Regreso a la patria [Libre] [3/4] [Cerrado]
Página 1 de 2. • Comparte
Página 1 de 2. • 1, 2
Regreso a la patria [Libre] [3/4] [Cerrado]
Inhaló fervientemente. Aquél olor era el de la tierra que lo había visto crecer; los árboles y las flores que otrora admiraban al niño inocente que idolatraba a su hermano, y poco después vieron al crío convertirse en un rufián que no guardaba más que envidia. Un día lo vieron nacer, y al otro lo vieron marcharse en un barco pirata. La vida da muchas vueltas, y si los árboles tuvieran conciencia, estarían cansados de ver ir y venir hombres de buen corazón, que de algún modo fueron corrompidos. Por ello, Tatsuya no sería ninguna novedad. Incluso ya frente a él, arreaba un gordinflón jorobado y de pelo grasiento, sudoroso y jadeante, con un jubón blanco curtido de tierra y grasa. Su nombre era Quasimodo, antiguamente miembro de la nobleza, de alguna familia cuyo nombre daba igual recordar. Para acortar la historia, pasó de ser el clemente hijo de la nobleza a ser comerciante de esclavos, contrabandista, y ahora se encaminaba al territorio de una tribu a robarles sus tierras. A sus espaldas, galopaban otros tres hombres, cuyos rostros y nombres apenas recordaba, a excepción del niñato cuyo ingreso al grupo aún no acababa de comprender. Tan solo había tenido el "placer" -si hay que llamarlo de algún modo- de conocer en mediana profundidad al elfo: Mefisto. Hombre gracioso, extravagante y ridículamente ridículo. El sol había pasado su cénit, y comenzaba a descender por occidente.
-¡Eh, jorobado! ¿Falta mucho para llegar? Ya me duele el culo de estar sentado.
El caballo de Quasimodo relinchó, y se detuvo en cuanto el jinete tiró de sus riendas. La corpulencia del hombre no permitía apreciar qué captó su atención exactamente, así que Tatsuya se bajó del caballo y se acercó a examinar. Observó el cadáver putrefacto de un brujo, crucificado en medio del camino. Un cuervo le había arrancado el ojo derecho.
-Estamos en las fauces del lobo. Si tenemos suerte, quizás lleguemos a ellos antes de que lleguen a nosotros.
-Un momento. Creí que ya estaba todo arreglado: los engañaríamos ofreciéndoles dinero, y nos recompensarían por la mentira con un banquete de perro asado y unas cuantas fulanas cavernícolas, más tontas que las piedras...
-Más o menos. Envié a un mensajero para informarles que les daría una visita, y ahora nos paramos justo frente a él. Pobre bastardo.
Una flecha silbó y dio un golpe seco en un árbol al lado de Tatsuya, cortándole un mechón de cabello. Raudamente desenvainó su espada, y su hoja silbó. Frunció el ceño, y se acomodó en su posición de combate. La próxima flecha se las metería por el orificio. Una voz gutural emergió de la lobreguez del bosque.
-Extranjeros, esa fue la primera y única advertencia. Márchense ilesos, o compartan el destino de su amigo.
-¡Mi nombre es Quasimodo! -balbuceó temblorosamente- ¡Tengo mucho oro, y me sobran intenciones de compartirlo con ustedes! Pero tienen que escucharme... podemos llegar a un acuerdo.
-Y dígame, señor Quasimodo, por qué no habría de matarlo y robar el oro de su cadáver.
-Tanto oro no puede transportarse en cinco caballos, mi señor. He venido a hacer negocios con ustedes. Tengo muchos sirvientes esperando en las afueras del bosque, con una generosa suma de Aeros, dispuestos a traerlos en cuanto dé la señal... verá, he viajado desde muy lejos, encantado por la leyenda de las mujeres de su tribu. Dicen que hacen el amor como ninguna otra. ¡Pagaría lo que fuera por una noche con una de ellas!
La silueta de un bárbaro fornido surgió de detrás de un árbol, y la tenue luz del sol que se filtraba a través de los árboles iluminó su un rostro diarréico y deforme, como un desayuno en las posadas barriobajeras de Lunargenta. Su boca parecía la unión de dos gordas sanguijuelas, cuyos movimientos al hablar se asemejaban a un mórbido coito salvaje. Tatsuya estuvo a punto de soltar la carcajada, pero se cubrió el morro con la mano.
-Vendemos algunas de nuestras mujeres, sí. Pero para eso tendrían que acompañarnos a nuestro hogar.
¡Será un placer, buen hombre! - replicó Quasimodo jovialmente a su invitación
El espadachín escuchó un silbido desde un arbusto, y sintió un proyectil penetrar el aire. Hizo un ademán con la mano derecha, y convocó una pequeña brisa que desvió el dardo. Sin embargo, Quasimodo fue impactado y en un segundo y medio se desmayó en la escena. Una bandada de al menos siete salvajes cargó vehementemente contra los aventureros. Tatsuya alzó su espada, y el filo silbó.
-¡Eh, jorobado! ¿Falta mucho para llegar? Ya me duele el culo de estar sentado.
El caballo de Quasimodo relinchó, y se detuvo en cuanto el jinete tiró de sus riendas. La corpulencia del hombre no permitía apreciar qué captó su atención exactamente, así que Tatsuya se bajó del caballo y se acercó a examinar. Observó el cadáver putrefacto de un brujo, crucificado en medio del camino. Un cuervo le había arrancado el ojo derecho.
-Estamos en las fauces del lobo. Si tenemos suerte, quizás lleguemos a ellos antes de que lleguen a nosotros.
-Un momento. Creí que ya estaba todo arreglado: los engañaríamos ofreciéndoles dinero, y nos recompensarían por la mentira con un banquete de perro asado y unas cuantas fulanas cavernícolas, más tontas que las piedras...
-Más o menos. Envié a un mensajero para informarles que les daría una visita, y ahora nos paramos justo frente a él. Pobre bastardo.
Una flecha silbó y dio un golpe seco en un árbol al lado de Tatsuya, cortándole un mechón de cabello. Raudamente desenvainó su espada, y su hoja silbó. Frunció el ceño, y se acomodó en su posición de combate. La próxima flecha se las metería por el orificio. Una voz gutural emergió de la lobreguez del bosque.
-Extranjeros, esa fue la primera y única advertencia. Márchense ilesos, o compartan el destino de su amigo.
-¡Mi nombre es Quasimodo! -balbuceó temblorosamente- ¡Tengo mucho oro, y me sobran intenciones de compartirlo con ustedes! Pero tienen que escucharme... podemos llegar a un acuerdo.
-Y dígame, señor Quasimodo, por qué no habría de matarlo y robar el oro de su cadáver.
-Tanto oro no puede transportarse en cinco caballos, mi señor. He venido a hacer negocios con ustedes. Tengo muchos sirvientes esperando en las afueras del bosque, con una generosa suma de Aeros, dispuestos a traerlos en cuanto dé la señal... verá, he viajado desde muy lejos, encantado por la leyenda de las mujeres de su tribu. Dicen que hacen el amor como ninguna otra. ¡Pagaría lo que fuera por una noche con una de ellas!
La silueta de un bárbaro fornido surgió de detrás de un árbol, y la tenue luz del sol que se filtraba a través de los árboles iluminó su un rostro diarréico y deforme, como un desayuno en las posadas barriobajeras de Lunargenta. Su boca parecía la unión de dos gordas sanguijuelas, cuyos movimientos al hablar se asemejaban a un mórbido coito salvaje. Tatsuya estuvo a punto de soltar la carcajada, pero se cubrió el morro con la mano.
-Vendemos algunas de nuestras mujeres, sí. Pero para eso tendrían que acompañarnos a nuestro hogar.
¡Será un placer, buen hombre! - replicó Quasimodo jovialmente a su invitación
El espadachín escuchó un silbido desde un arbusto, y sintió un proyectil penetrar el aire. Hizo un ademán con la mano derecha, y convocó una pequeña brisa que desvió el dardo. Sin embargo, Quasimodo fue impactado y en un segundo y medio se desmayó en la escena. Una bandada de al menos siete salvajes cargó vehementemente contra los aventureros. Tatsuya alzó su espada, y el filo silbó.
Última edición por Tatsuya Suō el Lun Jun 17 2019, 04:14, editado 1 vez
Tatsuya Suō
Experto
Experto
Cantidad de envíos : : 136
Nivel de PJ : : 1
Re: Regreso a la patria [Libre] [3/4] [Cerrado]
Estas no son las aventuras que acostumbra Chimar y sin duda no es su target de especialistas pero… a veces hay que seguir la corriente. En esta oportunidad la corriente es una vieja historia que involucra a la tribu objetivo.
Parece que están en posesión de un artículo que tiene toda la pinta de ser tecnológico, obviamente lo consideran una especie de deidad alucinógena por su masiva estupidez pero las señales están allí.
Podría tratarse de algo mágico pero los brujos no suelen construir sus artefactos en metal, no está de moda en beltrexus y todo eso. También cabe la posibilidad de que sean babosadas aunque no se pierde nada corroborando.
La unión de Maquiavelo y Canel al grupo actual fue un giro extraño pero practico, después de todo las expediciones ambiciosas sin seso alguno con intereses en común no son fáciles de conseguir en las islas. Solo hizo falta disparar cierto virote a centímetros de la cabeza del jefe para ser aceptados.
La incorporación de dos niños a un equipo de mercenarios desalmados sin duda fue vista con extrañeza, claro que la hostilidad paso a volverse secreta luego de la primera visión aterradora de Canel… el niño es mejor que un amigo matón de dos metros.
Luego de un trayecto variado y lleno de curiosidades llegan al lugar objetivo, su recibimiento resulta ser un cadáver crucificado. Lo que todo enano desea en navidad… todo enano con un trastorno psicótico que posiblemente seria candidato a los Gorriones.
Un virote hace despabilar a todos y ambos mocosos no son la excepción, es claro que el bizarro mensaje viene con sorpresa. Maquiavelo prepara su ballesta avanzada para responder aunque deja que los frijoles hagan su trabajo.
Peque, ¿Cómo se ve?
Como un barco rodeado de rocas filosas “dice con rostro juguetón”.
Eso no suena nada bien, es claro que hay más de un nativo. Cuando sale un personaje del follaje Chimar se le queda mirando varios instantes con la boca abierta, en cierto modo es la primera vez que aprecia a un salvaje.
Menudo insulto a la evolución…
Suelta por lo bajo, es obvio que su postura ante tales personajes siempre será mala. Es un niño genio después de todo, si ya considera a los humanos de Lunargenta atrasados no se puede esperar mucho de su opinión en cuanto a gente que come raíces.
Hermano… “dice tirando la manga del inventor”.
Chimar siente un escalofrió y es que sabe bien lo que significa la reacción particular de su amiguito, todo se ira a la mierda. No tarda mucho en cumplirse tal predicción pues las negociaciones fallan despertando bajos instintos en los nativos.
Diplomacia 0 “acaba con un apestoso de tres virotes seguidos” naturaleza del ser pensante 1.
Parece que están en posesión de un artículo que tiene toda la pinta de ser tecnológico, obviamente lo consideran una especie de deidad alucinógena por su masiva estupidez pero las señales están allí.
Podría tratarse de algo mágico pero los brujos no suelen construir sus artefactos en metal, no está de moda en beltrexus y todo eso. También cabe la posibilidad de que sean babosadas aunque no se pierde nada corroborando.
La unión de Maquiavelo y Canel al grupo actual fue un giro extraño pero practico, después de todo las expediciones ambiciosas sin seso alguno con intereses en común no son fáciles de conseguir en las islas. Solo hizo falta disparar cierto virote a centímetros de la cabeza del jefe para ser aceptados.
La incorporación de dos niños a un equipo de mercenarios desalmados sin duda fue vista con extrañeza, claro que la hostilidad paso a volverse secreta luego de la primera visión aterradora de Canel… el niño es mejor que un amigo matón de dos metros.
Luego de un trayecto variado y lleno de curiosidades llegan al lugar objetivo, su recibimiento resulta ser un cadáver crucificado. Lo que todo enano desea en navidad… todo enano con un trastorno psicótico que posiblemente seria candidato a los Gorriones.
Un virote hace despabilar a todos y ambos mocosos no son la excepción, es claro que el bizarro mensaje viene con sorpresa. Maquiavelo prepara su ballesta avanzada para responder aunque deja que los frijoles hagan su trabajo.
Peque, ¿Cómo se ve?
Como un barco rodeado de rocas filosas “dice con rostro juguetón”.
Eso no suena nada bien, es claro que hay más de un nativo. Cuando sale un personaje del follaje Chimar se le queda mirando varios instantes con la boca abierta, en cierto modo es la primera vez que aprecia a un salvaje.
Menudo insulto a la evolución…
Suelta por lo bajo, es obvio que su postura ante tales personajes siempre será mala. Es un niño genio después de todo, si ya considera a los humanos de Lunargenta atrasados no se puede esperar mucho de su opinión en cuanto a gente que come raíces.
Hermano… “dice tirando la manga del inventor”.
Chimar siente un escalofrió y es que sabe bien lo que significa la reacción particular de su amiguito, todo se ira a la mierda. No tarda mucho en cumplirse tal predicción pues las negociaciones fallan despertando bajos instintos en los nativos.
Diplomacia 0 “acaba con un apestoso de tres virotes seguidos” naturaleza del ser pensante 1.
Invitado
Invitado
Invitado
Re: Regreso a la patria [Libre] [3/4] [Cerrado]
El viaje se me hizo mucho más entretenido de lo que esperé en un principio. Eso se debe a dos cosas, principalmente.
La primera: Aprendí que los cerdos no sólo son capaces de hablar, sino que también pueden caminar en dos piernas y vestirse como las personas. ¿Cómo explicaría sino, a la entidad que lideraba aquél viaje? Ni el mar, ni los resentimientos raciales, ni mi primera vez en este lugar; Lo que más se me dificultó en este plazo fue el evitar reírme cada vez que el tal Quasimodo entraba a mi campo visual.
Se me escapó un resoplido. La mera memoria de que tal persona existía me provocaba una gracia inmensurable.
De segundo estaban los niños psicóticos. Había tenido experiencias previas con niños 'poco ordinarios', el mini-vampiro Uriel y la niña perdida Mirane, pero nada similar a estos renacuajos. Si me preguntaran, diría que destilaban un aura... ¿macabra, quizás? No había hablado mucho con ellos, y no tenía intenciones de cambiar eso. Hasta Tatsuya, hombre adulto de malos modales -que lo primero que hizo al conocerme fue intentar robarme, armado con un sable-, me parecía más inocente.
Percibí un olor peculiar, pero la voz de Tatsuya llamó mi atención antes de poder cavilar al respecto. Más allá el rechoncho se detuvo, parecía observar algo en el camino. Imité al guerrero y bajé de mi caballo, para saciar la curiosidad.
Elevé las cejas al averiguar la razón de la pausa. Un pensamiento, el único razonable que había tenido en mucho tiempo, cruzó por mi cabeza:
¿Y yo qué coño hago aquí?
...
-Vaya sentido decorativo tiene esta gente, ¿no? -murmuré, algo asqueado.
Presté atención a la conversación que el gorrino tenía con Tatsuya. Se veía que, a parte de atractivo, aquél hombre también carecía de aptitud a la hora de planificar. Conque un mensajero...
-¿Creen que sea su forma de responder "No estamos interesados en estos momentos, gracias por la oferta"? -bromeé. Luego fingí un tono de preocupación, y susurré (en voz alta) a Tatsuya-. Espero que la paga le haya sido suficientement- -Señalaba con el pulgar al cuerpo decrépito, cuando una flecha interrumpió mi oración.
Una voz provino del mismo lugar que el proyectil, y entabló conversación con el chancho.
Dirigí la mirada hacia la espesura, sólo para avistar, de entre los árboles, un rostro cuya fealdad rivalizaba con la del cerdo al que yo acompañaba. Su madre en vez del pecho le daba la espalda, seguro.
¿..Cómo que placer? Ha de ser la única oportunidad que tú tengas, chancho, pero el rest-
Otro ataque, otra interrupción. Un proyectil fue desviado por Tatsuya, y vi al líder caer como un saco de papas.
-¿Y cómo el cerdo... -agaché la cabeza, con la voz teñida de nervios, nacidos no de la flecha que se llevó mi sombrero...-... nos va a pagar ahora? -...sino de la posibilidad de que esto haya sido gratis.
Del bosque salió un grupo de personas tan feas como el que habló de primero, corriendo violentamente hacia nosotros. Uno cayó tan rápido como salió, víctima de los artilugios del niño psicótico.
Respiré hondo, vacié mi mente [1] y cargué -con bastón en mano- hacia los dos más cercanos a mí.
Uno tenía cabello largo, entretejido, pero sucio. Pasé a fijarme en el hacha que blandía, en vez de su rutina higiénica capilar. Era rudimentaria, pero se veía lo suficientemente capaz de matarme si no tenía cuidado. Su compañero tenía un collar de huesos, y venía con un cuchillo de la misma calidad.
Dejé que las décadas de experiencia movieran mi cuerpo. previendo los ataques salvajes. El primero dio un hachazo vertical, que evadí dando un paso rápido hacia un lado, a la vez que desviaba la daga del segundo con un giro de mi báculo. Di otro giro aprovechando el impulso, escurriéndome entre el par y terminando a sus espaldas.
Tardaron un poco en entender lo ocurrido, y un poco más en detener su carga, para darse la vuelta. Respondí a sus miradas confusas con una reverencia.
-¡Soy Mefisto Irresanger! -me presenté con una sonrisa en el rostro-. ¿Me acompañarán en esta pieza?
[1]Uso de la habilidad Calma
La primera: Aprendí que los cerdos no sólo son capaces de hablar, sino que también pueden caminar en dos piernas y vestirse como las personas. ¿Cómo explicaría sino, a la entidad que lideraba aquél viaje? Ni el mar, ni los resentimientos raciales, ni mi primera vez en este lugar; Lo que más se me dificultó en este plazo fue el evitar reírme cada vez que el tal Quasimodo entraba a mi campo visual.
Se me escapó un resoplido. La mera memoria de que tal persona existía me provocaba una gracia inmensurable.
De segundo estaban los niños psicóticos. Había tenido experiencias previas con niños 'poco ordinarios', el mini-vampiro Uriel y la niña perdida Mirane, pero nada similar a estos renacuajos. Si me preguntaran, diría que destilaban un aura... ¿macabra, quizás? No había hablado mucho con ellos, y no tenía intenciones de cambiar eso. Hasta Tatsuya, hombre adulto de malos modales -que lo primero que hizo al conocerme fue intentar robarme, armado con un sable-, me parecía más inocente.
Percibí un olor peculiar, pero la voz de Tatsuya llamó mi atención antes de poder cavilar al respecto. Más allá el rechoncho se detuvo, parecía observar algo en el camino. Imité al guerrero y bajé de mi caballo, para saciar la curiosidad.
Elevé las cejas al averiguar la razón de la pausa. Un pensamiento, el único razonable que había tenido en mucho tiempo, cruzó por mi cabeza:
¿Y yo qué coño hago aquí?
...
-Vaya sentido decorativo tiene esta gente, ¿no? -murmuré, algo asqueado.
Presté atención a la conversación que el gorrino tenía con Tatsuya. Se veía que, a parte de atractivo, aquél hombre también carecía de aptitud a la hora de planificar. Conque un mensajero...
-¿Creen que sea su forma de responder "No estamos interesados en estos momentos, gracias por la oferta"? -bromeé. Luego fingí un tono de preocupación, y susurré (en voz alta) a Tatsuya-. Espero que la paga le haya sido suficientement- -Señalaba con el pulgar al cuerpo decrépito, cuando una flecha interrumpió mi oración.
Una voz provino del mismo lugar que el proyectil, y entabló conversación con el chancho.
Dirigí la mirada hacia la espesura, sólo para avistar, de entre los árboles, un rostro cuya fealdad rivalizaba con la del cerdo al que yo acompañaba. Su madre en vez del pecho le daba la espalda, seguro.
¿..Cómo que placer? Ha de ser la única oportunidad que tú tengas, chancho, pero el rest-
Otro ataque, otra interrupción. Un proyectil fue desviado por Tatsuya, y vi al líder caer como un saco de papas.
-¿Y cómo el cerdo... -agaché la cabeza, con la voz teñida de nervios, nacidos no de la flecha que se llevó mi sombrero...-... nos va a pagar ahora? -...sino de la posibilidad de que esto haya sido gratis.
Del bosque salió un grupo de personas tan feas como el que habló de primero, corriendo violentamente hacia nosotros. Uno cayó tan rápido como salió, víctima de los artilugios del niño psicótico.
Respiré hondo, vacié mi mente [1] y cargué -con bastón en mano- hacia los dos más cercanos a mí.
Uno tenía cabello largo, entretejido, pero sucio. Pasé a fijarme en el hacha que blandía, en vez de su rutina higiénica capilar. Era rudimentaria, pero se veía lo suficientemente capaz de matarme si no tenía cuidado. Su compañero tenía un collar de huesos, y venía con un cuchillo de la misma calidad.
Dejé que las décadas de experiencia movieran mi cuerpo. previendo los ataques salvajes. El primero dio un hachazo vertical, que evadí dando un paso rápido hacia un lado, a la vez que desviaba la daga del segundo con un giro de mi báculo. Di otro giro aprovechando el impulso, escurriéndome entre el par y terminando a sus espaldas.
Tardaron un poco en entender lo ocurrido, y un poco más en detener su carga, para darse la vuelta. Respondí a sus miradas confusas con una reverencia.
-¡Soy Mefisto Irresanger! -me presenté con una sonrisa en el rostro-. ¿Me acompañarán en esta pieza?
-----
[1]Uso de la habilidad Calma
Mefisto
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 165
Nivel de PJ : : 1
Re: Regreso a la patria [Libre] [3/4] [Cerrado]
Tatsuya utilizó la técnica del filo de Suō*, y la hoja de la katana se envolvió con una densa capa de aire cortante. Dos salvajes corrieron en su dirección. De un tajo cortó en diagonal el torso del primero, y haciendo un ademán con la mano, una corriente de viento desequilibró al segundo, tumbándolo al suelo. Acto seguido, el espadachín atravesó su boca con la espada y la limpió con la vaina, antes de arrojarla horizontalmente como un búmeran, decapitando a un tercer cavernícola. Haciendo hincapié en su control sobre el viento, Tatsuya devolvió el arma a su mano, y salpicó su sangre por el campo de batalla. Una vez reluciente la hoja, la envainó.
Por un lado, el niño demostraba por qué había sido contratado para ese trabajo. Podía cuidarse por sí solo más que bien, con aquél dispositivo raro que disparaba virotes como alma que lleva el diablo. -Si a mí me hubieran dado una de esas cuando era niño...- Por el otro lado, ya conocía a Mefisto y su don innato para fastidiar; tarde o temprano sus contrincantes se cansarían tanto que se rendirían por su cuenta propia. Aprovechando la conmoción, Tatsuya se escabulló por el terreno, y se detuvo junto a la corpulenta bola de masa que era Quasimodo. Le dio palmadas por todo el cuerpo, en busca de algo que pudiera hacer del viaje algo provechoso. -No hay manera de que me vaya de aquí con las manos vacías- En el bolsillo trasero de su pantalón, encontró un pequeño saco con poco más de cinco Aeros y un papel con cosas escritas que apenas podía leer, a excepción de unos caracteres que reconocía de memoria, y que tan solo eran provenientes de su aldea natal: Kanpai. La elegancia en cada trazo, aquella fina caligrafía, aunque algo temblorosa, que todo descendiente del clan Suō debía tener. Se encontraba frente a la firma de Akira Suō.
Escuchó el relinchar de algunos caballos, y apresuradamente guardó la bolsa lo más cercano posible a sus testículos. Se dio la vuelta, y blasfemó. Estaban rodeados. No sabía si fue acción del ensimismamiento o si los salvajes habían desarrollado algún sigilo sobrehumano, pero como si hubieran salido de las rocas, de la nada se agrupaban a su alrededor al menos una docena y media de enemigos. Aún no atacaban; tan solo observaban, esperando órdenes. Eso, sumado a unos guerreros de apariencia civilizada con armadura que acababan de arribar, aún subidos a sus caballos. En primera instancia, asumió que eran amigos.
-Ya era hora de que llegara la caballería. Y hablando de caballos, espero que hayan traído bastantes, porque en cuanto matemos a estos hijos de perra necesitaremos al menos tres para llevar el cuerpo del cerdo este.
-Tatsuya, de la familia Suō: queda usted arrestado por fratricidio, junto con cargos por irrupción ilegal en el terreno de una tribu protegida, y asesinato de sus miembros pacíficos, últimos dos delitos de los cuales también son acusados sus cómplices. Por favor, presciendan de sus armas y acompáñennos por las buenas.
-¿Pacíficos? Y una mierda, ¿que no ves el bastardo crucificado? - Tatsuya tomó su espada, y el filo silbó una vez más. La brisa soplaba con fuerza, y sacudía las hojas de los árboles.
Las ballestas de los soldados hicieron click, y sus poderosas puntas de hierro los miraron fijamente desde la altura de los caballos. La advertencia fue más clara y sutil que el hombre crucificado: se entendió que un movimiento en falso acabaría con un virote en el ojo.
-Ellos están en todo su derecho de defenderse. No lo diremos una segunda vez: ríndanse, o haremos justicia en este mismo instante y momento.
Tatsuya apretó su espada vehementemente, negándose a rendir su bien más preciado. Observó fijamente el campo de batalla, miró a los caballeros, analizó sus alrededores, y supo que no tenía salida. Eran las fuerzas de los salvajes y los soldados contra un mercenario analfabeta, un elfo impertinente y dos niños delirantes. Finalmente, renunció a su única amiga y su filo perdió el poder del viento conforme caía. Uno de los salvajes se aproximó por su espalda, y le dio un golpe en la cabeza con su maza, haciéndole perder el conocimiento.
*Filo de Suō: Envuelve la hoja del arma de Tatsuya con corrientes condensadas de viento, siempre y cuando esta sea una katana.
Por un lado, el niño demostraba por qué había sido contratado para ese trabajo. Podía cuidarse por sí solo más que bien, con aquél dispositivo raro que disparaba virotes como alma que lleva el diablo. -Si a mí me hubieran dado una de esas cuando era niño...- Por el otro lado, ya conocía a Mefisto y su don innato para fastidiar; tarde o temprano sus contrincantes se cansarían tanto que se rendirían por su cuenta propia. Aprovechando la conmoción, Tatsuya se escabulló por el terreno, y se detuvo junto a la corpulenta bola de masa que era Quasimodo. Le dio palmadas por todo el cuerpo, en busca de algo que pudiera hacer del viaje algo provechoso. -No hay manera de que me vaya de aquí con las manos vacías- En el bolsillo trasero de su pantalón, encontró un pequeño saco con poco más de cinco Aeros y un papel con cosas escritas que apenas podía leer, a excepción de unos caracteres que reconocía de memoria, y que tan solo eran provenientes de su aldea natal: Kanpai. La elegancia en cada trazo, aquella fina caligrafía, aunque algo temblorosa, que todo descendiente del clan Suō debía tener. Se encontraba frente a la firma de Akira Suō.
Escuchó el relinchar de algunos caballos, y apresuradamente guardó la bolsa lo más cercano posible a sus testículos. Se dio la vuelta, y blasfemó. Estaban rodeados. No sabía si fue acción del ensimismamiento o si los salvajes habían desarrollado algún sigilo sobrehumano, pero como si hubieran salido de las rocas, de la nada se agrupaban a su alrededor al menos una docena y media de enemigos. Aún no atacaban; tan solo observaban, esperando órdenes. Eso, sumado a unos guerreros de apariencia civilizada con armadura que acababan de arribar, aún subidos a sus caballos. En primera instancia, asumió que eran amigos.
-Ya era hora de que llegara la caballería. Y hablando de caballos, espero que hayan traído bastantes, porque en cuanto matemos a estos hijos de perra necesitaremos al menos tres para llevar el cuerpo del cerdo este.
-Tatsuya, de la familia Suō: queda usted arrestado por fratricidio, junto con cargos por irrupción ilegal en el terreno de una tribu protegida, y asesinato de sus miembros pacíficos, últimos dos delitos de los cuales también son acusados sus cómplices. Por favor, presciendan de sus armas y acompáñennos por las buenas.
-¿Pacíficos? Y una mierda, ¿que no ves el bastardo crucificado? - Tatsuya tomó su espada, y el filo silbó una vez más. La brisa soplaba con fuerza, y sacudía las hojas de los árboles.
Las ballestas de los soldados hicieron click, y sus poderosas puntas de hierro los miraron fijamente desde la altura de los caballos. La advertencia fue más clara y sutil que el hombre crucificado: se entendió que un movimiento en falso acabaría con un virote en el ojo.
-Ellos están en todo su derecho de defenderse. No lo diremos una segunda vez: ríndanse, o haremos justicia en este mismo instante y momento.
Tatsuya apretó su espada vehementemente, negándose a rendir su bien más preciado. Observó fijamente el campo de batalla, miró a los caballeros, analizó sus alrededores, y supo que no tenía salida. Eran las fuerzas de los salvajes y los soldados contra un mercenario analfabeta, un elfo impertinente y dos niños delirantes. Finalmente, renunció a su única amiga y su filo perdió el poder del viento conforme caía. Uno de los salvajes se aproximó por su espalda, y le dio un golpe en la cabeza con su maza, haciéndole perder el conocimiento.
*Filo de Suō: Envuelve la hoja del arma de Tatsuya con corrientes condensadas de viento, siempre y cuando esta sea una katana.
Tatsuya Suō
Experto
Experto
Cantidad de envíos : : 136
Nivel de PJ : : 1
Re: Regreso a la patria [Libre] [3/4] [Cerrado]
Las muertes salvajes se acumulan rápido, son feos, apestosos y horribles pero mueren en masa. Un pequeño recordatorio de que la naturaleza busca refinar rasgos acabando con sus taras genéticas por eventos aleatorios como este.
Pronto los enemigos directos se acaban, sin duda hay varios contratados que muestran buenas habilidades para ser frijoles. En tales situaciones se suelen formas alianzas bastante duraderas con el único objetivo de sobrevivir.
Mientras el de la espada rara rebusca en los bolsillos del empleador expirado algún tipo de compensación por su tiempo, el otro baila con los salvajes haciendo gala de extrañas técnicas robadas a cualquier payaso circense.
Hay muchos más alrededor…
Chimar arquea una ceja por el comentario de su hermanito, no era lo que deseaba escuchar ahora mismo. Incluso un buen grupo puede ser superado si padece de inferioridad numérica, tarde o temprano el flujo de hostiles gana.
La llegada de una columna armada a caballo sin duda resulta un alivio, nada como la civilización para enseñar a los salvajes que este no es su mundo y deben evolucionar o desparecer bajo el acero y el jabón.
Que rayos en el nombre de la ciencia…
Por desgracia los recién llegados tienen una línea clara, no están allí para salvarles. Cuando mencionan el crimen del ojos rasgados, Maquiavelo finge un terrible rostro de indignación… claro que eso no evita que el mismo junto con Canel sean imputados de otros cargos.
¿Tribu protegida?, ¿Pacíficos?, ¿¿¡¡Acaso creen que son osos moteados!!??
La rendición y posterior noqueo del personaje buscado disipa todas las dudas que Chimar pueda tener, hablan en serio. Por desgracia son demasiados hostiles como para tomar el camino violento como posibilidad ahora mismo.
Estos hombres malos nos retienen a mí y a mi hermanito… ¡¡Somos inocentes!!, no sé qué oscuros planes tenían pero ustedes nos salvaron “dice con lágrimas falsas en sus ojos” ¡¡Gracias nobles guerreros!!
No podrás convencerles hermano, estos son rojos no amarillos “afirma varias veces usando la cabeza”.
Ante la acotación de su pequeño amigo, el joven genio arquea una ceja. Si él dice que no se podrán convencer tiene razón, puede ver la postura que posee cualquier ser… aunque nunca termina por explicar bien cualquier cosa relacionada a ese don.
Ya que más da “suspira” sabes que hacer enano.
Con la orden clara en su curiosa mente, El pequeño Canel sujeta de la mano diestra al inventor para luego utilizar una de sus habilidades más oportunas teniendo en cuenta la situación actual. Fija en su visión el inicio del camino que se pierde en el horizonte y se teletransporta junto con Chimar al punto despejado, pasan a cubrirse por iniciativa del genio segundos después mientras nadie en la zona anterior entiende que paso.
No creo que nos vean, lo mejor será permanecer ocultos y que se centren en los frijoles “expresa en voz baja”.
Lo correcto sería ayudarlos, ¿Verdad?
No me vengas con… “se detiene al ver la mirada fija e inocente del pequeño ilusionista” bueno, veamos que pasa de momento, ¿Vale?
“Canel asiente sonriente”.
Pronto los enemigos directos se acaban, sin duda hay varios contratados que muestran buenas habilidades para ser frijoles. En tales situaciones se suelen formas alianzas bastante duraderas con el único objetivo de sobrevivir.
Mientras el de la espada rara rebusca en los bolsillos del empleador expirado algún tipo de compensación por su tiempo, el otro baila con los salvajes haciendo gala de extrañas técnicas robadas a cualquier payaso circense.
Hay muchos más alrededor…
Chimar arquea una ceja por el comentario de su hermanito, no era lo que deseaba escuchar ahora mismo. Incluso un buen grupo puede ser superado si padece de inferioridad numérica, tarde o temprano el flujo de hostiles gana.
La llegada de una columna armada a caballo sin duda resulta un alivio, nada como la civilización para enseñar a los salvajes que este no es su mundo y deben evolucionar o desparecer bajo el acero y el jabón.
Que rayos en el nombre de la ciencia…
Por desgracia los recién llegados tienen una línea clara, no están allí para salvarles. Cuando mencionan el crimen del ojos rasgados, Maquiavelo finge un terrible rostro de indignación… claro que eso no evita que el mismo junto con Canel sean imputados de otros cargos.
¿Tribu protegida?, ¿Pacíficos?, ¿¿¡¡Acaso creen que son osos moteados!!??
La rendición y posterior noqueo del personaje buscado disipa todas las dudas que Chimar pueda tener, hablan en serio. Por desgracia son demasiados hostiles como para tomar el camino violento como posibilidad ahora mismo.
Estos hombres malos nos retienen a mí y a mi hermanito… ¡¡Somos inocentes!!, no sé qué oscuros planes tenían pero ustedes nos salvaron “dice con lágrimas falsas en sus ojos” ¡¡Gracias nobles guerreros!!
No podrás convencerles hermano, estos son rojos no amarillos “afirma varias veces usando la cabeza”.
Ante la acotación de su pequeño amigo, el joven genio arquea una ceja. Si él dice que no se podrán convencer tiene razón, puede ver la postura que posee cualquier ser… aunque nunca termina por explicar bien cualquier cosa relacionada a ese don.
Ya que más da “suspira” sabes que hacer enano.
Con la orden clara en su curiosa mente, El pequeño Canel sujeta de la mano diestra al inventor para luego utilizar una de sus habilidades más oportunas teniendo en cuenta la situación actual. Fija en su visión el inicio del camino que se pierde en el horizonte y se teletransporta junto con Chimar al punto despejado, pasan a cubrirse por iniciativa del genio segundos después mientras nadie en la zona anterior entiende que paso.
No creo que nos vean, lo mejor será permanecer ocultos y que se centren en los frijoles “expresa en voz baja”.
Lo correcto sería ayudarlos, ¿Verdad?
No me vengas con… “se detiene al ver la mirada fija e inocente del pequeño ilusionista” bueno, veamos que pasa de momento, ¿Vale?
“Canel asiente sonriente”.
- Off:
- Canel utiliza su habilidad de Lvl 7 (Teletransporte)
Invitado
Invitado
Invitado
Re: Regreso a la patria [Libre] [3/4] [Cerrado]
La ira da fuerza, la ira da poder.
Una brillante sonrisa me adornaba el rostro, al momento en que el dúo hediondo cargó hacia mí una segunda vez.
La ira te vuelve torpe. La ira te hace estúpido.
Me encorvé un poco, esperando el ataque. Analicé cada movimiento, cada expresión. El del collar parecía ser el más inteligente (no es que fuese difícil) de los dos. Sus ojos susurraban confusión, y sus pies titubeaban. Iba por detrás de su compañero, con intención de esperar al momento oportuno y terminarme de un solo golpe.
¿Es la primera vez que te enfrentas a alguien así? Te preguntas qué puede salir mal, qué pasa por la cabeza del enemigo...
Su compañero, por otra parte, sólo tenía una cosa en los ojos: Matar. Parecía tener orgullo, uno muy frágil si eso, y la frustración le hacía espumar la boca. Se había atragantado con mi falta de respeto, y buscaba venganza directa.
"A ver si esquivas esta", ¿estás pensando eso, verdad?
Tal como pensé, atacó al instante en que estuvo a la distancia necesaria. Evadí dando pasos hacia atrás y hacia los lados, con cada tajo que lanzaba el salvaje.
-¿No te aburres? -me burlé.
Logré percibir el instante en que su compañero dio un vistazo a mi espalda, lo que me hizo borrar la sonrisa que tenía en el rostro. Me agaché tras un latido, y una flecha voló sobre mi cabeza, impactando a mi rival en el pecho. Me impulsé a un lado antes de que su cuerpo me cayera encima, y dirigí mi mirada al lugar del que vino la flecha. Era un tercer enemigo, armado con un arco.
¡Demasiado cerca!
Me levanté del suelo rápidamente, pero algo confundido. El del cuchillo no había intentado ni acercarse. Giré a ver al del arco, y para mi sorpresa, se había retirado. El sonido de pasos me hizo volver la mirada, para observa al salvaje no venir hacia mi, sino retirarse en la misma dirección que su compañero aún vivo. Vislumbré entonces a más salvajes, muchos más, acercándose desde esa misma dirección.
-...Tsuya, tenemos algunos problemas por aquí. -comenté en voz alta, sin despegar los ojos de los recién llegados, que cada vez eran más, cada vez más cerca.
Entonces hubo el sonido de caballos, con lo que ojeé en esa dirección. Estábamos totalmente rodeados de salvajes, a excepción de un par de caballeros. ¿Aliados?
Rápidamente supe que no, al momento en que los de armadura empezaron a recitar los crímenes cometidos por el espadachín, y por nosotros. Mis compañeros rechazaron aquello, y uno fue dejado inconsciente y el otro... ¿desapareció?
Maldito crío...
-¡Eh! -me quejé al esquivar un golpe de maza, del mismo salvaje que atacó a Tatsuya- ¡Con más cariño! ¡Que no toquen, cabro-SUELTEN, JODER! -Eran demasiados, eventualmente me inmovilizaron e hicieron arrodillar.
Alcé la vista, para ver otro golpe acercarse, y después sólo oscuridad.
Una brillante sonrisa me adornaba el rostro, al momento en que el dúo hediondo cargó hacia mí una segunda vez.
La ira te vuelve torpe. La ira te hace estúpido.
Me encorvé un poco, esperando el ataque. Analicé cada movimiento, cada expresión. El del collar parecía ser el más inteligente (no es que fuese difícil) de los dos. Sus ojos susurraban confusión, y sus pies titubeaban. Iba por detrás de su compañero, con intención de esperar al momento oportuno y terminarme de un solo golpe.
¿Es la primera vez que te enfrentas a alguien así? Te preguntas qué puede salir mal, qué pasa por la cabeza del enemigo...
Su compañero, por otra parte, sólo tenía una cosa en los ojos: Matar. Parecía tener orgullo, uno muy frágil si eso, y la frustración le hacía espumar la boca. Se había atragantado con mi falta de respeto, y buscaba venganza directa.
"A ver si esquivas esta", ¿estás pensando eso, verdad?
Tal como pensé, atacó al instante en que estuvo a la distancia necesaria. Evadí dando pasos hacia atrás y hacia los lados, con cada tajo que lanzaba el salvaje.
-¿No te aburres? -me burlé.
Logré percibir el instante en que su compañero dio un vistazo a mi espalda, lo que me hizo borrar la sonrisa que tenía en el rostro. Me agaché tras un latido, y una flecha voló sobre mi cabeza, impactando a mi rival en el pecho. Me impulsé a un lado antes de que su cuerpo me cayera encima, y dirigí mi mirada al lugar del que vino la flecha. Era un tercer enemigo, armado con un arco.
¡Demasiado cerca!
Me levanté del suelo rápidamente, pero algo confundido. El del cuchillo no había intentado ni acercarse. Giré a ver al del arco, y para mi sorpresa, se había retirado. El sonido de pasos me hizo volver la mirada, para observa al salvaje no venir hacia mi, sino retirarse en la misma dirección que su compañero aún vivo. Vislumbré entonces a más salvajes, muchos más, acercándose desde esa misma dirección.
-...Tsuya, tenemos algunos problemas por aquí. -comenté en voz alta, sin despegar los ojos de los recién llegados, que cada vez eran más, cada vez más cerca.
Entonces hubo el sonido de caballos, con lo que ojeé en esa dirección. Estábamos totalmente rodeados de salvajes, a excepción de un par de caballeros. ¿Aliados?
Rápidamente supe que no, al momento en que los de armadura empezaron a recitar los crímenes cometidos por el espadachín, y por nosotros. Mis compañeros rechazaron aquello, y uno fue dejado inconsciente y el otro... ¿desapareció?
Maldito crío...
-¡Eh! -me quejé al esquivar un golpe de maza, del mismo salvaje que atacó a Tatsuya- ¡Con más cariño! ¡Que no toquen, cabro-SUELTEN, JODER! -Eran demasiados, eventualmente me inmovilizaron e hicieron arrodillar.
Alcé la vista, para ver otro golpe acercarse, y después sólo oscuridad.
Mefisto
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 165
Nivel de PJ : : 1
Re: Regreso a la patria [Libre] [3/4] [Cerrado]
La transición del sueño a la vigilia vino acompañada de una incesante migraña. Tatsuya tardó aproximadamente cinco segundos con cinco milésimas de segundo en darse cuenta de que no era que no pudiese abrir los ojos, sino que la celda en la que descansaba era muy oscura, aunque levemente iluminada por una tenue luz, probablemente de farola, que se filtraba por unos barrotes que hacían de ventana. Sintió la respiración de una segunda persona en la habitación, pero apenas y podía ver sus largas orejas. Bien podía ser Mefisto, o cualquier otro desgraciado.
-¿Otro elfo? Parece que últimamente se están reproduciendo como conejos. No me sorprendería que pronto tengan suficientes números para retomar el archipiélago. - dijo Tatsuya sarcásticamente - Nos tendieron una trampa... a mí, y a mis compañeros. Rodará mi cabeza por esto, eso lo aseguro.
Se escuchó el chirrido de una puerta oxidada, y los pasos de al menos dos personas que caminaban por el pasillo oscuro, contiguo a la celda. Conforme los pasos se hacían escuchar con mayor fuerza, una luz más intensa se filtraba hacia la celda. Dos hombres aparecieron frente a los barrotes, uno ya conocido y tomado por muerto: Quasimodo, con su grasoso rostro sudoroso y los molestos jadeos que hacía a modo de respiración. Lo sorprendente del encuentro es que, sobre su jubón curtido, llevaba una insignia de guardia con orgullo y de su cintura colgaba la Rompejuramentos. Su acompañante tomó las llaves, y abrió la celda.
-Que me lleve el diablo. Los amigos se me están acabando, y la confianza cae como las moscas. Debí juzgarte por tu apariencia desde un principio, así no tendría que fingir la sorpresa al ver que eres un cerdo.
-Nos parecemos más de lo que crees, hijo. Al igual que tú, yo también me muevo por el dinero. Y aquí estoy, con oro hasta donde aguantan mis bolsillos y un puesto como guardia de Beltrexus.
-Te quedaba mejor tu antiguo oficio.
El ahora nombrado guardia de la ciudad rebuscó en sus bolsillos, y sacó el pequeño saco que Tatsuya juraría, había escondido cerca de su orgullo.
-Como sé de sobra que eres analfabeta, te hago el favor de leer:
Ahora lo entendía a la perfección. Todo aquello fue milimétricamente construído, desde el principio. El encuentro por coincidencia con Quasimodo, aquella misión que lo volvería rico, el regreso a su patria odiada... todo estaba conectado. Por instinto, acercó su mano derecha a su cintura, pero no sintió nada. No estaba acostumbrado a no llevar su espada encima, ni siquiera para dormir.
-En resumen, yo te llevo a ti y a tu amiguito con papaíto, y a mí me pagan una vez más.
Le hizo una seña al guardia de atrás, y se acercó a levantar al espadachín; en cuanto se puso en pie, le dio un cabezazo que lo noqueó instantáneamente. Quasimodo desenvainó la katana y colocó el filo a ras del cuello de Tatsuya.
-Esa espada te queda muy grande. Ten cuidado, que muerde.
-No agotes tu suerte, 'Suya.
Al rato arribaron dos guardias más, y esta vez uno tomó al prisionero por los pelos mientras el otro lo pateaba y le ordenaba moverse. Lo escoltaron hasta el exterior, donde los primeros rayos de luz ya comenzaban a colorear el cielo, y lo subieron al carromato. En cuanto se asomó el alba por el horizonte, partieron en su dirección, dirigiéndose hacia el este.
-¿Otro elfo? Parece que últimamente se están reproduciendo como conejos. No me sorprendería que pronto tengan suficientes números para retomar el archipiélago. - dijo Tatsuya sarcásticamente - Nos tendieron una trampa... a mí, y a mis compañeros. Rodará mi cabeza por esto, eso lo aseguro.
Se escuchó el chirrido de una puerta oxidada, y los pasos de al menos dos personas que caminaban por el pasillo oscuro, contiguo a la celda. Conforme los pasos se hacían escuchar con mayor fuerza, una luz más intensa se filtraba hacia la celda. Dos hombres aparecieron frente a los barrotes, uno ya conocido y tomado por muerto: Quasimodo, con su grasoso rostro sudoroso y los molestos jadeos que hacía a modo de respiración. Lo sorprendente del encuentro es que, sobre su jubón curtido, llevaba una insignia de guardia con orgullo y de su cintura colgaba la Rompejuramentos. Su acompañante tomó las llaves, y abrió la celda.
-Que me lleve el diablo. Los amigos se me están acabando, y la confianza cae como las moscas. Debí juzgarte por tu apariencia desde un principio, así no tendría que fingir la sorpresa al ver que eres un cerdo.
-Nos parecemos más de lo que crees, hijo. Al igual que tú, yo también me muevo por el dinero. Y aquí estoy, con oro hasta donde aguantan mis bolsillos y un puesto como guardia de Beltrexus.
-Te quedaba mejor tu antiguo oficio.
El ahora nombrado guardia de la ciudad rebuscó en sus bolsillos, y sacó el pequeño saco que Tatsuya juraría, había escondido cerca de su orgullo.
-Como sé de sobra que eres analfabeta, te hago el favor de leer:
Yo, Akira Suō, líder del clan Suō y señor feudal de la aldea de Kanpai, ordeno mediante la presente carta el arresto y trasladación de Tatsuya Suō, mi propia sangre, a Kanpai, donde se hará justicia por sus crímenes cometidos en los últimos ocho años. Quien traiga a mi hijo vivo a mi territorio será recompensado generosamente.
Firma, Akira Suō
Ahora lo entendía a la perfección. Todo aquello fue milimétricamente construído, desde el principio. El encuentro por coincidencia con Quasimodo, aquella misión que lo volvería rico, el regreso a su patria odiada... todo estaba conectado. Por instinto, acercó su mano derecha a su cintura, pero no sintió nada. No estaba acostumbrado a no llevar su espada encima, ni siquiera para dormir.
-En resumen, yo te llevo a ti y a tu amiguito con papaíto, y a mí me pagan una vez más.
Le hizo una seña al guardia de atrás, y se acercó a levantar al espadachín; en cuanto se puso en pie, le dio un cabezazo que lo noqueó instantáneamente. Quasimodo desenvainó la katana y colocó el filo a ras del cuello de Tatsuya.
-Esa espada te queda muy grande. Ten cuidado, que muerde.
-No agotes tu suerte, 'Suya.
Al rato arribaron dos guardias más, y esta vez uno tomó al prisionero por los pelos mientras el otro lo pateaba y le ordenaba moverse. Lo escoltaron hasta el exterior, donde los primeros rayos de luz ya comenzaban a colorear el cielo, y lo subieron al carromato. En cuanto se asomó el alba por el horizonte, partieron en su dirección, dirigiéndose hacia el este.
Tatsuya Suō
Experto
Experto
Cantidad de envíos : : 136
Nivel de PJ : : 1
Re: Regreso a la patria [Libre] [3/4] [Cerrado]
Ambos frijoles no tardan en quedar sin sentido y ser procesados por los hostiles a la distancia, Chimar observa todo con asombrosa precisión gracias a uno de sus catalejos de aventura mientras que Canel usa… bueno, habilidades de Canel.
Es obvio que no se puede hacer nada por los pobres diablos, al menos en este momento. Claro que la mirada del pequeño brujito aún está presente en la mente del genio por lo que seguirá a las piezas del tablero hasta que se le ocurra un buen plan.
Avanzan con cuidado de no tropezarse con un manojo de pulgas maloliente, por desgracia la caballería los deja atrás pero el rastro de una columna pesada puede ser tan sugerente como la propia entidad en sí.
Luego de una caminata medio larga, llegan nada más y nada menos que a Beltrexus. La capital más modesta de los reinos aerandianos, todo un hito en sí. La primera vez que el genio visito la ciudad, su imagen de palacios mágicos flotantes surcando edificaciones en forma de agujas fijadas al suelo quedo arruinada.
No les toma mucho al par de niños encontrar información sobre sus objetivos, la gente suele notar cuando pasan muchos sujetos enlatados a caballo. Técnicamente más en beltrexus pues todos usan túnicas.
Los pobres diablos son internados en una de las guarniciones, es claro que los cargos tienen un sello legal de por medio. Por desgracia todo este aire oficial también hace imposible un rescate pues si antes era complicado ahora es suicidio.
En estos momentos Maquiavelo comienza a pesar que es tiempo de dejar fluir la marea, que los frijoles se salven solos. No es cobarde ni cruel pero… algunas veces es buena idea mirar al otro lado y comer un pan dulce en el proceso.
Ya salen.
Como si leyeran sus pensamientos, ocurre una ventana de oportunidad. Las palabras de Canel se cumplen al igual que una profecía y aparece el de la raza indefinida siendo “escoltado amablemente” por varios guardias.
La amabilidad de los agentes es algo que todos los reinos de Aerandir tienen en común “hace una mueca irónica”.
Depositan al prisionero en un carruaje celda, muy bien elaborado por cierto. No es un tipo de transporte común pero si el criminal es importante se suelen destinar estos vehículos para hacer más seguro el trayecto.
Una sonrisa maliciosa se forma en el genio y es que esto abre nuevos caminos en su gesta actual, esas cosas tienen muchos lugares donde pasar desapercibido si sabes de diseño y construcción a nivel profesional.
Cerca de mi enano, haz lo que yo.
Los mocosos avanzan, evadir patrullas es algo que les sale natural asi que no tienen muchos problemas en llegar al carro en sí. Una vez allí Maquiavelo baja al nivel de las ruedas y se acopla al discreto sitio con uno de sus inventos menores, cosa que el pequeño bajo su cargo no tarda en imitar.
A mitad de camino, encendemos la fiesta “sostiene su bomba hidráulica muy animado”.
“Canel sonríe”.
Es obvio que no se puede hacer nada por los pobres diablos, al menos en este momento. Claro que la mirada del pequeño brujito aún está presente en la mente del genio por lo que seguirá a las piezas del tablero hasta que se le ocurra un buen plan.
Avanzan con cuidado de no tropezarse con un manojo de pulgas maloliente, por desgracia la caballería los deja atrás pero el rastro de una columna pesada puede ser tan sugerente como la propia entidad en sí.
Luego de una caminata medio larga, llegan nada más y nada menos que a Beltrexus. La capital más modesta de los reinos aerandianos, todo un hito en sí. La primera vez que el genio visito la ciudad, su imagen de palacios mágicos flotantes surcando edificaciones en forma de agujas fijadas al suelo quedo arruinada.
No les toma mucho al par de niños encontrar información sobre sus objetivos, la gente suele notar cuando pasan muchos sujetos enlatados a caballo. Técnicamente más en beltrexus pues todos usan túnicas.
Los pobres diablos son internados en una de las guarniciones, es claro que los cargos tienen un sello legal de por medio. Por desgracia todo este aire oficial también hace imposible un rescate pues si antes era complicado ahora es suicidio.
En estos momentos Maquiavelo comienza a pesar que es tiempo de dejar fluir la marea, que los frijoles se salven solos. No es cobarde ni cruel pero… algunas veces es buena idea mirar al otro lado y comer un pan dulce en el proceso.
Ya salen.
Como si leyeran sus pensamientos, ocurre una ventana de oportunidad. Las palabras de Canel se cumplen al igual que una profecía y aparece el de la raza indefinida siendo “escoltado amablemente” por varios guardias.
La amabilidad de los agentes es algo que todos los reinos de Aerandir tienen en común “hace una mueca irónica”.
Depositan al prisionero en un carruaje celda, muy bien elaborado por cierto. No es un tipo de transporte común pero si el criminal es importante se suelen destinar estos vehículos para hacer más seguro el trayecto.
Una sonrisa maliciosa se forma en el genio y es que esto abre nuevos caminos en su gesta actual, esas cosas tienen muchos lugares donde pasar desapercibido si sabes de diseño y construcción a nivel profesional.
Cerca de mi enano, haz lo que yo.
Los mocosos avanzan, evadir patrullas es algo que les sale natural asi que no tienen muchos problemas en llegar al carro en sí. Una vez allí Maquiavelo baja al nivel de las ruedas y se acopla al discreto sitio con uno de sus inventos menores, cosa que el pequeño bajo su cargo no tarda en imitar.
A mitad de camino, encendemos la fiesta “sostiene su bomba hidráulica muy animado”.
“Canel sonríe”.
Invitado
Invitado
Invitado
Re: Regreso a la patria [Libre] [3/4] [Cerrado]
Abrí los ojos, pero seguía sin ver nada. La voz de Tatsuya me hizo saber que sí estaba consciente, y tras ver alrededor un par de veces logré entender mi situación. Estaba en una celda muy mal iluminada, con un dolor de cabeza agudo y una sed tremenda.
Recordé entonces lo que ocurrió antes, y no pude evitar alarmarme un poco, pero eventualmente me calmé, pues no había nada que hacer ya.
Escudriñé la oscuridad con los ojos en busca de Tatsuya, pero no percibí ni la silueta. Me concentré, y me di cuenta de que su voz venía de la celda contigua. Me enfoqué entonces en sus palabras, y entendí que le hablaba a alguien más.
-Ay, la hemos cagado... -susurré a mí mismo.
Me atusé el cabello hacia atrás, con lo que me di cuenta de que no tenía mi sombrero. Palpé las superficies a mi alrededor con alarma mayor a la de estar encarcelado: Madera vieja, piedra fría... Viscosidad sin identificar.
-Ew, ew, ew -me limpié la mano pasándola por la pared.
No había señal del sombrero, ni del bastón. Me disponía a preguntar a Tatsuya si tenía idea alguna del paradero de nuestras cosas, cuando el chirrido de una puerta resonó por el lugar.
Me acerqué a los barrotes, en dirección a los pasos, a la luz que avanzaba. Examiné el escenario lo mejor que pude: Era un sitio decadente, pero firme. Como si estuviese hecho con el mínimo de esfuerzo para evitar que la gente escapase, sin espacio a lujos mayores.
Entonces observé a Quasimodo pasearse como si fuese el dueño del lugar, acompañado de lo que presumía era un guardia. Me di cuenta de que cargaba con la katana de Tatsuya.
Volví a sentarme aguantando una risita. Presté atención a la conversación que tuvo con Tatsuya, hasta que mi carcajada resonó por el lugar.
-¡Pffff...! ¡JA JA JA! ¡Guardia de Beltrexus! -hice nota mental de que estábamos en algún lugar de Beltrexus, mientras me descojonaba- ¡Larga vida al chancho magno, guardia de Beltrexus! ¿Qué sigue, campeón? ¿Rey de Lunargenta? ¡Si vas a Sandorai quizás te empiezan a alabar, como el Cerdo Primigenio!
Mi risa fluía sin cortase, al igual que mi mente. Estaba preparado para que abrieran la celda para hacerme callar, y buscar la forma de salir de aquí entonces... Pero el momento nunca vino.
Quasimodo leyó a Tatsuya una carta escrita por su padre, hubo forcejeo en la celda de al lado, y un par de guardias eventualmente pasó frente a mi celda a llevarse a Tatsuya. El dolor de cabeza se intensificó, al tiempo en que abrían mi celda y me sacaban casi a patadas al exterior. Habían sacado a alguien más, de la celda del espadachín, y le traían detrás de mí.
¿Está amaneciendo...?
¿Cuánto tiempo había pasado inconsciente? Más que el que debería, sin duda alguna. Pero el tiempo que debería estar inconsciente era 0, así que lograr eso no era muy difícil...
Habían dos carromatos. Pude ver cómo embutían a Tatsuya en el primero, antes de que me lanzarán a mi en el interior del segundo. Dentro había un guardia con cara de pocos amigos, sentado a mi lado. Parecía haber menos seguridad en ese ¿quizás me consideraban una amenaza menor? No es que estuviesen equivocados, pero aún así... ¡Mi orgullo, joder!
Entonces hicieron entrar al otro prisionero, y lo hicieron sentar en la banqueta frente a mí. Sería más correcto decir que frente al guardia a mi lado. Entonces se sentó un segundo guardia, directamente frente a mí, al lado del nuevo prisionero. No, prisionera. La elfa con la que hablaba Tatsuya hace un rato. Tenía cabello cenizo corto, y un cuerpo menudo. Tenía el rostro sucio, y su presencia de niño regañado daba a entender que ni un guardia era necesario para vigilarla, pues estaba esposada, por lo que nos pusieron en el mismo transporte.
Pero...sus ojos contaban otra historia. Su mirada me recordaba a algo...
Cerraron la puerta, y el carromato empezó su camino.
...Oh.
Me recordaba a los ojos de las bestias con que me había cruzado en mi caminar por la intemperie. Su mirada era la de una bestia hambrienta, herida y cansada. Lista para saltarte al cuello y destrozarte, en cualquier instante.
Sentí entonces algo que no había sentido desde hace mucho tiempo.
-¿...No hay pocos guardias en este carro? -pregunté con un hilo de voz.
-Calla, mierda. -el guardia a mi lado me dio un codazo en la costilla.
Y la elfa me clavó la mirada.
Sí, esa sensación... era miedo.
Tras ir a las islas de guerras de antaño, pelearme con salvajes, rodearme de ladrones, asesinos, tras enfrentarme a Graphorns, lobos, magia volátil y cien cosas más... ahora estaba sentado en este lugar, encerrado con aquél animal con rostro de mujer. Y sabía que ni el diálogo, ni mis acrobacias, ni los guardias armados ni las esposas me podrían salvar el culo, si le diera por matarme junto con sus captores.
*Apariencia de la elfa:
Recordé entonces lo que ocurrió antes, y no pude evitar alarmarme un poco, pero eventualmente me calmé, pues no había nada que hacer ya.
Escudriñé la oscuridad con los ojos en busca de Tatsuya, pero no percibí ni la silueta. Me concentré, y me di cuenta de que su voz venía de la celda contigua. Me enfoqué entonces en sus palabras, y entendí que le hablaba a alguien más.
-Ay, la hemos cagado... -susurré a mí mismo.
Me atusé el cabello hacia atrás, con lo que me di cuenta de que no tenía mi sombrero. Palpé las superficies a mi alrededor con alarma mayor a la de estar encarcelado: Madera vieja, piedra fría... Viscosidad sin identificar.
-Ew, ew, ew -me limpié la mano pasándola por la pared.
No había señal del sombrero, ni del bastón. Me disponía a preguntar a Tatsuya si tenía idea alguna del paradero de nuestras cosas, cuando el chirrido de una puerta resonó por el lugar.
Me acerqué a los barrotes, en dirección a los pasos, a la luz que avanzaba. Examiné el escenario lo mejor que pude: Era un sitio decadente, pero firme. Como si estuviese hecho con el mínimo de esfuerzo para evitar que la gente escapase, sin espacio a lujos mayores.
Entonces observé a Quasimodo pasearse como si fuese el dueño del lugar, acompañado de lo que presumía era un guardia. Me di cuenta de que cargaba con la katana de Tatsuya.
Volví a sentarme aguantando una risita. Presté atención a la conversación que tuvo con Tatsuya, hasta que mi carcajada resonó por el lugar.
-¡Pffff...! ¡JA JA JA! ¡Guardia de Beltrexus! -hice nota mental de que estábamos en algún lugar de Beltrexus, mientras me descojonaba- ¡Larga vida al chancho magno, guardia de Beltrexus! ¿Qué sigue, campeón? ¿Rey de Lunargenta? ¡Si vas a Sandorai quizás te empiezan a alabar, como el Cerdo Primigenio!
Mi risa fluía sin cortase, al igual que mi mente. Estaba preparado para que abrieran la celda para hacerme callar, y buscar la forma de salir de aquí entonces... Pero el momento nunca vino.
Quasimodo leyó a Tatsuya una carta escrita por su padre, hubo forcejeo en la celda de al lado, y un par de guardias eventualmente pasó frente a mi celda a llevarse a Tatsuya. El dolor de cabeza se intensificó, al tiempo en que abrían mi celda y me sacaban casi a patadas al exterior. Habían sacado a alguien más, de la celda del espadachín, y le traían detrás de mí.
¿Está amaneciendo...?
¿Cuánto tiempo había pasado inconsciente? Más que el que debería, sin duda alguna. Pero el tiempo que debería estar inconsciente era 0, así que lograr eso no era muy difícil...
Habían dos carromatos. Pude ver cómo embutían a Tatsuya en el primero, antes de que me lanzarán a mi en el interior del segundo. Dentro había un guardia con cara de pocos amigos, sentado a mi lado. Parecía haber menos seguridad en ese ¿quizás me consideraban una amenaza menor? No es que estuviesen equivocados, pero aún así... ¡Mi orgullo, joder!
Entonces hicieron entrar al otro prisionero, y lo hicieron sentar en la banqueta frente a mí. Sería más correcto decir que frente al guardia a mi lado. Entonces se sentó un segundo guardia, directamente frente a mí, al lado del nuevo prisionero. No, prisionera. La elfa con la que hablaba Tatsuya hace un rato. Tenía cabello cenizo corto, y un cuerpo menudo. Tenía el rostro sucio, y su presencia de niño regañado daba a entender que ni un guardia era necesario para vigilarla, pues estaba esposada, por lo que nos pusieron en el mismo transporte.
Pero...sus ojos contaban otra historia. Su mirada me recordaba a algo...
Cerraron la puerta, y el carromato empezó su camino.
...Oh.
Me recordaba a los ojos de las bestias con que me había cruzado en mi caminar por la intemperie. Su mirada era la de una bestia hambrienta, herida y cansada. Lista para saltarte al cuello y destrozarte, en cualquier instante.
Sentí entonces algo que no había sentido desde hace mucho tiempo.
-¿...No hay pocos guardias en este carro? -pregunté con un hilo de voz.
-Calla, mierda. -el guardia a mi lado me dio un codazo en la costilla.
Y la elfa me clavó la mirada.
Sí, esa sensación... era miedo.
Tras ir a las islas de guerras de antaño, pelearme con salvajes, rodearme de ladrones, asesinos, tras enfrentarme a Graphorns, lobos, magia volátil y cien cosas más... ahora estaba sentado en este lugar, encerrado con aquél animal con rostro de mujer. Y sabía que ni el diálogo, ni mis acrobacias, ni los guardias armados ni las esposas me podrían salvar el culo, si le diera por matarme junto con sus captores.
------
*Apariencia de la elfa:
- Elfa:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Mefisto
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 165
Nivel de PJ : : 1
Re: Regreso a la patria [Libre] [3/4] [Cerrado]
Habían pasado cerca de tres horas desde que emprendieron el viaje en dirección hacia el alba. El sol ya no era una esfera perpendicular al carromato, sino que levitaba en las alturas y esparcía su calidez por el archipiélago; calidez sofocante que tan solo podía detenerse por la sombra de los árboles que rodeaban el desolado camino que recorrían. Hacía un calor húmedo, y Tatsuya sudaba como lo hacía Quasimodo luego de su trote matutino de tres minutos. Por su mente cruzaba un único pensamiento: agua. Imaginaba cataratas, ríos, cantimploras, un chorro interminable de aquél elixir cayendo en el vacío. Con resequedad en la garganta, imploró:
-Agua...
A su lado, dos guardias que jugaban algún juego de cartas comenzaron a mofarse de su prisionero. Tomaron una cantimplora y vertieron su contenido en la madera del carromato, haciéndole arder las entrañas de la angustia.
-¿Quieres agua, so cabrón? Estoy seguro que tu papaíto te dará cuando lleguemos.
Se escuchó la voz de Quasimodo desde el asiento de conductor, ordenándoles hacer silencio. Ambos obedecieron, y siguieron con sus asuntos.
Tatsuya tosió violentamente, y se tambaleó en su asiento. Como si fuera un saco de patatas, cayó de golpe sobre la madera. Los caballos se detuvieron, y Quasimodo acudió rápidamente al interior del carromato. Allí, sacó algo de agua y la acercó a los labios del brujo. Pese a esto, su cautivo no parecía recobrar consciencia, y no había un médico cerca para atenderlo. El gordinflón sudaba y temía que su gigante bolsa de oro estuviera a punto de palmarla; bajo ningún concepto podía permitirlo.
Por suerte, hacía unos meses había escuchado en una taberna que cuando alguien se estaba muriendo, existía una técnica que era algo así como un beso de boca abierta, y que consistía en escupir aire en el morro del otro con el suficiente fervor como para reanimarlo. Aquello le parecía descabellado, pero incluso el más noble caballero alguna vez ha tenido que mancillar su honor para salir de las más peliagudas situaciones. Quasimodo no era caballero, pero sí que estaba atravesando momentos difíciles.
Por su lado, el "inconsciente" espadachín entreabrió el ojo izquierdo y vio cómo se le aproximaban los gruesos y oscuros labios porcinos de su captor, como si fuera a devorarlo. Por instinto, extendió su mano izquierda al mango de su katana, en la espaciosa cintura del humano, sin poder alcanzarlo. Entonces se llevó las manos a la boca, protegiéndose, y aplastó la hombría de su profanador con la rodilla. Sonó un aullido, y el prestigioso guardia de Beltrexus se retorció de dolor, rodando como una croqueta.
-Hemos pasado por todas las etapas de la amistad, hasta la traición. Pero te aseguro que esta es la única que no me gustaría experimentar.
El guardia a su lado le asestó una bofetada, haciéndole escupir sangre. El segundo lo golpeó repetidas veces en el estómago, disfrutando con cada golpe como si aquello fuera un saco de carne. Lo cierto es que pegaba como niña, pero tantos golpes seguidos estaban a punto de hacer que Tatsuya se desmayara. Mientras su mente se ponía en blanco, pensaba en el placer que le daría cuando pudiera liberarse y vengarse.
Pero eso parecía imposible.
Lo cierto es que lo salvó su mismo captor, ordenándole a sus subordinados que se detuvieran. Ni Mefisto ni los dos críos parecían estar tan siquiera cerca. El espadachín supuso que habían sido lo suficientemente sabios para escapar, y habrían hecho bien de ser así. Al menos, eso habría hecho él en otras circunstancias. Quasimodo tomó asiento frente al brujo, y retomaron su camino.
-Lamento que debamos estar en esta situación, y que tu rostro parezca un pastel de moras reventado.
-No necesito tu compasión. Soy tu prisionero, ¿recuerdas?.
-Yo también tuve problemas con papaíto, ¿sabes? Alguna vez fui un chico rebelde, como tú. Verte es como verme a mí, y quizás eso despierte mi lado sensible.
-Estoy seguro de haber conocido antes a tu padre, en el corral de mi tía: tenía la piel rosa, se revolcaba en su propia mierda y dormía mucho. Fue una maravillosa cena.
-Ten cuidado con lo que dices, listillo. Soy tu único amigo. - Tatsuya rió a carcajada limpia, y sus custodios estuvieron a punto de golpearlo. El jorobado los detuvo una vez más - Tengo un trato para ti.
El brujo hizo silencio, desinteresado totalmente en la propuesta de su contrario.
-Ayúdame a matar a tu viejo. Con esa mala hierba fuera del camino, serás el próximo en la línea de sucesión para liderar la aldea. Entonces, seremos aliados y juntos gobernaremos nuestro propio feudo. ¿Qué dices? ¿No suena tentador?
¿Señor feudal de Kanpai? Alguna vez había soñado con eso, cuando aún era joven y no había renunciado a su sangre. Sabía que no tenía madera de líder, ni mucho menos se lo merecía. Era feliz con su vida de mercenario errante, viajando de aquí a allá, revolcándose con la primera mujer que se encontrara y gastando sus aeros en birra. Además, juzgando sus anteriores experiencias, los tratos con el hombre jorobado solo le resultaban favorables a él mismo.
Meditó, y vio que no tenía demasiada elección. Quizás era su turno de maquinar una triquiñuela y aprovechar la confianza que su captor le había puesto para jugarle en su contra. Si sacaba provecho de su orgullo y arrogancia, era posible que se zafara de aquello.
-Me parece bien, pero no puedo escucharte con la garganta seca y esposado.
-Si me crees tan estúpido, no existe tanto respeto entre nosotros como creía. No te quedan más opciones, y estoy seguro de que hasta un simio analfabeta como tú puede entender que es preferible ser un rico señor feudal a ser ejecutado públicamente. Harás como te diga, y eso incluye que permanezcas como estás.
Desde la salida de Beltrexus transcurrieron cuatro horas, faltando tan solo treinta minutos para alcanzar el destino. No sobraba el tiempo, por lo que Tatsuya debía elegir rápidamente.
Off Rol: Lamento la tardanza de veras. Me robaron los cables tanto en mi casa como en la de mi abuela, imposibilitándome el entrar en el foro por una semana. Afortunadamente, a partir de hoy podré responder con la misma frecuencia de antes.
-Agua...
A su lado, dos guardias que jugaban algún juego de cartas comenzaron a mofarse de su prisionero. Tomaron una cantimplora y vertieron su contenido en la madera del carromato, haciéndole arder las entrañas de la angustia.
-¿Quieres agua, so cabrón? Estoy seguro que tu papaíto te dará cuando lleguemos.
Se escuchó la voz de Quasimodo desde el asiento de conductor, ordenándoles hacer silencio. Ambos obedecieron, y siguieron con sus asuntos.
Tatsuya tosió violentamente, y se tambaleó en su asiento. Como si fuera un saco de patatas, cayó de golpe sobre la madera. Los caballos se detuvieron, y Quasimodo acudió rápidamente al interior del carromato. Allí, sacó algo de agua y la acercó a los labios del brujo. Pese a esto, su cautivo no parecía recobrar consciencia, y no había un médico cerca para atenderlo. El gordinflón sudaba y temía que su gigante bolsa de oro estuviera a punto de palmarla; bajo ningún concepto podía permitirlo.
Por suerte, hacía unos meses había escuchado en una taberna que cuando alguien se estaba muriendo, existía una técnica que era algo así como un beso de boca abierta, y que consistía en escupir aire en el morro del otro con el suficiente fervor como para reanimarlo. Aquello le parecía descabellado, pero incluso el más noble caballero alguna vez ha tenido que mancillar su honor para salir de las más peliagudas situaciones. Quasimodo no era caballero, pero sí que estaba atravesando momentos difíciles.
Por su lado, el "inconsciente" espadachín entreabrió el ojo izquierdo y vio cómo se le aproximaban los gruesos y oscuros labios porcinos de su captor, como si fuera a devorarlo. Por instinto, extendió su mano izquierda al mango de su katana, en la espaciosa cintura del humano, sin poder alcanzarlo. Entonces se llevó las manos a la boca, protegiéndose, y aplastó la hombría de su profanador con la rodilla. Sonó un aullido, y el prestigioso guardia de Beltrexus se retorció de dolor, rodando como una croqueta.
-Hemos pasado por todas las etapas de la amistad, hasta la traición. Pero te aseguro que esta es la única que no me gustaría experimentar.
El guardia a su lado le asestó una bofetada, haciéndole escupir sangre. El segundo lo golpeó repetidas veces en el estómago, disfrutando con cada golpe como si aquello fuera un saco de carne. Lo cierto es que pegaba como niña, pero tantos golpes seguidos estaban a punto de hacer que Tatsuya se desmayara. Mientras su mente se ponía en blanco, pensaba en el placer que le daría cuando pudiera liberarse y vengarse.
Pero eso parecía imposible.
Lo cierto es que lo salvó su mismo captor, ordenándole a sus subordinados que se detuvieran. Ni Mefisto ni los dos críos parecían estar tan siquiera cerca. El espadachín supuso que habían sido lo suficientemente sabios para escapar, y habrían hecho bien de ser así. Al menos, eso habría hecho él en otras circunstancias. Quasimodo tomó asiento frente al brujo, y retomaron su camino.
-Lamento que debamos estar en esta situación, y que tu rostro parezca un pastel de moras reventado.
-No necesito tu compasión. Soy tu prisionero, ¿recuerdas?.
-Yo también tuve problemas con papaíto, ¿sabes? Alguna vez fui un chico rebelde, como tú. Verte es como verme a mí, y quizás eso despierte mi lado sensible.
-Estoy seguro de haber conocido antes a tu padre, en el corral de mi tía: tenía la piel rosa, se revolcaba en su propia mierda y dormía mucho. Fue una maravillosa cena.
-Ten cuidado con lo que dices, listillo. Soy tu único amigo. - Tatsuya rió a carcajada limpia, y sus custodios estuvieron a punto de golpearlo. El jorobado los detuvo una vez más - Tengo un trato para ti.
El brujo hizo silencio, desinteresado totalmente en la propuesta de su contrario.
-Ayúdame a matar a tu viejo. Con esa mala hierba fuera del camino, serás el próximo en la línea de sucesión para liderar la aldea. Entonces, seremos aliados y juntos gobernaremos nuestro propio feudo. ¿Qué dices? ¿No suena tentador?
¿Señor feudal de Kanpai? Alguna vez había soñado con eso, cuando aún era joven y no había renunciado a su sangre. Sabía que no tenía madera de líder, ni mucho menos se lo merecía. Era feliz con su vida de mercenario errante, viajando de aquí a allá, revolcándose con la primera mujer que se encontrara y gastando sus aeros en birra. Además, juzgando sus anteriores experiencias, los tratos con el hombre jorobado solo le resultaban favorables a él mismo.
Meditó, y vio que no tenía demasiada elección. Quizás era su turno de maquinar una triquiñuela y aprovechar la confianza que su captor le había puesto para jugarle en su contra. Si sacaba provecho de su orgullo y arrogancia, era posible que se zafara de aquello.
-Me parece bien, pero no puedo escucharte con la garganta seca y esposado.
-Si me crees tan estúpido, no existe tanto respeto entre nosotros como creía. No te quedan más opciones, y estoy seguro de que hasta un simio analfabeta como tú puede entender que es preferible ser un rico señor feudal a ser ejecutado públicamente. Harás como te diga, y eso incluye que permanezcas como estás.
Desde la salida de Beltrexus transcurrieron cuatro horas, faltando tan solo treinta minutos para alcanzar el destino. No sobraba el tiempo, por lo que Tatsuya debía elegir rápidamente.
Off Rol: Lamento la tardanza de veras. Me robaron los cables tanto en mi casa como en la de mi abuela, imposibilitándome el entrar en el foro por una semana. Afortunadamente, a partir de hoy podré responder con la misma frecuencia de antes.
Tatsuya Suō
Experto
Experto
Cantidad de envíos : : 136
Nivel de PJ : : 1
Re: Regreso a la patria [Libre] [3/4] [Cerrado]
La ciencia existe para facilitar la vida del hombre… nada lo demuestra más que la situación actual. Un paleto corriente habría tenido que pasar cuatro horas colgado usando su propia fuerza, ambos niños por otro lado disfrutan del paseo gracias a los artilugios de Chimar.
En el trayecto solo se detienen una vez, ocurre cierta conmoción arriba que Maquiavelo logra entender por partes. Al parecer al de ojos rasgados le están dando otra paliza, de seguir asi morirá antes de llegar al cepo.
No tardan mucho en desplazarse otra vez, para ese entonces el niño genio ya considera prudente que es tiempo de actuar. Deja que el carro tome velocidad mientras calibra su pequeño artilugio, acto seguido separa los sujetadores para que tanto el cómo su hermano puedan caer a tierra.
El vehículo blindado sigue su camino, con dos niños menos pero ostentando todavía algo extra. Los pequeños gorriones pasan entonces a ocultarse en el follaje que rodea el camino, complementados por un ligero conteo de parte del genio.
Milimétricamente, al terminar la cuenta tiene lugar cierta explosión. La zona inferior de la carreta estalla en pedazos comprometiendo todo el vehículo, al final no tarda en volcarse vistosamente gracias a la elevación conseguida por el estallido en sí.
Una espectacular escena que hace sonreír de manera eufórica al chiquillo genio, fue más hermoso de lo que esperaba. Obra destructiva con sello Maquiavelo que debería ganarse algunas historias de taberna.
A pesar del siniestro, parece que el objetivo está bien… le debe doler todo horriblemente y mañana será peor pero de que respira, respira. De todas formas no había forma sutil de garantizar su libertad.
No tarda mucho en acercarse el otro carro, sus ocupantes apenas pueden creer lo que tienen delante. No todos los días un transporte de prisioneros estalla por los aires de manera espontánea.
Con nerviosismo los recién llegados se bajan y avanzan, no emiten comentario alguno pero sus ojos lo dicen todo. El miedo es prácticamente palpable por lo que cometen muchos errores tácticos a medida que se mueven.
Los efectivos del otro transporte no pueden combatir y el segundo venía con un mínimo de personal, es lógico decir que lo siguiente será más fácil que robar una manzana del mercado de Lunargenta.
Bien frijoles “dice mientras apunta su ballesta de muñeca” volver caminando o morir, su elección.
El grupo de guardias no sale de su asombro, todos mantienen el mismo rostro que cuando descubrieron la carreta deshecha. No saben bien si tomarse la amenaza como algo real aunque sin duda vacilan.
En el trayecto solo se detienen una vez, ocurre cierta conmoción arriba que Maquiavelo logra entender por partes. Al parecer al de ojos rasgados le están dando otra paliza, de seguir asi morirá antes de llegar al cepo.
No tardan mucho en desplazarse otra vez, para ese entonces el niño genio ya considera prudente que es tiempo de actuar. Deja que el carro tome velocidad mientras calibra su pequeño artilugio, acto seguido separa los sujetadores para que tanto el cómo su hermano puedan caer a tierra.
El vehículo blindado sigue su camino, con dos niños menos pero ostentando todavía algo extra. Los pequeños gorriones pasan entonces a ocultarse en el follaje que rodea el camino, complementados por un ligero conteo de parte del genio.
Milimétricamente, al terminar la cuenta tiene lugar cierta explosión. La zona inferior de la carreta estalla en pedazos comprometiendo todo el vehículo, al final no tarda en volcarse vistosamente gracias a la elevación conseguida por el estallido en sí.
Una espectacular escena que hace sonreír de manera eufórica al chiquillo genio, fue más hermoso de lo que esperaba. Obra destructiva con sello Maquiavelo que debería ganarse algunas historias de taberna.
A pesar del siniestro, parece que el objetivo está bien… le debe doler todo horriblemente y mañana será peor pero de que respira, respira. De todas formas no había forma sutil de garantizar su libertad.
No tarda mucho en acercarse el otro carro, sus ocupantes apenas pueden creer lo que tienen delante. No todos los días un transporte de prisioneros estalla por los aires de manera espontánea.
Con nerviosismo los recién llegados se bajan y avanzan, no emiten comentario alguno pero sus ojos lo dicen todo. El miedo es prácticamente palpable por lo que cometen muchos errores tácticos a medida que se mueven.
Los efectivos del otro transporte no pueden combatir y el segundo venía con un mínimo de personal, es lógico decir que lo siguiente será más fácil que robar una manzana del mercado de Lunargenta.
Bien frijoles “dice mientras apunta su ballesta de muñeca” volver caminando o morir, su elección.
El grupo de guardias no sale de su asombro, todos mantienen el mismo rostro que cuando descubrieron la carreta deshecha. No saben bien si tomarse la amenaza como algo real aunque sin duda vacilan.
- Off:
- Chimar usa su habilidad de Lvl 1 (Bomba Hidráulica)
Invitado
Invitado
Invitado
Re: Regreso a la patria [Libre] [3/4] [Cerrado]
Y siguió andando el carro.
Y. Ni un. Puto. Segundo. Me quitó. Los ojos. De encima.
El acojone había dado lugar a curiosidad. ¿Acaso mi comentario la había molestado tanto? No había rastros de ira en su rostro. No ira convencional, al menos.
Así como las manchas en su piel, su rostro era como ceniza fría. No debía ser más vieja que yo, pero había sufrido mucho más, estaba claro. Sin embargo no veía tristeza en sus ojos, ni vestigios de pena alguna. Puede que haya sido víctima en algún momento, pero ahora su mirada sólo mostraba las ascuas mortecinas que la movían.
-¡Ay! ¿Se conocen los tortolitos? -el guardia a mi derecha interrumpió mis pensamientos con sus berridos, y sólo entonces me di cuenta de que había estado observando a la mujer por más tiempo del que pretendía- Tiene pinta de saber dar un buen rato, ¿es una furcia famosa en los bosques? -me preguntó.
El hombre parecía haberse aburrido. Su compañero acercó su cara a la mujer, como avivado por los comentarios del anterior, y le tomó del brazo.
-¿Es cierto, dulzura? -La mujer no reaccionó de forma alguna, pero no pude evitar tensarme-Venga, haz un trabajito y haremos lo posible para que estés cómoda en el hoyo al que te vayan a lanzar. -le tomó del rostro con la otra mano, forzándola a verlo.
Me di cuenta de que había estado aguantando la respiración. Me disponía a calmar la situación, cuando la mujer movió los labios.
-Tú primero. -Su voz, tan indiferente como su expresión, tomó desprevenido al guardia.
El hombre sopesó un momento el significado de esas palabras, cuando un fuerte estruendo llamó la atención de todos los pasajeros.
-¿Qué caraj-
-¡Salgan, salgaan! -gritó el conductor.
El guardia frente a mí soltó a la mujer y abrió la puerta visiblemente alarmado, y al estar esta abierta el que estaba a mi lado me quitó de enfrente de un empujón, haciéndome caer al suelo fuera del carromato. Maldije sonoramente, pero la escena que de la que fui testigo al aterrizar me sacó una sonrisa.
El carro de Tatsuya había explotado, pero lo que vi después me quitó la preocupación. Ahora los guardias evaluaban al niño psicótico que les apuntaba con un arma.
-¡JA JA! ¡¿Has sido tú, niño?! -me reí en el suelo.
Antes de que pudiera darme cuenta, la elfa había salido del carro con un salto calculado, y sin dudar ni un segundo aprovechó la situación ventajosa causada por el recién llegado.
Pateó al guardia de la izquierda en la pierna, haciéndole caer de rodillas, e inmediatamente después le dio un potente golpe a un lado de la cabeza, haciéndole caer al suelo. Rodeó el cuello del otro con sus esposas, antes de que pudiera reaccionar al ataque por la espalda. Repitió el movimiento de antes, pateándolo detrás de la rodilla, y aumentando la fuerza que hacía en su cuello.
-¡-ald...ita! -El insulto no salió completamente de su garganta.
Su rostro estaba cada vez más rojo, y cada latido perdía más fuerza. Tras unos momentos, dejó de forcejear, y la mujer le giró la cabeza con un rápido movimiento de manos. El destino de aquél hombre fue anunciado por el crujido que sonó entonces, y cayó al suelo como un saco, sin vida.
-Tú primero. -repitió la mujer al muerto, antes de acercarse al hombre que quedaba y romperle el cuello también, mientras él intentaba recuperarse del golpe a la cabeza.
Se agachó entonces, buscando algo en los cuerpos de los guardias, y tras un "click", se levantó, dejando caer las esposas al suelo.
Me examinó otra vez con los ojos, a lo que me encogí un poco. Levantó una ceja y me lanzó la llave que había usado para liberar sus manos.
Aún embelesado con la escena que había presenciado, tardé un poco en reaccionar y levantarme, quitarme las esposas y sacudirme la tierra.
-Gracias. -dije simplemente-Soy Mefisto.
Se sobaba las muñecas, con una expresión que decía "No me importa". No me dijo su nombre.
-¿Vienes con Tatsuya? ¿Ese niño está contigo? -me preguntó en su lugar.
Respondí con un gesto de manos de "más o menos". Suspiró.
-Yorha. -dijo finalmente.Empezó a caminar en dirección a los restos del carromato, no sin antes lanzarle una mirada dudosa a los niños armados.
Vi a los niños y me encogí de hombros, dejándoles a ellos decidir el destino del conductor del carro. Entonces me dirigí yo también al primer vehículo, que suponía había sido víctima de algún artilugio el mocoso.
Y. Ni un. Puto. Segundo. Me quitó. Los ojos. De encima.
El acojone había dado lugar a curiosidad. ¿Acaso mi comentario la había molestado tanto? No había rastros de ira en su rostro. No ira convencional, al menos.
Así como las manchas en su piel, su rostro era como ceniza fría. No debía ser más vieja que yo, pero había sufrido mucho más, estaba claro. Sin embargo no veía tristeza en sus ojos, ni vestigios de pena alguna. Puede que haya sido víctima en algún momento, pero ahora su mirada sólo mostraba las ascuas mortecinas que la movían.
-¡Ay! ¿Se conocen los tortolitos? -el guardia a mi derecha interrumpió mis pensamientos con sus berridos, y sólo entonces me di cuenta de que había estado observando a la mujer por más tiempo del que pretendía- Tiene pinta de saber dar un buen rato, ¿es una furcia famosa en los bosques? -me preguntó.
El hombre parecía haberse aburrido. Su compañero acercó su cara a la mujer, como avivado por los comentarios del anterior, y le tomó del brazo.
-¿Es cierto, dulzura? -La mujer no reaccionó de forma alguna, pero no pude evitar tensarme-Venga, haz un trabajito y haremos lo posible para que estés cómoda en el hoyo al que te vayan a lanzar. -le tomó del rostro con la otra mano, forzándola a verlo.
Me di cuenta de que había estado aguantando la respiración. Me disponía a calmar la situación, cuando la mujer movió los labios.
-Tú primero. -Su voz, tan indiferente como su expresión, tomó desprevenido al guardia.
El hombre sopesó un momento el significado de esas palabras, cuando un fuerte estruendo llamó la atención de todos los pasajeros.
-¿Qué caraj-
-¡Salgan, salgaan! -gritó el conductor.
El guardia frente a mí soltó a la mujer y abrió la puerta visiblemente alarmado, y al estar esta abierta el que estaba a mi lado me quitó de enfrente de un empujón, haciéndome caer al suelo fuera del carromato. Maldije sonoramente, pero la escena que de la que fui testigo al aterrizar me sacó una sonrisa.
El carro de Tatsuya había explotado, pero lo que vi después me quitó la preocupación. Ahora los guardias evaluaban al niño psicótico que les apuntaba con un arma.
-¡JA JA! ¡¿Has sido tú, niño?! -me reí en el suelo.
Antes de que pudiera darme cuenta, la elfa había salido del carro con un salto calculado, y sin dudar ni un segundo aprovechó la situación ventajosa causada por el recién llegado.
Pateó al guardia de la izquierda en la pierna, haciéndole caer de rodillas, e inmediatamente después le dio un potente golpe a un lado de la cabeza, haciéndole caer al suelo. Rodeó el cuello del otro con sus esposas, antes de que pudiera reaccionar al ataque por la espalda. Repitió el movimiento de antes, pateándolo detrás de la rodilla, y aumentando la fuerza que hacía en su cuello.
-¡-ald...ita! -El insulto no salió completamente de su garganta.
Su rostro estaba cada vez más rojo, y cada latido perdía más fuerza. Tras unos momentos, dejó de forcejear, y la mujer le giró la cabeza con un rápido movimiento de manos. El destino de aquél hombre fue anunciado por el crujido que sonó entonces, y cayó al suelo como un saco, sin vida.
-Tú primero. -repitió la mujer al muerto, antes de acercarse al hombre que quedaba y romperle el cuello también, mientras él intentaba recuperarse del golpe a la cabeza.
Se agachó entonces, buscando algo en los cuerpos de los guardias, y tras un "click", se levantó, dejando caer las esposas al suelo.
Me examinó otra vez con los ojos, a lo que me encogí un poco. Levantó una ceja y me lanzó la llave que había usado para liberar sus manos.
Aún embelesado con la escena que había presenciado, tardé un poco en reaccionar y levantarme, quitarme las esposas y sacudirme la tierra.
-Gracias. -dije simplemente-Soy Mefisto.
Se sobaba las muñecas, con una expresión que decía "No me importa". No me dijo su nombre.
-¿Vienes con Tatsuya? ¿Ese niño está contigo? -me preguntó en su lugar.
Respondí con un gesto de manos de "más o menos". Suspiró.
-Yorha. -dijo finalmente.Empezó a caminar en dirección a los restos del carromato, no sin antes lanzarle una mirada dudosa a los niños armados.
Vi a los niños y me encogí de hombros, dejándoles a ellos decidir el destino del conductor del carro. Entonces me dirigí yo también al primer vehículo, que suponía había sido víctima de algún artilugio el mocoso.
Mefisto
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 165
Nivel de PJ : : 1
Re: Regreso a la patria [Libre] [3/4] [Cerrado]
Un pitido agudo resonaba en sus oídos, la visión era borrosa. Sentía en su espalda el húmedo contacto con el barro. ¿Cómo había pasado de viajar en la comodidad de un vehículo, a reposar sobre la inmundicia lodosa de la tierra? Le dolía endemoniadamente el culo y las piernas, pues el aterrizaje fue forzoso. Rodó al menos por un metro hasta finalmente detenerse donde estaba ahora. Cuando finalmente pudo ver bien, vislumbró al mocoso sujetando una ballesta y apuntándole a los guardias, que a juzgar por su expresión no sabían si tomarse aquello como una broma. Algunos miraban constantemente hacia los lados, esperando una emboscada.
Algo más atrás, echado, yacía Quasimodo. Invirtió un gran esfuerzo, para sus estándares, en ponerse a dos patas. Ya casi hacia el final de su esfuerzo, se resbaló con la tierra y volvió una vez más a su estado inicial, agotado. Tatsuya se arrastró sobre el terreno fangoso y se acercó al corpulento, quien lo había advertido desde el principio. Este intentó escapar arrastrándose, pero su enemigo lo alcanzó primero y le propinó un golpe descendente con ambos puños, como le permitían las esposas. Seguidamente se subió sobre su espalda, y como si de un caballo se tratase, rodeó su cuello con las cadenas y tiró de ellas furiosamente.
-¡P-P..iedad por favor! - graznó el bastardo.
-Libérame y obtendrás la piedad que buscas.
El captor comenzó a dar palmadas en su bolsillo, indicándole a Tatsuya lo evidente. Este detuvo el estrangulamiento, y rebuscó torpemente. Halló las llaves y se las alcanzó a su dueño, extendiéndole ambas manos.
-Quítame esta mierda. - con las manos temblorosas, Quasimodo lo dejó libre de las cadenas - Y me llevo esto. - dijo mientras tomaba la Rompejuramentos.
Un espadachín no es nada sin su bien más preciado: su espada. Una vez desenvainada, emitió aquél familiar silbido que le hacía fluir sangre por las venas. Empezaba el frenesí de adrenalina, ese instinto asesino que lo mantenía vivo y entretenido de aquí para allá. Normalmente trataba de ser pragmático y no mataba a menos que debiera.
Pero esta vez no tendría piedad.
Tomó a uno de los guardias desprevenido y lo apuñaló por la espalda, permitiéndole gritar para llamar la atención de los demás. Dos más se dieron la vuelta y cargaron en su dirección vehementemente, Tatsuya hizo un ademán con la mano y movió una de las tablas de madera del destruido carromato, golpeando en la cabeza al de la izquierda(1) e incapacitándolo. El segundo ejerció un tajo vertical, a lo que Tatsuya hizo una finta, evadiendo sin problemas, dio media vuelta y cortó su cabeza de un tajo. Se acercó al primero, aún aturdido en el suelo y le perforó el corazón.
Desvió la mirada hacia donde estaba el otro carromato, y observó un rostro voraz conocido... era Yorha, la elfa de cabello plateado. Acompañada por Mefisto, que gozaba del espectáculo en calidad de espectador. La mujer ya había hecho de las suyas, eliminando a los guardias que la custodiaban. Alzó su mano hábil, con la espada en mano, como si fuera a saludarla, y la arrojó hacia su izquierda, atravesando al último de los custodios, que intentaba zafarse del combate.
Con el campo de batalla limpio, tomó su espada de vuelta y se acercó al último cabo suelto: el jorobado, que se arrastraba aún en el fango. Gimió cuando escuchó el silbido de la hoja, y sintió su frío metálico sobre su cuello.
-Los cerdos son criaturas inteligentes. Ellos saben cuando vas a matarlos, lo sienten. Cuando los llevas al matadero, chillan y chillan hasta que finalmente están muertos. Sabes lo que te viene, ¿no?.
-¡Me prometiste piedad!
-La piedad viene de muchas maneras.
En menos de dos segundos, la cabeza de Quasimodo rodaba por el suelo. En menos de un segundos, estuvo a punto de decir algo que comenzaba por "d". Definitivamente era rápido para hablar y rogar. Limpió su espada, la envainó y se dirigió a Chimar.
-Eres un jodido estúpido, mocoso. Al menos deberías saber eso. Mataste a la guardia de Beltrexus, eres un criminal. Si te ven, rodará tu cabeza. - hubo un interín de silencio, y finalmente Tatsuya le esbozó una sonrisa a ambos críos - Pero saben cómo ingeniárselas, les concederé eso. Gracias, niños. Les debo una.
A continuación, posó su mirada sobre Yorha. Una belleza a su propia manera, de aquellas que podían arrancarte la verga de un mordisco si les dabas la oportunidad. Había algo en sus ojos de fiera que lo cautivaron desde el primer momento, y verla por segunda vez parecía obra del destino.
-Yorha. Veo que la herida ha sanado bien. Incluso me atrevería a decir que te da algo de encanto.
-Tú sigues tan feo como las pelotas de un caballo. - Yorha escupió a los zapatos de su contrario.
Sería otro día con un final feliz. Todos eran libres, irían a algún poblado lejano a permanecer en perfil bajo, y luego regresarían al continente...
A menos que Tatsuya no estuviera de acuerdo.
El pasado es una cosa sempiterna, imposible de detener. Estará allí hasta el fin de tus días, y cuando menos te lo esperas, te caza y te devora. Para aquél momento, él estaba siendo cazado, y quién sabría si estaría listo para escapar por toda su vida. Tenía que ajustar las cuentas allí mismo o se arrepentiría después. Su padre era ya un hombre viejo y desgastado. Quizás moriría antes de poder dar con su hijo, o quizás querría aprovechar el poco tiempo que le quedaba entre los vivos para llevarlo ante la justicia. Dejar el asunto a manos de los dioses -si es que existen- o viajar por su cuenta a Kanpai y matar a su viejo antes de que él lo haga.
Era hora de decidir.
No lo pensó demasiado. Dio un paso al frente, luego otro, y no tuvo intenciones de detenerse hasta ver el "palacio" de Suo alzarse en el horizonte.
-Ya su misión terminó. Regresen al continente, olvídense de este desastre. Yo tengo una cuenta que saldar con mi viejo. - Tatsuya se dirigió a sus aliados, momentos antes de partir.
Quizás en Kanpai habría algo que robar o saquear que haría de aquella misión fallida algo que valiera la pena...
(1): Telequinesis: (Rasgo) permite mover objetos con la mente, dependiendo el tamaño del nivel del brujo. No puede usarse sobre organismos vivos.
Algo más atrás, echado, yacía Quasimodo. Invirtió un gran esfuerzo, para sus estándares, en ponerse a dos patas. Ya casi hacia el final de su esfuerzo, se resbaló con la tierra y volvió una vez más a su estado inicial, agotado. Tatsuya se arrastró sobre el terreno fangoso y se acercó al corpulento, quien lo había advertido desde el principio. Este intentó escapar arrastrándose, pero su enemigo lo alcanzó primero y le propinó un golpe descendente con ambos puños, como le permitían las esposas. Seguidamente se subió sobre su espalda, y como si de un caballo se tratase, rodeó su cuello con las cadenas y tiró de ellas furiosamente.
-¡P-P..iedad por favor! - graznó el bastardo.
-Libérame y obtendrás la piedad que buscas.
El captor comenzó a dar palmadas en su bolsillo, indicándole a Tatsuya lo evidente. Este detuvo el estrangulamiento, y rebuscó torpemente. Halló las llaves y se las alcanzó a su dueño, extendiéndole ambas manos.
-Quítame esta mierda. - con las manos temblorosas, Quasimodo lo dejó libre de las cadenas - Y me llevo esto. - dijo mientras tomaba la Rompejuramentos.
Un espadachín no es nada sin su bien más preciado: su espada. Una vez desenvainada, emitió aquél familiar silbido que le hacía fluir sangre por las venas. Empezaba el frenesí de adrenalina, ese instinto asesino que lo mantenía vivo y entretenido de aquí para allá. Normalmente trataba de ser pragmático y no mataba a menos que debiera.
Pero esta vez no tendría piedad.
Tomó a uno de los guardias desprevenido y lo apuñaló por la espalda, permitiéndole gritar para llamar la atención de los demás. Dos más se dieron la vuelta y cargaron en su dirección vehementemente, Tatsuya hizo un ademán con la mano y movió una de las tablas de madera del destruido carromato, golpeando en la cabeza al de la izquierda(1) e incapacitándolo. El segundo ejerció un tajo vertical, a lo que Tatsuya hizo una finta, evadiendo sin problemas, dio media vuelta y cortó su cabeza de un tajo. Se acercó al primero, aún aturdido en el suelo y le perforó el corazón.
Desvió la mirada hacia donde estaba el otro carromato, y observó un rostro voraz conocido... era Yorha, la elfa de cabello plateado. Acompañada por Mefisto, que gozaba del espectáculo en calidad de espectador. La mujer ya había hecho de las suyas, eliminando a los guardias que la custodiaban. Alzó su mano hábil, con la espada en mano, como si fuera a saludarla, y la arrojó hacia su izquierda, atravesando al último de los custodios, que intentaba zafarse del combate.
Con el campo de batalla limpio, tomó su espada de vuelta y se acercó al último cabo suelto: el jorobado, que se arrastraba aún en el fango. Gimió cuando escuchó el silbido de la hoja, y sintió su frío metálico sobre su cuello.
-Los cerdos son criaturas inteligentes. Ellos saben cuando vas a matarlos, lo sienten. Cuando los llevas al matadero, chillan y chillan hasta que finalmente están muertos. Sabes lo que te viene, ¿no?.
-¡Me prometiste piedad!
-La piedad viene de muchas maneras.
En menos de dos segundos, la cabeza de Quasimodo rodaba por el suelo. En menos de un segundos, estuvo a punto de decir algo que comenzaba por "d". Definitivamente era rápido para hablar y rogar. Limpió su espada, la envainó y se dirigió a Chimar.
-Eres un jodido estúpido, mocoso. Al menos deberías saber eso. Mataste a la guardia de Beltrexus, eres un criminal. Si te ven, rodará tu cabeza. - hubo un interín de silencio, y finalmente Tatsuya le esbozó una sonrisa a ambos críos - Pero saben cómo ingeniárselas, les concederé eso. Gracias, niños. Les debo una.
A continuación, posó su mirada sobre Yorha. Una belleza a su propia manera, de aquellas que podían arrancarte la verga de un mordisco si les dabas la oportunidad. Había algo en sus ojos de fiera que lo cautivaron desde el primer momento, y verla por segunda vez parecía obra del destino.
-Yorha. Veo que la herida ha sanado bien. Incluso me atrevería a decir que te da algo de encanto.
-Tú sigues tan feo como las pelotas de un caballo. - Yorha escupió a los zapatos de su contrario.
Sería otro día con un final feliz. Todos eran libres, irían a algún poblado lejano a permanecer en perfil bajo, y luego regresarían al continente...
A menos que Tatsuya no estuviera de acuerdo.
El pasado es una cosa sempiterna, imposible de detener. Estará allí hasta el fin de tus días, y cuando menos te lo esperas, te caza y te devora. Para aquél momento, él estaba siendo cazado, y quién sabría si estaría listo para escapar por toda su vida. Tenía que ajustar las cuentas allí mismo o se arrepentiría después. Su padre era ya un hombre viejo y desgastado. Quizás moriría antes de poder dar con su hijo, o quizás querría aprovechar el poco tiempo que le quedaba entre los vivos para llevarlo ante la justicia. Dejar el asunto a manos de los dioses -si es que existen- o viajar por su cuenta a Kanpai y matar a su viejo antes de que él lo haga.
Era hora de decidir.
No lo pensó demasiado. Dio un paso al frente, luego otro, y no tuvo intenciones de detenerse hasta ver el "palacio" de Suo alzarse en el horizonte.
-Ya su misión terminó. Regresen al continente, olvídense de este desastre. Yo tengo una cuenta que saldar con mi viejo. - Tatsuya se dirigió a sus aliados, momentos antes de partir.
Quizás en Kanpai habría algo que robar o saquear que haría de aquella misión fallida algo que valiera la pena...
-----
(1): Telequinesis: (Rasgo) permite mover objetos con la mente, dependiendo el tamaño del nivel del brujo. No puede usarse sobre organismos vivos.
Tatsuya Suō
Experto
Experto
Cantidad de envíos : : 136
Nivel de PJ : : 1
Re: Regreso a la patria [Libre] [3/4] [Cerrado]
Los guardias no aprovechan su oportunidad de salir corriendo y son eliminados violentamente por sus antiguos prisioneros… una escena que si bien resulta bastante grotesca no deja de entrar en el rango de lo predecible.
Hubieran empezado a correr “suspira”.
Canel muestra un poco de aversión en su rostro por toda la escena, suele repudiar tales manifestaciones gratuitas de crudeza. Una mirada condescendiente de su hermano mayor lo calma en cierto modo.
Con toda la caravana muerta, solo queda el grupo aliado en pie. No se puede decir que conozcan la palabra compasión muy a fondo, al menos si hablamos de los frijoles… bueno, tampoco debería resultar sorpresivo.
Curiosamente ahora tienen un elemento nuevo, cierta mujer. No hay que dejarse engañar por su género, muestra un salvajismo que Maquiavelo no veía desde hace tiempo, alguien de cuidado sin duda.
A menos que sean adivinos, esta difícil que se enteren de mi participación en este “accidente”.
Dice por la acotación del espadachín, no le falta razón. Una de las cosas buena de no dejar supervivientes es que nadie puede reportar nada, básicamente los detalles principales de la refriega en si permanecerán ocultos para todo el mundo.
No era el desenlace que Chimar esperaba pero a caballo regalado… no hay que renegar de la suerte. Lo mejor de todo es que la conciencia de ambos infantes está tranquila pues ellos no consumaron la matanza.
Algo me dice que necesitas ayuda, tanto como nosotros una recompensa tangible jeje.
Lo cierto es que el niño genio tiene un sexto sentido para las aventuras remuneradas, la gesta del ojos rasgados parece llevar a un sitio con muchas riquezas y no planea quedarse de lado. Eso sin mencionar que no tiene nada mejor que hacer ahora mismo.
Tienen que sacarle jugo retroactivo a la aventura completa, aunque el cerdo bípedo ahora mismo languidezca sin cabeza en la suciedad su promesa de paga aún permanece en el aire tropical de las islas.
Aquel que busca la venganza… debe cavar dos tumbas.
Eso fue profundo enano, estas mejorando “le alborota el cabello”.
No se puede decir que el objetivo homicida del frijol sea muy honroso o decente pero… asi es la vida en Aerandir. Al menos tiene el beneficio de la duda por no haber iniciado las intrigas en esta oportunidad.
Hubieran empezado a correr “suspira”.
Canel muestra un poco de aversión en su rostro por toda la escena, suele repudiar tales manifestaciones gratuitas de crudeza. Una mirada condescendiente de su hermano mayor lo calma en cierto modo.
Con toda la caravana muerta, solo queda el grupo aliado en pie. No se puede decir que conozcan la palabra compasión muy a fondo, al menos si hablamos de los frijoles… bueno, tampoco debería resultar sorpresivo.
Curiosamente ahora tienen un elemento nuevo, cierta mujer. No hay que dejarse engañar por su género, muestra un salvajismo que Maquiavelo no veía desde hace tiempo, alguien de cuidado sin duda.
A menos que sean adivinos, esta difícil que se enteren de mi participación en este “accidente”.
Dice por la acotación del espadachín, no le falta razón. Una de las cosas buena de no dejar supervivientes es que nadie puede reportar nada, básicamente los detalles principales de la refriega en si permanecerán ocultos para todo el mundo.
No era el desenlace que Chimar esperaba pero a caballo regalado… no hay que renegar de la suerte. Lo mejor de todo es que la conciencia de ambos infantes está tranquila pues ellos no consumaron la matanza.
Algo me dice que necesitas ayuda, tanto como nosotros una recompensa tangible jeje.
Lo cierto es que el niño genio tiene un sexto sentido para las aventuras remuneradas, la gesta del ojos rasgados parece llevar a un sitio con muchas riquezas y no planea quedarse de lado. Eso sin mencionar que no tiene nada mejor que hacer ahora mismo.
Tienen que sacarle jugo retroactivo a la aventura completa, aunque el cerdo bípedo ahora mismo languidezca sin cabeza en la suciedad su promesa de paga aún permanece en el aire tropical de las islas.
Aquel que busca la venganza… debe cavar dos tumbas.
Eso fue profundo enano, estas mejorando “le alborota el cabello”.
No se puede decir que el objetivo homicida del frijol sea muy honroso o decente pero… asi es la vida en Aerandir. Al menos tiene el beneficio de la duda por no haber iniciado las intrigas en esta oportunidad.
Invitado
Invitado
Invitado
Re: Regreso a la patria [Libre] [3/4] [Cerrado]
Se formó una pelea cerca de los restos del carro, y termino tan rápido como inició. Tatsuya se había liberado de sus cadenas, y los guardias habían perdido sus vidas. Los guardias y, ahora Quasimodo, que murió como vivió: Chillando.
Me acerqué poco a poco, atento a no pisar algún charco de lodo, o tropezarme con algún cuerpo. El espadachín estaba ileso, y saludó a la elfa. Parecía que sólo era una desconocida para mí.
— ¿Cómo dices? No me voy a ir sin ant—
—Irás a echar de aquí a tu puta madre, brujo. —Me interrumpió Yorha, arqueando una ceja— No sé qué problemas tienes con papi, pero estoy segura de que puede esperar. —Dio un paso enfrente— Empieza a cantar, venga, ¿qué pasó con el jodido oso? ¿Lograste matarlo? ¿Sobrevivió alguien más? Dime que el rubio maricón ese logró huir también, para darme al menos una sola alegría en estos meses de mierda que he tenido.
¿...Un oso? ¿De qué habla?
—Los azules me agarraron, y no sé por qué se les ocurrió que venir a lanzarme a esta islucha era buena idea. —Su voz no alcanzaba a sonar molesta, pero se notaba que perdía la calma— No sé si lograste memorizar algo de tus clases de historia, pero los brujos no se llevan bien con los de mi clase. —recalcó, halándose una oreja.
Parecía que la habían encarcelado por eventos en los que Tatsuya había estado presente, y que resentía fuertemente su estadía aquí, y a los causantes de esta.
Su rostro y su voz seguían sin dar señales de ira per se, pero la mujer emanaba un aire de calamidad en potencia.
—...Estoy de acuerdo con el enano. —Intenté desviar el calor de la discusión, enfocándome en las palabras del niño psicótico— No tengo intenciones de haber venido gratuitamente. Si la estadía hubiese sido más hospitalaria, me lo pensaría, pero...
Me callé al notar que Yorha me había clavado los ojos otra vez. Sentí cómo me apuñalaban las vísceras, y tuve que oprimir el impulso de pegar un brinquito. Respiré hondo.
—Que me quedo, leñe. Igual será interesante conocer a la persona que está detrás de todo esto.
Adelanté a la elfa con ojos homicidas, poniendo pies firmes (o eso me gustaría decir) al lado de Tatsuya.
—Venga, señala el camino.
Me acerqué poco a poco, atento a no pisar algún charco de lodo, o tropezarme con algún cuerpo. El espadachín estaba ileso, y saludó a la elfa. Parecía que sólo era una desconocida para mí.
— ¿Cómo dices? No me voy a ir sin ant—
—Irás a echar de aquí a tu puta madre, brujo. —Me interrumpió Yorha, arqueando una ceja— No sé qué problemas tienes con papi, pero estoy segura de que puede esperar. —Dio un paso enfrente— Empieza a cantar, venga, ¿qué pasó con el jodido oso? ¿Lograste matarlo? ¿Sobrevivió alguien más? Dime que el rubio maricón ese logró huir también, para darme al menos una sola alegría en estos meses de mierda que he tenido.
¿...Un oso? ¿De qué habla?
—Los azules me agarraron, y no sé por qué se les ocurrió que venir a lanzarme a esta islucha era buena idea. —Su voz no alcanzaba a sonar molesta, pero se notaba que perdía la calma— No sé si lograste memorizar algo de tus clases de historia, pero los brujos no se llevan bien con los de mi clase. —recalcó, halándose una oreja.
Parecía que la habían encarcelado por eventos en los que Tatsuya había estado presente, y que resentía fuertemente su estadía aquí, y a los causantes de esta.
Su rostro y su voz seguían sin dar señales de ira per se, pero la mujer emanaba un aire de calamidad en potencia.
—...Estoy de acuerdo con el enano. —Intenté desviar el calor de la discusión, enfocándome en las palabras del niño psicótico— No tengo intenciones de haber venido gratuitamente. Si la estadía hubiese sido más hospitalaria, me lo pensaría, pero...
Me callé al notar que Yorha me había clavado los ojos otra vez. Sentí cómo me apuñalaban las vísceras, y tuve que oprimir el impulso de pegar un brinquito. Respiré hondo.
—Que me quedo, leñe. Igual será interesante conocer a la persona que está detrás de todo esto.
Adelanté a la elfa con ojos homicidas, poniendo pies firmes (o eso me gustaría decir) al lado de Tatsuya.
—Venga, señala el camino.
Mefisto
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 165
Nivel de PJ : : 1
Re: Regreso a la patria [Libre] [3/4] [Cerrado]
Estupidez. Todo aquello era una inensata estupidez. Ninguno de ellos tenía en lo absoluto nada que ver con el asunto; era un tema familiar que solo él debía solucionar. El brujo no podía comprender por qué, después de todo lo que habían pasado, sus compañeros parecían empeñarse en seguir metiéndose en problemas. Aquello que querían hacer no era más que una injerencia; una abrupta interrupción en sus asuntos personales... pero ciertamente la ayuda era bienvenida. A fin de cuentas, por muy buen espadachín que fuese, Tatsuya no podría con todo los guardias de su aldea, y si lo lograra, no tendría las fuerzas para derrotar a su padre: la espada mortal de Suou.
Las palabras del niño venían cargadas de razón: la venganza y el odio solo llevan a un espiral de muerte. En su vida le enseñaron a amar, y parece que su mente retuvo todo lo contrario. Lo único en lo que el mocoso se equivocaba, es que no estaba en un viaje de venganza, sino de supervivencia. Cuánto tiempo pasaría hasta que Akira volviera a encontrarlo y lo enviara una vez más a Kanpai, y quizás en esa ocasión no sería tan descuidado...
Pero eso sonaba como una excusa.
¿Lo estaba haciendo por placer? ¿Quizás, en su afán de rebeldía, quería cortar los últimos lazos familiares que aún lo ataban a su pasado? ¿Lo hacía porque estaba furioso de nunca haber sido el hijo preferido? ¿De haber sido menospreciado? No lo sabía. Solo estaba determinado a terminar el asunto. Quizás con la sangre vendría la paz, y con la paz, otra página se abriría. Era un camino sinuoso el que recorría.
A regañadientes, aceptó la intervención de sus compañeros.
—Si sobrevivimos a esta, Yorha, te contaré todo lo que pasó con detalles y dibujos si quieres. — Tatsuya se volteó a ver a su equipo— Todos ustedes están locos, sépanlo.
Siguió su marcha, esta vez acompañado. Quizás podría sobrevivir, después de todo...
Las campanas del anochecer. Una costumbre que no faltaba nunca en la aldea. Cuando el sol se ocultaba y la luna lo reemplazaba, las campanas en la cima del palacio de Suou sonaban, anunciando el fin de la jornada y dando el visto bueno a todas las familias para cenar. Aventurarse a comer antes de las campanadas se consideraba un pecado grave, incluso peor que el asesinato... y daba la casualidad que ya Tatsuya había cometido ambas cosas anteriormente. No sería el huésped más bienvenido en su tierra natal.
Kanpai es una aldea pesquera de lo más acogedora, embellecida por la inmensidad del lago frente al cual se encuentra. El lago "Inawashiro", que en la lengua de la aldea significa "Espejo Celestial" era la belleza y el orgullo de los aldeanos. El paisaje era precioso desde donde lo vieras; la inmensidad del lago llegaba hasta donde alcanzara la vista, y su pureza reflejaba el cielo con tal claridad que parecía como si un pedazo del mismo hubiera caído sobre la tierra. El clima, normalmente cálido, nunca llegaba hasta los extremos sofocantes y uno siempre podía refrescarse con un baño. Siempre había un aire de júbilo en el ambiente: la gente reía y poco lloraba, todos eran siempre amables y la gente se quería la una a la otra como si fueran hermanos.
Y por eso es que Tatsuya nunca encajó en un sitio así.
Los hogares son siempre de dos pisos, y ocupan un espacio relativamente angosto. Los aldeanos son normalmente humildes, y no necesitan grandes espacios en sus casas, pues pasan la mayor parte del tiempo en la calle. La única excepción de esto, por supuesto, es el palacio de Suou.
Normalmente, cuando uno escucha sobre un palacio, piensa en un castillo espacioso, rodeado de torres y hecho de piedra. Por su parte, el palacio Ashina era una construcción más alta que ancha, de paredes blancas, de al menos diez pisos, rodeada de un gran patio interior, protegido por gruesos muros de mampostería ciclópea, carentes de ventanas o cualquier acceso por el que pudiera uno colarse. Sobre el mismo patrullaban docenas de soldados, los cuales a su vez se comunicaban con otros guardias que residían en el campanario del edificio, desde donde se tiene una vista de trescientos sesenta grados. En primicia, parece casi imposible colarse sin saltar ninguna alarma. La única manera convencional de acceder al palacio sin ser aniquilado por los guardias de la muralla, es entrando por el grueso y largo pasillo que dirige a la entrada principal, pero eso sería igualmente un suicidio. Los aposentos de Akira estaban en el penúltimo piso, justo al lado de las escaleras que guían a la cima. ¿Podrían burlar la seguridad de alguna manera, o tendrían que abrirse paso a espada hasta su objetivo? Quizás el niño tenía una herramienta que haría el viaje más sencillo...
No se animó a pasearse por la aldea. Por el contrario, el mercenario intentó dirigir al resto del equipo a un montículo hacia el oeste de la villa, desde donde tenían una vista panorámica de la misma y podían observar por encima de los muros, permitiendo vislumbrar el patio interior. Allí, Tatsuya divisó a un joven, de unos doce años, practicando la esgrima con un instructor. Usaban poderes de viento, un arte solo transmitido entre generaciones de su familia... ¿quizás la familia Suou tuviera un nuevo heredero? Su corazón latía con fuerza, conforme esta idea viajaba por su mente. Otro hermano, al que probablemente tendría que matar... y es posible que no deseara hacerlo. El pobre chico era inocente.
—Conozco una forma alternativa de entrar... en el lago, a al menos siete metros de profundidad hay un túnel que conecta a la fosa séptica del palacio. No es una forma muy limpia, pero... no veo una mejor opción. — Tatsuya se dirigía a sus compañeros entre susurros, cuidándose de las patrullas que vigilaban los alrededores.
Yacía en el inicio del fin. ¿Aquél encarnizado viaje de venganza lo llevaría a alguna parte?
Las palabras del niño venían cargadas de razón: la venganza y el odio solo llevan a un espiral de muerte. En su vida le enseñaron a amar, y parece que su mente retuvo todo lo contrario. Lo único en lo que el mocoso se equivocaba, es que no estaba en un viaje de venganza, sino de supervivencia. Cuánto tiempo pasaría hasta que Akira volviera a encontrarlo y lo enviara una vez más a Kanpai, y quizás en esa ocasión no sería tan descuidado...
Pero eso sonaba como una excusa.
¿Lo estaba haciendo por placer? ¿Quizás, en su afán de rebeldía, quería cortar los últimos lazos familiares que aún lo ataban a su pasado? ¿Lo hacía porque estaba furioso de nunca haber sido el hijo preferido? ¿De haber sido menospreciado? No lo sabía. Solo estaba determinado a terminar el asunto. Quizás con la sangre vendría la paz, y con la paz, otra página se abriría. Era un camino sinuoso el que recorría.
A regañadientes, aceptó la intervención de sus compañeros.
—Si sobrevivimos a esta, Yorha, te contaré todo lo que pasó con detalles y dibujos si quieres. — Tatsuya se volteó a ver a su equipo— Todos ustedes están locos, sépanlo.
Siguió su marcha, esta vez acompañado. Quizás podría sobrevivir, después de todo...
-------------
Las campanas del anochecer. Una costumbre que no faltaba nunca en la aldea. Cuando el sol se ocultaba y la luna lo reemplazaba, las campanas en la cima del palacio de Suou sonaban, anunciando el fin de la jornada y dando el visto bueno a todas las familias para cenar. Aventurarse a comer antes de las campanadas se consideraba un pecado grave, incluso peor que el asesinato... y daba la casualidad que ya Tatsuya había cometido ambas cosas anteriormente. No sería el huésped más bienvenido en su tierra natal.
Kanpai es una aldea pesquera de lo más acogedora, embellecida por la inmensidad del lago frente al cual se encuentra. El lago "Inawashiro", que en la lengua de la aldea significa "Espejo Celestial" era la belleza y el orgullo de los aldeanos. El paisaje era precioso desde donde lo vieras; la inmensidad del lago llegaba hasta donde alcanzara la vista, y su pureza reflejaba el cielo con tal claridad que parecía como si un pedazo del mismo hubiera caído sobre la tierra. El clima, normalmente cálido, nunca llegaba hasta los extremos sofocantes y uno siempre podía refrescarse con un baño. Siempre había un aire de júbilo en el ambiente: la gente reía y poco lloraba, todos eran siempre amables y la gente se quería la una a la otra como si fueran hermanos.
Y por eso es que Tatsuya nunca encajó en un sitio así.
Los hogares son siempre de dos pisos, y ocupan un espacio relativamente angosto. Los aldeanos son normalmente humildes, y no necesitan grandes espacios en sus casas, pues pasan la mayor parte del tiempo en la calle. La única excepción de esto, por supuesto, es el palacio de Suou.
Normalmente, cuando uno escucha sobre un palacio, piensa en un castillo espacioso, rodeado de torres y hecho de piedra. Por su parte, el palacio Ashina era una construcción más alta que ancha, de paredes blancas, de al menos diez pisos, rodeada de un gran patio interior, protegido por gruesos muros de mampostería ciclópea, carentes de ventanas o cualquier acceso por el que pudiera uno colarse. Sobre el mismo patrullaban docenas de soldados, los cuales a su vez se comunicaban con otros guardias que residían en el campanario del edificio, desde donde se tiene una vista de trescientos sesenta grados. En primicia, parece casi imposible colarse sin saltar ninguna alarma. La única manera convencional de acceder al palacio sin ser aniquilado por los guardias de la muralla, es entrando por el grueso y largo pasillo que dirige a la entrada principal, pero eso sería igualmente un suicidio. Los aposentos de Akira estaban en el penúltimo piso, justo al lado de las escaleras que guían a la cima. ¿Podrían burlar la seguridad de alguna manera, o tendrían que abrirse paso a espada hasta su objetivo? Quizás el niño tenía una herramienta que haría el viaje más sencillo...
No se animó a pasearse por la aldea. Por el contrario, el mercenario intentó dirigir al resto del equipo a un montículo hacia el oeste de la villa, desde donde tenían una vista panorámica de la misma y podían observar por encima de los muros, permitiendo vislumbrar el patio interior. Allí, Tatsuya divisó a un joven, de unos doce años, practicando la esgrima con un instructor. Usaban poderes de viento, un arte solo transmitido entre generaciones de su familia... ¿quizás la familia Suou tuviera un nuevo heredero? Su corazón latía con fuerza, conforme esta idea viajaba por su mente. Otro hermano, al que probablemente tendría que matar... y es posible que no deseara hacerlo. El pobre chico era inocente.
—Conozco una forma alternativa de entrar... en el lago, a al menos siete metros de profundidad hay un túnel que conecta a la fosa séptica del palacio. No es una forma muy limpia, pero... no veo una mejor opción. — Tatsuya se dirigía a sus compañeros entre susurros, cuidándose de las patrullas que vigilaban los alrededores.
Yacía en el inicio del fin. ¿Aquél encarnizado viaje de venganza lo llevaría a alguna parte?
- Dibujo de Kanpai:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
- Palacio Suou:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Tatsuya Suō
Experto
Experto
Cantidad de envíos : : 136
Nivel de PJ : : 1
Re: Regreso a la patria [Libre] [3/4] [Cerrado]
Es claro que la elfa rara y el de ojos raros tienen trama juntos… entre raros se entienden. Luego de pullas interminables junto con una que otra promesa a futuro, todo se centra en los personajes ajenos al problema.
No somos locos, solo incomprendidos jeje “dice mientras agita un poco a Canel”.
No le queda de otra al espadachín, acepta la ayuda gratuita. La promesa de aventura y riquezas guía a Maquiavelo, nuevamente se involucra en algo de lo que nada tiene que ver pero que seguramente terminara definiendo.
Todos terminan por aceptar unirse a la empresa, eso es lo bueno de los aventureros. Para bien o para mal ahora se encuentran en el mismo barco… resta esperar que no terminen siendo capturados otra vez o Chimar empezara a cobrar.
Avanzan, rumbo al hogar ancestral del más curioso. Ciertamente cuando llegan el joven inventor es pillado totalmente por sorpresa, nunca en todos sus viajes había visto una microcultura tan extraña.
Esto es raro…
La arquitectura es muy diferente a lo encontrado en el Aerandir normal, quizás se asemeja un poco al arte dragón pero de igual forma hay claras diferencias. En cierto modo despierta interés en el intelectual.
Este sitio debe ser el más limpio en toda Aerandir… con excepción de la esfera claro.
Es algo diferente en un mundo de extraños.
Es de lógica pensar que el objetivo está en la fortaleza, por desgracia cualquier plan de entrada se ve como suicidio seguro. Demasiadas defensas y un exceso masivo de guardias apostados… la peor combinación si te encuentras en el bando contrario.
Se mueven de posición y al final su nativo predilecto revela algo interesante, debe ser una cruel ironía que todas las entradas secretas siempre involucren alcantarillas junto con una ingente cantidad de…
Por cierto, me llamo Chimar y este enanin es Canel.
Una presentación algo tardía aunque resulta lógico teniendo en cuenta el curso de los acontecimientos, nunca está de más ponerle nombres a los rostros pues nunca se sabe cuándo ocurrirá el reencuentro.
¿Bueno, a que esperamos?, la mierda nos llama.
Al mal paso darle prisa, el joven inventor no puede esperar para ver el interior de la fortaleza. En primer lugar desea observar el estilo arquitectónico más de cerca y en segundo pero no menos importante… vaciar la casa.
Allí adentro solo hay sufrimiento para ti “dice mirando al espadachín”.
No somos locos, solo incomprendidos jeje “dice mientras agita un poco a Canel”.
No le queda de otra al espadachín, acepta la ayuda gratuita. La promesa de aventura y riquezas guía a Maquiavelo, nuevamente se involucra en algo de lo que nada tiene que ver pero que seguramente terminara definiendo.
Todos terminan por aceptar unirse a la empresa, eso es lo bueno de los aventureros. Para bien o para mal ahora se encuentran en el mismo barco… resta esperar que no terminen siendo capturados otra vez o Chimar empezara a cobrar.
Avanzan, rumbo al hogar ancestral del más curioso. Ciertamente cuando llegan el joven inventor es pillado totalmente por sorpresa, nunca en todos sus viajes había visto una microcultura tan extraña.
Esto es raro…
La arquitectura es muy diferente a lo encontrado en el Aerandir normal, quizás se asemeja un poco al arte dragón pero de igual forma hay claras diferencias. En cierto modo despierta interés en el intelectual.
Este sitio debe ser el más limpio en toda Aerandir… con excepción de la esfera claro.
Es algo diferente en un mundo de extraños.
Es de lógica pensar que el objetivo está en la fortaleza, por desgracia cualquier plan de entrada se ve como suicidio seguro. Demasiadas defensas y un exceso masivo de guardias apostados… la peor combinación si te encuentras en el bando contrario.
Se mueven de posición y al final su nativo predilecto revela algo interesante, debe ser una cruel ironía que todas las entradas secretas siempre involucren alcantarillas junto con una ingente cantidad de…
Por cierto, me llamo Chimar y este enanin es Canel.
Una presentación algo tardía aunque resulta lógico teniendo en cuenta el curso de los acontecimientos, nunca está de más ponerle nombres a los rostros pues nunca se sabe cuándo ocurrirá el reencuentro.
¿Bueno, a que esperamos?, la mierda nos llama.
Al mal paso darle prisa, el joven inventor no puede esperar para ver el interior de la fortaleza. En primer lugar desea observar el estilo arquitectónico más de cerca y en segundo pero no menos importante… vaciar la casa.
Allí adentro solo hay sufrimiento para ti “dice mirando al espadachín”.
Invitado
Invitado
Invitado
Re: Regreso a la patria [Libre] [3/4] [Cerrado]
Así como las velas emanan calor, Yorha emanaba violencia avivada por la respuesta del espadachín. La intensidad era tal que di un paso atrás, sin darme cuenta.
E-esto no sólo es intención homicida... Esto que percibo, ¿quizás...?
Debía ser magia. Magia de luz, para ser más específico. Parecía estar bañada en ella.
¿Qué clase de uso le está dando?
No podía ser algo sano para los demás, eso es lo único que tenía claro.
Si bien a regañadientes, eventualmente asintió ante la oferta.
—...Ron, ningún dibujo. —dijo la elfa antes de empezar a caminar—... Y el suficiente como para matar a un caballo, por andar jodiendo. —añadió.
—¿Ron e historias de osos? ¡Anótenme, también! —me atreví a comentar.
---
El camino fue silencioso, pero no pude estar tranquilo. La sensación acojonante que sentí en el carro aún me seguía. Me seguía a una distancia aproximada de tres metros, para ser más específicos. Iba a pie, y se llamaba Yorha.
Cuestioné varias veces la naturaleza de esos sentimientos, pero eventualmente llegamos a una pequeña colina, y lo que presencié entonces monopolizó mis sentidos.
—Qué lugar... —Mis pensamientos escaparon por mi boca, mientras nadaba con la vista en las bellas aguas del lago, o brincaba por las calles, o trepaba por las paredes. Era un sitio muy distinto a los asentamientos humanos que había visitado en el pasado, y mucho más estéticamente placentero, si me preguntaran.
Escuché entonces las palabras del espadachín. Nuestro (su) objetivo estaba en el edificio más destacado, más protegido, difícil de atacar y donde era más jodido escabullirse. Porque de otra forma sería aburrido, ¿eh?
—...Qué mierda. —Mis pensamientos escaparon otra vez por mi boca, contemplando la idea de que esa, meternos en un túnel que llevaba a literal mierda, era la razón menos deseable que podría haber tenido para meterme en el lago.
—...Aquí los espero. —Comentó la elfa sin un atisbo de broma en su voz.
Volteé a verla, y resistiendo el rechazo de sus ojos, abrí la boca.
—Si asesinan a Tatsuya, no podrá ni darte la información ni el licor. —me encogí de hombros.
Nomematesnomematesnomematesnomematesnomematesnomematesnomemat...
Yorha, al contrario de lo que esperaba, parecía haber sopesado mis palabras por un rato. Chasqueó la lengua un par de veces en el proceso, y tras suspirar, reveló su decisión.
—...Va a ser un barril entero. —dijo finalmente—. Y del bueno, de ese que había en El Fogón.
Tras haberme resignado y haber convencido a la mujer, me reí un poco con el entusiasta comentario del niño, Chimar.
—Allí dentro hay sufrimiento de sobra para todos nosotros, amigo. —respondí al ya clásico comentario peculiar de Canel— Y mi nombre es Mefisto, por si no lo habían escuchado ya.
Intenté buscar en mis memorias, pero, efectivamente, no recordaba haberme presentado antes ante el dúo de infantes. Supongo que porque me daban una mala espina que ni te cuento. Antes de que hicieran su entrada triunfal haciendo volar en pedazos un carruaje, claro.
—Guíe pues el camino, Señor Suou, —Apuré al espadachín con un gesto— Ya oíste, la mierda nos espera.
De todas formas, no podía oler peor que Quasimodo.
E-esto no sólo es intención homicida... Esto que percibo, ¿quizás...?
Debía ser magia. Magia de luz, para ser más específico. Parecía estar bañada en ella.
¿Qué clase de uso le está dando?
No podía ser algo sano para los demás, eso es lo único que tenía claro.
Si bien a regañadientes, eventualmente asintió ante la oferta.
—...Ron, ningún dibujo. —dijo la elfa antes de empezar a caminar—... Y el suficiente como para matar a un caballo, por andar jodiendo. —añadió.
—¿Ron e historias de osos? ¡Anótenme, también! —me atreví a comentar.
---
El camino fue silencioso, pero no pude estar tranquilo. La sensación acojonante que sentí en el carro aún me seguía. Me seguía a una distancia aproximada de tres metros, para ser más específicos. Iba a pie, y se llamaba Yorha.
Cuestioné varias veces la naturaleza de esos sentimientos, pero eventualmente llegamos a una pequeña colina, y lo que presencié entonces monopolizó mis sentidos.
—Qué lugar... —Mis pensamientos escaparon por mi boca, mientras nadaba con la vista en las bellas aguas del lago, o brincaba por las calles, o trepaba por las paredes. Era un sitio muy distinto a los asentamientos humanos que había visitado en el pasado, y mucho más estéticamente placentero, si me preguntaran.
Escuché entonces las palabras del espadachín. Nuestro (su) objetivo estaba en el edificio más destacado, más protegido, difícil de atacar y donde era más jodido escabullirse. Porque de otra forma sería aburrido, ¿eh?
—...Qué mierda. —Mis pensamientos escaparon otra vez por mi boca, contemplando la idea de que esa, meternos en un túnel que llevaba a literal mierda, era la razón menos deseable que podría haber tenido para meterme en el lago.
—...Aquí los espero. —Comentó la elfa sin un atisbo de broma en su voz.
Volteé a verla, y resistiendo el rechazo de sus ojos, abrí la boca.
—Si asesinan a Tatsuya, no podrá ni darte la información ni el licor. —me encogí de hombros.
Nomematesnomematesnomematesnomematesnomematesnomematesnomemat...
Yorha, al contrario de lo que esperaba, parecía haber sopesado mis palabras por un rato. Chasqueó la lengua un par de veces en el proceso, y tras suspirar, reveló su decisión.
—...Va a ser un barril entero. —dijo finalmente—. Y del bueno, de ese que había en El Fogón.
Tras haberme resignado y haber convencido a la mujer, me reí un poco con el entusiasta comentario del niño, Chimar.
—Allí dentro hay sufrimiento de sobra para todos nosotros, amigo. —respondí al ya clásico comentario peculiar de Canel— Y mi nombre es Mefisto, por si no lo habían escuchado ya.
Intenté buscar en mis memorias, pero, efectivamente, no recordaba haberme presentado antes ante el dúo de infantes. Supongo que porque me daban una mala espina que ni te cuento. Antes de que hicieran su entrada triunfal haciendo volar en pedazos un carruaje, claro.
—Guíe pues el camino, Señor Suou, —Apuré al espadachín con un gesto— Ya oíste, la mierda nos espera.
De todas formas, no podía oler peor que Quasimodo.
Mefisto
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 165
Nivel de PJ : : 1
Re: Regreso a la patria [Libre] [3/4] [Cerrado]
El resto acogieron la idea con algo de disgusto. No es como si el brujo no pudiera comprenderlo, claro está. Nadie aceptaría con los brazos abiertos nadar en medio de heces. Varias veces en su vida había tenido que restregarse en muchas de ellas, normalmente por motivos de supervivencia, y conocía de primera mano las ciento once horas que le tomó quitarse la peste de encima. De repente eso no le sentaría bien a un elfo afeminado, una mujer y dos niños raritos. Conforme meditaba una tercera opción, conversó con el resto del grupo:
—Será una botella, no un barril. — respondió a la contraoferta de Yorha. — No te pedí que vinieras, pero lo hiciste de todas formas. Brindaré a tu lado porque eres mi amiga, pero no te serviré un festín como si fueras mi reina.
Frunció el ceño, y clavó sus ojos frente a los de la elfa. Se miraron largo rato, se acercaron, ambos con sus manos acariciando sus armas, dispuestos a atacar en cualquier momento. Apostaría a que tanto Yorha como Mefisto podían ver la energía fluorescente, relampagueante de vehemencia saliendo de sus cuerpos, como una tormenta. Y luego, como si nada, se detuvieron y Tatsuya le sonrió a su adversaria.
—No soy mucho de beber ron, igual. Puedes quedarte la mayor parte de la botella.
—Me basta con la botella vacía, para metértela por el culo.
Seguidamente, los enanos se tomaron la molestia de presentarse. Como si hubiera importado un bledo a esas alturas, claro está. Habían luchado a su lado, ya prácticamente eran hermanos del alma. Hermanos sin nombre. Aunque nunca estaba de más conocer a tus camaradas.
—Ah, sí. Bueno. Parece que soy el ser más famoso del archipiélago ahora mismo, así que no creo necesitar introducción. — Tatsuya se dio la vuelta y continuó observando el palacio, meditando. Siete metros de profundidad eran demasiado para sus capacidades físicas... — Sé lo que me espera allí dentro, mocoso. Mientras no sea la muerte, a mí me vale.
La muerte. La muerte había estado presente todo el día. Primero los salvajes, luego los guardias del carromato... ¡eso es! ¡Los guardias! Quizás el resto podían hacerse pasar por sus captores y hacerlo pasar por la puerta grande. Algo estúpido y arriesgado, pero al menos dentro de los confines de la posibilidad... y la higiene.
—Por otra parte, creo que podemos caminar directamente a la fortaleza. Ustedes se hacen pasar por mis captores, y entramos por la puerta grande. Solo necesito que tú, Yorha, y Mefisto se cubran las orejas de cualquier forma. Nadie espera ver a un elfo sirviendo como guardia de Beltrexus. —escuchó a una patrulla pasando cerca. Le pidió a sus compañeros que se agacharan, y que hablaran lo más bajo posible. Sería mejor tomar una decisión rápido, antes de que los encontraran— El mocoso parece muy listo. Si en verdad lo eres, podrías hallar una mejor forma... quizás nos facilites entrar por las alcantarillas. Luego de ver volar en pedazos el carromato, te creo capaz de todo.
Escabullirse o entrar por la puerta grande... habría que decidirlo en equipo.
—Será una botella, no un barril. — respondió a la contraoferta de Yorha. — No te pedí que vinieras, pero lo hiciste de todas formas. Brindaré a tu lado porque eres mi amiga, pero no te serviré un festín como si fueras mi reina.
Frunció el ceño, y clavó sus ojos frente a los de la elfa. Se miraron largo rato, se acercaron, ambos con sus manos acariciando sus armas, dispuestos a atacar en cualquier momento. Apostaría a que tanto Yorha como Mefisto podían ver la energía fluorescente, relampagueante de vehemencia saliendo de sus cuerpos, como una tormenta. Y luego, como si nada, se detuvieron y Tatsuya le sonrió a su adversaria.
—No soy mucho de beber ron, igual. Puedes quedarte la mayor parte de la botella.
—Me basta con la botella vacía, para metértela por el culo.
Seguidamente, los enanos se tomaron la molestia de presentarse. Como si hubiera importado un bledo a esas alturas, claro está. Habían luchado a su lado, ya prácticamente eran hermanos del alma. Hermanos sin nombre. Aunque nunca estaba de más conocer a tus camaradas.
—Ah, sí. Bueno. Parece que soy el ser más famoso del archipiélago ahora mismo, así que no creo necesitar introducción. — Tatsuya se dio la vuelta y continuó observando el palacio, meditando. Siete metros de profundidad eran demasiado para sus capacidades físicas... — Sé lo que me espera allí dentro, mocoso. Mientras no sea la muerte, a mí me vale.
La muerte. La muerte había estado presente todo el día. Primero los salvajes, luego los guardias del carromato... ¡eso es! ¡Los guardias! Quizás el resto podían hacerse pasar por sus captores y hacerlo pasar por la puerta grande. Algo estúpido y arriesgado, pero al menos dentro de los confines de la posibilidad... y la higiene.
—Por otra parte, creo que podemos caminar directamente a la fortaleza. Ustedes se hacen pasar por mis captores, y entramos por la puerta grande. Solo necesito que tú, Yorha, y Mefisto se cubran las orejas de cualquier forma. Nadie espera ver a un elfo sirviendo como guardia de Beltrexus. —escuchó a una patrulla pasando cerca. Le pidió a sus compañeros que se agacharan, y que hablaran lo más bajo posible. Sería mejor tomar una decisión rápido, antes de que los encontraran— El mocoso parece muy listo. Si en verdad lo eres, podrías hallar una mejor forma... quizás nos facilites entrar por las alcantarillas. Luego de ver volar en pedazos el carromato, te creo capaz de todo.
Escabullirse o entrar por la puerta grande... habría que decidirlo en equipo.
Tatsuya Suō
Experto
Experto
Cantidad de envíos : : 136
Nivel de PJ : : 1
Re: Regreso a la patria [Libre] [3/4] [Cerrado]
Lo frijoles tienen cierto momento de tensión, específicamente por la cantidad de licor con la cual retribuirán a la elfa. Maquiavelo observa todo con una ceja arqueada y es que cada día entiende menos a los adultos.
¿Qué ocurre? “dice tirando la manga de su hermano mayor”.
Creo que se gustan… sea lo que sea que eso signifique.
No es un enano muy despabilado en esos temas, ser intelectual trae consigo deficiencias en áreas mundanas. Recuerda algunos datos aterradores que reviso en cierto libro y ese es todo el conocimiento jamás adquirido por su joven persona respecto al tópico.
Todo termina sin sangre aunque durante algunos instantes Chimar estuvo a punto de dar pasos en retirada por miedo a terminar bañado de fluidos ajenos, las cosas no pasan de una muestra de bravuconería anciana por suerte.
Aunque los elementos terceros aceptan el recorrido apestoso como entrada, su nativo predilecto vacila sobre el camino a seguir. Pone en manifiesto algunas otras opciones que despiertan la imaginación táctica de Chimar.
Pues… ¿Algo en mente peque?
Pedirle ayuda a tu hermano pequeño no es motivo para alimentar el ego personal pero Maquiavelo ya le tiene suficiente aprecio al enano como para ignorar tales tonterías… eso y que no desea apestar por semanas.
Tómense de las manos.
“El inventor le mira interrogante y recibe varios gestos afirmativos de la cabeza rubia del brujito”.
Con un largo suspiro, Chimar toma la mano derecha de su amigo y eleva la extremidad libre para formar conexión. A diferencia del hechicero, tener contacto innecesario con otras personas no le agrada para nada.
Luego de varias escenas curiosas las manos se unen, acto seguido el brujo enano comienza a canalizar una masiva cantidad de éter. No es algo que las personas corrientes puedan percibir pero ahora mismo el grupo está mayoritariamente conformado por gente sensible a la magia.
En la cúspide de la fluctuación, la visión del chiquillo se posa en una torre interior de apoyo sin vigilancia y zaz. En un parpadeo todos los enlazados al niño son transportados junto con él al punto donde anteriormente se posaban sus ojos verdes.
Nunca me acostumbro a eso “se tambalea un poco” no sabía que podías con tanta gente...
Estoy lleno de sorpresas “le ayuda a mantener el equilibrio”.
¿Qué ocurre? “dice tirando la manga de su hermano mayor”.
Creo que se gustan… sea lo que sea que eso signifique.
No es un enano muy despabilado en esos temas, ser intelectual trae consigo deficiencias en áreas mundanas. Recuerda algunos datos aterradores que reviso en cierto libro y ese es todo el conocimiento jamás adquirido por su joven persona respecto al tópico.
Todo termina sin sangre aunque durante algunos instantes Chimar estuvo a punto de dar pasos en retirada por miedo a terminar bañado de fluidos ajenos, las cosas no pasan de una muestra de bravuconería anciana por suerte.
Aunque los elementos terceros aceptan el recorrido apestoso como entrada, su nativo predilecto vacila sobre el camino a seguir. Pone en manifiesto algunas otras opciones que despiertan la imaginación táctica de Chimar.
Pues… ¿Algo en mente peque?
Pedirle ayuda a tu hermano pequeño no es motivo para alimentar el ego personal pero Maquiavelo ya le tiene suficiente aprecio al enano como para ignorar tales tonterías… eso y que no desea apestar por semanas.
Tómense de las manos.
“El inventor le mira interrogante y recibe varios gestos afirmativos de la cabeza rubia del brujito”.
Con un largo suspiro, Chimar toma la mano derecha de su amigo y eleva la extremidad libre para formar conexión. A diferencia del hechicero, tener contacto innecesario con otras personas no le agrada para nada.
Luego de varias escenas curiosas las manos se unen, acto seguido el brujo enano comienza a canalizar una masiva cantidad de éter. No es algo que las personas corrientes puedan percibir pero ahora mismo el grupo está mayoritariamente conformado por gente sensible a la magia.
En la cúspide de la fluctuación, la visión del chiquillo se posa en una torre interior de apoyo sin vigilancia y zaz. En un parpadeo todos los enlazados al niño son transportados junto con él al punto donde anteriormente se posaban sus ojos verdes.
Nunca me acostumbro a eso “se tambalea un poco” no sabía que podías con tanta gente...
Estoy lleno de sorpresas “le ayuda a mantener el equilibrio”.
- Off:
- Canel usa su habilidad de Lvl 7 (Teletransporte)
Invitado
Invitado
Invitado
Re: Regreso a la patria [Libre] [3/4] [Cerrado]
No pude evitar soltar una carcajada al escuchar la respuesta de Yorha. Esa mujer tenía talento para insultar creativamente, sin duda. Sus interacciones con Tatsuya me habían hecho percibir su abrasiva personalidad como parte de un encanto oculto. O enfermo, depende de a quien preguntes.
Tatsuya empezó a plantear opciones alternativas, parecía haber pensado dos veces la idea de nadar en mierda. Yo no me quejé, pues tampoco tenía intenciones de hacerlo si había otra alternativa, pero...
—Eso no funcionará. —dije simplemente— Grupo muy diverso, facciones muy distintas. —bajé la voz y encogí el cuerpo. Lo hubiese hecho aún si Tatsuya no lo hubiese pedido, pues también había percibido a la patrulla que se acercaba— Podríamos ocultar nuestra raza si tomamos por sorpresa a estos guardias y nos disfrazamos, pero estoy seguro de que será en vano. Créeme —suspiré—, he hecho muchos actos similares en el pasado.
Seguí la mirada del brujo, observando con expectativa al muchachito. Ciertamente había demostrado capacidades superiores al escapar de los salvajes y al destrozar el carromato. No aseguraría que podría, pero tampoco me extrañaría que tuviese forma de meternos en esa fortaleza. Chim le preguntó a su acompañante, y moví mi mirada a este.
"Tómense de las manos" dijo.
—¿..Cómo? —respondí, indeciso. No sabía si tomarlo con seriedad o como una broma. Chimar también pareció dudar un poco, así que debía ser algo poco usual, incluso entre los dos compañeros.
Además de levantar una ceja, Yorha no reaccionó. A diferencia de la forma en que me trataba a mí y a Tatsuya, parecía tenerle cierto respeto a Chimar. ¿Por liberarla, su desempeño al hacerlo, la forma en que lo hizo, o algo más? No lo sé aún.
Para mi sorpresa, fue la primera en tomar de la mano al niño, sin cambiar su expresión facial de "terminemos con esto de una vez". Seguidamente tomó la mía, sin ofrecer ni preguntar, lo que me hizo sobresaltarme.
Su mala hostia pareció disminuir. ¿Quizás le da curiosidad lo que iba a hacer Canel?
Exhalé suavemente, acción que pareció devolverle un poco de la mencionada mala hostia. Me arrepentí un poquito.
—Deja de perder tiempo. —instigó a Tatsuya a tomar mi mano.
Me había sumido un poco en mi propio mundo, pensando en el tacto de Yorha. Contrario a lo normal en mujeres de sus facciones, sus manos eran rústicas como su estado y su actitud, pero aún así eran relativamente pequeñas. Transmitían también una sensación curiosa, como la que percibí anteriormente. Con esto ya estaba seguro: Yorha usaba la magia de luz en su cuerpo, constantemente. No sabía con qué propósito o de qué forma.
El tacto de la mano de Tatsuya me sacó de mis pensamientos, e inmediatamente después otro evento me tomó por sorpresa. El niño empezó a emanar una cantidad torrencial de energía. Percibir aquello me dejó profundamente intranquilo, y la presión aumentada que sentía en las manos era prueba de que ambos Yorha y Tatsuya debieron sentirse de forma similar.
—¿...Pero qué caraj—
Antes de que pudiera terminar mi elegante pregunta, el entorno cambió, instantáneamente. De un momento a otro, ya no estábamos en la colina. Me tambaleé un poco, sujetándome instintivamente del hombro de la elfa para evitar caerme.
Ignoré qué reacción tendría esta, simplemente cerré los ojos y respiré hondo para superar el evento.
Unos cinco latidos después, levanté la mirada. Pude ver, para variar, a una Yorha visiblemente sorprendida, y sin quejas sobre mi acción. Esperó a que me calmara, y procedió a respirar profundamente, también. Entonces fue que quitó mi mano de su hombro, y dirigió la mirada a los alrededores. La imité, y entendí lo que había ocurrido. Estábamos en una de las torres de la fortaleza. Canel nos había teletransportado.
Lleno de sorpresas, en verdad...
—Bueno. —Le di un golpecito en la espalda a Tatsuya—, ya estamos dentro. Sin disfraces ni mierda. ¿Dónde está papi?
Tatsuya empezó a plantear opciones alternativas, parecía haber pensado dos veces la idea de nadar en mierda. Yo no me quejé, pues tampoco tenía intenciones de hacerlo si había otra alternativa, pero...
—Eso no funcionará. —dije simplemente— Grupo muy diverso, facciones muy distintas. —bajé la voz y encogí el cuerpo. Lo hubiese hecho aún si Tatsuya no lo hubiese pedido, pues también había percibido a la patrulla que se acercaba— Podríamos ocultar nuestra raza si tomamos por sorpresa a estos guardias y nos disfrazamos, pero estoy seguro de que será en vano. Créeme —suspiré—, he hecho muchos actos similares en el pasado.
Seguí la mirada del brujo, observando con expectativa al muchachito. Ciertamente había demostrado capacidades superiores al escapar de los salvajes y al destrozar el carromato. No aseguraría que podría, pero tampoco me extrañaría que tuviese forma de meternos en esa fortaleza. Chim le preguntó a su acompañante, y moví mi mirada a este.
"Tómense de las manos" dijo.
—¿..Cómo? —respondí, indeciso. No sabía si tomarlo con seriedad o como una broma. Chimar también pareció dudar un poco, así que debía ser algo poco usual, incluso entre los dos compañeros.
Además de levantar una ceja, Yorha no reaccionó. A diferencia de la forma en que me trataba a mí y a Tatsuya, parecía tenerle cierto respeto a Chimar. ¿Por liberarla, su desempeño al hacerlo, la forma en que lo hizo, o algo más? No lo sé aún.
Para mi sorpresa, fue la primera en tomar de la mano al niño, sin cambiar su expresión facial de "terminemos con esto de una vez". Seguidamente tomó la mía, sin ofrecer ni preguntar, lo que me hizo sobresaltarme.
Su mala hostia pareció disminuir. ¿Quizás le da curiosidad lo que iba a hacer Canel?
Exhalé suavemente, acción que pareció devolverle un poco de la mencionada mala hostia. Me arrepentí un poquito.
—Deja de perder tiempo. —instigó a Tatsuya a tomar mi mano.
Me había sumido un poco en mi propio mundo, pensando en el tacto de Yorha. Contrario a lo normal en mujeres de sus facciones, sus manos eran rústicas como su estado y su actitud, pero aún así eran relativamente pequeñas. Transmitían también una sensación curiosa, como la que percibí anteriormente. Con esto ya estaba seguro: Yorha usaba la magia de luz en su cuerpo, constantemente. No sabía con qué propósito o de qué forma.
El tacto de la mano de Tatsuya me sacó de mis pensamientos, e inmediatamente después otro evento me tomó por sorpresa. El niño empezó a emanar una cantidad torrencial de energía. Percibir aquello me dejó profundamente intranquilo, y la presión aumentada que sentía en las manos era prueba de que ambos Yorha y Tatsuya debieron sentirse de forma similar.
—¿...Pero qué caraj—
Antes de que pudiera terminar mi elegante pregunta, el entorno cambió, instantáneamente. De un momento a otro, ya no estábamos en la colina. Me tambaleé un poco, sujetándome instintivamente del hombro de la elfa para evitar caerme.
Ignoré qué reacción tendría esta, simplemente cerré los ojos y respiré hondo para superar el evento.
Unos cinco latidos después, levanté la mirada. Pude ver, para variar, a una Yorha visiblemente sorprendida, y sin quejas sobre mi acción. Esperó a que me calmara, y procedió a respirar profundamente, también. Entonces fue que quitó mi mano de su hombro, y dirigió la mirada a los alrededores. La imité, y entendí lo que había ocurrido. Estábamos en una de las torres de la fortaleza. Canel nos había teletransportado.
Lleno de sorpresas, en verdad...
—Bueno. —Le di un golpecito en la espalda a Tatsuya—, ya estamos dentro. Sin disfraces ni mierda. ¿Dónde está papi?
Mefisto
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 165
Nivel de PJ : : 1
Re: Regreso a la patria [Libre] [3/4] [Cerrado]
Las cosas habrían sido muy diferentes, una década antes. En vez de escabullirse por los alrededores del pueblo para planear su ruta de entrada, se pasearía por las calles y los aldeanos lo saludarían enérgicamente, ofreciéndole un par de manzanas o un pescadito fresco. En vez de ir acompañado por completos desconocidos -o casi-, solo interesados en el dinero, se codearía con su hermano, siempre honorable y respetado. No podía negarlo, en más de una ocasión habría deseado aprender una cosa o dos de él. En vez de combatir con los guardias del palacio, estos habrían bajado la cabeza en señal de respeto al verlo pasar. Aún disfrutaría de todos esos privilegios...
Si no hubiera sido tan estúpido.
La mente adolescente es inmadura, y fácilmente corrompible. Fueron la envidia, los celos, o aquella aflicción que sentía al ver que los ojos con los que lo veía su padre no eran los mismos con los que miraba a Genichiro. Esa imagen fue lo único en lo que pensó al cometer fratricidio de la manera más deshonrosa: haciendo trampas en medio de un duelo limpio.
En más de una ocasión se preguntó si las cosas hubieran sido diferentes, si Genichiro ocupara su lugar y él el suyo.
¿Su hermano habría hecho lo mismo?
Ya no tenía importancia. Lo hecho, hecho estaba. Ya era demasiado tarde para redimirse o cambiar el pasado. Solo tendría que matar a un familiar más para cerrar un ciclo y finalmente dejar el pasado atrás... o eso esperaba.
Dejó de soñar despierto, y miró a su alrededor. Por alguna fuerza desconocida, el resto se había tomado de las manos en una especie de semicírculo. Se notó algo desorientado, sin comprender exactamente qué intentaban hacer... aparte de probablemente llamar la atención de las patrullas. La amenazadora instigación de Yorha dejó todo bastante claro: aquello era cuestión de vida o muerte. Suspiró, y sin decir ni una palabra tomó la mano de Mefisto y Chimar. En un momento se vio en una colina, con una vista panorámica de su antiguo hogar; parpadeó, y de repente perdió el equilibrio. Cayó sobre sus rodillas, y se levantó con ayuda de su espada. Yorha esbozó una sonrisa macabra.
—Te estás poniendo viejo. Cuidado, que pronto se te pondrá el culo como una pasa.
—Escuché que a los elfos les gustan bastante. Para entonces, te dejaré chuparlo con gusto.
Inspeccionó sus alrededores. No lo había notado hasta el momento, pero en un pestañeo habían aparecido en una de las torres de vigilancia, convenientemente no resguardada.
—No sé qué carajo hayas hecho, niño, pero luego de que acabe esto espero que puedas teletransportarme al burdel más cercano.
Recibió una palmada en la espalda por parte del elfo. Tatsuya, en respuesta, señaló con su dedo las escaleras que descendían a la parte inferior de la torre.
Las torres escondían en su primer piso una trampilla camuflada en el suelo de bambú, que uno debía pisotear la primera vez, la segunda pisarla suavemente y la tercera normalmente. Esto abría un camino a un pasillo subterráneo que conectaba al vestíbulo del edificio central. La caída era bastante profunda, a lo cual uno debía adoptar una postura adecuada en medio de la caída para evitar romperse algún hueso.
—Bueno... si pueden ayudarse para hacer la caída más llevadera, adelante. — comentó como recomendación para los niños. — Con respecto a ustedes dos, orejudos, traten de flexionar las rodillas lo más posible.
Se lanzó, y sus piernas temblaron al impactar contra el suelo, salvándose por poco del dolor infernal. Esperó a sus compañeros, y continuó el camino al palacio.
Entreabrió la puerta al final del camino, camuflada como una pared. Vislumbró el vestíbulo, que era un amplio espacio sobre el cual se alzaban el resto de pisos como angostos pasillos rectangulares a ras de la pared, que dejaban un enorme espacio en el centro para observar hacia abajo. De esta manera, desde los demás pisos se podría vigilar la llegada de un intruso. Por suerte, conocía de la existencia de una pared falsa en la escalera principal, que conducía a los aposentos de Akira. La dificultad radicaba en que antes de poder llegar allí, ya los habría visto medio mundo.
Puesto que el sigilo nunca estuvo entre las especialidades del espadachín, necesitó una vez más del apoyo de sus compañeros para idear alguna manera de llegar a salvo a la pared.
—Ya casi estamos... solo necesitamos llegar a esa escalera. Niños, si todavía tienen algún truco mágico mejor que lo usen. O quizás Mefisto pueda hacer uso de sus payasadas para distraer a los guardias... me basta con que lleguemos.
Si no hubiera sido tan estúpido.
La mente adolescente es inmadura, y fácilmente corrompible. Fueron la envidia, los celos, o aquella aflicción que sentía al ver que los ojos con los que lo veía su padre no eran los mismos con los que miraba a Genichiro. Esa imagen fue lo único en lo que pensó al cometer fratricidio de la manera más deshonrosa: haciendo trampas en medio de un duelo limpio.
En más de una ocasión se preguntó si las cosas hubieran sido diferentes, si Genichiro ocupara su lugar y él el suyo.
¿Su hermano habría hecho lo mismo?
Ya no tenía importancia. Lo hecho, hecho estaba. Ya era demasiado tarde para redimirse o cambiar el pasado. Solo tendría que matar a un familiar más para cerrar un ciclo y finalmente dejar el pasado atrás... o eso esperaba.
------
Dejó de soñar despierto, y miró a su alrededor. Por alguna fuerza desconocida, el resto se había tomado de las manos en una especie de semicírculo. Se notó algo desorientado, sin comprender exactamente qué intentaban hacer... aparte de probablemente llamar la atención de las patrullas. La amenazadora instigación de Yorha dejó todo bastante claro: aquello era cuestión de vida o muerte. Suspiró, y sin decir ni una palabra tomó la mano de Mefisto y Chimar. En un momento se vio en una colina, con una vista panorámica de su antiguo hogar; parpadeó, y de repente perdió el equilibrio. Cayó sobre sus rodillas, y se levantó con ayuda de su espada. Yorha esbozó una sonrisa macabra.
—Te estás poniendo viejo. Cuidado, que pronto se te pondrá el culo como una pasa.
—Escuché que a los elfos les gustan bastante. Para entonces, te dejaré chuparlo con gusto.
Inspeccionó sus alrededores. No lo había notado hasta el momento, pero en un pestañeo habían aparecido en una de las torres de vigilancia, convenientemente no resguardada.
—No sé qué carajo hayas hecho, niño, pero luego de que acabe esto espero que puedas teletransportarme al burdel más cercano.
Recibió una palmada en la espalda por parte del elfo. Tatsuya, en respuesta, señaló con su dedo las escaleras que descendían a la parte inferior de la torre.
Las torres escondían en su primer piso una trampilla camuflada en el suelo de bambú, que uno debía pisotear la primera vez, la segunda pisarla suavemente y la tercera normalmente. Esto abría un camino a un pasillo subterráneo que conectaba al vestíbulo del edificio central. La caída era bastante profunda, a lo cual uno debía adoptar una postura adecuada en medio de la caída para evitar romperse algún hueso.
—Bueno... si pueden ayudarse para hacer la caída más llevadera, adelante. — comentó como recomendación para los niños. — Con respecto a ustedes dos, orejudos, traten de flexionar las rodillas lo más posible.
Se lanzó, y sus piernas temblaron al impactar contra el suelo, salvándose por poco del dolor infernal. Esperó a sus compañeros, y continuó el camino al palacio.
Entreabrió la puerta al final del camino, camuflada como una pared. Vislumbró el vestíbulo, que era un amplio espacio sobre el cual se alzaban el resto de pisos como angostos pasillos rectangulares a ras de la pared, que dejaban un enorme espacio en el centro para observar hacia abajo. De esta manera, desde los demás pisos se podría vigilar la llegada de un intruso. Por suerte, conocía de la existencia de una pared falsa en la escalera principal, que conducía a los aposentos de Akira. La dificultad radicaba en que antes de poder llegar allí, ya los habría visto medio mundo.
Puesto que el sigilo nunca estuvo entre las especialidades del espadachín, necesitó una vez más del apoyo de sus compañeros para idear alguna manera de llegar a salvo a la pared.
—Ya casi estamos... solo necesitamos llegar a esa escalera. Niños, si todavía tienen algún truco mágico mejor que lo usen. O quizás Mefisto pueda hacer uso de sus payasadas para distraer a los guardias... me basta con que lleguemos.
Tatsuya Suō
Experto
Experto
Cantidad de envíos : : 136
Nivel de PJ : : 1
Re: Regreso a la patria [Libre] [3/4] [Cerrado]
Se le debe dar crédito a Canel, fue el único inmune al mareo de la técnica. Eso suele significar que es muy resistente o la ha usado hasta el cansancio… con este enanito en particular es mejor tener ambas opciones en la mesa.
Una cosa esta clara, la utilidad del ilusionista ya no es puesta en duda. Resulta que Maquiavelo sabe cómo escoger a sus compañeros, lo sabe tanto que incluso cuando llegan por voluntad propia resultan útiles.
Pero no me permiten entrar en esos lugares…
Dice ante el comentario del burdel, su hermano se muestra confuso ante el término pero evita darle mayor importancia. Sabe bien a qué tipo de edificios se les conoce con ese nombre… todo lo demás es un tanto abstracto.
La torre a donde llegan esta sin vigilancia por suerte, el mocosin se ha ganado un bollo dulce cuando regresen a Lunargenta. Terminar apareciendo en medio de enemigos no es muy placentero que digamos.
Luego de algunos insultos muy pintorescos, el grupo se pone en marcha. Su nativo predilecto hace los honores pues es el único que conoce donde queda cada cosa en la jodida casa de muñecas gigante.
Eventualmente alcanzan una trampilla, tiene toda la pinta de ser una entrada secreta aunque esta viene con sorpresa. Parece que la caída no es muy agradable que digamos... ¿Cuál es la manía por poner rutas secretas llenas de defectos?
Los frijoles se tiran por delante y en efecto consiguen aumentar su contador de dolor, Maquiavelo mira con una ceja arqueada desde el borde las grandes demostraciones de estupidez adulta. Solo la ciencia libera al hombre del dolor.
Arriba Canel.
Nada más escuchar la orden, el más pequeño del grupo se le monta en la espalda al inventor. Se muestra sonriente todo el rato pues adora tales tonterías, claro que la acción tiene una finalidad táctica en la mente del genio.
Has subido de peso… no más dulces en la noche.
Cuidando sus movimientos, el joven intelectual coloca un gancho de escalada personalizado en el borde. Acto seguido baja por la cuerda especial y desciende con la suavidad que tiene una hoja cuando cae al suelo.
En serio chicos, no sé a dónde se va la mente cuando crece el ser vivo jeje.
Lo siguiente es un trayecto bastante rarito, Chimar ha estado en pasadizos ocultos antes pero esto es ridículo. Parece un castillo de cartas, cada jodida pared tiene la misma contextura… sin duda es un reflejo alternativo de la mente del brujito. Vale destacar que no tardan mucho en pillar problemas agregados.
Pues “se frota la barbilla para luego mirar a su hermano con rostro interrogante”.
“Canel se limita a suspirar mientras canaliza energía dispuesto a lanzar una nueva técnica” no se separen de mí.
Una cosa esta clara, la utilidad del ilusionista ya no es puesta en duda. Resulta que Maquiavelo sabe cómo escoger a sus compañeros, lo sabe tanto que incluso cuando llegan por voluntad propia resultan útiles.
Pero no me permiten entrar en esos lugares…
Dice ante el comentario del burdel, su hermano se muestra confuso ante el término pero evita darle mayor importancia. Sabe bien a qué tipo de edificios se les conoce con ese nombre… todo lo demás es un tanto abstracto.
La torre a donde llegan esta sin vigilancia por suerte, el mocosin se ha ganado un bollo dulce cuando regresen a Lunargenta. Terminar apareciendo en medio de enemigos no es muy placentero que digamos.
Luego de algunos insultos muy pintorescos, el grupo se pone en marcha. Su nativo predilecto hace los honores pues es el único que conoce donde queda cada cosa en la jodida casa de muñecas gigante.
Eventualmente alcanzan una trampilla, tiene toda la pinta de ser una entrada secreta aunque esta viene con sorpresa. Parece que la caída no es muy agradable que digamos... ¿Cuál es la manía por poner rutas secretas llenas de defectos?
Los frijoles se tiran por delante y en efecto consiguen aumentar su contador de dolor, Maquiavelo mira con una ceja arqueada desde el borde las grandes demostraciones de estupidez adulta. Solo la ciencia libera al hombre del dolor.
Arriba Canel.
Nada más escuchar la orden, el más pequeño del grupo se le monta en la espalda al inventor. Se muestra sonriente todo el rato pues adora tales tonterías, claro que la acción tiene una finalidad táctica en la mente del genio.
Has subido de peso… no más dulces en la noche.
Cuidando sus movimientos, el joven intelectual coloca un gancho de escalada personalizado en el borde. Acto seguido baja por la cuerda especial y desciende con la suavidad que tiene una hoja cuando cae al suelo.
En serio chicos, no sé a dónde se va la mente cuando crece el ser vivo jeje.
Lo siguiente es un trayecto bastante rarito, Chimar ha estado en pasadizos ocultos antes pero esto es ridículo. Parece un castillo de cartas, cada jodida pared tiene la misma contextura… sin duda es un reflejo alternativo de la mente del brujito. Vale destacar que no tardan mucho en pillar problemas agregados.
Pues “se frota la barbilla para luego mirar a su hermano con rostro interrogante”.
“Canel se limita a suspirar mientras canaliza energía dispuesto a lanzar una nueva técnica” no se separen de mí.
- Off:
- Canel usa su habilidad de Lvl 5 (Distorsión visual) en cualquiera que este vigilando el trayecto.
Invitado
Invitado
Invitado
Re: Regreso a la patria [Libre] [3/4] [Cerrado]
Y tras recuperarse Tatsuya guió el camino hacia una trampilla en la que había que zapatear como contraseña. Aquello me pareció curioso, cuanto menos. Y que hubiese una caída considerable justo debajo me hizo pensar varias veces lo práctico del asunto.
Agité la mano en respuesta al consejo de Tatsuya, como disipando sus preocupaciones. Volteé a ver a Yorha, que tampoco tenía señales de duda en su rostro. Supuse que también le sería pan comido, viendo su desempeño en el carromato.
Y así, Tatsuya se dejó caer.
—Las damas primero —esbocé una sonrisa socarrona a la vez que invité a Yorha a brincar, con un elegante gesto de manos.
—Rómpete el cuello. —me respondió instantes antes de desaparecer por el agujero.
Me asomé unos segundos, comprobando con certeza la altura de la caída, y que los otros dos se hayan alejado lo suficiente.
—¡Gerónimo! —grité en un susurro, y me dejé caer también.
Tras un latido y medio, el suelo llegó a mis pies, y disipé la fuerza de la caída rodando hacia delante. Me sacudí la ropa al erguirme, y volteé hacia arriba, buscando mi sombrero en el aire. Al recordar que lo había perdido al ser atrapado volví la mirada al par, con desilusión en el rostro. Tatsuya se adelantó, abrió una par-No, una puerta, camuflada como pared, y se asomó.
Me asomé yo también, para observar la escalera que mencionaba, y levanté una ceja ante su proposición.
—No hago payasadas, hago actos. Aaactos —alargué la palabra moviendo el dedo en el aire, como si le explicara a un bebé— Y si afuera era un suicidio, aquí adentro es un...—pensé en algo mayor— peor suicido. Que los niños nos hagan invisibles o algo. —bromeé.
Y Canel, quejándose con un suspiro, nos invita a acercarnos.
—¿...?
Me resigné a aceptar que, de hecho, iban a hacernos invisibles, o algo similar.
—¿De casualidad no puedes invocar también otro sombrero, o un unicornio, ya que estamos? —Abrí la boca al recuperarme del asombro.
Agité la mano en respuesta al consejo de Tatsuya, como disipando sus preocupaciones. Volteé a ver a Yorha, que tampoco tenía señales de duda en su rostro. Supuse que también le sería pan comido, viendo su desempeño en el carromato.
Y así, Tatsuya se dejó caer.
—Las damas primero —esbocé una sonrisa socarrona a la vez que invité a Yorha a brincar, con un elegante gesto de manos.
—Rómpete el cuello. —me respondió instantes antes de desaparecer por el agujero.
Me asomé unos segundos, comprobando con certeza la altura de la caída, y que los otros dos se hayan alejado lo suficiente.
—¡Gerónimo! —grité en un susurro, y me dejé caer también.
Tras un latido y medio, el suelo llegó a mis pies, y disipé la fuerza de la caída rodando hacia delante. Me sacudí la ropa al erguirme, y volteé hacia arriba, buscando mi sombrero en el aire. Al recordar que lo había perdido al ser atrapado volví la mirada al par, con desilusión en el rostro. Tatsuya se adelantó, abrió una par-No, una puerta, camuflada como pared, y se asomó.
Me asomé yo también, para observar la escalera que mencionaba, y levanté una ceja ante su proposición.
—No hago payasadas, hago actos. Aaactos —alargué la palabra moviendo el dedo en el aire, como si le explicara a un bebé— Y si afuera era un suicidio, aquí adentro es un...—pensé en algo mayor— peor suicido. Que los niños nos hagan invisibles o algo. —bromeé.
Y Canel, quejándose con un suspiro, nos invita a acercarnos.
—¿...?
Me resigné a aceptar que, de hecho, iban a hacernos invisibles, o algo similar.
—¿De casualidad no puedes invocar también otro sombrero, o un unicornio, ya que estamos? —Abrí la boca al recuperarme del asombro.
Mefisto
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 165
Nivel de PJ : : 1
Re: Regreso a la patria [Libre] [3/4] [Cerrado]
En su década como mercenario, solo dos personas lo habían sorprendido con sus habilidades mágicas (y curiosamente ambos no medían más de 1.60 y sus voces seguían sonando como una flauta desafinada). Siendo estos Demian y el niño retorcido con el que ahora hablaba: Canel. Tras hacer una extraña expresión, posterior a un suspiro, los guardias de la torre comenzaron a tambalearse. Sudorosos, temblaron y luego cayeron sobre sus rodillas. Tatsuya no supo muy bien explicar qué era lo que ocurría, era como si a todos les hubiera dado un ataque de gonorrea. Lo que sí pudo entender, es que la distracción había abierto un hueco en la seguridad, y como "Pedro por su casa" abrió la puerta en su totalidad y caminó firme hacia la pared.
En esta ocasión, solo bastó con posar la palma de su mano sobre la superficie plana. Algún mecanismo mágico actuó para que la puerta se abriera de lado silenciosamente. Esto solo era posible si un descendiende del linaje Suou interactuaba con el mecanismo. A juzgar que era el único hijo vivo del anciano, no creía que hubieran usado el túnel en mucho tiempo, y contaba con que pudiera tomar a su padre, un zorro astuto, de sorpresa.
Con un ademán, le indicó a sus compañeros que lo siguieran, y se adentró en un segundo túnel, que en su final hallaba unas escaleras verticales de madera. Las escaló, y en el tope movió silenciosamente una tabla de madera, que correspondía a una baldosa del suelo en el dojo de la familia, donde Akira solía meditar antes de que cayera el sol. Lo cierto es que la madera rechinó estridentemente en consecuencia del movimiento, y cualquier ilusión de ataque furtivo se habría desvanecido...
En cuanto se asomó, lo primero que vio fue a un hombre anciano en sus dos pies, firme, sosteniéndose con una katana como bastón. No había expresión de asombro en su rostro; por el contrario tenía una sonrisa de medio lado que indicaba justo lo contrario: lo había esperado.
Era inútil seguir manteniendo la fachada. De un brinco, se incorporó a la sala, abandonando el túnel. Una vez más, luego de tanto tiempo, estaba a la altura de "La Espada Mortal de Suou". Era un título muy interesante, mucho más que "La Bestia Sin Honor". A las espaldas de Akira, se apreciaba la rutilante vista del lago, junto con la cuesta del sol, que brindaba sus últimos rayos. Las farolas se encendían, la actividad disminuía y el sonido en las calles se apagaba paulatinamente. La brisa se filtraba, y soplaba con furia como un remolino, pero así mismo con su elegancia.
—Corrupta sangre de mi sangre. — se dirigió a Tatsuya en la lengua del viento.
—Viejo verde. — intentó responderle en su lenguaje. La cantidad de años sin hablarlo le hicieron pronunciar algo que se traducía como "sopa de vegetales". En respuesta, el anciano comenzó a hablar en la lengua común.
—El mal y el bien son polos opuestos, que se atraen entre sí: ordené que te trajeran hasta aquí, buscando justicia, y sin embargo viniste tú por tu cuenta... buscando venganza.
—¿Es para ti justicia matar a tu propio hijo? — le dijo, hipócritamente.
—A mis dos hijos los mataste tú; yo apenas te reconozco. — declaró con severidad. Inclinó la katana, y tomó el mango de la espada, conforme el viento soplaba con mayor fuerza. — Mancillas el nombre de tu familia con cada segundo que respiras. Se te predicó sobre el amor, y tú practicaste el odio. Se te predicó sobre la humildad, y tú practicaste la vanidad. Se te predicó la honestidad, y tú viviste una vida de excesos, engaños y marañas.
Sin responder al monólogo de su viejo, Tatsuya se acercó desidioso a un mueble de madera que reposaba junto a una de las paredes. Sobre este, yacía una botella de cerámica llena de una bebida conocida como "sake". Se sirvió algo de su contenido, y la saboreó con una falsa expresión de placer, cuando en el fondo le daba grima.
—Debes creer que estoy cruelmente orgulloso de lo que he hecho. No hay noche en la que no me arrepienta de las decisiones que he tomado. — vertió en su boca todo el líquido del vaso y arrugó un poco el rostro, en gesto de desagrado. No obstante, volvió a servirse, como si buscara esconderse tras una fachada de tipo duro. — Como sea, gimotear no va a traer a Genichiro de vuelta. En cambio, matarme quizás te de la paz que buscas, antes de morir. Debe de sentirse de puta madre saber que el bastardo que asesinó a tu primogénito se pudre en el infierno.
El poder del ventarrón disminuyó, esta vez sus corrientes acariciaban la piel de los presentes en la habitación, transmitiendo una sensación de melancolía.
—Genichiro puede haber muerto, pero su legado no. — dijo orgullosamente.
Una imagen vino a la mente de Tatsuya: aquél niño, de no más de doce años, entrenando en el patio del palacio. No podía ser... ¿Genichiro? ¿su legado?
—¿Un hijo bastardo? — Tatsuya tiritó un poco, sin terminar de digerir la declaración.
—Lleva la sangre de nuestro linaje, con la misma fuerza que tú y yo. Con solo verlo, supe que era sangre de mi sangre. Será un gran líder, algún día. Por eso, si viniste a por venganza, te advierto que no podrás ganarme. Incluso si muero... viviré, en él.
Tatsuya se tambaleó. No por la influencia del alcohol, sino por la conmoción. Aquél embrollo le fue difícil de conciliar. Los vientos seguían soplando, esta vez con una plácida sensación que lo reconfortaba.
—Y encima dejé huérfano a mi sobrino. De las cosas que se entera uno.
—Aún tienes una última oportunidad.
La hoja de Akira silbó, y reflejó la luz de la luna que ahora brillaba en el cielo. Unos sirvientes respondieron al llamado, y encendieron unas velas en la habitación, confiriéndole iluminación. Tatsuya, creyendo que aquello era una amenaza, respondió con un gesto agresivo al desenvainar su espada y colocarse en guardia frente al viejo.
—Será un juicio por combate: tú y tus compañeros, frente a mí y mis mejores soldados. Si ganas, obtendrás mi perdón y podrás marcharte impune. Si yo gano... recibirás la justicia que he buscado por mucho tiempo. Ojo, será una victoria limpia. Nada de jarrones volando, ni juegos sucios. — Akira carraspeó, y adoptó un tono severo — Y ya conoces las reglas del juicio por combate. La pelea acaba cuando uno de los dos esté muerto.
Las puertas se abrieron de lado a lado, e ingresaron cuatro personas más a la habitación, armados con lanzas y protegidos por una armadura de metal. Estas se detuvieron frente a los acompañantes del brujo, golpeando sus armas contra el suelo y haciendo un grito de guerra al unísono.
—¿Crees que ese viejo cuerpo pueda soportarlo? — ladró tras una carcajada.
—Eso es de lo que menos tienes que preocuparte. — concluyó Akira.
Y sus espadas silbaron.
En esta ocasión, solo bastó con posar la palma de su mano sobre la superficie plana. Algún mecanismo mágico actuó para que la puerta se abriera de lado silenciosamente. Esto solo era posible si un descendiende del linaje Suou interactuaba con el mecanismo. A juzgar que era el único hijo vivo del anciano, no creía que hubieran usado el túnel en mucho tiempo, y contaba con que pudiera tomar a su padre, un zorro astuto, de sorpresa.
Con un ademán, le indicó a sus compañeros que lo siguieran, y se adentró en un segundo túnel, que en su final hallaba unas escaleras verticales de madera. Las escaló, y en el tope movió silenciosamente una tabla de madera, que correspondía a una baldosa del suelo en el dojo de la familia, donde Akira solía meditar antes de que cayera el sol. Lo cierto es que la madera rechinó estridentemente en consecuencia del movimiento, y cualquier ilusión de ataque furtivo se habría desvanecido...
En cuanto se asomó, lo primero que vio fue a un hombre anciano en sus dos pies, firme, sosteniéndose con una katana como bastón. No había expresión de asombro en su rostro; por el contrario tenía una sonrisa de medio lado que indicaba justo lo contrario: lo había esperado.
Era inútil seguir manteniendo la fachada. De un brinco, se incorporó a la sala, abandonando el túnel. Una vez más, luego de tanto tiempo, estaba a la altura de "La Espada Mortal de Suou". Era un título muy interesante, mucho más que "La Bestia Sin Honor". A las espaldas de Akira, se apreciaba la rutilante vista del lago, junto con la cuesta del sol, que brindaba sus últimos rayos. Las farolas se encendían, la actividad disminuía y el sonido en las calles se apagaba paulatinamente. La brisa se filtraba, y soplaba con furia como un remolino, pero así mismo con su elegancia.
—Corrupta sangre de mi sangre. — se dirigió a Tatsuya en la lengua del viento.
—Viejo verde. — intentó responderle en su lenguaje. La cantidad de años sin hablarlo le hicieron pronunciar algo que se traducía como "sopa de vegetales". En respuesta, el anciano comenzó a hablar en la lengua común.
—El mal y el bien son polos opuestos, que se atraen entre sí: ordené que te trajeran hasta aquí, buscando justicia, y sin embargo viniste tú por tu cuenta... buscando venganza.
—¿Es para ti justicia matar a tu propio hijo? — le dijo, hipócritamente.
—A mis dos hijos los mataste tú; yo apenas te reconozco. — declaró con severidad. Inclinó la katana, y tomó el mango de la espada, conforme el viento soplaba con mayor fuerza. — Mancillas el nombre de tu familia con cada segundo que respiras. Se te predicó sobre el amor, y tú practicaste el odio. Se te predicó sobre la humildad, y tú practicaste la vanidad. Se te predicó la honestidad, y tú viviste una vida de excesos, engaños y marañas.
Sin responder al monólogo de su viejo, Tatsuya se acercó desidioso a un mueble de madera que reposaba junto a una de las paredes. Sobre este, yacía una botella de cerámica llena de una bebida conocida como "sake". Se sirvió algo de su contenido, y la saboreó con una falsa expresión de placer, cuando en el fondo le daba grima.
—Debes creer que estoy cruelmente orgulloso de lo que he hecho. No hay noche en la que no me arrepienta de las decisiones que he tomado. — vertió en su boca todo el líquido del vaso y arrugó un poco el rostro, en gesto de desagrado. No obstante, volvió a servirse, como si buscara esconderse tras una fachada de tipo duro. — Como sea, gimotear no va a traer a Genichiro de vuelta. En cambio, matarme quizás te de la paz que buscas, antes de morir. Debe de sentirse de puta madre saber que el bastardo que asesinó a tu primogénito se pudre en el infierno.
El poder del ventarrón disminuyó, esta vez sus corrientes acariciaban la piel de los presentes en la habitación, transmitiendo una sensación de melancolía.
—Genichiro puede haber muerto, pero su legado no. — dijo orgullosamente.
Una imagen vino a la mente de Tatsuya: aquél niño, de no más de doce años, entrenando en el patio del palacio. No podía ser... ¿Genichiro? ¿su legado?
—¿Un hijo bastardo? — Tatsuya tiritó un poco, sin terminar de digerir la declaración.
—Lleva la sangre de nuestro linaje, con la misma fuerza que tú y yo. Con solo verlo, supe que era sangre de mi sangre. Será un gran líder, algún día. Por eso, si viniste a por venganza, te advierto que no podrás ganarme. Incluso si muero... viviré, en él.
Tatsuya se tambaleó. No por la influencia del alcohol, sino por la conmoción. Aquél embrollo le fue difícil de conciliar. Los vientos seguían soplando, esta vez con una plácida sensación que lo reconfortaba.
—Y encima dejé huérfano a mi sobrino. De las cosas que se entera uno.
—Aún tienes una última oportunidad.
La hoja de Akira silbó, y reflejó la luz de la luna que ahora brillaba en el cielo. Unos sirvientes respondieron al llamado, y encendieron unas velas en la habitación, confiriéndole iluminación. Tatsuya, creyendo que aquello era una amenaza, respondió con un gesto agresivo al desenvainar su espada y colocarse en guardia frente al viejo.
—Será un juicio por combate: tú y tus compañeros, frente a mí y mis mejores soldados. Si ganas, obtendrás mi perdón y podrás marcharte impune. Si yo gano... recibirás la justicia que he buscado por mucho tiempo. Ojo, será una victoria limpia. Nada de jarrones volando, ni juegos sucios. — Akira carraspeó, y adoptó un tono severo — Y ya conoces las reglas del juicio por combate. La pelea acaba cuando uno de los dos esté muerto.
Las puertas se abrieron de lado a lado, e ingresaron cuatro personas más a la habitación, armados con lanzas y protegidos por una armadura de metal. Estas se detuvieron frente a los acompañantes del brujo, golpeando sus armas contra el suelo y haciendo un grito de guerra al unísono.
—¿Crees que ese viejo cuerpo pueda soportarlo? — ladró tras una carcajada.
—Eso es de lo que menos tienes que preocuparte. — concluyó Akira.
Y sus espadas silbaron.
Tatsuya Suō
Experto
Experto
Cantidad de envíos : : 136
Nivel de PJ : : 1
Página 1 de 2. • 1, 2
Temas similares
» [LIBRE 3/3] Un estruendoso regreso a casa. [CERRADO]
» El lúgubre regreso [4/4] [Libre]
» Regreso desde el olvido. [Privado] [Helyare/Huracán] [+18] [Cerrado]
» El regreso a quién sabe donde [LIBRE] [+18]
» Un regreso de lo más inesperado {Matthew Owens - Eyre} {3/3} {Desafío de Yule} {Cerrado}
» El lúgubre regreso [4/4] [Libre]
» Regreso desde el olvido. [Privado] [Helyare/Huracán] [+18] [Cerrado]
» El regreso a quién sabe donde [LIBRE] [+18]
» Un regreso de lo más inesperado {Matthew Owens - Eyre} {3/3} {Desafío de Yule} {Cerrado}
Página 1 de 2.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Ayer a las 23:14 por Iori Li
» Laboratorio Harker [Alquimia+Ingeniería]
Ayer a las 19:13 por Zelas Hazelmere
» Pócimas y Tragos: La Guerra de la Calle Burbuja [Interpretativo] [Libre]
Ayer a las 16:18 por Mina Harker
» El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]
Ayer a las 05:53 por Lukas
» El retorno del vampiro [Evento Sacrestic]
Ayer a las 00:33 por Vincent Calhoun
» La Procesión de los Skógargandr [Evento Samhain (Halloween)]
Mar Nov 19 2024, 22:49 por Eltrant Tale
» Entre Sombras y Acero [LIBRE][NOCHE]
Mar Nov 19 2024, 22:42 por Cohen
» [Zona de culto] Altar de las Runas de los Baldíos
Lun Nov 18 2024, 12:29 por Tyr
» Susurros desde el pasado | Amice H.
Lun Nov 18 2024, 04:12 por Amice M. Hidalgo
» [Zona de culto] Iglesia del único Dios
Sáb Nov 16 2024, 21:38 por Tyr
» Enjoy the Silence 4.0 {Élite]
Miér Nov 13 2024, 20:01 por Nana
» Vampiros, Gomejos, piernas para qué las tengo. [Privado]
Mar Nov 12 2024, 04:51 por Tyr
» Derecho Aerandiano [Libre]
Dom Nov 10 2024, 13:36 por Tyr
» Propaganda Peligrosa - Priv. Zagreus - (Trabajo / Noche)
Vie Nov 08 2024, 18:40 por Lukas
» Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
Vie Nov 08 2024, 01:19 por Tyr