El monstruo del bosque rojo [Libre] [Interpretativo] [4/4]
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El monstruo del bosque rojo [Libre] [Interpretativo] [4/4]
Por las cercanías al gran bosque del archipiélago se había esparcido un rumor últimamente, el de una espantosa criatura que acechaba entre los árboles, un monstruo hijo del fuego y las tinieblas que destruía con llamas ardientes a cualquiera que tocaba con sus podridos dedos, se habían encontrado una jauría de lobos, todos muertos a causa de quemaduras muy feas, lo mas extraño es que las heridas tenían la forma de manos, aunque no eran las heridas mortales, puesto que la mayoría habían sido asesinados por cortes y puñaladas como las hechas por una espada o sable, las autoridades local decidieron poner una recompensa para quien pudiera dar con el que causara todo este problema, la mayoría pensaban que se trataba de un grupo de brujos renegados, pero los avistamientos del “hombre calcinado” continuaban apareciendo en los poblados cercanos.
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Klinge permanecía sentado a la sombra del árbol, mientras la pequeña que lo acompañaba dormía tranquilamente en su regazo, este admiraba los colores del bosque al amanecer, parecía que los arboles del lugar habían absorbido la magia de los habitantes del archipiélago, al menos así se veían a los ojos del mercenario, aunque, no estaba seguro si su maldición había alterado como el veía el mundo a través de sus ojos.
El joven miraba su mano izquierda, la mano con la cual había defendido a Skady de aquellos lobos esa noche, por desgracia, su hazaña contra las bestias había atraído la atención de los locales, aunque fueran brujos, no serian muy amigables con el maldito, o peor aún, lo encerrarían en alguna catacumba oscura para usarlo como un experimento.
De pronto el chillido de un águila en la distancia lo alejo de sus pensamientos para reclamar su atención, es condenado pájaro volvía a aparecer persiguiendo al guerrero a donde sea que fuera, nadie más que él podía verlo, solo él podía sentir su presencia, acechando sobre su cabeza como el destino de su muerte acercándose, pero nunca alcanzándolo, como su propia sombra.
Su mirada bajo de los cielos, para ir a los árboles y a la niña durmiendo en su regazo, esta maldición lo hacía fuerte, pero también cargaba con grandes problemas, la “fuente de la juventud” el lugar donde podría quitarse esta maldición no estaba lejos ya, y pronto lo alcanzaría, pero tendría que moverse discretamente, evitando la civilización, mientras aún no se hubiese curado.
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Klinge permanecía sentado a la sombra del árbol, mientras la pequeña que lo acompañaba dormía tranquilamente en su regazo, este admiraba los colores del bosque al amanecer, parecía que los arboles del lugar habían absorbido la magia de los habitantes del archipiélago, al menos así se veían a los ojos del mercenario, aunque, no estaba seguro si su maldición había alterado como el veía el mundo a través de sus ojos.
El joven miraba su mano izquierda, la mano con la cual había defendido a Skady de aquellos lobos esa noche, por desgracia, su hazaña contra las bestias había atraído la atención de los locales, aunque fueran brujos, no serian muy amigables con el maldito, o peor aún, lo encerrarían en alguna catacumba oscura para usarlo como un experimento.
De pronto el chillido de un águila en la distancia lo alejo de sus pensamientos para reclamar su atención, es condenado pájaro volvía a aparecer persiguiendo al guerrero a donde sea que fuera, nadie más que él podía verlo, solo él podía sentir su presencia, acechando sobre su cabeza como el destino de su muerte acercándose, pero nunca alcanzándolo, como su propia sombra.
Su mirada bajo de los cielos, para ir a los árboles y a la niña durmiendo en su regazo, esta maldición lo hacía fuerte, pero también cargaba con grandes problemas, la “fuente de la juventud” el lugar donde podría quitarse esta maldición no estaba lejos ya, y pronto lo alcanzaría, pero tendría que moverse discretamente, evitando la civilización, mientras aún no se hubiese curado.
Klinge
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Re: El monstruo del bosque rojo [Libre] [Interpretativo] [4/4]
Estaba empeorando. La piel desde la punta de mis dedos de la mano hasta el codo, al igual que mis labios, párpados y algunas zonas de mi torso, se había teñido de color celeste. Mis ojos también habían cambiado: lo que normalmente sería blanco ahora era color índigo, mientras que los iris ahora eran de un blanco ligeramente azulado. Además, la temperatura de todo mi cuerpo había disminuido notablemente, como si estuviera muerto ya.
Pero la apariencia no era lo importante. Cada vez era menos capaz de sentir emociones; ya nada me satisfacía, entristecía, enfurecía o divertía como antes. De hecho, esta maldición ya ni siquiera me preocupaba lo suficiente como para sentirme motivado a hacer algo al respecto. Si no fuera por Xana, quien me llevó a la base secreta del gremio de informantes para buscar información sobre algo que pudiera sanarme, yo ni siquiera hubiera viajado de Verisar a Beltrexus.
Por desgracia, aunque duramos medio día buscando en la biblioteca del gremio, no encontramos nada útil. Aun así, Xana no planeaba rendirse. Ella estaba dispuesta a pasar toda la eternidad buscando una cura si era necesario.
Debí sentir algo por su gesto, pero solo me pareció una pérdida de tiempo.
Terminé escabulléndome y me fui en busca de acción. Normalmente la pereza me impediría hacer eso, pero, por alguna razón, la maldición me empujaba a arrebatar la vida de cualquier criminal que encontrara.
No me fue difícil conseguir una capucha para ocultar mi cabello blanquecino y mis orejas puntiagudas, así como tampoco me fue difícil encontrar a un par de malhechores y darles un fin permanente.
Luego de ello, me fui a una taberna a comer. Justo en ese lugar escuché unos rumores de un tal “Hombre Calcinado”. Había una recompensa por su cabeza, pero eso no me importaba. Aunque era más probable que se tratara de brujos, tenía el presentimiento de que, en realidad, se trataba de alguien que sufría justo la maldición opuesta a la mía. Y eso me atraía. Si era una bestia de fuego, ¿qué mejor que un demonio de hielo para eliminarlo?
Aunque en la taberna había un hombre reclutando a cualquier valiente que decidiera cazar al Hombre Calcinado, opté por hacer el trabajo por mi cuenta y de inmediato… Bueno, no de inmediato porque todavía no había terminado de comer. Pero una vez con el estómago lleno, ahí sí fui de cacería… Bueno, no, se estaba haciendo de noche y me sentía agotado, así que opté por dormir en una posada cercana primero. Pero apenas llegó el amanecer, ahí sí fui de cacería.
Cuando llegué al bosque, vi a un grupo de guerreros liderados por el mismo hombre que había estado buscando reclutas en la taberna.
–Solo serán una molestia –murmuré, y, tal como si estuviera en las frías tierras del norte, logré ver mi aliento frente a mi rostro.
Ignorando eso, canalicé mi energía interior hacia mis piernas, potenciando cada músculo de estas. Luego salí disparado hacia adelante.
Corrí a gran velocidad, evadiendo grácilmente cualquier obstáculo, dirigiéndome a donde encontraron los cadáveres de los lobos. Aunque el bosque fuera extenso, posiblemente el Hombre Calcinado no estaría demasiado lejos de esa zona.
Pero la apariencia no era lo importante. Cada vez era menos capaz de sentir emociones; ya nada me satisfacía, entristecía, enfurecía o divertía como antes. De hecho, esta maldición ya ni siquiera me preocupaba lo suficiente como para sentirme motivado a hacer algo al respecto. Si no fuera por Xana, quien me llevó a la base secreta del gremio de informantes para buscar información sobre algo que pudiera sanarme, yo ni siquiera hubiera viajado de Verisar a Beltrexus.
Por desgracia, aunque duramos medio día buscando en la biblioteca del gremio, no encontramos nada útil. Aun así, Xana no planeaba rendirse. Ella estaba dispuesta a pasar toda la eternidad buscando una cura si era necesario.
Debí sentir algo por su gesto, pero solo me pareció una pérdida de tiempo.
Terminé escabulléndome y me fui en busca de acción. Normalmente la pereza me impediría hacer eso, pero, por alguna razón, la maldición me empujaba a arrebatar la vida de cualquier criminal que encontrara.
No me fue difícil conseguir una capucha para ocultar mi cabello blanquecino y mis orejas puntiagudas, así como tampoco me fue difícil encontrar a un par de malhechores y darles un fin permanente.
Luego de ello, me fui a una taberna a comer. Justo en ese lugar escuché unos rumores de un tal “Hombre Calcinado”. Había una recompensa por su cabeza, pero eso no me importaba. Aunque era más probable que se tratara de brujos, tenía el presentimiento de que, en realidad, se trataba de alguien que sufría justo la maldición opuesta a la mía. Y eso me atraía. Si era una bestia de fuego, ¿qué mejor que un demonio de hielo para eliminarlo?
Aunque en la taberna había un hombre reclutando a cualquier valiente que decidiera cazar al Hombre Calcinado, opté por hacer el trabajo por mi cuenta y de inmediato… Bueno, no de inmediato porque todavía no había terminado de comer. Pero una vez con el estómago lleno, ahí sí fui de cacería… Bueno, no, se estaba haciendo de noche y me sentía agotado, así que opté por dormir en una posada cercana primero. Pero apenas llegó el amanecer, ahí sí fui de cacería.
Cuando llegué al bosque, vi a un grupo de guerreros liderados por el mismo hombre que había estado buscando reclutas en la taberna.
–Solo serán una molestia –murmuré, y, tal como si estuviera en las frías tierras del norte, logré ver mi aliento frente a mi rostro.
Ignorando eso, canalicé mi energía interior hacia mis piernas, potenciando cada músculo de estas. Luego salí disparado hacia adelante.
Corrí a gran velocidad, evadiendo grácilmente cualquier obstáculo, dirigiéndome a donde encontraron los cadáveres de los lobos. Aunque el bosque fuera extenso, posiblemente el Hombre Calcinado no estaría demasiado lejos de esa zona.
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En alguna parte hice mención de mi habi level 3: Con la ventisca.Más información sobre la maldición de Rauko en este bonito [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
Me gusta el chocolate.
Rauko
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Re: El monstruo del bosque rojo [Libre] [Interpretativo] [4/4]
Abrí los ojos cegado por el sol naciente que se recortaba ya entre las copas de los árboles de la isla. Demonios, me había acercado demasiado sin la bandera. No temía por mi vida ya que todos me conocían por allí. Pero siempre hay algún estúpido novato que te incendia el esquife antes de preguntar. Me abalancé a la mochila y saqué el banderín azul para avisar a los piratas mocosos. Lo coloqué fácilmente intentando no pisar al estúpido del contrato que me reportaría no tantas monedas como quisiera. Escruté la orilla cercana, seguro que de había sido avistado en Tortuga con demasiada antelación. En cuanto vislumbré dos chicos corriendo dí por sentado que Razalin vendría a buscarme. Agarré timón y foque y me dispuse a seguir la cómoda brisa que generosamente me guiaría sin problemas hasta el amarre escondido.
Miré al vampiro o, más bien a su fardo para comprobar su estado. Debía estar vivo para cobrar la recompensa. Supuse que los chaquetones de cuero que use para envolverlo le protegerían suficientemente. Ellos no estaban acostumbrados al mar. No tanto como yo. Bueno, de hecho, no sabía de nadie que conociera mejor estos mares excepto los mismos piratas de Tortuga.
Calculé que el efecto de la mixtura que le dí le duraría hasta el atardecer. Lo cual era conveniente para alguien de su raza. Me alegré de mi último invento venenoso mezclado son sangre de cierva y un empozoñoso soporífero que compré precisamente en Tortuga. Me lo vendió una vieja por el camino, dando por sentado que esa noche ese extraño elfo dormiría con la tripa llena de setas.
Sonreí recordando que se equivocó. Dormí toda la noche, pero no me hizo falta más que freír las setas para caer redondo; envenanado con el sólo olor. A la mañana siguiente desperté con una brecha en la cabeza y el descubrimiento de un nuevo soporífero. ¿Encontraría de nuevo a la anciana?¿Quizá así podría reponer mis reservas de dichas setillas, que el tal Luciano -el vampiro buscado- había consumido en los tres días de viaje que llevábamos.
Algo pasaba. Llegué al amarre y no había nadie. Escruté las cercanías para detectar alguna emboscada. Normalmente ya habría una compañía esperando a cualquier viajero y, en mi caso, la misma Razalin esperando su presa. Tomé el cabo cuando ví a un nervioso chicos que venía a ayudarme. Ató el cabo y me saludó -era el joven Kaskim, huérfano como todos, de tan sólo diez u once años-.
-Hola Kaskim -saludé- ¿no viene nadie a ayudarme? Traigo a Luciano. ¿Has avisado...?
-Refriega en los vallados -el joven Kaskim era parco en palabras, parecía un hombre de cuarenta años- ve a ver.
-De acuerdo, cargaré al puñetero vampiro yo sólo -refunfuñé, enfadado-... ¿qué ha pasado?- "peleas piratas" como siempre, seguro-.
-Brujos. Voy con ellos -dijo al girar sobre sí mismo, no sin antes añadir- ...y buenos días, pez.
Me sorprendió, pero no demasiado. Llevaban siglos con problemas. Cargué al vampiro cabilando qué pertenencias podían desaparecer hasta mi vuelta. Tomé mi mochila y armas dando por sentado que tendría que reponerlas a la vuelta. Por muy conocido que fuera allí como "pez elfo" no dejaban de ser todos unos malditos piratas.
El vallado era una zona que como su nombre indica está cercada para determinar a quién pertenece cada huerto. En la isla, la zona de cultivo es un bien preciadísmo y, cuando tiempo atrás la sangre corrió más que el agua para regarlos decidieron establecer límites. Cuando llegué allí siguiendo al joven Kaskim encontré los huertos en cenizas. Ni resto de los chamuscados vallados. Trasiego de guerreros aquí y allá y griteríos esporádicos. Olfateé el viento y me sentí asqueado. Olía a magia. Olía a magos. Busqué entre todos a caras conocidas y encontré un grupo de personas rodeando a Razalin, uno de ellos curándole lo que resultó ser una brecha en la ceja. Mientras la curaban gritaba como una posesa a otro hombre que reconocí era de la capital. Claramente habían sido magos. Solté al vampiro y corrí por ella. Era al fin y al cabo algo más que una pirata cualquiera. En ese momento me dí cuenta de que me preocupaba su bienestar.
Así fue como me enteré de la refriega de castigo de los magos a la aldea. Dieron por sentado que Razalin y sus secuaces habían asesinado a varios magos. Que las víctimas hubieran sido incineradas fue entendido por ellos como undesafío de Razalin y los demás; sin duda por las continuas rencillas que el tiempo no lograba sanar. El mago hablaba con respeto. No pidió perdón por el asesinado y los ocho heridos, pero intentaba llegar a un acuerdo con los piratas. Razalin estaba fuera de sí e intentó golpearle varias veces. Juraba que no sabía de qué le hablaba y así continuó hasta despedirle.
Quizá por eso sólo recibí agradecimiento por su vampiro. Debido a lo ocurrido, Razalin y los demás necesitarían reponer mucha mercancía y rapiñar para poder comprar comida al resto de las aldeas piratas. Por tanto, me ofrecieron el doble de la recompensa dentro de cuarenta días, pero sólo si encontraba antes al malnacido que buscaban los magos. Y si encontraba pruebas de que era uno de ellos, como sospechaban, que lo hiciera saber a los piratas para planear su venganza contra ellos.
Como supuse, por los alrededores de Beltretxus había ya carteles por todos lados. También encontré cierto ajetreo y caras mercenarias conocidas, supuse que al calor de posibles recompensas. Siempre encapuchado y esforzándome para que no se me notara el desprecio por los magos, salí por los alrededores, donde mis notas me recordaban dónde se habían encontrado lo que fueran las primeras víctimas, un grupo de lobos. Cuando llegué al lugar encontré a varios hombres acampados junto a los cadáveres de los lobos. Era mercenarios más preocupados por la bebida y los cuentos verdes que por su presa. Los saludé, debido a la obligada camaradería mercenaria -que escondía más bien desconfianza- y revisé los restos. No quedaba gran cosa y habían pasado demasiadas manos por los restos, que comenzaban a descomponserse. Sólo pude constatar que a pesar de las quemaduras habían sido degollados y mutilados. No pude evitar recordar la noche de la colina, donde poco me faltó para ser exterminado, precisamente, por un licántropo y un maldito mago.
Subí una colina cercana para visionar el escenario del acto. Me deleitaba en la vista de la isla recortada con el mar cuando un chillido horrible de un águila me llamó la atención, tanto como para sacar la daga y agacharme. Al girarme, no pude encontrarla por ningún sitio. Sentí un mal presagio, mis ojos jamás me fallaban. Pero sí me sorprendió ver a unos cien metros a un hombre armado hasta los dientes que, curiosamente, acariciaba a una niña en su regazo. Pero su posición estática me recordó a una estatua colocada en un sitio incorrecto. Obviamente, él también me vio por muy elfo que yo fuera. Calculamos unos segundos los riesgos mutuos. Él parecía un paladín diestro, y yo sin duda un mercenario arquero. Pero él tenía a una niña y yo la distancia de mi parte. No había nadie alrededor, así que enfundé la daga parsimoniosamente y me acerqué dejando ver mis manos claramente.
-Saludos, maese. La paz con vos -saludé-. Al notar que me aproximaba noté su nerviosismo y miró alrededor suyo. Supuse que era perseguido y temía por la niña, por tanto me presenté- soy cazador elf...-tragué saliva esperando que no lo hubiera oído; allí no estaba seguro -...el...en busca de -...¿y si era él el asesino?- ...presas para vender a Tortuga; no temáis ni me afrentéis. Disfrutaba de las vistas, aunque hay problemas allá abajo con unos lobos....¿Duerme la joven? Mirad, tengo un par de manzanas...
Me acerqué a su lona a tan sólo unos pasos y comenté: Veo sangre en la espada, ¿estáis herido? ¿os encontráis en apuros?
Miré al vampiro o, más bien a su fardo para comprobar su estado. Debía estar vivo para cobrar la recompensa. Supuse que los chaquetones de cuero que use para envolverlo le protegerían suficientemente. Ellos no estaban acostumbrados al mar. No tanto como yo. Bueno, de hecho, no sabía de nadie que conociera mejor estos mares excepto los mismos piratas de Tortuga.
Calculé que el efecto de la mixtura que le dí le duraría hasta el atardecer. Lo cual era conveniente para alguien de su raza. Me alegré de mi último invento venenoso mezclado son sangre de cierva y un empozoñoso soporífero que compré precisamente en Tortuga. Me lo vendió una vieja por el camino, dando por sentado que esa noche ese extraño elfo dormiría con la tripa llena de setas.
Sonreí recordando que se equivocó. Dormí toda la noche, pero no me hizo falta más que freír las setas para caer redondo; envenanado con el sólo olor. A la mañana siguiente desperté con una brecha en la cabeza y el descubrimiento de un nuevo soporífero. ¿Encontraría de nuevo a la anciana?¿Quizá así podría reponer mis reservas de dichas setillas, que el tal Luciano -el vampiro buscado- había consumido en los tres días de viaje que llevábamos.
Algo pasaba. Llegué al amarre y no había nadie. Escruté las cercanías para detectar alguna emboscada. Normalmente ya habría una compañía esperando a cualquier viajero y, en mi caso, la misma Razalin esperando su presa. Tomé el cabo cuando ví a un nervioso chicos que venía a ayudarme. Ató el cabo y me saludó -era el joven Kaskim, huérfano como todos, de tan sólo diez u once años-.
-Hola Kaskim -saludé- ¿no viene nadie a ayudarme? Traigo a Luciano. ¿Has avisado...?
-Refriega en los vallados -el joven Kaskim era parco en palabras, parecía un hombre de cuarenta años- ve a ver.
-De acuerdo, cargaré al puñetero vampiro yo sólo -refunfuñé, enfadado-... ¿qué ha pasado?- "peleas piratas" como siempre, seguro-.
-Brujos. Voy con ellos -dijo al girar sobre sí mismo, no sin antes añadir- ...y buenos días, pez.
Me sorprendió, pero no demasiado. Llevaban siglos con problemas. Cargué al vampiro cabilando qué pertenencias podían desaparecer hasta mi vuelta. Tomé mi mochila y armas dando por sentado que tendría que reponerlas a la vuelta. Por muy conocido que fuera allí como "pez elfo" no dejaban de ser todos unos malditos piratas.
El vallado era una zona que como su nombre indica está cercada para determinar a quién pertenece cada huerto. En la isla, la zona de cultivo es un bien preciadísmo y, cuando tiempo atrás la sangre corrió más que el agua para regarlos decidieron establecer límites. Cuando llegué allí siguiendo al joven Kaskim encontré los huertos en cenizas. Ni resto de los chamuscados vallados. Trasiego de guerreros aquí y allá y griteríos esporádicos. Olfateé el viento y me sentí asqueado. Olía a magia. Olía a magos. Busqué entre todos a caras conocidas y encontré un grupo de personas rodeando a Razalin, uno de ellos curándole lo que resultó ser una brecha en la ceja. Mientras la curaban gritaba como una posesa a otro hombre que reconocí era de la capital. Claramente habían sido magos. Solté al vampiro y corrí por ella. Era al fin y al cabo algo más que una pirata cualquiera. En ese momento me dí cuenta de que me preocupaba su bienestar.
Así fue como me enteré de la refriega de castigo de los magos a la aldea. Dieron por sentado que Razalin y sus secuaces habían asesinado a varios magos. Que las víctimas hubieran sido incineradas fue entendido por ellos como undesafío de Razalin y los demás; sin duda por las continuas rencillas que el tiempo no lograba sanar. El mago hablaba con respeto. No pidió perdón por el asesinado y los ocho heridos, pero intentaba llegar a un acuerdo con los piratas. Razalin estaba fuera de sí e intentó golpearle varias veces. Juraba que no sabía de qué le hablaba y así continuó hasta despedirle.
Quizá por eso sólo recibí agradecimiento por su vampiro. Debido a lo ocurrido, Razalin y los demás necesitarían reponer mucha mercancía y rapiñar para poder comprar comida al resto de las aldeas piratas. Por tanto, me ofrecieron el doble de la recompensa dentro de cuarenta días, pero sólo si encontraba antes al malnacido que buscaban los magos. Y si encontraba pruebas de que era uno de ellos, como sospechaban, que lo hiciera saber a los piratas para planear su venganza contra ellos.
Como supuse, por los alrededores de Beltretxus había ya carteles por todos lados. También encontré cierto ajetreo y caras mercenarias conocidas, supuse que al calor de posibles recompensas. Siempre encapuchado y esforzándome para que no se me notara el desprecio por los magos, salí por los alrededores, donde mis notas me recordaban dónde se habían encontrado lo que fueran las primeras víctimas, un grupo de lobos. Cuando llegué al lugar encontré a varios hombres acampados junto a los cadáveres de los lobos. Era mercenarios más preocupados por la bebida y los cuentos verdes que por su presa. Los saludé, debido a la obligada camaradería mercenaria -que escondía más bien desconfianza- y revisé los restos. No quedaba gran cosa y habían pasado demasiadas manos por los restos, que comenzaban a descomponserse. Sólo pude constatar que a pesar de las quemaduras habían sido degollados y mutilados. No pude evitar recordar la noche de la colina, donde poco me faltó para ser exterminado, precisamente, por un licántropo y un maldito mago.
Subí una colina cercana para visionar el escenario del acto. Me deleitaba en la vista de la isla recortada con el mar cuando un chillido horrible de un águila me llamó la atención, tanto como para sacar la daga y agacharme. Al girarme, no pude encontrarla por ningún sitio. Sentí un mal presagio, mis ojos jamás me fallaban. Pero sí me sorprendió ver a unos cien metros a un hombre armado hasta los dientes que, curiosamente, acariciaba a una niña en su regazo. Pero su posición estática me recordó a una estatua colocada en un sitio incorrecto. Obviamente, él también me vio por muy elfo que yo fuera. Calculamos unos segundos los riesgos mutuos. Él parecía un paladín diestro, y yo sin duda un mercenario arquero. Pero él tenía a una niña y yo la distancia de mi parte. No había nadie alrededor, así que enfundé la daga parsimoniosamente y me acerqué dejando ver mis manos claramente.
-Saludos, maese. La paz con vos -saludé-. Al notar que me aproximaba noté su nerviosismo y miró alrededor suyo. Supuse que era perseguido y temía por la niña, por tanto me presenté- soy cazador elf...-tragué saliva esperando que no lo hubiera oído; allí no estaba seguro -...el...en busca de -...¿y si era él el asesino?- ...presas para vender a Tortuga; no temáis ni me afrentéis. Disfrutaba de las vistas, aunque hay problemas allá abajo con unos lobos....¿Duerme la joven? Mirad, tengo un par de manzanas...
Me acerqué a su lona a tan sólo unos pasos y comenté: Veo sangre en la espada, ¿estáis herido? ¿os encontráis en apuros?
Inthadir
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Re: El monstruo del bosque rojo [Libre] [Interpretativo] [4/4]
Un hombre encapuchado como el apareció y se presento como un cazador elfo -te ves muy tosco para un elfo, normalmente suelen ser más afeminados- dijo con una voz grave y profunda, casi… sobrenatural, para luego echarle una mirada al viejo sable colgando de su cinturón –¿Cómo sabes que hay sangre en una espada enfundada si ni siquiera puedes ver el filo?- pregunto con un tono de sospecha.
El cazador podía ver como el hombre estaba cubierto de pies a cabeza, desde su posición ni siquiera era capaz de ver sus ojos, so rostro estaba tapado con vendas y todo su cuerpo estaba envuelto en una gruesa capa, su mano derecha estaba acariciando los cabellos de la niña en su regazo, pero incluso esta estaba cubierta en un grueso guante de cuero, pero, aun así, era fácil notar como aquel extraño lo observaba.
Ese hombre decía ser elfo, pero eso no lo convencía del todo, no podía ver sus orejas, y tenia esa “aura” de mística que suele rodear a los de su raza, pero parecía algo distinto, algo… familiar, aunque no estaba del todo seguro -podrías decir que huele a sangre, pero un elfo no es conocido por tener tan buen olfato, y un vampiro no saldría a plena luz del día- empezó a razonar en voz alta, mientras desviaba la mirada del extraño para ver a la pequeña -¿Dónde están mis modales?- exclamo de repente -tu me saludaste y yo no respondí al saludo- dijo con tono más cordial.
Soy un mero peregrino que viene de Lunargenta después de la guerra, junto a la pequeña soy un exiliado sin hogar, pero a diferencia de la niña quede desfigurado por la guerra- mientras decía esto la niña empezaba a acomodarse para ponerse mas cómoda, el hombre reacciono llevándose un dedo a los labios señalándole al cazador que no hiciera ruido -ahora por favor deje a la pequeña descansar- dijo en voz mas baja -a sido un viaje muy largo y ella está agotada.
El bosque estaba lleno de ruidos, el mercenario era consiente que el bosque estaría repleto de gente investigando lo que paso anoche, trato de alejarse a una distancia prudencial, pero aun así, parecía que uno lo había encontrado, el cuento de un cazador elfo queriendo buscar presas en territorio de su viejo enemigo para ganar dinero no lo convencía para nada.
El cazador podía ver como el hombre estaba cubierto de pies a cabeza, desde su posición ni siquiera era capaz de ver sus ojos, so rostro estaba tapado con vendas y todo su cuerpo estaba envuelto en una gruesa capa, su mano derecha estaba acariciando los cabellos de la niña en su regazo, pero incluso esta estaba cubierta en un grueso guante de cuero, pero, aun así, era fácil notar como aquel extraño lo observaba.
Ese hombre decía ser elfo, pero eso no lo convencía del todo, no podía ver sus orejas, y tenia esa “aura” de mística que suele rodear a los de su raza, pero parecía algo distinto, algo… familiar, aunque no estaba del todo seguro -podrías decir que huele a sangre, pero un elfo no es conocido por tener tan buen olfato, y un vampiro no saldría a plena luz del día- empezó a razonar en voz alta, mientras desviaba la mirada del extraño para ver a la pequeña -¿Dónde están mis modales?- exclamo de repente -tu me saludaste y yo no respondí al saludo- dijo con tono más cordial.
Soy un mero peregrino que viene de Lunargenta después de la guerra, junto a la pequeña soy un exiliado sin hogar, pero a diferencia de la niña quede desfigurado por la guerra- mientras decía esto la niña empezaba a acomodarse para ponerse mas cómoda, el hombre reacciono llevándose un dedo a los labios señalándole al cazador que no hiciera ruido -ahora por favor deje a la pequeña descansar- dijo en voz mas baja -a sido un viaje muy largo y ella está agotada.
El bosque estaba lleno de ruidos, el mercenario era consiente que el bosque estaría repleto de gente investigando lo que paso anoche, trato de alejarse a una distancia prudencial, pero aun así, parecía que uno lo había encontrado, el cuento de un cazador elfo queriendo buscar presas en territorio de su viejo enemigo para ganar dinero no lo convencía para nada.
- Notas:
- Ok, creo que es obvio que tome algunos “jabs” a ciertas asunciones que Inthadir izo al escribir su post, como que Klinge cargaría con su espada desenfundada, al mismo tiempo les debo a ustedes dos una disculpa y una disculpa extra al ya mencionado por otra razón.
Primero, me disculpo por tardar tanto, estaba esperando a Lyath pero al final decidimos que la saltaríamos, segundo me quiero disculpar con Inthadir por no especificar que Klinge no esta vestido, ni lleva las mismas armas, que describen en la ficha, la armadura y el resto de su equipo se perdieron irremediablemente cuando contrajo la maldición del hombre quemado, se derritieron por el fuego de un dragón.
Si, así de intenso fue, ahora mismo Klinge porta como única arma un sable, parecido a los que normalmente se le asocian a los piratas, y por sus “desfiguraciones” este vestido de forma que no se puedan ver sus facciones.
Eso es todo por ahora, de nuevo me disculpo por la demora, también tuve problemas de internet estos últimos días.
Klinge
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Re: El monstruo del bosque rojo [Libre] [Interpretativo] [4/4]
–¿Y ahora a dónde se supone que debo ir? –me pregunté a mí mismo, mirándo hacia todos lados en busca de alguna pista. Presioné mis labios con mi pulgar derecho y sopesé mis opciones. No había ninguna pista sobre el actual paradero del Hombre Calcinado, y los mercenarios que acampaban cerca de los lobos muertos no estaban lo suficientemente sobrios como para darme información confiable.
Solté un largo suspiro, viendo otra vez mi gélido aliento.
Sin nada mejor en mente, decidí escalar uno de los árboles. Podría haber caminado hacia la pequeña colina cercana y ver desde ahí, pero yo no me caracterizaba exactamente por tener sentido común. Escalé con facilidad y agudicé mi mirada.
Árboles por el este, más por el oeste, y muchos más por el norte y sur. Todos eran un obstáculo en mi búsqueda. Y eso era frustrante. ¿Para qué tantos árboles? Deseé que cayera un meteorito y borrara todo el bosque, y que nos dejara vivos solo al Hombre Calcinado y a mí. Aprovechando que estaba con eso de pedir deseos, deseé también que lloviera comida, porque… Bueno, ¿por qué no?
Sacudí mi cabeza para deshacerme de esos pensamientos absurdos.
Entonces noté a un grupo acercarse a mi posición. Eran los mismos sujetos que vi antes de adentrarme en el bosque.
–¿Ya me alcanzaron? Vaya que soy lento –murmuré, y giré la cabeza hacia un lado–. Un momento. –Me concentré en algo que vi entre los árboles, a unos cien metros aproximadamente–. Sí, sin duda alguna eso es… –No tenía ni idea. Me froté los ojos y eché otra mirada–. Sí, tal como lo sospeché desde un principio. –Aún me era difícil saber qué estaba viendo, y eso era gracias a una cosa: los inoportunos árboles–. Espero que algún día talen todos los árboles y dejen este bosque tan plano como el trasero de mi abuela.
Me dejé caer y amortigüé la caída imbuyendo mis piernas con magia. Luego emprendí una carrera hacia donde estaba aquello que vi.
Cuando estaba relativamente cerca, disminuí mi velocidad y continué caminando despacio, intentado no hacer ruido. Por desgracia, el suelo estaba cubierto por hojas, y estas producían su sonido característico cuando las pisaba. Con eso en cuenta preferí solo caminar con normalidad.
Finalmente descubrí que lo que había visto eran dos sujetos y una niña. Uno tenía el rostro vendado y una capa ocultando el resto de su cuerpo. Bastante sospechoso, sin duda. Si él era mi objetivo, el otro podría ser su aliado y la niña un rehén.
Aun así, me acerqué despreocupadamente, ignorando también la posibilidad de que fueran brujos radicales que podrían descubrir que yo era un elfo. Esperaba que mi capucha ayudara a evitar eso último… ¿A quién quería engañar? Mi disfraz era una porquería.
–¿Alguno de ustedes es el famoso “Hombre Calcinado”? –pregunté con un tono neutro y lo suficientemente alto para ser escuchado, pero no tanto como para despertar a la niña. Si ella era como yo, entonces, sin importar las circunstancias, me odiaría de por vida si osaba interrumpir su siesta–. Es que, ya saben, quiero encontrarlo –agregué. Giré la cabeza y miré de reojo el lugar por donde vine. Aparentemente los demás mercenarios no me habían seguido. Volví a mirar al trío–, y eso será difícil porque tengo competencia, así que sería estupendo si uno de ustedes es mi objetivo y me ahorra la búsqueda.
Solté un largo suspiro, viendo otra vez mi gélido aliento.
Sin nada mejor en mente, decidí escalar uno de los árboles. Podría haber caminado hacia la pequeña colina cercana y ver desde ahí, pero yo no me caracterizaba exactamente por tener sentido común. Escalé con facilidad y agudicé mi mirada.
Árboles por el este, más por el oeste, y muchos más por el norte y sur. Todos eran un obstáculo en mi búsqueda. Y eso era frustrante. ¿Para qué tantos árboles? Deseé que cayera un meteorito y borrara todo el bosque, y que nos dejara vivos solo al Hombre Calcinado y a mí. Aprovechando que estaba con eso de pedir deseos, deseé también que lloviera comida, porque… Bueno, ¿por qué no?
Sacudí mi cabeza para deshacerme de esos pensamientos absurdos.
Entonces noté a un grupo acercarse a mi posición. Eran los mismos sujetos que vi antes de adentrarme en el bosque.
–¿Ya me alcanzaron? Vaya que soy lento –murmuré, y giré la cabeza hacia un lado–. Un momento. –Me concentré en algo que vi entre los árboles, a unos cien metros aproximadamente–. Sí, sin duda alguna eso es… –No tenía ni idea. Me froté los ojos y eché otra mirada–. Sí, tal como lo sospeché desde un principio. –Aún me era difícil saber qué estaba viendo, y eso era gracias a una cosa: los inoportunos árboles–. Espero que algún día talen todos los árboles y dejen este bosque tan plano como el trasero de mi abuela.
Me dejé caer y amortigüé la caída imbuyendo mis piernas con magia. Luego emprendí una carrera hacia donde estaba aquello que vi.
Cuando estaba relativamente cerca, disminuí mi velocidad y continué caminando despacio, intentado no hacer ruido. Por desgracia, el suelo estaba cubierto por hojas, y estas producían su sonido característico cuando las pisaba. Con eso en cuenta preferí solo caminar con normalidad.
Finalmente descubrí que lo que había visto eran dos sujetos y una niña. Uno tenía el rostro vendado y una capa ocultando el resto de su cuerpo. Bastante sospechoso, sin duda. Si él era mi objetivo, el otro podría ser su aliado y la niña un rehén.
Aun así, me acerqué despreocupadamente, ignorando también la posibilidad de que fueran brujos radicales que podrían descubrir que yo era un elfo. Esperaba que mi capucha ayudara a evitar eso último… ¿A quién quería engañar? Mi disfraz era una porquería.
–¿Alguno de ustedes es el famoso “Hombre Calcinado”? –pregunté con un tono neutro y lo suficientemente alto para ser escuchado, pero no tanto como para despertar a la niña. Si ella era como yo, entonces, sin importar las circunstancias, me odiaría de por vida si osaba interrumpir su siesta–. Es que, ya saben, quiero encontrarlo –agregué. Giré la cabeza y miré de reojo el lugar por donde vine. Aparentemente los demás mercenarios no me habían seguido. Volví a mirar al trío–, y eso será difícil porque tengo competencia, así que sería estupendo si uno de ustedes es mi objetivo y me ahorra la búsqueda.
(☞゚∀゚)☞ OFFROL ☜(゚∀゚☜)
Tal como se me exige, cada dos turnos lanzaré una runa para ver cuánto avanza mi maldición. Entonces ¡vamos, Tyr, demuéstrame tu amor!Rauko
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Re: El monstruo del bosque rojo [Libre] [Interpretativo] [4/4]
El miembro 'Rauko' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: El monstruo del bosque rojo [Libre] [Interpretativo] [4/4]
-Te ves muy tosco para un elfo, normalmente suelen ser más afeminados-inició el extraño tipo, con voz profunda–¿Cómo sabes que hay sangre en una espada enfundada si ni siquiera puedes ver el filo?-.
Vaya, pese a cortar la frase el maldito entendió que dije "elfo". Aunque me dolió más su comentario, que no por escucharlo constantemente dejó de molestarme. Sí me sorprendió el comentario de la espada:
-Cualquier necio olería la sangre a mil ...-no llegué a terminar pues prosiguió- ¿Dónde están mis modales?- exclamo de repente -tu me saludaste y yo no respondí al saludo- en ese momento guardé mi humilde manazana -¿obsequio?¿ofrenda de paz?- y escuché su presentación.
Ésta me pareció tan falsa como la mía. Para empezar nadie se presenta como "mendigo". Calculé inconscientemente las fuerzas mutuas si llegáramos a una refriega. Esa mole de carne podría resultar peligrosa; desconfiaba.
Escuché pisadas en ese momento y miré en la dirección. Se oía tan lejana que ni llevé mi mano al arco. Era un tipo caminando hacia aquí, por las formas un elfo. Oteé alrededor en busca de emboscados.
-¿Esperas a alguien? ¿Lo conoces? -pero no esperé a ver la contestación del caballero, me retiré unos pasos silenciosamente para tener espacio en caso de problemas- el bosque está plagado de mercenarios que parecen...buscar a alguien.
El tipo se acercó y preguntó descaradamente: ¿Alguno de ustedes es el famoso “Hombre Calcinado”? Es que, ya saben, quiero encontrarlo –agregó. Miró hacia detrás suya y continuó –y eso será difícil porque tengo competencia, así que sería estupendo si uno de ustedes es mi objetivo y me ahorra la búsqueda-.
Maldije para mis adentros; "otro buscavidas, estupendo". Pero pensé que al menos sabría más del tema y podría averiguar si ese malnacido había tenido algo que ver con el ataque a Razalin y los demás.
- Y vos, ¿sois...? pregunté, intentando no mostrar que me preparaba para cualquier problema. En ese momento, me percaté. ¿Cómo podía haber sido tan estúpido? Miré al extraño caballero: él podría ser el hechicero, el tal hombre calcinado. Miré al elfo: en ese caso, tendría que pactar con el extraño.-Hablo por mí, mucho me temo no soy ese tal... Y dudo que preguntando os lo digan, aunque os felicito por las formas...-me preguntaba si en el caso de ser éste el susodicho hombre calcinado podría llegar a un acuerdo con el elfo...en caso, claro, de que pudiéramos noquearle-¿lo buscáis por alguna recompensa, quizás?¿U os atañe razones de sangre?
Según su respuesta podría entender si tenía yo más derecho que él a llevármelo; al fin y al cabo, no sólo lo quería por dinero: sino para evitar otra guerra civil el pueblo de Razalin y Beltretxus...
Vaya, pese a cortar la frase el maldito entendió que dije "elfo". Aunque me dolió más su comentario, que no por escucharlo constantemente dejó de molestarme. Sí me sorprendió el comentario de la espada:
-Cualquier necio olería la sangre a mil ...-no llegué a terminar pues prosiguió- ¿Dónde están mis modales?- exclamo de repente -tu me saludaste y yo no respondí al saludo- en ese momento guardé mi humilde manazana -¿obsequio?¿ofrenda de paz?- y escuché su presentación.
Ésta me pareció tan falsa como la mía. Para empezar nadie se presenta como "mendigo". Calculé inconscientemente las fuerzas mutuas si llegáramos a una refriega. Esa mole de carne podría resultar peligrosa; desconfiaba.
Escuché pisadas en ese momento y miré en la dirección. Se oía tan lejana que ni llevé mi mano al arco. Era un tipo caminando hacia aquí, por las formas un elfo. Oteé alrededor en busca de emboscados.
-¿Esperas a alguien? ¿Lo conoces? -pero no esperé a ver la contestación del caballero, me retiré unos pasos silenciosamente para tener espacio en caso de problemas- el bosque está plagado de mercenarios que parecen...buscar a alguien.
El tipo se acercó y preguntó descaradamente: ¿Alguno de ustedes es el famoso “Hombre Calcinado”? Es que, ya saben, quiero encontrarlo –agregó. Miró hacia detrás suya y continuó –y eso será difícil porque tengo competencia, así que sería estupendo si uno de ustedes es mi objetivo y me ahorra la búsqueda-.
Maldije para mis adentros; "otro buscavidas, estupendo". Pero pensé que al menos sabría más del tema y podría averiguar si ese malnacido había tenido algo que ver con el ataque a Razalin y los demás.
- Y vos, ¿sois...? pregunté, intentando no mostrar que me preparaba para cualquier problema. En ese momento, me percaté. ¿Cómo podía haber sido tan estúpido? Miré al extraño caballero: él podría ser el hechicero, el tal hombre calcinado. Miré al elfo: en ese caso, tendría que pactar con el extraño.-Hablo por mí, mucho me temo no soy ese tal... Y dudo que preguntando os lo digan, aunque os felicito por las formas...-me preguntaba si en el caso de ser éste el susodicho hombre calcinado podría llegar a un acuerdo con el elfo...en caso, claro, de que pudiéramos noquearle-¿lo buscáis por alguna recompensa, quizás?¿U os atañe razones de sangre?
Según su respuesta podría entender si tenía yo más derecho que él a llevármelo; al fin y al cabo, no sólo lo quería por dinero: sino para evitar otra guerra civil el pueblo de Razalin y Beltretxus...
Inthadir
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Re: El monstruo del bosque rojo [Libre] [Interpretativo] [4/4]
Los extraños no dejaban de juntarse en aquel lugar, el hombre decide despertar con dulce empujoncitos a la niña, ya era hora de marcharse de aquel lugar, la mención de mercenarios buscando lo irrito, era increíble como un par de lobos muertos podían llamar tanto la atención de la gente.
El otro encapuchado pregunto descaradamente como si alguien le respondería -¿eres nuevo en el negocio de caza recompensa, o solo imbécil?- pregunto el hombre sin poder ocultar la irritación de su voz, por un breve instante su voz se escuchaba algo… “sobrenatural” -¿y porque buscas a un hombre al que quemaron?- agrego mientras se levantaba del suelo al notar que la niña había despertado y se puso de rodillas fregando sus ojos y soltando un bostezo.
El hombre empezó a observar a sus alrededores y le hecho una rápida mirada a ambos sujetos -si es verdad que en el bosque ahí mercenarios buscando un fugitivo, entonces por la seguridad de la niña conmigo será mejor que nos marchemos- dijo mientras le extendía la mano para ayudarla a levantarse.
La pequeña tomaba la mano del hombre y se escondía debajo de su capa al darse cuenta del par de extraños en el lugar, el sujeto acariciaba la cabeza de la niña con su mano derecha para reconfortarla, para luego dedicarle una mirada al primer sujeto en llegar a la escena -¿Por qué alguien tendría una deuda de sangre con este… “hombre calcinado”?- el hecho de que aquel supuesto elfo mencionara que alguien pudiese tener una venganza en su contra lo hacia sospechar, Klinge seguramente se había hecho varios enemigos, pero el “hombre calcinado” no, de hecho, con su maldición había salvado a muchas personas de ser comida de kraken en alta mar, debió ser algo que hizo al llegar a la isla.
¿Acaso los lobos son sagrados en estos lares? ¿o eran la mascota de alguien? En aquel caso debieron tener a esos pulgosos con correas.
El otro encapuchado pregunto descaradamente como si alguien le respondería -¿eres nuevo en el negocio de caza recompensa, o solo imbécil?- pregunto el hombre sin poder ocultar la irritación de su voz, por un breve instante su voz se escuchaba algo… “sobrenatural” -¿y porque buscas a un hombre al que quemaron?- agrego mientras se levantaba del suelo al notar que la niña había despertado y se puso de rodillas fregando sus ojos y soltando un bostezo.
El hombre empezó a observar a sus alrededores y le hecho una rápida mirada a ambos sujetos -si es verdad que en el bosque ahí mercenarios buscando un fugitivo, entonces por la seguridad de la niña conmigo será mejor que nos marchemos- dijo mientras le extendía la mano para ayudarla a levantarse.
La pequeña tomaba la mano del hombre y se escondía debajo de su capa al darse cuenta del par de extraños en el lugar, el sujeto acariciaba la cabeza de la niña con su mano derecha para reconfortarla, para luego dedicarle una mirada al primer sujeto en llegar a la escena -¿Por qué alguien tendría una deuda de sangre con este… “hombre calcinado”?- el hecho de que aquel supuesto elfo mencionara que alguien pudiese tener una venganza en su contra lo hacia sospechar, Klinge seguramente se había hecho varios enemigos, pero el “hombre calcinado” no, de hecho, con su maldición había salvado a muchas personas de ser comida de kraken en alta mar, debió ser algo que hizo al llegar a la isla.
¿Acaso los lobos son sagrados en estos lares? ¿o eran la mascota de alguien? En aquel caso debieron tener a esos pulgosos con correas.
Klinge
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Re: El monstruo del bosque rojo [Libre] [Interpretativo] [4/4]
Repentinamente, como venía sucediendo cada cierto lapso de tiempo, mi corazón golpeó mi pecho y bombeó sangre fría, sangre que congeló mis venas por un segundo. Al igual que las veces anteriores, mi calor corporal disminuyó. Aun así, ignoré todo eso y seguí centrado en las personas delante a mí.
Como era de esperarse, mis palabras no me llevaron a nada. De hecho, terminé haciendo enojar a uno de los sujetos, al vendando, y su voz sonaba… rara. Tal vez me hubiera dado escalofríos escucharlo si no fuera por mi maldición.
Ignorando también esos detalles, me encogí de hombros y respondí, con calma:
–Ambas cosas. –Escuché su siguiente pregunta y luego dije–: Tengo bastante tiempo libre. –Miré al otro sujeto–. Oh, sí, soy… Espera que recuerde la identidad falsa que inventé esta mañana. –Presioné mis labios con el pulgar derecho, pensativo, después chasqueé los dedos–. Ya. Soy Igor Dito, un joven guerrero poco experimentado en busca de aventuras.
Sin poder evitarlo miré a la niña, quien estaba despertándose. Tuve varias preguntas sobre ella, sobre el sujeto vendado y sobre qué tipo de relación tendrían ambos. Era difícil sospechar de él si la pequeña era tan dócil con este. Ella opacaba cualquier pista que indicara que él era el temible Hombre Calcinado.
No obstante, su apariencia seguía siendo bastante sospechosa. Además, si el temible personaje de fuego de los rumores era falso, todavía estaba la posibilidad de que fueran tensáis de fuego los responsables de los últimos incidentes, tensáis que podrían ser los dos hombres con quienes hablaba ahora.
El otro sujeto preguntó sobre mi razón para perseguir al Hombre Calcinado. Eso me hizo considerar otra posibilidad. Puede que él fuera simplemente un cazarrecompensas más. Siendo así, ¿me veía como a un rival o un potencial aliado? De cualquier manera, yo no creía necesitar aliados, pero si decidía ayudarme, no lo detendría.
–¿Recompensa? ¿Razones de sangre? Nada de eso –aclaré–. Yo, como alguien que está, por algún motivo que desconozco, siendo transformado poco a poco en una criatura fría, insensible y... azul, fui atraído por la idea de enfrentarme a un hombre de fuego, una entidad que representa lo contrario a aquello en lo que me estoy convirtiendo. Y si eliminarlo significa acabar con las historias de animales quemados y huertos hechos cenizas, pues mejor para todos si lo elimino, ¿no?
Como era de esperarse, mis palabras no me llevaron a nada. De hecho, terminé haciendo enojar a uno de los sujetos, al vendando, y su voz sonaba… rara. Tal vez me hubiera dado escalofríos escucharlo si no fuera por mi maldición.
Ignorando también esos detalles, me encogí de hombros y respondí, con calma:
–Ambas cosas. –Escuché su siguiente pregunta y luego dije–: Tengo bastante tiempo libre. –Miré al otro sujeto–. Oh, sí, soy… Espera que recuerde la identidad falsa que inventé esta mañana. –Presioné mis labios con el pulgar derecho, pensativo, después chasqueé los dedos–. Ya. Soy Igor Dito, un joven guerrero poco experimentado en busca de aventuras.
Sin poder evitarlo miré a la niña, quien estaba despertándose. Tuve varias preguntas sobre ella, sobre el sujeto vendado y sobre qué tipo de relación tendrían ambos. Era difícil sospechar de él si la pequeña era tan dócil con este. Ella opacaba cualquier pista que indicara que él era el temible Hombre Calcinado.
No obstante, su apariencia seguía siendo bastante sospechosa. Además, si el temible personaje de fuego de los rumores era falso, todavía estaba la posibilidad de que fueran tensáis de fuego los responsables de los últimos incidentes, tensáis que podrían ser los dos hombres con quienes hablaba ahora.
El otro sujeto preguntó sobre mi razón para perseguir al Hombre Calcinado. Eso me hizo considerar otra posibilidad. Puede que él fuera simplemente un cazarrecompensas más. Siendo así, ¿me veía como a un rival o un potencial aliado? De cualquier manera, yo no creía necesitar aliados, pero si decidía ayudarme, no lo detendría.
–¿Recompensa? ¿Razones de sangre? Nada de eso –aclaré–. Yo, como alguien que está, por algún motivo que desconozco, siendo transformado poco a poco en una criatura fría, insensible y... azul, fui atraído por la idea de enfrentarme a un hombre de fuego, una entidad que representa lo contrario a aquello en lo que me estoy convirtiendo. Y si eliminarlo significa acabar con las historias de animales quemados y huertos hechos cenizas, pues mejor para todos si lo elimino, ¿no?
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Mi maldición avanzó 2 puntos =(Por cierto, el color de mi voz se volverá más azul cielo a medida que avance mi maldición (capricho mío y nada más). Si quieren agregar que mi voz les suena diferente o algo así, son libres de hacerlo o no hacerlo.
Rauko
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Re: El monstruo del bosque rojo [Libre] [Interpretativo] [4/4]
Dí un respingo al percibir la voz del sujeto acristalarse de repente. Decidí mantener las distancias.Tras las palabras del tal, ambos me miraron. No supe identificar si uno quería que confirmase la historia del otro y viceversa, o si habían concluído de alguna forma que era mi turno para la presentación. Opté por lo segundo, por lo que pudiera pasar...
-Bueno, "Dito", para semejante personaje no hacía falta recordar mucho, ¿no? Pues yo no podría mentir aunque quisiera, se me conoce bastante en la isla de enfrente. Soy Inthádir, cazador mercenario. El supuesto "calcinado" ha causado problemas a los magos, quienes los han causado a "mis piratas", lo cual es malo para el negocio. Necesito saber qué ha pasado aquí y por qué para evitar que vuelvan a matarse entre ellos como antaño...y de paso, cobrar mis trabajos atrasados. -satisfecho con mi respuesta, agarré la manzana que no me habia aceptado y le dí un mordisco- propongo que nos movamos antes de que vengan más desocupados. ¿Tenéis que recoger algo?
-Bueno, "Dito", para semejante personaje no hacía falta recordar mucho, ¿no? Pues yo no podría mentir aunque quisiera, se me conoce bastante en la isla de enfrente. Soy Inthádir, cazador mercenario. El supuesto "calcinado" ha causado problemas a los magos, quienes los han causado a "mis piratas", lo cual es malo para el negocio. Necesito saber qué ha pasado aquí y por qué para evitar que vuelvan a matarse entre ellos como antaño...y de paso, cobrar mis trabajos atrasados. -satisfecho con mi respuesta, agarré la manzana que no me habia aceptado y le dí un mordisco- propongo que nos movamos antes de que vengan más desocupados. ¿Tenéis que recoger algo?
Inthadir
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Re: El monstruo del bosque rojo [Libre] [Interpretativo] [4/4]
Uno maldito por el fuego y otro maldito por el hielo, a los dioses les encantan las ironías, pero a Klinge no le interesaba compartir sus desventuras con otro maldito, y el otro elfo hablaba de tensiones entre piratas y brujos, lo que sonaba como algo que no era para nada su asunto.
No me interesa que vayan a hacer ustedes, pero yo tengo un destino en mi viaje que pienso alcanzar.- decía el hombre mientras tomaba a la pequeña de la mano y empezaba a caminar con dirección a lo profundo del bosque, mientras, en la distancia se escuchaban los ruidos provocados por los otros caza recompensas.
El bosque era distinto a los del continente principal, había mucha luz solar, gracias al hecho de que los arboles estaban bastante separados entre sí, cosa que el guerrero agradecía, pues le permitía orientarse sin tener que moverse por los caminos principales, aunque se mantenía relativamente cerca de los caminos para no tentar su suerte a perderse.
Pero, en serio…- dijo mientras seguía caminando, ahora cargando a Skady sobre sus hombros -¿tanto problema por un par de lobos muertos?- bufo irritado, parecía que no tendría un momento de tranquilidad en su vida desde que se vio forzado a tomar a la niña bajo su cuidado.
De pronto el chillido del águila que solo él podía escuchar volvía a tocar sus oídos desde los altos cielos -lo que me faltaba…- suspiro resignado el joven, lo único que podría arruinar su mañana en ese momento es encontrarse con los mercenarios que lo andan buscando, o que el par de raros de antes decidieran seguirlo; eso sí le haría el día.
Skady se inclinaba para ver a su guardián a la cara con una expresión preocupada -nah, no es tu culpa, esos lobos nos atacaron a nosotros- le decía este sonriendo por debajo de las vendas, se le hacía raro lo fácil que le empezaba a resultar fácil entender lo que intentaba comunicarle la niña sin hablar -estaremos bien- le reafirmaba mientras volvía a centrar su mirada delante suyo, el no tenia el lujo de morir, o dejarse agarrar por nadie hasta poder pagar la deuda de sangre de la infante.
No me interesa que vayan a hacer ustedes, pero yo tengo un destino en mi viaje que pienso alcanzar.- decía el hombre mientras tomaba a la pequeña de la mano y empezaba a caminar con dirección a lo profundo del bosque, mientras, en la distancia se escuchaban los ruidos provocados por los otros caza recompensas.
El bosque era distinto a los del continente principal, había mucha luz solar, gracias al hecho de que los arboles estaban bastante separados entre sí, cosa que el guerrero agradecía, pues le permitía orientarse sin tener que moverse por los caminos principales, aunque se mantenía relativamente cerca de los caminos para no tentar su suerte a perderse.
Pero, en serio…- dijo mientras seguía caminando, ahora cargando a Skady sobre sus hombros -¿tanto problema por un par de lobos muertos?- bufo irritado, parecía que no tendría un momento de tranquilidad en su vida desde que se vio forzado a tomar a la niña bajo su cuidado.
De pronto el chillido del águila que solo él podía escuchar volvía a tocar sus oídos desde los altos cielos -lo que me faltaba…- suspiro resignado el joven, lo único que podría arruinar su mañana en ese momento es encontrarse con los mercenarios que lo andan buscando, o que el par de raros de antes decidieran seguirlo; eso sí le haría el día.
Skady se inclinaba para ver a su guardián a la cara con una expresión preocupada -nah, no es tu culpa, esos lobos nos atacaron a nosotros- le decía este sonriendo por debajo de las vendas, se le hacía raro lo fácil que le empezaba a resultar fácil entender lo que intentaba comunicarle la niña sin hablar -estaremos bien- le reafirmaba mientras volvía a centrar su mirada delante suyo, el no tenia el lujo de morir, o dejarse agarrar por nadie hasta poder pagar la deuda de sangre de la infante.
Klinge
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Re: El monstruo del bosque rojo [Libre] [Interpretativo] [4/4]
Uno de los sujetos, tras mi disparatada presentación, procedió a presentarse como Inthándir, un cazador mercenario supuestamente famoso en una isla cercana. Yo jamás había escuchado antes de él, pero eso es normal dado que yo no solía quedarme mucho tiempo en aquellas tierras.
También dijo algo sobre un conflicto entre magos y piratas. Reconocí que él tenía un mejor motivo que yo para encontrar al Hombre Calcinado. Antes, tal vez, si no tenía pereza, lo hubiera ayudado para evitar el conflicto del que hablaba y, de ese modo, evitar muertes innecesarias que me harían sentir culpable. Ahora, sin embargo, pensé en ayudarlo simplemente para mantener una de las pocas cosas que aún quedaban del antiguo yo: mis ideales de justicia.
–Ayudar solo porque es lo correcto y no porque sea un deseo altruista que nazca de mí… Si mi poco heroísmo se ha convertido en una hipocresía, ¿qué clase de persona seré cuando mi maldición avance más? –me pregunté interiormente.
El otro sujeto habló, logrando sacarme de mi ensimismamiento. Ya no me preocupó más la duda existencial. Tras indicarnos que seguiría con su viaje, procedió a marcharse junto a la niña.
Entorné los ojos mientras lo veía alejarse. Seguía sospechando de él, y lo seguiría haciendo hasta que no viera las facciones de su rostro o mostrase habilidades ajenas al fuego.
Entonces recordé la presencia de Inthádir. Caminando relajadamente y sin mostrar ningún tipo de hostilidad, me acerqué a este.
–Hey, dado que tenemos un objetivo en común, ¿te gustaría cooperar? –le pregunté. Miré hacia los lados antes de susurrarle–: Ese extraño –señalé con el pulgar al vendado– podría ser el que buscamos. Si es como dicen los rumores, es lógico que oculte su apariencia bajo esas ropas… Esta es nuestra mejor oportunidad para evitar desastres futuros. Intentaré distraerlo y tú lo noqueas, ¿vale?
Y eso sería problemático si la persona en cuestión resultaba ser inocente, pero no me importaba eso y tampoco si el plan era bueno o no.
–Oye –llamé al vendado mientras aceleraba el paso para colocarme a su lado, manteniendo mis manos en la nuca–, aunque parece que sabes defenderte, sería muy desafortunado para… cierta personita si se topan con el Hombre Calcinado. Así que, dado que vamos hacia la misma dirección, te ofreceré compañía por el momento. –Saqué una biusa de mi pequeño morral en mi cintura; la biusa era verde, semitransparente y tenía la forma de una manzana–. ¿Alguien quiere una biusa? Tiene el sabor que uno desee, ¿saben? –Y la hice girar sobre la punta de mi dedo índice.
También dijo algo sobre un conflicto entre magos y piratas. Reconocí que él tenía un mejor motivo que yo para encontrar al Hombre Calcinado. Antes, tal vez, si no tenía pereza, lo hubiera ayudado para evitar el conflicto del que hablaba y, de ese modo, evitar muertes innecesarias que me harían sentir culpable. Ahora, sin embargo, pensé en ayudarlo simplemente para mantener una de las pocas cosas que aún quedaban del antiguo yo: mis ideales de justicia.
–Ayudar solo porque es lo correcto y no porque sea un deseo altruista que nazca de mí… Si mi poco heroísmo se ha convertido en una hipocresía, ¿qué clase de persona seré cuando mi maldición avance más? –me pregunté interiormente.
El otro sujeto habló, logrando sacarme de mi ensimismamiento. Ya no me preocupó más la duda existencial. Tras indicarnos que seguiría con su viaje, procedió a marcharse junto a la niña.
Entorné los ojos mientras lo veía alejarse. Seguía sospechando de él, y lo seguiría haciendo hasta que no viera las facciones de su rostro o mostrase habilidades ajenas al fuego.
Entonces recordé la presencia de Inthádir. Caminando relajadamente y sin mostrar ningún tipo de hostilidad, me acerqué a este.
–Hey, dado que tenemos un objetivo en común, ¿te gustaría cooperar? –le pregunté. Miré hacia los lados antes de susurrarle–: Ese extraño –señalé con el pulgar al vendado– podría ser el que buscamos. Si es como dicen los rumores, es lógico que oculte su apariencia bajo esas ropas… Esta es nuestra mejor oportunidad para evitar desastres futuros. Intentaré distraerlo y tú lo noqueas, ¿vale?
Y eso sería problemático si la persona en cuestión resultaba ser inocente, pero no me importaba eso y tampoco si el plan era bueno o no.
–Oye –llamé al vendado mientras aceleraba el paso para colocarme a su lado, manteniendo mis manos en la nuca–, aunque parece que sabes defenderte, sería muy desafortunado para… cierta personita si se topan con el Hombre Calcinado. Así que, dado que vamos hacia la misma dirección, te ofreceré compañía por el momento. –Saqué una biusa de mi pequeño morral en mi cintura; la biusa era verde, semitransparente y tenía la forma de una manzana–. ¿Alguien quiere una biusa? Tiene el sabor que uno desee, ¿saben? –Y la hice girar sobre la punta de mi dedo índice.
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Por si no saben lo que es una biusa, aquí un bonito enlace con suficiente información: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]Última edición por Rauko el Mar 23 Abr - 18:10, editado 1 vez (Razón : Offrol añadido)
Rauko
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Re: El monstruo del bosque rojo [Libre] [Interpretativo] [4/4]
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Re: El monstruo del bosque rojo [Libre] [Interpretativo] [4/4]
TEMA CERRADO
*El tema ha sido cerrado a petición de Klinge. Al no haber alcanzado el mínimo de rondas, no se repartirán puntos de experiencia.
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