El gorrión rojo viaja al sur en invierno [Kaladar - Zöe - Uri - Byron - Bruna] [Libre] [5/5] [COMPLETO]

Traté de soltarme de nuevo, sin éxito, las ataduras de la espalda. La tienda apestaba y el guarda que la custodiaba, aún más.

- Eh. - me gritó el bandido - Deja de intentarlo, coño. No vas a ir a ninguna parte.

Yo le miré con una sonrisa. Se habían llevado mi sable. Si bien estaba claro que no sabían de mi naturaleza, no iba a transformarme. Al menos, no mientras pudiera evitarlo.

- Venga... Ni siquiera llevo dinero. Soy un don nadie. ¿Que esperáis ganar con mi rescate?

El bandido no respondió. Salió de nuevo de la tienda mientras apoyaba la mano en el hacha que descansaba en su cinturón. Yo seguí tratando de soltarme.

El cómo había llegado a esa situación, sin duda, era digno de mencionar:

Esa mañana había llegado al bosque. De hecho, había llegado al amanecer a lo que parecía ser un pequeño prado en mitad de los árboles.
Apoyado en un tocón, miraba un mapa.
Alcé la vista hacia el que creía que era el sur. Había árboles. Miré hacia el norte. Más árboles. Miré al mapa.

- Vaya pedazo de mierda...

Había oído alguna vez que el gorrión viaja al sur cuando hiberna, o que el musgo crece en un lado concreto de los árboles... Pero no recordaba en que lado.
Tras mirar de nuevo el mapa y sentir que, evidentemente estaba completamente perdido, decidí que lo mejor sería caminar hasta encontrar algún camino.

Para mí desgracia, lo que encontré fue un campamento de bandidos al salir de unos arbustos que me miró raro. No se me ocurrió mejor idea entonces que preguntar:

- Buenos días, caballeros. ¿No conocerán tal vez la ruta hacia Ciudad Lagarto?

Pese a que tardaron un segundo más de la cuenta en darse cuenta que no formaba parte de su cuadrilla, respondieron como era de esperar. Se abalanzaron, me dieron una paliza y me dejaron en el suelo con varios nuevos moratones.Tras eso, me capturaron, me llevaron al campamento principal y me encerraron atado en ese poste rodeado de mierda. Probablemente se trataba de una tienda pensada para ser una letrina improvisada.

Traté de nuevo de salir del poste, no hubo éxito.

Veríamos como avanzaba la cosa.

A la osa le encantaba pasearse por los bosques alejados de las ciudades humanas, con su ajetreo y espacios angostos, donde tropezaba con todo y todos por su gran tamaño, y ni se diga cuando fallaba en calibrar su fuerza y alguien salía herido por accidente.

El clima ese día era simplemente encantador, la temperatura templada, la luna alto en el cielo, los búhos cantando sus serenatas nocturnas y unos bandidos al frente de Bruna tomaban armas.

Espera… ¿Qué?- preguntaba la ursina confundida al ver un grupo de hombres de aspecto poco confiable habitando lo que parecía un campamento improvisado -¡un oso!- grito uno de los hombres para alertar al resto del campamento -¡idiota! eso no es un oso, es un hombre bestia- respondía uno de sus compañeros que corría a su socorro con un hacha y escudo en cada mano.

La osa de repente se vio rodeada de hombres armados con hachas, lanzas y otras armas improvisadas, parece que se había topado por accidente con un campamento de malvivientes escondido en la profundidad de los bosques, lo peor es que parecía que ninguno cuidaba excesivamente de su higiene personal.

O-oigan… calmémonos un poco, ¿si?- decía Bruna nerviosa, pero de pronto, uno de los bandidos intenta atacarla por la espalda blandiendo un hacha a dos manos y gritando como un maniaco corriendo hacia ella, la ursina reacciona rápido, tomando su mazo de madera en las dos manos, y, usando el otro extremo del largo mango, golpea a su agresor en la boca del estómago con gran fuerza.

El golpe le quita todo el aire del cuerpo al desgraciado, mandándolo a volar un par de metros en el proceso, provocando que termine de espaldas sobre el húmedo suelo del bosque, tosiendo y gimoteando por la falta del aire, el sujeto de la lanza de antes intenta dar un paso al frente, pero, Bruna lo encara enseñándole los dientes con el martillo firmemente en sus garras, forzándolo a retroceder asustado.

El sujeto del escudo y hacha le hace una seña para que lo sigan y se lanza a la carga intentando cubrirse de los golpes de la bestia con su escudo, pero el primer golpe lateral del martillo de la chica oso le da de lleno, y, aunque lograra cubrirse del impacto con su protección, el ataque lo manda volando un par de metros, dislocándole el hombro izquierdo y mandándolo a rodar otro par de metros; Su compañero de la lanza no correría mejor suerte, Bruna intercepto su ataque desviándolo con el mango de su martillo y, agarrándolo del cuello con su zarpa, lo mandaría a volar contra el único del grupo que parecía armado con una espada y vestir una armadura semi decente.

¡¿Qué haces imbécil?!- bramaba el líder bandido sacándose de encima a su secuaz -¡esta bestia nos matara a todos!- gritaba el renegado aun arrodillado al piso, su jefe le da una fuerte patada a un costado y lo fuerza a ponerse en pie de un jalón -¡ve a por los otros! necesitamos toda la ayuda posible- le comandaba, prácticamente gritándole al oído.

El bandido, salió corriendo de vuelta al campamento gritando como un poseido para llamar a los refuerzos, pasa por las tiendas del campamento avisando a todos los que no estuvieran ya confrontando a la bestia -¡un enorme hombre oso con un martillo de guerra inmenso nos esta atacando, ya mato a dos, necesitan toda la ayuda posible para frenarlo!

Al escuchar los gritos de advertencia, todos los hombres en el campamento dejaron lo que estaban haciendo y tomaron toda arma improvisada, o no, que tuvieran al alcance de mano, algunos corrieron en dirección a la supuesta pelea, otros en dirección opuesta, tal era el honor entre ladrones.

Tracé otra línea con la bota en el suelo. Aparté la pierna para comprobar el resultado y sonrei. Sin duda, de los veinte cerdos que había dibujado esa tarde, ese era el mejor. Sobretodo teniendo en cuenta que estaba echo con una nota y restos de mierda.

Justo en ese momento entro uno de los hombres por la puerta sujetando a un mocoso que, para mi sorpresa, conocía.
Espere pacientemente mientras, al atarlo a mi lado, pisaba por encima de mis obras maestras en el suelo. Hice una mueca y cuando se hubo retirado, sin girarme siquiera, pregunte en voz alta.

- No es que no me alegré de verte de nuevo, pequeño. Al menos, estos aún no he visto como destrozan a una familia... - Dije recordando el último encuentro con Uri. - ¿Pero esto es una especie de plan de rescate?

Espere un segundo más antes de añadir.

- Porque no es que sea un rescate demasiado bueno, la verdad.

Traté de nuevo de soltarme. Sin éxito. Di un suspiro. ¿De verdad iba a tener que hacerlo? ¿No quedaba otra?
Justo cuando iba a darme por vencida en ese pensamiento, la tienda se abrió una vez más. Esta vez para que entrase una joven de increíble mirada que nos analizó rápidamente antes de responder a la situación con una mecánica y extraña sonrisa.

Es bonita igual. Me dije a mi mismo.

Resultó que también conocía a Uri. Lo cual hizo que mirara al chaval con una mueca de duda al niño. Luego se giró a mi.

- Hola, soy Zöe. No temas, no te haré daño.
- A ti te dejaría, Zöe. - dije con la mejor sonrisa que encontré. - Kaladar, un placer.

Justo cuando su dedo se convirtió en cuchillo, intuí que quizás esa joven no era del todo humana.

- Intentare que no duela
- NO NO NO NO. - Dije levantándome rápidamente en cuanto me soltó las ataduras. - De verdad que no será necesario Zöe. Es más apariencia que no nada. Estoy fuerte y sano. No hay necesidad de usar... Eso. - dije aún sonriente (aunque más nervioso) señalando al dedo-bisturi.

Justo iba a salir corriendo de la médico/ciborg cuando el ruido de fuera nos hizo levantar a todos la vista. Se oían bastantes golpes y tundas, además de gritos.
Me puse las manos en la cintura y di un suspiro de nuevo.

- Parece que están ocupados. - declare ante la obviedad. - mejor aprovechar e irse.

Busqué a mi alrededor mi sable, pero no parecía estar ahí. Maldije por lo bajo.

- Voy a ver si encuentro mis cosas...

Tras eso salí de la tienda.

Bruna seguía defendiéndose de los bandidos que la rodeaban, intentando, desesperadamente, atraparla con la guardia baja, el líder de los bandidos decide aprovechar una ventada de oportunidad, cuando la osa blandió su martillo para espantar a un par de desgraciados que buscaban atacarla por un costado.

El guerrero se lanzaría a la carga, empuñando su espada en las dos manos, y estando al alcance, lanzando un tajo descendiente a la cabeza de la bestia, pero, la ursina era mas inteligente de lo que creía, y más atenta también.

Apenas el hombre lanzo el corte, la osa se hizo a un lado, esquivándolo y haciendo que el guerrero se fuera de largo, para luego agarrarlo del cuello con su mano izquierda; instintivamente, el hombre soltó su espada y trato desesperadamente de zafarse del poderoso agarre de la mujer bestia, quien lo levantaba del suelo sin mucho esfuerzo, para luego lanzarlo por los aires como una pelota en dirección al campamento.

El bandido cayo el piso rodando, y terminando inconsciente con la espalda contra el piso cerca de los pies de un hombre acompañado de un niño pequeño que llevaba de la mano a una mujer, en el cinturón del mal hechor se encontraba colgando una espada de hoja fina (me rehusó a llamar esa cosa sable, no lo es, es recta hecha para estocadas, no para cortes como los sables).

La osa recogería del suelo la espada larga que el bandido dejo caer en su mano izquierda, gruñendo y rugiendo con un poder y resonancia acorde a su tamaño y fuerza física, cuando, de pronto, la mujer de aspecto extraño se puso en medio de ella y los bandidos tratando de calmar los ánimos y cesar las hostilidades.

Por su parte Bruna bajo las armas, pero no las “enfundo” del todo, volvía a usar el largo mango de su martillo como si fuera un bastón de caminar, pero aun no soltaba la espada que “encontró”, cuando se puso a olisquear la cabeza de la mujer que le daba la espalda.

Tras salir de la tienda, pude notar de donde venia el jaleo sin demasiados problemas. Miré por encima el origen del ruido, y luego me fui en dirección contraria.
Si bien estaba claro que la zona más segura del campamento seria la parte central, me dirigí hacia lo que parecía ser la carpa más grande de todas. Entre sin reparos, pues a juzgar por el volumen del sonido, estarían todos ocupados con lo que quiera que estuviera pasando.

Al entrar, quedo claro que esa era la tienda del botín.
Pero no me acabo de quedar claro que tipo de bandidos eran. Muchas de las cosas que había en ese lugar no eran especialmente el típico que se esperaba de unos rapiñadores.
Había botas, de muchos tipos y formas. Armas, armaduras y escudos de diferentes tamaños y clases. Todas pertenecientes por los colores al mismo ejercito.
No dije nada, simplemente busque alrededor y finalmente,tras pasar un buen rato buscando, quedo claro que mi sable no estaría ahí. Maldije por lo bajo mientras oia a Uri rebuscar por la zona.

- Menuda mierda... - me giré para ver si el resto de la improvisada compañía tomaba sus robadas pertenencias. - Vale, vamos a irnos. Tengo algo que hacer y estar retenido aquí esperando a que una bella robot y un chaval me rescaten, hace que, por muy tentador que parezca, pierda el tiempo aquí.

Tras esa linea, simplemente salí de la tienda, de nuevo, sin esperar a nadie. No esperaba que nadie en concreto me siguiera.
Para mi desgracia, solo me parecía que ese campamento tenia una salida, pues habían construido una especie de improvisadas murallas de madera a su alrededor para asegurar la zona. No iba a transformarme en ese momento, asi que lo mejor seria, para mi desgracia, dirigirme hacia el origen del sonido.

Justo gire una esquina de las tiendas cuando vi volar a un hombre a escasos metros de mi, haciendo una especie de ruidito antes de quedar inconsciente. Me fije entonces que la espada que habia dejado junto a el era mi galante y viejo sable.

- Vaya. - Dije simplemente mientras me agachaba a recogerlo con una sonrisa, justo antes de que Zöe se adelantara.

Tras unas breves palabras que escuche con los brazos cruzados y la mirada serena, pareció que varios miembros de los bandidos se calmaban. Incluso alcé la vista para mirar a lo que parecía ser a una bella y fuerte mujer bestia. Una sonrisa apareció de nuevo en mi boca.

- No puedo permitir que la violencia continué, por favor, bajen todos sus armas en este momento ¿Si?

Yo avancé sin reparos he hice una reverencia, en mitad del campamento enemigo a la susodicha guerrera, que aun tenia la espada en la mano. Luego alce mi mirada para sonreirle y girarme al resto de bandidos que, ante la intimidante presencia de Zoe, se habían quedado quietos.

- Parece que hay mucho que tratar por aquí... ¿Porque en lugar de derramar sangre, nos sentamos mientras comemos algo y nos ponemos en situación? Estoy seguro que estas hermosas jóvenes agradecerían algo que poder echarse a la boca... Al menos una de ellas... - Añadí más bajo.

Carraspeé algo más notoriamente. Mientras juntaba las manos mirando alrededor hacia los bandidos.

- Me gustaría poder hablar junto con el resto de mis compañeros con su líder, si no es molestia.

Si bien era una funesta y descarada forma de llamar la atención, la presencia de Zöe parecía otorgarnos algo de ventaja. Y si bien estaba claro que su razonamiento no avanzaría más allá del dolor hacia los otros, estaba claro que no encontraría ninguna amenaza en la forma que tenia yo de aprovechar la situación a mi favor,

Bruna seguía examinando a esa extraña mujer, a pesar de que invadiera el espacio personal de la chica, los forajidos parecían calmarse, era extraño como no reaccionaba a que le estuviese olfateando la cabeza y observando de cerca los extraños orificios que había en ella.

La extraña mujer era acompañada de un pequeño niño con un extraño aroma a… sangre, el pequeño parecía amistoso, Bruna dejo caer la espada para poder acariciar la cabeza del niño.

Otro hombre aparecía, también tratando de calmar al resto de involucrados, sugiriendo que hablaran con el líder del grupo, quien resulto ser la mujer rara de antes.

La chica rara tomo al niño de la mano y decidió guiar al hombre extraño y a Bruna a su tienda en el campamento, la mujer le pregunto si estaba herida de camino, y menciono que revisaría las heridas de los demás -no hay forma de que tus secuaces me fueran a lastimar, y no te preocupes, fui amable con ellos- decía sonriendo alegremente.

El campamento era tan sucio y desordenado como uno se imaginaria que lo seria un campamento de bandidos, aunque la tienda de la jefa parecía estar mas limpia y pulcra, era de suponerse que la líder era mas organizada que el resto de sus secuaces.
Ella era medio extraña en su forma de actuar, y el niño pegado a ella olía muy raro, pero parecían mas confiables que el tercer sujeto, que sonaba justamente como uno de los “picaros” que el padre de la ursina mencionaba en sus viejas historias como mercenario.

Por cierto, olvide presentarme, yo me llamo Bruna- dijo sonriendo alegremente de nuevo mientras señalaba su rustro con su dedo índice -lamento que paso antes, tus chicos me vieron y se asustaron y… tuve que defenderme- agrego algo avergonzada rascándose la cabeza.

Para Bruna a veces se le hacia bochornoso como su tamaño y aspecto la llegaban a poner en problemas con otras razas, sin duda eran momentos desagradables para todos cuando cosas por el estilo ocurrían.

-¿Quieres hablar con el Líder? Ahí la tienes.

Me giré despacio sin cambiar de postura ni expresión hasta dar con Zöe, que me miro y yo levante una ceja, todavía con una sonrisa. "Esto esta pasando de raro a increíble..." Me dije a mi mismo tratando de no cambiar mi rostro.

- Es correcto, me eligieron como su líder de modo provisorio. La anterior persona que se dedicaba a esta tarea murió en una competencia de fuerza con otros dos orgánicos. Aparentemente las pruebas físicas son importantes para ellos, y ninguno podía superarme en esa área.

Parpadeé dos veces ante tales datos. Se había enfrentado a los "bandidos" ella sola hasta quedar claro que ella seria el líder. Yo me coloqué nuevamente en posición normal, cruzando los brazos en el proceso y tratando de no mostrar las cartas.
La mujer bestia, por su lado, había optado por finalmente soltar el arma. En su lugar acariciaba y mimaba al pequeño.
Tras un breve momento de explicación, Zöe nos encamino hasta lo que parecía ser la tienda principal del campamento, a juzgar por la cantidad de trastos que había desperdigados.
Me puse a cotillear deliberadamente alrededor con los brazos en la espalda mientras el resto, o al menos la osa, se presentaban.

- Por cierto, olvide presentarme, yo me llamo Bruna- Lo cierto es que solo la oía de fondo. Estaba más atento a ver si encontraba algo interesante que mangar. - Lamento que paso antes, tus chicos me vieron y se asustaron y… tuve que defenderme.
- Al menos tu puedes defenderte... - Argumenté mirando un escudo redondo con ambas manos. Hice una mueca. La factura no era especialmente buena. Lo deje en su sitio. - A mi me capturaron por preguntarles una ruta.

Tras comprobar con un ultimo vistazo el material disponible en la tienda, cogí una pequeña arca, la arrastre y me senté en su tapa cerrada, mirando al resto.

- Y bien... ¿De que va esto? - Dije haciendo un gesto hasta el campamento. - Quiero decir... ¿Que pintan aquí los bandidos? No hay cerca suficientes caminos como para subsistir, y desde luego, no parece que sean de los de matar por matar... ¿Que pintan?

Así que la líder de ese grupo de bandidos resultaba ser una bio cibernética, la ursina la miraba algo asombrada, era la primera vez que veía una, o al menos, la primera vez que veía un bio cibernético que se identificara como uno, había escuchado que muchos suelen tener la tendencia a mantener su verdadera naturaleza oculta, aunque no por motivos maliciosos.

Bruna se sentó en el piso al lado de Zöe, dejando descansar su martillo sobre el piso en medio de las dos, no le preocupaba que se lo fueran a robar, de todos modos, no había nadie cerca, a parte de la misma ursina que podía levantarlo fácilmente y sus garras eran mas que suficientes para defenderse de este grupo de bravucones que poco o nada sabían de pelear seriamente.

Después de todo, la ursina había salido victoriosa que una pelea contra dos vampiros ferales a garra limpia, cualquiera de los dos capaces de masacrar a todo el campamento, aunque, aun podía sentir las cicatrices que no habían cerrado del todo de ese encuentro físico.

De pronto, el pequeñín de antes se acerca a Zöe con el presunto diario del anterior líder de la banda, Bruna no era ninguna experta en leer y escribir, sabia lo básico, que le fue enseñado por sus familiares, pero seguramente ella podía escribir algo mejor que eso.
Cuando la cibernética termino de leer los garabatos en ese documento, se lo devolvió al niño, y Bruna aprovecho esta distracción para “atrapar” al pequeño entre sus garras y rodearlo con sus brazos cariñosamente como si fuera su bebe.

No me dijiste como te llamabas pequeño.- decía entre risillas la osa mientras empezaba a olisquear al niño en sus brazos y le sonreia tiernamente.

Cuando la Bio pregunto al respecto de "pintar" supe que esa conversación se alargaría más de la cuenta como no utilizara un lenguaje algo más... Comprensible para la maquina, a falta de una descripción mejor. Me rasqué la barba de dos días, tratando de entender todavía porque seguía con ese grupo de maleantes. ¿Quizás dentro de su enorme procesamiento no concebía la posibilidad de que aun pese a su presencia, seguía habiendo los mismos crímenes, solo que algo menos frecuentes? Casi me pareció adorable.

- Ahora revisare tus heridas ¿Si?

La propuesta me pillo algo fuera de lugar, pues estaba sumido en mis pensamientos. Antes de darme cuenta, tenia encima a la Bio, que ya había puesto sus manos (jodidamente más frías y solidas de lo que parecía) sobre mi cabeza.

- Estoy segura que puedo hacerlo sin que duela
- Suena muy alentador... - Dije totalmente sarcástico.

Cuando me levanto el cuello, la mire de reojo. Debido a las ropas, no tenia buen angulo. Pero seguro que pese a ser robot, debía tener una buena delantera. Me pregunte en silencio si los robots podrían siquiera tener relaciones.

- ¿Te golpearon mucho en la parte de los hombros y pecho? Deberías quitarte la camisa.

Sonrei ante esa tentadora propuesta, mientras empezaba a desabotonarme deliberadamente, no me importaba en absoluto quien estuviera allí... Pero el pequeño de Uri decidió que era buen momento para interrumpir. Yo trate, sin éxito, de atraparlo al mismo tiempo que la Bio tomaba el libro. Vi como se sentaba algo apartado y simplemente le mire largamente con una cara de morros... Hasta que oí de nuevo a la Bio. Levanté la cabeza atento.

- “Son demasiadas moneras, las dejaré en sitio zeguro”. “Busqué otro lugar. Ahora que Harry está muerto no tengo que prehocuparme”

Tuve que plantearme rápido el como aprovechar esa situación. Tenía que convencer a la robot, al niño y la oso de que había que encontrar sin lugar a dudas, tal tesoro.

- ¡Que injusticia! - Dije poniéndome en pie de pronto. Noté también alguna de las heridas abrirse, pero no hice caso, había que seguir con la funcion. - ¡Atacar a unos pobres viajeros para quedarse con su oro! - Puse mi mano en el pecho, con el rostro totalmente ultrajado. - Estos... ¡Abusadores infantiles! - Casi pude notar el pecho de Uri inflarse de gusto al oírme soltar eso. - Sin lugar a dudas, como responsable de este grupo de malhechores, señorita Zöe, lo adecuado seria recuperar este supuesto botín y devolvérselo a los parientes más próximos! Oh... - Me detuve de pronto, como si recordara algo. - Claro que usted va en dirección contraria... No veo otra forma: Yo me encargare de llevar el botín personalmente mientras usted va a su base y procura que estos bandidos no causen más mal.

Puse los brazos en jarra sobre mi cintura. Había sido un buen soliloquio. Faltaría ver que tanto se lo habían creído esos panolis.

Bruna simplemente no podía escucharlo más, cada palabra que soltaba ese hombre le daba ganas de echarlo a un rio a ver si se calmaba. ¿devolver el tesoro a sus legítimos propietarios? Ni siquiera sabiendo como encontrar a todas las personas que fueron asaltadas por los bandidos esas pobres gentes volverían a ver un centavo de mano de este fanfarrón.

Todos sus manierismos la ponían en alerta, y había “algo”, en ese tono de voz con el que hablaba, que le ponía los pelos de punta y le gritaba “serpiente”, aunque no parecía una físicamente.

La ursina se levanto soltando un pesado suspiro y agarro al tal Kaladar de la nuca de su chaqueta y lo levanto por encima de su cabeza con el esfuerzo que alguien levanta un trapo mojado del suelo -¿y tengo que creer que realmente vas a tomarte el tiempo de buscar a las victimas de los atracos y devolverles el tesoro el lugar de derrocharlo en varios vicios en la ciudad mas cercana?- pregunto la mujer bestia sin ocultar la indignación en su voz -a mi no me engañas, tu no tienes ni idea de como encontrar a los dueños de esas riquezas, ni te importa, tienes el aroma, pinta y tono, de un embustero- exclamo cerrando un ojo en una mueca de grima.

Tenía que convencer a los otros dos de las falacias de este sujeto, pero el pequeño Uriel no parecía interesado, aparentemente los bandidos le habían hecho mal y solo le interesaba vengarse, aunque no lo admitiera, y la pobre Bio no parecía ser capaz de entender cuando alguien le mentía, pero otra idea le vino a la mente, eso de devolverle el dinero a los dueños parecía demasiado fantasioso visto desde un punto de vista lógico, tal vez sería más fácil convencer a Zöe de tomar una acción más sensata.

Tal ves seria mejor que te quedes tu con el tesoro- dijo Bruna dejando caer a Kaladar al piso mientras sonreía con una pequeña expresión de malicia -tu eres la líder de la banda ahora, el tesoro es tuyo por derecho, estoy segura que en lugar de perder el tiempo en una infructuosa búsqueda de los originales dueños de esos bienes robados encontraras un mejor uso para beneficiarte a ti y a tus compañeros bios- Bruna había escuchado historia sobre los cibernéticos, y decidió intentar arruinar el plan de Kaladar de llenarse los bolsillos apelando al sentido de lógica y hermandad entre los bio cibernéticos que tanto había escuchado.

Me rasqué el cuello aun con una sonrisa. Tenia claro que la osa no iba a dejarse convencer tan fácilmente, por lo que también había planteado y contemplado la posibilidad.
Me levanté elegantemente mientras me sacudía el polvo del gabán y me encogía de hombros.

- Hay que ver, que poco honor tiene aquí la gente... - Dije a nadie en concreto. - Quedarse el dinero no solo podría hacer que otras personas se hicieran daño entre ellas en el intento de recuperarlo... ¿No te das cuenta, querida Bruna, que este dinero puede suponer que otros pobres mortales, tales como granjeros con poco influjo económico, puedan padecer de hambre? ¿De amenazas?

Miré a la Bio de reojo, solo para asegurarme que mis palabras alcanzaban sus oídos.

- Sin lugar a dudas, nuestra superior amiga, tanto a nivel intelectual como físico - Dije este ultimo con un remarcado acento - Zöe haría un buen uso del dinero... Pero seria problemático que en el proceso otros pobres organicos se lastimaran.

Di dos pasos, poniéndome al lado de Zöe y mirando a Bruna con una sonrisa picara y entrecerrando los ojos.

- Espero que no quieras lastimar tu a esas pobres familias... Puesto que lo mejor sin duda seria devolverlo a quien pertenezca. - Me puse la mano en el pecho de nuevo - Casi me ofende que pienses que solo voy por propio interés... Juro por todos mis amigos que jamas obraría de tal manera.

A medida que hablaba, pude ver de reojo como Zöe obtenía el mapa. Yo lo estudié con ella y, tras ver sus capacidades, sin duda quería que me acompañara. Era más que suficiente como para poder tomar el dinero, pirarse argumentando que iba a dárselo a los dueños y desaparecer con un buen puñado de monedas en el bolsillo. Cuando Zöe finalizo y salió de la tienda, yo me gire a mirar a la oso y al mocoso. Le dedique una amable sonrisa al pequeño y otra a la osa.
Tras salir, pude ver la pequeña conversación con los bandidos.

- ¿Se va a ir, Jefe?
- Así es, pero regresaré pronto ¿Correcto?
- ¿Por qué se marcha? Deberíamos ir con ella.
- No creo que sea necesario, no es una tarea compleja.

Yo cavilé unos segundos, haciendo ver que planteaba la posibilidad mientras Zöe me miraba.

- Sera mejor que no. Alguien tiene que vigilar el campamento y que todos estén bien. Casi seguro que Bruna es perfectamente capaz de tenerlos a ralla si se queda, pero quizás mejor que este uno de vosotros para asegurar que todos hacen lo que toca... - Me acerqué disimuladamente a Zöe para argumentar, esta vez solo para ella. - Ademas, no podemos saber con certeza si alguno de ellos puede hacer daño a otras personas si conociera la naturaleza de nuestra pequeña escabullida. Es mejor que actúen sin saber por el momento... Por su propio bienestar y seguridad, por supuesto.

Pensé que, sin lugar a dudas, tratar con Zöe iba a ser mucho más sencillo que tratar con los otros dos, puesto que prácticamente tenia una especie de robot-escudo a mi servicio siempre y cuando encontrara los argumentos necesarios como para hacerle entender que era lo mejor para "el bienestar y seguridad" de alguien. Sonreí educadamente a los bandidos.

Era bastante posible que los otros dos nos siguieran, tanto disimulada como abiertamente, pero ya me encargaría de eso más adelante. En el peor de los casos... Solo tendría que mentir un poco más.

Me giré a la Bio con una sonrisa.

- ¿Vamos?

Bruna considero la oferta del pequeño, pero luego se dio cuenta que los bandidos eran muy impredecibles para dejarlos solos, eran como niños crecidos jugando con cuchillos afilados, la ursina no podía dejarlos solos, pero entonces pensó en algo.

La ursina rugo por las cosas en esa tienda y saco una daga, el diseño era simple, pero estaba en buen estado y se la paso a Uriel -lo siento pequeño, pero tengo que cuidar que estos niños grandes- dijo la osa estando arrodillada frente al niño.

El comentario alcanzo la oreja de uno de los bandidos presentes que le dirigió una mirada despectiva a la osa, quien al darse cuenta le devolvió la mirada mientras sonreía maliciosamente al enseñarle una de sus zarpas afiladas al bandolero, quien respondió desviando la mirada y alejándose mientras silbaba nerviosamente -como ves si no estoy presente para cuidarlos capaz y caen sobre sus cuchillos por accidente, toma esta daga y sigue en secreto a nuestra amiga y a ese bueno para nada que la acompaña, asegúrate de que no intente nada raro- le dijo mirándole a los ojos -si ves algo sospechoso llámame, tengo buen oído te escuchare desde muy lejos- agrego la ursina mientras salía de la tienda y le hacia una seña a Urial para que saliera sin dejarse notar por el resto de forajidos.

Bruna se dirigió al centro del campamento, había dejado su martillo en la tienda, pero era demasiado grande y pesado para que un humano pudiese escabullirse con él, además que los pordioseros le tenían suficiente respeto a su líder bio mecánica para no entrar a su tienda sin su permiso.

La ursina noto un altercado entre dos bandidos, una discusión sobre un juego de dados que parecía cerca de llegar a los golpes, ambos ya estaban de pie dándose empujones entre ellos y con sus armas colgadas de sus cinturones -a empezar mis deberes de niñera…- dijo Bruna en un suspiro.

La mujer bestia se acerco a ambos que estaban demasiado absortos en su pelea como para notarla aproximándose, pero el resto de los matones que miraban a los dos peleándose como si fuera alguna clase de espectáculo la vieron aproximarse, y tras tomar una distancia de seguridad, sonrieron con mas entusiasmo, porque la cosa se ponía mejor.

Bruna les dio a ambos, lo que para ella, era un leve empujón, pero tenia la suficiente fuerza de mandarlos de cara contra el piso, ambos al principio intentaron alcanzar sus armas, pero al darse cuenta de quien los había empujado, levantaron las manos en señal de rendición -¡escuchen!- exclamo la osa con suficiente volumen para que todos la escucharan -su jefa esta ocupada de momento, y me a pedido de que yo me hiciera cargo de cuidar de ustedes- anuncio con una sonrisa altanera -sepan que no seré tan gentil como ella si me hacen enojar- anuncio tronando sus nudillos, su sonrisa se volvió un poco más amenazante -¿hay alguna objeción?

Me encojí de hombros mientras alzaba los brazos ante la proposición de la Bio junto con una sonrisa.

- Suelo ser más de los que aprovechan el caminar, mejor aun si es con bellas compañías como la tuya. - Añadí con picardia y un gesto sonriente, levantando una mano en su dirección. Luego recuperé un poco la postura. - Pero no te falta razón, un carro o montura no iría mal...

Habiamos dejado el campamento atrás y cruzábamos el bosque andando sin demasiadas prisa. Tampoco tenia intenciones de adelantar a la Cibernetica. Las vistas de su espalda (y el final de esta) me parecían suficientemente interesantes como para dejarla ir por delante.

- Por aquí - Dijo de pronto girando hacia una esquina. - ¿Tus heridas no son una molestia para caminar?
- Sobreviviré... Pero agradezco la preocupación. - Dije con otra sonrisa. - Tengo un buen metabolismo en lo que se refiere a las heridas fisicas.

Se me vino una idea a la cabeza.

- De todas formas, siempre puede ser que no sea yo demasiado conocedor del campo de la medicina. No me importaría que me examinaras de nuevo cuando volvamos.

Si bien podía aprovechar que esa belleza me metiera mano un rato más no me importaría para nada. Siempre habría tiempo de adueñarse más adelante del tesoro en cuestión. Zöe no era difícil de engañar. Bruna estaría entretenida con los bandidos y Uri... Uri debía estar con bruna. Quizás pegandole la bronca a algunos bandidos.

Me preocupé ligeramente de que el pequeño acabara en líos, pero sacudí la cabeza. Ya se las apañaría. Era mayorcito... Más o menos.
Sería menos conveniente tenerlo cerca en cuanto tratara de quedarme con el tesoro. Pues seguro que diría algo al respecto.

- ¿A que distancia cae el lugar aproximadamente? - Si estaba lo suficientemente lejos, no sería problema desaparecer con ello si nos metíamos en un pueblecito cercano y engañaba a una familia para que me ayudara en el plan, ya que ademas, tenían a los bandidos relativamente cerca.

Miré el cielo. La noche ya había entrado y ya llevábamos un rato andando. Si no fuera por la Bio, probablemente hubiera acabado perdido desde hacia rato.

- Oye... - Dije cayendo en cuenta de algo. - ¿Exactamente que hacías tu en el campamento? No es que sea asunto mio, claro esta, pero casi mejor tener algo de que hablar. - Ademas de que a más conozca a la chica, más posibilidades habrá de llevarla a la cama, así como de engañarla.