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Cenizas en la Ciudad Lagarto [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Oromë]

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Mensaje  Sigel Sáb Nov 10 2018, 16:20

Cinco personas montadas en tres caballos. Tami Dankworth cabalgaba sola y unos metros más adelantada que los demás miembros del grupo. Nadie la propuso como líder, se instauró de forma natura. Ella era la única de los cinco que había visto directamente uno de los objetos malditos de Egdecomb y sobrevivido para contarlo. Los gemelos Den y Dan la admiraban, Jannnis estaba enamorado de ella y Sena Miracle la estudiaba como si fuera un animal extraño. Den y Dan viajaban en una misma montura, una vieja yegua que llamaban con cariño La Gorda. El negro caballo de Sena no tenía nombre. Ella venía de una familia acomodada de Lunargenta, de esas que tenían tantos animales y tan poca imaginación que les resultaba imposible nombrarlos a todos. Jannis propuso llamar al caballo “Imposible Miracle”. Sena se negó. Los animales no tenían derecho a tener un apellido humano. Tami estuvo a punto de contestar: ya no existe la familia Miracle, el martillo y el cincel de Egdecomb los mató a todos excepto a ti y como mujer que eres, no tendrás oportunidad de prosperar tu apellido. Se lo calló para ella. No era el momento ni el lugar para acometer contra sus fortuitos compañeros. Los cinco eran víctimas de la maldición de Ian Egdecomb. Dan y Den perdieron a sus padres durante la guerra de Dundarak. Los Miracle era una noble y soberbia familia de Sacresctic que nada pudo hacer contra las gárgolas, Jannis era un caballero de La Guardia que buscaba justicia por su propio pie y Tami Dankworth era la única superviviente de Cos. Fue una casualidad que los cinco se unirían. A quien diría que fue por obra de los Dioses. Tami adjudicaba el valor a La Mujer Amante.

-Me está llamando. La escucho. Noto sus labios rozando mi oreja. Dice que está escondida, que ha encontrado a alguien que la quiere más que yo: una dragona. La odio y La Mujer también la odia, tanto como me odia a mí. Quiere amarnos, a cada uno de los nosotros. Cuando nos tiene atrapados brazos de fuego, nos dice que nos odia. Nos hace parecer horribles y nosotros la creemos. Si conseguimos liberarnos, nos llama. Miente: dice que me ama. Soy una estúpida por creer sus mentiras. – decía Tami abrazada a sí misma. No dejaba que nadie la tocase.

—Tranquila jefa — dijo Dan.

—Encerraremos a la mujer en una botella de cristal — continuó Den.

—Nadie más pasará por lo que estás sufriendo.

Sena tomaba nota en su cuaderno de cuero sin decir palabra y Jannis miraba a la carretera fingiendo que no prestaba atención a las alucinaciones de Tami.

Personajes destacables:

_____________________


El contacto de La Guardia con la Factoría de hombres bestias era una mujer llamada Áddila. Vestía con la parte superior de una armadura de placas con los colores de La Guardia. De cintura para abajo iba desnuda, siguiendo la costumbre y el poco pudor de los hombres bestias. Fue ella quien encontró a los ladrones al sobrevolar los bosques aledaños a las grandes ciudades de Verisar. Sospechaba que un grupo tan grande y variopinto no se encontraría en un lugar demasiado alejado de la civilización. Relató su descubrimiento al lord William Pytton y Jason Bosne por igual. Ambos eran sus líderes y, por su honor, rendiría sumisión a ambos. Jason Bosne llevó a un grupo menor de sus segundas mejores bestias a Vulwulfar. Allí se encontrarían con Áddila y el ejército que lord Pytton unió.

—La Guardia agradece a las bestias su cooperación — dijo lord Pytton a Zafar, el capitán del grupo de bestias.

—Somos nosotros quien estamos agradecidos, mi señor — siseó Zafar.

Lord Pytton intentó, sin éxito, esconder una media sonrisa. Tomó la cortesía del felino con el respeto y el miedo hacia los nobles humanos de La Guardia.

—La amenaza que nos espera en ese lugar es la peor a la que se habrán enfrentado. Espero que estén preparados. Mis hombres lo están — previamente les había relato la historia de Ian Egdecomb (ese brujo psicópata) y sus objetos malditos.

—Haremos lo posible por estar a su nivel — sonrisa cortés.

Áddila escuchó la conversación entre sus capitanes. Ambos ocultaban secretos que el otro no debía conocer. Áddila conocía todos los secretos. Por lealtad a La Guardia y a La Factoría de hombres bestias, no los mencionó.

Personajes destacables:

_____________________

[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]

Se presentó al campamento con una amable reverencia y una sonrisa indiferente. Había oído hablar de ellos: un grupo de marginados y ladrones con invenciones de libertad e independencia. Tami Dankwoth tenía una opinión firme sobre esa gente que se reservaba para sus adentros. Las fantasías de unos pocos jamás conseguirían romper el orden la poderosa mayoría. A no ser que los objetos malditos de Egdecomb estén involucrados en dichas entelequias. Tami, una simple muchacha vestida con el uniforme de su hermano, se enfrentó y venció al orden impuesto por la bruja Rhea en Cos; seguramente porque La Mujer Amante se cansó de la bruja y se encaprichó de la joven humana, de no ser así, jamás hubiera conseguido nada. Rhea habría quebrado la espada de Tami y consumido su valentía con solo chasquear los dedos. Si La Mujer Amante no se escondiera en el campamento de los ladrones, La Guardia la habría encontrado el lugar y matado a todo aquel que levantase ofensa contra ellos. En especial, a esa dragona de la cual toda Aerandir hablaba, incluida La Mujer Amante.

—Mi nombre es Tami Dankworth. Estos son mis amigos: los gemelos Dan y Den, Jannis y Sena Miracle. Venimos en son de paz — de momento.

Narró la historia de los objetos malditos de Egdecomb a los marginados tal como ella la había escuchado tiempo atrás. Diecinueve armas mágicas, conjuradas por error para vencer a un Hombre que se le tomaba por Muerto.

—Oromë Vanadóttir posee uno de los objetos, La Mujer Amante. Es una llama de fuego con forma de mujer desnuda. Aparece en las hogueras durante noche. Se oculta en las cenizas cuando el fuego se consume. El objeto es peligroso. Debemos… — tragó saliva, el único gesto de debilidad durante toda la oratoria — … tomar el objeto y entregarlo a los sabios brujos del Hekshold para que lo destruyan.

—Cogeremos el objeto por las buenas o por las malas. Sois vosotros los que elegís. — Jannis se desabrochó la capa mostrando las empuñaduras de sus dos espadas — por las malas nos resultará más divertido.

_____________________

* General: Este es el primero de los cuatro temas de “Las cenizas de la Ciudad Lagarto”. Transcurre durante la noche.
La Ciudad Lagarto es asaltada por La Guardia de los humanos aliada con La Factoría de hombres bestias y por un grupo independiente de cinco personajes.
El objetivo común y principal de vosotros 4 usuarios será proteger o asesinar a Oromë de los ataques que tienen lugar. Cada uno de vosotros tenéis intereses marcados que especificaré de forma personalizada más abajo. Tomaremos este primer tema como una toma de contacto.
Como somos muchos usuarios en el evento, lo haremos de la siguiente manera: en cada capítulo seleccionaré a uno o varios vosotros. Diré: “Se decidirá la continuación o final de este personaje”. Esto quiere decir que es posible, según el daño recibido y las acciones tomadas durante el tema. De ser “final”. Este usuario quedará noqueada por el resto del capítulo (tal vez aparezca en el capítulo de Eltrant o Dag) dando paso a un siguiente personaje. Lo mismo diré con algunos npcs menos poderosos e importantes que otros.
El orden de turnos de posteo será el marcado a continuación. No está de más decir que quién se lo salte será penalizado. Igual que será penalizado el metarol y las faltas de respeto hacia otros usuarios.
Cabe señalar que, aunque haya mencionado los personajes principales de cada grupo, podéis inventaros todo un ejército de hombres de La Guardia de humanos o de bestias de La Factoría. Estos personajes servirán como carne de cañón (salvo en los casos que diga lo contrario). Carecerán de nivel y especialización y no formarán parte relevante de la trama. El grupo de Tami Dankworth son, estrictamente, cinco personas.
Tenéis un máximo de 2 a 4 turnos de combate. Una vez finalizado los 4 turnos, cerraré el tema aunque no hayáis cumplido los objetivos, daré la resolución y empezaremos el siguiente. Tranquilos. Es normal no cumplir los objetivos ya que si digo que X debe de hacer algo e Y debe impedir que X haga ese algo, es imposible que los dos tengan éxito en su empresa.
El pvp corre de vuestra cuenta. Demando lógica y respeto. La suerte que Oromë ha sacado en el oráculo no influye en el pvp.

1. Oromë Vanadóttir: en estas últimas noches te has quedado embobada mirando el fuego de la hoguera. No sabías el porqué hasta hoy. Escuchas la historia de Tami Dankworth pero no crees que sea cierta. La Mujer Amante no parece tan terrible como ella la pinta. No te entregarás a Tami. Es más, tomas una ofensa que haya venido a amenazarte, a ti y a toda tu ciudad. Tomas la iniciativa de atacarles, de proteger lo que es tuyo. El lugar donde escondes La Mujer Amante es un secreto. Te lo he dicho por mp. Esconde bien el secreto y sé consciente con quién deseas compartirlo.
Consecuencia de la profecía de Samhain: Tres usuarios, tres cuervos, de La Ciudad Lagarto, saben lo que has estado haciendo las últimas noches y reconocen la obsesión que, poco a poco, La Mujer Amante hace en ti. En un principio, tú no te has dado cuenta que te han estado espiando. No sospecharás de sus intenciones.
Consecuencia de la suerte del Oráculo: Los dioses te sonríen. Aunque Tami Dankwoth conoce tu nombre y una vaga descripción sobre ti, nunca te ha visto. Puedes disfrazarte y fingir ser otra persona.

2. Rumpel: debida a tu afinidad al fuego, sientes la magia y la atracción de La Mujer Amante. Si Oromë ha estado viendo el fuego sin prestar atención a nada más durante largas noches del campamento, tú has estado espiándola.  Quieres hacerte con el objeto maldito de Egdecomb. Dominas el fuego, tienes el derecho racial y mágico de poseerlo. Si tienes la oportunidad, te aprovecharás de Oromë para arrebatarle La Mujer Amante. ¿Pondrás a tu magia por encima que a tu amiga? Tengo ganas de verlo. Juego de mentiras y traiciones, disfrútalo.

3. Reivy Abbader: tienes especial cariño a Oromë. Tú misma lo dijiste. Ha sido tu amiga durante todo este tiempo. No crees en la historia que ha contado Tami Dankworth. Oromë nunca te ha hecho nada malo. Ella no es la bruja de Cos. Defenderás a tu amiga cueste lo que cueste. Eres capaz de dar tu vida por ella.
Consecuencia de la profecía de Samhain: es obvio que la amiga de la profecía es Oromë. No creerás en la palabra de nadie que no sea la de ella. Pase lo que pase y sin importar las pruebas que te muestren. Confiarás más en tu amiga que en tu “madre”.

4. Alward Sevna viajas con el grupo de La Guardia. Conoces el secreto de Prytton y sus verdaderas intenciones pero no el de Zafar. Este secreto es el siguiente: La Guardia desea conseguir los secretos de Egdecomb para utilizarlos para defenderse de futuros ataques de nigromantes. No volverán a dejar Lunargenta a su merced. No sabes que Oromë posee el objeto ni de qué se trata. La Guardia y las bestias llegan a La Factoría poco después que el grupo de Tami. Lo único que sabes de Oromë es que su cabeza es la más cara del lugar. Piden un alto precio por ella. Cumple con los objetivos de la Guardia: asesina a Oromë.

En este tema se decidirá el final o continuación de los siguientes personajes:
Reivy Abbader , Rumpel , Alward Sevna , Den , Dan , Áddila , Itori , Otamis y lord Prytton.

Los otros personajes y npcs principales mencionados, por muchos ataques que les arremetéis, no serán derrotados en este tema, sino, que al ser importantes en la trama, merece la pena que participen en un par de temas más. Recordad que los personajes que sí he mencionado no podéis matarlos. El resultado de la posible vida o muerte de cada uno, sean npcs o personajes de usuarios, lo daré en el cierre del tema.


Última edición por Sigel el Miér Ene 09 2019, 11:14, editado 2 veces
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Mensaje  Oromë Vánadóttir Lun Nov 12 2018, 23:01

No había cartas que recibir hoy, tampoco alguna lo suficientemente importante como para enviar. Las tan acostumbradas noticias que recibía de Elide, ahora brillaban por su ausencia. Estaría mintiendo si dijera que no le molestaba aunque sea un poco, al contrario, durante el día se sentía ansiosa y cada vez que D'Leh estaba dentro de su rango de visión, el joven repetía al igual que tantas veces antes, una mirada de disculpa y una negación.

Agradecía las noches y sus momentos de completa soledad. Nadie se atrevía a molestarla a menos que fuera necesario. A veces se preguntaba si la veían como lo hacía ella, danzando seductoramente. Puede que el que estuvieran tan borrachos la mayoría del tiempo, fuera un factor importante a la hora de discernir entre lo real y una ilusión. "Tal vez estoy ebria" se decía, pero a su alrededor nunca había una botella o copa vacía.
Desde el momento que vio al fuego tomar forma, no pudo quitar sus ojos de la hoguera. Estaba en paz frente a las llamas, como si allí mismo en el crepitante fuego, pudiera vislumbrar a toda su familia y saber que estaban bien. La mujer que veía en ellas parecía asentir cada vez que pensaba en ellos, reafirmando su creencia. Pero esta noche no le diría nada, pues no estaba en ningun lugar para ser vista.

Tenía visitas y no deseaba compartir con nadie lo que solamente ella había encontrado, aunque esta fuera su preciada amiga.
Reivy y la niña que la acompañaba, eran una muy bienvenida distracción a la rutina autoimpuesta por el lagarto y su posición "privilegiada", que según su punto de vista, no era más que un calvario el cual ponía a prueba su paciencia. A veces era insoportable ver las mismas caras una y otra vez, incluyendo la de sus compañeros. Y el que fueran los lideres de un pueblo en desarrollo, no significaba que ella pasara su tiempo con Rumpel y Matthew. Cada quien tenía su trabajo por hacer y sí, se consultaban cosas,pero eso no decía nada sobre tener asuntos a sus espaldas. Estaba mas que segura que ellos pensaban igual.

-Aun me cuesta creer que hayas venido. Sabes que puedes escribirme ¿no? Esto no es lugar para una niña-Si ella tuviera que adivinar, diría que algo la estaba preocupando, pero no dijo nada al respecto.
Pasos resonaban en las cercanias y un vistazo rapido a su alrededor le dijo que era D'Leh, trotando rápidamente hacia ellas con la cara labrada en piedra. -Señora, un grupo de personas ha entrado al campamento y al parecer la estan buscando-Frunció el ceño. -¿Buscando? Pueden hacer fila- Puso los ojos en blanco mientras señalaba una hoja arrugada en el suelo. A lo lejos se podía visualizar muy bien la palabra se busca y el nombre de la dragona. -Mi señora, ellos...- Oromë se levantó de un salto. -¡Ya basta!, yo misma iré a ver quien diablos esta distrayendo a mi gente de sus deberes- La sonrisa que le regaló al joven aprendiz prometía sangre y toda clase de pesadillas, y él hizo bien en ocultar el escalofrío que recorrió su columna.

No le fue dificil saber donde debía ir, la multitud reunida casi en pleno centro del campamento eran una clara señal.
Estaba a punto de gritarle a cada uno de aquellos ladrones que dejaran de holgazanear, pero un poco antes de unirse al tumulto del fondo, ella simplemente se detuvo. Primero que nadie la miraba, ni siquiera se habían enterado de su presencia, y segundo, aquel extraño grupo realmente decía su nombre y una historia que, seguramente, usaban para obligar a los más pequeños de que era hora de dormir.

"Equivocados, estan equivocados" se repetía a si misma mientras luchaba por controlar su furia. Daba gracias a la oscuridad y de estar tan al fondo, nadie la vería mientras lentamente se ocultaba a un lado de una tienda. Un borracho que lucia como si nunca hubiera tenido mejores días caminó con dificultad muy cerca de Oromë, que ni lenta ni perezosa, lo detuvo por el cuello de su ropa. -Dame tu capa y te daré esto- Una brillante moneda le ganaba por lejos, a un viejo trozo de tela. -Una cosa mas y tendrás dos- Mientras juntaba tierra humeda, susurraba al oído del viejo ladron. Un minuto más tarde, él se había ido, ella tenía el rostro y su ropa cubierto de mugre, y el cabello escondido detras de la agujereada capucha.

Su postura ahora era desgarbada, sus manos a la altura de su pecho temblaban lentamente, como si la falta de alcohol estuviera jugandole una mala pasada y había optado, por razones que iban mas allá que solamente adquirir un papel, estar descalza mientras se unía al gentío. -Por favor, aquí no solo hay ladrones, y la mujer de la que habla nos ha dado comida y un lugar donde dormir a nosotros que ya no tenemos mas nada que perder. Se lo suplico, no nos lastimen- Los segundos pasaban y su corazón latía con fuerza. -No sé uuusteed, jovencita, pero aquí ustedes son 5 contra nosotrooos y si algo hemos aprendido eees que no hacemos naaada gratissss- La voz del alcoholizado ladrón hacía eco a su alrededor y muchas otras se le unieron. Algunos sacaban sus armas mientras que otros, parecían dudar sobre si vender a una de sus lideres o matar a los intrusos.
"Peor es nada" se dijo a si misma a la vez que se unía a un grupo de mujeres que se alejaban para evitar ser parte de la masacre que de avecinaba.
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Mensaje  Rumpel Miér Nov 14 2018, 12:53

- ¿Dónde se habrá metido esta mujer? - me pregunto sentando en una de las mesas de mi tienda observando el hueco vacío que suele ocupar mi pupila. - Nada le impide marcharse, pero. se agradecería la educación al menos de avisar.

Me entretengo mirando los planos diseñados para el futuro establecimiento que iba a ser aquel amasijo de tiendas desordenadas, ya se habían comenzado a llevar a cabo las primeras obras, algo que había costado más de lo imaginado. El tener ladrones, asesinos y mierda varia para hacer una ciudad retrasaba bastante el avance de las construcciones. Tenía que emplear prácticamente a la totalidad de la guardia recién fundada para mantener el orden. Empezando, como no podía ser de otro modo, por la residencia y castillo de "nuestra gloriosa y lagarteja majestad". Comenzaba a odiar a esa maldita lagartija inepta, era un estorbo, nada más. Ni siquiera había sido suyo el logro de todo lo que habíamos conseguido los tres, sólo se había quedado como el pleno beneficiario.

- Tiempo Rumpel tiempo... - tamborileo los dedos en la mesa. - Con ese objeto a lo mejor... - me muerdo el labio recordando la escena.

El bello cuerpo de Orome baila alrededor del fuego, pero para mi sorpresa esa belleza femenina irresistible para muchos hombres pasa a un segundo plano, opacada totalmente por el fuego de su tienda, dónde mis ojos creían ver a una segunda mujer más hermosa bailando también, sonriéndome con una picara mirada. Sonrío como un bobalicón sin darme cuenta. Pero niego con la cabeza cuando soy consciente de que llevo unos cuantos minutos ensimismado.

- ¡No! ¡Control Rumpel! ¡Control! - me doy palmadas en la cara para despejarme. - Es peligroso... seguro que lo es... De no serlo no tendría estos efectos en nos... He de ser cauteloso. Como caiga en algún tipo de hechizo será mi deshonra. - y es que con los objetos mágicos nunca se sabe, más si puede ser más antiguo que el mundo.

Me levanto y camino por la tienda, intentando despejarme.

- ¡Señor!

- ¿Sí señor Flich? - respondo sin girarme siquiera cuando el guardia entre en la tienda.

- Hay llegado nuevos visitantes, son sospechosos no soy...

- ¿Escoria?

- Si... Algunos incluso parecen peligrosos...

- Bien... potenciales reclutas para potenciar nuestro honorable cuerpo de guardias. - le lanzo una moneda a mi siervo. - Buen trabajo, reúne a los chicos y llevadme hasta ellos. Quiero juzgarlos por mi mismo.

Off opcional:

Al salir, camino lento hacia el centro del improvisado campamento, esquivando mierdas, vómitos y borrachos.

-Cuanta decrepitud... Deberemos hacer algo con esto... Por el bien de mis botas. - me limpio en la pechera de uno de los borrachos que yacen sin sentido en el suelo.

Al llegar al centro del campamento, no tardan en llegar el señor Flint con tres hombres y dos mujeres de aquellos a los que les tocaba jornada de descanso, lo que no quiere decir libre. Sino más bien que estaban en activo en caso de imprevistos, como ese.

-Escuchemos a ver...

Una joven comienza a narrar una historia bastante interesante sobre unos diecinueve objetos mágicos para matar a un hombre no muerto. Entre ellos hay uno que se asemeja a lo que veo cada noche en la tienda de Orome.

- Interesante...- ese tal Egdecom me era desconocido, sería un placer conocerlo para obtener más información.

- Señor...

-Dígame señor Flint.

- Los vigías han interceptado a un gran grupo de la Guardia, - Flint tragó saliva. - Están dentro de la base Bio y se dirigen hacía aquí. Creo que nos han encontrado.

- ¿Tan pronto? - el poner vigías era algo que haría cualquiera con algo de cabeza, menos mal que Ciudad Lagarto me tenía a mí para eso. - Reúne a los demás, hay que aplicar el plan de contención. Aunque dudo que vengan a por nosotros especialmente...

Miro al grupo que continua con la historia. Demasiadas casualidades juntas. Un grupo sospechoso que iba bien armado y con lo que parecía ser gente veterana en el combate, un objeto poderoso en manos de Orome y ahora un puto ejército de la Guardia. Demasiadas coincidencias. Además, estaban alzando a Ciudad Lagarto contra sus bondadosos líderes.

- Señor Creed. - Flint se había largado a aplicar las medidas de contención. - No quiero rebeliones en mi campamento. - señalo a la turba que se reúne y comienza a tener deseos de ayudar a esa gente. - No entréis en combate, sólo quiero que los disperséis, decid que se da el toque de queda. Es más, - pongo una mano en su hombro. - Decidlo en nombre de Jefe de Seguridad, mi persona ser Gregor. Y dad el aviso de que la Guardia se acerca hacía aquí, que deben de esconderse en el bosque. Eso provocará el caos necesario para evitar males mayores. Rápido. Luego uniros al señor Flint para el operativo de contención.

Yo tenía una charla más interesante que dar con cierta mujer de cabellos platinos.

Me dirijo a la tienda de Orome a toda la velocidad de la que soy capaz. Pero al entrar veo que no hay nadie.

- Mmmm... - sin duda es el mejor momento para buscar lo que se supone que escondía aquella mujer.

Comienzo a buscar por los cajones de los pocos muebles y baúles de los que dispone, Ciudad Lagarto aún no da grandes lujos como para tener mucho más, ya los dará, en su debido momento.

Pero al poco tiempo siento como alguien está fuera de la tienda y me detengo aparentando normalidad y dejando las cosas lo mejor colocadas posible.

- Señorita Orome. - hago una pequeña reverencia. - He venido a advertiros de que vienen a por vos... Un grupo variopinto y armado hasta los dientes os busca, para arrebataros un... objeto peculiar. - ando por la pequeña sala de la tienda mirándola fijamente. - Y no sólo eso, también estamos a la espera de que llegue la Guardia. - señalo uno de los carteles de Se Busca que hay arrugados con furia en uno de los rincones de la tienda. - Bien sabéis que no me importan vuestras actividades ilícitas, tenéis el derecho y el deber de hacer con vuestra vida lo que gustéis, pero como responsable de la seguridad de este... campamento, no puedo mirar hacia otro lado cuando ponéis en peligro la seguridad de todos. - me voy a una de las sillas colocadas como una sala de estar y me siento cómodamente. - Así que nos será franco con usted e irá al grano. Es lo menos que puedo hacer a cambio de que cuidarais a aquel chiquillo cuando salimos de Lunargenta. - hago una inclinación con la cabeza en señal de respeto. - Pero tras ello la deuda estará pagada, os advierto. - inspiro hondo y me reclino en la silla. - Nos sabe bien que escondéis un objeto poderoso en esta tienda. Es el trabajo que se me ha encomendado, a fin de cuentas. Detectar las amenazas. Y está nos ha traído a un grupo de aventureros que va a por usted y a toda la Guardia. Obviamente no podemos prescindir de nuestra Jefa en Salud Pública así a la ligera, pero... Puesto que esto sería un favor personal a usted, no le va a salir gratis. Si queréis la ayuda de nos, y de todos los recursos a mi alcance, vais a tener que hacer una... concesión. - me pongo en pie mirándola totalmente en serio, dejando entrever que aquello no era una amenaza como tal, pero si un toque de atención muy importante. - Nos desea investigar el objeto del que disponéis. Esto no quiere decir que me lo vaya a quedar, pero dudo que sepáis lo que en realidad es. Sin ánimo de ofenderos por supuesto. Se que está vinculado al fuego, mi especialidad, y que es lo suficientemente importante como para que haga acto de presencia un grupo de aventureros a por vuestra cabeza y todo un regimiento de la Guardia. Coincidirá conmigo en que es una petición razonable que debamos saber lo que es, ¿no? y puesto que nos es el único con conocimientos mágicos, es la única persona capacitada para hacerlo. Además, es sólo echar un vistazo. ¿Qué mal os puede hacer eso en comparación a todo lo que podéis ganar? - me quedo parado frente a ella. - Nos os está ofreciendo un buen trato, más de lo que podrías esperar de alguien como nos en una situación como esta. Ya que estáis en clara desventaja y me sería más fácil negociar con vuestros perseguidores. Pero de esa forma pago mi deuda, ofreciéndoos un contrato ventajoso. En vuestra mano queda determinar en qué bando queréis que quede. Elegid con sabiduría, no me decepcionéis.

Aclaraciones:
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Mensaje  Reivy Abadder Sáb Nov 17 2018, 12:25

Aquel inicio de ciudad no eran mas que un montón de tiendas harapientas, que entre ellas conformaban estrechas calles llenas de barro, orín y otras cosas que era mejor no nombrar. Una precaria barricada de madera con algunos puestos de vigilancia mediocres saludaban a la lejanía del horizonte.
Encontrar a Oromë no fue complicado, gran parte del populacho conocía a la dragona de ojos dorados y aunque no la conocieran, no hubiera sido descubrir que las carpas mas grandes pertenencia a los mas importantes y en una de ella se encontraba Oro, y junto a ella estábamos nosotras dos, hija y madre preparadas para proteger a la tía de la pequeña.

-Las cartas no te van ayudar a protegerte. -La mire preocupada mientras jugaba con el vaso vacío que tenia en las manos. -Lavey ya es capaz de defenderse.
-Es cierto tía. -Replicaba la joven lagartija comprobando la cuerda de su arco. -Y también puedo cuidar de ti. -Ahora sonreía alegre a la dragona de cabellos plateados. Tenia cara de querer decir algo mas, pero se callo cuando entro el sirviente de su auto-proclamada tía.

Al parecer el intento de ciudad estaba teniendo alguna clase de altercado peculiar, y digo peculiar porque aquí habían problemas todo el tiempo. Cuando llegamos al punto caliente del acontecimiento, un pequeño grupo con una pareja de guerreros y un trió de niños, conformado por dos barones guerreros y una morena de aspecto tétrico, esperaban de pie a que toda la gente se agolpara a escuchar lo que tenían que decir.
Y lo que dijeron era todo un disparate, ¿Oromë dueña de un objeto maldito? Esta gente estaba loca. No era la clase de encuentro que esperaba, en mi mente se había formado la idea de una panda de matones caza recompensas, pero estaba claro que esta gente la paz les iba a durar poco.
Sin embargo Oro no parecía estar dispuesta a enfrentarse al grupo, mientras ellos hablaban ella se había camuflado entre la multitud e incluso había levantado la voz haciendose pasar por un mendigo.

-LA GUARDIA. VINE LA GUARDIA. -De repente el grito de un hombre anónimo se escucho en la lejanía y las campanas de los puestos vigía comenzaron a sonar. -¡Vienen a por nosotros! -Quieren mi cabeza. -Han delatado nuestra ubicación. -SÁLVESE QUIEN PUEDA.
La histeria colectiva corrió como la pólvora, los gritos de los indigentes y los ladrones se volvieron una cacofonía incompresible. El caos se adueño de las calles, la gente empezó a dar empujones y acorrer en todas direcciones. Ya no les importaba la recompensa que se pudiera ofrecer por su líder, ni les importaba los 5 desconocidos que habían formado un corro en la plaza, ahora solo les importaba su vida... y el pillaje.
Mientras que la gran mayoría se volvió una estampida humana, una pequeña parte aprovechó para meterse en las tiendas ajenas y arramblar con cualquier cosa de valor.
Una de las tiendas que estaba siendo saqueada sufrió la mala suerte de tener un brasero cerca que callo rodando a los pies de la entrada, el fuego no tardo en morder las cuerdas y tela de la precaria vivienda.
Por otra de las calles el gentío había formado un cuello de botella y el embudo estaba provocando aplastamientos y conglomerados de gente, que gritaban desde abajo de otras personas peleando inútilmente por conseguir un suspiro de aire.

En cuestión de minutos el caos reinaba en lugar. En medio medio del caos el grupo de buscadores de objetos malditos se había separado, los primeros en ser llevados por el rió de gente fueron los jóvenes, por mas que pelearon e intentaron por todos los medios seguir juntos, no lo consiguieron.
Por otro lado yo hice lo que el instinto me dictaba, cambie de forma tan rápido como pude. El proceso fue doloroso a causa de la falta de tiempo y los cada vez mas claros rugidos solo consiguieron esparcir mas la histeria y la desesperación entre la turba. Lo único que quería era proteger a mi gente, en medio del cambio agarre entre mis brazos a Lavey y Oromë y las encerré bajo mi cuerpo, recogí la cola contra las patas, cerré las alas formando una cúpula y enterré la cabeza contra el pecho para protegerla.

Las primeras personas que chocaron contra mi o que intentaron escalarme, salieron despedidas o cayeron rodando al suelo con temblores y espasmos, el manto eléctrico que siempre rodeaba mi cuerpo enseño rápidamente que mi presencia era un obstáculo que tenían que evitar. Tras unos cuantos golpes y unas pocas caídas, la mente colectiva de la estampida evito por completo mi ser, como si fuera una piedra gigante en el camino.

No sabría decir cuanto tiempo había transcurrido, podían haber sidos minutos o podrían haber sido segundos, pero al final, en el epicentro solo quedaban un puñado de tiendas desmontadas y una nube de polvo que poco a poco iba reposando.
Note como dos cuerpos se movían por debajo, eran Lavey y la tía Oromë que aprovechaban la densa nube para escabullirse del lugar, levante la cabeza y los únicos que quedaban en pie eran los cinco buscadores... no, los cuatro buscadores. Moví patas y cola con rapidez hasta quedar de pie sobre mis cuatro extremidades, junto a mi se hallaba el cuerpo inerte de uno de los barones mas jóvenes, el que tenia la armadura mas pesada. Pobre, entre la gente y la electricidad no pudo hacer nada.

-Esto a sido mas fácil de lo que pensaba. -Tanis me miraba con sonrisa lobuna. -Un gusto conocerte, Oromë.

-Estupendo. -Ahora era Jannis la que hablaba. -Parece que sera por las malas.

____
Off: El que esta tendido en el suelo es Den. Mi idea es que se quede inconsciente, por la vapuleada de la estampida (yo me lo imagine a lo Rey león *_*) y por el choque eléctrico que recibió en la armadura. Como es un npc de Sigel, simplemente lo e dejado tirado en el suelo, para que ella decida si realmente se quedo O.K o si por el contrario a resistido el asalto. El resto de npc estan intactos.
P.D: Oromë a tenido un problema con su modem y hasta el 26 no tendrá internet.
Habilidad racial: Transformación en dragón.
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Mensaje  Alward Sevna Dom Nov 18 2018, 14:03

-"Si las estrellas cayeran del cielo, vendrían a iluminarnos. Si alguna vez los mares se secan, ellos los llenarían. Podrían hacer mucho más, ninguna raza mortal estaría jamás satisfecha, pero nunca se cansarían de iluminarnos."-Se decía Alward una y otra vez a sí mismo, mientras estaba sentado en una gran roca, con la mirada baja, los codos apoyados en sus rodillas y las manos estrechadas. No era un rezo, aunque bien se podía considerar uno. Simplemente era algo que le ayudaba a distraerse cuando la situación se ponía tensa.

El mercenario se encontraba en un campamento repleto de hombres-bestia de la Factoría y soldados pertenecientes a la Guardia de Lunargenta. Estos dos bandos se habían aliado para asaltar una nueva ciudad que asomaba su más que apreciable peligroso potencial. Aunque, no era la ciudad en sí lo que atacarían, sino a alguien que allí residía. Una dragona de ojos ambarinos y cabello plateado. Una hermosa y sigilosa asesina, además de ladrona. Había escuchado varias historias de sus "fechorías" por el campamento. Precisamente ese era el motivo por el que habían contratado al Sevna, dar caza a la "Dragona Plateada". Mientras, la Guardia buscaría un objeto mágico de gran valor y con una complicada historia detrás.

-El Cuento de los Stellazios. Me encanta esa historia.-Dijo Emmanuel asaltando a su amigo.

Alward levantó la mirada hacia el arquero

-Si estás en los Stelliazos, te tiene que gustar esa historia-Dijo mostrando media mueca de sonrisa

-Aunque no compartamos nombre-Dijo de forma sarcástica mientras se ponía los brazos en jarras

Alward rió, y era cierto. El nombre de su grupo de mercenarios no era del todo correcto en concordancia con su origen, pero ya se quedó así implantado, y siempre era objeto de gracietas y burlas por parte de los propios componentes para con su creador; el elfo Rischer.

-Por cierto, ¿Y Moses?

-Pues, como siempre, retando a medio campamento para demostrar su fuerza-Dijo mientras señalaba hacia atrás con su dedo pulgar. Y, efectivamente, allí estaba el guerrero más avezado, reconocido por su fuerza bruta, sentado en una mesa, dentro de una tienda, frente a frente con un hombre perro que le sacaba bastantes cabezas y le ganaba sobradamente en musculatura, haciendo un pulso en el que no había un claro ganador y donde los bíceps de ambos se desgastaban como si de una épica contienda se tratase.

Tras observar la escena, tanto el arquero como Alward se echaron a reír. El bueno de Moses nunca cambiaría, y siempre daba espectáculos dignos de ver, siempre buscando alguna "competición" que ganar.



______________________________________________


Hace unos días...

______________________________________________



La Guardia tenía una misión. Querían asaltar el nuevo asentamiento de bandidos que se había establecido cerca de la base de los bio-cibernéticos. De paso, limpiarían un poco el lugar de escoria. Esta acción la harían en conjunto con la Factoría de los hombres-bestia, algo que no era habitual... ¿Por qué querrían ayudar los de la Factoría a Lunargenta?

Un alto cargo de la Guardia, de nombre Lord Prytton, se había personado junto a otro miembro de esta, un tal Henry Bowers, en el despacho de Rischer, líder del grupo de mercenarios "Stelliazos". El elfo había hecho llamar a Alward Sevna, Emmanuel Castle y Moses Williams a la reunión. Claramente ya se habían escogido quiénes harían el trabajo del cual Lord Prytton quería hablar.

Rischer y Prytton estaban sentados frente a frente en la mesa que presidía el despacho. Al lado del Lord estaba su acompañante, en pie y con una postura firme. Emmanuel se encontraba apoyado de espaldas al lado de la puerta, cruzado de brazos, Moses estaba en la misma posición pero detrás de Rischer. Alward, por su parte, estaba sentado en un baúl que el elfo tenía allí en la habitación. Todos observaban atentos la conversación entre los dos hombres líderes.

-Después de vuestra intervención en la liberación de la ciudad, la Guardia os tiene en alta estima, Stelliazos.

-Es de agradecer-Asintió levemente con la cabeza-Sabed que no solo lo hicimos por el dinero. No somos mercenarios al uso.

-Me alegra oír eso-Respondió con un tono más cordial-También tenemos entendido que uno de los vuestros no escatimó en esfuerzos... Aunque con un resultado fallido en su persecución-Desvió la mirada hacia Alward, el cual se ruborizó e intentó mantener la compostura, dejando escapar una tos incómoda, a lo que el Lord respondió con un leve sonrisa-No se preocupe, Sevna, tenemos bien sabido que hizo lo que pudo

-No creo que hayáis venido a esta humilde taberna solamente a elogiar a unos mercenarios, ¿No es así?-Interrumpió. Posó sus manos sobre la mesa y agarró una carta elegantemente sellada y con una caligrafía digna del mejor escriba de Lunargenta-En vuestro mensaje decíais que teníais un trabajo

-En efecto-Devolvió la mirada hacia el elfo-Y me gustaría que esta conversación no saliese de esta habitación

Tras esas palabras, Rischer miró a cada uno de sus chicos, todos estos asintieron con seguridad. Le daban su palabra.

-Así será-Miró de nuevo a Prytton reforzado por la confianza de sus hombres

En ese entonces, Lord Prytton empezó a contar todo el plan de asalto a Ciudad Lagarto. La Guardia necesita un objeto mágico que se encuentra en dicho asentamiento para poder defender la ciudad de Lunargenta de futuros ataques enemigos. Y no era ninguna sorpresa que Lunargenta y su Rey tuviesen enemigos. También pusieron precio a la cabeza de una dragona que, según Lord Prytton, les traería problemas en la consecución de su objetivo. La tarea de los mercenarios era sencilla: conseguir la cabeza de aquella mujer.



______________________________________________



Era una competición tensa. Un hombre perro de dos metros frente a un simple humano. Los codos perforando la mesa, los bíceps en tal tensión que parecían que iban a estallar. La cara del humano roja como un tomate, la lengua del perro fuera y salivando por el esfuerzo. Ambos se mantenían la mirada, al igual que el intenso pulso. Nadie cedía. Un grupo de humanos de la Guardia y bestias de la Factoría se habían amontonado alrededor de aquel lugar, expectantes para ver lo que acontecería esa épica batalla.

Alward y Emmanuel se abrieron paso hasta llegar a la primera fila. El pulso entre Moses y ese hombre-bestia había generado más expectación de la que debería.

Finalmente y de forma totalmente inesperada, Moses se hizo con la victoria en un momento de flaqueza del hombre perro. Con un contundente giro de su brazo, logró tumbar al peludo animal y llevarse la victoria.

-¡SÍIII!-Alzó sus brazos con suma felicidad. Estaba incluso sudando, nadie nunca le había plantado tanta cara.

-Oh, por Odín, ahora se llevará meses hablando de esto...-Miró de reojo a Emmanuel

-...Que los dioses se apiaden de nosotros

De pronto, entre la multitud se abrió el líder al cargo de la Factoría en ese momento; Zafar. Un felino bastante grande, aunque no tanto como el perro al que acababa de tumbar Moses.

-—¿Cómo puedes permitir que te gane un humano en un simple pulso? —Dijo a modo de escarmiento hacia el hombre perro, dejando escapar al final una sonrisa haciendo saber que le divertía la situación

-¿Quieres probar tú también, gatito?-Soltó con un tono amenazante y superior, levantándose de su asiento.

Zafar se quedó unos segundos mirando a Moses, con recelo y cierto arrojo. En ese momento, Alward y Emmanuel salieron al rescate de su amigo. El arquero taponó la boca de su compañero y el Sevna se disculpó ante el felino.

-¡L-lo sentimos, mi señor!-Se inclinó hacia adelante a modo de reverencia-Tenéis que perdonarle, no sabe controlarse

-...A veces solo piensa con los músculos en vez de con la cabeza-Dijo aún sosteniendo a su amigo y tapándole la boca mientras soltaba una sonrisa falsa para calmar la situación

El hombre bestia rió y se puso una mano en la cintura, mostrando una pose despreocupada.

-—No os preocupéis —Miró a cada uno del trío con detenimiento—Espero que demostréis ese desparpajo y valentía en el campo de batalla —

-Por supuesto, señor-Se inclinó de nuevo

-—Y vosotros, ¿Qué estáis mirando? ¡Volved a vuestros puestos! —-Dijo refiriéndose a los curiosos de alrededor mientras los espantaba sacudiendo sus manos. Una vez que estaban "solos" y la mayoría de hombres-bestia y humanos se habían dispersado de nuevo por el campamento, Alward se acercó a Zafar, que aún no se había ido de allí

-...Señor, ¿Puedo preguntaros por qué la Factoría ayuda a la Guardia de Lunargenta...?

-—¿Hmm? ¿A qué viene esa pregunta, mercenario? —

-Solo... Me parece un acto demasiado altruista, señor. Si lo hacéis solo por ayudar, os admiro.

-—Mercenario, te aconsejaría que no te inmiscuyas en nada más allá de tu contrato —

Tras eso, Zafar hizo un gesto de despedida y se marchó del lugar, dejando finalmente allí únicamente a los tres Stelliazos. Moses logró zafarse de la opresión de Emmanuel con cierta molestia en su mirada, mientras que Alward miraba al arquero con un gesto de desconfianza. Pero el hombre bestia tenía razón al fin y al cabo; no debería de inmiscuirse en temas ajenos.



______________________________________________



La Guardia y la Factoría arremetieron sin piedad contra la "Ciudad", si es que podía tener ese calificativo. Más que ciudad parecía un circo ambulante enorme, con carpas y tiendas bastante simples, aunque alguna más que otra. Sin duda las más adornadas, decoradas y cuidadas pertenecían a aquellos que estaban al cargo de toda esa marabunta de ladrones y asesinos.

Muchos de los bandidos empezaron a huir, pero otros plantaron batalla a los asaltantes. La ofensiva entró con bastante facilidad en tras los "muros" de la ciudad. Claramente aquellos bandidos y maleantes no eran rival para soldados entrenados y bestias formadas en el arte de la guerra.

Pero, algo retrasó bastante la ofensiva. De pronto, se formaron estampidas y huida masivas que se echaron encima de los soldados y bestias. Si no había más remedio, habría que abrirse paso a espadazo limpio para conseguir el objetivo. Alward se separó de sus amigos, por lo que estaba rodeado de muchos rostros desconocidos, tanto soldados, como bestias como bandidos. Tenía que arreglárselas para apartarse de todo eso y encontrar a esa tal "Oromë". La descripción de "cabello plateado y ojos ambarinos" era lo único que tenía.

Más de un bandido intentó acabar con la vida de Alward, pero este era más habilidoso y conseguía quitárselos de encima con facilidad. Si arremetían contra él, bien los repelía con su espada o les daba una finta y luego contraatacaba. No tenía rival en ese momento. El griterío y el sonido de las armas clavándose en la carne, chocando con otras y demás proyectiles siendo disparados hacía que realmente el Sevna estuviera perdido, todo era un auténtico caos que incluso superaba las expectativas de la Guardia y la Factoría. No podía perder el tiempo en la batalla, tenía que encontrar a la dragona, o al menos a sus amigos....

En ese momento, un gran estruendo se escuchó por todo el asentamiento, seguido de rugidos y retumbes. Parecía como si la misma tierra y cielo estuvieran combatiendo. Entre el gentío, destacó un dragón que se alzaba imponente frente a la turba de gente. Muchos eran lanzados con violencia por los aires, otros eran arrollados, y unos pocos tenían la poca fortuna de ser violentamente electrocutados por un manto eléctrico que rodeó al dragón.

Alward se abría paso por la fuerza hasta esa criatura. Si algo tenía claro, es que aquel dragón tenía que ver con Oromë, si es que no era ella directamente. En ese caso, le tendría que dar caza. Nunca se había enfrentado a una criatura así, tenía algo de temor, pero no era momento de echarse atrás. Seguramente sus compañeros de la Guardia, la Factoría, Emmanuel y Moses le apoyarían... Si es que conseguía reencontrarse con estos dos últimos.

La batalla se iba moviendo poco a poco de lugar, hasta que se alejaron del dragón. No había que ser demasiado listo como para darse cuenta que pelear al lado de un dragón no era la mejor forma de acabar el día con vida.

El lugar que rodeaba a la criatura estaba llena de cadáveres, tanto de la Guardia, como de la Factoría y, por supuesto, de los bandidos de vivían en aquel lugar, sobretodo de estos últimos, que eran los que más abundaban en ese sitio.

El Sevna ahora se encontraba solo. No estaba siendo apoyado por nadie, sus amigos habían sido perdidos completamente de vista y ni siquiera podía tener un mínimo atisbo de dónde se podían encontrar. Con valor, pero temeroso, se acercó hasta el dragón, siempre empuñando sus dos armas y con cautela. Allí habían más gente; cuatro más para ser exactos, que observaban a la criatura.

-¿Oromë?-Gritó Alward-¿E-eres Oromë?-Miró a los ojos al dragón desde la distancia

—¿Y este quién es? —-Dijo uno de los presentes, el más joven por lo que podía apreciar

—Mozo, la guerra está ahí, no aquí —-Dijo un hombre que portaba una pesada armadura, señalando con la cabeza hacia donde se estaba librando la batalla, sin duda varios metros alejados de aquel primer epicentro de todo

Alward bajó la mirada hasta las cuatro personas que allí se encontraban. Sin duda no tenían pinta de bandidos, ni por supuesto pertenecían a la Guardia o la Factoría. Era un grupo bastante curioso y variopinto, ¿Serían mercenarios?

-Lo siento, pero debo dar caza a la mujer de "cabellos plateados y ojos ambarinos"-Dijo mientras se ponía en posición de combate y hacía un par de florituras con sus espadas, a la vez que miraba de una forma decidida hacia el grupo de cuatro y al dragón que se imponía por encima de todos-O estáis conmigo, o estáis contra mí
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Mensaje  Sigel Vie Nov 23 2018, 21:16


Oromë ha tenido serias dificultades con su internet. La esperaremos unos días. Según las normas de expuse, debemos esperarla +3 días adicionales. No estoy segura de hacer una excepción en este caso por ser un motivo de causa mayor y no por gusto. Lo veremos conforme avance estos tres días adicionales.

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Mensaje  Oromë Vánadóttir Sáb Nov 24 2018, 04:58

Oromë no pensaba decirle las cosas que ahora cruzaban su mente. No porque no pudiera decirlas, los dioses sabían muy bien que no se callaba lo importante, incluso aunque pudiera doler. No, simplemente era que apreciaba tanto a su amiga que odiaría decirle que se largara, que este no era su sitio y que ella era lo suficientemente adulta como para cuidarse sola... Ademas de que no se sentiría bien consigo misma si dejaba que algo le sucediera por su culpa. -Sabelotodo- Contraatacó a Rei, para luego darle un golpecito con su dedo indice en la frente de Lavey. -Tu, menos armas, más estudios- Dejó que sus dedos encontraran el camino entre los cabellos de la niña y posó una sonrisa en sus labios, de esas que no todos tenían la oportunidad de ver.

------------------------------------

En esos breves instantes durante su pantomima, no había notado que Reivy y la pequeña la seguían a una buena distancia, no hasta que regresaba en sus pasos, "huyendo" del peligro, cuando solamente necesitaba unos momentos para tener un mejor plan de acción. Esos cinco personajes que lucían como si hubieran salido de una historia de héroes y villanos eran un verdadero problema, pero con la guardia a nada de caerles encima, el asunto era mucho peor.
Un poco mas y en su fingido escape, pretendió chocar con la dragona de cabellos oscuros y la sujetó con fuerza de los hombros. El dorado en sus ojos, brillando con más de una única emoción. -Vete, ambas. Esta no es tu pelea- Gruñó tan profundo como sus cuerdas vocales le permitieron, su cuerpo temblando de verdadero miedo y no por ella, sino por la joven de ojos azules que le devolvía la mirada. Pero no sería la primera vez desde que la conocía que esta mujer no le hacía ni caso.
Ver a alguien cambiar era todo un espectáculo, y también reconocía lo doloroso de ello; Oromë se encontraba en primera fila y odio cada segundo de ello, desde el momento que dejo de verse humana, mientras se sumía en la oscuridad y abrazaba a Lavey con fuerza, cuando el suelo se estremecía a causa de la avalancha de personas y en el pequeño instante que tuvo para salir de debajo.
No volteó a verla, ni siquiera cuando jalaba a la niña del brazo con desesperación y usaba su otra mano para literalmente, cortar su camino hasta su tienda de campaña. -Rápido, junta tus cosas y las de Rei, no planeo dejarla hacerse la mártir hoy- Un segundo, un solo respiro y puso a la pequeña detrás de ella mientras cruzaban la entrada.
-Rumpel...- Su voz, no era tal, sino una mezcla entre la mujer que ella era y el monstruo que se ocultaba debajo de esa piel de porcelana.

Le permitió hablar mientras empujaba a la pequeña dragona a donde habían dejado sus cosas, un movimiento de sus ojos le dijo todo lo que necesitaba saber si el aroma que revoloteaba por todo el lugar no lo delataba antes. "Mentiroso","traidor" -¿Estas diciéndome que tu pago por salvar la vida de alguien es esto?¿Un aviso de algo que ya sé? Creí que eras mejor negociador; esperaba mas de ti- Trató de calmarse, pero no sería sencillo. Su mano que había rebanado gente en su camino hasta aquí, goteaba sangre sobre la alfombra y a través de los tablones de madera que separaban el suelo del frío. -Están invadiendo nuestras ciudad y tu has decidido venir a pedirme algo que crees merecer en lugar de hacer tu trabajo como tal. ¿Quieres escuchar la verdad querido Rumpel? No me interesa lo que creas que tengo o si no esta en mi derecho para poseer. Sea lo que sea esta cosa, es mio y yo lo reclamo como tal para proteger al igual que esta ciudad es mía para preservar, que es por lejos, mucho más de lo que tu estas haciendo.- Avanzó hasta donde reposaba su vieja espada y la sacudió, algo del barro pegado en su piel desprendiéndose por el movimiento. -¿Lo quieres? Debes ganártelo, pero te lo advierto, dudo que la guardia o aquel grupo piense dos veces en separar tu cabeza del resto de tu cuerpo. Dudo que siquiera conozcan la palabra compartir, así que lo diré una sola vez: O estas conmigo para defender este pueblo, o dejaras de ser una persona grata para cualquier asesino y ladrón aquí, y yo personalmente pediré tu cabeza como trofeo... Y esto no es ningún aviso o amenaza, es una promesa- Brutal, ella no podía permitirse ser menos en estos momentos.

Lavey ya estaba sosteniendo sus pertenencias y las de Reivy entre sus brazos, Oromë podría tomar algunas cosas entre sus manos, pero las necesitaría mas que nadie si planeaba defender a la pequeña. -Piensa lo que he dicho cuidadosamente, Rumpel. Ahora si no te molesta, debo hacer cosas más importantes que soportar tu verborragia-   Mientras sus pies descalzos se hundían de nuevo en el lodo, dio lugar al cambio1, la rabia que la invadía era suficiente para que ignorara el dolor en sus huesos, en su carne. La sensación de como todo se desgarraba y se volvía a unir era, como muy pocas veces, bienvenida.
Su figura no era delicada, a penas había indicios de un cuerpo femenino bajo las escamas, y sus alas, esas que tan pocas veces liberaba, se sacudían y tronaban a la espera de sentir el viento. "Todavía no" se dijo a si misma mientras corría de regreso donde un enorme dragón estaba dispuesto a dar su vida a cambio de la de ella.

Tan cerca y a la vez tan lejos, podía verla haciéndoles frente a los que quedaban de esos cinco ¿Como podía ser tan estúpida?. Deseaba saltar por sobre ella y si tuviera el tiempo, darle un buen golpe en la cabeza, pero el destino no lo permitiría, no cuando alguien más llegaba clamando su nombre en su dirección. Otro enemigo alejado del verdadero objetivo. -Estúpida- Gruñó; no la dejaría sola. Oromë sabía que no se merecía tal protección así que simplemente intentó avanzar.

No esperaba ver caer a alguien del cielo, no al menos en la forma en que aquella mujer alada lo hizo, como si los dioses hubieran mandado a una justiciera a cobrarse la vida de los impuros y poco merecedores de cualquier clase de salvación. Ambas se miraron, sopesando si valía la pena, y fue entonces cuando el reconocimiento brilló en los ojos de la mujer bestia. -Tu...- Y ya no había nada mas que decir, Oromë no esperaría, no lo pensaría siquiera mientras se lanzaba de un salto, con su espada en alto. Un movimiento desesperado, inútil, cuando ambas armas chocaron y mandó a volar lejos la claymore de la albina. -Fuera de mi ciudad- Se estaba dejando llevar por su parte animal, esa mitad de ella que pedía sangre y muerte mientras que su contrincante, solo la observaba como si no fuera nada, avivando aún más su deseo de esparcir sus entrañas por la tierra.
Estiró su mano para advertirle a Lavey que se mantuviera alejada y ese momento de descuido le costó. La sombra de las enormes alas enemigas la cubrió por completo cuando esta arremetió contra Oromë, y de no ser porque ella también poseía unas, el golpe hubiera sido mortal.
Se lanzaron al cielo, un rastro de sangre proveniente del brazo de la dragona era la única prueba de que la había alcanzado; ahora se sentía y se veía en clara desventaja. Los ataques aéreos no eran lo suyo, la firmeza de la tierra era su zona segura pero si no se quitaba de encima a la mujer bestia, no habría un solo lugar donde estar a salvo... Así que la dejó acercarse a ella, la dejó estar a un metro de distancia para dar una vuelta tan rápido como sus propias alas se lo permitieran, y así apuntar con sus garras a aquello que mantenía a la pelirroja en el aire.2 Si solo pudiera hacerla caer, era mas que suficiente... Reivy la necesitaba, no podía perder el tiempo.

No miró si lo había logrado, no mientras descendía rápidamente y chocaba contra el suelo, el aire escapándose de sus pulmones, un dolor casi igual de insoportable que el que recorría una de sus alas que colgaba inerte y rota en la membrana.



Resumen: Primero que nada, gracias chicos por avisar de mi falta de internet, y Sigel por tu paciencia. Ahora tadaaaa♪ heme aquí, hoy vinieron a poner el internet *.*
Ahora sí, espero no haberla cag@#$, tiró dado, para ver que tan certero resulta el golpe a Áddila. Como la diferencia en nivel es grande, ya prefiero salir con unas cuantas heridas. Si las runas salen bien espero que la caída la deje medio tonta(? sino ya veremos si recibo ayuda o que pasa en el siguiente post.
1•Cambio de forma a dragón humanoide
2•Uso de habilidad lv 0, Penetración.
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Mensaje  Tyr Sáb Nov 24 2018, 04:58

El miembro 'Oromë Vánadóttir' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses


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Mensaje  Sigel Jue Nov 29 2018, 08:32


Rumpel ha sido excluido del tema. Han pasado los cinco días límites requeridos para postear en el evento. Podéis continuar sin él.
Os recuerdo la norma:

"* Se dejará un margen de 5 días para contestar en el evento. En caso de que un usuario tarde más de cinco días en contestar, será excluido del evento. En caso de surgir algún contratiempo que impida al usuario cumplir con el margen de tiempo, el usuario deberá comunicar su retraso a sus compañeros y al Master (a mí) para conservar su turno un plazo de +3 días más".

La intención es que la resolución de unos eventos dependa el resultado de otros. Para que el juego tenga éxito, todos los eventos deben ir a igual o similar velocidad. De ahí que haya creado la norma y sea exigente con la misma.

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Cenizas en la Ciudad Lagarto [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Oromë] Empty Re: Cenizas en la Ciudad Lagarto [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Oromë]

Mensaje  Reivy Abadder Jue Nov 29 2018, 16:52

A la fiesta se sumaba y por desgracia, demasiado cerca, un luchador a dos armas. ¿Cuantos dragones por metro cuadrado pueden haber fuera de Dudarak? Por lo visto pocos, aunque entre este montón de tiendas por lo pronto eran 3, pero claro... al parecer eso no era muy común ya que todos los presentes dieron por supuesto que yo era Oromë. En otro momento lo hubiera desmentido e incluso estaría ofendida por confundir a dos dragonas tan distintas, pero en esta ocasión el error me daría la oportunidad de regalarle minutos de huida a mi amiga.

-Esa pregunta se responde sola.

Ya estaba acostumbrada a que mis palabras sonaran como rugidos y sabia que la respuesta a un sonido atronador y gutural era siempre la misma, miedo y pánico, o furia y sangre. Pero esta vez fue distinto.
Entre los rugidos una voz comenzaba a entenderse, con el aire de cada palabra las carpas que aun seguían en pie se movían y reverberaban ¿Como era aquello posible?
En el momento en que cerré el hocico se escucho caer algo al suelo, mire al grupo de los buscadores del 19 y pude ver como la joven niña que hasta ahora escribía, miraba boquiabierta hacia mi, le temblaba la mano con la que sujetaba el cuaderno de viaje y a la otra se le había caído el carboncillo.

-El huevo... ¿El huevo de jade se abrió? -Sena paso rápidamente las hojas del diario. -No puede ser, lo sabría todo Aerandir. ¿Quien... Que eres?

-¿A caso importa?

La voz sonó cada vez mas clara hasta que el rugido se convirtió en un grave y profundo tremolo, jamas en la historia conocida había escuchado sobre dragones parlantes, pero estaba segura que esta voz que salia por mis mandíbulas no tenia ni un ápice de femineidad. Agradecí mentalmente que mi cabeza careciera de músculos faciales, sino el ardid se hubiera terminado en el mismo instante en el que comenzó.

El aguerrido Jannis reculo por primera vez y la punta de su espada toco el suelo. -Nadie nos dijo que Oromë era un enviado de los dioses. -Por un segundo algo brillo en sus ojos ¿Miedo? imposible. El guerrero giro la cabeza y miro a Tami. -Tiene que serlo, los dragones no hablan. La mano de algún dios acompaña a esta criatura.

Aquello era perfecto, aprovechando la confusión que reinaba sobre mi procedencia proseguí con mi escaramuza. -Así es. -Las S se deformaban y alargaban dando lugar a un leve siseo. -Mi deber es restaurar el equilibrio que Egdecomb rompió.

Al concluir la frase avance un paso hacia delante y salí del circulo de cadáveres que se había formado a mi alrededor durante la estampida. En ese momento el cuerpo inerte de Den se dio la vuelta y quedo boca arriba, su hermano Dan al verlo, rompió el cólera. -¡Hermano! -Grito presa del pánico al ver al castaño en el suelo. -Me importa poco si dios te toco o si se tiro un pedo y rompió tu cascaron verde. -Con la maza alzada en ristre corrió directo hacia mi posición. -¡Esto es por Den!

Pero el golpe nunca llego. En el momento en el que el arma estuvo a punto de hacer contacto, mi cuerpo se movió de forma instantánea y sistemática, dio un salto esquivo el metal. Dan no se dio por vencido y siguió propinando golpes, golpes que solo atizaron el aire y removieron el polvo.
El colérico guerrero no hizo sino dar fuerza a la teoría que los buscadores estaban formulando.
Mientras el joven se tomaba un momento para recuperar el aliento, levante la testa y mire hacia el hombre de espadas duales, su cara me sonaba y ahora sabia de donde. -Alward. Lucha conmigo. -El moreno no era ni mas ni menos que el patoso bailarín que Zöe había sacado a bailar en el Høstblót. -Únete a mi, restauremos el equilibrio.

Mientras tanto, Lavey y Oromë...

La pequeña lagartija desenfundo el arco dispuesta a darlo todo, pero instantes después el suelo comenzó a temblar y todo se volvió confuso, unos brazos la recogieron y la pegaron contra un pecho, otro brazos aun mas grandes y deformados abrazaron a ambas mujeres y las hundió en la oscuridad, momentos después el abrazo estaba roto y una mano tiraba protectora de ella.
Oromë había sacado a Lavey de debajo de su madre adoptiva y ahora ambas corrían hacia la carpa donde habían estado antes, la zarpa de su tía se manchaba de sangre y pequeñas gotas salpicaban la cara de la niña. La mujer de pelo platino se paro frente a la entrada de la tienda y antes de entrar indico, o mejor dicho ordeno a la rubia recoger sus cosas. Lavey obedeció, pero con un pensamiento oscuro y turbio en la cabeza.
Su madre no seria una mártir y su tía tampoco, ella les ayudaría, con su arco y su ingenio vencería a todo el que pusiera en peligro a su familia.

Mientras recogía y aseguraba sus pertenencia escucho atenta la discusión de los adultos. Lavey por una vez recordó las enseñanzas de su madre y se quedo en silencio mientras los mayores hablaban, o esa seria la versión que contaría después, en realidad su cabeza era un hervidero de ideas sobre posibles ataques al enemigo.
Fuera de la tienda la pequeña se ajusto las correas de la mochila, contó las flechas de su carcaj y comprobó que las diferentes plumas de los proyectiles estaban en su sitio, la acción del momento no le dio tiempo a babear al ver la forma que adquiría su tía, tan solo pudo anotarse mentalmente "Preguntar como lo hace y que me enseñe."

Una mujer alada surco el cielo y arremetió contra la tía Oromë. Lavey saco una flecha, pero antes de poder apuntar la dragona se puso delante de ella llevándose un buen golpe. "Se cuidarme sola." "Yo también puedo luchar." diversas frases le corrían por la mente, pero no había tiempo para hablar.
La pelea se fue al cielo y Lavey no se lo pensó dos veces, se coloco en posición de tiro y con una rodilla en el suelo para ganar precisión comenzó a lanzar flechas. su objetivo era derribarla, su punto débil las alas. O en un principio eran débiles porque la mujer-bestia llevaba una armadura sobre las alas ¿Como podía volar con algo tan pesado? ¿Seria de cuero? Nuevas preguntas que tendría que dejar para cuando la atacante estuviera en el suelo.

La joven siguió disparando hasta que las dos se enzarzaron en el cuerpo a cuerpo, no quería herir a Oromë. Su tía callo en picado y las dos mujeres impactaron contra el suelo, la primera en levantarse fue la dragona, que estaba de espaldas a la niña. A Lavey le dolía solo de ver aquella ala.
La joven rozo las plumas que sobresalían del carcaj: Demasiado dura, muy finas, blandas. Lavey cogió una de las ultimas y la coloco sobre el arco, en el extremo del proyectil una pequeña bola apuntaba hacia la dragona, soltó la cuerda y la flecha golpeo la espalda escamosa que ahora se llenaba de un extraño polvo.

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Cenizas en la Ciudad Lagarto [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Oromë] Empty Re: Cenizas en la Ciudad Lagarto [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Oromë]

Mensaje  Tyr Jue Nov 29 2018, 16:52

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Mensaje  Alward Sevna Lun Dic 03 2018, 21:30

Por lo que había podido entender, allí no solo habían dos bandos; invasores como él contra bandidos como la tal Oromë, sino que todo era mucho más complejo. El grupo de cuatro personas que se había encarado con la dragona pertenecían a un tercer bando, y trataban también de darle caza.

La sorpresa del mercenario apareció cuando la dragona empezó a hablar. Nunca había visto un dragón, pero que esta criatura hablase era... Cuanto menos peculiar, ¿Se trataba de algún enviado de los dioses? ¿Era un "Dios" propiamente dicho? Alward no salía de su asombro cuando la criatura, en otro giro inesperado de los acontecimientos, pronunció su nombre. ¿Lo conocía? Esto podía confirmar su idea y la de los demás presentes que la tal Oromë era una enviada de los dioses.

El mercenario no bajó la guardia y destensó su posición, las espadas seguían desenvainadas y miraba con recelo a todos los presentes, no pudiendo fiarse de nadie.

-...¿Me conoces?-Se dirigió a la dragona-¿Cómo es posible?

—¡Si la dragona conoce a este tipo, le convierte en alguien que no es de fiar! —Dijo Dan hacia sus compañeros

-Cierto. Podría saber algo del artefacto, que no escape. –Dijo la que parecía la jefa con cierto tono enrevesado en una espeluznante locura mental

—Incluso podría saber de la existencia de más artefactos —Dijo el guerrero acercándose a Alward con cierta sonrisilla en el rostro mientras destapaba los laterales de su capa, mostrando así dos espadas envainadas a cada lado de su cintura

Alward reculó un poco, mientras pisaba con fuerza la tierra húmeda y un poco embarrada del campamento, a la vez que agarraba con firmeza sus espadas.

Ahora estaba en un aprieto. No solo tenía que enfrentarse a tal criatura colosal, sino que habían aparecido cuatro enemigos de la nada confabulando en su contra y diciendo cosas que poco o nada entendía el joven Sevna, que se limitó a mantener su guardia y a morderse el labio inferior.

Por suerte, una flecha recorrió todo el espacio que había desde unos andamios cercanos a una gran carpa y cayó a los pies del guerrero que se encaraba con el Sevna. Todos los presentes prestaron atención a la dirección que había originado el lanzamiento del proyectil. Un encapuchado rojo se alzaba en los tablones de madera, con un arco en mano y otra flecha lista para ser disparada. Debajo del andamio, otro humano observaba la escena de brazos cruzados. A Alward se le dibujó una sonrisa en el rostro cuando identificó a sus dos compañeros; Emmanuel y Moses.

-¡¡Al, sabemos que te gusta hacerte el héroe y todo eso, pero el contrato nos incumbe a los tres, maldita sea!!-Dijo Moses mientras alzaba la voz con un tono realmente despreocupado

Ahora fue la tercera fuerza en esta extraña batalla la que dio varios pasos atrás, quedándose así encerrada entre la dragona y los Stelliazos, ya que Moses y Emmanuel corrieron junto a su compañero para proporcionarle la ayuda que necesitaba.

-Ponnos en situación, Al-Dijo mientras tensaba de nuevo su arco y apuntaba de forma general hacia adelante

-Estos tipos son agresivos, y la dragona es Oromë

-¡Estupendo!-Desenvainó su espadón y se puso en guardia-Estoy deseando de cobrar esa recompensa

Con una perfecta coordinación, Moses y Alward salieron a la carrera a por Dan y Jannis respectivamente, mientras que Emmanuel se encargó de disparar varias flechas contra la dragona y la otra mujer del grupo. Como curiosidad, había otra fémina en el grupo de cuatro, pero no parecía moverse ni hacer ademán de atacar, simplemente permanecía inmóvil y expectante.

Alward chocó ambas espadas con las otras dos de su oponente; Jannis. Ambos se miraron y, cuando vieron que sus fuerzas por mantener el choque mermaban, ambos dieron un rápido paso hacia atrás. El joven Sevna reaccionó con rapidez para dar un tajo en el torso del guerrero, pero este fue hábil, tiró de reflejos y paró el tajo de la diestra de Alward anteponiendo su propia espada zurda y desviando la trayectoria de la hoja. Jannis se quitó de encima al joven con una fuerte patada en la zona del estómago, lo que hizo a este último retroceder un par de pasos para poder estabilizarse.

Sin darle margen para que Alward se recuperase, Jannis se abalanzó de nuevo contra él dándole golpes sin parar, con sus dos espadas, dejando al mercenario la única opción de defenderse y aguantar las embestidas de su oponente. El Sevna paraba los golpes y no daba lugar a que su oponente pudiera herirle, aunque sabía que de un momento a otro, el guerrero encontraría una fisura en su defensa. Tenía que pensar algo en milésimas de segundos y escapar de ese ataque de furia como fuese. Apretaba los dientes y encogía el rostro, tenía que hacer algo cuanto antes, así que lo hizo, En uno de los golpes, empujó sus dos armas con fuerza hacia adelante, lo que desestabilizó a Jannis y antes de que la otra hoja de su oponente impactase en él, el mercenario se tiró al suelo y rodó hacia un lado, zafándose así de la presión del guerrero.

Alward respiraba muy seguido y pesadamente, mientras que su oponente parecía no estar ni tan solo un poco cansado. Desde luego la diferencia entre ambos combatientes era notable.

—Me sorprende que hayas resistido a eso, mozo. Pero no voy a tener piedad. Ríndete y cuéntanos todo lo que sabes... Quizás te dejemos vivir —

-No sé... De qué... Me hablas... Pero Oromë es mía... Tengo que cumplir mi trabajo...-Dijo mientras jadeaba en demasía

Moses, por su parte, luchaba contra Dan, el cual portaba una sola maza. Ese chico era bastante ágil y podía comprometer la fuerza y rudeza de Moses, así que tenía que vigilar bastante su defensa para no quedarse a merced de aquel joven. Dan se acercó peligrosamente al guerrero, así que este le tuvo que propinar una patada en el estómago para tener controlado su "zona de seguridad", después de todo, un espadón es lento frente a una sola maza. El chico retrocedió unos pasos doliéndose de su zona abdominal, pero eso no le impidió recomponerse rápidamente y abalanzarse de nuevo hacia Moses con una estocada que incluso llegó a saltar para ir con más velocidad y fuerza en su ataque. El Stelliazo interpuso su grueso y enorme espadón de acero y la maza terminó por golpear la gruesa hoja. Unas pequeñas chispas saltaron debido al roce entre las dos hojas. Pillándolo un poco a contrapié, Moses lanzó un duro ataque contra Dan, un tajo en diagonal que iba con toda la fuerza que el guerrero pudo imprimir.

Emmanuel se había desmarcado solo y desde la lejanía lanzaba flechas contra la dragona y la mujer que portaba armadura. En ese momento, levantó la mirada al cielo al ver cómo en el cielo dos figuras aladas luchaban encarnizadamente. En una reconoció a Áddila, la estrafalaria mujer-bestia de aspecto angelical. La otra figura le era totalmente desconocida, era un... ¿Lagarto alado? Era totalmente plateado, sus escamas brillaban con la luz de la luna, lo que embellecía su figura.

De pronto, apareció una lluvia de flechas que se dirigió a las dos figuras que combatían. Ambas empezaron a caer en picado y bruscamente. No había logrado ver si las flechas habían impactado en la figura plateada o si su descenso se debía a una victoria por parte de la mujer-bestia, pero de lo que estaba completamente seguro era del grito de dolor que sintió Áddila al sí impactarles las flechas que se habían lanzado contra ella.

El encapuchado entonces se colgó su arco en la espalda y empezó a correr en dirección a la posible caída de la mujer-bestia. Cayó a pocos metros de su posición, por lo que logró parar su caída al extender sus brazos, aunque debido a la velocidad que llevaba la mujer-bestia, no pudo evitar caer él mismo al suelo, aunque por suerte no tuvo que lamentar daños mayores.

Áddila y Emmanuel cruzaron sus miradas mientras esta reposaba con las alas ensangrentadas debido a un par de flechas que habían impactado en cada una.

-Vaya, ha caído un hermoso ángel del cielo-Dijo con un tono picaresco mientras dibujaba una media sonrisa en sus labios

-¡Idiota, no es momento para bromas!-Dijo mientras encogía el rostro y movía con mucho cuidado sus alas-¡Acabad con ella, es Oromë!--Dijo señalando a la figura reptiliana plateada que había caído bruscamente contra el suelo

Emmanuel desvió su mirada para ver mejor a quien había señalada la mujer-bestia. Si ella era Oromë... ¿Entonces quién era la enorme dragona? El encapuchado reposó con cuidado a Áddila en el suelo, esta intentaba reincorporarse con dificultad. El dolor que sentía en sus alas era bastante importante, y eso le afectaba por completo en sus movimientos.

-¿...Estás bien?-Dijo mientras intentaba ayudarla a ponerse en pie

-N-no te preocupes por mí...-Se puso finalmente en pie, aunque seguía con claros gestos de dolor-A-acaba con ella-

El arquero asintió con la cabeza y de nuevo se equipó su arco y sacó una flecha del carcaj, rápidamente fue a la posición en la que estaba Oromë. Con cuidado, se acercó a ella y le apuntó con el arco tensado al máximo.

-¿Eres Oromë?-Preguntó con un semblante totalmente serio bajo su capucha. No sabía si después de esa estrepitosa caída seguiría consciente, o incluso viva, pero la pregunta le salió como por acto reflejo. Esa criatura... ¿Era de verdad un dragón?


_________________________________________________________________________________


Off:

Resultado de las runas:

-La primera marcará la suerte de Emmanuel en el lanzamiento inicial de flechas hacia Reivy y Tami: Muy mala (Fallo), Mala (Fallo), Media (Algunas rozarán a Reivy y Tami), Buena (Alguna impactará en Tami), Muy Buena (Alguna impactará en Reivy)

-La segunda marcará la suerte de Moses al enfrentarse a Dan: Muy mala (Fallo, gasto de fuerzas en vano y dejando su defensa al descubierto), Mala (Fallo y gasto de fuerzas en vano), Media (Fallo), Buena (Acierto y herida para Dan), Muy buena (Acierto y herida grave que deja fuera de combate a Dan)


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Mensaje  Tyr Lun Dic 03 2018, 21:30

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Mensaje  Oromë Vánadóttir Jue Dic 06 2018, 22:44

Las estrellas no solo bailaban en el cielo, sino también en los bordes de la visión de Oromë. Tenía que dar gracias que no sentía algún hueso roto o que no había caído sobre su cabeza. No serviría de mucho si la tuviera abierta como un huevo.
A pocos pasos de donde ella estaba, yacía Lavey con su arco en mano, la determinación brillando en sus ojos. La niña que tenía la edad que Oromë aparentaba, era alguien a la cual tener en cuenta, pero no quería arriesgarse a que se convirtiera en un blanco. Un vistazo rápido y un leve movimiento de cabeza, las palabras ardiendo en sus ojos. "No se te ocurra cambiar de forma". Ellos buscaban un dragón, y aunque tres les dificultaba la búsqueda, la peliplateada no era alguien que daría a sus amigos como ofrenda de sacrificio... Ese era su limite.

Estando en el medio y del lado opuesto de Vey, la mujer alada había aterrizado con casi la misma fuerza que la dragona pero alguien había llegado a su "rescate". Oromë trató de levantarse, sus brazos temblando, las garras hundiéndose en el barro hasta que consiguió una postura a cuatro patas. Todo a su alrededor estaba en contra de ella, mientras que sus aliados brillaban por su ausencia en comparación; si Reivy y Lavey no estuvieran aquí, ¿Qué sería de ella en este momento? "Nada, no habría diferencia, los mataría a todos aunque no quedara nada de mi, ella me ayudaría, esa mujer haría algo sino no me hubiera elegido" Intentó creerse sus propios pensamientos, en vano.

No era más que tiempo prestado y lo único que la dragona podía hacer era que cada segundo valiera la pena. De más estaba decir que parte de su ropa estaba rota y llena de barro, se veía y sentía deplorable y la sola idea de pararse en sus escamosas piernas era un suplicio, pero aún así lo intentó con cada onza de su ser. Su respiración era fuerte y sonidos poco humanos salían del fondo de su garganta, alentándola a ponerse de pie, pero en pleno intentó aquel que había salvado a la pelirroja estaba prácticamente pegado a su cara y una flecha con la punta de metal reluciente apuntándole entre ceja y ceja.

Miles de ideas le vinieron a la mente y ese tiempo que tanto deseaba ahorrar se le escapaba como el agua entre los dedos. Detrás de él la mujer alada ya estaba de pie y la ira en los ojos de Oromë brillaba como lava ardiente. -Yo... no lo soy- Las palabras le salieron duras, pesadas y en el rostro del encapuchado pudo ver la mueca de duda. Fue suave y casi imperceptible pero era más que suficiente para plantar la semilla; podría no crecer considerando que él confiaría más en su aliada y no en ella pero no necesitaba más, no cuando D'Leh, el joven que hacía sus recados, venía corriendo con un grupo de ladrones, todos armas en mano, y se sumergían en una pelea con los guardias que estaban libres mientras que él seguía de largo en su dirección.

Estaba lejos, bastante, pero no se permitió demostrar los nervios en su voz mientras hablaba. -Soy una mujer bestia, enviada a proteger a Oromë y tu, estúpido humano, estas metiéndote en algo mucho más grande, los Dioses ancestrales velan por ella y aquellos que osen hacerle daño pagaron por sus actos- Gruñó con fuerza a pesar de su postura humillante, pero había escuchado la voz de Reivy y todo el mundo parecía haberlo hecho momentos antes, y tanto ladrones como asesinos gritaban al unisono. -¡Los dioses la han enviado!¡Proteged a nuestra líder!- Entre tantas otras cosas que parecían levantar la moral de tan peculiar grupo que carecían de tal.
No tenía tiempo para maravillarse de tal sorpresa como lo era escuchar a un dragón hablar pero hasta el momento, era lo mejor que le había pasado en este día. Volteó su vista de regreso al hombre corriendo desesperadamente y mientras lo hacía un piquete le golpeo en la espalda... Si pudiera describir la corriente que le recorría el cuerpo ahora mismo la definiría como adrenalina en su estado más puro. Deslizó lentamente su mirada dorada a la del encapuchado y se permitió sonreír ligeramente. -Ahora, es tu turno de pagar- No recordaba haber sido así de ágil jamas, pero se sentía mas rápida y mucho más fuerte que antes mientras que en un movimiento lanzaba un coletazo a los pies de su enemigo y este se desequilibraba lo suficiente para permitirle a D'Leh, que llegaba con la furia de una estampida y colisionaba contra el arquero y le propinaba una decente cantidad de golpes al rostro.

-¡Lavey, prepara tu arco!- No dijo más ni se preguntó como es que el joven supo que era ella pues rara vez aparecía frente al publico en esta forma. Supuso que tenía que ser por la niña que la acompañaba, ella no pasaba desapercibida en este tugurio llamado ciudad.
Por segunda vez, miró en su corta distancia a la pelirroja, sus alas aún con flechas clavadas en ellas y luego a las suyas, una erguida en todo su esplendor y la otra flaqueando a medias. Podía moverlas más no volaría por un tiempo.
-Tu turno, petirrojo- Si antes le faltaba el tiempo, ahora todo se movía lentamente mientras ambas mujeres volvían a chocar una contra la otra en el suelo, uñas y dientes como armas, plumas volando por todas partes. El cansancio era notorio pero ninguna redujo la intensidad de sus golpes, tanto al rostro como al vientre, la maldita armadura no era tan gruesa como para que perdiera sus garras en el proceso y dado la cantidad de golpes y rasguños que la dragona propiciaba, esta empezaba a ser un problema menos mientras rodaban en el lodo escupiendo sangre y palabras poco adecuadas para que una niña oyera.
En una ultima vuelta intentado conseguir la posición favorable encima de la otra, Oromë alcanzó a propinarle un codazo en la mandíbula que la empujó hacía atrás y le dio el tiempo suficiente para que sus largos colmillos se clavaran en una de sus alas con tanta fuerza que el crack resonó en todo su cuerpo, seguido del grito de la mujer ave que casi destruye sus tímpanos. Si no fuera porque tenía unas propias, nunca se hubiera molestado en saber lo frágiles y huecos que eran los huesos de estas. Se alejó rápidamente mientras el pajarito rojo aun chillaba de dolor, había plumas y sangre pegados en su cuerpo y en su rostro. La respiración igual de agitada que al comienzo y no se calmaría de momento. -Lavey...- Dijo el nombre de la pequeña en un respiro, esperando.


Uso de habilidad lv 0: Penetración(Rasgo)
Como Áddila es una mujer bestia que vuela y su habilidad es básicamente en el aire, pienso que su armadura es de calidad media (un material ligero que no complique su vuelo como el cuero o malla). Solo es una aclaración ya que no tiro dado y lo dejo todo en mi habilidad, lo mismo con la de sus alas que olvide aclarar en el post anterior.
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Mensaje  Reivy Abadder Sáb Dic 08 2018, 14:54

Lo había escuchado, todos los presentes que no padecieran sordera habían escuchado las potentes palabras, pero Lavey era incapaz de creerse que esa fuera su madre, ella misma sabia que los dragones no se comunicaban con palabras, y sin embargo...

Estaban sucediendo demasiadas cosas en poco tiempo, la joven lagartija tenia mucho que asimilar, aprender y preguntar, pero seria en otro momento, seguramente otro día.
Ahora su mente solo podía centrarse en la amenaza en frente de Oromë, la rubia tenia la certeza de que su tutora se las apañaría sola. "Nadie le gana a Centella. Es la mejor." Pensaba la niña con inocencia y pasión. Quería creer en sus pensamientos, debía creer en ellos porque sino la preocupación le jugaría en su contra. "No se puede dudar en la batalla..." Recordó la dragona."...la duda mata." Lavey respiro profundo, tenso el arco hacia su enemigo mas próximo y despejo su mente.

El momento de tensión e incertidumbre concluyo, Oromë renegó de su raza y nombre, Lavey tenia el arco listo y a la espera. El sirviente de su tía se peleaba con el arquero y las mujeres aladas volvían a revolcarse por el fango.
Las plumas y las escamas se apalizaban en el suelo, Lavey las seguía con la mirada y el filo de una flecha sobre el arco "Furcia, harapienta, rata voladora, víbora, urraca, lampiña, maldita zorra..." todas esas y muchas mas, fueron las palabras que la niña fue grabando en su mente. Gran parte de ellas las conocía, otras no sabia lo que significaban, pero el resumen de todas era el mismo: Mujer poco decorosa que frecuenta la compañía de múltiples hombre por placer y/o dinero. La pequeña guardo todo en su registro esperando el momento adecuado en el que pronunciar lo que acaba de aprender.

Las puyas terminaron cuando la dragona decidió utilizar sus mandíbulas para morder en lugar de ladrar. La arquera escucho su nombre, sabia lo que tenia que hacer.
Un brillo rojizo como el fuego centelleo en las retinas de Lavey, no lanzo flecha alguna, no pronuncio palabra ni encantamiento. Tan solo fijo sus ojos azules en dos flechas clavadas en las alas de Áddila, el velo rojo que le cubría los ojos se esfumo y las flechas ardieron incendiando el plumaje de la mujer-bestia.
La mujer que ya se encontraba gritando por el dolor del ala rota, alzo una octava mas la voz y un chillido extremadamente agudo y estridente salio por la garganta. Áddila movía los brazos tratando de apagar las llamas que se extendían rápidamente por las alas, se tiro al suelo y quiso rodar, pero cada vez que el ala partida tocaba la tierra un ramalazo de dolor le recorría el cuerpo.

En el momento en el que el ultimo grito cesó Lavey levanto la vista del cuerpo semi calcinado y miro a su tía. Oromë llevaba la cara llena de plumas y sangre, las escamas blancas ahora tenían el color del vino, un vino que caía en pequeños hilos espesos por la boca entreabierta de la mujer -Tía O... -No hacia tanto desde la ultima vez que Lavey pronuncio palabra, pero las letras se le atascaban al hablar. -Tenemos que ayudar a Re... -La joven paro en seco y se rectifico al recordar la mentira de reptiliana. -Hay que ir junto a Oromë.

Simultáneamente, la falsa Oromë...

Compañeros de Alward llegaron a su encuentro lo cual equilibraba y al mismos tiempo desequilibraba la batalla. El espadichin había logrado un 3 contra 4 a su favor; los buscadores un 4 contra 4 aunque en realidad la vampiresa y Tami aun no se habían movido del sitio lo que lo volvía un 2 a 4. Y yo... hay pobre de mi, los únicos que por el momento no intentaban matarme eran las hembras y Alward, aunque eso podía cambiar en cualquier momento, lo que daba como resultado un 1 contra todo lo que se moviera. Esta pelea no podía ganarla con fuerza bruta, tenia que lograr poner de mi lado al caza-recompensas.

Como era de esperar, los ataques empezaron a caer sobre mi. Pero ninguno me alcanzo, las fechas que no pasaban de largo y conseguían impactar caían a plomo al suelo o se desvían cuando impactaban contra la capa eléctrica que recubría mi cuerpo. Si el cazador fuera mas rápido hubiera conseguido colar algunas entre pulso y pulso, pero por suerte para mi no lo era y además estaba divido lanzado a dos objetivos situados en lados opuestos.
El otro objetivo, Tami, apenas se movía del sitio, la gruesa capa de acero que cubría su piel cumplía a la perfección su cometido, una sola vez blandió la espada para desviar uno de los proyectiles que iba hacia su rostros.

-La refriega es inútil. Desistid en vuestro vacuo intento.
Pero era inútil intentar razonar con gente que estaba mas preocupada en evitar llevarse un corte o un mazazo en la cabeza. Del arquero de Alward ya no había ni rastro lo que ponía las cosas un poco mas (solo un poco) fáciles. Si conseguía que la minoría se pusiera de mi lado a lo mejor, y solo a lo mejor, lograba salir de una pieza del encuentro.

"El anillo, ella no es nadie... busca el anillo, encuentra la magia."
En la cabeza de Tami comenzó a sonar una voz, pero... ¿Serian delirios de la guerrera o realmente la mujer amante le hablaba?
Mientras yo trataba en vano de disuadir al grupo con el dialecto, la líder de los buscadores del 19 dio un paso al frente, su primer paso desde que había llegado. Con un movimiento de cabeza retiro la trenza del hombro y con el ceño fruncido comenzó a escrutar mi estructura y se dio cuenta de un detalle. Un descubrimiento que ni yo misma sabia, en una de las falanges de la garra izquierda reposaba un anillo negro y con cada palabra la pequeña piedra que coronaba el ornamento brillaba con una chispa morada.
-¡La dragona miente! -Exclamo potente la buscadora a la vez que apuntaba su filo hacia mi cabeza. -No es diosa ni enviada. Esta usando magia. -Tami bajo el arma hacia la garra donde estaba el anillo. -¡Sin cuartel compañeros!

-Embustera, mentirosa, embaucadora. -Podía escuchar a Sena hablar por detrás de su líder, con los ojos rabiosos y los nudillos blanco de tanto apretar el cuaderno. -¿Como no lo vi antes?

Cuando las palabras fallan interviene la fuerza, aun sabiendo que esta también fallara.
Levante la cabeza hasta que el cuello formo un arco, toda la electricidad se condenso en las puntas de los cuernos y sin menor preámbulo dos lanzas eléctricas salieron con la velocidad y el sonido característico de un rayo. La primera impacto en la maza de Dan y la corriente eléctrica traspaso su cuerpo buscando la toma de tierra, el segundo callo sobre Jannis. El guerrero resistió el golpe y siguió en pie, pero la mezcla del estruendo y el destello hicieron que cerrara los ojos y buscara taparse los oídos.

-¡Alward! -Vocifere para llamar la atención de sus doloridos tímpanos. -Se que quieres mi cabeza, pero esta gente también la quiere. -Comencé a escuchar unos pasos que se acercaban corriendo por mi espalda. -Estamos en desventaja. no podemos pelear en dos frentes al mismo tiempo, en cuanto nos descuidemos acabaremos muertos por el bando que a quedado en el punto ciego. Ayudémonos, salgamos de aquí. Ya habrá tiempo de peleas cuando salga el sol. Solos tu y yo, te doy mi palabra.

Y era cierto, si el hombre estaba dispuesto a creer en mi palabra le ofrecería un duelo, de ganar él no recibiría el trofeo que busca. Pero no me importaba, daría mi vida gustosamente por defender la de Oromë y mis seres queridos.


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Mensaje  Alward Sevna Miér Dic 12 2018, 14:01

Un tajo, tras otro, tras otro, tras otro... Así se las gastaba Jannis, intentando quebrantar la resistencia de Alward. Estaba claro que aquel guerrero superaba por mucho al joven Sevna, que solo podía esquivar y repeler ataques.

No sería para nada una sorpresa que finalmente el mercenario acabase sucumbiendo, y no tardó en llegar tal escenario deplorable. Uno de los tajos de Jannis dio de lleno en el antebrazo izquierdo del Sevna. Que pegó un corto y rápido grito de dolor. No sabía qué grado de profundidad y seriedad sería aquella herida, pero chorreaba sangre y dolía como mil demonios. Su espada zurda cayó al suelo, dejando el brazo entero muerto durante unos segundos.

El guerrero seguía atacando con fiereza, Alward ahora solo tenía una espada para repeler aquellos ataques, lo cual le costaba el doble, aunque seguía manteniendo el tipo tanto como podía, sin dar señal alguna a su rival de debilidad o inferioridad.

Por un momento, Jannis paró con su agresiva ofensiva y se detuvo para recuperar el aliento, observando al mercenario, el cual se encontraba más exhausto que antes, y con una herida sangrante en su brazo. Le dolía, pero eso no impedía al Sevna seguir luchando, incluso podría empuñar de nuevo su espada zurda, si es que la recuperaba, ya que el arma había quedado justo en medio del espacio entre los dos combatientes.

Alward miró directamente al guerrero y le mantuvo la mirada, mientras miraba de reojo la espada y elaboraba mentalmente un rápido plan de acción para volver a estar completamente armado. La sangre seguía corriendo por sus brazos y sus dedos, llegaba incluso a gotear en el barro compactado que tenían por suelo.

Y, sin previo aviso, en un abrir y cerrar de ojos, Alward echó un sprint hacia adelante. A la misma vez, Jannis había enfundado sus dos armas y echó también a correr. El joven Sevna llegó primero, se agachó para agarrar la espada. Sintió un pinchazo en su antebrazo, pero siguió adelante e imprimió incluso más fuerza a su agarre, haciendo que el dolor se intensificase, ya que solo así se acostumbraría a él. Tal como se fue hacia abajo, logró recomponerse hacia arriba en la misma carrera, pero lo que no sabía ni esperaba era que Jannis lograría llegar justo después que él, que tenía ya un contraataque listo antes de que el propio mercenario lanzase su ofensiva. Sin duda, siempre iba varios pasos por delante de Alward.

El guerrero propinó un puñetazo que fue directo al entrecejo del mercenario, dejándolo desorientado. Pero ahí no quedó la cosa, ya que al siguiente instante de ello y sin que siquiera Alward se diese cuenta de lo que había sucedido, Jannis agarró la cabeza del mercenario con sus dos manos y empujó con fuerza hacia abajo, al mismo tiempo que levantaba una de sus rodillas y hacía que la frente de este impactase con ella. El joven Sevna quedó aturdido, pero consciente. Cayó sentado al suelo, mientras otra brecha de sangre se le habría en el lugar que había impactado aquel rodillazo. Medio rostro lo tenía ensangrentado y todo su brazo izquierdo también. Llegaron náuseas y la visión se le volvió borrosa, sintió el filo de una espada acariciar el lado derecho de su cuello mientras una voz lejana le hablaba.

—Deberías de haberme hecho caso, chico. He sido bastante indulgente hasta ahora. —Desfiló su filo suavemente por el cuello del mercenario—Si insistes, tan solo encontrarás la muerte —

La visión se le volvió clara, las náuseas poco a poco desaparecieron, pero su dolor y cansancio siguieron presentes. Echó un vistazo a su alrededor; a los suyos no parecía irles mejor. A Moses le costaba el chico de la maza, y Emmanuel se había encontrado en una difícil situación con un tipo que le pilló desprevenido y ahora se ensalzaban a puñetazo limpio, como si de una simple pelea callejera se tratase. Devolvió la mirada a Jannis, quién se alzaba de pie, imponente a los ojos de Alward.

¿Iba a acabar así? Después de todo, en un contrato común y corriente, tras haber salido de otras situaciones similares, ¿Finalmente era su hora? No, no podía ser. Rendirse no era una opción, y en sus planes no entraba el desfallecer ahí. Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo, pero era una sensación activadora. Sintió cómo su corazón empezó a bombear a un ritmo constante y sus pulsaciones aumentaron. La adrenalina empezó a recorrer su cuerpo.[1] El Sevna rió mientras miraba al guerrero. Podría parecer un loco, pero era la única emoción que podía mostrar en ese momento, más incluso que el miedo o la desesperación. Simplemente, empezó a reír, con cierta dificultad y en un tono bajo. Jannis quedó estupefacto.

Alward apartó de un manotazo la espada de su cuello, con un movimiento lento pero rudo. Con cierta dificultad y una pesada respiración empezó a ponerse en pie; primero clavó una de las rodillas en el suelo, pero luego tirando de todos sus músculos de las piernas a la vez, logró ponerse en pie; isquiotibiales, abductores, cuádriceps... Todos trabajando al unísono.

No pudo evitar tambalearse de un lado a otro, como si de una borrachera se tratase. Pero nunca jamás en su vida había  estado más consciente del momento presente y de sus acciones que en ese momento. Sin desdibujar la sonrisa en su rostro, señaló a Jannis, retándole.

-...No me voy a rendir...-Se pausó y dejó de sonreír para mostrar un tono más serio-Si los dioses quieren que muera aquí y ahora... Que así sea...-Se encontraba más estable. El mareo del golpe parecía que se le había pasado por completo, así que se agachó y agarró sus armas, para volver a ponerse en pie y adoptar una posición de combate.

—Je... Insensato —

Jannis hizo un amago de ir a por Alward, pero en ese momento, una corriente eléctrica se apoderó por completo del cuerpo del guerrero, que empezó a temblar de una forma espasmódica. Dicha corriente también había afectado a otro de los aliados del oponente del Sevna, justo el que se estaba enfrentando con Moses. A este último le afectó más la corriente, que lo dejó desplomado en el suelo, por lo que el Stelliazo solo tuvo que agarrar el espadón y colocarlo hacia abajo, acto seguido incrustó el arma en el sujeto mientras la movía de un lado a otro, haciendo la apertura y la herida más grande, ya que así le daría una muerte instantánea. Los dos gemelos murieron y Jannis se encontraba aturdido por el ataque, que provino de la dragona, la cual empezó a dirigir unas palabras para el propio Alward.

-...Bien, Oromë. Si estás dispuesta luego a enfrentarte a mí, podemos ocuparnos juntos de estos tipos...

Emmanuel, por su parte, logró quitarse de encima a su oponente con una patada en sus partes y luego hiriéndolo con su pequeña daga en un brazo.

-¡Al, ella no es Oromë!-El sujeto con el que se enfrentó volvió a por más, pero el arquero se agachó y barrió el suelo con una pierna, haciendo que este cayese al suelo. Emmanuel acabó por agacharse poner una rodilla en el pecho de aquel tipo, para inmovilizarlo, mientras miraba a Alward.-Oromë es...-El arquero señaló a la lagarta plateada que peleaba con Áddila, en ese momento vieron el horroroso espectáculo que acabó con la muerte de la mujer ave.-¡ELLA!

-¡Tantos problemas por una sola mujer!-Sacó su espadón incrustado en Dan-¡Al, ellos están en inferioridad numérica!-Dijo refiriéndose al grupo de Jannis y la otra mujer con armadura-¡Ocupémonos primero de ellos y luego vamos a cumplir el trabajo!

Alward ahora estaba en una encrucijada. Si quería sobrevivir a eso, tenía que aliarse con alguno de sus enemigos, para luego volver a enfrentarse a aquellos con los que lucharía codo con codo. Así era la vida de un mercenario, pero cuando las barreras de la alianza son tan difusas, cuesta tomar una decisión y que sea la correcta. Finalmente, el Sevna miró a Oromë. Jannis estaba volviendo en sí, había acabado de rodillas, pero se recuperó tan rápido que ni siquiera parecía que le hubiese afectado aquella descarga.

-¿Estás... dispuesta a enfrentarte a mí... si nos ocupamos de esta gente......?

Las fuerzas no le sobraban y había que acabar lo más pronto posible con el combate. Su trabajo era asesinar a Oromë, pero tal y cómo se habían tornado las cosas, no las tenía todas consigo, y a él no le gustaba hacer de juez y verdugo. Si se aliaba con ella, al menos quería darle la posibilidad de que llegase viva a quién le había encargado el trabajo.


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Off: [1] Habilidad usada: Ultimátum
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Cenizas en la Ciudad Lagarto [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Oromë] Empty Re: Cenizas en la Ciudad Lagarto [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Oromë]

Mensaje  Oromë Vánadóttir Jue Dic 13 2018, 23:57

Bien... Hasta ahora las cosas estaban dentro de lo que podría considerar como bien, o al menos eso se decía Oromë cuando lograba encajar un golpe en el cuerpo de Áddila.

Ahora, no estaba tan segura, se sentía como un globo que se desinflaba lentamente en cada paso que daba, acercándose cada vez más a Rei y a un grupo reducido de enemigos. El saber que su querida amiga seguía en perfecto estado, la relajaba, pero ¿Ahora qué? Muy lentamente su cuerpo comenzaba a quejarse por cada paso que daba, y de no ser por la niña a su lado tal vez ya se habría dejado caer al suelo a descansar. No podía permitirse causarles mas problemas de los que ya había traído sobre sus cabezas y sobre todo su pueblo. -Debemos ir a por tu madre, estoy comenzando a agotarme...- Y eso era quedarse corto, la herida de su brazo era como una pequeña fuente rojiza, y de no ser porque aun quedaba algo de orgullo en ella, ya estaría arrastrando ambas alas por el suelo. Los golpes y la caída estaban cobrándose con creces.

Cierto, su pueblo, su gente, ella los estaba defraudando o al menos es como se sentía, como lo veía al observar a su alrededor. Ladrones de poca monta peleando contra la guardia, hombres bestia luchando contra sus "hermanos" desertores y todos caían por igual. Mujeres y niños huían del fuego en crecimiento y la albina no dejaba de ver y escuchar sus gritos. Por cada centímetro que la acercaba a su amiga, un nuevo llanto retumbaba en el aire y taladraba los oídos de la dragona con rabia y dolor.

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Al parecer no era la única que se había enzarzado en una pelea a puñetazo limpio, pues alguien con los ropajes de la guardia se estaba dando una buena paliza con un miembro de aquel peculiar grupo. La realidad era que no le importaba en lo más mínimo si se arrancaban los ojos mutuamente, no mientras se colocaba al lado de Reivy. -Ez zara minik, ezta?- Respiró suavemente e ignoró a sus enemigos a su alrededor, ahora que la farsa había sido desvelada y la reconocían a ella como su verdadero objetivo, no se molestó en ocultar esa pequeña satisfacción de que habían sido nada más que cinco idiotas ingenuos.

Aun podía pelear, conservaba la suficiente fuerza como para dar unos buenos golpes, pero estaba segura que lo que fuera que Vey le había lanzado no duraría para siempre, ni mucho menos arreglaría aquello que ya estaba dañado en su cuerpo. Ciertamente no quería irse de ahí en simples tiras de dragón, y el hecho de que seguía perdiendo sangre y no tenía nada mas que su propia mano para frenarlo no ayudaba para nada. Las opciones se reducían cada vez mas, el pueblo estaba siendo superado por la Guardia y su conocimiento de batalla que era mejor que el de unos simples ladrones por lejos.

Odiaba tener que admitirlo pero si venían a por ella, no le quedaba mas opción que irse de la ciudad. -Divê em niha biçin-
El hombre de la Guardia el cual, gracias a su amiga, pudo desprenderse del grandote, ahora la miraba a ella. Otro más que había caído en la trampa pero no parecía haber tenido la misma reacción que el resto, o al menos lo ocultaba muy bien. -Con una condición, no lastimaras a mis acompañantes y ambos esperaremos a que el otro sane. No sería muy honorable de ser lo contrario ¿no crees?- De tener labios, una leve sonrisa socarrona se hubiera plantado en su cara. Sus ojos fueron directo a Jannis, el cual se levantaba con torpeza hasta estar completamente erguido, su rostro torcido en furia. -Maldita, te mataré- Oromë movió sus manos como si le restara importancia. -Cállate perro, hablan demasiado y mira lo que le ha ocurrido a tus acompañantes. Al parecer se han olvidado donde se encuentran- Gruñó con toda la fuerza que le quedaba en su cuerpo y como si lo hubiera planeado -cosa que no-  mas de una docena de ladrones comenzaran a acercarse al ahora grupo de tres, con arcos, lanzas, espadas y hasta las patas de una silla. Vislumbró el miedo bajando por la garganta de la aparente niña con trenzas. -Tami...- Dijo está, casi como una suplica. No importaba que tan fuertes sean, no podrían contra tantos. A lo lejos, escuchó una risa ahogada, la de D'Leh. "Bastardo inteligente", pensó con cariño al saber que seguía vivo.

Tenían que ser rápidas al largarse de aquí, lo que quedaba de la Guardia no tardaría en notar el tumulto allí reunido y acercarse con todo. Tomó una de las manos de Lavey y estiró la otra para tocar a Rei mientras su cuerpo daba una sacudida involuntaria al regresar a su forma humana, sus alas desintegrándose en el aire y una nueva oleada de dolor le cubría a lo largo de la espalda. Un corte sangrante que iba desde el omóplato hasta debajo de sus costillas, su cabello suelto pegándose en su espalda y tiñéndose de rojo; su piel escamosa ahora era lisa y del color de la leche, o lo sería de no ser por toda la sangre que se pegaba a ella. Aún unas cuantas plumas de Áddila se negaban a caer al suelo, pero las piernas desnudas de Oromë estaban flaqueando a cambio y estas perdieron el balance cuando una flecha atravesó su hombro.


Breve explicación: Bueno, ¿hace falta decir que adoro el drama? XD
El corte en una de sus alas, decidí que se manifestara en su forma humana como si de un latigazo se tratara :3
Ez zara minik, ezta?: No estas herida ¿cierto?
Divê em niha biçin: Deberíamos irnos ahora
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Cenizas en la Ciudad Lagarto [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Oromë] Empty Re: Cenizas en la Ciudad Lagarto [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Oromë]

Mensaje  Reivy Abadder Vie Dic 14 2018, 13:01

Caos. ¿Porque todas las batallas tenían que ser caóticas? Por que no podían ser ordenadas, como cuando estas en la panadería y esperas con tu saquito a que el panadero te de una hornada caliente. No... las peleas tenían que ser caóticas, en el fondo todo aquel caos me agradaba, nunca sabias lo que podía pasar. Pero tenia a dos personas queridas en medio de la reyerta, y no eran dos cualesquiera, eran las dos mas importantes.

Lavey y Oromë aparecieron por mi espalda y no pude evitar girar la cabeza y mirarlas. La arquera estaba... tenia manchas de sangre en la cara, sin embargo no salían de ninguna herida, la niña estaba cansada pero entera, aunque intentaba aguantar el tipo y de ser necesario seguiría peleando hasta que la cuerda de su arco despellejara sus dedos.
Por el otro lado Oromë estaba fatal, un ala inerte, el brazo sangrando... se había llevado la peor parte. -Ondo nago. Zer gertatu zaizu? -Escuchar un idioma tan antiguo como el nuestro en la forma original de los ancestros, hizo que a mi corazón se le saltara una pulsación. Para mis oídos era simplemente hermoso ¿Seria así como se comunicaban los celestiales?
-Istorio luzea da. -Contesto Lavey desde detrás de su tía.

-¡Presta atención desgraciada! -Una Tami consumida por la ira del engaño se había abalanzado hasta estar a un palmo de mis narices. -¡La pelea esta aquí!

Quise batir las alas y alzar el vuelo para evitar el golpe, pero era demasiado tarde. Me había distraído demasiado y su espada ya estaba encima mio. El filo golpeo encima del hocico hundiéndose entre las escamas, la electricidad recorrió el arma hasta llegar al guantelete y de ahí al resto de la armadura. Tami temblaba y los músculos de la mandíbula se le contraían, pero no soltó prenda y aguanto el choque. Cosa que yo no hice.
El dolor me recorrió todo el cuerpo como un latigazo, la mujer tenia tanto metal encima que absorbió toda la electricidad que cubría mi cuerpo, el pulso que bombeaba la sangre era frenético y aun así no conseguía reconstruir la barrera. Una sangre blanca como la nieve comenzó a caer de la herida hasta desembocar en el suelo.

La espada seguía clavada, Tami seguía haciendo fuerza y poco a poco la hundía mas. Llene los pulmones hasta que no pude mas y rugí con fuerza, el rugido lejos de ser una simple queja, salio de mi boca en forma de ciclón, Tami estaba tan cerca que no tubo nada que hacer. El aire la empujo y se la llevo rodando varios metros, pero no su espada, esa seguía clavada. Sacudí la cabeza a en todas direcciones como si fuera un perro que quiere sacarse el bozal, al final, después de unos cuantos intentos la espada se desprendió de mi cara.

La batalla había dado un vuelco inesperado, caos... no se lo diría a nadie, pero en el fondo de mi corazón sentía que lo amaba. Fue el aparente caos de la pelea lo que hizo cambiar las tornas, ladrones salieron a socorrer a una de sus lideres, en las manos llevaban toda clase de objetos, que ahora hacían las veces de armas improvisadas. La líder de los buscadores del 19 se giro al escuchar a la que ahora era la mas joven (al menos físicamente) del grupo.
Dos de sus amigos en el suelo, uno claramente muerto y el otro en estado critico, una joven vampiresa aterrorizada, un aguerrido hombre que estaba dispuesto a morir en batalla y ella, que se levantaba del suelo con visibles temblores en el cuerpo.

Sentí el tacto de Oromë sobre mi ala, tenia razón, había que salir de aquí. -Vey, apurtu kristalezko baloia. -La niña metió la mano dentro de mi bolsa y rebusco hasta encontrar una esfera con unos arboles de Karre'xha en su interior.
Lavey obedeció y sin mas preámbulos rompió el objeto contra el suelo. Del interior del cristal salieron millones de pétalos rosas que comenzaron a danzar furioso a nuestro alrededor, pronto toda nuestra visión quedo cubierta por las flores de los Karre'xha y por su aroma, eran tantos que el olor molestaba. Dentro de la ventisca habíamos quedado encerradas nosotras tres, Alward y sus compañeros.

En el transcurso del acontecimiento Oromë había cambiado de forma, Lavey se apresuro a rasgar su camisa y cerrar la herida en el brazo de su tía. Por mi parte yo también cambie de forma, era cierto que podría salir volando, era de noche y nadie me vería, pero no seria capaz de transportar a una mujer adulta y una niña. Mi cuerpo empezó a encogerse con rapidez, la cola fue retrayéndose hasta que se perdió en el coxis. las alas se plegaron y se mimetizaron hasta volverse piel, tela y cuero, como siempre, los cuernos fueron lo ultimo en irse, aun con mi forma humana al completo se quedaron allí unos segundos, encogiéndose lentamente como si no quisieran desaparecer.
Mi cara era un desastre, la sangre blanca ahora era roja y corría por una brecha que iba desde el punte de la nariz hasta la mejilla, donde colgaba un trozo importante de carne. Imitando a mi hija rasgue parte del lino de mi camisa e improvise un vendaje para sujetar la piel que amenazaba con caerse.

-Esto no va a durar eternamente.

Hablaba al grupo general, los miraba a todos y la vez no miraba a nadie. La niña prestaba atención, pero estaba escarbando en mi bolsa buscando la ponchimanta, una sabana con varios agujeros que me había salvado de quedar desnuda delante de la gente, cuando todavía no teníamos los colgantes de pudor. Sin importarle lo que estuviera pasando, la niña deshizo un par de pliegues de la prenda y se la paso por la cabeza a Oromë para cubrirla.

-Hay que largarse de aquí ahora. -Hablaba con una mano sobre la cara y con la otra ayudaba a mi amiga a pasar su brazo herido por mi hombro. -Aguanta hermanita, pronto saldremos de esta.

Lavey volvía a sujetar la mano libre de su tía y la miraba con preocupación. De repente oyó la cuerda de un arco perdiendo tensión y al momento siguiente una flecha se clavo en la espalda de Oromë. -Eres idiota ¿O qué? -Era la primera vez que veía la cara de la niña convertirse en un mar de ira. -Así te mueras gonorrea. -Espeto colérica y con voz aguda.

No había tiempo para mas, mire a Alward esperando ver que hacia y force a Oromë a avanzar. Si la cosa fuera distinta yo misma le abría partido la cara al desgraciado de la flecha, pero el tiempo jugaba en nuestra contra.
Salimos por la dirección que entro Oromë, los pétalos se abrieron el tiempo y tamaño suficiente para que pudiéramos pasar y luego volvieron a cerrarse dejando que el ciclón continuara su ciclo. Los ladrones nos recibieron con premura y nos escoltaron hasta las afueras de la ciudad. No se de donde salio, pero uno de ello me colgó un zurrón del hombro. Era D´Leh. "Os hará falta" Dijo el muchacho. "Cuídala. No dejes que le pase nada a la Jefa."


_______
Off:
Ondo nago. Zer gertatu zaizu? = Yo estoy bien. ¿Que te a pasado?
Istorio luzea da = Es una larga historia
apurtu kristalezko baloia = rompe la bola de cristal
Maestria: Aliento elemental aire.
Uso la bola de cristal del Hoda: Al romper la bola una fuerte ventisca de pétalos rosados aparecerá, permitiendo vuestro escape o sirviéndoos de escondite.
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Mensaje  Alward Sevna Vie Dic 14 2018, 16:19

-...Bien...-Apartó la mirada de la dragona plateada y la fijó al instante en Jannis, mostrando una medio sonrisa

El guerrero ya se había puesto en pie y en guardia. Alward le asaltó de forma inesperada, se abalanzó hacia él, pero este se defendió ante el ataque del mercenario. El Sevna, en milésimas de segundo, notó esto e hizo una finta hacia su derecha, haciendo que Jannis perdiese su referencia y quedando detrás suya. Tras esto, el mercenario dio un tajo brutal con sus dos espadas a la vez, al mismo tiempo que el guerrero se volteaba para encontrar de nuevo la referencia de su oponente. Todo acabó con un estruendoso golpe en la hombrera del guerrero, haciendo que esta se resquebrajase y partiese. Ahora, su hombro derecho estaba al descubierto, aunque era poca cosa, había sido la primera vez que Alward había logrado "dañar" a su oponente.

Ambos combatientes dieron un par de pasos hacia atrás, se observaban mutuamente. A Jannis no le había gustado nada ese movimiento del joven Sevna. Alward, por su lado, sonreía de forma pícara, a modo de provocación hacia el guerrero.

—Chico, ya se acabaron las advertencias. Vas a morir aquí y ahora —Dijo con un tono enrabietado—No tienes capacidad para hacerme frente, y lo sabes —

Y era cierto. Hasta ahora no había logrado nada más que cansarse él mismo. Jannis estaba impoluto, ni siquiera el último ataque había logrado rozar su carne. Si todo ese esfuerzo había servido para hacer mella en una sola parte de su armadura, enfrentarse a él para lograr algo más sería una sentencia de muerte, ya que aunque haya sufrido un chute de adrenalina interna, la resistencia no es algo que le iba a durar siempre. Alward se mordía el labio inferior con resignación, mientras maquinaba en su mente alguna forma de poder enfrentarse a ese poderoso guerrero.

En ese momento, una flecha se clavó directamente en el hombro que tenía el guerrero al descubierto, haciendo que diese un paso atrás y un gesto de terrible dolor se dibujase en todo su rostro. Eso no hizo más que aumentar su rabia. Emmanuel apareció a la izquierda de Alward, guardando su arco y sacando su daga. Al mismo tiempo, Moses también se incorporó al combate, colocándose a la derecha del Sevna, espadón en sus dos manos y una pose de combate. Alward echó un vistazo rápido a ambos, mientras una sonrisa de seguridad en sí mismo volvía a su rostro.

-...No...-Negó lentamente, mientras recuperaba el aliento-Hoy no voy a morir-Dijo con extrema confianza en sí

De pronto, Moses salió en carrera, directo hacia Jannis, quién partió la flecha clavada para poder moverse con cierta soltura. El Stelliazo llevaba su arma en alto y cargando sus músculos para dar un tajo feroz y contundente. Cuando llegó a la distancia suficiente, soltó toda su energía en ejercer aquel movimiento. Jannis se cubrió con sus dos espadas, formando así una "X". Sabía que no podía contener el golpe por completo, así que le imprimió un fuerte movimiento hacia adelante a su defensa para repeler el ataque. Lo consiguió, ambos combatientes quedaron desestabilizados en el acto, con sus brazos estirados hacia atrás por la inercia del choque. En ese momento, Alward salió en carrera de detrás de su compañero, haciendo de nuevo una finta para lograr colocarse a escasos centímetros de Jannis. Una vez ahí, empezó a dar tajos contra este. Las tornas se habían cambiado y ambos cumplían los papeles que hace tan solo minutos le había tocado interpretar al otro. El Sevna ahora imprimía una ofensiva feroz y sin descanso contra el guerrero, el cual simplemente podía repeler los ataques del mercenario.

-¡MO!-Empezó a correr-¡AGÁCHATE!

Moses hizo caso a la advertencia del arquero y se puso de cuclillas. Emmanuel pegó una larga zancada y se apoyó para saltar en la parte superior de la espalda. Con el arco se nuevo tensado y apuntando hacia Jannis, se impulsó para, desde una altura de salto, disparar.

Bingo, la flecha acertó de nuevo en el hombro del guerrero. Esta vez impactó en algún nervio, ya que dejó el miembro inmovilizado. Su espada diestra cayó al suelo, y ahora solo contaba con la zurda. Pero Jannis, lejos de estar en desventaja o arrugarse, propinó una patada en el estómago a Alward para quitárselo de encima, luego, con su zurda, propinó un fuerte tajo hacia el Sevna. Este, al estar desequilibrado por la patada, solo pudo interponer su espada zurda para parar el golpe, cosa que logró, pero esto también provocó que la espada se le cayese de entre las manos. De nuevo, otra patada terminó por tumbar al mercenario en el suelo. En ese momento, Moses echó a correr para socorrer a su amigo. Jannis alzó el único brazo que le respondía, la espada que sostenía con él brilló con una singular luz reflejada por la luna. Iba a hacerlo, iba a darle fin a Alward, que yacía en el suelo, dolorido y sin tiempo suficiente para reaccionar. Finalmente, el guerrero realizó el ataque, un tajo directo a su cuello que lanzó como último y desesperado movimiento. El joven Sevna cerró los ojos, pudiendo cubrirse tan solo con su brazo izquierdo, justo el que ahora no empuñaba ninguna arma y tenía la herida sangrante.

Por instante, todo quedó en silencio. El ruido de la batalla había cesado tan solo por un segundo... ¿Se acabó? ¿Había muerto? No podía ser... No sentía dolor alguno, y aún notaba su cansancio, su sangre chorreando por las heridas abiertas en la frente y en el brazo, sus piernas fatigadas y temblando...

Poco a poco, abrió los ojos, vio cómo a escasos centímetros de su cuerpo, se encontraba el espadón de Moses clavado en la tierra, y cómo la mitad del filo de la espada de Jannis estaba rota entre sus pies, mientras el guerrero seguía sosteniendo la otra mitad desde su empuñadura. Tanto el Stelliazo como el imponente guerrero respiraban pesadamente, paralizados. Alward seguía en sentado en el suelo, mirando sorprendido y en un mini-estado de shock la escena. Había logrado salvar el pellejo por apenas una milésima de segunda y un par de centímetros. Parecía como si el tiempo entre ellos se hubiese detenido. Ninguno de los tres esperó que la situación podía acabar así, ni siquiera el propio Moses, que hizo todo lo que estuvo en su mano para evitar a toda costa la ejecución del Sevna.

-...Por Odín... He llegado-Dijo mientras desviaba su mirada hacia Alward con una respiración cada vez más pesada y seguida.

Jannis volvió en sí y propinó un manotazo con el lado opuesto de la palma de la mano y con el puño cerrado hacia Moses para apartarlo. En ese momento, una turba de habitantes de la ciudad entraron en escena; ladrones, niños, bandidos... Todos iban en contra de los buscadores, y por supuesto, se empezaron a enzarzar con Jannis. Esto lo aprovechó Alward para escabullirse y ayudar a su amigo a recomponerse.

-¿¡Estás bien!?

-...He estado en peores...-Dijo mientras se tocaba un ojo que ahora aparecía todo morado e hinchado-...Joder... Me siento mareado

De pronto, una nube de humo rosada y millones de pétalos empezaron a rodear el lugar también. Como consecuencia, la visibilidad se redujo bastante. Emmanuel se acercó a sus dos amigos y se agachó para atender también a Moses

-¡Tenemos que salir de aquí, la cosa se ha puesto fea!

Alward miró a su alrededor, la imponente dragona aún estaba allí, y no podía dejar escapar a Oromë... No podía fallar en su misión.

-...Vosotros salid de aquí e id a buscar a Lord Prytton.... Contadle todo lo que ha pasado y que he ido tras Oromë

-¡P-pero...!

-¡Sin peros!-Dijo mientras se ponía en pie y empezaba a correr hacia la dragona

Había sido bastante oportuna la aparición de esos inesperados "aliados" y aquella nube de humo, ya que al fin se había quitado a Jannis de encima.

La dragona poco a poco iba encogiendo su tamaño, lo que dificultaba aún más su localización y visualización dentro de aquella nube de pétalos. Llegó hasta una distancia donde pudo visualizar a un grupo de dos mujeres y una chica de mucho menos edad. Una de ellas iba cubiertas con telas desgarradas llenas de sangre, la otra sí iba vestida. Eran ayudadas por más gente, seguramente habitantes de la ciudad para salir de allí. Una de ellas le llamó especialmente la atención; piel blanquecina, cabello plateado y moribunda.

-Esa tiene que ser Oromë-Dijo en voz alta pensando para sí mismo

Huían a prisa y corriendo del lugar, mientras llevaban consigo a la asesina de cabellos plateados.

Alward logró salir de la nube rosada. Los ladrones y Oromë le sacaban mucha ventaja y habían tomado una de las salidas de la ciudad. Tenía que alcanzarla como fuese. Pegó un silbido para llamar a su fiel yegua; Epons, la cual entró corriendo por unas vallas derruidas por la batalla que servían como "muros" de la ciudad. El animal pasó por encima de una tela de rayas blancas y azules que antes serviría seguramente como una de las muchas tiendas que se extendían por todo aquel intento de vecindario.

El mercenario se subió a su montura y empezó a cabalgar en dirección por donde habían huido las dragonas.

No tardó en alcanzarlas. En cuanto llegó, la gente que rodeaba a la asesina empezó a mostrarse agresiva contra el Stelliazo, quien miraba a todos y a nadie a la vez. Epons relinchaba nerviosa, mientras que Alward la acariciaba de vez en cuando para que se calmase.

-Puedo sacarla de aquí-Miró uno a uno a los presentes, incluida a Oromë, la cual no parecía estar del todo lúcida y en todos sus sentidos-Tranquilos, no le haré nada, me hizo una promesa que debe de cumplir-Miró hacia atrás, donde la pelea aún estaba encarnizada y los buscadores resistían contra los ladrones. Es más, estos no parecían ser ningún problema para aquel grupo de tres-Esa gente es peligrosa, si queréis que tenga una oportunidad de sobrevivir, tiene que venir conmigo. Puedo llevarla lejos de aquí, y no veo otro caballo listo para salir.-Realmente, no sabía lo que estaba diciendo. Su objetivo era claro; asesinar a Oromë, pero por algún motivo, no quería que esta cayese en garras de los buscadores. Quería sacarla de allí y protegerla de esa gente, quizás por la niña que la acompañaba, quizás por su fraternidad mostrada con la otra mujer. Algo le llamó la atención en Oromë, y quería descubrir el qué.-...Si no confiaís en mí, la dragona puede transformarse y acompañarme-Dijo refiriéndose a la mujer que antes se alzaba imponente como dragón y ahora tenía un profundo corte en su rostro.
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Cenizas en la Ciudad Lagarto [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Oromë] Empty Re: Cenizas en la Ciudad Lagarto [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Oromë]

Mensaje  Sigel Miér Dic 19 2018, 21:46

Promesas. Un silbido que sonaba como una risa se escaba por sus dientes. Alward Sevna protegía a Oromë porque ella le había hecho una promesa. Zafar se rascaba la perilla con la mano derecha al mismo tiempo que, con la izquierda, desata disimuladamente los cinturones que esconde bajo su chaqueta. Él también tenía una promesa para Alward. No iba a ser menos que la dragona. A decir verdad, tenía una promesa para todos los hombres de La Guardia; tanto los vivos como a los muertos. Prometo contaros todos mis secretos y prometo entregar vuestros cuerpos al laboratorio 8B.

El primer secreto de la noche: Zafar tenía la costumbre de prometer, no ofreciendo su palabra, sino la mano de a quién le prometía.

Alward Sevna no lo vio venir. Zafar jugaba con la velocidad y la destreza animal que los humanos intentaron alcanzar tiempo. Cogió a Sevna por la muñeca derecha mientras que, con la mano libre, elegía el mejor cuchillo de todo su repertorio. Todos eran buenos, pero el que Harambe había encantando era el mejor. Cortaba la carne y el hueso humana como si fuera mantequilla mientras que, para los hombres bestias, resultaba totalmente inofensiva, como si fuera un cuchillo de madera. No contento con haberle cortado la mano, miró a los ojos del humano. Si las miradas pudiesen hablar, la de Zafar, en aquel momento, estaría gritando. Se abalanzó hacia el humano y le arrancó la nariz de un mordisco.

—¡Humanos, observad por qué estamos aquí! Esas ladronas — procuró utilizar el femenino para que la referencia hacia Oromë fuera más evidente — poseen uno de los objetos malditos de Egdecomb. No conocemos sus efectos. Vuestro amigo, aquí “El promesas”, podría ser víctima de sus hechizos. ¡Tal vez todos vosotros lo sois! Recordad por qué estáis aquí: para salvar a Aerandir, para convertiros en héroes — solo a Sevna — bebiste del frasco del no-nato para venir aquí. Deberías conocer los encantos de los objetos malditos también como nosotros.  — segundo secreto: Zafar descubrió la cola de mono que tapaba a su espalda. La utilizo para recoger la mano cortada de Sevna del suelo; la hizo ondular delante de los ojos del humano —no temas, esto no es lo peor que te puede pasar. Cuando te sanemos del hechizo de la dragona, curaremos tus heridas en el laboratorio — con sangre de dragón y mente de bestia. Pensó con una sonrisa agridulce.

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—¡Jefa, responde!

Dan arrastraba a Tami lejos del campo de batalla. Tenía una flecha clavada en el vientre. No sabía qué hacer. Palpaba la madera de la flecha con la punta de sus dedos sin llegar a decidirse. En algún momento, recordaba vagamente, Jannis le había comentado que jamás había que tocar las flechas. Y menos si eran cómo aquellas, que podían explotar en cualquier momento. Entonces qué hacer. ¡Joder! ¿Qué tenía que hacer? ¿Dejar que Tami se muriera? ¡JODER! Levantó las manos asustado y se apartó unos centímetros de Tami. Qué los Dioses le perdonen, no podía hacer nada y si pudiera hacer algo, no sabía el qué. Se preguntó cuánta sangre, entre toda la que manchaban sus manos, pertenecía a Tami y cuánta a Den.

Si Den siguiera vivo habría sabido qué hacer. Juntos eran más brillantes, que no más inteligentes. Acaban las frases el uno al otro. Si uno tenía media día, el otro la completaba con la otra mitad. Normalmente, era Den quien se le ocurría la primera mitad de la idea. A raíz de ella, Dan decía la segunda.

—Tami, por favor. ¡Jefa! Tienes que responder — dijo en voz muy baja a un palmo de distancia del cuerpo de la chica — Qué los Dioses me escuchen. Tienes que seguir con vida. — apartó la vista. Verla en ese estado le daba nauseas. — Van a venir. Los estoy escuchando. ¿Tú también los oyes? Dime que sí. Dime que sigues con vida y puedes escuchar sus pasos. Hacen temblar la tierra como si fuera las cuerdas de un laúd.

—Los… — la segunda palabra se escuchó con más fuerza que la primera — oigo.

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Hasta ese momento, lord Prytton creía que los objetos malditos de Egdecomb eran una leyenda. Utilizaba la lógica para desclasificarlos: una persona, fuera de la raza que fuera, moriría al poseer tanto poder como se decía que estos objetos malditos tenían. La misma lógica fue la que utilizó para celebrar la victoria antes de toparse, cara a cara, con los ladrones de La Ciudad Lagarto. Un grupo de forajidos no debían tener la menor oportunidad contra los hombres armados La Guardia salvo que…. Salvo que no sean dragones lo único que posean. Salvo que entre las tiendas de campaña, los establos, los sacos de comida y los cofres con dinero robado halla algo más; ese algo que Prytton se había negado a creer hasta aquel momento. Zafar tenía razón. Por mucha tirria que sentía hacia el líder de las bestias, debía reconocer que hablaba con razón. La magia de Egdecomb apestaba el lugar.

—Olvidad a las dragonas, que no sean vuestro centro de atención. — dijo en voz baja, un ayudante se encargó de repetir las órdenes en voz alta para que lo escuchasen toda la guarnición — Quemad el lugar. No tengáis piedad. Si hay niños, matadlos. También a los ancianos. Matadlos a todos. Si Oromë no se entrega por las buenas, mataremos al resto.

Unos guardias habían atrapado a una niña que correteaba junto a Oromë. Se disponían a cortarle el cuello como si fuera un cerdo en el día de la matanza.

—A ella no, dejadme el gusto. — los hombres entregaron la espada a lord Prytton y se quedaron sujetando a la dragona — ¿Cuántos de mis hombres habéis matado? Dime un número. ¿Más de diez? ¿Qué crees que deba hacer contigo? La muerte sería un castigo demasiado simple. — pasó el filo de la espada por el cuello de la chica como si la estuviera acariciando — Basta que tu amiga diga una palabra para que te soltemos. Anímala, puede que te haga más caso a que a nosotros.

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* General: Hasta el momento, Reivy y Oromë han sabido defenderse. Han sufrido un ataque a dos bandas: el grupo de Tami y el grupo de humanos. Jugaron sus cartas con inteligencia y, se podría decir, han ganado este turno. El grupo de Tami está muy debilitado. Den ha muerto, Jannis y Sena desaparecidos y Tami muy mal herida. El grupo de La Guardia y bestias se mantiene en posición. Decide jugar sucio. A partir de este tema, La Guardia atacará a cualquier persona que se ponga entre ellos y Oromë. Lord Prytton, orgulloso humano, ve dañado su honor ante esta derrota. Oromë, no lo tendrás tan fácil en los próximos turnos. La herida más importante que tienes es la del torso que describes en tu post.


1. Oromë Vanadóttir: acabas el tema con una relativa ventaja. Has formado un buen equipo con Reivy, Lavey y el desafortunado Alaward. Tus heridas son menores; nada que no se puede curar con un par de semanas en reposo. Las heridas que le has provocado a Áddila, en este caso, son mucho mayores que las tuyas. Lo que más te debe preocupar: el escondite de La Dama sigue a buen recaudo al igual que su función. Digo relativa ventaja porque no me atrevo a llamarte ganadora. Ves a mucha gente de tu ciudad morir; cada vez serán más los que caigan. Las manos grasosas de Lord Prytton tiran del cabello de Lavey. Te dan una oportunidad: te entregas o seguirán matando. ¿Qué es tu vida a cambio de la de la gente indefensa de la ciudad?

3. Reivy Abbader: tienes una importante herida en el torso derecho (lugar donde debería haber una ala si estuvieras en forma dragón). Estás agotada física y mentalmente. En estos últimos meses te has encontrado con una guerra diferente por cada viaje que has hecho. Ésta ha llegado a las puertas de tu casa. Lavey, esa niña encantadora que ríe contigo y aprende de ti está siendo torturada por lord Prytton. Si tuvieras fuerzas para defenderla, lo harías. Ahora, tus manos están más ocupadas en apretar la brecha de tu torso para frenar la hemorragia que en sujetar un arco. Además, tienes cortes por los brazos y la cara. Estás muy herida. Los enfrentamientos con los npcs más fuertes pasan factura.

4. Alward Sevna has intentado aliarte con Oromë y La Factoría te ha respondido con un claro NO. ¿Has bebido del frasco del no-nato de Jason Bosne? No en este tema. Lo descubrirás más adelante, en la trama Sangre y Sombras. Os dije que el tiempo era de vital importancia para este evento. Ahora mismo, voy a jugar con lo que sabes off-rol. Juego con que no entiendas qué te ha querido decir Zafar y por qué se ha molestado tanto. Aunque, si eres una persona inteligente (o hablas mucho con el detective Pikasher) podrás deducirlo. Ahora mismo te digo: no temas por lo que te ha sucedido.

Personajes que han fallecido en este primer tema. He de decir que la vida o la muerte de los personajes no dependen de la suerte que os haya salido resultado, sino de vuestras acciones en el rol. La suerte es un adicional en caso de duda.
Den , Otamis , Itori
En breves se abrirá el tema 2 de este evento. Ya sabéis como funciona este Evento. Es un mastereado a gran escala que, en lugar de estar controlado por "turnos" está controlado por temas.
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