El más alto precio [Mastereado-Alward Sevna]
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El más alto precio [Mastereado-Alward Sevna]
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Apenas habían pasado unos días luego del exitoso desembarco del auténtico Rey de Lunargenta y tras correrse el rumor, se habían orquestado modestas fiestas en algunos pueblos a las afueras de la ciudad, bailes y comidas se ofrecían en honor a los héroes anónimos, pues la mayoría de ellos no se encontraban en ese lugar, cosa que había hecho que más de un oportunista se hiciera con un puesto en los lugares de honor al fingir haber luchado en pro de la reconquista de Lunargenta.
Nadie estaba ajeno a la celebración, los niños corrían felices, los bardos tocaban y cantaban canciones, los aldeanos bailaban y comían lo poco que humildemente habían podido juntar para hacer un festival cuanto menos, decente y alegre al menos el tiempo que se pudo, pues en ausencia de la Guardia Real, era solo cuestión de tiempo para que algún alborotador quisiera pasarse de listo, un par de supuestos héroes de guerra se habían dedicado a tocar indebidamente a cuanta jovencita se les acercaba, rompían vasos en el piso y empujaban a quienes se acercaban para tratar de controlarlos, vaya escándalo que se habían decidido a formar.
Sería también cuestión de tiempo para que alguien los pusiera en su lugar, la música de detuvo bruscamente -Aquí somos héroes y deben tratarnos como héroes- Uno de los sujetos levantó la voz y sacó su espada apuntando con ella a una jovencita que tenía la mala fortuna de pasar cerca de ellos -Los héroes merecen recompensas- Cortó con su espada el frente del vestido haciendo que se abriera y dejara el pecho de la chica casi enteramente al descubierto.
Un rato más tarde mientras todos se distraían con el alboroto causado por el par de rufianes, irrumpió en la fiesta un chico con ropas rasgadas y cubiertas de sangre -Por favor, ayuda, ayuda- Suplicaba agotado hasta que, tras intentar apoyar su mano ensangrentada en una mesa, esta resbaló mandándolo al piso de rodillas -Ayuda, por favor, mi pueblo, necesitamos ayuda, urgente- Su rostro denotaba un miedo evidente -Podemos pagar por ayuda, esto es todo lo que tenemos- Dijo con manos temblorosas al tiempo que levantaba una pequeña bolsa rebosante de aeros que en medio de su nerviosismo cayó al piso haciendo rodar algunas monedas.
Rápido, por favor, mi pueblo, Alosa, no está muy lejos de aquí- El pobre chico rompió a llorar al tiempo que suplicaba por ayuda -Los van a matar a todos, a todos- Golpeó el piso un par de veces -Esos malditos, si no consigo ayuda, esta noche será la última- Sus palabras evidenciaban que lo que decía era cierto pero resultaba difícil saber a quiénes se refería, pues no aclaraba quiénes los iban a matar ni por qué
∞ Alward Sevna: Por alguna razón has ido a parar a uno de los festivales que se realizan para celebrar la victoria y la expulsión de los vampiros de la ciudad de los humanos, pero el deber de un héroe jamás termina, tendrás frente a ti un par de situaciones, por un lado el par de fanfarrones haciéndose pasar por héroes de guerra y luego el misterioso chico pidiendo ayuda para salvar un pueblo cuyo nombre seguro conoces y sobre el cual reposa una terrible amenaza.
Nadie estaba ajeno a la celebración, los niños corrían felices, los bardos tocaban y cantaban canciones, los aldeanos bailaban y comían lo poco que humildemente habían podido juntar para hacer un festival cuanto menos, decente y alegre al menos el tiempo que se pudo, pues en ausencia de la Guardia Real, era solo cuestión de tiempo para que algún alborotador quisiera pasarse de listo, un par de supuestos héroes de guerra se habían dedicado a tocar indebidamente a cuanta jovencita se les acercaba, rompían vasos en el piso y empujaban a quienes se acercaban para tratar de controlarlos, vaya escándalo que se habían decidido a formar.
Sería también cuestión de tiempo para que alguien los pusiera en su lugar, la música de detuvo bruscamente -Aquí somos héroes y deben tratarnos como héroes- Uno de los sujetos levantó la voz y sacó su espada apuntando con ella a una jovencita que tenía la mala fortuna de pasar cerca de ellos -Los héroes merecen recompensas- Cortó con su espada el frente del vestido haciendo que se abriera y dejara el pecho de la chica casi enteramente al descubierto.
Un rato más tarde mientras todos se distraían con el alboroto causado por el par de rufianes, irrumpió en la fiesta un chico con ropas rasgadas y cubiertas de sangre -Por favor, ayuda, ayuda- Suplicaba agotado hasta que, tras intentar apoyar su mano ensangrentada en una mesa, esta resbaló mandándolo al piso de rodillas -Ayuda, por favor, mi pueblo, necesitamos ayuda, urgente- Su rostro denotaba un miedo evidente -Podemos pagar por ayuda, esto es todo lo que tenemos- Dijo con manos temblorosas al tiempo que levantaba una pequeña bolsa rebosante de aeros que en medio de su nerviosismo cayó al piso haciendo rodar algunas monedas.
Rápido, por favor, mi pueblo, Alosa, no está muy lejos de aquí- El pobre chico rompió a llorar al tiempo que suplicaba por ayuda -Los van a matar a todos, a todos- Golpeó el piso un par de veces -Esos malditos, si no consigo ayuda, esta noche será la última- Sus palabras evidenciaban que lo que decía era cierto pero resultaba difícil saber a quiénes se refería, pues no aclaraba quiénes los iban a matar ni por qué
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∞ Alward Sevna: Por alguna razón has ido a parar a uno de los festivales que se realizan para celebrar la victoria y la expulsión de los vampiros de la ciudad de los humanos, pero el deber de un héroe jamás termina, tendrás frente a ti un par de situaciones, por un lado el par de fanfarrones haciéndose pasar por héroes de guerra y luego el misterioso chico pidiendo ayuda para salvar un pueblo cuyo nombre seguro conoces y sobre el cual reposa una terrible amenaza.
Ansur
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Re: El más alto precio [Mastereado-Alward Sevna]
Los humanos al fin habían conseguido quitarse el yugo de los vampiros que asolaban sus tierras, y los Stelliazos habían contribuido a tal hazaña. Pensaron que no estaría mal el tomarse un pequeño día de descanso y disfrutar de uno de los festivales que se realizaban en los pequeños pueblos que dependían de la propia Lunargenta.
Cerraron la taberna durante ese día y se pusieron todos en marcha hacia aquel festival. Para Alward era algo especial, ya que pasarían al lado de su pueblo natal, así que quizás al día siguiente o ese mismo convencería a los suyos para visitar su hogar. Quizás no hubiese festival o ya habría pasado, pero siempre le gustaba visitar a su gente y a su familia.
Así que allí estaban, los siete Stelliazos disfrutando de un más que merecido descanso, tras haber logrado lo que hace meses parecía imposible y haber contribuido de buena manera en ello, aumentando así su fama, arcas y posibles nuevos trabajos con más postín.
Se encontraban todos sentados alrededor de una de las mesas puestas para un deleite de bebida y comida que se había organizado. Charlaban distendidamente entre ellos, sin duda, el día no podía ir a mejor. Desconectar del trabajo y celebrar lo logrado era de lo más satisfactorio y algo que todos necesitaban.
-Chicos, no bebáis demasiado-Lanzó Eiko como advertencia con su típico tono de voz bajo e introvertido. Era como una madre para todos, y procuraba que no se excedieran en las celebraciones. Siempre hacía lo mismo en todos los festivales
-¡Vamos, Eiko, diviértete un poco!-Dijo Gertrude ya con una jarra de cerveza en mano.
-Anda que has tardado...-Comentó Moses cruzado de brazos y riéndose
-¡Oye, sois bastante aburridos! Al, Eiko y tú nunca os divertís...-Le contestó la tabernera al hombre de pelo pincho con un tono monótono
-No me hace falta beber para divertirme-Contestó Alward, algo molesto
-¡Así nunca encontrarás una buena moza!-Le dio una palmada amistosa en la espalda con su mano libre al joven Sevna al mismo tiempo que este su iba a introducir un trozo de manzana en la boca. Como consecuencia de esto, la manzana cayó en la mesa y Alward empezó a toser. Este acto hizo que Eiko, Moses, Gertrude y Rischer empezaran a reír. Por su parte, Emmanuel e Ivens hablaban entre ellos de un tema totalmente a la conversación del resto del grupo.
-Deja en paz al pobre chico, algún día lo vas a matar-Intervino el elfo Rischer
-Convivir con Gertrude es el trabajo más peligroso y estresante del mundo-Dijo con sarcasmo mientras recogía de nuevo la manzana y le daba al fin un bocado.
Alward hacía ver que estaba molesto, pero en realidad sabía que todo era una broma y el buen ambiente reinaba entre todos ellos. Eso era lo bueno de los Stelliazos; eran una familia y todos cuidaban de todos, y las risas y bromas entre ellos estaban aseguradas.
No todo iba a ser tan bonito en aquella fiesta. Unos rufianes que se autoproclamaban a viva voz "Héroes de Lunargenta" empezaron a tocar las narices a todo el mundo por allí, creyéndose los reyes del lugar y abusando de la hospitalidad de aquella buena gente.
-Hmpf, héroes dicen...
-¿Les damos una lección?-Dijo en voz baja para que solo los que estuvieran a su alrededor se enterasen
-No me apetece armar jaleo-Contestó mientras bebía de una garrafa de agua
-Pero los héroes seríais en todo caso Emm y tú, Al-Desvió la mirada preocupada hacia la zona donde estaban aquellos canallas-¡Vosotros conseguisteis desbaratar el plan de Valentine Coldwin!
Alward no contestó, simplemente optó por desentenderse de todo y seguir comiendo, ajeno a lo que estaban haciendo los canallas. No es que no le importase en absoluto que hicieran daño o abusaran de los pobres aldeanos del lugar, sino que se estaba aguantando todo lo posible para no armar una trifulca innecesaria que llevase a consecuencias serias. Pero aquellos tipos sobrepasaron la línea de los soportable y de la fanfarronería cuando empezaron a coger chicas jóvenes y toquetearlas, incluso llegando a romper el vestido de alguna y humillarlas públicamente.
En ese momento, Moses lanzó una mirada hacia Alward y luego hacia Rischer, este último le dio un claro gesto afirmativo, mientras que el joven Sevna vaciló un par de segundos más, pero la situación era insostenible, así que acabó cediendo. No sabían cómo, pero en la mente de ellos tres se había trazado un plan para lograr acabar con la fanfarronería y darles una lección a aquellos canallas.
Sin más que decir, el espadachín de pelo pincho oscuro, agarró una jarra de cerveza y se levantó de la mesa en dirección a los canallas.
-Eh, ¿Desde cuando bebes, Mo?
El ambiente se volvió más tenso. La música paró, solo se escuchaba el griterío que armaban los granujas con sus sucios juegos y arrogancia desmedida. Incluso Ivens y Emmanuel dejaron de conversar entre sí al ver a su compañero actuar de forma tan extraña. Rischer y Alward no miraban directamente a la escena, ya que se encontraban de espaldas y pretendían disimular lo máximo posible.
-¿Qué le pasa a ese?-Preguntó el brujo Ivens al elfo.
-Estad atentos, porque se va a armar-Contestó sin desviar la mirada de su frente y aparentando mantener la calma.
-¿Es que acaso no tenemos ni un día de vacaciones?-Dijo Emmanuel apoyando su cabeza en una de sus manos, la cual estaba apoyada a su vez en la cabeza. Acto seguido, soltó un profundo suspiro-...Pues vale...-Se colocó su característica capucha roja, tapando la mayor parte de su rostro
Finalmente, Moses llegó hasta la horrorosa escena. Su gesto y su actitud cambió totalmente; de una rabia contenida y furia por estallar, a una cordialidad desmedida y casi admirativa por aquellos tipos que decían ser "héroes".
-¡Amigos!-Abrió los brazos, aún sosteniendo la jarra de cerveza-¡Héroes!-Les acercó la jarra a modo de brindis, cosa que aceptaron de buen grado aquellos tipos. Chocó uno por uno las jarras, mientras una sonrisa deslumbrante se le dibujaba en el rostro. Eran en total unos cinco granujas, que se hincharon de alegría al ver que al fin alguien les reconocía el supuesto trabajo hecho en Lunargenta. De estos cinco, tres tenían sobre sus piernas a las chicas que antes habían acosado, claramente estaban ahí contra su voluntad.
-¡Será un placer tomar esta ronda a vuestra salud!
-¡Esta, y muchas más!-Contestó uno de los tipejos
Cuando Moses vio que al fin se relajaron, alzando los vasos al cielo y tomando un trago por el brindis recibido, fue cuando el rostro del espadachín cambió por completo. La ira y la rabia se apoderaron de nuevo de él, sus ojos se volvieron agresivos y su gesto se torció bruscamente. De buenas a primeras, soltó un buen golpe con la jarra que sostenía justo en la cara de uno de los rufianes que tenía más a mano, este cayó fulminado al suelo. El de su otro lado quiso reaccionar, pero con la otra mano, cerrando el puño, soltó otro mamporro que fue también directo al rostro de este. Así se deshizo en un momento de los dos que tenía a cada lado.
En ese momento, todos los Stelliazos, menos Eiko y Gertrude se levantaron de la mesa, incluido Alward, quien dio un sonoro puñetazo a la mesa liberando un poco de la rabia contenida.
Moses tiró la jarra de cerveza al suelo con brusquedad, acto que hizo que esta se partiera en mil pedazos, y se abrió de nuevo de brazos, pero esta vez con un tono amenazante y agresivo.
-¡VENID A POR MÍ, FARSANTES!
Otro de los rufianes, se encaró con Moses y ambos se enzarzaron en una pelea de puñetazos y agarrones. El resto de Stelliazos empezaron a correr para acudir en la ayuda de su compañero, ya que los otros dos canallas que aún quedaban en pie habían desenvainado las espadas y puesto en pie, liberando así a las chicas que tenían en contra de su voluntad consigo. Este acto de valentía, animó al resto de lugareños a encararse también con los tipejos, pero esto era bastante peligroso, ya que ninguno parecía estar armado ni poder defenderse, por lo que debían de acabar lo más rápido posible con ellos antes de que ocurriese alguna estrategia.
Alward agarró una botella gorda de vino y la estrelló de lleno en la cabeza de uno de los rufianes que se estaba encarando con un aldeano, al cual amenazaba con ensartarlo en cualquier momento. Esta acción hizo que el que recibió el golpe cayera fulminado al suelo.
Otro de los rufianes se encaró con Rischer, pero sin mucho esfuerzo y con gran habilidad, el elfo consiguió desarmar al tipo con su estoque, dando un par de golpes a su espada, denotando enseguida que este rival no era muy ducho en combate. Cuando la espada de este cayó, el elfo colocó el filo de su arma justo en el pecho de su oponente, donde estaba el corazón.
-¿Y vosotros habéis conseguido vencer a unos vampiros?-Rió-Más bien, creo que este es tu primer combate real, chico.
Moses, por su parte, seguía forcejeando con el tipo de antes. Consiguió zafarse de él con un severo empujón, en ese momento, aparecieron Ivens y Emmanuel para socorrer a su compañero, el primero, con su bastón logró desequilibrar al granuja, haciéndole una zancadilla, y antes de que este pudiera volver a reaccionar y a ponerse en pie, Emmanuel ya le estaba apuntando con su arco tensado.
-Y aquí caen los "héroes" de Lunargenta-Dijo sarcásticamente mientras mostraba la parte inferior de su rostro bajo su capucha y una leve mueca en sus labios se hacía notar.
Todo se calmó tras pasar un par de horas. El mediodía había llegado y la fiesta continuó, el propio alcalde del pueblo, junto a otros hombres más se ocuparon de los rufianes que habían perturbado la paz del festival. Hubo muestras de agradecimiento por parte de los residentes e incluso algún que otro vítor. Ellos eran los ahora considerados "Héroes" como tales.
Pero, de nuevo, esa paz y ambiente festivo no duró mucho cuando llegó una inesperada sorpresa. Un joven irrumpió en el lugar todo ensangrentado, con la ropa hecha jirones y sucio a más no poder. Un nombre propio se hizo grande encima de todas las palabras sin sentido que soltaba aquel chico, un nombre que hizo que a Alward se le pusiera los vellos como escarpias y el mundo se le viniese encima; "Alosa". Todos los Stelliazos conocían ese pueblo, todos se miraron entre sí, pero en especial centraron su atención en el Sevna. Tanto Rischer, como Eiko, y el propio Alward se acercaron a socorrer a dicho portador de tan extrañas y malas noticias.
-¿¡Alosa!? ¿Has dicho Alosa?-Se interpuso por delante de todos los demás mientras agarraba al chico por ambos hombros y lo zarandeaba con suavidad
Por más que Alward quería una respuesta rápida, al joven ensangrentado le costaba hablar y cada vez parecía más ido de sí. Era todo un milagro que siquiera hubiese conseguido llegar hasta donde lo hizo.
-...Tenéis... Que... Ayudar... nos...--Dicho esto, el chico se desvaneció
Gritos de tragedia y demás gestos de preocupación se hicieron eco en el lugar del festival, sin dudarlo habían elegido un muy mal día para celebrar la victoria humana sobre los vampiros. Rápidamente, Eiko apartó a Alward y se puso de rodillas en el suelo, socorriendo al joven.
-¡Tranquilos, no está muerto!-Dijo mientras le tomaba el pulso-...Solo muy débil
Alward dio la espalda al joven y se dispuso a caminar de forma acelerado, pero Rischer le detuvo agarrándole del hombro.
-Eh, eh-Alward se detuvo y aunque aún de espaldas a Rischer-¿Dónde crees que vas?
-¡Ha dicho algo de Alosa-Apretó sus puños-¡Tengo que ir!
-¿Piensas ir a ciegas?
En ese entonces, el Sevna se dio media vuelta. Se le notaba nervioso.
-¡Dijo que "Los matarán a todos"! ¿¡Crees que hay tiempo para pensar!?
Rischer se detuvo, inhaló aire muy hondo y soltó el mismo cuando llenó por completo sus pulmones
-Está bien. Emmanuel, Moses, Ivens y tú iréis a ver qué pasa. Yo me quedaré aquí con Eiko y Gertrude cuidando de este chico-Dijo refiriéndose al misterioso joven ensangrentado
Una vez tuvo la aprobación de Rischer, los mencionados por este se pusieron en camino; cada uno con una montura. Alward iba a los lomos de su inseparable Epons, galopando lo más rápido que esta podía dar de sí. Tenía que llegar a su hogar, tenía que ver qué es lo que estaba pasando, y por qué todo ese halo de misterio sobre las explicaciones de aquel chico.
Cerraron la taberna durante ese día y se pusieron todos en marcha hacia aquel festival. Para Alward era algo especial, ya que pasarían al lado de su pueblo natal, así que quizás al día siguiente o ese mismo convencería a los suyos para visitar su hogar. Quizás no hubiese festival o ya habría pasado, pero siempre le gustaba visitar a su gente y a su familia.
Así que allí estaban, los siete Stelliazos disfrutando de un más que merecido descanso, tras haber logrado lo que hace meses parecía imposible y haber contribuido de buena manera en ello, aumentando así su fama, arcas y posibles nuevos trabajos con más postín.
Se encontraban todos sentados alrededor de una de las mesas puestas para un deleite de bebida y comida que se había organizado. Charlaban distendidamente entre ellos, sin duda, el día no podía ir a mejor. Desconectar del trabajo y celebrar lo logrado era de lo más satisfactorio y algo que todos necesitaban.
-Chicos, no bebáis demasiado-Lanzó Eiko como advertencia con su típico tono de voz bajo e introvertido. Era como una madre para todos, y procuraba que no se excedieran en las celebraciones. Siempre hacía lo mismo en todos los festivales
-¡Vamos, Eiko, diviértete un poco!-Dijo Gertrude ya con una jarra de cerveza en mano.
-Anda que has tardado...-Comentó Moses cruzado de brazos y riéndose
-¡Oye, sois bastante aburridos! Al, Eiko y tú nunca os divertís...-Le contestó la tabernera al hombre de pelo pincho con un tono monótono
-No me hace falta beber para divertirme-Contestó Alward, algo molesto
-¡Así nunca encontrarás una buena moza!-Le dio una palmada amistosa en la espalda con su mano libre al joven Sevna al mismo tiempo que este su iba a introducir un trozo de manzana en la boca. Como consecuencia de esto, la manzana cayó en la mesa y Alward empezó a toser. Este acto hizo que Eiko, Moses, Gertrude y Rischer empezaran a reír. Por su parte, Emmanuel e Ivens hablaban entre ellos de un tema totalmente a la conversación del resto del grupo.
-Deja en paz al pobre chico, algún día lo vas a matar-Intervino el elfo Rischer
-Convivir con Gertrude es el trabajo más peligroso y estresante del mundo-Dijo con sarcasmo mientras recogía de nuevo la manzana y le daba al fin un bocado.
Alward hacía ver que estaba molesto, pero en realidad sabía que todo era una broma y el buen ambiente reinaba entre todos ellos. Eso era lo bueno de los Stelliazos; eran una familia y todos cuidaban de todos, y las risas y bromas entre ellos estaban aseguradas.
No todo iba a ser tan bonito en aquella fiesta. Unos rufianes que se autoproclamaban a viva voz "Héroes de Lunargenta" empezaron a tocar las narices a todo el mundo por allí, creyéndose los reyes del lugar y abusando de la hospitalidad de aquella buena gente.
-Hmpf, héroes dicen...
-¿Les damos una lección?-Dijo en voz baja para que solo los que estuvieran a su alrededor se enterasen
-No me apetece armar jaleo-Contestó mientras bebía de una garrafa de agua
-Pero los héroes seríais en todo caso Emm y tú, Al-Desvió la mirada preocupada hacia la zona donde estaban aquellos canallas-¡Vosotros conseguisteis desbaratar el plan de Valentine Coldwin!
Alward no contestó, simplemente optó por desentenderse de todo y seguir comiendo, ajeno a lo que estaban haciendo los canallas. No es que no le importase en absoluto que hicieran daño o abusaran de los pobres aldeanos del lugar, sino que se estaba aguantando todo lo posible para no armar una trifulca innecesaria que llevase a consecuencias serias. Pero aquellos tipos sobrepasaron la línea de los soportable y de la fanfarronería cuando empezaron a coger chicas jóvenes y toquetearlas, incluso llegando a romper el vestido de alguna y humillarlas públicamente.
En ese momento, Moses lanzó una mirada hacia Alward y luego hacia Rischer, este último le dio un claro gesto afirmativo, mientras que el joven Sevna vaciló un par de segundos más, pero la situación era insostenible, así que acabó cediendo. No sabían cómo, pero en la mente de ellos tres se había trazado un plan para lograr acabar con la fanfarronería y darles una lección a aquellos canallas.
Sin más que decir, el espadachín de pelo pincho oscuro, agarró una jarra de cerveza y se levantó de la mesa en dirección a los canallas.
-Eh, ¿Desde cuando bebes, Mo?
El ambiente se volvió más tenso. La música paró, solo se escuchaba el griterío que armaban los granujas con sus sucios juegos y arrogancia desmedida. Incluso Ivens y Emmanuel dejaron de conversar entre sí al ver a su compañero actuar de forma tan extraña. Rischer y Alward no miraban directamente a la escena, ya que se encontraban de espaldas y pretendían disimular lo máximo posible.
-¿Qué le pasa a ese?-Preguntó el brujo Ivens al elfo.
-Estad atentos, porque se va a armar-Contestó sin desviar la mirada de su frente y aparentando mantener la calma.
-¿Es que acaso no tenemos ni un día de vacaciones?-Dijo Emmanuel apoyando su cabeza en una de sus manos, la cual estaba apoyada a su vez en la cabeza. Acto seguido, soltó un profundo suspiro-...Pues vale...-Se colocó su característica capucha roja, tapando la mayor parte de su rostro
Finalmente, Moses llegó hasta la horrorosa escena. Su gesto y su actitud cambió totalmente; de una rabia contenida y furia por estallar, a una cordialidad desmedida y casi admirativa por aquellos tipos que decían ser "héroes".
-¡Amigos!-Abrió los brazos, aún sosteniendo la jarra de cerveza-¡Héroes!-Les acercó la jarra a modo de brindis, cosa que aceptaron de buen grado aquellos tipos. Chocó uno por uno las jarras, mientras una sonrisa deslumbrante se le dibujaba en el rostro. Eran en total unos cinco granujas, que se hincharon de alegría al ver que al fin alguien les reconocía el supuesto trabajo hecho en Lunargenta. De estos cinco, tres tenían sobre sus piernas a las chicas que antes habían acosado, claramente estaban ahí contra su voluntad.
-¡Será un placer tomar esta ronda a vuestra salud!
-¡Esta, y muchas más!-Contestó uno de los tipejos
Cuando Moses vio que al fin se relajaron, alzando los vasos al cielo y tomando un trago por el brindis recibido, fue cuando el rostro del espadachín cambió por completo. La ira y la rabia se apoderaron de nuevo de él, sus ojos se volvieron agresivos y su gesto se torció bruscamente. De buenas a primeras, soltó un buen golpe con la jarra que sostenía justo en la cara de uno de los rufianes que tenía más a mano, este cayó fulminado al suelo. El de su otro lado quiso reaccionar, pero con la otra mano, cerrando el puño, soltó otro mamporro que fue también directo al rostro de este. Así se deshizo en un momento de los dos que tenía a cada lado.
En ese momento, todos los Stelliazos, menos Eiko y Gertrude se levantaron de la mesa, incluido Alward, quien dio un sonoro puñetazo a la mesa liberando un poco de la rabia contenida.
Moses tiró la jarra de cerveza al suelo con brusquedad, acto que hizo que esta se partiera en mil pedazos, y se abrió de nuevo de brazos, pero esta vez con un tono amenazante y agresivo.
-¡VENID A POR MÍ, FARSANTES!
Otro de los rufianes, se encaró con Moses y ambos se enzarzaron en una pelea de puñetazos y agarrones. El resto de Stelliazos empezaron a correr para acudir en la ayuda de su compañero, ya que los otros dos canallas que aún quedaban en pie habían desenvainado las espadas y puesto en pie, liberando así a las chicas que tenían en contra de su voluntad consigo. Este acto de valentía, animó al resto de lugareños a encararse también con los tipejos, pero esto era bastante peligroso, ya que ninguno parecía estar armado ni poder defenderse, por lo que debían de acabar lo más rápido posible con ellos antes de que ocurriese alguna estrategia.
Alward agarró una botella gorda de vino y la estrelló de lleno en la cabeza de uno de los rufianes que se estaba encarando con un aldeano, al cual amenazaba con ensartarlo en cualquier momento. Esta acción hizo que el que recibió el golpe cayera fulminado al suelo.
Otro de los rufianes se encaró con Rischer, pero sin mucho esfuerzo y con gran habilidad, el elfo consiguió desarmar al tipo con su estoque, dando un par de golpes a su espada, denotando enseguida que este rival no era muy ducho en combate. Cuando la espada de este cayó, el elfo colocó el filo de su arma justo en el pecho de su oponente, donde estaba el corazón.
-¿Y vosotros habéis conseguido vencer a unos vampiros?-Rió-Más bien, creo que este es tu primer combate real, chico.
Moses, por su parte, seguía forcejeando con el tipo de antes. Consiguió zafarse de él con un severo empujón, en ese momento, aparecieron Ivens y Emmanuel para socorrer a su compañero, el primero, con su bastón logró desequilibrar al granuja, haciéndole una zancadilla, y antes de que este pudiera volver a reaccionar y a ponerse en pie, Emmanuel ya le estaba apuntando con su arco tensado.
-Y aquí caen los "héroes" de Lunargenta-Dijo sarcásticamente mientras mostraba la parte inferior de su rostro bajo su capucha y una leve mueca en sus labios se hacía notar.
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Todo se calmó tras pasar un par de horas. El mediodía había llegado y la fiesta continuó, el propio alcalde del pueblo, junto a otros hombres más se ocuparon de los rufianes que habían perturbado la paz del festival. Hubo muestras de agradecimiento por parte de los residentes e incluso algún que otro vítor. Ellos eran los ahora considerados "Héroes" como tales.
Pero, de nuevo, esa paz y ambiente festivo no duró mucho cuando llegó una inesperada sorpresa. Un joven irrumpió en el lugar todo ensangrentado, con la ropa hecha jirones y sucio a más no poder. Un nombre propio se hizo grande encima de todas las palabras sin sentido que soltaba aquel chico, un nombre que hizo que a Alward se le pusiera los vellos como escarpias y el mundo se le viniese encima; "Alosa". Todos los Stelliazos conocían ese pueblo, todos se miraron entre sí, pero en especial centraron su atención en el Sevna. Tanto Rischer, como Eiko, y el propio Alward se acercaron a socorrer a dicho portador de tan extrañas y malas noticias.
-¿¡Alosa!? ¿Has dicho Alosa?-Se interpuso por delante de todos los demás mientras agarraba al chico por ambos hombros y lo zarandeaba con suavidad
Por más que Alward quería una respuesta rápida, al joven ensangrentado le costaba hablar y cada vez parecía más ido de sí. Era todo un milagro que siquiera hubiese conseguido llegar hasta donde lo hizo.
-...Tenéis... Que... Ayudar... nos...--Dicho esto, el chico se desvaneció
Gritos de tragedia y demás gestos de preocupación se hicieron eco en el lugar del festival, sin dudarlo habían elegido un muy mal día para celebrar la victoria humana sobre los vampiros. Rápidamente, Eiko apartó a Alward y se puso de rodillas en el suelo, socorriendo al joven.
-¡Tranquilos, no está muerto!-Dijo mientras le tomaba el pulso-...Solo muy débil
Alward dio la espalda al joven y se dispuso a caminar de forma acelerado, pero Rischer le detuvo agarrándole del hombro.
-Eh, eh-Alward se detuvo y aunque aún de espaldas a Rischer-¿Dónde crees que vas?
-¡Ha dicho algo de Alosa-Apretó sus puños-¡Tengo que ir!
-¿Piensas ir a ciegas?
En ese entonces, el Sevna se dio media vuelta. Se le notaba nervioso.
-¡Dijo que "Los matarán a todos"! ¿¡Crees que hay tiempo para pensar!?
Rischer se detuvo, inhaló aire muy hondo y soltó el mismo cuando llenó por completo sus pulmones
-Está bien. Emmanuel, Moses, Ivens y tú iréis a ver qué pasa. Yo me quedaré aquí con Eiko y Gertrude cuidando de este chico-Dijo refiriéndose al misterioso joven ensangrentado
Una vez tuvo la aprobación de Rischer, los mencionados por este se pusieron en camino; cada uno con una montura. Alward iba a los lomos de su inseparable Epons, galopando lo más rápido que esta podía dar de sí. Tenía que llegar a su hogar, tenía que ver qué es lo que estaba pasando, y por qué todo ese halo de misterio sobre las explicaciones de aquel chico.
Alward Sevna
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Re: El más alto precio [Mastereado-Alward Sevna]
Apenas un par de horas habrían bastado para que nuestro joven héroe llegara a tiempo para salvar alguno de aquellos tres personajes que encontraría colgados en el letrero que daba la bienvenida al pequeño pueblo de Alosa, con espantosas heridas habían sido dejados a su suerte bajo el inclemente sol y las abundantes moscas, desangrándose hasta morir tras una larga agonía, un acto que cuando parecía que no podía ser más cruel, asomaba la evidencia que un par de los cuerpos colgados eran de niños que no pasaban de los 16 años y el tercero de una mujer, lo cuales habían encontrado un mortal destino al enfrentarse a aquellos que los amenazaban.
No se asomaba un alma, desde lo lejos se podían ver todas las puertas y ventanas cerradas, no había siquiera quien se atreviera a bajar los cuerpos de la entrada al pueblo, una vez que el joven Sevna entrara al pueblo, sentiría que lo observaban, las ventanas a ratos entreabiertas se cerraban rápidamente cuando la vista del joven humano o sus acompañantes las recorrían intentando encontrar respuestas.
Súbitamente un leve siseo llegaría a oídos de aquellos héroes, al seguir el origen podrían ver una puerta entreabierta en una de las casas, en ella asomaba una joven de cabellos castaños aunque algo maltratados y una mirada angustiada y temerosa, sus ojos claros denotaban una profunda tristeza -Por favor, no se atrevan a bajar los cuerpos- Señaló a la entrada con sus manos temblorosas en caso que los aventureros decidieran entregar algo de dignidad a los difuntos.
Una vez hecha la advertencia, la chica miró temerosa hacia los lados sabiendo que las miradas estaban sobre ellos -Vengan adentro- Invitó a los mercenarios al interior de la pequeña casa de donde había salido, a la chica le temblaban las piernas al caminar, parecía nerviosa por algo aunque no hablaba demasiado, no a menos que los intrépidos viajeros decidieran interrogarla antes de seguirla al interior, cosa que también deberían decidir, acceder al refugio o mantenerse afuera a la vista de todos.
Reaccionaba lentamente aquel chico al que habían dejado atrás, tras algunos cuidados de parte de los que se encontraban en ese lugar, abrió los ojos apretando con las manos a quien pudo alcanzar con ojos de advertencia -Lo lamento, lo lamento, teníamos que hacerlo- Miró a los compañeros de Alward -Sus compañeros van hacia una trampa, lo lamento- Una nueva revelación había sido hecha y quienes se habían quedado atrás tenían entonces dos opciones, intentar obtener más información de aquel chico o correr tras sus compañeros y ser víctimas en la misma trampa.
∞ Alward Sevna: Precipitarse no siempre es una buena opción, algo que nuestro joven mercenario tal vez vaya a aprender por las malas, por suerte sus compañeros tal vez puedan ayudarlo, eso si no se precipitan del mismo modo, vamos, alguno de ellos tiene que ser sensato y pensar con la cabeza, tienes ante ti, dos situaciones y en ambas tendrás que tomar decisiones, por un lado, seguir a la chica al interior de su morada o quedarse afuera donde son observados, y en el otro lado, tratar de obtener más información que tal vez pueda ayudar a salvar a los precipitados, o correr también directo a la trampa sin información alguna.
No se asomaba un alma, desde lo lejos se podían ver todas las puertas y ventanas cerradas, no había siquiera quien se atreviera a bajar los cuerpos de la entrada al pueblo, una vez que el joven Sevna entrara al pueblo, sentiría que lo observaban, las ventanas a ratos entreabiertas se cerraban rápidamente cuando la vista del joven humano o sus acompañantes las recorrían intentando encontrar respuestas.
Súbitamente un leve siseo llegaría a oídos de aquellos héroes, al seguir el origen podrían ver una puerta entreabierta en una de las casas, en ella asomaba una joven de cabellos castaños aunque algo maltratados y una mirada angustiada y temerosa, sus ojos claros denotaban una profunda tristeza -Por favor, no se atrevan a bajar los cuerpos- Señaló a la entrada con sus manos temblorosas en caso que los aventureros decidieran entregar algo de dignidad a los difuntos.
Una vez hecha la advertencia, la chica miró temerosa hacia los lados sabiendo que las miradas estaban sobre ellos -Vengan adentro- Invitó a los mercenarios al interior de la pequeña casa de donde había salido, a la chica le temblaban las piernas al caminar, parecía nerviosa por algo aunque no hablaba demasiado, no a menos que los intrépidos viajeros decidieran interrogarla antes de seguirla al interior, cosa que también deberían decidir, acceder al refugio o mantenerse afuera a la vista de todos.
...
Reaccionaba lentamente aquel chico al que habían dejado atrás, tras algunos cuidados de parte de los que se encontraban en ese lugar, abrió los ojos apretando con las manos a quien pudo alcanzar con ojos de advertencia -Lo lamento, lo lamento, teníamos que hacerlo- Miró a los compañeros de Alward -Sus compañeros van hacia una trampa, lo lamento- Una nueva revelación había sido hecha y quienes se habían quedado atrás tenían entonces dos opciones, intentar obtener más información de aquel chico o correr tras sus compañeros y ser víctimas en la misma trampa.
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∞ Alward Sevna: Precipitarse no siempre es una buena opción, algo que nuestro joven mercenario tal vez vaya a aprender por las malas, por suerte sus compañeros tal vez puedan ayudarlo, eso si no se precipitan del mismo modo, vamos, alguno de ellos tiene que ser sensato y pensar con la cabeza, tienes ante ti, dos situaciones y en ambas tendrás que tomar decisiones, por un lado, seguir a la chica al interior de su morada o quedarse afuera donde son observados, y en el otro lado, tratar de obtener más información que tal vez pueda ayudar a salvar a los precipitados, o correr también directo a la trampa sin información alguna.
Ansur
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-¿...Qué...?-Es lo que soltó Alward al ver la escena tan sangrienta, desolada y apocalíptica que les daba la bienvenida al pueblo. Se tambaleó un poco, le entraron nervios y se le nubló la vista, y no cayó al suelo de no ser porque Emmanuel le sujetó el hombro. El joven Sevna desvió la mirada hacia sus amigos, buscando alguna explicación, algún consuelo que pudieran darle, todos apartaron la mirada impotentes ante aquella escena, todos menos el arquero, el cual seguía sujetándole del hombro, mirándole con decisión, aunque sin decir nada.
-¿Serán bandidos?-Rompió el silencio Ivens mientras se separaba unos pasos de sus compañeros y se acercaba a la entrada, echando un corto vistazo hacia el pueblo.
No había nadie, aunque el estado del lugar estaba impoluto. No eran bandidos comunes, ya que no habían signos de robo ni destrozos. Todas las casas estaban cerradas; ventanas, puertas... Era como si la propia Alosa avisara a los mercenarios, como si les estuviese diciendo a gritos que se fueran.
-Nunca han habido bandidos por la zona.-Se acercó a la espalda del brujo-Alosa siempre ha sido un lugar pacífico... ...No entiendo nada...-Echó otro vistazo a los cuerpos que colgaban del cartel. Su voz temblaba, sus ojos incrédulos no daban a vasto con la visión de su propio hogar.
-Vamos a investigar-Dijo adelantándose al grupo y haciéndole un gesto con la cabeza para que les siguiesen, cosa que todos hicieron.
Tras dar dos cortos pasos, un siseo llegó hasta los oídos del grupo. Rápidamente decidieron buscar el origen de este.
Pronto se percataron de que una de las casas más próximas a su posición tenía la puerta entreabierta, y una figura asomaba por allí. Todos se echaron las manos a sus armas, por cautela.
-¡Muéstrate!-Dijo mientras se acercaba a la casa, acompañado de sus compañeros.
En ese momento en el que el grupo puso un pie oficialmente dentro de los límites del pueblo, sobrepasando el letrero, todos se sintieron observados, desde varios sitios y ángulos posibles... ¿Pero cómo era posible? Ningún alma era distinguible, y las ventanas de las casas estaban todas tapiadas. Es como si hubiese habido un éxodo total en Alosa. La situación pintaba cada vez más extraña. La única posible forma de averiguar lo que ocurría era hablando con aquella figura que les siseó.
-No bajéis la guardia-Murmuró el arquero, tensando su arco y poniendo todos sus sentidos alerta, mientras lideraba la retaguardia del grupo. Todos le hicieron caso, nadie quitó sus manos preventivamente puestas sobre las empuñaduras de sus armas, que aún envainadas, esperaban pacientes a ser sacadas de sus vainas.
Aunque, las armas tendrían que esperar un poco más para entrar en acción, ya que la figura que les llamaba era una chica de aspecto pordiosero. Todos relajaron su postura, excepto Emmanuel, que aunque dejó de tensar el arco, aún tenía una flecha colocada en la cuerda y mirando de reojo a sus alrededores. No dejaban de notar la sensación de ser observados, y eso ponía nervioso de sobremanera al arquero.
-¿...Quién eres?-Preguntó Alward observando de arriba a abajo a la extraña
La chica no respondió a la pregunta del mercenario. Simplemente soltó una advertencia, un súplico que llevaba como connotación el no bajar los cuerpos de las pobres almas que estaban colgadas en el letrero de la ciudad. La joven parecía estar conmocionada y temblorosa.
-Tranquila, no lo haremos-Respondió Ivens intentando acercarse a la chica para demostrar que podía confiar en él para así calmarla
-¿Quiénes son tus padres?
De nuevo, no hubo una respuesta a la pregunta del Sevna. La chica les invitó a entrar a la casa, a lo que Alward, antes de tomar una decisión, miró a sus compañeros.
-...Entremos
-Es nuestra única pista hasta ahora. Ella nos podrá decir qué ha pasado con claridad.
Emmanuel, que no paraba de mirar hacia los lados, intentando encontrar algún resquicio o prueba evidente de que les observaban, respondió el último, con tardanza. Ni siquiera había guardado la flecha aún, y todavía la tenía montada en el arco, aunque sin tensar la cuerda.
-No me genera nada bueno estar aquí fuera, pero tampoco me agrada la idea de entrar ahí...-Miró hacia la chica, la cual esperaba temblorosa en el umbral de la puerta. Luego, devolvió la mirada a los suyos-Si entramos, no bajéis la guardia tampoco
Todos asintieron. Era cierto que una chica sola no podría aparentar muchos problemas, pero cosas más raras se han visto. Por otro lado, era la única que quizás podría contarles qué ha pasado con exactitud.
Alward decidió arriesgarse y confiar en la chica, estar afuera también suponía un peligro, quizás de emboscada o algo parecido. Aunque, como había advertido Emmanuel, no bajaría la guardia en ningún momento. Quién sabía las verdaderas intenciones de esa desconocida.
Eiko, Rischer y Gertrude se encontraban dentro de una habitación, atendiendo al chico mensajero que había llegado moribundo. La primera era la que le aplicaba los cuidados intensivos, mientras los otros dos se ocupaban de auxiliar a la bruja en todo lo que les era posible. Las heridas habían sido vendadas y tratadas, por lo que solo le restaba descansar.
El joven volvió en sí mismo, agarró la mano de Eiko mientras soltaba continuadas disculpas y lamentos. Confesó que había sido el peón en un intento de trampa dirigida a sus compañeros. Eiko y Gertrude respondieron sorprendidas, abriendo los ojos como platos, mientras que el elfo se lo tomó mucho peor, llegando incluso a agarrar al chico por el cuello de su camisa.
-¿¡Qué acabas de decir!?
-¡Rischer, cálmate!-Dijo intentando apartar con delicadeza al elfo del joven con la mano que le quedaba libre, ya que con la otra aún sostenía la débil mano del muchacho
-¡Rischer, por favor!-Agarró a su marido por la espalda e intentó separarlo del chico. Cosa que finalmente logró, ya que el elfo dejó de oponer resistencia y calmarse un poco.
-...Será mejor que te expliques...-Dijo jadeando ante la repentina subida de tensión y la grave noticia, mirando con unos ojos inyectados en rabia hacia el joven-O si no...-Apretó los puños con fuerza y con un tono amenazante
-¿Serán bandidos?-Rompió el silencio Ivens mientras se separaba unos pasos de sus compañeros y se acercaba a la entrada, echando un corto vistazo hacia el pueblo.
No había nadie, aunque el estado del lugar estaba impoluto. No eran bandidos comunes, ya que no habían signos de robo ni destrozos. Todas las casas estaban cerradas; ventanas, puertas... Era como si la propia Alosa avisara a los mercenarios, como si les estuviese diciendo a gritos que se fueran.
-Nunca han habido bandidos por la zona.-Se acercó a la espalda del brujo-Alosa siempre ha sido un lugar pacífico... ...No entiendo nada...-Echó otro vistazo a los cuerpos que colgaban del cartel. Su voz temblaba, sus ojos incrédulos no daban a vasto con la visión de su propio hogar.
-Vamos a investigar-Dijo adelantándose al grupo y haciéndole un gesto con la cabeza para que les siguiesen, cosa que todos hicieron.
Tras dar dos cortos pasos, un siseo llegó hasta los oídos del grupo. Rápidamente decidieron buscar el origen de este.
Pronto se percataron de que una de las casas más próximas a su posición tenía la puerta entreabierta, y una figura asomaba por allí. Todos se echaron las manos a sus armas, por cautela.
-¡Muéstrate!-Dijo mientras se acercaba a la casa, acompañado de sus compañeros.
En ese momento en el que el grupo puso un pie oficialmente dentro de los límites del pueblo, sobrepasando el letrero, todos se sintieron observados, desde varios sitios y ángulos posibles... ¿Pero cómo era posible? Ningún alma era distinguible, y las ventanas de las casas estaban todas tapiadas. Es como si hubiese habido un éxodo total en Alosa. La situación pintaba cada vez más extraña. La única posible forma de averiguar lo que ocurría era hablando con aquella figura que les siseó.
-No bajéis la guardia-Murmuró el arquero, tensando su arco y poniendo todos sus sentidos alerta, mientras lideraba la retaguardia del grupo. Todos le hicieron caso, nadie quitó sus manos preventivamente puestas sobre las empuñaduras de sus armas, que aún envainadas, esperaban pacientes a ser sacadas de sus vainas.
Aunque, las armas tendrían que esperar un poco más para entrar en acción, ya que la figura que les llamaba era una chica de aspecto pordiosero. Todos relajaron su postura, excepto Emmanuel, que aunque dejó de tensar el arco, aún tenía una flecha colocada en la cuerda y mirando de reojo a sus alrededores. No dejaban de notar la sensación de ser observados, y eso ponía nervioso de sobremanera al arquero.
-¿...Quién eres?-Preguntó Alward observando de arriba a abajo a la extraña
La chica no respondió a la pregunta del mercenario. Simplemente soltó una advertencia, un súplico que llevaba como connotación el no bajar los cuerpos de las pobres almas que estaban colgadas en el letrero de la ciudad. La joven parecía estar conmocionada y temblorosa.
-Tranquila, no lo haremos-Respondió Ivens intentando acercarse a la chica para demostrar que podía confiar en él para así calmarla
-¿Quiénes son tus padres?
De nuevo, no hubo una respuesta a la pregunta del Sevna. La chica les invitó a entrar a la casa, a lo que Alward, antes de tomar una decisión, miró a sus compañeros.
-...Entremos
-Es nuestra única pista hasta ahora. Ella nos podrá decir qué ha pasado con claridad.
Emmanuel, que no paraba de mirar hacia los lados, intentando encontrar algún resquicio o prueba evidente de que les observaban, respondió el último, con tardanza. Ni siquiera había guardado la flecha aún, y todavía la tenía montada en el arco, aunque sin tensar la cuerda.
-No me genera nada bueno estar aquí fuera, pero tampoco me agrada la idea de entrar ahí...-Miró hacia la chica, la cual esperaba temblorosa en el umbral de la puerta. Luego, devolvió la mirada a los suyos-Si entramos, no bajéis la guardia tampoco
Todos asintieron. Era cierto que una chica sola no podría aparentar muchos problemas, pero cosas más raras se han visto. Por otro lado, era la única que quizás podría contarles qué ha pasado con exactitud.
Alward decidió arriesgarse y confiar en la chica, estar afuera también suponía un peligro, quizás de emboscada o algo parecido. Aunque, como había advertido Emmanuel, no bajaría la guardia en ningún momento. Quién sabía las verdaderas intenciones de esa desconocida.
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Eiko, Rischer y Gertrude se encontraban dentro de una habitación, atendiendo al chico mensajero que había llegado moribundo. La primera era la que le aplicaba los cuidados intensivos, mientras los otros dos se ocupaban de auxiliar a la bruja en todo lo que les era posible. Las heridas habían sido vendadas y tratadas, por lo que solo le restaba descansar.
El joven volvió en sí mismo, agarró la mano de Eiko mientras soltaba continuadas disculpas y lamentos. Confesó que había sido el peón en un intento de trampa dirigida a sus compañeros. Eiko y Gertrude respondieron sorprendidas, abriendo los ojos como platos, mientras que el elfo se lo tomó mucho peor, llegando incluso a agarrar al chico por el cuello de su camisa.
-¿¡Qué acabas de decir!?
-¡Rischer, cálmate!-Dijo intentando apartar con delicadeza al elfo del joven con la mano que le quedaba libre, ya que con la otra aún sostenía la débil mano del muchacho
-¡Rischer, por favor!-Agarró a su marido por la espalda e intentó separarlo del chico. Cosa que finalmente logró, ya que el elfo dejó de oponer resistencia y calmarse un poco.
-...Será mejor que te expliques...-Dijo jadeando ante la repentina subida de tensión y la grave noticia, mirando con unos ojos inyectados en rabia hacia el joven-O si no...-Apretó los puños con fuerza y con un tono amenazante
Alward Sevna
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Re: El más alto precio [Mastereado-Alward Sevna]
Apenas algunos sonidos eran perceptibles en las ventanas de las casas, se escuchaban chirriar y entreabrirse apenas un poco para espiar a los valientes héroes que se encontraban frente a la chica quien esperaba que entraran junto a ella a la casa aunque sin decirles por qué debían hacerlo, al entrar encontrarían en el interior de la cabaña una decoración que llamaba bastante la atención, pues el lugar estaba patas arriba, parecía que alguien había entrado buscando algo por la fuerza y habían destrozado todo, en el piso destacaba una especie de entrada a un sótano, ligeramente cubierta por una alfombra, por lo que se podría suponer que alguien se había escondido abajo mientras duraban los destrozos.
Nada más estar todos dentro la chica se apresuró a cerrar la puerta y aclaró su garganta y habló con evidentes nervios -No sé, cómo decirles esto- Jugaba con sus dedos sin apartar la mirada de estos, evitando ver a los ojos a sus invitados -Sé que no lo aceptarán, es una locura, pero al menos debo decirlo- Miró por fin a todos y señaló al joven Sevna -Él- Dijo sembrando la intriga en los presentes -Ba-bas-bastará con él- Sus palabras no tenían mucho sentido pero sus nervios no le permitían hablar con claridad.
Solo nos han pedido entregarlo a él- Volvió a señalar al Alward al tiempo que les mostraba un dibujo en papel con el rostro del chico -Mi nombre es Althis y soy la siguiente en la lista- Sus ojos se llenaron de lágrimas -Primero mi familia, esta noche yo, mañana otros más, nos han dicho que morirá una persona cada día hasta que él se entregue- Sus ojos empañados miraban fijamente al mercenario humano -Parece una locura, pero han dicho que solo lo quieren a él, cuando lo tengan nos dejarán en paz... y yo- Cayó de rodillas al piso -Yo no quiero morir, no quiero, no- La chica tenía los nervios destrozados y la información que había dado no era del todo completa.
Un breve silencio sirvió para que la chica controlara un poco su llanto -Nos han dicho que si tratamos de escapar, un ser amado tomará el lugar, a este paso la aldea será… por favor- Juntó sus manos a modo de ruego hacia aquellos mercenarios -Yo tomé el lugar de mi hermano para permitirle escapar y traer ayuda, pero tampoco he sabido nada de él- No había manera de calmar a la chica -Prometió ir por ayuda, pero ahora- Avanzó de rodillas hasta llegar cerca de Alward -Solo piden tu vida, y a cambio se salvará todo el pueblo, también es tu pueblo, ¿no?- Aquellas súplicas daban mucho en qué pensar al grupo de aventureros, aunque nada les aseguraba que quienes habían secuestrado el pueblo cumplieran su palabra de no matar a nadie más si el chico se entregaba.
Rischer por su parte sí que logró asustar al jovencito -No, no, por favor- Se cubrió la cara con las manos -El pueblo corre peligro- Entreabrió los dedos para asomar un ojo y ver que no lo golpearan -Ellos me atraparon antes de que pudiera escapar, me dieron el dinero y me ordenaron venir aquí- Comenzó a examinarse al sentirse un poco mejor, sus heridas habían sido tratadas y ya dejaban de doler -Dijeron que era impulsivo y estúpido- Se cubrió la cara de nuevo para evitar ser golpeado -Eso dijeron, y que si lo atrapaban, dejarían libre al pueblo, si no se entrega, seguro la gente del pueblo intentará atraparlo por su cuenta- Aquello definitivamente era un plan más elaborado de lo que parecía al principio, pues a este paso los mercenarios tendrían que entregarse o enfrentar al mismo pueblo que intentaban salvar, pues estos no dudarían en entregarlos para salvar a sus familias.
∞ Alward Sevna: Ya se van revelando más detalles del problema al que se enfrentan, uno que al parecer tiene como objetivo destruir la imagen de héroe del joven Alward, pues si se niega a entregarse el pueblo perecerá, los habitantes del pueblo intentarán atraparlo por su cuenta y terminará arremetiendo contra ellos para defenderse, los ojos de todos están puestos sobre el grupo ante esta difícil situación, más aún cuando no saben siquiera que el joven que les avisó del peligro también era parte de la trampa, un peón en este juego de llevarlos directo a una trampa moral.
Nada más estar todos dentro la chica se apresuró a cerrar la puerta y aclaró su garganta y habló con evidentes nervios -No sé, cómo decirles esto- Jugaba con sus dedos sin apartar la mirada de estos, evitando ver a los ojos a sus invitados -Sé que no lo aceptarán, es una locura, pero al menos debo decirlo- Miró por fin a todos y señaló al joven Sevna -Él- Dijo sembrando la intriga en los presentes -Ba-bas-bastará con él- Sus palabras no tenían mucho sentido pero sus nervios no le permitían hablar con claridad.
Solo nos han pedido entregarlo a él- Volvió a señalar al Alward al tiempo que les mostraba un dibujo en papel con el rostro del chico -Mi nombre es Althis y soy la siguiente en la lista- Sus ojos se llenaron de lágrimas -Primero mi familia, esta noche yo, mañana otros más, nos han dicho que morirá una persona cada día hasta que él se entregue- Sus ojos empañados miraban fijamente al mercenario humano -Parece una locura, pero han dicho que solo lo quieren a él, cuando lo tengan nos dejarán en paz... y yo- Cayó de rodillas al piso -Yo no quiero morir, no quiero, no- La chica tenía los nervios destrozados y la información que había dado no era del todo completa.
Un breve silencio sirvió para que la chica controlara un poco su llanto -Nos han dicho que si tratamos de escapar, un ser amado tomará el lugar, a este paso la aldea será… por favor- Juntó sus manos a modo de ruego hacia aquellos mercenarios -Yo tomé el lugar de mi hermano para permitirle escapar y traer ayuda, pero tampoco he sabido nada de él- No había manera de calmar a la chica -Prometió ir por ayuda, pero ahora- Avanzó de rodillas hasta llegar cerca de Alward -Solo piden tu vida, y a cambio se salvará todo el pueblo, también es tu pueblo, ¿no?- Aquellas súplicas daban mucho en qué pensar al grupo de aventureros, aunque nada les aseguraba que quienes habían secuestrado el pueblo cumplieran su palabra de no matar a nadie más si el chico se entregaba.
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Rischer por su parte sí que logró asustar al jovencito -No, no, por favor- Se cubrió la cara con las manos -El pueblo corre peligro- Entreabrió los dedos para asomar un ojo y ver que no lo golpearan -Ellos me atraparon antes de que pudiera escapar, me dieron el dinero y me ordenaron venir aquí- Comenzó a examinarse al sentirse un poco mejor, sus heridas habían sido tratadas y ya dejaban de doler -Dijeron que era impulsivo y estúpido- Se cubrió la cara de nuevo para evitar ser golpeado -Eso dijeron, y que si lo atrapaban, dejarían libre al pueblo, si no se entrega, seguro la gente del pueblo intentará atraparlo por su cuenta- Aquello definitivamente era un plan más elaborado de lo que parecía al principio, pues a este paso los mercenarios tendrían que entregarse o enfrentar al mismo pueblo que intentaban salvar, pues estos no dudarían en entregarlos para salvar a sus familias.
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∞ Alward Sevna: Ya se van revelando más detalles del problema al que se enfrentan, uno que al parecer tiene como objetivo destruir la imagen de héroe del joven Alward, pues si se niega a entregarse el pueblo perecerá, los habitantes del pueblo intentarán atraparlo por su cuenta y terminará arremetiendo contra ellos para defenderse, los ojos de todos están puestos sobre el grupo ante esta difícil situación, más aún cuando no saben siquiera que el joven que les avisó del peligro también era parte de la trampa, un peón en este juego de llevarlos directo a una trampa moral.
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Re: El más alto precio [Mastereado-Alward Sevna]
Todos entraron en silencio, sin mediar palabra. Se miraban unos a otros, buscando la seguridad del compañero con una sola mirada o gesto. Finalmente, al entrar, vieron la desoladora escena que seguramente se repetiría casa por casa a lo largo de todo el pueblo. Era como si la propia Guerra que había asolado la ciudad de Lunargenta también hubiera tenido lugar allí, en Alosa. Pero no era posible, no se habían tenido noticias de enfrentamientos ni ocupación vampírica, el grueso de la batalla la había sufrido la ciudad y los señores de la noche no dieron mucha importancia a los pueblos adyacentes por lo general.
Los mercenarios se relajaron al ver que no había ningún peligro adentro, así como Emmanuel, que guardó la flecha en el carcaj y el arco se lo puso tras la espalda. La chica empezó a murmurar cosas, ni siquiera les había dado tiempo a asimilar el impacto de ver así una casa.
-¿Eh? Habla más claro, chica-Dijo el brujo sin entender una sola palabra
La joven no establecía contacto visual directo con ninguno, y se le notaba de sobremanera nerviosa. Entonces, para que no estuviese tan asustada y confiase más en ellos, el arquero se bajó la capucha, enseñando completamente su rostro, y se acercó a esta, intentando encontrarle la mirada. Le posó una mano sobre su hombro derecho, mostrando una mirada sincera y una sonrisa tranquilizadora.
-Tranquila, no tienes por qué temernos.-Se pausó-Nosotros no te haremos daño. Estarás segura.
La chica logró calmarse y elaborar una frase clara y sin titubeos, "Solo nos han pedido entregarlo a él", dijo señalando a Alward junto a un dibujo del rostro del mercenario. No era una búsqueda y captura oficial de ninguna ciudad, eso hizo aumentar la intriga, a la vez que dejaba por unos segundos en shock al Sevna. La chica se presentó, y explicó lo que sucedería si Alward no se entregaba, ya fuese de forma voluntaria o forzado.
Sus amigos empezaban a divagar, sin echarle mucha cuenta a la opción de entregar al Sevna y buscando una explicación a todo lo que había pasado. Alward, por su parte, estaba de brazos cruzados, haciendo sus propias cavilaciones, se le notaba nervioso.
-A ver, calmémonos-Dijo Ivens haciendo un gesto con ambas manos hacia abajo-¿Quiénes son los que han hecho esto?-Dijo mirando a la chica
-¿Siguen en el pueblo?-Intervino Moses
-Si siguen aquí, vamos a por ellos. Si se han ido y vuelven más tarde para cumplir su amenaza, les prepararemos una emboscada
Emmanuel se apartó de la chica, ahora mostrando él la desconfianza que esta mostraba hacia los mercenarios, aunque tampoco se puede decir que esta confíe del todo en ellos.
-¿Cuántos son? Para haber armado todo este destrozo, deben de ser una banda bien armada, entrenada y estructurada.
-Y tampoco podemos esperar a que la Guardia de Lunargenta ni ningún ejército menor se digne en venir, ya que la noticia tardaría en llegarles y alguien de la aldea moriría
-...Chicos...-Rompió la conversación con cierta timidez, sintiéndose en el ojo del huracán-No puedo poneros en peligro...
-¡¡¡Pamplinas!!!-Gritó Moses-¡Es una locura que te entreguemos!
-También lo es que nos quedemos sin hacer nada. Está claro que hay que trazar algún plan, y por supuesto que dejarte solo no es una opción-Dijo dirigiéndose a Alward con total seriedad, mostrando su lealtad más sincera.
La chica entonces volvió a intervenir. Explicando aún más la situación y lo que sucederá una y otra vez si no cumplen que las amenazas. Alward se sintió mal, no podía creerse que eso hubiera pasado en su hogar... ¿Quién sería aquella gente tan malvada como para hacerle eso? Entonces, un destello de lucidez iluminó su mente. Ya le había pasado otras veces, y no podía ser una coincidencia aislada, ya que no tendría sentido que así fuese, y nadie más tendría motivos para intentar hacerles daño.
-¿Creéis que pueden ser aquellos que andan detrás nuestra?-Dijo con cierto pesar en su tono. Se lo notaba triste, además de sentirse culpable ante la situación, sobretodo después de la acusación de la joven "Solo piden tu vida, y a cambio se salvará todo el pueblo, también es tu pueblo, ¿no?" Eso le dolió. Si su teoría era correcta, habían muerto muchos inocentes por su culpa.
-Yo también lo he pensado-Asintió dirigiéndose al grupo-Si son ellos, es una oportunidad perfecta para quitárnoslos de encima-Propuso cruzándose de brazos y apoyándose en una de las paredes.
Aquellos a los que se referían tanto Alward como Emmanuel eran el extraño grupo con el que se habían encontrado más de una vez, los cuales soltaban pequeñas amenazas para que los Stelliazos dejasen de meterse en sus asuntos. Realmente no lo hacían a propósito, pero más de una vez, Alward y sus compañeros se metieron en medio del camino de estas extrañas personas, entorpeciendo sus planes, y para más inri, todas las amenazas que les soltaban acababan con los maleantes mal parados. Aparentemente, este otro grupo de "mercenarios" estaba liderado por el encapuchado que apresó al Sevna una vez junto a Eiko, y que lograron escapar gracias a la ayuda de Zöe y aquella chica extraña con los ojos vendados.
Sus amigos siguieron debatiendo sobre qué hacer y cómo actuar en su próximo movimiento. Alward optó de nuevo por mantenerse al margen, callado y pensativo, estaba sin lugar a dudas en una tesitura complicada.
De pronto, el joven Sevna se acercó a la puerta, con intención de abrirla y abandonar la casa.
-Al, ¿Qué haces?-Preguntó Ivens, quién se alertó primero de las intenciones de Alward
El Sevna se detuvo antes de posar su mano en el picaporte de la puerta y giró su cabeza hacia la derecha, mirando de reojo a los presentes en aquel destartalado lugar.
-...Necesito ir a mi casa, y ver si mi familia está bien
-¡Te vas a poner en peligro tú solo!
-¡¡Me da igual!!-Gritó tras dar un puñetazo seco a la puerta. Acto seguido, se mordió el labio inferior y contuvo su malestar-...D-debo ir...
-Voy con él-Se despegó de la pared. Acto seguido desvió la mirada hacia Ivens y Moses-Vosotros dos quedaos aquí cuidando de la chica, por si vienen a buscarla-Dijo ahora cambiando su vista hacia la joven, de la cual seguía sin fiarse, pero si su historia era cierta, dejarla sola podría suponer que acabaran con ella o algo peor. Dio su palabra de que estando con ellos no sufriría daño, y de alguna manera el arquero quería cumplir su palabra.
Al final, tanto Moses como Ivens tuvieron que aceptar. Quizás no sería la mejor de las ideas, pero Alward necesitaba ver cómo estaba su familia. Después de ver lo ocurrido en el pueblo, no estaba para nada tranquilo, y le daba igual las represalias que pudiera tener. Intentaría convencer al pueblo de que le dejasen montar un contraataque a aquellos que arremetieron con tanta brutalidad contra este.
Alward y Emmanuel se dirigirían juntos a la granja de los Sevna, la cual estaba en el límite oeste del pueblo. Tendrían que pasar por todo este, quizás se encontrasen con alguna sorpresa inesperada o simplemente un pueblo vacío y de aspecto fantasma como el que se encontraron nada más llegar. Al joven Sevna le daba igual, tenía que ir a su casa. Pocas cosas aparte de la familia habían más importantes para el mercenario.
El chico soltó de lleno el plan que tenían preparado contra de los Stelliazos aquellos que atacaron Alosa. Eran demasiado crueles y sanguinarios como para ser cierto.
-¿De verdad es necesaria tanta crueldad?-Eiko, que se encontraba sentada en una silla de madera pegada a la cama del chico, juntó ambas manos y se las llevó a la boca, tapándosela para así esconder su asombro total.
-Sin duda hay que ser muy miserable para hacer eso...-Dijo Gertrude cruzándose de brazos y frotando sus manos contra los codos opuestos intentando disipar el escalofrío que le había entrado al oír lo que el muchacho contó.
-¿Quiénes son? Necesito saber QUIÉNES son-Dijo acercándose al chico poco a poco y amenazante, haciendo especial incapié en saber la identidad de esos bandidos.
-¿Qué hacemos, Rischer?
El elfo se alejó unos pasos de la cama, dirigiéndose a su mujer.
-Iré en seguida a ayudarles. Cuantos más sean mejor-Desvió la mirada hacia el chico-Vosotras dos quedaos aquí... Seguro que el chico necesitará más cuidados
Los mercenarios se relajaron al ver que no había ningún peligro adentro, así como Emmanuel, que guardó la flecha en el carcaj y el arco se lo puso tras la espalda. La chica empezó a murmurar cosas, ni siquiera les había dado tiempo a asimilar el impacto de ver así una casa.
-¿Eh? Habla más claro, chica-Dijo el brujo sin entender una sola palabra
La joven no establecía contacto visual directo con ninguno, y se le notaba de sobremanera nerviosa. Entonces, para que no estuviese tan asustada y confiase más en ellos, el arquero se bajó la capucha, enseñando completamente su rostro, y se acercó a esta, intentando encontrarle la mirada. Le posó una mano sobre su hombro derecho, mostrando una mirada sincera y una sonrisa tranquilizadora.
-Tranquila, no tienes por qué temernos.-Se pausó-Nosotros no te haremos daño. Estarás segura.
La chica logró calmarse y elaborar una frase clara y sin titubeos, "Solo nos han pedido entregarlo a él", dijo señalando a Alward junto a un dibujo del rostro del mercenario. No era una búsqueda y captura oficial de ninguna ciudad, eso hizo aumentar la intriga, a la vez que dejaba por unos segundos en shock al Sevna. La chica se presentó, y explicó lo que sucedería si Alward no se entregaba, ya fuese de forma voluntaria o forzado.
Sus amigos empezaban a divagar, sin echarle mucha cuenta a la opción de entregar al Sevna y buscando una explicación a todo lo que había pasado. Alward, por su parte, estaba de brazos cruzados, haciendo sus propias cavilaciones, se le notaba nervioso.
-A ver, calmémonos-Dijo Ivens haciendo un gesto con ambas manos hacia abajo-¿Quiénes son los que han hecho esto?-Dijo mirando a la chica
-¿Siguen en el pueblo?-Intervino Moses
-Si siguen aquí, vamos a por ellos. Si se han ido y vuelven más tarde para cumplir su amenaza, les prepararemos una emboscada
Emmanuel se apartó de la chica, ahora mostrando él la desconfianza que esta mostraba hacia los mercenarios, aunque tampoco se puede decir que esta confíe del todo en ellos.
-¿Cuántos son? Para haber armado todo este destrozo, deben de ser una banda bien armada, entrenada y estructurada.
-Y tampoco podemos esperar a que la Guardia de Lunargenta ni ningún ejército menor se digne en venir, ya que la noticia tardaría en llegarles y alguien de la aldea moriría
-...Chicos...-Rompió la conversación con cierta timidez, sintiéndose en el ojo del huracán-No puedo poneros en peligro...
-¡¡¡Pamplinas!!!-Gritó Moses-¡Es una locura que te entreguemos!
-También lo es que nos quedemos sin hacer nada. Está claro que hay que trazar algún plan, y por supuesto que dejarte solo no es una opción-Dijo dirigiéndose a Alward con total seriedad, mostrando su lealtad más sincera.
La chica entonces volvió a intervenir. Explicando aún más la situación y lo que sucederá una y otra vez si no cumplen que las amenazas. Alward se sintió mal, no podía creerse que eso hubiera pasado en su hogar... ¿Quién sería aquella gente tan malvada como para hacerle eso? Entonces, un destello de lucidez iluminó su mente. Ya le había pasado otras veces, y no podía ser una coincidencia aislada, ya que no tendría sentido que así fuese, y nadie más tendría motivos para intentar hacerles daño.
-¿Creéis que pueden ser aquellos que andan detrás nuestra?-Dijo con cierto pesar en su tono. Se lo notaba triste, además de sentirse culpable ante la situación, sobretodo después de la acusación de la joven "Solo piden tu vida, y a cambio se salvará todo el pueblo, también es tu pueblo, ¿no?" Eso le dolió. Si su teoría era correcta, habían muerto muchos inocentes por su culpa.
-Yo también lo he pensado-Asintió dirigiéndose al grupo-Si son ellos, es una oportunidad perfecta para quitárnoslos de encima-Propuso cruzándose de brazos y apoyándose en una de las paredes.
Aquellos a los que se referían tanto Alward como Emmanuel eran el extraño grupo con el que se habían encontrado más de una vez, los cuales soltaban pequeñas amenazas para que los Stelliazos dejasen de meterse en sus asuntos. Realmente no lo hacían a propósito, pero más de una vez, Alward y sus compañeros se metieron en medio del camino de estas extrañas personas, entorpeciendo sus planes, y para más inri, todas las amenazas que les soltaban acababan con los maleantes mal parados. Aparentemente, este otro grupo de "mercenarios" estaba liderado por el encapuchado que apresó al Sevna una vez junto a Eiko, y que lograron escapar gracias a la ayuda de Zöe y aquella chica extraña con los ojos vendados.
Sus amigos siguieron debatiendo sobre qué hacer y cómo actuar en su próximo movimiento. Alward optó de nuevo por mantenerse al margen, callado y pensativo, estaba sin lugar a dudas en una tesitura complicada.
De pronto, el joven Sevna se acercó a la puerta, con intención de abrirla y abandonar la casa.
-Al, ¿Qué haces?-Preguntó Ivens, quién se alertó primero de las intenciones de Alward
El Sevna se detuvo antes de posar su mano en el picaporte de la puerta y giró su cabeza hacia la derecha, mirando de reojo a los presentes en aquel destartalado lugar.
-...Necesito ir a mi casa, y ver si mi familia está bien
-¡Te vas a poner en peligro tú solo!
-¡¡Me da igual!!-Gritó tras dar un puñetazo seco a la puerta. Acto seguido, se mordió el labio inferior y contuvo su malestar-...D-debo ir...
-Voy con él-Se despegó de la pared. Acto seguido desvió la mirada hacia Ivens y Moses-Vosotros dos quedaos aquí cuidando de la chica, por si vienen a buscarla-Dijo ahora cambiando su vista hacia la joven, de la cual seguía sin fiarse, pero si su historia era cierta, dejarla sola podría suponer que acabaran con ella o algo peor. Dio su palabra de que estando con ellos no sufriría daño, y de alguna manera el arquero quería cumplir su palabra.
Al final, tanto Moses como Ivens tuvieron que aceptar. Quizás no sería la mejor de las ideas, pero Alward necesitaba ver cómo estaba su familia. Después de ver lo ocurrido en el pueblo, no estaba para nada tranquilo, y le daba igual las represalias que pudiera tener. Intentaría convencer al pueblo de que le dejasen montar un contraataque a aquellos que arremetieron con tanta brutalidad contra este.
Alward y Emmanuel se dirigirían juntos a la granja de los Sevna, la cual estaba en el límite oeste del pueblo. Tendrían que pasar por todo este, quizás se encontrasen con alguna sorpresa inesperada o simplemente un pueblo vacío y de aspecto fantasma como el que se encontraron nada más llegar. Al joven Sevna le daba igual, tenía que ir a su casa. Pocas cosas aparte de la familia habían más importantes para el mercenario.
______________________________________________
El chico soltó de lleno el plan que tenían preparado contra de los Stelliazos aquellos que atacaron Alosa. Eran demasiado crueles y sanguinarios como para ser cierto.
-¿De verdad es necesaria tanta crueldad?-Eiko, que se encontraba sentada en una silla de madera pegada a la cama del chico, juntó ambas manos y se las llevó a la boca, tapándosela para así esconder su asombro total.
-Sin duda hay que ser muy miserable para hacer eso...-Dijo Gertrude cruzándose de brazos y frotando sus manos contra los codos opuestos intentando disipar el escalofrío que le había entrado al oír lo que el muchacho contó.
-¿Quiénes son? Necesito saber QUIÉNES son-Dijo acercándose al chico poco a poco y amenazante, haciendo especial incapié en saber la identidad de esos bandidos.
-¿Qué hacemos, Rischer?
El elfo se alejó unos pasos de la cama, dirigiéndose a su mujer.
-Iré en seguida a ayudarles. Cuantos más sean mejor-Desvió la mirada hacia el chico-Vosotras dos quedaos aquí... Seguro que el chico necesitará más cuidados
Alward Sevna
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Re: El más alto precio [Mastereado-Alward Sevna]
Algunos de los mercenarios intentaron crear confianza en la asustada joven, no era nada sencillo ciertamente pero no estaba de más intentarlo, aunque para su pesar aquello solo hizo empeorar la situación de la chica quien se sentía sumamente culpable por estar entregando a aquellos buenos hombres solo para salvar su vida propia -Lo lamento, de veras lo lamento, yo solo, tengo miedo de morir- Sus ojos bañados en lágrimas parecían respaldar sus palabras y la culpa que sentía -Ellos, ellos no están aquí- Respondió con las manos a los lados de su boca y en un tono bajo -No necesitan estarlo- Señaló a las paredes -El miedo, usan el miedo de las personas para que sean sus ojos- Delató la manera como aquellos villanos se habían hecho con el control del pueblo.
Nadie sabe en qué momento sucedió, pero desde hace unos días, comenzaron a desaparecer personas del pueblo- Explicó entre sollozos -Luego ellos vinieron, dijeron que la seguridad de los desaparecidos estaba en nuestras manos, si seguíamos sus órdenes estaríamos bien, y si no…- Hizo un incómodo silencio -Algunos intentaron oponerse, pero por alguna razón jamás llegaron a alcanzar al emisario, sus cuerpos se paralizaron como si fueran víctimas de la rigidez de la muerte y cayeron al piso- Explicó cuanto sabía, o al menos cuanto había visto o escuchado en esos días -No han venido muchos, nunca son más de 5 pero rara vez vuelven los mismos, han de ser un grupo más grande pero solo algunos vienen cada vez.
Sabía muy poco en realidad, tal vez solo sabía lo que aquellos malvados deseaban que ella supiera y dijera a los valientes héroes -También nos dijeron que tienen infiltrados en la guardia, por lo que pedir ayuda solo traería graves consecuencias y nada de ayuda- Poco a poco aquella situación comenzaba a volverse más intrincada y confusa ¿Era posible que aquel grupo tuviera tanta influencia y poder? y si lo tenían ¿Por qué usarlo contra aquel pequeño pueblo? No parecía tener otro sentido a no ser que fuera una venganza dirigida contra ellos, iniciando con el joven Sevna.
Un largo camino tendría que recorrer el joven mercenario hasta su hogar, uno que había parecido un calvario lleno de miradas escondidas entre ventanas entrecerradas y agujeros por lo que asomaban ojos inquietantes, aunque hasta ahora, ninguno de ellos era de los enemigos, los culpables de todo no parecían estar en el pueblo, aunque sí que habían dejado su marca en todos lados. Lo primero que encontraría Alward al llegar sería el despojo colgante que quedaba de lo que antes fue una puerta, su hogar parecía haber sido embestido por una manada de bestias salvajes y dentro, el desastre no sería diferente al observado anteriormente, aunque algo era distinto.
Rezaba en el muro al fondo de la estancia, escrita con sangre la frase: “¿A dónde vas? Alward… La vida que buscas, nunca la encontrarás” y en la misma pared, anclada con firmeza entre madera y acero, sostenida por la hoja de una daga reposaba una carta con un mensaje oculto, uno que revelaba la primera en una cadena de pistas para jugar con la mente del mercenario y quebrantar su espíritu.
∞ Alward Sevna: Lentamente se van descubriendo más pistas acerca de los culpables de la desolación en el pueblo, aunque no todas las pistas son verdaderas, tampoco terminan de ser del todo falsas. Alward solo encontrará esas pistas en su hogar, sin señales de su familia, de momento se desconoce su paradero, por otro lado, el chico que les dio la noticia se ha quedado atrás mientras tus otros compañeros acuden en ayuda, tal vez para ayudar, tal vez para empeorarlo todo, ya lo sabrás más adelante, es un interesante turno para explorar la entereza y cordura de Alward, a fin de cuentas es humano, con sueños y temores, este tema llevará sus valores al límite.
Nadie sabe en qué momento sucedió, pero desde hace unos días, comenzaron a desaparecer personas del pueblo- Explicó entre sollozos -Luego ellos vinieron, dijeron que la seguridad de los desaparecidos estaba en nuestras manos, si seguíamos sus órdenes estaríamos bien, y si no…- Hizo un incómodo silencio -Algunos intentaron oponerse, pero por alguna razón jamás llegaron a alcanzar al emisario, sus cuerpos se paralizaron como si fueran víctimas de la rigidez de la muerte y cayeron al piso- Explicó cuanto sabía, o al menos cuanto había visto o escuchado en esos días -No han venido muchos, nunca son más de 5 pero rara vez vuelven los mismos, han de ser un grupo más grande pero solo algunos vienen cada vez.
Sabía muy poco en realidad, tal vez solo sabía lo que aquellos malvados deseaban que ella supiera y dijera a los valientes héroes -También nos dijeron que tienen infiltrados en la guardia, por lo que pedir ayuda solo traería graves consecuencias y nada de ayuda- Poco a poco aquella situación comenzaba a volverse más intrincada y confusa ¿Era posible que aquel grupo tuviera tanta influencia y poder? y si lo tenían ¿Por qué usarlo contra aquel pequeño pueblo? No parecía tener otro sentido a no ser que fuera una venganza dirigida contra ellos, iniciando con el joven Sevna.
Un largo camino tendría que recorrer el joven mercenario hasta su hogar, uno que había parecido un calvario lleno de miradas escondidas entre ventanas entrecerradas y agujeros por lo que asomaban ojos inquietantes, aunque hasta ahora, ninguno de ellos era de los enemigos, los culpables de todo no parecían estar en el pueblo, aunque sí que habían dejado su marca en todos lados. Lo primero que encontraría Alward al llegar sería el despojo colgante que quedaba de lo que antes fue una puerta, su hogar parecía haber sido embestido por una manada de bestias salvajes y dentro, el desastre no sería diferente al observado anteriormente, aunque algo era distinto.
Rezaba en el muro al fondo de la estancia, escrita con sangre la frase: “¿A dónde vas? Alward… La vida que buscas, nunca la encontrarás” y en la misma pared, anclada con firmeza entre madera y acero, sostenida por la hoja de una daga reposaba una carta con un mensaje oculto, uno que revelaba la primera en una cadena de pistas para jugar con la mente del mercenario y quebrantar su espíritu.
- Mensaje de la carta:
- Venimos de la noche y hacia la noche vamos
llevando en nuestros pasos, los vestigios del hombre
engendrador de vida, engendrador de muerte
más cuando tú venías, venías hacia la muerte
porque son nuestros pasos un réquiem que susurra
espera la llegada de tu infinito averno
el castigo del héroe es la eterna soledad
Un camino de muerte que otros han de pagar
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∞ Alward Sevna: Lentamente se van descubriendo más pistas acerca de los culpables de la desolación en el pueblo, aunque no todas las pistas son verdaderas, tampoco terminan de ser del todo falsas. Alward solo encontrará esas pistas en su hogar, sin señales de su familia, de momento se desconoce su paradero, por otro lado, el chico que les dio la noticia se ha quedado atrás mientras tus otros compañeros acuden en ayuda, tal vez para ayudar, tal vez para empeorarlo todo, ya lo sabrás más adelante, es un interesante turno para explorar la entereza y cordura de Alward, a fin de cuentas es humano, con sueños y temores, este tema llevará sus valores al límite.
Ansur
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Re: El más alto precio [Mastereado-Alward Sevna]
Tras una caminata en un tenso silencio absoluto, Alward y Emmanuel llegaron a la granja familiar de los Sevna. El arquero no había dejado de notar que las miradas se clavaban tanto en él como en su amigo. Alosa se había convertido en un pueblo fantasma, al menos en su vía pública. Parecía que el júbilo y la alegría traídas por las tropas de humanos al servicio del Rey Sigfried al liberar Lunargenta hubiesen pasado desapercibidas para aquel pueblo, y tenían motivos para ello, desde luego. Era extraño que unas tierras que pertenecían a la ciudad humana más importante no hubiesen recibido ayuda por parte de la guardia. Aunque, si lo que la chica contó era cierto, tampoco se podía confiar en esta. Sin duda, esa sensación de soledad y desasosiego había hecho que los habitantes de Alosa perdieran la fe en todo y su único recurso fuese aceptar las condiciones de aquellos "bandidos", por llamarlos de alguna forma.
Alward los entendía en cierto modo, pero también le dolía que ahora lo mirasen como a un peligro, en vez de como a un hijo pródigo que quiere hacerse un nombre en la gran ciudad.
El mercenario quería visitar su hogar después de la guerra, para traerles las buenas nuevas a su gente, y para ser el orgullo de su familia. No todos los días alguien sale de una guerra victorioso y liberándola de unos opresores y usurpadores. Por eso paró junto a los Stelliazos en aquella pequeña aldea próxima a Alosa, quería que sus amigos también fuesen vistos como "héroes" a los ojos de su propio hogar. Se lo merecían al fin y al cabo. Sin ellos no era nada, y no habría logrado nada más que una buena patada en el culo desde el primer día que llego a Lunargenta.
Tanto el Sevna como el arquero guardaban silencio, no se dirigían ni una mirada ni una palabra. El ambiente era tan tenso que Alward solo estaba enfocado en llegar lo más pronto posible a su casa, mientras que Emmanuel se quedaba a su espalda, un paso más atrás, sin saber qué decir para calmar la situación, si es que siquiera se podía calmar. El primero caminaba con paso firme y ritmo rápido, mientras que el segundo, ya encapuchado, se preocupaba por su alrededor y esa sensación de constante agobio. Tenía la sensación de que algo o alguien les saltaría al cuello en la menor oportunidad. El espadachín a doble espada y el arquero carmesí, sin duda una pareja peculiar. Se podría decir que Emmanuel era más que un muy buen amigo para Alward, era su hermano. Eran uña y carne, y debido a eso, el arquero estaba profundamente preocupado por su amigo. Ninguno de los dos dudaría jugarse su propio físico por el otro. No es que los demás Stelliazos no lo hicieran, pero ambos tenían tal grado de complicidad que bastaba solo una mirada para saber qué pensaba el otro.
Al llegar a su casa, la situación no era diferente a la del resto del pueblo. Destrozos por doquier y saqueada de un modo bastante salvaje. Alward se quedó parado, a unos pocos metros de la puerta. A ambos lados se extendían unas vallas que tendrían unos cien metros de recorrido, "protegiendo" el terreno cultivable que pertenecía a los Sevna, el cual se extendía a su vez varios metros más allá de la valla y rodeaba toda la granja. Solo habían... O solían haber verduras en aquellas tierras, tenían un pequeño gallinero donde se autosustentaban si las cosechas no eran propicias, ahora vacío, pero los Sevna mayoritariamente se dedicaban al cultivo de coles, zanahorias, lechugas, tomates... Todo aquello que consiguiese agarrarse a aquella tierra. Ahora, simplemente era un campo baldío y seco. Aquellos bandidos habían arrasado incluso con los cultivos.
-...Miserables... Mis padres trabajaron muy duro para mantener estas tierras con vida...-Apretó ambos puños con fuerza mientras lanzaba una mirada periférica sobre todo el lugar
Emmanuel se le acercó y le posó una mano sobre el hombro derecho, mientras miraba también todo el terreno, lamentándose en su interior, aunque sin saber aún qué decir para animar a su amigo. El arquero notaba que le estaba fallando al no darle palabras de apoyo en ese momento. Finalmente, decidió por hablar, aunque sin duda no fue la mejor frase para reconfortarle.
-¿Pasamos dentro? Puede que tus padres estén ahí...
Entraron. Lo que antes era una estancia acogedora y familiar, ahora se había convertido en un desastre. Un lugar propio de una posguerra. Al fondo de la estancia, en los robustos muros de madera, había escrita una frase con sangre. Ambos mercenarios, sorteando trozos de muebles destrozados y demás decoraciones, llegaron hasta ella. No era una estancia muy grande, pero los obstáculos no facilitaban el acceso al fondo. La frase era directa y sencilla, y parecía estar jugando con la mente de Alward. En la pared, clavada por una daga, había un trozo de papel que el Sevna se apropió.
Alward leyó para sí, mientras que el arquero recitó lo escrito en voz alta, aunque con algo de dificultad, ya que su habilidad con la lectura no era igual de suelta que la de Alward, y ese mensaje era mucho más largo que el de la pared.
-Vvvvvenimos... de la noche y hac...ia la noche vamos... ll...evando en nues...tros pasos, los ves...tig...ios del hombre...
-Engendrador de vida, engendrador de muerte más cuando tú venías, venías hacia la muerte porque son nuestros pasos un réquiem que susurra espera la llegada de tu infinito averno, el castigo del héroe es la eterna soledad. Un camino de muerte que otros han de pagar...-Cortó Alward a su amigo para acabar antes. Mientras no quitaba su mirada de la carta y mantenía su ceño fruncido.
-¿Qué significa?-Dijo poniéndose en jarras releyendo una y otra vez por sí mismo en silencio la carta, que la agarró de las manos del Sevna, aunque con bastante dificultad.
-Es un texto bastante inquietante... Pero hay una letras que están remarcadas que forman...-Se detuvo un momento para encajarlo todo-..."Vendetta"
-He oído esa palabra, y no era muy buen augurio cuando me la insinuaban...-Se cruzó de brazos y dejó de mirar la frase escrita con sangre-Creo que significa algo así como "Venganza".
-...Tantas advertencias... Y nunca quise hacerles caso...-Suspiró, bajando la carta y dejándola caer al suelo
-Ninguno les hicimos caso, ¿Por qué tú has tenido que pagar por todos?
-...Eso quiero saber, Emm-Dijo mientras se dirigía hacia una silla que milagrosamente seguía intacta y se sentaba en ella. Apoyó ambos codos en sus respectivas rodillas y se tapó el rostro con las manos, mientras suspiraba resignado.
-Eh, eh... No te vengas ahora abajo. Seguro que si seguimos investigando encontramos algo
El Sevna levantó la vista y miró a los ojos a su compañero, el cual se bajó la capucha y le dedicaba una mirada confortante y una sonrisa segura. Esto animó un poco a Alawrd, pero le preocupó el no haber visto a nadie de su familia allí; ni a sus padres ni a su hermana.
-...¿Y si han acabado con ellos, Emm?-Dijo viniéndose abajo, casi destrozado al ver la escena con la que se había encontrado al entrar en su hogar.
-No pienses en eso, Al-Le apoyó una mano sobre el hombro-Entre los dos, conseguiremos sacar pistas de aquí, y cuando vengan, conseguiremos vencerlos, junto a Moses e Ivens.-Alzó a media altura apretó el puño para mostrar confianza y entereza-Siempre salimos ganando, ¿No? ¿Acaso hay alguien que haya podido tumbarnos alguna vez?-Sonrió y le guiñó el ojo a su amigo
-Claro...-Sonrió, sintiéndose mejor.-De alguna forma u otra, siempre ganamos-Se levantó con ánimo y motivado-¡Vamos a inspeccionar a fondo la casa!-Señaló hacia una habitación contigua que quedaba al este-Tú te encargarás de la habitación de mis padres-Luego señaló a otra que quedaba al oeste, donde habían unas escaleras de mano-Yo me encargaré del piso de arriba. Allí dormíamos mi hermana y yo
-¡Cuenta conmigo!-Alzó su pulgar derecho
No podía venirse abajo, no en ese momento. Era hora de descubrir qué había pasado, y la mejor forma de momento era investigar por toda la granja. Desde luego era su mejor baza, y no estaban mal encaminados cuando después de todo consiguieron encontrar aquella nota. No quería pensar si su familia seguían con vida o no, simplemente se empeñaba en saber dónde estaban y cómo podría encontrarles. Su esperanza no podía quebrantarse, no sin antes estar seguro de lo que estaba pasando.
Llegado el momento; al caer la noche, volverían con los demás para proteger a la chica. Da igual si eran cinco, diez o cincuenta. Les harían pagar caro todo lo que habían hecho a su hogar. Emmanuel le había hecho la promesa a la muchacha de protegerla, y Alward tenía ganas de enfrentarse a los que habían propiciado ese escenario.
Alward los entendía en cierto modo, pero también le dolía que ahora lo mirasen como a un peligro, en vez de como a un hijo pródigo que quiere hacerse un nombre en la gran ciudad.
El mercenario quería visitar su hogar después de la guerra, para traerles las buenas nuevas a su gente, y para ser el orgullo de su familia. No todos los días alguien sale de una guerra victorioso y liberándola de unos opresores y usurpadores. Por eso paró junto a los Stelliazos en aquella pequeña aldea próxima a Alosa, quería que sus amigos también fuesen vistos como "héroes" a los ojos de su propio hogar. Se lo merecían al fin y al cabo. Sin ellos no era nada, y no habría logrado nada más que una buena patada en el culo desde el primer día que llego a Lunargenta.
Tanto el Sevna como el arquero guardaban silencio, no se dirigían ni una mirada ni una palabra. El ambiente era tan tenso que Alward solo estaba enfocado en llegar lo más pronto posible a su casa, mientras que Emmanuel se quedaba a su espalda, un paso más atrás, sin saber qué decir para calmar la situación, si es que siquiera se podía calmar. El primero caminaba con paso firme y ritmo rápido, mientras que el segundo, ya encapuchado, se preocupaba por su alrededor y esa sensación de constante agobio. Tenía la sensación de que algo o alguien les saltaría al cuello en la menor oportunidad. El espadachín a doble espada y el arquero carmesí, sin duda una pareja peculiar. Se podría decir que Emmanuel era más que un muy buen amigo para Alward, era su hermano. Eran uña y carne, y debido a eso, el arquero estaba profundamente preocupado por su amigo. Ninguno de los dos dudaría jugarse su propio físico por el otro. No es que los demás Stelliazos no lo hicieran, pero ambos tenían tal grado de complicidad que bastaba solo una mirada para saber qué pensaba el otro.
Al llegar a su casa, la situación no era diferente a la del resto del pueblo. Destrozos por doquier y saqueada de un modo bastante salvaje. Alward se quedó parado, a unos pocos metros de la puerta. A ambos lados se extendían unas vallas que tendrían unos cien metros de recorrido, "protegiendo" el terreno cultivable que pertenecía a los Sevna, el cual se extendía a su vez varios metros más allá de la valla y rodeaba toda la granja. Solo habían... O solían haber verduras en aquellas tierras, tenían un pequeño gallinero donde se autosustentaban si las cosechas no eran propicias, ahora vacío, pero los Sevna mayoritariamente se dedicaban al cultivo de coles, zanahorias, lechugas, tomates... Todo aquello que consiguiese agarrarse a aquella tierra. Ahora, simplemente era un campo baldío y seco. Aquellos bandidos habían arrasado incluso con los cultivos.
-...Miserables... Mis padres trabajaron muy duro para mantener estas tierras con vida...-Apretó ambos puños con fuerza mientras lanzaba una mirada periférica sobre todo el lugar
Emmanuel se le acercó y le posó una mano sobre el hombro derecho, mientras miraba también todo el terreno, lamentándose en su interior, aunque sin saber aún qué decir para animar a su amigo. El arquero notaba que le estaba fallando al no darle palabras de apoyo en ese momento. Finalmente, decidió por hablar, aunque sin duda no fue la mejor frase para reconfortarle.
-¿Pasamos dentro? Puede que tus padres estén ahí...
Entraron. Lo que antes era una estancia acogedora y familiar, ahora se había convertido en un desastre. Un lugar propio de una posguerra. Al fondo de la estancia, en los robustos muros de madera, había escrita una frase con sangre. Ambos mercenarios, sorteando trozos de muebles destrozados y demás decoraciones, llegaron hasta ella. No era una estancia muy grande, pero los obstáculos no facilitaban el acceso al fondo. La frase era directa y sencilla, y parecía estar jugando con la mente de Alward. En la pared, clavada por una daga, había un trozo de papel que el Sevna se apropió.
Alward leyó para sí, mientras que el arquero recitó lo escrito en voz alta, aunque con algo de dificultad, ya que su habilidad con la lectura no era igual de suelta que la de Alward, y ese mensaje era mucho más largo que el de la pared.
-Vvvvvenimos... de la noche y hac...ia la noche vamos... ll...evando en nues...tros pasos, los ves...tig...ios del hombre...
-Engendrador de vida, engendrador de muerte más cuando tú venías, venías hacia la muerte porque son nuestros pasos un réquiem que susurra espera la llegada de tu infinito averno, el castigo del héroe es la eterna soledad. Un camino de muerte que otros han de pagar...-Cortó Alward a su amigo para acabar antes. Mientras no quitaba su mirada de la carta y mantenía su ceño fruncido.
-¿Qué significa?-Dijo poniéndose en jarras releyendo una y otra vez por sí mismo en silencio la carta, que la agarró de las manos del Sevna, aunque con bastante dificultad.
-Es un texto bastante inquietante... Pero hay una letras que están remarcadas que forman...-Se detuvo un momento para encajarlo todo-..."Vendetta"
-He oído esa palabra, y no era muy buen augurio cuando me la insinuaban...-Se cruzó de brazos y dejó de mirar la frase escrita con sangre-Creo que significa algo así como "Venganza".
-...Tantas advertencias... Y nunca quise hacerles caso...-Suspiró, bajando la carta y dejándola caer al suelo
-Ninguno les hicimos caso, ¿Por qué tú has tenido que pagar por todos?
-...Eso quiero saber, Emm-Dijo mientras se dirigía hacia una silla que milagrosamente seguía intacta y se sentaba en ella. Apoyó ambos codos en sus respectivas rodillas y se tapó el rostro con las manos, mientras suspiraba resignado.
-Eh, eh... No te vengas ahora abajo. Seguro que si seguimos investigando encontramos algo
El Sevna levantó la vista y miró a los ojos a su compañero, el cual se bajó la capucha y le dedicaba una mirada confortante y una sonrisa segura. Esto animó un poco a Alawrd, pero le preocupó el no haber visto a nadie de su familia allí; ni a sus padres ni a su hermana.
-...¿Y si han acabado con ellos, Emm?-Dijo viniéndose abajo, casi destrozado al ver la escena con la que se había encontrado al entrar en su hogar.
-No pienses en eso, Al-Le apoyó una mano sobre el hombro-Entre los dos, conseguiremos sacar pistas de aquí, y cuando vengan, conseguiremos vencerlos, junto a Moses e Ivens.-Alzó a media altura apretó el puño para mostrar confianza y entereza-Siempre salimos ganando, ¿No? ¿Acaso hay alguien que haya podido tumbarnos alguna vez?-Sonrió y le guiñó el ojo a su amigo
-Claro...-Sonrió, sintiéndose mejor.-De alguna forma u otra, siempre ganamos-Se levantó con ánimo y motivado-¡Vamos a inspeccionar a fondo la casa!-Señaló hacia una habitación contigua que quedaba al este-Tú te encargarás de la habitación de mis padres-Luego señaló a otra que quedaba al oeste, donde habían unas escaleras de mano-Yo me encargaré del piso de arriba. Allí dormíamos mi hermana y yo
-¡Cuenta conmigo!-Alzó su pulgar derecho
No podía venirse abajo, no en ese momento. Era hora de descubrir qué había pasado, y la mejor forma de momento era investigar por toda la granja. Desde luego era su mejor baza, y no estaban mal encaminados cuando después de todo consiguieron encontrar aquella nota. No quería pensar si su familia seguían con vida o no, simplemente se empeñaba en saber dónde estaban y cómo podría encontrarles. Su esperanza no podía quebrantarse, no sin antes estar seguro de lo que estaba pasando.
Llegado el momento; al caer la noche, volverían con los demás para proteger a la chica. Da igual si eran cinco, diez o cincuenta. Les harían pagar caro todo lo que habían hecho a su hogar. Emmanuel le había hecho la promesa a la muchacha de protegerla, y Alward tenía ganas de enfrentarse a los que habían propiciado ese escenario.
Alward Sevna
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Re: El más alto precio [Mastereado-Alward Sevna]
Aquel escenario resultaba muy perturbador, los destrozos causados no parecían obedecer a ningún propósito más allá de la anarquía y el oprobio, era notable la intención ofensiva en el desorden y la afrenta que eso intentaba significar, una estocada directa al corazón del joven Sevna, propinada por una silueta sombría que observaba desde lejos con una sonrisa macabra, alguien estaba detrás de todo con algún propósito poco claro. La tarde avanzaba muy de prisa, la noche no tardaría en dejarse caer y abrazar el pueblo bajo su oscuro manto, uno que daría cobijo a los antagonistas de la historia.
No bastaba, desde luego, con la oscuridad de la noche, sino que además parecía aproximarse una tormenta, el viento frío helaba los huesos de los presentes y algunos relámpagos destellaban en la lejanía, la misma lejanía donde desfilaba acercándose una misteriosa silueta encapuchada, el sol había mostrado sus últimos destellos de luz y el cielo se hallaba cubierto de nubes grises que oscurecían el manto de la cúpula celeste. Al cabo de unos minutos la figura llegó a la entrada del pueblo y con ella el primer atisbo del horror que los habitantes habían enfrentado las últimas noches, se acercaba la hora del tributo.
Solo un completo silencio hacía eco entre las casas, ornamentado a ratos por el silbido del viento que se colaba entre los pasajes, aquella figura bajó de su caballo y caminó hundiendo sus botas en la tierra húmeda y fría -¡La hora se acerca!- Gritó a viva voz -¡Ya conocen las condiciones!- Descubrió su manga para mirar su reloj y luego volvió a cubrirlo -Bastará entregar a un hombre para salvar a todo el pueblo, de lo contrario, una nueva muerte pesará sobre sus cabezas- Aquel sujeto de negras vestimentas y rostro semicubierto sacudió su ropa con prepotencia, como si aquel pueblo lo hiciera sentir sucio, acto seguido continuó -¡Ya saben que no nos gusta esperar! Cuando él llegue, todo debe estar listo- Advirtió en tono severo y áspero.
Una barra titilante se movía en el fondo de una de las cabañas y la misma no tardó en hacerse presente, un hombre anciano pero aún fuerte fue el primero en salir de una de las cabañas, caminó hasta el centro de la calle y suspiró con tristeza y resignación, tras él comenzaron a salir otros habitantes de diversas edades armados con instrumentos rudimentarios y a la señál del anciano comenzaron a avanzar hacia la cabaña donde se ocultaba la jovencita que ahora era custodiada por algunos de los Stellazios.
Relámpagos y una fuerte ventisca marcaron el inicio de la cacería, una en donde obligaban a las víctimas a cazarse entre ellas, los obligaban a capturar a sus propios amigos y vecinos -¡NO, No lo hagas!- Gritó el anciano al ver que uno de los más jóvenes aldeanos salía del plan y se lanzaba en un ataque directo contra aquel emisario de la muerte pero antes de llegar, sus piernas flaquearon y sus fuerzas parecieron abandonarle hasta que cayó finalmente a los pies de aquel misterioso villano -Insensato, nadie ha conseguido tocarme- Dijo orgulloso mientras le destrozaba el cuello de una patada sin piedad, y es que ciertamente tenía una habilidad muy particular para protegerse.
∞ Alward Sevna: Comienza a ser la hora de tomar decisiones importantes, la primera de ellas es entregar a Sevna o a la jovencita, los aldeanos intentarán entrar a la cabaña para tomar a la chica a menos que Alward se entregue, si los Stellazios quieren protegerla tendrán que lastimar a los mismos aldeanos, quedando como villanos de cualquier manera.
∞ Otra opción un poco más arriesgada es atacar a aquel primer enviado de los villanos, apenas un mensajero que ha llegado en primer lugar para preparar todo, si deseas atacarlo deberás lanzar una runa y esperar que los dioses estén de tu lado, sin embargo has de tener en cuenta que no puede ser atacado a corta distancia, cualquiera que se acerque a menos de 5 metros será presa de un pánico que paralizará su cuerpo.
∞ Aunque la segunda opción parece mejor que la primera, debes tener en cuenta que los habitantes están aterrados, y atacar a uno de aquellos sujetos podría suponer terribles consecuencias para ellos, así que no sabes cómo van a reaccionar ante un ataque que los pueda hacer morir a todos, la reacción del pueblo también será marcada por la misma runa... Suerte.
No bastaba, desde luego, con la oscuridad de la noche, sino que además parecía aproximarse una tormenta, el viento frío helaba los huesos de los presentes y algunos relámpagos destellaban en la lejanía, la misma lejanía donde desfilaba acercándose una misteriosa silueta encapuchada, el sol había mostrado sus últimos destellos de luz y el cielo se hallaba cubierto de nubes grises que oscurecían el manto de la cúpula celeste. Al cabo de unos minutos la figura llegó a la entrada del pueblo y con ella el primer atisbo del horror que los habitantes habían enfrentado las últimas noches, se acercaba la hora del tributo.
Solo un completo silencio hacía eco entre las casas, ornamentado a ratos por el silbido del viento que se colaba entre los pasajes, aquella figura bajó de su caballo y caminó hundiendo sus botas en la tierra húmeda y fría -¡La hora se acerca!- Gritó a viva voz -¡Ya conocen las condiciones!- Descubrió su manga para mirar su reloj y luego volvió a cubrirlo -Bastará entregar a un hombre para salvar a todo el pueblo, de lo contrario, una nueva muerte pesará sobre sus cabezas- Aquel sujeto de negras vestimentas y rostro semicubierto sacudió su ropa con prepotencia, como si aquel pueblo lo hiciera sentir sucio, acto seguido continuó -¡Ya saben que no nos gusta esperar! Cuando él llegue, todo debe estar listo- Advirtió en tono severo y áspero.
Una barra titilante se movía en el fondo de una de las cabañas y la misma no tardó en hacerse presente, un hombre anciano pero aún fuerte fue el primero en salir de una de las cabañas, caminó hasta el centro de la calle y suspiró con tristeza y resignación, tras él comenzaron a salir otros habitantes de diversas edades armados con instrumentos rudimentarios y a la señál del anciano comenzaron a avanzar hacia la cabaña donde se ocultaba la jovencita que ahora era custodiada por algunos de los Stellazios.
Relámpagos y una fuerte ventisca marcaron el inicio de la cacería, una en donde obligaban a las víctimas a cazarse entre ellas, los obligaban a capturar a sus propios amigos y vecinos -¡NO, No lo hagas!- Gritó el anciano al ver que uno de los más jóvenes aldeanos salía del plan y se lanzaba en un ataque directo contra aquel emisario de la muerte pero antes de llegar, sus piernas flaquearon y sus fuerzas parecieron abandonarle hasta que cayó finalmente a los pies de aquel misterioso villano -Insensato, nadie ha conseguido tocarme- Dijo orgulloso mientras le destrozaba el cuello de una patada sin piedad, y es que ciertamente tenía una habilidad muy particular para protegerse.
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∞ Alward Sevna: Comienza a ser la hora de tomar decisiones importantes, la primera de ellas es entregar a Sevna o a la jovencita, los aldeanos intentarán entrar a la cabaña para tomar a la chica a menos que Alward se entregue, si los Stellazios quieren protegerla tendrán que lastimar a los mismos aldeanos, quedando como villanos de cualquier manera.
∞ Otra opción un poco más arriesgada es atacar a aquel primer enviado de los villanos, apenas un mensajero que ha llegado en primer lugar para preparar todo, si deseas atacarlo deberás lanzar una runa y esperar que los dioses estén de tu lado, sin embargo has de tener en cuenta que no puede ser atacado a corta distancia, cualquiera que se acerque a menos de 5 metros será presa de un pánico que paralizará su cuerpo.
∞ Aunque la segunda opción parece mejor que la primera, debes tener en cuenta que los habitantes están aterrados, y atacar a uno de aquellos sujetos podría suponer terribles consecuencias para ellos, así que no sabes cómo van a reaccionar ante un ataque que los pueda hacer morir a todos, la reacción del pueblo también será marcada por la misma runa... Suerte.
Ansur
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Re: El más alto precio [Mastereado-Alward Sevna]
Alward bajó con lentitud y parsimonia las escaleras hasta que finalmente tocó el suelo y se detuvo, agarrándose aún en las escaleras y sopesando la situación, perdido por un instante en su mente. Recordaba cuántas veces subió y bajó de ese lugar, junto a su hermana, solo, o en ocasiones, acompañado de algún amigo del lugar. Emmanuel volvió a la sala también. Ninguno había encontrado nada.
-Aquí no parece haber nada
El Sevna pegó su frente a uno de los peldaños de la escalera mientras suspìraba. Cerró los ojos durante unos segundos, acto seguido se separó finalmente de la escalera y se dirigió a la salida. Nada más asomarse por el umbral de la puerta, sintió un escalofrío. La temperatura había bajado bruscamente y el viento empezó a soplar con algo de fuerza. Se acercaba una tormenta, a lo lejos se podían divisar rayos y nubes con muy mal aspecto que poco a poco empezaban a cubrir el cielo estrellado de Alosa.
-Volvamos con los demás. Aquí no hay nada que hacer.
-Al... ¿Estás bien?
El Sevna no contestó. Simplemente se limitó a empezar a caminar hacia adelante, hacia al pueblo. Su amigo le siguió, no sin antes echar un vistazo atrás, al antiguo hogar de su amigo. Ni siquiera conocía a su familia, pero solo de ver el aspecto que presentaba dicho lugar tanto por fuera como por dentro emblandeció el corazón del arquero, que solamente pudo encontrar el consuelo de un suspiro largo y una mueca de desagrado ante tal escena. Sin más, aligeró la marcha para seguir a Alward, el cual ya le llevaba unos metros de ventaja.
Mientras tanto, Moses e Ivens se encontraban en la casa de la chica que había sido condenada a sufrir un terrible destino si es que no encontraban una solución a la situación que se cernía sobre aquel pueblo. El brujo se encontraba sentado junto a ella, intentando darle conversación para animarla, aunque solo fuese un poco. Por su parte, Moses estaba apoyado en una de las paredes cercanas a la puerta de salida, con la mirada baja y ensimismado.
Escucharon a alguien vociferar fuera. La chica pareció entrar en auténtico terror y pánico, eso solo podía significar una cosa. Quien quiera que fuese, había llegado para cumplir su amenaza.
Se formó un murmullo justo fuera de la casa, y antes de que siquiera llegasen a tocar amablemente la puerta con intención de que la chica saliese sin oponer resistencia, el propio Moses la abrió, mostrándose superior, inflando su pecho y subiendo la barbilla. No se iba a dejar intimidar.
Un hombre anciano encabezaba el tumulto de gente que se había formado en un momento. Parecía que todo el pueblo se había presentado allí, era una escena sin lugar a dudas perturbadora. La gente siempre hace lo que sea por tratar de sobrevivir, y si es entregar a una vida inocente, no se lo pensarán ni una sola vez.
-La chica...-Se pronunció el anciano. Sus ojos denotaban pesar y angustia. No quería hacerlo, pero no le quedaba más remedio-Apártese, joven
Moses ignoró las palabras del anciano y miró por encima suya, intentando encontrar al recién llegado. Logró verlo; era alto, con un rostro carente de atisbo alguno de alma. Portaba dos espadas y una armadura negra bastante peculiar.
-¿Solo uno?-Miró al gentío-No me hagáis reír...-Dijo mientras se llevaba una mano a la empuñadura de su arma, la cual colgaba en su espalda.
De pronto, un relámpago cayó cerca y un joven intentó hacerle frente al recién llegado. Craso error. Sin siquiera llegar a tocarle, se desvaneció, como si de magia se tratara... ¿Era un brujo? No tenía pinta para nada de ello. Finalmente, aquel tipo acabó por degollar al joven valeroso.
Tras eso, Moses se arrugó, dejó de apretar el mango de su espadón y dejó la mano quieta y parada en su posición natural. Apretó los dientes, con rabia. Ese tipo era sin duda peligroso, y no quería correr el mismo destino que aquel chico.
Desde otra posición, Alward y Emmanuel llegaban al lugar. Aún no habían sido avistados por nadie, pero aún así vieron la terrible escena. El arquero se escabulló para buscar un lugar elevado, mientras que el Sevna se integró en la multitud, abriéndose paso hasta que finalmente llegó a primera fila y dio un paso adelante, mirando a los ojos al recién llegado.
-¡Eh, cara de pasa!-Dijo a modo de insulto y provocación mientras desenvainaba sus espadas-Aquí me tienes-Frunció el ceño, retando a aquel sujeto
Moses, por su parte, se llevó la palma de su mano al rostro, en señal de decepción.
-...Este chico es tonto-Sin más, el guerrero también empezó a abrirse paso entre la multitud, no sin antes lanzar un mensaje al gentío, señalando la casa-¡El que se atreva a entrar y tocar a la chica, le corto las pelotas!-Y sin más, siguió abriéndose paso hasta llegar a primera fila y dar un paso adelante, por el flanco contrario en el que estaba Alward-Muy buenas-Dijo con desidia hacia ambos combatientes mientras desenvainaba su espadón y lo agarraba fuertemente con ambas manos
Mientras tanto, Emmanuel se apostaba en unos de los tejados cercanos a la escena, con sumo cuidado y oculto tras su capucha y la oscuridad de la noche. Sacó su arco y tensó en él una flecha, apuntando directamente a la cabeza del recién llegado. No se quería arriesgar a dejarlo con vida, ya que tras lo que había pasado con el otro joven, no se podía fiar.
La situación era tensa, no podía fallar su disparo, ya que entonces Alward, y ahora Moses, estarían vendidos frente a la "Magia" de aquel tipo. Tenía que incapacitarlo en el acto. No quería esperar más, si se enzarzaban en combate o se acercaba a uno de los dos Stelliazos, la cosa podría salir mal, así que, sin más especulación, realizó su disparo.
-Aquí no parece haber nada
El Sevna pegó su frente a uno de los peldaños de la escalera mientras suspìraba. Cerró los ojos durante unos segundos, acto seguido se separó finalmente de la escalera y se dirigió a la salida. Nada más asomarse por el umbral de la puerta, sintió un escalofrío. La temperatura había bajado bruscamente y el viento empezó a soplar con algo de fuerza. Se acercaba una tormenta, a lo lejos se podían divisar rayos y nubes con muy mal aspecto que poco a poco empezaban a cubrir el cielo estrellado de Alosa.
-Volvamos con los demás. Aquí no hay nada que hacer.
-Al... ¿Estás bien?
El Sevna no contestó. Simplemente se limitó a empezar a caminar hacia adelante, hacia al pueblo. Su amigo le siguió, no sin antes echar un vistazo atrás, al antiguo hogar de su amigo. Ni siquiera conocía a su familia, pero solo de ver el aspecto que presentaba dicho lugar tanto por fuera como por dentro emblandeció el corazón del arquero, que solamente pudo encontrar el consuelo de un suspiro largo y una mueca de desagrado ante tal escena. Sin más, aligeró la marcha para seguir a Alward, el cual ya le llevaba unos metros de ventaja.
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Mientras tanto, Moses e Ivens se encontraban en la casa de la chica que había sido condenada a sufrir un terrible destino si es que no encontraban una solución a la situación que se cernía sobre aquel pueblo. El brujo se encontraba sentado junto a ella, intentando darle conversación para animarla, aunque solo fuese un poco. Por su parte, Moses estaba apoyado en una de las paredes cercanas a la puerta de salida, con la mirada baja y ensimismado.
Escucharon a alguien vociferar fuera. La chica pareció entrar en auténtico terror y pánico, eso solo podía significar una cosa. Quien quiera que fuese, había llegado para cumplir su amenaza.
Se formó un murmullo justo fuera de la casa, y antes de que siquiera llegasen a tocar amablemente la puerta con intención de que la chica saliese sin oponer resistencia, el propio Moses la abrió, mostrándose superior, inflando su pecho y subiendo la barbilla. No se iba a dejar intimidar.
Un hombre anciano encabezaba el tumulto de gente que se había formado en un momento. Parecía que todo el pueblo se había presentado allí, era una escena sin lugar a dudas perturbadora. La gente siempre hace lo que sea por tratar de sobrevivir, y si es entregar a una vida inocente, no se lo pensarán ni una sola vez.
-La chica...-Se pronunció el anciano. Sus ojos denotaban pesar y angustia. No quería hacerlo, pero no le quedaba más remedio-Apártese, joven
Moses ignoró las palabras del anciano y miró por encima suya, intentando encontrar al recién llegado. Logró verlo; era alto, con un rostro carente de atisbo alguno de alma. Portaba dos espadas y una armadura negra bastante peculiar.
-¿Solo uno?-Miró al gentío-No me hagáis reír...-Dijo mientras se llevaba una mano a la empuñadura de su arma, la cual colgaba en su espalda.
De pronto, un relámpago cayó cerca y un joven intentó hacerle frente al recién llegado. Craso error. Sin siquiera llegar a tocarle, se desvaneció, como si de magia se tratara... ¿Era un brujo? No tenía pinta para nada de ello. Finalmente, aquel tipo acabó por degollar al joven valeroso.
Tras eso, Moses se arrugó, dejó de apretar el mango de su espadón y dejó la mano quieta y parada en su posición natural. Apretó los dientes, con rabia. Ese tipo era sin duda peligroso, y no quería correr el mismo destino que aquel chico.
Desde otra posición, Alward y Emmanuel llegaban al lugar. Aún no habían sido avistados por nadie, pero aún así vieron la terrible escena. El arquero se escabulló para buscar un lugar elevado, mientras que el Sevna se integró en la multitud, abriéndose paso hasta que finalmente llegó a primera fila y dio un paso adelante, mirando a los ojos al recién llegado.
-¡Eh, cara de pasa!-Dijo a modo de insulto y provocación mientras desenvainaba sus espadas-Aquí me tienes-Frunció el ceño, retando a aquel sujeto
Moses, por su parte, se llevó la palma de su mano al rostro, en señal de decepción.
-...Este chico es tonto-Sin más, el guerrero también empezó a abrirse paso entre la multitud, no sin antes lanzar un mensaje al gentío, señalando la casa-¡El que se atreva a entrar y tocar a la chica, le corto las pelotas!-Y sin más, siguió abriéndose paso hasta llegar a primera fila y dar un paso adelante, por el flanco contrario en el que estaba Alward-Muy buenas-Dijo con desidia hacia ambos combatientes mientras desenvainaba su espadón y lo agarraba fuertemente con ambas manos
Mientras tanto, Emmanuel se apostaba en unos de los tejados cercanos a la escena, con sumo cuidado y oculto tras su capucha y la oscuridad de la noche. Sacó su arco y tensó en él una flecha, apuntando directamente a la cabeza del recién llegado. No se quería arriesgar a dejarlo con vida, ya que tras lo que había pasado con el otro joven, no se podía fiar.
La situación era tensa, no podía fallar su disparo, ya que entonces Alward, y ahora Moses, estarían vendidos frente a la "Magia" de aquel tipo. Tenía que incapacitarlo en el acto. No quería esperar más, si se enzarzaban en combate o se acercaba a uno de los dos Stelliazos, la cosa podría salir mal, así que, sin más especulación, realizó su disparo.
Alward Sevna
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Re: El más alto precio [Mastereado-Alward Sevna]
El miembro 'Alward Sevna' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: El más alto precio [Mastereado-Alward Sevna]
Apenas habían pasado unas horas desde la llegada de aquellos jóvenes héroes al pequeño pueblo de Alosa, pero parecía que había sido toda una eternidad, el manto de la noche los arropaba de prisa y faltaba muy poco para que se vieran sumidos en la más más oscura noche, la turba de asustados pueblerinos avanzaron hasta la entrada de la cabaña que servía de refugio a la jovencita que de momento era protegida por los mercenarios, aunque ciertamente el protegerla a ella significaba poner en riesgo al resto de los habitantes, todo un dilema para los guerreros que deberían ser muy cautelosos en sus decisiones.
No hizo falta mucho tiempo para darse cuenta que aunque solo fuera uno, era bastante peligroso y no debían tomarlo a la ligera, el joven Sevna consiguió llamar la atención de aquel villano solitario, aunque pese a su valentía, quedaba claro que no era más que un secuaz, el verdadero líder aún no llegaba, por lo que si aquel sujeto se encontraba allí solo, debía confiar mucho en sus capacidades o ser muy estúpido, aunque también había una tercera opción, tal vez no estaba solo.
Se hizo presente un largo silencio mientras los pueblerinos se apartaban para permitir que aquel sujeto observara al objetivo principal, el mercenario Alward quien era el premio mayor -Vaya vaya- Dijo separando la mano del mango de su espada y cruzándose de brazos con toda confianza -Pero miren qué nos ha traído el río- Dejó escuchar su risa bajo la máscara que cubría la mitad de su rostro -El jefe estará complacido- Aplaudió con sarcasmo -¿Te entregarás para salvar al pueblo? De ese modo nadie más tendrá que morir y todos estarán a salvo, serás el “héroe” que salvó Alosa- Acusó con ironía haciendo énfasis en el título.
Un poco más lejos, Emmanuel se había puesto en una buena posición para un ataque certero, uno que tal vez pondría fin a aquella escena, pues si tenía éxito podría acabar fácilmente con el molesto sujeto, el palabreo y fanfarronerías del misterioso guerrero dieron tiempo suficiente al tirador para asegurarse un tiro limpio, sin embargo un evento de último momento consiguió desviar su atención -Dispara- Escuchó como un susurro a su oído, fue apenas una tenue voz femenina que hasta parecía que la había imaginado, sin embargo alcanzó para distraerle y desviar la flecha para evitar que atravesara el cráneo de su blanco, en su lugar le rozó la frente, dejando una herida que en unos instantes le bañó la cara de sangre.
Repentinamente Emmanuel escuchó de nuevo la misma voz -Mejor suerte la próxima- No había nadie cerca de él, sin embargo las palabras se escuchaban como si se las susurraran al oído, de cualquier modo, sabía que no estaba solo allí arriba. Abajo mientras tanto el fortachón estaba furioso -¿Quién ha hecho esto?- Gritó amenazante mientras sacaba su espada y la agitaba con la mano derecha sin ver hacia dónde, con la izquierda mientras tanto se limpiaba la cara pero la sangre caía de prisa convirtiendo su tarea en algo repetitivo e inútil, el vampiro había perdido la concentración y en consecuencia, era temporalmente incapaz de usar su magia de miedo, esto daba a Sevna y su compañero una pequeña brecha para acabar con el sujeto, aunque luego tendrían que lidiar con los ciudadanos asustados.
∞ Alward Sevna: Tu suerte no ha sido buena ni mala, en consecuencia obtienes una victoria a medias, el tiro de Emmanuel no ha derribado al objetivo pero sí lo ha dejado vulnerable, será tu decisión matarlo o capturarlo para obtener información o incluso negociar, aparte de eso hay una amenaza oculta de la que solo el arquero se ha percatado, también debe decidir si poner en aviso a sus compañeros o mantenerse oculto un poco más, ambas opciones tendrán sus ventajas y desventajas..
∞ En esta ocasión no será necesario lanzar runas, pero sé cauteloso con tus decisiones.
No hizo falta mucho tiempo para darse cuenta que aunque solo fuera uno, era bastante peligroso y no debían tomarlo a la ligera, el joven Sevna consiguió llamar la atención de aquel villano solitario, aunque pese a su valentía, quedaba claro que no era más que un secuaz, el verdadero líder aún no llegaba, por lo que si aquel sujeto se encontraba allí solo, debía confiar mucho en sus capacidades o ser muy estúpido, aunque también había una tercera opción, tal vez no estaba solo.
Se hizo presente un largo silencio mientras los pueblerinos se apartaban para permitir que aquel sujeto observara al objetivo principal, el mercenario Alward quien era el premio mayor -Vaya vaya- Dijo separando la mano del mango de su espada y cruzándose de brazos con toda confianza -Pero miren qué nos ha traído el río- Dejó escuchar su risa bajo la máscara que cubría la mitad de su rostro -El jefe estará complacido- Aplaudió con sarcasmo -¿Te entregarás para salvar al pueblo? De ese modo nadie más tendrá que morir y todos estarán a salvo, serás el “héroe” que salvó Alosa- Acusó con ironía haciendo énfasis en el título.
Un poco más lejos, Emmanuel se había puesto en una buena posición para un ataque certero, uno que tal vez pondría fin a aquella escena, pues si tenía éxito podría acabar fácilmente con el molesto sujeto, el palabreo y fanfarronerías del misterioso guerrero dieron tiempo suficiente al tirador para asegurarse un tiro limpio, sin embargo un evento de último momento consiguió desviar su atención -Dispara- Escuchó como un susurro a su oído, fue apenas una tenue voz femenina que hasta parecía que la había imaginado, sin embargo alcanzó para distraerle y desviar la flecha para evitar que atravesara el cráneo de su blanco, en su lugar le rozó la frente, dejando una herida que en unos instantes le bañó la cara de sangre.
Repentinamente Emmanuel escuchó de nuevo la misma voz -Mejor suerte la próxima- No había nadie cerca de él, sin embargo las palabras se escuchaban como si se las susurraran al oído, de cualquier modo, sabía que no estaba solo allí arriba. Abajo mientras tanto el fortachón estaba furioso -¿Quién ha hecho esto?- Gritó amenazante mientras sacaba su espada y la agitaba con la mano derecha sin ver hacia dónde, con la izquierda mientras tanto se limpiaba la cara pero la sangre caía de prisa convirtiendo su tarea en algo repetitivo e inútil, el vampiro había perdido la concentración y en consecuencia, era temporalmente incapaz de usar su magia de miedo, esto daba a Sevna y su compañero una pequeña brecha para acabar con el sujeto, aunque luego tendrían que lidiar con los ciudadanos asustados.
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∞ Alward Sevna: Tu suerte no ha sido buena ni mala, en consecuencia obtienes una victoria a medias, el tiro de Emmanuel no ha derribado al objetivo pero sí lo ha dejado vulnerable, será tu decisión matarlo o capturarlo para obtener información o incluso negociar, aparte de eso hay una amenaza oculta de la que solo el arquero se ha percatado, también debe decidir si poner en aviso a sus compañeros o mantenerse oculto un poco más, ambas opciones tendrán sus ventajas y desventajas..
∞ En esta ocasión no será necesario lanzar runas, pero sé cauteloso con tus decisiones.
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Re: El más alto precio [Mastereado-Alward Sevna]
Tras disparar, un escalofrío recorrió el cuerpo del arquero, que tras ver su disparo fallido, se volteó con un acto reflejo para encontrar el origen de esa voz. Miró hacia todos los lados posibles, aún tenso y agachado, sin perder la totalidad de la postura de disparo. Nada... No había nadie allí más que él mismo. Por su mente pasaron decenas de ideas, "¿Habrá sido mi imaginación?", "¿Habrá alguien aquí?", "¿Será un... Fantasma?"
Rotundamente, negó con la cabeza. Optó por la explicación más lógica y no quiso dejarse llevar por las miles de historias que su propia mente podría construir. El "Me lo habré imaginado" recorría su mente, como una especie de autoconvicción sobre lo sucedido. Aunque así fuese, aquella "Voz" producto de su "Mente" le había hecho fallar el disparo. Sin duda, si es que el origen era su propia mente, su subconsciente había elegido un mal momento para jugarle una broma pesada. De nuevo, volvió a mirar a su alrededor... No había más que silencio, y un aire frío comenzaba a levantarse, justo cuando la capa de nubes envolvía en su plenitud el cielo nocturno de Alosa. Los relámpagos cada vez sonaban más cerca. Quizás no era la mejor idea permanecer allí arriba durante mucho más tiempo, por lo que el arquero optó por bajar y reunirse con sus compañeros.
El plan que habían ideado Alward y Emmanuel había fallado... Pero viéndolo de otra forma, la nueva situación que se había planteado resultaba ventajosa. La herida había afligido bastante a su rival hasta el punto de perder la total concentración el Sevna y todos los que le rodeaban.
Los gritos de asombro y miedo no se dejaron esperar por parte de los pueblerinos. Si ese sujeto se enojaba más, podría resultar bastante desastroso en general para Alosa. Temían las represalias que esto podría causar, aunque por otro lado, la joven encerrada en la casa podía respirar tranquila, al menos un día más.
Ahora podían capturar a ese extraño sujeto e interrogarlo, sería sin duda lo más inteligente a no ser que... Efectivamente, Moses se adelantó a los planes de Alward. Tiró de su característica rudeza a la hora de enfrentarse a las cosas y quiso acabar con el problema totalmente de raíz. Sin más, le clavó a ese tipo su espadón por la espalda, a la altura de los omóplatos y rajo su cuerpo casi por la mitad, hasta más o menos su estómago.
-¡M-mo...!-Soltó sorprendido, aunque realmente sabía que ese resultado sería el más probable teniendo al fornido guerrero a la vista.
Moses, con una patada incluida, tiró al sujeto al suelo, para sacar así su arma incrustada de lleno en el cuerpo de este. Luego desvió la mirada hacia su amigo
-¡Ya viste lo que hizo con ese chico!-Dijo refiriéndose al joven al que minutos antes aquel tipo asesinó a sangre fría-¡No podemos arriesgarnos a que nos haga lo mismo!
Tenía razón. Moses tenía toda la razón del mundo. No conocían a ese tipejo, ni tampoco de lo que era capaz. Se optó por tomar la postura más conservadora y eliminarlo. Alward no estaba del todo de acuerdo, pero no podía rebatir a su amigo allí. No delante de toda la turba. No podían demostrar debilidad ni flaqueza. Eran su única y escasa esperanza.
Comenzaron los chismes y cuchicheos entre los lugareños. Algunos asustados, otros un poco molestos o furiosos por la desobediencia de los Stelliazos para con las amenazas que les habían caído, pero otros mostraron cierto grado de aceptación, incluso mostraron su acuerdo con lo que hicieron.
-Y ahora, ¿Qué va a pasar?-Dijo uno de los lugareños, dando un paso hacia adelante
Alward no supo qué responder en ese momento. Mantuvo un corto silencio de dos meros segundos que se convirtieron en una eternidad insufrible. Cambió su atención al cadáver de aquel sujeto y luego volvió a mirar en general hacia sus paisanos.
-¿Qué va a pasar...?-Se mantuvo en silencio, lanzando la misma pregunta, para luego auto-responderse en cuestión de segundos-Que no nos vamos a rendir-Negó con la cabeza, mientras miraba con total confianza y seguridad a sus paisanos. Tomó aire, para luego vociferar a los cuatro vientos su arenga-¡Juro por mi honor que nadie os hará daño! ¡Mis amigos y yo nos encargaremos de expulsar a quienes quiera que sean esos malnacidos y Alosa volverá a ser libre y segura del yugo de cualquier sabandija!
-¿Honor...? ¿De un mercenario?-Replicó otro de los lugareños
-Alward negó nuevamente con la cabeza-Honor de un paisano. Honor de un granjero, como vosotros, de un hombre, de un humano... No soy diferente a ti. He nacido aquí, me he criado aquí... Defenderé con mi vida mi hogar-Se llevó su puño derecho hacia el pecho, haciendo una reafirmación de sus palabras
Moses envainó el espadón y se unió a la arenga del Sevna. Colocándose junto a él, y echando un vistazo general a su alrededor.
-¡Luchamos en la Guerra de Lunargenta, por favor... Esto será pan comido!-Dijo a modo sarcástico intentando calmar el ambiente
-¡Y si hay algo que nos garantizará la victoria, será vuestra colaboración!-Dijo arengando aún más y levantando su voz, para que todo el pueblo pueda escucharlo-¡A mí me han quitado tanto como a vosotros hoy, pero no por ello me voy a rendir ni someter a sus exigencias! ¡Recuperaré todo lo que nos han quitado!
-¿Puedes recuperar a los muertos?
Ahí, el discurso y la energía de Alward decayeron. Claramente era algo que no podía hacer, y era lo que más necesitaba aquella gente. Sus seres queridos muertos y su vida tranquila y normal.
-¡IMBÉCIL!-Vociferó Moses, realmente mosqueado. Encarándose de una forma intimidatoria con aquel lugareño-¿CREES QUE LOS QUE HAN MUERTO QUERRÍAN VER CÓMO OS ACOBARDÁIS Y NO HACÉIS NADA PARA HONRAR SU MEMORIA? ¡SOMOS HUMANOS, SOMOS DEL REINO DE LUNARGENTA! ¡NO HAY MÁS GLORIA QUE LUCHAR POR HONOR E IR AL VALHALLA!
-¿Vais a dejar que manchen el nombre y el recuerdo de aquellos a quienes habéis perdido? ¿O vais a luchar para honrarlos? ¿De verdad vais a dejar que vuestro hogar caiga sin haber luchado?
-¡Os aseguro, que si nos mantenemos juntos y unidos, hoy no será el día en el que esos malnacidos nos manden al Valhalla!
En aquel momento, un caballo se abrió paso entre la gente. Era Rischer, y venía muy apurado desde el pueblo en el que se festejaba la victoria en la Guerra. Al ver al elfo, Alward y Moses sonrieron gustosos, más refuerzos, aunque solo fuese uno, cada arma a su lado contaba.
-Bonito discurso, chicos-Les sonrió, con cierto aire de orgullo para con sus "pupilos". Miró a la muchedumbre-¿Y bien? ¿Vais a hacerles caso, o dejaréis que os sigan machacando hasta que no quede nadie con vida en este pueblo?-Miro de nuevo al Sevna y a su compañero-Registrad a ese cadáver. Tal vez tenga algo que nos sea de utilidad.
De entre la gente, apareció nuevamente Emmanuel, desde justo el lado opuesto en el que había aparecido Rischer. Parecía algo nervioso y compungido.
-Chicos... Tengo que contaros algo-Miró a Rischer con los ojos llenos de duda y... ¿Temor? Era extraño ver al arquero tan nervioso
-¡Gente!-Extendió una mano, totalmente imperioso y mandatario desde lo alto del caballo-¡Volved a vuestras casas! El que quiera pelear, que se prepare y venga cuando esté listo con nosotros. Los que no, que no salgan de sus casas y las sellen como si de la venida de la peste se tratase. Nosotros os protegeremos con nuestra vida.-Dijo eso último con un tono esperanzador y seguro
-¡No me jodas, Emm!-Dijo totalmente confundido y con cierto grado de indredulidad-¿¡Un fantasma!?
Los Stelliazos habían decidido resguardarse de nuevo en la casa donde la chica estaba siendo protegida anteriormente por ellos mismos. Moses estaba apoyado sobre una mesa con sus dos manos mientras miraba al arquero, confuso.
-¡N-no digo que sea un fantasma! Sino que lo pareció...
-¿...Y eso te hizo fallar?
Emmanuel asintió, avergonzado por su error, pero asumiéndolo. Aún llevaba su capucha puesta, por lo que no se podía apreciar muy bien los gestos de su rostro.
-Da igual. Sea como sea, tenemos que organizarnos para dar el siguiente paso-Dijo Rischer desde la posición más centralizada de la estancia, siendo objeto de todas las miradas de sus compañeros y de la chica, que también se encontraba allí.
En pocos minutos y con los justos detalles, pero los necesarios, los Stelliazos habían informado a su jefe de la situación y de todo lo ocurrido. Aquel chico moribundo no mentía, y la situación era tensa y complicada. Para salir airosos, debían de prepararse bien y concentrarse en actuar lo más acorde con respecto a cada situación. Habilidad y experiencia no les faltaba, pero debían de ser astutos y pisar con pies de plomo.
La falta de su compañero haría sospechar al misterioso grupo de que algo fallaba, por lo que quizás vendrían en su busca, más furiosos aún y con peores represalias que las mundanas amenazas de muerte con la que habían tenido atemorizado a toda Alosa. En otro frente estaban los propios lugareños. No sabían con exactitud qué iban a hacer ni cómo reaccionarían ante la promesa de los Stelliazos, pero confiaban en que fuesen los suficientemente capaces de tener algo de fe en ellos, después de todo, vieron cómo tumbaron a uno de esos malnacidos invasores, quizás eso le daría credibilidad a las palabras de Alward.
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Off: No sabía si era buena idea que el vampiro caído tuviese algo de información u otra cosa de especial relevancia, así que lo he dejado un poco en el aire. De todas formas, si así fuese, lo especificaré en el próximo post.
Rotundamente, negó con la cabeza. Optó por la explicación más lógica y no quiso dejarse llevar por las miles de historias que su propia mente podría construir. El "Me lo habré imaginado" recorría su mente, como una especie de autoconvicción sobre lo sucedido. Aunque así fuese, aquella "Voz" producto de su "Mente" le había hecho fallar el disparo. Sin duda, si es que el origen era su propia mente, su subconsciente había elegido un mal momento para jugarle una broma pesada. De nuevo, volvió a mirar a su alrededor... No había más que silencio, y un aire frío comenzaba a levantarse, justo cuando la capa de nubes envolvía en su plenitud el cielo nocturno de Alosa. Los relámpagos cada vez sonaban más cerca. Quizás no era la mejor idea permanecer allí arriba durante mucho más tiempo, por lo que el arquero optó por bajar y reunirse con sus compañeros.
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El plan que habían ideado Alward y Emmanuel había fallado... Pero viéndolo de otra forma, la nueva situación que se había planteado resultaba ventajosa. La herida había afligido bastante a su rival hasta el punto de perder la total concentración el Sevna y todos los que le rodeaban.
Los gritos de asombro y miedo no se dejaron esperar por parte de los pueblerinos. Si ese sujeto se enojaba más, podría resultar bastante desastroso en general para Alosa. Temían las represalias que esto podría causar, aunque por otro lado, la joven encerrada en la casa podía respirar tranquila, al menos un día más.
Ahora podían capturar a ese extraño sujeto e interrogarlo, sería sin duda lo más inteligente a no ser que... Efectivamente, Moses se adelantó a los planes de Alward. Tiró de su característica rudeza a la hora de enfrentarse a las cosas y quiso acabar con el problema totalmente de raíz. Sin más, le clavó a ese tipo su espadón por la espalda, a la altura de los omóplatos y rajo su cuerpo casi por la mitad, hasta más o menos su estómago.
-¡M-mo...!-Soltó sorprendido, aunque realmente sabía que ese resultado sería el más probable teniendo al fornido guerrero a la vista.
Moses, con una patada incluida, tiró al sujeto al suelo, para sacar así su arma incrustada de lleno en el cuerpo de este. Luego desvió la mirada hacia su amigo
-¡Ya viste lo que hizo con ese chico!-Dijo refiriéndose al joven al que minutos antes aquel tipo asesinó a sangre fría-¡No podemos arriesgarnos a que nos haga lo mismo!
Tenía razón. Moses tenía toda la razón del mundo. No conocían a ese tipejo, ni tampoco de lo que era capaz. Se optó por tomar la postura más conservadora y eliminarlo. Alward no estaba del todo de acuerdo, pero no podía rebatir a su amigo allí. No delante de toda la turba. No podían demostrar debilidad ni flaqueza. Eran su única y escasa esperanza.
Comenzaron los chismes y cuchicheos entre los lugareños. Algunos asustados, otros un poco molestos o furiosos por la desobediencia de los Stelliazos para con las amenazas que les habían caído, pero otros mostraron cierto grado de aceptación, incluso mostraron su acuerdo con lo que hicieron.
-Y ahora, ¿Qué va a pasar?-Dijo uno de los lugareños, dando un paso hacia adelante
Alward no supo qué responder en ese momento. Mantuvo un corto silencio de dos meros segundos que se convirtieron en una eternidad insufrible. Cambió su atención al cadáver de aquel sujeto y luego volvió a mirar en general hacia sus paisanos.
-¿Qué va a pasar...?-Se mantuvo en silencio, lanzando la misma pregunta, para luego auto-responderse en cuestión de segundos-Que no nos vamos a rendir-Negó con la cabeza, mientras miraba con total confianza y seguridad a sus paisanos. Tomó aire, para luego vociferar a los cuatro vientos su arenga-¡Juro por mi honor que nadie os hará daño! ¡Mis amigos y yo nos encargaremos de expulsar a quienes quiera que sean esos malnacidos y Alosa volverá a ser libre y segura del yugo de cualquier sabandija!
-¿Honor...? ¿De un mercenario?-Replicó otro de los lugareños
-Alward negó nuevamente con la cabeza-Honor de un paisano. Honor de un granjero, como vosotros, de un hombre, de un humano... No soy diferente a ti. He nacido aquí, me he criado aquí... Defenderé con mi vida mi hogar-Se llevó su puño derecho hacia el pecho, haciendo una reafirmación de sus palabras
Moses envainó el espadón y se unió a la arenga del Sevna. Colocándose junto a él, y echando un vistazo general a su alrededor.
-¡Luchamos en la Guerra de Lunargenta, por favor... Esto será pan comido!-Dijo a modo sarcástico intentando calmar el ambiente
-¡Y si hay algo que nos garantizará la victoria, será vuestra colaboración!-Dijo arengando aún más y levantando su voz, para que todo el pueblo pueda escucharlo-¡A mí me han quitado tanto como a vosotros hoy, pero no por ello me voy a rendir ni someter a sus exigencias! ¡Recuperaré todo lo que nos han quitado!
-¿Puedes recuperar a los muertos?
Ahí, el discurso y la energía de Alward decayeron. Claramente era algo que no podía hacer, y era lo que más necesitaba aquella gente. Sus seres queridos muertos y su vida tranquila y normal.
-¡IMBÉCIL!-Vociferó Moses, realmente mosqueado. Encarándose de una forma intimidatoria con aquel lugareño-¿CREES QUE LOS QUE HAN MUERTO QUERRÍAN VER CÓMO OS ACOBARDÁIS Y NO HACÉIS NADA PARA HONRAR SU MEMORIA? ¡SOMOS HUMANOS, SOMOS DEL REINO DE LUNARGENTA! ¡NO HAY MÁS GLORIA QUE LUCHAR POR HONOR E IR AL VALHALLA!
-¿Vais a dejar que manchen el nombre y el recuerdo de aquellos a quienes habéis perdido? ¿O vais a luchar para honrarlos? ¿De verdad vais a dejar que vuestro hogar caiga sin haber luchado?
-¡Os aseguro, que si nos mantenemos juntos y unidos, hoy no será el día en el que esos malnacidos nos manden al Valhalla!
En aquel momento, un caballo se abrió paso entre la gente. Era Rischer, y venía muy apurado desde el pueblo en el que se festejaba la victoria en la Guerra. Al ver al elfo, Alward y Moses sonrieron gustosos, más refuerzos, aunque solo fuese uno, cada arma a su lado contaba.
-Bonito discurso, chicos-Les sonrió, con cierto aire de orgullo para con sus "pupilos". Miró a la muchedumbre-¿Y bien? ¿Vais a hacerles caso, o dejaréis que os sigan machacando hasta que no quede nadie con vida en este pueblo?-Miro de nuevo al Sevna y a su compañero-Registrad a ese cadáver. Tal vez tenga algo que nos sea de utilidad.
De entre la gente, apareció nuevamente Emmanuel, desde justo el lado opuesto en el que había aparecido Rischer. Parecía algo nervioso y compungido.
-Chicos... Tengo que contaros algo-Miró a Rischer con los ojos llenos de duda y... ¿Temor? Era extraño ver al arquero tan nervioso
-¡Gente!-Extendió una mano, totalmente imperioso y mandatario desde lo alto del caballo-¡Volved a vuestras casas! El que quiera pelear, que se prepare y venga cuando esté listo con nosotros. Los que no, que no salgan de sus casas y las sellen como si de la venida de la peste se tratase. Nosotros os protegeremos con nuestra vida.-Dijo eso último con un tono esperanzador y seguro
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-¡No me jodas, Emm!-Dijo totalmente confundido y con cierto grado de indredulidad-¿¡Un fantasma!?
Los Stelliazos habían decidido resguardarse de nuevo en la casa donde la chica estaba siendo protegida anteriormente por ellos mismos. Moses estaba apoyado sobre una mesa con sus dos manos mientras miraba al arquero, confuso.
-¡N-no digo que sea un fantasma! Sino que lo pareció...
-¿...Y eso te hizo fallar?
Emmanuel asintió, avergonzado por su error, pero asumiéndolo. Aún llevaba su capucha puesta, por lo que no se podía apreciar muy bien los gestos de su rostro.
-Da igual. Sea como sea, tenemos que organizarnos para dar el siguiente paso-Dijo Rischer desde la posición más centralizada de la estancia, siendo objeto de todas las miradas de sus compañeros y de la chica, que también se encontraba allí.
En pocos minutos y con los justos detalles, pero los necesarios, los Stelliazos habían informado a su jefe de la situación y de todo lo ocurrido. Aquel chico moribundo no mentía, y la situación era tensa y complicada. Para salir airosos, debían de prepararse bien y concentrarse en actuar lo más acorde con respecto a cada situación. Habilidad y experiencia no les faltaba, pero debían de ser astutos y pisar con pies de plomo.
La falta de su compañero haría sospechar al misterioso grupo de que algo fallaba, por lo que quizás vendrían en su busca, más furiosos aún y con peores represalias que las mundanas amenazas de muerte con la que habían tenido atemorizado a toda Alosa. En otro frente estaban los propios lugareños. No sabían con exactitud qué iban a hacer ni cómo reaccionarían ante la promesa de los Stelliazos, pero confiaban en que fuesen los suficientemente capaces de tener algo de fe en ellos, después de todo, vieron cómo tumbaron a uno de esos malnacidos invasores, quizás eso le daría credibilidad a las palabras de Alward.
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Off: No sabía si era buena idea que el vampiro caído tuviese algo de información u otra cosa de especial relevancia, así que lo he dejado un poco en el aire. De todas formas, si así fuese, lo especificaré en el próximo post.
Alward Sevna
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Re: El más alto precio [Mastereado-Alward Sevna]
Apenas unos instantes bastaron para que la flecha restara la distancia hasta su objetivo y aunque no había acertado de lleno, al menos había descolocado completamente al confiado villano que, seguro que nadie le atacaría se mantenía incluso sin guardia, no obstante, la voz que había escuchado el arquero parecía delatar que aquel fortachón no era más que un peón en un juego muy estructurado donde tal vez no sabía que era la carnada para causar la serie de eventos que se desatarían a continuación.
No era para nada descabellado el razonamiento de Moses, ciertamente aquel vampiro era demasiado peligroso como para mantenerlo con vida, por eso aunque hubiera la ilusión de la elección, aquella jugada resultaba ser la más lógica y de hecho, la ideal, pero aquel que había tendido semejante trampa ya lo había planeado de esa manera, dejando a uno de sus secuaces como un gambito que aseguraría la continuidad de su plan, la cual era justamente aquel juramento de los mercenarios, uno que su verdugo entre las sombras estaba dispuesto a desmoronar.
Si decidían revisar el cuerpo del hombre caído, encontrarían en su chaqueta algunas monedas que no eran de Aerandir, tal vez algún tipo de fichas con valor en el bajo mundo, y una pequeña caja de madera cerrada herméticamente y con tal resistencia que ninguno de los presentes conseguiría abrirla bajo ningún método, no así Alward, quien de intentarlo ni siquiera tendría que esforzarse, la caja se abriría sola al estar en sus manos y dentro encontraría un medallón con una fotografía de su hermana y sus padres, aunque la figura paterna aparecía marcada con una equis aunque sin explicar lo que eso significaba, aunque el joven mercenario seguramente sacaría sus conclusiones.
Un largo silencio se hizo presente, los aldeanos se encontraban intranquilos y aunque algunos luchaban por ser optimistas, algunos parecían deliberadamente alborotar al resto para infundir miedo. La salida de escena de los mercenarios dejó una situación bastante tensa entre los habitantes del pueblo, pero al menos ya no luchaban por capturar a la chica para ofrecerla a cambio de sus vidas -Mu… chas… gracias- Dijo la chica que de momento se encontraba a salvo aunque no tendrían mucho tiempo para celebrar, unos gritos en la calle los harían salir de nuevo y enfrentar una nueva amenaza.
Risas y gritos entremezclados delataban que una nueva ola de caos había llegado, aunque al salir no encontrarían a ningún villano, en su lugar, una mujer bastante anciana los esperaba con las manos ensangrentadas y la mirada perdida, sosteniendo un cuchillo empapado en la sangre de su esposo, quien reposaba muerto en el piso -¿Que van a protegerlos, dicen?- Vociferó la anciana, aunque el sonido que salía de sus labios era el de una mujer más joven -¿Así como los están protegiendo ahora?- Señaló el cuerpo de su esposo y acto seguido clavó el cuchillo en su propio vientre, su mirada cambió de inmediato volviendo en si al revivir el daño, soltó el cuchillo y miró sus manos sin entender lo que había ocurrido para luego caer de rodillas desangrándose.
∞ Alward Sevna: De momento, todo marcha de acuerdo al plan, aunque no tu plan, las cosas se pondrán más difíciles tras la oferta que han hecho de proteger al pueblo pues como ya habrás notado, los misteriosos villanos están dedicados a hacerlos quedar mal, aquel vampiro ha caido pero una nueva amenaza más peligrosa e invisible aparece para ponerlos en apuros.
∞ Enmanuel podrá reconocer la voz de la anciana como la misma que le había susurrado antes, lo que les ayudará a tener una pista de lo que ocurre, esta nueva amenaza está oculta en el pueblo, tal vez caminando entre todos, en el siguiente turno hará que algunos de los presentes los ataquen o intenten dañarse a sí mismos, tengan en cuenta que en la mayoría de los casos, el control mental ejercido por un vampiro se rompe si la víctima recibe daño, tal vez deban repartir algunos golpes hasta descubrir por descarte a la vampira que los acecha, y también que dicho control mental requiere que el vampiro se encuentre cerca. Deberás describir al menos dos sospechosas principales y lanzar una runa, procura ser ingenioso en tus deducciones para acusar a cualquiera.
No era para nada descabellado el razonamiento de Moses, ciertamente aquel vampiro era demasiado peligroso como para mantenerlo con vida, por eso aunque hubiera la ilusión de la elección, aquella jugada resultaba ser la más lógica y de hecho, la ideal, pero aquel que había tendido semejante trampa ya lo había planeado de esa manera, dejando a uno de sus secuaces como un gambito que aseguraría la continuidad de su plan, la cual era justamente aquel juramento de los mercenarios, uno que su verdugo entre las sombras estaba dispuesto a desmoronar.
Si decidían revisar el cuerpo del hombre caído, encontrarían en su chaqueta algunas monedas que no eran de Aerandir, tal vez algún tipo de fichas con valor en el bajo mundo, y una pequeña caja de madera cerrada herméticamente y con tal resistencia que ninguno de los presentes conseguiría abrirla bajo ningún método, no así Alward, quien de intentarlo ni siquiera tendría que esforzarse, la caja se abriría sola al estar en sus manos y dentro encontraría un medallón con una fotografía de su hermana y sus padres, aunque la figura paterna aparecía marcada con una equis aunque sin explicar lo que eso significaba, aunque el joven mercenario seguramente sacaría sus conclusiones.
Un largo silencio se hizo presente, los aldeanos se encontraban intranquilos y aunque algunos luchaban por ser optimistas, algunos parecían deliberadamente alborotar al resto para infundir miedo. La salida de escena de los mercenarios dejó una situación bastante tensa entre los habitantes del pueblo, pero al menos ya no luchaban por capturar a la chica para ofrecerla a cambio de sus vidas -Mu… chas… gracias- Dijo la chica que de momento se encontraba a salvo aunque no tendrían mucho tiempo para celebrar, unos gritos en la calle los harían salir de nuevo y enfrentar una nueva amenaza.
Risas y gritos entremezclados delataban que una nueva ola de caos había llegado, aunque al salir no encontrarían a ningún villano, en su lugar, una mujer bastante anciana los esperaba con las manos ensangrentadas y la mirada perdida, sosteniendo un cuchillo empapado en la sangre de su esposo, quien reposaba muerto en el piso -¿Que van a protegerlos, dicen?- Vociferó la anciana, aunque el sonido que salía de sus labios era el de una mujer más joven -¿Así como los están protegiendo ahora?- Señaló el cuerpo de su esposo y acto seguido clavó el cuchillo en su propio vientre, su mirada cambió de inmediato volviendo en si al revivir el daño, soltó el cuchillo y miró sus manos sin entender lo que había ocurrido para luego caer de rodillas desangrándose.
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∞ Alward Sevna: De momento, todo marcha de acuerdo al plan, aunque no tu plan, las cosas se pondrán más difíciles tras la oferta que han hecho de proteger al pueblo pues como ya habrás notado, los misteriosos villanos están dedicados a hacerlos quedar mal, aquel vampiro ha caido pero una nueva amenaza más peligrosa e invisible aparece para ponerlos en apuros.
∞ Enmanuel podrá reconocer la voz de la anciana como la misma que le había susurrado antes, lo que les ayudará a tener una pista de lo que ocurre, esta nueva amenaza está oculta en el pueblo, tal vez caminando entre todos, en el siguiente turno hará que algunos de los presentes los ataquen o intenten dañarse a sí mismos, tengan en cuenta que en la mayoría de los casos, el control mental ejercido por un vampiro se rompe si la víctima recibe daño, tal vez deban repartir algunos golpes hasta descubrir por descarte a la vampira que los acecha, y también que dicho control mental requiere que el vampiro se encuentre cerca. Deberás describir al menos dos sospechosas principales y lanzar una runa, procura ser ingenioso en tus deducciones para acusar a cualquiera.
Ansur
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Re: El más alto precio [Mastereado-Alward Sevna]
-Mo, ¿Encontraste algo en aquel cadáver?
La respuesta era afirmativa. Había encontrado un par de cosas peculiares. Primero dejó caer sobre la mesa varias monedas extrañas. No eran aeros, por lo que poco valor tenían en el mercado legal de todo Aerandir. De todas formas, no dejaba de ser curioso, quizás servían para algo más, para un mercado oculto y oscuro del que ninguna información tenían. Luego, dejó con cuidado en la superficie de la mesa una caja de madera. Dicho recipiente tenía un aura peculiar y espeluznante.
-Monedas falsas y una caja cerrada.-Dio un par de golpes al recipiente-Lo he intentado, pero no he podido abrirla. Ah, por cierto, ese tipo era un vampiro, cosa que pone más espeluznante la situación.
Alward se acercó para poder verlos más de cerca. Tomó la caja e intentó abrirla, y como por arte de magia, nada le impidió que su tapa se inclinase cada vez más hacia arriba hasta que el recipiente quedó totalmente abierto. Todos entonces miraron con desdén a Moses.
-L-la he aflojado-Tosió un par de veces de forma incómoda
El Sevna encontraría dentro un medallón con una peculiar imagen de su familia. Él no estaba presente allí, pero tanto sus padres como su hermana; Luna, sí. Las caras de sus progenitores estaban bien remarcadas con una equis que casi los tapaban por completo. En cambio, la imagen de la hija menor de los Sevna estaba impoluta.
Estaba claro lo que significaba, aunque Alward no quisiera admitirlo en primera instancia. Esas equis, en el mundillo por el que se movía, en el de los mercenarios, rufianes, bandidos y ladrones solo podían significar una cosa: "Trabajo acabado" o "Aniquilado".
Apretó el medallón en su puño, mientras apartaba la mirada y apretaba la mandíbula con rabia e impotencia.
-¿Qué es?
Alward volvió a poner el colgante encima de la mesa, dando lugar a que Moses lo examinara primero, y luego Rischer. Así, el medallón pasó por las manos de todos los mercenarios. Ninguno tuvo el valor de hablar después de ver aquello. Todos sabían lo que significaba, o lo que podía llegar a significar, en el mejor de los casos. Un silencio tenso se apoderó de la estancia.
-No debiste de haber matado al vampiro-Dijo levantando la mirada hacia Moses, con un tono acusador
-¿Y qué querías que hiciese? ¡Era peligroso!-Respondió indignado
-¡Podría habernos dado información! ¡Podría habernos dicho algo de mi familia, maldita sea!-Con cada palabra, la voz se le desgarraba y un tono de impotencia le envolvía
-¡No podemos correr riesgos, y lo sabes perfectamente!
Alward dio un puñetazo sobre la mesa, rabioso, y se encaró con Moses
-¡ES MI FAMILIA, JODER!
Ante la reacción del Sevna, Moses no se achantó y le plantó también cara, generando una situación aún más tensa que el silencio anterior. Los dos se mantenían la mirada y sus rostros estaban prácticamente a escasos centímetros el uno del otro.
-Sé perfectamente lo que he hecho, y lo volvería a hacer. Si no estás de acuerdo, puedes ir a ciegas por el pueblo siendo un blanco fácil para cualquiera que quiera tu cabeza, y creo que ahora son más de los que a ti te gustaría, Al-Mantenía un tono tranquilo, pero a la vez imponente
-Eh, vamos... Basta-Dijo con un tono conciliador mientras se interponía entre ambos mercenarios para separarlos. Mientras tanto, Emmanuel, Ivens e incluso la chica, no sabían cómo reaccionar o qué decir en esa situación.
En ese momento, gritos y una risotada de índole perturbadora se escucharon afuera de la casa en la que los Stelliazos se "refugiaban". Esto llamó al instante la atención de todos los mercenarios, que de pronto olvidaron la inesperada "disputa" interna y se encaminaron a la salida para ver qué es lo que ocurría.
La escena que se encontrarían sería más aterradora de lo que podrían haber siquiera imaginado. Una anciana, una lugareña que poca pinta tenía de realmente querer o poder hacer algo malo. Esta anciana tenía las manos ensangrentadas, y a sus pies, un hombre, también bastante mayor, o lo que solía serlo. Entre tanta sangre y apuñalamiento era difícil distinguirlo. Esa mujer tenía algo en su mirada, algo en sus gestos y rostros que indicaba que no se encontraba en sus cinco sentidos. Su sola presencia era aterradora, como si de un cuento para asustar a los niños se tratase.
Lo que sucedió a continuación dejó aún más sorprendidos a los mercenarios. La mujer relató unas palabras antes de clavarse brutalmente el mismo cuchillo con el que había asesinado al, probablemente, su esposo. Es entonces, cuando Rischer e Ivens corrieron en su ayuda, tratando de inútilmente salvar la vida de ambos ancianos. Emmanuel, por su parte, dio un par de pasos hacia atrás, más asustado de lo que la situación requería.
-...E-esa voz...
Alward y Moses miraron al arquero, extrañados.
-¡Esa es la voz que escuché en el tejado!-Vociferó
-¡¿Cómo?!
Alward se acercó hacia los cadáveres de los ancianos, y se agachó para ponerse a la altura de Rischer e Ivens, los cuales estaban atendiéndolos. Era una pérdida de tiempo, la luz se había apagado en los ojos del hombre, y no tardaría en hacerlo en la pobre mujer.
-Emm dice que su voz es la que escuchó antes...-Dijo refiriéndose a la anciana
-...Todo esto es tan extraño...-Respondió el brujo mientras le cerraba los párpados al anciano
De pronto, unos pocos lugareños, al ver la dramática escena, se empezaron a acercar para ver qué estaba pasando. Uno de ellos, un chico joven y de aspecto sano, con una azada en mano, se acercó preocupado.
-...La esposa del molinero...-Desvió su mirada al hombre-...¡Y el molinero!...
-¿No os dije que os encerraseis en vuestras casas? ¡Estar aquí es peligroso!
El chico negó con la cabeza y mostró su herramienta al elfo
-...He venido a ayudar, creo que todos juntos, podemos.-Echó un vistazo a los demás lugareños que se acercaban, los cuales traían también sus propias herramientas; martillos, horcas, hachas... Ninguna de esas cosas podría valer en una verdadera guerra, pero sí que podrían hacer daño como improvisada arma, y desde luego ayudaría más que nada o simplemente unos puños desnudos. La actitud de aquella gente también ayudaba más que las de unos aldeanos asustados o furiosos no dispuestos a cooperar. Solo eran unos pocos valientes, pero aquello era mejor que nada.-Y ellos también lo creen
Rischer, Ivens y Alward echaron un vistazo general a los nuevos "aliados". Los mercenarios asintieron, satisfechos y felices de que al menos unos pocos confiaran y tuvieran fe en ellos y sus intenciones.
-...Gracias-Dijo Alward, casi emocionado
Rischer organizó a los suyos y a los valientes jóvenes que se habían presentado como voluntarios para apoyar a los mercenarios en su cometido de defender Alosa en un lugar un poco más apartado y centralizado en la plaza del pueblo, alejados tanto de la "escena del crimen" como de la entrada del pueblo. Habían advertido a la chica que les recibió no saliese de su casa, ya que la situación no estaba como para jugársela de tal forma. Los lugareños que se habían ofrecido a ayudar no sobrepasaban los quince integrantes. El elfo los organizó en filas de cinco, todos mirando hacia este y los demás stelliazos que se disponían también en una fila frente a ellos.
La plaza del pueblo se encontraba, como era de esperar, desierta. Quizás les observaban desde el interior de las casas, pero los aldeanos estaban más asustados que ellos mismos, así que de poco se tenían que preocupar, más que de aclarar la situación.
-Ivens, creo que tienes algo que decir-Desvió su vista hacia el brujo, para que explicara la situación
-Por los conocimientos que tengo, y por lo que Emm nos ha contado-Señaló a modo de presentación al arquero para los nuevos "reclutas" en esa improvisada "guerra"-Hay alguien en el pueblo que podría estar haciendo de "topo" o "espía", y ese alguien podría ser un vampiro o un brujo
-Por su voz, diría que es una mujer-Añadió el arquero
-Y guiándonos por el tipo al que le quité la caja, lo más probable es que sea una vampiresa-Puntualizó Moses
-Creemos que "La Espía", puede controlar mentes y susurrar cosas en nuestra cabeza, todo esto para que nuestra confusión juegue a su favor y nos volvamos todos locos. Si veis a alguien actuando de forma extraña, lo más sensato es que le des un buen porrazo en la cabeza, eso hará que el manejo de la mente que esta "topo" tenga sobre cualquiera, se corte.
-Es importante el punto del "porrazo"-Cortó al brujo-Bajo ningún concepto hay que matar a nadie-Ordenó de forma rotunda, sin dejar lugar a dudas-Ahora, una vez aclarado eso, es importante contar con la información de la que dispongáis, ¿Hay alguien en el pueblo que sea un habitante reciente o extranjero?
-¿Por qué lo preguntas?-Preguntó uno de los reclutas
-Alguien ajena a Alosa es más probable que sea sospechosa de atentar contra vosotros, ya que un habitante de toda la vida o que ha nacido aquí, no podría ser jamás un traidor... O traidora
-Ahora que lo dices... Hay dos mujeres bastante sospechosas. Llegaron hace poco al pueblo, aunque no dieron muchos problemas
-Esas son las peores-Añadió con un tono sarcástico
-Una de ellas compró una casa abandonada en una zona apartada del pueblo, la otra vive en la posada desde que llegó. Ambas llegaron hace uno o dos meses
-Bien. Pues iremos a investigar ambos lugares. Nos dividiremos en dos grupos de diez integrantes. Al, yo y Emm iremos con uno y Moses e Ivens con el otro.-Guardó silencio un par de segundos para que todos aceptasen la propuesta. No hubo ningún problema por parte de nadie.-Mi grupo irá a la posada-Asintió para reafirmar su propuesta. Todos los demás, incluidos los "reclutas" también asintieron-¡Vale, pues en marcha!-Dijo con un tono imperativo-Y recordad, no os precipitéis hacia nadie ni a acusar de primeras hasta que no haya seguridad de que es la sospechosa que buscamos
Los dos grupos se juntaron, cada uno con sus respectivos compañeros, y se dispusieron a comenzar la "investigación". Rischer esperaba que alguna de aquellas dos mujeres fuese la culpable del control mental y que tuviera algo de información sobre la situación, y sobretodo, esperaba encontrarla antes de que llegase otro infortunio en la noche que cada vez se cerraba más hacia la madrugada. El elfo tampoco quería que todo aquello se convirtiese en una caza de brujas, pero era lo mejor que podían hacer por el momento.
Mientras el grupo del propio Rischer, Alward y Emmanuel se encaminaba hacia la posada, el elfo quiso hablar un poco con el Sevna, ya que desde el encontronazo con Moses, no habían tenido ocasión de intercambiar palabras sinceras. Alward se había mantenido callado desde entonces, incluso en la charla con los "reclutas". No solía ser muy hablador, pero tras la situación que se les ponía por delante, tampoco era muy normal que estuviese tan retraído y ensimismado.
-...Oye, Al...-Esperó hasta que el mercenario captara su atención-¿Todo bien?
-...No, hasta que no encuentre a mi familia-Contestó sin rodeos ni falsas sonrisas. No estaba para mucho más allá de lograr saber más cosas de lo ocurrido, el por qué y, obviamente, saber donde realmente estaban sus padres y su hermana.
La respuesta era afirmativa. Había encontrado un par de cosas peculiares. Primero dejó caer sobre la mesa varias monedas extrañas. No eran aeros, por lo que poco valor tenían en el mercado legal de todo Aerandir. De todas formas, no dejaba de ser curioso, quizás servían para algo más, para un mercado oculto y oscuro del que ninguna información tenían. Luego, dejó con cuidado en la superficie de la mesa una caja de madera. Dicho recipiente tenía un aura peculiar y espeluznante.
-Monedas falsas y una caja cerrada.-Dio un par de golpes al recipiente-Lo he intentado, pero no he podido abrirla. Ah, por cierto, ese tipo era un vampiro, cosa que pone más espeluznante la situación.
Alward se acercó para poder verlos más de cerca. Tomó la caja e intentó abrirla, y como por arte de magia, nada le impidió que su tapa se inclinase cada vez más hacia arriba hasta que el recipiente quedó totalmente abierto. Todos entonces miraron con desdén a Moses.
-L-la he aflojado-Tosió un par de veces de forma incómoda
El Sevna encontraría dentro un medallón con una peculiar imagen de su familia. Él no estaba presente allí, pero tanto sus padres como su hermana; Luna, sí. Las caras de sus progenitores estaban bien remarcadas con una equis que casi los tapaban por completo. En cambio, la imagen de la hija menor de los Sevna estaba impoluta.
Estaba claro lo que significaba, aunque Alward no quisiera admitirlo en primera instancia. Esas equis, en el mundillo por el que se movía, en el de los mercenarios, rufianes, bandidos y ladrones solo podían significar una cosa: "Trabajo acabado" o "Aniquilado".
Apretó el medallón en su puño, mientras apartaba la mirada y apretaba la mandíbula con rabia e impotencia.
-¿Qué es?
Alward volvió a poner el colgante encima de la mesa, dando lugar a que Moses lo examinara primero, y luego Rischer. Así, el medallón pasó por las manos de todos los mercenarios. Ninguno tuvo el valor de hablar después de ver aquello. Todos sabían lo que significaba, o lo que podía llegar a significar, en el mejor de los casos. Un silencio tenso se apoderó de la estancia.
-No debiste de haber matado al vampiro-Dijo levantando la mirada hacia Moses, con un tono acusador
-¿Y qué querías que hiciese? ¡Era peligroso!-Respondió indignado
-¡Podría habernos dado información! ¡Podría habernos dicho algo de mi familia, maldita sea!-Con cada palabra, la voz se le desgarraba y un tono de impotencia le envolvía
-¡No podemos correr riesgos, y lo sabes perfectamente!
Alward dio un puñetazo sobre la mesa, rabioso, y se encaró con Moses
-¡ES MI FAMILIA, JODER!
Ante la reacción del Sevna, Moses no se achantó y le plantó también cara, generando una situación aún más tensa que el silencio anterior. Los dos se mantenían la mirada y sus rostros estaban prácticamente a escasos centímetros el uno del otro.
-Sé perfectamente lo que he hecho, y lo volvería a hacer. Si no estás de acuerdo, puedes ir a ciegas por el pueblo siendo un blanco fácil para cualquiera que quiera tu cabeza, y creo que ahora son más de los que a ti te gustaría, Al-Mantenía un tono tranquilo, pero a la vez imponente
-Eh, vamos... Basta-Dijo con un tono conciliador mientras se interponía entre ambos mercenarios para separarlos. Mientras tanto, Emmanuel, Ivens e incluso la chica, no sabían cómo reaccionar o qué decir en esa situación.
En ese momento, gritos y una risotada de índole perturbadora se escucharon afuera de la casa en la que los Stelliazos se "refugiaban". Esto llamó al instante la atención de todos los mercenarios, que de pronto olvidaron la inesperada "disputa" interna y se encaminaron a la salida para ver qué es lo que ocurría.
La escena que se encontrarían sería más aterradora de lo que podrían haber siquiera imaginado. Una anciana, una lugareña que poca pinta tenía de realmente querer o poder hacer algo malo. Esta anciana tenía las manos ensangrentadas, y a sus pies, un hombre, también bastante mayor, o lo que solía serlo. Entre tanta sangre y apuñalamiento era difícil distinguirlo. Esa mujer tenía algo en su mirada, algo en sus gestos y rostros que indicaba que no se encontraba en sus cinco sentidos. Su sola presencia era aterradora, como si de un cuento para asustar a los niños se tratase.
Lo que sucedió a continuación dejó aún más sorprendidos a los mercenarios. La mujer relató unas palabras antes de clavarse brutalmente el mismo cuchillo con el que había asesinado al, probablemente, su esposo. Es entonces, cuando Rischer e Ivens corrieron en su ayuda, tratando de inútilmente salvar la vida de ambos ancianos. Emmanuel, por su parte, dio un par de pasos hacia atrás, más asustado de lo que la situación requería.
-...E-esa voz...
Alward y Moses miraron al arquero, extrañados.
-¡Esa es la voz que escuché en el tejado!-Vociferó
-¡¿Cómo?!
Alward se acercó hacia los cadáveres de los ancianos, y se agachó para ponerse a la altura de Rischer e Ivens, los cuales estaban atendiéndolos. Era una pérdida de tiempo, la luz se había apagado en los ojos del hombre, y no tardaría en hacerlo en la pobre mujer.
-Emm dice que su voz es la que escuchó antes...-Dijo refiriéndose a la anciana
-...Todo esto es tan extraño...-Respondió el brujo mientras le cerraba los párpados al anciano
De pronto, unos pocos lugareños, al ver la dramática escena, se empezaron a acercar para ver qué estaba pasando. Uno de ellos, un chico joven y de aspecto sano, con una azada en mano, se acercó preocupado.
-...La esposa del molinero...-Desvió su mirada al hombre-...¡Y el molinero!...
-¿No os dije que os encerraseis en vuestras casas? ¡Estar aquí es peligroso!
El chico negó con la cabeza y mostró su herramienta al elfo
-...He venido a ayudar, creo que todos juntos, podemos.-Echó un vistazo a los demás lugareños que se acercaban, los cuales traían también sus propias herramientas; martillos, horcas, hachas... Ninguna de esas cosas podría valer en una verdadera guerra, pero sí que podrían hacer daño como improvisada arma, y desde luego ayudaría más que nada o simplemente unos puños desnudos. La actitud de aquella gente también ayudaba más que las de unos aldeanos asustados o furiosos no dispuestos a cooperar. Solo eran unos pocos valientes, pero aquello era mejor que nada.-Y ellos también lo creen
Rischer, Ivens y Alward echaron un vistazo general a los nuevos "aliados". Los mercenarios asintieron, satisfechos y felices de que al menos unos pocos confiaran y tuvieran fe en ellos y sus intenciones.
-...Gracias-Dijo Alward, casi emocionado
Rischer organizó a los suyos y a los valientes jóvenes que se habían presentado como voluntarios para apoyar a los mercenarios en su cometido de defender Alosa en un lugar un poco más apartado y centralizado en la plaza del pueblo, alejados tanto de la "escena del crimen" como de la entrada del pueblo. Habían advertido a la chica que les recibió no saliese de su casa, ya que la situación no estaba como para jugársela de tal forma. Los lugareños que se habían ofrecido a ayudar no sobrepasaban los quince integrantes. El elfo los organizó en filas de cinco, todos mirando hacia este y los demás stelliazos que se disponían también en una fila frente a ellos.
La plaza del pueblo se encontraba, como era de esperar, desierta. Quizás les observaban desde el interior de las casas, pero los aldeanos estaban más asustados que ellos mismos, así que de poco se tenían que preocupar, más que de aclarar la situación.
-Ivens, creo que tienes algo que decir-Desvió su vista hacia el brujo, para que explicara la situación
-Por los conocimientos que tengo, y por lo que Emm nos ha contado-Señaló a modo de presentación al arquero para los nuevos "reclutas" en esa improvisada "guerra"-Hay alguien en el pueblo que podría estar haciendo de "topo" o "espía", y ese alguien podría ser un vampiro o un brujo
-Por su voz, diría que es una mujer-Añadió el arquero
-Y guiándonos por el tipo al que le quité la caja, lo más probable es que sea una vampiresa-Puntualizó Moses
-Creemos que "La Espía", puede controlar mentes y susurrar cosas en nuestra cabeza, todo esto para que nuestra confusión juegue a su favor y nos volvamos todos locos. Si veis a alguien actuando de forma extraña, lo más sensato es que le des un buen porrazo en la cabeza, eso hará que el manejo de la mente que esta "topo" tenga sobre cualquiera, se corte.
-Es importante el punto del "porrazo"-Cortó al brujo-Bajo ningún concepto hay que matar a nadie-Ordenó de forma rotunda, sin dejar lugar a dudas-Ahora, una vez aclarado eso, es importante contar con la información de la que dispongáis, ¿Hay alguien en el pueblo que sea un habitante reciente o extranjero?
-¿Por qué lo preguntas?-Preguntó uno de los reclutas
-Alguien ajena a Alosa es más probable que sea sospechosa de atentar contra vosotros, ya que un habitante de toda la vida o que ha nacido aquí, no podría ser jamás un traidor... O traidora
-Ahora que lo dices... Hay dos mujeres bastante sospechosas. Llegaron hace poco al pueblo, aunque no dieron muchos problemas
-Esas son las peores-Añadió con un tono sarcástico
-Una de ellas compró una casa abandonada en una zona apartada del pueblo, la otra vive en la posada desde que llegó. Ambas llegaron hace uno o dos meses
-Bien. Pues iremos a investigar ambos lugares. Nos dividiremos en dos grupos de diez integrantes. Al, yo y Emm iremos con uno y Moses e Ivens con el otro.-Guardó silencio un par de segundos para que todos aceptasen la propuesta. No hubo ningún problema por parte de nadie.-Mi grupo irá a la posada-Asintió para reafirmar su propuesta. Todos los demás, incluidos los "reclutas" también asintieron-¡Vale, pues en marcha!-Dijo con un tono imperativo-Y recordad, no os precipitéis hacia nadie ni a acusar de primeras hasta que no haya seguridad de que es la sospechosa que buscamos
Los dos grupos se juntaron, cada uno con sus respectivos compañeros, y se dispusieron a comenzar la "investigación". Rischer esperaba que alguna de aquellas dos mujeres fuese la culpable del control mental y que tuviera algo de información sobre la situación, y sobretodo, esperaba encontrarla antes de que llegase otro infortunio en la noche que cada vez se cerraba más hacia la madrugada. El elfo tampoco quería que todo aquello se convirtiese en una caza de brujas, pero era lo mejor que podían hacer por el momento.
Mientras el grupo del propio Rischer, Alward y Emmanuel se encaminaba hacia la posada, el elfo quiso hablar un poco con el Sevna, ya que desde el encontronazo con Moses, no habían tenido ocasión de intercambiar palabras sinceras. Alward se había mantenido callado desde entonces, incluso en la charla con los "reclutas". No solía ser muy hablador, pero tras la situación que se les ponía por delante, tampoco era muy normal que estuviese tan retraído y ensimismado.
-...Oye, Al...-Esperó hasta que el mercenario captara su atención-¿Todo bien?
-...No, hasta que no encuentre a mi familia-Contestó sin rodeos ni falsas sonrisas. No estaba para mucho más allá de lograr saber más cosas de lo ocurrido, el por qué y, obviamente, saber donde realmente estaban sus padres y su hermana.
Alward Sevna
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El miembro 'Alward Sevna' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Aquella discusión parecía ser bastante acalorada, si ya de por sí el roce era bastante evidente, a ratos parecía como si alguna fuerza extraña en el ambiente los tornara más hostiles incluso entre ellos mismos, cosa que al menos por ahora no notarían debido a las condiciones en que se había dado la primera discusión y a la prisa con la que habían tenido que salir para salir a observar la tétrica escena de aquella señora suicidándose a la vista de todos, de aquella situación podrían notar una cosa muy peculiar que les serviría de pista más adelante, aquella mujer no recordaba nada de lo sucedido, su memoria simplemente daba un salto desde algún punto en la tarde hasta luego de apuñalarse.
No sería difícil para Emmanuel reconocer aquella voz tan peculiar, pues a ratos incluso podría parecer que se le había quedado grabada en la memoria como un eco subliminal y sigiloso, al principio era solo un eco de las mismas palabras, pero mientras juntaban a los voluntarios en filas, comenzaban a sonar más frases en su cabeza “eres débil” y posteriormente “vas a traicionarlos” eran las nuevas frases que se harían nido en su mente, repitiéndose de una manera casi imperceptibles pero constantes.
Súbitamente habían aparecido más voluntarios de las que los mercenarios habían esperado encontrar, algunos valientes estaban dispuestos a defender su hogar a pesar del peligro que eso significaba para ellos, un peligro que todavía no terminaban de asimilar, Rischer se había encargado de organizar a dichos voluntarios y fue entonces cuando surgieron algunos comentarios acerca de dos mujeres que habías llegado anteriormente al pueblo y que habían levantado algunas sospechas entre los habitantes.
Un rato más tarde un primer grupo se dirigió a los domicilios de la primera de aquellas dos mujeres, este grupo llegaría a una casa descuidada, dentro de la misma encontrarían a Ligeia, una mujer de cabellos largos y descuidados, claramente se interesaba poco en su propia imagen, no obstante resultaba alarmante que sostenía en sus manos un cuchillo y mostraba una actitud hostil -Aléjense- Masculló entre dientes para luego gritar -¡Aléjense de mi casa! ¡No dejaré que se le acerquen a ella!- Gracias a sus gritos, los más atentos a detalles podrían notar que no había en su boca colmillos de vampiro, parecía a todas luces una humana asustada que trataba de proteger algo dentro de aquella casa.
Retirados de ese lugar, el otro grupo llegaría a la taberna y aunque afortunadamente el dueño de la misma estaba entre los voluntarios, lo que les había facilitado la entrada a la habitación que la extraña ocupaba, no habían encontrado ningún rastro de ella, curiosamente notarían algo bastante extraño dentro de la habitación, ninguno de los presentes, ni siquiera el dueño de la posada podían recordar el nombre o el rostro de aquella mujer, sabían que se había hospedado ahí, incluso algunos recordaban haberse cruzado con ella más de una vez, pero al tratar de recordarla no había ni un solo recuerdo que les diera un indicio de su identidad o apariencia. Antes de darse por vencidos, podrían ver una nota pegada detrás de la puerta con una serie de eventos sucedidos y por suceder.
∞ Alward Sevna: Los dioses han sido esquivos esta vez pero tranquilo, aún estás a salvo, encontrarás dos escenarios que deberás describir, en primer lugar la mujer harapienta se mostrará hostil y no los dejará entrar por las buenas, esconde a alguien dentro de su casa pero para descubrirlo tendrán que buscar la manera de entrar, bien sea ganándose su confianza o por la fuerza.
∞ En segundo lugar encontrarán una situación bastante peculiar en la posada, la mujer a la que buscan ha sido borrada de los recuerdos de los habitantes del pueblo y aunque la habitación luce como si nadie se hubiese hospedado allí en semanas, encontrarán una nota escrita detrás de la puerta que sembrará la duda entre los presentes. No será necesario lanzar runas.
No sería difícil para Emmanuel reconocer aquella voz tan peculiar, pues a ratos incluso podría parecer que se le había quedado grabada en la memoria como un eco subliminal y sigiloso, al principio era solo un eco de las mismas palabras, pero mientras juntaban a los voluntarios en filas, comenzaban a sonar más frases en su cabeza “eres débil” y posteriormente “vas a traicionarlos” eran las nuevas frases que se harían nido en su mente, repitiéndose de una manera casi imperceptibles pero constantes.
Súbitamente habían aparecido más voluntarios de las que los mercenarios habían esperado encontrar, algunos valientes estaban dispuestos a defender su hogar a pesar del peligro que eso significaba para ellos, un peligro que todavía no terminaban de asimilar, Rischer se había encargado de organizar a dichos voluntarios y fue entonces cuando surgieron algunos comentarios acerca de dos mujeres que habías llegado anteriormente al pueblo y que habían levantado algunas sospechas entre los habitantes.
Un rato más tarde un primer grupo se dirigió a los domicilios de la primera de aquellas dos mujeres, este grupo llegaría a una casa descuidada, dentro de la misma encontrarían a Ligeia, una mujer de cabellos largos y descuidados, claramente se interesaba poco en su propia imagen, no obstante resultaba alarmante que sostenía en sus manos un cuchillo y mostraba una actitud hostil -Aléjense- Masculló entre dientes para luego gritar -¡Aléjense de mi casa! ¡No dejaré que se le acerquen a ella!- Gracias a sus gritos, los más atentos a detalles podrían notar que no había en su boca colmillos de vampiro, parecía a todas luces una humana asustada que trataba de proteger algo dentro de aquella casa.
Retirados de ese lugar, el otro grupo llegaría a la taberna y aunque afortunadamente el dueño de la misma estaba entre los voluntarios, lo que les había facilitado la entrada a la habitación que la extraña ocupaba, no habían encontrado ningún rastro de ella, curiosamente notarían algo bastante extraño dentro de la habitación, ninguno de los presentes, ni siquiera el dueño de la posada podían recordar el nombre o el rostro de aquella mujer, sabían que se había hospedado ahí, incluso algunos recordaban haberse cruzado con ella más de una vez, pero al tratar de recordarla no había ni un solo recuerdo que les diera un indicio de su identidad o apariencia. Antes de darse por vencidos, podrían ver una nota pegada detrás de la puerta con una serie de eventos sucedidos y por suceder.
- Nota en la puerta:
Crónicas de una muerte anunciadaLos héroes llegan al pueblo que será su tumba
Sevna visita el horror de su antiguo hogar
Se ofrece una alternativa para salvar al pueblo pero los héroes se niegan
Nered muere por un ataque a distancia
La confianza de los héroes aumenta lentamente
Surgen voluntarios entre los cobardes del pueblo
Los héroes se dividen en dos grupos y se hacen más vulnerables
Un impaciente grupo asesina a la mujer equivocada
Los voluntarios comienzan a dudar de que puedan ser protegidos
Al estar separados no notan la llegada de Erik y los otros
Se ofrece de nuevo la alternativa para salvar al pueblo pero los héroes no aceptan
Descubren que uno de los héroes los ha traicionado, pero les costará la vida de otro
Sevna enfrentará a Erik en busca de venganza
Final inevitable...
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∞ Alward Sevna: Los dioses han sido esquivos esta vez pero tranquilo, aún estás a salvo, encontrarás dos escenarios que deberás describir, en primer lugar la mujer harapienta se mostrará hostil y no los dejará entrar por las buenas, esconde a alguien dentro de su casa pero para descubrirlo tendrán que buscar la manera de entrar, bien sea ganándose su confianza o por la fuerza.
∞ En segundo lugar encontrarán una situación bastante peculiar en la posada, la mujer a la que buscan ha sido borrada de los recuerdos de los habitantes del pueblo y aunque la habitación luce como si nadie se hubiese hospedado allí en semanas, encontrarán una nota escrita detrás de la puerta que sembrará la duda entre los presentes. No será necesario lanzar runas.
Ansur
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Re: El más alto precio [Mastereado-Alward Sevna]
El grupo encabezado por Moses e Ivens llegó a su destino; la casa casi desolada, al igual que el resto del pueblo. Esta tenía algo especial, no parecía especialmente afectada por los saqueos, más bien tenía pinta de ser una choza vieja y descuidada, olvidada por sus dueños.
La mujer que ostentaba la potestad de ese lugar no parecía, en aspecto, muy distinta al resto del lugar. Estaba bastante desaliñada y descuidada, incluso sucia. Sus ojos transmitían cierto tipo de demencia, no parecía ser una persona muy fiable. Estaba asustada por la llegada del grupo de valientes que querían plantar cara al desconocido enemigo. No parecía ser una señora de la noche, sino más bien una pobre alma que no tendría muchos motivos para vivir, o sobrevivir en su caso. Sostenía un cuchillo, queriendo mostrar agresividad para así disuadir a los repentinos invasores de que se alejasen.
-No venimos a hacer ningún daño-Dijo Ivens mientras levantaba las manos a media altura, haciendo claros gestos de calma y sosteniendo la mirada a la mujer, para así ganarse su confianza-Solo queremos ayudar
-Señora, tenemos que entrar, y debe de colaborar-Añadió Moses, mostrándose rudo e imponente
Los demás "reclutas" que formaban parte del grupo murmuraban entre sí, no queriendo alzar la voz más de lo debido, con cierto temor a lo que se podría desencadenar si aquella mujer perdiese los estribos.
-Debe de confiar en nosotros
-¿Esconde algo en su casa?-La miró a los ojos, luego echó un vistazo a la puerta de entrada de la choza-Si no es así, no tendría problema alguno en enseñárnosla
Poco a poco, uno de los aliados se acercó a la mujer, el cual también hacía gestos de calma hacia la mujer e intentaba rebajar su agresividad con palabras bastante asertivas, mostrándose así confiable, al igual que el resto de su grupo. Este chico le bajó poco a poco el cuchillo para que finalmente desistiera en su idea de poner resistencia.
-No te haremos daño-Dijo de nuevo con un tono cálido. Acto seguido señaló al joven que se había acercado a ella-Entrégale el cuchillo, no es bueno que te dejes llevar por la tensión del momento con un objeto peligroso en tus manos. Sé que puede resultar desconcertante y puede poner nervioso a cualquiera que unos extraños vengan a tu casa, pero de verdad, solo queremos ayudar.
Mientras Ivens trataba de calmar a la chica, Moses y un par más de jóvenes se acercaban a la puerta con cuidado, con intención de entrar. Siempre a la vista de la mujer, para que no viese que hacían algo sin su consentimiento o autorización. Una vez que el mercenario llegó hasta el pomo, llevó una mano hacia él y lo apretó con cuidado, esperando a ver cómo reaccionaba la asustada humana.
Rischer leía la nota que habían encontrado tras la puerta. La habitación estaba impoluta, como recién comprada, limpiada o... Como si nadie hubiera estado allí durante semanas. Demasiado bien vista como para que siquiera fuera parte de la taberna de un pequeño pueblo como Alosa.
Trataron de preguntar a los parroquianos o incluso al dueño de la taberna o a los jóvenes que se habían presentado como voluntarios para llevar a cabo la investigación junto a los Stelliazos, pero nada... Como si algo bloqueara sus recuerdos, como si nunca hubiese existido, o si lo hizo, como si hubiesen pasado décadas de aquello, para así borrar el rostro, aspecto, nombre y toda acción que aquella misteriosa mujer hubiese hecho.
El elfo terminó de leer la nota, y miró a Alward, Emmanuel y el dueño de la taberna, que eran los únicos que habían entrado a la habitación, los demás los esperaban en el recinto común para todos los parroquianos.
-¿Qué dice?
-Nada bueno...-Relató cada una de las palabras que estaban escritas en esa nota
Alward, tras escucharlo, se sentó al borde de la cama de la habitación, con las dos manos entre cruzadas y apoyadas en su barbilla, mientras los codos ejercían de apoyo en sus piernas, sopesando así la situación.
-Erik...-Dejó unos segundos a la especulación de su mente-Está claro; Erik Vacuum
-¿El tipo ese que os encerró a Eiko y a ti?
Alward asintió lentamente, mientras mantenía su mirada perdida, haciendo sus propias y privadas cavilaciones
-Desde que pasó aquello, he intentado buscar inforamación sobre él o alguno de los suyos... Pero no encontré nada, es como si fuese algún tipo de fantasma... Como si jamás hubiese existido, ni siquiera el almacén con...--Fue cortado por Alward
-...Con el líquido verde-Una luz deductoria se encendió en sus ojos-Ese líquido verde luego era transformado en algún tipo de... Gas...-Se levantó de la cama-¡Ese gas puede ser el que utilizaba el tipo de antes para ser intocable!-Dijo refiriéndose al vampiro al cual le habían quitado la vida en la entrada del pueblo
-¿De dónde sacas eso?
-¡Tiene sentido!-Saltaba su mirada de Rischer a Emmanuel, y también hacia el dueño de la taberna, que observaba la conversación sin inmiscuirse-¡Era una especie de arma!
-De todas formas, no podemos saberlo con seguridad.-Miró hacia la puerta de salida, donde se podía ver el resto de la posada, donde los reclutas se empezaban a impacientar por tener noticias-Lo último que necesitan esta gente son más preguntas...
-...Tampoco tenemos respuestas
-¿Nadie le ha prestado importancia al hecho de que esa nota cuenta todo lo que ha sucedido hasta ahora?-Intervino el dueño de la posada-Hay frases tachadas, y otras que no... Y las que sí lo están ya han pasado
-También se dice que Erik va a venir...
-...Y también que alguien asesinará a la mujer equivocada...
Todos intercambiaron miradas entre sí. Si allí no estaba la mujer a la que buscaban, la cual tenía todos los boletos para ser la culpable de los actos de control mental que se ejercían en el pueblo, eso solo podía significar que la otra mujer sospechosa era inocente... No tenían la certeza absoluta, pero todo apuntaba a ello, y si por algún casual la situación en el otro grupo se desmadraba y ocurría lo que la nota describía, la cosa no podía hacer otra cosa que empeorar.
-Tenemos que reunirnos con los demás-Miró al dueño de la posada-Tú quédate aquí con los chicos, nosotros tres iremos para avisarles de lo que hemos encontrado-Bajó la voz, hablando para sí-...Espero que no cometan ninguna locura-Volvió a mirar a los que allí estaban-De todas formas, no os creáis lo que dice esa nota, solo tratan de confundirnos más. Actuemos según nuestros criterios y con la cabeza fría.
El tabernero y los mercenarios acataron las órdenes de Rischer. Estos últimos, junto al elfo, se dispusieron para salir de la posada. Seguramente el dueño se encargaría de explicar la situación a los demás aliados. No debían perder tiempo en explicaciones, por lo que confiaban en que aquel hombre diera los detalles a los jóvenes para que supiesen de la situación.
Antes de salir de aquel lugar, Emmanuel oyó unas voces tras de sí. Unas voces que se tornaban en una sola voz femenina, una que ya había escuchado antes... O más bien, una voz de ultratumba que llevaba escuchando desde que falló aquel disparo que acabó rozando la frente del vampiro. "Eres débil, vas a traicionarlos". Cada cierto tiempo, siempre se repetía esa frase en su mente, pero obviamente no era su propia mente, ni su propia voz las que decían esas palabras.
El arquero se quedó en el umbral de la puerta, como congelado y mirando hacia atrás. Tan solo estaban los jóvenes y el dueño de la taberna, junto a otros parroquianos que se encontraban allí. Curiosamente, no había ninguna mujer entre ellos. La piel del arquero se erizó y su rostro quedó blanco como el papel
-Emm, ¿Ocurre algo?-Decía el elfo, que junto a Alward ya se encontraban fuera de la posada
-N-no, no-Zanjó la duda-...Vamos-Dijo mientras se ponía en marcha junto a sus compañeros, sin darle mayor importancia a lo que había oído.
La mujer que ostentaba la potestad de ese lugar no parecía, en aspecto, muy distinta al resto del lugar. Estaba bastante desaliñada y descuidada, incluso sucia. Sus ojos transmitían cierto tipo de demencia, no parecía ser una persona muy fiable. Estaba asustada por la llegada del grupo de valientes que querían plantar cara al desconocido enemigo. No parecía ser una señora de la noche, sino más bien una pobre alma que no tendría muchos motivos para vivir, o sobrevivir en su caso. Sostenía un cuchillo, queriendo mostrar agresividad para así disuadir a los repentinos invasores de que se alejasen.
-No venimos a hacer ningún daño-Dijo Ivens mientras levantaba las manos a media altura, haciendo claros gestos de calma y sosteniendo la mirada a la mujer, para así ganarse su confianza-Solo queremos ayudar
-Señora, tenemos que entrar, y debe de colaborar-Añadió Moses, mostrándose rudo e imponente
Los demás "reclutas" que formaban parte del grupo murmuraban entre sí, no queriendo alzar la voz más de lo debido, con cierto temor a lo que se podría desencadenar si aquella mujer perdiese los estribos.
-Debe de confiar en nosotros
-¿Esconde algo en su casa?-La miró a los ojos, luego echó un vistazo a la puerta de entrada de la choza-Si no es así, no tendría problema alguno en enseñárnosla
Poco a poco, uno de los aliados se acercó a la mujer, el cual también hacía gestos de calma hacia la mujer e intentaba rebajar su agresividad con palabras bastante asertivas, mostrándose así confiable, al igual que el resto de su grupo. Este chico le bajó poco a poco el cuchillo para que finalmente desistiera en su idea de poner resistencia.
-No te haremos daño-Dijo de nuevo con un tono cálido. Acto seguido señaló al joven que se había acercado a ella-Entrégale el cuchillo, no es bueno que te dejes llevar por la tensión del momento con un objeto peligroso en tus manos. Sé que puede resultar desconcertante y puede poner nervioso a cualquiera que unos extraños vengan a tu casa, pero de verdad, solo queremos ayudar.
Mientras Ivens trataba de calmar a la chica, Moses y un par más de jóvenes se acercaban a la puerta con cuidado, con intención de entrar. Siempre a la vista de la mujer, para que no viese que hacían algo sin su consentimiento o autorización. Una vez que el mercenario llegó hasta el pomo, llevó una mano hacia él y lo apretó con cuidado, esperando a ver cómo reaccionaba la asustada humana.
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Rischer leía la nota que habían encontrado tras la puerta. La habitación estaba impoluta, como recién comprada, limpiada o... Como si nadie hubiera estado allí durante semanas. Demasiado bien vista como para que siquiera fuera parte de la taberna de un pequeño pueblo como Alosa.
Trataron de preguntar a los parroquianos o incluso al dueño de la taberna o a los jóvenes que se habían presentado como voluntarios para llevar a cabo la investigación junto a los Stelliazos, pero nada... Como si algo bloqueara sus recuerdos, como si nunca hubiese existido, o si lo hizo, como si hubiesen pasado décadas de aquello, para así borrar el rostro, aspecto, nombre y toda acción que aquella misteriosa mujer hubiese hecho.
El elfo terminó de leer la nota, y miró a Alward, Emmanuel y el dueño de la taberna, que eran los únicos que habían entrado a la habitación, los demás los esperaban en el recinto común para todos los parroquianos.
-¿Qué dice?
-Nada bueno...-Relató cada una de las palabras que estaban escritas en esa nota
Alward, tras escucharlo, se sentó al borde de la cama de la habitación, con las dos manos entre cruzadas y apoyadas en su barbilla, mientras los codos ejercían de apoyo en sus piernas, sopesando así la situación.
-Erik...-Dejó unos segundos a la especulación de su mente-Está claro; Erik Vacuum
-¿El tipo ese que os encerró a Eiko y a ti?
Alward asintió lentamente, mientras mantenía su mirada perdida, haciendo sus propias y privadas cavilaciones
-Desde que pasó aquello, he intentado buscar inforamación sobre él o alguno de los suyos... Pero no encontré nada, es como si fuese algún tipo de fantasma... Como si jamás hubiese existido, ni siquiera el almacén con...--Fue cortado por Alward
-...Con el líquido verde-Una luz deductoria se encendió en sus ojos-Ese líquido verde luego era transformado en algún tipo de... Gas...-Se levantó de la cama-¡Ese gas puede ser el que utilizaba el tipo de antes para ser intocable!-Dijo refiriéndose al vampiro al cual le habían quitado la vida en la entrada del pueblo
-¿De dónde sacas eso?
-¡Tiene sentido!-Saltaba su mirada de Rischer a Emmanuel, y también hacia el dueño de la taberna, que observaba la conversación sin inmiscuirse-¡Era una especie de arma!
-De todas formas, no podemos saberlo con seguridad.-Miró hacia la puerta de salida, donde se podía ver el resto de la posada, donde los reclutas se empezaban a impacientar por tener noticias-Lo último que necesitan esta gente son más preguntas...
-...Tampoco tenemos respuestas
-¿Nadie le ha prestado importancia al hecho de que esa nota cuenta todo lo que ha sucedido hasta ahora?-Intervino el dueño de la posada-Hay frases tachadas, y otras que no... Y las que sí lo están ya han pasado
-También se dice que Erik va a venir...
-...Y también que alguien asesinará a la mujer equivocada...
Todos intercambiaron miradas entre sí. Si allí no estaba la mujer a la que buscaban, la cual tenía todos los boletos para ser la culpable de los actos de control mental que se ejercían en el pueblo, eso solo podía significar que la otra mujer sospechosa era inocente... No tenían la certeza absoluta, pero todo apuntaba a ello, y si por algún casual la situación en el otro grupo se desmadraba y ocurría lo que la nota describía, la cosa no podía hacer otra cosa que empeorar.
-Tenemos que reunirnos con los demás-Miró al dueño de la posada-Tú quédate aquí con los chicos, nosotros tres iremos para avisarles de lo que hemos encontrado-Bajó la voz, hablando para sí-...Espero que no cometan ninguna locura-Volvió a mirar a los que allí estaban-De todas formas, no os creáis lo que dice esa nota, solo tratan de confundirnos más. Actuemos según nuestros criterios y con la cabeza fría.
El tabernero y los mercenarios acataron las órdenes de Rischer. Estos últimos, junto al elfo, se dispusieron para salir de la posada. Seguramente el dueño se encargaría de explicar la situación a los demás aliados. No debían perder tiempo en explicaciones, por lo que confiaban en que aquel hombre diera los detalles a los jóvenes para que supiesen de la situación.
Antes de salir de aquel lugar, Emmanuel oyó unas voces tras de sí. Unas voces que se tornaban en una sola voz femenina, una que ya había escuchado antes... O más bien, una voz de ultratumba que llevaba escuchando desde que falló aquel disparo que acabó rozando la frente del vampiro. "Eres débil, vas a traicionarlos". Cada cierto tiempo, siempre se repetía esa frase en su mente, pero obviamente no era su propia mente, ni su propia voz las que decían esas palabras.
El arquero se quedó en el umbral de la puerta, como congelado y mirando hacia atrás. Tan solo estaban los jóvenes y el dueño de la taberna, junto a otros parroquianos que se encontraban allí. Curiosamente, no había ninguna mujer entre ellos. La piel del arquero se erizó y su rostro quedó blanco como el papel
-Emm, ¿Ocurre algo?-Decía el elfo, que junto a Alward ya se encontraban fuera de la posada
-N-no, no-Zanjó la duda-...Vamos-Dijo mientras se ponía en marcha junto a sus compañeros, sin darle mayor importancia a lo que había oído.
Alward Sevna
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Re: El más alto precio [Mastereado-Alward Sevna]
Al llegar a aquella morada desgastada por el incansable paso del tiempo encontraron a la extraña mujer alterada y nerviosa, escuchó con desconfianza las palabras del grupo de mercenarios pero aún no mostraba la más mínima pizca de confianza en ellos, tal vez porque alguien había estado manipulando a los habitantes para que se mataran entre ellos, o porque estuvieran amenazados de muerte a menos que entregaran a alguien que no veían hace mucho y que algunos ni siquiera conocían, pero de cualquier manera, la mujer no estaba dispuesta a ceder un solo centímetro ante aquellos desconocidos -Mientes, todos mienten- Gritaba desesperada sosteniendo un cuchillo al frente con sus manos temblorosas.
No vamos a hacerle daño, cálmese- Dijo uno de los presentes que se acercó por delante de los mercenarios para tratar de calmar a la dama con un rostro amigable y conocido -Soy yo, le ayudé cuando llegó al pueblo ¿No me recuerda?- Abrió los brazos y retrocedió un paso para evitar ser cortado por un ataque de la mujer, pero luego continuó avanzando con mucha cautela hasta que finalmente de un salto imprevisto saltó sobre ella y la abrazó quitándole el cuchillo en el proceso, los llantos de una pequeña detrás de la puerta hicieron evidente lo que la mujer intentaba proteger pero ahora una nueva amenaza les acechaba, con la mirada perdida el joven sonrió de medio lado -No pueden proteger a nadie- Dijo mientras apuñalaba a la mujer en el estómago para luego caer desmayado.
Sucedió todo tan rápido que apenas había dado tiempo para reaccionar, los presentes estaban conmocionados y se miraban unos a otros, al final todas las miradas iban a parar en la figura de los mercenarios esperando que tuvieran un plan para defenderse de lo que fuera aquello que los acechaba, para cuando el grupo de Alward volvió ya parecía ser muy tarde pero en el piso la mujer seguía viva aunque se estaba desangrando y necesitaba atención urgente, los milicianos de aquella improvisada resistencia estaban nerviosos y asustados, reaccionaban al más mínimo contacto entre ellos pues no sabían de dónde podía venir un ataque -No sobreviviremos, no sobreviviremos- Dijo uno de ellos -Nos están derrotando y la batalla aún no empieza- Dijo otro ignorando que la batalla había comenzado desde que los mercenarios pusieron un pie en el pueblo.
Uno tras otro, cada uno de los acontecimientos de aquella tarde habían sido pequeños pasos en un plan para extinguir la esperanza del pueblo y romper la voluntad de los mercenarios, cada uno de los eventos había sido planeado de esa manera y aún faltaba lo peor, mientras los habitantes del pueblo intentaban recuperar la cordura y la calma, resultaría inevitable sentirse observados, aunque esta vez no bajo las miradas de los aterrados ciudadanos, sino algo más, el ambiente se sentía cada vez más pesado y tenso, no habían logrado dar con la voz que sembraba el terror entre las filas de voluntarios, hasta ahora.
Renunciar, sin embargo, no estaba entre las costumbres de estos héroes, y eso bien lo sabía la mente detrás de todo, por lo que parte de su plan era darles a ratos la ilusión de victoria, hacerles creer que ganaban cuando en realidad todo era parte del plan, había pasado antes con el grandulón y pasaría de nuevo -Ha sido divertido jugar con ustedes- Escucharon aquella peculiar voz venir desde el interior de la casa y de ella salieron dos niñas, una pequeña de unos 14 años, rubia y despeinada, con los ojos llenos de lágrimas, la otra rondaba los 17 aunque a todas luces una vampira de blancos cabellos y mirada fría, caminaba calmada abrazando a la pequeña y con una mano en el cuello de la menor -Juguemos un nuevo juego- Dijo con la particularidad que su voz se escuchaba de todos lados menos de sus labios -Voy a contar hasta 9 y me entregarán al que llaman Alward, si no lo hacen, alguno de ustedes morirá y volveré a contar hasta que no quede uno en pie- De nuevo saltaba la petición de aquellos terroríficos vampiros, claramente eran tan fuertes como para emboscar al mercenario y tratar de asesinarlo, pero su objetivo no era solo destruirlo, sino también destruir su imagen, su nombre y su determinación -Uno… dos… tres…- Comenzó a contar -Cuatro… cinco…- Los habitantes se miraban nerviosos unos con otros...
∞ Alward Sevna: Te enfrentas a una nueva situación similar a la del vampiro anterior, la vampira frente a ti puede controlar personas con su voz, no es muy fuerte pero si se acercan matará a la niña, si no hacen nada, los habitantes del pueblo comenzarán a suicidarse bajo los efectos de la voz de la vampira, pero si Alward se entrega, no hay garantías de que ella cumplirá su palabra ¿O sí?
∞ Tal vez sea momento de hablar antes de disparar, la vampira y su jefe quieren que actúes como la vez anterior y aunque logres matar a la vampira, la muerte de la niña quedará en la conciencia de los mercenarios, cuentas con el apoyo de los voluntarios pero claramente están asustados y confundidos, no será necesario lanzar runas, pero de acuerdo al camino que elijas podrá ser más fácil o más difícil el desenlace de esta historia.
∞ Algunos aspectos importantes que debes considerar, la vampira usa magia de voz, tiene buen dominio de la misma pero extrañamente es muda, la proyección de su voz es meramente mágica, además de eso no es muy fuerte por lo que en combate perdería fácilmente, en consecuencia, si se ve amenazada usará su magia para que alguien pelee por defenderla.
No vamos a hacerle daño, cálmese- Dijo uno de los presentes que se acercó por delante de los mercenarios para tratar de calmar a la dama con un rostro amigable y conocido -Soy yo, le ayudé cuando llegó al pueblo ¿No me recuerda?- Abrió los brazos y retrocedió un paso para evitar ser cortado por un ataque de la mujer, pero luego continuó avanzando con mucha cautela hasta que finalmente de un salto imprevisto saltó sobre ella y la abrazó quitándole el cuchillo en el proceso, los llantos de una pequeña detrás de la puerta hicieron evidente lo que la mujer intentaba proteger pero ahora una nueva amenaza les acechaba, con la mirada perdida el joven sonrió de medio lado -No pueden proteger a nadie- Dijo mientras apuñalaba a la mujer en el estómago para luego caer desmayado.
Sucedió todo tan rápido que apenas había dado tiempo para reaccionar, los presentes estaban conmocionados y se miraban unos a otros, al final todas las miradas iban a parar en la figura de los mercenarios esperando que tuvieran un plan para defenderse de lo que fuera aquello que los acechaba, para cuando el grupo de Alward volvió ya parecía ser muy tarde pero en el piso la mujer seguía viva aunque se estaba desangrando y necesitaba atención urgente, los milicianos de aquella improvisada resistencia estaban nerviosos y asustados, reaccionaban al más mínimo contacto entre ellos pues no sabían de dónde podía venir un ataque -No sobreviviremos, no sobreviviremos- Dijo uno de ellos -Nos están derrotando y la batalla aún no empieza- Dijo otro ignorando que la batalla había comenzado desde que los mercenarios pusieron un pie en el pueblo.
Uno tras otro, cada uno de los acontecimientos de aquella tarde habían sido pequeños pasos en un plan para extinguir la esperanza del pueblo y romper la voluntad de los mercenarios, cada uno de los eventos había sido planeado de esa manera y aún faltaba lo peor, mientras los habitantes del pueblo intentaban recuperar la cordura y la calma, resultaría inevitable sentirse observados, aunque esta vez no bajo las miradas de los aterrados ciudadanos, sino algo más, el ambiente se sentía cada vez más pesado y tenso, no habían logrado dar con la voz que sembraba el terror entre las filas de voluntarios, hasta ahora.
Renunciar, sin embargo, no estaba entre las costumbres de estos héroes, y eso bien lo sabía la mente detrás de todo, por lo que parte de su plan era darles a ratos la ilusión de victoria, hacerles creer que ganaban cuando en realidad todo era parte del plan, había pasado antes con el grandulón y pasaría de nuevo -Ha sido divertido jugar con ustedes- Escucharon aquella peculiar voz venir desde el interior de la casa y de ella salieron dos niñas, una pequeña de unos 14 años, rubia y despeinada, con los ojos llenos de lágrimas, la otra rondaba los 17 aunque a todas luces una vampira de blancos cabellos y mirada fría, caminaba calmada abrazando a la pequeña y con una mano en el cuello de la menor -Juguemos un nuevo juego- Dijo con la particularidad que su voz se escuchaba de todos lados menos de sus labios -Voy a contar hasta 9 y me entregarán al que llaman Alward, si no lo hacen, alguno de ustedes morirá y volveré a contar hasta que no quede uno en pie- De nuevo saltaba la petición de aquellos terroríficos vampiros, claramente eran tan fuertes como para emboscar al mercenario y tratar de asesinarlo, pero su objetivo no era solo destruirlo, sino también destruir su imagen, su nombre y su determinación -Uno… dos… tres…- Comenzó a contar -Cuatro… cinco…- Los habitantes se miraban nerviosos unos con otros...
- Misteriosa Vampira:
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∞ Alward Sevna: Te enfrentas a una nueva situación similar a la del vampiro anterior, la vampira frente a ti puede controlar personas con su voz, no es muy fuerte pero si se acercan matará a la niña, si no hacen nada, los habitantes del pueblo comenzarán a suicidarse bajo los efectos de la voz de la vampira, pero si Alward se entrega, no hay garantías de que ella cumplirá su palabra ¿O sí?
∞ Tal vez sea momento de hablar antes de disparar, la vampira y su jefe quieren que actúes como la vez anterior y aunque logres matar a la vampira, la muerte de la niña quedará en la conciencia de los mercenarios, cuentas con el apoyo de los voluntarios pero claramente están asustados y confundidos, no será necesario lanzar runas, pero de acuerdo al camino que elijas podrá ser más fácil o más difícil el desenlace de esta historia.
∞ Algunos aspectos importantes que debes considerar, la vampira usa magia de voz, tiene buen dominio de la misma pero extrañamente es muda, la proyección de su voz es meramente mágica, además de eso no es muy fuerte por lo que en combate perdería fácilmente, en consecuencia, si se ve amenazada usará su magia para que alguien pelee por defenderla.
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Re: El más alto precio [Mastereado-Alward Sevna]
La escena que se encontró el Sevna cuando llegó no era si no otro acontecimiento de los ya escritos en la aterradora nota que encontraron en la posada: "Un impaciente grupo asesina a la mujer equivocada".
Tanto los milicianos como Moses e Ivens se encontraban alterados, nerviosos, conmocionados... Al lado de aquella mujer moribunda, el que había ejercido el daño yacía inconsciente junto a ella en el suelo. La mujer gritaba de dolor, su "locura" no hacía más que ir en aumento; balbuceaba sin sentido, seguramente maldiciendo a todos y cada uno de los presentes, sabiendo que jamás debería de haber confiado en ellos y haberse quedado encerrada en su casa. Los dos Stellazios presentes la habían fallado... Eso iba a pesar en su consciencia.
Emmanuel rápidamente acudió al rescate de aquella mujer. Era el único que sabía algo de medicina de campo. Cuando Eiko no estaba, él era el único salvavidas del que disponían Alward y los suyos.
El arquero intentó atender a la mujer, pero esta ponía resistencia. Su credibilidad ante aquellos hombres iba decreciendo a medida que su dolor iba aumentando y su vida poco a poco apagando.
-¡Señora, tómese esto, aliviará su dolor!-Le ofreció un frasco con un líquido azulado y viscoso
-¡No!-Sus ojos denotaban falta de lucidez-¡Perros! ¡Asesinos!-Empezó a toser sangre-...Jamás debí venir a este pueblo...-Respiraba con dificultad
-¡Debe de confiar en mí!-Dijo nervioso, casi suplicándole que le dejara ayudar, pero aquella pobre mujer se mantenía en sus trece. Se resistía a ser atendida.
-A-asesinos...-Dijo al tiempo que se desmayaba
-¡No!-Dijo mientras le daba leves palmadas en el rostro para que no se durmiese. No servía de nada... Finalmente, aquella pobre y demente mujer se durmió-...No... No....-Repetía una y otra vez, intentando despertarla
Alward y Rischer observaban la escena, bastante más alejados que los demás. El elfo adoptó una posición y gestos duros, se mostraba preocupado y apretaba los dientes impotente. Alward no se alejaba del estado de ánimo de su amigo, pero a este le tocaba más de cerca. "Asesinos", esa palabra no se le movía de la mente. Solo podía escuchar eso.
El Sevna miró al resto, estaban abatidos, preocupados y empezaban a murmurar entre sí, dudando de si de verdad los mercenarios podrían con todo aquello, si de verdad podrían ser protegidos... Otro acontecimiento más cumplido. No quería ni pensar en los que seguían. Debía de hacer algo para evitar que se llegase al "Final Inevitable".
De pronto, en mitad de aquella dramática situación, una voz juguetona salió del interior de la cabaña. Dos chicas, una rubia, con los ojos llorosos, otra más pálida, con el pelo ceniciento, mirada fría... Una vampira, aquella a la que estaban buscando.
Su voz podía oírse de todas direcciones. La procedencia de esta estaba en sus propias cabezas, aunque curiosamente ella no movía los labios.
Otra vez pedían entregar a Alward. Otra vez aquella difícil decisión era puesta encima de la mesa y pasada a manos de los mercenarios... Decisión que el Sevna había tomado en el instante en que oyó su nombre. Todos miraban Alward, incluso los milicianos le hicieron un pasillo para que pudiera ser visto por aquella criatura de la noche.
El mencionado dio un paso hacia adelante, pero Rischer le detuvo, agarrándole del hombro.
-...No hagas ninguna estupidez-Dijo temiéndose lo peor
-No podemos permitir que muera nadie más por nuestr...--Se detuvo para corregirse-MI culpa-Remarcó
Sin más, el Sevna dio otro paso hacia adelante, zafándose del agarre del elfo, el cual no hizo mucho esfuerzo por detenerle.
Alward caminó entre los milicianos, notaba como sus miradas se clavaban en él, juzgándole, con cierta desconfianza. La esperanza que antes demostraba, se había esfumado. Desde la distancia, Moses, Ivens y Emmanuel miraban apenados e impotentes como el Sevna se mostraba frente a frente y en solitario frente aquella pequeña manipuladora. Tomó aire, hinchó el pecho y recitó aquello que no quería decir.
-Yo soy Alward Sevna-Mantuvo la mirada con la pálida vampira-Aquí estoy. Aquí me tenéis. Acabad con este sinsentido. No más muertes.-La voz le temblaba en la última frase, pero tiró de valor y siguió hablando-Devolvedme a mi familia, devolved la paz a este sitio. Iré a donde queráis que vaya...-Apartó la mirada, para tomarse unos segundos de calma, luego, volvió a incrustarla en la chica, con esa forma de mirar tan segura, determinante y penetrante-...Dile a Erik que ha ganado...
Tanto los milicianos como Moses e Ivens se encontraban alterados, nerviosos, conmocionados... Al lado de aquella mujer moribunda, el que había ejercido el daño yacía inconsciente junto a ella en el suelo. La mujer gritaba de dolor, su "locura" no hacía más que ir en aumento; balbuceaba sin sentido, seguramente maldiciendo a todos y cada uno de los presentes, sabiendo que jamás debería de haber confiado en ellos y haberse quedado encerrada en su casa. Los dos Stellazios presentes la habían fallado... Eso iba a pesar en su consciencia.
Emmanuel rápidamente acudió al rescate de aquella mujer. Era el único que sabía algo de medicina de campo. Cuando Eiko no estaba, él era el único salvavidas del que disponían Alward y los suyos.
El arquero intentó atender a la mujer, pero esta ponía resistencia. Su credibilidad ante aquellos hombres iba decreciendo a medida que su dolor iba aumentando y su vida poco a poco apagando.
-¡Señora, tómese esto, aliviará su dolor!-Le ofreció un frasco con un líquido azulado y viscoso
-¡No!-Sus ojos denotaban falta de lucidez-¡Perros! ¡Asesinos!-Empezó a toser sangre-...Jamás debí venir a este pueblo...-Respiraba con dificultad
-¡Debe de confiar en mí!-Dijo nervioso, casi suplicándole que le dejara ayudar, pero aquella pobre mujer se mantenía en sus trece. Se resistía a ser atendida.
-A-asesinos...-Dijo al tiempo que se desmayaba
-¡No!-Dijo mientras le daba leves palmadas en el rostro para que no se durmiese. No servía de nada... Finalmente, aquella pobre y demente mujer se durmió-...No... No....-Repetía una y otra vez, intentando despertarla
Alward y Rischer observaban la escena, bastante más alejados que los demás. El elfo adoptó una posición y gestos duros, se mostraba preocupado y apretaba los dientes impotente. Alward no se alejaba del estado de ánimo de su amigo, pero a este le tocaba más de cerca. "Asesinos", esa palabra no se le movía de la mente. Solo podía escuchar eso.
El Sevna miró al resto, estaban abatidos, preocupados y empezaban a murmurar entre sí, dudando de si de verdad los mercenarios podrían con todo aquello, si de verdad podrían ser protegidos... Otro acontecimiento más cumplido. No quería ni pensar en los que seguían. Debía de hacer algo para evitar que se llegase al "Final Inevitable".
De pronto, en mitad de aquella dramática situación, una voz juguetona salió del interior de la cabaña. Dos chicas, una rubia, con los ojos llorosos, otra más pálida, con el pelo ceniciento, mirada fría... Una vampira, aquella a la que estaban buscando.
Su voz podía oírse de todas direcciones. La procedencia de esta estaba en sus propias cabezas, aunque curiosamente ella no movía los labios.
Otra vez pedían entregar a Alward. Otra vez aquella difícil decisión era puesta encima de la mesa y pasada a manos de los mercenarios... Decisión que el Sevna había tomado en el instante en que oyó su nombre. Todos miraban Alward, incluso los milicianos le hicieron un pasillo para que pudiera ser visto por aquella criatura de la noche.
El mencionado dio un paso hacia adelante, pero Rischer le detuvo, agarrándole del hombro.
-...No hagas ninguna estupidez-Dijo temiéndose lo peor
-No podemos permitir que muera nadie más por nuestr...--Se detuvo para corregirse-MI culpa-Remarcó
Sin más, el Sevna dio otro paso hacia adelante, zafándose del agarre del elfo, el cual no hizo mucho esfuerzo por detenerle.
Alward caminó entre los milicianos, notaba como sus miradas se clavaban en él, juzgándole, con cierta desconfianza. La esperanza que antes demostraba, se había esfumado. Desde la distancia, Moses, Ivens y Emmanuel miraban apenados e impotentes como el Sevna se mostraba frente a frente y en solitario frente aquella pequeña manipuladora. Tomó aire, hinchó el pecho y recitó aquello que no quería decir.
-Yo soy Alward Sevna-Mantuvo la mirada con la pálida vampira-Aquí estoy. Aquí me tenéis. Acabad con este sinsentido. No más muertes.-La voz le temblaba en la última frase, pero tiró de valor y siguió hablando-Devolvedme a mi familia, devolved la paz a este sitio. Iré a donde queráis que vaya...-Apartó la mirada, para tomarse unos segundos de calma, luego, volvió a incrustarla en la chica, con esa forma de mirar tan segura, determinante y penetrante-...Dile a Erik que ha ganado...
Alward Sevna
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Re: El más alto precio [Mastereado-Alward Sevna]
Alguien dijo una vez, las decisiones más simples pueden cambiarlo todo en los momentos más importantes, y eso era algo que los héroes de esta historia aprenderían en aquella ocasión, la mujer en el piso se mostraba más nerviosa que enojada, recelosa de todos buscaba levantarse aunque sin éxito y al final acabaría por aceptar la ayuda de Emmanuel, no porque estuviera de acuerdo, sino porque sus fuerzas no le bastaban para seguir forcejeando, al mismo tiempo, la niña que por el parecido podría ser su hija, permanecía inmóvil al lado de aquella extraña y misteriosa mujer de nevados cabellos y mirada fría que parecía disfrutar cada instante de su sádico juego de decisiones turbias.
No sería por mucho tiempo, sin embargo, porque la aparición de Alward y su disposición a entregarse para que el resto de los presentes tuvieran una oportunidad dejó a aquella mujer completamente descolocada y confundida -¿Qué acaba de decir?- Se escuchó decir mientras ella apretaba los puños y se mordía los labios -No, no, no. No debería ser así- Alcanzó a pensar antes de darse cuenta que estaba pensando en voz alta y los presentes eran capaces de escucharla, pues el momento la había hecho perder el control -¡Atrás! Si es una trampa te juro que- Apretó el filo se su arma contra el cuello de la niña mientras miraba furiosa al humano, no obstante, aquella noble acción la había doblegado, estaba nerviosa, perdida, confundida, nadie en su sano juicio se entregaría por su cuenta para salvar a otros, nadie.
Silencio, basta, cállate, él miente, detente- Su mente había enloquecido y sus pensamientos se escuchaban incluso unos sobre otros hasta que finalmente se golpeó a sí misma en la frente con el mango de su arma, sacudió la cabeza al tiempo que unas gotas de sangre desfilaban descendiendo por su blanquecino y suave rostro, las voces fueron silenciadas al menos durante un rato, el suficiente para que la chica recuperara su serenidad sin que todos notaran lo confundida que estaba aunque tal vez para ese momento ya era demasiado tarde, no obstante, el juego aún no terminaba y aquella pequeña perturbación simplemente significaría un pequeño adelanto en los planes. Sonrió nerviosa, tal vez lo había logrado antes, tal vez era tan buena que lo había doblegado antes de lo que había planeado Erik, pero los ojos del chico no parecían mostrar una derrota sino, valentía.
Unos instantes que parecieron ser eternos transcurrieron hasta que la vampira empujó a la niña, había quedado expuesta y podrían asesinarla pero ella confiaba en que no, el Sevna parecía tener más honor de lo esperado y aunque era su enemigo, al parecer se había ganado su respeto, caminó lentamente hasta el joven Alward y al estar cerca le puso la mano en la frente -La Luna menguante se extingue en silencio, mientras el sol impotente la observa alejado de los demás astros…- Escucharía Alward en su cabeza -Él te espera en la entrada del pueblo… Debes ir solo- Añadió luego aquella voz mientras fijaba la vista en los otros mercenarios -Mientras cumplas tu palabra, todos estarán a salvo- Dijo mirando a los ojos al mercenario.
Rápidamente el joven mercenario debía dirigirse a la entrada del pueblo donde encontraría una aterradora imagen, sus padres yacían tirados en el piso sobre un mar de sangre y su hermana, maniatada y con la boca y ojos vendados, sus manos cansadas y sudadas se sujetaban como bien podían del travesaño donde una cuerda se extendía hasta anudarse en su cuello, era solo cuestión de tiempo para que sus manos perdieran las fuerzas y se soltara, lo cual la dejaría ahorcarse hasta la muerte; parecía prioritario correr pero antes debería enfrentar un último obstáculo.
∞ Alward Sevna: Finalmente nos acercamos al desenlace y encuentro definitivo, sin embargo hay una última prueba, Luna se encuentra con una soga al cuello, ayudándose con las manos a sostenerse, en cuanto se suelte quedará ahorcada, por lo que deberás alcanzarla antes de eso, pero cuidado, habrá algunas trampas en el camino que podrían dejarte algunas heridas, eso lo dejaré a tu criterio, pero ten en cuenta que Alward se enfrenta a la decisión de ser cuidadoso y lento, o apresurarse a salvar a la única familia que le queda, al menos hasta donde sabe, deberás lanzar una runa que determinará si llegas a tiempo con ella... suerte.
∞ Tus compañeros no podrán acompañarte, pues eso significaría fallar a la oferta que hiciste a la vampira, no obstante, algunos vampiros irán apareciendo para rodearlos y evitar que acudan en ayuda del joven Sevna, si deciden luchar para ir tras él, deberás lanzar una segunda runa.
No sería por mucho tiempo, sin embargo, porque la aparición de Alward y su disposición a entregarse para que el resto de los presentes tuvieran una oportunidad dejó a aquella mujer completamente descolocada y confundida -¿Qué acaba de decir?- Se escuchó decir mientras ella apretaba los puños y se mordía los labios -No, no, no. No debería ser así- Alcanzó a pensar antes de darse cuenta que estaba pensando en voz alta y los presentes eran capaces de escucharla, pues el momento la había hecho perder el control -¡Atrás! Si es una trampa te juro que- Apretó el filo se su arma contra el cuello de la niña mientras miraba furiosa al humano, no obstante, aquella noble acción la había doblegado, estaba nerviosa, perdida, confundida, nadie en su sano juicio se entregaría por su cuenta para salvar a otros, nadie.
Silencio, basta, cállate, él miente, detente- Su mente había enloquecido y sus pensamientos se escuchaban incluso unos sobre otros hasta que finalmente se golpeó a sí misma en la frente con el mango de su arma, sacudió la cabeza al tiempo que unas gotas de sangre desfilaban descendiendo por su blanquecino y suave rostro, las voces fueron silenciadas al menos durante un rato, el suficiente para que la chica recuperara su serenidad sin que todos notaran lo confundida que estaba aunque tal vez para ese momento ya era demasiado tarde, no obstante, el juego aún no terminaba y aquella pequeña perturbación simplemente significaría un pequeño adelanto en los planes. Sonrió nerviosa, tal vez lo había logrado antes, tal vez era tan buena que lo había doblegado antes de lo que había planeado Erik, pero los ojos del chico no parecían mostrar una derrota sino, valentía.
Unos instantes que parecieron ser eternos transcurrieron hasta que la vampira empujó a la niña, había quedado expuesta y podrían asesinarla pero ella confiaba en que no, el Sevna parecía tener más honor de lo esperado y aunque era su enemigo, al parecer se había ganado su respeto, caminó lentamente hasta el joven Alward y al estar cerca le puso la mano en la frente -La Luna menguante se extingue en silencio, mientras el sol impotente la observa alejado de los demás astros…- Escucharía Alward en su cabeza -Él te espera en la entrada del pueblo… Debes ir solo- Añadió luego aquella voz mientras fijaba la vista en los otros mercenarios -Mientras cumplas tu palabra, todos estarán a salvo- Dijo mirando a los ojos al mercenario.
Rápidamente el joven mercenario debía dirigirse a la entrada del pueblo donde encontraría una aterradora imagen, sus padres yacían tirados en el piso sobre un mar de sangre y su hermana, maniatada y con la boca y ojos vendados, sus manos cansadas y sudadas se sujetaban como bien podían del travesaño donde una cuerda se extendía hasta anudarse en su cuello, era solo cuestión de tiempo para que sus manos perdieran las fuerzas y se soltara, lo cual la dejaría ahorcarse hasta la muerte; parecía prioritario correr pero antes debería enfrentar un último obstáculo.
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∞ Alward Sevna: Finalmente nos acercamos al desenlace y encuentro definitivo, sin embargo hay una última prueba, Luna se encuentra con una soga al cuello, ayudándose con las manos a sostenerse, en cuanto se suelte quedará ahorcada, por lo que deberás alcanzarla antes de eso, pero cuidado, habrá algunas trampas en el camino que podrían dejarte algunas heridas, eso lo dejaré a tu criterio, pero ten en cuenta que Alward se enfrenta a la decisión de ser cuidadoso y lento, o apresurarse a salvar a la única familia que le queda, al menos hasta donde sabe, deberás lanzar una runa que determinará si llegas a tiempo con ella... suerte.
∞ Tus compañeros no podrán acompañarte, pues eso significaría fallar a la oferta que hiciste a la vampira, no obstante, algunos vampiros irán apareciendo para rodearlos y evitar que acudan en ayuda del joven Sevna, si deciden luchar para ir tras él, deberás lanzar una segunda runa.
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Re: El más alto precio [Mastereado-Alward Sevna]
Si la chica se mostró sorprendida ante la actitud de Alward, el Sevna no se quedó atrás y mostró aún más un rostro lleno de incredibilidad.
-..."¿No debería de ser así?"-Apretó los puños con rabia-¡Maldita sea, he hecho lo que has dicho, cumple tu palabra y ten algo de honor!
La chica de cabellos cenicientos parecía nerviosa. Parecía que no entraba en sus planes el que Alward se entregara tan pronto, ya que había muchos más eventos de aquella nota que encontró que no se habían cumplidos. Quizás se refería a eso. El Sevna no iba a dejar que nada de esa lista pasara, si podía evitar las desgracias que supuestamente iba a suceder entregándose, que así fuera. Ya le pediría explicaciones cara a cara a Erik cuando lo viese. Por supuesto, no iba a detenerse ahí, no se iba a entregar sin más, quería tener al supuesto líder de toda aquella banda de malnacidos frente a frente y darle luz a aquel escenario tan oscuro.
El resto de acompañantes de Alward, tanto habitantes del pueblo como los propios Stellazios se quedaron mirando al mercenario, cómo demostraba valentía ante una situación límite. No flaqueaba, seguía firme en su idea de entregarse si la chica cumplía su palabra.
Varias palabras sueltas y sin sentido se escucharon de nuevo por el aire, ¿Era realmente la voz de la chica? Dudaron de verdad cuando esta se golpeó, como acallando la voz que pululaba por el aire. Los allí presentes empezaron a estar confundidos por la situación, ¿Quizás ese era el momento de atacar? Moses se llevó una mano a la espalda para desenvainar el espadón que llevaba a cuestas. Alward lo vio por el rabillo del ojo y alzó su brazo izquierdo a media altura y con la palma extendida le indicó a su amigo que se detuviese
-No, Mo...-Miró fijamente a los ojos de la chica con determinación-Debemos de cumplir nuestra palabra, sean cuales sean las consecuencias. En eso se basa el honor
El stellazio bajó su mano y rehusó el empuñar el arma.
Todos miraban con cautela hacia la chica, la cual había recuperado siniestramente la compostura y serenidad que antes mostraba. Sin duda, eso no era normal, su actitud en sí no era la de alguien "sano" mentalmente.
La joven de melena blanca soltó a la hija de la mujer que custodiaba la casa recelosa. La niña corrió hacia la madre, la cual estaba siendo sanada por Emmanuel, finalmente se había dejado convencer. No estaba en sus cinco sentidos y se desmayó, pero volvió en sí a los pocos minutos, justo para recibir el abrazo de su hija, la cual estaba llorando por miedo y desesperación ante tal tensa situación.
-Tranquila, estará bien, no ha logrado hacerse una herida muy profunda-Tranquilizó el arquero a la joven rubia-Tendrá que cuidarse y no hacer esfuerzos...-Sonrió levemente
Alward miraba la escena, enternecido. Su heroico acto de entrega había evitado un desastre mayor. Se sentía orgulloso de su forma de actuar y de la decisión que había tomado. La otra joven, la peligrosa y loca de cabellos cenicientos, se acercó al Sevna para hablarle única y exclusivamente en su cabeza, poniéndole la mano en la frente.
-La Luna menguante se extingue en silencio, mientras el sol impotente la observa alejado de los demás astros…
Tras esas palabras, todo quedó en silencio para el mercenario. Quizás los demás hablasen entre sí, murmurasen o dijesen alguna que otra cosa, pero el Sevna no le prestó atención. En su mente, un objetivo claro había sido marcado: la entrada del pueblo. Tardó en reaccionar, pero cuando lo hizo, sus pies empezaron la marcha hacia donde la chica le había indicado. Corría todo lo que podía, tenía que llegar... Antes de que la Luna se extinguiese.
Sin dar explicaciones, sin nisiquiera dar pequeños indicios de por qué, Alward se marchó, dejando en el lugar a los reclutados y a sus amigos los stellazios. Todo se quedaron anonadados ante el inevitable transcurso de la escena. Por suerte, aquella niña rubia no murió y pudo reunirse con su madre, a la que aparentemente Emmanuel pudo curar y ponerle remedio.
El "¿Y ahora qué?" rondaba por el pensamiento de todos los allí presentes. Era hora de que Rischer volviese a ponerse al mano de la situación y cogiera las riendas que Alward de forma heroica había tomado, pero no por ello, el humano dejaba de ser un inconsciente y menos inteligente para el elfo. Había salvado una vida, pero quizás podrían haberse impuesto ante Erik con más ventaja que con la que ahora el Sevna partía.
Un grupo de vampiros empezó a rodear a los presentes, dejando sin opción de salir tras Alward a los stellazios. No por ello dejaba de entrar en los planes de Rischer el poder ayudar de alguna forma a su amigo. De ninguna manera iba a quedarse de brazos cruzados viendo cómo el pobre Sevna se enfrentaba solo a aquello que fuera que le esperase a la entrada del pueblo. Aun rodeado y vigilado por los vampiros y la chica de pelo ceniciento, el elfo, con bastante superioridad moral, empezó a caminar entre los reclutas.
-Señores...-Miró a todos y cada uno de ellos en un rápido vistazo, incluido a los mercenarios-¿Sabéis que es el honor?-Por último, depositó su mirada en la vampiresa de cabellos blancos-"El honor" es una cualidad que hoy en día suele escasear entre los mortales de todas las razas. La vida es difícil y cada uno tira hacia su lado y lo que más le conviene, tomando decisiones subjetivas y sin tener en consideración a ninguna otra opción que no sea su beneficio propio
Los presentes, incluidos los aliados, empezaban a dudar de a dónde estaba tratando de llegar el elfo. Era extraño que ante una situación de "arresto", Rischer se pusiera a dar un discurso ético.
-Alward hoy ha demostrado lo que es tener honor. Anteponiendo los intereses de los demás a los suyos propios. Salvando una vida, actuando rectamente y cumpliendo su deber como buen paisano.-Abrió los brazos haciendo varios gestos mientras se acompañaba de las palabras que soltaba-Podéis tomarlo por un necio, un ingenuo o un tonto... Pero sabed, que ese es el camino a seguir.-Asintió reafirmándose de sus propias palabras-Alward le ha hecho una promesa a esta señorita-Señaló a la vampiresa-Ha cumplido su palabra; se ha entregado sin oponer resistencia y logrando que ninguno de nosotros hiciera ningún movimiento. Lo ha hecho francamente bien...-Dibujó una media sonrisa en sus labios-Pero... Yo os pregunto; ¿Qué pasa con nosotros?-Dio una lenta vuelta sobre sí, mirando únicamente a los aliados-¿Dónde está nuestro honor? ¿Qué dirían de nosotros si supieran que nos rendimos al más mínimo contratiempo?-Se pausó, mirando a los stellazios en particular-El honor de Alward no quedará manchado, ya que él cumplió su promesa, pero el nuestro quedará cuestionado si nos rendimos sin más. Yo digo... Que sigamos ayudándole.-Una última sonrisa en su rostro era la señal que necesitaban los mercenarios para desenvainar sus armas y atacar a los vampiros que les rodeaban. Los reclutas, amparados por los stellazios, se vieron con la suficiente valentía y convencimiento para seguirles en esta emboscada inversa.
Todo pasó rápido. Un minuto antes todo era paz y armonía, y al siguiente todos estaban con sus armas desenvainadas volviendo a la refriega.
Parecía que iba a tronar, el cielo se volvió feo y triste. En la lejanía, se podía observar cómo caía aparato eléctrico. Ni siquiera se podían ver las estrellas por el manto de nubes que cubrían la zona por completo. El frío también hizo acto de presencia con un viento que se metía hasta en los tuétanos de los huesos.
Sin dudarlo, sin pensarlo, Alward emprendió un sprint desesperado hacia la posición de su hermana. La adrenalina se apoderó de él, su corazón empezó a bombear sangre a más no poder hacia sus piernas, los músculos de estas trabajaban ahora más que nunca. Era una cuestión, literalmente, de vida o muerte.
Lo que el Sevna no sabía es que habían arqueros apostados en los tejados de la zona esperando a tener a tiro al pobre mercenario, no dudarían en disparar en cuanto la opción les fuera viable.
Para más inri, dos enormes moles se cruzaron de pronto en su camino, impidiéndole el paso. Ambos armados con armas contundentes. El mercenario no tenía tiempo para tonterías, ni mucho menos para una pelea en mitad de todo eso. La zona era amplia y los arqueros lo tenían a tiro, pararse era lo peor que podía hacer, así que cuando tuvo a los dos tipos gigantes frente a frente, hizo un quiebro y luego una finta para zafarse de estos. Lo consiguió. Las flechas empezaron a volar y rezaba en su subconsciente para que ninguna de ella impactase en él, truncando así su camino.
Le pareció ver a alguien junto a los cuerpos de sus padres; un encapuchado se imponía de brazos cruzados y mirada fija en el mercenario. No podía ver su rostro... ¿Sería Erik? Ahora eso no importaba. La figura parecía sostener en una de sus manos un frasco con un liquido verdoso... ¿Sería aquello que vio junto a Zöe y Eiko en el almacén de aquel mercader?
Podía sentir como las dos moles seguían sus pasos con intención de atrapar al Sevna. Alward no aminoraba el ritmo, ahora más que nunca. Podía sentir fatiga, pero estaba demasiado en juego como para ahora preocuparse por eso.
Cuando estuvo a la suficiente distancia, el mercenario desenvainó su espada diestra, la espada de la Guardia, y la asió hacia atrás con intención de cortar la cuerda. Pasó de largo a la figura encapuchada y por ende los cuerpos de sus padres. Pegó un salto, a la vez que arremetía un tajo contra la cuerda que ahogaría a su hermana si a esta se le acababan las fuerzas que ejercía con ambas manos. Pataleaba, pegaba gritos ahogados a causa del taponamiento de su boca... La situación era límite, Alward tenía que cortar aquella cuerda, fuese como fuese. No podía fallar, no ahora, no en ese momento...
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Off:
Runa 1: Para Alward. El resultado de esta runa decidirá si este recibe alguna herida o no (Si le atrapan las moles, si la figura encapuchada le hace algún daño o si alguna flecha impacta en él. Eso ya lo dejo a tu criterio, Ansur ^^)
Runa 2: Para los Stellazios.
Tenía que poner música de fondo en esta situación, lo siento (?)
-..."¿No debería de ser así?"-Apretó los puños con rabia-¡Maldita sea, he hecho lo que has dicho, cumple tu palabra y ten algo de honor!
La chica de cabellos cenicientos parecía nerviosa. Parecía que no entraba en sus planes el que Alward se entregara tan pronto, ya que había muchos más eventos de aquella nota que encontró que no se habían cumplidos. Quizás se refería a eso. El Sevna no iba a dejar que nada de esa lista pasara, si podía evitar las desgracias que supuestamente iba a suceder entregándose, que así fuera. Ya le pediría explicaciones cara a cara a Erik cuando lo viese. Por supuesto, no iba a detenerse ahí, no se iba a entregar sin más, quería tener al supuesto líder de toda aquella banda de malnacidos frente a frente y darle luz a aquel escenario tan oscuro.
El resto de acompañantes de Alward, tanto habitantes del pueblo como los propios Stellazios se quedaron mirando al mercenario, cómo demostraba valentía ante una situación límite. No flaqueaba, seguía firme en su idea de entregarse si la chica cumplía su palabra.
Varias palabras sueltas y sin sentido se escucharon de nuevo por el aire, ¿Era realmente la voz de la chica? Dudaron de verdad cuando esta se golpeó, como acallando la voz que pululaba por el aire. Los allí presentes empezaron a estar confundidos por la situación, ¿Quizás ese era el momento de atacar? Moses se llevó una mano a la espalda para desenvainar el espadón que llevaba a cuestas. Alward lo vio por el rabillo del ojo y alzó su brazo izquierdo a media altura y con la palma extendida le indicó a su amigo que se detuviese
-No, Mo...-Miró fijamente a los ojos de la chica con determinación-Debemos de cumplir nuestra palabra, sean cuales sean las consecuencias. En eso se basa el honor
El stellazio bajó su mano y rehusó el empuñar el arma.
Todos miraban con cautela hacia la chica, la cual había recuperado siniestramente la compostura y serenidad que antes mostraba. Sin duda, eso no era normal, su actitud en sí no era la de alguien "sano" mentalmente.
La joven de melena blanca soltó a la hija de la mujer que custodiaba la casa recelosa. La niña corrió hacia la madre, la cual estaba siendo sanada por Emmanuel, finalmente se había dejado convencer. No estaba en sus cinco sentidos y se desmayó, pero volvió en sí a los pocos minutos, justo para recibir el abrazo de su hija, la cual estaba llorando por miedo y desesperación ante tal tensa situación.
-Tranquila, estará bien, no ha logrado hacerse una herida muy profunda-Tranquilizó el arquero a la joven rubia-Tendrá que cuidarse y no hacer esfuerzos...-Sonrió levemente
Alward miraba la escena, enternecido. Su heroico acto de entrega había evitado un desastre mayor. Se sentía orgulloso de su forma de actuar y de la decisión que había tomado. La otra joven, la peligrosa y loca de cabellos cenicientos, se acercó al Sevna para hablarle única y exclusivamente en su cabeza, poniéndole la mano en la frente.
-La Luna menguante se extingue en silencio, mientras el sol impotente la observa alejado de los demás astros…
Tras esas palabras, todo quedó en silencio para el mercenario. Quizás los demás hablasen entre sí, murmurasen o dijesen alguna que otra cosa, pero el Sevna no le prestó atención. En su mente, un objetivo claro había sido marcado: la entrada del pueblo. Tardó en reaccionar, pero cuando lo hizo, sus pies empezaron la marcha hacia donde la chica le había indicado. Corría todo lo que podía, tenía que llegar... Antes de que la Luna se extinguiese.
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Sin dar explicaciones, sin nisiquiera dar pequeños indicios de por qué, Alward se marchó, dejando en el lugar a los reclutados y a sus amigos los stellazios. Todo se quedaron anonadados ante el inevitable transcurso de la escena. Por suerte, aquella niña rubia no murió y pudo reunirse con su madre, a la que aparentemente Emmanuel pudo curar y ponerle remedio.
El "¿Y ahora qué?" rondaba por el pensamiento de todos los allí presentes. Era hora de que Rischer volviese a ponerse al mano de la situación y cogiera las riendas que Alward de forma heroica había tomado, pero no por ello, el humano dejaba de ser un inconsciente y menos inteligente para el elfo. Había salvado una vida, pero quizás podrían haberse impuesto ante Erik con más ventaja que con la que ahora el Sevna partía.
Un grupo de vampiros empezó a rodear a los presentes, dejando sin opción de salir tras Alward a los stellazios. No por ello dejaba de entrar en los planes de Rischer el poder ayudar de alguna forma a su amigo. De ninguna manera iba a quedarse de brazos cruzados viendo cómo el pobre Sevna se enfrentaba solo a aquello que fuera que le esperase a la entrada del pueblo. Aun rodeado y vigilado por los vampiros y la chica de pelo ceniciento, el elfo, con bastante superioridad moral, empezó a caminar entre los reclutas.
-Señores...-Miró a todos y cada uno de ellos en un rápido vistazo, incluido a los mercenarios-¿Sabéis que es el honor?-Por último, depositó su mirada en la vampiresa de cabellos blancos-"El honor" es una cualidad que hoy en día suele escasear entre los mortales de todas las razas. La vida es difícil y cada uno tira hacia su lado y lo que más le conviene, tomando decisiones subjetivas y sin tener en consideración a ninguna otra opción que no sea su beneficio propio
Los presentes, incluidos los aliados, empezaban a dudar de a dónde estaba tratando de llegar el elfo. Era extraño que ante una situación de "arresto", Rischer se pusiera a dar un discurso ético.
-Alward hoy ha demostrado lo que es tener honor. Anteponiendo los intereses de los demás a los suyos propios. Salvando una vida, actuando rectamente y cumpliendo su deber como buen paisano.-Abrió los brazos haciendo varios gestos mientras se acompañaba de las palabras que soltaba-Podéis tomarlo por un necio, un ingenuo o un tonto... Pero sabed, que ese es el camino a seguir.-Asintió reafirmándose de sus propias palabras-Alward le ha hecho una promesa a esta señorita-Señaló a la vampiresa-Ha cumplido su palabra; se ha entregado sin oponer resistencia y logrando que ninguno de nosotros hiciera ningún movimiento. Lo ha hecho francamente bien...-Dibujó una media sonrisa en sus labios-Pero... Yo os pregunto; ¿Qué pasa con nosotros?-Dio una lenta vuelta sobre sí, mirando únicamente a los aliados-¿Dónde está nuestro honor? ¿Qué dirían de nosotros si supieran que nos rendimos al más mínimo contratiempo?-Se pausó, mirando a los stellazios en particular-El honor de Alward no quedará manchado, ya que él cumplió su promesa, pero el nuestro quedará cuestionado si nos rendimos sin más. Yo digo... Que sigamos ayudándole.-Una última sonrisa en su rostro era la señal que necesitaban los mercenarios para desenvainar sus armas y atacar a los vampiros que les rodeaban. Los reclutas, amparados por los stellazios, se vieron con la suficiente valentía y convencimiento para seguirles en esta emboscada inversa.
Todo pasó rápido. Un minuto antes todo era paz y armonía, y al siguiente todos estaban con sus armas desenvainadas volviendo a la refriega.
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El escenario que se encontró Alward en el destino marcado fue aterrador. Dos cuerpos, los de sus padres, yacían en el suelo boca abajo y casi inundados en un charco de sangre. No se movían, no parecían tener siquiera vida... La cara del mercenario se volvió blanca como el papel. Pero eso no era lo peor de todo. Luna Sevna, su querida hermana menor estaba maniatada y con los ojos y boca vendados, sujetando una cuerda que hacía contrapeso contra su propia soga, la cual rodeaba su fina piel localizada en el cuello. | Música de Fondo |
Parecía que iba a tronar, el cielo se volvió feo y triste. En la lejanía, se podía observar cómo caía aparato eléctrico. Ni siquiera se podían ver las estrellas por el manto de nubes que cubrían la zona por completo. El frío también hizo acto de presencia con un viento que se metía hasta en los tuétanos de los huesos.
Sin dudarlo, sin pensarlo, Alward emprendió un sprint desesperado hacia la posición de su hermana. La adrenalina se apoderó de él, su corazón empezó a bombear sangre a más no poder hacia sus piernas, los músculos de estas trabajaban ahora más que nunca. Era una cuestión, literalmente, de vida o muerte.
Lo que el Sevna no sabía es que habían arqueros apostados en los tejados de la zona esperando a tener a tiro al pobre mercenario, no dudarían en disparar en cuanto la opción les fuera viable.
Para más inri, dos enormes moles se cruzaron de pronto en su camino, impidiéndole el paso. Ambos armados con armas contundentes. El mercenario no tenía tiempo para tonterías, ni mucho menos para una pelea en mitad de todo eso. La zona era amplia y los arqueros lo tenían a tiro, pararse era lo peor que podía hacer, así que cuando tuvo a los dos tipos gigantes frente a frente, hizo un quiebro y luego una finta para zafarse de estos. Lo consiguió. Las flechas empezaron a volar y rezaba en su subconsciente para que ninguna de ella impactase en él, truncando así su camino.
Le pareció ver a alguien junto a los cuerpos de sus padres; un encapuchado se imponía de brazos cruzados y mirada fija en el mercenario. No podía ver su rostro... ¿Sería Erik? Ahora eso no importaba. La figura parecía sostener en una de sus manos un frasco con un liquido verdoso... ¿Sería aquello que vio junto a Zöe y Eiko en el almacén de aquel mercader?
Podía sentir como las dos moles seguían sus pasos con intención de atrapar al Sevna. Alward no aminoraba el ritmo, ahora más que nunca. Podía sentir fatiga, pero estaba demasiado en juego como para ahora preocuparse por eso.
Cuando estuvo a la suficiente distancia, el mercenario desenvainó su espada diestra, la espada de la Guardia, y la asió hacia atrás con intención de cortar la cuerda. Pasó de largo a la figura encapuchada y por ende los cuerpos de sus padres. Pegó un salto, a la vez que arremetía un tajo contra la cuerda que ahogaría a su hermana si a esta se le acababan las fuerzas que ejercía con ambas manos. Pataleaba, pegaba gritos ahogados a causa del taponamiento de su boca... La situación era límite, Alward tenía que cortar aquella cuerda, fuese como fuese. No podía fallar, no ahora, no en ese momento...
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Runa 1: Para Alward. El resultado de esta runa decidirá si este recibe alguna herida o no (Si le atrapan las moles, si la figura encapuchada le hace algún daño o si alguna flecha impacta en él. Eso ya lo dejo a tu criterio, Ansur ^^)
Runa 2: Para los Stellazios.
Tenía que poner música de fondo en esta situación, lo siento (?)
Alward Sevna
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Re: El más alto precio [Mastereado-Alward Sevna]
El miembro 'Alward Sevna' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: El más alto precio [Mastereado-Alward Sevna]
Aunque seguía adolorida y débil, la mujer herida comenzaba a recuperarse con la ayuda del elfo, por suerte la herida no había sido tan profunda y no le tomaría mucho tiempo cerrarla, acción que sería agradecida con las lágrimas de la pequeña niña quien se aferraba a su madre con fuerza, aunque no todo serían buenas noticias, pues tras la partida de Alward, el grupo de mercenarios fueron rodeados por un grupo de intimidantes matones que no parecían tener buenas intenciones, la chica de blancos cabellos se acercó a ellos con la prepotencia que antes la había caracterizado pero uno de ellos simplemente la tomó por el brazo y la lanzó al suelo -Solo tenías una misión, un simple objetivo y ni eso pudiste hacer- Le reclamó con severidad -El líder no va a estar contento con tu trabajo- Una mirada recriminatoria desterró a la chica a un palpable momento de pánico, aquel hombre tenía una apariencia formidable, imponente y serio.
Nuestros héroes por su parte no pensaban quedarse de brazos cruzados y tras un emotivo discurso se prepararon para defenderse, cosa que iban a necesitar hacer de una manera u otra pues aquellos matones venían con el claro objetivo de exterminarlos, la vampira no estaba en condiciones de cumplir su parte del trato, nadie estaría a salvo si se quedaban allí, eran apenas cuatro vampiros visibles armados con dagas y un quinto que permanecía escondido y lentamente comenzaría a mermar el grupo eliminando uno tras otro a los valientes pero inexpertos voluntarios y dejando para el final a los del grupo de Alward, quienes se mantendrían ocupados intentando derrotar a los formidables oponentes.
Seguramente al levantarse aquella mañana, el joven Sevna no imaginaría siquiera el dolor que le tocaría vivir, la muerte amenazaba con arrebatarle a su familia entera, de la cual solo le quedaba la hermana, tal vez con eso en mente emprendió una vertiginosa carrera que lo llevó a liberarla del peligro actual aunque aún no terminaba de salvarla, en un instante se vio rodeado por aquellos que acompañaban a Erik, quien se limitaba a aplaudir pausadamente y con sarcasmo ante tan heróico acto; en el proceso un par de flechas habían estado muy cerca de atravesar al chico pero su armadura lograría desviar el daño recibiendo apenas rasguños, aunque una tercera flecha impactó contra su muñeca izquierda y aunque no consiguió atravesar la coraza protectora sí que logró golpear e inmovilizarle la mano al menos durante un rato.
Un héroe en todo el sentido de la palabra, vaya que sí- Señaló con clara hipocresía -Pero uno bastante imprudente- Cambió el tono a uno más severo y serio pero de inmediato volvió a su tono calmado, parecía tener todo bajo control en todo momento, incluso ante lo que parecían imprevistos -Te has saltado algunas partes del juego, eso le resta diversión, pero no está mal- Señaló a la jovencita que lucía bastante débil y luego a un pequeño frasco que colgaba como collar en el cuello del vampiro -Pero la prisa no nos lleva a nada bueno, mira lo que me has llevado a hacerle- Señaló a la chica de nuevo -Un poderoso veneno está en su organismo, morirá en menos de una hora a menos que le des el antídoto- Señaló el frasco en su cuello.
Río con malicia y satisfacción mientras caminaba despacio con seguridad y prepotencia, y claro, Alward estaba rodeado y en clara desventaja pero aun así aquel personaje levantó sus manos en un gesto pacificador para evitar que cualquiera se metiera en la batalla -¿Te crees muy bueno?- Presumió con cierta arrogancia pero manteniéndose calmado y seguro -Pues te demostraré lo contrario- Se detuvo jugando con la pequeña esfera de cristal que sostenía en su mano -Hoy te convertirás en un traidor, en un asesino… o en un cobarde- Con aquellas palabras comenzaría el reto al joven Sevna para lograr salvar a su hermana.
∞ Alward Sevna: El mercenario consiguió romper el orden en los planes de Erik pero eso lo llevó a apresurar el enfrentamiento final, con un Alward en desventaja y sin saber si, en caso de derrotar a Erik, este podría ordenar que intervengan sus matones, tendrá que luchar para quitarle el antídoto a su némesis para dárselo a su hermana antes que sea demasiado tarde.
∞ El vampiro sostiene en su mano una esfera que no ha mencionado y que podría ser parte de alguna estratagema para salirse con la suya. No será necesario lanzar runa, será tu decisión obtener o no el antídoto y darlo a Luna.
∞ Por otro lado, el resto de Stellazios, tendrán que enfrentarse a los vampiros que los acorralan, con la runa que sacaste podrán vencerlos sin necesidad de lanzar otra, pero aún no podrán llegar a donde se encuentra Alward.
Nuestros héroes por su parte no pensaban quedarse de brazos cruzados y tras un emotivo discurso se prepararon para defenderse, cosa que iban a necesitar hacer de una manera u otra pues aquellos matones venían con el claro objetivo de exterminarlos, la vampira no estaba en condiciones de cumplir su parte del trato, nadie estaría a salvo si se quedaban allí, eran apenas cuatro vampiros visibles armados con dagas y un quinto que permanecía escondido y lentamente comenzaría a mermar el grupo eliminando uno tras otro a los valientes pero inexpertos voluntarios y dejando para el final a los del grupo de Alward, quienes se mantendrían ocupados intentando derrotar a los formidables oponentes.
Seguramente al levantarse aquella mañana, el joven Sevna no imaginaría siquiera el dolor que le tocaría vivir, la muerte amenazaba con arrebatarle a su familia entera, de la cual solo le quedaba la hermana, tal vez con eso en mente emprendió una vertiginosa carrera que lo llevó a liberarla del peligro actual aunque aún no terminaba de salvarla, en un instante se vio rodeado por aquellos que acompañaban a Erik, quien se limitaba a aplaudir pausadamente y con sarcasmo ante tan heróico acto; en el proceso un par de flechas habían estado muy cerca de atravesar al chico pero su armadura lograría desviar el daño recibiendo apenas rasguños, aunque una tercera flecha impactó contra su muñeca izquierda y aunque no consiguió atravesar la coraza protectora sí que logró golpear e inmovilizarle la mano al menos durante un rato.
Un héroe en todo el sentido de la palabra, vaya que sí- Señaló con clara hipocresía -Pero uno bastante imprudente- Cambió el tono a uno más severo y serio pero de inmediato volvió a su tono calmado, parecía tener todo bajo control en todo momento, incluso ante lo que parecían imprevistos -Te has saltado algunas partes del juego, eso le resta diversión, pero no está mal- Señaló a la jovencita que lucía bastante débil y luego a un pequeño frasco que colgaba como collar en el cuello del vampiro -Pero la prisa no nos lleva a nada bueno, mira lo que me has llevado a hacerle- Señaló a la chica de nuevo -Un poderoso veneno está en su organismo, morirá en menos de una hora a menos que le des el antídoto- Señaló el frasco en su cuello.
Río con malicia y satisfacción mientras caminaba despacio con seguridad y prepotencia, y claro, Alward estaba rodeado y en clara desventaja pero aun así aquel personaje levantó sus manos en un gesto pacificador para evitar que cualquiera se metiera en la batalla -¿Te crees muy bueno?- Presumió con cierta arrogancia pero manteniéndose calmado y seguro -Pues te demostraré lo contrario- Se detuvo jugando con la pequeña esfera de cristal que sostenía en su mano -Hoy te convertirás en un traidor, en un asesino… o en un cobarde- Con aquellas palabras comenzaría el reto al joven Sevna para lograr salvar a su hermana.
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∞ Alward Sevna: El mercenario consiguió romper el orden en los planes de Erik pero eso lo llevó a apresurar el enfrentamiento final, con un Alward en desventaja y sin saber si, en caso de derrotar a Erik, este podría ordenar que intervengan sus matones, tendrá que luchar para quitarle el antídoto a su némesis para dárselo a su hermana antes que sea demasiado tarde.
∞ El vampiro sostiene en su mano una esfera que no ha mencionado y que podría ser parte de alguna estratagema para salirse con la suya. No será necesario lanzar runa, será tu decisión obtener o no el antídoto y darlo a Luna.
∞ Por otro lado, el resto de Stellazios, tendrán que enfrentarse a los vampiros que los acorralan, con la runa que sacaste podrán vencerlos sin necesidad de lanzar otra, pero aún no podrán llegar a donde se encuentra Alward.
Ansur
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Re: El más alto precio [Mastereado-Alward Sevna]
Cuando se dispusieron a levantarse en armas, en ese mismo instante, una especie de sombra empezó a recorrer el lugar en el que se encontraba cada uno de los integrantes del reclutamiento por parte de los Stellazios. Uno a uno fueron cayendo, ejecutados de una forma discreta y silenciosa, como si la propia sombra les atravesara el cuerpo y tan solo ese simple acto pusiese fin a sus vidas.
Tras observar a los mercenarios y estos observarlo a él, hizo una reverencia formal.
-"El Dramaturgo" se presenta ante ustedes-Alzó su cabeza y mirada aun teniendo el torso doblado por la reverencia-Ahora, la verdadera función va a comenzar. Dejemos que esta obra de arte llegue a su acto final escrito con sangre.
Tras decir esas palabras, el misterioso encapuchado se puso en guardia. Tanto los Stelliazos como los demás vampiros hicieron lo mismo. La verdadera batalla iba a comenzar, tras la pequeña refriega inicial. La joven de cabellos cenicientos, por su parte, se había apartado de la escena, aunque seguía en el lugar para poder ver el desenlace de esta.
Alward llegó a tiempo, lo consiguió, pudo liberar a su hermana de aquella horrible trampa y la agarró entre sus brazos con delicadeza, evitando que esta pudiera caer de forma abrupta al suelo. La miró a los ojos. La joven estaba bastante asustada, y tal vez no consciente del todo, aunque entre sollozos, pudo dejar escapar una sonrisa frágil al ver el rostro de su hermano.
El mercenario dejó a su hermana en suelo de rodillas. La menos de los Sevna jadeaba, después de todo había hecho un grandioso esfuerzo físico para mantenerse con vida.
-...Estoy aquí, Luna-La abrazó, mientras veía los cuerpos de sus padres inertes en el suelo a pocos metros de ellos
En contra, Luna vio cómo tanto ella como su hermano eran rodeados por varios enemigos, Erik entre ellos. Horrorizada, se separó de su hermano, señalándole así con la mirada el peligro que se cernía sobre ellos, el cual aún no había sido erradicado.
Alward se levantó, dejando a su espalda a Luna, protegiéndola. Miró a todos por igual, con rabia y resentimiento, con ansias de venganza por todo lo que habían hecho tanto a él, como a su familia y al resto del pueblo. Jamás en su vida el mayor de los Sevna se había tomado algo como personal, esta era la primera vez.
Ante la verborrea del encapuchado, el mercenario desenvainó su espada diestra, la que le había regalado aquel capitán de la Guardia durante la reconquista de Lunargenta, y le señaló con la misma arma en un gesto amenazante. No podía usar su espada zurda, al menos de momento. Uno de los proyectiles en la intensa lluvia de flechas le había dejado un gran dolor en esa zona, y no quería arriesgar.
-Entonces tan solo tendré que arrancar ese frasco de tu sucio cuello-No hizo muecas de desafío, no esbozó ninguna sonrisa. Lo decía totalmente en serio, iba a por ese frasco, y si para conseguirlo tenía que rajar el cuello del encapuchado, lo iba a hacer sin dudarlo. Negó con la cabeza ante la segunda verborrea de Erik. Aceptaba el desafío, es más, lo invitaba.-Nada de eso entra en mis planes-Negó-Voy a ensartar mi espada en tu garganta-Aseguró. Sus ojos mostraban una oscuridad en el interior de su ser que hasta ahora jamás había salido del joven.
Los cuatro vampiros que rodeaban a los Stellazios dieron un par de pasos hacia adelante casi al unísono, el llamado "Dramaturgo" se quedó un poco al margen de la escena, al menos por el momento, de brazos cruzados y observante.
Era una pelea justa, cuatro contra cuatro, nadie estaba en desventaja más que por sus propias habilidades y experiencia en combate, y parecía que ambos bandos tenían una buena base sobre eso.
El que más dificultades tuvo para enfrentar a su respectivo oponente fue Emmanuel, el arquero. Su estilo de combate estaba lejos de ser cuerpo a cuerpo, y mucho menos contra un tipo tan fornido. Lo pasó mal, su lucha se basó en esquivar para tratar de no recibir ningún golpe. No le daba tiempo a usar su arco, su daga le permitiría poder apuñalar a su rival, pero para ello debería de encontrar el momento adecuado para ello, ya que un pequeño error le podría costar caro.
Ivens, por su parte, contrarrestaba los golpes con su largo bastón. La maza de su oponente era más dura y contundente que un simple bastón, por lo que no aguantaría mucho más. El brujo, tras analizar los movimientos y táctica de su rival, dio un largo paso hacia atrás y golpeó con la punta opuesta de su arma al vientre del rival. No le hizo mucho daño debido a la coraza que este llevaba, pero ese no era su objetivo, quería mantener una distancia prudente. Acto seguido, recogió su bastón e hizo un par de florituras con él, en ese mismo momento el vampiro corría hacia el brujo, maza en mano y con intenciones claras de incrustarla en la cabeza de Ivens. Antes de que eso sucediera, el brujo terminó con su pequeño "ritual", entonces dio un golpe seco en el suelo y de este salió una columna de agua a presión que salió disparada contra el vampiro. El golpe que recibiría este se podría comparar al de una buena arma contundente. Tal fue así, que terminó por tumbarlo medio atolondrado. El brujo se acercó rápidamente a su oponente antes de que este volviera en sí y le asestó un golpe seco con su bastón en el rostro, lo cual terminó por dejarlo sin consciencia.
El brujo levantó la mirada, vio a su compañero Emmanuel en apuros, no se pensó dos veces en ir raudo y veloz a ayudarle.
El arquero vio por el rabillo del ojo cómo el brujo venía en su ayuda, por lo que rodó hacia atrás para zafarse del combate cuerpo a cuerpo para así dejar allí a Ivens, mientras él le apoyaría desde una posición más cómoda.
Ivens tuvo que hacer frente a un fuerte ataque por parte de su nuevo oponente, la maza de este dibujó una curva de atrás hacia adelante y de arriba a abajo con el objetivo puesto en el propio brujo. Este paró el ataque con la misma técnica con la que había repelido las ofensivas de su anterior rival, pero esta vez el resultado fue diferente, la fuerza que se imprimió fue bastante más superior y el bastón no pudo resistir otro golpe más con características aumentadas, por lo que se resquebrajó por la mitad. En ese preciso instante en el que tanto Ivens como el vampiro quedaron en un punto muerto, Emmanuel lo aprovechó para disparar una flecha que atravesó por completo el cráneo del enemigo. Este cayó fulminado al suelo.
-...-Ivens desvió la mirada hacia Emmanuel
-¡Se lo merecía!
Rischer y Moses no tuvieron muchas dificultades para deshacerse de sus respectivos rivales. El elfo ensartó de una forma magistral al suyo en un descuido de este con su estoque y Moses, tirando de su brutalidad, incrustó el espadón con un fortísimo tajo en el costado de su enemigo, sacó su arma y acto seguido le propinó una fuerte patada en el estómago, tumbando así al vampiro. Después tan solo tuvo que volver a incrustarle el espadón en el centro del torso para acabar definitivamente con él, y girarlo de forma que no diese lugar a una posible recuperación ni a que se cerrase la herida.
-...¿Hacía falta tanta brutalidad?
-En este momento, sí. No me gusta, pero es no podemos actuar de otra forma-Respondió el elfo
De pronto, tras el fragor de las cuatro luchas simultáneas que habían tenido lugar, se pudo escuchar tan solo unos aplausos por parte del único vampiro que, en disposición de poder luchar, no lo había hecho.
-¡Mi enhorabuena, Stellazios!-Paró de aplaudir para mirar a sus hombres abatidos-Tres muertos y uno inconsciente, interesante-Miró a Rischer-¿Qué tienes que decir ante eso, "líder"?
El elfo no respondió, tan solo se mordió la lengua y apretó los puños, mirando con cautela hacia el enmascarado
-No está dentro de vuestros planes asesinar, lo sé-Se cruzó de brazos-Pero cuando la situación lo requiere, no dudáis en acabar con la vida de aquel que os incomoda-Hizo una breve pausa para volver a mirar a sus hombres-Tres muertes y un perdón...-Volvió a repetir bajando el tono de voz, para luego alzar los brazos y centrar su atención en los mercenarios-¡Casi parece el título de una obra grandiosa!
-¿Quieres ser el siguiente?-Retó Moses, dando un paso al frente desafiante
-Me encantaría descubrir el desenlace de esta maravillosa historia hoy, esa era mi idea, pero me temo que el público quedaría defraudado si ahora damos punto y final a esta magnífica creación. Aún lo papeles no están claros y la trama es confusa, dejemos que se desarrolle-Se cruzó de nuevo de brazos-¡Volveremos a vernos, Stellazios!-Volvió a hacer una reverencia, cual actor protagonista de una representación teatral y se convirtió en sombra otra vez, la cual se movió hacia el único vampiro que quedaba vivo, aunque inconsciente, y le atravesó, de la misma forma que atravesaba a los jóvenes lugareños que se habían levantado valerosamente en armas contra la amenaza que se cernía sobre el pueblo, acabando así con su vida.
Tras eso, los mercenarios se miraron entre ellos, confundidos. No sabían muy bien de qué estaba hablando aquel sujeto, y más bien pensaban que estaba tarado. Poco caso le hicieron a sus palabras.
Rischer entonces vio a la joven vampiresa de cabellos blanquecinos. Se acercó a ella, solemne y superior, aunque con clemencia en su mirada.
-Eres libre de irte, no te haremos nada. No eres más que una víctima en todo este juego. O... Por otro lado, puedes redimirte de tus actos y ayudarnos, tú decides.
Las dos moles que acompañaban a Erik se apartaron, dejando espacio para el combate que se iba a iniciar. Los arqueros enemigos observaban desde los tejados próximos. La entrada al pueblo se había convertido en un rellano que iba a dar lugar a una lucha que podría decidir el futuro del pueblo y todos sus habitantes, así como del propio Alward y quizás de los Stellazios.
Los dos combatientes se pusieron frente a frente, el Sevna empuñando su espada diestra, sin embargo, el encapuchado aún no había elegido arma.
-¿Una sola espada?-Preguntó extrañado-Ya veo, quieres un duelo clásico-Si no fuera por su bozal, al encapuchado se le podría ver una sonrisa. Miró a una de las dos moles que le acompañaban, chasqueó los dedos y una espada cayó a sus pies. La recogió y se puso en guardia, centrando de nuevo su atención en Alward, que en ningún momento había apartado la mirada de él, manteniendo en todo el tiempo su ceño fruncido. Antes de comenzar la pelea, Erik lanzó la esfera que portaba consigo hacia la otra mole para que la salvaguardase... ¿Para qué servía? ¿Por qué la llevaba consigo sin ni siquiera haberle hecho mención? Eran preguntas que ahora poco importaban, pues parecía que todo iba a ponerse en marcha-Podemos comenzar
De nuevo, un silencio sepulcral se apoderó de la escena. Alward colocó su espada de lado, apuntando hacia el suelo, tomó una respiración profunda hasta llenar por completo sus pulmones, cerró los ojos y de un tirón, soltó todo ese aire al mismo tiempo que echaba a correr. Erik, al ver que su oponente se iba a encarar con él, y lejos de ser amedrentado, también corrió en dirección al humano.
Ambos espadachines chocaron sus espadas con tal frenesí y rabia que hasta chispearon, iluminando un poco el contorno de ambos contendientes ante la oscuridad de la noche. Así se mantuvieron durante un lapso de segundos que parecieron eternos. Los profundos ojos azules del encapuchado se clavaban en los de Alward, que miraba a su oponente con desprecio, rabia y un gesto completamente iracundo.
Las fuerzas de los espadachines de agotaron para mantener ese choque mucho más y acabaron por separarse. El encapuchado dio un corto paso hacia atrás, mientras que el joven Sevna se abalanzó de nuevo hacia él sin ni siquiera haber recobrado el aliento. Parecía que la rabia y la ira le poseían.
Acometió con un tajo en el costado de Erik, que fue repelido por su espada, otro en el cuello, también repelido. Así se llevó varios intentos intentar dañar o siquiera golpear al encapuchado, pero todos los ataques fueron en vano. Finalmente, Alward dio un paso hacia atrás para recomponerse después de tanto esfuerzo. El espadachín cínico había resultado ser un oponente mucho más duro de lo que el Sevna se habría esperado.
Ahora era turno del susodicho. Este se abalanzó hacia el Stellazio de tal forma que le costó poder anticiparse a sus movimientos, una lluvia de golpes empezó a lloverle por todos lados. Suerte que llevaba armadura, o no lo habría contado. También pudo parar algún que otro golpe con su espada. Uno de esos tajos pudo cortar leve y superficialmente su mejilla, generando una insignificante herida que empezó a chorrear sangre de forma escandalosa. Alward dio un par de pasos hacia atrás tocándose la herida para asegurarse de que no era nada grave. Debido a eso, se manchó los dedos de sus guanteletes con un poco de sangre.
-¿Me estoy excediendo?-Preguntó a modo de burla al ver que el Sevna aún no había logrado darle ningún golpe
-Alward apretó los dientes y miró de nuevo hacia Erik-¡Menos hablar y más pelear!
Ambos iban nuevamente al choque, pero en el momento justo, el encapuchado fintó hacia un lado, descolocando totalmente a Alward y colocándose en su retaguardia. Acto seguido, le dio un patadón, haciendo que el mercenario cayese de bruces contra el suelo. El mercenario trató de ponerse de nuevo en pie, pero sintió la hoja de Erik acariciándole el cuello desde atrás.
-"Menos hablar y más pelear"-Se mofó-Tus deseos son órdenes
El encapuchado, mientras mantenía su hoja amenazando a Alward, desvió su mirada hacia la mejor de los Sevna, la cual observaba la escena angustiada, débil y fatigada, estos dos últimos estados eran causados al veneno que corría por su cuerpo
-Pobre, la única opción que tenía de sobrevivir era que lograses hacer eso que tanto amas hacer; acabar con la vida de la gente.-Devolvió su atención al mercenario-Pero... Para vuestra desgracia, con el que tenías que acabar era yo-Sonrió de forma sádica bajo su bozal-Dime, Alward... ¿Qué se siente al haber fallado una y otra vez a todo aquel que confió en ti?
En ese momento, algo se activó en la mente del mercenario. Algo encajó, dejó de inhibir sus capacidades y soltó una cantidad bastante importante de adrenalina por sus venas. Ese algo era su propia mente. Las palabras de Erik habían tocado un tema sensible, algo tan crucial como la lealtad y la confianza que depositan los demás en alguien es algo demasiado importante para Alward. Sus ojos se inyectaron en ira, y con un rápido movimiento logró zafarse de la presión de su oponente. Rodó por el suelo y, con espada en mano, se puso en pie para encarar de nuevo a su rival. Dio un poderoso tajo que fue atajado. Erik contraatacó y sus espadas volvieron a chocar generando más chispas. Ambos combatientes volvieron a mirarse a los ojos, esta vez ambos se mostraban fogosos e intensos, sus miradas casi echaban fuego.
-¡Eres débil, Alward!
-Yo...-Apretaba con todas sus fuerzas para no perder el duelo-...NO SOY...-Parecía que iba a estallar todo su cuerpo, pero finalmente, logró doblegar y superar la fuerza de Erik, ganándole el duelo de choque-¡DÉBIL!
La espada de Erik voló unos metros, alejándose de su portador. Alward en ese momento desenfundó su otra espada, ya recuperado por el golpe anterior podía manejar ambas manos con soltura, y con un corte cruzado en forma de equis logró derribar a ese maldito encapuchado, le perforó la piel, y la sangre podía notarse, el cómo brotaba y bañaba todo su torso. Por un momento, toda esa prepotencia, todo esa creencia superior que Erik había mostrado durante todo su encuentro, había sido volatilizada y silenciada. Alward casi ni se lo creía, todo pasó demasiado rápido y lento a la vez, fue una mezcla un tanto extraña, esperaba una reacción por parte del encapuchado, pero no la hubo.
Rápidamente, al ver que una vez en el suelo el encapuchado no se movía, envainó sus armas y fue a recoger el antídoto y se lo arrancó del cuello. Fue como una exhalación hacia donde estaba su hermana, bajo la atenta mirada de las moles y los arqueros, aunque estos curiosamente no hicieron nada, ni siquiera mostraron un ápice de resquemor ni intento de vengar a su líder caído en combate, simplemente... Observaban.
Luna bebió del frasco.
-¡Luna!-Jadeaba-¿¡Estás... bien!?
-A-Alward...-Cerró los ojos y sonrió. Estaba verdaderamente débil y exhausta-...Gracias, hermanito...
Tras todo ese revuelo, tan solo quedaron en pie los cuatro mercenarios amigos de Alward, junto a los cuatro vampiros y un quinto que se materializó tras acabar su brutal ofensiva contra esos pobres aldeanos. Los cuatro vampiros que les rodeaban eran robustos, altos y musculados, llevaban como arma unas enormes mazas que recostaban a su hombro. No iban especialmente bien protegidos, más allá de una simple coraza de cuero duro sin mangas y pantalones de piel. Sin embargo, el quinto vampiro era diferente, llevaba ropas más coloridas, una coraza de metal adornada con diferentes trazas azules y rojas. Debajo de dicha coraza llevaba un traje azulgrana lujoso. Tenía unas botas del mismo material y trazado que su coraza, y por pantalones llevaba la misma tela que con su traje, solo que el color de estos era verdoso. Lo que más destacaba de este sujeto no eran sus ropas en sí, si no lo que portaba como "extra". Iba encapuchado, y portaba una extraña máscara con claro enojo en su semblante. A su cintura portaba dos máscaras más, una que lloraba y otra que sonreía. Como arma, este extraño sujeto portaba dos dagas con cierto brillo verde en su hoja, lo cual invitaba a no acercarse mucho a ellas. | [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] |
Tras observar a los mercenarios y estos observarlo a él, hizo una reverencia formal.
-"El Dramaturgo" se presenta ante ustedes-Alzó su cabeza y mirada aun teniendo el torso doblado por la reverencia-Ahora, la verdadera función va a comenzar. Dejemos que esta obra de arte llegue a su acto final escrito con sangre.
Tras decir esas palabras, el misterioso encapuchado se puso en guardia. Tanto los Stelliazos como los demás vampiros hicieron lo mismo. La verdadera batalla iba a comenzar, tras la pequeña refriega inicial. La joven de cabellos cenicientos, por su parte, se había apartado de la escena, aunque seguía en el lugar para poder ver el desenlace de esta.
___________________________________________
Alward llegó a tiempo, lo consiguió, pudo liberar a su hermana de aquella horrible trampa y la agarró entre sus brazos con delicadeza, evitando que esta pudiera caer de forma abrupta al suelo. La miró a los ojos. La joven estaba bastante asustada, y tal vez no consciente del todo, aunque entre sollozos, pudo dejar escapar una sonrisa frágil al ver el rostro de su hermano.
El mercenario dejó a su hermana en suelo de rodillas. La menos de los Sevna jadeaba, después de todo había hecho un grandioso esfuerzo físico para mantenerse con vida.
-...Estoy aquí, Luna-La abrazó, mientras veía los cuerpos de sus padres inertes en el suelo a pocos metros de ellos
En contra, Luna vio cómo tanto ella como su hermano eran rodeados por varios enemigos, Erik entre ellos. Horrorizada, se separó de su hermano, señalándole así con la mirada el peligro que se cernía sobre ellos, el cual aún no había sido erradicado.
Alward se levantó, dejando a su espalda a Luna, protegiéndola. Miró a todos por igual, con rabia y resentimiento, con ansias de venganza por todo lo que habían hecho tanto a él, como a su familia y al resto del pueblo. Jamás en su vida el mayor de los Sevna se había tomado algo como personal, esta era la primera vez.
Ante la verborrea del encapuchado, el mercenario desenvainó su espada diestra, la que le había regalado aquel capitán de la Guardia durante la reconquista de Lunargenta, y le señaló con la misma arma en un gesto amenazante. No podía usar su espada zurda, al menos de momento. Uno de los proyectiles en la intensa lluvia de flechas le había dejado un gran dolor en esa zona, y no quería arriesgar.
-Entonces tan solo tendré que arrancar ese frasco de tu sucio cuello-No hizo muecas de desafío, no esbozó ninguna sonrisa. Lo decía totalmente en serio, iba a por ese frasco, y si para conseguirlo tenía que rajar el cuello del encapuchado, lo iba a hacer sin dudarlo. Negó con la cabeza ante la segunda verborrea de Erik. Aceptaba el desafío, es más, lo invitaba.-Nada de eso entra en mis planes-Negó-Voy a ensartar mi espada en tu garganta-Aseguró. Sus ojos mostraban una oscuridad en el interior de su ser que hasta ahora jamás había salido del joven.
___________________________________________
Los cuatro vampiros que rodeaban a los Stellazios dieron un par de pasos hacia adelante casi al unísono, el llamado "Dramaturgo" se quedó un poco al margen de la escena, al menos por el momento, de brazos cruzados y observante.
Era una pelea justa, cuatro contra cuatro, nadie estaba en desventaja más que por sus propias habilidades y experiencia en combate, y parecía que ambos bandos tenían una buena base sobre eso.
El que más dificultades tuvo para enfrentar a su respectivo oponente fue Emmanuel, el arquero. Su estilo de combate estaba lejos de ser cuerpo a cuerpo, y mucho menos contra un tipo tan fornido. Lo pasó mal, su lucha se basó en esquivar para tratar de no recibir ningún golpe. No le daba tiempo a usar su arco, su daga le permitiría poder apuñalar a su rival, pero para ello debería de encontrar el momento adecuado para ello, ya que un pequeño error le podría costar caro.
Ivens, por su parte, contrarrestaba los golpes con su largo bastón. La maza de su oponente era más dura y contundente que un simple bastón, por lo que no aguantaría mucho más. El brujo, tras analizar los movimientos y táctica de su rival, dio un largo paso hacia atrás y golpeó con la punta opuesta de su arma al vientre del rival. No le hizo mucho daño debido a la coraza que este llevaba, pero ese no era su objetivo, quería mantener una distancia prudente. Acto seguido, recogió su bastón e hizo un par de florituras con él, en ese mismo momento el vampiro corría hacia el brujo, maza en mano y con intenciones claras de incrustarla en la cabeza de Ivens. Antes de que eso sucediera, el brujo terminó con su pequeño "ritual", entonces dio un golpe seco en el suelo y de este salió una columna de agua a presión que salió disparada contra el vampiro. El golpe que recibiría este se podría comparar al de una buena arma contundente. Tal fue así, que terminó por tumbarlo medio atolondrado. El brujo se acercó rápidamente a su oponente antes de que este volviera en sí y le asestó un golpe seco con su bastón en el rostro, lo cual terminó por dejarlo sin consciencia.
El brujo levantó la mirada, vio a su compañero Emmanuel en apuros, no se pensó dos veces en ir raudo y veloz a ayudarle.
El arquero vio por el rabillo del ojo cómo el brujo venía en su ayuda, por lo que rodó hacia atrás para zafarse del combate cuerpo a cuerpo para así dejar allí a Ivens, mientras él le apoyaría desde una posición más cómoda.
Ivens tuvo que hacer frente a un fuerte ataque por parte de su nuevo oponente, la maza de este dibujó una curva de atrás hacia adelante y de arriba a abajo con el objetivo puesto en el propio brujo. Este paró el ataque con la misma técnica con la que había repelido las ofensivas de su anterior rival, pero esta vez el resultado fue diferente, la fuerza que se imprimió fue bastante más superior y el bastón no pudo resistir otro golpe más con características aumentadas, por lo que se resquebrajó por la mitad. En ese preciso instante en el que tanto Ivens como el vampiro quedaron en un punto muerto, Emmanuel lo aprovechó para disparar una flecha que atravesó por completo el cráneo del enemigo. Este cayó fulminado al suelo.
-...-Ivens desvió la mirada hacia Emmanuel
-¡Se lo merecía!
Rischer y Moses no tuvieron muchas dificultades para deshacerse de sus respectivos rivales. El elfo ensartó de una forma magistral al suyo en un descuido de este con su estoque y Moses, tirando de su brutalidad, incrustó el espadón con un fortísimo tajo en el costado de su enemigo, sacó su arma y acto seguido le propinó una fuerte patada en el estómago, tumbando así al vampiro. Después tan solo tuvo que volver a incrustarle el espadón en el centro del torso para acabar definitivamente con él, y girarlo de forma que no diese lugar a una posible recuperación ni a que se cerrase la herida.
-...¿Hacía falta tanta brutalidad?
-En este momento, sí. No me gusta, pero es no podemos actuar de otra forma-Respondió el elfo
De pronto, tras el fragor de las cuatro luchas simultáneas que habían tenido lugar, se pudo escuchar tan solo unos aplausos por parte del único vampiro que, en disposición de poder luchar, no lo había hecho.
-¡Mi enhorabuena, Stellazios!-Paró de aplaudir para mirar a sus hombres abatidos-Tres muertos y uno inconsciente, interesante-Miró a Rischer-¿Qué tienes que decir ante eso, "líder"?
El elfo no respondió, tan solo se mordió la lengua y apretó los puños, mirando con cautela hacia el enmascarado
-No está dentro de vuestros planes asesinar, lo sé-Se cruzó de brazos-Pero cuando la situación lo requiere, no dudáis en acabar con la vida de aquel que os incomoda-Hizo una breve pausa para volver a mirar a sus hombres-Tres muertes y un perdón...-Volvió a repetir bajando el tono de voz, para luego alzar los brazos y centrar su atención en los mercenarios-¡Casi parece el título de una obra grandiosa!
-¿Quieres ser el siguiente?-Retó Moses, dando un paso al frente desafiante
-Me encantaría descubrir el desenlace de esta maravillosa historia hoy, esa era mi idea, pero me temo que el público quedaría defraudado si ahora damos punto y final a esta magnífica creación. Aún lo papeles no están claros y la trama es confusa, dejemos que se desarrolle-Se cruzó de nuevo de brazos-¡Volveremos a vernos, Stellazios!-Volvió a hacer una reverencia, cual actor protagonista de una representación teatral y se convirtió en sombra otra vez, la cual se movió hacia el único vampiro que quedaba vivo, aunque inconsciente, y le atravesó, de la misma forma que atravesaba a los jóvenes lugareños que se habían levantado valerosamente en armas contra la amenaza que se cernía sobre el pueblo, acabando así con su vida.
Tras eso, los mercenarios se miraron entre ellos, confundidos. No sabían muy bien de qué estaba hablando aquel sujeto, y más bien pensaban que estaba tarado. Poco caso le hicieron a sus palabras.
Rischer entonces vio a la joven vampiresa de cabellos blanquecinos. Se acercó a ella, solemne y superior, aunque con clemencia en su mirada.
-Eres libre de irte, no te haremos nada. No eres más que una víctima en todo este juego. O... Por otro lado, puedes redimirte de tus actos y ayudarnos, tú decides.
___________________________________________
Las dos moles que acompañaban a Erik se apartaron, dejando espacio para el combate que se iba a iniciar. Los arqueros enemigos observaban desde los tejados próximos. La entrada al pueblo se había convertido en un rellano que iba a dar lugar a una lucha que podría decidir el futuro del pueblo y todos sus habitantes, así como del propio Alward y quizás de los Stellazios.
Los dos combatientes se pusieron frente a frente, el Sevna empuñando su espada diestra, sin embargo, el encapuchado aún no había elegido arma.
-¿Una sola espada?-Preguntó extrañado-Ya veo, quieres un duelo clásico-Si no fuera por su bozal, al encapuchado se le podría ver una sonrisa. Miró a una de las dos moles que le acompañaban, chasqueó los dedos y una espada cayó a sus pies. La recogió y se puso en guardia, centrando de nuevo su atención en Alward, que en ningún momento había apartado la mirada de él, manteniendo en todo el tiempo su ceño fruncido. Antes de comenzar la pelea, Erik lanzó la esfera que portaba consigo hacia la otra mole para que la salvaguardase... ¿Para qué servía? ¿Por qué la llevaba consigo sin ni siquiera haberle hecho mención? Eran preguntas que ahora poco importaban, pues parecía que todo iba a ponerse en marcha-Podemos comenzar
De nuevo, un silencio sepulcral se apoderó de la escena. Alward colocó su espada de lado, apuntando hacia el suelo, tomó una respiración profunda hasta llenar por completo sus pulmones, cerró los ojos y de un tirón, soltó todo ese aire al mismo tiempo que echaba a correr. Erik, al ver que su oponente se iba a encarar con él, y lejos de ser amedrentado, también corrió en dirección al humano.
Ambos espadachines chocaron sus espadas con tal frenesí y rabia que hasta chispearon, iluminando un poco el contorno de ambos contendientes ante la oscuridad de la noche. Así se mantuvieron durante un lapso de segundos que parecieron eternos. Los profundos ojos azules del encapuchado se clavaban en los de Alward, que miraba a su oponente con desprecio, rabia y un gesto completamente iracundo.
Las fuerzas de los espadachines de agotaron para mantener ese choque mucho más y acabaron por separarse. El encapuchado dio un corto paso hacia atrás, mientras que el joven Sevna se abalanzó de nuevo hacia él sin ni siquiera haber recobrado el aliento. Parecía que la rabia y la ira le poseían.
Acometió con un tajo en el costado de Erik, que fue repelido por su espada, otro en el cuello, también repelido. Así se llevó varios intentos intentar dañar o siquiera golpear al encapuchado, pero todos los ataques fueron en vano. Finalmente, Alward dio un paso hacia atrás para recomponerse después de tanto esfuerzo. El espadachín cínico había resultado ser un oponente mucho más duro de lo que el Sevna se habría esperado.
Ahora era turno del susodicho. Este se abalanzó hacia el Stellazio de tal forma que le costó poder anticiparse a sus movimientos, una lluvia de golpes empezó a lloverle por todos lados. Suerte que llevaba armadura, o no lo habría contado. También pudo parar algún que otro golpe con su espada. Uno de esos tajos pudo cortar leve y superficialmente su mejilla, generando una insignificante herida que empezó a chorrear sangre de forma escandalosa. Alward dio un par de pasos hacia atrás tocándose la herida para asegurarse de que no era nada grave. Debido a eso, se manchó los dedos de sus guanteletes con un poco de sangre.
-¿Me estoy excediendo?-Preguntó a modo de burla al ver que el Sevna aún no había logrado darle ningún golpe
-Alward apretó los dientes y miró de nuevo hacia Erik-¡Menos hablar y más pelear!
Ambos iban nuevamente al choque, pero en el momento justo, el encapuchado fintó hacia un lado, descolocando totalmente a Alward y colocándose en su retaguardia. Acto seguido, le dio un patadón, haciendo que el mercenario cayese de bruces contra el suelo. El mercenario trató de ponerse de nuevo en pie, pero sintió la hoja de Erik acariciándole el cuello desde atrás.
-"Menos hablar y más pelear"-Se mofó-Tus deseos son órdenes
El encapuchado, mientras mantenía su hoja amenazando a Alward, desvió su mirada hacia la mejor de los Sevna, la cual observaba la escena angustiada, débil y fatigada, estos dos últimos estados eran causados al veneno que corría por su cuerpo
-Pobre, la única opción que tenía de sobrevivir era que lograses hacer eso que tanto amas hacer; acabar con la vida de la gente.-Devolvió su atención al mercenario-Pero... Para vuestra desgracia, con el que tenías que acabar era yo-Sonrió de forma sádica bajo su bozal-Dime, Alward... ¿Qué se siente al haber fallado una y otra vez a todo aquel que confió en ti?
En ese momento, algo se activó en la mente del mercenario. Algo encajó, dejó de inhibir sus capacidades y soltó una cantidad bastante importante de adrenalina por sus venas. Ese algo era su propia mente. Las palabras de Erik habían tocado un tema sensible, algo tan crucial como la lealtad y la confianza que depositan los demás en alguien es algo demasiado importante para Alward. Sus ojos se inyectaron en ira, y con un rápido movimiento logró zafarse de la presión de su oponente. Rodó por el suelo y, con espada en mano, se puso en pie para encarar de nuevo a su rival. Dio un poderoso tajo que fue atajado. Erik contraatacó y sus espadas volvieron a chocar generando más chispas. Ambos combatientes volvieron a mirarse a los ojos, esta vez ambos se mostraban fogosos e intensos, sus miradas casi echaban fuego.
-¡Eres débil, Alward!
-Yo...-Apretaba con todas sus fuerzas para no perder el duelo-...NO SOY...-Parecía que iba a estallar todo su cuerpo, pero finalmente, logró doblegar y superar la fuerza de Erik, ganándole el duelo de choque-¡DÉBIL!
La espada de Erik voló unos metros, alejándose de su portador. Alward en ese momento desenfundó su otra espada, ya recuperado por el golpe anterior podía manejar ambas manos con soltura, y con un corte cruzado en forma de equis logró derribar a ese maldito encapuchado, le perforó la piel, y la sangre podía notarse, el cómo brotaba y bañaba todo su torso. Por un momento, toda esa prepotencia, todo esa creencia superior que Erik había mostrado durante todo su encuentro, había sido volatilizada y silenciada. Alward casi ni se lo creía, todo pasó demasiado rápido y lento a la vez, fue una mezcla un tanto extraña, esperaba una reacción por parte del encapuchado, pero no la hubo.
Rápidamente, al ver que una vez en el suelo el encapuchado no se movía, envainó sus armas y fue a recoger el antídoto y se lo arrancó del cuello. Fue como una exhalación hacia donde estaba su hermana, bajo la atenta mirada de las moles y los arqueros, aunque estos curiosamente no hicieron nada, ni siquiera mostraron un ápice de resquemor ni intento de vengar a su líder caído en combate, simplemente... Observaban.
Luna bebió del frasco.
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-A-Alward...-Cerró los ojos y sonrió. Estaba verdaderamente débil y exhausta-...Gracias, hermanito...
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