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Cenizas en la Ciudad Lagarto [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Oromë]

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Mensaje  Sigel Lun Dic 24 2018, 14:05

Reconoció a Asher en cuanto lo vio. Los pájaros lo habían descrito tal y cómo era: grande, brillante y con cara de perro. El centinela traía un curioso ejército a su espalda. A Vardagen le gustó el hecho que no hiciera distinción entre razas ni especies; cosa que no se podía decir lo mismo de él. El hombre búho levantó el ala derecha con una doble intención: señalar su posición al centinela y los suyos y desvelar que estaba armado con un estoque.

—Deténgase. Al contrario de lo que pueda imaginarse, no le guardo rencor por lo que hizo. Mis amigos los pájaros cantan vuestra gesta en el laboratorio. Sé lo que ocurrió. A estas alturas, cualquiera que entienda el idioma de las aves sabrá de vuestras desventuras. Mató a mi hermano por el bien común, por Aerandir, por las demás bestias manipuladas por los objetos malditos, por usted mismo y por mí, porque tenga que atender a un hermano enloquecido por sendas maldiciones.

Una bandada de pájaros, de todas las especies, revoloteaban sobre la cabeza de Vargaden. Una pequeña [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] se colocó en la oreja izquierda del hombre búho y le silbó las historias de los hombres que acompañaban al centinela. ¡Nómadas! Vargaden tuvo ganas de aplaudir. ¡Marginados! Después de lo que había escuchado, se habría imaginado a Asher enfrente de un ejército gigantesco de hombres de hombres bestias. Se suponía que era un centinela, al igual que Melena Blanca. ¿Dónde estaban sus leónicos? Vargaden silbó una nota a la ábina de su hombro. El pájaro le contestó, en el secreto idioma. Asher no traía a más de cuatro de personas con él. ¿Y el ejército? ¿Y los leónicos? Hizo una señal con la mano derecha a la bandada. Unos pájaros emprendieron el vuelo hacia el norte. Los leónicos estarían en camino.

—Me alegro que recibiera mi mensaje. — examinó al hombre bestia de hito a hito — Déjeme confesarle que me esperaba algo más. Tengo altas expectativas puestas en usted, centinela. Rezo por la que las cumpla. Se avecina una guerra, una proeza que superará por creces todas las que ha tenido. Sabe de lo que le habló. Mi mensaje fue claro y conciso: “Objeto de Egdecomb. Encuentro en la explanada norte del bosque de Verisar. Firmado, Hibou”. Escasas palabras. Los papiros que llevan los pájaros no son precisamente largos. Disculpe que lo haya firmado con el nombre de mi hermano, supuse que no vendría si hubiera mi nombre verdadero. ¿Tengo razón? — no dejó que Asher contestara — Me presento, soy Vardagen. Quizás haya escuchado hablar de mí. Resido en la pajarera de Baslodia, hogar y nido para los pájaros de Aerandir. — pequeña reverencia — escucho decenas de historias al cabo del día. Mis amiguitos me las traen de todos los rincones de Aerandir. He oído a los pájaros cantar acerca del Nigromante Muerto, los objetos de Egdecomb y de las muchas víctimas de los mismos. La balanza es la siguiente: villanos muchos y ningún héroe. Hoy podemos declinarla para nuestro favor. Es lo que hubiera querido Hibou si siguiera vivo. Usted, como centinela y como asesio-salvador de mi hermano tiene el deber moral de atenderme. Sé donde se encuentra uno de los objetos malditos de Egdecomb. No muy lejos de este lugar. ¿Escucha los sonidos de espadas y las voces guturales? Vienen de ese lugar. ¿Escucha los sonidos de tambores? Viajan hacia ese lugar.

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Oromë estaba recostada sobre un pilar. Tenía una herida en el torso. Sena se preguntó si le hacía cosquillas. Dio un paso hacia la dragona. Quedó a medio metro de distancia. Miró su sangre y ladeó la cabeza. Sena recordaba muy poquito de su vida como humana salvo que le hacía cosquillas el cuello. Había tenido dos marcas, dos agujeritos que eran como dos gotas negras. Los vampiros bebían por los agujeritos. ¿Le hacían daño? Se preguntó a la vez que daba otro paso hacia Oromë. Pensó que no puesto que no podía recordarlo. Si le hubieran herido de gravedad, lo podría recordar.

Otro pasito hacia la dragona. Estaba tan cerca que podía ver todas las pecas de su cara. Un paso más y podría tocar la sangre. Ladeó la cabeza sin apartar de vista la herida.

Sena cogió su cuaderno y dibujó una boca de vampiro abierta. Le mostró el dibujo a Oromë con una sonrisa de oreja a oreja para indicarle cuál eran sus intenciones: hacerle cosquillas en la herida.

Se puso de rodillas sujetando el dobladillo del vestido para no mancharlo. Lentamente, fue avanzando hacia Oromë. No podía defenderse. Sena había aprendido a canalizar la hipnosis racial de una manera peculiar: con sonrisas y dibujos. ¡Nada mal para una vampiresa novata! La dragona debía haber sido más inteligente antes de mostrar curiosidad por sus dibujos y ternura por su aspecto infantil. Sena se sentó al lado de la dragona (el lado herido) y se recostó sobre ella como si fuera una niña sobre su madre. El tacto con la sangre era caliente y agradable. Sena se relamió. ¿Puedo? No había necesidad para pedirlo. Desveló sus dientes y los clavó en la herida. De lejos, daba la impresión de ser una madre amamantando a una niña grande en su pecho. Sena se sentía de esta misma manera.

—¿Cuida de mí? — eran las primeras palabras que decía desde que fue transformada en vampira — ¡Dragona cuida de mí! — todavía tenía que acostumbrarse a su nueva voz — Dragona es buena. Dragona quiere cuida a amigos.  ¿Y mí? ¡Y mí! Dagona cuida de amigos y de mí.— Sena dio un beso en la mejilla de Oromë manchándola de sangre — Sena muestra. Sena es muy lista. Sena hace cosquillas y lee secretos en sangre.

Los labios de Sena regresaron en la herida de Oromë. Mediante la conexión que se generaba, le dijo aquello que Tami calló: la dama amante posee el poder de sanar. Pedirá una ofrenda, sacrificio de carne, cada vez que se haga uso de su voluntad. Le mostró la imagen de los habitantes de Coss. Al que menos, le faltaba un ojo y tenía marcas en los brazos de haber sido desollados. La cabaña de Rhea estaba repleta de frascos con partes de cuerpos en formol.

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Lord Prytton hizo una señal con la cabeza para que le trajeran al siguiente rehén: un anciano de Roilkat conocido por sus tramposos juegos de cartas. Con una mano tiraba del cabello de la niña para hacerla caer de rodillas y con la otra empuñaba la espada que pronto planeaba ensuciar de sangre de dragona; fuera la de Oromë o la de la niña.

Carraspeó  la boca y escupió un gajo de saliva y sangre al suelo. Con la garganta ya aclarada, gritó por segunda vez el aviso. No habría una tercera. Lord Prytton cumpliría su palabra. Mataría, uno por uno, a los hombres y mujeres más indefensos de la ciudad de los ladrones hasta hacer salir a Oromë. Cuando esto sucediera, era cuestión de tiempo, mandaría a sus hombres terminar con el trabajo sucio. Los ladrones morirían igualmente. Lord Prytton sonrió malévolamente. La única diferencia en que Oromë saliese o no de su escondite residía en quien mataba a los ladrones: un soldado al uso que no sabía cuan profundo puede llegar su espada o un sádico guardia.

Sin darse cuenta, Lord Prytton tiró con más fuerza del cabello de la niña. No le gustaban las sorpresas y aquel sonido era la peor de todas. Sonaba como si un montón de herreros golpeasen a la vez un mismo yunque. Arrugas de preocupación asomaron bajo la sonrisa de Prytton.

—¡Cibernéticos! — anunció Áddila desde el aire — Humanos, ¿vienen con vosotros? —

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Jannis soltó sus armas y corrió a recibir a sus verdaderos colegas. Justo a tiempo. Den asesinado, Tami y Dan desaparecidos y Sena loca tras haber sentido el perfume de la sangre caliente por primera vez. Jannis vio el momento perfecto para llevar a cabo su plan. Soltó el [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] que APP-Bel le había hecho llegar. El insecto de metal estalló en el aire emitiendo un leve resplandor de luz. ¡Por allí llegan! ¿El Maestro iba con ellos? Deseó que así fuera. Se relamió pensando en los placeres que le ofrecería a cambio de entregarle la posición de La Dama Amante. Lo primero sería una armadura y una espada nueva con la que poder enfrentarse a La Guardia y los ladrones. Una vez, El Hombre Muerto corrompa estas tierras, se las ofrecería como recompensa. Los huertos y ganados, los cuales estarían bendecidos por la magia oscura. La leche de las vacas sería más dulce, las gallinas podrían tres huevos diarios y los arbustos darían frutos en todos los meses del año. Sería la envidia de toda Aerandir. El último deseo de Jannis sería el más importante: una familia. El Hombre Muerto haría aparecer a Tami, o una muchacha que se pareciese a ella. Utilizaría su magia para convertirla en la esposa perfecta. Jannis volvió a relamerse. Sintió picor en la entrepierna provocado por las fantasías intensificadas por la magia de El Nigromante.

APP-Bel resplandecía con la tenue luz de un sol de invierno. Traía un ejército de cibernéticos maltrechos a su espalda. Jannis se arrodilló a sus pies. ¡Mi señor! Levantó la cabeza para buscar a El Nigromante entre los hombres de metal; no estaba presente.

APP-Bel puso una mano en la mejilla de Jannis y le besó la frente. Parte de la luz (energía, electricidad, éter o como coño se llame) del cibernético se traspasó al humano.

—El Maestro ha tenido buen ojo al escogerte — dos cibernéticos a la espalda de APP-Bel traían una espada y una cota de malla nueva para Jannis.

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Raklen alimentaba a los [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] (caballos con cabeza de caimán) del carruaje de enfermos. La participación de La Factoría en la batalla era un negocio redondo. Zafar hacía uso de sus artimañas políticas para hacerse con el objeto del 19 sin que La Guardia de Lunargenta se diera cuenta, Hamri recogía los cadáveres y enfermos para llevarlos al laboratorio 8B donde Amón experimentaría con ellos y Áddila callaba los secretos. Resultado final: un objeto de Egdecomb y un nuevo hombre bestia por cada humano caído. Raklen dio un mordisco a la manzana que tenía en la mano. ¡Todo parecía salir según lo planeado! Cero preocupaciones. Se atrevió a dar un segundo mordisco a la manzana. El híbrido, molesto porque no le daba la comida, dio un mordisco al aire. Raklen estaba tan tranquilo que creía que nada le podía herir, ni siquiera los caballos con cabeza de caimán que tenía delante.

Raklen empezó a preocuparse cuando un Zafar apareció con un humano cargado en el hombro. Alguien muy importante tenía que ser para que el mismísimo Zafar lo trajera al hombro. Raklen dio la manzana al híbrido y fue a ayudar a su superior. Alguien le había cortado la mano derecha del humano y arrancado la nariz. Era un milagro que siguiera con vida. Raklen se preguntó qué clase de experimentos le haría Amón. ¿Le añadiría una pinza de cangrejo y un hocico de perro? ¿O una garra y cabeza de león?

—En cuanto consigamos el objeto nos largamos —dijo Zafar a la vez que echaba al humano inconsciente junto a los otros heridos y cadáveres del carro (Raklen no sabía diferenciar los primeros de los segundos). — Viene un ejército de cibernéticos por el sur. Tendrás que avanzar primero. Lleva las bajas al laboratorio. Nosotros te alcanzaremos en cuanto consigamos el objeto. ¿Entendido? — hablaba con un tono de voz acelerado. Raklen asintió con la cabeza. — Muy bien.

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Había un grupo de elfos exploradores del clan Sondve escondidos en los matorrales. Nadie podía verlos, ellos vieron a todos los demás. Observaban la escena como si fueran los espectadores de una obra de teatro callejero. Vieron al centinela del norte con los nómadas y algunos leónicos que se agrupaban al rescate. Vieron a los cibernéticos del Edén liderados por APP-Bel, resplandecía como una estrella. Vieron a los hombres bestias de La Factoría buscar a la chica que llamaban por el nombre de Oromë, querían encontrarla antes que los humanos de La Guardia. Vieron a los ladrones defender su ciudad con uñas y dientes y a La Guardia quemando las tiendas de campaña y torturando a los más débiles a la vez que gritaban el nombre de Oromë. En total eran cinco ejércitos en guerra los unos con los otros. La Factoría se mantenía de lado de La Guardia, pero por un tiempo limitado.

Vlomra Ryalvia levando la mano derecha. La mantenía abierta. En el momento que cerrase el puño. Justo cuando la dragona Oromë se dejase ver y los cinco ejércitos estuvieran en sus horas bajas, pasarían a la acción. ¡Por Imbar! Los exploradores cogieron una flecha y la pusieron sobre la cuerda de las flechas sin llegar a tensarla. Esperad al puño cerrado. Ryalvia movió la boca como si estuviera diciendo las palabras pero sin llegar a pronunciarlas. Lucharemos por Imbar.
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* General: Este es el segundo de los cuatro temas de “Las cenizas de la Ciudad Lagarto”. Transcurre durante la noche.
Empieza el caos. Se descubre las intenciones de Jannis, era un traidor sirviente de El Hombre Muerto. Él ha llevado a los cibernéticos de APP-Bel hasta allí. Es un nuevo enemigo a sumar. APP-Bel concede a Jannis la maestría elemental de viento gracias a la energía que ha absorbido en los últimos temas ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] y [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]).
Un segmento de la factoría se escapa en un carruaje de enfermos (Alward está ahí) el otro busca a Oromë de manera independiente. La matarán. Zafar ha jugado sus cartas. Mientras la Guardia se entretiene matando inocentes, las bestias buscan el objeto del 19.
Se descubre el funcionamiento del objeto del 19 La Dama Amante. El fuego es un reflejo de lo que el portador ve. Es decir, Oromë ve una dama de fuego. Asher verá un hombre-perro de fuego. Su poder es curar cualquier tipo de enfermedad a cambio de un sacrificio proporcional. Más adelante, lo explicaré detalladamente en el objetivo de Oromë.
Llega el boss del tema: Asher. Viene con un puñado de sus npcs Nómadas (te dejo elegir 3) y un puñado de Leónicos (los cuales no se considerarán relevantes). Vargaden, hermano de Hibou, los ha hecho venir.
Los elfos del clan Sondve NO participan en este tema. Su intervención será relevada en el siguiente. Ellos concentrarán su ataque a aquellos que hayáis sacado peor suerte en el transcurso de este tema.
El objetivo común y principal de vosotros 4 usuarios será proteger o asesinar a Oromë de los ataques que tienen lugar. Cada uno de vosotros tenéis intereses marcados que especificaré de forma personalizada más abajo.
Como somos muchos usuarios en el evento, lo haremos de la siguiente manera: en cada capítulo seleccionaré a uno o varios vosotros. Diré: “Se decidirá la continuación o final de este personaje”. Esto quiere decir que es posible, según el daño recibido y las acciones tomadas durante el tema. De ser “final”. Este usuario quedará noqueada por el resto del capítulo (tal vez aparezca en el capítulo de Eltrant o Dag) dando paso a un siguiente personaje. Lo mismo diré con algunos npcs menos poderosos e importantes que otros.
El orden de turnos de posteo será el marcado a continuación. No está de más decir que quién se lo salte será penalizado. Igual que será penalizado el metarol y las faltas de respeto hacia otros usuarios.
Cabe señalar que, aunque haya mencionado los personajes principales de cada grupo, podéis inventaros todo un ejército de hombres de La Guardia de humanos o de bestias de La Factoría. Estos personajes servirán como carne de cañón (salvo en los casos que diga lo contrario). Carecerán de nivel y especialización y no formarán parte relevante de la trama.
Tenéis un máximo de 2 a 4 turnos de combate. Una vez finalizado los 4 turnos, cerraré el tema aunque no hayáis cumplido los objetivos, daré la resolución y empezaremos el siguiente. Tranquilos. Es normal no cumplir los objetivos ya que si digo que X debe de hacer algo e Y debe impedir que X haga ese algo, es imposible que los dos tengan éxito en su empresa.
El pvp corre de vuestra cuenta. Demando lógica y respeto. La suerte que Oromë ha sacado en el oráculo no influye en el pvp.

1. Oromë Vanadóttir: Sena te ve como su nueva mamá. Al ser la primera vez que bebe sangre como vampiresa, siente una fuerte conexión contigo. Te rebela el don del objeto del 19. En este tema, tienes la opción de curar las heridas de Tami Dankworth, Alward Sevna y Reivy. Para ello, tendrás que recoger ofrendas físicas y frescas; en otras palabras: cercenar partes del cuerpo de personas vivas (no valen muertos). Para hacer más interesante la partida, te diré  qué tienes que recoger para cuidar a cada uno y los tiempos requeridos en cada caso.
Para sanar a Reivy necesitas el ojo diestro de T6-D5. Consumes 1 turno en el enfrentamiento.
Para sanar a Tami necesitas cuatro dedos de la mano de Bina Monseur. Consume 1 turno
Para sanar a Alward necesitas la cabeza entera de Áddila. Consume 3 turnos.
Para sanarte a ti necesitarás la lengua de Dan. Consumes 1 turno.
Consecuencia de la suerte del Oráculo: Los dioses te sonríen. Sena te seguirá y te ayudará en todas tus acciones. Pondrá tu vida por encima de la cualquiera otra persona, incluyendo a Tami, Dan y Jannis. Si la quieres mantener un tema más a tu lado, deberás darle de beber de tu sangre en el transcurso de este tema.

2. Asher: de momento, no sabes el aspecto físico de Oromë, tendrás que descubrirlo. Una investigación sencilla teniendo en cuenta que la verás utilizar el don de su objeto. Una vez la encuentres, tendrás que enfrentarte a ella. No será tu único objetivo en este tema. La Factoría te considera aliado, la guardia neutral, los ladrones enemigo y los cibernéticos del Edén enemigo. Deberás reducir el número de enemigos como veas necesario.  
Enfrentarte contra un personaje de nivel 0-4 consume 1 turno.
Enfrentarte contra un personaje de nivel 5-7 consume 3 turnos.
Syl podrá actuar de manera independiente siguiendo las mismas normas de enfrentamiento que Asher. Los otros personajes del clan sirven de apoyo.

3. Reivy Abbader: estás muy herida para seguir luchando, pero aun así te mantienes en pie. Tu hija, la niña que tanto quieres, está en peligro. Deberás luchar por rescatarla. Con un ataque en solitario tienes todas las de perder. Tendrás que buscar nuevos aliados. Es una batalla de ejércitos, busca quienes te puedan ayudar a rescatar a tu niña. Tu principal enemigo será La Guardia de humanos. Tienes la opción de inventarte 3 npcs que tengan tanta importancia como los npcs marcados por mí (recuerda marcar su especialización y nivel. Sus niveles no pueden ser superior a 6 ni inferior a 1. La suma de los niveles de los npcs no puede superar 12). Éstos te ayudarán a enfrentarte contra La Guardia; pueden ser parte de un mismo ejército o de diferentes.

4. Alward Sevna despiertas en el carruaje de enfermos, a punto de ponerse en marcha y abandonar el enfrentamiento. Estás en el peor estado posible. Deberás hacer el esfuerzo por levantarte y enfrentarte a las bestias. Tus mayores enemigos vienen por parte de la Factoría. ¿Confías en la palabra de Oromë? Si es así, deberás esperar que te sane. Llama su atención. ¡Búscala! ¿Desconfías de ella? Hay otros grupos puestos en juego. Busca a los mejores aliados, aquellos que a su vez sean enemigos de La Factoría, y únete a ellos. Existe otra opción y es aceptar tu lugar en La Factoría. Hablar con las bestias y decidir tu nueva forma.

5. Mina Harker llega tu momento de gloria. Estás en la ciudad de los ladrones (la excusa que tú prefieras). Has estado durante todo este tiempo, desde que Tami se presentó por primera vez. Hasta ahora, has defendido la ciudad sin resultar herida.  Oromë es tu rival, remarco: “TU RIVAL” y de nadie más. ¿Vas a dejar que otras personas se atrevan a tocarle un pelo? ¿O vas a aliarte con algún bando en son de aumentar sus posibilidades de éxito? Si escoges la primera opción, deberás ayudar a Oromë en sus objetivos, podréis partiros las tareas y salvar a todos. La norma de enfrentamientos se contará de igual manera. Si escoges la segunda: deberás tomar una posición detallada y enfrentarte a los miembros de los otros ejércitos.

En este tema se decidirá el final o continuación de los siguientes personajes:
Reivy Abbader ,Npc's de Reivy, Alward Sevna ,Leónicos de Asher, Nómadas de Asher,  Den , Dan, Jannis, Tami Dankworth, Lanaro, Romer, Áddila, Hamri, Raklen, U9-42, T6-D5, Bina Monseur, Varian Ulthamo, y lord Prytton.

Los otros personajes y npcs principales mencionados, por muchos ataques que les arremetéis, no serán derrotados en este tema, sino, que al ser importantes en la trama, merece la pena que participen en un par de temas más. Recordad que los personajes que sí he mencionado no podéis matarlos. El resultado de la posible vida o muerte de cada uno, sean npcs o personajes de usuarios, lo daré en el cierre del tema.


Última edición por Sigel el Miér Ene 09 2019, 11:08, editado 1 vez
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Mensaje  Sigel Dom Dic 30 2018, 12:46

Ausencia de Oromë. Me avisó por MP. Vendrá lo más pronto posible.
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Cenizas en la Ciudad Lagarto [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Oromë] Empty Re: Cenizas en la Ciudad Lagarto [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Oromë]

Mensaje  Oromë Vánadóttir Vie Ene 04 2019, 19:53

¿Como era posible que todo lo que la rodeaba se transformara en el epicentro del desastre en tan corto tiempo? Claro, desastre era un buen eufemismo para lo profundamente hundida en la mierda que se encontraba.
La mente era algo curioso, en un momento estaba siendo medio arrastrada por el laberinto de carpas, carente de fuerzas como para decirle a su compañera que no había puerta trasera para huir,  que salir por la del frente era casi o igual al suicidio y que preferiría ahogarse en el río que bordeaba el campamento. Luego, como salido de una novela barata, un caballero en su noble corcel ofreciéndose a salvarla cual damisela en peligro. De haber podido reírse, la escucharían hasta en Dundarak... Pero no estaba sola y Oromë se habría tragado su orgullo con tal de que las sacaran de allí, trampa o no, se preocuparía luego.
Otro segundo pasó y solo recordó el sonido del metal al blandirse, un horrible grito masculino seguido de llanto femenino, y la sensación de culpa llenando cada centímetro de su ser para que al tercer segundo su mente se fuera a la deriva...
Al cuarto, unos desconcertantes ojos verdes no la perdían de vista. La niña le sonreía con dulzura, cualquier otra persona encontraría a la vampiro aterradora, pero Oromë estaba acostumbrada a la actitud de los pequeños demonios que solían ser las crías de dragón. La pequeña no le daba miedo... Le daba pena.

Quiso levantarse, ni siquiera recordaba como es que había llegado a aquel pilar, pero no movería ni un dedo aunque le pagaran por ello. No podía, ya no quería mientras su mirada seguía clavada en la joven vampiresa. Tendría que asustarse ahora que los colmillos de ellas de acercaban peligrosamente a sus heridas y hasta debería haber gritado o dar una sacudida cuando estos se clavaron, pero solo sintió un escalofrío y un piquete, algo rudo, pero era extraño la calidez que se fundía en ella cuando Sena habló y le pedía cuidarla. ¿Como no querer hacerlo? Maldito fuera aquel que le arrebató la vida a alguien tan joven y la dejó así para siempre.
-Dime lo que ocurrió- Sus breves recuerdos no habían sido solo los sueños de alguien medianamente agonizante. Reivy y Lavey contra la guardia, Alward sin mano y llevado a vaya a saber donde. Una deuda de vida por defenderla... se lo debía a todos y cada uno de ellos; les haría pagar con creces a los invasores hasta que la tierra se humedeciera con su sangre. 

Si Sena decía la verdad, solo tenía que encontrar a los candidatos y aunque había de sobra por toda la ciudad, dudaba que cualquier sirviera para que la Mujer Amante estuviera satisfecha... No si su deseo de venganza latía al unisono con la suave voz de ella, que susurraba a su oído "Hazlo, hazlo". -Sena, no me llames por mi nombre aquí. Si me atrapan no podré protegerte, puedes decirme Cinan, así es como me llaman a veces- Se levantó torpemente del pilar, casi dando un traspié y comenzó su caminata de la mano de la niña. No porque ella lo necesitara, sino porque Oromë no estaba muy segura de si se mantendría en pie lo suficiente. 

-Sena es buena, puedo ayudar- Y no lo dudaba, su pequeño cuaderno de dibujos era algo que pensaba aprovechar al máximo.
Algunos de los ladrones la reconocieron fácilmente debido a su terrible apariencia y que solo iba vestida con un trozo de tela lleno de sangre. -¡Señora!- Dijo uno, un hombre cercano a su senectud aunque su apariencia ligeramente robusta lo mantenía en buen aspecto. Detrás de él en una carpa, se escondía una mujer con un niño, tratando de contener sus lagrimas en vano mientras ella lo abrazaba con fuerza. -Quiero que hagas algo por mi, sé que ella está en este momento en la ciudad. Quiero que le des una nota- Se abalanzó sobre un trozo de carboncillo y papel y garabateó unas cuantas palabras, explicando exactamente lo que necesitaba, o mejor dicho lo que le rogaba que consiguiera; la situación no estaba para ponerse demandantes ni mucho menos había lugar para el orgullo, necesitaba la ayuda de Mimilú y esperaba que ella necesitara su ayuda por igual.
Le explicó al hombre unos cuantos detalles escabrosos, pero sin ir demasiado lejos de por qué pedía tales cosas. Él sacudió su cabeza en asentimiento; Oromë tomó un pantalón y una camisa que se colocó a tanta velocidad como sus heridas se lo permitieron. Un trapo sobre la mesa le sirvió para limpiarse la sangre que seguía cayendo lentamente del corte en su torso. Se ató el cabello en una cola de caballo con un trozo de cuero y antes de salir tomó un cuchillo y se lo tendió a Sena. -Ocultalo bien- Fue todo lo que dijo para luego seguir su camino.

Según la vampiresa, el caballero de la guardia con quien había hecho un trato había perdido un miembro a manos de un hombre bestia frente al resto de toda la guardia. Ciertamente la dragona era una ladrona y una asesina a sangre fría, pero incluso ella prefería ser quien ejecutara los castigos de su propio pueblo, con mano dura, por supuesto. 
Pero algo no cuadraba en todo esto, y aunque Oromë sabía que era la culpable, dudaba que fuera solo por ella. Si algo tenía claro, era que el objeto los había atraído a todos aquí en este mismo día y no era una coincidencia. "Es cierto que el ejercito es severo y castiga a los desertores pero ¿llegar a un desmembramiento publico del cual no participaron?" Se sentía tan cerca de la respuesta pero algo se le escapaba. Necesitaba respuestas, no solo sangre y las conseguiría a como dé lugar. -Sena, quiero que dibujes a alguien para mi, te la describiré con detalle y si todo sale bien te dejaré hacerme cosquillas- Le sonrió con dulzura, no era fingida, ella siempre ofrecía algo a cambio de favores y la pequeña de ojos esmeraldas le sonrió con aun más felicidad y comenzó a dibujar a una mujer alada de hermosa cabellera roja.


No podía haber sido mas sencillo ni en sus mejores sueños. Allí estaba ella aún volando, aunque demasiado bajo considerando el daño que Lavey y ella le habían hecho a sus alas. Ni ella ni Oromë podrían soportar mas golpes en el aire por lo que la obligaría a bajar de nuevo, solo ella dos... Y Sena.
Miro al suelo con total parsimonia y eligió una piedra de buen tamaño que arrojó con toda la fuerza que su brazo le permitió. De ser en otras circunstancias o tal vez en otra vida, la mujer bestia y ella hasta podrían haberse llevado bien, pero ahora la mirada que le dio cuando la piedra la golpeó justo en su brazo sólo prometía lo que la de la dragona trataba de ocultar.

-¿Me buscabas?- Picarle un poco no era la mejor opción pero servía lo suficiente para que bajara la guardia. -Hagamos una tregua, tu trataste de matarme y yo a ti así que diría que estamos a mano. Ademas están en ventaja, mi pueblo está siendo rodeado por el ejercito humano, escuché que hay cibernéticos acercándose y ustedes, los hombres bestias... Perdón y mujer bestia. ¡Ah! y no nos olvidemos del grupito que llego demandando cierto objeto- El rostro de Addila era de piedra, a poco y nada de convertirse en ardiente lava. -Se que lo están buscando porque dudo que yo valga tanto para semejante revuelo, y como espero vivir lo suficiente haré un intercambio: ¿Quieres el objeto? A cambio me dirás donde se llevaron al humano de la guardia.- Su rostro era serio, nada de la furia salvaje y descontrolada que había corrido por sus venas en su pelea contra la mujer bestia... La de ella, bueno, enojada era poco si se tenía en cuenta el aspecto de aquellas alas emplumadas. -Debes estar bromeando, maldita bruja- Puso una de sus manos en su pecho como si le dolieran sus palabras. -Oh créeme, hablo muy enserio. Dime donde está o buscaré a alguien mas que quiera hacer un intercambio- -¿Que te hace pensar que puedes darme la espalda e irte como si nada?- La albina solo sonrió, miles de promesas brillando en sus ojos y en sus labios, la verdad y la mentira mezcladas. -No llegué a donde estoy ahora solamente por tener una cara bonita. Esto es un pueblo de ladrones, espías y asesinos. Somos lo peor de lo peor y ahora mismo varios pares de ojos nos vigilan, listos para avisar a cada enemigo del lugar donde se encuentra el objeto. ¿Qué mejor que una carrera a muerte por un premio que vale más que el oro?- La cara de Addila se contrajo mientras movía sus ojos alrededor, buscando rostros ocultos en las sombras... Era cierto que muchos nos observaban con demasiada notoriedad pero ninguno se movió para hacer lo que la dragona había dicho en voz alta. Verdades y mentiras. -No me engañas dragona, no eres mas que una mentirosa- No sería fácil hacerla discernir por si misma sin que antes la matara en cuanto se acercara, pero aún tenía un as bajo la manga. -Nunca dije que lo estaban haciendo ahora mismo, pero lo harán si muero o me traicionas... Es tan simple, podría ignorar mi promesa al humano de la guardia y dejarlo a su suerte, podría no hacerte promesas a ti y huir, dejando al pueblo que se las arregle como puedan. Lo diré una vez más, Petirrojo, llévame donde se encuentra él y te diré donde está el objeto- Esa bella mirada, tan ruda y a la vez tan delicada... tan estúpida también. -¿Como podría creerte? No son más que meras palabras- Y eso era todo lo que Oromë necesitaba. No le importaba si ella no lo guiaba exactamente donde se encontrara Sevna, solo necesitaba distraerla. -También he pensado en ello, aquí mi pequeña se hará cargo de todo, enséñale nuestro plan preciosa- Sena sonrió y abrió su cuaderno mostrando un dibujo de doble pagina: en una de ellas estaba Adilla con su mano extendida, en la otra Oromë tomándola. La idea de una promesa, una alianza. -Mamá cuida de mujer bestia y la mujer confía en mamá- Hasta ahora, el mejor dibujo que Sena podría haber hecho estaba plasmado en esas hojas y el resultado, aunque no era perfecto funcionaba. Solo había que ver la mirada desorientada de Addila, casi un cascaron vacío y así se quedaría mientras que la pequeña vampiro no la perdiera de vista.  


•Uso de la habilidad racial de Sena, presencia vampirica.
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Cenizas en la Ciudad Lagarto [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Oromë] Empty Re: Cenizas en la Ciudad Lagarto [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Oromë]

Mensaje  Asher Daregan Vie Ene 04 2019, 20:33

Aquello iba a ser una trampa. Lo sabía. Y aun así, allí estaba, como si el espíritu de Eltrant me hubiese poseído.

No sabía quien la había enviado. Pero debía de saber mucho sobre mí. Todo lo ocurrido en la Gran Caza, lo de los objetos de Edgecomb... No había muchos que supiesen tanto, o que tuviesen motivos para traerme allí. Incluso si no había ningún objeto, tenía que saber con quien lidiaba antes de que intentasen llamar mi atención de otra forma.

Por supuesto, no iría sólo. Syl había sido el primero en venir conmigo. Irirgo y Balmayel estaban ya en Verisar cuando recibí el mensaje. Eran los más apropiados para aquello. Nos reunimos un día antes de llegar. Y en cuanto nos acercamos a la base, lo vimos.

Al igual que Hibou, era un búho. Apreté la mandíbula. Sabía de sobra que no podía ser él. Lo reveló con sus primeras palabras: era su hermano.

Pero no quería venganza. O al menos, decía no quererla. Aquello no acabó de reconfortarme. Solo significaba que no iba a intentar apuñalarme de frente cuando le superábamos en número. Syl mantuvo su mirada en los pájaros, buscando cualquier cosa que resultase extraña.

-Imaginate rodearte siempre de lagartos, Irirgo.- murmuró Balmayel. Estaba inquieto. Era el que más lo mostraba, a pesar de su broma.

-No tengo ningún deber moral, Vardagen. Lo que haga o no haga es consecuencia de mi voluntad, y de nada más.- comencé. Aun así, había sido educado. Si tenía tanta información como aseguraba, podía ser un buen aliado. O un temible enemigo. -Voy a ayudar. Pero necesito más detalles. No voy a ir a ciegas, y tu tienes ojos en todas partes. Si quieres que tenga alguna oportunidad de equilibrar la balanza...-

El búho continuó examinándome cuidadosamente. Fueran cuales fuesen sus motivos, no podía negarse sin perder credibilidad.

-Lo que busca está escondido. Su poseedora es una criminal muy buscada, la persona del momento: Oromë Vanadóttir.- El nombre me sonaba, aunque tan sólo vagamente. -Ha llamado mucho la atención. Hay humanos y hombres bestia. Cibernéticos y dragones. Y... algo más.- dijo, casi sonriendo. -Quizás se encuentre con rostros familiares.-

-Los objetos de Edgecomb pueden ser cualquier cosa. ¿Qué estoy buscando? ¿Y qué aspecto tiene Oromë?- pregunté. A decir verdad, el hombre búho me estaba proporcionando mucha información útil, pero iba a necesitar más si quería trazar un plan.

-Lo que todo ser vivo busca. Calor. Es una llama, una llama viva. Su forma es distinta. Mis aves dicen que se trata de un fénix.- dijo. -En cuanto a la mujer, parece ser una dragona de pelo plateado. Lo ha escondido bien, pero no de los pájaros.-

-Muy bien. Puedo encargarme.- asentí. -Gracias por la información, y por la ayuda. Tengo la armadura de tu hermano. Si la quieres, es tuya.- admití. Se merecía algo de paz, incluso si no parecía tan dolido por su muerte. Continuó observándome con interés.

-No le estoy haciendo un favor.- replicó. -Así que no hay nada que agradecer. Es simplemente un servicio a Aerandir. Los leónicos vendrán a ayudarte, les he enviado un mensaje. Ahora, que cada uno haga su papel.-


___________________________________


Aquello fue todo. Nos acercamos en silencio a las murallas de los cibernéticos, quedándonos justo por fuera. No era algo que pudiese detenernos. Dejé escapar un gruñido, cerrando los ojos mientras pensaba un plan. El búho no estaba allí, pero no tenía ninguna duda de que estaba escuchando. Sabía mucho más de lo que decía. Por lo tanto, sus intereses y los míos no eran exactamente los mismos, incluso si por el momento éramos aliados

Afortunadamente, no era el único que tenía vista de pájaro. Lancé la figura de dragón al aire. Casi al instante, cobró vida y comenzó a volar alrededor.

-Busca.- ordené. [1] El artefacto se elevó, sorteando el muro de metal y otorgándome su vista aérea. -Syl, mira alrededor. Tratamos con ladrones. Podrían estar escondidos.-

-Sabéis que yo también puedo volar, ¿no?- preguntó Irirgo.

-Me acuerdo de cuando solía ser yo el explorador...- Acallé a ambos con un gesto de la mano. Aquello era menos arriesgado.

-Esvet.- susurró el gato. [2] Sus ojos se volvieron rojos, y comenzó a mirar alrededor lentamente, fijándose en cada detalle que pudiese percibir. No conseguiría demasiada información: Según decía, era difícil distinguir entre dos personas de la misma raza, pero como mínimo nos podría dar alguna pista. -Hay un grupo al sur. Un ejercito.-

-Lo veo. La mayoría son humanos... pero también hay hombres bestia.- dije. El dragón se acercó más. Apreté el puño. -Zafar está aquí.-

-¿Zafar?-

-De la Factoría. Bosne debe haberlo traído. Quiere el objeto.- sentencié. Aquello podía ser un problema. No quería un conflicto con él, incluso si no veía bien sus creaciones.

-Hay... más gente. Muchos esparcidos... un grupo cerca. Creo que nos están observando. Al oeste.- alertó Syl. Maldije entre dientes y alteré el curso del dragón de madera. No me extrañaba haber visto tantos pájaros. Por suerte, la estatua pasaría desapercibida.

-Elfos. Están escondidos y armados. Deben estar esperando. Hay algo más...- dije. Algo brillante, aunque no tanto como Ra'Lios. -Cibernéticos. Reconozco a uno de ellos. Nos atacó en el templo de los monos. Es peligroso.-

Continué explorando, aunque no hubo mucho más que destacar. Algunos híbridos y ladrones. Para mi sorpresa, no tardé en ver al grupo de leónicos acercarse. Tras enviar a Balmayel a avisarles de nuestra posición, los felinos se acercaron. No eran más que una pequeña compañía: había cinco de ellos. Aparentemente estaban cerca, y los pájaros fueron directamente a por ellos.

-Raro encontraros tan al sur.- dije, examinándolos con la mirada. No era la primera vez que colaborábamos. Serían un buen apoyo. Tres arqueros y dos guerreros, lo suficiente para una buena ofensiva.

-Estábamos investigando algunas desapariciones. El rastro viene desde el Este. Pero el mensaje decía que era urgente. ¿Que ocurre?- preguntó el cabecilla. Resumí la situación como buenamente pude. La situación era peligrosa y no había tiempo que perder. -...Entendido. Estamos a tus órdenes, Centinela.-

Tras explicarles el plan, llegó el momento de pasar a la acción. Sorteamos la muralla sin dificultad y nos mantuvimos encubiertos. Teníamos más posibilidades en ataques sigilosos. Bebí de mi poción de fuerza. [3] Se acercaba el momento.

Syl encabezó la batida. Era el más acostumbrado a la caza, después de todo. [4] Había estado a favor de aquella táctica: era la más cauta posible, pero también la más pragmática.


______________________________________________


Solo había un humano entre los biocibernéticos. Estaba armándose a si mismo. Le prestaba más atención a lo que se estaba poniendo que a su alrededor.

Una esfera aterrizó suavemente sobre la hierba entre los hombres de metal. La mujer clavó su mirada en ella, apuntándola con su brazo derecho mientras algún tipo de ballesta se desplegaba de este. Al no ver ninguna reacción, le hizo una señal al otro para que se acercase a examinarla.

No llegó a hacerlo. La esfera se rompió por si sola, liberando lo que parecía ser algún tipo de polvo de su interior. [5] No llegaron a alertar a APP-Bel. Un virote de fuego puro impactó en el torso del cibernético que se había acercado, [6] y el polvo explotó.

Suficiente señal. Salí de mi escondite, impulsándome hacia el líder en un parpadeo. [7] Ni siquiera él tuvo tiempo para reaccionar.

-Todos ardéis.- Un segundo estallido originó de mi garra, [8] impactando de lleno en el cibernético que tenía delante. La fuerza de la explosión le mandó volando e impactó contra el humano en su trayectoria. Su segunda máscara cayó al suelo, pero su rostro no delató sorpresa alguna. Una corriente de aire corrigió su trayectoria, frenándole y permitiendole detenerse casi con gracilidad.

El humano no tuvo tanta suerte. El golpe contra el cuerpo de metal fue doloroso, incluso con aquella cota de mallas. Se levantó, furioso, y empuñó su espada.

-¡Nadie desafía a El Nigromante!- exclamó, alzando una mano. Un vendaval surgió tras él, aunque sin fuerza suficiente como para derribar a nadie. ¿Así que de eso iba? ¿Eran enviados de el Hombro Tuerto? Chasqueé la lengua. No cambiaba nada.

-Si eso es todo lo que te ha dado, debe ser más inútil de lo que pensaba.- me burlé, invocando a Brillo en mi mano y señalándole con la punta.

Aquello fue suficiente para provocarlo. Impulsándose con su mismo viento, se lanzó hacia mi. Bloqueé su tajo con mi propio arma. Daba igual si era hábil o si tenía el favor de algún tipo cadavérico. No tenía la fuerza de un Centinela. Rechacé su asalto y contraataqué, adelantándome con un tajo en diagonal.

Saltó hacia atrás, evitando por poco mi ataque. Una serie de relámpagos empezó a recorrer el aire. Me apuntó con su espada. Podía verlo venir.

Una cascada eléctrica salió de su arma, buscando freírme. Por desgracia para él, estaba preparado para esa clase de cosas. Brillo recibió la descarga, devorando su magia. [9] Pronto, la electricidad me rodeó una vez más. Esbocé media sonrisa ante su expresión de sorpresa.

-Bonito truco.- dije, volviendo al ataque.


________________________________________________



Los sirvientes nunca tuvieron una oportunidad. La primera explosión les había causado daños serios, lo suficiente como para que no pudiesen defenderse. Con dos de ellos caídos, la ventaja estaba asegurada. Syl se aseguró de que no se levantarían.

Balmayel golpeó la cabeza del ser acorazado. Su bastón no hizo gran cosa contra él. Los golpes le movían y le empujaban, pero el ser no parecía herido. No tardó en responder con su propio arma: una especie de porra metálica que se había cubierto de electricidad. El elfo esbozó una mueca. Tendría que aprovechar de su agilidad para evitarlo.

El dragón se abalanzó sobre APP-Bel tan pronto como aterrizó. Sin embargo, el cibernético fue ágil. Aprovechando el poder que había obtenido, lanzó una ráfaga de aire para apartarse de su camino, ganándole el tiempo suficiente para ponerse en posición defensiva.

-Acaba con ellos, Jannis.- ordenó. Aquello no era una amenaza. Igual que en el templo de los monos, sólo era un añadido. Alzó la palma de su mano. Una ráfaga de insectos mecánicos y chispeantes empezó a salir de esta. Irirgo lanzó una bocanada de fuego. Estaba determinado. Los fundiría a todos.


__________________________________________________________________

[1] Usado objeto: Escultura de dragón. Me da vista aerea durante este turno y el siguiente.
[2] Mención al rasgo de la habilidad de Syl: Ojo del Demonio. Le permite detectar vida a través de paredes.
[3] Usado objeto: Poción de Fuerza Reforzada. Asher obtiene +30 fuerza durante 3 turnos.
[4] Habilidad de Syl: Acechador
[5] Habilidad de Syl: Polvo Cegador
[6] Objeto de Syl: Quimera con elemento fuego. Detona el polvo.
[7] Habilidad de Asher: Impulso
[8] Habilidad de Asher: Estallido
[9] Habilidad de Asher: Absorber. Se cubre de electricidad durante 3 turnos.

El estallido de Asher hiere a Jannis y a APP-Bel, pero no deja a ninguno fuera de combate (ni siquiera es posible ganar contra APP.) La explosión causada por Syl noquea a U9-42 y T6-D5. He confirmado con Sigel que es posible afectar a varios enemigos a la vez si se usa ataques de área.

Los leónicos siguen ocultos, de momento.

Tirada de runa para Balmayel, puesto que se está enfrentando a IR-12. En ningún caso puede derrotarlo o incapacitarlo: es más bien para determinar si el elfo sale herido.

La segunda tirada es para Irirgo y su enfrentamiento contra APP-Bel. Con runa media, ninguno de los dos recibe daño y el combate continua. Como Balmayel, no puede incapacitarlo al ser sólo un personaje de apoyo, pero una runa buena o muy buena le permitirá distraerlo el tiempo suficiente.



Última edición por Asher Daregan el Vie Ene 04 2019, 20:35, editado 1 vez
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Cenizas en la Ciudad Lagarto [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Oromë] Empty Re: Cenizas en la Ciudad Lagarto [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Oromë]

Mensaje  Tyr Vie Ene 04 2019, 20:33

El miembro 'Asher Daregan' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses


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Mensaje  Reivy Abadder Sáb Ene 05 2019, 12:18

Como siempre, todo ocurría muy deprisa... demasiado. Que patético había sido pensar que ya estábamos a salvo, que tenia a mi familia a salvo y que pronto encontraríamos un refugio donde lamernos las heridas. Los dioses y celestiales no permitirían que la funciono terminara tan deprisa, sin drama no hay espectáculo.

Los recuerdos llegaban a mi cabeza como si fueran pinturas en un lienzo. En cuestión de segundos un tigre de bengala con cola de mono había mutilado a Alward. Al mismo tiempo la guardia nos encontraba y los ladrones se llevaban a Oromë escondida entre la aglomeración y Lavey... mi hija, mi niña. -Bastardo, teñiré el altar del dragón negro con tu sangre. -Me arrastre hacia el lugar donde momentos antes estuvo Lavey, ahora solo quedaban su mochila y mi zurrón. Rebusque entre nuestras pertenencias en busca de unas telas para tapar la herida, mientras los recuerdos seguían su procesión.

A juzgar por el numero de insignias en la coraza, el hombre rubio de ojos iracundos y desorbitados no podía ser otro que el Lord comandante. Subido a caballo, repartiendo espadazos a diestro y siniestro, seguido de cerca por el resto de reclutas de la guardia. No le costo mucho llegar hacia nosotras, pero fui muy lenta, la adrenalina se esfumaba de mi cuerpo y la espada que llevaba al cinto se me hizo demasiado distante. Aun la estaba sacando de la funda cuando el Lord cogió del pescuezo a la pequeña dragona y la subió a su caballo sin mucho esfuerzo. -¡Suéltame patán! -Gritaba la rubia. -¡Te voy hacer chichina! -Lavey pataleaba trantando de soltarse. -Déjame en el suelo y... -El comandante de la guardia le propino un bofetón con el guantelete diestro, con la mano abierta y del revés, todos los nudillos impactaron en la cara de la joven y el golpe la dejo inconsciente. -¡Hijo de puta! ¡Deja a la niña en el suelo! -Al fin conseguí sacar la espada, me hice paso hasta llegar al caballo y la levante preparada para cortar lo primero de él que tuviera delante. -Te descuartizare bastardo. -La espada bajaba, su bota subía y la punta se clavo en la herida del hombro, grite, grite como pocas veces había hecho. Gritaba el nombre de Lavey mientras el caballero se jactaba de su superioridad y gritaba ordenes, grite de dolor y miedo, de pena e impotencia, grite el nombre de mi hija hasta quedar sin aire y sin consciencia.

Me puse de pie sacando fuerzas de donde no había, el golpe de Tami era profundo y doloroso, más de lo que parecía al principio. el corte me recorría por todo el hombro, desde el final del omóplato subiendo hasta el humero y descendiendo por la clavícula hasta llegar al centro del torso, seccionando ligeramente la parte superior del pecho izquierdo, el conjunto era una horrible herida en forma de media luna en la cara izquierda del tórax. Como pude ate nuestras cosas a la cintura y al hombro que todavía estaba sano y me puse en marcha.

-Morirás entre terrible dolor y sufrimiento Lord comandante. En cada segundo de tu existencia te arrepentirás de haber tocado a mi hija.

En la tierra batida se veían las huellas de un conjunto de caballos y un carro, con la mano en el hombro seguí la dirección de las pisadas, por ahora todas iban por el mismo camino. Oromë era muy importante para mi, pero ella tenia a su ciudad. Lo siento amiga, ella me necesita más. Con ese pensamiento seguí caminando siguiendo las herraduras en el suelo.

-Enviada, enviada. -Un maleante de la ciudad con cara de malas pulgas se acerco a mi. -Muchos vimos lo que paso. Pero pocos se atreven a intervenir sin las ordenes de Cinan.
Era un elfo, grande como un armario de roble de 2 hojas, llevaba puesta una armadura pesada, el yelmo bajo el brazo izquierdo y colgado del antebrazo un escudo de torre casi tan largo como el elfo, en la mano derecha un lucero del alba.
-Pero si los dioses trajeron aquí a su enviada. ¿Quien soy yo para darle la espalda? -Vaya... por lo visto el espectáculo que había dado estando transformada aun daba sus frutos. -Puedes decirme La Torre, Enviada.

-Gracias, La Torre. Tenemos que llegar hasta el Lord comandante, rescatar a la niña y darle muerte a él y a todo el que este a su favor.

-Sera un placer hacer pulpa la cabeza de ese puerco. Por aquí enviada, si seguimos el camino lo encontraremos.


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Cenizas en la Ciudad Lagarto [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Oromë] Empty Re: Cenizas en la Ciudad Lagarto [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Oromë]

Mensaje  Alward Sevna Sáb Ene 05 2019, 15:54

Dolor. Solo sentía eso, un intenso dolor en todo su brazo. A veces, ese dolor se trasladaba a su rostro. Tenía los ojos cerrados, no ostentaba la suficiente fuerza de siquiera poder abrirlos. Estaba débil y moribundo.

A su mente vinieron flashes de la pelea con Jannis. Fue dura y costosa, logró plantarle cara, pero no llegó a hacerle ningún daño serio. Pudo escapar gracias a una improvisada ayuda del destino; una niebla rosa y una manta de pétalos que cubrió la zona, ayudado también de la inesperada llegada de refuerzos por parte de los rufianes de la propia zona. Curioso. Detestaba a ese tipo de gente, y precisamente ellos le ayudaron a perder la pista de aquel guerrero muy superior a cualquier rival anterior.

Luego recordó ver a Zafar, el líder de la factoría en el campamento. Y cómo hacía ejecución de un acto atroz y traicionero contra su persona. Él no había desertado, no en su totalidad. Planeaba entregar a Oromë, pero antes quería saber el por qué. No era un mercenario al uso. Aunque, por otro lado... Algo fallaba en todo aquello. La dragona se mostró cómplice sin demasiadas trabas, era extraño. Quizás fuese por la tensión del momento y la desesperación que generaba aquel extraño grupo que también la buscaba.

Tras recordar todo aquello, un sentimiento de rabia e ira profunda se fueron gestando en su interior. Necesitaba volver al combate, era un guerrero, y tenía que enmendar aquello.

Finalmente, abrió los ojos. Se encontraba tirado en una especie de carromato. El olor putrefacto de los cadáveres que le rodeaban dejaban patente dónde se encontraba, aunque también escuchaba quejidos y sollozos por parte de algunos heridos que también se encontraban, como él, camino a ninguna parte.

Tenía el rostro totalmente ensangrentado, le costaba respirar... Le faltaba la nariz, recordó aquel mordisco feroz y cómo Zafar lo tiró del caballo. Intentó mover los dedos de las manos. La izquierda estaba impoluta, pero la derecha... Era otra cosa. Levantó dicho brazo y entonces vio aquella atrocidad; le faltaba su mano derecha. Era curioso, podía notar sus dedos, e incluso notaba un dolor en la palma de su mano como si aún siguiese allí... A eso se le solía llamar "Dolor Fantasma". Su herida estaba coagulada, al menos Zafar había tenido la decencia de cortar el flujo de sangre para que no perdiese dicho líquido en demasía.

Entre el balbuceo y sollozo de los heridos, oyó a dos voces hablar entre ellas.

--...Y básicamente, ese es el plan

-Lo sé, lo sé. Pero, ¿No crees que los humanos muertos no sirven para nada?

-Bueno, eso ya es problema de Amón. Nuestra misión es llevarlos al laboratorio y que este experimente con ellos.

-Serán unos estupendos híbridos. Los humanos no sabrán lo que se les viene encima... Esos hijos de puta egoístas... Se convertirán en las bestias a las que tanto desprecian.

En ese entonces, recordó las palabras de Jason, el mitad león mitad carnero que se encontró en Lunargenta la noche de la invasión vampírica: "...La Factoría os ayudará a libraros de vuestras cadenas y vuestros enemigos. Os ayudaremos a ser la mejor versión de vosotros mismos, humano...", "...La humanidad nos creó, nosotros os devolveremos el favor a todos y cada uno de vosotros...".

Estaba claro, todos los integrantes de aquel carro iban a convertirse de alguna forma en bestias. Quizás ese misterioso "Laboratorio" tuviera algo que ver. ¿Magia? Era la única explicación que encontraba.

No podía dejar que hicieran eso. Tenía que escapar, era la única forma de alertar a la Guardia de las verdaderas intenciones de la Factoría. No eran aliados, sino unos aprovechados que los traicionarían a la primera de cambio. No podía salvar a los que estaban en ese carromato, pero al menos tenía que dar el aviso a los que aún quedaban en la Ciudad Lagarto.

No podía alertar a los dos que manejaban el carromato. Ni siquiera podía girarse para verles el rostro, tampoco era prioritario. Tenía que sacar las fuerzas para poder huir. El carromato estaba en movimiento. Despacio y con cuidado se incorporó sentado. Cada vez estaban más lejos de la ciudad. Echó un vistazo hacia atrás, los dos hombres bestia seguían con su particular charla. Era el momento.

Tenía a un cadáver encima de sus piernas, haciendo imposible su huida. Tenía que tirarlo. A base de patadas y, de nuevo, con cuidado de no alertar a los conductores del carromato, consiguió librarse del guardia sin vida que reposaba en sus piernas. Acto seguido, se tiró él del carromato.

Rodó varias veces, se llenó del polvo que dejaba el carromato y de la tierra que había en el camino. Estaba sin lugar a dudas hecho unos zorros. Tosió varias veces, quedando tirado boca abajo, intentando ponerse en pie apoyando su codo derecho y levantando su torso de una forma torcida con el brazo izquierdo totalmente estirado.

-...Levanta... Levanta... Levántate...-Susurraba para sí

Logró ponerse de rodillas y, finalmente, inspirar con fuerza directamente por sus profundas fosas nasales, ya que carecía de nariz. Miró al cielo, con desesperación y una pregunta constante deambulaba por su cabeza... "¿Sobreviviré?". El carromato se alejaba y se perdía en el horizonte, al otro lado, se encontraba Ciudad Lagarto, llena de columnas de humo y niebla, signos inequívocos de guerra, de una posguerra que había dejado bastante tocada a la ciudad.

Unos metros más adelante se encontraba el cadáver al que había tirado del carro. Se puso en pie y se acercó a él. Se sentía mareado, quizás por la pérdida de sangre, quizás por el intenso dolor que nunca se iba... Pero si su voluntad no se quebraba, podía llegar a la ciudad y encontrar ayuda.

El cadáver llevaba puesto una capucha y una máscara, la cual solo dejaba al descubierto la parte superior del rostro; la frente y los ojos. Con ella podía tapar su herida, para no alertar a nadie y ocultarse de los miembros de la Factoría. Sin más, se la "robó" al guardia sin vida y se la colocó él. Ahora, estaría "oculto".

Levantó la vista hacia la ciudad y suspiró. Se bajó la capucha y se colocó la máscara. Era el momento de regresar.

-...Promesas, promesas...-Tarareó hacia sí mismo. Era como una especie de melodía o poema que conocía, pero que no siguió. Acto seguido, se bajó un solo segundo la máscara para poder silbar. Luego, se la subió de nuevo.

A aquella llamada acudió, como siempre, Epons. La yegua estaba bien entrenada, y reconocía la llamada de Alward si estaba en un rango de distancia lo suficientemente cercano como para oírla. Por suerte, así fue.

El Sevna se subió a su montura y la acarició, como acto de agradecimiento.

-Vamos, chica...



_________________________________________



-¡Dragona!-Llamó así Emmanuel a Reivy, la cual se encontraba acompañada por un maleante con cara de pocos amigos-¡Ir ahora a donde está Lord Prytton es un suicidio en toda regla!

-Si quieres salvar a la niña, lo mejor es que traces un buen plan

Los dos stelliazos andaban buscando a Alward. Por casualidad, se encontraron a Reivy y su nuevo aliado. No tenían nada en contra de ella en ese momento, ni siquiera sabían bien de qué lado estar. Estaba claro que el líder de la guardia se había vuelto loco, y que masacrar uno por uno a hombres, mujeres, niños y niñas inocentes no estaba para nada justificado. Hay muchas maneras de hacer una guerra, y esa es la más lamentable y deshonrosa de todas. De lo que estaban seguros, es de que no estaban a favor de aquella situación.

-Nosotros estamos buscando a Alward, nuestro amigo, ¿No lo habrás visto por casualidad? Dijo que iba tras Oromë, pero dudo que quiera hacerle daño, al menos no sin saber qué pasa realmente

-¿Tú puedes iluminarnos al menos un poco sobre lo que pasa?-Se cruzó de brazos, analizando al acompañante de la dragona y a la propia Reivy. Los mercenarios se mostraban pacíficos, pero no podía contar con que los otros dos considerasen aquel acto como uno de buena fe-Y, tranquilos, no somos de la Guardia-Aclaró Moses

De pronto, el relinchar de un equino se escuchó detrás de los mercenarios. Ambos se dieron la vuelta y vieron a Epons, siento montada por Alward, aunque este llevaba una peculiar capucha con el que se cubría casi todo el rostro. Tenía que ser él, al fin y al cabo la yegua no dejaba montar en su lomo a ningún desconocido.

-¿Y ese disfraz?

-A-Al... Tu mano...-Señaló hacia el miembro cercenado

-...No hay tiempo para explicaciones...-Hablaba cansado-Tengo que darle un mensaje a Lord Prytton-Se le notaban los ojos cansados y con ojeras, además de que la piel estaba más blanquecina de lo normal. Sus dos compañeros no salían de su asombro al ver a su amigo tan demacrado y ensangrentado.

-...Va a ser difícil

-Vamos a ponernos al día, pero primero deja que mire tus heridas-Dijo el arquero mientras sacaba de su zurrón unas vendas y un frasco de hierbas y otros líquidos con colores bastantes extraños.



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Capucha de Alward:
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Mensaje  Mina Harker Dom Ene 06 2019, 20:05

Había perdido de vista a prácticamente todas. La rabia invadía a la ilusionista que tenía a un batallón de ilusiones confundiendo a todo el que intentaba acercarse a ella y a la única que permanecía su lado, Nivellyne, una de las prostitutas locales. Desde su llegada a Ciudad Lagarto, Mina había hecho buenas migas con las mujeres que se encargaban de mantener a los hombres atendidos y las ayudaba a organizarse. Porque putas sí, desordenadas no. Es que además de divertirse mucho con ellas, estas la protegían. Porque entre mujeres hay que cuidarse, sobre todo en ese entorno.

Mina estaba junto a Nivellyne dejándose peinar y conversando un rato con ella cuando todo comenzó. Salieron disparadas de la tienda de la chica, quien se había tomado un descanso de su jornada, espantadas por el repentino estrépito y griterío que se formó. Nive sacó su garrote, el cuál mantenía a mano para entrar en acción y Mina, bueno, ella agarró lo primero que encontró, y eso fue un zapato de tacón muy fino y delgado -extraños gustos de los clientes- había explicado Nive en su momento. De todas formas, empuñó el zapato como manopla. Se veía pavoroso.

Si de por sí Ciudad Lagarto era caótica, ahora era un infierno. Mina no sabía quién era quién, a quienes atacar y a quienes defender. Solo lograba distinguir a las chicas porque con ellas compartía diariamente. No veía a Matt por ningún lado, tampoco a Orome ni a Lazid. -¡MINA!- llamó Nivellyne con un grito desgarrador. Al voltear, encontró a su amiga presa de un hombre lagarto que clavaba sus garras en las carnes de la muchacha, arrancándolas con tal facilidad, que parecía como si cortara mantequilla con un cuchillo caliente. Lo hacía lentamente, regocijándose con alaridos de la muchacha. En un acto de crueldad infinita, clavó su mano en la espalda de la chica, agarrando su espina dorsal, y se la arrancó de un tirón.

Mina temblaba de pánico, todo aquello era irreal. Miró los trozos del cuerpo de la chica desperdigados a los pies del hombre lagarto, que, confiado en que nadie se atrevería a acercársele, había hincado una rodilla al suelo y se lamía los dedos tras arrancar la mejilla de Nivellyne de un mordisco mientras sus ojos aún estaban fijos en los de Mina y sus labios se movían espasmódicos. Aquella imagen atormentaría en sus pesadillas a la bruja durante toda su vida.

No lo pensó siquiera, su cuerpo se movió por inercia. Una espada de hoja delgada y larga, con filo solo por un lado, apareció en las manos de la ilusionista. Era traslúcida, una simple ilusión, pero para esa bestia sería real, él así lo sentiría. Lanzó un grito que hizo voltear al monstruo quien apenas pudo levantar el brazo para protegerse del golpe de aquella espada, que caía desde el cielo con toda la fuerza de la bruja, impulsada por la ira y el odio. Él rugió de dolor, vio aquella espada clavada en su brazo, atravesándolo hasta chocar con el hueso. Rápidamente, Mina se zafó y volvió a golpearlo con el arma, una y otra vez. La bestia estaba intacta, pero sufría el dolor de tener su brazo amputado. Había caído al piso y solo lograba defenderse desde abajo.

Ella, sobre él, golpeaba y golpeaba, con lágrimas en los ojos. La espada desapareció y en su lugar usaba sus puños pelados. Era tanta su furia, que no sentía el dolor de sus nudillos reventados, lo único que le importaba era que le estaba rompiendo la cara a aquella bestia y sus manos se cubrían con su sangre, con la propia, y con la de Nive, pues estaban sobre el charco que había quedado de ella, rodeados de los pedazos de su cuerpo.

No terminó hasta que de la cara del hombre bestia era una masa deforme. Se levantó, no sin antes robar el sable del monstruo. Miró por última vez el rostro mancillado de la joven prostituta que había dejado su cabellera a medio trenzar. Se dio la vuelta y comenzó a caminar, todo a su alrededor pasaba en cámara lenta. Incluso la voz del hombre que gesticulaba frente a ella, sonaba como si gritara debajo del agua. Una explosión a poca distancia trajo a Mina de vuelta a la realidad y se encontró abrazada por el hombre, protegiéndola de la onda expansiva y los escombros que volaron de ella, la apretó más a su cuerpo cuando ocurrió una segunda. Volviendo en sí, chilló y lo empujó -¿Qué te pasa malnacido? ¡Jamás te atrevas a tocarme de nuevo!- exclamó asqueada. El tipo extendió su brazo y le entregó un papel -e-es d-de la se-señorita Cinan- balbuceó, más asustado por la furia que podría despertar en la bruja que por todo lo demás.

Arrebató el papel de los toscos dedos del hombre. Así que la dragona seguía viva. Mina sintió un extraño alivio en su pecho al saber aquello, pero no dejó que se mostrara en su rostro; todo lo que el hombre veía era la dura expresión de la ilusionista. Abrió la hoja y leyó... no entendió nada de lo escrito por la dragona, definitivamente tendría que trabajar en su caligrafía, eso más parecían garabatos de infante que el mensaje de una mujer. Logró diferenciar unas cuantas palabras, -¿Para qué necesita ella los ojos de un cibernético?- se preguntó. El hombre se encogió de hombros y ella volteó los ojos. -Llévame con ella- exigió a lo que el otro asintió nerviosamente. Tenían que ir a la carpa de Lazid, allí no más, al otro lado del campo de batalla. Inhaló hondo y exhaló con fuerza. Murmuró un simple "vamos" y afirmó el sable robado en su mano.

Al poco andar, encuentra el epicentro de la explosión. Habían dos biocibernéticos tirados en el piso, uno era una mujer con ojos muy bonitos. Recordó entonces el recado de Cinan y se los sacó, con ayuda del hombre, ya que la mujer opuso resistencia a pesar de estar bastante aporreada. Había un grupo de hombres peleando a varios metros, ella y su guía los rodearon, pues necesitaban escabullirse para llegar cuanto antes junto a la dragona. Que además, Mina no tenía idea de qué estaba pasando.

*******

Se escabulló a la tienda casi que arrastrándose por el piso -¿Cinan? ¿Chica? ¿Estás aquí?- susurró, buscando con la mirada.

____________
Editado.

Resumen: Mina recibe el mensaje de Oröme y se dirige hacia el punto de encuentro (conversado con Oröme). Encuentra los vestigios de la pelea de Asher y se roba los ojos de T6-D5.

A LA DIOSA:


Última edición por Mina Harker el Jue Ene 10 2019, 04:15, editado 1 vez
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Cenizas en la Ciudad Lagarto [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Oromë] Empty Re: Cenizas en la Ciudad Lagarto [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Oromë]

Mensaje  Sigel Lun Ene 07 2019, 23:20


Continuad.

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Cenizas en la Ciudad Lagarto [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Oromë] Empty Re: Cenizas en la Ciudad Lagarto [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Oromë]

Mensaje  Oromë Vánadóttir Jue Ene 10 2019, 20:42

-Mami, ella se resiste- Había dejado claro que no la llamara por su nombre de pila, Cinan era el sobrenombre perfecto para alguien como ella, pero Sena seguía decantándose por decirle mamá. Honestamente no había esperado que alguien la llamara de esa forma tan pronto y menos en una noche como la que estaba viviendo.
-¿Qué tanto puedo presionarla?- La pregunta salió con amargura y una pizca de miedo. A la primera que se liberara ambas estarían realmente en problemas. La pequeña vampiro era muy buena con sus trucos de hipnosis y quería confiar que si ella misma no había logrado liberarse de su control por mano propia, esperaba que Addila tampoco lo lograra, al menos no tan pronto. -No demasiado, mamá debería seguir el juego- Era fuerte, podía notar que su mente no se había ido a la deriva tan fácilmente, no con ese brillo tan vivido en su cara. De acuerdo, seguiría el juego.
-Vamos mujer, tu capitán te necesita, y debemos encontrar rápido algo con que sanar nuestras heridas. Nos cuidaremos las espaldas- Lentamente la cabeza de la mujer bestia se giró a verla directamente al rostro, un leve asentimiento confirmo que por ahora todo estaba yendo como lo había planeado. -Bien, ahora dime¿Donde puedo encontrar al hombre tigre para que nos ayude?- Tal vez estaba siendo demasiado directa pero no tenía tiempo que perder. -Él seguramente te agradecerá profundamente si le llevas el objeto- Quiso decir algo más tentador, pero Oromë desconocía los gustos y deseos de la pelirroja y no quería equivocarse y desencadenar la lucha interna entre Sena y su nuevo títere. -Debe haber llevado el cuerpo del caballero con el de los caídos que van al laboratorio- "¿Qué?" Por poco y grita, pero tuvo la delicadeza de mantener la rabia ardiente en lo mas hondo de su estomago. -¿Ah sí? Que raro, un hombre bestia en un laboratorio. Creí que era más de los que peleaban en el frente y no un científico loco- Caminó pegada a Addila, casi una sombra de ella mientras rodeaban las carpas que aún seguían a pie, alejándose tanto como pudiera del griterío proveniente de las peleas y nacidas del dolor.  Necesitaba ir a alguna parte donde se asegurara que nadie la interrumpiría. Una de sus manos terminaba en enormes y afiladas garras, lista para degollarla al primer movimiento rápido que hiciera.
De reojo observó a Sena, lucía como si hubiera corrido una maratón. Su flequillo se pegaba a su piel por culpa de una fina capa de sudor, sus enormes ojos esmeraldas parecían fervientes y desbocados... Luchaba para mantener su control pero estaban de suerte; no muy lejos estaba su destino, una carpa ligeramente grande: la de Lazid. Desde donde se encontraba era sencillo ver lo protegida que estaba.

No había un solo ladrón que no tuviera las pintas de pocos amigos y estuviera armado hasta los dientes. Oromë se relajó el tiempo suficiente para sentir el dolor de cabeza que hacía palpitar sus ojos. La herida en su torso dolía con fuerza renovada. "Esto no es nada" Se dijo una y otra vez, una letanía interminable hasta que alcanzó la entrada de la carpa con Addila y Sena pegadas a ella.
Menos mal que aquí todos la conocían o habría tenido problemas cuando observaron a la mujer pájaro, pero no dijeron nada, solo la siguieron dentro donde un grupo igual o mas mortífero que los que se encontraban fuera observaban un mapa del campamento y sus alrededores. -Nos están encerrando dentro, tenemos que encontrar la manera de salir de aquí, y sin Lazid la gente esta fuera de orden y... ¡Señora!- Todos pararon a mirarla y a las que consideraban desconocidas. A un lado de ellos, Mina se encontraba cubierta de sangre y su cara, ¡Dioses!. No había explicación para esa mirada, tampoco para la que Oromë le dedicaba. Al menos, estaba viva y no había mandado una carta a un fantasma. -¿Estas bien? Porque debo pedirte que consigas algo más, llévate a tanto hombres como necesites. Se me acaba el tiempo y no puedo sola. Sena te dirá que cosas- No había nadie más a quien confiarle tal tarea. -Mami necesita dedos, también una lengua- Preguntarle como es que sabía que cosas buscar ya era algo que la dragona no pensaba hacer, solo tenía que confiar ciegamente, no había más opción.

Las voces a su alrededor se elevaron y pudo ver como Sena comenzaba a tambalearse. Levantó su mano, toda la carpa se sumió en el silencio y su cara se transformó; Cinan, demonio, no importaba el idioma que usaran para nombrarla pues si ya la llamaban así, apenas habiéndola visto hacer cosas malas, mejor que se prepararan para ver el origen de tal apodo.  -Átenla a una silla, sus alas también. Quiero que este muy quieta para lo que planeo hacerle- Su voz era gutural, salvaje, terrible. Nadie la contradijo mientras se movían con prisas y tomaban todo lo que sirviera para atarla: cadenas, cuerdas alrededor de sus piernas y torso. Sus brazos detrás del respaldo y sus alas aprisionadas con cintos y trozos de sabanas recién cortadas. Un lienzo en blanco listo para ser pintado; la sonrisa de Oromë fue de puro éxtasis.
-Ya puedes dejarla ir Sena, te has ganado hacerme cosquillas, pero necesito que esperes un poquito más- Sena sonrió felizmente y aunque no había ninguna señal sonora que dijera que ya no seguía hipnotizando a Addila, fue muy notorio que estaba de nuevo en si luego de la sacudida que su cuerpo dio. -Bienvenida de nuevo petirrojo. ¿Lista para hablar?- El gruñido en respuesta ya decía que no sería fácil pero a Oromë no le importó y en un solo movimiento su puño fue directo al rostro de la pelirroja. La sangre salió volando de su boca y se pegó en los nudillos de la dragona. -Respuesta errónea. Ahora, dijiste algo sobre un laboratorio y los cadáveres siendo llevados allí. ¿Me dirás que sucede con ellos o debo convertir tu cara en una masa viscosa?- Addila parecía a punto de vomitar, seguramente a que no recordaba haber sido tan amable y soltar la lengua por puro placer y amabilidad de su corazón. -Vete al infierno, tu y toda tu gentuza estarán muertos antes del amanecer- Si las miradas matasen, tanto la de su nuevo juguete para romper y la de ella estarían en empate... Solo dependería de quien lo quisiera más y Oromë tenía todas las de ganar. -Tápale la boca- Lo dijo a nadie en particular, pero solo uno de ellos dio un paso detrás de la mujer bestia y cubrió su boca con fuerza mientras que Oromë se posicionaba a su lado y sujetaba uno de sus dedos para partirlo como si fuera una ramita.
El grito se ahogó en la mano del ladrón y cuando esta terminó sus labios fueron libre de nuevo. -Dime lo que quiero saber- La boca de Oromë se abrió y mostró unos dientes afilados listos para arrancarle partes de ella si era necesario. Se agachó para estar a su altura y en sus ojos podía ver los engranajes de su mente moviéndose, dudando. Pero no por mucho tiempo. -Experimentos... son experimentos para crear nuevos hombres bestias.- Se sentó en el regazo de Addila y esta tuvo que contener el escalofrío que la hizo removerse en su lugar. -Así que el objeto es solo un extra. ¿Y la guardia qué? Se supone que son los buenos y los escucho como masacran a la parte inocente de mi pueblo, ¿Acaso saben de esto o el orgullo los convirtió en ciegos y sordos?- Las manos de Oromë se deslizaron por el suave cuello de la mujer, tanteando el espacio. -Yo...no lo sé.- Dirigió sus ojos a ella, luego al ladrón detrás y este volvió a cubrir su boca al mismo tiempo que la dragona clavaba sus dientes entre el hombro y el cuello de la pelirroja, y era tal la fuerza que hizo, que la sangre comenzó a derramarse entre su ropa, sus dientes y directo al suelo.

Se levantó luego de un rato de sujetarla y la observó respirar con dificultad. Esa herida no la mataría pero le dolería como el infierno, eso era seguro. -Cuando termine contigo, empezaras a cantar petirrojo, y será el canto más bello que jamas he escuchado- Como si supiera, Sena se acercó y extendió el cuchillo que llevaba guardado, depositandolo en la mano de Oromë. Tal vez la conexión que la vampiro había hecho con ella iba más lejos de lo que pensaba. Y sin siquiera esperar más, las fuertes manos regresaron a la boca de Addila, el cuchillo se deslizó por la piel de ella trazando un camino sin fin, al igual que sus gritos que se perdían bajo la fuerza del masculino.
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Mensaje  Asher Daregan Sáb Ene 12 2019, 01:44

Aquel hombre no sabía usar su poder.

Por mucho que intentase aparentarlo, un humano era un humano. Y un inútil era un inútil. Mi oponente era ambos. Si bien sabía luchar, estaba claro que había conseguido desconcentrarle. Cada vez que intentaba electrocutarme no acabé sintiendo más que un cosquilleo, desviado por las chispas que mi propio cuerpo emitía.

Pero tenía un trabajo que hacer. Iba a tener que dejarme de juegos. Dejé algo de distancia entre él y yo y alcé mi mano izquierda. La copia de Brillo surgió a partir de una luz sobre mi guantelete. [1] Con una espada en cada mano, iba a demostrarle a ese hombrecillo de lo que era capaz la magia de verdad.

Crucé ambas hojas, bloqueando el ataque del humano. Dejó escapar un gruñido. Seguía furioso. Sonreí aún más. No tenía ni idea de a qué se enfrentaba.

Descargas eléctricas surgieron a nuestro alrededor, creando un círculo de rayos. Notaba el calor. Y sin embargo, ninguno de los dos cedería. En una batalla de voluntad, era difícil saber quien ganaba: la furia era una motivación fuerte. La desesperación también. Pero lamentablemente para él, yo tenía ventajas de otro tipo.

Con un fuerte movimiento, elevé ambas espadas, haciendo que retrocediese con la suya propia. Ataqué por ambos flancos. Su acero solo protegió uno de ellos. El otro, encontró sangre.

Destello había dejado un feo corte en su brazo. Retrocedió con un impulso de viento, intentando ganar distancia. No le dejaría. Manteniéndome a la ofensiva, me lancé hacia adelante. Con cada golpe, más relámpagos. A nuestro paso, solo quedaba un sendero de tierra quemada. Hasta que finalmente, todo cambió con el sonido de una ballesta.


____________________________________



El virote tenía el nombre del cibernético que luchaba contra Irirgo. Sin embargo, fue otro quien lo recibió. APP-Bel no tuvo problema en apartarse cuando se vio en una situación peligrosa: no ganaba terreno contra el dragón, y empezaba a verse superado en número.

Fuese por accidente o como castigo por fracasar, la trayectoria del disparo acabó desembocando en la espalda de Jannis. Un virote del tamaño de una lanza[2], prácticamente el disparo de una balista. Atravesó su cota de mallas como si fuese de papel, incrustándose a través de su estómago. La espada de Jannis cayó al suelo.

-Ma...estro...- dijo, con un hilo de voz. La decepción por no ver al Nigromante fue comparable al dolor de su pecho. Sin embargo, eso último no tardó en aumentar. Aprovechando su oportunidad, el hombre perro con el que luchaba juntó sus manos, sosteniendo el proyectil de metal ensangrentado que sobresalía de su torso. La electricidad que cubría al lobo sacudió todo el cuerpo del humano, con el virote haciendo de toma de corriente por dentro, y su armadura por fuera.

Cayó al suelo, aún con sus dedos temblando sobre la tierra. Había fallado a su maestro. Quizás fuese aquello lo que se merecía, al fin y al cabo.

[. . .]


Balmayel sudaba intensamente. Con una mano, sujetaba el bastón. Con la otra, la quemadura de su brazo derecho. Estaba curándose, pero era un proceso lento. Su oponente era brutal y eficiente. Si bien podía mantenerlo a raya temporalmente, el tener ambos brazos ocupados lo hacía más difícil.

Demasiada electricidad. No estaba seguro de si realmente podría abrir la mano del bastón. Temblaba. No era el mejor oponente para el cibernético. Su luz no podía cegarlo, y aunque era más rápido, un solo golpe de aquél bastón fue suficiente para dejarle sin ganas de más.

Pero no, no podía rendirse. El resto seguía peleando. Sacudió los pensamientos egoístas de su mente. Se determinó a seguir luchando. Sin embargo, la cabeza del biocibernético acorazado se giró en un instante. Y, como si nada, perdió todo interés en el elfo. Había recibido nuevas órdenes. No podían seguir perder el tiempo allí.

Balmayel miró alrededor. El resto de enemigos estaba en el suelo, o había desaparecido. No reprimió su suspiro de alivio, aunque su pecho seguía sintiéndose pesado. No habían acabado.


____________________________________


Irirgo había forzado su aliento. A juzgar por su gesto, no podría seguir exhalando fuego durante mucho más tiempo. Sin embargo, no había salido herido. Balmayel no había corrido la misma suerte. Tanto Syl como yo habíamos acabado la escaramuza sin heridas dignas de mención. Por el momento, todo iba relativamente bien, pero teníamos que actuar rápido.

-Dos han escapado. Tres caídos. Sin rastro de la mujer.- informó Syl. Dio un trago del frasco entre sus manos y lo volvió a guardar. [3] Aquello le mantendría un buen rato. -He visto a alguien acercarse a uno de los cibernéticos. Le han quitado los ojos.- continuó. Fruncí el ceño. ¿Los ojos? ¿De tan solo uno en concreto? Sonaba muy errático para ser simplemente saqueadores, incluso en un sitio como aquel.

Miré al cielo, buscando el dragón de madera con la mirada. Incluso con vista de pájaro, era difícil distinguir mucho. Demasiadas carpas.

Abrí uno de mis bolsillos mejor protegidos y saqué el vial que contenía, esbozando media sonrisa. Siempre me había parecido que aquel lugar necesitaba algo como eso. ¿Que mejor momento que aquel?

Arrojé el frasco tan fuerte como pude, rompiéndolo contra la madera de una de las tiendas. El líquido naranja de su interior se convirtió en una llamarada. [4] En cuestión de segundos, envolvió la tienda y se esparció por la hierba rápidamente. No tardaría en engullir la siguiente. Y la siguiente.

-Vamos. Tenemos otro fuego que encontrar.- dije, convocando ambas espadas de nuevo.


____________________________________

Tanto Asher como Syl se centran en Jannis, por lo que este es derrotado en este turno. APP-Bel e IR-12 salen de la escena (Para seguir buscando el objeto por su cuenta, asumo.) Solo APP está herido, y no demasiado.

Arde, Ciudad Lagarto.

[1] Usado objeto: Brillo - Runa de Oshu. Invoca una copia de Brillo durante un turno.
[2] Habilidad de Syl: Impacto Crítico
[3] Objeto de Syl: Elixir revitalizante concentrado
[4] Usado objeto: Poción de fuego concentrada. Esta crea un incendio rápidamente, al tratarse de un lugar con bastantes carpas y hierba. El fuego seguirá en aumento, y es difícil de apagar. Era hora de hacer que el título del tema fuese apropiado.

Asher Daregan
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Mensaje  Reivy Abadder Dom Ene 13 2019, 11:18

-Suéltame cerdo tuberculoso. -Lavey se retorcía entre la mano de Prytton. -Suéltame y veras lo que es bueno. -Ante aquella amenaza el Lord comandare se rió a mandíbula batiente. -¿Y vosotros que? -Decía exaltada y peleona mirando a la guardia. -¿No os da vergüenza? La Guardia no hace estas cosas, la Guardia protege al débil no le da muerte. No hay honor para el que mata, putas, ancianos, mendigos y niñas indefensas.
Aquella niña estaba muy enfadada e impotente por no poder defenderse, pero también tenia mucho miedo, ellos eran muchos y ella solo una.
-¿Que dirían vuestras madres? Al saber que quemasteis un campamento y que matasteis inocentes, solo por dar con una maleante. ¿Que pensarían de vosotros vuestros hijos?
A Prytton se le estaba acabando la paciencia, y lo demostró dándole un tirón seco en el pelo a la niña, que la hizo caer de espaldas. Pero no se calló.
-¡Haa! ¿Porque seguiís a este hombre?

Mientras tanto, en las calles del campamento...

Alguien grito mi raza, era uno de los chicos de Alward, Quise levantar el brazo para saludar, pero la herida mordió mi cuerpo con sus dolorosos dientes y en respuesta gruñí de dolor y me lleve la mano sana al hombro. -Yo... -Quise decirles lo que había pasado con el guerrero y que seguramente estaría muerto, pero entonces el espadachín resucitó y apareció montando a caballo.

-Todos tenemos que ir a por el Lord comandante de la Guardia.
Al terminar escupí con rabia en el suelo como si allí estuviera su cara. Mientras el arquero curaba a su amigo, La Torre empezó a curarme a mi con sus manos sanadoras de elfo.
-Ese cerdo se llevo a mi hija, la tiene secuestrada y la esta usando de cebo para atraer a Cinan. -Hice una pausa al pensar en que a lo mejor no sabían de quien hablaba. -Ya sabéis... estoy hablando de ella. -Ojala que con esa indirecta fuera suficiente. -Tu llegaste con la guardia. -Mientras hablaba a lo lejos comencé a ver el humo de un incendio que se extendía con rapidez. -Pon me una cuerda sobre las muñecas y hazme pasar por una captura. Di que La Torre me traiciono y que acude contigo para recibir una recompensa. Una vez allí... no lo se. Pero tenemos que entrar.

-Podría funcionar, nadie sospecharía de que alguien de la ciudad decidiera traicionar a su pueblo y venderse al mejor postor. -Decía el elfo mientras curaba muy lentamente mi herida. -Con que creemos un hueco para salvar a la niña sera suficiente.

Espere a que todos terminaran de hablar y de argumentar el papel que desempeñaban. -Déjalo Torre. Tardarías demasiado en curarme, la herida es muy profunda, pero gracias. Ya no duele tanto. -Me acerque a Alward y le di mis muñecas para que me pusiera una cuerda de forma simple. -Te sigo. Al... somos muy pocos y estamos destrozados, tenemos que poner a la guardia en contra Prytton.

De vuelta en el campamento...

Mientras que Alward y La torre hablaban con el líder, yo miraba a mi hija. Las dos estábamos arrodilladas, ella por culpa del secuestrador y yo porque me habían tirado al suelo para dar mayor credibilidad. La Torre, que era igual de grande que el edificio con su nombre estaba a menos de 5 metros del objetivo, se había acercado con la excusa de tomar la recompensa por mi cabeza. El ardid por ahora funcionaba.

-Es una amiga inseparable de Oromë y esa niña es su hija. Escuche a la dragona llamándola tía. Mejor carnaza que esta no puedes tener.

-Ojala mueras de una forma cruel y horrible, elfo. -Le dije con ira mientras oía a Lavey gritar mi nombre. -Ya cariño, mama ya esta aquí. -La miraba con ternura intentando calmara. -Pronto la tía Oro vendrá a por nosotras.

-Si. Que venga. -Decía divertido el comandante. -Que se reúna con la familia para que podáis morir las tres juntitas. Ponla junto a la hija.

La Torre era buen actor, sonrió con malicia y me levanto de un tirón apretando mi herida. -AAAG Desgraciado. -Me empujo por la espalda con su gran escudo y al llegar a Lavey volvió a empujar para que cayera al suelo. -Cielo. -Dije con lagrimas en los ojos que no eran fingidas, la joven estaba bien, estaba sana. Tenia la cara amoratada por el golpe que le dieron al capturarla, pero por lo demás estaba pura. -Mi niña. -Acerque  mi cuerpo al suyo y le di un abrazo en el que las dos apoyamos nuestras cabezas en el hombro de la otra. Ella lo había hecho sobre la herida, pero no me importo. El dolor que sentí no era comparable al alivio que me provocaba su mera presencia.

-¿Que os pasado? -Decía mirando a todos los presentes. -¿Que le a pasado a la Guardia de Lunargenta? ¿Donde están los buenos hombres de alma protectora que ayudan al indefenso?

Al mirarlos pude ver entre ellos a una mujer con el pelo trenzado y los ojos pintados, un niño que tendría la misma edad de mi hija y un obeso guerrero enguantado en una armadura negra que parecía de desfile.
Mis ojos ahora se paraban en los arqueros, cuando llegamos todos nos apuntaban con sus flechas, pero ahora tenían la cuerda destensada y el arma bajada. Los saldados que rodeaban el escenario miraban hacia otro lado apenados o avergonzados.
En medio del llanto comencé a toser como si mis propias lagrimas me ahogaran, esa era la señal.

-Y ahora dame mi dinero.

La Torre avanzo hasta el Lord comandante con la mano del lucero del alba abierta y cuando estuvo a menos de un metro se escondió detrás de su enorme escudo y comprimiendo todos los músculos embistió al humano, que callo redondo al suelo. La fuerza del impacto y la inercia de la caída hicieron soltar la mano que sujetaba del pelo a mi hija.
La Torre ya levantaba el lucero del alba para cumplir su promesa de hacer pulpa la cabeza del humano, pero el golpe nunca llego. De la sombras apareció otro humano con el uniforme de cuero de la guardia y una daga que clavo en el traquea de su superior.
En lo que yo tarde en desacerme de la cuerda y ponerme de pie, Lavey (que aun seguía con las manos atadas) cogió un puñado de flechas del carcaj, se montón encima de lord Prytton y comenzó a clavarlas en las axilas y los huecos libres de la armadura.

-Esto por mi, esto por mi madre, esto por mi tía. -La niña estaba fuera de sus casillas. -Esto por toda la gente que mataste y esto otra vez por mi.

Lord Prytton, confiado, había dejado el carcaj y el arco de la niña a un costado suyo, mala decisión, muy mala decisión. Ahora a Vey se le encendieron los ojos y cuatro de las flechas que había clavado se prendieron fuego. Se levanto del cuerpo jadeando de ira. El misterioso asesino de la guardia saco la daga del maltrecho cuerpo y corto con rapidez las cuerdas de la niña. La rubia no tardo ni un segundo en recuperar su arma y volver bajo la proteccion del ala de su madre

Mientras que todos aquellos actos pasaban el resto de la guardia se habían quedado impertérritos, ya fuera por el desligue de ira contenida, por el shock de ver en segundos como a su Lord se le escapa la vida entre sangre y fuego, porque algunos creyeran que se lo merecía, o porque otros todavía tenían honor en las venas y sabían que su comandante no merecía vivir después de lo ocurrido.

-Ya esta bien, pequeña.
-El desconocido puso la mano en el hombro de Lavey. -Hay que irse de aquí.


_____
Off:
Uso manos sanadores de La Torre, pero como mi herida es "especial" no la cura, solo me alivia el dolor.
Nombro a los npc: Bina Monseu, Varian Ulthamo y Henry Bowers.
Lavey usa su habilidad: Detonación a distancia y prende fuego a 4 flechas de las que tiene clavadas el Lord cerdo.
Creo mi segundo y ultimo NPC de lvl6, un humano. Especialidad: Asesino silencio. (maestría: Armas cortas) Y como es humano elijo una segunda maestría de armas. Maestría en ballestas.

Ya se que no se matan npc... de hecho no dije en ningún momento que se murió, pero creo que es bastante evidente. Dos lvl6 acaban de golpearle y una niña loca de lvl1 le ensartado flechas como si fuera un cojín de costurera xD

P.D: Post corregido, Lavey ya no tiene novio XD


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Mensaje  Alward Sevna Dom Ene 13 2019, 13:46

Alward bajó de su montura, con su única mano, la acarició con ternura y agarró su mentón para mirarla a los ojos, mientras esta relinchaba preocupada por su amo.

-Tranquila, chica...-La acarició de nuevo-Debes irte, este lugar no es seguro

Epons volvió a soltar un relincho y apoyó su cabeza en el hombro de Alward, agasajando al mercenario

-No es momento de ponerse sentimental. Estaré bien-Sonrió y devolvió la señal de afecto con un abrazo alrededor del cuello de la equina

-¡Está con nosotros!-Añadió Moses mientras ponía sus brazos en jarras y mostraba una sonrisa segura

Finalmente, la yegua acabó abandonando el lugar tras un leve golpe de Alward en sus cuartos traseros para indicar el inicio de su marcha. La equina abandonó de nuevo el campamento y se perdió por las afueras de Ciudad Lagarto, esperando a que el Sevna la necesitase de nuevo.

Emmanuel sentó a su amigo en un lugar seguro, junto con Reivy y su nuevo amigo. Una carpa vacía que aún se mantenía en pie era el lugar adecuado, lejos de otras miradas y peligros. El elfo curaba a la dragona, mientras que el arquero hacía lo propio con Alward. Mientras tanto, Moses se encargaba de vigilar de que no había peligro en las proximidades.

Emmanuel puso en situación a Alward sobre lo ocurrido con la Guardia.

-...Ya veo...-Soltó un gesto de dolor cuando el arquero empezó a tratar su extremidad. Tras desinfectarla, empezó a vendar-¿Remedios de Eiko?-Preguntó tras la extraña pomada que usó su sanador

-Por suerte, sé algo de medicina de campo-Terminó de vendar-Y Eiko me confió sus remedios; brebajes, pomadas, hierbas...-Abrió el zurrón que le rodeaba la cadera y mostró todo lo que llevaba-Todo me lo dio ella para esta misión

-Habrá que agradecérselo cuando la vea-Sonrió con dificultad, ya que en realidad no se encontraba bien. Le faltaban fuerzas y su piel empezaba a palidecer.-Por cierto...-Se bajó la prenda que le tapaba la parte baja del rostro y con ello, la capucha para dejar verse en totalidad.-¿Puedes tratar también esto?-Dijo refiriéndose a la notable herida que estaba notable en su rostro. La nariz arrancada y toda su cara se encontraba ensangrentada debido al enfrentamiento de antes con Jannis

El arquero se sorprendió al ver el estado completo de Alward, pero no dijo nada, simplemente empezó a tratar su herida, no quería hacerle sentir mal, debía de ser duro ya de por sí todo por lo que había pasado.

Emmanuel se puso a un lado para tratar la herida, dejando al Sevna suficiente visión para poder hablar con Reivy, a la cual la seguía curando el elfo.

-Así que... Lord Prytton está matando a inocentes y tiene a tu hija secuestrada...-Contrajo el rostro de dolor cuando Emmanuel tocó un punto sensible de su herida-¿Cinan...?-No sabía a quién se refería de primeras, pero la mirada intensa de Reivy bastaba para que al cabo de los segundos lo pillara. Claro, era ella, ¿De quién podría estar hablando si no? Alward esbozó una sonrisa-Me prometió que tras huir del grupo de los locos, se enfrentaría a mí. Quizás yo estaba más loco aún que ellos al querer tratar con una ladrona y una asesina...-Desvió su mirada por un instante al suelo y luego la devolvió a la dragona-Pero, ahora veo que quizás ella no sea tan mala-De nuevo, posó su mirada al suelo, esta vez mantenienola durante más tiempo. Apretó los puños-Gente como Prytton mancha el nombre de la Guardia y de Lunargenta. Él y Zafar son los verdaderos enemigos.

-Debimos haber dejado que Moses le diese una buena tunda en el campamento-Bromeó

-...Hubiera merecido la pena...-Rió a duras penas

-Al, estás muy mal. Debemos abandonar este sitio-Dijo habiendo terminado de tratar lo máximo que podía la herida. Se puso en pie y recogió su arco y su carcaj, los cuales los había dejado sobre una mesa del lugar

-...No-Miró a Reivy para luego mirar a su amigo-Vamos a ayudar a Reivy. Lord Prytton debe pagar por lo que ha hecho. Quizás jamás tenga la oportunidad de volver a combatir, pero hoy...-Se levantó con dificultad-Mientras tenga enfundada mi armadura y mis espadas a la espalda, no dejaré de luchar

-Al...-Se cruzó de brazos, observando a su amigo-No podemos ganar contra todo un ejército de la Guardia, y mucho menos luego ir a por la Factoría

-"Si las estrellas cayeran del cielo..."-Esbozó una sonrisa cómplice con Emmanuel

-El arquero suspiró y revoleó los ojos-"...Vendrían a iluminarnos"-Contestó al Sevna

-"Si alguna vez los mares se secan..."

-"...Ellos los llenarían"

Alward se acercó a su amigo y le agarró con su única mano el hombro

-Sigamos su ejemplo

Resignado, el arquero aceptó. Acto seguido, empezaron a planear con Reivy un plan que pudiera darles ventaja sobre la Guardia y a la vez los acercase hasta Lavey y Lord Prytton. Tenían que ser muy quisquillosos, precisos y no cometer ningún error. Al menos indicio de duda o sospecha, podrían acabar mal.

-Estoy de acuerdo-Dijo a la propuesta tanto de La Torre como de Reivy-Pero tenemos que ser los mejores actores de Aerandir, al mínimo fallo, nuestras cabezas estarían en peligro-Dijo mientras se ponía de nuevo la capucha y tapaba la mitad inferior de su rostro de nuevo con la prenda extra que iba incorporada a esta.



_______________________________________



El grupo llegó con el plan premeditado. Todos sabían lo que tenían que hacer, cuál era su papel. Ataron a Reivy de las manos, Moses y Emmanuel se encargaron de llevarla por el trayecto hasta la entrada de aquella "plaza", por llamar a aquel sitio de alguna forma. Alward y La Torre iban en cabeza. Antes de poder entrar, dos soldados pararon al grupo.

-¿Quién va?

-Stelliazos-Miró a los ojos al guardia bajo su capucha-Traemos a alguien importante. Lord Prytton se alegrará.-Dijo refiriéndose a Reivy

Los dos soldados analizaron en silencio durante un par de interminables segundos al grupo. Finalmente, les dejaron pasar. Ya está, estaban dentro.

La plaza estaba abarrotada de gente de la Guardia. Todos mirando al unísono al grupo de mercenarios que había entrado con Reivy como prisionera y La Torre como aliado inesperado.

Emmanuel y Moses pasaron la "prisionera" a La Torre, el cual la presentó a Lord Prytton, que los observaba desde su posición con cierta cautela. Tanto el elfo como la dragona empezaron a interpretar sus papeles de captor y capturada respectivamente.

-¡Él está con nosotros!-Advirtió Alward hacia los presentes, indicando que el grandullón era de plena confianza.

Prytton se relajó. Al ver que no había peligro, su cautela pasó a mostrar un rostro divertido y casi cínico. Reivy se uniría al resto de prisioneros que esperaban su ejecución a un lado de la plaza, pero antes, se le permitió reunirse con su hija.

-Alward, ¿Qué te ha pasado?-Dijo refiriéndose a la notable falta de la mano derecha del mercenario.

-Mi señor...-Se acercó unos pasos hasta el Lord, se paró a escasos metros de él, haciéndole una corta reverencia-...De eso precisamente quería hablarle-Se alejó otra vez del Lord, esta vez mirando a los presentes que abarrotaban el lugar-¡Gente de la Guardia!-Llamó su atención, aunque realmente no hacía falta, ya que todos miraban la escena expectantes-¿Veis esto?-Alzó el brazo derecho con su muñón-¡Me lo hizo Zafar, de la Factoría!

Expresiones de asombro e incredulidad se hicieron notar sin que hiciese falta ningún aliciente más para que Alward tuviese toda la atención de los presentes, incluido Lord Prytton.

-¡La Guardia ha cometido un error confiando en esos Hombres-Bestia, pues su plan no es otro que convertirnos a todos en experimentos y así crear una nueva raza de animales híbridos!-Se volteó y miró a Lord Prytton-¡Lord Prytton!-Alzó aún más su voz-¡La solución no es masacrar inocentes por una sola mujer!-Volvió a mirar al resto de la plaza-¡LA SOLUCIÓN ESTÁ EN PLANTAR CARA A LA FACTORÍA PARA QUE NO LLEVEN A CABO LO QUE PRETENDEN!-Calló unos segundos para ver la reacción de la gente. No salían de su asombro. Algunos empezaban a dudar realmente de Lord Prytton, otros se mantenían escépticos frente a las palabras del mercenario-¡La Guardia está para salvaguardar la seguridad de todos en el Reino de Lunargenta! Hacer esto no nos diferencia del resto de animales salvajes que pueblan Aerandir...-Dijo refiriéndose con esto último a la masacre de inocentes-¡Yo quería ser de la Guardia cuando era más joven! ¡Sus valores me representaban! Pero ahora... Ahora me da vergüenza que este sea el cuerpo de élite de los míos... LA GUARDIA DEBE ESTAR PARA PROTEGERNOS A TODOS, NO PARA LA CORRUPCIÓN A LA QUE ESTÁ SOMETIDA-Se reunió junto a los suyos, mientras veía cómo La Torre pedía el dinero de su recompensa y Reivy daba la señal para atacar. Pero antes, Alward quería dejar un mensaje a los presentes-¡Hermanos y hermanas!-Se abrió de brazos, como un predicador-Sí hay alguien con la suficiente vocación en su interior y la necesidad de hacer de este, un mundo mejor...-Se detuvo, intentando coordinar sus palabras con las acciones que estaban por llegar-¡QUE POR SU HONOR, LUCHE EN NOMBRE DE LOS VERDADEROS VALORES QUE LA GUARDIA REPRESENTA, ¡LA FACTORÍA ES EL VERDADERO ENEMIGO!-Se quitó la capucha y dejó su rostro totalmente al descubierto, dejando a la vista de todos lo que Zafar le había hecho.

Tras eso, La Torre acometió contra Lord Prytton y Alward sacó de su zurrón una piedra especial, la cual lanzó al aire, generando al momento un fuerte viento, el cual amainó en segundos. Este trajo consigo una espesa niebla, tal era su espesura, que los presentes no podían ver más allá de un par de metros delante de sus propias narices [1].

Los Stelliazos empezaron a correr, buscando una salida. Alward esperaba que Reivy y la Torre, por su parte, hubiesen conseguido lo que debían y que el plan, por consiguiente, hubiese funcionado. No lo sabía, no le había dado el tiempo suficiente a estar pendiente de todas las cosas que ocurrían en ese momento en la plaza, ¿Habría muerto Lord Prytton? ¿Habría conseguido la dragona liberar a su hija? ¿El resto de la Guardia habría escuchado sus palabras y les habría hecho reflexionar sobre la situación? Eran incógnitas que estaba deseando de despejar.

Al salir de la plaza, y por ende de la niebla, pudo ver cómo en la otra punta de la ciudad, una columna de humo se hacía notar y chispas de fuego hacían su presencia en por la zona, ¿Habían incendiado la Ciudad? ¿Quiénes? ¿La Factoría? Esperaba que antes de que el fuego atravesara todo el campamento hasta llegar a su posición, Reivy llegara con buenas nuevas... Así lo hizo. Pudo ver que la dragona salió de todo aquel peligro junto a su hija, La Torre y dos aparentes aliados.



________________________________________________________________

Off:
Uso de objeto máster: Piedra Ambiental [1].
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Mensaje  Sigel Dom Ene 13 2019, 15:40


Disculpad que no haya sido lo bastante rápida como debería. Estos días mis horas frente a la pantalla están siendo escasas. Reivy, deberás editar tu post anterior "por mí culpa"; debería haber avisado.

No se podrán utilizar en los temas Captura y Castigo los objetos conseguidos en los eventos del Yule aunque en vuestras cronologías, Captura y Castigo sea posterior al Yule. Lo comparo con el siguiente caso (lo exagero más para resaltar el problema): imaginaos que Alward abre un tema con Gerrit y en mitad de la partida, empiezan a pelear. Entonces, Alward hace un post en el mercado (cronológicamente anterior al tema con el brujo) comprando un sin fin de objetos antimagia. ¿Sería justo usarlos en el combate con Gerrit? No, sería hacer trampas.

Debí haber avisado. La culpa ha sido mía. Me disculpo por segunda vez.

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Mensaje  Mina Harker Lun Ene 14 2019, 21:35

Oröme lucía horrorosa. Más de lo normal. Mina la miró, muy afectada por su aspecto. -Muchachita, ¿es que te pasó una manada de krasgwars por encima? Qué espanto...- dijo, acercándose a ella y tomando entre las puntas del pulgar y el índice una esquina de su manga. Mina jamás iba a admitir que se alegraba de verla viva, pero lo estaba. Le aliviaba ver un rostro conocido cuyo corazón aún palpitaba dentro de su pecho -Cuando todo esto termine yo te ayudo con esa mopa que llamas cabello- añadió, con tono burlón. Ella no la iba a tratar como a una igual, no por ahora. Pero, a su manera muy hiriente, le estaba demostrando un poquito de consideración.

Lo siguiente que dejó desconcertada a la ilusionista, fue la pálida niñita que apareció llamando "mamá" a Cinan. -¿Y tú quién eres, pequeña estrella del alba?- preguntó, acercándose a ella -¿Dedos? ¿Lengua? ¿Qué dices?- exclamó extrañada. -¿Tú estás construyendo algo acaso? Cariño, hay mejores formas de conseguirse un novio, no necesitas ayuda de un nigromante. Además, ¿de dónde voy a sacar dedos y lengua?- preguntó, perpleja. -¿No te sirven los de Pepelucho?- dijo, señalando al gradulón que estaba de pie detrás de ellas.

Ya se estaba dando vuelta la bruja para cosechar en Pepelucho, cuando éste, dándole valor a las partes de su cuerpo, dio un pasito hacia atrás y carraspeó -Se-s-seño... estem... allá'fuera hay un pocotón de gentes que si les quita sus dedos no les van'aser falta... ¿y si mejor la ayudo allá'fuera mejor? ¿Y me deja mi lengua en mi boca? ¿Sí?- pidió, más bien rogó, el grandulón. Conmovida por ese gesto de amor propio, Mina lo pensó. -...es que salir es peligroso...- dijo, haciendo un puchero con la boca.

Pero qué va, algo explotó muy cerca de allí, sacudiendo la tienda, y pronto se sintió el calor de las llamas que devoraban voraces todo a su paso. Agarró a Pepelucho y salió corriendo -¡Vale! ¡Venga! ¡Me sirve dejarte la lengua! ¡Sin ella me voy a perder de tus brillantes ideas!- exclamaba entre gritos, pues de nuevo el griterío alcanzaba niveles insoportables.

Corrían, saltando sobre cadáveres, esquivando cotos de peleas, cuando el brazo de Pepelucho la agarró por la cintura y la elevó por el aire. A los pies del grandote, cayó una flecha que habría llevado el nombre de "Mina Harker" en ella, de no ser por los bestiales reflejos del malandrín que ahora cuidaba a la bruja. Alzaron la mirada y vieron que la flecha venía de una enclenque torre de vigía que habían ganado los enemigos. -Pepelucho...- llamó la bruja -Ya sabes qué hacer- ordenó. El gigantón asintió, depositó suavemente a su jefa en el suelo y desenfundó su martillo de guerra. Bramó y arrancó a correr, veloz, hacia la torre, embistiéndola, tirándola abajo con la fuerza de su golpe.

Una mujer salió volando, pero era ágil y con una voltereta logró aterrizar sin hacerse mayor daño. A su vez, cargó un virote en su ballesta y disparó, pero no a Pepelucho, sino a Mina. La flecha atravesó la imagen de la ilusionista, que estaba un par de metros detrás del grandote y terminó clavada en el suelo. La soldado de la Guardia no tenía idea de qué estaba pasando. Lo siguiente que supo, fue que una bota le caía de lleno en la cara. Rodó por el piso, se puso de pie como pudo y la vio. Esa bruja de mierda, era una ilusionista que la confundía con sus hechizos.

¿Esa que se acercaba sería real? Había perdido sus virotes, tendría que enfrentarla. Pero no pudo asestarle ni un solo puño, la bruja los esquivaba con gracia y agilidad. [1]Sin mucho esfuerzo, logró propinarle varios golpes de puño en el rostro y cabeza, dejándola mareada y sangrando por nariz y boca. Sometiéndola, hizo un gesto con la cabeza. Pepelucho se acercó, cuchillo en mano y cortó los dedos de la mujer, que chilló y pataleó hasta desvanecerse, justo cuando el musculoso le cortaba el noveno dedo. -Eso es, precioso, buen chico mi pequeño Pepelucho- felicitaba luego al manso mercenario que la acompañaba, mientras ella guardaba cuidadosamente los dedos en un trozo de tela de la ropa de la chica.

-Revisa si tiene algo de valor, Pepelucho- ordenó -S-sí, se-s-seño... p-pero no me llamo Pepelucho... m-mi nombre es...- comenzó a balbucear el hombre -Seeh seeh seeh... lo que digas... vamos, andando, nos queda una lengua que cortar- indicó, chasqueando los dedos y haciéndole una seña para que la siguiera.

____
[1] Uso de habilidad lvl 0 Combate Desarmado

Resumen del turno:
Mina se enfrenta a Bina Monseur y le roba los dedos.
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Mensaje  Oromë Vánadóttir Miér Ene 16 2019, 05:35

Cuando Mina se había acercado a ella, su rostro era duro, como si estuviera conteniendo el peso del mundo en sus hombros. Ciertamente así se sentía, pero la bruja logró que elevara la comisura de sus labios de manera imperceptible. Ninguna admitiría que se alegraban que la otra estuviera, dentro de lo que se podría esperar en una situación así, enteras. -Solo hazlo bruja, cuando termine aquí iré a por ti y entenderás todo- Tiempo prestado... Tenía que recordarselo.

El sonido del fuego los alertó a todos lo suficiente como para que volviera a tensar los músculos, el dolor de su herida resonando en todo su cuerpo. -¿Cuanto crees que tarde el fuego en llegar aquí?- Miró a uno de los hombres allí parados y este miró el mapa, todos los sitios importantes estaban marcados en el así como las tiendas y lo que había en ellas. -No vino de muy lejos, por suerte la dinamita y cualquier otra cosa explosiva se encuentra en esta otra zona del mapa, por lo que no volaremos por los aires aún. Pero considerando todo el alcohol dispersado en la ciudad, diría que unos 15 minutos o menos- Trató de que el tic en sus ojos no se notara pero por la mirada de todos a su alrededor supo que estaban en más que graves problemas. -Entonces hagamos que valga la pena- Y así, continuo con todo lo que tenía planeado para Addila.

Hubiera deseado tener un poco más de tiempo para esto y tal vez disfrutar de la tortura pero los minutos se le escapaban y la mujer pájaro era dura de roer.
Aún así Oromë sabía donde clavar el cuchillo para no matarla y maximizar el sufrimiento. Todo su cuerpo estaba marcado y la sangre caía en finas lineas por cada incisión. A su alrededor había plumas que se había tomado la molestia de arrancar a montones y un segundo cuchillo, que había pedido prestado de los ladrones, estaba perfectamente clavado en una de aquellas alas ahora desplumada justo en lo que se podría considerar el codo de esta.
Oromë se deleitaba dándole golpecitos y escuchar los quejidos de la pelirroja. -Vamos querida, espero que digas algo por esa boquita tan linda que tienes. Si lo haces seré amable contigo y terminaré pronto con todo esto en vez de dejar que el fuego te rostice como un pollo- La dragona jugueteaba con el cabello de la mujer bestia, tironeando suavemente mientras que con la otra mano sostenía el cuchillo que lentamente pinchaba en su hombro. Los ojos de su petirrojo luchaban por no cerrarse, miraban a todas partes y a la vez a la nada; un suspiro de dolor se soltó de aquellos labios hinchados y suaves lagrimas bajaban de aquellos ojos enrojecidos mientras pronunciaba aquellas palabras que tanto quería oír. -Por favor... ya basta. Te lo diré...todo- La peliplateada sonreía con una alegría tal, que podían verse todos sus dientes manchados de rojo de todas las mordidas que se había dedicado a dejar en el cuerpo de su juguete. El sabor de la sangre en su boca había dejado de parecer repulsivo hacía mucho tiempo. Se acercó un poco a la desdichada Addila y escuchó en susurros el secreto que guardaba de la guardia.
Enarcó una ceja como si fuera una broma de mal gusto. -¿Eso es todo? Vaya, es una lastima que no tengas nada más que decir- Miró a su alrededor y a las señas que le dedicaban: El fuego se estaba acercando. -Sena, ¿Podrías fijarte que sea cierto?- La pequeña se acercó felizmente y clavó sus dientes en la muñeca maniatada de la pelirroja. -Si mamá, ella no miente- Oromë le acarició el cabello y le limpió una gotita de sangre que caía por su barbilla.
Se chupó los dientes y volvió los ojos hacia Addila. -Lo prometido es deuda, ¿querías saber donde está el objeto? Pues aquí en la ciudad, claramente- Volvió a sonreír pero esta vez no llegó a sus ojos. No mientras sus dientes se clavaban en la traquea de la mujer bestia, apretando con fuerza para luego tirar de ella y arrancársela sin más. Escupió el trozo de ella y este hizo un sonido horrible contra el suelo mientras la veía boquear y a la cascada imparable de sangre que bajaba por su pecho, sus piernas, creando una piscina. -Dame eso y trae un saco- No le dieron nada, no cuando ella simplemente se estiró y quitó la espada que colgaba de la cintura de un asesino.
De una patada dejó que el cuerpo de Addila cayera al suelo y con un simple pero certero movimiento, separó su cabeza del resto del cuerpo. Dejó que el hombre que traía el saco de arpillera metiera la cabeza dentro mientras que ella se agachaba a la altura de Sena y extendía su propia mano para ella. -Te has portado muy bien y aquí está tu premio- La vampireza no tardó en entender el ofrecimiento y bebió de su sangre, lo suficiente para saciarse pero no para dejarla seca,. Aún así pudo notar el leve mareo a los costados de su visión debido a la constante perdida que venia sufriendo de su herida y a que anteriormente ya había sido mordida. Cuando esta terminó, se enderezó, tomó la bolsa con la cabeza y se dirigió a todos. -Hora de irnos muchachos. ¡Ah! Pero antes...- De la mesa tomó una botella de licor a medio acabar, le dio un trago, y la lanzó dentro de su improvisada mochila.

El pequeño grupo la siguió fuera, uno de los que se encontraba haciendo guardia le señaló el camino que Mina había tomado y como si no fueran más que un grupo huyendo del fuego, se dirigieron hasta donde ella se encontraba.
-Diablos. ¡Mina!- Gritó. Podía ver su figura junto a ¿Pepelucho había dicho?, ¿Qué clase de nombre era ese?. A trompicones llegó a su lado, respirando agitadamente por la boca. -¿Eso son dedos? Creo que con unos cuantos era más que suficiente pero mejor que sobre a que falte...- Sintió a alguien jalando de su camisa y al girarse Sena estaba señalando a alguien más a no muchos metros de distancia de ellas. -Tami está allí, puedo oler su sangre- Otra pelirroja más y una de las culpables de tanto desastre en su ciudad. Bien podría hacer oídos sordos a lo que la vampiresa decía pero Oromë era de las que prefería hacer primero y arrepentirse después, y ahora mismo mientras más ayuda mejor. -Vengan conmigo, tengo asuntos que discutir con alguien- Con una mano, mantenía la bolsa colgando en su espalda y con la otra jalaba a Mina con ella, Sena pisandole los talones de camino hasta donde Tami y un joven se encontraban.
-¡Hola hola! Vengo a hacer un trato y como no tengo tiempo para perder y al parecer tu tampoco con esa flecha allí clavada, lo haré simple: Te sanaré a cambio de algo pero ese algo lo pagara él... Su hermano atacó a mi preciada amiga así que creo que es lo justo... Prometo que no morirá como él, pero probablemente necesite atención medica- La cual tendría que conseguir por si mismo, pero no diría aquello.


Resumen:
•Uso de la especialización de Sena, para asegurarme de que Addila NO miente xD(no aclaré el secreto porque ahora mismo no recuerdo si lo leí antes y no quería errar, así que lo dejó tácito)
•¡Cortenle la cabeza!(? Y creo que esta vez si podemos decir que un npc esta más que muerto). 3 turnos cumplidos para conseguir la cabeza de Addila.
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Mensaje  Asher Daregan Miér Ene 16 2019, 20:10

-La persona que habías dicho. ¿Era una mujer?- pregunté. Syl asintió brevemente. -Los veo. Un tipo le ha cortado los dedos a una guardia, y se los ha dado.- dije, frunciendo el ceño. -No están lejos.-

No había ninguna otra pista. No era algo que pareciese muy prometedor... pero era mejor que nada. Le hice una señal a Balmayel. El elfo no tardó en responder con el silbido de un ave. Junto al fuego, una señal para los leónicos. No tardaron en alcanzarnos. Habían logrado pasar desapercibidos con nuestras distracciones, pero era el momento de ir con todo.

Alcé la mano, recuperando el dragón de madera que se lanzó contra ella. Lo guardé en mi bolsillo. Había servido bien, pero ahora era nuestro turno.

-Se le acerca un grupo. Es ahora o nunca.- advirtió Syl.

-Muy bien. Vamos.- ordené, encabezando la carga. Con el apoyo de los leónicos, no sería difícil acabar con un grupo pequeño de ladrones. El anillo de mi espada se iluminó, y mi armadura reaccionó acorde, protegiéndome más. [1] Solo una precaución.

Syl nos señaló la zona. Podíamos interceptarlos.

Al parecer, una mujer había cogido a la ladrona de la mano. Parecía llevarla con urgencia. Era tan buen momento como cualquier otro para intervenir. No nos sobraba el tiempo, y aquello era lo único que teníamos. No se me iba a escapar.

Acorte la distancia entre los ladrones y yo, acercándome a gran velocidad hasta tenerlos al alcance. No tuvieron ninguna oportunidad. Toqué la Corona Astada sobre mi cabeza, y noté aquella sensación familiar. El poder del artefacto me rodeó, impulsándome más aún. [2] En cuestión de milésimas, me había interpuesto entre las dos mujeres. El pulso de fuerza llegó justo después. Aquello tendría la fuerza suficiente para lanzar a una en cada dirección.

Invoqué a Brillo. Con la electricidad aún recorriendo la espada y mi cuerpo, se lo pensarían dos veces antes de actuar.

-Hablemos.- sonreí, mostrando los dientes. Fue entonces cuando vi de cerca a la mujer que había intentado llevarse a la saqueadora. Pelo plateado. Percibí el éter que emanaba de ella. Una dragona no elemental. ¿Podía ser? -¡Ja! ¿Tú eres Oromë?- Al parecer había sido una buena pista, después de todo. ¿Quien iba a decir que iba a aparecer justo donde iba a golpear? -Vengo a por el objeto del 19. Renuncia, y todos vivís.-

La ballesta de Syl fue lo siguiente que se escuchó. No iba a dejar que nadie más interviniese. Su objetivo era uno fácil: una mujer herida, pero la única que parecía tener algo de experiencia en combate a juzgar por su equipo. El virote se clavó en su costado, derribando a la mujer ante la sorpresa de su acompañante. El chico intentó levantarla, pero era inútil. Su cuerpo no iba a responder durante un rato, gracias al veneno paralizante que tenía el proyectil. [3]

Para entonces, los leónicos y el resto de Nómadas habían llegado a la escena. Arcos y espadas se pusieron en alto, listos para atacar. No haría ninguna falta. Estaba allí, y aquello era suficiente.

-¡Leónicos! ¡Formación en pinza!- bramó uno. El grupo respondió al instante, colocándose alrededor de la saqueadora. No tendría donde huir. Miré a la supuesta Oromë, con mi espada en alto.

-Hasta aquí llegas.-


______________________________________________


[1] Usado objeto: Brillo - Refuerzo. Aumenta la resistencia física y mágica de Asher en un 50% durante tres turnos.
[2] Usada la habilidad de La Corona Astada: Al acariciar la corona, ésta da un impulso al nómada que deja atolondrados hasta a 2 enemigos durante un turno y les inflige fuerte daño físico. (La uso para separar a Mina y Oromë, e interponerme)
[3] Usada habilidad: Virote envenenado. Paraliza a Tami durante una ronda, por lo que no ayudará a nadie.


Para aclarar algunas cosas:

1. - No había ido a por Oromë, sino a por Mina. Pero puesto a que se ha acercado a ella y le ha llevado de la mano... está puesto en bandeja. Asher no "sabe" con total seguridad que sea Oromë puesto que no ha usado el objeto, pero engañarlo va a ser dificil.

2.
- El objeto que he usado en [2] afecta a dos objetivos: Mina y Oromë. De tener éxito, aturde durante un turno. Eso significa que no podreis avanzar en el objetivo durante esta ronda (según las palabras de Sigel). Para Mina, la intención es que no pueda entregar los dedos o los ojos a Oromë, y ninguna de las dos puede obtener la lengua de Dan este turno.

3.
- A pesar del aturdimiento, podéis luchar, si es lo que queréis, o rendiros para no sufrir más heridas. Oromë puede huir y curar a Alward con su objeto: no se lo impediré. Pero Asher no dejará que se acerque a Mina, o que Mina huya.

4. - Tiro runas para el ataque de Asher. Como dijo Sigel, no afecta a la eficacia del ataque, sino a las circunstancias. La interpretación de lo que ocurra es suya, puesto que intervendrá esta ronda después de Mina y antes de Oromë.

5. - Para que quede claro, lo de que Sigel intervenga es a petición mía. Dirigirá la parte PvP, y es consciente de todo el contenido de este post.

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Mensaje  Tyr Miér Ene 16 2019, 20:10

El miembro 'Asher Daregan' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses


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Mensaje  Sigel Sáb Ene 19 2019, 12:24


Ya que hay algunos de vosotros (no diré nombre por no si pongo en un compromiso a X personas) me habéis preguntado una cosa del tema, voy a dar mi resolución inmediata sobre lo que yo he entendido al respecto.


La pregunta: ¿Qué va antes en el tema: el ataque de Asher o la conversación entre Oromë (me encanta tu nueva imagen de avatar) y Tami?

Obviamente, ocurre primero la conversación entre Oromë y Tami ya que su post va "primero". Es complicado marcar un tiempo en los temas, pero lo vamos a intentar. En caso contrario, Asher estaría cometiendo un metarol ya que anularía una parte del post de Oromë.

Así es como yo lo he entendido y como jugaremos. Voy a hacer un resumen muy bruto y perdón si me equivoco en pos de querer hacerlo simple: Oromë y Mina llegan hasta el lugar donde se encuentra Tami herida. Oromë le propone un trato: ¿te curo si nos ayudas? Justo en ese momento entra Asher impidiendo que Mina pueda entregar los dedos cercenados a Oromë. Entiendo que Mina enseña los dedos cortados a Oromë y ésta se sorprende al verlos; Mina no llega a dárselos, Asher utiliza el objeto "Corona Astada" y obtiene suerte media. Paraliza (stunea si lo preferís) solamente a Mina. ¿Por qué Mina? Entiendo que Asher centra su ataque a Mina y Oromë estaba por medio.

En el siguiente turno, Mina no podrá avanzar porque está paralizada, es decir, completar objetivos. Por ejemplo: "consumir un turno para derrotar a X npc, consumir 1 turno para conseguir X objeto...".

Tami queda paralizada por la habilidad de Syl. Aunque ella no puede luchar porque está muy herida, se sentirá atraída por el bando de Oromë por la conversación anterior. Dan (por ser amigo de Tami) atacará a Asher y sus amigos.

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Mensaje  Reivy Abadder Sáb Ene 19 2019, 17:52

Corrimos entre la niebla protegidas por los dos hombres, La torre delante y el asesino detrás con la ballesta en la mano y cargada. Fuera nos esperaba Alward con sus compañeros. -Tenemos que reunirnos con Cinan. -Apenas tuvimos uno quizás dos minutos para recuperarnos del aliento y sobreponernos del rescate, tenia tantas cosas que decirle a mi niña, pero no había tiempo. -Cinan esta... -La Torre se quedo callado, ¿Quien le decía a él que la guardia no tuviera manipuladores del aire que escucharan sus palabras? -Se donde esta, seguidme.

Y así lo hicimos, el grupo sigo al gigante elfo hasta la carpa del fundador pero cuando llegamos la líder de la ciudad no estaba. -¿Donde se fue Cinan? -Le preguntaba a una mujer que había dentro de la tienda, limpiando la sangre de los muebles. -¿Esa sangre es de ella? -La mujer negó con la cabeza y señalo a un cuerpo decapitado y alado que aun seguía atado a la silla de tortura. -La señorita se fue con una niña vampiro de ojos verdes siguiendo a una mujer morena. se fueron en aquella dirección. -La limpiadora se asomo fuera de la carpa y señalo hacia un punto. -La señorita salio diciendo que tenia ganas de encontrarse con la amiga de la niña.

La única amiga que la vampiresa tenia era la guerrera que me había dejado la media luna en la espalda y parte del pecho, después del flechazo que le dio Lavey la mujer no podría haber ido lejos y la dirección de la mujer coincidía con el epicentro de aquella estampida que parecía ya tan lejana.
Le agradecí escuetamente a la mujer y mas escuetamente le hable al espadachín. -Tenemos que ir a donde todo empezó. -El tiempo siempre jugaba en nuestra contra, en esta ocasión las llamas se lo estaban engullendo todo.

Cuando encontramos a Oromë y sus acompañantes la cosa se estaba poniendo fea, un perro y un gato arremetieron contra las adultas y el ejercito de los leonicos aparecía por la calle de al lado rodeando a mi amiga, la niña y la morena que estaba tendida en el suelo, cerca de esta ultima estaban Tami y Den.

-Blanquita... -Dije en un quedo susurro haciendo referencia a Oromë. -Vale... vale... -Daba vueltas en redondo sobre mi misma mientras pensaba algo para sacarla de ahí a ella y a su gente. -Vale... la Torre quiero te abras paso por los leonicos, necesito un pasillo y que te hagas cargo del perro. -El elfo asintió y preparo su escudo. -Tu... Asesino. -No sabia su nombre y tampoco se había presentado así que lo llame por su profesión. -Tu ve por detrás del elfo y cuando llegues al centro te ocupas del gato. Alward.
Mientras le miraba busque en mi morral hasta dar con una piedra que lance hacia el centro del problema.
-Tengo... tenemos que sacarlas de ahí o no saldrán vivas. Si atacaron tan fuerte a la compañera de Cinan es porque tiene que ser alguien peligroso para la factoría. -Pensé erróneamente al ver los hombres-bestias. -Tenemos que sacarla de ahí o acabara en uno de esos carros en los que ibas tu. -Conforme hablaba una densa niebla comenzó a formarse en un amplio radio de acción. -No voy a poder... bueno ella no va poder con todas. -Señale a Lavey y le di de beber de una cerveza muy dulce. -Cielo, ¿Te acuerdas de aquella historia que te conté? ¿La del pájaro enorme con cuerpo de león? -La niña asintió. -Bien, necesito que pienses en él. Cuando lo hagas vas a cambiar de forma y yo subiré y te guiare para recoger a nuestra gente. -La niña volvió a asentir con más fuerza y yo volví la cara hacia el castaño. -Tienes que conseguir la manera de sacar a las que queden. Si sacas a Cinan podrás asegurarte de que cumpla su palabra, si sacas a cualquiera de las otras te deberá un favor.

Mientras yo terminaba de decir aquellas ultimas palabras la Torre cargo contra el grupo de leonicos como si fuera un toro enloquecido, era como si una puerta de hierro con pinchos arroyara todo lo que se encontraba por delante. El asesino le sigo de cerca pero a pocos metros del centro de acción se desvió para emboscar por la espalda al gato.
La Torre llego junto al perro bípedo y saco a pasear el lucero del alba después de empotrar el escudo contra el hombre-bestia. -Toc, toc ¿Se puede? -Dijo con voz macabra al tiempo que el asesino se presentaba en la espalda del gato daga en mano.

A la vez que estos sucesos acontecían Lavey había cambiado de forma hasta convertirse en un gigantesco grifo, nosotras eramos dragones, pero ella era todavía demasiado pequeña para llevar a nadie y yo estaba muy maltrecha, así que había que buscar una alternativa. Me subí sobre la melena del animal y desde arriba hable al espadachín. -Nos encontraremos en el lugar en el que tus compañeros me encontraron. Buena suerte... amigo.

Grifo:

Ascendimos por arriba de la niebla y descendimos en picado. Con mi brazo bueno agarre a la primera de las mujeres que tuve a mano, a la morena que estaba inmóvil en el suelo. Lavey usando las patas traseras engancho a Sena y desaparecimos entre la niebla poniendo rumbo hacia la ubicación acordada. Confió en ti Alward. Pensaba mirando la mancha de niebla que quedaba detrás nuestras. No conseguí rescatar a Oromë, pero tenia fe en que el espadachín lo consiguiera.


____
Off: Uso piedra Ambiental para crear una densa niebla que dura dos turnos.
Le doy a Lavey cerveza de mantequilla, lo que la transforma en un animal durante dos turnos. En este caso un grifo.
Tengo permiso para sacar a Mina y Sena de la escena.
Mis 2 npc se enfrentan a Asher y Sly. Cada uno es de lvl6. La torre tiene maestría en escudo y el asesino... pues eso XD es asesino sigiloso.
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Mensaje  Alward Sevna Dom Ene 20 2019, 20:27

Reivy, La Torre, la hija de la dragona y otro tipo de la Guardia... ¿Se había unido a ellos? Si les estaba siguiendo a plena vista, suponía que sí. Mejor, al menos su pequeño discurso caló entre algunos miembros del cuerpo de élite del Rey Sigfried, o al menos eso creía Alward.

"Tenemos que reunirnos con Cinan", o lo que es lo mismo, hay que ir con Oromë. No sabía muy bien cómo tomarse la situación, ¿De verdad estaba en el bando de los rufianes de Ciudad Lagarto abandonando a la Guardia? Sin duda, las líneas de la alianza estaban bastante difusas en mitad de ese escenario, donde los supuestos aliados traicionan a los suyos, un bando se vuelve loco y empieza a asesinar inocentes sin pruebas; niños, ancianos o lo que sea que pillase por en medio, y el último bando, en el que aparentemente ahora se encontraba el Sevna, tan solo se preocupaba por sobrevivir en una emboscada repentina... Todo un embrollo en el que el mercenario tan solo sacaba en claro que las líneas de la confianza resultaban confusas.

-Al...-Llamó la atención del Sevna-Esta ha dejado de ser nuestra guerra, tenemos que irnos-Aconsejó el arquero

-Sobretodo por tu bien-Añadió Moses, haciendo claro hincapié en las más que notables heridas de su amigo

Alward miró a Reivy, cómo por cortos y más que breves instantes se encontró con su hija. No había tiempo, la dragona y sus aliados se iban a marchar ya, y los stelliazos parecían rehusar de la idea de seguirlos

-Marchaos vosotros. Yo me quedo

-...¡Estás loco!-Bramó-¡Vas a morir inútilmente!

-Si los dioses quieren que muera, moriré...-Se miró su muñón vendado-Si se apiadan de mí... Sobreviviré-Desvió su mirada de nuevo hacia sus compañeros, con confianza en sus propias palabras-...La ciudad más cercana queda bastante lejos como para que pueda siquiera llegar sin sufrir una infección...-Centró su atención en Emmanuel-Si los vendajes y el remedio aguantan y me mantienen vivo el tiempo suficiente, buscaré a alguien que pueda curarme

-Mucha fe tienes tú en mí-Dijo bromista mientras reposaba sus manos a las caderas y adoptando una pose relajada

Pocas palabras o ninguna iban a convencer a Alward para irse. Había tomado una decisión, y sus amigos no podían respaldar eso... Pero no podían abandonar a uno de los suyos ante semejante situación. Tanto Moses como Emmanuel se miraron, torcieron el gesto y finalmente cedieron.

-Bien-Asintió-Iremos contigo... Hasta el final

-...O hasta que nos claven una espada en la tráquea-Bromeó

Alward miró a ambos, bajo su capucha se podía ver, por los gestos, que había dibujado una amplia sonrisa en su rostro. Una sonrisa que le dolía debido a sus heridas faciales, pero que era imposible esconder ante la demostración de lealtad de los suyos.



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Las llamas habían avanzado lo suficiente como para empezar a preocupar a todos. Tras estar en una carpa donde supuestamente se encontraría la hermosa dragona peliplateada, unos sujetos le indicaron lo sucedido; ya no estaba allí, se había ido a buscar a... ¿Amiga de la vampiresa? ¿Niña vampira? No podía ser... ¿Se refería a la pequeña que andaba con esos maleantes que se enfrentaron en primera instancia a las dragonas?

Cuando llegaron al supuesto destino, la cosa pintaba bastante mal, sobre todo porque la presencia de Hombres-Bestia ponía los pelos de punta al mercenario. Cierta sed de venganza y rabia surgieron en su interior, pero no era momento, en su estado actual, de tomarse venganzas personales. "¿Estará ahí Zafar?", pensó. Ese en aquel momento era el objetivo de todo su resentimiento.

Reivy también se puso nerviosa ante la situación. Estaban lejos, no los veían, pero pronto acabaría el factor sorpresa si se retardaban más de lo debido. La morena entonces se puso a dilucidar y redactar un plan inesperado.

-...No podemos dejar que la Factoría se salga de nuevo con la suya, esta vez no...-Dijo hacia Reivy mientras se dirigía al propio Alward en la escucha del plan

La dragona lanzó una piedra como la que él mismo había usado hace escasos momentos en la plaza con la Guardia. Dicho objeto, como en el caso anterior, empezó a generar una confusa y repentina niebla que les daría ventaja ante el claro factor sorpresa.

"Cumplir su palabra", eso es lo que quería de Cinan, de Oromë, de la peliplateada con ojos hipnotizantes... Quería retarla, ver si de verdad era tan mala como había oído, sí de verdad merecía la pena salvarla o, por el contrario, entregarla a la Guardia. Lo quería hacer por él mismo, sin filtros subjetivos ni oídas de terceros. Alward asintió, mientras veía como la hija de Reivy se convertía en un grifo y abandonaba el lugar junto a ella.

-Chicos-Miró a los suyos-Nos dividiremos-Miró el camino que iba recorriendo la Torre-¡Molestad en todo lo posible!-Dijo mientras se echaba a la carrera unos metros distanciados del asesino. A la misma vez, llamó de nuevo a su yegua. Un relinchar se oyó a su derecha, Epons nunca andaba lejos de Alward mientras la necesitara, y el Sevna casi siempre necesitaba la ayuda de su inseparable montura.

Cuando la yegua estaba a la distancia y altura adecuada con respecto a la carrera del mercenario, este saltó hacia un lado, agarrándose así a la silla de montar de esta y consiguiendo subirse a los lomos de Epons. Era complicado manejarla con un solo brazo, pero no era momento de preocuparse por esos detalles, tenía un objetivo en mente, entrar en la niebla por el pasillo que el gigantesco elfo había dejado y rescatar a las chicas.

Finalmente, consiguió entrar en el epicentro de todo, la confusión seguramente haría más fácil su entrada y extracción de cualquier objetivo. Pudo ver a Oromë entre la neblina. Se preparó para poder tirar de ella con una sola mano, confiaba en él, su fuerza y su resistencia, aunque la peliplateada también tendría que poner de su parte. Se mantuvo en tensión y resguardó sus pies en los estribos para no caerse, la mano izquierda la estiró hacia el lado para poder agarrar, mientras que con entre su antebrazo y brazo derecho hicieron una tenaza para con las riendas y así tener mayor sujeción.

Agarró a la mujer e intentó subirla. Dependía de ella ahora el posicionarse y colocarse de manera segura a lomos de Epons. El mercenario volvió a tomar las riendas con su mano buena. La yegua iba girando poco a poco para no parar de golpe, en un momento dado, antes de estamparse contra la barrera de hombres-bestia, se colocó en pie sobre sus patas traseras y tomó una nueva dirección: regresar por donde había venido. Alward espoleó a la equina con fuerza para que esta emprendiese de nuevo una potente cabalgada hacia el camino de huida.

-¡¡¡YIAAA!!!-Encorvó su postura y agarró las riendas con firmeza mientras la yegua huía por donde había venido-¡VAMOS, EPONS!
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Mensaje  Mina Harker Lun Ene 21 2019, 19:21

Yo no sé qué pensar de ese episodio de mi vida. Las emociones eran muchas. O sea, mi vida estuvo en real peligro. Antes ya me he puesto en situaciones bastante comprometedoras, pero esta vez me había sacado el premio mayor. ¡Y ya iba toda magullada! No se podía poner peor.

Pero así como cuando crees que la cosa no puede empeorar, pues empeora...

Cinan me llevó donde una chica que por alguna extraña razón necesitaba los dedos que había cosechado junto a Pepelucho. Ya llevaba la mano hacia el bolsito donde guardaba las piezas cuando sentí un golpe y ya no supe nada más de mi misma. Todo se fue a negro. ¿Me morí? Ay, dioses antiguos, modernos, humanos, élficos y dracónicos, ¿me morí? ¿Tan joven y bella? ¿Sin haber conocido el amor? ¿Sin haber puesto mis tersas manos sobre los Ojos de la Gorgona? Tantas cosas me faltaban por conseguir... aún no probaba la L de Lorenzo y eso me iba a quedar pendiente. Probablemente tendría que penarlo de ahora en adelante y espantarle las novias, porque si ese morenazo no era mío, no sería de ninguna fufurufa. Ay Lorenzo, mi lindo Lorenzo...

Y me desperté, espantada, sobresaltada, saltando como un resorte. Me hallé sobre el lomo de una bestia peluda que surcaba el cielo y se alejaba del campo de batalla -
¡PEPELUCHO!- grité apenas me di cuenta que el grandullón no estaba a mi lado -¡ME HAS MATADO AL PEÓN!- le grité a la jinete de la bestia y me lancé sobre ella -¿Y Cinan? ¡Me has matado a MI CINAN!- seguía gritando, histérica. La verdad no sé por qué me afectó tanto en ese momento el sentir que había perdido a mi gente. Es que eran míos, mi gente, solo yo puedo disponer de ellos, no esta loca que cabalga una bestia de enciclopedia.

La ilusionista no estaba de bromas, su corazón palpitaba rápido y chillaba con voz aguda -¿Quién eres? ¿A dónde me llevas? ¿Dónde están Cinan y Pepelucho? ¿Por qué me secuestraste? ¿Qué bicho es este?- preguntaba gritando, prendida al pelo de la mujer. En ese estado, bien podría haber mordido a Reivy de tener la oportunidad.


Última edición por Mina Harker el Dom Ene 27 2019, 04:31, editado 4 veces
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Mensaje  Oromë Vánadóttir Jue Ene 24 2019, 04:22

Si Tami hubiera tenido la fuerza para hablar seguramente sería un no, incluso estaba segura de que su compañero aceptaría a pesar del probable intento fallido que vendría de ella una vez que supiera que debía darme a cambio... Una verdadera lastima que las cosas se vieran frustradas por lo que parecía ser una montaña con piernas. Una muy peluda.

Todo fue tan rápido que Oromë no tuvo tiempo ni de poner una mueca de advertencia, no cuando esta cosa gigante la hacía soltarse de Mina y chocar contra el suelo con la misma fuerza que supondría correr contra un muro de ladrillos sin detenerse.
No era la primera vez que sentía el aire desvanecerse de sus pulmones en aquella noche y vaya que curioso, era un hombre bestia quien lo ocasionaba.
Escuchó la voz gritando su nombre y mientras sus brazos temblaban para levantarse del suelo, escupió la sangre que se juntaba en su boca en dirección a los pies del lobo erguido. Agradecía seguir lo suficientemente entera como para no haber soltado la bolsa que cargaba la cabeza de Addila, pero un vistazo a Mina le indicó que no se movería de donde estaba por culpa del golpe y eso la enfureció.

Al diablo con esconderse, al demonio con esas malditas bestias que invadían su ciudad y deseaban el objeto, como si ellos lo merecieran más que ella. Todos eran iguales en aquel momento, no más que ladrones y asesinos, tanto la Guardia como la Factoría. -¿Renunciar?,¿Para qué?. ¿Para convertirnos a todos en extrañas quimeras? Oh sí, se lo que hacen ustedes hombres bestias y ni hablar de la guardia... Yo que ustedes reconsideraría con quien me estoy aliando- Apretó con más fuerza la bolsa sanguinolenta mientras fulminaba con la mirada a lo que ella consideraba un perro deforme. -Nunca encontraras el objeto y ten por seguro que no te diré maldita cosa. Prefiero morir aquí-  
El quejido de Tami fue ahogado por los gritos del joven que la acompañaba, él la sujetaba con fuerza y apretaba sus heridas, en un intento de frenar cuanto pudiera la perdida de sangre.

Sena estaba pegada a Mina, la miraba casi sin inmutarse pero cuando sus ojos se deslizaban hacía Oromë supo que ella quería actuar... "No" pensó, hasta aquí había llegado, no había salida alguna, o al menos eso creyó.
Todo era un caos  -o al menos mas de lo que ya de por si era- un elfo del tamaño de una casa arremetía contra aquellos que la tenían rodeada, algunos perdían el equilibrio y chocaban con sus compañeros, otros quedaban noqueados en el suelo. La densa niebla le dificultaba ver más allá pero si lo suficiente como para ver a  Dan recoger en brazos a una agonizante Tami y desaparecer.
Los ladrones que antes la habían seguido y se encontraban en desventaja numérica, también aprovecharon la buena fortuna y se lanzaron a apalear a cuanto Leonico encontraron en su camino. Algunos se mantuvieron en pie y otros cayeron.

Incluso con Asher prácticamente pegado a su rostro, sabiendo que no debía de quitarle los ojos de encima aún así lo hizo y es que era inevitable no ver la sombra gigante que la pasaba de largo y recogía algo o a alguien, no estaba segura. Pero de lo que sí estaba segura era de la segunda figura que se acercaba a todo galope y estiraba su mano, como si fuera un ciego que solo recordaba una imagen antes de perder la vista, y era eso... esa mano.
Oromë dejó de pensar y volvió a su propia forma de ser: simplemente actuar. Uso toda la fuerza que le quedaba encima para invocar su cola y con esta logró ponerse de pie de un salto; la cola desapareció y sus pies adquirieron al forma de reptil y con todo lo que tenía tomo la mano de  Alward y saltó al lomo del caballo. No miró atrás y solo se sujetó con fuerza al abdomen del mercenario... Pagar la deuda.

Epons parecía saber donde estaban los obstáculos y la niebla no la intimido mientras galopaba con fuerza, alejándose del peligro, del fuego que comía la parte más afectada de la ciudad y se extendía más y más. Cada vez mas lejos, y el caballo no se detuvo hasta estar al otro lado del pueblo. -Estas vivo...- Su voz era queda, estaba agotada, su brazo dolía y su herida había vuelto a sangrar. El que él estuviera vivo había sido la apuesta de una ingenua, pero había valido la pena.

Llegaron a su destino y un sollozo brotó de sus labios. Sus aliados y amigos estaban desperdigados, probablemente muertos y el peso de eso le atravesó el pecho con fuerza.
Cuando el caballo detuvo su marcha ella bajó y dio un traspié, arrastró el paso así como sus lagrimas se deslizaban por su rostro hacía una fogata medio muerta, las brazas aún ardiendo y detrás de esta una tienda que hacía sombra. Encontró madera dentro de la tienda y la arrojó con poca gentileza dentro de la hoguera, de la bolsa tomó la botella de licor. Era de apariencia costosa, el cristal hermosamente decorado y el color ambarino de la bebida lucía como el oro. Le dio un trago y luego se relamió los labios mientras dejaba que el alcohol se derramara en la madera, avivando las llamas y como lentamente el fuego crecía
Una chispa y luego algo adquirió forma en él, una mujer que la observaba a la espera de lo que tanto habían luchado por conseguir. -Cumple mi deseo, debes sanarle- Y por consiguiente tomó la cabeza decapitada de Addila del saco y la arrojó dentro.

Esperaba que funcionara, se había tomado la molestia de ocultar lo que hacía de la vista de cualquiera que estuviera cerca al ponerse de espalda. La cabeza se había consumido a una velocidad de miedo en las llamas de la mujer y sus lagrimas se habían secado con el calor de esta. -Debes irte, ahora que puedes, yo me quedo, me buscan a mi.- Se giró a verlo pero no lo hizo realmente, solo lo enfrentaba. El nombre del mercenario emergió en su memoria, había escuchado a Reivy decirlo antes, pero no había prestado la atención suficiente, hasta ahora. -No podré cumplir mi promesa Alward Sevna, alguien más vendrá a por mi antes, pero he pagado el favor por haberme ayudado. Era lo mínimo que podía hacer, devolverte lo que perdiste por confiar en una ladrona y una asesina- Su mano se sujetaba la herida por sobre la ropa manchada en sangre, todo en ella estaba cubierto en sangre y no solamente la suya.
-No queda mucho tiempo, vendrán pronto.- Estaba maltrecha, no daría un buen espectáculo de si misma, pero pelearía hasta su ultimo aliento y antes de que la capturasen ella misma acabaría con su vida, pero no deseaba que ninguno de ellos estuviera allí presente para verlo. Ella se quedaría a esperar un milagro, que sus amigas estuvieran sanas, y si manteniendo a la mujer ardiendo en las llamas servía como indicación de su posición, entonces era la mejor señal que tenía. Un faro de luz, una pequeña esperanza.



Editado: Quité toda la parte donde uso los dedos y el ojo para sanar a Rei y Tami, ademas de la parte donde digo que ya habían aterrizado.
Resumen:
•Uso del objeto, la mujer amante.


Última edición por Oromë Vánadóttir el Dom Ene 27 2019, 20:36, editado 1 vez
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Mensaje  Sigel Sáb Ene 26 2019, 18:16


Hago una breve intervención para señalar un apunte del último post de Oromë. Una confusión que ataño a la confianza que tenéis entre vosotros. No a algo necesariamente "grave". Más adelante me explico mejor.

¿Quién tiene los dedos y los ojos que se requieren quemar para sanar a Oromë y Tami? Los tiene Mina y ella está volando en un grifo. En el post de Reivy ni el de Mina se da a entender que el grifo aterriza cerca de mi Oromë. Siendo así, Oromë está haciendo metarol al suponer que el grifo ha aterrizado cuando lo último que sabemos es que Mina está gritando en el aire. Deberás editar esa parte. Solo has conseguido curar a Alward en tu post.

Esta confusión se debe al abuso de "hago metarol pero con permiso del otro usuario". Si bien es algo "permitido", creo que en más de una ocasión puede dar a malentendidos como éste. Es mejor cortar de raíz y evitar hacer ningún tipo de metarol. Me gusta que tengáis confianza entre vosotros, es algo que celebro, pero no siempre es adecuado invocarla. Supongo que habéis hablado por privado de la trama, tenéis un plan conjunto muy bien elaborado; a la hora de postear, cogisteis, con permiso, las acciones de otro personaje y disteis por entendido acciones que nunca se plasmaron en el tema.

Voy a poner la otra mejilla y os daré una oportunidad. Mina, en su post, deberá lanzar los dedos y el ojo a la hoguera que ha hecho Oromë en su post. Como no eres la portadora natal de "la mujer amante", deberás lanzar la voluntad de los Dioses. La suerte nos dirá si tienes éxito en tu empresa.

(Este era uno de los motivos por los que dije que iba a hacer una intervención antes del post de Oromë. Quería dejar todo estos puntos bien hilados. Pero me saltásteis jajajajaja)

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Mensaje  Asher Daregan Lun Ene 28 2019, 21:12

En cuestión de segundos, la situación que tenía dominada se había puesto en mi contra. Un jinete apareció de la nada para rescatar a la criminal, una bestia alada apareció para llevarse a la otra mujer, y un elfo con escudo acometió contra los leónicos para lanzarse contra mi.

No tenía tiempo para aquello.

No sabía de donde había venido aquella niebla, pero estaba a punto de volverse a mi favor. Para cuando el guerrero se dio cuenta, había desaparecido delante de sus narices. En tan solo un instante, salté, impulsándome demasiado rápido para sus ojos y acabando en el exterior de aquella bruma. [1] El resto de leónicos se lanzó a la ofensiva, atacándole y ganándome el tiempo suficiente para recuperar la ventaja.

Había visto la llama. O más bien, las consecuencias que traía. Una enorme cantidad de éter se había acumulado en un solo punto, arremolinándose en la dirección por la que el jinete se había llevado a la mujer. No tenía ninguna duda sobre lo que se encontraba allí.

Empecé a correr. La electricidad que me rodeaba se había desvanecido, pero Brillo aún podía darme su fuerza. [2] Me moví más rápido. Tenía que acabar con aquello, y pronto.

Y sin embargo, me detuve al ver a alguien conocido. En aquel instante, tomé una decisión. No podía ganar sólo. No de esa forma. Incluso si conseguía el objeto... ¿qué hacía con él? No. La única forma era...

-¡Zafar!- llamé. El tigre se giró, casi sonriendo al reconocerme. Me acerqué con paso decidido. No podía mirar atrás.

-Vaya, vaya... ¿Que haces tú aquí?- preguntó, divertido. Sabía que no era una coincidencia.

-Lo mismo que todos.- respondí, negando con la cabeza. -Sé donde está el objeto de Edgecomb. Quiero que te lo lleves.-

El felino se quedó boquiabierto. Una muy grata sorpresa se dibujó en su rostro, teñida tan sólo por algo de incredulidad ante aquella frase. Tardó unos segundos en responder, meditando las posibilidades.

-Creía que habías tenido cierto desacuerdo con Bosne.- dijo, chasqueando la lengua. Dejé escapar un ligero gruñido. No quería recordar aquello. -¿Por qué ayudarnos ahora?-

Quizás hubiese sido imaginación mía. Quizás me equivocase. Pero en otra ocasión... cuando hablé con Harambe en el mercado... me dio la sensación de que quería decir algo. Algo que había tardado en comprender, pero que no podía seguir negando.

La única forma de ayudar a alguien... de cambiar algo sin hacerles daño... es desde cerca, apoyándolos. No podía engañarme. Era aliado de la Factoría, incluso si no me gustaban sus métodos. Éramos hombres bestia, y teníamos que apoyarnos entre nosotros. Sí, era un Centinela. Y por ello, debía salvarlos a todos, de alguna manera u otra.

-El que no me gusten los híbridos y laboratorios no significa que no esté de vuestra parte.- declaré. -Mejor en vuestras manos que en la de los guardias, los ladrones, los cibernéticos o los elfos.- Y mejor que en las mías. Tenía que mantenerme cuerdo. No podía llevarme otro artefacto como aquel.

-¿Elfos?- preguntó, arqueando una ceja.

-Un grupo de elfos está esperando a que nos matemos entre nosotros para pillarnos por sorpresa.- aseguré. -Ahora... ¿quieres moverte, o quieres que lo consigan?-

El hombre tigre dio algunas órdenes en voz alta, formando rápidamente un grupo de escolta. Volví a mirar en dirección a aquella concentración de éter. No estaba lejos. Encabecé la batida. No estaba seguro de donde estaba el resto de mis compañeros, pero no había tiempo. Lo único que podía hacer era conseguir el objeto de Edgecomb y dar la señal.

[. . .]

No tardamos en llegar. Por supuesto, Oromë no estaba sola, pero tan sólo tenía un guardaespaldas. No sería ningún inconveniente.

Me acerqué, mientras el resto de la Factoría los rodeaban. Aquella vez no habría escapatoria. Las runas de mi armadura comenzaron a iluminarse, rodeándome de un fulgor mayor incluso que el de la llama.[3]

-Se acabó el juego.- dije. Acto seguido, moví la mano del guantelete, arrojando una piedra rúnica hacia el acompañante de Oromë. [4] El proyectil se rompió, lanzando un rayo azul con un objetivo fijo: el espadachín. -Quieto.-

Aquel olor... era relativamente familiar. No era la primera vez que me sorprendía. Fruncí el ceño. Aquel tipo...

-Sevna. Te dije que te alejases de la guardia, no que te unieses a... esto.- dije, algo molesto. No me gustaba la idea de tener que matarlo, pero algo me decía que ese chico sería tan testarudo como Eltrant. -...Si no te rindes, esto va a acabar mal.-

-¿Cuanto valen las promesas ahora, humano?- intervino Zafar. -La llama te ha curado... ¿y qué? Si te hubieses quedado donde te dejé, habrías acabado mejor.-

No había tiempo para más charla. Si tenía que incapacitarlo, que así fuese. Apunté al humano con mi garra izquierda. La explosión que vino después sería suficiente. [5] Solo tenía que darle el tiempo suficiente a Zafar para recuperar el objeto.

_______________________________________________


El asesino nunca tuvo una oportunidad.

Los ojos de Syl podían ver más allá de lo que cualquiera esperaba. La neblina que se había formado no era ningún impedimento para alguien que detectaba a cualquier ser vivo de aquella manera. El brillo rojizo que intentaba flanquearle a través de la niebla delató fácilmente a su "oponente", y el que además optase por llamar su atención antes de atacar hizo que fuese aún más fácil.

Para cuando el hombre se lanzó, Syl ya había saltado por encima de su cabeza, acabando detrás de él con un giro en el aíre. [6] No perdió un instante. Volvió a saltar, esta vez lanzándose sobre el humano y apoyando un pie sobre su hombro, utilizándolo para impulsarse hacia arriba.

La enorme figura de Irirgo se aseguró de que no tocase el suelo. El dragón irrumpió a pleno vuelo, dejando que Syl se montase sobre él. Tenían que perseguir a aquel grifo, antes de que se convirtiese en una amenaza.

En tierra, Balmayel se lanzó contra el humano, utilizando su bastón para intentar incapacitarlo. Aquel objetivo era más vulnerable, pensó. Podía ganar.

Ni Syl ni Irirgo habían visto antes una criatura como esa. Al menos, fuera de cuentos o historias. Si los ladrones contaban con cosas así, era posible que los hubiesen subestimado. Pero no importaba. Tanto el dragón como el hombre gato sabían lo que tenían que hacer. Neutralizarlo y volver para apoyar a Asher.

-Mantente por encima.- dijo Syl, haciéndose oír por encima del viento y el batir de las alas. No estaba del todo acostumbrado a disparar desde el lomo de un dragón. Pero no importaba. Podía darse una pequeña ventaja. -Zakhvat.- [7]

Una serie de chispas rojizas recorrieron su objetivo, intentando entumecerlo y volverlo vulnerable. El siguiente disparo sería el único que necesitaba. No sabía como de fuerte era aquella bestia. Pero no importaba. No aguantaría aquello.

Un virote salió de la ballesta de Syl, creciendo exponencialmente en el aire hasta volverse prácticamente una lanza. No tenía ninguna duda de que atravesaría cualquier defensa que tuviese. El veneno haría el resto. [8]


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[1] Usada habilidad: Impulso para evitar el ataque de La Torre y perderme entre la niebla
[2] Usado objeto: Brillo - Aumento. Reduce enfriamientos, mejora atributos y la próxima habilidad.
[3] Usado objeto: Santuario - Runa de Ra'Lios: Aumenta resistencia a electricidad. Y brilla.
[4] Usada habilidad: Descarga (potenciada) para aturdir a Alward.
[5] Usada habilidad: Estallido
[6] Usada habilidad: Trampolín para evitar el ataque del asesino (y subirse a Irirgo)
[7] Usada habilidad: Ojo del Demonio (mantenida) para reducir la Destreza y Constitución de Lavey
[8] Usada habilidad: Impacto Crítico combinada con el objeto Limitado: Veneno Maldito de Constitución

Resumen:

Me alío con la Factoría, llevando a Zafar y a su grupo (ya que no os habeís encargado de ninguno aparte de Addila) hasta donde está Oromë. Me enfrento a Alward para darles tiempo a que consigan el objeto.

Syl evita al asesino, se sube a Irirgo y dispara a Lavey en forma de grifo con su mejor ataque. Los leónicos distraen a La Torre. Balmayel se enfrenta a el asesino.

Primera runa para Asher, segunda para Syl. Como antes, determina circunstancias en torno al ataque. En el caso de Syl, por ejemplo, si el ataque derriba a Lavey en pleno vuelo... y si sufre daño de caída (junto a sus pasajeros :3)


Última edición por Asher Daregan el Lun Ene 28 2019, 21:39, editado 1 vez (Razón : Se me olvidó declarar una habilidad en las notas)
Asher Daregan
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