Un regreso de lo más inesperado {Matthew Owens - Eyre} {3/3} {Desafío de Yule} {Cerrado}
Página 1 de 1. • Comparte
Un regreso de lo más inesperado {Matthew Owens - Eyre} {3/3} {Desafío de Yule} {Cerrado}
Los últimos meses habían sido de lo más moviditos, pues el brujo no había tenido tiempo de permanecer mucho tiempo en ninguna parte. Un día podía estar en Lunargenta para ayudar a la reconquista de la ciudad, semanas después en Dundarak siendo recibido como un héroe en su llegada junto al ejército del rey dragón, o simplemente en la torre de la Logia asistiendo al nombramiento de una nueva gran encantadora.
Por esa razón, para Vinc ya no era extraño encontrarse pisando tierra de brujos en esta ocasión, incluso pese a que semanas atrás, su cuerpo y mente se encontraran en el reino del dragón, en vez de allí. Hacía muchos años que se había acostumbrado a su vida errante, y aunque los últimos meses se había vuelto una total locura, no le habían afectado en demasía.
Era normal para cualquiera sentirse abrumado con tantas situaciones dispares vividas en un periodo tan corto, más no era su caso. Por supuesto, un vaivén de emociones se agolpaba en su cabeza y en el interior de su pecho con cada nueva aventura, como pasaría con cualquier persona, pero, quizás porque estaba más que acostumbrado a viajar y vivir aventuras, acaso porque no había tenido demasiado tiempo para pensar en ello, o tal vez porque en todo este tiempo casi no había tenido un momento a solas, para estar consigo mismo y conversar en intimidad con su propia conciencia, la realidad es que el mercenario no se había sentido fatigado ni agobiado por la responsabilidad de participar en tantos sucesos de la historia reciente. Al menos así lo había sido hasta ahora.
Por primera vez, en mucho tiempo había viajado solo. Sin amigos, sin pareja, sin la compañía de la soldadesca del norte. En su travesía en barco en dirección a Beltrexus había podido estar a solas en su camarote y pensar sobre todo lo que había vivido en los últimos meses. No obstante, decir que poder pensar sobre sus aventuras, le habían puesto sobre los hombros la carga de todas esas emociones que no había tenido tiempo de asimilar en su momento, era del todo mentira.
Si esa hubiese sido la razón, hubiera sentido tal carga mientras viajaba a su archipiélago natal, y no ahora, cuando contemplaba la figura del castillo ante sus ojos. No ahora, cuando la sombra de la Academia de magia se cernía sobre él, y su figura tallada en piedra se reflejaba en sus ojos, con toda la imponencia de su altura, con toda la solemnidad de sus recuerdos inherentes a la escuela.
- ¿Cuántos años han pasado? - se preguntó a sí mismo, sin poder apartar la mirada del castillo.
- Interesante pregunta, aunque imposible de responder sin saber a qué se refiere-, se escuchó decir a una voz femenina.
Vincent recuperó la compostura al escuchar la voz, recordando el lugar en el que se encontraba, o mejor dicho, en el año en el que estaba. Esa chica le había devuelto a la realidad, y le hizo darse cuenta que no era momento de quedarse como un pasmarote mirando un edificio, mientras rememoraba viejas historias de su niñez, adolescencia y juventud.
- ¿Eh? Ah no, sólo…-, comentó como saludo. - Da igual, supongo que parecía un idiota que jamás hubiera visto un castillo en su vida. Sólo estaba recordando antiguas historias de mi pasado-, respondió animado y ya totalmente centrado en el presente.
- Ah, que interesante. ¿Es usted un viejo alumno por casualidad?
- Pues lo cierto es que…
- ¡Oh! ¡No me diga que es Vincent Calhoun! Justo estaba aquí esperando su llegada.
- ¿En serio? No sabía que me hubiera vuelto famoso.
- ¡Y no lo ha hecho! -, rió. - Pero recibimos la visita de James, avisándonos de su llegada a la ciudad, y el profesor me mandó a esperarlo en la entrada de la Academia.
- Vaya, ni en el norte con los rectos dragones me habían bajado de las nubes con tamaña sinceridad-, respondió, pues eso sí que había sido un golpe de dura realidad en todo su nonato ego.
De todos modos le había respondido sin acritud, sólo intrigado al conocer a una persona que no le importaba decir lo que pensaba en todo momento. En cualquier caso, la chica lo miró como si no supiera a qué se refería y pasados unos instantes le hizo un gesto con el brazo y comenzó a andar.
- Acompáñeme. El profesor Filius ya debe tener todo preparado para la conferencia. Se emocionó mucho cuando James le enseñó tu carta de llegada, y juntos están armando una buena en uno de los salones-, comentó, con una sonrisa de par en par dibujada en el rostro. Se notaba que estaba muy emocionada.
- ¿Conferencia? ¿Qué conferencia? - preguntó confuso, pero avanzando para ponerse a su lado y caminar junto a ella.
- Pues la que va a dar sobre arcanos. ¿No lo sabía? Pensaba que ya se lo había dicho. Cada día me vuelto más despistada-, dijo la chica, eso último a sí misma, antes de reír de nuevo negando con la cabeza.
- No, recordaría que me hubiera comentado tal cosa. Es más, maldita sea, recordaría que alguien me hubiera comentado tal cosa-, respondió, recalcando alguien, pues su antiguo profesor, James, le había enviado una carta para que regresa a la Academia de magia, sin embargo, en ningún momento le había sugerido que dar una conferencia fuera el motivo.
Es más, Vinc había pensado que el profesor necesitaba algo de él, o sólo quería volver a ver a un viejo amigo, ya que la carta no había podido ser de lo más informal. Pero “por algo de él” había pensado en un contrato de mercenario, pues James conocía a lo que se dedicaba.
- Tranquilo, no se ponga nervioso. Seguro que lo hará muy bien-, dijo la joven, sin perder esa sonrisa que parecía que nunca se borraba de su rostro.
Vincent, por su parte, respondió con un movimiento afirmativo de su testa, y se acomodó mejor la correa del morral que pendía de su hombro.
- Maldición, ahora entiendo por qué James me citó en la Academia, y no en su casa-, comentó, más para sí mismo que para su alegre acompañante.
Una conferencia. Esa sí que era buena. Cómo si no estuviera un tanto nervioso por regresar a la escuela de magia donde tantos años pasara, ahora además tendría que hablar en público.
Diablos. Casi preferiría luchar contra un ejército de berserkers puestos hasta el culo de sestas alucinógenas, que dar aquella conferencia. Sin embargo, no podía echarse atrás. En esos instantes, mientras cruzaba el umbral del portón de entrada al castillo, el zorro de James estaba preparando uno de los salones de actos junto a Filius, y con toda seguridad, también pregonaba entre el alumnado la posibilidad de asistir a este.
Perro traidor. El viejo James le había tendido una buena trampa. Tenía que reconocerle el mérito. Pero ya vería el alquimista, ya vería, cuando le echase el guante encima…
Por esa razón, para Vinc ya no era extraño encontrarse pisando tierra de brujos en esta ocasión, incluso pese a que semanas atrás, su cuerpo y mente se encontraran en el reino del dragón, en vez de allí. Hacía muchos años que se había acostumbrado a su vida errante, y aunque los últimos meses se había vuelto una total locura, no le habían afectado en demasía.
Era normal para cualquiera sentirse abrumado con tantas situaciones dispares vividas en un periodo tan corto, más no era su caso. Por supuesto, un vaivén de emociones se agolpaba en su cabeza y en el interior de su pecho con cada nueva aventura, como pasaría con cualquier persona, pero, quizás porque estaba más que acostumbrado a viajar y vivir aventuras, acaso porque no había tenido demasiado tiempo para pensar en ello, o tal vez porque en todo este tiempo casi no había tenido un momento a solas, para estar consigo mismo y conversar en intimidad con su propia conciencia, la realidad es que el mercenario no se había sentido fatigado ni agobiado por la responsabilidad de participar en tantos sucesos de la historia reciente. Al menos así lo había sido hasta ahora.
Por primera vez, en mucho tiempo había viajado solo. Sin amigos, sin pareja, sin la compañía de la soldadesca del norte. En su travesía en barco en dirección a Beltrexus había podido estar a solas en su camarote y pensar sobre todo lo que había vivido en los últimos meses. No obstante, decir que poder pensar sobre sus aventuras, le habían puesto sobre los hombros la carga de todas esas emociones que no había tenido tiempo de asimilar en su momento, era del todo mentira.
Si esa hubiese sido la razón, hubiera sentido tal carga mientras viajaba a su archipiélago natal, y no ahora, cuando contemplaba la figura del castillo ante sus ojos. No ahora, cuando la sombra de la Academia de magia se cernía sobre él, y su figura tallada en piedra se reflejaba en sus ojos, con toda la imponencia de su altura, con toda la solemnidad de sus recuerdos inherentes a la escuela.
- ¿Cuántos años han pasado? - se preguntó a sí mismo, sin poder apartar la mirada del castillo.
- Interesante pregunta, aunque imposible de responder sin saber a qué se refiere-, se escuchó decir a una voz femenina.
Vincent recuperó la compostura al escuchar la voz, recordando el lugar en el que se encontraba, o mejor dicho, en el año en el que estaba. Esa chica le había devuelto a la realidad, y le hizo darse cuenta que no era momento de quedarse como un pasmarote mirando un edificio, mientras rememoraba viejas historias de su niñez, adolescencia y juventud.
- ¿Eh? Ah no, sólo…-, comentó como saludo. - Da igual, supongo que parecía un idiota que jamás hubiera visto un castillo en su vida. Sólo estaba recordando antiguas historias de mi pasado-, respondió animado y ya totalmente centrado en el presente.
- Ah, que interesante. ¿Es usted un viejo alumno por casualidad?
- Pues lo cierto es que…
- ¡Oh! ¡No me diga que es Vincent Calhoun! Justo estaba aquí esperando su llegada.
- ¿En serio? No sabía que me hubiera vuelto famoso.
- ¡Y no lo ha hecho! -, rió. - Pero recibimos la visita de James, avisándonos de su llegada a la ciudad, y el profesor me mandó a esperarlo en la entrada de la Academia.
- Vaya, ni en el norte con los rectos dragones me habían bajado de las nubes con tamaña sinceridad-, respondió, pues eso sí que había sido un golpe de dura realidad en todo su nonato ego.
De todos modos le había respondido sin acritud, sólo intrigado al conocer a una persona que no le importaba decir lo que pensaba en todo momento. En cualquier caso, la chica lo miró como si no supiera a qué se refería y pasados unos instantes le hizo un gesto con el brazo y comenzó a andar.
- Acompáñeme. El profesor Filius ya debe tener todo preparado para la conferencia. Se emocionó mucho cuando James le enseñó tu carta de llegada, y juntos están armando una buena en uno de los salones-, comentó, con una sonrisa de par en par dibujada en el rostro. Se notaba que estaba muy emocionada.
- ¿Conferencia? ¿Qué conferencia? - preguntó confuso, pero avanzando para ponerse a su lado y caminar junto a ella.
- Pues la que va a dar sobre arcanos. ¿No lo sabía? Pensaba que ya se lo había dicho. Cada día me vuelto más despistada-, dijo la chica, eso último a sí misma, antes de reír de nuevo negando con la cabeza.
- No, recordaría que me hubiera comentado tal cosa. Es más, maldita sea, recordaría que alguien me hubiera comentado tal cosa-, respondió, recalcando alguien, pues su antiguo profesor, James, le había enviado una carta para que regresa a la Academia de magia, sin embargo, en ningún momento le había sugerido que dar una conferencia fuera el motivo.
Es más, Vinc había pensado que el profesor necesitaba algo de él, o sólo quería volver a ver a un viejo amigo, ya que la carta no había podido ser de lo más informal. Pero “por algo de él” había pensado en un contrato de mercenario, pues James conocía a lo que se dedicaba.
- Tranquilo, no se ponga nervioso. Seguro que lo hará muy bien-, dijo la joven, sin perder esa sonrisa que parecía que nunca se borraba de su rostro.
Vincent, por su parte, respondió con un movimiento afirmativo de su testa, y se acomodó mejor la correa del morral que pendía de su hombro.
- Maldición, ahora entiendo por qué James me citó en la Academia, y no en su casa-, comentó, más para sí mismo que para su alegre acompañante.
Una conferencia. Esa sí que era buena. Cómo si no estuviera un tanto nervioso por regresar a la escuela de magia donde tantos años pasara, ahora además tendría que hablar en público.
Diablos. Casi preferiría luchar contra un ejército de berserkers puestos hasta el culo de sestas alucinógenas, que dar aquella conferencia. Sin embargo, no podía echarse atrás. En esos instantes, mientras cruzaba el umbral del portón de entrada al castillo, el zorro de James estaba preparando uno de los salones de actos junto a Filius, y con toda seguridad, también pregonaba entre el alumnado la posibilidad de asistir a este.
Perro traidor. El viejo James le había tendido una buena trampa. Tenía que reconocerle el mérito. Pero ya vería el alquimista, ya vería, cuando le echase el guante encima…
Última edición por Vincent Calhoun el Mar Jun 04 2019, 00:55, editado 1 vez
Vincent Calhoun
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 975
Nivel de PJ : : 9
Re: Un regreso de lo más inesperado {Matthew Owens - Eyre} {3/3} {Desafío de Yule} {Cerrado}
-¡Esto es increíble! ¡IN-CRE-Í-BLE, MATT-...! No, Matthew no, ¡ya ni siquiera sé cómo demonios llamarte! ¿¡Giorgio Buchón!?
El periódico arrugado en forma de pelota voló hacia el humano a modo de proyectil. Había tolerado muchas cosas de ese hombre: Los coqueteos con cada fémina que se cruzaba en su camino, las noches en vela sin saber dónde diablos estaba, los sustos, los secretos, las historias de un pasado que jamás conocería... Pero soportar que le mintiera era sencillamente inadmisible. Luego de asimilar lo que había leído en ese periódico, no tardó más de diez minutos en reunir sus pertenencias y meterlas en las alforjas del caballo, incapaz de permanecer más tiempo allí, en ese nido de mentiras, en la casa donde había suspirado una y otra vez un nombre que resultaba no pertenecer al hombre que, hasta ese instante de quiebre, amaba con devoción.
Ahora, con un pie en el suelo y el otro listo para subirse al corcel, señalaba al humano con un dedo acusatorio y, con ojos encendidos de cólera, seguía despotricando:
-Dejé todo atrás para venir a tu lado, ¡al lado de un impostor! -Las piedrecillas a sus pies temblaban y se levantaban a varios centímetros del suelo; pocas veces Eyre había experimentado tal combinación de decepción y enfado, y temía que, si no se largaba pronto de allí, “Giorgio Buchón” perdería lo único que parecía ser realmente suyo de nacimiento: ese bello rostro libre de cicatrices e imperfecciones- ¡No quiero oírte! -le cortó- ¡Me voy! ¡¡Quédate solo con tus mentiras!! ¡ADIÓS!
__________________________
-Toma, mi niña... -Susurró la anciana mientras le acariciaba dulcemente la cabeza y dejaba frente a sus ojos una tacita llena hasta el borde- un té para los nervios.
Lo mejor de volver a casa era, sin duda, la confortable presencia de su nana. En un año y medio de ausencia la mujer había envejecido bastante, sin embargo su carácter seguía siendo el mismo que recordaba de cuando era pequeña: dulce, alegre y tranquilizador. Aún así, su educación primaba por sobre el afecto y, pese a que se notaba que quería saber, se abstenía de preguntar el por qué del mal humor de la jovencita. Su madre y su padre, contrario a lo que la bruja esperaba, tampoco habían intentado interrogarla dado que, tras su último encuentro, tenían bastante claro que Eyre ya no deseaba ser tratada como una niña y no hablaría sino hasta cuando sintiese que era el momento adecuado.
Y, a decir verdad, no sabía si dicho momento llegaría. Pese a su decepción y a su enojo, no quería despotricar contra Matthew (o como fuera que se llamase) frente a su familia, pues, de conocer la historia, el enfado de sus padres sería irreversible y jamás la dejarían volver junto a él, un hombre que no parecía tener límites a la hora de embaucar a las personas. ¿Acababa de irse y ya estaba pensando en eso? ¿Acaso tenía ganas de volver? Aún... aún no lo sabía. Hundió el rostro entre las manos y suspiró. Claro que tenía ganas. Pero no así. No con tantas mentiras, no con semejante incertidumbre. Todo era... tan confuso. Si decía amarla, ¿por qué le ocultaba tantas cosas? Miró hacia arriba con el ceño fruncido y los ojos empañados. ¿Por qué ellos no le habían advertido al respecto?
-Nana... -Llamó con un hilo de voz mientras intentaba sobreponerse al nudo que le apretaba la garganta- ...¿Por qué los dioses nunca me avisan las cosas más importantes?
Hubo silencio. A sus espaldas, la anciana se secaba las manos en el delantal y entornaba los ojos hacia el suelo, meditabunda.
-Los dioses obran de maneras misteriosas, maneras que los mortales no solemos comprender. Pero estoy segura, mi pequeña -añadió mientras dejaba junto a ella el bolso que debía llevar al Hekshold- de que ellos saben que tú tienes la capacidad de entenderlos. -La tomó suavemente del mentón para instarla a encontrar sus miradas y sonrió- De lo contrario no se molestarían en hablarte, ¿verdad?
La jovencita rodeó la cintura de su nana y descansó el rostro en su barriga durante reconfortantes segundos mientras, acongojada, intentaba creerse lo que acababa de oír. Quizás los dioses simplemente no se entrometían en asuntos tan mundanos y aburridos como tontas peleas de pareja. Fuera como fuera, ya se le hacía tarde. Se terminó el té, tomó sus cosas y se despidió de la anciana besándola en la mejilla.
Lo segundo mejor de volver a las islas era que podía ir a la Academia Hekshold para, al menos durante un rato, alejar su mente de los problemas que la aquejaban. Y ese día sería interesante, puesto que habían avisado al alumnado que habría una conferencia sobre arcanos, tema que la joven encontraba sumamente interesante.
Eyre
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 188
Nivel de PJ : : 1
Re: Un regreso de lo más inesperado {Matthew Owens - Eyre} {3/3} {Desafío de Yule} {Cerrado}
Que bello era regresar al hogar luego de un arduo día de trabajo. Ahora que la construcción había terminado, tenían un bonito jardín en la parte de adelante, un amarradero para los caballos y hasta una pajarera. Sí, parecía ser una residencia de cuentos de hadas, esas en las que los matrimonios eran felices y nunca se peleaban, a Matthew le gustaba el contraste entre eso y el descontrol absoluto que era la ciudad...
Aunque parecía ser que de alguna manera el caos siempre lograba seguirlo.
Una bola de papel fue el recibimiento que tuvo Owens en cuanto cruzó la puerta, eso y gritos, MUCHOS gritos. El Humano no terminaba de entender de qué hablaba Eyre, así que mientras la muchacha iba de un lado a otro buscando sus cosas para guardarlas en la valija, con mucha paciencia el moreno deshizo el bollo de papel e hizo una lectura rápida. A medida que leía su expresión cambiaba a una de asombro, luego de enojo y finalmente de preocupación.
-Eyre, sé que siempre te digo esto, pero está vez es verdad: Puedo explicarlo - Se apartó del camino de la joven mientras pasaba con su valija por el pasillo para irse - Lo digo en serio, esto no es... - Al ver que las piedras alrededor de Eyre comenzaban a flotar cerró la boca, pero en seguida la abrió de nuevo para intentar justificarse - ... - Los gritos de la Hechicera no le permitieron comenzar réplica alguna, solo pudo quedarse allí parado mientras su querida Eyre se subía al caballo y se marchaba.
El estafador volvió derrotado dentro de la casa, se tiró en el sofá y volvió a leer el diario “¿Giorgio Buchón? ¿Que mierda de nombre es ese, Thaiss?” pensó el Humano indignado “Al menos podrías haber pensado uno más bonito” pasó a la siguiente página y su indignación fue en aumento. “¡¡No todo eso es cierto!!”, lo tiró al piso y se agarró la cabeza, intentando pensar.
Esa misma tarde le encargó a Helena que asesinara a Thaiss, con esa simple acción ya se sintió ligeramente aliviado. Pero el asunto de Eyre no sería tan sencillo de solucionar, ir hasta la casa de sus padres rogando perdón no parecía ser una buena opción, de esa manera perdería el poco respeto que se había ganado frente a los hechiceros. Pasaron un par de días y Matt aún no llegaba a una solución que le convenciera, finalmente la respuesta a sus problemas llegó en forma de carta.
Aparentemente iba a haber una conferencia sobre arcanos. El moreno no tenía la menor idea de qué era eso, ni tampoco le interesaba, pero era la excusa perfecta para ir a Beltrexus, y una vez allí podría encontrarse con Eyre sin la necesidad de parecer un penitente.
Con los ánimos renovados, Matthew arregló todos los detalles para su partida, y ese mismo día salió hacia la isla de los Hechiceros.
Casi había logrado olvidar lo mucho que detestaba ese sitio, no por el edificio en sí, sino más bien por el alumnado que albergaba. Un montón de chiquillos egocéntricos insoportables que no hacían más que mirar al Humano como si fuera algún tipo de animal de circo en exposición. De todos modos, Owens caminaba por el lugar como si no le incomodara en lo absoluto, mientras miraba las referencias del sitio en una pizarra que había junto a la entrada principal.
-Sala de conferencias... sala de conferencias... - Murmuraba concentrado, sí bien era alumno nunca había asistido a una sola clase, y no conocía el inmenso edificio.
Aunque parecía ser que de alguna manera el caos siempre lograba seguirlo.
Una bola de papel fue el recibimiento que tuvo Owens en cuanto cruzó la puerta, eso y gritos, MUCHOS gritos. El Humano no terminaba de entender de qué hablaba Eyre, así que mientras la muchacha iba de un lado a otro buscando sus cosas para guardarlas en la valija, con mucha paciencia el moreno deshizo el bollo de papel e hizo una lectura rápida. A medida que leía su expresión cambiaba a una de asombro, luego de enojo y finalmente de preocupación.
-Eyre, sé que siempre te digo esto, pero está vez es verdad: Puedo explicarlo - Se apartó del camino de la joven mientras pasaba con su valija por el pasillo para irse - Lo digo en serio, esto no es... - Al ver que las piedras alrededor de Eyre comenzaban a flotar cerró la boca, pero en seguida la abrió de nuevo para intentar justificarse - ... - Los gritos de la Hechicera no le permitieron comenzar réplica alguna, solo pudo quedarse allí parado mientras su querida Eyre se subía al caballo y se marchaba.
El estafador volvió derrotado dentro de la casa, se tiró en el sofá y volvió a leer el diario “¿Giorgio Buchón? ¿Que mierda de nombre es ese, Thaiss?” pensó el Humano indignado “Al menos podrías haber pensado uno más bonito” pasó a la siguiente página y su indignación fue en aumento. “¡¡No todo eso es cierto!!”, lo tiró al piso y se agarró la cabeza, intentando pensar.
Esa misma tarde le encargó a Helena que asesinara a Thaiss, con esa simple acción ya se sintió ligeramente aliviado. Pero el asunto de Eyre no sería tan sencillo de solucionar, ir hasta la casa de sus padres rogando perdón no parecía ser una buena opción, de esa manera perdería el poco respeto que se había ganado frente a los hechiceros. Pasaron un par de días y Matt aún no llegaba a una solución que le convenciera, finalmente la respuesta a sus problemas llegó en forma de carta.
Aparentemente iba a haber una conferencia sobre arcanos. El moreno no tenía la menor idea de qué era eso, ni tampoco le interesaba, pero era la excusa perfecta para ir a Beltrexus, y una vez allí podría encontrarse con Eyre sin la necesidad de parecer un penitente.
Con los ánimos renovados, Matthew arregló todos los detalles para su partida, y ese mismo día salió hacia la isla de los Hechiceros.
-----------------------------------------------------
Casi había logrado olvidar lo mucho que detestaba ese sitio, no por el edificio en sí, sino más bien por el alumnado que albergaba. Un montón de chiquillos egocéntricos insoportables que no hacían más que mirar al Humano como si fuera algún tipo de animal de circo en exposición. De todos modos, Owens caminaba por el lugar como si no le incomodara en lo absoluto, mientras miraba las referencias del sitio en una pizarra que había junto a la entrada principal.
-Sala de conferencias... sala de conferencias... - Murmuraba concentrado, sí bien era alumno nunca había asistido a una sola clase, y no conocía el inmenso edificio.
Matthew Owens
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 875
Nivel de PJ : : 6
Re: Un regreso de lo más inesperado {Matthew Owens - Eyre} {3/3} {Desafío de Yule} {Cerrado}
- En serio, no tiene que preocuparse tanto. Es normal estar nervioso si no tiene mucha práctica hablando en público, yo misma lo estaría-, dijo la joven, antes de reír con cierto tono nervioso. - Pero ya verá que todo irá bien-, aseveró con mayor seguridad.
Vaya, por los dioses. Poca confianza iba a granjearse antes del “discurso” que debía dar, cuando la chica que debía guiarlo hasta el salón estaba casi tan nerviosa como él. Ese era el pensamiento intranquilizador que se había instalado en el interior de la mente del mercenario al escuchar la risita nerviosa de su inquieta acompañante, y la verdad, ahora que lo pensaba mejor, cómo podía estar mínimamente tranquilo, cuando en realidad ni siquiera tenía un discurso escrito al que aferrarse para salir al paso.
Si el imbécil de James le hubiera comentado en la carta que le gustaba la idea de que él diera una conferencia sobre arcanos, más allá de negarse y mandarlo a paseo, podría haberse trabajado un escrito con el cual saber qué decir en tal siniestro y acongojante momento. Más, con esa trampa ahora no tenía margen de maniobra ni tiempo de prepararse.
Iba a cabalgando a ciegas contra el muro de un castillo…
Todo esto no hacía más que darle más razones, si cabe, para matar al viejo de James en cuánto pudiera ponerle las manos en el cuello.
- Sí, ¿por qué preocuparse? - respondió como si tal cosa, tranquilo, cómo si no estuviera más jodido que un humano corriente ante un examen de telequinesis. - Está claro que todo está bajo control-, dijo esto último con su particular y acostumbrado suave sarcasmo. Esa socarronería herencia de su madre. - Por cierto, debes ser la profesora más joven de la Academia, ¿cuántos años tienes? - se atrevió a preguntar.
Sí, ya sé, ya sé. Dónde quedaron los modales de este aguerrido mercenario, cuando conociendo tan poco a su fémina guía decidía preguntarle por su edad y se mostraba tan indiscreto. El manual de caballerosidad rezaba algo muy distinto en el trato a una dama que se conocía de tan poco tiempo, o incluso si se conocía bastante mejor, más… la realidad es que nuestro brujo tampoco es que fuera caballero y no poseía dicho título, y en fin, que esas normas tontas a Vinc le importaban bien poco y la situación merecía esa pregunta. O así lo creía él.
- Oh no, por favor. No me trate de profesora-, se rió otra vez de forma nerviosa. - Sólo soy una alumna. Estaba con Filius cuando James llegó con la carta que le envió nada más llegar a la ciudad, y me pidió que le esperarse.
“Pelotilla a la vista”, fue el pensamiento que cruzó la mente del brujo. No, mejor, que explotó con extremada potencia en la mente del brujo. Con franqueza, esa descripción era más cercana a la realidad que se vivía dentro de la testa del rubio. No obstante, tuvo la decencia de guardarla en el interior de su cabeza y de no soltarla a los cuatro vientos. Al fin y al cabo, aunque era la impresión que le había dado al escucharla, bien podía ser unas circunstancias totalmente diferentes. Y en cualquier caso, si de verdad era una pelota de libro, a él bien poco le importaba que lo fuera y no pensaba faltarle al respeto por ello.
- Ah, ya veo. Siento la indiscreción. Pero es que me parecías muy joven para ser compañera de Filius-, comentó, al entender la situación.
- No se preocupe. Usted sólo siéntase a gusto y de una buena clase de arcanos, Estoy deseando aprender algo nuevo-, contestó con ese timbre de voz de la gente que está ansiosa por ver o escuchar algo. - Giremos aquí, es al final de este pasillo.
- Ja, bueno. No espere gran cosa de mí. Incluso ando pensando que debe ser algún tipo de castigo por parte de James por algo que no sabría decirle qué-, comentó dubitativo, pensando que podría haberle hecho al maldito viejo, y girando al compás de su guía.
- Oh, tonterías. Ya verá que lo hará genial-, respondió al tiempo que alzaba la mano en forma de saludo.
Un hombre que recordaba vagamente contestó al saludo con otro gesto similar, y a su lado se erguía James, con una sonrisa dibujada en los labios.
- Ya te borraré esa sonrisa del rostro-, musitó entre dientes, pero saludando y mostrando una sonrisa más falsa que la de estafador de mercadillo.
- ¿Perdón?
- Nada, nada. Que allá vamos. Comienza el espectáculo-, mintió.
De cualquier forma, la realidad es que un alquimista James, un profesor Filius y una alumna… ¿cómo diablos se llamaba la chica? Le había preguntado su edad antes que su nombre, por los dioses, cada día estaba más imbécil. Descortesías aparte, la realidad es que ahora estaba en un corrillo con tres personas, antes de dar un discurso, y su mayor deseo era salir corriendo y pillar el primer barco que lo llevara al continente.
Sí, había luchado en varias batallas, y en alguna que otra guerra, pero resultaba que la idea de un discurso en público era el enemigo que le daba más ganas de huir.
- Profesor Filius-, saludó al encantador, que según se había acercado hasta él lo recordaba con mayor claridad. - Seguro que le satisface saber que hoy en día me gano la vida con las runas y glifos arcanos-, le comentó motivado.
- Y según me han dicho, también con el manejo de tu espada-, hizo un además señalando con el gesto el arma colgada del cinto de Vinc. - Aún recuerdo lo pillo y revoltoso que eras, aunque también te recuerdo como un chico capaz cuando te centrabas en algo, y con una fuerte personalidad. Eso me gustaba de ti.
Vaya, eso lo había sorprendido. No esperaba halago alguno, aunque por otro lado, no se extrañaba de las cosas que su antiguo profesor sabía sobre él. James ya se había de la lengua y no lo pillaba por sorpresa.
- Por lo que veo, el profesor James ya le ha hablado de mí. De mi yo actual quiero decir-, le echó una mirada corta y significativa al alquimista, una mirada con las letras impresas de: “te voy a matar”. Más fue una mirada corta y rápida, que pronto fue sustituida por una risa de lo más social y sin sentir. - Me alegra volver a verles, más no esperaba dar una conferencia en mi regreso. Es más, si la memoria no me falla, pensaba que James ya no daba clases en la Academia.
- Y no las doy, hijo. Pero aún mantengo el contacto con profesores y ex profesores, como ya saber, por el contacto que mantengo con tu madre-, fue la primera intervención del alquimista.
Maldita sea, ¿entonces el castigo provenía de su madre? Era una buena pregunta, y cuánto más pensaba sobre ello, más seguro estaba de ello. Tenía que ser algún tipo de broma retorcida por parte de su madre Yenn.
- Por medio de James supe de ti, y bueno, cómo ya te dije guardo un buen recuerdo de ti-, dijo esta vez el arcanista. - Te lo explicaré rápidamente. Solemos pedir a viejos alumnos que den alguna clase o conferencia de vez en cuando. Una cosa llevó a la otra mientras conversaba un día con James, y se nos ocurrió que podrías dar una de estas conferencias… ¡y aquí estás!
“Un grato recuerdo, los cojones. Una cosa llevó a la otra y por esta puerta que me voy”, quiso decir Vinc.
- Vaya, seré sincero. No creía que nadie por aquí se acordarse de mí, salvo por ser el hijo de los Calhoun-, dijo en realidad, obviando sus pensamientos de fuga, y acompañando su frase con una risa que en esta ocasión si era sincera. - Más no sé si es buena idea que yo de una conferencia. Y menos aún de forma tan imprevista-, comentó con nerviosismo, viendo como algunos alumnos entraban en el salón.
- Tonterías, lo harás muy bien-, dijo la joven alumna que lo había acompañado hasta allí. - Iré a tomar un buen sitio, no quiero perderme nada-, terminó por decir, con ojos centelleantes brillando en su rostro, antes de partir a la carrera hacia el interior de la sala.
- Claro, la chica tiene razón. ¿No dices que te ganas la vida con arcanos, que tienes un taller en Lunargenta? Pues ya está, que más necesitas. Sabes de esto como para atreverte a encantar objetos a tus clientes y que estos salgan satisfechos. No necesitas más prueba que esa-, dijo James, en un tono inspirador que no solía utilizar. Por lo general solía parecer un jodido loco.
- Así es, bien dicho James. No te preocupes, ya está todo preparado y el resto es cosa tuya. Cualquier clase de runa valdrá-, corroboró Filius, luego miró como la alumna que había estado con ellos se sentaba en primera fila. - Esta Alyssa no pierde ocasión de aprender arcanos. Está más animada que de costumbre. Dentro de unos años te quitará el negocio, Vincent Calhoun-, bromeó.
- Entonces tendré que aprovechar el tiempo que me queda, para ganar dinero suficiente y tener un plácido retiro-, le siguió el juego y la broma, antes de que su rostro se tornara serio de nuevo. - Pero yo no he accedido a nada. No hablen como si ya hubiese aceptado, no debieron preparar todo esto sin consultarme-, se mostró firme y tajante, aunque sin ser arisco. - Además, siendo mi primera vez, me vendría bien una ayudita.
Si el profesor Filius lo ayudaba… eso era otro cantar. Más bien sería como una clase de Filius con él de ayudante. Esa era una situación que podría soportar.
- Pues tienes toda la razón-, contestó el arcanista.
Vincent ya veía su salvación al alcance de su mano…
- Eh joven, creo que te he visto algún día por aquí-, dijo Filius, dirigiendo su voz hacia un joven de pelo moreno que estaba en las inmediaciones. - ¿Podrías venir?, a Vincent le vendría bien tu ayuda.
…y el destino le cerró las puertas en todas las narices.
Vaya, por los dioses. Poca confianza iba a granjearse antes del “discurso” que debía dar, cuando la chica que debía guiarlo hasta el salón estaba casi tan nerviosa como él. Ese era el pensamiento intranquilizador que se había instalado en el interior de la mente del mercenario al escuchar la risita nerviosa de su inquieta acompañante, y la verdad, ahora que lo pensaba mejor, cómo podía estar mínimamente tranquilo, cuando en realidad ni siquiera tenía un discurso escrito al que aferrarse para salir al paso.
Si el imbécil de James le hubiera comentado en la carta que le gustaba la idea de que él diera una conferencia sobre arcanos, más allá de negarse y mandarlo a paseo, podría haberse trabajado un escrito con el cual saber qué decir en tal siniestro y acongojante momento. Más, con esa trampa ahora no tenía margen de maniobra ni tiempo de prepararse.
Iba a cabalgando a ciegas contra el muro de un castillo…
Todo esto no hacía más que darle más razones, si cabe, para matar al viejo de James en cuánto pudiera ponerle las manos en el cuello.
- Sí, ¿por qué preocuparse? - respondió como si tal cosa, tranquilo, cómo si no estuviera más jodido que un humano corriente ante un examen de telequinesis. - Está claro que todo está bajo control-, dijo esto último con su particular y acostumbrado suave sarcasmo. Esa socarronería herencia de su madre. - Por cierto, debes ser la profesora más joven de la Academia, ¿cuántos años tienes? - se atrevió a preguntar.
Sí, ya sé, ya sé. Dónde quedaron los modales de este aguerrido mercenario, cuando conociendo tan poco a su fémina guía decidía preguntarle por su edad y se mostraba tan indiscreto. El manual de caballerosidad rezaba algo muy distinto en el trato a una dama que se conocía de tan poco tiempo, o incluso si se conocía bastante mejor, más… la realidad es que nuestro brujo tampoco es que fuera caballero y no poseía dicho título, y en fin, que esas normas tontas a Vinc le importaban bien poco y la situación merecía esa pregunta. O así lo creía él.
- Oh no, por favor. No me trate de profesora-, se rió otra vez de forma nerviosa. - Sólo soy una alumna. Estaba con Filius cuando James llegó con la carta que le envió nada más llegar a la ciudad, y me pidió que le esperarse.
“Pelotilla a la vista”, fue el pensamiento que cruzó la mente del brujo. No, mejor, que explotó con extremada potencia en la mente del brujo. Con franqueza, esa descripción era más cercana a la realidad que se vivía dentro de la testa del rubio. No obstante, tuvo la decencia de guardarla en el interior de su cabeza y de no soltarla a los cuatro vientos. Al fin y al cabo, aunque era la impresión que le había dado al escucharla, bien podía ser unas circunstancias totalmente diferentes. Y en cualquier caso, si de verdad era una pelota de libro, a él bien poco le importaba que lo fuera y no pensaba faltarle al respeto por ello.
- Ah, ya veo. Siento la indiscreción. Pero es que me parecías muy joven para ser compañera de Filius-, comentó, al entender la situación.
- No se preocupe. Usted sólo siéntase a gusto y de una buena clase de arcanos, Estoy deseando aprender algo nuevo-, contestó con ese timbre de voz de la gente que está ansiosa por ver o escuchar algo. - Giremos aquí, es al final de este pasillo.
- Ja, bueno. No espere gran cosa de mí. Incluso ando pensando que debe ser algún tipo de castigo por parte de James por algo que no sabría decirle qué-, comentó dubitativo, pensando que podría haberle hecho al maldito viejo, y girando al compás de su guía.
- Oh, tonterías. Ya verá que lo hará genial-, respondió al tiempo que alzaba la mano en forma de saludo.
Un hombre que recordaba vagamente contestó al saludo con otro gesto similar, y a su lado se erguía James, con una sonrisa dibujada en los labios.
- Ya te borraré esa sonrisa del rostro-, musitó entre dientes, pero saludando y mostrando una sonrisa más falsa que la de estafador de mercadillo.
- ¿Perdón?
- Nada, nada. Que allá vamos. Comienza el espectáculo-, mintió.
De cualquier forma, la realidad es que un alquimista James, un profesor Filius y una alumna… ¿cómo diablos se llamaba la chica? Le había preguntado su edad antes que su nombre, por los dioses, cada día estaba más imbécil. Descortesías aparte, la realidad es que ahora estaba en un corrillo con tres personas, antes de dar un discurso, y su mayor deseo era salir corriendo y pillar el primer barco que lo llevara al continente.
Sí, había luchado en varias batallas, y en alguna que otra guerra, pero resultaba que la idea de un discurso en público era el enemigo que le daba más ganas de huir.
- Profesor Filius-, saludó al encantador, que según se había acercado hasta él lo recordaba con mayor claridad. - Seguro que le satisface saber que hoy en día me gano la vida con las runas y glifos arcanos-, le comentó motivado.
- Y según me han dicho, también con el manejo de tu espada-, hizo un además señalando con el gesto el arma colgada del cinto de Vinc. - Aún recuerdo lo pillo y revoltoso que eras, aunque también te recuerdo como un chico capaz cuando te centrabas en algo, y con una fuerte personalidad. Eso me gustaba de ti.
Vaya, eso lo había sorprendido. No esperaba halago alguno, aunque por otro lado, no se extrañaba de las cosas que su antiguo profesor sabía sobre él. James ya se había de la lengua y no lo pillaba por sorpresa.
- Por lo que veo, el profesor James ya le ha hablado de mí. De mi yo actual quiero decir-, le echó una mirada corta y significativa al alquimista, una mirada con las letras impresas de: “te voy a matar”. Más fue una mirada corta y rápida, que pronto fue sustituida por una risa de lo más social y sin sentir. - Me alegra volver a verles, más no esperaba dar una conferencia en mi regreso. Es más, si la memoria no me falla, pensaba que James ya no daba clases en la Academia.
- Y no las doy, hijo. Pero aún mantengo el contacto con profesores y ex profesores, como ya saber, por el contacto que mantengo con tu madre-, fue la primera intervención del alquimista.
Maldita sea, ¿entonces el castigo provenía de su madre? Era una buena pregunta, y cuánto más pensaba sobre ello, más seguro estaba de ello. Tenía que ser algún tipo de broma retorcida por parte de su madre Yenn.
- Por medio de James supe de ti, y bueno, cómo ya te dije guardo un buen recuerdo de ti-, dijo esta vez el arcanista. - Te lo explicaré rápidamente. Solemos pedir a viejos alumnos que den alguna clase o conferencia de vez en cuando. Una cosa llevó a la otra mientras conversaba un día con James, y se nos ocurrió que podrías dar una de estas conferencias… ¡y aquí estás!
“Un grato recuerdo, los cojones. Una cosa llevó a la otra y por esta puerta que me voy”, quiso decir Vinc.
- Vaya, seré sincero. No creía que nadie por aquí se acordarse de mí, salvo por ser el hijo de los Calhoun-, dijo en realidad, obviando sus pensamientos de fuga, y acompañando su frase con una risa que en esta ocasión si era sincera. - Más no sé si es buena idea que yo de una conferencia. Y menos aún de forma tan imprevista-, comentó con nerviosismo, viendo como algunos alumnos entraban en el salón.
- Tonterías, lo harás muy bien-, dijo la joven alumna que lo había acompañado hasta allí. - Iré a tomar un buen sitio, no quiero perderme nada-, terminó por decir, con ojos centelleantes brillando en su rostro, antes de partir a la carrera hacia el interior de la sala.
- Claro, la chica tiene razón. ¿No dices que te ganas la vida con arcanos, que tienes un taller en Lunargenta? Pues ya está, que más necesitas. Sabes de esto como para atreverte a encantar objetos a tus clientes y que estos salgan satisfechos. No necesitas más prueba que esa-, dijo James, en un tono inspirador que no solía utilizar. Por lo general solía parecer un jodido loco.
- Así es, bien dicho James. No te preocupes, ya está todo preparado y el resto es cosa tuya. Cualquier clase de runa valdrá-, corroboró Filius, luego miró como la alumna que había estado con ellos se sentaba en primera fila. - Esta Alyssa no pierde ocasión de aprender arcanos. Está más animada que de costumbre. Dentro de unos años te quitará el negocio, Vincent Calhoun-, bromeó.
- Entonces tendré que aprovechar el tiempo que me queda, para ganar dinero suficiente y tener un plácido retiro-, le siguió el juego y la broma, antes de que su rostro se tornara serio de nuevo. - Pero yo no he accedido a nada. No hablen como si ya hubiese aceptado, no debieron preparar todo esto sin consultarme-, se mostró firme y tajante, aunque sin ser arisco. - Además, siendo mi primera vez, me vendría bien una ayudita.
Si el profesor Filius lo ayudaba… eso era otro cantar. Más bien sería como una clase de Filius con él de ayudante. Esa era una situación que podría soportar.
- Pues tienes toda la razón-, contestó el arcanista.
Vincent ya veía su salvación al alcance de su mano…
- Eh joven, creo que te he visto algún día por aquí-, dijo Filius, dirigiendo su voz hacia un joven de pelo moreno que estaba en las inmediaciones. - ¿Podrías venir?, a Vincent le vendría bien tu ayuda.
…y el destino le cerró las puertas en todas las narices.
Vincent Calhoun
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 975
Nivel de PJ : : 9
Re: Un regreso de lo más inesperado {Matthew Owens - Eyre} {3/3} {Desafío de Yule} {Cerrado}
Eyre ingresó al imponente edificio con paso rápido y la mirada al frente. Pese a que no tenía razones para esconderse, pues finalmente su familia ya no estaba siguiéndole el rastro a través de medio mundo, se había acostumbrado a intentar pasar desapercibida cuando estaba en la isla de los brujos. Por eso, y porque tenía demasiados pensamientos batallando dentro de la cabeza, ni siquiera reparó en la presencia de cierto humano a poco menos de diez metros de distancia cuando atravesó la entrada.
Buscó el salón y pasó a buscar un asiento; la sala comenzaba a llenarse así que se acomodó en un sitio libre que encontró más o menos a la mitad, lo suficientemente cerca como para no perder detalle de la clase, y lo suficientemente lejos como para no ser el blanco de las posibles preguntas de los profesores. Pese a que había forjado un carácter más fuerte tras todo lo que le había ocurrido en el último año, aún se sentía incómoda en las situaciones donde se convertía en el centro de atención, aunque fuera por un momento.
Sacó un pequeño libro de su morral y se dispuso a leerlo para matar el tiempo mientras los últimos en llegar se acomodaban. No fue hasta que los profesores tomaron sus posiciones que Eyre cerró el libro y todos hicieron silencio. Cruzó las piernas, se acomodó un mechón de pelo tras la oreja y, medio adormilada por la espera, llevó perezosamente la mirada hacia el frente del salón.
Y entonces lo vio.
-¿¡Qué dem... -Se tapó la boca al ver que su sobresalto había hecho que los estudiantes que tenía enfrente se voltearan. Inhaló por la nariz, se refregó los ojos y volvió a mirar. No, no era su imaginación, efectivamente allí estaba: Matthew Owens en carne y hueso. Y lo “mejor” de todo era que estaba junto a los profesores, bien dispuesto a comenzar la conferencia como si supiera un ápice del tema que iban a tratar. -¿¡Cómo puedes ser tan caradura!? -Pensó mientras se llevaba una mano a la frente. Ese hombre jamás dejaba de sorprenderla.
Observó boquiabierta cómo la charla daba comienzo y fue incapaz de prestar atención hasta a la oración más simple. Estaba demasiado ocupada intentando controlar la ira que bullía dentro de su pecho como un volcán a punto de explotar. ¿Qué hacía en las islas? ¿Cómo tenía la cara de estar allí, fingiendo saber de lo que hablaba? ¿Acaso pensaba que eran todos tontos? Entrecerró los ojos y apretó los dientes. Había llegado demasiado lejos. Ya era hora de que alguien le pusiera los pies en la tierra de una vez por todas.
Y ese alguien sería ella.
Eyre no era una mala persona, o al menos no se consideraba a sí misma como una, y por eso le sorprendió la facilidad con que se le ocurrían ideas para hacer escarmentar a Matthew. Desde la comodidad de su asiento se sirvió de sus poderes para comenzar a boicotear su exposición. Primero, sirviéndose de la telequinesis, deslizó disimuladamente la silla del humano hacia atrás para, si decidía sentarse, hacerlo caer. Luego las inocentadas fueron a peor: con la mirada fija en él, comenzó a mandarle ilusiones que nadie más vería; lo haría ver humo en la sala, luego creería que todos los estudiantes comenzaban a hablar en voz demasiado alta y, por último, le haría creer que tenía cosquillas por todo el cuerpo.
Aunque creía que carecía de maldad, se sorprendió a sí misma disfrutando enormemente de lo que estaba haciendo.
Sin embargo, tomando en cuenta que estaba rodeada de hechiceros, mientras más prolongara el boicot más pronto se darían cuenta de quién lo estaba causando. Además Matt era tan explosivo que no tenía idea de cómo reaccionaría cuando finalmente se hartara. Había llegado el momento de dar la cara, pero antes debía conocer un pequeño detalle.
-Disculpa, ¿sabes cuál es el nombre del profesor? -Le preguntó en voz bajita al joven que tenía al lado, un estudiante que parecía ser mayor que ella.
-Umh, Calhoun... Vincent Calhoun. Creo que más bien es un ex alumno. -Murmuró el muchacho.
-Es el hermano de Elen Calhoun -intervino el chico que estaba un asiento más allá, inclinándose hacia adelante para ser oído por ambos pese a que hablaba en susurros- ¡La bruja que se convirtió en vampiro! -Aclaró ante la mirada dubitativa de Eyre, que no conocía la historia y, a decir verdad, poco le llamaba la atención en ese instante. Ante su desinterés, ambos jóvenes pasaron a cuchichear entre ellos mientras que la bruja devolvía la vista al frente, se aclaraba la garganta y se ponía de pie con una mano en alto.
-Disculpe, señor Calhoun -Cuando obtuvo su atención le sonrió con naturalidad, fingiendo que estaba todo más que perfecto- yo, umh, quería saber... Dicen que los humanos no pueden manejar los arcanos. ¿Es eso cierto? -Levantó una mano para señalar grácilmente, ahora sí, al moreno- Sé que nuestro compañero -y clavó su fría mirada en él- es uno de los pocos humanos, si no el único, que tenemos en la escuela. ¿Podrías hacernos una demostración, “Matthew”? -Pronunció el nombre con obvio sarcasmo, aunque solo él podría entender el por qué de su tono.
Eyre
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 188
Nivel de PJ : : 1
Re: Un regreso de lo más inesperado {Matthew Owens - Eyre} {3/3} {Desafío de Yule} {Cerrado}
“Eh joven”… De buenas a primeras Matthew no respondió, no se esperaba que alguien lo llamara “joven” en un sitio donde el promedio de edad era 17 años. Pero cuando escuchó el “Creo que te he visto algún día por aquí” el moreno estuvo completamente seguro de que se confundían de persona. ¿Qué haría una persona razonable? Aclararle al caballero que se confundía de persona, hacer algún comentario gracioso y despedirse amablemente.
Pero Matt no era una persona razonable.
-¡Vaya! No creí que fuera a acordarse, me siento halagado – Dijo el estafador con una sonrisa algo tímida, se acercó e hizo una inclinación de cabeza a modo de saludo – Matthew Owens, es un placer conocerlos – Se presentó ante los otros hechiceros, ya que eran los que se suponía que no lo conocían de nada - ¿Mi ayuda? No creí que un hombre con semejante trayectoria necesitara un asistente ¡Será todo un honor! –Miro al tal Vincent como si supiera que estaba ante una figura muy reconocida.
Y dicho eso, entraron a la sala en la que se daría el seminario. El aula estaba llena, “Este sujeto debe ser bastante popular” pensó el humano. Matt subió al escenario donde los profesores y conferencistas iban a hablar demostrando una confianza absoluta, la situación en general le resultaba sumamente divertida. Ese montón de mocosos que en general lo miraban por arriba del hombro ahora estaban allí sentados, por debajo de él, murmurando admirados, con sus cuadernos en mano listos para anotar todas las ridiculeces que a Owens se le fueran ocurriendo.
El primero en hablar fue el más anciano del grupo, y por lo mismo el que más categoría tenía entre los múltiples oradores. Durante todo el palabrerío inútil, Matthew se mantuvo con una sonrisa amable en el rostro, las manos entrelazadas tras la espalda y asintiendo de vez en vez como si estuviera de acuerdo con todo lo que decían.
Cuando terminaron las presentaciones cada uno debía sentarse en una silla previamente preparada, el Moreno estaba seguro que había apuntado bien, sin embargo cuando intentó tomar asiento estuvo a solo un instante de caerse. Uno de los hechiceros que estaba junto a él pudo agarrarlo a tiempo, evitando así la vergüenza.
Alguien podría preguntarse: ¿Acaso pensaba que eran todos tontos? “Claro que lo son” un buen estafador no subestimaba a su público, pero tenía que poder hablar con la absoluta seguridad de que el engaño funcionaría, si había un solo instante de duda, seguramente la concurrencia se daría cuenta de lo que estaba sucediendo. Así que, Owens se mantenía mentalizado de que todos los presentes serían lo suficientemente ingenuos como para no dudar de sus palabras.
Finalmente llegó el turno de Matt para aportar algo a la charla. Se adelantó hasta quedar en el centro del escenario.
-Interesante tema el que nos reúne hoy aquí. No deben ser pocos los que crean que la utilización de arcanos es una capacidad secundaria y de poco valor – Se sonrió, agregando un toque irónico a sus comentarios – Puedo entenderlo, tengo ante mí a una audiencia joven y enérgico, deben pensar “¿Por qué debería interesarme este tema? Yo quiero lanzar fuego, crear filosas dagas de hielo o fulminar a mis enemigos con un rayo” – En esos ejemplos Owens tomó como referencia sus anteriores encuentros con Hechiceros, y eso era todo lo que sabía – Jajaja, no puedo culparlos, sin duda ese tipo de trucos son mucho más impresionantes a simple vista – Owens levantó la mirada y se quedó mudo ¡Podía ver humo en el fondo de la sala! ¡Casi hasta podía olerlo! Se hizo el silencio, el moreno miró a los presentes pero nadie parecía reaccionar ¿Qué acaso no se daban cuenta?
El viejo que lo había invitado carraspeó, suponiendo que el humano se había olvidado lo que quería decir “Pero qué demonios… ¿Él tampoco lo ve?” Matthew miro nuevamente y el humo ya no estaba. Confundido, intentó continuar con el hilo de la charla.
-Pero créanme cuando les digo que el fascinante mundo de los arcanos tiene mucho más para ofrecerles QUE SIMPLEMENTE EL SENTARSE EN UN TALLER OSCURO A TALLAR RUNAS - La última parte de la oración la dijo levantando cada vez más el tono, los alumnos hablaban demasiado alto, y Matt sentía que los estaba perdiendo.
Debería estar preocupado, pero un extraño cosquilleo por el cuerpo no le permitía estar serio, el moreno se dio la vuelta y se tapo la boca antes de que se le escapara una carcajada. Los demás conferencistas suponían que los nervios le habían jugado una mala pasada a Matt, y se habían levantado para intervenir. En un intento por desviar la atención, le dieron la palabra a una joven que quería hacer una pregunta entre el público.
Y entonces Owens la vio. Todo el asunto comenzó a cobrar sentido “Con que de eso se trata…”, todas las miradas fueron de Eyre hacía Matt, esperando a que el Humano respondiera o hiciera alguna demostración.
-No se preocupe, yo le responderé a la joven – Dijo con amabilidad – Es cierto que soy Humano, no puedo asegurar que sea el único. Fui invitado aquí por el Señor Ernest Rutherford por que pudo ver en mi algo que va más allá de mi raza, mi apellido o mis antecedentes – Y eso era una recriminación directa para la joven Hechicera, de ninguna manera Matthew permitiría que lo hiciera sentir culpable – Creo que el incluir a otras razas en la Academia Hekshold habla de una gran apertura de mente, demostrando una vez más que los Hechiceros están a la vanguardia tanto en sus estudios como en su apertura de mente– Elogiar siempre funcionaba cuando era necesario salir de un apuro – Me entristece ver que aun existen personas tan puritana que se fijan primero en mi condición de Humano – Miro a Eyre con una mezcla de lastima pero a la vez de indulgencia – Respondiendo a su pregunta, claramente no puedo hacer lo que me pide- Y aunque acababa de admitir que era un farsante de alguna manera había logrado que sonara como algo bueno y hasta admirable.
---------------------------------
Matt usa su Habilidad de lvl 0 "Charlatán"
Pero Matt no era una persona razonable.
-¡Vaya! No creí que fuera a acordarse, me siento halagado – Dijo el estafador con una sonrisa algo tímida, se acercó e hizo una inclinación de cabeza a modo de saludo – Matthew Owens, es un placer conocerlos – Se presentó ante los otros hechiceros, ya que eran los que se suponía que no lo conocían de nada - ¿Mi ayuda? No creí que un hombre con semejante trayectoria necesitara un asistente ¡Será todo un honor! –Miro al tal Vincent como si supiera que estaba ante una figura muy reconocida.
Y dicho eso, entraron a la sala en la que se daría el seminario. El aula estaba llena, “Este sujeto debe ser bastante popular” pensó el humano. Matt subió al escenario donde los profesores y conferencistas iban a hablar demostrando una confianza absoluta, la situación en general le resultaba sumamente divertida. Ese montón de mocosos que en general lo miraban por arriba del hombro ahora estaban allí sentados, por debajo de él, murmurando admirados, con sus cuadernos en mano listos para anotar todas las ridiculeces que a Owens se le fueran ocurriendo.
El primero en hablar fue el más anciano del grupo, y por lo mismo el que más categoría tenía entre los múltiples oradores. Durante todo el palabrerío inútil, Matthew se mantuvo con una sonrisa amable en el rostro, las manos entrelazadas tras la espalda y asintiendo de vez en vez como si estuviera de acuerdo con todo lo que decían.
Cuando terminaron las presentaciones cada uno debía sentarse en una silla previamente preparada, el Moreno estaba seguro que había apuntado bien, sin embargo cuando intentó tomar asiento estuvo a solo un instante de caerse. Uno de los hechiceros que estaba junto a él pudo agarrarlo a tiempo, evitando así la vergüenza.
Alguien podría preguntarse: ¿Acaso pensaba que eran todos tontos? “Claro que lo son” un buen estafador no subestimaba a su público, pero tenía que poder hablar con la absoluta seguridad de que el engaño funcionaría, si había un solo instante de duda, seguramente la concurrencia se daría cuenta de lo que estaba sucediendo. Así que, Owens se mantenía mentalizado de que todos los presentes serían lo suficientemente ingenuos como para no dudar de sus palabras.
Finalmente llegó el turno de Matt para aportar algo a la charla. Se adelantó hasta quedar en el centro del escenario.
-Interesante tema el que nos reúne hoy aquí. No deben ser pocos los que crean que la utilización de arcanos es una capacidad secundaria y de poco valor – Se sonrió, agregando un toque irónico a sus comentarios – Puedo entenderlo, tengo ante mí a una audiencia joven y enérgico, deben pensar “¿Por qué debería interesarme este tema? Yo quiero lanzar fuego, crear filosas dagas de hielo o fulminar a mis enemigos con un rayo” – En esos ejemplos Owens tomó como referencia sus anteriores encuentros con Hechiceros, y eso era todo lo que sabía – Jajaja, no puedo culparlos, sin duda ese tipo de trucos son mucho más impresionantes a simple vista – Owens levantó la mirada y se quedó mudo ¡Podía ver humo en el fondo de la sala! ¡Casi hasta podía olerlo! Se hizo el silencio, el moreno miró a los presentes pero nadie parecía reaccionar ¿Qué acaso no se daban cuenta?
El viejo que lo había invitado carraspeó, suponiendo que el humano se había olvidado lo que quería decir “Pero qué demonios… ¿Él tampoco lo ve?” Matthew miro nuevamente y el humo ya no estaba. Confundido, intentó continuar con el hilo de la charla.
-Pero créanme cuando les digo que el fascinante mundo de los arcanos tiene mucho más para ofrecerles QUE SIMPLEMENTE EL SENTARSE EN UN TALLER OSCURO A TALLAR RUNAS - La última parte de la oración la dijo levantando cada vez más el tono, los alumnos hablaban demasiado alto, y Matt sentía que los estaba perdiendo.
Debería estar preocupado, pero un extraño cosquilleo por el cuerpo no le permitía estar serio, el moreno se dio la vuelta y se tapo la boca antes de que se le escapara una carcajada. Los demás conferencistas suponían que los nervios le habían jugado una mala pasada a Matt, y se habían levantado para intervenir. En un intento por desviar la atención, le dieron la palabra a una joven que quería hacer una pregunta entre el público.
Y entonces Owens la vio. Todo el asunto comenzó a cobrar sentido “Con que de eso se trata…”, todas las miradas fueron de Eyre hacía Matt, esperando a que el Humano respondiera o hiciera alguna demostración.
-No se preocupe, yo le responderé a la joven – Dijo con amabilidad – Es cierto que soy Humano, no puedo asegurar que sea el único. Fui invitado aquí por el Señor Ernest Rutherford por que pudo ver en mi algo que va más allá de mi raza, mi apellido o mis antecedentes – Y eso era una recriminación directa para la joven Hechicera, de ninguna manera Matthew permitiría que lo hiciera sentir culpable – Creo que el incluir a otras razas en la Academia Hekshold habla de una gran apertura de mente, demostrando una vez más que los Hechiceros están a la vanguardia tanto en sus estudios como en su apertura de mente– Elogiar siempre funcionaba cuando era necesario salir de un apuro – Me entristece ver que aun existen personas tan puritana que se fijan primero en mi condición de Humano – Miro a Eyre con una mezcla de lastima pero a la vez de indulgencia – Respondiendo a su pregunta, claramente no puedo hacer lo que me pide- Y aunque acababa de admitir que era un farsante de alguna manera había logrado que sonara como algo bueno y hasta admirable.
---------------------------------
Matt usa su Habilidad de lvl 0 "Charlatán"
Matthew Owens
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 875
Nivel de PJ : : 6
Re: Un regreso de lo más inesperado {Matthew Owens - Eyre} {3/3} {Desafío de Yule} {Cerrado}
Pobre Vincent Calhoun. Era fácil prever por su expresión que esa no era la ayuda que esperaba obtener. ¿Un alumno? No, no, por lo dioses, eso no era para nada lo que deseaba. Él prefería que uno de los profesores diese la clase mientras él hacía algún aporte menor, más de esta forma tendría que llevar el peso de la conferencia de todos modos, y sería el “joven” quien daría esos detalles menores.
Para el mercenario fue imposible contener el suspiro de resignación que brotó de su pecho. Y después de todo, ya en el rostro se notaba su contrariedad ante esa situación, ante esa encerrona para dar un discurso que no deseaba hacer y que ni tampoco tenía preparado. Además, estaba seguro de que la elección del alumno no era una cuestión de azar. En esta ocasión Filius había jugado con él como James ya había hecho antes con su omisión de discurso alguno en su carta, por lo que el arcanista le había gastado una broma, aunque con su particular estilo sobrio.
Así, pues, daba igual aparentar tranquilidad cuando ya se percibía su inquietud y cuando además esos dos viejos le estaban tomando el pelo. Qué, por otro lado, para unos hombres de la edad del arcanista y el alquimista era normal llamar joven a todo un hombre, cómo ya de por sí hacían con él, pero… ¿cuántas años había repetido ese alumno?
No quería pecar de malpensado, pero a ese paso ese caballero iba a licenciarse con la edad de los profesores que tan vilmente lo había llevado hasta allí.
Evidentemente ese hombre se había metido en la Academia de forma tardía. No era extraño que esto pasara, aunque tampoco era lo más corriente, y por ello al brujo de dorados cabellos le había resultado impactante tener un alumno barra ayudante que tendría aproximadamente su edad.
- ¿Cómo? ¿Un honor? - en serio, desde cuando era famoso, desde cuando era un honor ser su ayudante.
Por lo general se pasaba la vida limpiando cuevas de goblins, las catacumbas de vampiros locos que asaltaban los cuellos de los ciudadanos, y demás peligros para la sociedad. A él le gustaba su forma de vida, pero no era la favorita de la mayoría, y mucho menos la más honorable.
- Bueno, seguro que podemos hacer una conferencia interesante y de paso divertimos un rato haciendo algo nuevo-, le contestó a Matt, intentando buscarle el lado más positivo a las circunstancias, aunque no lo podía considerar un éxito. - Ah, pero en fin, vayamos, el cadalso nos espera-, dijo taciturno, encaminándose hacia el interior de la sala.
- Diablos, que melodramático-, soltó James, aunque no dijo nada más y siguió al mercenario.
Filius, por su parte, rió con suavidad durante un corto tiempo y avanzó tras el grupo de hombres de igual forma que ellos.
Y así, damas y caballeros, era la forma en la que un brujo era engañado con viles artes para acabar dando un discurso que no quería. La pluma vencía a la espada, se solía decir, y a este refrán se le podría añadir que, del mismo modo, los longevos vencían a la juventud. Al fin y al cabo, otra frase hecha que se solía decir es que la veteranía era un grado.
Ya lo creía que sí. Vincent lo había comprobado en sus propias carnes más de una vez. Y ahora le volvía a tocar vivirlo, para su desgracia, siendo él el inexperto engañado. Le solía gustar más cuando era al contrario. Mundano gusto, pero quién podría reprochárselo, a nadie le gustaba ser embaucado.
En cualquier caso, según nuestro engañado brujo se acercaba al estrado desde el cual hablaría al alumnado allí presente, se sentía más cómodo. Interesante ironía, ya que momentos antes había imaginado que se sentiría más nervioso según se acercara el instante de poner toda la carne en el asador. En contraposición a aquel pensamiento, la realidad se había tornado del todo diferente.
Un giro inesperado de sus emociones, fruto de la fantasía que había tenido en sus andares hacia la tarima. Esa fantasía en la que explotaba una ventana y salía a toda velocidad por ella si la situación se complicaba más de la cuenta.
Sí, Vinc no pensaba hacer eso en ningún caso, no era de ese tipo de gente, más soñar con ello había sido de lo más satisfactorio.
De todos modos, después de una introducción de Filius llegó su turno de hablar. Maldito el día en el que aceptara ver al alquimista.
- Buenas tardes-, hizo una ligera reverencia en señal de respeto a los interlocutores. - Cómo ya les ha mencionado nuestro querido Filius, me llamo Vincent Calhoun, y este hombre a mi lado es Matthew Owens. Juntos esperamos darles una corta conferencia sobre arcanos y mientras todos aprendemos algo nuevo, divertirnos y entretenernos con tan noble arte-, comentó con amabilidad, posando sus ojos aquí y allí, siempre sondeando los rostros del alumnado presente.
Vaya, qué sorpresa, no se le daba del todo mal aquello de hablar en público a un grupo de adolescentes presuntuosos, creedores de merecida vida eterna y sabiduría completa. Así era la adolescencia, todo el mundo, salvo desastrosa muerte prematura, había pasado por ella, y en todos los casos nos encontrábamos esas pinceladas de rebeldía y osadía propias e inherentes a la temprana juventud.
- Me gustaría ayudaros en todas las cuestiones que tengáis sobre la asignatura de los arcanos, pero al mismo tiempo me gustaría conseguirlo de forma amena. Siempre he creído que aprender no debe ser sinónimo de aburrimiento-, terminó por decir.
Un discurso simple que servía para empezar con buen pie. O eso creía pensar. El caso es que era lo mejor que podía lograr con su poca experiencia de orador, y de momento parecía que nadie preparaba un cesto de verduras y hortalizas para lanzárselas.
De igual modo, sin importar lo buena, normal o mala que fuera la introducción, también servía para darle el testigo a su compañero en aquella tarea de improvisado conferenciante, y que este pudiera realizar su primera intervención en el discurso.
La cosa pintaba bien para Vincent, o todo lo bien que podría ser. Incluso se había permitido el lujo de describir la conferencia como corta para su propio beneficio. Un par de parrafadas más como aquella y podría ir a casa de James para estrangularlo en discreta privacidad. Aunque a pesar de ello no pudo evitar enarcar una ceja ante el comentario de su improvisado ayudante.
- ¿Menor? - musitó para sí mismo en un suave susurro, antes de mirar a los profesores y ver que ellos estaban tan confusos como él.
Sin embargo, pese a las formas extravagantes e irónicas de Matt, el Calhoun no hizo intención de intervenir. Lo cierto es que todo joven allí presente seguro que prefería hacer las cosas que había mencionado en su oratoria, y mientras tanto la conferencia avanzaba y quedaría menos tiempo para el momento en el que podría largarse.
Todo iba bien. ¡Hasta una chica se animó a ser la primera en formular una pregunta!
- Pues lo cierto…-, dijo, dando una paso adelante para contestar a la chica.
Más no tuvo tiempo de decir nada más. La chica había seguido en una línea que no parecía augurar nada bueno, y Matt había decidido contestarle por propia iniciativa.
Joder. Todo iba bien, hasta el momento en el que no. ¿Por qué los dioses tenían que ser tan crueles con él?
- Bueno, lo cierto es que sí puedes. Siempre que sepas de arcanos, claro está-, le susurró al oído a Matt, en tono amistoso. Una suerte de complicidad ante el pobre hombre que había sido arrastrado a una conferencia que él tampoco querría hacer. - ¡Vaya, qué cosas verdad! - alzó la voz, dando otro paso al frente para ser el centro de atención del público. - Sin duda Ernest es un visionario. En mis tiempos la Academia Hekshold no era para todo el mundo, por no decir que era sólo para brujos. Y creo que este cambio servirá para mostrar el lado más amable de nosotros los brujos-, habló por su raza, ya que ser uno de ellos le daba potestad para ello. - Ahora el resto de razas podrán ver que los brujos no somos tan-, cómo decirlo. - Peligrosos. Sí, creo que esa es la palabra. Los demás podrán ver que no somos muy distintos a ellos-, se atrevió a decir.
- Palabras sabias-, dijo desde atrás Filius, dando más fuerza al discurso de Vinc con su título de profesor.
- Gracias, profesor-, asintió, mirando hacia atrás, agradeciéndole el apoyo brindado. - Con decisiones como las de Ernest se muestra en nuestra propia casa que hasta otras razas pueden aprender de arcanos-, dijo, volviendo a mirar hacia el público. - De magia elemental, telequinesis o conjuración, no. Los brujos y elfos somos los únicos que pueden manejar el éter al instante, pero arcanos es un arte de tinta y runas mágicas que los antiguos dragones nos brindaron a todos. El miedo de otras razas es lo que alejó estas enseñanzas de ellos. Pero, respondiendo a su pregunta-, clavó la mirada en la joven que le había preguntado anteriormente. - No, no es cierto. Los humanos pueden aprender arcanos, aunque no sea una enseñanza muy extendida fuera de las islas-, contestó amable, dibujando una sonrisa en los labios al final de su plática. - Vamos, suba con nosotros-, dijo de repente, haciendo un ademán con la mano para que se acercase. - Ya dije que quería una conferencia divertida, y cuántos más podamos involucrarnos en ella, mejor.
Para el mercenario fue imposible contener el suspiro de resignación que brotó de su pecho. Y después de todo, ya en el rostro se notaba su contrariedad ante esa situación, ante esa encerrona para dar un discurso que no deseaba hacer y que ni tampoco tenía preparado. Además, estaba seguro de que la elección del alumno no era una cuestión de azar. En esta ocasión Filius había jugado con él como James ya había hecho antes con su omisión de discurso alguno en su carta, por lo que el arcanista le había gastado una broma, aunque con su particular estilo sobrio.
Así, pues, daba igual aparentar tranquilidad cuando ya se percibía su inquietud y cuando además esos dos viejos le estaban tomando el pelo. Qué, por otro lado, para unos hombres de la edad del arcanista y el alquimista era normal llamar joven a todo un hombre, cómo ya de por sí hacían con él, pero… ¿cuántas años había repetido ese alumno?
No quería pecar de malpensado, pero a ese paso ese caballero iba a licenciarse con la edad de los profesores que tan vilmente lo había llevado hasta allí.
Evidentemente ese hombre se había metido en la Academia de forma tardía. No era extraño que esto pasara, aunque tampoco era lo más corriente, y por ello al brujo de dorados cabellos le había resultado impactante tener un alumno barra ayudante que tendría aproximadamente su edad.
- ¿Cómo? ¿Un honor? - en serio, desde cuando era famoso, desde cuando era un honor ser su ayudante.
Por lo general se pasaba la vida limpiando cuevas de goblins, las catacumbas de vampiros locos que asaltaban los cuellos de los ciudadanos, y demás peligros para la sociedad. A él le gustaba su forma de vida, pero no era la favorita de la mayoría, y mucho menos la más honorable.
- Bueno, seguro que podemos hacer una conferencia interesante y de paso divertimos un rato haciendo algo nuevo-, le contestó a Matt, intentando buscarle el lado más positivo a las circunstancias, aunque no lo podía considerar un éxito. - Ah, pero en fin, vayamos, el cadalso nos espera-, dijo taciturno, encaminándose hacia el interior de la sala.
- Diablos, que melodramático-, soltó James, aunque no dijo nada más y siguió al mercenario.
Filius, por su parte, rió con suavidad durante un corto tiempo y avanzó tras el grupo de hombres de igual forma que ellos.
Y así, damas y caballeros, era la forma en la que un brujo era engañado con viles artes para acabar dando un discurso que no quería. La pluma vencía a la espada, se solía decir, y a este refrán se le podría añadir que, del mismo modo, los longevos vencían a la juventud. Al fin y al cabo, otra frase hecha que se solía decir es que la veteranía era un grado.
Ya lo creía que sí. Vincent lo había comprobado en sus propias carnes más de una vez. Y ahora le volvía a tocar vivirlo, para su desgracia, siendo él el inexperto engañado. Le solía gustar más cuando era al contrario. Mundano gusto, pero quién podría reprochárselo, a nadie le gustaba ser embaucado.
En cualquier caso, según nuestro engañado brujo se acercaba al estrado desde el cual hablaría al alumnado allí presente, se sentía más cómodo. Interesante ironía, ya que momentos antes había imaginado que se sentiría más nervioso según se acercara el instante de poner toda la carne en el asador. En contraposición a aquel pensamiento, la realidad se había tornado del todo diferente.
Un giro inesperado de sus emociones, fruto de la fantasía que había tenido en sus andares hacia la tarima. Esa fantasía en la que explotaba una ventana y salía a toda velocidad por ella si la situación se complicaba más de la cuenta.
Sí, Vinc no pensaba hacer eso en ningún caso, no era de ese tipo de gente, más soñar con ello había sido de lo más satisfactorio.
De todos modos, después de una introducción de Filius llegó su turno de hablar. Maldito el día en el que aceptara ver al alquimista.
- Buenas tardes-, hizo una ligera reverencia en señal de respeto a los interlocutores. - Cómo ya les ha mencionado nuestro querido Filius, me llamo Vincent Calhoun, y este hombre a mi lado es Matthew Owens. Juntos esperamos darles una corta conferencia sobre arcanos y mientras todos aprendemos algo nuevo, divertirnos y entretenernos con tan noble arte-, comentó con amabilidad, posando sus ojos aquí y allí, siempre sondeando los rostros del alumnado presente.
Vaya, qué sorpresa, no se le daba del todo mal aquello de hablar en público a un grupo de adolescentes presuntuosos, creedores de merecida vida eterna y sabiduría completa. Así era la adolescencia, todo el mundo, salvo desastrosa muerte prematura, había pasado por ella, y en todos los casos nos encontrábamos esas pinceladas de rebeldía y osadía propias e inherentes a la temprana juventud.
- Me gustaría ayudaros en todas las cuestiones que tengáis sobre la asignatura de los arcanos, pero al mismo tiempo me gustaría conseguirlo de forma amena. Siempre he creído que aprender no debe ser sinónimo de aburrimiento-, terminó por decir.
Un discurso simple que servía para empezar con buen pie. O eso creía pensar. El caso es que era lo mejor que podía lograr con su poca experiencia de orador, y de momento parecía que nadie preparaba un cesto de verduras y hortalizas para lanzárselas.
De igual modo, sin importar lo buena, normal o mala que fuera la introducción, también servía para darle el testigo a su compañero en aquella tarea de improvisado conferenciante, y que este pudiera realizar su primera intervención en el discurso.
La cosa pintaba bien para Vincent, o todo lo bien que podría ser. Incluso se había permitido el lujo de describir la conferencia como corta para su propio beneficio. Un par de parrafadas más como aquella y podría ir a casa de James para estrangularlo en discreta privacidad. Aunque a pesar de ello no pudo evitar enarcar una ceja ante el comentario de su improvisado ayudante.
- ¿Menor? - musitó para sí mismo en un suave susurro, antes de mirar a los profesores y ver que ellos estaban tan confusos como él.
Sin embargo, pese a las formas extravagantes e irónicas de Matt, el Calhoun no hizo intención de intervenir. Lo cierto es que todo joven allí presente seguro que prefería hacer las cosas que había mencionado en su oratoria, y mientras tanto la conferencia avanzaba y quedaría menos tiempo para el momento en el que podría largarse.
Todo iba bien. ¡Hasta una chica se animó a ser la primera en formular una pregunta!
- Pues lo cierto…-, dijo, dando una paso adelante para contestar a la chica.
Más no tuvo tiempo de decir nada más. La chica había seguido en una línea que no parecía augurar nada bueno, y Matt había decidido contestarle por propia iniciativa.
Joder. Todo iba bien, hasta el momento en el que no. ¿Por qué los dioses tenían que ser tan crueles con él?
- Bueno, lo cierto es que sí puedes. Siempre que sepas de arcanos, claro está-, le susurró al oído a Matt, en tono amistoso. Una suerte de complicidad ante el pobre hombre que había sido arrastrado a una conferencia que él tampoco querría hacer. - ¡Vaya, qué cosas verdad! - alzó la voz, dando otro paso al frente para ser el centro de atención del público. - Sin duda Ernest es un visionario. En mis tiempos la Academia Hekshold no era para todo el mundo, por no decir que era sólo para brujos. Y creo que este cambio servirá para mostrar el lado más amable de nosotros los brujos-, habló por su raza, ya que ser uno de ellos le daba potestad para ello. - Ahora el resto de razas podrán ver que los brujos no somos tan-, cómo decirlo. - Peligrosos. Sí, creo que esa es la palabra. Los demás podrán ver que no somos muy distintos a ellos-, se atrevió a decir.
- Palabras sabias-, dijo desde atrás Filius, dando más fuerza al discurso de Vinc con su título de profesor.
- Gracias, profesor-, asintió, mirando hacia atrás, agradeciéndole el apoyo brindado. - Con decisiones como las de Ernest se muestra en nuestra propia casa que hasta otras razas pueden aprender de arcanos-, dijo, volviendo a mirar hacia el público. - De magia elemental, telequinesis o conjuración, no. Los brujos y elfos somos los únicos que pueden manejar el éter al instante, pero arcanos es un arte de tinta y runas mágicas que los antiguos dragones nos brindaron a todos. El miedo de otras razas es lo que alejó estas enseñanzas de ellos. Pero, respondiendo a su pregunta-, clavó la mirada en la joven que le había preguntado anteriormente. - No, no es cierto. Los humanos pueden aprender arcanos, aunque no sea una enseñanza muy extendida fuera de las islas-, contestó amable, dibujando una sonrisa en los labios al final de su plática. - Vamos, suba con nosotros-, dijo de repente, haciendo un ademán con la mano para que se acercase. - Ya dije que quería una conferencia divertida, y cuántos más podamos involucrarnos en ella, mejor.
Vincent Calhoun
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 975
Nivel de PJ : : 9
Re: Un regreso de lo más inesperado {Matthew Owens - Eyre} {3/3} {Desafío de Yule} {Cerrado}
Eyre apretó la mandíbula cuando Matthew le respondió con su tan característica labia. Por supuesto, ¿cómo no lo había visto venir? Era imposible que el ladrón de los ladrones, el Virrey de Ciudad Lagarto y el Rey de los Caraduras se sintiera amedrentado ante tan inocente afrenta. No solo salió airoso sino que la dejó mal frente a todos sus compañeros; en su afán por exponerlo, la joven había osado decir algo que ni siquiera pensaba y ahora quedaba como una racista que no era... incluso frente a Vincent Calhoun y al resto de los catedráticos.
El brujo intercedió para calmar las aguas y Eyre, incapaz de permanecer en un personaje que no era pese al enfado que le hacía bullir la sangre, asintió con la cabeza como buena estudiante y, al final, dijo con genuina amabilidad:
-Gracias, señor Calhoun. Estoy de acuerdo con usted. Yo... no quise... sonar irrespetuosa. -Finalizó casi con un hilo de voz, aunque sin mirar a Matthew, pues las disculpas no iban dirigidas a él.
Entonces, cuando ya se disponía a volver a sentarse, las palabras más horribles que había oído jamás llegaron a sus oídos: “Vamos, suba con nosotros.” Pestañeó un par de veces, miró a su alrededor para constatar si seguía hablándole a ella y, cuando vio el inequívoco gesto con la mano, sintió que el mundo se le venía abajo.
-Es...está bien. -Masculló, derrotada. ¿Cómo decirle que no frente a toda la sala expectante?
Aunque al entrar la sala ésta no le había parecido demasiado grande, el camino hacia el escenario se le hizo eterno. Cada paso era como estar un poco más cerca de la condena de muerte y, por supuesto, la joven ignoraba que el mismísimo Vincent había sentido lo mismo minutos atrás. Sin embargo, pese a su timidez, Eyre encontraba consuelo al tener confianza en sus capacidades. Había estudiado mucho, los arcanos le parecían fascinantes y se sabía inteligente. Ese no era el problema...
...El problema era tener que estar parada junto a aquel bastardo.
-¿Esa no es la chica de los carteles? -Murmuró alguien en cuanto puso un pie sobre el escenario, y esa pregunta desencadenó una serie de cuchicheos que se extendió por toda la sala. Pese a que el color cada vez más encendido de sus mejillas delataba su vergüenza, se esforzó por aparentar normalidad y saludó al brujo con una reverencia antes de situarse a su lado, con las manos tras la espalda para ocultar su temblor.
-¿Qué n-necesita que haga, señor Calhoun?
Sus nervios, su bochorno, aquella horrible situación, ¡todo era culpa de Matthew! Lo más disimuladamente que pudo le echó una mirada de reojo, inclinándose un poco hacia atrás dado que Vincent había quedado en medio de ambos. Y, tras semanas sin verse, se vio embargada por una marea de sensaciones que se le agolparon todas juntas en el pecho. Un irrefrenable deseo de golpearlo, zarandearlo, volver a gritarle por todas las injurias que había cometido, golpearlo un poco más... y abrazarlo, hundir el rostro en su pecho, inhalar profusamente su perfume y escuchar que le dijera que nunca más volvería a mentirle y que todo estaría bien.
¡Maldito fuera Matthew Owens!
Eyre
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 188
Nivel de PJ : : 1
Re: Un regreso de lo más inesperado {Matthew Owens - Eyre} {3/3} {Desafío de Yule} {Cerrado}
El Humano no estaba enojado por los intentos de su prometida de ponerlo en ridículo. De hecho, por fuera el estafador aparentaba seriedad, pero por dentro estaba sumamente feliz. Feliz por poder verla de nuevo, feliz por escuchar su voz y feliz porque en lugar de quedarse temblando como una niña asustada estaba de pie intentando ganarle a Matthew Owens en su propio juego.
Rebosaba de orgullo al ver lo mucho que Eyre había crecido en ese año.
Cuando ambos terminaron el intercambio el ambiente era tan tenso que casi podía cortarse con un cuchillo. Por suerte Vincent intercedió para alivianar las cosas, internamente Matt lo agradeció porque no quería que la muchacha pasara más vergüenza frente a los demás alumnos, sabía que para ella si era importante lo que ese montón de mocosos estúpidos pensaran.
-¿Es así? –Dijo el moreno sinceramente sorprendido, él no sabia que los no-magos podían hacer ese tipo de cosas. Aunque si hacía memoria tendría que recordar la vez que había llevado sus dagas con Asher, las mismas que llevaba en ese momento en el cinturón aunque no pudieran verlas. En ese momento le había pedido que les grabara unas runas para que fueran imperceptibles a simple vista, y claro, ese había sido el trabajo de un Hombre-bestia, no de un hechicero – Este seminario comienza a ser interesante – Susurro para que solo Vincent pudiera oírlo, dejando al descubierto que jamás había estado entre sus planes el prestar atención.
Cuando invitaron a Eyre una serie de molestos cuchicheos comenzaron a circular por la sala, Matt frunció el ceño durante un segundo, no le gustaba que estuvieran diciendo cosas sobre ella, comenzó a sentir un ansia asesina. Pero no era el momento ni el lugar para mostrarse violento, en lugar de eso comenzó a aplaudir, primero estaba solo, pero pronto se le sumaron los demás profesores y al final los alumnos también.
De esa manera la joven hechicera subió a escenario entre el aplauso del público.
El estafador se quedó esperando con las manos cruzadas tras la espalda, sabia que en algún momento Eyre lo miraría, no podría evitar la tentación de dirigirle al menos una mirada rápida así solo fuera para transmitirle todo su odio. Cuando por fin lo hizo, Matt la esperaba con un gesto de profundo cariño y movió los labios para articular lentamente ese apodo por el que la llamaba cuando estaban solos.
Como su parte del discurso había terminado buscó la silla en la que se había sentado antes y esperó allí a que Vincent o alguno del resto de los profesores lo invitaran a participar de nuevo. Aunque claro, Matt había hecho un buen espectáculo, así que no eran pocas las miradas que regresaban a él, incluso aunque ya no era quien llevaba adelante la presentación.
En cambio, los ojos de Owens estaban fijos en Eyre, habían pasado demasiados días, y la necesidad de tenerla estaban presionando en su interior. Con mucho disimulo se cruzó de piernas y continuó fingiendo que escuchaba la presentación “Si alguien puede leer mentes en esta sala espero que no elija este momento para hacerlo” la imaginación de Matthew podía hacer sonrojar hasta al más pervertido de los hombres.
Rebosaba de orgullo al ver lo mucho que Eyre había crecido en ese año.
Cuando ambos terminaron el intercambio el ambiente era tan tenso que casi podía cortarse con un cuchillo. Por suerte Vincent intercedió para alivianar las cosas, internamente Matt lo agradeció porque no quería que la muchacha pasara más vergüenza frente a los demás alumnos, sabía que para ella si era importante lo que ese montón de mocosos estúpidos pensaran.
-¿Es así? –Dijo el moreno sinceramente sorprendido, él no sabia que los no-magos podían hacer ese tipo de cosas. Aunque si hacía memoria tendría que recordar la vez que había llevado sus dagas con Asher, las mismas que llevaba en ese momento en el cinturón aunque no pudieran verlas. En ese momento le había pedido que les grabara unas runas para que fueran imperceptibles a simple vista, y claro, ese había sido el trabajo de un Hombre-bestia, no de un hechicero – Este seminario comienza a ser interesante – Susurro para que solo Vincent pudiera oírlo, dejando al descubierto que jamás había estado entre sus planes el prestar atención.
Cuando invitaron a Eyre una serie de molestos cuchicheos comenzaron a circular por la sala, Matt frunció el ceño durante un segundo, no le gustaba que estuvieran diciendo cosas sobre ella, comenzó a sentir un ansia asesina. Pero no era el momento ni el lugar para mostrarse violento, en lugar de eso comenzó a aplaudir, primero estaba solo, pero pronto se le sumaron los demás profesores y al final los alumnos también.
De esa manera la joven hechicera subió a escenario entre el aplauso del público.
El estafador se quedó esperando con las manos cruzadas tras la espalda, sabia que en algún momento Eyre lo miraría, no podría evitar la tentación de dirigirle al menos una mirada rápida así solo fuera para transmitirle todo su odio. Cuando por fin lo hizo, Matt la esperaba con un gesto de profundo cariño y movió los labios para articular lentamente ese apodo por el que la llamaba cuando estaban solos.
Como su parte del discurso había terminado buscó la silla en la que se había sentado antes y esperó allí a que Vincent o alguno del resto de los profesores lo invitaran a participar de nuevo. Aunque claro, Matt había hecho un buen espectáculo, así que no eran pocas las miradas que regresaban a él, incluso aunque ya no era quien llevaba adelante la presentación.
En cambio, los ojos de Owens estaban fijos en Eyre, habían pasado demasiados días, y la necesidad de tenerla estaban presionando en su interior. Con mucho disimulo se cruzó de piernas y continuó fingiendo que escuchaba la presentación “Si alguien puede leer mentes en esta sala espero que no elija este momento para hacerlo” la imaginación de Matthew podía hacer sonrojar hasta al más pervertido de los hombres.
Matthew Owens
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 875
Nivel de PJ : : 6
Re: Un regreso de lo más inesperado {Matthew Owens - Eyre} {3/3} {Desafío de Yule} {Cerrado}
La conferencia se podría haber complicado en un momento, pero por fortuna, la situación no fue a mayores y la tranquilidad pareció reinar nuevamente en el salón. O al menos eso es lo que Vincent deseaba.
Al mercenario no le apetecía dar la clase, pues, con el ingrediente de la propia exposición pública que ello requería, ya se sentía en aguas pantanosas. Por ello, mucho menos le apetecía dar una conferencia en la que el caos se adueñara de la sala. Era lo último que quería, y si ya le parecía difícil llevar una clase normal, menos aún creía que pudiera controlar una que se convirtiera en una batalla entre alumnos.
- No, tranquila. No tienes por qué disculparte. Lo cierto es que pocos saben que el arte arcano es un oficio que cualquier persona con paciencia y trabajo podría realizar-, contestó a la chica, cuando esta se disculpó. - Sobre todo las personas no mágicas, ellos, por sus exiguos conocimientos en magia e incluso el miedo que muchos tienen a ella, son los primeros desconocedores de esa realidad-, se mostró afable y educado.
Oye, pues quién lo diría, al rubio no se le daba del todo mal eso de dar clases. Aunque quizás no había que extrañarse tanto, ni siquiera a él, que nunca había hecho algo parecido, puesto que lo llevaba en la sangre. Sus padres habían sido profesores en la Academia, y tanto los Calhoun como los Cousland tenían una larga tradición de ancestros que habían pertenecido al profesorado. De todas formas, su reciente descubierta habilidad para dar clases no era algo que, si llegara el caso, reconociera ante su madre; ya que estaba seguro de que le daría la tabarra con ello, sólo por el puro placer de molestar un rato a su hijo.
- Ajá, así es-, contestó a Matt, sonriente y en el mismo tono bajo que él usara para hablarle. - Pero como acabo de comentar al alumnado, no es algo que todo el mundo sepa. Menos aún entre las personas sin magia-, terminó por decirle. Con tono suave y sin acritud, ni reproche ni condescendencia en la voz. Sólo para informarle, como cualquier profesor del tema haría con un alumno.
Vaya, quien lo diría, hasta se estaba divirtiendo con aquello de dar clases. Había algo, cómo decirlo… ¡Gratificante! Ese era el adjetivo.
El brujo sentía satisfacción al poder compartir sus conocimientos entre personas que deseaban aprender y escucharle. Se sentía igual a cuando trabajaba con Sandal en el taller, y ambos compartían sus conocimientos, y aprendían y mejoraban con la práctica de sus oficios en arcanos y herrería. El enano le ayudaba a mejorar en el campo del metal y el acero, y él, en cambio… Bueno, ahora que Vinc lo pensaba, no era la primera vez que daba clases. Quizás por ello no le resultaba tan complicado hacerlo, aunque, sin duda, dar clases a una persona, en privado, era mucho más sencillo y acorde a su personalidad. Lo de dar conferencias no estaba siendo tan horrible, más prefería dejarlo como una experiencia interesante y para una vez en la vida.
En cualquier caso, decir que la sala estaba tranquila después del momento tenso entre joven y ayudante, seguramente era decir demasiado. Un murmullo crecía según la chica se acercaba a la tarima, y el brujo creyó escuchar algo sobre carteles entre los cuchicheos más cercanos. Algo sobre carteles… o vete a saber qué, ya que estaba demasiado lejos de las voces susurrantes como para captar bien dicha conversación, y de todos modos, a él poco le importaba lo que estuvieran hablando.
No en vano, este improvisado maestro ya no era un jovencito, pero tampoco hacía tanto tiempo de aquella época en la que correteaba por los pasillos de la Academia, tras las faldas de la primera chica bonita que se cruzara en su camino. Recordaba bien sus tiempos de alumno, oh sí, ya lo creía, más era imposible no hacerlo ahora mismo, cuando estaba dando una conferencia en un salón lleno de muchachos y chicas que nada más verlos le rememoraban tal época. Era tan imposible no recordar su tiempo en la Academia estando en ella, cómo imaginarse de qué tratarían los cuchicheos de unos adolescentes embargados por la pasión propia de esas edades.
De todos modos, los aplausos de Matt y los profesores a espaldas de Vinc, iniciaron un contagio generalizado, al que no tardó en sumarse el propio Vincent. Poco a poco, los susurros se transformaron en palmadas, y con ese buen recibiendo la jovencita bruja subió al estrado.
- Bueno, yo realmente no necesito nada en particular, pero creo que si todos podemos ser partícipes de las enseñanzas acabamos siendo más beneficiados-, le respondió a la chica, en cuánto esta subió junto a ellos, aún aplaudiendo, pero forma más suave para poder ser escuchado. - Cuando era alumno me gustaba involúcrame y pringarme las manos-, dijo, terminando de aplaudir y riendo durante un corto instante.
- Esa era una de tus mayores virtudes-, corroboró el arcanista.
- ¿Ves? Hasta el profesor Filius lo considera una virtud-, comentó sonriente. - Y es que me encantaba intentarlo, y aunque fracasase en la prueba me gustaba. Aprendía mucho con el ensayo y error, incluso a veces más que con la nariz metido en los libros. Me daba una perspectiva diferente a lo aprendido el libros, y me permitía probar por mí mismo lo que leía.
Aquello recordó algo al mercenario, y es que tenía un libro de enseñanzas arcanas en el interior de su morral, así que ni corto ni perezoso comenzó a rebuscar en su interior para sacarlo. Lo había comprado en una tienda de Beltrexus, de camino a la Academia, y era un libro simple y más bien para iniciados. Sin embargo, le había parecido de lo más interesante para Sandal, puesto que con ese ejemplar podría aprender algunos encantamientos sencillos. Le había parecido un buen regalo para su socio, más ahora le podría valer para practicar un poco con aquellos alumnos.
El caso es que Vinc no tardó en sacar el libro y comenzar a pasar las páginas buscando un glifo que pudiera servir para la ocasión.
- Ah, que tal este-, dijo, clavando su dedo sobre una de las páginas del tomo, y enseñándole el dibujo y las letras a su recién adquirida ayudante. - Por qué no lo probamos con este atril, parece bien pesado-, comentó animado y sonriente, acercándose al susodicho y macizo atril de orador para darle unas palmadas. - Ven Matt, podrás comprobar con tus propias manos que un humano puede hacer arcanos-, dijo en el mismo tono que antes, al mismo tiempo que sacaba un frasco de su bolsa. - Tinta mágica, nunca salgo de casa sin un poco de ella-, comentó esta vez, antes de besar el frasco, y tendérselo a sus “ayudantes”. - ¿A que este atril parece bien pesado? -, se dirigió esta vez al público. - Ahora pondrán ver lo fácil que nos puede hacer la vida saber un poco de arcanos.
Dicho eso, Vinc se colocó al lado de sus ayudantes, y les sostuvo el libro para que pudieran leerlo mientras trabajaban en el dibujo del glifo que debían realizar sobre la madera para encantar el atril.
Por su parte, mientras el mercenario hacía esto, Filius se acercó a una mesa y trajo unos pinceles.
- Los vais a necesitar-, manifestó el profesor, a la vez que cedía los instrumentos a los alumnos.
- Oh sí, que cabeza la mía-, rió suavemente y por poco tiempo. - Gracias, profesor-, le agradeció a Filius, antes de volver a dirigir sus palabras sobre sus particulares ayudantes. - Intentad levantar el atril antes de dibujar la runa de pluma, y hacedlo después de dibujarla, para que veáis como cambia el asunto-, dijo divertido y en tono simpático. - Pero eso sí, tened cuidado y no os rompáis la espalda-, bromeó, para luego posar su mirada sobre su más reciente ayudante. - Por cierto, antes de que ser más descortés. Joven, ¿cómo os llamáis? No es propio de mí esclavizar a gente tan maja como vosotros sin antes conocer el nombre de todos ellos-, volvió a bromear.
Al mercenario no le apetecía dar la clase, pues, con el ingrediente de la propia exposición pública que ello requería, ya se sentía en aguas pantanosas. Por ello, mucho menos le apetecía dar una conferencia en la que el caos se adueñara de la sala. Era lo último que quería, y si ya le parecía difícil llevar una clase normal, menos aún creía que pudiera controlar una que se convirtiera en una batalla entre alumnos.
- No, tranquila. No tienes por qué disculparte. Lo cierto es que pocos saben que el arte arcano es un oficio que cualquier persona con paciencia y trabajo podría realizar-, contestó a la chica, cuando esta se disculpó. - Sobre todo las personas no mágicas, ellos, por sus exiguos conocimientos en magia e incluso el miedo que muchos tienen a ella, son los primeros desconocedores de esa realidad-, se mostró afable y educado.
Oye, pues quién lo diría, al rubio no se le daba del todo mal eso de dar clases. Aunque quizás no había que extrañarse tanto, ni siquiera a él, que nunca había hecho algo parecido, puesto que lo llevaba en la sangre. Sus padres habían sido profesores en la Academia, y tanto los Calhoun como los Cousland tenían una larga tradición de ancestros que habían pertenecido al profesorado. De todas formas, su reciente descubierta habilidad para dar clases no era algo que, si llegara el caso, reconociera ante su madre; ya que estaba seguro de que le daría la tabarra con ello, sólo por el puro placer de molestar un rato a su hijo.
- Ajá, así es-, contestó a Matt, sonriente y en el mismo tono bajo que él usara para hablarle. - Pero como acabo de comentar al alumnado, no es algo que todo el mundo sepa. Menos aún entre las personas sin magia-, terminó por decirle. Con tono suave y sin acritud, ni reproche ni condescendencia en la voz. Sólo para informarle, como cualquier profesor del tema haría con un alumno.
Vaya, quien lo diría, hasta se estaba divirtiendo con aquello de dar clases. Había algo, cómo decirlo… ¡Gratificante! Ese era el adjetivo.
El brujo sentía satisfacción al poder compartir sus conocimientos entre personas que deseaban aprender y escucharle. Se sentía igual a cuando trabajaba con Sandal en el taller, y ambos compartían sus conocimientos, y aprendían y mejoraban con la práctica de sus oficios en arcanos y herrería. El enano le ayudaba a mejorar en el campo del metal y el acero, y él, en cambio… Bueno, ahora que Vinc lo pensaba, no era la primera vez que daba clases. Quizás por ello no le resultaba tan complicado hacerlo, aunque, sin duda, dar clases a una persona, en privado, era mucho más sencillo y acorde a su personalidad. Lo de dar conferencias no estaba siendo tan horrible, más prefería dejarlo como una experiencia interesante y para una vez en la vida.
En cualquier caso, decir que la sala estaba tranquila después del momento tenso entre joven y ayudante, seguramente era decir demasiado. Un murmullo crecía según la chica se acercaba a la tarima, y el brujo creyó escuchar algo sobre carteles entre los cuchicheos más cercanos. Algo sobre carteles… o vete a saber qué, ya que estaba demasiado lejos de las voces susurrantes como para captar bien dicha conversación, y de todos modos, a él poco le importaba lo que estuvieran hablando.
No en vano, este improvisado maestro ya no era un jovencito, pero tampoco hacía tanto tiempo de aquella época en la que correteaba por los pasillos de la Academia, tras las faldas de la primera chica bonita que se cruzara en su camino. Recordaba bien sus tiempos de alumno, oh sí, ya lo creía, más era imposible no hacerlo ahora mismo, cuando estaba dando una conferencia en un salón lleno de muchachos y chicas que nada más verlos le rememoraban tal época. Era tan imposible no recordar su tiempo en la Academia estando en ella, cómo imaginarse de qué tratarían los cuchicheos de unos adolescentes embargados por la pasión propia de esas edades.
De todos modos, los aplausos de Matt y los profesores a espaldas de Vinc, iniciaron un contagio generalizado, al que no tardó en sumarse el propio Vincent. Poco a poco, los susurros se transformaron en palmadas, y con ese buen recibiendo la jovencita bruja subió al estrado.
- Bueno, yo realmente no necesito nada en particular, pero creo que si todos podemos ser partícipes de las enseñanzas acabamos siendo más beneficiados-, le respondió a la chica, en cuánto esta subió junto a ellos, aún aplaudiendo, pero forma más suave para poder ser escuchado. - Cuando era alumno me gustaba involúcrame y pringarme las manos-, dijo, terminando de aplaudir y riendo durante un corto instante.
- Esa era una de tus mayores virtudes-, corroboró el arcanista.
- ¿Ves? Hasta el profesor Filius lo considera una virtud-, comentó sonriente. - Y es que me encantaba intentarlo, y aunque fracasase en la prueba me gustaba. Aprendía mucho con el ensayo y error, incluso a veces más que con la nariz metido en los libros. Me daba una perspectiva diferente a lo aprendido el libros, y me permitía probar por mí mismo lo que leía.
Aquello recordó algo al mercenario, y es que tenía un libro de enseñanzas arcanas en el interior de su morral, así que ni corto ni perezoso comenzó a rebuscar en su interior para sacarlo. Lo había comprado en una tienda de Beltrexus, de camino a la Academia, y era un libro simple y más bien para iniciados. Sin embargo, le había parecido de lo más interesante para Sandal, puesto que con ese ejemplar podría aprender algunos encantamientos sencillos. Le había parecido un buen regalo para su socio, más ahora le podría valer para practicar un poco con aquellos alumnos.
El caso es que Vinc no tardó en sacar el libro y comenzar a pasar las páginas buscando un glifo que pudiera servir para la ocasión.
- Ah, que tal este-, dijo, clavando su dedo sobre una de las páginas del tomo, y enseñándole el dibujo y las letras a su recién adquirida ayudante. - Por qué no lo probamos con este atril, parece bien pesado-, comentó animado y sonriente, acercándose al susodicho y macizo atril de orador para darle unas palmadas. - Ven Matt, podrás comprobar con tus propias manos que un humano puede hacer arcanos-, dijo en el mismo tono que antes, al mismo tiempo que sacaba un frasco de su bolsa. - Tinta mágica, nunca salgo de casa sin un poco de ella-, comentó esta vez, antes de besar el frasco, y tendérselo a sus “ayudantes”. - ¿A que este atril parece bien pesado? -, se dirigió esta vez al público. - Ahora pondrán ver lo fácil que nos puede hacer la vida saber un poco de arcanos.
Dicho eso, Vinc se colocó al lado de sus ayudantes, y les sostuvo el libro para que pudieran leerlo mientras trabajaban en el dibujo del glifo que debían realizar sobre la madera para encantar el atril.
Por su parte, mientras el mercenario hacía esto, Filius se acercó a una mesa y trajo unos pinceles.
- Los vais a necesitar-, manifestó el profesor, a la vez que cedía los instrumentos a los alumnos.
- Oh sí, que cabeza la mía-, rió suavemente y por poco tiempo. - Gracias, profesor-, le agradeció a Filius, antes de volver a dirigir sus palabras sobre sus particulares ayudantes. - Intentad levantar el atril antes de dibujar la runa de pluma, y hacedlo después de dibujarla, para que veáis como cambia el asunto-, dijo divertido y en tono simpático. - Pero eso sí, tened cuidado y no os rompáis la espalda-, bromeó, para luego posar su mirada sobre su más reciente ayudante. - Por cierto, antes de que ser más descortés. Joven, ¿cómo os llamáis? No es propio de mí esclavizar a gente tan maja como vosotros sin antes conocer el nombre de todos ellos-, volvió a bromear.
Vincent Calhoun
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 975
Nivel de PJ : : 9
Re: Un regreso de lo más inesperado {Matthew Owens - Eyre} {3/3} {Desafío de Yule} {Cerrado}
Por si su tez no se asemejaba ya demasiado al color de un tomate gracias a los aplausos malignamente comenzados por el moreno, cuando Matthew le devolvió la mirada y movió los labios al ritmo de una palabra que solo ellos dos podían conocer, la cara de Eyre se encendió hasta las orejas. No había manera de que pudiera concentrarse después de algo así, y su odio pronto fue aplastado por una ansiosa ternura que se obligó a desterrar sin piedad de su pecho. No, ¡no toleraría que su corazón se pusiera a dar saltos sólo porque aquel tonto le dedicara una mirada bonita! ¡Debía recordar lo que había hecho! ¡Sí, definitivamente se merecía todo su rencor!
Con esas cosas en mente, al principio le costó horrores poner atención al brujo cuando éste volvió a hablarle. Se sentía ridícula allí parada, con el rostro del color del atardecer y todavía siendo aplaudida por algunos alumnos, creía ella, de manera burlona. -Ya recuerdo por qué no me gustaba venir. -Pensó con enfado, pues nunca se había llevado especialmente bien con los jóvenes de su edad, a quienes ella consideraba tontos e inmaduros. Respiró profundo y se obligó a centrarse; ya que estaba allí, no le quedaba más opción de demostrar con orgullo el resultado de sus arduos estudios.
Al ver que el brujo sacaba un libro, y milagrosamente olvidándose de Matthew por un momento, la jovencita no tardó en inclinarse hacia él para mirar con curiosidad lo que quería mostrarle. Una sonrisa de alivio se dibujó en sus labios al ver que era un tomo que había leído hacía mucho tiempo; pasando tanto tiempo en casa, y disponiendo de una biblioteca enorme repleta de libros de sus padres, ambos antiguos estudiantes del Hekshold, Eyre había pasado años leyendo contenido bastante más avanzado que aquel. Ella misma había usado arcanos para salir de situaciones complicadas aunque, a decir verdad, el arte de dibujar letras mágicas no solía ser lo primero que se le venía a la cabeza en momentos de peligro. En todo caso, levantar un atril usando un arcano tan simple era una tarea tan sencilla que hasta le sonaba un poco insultante.
-No hay problema, señor Calhoun, yo pue... -Pero entonces el brujo llamó al moreno y Eyre cerró la boca tan rápido como la había abierto. Tendrían que encantar el atril... ¿¡juntos!? Alzó la mirada hacia Vincent con gesto suplicante. “¡Todo menos eso!”, parecía gritar cada músculo de su rostro, pero el mayor parecía demasiado inmerso en la clase como para notarlo.
Resignada y ceñuda, no tuvo más opción que aceptar el pincel ofrecido por el profesor y situarse en el lado izquierdo del atril. Le parecía tonto demostrarle a todo el salón que no tenía fuerza suficiente para levantarlo sin ayuda de las runas, así que no hizo más que intentar empujarlo con evidente desgano y, una vez comprobó lo que ya todos esperaban, suspiró y volvió la mirada al profesor para dedicarle una sonrisa compungida.
-Mi nombre es Eyre Hochgrevink, señor. -Y pronto, desde un rincón maligno de su mente que no sabía que tenía, miró a Matthew de reojo y añadió con picardía: -Lo siento, no sé si escuché bien el nombre de mi compañero. ¿“Giorgio Buchón”, puede ser?
Acto seguido, sin esperar la respuesta, le dio la espalda y hundió el pincel en la tinta para disponerse a escribir su mitad del arcano. No necesitó siquiera mirar el libro; su caligrafía era elegante y segura. Instantes después se alejó del atril y, con los brazos en jarra, miró orgullosamente al profesor antes de rodearlo para ir esta vez hacia el lado derecho, dispuesta a ver muy de cerca qué tan penosa era la caligrafía del humano y, por supuesto, burlarse en cuanto tuviera la oportunidad.
-Cuidado, “Giorgio” -dijo en voz apenas lo suficientemente alta como para que sólo él pudiera oírla- no vayas a equivocarte.
Eyre
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 188
Nivel de PJ : : 1
Re: Un regreso de lo más inesperado {Matthew Owens - Eyre} {3/3} {Desafío de Yule} {Cerrado}
Esa emoción que parecía emanar de Vincent y Eyre, la sensación de estar en el sitio al que pertenecían, todas esas pequeñas vivencias que solo podían darse dentro del ámbito escolar, le eran completamente ajenas a Matthew. Él nunca había recibido educación formal, sabía leer y escribir porque su Maestro lo había obligado, pero por lo demás era tan ignorante como cualquier artesano promedio de Lunargenta.
Por lo mismo, si bien podía percatarse de que el ambiente se volvía más ameno a medida que Vincent avanzaba con la clase, el moreno no podía sentirse identificado con esa sensación, ni tampoco sentía que formaba parte de ello. Era como algún tipo de ente extraño que por simple casualidad había terminado en medio de una conferencia de hechicería.
No quería nada de ese sitio, y estaba bastante seguro de que la Academia estaría mucho mejor sin él. Pero Eyre estaba allí, por lo que una fuerza más poderosa lo obligaba a quedarse y soportar hasta el final.
-De acuerdo Profesor – Era sumamente extraño decirle así a un hombre de edad similar a la suya, pero la disonancia del término le resultaba graciosa. Owens se acercó al atril, lo miro, luego miro a Vincent para saber si tramaba algo – Es cierto, parece muy pesado –
Era como estar representando uno de sus actos de estafa, normalmente esa sería la parte en la que ellos decían que el atril era sumamente pesado, y hacían gestos intentando moverlo para que pareciera imposible que un hombre solo siquiera lo arrastrara. Luego de eso le presentarían al público alguna clase de ungüento o poción que supuestamente les daría la fuerza de diez hombres. Y para finalizar Matthew levantaría el atril con una sola mano, sin que los demás supieran que estaba hecho con madera carcomida por las terminas y por eso era en verdad muy ligero.
Pero parecía ser que ese mueble era pesado de verdad, el estafador empujó primero para probarlo, pero no se movió. Luego apoyó las dos manos y nada, no era necesario fingir, ciertamente no podría moverlo a menos que lo ayudaran.
-Efectivamente es muy pesado – Corroboro el estafador, luego miro a Eyre, quien hacía un esfuerzo desmedido por ignorarlo. Matt tuvo que aguantarse un suspiro, adoraba que fuera tan difícil, y si hubiesen estado solos en esa sala con gusto se habría degradado con tal de que volviera a dirigirle la mirada. Pero estando en frente de tanta gente no se podía, porque luego de la pelea venía la reconciliación.
Dejó que la muchacha fuera primero, quería ver cómo lo hacía para así poder imitarla. Aparentemente no era muy diferente a pintar signos con cualquier pincel, Matt se peinó la barba mientras pensaba si no habría algo más que estuviera pasando por alto, pero al final se encogió de hombros y agarró el pincel que Eyre había usado.
-En realidad Giorgio Buchón es el apelativo que utilizan quienes quieren burlarse de mi aquí en la Academia, un intento infantil por dañar mi autoestima – Lo dijo en un tono de voz neutro y bajo, mientras miraba con atención el signo en el libro, así que solo los que estuvieron en el escenario y en la primera fila pudieron escucharlo– Pero eso seguro ya lo sabe ¿No Señorita Hochgrevink? –
Con la mano alzada comenzó a dibujar la runa, lo hizo con delicadeza y precisión, recordando sus años como ceramista, siempre le había parecido relajante la parte de la pintura, aunque hacía años que no lo practicaba. Al final el resultado parecía ser bastante decente, Matt lo contempló durante unos segundos, pero como era un perfeccionista a sus ojos había quedado horrible.
-Mmm, creo que quedó parecido – Comentó comparándolo con la del libro – Esto es bastante divertido – Le pasó el frasco de tinta y el pincel a Vincent – Por suerte tengo algo de experiencia escribiendo con este tipo de implementos – Luego fue a pararse junto a Eyre, más cerca de lo necesario en realidad, la miro de reojo y cuando todos estuvieron distraídos escuchando la siguiente parte de la explicación de Vincent le dejó un pellizco juguetón en el trasero – Te extrañe – Le susurró.
Por lo mismo, si bien podía percatarse de que el ambiente se volvía más ameno a medida que Vincent avanzaba con la clase, el moreno no podía sentirse identificado con esa sensación, ni tampoco sentía que formaba parte de ello. Era como algún tipo de ente extraño que por simple casualidad había terminado en medio de una conferencia de hechicería.
No quería nada de ese sitio, y estaba bastante seguro de que la Academia estaría mucho mejor sin él. Pero Eyre estaba allí, por lo que una fuerza más poderosa lo obligaba a quedarse y soportar hasta el final.
-De acuerdo Profesor – Era sumamente extraño decirle así a un hombre de edad similar a la suya, pero la disonancia del término le resultaba graciosa. Owens se acercó al atril, lo miro, luego miro a Vincent para saber si tramaba algo – Es cierto, parece muy pesado –
Era como estar representando uno de sus actos de estafa, normalmente esa sería la parte en la que ellos decían que el atril era sumamente pesado, y hacían gestos intentando moverlo para que pareciera imposible que un hombre solo siquiera lo arrastrara. Luego de eso le presentarían al público alguna clase de ungüento o poción que supuestamente les daría la fuerza de diez hombres. Y para finalizar Matthew levantaría el atril con una sola mano, sin que los demás supieran que estaba hecho con madera carcomida por las terminas y por eso era en verdad muy ligero.
Pero parecía ser que ese mueble era pesado de verdad, el estafador empujó primero para probarlo, pero no se movió. Luego apoyó las dos manos y nada, no era necesario fingir, ciertamente no podría moverlo a menos que lo ayudaran.
-Efectivamente es muy pesado – Corroboro el estafador, luego miro a Eyre, quien hacía un esfuerzo desmedido por ignorarlo. Matt tuvo que aguantarse un suspiro, adoraba que fuera tan difícil, y si hubiesen estado solos en esa sala con gusto se habría degradado con tal de que volviera a dirigirle la mirada. Pero estando en frente de tanta gente no se podía, porque luego de la pelea venía la reconciliación.
Dejó que la muchacha fuera primero, quería ver cómo lo hacía para así poder imitarla. Aparentemente no era muy diferente a pintar signos con cualquier pincel, Matt se peinó la barba mientras pensaba si no habría algo más que estuviera pasando por alto, pero al final se encogió de hombros y agarró el pincel que Eyre había usado.
-En realidad Giorgio Buchón es el apelativo que utilizan quienes quieren burlarse de mi aquí en la Academia, un intento infantil por dañar mi autoestima – Lo dijo en un tono de voz neutro y bajo, mientras miraba con atención el signo en el libro, así que solo los que estuvieron en el escenario y en la primera fila pudieron escucharlo– Pero eso seguro ya lo sabe ¿No Señorita Hochgrevink? –
Con la mano alzada comenzó a dibujar la runa, lo hizo con delicadeza y precisión, recordando sus años como ceramista, siempre le había parecido relajante la parte de la pintura, aunque hacía años que no lo practicaba. Al final el resultado parecía ser bastante decente, Matt lo contempló durante unos segundos, pero como era un perfeccionista a sus ojos había quedado horrible.
-Mmm, creo que quedó parecido – Comentó comparándolo con la del libro – Esto es bastante divertido – Le pasó el frasco de tinta y el pincel a Vincent – Por suerte tengo algo de experiencia escribiendo con este tipo de implementos – Luego fue a pararse junto a Eyre, más cerca de lo necesario en realidad, la miro de reojo y cuando todos estuvieron distraídos escuchando la siguiente parte de la explicación de Vincent le dejó un pellizco juguetón en el trasero – Te extrañe – Le susurró.
Matthew Owens
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 875
Nivel de PJ : : 6
Re: Un regreso de lo más inesperado {Matthew Owens - Eyre} {3/3} {Desafío de Yule} {Cerrado}
Creyó advertir una mirada suplicante en el rostro de la joven, o eso le pareció percibir a Vincent. Un grito callado y silente captado de refilón. Más eso era del todo imposible, pues acaso ¿existía motivo alguno para que la chica sintiera tal apuro? Nuestro mercenario con dotes para la enseñanza no lo creía así, y si bien, aunque entendía que estar delante tanto público le daría a cualquiera una buena dosis de vértigo, ya que él mismo lo había sufrido, tampoco era razón para pedir auxilio de aquella manera tan sutil cómo apremiante.
No, no. Sin duda habían sido imaginaciones suyas. Además, le había pedido realizar un glifo de lo más sencillo, porque, por un lado, no conocía hasta que punto sabría la joven sobre tan bella materia, y por otro, debía buscar algo simple con lo que iniciar a Matt. El chico había demostrado con su plática que del tema de los arcanos estaba un poco verde, y no concebía mejor manera de enseñarle de forma divertida, que involucrándolo en la lección por sencilla que fuera.
Por algo había que empezar, y antes de aprender a correr, había que aprender a andar. Eso era igual en cualquiera materia.
El caso, es que por esa misma sencillez, era difícil creer que la joven suplicara ayuda alguna, y muy fácil descartarlo cómo un lapsus tonto de su mente.
- Eyre Hochgrevink. Un bonito nombre, si se me permite decirlo-, comentó con su particular tono y formas amables. - Hochgrevink-, dijo para sí mismo, más que para la chica a su lado. - Si mi memoria no me falla, es una familia importante por estas tierras, ¿no es así? - le preguntó, esta vez sí de forma directa, para darle conversación y distraerla un poco. Una forma simple de rebajar cualquier posible nerviosismo que pudiera albergar en su interior.
La verdad, el apellido le sonaba, así que probablemente Vinc estuviera en lo cierto, más sólo había una forma de estar seguro del todo, y era preguntándole directamente. Hacía algunos años que vivía en Lunargenta, y se pasaba otro tanto en las tierras lejanas del Norte, así pues, ya no tenía tan fresca en la memoria, todo el elenco de apellidos de renombre que se entretejía en el siempre complejo telar de la sociedad bruja.
- ¿Giorgio? ¿No era Matthew? - comentó confundido, pues ahora no estaba seguro de haber escuchado mal antes. Quizás llevaba un rato haciendo un desastre y anunciando a su compañero de fatigas con un nombre equivocado. - Eh, bueno, técnicamente no soy profesor.
“Sólo estoy dando está maldita clase por no matar a James”, podría haber añadido, más se ahorró hacerlo.
- Ah, ya veo. Los pasillos de la Academia pueden ser muy crueles-, afirmó, recordando una vez más sus tiempos de mozo por allí. - Entonces nos ahorraremos mentarle como Giorgio y usaremos su nombre auténtico-, dijo finalmente, ajeno a toda aquella historia, pues no tenía motivos para no creerle.
Acto seguido, el mercenario siguió con la mirada los movimientos de los alumnos con sus respectivos pinceles. No podía estar más que fascinado por ellos. La chica demostraba una soltura sin igual, por lo cual no tardó en darse cuenta que le había pedido un ejercicio demasiado sencillo para ella. Matt, por su parte, pese a que antes había evidenciado su poco saber en cuestión de arcanos, ahora mostraba una agilidad con el pincel impropia de un principiante.
Las runas de ambos quedaron perfectamente dibujadas, y por ende, listas para manifestar su poder.
- Ya creo que tiene experiencia-, contestó, más que satisfecho por el trabajo realizado por los alumnos Aunque sin mayor dilación, guardó el libro y el frasco de tinta en su morral y dirigió su rostro hacia el público. - Cómo pudieron apreciar por los anteriores esfuerzos de Eyre y Matt, este atril era muy pesado para transportarlo, más ahora-. Y en vez de acabar la frase levantó el atril con una sola mano y lo sostuvo sobre su dedo índice.
Muchos alumnos mostraron su satisfacción por lo visto mediante aplausos, otros simplemente se quedaron callados, pues para cualquiera que supiera arcanos, tampoco era nada del otro mundo lo en aquella sala vivido.
- Menuda mierda, eso lo puede hacer cualquiera-, espetó un muchacho, en cuánto dejaron de sonar los aplausos.
“Menuda mierda era lo que le habían puesto a ese chico por cerebro”, pensó en decir al público, pero se contuvo.
El rubio tenía que recordarse que estaba en la Academia, no en una taberna cualquiera, y que ahora estaba representando en cierta manera al profesor Filius, para no matar a ese chico en ese mismo instante. Eso y que además podría ser el padre… bueno, eso no, porque de ser su hijo ese insolente tendría mejores modales.
En cualquier caso, no podía armar una batalla, debía mantener las formas, aunque lo que dijera el chico fuera cierto, pero dicho con toda falta de educación.
- Cierto, no es el mejor truco del mundo…-, intentó excusarse, mientras dejaba el atril en su sitio y antes de ser cortado de nuevo.
- Es una tontería. Cualquier chico o alumna en su primer año de arcanos lo aprende.
- Bueno, ya sabemos quién tiene sirvientes que transportan sus muebles-, bromeó, lo que, sin querer, provocó que varios alumnos se rieran y el susodicho le observara con mirada asesina. - Lo sé, joven. Es un glifo muy sencillo, pero no por ello menos útil.
“Sigue mirándome así y me importará bien poco de quien seas hijo”, fue la respuesta en el cruce de miradas entre alumno insolente y mercenario profesor. De todos modos, el cruce de miradas no tuvo que ir a mayores, pues…
- Vincent Calhoun es un gran arcanista, sabe de la materia más que muchos profesores de la academia-, se escuchó una voz defenderle.
- No, bueno, tampoco tanto…
- Podría hacer cualquier cosa runas, como impregnar de chispas su espada, hacer levitar todos los muebles de este salón, o explotar una torre entera-, siguió diciendo esa femenina voz.
- No es para tanto. En serio, eso es pasars…
Vincent tuvo que hacer aspavientos con las manos para que la muchacha dejara ese discurso de lado. Un alegato sobre arcanos que muy bien podría hacer, pero que tampoco le interesaba a nadie escuchar, y que no creía que tampoco le ayudara demasiado en esos momentos. Una defensa un tanto personal, y a la que pronto pudo ponerle rostro cuando consiguió captar con su vista a la joven que lo producía.
No podía ser. Era la tal… ¿Alyssa? Le sonaba que ese era el nombre con el que se había referido a ella Filius. Aquella chica que lo había esperado junto a la entrada a la Academia, y que por aquel entonces no parecía saber nada de él, y que ahora parecía ser su fan número uno. Por cierto, ¿desde cuándo tenía un jodido club de fans?
- Vincent podría hacer muchas cosas, ¿verdad? - comentó la chica, levantándose de su asiento, y mirando hacia el mercenario sobre el estrado. - Por qué no hace otro glifo, uno con mayor complejidad. Filius me contó una anécdota antes sobre usted, me dijo que hace años preparó unos fuegos que explotaban en el cielo, para celebrar una festividad. Yule, creo que dijo.
¿Pero es que esa chica no entendía sus gestos? Mover las manos de aquella manera significaba parar, callarse y dejarlo correr, maldita loca.
- Oh, pero eso fue hace mil años-, respondió, dejando de mover las manos y desistiendo de su fútil intento de acallarla. - Yo era alumno y…
- Por eso sería maravilloso. Un glifo más complejo y que nosotros aún siendo alumnos podríamos realizar.
¿Pero es que no entendía nada, o simplemente pasaba de su culo? Era evidente que él no quería hacer nada de eso. Había llegado hasta allí mediante engaños y con una clase corta con magia simple tenía suficiente. No quería hacer nada con fuegos explosivos, por sencillo que fuese para él a esas alturas. No le apetecía, sin embargo, estaba claro que esa chica había aprendido todas las tretas de Filius y James.
- Ya veo, eso sí parece interesante. Mucho más que una runa de ligereza-, mencionó el chico maleducado que había iniciado esta situación con sus quejas.
Más antes de que Vinc pudiera tomar la palabra, alguien lo hizo por él.
- A mí también me parece una gran idea. Vayamos todos al campo colindante, allí será más apropiado realizar este ejercicio-, comentó el profesor de arcanos.
¿En serio, Filius? ¿En serio? Esa pregunta rebotaba dentro de la cabeza del rubio mercenario como un ardilla epiléptica con hambre y con su despensa vacía de nueces.
- Alyssa, ve a mi clase, allí podrás coger una madera para que Vincent pueda hacer el glifo en el exterior-, mencionó, y casi antes de terminar su frase la joven salió volando a la velocidad de un rayo. - Bien, síganme todos. Esta conferencia está siendo de lo más entretenida.
Vincent escuchó las últimas palabras del profesor y vio como se encaminaba hacia el exterior del salón, así como vio, cómo el resto de alumnos se levantaban de sus asientos y hacían lo propio para seguir a Filius. Ante tal escena sólo agachar la cabeza, sintiendo el peso de su destino sellado sobre su testa.
- Eyre, Matthew. Estáis a tiempo de salvar vuestras vidas. Huid lejos, a un mundo sin arcanista, alumna, y ex profesor de alquimia con miles de tretas para condenar vuestra existencia-, comentó con cierto drama. Demasiado, quizás, para lo que la situación requería. - Pero si os apetece seguir ayudándome. Aprenderéis un glifo para conjurar fuego en el cielo. Es bastante bonito, la verdad-, dijo más animado. - En fin, si queréis seguir ayudando a este pobre brujo, nos vemos fuera-, dijo finalmente, clavando la mirada sobre el grupo de personas que en cola, y asemejándose a una riada, salían al exterior.
Dicho esto, Vinc se acomodó mejor el morral sobre su hombro y avanzó hacia el exterior.
No, no. Sin duda habían sido imaginaciones suyas. Además, le había pedido realizar un glifo de lo más sencillo, porque, por un lado, no conocía hasta que punto sabría la joven sobre tan bella materia, y por otro, debía buscar algo simple con lo que iniciar a Matt. El chico había demostrado con su plática que del tema de los arcanos estaba un poco verde, y no concebía mejor manera de enseñarle de forma divertida, que involucrándolo en la lección por sencilla que fuera.
Por algo había que empezar, y antes de aprender a correr, había que aprender a andar. Eso era igual en cualquiera materia.
El caso, es que por esa misma sencillez, era difícil creer que la joven suplicara ayuda alguna, y muy fácil descartarlo cómo un lapsus tonto de su mente.
- Eyre Hochgrevink. Un bonito nombre, si se me permite decirlo-, comentó con su particular tono y formas amables. - Hochgrevink-, dijo para sí mismo, más que para la chica a su lado. - Si mi memoria no me falla, es una familia importante por estas tierras, ¿no es así? - le preguntó, esta vez sí de forma directa, para darle conversación y distraerla un poco. Una forma simple de rebajar cualquier posible nerviosismo que pudiera albergar en su interior.
La verdad, el apellido le sonaba, así que probablemente Vinc estuviera en lo cierto, más sólo había una forma de estar seguro del todo, y era preguntándole directamente. Hacía algunos años que vivía en Lunargenta, y se pasaba otro tanto en las tierras lejanas del Norte, así pues, ya no tenía tan fresca en la memoria, todo el elenco de apellidos de renombre que se entretejía en el siempre complejo telar de la sociedad bruja.
- ¿Giorgio? ¿No era Matthew? - comentó confundido, pues ahora no estaba seguro de haber escuchado mal antes. Quizás llevaba un rato haciendo un desastre y anunciando a su compañero de fatigas con un nombre equivocado. - Eh, bueno, técnicamente no soy profesor.
“Sólo estoy dando está maldita clase por no matar a James”, podría haber añadido, más se ahorró hacerlo.
- Ah, ya veo. Los pasillos de la Academia pueden ser muy crueles-, afirmó, recordando una vez más sus tiempos de mozo por allí. - Entonces nos ahorraremos mentarle como Giorgio y usaremos su nombre auténtico-, dijo finalmente, ajeno a toda aquella historia, pues no tenía motivos para no creerle.
Acto seguido, el mercenario siguió con la mirada los movimientos de los alumnos con sus respectivos pinceles. No podía estar más que fascinado por ellos. La chica demostraba una soltura sin igual, por lo cual no tardó en darse cuenta que le había pedido un ejercicio demasiado sencillo para ella. Matt, por su parte, pese a que antes había evidenciado su poco saber en cuestión de arcanos, ahora mostraba una agilidad con el pincel impropia de un principiante.
Las runas de ambos quedaron perfectamente dibujadas, y por ende, listas para manifestar su poder.
- Ya creo que tiene experiencia-, contestó, más que satisfecho por el trabajo realizado por los alumnos Aunque sin mayor dilación, guardó el libro y el frasco de tinta en su morral y dirigió su rostro hacia el público. - Cómo pudieron apreciar por los anteriores esfuerzos de Eyre y Matt, este atril era muy pesado para transportarlo, más ahora-. Y en vez de acabar la frase levantó el atril con una sola mano y lo sostuvo sobre su dedo índice.
Muchos alumnos mostraron su satisfacción por lo visto mediante aplausos, otros simplemente se quedaron callados, pues para cualquiera que supiera arcanos, tampoco era nada del otro mundo lo en aquella sala vivido.
- Menuda mierda, eso lo puede hacer cualquiera-, espetó un muchacho, en cuánto dejaron de sonar los aplausos.
“Menuda mierda era lo que le habían puesto a ese chico por cerebro”, pensó en decir al público, pero se contuvo.
El rubio tenía que recordarse que estaba en la Academia, no en una taberna cualquiera, y que ahora estaba representando en cierta manera al profesor Filius, para no matar a ese chico en ese mismo instante. Eso y que además podría ser el padre… bueno, eso no, porque de ser su hijo ese insolente tendría mejores modales.
En cualquier caso, no podía armar una batalla, debía mantener las formas, aunque lo que dijera el chico fuera cierto, pero dicho con toda falta de educación.
- Cierto, no es el mejor truco del mundo…-, intentó excusarse, mientras dejaba el atril en su sitio y antes de ser cortado de nuevo.
- Es una tontería. Cualquier chico o alumna en su primer año de arcanos lo aprende.
- Bueno, ya sabemos quién tiene sirvientes que transportan sus muebles-, bromeó, lo que, sin querer, provocó que varios alumnos se rieran y el susodicho le observara con mirada asesina. - Lo sé, joven. Es un glifo muy sencillo, pero no por ello menos útil.
“Sigue mirándome así y me importará bien poco de quien seas hijo”, fue la respuesta en el cruce de miradas entre alumno insolente y mercenario profesor. De todos modos, el cruce de miradas no tuvo que ir a mayores, pues…
- Vincent Calhoun es un gran arcanista, sabe de la materia más que muchos profesores de la academia-, se escuchó una voz defenderle.
- No, bueno, tampoco tanto…
- Podría hacer cualquier cosa runas, como impregnar de chispas su espada, hacer levitar todos los muebles de este salón, o explotar una torre entera-, siguió diciendo esa femenina voz.
- No es para tanto. En serio, eso es pasars…
Vincent tuvo que hacer aspavientos con las manos para que la muchacha dejara ese discurso de lado. Un alegato sobre arcanos que muy bien podría hacer, pero que tampoco le interesaba a nadie escuchar, y que no creía que tampoco le ayudara demasiado en esos momentos. Una defensa un tanto personal, y a la que pronto pudo ponerle rostro cuando consiguió captar con su vista a la joven que lo producía.
No podía ser. Era la tal… ¿Alyssa? Le sonaba que ese era el nombre con el que se había referido a ella Filius. Aquella chica que lo había esperado junto a la entrada a la Academia, y que por aquel entonces no parecía saber nada de él, y que ahora parecía ser su fan número uno. Por cierto, ¿desde cuándo tenía un jodido club de fans?
- Vincent podría hacer muchas cosas, ¿verdad? - comentó la chica, levantándose de su asiento, y mirando hacia el mercenario sobre el estrado. - Por qué no hace otro glifo, uno con mayor complejidad. Filius me contó una anécdota antes sobre usted, me dijo que hace años preparó unos fuegos que explotaban en el cielo, para celebrar una festividad. Yule, creo que dijo.
¿Pero es que esa chica no entendía sus gestos? Mover las manos de aquella manera significaba parar, callarse y dejarlo correr, maldita loca.
- Oh, pero eso fue hace mil años-, respondió, dejando de mover las manos y desistiendo de su fútil intento de acallarla. - Yo era alumno y…
- Por eso sería maravilloso. Un glifo más complejo y que nosotros aún siendo alumnos podríamos realizar.
¿Pero es que no entendía nada, o simplemente pasaba de su culo? Era evidente que él no quería hacer nada de eso. Había llegado hasta allí mediante engaños y con una clase corta con magia simple tenía suficiente. No quería hacer nada con fuegos explosivos, por sencillo que fuese para él a esas alturas. No le apetecía, sin embargo, estaba claro que esa chica había aprendido todas las tretas de Filius y James.
- Ya veo, eso sí parece interesante. Mucho más que una runa de ligereza-, mencionó el chico maleducado que había iniciado esta situación con sus quejas.
Más antes de que Vinc pudiera tomar la palabra, alguien lo hizo por él.
- A mí también me parece una gran idea. Vayamos todos al campo colindante, allí será más apropiado realizar este ejercicio-, comentó el profesor de arcanos.
¿En serio, Filius? ¿En serio? Esa pregunta rebotaba dentro de la cabeza del rubio mercenario como un ardilla epiléptica con hambre y con su despensa vacía de nueces.
- Alyssa, ve a mi clase, allí podrás coger una madera para que Vincent pueda hacer el glifo en el exterior-, mencionó, y casi antes de terminar su frase la joven salió volando a la velocidad de un rayo. - Bien, síganme todos. Esta conferencia está siendo de lo más entretenida.
Vincent escuchó las últimas palabras del profesor y vio como se encaminaba hacia el exterior del salón, así como vio, cómo el resto de alumnos se levantaban de sus asientos y hacían lo propio para seguir a Filius. Ante tal escena sólo agachar la cabeza, sintiendo el peso de su destino sellado sobre su testa.
- Eyre, Matthew. Estáis a tiempo de salvar vuestras vidas. Huid lejos, a un mundo sin arcanista, alumna, y ex profesor de alquimia con miles de tretas para condenar vuestra existencia-, comentó con cierto drama. Demasiado, quizás, para lo que la situación requería. - Pero si os apetece seguir ayudándome. Aprenderéis un glifo para conjurar fuego en el cielo. Es bastante bonito, la verdad-, dijo más animado. - En fin, si queréis seguir ayudando a este pobre brujo, nos vemos fuera-, dijo finalmente, clavando la mirada sobre el grupo de personas que en cola, y asemejándose a una riada, salían al exterior.
Dicho esto, Vinc se acomodó mejor el morral sobre su hombro y avanzó hacia el exterior.
Vincent Calhoun
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 975
Nivel de PJ : : 9
Re: Un regreso de lo más inesperado {Matthew Owens - Eyre} {3/3} {Desafío de Yule} {Cerrado}
Eyre asintió con timidez al oír al brujo preguntar respecto a su apellido. Allí estaba de nuevo esa sensación a la que se había desacostumbrado tras separarse de ellos por un tiempo: La sombra de sus renombrados progenitores irguiéndose sobre ella y aplastando todos sus esfuerzos de sobresalir por su cuenta y no meramente por portar la herencia familiar. No quiso entrar en detalles ni ponerse a conversar sobre los emblemáticos logros de Milovan Hochgrevink en sus épocas como estudiante del Hekshold, por lo que no añadió nada más alrespecto. Además, su mente estaba puesta en algo bastante más relevante, y, sin duda, irritante: Matthew Owens.
¿Acaso no existía una sola frase en el mundo que pudiera herir a ese hombre? Cada desplante, cada provocación que le dedicaba, era tomada por él y descartada elegantemente como si no le importara en lo más mínimo. Tan enfadada estaba por no obtener el efecto deseado, que ni siquiera respondió a la explicación del supuesto apelativo y, con el entrecejo arrugado como un acordeón, se resignó a esperar en silencio a que el humano, por lo menos, se equivocara en su tarea como “premio de consolación” para ella.
Pero, para su enorme sorpresa y probablemente también la de la gran mayoría de los asistentes, el moreno pintó su parte de la runa con inesperada soltura. La joven entrecerró los ojos con la mirada fija en el resultado, casi sin creer lo que estaba viendo. ¿Cómo podía un simple hombre salirse con la suya en todos los ámbitos de su vida? ¿Acaso acababa de hacer trampa? No, no le había quitado los ojos de encima ni por un segundo, no podía ser. De no haber estado tan enojada, habría sentido una gran admiración por el humano. Era simplemente increíble. Pero ahora, en vez de eso, lo único que sintió fueron ganas de empujarlo del escenario y lanzarle el atril encima, sin la runa de ligereza, por supuesto.
Dio un par de pasos hacia atrás para dar lugar a Vincent y se dispuso a intentar escuchar atentamente la continuación de la clase. Nunca esperó que Matthew hiciera lo mismo para ponerse justo a su lado, invadiendo de manera muy evidente, frente a todo el salón, su espacio personal. Al principio intentó ignorarlo desviando la mirada hacia el extremo exactamente opuesto y casi fue capaz de omitir su presencia del todo...
...hasta que sintió un pellizco en el trasero y oyó aquellas palabras que le atravesaron el orgullo como una saeta envenenada.
Apartó su mano de un golpe y volteó hacia él con los ojos chisporroteando de furia. Justo en ese instante, el comentario de un jovenzuelo maleducado acababa de llamar la atención de todo el cuerpo docente, por lo que, pese a estar frente a todos, nadie parecía prestarles la más mínima atención. Aún así Eyre tuvo que hacer acopio del poco decoro que le quedaba para no estrangular a Matthew allí mismo; en vez de eso, con los dientes y los puños apretados, se limitó a sisearle con sumo detenimiento:
-Te. Voy. A. Matar.
No tuvo tiempo de añadir más palabras a su amenaza. El revuelo de la gente levantándose de sus asientos para salir del salón llamó su atención y, cuando se giró a mirar, notó que Vincent se acercaba a ellos. Contuvo la respiración e intentó disimular el enfado en la expresión de su rostro. Dado que le daba demasiada vergüenza admitir ante el brujo que no había escuchado nada durante los últimos minutos, no pudo hacer más que asentir enérgicamente con la cabeza para demostrar que estaba de acuerdo con... ¿conjurar fuego en el cielo?
-¡Por supuesto, señor Calhoun! Estamos aquí para ayudarle, vamos detrás de usted. -Las palabras salieron de su boca antes de que pudiera pensarlas. ¿¡Por qué había hablado en plural!? En cuanto el brujo se dio la vuelta para emprender el camino de salida, Eyre se llevó las manos al rostro y negó con la cabeza. ¡Tonta, tonta, tonta!
Suspiró. Ya no tenía caso. Dejó que tanto Vincent como el resto del alumnado se alejaran un poco y, cuando solo quedaron Matthew y ella, la joven bruja volvió a mirar al susodicho con todo menos amabilidad en el rostro.
-¿¡Qué demonios haces aquí!? Oh, no me digas, ¿repentinamente sentiste la necesidad de ahondar en las costumbres de los brujos? -Su voz retumbó en la sala. Se dio cuenta de que estaban solos y, repentinamente abochornada, desvió la mirada y se apresuró en bajar las escalinatas para dirigirse a la salida. Temía que si se quedaba más tiempo cerca de Matthew... su enojo podría disminuir para dar lugar a otro tipo de emociones- ¡M-Mejor vuelve a Ciudad Lagarto, oh, gran Virrey de los Mentirosos!
Eyre
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 188
Nivel de PJ : : 1
Re: Un regreso de lo más inesperado {Matthew Owens - Eyre} {3/3} {Desafío de Yule} {Cerrado}
Matthew mantuvo una irritante sonrisa de satisfacción cuando todos se quedaron mirando incrédulos el modo en que había pintado la runa “¿Acaso estos niños creen que son los únicos en todo Aerandir que usan plumas y pinceles?” había una gran cantidad de profesiones que utilizaban ese tipo de implementos, entre otros, la alfarería, materia en la cual Owens era muy bueno, aunque eso era algo que pocos sabían.
Asintió ante la respuesta de Vincent de que era mejor llamarlo por su “nombre auténtico”, intentando ignorar la mirada asesina de Eyre. Aunque era bastante difícil, la Hechicera se había tomado el gesto cariñoso de Matt como una ofensa a su orgullo, y por primera vez en todo el tiempo que llevaban de conocerse le dijo las palabras: Te voy a matar.
-Ains – El Humano suspiró y bajó la mirada, aparentemente dolido por el comentario, aunque en realidad se sentía muy feliz, era en verdad un enorme avance que la muchacha fuera capaz de expresar semejante nivel de odio.
Ninguna de las personas que conocían la relación entre Matt y Eyre podían explicarse qué era lo que los hacía estar juntos, no era lógico que un mentiroso, embaucador y canalla como Owens eligiera a alguien como ella. Claro que la decisión de la Hechicera era aún más incomprensible. Pero internamente el Virrey tenía bien en claro qué era lo que quería lograr, aunque ese era un secreto que se guardaba para sí.
-Claro que si, Vinc, allí estaremos – El estafador sonrió con amabilidad y hasta se tomó la confianza de llamarlo por un diminutivo. Ya que el Hechicero lo había llamado “Matt” primero, parecía lo más lógico, además, ya no eran dos chiquilines.
Se quedó parado con las manos tras la espalda mientras Eyre se arrepentía de las palabras que acababa de decir. No hizo ningún intento por acercarse o consolarla de alguna manera, aparentando seriedad frente a los últimos alumnos que estaban terminando de salir del aula. Pero en cuanto se quedaron solos dejo salir un sonoro suspiro, relajó los hombros y volvió a su postura habitual, distendido y encantador.
-Claramente vine por ti ¿Cuánto tiempo crees que puedo estar sin verte? Es un castigo excesivamente cruel el que me has impuesto – No iba a mentirle a Eyre cuando ella estaba esperando que le mintiera, así como no iba a decirle la verdad cuando así se lo exigiera – Te fuiste antes de que pudiera explicarte qué fue lo que ocurrió – Le dijo mientras la joven bajaba las escalinatas del escenario – Me tienes comiendo de tu mano, Manzanita. Haré lo que quieras –
Su única respuesta por el momento fue el sonido de los goznes de la puerta, pero Matthew no se daba por vencido fácilmente. Se guardó las manos en los bolsillos y bajó los escalones del escenario mientras tarareaba una canción, ya había jugado sus fichas, el Humano suponía que eso debería ser suficiente. Pero si no era así…
“Dejemos lo de avergonzarnos frente a sus padres como última alternativa” No es como si Matt valorara mucho todas esas tonterías del orgullo y todo lo demás, pero a la larga un marido que dejaba una imagen penosa frente a sus suegros tenía todas las de perder.
El moreno llegó último al lugar que Vincent había elegido para hacer la nueva demostración. Los alumnos habían hecho un círculo alrededor de los profesores, y todos parecían estar muy emocionados ante los preparativos.
Matt se acercó hasta donde estaba el Hechicero.
-¿En qué podemos ayudarte? – Se ofreció de buena manera.
Asintió ante la respuesta de Vincent de que era mejor llamarlo por su “nombre auténtico”, intentando ignorar la mirada asesina de Eyre. Aunque era bastante difícil, la Hechicera se había tomado el gesto cariñoso de Matt como una ofensa a su orgullo, y por primera vez en todo el tiempo que llevaban de conocerse le dijo las palabras: Te voy a matar.
-Ains – El Humano suspiró y bajó la mirada, aparentemente dolido por el comentario, aunque en realidad se sentía muy feliz, era en verdad un enorme avance que la muchacha fuera capaz de expresar semejante nivel de odio.
Ninguna de las personas que conocían la relación entre Matt y Eyre podían explicarse qué era lo que los hacía estar juntos, no era lógico que un mentiroso, embaucador y canalla como Owens eligiera a alguien como ella. Claro que la decisión de la Hechicera era aún más incomprensible. Pero internamente el Virrey tenía bien en claro qué era lo que quería lograr, aunque ese era un secreto que se guardaba para sí.
-Claro que si, Vinc, allí estaremos – El estafador sonrió con amabilidad y hasta se tomó la confianza de llamarlo por un diminutivo. Ya que el Hechicero lo había llamado “Matt” primero, parecía lo más lógico, además, ya no eran dos chiquilines.
Se quedó parado con las manos tras la espalda mientras Eyre se arrepentía de las palabras que acababa de decir. No hizo ningún intento por acercarse o consolarla de alguna manera, aparentando seriedad frente a los últimos alumnos que estaban terminando de salir del aula. Pero en cuanto se quedaron solos dejo salir un sonoro suspiro, relajó los hombros y volvió a su postura habitual, distendido y encantador.
-Claramente vine por ti ¿Cuánto tiempo crees que puedo estar sin verte? Es un castigo excesivamente cruel el que me has impuesto – No iba a mentirle a Eyre cuando ella estaba esperando que le mintiera, así como no iba a decirle la verdad cuando así se lo exigiera – Te fuiste antes de que pudiera explicarte qué fue lo que ocurrió – Le dijo mientras la joven bajaba las escalinatas del escenario – Me tienes comiendo de tu mano, Manzanita. Haré lo que quieras –
Su única respuesta por el momento fue el sonido de los goznes de la puerta, pero Matthew no se daba por vencido fácilmente. Se guardó las manos en los bolsillos y bajó los escalones del escenario mientras tarareaba una canción, ya había jugado sus fichas, el Humano suponía que eso debería ser suficiente. Pero si no era así…
“Dejemos lo de avergonzarnos frente a sus padres como última alternativa” No es como si Matt valorara mucho todas esas tonterías del orgullo y todo lo demás, pero a la larga un marido que dejaba una imagen penosa frente a sus suegros tenía todas las de perder.
El moreno llegó último al lugar que Vincent había elegido para hacer la nueva demostración. Los alumnos habían hecho un círculo alrededor de los profesores, y todos parecían estar muy emocionados ante los preparativos.
Matt se acercó hasta donde estaba el Hechicero.
-¿En qué podemos ayudarte? – Se ofreció de buena manera.
Matthew Owens
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 875
Nivel de PJ : : 6
Re: Un regreso de lo más inesperado {Matthew Owens - Eyre} {3/3} {Desafío de Yule} {Cerrado}
Esa nueva vivencia cómo orador estaba siendo menos traumática para Vincent de lo que el rubio esperara en un principio, no obstante, no todo estaba saliendo cómo él hubiera esperado. Ya que la situación estaba controlada y había dicho unas cuantas cosas sobre arcanos, así como había realizado una ligera demostración de lo que se podía hacer con tan noble oficio, esperaba poder soltar un par de cosas más y escapar de allí como alma perseguida por demonios.
Sin embargo, el profesor de arcanos había decidido que su escapatoria fuera tan sencilla. Oh no, claro que no podía ser tan fácil. Nunca lo era.
Nuestro secuestrado conferenciante estaba seguro de que Filius había olido sus ganas de acabar pronto con aquella farsa, del mismo modo en el que buen perro de presa lo haría con la sangre y el miedo, y de igual manera a uno de estos poderosos ejemplares, había atacado su yugular nada más tener oportunidad.
A esas alturas, a Vincent hasta le costaba discernir quien era artífice de la trampa en la que ahora mismo se encontraba. Al verse acorralado había pensado que era idea de James, el alquimista, pero después de esa artimaña de Filius… Ya no estaba del todo seguro, y como poco parecía que el plan había sido obra de los dos.
Eso, o quizás estaba pensando demasiado. Puede que sólo fuera su imaginación, y que James, con su acostumbrado carácter despistado, hubiera omitido en su carta toda la historia de la conferencia por accidente, y que Filius sólo deseara una buena conferencia con una demostración mucho más impactante que el levantamiento de un pesado atril.
En cualquier caso, de momento estaba atrapado por los acontecimientos, y tendría que esperar un poco más para escapar de todo aquello. Además, ¿desde cuándo era un señor? ¿Por qué esa chica lo había mentado como tal? Ah, diablos, el tiempo no pasaba en balde, de eso sí podía estar seguro. Hacía no tantos años se paseaba por aquellos pasillos como un mozalbete más, pero eso era cosa del pasado. Ahora era todo un señor que daba conferencias. No, espérate, si al final se iba a convertir en un hombre de bien, con el significado concreto que ello significaba para toda madre.
Si no hubiera sido una idea tonta dentro de su burlesca mente, hasta hubiera sentido un escalofrío al pensar sobre ello. Más su cabeza y él llevaban toda una vida en compañía, no se lo van a creer, pero era esencial para mantenerse vivo. En cualquier caso, era toda una vida pensando en los más disparatados sucesos y bromas, así que estaba más que acostumbrado a pensar en tonterías como aquella. Además, estaba demasiado ocupado pensando en lo que se le venía por delante, cómo para sentir emociones por pensar en lo rápido que pasaba el tiempo.
Aunque todo aquello le había recordado algo al brujo, y por esa misma razón sacó un trozo de papel de su morral, que apoyó sobre la tapa del libro que antes usara para mostrar el glifo a Eyre y Matt, y a su vez apoyó este sobre su morral que había colocado de forma improvisada delante de su abdomen, pero sin quitarse la correa del hombro. De este modo consiguió un apoyo lo suficientemente estable como para dibujar una runa en el papel con un trozo de carboncillo.
- ¿Puedo? - comentó una joven, pero metiendo el rostro a su lado antes de darle permiso. - Estoy segura de que hará un gran espectáculo.
Vincent no pudo más que sonreír y reír de manera nerviosa ante la nueva intervención de Alyssa. Esa chica la había metido en un buen embrollo, o más bien en una situación que no deseaba para nada realizar, más tampoco podía enfadarse con ella por ello. Era evidente que le apasionaban los arcanos y quería ver su runa.
- Vaya, qué veloz. ¿Cómo demonios has conseguir traer esas tablillas tan rápido?
La explicación seguramente fuera sencilla. El grupo se había tomado su tiempo para ir hasta el lugar que Filus había escogido para la prueba, y ella había ido corriendo al aula. Eso sin contar que se había ensimismado en sus pensamientos. Seguro había estado empanado más tiempo del que habría imaginado.
- Bueno, se puede decir que puedo llegar a ser muy rápida, sobre todo cuando algo me interesa tanto como los arcanos-, respondió animada. - ¿Qué hago? - preguntó seguido.
- Pues, debemos colocar esas tablillas de madera una al lado de la otra-, comentó, hablando para todo el mundo, no sólo para Allysa. - Haremos un pequeño semicírculo con ellas. Matthew, Eyre, si deseáis ayudarnos acabaremos antes.
“Con este maldito secuestro”, pero esa parte de la frase se ahorró mencionarla.
- Debemos asegurarnos que las tablas apuntan directamente hacia el cielo-, siguió hablando, dejando el morral, el libro y el papel donde dibujaba con el carboncillo, antes de tomar una de las maderas y colocarla en el suelo como debería estar. - Solo queremos que sirvan como un suelo estable, en el que poder dibujar las runas, ya que sobre la tierra sería complicado-, les explicó.
Nada más explicarles lo más básico, sacó otra vez la tinta mágica de su bolso, y dejó que Filius repartiera pincelas entre ellos. Una vez que estuvo armado con uno, así como sus ayudantes, comenzó a dibujar la primera de las runas en la primera tabla, y dejó que se copiaran de sus movimientos.
En un principio, Vinc había pensado pasarle a sus ayudantes los glifos dibujados en papel, más con lo rápido que Allyson había traído las maderas, lo más sencillo sería dibujar directamente sobre estas, y que Eyre y Matt hicieran lo propio a su lado. Lo que fuera con tal de terminar con aquello y por fin escapar.
El mercenario dibujó uno y dejó que le imitaran. Luego, otro, otro y otro, y después de varias glifos habrían al menos doce glifos de cuatro tipos distintos dibujados. Con eso podría dar un buen espectáculo.
- La verdad es que por la noche es más resultón. Se ve más bonito en el cielo oscuro-, se encogió de hombros. - Pero deseáis ver estos arcanos, así que tendrá que valer con este cielo-, dijo, mirando hacia este.
Sí, luciría menos que por la noche, más era un cielo despejado y se vería bien de todos modos.
- ¿Preparados? - dijo animado, ya que aunque estaba haciendo aquello medio obligado, no dejaba de ser un truco bastante interesante de su catálogo, y seguro que les gustaba a esos chicos. - Pues vamos allá. Alejaos de las maderas un poco, por seguridad.
Nada más decir las palabras mágicas que activaban las runas, del primer glifo salió a toda velocidad un brillo anaranjado que dejaba una estela tras de sí según ascendía, y en cuánto ganó suficiente altura explotó dejando en el firmamento la silueta de un inmenso farcolyar.
- No me pude resistir-, comentó sonriente, mirando hacia el profesor de arcanos.
Pero antes de recibir respuesta por parte del profesor, el símbolo de la casa Axhol se iluminó en el cielo, esta vez de color marrón. Luego fue el turno de la casa Skarth y de la casa Myrddin. Y tras estas, en intervalos, se volvían a repetir animales de las casas que salían de los fuegos brillantes que salían de las tablas que había preparado tanto él como sus ayudantes.
- No está mal para empezar, eh-, bromeó, deleitándose con el fuego de luces en el cielo.
Sin embargo, el profesor de arcanos había decidido que su escapatoria fuera tan sencilla. Oh no, claro que no podía ser tan fácil. Nunca lo era.
Nuestro secuestrado conferenciante estaba seguro de que Filius había olido sus ganas de acabar pronto con aquella farsa, del mismo modo en el que buen perro de presa lo haría con la sangre y el miedo, y de igual manera a uno de estos poderosos ejemplares, había atacado su yugular nada más tener oportunidad.
A esas alturas, a Vincent hasta le costaba discernir quien era artífice de la trampa en la que ahora mismo se encontraba. Al verse acorralado había pensado que era idea de James, el alquimista, pero después de esa artimaña de Filius… Ya no estaba del todo seguro, y como poco parecía que el plan había sido obra de los dos.
Eso, o quizás estaba pensando demasiado. Puede que sólo fuera su imaginación, y que James, con su acostumbrado carácter despistado, hubiera omitido en su carta toda la historia de la conferencia por accidente, y que Filius sólo deseara una buena conferencia con una demostración mucho más impactante que el levantamiento de un pesado atril.
En cualquier caso, de momento estaba atrapado por los acontecimientos, y tendría que esperar un poco más para escapar de todo aquello. Además, ¿desde cuándo era un señor? ¿Por qué esa chica lo había mentado como tal? Ah, diablos, el tiempo no pasaba en balde, de eso sí podía estar seguro. Hacía no tantos años se paseaba por aquellos pasillos como un mozalbete más, pero eso era cosa del pasado. Ahora era todo un señor que daba conferencias. No, espérate, si al final se iba a convertir en un hombre de bien, con el significado concreto que ello significaba para toda madre.
Si no hubiera sido una idea tonta dentro de su burlesca mente, hasta hubiera sentido un escalofrío al pensar sobre ello. Más su cabeza y él llevaban toda una vida en compañía, no se lo van a creer, pero era esencial para mantenerse vivo. En cualquier caso, era toda una vida pensando en los más disparatados sucesos y bromas, así que estaba más que acostumbrado a pensar en tonterías como aquella. Además, estaba demasiado ocupado pensando en lo que se le venía por delante, cómo para sentir emociones por pensar en lo rápido que pasaba el tiempo.
Aunque todo aquello le había recordado algo al brujo, y por esa misma razón sacó un trozo de papel de su morral, que apoyó sobre la tapa del libro que antes usara para mostrar el glifo a Eyre y Matt, y a su vez apoyó este sobre su morral que había colocado de forma improvisada delante de su abdomen, pero sin quitarse la correa del hombro. De este modo consiguió un apoyo lo suficientemente estable como para dibujar una runa en el papel con un trozo de carboncillo.
- ¿Puedo? - comentó una joven, pero metiendo el rostro a su lado antes de darle permiso. - Estoy segura de que hará un gran espectáculo.
Vincent no pudo más que sonreír y reír de manera nerviosa ante la nueva intervención de Alyssa. Esa chica la había metido en un buen embrollo, o más bien en una situación que no deseaba para nada realizar, más tampoco podía enfadarse con ella por ello. Era evidente que le apasionaban los arcanos y quería ver su runa.
- Vaya, qué veloz. ¿Cómo demonios has conseguir traer esas tablillas tan rápido?
La explicación seguramente fuera sencilla. El grupo se había tomado su tiempo para ir hasta el lugar que Filus había escogido para la prueba, y ella había ido corriendo al aula. Eso sin contar que se había ensimismado en sus pensamientos. Seguro había estado empanado más tiempo del que habría imaginado.
- Bueno, se puede decir que puedo llegar a ser muy rápida, sobre todo cuando algo me interesa tanto como los arcanos-, respondió animada. - ¿Qué hago? - preguntó seguido.
- Pues, debemos colocar esas tablillas de madera una al lado de la otra-, comentó, hablando para todo el mundo, no sólo para Allysa. - Haremos un pequeño semicírculo con ellas. Matthew, Eyre, si deseáis ayudarnos acabaremos antes.
“Con este maldito secuestro”, pero esa parte de la frase se ahorró mencionarla.
- Debemos asegurarnos que las tablas apuntan directamente hacia el cielo-, siguió hablando, dejando el morral, el libro y el papel donde dibujaba con el carboncillo, antes de tomar una de las maderas y colocarla en el suelo como debería estar. - Solo queremos que sirvan como un suelo estable, en el que poder dibujar las runas, ya que sobre la tierra sería complicado-, les explicó.
Nada más explicarles lo más básico, sacó otra vez la tinta mágica de su bolso, y dejó que Filius repartiera pincelas entre ellos. Una vez que estuvo armado con uno, así como sus ayudantes, comenzó a dibujar la primera de las runas en la primera tabla, y dejó que se copiaran de sus movimientos.
En un principio, Vinc había pensado pasarle a sus ayudantes los glifos dibujados en papel, más con lo rápido que Allyson había traído las maderas, lo más sencillo sería dibujar directamente sobre estas, y que Eyre y Matt hicieran lo propio a su lado. Lo que fuera con tal de terminar con aquello y por fin escapar.
El mercenario dibujó uno y dejó que le imitaran. Luego, otro, otro y otro, y después de varias glifos habrían al menos doce glifos de cuatro tipos distintos dibujados. Con eso podría dar un buen espectáculo.
- La verdad es que por la noche es más resultón. Se ve más bonito en el cielo oscuro-, se encogió de hombros. - Pero deseáis ver estos arcanos, así que tendrá que valer con este cielo-, dijo, mirando hacia este.
Sí, luciría menos que por la noche, más era un cielo despejado y se vería bien de todos modos.
- ¿Preparados? - dijo animado, ya que aunque estaba haciendo aquello medio obligado, no dejaba de ser un truco bastante interesante de su catálogo, y seguro que les gustaba a esos chicos. - Pues vamos allá. Alejaos de las maderas un poco, por seguridad.
Nada más decir las palabras mágicas que activaban las runas, del primer glifo salió a toda velocidad un brillo anaranjado que dejaba una estela tras de sí según ascendía, y en cuánto ganó suficiente altura explotó dejando en el firmamento la silueta de un inmenso farcolyar.
- No me pude resistir-, comentó sonriente, mirando hacia el profesor de arcanos.
Pero antes de recibir respuesta por parte del profesor, el símbolo de la casa Axhol se iluminó en el cielo, esta vez de color marrón. Luego fue el turno de la casa Skarth y de la casa Myrddin. Y tras estas, en intervalos, se volvían a repetir animales de las casas que salían de los fuegos brillantes que salían de las tablas que había preparado tanto él como sus ayudantes.
- No está mal para empezar, eh-, bromeó, deleitándose con el fuego de luces en el cielo.
Vincent Calhoun
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 975
Nivel de PJ : : 9
Re: Un regreso de lo más inesperado {Matthew Owens - Eyre} {3/3} {Desafío de Yule} {Cerrado}
Me tienes comiendo de tu mano, Manzanita. Haré lo que quieras.
El silencio de Eyre mientras se dirigía a la puerta de salida contenía más significado del que podrían expresar mil palabras. ¿Lo que quería? Quería demasiadas cosas, pero, al final, todo podía resumirse en una: Sinceridad. Sin embargo, no estaba lista para detenerse a escuchar explicaciones. Estaba harta de las explicaciones. “Puedo explicártelo” era, con diferencia, la frase que más había oído salir de la boca de Matthew en todo el tiempo que llevaban de conocerse. ¿De qué servían las excusas si el daño ya estaba hecho? No. Su paciencia se había agotado.
La muchacha tragó saliva en un intento por deshacer el nudo que le apretaba la garganta y salió dando un portazo creyendo que así podría mitigar parte de su furia. No funcionó.
Apretó el paso para dejar al humano atrás y, en cuanto llegó al sitio donde todos estaban reunidos, tomó su puesto junto a Vincent y le dedicó una sonrisa cordial, indicándole que estaría lista para ayudarlo cuando fuese necesario, aunque pronto dio un paso al costado para dar también lugar a la otra joven que parecía mucho más entusiasmada que ella respecto a todo el tema de las runas. En cuanto todos estuvieron listos, el brujo les pidió que acomodaran las tablillas y así lo hicieron. -¿Así está bien? -Masculló, a lo que la otra muchacha asintió sonriente, gesto que le dio pie a quedarse junto a ella dibujando las runas y, así, evitar a Matthew tanto como fuera posible.
No tardaron más que unos pocos minutos en preparar lo que se suponía que sería el espectáculo necesario para sorprender a ese montón de adolescentes pretenciosos. Al erguirse, Eyre reculó un par de pasos y observó con genuino interés lo que ocurriría a continuación; si bien había leído cómo funcionaban esas runas en específico, jamás las había visto en acción.
En cuanto las runas se activaron, un coro de exclamaciones se hizo oír entre el alumnado, que con ojos brillantes y todas las miradas alzadas observaron embelesados las luces que bailaban en el cielo. Todos allí conocían de sobra el alcance de la magia y las maravillosas cosas que podían hacerse con ella, pero no por eso dejaba de ser una visión fascinante, al menos para Eyre, que se sentía de nuevo como en la infancia, y para la joven que tenía a su lado, que sonreía incluso con más ilusión que ella.
Ahora tengo más ganas de practicar con las runas. -Admitió por lo bajo mientras las luces se reflejaban en el brillo de su mirada- Y creo que no soy la única. -Añadió echando un vistazo al "profesor" y señalando con una rápida mirada a los jovenzuelos que con su impertinencia habían llevado la conferencia hasta esa instancia, ahora todos sonrientes y satisfechos con lo que estaban presenciando.
El silencio de Eyre mientras se dirigía a la puerta de salida contenía más significado del que podrían expresar mil palabras. ¿Lo que quería? Quería demasiadas cosas, pero, al final, todo podía resumirse en una: Sinceridad. Sin embargo, no estaba lista para detenerse a escuchar explicaciones. Estaba harta de las explicaciones. “Puedo explicártelo” era, con diferencia, la frase que más había oído salir de la boca de Matthew en todo el tiempo que llevaban de conocerse. ¿De qué servían las excusas si el daño ya estaba hecho? No. Su paciencia se había agotado.
La muchacha tragó saliva en un intento por deshacer el nudo que le apretaba la garganta y salió dando un portazo creyendo que así podría mitigar parte de su furia. No funcionó.
Apretó el paso para dejar al humano atrás y, en cuanto llegó al sitio donde todos estaban reunidos, tomó su puesto junto a Vincent y le dedicó una sonrisa cordial, indicándole que estaría lista para ayudarlo cuando fuese necesario, aunque pronto dio un paso al costado para dar también lugar a la otra joven que parecía mucho más entusiasmada que ella respecto a todo el tema de las runas. En cuanto todos estuvieron listos, el brujo les pidió que acomodaran las tablillas y así lo hicieron. -¿Así está bien? -Masculló, a lo que la otra muchacha asintió sonriente, gesto que le dio pie a quedarse junto a ella dibujando las runas y, así, evitar a Matthew tanto como fuera posible.
No tardaron más que unos pocos minutos en preparar lo que se suponía que sería el espectáculo necesario para sorprender a ese montón de adolescentes pretenciosos. Al erguirse, Eyre reculó un par de pasos y observó con genuino interés lo que ocurriría a continuación; si bien había leído cómo funcionaban esas runas en específico, jamás las había visto en acción.
En cuanto las runas se activaron, un coro de exclamaciones se hizo oír entre el alumnado, que con ojos brillantes y todas las miradas alzadas observaron embelesados las luces que bailaban en el cielo. Todos allí conocían de sobra el alcance de la magia y las maravillosas cosas que podían hacerse con ella, pero no por eso dejaba de ser una visión fascinante, al menos para Eyre, que se sentía de nuevo como en la infancia, y para la joven que tenía a su lado, que sonreía incluso con más ilusión que ella.
Ahora tengo más ganas de practicar con las runas. -Admitió por lo bajo mientras las luces se reflejaban en el brillo de su mirada- Y creo que no soy la única. -Añadió echando un vistazo al "profesor" y señalando con una rápida mirada a los jovenzuelos que con su impertinencia habían llevado la conferencia hasta esa instancia, ahora todos sonrientes y satisfechos con lo que estaban presenciando.
Eyre
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 188
Nivel de PJ : : 1
Re: Un regreso de lo más inesperado {Matthew Owens - Eyre} {3/3} {Desafío de Yule} {Cerrado}
Había que ver la cantidad de recursos que tenían los Hechiceros, a Matthew jamás se le hubiese ocurrido lo de dibujar las runas en tablas para producir ese tipo de efectos. El estafador se sonrió “Claro que tienen montones de ideas, se pasan los días encerrados en estos enormes edificios leyendo y pensando ¿Qué otra cosa se podía esperar?” Miro los rostros de los alumnos, todos parecían tan emocionados ahora, pensar que hasta hace un momento estaban sentados observando con gesto aburrido la charla de Vincent.
-Claro, me pondré a ello – Le respondió Owens sonriente – Tantos preparativos me generan mucha expectativa – Una verdad a medias, su atención no dejaba de estar repartida al fin y al cabo.
Mientras acomodaba las tablas no hizo ningún intento por acercarse a Eyre, ni tampoco le dirigió miradas indiscretas, o sonrisas de complicidad. El Humano sabia que había sido muy persistente durante las últimas horas, era mejor no atosigarla, o podría pasar al extremo opuesto “Muévete con cuidado, Matthew Owens” se decía a si mismo mientras alineaba la última tabla y pasaba a la parte de dibujar las runas.
Finalmente se puso en pie y retrocedió unos pasos, esperando a que Vincent hiciera lo que se suponía que debía hacer para que todo eso funcionara.
Cuando finalmente sucedió Matthew tuvo que admitir que era un espectáculo impresionante, jamás había visto que pudiera hacer algo semejante con el fuego, superaba por mucho cualquier espectáculo que hubiese podido ver en circos o presentaciones en la calle. También vinieron a su mente muchas ideas sobre posibles usos…
Bajó la vista y allí estaba Eyre, tan distraída y con la guardia baja “Intento resistirme, pero tú no me lo haces nada fácil” observó las tablas en el piso, Vincent dijo algo sobre que debían apuntar al cielo, ahora entendía el porqué lo había dicho. Sonrió con malicia y aprovechó que todos estaban con la vista en los cielos para patear una piedra que golpeó una de las maderas, logrando así que disparara hacía uno de los edificios cercanos.
-¿Pero qué…?-
-¡Se va a prender fuego la Glorieta!* –
Los alumnos pasaron de estar distraídos con los fuegos a correr para extinguir los posibles focos de incendios, Matt en cambio se quedó exactamente donde estaba, aprovechando el momento de confusión generalizado para tomar a Eyre y besarla. Duró solo un instante, pero el Humano se había estado aguantando desde que la había visto en el aula, por lo que rebosaba de entusiasmo al poder sentir de nuevo los labios de su amada.
La soltó antes de que alguien se percatara de lo que estaba pasando, aunque si los veían Owens solo se encogería de hombros y le guiñaría un ojo, como diciendo “Aquí no pasó nada ¿De acuerdo?”
--------------------------------------
*Aparentemente a las Glorietas las llaman Quioscos en España, o también Templete.
Todos los días se aprende algo nuevo ^^
-Claro, me pondré a ello – Le respondió Owens sonriente – Tantos preparativos me generan mucha expectativa – Una verdad a medias, su atención no dejaba de estar repartida al fin y al cabo.
Mientras acomodaba las tablas no hizo ningún intento por acercarse a Eyre, ni tampoco le dirigió miradas indiscretas, o sonrisas de complicidad. El Humano sabia que había sido muy persistente durante las últimas horas, era mejor no atosigarla, o podría pasar al extremo opuesto “Muévete con cuidado, Matthew Owens” se decía a si mismo mientras alineaba la última tabla y pasaba a la parte de dibujar las runas.
Finalmente se puso en pie y retrocedió unos pasos, esperando a que Vincent hiciera lo que se suponía que debía hacer para que todo eso funcionara.
Cuando finalmente sucedió Matthew tuvo que admitir que era un espectáculo impresionante, jamás había visto que pudiera hacer algo semejante con el fuego, superaba por mucho cualquier espectáculo que hubiese podido ver en circos o presentaciones en la calle. También vinieron a su mente muchas ideas sobre posibles usos…
Bajó la vista y allí estaba Eyre, tan distraída y con la guardia baja “Intento resistirme, pero tú no me lo haces nada fácil” observó las tablas en el piso, Vincent dijo algo sobre que debían apuntar al cielo, ahora entendía el porqué lo había dicho. Sonrió con malicia y aprovechó que todos estaban con la vista en los cielos para patear una piedra que golpeó una de las maderas, logrando así que disparara hacía uno de los edificios cercanos.
-¿Pero qué…?-
-¡Se va a prender fuego la Glorieta!* –
Los alumnos pasaron de estar distraídos con los fuegos a correr para extinguir los posibles focos de incendios, Matt en cambio se quedó exactamente donde estaba, aprovechando el momento de confusión generalizado para tomar a Eyre y besarla. Duró solo un instante, pero el Humano se había estado aguantando desde que la había visto en el aula, por lo que rebosaba de entusiasmo al poder sentir de nuevo los labios de su amada.
La soltó antes de que alguien se percatara de lo que estaba pasando, aunque si los veían Owens solo se encogería de hombros y le guiñaría un ojo, como diciendo “Aquí no pasó nada ¿De acuerdo?”
--------------------------------------
*Aparentemente a las Glorietas las llaman Quioscos en España, o también Templete.
Todos los días se aprende algo nuevo ^^
Matthew Owens
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 875
Nivel de PJ : : 6
Re: Un regreso de lo más inesperado {Matthew Owens - Eyre} {3/3} {Desafío de Yule} {Cerrado}
Para alivio del secuestrado mercenario, los aletargados alumnos no tardaron en cambiar sus muecas y gestos de absoluto aburrimiento por rostros llenos de vida y emoción.
Oh sí, la verdad, estaba mal que él lo pensara, pues era el creador de tal hechizo, pero es que ese truco era, cómo decirlo… totalmente cojonudo. Incluso ahora que había puesto en práctica ese glifo arcano una vez más, recordaba con claridad, como en sus tiempos de mozo había conseguido embelesar a más de una chica con precisamente ese hechizo, más esa era otra historia. O mejor dicho historias, pero que ahora no acontecían.
Lo importante es que esas runas le habían salvado una vez más, y dónde antes tuviera un atajo de niñatos malcriados, ahora tenía un atajo de niñatos malcriados pero felices, y eso nunca estaba mal. Sobre todo cuando servía para redondear una conferencia que nunca había querido dar, pero que, gracias a ese hechizo, podría abandonar en el clímax y por todo lo alto.
- Es más bonito de lo que había imaginado-, comentó una Allysa verdaderamente emocionada.
Vincent cómo respuesta, asintió con la cabeza en su dirección y mostró una sonrisa de alegría y satisfacción entremezclada, tanto a ella cómo a Eyre que se encontraba a su lado. Satisfacción por el trabajo bien hecho, y alegría porque tal espectáculo haría feliz a cualquiera, inclusive él, más también porque había enseñado a esos chicos las bondades del oficio de arcanista. Sentía que había animado a más de uno a interesarse más por las clases de arcanos. Quizás, después de todo, haber dado esa conferencia no había sido una mala idea.
O por lo menos había sido hasta el momento en el que se escuchó: “¡Se va a prender fuego la Glorieta!”
¿En serio? ¿Se va prender una maldita glorieta? ¿Cómo cojones podía tener tanta mala suerte?
Momentos antes nuestro rubio estaba disfrutando de las mieles de la victoria, y ahora un mirador se pegaba fuego. Y el resumen de la anécdota no podía ser menos estrafalario. Un resumen que rezaba así.
Justo antes de que se escuchara ese grito, un grupo variopinto de cuatro o cinco personas tocaban una [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] en dicho templete. Pero claro, eso había sido hasta el momento en el que, despavoridos, tuvieron que huir para no acabar muertos por la explosión de fuego de la magia ígnea proyectada por una de las runas, cuya tabla había acabado volcada por los dioses sabrían por qué.
Una huida de músicos de viento y percusión en busca de la supervivencia, en las que, por supuesto, no habían faltado frases del tipo: Quien ha sido el genio de esta idea, me cago en vuestras p… madres, y demás y diversos adjetivos y lindezas que pudieran conjugar malamente con su madre y demás antepasados…
En serio, no podía tener más mala suerte. Esa historia se contaría durante décadas.
En fin, detalles aparte, en cuánto Vincent vio el desaguisado que se había montado, desactivó las runas con unas palabras mágicas, y corrió hacia la glorieta para ayudar a extinguir las llamas.
- ¡Necesitamos practicantes de magia de agua! -, gritó un chiquillo, aunque para estar quemándose algo su voz no sonaba sólo alarmada, sino también emocionada.
- No es necesario sólo de agua, de fuego también valen-, respondió Vinc, soltando su morral, y no sin antes pensar qué demonios le estaría rondando a ese pirómano por la cabeza para haberlo dicho con aquel peculiar tono.
El caso, es que el brujo acostumbrado a vivir momentos de tensión en la guerra, no iba dejarse superar por un templete ardiendo. Estaba más que familiarizado con el fuego, y sabía usarlo de forma bélica y expansiva, cómo todo lo contrario. No tardó en controlar las llamas para que no se expandieran, con ayuda de otros alumnos de fuego que tuvieron la misma idea, y finalmente dichas llamas fueron apagas por la masa de agua mágica creada por los practicantes de magia de agua allí presentes.
- Uff, eso ha ido…
El mercenario no pudo terminar la frase, pues una ola de agua, idéntica a la que apagara el templete, se lo llevara por delante y lo acabara tirando al suelo contra la tierra mojada y… Bueno, convertido en una masa de barro y persona.
Vinc se encontró con su cuerpo pringado por la pegajosa mezcla de agua y tierra de forma aleatoria. Aún quedaba algo del brujo original en algunas partes, otras estaban manchadas a medias, y otras parecían las partes de un muñeco de barro. Por esa razón, tuvo que quitarse parte del barro de la cara para poder abrir los ojos, y ver quién era el causante de tal afrenta.
- Claro, me lo tenía que haber imaginado.
- Te lo tienes merecido-, respondió el viejo, mostrando una sonrisa amplia en su rostro..
- Sí, me lo tengo merecido. Sobre todo por ser el imbécil que se ha dejado engañar por tus juegos. En vez de mandarlo al carajo e irse a casa-, le contestó, molesto y enfadado, pero tampoco con demasiada acritud en la voz.
Al fin y al cabo, estando James de por medio, era raro que no acabara enchumbado en agua. Era propenso a usar su magia de forma desproporcionada. Y por otro lado, para él era casi alguien de la familia.
- Bah, bah. Menos remilgos, joven Calhoun-, dijo esta vez el viejo, dando un paso para ayudarle, pero resbalando en el barro para acabar de culo junto al mercenario.
Las risas no se dejaron esperar, y aunque ni el viejo ni el rubio mercenario se sumaron a ellas de inicio, no tardaron en acabar carcajeándose de la misma manera que ya hicieran los alumnos.
- Idiota-, dijo, antes de lanzarle una bola de barro al alquimista. Luego se incorporó a duras penas y ayudó al anciano a levantarse. - Ya no estás para estas tonterías. Será mejor que volvamos a la ciudad. Sobre todo yo, si no quiero que me metan una noche en una celda por este desastre-, comentó eso último, después de ayudar al ex profesor a incorporarse, y mirando con los brazos en jarra hacia el templete humeante. - La ostia. Siempre que me junto contigo acabo mojado-, recriminó al viejo, desandando sus pasos y regresando junto a este a donde se encontraban las tablas.
- Bueno, será porque siempre haces algo mal y debes ser castigado-, respondió el anciano en tono divertido.
Sin duda, a James, pese a su edad, era como un niño en muchos aspectos y le gustaba liarla de vez en cuando.
- Madre mía-, exclamó con resignación, antes de suspirar y agacharse para recoger el tablón volcado. - No sé qué demonios ha podido pasar. Todo iba sobre ruedas-, dijo esta vez confuso, chequeando la tabla por todos sus lados.
En cuánto comprobó que la tabla ni la runa tenían ningún defecto, miró hacia el suelo en busca de más pista. No vio nada revelevante, salvo una piedra al lado de donde estaba el tablón volcado.
- ¿Podría ser? - musitó para sí mismo.
- Podría ser el qué-, contestó Filius, que se había acercado hasta él.
- No sé-, dijo, lanzando la piedra bien lejos. Con fuerza y muy enfadado. - Supongo que hemos tenido un desafortunado accidente. Debí limpiar mejor la zona-, comentó, una vez más resignado.
- No te preocupes, Vincent. Los accidentes y los errores siempre ocurren. Lo importante es cómo reaccionamos a ellos, y habéis controlado muy bien la situación-, respondió el profesor de arcanos. - Los chicos han aprendido algo nuevo y han actuado a las mil maravillas cuando se ocasionó el incendio. Eso no deja de ser una enseñanza y asimismo, creo que a más de uno de ellos, su vistoso hechizo los ha motivado para futuras clases de arcanos-, dijo Filius, pasando su mirada por encima de los alumnos por allí desperdigados. - Sí, creo que ha sido un buen día para mi materia. Estoy seguro de que tendré nuevos alumnos en las clases de aquí en adelante. Gracias por ello-, comentó, iniciando su camino hacia la glorieta quemada. - Además, creo recordar que la otra vez también quemaste algo y corrió de la cuenta de los Stone. Esta vez lo dejaremos en gastos varios de la Academia-, dijo finalmente, un divertido y sonriente Filius, que no miró hacia Vincent mientras le mencionaba tales palabras.
El brujo mercenario tampoco miró hacia Filius mientras este le soltaba esas últimas palabras, más sin hacerlo, sabía que el arcanista estaba en modo guasón y que debía tener una sonrisa de oreja a oreja.
Por esa razón, no pudo menos que mirar hacia el suelo, cerrar los ojos, y masajearse los párpados con renovada resignación. Una nueva anécdota por al que ser recordado, y otra en la que su nombre no salía muy bien parado.
- En fin-, dijo, después de suspirar y levantar la mirada del suelo. - Al final voy a tener que huir de la Academia-, comentó, tomando su morral del suelo y echándose la correa de sujeción sobre el hombro. - Quizás con un poco de suerte, tenga sólo que huir de este colegio de magia, y no tenga que huir de todo el maldito territorio brujo-, siguió hablando, esta vez acercándose hacia las personas a las que dedicaba tales palabras. - Ha sido un placer trabajar con ustedes. Matthew Owens, Eyre Hochgrevink, espero volver a verle pronto. Y si sus caminos les llevan al mismo puerto donde me espera un barco de pasajeros con el cual escaparé de mi funesto destino, podemos ir juntos hacia la ciudad-, bromeó, al tiempo que comenzaba a despedirse de ellos.
- Qué dramático eres a veces-, comentó el anciano alquimista, que estaba a su lado, de la misma guisa que él, medio embarrado.
- ¿Sólo a veces? Que mal. Contigo a mi lado debería serlo más a menudo-, bromeó una vez más, dibujando una sonrisa en los labios, y dándole un toque amistoso en el hombro con su puño.
Oh sí, la verdad, estaba mal que él lo pensara, pues era el creador de tal hechizo, pero es que ese truco era, cómo decirlo… totalmente cojonudo. Incluso ahora que había puesto en práctica ese glifo arcano una vez más, recordaba con claridad, como en sus tiempos de mozo había conseguido embelesar a más de una chica con precisamente ese hechizo, más esa era otra historia. O mejor dicho historias, pero que ahora no acontecían.
Lo importante es que esas runas le habían salvado una vez más, y dónde antes tuviera un atajo de niñatos malcriados, ahora tenía un atajo de niñatos malcriados pero felices, y eso nunca estaba mal. Sobre todo cuando servía para redondear una conferencia que nunca había querido dar, pero que, gracias a ese hechizo, podría abandonar en el clímax y por todo lo alto.
- Es más bonito de lo que había imaginado-, comentó una Allysa verdaderamente emocionada.
Vincent cómo respuesta, asintió con la cabeza en su dirección y mostró una sonrisa de alegría y satisfacción entremezclada, tanto a ella cómo a Eyre que se encontraba a su lado. Satisfacción por el trabajo bien hecho, y alegría porque tal espectáculo haría feliz a cualquiera, inclusive él, más también porque había enseñado a esos chicos las bondades del oficio de arcanista. Sentía que había animado a más de uno a interesarse más por las clases de arcanos. Quizás, después de todo, haber dado esa conferencia no había sido una mala idea.
O por lo menos había sido hasta el momento en el que se escuchó: “¡Se va a prender fuego la Glorieta!”
¿En serio? ¿Se va prender una maldita glorieta? ¿Cómo cojones podía tener tanta mala suerte?
Momentos antes nuestro rubio estaba disfrutando de las mieles de la victoria, y ahora un mirador se pegaba fuego. Y el resumen de la anécdota no podía ser menos estrafalario. Un resumen que rezaba así.
Justo antes de que se escuchara ese grito, un grupo variopinto de cuatro o cinco personas tocaban una [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] en dicho templete. Pero claro, eso había sido hasta el momento en el que, despavoridos, tuvieron que huir para no acabar muertos por la explosión de fuego de la magia ígnea proyectada por una de las runas, cuya tabla había acabado volcada por los dioses sabrían por qué.
Una huida de músicos de viento y percusión en busca de la supervivencia, en las que, por supuesto, no habían faltado frases del tipo: Quien ha sido el genio de esta idea, me cago en vuestras p… madres, y demás y diversos adjetivos y lindezas que pudieran conjugar malamente con su madre y demás antepasados…
En serio, no podía tener más mala suerte. Esa historia se contaría durante décadas.
En fin, detalles aparte, en cuánto Vincent vio el desaguisado que se había montado, desactivó las runas con unas palabras mágicas, y corrió hacia la glorieta para ayudar a extinguir las llamas.
- ¡Necesitamos practicantes de magia de agua! -, gritó un chiquillo, aunque para estar quemándose algo su voz no sonaba sólo alarmada, sino también emocionada.
- No es necesario sólo de agua, de fuego también valen-, respondió Vinc, soltando su morral, y no sin antes pensar qué demonios le estaría rondando a ese pirómano por la cabeza para haberlo dicho con aquel peculiar tono.
El caso, es que el brujo acostumbrado a vivir momentos de tensión en la guerra, no iba dejarse superar por un templete ardiendo. Estaba más que familiarizado con el fuego, y sabía usarlo de forma bélica y expansiva, cómo todo lo contrario. No tardó en controlar las llamas para que no se expandieran, con ayuda de otros alumnos de fuego que tuvieron la misma idea, y finalmente dichas llamas fueron apagas por la masa de agua mágica creada por los practicantes de magia de agua allí presentes.
- Uff, eso ha ido…
El mercenario no pudo terminar la frase, pues una ola de agua, idéntica a la que apagara el templete, se lo llevara por delante y lo acabara tirando al suelo contra la tierra mojada y… Bueno, convertido en una masa de barro y persona.
Vinc se encontró con su cuerpo pringado por la pegajosa mezcla de agua y tierra de forma aleatoria. Aún quedaba algo del brujo original en algunas partes, otras estaban manchadas a medias, y otras parecían las partes de un muñeco de barro. Por esa razón, tuvo que quitarse parte del barro de la cara para poder abrir los ojos, y ver quién era el causante de tal afrenta.
- Claro, me lo tenía que haber imaginado.
- Te lo tienes merecido-, respondió el viejo, mostrando una sonrisa amplia en su rostro..
- Sí, me lo tengo merecido. Sobre todo por ser el imbécil que se ha dejado engañar por tus juegos. En vez de mandarlo al carajo e irse a casa-, le contestó, molesto y enfadado, pero tampoco con demasiada acritud en la voz.
Al fin y al cabo, estando James de por medio, era raro que no acabara enchumbado en agua. Era propenso a usar su magia de forma desproporcionada. Y por otro lado, para él era casi alguien de la familia.
- Bah, bah. Menos remilgos, joven Calhoun-, dijo esta vez el viejo, dando un paso para ayudarle, pero resbalando en el barro para acabar de culo junto al mercenario.
Las risas no se dejaron esperar, y aunque ni el viejo ni el rubio mercenario se sumaron a ellas de inicio, no tardaron en acabar carcajeándose de la misma manera que ya hicieran los alumnos.
- Idiota-, dijo, antes de lanzarle una bola de barro al alquimista. Luego se incorporó a duras penas y ayudó al anciano a levantarse. - Ya no estás para estas tonterías. Será mejor que volvamos a la ciudad. Sobre todo yo, si no quiero que me metan una noche en una celda por este desastre-, comentó eso último, después de ayudar al ex profesor a incorporarse, y mirando con los brazos en jarra hacia el templete humeante. - La ostia. Siempre que me junto contigo acabo mojado-, recriminó al viejo, desandando sus pasos y regresando junto a este a donde se encontraban las tablas.
- Bueno, será porque siempre haces algo mal y debes ser castigado-, respondió el anciano en tono divertido.
Sin duda, a James, pese a su edad, era como un niño en muchos aspectos y le gustaba liarla de vez en cuando.
- Madre mía-, exclamó con resignación, antes de suspirar y agacharse para recoger el tablón volcado. - No sé qué demonios ha podido pasar. Todo iba sobre ruedas-, dijo esta vez confuso, chequeando la tabla por todos sus lados.
En cuánto comprobó que la tabla ni la runa tenían ningún defecto, miró hacia el suelo en busca de más pista. No vio nada revelevante, salvo una piedra al lado de donde estaba el tablón volcado.
- ¿Podría ser? - musitó para sí mismo.
- Podría ser el qué-, contestó Filius, que se había acercado hasta él.
- No sé-, dijo, lanzando la piedra bien lejos. Con fuerza y muy enfadado. - Supongo que hemos tenido un desafortunado accidente. Debí limpiar mejor la zona-, comentó, una vez más resignado.
- No te preocupes, Vincent. Los accidentes y los errores siempre ocurren. Lo importante es cómo reaccionamos a ellos, y habéis controlado muy bien la situación-, respondió el profesor de arcanos. - Los chicos han aprendido algo nuevo y han actuado a las mil maravillas cuando se ocasionó el incendio. Eso no deja de ser una enseñanza y asimismo, creo que a más de uno de ellos, su vistoso hechizo los ha motivado para futuras clases de arcanos-, dijo Filius, pasando su mirada por encima de los alumnos por allí desperdigados. - Sí, creo que ha sido un buen día para mi materia. Estoy seguro de que tendré nuevos alumnos en las clases de aquí en adelante. Gracias por ello-, comentó, iniciando su camino hacia la glorieta quemada. - Además, creo recordar que la otra vez también quemaste algo y corrió de la cuenta de los Stone. Esta vez lo dejaremos en gastos varios de la Academia-, dijo finalmente, un divertido y sonriente Filius, que no miró hacia Vincent mientras le mencionaba tales palabras.
El brujo mercenario tampoco miró hacia Filius mientras este le soltaba esas últimas palabras, más sin hacerlo, sabía que el arcanista estaba en modo guasón y que debía tener una sonrisa de oreja a oreja.
Por esa razón, no pudo menos que mirar hacia el suelo, cerrar los ojos, y masajearse los párpados con renovada resignación. Una nueva anécdota por al que ser recordado, y otra en la que su nombre no salía muy bien parado.
- En fin-, dijo, después de suspirar y levantar la mirada del suelo. - Al final voy a tener que huir de la Academia-, comentó, tomando su morral del suelo y echándose la correa de sujeción sobre el hombro. - Quizás con un poco de suerte, tenga sólo que huir de este colegio de magia, y no tenga que huir de todo el maldito territorio brujo-, siguió hablando, esta vez acercándose hacia las personas a las que dedicaba tales palabras. - Ha sido un placer trabajar con ustedes. Matthew Owens, Eyre Hochgrevink, espero volver a verle pronto. Y si sus caminos les llevan al mismo puerto donde me espera un barco de pasajeros con el cual escaparé de mi funesto destino, podemos ir juntos hacia la ciudad-, bromeó, al tiempo que comenzaba a despedirse de ellos.
- Qué dramático eres a veces-, comentó el anciano alquimista, que estaba a su lado, de la misma guisa que él, medio embarrado.
- ¿Sólo a veces? Que mal. Contigo a mi lado debería serlo más a menudo-, bromeó una vez más, dibujando una sonrisa en los labios, y dándole un toque amistoso en el hombro con su puño.
Vincent Calhoun
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 975
Nivel de PJ : : 9
Re: Un regreso de lo más inesperado {Matthew Owens - Eyre} {3/3} {Desafío de Yule} {Cerrado}
Lo que durante un momento fue un espectáculo digno de admirar, se convirtió súbitamente en una verdadera catástrofe. Eyre, como todos los demás, estaba demasiado concentrada en las maravillosas luces que destellaban sobre sus cabezas como para percatarse de la travesura que el moreno estaba llevando a cabo a tan solo un metro de distancia. Nadie supo cómo, pero una de las runas falló, dando como resultado una glorieta en llamas y una estampida de profesores y alumnos que corrían hacia el fuego o, en caso de los menos valientes, justo en la dirección contraria.
La joven bruja estaba dando un paso adelante, dispuesta a correr a ayudar, cuando una mano la tomó por las caderas y la atrajo en la dirección contraria. Para cuando se dio cuenta, su cuerpo era apresado contra el del humano y sus labios se encontraron en un beso en medio del más caótico contexto; una escena, sin duda alguna, digna de Matthew Owens.
Al principio se quedó estática. ¡Cuánto había anhelado ese contacto! No había querido notar hasta ese instante con qué alevosía extrañaba al humano, su perfume, la suavidad de sus labios, la firmeza con que la sostenía entre sus brazos. Cerró los ojos y, por un momento, se permitió disfrutar de aquello... hasta que algo más fuerte que sus instintos la instó a alejarse, poniendo ambas manos sobre el pecho ajeno para empujarlo con fuerza y, así, quitárselo de encima.
-¡T-Tú...! ¡Eres un...! -Sentía ira hacia él, por creer que siempre podía salirse con la suya, y hacia sí misma, por haber estado a punto de rendirse tan fácilmente. Pero su enojo estalló cuando lo vio guiñar un ojo a alguien que pasaba por allí, burlón, travieso, como si aquel fuera otro de sus tantos juegos. Eyre nunca había sentido semejante odio revolviéndole las entrañas; fue como si su cuerpo actuase por sí solo y, antes de poder detenerse, alzó una de sus manos y volteó el rostro de Matthew con una potente cachetada.
-¡¡Estoy HARTA de tus juegos!!
Por suerte, el caos era tan generalizado que nadie pareció percatarse de la escenita. Todos estaban demasiado ocupados apagando el incendio, y tuvo tiempo de respirar hondo, secarse las lágrimas que amenazaban con escapársele y alejarse un par de pasos del humano para cuando Vincent regresó junto a otro de los profesores. Su mirada evidenciaba la turbación que sentía y tuvo que ocultar las manos tras la espalda para disimular su temblor. Observó en silencio la manera en que el otro analizaba la piedra y, mientras que el brujo llegaba a la conclusión de que no había sido más que un desafortunado accidente, Eyre no tardó en llegar a otra muy distinta mientras miraba de reojo al humano con renovado enfado. Aún así no era más que una sospecha, y estaba demasiado cansada como para iniciar una nueva pelea.
-El placer ha sido mío, señor Calhoun. -Le respondió tras carraspear, intentando que su tono fuera lo más calmado posible para no arrastrar al brujo hacia problemas que no le incumbían- Si necesita asilo político, sepa que siempre lo encontrará en casa de los Hochgrevink. -Añadió con una pequeña sonrisa- Estoy segura de que mis padres adorarán conocerlo y oír sus maravillosas historias. Aunque... -Se encogió de hombros y echó una mirada a la aún humeante glorieta- ...será mejor para mí que la anécdota de hoy quede como un secreto. En cualquier caso, espero que volvamos a encontrarnos, aunque no sé cuándo volveré al continente. -Concluyó a sabiendas de que Matthew la escucharía.
Tras una última reverencia como despedida, la jovencita se excusó diciendo que ya era hora de volver a casa y se volteó para emprender el camino hacia la salida de la academia, dejando atrás a ambos adultos.
Eyre
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 188
Nivel de PJ : : 1
Re: Un regreso de lo más inesperado {Matthew Owens - Eyre} {3/3} {Desafío de Yule} {Cerrado}
No podía decir que no se lo esperaba, tampoco que fuera la primera vez, aunque sin duda se había desacostumbrado a que mujeres ofendidas lo cachetearan. Durante algunos dulces segundos había tenido la oportunidad de probar los labios de su amada, el alma de Owens se lleno de suspiros al sentir nuevamente esa sensación tan familiar pero a la vez tan alejada en el tiempo.
Y así de maravilloso como vino, se fue.
No le dolió tanto el golpe como la sensación de que por un error tonto había retrocedido todos los casilleros que había logrado avanzar en esa tarde “Eres un idiota, a veces te comportas como un principiante” se regañó a sí mismo, con la mano apoyada en la mejilla que pronto se pondría colorada.
-No sé qué parte de esto te parece un juego –Respondió con seriedad.
Pero entonces llego Vincent y el estafador tuvo que volver a sonreír como si nada pasara, una cosa era mostrarse arrepentido frente a Eyre, pero de ninguna manera iba a mantener una fachada tan poco digna frente a ese Hechicero que apenas conocía. Miro la piedra que había sido la causante de todo ese alboroto con una expresión de absoluta sorpresa, como si jamás se le hubiese ocurrido que algo tan simple podía resultar en semejante caos.
-Vaya desastre ¿No? – Sonrió encantador, como si a pesar de todo quisiera mantener el buen humor de la charla – Pero este es el problemas de las demostraciones en público, no se pueden calcular todos los imprevistos – No pasó desapercibida la última parte del discurso de Eyre – Pues yo me voy a quedar hasta mañana en la tarde, acabo de llegar y sería muy agotador el soportar nuevamente el viaje en barco – Suspiro de forma exagerada – Estoy a la espera de que encuentren un modo de viajar más veloz, ustedes que son tan buenos en esto de los inventos – Los elogios siempre eran algo bueno.
Hizo una reverencia para corresponder al saludo de la Hechicera y extendió la mano hacia Vincent para darle un apretón, como hombres de bien que eran ambos. Luego se quedó de pie unos segundos más, a la espera de que ambos se alejaran, mientras tanto se entretuvo observando el final del incendio, ya casi lo tenían controlado pero de todos modos seguía resultando divertido.
Cuando consideró que había pasado el tiempo suficiente como para darle dramatismo, se dio la vuelta y empezó a correr en la dirección que había visto que se iba Eyre. Tardó un poco en encontrarla, ya estaba en el camino que llevaba a las afueras de la Academia.
-¡¡Eyre!! – Gritó cuando aún faltaba para llegar - ¡¡Espera por favor!! –
Tuvo que recuperar el aliento cuando llegó a ella, lo cual ayudaba mucho a darle un aire de arrepentimiento.
-Por favor, no te vayas, tienes razón, estuvo mal lo que hice, estuvo mal que no te dijera cosas sobre mi pasado – La agarró de una mano y apoyó la frente en ella – Te lo diré todo ¿De acuerdo? Lo que sea que quieras saber – El Humano prometía por prometer, sin saber que Eyre contaba con muchos más recursos de los que aparentaba.
Y así de maravilloso como vino, se fue.
No le dolió tanto el golpe como la sensación de que por un error tonto había retrocedido todos los casilleros que había logrado avanzar en esa tarde “Eres un idiota, a veces te comportas como un principiante” se regañó a sí mismo, con la mano apoyada en la mejilla que pronto se pondría colorada.
-No sé qué parte de esto te parece un juego –Respondió con seriedad.
Pero entonces llego Vincent y el estafador tuvo que volver a sonreír como si nada pasara, una cosa era mostrarse arrepentido frente a Eyre, pero de ninguna manera iba a mantener una fachada tan poco digna frente a ese Hechicero que apenas conocía. Miro la piedra que había sido la causante de todo ese alboroto con una expresión de absoluta sorpresa, como si jamás se le hubiese ocurrido que algo tan simple podía resultar en semejante caos.
-Vaya desastre ¿No? – Sonrió encantador, como si a pesar de todo quisiera mantener el buen humor de la charla – Pero este es el problemas de las demostraciones en público, no se pueden calcular todos los imprevistos – No pasó desapercibida la última parte del discurso de Eyre – Pues yo me voy a quedar hasta mañana en la tarde, acabo de llegar y sería muy agotador el soportar nuevamente el viaje en barco – Suspiro de forma exagerada – Estoy a la espera de que encuentren un modo de viajar más veloz, ustedes que son tan buenos en esto de los inventos – Los elogios siempre eran algo bueno.
Hizo una reverencia para corresponder al saludo de la Hechicera y extendió la mano hacia Vincent para darle un apretón, como hombres de bien que eran ambos. Luego se quedó de pie unos segundos más, a la espera de que ambos se alejaran, mientras tanto se entretuvo observando el final del incendio, ya casi lo tenían controlado pero de todos modos seguía resultando divertido.
Cuando consideró que había pasado el tiempo suficiente como para darle dramatismo, se dio la vuelta y empezó a correr en la dirección que había visto que se iba Eyre. Tardó un poco en encontrarla, ya estaba en el camino que llevaba a las afueras de la Academia.
-¡¡Eyre!! – Gritó cuando aún faltaba para llegar - ¡¡Espera por favor!! –
Tuvo que recuperar el aliento cuando llegó a ella, lo cual ayudaba mucho a darle un aire de arrepentimiento.
-Por favor, no te vayas, tienes razón, estuvo mal lo que hice, estuvo mal que no te dijera cosas sobre mi pasado – La agarró de una mano y apoyó la frente en ella – Te lo diré todo ¿De acuerdo? Lo que sea que quieras saber – El Humano prometía por prometer, sin saber que Eyre contaba con muchos más recursos de los que aparentaba.
Matthew Owens
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 875
Nivel de PJ : : 6
Re: Un regreso de lo más inesperado {Matthew Owens - Eyre} {3/3} {Desafío de Yule} {Cerrado}
Por irónico que pudiera parecer, el mayor de los hermanos Calhoun se encontraba más cómodo en un campamento militar, en cualquier situación parecida que estuviera relacionada con la guerra o en una taberna llena de locas, pirados, estafadores y demás gente de dudosa reputación, que dando conferencias en la prestigiosa academia de magia de Beltrexus.
Es cierto, que aquel incidente con el fuego estaba más cerca de parecer el inicio de una batalla que el final de unas clases de magia, más…
No, no, no. Si el rubio mercenario tenía algo claro, es que nunca más se iba a dejar engatusar por el viejo James y sus amigos profesores. No necesitaba más intentonas para saber que aquello de dar clases, aunque por un lado no había estado mal y había sido una experiencia nueva y refrescante, no era lo suyo. A él le gustaban otro tipo de ambientes, y si tenía que volver a enseñar a alguien, prefería hacerlo de forma privada y con menos público presente.
Aunque desgraciadamente para él, además tener claro que nunca volvería a dar una conferencia, también estaba seguro de que, pese a su poderosa voluntad para no volver a dejarse llevar por James, acabaría cediendo llegado el momento. Su madre, los Stone y el propio alquimista que se encontraba a su lado, ejercían una fuerza sobre él que no podía negar ni repeler con facilidad. Sólo podía esperar que la próxima vez que el anciano ex profesor le metiera en un lio, no acabara nada ardiendo, ni él otra vez mal parado, cargando una nueva infamia sobre sus hombros.
Al fin y al cabo, todo hombre y mujer tenía un límite.
- Me alegra que lo haya pasado bien con esta experiencia, señorita Eyre, más ojalá todo hubiera terminado…-. ¿No siendo un puto y maldito desastre? - de una mejor manera-, apuntilló al final. Olvidándose del incidente y guardando todo el veneno, malas palabras y maldiciones que tenía en la punta de la lengua generadas por su mal sino. Al fin y al cabo, todo aquello era culpa suya, por no haber mandado a James a tomar viento, nada más verlo.- Oh, muy agradecido. Igual no creo que deba exiliarme ni pedir asilo político por este incidente-. Cada vez que pensaba en la glorieta ardiendo le daban ganas de explotar al viejo barbudo que se encontraba a su lado. Si tenía que tener problemas con el consejo de la academia en la que se había estudiado, o incluso exiliarse, cómo había mencionado en broma, al menos que fuera por una buena razón. - Pero con sinceridad le digo que en mi figura tiene un amigo. Será un placer contarles algunas de mis aventuras a usted y a su familia, y le ayudaré en todo lo que pueda si nos volvemos encontrar, ya sea en tierra de brujos o en el continente-, se despidió de la joven, realizando una ligera reverencia como respuesta a la que la chica le dedicara instantes antes.
Claro, que tendrían que ser las historias más suaves en su haber. Las de peleas de borrachos, gente muriendo a fuego y acero, y monstruos destruyendo aldeas, le daba una ligera sensación que no eran las más adecuadas para la familia Hochgrevink.
- Sí, para qué engañarnos. Ha sido un maldito desastre-, respondió a Matt, pero de buen humor. A lo hecho, pecho. Ya nada cambiaría esa conferencia ni su desafortunado final. - Bueno, al menos al aire libre no he destruido parte de la Academia, ya que, si ese fuera el caso, creo que si debería huir en barco de la isla-, dijo socarrón, pese a que no le faltaría mucha razón. - Un gusto conocerle, Matthew Owens. Gracias por ayudarme con todo este follón de la conferencia, y a igual que Eyre, tiene un amigo en mí. Seguro que nos volveremos a volver algún día, quizás aquí, quizás en Lunargenta-, comentó amistoso. - Que sus destinos estén llenos de buena ventura-, les deseó a ambos, guiñándoles un ojo, para después extender el brazo y corresponder el aprentón de manos con Matt.
Con esa seña de amistosa despedida, el rubio estuvo listo para partir, así que se giró sobre sus talones y comenzó a andar hacia el camino que lo llevaría a la ciudad.
- ¿Vienes? - preguntó al anciano alquimista, parándose un instante y mirando por encima de su hombro, ya que este no se había movido del sitio en el que estaba desde que comenzara a despedirse de Eyre y Matt. - Viejo cotilla senil-, musitó para sí mismo, entre dientes, volviendo a caminar hacia la salida.
Era evidente que el anciano sólo lo había acompañado en la despedida por respeto, pero que en algún momento su cabeza se había llenado de mariposas, como de costumbre, y había perdido el hilo de lo que pasaba a su alrededor.
Al menos, la pregunta de Vinc lo había devuelto al mundo de los mortales y lo apremió para avanzar en la misma dirección que el mercenario.
- Hey, espera. Aún tienes muchas cosas que contarme. Quiero saber que ha pasado en tu vida desde la última vez que me visitaste-, dijo el viejo, colocándose al lado del brujo de fuego.
- Pues si no quieres que lo haga por carta, una vez regrese al continente, será mejor que dejes de soñar con las musarañas y que invites a este mozalbete rubio y simpático como él solo a una buena jarra de hidromiel-, respondió, dibujando una media sonrisa en sus labios.
Ah, maldito James. Era un caso perdido, pero no dejaba de ser como de la familia.
Es cierto, que aquel incidente con el fuego estaba más cerca de parecer el inicio de una batalla que el final de unas clases de magia, más…
No, no, no. Si el rubio mercenario tenía algo claro, es que nunca más se iba a dejar engatusar por el viejo James y sus amigos profesores. No necesitaba más intentonas para saber que aquello de dar clases, aunque por un lado no había estado mal y había sido una experiencia nueva y refrescante, no era lo suyo. A él le gustaban otro tipo de ambientes, y si tenía que volver a enseñar a alguien, prefería hacerlo de forma privada y con menos público presente.
Aunque desgraciadamente para él, además tener claro que nunca volvería a dar una conferencia, también estaba seguro de que, pese a su poderosa voluntad para no volver a dejarse llevar por James, acabaría cediendo llegado el momento. Su madre, los Stone y el propio alquimista que se encontraba a su lado, ejercían una fuerza sobre él que no podía negar ni repeler con facilidad. Sólo podía esperar que la próxima vez que el anciano ex profesor le metiera en un lio, no acabara nada ardiendo, ni él otra vez mal parado, cargando una nueva infamia sobre sus hombros.
Al fin y al cabo, todo hombre y mujer tenía un límite.
- Me alegra que lo haya pasado bien con esta experiencia, señorita Eyre, más ojalá todo hubiera terminado…-. ¿No siendo un puto y maldito desastre? - de una mejor manera-, apuntilló al final. Olvidándose del incidente y guardando todo el veneno, malas palabras y maldiciones que tenía en la punta de la lengua generadas por su mal sino. Al fin y al cabo, todo aquello era culpa suya, por no haber mandado a James a tomar viento, nada más verlo.- Oh, muy agradecido. Igual no creo que deba exiliarme ni pedir asilo político por este incidente-. Cada vez que pensaba en la glorieta ardiendo le daban ganas de explotar al viejo barbudo que se encontraba a su lado. Si tenía que tener problemas con el consejo de la academia en la que se había estudiado, o incluso exiliarse, cómo había mencionado en broma, al menos que fuera por una buena razón. - Pero con sinceridad le digo que en mi figura tiene un amigo. Será un placer contarles algunas de mis aventuras a usted y a su familia, y le ayudaré en todo lo que pueda si nos volvemos encontrar, ya sea en tierra de brujos o en el continente-, se despidió de la joven, realizando una ligera reverencia como respuesta a la que la chica le dedicara instantes antes.
Claro, que tendrían que ser las historias más suaves en su haber. Las de peleas de borrachos, gente muriendo a fuego y acero, y monstruos destruyendo aldeas, le daba una ligera sensación que no eran las más adecuadas para la familia Hochgrevink.
- Sí, para qué engañarnos. Ha sido un maldito desastre-, respondió a Matt, pero de buen humor. A lo hecho, pecho. Ya nada cambiaría esa conferencia ni su desafortunado final. - Bueno, al menos al aire libre no he destruido parte de la Academia, ya que, si ese fuera el caso, creo que si debería huir en barco de la isla-, dijo socarrón, pese a que no le faltaría mucha razón. - Un gusto conocerle, Matthew Owens. Gracias por ayudarme con todo este follón de la conferencia, y a igual que Eyre, tiene un amigo en mí. Seguro que nos volveremos a volver algún día, quizás aquí, quizás en Lunargenta-, comentó amistoso. - Que sus destinos estén llenos de buena ventura-, les deseó a ambos, guiñándoles un ojo, para después extender el brazo y corresponder el aprentón de manos con Matt.
Con esa seña de amistosa despedida, el rubio estuvo listo para partir, así que se giró sobre sus talones y comenzó a andar hacia el camino que lo llevaría a la ciudad.
- ¿Vienes? - preguntó al anciano alquimista, parándose un instante y mirando por encima de su hombro, ya que este no se había movido del sitio en el que estaba desde que comenzara a despedirse de Eyre y Matt. - Viejo cotilla senil-, musitó para sí mismo, entre dientes, volviendo a caminar hacia la salida.
Era evidente que el anciano sólo lo había acompañado en la despedida por respeto, pero que en algún momento su cabeza se había llenado de mariposas, como de costumbre, y había perdido el hilo de lo que pasaba a su alrededor.
Al menos, la pregunta de Vinc lo había devuelto al mundo de los mortales y lo apremió para avanzar en la misma dirección que el mercenario.
- Hey, espera. Aún tienes muchas cosas que contarme. Quiero saber que ha pasado en tu vida desde la última vez que me visitaste-, dijo el viejo, colocándose al lado del brujo de fuego.
- Pues si no quieres que lo haga por carta, una vez regrese al continente, será mejor que dejes de soñar con las musarañas y que invites a este mozalbete rubio y simpático como él solo a una buena jarra de hidromiel-, respondió, dibujando una media sonrisa en sus labios.
Ah, maldito James. Era un caso perdido, pero no dejaba de ser como de la familia.
Vincent Calhoun
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 975
Nivel de PJ : : 9
Re: Un regreso de lo más inesperado {Matthew Owens - Eyre} {3/3} {Desafío de Yule} {Cerrado}
Muchas cosas habían pasado desde que había escapado de casa. La vida la había golpeado incansablemente; había tenido que dejar atrás partes de sí misma para poder sobrevivir, para poder seguir adelante. Su inocencia, su educación, su honor... Eran atributos que quedaron muy atrás en su historia.
Sin embargo, Eyre no dejaba de pecar de ingenua de vez en cuando pues, al fin y al cabo, seguía siendo, aunque menos que antes, una jovencita inexperta en la vida. Tiernamente había sentido tristeza al pensar que aquella sería la última vez que caminaría alejándose de Matthew con el ceño fruncido, y fue lo suficientemente ingenua como para pensar que él no osaría perseguirla tras semejante desplante. Cualquier otra persona, en su lugar, habría aceptado aquello como el final de una relación demasiado idílica para ser real.
Pero, para su sorpresa, la voz del mayor resonó a las afueras del castillo, parando en seco la caminata de la joven bruja. Seguía enfadada, pero su acelerado corazón le rogaba que se parase a escuchar lo que el humano tenía para decir. ¿Sabría pronunciar esas palabras mágicas que ni siquiera Eyre conocía? Una vez lo tuvo cerca, esperó a que su agitación se calmase con la vista clavada en el suelo, de brazos cruzados y con los labios apretados, cuidándose de no dejar entrever las emociones que en realidad bullían dentro de su pecho aún cuando éste hubo tomado su mano.
-Ummmh... -Casi gruñó, desviando la mirada hacia un costado al tiempo en que quitaba delicadamente la mano para volver a cruzarse de brazos ante la primer parte de sus palabras. No obstante, en la segunda, el brillo en su mirada pareció cambiar, y su gesto se relajó un poco. Permaneció en silencio durante un instante, como reflexionando acerca de la oferta, cuando, finalmente, dijo:
-Suponiendo que dices la verdad... -Y, por primera vez, lo miró a los ojos- ...Acepto. Ven mañana a mi casa, luego del atardecer. Se terminarán las mentiras.
Dicho eso se dio la media vuelta y continuó con su camino, despidiéndose apenas con un seco ademán de la mano. No hacía falta ni siquiera decirle la dirección de su hogar. Sabía que Matthew tenía medios más que suficientes para averiguarla por sí solo.
Eyre
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 188
Nivel de PJ : : 1
Re: Un regreso de lo más inesperado {Matthew Owens - Eyre} {3/3} {Desafío de Yule} {Cerrado}
El estafador esperó en silencio, sin atreverse a levantar la mirada por las dudas de que algo delatara su falta de sinceridad. Eyre se estaba volviendo bastante buena en eso de descubrir cuando le mentían, Matt se sentía feliz de ver sus progresos, pero al mismo tiempo le preocupaba que el momento en el cual la muchacha ya no caería en ninguna de sus trampas llegara demasiado pronto. Cuando todavía no estuviera listo para dejarla ir…
En el momento en que la Hechicera retiró la mano, Owens se puso de pie y esperó el veredicto, era más alto, pero en ese momento quien parecía más grande era Eyre, ya que el Humano había optado por una postura de sumisión que le permitiera conseguir el tan anhelado perdón.
-Así lo haré – Miro con gesto muy serio a la joven y agregó – No te arrepentirás, te lo aseguro – “Te arrepentirás, te lo aseguro” pensó el estafador. Matthew pecaba de ingenuo, no sabía con qué recursos contaba Eyre. Pero incluso aunque creía que no pasaría más allá de una capa superficial, no estaba convencido de que la chica estuviera preparada para lo que iba a encontrar.
Esta vez dejó que se fuera, su delicada figura se recortaba con absoluta perfección a pesar de la oscuridad de la noche. El Virrey suspiró, ciertamente se estaba jugando su última carta, era apostar el todo por el todo “Hace tiempo no apostaba tan fuerte” desde que estaba al mando en Ciudad Lagarto no había sido necesario recurrir a ese tipo de estrategias.
En el mejor de los casos, Eyre no encontraría nada, se daría por satisfecha y aceptaría regresar. Intentando imaginar el peor panorama posible, le joven vería a través de sus mentiras, le arrojaría todos los objetos que tuviera en la sala con su telequinesis, y tendría que salir de allí antes de que lo matara.
-Regresar solo… - No era un panorama muy alentador, tampoco sería la primera vez que le ocurría, pero sería mucho mejor si no terminaba de esa manera.
Se puso las manos en los bolsillos y regresó caminando lentamente por el camino que iba hacía la ciudad. Podía decir con seguridad que una vez más su experiencia en la Academia había sido poco satisfactoria, pero al menos le había servido de algo, y podría irse a dormir con la certeza de que había aprendido una o dos cosas nuevas:
-Cualquier persona puede usar runas.
-Las Glorietas se prenden fuego muy fácilmente.
En el momento en que la Hechicera retiró la mano, Owens se puso de pie y esperó el veredicto, era más alto, pero en ese momento quien parecía más grande era Eyre, ya que el Humano había optado por una postura de sumisión que le permitiera conseguir el tan anhelado perdón.
-Así lo haré – Miro con gesto muy serio a la joven y agregó – No te arrepentirás, te lo aseguro – “Te arrepentirás, te lo aseguro” pensó el estafador. Matthew pecaba de ingenuo, no sabía con qué recursos contaba Eyre. Pero incluso aunque creía que no pasaría más allá de una capa superficial, no estaba convencido de que la chica estuviera preparada para lo que iba a encontrar.
Esta vez dejó que se fuera, su delicada figura se recortaba con absoluta perfección a pesar de la oscuridad de la noche. El Virrey suspiró, ciertamente se estaba jugando su última carta, era apostar el todo por el todo “Hace tiempo no apostaba tan fuerte” desde que estaba al mando en Ciudad Lagarto no había sido necesario recurrir a ese tipo de estrategias.
En el mejor de los casos, Eyre no encontraría nada, se daría por satisfecha y aceptaría regresar. Intentando imaginar el peor panorama posible, le joven vería a través de sus mentiras, le arrojaría todos los objetos que tuviera en la sala con su telequinesis, y tendría que salir de allí antes de que lo matara.
-Regresar solo… - No era un panorama muy alentador, tampoco sería la primera vez que le ocurría, pero sería mucho mejor si no terminaba de esa manera.
Se puso las manos en los bolsillos y regresó caminando lentamente por el camino que iba hacía la ciudad. Podía decir con seguridad que una vez más su experiencia en la Academia había sido poco satisfactoria, pero al menos le había servido de algo, y podría irse a dormir con la certeza de que había aprendido una o dos cosas nuevas:
-Cualquier persona puede usar runas.
-Las Glorietas se prenden fuego muy fácilmente.
Que imagen tan lamentable, el Humano se reía de sus propios chistes.
Matthew Owens
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 875
Nivel de PJ : : 6
Temas similares
» Un día en mi mundo.- [Privado-Matthew Owens] [CERRADO]
» El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
» La amistad es una maldición [Maldición Oscars = Eva y Matthew Owens] [Cerrado]
» Extraños compañeros de escuela [Desafío de Yule] [Cerrado]
» [CERRADO]Un encargo frívolo [Desafío de Yule][Privado]
» El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
» La amistad es una maldición [Maldición Oscars = Eva y Matthew Owens] [Cerrado]
» Extraños compañeros de escuela [Desafío de Yule] [Cerrado]
» [CERRADO]Un encargo frívolo [Desafío de Yule][Privado]
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Ayer a las 23:14 por Iori Li
» Laboratorio Harker [Alquimia+Ingeniería]
Ayer a las 19:13 por Zelas Hazelmere
» Pócimas y Tragos: La Guerra de la Calle Burbuja [Interpretativo] [Libre]
Ayer a las 16:18 por Mina Harker
» El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]
Ayer a las 05:53 por Lukas
» El retorno del vampiro [Evento Sacrestic]
Ayer a las 00:33 por Vincent Calhoun
» La Procesión de los Skógargandr [Evento Samhain (Halloween)]
Mar Nov 19 2024, 22:49 por Eltrant Tale
» Entre Sombras y Acero [LIBRE][NOCHE]
Mar Nov 19 2024, 22:42 por Cohen
» [Zona de culto] Altar de las Runas de los Baldíos
Lun Nov 18 2024, 12:29 por Tyr
» Susurros desde el pasado | Amice H.
Lun Nov 18 2024, 04:12 por Amice M. Hidalgo
» [Zona de culto] Iglesia del único Dios
Sáb Nov 16 2024, 21:38 por Tyr
» Enjoy the Silence 4.0 {Élite]
Miér Nov 13 2024, 20:01 por Nana
» Vampiros, Gomejos, piernas para qué las tengo. [Privado]
Mar Nov 12 2024, 04:51 por Tyr
» Derecho Aerandiano [Libre]
Dom Nov 10 2024, 13:36 por Tyr
» Propaganda Peligrosa - Priv. Zagreus - (Trabajo / Noche)
Vie Nov 08 2024, 18:40 por Lukas
» Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
Vie Nov 08 2024, 01:19 por Tyr