[enigma] Parada para descansar CERRADO
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[enigma] Parada para descansar CERRADO
- Sigrid:
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Sigrid descansaba en uno de los bancos de piedra que quedaban a la sombra. Sus cansados ojos ya le empezaban a pedir una tregua, había sido un día muy largo, pero aún quedaban un par de horas de sol, así que no tenía prisa por llegar a casa.
Se llevó las manos a la cabeza, para asegurarse de que su cabello continuaba bien anudado en el par de trenzas que se había hecho. Ya no lucían tanto como antaño, con aquella melena rubia y larga que siempre portaba perfecta, ahora eran cuatro pelos grises que parecían que no habían sido nunca peinados.
¿Cuándo había pasado tanto de tiempo?
Se llevó una de las manos a la cara, su rostro repleto de arrugas parecía una máscara, ya que por dentro se sentía tan llena de vida como cuando era joven.
Pero que ella se sintiese joven no quería decir que lo fuese, sus piernas debían reposar antes de continuar el camino y si no quería dormirse en aquel banco mejor buscar una distracción.
Era una mujer conocida en el pueblo, siempre se había encargado de hacerles las marcas tribales y de protección a los jóvenes en la piel. Todos decían que tenía muy buenas manos. Seguro que alguien la reconocería y se acercaría a saludarle.
Hay que mantener el cerebro activo. ¿Hay algo mejor que una adivinanza para ello?
Se llevó las manos a la cabeza, para asegurarse de que su cabello continuaba bien anudado en el par de trenzas que se había hecho. Ya no lucían tanto como antaño, con aquella melena rubia y larga que siempre portaba perfecta, ahora eran cuatro pelos grises que parecían que no habían sido nunca peinados.
¿Cuándo había pasado tanto de tiempo?
Se llevó una de las manos a la cara, su rostro repleto de arrugas parecía una máscara, ya que por dentro se sentía tan llena de vida como cuando era joven.
Pero que ella se sintiese joven no quería decir que lo fuese, sus piernas debían reposar antes de continuar el camino y si no quería dormirse en aquel banco mejor buscar una distracción.
Era una mujer conocida en el pueblo, siempre se había encargado de hacerles las marcas tribales y de protección a los jóvenes en la piel. Todos decían que tenía muy buenas manos. Seguro que alguien la reconocería y se acercaría a saludarle.
Hay que mantener el cerebro activo. ¿Hay algo mejor que una adivinanza para ello?
“Es mío, aunque mi familia y amigos lo utilizan más que yo. ¿Qué es?”
***
Para que todos tengan las mismas posibilidades, ventajas e inconvenientes, el que quiera participar deberá escribir aquí con normalidad, explicando como llega, si conoce a la anciana, como le cuenta el enigma. PERO NO SE PUEDE PONER LA RESPUESTA. Una vez escrito el primer post que os sitúa en el tema deberéis enviarme un mp con la respuesta.
Nadie, repito nadie, puede poner la respuesta
El plazo para enviarme los mensajes para poder participar será hasta el próximo viernes día 28 de junio. Después de haber cerrado dicho plazo, pondré un mensaje después de este con las respuestas de los participantes y las consecuencias.
·Hay que tener al menos 10 post on rol para poder participar.
·Solo se puede resolver el enigma con una sola cuenta.
·Recompensa de 50 aeros, 5 punto de exp y un objeto master.
·Solo se puede enviar una respuesta por persona
Última edición por Thorn el Sáb 29 Jun 2019, 00:30, editado 2 veces
Thorn
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Re: [enigma] Parada para descansar CERRADO
La ciudad de Baslodia parecía estar en bastante buen estado.
No era realmente mi favorita. Era dificil renegar de Lunargenta, habiendo pasado tantos años allí. Pero de las principales ciudades humanas, tenía cierto encanto. Había algo en la piedra pulida y en los caminos de losas que me daba cierta tranquilidad.
Me quedé paseando por la ciudad con cierta calma. El que no estuviese tan ocupada como la capital era ciertamente un punto a favor. No necesitaba ir por los tejados para respirar.
Pero no fueron las piedras ni el sol lo que me llamaron la atención. Esa tarde, me encontré con alguien que me había ayudado en su momento. Una anciana, llamada Sigrid. Ahora que lo recordaba, no vivía demasiado lejos...
La mujer me había ayudado en una tarea que le podía confiar a muy pocos. Tenía un muy buen pulso, y sabía hacer dibujos en piel. Normalmente no eran permanentes, según decía. Pero para las runas de mi cuerpo, necesitaba a alguien capaz. Fue Sigrid la que hizo los primeros glifos de mi hombro.
Le saludé con una sonrisa. Siempre era agradable, y daba buena conversación. Me senté junto a ella. La imagen debía haber sido interesante: un enorme hombre bestia con una corona, sentado junto a una anciana y charlando como si fuesen viejos amigos. Compartí algunas historias, aquellas en las que los símbolos que había marcado en mi cuerpo habían sido útiles. Mostré, incluso, los nuevos que había hecho a lo largo del tiempo, hablando de los efectos de cada uno, haciendo que se iluminasen ligeramente con un pensamiento. Y entonces, ella me propuso una adivinanza. Como dijo, mi cuerpo era ágil y fuerte, pero mi cabeza tenía que serlo más.
Me quedé unos segundos en silencio, pero no más que eso. Ensanché mi sonrisa, y pronuncié la respuesta a su oído.
No era realmente mi favorita. Era dificil renegar de Lunargenta, habiendo pasado tantos años allí. Pero de las principales ciudades humanas, tenía cierto encanto. Había algo en la piedra pulida y en los caminos de losas que me daba cierta tranquilidad.
Me quedé paseando por la ciudad con cierta calma. El que no estuviese tan ocupada como la capital era ciertamente un punto a favor. No necesitaba ir por los tejados para respirar.
Pero no fueron las piedras ni el sol lo que me llamaron la atención. Esa tarde, me encontré con alguien que me había ayudado en su momento. Una anciana, llamada Sigrid. Ahora que lo recordaba, no vivía demasiado lejos...
La mujer me había ayudado en una tarea que le podía confiar a muy pocos. Tenía un muy buen pulso, y sabía hacer dibujos en piel. Normalmente no eran permanentes, según decía. Pero para las runas de mi cuerpo, necesitaba a alguien capaz. Fue Sigrid la que hizo los primeros glifos de mi hombro.
Le saludé con una sonrisa. Siempre era agradable, y daba buena conversación. Me senté junto a ella. La imagen debía haber sido interesante: un enorme hombre bestia con una corona, sentado junto a una anciana y charlando como si fuesen viejos amigos. Compartí algunas historias, aquellas en las que los símbolos que había marcado en mi cuerpo habían sido útiles. Mostré, incluso, los nuevos que había hecho a lo largo del tiempo, hablando de los efectos de cada uno, haciendo que se iluminasen ligeramente con un pensamiento. Y entonces, ella me propuso una adivinanza. Como dijo, mi cuerpo era ágil y fuerte, pero mi cabeza tenía que serlo más.
Me quedé unos segundos en silencio, pero no más que eso. Ensanché mi sonrisa, y pronuncié la respuesta a su oído.
Asher Daregan
Aerandiano de honor
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Re: [enigma] Parada para descansar CERRADO
El aire llevaba implícito el olor a hierro fundido; No era una característica, sino más bien un matiz que el ir y venir del viento marítimo, cercano a la costa llevaba y traía como si el va y ven de las olas sirviese de impulso invisible.
Eilydh llevaba tan solo dos horas en Basoldia y ya le habían llegado mas de 100 historias distintas sobre mineros atrapados, guerreros que forjaban sus espadas mezcladas a su propia sangre y algún que otro marinero ebrio, que había creído que la luna era un trozo de su barco y se había aventurado a la costa de la ciudad, dándose de bruces con la aridez del terreno y buscando una guerra que hacía tiempo que había terminado.
Eilydh sabía bien que no todas las historias contenían la verdad que proclamaban, y no prestó demasiada atención a la mayoría de habladurías de la gente, decidiendo, sin embargo, aventurase ella misma en la aventura de descubrir Baslodia por su cuenta y desentramar así las verdades de aquellas cien historias.
Conoció a Sigrid casi por casualidad: Sentada en su banco, con las menuda piernas reposando el peso de los años sobre la tierra, como echando raíces. Sus brazos sobre las rodillas, curtidos y sabios, su mirada perdida en la nada y enfocada en el todo que la rodeaba y el cabello, cansado de ser tiznado de color, blanco y ondeado por el viento parecían las propias ramas del árbol que parecía ser.
Justo aquello fue lo que llamó la atención de Eilydh. Hasta entonces en pocas ocasiones había dado significado a la palabra árbol madre, aunque no se había atrevido a contradecir a aquellos que los veneraban, y curiosamente, justo en aquel lugar, tan lejos de su Sandorai, la visión de aquella anciana no hacía más que recordarle lo irónico que puede ser el mundo.
Se acercó a ella, casi por obligación como si el mero hecho de no hacerlo fuese descortés y no hubiese mejor contadora de historias que aquella mujer desconocida. Se dirigió a la anciana como lo hubiese hecho con una antigua conocida, y de la misma la anciana habló a su audiencia, que no era tan solo ella, aunque Eilydh pareció haberlo olvidado, embelesada por sus palabras.
Dio vueltas a las palabras de la anciana, pensativa, y cuando estuvo segura que supo el significado de aquel enigma, como si fuese a ponerle un título escribió la respuesta en un pergamino de papel con algo de tinta y una pluma que sacó de su maleta de viaje y con acto honorable y una leve inclinación de cabeza, posó el papel en su mano cerrándola en un puño tras de si, dejándo que solo los ojos cansados de la anciana supiesen que escribió.
Quizás era hora de agregar una nueva historia a las que ya había oido.
Edito: Cuando pasé el post de Word al foro me percaté que había cortado algunas frases y que tenía algunos errores gramaticales sin corregir. Perdón.
Eilydh llevaba tan solo dos horas en Basoldia y ya le habían llegado mas de 100 historias distintas sobre mineros atrapados, guerreros que forjaban sus espadas mezcladas a su propia sangre y algún que otro marinero ebrio, que había creído que la luna era un trozo de su barco y se había aventurado a la costa de la ciudad, dándose de bruces con la aridez del terreno y buscando una guerra que hacía tiempo que había terminado.
Eilydh sabía bien que no todas las historias contenían la verdad que proclamaban, y no prestó demasiada atención a la mayoría de habladurías de la gente, decidiendo, sin embargo, aventurase ella misma en la aventura de descubrir Baslodia por su cuenta y desentramar así las verdades de aquellas cien historias.
Conoció a Sigrid casi por casualidad: Sentada en su banco, con las menuda piernas reposando el peso de los años sobre la tierra, como echando raíces. Sus brazos sobre las rodillas, curtidos y sabios, su mirada perdida en la nada y enfocada en el todo que la rodeaba y el cabello, cansado de ser tiznado de color, blanco y ondeado por el viento parecían las propias ramas del árbol que parecía ser.
Justo aquello fue lo que llamó la atención de Eilydh. Hasta entonces en pocas ocasiones había dado significado a la palabra árbol madre, aunque no se había atrevido a contradecir a aquellos que los veneraban, y curiosamente, justo en aquel lugar, tan lejos de su Sandorai, la visión de aquella anciana no hacía más que recordarle lo irónico que puede ser el mundo.
Se acercó a ella, casi por obligación como si el mero hecho de no hacerlo fuese descortés y no hubiese mejor contadora de historias que aquella mujer desconocida. Se dirigió a la anciana como lo hubiese hecho con una antigua conocida, y de la misma la anciana habló a su audiencia, que no era tan solo ella, aunque Eilydh pareció haberlo olvidado, embelesada por sus palabras.
Dio vueltas a las palabras de la anciana, pensativa, y cuando estuvo segura que supo el significado de aquel enigma, como si fuese a ponerle un título escribió la respuesta en un pergamino de papel con algo de tinta y una pluma que sacó de su maleta de viaje y con acto honorable y una leve inclinación de cabeza, posó el papel en su mano cerrándola en un puño tras de si, dejándo que solo los ojos cansados de la anciana supiesen que escribió.
Quizás era hora de agregar una nueva historia a las que ya había oido.
Edito: Cuando pasé el post de Word al foro me percaté que había cortado algunas frases y que tenía algunos errores gramaticales sin corregir. Perdón.
Eilydh
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Re: [enigma] Parada para descansar CERRADO
Baslodia es una de las mejores ciudades si se quieren conseguir aleaciones y minerales industrialmente curiosos, es por eso que el pequeño Chimar le visita con regularidad… salta a la vista que muchos de sus inventos requieren metal.
A su lado, el pequeño Canel como siempre. Dicho niño se ha convertido en un elemento perenne en la vida del genio. Con casi un año desde su llegada, Maquiavelo ya no puede ni imaginar la vida sin el mocoso hechicero.
En cierto modo es como tener un Demian en miniatura viajando a su lado, solo que menos homicida… ahora entiende porque ambos mocosos nunca han podido congeniar mucho, los iguales se repelen.
Con el pedido encargado y las monedas dispensadas, el par de niños puede relajarse. Compran algunos aperitivos en el mercado pues los aeros abundan últimamente, cualquiera diría que son de la nobleza.
Hay un efecto residual muy bueno de hacer negocios regulares con el mismo mercader, es que después de varios intercambios aprenden a tratar al inventor como si fuera un adulto… algunos tardan más que otros pero depende del frijol.
También existen adultos como Yusuf que nunca en toda su vida entenderán dicha obviedad pero no se puede pedir mucho de la mente mayor, comienza a decaer desde que se cumplen los dieciséis según dicen estudios.
Inmerso en sus pensamientos, Chimar no se da cuenta de que invade el terreno de una señora muy mayor. Se acerca tanto que logra pillar la adivinanza que suelta, tal contexto le hace voltear inmediatamente para pedir consejo de su amiguito.
Canel… “señala a la doña con los ojos”.
No sirve con adivinanzas, acertijos, runas u otras formas de azar, lo siento “dice mientras muerde una manzana acaramelada”.
Y ahora vienes con instrucciones…
Negando con la cabeza, el genio pone entonces sus neuronas a trabajar. Lo cierto es que una respuesta le llega de golpe y aunque al principio casi la grita a los cuatro vientos, decide ser más recatado y la escribe en un papel que luego entrega al elemento milenario.
Bastante fácil.
“Canel le mira con ironía”.
Bueno… superable.
A su lado, el pequeño Canel como siempre. Dicho niño se ha convertido en un elemento perenne en la vida del genio. Con casi un año desde su llegada, Maquiavelo ya no puede ni imaginar la vida sin el mocoso hechicero.
En cierto modo es como tener un Demian en miniatura viajando a su lado, solo que menos homicida… ahora entiende porque ambos mocosos nunca han podido congeniar mucho, los iguales se repelen.
Con el pedido encargado y las monedas dispensadas, el par de niños puede relajarse. Compran algunos aperitivos en el mercado pues los aeros abundan últimamente, cualquiera diría que son de la nobleza.
Hay un efecto residual muy bueno de hacer negocios regulares con el mismo mercader, es que después de varios intercambios aprenden a tratar al inventor como si fuera un adulto… algunos tardan más que otros pero depende del frijol.
También existen adultos como Yusuf que nunca en toda su vida entenderán dicha obviedad pero no se puede pedir mucho de la mente mayor, comienza a decaer desde que se cumplen los dieciséis según dicen estudios.
Inmerso en sus pensamientos, Chimar no se da cuenta de que invade el terreno de una señora muy mayor. Se acerca tanto que logra pillar la adivinanza que suelta, tal contexto le hace voltear inmediatamente para pedir consejo de su amiguito.
Canel… “señala a la doña con los ojos”.
No sirve con adivinanzas, acertijos, runas u otras formas de azar, lo siento “dice mientras muerde una manzana acaramelada”.
Y ahora vienes con instrucciones…
Negando con la cabeza, el genio pone entonces sus neuronas a trabajar. Lo cierto es que una respuesta le llega de golpe y aunque al principio casi la grita a los cuatro vientos, decide ser más recatado y la escribe en un papel que luego entrega al elemento milenario.
Bastante fácil.
“Canel le mira con ironía”.
Bueno… superable.
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Re: [enigma] Parada para descansar CERRADO
Aquél día había hecho frente a una negociación complicada y se había salido con la suya. Estaba segura de que el propio Gaius no lo habría hecho mejor, como también lo estaba de que el hombre jamás lo reconocería abiertamente. En cualquier caso, eso era lo de menos, lo importante era la sensación de satisfacción que sentía en aquel momento.
Sentía que se había ganado un premio, pero aquel pueblo no parecía tener mucho que ofrecer, aparte de un sol radiante que empezaba a resultar algo pesado para su gusto. Un paseo por el lugar y algunas charlas con los lugareños le revelaron el mejor rincón, a juicio de la mayoría de los entrevistados, para degustar una buena cena sin demasiados borrachos alrededor. No era lo mismo que un libro raro o un vestido elegante, pero era lo que había, tendría que valer. El único inconveniente era que aún faltaban unas horitas para la cena y ya no le quedaba nada para ver en aquel pueblucho.
Buscando algo de sombra, se acercó a un banco de piedra ocupado por una mujer que parecía tener como un centenar de años. Había bancos vacíos, pero su idea era distraerse un poco antes de la cena y una mujer de esa edad tenía que tener alguna historia interesante para contar. Pidió educadamente permiso para sentarse y pudo comprobar que la anciana también parecía estar de humor y con ganas de charla.
Conversaron durante largo rato. La humana esquivaba las preguntas personales incluso mejor de lo que lo hacía la bruja, sin duda, la experiencia que daba la edad se hacía notar. Sin embargo, sí que compartieron alguna que otra anécdota divertida y la mujer se permitió dedicarle alguna que otra lección de vida que Valeria no dudó en incorporar a su haber. Cuando ya el sol empezaba a ocultarse en el horizonte, la humana propuso su acertijo. La bruja no pudo evitar una carcajada.
—A menuda viene usted a hablarle de familia, abuela —respondió.
Ya se había despedido, con el mismo tono educado que empleó para presentarse, y había dado un par de pasos hacia el lugar que le habían recomendado, cuando recordó algo que había oído hacía muchos años. No era exactamente igual, ni siquiera era un acertijo, más bien una fábula, pero aquello hizo que le viniera una idea a la mente. Se acercó de nuevo a la anciana y, muy bajito, como si fuese un secreto entre ambas, le dio su respuesta.
Sentía que se había ganado un premio, pero aquel pueblo no parecía tener mucho que ofrecer, aparte de un sol radiante que empezaba a resultar algo pesado para su gusto. Un paseo por el lugar y algunas charlas con los lugareños le revelaron el mejor rincón, a juicio de la mayoría de los entrevistados, para degustar una buena cena sin demasiados borrachos alrededor. No era lo mismo que un libro raro o un vestido elegante, pero era lo que había, tendría que valer. El único inconveniente era que aún faltaban unas horitas para la cena y ya no le quedaba nada para ver en aquel pueblucho.
Buscando algo de sombra, se acercó a un banco de piedra ocupado por una mujer que parecía tener como un centenar de años. Había bancos vacíos, pero su idea era distraerse un poco antes de la cena y una mujer de esa edad tenía que tener alguna historia interesante para contar. Pidió educadamente permiso para sentarse y pudo comprobar que la anciana también parecía estar de humor y con ganas de charla.
Conversaron durante largo rato. La humana esquivaba las preguntas personales incluso mejor de lo que lo hacía la bruja, sin duda, la experiencia que daba la edad se hacía notar. Sin embargo, sí que compartieron alguna que otra anécdota divertida y la mujer se permitió dedicarle alguna que otra lección de vida que Valeria no dudó en incorporar a su haber. Cuando ya el sol empezaba a ocultarse en el horizonte, la humana propuso su acertijo. La bruja no pudo evitar una carcajada.
—A menuda viene usted a hablarle de familia, abuela —respondió.
Ya se había despedido, con el mismo tono educado que empleó para presentarse, y había dado un par de pasos hacia el lugar que le habían recomendado, cuando recordó algo que había oído hacía muchos años. No era exactamente igual, ni siquiera era un acertijo, más bien una fábula, pero aquello hizo que le viniera una idea a la mente. Se acercó de nuevo a la anciana y, muy bajito, como si fuese un secreto entre ambas, le dio su respuesta.
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Re: [enigma] Parada para descansar CERRADO
Baslodia, otra de las poblaciones humanas. Naharu la había escuchado nombrar, de vez en cuando, pero no le daba mucha importancia a esas conversaciones. Tampoco le daba mucha importancia a su visita de ese día. Como había hecho desde que empezó su empresa, lo que hacía era seguir rastros de infamia, y reducir focos de Caos. Uno de sus viajes lo había traído a las cercanías de Verisar, y se dispuso a reponer recursos ahí, ya que estaba.
Llevaba sus patucas por la calle, su presencia atrayendo varias miradas. La mayoría estaba cargada de inocente curiosidad. Era natural, ver a alguien de ese tamaño, además cubierto de pelaje blanco... No era cotidiano. Pero tampoco era algo del otro mundo. Eso entendía en su paseo por las calles de Baslodia.
Cerró la cantimplora, pasando su lengua por su boca recién humedecida. El calor le afectaba sobremanera, y ese día se le antojaba especialmente caluroso. Deseaba que una nube apareciera y tapara el sol por un rato.
Lanzó un vistazo a su alrededor. Poco que llamara la atención, salvo un banco, y una curiosa señora sentada en él.
Se acercó, y tras presentarse inclinando ligeramente la cabeza, se sentó al lado de la mujer.
Lanzó algún que otro vistazo, sin ánimos de empezar una conversación, pero víctima de profunda curiosidad. La vejez humana se le antojaba curiosa, las abundantes arrugas en especial. "Son como pasas" pensaba.
Pero la mujer, oso blanco y gigante o no, empezó a hablarle muy simpáticamente. Y si bien las interacciones con desconocidos no eran su fuerte, no pudo evitar escuchar las historias de la vida de la mujer, con un interés infantil como el que presentaba años atrás, cuando escuchaba los relatos del chamán de su aldea. La escuchó entonces, sin abrir la boca.
Eventualmente la mujer le presentó una adivinanza, desafío que Naharu aceptó encantado. Pero no dio con la respuesta de primeras, así que reposó su codo derecho en su mano izquierda, tocándose la sien con un dedo, y sumiéndose en profunda meditación.
—Hmmmm...
La mujer esperó tranquila, sus cabellos agitados por la brisa como las ramas de un árbol, su cuerpo quieto en el banco como un tronco.
—Mmmmhmmm...
—¡...Oh! ¡Ya lo sé!
La mujer parecía haberse sobresaltado, se había quedado dormida. No tardó en dirigirle al oso una cálida sonrisa, como si estuviese orgullosa, y le instigó con un gesto de mano a que hablara.
—¡La respuesta es...!
La mujer asintió, y aplaudiendo con la fuerza que le permitían los brazos, felicitó al emocionado oso, que como agradecimiento por las historias y el ejercicio mental, compartió parte de sus suministros, y se despidió.
Partió entonces Naharu, el cielo anaranjado y el sol más tranquilo.
A esa viejecita que conoció en Baslodia, Naharu sí le dio importancia.
Llevaba sus patucas por la calle, su presencia atrayendo varias miradas. La mayoría estaba cargada de inocente curiosidad. Era natural, ver a alguien de ese tamaño, además cubierto de pelaje blanco... No era cotidiano. Pero tampoco era algo del otro mundo. Eso entendía en su paseo por las calles de Baslodia.
Cerró la cantimplora, pasando su lengua por su boca recién humedecida. El calor le afectaba sobremanera, y ese día se le antojaba especialmente caluroso. Deseaba que una nube apareciera y tapara el sol por un rato.
Lanzó un vistazo a su alrededor. Poco que llamara la atención, salvo un banco, y una curiosa señora sentada en él.
Se acercó, y tras presentarse inclinando ligeramente la cabeza, se sentó al lado de la mujer.
Lanzó algún que otro vistazo, sin ánimos de empezar una conversación, pero víctima de profunda curiosidad. La vejez humana se le antojaba curiosa, las abundantes arrugas en especial. "Son como pasas" pensaba.
Pero la mujer, oso blanco y gigante o no, empezó a hablarle muy simpáticamente. Y si bien las interacciones con desconocidos no eran su fuerte, no pudo evitar escuchar las historias de la vida de la mujer, con un interés infantil como el que presentaba años atrás, cuando escuchaba los relatos del chamán de su aldea. La escuchó entonces, sin abrir la boca.
Eventualmente la mujer le presentó una adivinanza, desafío que Naharu aceptó encantado. Pero no dio con la respuesta de primeras, así que reposó su codo derecho en su mano izquierda, tocándose la sien con un dedo, y sumiéndose en profunda meditación.
—Hmmmm...
.....
La mujer esperó tranquila, sus cabellos agitados por la brisa como las ramas de un árbol, su cuerpo quieto en el banco como un tronco.
—Mmmmhmmm...
.....
—¡...Oh! ¡Ya lo sé!
La mujer parecía haberse sobresaltado, se había quedado dormida. No tardó en dirigirle al oso una cálida sonrisa, como si estuviese orgullosa, y le instigó con un gesto de mano a que hablara.
—¡La respuesta es...!
La mujer asintió, y aplaudiendo con la fuerza que le permitían los brazos, felicitó al emocionado oso, que como agradecimiento por las historias y el ejercicio mental, compartió parte de sus suministros, y se despidió.
Partió entonces Naharu, el cielo anaranjado y el sol más tranquilo.
A esa viejecita que conoció en Baslodia, Naharu sí le dio importancia.
Naharu
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Re: [enigma] Parada para descansar CERRADO
Demian se puso de pie, girándose hasta mirar a la anciana frente a frente. Extendió su mano derecha y una de sus dagas, aquella con símbolos siniestros, pareció materializarse en el aire (en realidad salió de la ilusión que la ocultaba), flotando hasta encontrarse entre sus dedos.
–Puedo darles una lección, si quiere –dijo Demian, mostrando el filo frente a sí.
En su mirada había una ingenua determinación, al punto que la anciana guardó silencio unos segundos antes de contestar.
Pero no nos adelantemos, ocurrieron algunos eventos para llegar a ese punto.
Todo comenzó con el robo de un libro. Sí, no podía decirse que el chico no tuviera Aeros, pero no había perdido las viejas costumbres. Lo había sacado con descuido del mostrador, al punto que ni siquiera se había molestado en usar sus ilusiones. Entre toda la multitud de aquel mercado que, si bien pequeño comparado al de Lunargenta, no era menos denso, pensó que nadie lo notaría.
Pero el vendedor lo había notado, ¡Vaya que lo había notado!
La carrera se extendió por más de ocho cuadras y el chico, aunque tenía la habilidad de hacerse invisible, embobar la mente del sujeto o crear barreras ilusorias no había querido hacerlo. La emoción de ser perseguido y correr, pasar obstáculos, esquivar a un guardia que había intentado cogerle una pierna y dar vuelta un cesto de manzanas de modo completamente innecesario habían podido más.
Al final, trepando sobre un muro gastado por el tiempo, logró dejar atrás a sus perseguidores, sólo para encontrarse junto a una anciana sentada en una banca. Se trataba de un pequeño parque, quizás apenas un jardín, pero bonito y bien cuidado. Había flores, arbustos adecuadamente podados y unos árboles que parecían llevar allí más que la mujer misma, si eso era posible.
Y debemos decir que la anciana tenía una excelente habilidad para generar conversación, pues pronto se encontraron ambos hablando y todos sabemos que Demian no es el mejor para eso. Y no lo digo por su tartamudez.
En ese intercambio el chico le mostró el libro robado. Era una colección de historias sobre un héroe llamado Duncan, al parecer un caballero errante acompañado de un niño calvo. No lo había leído aún, pero prometía ser de esos que tanto le gustan al chico. Pronto la anciana le leyó una página al joven brujo y éste hizo lo propio, con trabas y todo.
Finalmente ella le lanzó un acertijo, uno sobre algo que usaban más sus amigos y familia que ella misma.
Eso le pareció injusto al chico, por supuesto. ¿Cómo podía ella permitir que sus pocas pertenencias fueran usadas más por otros que por ella misma? ¿no era acaso eso aprovecharse de su vejez?
Fue allí que sacó su daga.
La mujer puso ojos tiernos y una mano huesuda y de piel reseca se posó en los oscuros cabellos del ilusionista.
–Es un acertijo, querido... no hay nadie a quien castigar.
Demian miró aún algo confuso y trató de procesar lo que había escuchado. ¿Había, entonces, alguien que usaba sus cosas o no?
Tardó un poco, pero finalmente asintió. Guardó entonces su daga, la que pareció nuevamente esfumarse en el aire, y se volvió a sentar.
–Un acertijo... veamos... ¿no hay una t-t-trampa, no? digo, como una palabra usada en un sentido traicionero o pronunciada para ocultar algo.
Ella negó con una sonrisa.
–¿Tienes una respuesta? –dijo con voz dulce.
Demian asintió.
–La respuesta es...
Demian
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Re: [enigma] Parada para descansar CERRADO
Sigrid agradeció la compañía que había recibido en el plazo de tiempo que había estado descansando, hablar con gente y relacionarse era una cosa que le salía sola. Le encantaba conocer gente nueva, y aquel había sido un buen día para hacerlo, aunque también había visto alguna que otra cara conocida, aquello siempre era agradable.
No podía decir que esperase menos, pero le sorprendió que todos los que se habían cruzado con ella aquella tarde y habían escuchado a adivinanza, todos la habían respondido correctamente. Aquello la alegraba, el mundo no estaba perdido si todos manteníamos una cabeza y mentalidad sanas. ¡Todo no está perdido!
“La próxima vez será más difícil” pensó la anciana dejando escapar una risa que sonó entre maliciosa y traviesa.
Tan solo portaba la bolsa de galletas que había hecho aquella misma mañana, así que a todos los que dedicaron un poco de su tiempo a estar con ella, les regaló una galleta.
- Ten cuidado, no te la comas aun…- dedicó una amplia sonrisa-… esta galleta no es un dulce cualquiera, aunque está igual de buena. Esta galleta sirve para cuando no quieras que recuerden tu nombre, al menos durante un ratito. – remarcó rápidamente – Al comértela, cualquiera que pueda verte, será incapaz de reconocer quien eres. ¡Ni tu madre podría reconocerte! –dijo riendo. –Y aunque dure apenas un ratito, ten cuidado con lo que haces con ella, ¿sí? Puede ayudarte mucho, pero también te puede meter en un problema… anda, esta vieja no te va a dar más la brasa. Además, ya tengo hambre, me voy a casa. Que pases una buena noche… - se despidió cordialmente antes de continuar el trayecto hasta casa.
Es mio, aunque mis amigos y familia los usan más que yo.
Felicidades, todos habéis respondido correctamente al enigma.
Obtenéis:
Al comerte esta galleta la gente deja de reconocerte. Eres un total desconocido para todos.
Duración: 2 turnos
Usos/unidades: 1
·50 aeros.
·5 puntos de experiencia.
No podía decir que esperase menos, pero le sorprendió que todos los que se habían cruzado con ella aquella tarde y habían escuchado a adivinanza, todos la habían respondido correctamente. Aquello la alegraba, el mundo no estaba perdido si todos manteníamos una cabeza y mentalidad sanas. ¡Todo no está perdido!
“La próxima vez será más difícil” pensó la anciana dejando escapar una risa que sonó entre maliciosa y traviesa.
Tan solo portaba la bolsa de galletas que había hecho aquella misma mañana, así que a todos los que dedicaron un poco de su tiempo a estar con ella, les regaló una galleta.
- Ten cuidado, no te la comas aun…- dedicó una amplia sonrisa-… esta galleta no es un dulce cualquiera, aunque está igual de buena. Esta galleta sirve para cuando no quieras que recuerden tu nombre, al menos durante un ratito. – remarcó rápidamente – Al comértela, cualquiera que pueda verte, será incapaz de reconocer quien eres. ¡Ni tu madre podría reconocerte! –dijo riendo. –Y aunque dure apenas un ratito, ten cuidado con lo que haces con ella, ¿sí? Puede ayudarte mucho, pero también te puede meter en un problema… anda, esta vieja no te va a dar más la brasa. Además, ya tengo hambre, me voy a casa. Que pases una buena noche… - se despidió cordialmente antes de continuar el trayecto hasta casa.
***
"Mi nombre"
Es mio, aunque mis amigos y familia los usan más que yo.
Felicidades, todos habéis respondido correctamente al enigma.
Obtenéis:
- GALLETA:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Al comerte esta galleta la gente deja de reconocerte. Eres un total desconocido para todos.
Duración: 2 turnos
Usos/unidades: 1
·50 aeros.
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Thorn
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