Cada Oveja con su pareja [Libre] [5/5] [Cerrado]
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Cada Oveja con su pareja [Libre] [5/5] [Cerrado]
- Leer esto si o si:
- Actualmente en Ciudad Lagarto rige la Maldición impuesta por Sigel:
"Matthew Owens: El virrey de La Ciudad de Cenizas. Regresas a La Ciudad Lagarto tiempo después de la batalla. Recuperas todas tus pertenencias. Decides trasladar el asentamiento a otro lugar. La mano de metal te seguirá allá donde éste La Ciudad Lagarto, por nómada que ésta sea. La mano absorbe la energía de la tierra. Deja el lugar estéril. Las plantas no crecen en la tierra y los animales enferman sin motivos aparentes. Bajo tierra, las raíces de metal tienden a extenderse. Eres el virrey de una ciudad maldita.
Virrey de La Ciudad Cenizas: la mano de metal está ligada contigo de una manera que no sabes explicar. A medida que estés más cerca de ella, y por lo tanto más cerca de La Ciudad Lagarto, te sentirás más débil y enfermo. No puedes destruir la mano y tienes miedo que si la destruyen, acaben con tu vida. Deberás pedir consejo, en futuro mastereados (sí, tramas para el señor Owens), a personas más sabías que tú para que te digan qué hacer con ella."
Esa desagradable sensación nunca se iba, no importaba cuanto durmiera, no importaba cuanto comiera o las medicinas que tomara, el malestar continuaba estando allí, esa impresión constante de debilidad y asco, un mareo que se mezclaba con la paranoia siempre presente cuando se vivía en una ciudad como esa. Todo esa inquietud era personificada en la escalofriante forma de un Brazo Bio.
Matthew intentaba estar el menor tiempo posible en la Ciudad, con las idas y vueltas había descubierto que solo mientras se encontara en ella la mano lo seguiría a todos lados, pero sí estaba en otro Pueblo no le ocurría igual. Lamentablemente, en algún momento tenía que regresar y hacer como si fuera un Virrey.
Era un día hermoso, o al menos todo lo bonito que podía ser una tarde en Ciudad Lagarto, Matt se encontraba sentado en una reposera bajo una sombrilla, a su lado había una mesa con una jarra de jugo y dos vasos medio llenos. Apoyada en sus piernas, dormitando, se encontraba Jeannie, el humano le hacía mimos como si fuera alguna especie de gato gigante. Frente a ellos la rutina de todos los días transcurría sin inconvenientes, o solamente con los problemas esperables.
En síntesis, era un día sin demasiados sobresaltos.
La joven elfa había aparecido frente a la tienda de Matthew hacía dos días, luego de estar desaparecida por un buen tiempo. El Virrey tenía por regla general no hacer preguntas... Pero en el estado que había llegado Jeannie no era posible quedarse callado. De por sí la mente de la muchacha solía ser muy volátil, sin contar los momentos en los que directamente decía ser otra persona, pero en está oportunidad su noción de la realidad era aún más desastroso.
Le tomó a Owens un par de día el lograr que entendiera siquiera donde estaba, luego el controlar sus nervios de modo tal que pudiera comportarse como una persona medianamente normal. Había sido difícil, y doloroso (Para Jeannie) pero era un precio que Matt estaba dispuesto a pagar con tal de tener de nuevo a su querida elfa.
El resultado final era casi perfecto, lo único que había quedado por solucionar es que ahora lo llamaba “Papá”, pero no era algo tan terrible, y Matt sabía que ser demasiado perfeccionista no era bueno.
-Estaba pensando que... No se puede vivir del amor, pero tampoco se puede vivir sin él ¿Cierto? Es decir, mira a todos esos infelices - Matthew divagaba, señalando a las personas que iban pasando frente a la carpa - ¿Sabrán algún día lo que se siente el amar y ser amado? ¿O la maravilla de despertarse y encontrar a un ángel durmiendo a tu lado? - Mientras hablaba le hacía pequeñas trenzas en el pelo a Jeannie para juntarlas al final en un bonito peinado - Es muy triste si lo piensas. Querida Hija, también deseo que encuentres el amor, alguien que te trate con el mismo cariño que yo te trato - Dejó un beso en su frente y agarrándola desde abajo de los brazo la retiró con cuidado de sus piernas - Tengo la sensación de que una nueva idea viene en camino -
Una amplia sonrisa se dibujó en su rostro.
La inmensa carpa había sido construido para la ocasión, Owens en persona había dibujado los planos y supervisado la obra para que quedara exactamente como quería. A grandes rasgos se podría decir que se veía como una gran tienda circular, pero con una puerta en cada uno de sus lados. Al entrar los visitantes se encontraban con una mesa con dos sillas enfrentadas, había vino, agua, queso y pan en ellas. También había un sillón grande donde entraban dos personas, una mesa redonda pequeña con una vasija de cerámica llena de agua limpia y una toalla perfectamente doblada a su lado. Se sentía un suave aroma a incienso y hierbas en el aire, y de algún lado indefinido salía una música que daba al ambiente una sensación general de tranquilidad.
No había ni rastros de Matthew, pero en las puertas de la carpa había carteles que señalaban “Solo por hoy, la posibilidad de encontrar el verdadero amor está al alcance de tu mano. ¡Entra y prueba los placeres que Ciudad Lagarto puede ofrecer! El Virrey, Matthew Owens, es buen casamentero ¡Entra y averigua quien es tu pareja predestinada!”
Última edición por Matthew Owens el Jue Ago 15 2019, 11:38, editado 1 vez
Matthew Owens
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Re: Cada Oveja con su pareja [Libre] [5/5] [Cerrado]
El último encuentro con Alward me dejó mal sabor de boca, según el humano Oromë me daba por muerta. No dejaría que la reina de los maleantes me enterrara tan rápido.
Lo primero que hice al volver a Ulmer fue escribir una misiva a Cinan, primero para que comprobara que aún no me fui al otro mundo, segundo para que me prepara una cama en su tienda. Desde lo sucedido en ciudad Lagarto no había hecho más que dar tumbos de un lado para otro y necesitaba con urgencia relajarme y soltar la melena ¿Y qué mejor lugar que la ciudad del pecado?
Levanté la vista hacia el techo con el lacre en una mano y el sello en la otra, seguramente habrían cientos de lugares menos peligrosos y más agradables que aquel montón de mierda al que llaman ciudad, pero seguro que en ninguno de ellos encontrabas sexo, drogas y alcohol unos junto a otros y a bajo precio. Cuñé la gota azulada que sellaba el pergamino y poco después de dársela al cartero me puse en dirección a ciudad Lagarto.
Lavey no paró de hablar en todo el camino sobre las ganas que tenía de ver a su tía y comprobar que todo seguía en orden, al menos todo lo ordenado que puede ser una ciudad como la que gobernaba la dragona de ojos amarillos.
Que mi niña hablar sin parar no era extraño, pero en esta ocasión se la notaba más alterada. La rubia no había pasado demasiado tiempo con Oromë, sin embargo le cogió un cariño tremendo, lo que me hace pensar que mi queridísima amiga le contó más cosas de las que debida sobre nosotras a la rubia.
Desde el aire la ciudad de Owens y Vánadóttir se veía como un cumulo de tiendas y chabolas, con alguna casa de mejor construcción despuntando por aquí y por allá, las lindes de la precaria empalizada carecían de vegetación y la tierra se me antojaba cuarteada.
Ver un dragón volando fuera de las fronteras del norte no era habitual y casi siempre generaba recelos, ver a dos... podría ser una declaración de guerra y aunque ciudad Lagarto ya tenía experiencia con mi raza, no me quise arriesgar. Lavey y yo pasamos de largo (y a una altura considerable) la ciudad, aterrizamos en las afueras, dimos media vuelta por el camino principal y nos adentramos en la capital sin ley.
No me resultaba extraño que la ciudad cambiara rápidamente la localización de sus tiendas y por tanto de sus calles, pero parecía que todas los caminos desembocaban a un inmensa carpa circular repleta de puertas, como si alguien hubiera hecho movimientos esquemáticos para que todo el mundo encontrara aquel lugar.
-Esto va para largo. -Dijo Lavey con sarcasmo al leer la inscripción de la puerta. -Me voy a buscar a la tía, acuérdate de que tienes una hija cuando salgas de la carpa.
Yo solo pude contestarle con una sonrisa amplia y fingida inocencia. Al cerrar la puerta tras de mi froté las manos y me relamí. -Veamos que hay tras la puerta número uno. -La instancia estaba preparada y decorada con los muebles justos para la ocasión, el olor en el ambiente era acogedor y el vino que decanté en la copa sabroso.
Con la copa en la mano dirigí los pasos hacia el sillón y me senté tranquila a esperar que se abriera la otra puerta de la sala.
_______
Off: Habilidad racial, reversión a forma humana.
Lo primero que hice al volver a Ulmer fue escribir una misiva a Cinan, primero para que comprobara que aún no me fui al otro mundo, segundo para que me prepara una cama en su tienda. Desde lo sucedido en ciudad Lagarto no había hecho más que dar tumbos de un lado para otro y necesitaba con urgencia relajarme y soltar la melena ¿Y qué mejor lugar que la ciudad del pecado?
Levanté la vista hacia el techo con el lacre en una mano y el sello en la otra, seguramente habrían cientos de lugares menos peligrosos y más agradables que aquel montón de mierda al que llaman ciudad, pero seguro que en ninguno de ellos encontrabas sexo, drogas y alcohol unos junto a otros y a bajo precio. Cuñé la gota azulada que sellaba el pergamino y poco después de dársela al cartero me puse en dirección a ciudad Lagarto.
Lavey no paró de hablar en todo el camino sobre las ganas que tenía de ver a su tía y comprobar que todo seguía en orden, al menos todo lo ordenado que puede ser una ciudad como la que gobernaba la dragona de ojos amarillos.
Que mi niña hablar sin parar no era extraño, pero en esta ocasión se la notaba más alterada. La rubia no había pasado demasiado tiempo con Oromë, sin embargo le cogió un cariño tremendo, lo que me hace pensar que mi queridísima amiga le contó más cosas de las que debida sobre nosotras a la rubia.
Desde el aire la ciudad de Owens y Vánadóttir se veía como un cumulo de tiendas y chabolas, con alguna casa de mejor construcción despuntando por aquí y por allá, las lindes de la precaria empalizada carecían de vegetación y la tierra se me antojaba cuarteada.
Ver un dragón volando fuera de las fronteras del norte no era habitual y casi siempre generaba recelos, ver a dos... podría ser una declaración de guerra y aunque ciudad Lagarto ya tenía experiencia con mi raza, no me quise arriesgar. Lavey y yo pasamos de largo (y a una altura considerable) la ciudad, aterrizamos en las afueras, dimos media vuelta por el camino principal y nos adentramos en la capital sin ley.
No me resultaba extraño que la ciudad cambiara rápidamente la localización de sus tiendas y por tanto de sus calles, pero parecía que todas los caminos desembocaban a un inmensa carpa circular repleta de puertas, como si alguien hubiera hecho movimientos esquemáticos para que todo el mundo encontrara aquel lugar.
-Esto va para largo. -Dijo Lavey con sarcasmo al leer la inscripción de la puerta. -Me voy a buscar a la tía, acuérdate de que tienes una hija cuando salgas de la carpa.
Yo solo pude contestarle con una sonrisa amplia y fingida inocencia. Al cerrar la puerta tras de mi froté las manos y me relamí. -Veamos que hay tras la puerta número uno. -La instancia estaba preparada y decorada con los muebles justos para la ocasión, el olor en el ambiente era acogedor y el vino que decanté en la copa sabroso.
Con la copa en la mano dirigí los pasos hacia el sillón y me senté tranquila a esperar que se abriera la otra puerta de la sala.
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Off: Habilidad racial, reversión a forma humana.
Reivy Abadder
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Re: Cada Oveja con su pareja [Libre] [5/5] [Cerrado]
El miembro 'Reivy Abadder' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: Cada Oveja con su pareja [Libre] [5/5] [Cerrado]
- ... Y es por eso que me llaman el cercenador de patos.
Me desperté con esa frase sonando de fondo. La cabeza me daba vueltas mientras me levantaba de la barra, notando la mejilla agarrotada de haberme pasado durmiendo en esa postura toda la noche. Moví la boca, tratando de tragar saliva, como si notara la garganta seca.
Me giré hacia el "Cercenador de patos" que resulto ser un hombre manco y bizco con un ridículo bigote en espiral. Trate de levantarme, solo para comprobar, con sorpresa, que mi Rapier seguía en su sitio. Probablemente lo había escondido la casaca.
Estaba en una taberna, oscura, maloliente y con un ligero desteñimiento en algunas manchas del suelo que dejaban claro el tiempo que hacia que el lugar no era limpiado.
Lo bueno de tener sangre de lobo era que el alcohol no solo tardaba en hacerme efecto, sino que al día siguiente tampoco tenia demasiada resaca.
Lo malo es que tardaba demasiado en emborracharse uno.
Colocándome la casaca lo mejor posible, me encamine para fuera tratando de hacer un resumen mental:
Habían pasado ya bastantes semanas desde que había vuelto del lago, al este. Un carro en el que me había colado descarrilo y unos bandidos me vendieron, como cargamento de pienso a otro vendedor que acabo llevándome a Ciudad lagarto. En el viaje había oído ciertas cosas de la falta de alimentos de la ciudad, pero me importaba poco.
Lo único que me interesaba de estar ahí era, de una vez, volver a encontrarme con el virrey, pues este tenia una cita conmigo que no iba a ignorar.
Tal como salí, tarde un momento en acostumbrarme en la nueva luz, y luego me asome a ambos lados de la calle. No tenia ni idea de donde estaba.
Simplemente tomé una callejuela y me puse a avanzar.
Prácticamente nada más pasar unos minutos andando, pude ver de fondo una carpa, grande y muy llamativa, se erguía por si sola en lo alto de una plaza. Queriendo desafiar al mundo el poder estar en esa grotesca ciudad. Queriendo desafiar a los dioses el poder tumbarla si ellos se atrevían. Solo había una persona dispuesta a ser así de descarada cuando un pueblo pasaba hambre: Matthew Owens.
- Ha sido bastante fácil...
Dije mientras me metía para dentro. Lo cierto era que me importaba poco que fuera eso. Ya me apañaría de alguna forma hubiera lo que hubiera. Ya se hizo así en su momento con el ultimo evento de la ciudad al que asistí...
Tal como entre mire a todos lados y vi muchas puertas. Había más gente por ahí. No me importó demasiado. Simplemente me metí en la primera puerta que encontré y vi que me destinaba la fortuna.
Me desperté con esa frase sonando de fondo. La cabeza me daba vueltas mientras me levantaba de la barra, notando la mejilla agarrotada de haberme pasado durmiendo en esa postura toda la noche. Moví la boca, tratando de tragar saliva, como si notara la garganta seca.
Me giré hacia el "Cercenador de patos" que resulto ser un hombre manco y bizco con un ridículo bigote en espiral. Trate de levantarme, solo para comprobar, con sorpresa, que mi Rapier seguía en su sitio. Probablemente lo había escondido la casaca.
Estaba en una taberna, oscura, maloliente y con un ligero desteñimiento en algunas manchas del suelo que dejaban claro el tiempo que hacia que el lugar no era limpiado.
Lo bueno de tener sangre de lobo era que el alcohol no solo tardaba en hacerme efecto, sino que al día siguiente tampoco tenia demasiada resaca.
Lo malo es que tardaba demasiado en emborracharse uno.
Colocándome la casaca lo mejor posible, me encamine para fuera tratando de hacer un resumen mental:
Habían pasado ya bastantes semanas desde que había vuelto del lago, al este. Un carro en el que me había colado descarrilo y unos bandidos me vendieron, como cargamento de pienso a otro vendedor que acabo llevándome a Ciudad lagarto. En el viaje había oído ciertas cosas de la falta de alimentos de la ciudad, pero me importaba poco.
Lo único que me interesaba de estar ahí era, de una vez, volver a encontrarme con el virrey, pues este tenia una cita conmigo que no iba a ignorar.
Tal como salí, tarde un momento en acostumbrarme en la nueva luz, y luego me asome a ambos lados de la calle. No tenia ni idea de donde estaba.
Simplemente tomé una callejuela y me puse a avanzar.
Prácticamente nada más pasar unos minutos andando, pude ver de fondo una carpa, grande y muy llamativa, se erguía por si sola en lo alto de una plaza. Queriendo desafiar al mundo el poder estar en esa grotesca ciudad. Queriendo desafiar a los dioses el poder tumbarla si ellos se atrevían. Solo había una persona dispuesta a ser así de descarada cuando un pueblo pasaba hambre: Matthew Owens.
- Ha sido bastante fácil...
Dije mientras me metía para dentro. Lo cierto era que me importaba poco que fuera eso. Ya me apañaría de alguna forma hubiera lo que hubiera. Ya se hizo así en su momento con el ultimo evento de la ciudad al que asistí...
Tal como entre mire a todos lados y vi muchas puertas. Había más gente por ahí. No me importó demasiado. Simplemente me metí en la primera puerta que encontré y vi que me destinaba la fortuna.
Kaladar
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Re: Cada Oveja con su pareja [Libre] [5/5] [Cerrado]
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Tyr
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Re: Cada Oveja con su pareja [Libre] [5/5] [Cerrado]
Ni siquiera sabría decir como había llegado hasta ahí. Se encontraba en Lunargena, ya hacía un tiempo que estaba en la cuidad de los humanos. Aun le quedaban muchas zonas de aquel territorio por ver, pero había decidido avanzar en su búsqueda de “aventuras” y dejar para la vuelta las zonas del territorio humano para su vuelta. No necesitaba mucha preparación su nueva partida, pues esta vez portaba menos cosas que la última vez que se había preparado para partir, pero aun así quería un último día para despedirse de aquel lugar que tanto le había gustado.
Se había tomado el lujo de comprarse un saquito de fruta, ya estaba pelada y cortada, así que la bruja iba caminando por la cuidad mientras se comía su delicioso manjar. Fue entonces cuando se topó con un carro de madera, casi se choca contra él.
-¡Eh, ten más cuidado! ¿Que eres nueva?- le dijo el joven que conducía un carromato de madera.
Nahir frunció las cejas, mirando a aquel joven a los ojos, su tono era muy borde.
-Perdona... estaba distraída...- terminó por contestar la bruja, para así no buscar problemas ni disgustar a nadie.
El joven la miró de arriba abajo antes de volverle a hablar.
-No, ahora en serio, ¿tu no eres de por aquí, verdad?- insistió.
La bruja negó con la cabeza.
-¿Quieres dar un paseo con el carro? Te puedo enseñar lo que necesites de la cuidad...- su tono ahora estaba más relajado.
Quizás en otra circunstancia la morena hubiese aceptado, pero tenía que terminar de arreglar las cosas para partir al día siguiente.
-No, lo siento, mañana partiré hacía el norte- solo con pensarlo se le erizaba todo el bello de su cuerpo. A fin de cuentas aun estaba a un tiro de piedra de su casa, pero aquello eran palabras mayores, sin contar el frío que haría por aquella zona.
-Bueno, no hay problema, antes del anochecer estamos de vuelta.
La bruja se mordió el labio inferior repetidamente, pensativa. No era una mala proposición, apenas sería unas horas, pensó ella, y así quizás vería un par de sitios que se le habían pasado por alto.
-Pero solo si estamos de vuelta antes de la media noche- concluyó la joven aceptando la mano del conductor para subir al carro.
Se sentó a su lado, en la parte delantera. Echó la vista atrás y pudo ver que toda la parte trasera del carro estaba llena de bolsas de tela.
-Tengo que llevar unas cosas a una de las ciudades de aquí al lado, así no hago el viaje solo, que es un aburrimiento- añadió el joven con una sonrisa antes de empezar el camino.
Y así fue como Nahir llegó a Ciudad Lagarto. El joven la había dejado con el carro casi a la entrada de la cuidad, y este se había ido a hacer la entrega.
-Cuando termine te enseño la cuidad...- le había dicho el chico antes de dejarla sola.
La verdad que aquella cuidad parecía un poco improvisada. Había muchas tiendas y casa de madera, pero lo más curioso es que parecía que las habían construido a medida que se necesitaban, como si no hubiesen planificado las calles con antemano. Aquello le hizo pensar a la bruja que aquella cuidad no llevaría mucho tiempo levantada.
Cansada de esperar la bruja empezó a andar hacía el interior de la nueva cuidad en busca de... en realidad no buscaba nada, solo sentía curiosidad por la gente que debía vivir ahí, las plazas, todo. Solo quería conocer un poco el lugar.
Y da igual por que calle se metiese, siempre llegaba a la enorme carpa. Y después de verla unas tres o cuatro veces, la bruja se acercó, curiosa, a ver que era aquello que parecía estar en el mismo corazón de la cuidad.
No era más que una enorme carpa, lo curioso era que tenía muchas puertas, muchas. En cada una de ella había algo escrito, pero desde donde se encontraba no llegaba a leerlo, así que se acercó un poco más.
La bruja se puso roja como un pimiento, las orejas le ardías y ya empezaba a tocarse los anillos de manera nerviosa. “Los placeres que la cuidad puede ofrecerte”...
-Matthew Owens...- dijo en voz alta la joven al terminar de leer el escrito de la puerta.
Si bien si que había pensado en el amor varias veces en su vida, nunca se había enfrentado a lo que ellos acarreaba, así que empezó a sentir incluso que sus piernas temblaban ante aquella situación que nunca había manejado.
Lo mejor será dar media vuelta y volver al carro, pensó.
-Así que estabas aquí...- escuchó Nahir a sus espaldas. Se volvió para ver al joven que la había traído a la cuidad.-Pensaba que me ibas a esperar en el carro.
-Si... bueno. Ya que no aparecias me puse a andar... y bueno...-
El chico leyó entonces el cartel de la puerta y sonrió de oreja a oreja, haciendo que el rubor de la bruja aumentase, si es que aquello era posible.
-Ya entiendo... muy bien morenita. Si es lo que quieres...- su voz ahora era más melodiosa, sus ojos se posaban ahora en ella de otro modo y sus pasos se acercaban con lentitud. Cuando llegó a la altura de la bruja sus brazos la rodearon por la cintura.
Nahir se puso muy nerviosa, no sabía como había llegado a meterse en aquella situación.
-Eh...no....yo no....- ni siquiera sabía que decir.
-Shh... ven, acompañame...- susurró el chico dejando sus caderas para ahora buscar su mano, para empezar a tirar de ella.
La bruja soltó su manos con decisión y atravesó la puerta, cerrandola a sus espaldas, dejando al joven fuera. Pudo escucharle decir algo, pero no lo entendía muy bien.
El olor a incienso se apoderó de su cuerpo, calmandola al momento.
Se había tomado el lujo de comprarse un saquito de fruta, ya estaba pelada y cortada, así que la bruja iba caminando por la cuidad mientras se comía su delicioso manjar. Fue entonces cuando se topó con un carro de madera, casi se choca contra él.
-¡Eh, ten más cuidado! ¿Que eres nueva?- le dijo el joven que conducía un carromato de madera.
Nahir frunció las cejas, mirando a aquel joven a los ojos, su tono era muy borde.
-Perdona... estaba distraída...- terminó por contestar la bruja, para así no buscar problemas ni disgustar a nadie.
El joven la miró de arriba abajo antes de volverle a hablar.
-No, ahora en serio, ¿tu no eres de por aquí, verdad?- insistió.
La bruja negó con la cabeza.
-¿Quieres dar un paseo con el carro? Te puedo enseñar lo que necesites de la cuidad...- su tono ahora estaba más relajado.
Quizás en otra circunstancia la morena hubiese aceptado, pero tenía que terminar de arreglar las cosas para partir al día siguiente.
-No, lo siento, mañana partiré hacía el norte- solo con pensarlo se le erizaba todo el bello de su cuerpo. A fin de cuentas aun estaba a un tiro de piedra de su casa, pero aquello eran palabras mayores, sin contar el frío que haría por aquella zona.
-Bueno, no hay problema, antes del anochecer estamos de vuelta.
La bruja se mordió el labio inferior repetidamente, pensativa. No era una mala proposición, apenas sería unas horas, pensó ella, y así quizás vería un par de sitios que se le habían pasado por alto.
-Pero solo si estamos de vuelta antes de la media noche- concluyó la joven aceptando la mano del conductor para subir al carro.
Se sentó a su lado, en la parte delantera. Echó la vista atrás y pudo ver que toda la parte trasera del carro estaba llena de bolsas de tela.
-Tengo que llevar unas cosas a una de las ciudades de aquí al lado, así no hago el viaje solo, que es un aburrimiento- añadió el joven con una sonrisa antes de empezar el camino.
Y así fue como Nahir llegó a Ciudad Lagarto. El joven la había dejado con el carro casi a la entrada de la cuidad, y este se había ido a hacer la entrega.
-Cuando termine te enseño la cuidad...- le había dicho el chico antes de dejarla sola.
La verdad que aquella cuidad parecía un poco improvisada. Había muchas tiendas y casa de madera, pero lo más curioso es que parecía que las habían construido a medida que se necesitaban, como si no hubiesen planificado las calles con antemano. Aquello le hizo pensar a la bruja que aquella cuidad no llevaría mucho tiempo levantada.
Cansada de esperar la bruja empezó a andar hacía el interior de la nueva cuidad en busca de... en realidad no buscaba nada, solo sentía curiosidad por la gente que debía vivir ahí, las plazas, todo. Solo quería conocer un poco el lugar.
Y da igual por que calle se metiese, siempre llegaba a la enorme carpa. Y después de verla unas tres o cuatro veces, la bruja se acercó, curiosa, a ver que era aquello que parecía estar en el mismo corazón de la cuidad.
No era más que una enorme carpa, lo curioso era que tenía muchas puertas, muchas. En cada una de ella había algo escrito, pero desde donde se encontraba no llegaba a leerlo, así que se acercó un poco más.
La bruja se puso roja como un pimiento, las orejas le ardías y ya empezaba a tocarse los anillos de manera nerviosa. “Los placeres que la cuidad puede ofrecerte”...
-Matthew Owens...- dijo en voz alta la joven al terminar de leer el escrito de la puerta.
Si bien si que había pensado en el amor varias veces en su vida, nunca se había enfrentado a lo que ellos acarreaba, así que empezó a sentir incluso que sus piernas temblaban ante aquella situación que nunca había manejado.
Lo mejor será dar media vuelta y volver al carro, pensó.
-Así que estabas aquí...- escuchó Nahir a sus espaldas. Se volvió para ver al joven que la había traído a la cuidad.-Pensaba que me ibas a esperar en el carro.
-Si... bueno. Ya que no aparecias me puse a andar... y bueno...-
El chico leyó entonces el cartel de la puerta y sonrió de oreja a oreja, haciendo que el rubor de la bruja aumentase, si es que aquello era posible.
-Ya entiendo... muy bien morenita. Si es lo que quieres...- su voz ahora era más melodiosa, sus ojos se posaban ahora en ella de otro modo y sus pasos se acercaban con lentitud. Cuando llegó a la altura de la bruja sus brazos la rodearon por la cintura.
Nahir se puso muy nerviosa, no sabía como había llegado a meterse en aquella situación.
-Eh...no....yo no....- ni siquiera sabía que decir.
-Shh... ven, acompañame...- susurró el chico dejando sus caderas para ahora buscar su mano, para empezar a tirar de ella.
La bruja soltó su manos con decisión y atravesó la puerta, cerrandola a sus espaldas, dejando al joven fuera. Pudo escucharle decir algo, pero no lo entendía muy bien.
El olor a incienso se apoderó de su cuerpo, calmandola al momento.
Nahir
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Re: Cada Oveja con su pareja [Libre] [5/5] [Cerrado]
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Re: Cada Oveja con su pareja [Libre] [5/5] [Cerrado]
Hacía unos días que había vuelto a Ciudad Lagarto. Aturdida y perdida, no sabía exactamente por qué había ido a aquella ciudad. Era el único lugar en el que podía sentirse acogida, aunque tuviese que aguantar las miradas de los bandidos y maleantes del lugar. Esta vez había vuelto más abrigada de lo habitual. En Dundarak hacía bastante frío, no recordaba de dónde había sacado el abrigo, pero comenzaba a sobrarle. Se lo quitaría al llegar a la carpa de Matt.
Algo, no sabría decir muy bien el qué, se activó en su mente al ver al virrey. De un segundo a otro se alegró profundamente de verlo, las lágrimas comenzaron a surcar sus mejillas. No tenía sentido, pero a la vez sí, como si no hubiera visto a aquel hombre en mucho tiempo, como si fuera una de las personas más importantes de su vida. Se acercó corriendo, casi saltando por la carpa y se lanzó a sus brazos. Era... era...
- ¿Padre? Oh, padre, lo siento muchísimo, siento haberte abandonado.
El humano había sido extremadamente cálido con ella. La había aceptado, dado cariño y mimos. Aunque no duró mucho. La elfa no era fácil de llevar cuando Matthew no estaba presente, se movía con arrogancia por el lugar, se metía en trifulcas con los ciudadanos al menos cada hora para satisfacer sus ansias de sangre. Volvía con heridas a la tienda y dejando cadáveres en la entrada. Las demás mujeres la miraban con desprecio y miedo. Eso hasta que su padre tomó cartas en el asunto.
Tirarla a la tina de agua había surtido efecto la primera vez. Aunque ahora hubo necesidad de repetirlo siete veces y casi ahogarla antes de que lograse calmarse de forma más o menos definitiva.
Ahora, más tranquila, se encontraba adormilada sobre las piernas de Matthew mientras éste la peinaba. Intentaba escuchar las palabras del humano, pero estaba demasiado dispersa en sus propios pensamientos. Había dicho algo sobre el amor, o algo así. Se molestó un poco cuando la apartó, aún con cuidado, rompiendo el trance en el que se encontraba sumida. Pero rápidamente se le pasó el enfado al ver el peinado que le había dejado.
- ¡Es precioso! -Dio algunas vueltas y saltitos mientras el vestido danzaba a su ritmo. Adoraba los atuendos que Matt le llevaba todos los días.
En cuanto el plan del humano se hubo completado, la elfa entró rápidamente por una de las puertas, le había prometido que sería divertido. Y además... ¡No había dicho nada esta vez sobre no matar a nadie!
Algo, no sabría decir muy bien el qué, se activó en su mente al ver al virrey. De un segundo a otro se alegró profundamente de verlo, las lágrimas comenzaron a surcar sus mejillas. No tenía sentido, pero a la vez sí, como si no hubiera visto a aquel hombre en mucho tiempo, como si fuera una de las personas más importantes de su vida. Se acercó corriendo, casi saltando por la carpa y se lanzó a sus brazos. Era... era...
- ¿Padre? Oh, padre, lo siento muchísimo, siento haberte abandonado.
El humano había sido extremadamente cálido con ella. La había aceptado, dado cariño y mimos. Aunque no duró mucho. La elfa no era fácil de llevar cuando Matthew no estaba presente, se movía con arrogancia por el lugar, se metía en trifulcas con los ciudadanos al menos cada hora para satisfacer sus ansias de sangre. Volvía con heridas a la tienda y dejando cadáveres en la entrada. Las demás mujeres la miraban con desprecio y miedo. Eso hasta que su padre tomó cartas en el asunto.
Tirarla a la tina de agua había surtido efecto la primera vez. Aunque ahora hubo necesidad de repetirlo siete veces y casi ahogarla antes de que lograse calmarse de forma más o menos definitiva.
Ahora, más tranquila, se encontraba adormilada sobre las piernas de Matthew mientras éste la peinaba. Intentaba escuchar las palabras del humano, pero estaba demasiado dispersa en sus propios pensamientos. Había dicho algo sobre el amor, o algo así. Se molestó un poco cuando la apartó, aún con cuidado, rompiendo el trance en el que se encontraba sumida. Pero rápidamente se le pasó el enfado al ver el peinado que le había dejado.
- ¡Es precioso! -Dio algunas vueltas y saltitos mientras el vestido danzaba a su ritmo. Adoraba los atuendos que Matt le llevaba todos los días.
En cuanto el plan del humano se hubo completado, la elfa entró rápidamente por una de las puertas, le había prometido que sería divertido. Y además... ¡No había dicho nada esta vez sobre no matar a nadie!
Irinnil Fawkes
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Re: Cada Oveja con su pareja [Libre] [5/5] [Cerrado]
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Re: Cada Oveja con su pareja [Libre] [5/5] [Cerrado]
-Estoy bastante segura que esto es una violación a su privacidad – Decía Brenda entre susurros.
-Como yo lo veo, si no quisieran ser espiados no vendrían a un sitio como este ¿No lo crees? – Matt hablaba con absoluta seguridad, como era típico en él.
Las habitaciones se conectaban en círculo formando un enorme aro, y en el centro había una sala principal, aparentemente no se conectaba en modo alguno con los cuartos en los que estaban los participantes. Allí se encontraba Owens, cómodamente sentado en un gran sillón con respaldo alto, junto a él se encontraba su fiel asistente Brenda, quien suspiraba resignada sabiendo que el Virrey se saldría con la suya de todos modos.
-¿Practicaste lo que te pedí? – Preguntó emocionado el Humano, agarrando las manos de la enana con una mirada de súplica en su rostro.
-Ains, si, lo practiqué y creo que funcionará – Se soltó del agarre y cerró los ojos para concentrarse.
-Ejem – El estafador se aclaró la garganta antes de empezar – Queridos Participantes – La voz de Matt comenzó a sonar mucho más fuerte, y se dispersaba por la tienda como si saliera de todos lados y de ninguno a la vez – Me complace el ver que tenemos a tantas personas interesadas en encontrar el amor, algunos rostros son conocidos, otros no tanto – Se le escapó una risita, la cual terminó abruptamente para dar paso a un tono serio - Estamos pasando por momentos muy duros, nuestro pueblo aun continua sufriendo las consecuencias del último ataque. Creo que en tiempos oscuros solo la pasión puede darnos un respiro, el caos que desata en nosotros las pasiones son un aliciente que consuela nuestro espíritu ¿No lo creen? – El Hechizo de Brenda estaba funcionando a la perfección, su control del aire era envidiable – No quiero distraerlos por más tiempo, estoy seguro que tienen cosas mucho más “interesantes” para hacer, jajajaja –
Aunque ninguno de los participantes podían verlo, Owens se movía en la habitación vacía como si tuviera un público en frente, caminando de un lado a otro, sonriendo, extendiendo los brazos o apoyándolos sobre el pecho cuando su tono de voz bajaba hasta ser una profunda vibración. Brenda comenzaba a sudar, el esfuerzo por controlar y distribuir la voz de Matt de modo uniforme resultaba demasiado para ella.
-Tendrán quince minutos para conocerse con la persona que se vayan encontrando en las distintas salas. Cuando escuchen la campana – Agarró una pequeña campana y la hizo sonar para que todos pudieran reconocer el ruido – Dejarán lo que están haciendo y se dirigirán a la siguiente habitación –
Owens se daba cuenta que la enana estaba al límite, sin embargo, se tomó el tiempo de regresar a su sillón y sentarse cómodamente antes de decir las palabras finales.
-Sé que la tentación de seguir será muy grande, pero cuando escuchen la llamada deben-cambiar-de-habitación ¿Esta claro? – De pronto el tono de Matt era tan bajo que parecía ser de otra persona – No me obliguen a repetirlo – Dio un aplauso y regreso al a su voz jocosa de siempre - ¡Diviértanse! Y ojala encuentren a su pareja ideal –
Brenda bajó los brazos y se dejó caer en una silla cercana, respiraba agitada y estaba pálida, Matt le acercó una copa de vino.
-Lo hiciste maravillosamente, Querida, ahora descansa – Y mientras la enana hacía un esfuerzo por recuperarse, el Virrey se dedicó a espiar lo que sucedía en las habitaciones.
-Como yo lo veo, si no quisieran ser espiados no vendrían a un sitio como este ¿No lo crees? – Matt hablaba con absoluta seguridad, como era típico en él.
Las habitaciones se conectaban en círculo formando un enorme aro, y en el centro había una sala principal, aparentemente no se conectaba en modo alguno con los cuartos en los que estaban los participantes. Allí se encontraba Owens, cómodamente sentado en un gran sillón con respaldo alto, junto a él se encontraba su fiel asistente Brenda, quien suspiraba resignada sabiendo que el Virrey se saldría con la suya de todos modos.
- Brenda:
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-¿Practicaste lo que te pedí? – Preguntó emocionado el Humano, agarrando las manos de la enana con una mirada de súplica en su rostro.
-Ains, si, lo practiqué y creo que funcionará – Se soltó del agarre y cerró los ojos para concentrarse.
-Ejem – El estafador se aclaró la garganta antes de empezar – Queridos Participantes – La voz de Matt comenzó a sonar mucho más fuerte, y se dispersaba por la tienda como si saliera de todos lados y de ninguno a la vez – Me complace el ver que tenemos a tantas personas interesadas en encontrar el amor, algunos rostros son conocidos, otros no tanto – Se le escapó una risita, la cual terminó abruptamente para dar paso a un tono serio - Estamos pasando por momentos muy duros, nuestro pueblo aun continua sufriendo las consecuencias del último ataque. Creo que en tiempos oscuros solo la pasión puede darnos un respiro, el caos que desata en nosotros las pasiones son un aliciente que consuela nuestro espíritu ¿No lo creen? – El Hechizo de Brenda estaba funcionando a la perfección, su control del aire era envidiable – No quiero distraerlos por más tiempo, estoy seguro que tienen cosas mucho más “interesantes” para hacer, jajajaja –
Aunque ninguno de los participantes podían verlo, Owens se movía en la habitación vacía como si tuviera un público en frente, caminando de un lado a otro, sonriendo, extendiendo los brazos o apoyándolos sobre el pecho cuando su tono de voz bajaba hasta ser una profunda vibración. Brenda comenzaba a sudar, el esfuerzo por controlar y distribuir la voz de Matt de modo uniforme resultaba demasiado para ella.
-Tendrán quince minutos para conocerse con la persona que se vayan encontrando en las distintas salas. Cuando escuchen la campana – Agarró una pequeña campana y la hizo sonar para que todos pudieran reconocer el ruido – Dejarán lo que están haciendo y se dirigirán a la siguiente habitación –
Owens se daba cuenta que la enana estaba al límite, sin embargo, se tomó el tiempo de regresar a su sillón y sentarse cómodamente antes de decir las palabras finales.
-Sé que la tentación de seguir será muy grande, pero cuando escuchen la llamada deben-cambiar-de-habitación ¿Esta claro? – De pronto el tono de Matt era tan bajo que parecía ser de otra persona – No me obliguen a repetirlo – Dio un aplauso y regreso al a su voz jocosa de siempre - ¡Diviértanse! Y ojala encuentren a su pareja ideal –
Brenda bajó los brazos y se dejó caer en una silla cercana, respiraba agitada y estaba pálida, Matt le acercó una copa de vino.
-Lo hiciste maravillosamente, Querida, ahora descansa – Y mientras la enana hacía un esfuerzo por recuperarse, el Virrey se dedicó a espiar lo que sucedía en las habitaciones.
Matthew Owens
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Re: Cada Oveja con su pareja [Libre] [5/5] [Cerrado]
Una voz masculina parecía salir de cada esquina de la carpa y envolvía toda la estancia, daba igual hacia donde mirara o en que lugar me colocara, el sonido venia de todas partes. Las instrucciones fueron claras y sencillas, la voz fue apagándose hasta desaparecer y yo me levanté del sillón y pasé por la puerta que tenia delante.
La siguiente sala era igual que la anterior con la excepción de que en ella había una mujer alta de piel oscura y un pelo largo que parecía competir con el tono de la tez para ver quien de los dos era más oscuro.
-Buenos días. -Saludé mientras la mujer aun estaba de espaldas. -Si por delante eres la mitad de hermosa que por detrás, voy a pasar quince minutos observando una escultura tallada por los dioses. -El don Juan que llevo dentro saltó al ruedo ¿Y como no hacerlo? si este era el mejor escenario. -Soy Reivy.
Proseguí con una sonrisa; caminé hacia la mesa llené las dos copas con vino y reanude la marcha hacia la mujer.
-Y tu... -Dejé la frase a medias esperando que la moza respondiera y se girara para ofrecerle la copa. -¿Nahir? -Respondí sorprendida. -¡Dichosos los ojos que te ven! Cuanto tiempo. -Sonreí alegre a la mujer de ojos claros. -No esperaba encontrarte aquí, te hacia aun en Lunargenta. Ven, sentémonos. -Animé a Nahir a seguirme hacia la mesa. -¿Estas aquí por negocios o por placer? -Reí divertida dejando la copa en la mesa y retirando la silla para que Nahir pudiera sentarse. -Veo que te siguen gustando los anillos. -Comenté mientras empujaba la silla para dejar a la morena más cerca de la mesa. -Y dime, ¿Que clase de persona esperas encontrar aquí dentro?
Pregunté sin perder la sonrisa al tiempo que rodeaba la mesa con los dedos rozando el filo del mueble, cuando llegaron a la altura de mi copa se levantaron uno a uno de la madera y recogieron el recipiente para a renglón seguido llevarlo a mis labios y dejarlo de nuevo sobre la mesa mientras me sentaba.
La siguiente sala era igual que la anterior con la excepción de que en ella había una mujer alta de piel oscura y un pelo largo que parecía competir con el tono de la tez para ver quien de los dos era más oscuro.
-Buenos días. -Saludé mientras la mujer aun estaba de espaldas. -Si por delante eres la mitad de hermosa que por detrás, voy a pasar quince minutos observando una escultura tallada por los dioses. -El don Juan que llevo dentro saltó al ruedo ¿Y como no hacerlo? si este era el mejor escenario. -Soy Reivy.
Proseguí con una sonrisa; caminé hacia la mesa llené las dos copas con vino y reanude la marcha hacia la mujer.
-Y tu... -Dejé la frase a medias esperando que la moza respondiera y se girara para ofrecerle la copa. -¿Nahir? -Respondí sorprendida. -¡Dichosos los ojos que te ven! Cuanto tiempo. -Sonreí alegre a la mujer de ojos claros. -No esperaba encontrarte aquí, te hacia aun en Lunargenta. Ven, sentémonos. -Animé a Nahir a seguirme hacia la mesa. -¿Estas aquí por negocios o por placer? -Reí divertida dejando la copa en la mesa y retirando la silla para que Nahir pudiera sentarse. -Veo que te siguen gustando los anillos. -Comenté mientras empujaba la silla para dejar a la morena más cerca de la mesa. -Y dime, ¿Que clase de persona esperas encontrar aquí dentro?
Pregunté sin perder la sonrisa al tiempo que rodeaba la mesa con los dedos rozando el filo del mueble, cuando llegaron a la altura de mi copa se levantaron uno a uno de la madera y recogieron el recipiente para a renglón seguido llevarlo a mis labios y dejarlo de nuevo sobre la mesa mientras me sentaba.
Reivy Abadder
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Re: Cada Oveja con su pareja [Libre] [5/5] [Cerrado]
Entre tranquilamente a la habitación y tal como entré vi, frente a mi, una hermosa chica de cabellos castaños.
Relativamente menudita, no debería superar el metro y medio de altura. A juzgar por el tono de la piel y la forma ligeramente afilada de las orejas, se trataba de una elfa. Incliné un poco la cabeza, era difícil saber la edad de un comehojas.
Lo que si que pude adivinar es que esos preciosos ojos verdes podrían, sin ningún tipo de problema, mirarme toda una vida sin llegar a cansarme.
Justo iba a presentarme ante la hermosa elfa cuando una voz, que reconocí sin ningún tipo de problema, pues era la del estrafalario Virrey.
– Queridos Participantes. Me complace el ver que tenemos a tantas personas interesadas en encontrar el amor, algunos rostros son conocidos, otros no tanto. Estamos pasando por momentos muy duros, nuestro pueblo aun continua sufriendo las consecuencias del último ataque. Creo que en tiempos oscuros solo la pasión puede darnos un respiro, el caos que desata en nosotros las pasiones son un aliciente que consuela nuestro espíritu ¿No lo creen? No quiero distraerlos por más tiempo, estoy seguro que tienen cosas mucho más “interesantes” para hacer, jajajaja
Negué con la cabeza y volví a tratar de hablar con la elfa, solo para ser interrumpido de nuevo.
-Tendrán quince minutos - Cerré la mano en el aire junto con mi boca. - para conocerse con la persona que se vayan encontrando en las distintas salas. Cuando escuchen la campana. Dejarán lo que están haciendo y se dirigirán a la siguiente habitación.
Me callé de nuevo y espere unos instantes.
- Soy...
- Sé que la tentación de seguir será muy grande...
- Oh, por el amor de...
- ... pero cuando escuchen la llamada deben-cambiar-de-habitación ¿Esta claro? – No me obliguen a repetirlo ¡Diviértanse! Y ojala encuentren a su pareja ideal.
Di un suspiró y miré a la elfa, con la que ya había hecho el ridículo.
- Soy Kaladar, y lo siento, pero quince minutos serán insuficientes como para enamorarme.
Sonreí a la joven, para que entendiera que era una broma educada y miré alrededor. Parecía que estaba todo pensado para ser, al menos esa sala, un pequeño nidito de amor.
Una cama, un sillón enfrente y... Un espejo. Esa era la decoración de esa zona de la carpa. Me acerqué al espejo, me arregle el gabán al cuello y me senté en el sillón, mirando de nuevo a la joven.
- No te confundas, por favor, en cualquier otro momento te cantaría una serenata y... - Me busqué en los bolsillos, sin encontrar nada. - Te daría también una rosa, pero tristemente hoy no esperaba ver a ninguna bella dama. Venia solo con intenciones de ver al Virrey. Hay cosas que he de reclamarle... Aunque estaría encantado de pasar el rato mientras contigo.
Señale la puerta por encima de la espalda, con la mirada fija en la elfa.
- Conociendo a Matt, las puertas estarán selladas hasta que acabe esto.
Relativamente menudita, no debería superar el metro y medio de altura. A juzgar por el tono de la piel y la forma ligeramente afilada de las orejas, se trataba de una elfa. Incliné un poco la cabeza, era difícil saber la edad de un comehojas.
Lo que si que pude adivinar es que esos preciosos ojos verdes podrían, sin ningún tipo de problema, mirarme toda una vida sin llegar a cansarme.
Justo iba a presentarme ante la hermosa elfa cuando una voz, que reconocí sin ningún tipo de problema, pues era la del estrafalario Virrey.
– Queridos Participantes. Me complace el ver que tenemos a tantas personas interesadas en encontrar el amor, algunos rostros son conocidos, otros no tanto. Estamos pasando por momentos muy duros, nuestro pueblo aun continua sufriendo las consecuencias del último ataque. Creo que en tiempos oscuros solo la pasión puede darnos un respiro, el caos que desata en nosotros las pasiones son un aliciente que consuela nuestro espíritu ¿No lo creen? No quiero distraerlos por más tiempo, estoy seguro que tienen cosas mucho más “interesantes” para hacer, jajajaja
Negué con la cabeza y volví a tratar de hablar con la elfa, solo para ser interrumpido de nuevo.
-Tendrán quince minutos - Cerré la mano en el aire junto con mi boca. - para conocerse con la persona que se vayan encontrando en las distintas salas. Cuando escuchen la campana. Dejarán lo que están haciendo y se dirigirán a la siguiente habitación.
Me callé de nuevo y espere unos instantes.
- Soy...
- Sé que la tentación de seguir será muy grande...
- Oh, por el amor de...
- ... pero cuando escuchen la llamada deben-cambiar-de-habitación ¿Esta claro? – No me obliguen a repetirlo ¡Diviértanse! Y ojala encuentren a su pareja ideal.
Di un suspiró y miré a la elfa, con la que ya había hecho el ridículo.
- Soy Kaladar, y lo siento, pero quince minutos serán insuficientes como para enamorarme.
Sonreí a la joven, para que entendiera que era una broma educada y miré alrededor. Parecía que estaba todo pensado para ser, al menos esa sala, un pequeño nidito de amor.
Una cama, un sillón enfrente y... Un espejo. Esa era la decoración de esa zona de la carpa. Me acerqué al espejo, me arregle el gabán al cuello y me senté en el sillón, mirando de nuevo a la joven.
- No te confundas, por favor, en cualquier otro momento te cantaría una serenata y... - Me busqué en los bolsillos, sin encontrar nada. - Te daría también una rosa, pero tristemente hoy no esperaba ver a ninguna bella dama. Venia solo con intenciones de ver al Virrey. Hay cosas que he de reclamarle... Aunque estaría encantado de pasar el rato mientras contigo.
Señale la puerta por encima de la espalda, con la mirada fija en la elfa.
- Conociendo a Matt, las puertas estarán selladas hasta que acabe esto.
Kaladar
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Re: Cada Oveja con su pareja [Libre] [5/5] [Cerrado]
Escuchó atenta a la voz del hombre, que parecía estar a su lado. Las reglas estaban claras y el objetivo también, ahora como aquel hombre había dicho: tocaba divertirse.
La morena se quedó unos instantes quieta, intentando pensar en que debería hacer, cuando una voz familiar le hizo volver en sí. La voz de la dragona ahora sonaba más seductora de lo que recordaba. Le daba vergüenza volverse y decir que era ella, seguro que se decepcionaría mucho al verla. Aunque mentiría al decir que el piropo no le agradó.
La escuchaba moverse por la carpa, no le hacía falta volverse para verla y saber que estaba más cómoda y segura que ella misma. Era una de las cosas que siempre había admirado de aquella mujer, aquella seguridad en si misma.
Le hizo gracia e incluso sonrió al escuchar como la dragona se presentaba.
-Hola...- dijo un poco nerviosa aceptando la copa de vino que la dragona portaba en las manos.
Se dejó llevar por la mujer hasta la mesa.
-Gracias... –susurró sigueindola con la mirada.
De nuevo se encontraba con una situación que ya le había pasado la primera vez que se había topado con aquella mujer: se olvidaba de hablar, incluso de escuchar, perdiéndose en sus movimientos. Pudo notar que su corazón latía más deprisa cuando sus ojos se fijaron concretamente en los labios de la dragona. No cabía duda de que cada uno de sus movimientos estaban perfectamente estudiados para que fuesen sensuales.
La bruja le dio un corto trago a la copa intentando disimular así su largo silencio y armándose de valor para aquella aventura.
-Si, bueno, lo estaba, en Lunargenta. Pero ya llevaba una larga temporada y estaba pensando en ir haciendo hacía el norte, ya sabes...- dejó la copa en la mesa-... pero un chico me dijo de hacer una visita a esta cuidad antes de irme, y accedí. Pero él estaba aquí por negocios y como me aburría esperando... bueno encontre este sitio y... bueno pensé que sería buena idea entrar. –no solía mentir, y normalmente se le daba bastante mal, pero pensó que aquello sonaría mejor que la historia real. Seguro que una mujer tan experimentada como la que tenía en frente pensaría que era una cría. –Así que supongo que por placer.- concluyó con una sonrisa, intentando ponerle un tono coqueto a la última frase.
Los anillos.
La bruja abrió los dedos de la mano en el que portaba los anillos que le había comprado a la morena.
-Si, son geniales...- dijo maravillada mirandolos, para después mirar a la dragona. –Me gusta lo que haces con tus manos- un instante después de haber dicho aquello pensó en que podía ser mal interpretado, así que añadió.- Es decir, me gusta las cosas que haces, los anillos, ya sabes... son bonitos...- volvió a coger la copa y esta vez le dio un buen trago al vino, así al menos estaría callada un poco.
-Me alegro de haberme encontrado contigo...- aquello si era cierto. Dejó la copa nuevamente en la mesa, vacía. –Y tú, ¿que esperas encontrar aquí?- dejó la mano sobre la mesa, pasando el dedo con cuidado por el pie de la copa mientras miraba a la dragona a aquellos preciosos ojos azules que tanto le llamaban la atención.
La morena se quedó unos instantes quieta, intentando pensar en que debería hacer, cuando una voz familiar le hizo volver en sí. La voz de la dragona ahora sonaba más seductora de lo que recordaba. Le daba vergüenza volverse y decir que era ella, seguro que se decepcionaría mucho al verla. Aunque mentiría al decir que el piropo no le agradó.
La escuchaba moverse por la carpa, no le hacía falta volverse para verla y saber que estaba más cómoda y segura que ella misma. Era una de las cosas que siempre había admirado de aquella mujer, aquella seguridad en si misma.
Le hizo gracia e incluso sonrió al escuchar como la dragona se presentaba.
-Hola...- dijo un poco nerviosa aceptando la copa de vino que la dragona portaba en las manos.
Se dejó llevar por la mujer hasta la mesa.
-Gracias... –susurró sigueindola con la mirada.
De nuevo se encontraba con una situación que ya le había pasado la primera vez que se había topado con aquella mujer: se olvidaba de hablar, incluso de escuchar, perdiéndose en sus movimientos. Pudo notar que su corazón latía más deprisa cuando sus ojos se fijaron concretamente en los labios de la dragona. No cabía duda de que cada uno de sus movimientos estaban perfectamente estudiados para que fuesen sensuales.
La bruja le dio un corto trago a la copa intentando disimular así su largo silencio y armándose de valor para aquella aventura.
-Si, bueno, lo estaba, en Lunargenta. Pero ya llevaba una larga temporada y estaba pensando en ir haciendo hacía el norte, ya sabes...- dejó la copa en la mesa-... pero un chico me dijo de hacer una visita a esta cuidad antes de irme, y accedí. Pero él estaba aquí por negocios y como me aburría esperando... bueno encontre este sitio y... bueno pensé que sería buena idea entrar. –no solía mentir, y normalmente se le daba bastante mal, pero pensó que aquello sonaría mejor que la historia real. Seguro que una mujer tan experimentada como la que tenía en frente pensaría que era una cría. –Así que supongo que por placer.- concluyó con una sonrisa, intentando ponerle un tono coqueto a la última frase.
Los anillos.
La bruja abrió los dedos de la mano en el que portaba los anillos que le había comprado a la morena.
-Si, son geniales...- dijo maravillada mirandolos, para después mirar a la dragona. –Me gusta lo que haces con tus manos- un instante después de haber dicho aquello pensó en que podía ser mal interpretado, así que añadió.- Es decir, me gusta las cosas que haces, los anillos, ya sabes... son bonitos...- volvió a coger la copa y esta vez le dio un buen trago al vino, así al menos estaría callada un poco.
-Me alegro de haberme encontrado contigo...- aquello si era cierto. Dejó la copa nuevamente en la mesa, vacía. –Y tú, ¿que esperas encontrar aquí?- dejó la mano sobre la mesa, pasando el dedo con cuidado por el pie de la copa mientras miraba a la dragona a aquellos preciosos ojos azules que tanto le llamaban la atención.
Nahir
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Re: Cada Oveja con su pareja [Libre] [5/5] [Cerrado]
La carpa era, como todas las que montaba Matt cuando se emocionaba por una idea, bastante simple pero muy bien pensada y provista con los elementos necesarios para la tarea a desempeñar. La elfa se sentía como en casa, pasando de carpa en carpa en todas sus visitas a la ciudad, bailando y jugando en todas ellas. Ya fuera con los bandidos, algunos de los cuales se habían convertido en conocidos habituales con los que pasar un buen rato apacible jugando a las cartas o apostando, o con el propio Matt haciendo travesuras varias.
A pesar de sus dificultades sociales se sentía bien en aquel lugar, nada más llegar se sentó tranquilamente en uno de los sillones, esperando ver qué o quien aparecía ante ella.
No tardó en aparecer, sin embargo, la expectación era mayor que la imagen que apareció ante ella. Un hombre, parecido a la mayor parte de los bandidos de la zona. Soltó un largo suspiro. Al parecer también era un charlatán, puesto que intentaba hablar mientras la voz del virrey llegaba desde alguna sala oculta a la vista.
No sabía qué esperar, se había apuntado porque su padre había contado con ella, nada más. Aunque conforme lo pensaba... Al menos podría encontrar un aliado o un amigo nuevo.
El señor decepción finalmente había conseguido terminar su presentación, a decir verdad, aparte de ridículo le había hecho un poco de gracia. La cual se esfumó con su siguiente frase.
- Así que quince minutos no son suficientes, ¿eh? -Se levanta lentamente del sillón mientras el hombre sigue hablando. Estira un brazo y abre la mano. Sería solo cuestión de unos instantes.
El arco salió volando desde la carpa de Matt hacia allí, colándose entre los pliegues inferiores de la tela para terminar posándose en la palma de su mano. Llevó la otra mano a uno de sus muslos y extrajo una flecha.
Acto seguido volvió a sentarse en el sillón, con el arco sobre las piernas y la flecha sobre él.
-Hagamos una cosa... Intenta no enfadarme y yo intentaré no hacerte un agujero nuevo. -Lo mira fijamente. -Mi nombre es Irinnil Fawkes. Y dime... ¿Qué significa eso de hacerte compañía? -Ladea la cabeza. -Si es lo que creo que es... Será más doloroso para ti que para mi.
Desconectó un poco, preguntándose qué estaría pensando Matt de todo aquello, seguramente estaría bastante atento observando a sus pequeños sujetos de pruebas.
A pesar de sus dificultades sociales se sentía bien en aquel lugar, nada más llegar se sentó tranquilamente en uno de los sillones, esperando ver qué o quien aparecía ante ella.
No tardó en aparecer, sin embargo, la expectación era mayor que la imagen que apareció ante ella. Un hombre, parecido a la mayor parte de los bandidos de la zona. Soltó un largo suspiro. Al parecer también era un charlatán, puesto que intentaba hablar mientras la voz del virrey llegaba desde alguna sala oculta a la vista.
No sabía qué esperar, se había apuntado porque su padre había contado con ella, nada más. Aunque conforme lo pensaba... Al menos podría encontrar un aliado o un amigo nuevo.
El señor decepción finalmente había conseguido terminar su presentación, a decir verdad, aparte de ridículo le había hecho un poco de gracia. La cual se esfumó con su siguiente frase.
- Así que quince minutos no son suficientes, ¿eh? -Se levanta lentamente del sillón mientras el hombre sigue hablando. Estira un brazo y abre la mano. Sería solo cuestión de unos instantes.
El arco salió volando desde la carpa de Matt hacia allí, colándose entre los pliegues inferiores de la tela para terminar posándose en la palma de su mano. Llevó la otra mano a uno de sus muslos y extrajo una flecha.
Acto seguido volvió a sentarse en el sillón, con el arco sobre las piernas y la flecha sobre él.
-Hagamos una cosa... Intenta no enfadarme y yo intentaré no hacerte un agujero nuevo. -Lo mira fijamente. -Mi nombre es Irinnil Fawkes. Y dime... ¿Qué significa eso de hacerte compañía? -Ladea la cabeza. -Si es lo que creo que es... Será más doloroso para ti que para mi.
Desconectó un poco, preguntándose qué estaría pensando Matt de todo aquello, seguramente estaría bastante atento observando a sus pequeños sujetos de pruebas.
Irinnil Fawkes
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Re: Cada Oveja con su pareja [Libre] [5/5] [Cerrado]
Había un extraño placer en la actividad de espiar, Matthew lo sabía desde que era apenas un adolescente, cuando se colaba en los prostíbulos y se escondía en las habitaciones. En esa época no tenía plata para pagarles a las muchachas, así que tenía que conformarse con observar o con que algún alma caritativa sintiera ternura y lo ayudara con sus asuntos. Por eso estar de nuevo del otro lado le generaba todo tipo de sensaciones, pero sobre todo una mezcla de excitación y nostalgia.
Los primeros en encontrarse fueron Reivy y Nahir, Owens escuchó sus nombres cuando se presentaron, una era apasionada y tomaba la iniciativa, la otra era más pasiva e inocente, pero se dejaba llevar sin demasiado reparo. Era un contraste interesante, dependiendo de cual fuera el fetiche de ambas podía salir muy bien o muy mal, Matthew sonreía satisfecho, recién estaban en la primera vuelta y los resultados ya eran interesantes.
-¿Ahora te dedicas a fisgonear? – Comentó la enana aun sentada, seguía estando cansada pero ya había dejado de estar agitada.
-¿Vas a decirme que no puedo caer más bajo? – La miró de reojo, mordiéndose el labio para no largar una carcajada.
-… - Brenda lo miró en silencio.
-Tienes que admitir que fue bueno – Se alejó de la habitación donde estaban Reivy y Nahir y fue a la siguiente – Ah, mi segunda pareja favorita – Exclamó en susurros, viendo a Kaladar e Irinnil.
-Enviar a esa elfa demente fue una espantosa idea – Matthew asentía pero no parecía que estuviera escuchando – Va a matarlos a todos –
-Que feo que pienses eso de mi Querida Hija – Un arco salió disparado y el Humano tuvo que levantar un pie para evitar que lo golpeara – Bueno… Puede que sea algo exagerada – Pero lejos de preocuparse parecía que se divertía más – Veamos qué puede hacer Kaladar, el amor a veces duele –
-El amor a veces te asesina, sería esta vez – Comentó Brenda, poniéndose en pie por fin.
-Eres muy negativa, Querida –
-¿Matt, eso es lo que creo que es?- El tono de la enana era frío como un tempano.
-Es exactamente lo que crees, pero antes de que empieces a golpearme quiero decirte que son cosas que uno no controla – Sonrió de modo encantador y siguió espiando.
Desde otras habitaciones salían risitas, susurros y pequeños gemidos, cada uno de los cuartos era un mundo, un universo íntimo donde las parejas podían sentirse libres de hacer y deshacer a gusto, sin preocuparse por los prejuicios o el qué dirán.
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Off: Las charlas entre Matt y Brenda no pueden ser oídas por el resto de los participantes.
Los primeros en encontrarse fueron Reivy y Nahir, Owens escuchó sus nombres cuando se presentaron, una era apasionada y tomaba la iniciativa, la otra era más pasiva e inocente, pero se dejaba llevar sin demasiado reparo. Era un contraste interesante, dependiendo de cual fuera el fetiche de ambas podía salir muy bien o muy mal, Matthew sonreía satisfecho, recién estaban en la primera vuelta y los resultados ya eran interesantes.
-¿Ahora te dedicas a fisgonear? – Comentó la enana aun sentada, seguía estando cansada pero ya había dejado de estar agitada.
-¿Vas a decirme que no puedo caer más bajo? – La miró de reojo, mordiéndose el labio para no largar una carcajada.
-… - Brenda lo miró en silencio.
-Tienes que admitir que fue bueno – Se alejó de la habitación donde estaban Reivy y Nahir y fue a la siguiente – Ah, mi segunda pareja favorita – Exclamó en susurros, viendo a Kaladar e Irinnil.
-Enviar a esa elfa demente fue una espantosa idea – Matthew asentía pero no parecía que estuviera escuchando – Va a matarlos a todos –
-Que feo que pienses eso de mi Querida Hija – Un arco salió disparado y el Humano tuvo que levantar un pie para evitar que lo golpeara – Bueno… Puede que sea algo exagerada – Pero lejos de preocuparse parecía que se divertía más – Veamos qué puede hacer Kaladar, el amor a veces duele –
-El amor a veces te asesina, sería esta vez – Comentó Brenda, poniéndose en pie por fin.
-Eres muy negativa, Querida –
-¿Matt, eso es lo que creo que es?- El tono de la enana era frío como un tempano.
-Es exactamente lo que crees, pero antes de que empieces a golpearme quiero decirte que son cosas que uno no controla – Sonrió de modo encantador y siguió espiando.
Desde otras habitaciones salían risitas, susurros y pequeños gemidos, cada uno de los cuartos era un mundo, un universo íntimo donde las parejas podían sentirse libres de hacer y deshacer a gusto, sin preocuparse por los prejuicios o el qué dirán.
---------------------------------
Off: Las charlas entre Matt y Brenda no pueden ser oídas por el resto de los participantes.
Matthew Owens
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Re: Cada Oveja con su pareja [Libre] [5/5] [Cerrado]
Sonreí de medio lado al escuchar la primera respuesta y le di un tiento al vino, sin cambiar de gesto miré serena y divertida a Nahir mientras ella misma se daba cuenta de lo que acababa de decir, al final solté un risa tranquila y alegre.
-Sin duda, hago muchas cosa bonitas con mis manos. -Cuando la mujer de ojos claro puso el vaso sobre la mesa levanté la jarra y lo rellene, pero esta vez solo hasta la mitad. -Si quieres te las puedo enseñar cuando salgamos de aquí. -Concluí la frase con una sonrisa picara. Bajé la mirada al contenido de mi copa y jugué unos instantes moviendo en círculos la copa para ver bailar el vino. -Esperaba encontrar a alguien con quien pasar un buen rato. -Levanté la vista y la fije en los ojos de Nahir. -Podría decirse que mis gustos contemplan un amplio abanico de posibilidades. -Volví a darle un sorbo a la copa de vino dejando que mis ojos bajaran hacia los labios de la morena. -¿Sabes? La experiencia me a enseñado que es más placentero probar el jugo de multitud de frutas que el de una sola. ¿Te imaginas estar siempre anclada a un solo gusto? Dejar pasar la oportunidad de experimentar porque las leyes o la sociedad así lo dicen. Que los brujos tienen que estar con brujos para fortalecer el linaje o que lo dragones solo pueden casarse con dragones para que nuestro don no se transmita a los impuros. -Me tome un momento para vaciar la copa. -Yo no puedo imaginarme vivir así.
Esperé paciente la reacción de la mujer, miraba las facciones de su rostros, los detalles de sus anillos, el dedo distraído que acariciaba el pie de la copa... La mano con la que sujetaba mi bebida se movió por la mesa hasta quedar al lado de la mano de Nahir, el pulgar apenas rozaba el meñique de la morena, un contacto casi invisible pero tangible.
-Los polos apuestos siempre hacen buena combinación cuando están juntos. -Comenté con un tono dulce y coqueto. -Tus ojos claros y tu cabello oscuro, el azabache de mi melena y el azul de mis pupilas, el blanco de tu vestido y el marrón de mi cuero, tu piel tostada como la arena y mi piel pálida como la nieve. -Con cada nueva comparación mi voz adquiría un tono más goloso y mis ojos no perdían de vista a los suyos.
-Sin duda, hago muchas cosa bonitas con mis manos. -Cuando la mujer de ojos claro puso el vaso sobre la mesa levanté la jarra y lo rellene, pero esta vez solo hasta la mitad. -Si quieres te las puedo enseñar cuando salgamos de aquí. -Concluí la frase con una sonrisa picara. Bajé la mirada al contenido de mi copa y jugué unos instantes moviendo en círculos la copa para ver bailar el vino. -Esperaba encontrar a alguien con quien pasar un buen rato. -Levanté la vista y la fije en los ojos de Nahir. -Podría decirse que mis gustos contemplan un amplio abanico de posibilidades. -Volví a darle un sorbo a la copa de vino dejando que mis ojos bajaran hacia los labios de la morena. -¿Sabes? La experiencia me a enseñado que es más placentero probar el jugo de multitud de frutas que el de una sola. ¿Te imaginas estar siempre anclada a un solo gusto? Dejar pasar la oportunidad de experimentar porque las leyes o la sociedad así lo dicen. Que los brujos tienen que estar con brujos para fortalecer el linaje o que lo dragones solo pueden casarse con dragones para que nuestro don no se transmita a los impuros. -Me tome un momento para vaciar la copa. -Yo no puedo imaginarme vivir así.
Esperé paciente la reacción de la mujer, miraba las facciones de su rostros, los detalles de sus anillos, el dedo distraído que acariciaba el pie de la copa... La mano con la que sujetaba mi bebida se movió por la mesa hasta quedar al lado de la mano de Nahir, el pulgar apenas rozaba el meñique de la morena, un contacto casi invisible pero tangible.
-Los polos apuestos siempre hacen buena combinación cuando están juntos. -Comenté con un tono dulce y coqueto. -Tus ojos claros y tu cabello oscuro, el azabache de mi melena y el azul de mis pupilas, el blanco de tu vestido y el marrón de mi cuero, tu piel tostada como la arena y mi piel pálida como la nieve. -Con cada nueva comparación mi voz adquiría un tono más goloso y mis ojos no perdían de vista a los suyos.
Reivy Abadder
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Re: Cada Oveja con su pareja [Libre] [5/5] [Cerrado]
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Tyr
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Re: Cada Oveja con su pareja [Libre] [5/5] [Cerrado]
Tal como el arco entró entre los pliegues de la carpa, miré a la elfa tratando de mostrar un semblante calmado.
No era la primera vez que me amenazaban. Tampoco era la primera vez que tenia en frente a una hermosa dama de dudoso estado mental. Menos aun era la primera vez que hablaba con una hermosa chica.
Probablemente, pero, era la primera vez que esos tres valores se mezclaban.
Levanté las manos despacio con una sonrisa, tratando de no mostrarme, para nada, una amenaza. La analicé de nuevo de arriba a abajo antes de tomar la siguiente frase.
- Los dioses me libren. - Contesté ante la amenaza de enfadarla.
- Y dime... ¿Qué significa eso de hacerte compañía? Si es lo que creo que es... Será más doloroso para ti que para mi.
Aunque sonreí un poco más descaradamente ante tal proposición, simplemente me encogí de hombros mientras negaba con la cabeza.
- Aunque me encantaría preguntarte que otras cosas has pensado, me refería simplemente a eso. Pasar el rato en compañía mutua.
Levanté el dedo para que escuchara a su alrededor los sonidos de las otras carpas.
- Las otras opciones, sin duda, me parecen tentadoras, pero creo que primero uno debe ganarse la confianza, Señorita Fawkes... ¿Que tal si nos presentamos de nuevo?
Le dediqué una nueva sonrisa, esta vez algo más relajada, mientras bajaba solo una mano para ponérmela en el pecho y hacer una breve reverencia.
- Kaladar Grimgar. Poeta, escritor, algo de cuentacuentos y tristemente celebre por mi nefasta suerte. Futuro empresario del negocio de licores y... - Hice una pausa pensativa - Por el momento, tu mejor opción para pasar el rato.
Aun con la sonrisa afable, la miré directamente a los ojos, pensando en posibles circunstancias que podian llevarse a cabo en pocos minutos. Desde luego, parecía mucho más probable que su flecha me atravesara la carne antes que yo pudiera desenvainar siquiera. Valía más la pena alejarla (por el momento) del arma. Por mi lado, debía buscar algo, a ser posible rápido, para entretener ni que fuera un rato, a ese extraño personaje de peligrosa belleza. Si bien sabia que no iba a durar mucho más rato, solo tenia que entretenerla lo suficiente como para salir vivo de la carpa, por lo que decidí seguir con la presentación que había dado antes.
- Tu también pareces una aventurera con un montón de historias que contar. ¿Que te parece, como pacto entre dos personas de cultura, si intercambiamos historias?
No era la primera vez que me amenazaban. Tampoco era la primera vez que tenia en frente a una hermosa dama de dudoso estado mental. Menos aun era la primera vez que hablaba con una hermosa chica.
Probablemente, pero, era la primera vez que esos tres valores se mezclaban.
Levanté las manos despacio con una sonrisa, tratando de no mostrarme, para nada, una amenaza. La analicé de nuevo de arriba a abajo antes de tomar la siguiente frase.
- Los dioses me libren. - Contesté ante la amenaza de enfadarla.
- Y dime... ¿Qué significa eso de hacerte compañía? Si es lo que creo que es... Será más doloroso para ti que para mi.
Aunque sonreí un poco más descaradamente ante tal proposición, simplemente me encogí de hombros mientras negaba con la cabeza.
- Aunque me encantaría preguntarte que otras cosas has pensado, me refería simplemente a eso. Pasar el rato en compañía mutua.
Levanté el dedo para que escuchara a su alrededor los sonidos de las otras carpas.
- Las otras opciones, sin duda, me parecen tentadoras, pero creo que primero uno debe ganarse la confianza, Señorita Fawkes... ¿Que tal si nos presentamos de nuevo?
Le dediqué una nueva sonrisa, esta vez algo más relajada, mientras bajaba solo una mano para ponérmela en el pecho y hacer una breve reverencia.
- Kaladar Grimgar. Poeta, escritor, algo de cuentacuentos y tristemente celebre por mi nefasta suerte. Futuro empresario del negocio de licores y... - Hice una pausa pensativa - Por el momento, tu mejor opción para pasar el rato.
Aun con la sonrisa afable, la miré directamente a los ojos, pensando en posibles circunstancias que podian llevarse a cabo en pocos minutos. Desde luego, parecía mucho más probable que su flecha me atravesara la carne antes que yo pudiera desenvainar siquiera. Valía más la pena alejarla (por el momento) del arma. Por mi lado, debía buscar algo, a ser posible rápido, para entretener ni que fuera un rato, a ese extraño personaje de peligrosa belleza. Si bien sabia que no iba a durar mucho más rato, solo tenia que entretenerla lo suficiente como para salir vivo de la carpa, por lo que decidí seguir con la presentación que había dado antes.
- Tu también pareces una aventurera con un montón de historias que contar. ¿Que te parece, como pacto entre dos personas de cultura, si intercambiamos historias?
Kaladar
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Re: Cada Oveja con su pareja [Libre] [5/5] [Cerrado]
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Tyr
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Re: Cada Oveja con su pareja [Libre] [5/5] [Cerrado]
Nahir carraspeó un poco mientras escuchaba a la morena hablar, podía sentir como se le secaba la garganta. La dragona le había rellenado la copa, pero no sabía si era conveniente seguir bebiendo.
No se podía negar, los ojos de aquella mujer eran espectaculares, pero imponentes. Cuando sus miradas se cruzaban Nahir sentía la necesidad de apartar la mirada, aquellos ojos azules le intimidaban. Pero en aquella ocasión fue la dragona la que apartó la mirada, para fijarse en sus labios. La bruja se percato de aquello. Podía sentir como los latidos de su corazón ahora eran más intensos y rápidos, incluso temía que en algún momento se le saliese del pecho. Tragó saliva y concluyó que era un buen momento para darle otro sorbito a la copa de vino.
La principio no entendía del todo la metáfora de las frutas, aunque la dragona no tardó mucho en terminar dando su punto de vista del amor libre.
-Nunca me lo había planteado...- dijo casi en voz baja. Siempre se había imaginado que en un futuro ella estaría con una sola persona, esa persona que te complementa y perdura en el tiempo. –Creo que cada uno es libre de amar a su manera, siempre que se deje claro lo que se quiere de alguien.- frunció el ceño, intentando madurar su respuesta a medida que iba pensado en el tema –Supongo que es un tema un poco delicado. Y por otro lado...buscar el amor en base a la raza, la pureza y esas cosas me parece una tontería – aquello ultimo si que lo tenía más claro.
Estaba tan distraída pensando que no se había dado cuenta de que la morena había puesto su mano muy cerca de la de la bruja, así que cuando su pulgar rozó su meñique Nahir no pudo evitar estremecerse. Sintió que cada uno de los pelos de su cuerpo se erizaban. Bajó lentamente la mirada hasta fijarse en sus manos. Separó levemente los labios, como si fuese a hablar, pero no dijo nada. Levanto la mirada para toparse de nuevo con sus ojos, pero ahora no podía dejar de mirarlos. La escuchaba mientras movía lentamente la mano para poder acariciar la de ella, de manera muy delicada.
Sentía una especie de cosquilleo recorrer todo su cuerpo y un fuerte calor en la zona que estaba en contacto con la piel de la dragona. Su voz la envolvía. La imagen de ellas dos juntas hizo que se ruborizase un poco, entonces, haciendo un gran esfuerzo, dejó de mirar sus ojos para mirar su labios.
No se podía negar, los ojos de aquella mujer eran espectaculares, pero imponentes. Cuando sus miradas se cruzaban Nahir sentía la necesidad de apartar la mirada, aquellos ojos azules le intimidaban. Pero en aquella ocasión fue la dragona la que apartó la mirada, para fijarse en sus labios. La bruja se percato de aquello. Podía sentir como los latidos de su corazón ahora eran más intensos y rápidos, incluso temía que en algún momento se le saliese del pecho. Tragó saliva y concluyó que era un buen momento para darle otro sorbito a la copa de vino.
La principio no entendía del todo la metáfora de las frutas, aunque la dragona no tardó mucho en terminar dando su punto de vista del amor libre.
-Nunca me lo había planteado...- dijo casi en voz baja. Siempre se había imaginado que en un futuro ella estaría con una sola persona, esa persona que te complementa y perdura en el tiempo. –Creo que cada uno es libre de amar a su manera, siempre que se deje claro lo que se quiere de alguien.- frunció el ceño, intentando madurar su respuesta a medida que iba pensado en el tema –Supongo que es un tema un poco delicado. Y por otro lado...buscar el amor en base a la raza, la pureza y esas cosas me parece una tontería – aquello ultimo si que lo tenía más claro.
Estaba tan distraída pensando que no se había dado cuenta de que la morena había puesto su mano muy cerca de la de la bruja, así que cuando su pulgar rozó su meñique Nahir no pudo evitar estremecerse. Sintió que cada uno de los pelos de su cuerpo se erizaban. Bajó lentamente la mirada hasta fijarse en sus manos. Separó levemente los labios, como si fuese a hablar, pero no dijo nada. Levanto la mirada para toparse de nuevo con sus ojos, pero ahora no podía dejar de mirarlos. La escuchaba mientras movía lentamente la mano para poder acariciar la de ella, de manera muy delicada.
Sentía una especie de cosquilleo recorrer todo su cuerpo y un fuerte calor en la zona que estaba en contacto con la piel de la dragona. Su voz la envolvía. La imagen de ellas dos juntas hizo que se ruborizase un poco, entonces, haciendo un gran esfuerzo, dejó de mirar sus ojos para mirar su labios.
Nahir
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Re: Cada Oveja con su pareja [Libre] [5/5] [Cerrado]
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Tyr
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Re: Cada Oveja con su pareja [Libre] [5/5] [Cerrado]
A la elfa todavía le costaba estar en presencia de un desconocido completamente sola en la misma habitación. Aquello era lo que la había llevado a invocar a su fiel arco al lugar, no es como si aquel humano hubiera hecho nada en un primer lugar para provocarla, simplemente era su forma de mantenerse al margen, segura tras sus flechas y donde podía sentirse cómoda. No pretendía utilizarlo, ni derramar sangre, seguía calmada por los cuidados de Matthew apenas unos momentos antes. También sabía que el virrey estaría observando y no dejaría que le pasara nada malo.
Tras soltar un largo suspiro volvió a prestar atención al hombre que tenía delante. Lentamente se levantó del sillón, dejando su arma a uno de los lados y, tras un par de pasos correspondió a la reverencia, tomando entre sus delicados dedos uno de los pliegues del vestido.
- Irinnil Fawkes, elfa. Bebedora de licores y bailarina. -Intentó sonreír de la mejor forma que pudo, todavía falta de la costumbre de relacionarse socialmente.
No estaba de acuerdo con que fuese su mejor opción para pasar el rato, ella sola se podría entretener los breves momentos antes del cambio de pareja. Pero pensó que no sería lo más cortés hacer una revelación de ese estilo. Se mantuvo unos momentos en silencio tan solo para volver a acomodarse en el sillón. El reposamanos era lo suficientemente mullido como para ser cómodo incluso recostándose un poco sobre él. Tras esto observó con curiosidad al tal Grimgar.
- Así que cuentacuentos... Supongo que podríamos pasar... Un buen rato.
No le entusiasmaba la idea de compartir las historias sobre sus viajes con un completo desconocido. Si hay algo realmente revelador sobre una persona son las historias que cuenta, qué le ha sucedido en la vida y qué considera lo suficientemente valioso como para ser compartido. Tampoco quería escuchar las típicas historias de bandidos, ladrones y demás hazañas que las pobres gentes consideraban importantes o grandes eventos que compartir con los demás. En cambio los cuentos... Los cuentos eran algo totalmente distinto. Todos ellos seguían un patrón bastante definido, una vez escuchado uno, podrías llegar a conocer el final de la mayoría de los demás.
- Cuéntame un cuento, sé que no tenemos mucho tiempo, pero no me gustaría que lo acortases, si no lo terminas ahora... Bueno, tengo una sesión de baile al anochecer en la carpa principal, en cuanto termine podríamos retomarlo donde lo dejes.
Pocas cosas había en el mundo más relajantes que un buen cuento. La voz de aquel humano parecía bastante acorde con lo que ella definía como un narrador. Y siempre cabía la posibilidad de que siendo poeta pusiera alguna que otra floritura artística en medio de la historia, un toque personal por así decirlo. Aquella idea de las "citas" de Matthew le estaba comenzando a parecer la mejor idea del día.
Se recostó en el sillón y cerró los ojos, complacida escuchando las palabras de Kaladar Grimgar, el poeta.
Tras soltar un largo suspiro volvió a prestar atención al hombre que tenía delante. Lentamente se levantó del sillón, dejando su arma a uno de los lados y, tras un par de pasos correspondió a la reverencia, tomando entre sus delicados dedos uno de los pliegues del vestido.
- Irinnil Fawkes, elfa. Bebedora de licores y bailarina. -Intentó sonreír de la mejor forma que pudo, todavía falta de la costumbre de relacionarse socialmente.
No estaba de acuerdo con que fuese su mejor opción para pasar el rato, ella sola se podría entretener los breves momentos antes del cambio de pareja. Pero pensó que no sería lo más cortés hacer una revelación de ese estilo. Se mantuvo unos momentos en silencio tan solo para volver a acomodarse en el sillón. El reposamanos era lo suficientemente mullido como para ser cómodo incluso recostándose un poco sobre él. Tras esto observó con curiosidad al tal Grimgar.
- Así que cuentacuentos... Supongo que podríamos pasar... Un buen rato.
No le entusiasmaba la idea de compartir las historias sobre sus viajes con un completo desconocido. Si hay algo realmente revelador sobre una persona son las historias que cuenta, qué le ha sucedido en la vida y qué considera lo suficientemente valioso como para ser compartido. Tampoco quería escuchar las típicas historias de bandidos, ladrones y demás hazañas que las pobres gentes consideraban importantes o grandes eventos que compartir con los demás. En cambio los cuentos... Los cuentos eran algo totalmente distinto. Todos ellos seguían un patrón bastante definido, una vez escuchado uno, podrías llegar a conocer el final de la mayoría de los demás.
- Cuéntame un cuento, sé que no tenemos mucho tiempo, pero no me gustaría que lo acortases, si no lo terminas ahora... Bueno, tengo una sesión de baile al anochecer en la carpa principal, en cuanto termine podríamos retomarlo donde lo dejes.
Pocas cosas había en el mundo más relajantes que un buen cuento. La voz de aquel humano parecía bastante acorde con lo que ella definía como un narrador. Y siempre cabía la posibilidad de que siendo poeta pusiera alguna que otra floritura artística en medio de la historia, un toque personal por así decirlo. Aquella idea de las "citas" de Matthew le estaba comenzando a parecer la mejor idea del día.
Se recostó en el sillón y cerró los ojos, complacida escuchando las palabras de Kaladar Grimgar, el poeta.
Irinnil Fawkes
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Re: Cada Oveja con su pareja [Libre] [5/5] [Cerrado]
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Tyr
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Re: Cada Oveja con su pareja [Libre] [5/5] [Cerrado]
Matthew se masajeaba la rodilla mientras continuaba espiando, bien podía estar agradecido de que Brenda no tuviera la altura suficiente como para llegar a su rostro. En cualquier caso, cada una de las habitaciones mostraban situaciones distintas ¡Y muy divertidas! Algunos de los participantes ya no tenían la ropa puesta, otros se miraban nerviosos a la distancia, o se coqueteaban, o negociaban posibles encuentros a futuro.
-En algún momento la charla en esta habitación se volvió una discusión profunda sobre los preceptos morales instalados socialmente – Comentó con ironía el estafador – Te dije que tendríamos que haber puesto Flor de Nirana en el vino, eso le hubiese dado más chispa a todo este asunto – Y mientras decía esto último balanceaba las caderas para darle más impacto visual a la afirmación.
-Y podrías haberlos envenenado también. Te lo dije, a menos que consigas a un buen alquimista es muy peligroso jugar con esa planta – Brenda ignoraba por completo las insinuaciones del Humano.
-Eso solo lo haría más divertido, una muerte o dos hace que todo el mundo hable de tus espectáculos – Su sonrisa pasó de ser picara a un poco sádica, pero en seguida se relajó – Bromeo, bromeo, lo único que deseo es que mis participantes sean felices y encuentren el amor –
La voz de Nahir era suave y tranquilizadora, un hermoso contraste con el tono enérgico y sensual de Reivy, la pausa que se había generado entre las dos señalaba un único desenlace. O eso pensaba el Virrey, había presenciado escenas parecidas en inumerables ocasiones, a veces en persona, otras veces en terceros, pero la respuesta a los movimientos de Nahir tenía que ser la adecuada. Owens aguantó la respiración mientras esperaba a por la resolución.
-Matt – Lo llamaba la Hechicera, pero él no hacía caso – Matthew – Brenda suspiró y agarró una bandeja que había en una de las mesas, luego fue hacia el estafador y tiro de su manga insistentemente.
-¿Qué? ¿Qué? ¿Qué? – Respondió de mala manera el Humano.
-Ya es tiempo, tienes que hacer sonar la campana – Le señaló un reloj de arena que ya se había vaciado de la parte de arriba.
-Oh… ¿Tan rápido? Pero estaba a punto de venir lo mejor… -
-Tu pusiste las reglas – La enana levantó una ceja, cargando las palabras con un tono de reproche.
-La verdad es que no conseguí otro reloj en toda Ciudad Lagarto, así que tenían que ser quince minutos… O media hora, pero eso ya es pasarse –
-Vamos, deja de perder el tiempo –
-De acuerdo, de acuerdo, en eso estoy – Tomo la campana y empezó a hacerla sonar, luego le hizo una señal a Brenda para que activara sus hechizos de viento nuevamente – Queridos míos, es momento de cambiar de habitación, quiten sus manos de donde sea que estén, pónganse sus vestidos y súbanse los pantalones. Luego busquen la puerta más cercana, el amor los espera – El Hechizo se cortó en cuanto Owens dejó de hablar.
Por la disposición de las habitaciones Matthew ya sabía en líneas generales quien iba a estar con quien.
-Creo que Kaladar estará especialmente satisfecho, luego del encontronazo que tuvo con mi Hermosa Hija – Esbozó una sonrisita de satisfacción.
-Por lo poco que lo conozco, cualquier cosa deja satisfecho a ese hombre – Miró de reojo al Virrey – No sé a quién me hace acordar… -
-En algún momento la charla en esta habitación se volvió una discusión profunda sobre los preceptos morales instalados socialmente – Comentó con ironía el estafador – Te dije que tendríamos que haber puesto Flor de Nirana en el vino, eso le hubiese dado más chispa a todo este asunto – Y mientras decía esto último balanceaba las caderas para darle más impacto visual a la afirmación.
-Y podrías haberlos envenenado también. Te lo dije, a menos que consigas a un buen alquimista es muy peligroso jugar con esa planta – Brenda ignoraba por completo las insinuaciones del Humano.
-Eso solo lo haría más divertido, una muerte o dos hace que todo el mundo hable de tus espectáculos – Su sonrisa pasó de ser picara a un poco sádica, pero en seguida se relajó – Bromeo, bromeo, lo único que deseo es que mis participantes sean felices y encuentren el amor –
La voz de Nahir era suave y tranquilizadora, un hermoso contraste con el tono enérgico y sensual de Reivy, la pausa que se había generado entre las dos señalaba un único desenlace. O eso pensaba el Virrey, había presenciado escenas parecidas en inumerables ocasiones, a veces en persona, otras veces en terceros, pero la respuesta a los movimientos de Nahir tenía que ser la adecuada. Owens aguantó la respiración mientras esperaba a por la resolución.
-Matt – Lo llamaba la Hechicera, pero él no hacía caso – Matthew – Brenda suspiró y agarró una bandeja que había en una de las mesas, luego fue hacia el estafador y tiro de su manga insistentemente.
-¿Qué? ¿Qué? ¿Qué? – Respondió de mala manera el Humano.
-Ya es tiempo, tienes que hacer sonar la campana – Le señaló un reloj de arena que ya se había vaciado de la parte de arriba.
-Oh… ¿Tan rápido? Pero estaba a punto de venir lo mejor… -
-Tu pusiste las reglas – La enana levantó una ceja, cargando las palabras con un tono de reproche.
-La verdad es que no conseguí otro reloj en toda Ciudad Lagarto, así que tenían que ser quince minutos… O media hora, pero eso ya es pasarse –
-Vamos, deja de perder el tiempo –
-De acuerdo, de acuerdo, en eso estoy – Tomo la campana y empezó a hacerla sonar, luego le hizo una señal a Brenda para que activara sus hechizos de viento nuevamente – Queridos míos, es momento de cambiar de habitación, quiten sus manos de donde sea que estén, pónganse sus vestidos y súbanse los pantalones. Luego busquen la puerta más cercana, el amor los espera – El Hechizo se cortó en cuanto Owens dejó de hablar.
Por la disposición de las habitaciones Matthew ya sabía en líneas generales quien iba a estar con quien.
-Creo que Kaladar estará especialmente satisfecho, luego del encontronazo que tuvo con mi Hermosa Hija – Esbozó una sonrisita de satisfacción.
-Por lo poco que lo conozco, cualquier cosa deja satisfecho a ese hombre – Miró de reojo al Virrey – No sé a quién me hace acordar… -
Matthew Owens
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Re: Cada Oveja con su pareja [Libre] [5/5] [Cerrado]
No necesitaba seguir los ojos de Nahir para saber que estaban viendo, las pupilas de la morena seguían los movimientos de mis dedos en su mano, con cada nueva caricia el rubor en las mejillas subía una tonalidad y sus labios se despegaban uno del otro, de manera instintiva relamí los míos como si estuvieran resecos.
Mi silla apenas se movió cuando las esferas grises y moteadas de verde buscaron mi boca, solté la copa de vino y coloque la mano en el borde de la mesa en busca de un punto de apoyo mientras la otra continuaba acariciando el dorso de la mano tostada, el pulgar iba y venía al tiempo que el resto de dedos subían hacia la muñeca.
La distancia entre los labios de Nahir y los míos era cada vez más corta, con cada centímetro la visión se volvía borrosa y resultaba más complicado enfocar. En ese momento nuestros labios se encontraron en un beso casto y suave, apenas un roce, una caricia en aquel resalte mullido y oscuro. Dejaba pasar los segundo de manera intencionada para averiguar la reacción de Nahir, querría más o menos, descubriría un deseo encadenado o una inocencia curiosa...
La voz del dueño del tinglado resonó por la instancia rompiendo el ambiente que se había generado.
-Hombres... -Comenté molesta después de la abrupta interrupción. -No saben mantenerse al margen. -Proseguí en tono bromista. -Es una lástima que solo tengamos quince minutos. -Empuje la silla con las piernas y di un par de pasos hasta quedar al lado de Nahir. Levanté la mano que había dejado de acariciar y bese la palma de la morena. -Si deseas seguir nuestro encuentro te estaré esperando fuera.
Al concluir la frase erguí el cuerpo y le dedique una última sonrisa antes de atravesar la siguiente puerta.
¿Que abra tras la puerta numero dos? Pensaba mientras la abría. ¿Sera la jaula de una fiera lujuriosa o el patio de juegos de una princesita? Al cerrar la puerta tras de mi quedo clara la respuesta.
-Vaya... ni una cosa ni la otra. -Mire alrededor en busca de un reloj imaginario. -Parece que mi cita se retrasa.
Concluí la frase con una risa juguetona. En la mesa había las mismas copas de vino que en la habitación anterior, pero esta vez estaban llenas, tomé una de ellas y me recosté en el sillón a la espera de que se abriera la puerta.
Mi silla apenas se movió cuando las esferas grises y moteadas de verde buscaron mi boca, solté la copa de vino y coloque la mano en el borde de la mesa en busca de un punto de apoyo mientras la otra continuaba acariciando el dorso de la mano tostada, el pulgar iba y venía al tiempo que el resto de dedos subían hacia la muñeca.
La distancia entre los labios de Nahir y los míos era cada vez más corta, con cada centímetro la visión se volvía borrosa y resultaba más complicado enfocar. En ese momento nuestros labios se encontraron en un beso casto y suave, apenas un roce, una caricia en aquel resalte mullido y oscuro. Dejaba pasar los segundo de manera intencionada para averiguar la reacción de Nahir, querría más o menos, descubriría un deseo encadenado o una inocencia curiosa...
La voz del dueño del tinglado resonó por la instancia rompiendo el ambiente que se había generado.
-Hombres... -Comenté molesta después de la abrupta interrupción. -No saben mantenerse al margen. -Proseguí en tono bromista. -Es una lástima que solo tengamos quince minutos. -Empuje la silla con las piernas y di un par de pasos hasta quedar al lado de Nahir. Levanté la mano que había dejado de acariciar y bese la palma de la morena. -Si deseas seguir nuestro encuentro te estaré esperando fuera.
Al concluir la frase erguí el cuerpo y le dedique una última sonrisa antes de atravesar la siguiente puerta.
¿Que abra tras la puerta numero dos? Pensaba mientras la abría. ¿Sera la jaula de una fiera lujuriosa o el patio de juegos de una princesita? Al cerrar la puerta tras de mi quedo clara la respuesta.
-Vaya... ni una cosa ni la otra. -Mire alrededor en busca de un reloj imaginario. -Parece que mi cita se retrasa.
Concluí la frase con una risa juguetona. En la mesa había las mismas copas de vino que en la habitación anterior, pero esta vez estaban llenas, tomé una de ellas y me recosté en el sillón a la espera de que se abriera la puerta.
Reivy Abadder
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