Parcas pintadas de sangre [Minievento, LMM]

La mujer soltó un profundo y largo gemido, cerrando las manos y llevándose un puñado de sabanas. –Podrías… ¿No?- protestó Alisha, tras sacar los dientes de su cuello. -¿Y porque diablos cada día llevas menos ropa cuando como?-

-Es para no mancharme la ropa de sangre, obviamente. Sigue sigue, prometo estar callada.- dijo Elena, sin H, por algún motivo. La vampiresa refunfuño unos segundos pero no tardó en seguir a lo suyo. Alguien menos inocente habría preguntado porque estaban haciéndolo en la cama, pero Elena le había dicho que era por si se mareaba, y eso tenía sentido para ella. Es decir, nunca había comido tanto de nadie como para que no pudieran moverse, pero Elena se pasaba el día trabajando, así que podía ser, y los brujos eran más frágiles que los humanos de Lunargenta aparentemente.

Había conocido a la bruja de fuego en el barco, de camino allí, y ambas habían sido unidas por el mismo noble motivo, ayudar a la gente enferma. Es decir, en ese momento solo había sido una enfermedad curiosa, no una maldita pandemia, pero el sentimiento se mantenía. Aunque la verdad, Elena era una alquimista de verdad y ella era una aprendiz, como mucho, así que obviamente ella podía hacer más. La solución lógica había sido ir a vivir a su casa y hacerle de ayudante para facilitar su trabajo y aprender un poco de paso, y la bruja había estado encantada cuando había pedido el puesto. Hasta le había ofrecido su cama, pero no, no podía dejar que su maestra durmiera en otro sitio en su propia cama, por más que le hubiera puesto mala cara cuando se lo hubo explicado.

-¿Qué tal esta nuestra invitada? Prepare otro lote, creo que debería ser más efectivo esta vez.- Dijo, acariciándole el pelo mientras seguía comiendo en lo que se habia convertido en una costumbre algo rara, la verdad, pero tampoco le importaba demasiado, era agradable. Alisha ya había acabado de comer, así que saco los colmillos y le paso un pañuelo.

-Es muy valiente, pero no parece mejorar. Es decir…-

-Es una importante decisión Alisha, y realmente no creo que la herida afecte al proceso en absoluto, por lo que se, puede que hasta la cure junto a la maldición… Deberías al menos preguntar si esta dispuesta. Y por lo que he oído, podrías simplemente… desentenderte después de ayudarla.-

-¿Qué? ¡No! Eso es horrible. ¿Cómo alguien podría hacer eso?- la bruja pestañeo una única vez, lentamente, como si no pudiera creerse lo que oía. Y le dió unas palmaditas en la cabeza.

-Eres un encanto, ¿sabes?- eso sonaba como una burla, y Alisha respondió con un puchero, lo que le ganó una risotada.

-¿Y nadie se ha dado cuenta de que tienes una uh… súbita fascinación con los pañuelos en el cuello?-

-Oh, no te preocupes, tienen mejores cosas de las que preocuparse que una adorable vampira que no haría daño a una mosca.- dijo Elena con un gesto de mano. –Voy a dormir, encárgate de la chica ¿quieres?-

Los rumores vuelan, y la preocupación de la enfermedad que se extendía a una velocidad impresionante por Sevindel se había extendido incluso fuera de las islas. Antes de que el problema fuese a mayores, tendrían que cortarlo de raíz en el lugar en el que se le dio origen. Además, todo lugar sospechoso de albergar gran cantidad de vampiros locos y sedientos de sangre era el sitio perfecto para recabar información sobre las Sierpes, si es que este grupo operaba por la zona...

Así, Alward fue enviado por la Guardia de Lunargenta a investigar lo que ocurría en la zona, tarea que este aceptó sin dudarlo. Llegó a Sevindel en barco, acompañado por dos de sus compañeros Stellazios; Ivens, brujo tensai de agua que tenía, aparte de todo lo mencionado anteriormente, motivos personales por los que acudir, ya que Beltrexus era su hogar, y pretendía parar la epidemia o maldición antes de que se extendiera a su ciudad natal. La segunda acompañante del Sevna era Eiko, también una bruja, conjuradora, que compartía el mismo motivo de asistencia que su congénere.

El caballero bajó la tabla con paso firme y echó un vistazo al pequeño puerto. Le siguió inmediatamente Eiko, y bastante pasos más atrás, un Ivens que se agarraba mareado a las vallas del barco. Con gran esfuerzo, este último intentó mantener la compostura y seguir a sus compañeros.

-Así que esto es Sevindel...-El puerto presentaba un aspecto lúgubre e inhóspito, al igual que el resto de la ciudad. El Sevna se colocó las manos en la cintura, adoptando una pose relajada y examinando con todo detalle el lugar. Miró por el rabillo del ojo cómo el estado de Ivens no había mejorado en todo el viaje-¿Aún sigues mareado?-Pregunto-¿Por qué decidiste venir si sabías que nos iba a llevar unos días de viaje en el mar?

-Soy un brujo...-Dijo con una voz pesada-...Tengo que ayudar a los míos...

-En este estado poco podrás hacer...-Comentó Eiko, con un tono de voz preocupado

-Dadme un momento...-Dijo levantando una mano con el dedo índice levantado, acto seguido se fue hacia el borde del puerto y vomitó. Alward y Eiko se miraron entre sí, asqueados. Cuando se le pasó, volvió junto a estos-...Creo que ya...-Dijo con el mismo tono de pesadez y cansancio

Alward se cruzó de brazos y miró a su amigo con una sonrisa socarrona.

-Menos mal que estás acostumbrado a potar, que si no...-Comentó entre risas. Ivens entonces agarró el bastón que descansaba en su espalda y le propinó un golpe en la cabeza al castaño. Este último cortó su risa y miró con desdén al tensai de agua

-Ya basta, chicos-Saltó Eiko con su característico tono neutral y parsimonioso, como siempre, ejerciendo de pacificadora-Tenemos trabajo-Miró a ambos, con el ceño fruncido.

El cielo estaba encapotado. Iba a descargar dentro de poco, por lo que debían apresurarse y al menos buscar algún sitio donde encontrar información de lo sucedido secos.

No tardaron demasiado en reunirla, y tampoco tardó el cielo en descargar todo lo que contenía en forma de lluvia. Si ya de por sí el lugar se presentaba como lúgubre, la caída de la noche y el interminable manto de agua que caía agravaban la situación. Además, pilas de cadáveres se amontonaban en sitios específicos, quizás eran una mezcla de vampiros que caían durante las purgas de la noche y de brujos afectados por la "maldición".

Se suponía que un grupo de brujos que se autodenominaban "Las Parcas" irían esa noche, como tantas otras, de caza por la ciudad, su objetivo; cualquier vampiro que se les cruzara en el camino. Era una idea demasiado radical, pero en tiempos difíciles, la gente solía tomar medidas comprometidas.

No tardaron en encontrarse con dicho grupo, unas quince personas congregadas en una pequeña plaza, todas llevaban una especie de máscara de pájaro para cubrir su rostro. Era sabido que algunos galenos solían ponerse ese tipo de indumentaria, aunque el Sevna desconocía el motivo.

Uno de ellos estaba subido a un semimuro de piedra, hablaba hacia sus compañeros, quizás se trataba de una especie de arenga. La medianoche estaba cerca, y la purga de vampiros no se haría esperar mucho más.

-¡Hermanos!-Hablaba con los brazos abiertos-¡Esta noche debemos de volver a tomarnos la justicia por nuestra propia mano!-Miraba a todos y cada uno de los presentes-Veo que hoy somos más que ayer, eso me alegra. Pronto, acabaremos con todos los malditos chupasangres que acuden como alimañas carroñeras a nuestro pobre hogar masacrado por la terrible Maldición de Murielle. Hasta entonces, debemos de mantenernos firmes con nuestro propósito y luchar contra el enemigo invasor.-Entonces, se percató de la presencia de Alward, Eiko e Ivens entre la multitud-No tengo el gusto de conoceros, ¿Quiénes sois?

-Puedes llamarnos "Stellazios"-Comentó el Sevna de brazos cruzados y mirada firme, alzando la voz-Venimos a ayudar en nombre de la Guardia de Lunargenta-El castaño mostró la insignia de dicha institución.

Murmullos variados empezaron a escucharse, hasta que aquel tipo del semimuro volvió a hablar.

-Es un poco tarde para que la Guardia decida actuar-Comentó, pensándose sus próximas palabras-...Pero mejor tarde que nunca-Con un salto controlado, se bajó del semimuro y se aproximó hacia los recién llegados.

-Esta gente no me gustan...-Susurró Ivens hacia sus compañeros-Visten de forma siniestra, ¿Quién viste de forma siniestra y se hace llamar "bueno"?-Comentó, e incluso iba a hablar más, pero notó cómo Eiko, disimuladamente, le pisaba un pie, con total naturalidad, e incluso mostrando una sonrisa gentil, para que se callara-...Auch...-Se aquejó

Cuando el tipo se acercó, le tendió una mano a Alward. Este último correspondió el gesto como era debido.

-Mi nombre es Percival, líder de Las Parcas. Nos encargamos de limpiar la ciudad de esas malditas abominaciones de la noche

-Alward Sevna-Correspondió presentándose-Caballero de Verisar-Acto seguido, presentó a sus acompañantes-Ellos son Eiko e Ivens. A diferencia de mí, ellos sí son brujos

-Me alegra tener más congéneres de mi lado-Asintió en forma de reverencia hacia estos-Si me disculpan, tengo que proseguir

Alward asintió, y Percival volvió a subirse al semimuro para seguir con su discurso.

-¡Hoy iremos a un lugar específico!-Volvió a alzar la voz-Me ha llegado a mis oídos que nuestra querida Sevindel ha acogido a una chupasangre. Se supone que tiene el "noble"-Recalcó esa última palabra con un tono de mofaObjetivo de ayudarnos. Pero eso no es más que una tapadera para seguir matándonos aprovechándose de nuestra situación. Hoy, daremos fin a su vida y vengaremos a nuestros vecinos caídos.-Un murmullo motivacional iba surgiendo de entre los presentesAsí que, hermanos...-Un hombre corpulento y semidesnudo se acercó al semimuro. Su rostro denotaba total serenidad, en cambio, su mirada carecía de vida-¡Cumplamos con nuestro deber!

Se bajó del semimuro y ordenó con un gesto a Las Parcas que se pusieran en marcha. El hombre corpulento le entregó a Percival una daga refinada. Y ambos se pusieron en marcha, encabezando la expedición.

-Regla número uno de la maldad: tienes que dirigirte hacia tus seguidores como "hermanos"

-Todo este asunto me pone la piel como escarpias-Comentó Alward mientras seguía con la mirada a Las Parcas-¿Y ese tipo medio desnudo?-Arrugó el ceño, con extrañeza

-Es un homúnculo.-Respondió Eiko, sorprendida y asustada por haber visto a esa criatura con sus propios ojos-Un ser de carne creado por un alquimista. Obedece fielmente a su creador, y... Es un actor primordial incognoscible

-Un... ¿Qué?

-No es un ser racional... Simplemente existe, pero sin razón de ser-Explicó

Percival:

Homúnculo:

Una vez Alisha hubo acabado de comer, dejo que Elena descansará en su cama. Ya había comido, así que la bruja seguramente se iría a dormir. Por lo que era el momento de ir con su invitada. La vampira bajo las escaleras, comprobó que la habitación que usaba Elena para la alquimia no hubiera… a saber, explotado súbitamente o algo así, y se dirigió a la cocina, se desnudó antes de entrar y al atravesar la puerta, se puso su otro cambio de ropa.

La bruja había ocupado la sala de alquimia para hacer también su propia comida, y la culpable era la figura tumbada en el suelo. Bueno, eso sonaba muy mal, le había dado mantas y almohadas para que estuviera cómoda. -¿Qué tal estas?- preguntó, mientras la rodeaba y empezaba a poner agua en una olla. –Hoy hay sopa.- ella podía comer la misma comida que la enferma, pero no Elena, porque los vampiros eran inmunes y los brujos…pues no, así que por seguridad, había sido mejor reducir la cantidad de sitios que podía contaminar. Por eso estaba en la cocina. Y también ayudaba que solo tuviera una pequeña ventana, para no freírse aunque viniese de día.

-Aquí, sobreviviendo.- dijo la mujer, con una sonrisa. Había empezado como una broma, pero cada día que pasaba, se convertía en menos broma y más realidad, y eso le partía el corazón. Ya había puesto a hervir el agua, y estaba cortando verduras, añadiéndolas poco a poco al agua caliente. No tardo en acabar de cortar los ingredientes, y se sentó al lado de la mujer, deshaciendo las vendas con cuidado. -¿Qué tal, doctora?- dijo manteniendo una sonrisa casi burlona, pero Alisha veía la preocupación.

-No luce ni huele infectado, se curara, sin siquiera cicatriz si usamos los potingues de Elena muy posiblemente.-

-¿Y…?- sabía lo que preguntaba, porque los cortes de espada no eran contagiosos, así que no habia motivos para hacer todo eso si solo era una herida.

-Sin cambios…- dijo, mirándola al ojo, al que aún tenía el color normal, de un rojo intenso, al igual que su pelo. –Elaine…- empezó, mientras lavaba la herida y cambiaba los vendajes. –Hay mejores lugares que aquí, con el resto de enfermos… si te enviamos allí, puede que…-

-No.- dijo, secamente. –Puede que me cure unas horas antes, ¿pero a que coste? Dejar que prueben todas las curas que se les ocurran hasta encontrar algo que PUEDE que funcione, mientras sufro entre otras tres decenas de personas, mínimo… puede que tenga lo que me merezca, pero… realmente no quiero morir sola Alisha.- su voz se había quebrado en las últimas palabras, y la vampiresa se encontró abrazándola. Habían estado hablando los últimos días, y conocía su historia, más o menos, de una familia de caballeros, una no especialmente fuerte o rica aparentemente, y había viajado a las islas para cambiar eso, porque las técnicas de su familia estaban… ¿basadas en magia? No había entendido eso del todo, pero aparentemente las técnicas eran menos cutres si se era un brujo, así que había venido a aprender…pero era humana, así que nada de magia.

-Hiciste lo correcto, para ayudar a tu familia, aunque no lo apreciaran. Y volviste a hacerlo cuando nos conocimos.- Alisha apretó un poco más fuerte, con cuidado de no apretar la zona herida, armándose de valor. Seguramente no se habría infectado si no se hubiera quedado en las islas, y se había quedado porque había sido herida protegiéndola. Así que ahora era ella la que tenía que hacer lo correcto. –Veinticuatro horas.  Elaine Beauclair. Si en veinticuatro horas no se ha encontrado la cura… ¿Quieres vivir? ¿Aunque renuncies a tu humanidad?- estaba segura de que la mujer lo sabía, y aun así, no se lo había pedido. Estaba segura de que porque no quería convertirse, pero no perdía nada por asegurarse.

-Mi familia jamás aceptaría a un vampiro.- dijo, lentamente, midiendo sus palabras, como si no lo hubiera considerado hasta ese momento. –Pero ya me han desheredado, seguramente han borrado mi nombre del linaje… ¿Que… que supone ser un vampiro? No pareces una vampira normal…- ¿desheredada? ¿BORRADA? Eso sonaba horrible, y por ello, intensifico sus caricias a la cabeza de la chica, porque necesitaba todos los patpats que una pudiera darle.

-Sientes las emociones más intensamente, creo. ¡Pero no tiene por qué ser malas! Y con lo buena que eres, seguro que serás una excelente vampira! No te preocupes, ¡yo estaré allí para ayudarte!-

-Estar… ¿allí? No me…conviertes y… ¿ya?-

-¿Qué? ¡No! ¿Qué clase de monstruo dejaría a un recién nacido a sus anchas, sin enseñarle cómo funcionan las cosas? ¡Se volvería un animal!- la humana pestañeó un par de veces, incrédula.

-Veinticuatro horas.- repitió ella. –Y mi vida estará a tu servicio, hasta que la deuda sea saldada.-

-Oh, venga ya, no seas dramática, no es nada, podrás irte cuando quieras, solo estoy ayudando a una amiga…- esta vez Elaine tuvo un visible tic en el ojo, como si estuviera verdaderamente molesta de que lo que era básicamente un contrato de vasallaje por el que había entrenado toda su vida fuera tan blatantemente ignorado.

Elaine:

Los tres Stellazios caminaban bajo la lluvia por las desoladas calles de Sevindel, no había una sola alma. Casi parecía una ciudad fantasma. Tan solo se oía el sonido de la lluvia y el eco de sus pasos. La visión estaba también limitada, tanto que no se percataron que había un ser moribundo en mitad de la calle hasta que no estaban a casi cinco metros de distancia de este.

Eiko fue rápidamente a comprobar el estado de dicho ser. Era un hombre, joven, parecía estar delirando. Su aspecto era bastante decrépito.

-¡NOOOO!-Gritaba, agónico-¡DEJADME EN PAZ!-Alward e Ivens se acercaron también. El chico los señaló, pero más que a ellos, a sus espaldas. Ambos voltearon medio tronco, no había nadie mas.

-Tranquilo...-Dijo la bruja, con un tono de voz calmado y cálido-Estamos aquí para ayudarte-Colocó la cabeza del muchacho en su regazo

-Dioses... ¡Ayudadme!-Dijo entre sollozos-¡Alejadlos de mí!-Suplicó, mirando a Eiko, aunque no se podría saber con certeza si era a ella a quien se lo pedía-¡Acabad con mi sufrimiento!-Miró al cielo

Alward entonces se acercó más y se agachó, hincando una de sus rodillas en el suelo. Aquel chico a todas luces no estaba cuerdo.

-...-Miró a su amiga-Parece que está delirando...

-Los fantasmas lo atormentan...-Miró a su alrededor, con cierto acongoje-...Se me está erizando hasta el pelo de detrás de las rodillas...-Comentó, en un acto de querer calmar y controlar la situación para demostrar que no tenía el más mínimo miedo por los supuestos fantasmas que estarían a su alrededor. De pronto, sintió un repeluco en su espina dorsal-¿P-por qué no nos vamos de aquí...?-Dijo, mostrando una sonrisa falsa

-¡No podemos dejarlo abandonado a su suerte!-Miró al tensai de agua, con el ceño levemente fruncido

-Las Parcas han debido pasar por aquí...-Miró hacia adelante en el camino-¿...Por qué no lo ayudaron?

-Ya lo habéis oído antes...-Hizo referencia a la búsqueda de información anterior-No hay solución para esta epidemia. Es inútil... Está condenado

Alward centró su atención en el chico. Seguía delirando y, ahora, soltaba frases incomprensibles, no sabía si era un idioma distinto o simplemente balbuceos de un demente. Se compadeció de él. Desde luego, no podía abandonarlo a su suerte.

Eiko entonces se puso en pie, levantando como podía al joven. Este no hacía ademán de defenderse o contrariar a la bruja, estaba ocupado con su lucha esotérica. Ahora murmuraba, lamentándose y quejándose. La bruja, miró a sus compañeros, con una mirada decidida.

-Voy a llevarlo a un lugar seguro-Con esfuerzo, y algo de ayuda de Alward, se colocó al chico a su espalda, con los pies arrastrando-Luego os veo

-¿Podrás sola?-Preguntó, preocupado

-Sí-Asintió. Le resultaría difícil, pero lo lograría.

Alward e Ivens, por su parte, no podían perder más tiempo allí. Tenían que seguir a Las Parcas hasta el lugar indicado, y ver qué ocurría con sus propios ojos, y limpiar la zona de vampiros si era necesario. Sin más, se despidieron de su compañera y se pusieron de nuevo en marcha.

Llegaron al lugar. Una casa entre tantas otras de Sevindel, pero con la peculiaridad aquella noche, que estaba abarrotada de gente con esas horribles máscaras de pájaro en su entrada.

Las luces de las antorchas que portaban aquellas personas daban más visibilidad al lugar, por suerte, la lluvia no las había apagado.

Alward pudo ver cómo Percival y su homúnculo seguían encabezando al grupo, y cómo este llamaba de forma continuada a la puerta de madera, esperando a que la abriesen.

Los dos Stellazios se detuvieron, al final del gentío, aunque un poco apartados de estos.

-Cuando un grupo de gente va a tu casa con antorchas y pinta siniestra, no es buena señal...-Susurró

-¿Qué quieres decir?-Lo miró de reojo, cruzado de brazos y atento a la escena

-Me parecen unos fanáticos... ¿Y si de verdad los que estén en esa casa quieren ayudar?

-...-Ahora, prestó toda su atención en el frente, entrecerró los ojos para afinar la vista-Estate alerta-Fue lo único que el Sevna dijo

-Hum… parece que hay mucho ruido fuera. ¿Crees que están saqueando o algo así?- preguntó la vampiresa, al escuchar voces y ruido fuera. Elaine ya estaba alargando la mano hacia su arma y Alisha tuvo que cogerle la mano primero antes de que hiciera alguna locura. –No estás en condiciones de luchar. No te preocupes, estamos a salvo, y si no, Barbaroja me recomendó… esto.- Y saco una ballesta ya cargada. –Pewpew.-

-¿Barbarroja? ¿Cómo el infame pirata de hace unos diez años?- preguntó la mujer, sin valor para decirle a Alisha que las ballestas no hacían pewpew en absoluto.

-Oh, no, solo es un adorable tabernero lleno de cicatrices, te confundes de persona.- dijo la vampiresa, dirigiéndose ya a la puerta. –No te preocupes ¿vale? ¡Todo controlado!-

Pero una vez salió de la cocina….  Eso era mucha luz, prácticamente parecía de día, cosa que la alarmó un poco, porque no recordaba haber estado tanto tiempo, pero entonces la vio moverse, y la cosa empeoro. Antorchas, y gente gritando, mal asunto. Pero seguro que pasaban de largo, Elena era una reputada alquimista y curandera, jamás…

BAM

La madera de la puerta se astilló, doblándose un poquito. Pero había aguantado, seguro que se rendían ahora que habían visto lo dura que era la pu…

BAM BAM

Vale, puede que no. La vampiresa agarró mejor su ballesta en un ataque de pánico, cuando la puerta cedió y cayó al suelo. Personas se veían al otro lado, con sus caras medio oscurecidas por la luz de las antorchas, por encima de sus cabezas. Y entonces la vieron, y avanzaron hacia dentro…

Y pararon en seco cuando la habitación se ilumino como si estuvieran en pleno mediodía. -¿Qué significa eso?- preguntó Elena, bajando desde el segundo piso, lentamente, con una pequeña esfera de fuego en su mano, que brillaba intensamente.

-Hemos oído que ocultabas a una de esas alimañas Elena. No me lo creía, pero aquí esta, ante mis ojos.- ¿Hablaban de ella? Que mal educado, ¡ni siquiera se conocían!

-Alisha es mi asistente. Alguien que no se infecta es muy útil para administrar las curas, Percival. Ahora retira a tus perros, o se pondrá feo.- esperaba que no lucharan. Elena lucia muy segura, pero estaba débil por su…huh… tentempié, Aunque fingiera no estarlo. No había manera de que se hubiera recuperado ya.

-Yo no estaría tan segura, soy más que un rival para ti, traidora, mejor no hablemos de los que me acompañan.- respondió el tal Percival con una sonrisa siniestra.

-No creo que “los que te acompañan” aprecien ser volatilizados por los daños colaterales. Accidentalmente, por supuesto… No puedes defenderte a ti mismo, a ellos y a la ciudad.- la esfera llameante se intensifico durante unos segundos.

-Huh… yo solo he venido a ayudar…- intentóo ayudar Alisha, pero solo consiguiendo que ambos brujos la miraran con mala cara, a la vez que Elaine salía de la cocina, tambaleándose, con una espada en cada mano y se colocaba a su lado. –¿Qué diablos haces? Se te van a abrir las heridas.- Susurró.

-Parece que va a acabar mal, así que tengo que ayudar.- susurró también. –No puedo dejar que condenéis a alguien inocente.- dijo, esta vez más fuerte.

Entraron. Prácticamente echaron la puerta abajo. Alward e Ivens observaban la escena aún desde detrás de todo ese lío.

-¡Está claro lo que está pasando aquí!-Gritó de forma acusadora, casi desgañitándose-¡No te creía capaz de traicionar a tu propio pueblo, Elena!-La señaló, ahora, de una forma directamente incriminatoria.-¡Todo esto de "ayudar" no es más que una fachada!-Acusó ahora a la otra mujer que había allí-¡No me dejáis más remedio que daros un castigo ejemplar!

Otra mujer apareció, lo cual volvió toda la escena más confusa.

-¿Otra alimaña de la noche?-Preguntó, sin bajar el tono, haciendo que los suyos no dejaran de estar alerta en ningún momento. Sin duda, Percival tenía un alma de líder, y tanto su tono, como gestos, como forma de decir las cosas hacían que uno casi ni se cuestionara el seguirlo, y por supuesto, pensar de la misma forma que él.

Acto seguido, Percival hizo un gesto a su homúnculo.

-Aprésala

-No creo que el generarte más enemigos pueda ser algo beneficioso, Percival-Intervino Alward, que apareció de entre todos los brujos enmascarados-Piénselo bien y sea coherente, ¿Qué pruebas tiene para incriminarlas de esa forma?

Percival no contestó de primeras. Miró al humano y seguidamente a la vampiresa a la cual acusaba. Acto seguido, le ordenó a su homúnculo que se detuviera.

-Está claro, ¿Quién más podría ser?

-Tengo entendido que los asaltantes no son conocidos, y siempre desaparecen con los primeros rayos de sol, ¿Cómo una mujer sola y que lleva varios días aquí no ha sido identificada por nadie?-Preguntó, cruzándose de brazos y mirando a la susodicha-...Además-Su mirada pasó a las otras dos mujeres-Está claro que esas dos mujeres no están en plenas facultades físicas. El estar con ellas tan solo sería una carga para alguien que pretende esconder su identidad y arrasar noche tras noche con un pueblo entero

-Sir Alward, dígame entonces quién es el o la causante de todas esas muertes-Su voz le temblaba, como si se estuviese conteniendo. Apretó uno de sus puños-¡Ella no es la total causante de los asesinatos, pero sí que es el contacto que estas alimañas tienen aquí para saber nuestros movimientos y así matar a nuestra gente!-Parecía muy seguro de su posición, y nada iba a cambiarle

Hizo de nuevo el gesto a su homúnculo para que apresara a las tres mujeres.

-Percival... No puedo permitir que usted sea juez, jurado y verdugo-Frunció el ceño, aún inmóvil y con una mirada seria-Detenga esta locura

Lentamente, la cosa se estaba desmadrando, y la verdad, no estaba muy segura de cómo solucionarlo…

-Hey, como que otra, soy la u… ¿CÓMO QUE ALIMAÑA?- uno de esos locos parecía estar hablando con jefe. –Alguien que no puede salir de día es un espía horrible, eso son como doce horas en las que no puedo salir de esta casa. Muy bonita por cierto.-

-No es el momento.- contestó Elena, y puede que tuviera razón.

Pero estuvieran o no funcionando las protestas del hombre o Alisha, nadie se había molestado en ordenar al homúnculo que parara, así que la pobre vampira pestañeo una vez y en cuando abrió los ojos se encontraba mucho más alto de lo que debería. Y con una mano al cuello, eso era especialmente malo. Elaine empezó a desenfundar su espada, pero ella se dio prisa a hablar. –Todo controlado.- mintió, y la espada volvió a meterse en la funda, temporalmente.

Pero Elena la había ignorado completamente, y un pequeño sol fue disparado hacia el hombre, Percival, y un muro de hielo se interpuso. Y ahora había vapor por todas partes y no veía nada. Genial.

Pero tenía problemas más importantes que la posible destrucción o calcinación de la zona. Como volver a respirar. Respirar era agradable. Experiencia, lo que era experiencia en peleas no tenía. Pero conocía a gente que sí, así que sabía cuál era el primer paso. La vampiresa extendió ambas manos, meter los pulgares en el ojo era una muy buena manera de que te soltaran… si tus manos llegaban a la cara del otro, que no era el caso, así que solo estaba arañando el aire como una pardilla. ¿Dónde diablos había dejado su ballesta? Oh, allí, en el suelo, trágico. Bien, plan C.

Alisha se zarandeó un poco y tomando impulso, le dio una patada en todo al pecho del hombre… homúnculo, lo que fuera, no importaba, porque lo único que consiguió fue que le doliera el pie y el condenado ni se inmutara. Así que allí estaba, colgada como ropa esperando secarse, sin tener muy claro que hacer aparte de no querer que Elaine se entrometiera y se le abrieran las heridas otra vez.

Un potente torrente de agua fue lanzado hacia el homúnculo para que este soltara a la chica que tenía sujetada del cuello, pero logró poco más que mojarle la espalda a aquel ser. El ataque lo había realizado Ivens, que se había colocado en medio de la multitud de las Parcas. Dicho grupo lo miró de malas formas, y el brujo al ver aquello, miró a todos lados con una sonrisa falsa dibujada en sus labios.

-Jejeje...-Lo rodearon-N-necesitaba una ducha, ¡Su olor cantaba a kilómetros!

Los que lo rodearon se echaron encima de él con intenciones hostiles. Pero entonces una barrera de agua se generó a su alrededor de su cuerpo y se expandió a modo de burbuja, que estalló lanzando a los individuos siniestros hacia todas direcciones.

El brujo corrió al lado de Alward y se pegó a su espalda.

-¡¿Y ahora qué?!

Alward frunció el ceño y miró al homúnculo, acto seguido desenvainó sus dos espadas y activó sus encantamiento; fuego para Værdi, la diestra, y rayos para la Espada de la Guardia, la zurda. Sin más, se abalanzó hacia la criatura, a la que primero ensartó con su espada zurda para dejarlo paralizado ante cualquier contraataque. Un pequeño temblor y chispas recorrieron todo su cuerpo, y seguramente los de la vampiresa a la que tenía sujeta. Tras eso, con una llameante Værdi, cortó la mano del homúnculo para así liberar a la mujer. Con el abrasador fuego y la afilada hoja, consiguió un corte limpio.

Agarró a la vampiresa y la miró a los ojos.

-Dile a tus amigas que pueden confiar en nosotros

-¡El guardia nos traiciona!-Vociferó Percival desde el otro lado de la estancia. Estaba encargándose de otra de las mujeres, la que había desencadenado todo aquello-¡A POR ÉL!-Después señaló a la mujer a la que el Sevna había liberado-Pero, por encima de todo ¡A POR ESA ALIMAÑA!

-¡IVENS, ABRE CAMINO!

El brujo estaba ocupado quitándose de encima a las Parcas con a golpes de su bastón. En cuanto oyó a Alward, definitivamente se quitó de encima a los pocos que tenía enfrente y con un rápido giro de su arma y unos movimientos de mano posteriores, acabó colocándose el bastón debajo de una de las axilas y mostrando la palma de su mano opuesta, y de esta salió otro poderoso torrente de agua que arrastró a varias Parcas y dejaron un pasillo libre por el que podrían escapar.

Alward, con un gesto con su mano, volvió a instar a la mujer a que lo siguiera. Y, sin más, escapó por el pasillo que había abierto su compañero.

Las Parcas no se iban a quedar quietas, así que empezaron a perseguirlos.

-¡IVENS! ¿PUEDES HACER ALGO?-Dijo en mitad de la carrera

-¿ESTÁS LOCO? NO VOY A PARARME AHORA-Echó un vistazo atrás. Cada vez más, les pisaban los talones

De repente, hacia adelante, vieron a alguien. Una silueta estaba parada en mitad de la calle. Cuando se acercaron más pudieron discernir que era Eiko. Esta, al principio, no entendía muy bien lo que sucedía, pero al ver a sus compañeros huyendo de las Parcas solo pudo imaginarse lo peor.

Antes de que estos llegaran, extendió sus manos y, cuando sus aliados pasaron por cierto punto, conjuró un muro de piedra en mitad de la calle, que la cortaba por completo, y separaba a las Parcas de sus aliados.

Al ver que ya no había peligro, Ivens y Alward pararon de correr, mirando hacia el muro que la bruja había conjurado algo incrédulos, era la primera vez que esta conseguía materializar una cosa tan grande. Ivens, agotado y respirando pesadamente, se arqueó y se apoyó sobre sus rodillas. Acto seguido, levantó la cabeza para mirar a la conjuradora.

-...Eiko, llegas tarde...

-Mejor tarde que nunca-Rió por lo bajo

Alward también recuperaba el aliento, cuando se dio cuenta de que la mujer a la que había salvado del homúnculo le había hecho caso y lo había seguido.

-...-Suspiró-¿Por qué siempre me meto en líos y acabo ayudando a quien había venido a detener?-Se pasó una mano por la cara, entre avergonzado, frustrado y cansado, aparte de para secarse toda el agua de lluvia con el guantelete. Aunque de poco serviría, porque el mismo manto de agua de antes seguía cayendo en ese momento. Tras eso, se acercó a la mujer-Dime que he salvado a la persona correcta, por favor-Le dijo-Soy Sir Alward Sevna, Guardia de Verisar. Y ellos dos son Ivens-El brujo levantó un pulgar, mientras aún estaba intentando recuperar el aliento-Y Eiko-La bruja sonrió gentilmente e hizo un breve asentimiento con la cabeza

Ahogarse de dos maneras diferentes era desde luego una manera curiosa de morir, pensó Alisha cuando un montón de agua le cayó encima. Y entonces, cuando se dio cuenta de que era más bien un cubo de agua y no un lago, fue electrocutada.

Tosió un poco de humo y miró al tipo mientras comprobaba con una mano el daño a su pelo. Es decir… acababa de electrocutarla…confiar… que descaro. Y entonces miró a Elaine, y a Elena… estaba en un buen marrón.

-¡Elena!- gritó, para avisarla, entre toda la magia, el agua y el vapor, no quería que se preocupara si de repente desaparecía

-Me las apañare, no te preocupes.- se limitó a decir la bruja. Bueno… tendría que creerle. Agarro bien fuerte la mano de Elaine con una mano y su ballesta con la otra y siguió al tipo a medida que un poco de agua les abría un camino, cosa que solo hizo que les persiguieran con más ganas seguramente, pero al menos un brujo apareció un poco más tarde y los separo de sus perseguidores con un muro.

Impresionante, la verdad, pero… si realmente tenían ganas de perseguirlos solo necesitaban rodear el edificio, así que no podían entretenerse demasiado. Elaine parecía bien... es decir, no estaba en el suelo sangrando, así que las heridas no se habían abierto, cosa que era bueno… pero no iba a arriesgarse más.

-Por supuesto que estas del lado que toca, del de la justicia, ¡hum!- dijo Alisha enfurruñada. –Yo allí tan tranquila, haciendo pociones de noche y durmiendo en suaves sabanas de día, ¡pero tenían que arruinarlo! ¡Estaba aprendiendo un montón!- Y ahora tendría que encontrar una nueva casa, pero viendo ese follón, tenía que ser abandonada… pero eso sería aún más sospechoso… Así que campo abierto seria seguramente… si encontraba una cueva, porque no podía dormirse sobre un árbol precisamente… Maldita sea que complicado era todo eso. Puede que en las afueras hubiera menos gente, cerca de las fosas comunes, por miedo a enfermar…


-¿No deberías perseguirla, Percival?- preguntó Elena, aun sobre las escaleras.

-A su debido tiempo, primero debo encargarme de ti, traidora.- la bruja suspiró.

-Espero que cuando todo esto haya pasado, te des cuenta de que te estas comportando como un completo capullo y me pagues las reparaciones.- Y chasqueo los dedos, llenando la habitación de luz. Percival no tardo en protegerse con un escudo de hielo por puro instinto, pero no importó, pues ningún ataque siguió, Elena simplemente había salido por patas en vez de seguir luchando.

La chica parecía ser inocente de todo aquello de lo que se le acusaba, pero las primeras impresiones no siempre podían ser correctas, y mucho menos la palabra de una total desconocida, emparentada con las criaturas que noche tras noche asolaban aquel lugar... Alward la miró, torciendo un poco el labio.

-L-lo siento...-Se llevó una mano tras la cabeza, compadeciéndose de la situación que había tenido que vivir la pobre mujer-Pero, ¿Por casualidad no sabrás nada de lo que está pasando...? ¿De esos vampiros que vienen cada noche...?-Miró hacia el cielo, el manto de agua que caía sobre ellos era brutal. Iban a pillar una pulmonía, no se podían escapar. La chica pareció ensimismarse, ni siquiera había dicho su nombre-...

Entonces, Eiko tocó el hombro del castaño, llamando su atención.

-Al, he oído que hay vampiros a las afueras, en una fosa común

El Sevna se cruzó de brazos y asintió, acto seguido miró hacia la acompañante de la acusada y enemiga pública número uno de aquel pueblo.

-¿Te encuentras bien?-Claramente, buena pinta no tenía-Quizás deberíais de buscar un lugar seguro-Le dijo ahora a la acusada-Nosotros iremos a encargarnos de esos vampiros

Ivens se reincorporó, irguiendo su espalda, aunque aún con la respiración agitada.

-Vamos a enemistarnos con vampiros locos y con brujos sectarios, ¿Qué puede salir mal?

-No tenemos por qué...--Replicó, pero su frase fue cortada

-Sabes que va a pasar, y sabes que la noche está lejos de acabar, Al

-B-bueno, es probable, pero...--Otra vez, fue cortado, esta vez por Eiko

-Es la vida del héroe. Sacrificarse por un bien mayor mientras la mayoría de la población lo odia-Sonrió, de forma gentil, pero tirando de sarcasmo

Alward se pasó su guantelete por la cara, limpiándose el agua que le chorreaba por toda esta, aunque de nuevo se había vuelto a demostrar que era un acto inútil. Suspiró.

-...Estaba mucho más tranquilo cuando era granjero...

Siendo mercenario o siendo Guardia, nada había cambiado, y lo cierto es que era un poco decepcionante.

La cosa se había calmado un poco, así que Alisha podía relajarse ligeramente y hablar con su salvador. Socio. Lo que fuera. –Los vampiros son inmunes a la maldición. Así que la gente se convierte. Así que hay muchos vampiros.- dijo, lentamente, con el tono que usaba para explicarles cosas a los niños. –Supongo que eso no les hace mucha gracia. No ayuda que sean básicamente adolescentes borrachos de libertad, haciendo lo que les de la gana.- los vampiros, aunque aquí seguramente podía aplicarse a todas las partes involucradas.

Pero llovía, y a ella no le gustaba la lluvia, le daba catarro. Pero Elaine se estaba recuperando, así que para ella seria aun peor. El grupito de socios discutía sobre vampiros, pero siguiendo las recomendaciones de uno de los hombres, Alisha ayudo un poco a Ela y empezó a andar hacia una dirección cualquiera, norte, para buscar una casa vacía.

No era tan fácil como podía parecer a primera vista, se dio cuenta tras unos minutos la vampira, después de cubrir a la herida con su propia capa sin escuchar sus protestas. Es decir, había una plaga, y era de noche, ventanas tapiadas y ni un ápice de luz era la norma en ese maldito pueblo. Así que era difícil distinguir una casa abandonada de una habitada. Y poco a poco fueron andando más y más hacia el norte.

Pero finalmente, Alisha se paró ante una casa que, creía, era la correcta. Es decir, las ventanas estaban un poco rotas, como si alguien hubiera lanzado una pedrada a la madera del ventanal, cosa que seguramente era lo que había pasado. Y encima estaba al ladito de una fosa común, y los brujos eran muy remilgados con eso, con todo aquello de que enfermaban con la maldición y tal.

Por no hablar de todas esas antorchas y personas siniestras en un círculo. Eso seguro que bajaba un montón el valor de una propiedad.  En cualquier caso, después de buscar un poco, Alisha encontró una copia de la llave bajo una roca, y entro triunfante a la, algo polvorienta, vivienda. –Ea ea.- susurró a la mujer, ayudándola a apoyarse contra una pared, poniéndole su capa encima para que no cogiera frio. -¿Crees que esos tipos de fuera me dejaran unas cuantas antorchas? Necesitas una hoguera para calentarte.-

-¿Los de la guardia? Si no tienen un mago de fuego no creo que….-

-Nono, los otros, los de la fosa común. Tienen un montón de antorchas. Seguro que al propietario de la casa no le importara si parto una silla y la quemo, le dejare unas monedas…-

-Estoy bastante segura de que esos son los vampiros de los que hablaban ese grupo Al.-

-Ah, ¿los que ayudan a la gente? Perfecto, seguro que me dejan unas cuantas antorchas.- esas noticias habían animado a la vampiresa.

-No… No creo que esa gente esté allí voluntariamente…Los que aún no son vampiros al menos. - dijo la caballera, suavemente.

-Oh…. Trágico- respondió Alisha, quedándose unos segundos en silencio. –Bueno, no pasa nada…- y se levantó, rebuscando en su mochila.

-Alisha, ¿Qué vas a hacer?-

-Nada. Un paseo por el bosque.- Mintió. finalmente consiguió sacar la ballesta y los virotes.

-¿Y la ballesta?-

-He oído que hay osos allí fuera. Y mantícora. No querrás que me coma una mantícora.- le revolvió el pelo a la caballera y después de meterle una galleta en la boca, algo blanda por la lluvia, se fue hacia el grupo. –Bueno, ¿vamos a salvar a esa gente o que pasa? Necesito las antorchas. Entramos y salimos, cinco minutos máximo. Pewpew.- Dijo con aplomo, plantándose en medio del grupo mientras movía peligrosamente su ballesta.

Guiados por el rumor que Eiko escuchó, el caballero y los dos stellazios llegaron hasta las afueras de Sevindel; la fosa común.

No fue difícil encontrarla, y tampoco tardaron mucho en ser avistados por aquellas criaturas de la noche que se había congregado alrededor de una especie de altar de piedra improvisado donde el cuerpo de una mujer reposaba. Respiraba, por lo que debía estar inconsciente o... sumida en un extraño trance.

Alward se adelantó, mostrando su insignia de la Guardia.

-Sir Alward Sevna, Guardia de Verisar-Se presentó-¿Alguien me puede decir qué está pasando aquí?

-Lo que está pasando, querido Sir Sevna, ¡Es que estas alimañas van a acabar con todos en nuestro pueblo!-La voz de Percival se escuchó detrás de los stellazios. Se había presentado con todos sus hombres al lugar del ritual, quizás también guiados por el rumor o simplemente porque habían seguido a Alward y los suyos con cautela.-¿¡Qué más pruebas quieres que las que se muestran ante tus ojos!?-Señaló hacia los vampiros congregados entorno al altar, y también a varios cadáveres que habían repartidos por la zona, seguramente los que habían desaparecido del pueblo las noches anteriores

-Vaya, parece que al fin se arman de valor y empiezan a defenderse... Aunque será inútil-Dijo aquel que parecía el líder de aquella horda de chupasangres

-Vampiros locos al frente, brujos sectarios a la espalda. Vamos a morir...-Comentó Ivens en voz baja, tan solo audible por sus compañeros.

Y ahora, Alward y los suyos se encontraban en una encrucijada, o más bien, en el punto más destacable de la zona, eran el blanco perfecto para uno y otro bando.

-¡Escucha, Percival!-Sin dejar de prestar atención al frente, se dirigió al líder de las Parcas-¡No soy tu enemigo!-Apretó la mandíbula, estaba tenso, y más aún viendo cómo el líder de los vampiros observaba la escena con total calma y seguridad, ¿Qué se proponía exactamente? ¿Acabar con todos y cada uno de los brujos de Sevindel hasta saciar su sed de sangre? ¿Habría un objetivo mayor? Tenía que ser así, porque si no, era una simple bestia básica.

Ahora, el castaño se dirigió hacia el vampiro jefe.

-Sierpes-Dijo-¿Os suenan de algo?

El vampiro jefe pareció dudar un instante, luego de eso, echó un vistazo hacia los suyos, y con voz imperativa dijo:

-Ata...--Y, en ese preciso momento, de la nada, y casi apareciendo por arte de magia, hizo acto de presencia la vampiresa a la que antes Percival buscaba.

Alward, Ivens y Eiko la miraron sorprendidos. Las cosas en aquel lugar no podían ser más extravagantes, de eso no había duda.

-¿Q-qué haces aquí?-Preguntó el castaño-¿QUÉ ANTORCHAS?-Preguntó volteando todo su cuerpo y acercándose a la vampiresa, hasta estar a pocos centímetros de ella. El Sevna se encontraba hasta casi ofendido por la naturalidad y poca seriedad que ofrecía la morena.

-Creo que se refiere a esas...-Comentó Eiko, señalando sutilmente a las que portaban los vampiros

El chupasangre jefe frunció el ceño, algo confuso. De nuevo, se dispuso a dar la orden con tono imperativo.

-Atacad...

Fue entonces cuando Alward devolvió la atención hacia los vampiros. Al ver cómo se movilizaban, desenvainó sus armas e instó a sus compañeros a hacer lo mismo, parecía que se habían acabado los discursos.

-¡A POR LOS CHUPASANGRES!-Ordenó Percival a las Parcas, y estas respondieron con un grito unánime de guerra. Alward tan solo esperaba que estos estuvieran de su parte.

Spoiler:

Culpaba a ese grupo, la verdad. Tenían las piernas muy largas, y claro, había tenido que apretar el paso, pero eso solo mantenía el mismo paso que ellos, así que había tenido que correr. Y encima llovía, y se veía un poco mal. Así que había llegado resollando y sin ver demasiado bien. Y no se había fijado que estaban TAN cerca. O que el grupo era más grande de lo que debía porque ese mago pirado estaba allí. Bueno, ahora ya era muy tarde, todo se había ido al garete. Al menos, teniendo un verdadero vampiro sectario al lado de la dulce vampiresa alquimista ayudaba a su causa, a juzgar por como las parcas avanzaron y pasaron de largo, dejándola en paz. A lo mejor no la habían reconocido. Culpaba a la lluvia.

En cualquier caso, la entrada sutil y sigilosa estaba descartada por culpa de alguien. Que absolutamente no era ella. Así que tocaba entrar por la fuerza. La vampiresa apunto con la ballesta y disparo, el virote no haciendo pewpew en absoluto, sino más bien un “thumb” raro. A lo mejor estaba rota, teoría reforzada por como el proyectil paso de largo del vampiro objetivo y silbo por el aire perdiéndose entre la lluvia.

-AH, MI PIE.- Dijo alguien a lo lejos, un vampiro, seguro. Lo marcaría como un éxito. Disrupción del campo de batalla se llamaba. O algo así, se lo había dicho ese caballero tan amable en Lunargenta. Claro que se refería a cosas como el aceite en llamas y no a clavar a algún pobre desgraciado al suelo, pero ella no sabía eso.

-Venga, ¡id a salvadlos!- atizo al grupo que la habia acompañado, desde luego entrar con la ballesta en medio de la melé no era la mejor opción. Y francamente, le preocupaba que ese Percival no invocara un enorme torrente de agua y los ahogara a todos, así que lo mejor sería quitar a los civiles de en medio.

Y entonces alguno de los vampiros atravesó las líneas de brujos y fue a por ella. Ningún problema, era una chica muy capaz. Alzó la ballesta y disparo, aunque el click le recordó que no estaba recargada.

Un manotazo y la ballesta voló por los aires. Eso era malo, pero se las apañaría. Alisha lanzó un puñetazo, que fue parado con una mano. Luego otro, ocurrió lo mismo. Y allí estaban ambos, con las manos entrelazadas. -¿Por qué diablos estáis aquí, y porque habéis atraído a las Parcas hasta nosotros?-

-¡Porque estáis secuestrando gente! ¡Y no me dais vuestras estúpidas antorchas!-

-Pero…tu eres… deberías entenderlo. Toda la sangre que queramos, completa libertad para hacer lo que nos plazca… ¿y que si alguien quiere una mascota? Si se rompe, solo tenemos que coger otra.- Cualquier duda que hubiera podido tener sobre esa situación se desvaneció en ese momento.

Alisha apretó, intentando vencer el bloqueo, pero el vampiro simplemente soltó una carcajada y siguieron igual. Y entonces hizo al revés, intentando apartarse y obligándolo el a plantar los pies en el suelo. Y entonces, cuando sus ojos se entrecruzaron, soltó una oleada de puro terror ¹y se lanzó contra el otra vez, directa a su cuello, apretó los dientes y desgarró, arrancándole la garganta. –Adolescentes, todos ellos.- Dijo, después de escupir el cacho de cuello e ir a buscar su ballesta, que a saber dónde había caído.


1: Uso un pulso de Presencia Vampírica:

Alward cerró los ojos, tomó aire hasta llenar al completo su capacidad pulmonar y, muy lentamente, lo soltó todo...

Cuando los abrió, la escaramuza ya había comenzado; las Parcas se habían abalanzado como posesos hacia los vampiros, y estos no iban a achantarse ante tal desafío. En medio quedaban ellos, junto a la chica que se había incorporado. Realmente no ostentaban el derecho a pertenecer a ninguno de los dos bandos, pero un deber mucho más allá de las propias órdenes impulsaba a Alward a actuar y así instar a sus compañeros que le siguieran. Debían de alguna forma arreglar lo que sucedía en Sevindel, y ello pasaba por acabar con las continuas incursiones nocturnas de los vampiros.

Eiko e Ivens le miraban, esperando órdenes. El Sevna frunció el ceño y miró al frente, justo a los ojos del vampiro jefe, el cual se había quedado retrasado, junto al altar con la mujer que allí yacía.

-¡A por los vampiros!-Ordenó, levantando así su espada y señalando al lugar que ocupaban las criaturas de la noche en la escaramuza.

Entonces, el castaño y los dos stellazios empezaron a correr en aquella dirección, integrándose en la avalancha de Parcas. Eiko desenvainó su espada corta, e Ivens descolgó de su espalda su mítico bastón, haciendo unas cuantas maniobras con este antes de colocárselo bajo una de las axilas.

Cuando Alward llegó al punto de encararse con la primera fila enemiga, en vez de detenerse, placó con todas sus fuerzas con su hombro al oponente que se encontró justo de frente para así derribarlo y quitárselo de encima. Ahora, se encaró con otros más, estos atacaban sin piedad con sus armas, pero el Sevna detenía cada ataque con ambas armas. Había llegado a un punto en el que el control con esta combinación de armas era tal que su defensa era prácticamente infranqueable, y su rapidez y reflejos le ayudaban a visualizar cada ataque enemigo.

Ivens le ayudó desde su posición a quitarse unos cuantos vampiros de encima con un pulso de agua. A continuación, el Sevna activó el encantamiento eléctrico de su arma zurda; la Espada de la Guardia, y con ella atravesar de lleno a uno de los caídos por el hechizo que su amigo brujo había efectuado, y gracias a la conducción del agua, la electricidad pasó de cuerpo a cuerpo llegando a electrocutar a varios enemigos a la vez. Una buena combinación de habilidades, sin duda.

El humano siguió hacia adelante, intentando abrir una especie de camino entre los enemigos, que fácilmente podían llegar a los treinta vampiros. Por el momento, las Parcas parecían únicamente empecinadas en acabar con las criaturas de la noche.

El castaño se encontró con otro tapón de enemigos que le impedían el paso. Estos atacaban con la misma ferocidad que los anteriores, y Alward intentaba responder de la misma forma, pero cuando estás en desventaja numérica y tus aliados están ocupados con sus propios adversarios o simplemente no confían en ti, tienes que tener mil ojos y no descuidar ningún flanco, por lo que el trabajo ofensivo del Sevna se reducía bastante.

De pronto, una gran colmena de abejas fue conjurada por Eiko a los pies de los adversarios de Alward, a modo de distracción. La colmena iba con todo, y rodeaban a los vampiros hasta prácticamente dejarlos incapacitados para seguir combatiendo. Es cuando Alward o alguna de las Parcas de alrededor aprovechaban para acabar con cada respectivo oponente. El castaño brevemente estableció contacto visual con la bruja, y esta muy animada le dedicó un gesto con la mano con el pulgar levantado. El Sevna sonrió de medio lado y siguió con su empecinamiento de abrirse camino. Ahora, varias Parcas se habían propuesto seguir al humano, por lo que le resultaría más sencillo. El número de vampiros se reducía con suma facilidad, quedando prácticamente una delgada línea para llegar hasta el líder y, por ende, el altar.

Al llegar, rápidamente fue asaltado por los vampiros que allí quedaban. Casi todos se abalanzaron a la vez, por lo que el castaño tuvo que tirar de sus más rápidos reflejos y sus motricidad para salir de esa situación. Repelió a cuantos pudo, pero hubo un vampiro en concreto que le pilló por la espalda; portaba un hacha, por lo que el impacto llegaría a atravesar su armadura y acabar finalmente con el dolor de cabeza que estaba resultando ser aquel inesperado espadachín. Pero, Alward con puso su experiencia, capacidad y habilidad al límite y activó el encantamiento ígneo de su espada diestra; Værdi. Se colocó el arma a la espalda, sin llegar a rozar con su armadura pero sí deteniendo el impacto del hacha, la cual se encontró chocando con Værdi en una intensa luchar de poder por ver quién aguantaba más en esa posición. Con este movimiento, su flanco diestro delantero estaba totalmente al descubierto, por lo que uno de los enemigos aprovechó la oportunidad para abalanzarse sobre el humano, pero Alward, muy contundente, le propinó una fuerte patada en el estómago para alejarlo. Otro vampiro le esperaba en su flanco izquierdo delantero, a este simplemente le propinó un fuerte tajo con su espada zurda. Acto seguido, hizo fuerza con su espada diestra para zafarse del ataque del del hacha. El mango de dicha arma se fundió al encontrarse tanto tiempo en contacto con Værdi. Tras eso, el Sevna dio un rápido giro sobre su eje y estocó al enemigo del hacha con la misma espada que le había frustrado el intento de ataque por la espalda. Al que antes había pateado, volvió a ponerse en pie y se abalanzó de nuevo contra Alward, pero este ya le esperaba y, aún con Værdi incrustada en el cuerpo del rival anterior, pudo atravesar el cuello de este con la Espada de la Guardia, la cual aún tenía el encantamiento eléctrico activado [1].

Y, en ese entonces, con sus dos armas incrustadas en dos vampiros diferentes, alzó su mirada hacia el jefe. Este lo observaba atentamente, quizás con curiosidad, o quizás con temor... El castaño recuperaba el aliento, todo lo anterior había requerido dar el máximo de sus capacidades y no había sido fácil.

Sus aliados se encargaban de los demás vampiros. Era la hora de encararse con el jefe. Sacó a la vez las armas de los dos oponentes anteriores y, con un par de florituras, corrió dirección al altar.

Cuando llegó, se detuvo a una distancia segura de su oponente. La chica que yacía sobre la piedra parecía que seguía sumida en un profundo sueño. Alward entonces miró directamente al vampiro jefe.

-...Te daré la opción de rendirte y marcharte. Deja Sevindel en paz...-Aún no había recuperado el aliento del todo, pero su motivación y decisión seguían intactas-Y... Te lo preguntaré una vez más...-Lo miró con más decisión aún-¿Sierpes?

-...-Estaba cruzado de brazos, sin decir una sola palabra. Tan solo observando al humano de arriba a abajo.

Por un momento, tan solo se escuchó el crepitar de la llameante Værdi y los cortos chispazos que la Espada de la Guardia daba desde su hoja hasta el mango, sumado al griterío de la escaramuza a varios metros de distancia.

-No elijas la opción difícil. Habéis causado demasiado sufrimiento aquí...-Se puso en una posición defensiva-...Abandona...-Volvió a insistir-...No todos los vampiros sois malos-Esta última frase la dijo como un fugaz murmuro. Quizás, porque la recordaba de alguien, alguien importante para él.


______________________________________________________________________________

Off: Voy a salirme de los cánones y no tener la típica batalla final contra el "jefe". Le suplico que deje lo que está haciendo y se lleve a los suyos. No tiene por qué haber más muertes y sufrimiento innecesario. Y, como la última palabra corre a cuenta de Sigel, pues veo que este es el mejor cierre que puedo hacer ^^

-Habilidad usada: Contraataque [1]