La Guerra...La Guerra nunca cambia - [Interpretativo-Libre]
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La Guerra...La Guerra nunca cambia - [Interpretativo-Libre]
El conflicto entre mortales y chupansagre había llegado a todos los rincones de Aerandir, casi como la Plaga. En los pueblos cercanos, los jóvenes con edad para levantar una espada eran reclutados y toda mano que pudiera ayudar era enviada a la ciudad de Lunargentea.
Al norte, los ejércitos norteños habían conseguido capturar una de las puertas, empezando así el asalto a las murallas. Bajo ese evento, toda la zona era un hervidero, un campo de batalla cubierto de campamentos auxiliares, tropas moviendose de un lado a otro y dragones sobrevolando las cabezas de los ejercitos. La noticia de esa pequeña "victoria" había llegado a oídos de los mercenarios y espadas a sueldo que querían buscar riqueza en aquella guerra atroz. Por si fuera poco, el retorno del rey a la ciudad desde el mar animó a mas grupos armados organizados sedientos de aeros y sangre. Los reclutadores del norte buscaban mano de obra ya fuesen herreros, carpinteros, todo aquel que pudiera arreglar un arma o montar una escalera y sobretodo curanderos y gente capaz de vendar cualquier herida o al menos amputar un brazo correctamente. A pesar de la población parecía dispuesta a ayudar a las tropas, un guerra era una guerra y nadie quería ver a sus hijos envueltos en sabanas blancas en un montón de cadáveres, listos para la quema.
Eso era la guerra, una mezcla de esperanza y muerte. Amargura y dolor que se cogían de la mano del esfuerzo de aquellos que luchaban por una vida libre.
La guerra no cambia hijo... no importan las banderas o cuernos de batalla. Siempre es lo mismo... el mismo infierno...
Las palabras de Bjorn resonaban en la cabeza del brujo mientras este zarandeaba a un joven soldado. El muchacho estaba en shock, atonito y palido. Cubierto de sangre, suya o de sus compañeros, quien sabe. El hombre miró alrededor en busca de algún curandero pero todos estaban ocupados. El ambiente estaba lleno de gemidos de dolor, lamentos, sangre y vísceras. Los auxiliares recogían a los muertos para dejar camillas libres a los heridos recién llegados. Heridos que no cesaban de llegar. Wallace le abrió con cuidado los parpados al joven. Nada, su estado era lamentable. Lo tumbó con cuidado y deseo que alguien lo atendiera pronto. El brujo se incorporó para salir fuera de la tienda pero el soldado lo cogió del brazo, con poca fuerza, deteniéndolo. Los ojos, desorbitados, miraban con agonía al pelirrojo. Wallace se asusto, como si hubiera visto un fantasma. Agachándose le cogió la mano para calmarlo.
- Tranquilo....estas ha salvo, ellos cuidaran de ti...-le susurro intentando que se tumbara de nuevo. El muchacho negaba, temblando. Balbuceaba algo, incoherente, una plegaria quizás. El brujo frunció el ceño y se acercó mas a el para poder entenderlo. El agarre del joven se hizo mas firme, sus ojos eran puro pánico.
-No...NO! NO QUIERO MORIR! NO QUIERO MORIR! MADRE! -El joven chilló de golpe al oído del brujo quien se apartó aturdido. El soldado empezó a estremecerse, dando golpes en el camilla, convulsionando. Varios auxiliares tuvieron que sujetarlo mientras el brujo se apartaba rascándose la oreja dolorida. Agobiado, con el aire pesado en los pulmones, salió de la tienda. Cogió aire, cerró los ojos e intentó no pensar en todo el desastre y el caos que lo rodeaba.
Semanas antes.
- Debemos movilizarnos! La ciudad ha caído y esos chupasangre están sumiendo la ciudad en el caos! No podemos seguir en ese maldito bastión helado sin hacer nada!
- No somos suficientes, maldita sea Scar! Esto no es como la época dorada donde eramos cientos, miles! Hay que tener en cuenta todos los recursos que..-
- Que no tenemos! Vamos Bjorn, sabes tan bien como yo que podemos alquilar nuestras espadas, no seria la primera vez... la ciudad nos necesita, no el rey ni la corona ni esos nobles, la gente Bjorn! La maldita gente...
- Oh si! Gran idea, 5 cuervos, un elfo y un hombre bestia al frente! Listos para luchar contra hornas de vampiros y barbaros! Gran idea Coven... Por que no eres Gran Cuervo con esas ideas de mierda!
- BASTA.
La voz de Wallace retumbó por toda la sala de guerra del bastión. Los 5 cuervos habían estado discutiendo su implicación en la guerra junto con Seth y Circenn. Obviamente había acabado en una fuerte discusión dado que cada uno tenia sus ideas y opiniones. Ante el aviso de Wallace todos callaron de golpe, sentados de nuevo. Bjorn, el mas anciano de ellos, se acomodó en la silla de madera negando con la cabeza y rascándose el puente de la nariz.
- Solo digo... que debemos mirar por nosotros por una vez... y ser conscientes de que no tenemos un ejercito...- el anciano miro a sus compañeros y dejó su mirada en Wallace, quien miraba el mapa de la ciudad. El pelirrojo caminó alrededor de la mesa pensativo bajo la mirada de su amigo leonido. Circenn se levantó de su sillón y se acercó a él, preocupado.
- A veces... no es necesario estar al frente para ayudar en una guerra... sabes que podemos hacer mas, mucho mas...- le susurró con voz calmada y dulce. Posó una zarpa peluda en su hombro, este le devolvió la mirada asintiendo. Circenn le dedicó una sonrisa confiada y se apartó para que el pudiera dirigirse a sus compañeros.
- Es cierto...no somos ni siquiera un batallón, nuestro bastión se cae a pedazos y nuestros cuervos no regresan... pero eso no significa que no debamos cumplir con nuestro código... - miro a todos, uno a uno y sonrió con orgullo.- Lucharía en mil guerras sabiendo que os tengo al lado pero... nuestro lugar no es en el frente, no por ahora...- Hubo algún que otro gruñido pero todos asintieron. El Gran Cuervo tenia razón. Ir al frente era un suicidio.- Coven, Scar y Letho...-los tres se levantaron, poniendo el puño en el corazón.- Alquilar vuestras espadas a los reinos del norte, les vendrán bien, ayudar en todo lo que podáis.- Se miraron entre ellos, sonriendo, valientes.-...si os preguntan, decid con orgullo y sin miedo de donde venís. Marchad y que la Gran Madre guié vuestras espadas...-Los tres cuervos le dedicaron una reverencia y abandonaron la sala, listos para todo lo que se les venia encima. Wallace sonrió mientras los veía marchar, con una mezcla de sentimientos, miedo, tristeza, orgullo. Podría ser la ultima vez que los viera.
- Yo me quedaré aquí y cuidare de los refugiados que envié Circenn... le parece bien, Gran Cuervo?...-preguntó Bjorn con una sonrisa paternal mientras se levantaba, puño en pecho. Wallace asintió de buen gusto y observó como el anciano marchaba también junto con Circenn quien acarició con cariño el pelo del brujo. Clavó entonces los ojos en su hijo, preocupado.
- Se lo que piensas... iré contigo y trataré a todos los que pueda... nada de frente, nada de luchas suicidas...- Antes de que Seth pudiera continuar, Wallace lo abrazó con fuerza, sorprendiendo al mestizo.-...ooh...p-padre? - Wallace se apartó y lo miro con orgullo. No hacia falta decir nada, Seth asintió y abandono la sala par partir a Lunargentea con los demás. Tras su marcha, Wallace observó el mapa de nuevo. y de un golpe, clavó una daga en el centro de la ciudad.
Wallace abrió los ojos al recordar aquellos dias de duras decisiones. No había sabido nada de nadie pero prefirió no pensar en ello. Se acercó a un cubo de agua y lavo su rostro y las manos de sangre de los heridos. Miró su reflejo en el agua turbia y cogió aire, intentando calmarse. Inundó su mente de la imagen de Ébano, de su sonrisa, de sus besos, de cada recuerdo para no sucumbir en la amargura de la guerra. Dioses...la echaba de menos.
-McGregor! - La voz autoritaria de un soldado de rango mayor sacó al brujo de sus pensamientos. El pelirrojo se cuadró y lo miro a los ojos, con respeto.- Me han dicho que sabes blandir una espada y también te entiendes en la forja.- Tenia el rostro cansado y sucio. Wallace calculaba que llevaba al menos días sin dormir y lavarse.
- Así es... necesitáis ayuda con las reparaciones de los arietes?...- el soldado negó y le indicó con la cabeza que lo siguiera. Ambos hombres caminaron a paso ligero hasta la zona de las forjas y los hornos. Sortearon tropas moviéndose, carros llenos de comida y otros de cadáveres. Los rugidos de los dragones, el metal chocando y las ordenes a voz de grito era lo único que se oía.- Como pinta la cosa...? -Preguntó el cuervo mientras miraba al soldado de reojo, esquivando portadores de agua que levantaban polvo a su paso. El hombre lo miro y negó, aun mas agotado.
- La muralla cae, pero estamos perdiendo mas hombres de los que podemos reclutar... tengo la mano rota de escribir cartas a los familiares....ahora los quemamos y guardamos un mechón o algo de valor que tuvieran...algo que enviar... -su voz de rompió, mordiéndose el labio mientras llevaba al brujo junto a una forja casi apagada.-... necesito que arregles armas, armaduras, todo lo que puedas... te proporcionare el material que necesites pero dame tiempo... -Wallace asintió sin decir nada y se aceró a las brasas casi extinguidas.-... gracias McGregor...te debo una...- Esas palabras provocaron una sonrisa al brujo. Este asintió con firmeza.
- Consígueme el paradero de mis hombres y ya estará todo zanjado...los conoces, solo quiero saber si están vivos.- El soldado asintió sin decir nada mas y se fue con rapidez, dando ordenes. Wallace lo observó irse y se puso manos a la obra. Con la ayuda del control del fuego pudo avivar las llamas en poco tiempo, dejando listo el horno mientras los auxiliares dejaban armas que reparar, romas y torcidas. El brujo suspiró al ver la cantidad de trabajo pero no rechistó. Con el delantal de cuero puesto y un pañuelo para el sudor en la frente, cogió un par de espadas y las metió sin guantes dentro del horno.
El rugido de un dragón cercano hizo temblar las columnas que sujetaban la tienda que cubría la forja. Iba a ser un día duro, como el anterior y el anterior y el anterior....
Al norte, los ejércitos norteños habían conseguido capturar una de las puertas, empezando así el asalto a las murallas. Bajo ese evento, toda la zona era un hervidero, un campo de batalla cubierto de campamentos auxiliares, tropas moviendose de un lado a otro y dragones sobrevolando las cabezas de los ejercitos. La noticia de esa pequeña "victoria" había llegado a oídos de los mercenarios y espadas a sueldo que querían buscar riqueza en aquella guerra atroz. Por si fuera poco, el retorno del rey a la ciudad desde el mar animó a mas grupos armados organizados sedientos de aeros y sangre. Los reclutadores del norte buscaban mano de obra ya fuesen herreros, carpinteros, todo aquel que pudiera arreglar un arma o montar una escalera y sobretodo curanderos y gente capaz de vendar cualquier herida o al menos amputar un brazo correctamente. A pesar de la población parecía dispuesta a ayudar a las tropas, un guerra era una guerra y nadie quería ver a sus hijos envueltos en sabanas blancas en un montón de cadáveres, listos para la quema.
Eso era la guerra, una mezcla de esperanza y muerte. Amargura y dolor que se cogían de la mano del esfuerzo de aquellos que luchaban por una vida libre.
La guerra no cambia hijo... no importan las banderas o cuernos de batalla. Siempre es lo mismo... el mismo infierno...
Las palabras de Bjorn resonaban en la cabeza del brujo mientras este zarandeaba a un joven soldado. El muchacho estaba en shock, atonito y palido. Cubierto de sangre, suya o de sus compañeros, quien sabe. El hombre miró alrededor en busca de algún curandero pero todos estaban ocupados. El ambiente estaba lleno de gemidos de dolor, lamentos, sangre y vísceras. Los auxiliares recogían a los muertos para dejar camillas libres a los heridos recién llegados. Heridos que no cesaban de llegar. Wallace le abrió con cuidado los parpados al joven. Nada, su estado era lamentable. Lo tumbó con cuidado y deseo que alguien lo atendiera pronto. El brujo se incorporó para salir fuera de la tienda pero el soldado lo cogió del brazo, con poca fuerza, deteniéndolo. Los ojos, desorbitados, miraban con agonía al pelirrojo. Wallace se asusto, como si hubiera visto un fantasma. Agachándose le cogió la mano para calmarlo.
- Tranquilo....estas ha salvo, ellos cuidaran de ti...-le susurro intentando que se tumbara de nuevo. El muchacho negaba, temblando. Balbuceaba algo, incoherente, una plegaria quizás. El brujo frunció el ceño y se acercó mas a el para poder entenderlo. El agarre del joven se hizo mas firme, sus ojos eran puro pánico.
-No...NO! NO QUIERO MORIR! NO QUIERO MORIR! MADRE! -El joven chilló de golpe al oído del brujo quien se apartó aturdido. El soldado empezó a estremecerse, dando golpes en el camilla, convulsionando. Varios auxiliares tuvieron que sujetarlo mientras el brujo se apartaba rascándose la oreja dolorida. Agobiado, con el aire pesado en los pulmones, salió de la tienda. Cogió aire, cerró los ojos e intentó no pensar en todo el desastre y el caos que lo rodeaba.
Semanas antes.
- Debemos movilizarnos! La ciudad ha caído y esos chupasangre están sumiendo la ciudad en el caos! No podemos seguir en ese maldito bastión helado sin hacer nada!
- No somos suficientes, maldita sea Scar! Esto no es como la época dorada donde eramos cientos, miles! Hay que tener en cuenta todos los recursos que..-
- Que no tenemos! Vamos Bjorn, sabes tan bien como yo que podemos alquilar nuestras espadas, no seria la primera vez... la ciudad nos necesita, no el rey ni la corona ni esos nobles, la gente Bjorn! La maldita gente...
- Oh si! Gran idea, 5 cuervos, un elfo y un hombre bestia al frente! Listos para luchar contra hornas de vampiros y barbaros! Gran idea Coven... Por que no eres Gran Cuervo con esas ideas de mierda!
- BASTA.
La voz de Wallace retumbó por toda la sala de guerra del bastión. Los 5 cuervos habían estado discutiendo su implicación en la guerra junto con Seth y Circenn. Obviamente había acabado en una fuerte discusión dado que cada uno tenia sus ideas y opiniones. Ante el aviso de Wallace todos callaron de golpe, sentados de nuevo. Bjorn, el mas anciano de ellos, se acomodó en la silla de madera negando con la cabeza y rascándose el puente de la nariz.
- Solo digo... que debemos mirar por nosotros por una vez... y ser conscientes de que no tenemos un ejercito...- el anciano miro a sus compañeros y dejó su mirada en Wallace, quien miraba el mapa de la ciudad. El pelirrojo caminó alrededor de la mesa pensativo bajo la mirada de su amigo leonido. Circenn se levantó de su sillón y se acercó a él, preocupado.
- A veces... no es necesario estar al frente para ayudar en una guerra... sabes que podemos hacer mas, mucho mas...- le susurró con voz calmada y dulce. Posó una zarpa peluda en su hombro, este le devolvió la mirada asintiendo. Circenn le dedicó una sonrisa confiada y se apartó para que el pudiera dirigirse a sus compañeros.
- Es cierto...no somos ni siquiera un batallón, nuestro bastión se cae a pedazos y nuestros cuervos no regresan... pero eso no significa que no debamos cumplir con nuestro código... - miro a todos, uno a uno y sonrió con orgullo.- Lucharía en mil guerras sabiendo que os tengo al lado pero... nuestro lugar no es en el frente, no por ahora...- Hubo algún que otro gruñido pero todos asintieron. El Gran Cuervo tenia razón. Ir al frente era un suicidio.- Coven, Scar y Letho...-los tres se levantaron, poniendo el puño en el corazón.- Alquilar vuestras espadas a los reinos del norte, les vendrán bien, ayudar en todo lo que podáis.- Se miraron entre ellos, sonriendo, valientes.-...si os preguntan, decid con orgullo y sin miedo de donde venís. Marchad y que la Gran Madre guié vuestras espadas...-Los tres cuervos le dedicaron una reverencia y abandonaron la sala, listos para todo lo que se les venia encima. Wallace sonrió mientras los veía marchar, con una mezcla de sentimientos, miedo, tristeza, orgullo. Podría ser la ultima vez que los viera.
- Yo me quedaré aquí y cuidare de los refugiados que envié Circenn... le parece bien, Gran Cuervo?...-preguntó Bjorn con una sonrisa paternal mientras se levantaba, puño en pecho. Wallace asintió de buen gusto y observó como el anciano marchaba también junto con Circenn quien acarició con cariño el pelo del brujo. Clavó entonces los ojos en su hijo, preocupado.
- Se lo que piensas... iré contigo y trataré a todos los que pueda... nada de frente, nada de luchas suicidas...- Antes de que Seth pudiera continuar, Wallace lo abrazó con fuerza, sorprendiendo al mestizo.-...ooh...p-padre? - Wallace se apartó y lo miro con orgullo. No hacia falta decir nada, Seth asintió y abandono la sala par partir a Lunargentea con los demás. Tras su marcha, Wallace observó el mapa de nuevo. y de un golpe, clavó una daga en el centro de la ciudad.
Wallace abrió los ojos al recordar aquellos dias de duras decisiones. No había sabido nada de nadie pero prefirió no pensar en ello. Se acercó a un cubo de agua y lavo su rostro y las manos de sangre de los heridos. Miró su reflejo en el agua turbia y cogió aire, intentando calmarse. Inundó su mente de la imagen de Ébano, de su sonrisa, de sus besos, de cada recuerdo para no sucumbir en la amargura de la guerra. Dioses...la echaba de menos.
-McGregor! - La voz autoritaria de un soldado de rango mayor sacó al brujo de sus pensamientos. El pelirrojo se cuadró y lo miro a los ojos, con respeto.- Me han dicho que sabes blandir una espada y también te entiendes en la forja.- Tenia el rostro cansado y sucio. Wallace calculaba que llevaba al menos días sin dormir y lavarse.
- Así es... necesitáis ayuda con las reparaciones de los arietes?...- el soldado negó y le indicó con la cabeza que lo siguiera. Ambos hombres caminaron a paso ligero hasta la zona de las forjas y los hornos. Sortearon tropas moviéndose, carros llenos de comida y otros de cadáveres. Los rugidos de los dragones, el metal chocando y las ordenes a voz de grito era lo único que se oía.- Como pinta la cosa...? -Preguntó el cuervo mientras miraba al soldado de reojo, esquivando portadores de agua que levantaban polvo a su paso. El hombre lo miro y negó, aun mas agotado.
- La muralla cae, pero estamos perdiendo mas hombres de los que podemos reclutar... tengo la mano rota de escribir cartas a los familiares....ahora los quemamos y guardamos un mechón o algo de valor que tuvieran...algo que enviar... -su voz de rompió, mordiéndose el labio mientras llevaba al brujo junto a una forja casi apagada.-... necesito que arregles armas, armaduras, todo lo que puedas... te proporcionare el material que necesites pero dame tiempo... -Wallace asintió sin decir nada y se aceró a las brasas casi extinguidas.-... gracias McGregor...te debo una...- Esas palabras provocaron una sonrisa al brujo. Este asintió con firmeza.
- Consígueme el paradero de mis hombres y ya estará todo zanjado...los conoces, solo quiero saber si están vivos.- El soldado asintió sin decir nada mas y se fue con rapidez, dando ordenes. Wallace lo observó irse y se puso manos a la obra. Con la ayuda del control del fuego pudo avivar las llamas en poco tiempo, dejando listo el horno mientras los auxiliares dejaban armas que reparar, romas y torcidas. El brujo suspiró al ver la cantidad de trabajo pero no rechistó. Con el delantal de cuero puesto y un pañuelo para el sudor en la frente, cogió un par de espadas y las metió sin guantes dentro del horno.
El rugido de un dragón cercano hizo temblar las columnas que sujetaban la tienda que cubría la forja. Iba a ser un día duro, como el anterior y el anterior y el anterior....
Wallace Mcgregor
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Re: La Guerra...La Guerra nunca cambia - [Interpretativo-Libre]
Hace muy buen rato que volvimos a pisar el continente, solo para percatarnos que se estaba convirtiendo en un matadero ¿Por que razon Trhizten quería volver con tanta urgencia al continente? En ese momento apenas se veía una pisca del desastre que esperaba en silencio para un ataque sorpresa. Ahora, es un completo caos, no hay lugar seguro para nadie, desde el Norte hasta el sur, todo, sin ninguna excepción. Todo parecía sacado de una historia de horror y miedo, una que le faltaba mucho para acabar.
Asi que habia que tomar las cosas como eran y tratar de seguir y sobrevivir a los malos momentos. “Solo hay que mantener un poco de optimismo y esperanza, pera poder seguir adelante”, era lo que me decía, pero sabia que ese pensamiento estaba mal, ¿Como se podía ser optimista cuando tus seres queridos mueren? ¿Como temer esperanza y lo pierdes todo? Eran preguntas que yo misma me reprochaba. Suspire con malestar. Tenia que dejar de pensar en esas cosas.
Mire al frente, mi hermano caminaba muy nervioso aunque no lo quisiera decir, sabia que estaba en contra de mi petición, sabia que quería estar lejos de la guerra, pero yo quería ayudar, sabia que muchos necesitaban ayuda, solo una persona sin corazón no prestaría su ayuda en momentos asi.
- Dije que ayudáremos, no que seremos soldados - dije apretando el paso para quedar a su lado.
- ¿Como estas segura de que necesitan ayuda? - pregunto por quinta vez mi hermano.
- Escuche en la posada que aqui necesitaban ayuda, mucha ayuda - respondí. Por quinta vez, volte a mirarlo - Allí hay mucha gente sufriendo, mucha gente como nosotros, gente pobre, que fue obligada a venir a esta masacre, solo quiero ayudar a los que pueda en bajar su agonía -
Mi hermano acaricio mi cabello mie tras me mostraba una media sonrisa, yo se la devolví. Trhizten esta esperándonos parado en una rama mirando hacia lo que parecía un campamento o centro de congregación, estaba muy agitado todo. Demasiado, suspire y le silbé al ave para que bajara del árbol, este obedeció y se coloco en mi hombro, sobre una placa de cuera que habia cosido en la camisa para que el se pusiera y sus garras mo me lastimaran.
A los pocos minutos llegamos, habia que admitirlo, de cerca era un caos peor, mire a mi hermano y los dos seguimos avanzado.
Mi hermano se detuvo... O mejor dicho lo detuvo un hombre que comenzó a hablarle sin preguntar nada - Muchacho, necesitan ayuda en las forjas, ve ahora mismo, necesitamos ayuda - le dijo el hombre con una voz ronca y cansada.
Mi hermano acepto con la cabeza, el hombre le indico el camino y se dirigió hacia las forjas, no sin antes despedirse con un gesto de la cabeza, yo seguí caminando entre el túmulo de gente que iba de aqui para allá, se escurrí del aglomera miento y le señale a Trhizten un árbol alto.
- Quedate alli, no te muevas, dentro de un rato te traeré comida, asi que quedate quieto - le hable al águila como si fuera un niño.
Este solo extendió las alas y voló hacia la rama, obedeciendo mis palabras, yo camine hacia una gran tienda donde se podía ver como metían a los enfermos y sacaban a los cadáveres. Sentí un escalofrío pero seguí acercándome y entre.
Lo que mis ojos vieron fue lo mas horriblemente desgarrador que vi en mi vida, tanto sufrimiento y dolor, me partía el alma. Apreté mis puños y camine hacia uno de los curanderos que se levantaba para ir con otro pasiente.
- Soy Cryz, voluntaria, dígame en lo que pueda ayudar - dije con seriedad.
- Ve a ayudar a acomodar a los recién llegados en las camillas ya desocupados y atiende a los heridos que puedas - dijo el hombre. Antes de volver a lo suyo.
Yo tome aire y comencé a hacer lo que me ordeno, comencé a ayudar a ubicar a los heridos en las camillas, a ayudar a retirar lo cadáveres y atender a los heridos, limpiando heridas, cociendo, vendando, era todo lo que sabia hacer y con eso ayudaba a los que podía y hasta donde podía.
Andrés caminaba entre la gente hasta llegar a la zona de las forjas, donde le habían indicado, este entró y vio a un hombre pelirrojo comenzando a trabajar.
- Señor, soy Andrés, soy un voluntario vengo a ayudarle en lo que sea necesario, usted solo diga que hago - dijo el castaños con su normal seriedad.
Asi que habia que tomar las cosas como eran y tratar de seguir y sobrevivir a los malos momentos. “Solo hay que mantener un poco de optimismo y esperanza, pera poder seguir adelante”, era lo que me decía, pero sabia que ese pensamiento estaba mal, ¿Como se podía ser optimista cuando tus seres queridos mueren? ¿Como temer esperanza y lo pierdes todo? Eran preguntas que yo misma me reprochaba. Suspire con malestar. Tenia que dejar de pensar en esas cosas.
Mire al frente, mi hermano caminaba muy nervioso aunque no lo quisiera decir, sabia que estaba en contra de mi petición, sabia que quería estar lejos de la guerra, pero yo quería ayudar, sabia que muchos necesitaban ayuda, solo una persona sin corazón no prestaría su ayuda en momentos asi.
- Dije que ayudáremos, no que seremos soldados - dije apretando el paso para quedar a su lado.
- ¿Como estas segura de que necesitan ayuda? - pregunto por quinta vez mi hermano.
- Escuche en la posada que aqui necesitaban ayuda, mucha ayuda - respondí. Por quinta vez, volte a mirarlo - Allí hay mucha gente sufriendo, mucha gente como nosotros, gente pobre, que fue obligada a venir a esta masacre, solo quiero ayudar a los que pueda en bajar su agonía -
Mi hermano acaricio mi cabello mie tras me mostraba una media sonrisa, yo se la devolví. Trhizten esta esperándonos parado en una rama mirando hacia lo que parecía un campamento o centro de congregación, estaba muy agitado todo. Demasiado, suspire y le silbé al ave para que bajara del árbol, este obedeció y se coloco en mi hombro, sobre una placa de cuera que habia cosido en la camisa para que el se pusiera y sus garras mo me lastimaran.
A los pocos minutos llegamos, habia que admitirlo, de cerca era un caos peor, mire a mi hermano y los dos seguimos avanzado.
Mi hermano se detuvo... O mejor dicho lo detuvo un hombre que comenzó a hablarle sin preguntar nada - Muchacho, necesitan ayuda en las forjas, ve ahora mismo, necesitamos ayuda - le dijo el hombre con una voz ronca y cansada.
Mi hermano acepto con la cabeza, el hombre le indico el camino y se dirigió hacia las forjas, no sin antes despedirse con un gesto de la cabeza, yo seguí caminando entre el túmulo de gente que iba de aqui para allá, se escurrí del aglomera miento y le señale a Trhizten un árbol alto.
- Quedate alli, no te muevas, dentro de un rato te traeré comida, asi que quedate quieto - le hable al águila como si fuera un niño.
Este solo extendió las alas y voló hacia la rama, obedeciendo mis palabras, yo camine hacia una gran tienda donde se podía ver como metían a los enfermos y sacaban a los cadáveres. Sentí un escalofrío pero seguí acercándome y entre.
Lo que mis ojos vieron fue lo mas horriblemente desgarrador que vi en mi vida, tanto sufrimiento y dolor, me partía el alma. Apreté mis puños y camine hacia uno de los curanderos que se levantaba para ir con otro pasiente.
- Soy Cryz, voluntaria, dígame en lo que pueda ayudar - dije con seriedad.
- Ve a ayudar a acomodar a los recién llegados en las camillas ya desocupados y atiende a los heridos que puedas - dijo el hombre. Antes de volver a lo suyo.
Yo tome aire y comencé a hacer lo que me ordeno, comencé a ayudar a ubicar a los heridos en las camillas, a ayudar a retirar lo cadáveres y atender a los heridos, limpiando heridas, cociendo, vendando, era todo lo que sabia hacer y con eso ayudaba a los que podía y hasta donde podía.
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Andrés caminaba entre la gente hasta llegar a la zona de las forjas, donde le habían indicado, este entró y vio a un hombre pelirrojo comenzando a trabajar.
- Señor, soy Andrés, soy un voluntario vengo a ayudarle en lo que sea necesario, usted solo diga que hago - dijo el castaños con su normal seriedad.
- off-Rol:
- Holiii, me a interesado el tema y me e unido, espero y poder hacer un rol entretenido con usted señor Wallace ^u^
Cryz
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Re: La Guerra...La Guerra nunca cambia - [Interpretativo-Libre]
La voz de un joven acompañó el martilleo del brujo. Estaba acabando de arreglar unas lanzas que se habían torcido al ser disparadas con muy poca habilidad, impactando seguramente en la muralla. Estaba claro que dado la cantidad de armas que le traían para arreglar y los carros de heridos que pasaban por delante, la batalla estaba en un punto que ni él mismo sabría calificar.
El hombre colocó las lanzas encima de una de las mesas donde los auxiliares las recogían y se acercó al muchacho con mirada seria y decidida.
-Andrés...bonito nombre…- le dijo mientras se limpiaba la mano en su delantal y se la estrechaba a el.- Deja que te mire…- susurró mientras le alzaba un brazo, examinando. El brujo torció la boca en una mueca y asintió con decisión.- Afilarás espadas de momento…-señaló la afiladora con el dedo[1].- La piedra porosa ya está ajustada, simplemente siéntate, dale al pedal con el pie y con mucho cuidado y en el mismo ángulo pasa el filo de las espadas. Si te salen chispas es que lo estás haciendo bien pero si vez humo, para, vierte agua a la piedra del jarrón que tienes al lado y sigue.- Le explicó mientras movía las brasas del horno con un bastón de hierro forjado. Lo miro a los ojos y con una leve sonrisa dejó escapar un suspiro.- Más tarde te enseñaré a arreglar cotas de malla, es algo que no todos deberían saber. -Cogió un delantal de cuero que olía a nuevo y se lo entregó.- Será mejor que te quites la camisa y la guardes en ese cofre, no te servirá de nada cuando empieces a sudar...-Wallace sacó una cuerda de lino y ató su pelo en un moño para trabajar mas cómodo.- Me llamo Wallace a todo esto, actualmente herrero de los Reinos del Norte y líder de los Cuervos de Plata…-con una gran sonrisa jugueteó con el collar que colgaba de su cuello: un cuervo tallado en plata pura. Dicho eso cogió un hacha de mano que tenía la hoja levemente torcida. Con la ayuda de unas tenazas y un martillo de punta, sacó la hoja y la metió en las brasas para calentarla. Miró de reojo al chico mientras esperaba que se calentara la pieza.
- Y como has acabado aquí muchacho? El campo de batalla no es un lugar cualquiera…- le preguntó mientras giraba la hoja para comprobar que estuviera candente.
El hombre colocó las lanzas encima de una de las mesas donde los auxiliares las recogían y se acercó al muchacho con mirada seria y decidida.
-Andrés...bonito nombre…- le dijo mientras se limpiaba la mano en su delantal y se la estrechaba a el.- Deja que te mire…- susurró mientras le alzaba un brazo, examinando. El brujo torció la boca en una mueca y asintió con decisión.- Afilarás espadas de momento…-señaló la afiladora con el dedo[1].- La piedra porosa ya está ajustada, simplemente siéntate, dale al pedal con el pie y con mucho cuidado y en el mismo ángulo pasa el filo de las espadas. Si te salen chispas es que lo estás haciendo bien pero si vez humo, para, vierte agua a la piedra del jarrón que tienes al lado y sigue.- Le explicó mientras movía las brasas del horno con un bastón de hierro forjado. Lo miro a los ojos y con una leve sonrisa dejó escapar un suspiro.- Más tarde te enseñaré a arreglar cotas de malla, es algo que no todos deberían saber. -Cogió un delantal de cuero que olía a nuevo y se lo entregó.- Será mejor que te quites la camisa y la guardes en ese cofre, no te servirá de nada cuando empieces a sudar...-Wallace sacó una cuerda de lino y ató su pelo en un moño para trabajar mas cómodo.- Me llamo Wallace a todo esto, actualmente herrero de los Reinos del Norte y líder de los Cuervos de Plata…-con una gran sonrisa jugueteó con el collar que colgaba de su cuello: un cuervo tallado en plata pura. Dicho eso cogió un hacha de mano que tenía la hoja levemente torcida. Con la ayuda de unas tenazas y un martillo de punta, sacó la hoja y la metió en las brasas para calentarla. Miró de reojo al chico mientras esperaba que se calentara la pieza.
- Y como has acabado aquí muchacho? El campo de batalla no es un lugar cualquiera…- le preguntó mientras giraba la hoja para comprobar que estuviera candente.
Mientras, en las tiendas de los heridos…
Entre gritos de dolor y agonía, un hombre bestia, mitad león, mitad hombre, entró en la tienda principal causando un silencio en toda la estancia. El leonido se acercó al jefe de los curanderos quien lo miraba con miedo. Su pelo leonido, dorado como el oro, estaba adornado con trenzas y joyas. Vestido con una túnica de algodón y cintos de cuero el leonido miró a su alrededor sin poder evitar suspirar de dolor y pena. Rabia mucho que hacer.
-Buen hombre...nada has de temer de mi…- su voz era dulce, aterciopelada. Su aspecto fiero no parecía ir para nada con esa voz. El jefe tragó saliva y miró a sus compañeros incluida a la muchacha de pelo castaño.- Vengo a ayudar, mis conocimientos pueden salvar vidas o al menos… darles una muerte menos dolorosa…- susurró mientras se apoyaba en su bastón de madera y hierro.
-C-claro… aquí toda ayuda es bienvenida….señor….?- titubeando, el jefe alargó la mano para estrechar la de él. El leonido sonrió de oreja a oreja, mostrando la hilera de dientes.
-Circenn...maestro Circenn…- la mano del leonido era enorme, peluda y fuerte. Después de la corta presentación, la tienda volvió al caos. El leonido se percató de la chica y la miro a los ojos, viendo un brillo especial en ellos. Estaba vendando las heridas de un soldado y no eran pocas. El pobre muchacho tenía cortes por todas partes. El hombre bestia se acercó a ellos, se sentó frente a la chica con el soldado en medio de los dos y empezó a ayudarla con el vendado. Alargó la mano hasta coger un cuenco y allí vertió agua. Metiendo la mano en una de sus muchas bolsitas del cinto de cuero, sacó un saquito bordado, precioso. Mirando a la chica de reojo, echó el contenido en pequeñas dosis en el agua. Eran unas hierbas que dejaban un aroma fresco y dulce. Mezclo el agua y las hierbas con la uña afilada y mojó las vendas para después usarlas en las heridas del soldado.- Toma, remoja las vendas aquí, es un calmante…- dejó el cuenco cerca de ella.-...esto ayudará a que no se infecten…-le susurró con un leve tono casi paternal. Que hacía una chica tan joven allí, en medio de todo, de ese caos lleno de sangre y dolor.- Como se llama jovencita?- Preguntó entonces, sin cambiar su tono de voz.
Offrol:
Subrayo el uso del conocimiento de HERRERÍA.
Ficha de Circenn en mi firma.
[1]
- Piedra de Afilar:
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Wallace Mcgregor
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Re: La Guerra...La Guerra nunca cambia - [Interpretativo-Libre]
Andrés alzo una ceja mientras el hombre se acercaba a el, era extraño ver que un hombre lo estuviera examinando de esa manera, trato de no darle mucha importancia.
- Esta bien señor - dijo el castaño mientras volteaba a ver el afilador.
Escucho con tota atención la explicación del herrero, asintió y se acerco a este para comenzar con su tarea de afilar, al escuchar como el hombre pelirrojo le indico que se quitara la camisa, se volteo y tomo el delantal y lo dejo sobre el asiento para luego quitarse la camisa y amarrar el delantal.
- Es un gusto Wallace - dijo en un tono tranquilo mientras sujetaba bien el delantal y se acomodaba en el asiento de la afiladora.
Tomo una dr las espadas del montón y comenzó a realizar la tarea encomendada por el herrero, comenzó a darle impulso a la piedra la cual al rosar con el metal comenzó a soltar pequeñas chispas mientras mas rapido la piedra giraba.
Al escuchar nuevamente al herrero hablar, no pudo evitar media sonrisa al pensar en la insistencia de la culpable que lo habia llevado allí, siguió sosteniendo la espada con cuidado mientras seguía afilándola.
- Mi hermana me convenció en venir aqui... Es una chica terca, pero las cosas que me dijo, eran ciertas... Mucha gente esta sufriendo por culpa de esta guerra, ella quiera ayudar lo mas que pueda, aunque no pueda ir al campo, por eso esta ayudando a los heridos ahora mismo - dijo mientras veía las chispas salir volando mientras la espada se afilaba.
- ¿Quienes son los cuervos de plata? - no pudo ocultar la curiosidad sobre esto. Desde que lo habia mencionada le habia llamado mucho la atención.
Venda a con sumo cuidado las heridas del pobre hombre, mientras ajustaba bien las vendas a las heridas notaba como reflejaba el dolor, trataba de no gritar pero sus ojos brillaban gracias a las lagrimas que contenía.
Yo lo mire y limpie su cara y le dirigí una sonrisa, no me gustaba ver a la gente asi, solo quería que supiera que no tenia que tener miedo en ese momento, alli estaba seguro.
- Volverá a su hogar con su familia, ya vera, no tiene que temer - dije. Tratando de darle esperanza para que no se rindiera alli mismo.
El hombre me miro y volvió a mirar hacia arriba. Yo suspire y segui con mi tarea. Fue cuando escuche como los ruidos dentro de la tienda se detenian, poco a poco levante la mirada y note a un hombre bestia... El primero que vi en mi vida, era un hombre león intimidante, cuando este me miro sentí algo parecido al miedo. O eso creía.
Escuche que ayudaría con los heridos, luego de unos momentos todos volvieron a las suyas, yo baje la mirada y seguí con la labor de vendar las heridas.
Me habia concentrado tanto en el vendaje que cuando me di de cuenta, el hombre león me estaba hablando. Mire con curiosidad el tazón que me habia acercado ¿Ayudaría mas? Como fuera asentí con media sonrisa y comencé a imitarle. Remojaba las vendas antes de cubrir las heridas, se sentían mas frescas asi y tenían un olor inusual, no era un mal olor, ni tampoco era un perfume, era un aroma diferente y muy relajante.
- Gracias, señor Cirsenn - dije con una sonrisa. Tratando de no confundirme al pronunciarlo mientras continuaba con la tarea.
Con el par de manos extras el vendar se estaba haciendo muchísimo mas rapido, ya faltaba poco y podríamos dejar al hombre descansa un poco. Pero me detuve cuando escuche la pregunta del felino grandote, lo mire esta vez con algo de cuidado.
- Cryztal, pero dígame Cryz - dije. Luego de un par de segundos de meditación, para volver y terminar de vendar al hombre.
- Puedo preguntar... ¿Por que alguien de su tamaño ayuda aqui y no en el frente? - no pude contener la pregunta al final.
Y honestamente se habia oído mejor cuando la habia pensado, ahora parecía alguien grosera con una pregunta así.
- Perdón... Ha veces no logro decir bien las cosas que pienso, no quise sonar grosera - dije algo nerviosa y apenada.
Terminando con el abdomen del hombre.
Amarre los vendajes para comenzar con las heridas de los brazos, que eran de menor gravedad que la herida que tenia en el abdomen, y tal vez, mirar de vez en cuando al felino con curiosidad.
Nunca antes habia visto a un hombre bestia y habia que admitir que eran imponentes, incluso si no usaran sus habilidades de animale e hicieran cosas, cotidianas de los humanos, daba una mescla de miedo y curiosidad estar cerca de uno, pero este emanaba un aura que me hacia sentir cómoda. El miedo que sentía, era tal cosa solo era respeto con curiosidad.
- Esta bien señor - dijo el castaño mientras volteaba a ver el afilador.
Escucho con tota atención la explicación del herrero, asintió y se acerco a este para comenzar con su tarea de afilar, al escuchar como el hombre pelirrojo le indico que se quitara la camisa, se volteo y tomo el delantal y lo dejo sobre el asiento para luego quitarse la camisa y amarrar el delantal.
- Es un gusto Wallace - dijo en un tono tranquilo mientras sujetaba bien el delantal y se acomodaba en el asiento de la afiladora.
Tomo una dr las espadas del montón y comenzó a realizar la tarea encomendada por el herrero, comenzó a darle impulso a la piedra la cual al rosar con el metal comenzó a soltar pequeñas chispas mientras mas rapido la piedra giraba.
Al escuchar nuevamente al herrero hablar, no pudo evitar media sonrisa al pensar en la insistencia de la culpable que lo habia llevado allí, siguió sosteniendo la espada con cuidado mientras seguía afilándola.
- Mi hermana me convenció en venir aqui... Es una chica terca, pero las cosas que me dijo, eran ciertas... Mucha gente esta sufriendo por culpa de esta guerra, ella quiera ayudar lo mas que pueda, aunque no pueda ir al campo, por eso esta ayudando a los heridos ahora mismo - dijo mientras veía las chispas salir volando mientras la espada se afilaba.
- ¿Quienes son los cuervos de plata? - no pudo ocultar la curiosidad sobre esto. Desde que lo habia mencionada le habia llamado mucho la atención.
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Venda a con sumo cuidado las heridas del pobre hombre, mientras ajustaba bien las vendas a las heridas notaba como reflejaba el dolor, trataba de no gritar pero sus ojos brillaban gracias a las lagrimas que contenía.
Yo lo mire y limpie su cara y le dirigí una sonrisa, no me gustaba ver a la gente asi, solo quería que supiera que no tenia que tener miedo en ese momento, alli estaba seguro.
- Volverá a su hogar con su familia, ya vera, no tiene que temer - dije. Tratando de darle esperanza para que no se rindiera alli mismo.
El hombre me miro y volvió a mirar hacia arriba. Yo suspire y segui con mi tarea. Fue cuando escuche como los ruidos dentro de la tienda se detenian, poco a poco levante la mirada y note a un hombre bestia... El primero que vi en mi vida, era un hombre león intimidante, cuando este me miro sentí algo parecido al miedo. O eso creía.
Escuche que ayudaría con los heridos, luego de unos momentos todos volvieron a las suyas, yo baje la mirada y seguí con la labor de vendar las heridas.
Me habia concentrado tanto en el vendaje que cuando me di de cuenta, el hombre león me estaba hablando. Mire con curiosidad el tazón que me habia acercado ¿Ayudaría mas? Como fuera asentí con media sonrisa y comencé a imitarle. Remojaba las vendas antes de cubrir las heridas, se sentían mas frescas asi y tenían un olor inusual, no era un mal olor, ni tampoco era un perfume, era un aroma diferente y muy relajante.
- Gracias, señor Cirsenn - dije con una sonrisa. Tratando de no confundirme al pronunciarlo mientras continuaba con la tarea.
Con el par de manos extras el vendar se estaba haciendo muchísimo mas rapido, ya faltaba poco y podríamos dejar al hombre descansa un poco. Pero me detuve cuando escuche la pregunta del felino grandote, lo mire esta vez con algo de cuidado.
- Cryztal, pero dígame Cryz - dije. Luego de un par de segundos de meditación, para volver y terminar de vendar al hombre.
- Puedo preguntar... ¿Por que alguien de su tamaño ayuda aqui y no en el frente? - no pude contener la pregunta al final.
Y honestamente se habia oído mejor cuando la habia pensado, ahora parecía alguien grosera con una pregunta así.
- Perdón... Ha veces no logro decir bien las cosas que pienso, no quise sonar grosera - dije algo nerviosa y apenada.
Terminando con el abdomen del hombre.
Amarre los vendajes para comenzar con las heridas de los brazos, que eran de menor gravedad que la herida que tenia en el abdomen, y tal vez, mirar de vez en cuando al felino con curiosidad.
Nunca antes habia visto a un hombre bestia y habia que admitir que eran imponentes, incluso si no usaran sus habilidades de animale e hicieran cosas, cotidianas de los humanos, daba una mescla de miedo y curiosidad estar cerca de uno, pero este emanaba un aura que me hacia sentir cómoda. El miedo que sentía, era tal cosa solo era respeto con curiosidad.
- off-rol:
- He subrayado el uso de conocimientos de MEDICINA
Última edición por Cryz el Lun 6 Ago - 8:28, editado 1 vez
Cryz
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Re: La Guerra...La Guerra nunca cambia - [Interpretativo-Libre]
La pregunta del muchacho provocó una sensación de orgullo al brujo. Agarró con la pinza la hoja del hacha, ya lista para pasar por el yunque y lo miró de reojo. Como explicarle que eran hombres y mujeres de honor? Como contarle las mil y una batallas donde los Cuervos habían auxiliado hombres heridos, habían flanqueado legiones para ganar en numero y asediado ciudades en nombre del honor, la verdad y la gloria. Wallace buscaba las palabras correctas para describir todo aquello. Gruñó levemente, pensativo, apretando los labios mientras colocaba la hoja anaranjada encima del yunque. Miró todo el conjunto de martillos que tenia disponibles, todos en un estado un poco deplorable, pero para reparar armas de esa calidad servirían. Escogió el martillo de punta plana y empezó a martillear. Dos en la hoja y uno en el yunque, a buen ritmo, con pequeñas pausas para examinar la hoja. Suspiró, un poco cansado y dejó la hoja enfriándose en un cubo de agua helada.
- El clan de los Cuervos de Plata es antiguo. muy antiguo, ni siquiera los libros que quedan pueden relatar cuando fueron sus primeros días...- Empezó a contarle mientras se acercaba a él. Cogió una de las espadas que había afilado y examinó el filo.-... imagina cientos de hombres vestidos con armaduras negras, toodos desfilando gloriosamente bajo la bandera de un cuervo... esos días, esa época, fue la Era Dorada del clan....- Emocionado, alzo la cabeza con orgullo, como si marchara como un soldado. Comprobó el peso de la espada, apoyándola solo con un par de dedos. Para ser un arma genérica de soldado estaba muy bien fabricada. Wallace miró al joven a los ojos, una mirada entre melancolía y tristeza.-... ahora a duras penas somos 5 o 6, nadie recuerda esos días pero nosotros seguimos el credo, seguimos ayudando y lo seguiremos haciendo...- Con la espada bien agarrada, el brujo giró con ella y trazó un corte horizontal, cortado una lanza con la punta torcida, inservible. El corte limpio hizo caer al suelo parte de la lanza, rebotando levemente en el suelo. El hombre asintió con la cabeza, satisfecho del trabajo del muchacho y dejó la espada bien puesta con las demás. Con su mano en el hombro de él, le dedicó una amigable y sincera sonrisa.- Parece que podré hacer todo un herrero de ti Andrés, buen trabajo muchacho. -Animándolo con sus palabras, Wallace recordó lo mucho que lo alentaba Born, su antiguo maestro. En su juventud también había recibido palabras como esas y broncas, muchas broncas.
Volvió al yunque, sacó del agua la hoja y la examinó de nuevo. Volvía a estar recta y lista para el afilado. La secó con un paño limpio y la colocó junto con las demás armas que Andrés debía afilar.
- Tu hermana tiene buen corazón, demasiado... -Comentó mirando con curiosidad como algunos soldados corrían de un lado para otro. Algo estaba pasando.- ... mejor quedarse atrás de una guerra... sobretodo si no te afecta directamente, a veces, es mejor ayudar detrás de las filas... que matando.... -Susurró, masageandose las fuertes manos mientras observaba como uno de los capitanes gritaba a sus hombres. Si, definitivamente algo había pasado. Se percató entonces que aquel capitán malhumorado lo había visto y lo estaba mirando fijamente. Wallace suspiró lentamente y volvió al trabajo. Lo menos que necesitaba ahora eran problemas con el ejercito y que pensasen que era un espía o algo parecido.- Sigue trabajando muchacho, hay faena... -Le dijo a él en un tono serio y tajante. Tenia una corazonada y eso no era bueno.
- Tu eres el herrero verdad? -Una voz masculina y ronca invadió el taller. Wallace estaba de nuevo martilleando mientras que el joven seguía afilando. Giró el rostro sin dejar de trabajar y miró al hombre. Era el capitán de antes. Wallace maldijo para si mismo. No debería haber mirado, eso seguro. Asintió dejando el martillo a un lado y se acercó a él para prestarle sus respetos disciplinarios.- ... Tenemos entre manos... un asunto importante y necesito voluntarios... -El capitán se rascó la coronilla sudorosa mientras miraba de reojo a Andrés. Wallace adivinó lo que pretendía y si era llevarlo al frente, a pesar de que no era cosa suya, no quería que ese chico muriera por nada.
- El muchacho esta aquí ayudando, solo somos dos en todo el campamento... tiene mas opciones? -El pelirrojo habló con fuerza, cortante casi territorial hacia el muchacho. El capitán alzo las cejas pobladas y sucias y dejó escapar una sonrisa socarrona. Wallace le sacaba una cabeza de altura pero eso no le impidió que el hombre clavara su dedo rechoncho en el pecho desnudo del herrero.
- Cuando digo voluntario...me refiero que tengo que coger a todos los jóvenes que sepan degollar a un cerdo para que hagan lo que yo les mande, herrero. -Con desprecio y escupiéndole desde esa boca asquerosa, el capitán se lo dejó claro. Estaba claro que lo de "voluntario" era simple cortesía. Wallace no podía permitirse pasar días en un calabozo por in-subordinación. Dejó escapar un suspiró lento y profundo haciendo una mueca con la boca de desagrado por el contacto del capitán. En otras situaciones le habría partido los dientes de un cabezada pero que clase de ejemplo daría? Frunció el ceño y asintió, en una sumisión fingida. Miró al joven con preocupación y pensó en algo. Su boca esbozó una sonrisa de picardia.
-Ha dicho mi capitán, que busca jóvenes que sepan degollar a un cerdo... este no tan joven sabe como degollar a un hombre. -El capitán retrocedió, asustado por el comentario del brujo. Wallace le dedicó una falsa sonrisa.- El chaval irá si así se lo ordenan, pero yo también... -Miró a Andrés y le dedicó un gesto paternal.- El es mi responsabilidad. -El capitán los miró a ambos y bufó, moviendo las manos como si nada importara.
-Me da igual uno que dos, hay un trabajo que hacer. Estar aquí, listos y armados cuando el sol se haya ido. -Se retiró, pero antes los miró por encima del hombro.- No presentarse sera motivo de traición y eso...se paga no la muerte... -Dejó escapar una risa frívola mientras se iba. Wallace se cruzo de brazos y negó con la cabeza.
-Lo siento muchacho, pero parece que hoy no podre enseñarte a ser un buen herrero... en menudo lío te he metido... -Murmuró mirándolo, pidiéndole disculpas con los ojos.- Si sabes donde esta tu hermana, yo de ti se lo contaría, no sea que te eche en falta esta noche...
-------
El felino sonrió ante las disculpas de la muchacha. Negó con la cabeza y le regaló una bonita y dentada sonrisa. No era la primera vez que le preguntaban porqué no estaba al frente, matando y usando su fuerza bestial. Simplemente él no estaba hecho para ello. sabia combatir y había manchado sus manos de sangre, si, pero su camino era el espíritu, la paz o al menos la calma que lleva a ella.
- Mmmmh siempre preferí ayudar a los heridos y conducir a la gente por un camino lejos de la violencia o al menos... darles paz.- Susurró mientras le daba de beber a un herido con los ojos vendados. El pobre seria ciego de por vida. Le recodó a Wallace, cuando lo conoció era un conjunto de rabia, nervio y dolor. Al leonido le costo mares ayudarlo a volver a ser persona. Se acarició la cicatriz mas larga del hocico, obra del brujo en su difícil juventud, y miró a los ojos a la muchacha.- Cryz eh... hermoso sin duda. Has venido sola? - Preguntó él, alzando las cejas con curiosidad mientras su cola ondeaba de un lado a otro, distrayendo a un joven soldado a sus espaldas. Joven, mas bien un crío de no mas de 12 años. Circenn lo miró de reojo, sonriendo, ronroneando de alegría.- El campo de batalla no suele ser un lugar elegido para la juventud como tu... -Se levantó para atender a un recién llegado quien ardía por la fiebre alta. El leonido apretó los dientes y ayudó a los auxiliares a colocar al hombre en una camilla libre.- Muchacha ayúdame si puedes, debemos bajarle la fiebre. -Buscó entre sus remedios caseros sin éxito. Durante el viaje hasta allí había encontrado muchos refugiados heridos y había gastado parte de sus recursos. Deberían usar lo que los auxiliares tenían y no era gran cosa.- Dioses parece que habrá que poner orden... Cryz sabes de plantas? Necesito que traigas de esa estantería llena de botellines varias cosas. -Le pidió mientras remojaba la frente del herido, quien jadeaba de dolor entre espasmo y espasmo.-...pregunta si tienen algo para la fiebre, corre.
- El clan de los Cuervos de Plata es antiguo. muy antiguo, ni siquiera los libros que quedan pueden relatar cuando fueron sus primeros días...- Empezó a contarle mientras se acercaba a él. Cogió una de las espadas que había afilado y examinó el filo.-... imagina cientos de hombres vestidos con armaduras negras, toodos desfilando gloriosamente bajo la bandera de un cuervo... esos días, esa época, fue la Era Dorada del clan....- Emocionado, alzo la cabeza con orgullo, como si marchara como un soldado. Comprobó el peso de la espada, apoyándola solo con un par de dedos. Para ser un arma genérica de soldado estaba muy bien fabricada. Wallace miró al joven a los ojos, una mirada entre melancolía y tristeza.-... ahora a duras penas somos 5 o 6, nadie recuerda esos días pero nosotros seguimos el credo, seguimos ayudando y lo seguiremos haciendo...- Con la espada bien agarrada, el brujo giró con ella y trazó un corte horizontal, cortado una lanza con la punta torcida, inservible. El corte limpio hizo caer al suelo parte de la lanza, rebotando levemente en el suelo. El hombre asintió con la cabeza, satisfecho del trabajo del muchacho y dejó la espada bien puesta con las demás. Con su mano en el hombro de él, le dedicó una amigable y sincera sonrisa.- Parece que podré hacer todo un herrero de ti Andrés, buen trabajo muchacho. -Animándolo con sus palabras, Wallace recordó lo mucho que lo alentaba Born, su antiguo maestro. En su juventud también había recibido palabras como esas y broncas, muchas broncas.
Volvió al yunque, sacó del agua la hoja y la examinó de nuevo. Volvía a estar recta y lista para el afilado. La secó con un paño limpio y la colocó junto con las demás armas que Andrés debía afilar.
- Tu hermana tiene buen corazón, demasiado... -Comentó mirando con curiosidad como algunos soldados corrían de un lado para otro. Algo estaba pasando.- ... mejor quedarse atrás de una guerra... sobretodo si no te afecta directamente, a veces, es mejor ayudar detrás de las filas... que matando.... -Susurró, masageandose las fuertes manos mientras observaba como uno de los capitanes gritaba a sus hombres. Si, definitivamente algo había pasado. Se percató entonces que aquel capitán malhumorado lo había visto y lo estaba mirando fijamente. Wallace suspiró lentamente y volvió al trabajo. Lo menos que necesitaba ahora eran problemas con el ejercito y que pensasen que era un espía o algo parecido.- Sigue trabajando muchacho, hay faena... -Le dijo a él en un tono serio y tajante. Tenia una corazonada y eso no era bueno.
- Tu eres el herrero verdad? -Una voz masculina y ronca invadió el taller. Wallace estaba de nuevo martilleando mientras que el joven seguía afilando. Giró el rostro sin dejar de trabajar y miró al hombre. Era el capitán de antes. Wallace maldijo para si mismo. No debería haber mirado, eso seguro. Asintió dejando el martillo a un lado y se acercó a él para prestarle sus respetos disciplinarios.- ... Tenemos entre manos... un asunto importante y necesito voluntarios... -El capitán se rascó la coronilla sudorosa mientras miraba de reojo a Andrés. Wallace adivinó lo que pretendía y si era llevarlo al frente, a pesar de que no era cosa suya, no quería que ese chico muriera por nada.
- El muchacho esta aquí ayudando, solo somos dos en todo el campamento... tiene mas opciones? -El pelirrojo habló con fuerza, cortante casi territorial hacia el muchacho. El capitán alzo las cejas pobladas y sucias y dejó escapar una sonrisa socarrona. Wallace le sacaba una cabeza de altura pero eso no le impidió que el hombre clavara su dedo rechoncho en el pecho desnudo del herrero.
- Cuando digo voluntario...me refiero que tengo que coger a todos los jóvenes que sepan degollar a un cerdo para que hagan lo que yo les mande, herrero. -Con desprecio y escupiéndole desde esa boca asquerosa, el capitán se lo dejó claro. Estaba claro que lo de "voluntario" era simple cortesía. Wallace no podía permitirse pasar días en un calabozo por in-subordinación. Dejó escapar un suspiró lento y profundo haciendo una mueca con la boca de desagrado por el contacto del capitán. En otras situaciones le habría partido los dientes de un cabezada pero que clase de ejemplo daría? Frunció el ceño y asintió, en una sumisión fingida. Miró al joven con preocupación y pensó en algo. Su boca esbozó una sonrisa de picardia.
-Ha dicho mi capitán, que busca jóvenes que sepan degollar a un cerdo... este no tan joven sabe como degollar a un hombre. -El capitán retrocedió, asustado por el comentario del brujo. Wallace le dedicó una falsa sonrisa.- El chaval irá si así se lo ordenan, pero yo también... -Miró a Andrés y le dedicó un gesto paternal.- El es mi responsabilidad. -El capitán los miró a ambos y bufó, moviendo las manos como si nada importara.
-Me da igual uno que dos, hay un trabajo que hacer. Estar aquí, listos y armados cuando el sol se haya ido. -Se retiró, pero antes los miró por encima del hombro.- No presentarse sera motivo de traición y eso...se paga no la muerte... -Dejó escapar una risa frívola mientras se iba. Wallace se cruzo de brazos y negó con la cabeza.
-Lo siento muchacho, pero parece que hoy no podre enseñarte a ser un buen herrero... en menudo lío te he metido... -Murmuró mirándolo, pidiéndole disculpas con los ojos.- Si sabes donde esta tu hermana, yo de ti se lo contaría, no sea que te eche en falta esta noche...
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El felino sonrió ante las disculpas de la muchacha. Negó con la cabeza y le regaló una bonita y dentada sonrisa. No era la primera vez que le preguntaban porqué no estaba al frente, matando y usando su fuerza bestial. Simplemente él no estaba hecho para ello. sabia combatir y había manchado sus manos de sangre, si, pero su camino era el espíritu, la paz o al menos la calma que lleva a ella.
- Mmmmh siempre preferí ayudar a los heridos y conducir a la gente por un camino lejos de la violencia o al menos... darles paz.- Susurró mientras le daba de beber a un herido con los ojos vendados. El pobre seria ciego de por vida. Le recodó a Wallace, cuando lo conoció era un conjunto de rabia, nervio y dolor. Al leonido le costo mares ayudarlo a volver a ser persona. Se acarició la cicatriz mas larga del hocico, obra del brujo en su difícil juventud, y miró a los ojos a la muchacha.- Cryz eh... hermoso sin duda. Has venido sola? - Preguntó él, alzando las cejas con curiosidad mientras su cola ondeaba de un lado a otro, distrayendo a un joven soldado a sus espaldas. Joven, mas bien un crío de no mas de 12 años. Circenn lo miró de reojo, sonriendo, ronroneando de alegría.- El campo de batalla no suele ser un lugar elegido para la juventud como tu... -Se levantó para atender a un recién llegado quien ardía por la fiebre alta. El leonido apretó los dientes y ayudó a los auxiliares a colocar al hombre en una camilla libre.- Muchacha ayúdame si puedes, debemos bajarle la fiebre. -Buscó entre sus remedios caseros sin éxito. Durante el viaje hasta allí había encontrado muchos refugiados heridos y había gastado parte de sus recursos. Deberían usar lo que los auxiliares tenían y no era gran cosa.- Dioses parece que habrá que poner orden... Cryz sabes de plantas? Necesito que traigas de esa estantería llena de botellines varias cosas. -Le pidió mientras remojaba la frente del herido, quien jadeaba de dolor entre espasmo y espasmo.-...pregunta si tienen algo para la fiebre, corre.
Wallace Mcgregor
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Re: La Guerra...La Guerra nunca cambia - [Interpretativo-Libre]
El castaño escucho con suma atención la historia del pelirrojo, volteo a mirarlo un par de veces mientras hablaba, le parecía una historia entretenida. Dejo de afilar la espada y empezó a revisarla, parecía ha estar lista, asi que la ubico en la mesa, para luego secarse la frente. Comenzaba a sentir el calor que se hacia alli adentro.
- Tal vez, cuando todo esto de la guerra se apacigüé, encontrara grandis candidatos para su clan, siempre hay personas capaces de ser fieles a una caisa como la de su clan, para poder formar parte de una gran historia y tener gloria y honra - dijo el muchacho mientras tomaba otra espada para empezar el trabajo de afilado otra vez.
Al sentir la mano del herrero en el hombro, no pudo contener media sonrisa, era la primera vez que le decían algo asi... A excepción de su hermana que a toda hora lo vivía animando, pero viniendo de alguien con mucha mas experiencia, era reconfortante. Muy reconfortante.
- Eso mismo pienso... Pero ha veces temo que por ese gran corazón la terminen mareándola y lastimándola... - dijo el muchacho mientras seguía afilando. - Pues si por mi fuera... Ella estaría muy lejos de esta guerra... - mencionó, esta vez con un tono de protección hacia la menor.
No podía evitar ser sobreprotector con su hermana, toda la vida habían sido ellos dos, y no sabría que haría con certeza si algo le pasara a la menor. Jamas se lo perdonaría a si mismo. Muchas veces la alegría y el cuidado de Cryz habían evitado que se hundiera en un poso de rencor hacia sus progenitores y a todos los que le habían dado la espalda cuando el lo necesitó.
Sacudió su cabeza cuando las chispas dejaron de salir, se detuvo y mojo la piedra como Wallace le habia indicado al principió. Pero justo cuando comenzó nuevamente con su tarea un hombre regordete embutado en una armadura entro a la forja. Lo ignoro, de seguro era para buscar armamento, pero al momento que dijo voluntario, volteo a mirar al recién llegado que lo miraba de una forma muy desagradable. Estuvo a punto de levantarse para hablar pero el herrero se habia adelantado.
La conversación habia sido cualquier cosa menos agradable, parecía que su mal presentimiento de ir a ese lugar se habia hecho realidad... Terminaría en las lineas de combate. Se detuvo y se levanto del asiento dejando la espada en la mesa y acercándose al herrero.
- Gracias por defenderme y no se preocupe, tal vez en una mejor situación pueda enseñarme a ser buen herrero... Ahora hay otra cosa de la cual preocuparnos... - dijo. Mientras ponía su mano en su hombro, para luego darle una palmada en la espalda.
- Iré mas tarde... Debe de estar ocupada y... - volteo a ver las armas y armaduras que aun faltaban - Nosotros también... Ya que no puedo faltar mañana, terminemos con esto, luego iré a ver a mi hermana - dijo tratando de que no se preocupara mas de lo que era necesario.
Al terminar de vendar al soldado amarre las vendas y me levante para ir a ayudar a otro al que habia que limpiarle unas heridas causadas por una espada. O eso supuse mientras limpiaba con cuidado la herida, el hombre se estrena la cada vez que tocaba la carne viva asi que trate de ser mas delicada. Escuche la pregunta del león y sin quitar la mirada de la herida del hombre respondí.
- Vine con mi hermano mayor, por ahora se encuentra en la forja ayudando al herrero - respondí a la primera duda del felino, y sin pensarlo respondí a su curiosidad - Lo escogí por que quiero ayudar con lo poco que se... Ademas, muchas de estas personas son gente como yo, gente pobre obligada a esto... Se lo que se siente sufrir por que alguien de alta cuna lo ordene... Por eso quiero ayudarles. Igual que usted, quiero ayudarles a que sufran menos - dije con decisión.
Termine de limpiar la herida, cuando un nuevo grupo de heridos entro a la tienda, el felino solicito mi ayuda, me pedia buscar plantas. Me puse nerviosa, no lo pude evitar... Apenas si conocía las plantas que se podían consumir, no sabia nada sobre las medicinales.
Tome aire y asentí a las ordenes del felino, me moví con la velocidad que un cuerpo pequeño y flaco podía proporcionar, sin dificultad llegue al estante y leí las descripciones que cada frasco contenía... No sabia cual era cual ni para que servían, asi que mire a mis lados. Para pedirle ayuda a alguien, asi que me acerque a una señora que terminaba con un herido.
- Señorita... Se que esta demasiado ocupada... Necesito que me ayude, no se cual de estas ayuda a bajar la fiebre - dije algo nerviosa.
La mujer tomo un par de frascos y me los dio, no entendía muy bien los nombres que tenia inscritos pero. Igual le agradeci a la mujer para luego volver con el señor Cirsenn.
Me ubique al otro lado de la camilla y le entregue los frascos al león, no pude contener un suspiro.
- No se de plantas medicinales, pero... Le pedí ayuda a alguien... Creo que servirán, pero usted es el experto asi que tu dime - dije con media sonrisa de nervios.
Mientras esperaba una respuesta, cambie los paños que tenia el herido y pase a revisarlo si no tenia algún daño mayor o mejor dicho la causante de dicha fiebre. Pensaba que podría ser una herida infectada que necesitaba atención asi que me dedique a quitarle la armadura que tenia y dejarla junto a la camilla para revisarlo mejor.
Pero habia algo que no me agradaba, ese nudo en el estomago, un mal presentimiento de algo... O solo serian los nervios del momento, como fuera tenia que concentrarme en el ahora y en el herido que necesitaba ayuda urgente.
- Tal vez, cuando todo esto de la guerra se apacigüé, encontrara grandis candidatos para su clan, siempre hay personas capaces de ser fieles a una caisa como la de su clan, para poder formar parte de una gran historia y tener gloria y honra - dijo el muchacho mientras tomaba otra espada para empezar el trabajo de afilado otra vez.
Al sentir la mano del herrero en el hombro, no pudo contener media sonrisa, era la primera vez que le decían algo asi... A excepción de su hermana que a toda hora lo vivía animando, pero viniendo de alguien con mucha mas experiencia, era reconfortante. Muy reconfortante.
- Eso mismo pienso... Pero ha veces temo que por ese gran corazón la terminen mareándola y lastimándola... - dijo el muchacho mientras seguía afilando. - Pues si por mi fuera... Ella estaría muy lejos de esta guerra... - mencionó, esta vez con un tono de protección hacia la menor.
No podía evitar ser sobreprotector con su hermana, toda la vida habían sido ellos dos, y no sabría que haría con certeza si algo le pasara a la menor. Jamas se lo perdonaría a si mismo. Muchas veces la alegría y el cuidado de Cryz habían evitado que se hundiera en un poso de rencor hacia sus progenitores y a todos los que le habían dado la espalda cuando el lo necesitó.
Sacudió su cabeza cuando las chispas dejaron de salir, se detuvo y mojo la piedra como Wallace le habia indicado al principió. Pero justo cuando comenzó nuevamente con su tarea un hombre regordete embutado en una armadura entro a la forja. Lo ignoro, de seguro era para buscar armamento, pero al momento que dijo voluntario, volteo a mirar al recién llegado que lo miraba de una forma muy desagradable. Estuvo a punto de levantarse para hablar pero el herrero se habia adelantado.
La conversación habia sido cualquier cosa menos agradable, parecía que su mal presentimiento de ir a ese lugar se habia hecho realidad... Terminaría en las lineas de combate. Se detuvo y se levanto del asiento dejando la espada en la mesa y acercándose al herrero.
- Gracias por defenderme y no se preocupe, tal vez en una mejor situación pueda enseñarme a ser buen herrero... Ahora hay otra cosa de la cual preocuparnos... - dijo. Mientras ponía su mano en su hombro, para luego darle una palmada en la espalda.
- Iré mas tarde... Debe de estar ocupada y... - volteo a ver las armas y armaduras que aun faltaban - Nosotros también... Ya que no puedo faltar mañana, terminemos con esto, luego iré a ver a mi hermana - dijo tratando de que no se preocupara mas de lo que era necesario.
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Al terminar de vendar al soldado amarre las vendas y me levante para ir a ayudar a otro al que habia que limpiarle unas heridas causadas por una espada. O eso supuse mientras limpiaba con cuidado la herida, el hombre se estrena la cada vez que tocaba la carne viva asi que trate de ser mas delicada. Escuche la pregunta del león y sin quitar la mirada de la herida del hombre respondí.
- Vine con mi hermano mayor, por ahora se encuentra en la forja ayudando al herrero - respondí a la primera duda del felino, y sin pensarlo respondí a su curiosidad - Lo escogí por que quiero ayudar con lo poco que se... Ademas, muchas de estas personas son gente como yo, gente pobre obligada a esto... Se lo que se siente sufrir por que alguien de alta cuna lo ordene... Por eso quiero ayudarles. Igual que usted, quiero ayudarles a que sufran menos - dije con decisión.
Termine de limpiar la herida, cuando un nuevo grupo de heridos entro a la tienda, el felino solicito mi ayuda, me pedia buscar plantas. Me puse nerviosa, no lo pude evitar... Apenas si conocía las plantas que se podían consumir, no sabia nada sobre las medicinales.
Tome aire y asentí a las ordenes del felino, me moví con la velocidad que un cuerpo pequeño y flaco podía proporcionar, sin dificultad llegue al estante y leí las descripciones que cada frasco contenía... No sabia cual era cual ni para que servían, asi que mire a mis lados. Para pedirle ayuda a alguien, asi que me acerque a una señora que terminaba con un herido.
- Señorita... Se que esta demasiado ocupada... Necesito que me ayude, no se cual de estas ayuda a bajar la fiebre - dije algo nerviosa.
La mujer tomo un par de frascos y me los dio, no entendía muy bien los nombres que tenia inscritos pero. Igual le agradeci a la mujer para luego volver con el señor Cirsenn.
Me ubique al otro lado de la camilla y le entregue los frascos al león, no pude contener un suspiro.
- No se de plantas medicinales, pero... Le pedí ayuda a alguien... Creo que servirán, pero usted es el experto asi que tu dime - dije con media sonrisa de nervios.
Mientras esperaba una respuesta, cambie los paños que tenia el herido y pase a revisarlo si no tenia algún daño mayor o mejor dicho la causante de dicha fiebre. Pensaba que podría ser una herida infectada que necesitaba atención asi que me dedique a quitarle la armadura que tenia y dejarla junto a la camilla para revisarlo mejor.
Pero habia algo que no me agradaba, ese nudo en el estomago, un mal presentimiento de algo... O solo serian los nervios del momento, como fuera tenia que concentrarme en el ahora y en el herido que necesitaba ayuda urgente.
Cryz
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Re: La Guerra...La Guerra nunca cambia - [Interpretativo-Libre]
El brujo agradeció el contacto del joven, asintiendo con la cabeza sin dejar de sonreír. Su actitud, su calma y esa fuerza que salia de él eran increíbles. Si su hermana era igual, ambos podrían ser buenos candidatos para el clan. Wallace meditó sobre aquello durante unos segundos. Proponer aquella idea en ese momento era demasiado pronto, necesitaba ver como se desenvolvían ambos en combate y sobretodo, que era lo que les motivaba. Miró hacia la pila de trabajo y haciendo una mueca de desagrado torció el gesto, cruzándose de brazos. Debían armarse cuanto antes, la armería se vaciaba rápido y no sabia si Andrés disponía de armas propias. Decidido, se quitó el delantal, remojó su rostro en una cubeta de agua fresca y se limpió todo lo que pudo.
-Andrés, deja eso. Si es cierto que es algo importante y necesitan voluntarios la armería estará saturada. -Le dijo mientras abría el candado de un cofre que estaba entre cajas de cargamento. De allí, Wallace sacó su equipo[1], cogiendo su cota de malla, su gambesón, los varios cinturones así como los brazaletes y la armadura de cuero y placas de hierro. observó el casco que descansaba en el fondo del cofre y lo dejó allí, no lo necesitaría esta vez. Mientras se vestía, observó al muchacho con una sonrisa confiada.- Tengo el presentimiento que nos harán luchar, pero no en el frente... dime Andrés, has blandido un arma alguna vez? -Preguntó mientras ataba su daga y el hacha de mano en el cinto mas grande. Debía ir a buscar el resto en la armería, dado que dentro del campamento, si no eras miembro oficial del ejercito, no podías llevar armas grandes, debías ponerlas a buen recaudo e ir a buscarlas después. Esperando respuesta del muchacho, desanudó las cuerdas que sujetaban las cortinas del taller, cubriendo parte de la forja para indicar que estaba cerrada. Ya habría tiempo para seguir, ahora debían estar preparados.- Vamos, sígueme, te conseguiré ni que sea una cota de malla o al menos algo de cuero... -Con la cabeza le indicó que lo siguiera mientras se ajustaba la ropa.
Si ya por su altura el brujo era imponente, totalmente vestido con el atuendo intimidaba. Avanzando con poderosas zancadas, ambos cruzaron esa zona del campamento pasando por delante de la zona medica. Los soldados los miraban susurrando. El ambiente allí cada vez estaba mas tenso, el movimiento de tropas era frenético así como los ruidos de batalla, con rugidos y cuernos de combate. Wallace esquivaba soldados mientras conducía al joven Andrés entre toda la gente ajetreada. La armería no estaba lejos. Era un conjunto de casuchas de madera mal hechas, llena de cofres y estantes de armas y armaduras. Estaba vigilada por guardias grandes y fieros. Un hombre de sencilla apariencia estaba escribiendo en unos documentos, haciendo inventario. El brujo observó lo bien ordenado que lo tenia todo, se podía diferenciar el equipo militar del reino y todo lo que pertenencia a personas ajenas a la corona. El intendente alzó los ojos del documento y al ver a Wallace suspiró, cansado y se crujió el cuello.
-Ya se va señor McGregor? -Preguntó con una voz aguda y anciana a pesar de que no le sacaba mas de 5 años al brujo. Este negó y miró al joven Andrés mientras apoyaba la mano en la hoja del hacha de su cinto.
-Por cosas del destino nos han asignado a un grupo esta noche. -Le explicó con visible desagrado mientras buscaba con la mirada su escudo y el resto de sus armas.- Necesito mi equipo y... -Se inclinó un poco hacia el intendente, con una mirada confidente. El hombre miró su ojo tuerto y la cantidad de cicatrices del brujo y asintió. No hacia falta decir nada mas. Ambos se conocían de antes y se debían favores. Como decía Bjorn, salia mas rentable hacer amigos y socios, que enemigos y cadáveres. El hombre se levantó con rapidez, seguido de sus guardaespaldas y abrió una de las casuchas con una llave de cobre.
-Adelante brujo, coge tus cosas... -se acercó a él y en un leve susurro.-... cofre de la derecha, creo que le irá bien... -Dijo a oreja del pelirrojo. Este asintió, dedicándole una agradecida sonrisa. Wallace miró de reojo a Andrés quien seguro que estaría confundido y entró con él en la casucha.
Armas, escudos y piezas de armadura ocupaban cada rincón de aquel sitio. El brujo localizó su escudo redondo al fondo, acompañado de su espada bastarda envainada. examinó que ambos objetos estuvieran intactos y asintió complacido. Vió el cofre que le había indicado el intendente y examinó su contenido. Había un par de chalecos de cuero curtido, una ligera cota de malla, un par de brazaletes y unas espinilleras de hierro [2]. Wallace apretó los dientes al coger uno de los chalecos, el que estaba en mejor estado y se lo dió Andrés.
-No es lo mejor que puedes llevar... pero a caballo regalado... -Se disculpó mientras le pasaba los brazaletes, las espinilleras y la cota. Agarró su escudo redondo y se lo mostró.- Usa mi escudo, pero cuídalo bien... -Guiñándole un ojo, se lo dejo cerca mientras se vestía. Del mismo cofre, sacó una espada de hoja ancha y empuñadura corta y la apoyó junto con el escudo. Al igual que la armadura, no parecía ser de una calidad de renombre, pero serviría. Salió de la casucha para darle mas intimidad y observó el panorama. El mismo capitán que los había reclutado, estaba dando ordenes a un grupo de jóvenes soldados. estaban asustados y no sabían ni como sujetar sus lanzas. Pobres diablos, pensó el brujo. Poco durarían con tan poco entrenamiento. Recordó cuando él también fue un simple recluta, nadie tuvo piedad de el por ser novato. Esperando al muchacho, desenvainó el hacha del cinto y la examinó, apretando las tiras de cuero de la empuñadura.
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Circenn cogió sin dudas los botellines que Cryz le había conseguido. Asintió al ver que eran remedios útiles, no muy potentes, pero ayudarían. Estaba claro que en aquel sitio no tenían recursos suficientes. Preparó la mezcla, usando agua y cuatro hierbas mas y se la tendió a la muchacha para que se la diera al hombre, quien, mas calmado, jadeaba levemente. La fiebre lo estaba dejando agotado.
Mientras esperaba a su nueva compañera, un olor familiar atacó su olfato felino. Wallace. Se levantó dejando allí a la joven y salió de la tienda. Lo vió a lo lejos, cerca de la armería, totalmente vestido. Estaba esperando a alguien? Varios soldados se asustaron al verlo, caminando mas rápido. El felino sentía la mirada de muchas personas, era normal. Sin sentirse incomodo, decidió dejar tranquilo al brujo, seguro que estaría ocupado. finalmente, pudo observar que un joven apareció a su lado, armado también. Un nuevo aprendiz? Wallace se pasaba la vida conociendo a personas con potencial para ser nuevos reclutas. El felino alzo las cejas al ver aquello y sonrió, seguro de lo que Wallace estuviera haciendo. Entró de nuevo en la tienda y se sentó frente de ella otra vez.
-Parece que mi compañero ha encontrado a un aprendiz... ahora que lo pienso... has dicho que tu hermano esta en la forja?... -Miró a la joven a los ojos, con cierta preocupación. Sabiendo que Wallace debía haber estado forjando y que el hermano de Cryz lo habían asignado allí el felino dedujo que aquel joven debía ser el hermano...-Creo que el destino ha hecho que nuestros acompañantes se unan... -Susurró mientras limpiaba el sudor del herido.- Me parece haber visto a tu hermano Cryz, no estoy seguro, pero diría que esta junto a mi amigo Wallace... en la armería, ves si quieres, yo me encargo de este... -Con la mano le indicó que no se preocupara, que todo estaba bien. El no era nadie para retenerla alli.
-Andrés, deja eso. Si es cierto que es algo importante y necesitan voluntarios la armería estará saturada. -Le dijo mientras abría el candado de un cofre que estaba entre cajas de cargamento. De allí, Wallace sacó su equipo[1], cogiendo su cota de malla, su gambesón, los varios cinturones así como los brazaletes y la armadura de cuero y placas de hierro. observó el casco que descansaba en el fondo del cofre y lo dejó allí, no lo necesitaría esta vez. Mientras se vestía, observó al muchacho con una sonrisa confiada.- Tengo el presentimiento que nos harán luchar, pero no en el frente... dime Andrés, has blandido un arma alguna vez? -Preguntó mientras ataba su daga y el hacha de mano en el cinto mas grande. Debía ir a buscar el resto en la armería, dado que dentro del campamento, si no eras miembro oficial del ejercito, no podías llevar armas grandes, debías ponerlas a buen recaudo e ir a buscarlas después. Esperando respuesta del muchacho, desanudó las cuerdas que sujetaban las cortinas del taller, cubriendo parte de la forja para indicar que estaba cerrada. Ya habría tiempo para seguir, ahora debían estar preparados.- Vamos, sígueme, te conseguiré ni que sea una cota de malla o al menos algo de cuero... -Con la cabeza le indicó que lo siguiera mientras se ajustaba la ropa.
Si ya por su altura el brujo era imponente, totalmente vestido con el atuendo intimidaba. Avanzando con poderosas zancadas, ambos cruzaron esa zona del campamento pasando por delante de la zona medica. Los soldados los miraban susurrando. El ambiente allí cada vez estaba mas tenso, el movimiento de tropas era frenético así como los ruidos de batalla, con rugidos y cuernos de combate. Wallace esquivaba soldados mientras conducía al joven Andrés entre toda la gente ajetreada. La armería no estaba lejos. Era un conjunto de casuchas de madera mal hechas, llena de cofres y estantes de armas y armaduras. Estaba vigilada por guardias grandes y fieros. Un hombre de sencilla apariencia estaba escribiendo en unos documentos, haciendo inventario. El brujo observó lo bien ordenado que lo tenia todo, se podía diferenciar el equipo militar del reino y todo lo que pertenencia a personas ajenas a la corona. El intendente alzó los ojos del documento y al ver a Wallace suspiró, cansado y se crujió el cuello.
-Ya se va señor McGregor? -Preguntó con una voz aguda y anciana a pesar de que no le sacaba mas de 5 años al brujo. Este negó y miró al joven Andrés mientras apoyaba la mano en la hoja del hacha de su cinto.
-Por cosas del destino nos han asignado a un grupo esta noche. -Le explicó con visible desagrado mientras buscaba con la mirada su escudo y el resto de sus armas.- Necesito mi equipo y... -Se inclinó un poco hacia el intendente, con una mirada confidente. El hombre miró su ojo tuerto y la cantidad de cicatrices del brujo y asintió. No hacia falta decir nada mas. Ambos se conocían de antes y se debían favores. Como decía Bjorn, salia mas rentable hacer amigos y socios, que enemigos y cadáveres. El hombre se levantó con rapidez, seguido de sus guardaespaldas y abrió una de las casuchas con una llave de cobre.
-Adelante brujo, coge tus cosas... -se acercó a él y en un leve susurro.-... cofre de la derecha, creo que le irá bien... -Dijo a oreja del pelirrojo. Este asintió, dedicándole una agradecida sonrisa. Wallace miró de reojo a Andrés quien seguro que estaría confundido y entró con él en la casucha.
Armas, escudos y piezas de armadura ocupaban cada rincón de aquel sitio. El brujo localizó su escudo redondo al fondo, acompañado de su espada bastarda envainada. examinó que ambos objetos estuvieran intactos y asintió complacido. Vió el cofre que le había indicado el intendente y examinó su contenido. Había un par de chalecos de cuero curtido, una ligera cota de malla, un par de brazaletes y unas espinilleras de hierro [2]. Wallace apretó los dientes al coger uno de los chalecos, el que estaba en mejor estado y se lo dió Andrés.
-No es lo mejor que puedes llevar... pero a caballo regalado... -Se disculpó mientras le pasaba los brazaletes, las espinilleras y la cota. Agarró su escudo redondo y se lo mostró.- Usa mi escudo, pero cuídalo bien... -Guiñándole un ojo, se lo dejo cerca mientras se vestía. Del mismo cofre, sacó una espada de hoja ancha y empuñadura corta y la apoyó junto con el escudo. Al igual que la armadura, no parecía ser de una calidad de renombre, pero serviría. Salió de la casucha para darle mas intimidad y observó el panorama. El mismo capitán que los había reclutado, estaba dando ordenes a un grupo de jóvenes soldados. estaban asustados y no sabían ni como sujetar sus lanzas. Pobres diablos, pensó el brujo. Poco durarían con tan poco entrenamiento. Recordó cuando él también fue un simple recluta, nadie tuvo piedad de el por ser novato. Esperando al muchacho, desenvainó el hacha del cinto y la examinó, apretando las tiras de cuero de la empuñadura.
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Circenn cogió sin dudas los botellines que Cryz le había conseguido. Asintió al ver que eran remedios útiles, no muy potentes, pero ayudarían. Estaba claro que en aquel sitio no tenían recursos suficientes. Preparó la mezcla, usando agua y cuatro hierbas mas y se la tendió a la muchacha para que se la diera al hombre, quien, mas calmado, jadeaba levemente. La fiebre lo estaba dejando agotado.
Mientras esperaba a su nueva compañera, un olor familiar atacó su olfato felino. Wallace. Se levantó dejando allí a la joven y salió de la tienda. Lo vió a lo lejos, cerca de la armería, totalmente vestido. Estaba esperando a alguien? Varios soldados se asustaron al verlo, caminando mas rápido. El felino sentía la mirada de muchas personas, era normal. Sin sentirse incomodo, decidió dejar tranquilo al brujo, seguro que estaría ocupado. finalmente, pudo observar que un joven apareció a su lado, armado también. Un nuevo aprendiz? Wallace se pasaba la vida conociendo a personas con potencial para ser nuevos reclutas. El felino alzo las cejas al ver aquello y sonrió, seguro de lo que Wallace estuviera haciendo. Entró de nuevo en la tienda y se sentó frente de ella otra vez.
-Parece que mi compañero ha encontrado a un aprendiz... ahora que lo pienso... has dicho que tu hermano esta en la forja?... -Miró a la joven a los ojos, con cierta preocupación. Sabiendo que Wallace debía haber estado forjando y que el hermano de Cryz lo habían asignado allí el felino dedujo que aquel joven debía ser el hermano...-Creo que el destino ha hecho que nuestros acompañantes se unan... -Susurró mientras limpiaba el sudor del herido.- Me parece haber visto a tu hermano Cryz, no estoy seguro, pero diría que esta junto a mi amigo Wallace... en la armería, ves si quieres, yo me encargo de este... -Con la mano le indicó que no se preocupara, que todo estaba bien. El no era nadie para retenerla alli.
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[2] Este equipo es solo para este tema, dado que no soy quien para dar objetos oficiales. Refencia visual:
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Wallace Mcgregor
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Re: La Guerra...La Guerra nunca cambia - [Interpretativo-Libre]
El castaño se detuvo al ver las acciones del herrero, se encogió de hombros y lo imito, se quito el delantal para luego volver a ponerse su camisa y limpiarse las manos y el sudor del rostro mientras escuchaba al pelirrojo con atención. Se sentó mientras el pelirrojo se ponía su armadura, se quedo pensando con lo ultimo que le pregunto.
- Le sere sinceró... Nunca e usado un arma contra otra persona, lo mas que e hecho es matar a unos animales en un criadero pero nunca contra otra persona - dijo mientras soltaba un largo suspiro.
Se levanto y siguió al pelirrojo a la armería, pasando atreves del campamento, muchos miraban al herrero y se quitaban de se camino mientras avanzaban. No pudo evitar lanzarle una mirada a la tienda donde atendían los heridos.
- Al salir de la armería iré a decirle a mi hermana lo que haremos - dijo el castaño, mientras seguía caminando.
Al entrar a la armería se quedo observando las armas que se encontraban muy bien ordenadas, atreves de la entrada se veía como gente iba de aqui para alla, sin descanso alguno, no pudo contener un suspiro para luego voltear a ver a Wallace, el cual hablaba a murmullos con el encargado de la armería y para colmo lo miraba, muy extraño, el simplemente le siguió cuando camino a buscar sus cosas.
- ¿Por que tanto secreto entre los dos? - pregunto en voz baja.
Mientras el pelirrojo tomaba sus cosas se acerco a un baúl el cual abrió y empezó a revisar, sacando un par de cosas de ese baúl. Sostuvo el chaleco de cuero y la cota de malla, las espinilleras y los brazaletes.
Andres se sentó sobre el baúl para comenzar a cambiarse, se coloco la cota con algo de dificultad, era la primera vez que utilizaba una, mientras terminaba de acomodar la cota vio como el pelirrojo le entregaba su escudo.
- Muchas gracias Wallace, no dejare que le pase nada - dijo con media sonrisa mie tras se ponía el chaleco.
Un par de minutos despues, salio de la armería encontrados con el pelirrojo esperándole.
- ¿Es normal que me sienta extraño con todo esto encima? - dijo. Mientras acomodaba los brazaletes. - Vendré en un momento, tengo que ir a hablar con mi hermana - dijo antes de ir a la tienda de heridos.
Tome el tazón que el felino me entrego y comencé a darle de beber al paciente, este poco a poco tragaba el remedio hasta que el tazón estuvo vacío, cuando levante la mirada el felino ya no se encontraba dentro de la tienda. Mire a todos lados pero nada ¿Adonde pudo ir un felino de su tamaño con tanto silencio? Suspire. Comencé a limpiar bien una herida grande para luego cocer y asegurarme que no hubieran infecciones.
- Listo, ahora hay que dejarte descansar - dije Mientras me levantaba para ir a ayudar a otro.
Fue cuando el felino volvió, se veía preocupado por alguna razón, parpadee cuando menciono a mi hermano ¿Su amigo era el herrero? ¿Mi hermano aprendiz de un herrero? Eso tenia que preguntárselo yo misma.
- ¿Cree que sea buena idea que valla? Hay mucha gente que necesita ayuda... - dije. Pero me mordí la parte de adentro de mi cachete mientras pensaba. - Si voy rapido no hay problema - dije con media sonrisa.
Justo cuando decidí ir a ver a mi hermano uno de los capitanes entro a la tienda, otra vez todo el mundo se paralizo, el hombre regordete hablo de inmediato con el encargado, este señalo al felino.
El gordinflón camino hasta estar frente a frente... O mejor dicho frente a pansa, por que el capitán era muchísimo mas pequeño que el felino.
- Vengo a solicitar que, como voluntario se presente mañana temprano para ir al combate - dijo en un tono aireado. Este ante la posible objeción del felino se adelanto - Y como su superior esto es una orden, y desovedeserla es un claro apto de insubordinación, la cual se paga con la muerte... Asi que lo veré a primera hora mañana -
El gordinflón dirigió una rápida mirada hacia mi y entrecerró los ojos, yo retrocedí un poco algo asustada y a la drfenciba, pero este de inmediato dijo.
- Usted también señorita, ustedes dos junto a otros individuos sele otorgara una tarea que cumplirán al pie de la letra o sufrirán grandes castigos - sin mas se dio la vuelta y camino hacia la salida, todos volvieron a sus labores.
Yo por otro lado estaba nerviosa... ¿Ir a la batalla? Pero si ni fuerza tenia para levantar una espada, las manos me temblaban y solo le lance una mirada de ayuda al felino.
- A-Ahora si debo hablar con mi hermano - dije mientras salia de la tienda, al estar afuera baje a Trhizten del árbol y le acaricie las plumas de la cabeza - Ayudame a buscar a Andrés, por favor - le suplique al ave.
Esta solo miro sobre mi hombro, yo voltee a ver y vi a mi hermano... Con armadura y armado... Sabia lo que eso significaba, el también, me voltee y corrí hacia el mientras el águila me seguía volando.
Andrés volteo y me miro, yo solo lo abrace fuerte aunque su armadura me lo dificultaba un poco.
- Cryz ¿Que te pasa? - dijo el confundido.
- Perdón, esto es mi culpa... Ahora iras a pelear... No quiero que te pase nada - dije muy preocupada. - Para colmo... Yo tambien... Tengo que ir - dije en un hilo de voz. Sentía como las piernas temblaban por el miedo.
- ¿Que? - dijo el separándome de el - ¿A donde iras? -
- Al... Frente... Un señor me ordeno a mi y al señor Cirsenn que teníamos que presentarnos mañana a primera hora o... Nos matarían por traición e insubordinación - dije tratando de no llorar.
Levante la mirada y vi a Andres muy serio, demasiado. Estaba enojado, muy enojado. Se dio la vuelta y camino hacia un hombre pelirrojo, yo le segui con curiosidad.
- Odio a todos los militares que se creen por enzima de todos... Acepto que me manden a mi al frente, soy mayor y ya vez pueda durar un poco... Pero ma dar a mi hermana... Eso es ser una escoria - dijo enojado al hombre pelirrojo.
De seguro era Wallace, el amigo del señor Cirsenn, yo lo mire con algo seria. Al igual que el felino emanaba un auto de respeto y admiración, y no sabia si tenia que temer o que.
- Le sere sinceró... Nunca e usado un arma contra otra persona, lo mas que e hecho es matar a unos animales en un criadero pero nunca contra otra persona - dijo mientras soltaba un largo suspiro.
Se levanto y siguió al pelirrojo a la armería, pasando atreves del campamento, muchos miraban al herrero y se quitaban de se camino mientras avanzaban. No pudo evitar lanzarle una mirada a la tienda donde atendían los heridos.
- Al salir de la armería iré a decirle a mi hermana lo que haremos - dijo el castaño, mientras seguía caminando.
Al entrar a la armería se quedo observando las armas que se encontraban muy bien ordenadas, atreves de la entrada se veía como gente iba de aqui para alla, sin descanso alguno, no pudo contener un suspiro para luego voltear a ver a Wallace, el cual hablaba a murmullos con el encargado de la armería y para colmo lo miraba, muy extraño, el simplemente le siguió cuando camino a buscar sus cosas.
- ¿Por que tanto secreto entre los dos? - pregunto en voz baja.
Mientras el pelirrojo tomaba sus cosas se acerco a un baúl el cual abrió y empezó a revisar, sacando un par de cosas de ese baúl. Sostuvo el chaleco de cuero y la cota de malla, las espinilleras y los brazaletes.
Andres se sentó sobre el baúl para comenzar a cambiarse, se coloco la cota con algo de dificultad, era la primera vez que utilizaba una, mientras terminaba de acomodar la cota vio como el pelirrojo le entregaba su escudo.
- Muchas gracias Wallace, no dejare que le pase nada - dijo con media sonrisa mie tras se ponía el chaleco.
Un par de minutos despues, salio de la armería encontrados con el pelirrojo esperándole.
- ¿Es normal que me sienta extraño con todo esto encima? - dijo. Mientras acomodaba los brazaletes. - Vendré en un momento, tengo que ir a hablar con mi hermana - dijo antes de ir a la tienda de heridos.
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Tome el tazón que el felino me entrego y comencé a darle de beber al paciente, este poco a poco tragaba el remedio hasta que el tazón estuvo vacío, cuando levante la mirada el felino ya no se encontraba dentro de la tienda. Mire a todos lados pero nada ¿Adonde pudo ir un felino de su tamaño con tanto silencio? Suspire. Comencé a limpiar bien una herida grande para luego cocer y asegurarme que no hubieran infecciones.
- Listo, ahora hay que dejarte descansar - dije Mientras me levantaba para ir a ayudar a otro.
Fue cuando el felino volvió, se veía preocupado por alguna razón, parpadee cuando menciono a mi hermano ¿Su amigo era el herrero? ¿Mi hermano aprendiz de un herrero? Eso tenia que preguntárselo yo misma.
- ¿Cree que sea buena idea que valla? Hay mucha gente que necesita ayuda... - dije. Pero me mordí la parte de adentro de mi cachete mientras pensaba. - Si voy rapido no hay problema - dije con media sonrisa.
Justo cuando decidí ir a ver a mi hermano uno de los capitanes entro a la tienda, otra vez todo el mundo se paralizo, el hombre regordete hablo de inmediato con el encargado, este señalo al felino.
El gordinflón camino hasta estar frente a frente... O mejor dicho frente a pansa, por que el capitán era muchísimo mas pequeño que el felino.
- Vengo a solicitar que, como voluntario se presente mañana temprano para ir al combate - dijo en un tono aireado. Este ante la posible objeción del felino se adelanto - Y como su superior esto es una orden, y desovedeserla es un claro apto de insubordinación, la cual se paga con la muerte... Asi que lo veré a primera hora mañana -
El gordinflón dirigió una rápida mirada hacia mi y entrecerró los ojos, yo retrocedí un poco algo asustada y a la drfenciba, pero este de inmediato dijo.
- Usted también señorita, ustedes dos junto a otros individuos sele otorgara una tarea que cumplirán al pie de la letra o sufrirán grandes castigos - sin mas se dio la vuelta y camino hacia la salida, todos volvieron a sus labores.
Yo por otro lado estaba nerviosa... ¿Ir a la batalla? Pero si ni fuerza tenia para levantar una espada, las manos me temblaban y solo le lance una mirada de ayuda al felino.
- A-Ahora si debo hablar con mi hermano - dije mientras salia de la tienda, al estar afuera baje a Trhizten del árbol y le acaricie las plumas de la cabeza - Ayudame a buscar a Andrés, por favor - le suplique al ave.
Esta solo miro sobre mi hombro, yo voltee a ver y vi a mi hermano... Con armadura y armado... Sabia lo que eso significaba, el también, me voltee y corrí hacia el mientras el águila me seguía volando.
Andrés volteo y me miro, yo solo lo abrace fuerte aunque su armadura me lo dificultaba un poco.
- Cryz ¿Que te pasa? - dijo el confundido.
- Perdón, esto es mi culpa... Ahora iras a pelear... No quiero que te pase nada - dije muy preocupada. - Para colmo... Yo tambien... Tengo que ir - dije en un hilo de voz. Sentía como las piernas temblaban por el miedo.
- ¿Que? - dijo el separándome de el - ¿A donde iras? -
- Al... Frente... Un señor me ordeno a mi y al señor Cirsenn que teníamos que presentarnos mañana a primera hora o... Nos matarían por traición e insubordinación - dije tratando de no llorar.
Levante la mirada y vi a Andres muy serio, demasiado. Estaba enojado, muy enojado. Se dio la vuelta y camino hacia un hombre pelirrojo, yo le segui con curiosidad.
- Odio a todos los militares que se creen por enzima de todos... Acepto que me manden a mi al frente, soy mayor y ya vez pueda durar un poco... Pero ma dar a mi hermana... Eso es ser una escoria - dijo enojado al hombre pelirrojo.
De seguro era Wallace, el amigo del señor Cirsenn, yo lo mire con algo seria. Al igual que el felino emanaba un auto de respeto y admiración, y no sabia si tenia que temer o que.
Cryz
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Re: La Guerra...La Guerra nunca cambia - [Interpretativo-Libre]
Wallace observó la escena con las manos apoyadas en los cintos. Esa debía ser su hermana y quien iba detrás de ella no era ni mas ni menos que su amigos y guía espiritual. El brujo sonrió con cariño al leonido quien le dedicó una divertida reverencia. Ambos se pusieron juntos, observando la escena. Las palabras de Andrés hacia el brujo le provocaron un sentimiento de orgullo casi paternal hacia el muchacho. Las dudas de Wallace hacia los hermanos cada vez eran mas pequeñas. Ambos tenían potencial. Circenn vio la mirada del brujo hacia los hermanos. el también lo había notado.
-Coincido contigo Andrés, en la guerra nada es justo y siempre pagan los mismos... -La miró le estrechó la mano a Cryz, presentándose.- Es una placer conocerte, tu hermano me ha hablado mucho de ti... venir todos a la forja, allí podremos hablar con mas calma... -Miró de reojo a su amigo quien asintió.
Aprovecharon la reunión para cenar todos juntos. El sol aun no había caído pero debían alimentarse bien.Un menú sencillo, pan, carne, un poco de verdura, una jarra de aguamiel y agua. Circenn comía tranquilamente escuchando a Wallace. Este le explicó todo lo que había pasado a Cryz para tranquilizarla dado que se la veía agitada.
-No iremos al frente... -dijo finalmente, soltando un suspiró. Los miro a todos y bebió un poco de aguamiel, limpiándose el bigote después con un pañuelo.- Por lo que he oído, varias caravanas de suministros han sido abordadas por saqueadores locales... de camino aquí cogí información pero no podía pararme... -Circenn asintió mientras repartía pedazos de pan a los hermanos.
-Esos desgraciados se aprovechan de la guerra para sacar unas monedas... dioses... podrían estar ayudando...-Lamentó Circenn mientras se acariciaba las trenzas de la barba leonida.
-La guerra es la mejor época para ellos, la gente esta desesperada y eso los vuelve vulnerables. Lo tienen fácil. -Explicó el brujo. El lo había hecho, desgraciadamente. En su juventud no fue mas que un mercenario, un ladrón y un asesino. Algo que le pesa como el martillo mas pesado del mundo. El pelirrojo se recostó en la silla y miró a los hermanos con preocupación.- Huir no es una opción, no quiero que nos cuelguen... así que cumpliremos con nuestro deber y salvaremos a todo aquel que lo necesite... -Proclamó decidido, cogiendo el collar el cuervo, apretándolo en su mano, El leonido asintió, satisfecho, dándole la razón.
-Y si tienen rehenes Wallace? -Preguntó el león, preocupado.
- Eso complicaría las cosas, pocos saben como manejar combates con rehenes por el medio... la cuestión es, y si son vampiros? Todo son suposiciones... -meditó el hombre mientras miraba fijamente su platos, jugueteando con un trozo de carne.- De noche, poca luz, sin saber con quienes iremos, su habilidad y sobretodo, el liderazgo del capitán....
-Me atrevo a decir que es nulo, pero quien sabe... -susurró Circenn con un tono irónico.
Wallace soltó una carcajada sincera y sirvió aguamiel para todos. Wallace se levantó entonces y rebuscó entre sus cosas, en la bolsa de viaje, para encontrar un par de collares tallados a mano, igual que el suyo. Los miró unos segundos, decidiendo que hacer. Seria la hora? Frunció el ceño y cerro los ojos. Circenn observó a su amigo, que estaba de espaldas. Sabia lo que estaba haciendo y lo importante de aquel moemento. En una de las ventanas de la forja, apoyado en una rama seca, Rasgo, el cuervo mensajero de Wallace, garzó, abriendo las alas, llamando la atención de su amo. El brujo giró el rostro para mirarlo y sonrió. Si eso no era una señal, que bajaran los dioses a castigarle si querían. Acercándose a la mesa, dejó sobre ella los collares extendidos.
- Andrés, antes te he hablado de nosotros, los Cuervos... -Miró de reojo a Circenn quien asintió, animándole.- Yo os pregunto, creis que aquello que defendemos y honramos es un camino que vosotros podríais seguir? -Solemne, los miró a los ojos.- Cryz, veo en ti y en tu hermano una fortaleza que es rara de encontrar. No veo maldad en vosotros sinó honor y paz. Me gustaría ofreceros un lugar en los Cuervos. -Con la propuesta dicha, una leve brisa, fría y ligera, entró en la forja, moviendo suavemente la melena del leonido y del brujo, quien miraba a los hermanos fijamente.
offrol: recuerda que no hay compromiso! si no quieres que formen parte no te sientas mal al rechazarlo! jeje
-Coincido contigo Andrés, en la guerra nada es justo y siempre pagan los mismos... -La miró le estrechó la mano a Cryz, presentándose.- Es una placer conocerte, tu hermano me ha hablado mucho de ti... venir todos a la forja, allí podremos hablar con mas calma... -Miró de reojo a su amigo quien asintió.
Aprovecharon la reunión para cenar todos juntos. El sol aun no había caído pero debían alimentarse bien.Un menú sencillo, pan, carne, un poco de verdura, una jarra de aguamiel y agua. Circenn comía tranquilamente escuchando a Wallace. Este le explicó todo lo que había pasado a Cryz para tranquilizarla dado que se la veía agitada.
-No iremos al frente... -dijo finalmente, soltando un suspiró. Los miro a todos y bebió un poco de aguamiel, limpiándose el bigote después con un pañuelo.- Por lo que he oído, varias caravanas de suministros han sido abordadas por saqueadores locales... de camino aquí cogí información pero no podía pararme... -Circenn asintió mientras repartía pedazos de pan a los hermanos.
-Esos desgraciados se aprovechan de la guerra para sacar unas monedas... dioses... podrían estar ayudando...-Lamentó Circenn mientras se acariciaba las trenzas de la barba leonida.
-La guerra es la mejor época para ellos, la gente esta desesperada y eso los vuelve vulnerables. Lo tienen fácil. -Explicó el brujo. El lo había hecho, desgraciadamente. En su juventud no fue mas que un mercenario, un ladrón y un asesino. Algo que le pesa como el martillo mas pesado del mundo. El pelirrojo se recostó en la silla y miró a los hermanos con preocupación.- Huir no es una opción, no quiero que nos cuelguen... así que cumpliremos con nuestro deber y salvaremos a todo aquel que lo necesite... -Proclamó decidido, cogiendo el collar el cuervo, apretándolo en su mano, El leonido asintió, satisfecho, dándole la razón.
-Y si tienen rehenes Wallace? -Preguntó el león, preocupado.
- Eso complicaría las cosas, pocos saben como manejar combates con rehenes por el medio... la cuestión es, y si son vampiros? Todo son suposiciones... -meditó el hombre mientras miraba fijamente su platos, jugueteando con un trozo de carne.- De noche, poca luz, sin saber con quienes iremos, su habilidad y sobretodo, el liderazgo del capitán....
-Me atrevo a decir que es nulo, pero quien sabe... -susurró Circenn con un tono irónico.
Wallace soltó una carcajada sincera y sirvió aguamiel para todos. Wallace se levantó entonces y rebuscó entre sus cosas, en la bolsa de viaje, para encontrar un par de collares tallados a mano, igual que el suyo. Los miró unos segundos, decidiendo que hacer. Seria la hora? Frunció el ceño y cerro los ojos. Circenn observó a su amigo, que estaba de espaldas. Sabia lo que estaba haciendo y lo importante de aquel moemento. En una de las ventanas de la forja, apoyado en una rama seca, Rasgo, el cuervo mensajero de Wallace, garzó, abriendo las alas, llamando la atención de su amo. El brujo giró el rostro para mirarlo y sonrió. Si eso no era una señal, que bajaran los dioses a castigarle si querían. Acercándose a la mesa, dejó sobre ella los collares extendidos.
- Andrés, antes te he hablado de nosotros, los Cuervos... -Miró de reojo a Circenn quien asintió, animándole.- Yo os pregunto, creis que aquello que defendemos y honramos es un camino que vosotros podríais seguir? -Solemne, los miró a los ojos.- Cryz, veo en ti y en tu hermano una fortaleza que es rara de encontrar. No veo maldad en vosotros sinó honor y paz. Me gustaría ofreceros un lugar en los Cuervos. -Con la propuesta dicha, una leve brisa, fría y ligera, entró en la forja, moviendo suavemente la melena del leonido y del brujo, quien miraba a los hermanos fijamente.
offrol: recuerda que no hay compromiso! si no quieres que formen parte no te sientas mal al rechazarlo! jeje
Wallace Mcgregor
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Re: La Guerra...La Guerra nunca cambia - [Interpretativo-Libre]
Cuando el pelirrojo se acerco a mi para saludar sonrei mientras me limpiaba los ojos con la manga de mi camisa.
- El gusto es mío señor Wallace, el señor Cirsenn me dijo que usted eligió a mi hermano como aprendiz, espero que si este portando bien - dije con una sonrisa.
Cuando nos invito a la forja, tanto Andrés como yo, asentimos, alli estaríamos mejor, mejor que estar en mitad del campamento, Trhizten se puso en mi hombro mientras caminábamos hacia la forja los cuatro.
¿Cuanta es la probabilidad de que se pueda tener una cena tan agradable horas antes de ir a una locura como a la que iríamos? Pero era cierto, hace mucho que no tenía una cena tan tranquila y cómoda. Andrés y yo estábamos sentados en frente del otro duo, me sentía cómoda. Como en familia. Una familia extraña.
Cuando tuvimos la comida en frente hice una pequeña oración agradeciendo la compañía que teníamos y la comida, hace mucho que no hacia una, se sentía bien.
Andres comenzó a comer, yo igual, aunque la mirada penetrante del águila en mi nuca no me dejaba de incomodar, asi que corte la carne en pedazos para luego dárselos al ave.
Mientras escuchaba con atención todo lo que Wallace decía sobre mi hermano, no podía evitar sonreír y mirar a mi hermano, hace tiempo que no lo veía tan cómodo.
- Valla, nunca pensé que mi hermano llegara a estar tan agradable en una forja. Me huele a que terminaras siendo un gran herrero - dije con una sonrisa mientras comía un poco de pan.
- De granjero a Herrero - dijo mi hermano con media sonrisa mientras comía.
Pero las sonrisas y las risas se esfumaron cuando el pelirrojo menciono el tema desagradable.
- ¿Como esta tan seguro de eso? - dijo Andres despues de tragar lo que tenia en la boca.
- ... Ha veces me pregunto ¿Por que lo hacen? ¿Acaso si le hicieran eso a ellos y asi familia se sentirían bien? - dije mientras bebía algo de agua.
Termine de darle los trozos de carne a Trhizten, solo suspire, con la idea de tener que ir a la busca de esas caravanas, me tenia algo asustada, pero trataba de no demostrarlo, no quería que me considerarán llorona.
- Nadie huira, no quiero que nos persigan solo por negarnos a eso. - dijo Andres mientras me miraba a mi.
Me empezaba a sentir algo incomoda con ese tema, sobre todo cuando mencionaron a los rehenes y vampiros, me puse totalmente tensa.
- Como nos podríamos enfrentar a vampiros... Y-yo no se pelear... No quiero terminar estorbando... - dije muy nerviosa esta vez.
- Cryz, calmate, al llegar alli, sabremos mucho mejor lo que haremos y lo sabremos resolver esto - dijo mientras me sobaba la espalda.
Suspire mientras dejaba mi cabeza apoyada en la mesa, mi hermano alboroto mi cabello para subirme el animo pero me quede alli, mientras escuchaba las rizas de los dos mayores y levante la vista.
- ... Creo que no entiendo su sentido del humor - dije mientras veía como el pelirrojo se reía a todo pulmón.
Enserio como todo eso les podía dar risa, y por cosas asi es que me daba cuenta de la falta de experiencia de vida que tenia... Por eso nunca entendía a los adultos.
Me enderece y mire el baso donde me habia servido el aguamiel, yo la mire con curiosidad y le di un trago... Pero termine arrepintiéndome cuando el liquido bajo mi garganta. No pude contener una mueco por el extraño sabor que tenia. Asi que rápidamente bebi mucha agua para pasar el mal sabor de boca.
Mi hermano se hecho a reír ante mi reacción hacia el aguamiel, asta podía ver como los ojos de Trhizten brillaban... Ave condenada que disfrutaba de mi sufrimiento.
- Ya no es gracioso - dije con un puchero.
- Si lo fue, tu cara fue graciosa - dijo mi hermano calmando su risa.
Estuve a punto de decirle sus cosas, pero el señor Wallace volvió, con unas cosas en las manos, yo alce una deja con curiosidad.
Unos collares... Con unos cuervos de dije, eran muy lindos, mi hermano los miro con asombro, supuse que sabia lo que significaban, yo tome uno y mire con mas cuidado al cuervo.
- ¿Considera que somos dignos de unirnos a ustedes? - dijo mi hermano mientras tomaba el collar para verlo mejor.
- ¿Quienes son los cuervos? - pregunte con intriga.
- Un grupo de personas, un clan, que se encarga de defender el bien mayor, el bien para todos, dan su vida por las cosas buenas y justas - dijo mi hermano sin dejar de ver el collar.
Era la primera vez que lo veía tan emocionado, tan, feliz. Los cuervos parecían ser personas que compartían un pensamiento parecido al que tenía, al que mi hermano tenía.
- Ayudar a quien lo necesite, sin importar su posición - dije con seriedad. - Pueden contar conmigo, quiero ayudar a los demás, defender lo bueno y lo justo - dije con una sonrisa.
- Conmigo pueden contar también - dijo mi hermano con una sonrisa que nunca habia visto.
Nosotros, simples campecinos que no teníamos donde caer muertos... Poder aceptar un lugar entre personas que compartían una idea similar, que querían cambiar el mundo o tratar de mejorarlo. Era asombroso y halagador. Ser parte de algo grande ¿Como decir que no?
- El gusto es mío señor Wallace, el señor Cirsenn me dijo que usted eligió a mi hermano como aprendiz, espero que si este portando bien - dije con una sonrisa.
Cuando nos invito a la forja, tanto Andrés como yo, asentimos, alli estaríamos mejor, mejor que estar en mitad del campamento, Trhizten se puso en mi hombro mientras caminábamos hacia la forja los cuatro.
¿Cuanta es la probabilidad de que se pueda tener una cena tan agradable horas antes de ir a una locura como a la que iríamos? Pero era cierto, hace mucho que no tenía una cena tan tranquila y cómoda. Andrés y yo estábamos sentados en frente del otro duo, me sentía cómoda. Como en familia. Una familia extraña.
Cuando tuvimos la comida en frente hice una pequeña oración agradeciendo la compañía que teníamos y la comida, hace mucho que no hacia una, se sentía bien.
Andres comenzó a comer, yo igual, aunque la mirada penetrante del águila en mi nuca no me dejaba de incomodar, asi que corte la carne en pedazos para luego dárselos al ave.
Mientras escuchaba con atención todo lo que Wallace decía sobre mi hermano, no podía evitar sonreír y mirar a mi hermano, hace tiempo que no lo veía tan cómodo.
- Valla, nunca pensé que mi hermano llegara a estar tan agradable en una forja. Me huele a que terminaras siendo un gran herrero - dije con una sonrisa mientras comía un poco de pan.
- De granjero a Herrero - dijo mi hermano con media sonrisa mientras comía.
Pero las sonrisas y las risas se esfumaron cuando el pelirrojo menciono el tema desagradable.
- ¿Como esta tan seguro de eso? - dijo Andres despues de tragar lo que tenia en la boca.
- ... Ha veces me pregunto ¿Por que lo hacen? ¿Acaso si le hicieran eso a ellos y asi familia se sentirían bien? - dije mientras bebía algo de agua.
Termine de darle los trozos de carne a Trhizten, solo suspire, con la idea de tener que ir a la busca de esas caravanas, me tenia algo asustada, pero trataba de no demostrarlo, no quería que me considerarán llorona.
- Nadie huira, no quiero que nos persigan solo por negarnos a eso. - dijo Andres mientras me miraba a mi.
Me empezaba a sentir algo incomoda con ese tema, sobre todo cuando mencionaron a los rehenes y vampiros, me puse totalmente tensa.
- Como nos podríamos enfrentar a vampiros... Y-yo no se pelear... No quiero terminar estorbando... - dije muy nerviosa esta vez.
- Cryz, calmate, al llegar alli, sabremos mucho mejor lo que haremos y lo sabremos resolver esto - dijo mientras me sobaba la espalda.
Suspire mientras dejaba mi cabeza apoyada en la mesa, mi hermano alboroto mi cabello para subirme el animo pero me quede alli, mientras escuchaba las rizas de los dos mayores y levante la vista.
- ... Creo que no entiendo su sentido del humor - dije mientras veía como el pelirrojo se reía a todo pulmón.
Enserio como todo eso les podía dar risa, y por cosas asi es que me daba cuenta de la falta de experiencia de vida que tenia... Por eso nunca entendía a los adultos.
Me enderece y mire el baso donde me habia servido el aguamiel, yo la mire con curiosidad y le di un trago... Pero termine arrepintiéndome cuando el liquido bajo mi garganta. No pude contener una mueco por el extraño sabor que tenia. Asi que rápidamente bebi mucha agua para pasar el mal sabor de boca.
Mi hermano se hecho a reír ante mi reacción hacia el aguamiel, asta podía ver como los ojos de Trhizten brillaban... Ave condenada que disfrutaba de mi sufrimiento.
- Ya no es gracioso - dije con un puchero.
- Si lo fue, tu cara fue graciosa - dijo mi hermano calmando su risa.
Estuve a punto de decirle sus cosas, pero el señor Wallace volvió, con unas cosas en las manos, yo alce una deja con curiosidad.
Unos collares... Con unos cuervos de dije, eran muy lindos, mi hermano los miro con asombro, supuse que sabia lo que significaban, yo tome uno y mire con mas cuidado al cuervo.
- ¿Considera que somos dignos de unirnos a ustedes? - dijo mi hermano mientras tomaba el collar para verlo mejor.
- ¿Quienes son los cuervos? - pregunte con intriga.
- Un grupo de personas, un clan, que se encarga de defender el bien mayor, el bien para todos, dan su vida por las cosas buenas y justas - dijo mi hermano sin dejar de ver el collar.
Era la primera vez que lo veía tan emocionado, tan, feliz. Los cuervos parecían ser personas que compartían un pensamiento parecido al que tenía, al que mi hermano tenía.
- Ayudar a quien lo necesite, sin importar su posición - dije con seriedad. - Pueden contar conmigo, quiero ayudar a los demás, defender lo bueno y lo justo - dije con una sonrisa.
- Conmigo pueden contar también - dijo mi hermano con una sonrisa que nunca habia visto.
Nosotros, simples campecinos que no teníamos donde caer muertos... Poder aceptar un lugar entre personas que compartían una idea similar, que querían cambiar el mundo o tratar de mejorarlo. Era asombroso y halagador. Ser parte de algo grande ¿Como decir que no?
Cryz
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Re: La Guerra...La Guerra nunca cambia - [Interpretativo-Libre]
La respuesta de los hermanos le toco muy hondo al brujo. Se acomodo en la silla como si una fuerza misteriosa lo hubiera empujado levemente y cerrando los ojos unos segundos pensó en todo lo que había pasado desde aquel instante. La primera vez que vio el bastión, la primera vez que se puso el collar... Todos aquellos momentos eran importantes para el, y ese instante con los hermanos, se volvió parte de sus memoria.
-Algún día, tu también recitaras el juramente junto con tus nuevos hermanos.
-Espero ese día con ansia Bjorn, pero también con cierto miedo.
-Por supuesto, me decepcionaría si no sintieras miedo por ello. Cuando encuentras ha personas que comparten tus ideales el vinculo sera fuerte. Seréis familia al fin y al cabo.
-Eso espero... gracias Bjorn.
-No me las des joven Wallace, un cuervo ayuda a otro.
Abrió los ojos en una mirada firme, poderosa. Con el cuervo de plata en la mano izquierda, se levantó, espalda recta. Circenn hizo lo mismo, indicando con la mano a los hermanos que se levantasen. El brujo alzó la mano derecha, con el puño cerrado, cogió una buena brazada de aire y con voz calmada y firme habló.
-Hoy es un día importante para nosotros. Los vientos del norte y el sur nos han bendecido con la presencia de Cryz y Andrés. Que los vientos del Este y el Oeste guíen vuestras alas. Que la luz del sol cuide vuestra alma. Que la fría noche proteja vuestros pasos. -Mientras recitaba las palabras, Circenn cogió los collares y se lo puso al Cryz con una gran sonrisa.- Aquí y ahora yo, Wallace McGregor, Cuervo de Plata, os doy la bienvenida al Nido. -El brujo les dedicó una reverencia y una mirada de orgullo a cada uno. Circenn le puso el collar a Andrés asintiendo con la cabeza leonida y se puso al lado de Wallace, sacando un pequeño libro de tapa de cuero. Parecía antiguo y olía a hierbas.- Cuando quieras Circenn... -El hombre bestia asintió, aclaró su garganta y recitó el juramento.
- Defender al Debil. Guiar al Fuerte. Atormentar a la Oscuridad. -Su voz resonó en la forja, como si de un hechizo de tratase. El cuervo garzó y desplegó las alas alzando el vuelo.- Aquí y ahora, somos familia. Vuestra copa estará siempre llena y vuestro hogar siempre cálido. Vuestra alegría sera la nuestra y vuestro dolor, compartido. Allí donde vuestra espada caiga, la nuestra se alzara en vuestro nombre. -Terminó cerrando el libro de un suave golpe y dejó escapar un suspiro, aliviado. Wallace sonreia con orgullo, cogió la jarra de aguamiel y la alzó, alegre, feliz.
-Por vosotros, Cryz, Andrés. -Puso su fuerte mano en el hombro de ella y la miró a los ojos.- Gracias, espero ser el líder que necesitáis... contar con mi espada, siempre.
El hombre bestia asintió ante aquellas palabras y miró a través de la cortina que cubría parte de la forja. Era casi la hora de ir al encuentro. Wallace brindó con los hermanos y bebió un largo trago para después dejar la jarra en la mesa.
- Creí que jamas llegaría este día! Ahora sois Polluelos, tenéis mucho que aprender pero espero que tanto Circenn como yo podamos enseñaros todo lo que necesitáis. Lo que pase esta noche será toda una prueba, no dudéis ni tengáis miedo. -Les dijo, sentándose de nuevo, tranquilo, relajado.- Como Cuervos, estamos aquí para ayudar así que si notáis que os invade el terror o las dudas, decirlo, estamos juntos en esto. -Afirmó él, mientras jugueteaba con el collar. El brujo observó a su amigo que miraba por la cortina y asintió, decidido.-... Bien, vayámonos, es la hora. -Mientras salían de la forja, el hombre paró con la mano a Cryz. Observó que no tenia armas aparte de una bonita daga en el cinto.- Necesitas un arma, sabes usar una lanza o el arco? No tengas miedo si no sabes, yo te enseñaré.
Mas lejos de la forja, en el borde del campamento, una gran fogata se alzaba con varios soldados a su alrededor, esperando. El capitán estaba mirando a cada uno, viendo como llegaban todos los "voluntarios". Seria una larga noche.
-Algún día, tu también recitaras el juramente junto con tus nuevos hermanos.
-Espero ese día con ansia Bjorn, pero también con cierto miedo.
-Por supuesto, me decepcionaría si no sintieras miedo por ello. Cuando encuentras ha personas que comparten tus ideales el vinculo sera fuerte. Seréis familia al fin y al cabo.
-Eso espero... gracias Bjorn.
-No me las des joven Wallace, un cuervo ayuda a otro.
Abrió los ojos en una mirada firme, poderosa. Con el cuervo de plata en la mano izquierda, se levantó, espalda recta. Circenn hizo lo mismo, indicando con la mano a los hermanos que se levantasen. El brujo alzó la mano derecha, con el puño cerrado, cogió una buena brazada de aire y con voz calmada y firme habló.
-Hoy es un día importante para nosotros. Los vientos del norte y el sur nos han bendecido con la presencia de Cryz y Andrés. Que los vientos del Este y el Oeste guíen vuestras alas. Que la luz del sol cuide vuestra alma. Que la fría noche proteja vuestros pasos. -Mientras recitaba las palabras, Circenn cogió los collares y se lo puso al Cryz con una gran sonrisa.- Aquí y ahora yo, Wallace McGregor, Cuervo de Plata, os doy la bienvenida al Nido. -El brujo les dedicó una reverencia y una mirada de orgullo a cada uno. Circenn le puso el collar a Andrés asintiendo con la cabeza leonida y se puso al lado de Wallace, sacando un pequeño libro de tapa de cuero. Parecía antiguo y olía a hierbas.- Cuando quieras Circenn... -El hombre bestia asintió, aclaró su garganta y recitó el juramento.
- Defender al Debil. Guiar al Fuerte. Atormentar a la Oscuridad. -Su voz resonó en la forja, como si de un hechizo de tratase. El cuervo garzó y desplegó las alas alzando el vuelo.- Aquí y ahora, somos familia. Vuestra copa estará siempre llena y vuestro hogar siempre cálido. Vuestra alegría sera la nuestra y vuestro dolor, compartido. Allí donde vuestra espada caiga, la nuestra se alzara en vuestro nombre. -Terminó cerrando el libro de un suave golpe y dejó escapar un suspiro, aliviado. Wallace sonreia con orgullo, cogió la jarra de aguamiel y la alzó, alegre, feliz.
-Por vosotros, Cryz, Andrés. -Puso su fuerte mano en el hombro de ella y la miró a los ojos.- Gracias, espero ser el líder que necesitáis... contar con mi espada, siempre.
El hombre bestia asintió ante aquellas palabras y miró a través de la cortina que cubría parte de la forja. Era casi la hora de ir al encuentro. Wallace brindó con los hermanos y bebió un largo trago para después dejar la jarra en la mesa.
- Creí que jamas llegaría este día! Ahora sois Polluelos, tenéis mucho que aprender pero espero que tanto Circenn como yo podamos enseñaros todo lo que necesitáis. Lo que pase esta noche será toda una prueba, no dudéis ni tengáis miedo. -Les dijo, sentándose de nuevo, tranquilo, relajado.- Como Cuervos, estamos aquí para ayudar así que si notáis que os invade el terror o las dudas, decirlo, estamos juntos en esto. -Afirmó él, mientras jugueteaba con el collar. El brujo observó a su amigo que miraba por la cortina y asintió, decidido.-... Bien, vayámonos, es la hora. -Mientras salían de la forja, el hombre paró con la mano a Cryz. Observó que no tenia armas aparte de una bonita daga en el cinto.- Necesitas un arma, sabes usar una lanza o el arco? No tengas miedo si no sabes, yo te enseñaré.
Mas lejos de la forja, en el borde del campamento, una gran fogata se alzaba con varios soldados a su alrededor, esperando. El capitán estaba mirando a cada uno, viendo como llegaban todos los "voluntarios". Seria una larga noche.
offrol: Entrego dos collares de los Cuervos de Plata a Cryz y a su acompañante Andrés. Son de calidad pobre dado que no tienen encantamiento ni nada. Dicho esto, añado a Cryz y acompañante en el clan
Wallace Mcgregor
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Re: La Guerra...La Guerra nunca cambia - [Interpretativo-Libre]
No podía dejar de ver el collar, sentía corriente en mis piernas o era un hormigueo, solo se que sentí emoción y algo de miedo y curiosidad, por las cosas que vendrían en adelante. Levante la mirada del collar y vi al señor Wallace sentado con los ojos cerrados, como si meditara algo. Supuse que también se habia emocionado con la respuesta. Pero solo fue un momento ya que rápidamente se levanto con firmeza y seriedad, el señor Cirsenn hizo lo mismo, mi hermano y yo los imitamos.
El peligro comenzó a recitar un discursó, uno que parecía ya haber estado preparado desde hace mucho para este momento, sin darme cuenta sonreía al igual que Andrés. Sentí un cosquilleo cuando el felino me puso el collar, yo le devolví la sonrisa para luego devolver la reverencia hacia el brujo. Andrés asintió con respeto al felino cuando este le puso el collar y devolvió igual la reverencia para el pelirrojo.
Aquel ere un momento especial, ahora el felino recitaba también unas palabras, cuando termino todos brindamos por lo sucedido, yo segui bebiendo agua ya que el otro liquido seguía teniendo un sabor extraño para mi. Aun no podía entender como a los hombres le gustaba beber esa cosa.
- Nosotros esperamos dar lo suficiente para no defraudarlos - dijo mi hermano. Volviendo a sentarse en la silla.
- No lo dudéis, ante cualquier duda, cuente por hecho que siempre tomaremos sus consejos - dije con una sonrisa.
Todo lo que habia pasado me habia hecho olvidar el desastre de afuera, me habia hecho olvidar lo que íbamos a hacer, mire hacia afuera de la tienda. Suspire, seguía un poco insegura de lo que podía pasar, pero ahora me sentía mas segura. Me levante junto a mi hermano y los dos veteranos, pero me detuve cuando sentí la mano del herrero en mi hombro.
Escuche lo que el brujo me decía, yo tome aire antes de responder - Nunca en mi vida llegue a tomar un arco y una lanza, ni siquiera se bien como se utilizan - dije medio apenada. - ¿Cree que le de tiempo de explicarme como se utiliza una lanza? - dije con curiosidad.
Mire hacia el campamento y podía ver el brillo de la fogata que se encontraba mas lejos, supuse seria el punto de reunión a donde tendríamos que ir, yo suspire y tome aire para luego asentir al brujo.
Decidí tomar una lanza, seria mas rapido que con un arco, suponía yo, luego de unas explicaciones y consejos básicos y necesarios por parte del brujo pude entender un poco mejor como funcionaban las lanzas, aunque seguía algo dudosa, una de esas cosas era casi de mi tamaño y temía que seme pudiera caer mientras la utilizaba.
- Le sere sincera, tengo miedo de esto, jamas lo habia hecho antes... No se que debo hacer en un lugar como al que vamos - dije apretando la espiga de madera oscura que formaba la lanza.
Salí junto al pelirrojo de la forja y seguir hasta el lugar de la fogata junto al resto de "voluntarios", Andres y yo íbamos detrás de los veteranos, todos se veían nerviosos, bueno todos los que nunca habían tenido participación en combate, en cambio habia otros hombres que se veían tranquilos, mas de lo necesario... Supuse que tenían que ser soldados o mercenarios, acostumbrados a estas cosas.
Me senté en un tranco que estaba en el suelo, Andrés se sentó a mi lado y me alboroto el cabello.
- No te dejare sola, asi que calmate, todo estará bien - dijo tratando de animarme.
Yo simplemente asentí, de repente los murmullos que se oían alrededor de la fogata se acallaron, fue cuando un hombre en armadura pulida y bien armado se acerco al resto acompañado por dos soldados de la guardia.
- Me alegra ver a tantos voluntarios para esta misión, como algunos podrán saber, nos an estado atacando, nuestros recursos estan acabando y los que nos an mandado para restablecernos an sido robados, no puedo prescindir de los soldados ya que estos tiene cosas mas importantes por las cuales preocuparse - dijo en un tono serio.
La gran mayoría le prestaba atención otros ni siquiera se preocupaban en mirarle, algunos hasta se reían de las cosas que decían yo prefería quedarme a lo ultimo y solo escuchar.
- Asi que ustedes se encargaran de Ubicar, neutralizar a los causantes y traer nuevamente los recursos al campamento, solo quedan en los almacenes suficientes para un par de dias... Asi que solo tienen menos de dos dias para volver con ellos... - hizo una pequeña pausa - No se tarden, esto es de vida o muerte, así que, no importa que, traigan esos recursos de vuelta - con eso concluyó.
Este hombre se fue pero los guardias quedaron allí, estos comenzaron a indicar lo que seria y que partirían de inmediato. Todos comenzaron a caminar. Yo me levante algo nerviosa.
- ¿A que se refería con "no importa que"? - dije esperando que la respuesta no era la que yo entendí.
El peligro comenzó a recitar un discursó, uno que parecía ya haber estado preparado desde hace mucho para este momento, sin darme cuenta sonreía al igual que Andrés. Sentí un cosquilleo cuando el felino me puso el collar, yo le devolví la sonrisa para luego devolver la reverencia hacia el brujo. Andrés asintió con respeto al felino cuando este le puso el collar y devolvió igual la reverencia para el pelirrojo.
Aquel ere un momento especial, ahora el felino recitaba también unas palabras, cuando termino todos brindamos por lo sucedido, yo segui bebiendo agua ya que el otro liquido seguía teniendo un sabor extraño para mi. Aun no podía entender como a los hombres le gustaba beber esa cosa.
- Nosotros esperamos dar lo suficiente para no defraudarlos - dijo mi hermano. Volviendo a sentarse en la silla.
- No lo dudéis, ante cualquier duda, cuente por hecho que siempre tomaremos sus consejos - dije con una sonrisa.
Todo lo que habia pasado me habia hecho olvidar el desastre de afuera, me habia hecho olvidar lo que íbamos a hacer, mire hacia afuera de la tienda. Suspire, seguía un poco insegura de lo que podía pasar, pero ahora me sentía mas segura. Me levante junto a mi hermano y los dos veteranos, pero me detuve cuando sentí la mano del herrero en mi hombro.
Escuche lo que el brujo me decía, yo tome aire antes de responder - Nunca en mi vida llegue a tomar un arco y una lanza, ni siquiera se bien como se utilizan - dije medio apenada. - ¿Cree que le de tiempo de explicarme como se utiliza una lanza? - dije con curiosidad.
Mire hacia el campamento y podía ver el brillo de la fogata que se encontraba mas lejos, supuse seria el punto de reunión a donde tendríamos que ir, yo suspire y tome aire para luego asentir al brujo.
Decidí tomar una lanza, seria mas rapido que con un arco, suponía yo, luego de unas explicaciones y consejos básicos y necesarios por parte del brujo pude entender un poco mejor como funcionaban las lanzas, aunque seguía algo dudosa, una de esas cosas era casi de mi tamaño y temía que seme pudiera caer mientras la utilizaba.
- Le sere sincera, tengo miedo de esto, jamas lo habia hecho antes... No se que debo hacer en un lugar como al que vamos - dije apretando la espiga de madera oscura que formaba la lanza.
Salí junto al pelirrojo de la forja y seguir hasta el lugar de la fogata junto al resto de "voluntarios", Andres y yo íbamos detrás de los veteranos, todos se veían nerviosos, bueno todos los que nunca habían tenido participación en combate, en cambio habia otros hombres que se veían tranquilos, mas de lo necesario... Supuse que tenían que ser soldados o mercenarios, acostumbrados a estas cosas.
Me senté en un tranco que estaba en el suelo, Andrés se sentó a mi lado y me alboroto el cabello.
- No te dejare sola, asi que calmate, todo estará bien - dijo tratando de animarme.
Yo simplemente asentí, de repente los murmullos que se oían alrededor de la fogata se acallaron, fue cuando un hombre en armadura pulida y bien armado se acerco al resto acompañado por dos soldados de la guardia.
- Me alegra ver a tantos voluntarios para esta misión, como algunos podrán saber, nos an estado atacando, nuestros recursos estan acabando y los que nos an mandado para restablecernos an sido robados, no puedo prescindir de los soldados ya que estos tiene cosas mas importantes por las cuales preocuparse - dijo en un tono serio.
La gran mayoría le prestaba atención otros ni siquiera se preocupaban en mirarle, algunos hasta se reían de las cosas que decían yo prefería quedarme a lo ultimo y solo escuchar.
- Asi que ustedes se encargaran de Ubicar, neutralizar a los causantes y traer nuevamente los recursos al campamento, solo quedan en los almacenes suficientes para un par de dias... Asi que solo tienen menos de dos dias para volver con ellos... - hizo una pequeña pausa - No se tarden, esto es de vida o muerte, así que, no importa que, traigan esos recursos de vuelta - con eso concluyó.
Este hombre se fue pero los guardias quedaron allí, estos comenzaron a indicar lo que seria y que partirían de inmediato. Todos comenzaron a caminar. Yo me levante algo nerviosa.
- ¿A que se refería con "no importa que"? - dije esperando que la respuesta no era la que yo entendí.
Cryz
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Re: La Guerra...La Guerra nunca cambia - [Interpretativo-Libre]
El brujo escuchó atentamente al capitán mientras intercambiaba miradas con Circenn. Toda la misión olía mal, muy mal. Sobretodo cuando el mismo capitán no caminó con ellos. Les habían dicho donde era y que debían hacer pero no habría nadie a la cabeza? Wallace negó soltando un suspiró. Se acercó a Cryz viendo que claramente tenia los nervios a flor de piel. Pasó el brazo por detrás de su espalda y la acercó a él, como si su padre se tratase. Rabia escuchado la pregunta de ella, cosa que también le preocupaba. Estaba claro que al capitán le importaba una mierda la vida de aquellos que acababa de condenar.
-No te preocupes... estaremos los cuatro juntos... -le susurró, intentando calmar a la muchacha. Observó a su hermano quien le dedicaba una mirada de agradecimiento. Separándose un poco de ella miró su lanza.- Recuerda, la lanza no es solo mortal en la punta, usa todo el palo para defenderte, haz movimientos grandes y largo y cuando puedas acometer una estocada, hazlo. -El brujo simulo una estocada en el aire.- Busca siempre los ojos y la garganta, eso confundirá al enemigo... -Miró al frente, viendo como los soldados marchaban con ellos en dirección al bosque. Era una locura meterse allí de noche.- Solo espero que no debas usar lo que te he enseñado... -Susurró, mirándola de reojo, deseándolo de verdad. Se ajustó los cintos y el arma de la espalda y avanzo un poco, a primera linea. Allí marchaba un hombre alto como él, rubio, de aspecto turbio, agotado. Este lo miró de reojo y lo saludo con un educado movimiento de cabeza.
-Rorry, infantería de la 3a compañia... -Dijo el hombre, respirando por la boca. Wallace asintió. Hombre de pocas palabras pero directas.- Esto es una locura eh? En medio de la noche, en busca de suministros robados... sin capitán... -El hombre escupió al suelo. Wallace le dio la razón con un gruñido y miró hacia atrás. Circenn hablaba con los hermanos, algunos novatos se acercaron a él también. La presencia del leonido parecía tranquilizar a los jóvenes que habían sido obligados a servir.
-Yo me encargo de dirigir a los novatos... -Le dijo con voz firme. Rorry le dedicó una mirada confundida, con las cejas alzadas. Dejó escapar una risa socarrona y negó con la cabeza.
-No seré yo quien te lo niegue, esos pobres diablos se están cagando encima a cada segundo que pasa... -El hombre se fijó en el collar del cuervo. Lo había visto antes.-... Supongo que ya debes de estar acostumbrado a dar ordenes huh? -Wallace lo miró con una expresión divertida y asintió con una gran sonrisa en la boca.
-Wallace por cierto... líder de los Cuervos de Plata...-Rorry asintió apretando los labios, interesado en esas palabras. Si ese tal Wallace era un líder, sabría como llevar esas situaciones. El solo era un soldado mas, jamas había tenido que dar ordenes. El viejo escuchó murmullos de los veteranos que marchaban detrás de ellos.
-Cuervos de plata?....
-Ah, yo he visto hombres con ese collar, estaban en la zona de las torres, ayudando a repararlas...
-Yo vi a uno mayor darle una buena paliza a un ladrón...
Wallace también lo estaba escuchando. Parecía ser que sus hombres estaban cumpliendo con su deber. Puso una mano en el hombro de Rorry y ese asintió, aumentando la marcha. el brujo volvió atrás con los suyos. Circenn estaba totalmente rodeado de todos los jóvenes. El pelirrojo contó 30 hombres en total sin contarles a ellos. 25 de ellos veteranos los otros 5, muchachos. Eran casi un escuadrón. Circenn observó como su amigo retornaba del frente y lo miró fijamente.
-Tienes un plan verdad?... -Le preguntó bajo la atenta mirada de los allí presentes. Wallace asintió provocando una sonrisa en el rostro del leonido. El brujo emitió un silbido flojo pero que llego a oídos de todos. El pelotón paro lentamente, todos los ojos se clavaron en él. respiró lentamente y sonrió al comprobar que tenia la atención de todo el grupo. Hacia frío, algunos temblaban. Rorry se puso al frente, con los veteranos. los miró a todos y apoyo la mano en el cinto.
-Me llamo Wallace McGregor, lider de los Cuervos de Plata. Al igual que vosotros me han encomendado recuperar esos supuestos cargamentos... -Se escucharon quejas, susurros.- Mis propias fuentes de información dicen que puede que hayan rehenes... Desconozco la razón del por que no se nos ha informado de eso pero es mi deber proteger las vidas de todos. -Algunos hombres lo miraban con interés, asintiendo. otros se reían, negando, escupiendo en el suelo.- No soy vuestro líder menos vuestro capitán, pero se como piensan esos saqueadores... y se como acabar con ellos... Si os parece bien nos dividiremos en dos grupos, los veteranos conmigo, seremos la linea de frente. Los jóvenes, a penas habéis puesto un pie en una batalla, iréis con Circenn, vosotros os encargareis de localizar los suministros y a los rehenes mientras nosotros somos la distracción. -El leonido asintió con la cabeza. El alivio en el rostro de los muchachos era evidente. Wallace miró a Cryz y a su hermano y les dedicó una leve y rápida sonrisa. Un hombre de pelo negro como el azabache dio un paso adelante, manos en el cinto.
-Yo no tengo por que seguir tus ordenes! Ninguno de nosotros! -exclamó con voz ronca, mirando a aquellos que también opinaban como él. Wallace se esperaba aquello, eran previsibles. Se acercó al hombre, sin ninguna intención de hacerle daño todo y que este agarro el mango de su arma.
-Tranquilo... dime, has cazado alguna vez algún vampiro? -Preguntó, mirándole a los ojos.
-No, y usted? Lider de los Cuervos de Plata. -Respondió el otro, burlón. Wallace esbozó una media sonrisa y mostró su cuello, donde la marca de una mordedura residía. el hombre abrió los ojos, sin esperarse aquello. la cicatriz era terrible.
- Has cazado alguna vez de noche? Con este frio, sin seguro alguno de volver a casa? -Siguió preguntándole, mientras miraba a los demás.- Yo no soy vuestro rey, dioses me libren de eso. Pero quiero volver a casa, junto a mis hijos y mi mujer... -Las miradas de algunos reflejaban lo mismo.- Pero alguien debe guiaros por eso me ofrezco. Después de esto, lo único que quedara es el recuerdo de esta noche y una buena historia que contar junto a una buena jarra de aguamiel... -Miró de nuevo al hombre de pelo azabache.- Vosotros tenéis la ultima palabra... -Concluyó volviendo al lado de Rorry.
Los hombres se miraron entre ellos, dudosos, pero poco a poco se pusieron a su lado. Algunos lo miraban a los ojos, sonriendo, agradecidos y seguros. Otros posaban la mano en su hombro en señal de respeto. Solo el hombre de pelo azabache y dos mas se quedaron alejados. Wallace lo miró, sin odio, sin rencor. El hombre es libre de elegir, nadie tiene derecho a negar aquello.
-Bien, gracias a todos por escucharme. Partamos, no queda lejos...- Los hombres reanudaron la marcha, en una columna de dos en dos como si de un ejercito se tratase. Los tres restantes se quedaron quietos, mirándolos. Wallace giró el rostro y los miró. No hacían falta palabras. Iban a irse, a huir. El brujo lo entendió. Era su elección. Descolgó su odre de agua y se lo tiró al hombre de pelo azabache quien lo cogió con una expresión confusa. En la mirada de Wallace no había odio ni rencor, solo compasión por ellos. Reanudó la marcha junto al grupo y no miró atrás.
-No te preocupes... estaremos los cuatro juntos... -le susurró, intentando calmar a la muchacha. Observó a su hermano quien le dedicaba una mirada de agradecimiento. Separándose un poco de ella miró su lanza.- Recuerda, la lanza no es solo mortal en la punta, usa todo el palo para defenderte, haz movimientos grandes y largo y cuando puedas acometer una estocada, hazlo. -El brujo simulo una estocada en el aire.- Busca siempre los ojos y la garganta, eso confundirá al enemigo... -Miró al frente, viendo como los soldados marchaban con ellos en dirección al bosque. Era una locura meterse allí de noche.- Solo espero que no debas usar lo que te he enseñado... -Susurró, mirándola de reojo, deseándolo de verdad. Se ajustó los cintos y el arma de la espalda y avanzo un poco, a primera linea. Allí marchaba un hombre alto como él, rubio, de aspecto turbio, agotado. Este lo miró de reojo y lo saludo con un educado movimiento de cabeza.
-Rorry, infantería de la 3a compañia... -Dijo el hombre, respirando por la boca. Wallace asintió. Hombre de pocas palabras pero directas.- Esto es una locura eh? En medio de la noche, en busca de suministros robados... sin capitán... -El hombre escupió al suelo. Wallace le dio la razón con un gruñido y miró hacia atrás. Circenn hablaba con los hermanos, algunos novatos se acercaron a él también. La presencia del leonido parecía tranquilizar a los jóvenes que habían sido obligados a servir.
-Yo me encargo de dirigir a los novatos... -Le dijo con voz firme. Rorry le dedicó una mirada confundida, con las cejas alzadas. Dejó escapar una risa socarrona y negó con la cabeza.
-No seré yo quien te lo niegue, esos pobres diablos se están cagando encima a cada segundo que pasa... -El hombre se fijó en el collar del cuervo. Lo había visto antes.-... Supongo que ya debes de estar acostumbrado a dar ordenes huh? -Wallace lo miró con una expresión divertida y asintió con una gran sonrisa en la boca.
-Wallace por cierto... líder de los Cuervos de Plata...-Rorry asintió apretando los labios, interesado en esas palabras. Si ese tal Wallace era un líder, sabría como llevar esas situaciones. El solo era un soldado mas, jamas había tenido que dar ordenes. El viejo escuchó murmullos de los veteranos que marchaban detrás de ellos.
-Cuervos de plata?....
-Ah, yo he visto hombres con ese collar, estaban en la zona de las torres, ayudando a repararlas...
-Yo vi a uno mayor darle una buena paliza a un ladrón...
Wallace también lo estaba escuchando. Parecía ser que sus hombres estaban cumpliendo con su deber. Puso una mano en el hombro de Rorry y ese asintió, aumentando la marcha. el brujo volvió atrás con los suyos. Circenn estaba totalmente rodeado de todos los jóvenes. El pelirrojo contó 30 hombres en total sin contarles a ellos. 25 de ellos veteranos los otros 5, muchachos. Eran casi un escuadrón. Circenn observó como su amigo retornaba del frente y lo miró fijamente.
-Tienes un plan verdad?... -Le preguntó bajo la atenta mirada de los allí presentes. Wallace asintió provocando una sonrisa en el rostro del leonido. El brujo emitió un silbido flojo pero que llego a oídos de todos. El pelotón paro lentamente, todos los ojos se clavaron en él. respiró lentamente y sonrió al comprobar que tenia la atención de todo el grupo. Hacia frío, algunos temblaban. Rorry se puso al frente, con los veteranos. los miró a todos y apoyo la mano en el cinto.
-Me llamo Wallace McGregor, lider de los Cuervos de Plata. Al igual que vosotros me han encomendado recuperar esos supuestos cargamentos... -Se escucharon quejas, susurros.- Mis propias fuentes de información dicen que puede que hayan rehenes... Desconozco la razón del por que no se nos ha informado de eso pero es mi deber proteger las vidas de todos. -Algunos hombres lo miraban con interés, asintiendo. otros se reían, negando, escupiendo en el suelo.- No soy vuestro líder menos vuestro capitán, pero se como piensan esos saqueadores... y se como acabar con ellos... Si os parece bien nos dividiremos en dos grupos, los veteranos conmigo, seremos la linea de frente. Los jóvenes, a penas habéis puesto un pie en una batalla, iréis con Circenn, vosotros os encargareis de localizar los suministros y a los rehenes mientras nosotros somos la distracción. -El leonido asintió con la cabeza. El alivio en el rostro de los muchachos era evidente. Wallace miró a Cryz y a su hermano y les dedicó una leve y rápida sonrisa. Un hombre de pelo negro como el azabache dio un paso adelante, manos en el cinto.
-Yo no tengo por que seguir tus ordenes! Ninguno de nosotros! -exclamó con voz ronca, mirando a aquellos que también opinaban como él. Wallace se esperaba aquello, eran previsibles. Se acercó al hombre, sin ninguna intención de hacerle daño todo y que este agarro el mango de su arma.
-Tranquilo... dime, has cazado alguna vez algún vampiro? -Preguntó, mirándole a los ojos.
-No, y usted? Lider de los Cuervos de Plata. -Respondió el otro, burlón. Wallace esbozó una media sonrisa y mostró su cuello, donde la marca de una mordedura residía. el hombre abrió los ojos, sin esperarse aquello. la cicatriz era terrible.
- Has cazado alguna vez de noche? Con este frio, sin seguro alguno de volver a casa? -Siguió preguntándole, mientras miraba a los demás.- Yo no soy vuestro rey, dioses me libren de eso. Pero quiero volver a casa, junto a mis hijos y mi mujer... -Las miradas de algunos reflejaban lo mismo.- Pero alguien debe guiaros por eso me ofrezco. Después de esto, lo único que quedara es el recuerdo de esta noche y una buena historia que contar junto a una buena jarra de aguamiel... -Miró de nuevo al hombre de pelo azabache.- Vosotros tenéis la ultima palabra... -Concluyó volviendo al lado de Rorry.
Los hombres se miraron entre ellos, dudosos, pero poco a poco se pusieron a su lado. Algunos lo miraban a los ojos, sonriendo, agradecidos y seguros. Otros posaban la mano en su hombro en señal de respeto. Solo el hombre de pelo azabache y dos mas se quedaron alejados. Wallace lo miró, sin odio, sin rencor. El hombre es libre de elegir, nadie tiene derecho a negar aquello.
-Bien, gracias a todos por escucharme. Partamos, no queda lejos...- Los hombres reanudaron la marcha, en una columna de dos en dos como si de un ejercito se tratase. Los tres restantes se quedaron quietos, mirándolos. Wallace giró el rostro y los miró. No hacían falta palabras. Iban a irse, a huir. El brujo lo entendió. Era su elección. Descolgó su odre de agua y se lo tiró al hombre de pelo azabache quien lo cogió con una expresión confusa. En la mirada de Wallace no había odio ni rencor, solo compasión por ellos. Reanudó la marcha junto al grupo y no miró atrás.
Wallace Mcgregor
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Re: La Guerra...La Guerra nunca cambia - [Interpretativo-Libre]
La marcha iba tranquila y en calma, las filas seguían hacia una sola dirección. Adelante, se escuchaban uno que otro murmullo, sobre lo que pasaría, maldiciones hacia los capitanes cobardes y los ladrones, algunos inclusos sobre rumores sobre el señor Wallace. Andrés hablaba con el señor Circenn, yo solo trataba de mantener en mente los consejos sobre la lanza que tenia en manos, solo podría apretar el palo con fuerza. Trataba de concentrarme en una sola cosa para mantenerme tranquila, aunque todo desapareció cuando sentí una mano en mi hombro. De inmediato mi cuerpo se tenso, voltee a ver la mano y era la de mi hermano. Solté un suspiro pesado, calmándome un poco.
- Creo que no es necesario que pregunte que tienes, no eres la unica, pero ya escuchaste, nosotros solo buscaremos los recursos, no pelearemos - dijo tratando de calmarme.
Yo le sonreí para que viera que estaba mas tranquila, aunque era difícil mantenerse tranquilo, todo estaba oscuro e íbamos sin rumbo alguno o eso parecía, no era que no confiara en el liderazgo del Señor Wallace, solo tenia un mal presentimiento que aun no sabia por que lo sentía, pero seguía allí, haciéndose mas fuerte con cada paso que daba.
- No es eso, tengo un mal presentimiento, pero no se por que, apareció hace un rato - dije encogiéndome de hombros.
El trio de prófugos vio como el grupo se alejaba de ellos, era el momento de dar la señal a los demás, los tres corrieron hacia los árboles, donde unos caballos los estaban esperando, rápidamente comenzaron a galopar sacándole una gran ventaja al grupo, tenían que informarle a los demás de que el plan marchaba a la perfección.
- El jefe estará feliz cuando le digamos que su plan se esta cumpliendo a buen tiempo - dijo uno de ellos.
- Aun no se canta victoria, tengo un mal presentimiento de ese Wallace... Por alguna razon siento que no nos la pondrá nada fácil asi que concéntrense - dijo el que dirigía al trio.
- Como sea, hay que mantener ocultos esos recursos, no podemos dejar que el asedio continúe - dijo el ultimo de los tres.
Luego de unos 15 o 20 minutos llegaron a las ruinas de un antiguo fuerte que habia sucumbido frente un asedio, solo quedaban unas pocas torres en pie, pero solo una era lo suficientemente estable para ser utilizada, las demás estaban próximas a caer, tal vez con una fuerte tormenta o fuertes vientos los últimos despojo de lo que alguna vez pudo ser una fortaleza asombrosa, solo eran pilas de piedras aleatorias por el suelo. Pero servían para el pequeño campamento de bandidos.
Los tres prófugos bajaron de su caballos y caminaron hacia una de las tiendas que seguían iluminadas, entraron y encontraron a un hombre robusto, sentado en una silla de madera tallando una figura en un bloque de madera, a su alrededor, 6 rehenes amordazados, atados de espalda uno con otros, tenían los ojos vendados, solo se escuchaban sus quejidos por el dolor de espaldas causado por la mala posición en la que estaban y la mala circulación de la sangre atreves de las muñecas y tobillos por la soga.
El hombre robusto les indicó que pasaran mientras seguía tallado la figura, los tres fugitivos se miraron y entraron, uno se adelanto para hablar.
- Señor, todo va como se planeo, el grupo de rescate va hacia el campamento falso - dijo el hombre con seriedad.
- Cuantos - dijo el tallador con calma.
- 27, 22 soldados con experiencia y 5 mocosos que no saben lo que hacen - dijo este con la misma seriedad.
- ¿Que es lo que te preocupa? - dijo el hombre dejando de lado la talla y el cuchillo.
- Como usted dijo, ningún capitán de la guardia fue a dirigir, el liderazgo lo tomo Wallace Mcgregor, y este tipo no me parece nada bueno - dijo el fugitivo.
- Serch... El plan es infalible, al darse cuenta que es una trampa ya habrán perdido a la mitad de ellos y a lo que vengan aqui estarán fritos - el jefe contesto con media sonrisa.
- Lo se señor Hunter, pero igual deberíamos tener un plan de reserva ¿No cree? - dijo el hombre.
- Retírense - dijo el mas grande mientras tomaba de nuevo su talla y su cuchillo.
Los tres hombres se retiraron de la tienda para prepararse para la pelea que se daría mas tarde.
El cielo estaba oscuro, muy oscuro y triste, no habían estrellas que lo hicieran ver hermoso, esa noche la luna estaba sola en el cielo, sola y triste, yo no podía dejar de mirarla. Su brillo pasaba atreves de las hojas y ramas de los arboles, era lo único que alumbraba el camino.
Trhizten aprovechaba el clima para cazar un rato, algunas veces se desaparecía por unos minutos y aparecía con un pequeño roedor entre las garras, otras solo se adelantaba a las formaciones y nos esperaba un par de árboles mas adelante, otros momentos aprovechaba y se ponía en el hombro de Andrés, el cual solo resoplaba y miraba al ave con poca paciencia. Nunca me cansaría de decir que los dos eran mas parecidos de lo que ambos le gustaba admitir.
Yo sonreía al ver como ambos se estaban con la mirada mientras seguíamos caminando. Me adelante un poco hasta quedar alado del felino, dirigiéndole una sonrisa, ya no me sentía tan nerviosa, ya no gracias a los juegos de Andrés y Trhiz. No pude evitar picar con el dedo la gran mano del felino, la cual era capas de agarrar mi cabeza sin dificultades.
- Parece que ya se desocupo un poco de dar consejos - dije haciendo una pequeña pausa - Espero y no le moleste darme uno mas, aunque este no tenga que ver con medicinas... - volví a detener mis palabras para tragar saliva - Tengo un muy mal presentimiento, un nudo en el estomago, lo tengo desde hace media hora... ¿Cree que pueda pasar algo malo? Ademas de lo que ya todos sabes que es inevitable en este momento - dije mientras miraba al frente.
¿Cuantos volverían? ¿Quienes volverían a ver a sus padres, parejas e hijos? Sabia que solo serian pocos. Rogaba por que entre esos pocos estuviéramos nosotros, tal vez sone un demasiado egoísta pero seguro era la unica que tenia esa idea.
- ¿Usted se imaginara que entre uno de estos podría estar mi padre? - una sonría algo melancólica se asomo de mis labios. ¿Por que tocaría ese tema? ¿Algo para hablar? No lo sabría decir. - Nunca lo conocí... Y no espero hacerlo, tal vez ya este muerto, pero siempre me gusto imaginarlo. Pensar que podría ser un héroe, eso es lo que todo los niños quieren... - otra pausa. Mire el suelo para luego voltear y ver a mi hermano aun en su desafio de miradas con el ave en su hombro - Yo tuve algo mejor... Mi hermano, el es mas que eso. Se convirtió mi padre, en mi protector, en mi héroe. Maduró siendo un niño para cuidar de mi, cuando solo era una criatura que ni comer sola podía, el se volvió un adulto por mi, y ahora temo que por mi culpa pueda salir perjudicado en esto... Yo hice que viniera, yo hice que estuviera aqui. Ahora temo que... - no fui capas de decir la palabra.
Fue cuando me di cuenta que tenia ganas de llorar, apreté los ojos y me restregué la cara con la manga de mi camisa limpiando el par de lagrimas que se escaparon, volví a mirar el camino y luego mirar al felino, necesitaba una respuesta, necesitaba saber si todo eso que sentía era normal o es que me estaba volviendo loca. Sentía que la segunda opción era la mas acertada que la otra, pero el felino se veía sabio, tal vez alguna vez paso por algo parecido.
- Creo que no es necesario que pregunte que tienes, no eres la unica, pero ya escuchaste, nosotros solo buscaremos los recursos, no pelearemos - dijo tratando de calmarme.
Yo le sonreí para que viera que estaba mas tranquila, aunque era difícil mantenerse tranquilo, todo estaba oscuro e íbamos sin rumbo alguno o eso parecía, no era que no confiara en el liderazgo del Señor Wallace, solo tenia un mal presentimiento que aun no sabia por que lo sentía, pero seguía allí, haciéndose mas fuerte con cada paso que daba.
- No es eso, tengo un mal presentimiento, pero no se por que, apareció hace un rato - dije encogiéndome de hombros.
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El trio de prófugos vio como el grupo se alejaba de ellos, era el momento de dar la señal a los demás, los tres corrieron hacia los árboles, donde unos caballos los estaban esperando, rápidamente comenzaron a galopar sacándole una gran ventaja al grupo, tenían que informarle a los demás de que el plan marchaba a la perfección.
- El jefe estará feliz cuando le digamos que su plan se esta cumpliendo a buen tiempo - dijo uno de ellos.
- Aun no se canta victoria, tengo un mal presentimiento de ese Wallace... Por alguna razon siento que no nos la pondrá nada fácil asi que concéntrense - dijo el que dirigía al trio.
- Como sea, hay que mantener ocultos esos recursos, no podemos dejar que el asedio continúe - dijo el ultimo de los tres.
Luego de unos 15 o 20 minutos llegaron a las ruinas de un antiguo fuerte que habia sucumbido frente un asedio, solo quedaban unas pocas torres en pie, pero solo una era lo suficientemente estable para ser utilizada, las demás estaban próximas a caer, tal vez con una fuerte tormenta o fuertes vientos los últimos despojo de lo que alguna vez pudo ser una fortaleza asombrosa, solo eran pilas de piedras aleatorias por el suelo. Pero servían para el pequeño campamento de bandidos.
Los tres prófugos bajaron de su caballos y caminaron hacia una de las tiendas que seguían iluminadas, entraron y encontraron a un hombre robusto, sentado en una silla de madera tallando una figura en un bloque de madera, a su alrededor, 6 rehenes amordazados, atados de espalda uno con otros, tenían los ojos vendados, solo se escuchaban sus quejidos por el dolor de espaldas causado por la mala posición en la que estaban y la mala circulación de la sangre atreves de las muñecas y tobillos por la soga.
El hombre robusto les indicó que pasaran mientras seguía tallado la figura, los tres fugitivos se miraron y entraron, uno se adelanto para hablar.
- Señor, todo va como se planeo, el grupo de rescate va hacia el campamento falso - dijo el hombre con seriedad.
- Cuantos - dijo el tallador con calma.
- 27, 22 soldados con experiencia y 5 mocosos que no saben lo que hacen - dijo este con la misma seriedad.
- ¿Que es lo que te preocupa? - dijo el hombre dejando de lado la talla y el cuchillo.
- Como usted dijo, ningún capitán de la guardia fue a dirigir, el liderazgo lo tomo Wallace Mcgregor, y este tipo no me parece nada bueno - dijo el fugitivo.
- Serch... El plan es infalible, al darse cuenta que es una trampa ya habrán perdido a la mitad de ellos y a lo que vengan aqui estarán fritos - el jefe contesto con media sonrisa.
- Lo se señor Hunter, pero igual deberíamos tener un plan de reserva ¿No cree? - dijo el hombre.
- Retírense - dijo el mas grande mientras tomaba de nuevo su talla y su cuchillo.
Los tres hombres se retiraron de la tienda para prepararse para la pelea que se daría mas tarde.
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El cielo estaba oscuro, muy oscuro y triste, no habían estrellas que lo hicieran ver hermoso, esa noche la luna estaba sola en el cielo, sola y triste, yo no podía dejar de mirarla. Su brillo pasaba atreves de las hojas y ramas de los arboles, era lo único que alumbraba el camino.
Trhizten aprovechaba el clima para cazar un rato, algunas veces se desaparecía por unos minutos y aparecía con un pequeño roedor entre las garras, otras solo se adelantaba a las formaciones y nos esperaba un par de árboles mas adelante, otros momentos aprovechaba y se ponía en el hombro de Andrés, el cual solo resoplaba y miraba al ave con poca paciencia. Nunca me cansaría de decir que los dos eran mas parecidos de lo que ambos le gustaba admitir.
Yo sonreía al ver como ambos se estaban con la mirada mientras seguíamos caminando. Me adelante un poco hasta quedar alado del felino, dirigiéndole una sonrisa, ya no me sentía tan nerviosa, ya no gracias a los juegos de Andrés y Trhiz. No pude evitar picar con el dedo la gran mano del felino, la cual era capas de agarrar mi cabeza sin dificultades.
- Parece que ya se desocupo un poco de dar consejos - dije haciendo una pequeña pausa - Espero y no le moleste darme uno mas, aunque este no tenga que ver con medicinas... - volví a detener mis palabras para tragar saliva - Tengo un muy mal presentimiento, un nudo en el estomago, lo tengo desde hace media hora... ¿Cree que pueda pasar algo malo? Ademas de lo que ya todos sabes que es inevitable en este momento - dije mientras miraba al frente.
¿Cuantos volverían? ¿Quienes volverían a ver a sus padres, parejas e hijos? Sabia que solo serian pocos. Rogaba por que entre esos pocos estuviéramos nosotros, tal vez sone un demasiado egoísta pero seguro era la unica que tenia esa idea.
- ¿Usted se imaginara que entre uno de estos podría estar mi padre? - una sonría algo melancólica se asomo de mis labios. ¿Por que tocaría ese tema? ¿Algo para hablar? No lo sabría decir. - Nunca lo conocí... Y no espero hacerlo, tal vez ya este muerto, pero siempre me gusto imaginarlo. Pensar que podría ser un héroe, eso es lo que todo los niños quieren... - otra pausa. Mire el suelo para luego voltear y ver a mi hermano aun en su desafio de miradas con el ave en su hombro - Yo tuve algo mejor... Mi hermano, el es mas que eso. Se convirtió mi padre, en mi protector, en mi héroe. Maduró siendo un niño para cuidar de mi, cuando solo era una criatura que ni comer sola podía, el se volvió un adulto por mi, y ahora temo que por mi culpa pueda salir perjudicado en esto... Yo hice que viniera, yo hice que estuviera aqui. Ahora temo que... - no fui capas de decir la palabra.
Fue cuando me di cuenta que tenia ganas de llorar, apreté los ojos y me restregué la cara con la manga de mi camisa limpiando el par de lagrimas que se escaparon, volví a mirar el camino y luego mirar al felino, necesitaba una respuesta, necesitaba saber si todo eso que sentía era normal o es que me estaba volviendo loca. Sentía que la segunda opción era la mas acertada que la otra, pero el felino se veía sabio, tal vez alguna vez paso por algo parecido.
Cryz
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Re: La Guerra...La Guerra nunca cambia - [Interpretativo-Libre]
Wallace alzó el puño para indicar un alto en el camino. Los hombres necesitaban descansar. Suspirando, aliviados, se sentaron juntos para darse calor, compartiendo odres de agua, cecina y pan. Uno de los veteranos compartió su ración con Wallace, quien negó con la cabeza, agradecido. Ese hombre lo necesitaba mas que le brujo. Ambos hombres se sonrieron, con respeto.
Circenn miró hacia abajo, a los ojos de la muchacha quien pedía de su atención. Escuchó cada palabra y meditó sobre sus respuestas. El también tenia un mal presentimiento sobre todo aquello, su instinto animal le decía que estaban en peligro. El felino deseó que su amigo brujo sintiera lo mismo. Lo miraba, mientras escuchaba a la muchacha. La actitud de Wallace lo decía todo: estaba de pie, mirando a los hombres, a su alrededor. Inspeccionaba cada sombra con los ojos, atento. Si, el brujo también sentía que algo no iba bien.
El felino se sentó junto a los hermanos y se rehízo una de las trenzas de su melena. Era consciente de que podían haber bajas y muchas.
- La perdida de compañeros en la batalla siempre es un peso que cualquier persona con liderazgo debe asumir. En una guerra, todo puede salir mal, confiar demasiado es de insensatos... pero con alguien en cabeza que sea consciente de todo lo que puede llegar ha pasar... la balanza puede equilibrase... -dijo mientras se ajustaba los brazaletes de hierro. Ante la pregunta de Cryz, su mirada se volvió sincera, paternal, preocupada. Un padre ausente, una familia rota y dos niños que tuvieron que cuidarse solos. A Circenn el rompía el corazón esas situaciones. Le recordó a Wallace cuando lo conoció, rebelde, solo y sin guía.- Tu hermano tiene el honor de un caballero Cryz, luchará con valor igual que tu. Wallace no dejará que le pase nada de eso puedo estar seguro... y tu preocupación es normal... -Le puso la enorme mano en la cabeza, acariciando su pelo con cuidado.- En estos días oscuros, debemos aferrarnos a todo el amor que pueda darnos la vida, protege a tu hermano siempre Cryz... -La miró intensamente a los ojos.- A mi tampoco me gusta esta situación... mis bigotes me dicen que algo va mal... pero ver a Wallace igual de inquieto me tranquiliza en cierto modo... no estamos locos, no al menos ahora hahahaha -El gran felino se pudo permitir soltar una leve carcajada. Su semblante se puso serio mientras miraba a Wallace. Detrás de él, entre los altos arboles, se podía ver humo grisáceo. Una hoguera. Wallace vio a Circenn y siguió su mirada hasta el humo. Estaban mas cerca de lo que creía y eso no le inspiró mucha confianza.
-Atención soldados, a las armas! -Alzó la voz hacia sus hombres, pero sin gritar, debían de intentar ser lo mas sigilosos posibles, usar el factor sorpresa. Wallace desenvainó su espada de acero, Hervör, y miró como los hombres se preparaban, poniéndose los cascos y escudos en su sitio.- Rorry, coge a 11 hombres, escudos listos, y rodear el campamento por la izquierda. -Rorry asintió, firme, y llamó al grupo de hombres, marcharon con cuidado, en silencio, en dirección al humo. Wallace indicó con la cabeza a los demás que le siguieran, pasó al lado de Circenn y ambos estrecharon manos, en señal de buena suerte.- Al centro, atacaremos en tridente... -Le susurro el brujo. El leonido asintió y con los hermanos y los jóvenes con él, avanzaron hacia el frente.
Paso a paso, Wallace hundía sus botas en la espesa nieve mientras los hombres se mantenían atentos, mirando a un lado y al otro. Entre la maleza del bosque se podía ver la luz de la tímida hoguera. El brujo alzó una ceja, torciendo los labios. Una hoguera muy pequeña para un campamento. Alzó el puño para dar el alto. Con indicaciones, sin palabras, solo con la mano, hizo que los hombres se pusieran a cada lado, repartidos. Con un leve movimiento de mano, empezaron ha avanzar, lentos, con las armas listas. Los 3 arqueros que tenían llevaban los arcos cargados, listos para tumbar cualquier amenazada a distancia. A lo lejos, Wallace pudo ver el brillo del escudo de Rorry, quien junto a su grupo, avanzaban igual que el brujo. Circenn avanzaba por el centro del campamento, sigilosamente. Se cubrieron detrás de unos arboles caídos que rodeaban el campamento. Habían sido arrancados del suelo y tumbados para dar cobertura. Alzó la cabeza para observar el campamento. Estaba vacío, muerto, ni cajas, ni rehenes ni saqueadores. Eso pintaba mal, muy mal. Alarmado, el leonido empezó a emitir unos gruñidos suaves en el aire, cerrando un poco la boca. Wallace conocía ese sonido, era una señal que habían usando incontables veces entre ellos dos. Era una señal de malas noticias. Wallace avanzo mas con sus hombres hasta salir del linde de los arboles observando que efectivamente, el campamento estaba desierto. No podían relajarse, olía a trampa. Uno de los escuderos bajo su arma, decepcionado y miro a su alrededor dándole una patada a un banco de madera medio roto.
-Menuda mierda! Aquí no hay nadie! -Exclamó, alzando la voz. Wallace se giró de golpe para pegarle una buena bronca pero no le dió tiempo. El silbido de una flecha en el frío aire le cortó el habla al escudero quien cayó en redondo al suelo con la flecha en la garganta.
-Escudos!!! -Rugió el brujo mientras sus hombres corrían para formar. Rorry llegó a tiempo bajo una lluvia de flechas que impactaban en cascos y escudos. formaron un circulo entre todos, protegidos con los escudos y las lanzas, formado una pequeña bóveda protectora. Agachando la cabeza, Wallace pudo ver entre los huecos de los escudos como el primero en caer se retorcía de dolor y moría, sangrando por la boca.- Maldita sea... -murmuró. Podía oír los pasos de los arqueros, escondidos entre los arboles y como se acercaban los saqueadores a ellos. Gruño en alto y soltó un silbido.
Detrás de los arboles caídos, se podía oír lo que estaba pasando. Circenn escuchó el fuerte silbido y, decidido, indicó a los jóvenes que siguieran rodeando el bosque, en sigilo. Debían acabar con los arqueros.
-Cryz, Andrés, conmigo. Aprovechemos que no nos han visto... -Circenn desenvainó una daga que para ellos parecía una espada de una mano de lo grande que era. Con cuidado, se separaron, rodeando el campamento, aprovechando el terreno a su favor. sabiendo que tenia los hermanos detrás de él, Circenn encontró el primer arquero quien intentaba lanzar las flechas a través de la dura defensa de los escudos. Sin miramientos ni piedad, el leonido cogió por los hombros al hombre y clavo con fuerza todos sus dientes en su cuello. El arquero ahogo un grito, sin poder emitir sonido alguno mas que un gemido silencioso de dolor y muerte y cayó, inerte. Circenn acompañó al cuerpo con las manos para que no hiciera ruido al caer y miró a los hermanos, limpiándose la sangre de los morros. Sabia que no era una imagen bonita de ver, pero era la guerra.- Vamos... debemos evitar que los acribillen...
Wallace agarraba con fuerza uno de los escudos. Habia caído otro soldado pero del bando enemigo también habían habido bajas. No solo se dió cuenta que el numero de flechas disminuía, por su parte, los soldados se defendían con valor de cada atacante a pie que se les acercaba. Delante de sus narices, una lanza atravesó la defensa, entre escudo y escudo. El brujo rugió y agarró el arma con fuerza, tirando de él, haciendo que el dueño chocase con el escudo. Espada en mano, el pelirrojo la hizo girar en un rápido movimiento de mano y la clavó en profundad en la espalda del hombre, matándolo en el acto. Uno menos, pensó el. Pero era consciente que no podrían aguantar mucho si aun llovían flechas por encima de sus cabezas...
-Aguantad!!! -Rugió mientras uno de los suyos perforaba el pecho de un atacante con su lanza. Rorry acometía cada vez que podía, esquivando las torpes flechas. Wallace agradeció a todos los dioses que aquellos arqueros no fuesen elfos, sinó, estarían todos muertos.
Circenn miró hacia abajo, a los ojos de la muchacha quien pedía de su atención. Escuchó cada palabra y meditó sobre sus respuestas. El también tenia un mal presentimiento sobre todo aquello, su instinto animal le decía que estaban en peligro. El felino deseó que su amigo brujo sintiera lo mismo. Lo miraba, mientras escuchaba a la muchacha. La actitud de Wallace lo decía todo: estaba de pie, mirando a los hombres, a su alrededor. Inspeccionaba cada sombra con los ojos, atento. Si, el brujo también sentía que algo no iba bien.
El felino se sentó junto a los hermanos y se rehízo una de las trenzas de su melena. Era consciente de que podían haber bajas y muchas.
- La perdida de compañeros en la batalla siempre es un peso que cualquier persona con liderazgo debe asumir. En una guerra, todo puede salir mal, confiar demasiado es de insensatos... pero con alguien en cabeza que sea consciente de todo lo que puede llegar ha pasar... la balanza puede equilibrase... -dijo mientras se ajustaba los brazaletes de hierro. Ante la pregunta de Cryz, su mirada se volvió sincera, paternal, preocupada. Un padre ausente, una familia rota y dos niños que tuvieron que cuidarse solos. A Circenn el rompía el corazón esas situaciones. Le recordó a Wallace cuando lo conoció, rebelde, solo y sin guía.- Tu hermano tiene el honor de un caballero Cryz, luchará con valor igual que tu. Wallace no dejará que le pase nada de eso puedo estar seguro... y tu preocupación es normal... -Le puso la enorme mano en la cabeza, acariciando su pelo con cuidado.- En estos días oscuros, debemos aferrarnos a todo el amor que pueda darnos la vida, protege a tu hermano siempre Cryz... -La miró intensamente a los ojos.- A mi tampoco me gusta esta situación... mis bigotes me dicen que algo va mal... pero ver a Wallace igual de inquieto me tranquiliza en cierto modo... no estamos locos, no al menos ahora hahahaha -El gran felino se pudo permitir soltar una leve carcajada. Su semblante se puso serio mientras miraba a Wallace. Detrás de él, entre los altos arboles, se podía ver humo grisáceo. Una hoguera. Wallace vio a Circenn y siguió su mirada hasta el humo. Estaban mas cerca de lo que creía y eso no le inspiró mucha confianza.
-Atención soldados, a las armas! -Alzó la voz hacia sus hombres, pero sin gritar, debían de intentar ser lo mas sigilosos posibles, usar el factor sorpresa. Wallace desenvainó su espada de acero, Hervör, y miró como los hombres se preparaban, poniéndose los cascos y escudos en su sitio.- Rorry, coge a 11 hombres, escudos listos, y rodear el campamento por la izquierda. -Rorry asintió, firme, y llamó al grupo de hombres, marcharon con cuidado, en silencio, en dirección al humo. Wallace indicó con la cabeza a los demás que le siguieran, pasó al lado de Circenn y ambos estrecharon manos, en señal de buena suerte.- Al centro, atacaremos en tridente... -Le susurro el brujo. El leonido asintió y con los hermanos y los jóvenes con él, avanzaron hacia el frente.
Paso a paso, Wallace hundía sus botas en la espesa nieve mientras los hombres se mantenían atentos, mirando a un lado y al otro. Entre la maleza del bosque se podía ver la luz de la tímida hoguera. El brujo alzó una ceja, torciendo los labios. Una hoguera muy pequeña para un campamento. Alzó el puño para dar el alto. Con indicaciones, sin palabras, solo con la mano, hizo que los hombres se pusieran a cada lado, repartidos. Con un leve movimiento de mano, empezaron ha avanzar, lentos, con las armas listas. Los 3 arqueros que tenían llevaban los arcos cargados, listos para tumbar cualquier amenazada a distancia. A lo lejos, Wallace pudo ver el brillo del escudo de Rorry, quien junto a su grupo, avanzaban igual que el brujo. Circenn avanzaba por el centro del campamento, sigilosamente. Se cubrieron detrás de unos arboles caídos que rodeaban el campamento. Habían sido arrancados del suelo y tumbados para dar cobertura. Alzó la cabeza para observar el campamento. Estaba vacío, muerto, ni cajas, ni rehenes ni saqueadores. Eso pintaba mal, muy mal. Alarmado, el leonido empezó a emitir unos gruñidos suaves en el aire, cerrando un poco la boca. Wallace conocía ese sonido, era una señal que habían usando incontables veces entre ellos dos. Era una señal de malas noticias. Wallace avanzo mas con sus hombres hasta salir del linde de los arboles observando que efectivamente, el campamento estaba desierto. No podían relajarse, olía a trampa. Uno de los escuderos bajo su arma, decepcionado y miro a su alrededor dándole una patada a un banco de madera medio roto.
-Menuda mierda! Aquí no hay nadie! -Exclamó, alzando la voz. Wallace se giró de golpe para pegarle una buena bronca pero no le dió tiempo. El silbido de una flecha en el frío aire le cortó el habla al escudero quien cayó en redondo al suelo con la flecha en la garganta.
-Escudos!!! -Rugió el brujo mientras sus hombres corrían para formar. Rorry llegó a tiempo bajo una lluvia de flechas que impactaban en cascos y escudos. formaron un circulo entre todos, protegidos con los escudos y las lanzas, formado una pequeña bóveda protectora. Agachando la cabeza, Wallace pudo ver entre los huecos de los escudos como el primero en caer se retorcía de dolor y moría, sangrando por la boca.- Maldita sea... -murmuró. Podía oír los pasos de los arqueros, escondidos entre los arboles y como se acercaban los saqueadores a ellos. Gruño en alto y soltó un silbido.
Detrás de los arboles caídos, se podía oír lo que estaba pasando. Circenn escuchó el fuerte silbido y, decidido, indicó a los jóvenes que siguieran rodeando el bosque, en sigilo. Debían acabar con los arqueros.
-Cryz, Andrés, conmigo. Aprovechemos que no nos han visto... -Circenn desenvainó una daga que para ellos parecía una espada de una mano de lo grande que era. Con cuidado, se separaron, rodeando el campamento, aprovechando el terreno a su favor. sabiendo que tenia los hermanos detrás de él, Circenn encontró el primer arquero quien intentaba lanzar las flechas a través de la dura defensa de los escudos. Sin miramientos ni piedad, el leonido cogió por los hombros al hombre y clavo con fuerza todos sus dientes en su cuello. El arquero ahogo un grito, sin poder emitir sonido alguno mas que un gemido silencioso de dolor y muerte y cayó, inerte. Circenn acompañó al cuerpo con las manos para que no hiciera ruido al caer y miró a los hermanos, limpiándose la sangre de los morros. Sabia que no era una imagen bonita de ver, pero era la guerra.- Vamos... debemos evitar que los acribillen...
Wallace agarraba con fuerza uno de los escudos. Habia caído otro soldado pero del bando enemigo también habían habido bajas. No solo se dió cuenta que el numero de flechas disminuía, por su parte, los soldados se defendían con valor de cada atacante a pie que se les acercaba. Delante de sus narices, una lanza atravesó la defensa, entre escudo y escudo. El brujo rugió y agarró el arma con fuerza, tirando de él, haciendo que el dueño chocase con el escudo. Espada en mano, el pelirrojo la hizo girar en un rápido movimiento de mano y la clavó en profundad en la espalda del hombre, matándolo en el acto. Uno menos, pensó el. Pero era consciente que no podrían aguantar mucho si aun llovían flechas por encima de sus cabezas...
-Aguantad!!! -Rugió mientras uno de los suyos perforaba el pecho de un atacante con su lanza. Rorry acometía cada vez que podía, esquivando las torpes flechas. Wallace agradeció a todos los dioses que aquellos arqueros no fuesen elfos, sinó, estarían todos muertos.
Wallace Mcgregor
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Re: La Guerra...La Guerra nunca cambia - [Interpretativo-Libre]
Los tres grupos nos separamos, vi como los dos grupos de veteranos rodeaban al pequeño campamento mientras nosotros vigilábamos escondidos detrás de unos arboles tirados alrededor de este extraño lugar.
Todos íbamos en filas detrás del señor Circenn, todos con cautela nos ubicamos en nuestros escondites vigilando el campamento que se encontraba totalmente vacío, Trhizten se habia escondido a unos cuantos arboles de distancia, justamente en la copa donde podría ver bien y escondido entre las hojas y las sombras. No quería que lo fueran a atrapar si habia una trampa en todo esto, algo andaba muy mal, hasta la brisa se habia detenido. Todo iba en cámara lenta, parecía que la información dada por los superiores habia sido falsa.
Yo mire a mi hermano algo confundida, hasta que escuche una queja que venia de uno de los grupos de veteranos, luego el silencio se volvió a hacer presente... A excepción de ese demoniaco silbido que ropia el aíre y se clavaba en el cuerpo de uno de los veteranos de nuestro lado. Seguido por el grito del señor Wallace y una lluvia de flechas, los inexpertos escuchábamos a los pasos de los arqueros un poco mas adelante que nosotros, mire a Andrés con un poco de nervios mientras lo seguíamos.
La imagen de del felino en su forma mas cruda y feroz me helo un poco la sangre, pero sabia que asi era la vida real y tenia que aceptarlo, las batallas no son como en los cuentos, trate de no asustarme por la sangre y Andrés seme adelanto para acabar con otro arquero por la espalda, los demás chicos imitaron al felino y desde atras atacaron a los arqueros que veían.
Camine con cuidado entre las sombras donde vi a otro arquero, preparandoce para lanzar otra flecha al resto de soldados que se protegían con los escudos, tome aire y apreté la lanza y camine hacia el hombre, puse la punta metálica hacia mi espalda y le di con toda mi fuerzas con el palo de madera en el oído derecho del arquero haciendo que callera de lado tapándose la oreja derecha mientras se quejaba, de inmediato le di en la costilla derecha haciendo que callera al suelo, rápidamente gire la lanza dejando la hoja al frente y la clave en su espalda escuchando un horrible quejido de para luego sacar la punta la cual estaba ensangrentada.
Cerré los ojos un momento y lo ultimo que escuche cue una espada caer detrás de mi y los chillidos y graznidos al voltear vi a Trhizten atacando a un hombre y cortando su rostro con zarpazos de sus afiladas garras, tome con fuerza la lanza y golpe con fuerza sus costillas haciéndolo tambalear para luego clavar la punta en su estomago.
Sentí como las manos me temblaban y los ojos seme empezaban a poner acuosos... Estaba matando a personas... Que de seguro tenían familias... Familias que no volvería a ver y llorarían por las perdida de un ser querido. Apreté la lanza y segui avanzando seguida por Trhiz, hasta que me encontré con Andrés, también tenia sangre encima, so solo tenia unas salpicaduras en las manos, pero el tenia el torso y las manos llenas de sangre, su mirada era igual a la mía, sentía culpa. Los dos seguimos avanzando, la lluvia de flechas comenzaron a apaniguarse ya que los arqueros se comenzaron a defender del ataque. Dando oportunidad a los demás de salir de la zona de ataque.
Mientras corría sentí un fuerte jalón de cabello que me hizo caer de espaldas cuando reacione solo vi la suela de una bota apunto de golpear mi cara, rode por el suelo, llenado mi cabello de nuevo rosa.
- Maldita Niña, lamentaras haber venido - dijo mientras empuñaba su espada para asentarme un golpe.
Cuando la espada comenzó a bajar volví a rodar hasta poder levantarme y tomar la lanza nuevamente y atacar con estocadas pero el hombre era mas rapido que yo y logro agarrar la lanza, comencé a jalarla hacia mi pero este la sujetaba con firmeza, jale una ultima vez para luego empujarla hacia el clavando la punta en una costilla.
- Y no se preocupe, me arrepiento de estar aqui - dije mientras torcía la lanza haciendo que la herida se abriera mas y luego sacarla y seguir corriendo.
El castaño seguía corriendo y esquivando los ataques de los enemigos bloqueando varios con el escudo y contraatacando con la espada, el aire estaba plagado de choques de metal contra metal, gritos de ataque, de dolor y agonía, seguía buscando con la mirada a su hermana, no la podía ver, ahora ya no habían grupo, solo un tumulto de gente contra otro tumulto.
- Maldición Cryz... Donde te metiste... - el castaño seguía corriendo entre la gente esquivando y asentando golpes.
- Baja tu cabeza - dijo uno de los veteranos que lanzo una flecha que paso por encima de su hombro, clavándose en un hombre que venia de atras.
Andres asintió con la cabeza para luego seguir buscando a su hermana, mientras trataba de seguir vivo y poder contar esto otro dia.
Todos íbamos en filas detrás del señor Circenn, todos con cautela nos ubicamos en nuestros escondites vigilando el campamento que se encontraba totalmente vacío, Trhizten se habia escondido a unos cuantos arboles de distancia, justamente en la copa donde podría ver bien y escondido entre las hojas y las sombras. No quería que lo fueran a atrapar si habia una trampa en todo esto, algo andaba muy mal, hasta la brisa se habia detenido. Todo iba en cámara lenta, parecía que la información dada por los superiores habia sido falsa.
Yo mire a mi hermano algo confundida, hasta que escuche una queja que venia de uno de los grupos de veteranos, luego el silencio se volvió a hacer presente... A excepción de ese demoniaco silbido que ropia el aíre y se clavaba en el cuerpo de uno de los veteranos de nuestro lado. Seguido por el grito del señor Wallace y una lluvia de flechas, los inexpertos escuchábamos a los pasos de los arqueros un poco mas adelante que nosotros, mire a Andrés con un poco de nervios mientras lo seguíamos.
La imagen de del felino en su forma mas cruda y feroz me helo un poco la sangre, pero sabia que asi era la vida real y tenia que aceptarlo, las batallas no son como en los cuentos, trate de no asustarme por la sangre y Andrés seme adelanto para acabar con otro arquero por la espalda, los demás chicos imitaron al felino y desde atras atacaron a los arqueros que veían.
Camine con cuidado entre las sombras donde vi a otro arquero, preparandoce para lanzar otra flecha al resto de soldados que se protegían con los escudos, tome aire y apreté la lanza y camine hacia el hombre, puse la punta metálica hacia mi espalda y le di con toda mi fuerzas con el palo de madera en el oído derecho del arquero haciendo que callera de lado tapándose la oreja derecha mientras se quejaba, de inmediato le di en la costilla derecha haciendo que callera al suelo, rápidamente gire la lanza dejando la hoja al frente y la clave en su espalda escuchando un horrible quejido de para luego sacar la punta la cual estaba ensangrentada.
Cerré los ojos un momento y lo ultimo que escuche cue una espada caer detrás de mi y los chillidos y graznidos al voltear vi a Trhizten atacando a un hombre y cortando su rostro con zarpazos de sus afiladas garras, tome con fuerza la lanza y golpe con fuerza sus costillas haciéndolo tambalear para luego clavar la punta en su estomago.
Sentí como las manos me temblaban y los ojos seme empezaban a poner acuosos... Estaba matando a personas... Que de seguro tenían familias... Familias que no volvería a ver y llorarían por las perdida de un ser querido. Apreté la lanza y segui avanzando seguida por Trhiz, hasta que me encontré con Andrés, también tenia sangre encima, so solo tenia unas salpicaduras en las manos, pero el tenia el torso y las manos llenas de sangre, su mirada era igual a la mía, sentía culpa. Los dos seguimos avanzando, la lluvia de flechas comenzaron a apaniguarse ya que los arqueros se comenzaron a defender del ataque. Dando oportunidad a los demás de salir de la zona de ataque.
Mientras corría sentí un fuerte jalón de cabello que me hizo caer de espaldas cuando reacione solo vi la suela de una bota apunto de golpear mi cara, rode por el suelo, llenado mi cabello de nuevo rosa.
- Maldita Niña, lamentaras haber venido - dijo mientras empuñaba su espada para asentarme un golpe.
Cuando la espada comenzó a bajar volví a rodar hasta poder levantarme y tomar la lanza nuevamente y atacar con estocadas pero el hombre era mas rapido que yo y logro agarrar la lanza, comencé a jalarla hacia mi pero este la sujetaba con firmeza, jale una ultima vez para luego empujarla hacia el clavando la punta en una costilla.
- Y no se preocupe, me arrepiento de estar aqui - dije mientras torcía la lanza haciendo que la herida se abriera mas y luego sacarla y seguir corriendo.
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El castaño seguía corriendo y esquivando los ataques de los enemigos bloqueando varios con el escudo y contraatacando con la espada, el aire estaba plagado de choques de metal contra metal, gritos de ataque, de dolor y agonía, seguía buscando con la mirada a su hermana, no la podía ver, ahora ya no habían grupo, solo un tumulto de gente contra otro tumulto.
- Maldición Cryz... Donde te metiste... - el castaño seguía corriendo entre la gente esquivando y asentando golpes.
- Baja tu cabeza - dijo uno de los veteranos que lanzo una flecha que paso por encima de su hombro, clavándose en un hombre que venia de atras.
Andres asintió con la cabeza para luego seguir buscando a su hermana, mientras trataba de seguir vivo y poder contar esto otro dia.
Cryz
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Re: La Guerra...La Guerra nunca cambia - [Interpretativo-Libre]
Bajo la lluvia de flechas que poco a poco iba desapareciendo, los hombres seguían en formación, acabado con las vidas de los valientes que intentaban romper su defensa. El brujo esquivaba flechas con pericia mientras contaba las bajas. De los 22 hombres ahora eran 15. Las bajas enemiga costaban de contar, el combate era demasiado frenético como para darse cuenta pero estaba claro que quien hubiera planeado esa trampa tenia un buen numero de hombres que sacrificar por que no paraban de venir. La parte positiva, por decirlo de alguna manera, era la poca disciplina de los atacantes, quienes rugían y golpeaban con furia pero sin manejo. No era común en saqueadores tener habilidades militares y tácticas así que Wallace supuso que esos no eran mas que peones de un plan mayor. Luchaban sin temer por su vida, algunos incluso sonriendo al ser abatidos.
Wallace pudo ver con dificultad como Circenn avanzaba alrededor del campamento, entre piedras y arboles, abatiendo junto a los jóvenes a todos los arqueros que podían. Teniendo a los arqueros totalmente distraídos era la oportunidad perfecta para romper la formación y pasar a un modo mas ofensivo. Un potente rugido leonido fue la señal que necesitaba el brujo quien, desenvainando su hacha de mano, blandiéndola junto a su espada, se levantó de entre los escudos de sus compañeros y rugió por igual con la voz cargada de fuerza.
-Ahora! Empujad! -Motivados, llenos de sed de sangre y gloria, los escuderos que se habían mantenido firmes empujaron hacia fuera de la información en circulo cogiendo por sorpresa a la siguiente horda de atacantes, haciendo caer a unos, matando a otros. Los demás salieron de la formación rugiendo y gruñendo, atacando a los saqueadores sin piedad. Wallace no fue menos, uno de los hombres fue directo hacia el, gritando, con la boca llena de saliva como si hubiera tomado setas. Wallace, con una ágil finta lo engañó, clavando la espada en el vientre para luego girar sobre si mismo y golpear la espalda del hombre con el hacha, con fuerza.
Separándose del recién cadáver, el brujo aligero el paso parando golpes con sus armas hasta llegar a los hermanos quienes pudo comprobar, con orgullo y alivio, que seguían sanos y salvos. El sentimiento de culpa lo golpeo al verlos cubiertos de sangre. Estaba siendo una prueba de iniciación mas cruel de lo que habría deseado. El mismo estaba cubierto de sangre, sudor y levemente mojado por la nieve del lugar. De los 5 jóvenes, quedaban 3 quienes lo saludaron con respeto y con gritos de gloria corrieron para unirse en la lucha con los veteranos. Los observó con orgullo deseando que sobreviviesen. Clavando el hacha en el suelo con un rápido movimiento, agarró un puñado de nieve y limpió el filo de la espada de la sangre y la grasa humana y con otro puñado se limpió como pudo la sangre del rostro y los guanteletes. Clavó los ojos en los hermanos y les sonrió, con compasión y cariño.
-Habeis luchado bien! Recordad esto, en la batalla solo puedes hacer dos cosas: Matar o dejar que te maten... -Exclamó mientras les ponía una mano a cada uno en el hombro, apretando los dedos levemente. Sabia que esa experiencia los marcaría, pero era mejor ahora, que nunca.- Vamos, acabemos con esto! -Gruñó blandiendo de nuevo su hacha. Circenn respondió con un rugido y corrió con él, lanzándose hacia los ultimo atacantes que llegaban.
El final de aquella pequeña batalla fue frenético, los aceros chocaban y los hombres caían. Wallace luchaba con valor mientras centraba su movimiento en mantenerse cerca de sus reclutas, siempre vigilante de protegerlos. En los últimos segundos, uno de los hombres con cierta habilidad, atacó directo a Wallace, este choco acero con acero con el hombre, sus narices casi se tocaban. El hombre lo miro con odio, ojos inyectados en sangre. No era solo que estuviera corrompido por la locura de la guerra, a ese hombre le ocurría algo mas. Wallace frunció el ceño mientras forcejeaba con él y le propinó un buen cabezazo, apartándose sin dejar de frotarse la frente. Escupió en el suelo mientras sentía como caía por su frente un poco de sangre debido al golpe. Ese hombre era el ultimo que quedaba. Le rugió con mas rabia, con la frente sangrando igual que el brujo y se lanzo hacia él. Wallace rodó por el suelo, esquivándole y sin pensarlo dos veces, concentro su energía mágica en su mano, usando su habilidad natural de telekinesis.
A pesar de ser brujo, sus habilidades no eran tan grandes como su dominio de la lucha, aun así, podía mover objetos pequeños, no mas grandes que una mesa de madera. Dicho eso, el pelirrojo miró su hacha que yacía en le suelo nevado, clavada, y con un fuerte movimiento del brazo, en horizontal como si cortase el aire con los dedos. el hacha tembló antes de salir disparada en dirección al hombre. A pesar de que el hacha se desvió por el nivel de control de Wallace, la fuerza fue la suficiente para cortarle la garganta de pleno, causando un reguero de sangre en la blanca nieve. El hombre cayo de rodillas con una expresión de sorpresa y muerte en el rostro. El hacha que había pasado volando por delante de los hermanos, se clavó en un árbol. Jadeando, el brujo observó como la vida se apagaba en los ojos del atacante. Rorry, quien se había ganado una nueva cicatriz en la cara, rugió en el aire y los demás le acompañaron. Habían ganado, vivirían un día mas. Wallace, aun en el suelo tras el combate, clavó la espada en el suelo y se apoyó en ella, agotado. No podía borrar una sonrisa de victoria y placer de su cara. Le gustaba luchar y eso no podía negarlo. La adrenalina del combate era placentera, al igual que el éxtasis de chocar el acero y luchar para vivir.
Con esfuerzo, se levantó y caminó hacia los hermanos, igual de jadeantes que él. Se limpió el sudor con el dorso de la mano y volvió a limpiar su espada con la nieve. Circenn estaba examinando a los jóvenes, limpiando heridas y rasguños. El hombre se acerco a Cryz y con un poco de nieve helada, limpió la sangre de su rostro.
-Has luchado con valor Cryz, estoy orgulloso de ti... -Su mirada voló hasta Andrés, dedicándole una reverencia con la cabeza en señal de respeto.- De los dos. -Tras esas palabras, miró a Rorry quien entendió al momento que debían hacer. Los hombres empezaron a inspeccionar a los cadáveres, separando los compañeros para poder quemarlos y darles un rápido y digno funeral. No podían perder tiempo, algunos de los soldados usaron la hoguera que se había mantenido en ascuas calientes y empezaron a poner mas leña. Circenn fue examinando soldado por soldado, ofreciendo vendas y agua, recibiendo palabras y miradas agradecidas, sin miedo alguno pues era un soldado mas. Wallace dejó a los hermanos junto a los jóvenes para que tomaran el aliento y se acercó a Rorry quien le dedicó una sonrisa triunfal. Wallace le golpeó el hombro con camaradería, ambos riendo, y observó las bajas del enemigo. La nieve estaba teñida de sangre, los cuerpos eran como piedras que sobresalían del suelo, había sido una batalla fuerte. Contó por lo menos 56 cadáveres, sin pensar en los arqueros de los alrededores. Era casi una legión, pensó para si mismo. Les ganaban en numero y aun así, la fortaleza de sus hombres había guiado el curso de la lucha. Esos mismos hombres que lo miraban con respeto, honor y admiración. Nadie comentó nada sobre lo que habían visto, sobre el uso de la magia de Wallace. Que mas daba, eso era la guerra.
Wallace les dedicó una mirada cargada de orgullo y empezó a mover los cadáveres. Habia trabajo que hacer...
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No muy lejos de allí, en lo alto de un torreón ruinoso, un hombre observaba con una expresión de orgullo, una alta columna de humo que se alzaba donde habían plantado el campamento falso. Sus hombres habían acabado con los soldados... o eso creía él.
Wallace pudo ver con dificultad como Circenn avanzaba alrededor del campamento, entre piedras y arboles, abatiendo junto a los jóvenes a todos los arqueros que podían. Teniendo a los arqueros totalmente distraídos era la oportunidad perfecta para romper la formación y pasar a un modo mas ofensivo. Un potente rugido leonido fue la señal que necesitaba el brujo quien, desenvainando su hacha de mano, blandiéndola junto a su espada, se levantó de entre los escudos de sus compañeros y rugió por igual con la voz cargada de fuerza.
-Ahora! Empujad! -Motivados, llenos de sed de sangre y gloria, los escuderos que se habían mantenido firmes empujaron hacia fuera de la información en circulo cogiendo por sorpresa a la siguiente horda de atacantes, haciendo caer a unos, matando a otros. Los demás salieron de la formación rugiendo y gruñendo, atacando a los saqueadores sin piedad. Wallace no fue menos, uno de los hombres fue directo hacia el, gritando, con la boca llena de saliva como si hubiera tomado setas. Wallace, con una ágil finta lo engañó, clavando la espada en el vientre para luego girar sobre si mismo y golpear la espalda del hombre con el hacha, con fuerza.
Separándose del recién cadáver, el brujo aligero el paso parando golpes con sus armas hasta llegar a los hermanos quienes pudo comprobar, con orgullo y alivio, que seguían sanos y salvos. El sentimiento de culpa lo golpeo al verlos cubiertos de sangre. Estaba siendo una prueba de iniciación mas cruel de lo que habría deseado. El mismo estaba cubierto de sangre, sudor y levemente mojado por la nieve del lugar. De los 5 jóvenes, quedaban 3 quienes lo saludaron con respeto y con gritos de gloria corrieron para unirse en la lucha con los veteranos. Los observó con orgullo deseando que sobreviviesen. Clavando el hacha en el suelo con un rápido movimiento, agarró un puñado de nieve y limpió el filo de la espada de la sangre y la grasa humana y con otro puñado se limpió como pudo la sangre del rostro y los guanteletes. Clavó los ojos en los hermanos y les sonrió, con compasión y cariño.
-Habeis luchado bien! Recordad esto, en la batalla solo puedes hacer dos cosas: Matar o dejar que te maten... -Exclamó mientras les ponía una mano a cada uno en el hombro, apretando los dedos levemente. Sabia que esa experiencia los marcaría, pero era mejor ahora, que nunca.- Vamos, acabemos con esto! -Gruñó blandiendo de nuevo su hacha. Circenn respondió con un rugido y corrió con él, lanzándose hacia los ultimo atacantes que llegaban.
El final de aquella pequeña batalla fue frenético, los aceros chocaban y los hombres caían. Wallace luchaba con valor mientras centraba su movimiento en mantenerse cerca de sus reclutas, siempre vigilante de protegerlos. En los últimos segundos, uno de los hombres con cierta habilidad, atacó directo a Wallace, este choco acero con acero con el hombre, sus narices casi se tocaban. El hombre lo miro con odio, ojos inyectados en sangre. No era solo que estuviera corrompido por la locura de la guerra, a ese hombre le ocurría algo mas. Wallace frunció el ceño mientras forcejeaba con él y le propinó un buen cabezazo, apartándose sin dejar de frotarse la frente. Escupió en el suelo mientras sentía como caía por su frente un poco de sangre debido al golpe. Ese hombre era el ultimo que quedaba. Le rugió con mas rabia, con la frente sangrando igual que el brujo y se lanzo hacia él. Wallace rodó por el suelo, esquivándole y sin pensarlo dos veces, concentro su energía mágica en su mano, usando su habilidad natural de telekinesis.
A pesar de ser brujo, sus habilidades no eran tan grandes como su dominio de la lucha, aun así, podía mover objetos pequeños, no mas grandes que una mesa de madera. Dicho eso, el pelirrojo miró su hacha que yacía en le suelo nevado, clavada, y con un fuerte movimiento del brazo, en horizontal como si cortase el aire con los dedos. el hacha tembló antes de salir disparada en dirección al hombre. A pesar de que el hacha se desvió por el nivel de control de Wallace, la fuerza fue la suficiente para cortarle la garganta de pleno, causando un reguero de sangre en la blanca nieve. El hombre cayo de rodillas con una expresión de sorpresa y muerte en el rostro. El hacha que había pasado volando por delante de los hermanos, se clavó en un árbol. Jadeando, el brujo observó como la vida se apagaba en los ojos del atacante. Rorry, quien se había ganado una nueva cicatriz en la cara, rugió en el aire y los demás le acompañaron. Habían ganado, vivirían un día mas. Wallace, aun en el suelo tras el combate, clavó la espada en el suelo y se apoyó en ella, agotado. No podía borrar una sonrisa de victoria y placer de su cara. Le gustaba luchar y eso no podía negarlo. La adrenalina del combate era placentera, al igual que el éxtasis de chocar el acero y luchar para vivir.
Con esfuerzo, se levantó y caminó hacia los hermanos, igual de jadeantes que él. Se limpió el sudor con el dorso de la mano y volvió a limpiar su espada con la nieve. Circenn estaba examinando a los jóvenes, limpiando heridas y rasguños. El hombre se acerco a Cryz y con un poco de nieve helada, limpió la sangre de su rostro.
-Has luchado con valor Cryz, estoy orgulloso de ti... -Su mirada voló hasta Andrés, dedicándole una reverencia con la cabeza en señal de respeto.- De los dos. -Tras esas palabras, miró a Rorry quien entendió al momento que debían hacer. Los hombres empezaron a inspeccionar a los cadáveres, separando los compañeros para poder quemarlos y darles un rápido y digno funeral. No podían perder tiempo, algunos de los soldados usaron la hoguera que se había mantenido en ascuas calientes y empezaron a poner mas leña. Circenn fue examinando soldado por soldado, ofreciendo vendas y agua, recibiendo palabras y miradas agradecidas, sin miedo alguno pues era un soldado mas. Wallace dejó a los hermanos junto a los jóvenes para que tomaran el aliento y se acercó a Rorry quien le dedicó una sonrisa triunfal. Wallace le golpeó el hombro con camaradería, ambos riendo, y observó las bajas del enemigo. La nieve estaba teñida de sangre, los cuerpos eran como piedras que sobresalían del suelo, había sido una batalla fuerte. Contó por lo menos 56 cadáveres, sin pensar en los arqueros de los alrededores. Era casi una legión, pensó para si mismo. Les ganaban en numero y aun así, la fortaleza de sus hombres había guiado el curso de la lucha. Esos mismos hombres que lo miraban con respeto, honor y admiración. Nadie comentó nada sobre lo que habían visto, sobre el uso de la magia de Wallace. Que mas daba, eso era la guerra.
Wallace les dedicó una mirada cargada de orgullo y empezó a mover los cadáveres. Habia trabajo que hacer...
----
No muy lejos de allí, en lo alto de un torreón ruinoso, un hombre observaba con una expresión de orgullo, una alta columna de humo que se alzaba donde habían plantado el campamento falso. Sus hombres habían acabado con los soldados... o eso creía él.
offrol: subrayo el uso de telekinesis.
Wallace Mcgregor
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Re: La Guerra...La Guerra nunca cambia - [Interpretativo-Libre]
Al igual que el fuego, la batalla habia comenzado con una gran explosión hasta solo quedar meras cenizas, los brazos me dolían y las piernas me temblaban muere el suelo y vi la nieve de un rosa grisáceo... La sangre teñía la nieve sucia, mi hermano se acerco a mi, parecía aliviado, pero triste, era la primera vez que matábamos a personas... No era algo que me gustaría presumir, algo de lo que no me sentiría muy orgullosa. Mi hermano me abrazo fuerte y correspondí el abrazo, vimos como el señor Wallace se nos acercaba luego de que todo habia acabado.
- ¿Es normal que me sienta culpable - no pude evitar preguntarle al brujo con curiosidad.
Pero vi que habían cosas mas importantes que el debía atender, se lo preguntaría mas tarde, Andres y yo nos sentamos junto a otro de los chicos que había venido con nosotros, eramos los únicos novatos que quedaban, lo mire y su mirada estaba fija en la pila de cadáveres, tanto enemigos como aliados, le toque el hombro para que reaccionara, el chico parpadeo y luego me miro y suspiro.
- [b]Ahora que aremos, todo fue una trampa y no podemos volver con las manos vacías[/color] - dijo algo desanimado.
- Ya se les ocurrirá algo a ellos, de seguro tienen un plan, despues de todo no es su primera vez en combate - dijo mi hermano poniéndole la mano en el hombro.
Los deje hablar un rato, Trhizten estaba en una rama mirando todo desde las alturas silbé y bajo, comencé a examinarlo para asegurarme que no lo habían lastimado, gracias a el no habia muerto... Si el ave no hubiera estado cerca me hubieran matado por la espalda.
- Me salvaste la vida Trhizten, te debo una - dije mientras tomaba al águila y lo abrazaba para luego dejarlo tranquilo.
Este voló nuevamente hacia la rama, yo camine hacia el señor Circenn que ayudaba a los heridos, también decidí ayudarle lo mas posible. Limpiar las heridas causados por hojas y flechas.
- Señor Circenn ¿Que aremos ahora? Aqui no estan los suministro y no sabemos donde pueden estar - dije repitiendo inconscientemente lo mismo que el muchacho nos habia dicho a Andrés y a mi.
Aunque ya lo difícil habia pasado el mal presentimiento seguía alli, era como si lo peor aun no hubiera pasado, me sentía incomoda y le dirigí una mirada al cielo en busca de respuestas que sabia que no llegarían de alli.
[center]_________________________________________________________________________________center]
La mente maestra de todo aquello reía desde lo alto contemplando con total satisfacción la linea de uno que salia del campamento falso, el regocijo que sentía era el fuego que alimentaba su ambición. Tomo una gran bocanada de aire y la soltó por la nariz mientras estiraba los brazos al cielo.
- ¿No crees que es una noche esplendida? - dijo Hunter a su compañero, con una sonrisa muy animada.
- ¿Ahora que señor? - pregunto Serch, el fugitivo que se habia librado de la masacre.
- Hay que acabar con los reenes, asi no quedara nadie quien sepa de nosotros y como somos... Sacalos, acabaremos con sus sufrimiento en el amanecer - dijo mientras le daba la espalda a lla linea de humo que se perdía en el cielo oscuro.
- ¿Esta seguro de que todo salio bien? - dijo Serch con clara desconfianza a lo sucedido.
- Estoy seguro... Y si algunos lograron escapar se las verán con nosotros - dijo mientras bajaba del torreón.
- Esto no selo debería tomar tan a la ligera... - dijo mientras suspiraba y lo seguía.
El fugitivo fue detrás de su líder con dudas sobre las elecciones de este, cualquiera sabia que no se podía tomar a la ligera ¿Que se traía el hombre bajo la manga? ¿Por que esta tan tranquilo si las probabilidades de fallar eran altas? Muchas cosas no encajaban y tenia que averiguar que sucedía... Tanta incertidumbre hacia que su lealtad titubeará un poco.
- ¿Es normal que me sienta culpable - no pude evitar preguntarle al brujo con curiosidad.
Pero vi que habían cosas mas importantes que el debía atender, se lo preguntaría mas tarde, Andres y yo nos sentamos junto a otro de los chicos que había venido con nosotros, eramos los únicos novatos que quedaban, lo mire y su mirada estaba fija en la pila de cadáveres, tanto enemigos como aliados, le toque el hombro para que reaccionara, el chico parpadeo y luego me miro y suspiro.
- [b]Ahora que aremos, todo fue una trampa y no podemos volver con las manos vacías[/color] - dijo algo desanimado.
- Ya se les ocurrirá algo a ellos, de seguro tienen un plan, despues de todo no es su primera vez en combate - dijo mi hermano poniéndole la mano en el hombro.
Los deje hablar un rato, Trhizten estaba en una rama mirando todo desde las alturas silbé y bajo, comencé a examinarlo para asegurarme que no lo habían lastimado, gracias a el no habia muerto... Si el ave no hubiera estado cerca me hubieran matado por la espalda.
- Me salvaste la vida Trhizten, te debo una - dije mientras tomaba al águila y lo abrazaba para luego dejarlo tranquilo.
Este voló nuevamente hacia la rama, yo camine hacia el señor Circenn que ayudaba a los heridos, también decidí ayudarle lo mas posible. Limpiar las heridas causados por hojas y flechas.
- Señor Circenn ¿Que aremos ahora? Aqui no estan los suministro y no sabemos donde pueden estar - dije repitiendo inconscientemente lo mismo que el muchacho nos habia dicho a Andrés y a mi.
Aunque ya lo difícil habia pasado el mal presentimiento seguía alli, era como si lo peor aun no hubiera pasado, me sentía incomoda y le dirigí una mirada al cielo en busca de respuestas que sabia que no llegarían de alli.
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La mente maestra de todo aquello reía desde lo alto contemplando con total satisfacción la linea de uno que salia del campamento falso, el regocijo que sentía era el fuego que alimentaba su ambición. Tomo una gran bocanada de aire y la soltó por la nariz mientras estiraba los brazos al cielo.
- ¿No crees que es una noche esplendida? - dijo Hunter a su compañero, con una sonrisa muy animada.
- ¿Ahora que señor? - pregunto Serch, el fugitivo que se habia librado de la masacre.
- Hay que acabar con los reenes, asi no quedara nadie quien sepa de nosotros y como somos... Sacalos, acabaremos con sus sufrimiento en el amanecer - dijo mientras le daba la espalda a lla linea de humo que se perdía en el cielo oscuro.
- ¿Esta seguro de que todo salio bien? - dijo Serch con clara desconfianza a lo sucedido.
- Estoy seguro... Y si algunos lograron escapar se las verán con nosotros - dijo mientras bajaba del torreón.
- Esto no selo debería tomar tan a la ligera... - dijo mientras suspiraba y lo seguía.
El fugitivo fue detrás de su líder con dudas sobre las elecciones de este, cualquiera sabia que no se podía tomar a la ligera ¿Que se traía el hombre bajo la manga? ¿Por que esta tan tranquilo si las probabilidades de fallar eran altas? Muchas cosas no encajaban y tenia que averiguar que sucedía... Tanta incertidumbre hacia que su lealtad titubeará un poco.
Cryz
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Re: La Guerra...La Guerra nunca cambia - [Interpretativo-Libre]
Hacía apenas un día que había aterrizado en nuevas tierras, la vida que llevaba como una solitaria nómada, me permitía descubrir más territorios y sobre todo, conseguir más dinero gracias a esto.
El día anterior tras un buen trayecto por el río llegué con mi barca a la orilla de un frondoso bosque nevado desconocido para mí, pensé que quizás habría un poblado cerca, en el cual podría vender mis pócimas y hierbas curativas, o a lo mejor encontraría un trabajo, quien sabe.
Mientras caminaba entre los árboles con mis pesados ropajes de pieles, mi saco y el arco, recolectaba varias plantas que me iba cruzando por el camino, las cuales se asomaban entre la nieve y me serían de utilidad.
Oscureció todo, la luna se alzó en lo alto y determiné que era el momento de cenar y descansar. Me senté sobre un viejo tronco, arrime varios palos secos y con dos piedras de sílex provoqué una chispa, a la cual soplé en los troncos rápidamente para que no se apagase.
Saqué una pequeña cacerola del saco depositándola sobre el fuego, la llené con nieve, y preparé la liebre añadiéndole diversas plantas que más tarde le darían un agradable olor y sabor. Tenía tres patatas en el saco, pero solo corté media y la puse a cocer, no sabía si mañana seguiría sin encontrar nada.
Rodeé mis brazos helada mientras veía como el agua hervía, para mí la soledad no era un problema, al principio sí pero con el tiempo me he acostumbrado a esta, incluso le he llegado a coger gusto.
No tengo que ponerme de acuerdo con nadie, ni cumplir constantemente las normas de cada poblado, soy como un animal salvaje, libre.
Fui a levantarme para sacar la liebre cuando unos fuertes ruidos me hicieron dar un salto, rápidamente apagué el fuego con el agua del cazo sacando los alimentos y arrojándolos al saco para después tomar a este y al arco, colgándolos a mis espaldas con rapidez.
Había aprendido que debía huir de los problemas ajenos, así los evitaba, pero sin embargo tuve que pensarlo bien.
-(¿Y si es el único poblado habitado de aquí cerca?) -pensé mordiendome el labio, en una lucha interna.
Al final decidí esperar subida en un árbol a que todo se calmase, pasadas unas horas en las cuales me comí la liebre salí cuidadosamente en dirección a donde provenía antes el ruido y me asomé tras un árbol quedándome atónita de lo que veían mis ojos.
-(Parece un campamento.... esta lleno de cadáveres y heridos... ¿Desde cuando hay guerra? Creo que llevo demasiado tiempo ajena a la realidad...).
Cuando voy a retroceder hago un ruido demasiado fuerte con el tronco, miro hacia abajo sorprendida y luego hacia el frente nerviosa.
El día anterior tras un buen trayecto por el río llegué con mi barca a la orilla de un frondoso bosque nevado desconocido para mí, pensé que quizás habría un poblado cerca, en el cual podría vender mis pócimas y hierbas curativas, o a lo mejor encontraría un trabajo, quien sabe.
Mientras caminaba entre los árboles con mis pesados ropajes de pieles, mi saco y el arco, recolectaba varias plantas que me iba cruzando por el camino, las cuales se asomaban entre la nieve y me serían de utilidad.
Oscureció todo, la luna se alzó en lo alto y determiné que era el momento de cenar y descansar. Me senté sobre un viejo tronco, arrime varios palos secos y con dos piedras de sílex provoqué una chispa, a la cual soplé en los troncos rápidamente para que no se apagase.
Saqué una pequeña cacerola del saco depositándola sobre el fuego, la llené con nieve, y preparé la liebre añadiéndole diversas plantas que más tarde le darían un agradable olor y sabor. Tenía tres patatas en el saco, pero solo corté media y la puse a cocer, no sabía si mañana seguiría sin encontrar nada.
Rodeé mis brazos helada mientras veía como el agua hervía, para mí la soledad no era un problema, al principio sí pero con el tiempo me he acostumbrado a esta, incluso le he llegado a coger gusto.
No tengo que ponerme de acuerdo con nadie, ni cumplir constantemente las normas de cada poblado, soy como un animal salvaje, libre.
Fui a levantarme para sacar la liebre cuando unos fuertes ruidos me hicieron dar un salto, rápidamente apagué el fuego con el agua del cazo sacando los alimentos y arrojándolos al saco para después tomar a este y al arco, colgándolos a mis espaldas con rapidez.
Había aprendido que debía huir de los problemas ajenos, así los evitaba, pero sin embargo tuve que pensarlo bien.
-(¿Y si es el único poblado habitado de aquí cerca?) -pensé mordiendome el labio, en una lucha interna.
Al final decidí esperar subida en un árbol a que todo se calmase, pasadas unas horas en las cuales me comí la liebre salí cuidadosamente en dirección a donde provenía antes el ruido y me asomé tras un árbol quedándome atónita de lo que veían mis ojos.
-(Parece un campamento.... esta lleno de cadáveres y heridos... ¿Desde cuando hay guerra? Creo que llevo demasiado tiempo ajena a la realidad...).
Cuando voy a retroceder hago un ruido demasiado fuerte con el tronco, miro hacia abajo sorprendida y luego hacia el frente nerviosa.
Lunnareth
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Re: La Guerra...La Guerra nunca cambia - [Interpretativo-Libre]
Wallace había oído la pregunta de Cryz. No supo como contestar al inicio. Culpable? Él se había sentido culpable antaño tras quitar vidas cuando dejó de ser un criminal, cuando superó toda aquella vida de maldad. Wallace se acercó a los hermanos, y con la espada en mano clavada en el suelo, apoyándose en el pomo, los miró a los ojos, suspirando.
-Si no sintieras culpabilidad, dejarías de ser quien eres… cuando no hay sentimiento ni remordimientos, es cuando perdemos nuestra alma… -les dijo sin perder una sonrisa honesta en sus labios. Tras decir aquello, les revolvió a ambos el pelo y siguió ayudando a enterrar a los muertos. Circenn se acercó por atrás sonriendo, mostrando los dientes. Él había sido testigo de esa pérdida por parte de Wallace, lo había visto matar sin duda alguna, sin importar si aquella víctima era madre o padre. El leonido observó a su amigo mientras ayudaba a los hombres y sintió orgullo al ver en lo que se había convertido.
-Pues… he encontrado trazas de un rastro de caballos que van al este… en dirección a nuestro objetivo inicial. Así que tenemos rumbo… -Explicó mientras se ajustaba las ropas y guardaba sus utensilios de tratar heridas. Wallace asintió al oír las aclaraciones de su amigo. Debían darse prisa pues tras encender la hoguera podrían provocar que los saqueadores matasen a quien tuvieran retenido o quemasen los suministros. La gente como ellos era imprevisible.
Los hombres ya estaban listo para partir tras despedir a sus camaradas en cortas plegarias a los dioses. Wallace observó cómo empezaron la marcha cuando el sonido de un golpe alteró al grupo, todos sacando sus armas hacia el origen del ruido. Circenn, quien había estado cerca, rugió alzando la zarpa.
-Esperad! -Indicó alterado mientras se acercaba. Sus ojos al momento chocaron con un par de gemas ámbar y un rostro oliváceo. Una chica, más bien, una elfa por sus orejas. Circenn apretó los dientes y la miró con cierta desconfianza. Una espía? Wallace se acercó con paso firme entre los hombres bajando sus armas con las manos. Al ver a la chica, claramente asustada, le dedicó una amable sonrisa. Su élfico estaba un poco oxidado pero algo podría decir.
-Tranquila… quien eres? No te haremos daño… -le dijo ofreciendo su mano para que saliera de entre los troncos y la maleza.- Tranquilos muchachos, los elfos no suelen formar parte de bandas…
-P-Pero y si lo es!? Y si ha venido a espiarnos!
-Deberiamos interrogarla! O matarla!
Circenn dejó salir un bufido ante sus acusaciones haciéndoles retroceder un poco. Rorry golpeó a uno de ellos en la nuca, para que no dijeran tonterías. Sus hombres tenían miedo y con razón, pero Wallace debía reconducirlos para que no se volvieran unos salvajes. Alzó el puño para hacerlos callar y volvió a mirar a la elfa. Era joven y parecía poder espabilarse sola.
-Me llamo Wallace, puedes estar tranquila. -Miró a lo hermanos, quizás ellos podrían ayudar, darle un espacio seguro.- Hablas común verdad? No vamos a hacerte daño, estamos buscando saqueadores que habitan en estos bosques, has tenido suerte que no te han visto… Como te llamas? -Preguntó con sumo respeto.
-Si no sintieras culpabilidad, dejarías de ser quien eres… cuando no hay sentimiento ni remordimientos, es cuando perdemos nuestra alma… -les dijo sin perder una sonrisa honesta en sus labios. Tras decir aquello, les revolvió a ambos el pelo y siguió ayudando a enterrar a los muertos. Circenn se acercó por atrás sonriendo, mostrando los dientes. Él había sido testigo de esa pérdida por parte de Wallace, lo había visto matar sin duda alguna, sin importar si aquella víctima era madre o padre. El leonido observó a su amigo mientras ayudaba a los hombres y sintió orgullo al ver en lo que se había convertido.
-Pues… he encontrado trazas de un rastro de caballos que van al este… en dirección a nuestro objetivo inicial. Así que tenemos rumbo… -Explicó mientras se ajustaba las ropas y guardaba sus utensilios de tratar heridas. Wallace asintió al oír las aclaraciones de su amigo. Debían darse prisa pues tras encender la hoguera podrían provocar que los saqueadores matasen a quien tuvieran retenido o quemasen los suministros. La gente como ellos era imprevisible.
Los hombres ya estaban listo para partir tras despedir a sus camaradas en cortas plegarias a los dioses. Wallace observó cómo empezaron la marcha cuando el sonido de un golpe alteró al grupo, todos sacando sus armas hacia el origen del ruido. Circenn, quien había estado cerca, rugió alzando la zarpa.
-Esperad! -Indicó alterado mientras se acercaba. Sus ojos al momento chocaron con un par de gemas ámbar y un rostro oliváceo. Una chica, más bien, una elfa por sus orejas. Circenn apretó los dientes y la miró con cierta desconfianza. Una espía? Wallace se acercó con paso firme entre los hombres bajando sus armas con las manos. Al ver a la chica, claramente asustada, le dedicó una amable sonrisa. Su élfico estaba un poco oxidado pero algo podría decir.
-Tranquila… quien eres? No te haremos daño… -le dijo ofreciendo su mano para que saliera de entre los troncos y la maleza.- Tranquilos muchachos, los elfos no suelen formar parte de bandas…
-P-Pero y si lo es!? Y si ha venido a espiarnos!
-Deberiamos interrogarla! O matarla!
Circenn dejó salir un bufido ante sus acusaciones haciéndoles retroceder un poco. Rorry golpeó a uno de ellos en la nuca, para que no dijeran tonterías. Sus hombres tenían miedo y con razón, pero Wallace debía reconducirlos para que no se volvieran unos salvajes. Alzó el puño para hacerlos callar y volvió a mirar a la elfa. Era joven y parecía poder espabilarse sola.
-Me llamo Wallace, puedes estar tranquila. -Miró a lo hermanos, quizás ellos podrían ayudar, darle un espacio seguro.- Hablas común verdad? No vamos a hacerte daño, estamos buscando saqueadores que habitan en estos bosques, has tenido suerte que no te han visto… Como te llamas? -Preguntó con sumo respeto.
Wallace Mcgregor
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Re: La Guerra...La Guerra nunca cambia - [Interpretativo-Libre]
Todos estábamos listos para partir cuando ese ruido hizo que todos nos pusiéramos alertas, Trhiz bajo de la rama y se puso en mi hombro, Andrés empuñaba con fuerza la espada y yo apretaba con fuerza la lanza. El señor Wallace fue el unico que se adelanto a hablar con el recién llegado, tome aire y me adelante para estar donde se encontraba el brujo hablando con el desconocido.
Mire con cuidado y poco a poco la figura de la elfa se hacia mas clara para mi vista, deje de empuñar la lanza, ¿Que hacia alli una elfa? ¿Por que aventurarse en un lugar peligroso? ¿No se entero de la guerra? Como fuera mostré media sonrisa.
- No temas, no te aremos daño, no somos malos - dije, aunque la palabra “malos” aun la seguía debatiendo mentalmente.
Mi hermano con sumo cuidado se acerco a mi guardando la espada, yo me adelante al señor Wallace, dejando la lanza en la nieve y camine hacia el árbol y le extendí una mano a la elfa para luego poco a poco ayudarla a salir de su escondite.
- Soy Cryz, es un gusto - dije con una sonrisa, no sabia si la joven me entendería pero no perdía nada con presentarme.
- Ellos no te harán daño - dije señalando al grupo de soldados. Los cuales con un poco de desconfianza bajaban las armas, luego mire al señor Wallace - El también es bueno, al igual que el señor Wallace - señale al felino.
Solté la mano de la elfa para luego tomar la lanza y volver con el grupo. El cual al ver que no habia peligro siguieron caminando por la ruta indicada hace unos momentos atras.
De vez en cuando todos le lanzaban miradas a la recién llegada, unas eran de duda y desconfianza otras de curiosidad y muchas eran miradas algo bobas, yo no podía evitar mirarla con curiosidad al igual que mi hermano. Pero era reconfortante, ya no era la unica chica en ese grupo de hombres, me sentía un poco menos incómoda, no por que antes me miraran, por que en realidad la gran mayoría ni me hubiera notado, sino que ya no me sentía fuera de lugar o no tan fiera de lugar.
El bosque nuevamente estaba en un silencio sobrenatural, y hacia mas frio, pero habia menos nieve, íbamos por el camino correcto. Por allí habia pasado el grupo que nos tendió la trampa, esta vez Trhiz no se iba de mi hombro, seguía firme en su posición.
Todos se veían tensos e incomodos por el silencio ya que ni si quiera la brisa movía las hojas, los minutos parecían horas, cualquier crujido, chirrido o paso que no fuera de nosotros nos ponía alerta.
Aquello nos tenia a todos con los nervios a flor de piel. Me detuve para sobarme las rodillas, comenzaban a dolerme, el frio estaba comenzando a pasar el cuero que me mantenía caliente y me estaba acalambrando las piernas. Suspire con algo de amargura para luego seguir caminando y fue cuando vi un pequeño punto. No era una estrella, por que era demasiado amarilla... No eran luciérnagas por que estaba estática y solo era una.
- Andres... Eso es ¿Una antorcha? - dije Mientras señalaba entre unos arboles.
- No lo se... Esta muy lejos... Y los arboles no me dejan ver muy bien que digamos - dijo mientras entrecerraba los ojos para enfocar bien lo que veía.
- ¿Por que abría por aqui otro campamento? - dije con curiosidad.
- Parece que nos acercamos al lugar correcto - dijo el. Me tomo del brazo y me hizo seguir caminando.
La intranquiladad comenzó a aparecer de nuevo, un mal presentimiento, peor al primero, pero todos seguíamos el camino dejado por los antiguos contrincantes que nos habían emboscado.
Mire con cuidado y poco a poco la figura de la elfa se hacia mas clara para mi vista, deje de empuñar la lanza, ¿Que hacia alli una elfa? ¿Por que aventurarse en un lugar peligroso? ¿No se entero de la guerra? Como fuera mostré media sonrisa.
- No temas, no te aremos daño, no somos malos - dije, aunque la palabra “malos” aun la seguía debatiendo mentalmente.
Mi hermano con sumo cuidado se acerco a mi guardando la espada, yo me adelante al señor Wallace, dejando la lanza en la nieve y camine hacia el árbol y le extendí una mano a la elfa para luego poco a poco ayudarla a salir de su escondite.
- Soy Cryz, es un gusto - dije con una sonrisa, no sabia si la joven me entendería pero no perdía nada con presentarme.
- Ellos no te harán daño - dije señalando al grupo de soldados. Los cuales con un poco de desconfianza bajaban las armas, luego mire al señor Wallace - El también es bueno, al igual que el señor Wallace - señale al felino.
Solté la mano de la elfa para luego tomar la lanza y volver con el grupo. El cual al ver que no habia peligro siguieron caminando por la ruta indicada hace unos momentos atras.
De vez en cuando todos le lanzaban miradas a la recién llegada, unas eran de duda y desconfianza otras de curiosidad y muchas eran miradas algo bobas, yo no podía evitar mirarla con curiosidad al igual que mi hermano. Pero era reconfortante, ya no era la unica chica en ese grupo de hombres, me sentía un poco menos incómoda, no por que antes me miraran, por que en realidad la gran mayoría ni me hubiera notado, sino que ya no me sentía fuera de lugar o no tan fiera de lugar.
* * * *
El bosque nuevamente estaba en un silencio sobrenatural, y hacia mas frio, pero habia menos nieve, íbamos por el camino correcto. Por allí habia pasado el grupo que nos tendió la trampa, esta vez Trhiz no se iba de mi hombro, seguía firme en su posición.
Todos se veían tensos e incomodos por el silencio ya que ni si quiera la brisa movía las hojas, los minutos parecían horas, cualquier crujido, chirrido o paso que no fuera de nosotros nos ponía alerta.
Aquello nos tenia a todos con los nervios a flor de piel. Me detuve para sobarme las rodillas, comenzaban a dolerme, el frio estaba comenzando a pasar el cuero que me mantenía caliente y me estaba acalambrando las piernas. Suspire con algo de amargura para luego seguir caminando y fue cuando vi un pequeño punto. No era una estrella, por que era demasiado amarilla... No eran luciérnagas por que estaba estática y solo era una.
- Andres... Eso es ¿Una antorcha? - dije Mientras señalaba entre unos arboles.
- No lo se... Esta muy lejos... Y los arboles no me dejan ver muy bien que digamos - dijo mientras entrecerraba los ojos para enfocar bien lo que veía.
- ¿Por que abría por aqui otro campamento? - dije con curiosidad.
- Parece que nos acercamos al lugar correcto - dijo el. Me tomo del brazo y me hizo seguir caminando.
La intranquiladad comenzó a aparecer de nuevo, un mal presentimiento, peor al primero, pero todos seguíamos el camino dejado por los antiguos contrincantes que nos habían emboscado.
Cryz
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Re: La Guerra...La Guerra nunca cambia - [Interpretativo-Libre]
Cuando la gente armada del caótico campamento se percató de mi presencia por culpa del fuerte ruido que provoqué, todos me apuntaron con sus afiladas armas.
Mi corazón casi se para, mi expresión se tornó aterrada y mi piel palideció, la nieve y mi tonalidad eran casi similares.
-(No debería haberme metido aquí. Me van a matar. Que ingenua he sido. Voy a morir. Nadie sabrá sobre mí cuando muera.) -cientos de pésimos pensamientos se me ocurrieron, cerré los ojos lista para morir con las piernas temblorosas, pero nadie me atacó.
Entre abrí los ojos y vi a un alto hombre pelirrojo, me ofreció la mano con una sonrisa cálida y habló en lengua elfica la cual no entendí, me había pasado más veces, pero nadie sabía que yo no fui criada por elfos y no sabía aquella lengua.
Sin embargo una joven de piel pálida y pelo moreno, la única mujer que pude ver, me dijo que no temiese, ella parecía más fiable a decir verdad.
Suspiré aliviada, no me fiaba del todo, claramente me han engañado muchas veces antes, pero por ahora no me habían matado y eso me aliviaba. Me limitaría a seguirles la corriente y obtener algo.
Los demás hombres estaban quejándose, decían que yo era una espía, no se fiaban de mí, pero un enorme hombre felino rugió tan fuerte que se callaron.
El hombre pelirrojo al fin me habló en mi lengua y le entendí, se llamaba Wallace y la chica amable Cryz.
Escuché algo de saqueadores, pero nunca había oído esa expresión, ni tampoco entendía a que se referían.
-¿Saqueadores? No lo entiendo... ¿Estamos en guerra? -mi cara de confusión era evidente- mi nombre es Lunnareth...
Había temporadas en las que vivía más en el bosque que en la civilización, como esta, y no me enteraba de nada, cuando llegaba a los pueblos y conseguía ser mesera, escuchaba las situaciones actuales las cuales siempre acababan sorprendiéndome por que las notaba muy lejanas a mí.
Mi corazón casi se para, mi expresión se tornó aterrada y mi piel palideció, la nieve y mi tonalidad eran casi similares.
-(No debería haberme metido aquí. Me van a matar. Que ingenua he sido. Voy a morir. Nadie sabrá sobre mí cuando muera.) -cientos de pésimos pensamientos se me ocurrieron, cerré los ojos lista para morir con las piernas temblorosas, pero nadie me atacó.
Entre abrí los ojos y vi a un alto hombre pelirrojo, me ofreció la mano con una sonrisa cálida y habló en lengua elfica la cual no entendí, me había pasado más veces, pero nadie sabía que yo no fui criada por elfos y no sabía aquella lengua.
Sin embargo una joven de piel pálida y pelo moreno, la única mujer que pude ver, me dijo que no temiese, ella parecía más fiable a decir verdad.
Suspiré aliviada, no me fiaba del todo, claramente me han engañado muchas veces antes, pero por ahora no me habían matado y eso me aliviaba. Me limitaría a seguirles la corriente y obtener algo.
Los demás hombres estaban quejándose, decían que yo era una espía, no se fiaban de mí, pero un enorme hombre felino rugió tan fuerte que se callaron.
El hombre pelirrojo al fin me habló en mi lengua y le entendí, se llamaba Wallace y la chica amable Cryz.
Escuché algo de saqueadores, pero nunca había oído esa expresión, ni tampoco entendía a que se referían.
-¿Saqueadores? No lo entiendo... ¿Estamos en guerra? -mi cara de confusión era evidente- mi nombre es Lunnareth...
Había temporadas en las que vivía más en el bosque que en la civilización, como esta, y no me enteraba de nada, cuando llegaba a los pueblos y conseguía ser mesera, escuchaba las situaciones actuales las cuales siempre acababan sorprendiéndome por que las notaba muy lejanas a mí.
Lunnareth
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Re: La Guerra...La Guerra nunca cambia - [Interpretativo-Libre]
Wallace observó la mirada de desconfianza de Lunnareth. Normal, pensó para sí, a primera vista él daba un poco de miedo con tanta cicatriz y encima acababa de luchar, seguramente tampoco oleria demasiado bien. Al ver que la muchacha se acercaba más segura con los hermanos, sonrió con cierta satisfacción y empezó la marcha. Circenn se adelantó hasta su lado y lo miro con preocupación.
-Y ella? Que haremos?... -Wallace se ajustó los cintos de cuero y miró al felino.
-Irá con nosotros, estará más segura en retaguardia contigo, te parece bien? -El felino asintió con una sonrisa en la boca dentada y fué hacia los jóvenes. Miró entonces a los hermanos y los ayudó a acabar de prepararse de nuevo, dándoles un poco de agua a todos.
-Vamos, os quedaréis conmigo en retaguardia, tendremos que estar listo por si ellos nos necesitan… -les dijo mientras cogía su bastón de madera y hierro.- Lunnareth, Wallace ha aconsejado que vengas con nosotros, es más seguro y así podré explicarte un poco lo que pasa en este extraño mundo… -Le explicó mientras le ofrecía la enorme y peluda mano para que lo acompañara.
El rastro de caballos y carros no era fresco, pero la ventisca helada no lo había borrado del todo. Los hombres seguían los pasos y las marcas con cautela pues el olor de una hoguera empezaba a ponerlos nerviosos. Wallace estaba examinando unas marcas extrañas en un árbol. Eran cortes de espada, hacha quizás. Andrés se acercó a él con la nariz roja.
-Confía en ella? -Le preguntó mirándolo fijamente. Wallace alzó los ojos de las marcas para mirar al joven que se abrigaba con la capa gruesa. Asintió y se incorporó para mirar al grupo que avanzaba lentamente debido a la ventisca.
-Siempre se ha de dar el beneficio de la duda supongo… -miró el filo de su hacha y luego a la chica.-... en todo caso, si la cosa se tuerce, yo mismo me ocuparé… -susurró con una voz rota. No era la primera vez que quitaba una vida por aquellos motivos. Antaño, en muchos de sus encargos habían aparecido personas que resultaron al final ser espías, y alguien tenía que mancharse las manos.
Andrés entendió a lo que se refería y asintió sin decir nada. Era la guerra, esas cosas pasaban a menudo, supuso. Dejó al brujo tranquilo y volvió con las chicas, dedicándole una cálida sonrisa a su hermana. Rorry se adelantó un poco para explorar. La ventisca estaba cada vez más valiente, negando la visión próxima de cualquier cosa en sus proximidades. Eso preocupaba al soldado quien intentaba encontrar un punto de luz o al menos una cueva donde refugiarse…
-McGregor! Deberíamos buscar refugio! HAce una hora que estamos andando y no veo nada! -Rugió alto pues el ruido del tiempo, la nieve y el viento empezaba a ser más fuerte que sus voces. Wallace asintió con energía y decisión. Circenn escuchó también así que se puso detrás de los jóvenes, protegiéndose de la ventisca con sus brazos.
-Vamos! Seguid a Rorry! -Gruñó mientras entrecerraba los ojos debido a la nieve que caía con furia. Wallace se puso delante de la fila que habían formado y con su magia de fuego, empezó a deshacer la nieve a base de llamaradas pequeñas. Los hombres se sorprendían por esos poderes. Wallace había visto cosas más grandes y alucinantes que unas simples llamaradas.
Avanzaban poco a poco. El frío se calaba en los huesos de los soldados con rapidez. Circenn acabó llevando en brazos a Cryz y a Lunnareth mientras Andrés ayudaba a uno de los jóvenes. Wallace pudo ver lo que parecía ser una casucha abandonada de leñadores… estaban salvados…
----
-Mi señor, la ventisca es demasiado fuerte…
-Lo se, lo estoy viendo… cuando se calme, matar a los rehenes.
-Y ella? Que haremos?... -Wallace se ajustó los cintos de cuero y miró al felino.
-Irá con nosotros, estará más segura en retaguardia contigo, te parece bien? -El felino asintió con una sonrisa en la boca dentada y fué hacia los jóvenes. Miró entonces a los hermanos y los ayudó a acabar de prepararse de nuevo, dándoles un poco de agua a todos.
-Vamos, os quedaréis conmigo en retaguardia, tendremos que estar listo por si ellos nos necesitan… -les dijo mientras cogía su bastón de madera y hierro.- Lunnareth, Wallace ha aconsejado que vengas con nosotros, es más seguro y así podré explicarte un poco lo que pasa en este extraño mundo… -Le explicó mientras le ofrecía la enorme y peluda mano para que lo acompañara.
El rastro de caballos y carros no era fresco, pero la ventisca helada no lo había borrado del todo. Los hombres seguían los pasos y las marcas con cautela pues el olor de una hoguera empezaba a ponerlos nerviosos. Wallace estaba examinando unas marcas extrañas en un árbol. Eran cortes de espada, hacha quizás. Andrés se acercó a él con la nariz roja.
-Confía en ella? -Le preguntó mirándolo fijamente. Wallace alzó los ojos de las marcas para mirar al joven que se abrigaba con la capa gruesa. Asintió y se incorporó para mirar al grupo que avanzaba lentamente debido a la ventisca.
-Siempre se ha de dar el beneficio de la duda supongo… -miró el filo de su hacha y luego a la chica.-... en todo caso, si la cosa se tuerce, yo mismo me ocuparé… -susurró con una voz rota. No era la primera vez que quitaba una vida por aquellos motivos. Antaño, en muchos de sus encargos habían aparecido personas que resultaron al final ser espías, y alguien tenía que mancharse las manos.
Andrés entendió a lo que se refería y asintió sin decir nada. Era la guerra, esas cosas pasaban a menudo, supuso. Dejó al brujo tranquilo y volvió con las chicas, dedicándole una cálida sonrisa a su hermana. Rorry se adelantó un poco para explorar. La ventisca estaba cada vez más valiente, negando la visión próxima de cualquier cosa en sus proximidades. Eso preocupaba al soldado quien intentaba encontrar un punto de luz o al menos una cueva donde refugiarse…
-McGregor! Deberíamos buscar refugio! HAce una hora que estamos andando y no veo nada! -Rugió alto pues el ruido del tiempo, la nieve y el viento empezaba a ser más fuerte que sus voces. Wallace asintió con energía y decisión. Circenn escuchó también así que se puso detrás de los jóvenes, protegiéndose de la ventisca con sus brazos.
-Vamos! Seguid a Rorry! -Gruñó mientras entrecerraba los ojos debido a la nieve que caía con furia. Wallace se puso delante de la fila que habían formado y con su magia de fuego, empezó a deshacer la nieve a base de llamaradas pequeñas. Los hombres se sorprendían por esos poderes. Wallace había visto cosas más grandes y alucinantes que unas simples llamaradas.
Avanzaban poco a poco. El frío se calaba en los huesos de los soldados con rapidez. Circenn acabó llevando en brazos a Cryz y a Lunnareth mientras Andrés ayudaba a uno de los jóvenes. Wallace pudo ver lo que parecía ser una casucha abandonada de leñadores… estaban salvados…
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-Mi señor, la ventisca es demasiado fuerte…
-Lo se, lo estoy viendo… cuando se calme, matar a los rehenes.
Wallace Mcgregor
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Re: La Guerra...La Guerra nunca cambia - [Interpretativo-Libre]
Seguimos la caminata, seguía sin poderle quitar la vista a la elfa, era muy linda y no actuaba como otros elfos que habia conocido en Vulwulfar... Como el hermano de la señorita Rubí, que siempre nos vio a Andres y a mi como seres insignificantes, ella parecía asustada igual que yo hace rato. Andres se habia adelantado y Trhizten voló de mi hombro y voló sobre la elfa viéndola con mucho cuidado.
Yo fruncí el seño, tanto el como Andres eran paranoicos, suspire y silbé, el ave voló hacia mi y me miro con enojo y yo le saque la lengua para luego caminar junto a la elfa.
- Oye Lunnareth... Se que... Bueno no nos conoces y que todos actúan extraño. Pero no es su culpa... Estas personas que vez. Somos las que quedaron de un grupo mas grande... Alla atrás casi nos matan a todos - dije mirando la nieve dándole cuenta que cada vez esta mas fría. - Por eso la desconfianza que todos tiene, hasta este amargado emplumado. El es el mas desconfiado. Pero yo no lo soy, confío muy fácil... - no logre terminar de hablar por culpa de mi hermano.
- Y ese es su problema, no tiene ojos para eso - dijo Andres con su seriedad cortante.
- El es mi hermano, Andres un amargado - dije burlona.
El frunció el seño y bufo mientras volvía a caminar mas adelante, tras el se fue Trhizten y se apollo en su hombro, hombres, solo servían para vivir amargados, pero no me podía enojar con mi hermano asi que simplemente solté un risilla por su actitud tonta.
- ¿De donde eres? No eres del sur, eso quedo claro con tu expresión de confusión cuando el señor Wallace te hablo en elfico - dije con una sonrisa para dar confianza.
Pero me empece a dar de cuenta que hablaba mucho... La estaba bombardeando sin descanso, no pude evitar darme un golpecito en la frente como una reprimenda, suspire y la mire algo apenada.
- Perdón... Hablo mucho, losé... ¿Como terminaste por estos lugares? - dije para concluir con mi cacareo incansable.
Como fuera, un rato despues comenzó a nevar y fuerte con cada segundo, cada vez era mas difícil caminar y lo ultimo que sentí fue las grandes garras del felino y luego estar en su hombro como un saco de papa, no pude contener una risilla mientras seguimos avanzando hasta una cueva.
Al llegar a la cabaña comencé a reírme mientras sacudía toda la nieve de mi cabello y me adelantaba para revisar la cabaña, era de buen tamaño y no se veía en malas condiciones, empuje la puerta y esta serio con facilidad y entre mirando el lugar que estaba lleno de polvo.
- Esta vacía y muy abandonada... Hay mas telarañas que en una cueva - dije rascándome la nariz por el polvo de adentro.
- Mejor entremos esto se pone cada vez peor - dijo Andrés mie tras se cubría de la nieve.
Yo fruncí el seño, tanto el como Andres eran paranoicos, suspire y silbé, el ave voló hacia mi y me miro con enojo y yo le saque la lengua para luego caminar junto a la elfa.
- Oye Lunnareth... Se que... Bueno no nos conoces y que todos actúan extraño. Pero no es su culpa... Estas personas que vez. Somos las que quedaron de un grupo mas grande... Alla atrás casi nos matan a todos - dije mirando la nieve dándole cuenta que cada vez esta mas fría. - Por eso la desconfianza que todos tiene, hasta este amargado emplumado. El es el mas desconfiado. Pero yo no lo soy, confío muy fácil... - no logre terminar de hablar por culpa de mi hermano.
- Y ese es su problema, no tiene ojos para eso - dijo Andres con su seriedad cortante.
- El es mi hermano, Andres un amargado - dije burlona.
El frunció el seño y bufo mientras volvía a caminar mas adelante, tras el se fue Trhizten y se apollo en su hombro, hombres, solo servían para vivir amargados, pero no me podía enojar con mi hermano asi que simplemente solté un risilla por su actitud tonta.
- ¿De donde eres? No eres del sur, eso quedo claro con tu expresión de confusión cuando el señor Wallace te hablo en elfico - dije con una sonrisa para dar confianza.
Pero me empece a dar de cuenta que hablaba mucho... La estaba bombardeando sin descanso, no pude evitar darme un golpecito en la frente como una reprimenda, suspire y la mire algo apenada.
- Perdón... Hablo mucho, losé... ¿Como terminaste por estos lugares? - dije para concluir con mi cacareo incansable.
Como fuera, un rato despues comenzó a nevar y fuerte con cada segundo, cada vez era mas difícil caminar y lo ultimo que sentí fue las grandes garras del felino y luego estar en su hombro como un saco de papa, no pude contener una risilla mientras seguimos avanzando hasta una cueva.
Al llegar a la cabaña comencé a reírme mientras sacudía toda la nieve de mi cabello y me adelantaba para revisar la cabaña, era de buen tamaño y no se veía en malas condiciones, empuje la puerta y esta serio con facilidad y entre mirando el lugar que estaba lleno de polvo.
- Esta vacía y muy abandonada... Hay mas telarañas que en una cueva - dije rascándome la nariz por el polvo de adentro.
- Mejor entremos esto se pone cada vez peor - dijo Andrés mie tras se cubría de la nieve.
Cryz
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Re: La Guerra...La Guerra nunca cambia - [Interpretativo-Libre]
Una vez me hablaron fui cogiendo más confianza, acabé siguiéndolos un tanto silenciosa, estaba rodeada de gente desconocida con las cuales podía meterme en problemas.
Aún así pensé que quizás era una buena oportunidad para formar parte de algo, estaba cansada de tantos años de soledad.
Mientras caminábamos los demás me miraban, yo solo sujetaba mi saco y los observaba igualmente con curiosidad, eran hombres muy corpulentos, con marcas de heridas y rostros serios. Se les notaba por todo lo que habían pasado en la mirada, era triste.
Cryz se acercó a mí para darme conversación.
-Bueno soy de todos lados... pero me crié en El Bosque del Este, con una familia humana... -sonrio un poco mirándola de reojo- solo viajo de un lugar a otro para comerciar o trabajar, aunque también paso largas temporadas viviendo en el bosque, los últimos seis meses los pasé en el bosque, vivía en una pequeña cabaña abandonada y no me iba mal, pero acabé cansandome de estar sola y decidí volver a emprender mi viaje, encontrar civilización y ganar dinero.
Le respondí y seguimos andando, su hermano parecía ser más desconfiado que ella, pero se le veía buena persona.
Sin embargo el hombre llamado Wallace me daba cierta tranquilidad, parecía el que más mandaba del grupo, y no pretendía que ninguno me dañase, hasta quería darme respuestas.
Era raro encontrarse con gente amable.
A medida que seguíamos caminando empezó a hacer mucho frío, yo que estaba cubierta de pieles las apreté más contra mí, pero aún así no dejaba de tiritar, el hombre felino me cogió en brazos junto con la otra chica y lo miré sorprendida.
Una vez entramos en una vieja cabaña me soltó en el suelo, me rodeé los brazos moviendolos y dando calor, me iba junto a Cryz ya que era la que por ahora me había dado más confianza.
Aún así pensé que quizás era una buena oportunidad para formar parte de algo, estaba cansada de tantos años de soledad.
Mientras caminábamos los demás me miraban, yo solo sujetaba mi saco y los observaba igualmente con curiosidad, eran hombres muy corpulentos, con marcas de heridas y rostros serios. Se les notaba por todo lo que habían pasado en la mirada, era triste.
Cryz se acercó a mí para darme conversación.
-Bueno soy de todos lados... pero me crié en El Bosque del Este, con una familia humana... -sonrio un poco mirándola de reojo- solo viajo de un lugar a otro para comerciar o trabajar, aunque también paso largas temporadas viviendo en el bosque, los últimos seis meses los pasé en el bosque, vivía en una pequeña cabaña abandonada y no me iba mal, pero acabé cansandome de estar sola y decidí volver a emprender mi viaje, encontrar civilización y ganar dinero.
Le respondí y seguimos andando, su hermano parecía ser más desconfiado que ella, pero se le veía buena persona.
Sin embargo el hombre llamado Wallace me daba cierta tranquilidad, parecía el que más mandaba del grupo, y no pretendía que ninguno me dañase, hasta quería darme respuestas.
Era raro encontrarse con gente amable.
A medida que seguíamos caminando empezó a hacer mucho frío, yo que estaba cubierta de pieles las apreté más contra mí, pero aún así no dejaba de tiritar, el hombre felino me cogió en brazos junto con la otra chica y lo miré sorprendida.
Una vez entramos en una vieja cabaña me soltó en el suelo, me rodeé los brazos moviendolos y dando calor, me iba junto a Cryz ya que era la que por ahora me había dado más confianza.
Lunnareth
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