El más alto precio [Mastereado-Alward Sevna]
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Re: El más alto precio [Mastereado-Alward Sevna]
Ante los ojos de la vampiresa de cabellos plateados, los aldeanos cayeron uno tras otro como simples cascarones vacíos, aquella devastadora fuerza asesina solo podía venir de alguien a quien incluso ella temía, estaba frustrada y enojada pues aunque había dado su palabra de que estarían a salvo, sabía que su palabra no tenía valor alguno y que todo aquellos seguía siendo parte de la misma trampa, el mismo juego en el que habían estado atrapados incluso desde antes de llegar al pueblo. La batalla se desarrolló rápido aunque ante los ojos de la chica todo transcurría con desesperante lentitud, el autonombrado Dramaturgo llevaba semiescondido en su muñeca un pequeño reloj que detallaba cada cierto tiempo hasta que sin más, satisfecho, dejó de prestarle atención limitándose simplemente a susurrar -Ya está hecho.
No demoró mucho después de eso y con la misma fugacidad que había llegado, partió satisfecho dejando atrás a unos aparentemente victoriosos Stellazios aunque había mucho más detrás de aquella partida, como claramente se los dejaría entender la chica de nevados cabellos; le habían perdonado la vida pero lejos de intentar huir, se puso entre los mercenarios y Alward con los brazos abiertos para evitar que fueran con él -No deben verlo, no deb- Se escuchaba tenuemente aquella mágica voz venir de varias direcciones mientras ella cerraba los ojos en un evidente esfuerzo por decirles más pero sin poder hacerlo, claramente no podría detener a nadie pero lo intentaría hasta el final, los Stellazios no debían ir a donde se encontraba Alward.
Solo unos instantes después que el joven humano dio de beber el líquido a su hermana, el encapuchado reaccionó de nuevo, se apoyó con las manos al tiempo que de un salto se impulsaba con las piernas para ponerse de pie de manera victoriosa -¡Eres débil, Alward!- Repitió una vez más lo mismo que antes pero ahora con más convicción -Tanto que aún no lo entiendes, tu debilidad no está en tus músculos- Sacudió su ropa llena de polvo -Tu debilidad es tu ingenuidad, ha sido tan fácil manipularte- Al mismo tiempo que caminaba con mucha calma, daba instrucciones con las manos a sus secuaces para que comenzaran a prender fuego a las casas cercanas.
Un tonto, eso eres- Aseguró en tono severo -Has confiado en mí sin dudarlo un instante y en consecuencia, eres tú mismo quien ha dado el veneno a tu hermana- Aquellas palabras buscaban romper completamente el corazón del humano -Y eres tú quien está causando esto- Señaló las casas ardiendo a su alrededor, el llanto de las familias abrazadas en el piso frente a sus casas o incluso los que no habían logrado salir y ahora ardían dentro de ellas -Ofrecieron salvación y han traído lo contrario, despertaron siendo héroes y dormirán como fracasados.
Retrocedió lentamente hasta donde sus secuaces le traían un caballo con dos sillas y ofreció a Alward una última elección -Bien, supongo que la lección ha sido aprendida- Levantó su mano derecha y chasqueó sus dedos, de inmediato un par de matones se acercaron a los hermanos -Ahora si quieres que tu hermana siga con vida, me la vas a entregar tú mismo, y me suplicarás para que no la deje morir- Su tono era más altanero y seguro -De lo contrario, tendrás menos de una hora para despedirte...
∞ Alward Sevna: Y así llegamos al final que no parece muy alegre, las risas y júbilo del inicio del tema se ha opacado ante los gritos de desesperación y miedo de los aldeanos, y ante la angustia de Alward al saber que fue el mismo quien dio el veneno real a su hermana, la intención de Erik no fue jamás causarle daño físico al joven Sevna, sino destruir su voluntad de luchar que hasta ahora ha parecido inquebrantable, y manchar su imagen ante sus compañeros y la gente de su pueblo ¿Lo habrá logrado?.
∞ El resto de Stellazios no tendrán problemas en quitar del camino a la joven vampira pero también será tu decisión llevarlos a ver a Alward tomar la terrible decisión, además de eso no sería mala idea ayudar a sacar a los que quedaron atrapados en sus casas por el fuego.
∞ Entregar a Luna también será tu decisión, pero esta vez sí está envenenada de verdad, el veneno produce una reacción que acelera el organismo haciendo a la víctima hiperactiva hasta causar un infarto, Si se la entregas a Erik la mantendrá viva como una especie de seguro, dándote tiempo para pensar en un plan y rescatarla luego.
No demoró mucho después de eso y con la misma fugacidad que había llegado, partió satisfecho dejando atrás a unos aparentemente victoriosos Stellazios aunque había mucho más detrás de aquella partida, como claramente se los dejaría entender la chica de nevados cabellos; le habían perdonado la vida pero lejos de intentar huir, se puso entre los mercenarios y Alward con los brazos abiertos para evitar que fueran con él -No deben verlo, no deb- Se escuchaba tenuemente aquella mágica voz venir de varias direcciones mientras ella cerraba los ojos en un evidente esfuerzo por decirles más pero sin poder hacerlo, claramente no podría detener a nadie pero lo intentaría hasta el final, los Stellazios no debían ir a donde se encontraba Alward.
Solo unos instantes después que el joven humano dio de beber el líquido a su hermana, el encapuchado reaccionó de nuevo, se apoyó con las manos al tiempo que de un salto se impulsaba con las piernas para ponerse de pie de manera victoriosa -¡Eres débil, Alward!- Repitió una vez más lo mismo que antes pero ahora con más convicción -Tanto que aún no lo entiendes, tu debilidad no está en tus músculos- Sacudió su ropa llena de polvo -Tu debilidad es tu ingenuidad, ha sido tan fácil manipularte- Al mismo tiempo que caminaba con mucha calma, daba instrucciones con las manos a sus secuaces para que comenzaran a prender fuego a las casas cercanas.
Un tonto, eso eres- Aseguró en tono severo -Has confiado en mí sin dudarlo un instante y en consecuencia, eres tú mismo quien ha dado el veneno a tu hermana- Aquellas palabras buscaban romper completamente el corazón del humano -Y eres tú quien está causando esto- Señaló las casas ardiendo a su alrededor, el llanto de las familias abrazadas en el piso frente a sus casas o incluso los que no habían logrado salir y ahora ardían dentro de ellas -Ofrecieron salvación y han traído lo contrario, despertaron siendo héroes y dormirán como fracasados.
Retrocedió lentamente hasta donde sus secuaces le traían un caballo con dos sillas y ofreció a Alward una última elección -Bien, supongo que la lección ha sido aprendida- Levantó su mano derecha y chasqueó sus dedos, de inmediato un par de matones se acercaron a los hermanos -Ahora si quieres que tu hermana siga con vida, me la vas a entregar tú mismo, y me suplicarás para que no la deje morir- Su tono era más altanero y seguro -De lo contrario, tendrás menos de una hora para despedirte...
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∞ Alward Sevna: Y así llegamos al final que no parece muy alegre, las risas y júbilo del inicio del tema se ha opacado ante los gritos de desesperación y miedo de los aldeanos, y ante la angustia de Alward al saber que fue el mismo quien dio el veneno real a su hermana, la intención de Erik no fue jamás causarle daño físico al joven Sevna, sino destruir su voluntad de luchar que hasta ahora ha parecido inquebrantable, y manchar su imagen ante sus compañeros y la gente de su pueblo ¿Lo habrá logrado?.
∞ El resto de Stellazios no tendrán problemas en quitar del camino a la joven vampira pero también será tu decisión llevarlos a ver a Alward tomar la terrible decisión, además de eso no sería mala idea ayudar a sacar a los que quedaron atrapados en sus casas por el fuego.
∞ Entregar a Luna también será tu decisión, pero esta vez sí está envenenada de verdad, el veneno produce una reacción que acelera el organismo haciendo a la víctima hiperactiva hasta causar un infarto, Si se la entregas a Erik la mantendrá viva como una especie de seguro, dándote tiempo para pensar en un plan y rescatarla luego.
Ansur
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Re: El más alto precio [Mastereado-Alward Sevna]
Algo extraño sucedía, seguía arrodillado con Luna entre sus brazos, pero esta no abría los ojos... ¿Sería que estaba ya demasiado débil? ¿Necesitaría descanso...? ¿...Todo iba bien... Verdad?
Lejos estaba todo de ir bien, los hilos del destino eran bastante más complejos e ilusorios de lo que parecía. Las decisiones se volvían confusas, difusas y siempre adquirían un tono grisáceo entre el bien y el mal. Eso era lo peor para el mercenario; no poder elegir siempre la mejor opción, aquella que le permitiese salir lo mejor parado posible.
Se puso nervioso, empezó a llamar a su hermana, pero la cosa no fue sino a peor cuando Erik volvió a alzarse y a relatar lo que de verdad estaba sucediendo.
Lo que le había dado a su hermana no era otra cosa que el verdadero veneno. Había jugado con él, había caído en cada una de las trampas que el encapuchado le había tendido. Siempre estaba varios pasos por detrás, y cuando creía que tenía la situación controlada, no era sino otra de las estratagemas del astuto Erik en el juego que había formado alrededor de los Stellazios y su particular venganza.
Luna abrió repentinamente los ojos y empezó a temblar, todo su cuerpo comenzó a acelerarse, se retorcía de dolor y parecía que todo se iniciaba en el pecho.
Impotente, Alward veía como los secuaces del encapuchado entraban a quemar las casas. No podía reaccionar en ese momento, quedó en estado momentáneo de shock, intentando en vano reanimar a Luna.
Cuando los dos hombres de Erik se acercaron a los hermanos, reclamando que el Sevna dejara a su hermana marchar con ellos a cambio de mantenerla con vida, una dura batalla interna tuvo lugar en Alward. No podía arriesgarse a dejar morir a nadie más por su propio orgullo u honor. Llegó a la conclusión de que mancillaría su propio honor para poder mantener con vida a lo último que le quedaba que le importase en esta vida; Luna.
Dejó con cuidado a la joven en el suelo, recostada, esta seguía en un estado catatónico de vigilia a la vez que ni siquiera podía articular palabra para decir qué le pasaba, aunque soltaba algún que otro balbuceo. Se puso en pie y miró a ambos secuaces, con un gesto serio, con los ojos húmedos, apunto de estallar en un mar de lágrimas.
Caminó hacia Erik, y cuando estaba lo suficientemente cerca, se arrodilló dejando caer todo el peso muerto de su cuerpo, sin fuerzas para continuar, como si acabase de salir de una dura guerra donde hubiese sufrido cientos de heridas mortales.
-...Por favor-Cerró los ojos y empezaron a caerle lentamente lágrimas-Llévatela, y mantenla con vida-Dijo con cierta dificultad y con la voz quebrada por tanto dolor emocional
Abrió los ojos para mirar al encapuchado, el cual desde su posición se veía imponente, con autoridad y soberbio. Le miraba con superioridad y totalmente satisfecho con la decisión del mercenario. Erik había ganado, esta vez sí.
Por su parte, los demás Stellazios no tuvieron mucho tiempo de reacción para poder debatir la advertencia de la joven vampiresa de cabellos cenicientos, ya que las casas empezaban a arder y tenían que ayudar a los aldeanos.
-¡Ivens!-Llamó al brujo de agua-¡Tienes trabajo extra!
El brujo asintió y se dispuso a concentrarse al máximo para sacar todas sus cualidades y capacidades como tensai de agua. No era fácil el crear la suficiente agua como para apagar todo el fuego que tan rápido se propagaba y lanzarla a modo de hechizo efectivo.
Los demás mercenarios siguieron a Rischer cuando este les hizo una señal. No sabían si la vampiresa huiría del lugar, saldría en la ayuda de aquellos que la necesitaban o simplemente se quedaría allí, como una mera espectadora.
-¡Los demás, venid conmigo, vamos a salvar a cuantos podamos!
El griterío de locura y terror no se hizo esperar. Aquel fuego amenazaba con devorar todo el lugar, y la gente en mitad de la madrugada no se esperaría tal cosa repentina, por mucho que estuvieran bajo amenaza. Muchos estaban sus casas, y solo se enterarían de lo sucedido si oían los gritos u olían humo.
Los Stellazios empezaron a gritar "¡FUEGO!" por donde quiera que pasaran, para así tener más efectivos y voluntarios con los que hacer frente a la amenaza ígnea. Ivens, por su parte, iba individualmente de casa en casa apagando todo fuego que veía, iba a terminar hastiado, sin casi energías, pero demasiadas vidas estaban en peligro como para que no intentase aportar.
Lejos estaba todo de ir bien, los hilos del destino eran bastante más complejos e ilusorios de lo que parecía. Las decisiones se volvían confusas, difusas y siempre adquirían un tono grisáceo entre el bien y el mal. Eso era lo peor para el mercenario; no poder elegir siempre la mejor opción, aquella que le permitiese salir lo mejor parado posible.
Se puso nervioso, empezó a llamar a su hermana, pero la cosa no fue sino a peor cuando Erik volvió a alzarse y a relatar lo que de verdad estaba sucediendo.
Lo que le había dado a su hermana no era otra cosa que el verdadero veneno. Había jugado con él, había caído en cada una de las trampas que el encapuchado le había tendido. Siempre estaba varios pasos por detrás, y cuando creía que tenía la situación controlada, no era sino otra de las estratagemas del astuto Erik en el juego que había formado alrededor de los Stellazios y su particular venganza.
Luna abrió repentinamente los ojos y empezó a temblar, todo su cuerpo comenzó a acelerarse, se retorcía de dolor y parecía que todo se iniciaba en el pecho.
Impotente, Alward veía como los secuaces del encapuchado entraban a quemar las casas. No podía reaccionar en ese momento, quedó en estado momentáneo de shock, intentando en vano reanimar a Luna.
Cuando los dos hombres de Erik se acercaron a los hermanos, reclamando que el Sevna dejara a su hermana marchar con ellos a cambio de mantenerla con vida, una dura batalla interna tuvo lugar en Alward. No podía arriesgarse a dejar morir a nadie más por su propio orgullo u honor. Llegó a la conclusión de que mancillaría su propio honor para poder mantener con vida a lo último que le quedaba que le importase en esta vida; Luna.
Dejó con cuidado a la joven en el suelo, recostada, esta seguía en un estado catatónico de vigilia a la vez que ni siquiera podía articular palabra para decir qué le pasaba, aunque soltaba algún que otro balbuceo. Se puso en pie y miró a ambos secuaces, con un gesto serio, con los ojos húmedos, apunto de estallar en un mar de lágrimas.
Caminó hacia Erik, y cuando estaba lo suficientemente cerca, se arrodilló dejando caer todo el peso muerto de su cuerpo, sin fuerzas para continuar, como si acabase de salir de una dura guerra donde hubiese sufrido cientos de heridas mortales.
-...Por favor-Cerró los ojos y empezaron a caerle lentamente lágrimas-Llévatela, y mantenla con vida-Dijo con cierta dificultad y con la voz quebrada por tanto dolor emocional
Abrió los ojos para mirar al encapuchado, el cual desde su posición se veía imponente, con autoridad y soberbio. Le miraba con superioridad y totalmente satisfecho con la decisión del mercenario. Erik había ganado, esta vez sí.
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Por su parte, los demás Stellazios no tuvieron mucho tiempo de reacción para poder debatir la advertencia de la joven vampiresa de cabellos cenicientos, ya que las casas empezaban a arder y tenían que ayudar a los aldeanos.
-¡Ivens!-Llamó al brujo de agua-¡Tienes trabajo extra!
El brujo asintió y se dispuso a concentrarse al máximo para sacar todas sus cualidades y capacidades como tensai de agua. No era fácil el crear la suficiente agua como para apagar todo el fuego que tan rápido se propagaba y lanzarla a modo de hechizo efectivo.
Los demás mercenarios siguieron a Rischer cuando este les hizo una señal. No sabían si la vampiresa huiría del lugar, saldría en la ayuda de aquellos que la necesitaban o simplemente se quedaría allí, como una mera espectadora.
-¡Los demás, venid conmigo, vamos a salvar a cuantos podamos!
El griterío de locura y terror no se hizo esperar. Aquel fuego amenazaba con devorar todo el lugar, y la gente en mitad de la madrugada no se esperaría tal cosa repentina, por mucho que estuvieran bajo amenaza. Muchos estaban sus casas, y solo se enterarían de lo sucedido si oían los gritos u olían humo.
Los Stellazios empezaron a gritar "¡FUEGO!" por donde quiera que pasaran, para así tener más efectivos y voluntarios con los que hacer frente a la amenaza ígnea. Ivens, por su parte, iba individualmente de casa en casa apagando todo fuego que veía, iba a terminar hastiado, sin casi energías, pero demasiadas vidas estaban en peligro como para que no intentase aportar.
Alward Sevna
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Re: El más alto precio [Mastereado-Alward Sevna]
Aunque había ganado, al final había perdido, pues incluso esa victoria había sido una trampa, resultaba difícil saber cuántos pasos adelante había estado Erik desde el inicio, hasta los errores en el plan parecían haber formado parte de él, con una hermana envenenada en sus brazos, Alward no tenía muchas opciones; el vampiro lo sabía y justamente contaba con eso, y es que era la respuesta más lógica, entregarle a su hermana para mantenerla con vida era la única opción que le daría algo de esperanza al joven humano.
No esperaba otra cosa de ti- Mencionó el vampiro mientras con un movimiento de su mano derecha indicaba a sus secuaces que tomaran a la chica a la que más tarde subirían a uno de los caballos que se habían acercado a la entrada de Alosa -Pero parece que no has aprendido mucho- Dijo Erik deteniéndose y levantando su mano izquierda para luego ponerla en su frente -Hay una valiosa lección en todo esto- Se giró -No… confíes… en nadie- Aquellas palabras, justo después que Alward había entregado a su hermana podrían ser el inicio de otra desgracia, sin embargo Erik había decidido cumplir aquella última oferta de mantenerla con vida.
Sacó de su chaqueta un pequeño collar y lo arrojó a los pies del Sevna, tenía una pequeña gema de un color opaco, no muy brillante y una pequeña pero ostentosa cadena -Guarda eso como un gesto entre caballeros- Dijo Erik sin siquiera voltear a mirar a su adversario -Puedes considerarlo una prueba de vida, mientras la luz brille, sabrás que tu hermana vive- Se giró al fin, satisfecho -Pero si interfieres en mis planes, una vez más, pondrás a prueba mi generosidad- Dijo mientras deslizaba la manos por las rasgaduras de su ropa que habían dejado los ataques de Alward, incluso se podían ver ligeros rastros de sangre, pero aquellas palabras eran una discreta amenaza, una advertencia de lo que podría suceder.
Unos instantes después, y dejando tras sus pasos una estela de caos y destrucción, Erik y los suyos se fueron, aunque no así la joven vampira a la que antes habían perdonado la vida, claramente iba tras Erik, pero antes se tomaría unos minutos para convertir el regalo de su jefe en algo más útil para Alward, tomó en sus manos el collar que habían dejado para el mercenario, dibujó en el piso un círculo con runas y luego colocó el collar en medio, un pequeño remolino de viento rodeó el accesorio. La chica lo tomó con ambas manos y lo ofreció a Alward.
Reunidos, los aldeanos finalmente habían salido a colaborar entre todos para extinguir el fuego, aunque algunas casas ya estaban desechas, consiguieron al menos detener las llamas antes que arrasaran con las otras, los aldeanos salieron y rodearon a Alward sin decir nada, no había palabras de aliento ni de odio, solo una evidente pena hacia el chico que había perdido tanto aquel día, aunque alguien sí que estaría muy agradecida -Gracias, me salvaron- La chica a la que iban a ofrecer a los vampiros estaba a salvo, al menos una vida salvada en medio de tanto caos daría al mercenario una pequeña chispa de esperanza.
∞ Alward Sevna: Claramente esto está muy lejos de ser un final feliz, Alward pasó de ser un joven soñador a un mercenario, de mercenario a héroe, y de héroe a perdedor, sus aventuras lo habían llevado a cruzarse con enemigos despiadados que le habían arrebatado todo, sin duda su reto más grande ahora sería ponerse en pie y continuar luchando con la misma valentía que lo había hecho hasta ahora.
∞ No obstante, no todo puede ser malo, pues en el camino consiguió salvar a la pequeña y además ganarse la admiración de una enemiga, una que a pesar de seguir en el bando rival, se detuvo un momento para entregarle a Alward un regalo que le ayudaría a no perder la esperanza y recuperar a su hermana, ella ha encantado el collar que había dejado Erik para convertirlo en Tifón de Voluntad.
∞ No podría estar más satisfecho con la historia que has desarrollado, estaré muy pendiente de la evolución de tu personaje en el futuro, espero que te animes a convertir a los Stellazios en un clan oficial, pero por ahora he de entregarte 20 puntos de experiencia y 350 Aeros.
No esperaba otra cosa de ti- Mencionó el vampiro mientras con un movimiento de su mano derecha indicaba a sus secuaces que tomaran a la chica a la que más tarde subirían a uno de los caballos que se habían acercado a la entrada de Alosa -Pero parece que no has aprendido mucho- Dijo Erik deteniéndose y levantando su mano izquierda para luego ponerla en su frente -Hay una valiosa lección en todo esto- Se giró -No… confíes… en nadie- Aquellas palabras, justo después que Alward había entregado a su hermana podrían ser el inicio de otra desgracia, sin embargo Erik había decidido cumplir aquella última oferta de mantenerla con vida.
Sacó de su chaqueta un pequeño collar y lo arrojó a los pies del Sevna, tenía una pequeña gema de un color opaco, no muy brillante y una pequeña pero ostentosa cadena -Guarda eso como un gesto entre caballeros- Dijo Erik sin siquiera voltear a mirar a su adversario -Puedes considerarlo una prueba de vida, mientras la luz brille, sabrás que tu hermana vive- Se giró al fin, satisfecho -Pero si interfieres en mis planes, una vez más, pondrás a prueba mi generosidad- Dijo mientras deslizaba la manos por las rasgaduras de su ropa que habían dejado los ataques de Alward, incluso se podían ver ligeros rastros de sangre, pero aquellas palabras eran una discreta amenaza, una advertencia de lo que podría suceder.
Unos instantes después, y dejando tras sus pasos una estela de caos y destrucción, Erik y los suyos se fueron, aunque no así la joven vampira a la que antes habían perdonado la vida, claramente iba tras Erik, pero antes se tomaría unos minutos para convertir el regalo de su jefe en algo más útil para Alward, tomó en sus manos el collar que habían dejado para el mercenario, dibujó en el piso un círculo con runas y luego colocó el collar en medio, un pequeño remolino de viento rodeó el accesorio. La chica lo tomó con ambas manos y lo ofreció a Alward.
Reunidos, los aldeanos finalmente habían salido a colaborar entre todos para extinguir el fuego, aunque algunas casas ya estaban desechas, consiguieron al menos detener las llamas antes que arrasaran con las otras, los aldeanos salieron y rodearon a Alward sin decir nada, no había palabras de aliento ni de odio, solo una evidente pena hacia el chico que había perdido tanto aquel día, aunque alguien sí que estaría muy agradecida -Gracias, me salvaron- La chica a la que iban a ofrecer a los vampiros estaba a salvo, al menos una vida salvada en medio de tanto caos daría al mercenario una pequeña chispa de esperanza.
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∞ Alward Sevna: Claramente esto está muy lejos de ser un final feliz, Alward pasó de ser un joven soñador a un mercenario, de mercenario a héroe, y de héroe a perdedor, sus aventuras lo habían llevado a cruzarse con enemigos despiadados que le habían arrebatado todo, sin duda su reto más grande ahora sería ponerse en pie y continuar luchando con la misma valentía que lo había hecho hasta ahora.
∞ No obstante, no todo puede ser malo, pues en el camino consiguió salvar a la pequeña y además ganarse la admiración de una enemiga, una que a pesar de seguir en el bando rival, se detuvo un momento para entregarle a Alward un regalo que le ayudaría a no perder la esperanza y recuperar a su hermana, ella ha encantado el collar que había dejado Erik para convertirlo en Tifón de Voluntad.
- Tifón de Voluntad:
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Mientras Alward tenga puesto este collar, podrá escuchar esporádicamente los pensamientos de su hermana, lo cual podría darle la certeza de que ella sigue con vida, pero además, y gracias al añadido de la vampira, se han sumado otras dos características especiales:
1. Escuchar a su hermana aumentará la voluntad de Alward, llenándolo de vigor y haciéndolo muy resistente a técnicas de control mental e intimidación.
2. Cada vez que logre escuchar la voz de su hermana podrá saber en qué dirección se encuentra, aunque no sabrá la distancia a la que se encuentra.
∞ No podría estar más satisfecho con la historia que has desarrollado, estaré muy pendiente de la evolución de tu personaje en el futuro, espero que te animes a convertir a los Stellazios en un clan oficial, pero por ahora he de entregarte 20 puntos de experiencia y 350 Aeros.
Ansur
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Re: El más alto precio [Mastereado-Alward Sevna]
- Horas después -
Amanecía. El espeso manto de nubes que cubría el cielo se despejó poco a poco, dejando paso a los primeros rayos verpertinos del día. No había llovido, pero aún así la tierra estaba húmeda y había abundante rocío tanto en las plantas; hierbas y árboles por igual.
Los habitantes de Alosa empezaban a rendirle tributos a los que esa noche habían perecido valientemente en la defensa de su hogar. En la plaza del pueblo se había organizado un repentino rito funerario, en el que quemarían a los cadáveres en piras individuales para que así consiguieran llegar a la otra vida. Si Odín era benevolente y los consideraba dignos, algunos de ellos irían al Valhalla, donde se pasarían el resto de la eternidad comiendo y bebiendo en numerosas fiestas junto a los dioses y otros héroes.
Todo Alosa estaba allí, excepto los Stellazios, los cuales habían decidido ir a la granja familiar de los Sevna para rendirles un funeral privado a los padres de Alward. Desde allí se podían ver las piras del pueblo y las columnas de humo que ascendían hasta los cielos. Aquellos héroes ya estaban ascendiendo a la otra vida, ahora era el turno de los padres de Alward.
En el terreno de las cosechas, al estar arrasado, había suficiente espacio para montar dos piras en mitad. Los padres del castaño reposaban allí, boca arriba y con sus manos reposando en sus pechos, a pocos metros de distancia. Sus dos piras estaban unidas por madera, para que así pudieran arder juntos.
No tenían mucho con qué hacer ofrendas, ya que todo estaba saqueado y ellos solamente llevaban sus armas encima y pocas cosas más. Los Stellazios ofrecieron aeros, pero el Sevna, de un modo particular y más íntimo, ofreció en mitad de los dos cuerpos un colgante que representaba al dios Thor, el cual había comprado en el último Yule a una amiga. El castaño esperaba que los dioses recogiesen sus almas y los condujesen a un lugar mejor, se lo merecían. Alward había tenido suerte de tener una familia estupenda, que lo amaba y se preocupaba por él. En cambio, a la hora de la verdad, no pudo hacer nada por salvarlos, ni siquiera llegó a tiempo, y todo lo causó él. Pensando en eso, el mercenario se mordió el labio inferior, impotente, mientras sostenía una mirada perdida al frente.
Todos portaban antorchas encendidas. Era la hora del adiós definitivo.
-Al-Desvió su mirada hacia el castaño-Haz los honores
El Sevna se acercó a las piras y prendió fuego a la zona central, luego, dejó allí la antorcha para que este se propagase más rápidamente. Se alejó y volvió con los suyos, y estos en ese momento lanzaron sus antorchas a los pies de las piras.
Un silencio funerario invadió el lugar. Todos miraban cómo el fuego consumía la madera y todo lo que esta contenía. El frío que cortaban las mejillas de los presentes fue solapado por aquella abrasadora llama que se unió en un todo, creando una quema enorme. Alward quedó pensativo e hipnotizado con su vista puesta en las llamas. Se le caían pequeñas lágrimas de sus ojos, pero rápidamente se secaban debido a la fogosidad del fuego. En su pecho sentía contracciones, queriendo romper a llorar en cualquier momento. Pero debía mantenerse fuerte, al menos mientras sus padres siguieran allí en cuerpo presente.
Todos quedaron en silencio y quietos hasta que la última brasa se extinguió.
- Varios días después -
Habían pasado días desde aquel acontecimiento oscuro que de alguna u otra forma marcó a cada uno de los Stellazios, todos se sentían mal por lo ocurrido, había sido un golpe para el grupo tan grande que las cosas desde entonces no eran iguales, ni siquiera por la taberna en la que vivía.
Toda esa alegría, vivacidad, risas y bromas en las que vivían constantemente el grupo de siete mercenarios había sido arrebatada y suplantada por apatía, tensión, tristeza y silencio.
Eran altas horas de la noche. Ya se había cerrado el establecimiento y Alward había convocado a los suyos en una reunión en la planta baja del local. Estaban todas las mesas y sillas recogidas excepto unas pocas de estas últimas que las usaban Gertrude, Eiko, Ivens y Rischer, entorno a una de las mesas más centrales. Los dos que quedaban; Emmanuel y Moses, se encontraban apoyados, uno al lado del otro, en la barra donde se solían servir las bebidas y se atendía a los clientes.
El Sevna bajaba las escaleras que daban a la sala principal, una a una con apatía y casi dejando caer su peso por completo en cada paso, como si estuviera constantemente a punto de derrumbarse. Todos centraron su vista en él, pero nadie dijo nada. Sus rostros compungidos y tristes decían más que cualquier palabra.
El castaño se acercó hasta estar a una distancia prudente, ni demasiado a la mesa ni demasiado a la barra, en un punto intermedio donde tuviese a todos en su vista periférica
-Suspiró-...Habéis venido...
-Pues claro que sí-Obvió Rischer
-Al, estamos contigo-Aseguró Gertrude con un tono tranquilizador
El Sevna asintió y dibujó la más falsa de sus sonrisas en sus labios. Todo el mundo sabía que no tenía ánimos para sacar una de verdad, pero aún así guardaba las apariencias. Se había pasado todos los días anteriores solo, en su habitación, reflexionando, llorando y culpándose.
Bajo la atenta mirada de todos, tomó aire, apretó los puños y se mentalizó para lo próximo que iba a decir. Iba a ser duro, no quería hacerlo, pero tras meditarlo con calma y días en soledad, había tomado una decisión; una que cambiaría su vida por completo.
-...Lo dejo
-¿¡Qué!?-Ivnes, como una exhalación, se medio levantó de su silla, haciendo gestos de no comprender a qué se refería
-Dejo Lunargenta, dejo esta vida, dejo...-Esto le iba a doler-...Dejo a los Stellazios
Todos se mostraron asombrados, y cada uno mostró gestos con expresiones faciales o con las manos de no entender nada. Pequeños balbuceos salieron de cada uno, pero solo Emmanuel tuvo el suficiente temple como para articular una pregunta.
-¿Por qué?-Dijo aún de brazos cruzados y apoyado en la barra. Era un tipo duro, siempre quiso dar esa imagen, ahora no iba a dejar caer su fachada.
-Voy a ir en busca de Luna-Frunció el ceño y asintió seguro ante sus palabras
-¿¡Tú solo!?-Ivens era el que más escandalizado estaba, o al menos, quien más lo exteriorizaba. Nunca se le había dado bien guardar sus sentimientos.
-Al, ¿No confías en nosotros?-Preguntó Eiko, apenada
-Tengo que hacerlo solo-Asintió de nuevo-No puedo permitir que nadie más sufra por mí. No puedo hacer que gastéis todo el tiempo y dinero en buscarla, no puedo destrozar vuestras vidas por una causa y una carga que me corresponde a mí...-Apartó la mirada, con los ojos llorosos. Sabía que esto iba a doler, y sabía que sus amigos no iban a estar conformes.
-Estoy de acuerdo-Ante las exclamaciones de todos los presentes, Rischer intervino con un tono neutral-Tenemos que seguir adelante después de esto. Hemos fallado, pero debemos de recomponernos, e ir tras esos miserables no nos deparará nada bueno. Recibimos una advertencia, y debemos acatarla
-¿Así de fácil?-Intervino Moses, que hasta ahora había estado callado, observando-¿Dejamos marchar a uno de los nuestros, y cuando más nos necesita, lo dejamos solo?
-Él está conforme, y yo miro por el bien del grupo-Sentenció. Rischer quizás era el que más quería ayudar a Alward. Si en su mano estuviera, iría sin duda a por esa rata de Erik y le haría pagar por todo lo que hizo... Pero había tomado una decisión; una decisión de líder.
-Moses dio un puñetazo encima de la barra, totalmente disconforme, pero sabiendo que no podía rebatir al elfo-¡Puta mierda!
Emmanuel se separó de la barra y caminó hacia Alward, deteniéndose enfrente suya y mirándole a los ojos.
-Nunca te cansas de hacerte el héroe, ¿Eh?-Sonrió de medio lado, a lo que Alward respondió con el mismo gesto-Tú nos reuniste a todos y nos diste una causa. Tú y Rischer nos distéis trabajo y, lo que es más importante: una familia.-Le puso una mano sobre uno de los hombres del Sevna-Hablo en nombre de todos cuando digo que te estaremos eternamente agradecidos. Has tomado una decisión, y te respetaremos.
-Eiko, como un resorte, se levantó de su silla para abrazar a Al, llorando a moco tendido¡Recuerda que siempre estaremos aquí para ti!
Uno por uno, los mercenarios se iban acercando a Alward, para así fundirse en un sentimental abrazo conjunto. El Sevna no pudo contener las lágrimas y estalló en un llanto de puro sentimiento, al igual que todos sus amigos, algunos más, otros menos, pero todos sentían aquella despedida como algo especial que les desgarraba el alma. Rischer no se había acercado a la piña, sino que se puso en pie y admiró la escena, acercándose tan solo unos pasos, pero deteniéndose.
Cuando el abrazo acabó, el Sevna miró al elfo, y este le tiró un objeto que el castaño pilló al vuelo. Lo miró; era un medallón con una estrella enorme en primer plano y un cielo nocturno detrás, con cientos de estrellas pequeñas adornando dicho cielo
-Lleva esto siempre contigo-Apoyó los brazos en su cintura, adoptando una pose relajada-No es mágico ni nada de eso, pero es un recuerdo. Cada vez que lo mires, espero que te acuerdes de nosotros, que nos preocupamos y que, por supuesto, creemos en ti-Esbozó una sonrisa-Cuando cumplas tu misión, espero que me lo traigas de vuelta. Me lo tienes que prometer, Alward Sevna El Sevna se lo guardó y asintió al mismo tiempo que dejaba escapar una sonrisa. -Gracias, chicos-Miró a todos en general, con los ojos vidriosos.-Prometo que volveré, y traeré de vuelta a Luna | [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] |
Y así fue cómo una etapa en la vida de Alward Sevna había llegado a su fin, y cómo otra se abría, más peligrosa y oscura. Tenía enfrente una misión que tenía que cumplir a toda costa. Asumiría todos los riesgos que se le presentasen, para así poder salvar a la única hermana que tenía, a lo último que le quedaba.
Alward Sevna
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