchó las voces desorientadas de los furtivos ser presa de la distracción ideada por su acompañante, y como se alejaban de la posición en la que se encontraban los cachorros, se acercó hacia los mismos con el paso mas silencioso que fue capaz y fue tomandolos uno a uno por el pellejo de la nuca, sin demasiado cuidado por el tiempo que los apuraba, y dejándolos caer en el interior de su morral, mullido por los manojos de tomillo y barrimoth.
Los pequeños aski se retorcieron dentro del morral intentando salir de este, pero el trovador cerró la bolsa para que no cayeran accidentalmente de la misma. Volvió en donde estaba la elfa y le colocó el morral con la correa cruzada sobre el pecho, pues no solo sería mas cuidadosa con las crías, si no que al llevar un arco le convenía que mantuviera una posición alejada en el caso de que los furtivos los hallaran y buscaran camorra.
Por desgracia las crías de aski no eran conscientes de su situación, y ni dentro del morral decidían detener su llanto.Una vez mas el pelirrojo se inclinó hacia la muchacha para murmurarle su plan.
-Si se te acerca alguno atraído por los quejidos alejate con toda la discreción que puedas, yo trataré de atraerlos de uno en uno y noquearlos...-Iltharion torció el gesto durante un instante, aprovechando que la joven no podía verlo. No era especialmente bueno peleando, y mucho menos dejaba sus víctimas con vida, pero eso era algo que la muchacha no tenía porque saber.
Con la misma agilidad con la que había ido de un árbol al otro, se acerco esta vez un par mas, siempre detrás de ellos para que los cazadores no le vieran, y en una posición desde la que por ahora podía controlar a la elfa de bucles azabaches.
Con suavidad empezó a imitar el llanto de los aski, no era exactamente igual, pero después de haberlo oído durante un buen rato el sonido que producía daba el pego para los oídos de un humano, aunque jamás habría convencido a un aski de que aquello era el llanto de un bebé de su especie.
Aguantó las ganas de suspirar con resignación, y paró el oído ante las voces de los sujetos que se acercaban mientras ellos hablaban o pensaban, completamente ajenos de su presencia. Por lo menos aun les quedaba el factor sorpresa.
Los tirones en su ropa hicieron que el trovador se encorvara hacia la muchacha, y su oreja se movió de forma automática ante el cosquilleo de su aliento mientras el hombre tomaba nota de la sugerencia de la muchacha. Manteniendo esa cuidadosa conversación le respondió con la única idea que se le acababa de ocurrir, pues no tenían excesivo tiempo.
-Distraelos, yo te los alcanzaré.- Concedió,
Cuando escuchó las voces desorientadas de los furtivos ser presa de la distracción ideada por su acompañante, y como se alejaban de la posición en la que se encontraban los cachorros, se acercó hacia los mismos con el paso mas silencioso que fue capaz y fue tomandolos uno a uno por el pellejo de la nuca, sin demasiado cuidado por el tiempo que los apuraba, y dejándolos caer en el interior de su morral, mullido por los manojos de tomillo y barrimoth.
Los pequeños aski se retorcieron dentro del morral intentando salir de este, pero el trovador cerró la bolsa para que no cayeran accidentalmente de la misma. Volvió en donde estaba la elfa y le colocó el morral con la correa cruzada sobre el pecho, pues no solo sería mas cuidadosa con las crías, si no que al llevar un arco le convenía que mantuviera una posición alejada en el caso de que los furtivos los hallaran y buscaran camorra.
Por desgracia las crías de aski no eran conscientes de su situación, y ni dentro del morral decidían detener su llanto.Una vez mas el pelirrojo se inclinó hacia la muchacha para murmurarle su plan.
-Si se te acerca alguno atraído por los quejidos alejate con toda la discreción que puedas, yo trataré de atraerlos de uno en uno y noquearlos...-Iltharion torció el gesto durante un instante, aprovechando que la joven no podía verlo. No era especialmente bueno peleando, y mucho menos dejaba sus víctimas con vida, pero eso era algo que la muchacha no tenía porque saber.
Con la misma agilidad con la que había ido de un árbol al otro, se acerco esta vez un par mas, siempre detrás de ellos para que los cazadores no le vieran, y en una posición desde la que por ahora podía controlar a la elfa de bucles azabaches.
Con suavidad empezó a imitar el llanto de los aski, no era exactamente igual, pero después de haberlo oído durante un buen rato el sonido que producía daba el pego para los oídos de un humano, aunque jamás habría convencido a un aski de que aquello era el llanto de un bebé de su especie.
Iltharion Dur'Falas
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Re: [Cerrado]Polifonía de libertad [libre][interpretativo][3/3]
Cuando Iltharion aceptó, Wind cerró los ojos, se giró un poco intentando no hacer ningún ruido con sus pies e invocó al golem detrás de los matorrales. Gracias a los cielos allí hacia arcilla, así que no tuvo problemas a la hora de sacarlo. Se encargó de que no fuera demasiado grande para que quedara escondido por el arbusto y, sin ser capaz de verle hizo que moviera los brazos contra el matorral sin demasiada fuerza para que no pareciera más un animal hambriento que un grupo de cachorros ciegos.
Wind no miró lo que hacía el elfo pues, si se distraía, probablemente cometería un error y la distracción resultaría inútil. Al menos, pareció efectivo pues los furtivos acudieron hacia el matorral mientras en sus rostros había sonrisas torcidas y casi se relamían ya de haber encontrado a las crías. –Están ahí- Se escuchó a uno -¿Te piensas que soy idiota? Yo también lo oigo- Contestó el otro con un tono enojado. “Bien…” ahora que había captado la atención debería bajar la intensidad de los sonidos y hacer que estos estuvieran interrumpidos hasta hacerlos desaparecer.
Cuando los hombres estaban a punto de mirar tras el matorral, Iltharion llegó al lado de la elfa y ésta hizo desaparecer al guardián de arcilla antes de que los cazadores llegaran a verlo. Wind se aguantó las ganas de suspirar y se dejó colocar el morral del elfo mientras ella lo miraba sin comprender demasiado bien por qué hacía eso; aun así, se lo acomodó lo mejor que pudo y miró algo asustada al elfo al darse cuenta que los pequeños cachorros no tenían intención de dejar de llorar. Era cuestión de tiempo que los cazadores dejaran de mirarse atónitos para centrarse en los quejidos que venían de la bolsa de la elfa.
El plan del elfo no entusiasmaba demasiado a la joven que lo miró enarcando una ceja pero las voces de los bandidos hicieron que moviera la cabeza hacia dónde éstos se encontraban por un momento para, acto seguido mirar el morral que colgaba de su hombro preocupada. Los cazadores no dejaban de gritarse entre ellos, diciéndose a cada cosa más horrible y echándose la culpa del uno al otro. “Menudos idiotas…” Lo cierto era que Wind así lo creía, se había imaginado a los cazadores furtivos como un grupo de hombres armados con mucho mal humor y que lo más que se decían entre ellos eran gruñidos pero aquellos dos hombres, parecían más un par de hermanos que no habían superado los roces de su infancia. Al final, Wind asintió al plan de Iltharion sin demasiada convicción y se quedó observándole para ver qué era lo que iba a hacer.
Observó con atención como se movía entre los árboles para quedarse detrás de uno y, ante una Wind atónita, empezar a llorar como uno de los askki que tenía colgados. Se le pasaron muchas cosas por la cabeza, pero lo principal era reírse ante tal actuación; daba el pego, sí, pero aquello era como poco, divertido para quien le viera desde fuera. La elfa hizo un esfuerzo para no reírse, respiró hondo un par de veces en el más absoluto silencio y observó a los cazadores que parecían haber sido engañados.
Mientras los cazadores se acercaban hacia el elfo, sintió la necesidad de abrir la bolsa para ver cómo estaban los cachorros que seguían llorando, pero justo antes de hacerlo, se percató de que aquello podría desvelar su posición pues la tela del morral amortiguaba el ruido de los askki.
Aún con todo, uno de los cazadores pareció percatarse del llanto real y Wind pudo ver cómo le daba un codazo a su compañero y señalaba hacia dónde ella estaba, pero sin mirar hacia allí. La joven elfa se asustó y no estaba segura de que hacer “¿Cómo voy a largarme y dejar a Iltharion con esos dos?” Miró hacia donde estaba el bardo y le dedicó una mirada asustada “Si estoy asustada, tampoco ayudaría en mucho” Empezó a sentir ganas de dar saltitos y salir huyendo de allí sin la menor discreción, pero se esforzó en no correr y con el mayor cuidado que pudo, se alejó despacio dando pequeños pasos para no hacer ruido ni siquiera al pisar la nieve. Como la descubrieran, le iba a costar mucho más de lo necesario poder atacar, pues el arco estaba casi inmovilizado con el abrigo y los askki y no podría tener una reacción demasiado rápida.
Wind no miró lo que hacía el elfo pues, si se distraía, probablemente cometería un error y la distracción resultaría inútil. Al menos, pareció efectivo pues los furtivos acudieron hacia el matorral mientras en sus rostros había sonrisas torcidas y casi se relamían ya de haber encontrado a las crías. –Están ahí- Se escuchó a uno -¿Te piensas que soy idiota? Yo también lo oigo- Contestó el otro con un tono enojado. “Bien…” ahora que había captado la atención debería bajar la intensidad de los sonidos y hacer que estos estuvieran interrumpidos hasta hacerlos desaparecer.
Cuando los hombres estaban a punto de mirar tras el matorral, Iltharion llegó al lado de la elfa y ésta hizo desaparecer al guardián de arcilla antes de que los cazadores llegaran a verlo. Wind se aguantó las ganas de suspirar y se dejó colocar el morral del elfo mientras ella lo miraba sin comprender demasiado bien por qué hacía eso; aun así, se lo acomodó lo mejor que pudo y miró algo asustada al elfo al darse cuenta que los pequeños cachorros no tenían intención de dejar de llorar. Era cuestión de tiempo que los cazadores dejaran de mirarse atónitos para centrarse en los quejidos que venían de la bolsa de la elfa.
El plan del elfo no entusiasmaba demasiado a la joven que lo miró enarcando una ceja pero las voces de los bandidos hicieron que moviera la cabeza hacia dónde éstos se encontraban por un momento para, acto seguido mirar el morral que colgaba de su hombro preocupada. Los cazadores no dejaban de gritarse entre ellos, diciéndose a cada cosa más horrible y echándose la culpa del uno al otro. “Menudos idiotas…” Lo cierto era que Wind así lo creía, se había imaginado a los cazadores furtivos como un grupo de hombres armados con mucho mal humor y que lo más que se decían entre ellos eran gruñidos pero aquellos dos hombres, parecían más un par de hermanos que no habían superado los roces de su infancia. Al final, Wind asintió al plan de Iltharion sin demasiada convicción y se quedó observándole para ver qué era lo que iba a hacer.
Observó con atención como se movía entre los árboles para quedarse detrás de uno y, ante una Wind atónita, empezar a llorar como uno de los askki que tenía colgados. Se le pasaron muchas cosas por la cabeza, pero lo principal era reírse ante tal actuación; daba el pego, sí, pero aquello era como poco, divertido para quien le viera desde fuera. La elfa hizo un esfuerzo para no reírse, respiró hondo un par de veces en el más absoluto silencio y observó a los cazadores que parecían haber sido engañados.
Mientras los cazadores se acercaban hacia el elfo, sintió la necesidad de abrir la bolsa para ver cómo estaban los cachorros que seguían llorando, pero justo antes de hacerlo, se percató de que aquello podría desvelar su posición pues la tela del morral amortiguaba el ruido de los askki.
Aún con todo, uno de los cazadores pareció percatarse del llanto real y Wind pudo ver cómo le daba un codazo a su compañero y señalaba hacia dónde ella estaba, pero sin mirar hacia allí. La joven elfa se asustó y no estaba segura de que hacer “¿Cómo voy a largarme y dejar a Iltharion con esos dos?” Miró hacia donde estaba el bardo y le dedicó una mirada asustada “Si estoy asustada, tampoco ayudaría en mucho” Empezó a sentir ganas de dar saltitos y salir huyendo de allí sin la menor discreción, pero se esforzó en no correr y con el mayor cuidado que pudo, se alejó despacio dando pequeños pasos para no hacer ruido ni siquiera al pisar la nieve. Como la descubrieran, le iba a costar mucho más de lo necesario poder atacar, pues el arco estaba casi inmovilizado con el abrigo y los askki y no podría tener una reacción demasiado rápida.
Windorind Crownguard
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Re: [Cerrado]Polifonía de libertad [libre][interpretativo][3/3]
Iltharion escuchó complacido como los pasos se acercaron, aunque para su desgracia se percató que eran ambos, y no uno de ellos, lo que complicaba sumamente su situación. Sin embargo, los aski reales no dejaban de llorar, y los hermanos terminaron separándose ante la posibilidad de que las crías hubieran caminado en direcciones opuestas en busca de sus padres, y al final solo uno de ellos podía escucharse acercándose hacia la posición del bardo.
Los furtivos no eran cazadores como los de las grandes bestias, pues para cosechar los aski y las primeras camadas del verano no era necesario contar con aguerridos sujetos, si no con algunos hombres de escasa moral que conocieran la región o suficientemente bien como para no accidentarse y moverse con fluidez entre la nieve.
Los dos sujetos, de piel tostada por el sol que reflejaba en la nieve, un moreno muy distinto al de los poblados costeros, se hallaban envueltos con ropas comunes de aquellas latitudes, y menos abrigados que los elfos, hechos a los climas fríos necesitaban menos protección contra los mismos.
En su cinto colgaban algunas bolsas de red pequeñas, un par de odres pequeños e hinchado, un par de dagas y una fusta que indicaba que habían llegado con alguna montura de mal carácter.
Bajo sus botas, ilustrando porque no habían dejado huellas hundidas de pies en la nieve, dos marcos de madera con una red de cuerda tensada se ataban en la suela haciendo que el peso se distribuyera más y los sujetos apenas dejaran un enrejado como el que habían visto sobre la pálida superficie que cubría el suelo.
Iltharion contuvo el aliento, y abrió y cerró las manos, irrigando sus dedos, moviéndose para hacerlos entrar en calor y recuperar fluidez mientras escuchaba sumamente atento como el hombre llegaba hasta el otro lado del grueso tronco tras el cual se escondía. Con suma coordinación aprovechó cada paso que daba el sujeto entorno al tronco para dar uno de forma opuesta, pero avanzando algo más, y tras algunos de estos llego a ver la espalda del cazador.
Alargó las manos con sumo cuidado, y con delicadeza tomó los mangos de las dagas que deslizó hacia arriba con fluidez y rapidez,* y llevó a su propia espalda antes de dar un paso atrás y quedar cubierto de nuevo por el tronco del árbol.
El bardó suspiró con lentitud al haber desarmado a aquel sujeto, sin embargo no todo saldría tan bien como esperaba, pues al girarse no escuchó como este había seguido avanzando, y casi se chocan al hallarse cara a cara.
-Pero que coñ...?-El mercenario no pudo terminar de exclamar sorprendido que el elfo le lanzó un puñetazo en la mandíbula, haciendo chocar la sien del truhán contra el tronco. El hombre, mareado y desestabilizado se agarró del elfo al caer haciendo que este se precipitara también contra el suelo, y el humano se alzó sobre el.
El maleante toqueteó su cinturón con una sonrisa ladina, pero esta se difumino cuando al tantear por el mismo no había daga alguna.
El bardo sacó partido de la situación para golpear en las costillas al sujeto, y aprovechar que se doblaba para irar siendo el quien quedara encima del furtivo.
Por otro lado los ruidos y quejidos de los golpes, la maleza aplastandose y rompiéndose bajo la nieve, bajo el peso de sus cuerpos había llamado la atención del otro norteño, quien se giró dándole la espalda a la pequeña elfa mientras se inclinaba hacia el costado.
-¿José?.-Llamó a su hermano.-¿José que mierda haces allí?¡Responde carajo!.-Gruñó el más robusto de los hermanos mientras empezaba a alejarse de las crías y la hija de Sandorai y a caminar hacía los dos sujetos que forcejeaban ocultos tras los arbustos y al vegetación.
Iltharion contuvo las ganas de gritar cuando el hombre le mordió la mano, no podía permitirse que pidiera auxilio, o aquello se pondría negro para el mucho más rápido de lo que ya lo hacía.
Los furtivos no eran cazadores como los de las grandes bestias, pues para cosechar los aski y las primeras camadas del verano no era necesario contar con aguerridos sujetos, si no con algunos hombres de escasa moral que conocieran la región o suficientemente bien como para no accidentarse y moverse con fluidez entre la nieve.
Los dos sujetos, de piel tostada por el sol que reflejaba en la nieve, un moreno muy distinto al de los poblados costeros, se hallaban envueltos con ropas comunes de aquellas latitudes, y menos abrigados que los elfos, hechos a los climas fríos necesitaban menos protección contra los mismos.
En su cinto colgaban algunas bolsas de red pequeñas, un par de odres pequeños e hinchado, un par de dagas y una fusta que indicaba que habían llegado con alguna montura de mal carácter.
Bajo sus botas, ilustrando porque no habían dejado huellas hundidas de pies en la nieve, dos marcos de madera con una red de cuerda tensada se ataban en la suela haciendo que el peso se distribuyera más y los sujetos apenas dejaran un enrejado como el que habían visto sobre la pálida superficie que cubría el suelo.
Iltharion contuvo el aliento, y abrió y cerró las manos, irrigando sus dedos, moviéndose para hacerlos entrar en calor y recuperar fluidez mientras escuchaba sumamente atento como el hombre llegaba hasta el otro lado del grueso tronco tras el cual se escondía. Con suma coordinación aprovechó cada paso que daba el sujeto entorno al tronco para dar uno de forma opuesta, pero avanzando algo más, y tras algunos de estos llego a ver la espalda del cazador.
Alargó las manos con sumo cuidado, y con delicadeza tomó los mangos de las dagas que deslizó hacia arriba con fluidez y rapidez,* y llevó a su propia espalda antes de dar un paso atrás y quedar cubierto de nuevo por el tronco del árbol.
El bardó suspiró con lentitud al haber desarmado a aquel sujeto, sin embargo no todo saldría tan bien como esperaba, pues al girarse no escuchó como este había seguido avanzando, y casi se chocan al hallarse cara a cara.
-Pero que coñ...?-El mercenario no pudo terminar de exclamar sorprendido que el elfo le lanzó un puñetazo en la mandíbula, haciendo chocar la sien del truhán contra el tronco. El hombre, mareado y desestabilizado se agarró del elfo al caer haciendo que este se precipitara también contra el suelo, y el humano se alzó sobre el.
El maleante toqueteó su cinturón con una sonrisa ladina, pero esta se difumino cuando al tantear por el mismo no había daga alguna.
El bardo sacó partido de la situación para golpear en las costillas al sujeto, y aprovechar que se doblaba para irar siendo el quien quedara encima del furtivo.
Por otro lado los ruidos y quejidos de los golpes, la maleza aplastandose y rompiéndose bajo la nieve, bajo el peso de sus cuerpos había llamado la atención del otro norteño, quien se giró dándole la espalda a la pequeña elfa mientras se inclinaba hacia el costado.
-¿José?.-Llamó a su hermano.-¿José que mierda haces allí?¡Responde carajo!.-Gruñó el más robusto de los hermanos mientras empezaba a alejarse de las crías y la hija de Sandorai y a caminar hacía los dos sujetos que forcejeaban ocultos tras los arbustos y al vegetación.
Iltharion contuvo las ganas de gritar cuando el hombre le mordió la mano, no podía permitirse que pidiera auxilio, o aquello se pondría negro para el mucho más rápido de lo que ya lo hacía.
Iltharion Dur'Falas
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Re: [Cerrado]Polifonía de libertad [libre][interpretativo][3/3]
Wind continuó caminando, alejándose del árbol en un absoluto silencio, únicamente interrumpido por las crías que no paraban de gimotear y por Iltharion que seguía imitándoles. Después de unos segundos, se dio cuenta de que estaba temblando y que como no se relajara, no podría ayudar ni a las crías ni a su compañero.
Ya había perdido de vista al elfo, esperaba que estuviera bien, pero en aquel momento no lo tenía demasiado sencillo pues la más mínima distracción podía acabar en un mal paso y en un ruido no deseado. Al final, la elfa, la verse de repente tan desprotegida, se metió detrás del matorral más grande que encontró y se acurrucó contra sus propias rodillas deseando que aquel hombre pasara de largo.
Tras apenas un par de segundos se dio cuenta de lo cobarde que resultaba aquella actuación, tenía que hacer algo para ayudar y mientras pensaba que hacer, escuchó la voz del cazador que había perseguido a Iltharion. Aquello hizo que saliera de sus propias cavilaciones y con cuidado, aún detrás del matorral, sacara el arco y una flecha como buenamente pudo. Se alejó apenas unos centímetros del grueso del arbusto para no hacer demasiado ruido y se quitó el morral de los felinos, lo dejó en el suelo con cuidado y se quitó el abrigo con la misma delicadeza. Mientras se quitaba el abrigo, escuchó la voz del cazador llamar al otro y se tensó de inmediato “Mierda, mierda, mierda… Iltharion…” Su amigo probablemente estaría en apuros si aparecía aquel cazador de repente, nunca le había visto pelear pero supuso que enfrentarse contra dos hombres a la vez, probablemente fuera demasiado.
Al quitarse el abrigo, notó como el frío le golpeaba en todo el cuerpo haciendo que se estremeciera y comenzara a temblar, pero no era el momento para ponerse frioleros, necesitaba tener un pulso firme para poder ayudar en algo. De repente, recordó el plan de su compañero y esbozó una sonrisa ladeada “¿Irme? No te lo crees ni tú…” Wind podría estar asustada, pero no iba a abandonarle, especialmente cuando era ella la que les había metido en aquel lio.
Wind se volvió a colocar el morral con cuidado mientras el hombre se daba la vuelta y se dirigía hacia el bardo y miró con cuidado lo que estaba sucediendo. Tenía el arco en la mano y una flecha en la otra, en cuanto viera una oportunidad dispararía a aquel desalmado. Al menos, el cazador parecía haberse olvidado del llanto de los askki y además, el sonido quedaba más camuflado ahora por la pelea que estaba teniendo el elfo.
Se levantó, quedándose de rodillas sobre la nieve y notó como si pequeñas agujas se le clavaran, aun así, cargó el arco despacio y disparó al hombre que ya casi estaba dónde Iltharion. Consiguió darle en la espalda baja, con el frio no pudo apuntar demasiado bien pero por el aullido que aquel hombre soltó supuso que le dolía lo suficiente como para que perdiera movilidad.
El cazador se giró con los ojos inyectados en sangre por la ira y el dolor y cogió con fuerza la daga que tenía en el cinturón, haciendo caso omiso a la flecha que aún tenía clavada en la parte alta de la espalda. Lo siguiente sucedió demasiado rápido incluso para la elfa, que reaccionó de un modo automático: el hombre se abalanzó contra ella con la daga en la mano, cayeron al suelo dejando abierta la bolsa, Wind invocó al golem cuando se vio con aquel tipo encima de ella con la daga apuntando a su cuello mientras la elfa se esforzaba por sujetar su brazo.En aquella situación, no fue capaz de pensar en nada, por lo que mover al golem era imposible pero al quedar la bolsa abierta, uno de los cachorros salió torpemente, desorientado y tropezándose con sus propias patitas haciendo que el hombre desviara un momento la mirada, se distrajera y Wind aprovechó para golpearle con el golem en la nuca dejándolo inconsciente. Cayó sobre la elfa con todo su peso y la daga rozó su cuello haciendo que ésta soltara un grito ahogado por el dolor agudo.
Intentó quitarse al cazador de encima mientras los cachorros se revolvían en la bolsa y al no poder, hizo que el golem, lo apartara por ella con un par de movimientos. –Iltharion, ¿Estás bien?- Dijo a voz en grito, fue lo primero que pensó, no sabía si su amigo seguía consciente y estaba francamente preocupada. Se incorporó y metió al cachorro de nuevo en la bolsa, la cerró y se levantó despacio.
Ya había perdido de vista al elfo, esperaba que estuviera bien, pero en aquel momento no lo tenía demasiado sencillo pues la más mínima distracción podía acabar en un mal paso y en un ruido no deseado. Al final, la elfa, la verse de repente tan desprotegida, se metió detrás del matorral más grande que encontró y se acurrucó contra sus propias rodillas deseando que aquel hombre pasara de largo.
Tras apenas un par de segundos se dio cuenta de lo cobarde que resultaba aquella actuación, tenía que hacer algo para ayudar y mientras pensaba que hacer, escuchó la voz del cazador que había perseguido a Iltharion. Aquello hizo que saliera de sus propias cavilaciones y con cuidado, aún detrás del matorral, sacara el arco y una flecha como buenamente pudo. Se alejó apenas unos centímetros del grueso del arbusto para no hacer demasiado ruido y se quitó el morral de los felinos, lo dejó en el suelo con cuidado y se quitó el abrigo con la misma delicadeza. Mientras se quitaba el abrigo, escuchó la voz del cazador llamar al otro y se tensó de inmediato “Mierda, mierda, mierda… Iltharion…” Su amigo probablemente estaría en apuros si aparecía aquel cazador de repente, nunca le había visto pelear pero supuso que enfrentarse contra dos hombres a la vez, probablemente fuera demasiado.
Al quitarse el abrigo, notó como el frío le golpeaba en todo el cuerpo haciendo que se estremeciera y comenzara a temblar, pero no era el momento para ponerse frioleros, necesitaba tener un pulso firme para poder ayudar en algo. De repente, recordó el plan de su compañero y esbozó una sonrisa ladeada “¿Irme? No te lo crees ni tú…” Wind podría estar asustada, pero no iba a abandonarle, especialmente cuando era ella la que les había metido en aquel lio.
Wind se volvió a colocar el morral con cuidado mientras el hombre se daba la vuelta y se dirigía hacia el bardo y miró con cuidado lo que estaba sucediendo. Tenía el arco en la mano y una flecha en la otra, en cuanto viera una oportunidad dispararía a aquel desalmado. Al menos, el cazador parecía haberse olvidado del llanto de los askki y además, el sonido quedaba más camuflado ahora por la pelea que estaba teniendo el elfo.
Se levantó, quedándose de rodillas sobre la nieve y notó como si pequeñas agujas se le clavaran, aun así, cargó el arco despacio y disparó al hombre que ya casi estaba dónde Iltharion. Consiguió darle en la espalda baja, con el frio no pudo apuntar demasiado bien pero por el aullido que aquel hombre soltó supuso que le dolía lo suficiente como para que perdiera movilidad.
El cazador se giró con los ojos inyectados en sangre por la ira y el dolor y cogió con fuerza la daga que tenía en el cinturón, haciendo caso omiso a la flecha que aún tenía clavada en la parte alta de la espalda. Lo siguiente sucedió demasiado rápido incluso para la elfa, que reaccionó de un modo automático: el hombre se abalanzó contra ella con la daga en la mano, cayeron al suelo dejando abierta la bolsa, Wind invocó al golem cuando se vio con aquel tipo encima de ella con la daga apuntando a su cuello mientras la elfa se esforzaba por sujetar su brazo.En aquella situación, no fue capaz de pensar en nada, por lo que mover al golem era imposible pero al quedar la bolsa abierta, uno de los cachorros salió torpemente, desorientado y tropezándose con sus propias patitas haciendo que el hombre desviara un momento la mirada, se distrajera y Wind aprovechó para golpearle con el golem en la nuca dejándolo inconsciente. Cayó sobre la elfa con todo su peso y la daga rozó su cuello haciendo que ésta soltara un grito ahogado por el dolor agudo.
Intentó quitarse al cazador de encima mientras los cachorros se revolvían en la bolsa y al no poder, hizo que el golem, lo apartara por ella con un par de movimientos. –Iltharion, ¿Estás bien?- Dijo a voz en grito, fue lo primero que pensó, no sabía si su amigo seguía consciente y estaba francamente preocupada. Se incorporó y metió al cachorro de nuevo en la bolsa, la cerró y se levantó despacio.
Windorind Crownguard
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Re: [Cerrado]Polifonía de libertad [libre][interpretativo][3/3]
Ilthairon había sacó una de las dagas, dispuesto a terminar con su pelea con ese desdichado sujeto cuando el grito demasiado cercano del compañero del mismo robó su atención e hizo que el elfo se girara hacia el mismo, para ver entre los arbustos como el sujeto se encorvaba de dolor y tomaba otra dirección.
José no se distrajo tanto, por contra aprovecho que el elfo había sacado u cuchillo para torcerle la muñeca y hacer que el mismo se lo clavara en la pierna.
Iltharion soltó un grito de dolor, conco, mientras se giraba hacia el furtivo con la mandíbula tensa para contener el sufrimiento, y una mirada gélida y determinada. Arrancó la daga de su herida, pues aunque así esta sangraría con más profusión no le daba la oportunidad al cazador de hacerlo.
El furtivo llevó su mano al cinto, y a falta de dagas arrancó y destapó una de las abultadas y pequeñas filcretas. El momento en el que el elfo hundió la hoja de la daga en el cuello de aquel hombre dándole una rápida muerte, fue el mismo momento en el que este arrojaba sobre el bardo el contenido de la bota.
Un liquido blanco y pegajoso salpico al bardo en el rostro, haciendo que sus ojos escocieran como tocados por ascuas.
Iltharion se apartó del sujeto respirando agitadamente y limpiándose con una de sus enguantadas manos los ojos con desesperación, cerrando los mismos con fuerza como si de aquel modo fuera a pasar el dolor.
La voz de windorind le indicó que la muchacha estaba fuera de peligro, pues si no dudaba de que se hubiera expuesto a gritar y preguntar por el de aquella manera.
El hijo de Sandorai se agarró de la rugosa corteza de aquel árbol que había sido silencioso espectador de su contienda, y se ayudó del mismo para ponerse en pie.
Entreabrió lentamente los ojos, que aun le dolían, y solo vió figuras borrosas, las siluetas difuminadas de los árboles, el blanco del suelo, un bulto informe a lo lejos entre los arbustos, y una mancha azulada que se acercaba en su dirección la cual reconoció como la elfa.
-Podría estar peor.-Torció el gesto, y se dejó caer de costado recostando su hombro contra aquel espécimen de calor del invierno, mientras tomaba aire profundamente y se limpiaba la cara con la mano limpia. Alargó las manos hacia una rama y tomó algo de nieve para limpiar los guantes de esa sustancia viscosa, luego hizo lo propio del rostro, esperando que así pasara más rápido, y una vez con los guantes limpios de esa sustancia llevo uno de ellos hacia la herida de su pierna, presionando sobre la misma para parar la hemorragia.
-¿Me harías el favor de alcanzarme el morral?.- El trovador pidió entre dientes mientras se alejaba cojeando el sujeto que yacía en el suelo y cuya postura por ahora ocultaba la daga de la vista de la joven. No sabía si esta había visto un cadáver alguna vez, ni si se había deshecho a sangre fría de su propio agresor, pero prefería no arriesgarse a conducirla hacia algún estado de conmoción.
El hijo de los bosques caminaba con una mano discretamente colocada ante sí con miedo a caerse o desequilibrarse, no solo por la pierna si no por las manchas cada vez mas difusas de su entorno que le hacían marearse y volvian su equilibrio paulatinamente mas precario.
Por lo menos el bulto del otro sujeto en el suelo era suficientemente reconocible todavía para el bardo como para que fuera el destino de sus movimientos, queriendo comprobar cual era su estado, para asegurarse de que las cosas no se iban a poner peor.
José no se distrajo tanto, por contra aprovecho que el elfo había sacado u cuchillo para torcerle la muñeca y hacer que el mismo se lo clavara en la pierna.
Iltharion soltó un grito de dolor, conco, mientras se giraba hacia el furtivo con la mandíbula tensa para contener el sufrimiento, y una mirada gélida y determinada. Arrancó la daga de su herida, pues aunque así esta sangraría con más profusión no le daba la oportunidad al cazador de hacerlo.
El furtivo llevó su mano al cinto, y a falta de dagas arrancó y destapó una de las abultadas y pequeñas filcretas. El momento en el que el elfo hundió la hoja de la daga en el cuello de aquel hombre dándole una rápida muerte, fue el mismo momento en el que este arrojaba sobre el bardo el contenido de la bota.
Un liquido blanco y pegajoso salpico al bardo en el rostro, haciendo que sus ojos escocieran como tocados por ascuas.
Iltharion se apartó del sujeto respirando agitadamente y limpiándose con una de sus enguantadas manos los ojos con desesperación, cerrando los mismos con fuerza como si de aquel modo fuera a pasar el dolor.
La voz de windorind le indicó que la muchacha estaba fuera de peligro, pues si no dudaba de que se hubiera expuesto a gritar y preguntar por el de aquella manera.
El hijo de Sandorai se agarró de la rugosa corteza de aquel árbol que había sido silencioso espectador de su contienda, y se ayudó del mismo para ponerse en pie.
Entreabrió lentamente los ojos, que aun le dolían, y solo vió figuras borrosas, las siluetas difuminadas de los árboles, el blanco del suelo, un bulto informe a lo lejos entre los arbustos, y una mancha azulada que se acercaba en su dirección la cual reconoció como la elfa.
-Podría estar peor.-Torció el gesto, y se dejó caer de costado recostando su hombro contra aquel espécimen de calor del invierno, mientras tomaba aire profundamente y se limpiaba la cara con la mano limpia. Alargó las manos hacia una rama y tomó algo de nieve para limpiar los guantes de esa sustancia viscosa, luego hizo lo propio del rostro, esperando que así pasara más rápido, y una vez con los guantes limpios de esa sustancia llevo uno de ellos hacia la herida de su pierna, presionando sobre la misma para parar la hemorragia.
-¿Me harías el favor de alcanzarme el morral?.- El trovador pidió entre dientes mientras se alejaba cojeando el sujeto que yacía en el suelo y cuya postura por ahora ocultaba la daga de la vista de la joven. No sabía si esta había visto un cadáver alguna vez, ni si se había deshecho a sangre fría de su propio agresor, pero prefería no arriesgarse a conducirla hacia algún estado de conmoción.
El hijo de los bosques caminaba con una mano discretamente colocada ante sí con miedo a caerse o desequilibrarse, no solo por la pierna si no por las manchas cada vez mas difusas de su entorno que le hacían marearse y volvian su equilibrio paulatinamente mas precario.
Por lo menos el bulto del otro sujeto en el suelo era suficientemente reconocible todavía para el bardo como para que fuera el destino de sus movimientos, queriendo comprobar cual era su estado, para asegurarse de que las cosas no se iban a poner peor.
Iltharion Dur'Falas
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Re: [Cerrado]Polifonía de libertad [libre][interpretativo][3/3]
Wind se terminó de incorporar mientras sentía como todos sus huesos estaban doloridos y notaba el dolor agudo que procedía de su cuello. Una vez de pie, miró hacia dónde suponía que estaba Iltharion y le vio sujetándose contra el árbol con una pierna ensangrentada – ¡Cielos!- Le miró preocupada un instante sin ser capaz de moverse para acto seguido salir corriendo hacia él.
Cuando llegó hasta él, vio que tenía algún tipo de sustancia en la cara que la elfa no era capaz de reconocer con exactitud. Aquello se le había pegado a la cara y a los guantes y parecía que tan sólo estaba convirtiéndose en un mejunje cada vez más esparcido por todas partes. Wind observó cómo el elfo se quitaba el grueso de la sustancia de la cara pero no toda, así que hizo una mueca al ver que él había dado esa tarea por finalizada y sacó una tela de su morral, la humedeció con la nieve e intentó quitar poco a poco los restos de aquello de su cara –Quieto, si no te lo quitas todo probablemente no deje de dolerte- Intentó parecer pausada y calmada, como si fuera lo más normal del mundo, después de aquel aviso, la joven comenzó a quitarle los restos poco a poco, con cuidado de no hacerle daño o al menos, intentando no hacerlo mientras Iltharion se tapaba la herida de la pierna con las manos.
Por un momento, mientras le limpiaba se olvidó de los askki que aún lloraban en el morral, del frío que sentía en su cuerpo sin abrigo y el motivo que les había llevado a aquella situación pero cuando el bardo pidió su bolsa, Wind recordó que los cachorros aún estaban dentro del morral así que los sacó con cuidado, uno a uno y los dejó en el suelo para, acto seguido pasarle la bolsa al bardo -¿Tienes algo para solucionar lo de ese mejunje?- Lo miró algo extrañada, pero esperó que así fuera pues no sabía si aquello podía llegar a causarle algún daño permanente.
Una vez dejó a los animales en el suelo se acercó al bardo, que ya había avanzado y le dio el morral -¿No te sería más cómodo apoyarte en mi?- Al verle caminar con semejante cojera por la herida, no pudo evitar preocuparse así que, sin esperar una respuesta se colocó al lado del elfo, le cogió la mano que tenía ligeramente levantada y la puso en el pequeño hombro de la elfa para que él pudiera moverse mejor –Como bastón sirvo… Tengo la altura adecuada- Esbozó una pequeña sonrisa y contempló al bardo, que probablemente no tenía demasiado humor para bromas así que borró la sonrisa y caminó en silencio siguiendo al elfo hasta el hombre que ella había dejado inconsciente tras los matorrales.
-No está muerto…- Comentó Wind antes de que el propio bardo preguntara –Parece que respira, tan solo le di un golpe en la nuca y una… flecha en la espalda- Aclaró, pues sentía que lo menos que debía era una explicación de lo que había sucedido.
Lo ocurrido con los cazadores sentía que era su culpa, si no hubiera querido salvar a los askki, ahora su compañero no tendría la herida en la pierna ni dolor en el rostro. Aquellos pensamientos la evadieron completamente de sus propios problemas, como el corte que aún tenía en el cuello y la falta de abrigo en aquel helado paraje. Además, ella carecía de los conocimientos para ayudar a Iltharion pues las ideas que tenía sobre primeros auxilios eran más bien nulas. Así que, ante semejante panorama, guardó silencio e intentó ayudar al elfo en todo lo posible.
Cuando llegó hasta él, vio que tenía algún tipo de sustancia en la cara que la elfa no era capaz de reconocer con exactitud. Aquello se le había pegado a la cara y a los guantes y parecía que tan sólo estaba convirtiéndose en un mejunje cada vez más esparcido por todas partes. Wind observó cómo el elfo se quitaba el grueso de la sustancia de la cara pero no toda, así que hizo una mueca al ver que él había dado esa tarea por finalizada y sacó una tela de su morral, la humedeció con la nieve e intentó quitar poco a poco los restos de aquello de su cara –Quieto, si no te lo quitas todo probablemente no deje de dolerte- Intentó parecer pausada y calmada, como si fuera lo más normal del mundo, después de aquel aviso, la joven comenzó a quitarle los restos poco a poco, con cuidado de no hacerle daño o al menos, intentando no hacerlo mientras Iltharion se tapaba la herida de la pierna con las manos.
Por un momento, mientras le limpiaba se olvidó de los askki que aún lloraban en el morral, del frío que sentía en su cuerpo sin abrigo y el motivo que les había llevado a aquella situación pero cuando el bardo pidió su bolsa, Wind recordó que los cachorros aún estaban dentro del morral así que los sacó con cuidado, uno a uno y los dejó en el suelo para, acto seguido pasarle la bolsa al bardo -¿Tienes algo para solucionar lo de ese mejunje?- Lo miró algo extrañada, pero esperó que así fuera pues no sabía si aquello podía llegar a causarle algún daño permanente.
Una vez dejó a los animales en el suelo se acercó al bardo, que ya había avanzado y le dio el morral -¿No te sería más cómodo apoyarte en mi?- Al verle caminar con semejante cojera por la herida, no pudo evitar preocuparse así que, sin esperar una respuesta se colocó al lado del elfo, le cogió la mano que tenía ligeramente levantada y la puso en el pequeño hombro de la elfa para que él pudiera moverse mejor –Como bastón sirvo… Tengo la altura adecuada- Esbozó una pequeña sonrisa y contempló al bardo, que probablemente no tenía demasiado humor para bromas así que borró la sonrisa y caminó en silencio siguiendo al elfo hasta el hombre que ella había dejado inconsciente tras los matorrales.
-No está muerto…- Comentó Wind antes de que el propio bardo preguntara –Parece que respira, tan solo le di un golpe en la nuca y una… flecha en la espalda- Aclaró, pues sentía que lo menos que debía era una explicación de lo que había sucedido.
Lo ocurrido con los cazadores sentía que era su culpa, si no hubiera querido salvar a los askki, ahora su compañero no tendría la herida en la pierna ni dolor en el rostro. Aquellos pensamientos la evadieron completamente de sus propios problemas, como el corte que aún tenía en el cuello y la falta de abrigo en aquel helado paraje. Además, ella carecía de los conocimientos para ayudar a Iltharion pues las ideas que tenía sobre primeros auxilios eran más bien nulas. Así que, ante semejante panorama, guardó silencio e intentó ayudar al elfo en todo lo posible.
Windorind Crownguard
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Iltharion detuvo sus manos cuando notó las atenciones de la muchacha, y el paño húmedo sobre el rostro con el que parecía estar retirando los restos de esa lechosa sustancia. Se agachó un poco para que le fuera mas cómodo a la elfa, a fin de cuentas aquella consideración los beneficiaba a ambos.
El líquido fue desapareciendo de su rostro gracias a los cuidadosos y minuciosos gestos de Windorind, y aunque los ojos no dejaron de arderle al trovador, si que se le alivió bastante el escozor al no ir absorbiendo mas porquería de aquella.
-Ni siquiera sé que es lo del mejunje.-Admitió con desánimo, mientras parpadeaba con lentitud, intentando abrir los ojos por una rendija nuevamente, pero no hallando mas que formas y colores aún mas difusos que antes, lo que fuera que fuese aquel liquido lo había absorbido, y estaba empezando a hacer efecto en su cuerpo.
Iltharion se forzó a mantener la calma, aunque por un instante no pudo evitar que le temblara el pulso ante la expectativa de que aquella empezara a ser su visión a partir de entonces. Se acordó del vampiro de la ciudad, quien se había quedado relegado a esconderse ne un solo rincón del mundo, desvalido y valiéndose del dinero para poder subsistir en aquel nido de ratas, y se le encogió el estómago. Por primera vez en mucho tiempo Iltharion tuvo ganas de vomitar, y sintió como la sangre de su cuerpo lo abandonaba hasta las rodillas.
El tacto de la mano de la elfa lo devolvió al presente y lo alejó como un faro de aquellos terribles pensamientos que amenazaban en cernirse sobre el en cualquier momento.
-Gracias.-Murmuró con voz queda aun algo turbado mientras hacía sendos esfuerzos para recobrar la lucidez y la calma que siempre lo habían caracterizado.
Tomó el morral y agarró uno de los manojos de hierbas, se lo acercó a la nariz y lo guardó de vuelta, hizo lo mismo con varios manojos de tomillo hasta que finalmente halló uno de barrimoth. Separó una parte del ramillete de plantas y empezó a masticarlo concienzudamente, y cuando se volvió una pasta mas o menos uniforme, y espesa, lo agarró con las manos, destapando por primera vez la herida, y colocó el mejunje en la misma tapando la rendija que había dejado la daga. A su vez rebuscó hasta dar con un trapo con el que se ató esa mezcla a la herida, un vendaje sumamente improvisado para ayudar a detener el sangrado y evitar que el mismo moviera el ungüento que había fabricado de la herida.
-Lamento tener que usarla de bastón.-Se disculpó el elfo volviendo a sostenerse en la jovencita una vez terminó su precaria atención sobre si mismo, y se dejó guiar hasta el cuerpo del truhan que yacía sobre la nieve.
El Bardo se soltó uan evz mas de la muchacha, y se inclinó obre el hombre, tanteando su cuerpo tanto apra buscar la flecha en su espalda como para colocar un par de dedos en su cuello en busc de la yugular y poder controlar su pulso.
Estaba vivo. El bardo dudo un instante entre dejarlo así, pudiendo ese sujeto despertar en cualquier momento, y probablemente habiendo visto el rostro de la muchacha, o hacer una buena obra por una vez, no mas difícil que ejercer una leve presión con una mano. Se inclinó, por una vez por lo que consideró altruista, y con la mano con la que sostenía la flecha, y cuidando siempre de que su propio cuerpo quedara entre el mercenario y la mujer para que esta no se percatara de lo que hacía, empujó la misma mas profundo, de forma de que por angulo le perforara el intestino, y la volvió a hacer emerger dejándola como estaba en un comienzo.
Aquello no evitaría que el hombre despertara, pues tardaría muchas horas en desangrarse internamente, pero el elfo sabía que no sobreviviría a esa herida.
-Es posible que tuvieran a los padres cerca, quizás deberíamos llevarnos a las crías para que no se las coma un predador y buscar en donde tienen a los adultos...aun no comen por si solos, así que no sobrevivirán sin ayuda.-Mencionó el bardo intentando centrar la atención de ambos en eso, en vez de en el mal momento que habían pasado.
Iltharion se puso en pie y se giró hacia la muchacha.
-Habrá que darse prisa si no queremos que se levante y nos encuentre aquí todavía.-Señaló al hombre yaciente con la cabeza.
El líquido fue desapareciendo de su rostro gracias a los cuidadosos y minuciosos gestos de Windorind, y aunque los ojos no dejaron de arderle al trovador, si que se le alivió bastante el escozor al no ir absorbiendo mas porquería de aquella.
-Ni siquiera sé que es lo del mejunje.-Admitió con desánimo, mientras parpadeaba con lentitud, intentando abrir los ojos por una rendija nuevamente, pero no hallando mas que formas y colores aún mas difusos que antes, lo que fuera que fuese aquel liquido lo había absorbido, y estaba empezando a hacer efecto en su cuerpo.
Iltharion se forzó a mantener la calma, aunque por un instante no pudo evitar que le temblara el pulso ante la expectativa de que aquella empezara a ser su visión a partir de entonces. Se acordó del vampiro de la ciudad, quien se había quedado relegado a esconderse ne un solo rincón del mundo, desvalido y valiéndose del dinero para poder subsistir en aquel nido de ratas, y se le encogió el estómago. Por primera vez en mucho tiempo Iltharion tuvo ganas de vomitar, y sintió como la sangre de su cuerpo lo abandonaba hasta las rodillas.
El tacto de la mano de la elfa lo devolvió al presente y lo alejó como un faro de aquellos terribles pensamientos que amenazaban en cernirse sobre el en cualquier momento.
-Gracias.-Murmuró con voz queda aun algo turbado mientras hacía sendos esfuerzos para recobrar la lucidez y la calma que siempre lo habían caracterizado.
Tomó el morral y agarró uno de los manojos de hierbas, se lo acercó a la nariz y lo guardó de vuelta, hizo lo mismo con varios manojos de tomillo hasta que finalmente halló uno de barrimoth. Separó una parte del ramillete de plantas y empezó a masticarlo concienzudamente, y cuando se volvió una pasta mas o menos uniforme, y espesa, lo agarró con las manos, destapando por primera vez la herida, y colocó el mejunje en la misma tapando la rendija que había dejado la daga. A su vez rebuscó hasta dar con un trapo con el que se ató esa mezcla a la herida, un vendaje sumamente improvisado para ayudar a detener el sangrado y evitar que el mismo moviera el ungüento que había fabricado de la herida.
-Lamento tener que usarla de bastón.-Se disculpó el elfo volviendo a sostenerse en la jovencita una vez terminó su precaria atención sobre si mismo, y se dejó guiar hasta el cuerpo del truhan que yacía sobre la nieve.
El Bardo se soltó uan evz mas de la muchacha, y se inclinó obre el hombre, tanteando su cuerpo tanto apra buscar la flecha en su espalda como para colocar un par de dedos en su cuello en busc de la yugular y poder controlar su pulso.
Estaba vivo. El bardo dudo un instante entre dejarlo así, pudiendo ese sujeto despertar en cualquier momento, y probablemente habiendo visto el rostro de la muchacha, o hacer una buena obra por una vez, no mas difícil que ejercer una leve presión con una mano. Se inclinó, por una vez por lo que consideró altruista, y con la mano con la que sostenía la flecha, y cuidando siempre de que su propio cuerpo quedara entre el mercenario y la mujer para que esta no se percatara de lo que hacía, empujó la misma mas profundo, de forma de que por angulo le perforara el intestino, y la volvió a hacer emerger dejándola como estaba en un comienzo.
Aquello no evitaría que el hombre despertara, pues tardaría muchas horas en desangrarse internamente, pero el elfo sabía que no sobreviviría a esa herida.
-Es posible que tuvieran a los padres cerca, quizás deberíamos llevarnos a las crías para que no se las coma un predador y buscar en donde tienen a los adultos...aun no comen por si solos, así que no sobrevivirán sin ayuda.-Mencionó el bardo intentando centrar la atención de ambos en eso, en vez de en el mal momento que habían pasado.
Iltharion se puso en pie y se giró hacia la muchacha.
-Habrá que darse prisa si no queremos que se levante y nos encuentre aquí todavía.-Señaló al hombre yaciente con la cabeza.
Iltharion Dur'Falas
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Wind pensó con cierto temor que aquel líquido pudiera tener algún efecto doloroso demasiado permanente y la culpabilidad empezaba a hacer mella en ella. –Si supiera que es… tal vez podría hacer algo…- Suspiró resignada, cuadró los hombros intentando sobreponerse a su pesimismo y procedió a hacer de bastón.
El elfo parecía algo tenso, era la primera vez que la joven no le veía relajado y aquello hizo que se preocupara aún más. ¿Qué podía hacer ella para ayudar? No era capaz de reconocer aquel líquido blancuzco y sin saber eso no podría pensar en alguna poción o mejunje que le ayudara… ¿No?
La joven observó la rudimentaria curación que su compañero se estaba aplicando a sí mismo y se maldijo por no saber si quiera algo de primeros auxilios. Mientras éste rebuscaba en su morral, Wind le ayudó a sujetar el mejunje de la pierna para que, al menos, no se moviera de su sitio. –Esperemos que ese vendaje dure- Le miró y se dio cuenta que él, probablemente, estuviera esperando lo mismo, después, volvió a coger el morral de Iltharion para que éste tuviese que cargar con el menor peso posible.
-No es nada, es lo menos que puedo hacer- Esbozó una pequeña sonrisa y dirigió al elfo hasta el cuerpo del bandido que estaba tirado en el suelo, aún inconsciente. Ese hombre le daba escalofríos, era un bandido, un cazador furtivo que pretendía dañar a aquellos pequeños askki que aún caminaban tropezándose entre ellos.
Wind no se percató cuando el elfo se separó de ella, pues aquellos pensamientos ocupaban toda su mente. Se quedó quieta unos segundos, mirando a la nada pero una pequeña brisa hizo que un escalofrío recorriera su espalda y reaccionara de nuevo. Apenas reaccionó cuando vio de lejos una pequeña hierba amarilla, medio pisoteada y escondida por la nieve, la elfa supo casi de inmediato que era aquello, podía ayudar al elfo si aquella planta era lo que creía que era así que salió corriendo un par de metros hasta la pequeña planta, que apenas era un hilo amarillo y verde y la arrancó del suelo con las raíces incluidas para evitar dañarla ya que no tenía material suficiente para cortarla.
En cuanto, la tuvo en la mano supo que aquello era [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], la había visto en libros y Turion le había hablado de ella y, aunque no recordaba todas sus propiedades sí que sabía que haciendo una infusión con sus semillas, podría sanar los ojos de su compañero.
Volvió hasta donde estaba el bardo y le sonrió con más felicidad de la que había mostrado en todo aquel día en conjunto. En cuanto fue a hablar Iltharion comenzó a explicar la situación, así que permaneció en silencio, aún con aquella sonrisa en el rostro –Estoy de acuerdo…Después de todo esto, no podemos dejarles aquí- La joven aprovechó para recoger su abrigo y ponérselo y procedió a contarle al bardo su hallazgo.
–Está inconsciente, tenemos tiempo, tengo una gran noticia- Ensanchó la sonrisa y comenzó a explicarle su hallazgo –Puedo quitarse esa fea infección- Lo dijo con una voz cantarina, orgullosa de su propia suerte –Mira lo que tengo. He encontrado una Acruire agria allí, entre la nieve. Con una infusión, se te puede quitar el dolor- Tenía la planta en la mano y estaba completamente exaltada por poder serle de utilidad al bardo.
Sin que él diera su visto bueno, le cogió la mano y comenzó a andar de espaldas, con cuidado de no tropezarse –Vamos, tenemos que recoger a los askki y encontrar algún sitio sin nieve- Una vez delante de los cachorritos, los recogió metiéndolos en el morral de nuevo y se dio cuenta de lo suaves que eran, eran como los peluches que tenían los niños de las familias nobles. Se rió ante su propia idea y volvió a coger a Iltharion de la mano para volver a caminar, despacio, hasta un pequeño hueco sin nieve que había en el suelo. –Tenemos que encender un fuego…- Wind miró a su alrededor buscando algo que le sirviera para aquella misión pues, aunque tenía un poco de aceite en un frasquito, necesitaba algunas ramas más o menos secas.
En apenas unos instantes, localizó algunas que supuso, estaban poco húmedas por haber estado justo debajo de un matorral, las apiló y les echó el aceite por encima -¿Puedes encenderlo tú?- Wind no tenía nada para encenderlo y cuando el elfo lo hizo, Wind puso su propia botella de agua encima y le añadió las semillas, una a una, tal y como había leído en los manuales –Sólo falta esperar, se supone que estará en cuanto hierva- Sonrió al bardo y esperó.
Cuando empezó a hervir, Wind le tendió la bebida al elfo y esperó a que este se la tomara -¿Cómo estás?
Off rol: Profesión: Alquimia
El elfo parecía algo tenso, era la primera vez que la joven no le veía relajado y aquello hizo que se preocupara aún más. ¿Qué podía hacer ella para ayudar? No era capaz de reconocer aquel líquido blancuzco y sin saber eso no podría pensar en alguna poción o mejunje que le ayudara… ¿No?
La joven observó la rudimentaria curación que su compañero se estaba aplicando a sí mismo y se maldijo por no saber si quiera algo de primeros auxilios. Mientras éste rebuscaba en su morral, Wind le ayudó a sujetar el mejunje de la pierna para que, al menos, no se moviera de su sitio. –Esperemos que ese vendaje dure- Le miró y se dio cuenta que él, probablemente, estuviera esperando lo mismo, después, volvió a coger el morral de Iltharion para que éste tuviese que cargar con el menor peso posible.
-No es nada, es lo menos que puedo hacer- Esbozó una pequeña sonrisa y dirigió al elfo hasta el cuerpo del bandido que estaba tirado en el suelo, aún inconsciente. Ese hombre le daba escalofríos, era un bandido, un cazador furtivo que pretendía dañar a aquellos pequeños askki que aún caminaban tropezándose entre ellos.
Wind no se percató cuando el elfo se separó de ella, pues aquellos pensamientos ocupaban toda su mente. Se quedó quieta unos segundos, mirando a la nada pero una pequeña brisa hizo que un escalofrío recorriera su espalda y reaccionara de nuevo. Apenas reaccionó cuando vio de lejos una pequeña hierba amarilla, medio pisoteada y escondida por la nieve, la elfa supo casi de inmediato que era aquello, podía ayudar al elfo si aquella planta era lo que creía que era así que salió corriendo un par de metros hasta la pequeña planta, que apenas era un hilo amarillo y verde y la arrancó del suelo con las raíces incluidas para evitar dañarla ya que no tenía material suficiente para cortarla.
En cuanto, la tuvo en la mano supo que aquello era [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], la había visto en libros y Turion le había hablado de ella y, aunque no recordaba todas sus propiedades sí que sabía que haciendo una infusión con sus semillas, podría sanar los ojos de su compañero.
Volvió hasta donde estaba el bardo y le sonrió con más felicidad de la que había mostrado en todo aquel día en conjunto. En cuanto fue a hablar Iltharion comenzó a explicar la situación, así que permaneció en silencio, aún con aquella sonrisa en el rostro –Estoy de acuerdo…Después de todo esto, no podemos dejarles aquí- La joven aprovechó para recoger su abrigo y ponérselo y procedió a contarle al bardo su hallazgo.
–Está inconsciente, tenemos tiempo, tengo una gran noticia- Ensanchó la sonrisa y comenzó a explicarle su hallazgo –Puedo quitarse esa fea infección- Lo dijo con una voz cantarina, orgullosa de su propia suerte –Mira lo que tengo. He encontrado una Acruire agria allí, entre la nieve. Con una infusión, se te puede quitar el dolor- Tenía la planta en la mano y estaba completamente exaltada por poder serle de utilidad al bardo.
Sin que él diera su visto bueno, le cogió la mano y comenzó a andar de espaldas, con cuidado de no tropezarse –Vamos, tenemos que recoger a los askki y encontrar algún sitio sin nieve- Una vez delante de los cachorritos, los recogió metiéndolos en el morral de nuevo y se dio cuenta de lo suaves que eran, eran como los peluches que tenían los niños de las familias nobles. Se rió ante su propia idea y volvió a coger a Iltharion de la mano para volver a caminar, despacio, hasta un pequeño hueco sin nieve que había en el suelo. –Tenemos que encender un fuego…- Wind miró a su alrededor buscando algo que le sirviera para aquella misión pues, aunque tenía un poco de aceite en un frasquito, necesitaba algunas ramas más o menos secas.
En apenas unos instantes, localizó algunas que supuso, estaban poco húmedas por haber estado justo debajo de un matorral, las apiló y les echó el aceite por encima -¿Puedes encenderlo tú?- Wind no tenía nada para encenderlo y cuando el elfo lo hizo, Wind puso su propia botella de agua encima y le añadió las semillas, una a una, tal y como había leído en los manuales –Sólo falta esperar, se supone que estará en cuanto hierva- Sonrió al bardo y esperó.
Cuando empezó a hervir, Wind le tendió la bebida al elfo y esperó a que este se la tomara -¿Cómo estás?
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Windorind Crownguard
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Re: [Cerrado]Polifonía de libertad [libre][interpretativo][3/3]
Iltharion creyó reconocer el nombre de la planta que mencionaba la muchacha con entusiasmo, pero no fue hasta que esta comentó su función que el elfo recordó las infusiones para aliviar las afecciones oculares o las cegueras, e incluso algunos venenos leves que afectaban la vista.
El bardó esbozó una ligera sonrisa que ocultaba un gran alivio ante el hallazgo de la muchacha, y se dejó guiar ciegamente, nunca mejor dicho, por aquella damita que era como un faro en la tormenta que constituían las confusas manchas que bailaban ante sus ojos, y que vagamente reconocía como arboles y arbustos sobre la blancura del suelo.
El elfo reconoció cuando la muchacha se puso a recoger a los pequeños aski por los lloriqueos de los mismos, o sus maullidos que reclamaban atención y cobijo, y que quedaron algo mas apagados una vez se encontraron dentro del morral, quizás por el aislamiento de las telas, o por el calor del lugar, puede que por un poco de ambas.
Iltharion aguardó hasta que la muchacha lo guió de nuevo hacia un lugar mas seco, alejado de los cadáveres de aquellos hombres a los que la muchacha debía considerar inconscientes, y se agachó cuando se percató de que estaba tratando de crear una fogata.
-No se preocupe.-Asintió sacando de sus pertenencias un pedernal con el que prendió tras algunos pocos intentos fallidos los leños aceitosos que había dispuesto la joven.
El bardo permaneció en cuclillas, observando los borrones de la muchacha haciendo cosas en el fuego, tratando de imaginar los detalles que su vista no podía enfocar en aquel momento, disfrutando del escaso calor que emitía tanto el fuego que habían hecho como los rayos de media mañana que atravesaban las ramas peladas de los árboles que se entrelazaban sobre sus cabezas sin cubrirlas del tiempo.
-No se que había hecho sin su ayuda.-Tomó la infusión que la joven le extendió, y tomó de la misma ignorando como el liquidó le quemaba la lengua. La desesperación por no ver era superior a sentir como se escaldaba dicho apéndice, y aunque tubo el impulso de arrojar la bota de agua en cuanto el liquido elemento le quemó la garganta, se obligó a no hacerlo, tal y como se había obligado a disimular la desesperación que le generaba la perdida de un sentido tan importante para el como lo era su visión.
Iltharion dio varios tragos y separó la filcreta. Presionó la mandíbula y cerro pausadamente los ojos, para no obsesionarse con fijarse si veía un atisbo mas detallado o menos a cada segundo que pasaba.
El trovador tardo unos segundos en volver a abrir sus ojos, y aunque aquel brebaje no era mágico, si que reconocía como las siluetas habían cobrado nitidez. Difícilmente podría leer, pero podría identificar las cosas con mucha mas facilidad. Probablemente si seguía tomando de ese brebaje con asiduidad durante las próximas jornadas pudiera depurar en su totalidad aquel veneno.
Mas allá de los efos, a media bajada del monticulo, había un par de animales de carga que habían permanecido a los sujetos a quienes habían dado muerte los hijos de Sandorai. Las monturas que no volverían a reclamar en vida cargaban con unas pocas pertenencias mas de abrigo, unos petates con algo de pan, queso y vino por si su expedición se alargaba, y un par de botas con aguamiel por si el frío empezaba a calar en sus ropas. Nada tenían de especial que los identificara como los transportes de los furtivos, nada a excepción de algunos aski adultos muertos, atados entre si por las colas para mas comodidad, cuyos cuerpos exponían los restos de saetas partidas, arma usada para acabar con los adultos sin arruinar sus pieles, entre los cuales se encontraba uno de ellos de un brillante magenta, y otro de un rojo intenso, colores que se mezclaban entre los cachorros que cuidaba windorin con esmero. También cargaban atadas a las sillas de montar un par de jaulas de mimbre vacías dispuestas para las crías, lo suficientemente mansas como para venderlas, cotizadas como ingrediente o mascota en las latitudes mas meridionales del continente.
El bardó esbozó una ligera sonrisa que ocultaba un gran alivio ante el hallazgo de la muchacha, y se dejó guiar ciegamente, nunca mejor dicho, por aquella damita que era como un faro en la tormenta que constituían las confusas manchas que bailaban ante sus ojos, y que vagamente reconocía como arboles y arbustos sobre la blancura del suelo.
El elfo reconoció cuando la muchacha se puso a recoger a los pequeños aski por los lloriqueos de los mismos, o sus maullidos que reclamaban atención y cobijo, y que quedaron algo mas apagados una vez se encontraron dentro del morral, quizás por el aislamiento de las telas, o por el calor del lugar, puede que por un poco de ambas.
Iltharion aguardó hasta que la muchacha lo guió de nuevo hacia un lugar mas seco, alejado de los cadáveres de aquellos hombres a los que la muchacha debía considerar inconscientes, y se agachó cuando se percató de que estaba tratando de crear una fogata.
-No se preocupe.-Asintió sacando de sus pertenencias un pedernal con el que prendió tras algunos pocos intentos fallidos los leños aceitosos que había dispuesto la joven.
El bardo permaneció en cuclillas, observando los borrones de la muchacha haciendo cosas en el fuego, tratando de imaginar los detalles que su vista no podía enfocar en aquel momento, disfrutando del escaso calor que emitía tanto el fuego que habían hecho como los rayos de media mañana que atravesaban las ramas peladas de los árboles que se entrelazaban sobre sus cabezas sin cubrirlas del tiempo.
-No se que había hecho sin su ayuda.-Tomó la infusión que la joven le extendió, y tomó de la misma ignorando como el liquidó le quemaba la lengua. La desesperación por no ver era superior a sentir como se escaldaba dicho apéndice, y aunque tubo el impulso de arrojar la bota de agua en cuanto el liquido elemento le quemó la garganta, se obligó a no hacerlo, tal y como se había obligado a disimular la desesperación que le generaba la perdida de un sentido tan importante para el como lo era su visión.
Iltharion dio varios tragos y separó la filcreta. Presionó la mandíbula y cerro pausadamente los ojos, para no obsesionarse con fijarse si veía un atisbo mas detallado o menos a cada segundo que pasaba.
El trovador tardo unos segundos en volver a abrir sus ojos, y aunque aquel brebaje no era mágico, si que reconocía como las siluetas habían cobrado nitidez. Difícilmente podría leer, pero podría identificar las cosas con mucha mas facilidad. Probablemente si seguía tomando de ese brebaje con asiduidad durante las próximas jornadas pudiera depurar en su totalidad aquel veneno.
Mas allá de los efos, a media bajada del monticulo, había un par de animales de carga que habían permanecido a los sujetos a quienes habían dado muerte los hijos de Sandorai. Las monturas que no volverían a reclamar en vida cargaban con unas pocas pertenencias mas de abrigo, unos petates con algo de pan, queso y vino por si su expedición se alargaba, y un par de botas con aguamiel por si el frío empezaba a calar en sus ropas. Nada tenían de especial que los identificara como los transportes de los furtivos, nada a excepción de algunos aski adultos muertos, atados entre si por las colas para mas comodidad, cuyos cuerpos exponían los restos de saetas partidas, arma usada para acabar con los adultos sin arruinar sus pieles, entre los cuales se encontraba uno de ellos de un brillante magenta, y otro de un rojo intenso, colores que se mezclaban entre los cachorros que cuidaba windorin con esmero. También cargaban atadas a las sillas de montar un par de jaulas de mimbre vacías dispuestas para las crías, lo suficientemente mansas como para venderlas, cotizadas como ingrediente o mascota en las latitudes mas meridionales del continente.
Iltharion Dur'Falas
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Re: [Cerrado]Polifonía de libertad [libre][interpretativo][3/3]
Wind observó atentamente todas las reacciones de su compañero pues no tenía demasiado claro si aquello le dolería o simplemente se desvanecería el dolor hasta desparecer sin dejar rastro. De hecho, la elfa ni siquiera sabía si con una sola infusión era suficiente o si una sola planta no sería demasiado efectiva. Aún con todo, Wind se esforzó en ser optimista, en pensar que con aquella pequeña planta tendría suficiente para que su compañero recuperara completamente la visión y que podrían encontrar a los padres de los askki de un modo más sencillo sin que el elfo estuviera medio ciego.
Cuando Iltharion volvió a abrir los ojos, Wind suspiró aliviada pues la rojez que tenía alrededor de los mismos se había desvanecido bastante –Tomate el resto de la infusión poco a poco. Entera.- se sintió como una madre cuando regañaba a sus hijos por no tomar un jarabe -¿Está bueno al menos?- Se rió por lo bajo y espero a que el elfo terminara de habituarse para reemprender el camino hasta los askki.
Una vez estuvieron ambos preparados para emprender el camino, comenzaron a andar en la misma dirección de la que habían venido aquellos tipos que ahora yacían en el suelo. No debían de venir de demasiado lejos pues se escuchaban ruidos de animales cada poco tiempo que venían de algún lugar cercano así que, siguieron los ruidos y tras unos minutos caminando llegaron hasta un par de animales de carga que parecían solos “Estos deben ser los animales de los cazadores…” Una vez localizadas las monturas, Wind miró a su alrededor para asegurarse que no habían más cazadores furtivos y examinó de lejos lo que transportaban aquellos animales.
Apenas tardó unos segundos en darse cuenta que, a parte de algunas cosas de uso común, habían unos cuantos askki, colgados y atados por la cola y cuando Wind enfocó un poco mejor la vista se percató de que aquellos animales estaban muertos –Oh cielos…- Ahogó un grito y no pudo evitar susurrar aquellas palabras como si de esa manera lo que estaba viendo no fuera real –Cielos, cielos, cielos….- Se quedó petrificada ante los pequeños animales que allí estaban colgados y se dio cuenta, que probablemente los padres de las crías que aún lloraban en el morral formarían parte de aquella matanza de animales. Tras examinarlos de lejos, efectivamente, los padres allí estaban pues los colores del pelo eran bastante similares al de los cachorros que trasportaban.
Sin pensarlo mucho más, Wind abrió la bolsa y cogió un asski al azar del pellejo, lo levantó hasta su rostro y se preguntó cómo podían ser tan crueles como para matar a aquellos animales a sangre fría. Después lo abrazó y volvió a meter en la bosa con un sonoro suspiro –Que horrible…- Miró a su compañero desesperanzada esperando algún tipo de consuelo que, probablemente, no sería suficiente y empezó a penar que deberían hacer ahora.
-¿Y ahora? Los cachorros no sobrevivirán solos…- Wind no sabía cómo solucionar el problema, pero esperaba que Iltharion tuviera alguna buena idea pues, a falta de una idea propia, seguiría a su compañero hasta dónde fuera necesario con tal de ayudar a los pequeños askki que trasportaban en el morral.
Cuando Iltharion volvió a abrir los ojos, Wind suspiró aliviada pues la rojez que tenía alrededor de los mismos se había desvanecido bastante –Tomate el resto de la infusión poco a poco. Entera.- se sintió como una madre cuando regañaba a sus hijos por no tomar un jarabe -¿Está bueno al menos?- Se rió por lo bajo y espero a que el elfo terminara de habituarse para reemprender el camino hasta los askki.
Una vez estuvieron ambos preparados para emprender el camino, comenzaron a andar en la misma dirección de la que habían venido aquellos tipos que ahora yacían en el suelo. No debían de venir de demasiado lejos pues se escuchaban ruidos de animales cada poco tiempo que venían de algún lugar cercano así que, siguieron los ruidos y tras unos minutos caminando llegaron hasta un par de animales de carga que parecían solos “Estos deben ser los animales de los cazadores…” Una vez localizadas las monturas, Wind miró a su alrededor para asegurarse que no habían más cazadores furtivos y examinó de lejos lo que transportaban aquellos animales.
Apenas tardó unos segundos en darse cuenta que, a parte de algunas cosas de uso común, habían unos cuantos askki, colgados y atados por la cola y cuando Wind enfocó un poco mejor la vista se percató de que aquellos animales estaban muertos –Oh cielos…- Ahogó un grito y no pudo evitar susurrar aquellas palabras como si de esa manera lo que estaba viendo no fuera real –Cielos, cielos, cielos….- Se quedó petrificada ante los pequeños animales que allí estaban colgados y se dio cuenta, que probablemente los padres de las crías que aún lloraban en el morral formarían parte de aquella matanza de animales. Tras examinarlos de lejos, efectivamente, los padres allí estaban pues los colores del pelo eran bastante similares al de los cachorros que trasportaban.
Sin pensarlo mucho más, Wind abrió la bolsa y cogió un asski al azar del pellejo, lo levantó hasta su rostro y se preguntó cómo podían ser tan crueles como para matar a aquellos animales a sangre fría. Después lo abrazó y volvió a meter en la bosa con un sonoro suspiro –Que horrible…- Miró a su compañero desesperanzada esperando algún tipo de consuelo que, probablemente, no sería suficiente y empezó a penar que deberían hacer ahora.
-¿Y ahora? Los cachorros no sobrevivirán solos…- Wind no sabía cómo solucionar el problema, pero esperaba que Iltharion tuviera alguna buena idea pues, a falta de una idea propia, seguiría a su compañero hasta dónde fuera necesario con tal de ayudar a los pequeños askki que trasportaban en el morral.
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