Visita al Virrey [privado] [cerrado]
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Visita al Virrey [privado] [cerrado]
Rehacía el camino a regañadientes, murmurando para su interior. Se imaginaba al hombre observándola mientras se acercaba con aquella sonrisa ladina en los labios, con aquella miraba de superioridad, con las palabras de “sabía que volverías” a modo de saludo. Seguro que había quedado como una tonta al salir corriendo de las carpas, aunque bien visto no había sido la única en hacerlo, y ahora volvía con el rabo entre las piernas.
- Matthew Owens… - dijo casi sin despegar los labios cuando estaba acercándose a la zona de la carpa.
La bruja se quedó paralizada al llegar a la zona donde momentos antes se alzaba la carpa y tantas personas disfrutaban de aquel día. Miró a su alrededor, a pesar de quedar algunas personas en la zona, ya se estaban recogiendo las cosas para dejar la plaza despejada. Matthew no estaba ahí.
- La segunda tienda más grande de la ciudad…- susurró para sí misma dando una vuelta para mirar a su alrededor, ¿se suponía que debía identificarla fácilmente? –Di-disculpe…- susurró acercándose a una de las jóvenes que aun andaban por ahí. Se colocó un mechón de pelo tímidamente tras la oreja. – ¿No habréis encontrado un lobo de madera, por casualidad?
- No, lo siento, nosotras no nos ocupamos de esas cosas, cariño. –dijo tierna la rubia.
- Entiendo… ¿Sabría decirme donde se encuentra la segunda tienda más grande…?
- ¿Buscas a Matt? –le interrumpió con una sonrisa de oreja a oreja. Nahir abrió mucho los ojos, podría jurar que se había puesto roja como un tomate. Asintió con la cabeza. –Es muy fácil, cariño. Bajas esta misma calle y giras a la derecha, desde ahí ya podrás verla.
- Gracias.
- De nada…- contestó despidiéndose con un gesto de mano. – Que lo pases bien.
Nahir se quedó mirándola mientras se iba para después hacer el camino que le había indicado. ¿Qué lo pases bien? ¿Qué se había pensado? Ella tan solo iba a por su lobo de madera, seguro que se le había caído en la carpa, recordaba llevarlo encima cuando había subido al carro aquella misma mañana.
Giró a la derecha, y como le había indicado la joven, la carpa destacaba por encima de las otras, no había duda de que era aquella.
¿Quién sería aquel Matthew Owens? Se encogió de hombros pensado que se trataría de una especie de señor con bastante poder en la ciudad, de ahí lo de la gran tienda y lo de poder organizar algo como lo de las citas.
Se plantó frente a la entrada de la carpa, carraspeó, no sabía muy bien cómo empezar. Pensó en darse la vuelta y dar el objeto por perdido, sacudió la cabeza borrando aquel pensamiento. Suspiró intentando coger fuerzas.
- Matthew Owens… - dijo casi sin despegar los labios cuando estaba acercándose a la zona de la carpa.
La bruja se quedó paralizada al llegar a la zona donde momentos antes se alzaba la carpa y tantas personas disfrutaban de aquel día. Miró a su alrededor, a pesar de quedar algunas personas en la zona, ya se estaban recogiendo las cosas para dejar la plaza despejada. Matthew no estaba ahí.
- La segunda tienda más grande de la ciudad…- susurró para sí misma dando una vuelta para mirar a su alrededor, ¿se suponía que debía identificarla fácilmente? –Di-disculpe…- susurró acercándose a una de las jóvenes que aun andaban por ahí. Se colocó un mechón de pelo tímidamente tras la oreja. – ¿No habréis encontrado un lobo de madera, por casualidad?
- No, lo siento, nosotras no nos ocupamos de esas cosas, cariño. –dijo tierna la rubia.
- Entiendo… ¿Sabría decirme donde se encuentra la segunda tienda más grande…?
- ¿Buscas a Matt? –le interrumpió con una sonrisa de oreja a oreja. Nahir abrió mucho los ojos, podría jurar que se había puesto roja como un tomate. Asintió con la cabeza. –Es muy fácil, cariño. Bajas esta misma calle y giras a la derecha, desde ahí ya podrás verla.
- Gracias.
- De nada…- contestó despidiéndose con un gesto de mano. – Que lo pases bien.
Nahir se quedó mirándola mientras se iba para después hacer el camino que le había indicado. ¿Qué lo pases bien? ¿Qué se había pensado? Ella tan solo iba a por su lobo de madera, seguro que se le había caído en la carpa, recordaba llevarlo encima cuando había subido al carro aquella misma mañana.
Giró a la derecha, y como le había indicado la joven, la carpa destacaba por encima de las otras, no había duda de que era aquella.
¿Quién sería aquel Matthew Owens? Se encogió de hombros pensado que se trataría de una especie de señor con bastante poder en la ciudad, de ahí lo de la gran tienda y lo de poder organizar algo como lo de las citas.
Se plantó frente a la entrada de la carpa, carraspeó, no sabía muy bien cómo empezar. Pensó en darse la vuelta y dar el objeto por perdido, sacudió la cabeza borrando aquel pensamiento. Suspiró intentando coger fuerzas.
Última edición por Nahir el Dom Oct 20 2019, 21:37, editado 1 vez
Nahir
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Re: Visita al Virrey [privado] [cerrado]
El Virrey jugaba con una pequeña figura de madera que asemejaba la forma de un lobo, la giraba sosteniéndola con la punta de los dedos. Se encontraba sentado de lado en un viejo pero cómodo sofá que tenía en la sala principal de la tienda/prostíbulo, sus piernas colgaban por arriba del apoya brazo, y las balanceaba con pereza mientras se perdía en sus pensamientos.
Alrededor suyo en cambio el caos iba en aumento. Acababan de terminar con el último evento que Matt había organizado, de la carpa que habían utilizado ya casi no quedaba nada, pero lo más trabajoso era regresar todos los muebles y decorado para devolverlos a sus lugares de origen. Claro que Owens no se encargaba de nada de eso ¡Por supuesto que no! Él estaba para cosas más elevadas, como... Y también... En fin, muchas cosas de mucha importancia que no era necesario detallar.
-Esa sonrisa... - Dijo una voz femenina a sus espaldas - Me dice que acabas de hacer de las tuyas nuevamente ¿Cierto? - Unos brazos rodearon los hombros de Matt, quien seguía jugando con la figura.
-Y algo me dice que cierta persona tiene pocas ganas de trabajar hoy ¿Cierto? - Él sonreía, pero la mujer entendió que no había simpatía alguna en su gesto - Supongo entonces que ya tienes resuelto como vas a pagar este mes-
-¿Por que me lo preguntas así? Tan... de imprevisto - Retiró el abrazo e intento fingir indignación.
-Porque me debes dos meses - Estiró la cabeza hacía atrás para poder verla a los ojos - ¿Cuántos dedos te quedan? Deberías pensar en ello, cielo - Matthew se había comportado especialmente desagradable, quería que la mujer se fuera, que lo dejara solo mientras esperaba a la verdadera invitada.
Cuando por fin se quedó solo, no en un sentido literal, ya que la sala estaba llena de gente haciendo cosas, volvió a jugar con la figura hasta que se aburrió de ella y la dejó apoyada en una mesa pequeña que estaba junto al sillón. Había posibilidades de que no se diera cuenta que le faltaba algo “Sí podría ser” o que decidiera que la figura no era tan importante, “También”
Pero en todo caso la inversión de tiempo y esfuerzo había sido mínima, robar era tan sencillo como respirar para alguien como Matt, quitarle un objeto cualquiera a Nahir no había resultado ninguna dificultad. Se relamió, ya podía saborearla, sería sumamente placentero tenerla allí de nuevo, jugando a ser inocente, fingiendo no saber lo que iba a suceder...
-¿Señor Matt? - Está vez era la voz de una jovencita la que lo despertó, seguramente tenía unos catorce años, Owens no recordaba su nombre - Alguien pide verlo -
-¿Ya? ¡Que maravilla! - Se pasó una mano por el pelo - ¿Cómo me veo? - Llevaba puestas unas telas muy ligeras, los pantalones eran sueltos, no llevaba calzado alguno y la camisa carecía de botones, solo se cruzaba por delante - Oh, déjalo así, solo tráela aquí - Siguió sentado de costado en el sillón, esperando como un niño ansioso a que le trajeran su regalo.
Alrededor suyo en cambio el caos iba en aumento. Acababan de terminar con el último evento que Matt había organizado, de la carpa que habían utilizado ya casi no quedaba nada, pero lo más trabajoso era regresar todos los muebles y decorado para devolverlos a sus lugares de origen. Claro que Owens no se encargaba de nada de eso ¡Por supuesto que no! Él estaba para cosas más elevadas, como... Y también... En fin, muchas cosas de mucha importancia que no era necesario detallar.
-Esa sonrisa... - Dijo una voz femenina a sus espaldas - Me dice que acabas de hacer de las tuyas nuevamente ¿Cierto? - Unos brazos rodearon los hombros de Matt, quien seguía jugando con la figura.
-Y algo me dice que cierta persona tiene pocas ganas de trabajar hoy ¿Cierto? - Él sonreía, pero la mujer entendió que no había simpatía alguna en su gesto - Supongo entonces que ya tienes resuelto como vas a pagar este mes-
-¿Por que me lo preguntas así? Tan... de imprevisto - Retiró el abrazo e intento fingir indignación.
-Porque me debes dos meses - Estiró la cabeza hacía atrás para poder verla a los ojos - ¿Cuántos dedos te quedan? Deberías pensar en ello, cielo - Matthew se había comportado especialmente desagradable, quería que la mujer se fuera, que lo dejara solo mientras esperaba a la verdadera invitada.
Cuando por fin se quedó solo, no en un sentido literal, ya que la sala estaba llena de gente haciendo cosas, volvió a jugar con la figura hasta que se aburrió de ella y la dejó apoyada en una mesa pequeña que estaba junto al sillón. Había posibilidades de que no se diera cuenta que le faltaba algo “Sí podría ser” o que decidiera que la figura no era tan importante, “También”
Pero en todo caso la inversión de tiempo y esfuerzo había sido mínima, robar era tan sencillo como respirar para alguien como Matt, quitarle un objeto cualquiera a Nahir no había resultado ninguna dificultad. Se relamió, ya podía saborearla, sería sumamente placentero tenerla allí de nuevo, jugando a ser inocente, fingiendo no saber lo que iba a suceder...
-¿Señor Matt? - Está vez era la voz de una jovencita la que lo despertó, seguramente tenía unos catorce años, Owens no recordaba su nombre - Alguien pide verlo -
-¿Ya? ¡Que maravilla! - Se pasó una mano por el pelo - ¿Cómo me veo? - Llevaba puestas unas telas muy ligeras, los pantalones eran sueltos, no llevaba calzado alguno y la camisa carecía de botones, solo se cruzaba por delante - Oh, déjalo así, solo tráela aquí - Siguió sentado de costado en el sillón, esperando como un niño ansioso a que le trajeran su regalo.
Matthew Owens
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Re: Visita al Virrey [privado] [cerrado]
- No. – dijo cuando ya estaba prácticamente con la manos alzada para abrir la tienda. Se dio la vuela y se dispuso a irse.
- ¿Hola? – paró en seco al escuchar una voz femenina a sus espaldas. – Te lo estoy diciendo a ti… - dijo en un tono tierno la joven, acercándose a la morena y tocando su antebrazo. Nahir se giró y le dedicó una tremola sonrisa.
- Si, hola. Lo siento yo… - la joven la examinaba con aquellos grandes ojos azules. – Estoy buscando a Matthew Owens, creo que es… - No le hizo falta terminar la frase, la joven ya estaba asintiendo con la cabeza al escuchar el nombre del virrey.
- Sí, claro que es aquí. Vamos, te acompaño… - la de ojos azules la cogió de la mano y tiró de ella hacía el interior de la tienda. – Y dime, ¿Eres nueva por...?
- Cielo. ¿Quién es la señorita? – una mujer algo más mayor que Nahir se acercó a ellas.
- Viene a ver a ver al señor Matt.
- Entonces habría que avisarle de que tiene visita.
- Claro. Ahora vengo. – esto último lo dijo mirando a la bruja.
Nahir estaba callada, examinando la tienda. Sus ojos se encontraron con la mujer que tenía delante, a la cual encontró mirándola intensamente, parecía que no había parte de su cuerpo que no hubiese examinado con detenimiento.
- ¿Cómo te llamas, cielo?
- Nahir…
- Y dime Nahir, ¿quieres una copa?
- Oh, no, gracias. Ya bebí suficiente por hoy. – dos copas exactamente, demasiadas para una joven bruja poco acostumbrada al alcohol, lo mejor sería no pasarse.
- Suficiente, ¿eso existe? –preguntó jovial, con una sonrisa que dejaba ver una perfecta y blanca dentadura. Nahir movía sus anillos, inquieta. - ¿Y qué has venido a hacer, cielo?
- El señor Matt te está esperando dentro. – la salvó la joven de ojos azules, haciéndole un gesto con la mano como para que la acompañase.
- Nos vemos luego…- dijo coqueta la mujer antes de guiñarle un ojo de desaparecer.
La chica joven la codujo por la carpa hasta llevarla donde se encontraba el virrey. Había mucha gente, pero no le fue difícil localizarlo.
Para cuando llegó al sillón donde este estaba sentado, la joven ya se había ido, Nahir no se había dado cuanta hasta que giró la cabeza, buscándola.
Miró al hombre, aquellos ojos de color gris eran profesionales en hacer que la joven bruja se pusiese nerviosa.
- Hola, nos hemos visto antes… -dijo antes de que el hombre pudiese hablar, pensó que aquello le daría seguridad. -… el caso es que se me ha perdido un…- sus ojos se deslizaron apenas un poco, lo justo para ver el lobo de madera en la mesa que había al lado del sillón. –Lo has encontrado…
- ¿Hola? – paró en seco al escuchar una voz femenina a sus espaldas. – Te lo estoy diciendo a ti… - dijo en un tono tierno la joven, acercándose a la morena y tocando su antebrazo. Nahir se giró y le dedicó una tremola sonrisa.
- Si, hola. Lo siento yo… - la joven la examinaba con aquellos grandes ojos azules. – Estoy buscando a Matthew Owens, creo que es… - No le hizo falta terminar la frase, la joven ya estaba asintiendo con la cabeza al escuchar el nombre del virrey.
- Sí, claro que es aquí. Vamos, te acompaño… - la de ojos azules la cogió de la mano y tiró de ella hacía el interior de la tienda. – Y dime, ¿Eres nueva por...?
- Cielo. ¿Quién es la señorita? – una mujer algo más mayor que Nahir se acercó a ellas.
- Viene a ver a ver al señor Matt.
- Entonces habría que avisarle de que tiene visita.
- Claro. Ahora vengo. – esto último lo dijo mirando a la bruja.
Nahir estaba callada, examinando la tienda. Sus ojos se encontraron con la mujer que tenía delante, a la cual encontró mirándola intensamente, parecía que no había parte de su cuerpo que no hubiese examinado con detenimiento.
- ¿Cómo te llamas, cielo?
- Nahir…
- Y dime Nahir, ¿quieres una copa?
- Oh, no, gracias. Ya bebí suficiente por hoy. – dos copas exactamente, demasiadas para una joven bruja poco acostumbrada al alcohol, lo mejor sería no pasarse.
- Suficiente, ¿eso existe? –preguntó jovial, con una sonrisa que dejaba ver una perfecta y blanca dentadura. Nahir movía sus anillos, inquieta. - ¿Y qué has venido a hacer, cielo?
- El señor Matt te está esperando dentro. – la salvó la joven de ojos azules, haciéndole un gesto con la mano como para que la acompañase.
- Nos vemos luego…- dijo coqueta la mujer antes de guiñarle un ojo de desaparecer.
La chica joven la codujo por la carpa hasta llevarla donde se encontraba el virrey. Había mucha gente, pero no le fue difícil localizarlo.
Para cuando llegó al sillón donde este estaba sentado, la joven ya se había ido, Nahir no se había dado cuanta hasta que giró la cabeza, buscándola.
Miró al hombre, aquellos ojos de color gris eran profesionales en hacer que la joven bruja se pusiese nerviosa.
- Hola, nos hemos visto antes… -dijo antes de que el hombre pudiese hablar, pensó que aquello le daría seguridad. -… el caso es que se me ha perdido un…- sus ojos se deslizaron apenas un poco, lo justo para ver el lobo de madera en la mesa que había al lado del sillón. –Lo has encontrado…
Nahir
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Re: Visita al Virrey [privado] [cerrado]
La llegada de su invitada pareció iluminar el lugar, el Virrey respiró profundo y esperó unos segundos antes de dejar ir su fragancia, sonreía ampliamente, pero no como cuando estaba pensando en hacer algo malo, sino con entusiasmo y quizás hasta algo de ilusión. Era imposible saber qué tenía planeado para esa velada, pero resultaba evidente que se estaba dejando llevar por la emoción, sin tener en consideración lo que Nahir sintiera o quisiera.
-Bienvenida, Mi Muy Querida Invitada - Se sentó derecho, desbordante de amabilidad - Que bello es tenerte aquí de nuevo, creo que esto puede ser considerado como una casualidad del destino - Desvió la mirada hacía la figura sobre la mesa - Oh, eso... - La agarró y la observó durante algunos segundos, luego miró a Nahir a los ojos - No lo encontré, Cielo, te lo robé, creo que esa es la palabra que estás buscando “Robar”, “Hurtar”, “Atracar”- Hizo un gesto con la mano para decir “etcétera”.
Era una confesión de lo más descarada, y para que resultara aún más desvergonzado, se guardó la figura entre los pliegues de la ropa. Luego se puso de pie y adelantó un paso hacía la joven, aún estaban a una distancia razonable, pero Matt se las arreglaba para ser intimidante incluso estando desarmado y a una distancia prudente.
-De verdad lamento con el alma el tener que haber recurrido a un recurso como ese, hubiese preferido que aceptaras quedarte conmigo de buenas a primeras - Hizo una media sonrisa, algo picara - Pero eres esquiva, no te dejas atrapar con facilidad, jajaja ¡Y yo respeto eso! Aunque la perspectiva de no volver a verte me resultaba tremendamente angustiante. Así que... - Según su lógica, sólo había hecho lo que era necesario para no tener que pasar por el desconsuelo de perderla. Sonaba convincente - De todos modos, si decidiste regresar en cierto modo estás aceptando mi invitación ¿No es cierto? - “Es como dar tu aprobación de modo indirecto”
Se escucharon unas risas a través de las cortinas, aparentemente algunas de las muchachas estaban espiando la situación. Matthew levantó una ceja y miró la puerta que estaba atrás de Nahir, levantó una mano e hizo un gesto como para espantar a las visitantes no deseadas. Algunas le hicieron caso, otras querían seguir viendo cómo se desarrollaba tan interesante encuentro.
-Sí van a estar allí paradas, al menos ayudenme un poco, traigan algo de comer y también mmm un poco de té, hagamos sentir cómoda a nuestra invitada - Se quedó pensando y agregó - Traigan aquellos higos en almíbar que “encontramos” - Y al decir esa palabra le guiñó un ojo a Nahir - en aquel cargamento de comerciantes. Y para algo tan dulce necesitamos un té que sea suave, sino resultaría demasiado empalagoso -
En ningún momento ponía en duda que la mujer se quedaría a tomar algo y charlar ¿Por qué pasaría siquiera esa idea por su mente? Era el Virrey, todo lo que estuviera dentro de los márgenes de esa Ciudad le pertenecía. Nahir había tenido la posibilidad de escapar, pero había preferido regresar, por como Matt lo veía, su destino acababa de quedar sellado.
-Bienvenida, Mi Muy Querida Invitada - Se sentó derecho, desbordante de amabilidad - Que bello es tenerte aquí de nuevo, creo que esto puede ser considerado como una casualidad del destino - Desvió la mirada hacía la figura sobre la mesa - Oh, eso... - La agarró y la observó durante algunos segundos, luego miró a Nahir a los ojos - No lo encontré, Cielo, te lo robé, creo que esa es la palabra que estás buscando “Robar”, “Hurtar”, “Atracar”- Hizo un gesto con la mano para decir “etcétera”.
Era una confesión de lo más descarada, y para que resultara aún más desvergonzado, se guardó la figura entre los pliegues de la ropa. Luego se puso de pie y adelantó un paso hacía la joven, aún estaban a una distancia razonable, pero Matt se las arreglaba para ser intimidante incluso estando desarmado y a una distancia prudente.
-De verdad lamento con el alma el tener que haber recurrido a un recurso como ese, hubiese preferido que aceptaras quedarte conmigo de buenas a primeras - Hizo una media sonrisa, algo picara - Pero eres esquiva, no te dejas atrapar con facilidad, jajaja ¡Y yo respeto eso! Aunque la perspectiva de no volver a verte me resultaba tremendamente angustiante. Así que... - Según su lógica, sólo había hecho lo que era necesario para no tener que pasar por el desconsuelo de perderla. Sonaba convincente - De todos modos, si decidiste regresar en cierto modo estás aceptando mi invitación ¿No es cierto? - “Es como dar tu aprobación de modo indirecto”
Se escucharon unas risas a través de las cortinas, aparentemente algunas de las muchachas estaban espiando la situación. Matthew levantó una ceja y miró la puerta que estaba atrás de Nahir, levantó una mano e hizo un gesto como para espantar a las visitantes no deseadas. Algunas le hicieron caso, otras querían seguir viendo cómo se desarrollaba tan interesante encuentro.
-Sí van a estar allí paradas, al menos ayudenme un poco, traigan algo de comer y también mmm un poco de té, hagamos sentir cómoda a nuestra invitada - Se quedó pensando y agregó - Traigan aquellos higos en almíbar que “encontramos” - Y al decir esa palabra le guiñó un ojo a Nahir - en aquel cargamento de comerciantes. Y para algo tan dulce necesitamos un té que sea suave, sino resultaría demasiado empalagoso -
En ningún momento ponía en duda que la mujer se quedaría a tomar algo y charlar ¿Por qué pasaría siquiera esa idea por su mente? Era el Virrey, todo lo que estuviera dentro de los márgenes de esa Ciudad le pertenecía. Nahir había tenido la posibilidad de escapar, pero había preferido regresar, por como Matt lo veía, su destino acababa de quedar sellado.
Matthew Owens
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Re: Visita al Virrey [privado] [cerrado]
¿! Destino !?
La bruja abrió muchos los ojos, intentando asimilar lo que estaba escuchando, miraba al hombre y después la figura. ¿Cómo podía haber sido tan estúpida?
- Pe-pero…- ni siquiera sabía que decir.
El hombre estaba diciendo abiertamente que le había robado el lobo, como si aquello fuese lo más normal del mundo. La joven bruja se quedó con cara de tonta, incrédula, ¿se trataba todo aquello de una broma? El hombre se volvió a guardar la figura, ante aquel gesto, Nahir se había quedado con la mano alzada en dirección al virrey, ya que pensaba que se la iba a entregar.
Entonces el hombre se levantó y empezó a restar los metros que les separaba, la joven dio un paso atrás instintivamente.
Separó los labios para reprocharle, pero este sonrió de una manera que volvió a dejarla sin palabras. No hacía falta mirarse a un espejo para saber que se había puesto roja como un tomate, le ardían las mejillas y las orejas.
Tragó saliva, intentando armarse de valor para contestarle.
- S-si lo hubieses respetado… no me hubieses robado…- alzó la vista para mirar al virrey a los ojos. – Además, volver a por una pertenencia no es aceptar ninguna invitación. No creo…- miró a su alrededor, podían escucharse risas detrás de las cortinas. -…que tenga nada que ofrecerte. –sí, definitivamente aquello era una broma.
- ¿Me devuelves ya mi….? – la interrumpió Matt, organizando a la chicas.
Cuando el hombre le guiñó el ojo la bruja sintió una punzada en el estómago. Aunque, a decir verdad, la actitud del hombre estaba haciendo que la joven se sintiese más valiente de hablar y a pesar de la situación, más cómoda.
- ¿No será también para poder invitar al comerciante a un té? – preguntó alzando una ceja. –No veo qué interés puede tener una persona… - hizo una pequeña pausa, de nuevo mirando a su alrededor, a las chicas -… como tú en pasar un rato con una persona como yo.- le sorprendió el caso y la eficiencia de las chicas. Con todo aquel espectáculo no le quedaba duda en que Matthew era una persona importante, pero eso a ella no le importaba.
- Solo un vaso, después me voy…- la verdad es que le había sonado muy bien eso de “higos en almíbar”.
Perdón por el retraso !!La bruja abrió muchos los ojos, intentando asimilar lo que estaba escuchando, miraba al hombre y después la figura. ¿Cómo podía haber sido tan estúpida?
- Pe-pero…- ni siquiera sabía que decir.
El hombre estaba diciendo abiertamente que le había robado el lobo, como si aquello fuese lo más normal del mundo. La joven bruja se quedó con cara de tonta, incrédula, ¿se trataba todo aquello de una broma? El hombre se volvió a guardar la figura, ante aquel gesto, Nahir se había quedado con la mano alzada en dirección al virrey, ya que pensaba que se la iba a entregar.
Entonces el hombre se levantó y empezó a restar los metros que les separaba, la joven dio un paso atrás instintivamente.
Separó los labios para reprocharle, pero este sonrió de una manera que volvió a dejarla sin palabras. No hacía falta mirarse a un espejo para saber que se había puesto roja como un tomate, le ardían las mejillas y las orejas.
Tragó saliva, intentando armarse de valor para contestarle.
- S-si lo hubieses respetado… no me hubieses robado…- alzó la vista para mirar al virrey a los ojos. – Además, volver a por una pertenencia no es aceptar ninguna invitación. No creo…- miró a su alrededor, podían escucharse risas detrás de las cortinas. -…que tenga nada que ofrecerte. –sí, definitivamente aquello era una broma.
- ¿Me devuelves ya mi….? – la interrumpió Matt, organizando a la chicas.
Cuando el hombre le guiñó el ojo la bruja sintió una punzada en el estómago. Aunque, a decir verdad, la actitud del hombre estaba haciendo que la joven se sintiese más valiente de hablar y a pesar de la situación, más cómoda.
- ¿No será también para poder invitar al comerciante a un té? – preguntó alzando una ceja. –No veo qué interés puede tener una persona… - hizo una pequeña pausa, de nuevo mirando a su alrededor, a las chicas -… como tú en pasar un rato con una persona como yo.- le sorprendió el caso y la eficiencia de las chicas. Con todo aquel espectáculo no le quedaba duda en que Matthew era una persona importante, pero eso a ella no le importaba.
- Solo un vaso, después me voy…- la verdad es que le había sonado muy bien eso de “higos en almíbar”.
Nahir
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Re: Visita al Virrey [privado] [cerrado]
Aunque físicamente se mantenían alejados, Matthew avanzaba a nivel simbólico, su manera de moverse, la forma en que modulaba su voz, él como centraba la mirada en Nahir, todos esos pequeños detalles estaban perfectamente calculados para que sea él quien se impusiera. Dejar desarmada a la hechicera, de eso se trataba, sí pensaban a nivel de las razas era Nahir la que tenía la ventaja, pero sí Matthew lograba que perdiera la concentración entonces no debería haber riesgo alguno.
-¿Y permitir que te fueras sin más? ¿Dejando librado al azar el volver a cruzarme contigo? Me parece que estás siendo muy injusta conmigo - Apoyó una mano sobre su corazón - ¿Acaso no estás tomando en serio mis claras manifestaciones de afecto? Es decir, sé que soy reconocido en todo Aerandir, el Virrey de la Ciudad más popular del continente, y un seductor incontrolable - Era impresionante que pudiera decir todo eso sin que se le cayera la cara de vergüenza - Pero también soy una persona que vive y siente, al igual que tu y que cualquiera -
Su gesto era muy dramático, con el ceño fruncido como si en verdad estuviera dolido con las palabras de Nahir, al final suspiró y se cruzó de brazos. Mientras las muchachas entraban en la habitación para cumplir con las órdenes del Estafador, este se dio media vuelta, ignorando a consciencia a su tan querida invitada.
Cuando volvió a mirarla sonreía nuevamente.
-Te tienes en muy baja estima, Cielo Mío - Nuevamente se empezó a acercar - Tu puedes darme muchas cosas, cosas que serían hermosas y recordaríamos por el resto de nuestras vidas. Cosas que te harían sonrojar y tartamudear si decidieras contárselas a alguien - Se sonreía con picardía - Y aunque la idea me resulta tan agradable, lamentablemente tendré que negarme y dejar pasar tan maravillosa oportunidad. Sí te deja más tranquila, soy un hombre felizmente casado, y no una sino tres veces, además de dos veces comprometido - Hacía memoria mientras las contaba con los dedos - Así que estas fuera de peligro, relájate, ¿Sí Cariño? No me gusta verte tan tensa -
Matthew se dejó caer y parecía que iba a seguir hasta el piso, pero muy eficientemente una de las muchachas le puso una silla en el momento preciso. Se cruzó de piernas y observó fijamente a la Hechicera, luego le hizo un gesto para que se sentara a su lado, una mesa pequeña había sido movida y el té ya estaba servido, los higos aparecieron pocos segundos después, junto a unas toallas húmedas para que se limpiaran los dedos antes y después de comer.
-Por sí no ha quedado claro, además de ser el Virrey de Ciudad Lagarto, me dedico a los negocios. Digamos que por más que no necesite el dinero, es una actividad que me mantiene entretenido - Y por primera vez parecía estar hablando en serio - ¿Te das cuenta del tipo de trabajo que se hace aquí? Claro que sí, eres una chica lista, debiste notarlo en cuanto terminamos el Evento de parejas - Acercó un poco el rostro a la Hechicera - Dime Nahir ¿Qué piensas del amor? -
-¿Y permitir que te fueras sin más? ¿Dejando librado al azar el volver a cruzarme contigo? Me parece que estás siendo muy injusta conmigo - Apoyó una mano sobre su corazón - ¿Acaso no estás tomando en serio mis claras manifestaciones de afecto? Es decir, sé que soy reconocido en todo Aerandir, el Virrey de la Ciudad más popular del continente, y un seductor incontrolable - Era impresionante que pudiera decir todo eso sin que se le cayera la cara de vergüenza - Pero también soy una persona que vive y siente, al igual que tu y que cualquiera -
Su gesto era muy dramático, con el ceño fruncido como si en verdad estuviera dolido con las palabras de Nahir, al final suspiró y se cruzó de brazos. Mientras las muchachas entraban en la habitación para cumplir con las órdenes del Estafador, este se dio media vuelta, ignorando a consciencia a su tan querida invitada.
Cuando volvió a mirarla sonreía nuevamente.
-Te tienes en muy baja estima, Cielo Mío - Nuevamente se empezó a acercar - Tu puedes darme muchas cosas, cosas que serían hermosas y recordaríamos por el resto de nuestras vidas. Cosas que te harían sonrojar y tartamudear si decidieras contárselas a alguien - Se sonreía con picardía - Y aunque la idea me resulta tan agradable, lamentablemente tendré que negarme y dejar pasar tan maravillosa oportunidad. Sí te deja más tranquila, soy un hombre felizmente casado, y no una sino tres veces, además de dos veces comprometido - Hacía memoria mientras las contaba con los dedos - Así que estas fuera de peligro, relájate, ¿Sí Cariño? No me gusta verte tan tensa -
Matthew se dejó caer y parecía que iba a seguir hasta el piso, pero muy eficientemente una de las muchachas le puso una silla en el momento preciso. Se cruzó de piernas y observó fijamente a la Hechicera, luego le hizo un gesto para que se sentara a su lado, una mesa pequeña había sido movida y el té ya estaba servido, los higos aparecieron pocos segundos después, junto a unas toallas húmedas para que se limpiaran los dedos antes y después de comer.
-Por sí no ha quedado claro, además de ser el Virrey de Ciudad Lagarto, me dedico a los negocios. Digamos que por más que no necesite el dinero, es una actividad que me mantiene entretenido - Y por primera vez parecía estar hablando en serio - ¿Te das cuenta del tipo de trabajo que se hace aquí? Claro que sí, eres una chica lista, debiste notarlo en cuanto terminamos el Evento de parejas - Acercó un poco el rostro a la Hechicera - Dime Nahir ¿Qué piensas del amor? -
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Re: Visita al Virrey [privado] [cerrado]
Nahir lo miraba prácticamente inmóvil, solo pestañeaba, y bastante seguidamente, mientras escuchaba el monologo del Virrey. En alguna ocasión abrió la boca para contestar, pero no vio el momento de poder intervenir.
- I-injusta…- susurró para sí misma sin interrumpirle, simplemente como remarcando aquella palabra que tanto rondaba en su cabeza.
- ¡Ah! ¿Así que eres el Virrey de esta ciudad? – preguntó en tono inocente. – Disculpa, ni siquiera conocía la cuidad… - intentó disculparse ante, al parecer, una persona tan popular. – Pero… me temo que no termino de entender todo esto. No… quiero parecer descortés…- se llevó las manos a la cara, tapando una sonrisa al ver los gestos tan teatrales del moreno.
Este continuó hablando y las mejillas de Nahir se iban poniendo cada vez más rojas con cada palabra que él añadía. Hasta que llegó la confesión de sus matrimonios, al perecer todo aquello era un mal entendido, como ella había pensado desde un principio. Suspiró aliviada, sintiéndose más cómoda.
Tomó asiento a su lado agradeciendo a las jóvenes que los estaban disponiendo todo en la mesita.
- ¿Casado tres veces? Vaya, señor Virrey, o tiene mucho tiempo libre o …- empezó a decir sonriendo ampliamente antes de darle un sorbito al te. Alargó tímidamente la mano para probar aquella fruta que se veía tan deliciosa. Abrió mucho los ojos y miró a una de las chicas, concretamente la que había dejado el plato en la mesa. - ¡Esta buenísimo! – tomó una de las toallitas y se limpió los dedos, volviendo a centrar la atención en el humano, que había empezado a hablar.
Al escuchar de nuevo aquella aclaración de su puesto en la cuidad, la cabeza de Nahir empezó a darle vueltas a que debía ser realmente eso de ser virrey. ¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Era un trabajo muy complicado?
Sus pensamientos se esfumaron cuando el hombre empezó a acercar su rostro al de ella. La bruja tragó saliva, intentando no dejarse empequeñecer por aquella mirada de seguridad que siempre portaba el humano.
- Bu-bueno… sí. Es decir, creo que sí. – carraspeó, se notaba que tocar aquellos temas la ponían un poco nerviosa.
- ¿Del amor? ¿Qué pienso? - le costaba concentrarse con aquellos ojos posados sobre ella, era como si aquel hombre tuviese la capacidad de saber que pensaba en todo momento, como si no pudiese mentirle. Parecía siempre ir un paso por delante. – Supongo que todo depende del tipo de amor del que hables. Aunque supongo que te refieres al amor del tipo de la carpa… - sintió un cosquilleó en la boca del estómago la recordar el beso que se había dado en las carpas con la dragona, su primer beso. -… la verdad es que no se mucho del amor.
Levantó las manos de nuevo, llevándose el vaso de té a los labios. Desvió la mirada hacía un lado, frunció el ceño, después miró al virrey, volvió a mirar a un lado, o mejor dicho a una de las chicas, y después nuevamente a Matthew.
“Tú puedes darme muchas cosas “
Casi se atraganta. Dejó el vaso en la mesa pequeña tosiendo un par de veces.
- Creo que no nos hemos entendido bien. – no quería pensar mal, pero empezaba a ponerse un poco nerviosa y prefería aclarar las cosas. – Yo… yo no…- ¿cómo decirlo con tacto? – No quiero que me mal interprete, no he venido aquí para ser una de… - entrecerró los ojos, intentando buscar las palabras adecuadas -… sus chicas. – le había dado tantas vueltas a la toallita húmeda que esta había quedado arrugad.
Movía el culo en su asiento, como si fuese a salir corriendo en cualquier momento.
- I-injusta…- susurró para sí misma sin interrumpirle, simplemente como remarcando aquella palabra que tanto rondaba en su cabeza.
- ¡Ah! ¿Así que eres el Virrey de esta ciudad? – preguntó en tono inocente. – Disculpa, ni siquiera conocía la cuidad… - intentó disculparse ante, al parecer, una persona tan popular. – Pero… me temo que no termino de entender todo esto. No… quiero parecer descortés…- se llevó las manos a la cara, tapando una sonrisa al ver los gestos tan teatrales del moreno.
Este continuó hablando y las mejillas de Nahir se iban poniendo cada vez más rojas con cada palabra que él añadía. Hasta que llegó la confesión de sus matrimonios, al perecer todo aquello era un mal entendido, como ella había pensado desde un principio. Suspiró aliviada, sintiéndose más cómoda.
Tomó asiento a su lado agradeciendo a las jóvenes que los estaban disponiendo todo en la mesita.
- ¿Casado tres veces? Vaya, señor Virrey, o tiene mucho tiempo libre o …- empezó a decir sonriendo ampliamente antes de darle un sorbito al te. Alargó tímidamente la mano para probar aquella fruta que se veía tan deliciosa. Abrió mucho los ojos y miró a una de las chicas, concretamente la que había dejado el plato en la mesa. - ¡Esta buenísimo! – tomó una de las toallitas y se limpió los dedos, volviendo a centrar la atención en el humano, que había empezado a hablar.
Al escuchar de nuevo aquella aclaración de su puesto en la cuidad, la cabeza de Nahir empezó a darle vueltas a que debía ser realmente eso de ser virrey. ¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Era un trabajo muy complicado?
Sus pensamientos se esfumaron cuando el hombre empezó a acercar su rostro al de ella. La bruja tragó saliva, intentando no dejarse empequeñecer por aquella mirada de seguridad que siempre portaba el humano.
- Bu-bueno… sí. Es decir, creo que sí. – carraspeó, se notaba que tocar aquellos temas la ponían un poco nerviosa.
- ¿Del amor? ¿Qué pienso? - le costaba concentrarse con aquellos ojos posados sobre ella, era como si aquel hombre tuviese la capacidad de saber que pensaba en todo momento, como si no pudiese mentirle. Parecía siempre ir un paso por delante. – Supongo que todo depende del tipo de amor del que hables. Aunque supongo que te refieres al amor del tipo de la carpa… - sintió un cosquilleó en la boca del estómago la recordar el beso que se había dado en las carpas con la dragona, su primer beso. -… la verdad es que no se mucho del amor.
Levantó las manos de nuevo, llevándose el vaso de té a los labios. Desvió la mirada hacía un lado, frunció el ceño, después miró al virrey, volvió a mirar a un lado, o mejor dicho a una de las chicas, y después nuevamente a Matthew.
“Tú puedes darme muchas cosas “
Casi se atraganta. Dejó el vaso en la mesa pequeña tosiendo un par de veces.
- Creo que no nos hemos entendido bien. – no quería pensar mal, pero empezaba a ponerse un poco nerviosa y prefería aclarar las cosas. – Yo… yo no…- ¿cómo decirlo con tacto? – No quiero que me mal interprete, no he venido aquí para ser una de… - entrecerró los ojos, intentando buscar las palabras adecuadas -… sus chicas. – le había dado tantas vueltas a la toallita húmeda que esta había quedado arrugad.
Movía el culo en su asiento, como si fuese a salir corriendo en cualquier momento.
Nahir
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Re: Visita al Virrey [privado] [cerrado]
Se empezó a reír de modo sincero cuando la frase de la hechicera quedó a medias, ella era tan genuina en sus expresiones que Matthew no podía evitar corresponder con pequeños gestos de franqueza.
-¿Te gustan? Son de los pocos frutos que crecen en los alrededores de la ciudad, así que los comemos bastante - Agarró uno también y lo comió de un solo bocado. Cuando terminó de tragar agregó - Tengo debilidad por los dulces -
Y de hecho comió varios más, uno detrás del otro, luego recordó que estaba a dieta y con mucha delicadeza alejó el plato de la tentación. Agarró la taza de té y tomó varios sorbos mientras escuchaba el nada convincente intento de Nahir por convencerlo de que ella no estaba allí por lo que él creía.
-Claro que no, tienes pintado en tu frente la palabra “virgen” Jajaja. Oh, no te ofendas, no es tampoco algo de lo que haya de avergonzarse, todo lo contrario - Aunque por sus gestos era evidente que la situación le resultaba bastante divertida - Dejame ver si entendí bien entonces. Viniste aquí no una, sino dos veces, aceptas sentarte y beber algo junto al dueño de un prostíbulo, no sabes nada sobre el amor, pero aún así insistes en negar cuales son tus verdaderas intenciones - Se encogió de hombros - Como yo lo veo todo parece bastante claro. Pero de acuerdo, te seguiré el juego durante el tiempo que dure esta charla -
Se cruzó de piernas y esperó unos segundos, evaluando la respuesta de Nahir. Conocía de antemano el tipo de replica que podía darle la muchacha “Eso es inmoral, impúdico” solía ser lo primero que alegaban “Ninguna mujer de bien aceptaría semejante cosa” decían cuando sus egos no les dejaban ver la realidad “¿Por qué clase de mujer me tomas?” explotaban aquellas que tenían ínfulas de grandeza. Todos eran argumentos predecibles y Matt tenía una buena respuesta para todas ellas: ¿Y eso que?
-¿Tienes un trabajo? ¿Alguna habilidad destacable? ¿Familia que pueda hacerse cargo de ti? ¿Una casa fija tal vez? - Le sirvió más té mientras preguntaba sin mirarla - Por tu inocencia podría pensarse que no es mucho el tiempo que has pasado recorriendo los Reinos del Sur. No es sencillo sobrevivir sola, quizás de a poco te des cuenta de eso... Pero mientras tanto pagarás el precio por tu ingenuidad - Dejó la tetera con mucho cuidado y entrelazo sus dedos, hablando con seriedad - Lo que yo te ofrezco es el no tener que preocuparte por nada de eso. Tendrás un sitio donde descansar segura, comida, un entorno agradable rodeada de muchas chicas que han tenido vidas tan duras como la tuya o incluso más -
Más allá de que todas las muchachas de Matt estaban bien arregladas y aseadas, cuando se las miraba en detalle las marcas de la vida eran evidentes. Cicatrices, dientes faltantes, algunas no tenían una pierna o una mano, otras no tenían nada a la vista, pero sus miradas lo decían todo...
-Claro que no hago esto por caridad. Soy una buena persona, pero no un tonto. Aquí lo que realizamos es un contrato, ni más, ni menos, yo les ofrezco una vida cómoda y segura. A cambio de eso, me pertenecen - Dejó ir un suspiro - Antes de que te enojes o comiences a insultarme, quiero aclarar que tampoco son esclavas, ganan su dinero y son libres de hacer lo que deseen con él, yo solo les pido lo suficiente como para cubrir sus gastos diarios y por sobre todo les pido lealtad. No me parece que sea demasiado ¿No lo crees? -
-¿Te gustan? Son de los pocos frutos que crecen en los alrededores de la ciudad, así que los comemos bastante - Agarró uno también y lo comió de un solo bocado. Cuando terminó de tragar agregó - Tengo debilidad por los dulces -
Y de hecho comió varios más, uno detrás del otro, luego recordó que estaba a dieta y con mucha delicadeza alejó el plato de la tentación. Agarró la taza de té y tomó varios sorbos mientras escuchaba el nada convincente intento de Nahir por convencerlo de que ella no estaba allí por lo que él creía.
-Claro que no, tienes pintado en tu frente la palabra “virgen” Jajaja. Oh, no te ofendas, no es tampoco algo de lo que haya de avergonzarse, todo lo contrario - Aunque por sus gestos era evidente que la situación le resultaba bastante divertida - Dejame ver si entendí bien entonces. Viniste aquí no una, sino dos veces, aceptas sentarte y beber algo junto al dueño de un prostíbulo, no sabes nada sobre el amor, pero aún así insistes en negar cuales son tus verdaderas intenciones - Se encogió de hombros - Como yo lo veo todo parece bastante claro. Pero de acuerdo, te seguiré el juego durante el tiempo que dure esta charla -
Se cruzó de piernas y esperó unos segundos, evaluando la respuesta de Nahir. Conocía de antemano el tipo de replica que podía darle la muchacha “Eso es inmoral, impúdico” solía ser lo primero que alegaban “Ninguna mujer de bien aceptaría semejante cosa” decían cuando sus egos no les dejaban ver la realidad “¿Por qué clase de mujer me tomas?” explotaban aquellas que tenían ínfulas de grandeza. Todos eran argumentos predecibles y Matt tenía una buena respuesta para todas ellas: ¿Y eso que?
-¿Tienes un trabajo? ¿Alguna habilidad destacable? ¿Familia que pueda hacerse cargo de ti? ¿Una casa fija tal vez? - Le sirvió más té mientras preguntaba sin mirarla - Por tu inocencia podría pensarse que no es mucho el tiempo que has pasado recorriendo los Reinos del Sur. No es sencillo sobrevivir sola, quizás de a poco te des cuenta de eso... Pero mientras tanto pagarás el precio por tu ingenuidad - Dejó la tetera con mucho cuidado y entrelazo sus dedos, hablando con seriedad - Lo que yo te ofrezco es el no tener que preocuparte por nada de eso. Tendrás un sitio donde descansar segura, comida, un entorno agradable rodeada de muchas chicas que han tenido vidas tan duras como la tuya o incluso más -
Más allá de que todas las muchachas de Matt estaban bien arregladas y aseadas, cuando se las miraba en detalle las marcas de la vida eran evidentes. Cicatrices, dientes faltantes, algunas no tenían una pierna o una mano, otras no tenían nada a la vista, pero sus miradas lo decían todo...
-Claro que no hago esto por caridad. Soy una buena persona, pero no un tonto. Aquí lo que realizamos es un contrato, ni más, ni menos, yo les ofrezco una vida cómoda y segura. A cambio de eso, me pertenecen - Dejó ir un suspiro - Antes de que te enojes o comiences a insultarme, quiero aclarar que tampoco son esclavas, ganan su dinero y son libres de hacer lo que deseen con él, yo solo les pido lo suficiente como para cubrir sus gastos diarios y por sobre todo les pido lealtad. No me parece que sea demasiado ¿No lo crees? -
Matthew Owens
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Re: Visita al Virrey [privado] [cerrado]
Nahir pasó de estar asintiendo al comentario de Matt, como diciendo que ella también tenía debilidad por lo dulce, aunque más que por lo dulce era por la fruta, a ponerse totalmente roja. Podía notar como toda la cara le ardía. No sabía si le daba más vergüenza que fuese tan evidente que fuese virgen o que aquel hombre tratase el tema con tanta normalidad.
Se llevó el vaso a la boca para beber pequeños sorbitos de té, mientras escuchaba el monologo del humano. En realidad, se moría de ganas de levantarse, soltarle alguna fresca e irse por donde había venido, pero había venido a por su lobo y, además, aunque eso no lo reconocería, aquel hombre la tenía intrigada, sentía curiosidad por su forma de ser y actuar.
¿Juego? ¿Quién de los dos estaba jugando? Ella no.
De nuevo tubo que contener las ganas de soltar lo primero que se le pasaba por la cabeza. Dejó el vaso de té en la mesita y suspiró, intentando digerir bien las palabras del humano para contestar en consecuencia.
- No te niego lo de que he venido yo solita hasta aquí, ni que haya aceptado tu invitación, pero eso no tiene que conllevar otras cosas. No veo que intenciones puedo estar escondiendo. Ya te dije que vengo a por lo que me robaste, no iba a ser tan irrespetuosa de no aceptar una invitación… - estás últimas palabras estaban bañadas con un toque de inocencia, después calló un par de segundos para poder comerse otro dulce. – No hay juegos, al menos por mi parte…- lo miró de reojo, con una sonrisa ladeaba.
Matt continúo hablando o, mejor dicho, preguntando. Nahir aceptó el té que le estaba sirviendo con una sonrisa mientras negaba con la cabeza.
- No, deje a mi madre en las islas, y no tengo casa por aquí. Voy haciendo algún trabajo para reunir aeros pero no… - hizo una pausa, frunciendo el ceño - ¿Pa-pagar por mi ingenuidad? – frunció el ceño, no sabía realmente a que se estaba refiriendo con aquello.
Siguió con la mirada al hombre mientras este dejaba la tetera, esperando que más tenía que decir.
Todo aquello estaba sonándole bien, un lugar en el que resguardarse con más gente, con seguridad y alimento. Pero entonces Matt mencionó las palabras “me pertenecen”, aquello fue como una patada a la realidad, recordando a la bruja en qué lugar se encontraba.
- Yo…. Yo no…- no sabía muy bien que decir, se sentía confusa.
¿Le estaba ofreciendo realmente trabajar para él? ¿En un burdel? ¿Y pertenecerle? La verdad que ninguna de aquellas cosas había sido una de las que se había planteado cuando partió de las islas. Todo aquello le parecía un poco raro, un poco turbio.
- Supongo que no…- dijo respondiendo a la última pregunta que este había dejado en el aire. – Si ellas aceptan… M-me siento alagada por la invitación, - ¿se sentía alagada? – pero no creo que yo… yo no soy… yo no sé… - ya había aceptado la idea de que más de la mitad de la conversación con el virrey la habría pasado sonrojada – No quiero tener que pertenecerle a nadie en ese sentido, además creo que de momento lo estoy haciendo bien por mi cuenta. – intentó sonreír- No creo que encajase en un… un…- bajó bastante el tono de voz, como si aquella palabra fuese a escandalizar a alguien de los presentes- un burdel.
>> Además, ya se está haciendo tarde, debería irme. No conozco muy bien esta ciudad y ni siquiera sé dónde pudo hospedarme. Dejé algunas cosas en Lunargenta, después tengo intención de ir hacia el norte. – se limpió los dedos con la toalla húmeda. –Seguro que ahora alguien sale hacía la cuidad, ¿no? – era muy tarde, lo sabía, era casi imposible que encontrase un carro antes del amanecer, pero no perdía nada por preguntar.
- Y su mujer, ¿la conoció aquí? - preguntó intentando cambiar de tema. Hizo una pequeña pausa, percatándose de lo que acababa de decir. –No quiero decir, aquí de aquí…– señaló el suelo-… que tampoco pasaría nada. Me refiero aquí de la cuidad. Oh vaya, no quería decir nada irrespetuoso. - se llevó una mano a la boca, como haciéndose callar a ella misma.
Se llevó el vaso a la boca para beber pequeños sorbitos de té, mientras escuchaba el monologo del humano. En realidad, se moría de ganas de levantarse, soltarle alguna fresca e irse por donde había venido, pero había venido a por su lobo y, además, aunque eso no lo reconocería, aquel hombre la tenía intrigada, sentía curiosidad por su forma de ser y actuar.
¿Juego? ¿Quién de los dos estaba jugando? Ella no.
De nuevo tubo que contener las ganas de soltar lo primero que se le pasaba por la cabeza. Dejó el vaso de té en la mesita y suspiró, intentando digerir bien las palabras del humano para contestar en consecuencia.
- No te niego lo de que he venido yo solita hasta aquí, ni que haya aceptado tu invitación, pero eso no tiene que conllevar otras cosas. No veo que intenciones puedo estar escondiendo. Ya te dije que vengo a por lo que me robaste, no iba a ser tan irrespetuosa de no aceptar una invitación… - estás últimas palabras estaban bañadas con un toque de inocencia, después calló un par de segundos para poder comerse otro dulce. – No hay juegos, al menos por mi parte…- lo miró de reojo, con una sonrisa ladeaba.
Matt continúo hablando o, mejor dicho, preguntando. Nahir aceptó el té que le estaba sirviendo con una sonrisa mientras negaba con la cabeza.
- No, deje a mi madre en las islas, y no tengo casa por aquí. Voy haciendo algún trabajo para reunir aeros pero no… - hizo una pausa, frunciendo el ceño - ¿Pa-pagar por mi ingenuidad? – frunció el ceño, no sabía realmente a que se estaba refiriendo con aquello.
Siguió con la mirada al hombre mientras este dejaba la tetera, esperando que más tenía que decir.
Todo aquello estaba sonándole bien, un lugar en el que resguardarse con más gente, con seguridad y alimento. Pero entonces Matt mencionó las palabras “me pertenecen”, aquello fue como una patada a la realidad, recordando a la bruja en qué lugar se encontraba.
- Yo…. Yo no…- no sabía muy bien que decir, se sentía confusa.
¿Le estaba ofreciendo realmente trabajar para él? ¿En un burdel? ¿Y pertenecerle? La verdad que ninguna de aquellas cosas había sido una de las que se había planteado cuando partió de las islas. Todo aquello le parecía un poco raro, un poco turbio.
- Supongo que no…- dijo respondiendo a la última pregunta que este había dejado en el aire. – Si ellas aceptan… M-me siento alagada por la invitación, - ¿se sentía alagada? – pero no creo que yo… yo no soy… yo no sé… - ya había aceptado la idea de que más de la mitad de la conversación con el virrey la habría pasado sonrojada – No quiero tener que pertenecerle a nadie en ese sentido, además creo que de momento lo estoy haciendo bien por mi cuenta. – intentó sonreír- No creo que encajase en un… un…- bajó bastante el tono de voz, como si aquella palabra fuese a escandalizar a alguien de los presentes- un burdel.
>> Además, ya se está haciendo tarde, debería irme. No conozco muy bien esta ciudad y ni siquiera sé dónde pudo hospedarme. Dejé algunas cosas en Lunargenta, después tengo intención de ir hacia el norte. – se limpió los dedos con la toalla húmeda. –Seguro que ahora alguien sale hacía la cuidad, ¿no? – era muy tarde, lo sabía, era casi imposible que encontrase un carro antes del amanecer, pero no perdía nada por preguntar.
- Y su mujer, ¿la conoció aquí? - preguntó intentando cambiar de tema. Hizo una pequeña pausa, percatándose de lo que acababa de decir. –No quiero decir, aquí de aquí…– señaló el suelo-… que tampoco pasaría nada. Me refiero aquí de la cuidad. Oh vaya, no quería decir nada irrespetuoso. - se llevó una mano a la boca, como haciéndose callar a ella misma.
Nahir
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Re: Visita al Virrey [privado] [cerrado]
Al escuchar la pregunta sonrió de modo gatuno, un brillo de satisfacción iluminó sus ojos, el comentario de Nahir le daba al Humano mucha más información de la que parecía a simple vista. Les estaba diciendo que su conocimiento sobre cómo funcionaba el mundo era mínimo, le daba a entender que muy probablemente había crecido en un pueblo o algún sitio pequeño y acogedor, seguro, sin demasiados lujos, pero claramente sin carencias.
-Así es, ingenuidad - Jugaba pasando el dedo índice por la boca de la taza - Eres una mujer sola, en tierras que te son desconocidas, sin familia, sin amigos, sin un sitio seguro... Sí sobrevives a la larga aprenderás a defenderte, encontrarás un sitio que te cobije y gente en la cual confiar. Pero ¿Y hasta que ese momento llegue? Ciudad Lagarto es un sitio peligroso, pero no creas que el resto de las naciones son mucho mejores - Apoyó las manos y se acercó un poco por arriba de la mesa - Asesinatos, robos, violaciones, hambre, enfermedades, miseria. Son todas cosas que ocurren a diario - Volvió a sentarse - No es una cuestión de ser fuerte o débil, es más bien cuestión de astucia, es decir, lo opuesto a ser ingenuo ¿Entiendes, Cielo? -
Matthew no obligaba a nadie a que se quedara con él, cada una de las personas que lo rodeaban habían elegido por propia voluntad el seguirlo en esa aventura diario llamada “Ciudad Lagarto”. Eso claro no significaba que le gustara que lo rechazaran, pero no era necesario exteriorizar su enojo, mostrarse irritado nunca ayudaba a que una charla se desarrollara con cordialidad.
-Por el contrario, creo que encajarías maravillosamente, no te lo ofrecería si no creyera que tienes mucho potencial - Se peinó la barba con dos dedos y agregó - Te diré qué es lo que veo en ti. Tienes sensibilidad, eso es. El tipo de trabajo que realizamos aquí... Puedes ser más delicado de lo que a simple vista aparenta. Es decir, cualquier chica puede abrirse de piernas, no necesitas ninguna habilidad especial para hacer eso. Pero tu... Tu eres bondadosa, hasta quizás podría decirse que maternal, pareces el tipo de mujer que podría reconfortar a cualquier hombre con una caricia y un susurro al oído - Y mientras explicaba eso él mismo cerraba los ojos, como si pudiera sentirlo - Te sorprenderías de la cantidad de personas que pagarían mucho dinero por algo así -
Y era sumamente sincero con su descripción, en verdad creía que Nahir podía hacer un excelente papel cumpliendo la fantasía de los clientes de “Tener alguien que los entienda”. Claro que con el tiempo la muchacha se cansaría, el problema con ese papel era que las personas que lo solicitaban rápidamente se obsesionaban con la prostituta, comenzaban a imaginar historias de amor donde solo había un intercambio de servicios por dinero. Pero mientras Nahir aguantara, podrían ganar una buena suma.
-Sí tanto deseas irte entonces no te detendré más, lamento que esta visita te haya resultado tan desagradable - Se abrió la mitad de la camisa para dejar a la vista la famosa figura que la bruja había venido a buscar - Hago lo mejor que puedo con los pocos recursos con los que cuento, al fin y al cabo, solo soy un Humano - Agarró la estatuilla y se la ofreció - Ahora mismo les diré a las muchachas que consigan un carro para ti, así podrás irte rápidamente -
Su tono era apenado y hasta ligeramente acongojado... Porque utilizar recursos bajos era la marca registrada de Matthew Owens.
-¿A cuál de ellas te refieres? Supongo que a la más reciente. Mi prometida Eyre nació en el Archipiélago Illidense, es una Hechicera para ser más exactos. Aunque nos conocimos en el puerto de Vulwulfar, en ese momento yo era solo un truhán de poca monta, y ella una jovencita ingenua que acababa de llegar al continente - Suspiró al recordar esos bellos momentos, cuando le robó a Eyre todo el dinero que tenía y luego la invitó a comer con sus propias monedas - Así que, Querida, puedo dar testimonio de primera mano sobre lo hermoso que es que a uno le ofrezca su cariño una dama inocente como tu -
-Así es, ingenuidad - Jugaba pasando el dedo índice por la boca de la taza - Eres una mujer sola, en tierras que te son desconocidas, sin familia, sin amigos, sin un sitio seguro... Sí sobrevives a la larga aprenderás a defenderte, encontrarás un sitio que te cobije y gente en la cual confiar. Pero ¿Y hasta que ese momento llegue? Ciudad Lagarto es un sitio peligroso, pero no creas que el resto de las naciones son mucho mejores - Apoyó las manos y se acercó un poco por arriba de la mesa - Asesinatos, robos, violaciones, hambre, enfermedades, miseria. Son todas cosas que ocurren a diario - Volvió a sentarse - No es una cuestión de ser fuerte o débil, es más bien cuestión de astucia, es decir, lo opuesto a ser ingenuo ¿Entiendes, Cielo? -
Matthew no obligaba a nadie a que se quedara con él, cada una de las personas que lo rodeaban habían elegido por propia voluntad el seguirlo en esa aventura diario llamada “Ciudad Lagarto”. Eso claro no significaba que le gustara que lo rechazaran, pero no era necesario exteriorizar su enojo, mostrarse irritado nunca ayudaba a que una charla se desarrollara con cordialidad.
-Por el contrario, creo que encajarías maravillosamente, no te lo ofrecería si no creyera que tienes mucho potencial - Se peinó la barba con dos dedos y agregó - Te diré qué es lo que veo en ti. Tienes sensibilidad, eso es. El tipo de trabajo que realizamos aquí... Puedes ser más delicado de lo que a simple vista aparenta. Es decir, cualquier chica puede abrirse de piernas, no necesitas ninguna habilidad especial para hacer eso. Pero tu... Tu eres bondadosa, hasta quizás podría decirse que maternal, pareces el tipo de mujer que podría reconfortar a cualquier hombre con una caricia y un susurro al oído - Y mientras explicaba eso él mismo cerraba los ojos, como si pudiera sentirlo - Te sorprenderías de la cantidad de personas que pagarían mucho dinero por algo así -
Y era sumamente sincero con su descripción, en verdad creía que Nahir podía hacer un excelente papel cumpliendo la fantasía de los clientes de “Tener alguien que los entienda”. Claro que con el tiempo la muchacha se cansaría, el problema con ese papel era que las personas que lo solicitaban rápidamente se obsesionaban con la prostituta, comenzaban a imaginar historias de amor donde solo había un intercambio de servicios por dinero. Pero mientras Nahir aguantara, podrían ganar una buena suma.
-Sí tanto deseas irte entonces no te detendré más, lamento que esta visita te haya resultado tan desagradable - Se abrió la mitad de la camisa para dejar a la vista la famosa figura que la bruja había venido a buscar - Hago lo mejor que puedo con los pocos recursos con los que cuento, al fin y al cabo, solo soy un Humano - Agarró la estatuilla y se la ofreció - Ahora mismo les diré a las muchachas que consigan un carro para ti, así podrás irte rápidamente -
Su tono era apenado y hasta ligeramente acongojado... Porque utilizar recursos bajos era la marca registrada de Matthew Owens.
-¿A cuál de ellas te refieres? Supongo que a la más reciente. Mi prometida Eyre nació en el Archipiélago Illidense, es una Hechicera para ser más exactos. Aunque nos conocimos en el puerto de Vulwulfar, en ese momento yo era solo un truhán de poca monta, y ella una jovencita ingenua que acababa de llegar al continente - Suspiró al recordar esos bellos momentos, cuando le robó a Eyre todo el dinero que tenía y luego la invitó a comer con sus propias monedas - Así que, Querida, puedo dar testimonio de primera mano sobre lo hermoso que es que a uno le ofrezca su cariño una dama inocente como tu -
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Re: Visita al Virrey [privado] [cerrado]
Según las palabras del humano, Nahir era un cervatillo en una ciudad de lobos, tan solo tenía que esperar un poco para que, por su ingenuidad, alguno de esos lobos le hincase el diente. Si bien nunca se había creído la persona más perspicaz del mundo, la bruja tampoco se consideraba tan indefensa.
- E-entiendo…- respondió intentando pensar en quien conocía, fuera de las islas, en quien pudiese confiar. La verdad es que contaba con muy copas personas, pero creía estar llevándolo bien.
Continuó escuchándole, no es que no se sintiese alagada por las cosas buenas que estaba diciendo de ella, pero en el contexto que lo estaba usando hacía que la bruja se sintiese confundida. Si bien le tranquilizó oír que no esperaba que se abriese de piernas, todo aquello le causaba rechazo, como si en el fondo supiese que estaba mal.
Estaba un poco nerviosa, normalmente en esas situaciones la morena les daría vueltas a sus anillos, pero dado que tenía la taza en las manos empezó a mover los pies.
Aun así, la oferta de la seguridad y los aeros era tentadora, no se extrañaba que hubiese tantas mujeres ahí. Pero aquel sitio no parecía para ella, aunque solo se tratase de caricias y susurros al oído.
La bruja frunció el ceño con el cambio de tono del humano.
- Oh no, no ha sido desagradable. –siguió con la mirada las manos del virrey, el cual le ofreció la figura del lobo.
La bruja alargó la mano para acepar la figura. Se la quedó mirando unos instantes antes de dejarla encima de la mesa y darle un trago más al te.
- Vaya… - escuchó la historia de Matthew y Eyre sin poder evitar sonreír. – Si, supongo que es algo muy hermoso, pero creo que lo que lo hace realmente especial es que sea con amor. Quizás me equivoco… - dudó por un momento. – Es decir, yo no le conozco, el cariño no podría ser el mismo o no con la misma intensidad, eso ambas partes deben notarlo, ¿no? – dejó la taza en la mesita y colocó las manos sobre sus piernas, sin dejar de mirar al humano. – En cambio, el cariño con amor se intensifica. Debe ser difícil ofrecer cariño a un desconocido…- reflexionó la morena entrecerrando los ojos, como si pudiese escudriñas todas las respuestas en la mirada del humano.
Cruzó las piernas, poniendo las manos sobre su rodilla, con aquel gesto quedaba un poco inclinada hacia delante, en dirección a Owens.
- Y dime, señor virrey, ¿cómo lo hizo para robarme sin que me diese cuenta? Realmente no pensaba que fuese una persona tan fácil de engañar… -sí, lo era, y era consciente de ello, lo que nunca se había encontrado en situaciones como aquella que lo dejaba tan claro.
No es que ahora quisiera dedicarse a los hurtos ni nada por el estilo, pero sentía mucha curiosidad, además, nunca esta de más saber un poco de todo.
- E-entiendo…- respondió intentando pensar en quien conocía, fuera de las islas, en quien pudiese confiar. La verdad es que contaba con muy copas personas, pero creía estar llevándolo bien.
Continuó escuchándole, no es que no se sintiese alagada por las cosas buenas que estaba diciendo de ella, pero en el contexto que lo estaba usando hacía que la bruja se sintiese confundida. Si bien le tranquilizó oír que no esperaba que se abriese de piernas, todo aquello le causaba rechazo, como si en el fondo supiese que estaba mal.
Estaba un poco nerviosa, normalmente en esas situaciones la morena les daría vueltas a sus anillos, pero dado que tenía la taza en las manos empezó a mover los pies.
Aun así, la oferta de la seguridad y los aeros era tentadora, no se extrañaba que hubiese tantas mujeres ahí. Pero aquel sitio no parecía para ella, aunque solo se tratase de caricias y susurros al oído.
La bruja frunció el ceño con el cambio de tono del humano.
- Oh no, no ha sido desagradable. –siguió con la mirada las manos del virrey, el cual le ofreció la figura del lobo.
La bruja alargó la mano para acepar la figura. Se la quedó mirando unos instantes antes de dejarla encima de la mesa y darle un trago más al te.
- Vaya… - escuchó la historia de Matthew y Eyre sin poder evitar sonreír. – Si, supongo que es algo muy hermoso, pero creo que lo que lo hace realmente especial es que sea con amor. Quizás me equivoco… - dudó por un momento. – Es decir, yo no le conozco, el cariño no podría ser el mismo o no con la misma intensidad, eso ambas partes deben notarlo, ¿no? – dejó la taza en la mesita y colocó las manos sobre sus piernas, sin dejar de mirar al humano. – En cambio, el cariño con amor se intensifica. Debe ser difícil ofrecer cariño a un desconocido…- reflexionó la morena entrecerrando los ojos, como si pudiese escudriñas todas las respuestas en la mirada del humano.
Cruzó las piernas, poniendo las manos sobre su rodilla, con aquel gesto quedaba un poco inclinada hacia delante, en dirección a Owens.
- Y dime, señor virrey, ¿cómo lo hizo para robarme sin que me diese cuenta? Realmente no pensaba que fuese una persona tan fácil de engañar… -sí, lo era, y era consciente de ello, lo que nunca se había encontrado en situaciones como aquella que lo dejaba tan claro.
No es que ahora quisiera dedicarse a los hurtos ni nada por el estilo, pero sentía mucha curiosidad, además, nunca esta de más saber un poco de todo.
Nahir
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Re: Visita al Virrey [privado] [cerrado]
Matthew se rascó la barba, de modo descuidado se había dejado la camisa abierta y no parecía notarlo en lo absoluto, aunque no era de extrañarse, por lo general paseaba por la tienda prácticamente desnudo. Meditó el asunto durante algunos segundos, pero finalmente negó con la cabeza, desde la perspectiva de Owens nada de lo que decía la Bruja tenía sentido.
-Así es, te equivocas, lo que lo hace especial es que ambos nos proporcionamos sensaciones maravillosas que son reales para nosotros. Bien podría ser totalmente fingido por cualquiera de los dos, mientras la otra parte lo crea, será real. Es decir ¿Qué es realidad y qué es mentira? ¿Como los diferencias? Un buen mentiroso puede convencerte de lo que sea- Apoyó un codo sobre la mesa y el mentón en su mano -Y puedo demostrártelo, pero tendrías que darme tu permiso, no quiero que mi fama de mal anfitrión siga creciendo - Se sonrió con picardía, contaba con que la curiosidad de Nahir fuera más fuerte que su sensatez - ¿Pero no le ofreces cariño a un desconocido cuando ayudas a alguien? Creo que hay muchos preconceptos en todo lo relacionado con nuestro oficio, pero en verdad le hacemos un bien a la ciudad -
Pocas veces le preguntaban a Matt sobre cómo hacía lo que hacía, y también era cierto que hacía tiempo que no recurría a sus habilidades de ladrón. La vida como Virrey era muy tranquila, con intentos de asesinatos de vez en vez, peleas y amenazas, pero en comparación a vivir en la calle sin duda era mucho más pacífico. Aún así, lo que se aprendía desde pequeño no se olvidaba fácilmente, así que era claro que al Humano no le sería difícil quitarle algo a Nahir.
-Bueno... El secreto está en que la persona no se lo espere, eso para empezar - Se sentó junto a la muchacha y se acercó hasta quedar pegados, aún así no realizó ningún movimiento que pudiera considerarse lascivo - Lo siguiente a tener en cuenta es en distraer la atención de tu víctima. Por lo general las personas se enfocan en una o dos cosas a la vez, por ponerlo de modo sencillo - Levantó una mano y la puso frente a la cara de Nahir - Sí tu estas muy ocupada mirando esto - Levantó la otra mano y mostró que había vuelto a agarrar la figura de la mesa - No estarás atenta a lo que estoy haciendo con el resto de mi cuerpo -
Se sonrió divertido, en verdad era un truco que disfrutaba hacer, incluso aunque una ligera sensación de mareo le daba el anuncio de que la Maldición comenzaba a hacer efecto. De cualquier manera, el Estafador no tenía planeado dejar la entrevista tan abruptamente, aún tenía esperanzas de lograr convencer a Nahir de que la oferta que le proponía era muy ventajosa.
-Hay que practicar mucho en la velocidad con las manos, pero puede ser entretenido cuando vives en la calle y no tienes nada más qué hacer - Hizo un giro con la mano y de pronto la figura no estaba más. Luego agitó la otra mano y estaba allí - ¡Taran! La magia no es solo para los Hechiceros, jajaja - Algunas veces Matthew podía ser tan encantador que la gente se olvidaba que el siguiente engaño siempre estaba a la vuelta de la esquina.
-Así es, te equivocas, lo que lo hace especial es que ambos nos proporcionamos sensaciones maravillosas que son reales para nosotros. Bien podría ser totalmente fingido por cualquiera de los dos, mientras la otra parte lo crea, será real. Es decir ¿Qué es realidad y qué es mentira? ¿Como los diferencias? Un buen mentiroso puede convencerte de lo que sea- Apoyó un codo sobre la mesa y el mentón en su mano -Y puedo demostrártelo, pero tendrías que darme tu permiso, no quiero que mi fama de mal anfitrión siga creciendo - Se sonrió con picardía, contaba con que la curiosidad de Nahir fuera más fuerte que su sensatez - ¿Pero no le ofreces cariño a un desconocido cuando ayudas a alguien? Creo que hay muchos preconceptos en todo lo relacionado con nuestro oficio, pero en verdad le hacemos un bien a la ciudad -
Pocas veces le preguntaban a Matt sobre cómo hacía lo que hacía, y también era cierto que hacía tiempo que no recurría a sus habilidades de ladrón. La vida como Virrey era muy tranquila, con intentos de asesinatos de vez en vez, peleas y amenazas, pero en comparación a vivir en la calle sin duda era mucho más pacífico. Aún así, lo que se aprendía desde pequeño no se olvidaba fácilmente, así que era claro que al Humano no le sería difícil quitarle algo a Nahir.
-Bueno... El secreto está en que la persona no se lo espere, eso para empezar - Se sentó junto a la muchacha y se acercó hasta quedar pegados, aún así no realizó ningún movimiento que pudiera considerarse lascivo - Lo siguiente a tener en cuenta es en distraer la atención de tu víctima. Por lo general las personas se enfocan en una o dos cosas a la vez, por ponerlo de modo sencillo - Levantó una mano y la puso frente a la cara de Nahir - Sí tu estas muy ocupada mirando esto - Levantó la otra mano y mostró que había vuelto a agarrar la figura de la mesa - No estarás atenta a lo que estoy haciendo con el resto de mi cuerpo -
Se sonrió divertido, en verdad era un truco que disfrutaba hacer, incluso aunque una ligera sensación de mareo le daba el anuncio de que la Maldición comenzaba a hacer efecto. De cualquier manera, el Estafador no tenía planeado dejar la entrevista tan abruptamente, aún tenía esperanzas de lograr convencer a Nahir de que la oferta que le proponía era muy ventajosa.
-Hay que practicar mucho en la velocidad con las manos, pero puede ser entretenido cuando vives en la calle y no tienes nada más qué hacer - Hizo un giro con la mano y de pronto la figura no estaba más. Luego agitó la otra mano y estaba allí - ¡Taran! La magia no es solo para los Hechiceros, jajaja - Algunas veces Matthew podía ser tan encantador que la gente se olvidaba que el siguiente engaño siempre estaba a la vuelta de la esquina.
Matthew Owens
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Re: Visita al Virrey [privado] [cerrado]
Miraba al humano mientras este hablaba, aprovechando para fijarse bien en sus rasgos y facciones. Aun así, intentaba mirarle a los ojos lo máximo posible, ya que no pretendía que el hombre se diese cuenta.
- ¿Un buen mentiroso? – una sonrisa se embozó en los labios de la bruja. – Lo ves, señor virrey, no sería buena para este trabajo, soy muy mala diciendo mentiras, se me suele ver en la cara…- alzó un brazo para colocarse bien el pelo.
- ¿Mi-mi permiso? – no terminaba muy bien se saber a qué se refería Matthew con aquello. ¿Le iba a decir una mentira? –Su-supongo… si, te doy mi permiso. Pero si se me que me vas a mentir sabré que es una mentira… ¿no? – había fruncido el ceño, miraba al hombre a los ojos intentando entender.
Este se sentó a su lado, pero ni siquiera se percató de que estaba muy cerca, estaba totalmente distraída con su explicación.
Cogió con ambas manos la del humano para moverla un poco hacía el lado y mirarle a los ojos.
- Pero no siempre puedes estar tan cerca de alguien. Quiero decir, si estuvieses más separado vería tu otro movimiento. ¿Cómo lo hacer para estar tan cer…? – se calló, poniéndose un poco roja, con cuidado soltó su mano.
- Entonces, tus chicas… Oh ¿Cómo has hecho eso? – se interrumpió al ver la figura en la otra mano. Cogió la figura y la examinó, realmente era la misma. ¿Había sido un truco de magia o que al final sí que había conseguido distraerla? – Ha sido impresionante. – sonrió dejando ver sus dientes.
- ¿Has vivido en la calle? - después de hacer la pregunta pensó que quizás era inapropiada, así que se disculpó casi con un susurro.
Se inclinó para volver a dejar la figura del lobo encima de la mesita, para después volver a recostarse para poder seguir hablando con el humano. Cruzó una pierna por encima de la otra, apoyando las palmas de las manos a cada lado del sillón.
Ella se sentía totalmente incapaz de robar o mentir, aunque entendía que, dependiendo de la vida, algunas personas se viesen obligadas a hacerlo. Aquel era otro de los motivos por el que no se veía en un lugar como aquel.
- Seguro que a mí se me caerían las cosas de las manos o empezaría a tartamudear por los nervios. – dijo divertida
Recordó el día que trabajó en la posada, ayudando a en la cocina, todo un desastre, pero fue el día que conoció a… sintió unas cosquillas en el estómago, como si miles de mariposas revoloteasen en su interior.
- ¿Un buen mentiroso? – una sonrisa se embozó en los labios de la bruja. – Lo ves, señor virrey, no sería buena para este trabajo, soy muy mala diciendo mentiras, se me suele ver en la cara…- alzó un brazo para colocarse bien el pelo.
- ¿Mi-mi permiso? – no terminaba muy bien se saber a qué se refería Matthew con aquello. ¿Le iba a decir una mentira? –Su-supongo… si, te doy mi permiso. Pero si se me que me vas a mentir sabré que es una mentira… ¿no? – había fruncido el ceño, miraba al hombre a los ojos intentando entender.
Este se sentó a su lado, pero ni siquiera se percató de que estaba muy cerca, estaba totalmente distraída con su explicación.
Cogió con ambas manos la del humano para moverla un poco hacía el lado y mirarle a los ojos.
- Pero no siempre puedes estar tan cerca de alguien. Quiero decir, si estuvieses más separado vería tu otro movimiento. ¿Cómo lo hacer para estar tan cer…? – se calló, poniéndose un poco roja, con cuidado soltó su mano.
- Entonces, tus chicas… Oh ¿Cómo has hecho eso? – se interrumpió al ver la figura en la otra mano. Cogió la figura y la examinó, realmente era la misma. ¿Había sido un truco de magia o que al final sí que había conseguido distraerla? – Ha sido impresionante. – sonrió dejando ver sus dientes.
- ¿Has vivido en la calle? - después de hacer la pregunta pensó que quizás era inapropiada, así que se disculpó casi con un susurro.
Se inclinó para volver a dejar la figura del lobo encima de la mesita, para después volver a recostarse para poder seguir hablando con el humano. Cruzó una pierna por encima de la otra, apoyando las palmas de las manos a cada lado del sillón.
Ella se sentía totalmente incapaz de robar o mentir, aunque entendía que, dependiendo de la vida, algunas personas se viesen obligadas a hacerlo. Aquel era otro de los motivos por el que no se veía en un lugar como aquel.
- Seguro que a mí se me caerían las cosas de las manos o empezaría a tartamudear por los nervios. – dijo divertida
Recordó el día que trabajó en la posada, ayudando a en la cocina, todo un desastre, pero fue el día que conoció a… sintió unas cosquillas en el estómago, como si miles de mariposas revoloteasen en su interior.
Nahir
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Re: Visita al Virrey [privado] [cerrado]
Sonrió de medio cuando por segunda vez la joven dejó su frase a medio concluir, en verdad era muy placentero el poder ver cómo se esforzaba en decir solo lo que era socialmente correcto, comportarse como una dama bien y evitando los temas conflictivos ¿Hace cuánto que no veía a alguien así? Desde que Eyre tenía 16 probablemente.
-Hay que adaptarse a la situación, Amor - Pasó un brazo alrededor de la cintura de Nahir con mucho disimulo - Aunque no siempre trabajas solo, hay veces que otros hacen la distracción y tu el robo. En otras ocasiones siquiera necesitas despistar a tu víctima, ellos de por sí no van muy atentos mientras caminan - Apoyó los dedos delicadamente en la cintura de la Hechicera, por el momento no se movería de allí - Supongo que tu lo tendrías más sencillo, usarías tu telekinesis y ya ¿No es cierto? -
La figura ya no le interesaba a Nahir, eso quedó claro cuando la volvió a poner, por segunda vez, en la mesita sin preocuparse en lo más mínimo por ella. Eso era algo bueno, significaba que ahora estaba en ese sitio solo por Matt, y a Matt le encantaba que la gente estuviera interesada únicamente en Matt.
-Así es, nací en las calles - Hizo un gesto con la mano libre para que no se disculpara, ahora su rostro estaba más serio, quitó el brazo que descansaba alrededor de la cintura de la Bruja y se volvió más formal para hablar - Nunca conocí a mis padres, simplemente me dejaron tiraron en el primer basural que encontraron y se fueron para nunca volver. A veces... Quiero pensar que en verdad se dieron cuenta que no podrían hacerse cargo de mi, y creyeron que así sería mejor. Y no que simplemente les daba lo mismo - Bajó la mirada y pareció perderse unos segundos en sus recuerdos, comenzó a hablar de la nada - La vida en las calles es muy difícil, no puedes darte una idea del tipo de cosas que tuve que hacer... Estoy... Estoy sucio, desde que era un niño pequeño que lo estoy, y no hay hay... Ropa cara, ni perfumes, ni palacios que puedan quitármelo -
Pasó los brazos alrededor de su propio cuerpo y se encogió hasta parecer más pequeño, más frágil y vulnerable. Se podía ver cómo su espalda temblaba ligeramente, aunque eso no era efecto de la actuación, la maldición comenzaba a afectarlo más fuertemente, y los escalofríos era, junto con el mareo, de los primeros síntomas. “Todo puede ser utilizado en tu beneficio, Matthew. Incluso una maldición”
Se tapó el rostro con ambas manos.
-Lo siento, no quería que me vieras así... Yo... - Negó con la cabeza sin mostrar aún su rostro - Quería que creyeras que soy un sujeto increible ¿Sabes? Alguien seductor y agradable, con muchos modales y buena educación... Así como eran todos esos... Esos que pasaban por la calle mientras yo vestía harapos y siquiera se detenían un segundo a mirarme - Hizo una pausa y dijo en voz muy baja, casi en un susurro - Ahora todos me ven ¿Qué les parece eso? ¿eh? -
-Hay que adaptarse a la situación, Amor - Pasó un brazo alrededor de la cintura de Nahir con mucho disimulo - Aunque no siempre trabajas solo, hay veces que otros hacen la distracción y tu el robo. En otras ocasiones siquiera necesitas despistar a tu víctima, ellos de por sí no van muy atentos mientras caminan - Apoyó los dedos delicadamente en la cintura de la Hechicera, por el momento no se movería de allí - Supongo que tu lo tendrías más sencillo, usarías tu telekinesis y ya ¿No es cierto? -
La figura ya no le interesaba a Nahir, eso quedó claro cuando la volvió a poner, por segunda vez, en la mesita sin preocuparse en lo más mínimo por ella. Eso era algo bueno, significaba que ahora estaba en ese sitio solo por Matt, y a Matt le encantaba que la gente estuviera interesada únicamente en Matt.
-Así es, nací en las calles - Hizo un gesto con la mano libre para que no se disculpara, ahora su rostro estaba más serio, quitó el brazo que descansaba alrededor de la cintura de la Bruja y se volvió más formal para hablar - Nunca conocí a mis padres, simplemente me dejaron tiraron en el primer basural que encontraron y se fueron para nunca volver. A veces... Quiero pensar que en verdad se dieron cuenta que no podrían hacerse cargo de mi, y creyeron que así sería mejor. Y no que simplemente les daba lo mismo - Bajó la mirada y pareció perderse unos segundos en sus recuerdos, comenzó a hablar de la nada - La vida en las calles es muy difícil, no puedes darte una idea del tipo de cosas que tuve que hacer... Estoy... Estoy sucio, desde que era un niño pequeño que lo estoy, y no hay hay... Ropa cara, ni perfumes, ni palacios que puedan quitármelo -
Pasó los brazos alrededor de su propio cuerpo y se encogió hasta parecer más pequeño, más frágil y vulnerable. Se podía ver cómo su espalda temblaba ligeramente, aunque eso no era efecto de la actuación, la maldición comenzaba a afectarlo más fuertemente, y los escalofríos era, junto con el mareo, de los primeros síntomas. “Todo puede ser utilizado en tu beneficio, Matthew. Incluso una maldición”
Se tapó el rostro con ambas manos.
-Lo siento, no quería que me vieras así... Yo... - Negó con la cabeza sin mostrar aún su rostro - Quería que creyeras que soy un sujeto increible ¿Sabes? Alguien seductor y agradable, con muchos modales y buena educación... Así como eran todos esos... Esos que pasaban por la calle mientras yo vestía harapos y siquiera se detenían un segundo a mirarme - Hizo una pausa y dijo en voz muy baja, casi en un susurro - Ahora todos me ven ¿Qué les parece eso? ¿eh? -
Matthew Owens
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Re: Visita al Virrey [privado] [cerrado]
No se percató de que el humano la había rodeado por la cintura hasta que sus dedos acariciaron su piel. La bruja estiró un poco más la espalda, poniéndola aún más recta. Intentó concentrarse en lo que le estaba diciendo, pero toda su atención estaba puesta en aquella mano. El pie de la pierna que tenía cruzada empezó a moverse rítmicamente, como si con aquello pudiese deshacerse de los nervios que sentía y actuar con normalidad.
- Su-supongo…- carraspeó- Es decir, sí, utilizaría la telequinesis…
Miraba al frente, a un punto fijo, sentía que si miraba al hombre se pondría roja como un tomate. Todo aquello se trataba de un truco, de un juego, intentaba no darle más importancia de la que tenía, pero por otra parte ningún hombre había estado tan cerca de ella, y eso, por mucho que se esforzase, la ponía nerviosa.
Su cuerpo se relajó cuando el hombre empezó a hablar de su infancia, incluso había dejado de mover el pie. Frunció el ceño y entreabrió la boca, sentía tristeza por lo que estaba escuchando, y no podía evitar pensar en su propia historia, aunque apenas recordaba nada de su vida antes de que sus padres la acogiesen. Aquello le hizo replantearse que hubiese sido de su vida si no hubiesen aparecido. ¿Hubiese tenía una infancia como Matthew? ¿Viviría ahora con él en aquel lugar?
La actitud del humano cambió, y aquello incluso llegó a asustar a la bruja. Se encontraba encogido, parecía más vulnerable ahora. Alzó una mano y la colocó con delicadeza en su espalda, inclinándose hacía él, intentando ayudar.
- ¿E-estas bien?
Deslizó la mano por su cuerpo hasta rodearle, dándole una especie de abrazo, la otra mano se había posado en su hombro.
No sabía realmente si lo que estaba diciendo era para ella o más bien para él mismo.
- No te preocupes por mí, un momento de nostalgia no va cambiar lo que pienso sobre ti. ¿Sabes? Yo creo que si todas esas personas te viesen ahora mismo ni siquiera te reconocerían. Es decir, mira en lo que te has convertido. –miró a su alrededor. - Yo creo que lo has hecho muy bien. Que has tenido que hacer cosas mejores y peores… bueno, todo el mundo en algún momento de su vida hace cosas de las que después se arrepiente o piensa que no estaban bien. Lo que cuenta es que evolucionamos. – intentaba aminar al hombre. Su mano hacía pequeños círculos sobre su espalda. – Vamos, anímate. Tengo una idea, - se levantó de un bote, alzando las manos hacia el hombre, para que se las tomase y ayudarle a que se levantase. - ¿Por qué no me enseñas este lugar?
Una chica se acercó a donde estaban y retiró el plato vacío y las toallas húmedas, la tetera y los vasos lo dejó, ya que aún quedaba aun poco de té.
- Ah, y que no se mueva de ahí…- dijo haciendo un gesto con la cabeza para señalar con el mentón la figura del lobo. - … porque me daré cuenta. – dijo sonriendo, esperando que aquello animase al hombre.
- Su-supongo…- carraspeó- Es decir, sí, utilizaría la telequinesis…
Miraba al frente, a un punto fijo, sentía que si miraba al hombre se pondría roja como un tomate. Todo aquello se trataba de un truco, de un juego, intentaba no darle más importancia de la que tenía, pero por otra parte ningún hombre había estado tan cerca de ella, y eso, por mucho que se esforzase, la ponía nerviosa.
Su cuerpo se relajó cuando el hombre empezó a hablar de su infancia, incluso había dejado de mover el pie. Frunció el ceño y entreabrió la boca, sentía tristeza por lo que estaba escuchando, y no podía evitar pensar en su propia historia, aunque apenas recordaba nada de su vida antes de que sus padres la acogiesen. Aquello le hizo replantearse que hubiese sido de su vida si no hubiesen aparecido. ¿Hubiese tenía una infancia como Matthew? ¿Viviría ahora con él en aquel lugar?
La actitud del humano cambió, y aquello incluso llegó a asustar a la bruja. Se encontraba encogido, parecía más vulnerable ahora. Alzó una mano y la colocó con delicadeza en su espalda, inclinándose hacía él, intentando ayudar.
- ¿E-estas bien?
Deslizó la mano por su cuerpo hasta rodearle, dándole una especie de abrazo, la otra mano se había posado en su hombro.
No sabía realmente si lo que estaba diciendo era para ella o más bien para él mismo.
- No te preocupes por mí, un momento de nostalgia no va cambiar lo que pienso sobre ti. ¿Sabes? Yo creo que si todas esas personas te viesen ahora mismo ni siquiera te reconocerían. Es decir, mira en lo que te has convertido. –miró a su alrededor. - Yo creo que lo has hecho muy bien. Que has tenido que hacer cosas mejores y peores… bueno, todo el mundo en algún momento de su vida hace cosas de las que después se arrepiente o piensa que no estaban bien. Lo que cuenta es que evolucionamos. – intentaba aminar al hombre. Su mano hacía pequeños círculos sobre su espalda. – Vamos, anímate. Tengo una idea, - se levantó de un bote, alzando las manos hacia el hombre, para que se las tomase y ayudarle a que se levantase. - ¿Por qué no me enseñas este lugar?
Una chica se acercó a donde estaban y retiró el plato vacío y las toallas húmedas, la tetera y los vasos lo dejó, ya que aún quedaba aun poco de té.
- Ah, y que no se mueva de ahí…- dijo haciendo un gesto con la cabeza para señalar con el mentón la figura del lobo. - … porque me daré cuenta. – dijo sonriendo, esperando que aquello animase al hombre.
Nahir
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Re: Visita al Virrey [privado] [cerrado]
El ligero toque en su espalda fue la primer señal de que la mentira comenzaba hacer efecto, Nahir bajaba la guardia y ya no se mostraba tensa como hasta hace unos segundos atrás. Aún así Matt no se dejó llevar por la emoción y siguió en el papel, al fin y al cabo, era un estafador profesional, sabía que ese tipo de engaños necesitaban de un tiempo para que calaran bien profundo en el objetivo.
Apoyó la cabeza en su pecho mientras la escuchaba, evitando en la medida de lo posible que viera directamente su cara.
-¿Lo dices de verdad? ¿No es solo para consolarme? - Escondió el rostro en el cuello de la Hechicera. Estaba peligrosamente cerca, podía sentir su deliciosa fragancia, no la que pudiera provenir de perfumes o aceites, sino la verdadera, la de su bello cuerpo de mujer - Yo también creo que no me reconocerían, he cambiado mucho... - “Y muchas veces ¿Cuántas identidades inventé? Miles” Pensaba con frialdad el ahora Virrey, quizás mañana mendigo y pasado zapatero.
Estuvo muy cerca de dar el golpe de gracia a la interpretación, pero justo en ese momento Nahir se puso en pie y le propuso dar una vuelta. Owens no sabía sí la muchacha se había dado cuenta de su estrategia, o si simplemente la suerte estaba a su favor. Cuando vio que le ofrecía las manos, se decantó por la segunda opción, se había creído tanto todo lo que Matt había dicho que siquiera había notado el peligro en el que se encontraba.
Se agarró a ella, manteniendo la cabeza gacha como si continuara estando apenado, pero en lugar de usar el impulso para levantarse, lo utilizó para arrastrar a Nahir hacía él. En cuanto cayó en sus brazos la rodeó a la altura de la cintura, entrelazando las manos para no dejarla ir. Sonrió con picardía y ahora sus rostros estaban a pocos centímetros de distancia, de haber querido, Matthew podría haberle robado un beso en ese momento, pero en lugar de eso le tocó la punta de la nariz con la propia y se rió.
-Jajaja, estabas avisada de que te engañaría, y aún así caíste - Sus cuerpos estaban pegados, el pecho de Matt seguía estando al descubierto, pero más allá de eso el Humano no parecía que fuera a hacerle nada - Una buena mentira vale por mil verdades, eso es algo que aprendí cuando vivía en las calles - Levantó un poco el cuello para poder hablarle al oído - No me arrepiento de nada de lo que hice, y tampoco me voy a arrepentir de todo lo que voy a hacerte -
Sus manos bajaron hasta llegar al trasero de la Hechicera, la apretó contra su cuerpo un segundo, dejándose llevar por el impulso del momento. Cuando parecía que sus habilidosas manos se meterían por debajo de la ropa, las retiró de repente y las levantó por arriba de su cabeza, a la vez que alejaba el rostro.
-Te recomiendo que corras, cervatillo, no sé por cuánto tiempo podré controlarme - Sonrió y le dedicó una mirada cargada de lujuria - A menos que quieras continuar - Y nuevamente tenía la estatuilla en la mano ¿En qué momento la había agarrado? Era difícil saberlo, pero se la ofrecía nuevamente a la hechicera, como dándole la última oportunidad para huir.
Apoyó la cabeza en su pecho mientras la escuchaba, evitando en la medida de lo posible que viera directamente su cara.
-¿Lo dices de verdad? ¿No es solo para consolarme? - Escondió el rostro en el cuello de la Hechicera. Estaba peligrosamente cerca, podía sentir su deliciosa fragancia, no la que pudiera provenir de perfumes o aceites, sino la verdadera, la de su bello cuerpo de mujer - Yo también creo que no me reconocerían, he cambiado mucho... - “Y muchas veces ¿Cuántas identidades inventé? Miles” Pensaba con frialdad el ahora Virrey, quizás mañana mendigo y pasado zapatero.
Estuvo muy cerca de dar el golpe de gracia a la interpretación, pero justo en ese momento Nahir se puso en pie y le propuso dar una vuelta. Owens no sabía sí la muchacha se había dado cuenta de su estrategia, o si simplemente la suerte estaba a su favor. Cuando vio que le ofrecía las manos, se decantó por la segunda opción, se había creído tanto todo lo que Matt había dicho que siquiera había notado el peligro en el que se encontraba.
Se agarró a ella, manteniendo la cabeza gacha como si continuara estando apenado, pero en lugar de usar el impulso para levantarse, lo utilizó para arrastrar a Nahir hacía él. En cuanto cayó en sus brazos la rodeó a la altura de la cintura, entrelazando las manos para no dejarla ir. Sonrió con picardía y ahora sus rostros estaban a pocos centímetros de distancia, de haber querido, Matthew podría haberle robado un beso en ese momento, pero en lugar de eso le tocó la punta de la nariz con la propia y se rió.
-Jajaja, estabas avisada de que te engañaría, y aún así caíste - Sus cuerpos estaban pegados, el pecho de Matt seguía estando al descubierto, pero más allá de eso el Humano no parecía que fuera a hacerle nada - Una buena mentira vale por mil verdades, eso es algo que aprendí cuando vivía en las calles - Levantó un poco el cuello para poder hablarle al oído - No me arrepiento de nada de lo que hice, y tampoco me voy a arrepentir de todo lo que voy a hacerte -
Sus manos bajaron hasta llegar al trasero de la Hechicera, la apretó contra su cuerpo un segundo, dejándose llevar por el impulso del momento. Cuando parecía que sus habilidosas manos se meterían por debajo de la ropa, las retiró de repente y las levantó por arriba de su cabeza, a la vez que alejaba el rostro.
-Te recomiendo que corras, cervatillo, no sé por cuánto tiempo podré controlarme - Sonrió y le dedicó una mirada cargada de lujuria - A menos que quieras continuar - Y nuevamente tenía la estatuilla en la mano ¿En qué momento la había agarrado? Era difícil saberlo, pero se la ofrecía nuevamente a la hechicera, como dándole la última oportunidad para huir.
Matthew Owens
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Re: Visita al Virrey [privado] [cerrado]
Para nada esperaba quedar tendida sobre el humano, y eso pudo notarse en el leve y agudo gemido que salió de entre sus labios. Cerró los ojos mientras caía, al abrirlo, Matthew estaba muy cerca, sus brazos la rodeaban, rompiendo cualquier centímetro que pudiese separar sus cuerpos. Miró sus ojos, después miró aquella sonrisa tan peculiar, podía sentir como las mejillas le ardían. Estaba muy cerca. El corazón de Nahir latía con mucha fuerza, tanta que incluso podía escuchar su melodía acelerada, era como si la respiración se le hubiese detenido por unos segundos, unos segundos que se le hicieron eternos. El hombre tocó su nariz con la suya, para después reír, la bruja se esforzó por esbozar una sonrisa, aunque estaba muy nerviosa como para que quedase natural. Fue a tragar saliva, cuando se percató de que tenía la boca totalmente seca.
- ¿E-engañarme? – la bruja abrió mucho los ojos, resaltando el comentario del humano y dándole más veracidad.
Movió un poco los brazos para poder apoyarse en algo y poder levantar un poco más la cabeza, y ver mejor la cara del hombre, pero sus cueros estaban tan pegados, y los brazos de él la atraían tanto… acabó por colocar una mano en su pecho, al sentir el contacto de su piel recordó que se había desabrochado la camisa, aquello hizo que sintiese una especie de cosquilleo en diferentes partes de su cuerpo.
Nahir miró al humano mientras este se acercaba, separó ligeramente los labios, como si fuese a decir algo, pero no dijo nada. Las palabras del hombre, tan cerca y en aquel tono, erizaron todo el bello de su cuerpo. ¿Hacerme?
Sus manos bajaron atrevidas hasta su trasero, todo el cuerpo de la mujer se tensó sobre él. Podía sentir su cuerpo, su olor, su respiración...
- Ma-matt… - susurró con un hilo de voz.
Estaba segura de que incluso el hombre podía escuchar los latidos de su corazón, era imposible que no los escuchase. Apretó un poco los dedos que tenía en el pecho del hombre, ni siquiera se había percatado de que sus manos temblaban.
Entonces la soltó. Alzó las manos y bajó la cabeza, la bruja se quedó mirándole a los ojos por unos segundos, confundida, no sabía que decir o que hacer.
- Yo… yo…
Tenía de nuevo la figurilla del lobo en la mano. ¿Cómo era aquello posible? Claramente, Nahir era un blanco fácil al que poder engañar y robar, se lo había mostrado el humano repetidas veces aquella noche. Tenía razón: era demasiado ingenua.
Alzó la mano que tenía aun sobre el pecho del hombre para coger el lobo.
- Lo siento, debo irme.
Se levantó con cuidado para no tocar lo que no debía. Se llevó la mano, en la que tenía la figura, al pecho, como si aquella fuese la única manera de cerciorarse de que no volvía a quitársela. Lo miró un largo segundo, sintiendo que debía decir algo.
- El té estaba muy bueno…- susurró antes de salir a paso ligero de la sala.
- ¿E-engañarme? – la bruja abrió mucho los ojos, resaltando el comentario del humano y dándole más veracidad.
Movió un poco los brazos para poder apoyarse en algo y poder levantar un poco más la cabeza, y ver mejor la cara del hombre, pero sus cueros estaban tan pegados, y los brazos de él la atraían tanto… acabó por colocar una mano en su pecho, al sentir el contacto de su piel recordó que se había desabrochado la camisa, aquello hizo que sintiese una especie de cosquilleo en diferentes partes de su cuerpo.
Nahir miró al humano mientras este se acercaba, separó ligeramente los labios, como si fuese a decir algo, pero no dijo nada. Las palabras del hombre, tan cerca y en aquel tono, erizaron todo el bello de su cuerpo. ¿Hacerme?
Sus manos bajaron atrevidas hasta su trasero, todo el cuerpo de la mujer se tensó sobre él. Podía sentir su cuerpo, su olor, su respiración...
- Ma-matt… - susurró con un hilo de voz.
Estaba segura de que incluso el hombre podía escuchar los latidos de su corazón, era imposible que no los escuchase. Apretó un poco los dedos que tenía en el pecho del hombre, ni siquiera se había percatado de que sus manos temblaban.
Entonces la soltó. Alzó las manos y bajó la cabeza, la bruja se quedó mirándole a los ojos por unos segundos, confundida, no sabía que decir o que hacer.
- Yo… yo…
Tenía de nuevo la figurilla del lobo en la mano. ¿Cómo era aquello posible? Claramente, Nahir era un blanco fácil al que poder engañar y robar, se lo había mostrado el humano repetidas veces aquella noche. Tenía razón: era demasiado ingenua.
Alzó la mano que tenía aun sobre el pecho del hombre para coger el lobo.
- Lo siento, debo irme.
Se levantó con cuidado para no tocar lo que no debía. Se llevó la mano, en la que tenía la figura, al pecho, como si aquella fuese la única manera de cerciorarse de que no volvía a quitársela. Lo miró un largo segundo, sintiendo que debía decir algo.
- El té estaba muy bueno…- susurró antes de salir a paso ligero de la sala.
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