Caballeros andantes y dragones que no son lo que parecen [Trabajo] [Nahir] [Cerrado]
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Caballeros andantes y dragones que no son lo que parecen [Trabajo] [Nahir] [Cerrado]
No resultaba raro que Zöe se mantuviera en silencio por largos periodos de tiempo, pero siempre solía hacer algún movimiento como girar la cabeza y observar el camino o apartarse el pelo cuando el aire se lo ponía en medio de la cara. Sin embargo lo de aquel día fue... extraño. La mujer de ojos plateados se había quedado inmóvil en el sitio, la verdad es que no sé cuánto tiempo estuvo así hasta que nos dimos cuenta, pero cuando alcanzábamos los caminos colindantes de Baslodia la rueda del carro pisó un bache y la biótica calló a plomo en la parte trasera del vehículo, tuvimos que dar media vuelta y retroceder hasta la última posada. Lo pero no fue convencer al dueño de que nos diera una habitación y que olvidara que había una mujer inconsciente en su local, lo peor fue tener que mover a Zöe hasta el cuarto, la condenada pesaba más que una vaca, apenas pudimos levantarla entre Sophi y yo ¿Cuánto hierro tenía la biótica en el cuerpo? seguro que si preguntaba a ella sabría decírmelo con exactitud, cosa la cual haría cuando volviera en sí. Sophi se ofreció a cuidar de su compañera y Lavey y yo estiramos las alas y nos fuimos a dar una vuelta por las tierras que rodeaban el camino.
De aquello hacía ya casi dos días, la lagartija y yo íbamos todas las tarde a echar un vistazo a Zöe y Sophi, pero el resto de horas las pasábamos en una pequeña aldea que estaba cerca del castillo del señor feudal de la zona. Para mi sorpresa (y desgracia) Lavey estaba comenzando a preguntar y fijarse en algunos chicos y chicas de su edad y no lo hacía precisamente para jugar a la pelota con ellos, estaba empezando a tener una curiosidad que esperaba que tardara más en desarrollar, curiosidad sexual. Dioses que no salga igual a su madre. Pensaba. Que salga mejor a su abuela, así me ahorrare dolores de cabeza, palizas gratuitas y llantos desconsolados.
Por suerte para mi Lavey se cansó rápido de lo que había en la zona yo sin embargo... Sobrevolaba el castillo feudal durante el atardecer del primer día, siempre me gustaba mirar las grandes estructuras desde el cielo, pero en esta ocasión había alguien observándome a mí desde un balcón. Se trataba de una joven de no más de veinte años que hacia señas con las manos para llamar mi atención ¿Y quién era yo para negarme al llamado de una dama? Al descender sus rasgos se hicieron más claros, los destellos rubios que el sol de la tarde provocaba en la muchacha resultaron ser una ilusión que dio paso una melena cobriza que caía hasta las caderas, su estatura parecía menuda desde el aire, sin embargo el tamaño de la ventana y la balaustrada del balcón sugerían que la chica rondaría el 1,60. Sus ojos eran de un azul oscuro y sus labios sonreían al verme llegar.
Cuando cambie de forma la zagala se llevó una mano a la boca sorprendida, por lo visto esperaba a un hombre o eso pensé al principio, porque cuando bajó la mano su sonrisa era cálida y sus pómulos estaban sonrojados. La joven se presentó como Adora y al poco tiempo de decirle mi nombre comenzó a preguntar por mi vida y mis andanzas, el tema iba para largo así que me ofrecí a acercarle una silla al balcón y mientras la noche caía las historias avanzaban, ella en su silla y yo apoyada en la baranda del balcón. Cuando llegó la hora de cenar y el servicio tocó a la puerta de Adora esta se levantó deprisa y asustada, me miró un segundo sin saber qué hacer y tras pedirme que volviera al día siguiente besó mi mejilla y me empujo por el balcón.
Volví a mi forma de dragón y mientras extendía las alas con rapidez para no convertirme en puré de reptil, rugí a modo de despedida.
A la mañana siguiente acudí a la habitación de muchacha no sin antes llevarme una mirada de reproche por parte de mi hija. Desde luego la nobleza vivía bien, cuando llegue la chica aún estaba durmiendo, pero no me importo esperarla, subí al tejado y dejé que el sol calentara mi cuerpo mientras mecía la cola de un lado a otro del balcón de Adora. La pelirroja aun tardo un tiempo en despertar y abrir las ventanas, pero en cuanto lo hizo se sacó ella misma la silla al balcón y miro al techo hasta ver mi cornuda cabeza... De nuevo estuvimos hablando hasta que llamaron a la puerta anunciando la comida, pero en esta ocasión no fue una doncella si no la voz de un hombre.
-Oh, no. -Me dijo aterrorizada Adora. -Es mi padre, anoche escuchó tu despedida y luego a mi hablar con la institutriz sobre cierto dragón y ahora quiere separarnos. Pero él no lo entiende, no comprende nuestro amor. -En ese momento aguante el semblante y sonreí con delicadeza. -Vamos nos de aquí, -El señor feudal ya estaba espada en mano dando gritos por la habitación de Adora. -mi familia tiene un viejo torreón que nadie usa.
-Está bien pero luego...
-Si, mi dulce dragona. Luego consumaremos nuestro amor.
Ahora sí que no pude aguantar abrir los ojos como platos, no era ni de lejos lo que estaba pensando pero... muy estúpida tenía que ser yo para negarle semejante gusto a una dama.
Esta vez salté por iniciativa propia del balcón y mientras el padre daba espadazos al iré bajé a por Adora y la recogí con una de mis garras.
De aquello hacía ya casi dos días, la lagartija y yo íbamos todas las tarde a echar un vistazo a Zöe y Sophi, pero el resto de horas las pasábamos en una pequeña aldea que estaba cerca del castillo del señor feudal de la zona. Para mi sorpresa (y desgracia) Lavey estaba comenzando a preguntar y fijarse en algunos chicos y chicas de su edad y no lo hacía precisamente para jugar a la pelota con ellos, estaba empezando a tener una curiosidad que esperaba que tardara más en desarrollar, curiosidad sexual. Dioses que no salga igual a su madre. Pensaba. Que salga mejor a su abuela, así me ahorrare dolores de cabeza, palizas gratuitas y llantos desconsolados.
Por suerte para mi Lavey se cansó rápido de lo que había en la zona yo sin embargo... Sobrevolaba el castillo feudal durante el atardecer del primer día, siempre me gustaba mirar las grandes estructuras desde el cielo, pero en esta ocasión había alguien observándome a mí desde un balcón. Se trataba de una joven de no más de veinte años que hacia señas con las manos para llamar mi atención ¿Y quién era yo para negarme al llamado de una dama? Al descender sus rasgos se hicieron más claros, los destellos rubios que el sol de la tarde provocaba en la muchacha resultaron ser una ilusión que dio paso una melena cobriza que caía hasta las caderas, su estatura parecía menuda desde el aire, sin embargo el tamaño de la ventana y la balaustrada del balcón sugerían que la chica rondaría el 1,60. Sus ojos eran de un azul oscuro y sus labios sonreían al verme llegar.
Cuando cambie de forma la zagala se llevó una mano a la boca sorprendida, por lo visto esperaba a un hombre o eso pensé al principio, porque cuando bajó la mano su sonrisa era cálida y sus pómulos estaban sonrojados. La joven se presentó como Adora y al poco tiempo de decirle mi nombre comenzó a preguntar por mi vida y mis andanzas, el tema iba para largo así que me ofrecí a acercarle una silla al balcón y mientras la noche caía las historias avanzaban, ella en su silla y yo apoyada en la baranda del balcón. Cuando llegó la hora de cenar y el servicio tocó a la puerta de Adora esta se levantó deprisa y asustada, me miró un segundo sin saber qué hacer y tras pedirme que volviera al día siguiente besó mi mejilla y me empujo por el balcón.
Volví a mi forma de dragón y mientras extendía las alas con rapidez para no convertirme en puré de reptil, rugí a modo de despedida.
A la mañana siguiente acudí a la habitación de muchacha no sin antes llevarme una mirada de reproche por parte de mi hija. Desde luego la nobleza vivía bien, cuando llegue la chica aún estaba durmiendo, pero no me importo esperarla, subí al tejado y dejé que el sol calentara mi cuerpo mientras mecía la cola de un lado a otro del balcón de Adora. La pelirroja aun tardo un tiempo en despertar y abrir las ventanas, pero en cuanto lo hizo se sacó ella misma la silla al balcón y miro al techo hasta ver mi cornuda cabeza... De nuevo estuvimos hablando hasta que llamaron a la puerta anunciando la comida, pero en esta ocasión no fue una doncella si no la voz de un hombre.
-Oh, no. -Me dijo aterrorizada Adora. -Es mi padre, anoche escuchó tu despedida y luego a mi hablar con la institutriz sobre cierto dragón y ahora quiere separarnos. Pero él no lo entiende, no comprende nuestro amor. -En ese momento aguante el semblante y sonreí con delicadeza. -Vamos nos de aquí, -El señor feudal ya estaba espada en mano dando gritos por la habitación de Adora. -mi familia tiene un viejo torreón que nadie usa.
-Está bien pero luego...
-Si, mi dulce dragona. Luego consumaremos nuestro amor.
Ahora sí que no pude aguantar abrir los ojos como platos, no era ni de lejos lo que estaba pensando pero... muy estúpida tenía que ser yo para negarle semejante gusto a una dama.
Esta vez salté por iniciativa propia del balcón y mientras el padre daba espadazos al iré bajé a por Adora y la recogí con una de mis garras.
Última edición por Reivy Abadder el Lun 01 Jul 2019, 14:11, editado 1 vez
Reivy Abadder
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Re: Caballeros andantes y dragones que no son lo que parecen [Trabajo] [Nahir] [Cerrado]
El sol acariciaba su piel, el aire movía su cabello. La bruja llevaba un rato intentando echar una cabezacita, pero le había sido casi imposible. A pesar del buen día y la predisposición de la joven, el traqueteo del carro la mantenía despierta.
- Haremos una parada para que los caballos descansen.
La demás gente del carro apenas pestañeó ante las palabras del conductor. Nahir, por otro lado, abrió los ojos, enérgica, mirando a los lados. ¿Dónde iban a parar? A su alrededor todo aún eran árboles, piedras, sol y camino. Pero ya estaba ansiosa, así que se incorporó y aprovecho para atar su cabello en una trenza que prácticamente le nacía en la frente y descendía pegada a la cabeza, esta le caía sobre uno de los hombros.
Entonces lo vio. Parecía un castillo, aunque no era excesivamente grande. Poco a poco se fue alzando a su alrededor un modesto pueblecito. La morena sonrió. Había campos de cultivo, le recordó a los últimos meses que pasó en la isla.
- No os alejéis mucho.
La joven asintió bajando del carro de un salto. Le dolían las piernas de estar tanto rato sentada, así se iría a dar una vuelta por la aldea. Llegó a lo que parecía el centro: una pequeña plaza con una fuente en medio, una taberna a un lado, un par de talleres al otro, las casas colocadas alrededor y un caminito de piedra que parecía llevar hasta la misma puerta del castillo. Era un lugar acogedor.
La morena se sentó en la piedra de la fuente, metiendo la mano en el agua. Estaba fría. Le costaba admitirlo, pero echaba de menos las costumbres que tenía en Beltrexus, como ir a la playa, cenar con su madre…
El aire hizo un ruido extraño, como si se contase con un cuchillo enorme. Era un sonido que la bruja no había ido muchas veces, pero le resultaba familiar.
Dragones. O más bien dicho, dragón. Se quedó mirando al cielo como una niña, siguiendo al dragón con la vista hasta que este se perdió entre los árboles, como si fuese la primera vez que veía uno… la verdad es que no había visto muchos, y mucho menos de cerca. Y sin apenas pensarlo se levantó y empezó a recorrer el camino de piedra hasta el castillo, de donde había visto salir a la criatura.
Apenas a unos metros del castillo, las puertas de este se abrieron de par en par, y media docena de hombres con armadura y espadas salieron corriendo en dirección a la joven. Nahir se asustó ¿acaso estaba prohibido acercarse ahí? Los soldados la rodearon y continuaron corriendo por el camino. La bruja se quedó unos instantes parada, viendo cómo se alejaban.
- ¡Tu! – escuchó la morena a sus espaldas. - ¡Eh, tu!
Nahir se volvió para ver a un hombre, esta vez se trataba de un señor, sus ropas eran buenas eso estaba claro.
- ¿Has venido por lo de mi hija?
- ¿Disculpe?
- Lo de mi hija, ¿Qué si has venido por el rescate?
- Yo…- señaló el camino intentado justificarse cuando el hombre la interrumpió.
- El dragón se la ha llevado. Los soldados que han ido en su búsqueda aún no han vuelto… has venido a rescatarla, ¿verdad? Ofrezco una buena suma de dinero para quien me traiga de regreso a mi pequeña… - aquel hombre era una mezcla entre tristeza y enfado.
- ¿Dragón? ¿Se refiere al dragón negro que estaba sobrevolando el castillo hacía un momento?
El señor Silvano, en un movimiento muy teatral, desenvainó su espada y la alzó al cielo, en busca de dicho animal.
- No, no era negro. Pero seguro que este también viene a por alguna joven de la aldea. Los dioses nos están castigando. El que se ha llevado a mi pequeña era oscuro y azul, o naranja, no lo recuerdo con claridad. La tiene presa en la torre. Ve, tráemela de vuelta y te recompensaré con un buen saco de aeros.
- No quisiera…
- ¿No quisiera que? Lord Silvano, señor de las tierras que ahora pisas te está rogando que vayas al rescate de su pequeña y ¿te niegas?
- Le ayudaría encantada, lord, pero el carro me está esperando para llevarme…
- Que le den al maldito carro, si me traes a ni Adora te llevo en mi propio carruaje donde quiera que vayas.
Nahir asintió antes de salir corriendo, apremiada por Silvano, hacía la torre donde debía estar la joven Adora.
- Haremos una parada para que los caballos descansen.
La demás gente del carro apenas pestañeó ante las palabras del conductor. Nahir, por otro lado, abrió los ojos, enérgica, mirando a los lados. ¿Dónde iban a parar? A su alrededor todo aún eran árboles, piedras, sol y camino. Pero ya estaba ansiosa, así que se incorporó y aprovecho para atar su cabello en una trenza que prácticamente le nacía en la frente y descendía pegada a la cabeza, esta le caía sobre uno de los hombros.
Entonces lo vio. Parecía un castillo, aunque no era excesivamente grande. Poco a poco se fue alzando a su alrededor un modesto pueblecito. La morena sonrió. Había campos de cultivo, le recordó a los últimos meses que pasó en la isla.
- No os alejéis mucho.
La joven asintió bajando del carro de un salto. Le dolían las piernas de estar tanto rato sentada, así se iría a dar una vuelta por la aldea. Llegó a lo que parecía el centro: una pequeña plaza con una fuente en medio, una taberna a un lado, un par de talleres al otro, las casas colocadas alrededor y un caminito de piedra que parecía llevar hasta la misma puerta del castillo. Era un lugar acogedor.
La morena se sentó en la piedra de la fuente, metiendo la mano en el agua. Estaba fría. Le costaba admitirlo, pero echaba de menos las costumbres que tenía en Beltrexus, como ir a la playa, cenar con su madre…
El aire hizo un ruido extraño, como si se contase con un cuchillo enorme. Era un sonido que la bruja no había ido muchas veces, pero le resultaba familiar.
Dragones. O más bien dicho, dragón. Se quedó mirando al cielo como una niña, siguiendo al dragón con la vista hasta que este se perdió entre los árboles, como si fuese la primera vez que veía uno… la verdad es que no había visto muchos, y mucho menos de cerca. Y sin apenas pensarlo se levantó y empezó a recorrer el camino de piedra hasta el castillo, de donde había visto salir a la criatura.
Apenas a unos metros del castillo, las puertas de este se abrieron de par en par, y media docena de hombres con armadura y espadas salieron corriendo en dirección a la joven. Nahir se asustó ¿acaso estaba prohibido acercarse ahí? Los soldados la rodearon y continuaron corriendo por el camino. La bruja se quedó unos instantes parada, viendo cómo se alejaban.
- ¡Tu! – escuchó la morena a sus espaldas. - ¡Eh, tu!
Nahir se volvió para ver a un hombre, esta vez se trataba de un señor, sus ropas eran buenas eso estaba claro.
- ¿Has venido por lo de mi hija?
- ¿Disculpe?
- Lo de mi hija, ¿Qué si has venido por el rescate?
- Yo…- señaló el camino intentado justificarse cuando el hombre la interrumpió.
- El dragón se la ha llevado. Los soldados que han ido en su búsqueda aún no han vuelto… has venido a rescatarla, ¿verdad? Ofrezco una buena suma de dinero para quien me traiga de regreso a mi pequeña… - aquel hombre era una mezcla entre tristeza y enfado.
- ¿Dragón? ¿Se refiere al dragón negro que estaba sobrevolando el castillo hacía un momento?
El señor Silvano, en un movimiento muy teatral, desenvainó su espada y la alzó al cielo, en busca de dicho animal.
- No, no era negro. Pero seguro que este también viene a por alguna joven de la aldea. Los dioses nos están castigando. El que se ha llevado a mi pequeña era oscuro y azul, o naranja, no lo recuerdo con claridad. La tiene presa en la torre. Ve, tráemela de vuelta y te recompensaré con un buen saco de aeros.
- No quisiera…
- ¿No quisiera que? Lord Silvano, señor de las tierras que ahora pisas te está rogando que vayas al rescate de su pequeña y ¿te niegas?
- Le ayudaría encantada, lord, pero el carro me está esperando para llevarme…
- Que le den al maldito carro, si me traes a ni Adora te llevo en mi propio carruaje donde quiera que vayas.
Nahir asintió antes de salir corriendo, apremiada por Silvano, hacía la torre donde debía estar la joven Adora.
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Re: Caballeros andantes y dragones que no son lo que parecen [Trabajo] [Nahir] [Cerrado]
Adora estaba impresionada con las vistas del paisaje aéreo y mi experiencia me decía que pronto estaría mucho más impresionada.
-Esto... es maravilloso, antes miraba con ojos soñadores y envidiosos a los pájaros, pero sin duda pertenecer a los dragones es... es poder disfrutar de los dos mundos.
Comentaba la mujercita de cabellos cobrizos sujetándose a mis dedos mientras dejaba colgar sus piernas por mi palma. -Pues aun no has visto nada, espera a que se haga de noche. -El anillo en la garra izquierda se activó al detectar el dialogo en mi mente y transformó los pensamientos en graves y tremolas palabras que salieron por mi garganta.
-¡Por los dioses, hablas! -Exclamó llena de sorpresa Adora.
-Sí, es por...
-Es un milagro. -Interrumpió la hija del feudo. -Los dioses saben que nuestro amor es puro y eterno y te han dado el don de la palabra para que nuestros vuelos sean amenos.
-Amm, si... eso mismo. -Pronuncie atónita mirando de reojo a la joven. Por detrás venia Lavey que rugió para hacer notar su presencia al pasarnos por debajo. -Es mí...
-Es nuestro guardián. -Volvió a interrumpir la adolescente. -Querida, una estrella nos sonríe. Nos envían un dragón negro que protegerá nuestra torre de las pérfidas manos de mi padre.
-No, si yo...
-Mira lo cerca que vuela, mi amor, nos está escoltando.
Estaba claro que a Adora el amor de verano le había dado fuerte, cualquier cosa que yo dijera o intentara decir lo convertía en una idílica fantasía. Lavey no estaba volando bajo y cerca para protegernos, estaba ahí para enterarse de la conversación entre nosotras. La lagartija todavía era joven, pero sabía ver cuando alguien deliraba, y en esta ocasión ella propiciaría esos delirios como una pequeña venganza personal hacia su madre.
Al llegar a la torre la lagartija mantuvo su forma mientras nos apremiaba con un gesto caballeroso a que entráramos en la construcción. Adora y yo íbamos cogidas de la mano, la humana me explicaba él porque del torreón y yo miraba por encima del hombro como Vey se quedaba fuera y cerraba la puerta con la cola mientras los primeros mercenarios llegaban.
Pocos se atrevieron a luchar con ella cuando la vieron de frente, los más necios al oír los gritos del interior de la torre probaron suerte, pero el fuego de la dragoncilla negra les hacía soltar las armas mientras gritaban de dolor por las quemaduras. La niña no quería matar a ninguno, tan solo evitaba que el "castigo" de su madre acabara pronto.
________
Off: Los diálogos en negrita son en estado dragón gracias al objeto master "anillo del dragón parlanchín".
-Esto... es maravilloso, antes miraba con ojos soñadores y envidiosos a los pájaros, pero sin duda pertenecer a los dragones es... es poder disfrutar de los dos mundos.
Comentaba la mujercita de cabellos cobrizos sujetándose a mis dedos mientras dejaba colgar sus piernas por mi palma. -Pues aun no has visto nada, espera a que se haga de noche. -El anillo en la garra izquierda se activó al detectar el dialogo en mi mente y transformó los pensamientos en graves y tremolas palabras que salieron por mi garganta.
-¡Por los dioses, hablas! -Exclamó llena de sorpresa Adora.
-Sí, es por...
-Es un milagro. -Interrumpió la hija del feudo. -Los dioses saben que nuestro amor es puro y eterno y te han dado el don de la palabra para que nuestros vuelos sean amenos.
-Amm, si... eso mismo. -Pronuncie atónita mirando de reojo a la joven. Por detrás venia Lavey que rugió para hacer notar su presencia al pasarnos por debajo. -Es mí...
-Es nuestro guardián. -Volvió a interrumpir la adolescente. -Querida, una estrella nos sonríe. Nos envían un dragón negro que protegerá nuestra torre de las pérfidas manos de mi padre.
-No, si yo...
-Mira lo cerca que vuela, mi amor, nos está escoltando.
Estaba claro que a Adora el amor de verano le había dado fuerte, cualquier cosa que yo dijera o intentara decir lo convertía en una idílica fantasía. Lavey no estaba volando bajo y cerca para protegernos, estaba ahí para enterarse de la conversación entre nosotras. La lagartija todavía era joven, pero sabía ver cuando alguien deliraba, y en esta ocasión ella propiciaría esos delirios como una pequeña venganza personal hacia su madre.
Al llegar a la torre la lagartija mantuvo su forma mientras nos apremiaba con un gesto caballeroso a que entráramos en la construcción. Adora y yo íbamos cogidas de la mano, la humana me explicaba él porque del torreón y yo miraba por encima del hombro como Vey se quedaba fuera y cerraba la puerta con la cola mientras los primeros mercenarios llegaban.
Pocos se atrevieron a luchar con ella cuando la vieron de frente, los más necios al oír los gritos del interior de la torre probaron suerte, pero el fuego de la dragoncilla negra les hacía soltar las armas mientras gritaban de dolor por las quemaduras. La niña no quería matar a ninguno, tan solo evitaba que el "castigo" de su madre acabara pronto.
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Off: Los diálogos en negrita son en estado dragón gracias al objeto master "anillo del dragón parlanchín".
- Voz:
Sin el eco.
Reivy Abadder
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Re: Caballeros andantes y dragones que no son lo que parecen [Trabajo] [Nahir] [Cerrado]
No fue difícil encontrar el camino, solo había que ir en dirección contraria a los soldados que huían. Algunos iban con las armaduras negras, como si hubiesen estado expuesto a fuego, otros la tenían impoluta. Al parecer el dragón que había raptado a la noble se lo estaba poniendo difícil a todos.
Y si unos soldados experimentados en batalla no habían podido liberar a la joven, ¿cómo podría hacerlo ella?
Pero, ¿había dragones reales? Es decir, ¿había dragones que no fuesen también humanos?
La cabeza de Nahir no dejaba de dar brincos entre unas contemplaciones y otras. Si se trataba de un hombre dragón podría hablar con él, seguro que todo había sido un mal entendido… ¿no?
- ¿Y si realmente la han raptado?
Eso complicaba el asunto, aunque se tratase de un humano, Nahir no se sentía con la suerte de su lado.
Seguía andando, absorta en sus pensamientos cuando se percató de que hacía rato que no se cruzado con nadie. Alzó la cabeza y entre la copa de los arboles estaba la torre. Ralentizó el paso, intentando que en la poca distancia que le quedaba se le ocurriese una gran idea.
No fue así.
El gran dragón negro que había visto sobrevolando la aldea estaba frente a las puertas de la torre, custodiándola. No había nadie más ahí, soldados, aventureros, caballeros… al parecer nadie había podido con aquella criatura. A uno de los lados, tirados en el suelo, había un escudo y un par de espadas. Alguien había salido corriendo.
Se quedó fascinada al ver al dragón tan de cerca, era precioso. Imponente, pero precioso. Sin darse cuenta empezó a dar pasos, acercándose a él. Las escamas de su cola parecían puntas de laza, todo su cuerpo parecía estar cubierto por una gruesa armadura, sus ojos…
Tragó saliva.
- Ho-hola… - se sintió estúpida en aquel momento - ¿Qué tal es volar? – preguntó, comenzando la ronda de preguntas absurdas frente a un dragón. –Vaya, que tontería, seguro que te lo pregunta todo el mundo. – o nadie…- Si te pica la espalda, ¿te puedes rascar con las alas o te haces daño? – se había puso un poco nervioso, y su vómito de preguntas no hacía más que realzarlo. Era el pez que se mordía la cola: se ponía nerviosa, preguntaba, las preguntas le hacían ponerse más nerviosa lo que desencadenaba que no pudiese dejar de hablar.
–Claro, que tonta, no puedes hablar… ¿verdad?- alzó una ceja, como esperando respuesta. - ¿Cuándo te transformas, duele? Porque… puedes hacerlo, ¿no? De no ser así supongo que estas serán mis últimas palabras. Vaya, que mierda de últimas palabras…- se sorprendió a ella misma diciendo tacos, no eran habituales en su vocabulario.
Y por fin, se calló. Se quedó mirando al dragón a los ojos esperando a que la devorase. O se trasformase, le dijese que estaba ahí por el mal entendido de la jovencita y todos volviesen al castillo como si nada…
Hasta en sus pensamientos la segunda opción parecía una estupidez.
Y si unos soldados experimentados en batalla no habían podido liberar a la joven, ¿cómo podría hacerlo ella?
Pero, ¿había dragones reales? Es decir, ¿había dragones que no fuesen también humanos?
La cabeza de Nahir no dejaba de dar brincos entre unas contemplaciones y otras. Si se trataba de un hombre dragón podría hablar con él, seguro que todo había sido un mal entendido… ¿no?
- ¿Y si realmente la han raptado?
Eso complicaba el asunto, aunque se tratase de un humano, Nahir no se sentía con la suerte de su lado.
Seguía andando, absorta en sus pensamientos cuando se percató de que hacía rato que no se cruzado con nadie. Alzó la cabeza y entre la copa de los arboles estaba la torre. Ralentizó el paso, intentando que en la poca distancia que le quedaba se le ocurriese una gran idea.
No fue así.
El gran dragón negro que había visto sobrevolando la aldea estaba frente a las puertas de la torre, custodiándola. No había nadie más ahí, soldados, aventureros, caballeros… al parecer nadie había podido con aquella criatura. A uno de los lados, tirados en el suelo, había un escudo y un par de espadas. Alguien había salido corriendo.
Se quedó fascinada al ver al dragón tan de cerca, era precioso. Imponente, pero precioso. Sin darse cuenta empezó a dar pasos, acercándose a él. Las escamas de su cola parecían puntas de laza, todo su cuerpo parecía estar cubierto por una gruesa armadura, sus ojos…
Tragó saliva.
- Ho-hola… - se sintió estúpida en aquel momento - ¿Qué tal es volar? – preguntó, comenzando la ronda de preguntas absurdas frente a un dragón. –Vaya, que tontería, seguro que te lo pregunta todo el mundo. – o nadie…- Si te pica la espalda, ¿te puedes rascar con las alas o te haces daño? – se había puso un poco nervioso, y su vómito de preguntas no hacía más que realzarlo. Era el pez que se mordía la cola: se ponía nerviosa, preguntaba, las preguntas le hacían ponerse más nerviosa lo que desencadenaba que no pudiese dejar de hablar.
–Claro, que tonta, no puedes hablar… ¿verdad?- alzó una ceja, como esperando respuesta. - ¿Cuándo te transformas, duele? Porque… puedes hacerlo, ¿no? De no ser así supongo que estas serán mis últimas palabras. Vaya, que mierda de últimas palabras…- se sorprendió a ella misma diciendo tacos, no eran habituales en su vocabulario.
Y por fin, se calló. Se quedó mirando al dragón a los ojos esperando a que la devorase. O se trasformase, le dijese que estaba ahí por el mal entendido de la jovencita y todos volviesen al castillo como si nada…
Hasta en sus pensamientos la segunda opción parecía una estupidez.
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Re: Caballeros andantes y dragones que no son lo que parecen [Trabajo] [Nahir] [Cerrado]
El flujo de valientes y gallardos caballeros menguaba con el paso de los minutos mientras que los supuestos gritos de agonía de la princesa iban en aumento. Lavey en vista de que no llegaba nadie más se tumbó frente a la puerta del torreón y apoyó la cabeza sobre el pasto que crecía por fuera del camino.
La charla que habíamos tenido de camino a la torre me dejó algo preocupada, pero esperaba que a la chica se aburriera con el paso de los días, que todo quedara en un loco amor de verano.
Un leve rastro de sangre manchaba mi mano y la precaria cama improvisada con sabanas viejas y unos cojines bajo estas.
-¿Te encuentras bien? -Le preguntaba a Adora acariciando su cabellera con la mano limpia. -Podemos parar y esperar a que te recuperes y...
-Mi dulce y colorida dragona. -Comenzó a decir la muchacha acariciándome la mejilla mientras su pecho aún se movía agitado. -Solo con tu visión estoy extasiada y tu calor alivia mi malestar. -Aquellas palabras me hicieron sonreír, no podía evitarlo. No solo me adulaba sino que además la muchacha estaba dispuesta a seguir. -Todavía no entiendo bien el proceder en estos asuntos, pero confió en que tu mano sabrá guiarme. -Adora se incorporó queriendo colocarse encima y yo simplemente me deje hacer susurrándole un simple: Claro. -En cuanto las aguas se calmen iremos a por mi padre, tomaremos el castillo y los colores de nuestra unión hondearan por todo el feudo.
-¿Q-que? -Pregunte con la boca entreabierta mientras Adora recorría con sus dedos mis brazos. -Oye, Adora. Lo nuestro mmph... -Y de nuevo volví a quedarme con la palabra en la boca o mejor dicho sin ella, porque la chica comenzó a besarme con desesperación. -Prince... Princesa escucha, no creo que...
-No temas por nada mi trocito de cielo. Nadie tiene porque enterarse de la muerte de mi padre y después de nuestras nupcias el pasado dará igual, seguro que se nos ocurre algún accidente para él.
-¿Casarnos? -Aquello se me estaba yendo de las manos. -Pero eso sería muy precipitado y yo...
-No hay nada de qué preocuparse escamita de mi corazón. -Continuaba Adora entre beso y beso. -Tu podrás seguir viajando en busca de aventuras mientras yo crío a nuestros pequeños.
-Adora, las dos somos mujeres ¿Lo sabes, verdad? nosotras no podemos...
-Shhh -Negaba con la cabeza poniéndome un dedo en los labios y sonriendo. -Hay una vieja leyenda en mi familia que cuenta un ritual elfico para hacer posible que alguien conciba aunque una de las dos partes sea incapaz de transmitir su legado.
¡Está loca! Gritaba para mis adentro. Esta niña está fatal de la cabeza... ¿Dioses, donde me he metido? Mientras mi mente pensaba un plan de huida Lavey levantaba la cabeza y abría los ojos.
La lagartija negra se puso en pie y miró fijamente a la mujer. Esta no era como los demás que habían aparecido hasta ahora, no portaba armas y se acercaba hacia la joven como si delante tuviera un caballo de monta y no un dragón. Vey agachó la cabeza y rugió con fuerza tratando de intimidarla, pero la morena comenzó hacer preguntas en lugar de salir corriendo.
Lavey se quedó escuchando a la mujer y rodeó a la humana varias veces dando vueltas alrededor de ella, cada pocas palabras la dragona rugía con sutileza, como si estuviera evaluando la situación. Al final se puso de perfil delante de la puerta de torre y tras un gorgoteante y largo rugido, que era el equivalente a una risa, la lagartija movió hacia arriba una de sus alas sin desplegarla hasta que el espolón tocó su espalda negra. Después de aquello cambio de forma y se acercó unos pasos hacia la desconocida.
-Eres muy graciosa ¿Lo sabias? -Preguntaba divertida la rubia. -Y si, cuando me transformo duele, pero te acostumbras. ¿Qué haces aquí? no pareces una mercenaria.
_______
Off: Primer inconveniente. La princesa se nos vuelve loca.
La charla que habíamos tenido de camino a la torre me dejó algo preocupada, pero esperaba que a la chica se aburriera con el paso de los días, que todo quedara en un loco amor de verano.
Un leve rastro de sangre manchaba mi mano y la precaria cama improvisada con sabanas viejas y unos cojines bajo estas.
-¿Te encuentras bien? -Le preguntaba a Adora acariciando su cabellera con la mano limpia. -Podemos parar y esperar a que te recuperes y...
-Mi dulce y colorida dragona. -Comenzó a decir la muchacha acariciándome la mejilla mientras su pecho aún se movía agitado. -Solo con tu visión estoy extasiada y tu calor alivia mi malestar. -Aquellas palabras me hicieron sonreír, no podía evitarlo. No solo me adulaba sino que además la muchacha estaba dispuesta a seguir. -Todavía no entiendo bien el proceder en estos asuntos, pero confió en que tu mano sabrá guiarme. -Adora se incorporó queriendo colocarse encima y yo simplemente me deje hacer susurrándole un simple: Claro. -En cuanto las aguas se calmen iremos a por mi padre, tomaremos el castillo y los colores de nuestra unión hondearan por todo el feudo.
-¿Q-que? -Pregunte con la boca entreabierta mientras Adora recorría con sus dedos mis brazos. -Oye, Adora. Lo nuestro mmph... -Y de nuevo volví a quedarme con la palabra en la boca o mejor dicho sin ella, porque la chica comenzó a besarme con desesperación. -Prince... Princesa escucha, no creo que...
-No temas por nada mi trocito de cielo. Nadie tiene porque enterarse de la muerte de mi padre y después de nuestras nupcias el pasado dará igual, seguro que se nos ocurre algún accidente para él.
-¿Casarnos? -Aquello se me estaba yendo de las manos. -Pero eso sería muy precipitado y yo...
-No hay nada de qué preocuparse escamita de mi corazón. -Continuaba Adora entre beso y beso. -Tu podrás seguir viajando en busca de aventuras mientras yo crío a nuestros pequeños.
-Adora, las dos somos mujeres ¿Lo sabes, verdad? nosotras no podemos...
-Shhh -Negaba con la cabeza poniéndome un dedo en los labios y sonriendo. -Hay una vieja leyenda en mi familia que cuenta un ritual elfico para hacer posible que alguien conciba aunque una de las dos partes sea incapaz de transmitir su legado.
¡Está loca! Gritaba para mis adentro. Esta niña está fatal de la cabeza... ¿Dioses, donde me he metido? Mientras mi mente pensaba un plan de huida Lavey levantaba la cabeza y abría los ojos.
La lagartija negra se puso en pie y miró fijamente a la mujer. Esta no era como los demás que habían aparecido hasta ahora, no portaba armas y se acercaba hacia la joven como si delante tuviera un caballo de monta y no un dragón. Vey agachó la cabeza y rugió con fuerza tratando de intimidarla, pero la morena comenzó hacer preguntas en lugar de salir corriendo.
Lavey se quedó escuchando a la mujer y rodeó a la humana varias veces dando vueltas alrededor de ella, cada pocas palabras la dragona rugía con sutileza, como si estuviera evaluando la situación. Al final se puso de perfil delante de la puerta de torre y tras un gorgoteante y largo rugido, que era el equivalente a una risa, la lagartija movió hacia arriba una de sus alas sin desplegarla hasta que el espolón tocó su espalda negra. Después de aquello cambio de forma y se acercó unos pasos hacia la desconocida.
-Eres muy graciosa ¿Lo sabias? -Preguntaba divertida la rubia. -Y si, cuando me transformo duele, pero te acostumbras. ¿Qué haces aquí? no pareces una mercenaria.
_______
Off: Primer inconveniente. La princesa se nos vuelve loca.
Reivy Abadder
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Re: Caballeros andantes y dragones que no son lo que parecen [Trabajo] [Nahir] [Cerrado]
Nahir intentaba hacer como que no estaba en medio de un circulo imaginario que el dragón estaba trazando a su alrededor. ¿La estaría midiendo para ver si se la podía comer, como las serpientes? Los rugidos hacían que su bello se erizase, y si no fuese por la fuerza que estaba intentando aparentar, con cada uno de los rugidos la morena hubiese dado un bote del susto, esperando el mordisco inminente.
Entonces el dragón alzó un ala para… ¿rascarse?
La morena empezó a reírse, llevándose una de las manos a la boca para tapársela. Entonces el dragón se trasformó en una bella joven de cabello rubio.
Quería seguir hablando de ella, de la transformación, de sus escamas, era alucinante ¿Cómo no hablar de ello? Pero entonces le hizo recordar él porque estaba ahí.
- Oh, no, no lo soy. –respondió intentando no mostrar sorpresa, aquella chica ya la había visto antes. – Estaba dando un paseo por la aldea, el señor feudal me ha pedido que venga a por su hija. Al parecer está aquí secuestrada por un dragón. Qué tontería, ¿verdad?...
Frunció el ceño para después añadir.
- Espera… ¿tú no eres la hija de Reivy?
Entonces empezó a atar cabos: el señor Silvano le había dicho que no había sido un dragón negro, sino otro con más colores, su hija había “desaparecido”, la hija de Reivy estaba custodiando la puerta de la torre.
- Vale… Solo dime que no la ha raptado de verdad… -no creía que la dragona fuese capaz de hacer algo así, pero…
- ¿Dónde está? ¿Dónde está mi bella dama? – al principio apenas se escuchaba como un susurro, pero poco a poco el hombre se fue acercando, gritando una y otra vez la misma frase.
Nahir miró a la rubia a los ojos. ¿Quién era ese?
- Apártense, señoritas, este es trabajo para un hombre. –dijo poniendo la mano sobre el hombro de la morena, como para que se hiciesen a un lado. – ¡Mi señora! – ahora se había puesta las manos en torno a lo boca, como si estas actuasen a modo de megáfono. - ¡No temas más por tu reclusión! ¡YA HE LLE GA DO! ¡Matare a esa horripilante bestia por ti, mi amor!
Nahir sabía que aquello no era bueno, recordó la pelea de la taberna el día que conoció a las dragonas, no quería complicar más las cosas, así que se colocó entre la rubia y el prometido.
- No hay que matar a nadie, ha sido una simple confusión. Si me dejas expl...
- ¡Oh! – posó una de sus manos en la frente, de manera muy exagerada, como lo haría un actor de teatro antes de fingir que se iba a desmayar. – Sois siervas del dragón. Por eso estabais aquí hablando mientras ese monstruo devora a mi amada.
Nahir alzó una ceja, a aquel hombre le habían dado de comer la seta equivocada. Estaba segura de que Reivy había devorado a su amada, si es que no lo estaba haciendo aun, solo que no de la manera en que él estaba pensado. Dio un par de pasos lentos hacía la puerta, para que este no entrase en la torre.
- Mira… de verdad que no es así. Si te esperas un momento yo misma voy a por…
No le dio tiempo a terminar la frase cuando el príncipe de los locos utilizó su hombro para propinarle a la dragona un golpe en el estómago, que la hizo caer entre unos zarzales espinosos.
Nahir alzó las manos y disparó un chorro de agua hacía el prometido, haciéndole perder el equilibrio.2
- ¿E-estas bien? – preguntó empezando a dirigirse a la zona donde había caído la rubia, cuando el chiflado desenvainó su espada.
La bruja se paró en seco. No sabía si volvería a atacar a la joven, así que usó la telequinesis para acercarse el escudo que había al otro lado del claro1. Hizo surgir del suelo un chorro de agua que empapó el escudo, para después congelarla2. De aquel modo el escudo quedaba sujetado por el hielo para que la joven estuviese más cubierta de llegarle una arremetida del loco.
Mientras el hombre corrió hacía la puerta y la abrió empezando, a subir las escaleras. Para cuando Nahir llegó al pie de estas sabía que no lo alcanzaría, así que jugo sucio. La morena se agachó y colocó las manos en las escaleras, haciendo que estas se empezasen a inundar, pero de manera ascendente. El agua llegó hasta los pies del hombre, entonces esta se congeló, dejándolo atrapado2.
- ¡Moriréis, todos moriréis! Todo el que se oponga entre mi amada y yo morirá entre terrible sufrimiento…
Empezó a subir las escaleras, con cuidado de no caerse, hasta llegar donde se encontraba el hombre.
- … ¿me has oído?
La bruja barajaba las posibilidades se pasar de largo e ir a hablar con las mujeres, intentar razonar con aquel demente o pegarle una buena tunda por lo que había hecho. Y aunque se moría de ganas, no sabía cuándo tiempo podría tenerlo ahí retenido, así que optó por pasar por su lado y continuar escaleras arriba. Pero entonces el hombre se alargó y la cogió del tobillo, haciéndole caer. Acto seguido alzó su espada y la dejó caer con fuerza sobre la joven. Nahir colocó las manos hacía delante, como formando una x, creando un escudo de agua que la envolvió, haciendo que la espada revotase3. Esta se le escapó de entre las manos, y empezó a deslizarse escaleras abajo por el improvisado tobogán de hielo. El hombre estalló en cólera y sacó los pies del hielo, arrancándose las botas, aunque aquello le hizo heridas en la piel. Dio un salto para salir de la zona helada.
- Si mi amada no me estuviese esperando, te mataría aquí mismo, sierva del demonio. – escupió cada palabra con más y más oído antes de seguir subiendo las escaleras.
La bruja alzó las manos, rompiendo el escudo, para pararle, pero su magia falló un momento. Había hecho mucho esfuerzo, así que no le salió nada en aquel momento. El hombre aprovechó aquel momento para propinarle una patada. La morena empezó a caer escaleras abaja por el hielo, como lo había hecho anteriormente el arma. Movía brazos y piernas, intentando sujetarse a algo, pero los candelabros de las paredes cedieron. Consiguió escarbar de su interior un poco más de fuerzas para humedecer sus manos y así engancharse al hielo.
Entonces el dragón alzó un ala para… ¿rascarse?
La morena empezó a reírse, llevándose una de las manos a la boca para tapársela. Entonces el dragón se trasformó en una bella joven de cabello rubio.
Quería seguir hablando de ella, de la transformación, de sus escamas, era alucinante ¿Cómo no hablar de ello? Pero entonces le hizo recordar él porque estaba ahí.
- Oh, no, no lo soy. –respondió intentando no mostrar sorpresa, aquella chica ya la había visto antes. – Estaba dando un paseo por la aldea, el señor feudal me ha pedido que venga a por su hija. Al parecer está aquí secuestrada por un dragón. Qué tontería, ¿verdad?...
Frunció el ceño para después añadir.
- Espera… ¿tú no eres la hija de Reivy?
Entonces empezó a atar cabos: el señor Silvano le había dicho que no había sido un dragón negro, sino otro con más colores, su hija había “desaparecido”, la hija de Reivy estaba custodiando la puerta de la torre.
- Vale… Solo dime que no la ha raptado de verdad… -no creía que la dragona fuese capaz de hacer algo así, pero…
- ¿Dónde está? ¿Dónde está mi bella dama? – al principio apenas se escuchaba como un susurro, pero poco a poco el hombre se fue acercando, gritando una y otra vez la misma frase.
Nahir miró a la rubia a los ojos. ¿Quién era ese?
- Apártense, señoritas, este es trabajo para un hombre. –dijo poniendo la mano sobre el hombro de la morena, como para que se hiciesen a un lado. – ¡Mi señora! – ahora se había puesta las manos en torno a lo boca, como si estas actuasen a modo de megáfono. - ¡No temas más por tu reclusión! ¡YA HE LLE GA DO! ¡Matare a esa horripilante bestia por ti, mi amor!
Nahir sabía que aquello no era bueno, recordó la pelea de la taberna el día que conoció a las dragonas, no quería complicar más las cosas, así que se colocó entre la rubia y el prometido.
- No hay que matar a nadie, ha sido una simple confusión. Si me dejas expl...
- ¡Oh! – posó una de sus manos en la frente, de manera muy exagerada, como lo haría un actor de teatro antes de fingir que se iba a desmayar. – Sois siervas del dragón. Por eso estabais aquí hablando mientras ese monstruo devora a mi amada.
Nahir alzó una ceja, a aquel hombre le habían dado de comer la seta equivocada. Estaba segura de que Reivy había devorado a su amada, si es que no lo estaba haciendo aun, solo que no de la manera en que él estaba pensado. Dio un par de pasos lentos hacía la puerta, para que este no entrase en la torre.
- Mira… de verdad que no es así. Si te esperas un momento yo misma voy a por…
No le dio tiempo a terminar la frase cuando el príncipe de los locos utilizó su hombro para propinarle a la dragona un golpe en el estómago, que la hizo caer entre unos zarzales espinosos.
Nahir alzó las manos y disparó un chorro de agua hacía el prometido, haciéndole perder el equilibrio.2
- ¿E-estas bien? – preguntó empezando a dirigirse a la zona donde había caído la rubia, cuando el chiflado desenvainó su espada.
La bruja se paró en seco. No sabía si volvería a atacar a la joven, así que usó la telequinesis para acercarse el escudo que había al otro lado del claro1. Hizo surgir del suelo un chorro de agua que empapó el escudo, para después congelarla2. De aquel modo el escudo quedaba sujetado por el hielo para que la joven estuviese más cubierta de llegarle una arremetida del loco.
Mientras el hombre corrió hacía la puerta y la abrió empezando, a subir las escaleras. Para cuando Nahir llegó al pie de estas sabía que no lo alcanzaría, así que jugo sucio. La morena se agachó y colocó las manos en las escaleras, haciendo que estas se empezasen a inundar, pero de manera ascendente. El agua llegó hasta los pies del hombre, entonces esta se congeló, dejándolo atrapado2.
- ¡Moriréis, todos moriréis! Todo el que se oponga entre mi amada y yo morirá entre terrible sufrimiento…
Empezó a subir las escaleras, con cuidado de no caerse, hasta llegar donde se encontraba el hombre.
- … ¿me has oído?
La bruja barajaba las posibilidades se pasar de largo e ir a hablar con las mujeres, intentar razonar con aquel demente o pegarle una buena tunda por lo que había hecho. Y aunque se moría de ganas, no sabía cuándo tiempo podría tenerlo ahí retenido, así que optó por pasar por su lado y continuar escaleras arriba. Pero entonces el hombre se alargó y la cogió del tobillo, haciéndole caer. Acto seguido alzó su espada y la dejó caer con fuerza sobre la joven. Nahir colocó las manos hacía delante, como formando una x, creando un escudo de agua que la envolvió, haciendo que la espada revotase3. Esta se le escapó de entre las manos, y empezó a deslizarse escaleras abajo por el improvisado tobogán de hielo. El hombre estalló en cólera y sacó los pies del hielo, arrancándose las botas, aunque aquello le hizo heridas en la piel. Dio un salto para salir de la zona helada.
- Si mi amada no me estuviese esperando, te mataría aquí mismo, sierva del demonio. – escupió cada palabra con más y más oído antes de seguir subiendo las escaleras.
La bruja alzó las manos, rompiendo el escudo, para pararle, pero su magia falló un momento. Había hecho mucho esfuerzo, así que no le salió nada en aquel momento. El hombre aprovechó aquel momento para propinarle una patada. La morena empezó a caer escaleras abaja por el hielo, como lo había hecho anteriormente el arma. Movía brazos y piernas, intentando sujetarse a algo, pero los candelabros de las paredes cedieron. Consiguió escarbar de su interior un poco más de fuerzas para humedecer sus manos y así engancharse al hielo.
1 Uso de habilidad racial: telequinesis
2 Uso de especialización de tensai de agua
3 Uso habilidad escudo de agua
Segunda complicación: Aparece el prometido loco de Adora
Nahir
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Re: Caballeros andantes y dragones que no son lo que parecen [Trabajo] [Nahir] [Cerrado]
-Sí, así es. Me llamo Lavey. Y tú eras... -La joven dragona miró con intensidad a la mujer, después de unos segundos abrió los ojos y la señaló con un dedo. -¡Ya me acuerdo! eras la camarera de la pela en el bar humano. -Vey sonrió de forma aniñada. -Bueno... raptada lo que se dice raptada, no creo que haya sido. -Respondía la rubia haciéndose la tonta. -Todo pende de quien lo esté mirando.
-Ah... Mmph, A-adora yo... -No podía creer lo que estaba a punto de decir, bueno, aún estaba intentando pensar lo que quería decir. Tenía a la pelirroja sobre mí y por más que trataba de llevar sus manos hacia fuera de mi cuerpo ella no hacía más que rebuscar e imitar lo que yo le hice antes. -Espera un poco. -La chica me miro asustada por un segundo el cual aproveché para pensar algo coherente. -No puedo hacer todo eso que me pides, no quiero...
-¿Qué quieres decir? -Preguntaba Adora con el rostro desencajado. -No soy suficiente para ti, ¡Es eso! ¿Verdad?
-No, no, no. -Me apresure a decir moviendo las manos y tratando de levantarme. Había conseguido que dejara de tocarme agarrándola por las muñecas, pero la muchacha apretaba sus piernas alrededor de mis caderas. -Sucede que tú eres muy joven y esto que sientes no es real, apenas nos conocemos.
-¿Estás diciendo que mis sentimientos son falso? -Preguntaba con gruesas lágrimas en los ojos.
Ay señor... ¿Porque me meto con adolescentes? Pensaba mientras veía llorar a la joven. Nunca aprendo.
En el mismo espacio temporal pero unos cuantos metros más abajo Lavey miraba a la morena de ojos claros y le levantaba los hombros en respuesta a su pregunta silenciosa.
-Me parece que su bella dama va a ser interrumpida. -Dijo la rubia tapándose la boca y susurrándole a la camarera. En cuanto aquel machito de tres al cuarto pronuncio las siguientes palabras Lavey comenzó a reírse. -El mejor chiste del día ilustrísimo caballero. -Reía la adolescente con sorna. -Lo último que quiere "tu" dama es a un hombre. -Vey se llevó la mano a la tripa y siguió riendo con cada nuevo grito. -¡EY! -Cortó de repente. -De siervas nada, yo soy su hija. -Entonces el humano pareció cansarse de que una niña se riera de él, pues le dio tal empujón a Lavey que la mando contra un zarzal. Por suerte la bruja actuó con rapidez y evitó que la rubia sufriera más daños. -Sí, perfectamente solo tengo un par de espinas en el culo.
Pero antes de que la lagartija pudiera sacar el arco el humano y la bruja se adentraron escaleras arriba. Para cuando Lavey los alcanzo la espada del loco enamorado estaba al inicio de la escalera y la morena colgada de las manos en su propio hielo. La rubia recogió la espada del hombre y la imbuyo en fuego, seguidamente la puso por delante y comenzó a derretir el hielo de los escalones formando una estrecha línea por donde caminar. -¿Te echo una mano? -Preguntó sonriendo a la mujer mientras unos gritos coléricos se oían en el piso de arriba.
-¡DESHONRA SOBRE TU ESTIRPE DRAGÓN! -Estalló el prometido antes de darse cuenta de lo que sucedía. -¡blasfemia, infamia! ¡TU VIL DEMONIO QUE HAS HECHIZADO A MI ADORA! -Aquel hombre gritaba más que un cerdo en día de matanza. -Dos mujeres juntas en el lecho... Te daré muerte dragón...a.
-Ah... Mmph, A-adora yo... -No podía creer lo que estaba a punto de decir, bueno, aún estaba intentando pensar lo que quería decir. Tenía a la pelirroja sobre mí y por más que trataba de llevar sus manos hacia fuera de mi cuerpo ella no hacía más que rebuscar e imitar lo que yo le hice antes. -Espera un poco. -La chica me miro asustada por un segundo el cual aproveché para pensar algo coherente. -No puedo hacer todo eso que me pides, no quiero...
-¿Qué quieres decir? -Preguntaba Adora con el rostro desencajado. -No soy suficiente para ti, ¡Es eso! ¿Verdad?
-No, no, no. -Me apresure a decir moviendo las manos y tratando de levantarme. Había conseguido que dejara de tocarme agarrándola por las muñecas, pero la muchacha apretaba sus piernas alrededor de mis caderas. -Sucede que tú eres muy joven y esto que sientes no es real, apenas nos conocemos.
-¿Estás diciendo que mis sentimientos son falso? -Preguntaba con gruesas lágrimas en los ojos.
Ay señor... ¿Porque me meto con adolescentes? Pensaba mientras veía llorar a la joven. Nunca aprendo.
En el mismo espacio temporal pero unos cuantos metros más abajo Lavey miraba a la morena de ojos claros y le levantaba los hombros en respuesta a su pregunta silenciosa.
-Me parece que su bella dama va a ser interrumpida. -Dijo la rubia tapándose la boca y susurrándole a la camarera. En cuanto aquel machito de tres al cuarto pronuncio las siguientes palabras Lavey comenzó a reírse. -El mejor chiste del día ilustrísimo caballero. -Reía la adolescente con sorna. -Lo último que quiere "tu" dama es a un hombre. -Vey se llevó la mano a la tripa y siguió riendo con cada nuevo grito. -¡EY! -Cortó de repente. -De siervas nada, yo soy su hija. -Entonces el humano pareció cansarse de que una niña se riera de él, pues le dio tal empujón a Lavey que la mando contra un zarzal. Por suerte la bruja actuó con rapidez y evitó que la rubia sufriera más daños. -Sí, perfectamente solo tengo un par de espinas en el culo.
Pero antes de que la lagartija pudiera sacar el arco el humano y la bruja se adentraron escaleras arriba. Para cuando Lavey los alcanzo la espada del loco enamorado estaba al inicio de la escalera y la morena colgada de las manos en su propio hielo. La rubia recogió la espada del hombre y la imbuyo en fuego, seguidamente la puso por delante y comenzó a derretir el hielo de los escalones formando una estrecha línea por donde caminar. -¿Te echo una mano? -Preguntó sonriendo a la mujer mientras unos gritos coléricos se oían en el piso de arriba.
-¡DESHONRA SOBRE TU ESTIRPE DRAGÓN! -Estalló el prometido antes de darse cuenta de lo que sucedía. -¡blasfemia, infamia! ¡TU VIL DEMONIO QUE HAS HECHIZADO A MI ADORA! -Aquel hombre gritaba más que un cerdo en día de matanza. -Dos mujeres juntas en el lecho... Te daré muerte dragón...a.
Reivy Abadder
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Re: Caballeros andantes y dragones que no son lo que parecen [Trabajo] [Nahir] [Cerrado]
- Te estaría muy agradecida… - susurró la morena aun intentando ingeniárselas para subir.
Caminaba tras la dragona, que iba abriendo paso por las escaleras derritiendo el hielo. Aquello le recordó a su padre, era un fascinante brujo que dominaba el fuego a la perfección, Nahir siempre terminaba quemando algo cuando lo intentaba.
Se podía escuchar la voz del hombre aun desde las escaleras. Qué manera de gritar.
Llegaron arriba, y como era de esperar, la puerta estaba abierta, y el hombre había entrado en la estancia.
Adora y Reivy estaban en la cama, desnudas, una encima de la otra. El hombre parecía haberse quedado petrificado. No se movía, solo blasfemaba y amenazaba a la dragona.
Y sin poderlo evitar, Nahir miró a Reivy. Recorrió su cuerpo con la mirada. Su piel era tan clara como la había imaginado, su cabello cayendo indomable sobre sus hombros… recordaba su suavidad, su olor, su sabor. Se sonrojó un poco, sintiéndose mal por romperles la intimidad, por mirarla cuando no era a ella a quien le estaba queriendo enseñar.
La morena carraspeó un poco, esperando que su voz sonase normal. Dio un paso al frente y abrió la boca, pero ninguna palabra sonó.
La princesa se levantó de la cama soltándose del agarre de la dragona. Miraba a Nahir y después a Reivy, intermitentemente. Tenía los ojos muy abiertos y las cejas alzadas. Su boca se fue abriendo poco a poco mientras empezaba a levantar la mano, señalando a la morena.
El hombre se había quedado perplejo, incluso parecía imposible, pero había dejado de hablar por unos instantes. Al ver que su amada apenas lo había mirado y estaba centrada en las otras mujeres ahí presentes, este fue a proseguir con su espectáculo, pero la mujer se le adelantó. Colocó una mano en su dirección, como deteniéndole, añadiendo:
- Ni te acerques, asqueroso parlanchín loco. – El hombre puso una de sus manos en su propio pecho, como si aquellas palabras hubiesen roto su corazón. Adora señaló entonces a Nahir - ¿Qué hay entre vosotras dos? ¿Eh?
Se estaba poniendo histérica, se llevó las manos a la cabeza y tiró un poco de su cabello, para después volverse hacía la dragona de nuevo.
- ¿QUÉ QUE HAY ENTRE VO-SO-TRAS? ¿Me estabas engañando? Todo este tiempo no ha significada nada para ti. ¿ME TOMAS EL PELO? – abría muchos los ojos. - ¿Quién es esta fulana… ¡Nos íbamos a casar, por el amor de Freya! Y tu… - miró fijamente a Nahir- ¿Cómo puedes tener tan poca vergüenza de entrometerte en una relación tan bonita? – bajó la cabeza poco a poco, mirando al suelo. Bajó las manos, parecía abatida. – Todo nos iba tan bien hasta que tu has llegado…
- Pero mi dulce amada… no puedes estar diciendo eso en serio…. Estamos enamorados…-
- ¡Qué te calles! No quiero volver a escuchar tu voz, no quiero verte más, no quiero. ¡NO QUIERO! – pasaba de la tristeza a la ira en un segundo, apenas sin cambiar la expresión. –Si no puedes ser mía… no serás de nadie más…- dijo en un susurró, quizás aquellas últimas palabras eran solo para ella.
Entonces Adora se agachó, cogió la espada de la dragona y se colocó tras ella, poniendo el arma en su cuello.
- ¿Me has odio, mi amor? Si no eres mía, no lo eres de nadie más…
Nahir miró a la dragona, extrañada por todo aquello ¿Que estaba pasando? ¿Como había llegado a meterse en todo aquello? Parecía que Adora estaba incluso más loca que su prometido.
- !Ni la mires!
- ¿Pe-pero..? Yo soy tu único amor… Adora… mi querida… no puedes estar haciendo esto. Te perdono, las mujeres sois débiles, caéis en las tentaciones. Lo entiendo. Yo te perdono, sigamos con nuestra historia de amor, ¿si?
- Querida… ¿no has dejado de amarme, verdad? – acercó sus labios a la oreja de Reivy, susurrándole con una dulzura más que forzada.
- Si, se ha vuelto loca. No se puede hacer nada. ¡Jamás podré recuperarme de este dolor! – dio media vuelta y apoyó la cara en el marco de la puerta, para después mirar de reojo a la rubia. –Vaya, vaya, vaya… que mocita más bonita hay por aquí. ¿Estas ya desposada, linda dama de cabellos de oro?
- A-adora suelta la espada, por favor…
Caminaba tras la dragona, que iba abriendo paso por las escaleras derritiendo el hielo. Aquello le recordó a su padre, era un fascinante brujo que dominaba el fuego a la perfección, Nahir siempre terminaba quemando algo cuando lo intentaba.
Se podía escuchar la voz del hombre aun desde las escaleras. Qué manera de gritar.
Llegaron arriba, y como era de esperar, la puerta estaba abierta, y el hombre había entrado en la estancia.
Adora y Reivy estaban en la cama, desnudas, una encima de la otra. El hombre parecía haberse quedado petrificado. No se movía, solo blasfemaba y amenazaba a la dragona.
Y sin poderlo evitar, Nahir miró a Reivy. Recorrió su cuerpo con la mirada. Su piel era tan clara como la había imaginado, su cabello cayendo indomable sobre sus hombros… recordaba su suavidad, su olor, su sabor. Se sonrojó un poco, sintiéndose mal por romperles la intimidad, por mirarla cuando no era a ella a quien le estaba queriendo enseñar.
La morena carraspeó un poco, esperando que su voz sonase normal. Dio un paso al frente y abrió la boca, pero ninguna palabra sonó.
La princesa se levantó de la cama soltándose del agarre de la dragona. Miraba a Nahir y después a Reivy, intermitentemente. Tenía los ojos muy abiertos y las cejas alzadas. Su boca se fue abriendo poco a poco mientras empezaba a levantar la mano, señalando a la morena.
El hombre se había quedado perplejo, incluso parecía imposible, pero había dejado de hablar por unos instantes. Al ver que su amada apenas lo había mirado y estaba centrada en las otras mujeres ahí presentes, este fue a proseguir con su espectáculo, pero la mujer se le adelantó. Colocó una mano en su dirección, como deteniéndole, añadiendo:
- Ni te acerques, asqueroso parlanchín loco. – El hombre puso una de sus manos en su propio pecho, como si aquellas palabras hubiesen roto su corazón. Adora señaló entonces a Nahir - ¿Qué hay entre vosotras dos? ¿Eh?
Se estaba poniendo histérica, se llevó las manos a la cabeza y tiró un poco de su cabello, para después volverse hacía la dragona de nuevo.
- ¿QUÉ QUE HAY ENTRE VO-SO-TRAS? ¿Me estabas engañando? Todo este tiempo no ha significada nada para ti. ¿ME TOMAS EL PELO? – abría muchos los ojos. - ¿Quién es esta fulana… ¡Nos íbamos a casar, por el amor de Freya! Y tu… - miró fijamente a Nahir- ¿Cómo puedes tener tan poca vergüenza de entrometerte en una relación tan bonita? – bajó la cabeza poco a poco, mirando al suelo. Bajó las manos, parecía abatida. – Todo nos iba tan bien hasta que tu has llegado…
- Pero mi dulce amada… no puedes estar diciendo eso en serio…. Estamos enamorados…-
- ¡Qué te calles! No quiero volver a escuchar tu voz, no quiero verte más, no quiero. ¡NO QUIERO! – pasaba de la tristeza a la ira en un segundo, apenas sin cambiar la expresión. –Si no puedes ser mía… no serás de nadie más…- dijo en un susurró, quizás aquellas últimas palabras eran solo para ella.
Entonces Adora se agachó, cogió la espada de la dragona y se colocó tras ella, poniendo el arma en su cuello.
- ¿Me has odio, mi amor? Si no eres mía, no lo eres de nadie más…
Nahir miró a la dragona, extrañada por todo aquello ¿Que estaba pasando? ¿Como había llegado a meterse en todo aquello? Parecía que Adora estaba incluso más loca que su prometido.
- !Ni la mires!
- ¿Pe-pero..? Yo soy tu único amor… Adora… mi querida… no puedes estar haciendo esto. Te perdono, las mujeres sois débiles, caéis en las tentaciones. Lo entiendo. Yo te perdono, sigamos con nuestra historia de amor, ¿si?
- Querida… ¿no has dejado de amarme, verdad? – acercó sus labios a la oreja de Reivy, susurrándole con una dulzura más que forzada.
- Si, se ha vuelto loca. No se puede hacer nada. ¡Jamás podré recuperarme de este dolor! – dio media vuelta y apoyó la cara en el marco de la puerta, para después mirar de reojo a la rubia. –Vaya, vaya, vaya… que mocita más bonita hay por aquí. ¿Estas ya desposada, linda dama de cabellos de oro?
- A-adora suelta la espada, por favor…
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Re: Caballeros andantes y dragones que no son lo que parecen [Trabajo] [Nahir] [Cerrado]
Hombres, pensaba. Tan opacos y predecibles como siempre. Resople molesta aunque agradecía por la interrupción.
-Es cucha tu... -Mire de reojo a Adora. -¿Cómo dices que se llama ese?
-No lo he dicho.
-Ya... -Carraspee intentando sobrellevar el hecho de estar desnuda, con una mujer sobre mis piernas y delante de un tarado. El hombre gritó su nombre al ver la interacción entre nosotras. -Vale, a ver cómo te explico esto Reginal. Ella y yo...
Y ahí quedó la frase, hoy por lo visto era el día de las interrupciones, sin embargo esta ultima la recibí de buen grado. Lavey subía a mi rescate junto con... Ay no.
Me lamente para mis adentros al ver a Nahir mientras la saludaba con una risa nerviosa y movimiento vacilante de mano.
No había conseguido que la bruja se quedara conmigo en ciudad Lagarto, pero por la mirada hambrienta que recorría mi cuerpo podía decir que, mal no lo había hecho.
Aproveché el momento en el que Adora se levantó de encima mía para imitarla y ponerme en pie, deje que la pelirroja gritara con los recién llegados mientras me colocaba la camisa de lino que apenas me llegaba a tapar hasta la cadera. Con las prisas del primer acto me había sacado el chaleco junto con la prenda que ahora tenía puesta, por desgracia la distracción se terminó cuando intentaba alcanzar los pantalones.
-Ella es una amiga. La conocí antes de encontrarte a ti.
Había escuchado historias trilladas sobre problemas en la cama y no me creí ninguna, pero con lo que estaba viviendo en estos momentos tendría que empezar a creerme las siguientes que escuchara. ¿Quién se crearía que una princesa loca me tenía secuestrada y que además le hice frente a su prometido sin llevar los pantalones puestos?
-Adora... mi princesa llameante. -Por un segundo la chica se giró. -Tú lo dijiste antes, los dioses...
No conseguí retener su atención y la muchacha volvió a gritar y mirar a su pretendiente y a Nahir. Pensé que ahora podría ir a por mis pantalones, craso error. De alguna manera Adora cogió mi espada y me la puso al cuello y para empeorar las cosas la diferencia de altura me hacía doblar la espalda hacia atrás lo que provocaba que la camisa se levantara y me dejara... muy expuesta.
-Si mi vida, alto y claro. -Tenía la espada en la garganta y el cuello tan inclinado que mi nuca estaba apoyada en el hombro de Adora. -Sol de mi vida, no crees que sería mejor tener esta conversación con...
-¡Responde! Por favor, cariño. -La princesa grito colérica y al instante volvió a susurra con dulzura. -Yo te quiero, no, yo te amo. Lo sabes. Solo quiero que acabe esta situación, que se vallan todos y que volvamos a ser solo nosotras dos. Yo no quiero hacerte daño.
-Sí, sí. Tienes razón querida, no he dejado de amarte. Todo lo contrario, ahora que la veo a ella me doy cuenta que nuestro amor es puro y genuino.
-¡Ay, pero que cosas me dices bribón! -Gritó con falsa vergüenza Lavey, que estaba detrás de Nahir junto al humano. -No, no lo estoy, mi valiente caballero. -Mentía la rubia con genuino rubor en las mejillas agarrándolas al mismo tiempo con las manos. -¿Soy bonita? -Vey miró al chico parpadeando varias veces y sonriendo. Reginal asintió embobado. -Vas a conseguir que me ruborice más tontito.
Con la última frase Lavey movió el brazo queriendo darle un leve e ingenuo empujón al hombre, pero al decir la última palabra cerró el puño y subió el recorrido del brazo hasta la quijada del prometido de Adora.
-¡Tonto, que´res mu tonto! -Concluyó la adolescente al tiempo que remataba al humano regalándole una patada en la cabeza. -Por si acaso. ¿Y tú qué? piensas soltar a mi madre ¿O tengo que darte un par de ostias?
-¡¿TU HIJA!? -Chilló Adora apretando la espada contra mi piel. -Entonces, el dragón negro de antes ¿Era ella?
-Sí, mi trocito de ascua viva. Te lo intente decir antes pero...
-¡Tu, hija mía! -Esto de que me interrumpieran se estaba convirtiendo en una costumbre muy fea. -Honra a tus madres y acaba con esa fulana.
-Enseguida, mi mamita querida. -Respondió Vey sacando el arco y colocando sobre la cuerda una flecha con la punta con forma de bola. -Nadie se interpone entre el amor de mis mamas. -La rubia apuntó a Nahir y antes de que pudiera reaccionar la bruja la flecha dio de lleno en la espalda, el impacto no fue muy severo pero bastaría para que la morena cayera al suelo. -Que pesada era ¿Verdad?
____________
Off: Fin de la segunda complicación. Lavey usa en Nahir tiro de rendimiento. (Al alcanzar el blanco el contenido de la flecha se dispersa sobre la piel y se incrementan 10% sus dos atributos más altos y 5% del atributo más bajo.)
-Es cucha tu... -Mire de reojo a Adora. -¿Cómo dices que se llama ese?
-No lo he dicho.
-Ya... -Carraspee intentando sobrellevar el hecho de estar desnuda, con una mujer sobre mis piernas y delante de un tarado. El hombre gritó su nombre al ver la interacción entre nosotras. -Vale, a ver cómo te explico esto Reginal. Ella y yo...
Y ahí quedó la frase, hoy por lo visto era el día de las interrupciones, sin embargo esta ultima la recibí de buen grado. Lavey subía a mi rescate junto con... Ay no.
Me lamente para mis adentros al ver a Nahir mientras la saludaba con una risa nerviosa y movimiento vacilante de mano.
No había conseguido que la bruja se quedara conmigo en ciudad Lagarto, pero por la mirada hambrienta que recorría mi cuerpo podía decir que, mal no lo había hecho.
Aproveché el momento en el que Adora se levantó de encima mía para imitarla y ponerme en pie, deje que la pelirroja gritara con los recién llegados mientras me colocaba la camisa de lino que apenas me llegaba a tapar hasta la cadera. Con las prisas del primer acto me había sacado el chaleco junto con la prenda que ahora tenía puesta, por desgracia la distracción se terminó cuando intentaba alcanzar los pantalones.
-Ella es una amiga. La conocí antes de encontrarte a ti.
Había escuchado historias trilladas sobre problemas en la cama y no me creí ninguna, pero con lo que estaba viviendo en estos momentos tendría que empezar a creerme las siguientes que escuchara. ¿Quién se crearía que una princesa loca me tenía secuestrada y que además le hice frente a su prometido sin llevar los pantalones puestos?
-Adora... mi princesa llameante. -Por un segundo la chica se giró. -Tú lo dijiste antes, los dioses...
No conseguí retener su atención y la muchacha volvió a gritar y mirar a su pretendiente y a Nahir. Pensé que ahora podría ir a por mis pantalones, craso error. De alguna manera Adora cogió mi espada y me la puso al cuello y para empeorar las cosas la diferencia de altura me hacía doblar la espalda hacia atrás lo que provocaba que la camisa se levantara y me dejara... muy expuesta.
-Si mi vida, alto y claro. -Tenía la espada en la garganta y el cuello tan inclinado que mi nuca estaba apoyada en el hombro de Adora. -Sol de mi vida, no crees que sería mejor tener esta conversación con...
-¡Responde! Por favor, cariño. -La princesa grito colérica y al instante volvió a susurra con dulzura. -Yo te quiero, no, yo te amo. Lo sabes. Solo quiero que acabe esta situación, que se vallan todos y que volvamos a ser solo nosotras dos. Yo no quiero hacerte daño.
-Sí, sí. Tienes razón querida, no he dejado de amarte. Todo lo contrario, ahora que la veo a ella me doy cuenta que nuestro amor es puro y genuino.
-¡Ay, pero que cosas me dices bribón! -Gritó con falsa vergüenza Lavey, que estaba detrás de Nahir junto al humano. -No, no lo estoy, mi valiente caballero. -Mentía la rubia con genuino rubor en las mejillas agarrándolas al mismo tiempo con las manos. -¿Soy bonita? -Vey miró al chico parpadeando varias veces y sonriendo. Reginal asintió embobado. -Vas a conseguir que me ruborice más tontito.
Con la última frase Lavey movió el brazo queriendo darle un leve e ingenuo empujón al hombre, pero al decir la última palabra cerró el puño y subió el recorrido del brazo hasta la quijada del prometido de Adora.
-¡Tonto, que´res mu tonto! -Concluyó la adolescente al tiempo que remataba al humano regalándole una patada en la cabeza. -Por si acaso. ¿Y tú qué? piensas soltar a mi madre ¿O tengo que darte un par de ostias?
-¡¿TU HIJA!? -Chilló Adora apretando la espada contra mi piel. -Entonces, el dragón negro de antes ¿Era ella?
-Sí, mi trocito de ascua viva. Te lo intente decir antes pero...
-¡Tu, hija mía! -Esto de que me interrumpieran se estaba convirtiendo en una costumbre muy fea. -Honra a tus madres y acaba con esa fulana.
-Enseguida, mi mamita querida. -Respondió Vey sacando el arco y colocando sobre la cuerda una flecha con la punta con forma de bola. -Nadie se interpone entre el amor de mis mamas. -La rubia apuntó a Nahir y antes de que pudiera reaccionar la bruja la flecha dio de lleno en la espalda, el impacto no fue muy severo pero bastaría para que la morena cayera al suelo. -Que pesada era ¿Verdad?
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Off: Fin de la segunda complicación. Lavey usa en Nahir tiro de rendimiento. (Al alcanzar el blanco el contenido de la flecha se dispersa sobre la piel y se incrementan 10% sus dos atributos más altos y 5% del atributo más bajo.)
Última edición por Reivy Abadder el Sáb 22 Jun 2019, 16:36, editado 1 vez
Reivy Abadder
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Re: Caballeros andantes y dragones que no son lo que parecen [Trabajo] [Nahir] [Cerrado]
Nahir miraba de vez en cuando a Lavey, mientras la pelirroja y la dragona se juraban amor eterno. Todo aquello era una locura. La joven Adora tan pronto pasaba de la felicidad a la rabia, del amor a la venganza… no había por dónde cogerla. Lo peor de todo era la situación, que no sabías por donde iba a salir, y con la espada en torno al cuello de Reivy lo mejor era no alterarla.
Estaba con los ojos clavados en el suelo cuando escuchó a Lavey hablando con el prometido. Por el tono de voz que estaba empleando la rubia supuso que era todo mentira, pero para nada se esperaba los golpes que le propinó. Se lo tenía más que merecido, la verdad.
Entonces se vio apuntada por una flecha… Continuaba siendo todo una enorme mentira, ¿verdad?
Intentó mirar a la rubia a los ojos, y al no encontrar respuesta buscó los de Reivy. ¿No le dispararía reamente, ¿no?
Pudo escuchar el aire cortarse cuando la joven lanzó la flecha en su dirección. No mentiría, no dolía como si le hubiesen clavado una punta afilada, pero el impacto y la fuerza con la que le llegó la flecha hicieron que la bruja perdiese el equilibrio, cayendo al suelo. Le dolía la espada como si… Qué coño, me duele la espalda como si me hubiesen lanzado una flecha de goma dura, Eh Lavey, gracias… pensó la morena tirada en el suelo. Quedarse ahí tirada sería lo mejor, sobretodo porque aquello pareció agradar enormemente a Adora.
- Oh sí, mi pequeña niña. Lo has hecho fantástico… - bajó la espada hasta dejarla reposada en el lecho. – Se nota que eres hija mía, has heredado muy coraje. Estoy muy orgullosa de ti. Y tu… - le dio un leve empujoncito a Reivy para que quedasen una en frente de la otra- …no vuelvas a hacerme esto, ¿entendido? Tienes suerte de que te ame incondicionalmente, sino no nos recuperaríamos de esto. Que paciencia hay que tener contigo, mi amor…-
Mientras deliraba de nuevo, Nahir aprovechó que había recargado un poco sus fuerzas y colocó las manos sobre el suelo. Primero se aseguró de que la espada quedase lo suficientemente lejos del alcance de la pelirroja. El arma se iba moviendo centímetro a centímetro y cuando Adora se movía esta se paraba, como si se tratase de un animalillo intentando huir sin ser visto. Y cuando hubo solucionado el tema de las armas en posibles malas manos, Nahir se centró en hacer algo para ayudar a la madre y la hija. A ambos lados de la cama, contra la pared, había dos tiestos grandes con algunas planas medicinales. La bruja creó algo parecido a un charco, aunque con la suficiente agua como para llenar un vaso.
Vaso… un vaso… desde donde se encontraba no alcanzaba a ver lo que había encima de la mesa, así que volvió a usar la telequinesis para tirar de la poca ropa que cubría a la dragona, intentando llamar su atención. La miraba a ella, después el agua y finalmente a Adora. Para ella era algo muy claro. ¡Qué beba del agua! Gritaba Nahir en sus adentros sin dejar de señalar las tres cosas en el mismo orden, esperando que fuese suficiente como para que lo entendiese.
Estaba con los ojos clavados en el suelo cuando escuchó a Lavey hablando con el prometido. Por el tono de voz que estaba empleando la rubia supuso que era todo mentira, pero para nada se esperaba los golpes que le propinó. Se lo tenía más que merecido, la verdad.
Entonces se vio apuntada por una flecha… Continuaba siendo todo una enorme mentira, ¿verdad?
Intentó mirar a la rubia a los ojos, y al no encontrar respuesta buscó los de Reivy. ¿No le dispararía reamente, ¿no?
Pudo escuchar el aire cortarse cuando la joven lanzó la flecha en su dirección. No mentiría, no dolía como si le hubiesen clavado una punta afilada, pero el impacto y la fuerza con la que le llegó la flecha hicieron que la bruja perdiese el equilibrio, cayendo al suelo. Le dolía la espada como si… Qué coño, me duele la espalda como si me hubiesen lanzado una flecha de goma dura, Eh Lavey, gracias… pensó la morena tirada en el suelo. Quedarse ahí tirada sería lo mejor, sobretodo porque aquello pareció agradar enormemente a Adora.
- Oh sí, mi pequeña niña. Lo has hecho fantástico… - bajó la espada hasta dejarla reposada en el lecho. – Se nota que eres hija mía, has heredado muy coraje. Estoy muy orgullosa de ti. Y tu… - le dio un leve empujoncito a Reivy para que quedasen una en frente de la otra- …no vuelvas a hacerme esto, ¿entendido? Tienes suerte de que te ame incondicionalmente, sino no nos recuperaríamos de esto. Que paciencia hay que tener contigo, mi amor…-
Mientras deliraba de nuevo, Nahir aprovechó que había recargado un poco sus fuerzas y colocó las manos sobre el suelo. Primero se aseguró de que la espada quedase lo suficientemente lejos del alcance de la pelirroja. El arma se iba moviendo centímetro a centímetro y cuando Adora se movía esta se paraba, como si se tratase de un animalillo intentando huir sin ser visto. Y cuando hubo solucionado el tema de las armas en posibles malas manos, Nahir se centró en hacer algo para ayudar a la madre y la hija. A ambos lados de la cama, contra la pared, había dos tiestos grandes con algunas planas medicinales. La bruja creó algo parecido a un charco, aunque con la suficiente agua como para llenar un vaso.
Vaso… un vaso… desde donde se encontraba no alcanzaba a ver lo que había encima de la mesa, así que volvió a usar la telequinesis para tirar de la poca ropa que cubría a la dragona, intentando llamar su atención. La miraba a ella, después el agua y finalmente a Adora. Para ella era algo muy claro. ¡Qué beba del agua! Gritaba Nahir en sus adentros sin dejar de señalar las tres cosas en el mismo orden, esperando que fuese suficiente como para que lo entendiese.
Uso de telequinesis
Uso de habilidad-nueva fuente: Hace surgir un arroyo de la tierra. Los aliados que beben de él sentirán sus fuerzas reanimadas. Sana hasta dos heridas leves o moderadas. En cambio, si es un enemigo quien bebe del arroyo, verá como el agua cristalina se torna negra, enfermiza. Su cuerpo se sentirá más pesado y débil. La destreza del rival disminuirá en 15% durante la misma duración que el arroyo.
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Re: Caballeros andantes y dragones que no son lo que parecen [Trabajo] [Nahir] [Cerrado]
Suspire aliviada al reconocer la flecha que Lavey había montando en el arco y Adora se tomó aquella reacción como algo positivo, creyéndose que lo hacía porque había pasado el mal trago.
-Claro mi amor. -Dije sintiendo el tirón en la camisa que acercó mi nariz a un centímetro de la suya. -Sí, soy muy afortunada. Gracias por aguantar mis tonterías. Adora -Proseguí ahora más azorada. -¿No crees que deberíamos vestirnos? Es poco decoroso mostrar nuestros momentos... especiales, a nuestra hija.
-Oh, cuanta razón mi escamita preciosa. -La pelirroja se giró a mirar a Lavey y en ese momento ella se hizo la niña inocente y sonrojada y se dio la vuelta tapándose la cara mientras gritaba un "mama" -¡Ay mi niña! lo siento ya mismo nos vestimos. -El tono de voz que utilizo la princesa fue tan dulce que me dio miedo. -Ponte ya los pantalones mama, cuando estemos en mi alcoba terminaremos esto.
Busque los pantalones agradecida por la intervención de mi pequeña, mientras me los subía pude ver como mi espada se movía sola. Por otro lado Adora buscaba su vestido y yo sentía un tirón en mi ropa, alcé la vista y ahí estaba ella. La no-muerta de Nahir mirándome con los ojos muy abiertos y señalando cosas con el movimiento de los mismos.
¡Claro! Es una bruja de agua. Pensaba yo emocionada. Le llevare agua, se la tirare y Adora se mojara y luego Nahir la congelara, que fantástica idea.
Miré hacia la mesa en busca de un polvoriento vaso, que por algún motivo estaba en el suelo, le quite la suciedad y seguidamente le hice una seña de entendimiento a la bruja. Mientras que yo llenaba el recipiente de agua Lavey hablaba tranquila, o aparentando tranquilidad, con su supuesta madre.
-Adora, mi amor. -Pronuncie melosa llamando la atención de la pelirroja y caminando hacia ella. -Toma un poco de agua seguro que estas sedienta.
En la otra mano llevaba el odre de agua de mi mochila, estaba destapado y la imagen daba a entender que era de ahí de donde venía el agua. A la niña del feudo se le iluminaron los ojos por el detalle de ofrecerle una bebida, Nahir había quedado detrás de la escena y casi se le salen los ojos cuando vio que yo me tropezaba con la intención de lanzarle el agua. Aquellos ojos me hicieron frenar en seco la jugada, solté el odre de agua y coloque esa mano encima del vaso para que no se derramara su contenido.
-¡Ay! pero que torpe eres, querida. -Me reprochó la adolescente cogiendo el vaso. -Gracias, estaba sedienta. -Sin más la joven bebió y al poco tiempo comenzó a tambalearse. -Cariño no me encuentro bien, creo que toda esa situación me supera.
-¿Porque no te tumbas un rato? Igual solo estas mareada. -Adora asintió y me cogió el brazo mientras algo impactaba con fuerza en su cabeza. -¡¿Pero qué haces!? Bruta, si la matas nos cortan el cuello.
Lavey se había acercado por detrás de la pelirroja y aprovechando el momento de debilidad le propino un golpe en la nuca con la pala del arco.
-Y si seguía consciente también. -Respondió con su humor habitual guardando el arco a la espalda. Desde que había dejado ciudad Lagarto Lavey tenía la mala costumbre de golpear a la gente en la cabeza. -Salgamos de aquí antes de que...
-¡Nahir! -Grite emocionada cogiendo a la morena y levantándola por los hombros del suelo. -Cuanto me alegro de verte. -La mire unos segundos a los ojos y luego la abracé. -Menos mal que has llegado sino de esta no salgo entera.
-¿Puedes dejar de tocar mujeres por un segundo, Rei? -Lavey estaba junto a la princesa mirándome con cara de pocos amigos. -Y ayudarme a bajar a esta niña de la torre para que Nahir se la lleve a su padre. No quiero tener que pelearme con más mamelucos que se creen caballeros.
-Claro mi amor. -Dije sintiendo el tirón en la camisa que acercó mi nariz a un centímetro de la suya. -Sí, soy muy afortunada. Gracias por aguantar mis tonterías. Adora -Proseguí ahora más azorada. -¿No crees que deberíamos vestirnos? Es poco decoroso mostrar nuestros momentos... especiales, a nuestra hija.
-Oh, cuanta razón mi escamita preciosa. -La pelirroja se giró a mirar a Lavey y en ese momento ella se hizo la niña inocente y sonrojada y se dio la vuelta tapándose la cara mientras gritaba un "mama" -¡Ay mi niña! lo siento ya mismo nos vestimos. -El tono de voz que utilizo la princesa fue tan dulce que me dio miedo. -Ponte ya los pantalones mama, cuando estemos en mi alcoba terminaremos esto.
Busque los pantalones agradecida por la intervención de mi pequeña, mientras me los subía pude ver como mi espada se movía sola. Por otro lado Adora buscaba su vestido y yo sentía un tirón en mi ropa, alcé la vista y ahí estaba ella. La no-muerta de Nahir mirándome con los ojos muy abiertos y señalando cosas con el movimiento de los mismos.
¡Claro! Es una bruja de agua. Pensaba yo emocionada. Le llevare agua, se la tirare y Adora se mojara y luego Nahir la congelara, que fantástica idea.
Miré hacia la mesa en busca de un polvoriento vaso, que por algún motivo estaba en el suelo, le quite la suciedad y seguidamente le hice una seña de entendimiento a la bruja. Mientras que yo llenaba el recipiente de agua Lavey hablaba tranquila, o aparentando tranquilidad, con su supuesta madre.
-Adora, mi amor. -Pronuncie melosa llamando la atención de la pelirroja y caminando hacia ella. -Toma un poco de agua seguro que estas sedienta.
En la otra mano llevaba el odre de agua de mi mochila, estaba destapado y la imagen daba a entender que era de ahí de donde venía el agua. A la niña del feudo se le iluminaron los ojos por el detalle de ofrecerle una bebida, Nahir había quedado detrás de la escena y casi se le salen los ojos cuando vio que yo me tropezaba con la intención de lanzarle el agua. Aquellos ojos me hicieron frenar en seco la jugada, solté el odre de agua y coloque esa mano encima del vaso para que no se derramara su contenido.
-¡Ay! pero que torpe eres, querida. -Me reprochó la adolescente cogiendo el vaso. -Gracias, estaba sedienta. -Sin más la joven bebió y al poco tiempo comenzó a tambalearse. -Cariño no me encuentro bien, creo que toda esa situación me supera.
-¿Porque no te tumbas un rato? Igual solo estas mareada. -Adora asintió y me cogió el brazo mientras algo impactaba con fuerza en su cabeza. -¡¿Pero qué haces!? Bruta, si la matas nos cortan el cuello.
Lavey se había acercado por detrás de la pelirroja y aprovechando el momento de debilidad le propino un golpe en la nuca con la pala del arco.
-Y si seguía consciente también. -Respondió con su humor habitual guardando el arco a la espalda. Desde que había dejado ciudad Lagarto Lavey tenía la mala costumbre de golpear a la gente en la cabeza. -Salgamos de aquí antes de que...
-¡Nahir! -Grite emocionada cogiendo a la morena y levantándola por los hombros del suelo. -Cuanto me alegro de verte. -La mire unos segundos a los ojos y luego la abracé. -Menos mal que has llegado sino de esta no salgo entera.
-¿Puedes dejar de tocar mujeres por un segundo, Rei? -Lavey estaba junto a la princesa mirándome con cara de pocos amigos. -Y ayudarme a bajar a esta niña de la torre para que Nahir se la lleve a su padre. No quiero tener que pelearme con más mamelucos que se creen caballeros.
Reivy Abadder
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Re: Caballeros andantes y dragones que no son lo que parecen [Trabajo] [Nahir] [Cerrado]
¡No! No, no, no… los ojos de la morena se abrieron mucho, la dragona casi le tira el agua a la joven encima ¿apropósito? Por suerte rescató muy bien la situación.
Cuando la pelirroja empezó a marearse, Nahir cerró los ojos, ya que desde la cama donde la estaban tendiendo podría verla.
Lo siguiente era levantarse, preguntar como estaba, quizás hacer algún comentario de como habían llegado hasta ahí… Pero entonces escuchó su nombre, y antes de que pudiese reaccionar la levantaron por los hombros, era Reivy.
- Y yo…- le contestó intentando controlar sus sonrojos. – Bueno, Lavey también lo ha hecho muy bien…- sonrió mirando a la rubia. No se esperaba que Reivy la abrazase, la rodeó por la cintura y apoyó la cabeza en su hombro.
Le gustaba estar de nuevo con la dragona, pero había problemas más importantes que se debían solucionar cuanto antes mejor, si la joven se despertaba antes de tiempo deberían volver empezar. Se separó de ella lentamente, como si le costase hacerlo.
- Si, vamos a llevarla ya con su padre. ¿O las enamoradas quieres un rato más? - bromeó mirando a Reivy. Sabiendo lo que pensaba ella de las relaciones amorosas le hacía gracia en lo que se había metido.
Nahir se colocó a los pies de Adora y la cogió por ambos tobillos, Lavey hizo lo mismo, pero por los hombros.
- Reivy, ¿te parece si vas mirando que las escaleras estén limpias? - no quería volver a caerse rodando por las escaleras, sumando que ahora eran cuatro.
La torre estaba alta, había muchos escalones, y la joven, a pesar de no parecerlo, pesaba bastante. Paso a paso, escalón a escalón. Nahir podía notar como los brazos le iban temblando, aunque no dijo nada, solo se centraba en no caerse. Solo esperaba que el siguiente fuese el último.
Cuando llegaron abajo dejaron a la joven reposada en el suelo, para poder reponerse. Pensó que si la levaban volando terminarían antes, pero no era buena idea, y más después de la idea sobre concebida que tenía el señor feudal con los dragones.
Quería hablar con Reivy, pero no sabía de decirle. Se acercó a Lavey y le tomó con cuidado de los brazos. No tenía tantas marcas y arañados como esperaba por lo del zarzal.
- ¿Te duele? Si quieres puedo entumecerte la zona. Aunque si después quieres volar… ¿Se te dormirían los brazos o las alas? – parecía que ya se había olvidado de aquella situación y volvía a ser más ella. - ¡Eso habrá que probarlo! –dijo riendo. Volvió la cabeza para mirar a la pelirroja –Aunque mejor en otro momento.
Miró a Reivy a los ojos, no sabía si las dragonas la acompañarían al castillo, así que no estaba segura de tener más oportunidades de hablar con ella.
- ¿Cómo estás? - preguntó casi en un susurró, acercándose a la morena lentamente.
Cuando la pelirroja empezó a marearse, Nahir cerró los ojos, ya que desde la cama donde la estaban tendiendo podría verla.
Lo siguiente era levantarse, preguntar como estaba, quizás hacer algún comentario de como habían llegado hasta ahí… Pero entonces escuchó su nombre, y antes de que pudiese reaccionar la levantaron por los hombros, era Reivy.
- Y yo…- le contestó intentando controlar sus sonrojos. – Bueno, Lavey también lo ha hecho muy bien…- sonrió mirando a la rubia. No se esperaba que Reivy la abrazase, la rodeó por la cintura y apoyó la cabeza en su hombro.
Le gustaba estar de nuevo con la dragona, pero había problemas más importantes que se debían solucionar cuanto antes mejor, si la joven se despertaba antes de tiempo deberían volver empezar. Se separó de ella lentamente, como si le costase hacerlo.
- Si, vamos a llevarla ya con su padre. ¿O las enamoradas quieres un rato más? - bromeó mirando a Reivy. Sabiendo lo que pensaba ella de las relaciones amorosas le hacía gracia en lo que se había metido.
Nahir se colocó a los pies de Adora y la cogió por ambos tobillos, Lavey hizo lo mismo, pero por los hombros.
- Reivy, ¿te parece si vas mirando que las escaleras estén limpias? - no quería volver a caerse rodando por las escaleras, sumando que ahora eran cuatro.
La torre estaba alta, había muchos escalones, y la joven, a pesar de no parecerlo, pesaba bastante. Paso a paso, escalón a escalón. Nahir podía notar como los brazos le iban temblando, aunque no dijo nada, solo se centraba en no caerse. Solo esperaba que el siguiente fuese el último.
Cuando llegaron abajo dejaron a la joven reposada en el suelo, para poder reponerse. Pensó que si la levaban volando terminarían antes, pero no era buena idea, y más después de la idea sobre concebida que tenía el señor feudal con los dragones.
Quería hablar con Reivy, pero no sabía de decirle. Se acercó a Lavey y le tomó con cuidado de los brazos. No tenía tantas marcas y arañados como esperaba por lo del zarzal.
- ¿Te duele? Si quieres puedo entumecerte la zona. Aunque si después quieres volar… ¿Se te dormirían los brazos o las alas? – parecía que ya se había olvidado de aquella situación y volvía a ser más ella. - ¡Eso habrá que probarlo! –dijo riendo. Volvió la cabeza para mirar a la pelirroja –Aunque mejor en otro momento.
Miró a Reivy a los ojos, no sabía si las dragonas la acompañarían al castillo, así que no estaba segura de tener más oportunidades de hablar con ella.
- ¿Cómo estás? - preguntó casi en un susurró, acercándose a la morena lentamente.
Nahir
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Re: Caballeros andantes y dragones que no son lo que parecen [Trabajo] [Nahir] [Cerrado]
Sabía que era broma pero no pude evitar abrir los ojos impactada ante el comentario de Nahir.
-¿Que dices? Quita, quita, ni loca toco yo a esa. -Respondía gesticulando con las manos. -Quería hacerme no sé qué magia elfa para tener un hijo mío... Estos humanos están locos. -Caminé aliviada por la habitación en dirección a las escaleras y baje un par de escalones. -Claro, yo os vigilo.
Al bajar la torre me encontré con varios escudos y unas armas tiradas cerca de la entrada, los escudos tenían un tamaño importante y su forma circular estaba bien asegurada con unas tachas y una chapa metálica. No tenía muy claro lo que había sucedido, pero podía imaginarme que mi hija se lo había pasado bien.
Llevar a cuestas a la princesita no era una tarea imposible, pero se nos haría muy pesado el trayecto. Entonces me vino a la mente una idea que nos ahorraría mucho tiempo.
Mientras Nahir y Lavey conversaban recogí los escudos y saque un par de herramientas de mi bolsa, les quite las correas y centre los escudos poniendo uno encima de otro, coloque la barrena en el centro y comencé a girarla hasta que traspasara las dos placas de madera.
-Tranquila, estoy bien. No son más que unos rasguños. -Respondía la rubia mirándose el brazo y luego siguiendo la dirección de los ojos de la bruja. -Si quieres luego te doy una vuelta, aunque igual prefieres otra montura.
Prosiguió Lavey confundiendo la mirada de Nahir y entendiendo que la morena miraba a su madre, que ahora estaba sacando la puerta de la torre, en lugar de al montón de carne inconsciente que había al lado.
Ya había conseguido colocar una rama lo suficiente gruesa entre los dos escudos, la había asegurado y ahora usaba parte de la puerta del torreón para colocarla encima, usando las correas de los escudos como medio de unión entre la rama y la puerta. Cogiendo de nuevo la barrena agujeree la puerta y rasgando mi capa improvise unas correas que pase por los huecos.
-Me besaría a mí misma pero no puedo. -Dije orgullosa observando el improvisado y poco seguro carro. -Creo que esta historia quedara en mi memoria, jamás conseguiré que se la crean. -Cuando estaba cargando a Adora sobre la puerta de la torre Nahir se colocó a mi lado. -¿Mmm? -Me costó unos segundos entender el susurro de la bruja. -Esto que te digo va a sonar a locura, pero... -Dije con sarcasmo dejando a la pelirroja en el carro. -Desde que tengo ropa y la espada fuera del cuello mucho mejor. -Di un par de pasos sin perder la sonrisa y pase los brazos por dentro de las correas para comenzar a tirar de la tartana. -No sé cómo lo hago pero siempre acabo metida en algún lio. Si consigo tener un mes tranquilo es un milagro. -Lavey se puso a mi otro lado y miró desconfiada el cacharro que había creado. -¿Cómo has estado tú? Te hubiera esperado en la entrada de la carpa, pero me dijeron que te fuiste con un muchacho castaño.
Tirar de aquel armatoste no era como pasear por un camino de rosas, pero sin duda cansaba menos que tener que llevar a Adora en brazos e íbamos más aprisa.
__________________
Off: Concluye la primera complicación. Uso carpintería y creo una especie de "carro" improvisado para mover a Adora con más facilidad hasta el castillo.
-¿Que dices? Quita, quita, ni loca toco yo a esa. -Respondía gesticulando con las manos. -Quería hacerme no sé qué magia elfa para tener un hijo mío... Estos humanos están locos. -Caminé aliviada por la habitación en dirección a las escaleras y baje un par de escalones. -Claro, yo os vigilo.
Al bajar la torre me encontré con varios escudos y unas armas tiradas cerca de la entrada, los escudos tenían un tamaño importante y su forma circular estaba bien asegurada con unas tachas y una chapa metálica. No tenía muy claro lo que había sucedido, pero podía imaginarme que mi hija se lo había pasado bien.
Llevar a cuestas a la princesita no era una tarea imposible, pero se nos haría muy pesado el trayecto. Entonces me vino a la mente una idea que nos ahorraría mucho tiempo.
Mientras Nahir y Lavey conversaban recogí los escudos y saque un par de herramientas de mi bolsa, les quite las correas y centre los escudos poniendo uno encima de otro, coloque la barrena en el centro y comencé a girarla hasta que traspasara las dos placas de madera.
-Tranquila, estoy bien. No son más que unos rasguños. -Respondía la rubia mirándose el brazo y luego siguiendo la dirección de los ojos de la bruja. -Si quieres luego te doy una vuelta, aunque igual prefieres otra montura.
Prosiguió Lavey confundiendo la mirada de Nahir y entendiendo que la morena miraba a su madre, que ahora estaba sacando la puerta de la torre, en lugar de al montón de carne inconsciente que había al lado.
Ya había conseguido colocar una rama lo suficiente gruesa entre los dos escudos, la había asegurado y ahora usaba parte de la puerta del torreón para colocarla encima, usando las correas de los escudos como medio de unión entre la rama y la puerta. Cogiendo de nuevo la barrena agujeree la puerta y rasgando mi capa improvise unas correas que pase por los huecos.
-Me besaría a mí misma pero no puedo. -Dije orgullosa observando el improvisado y poco seguro carro. -Creo que esta historia quedara en mi memoria, jamás conseguiré que se la crean. -Cuando estaba cargando a Adora sobre la puerta de la torre Nahir se colocó a mi lado. -¿Mmm? -Me costó unos segundos entender el susurro de la bruja. -Esto que te digo va a sonar a locura, pero... -Dije con sarcasmo dejando a la pelirroja en el carro. -Desde que tengo ropa y la espada fuera del cuello mucho mejor. -Di un par de pasos sin perder la sonrisa y pase los brazos por dentro de las correas para comenzar a tirar de la tartana. -No sé cómo lo hago pero siempre acabo metida en algún lio. Si consigo tener un mes tranquilo es un milagro. -Lavey se puso a mi otro lado y miró desconfiada el cacharro que había creado. -¿Cómo has estado tú? Te hubiera esperado en la entrada de la carpa, pero me dijeron que te fuiste con un muchacho castaño.
Tirar de aquel armatoste no era como pasear por un camino de rosas, pero sin duda cansaba menos que tener que llevar a Adora en brazos e íbamos más aprisa.
__________________
Off: Concluye la primera complicación. Uso carpintería y creo una especie de "carro" improvisado para mover a Adora con más facilidad hasta el castillo.
Reivy Abadder
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Re: Caballeros andantes y dragones que no son lo que parecen [Trabajo] [Nahir] [Cerrado]
Sonrió ante el comentario de la dragona, siguiéndola con la mirada mientras esta se colocaba adecuadamente para tirar del carro. Se quedó unos instantes mirándola, sacudió la cabeza y se colocó en la parte trasera del carro, con las manos apoyadas en este, empujando, para que la tarea de tirar fuese menos costosa.
La última pregunta le sorprendió, no se la esperaba para nada. Lo último que recordaba era ver a Reivy enzarzada en una conversación con el hombre que había organizado lo de la carpa. Nahir no tardó mucho en irse.
- Bueno yo… el ambiente estaba un poco caldeado, preferí irme antes. – No sabía muy bien que responder.
Recordaba perfectamente de que castaño le estaba hablando, y de que habían quedado en verse. No pudo evitar ponerse un poco nerviosa al pensar lo que podría haber pasado si aquel día hubiese trascurrido con normalidad: habría pasado la noche en aquella extraña cuidad. Seguro que Nahir hubiese llegado mucho antes de Reivy. ¿Se besarían? Estaba más que segura que la dragona llevaría la iniciativa en aquella situación. Irían a un lugar donde pudiesen estar más tranquilas y sin gente alrededor… Carraspeó, se había puesto roja como un pimiento. Agachó la cabeza para intentar disimularlo.
- Y tú, ¿al final te fuiste con la elfa? – En realidad nunca hubiese hecho aquella pregunta, ya que no sabía si se sentiría incomoda. Pero ya que ella había sacado el tema, seguramente era porque no le importaba, y porque había terminado bien su día.
“Me hubiese encantado verte ese noche” “Esperaba con ganas nuestro reencuentro” “Me alegro de volverte a ver”
La cabeza de la dragona no dejaba de calcular conversaciones. Pensaba y ordenaba las mil y una frases que quería decirle a la dragona, y después pensaba la respuesta de esta. En algunos de los resultados la historia terminaba muy bien, en otras todo lo contrario. Aquello era una mala costumbre que hacía a menudo. A veces era tan negativo lo que imaginaba que una vez parasa en realidad no era para tanto. Se decía que aquello le ayudaba a preparase las frases que quería utilizar… pero cuando llegaba el momento de hablar se quedaba muda, o lo que tenía tan ensayado le salía totalmente diferente. Mal, fatal.
El carro improvisado se meneaba mucho por las numerosas piedras del camino, parecía que podría desmontarse en cualquier momento.
Aquella voz tan irritante otra vez. Se le escuchaba desde lejos. Una voz ligueramente aguada, parecía más bien la voz de un adolescente que la de un hombre.
- Otra vez no…- susurró la morena volviendo la cabeza para ver que bastante atrás, pero en el camino, el prometido corría tras ellas.
- ¡Amor! ¡Querida! ¡Mi princesa! - su voz se oía ligeramente entrecortada, seguramente a causa de la carrera que estaba haciendo. -¡Te perdonoooooo!
Nahir miró a Lavey con una sonrisa picarona, ¿se lo estaría diciendo a ella o a Adora?
Ya fuese porque había bebido poca agua o por el movimiento del carro, Adora empezó a despertarse. Nahir abrió mucho los ojos, la última imagen que tenía Adora de ella era caer después de haber sido alcanzada por una flecha, lo mejor sería salir del plano.
- Será mejor que vosotras os encargaseis de ella y yo de él, ¿os parece bien? – preguntó la bruja ya empezando a rehacer el camino. –Nos vemos luego – se despidió haciendo un gesto con la mano, buscando la mirada de la dragona.
¿Y ahora que se inventaba para que aquel chiflado las dejase en paz? Piensa Nahir, piensa. Cada vez estaba más cerca. El hombre iba moviendo los brazos, señalando a las mujeres que se alejaban con el carro.
- ¡Pero bueno! ¿Qué hace por aquí el hombre más apuesto de la cuidad?
Al parecer aquel cumplido agradó al hombre, ya que centró su atención en Nahir.
- Iba para el castillo. Me parece que no he tenido el honor de conocerla, bella dama…- sí, estaba como un cencerro. -… mi prometida me espera en palacio, aunque si tiene usted algún mejor plan para este maravilloso día…- sonrío enseñando toda la dentadura, acompañándolo con una ceja que se había alzado, pícara.
Nahir solo tenía ganas de congelarle aquellas partes de su cuerpo que siempre parecían demasiado calientes, pero necesitaba darles tiempo a las dragonas para que entregasen a Adora a su padre, después como si terminaban casándose y teniendo veinte hijos.
- Claro que tenemos algo mejor que hacer. ¡Mucho mejor! En el centro de la cuidad han organizado unos juegos, para saber quién es el hombre más valiente, fuerte y apuesto de todo el feudo…
- ¡Pero si ese soy yo! No hace falta que haga ninguna prueba para demostrarlo.
- Pero sería taaan el honor de verte proclamándote ganador. Todas las damas se echarían a tus pies…
- ¿Todas? – de nuevo aquella pegajosa sonrisa.
- TO-DAS –
Aquella idea pareció agradar al prometido que acto seguido cogió a la morena de la mano y tiró de ella para que empezase a andar. Colocó el brazo de ella en torno al de él, como había visto miles de veces, así quedaban más cerca.
- …y así me proclamé ganador del concurso anual de escupir al cubo.
- Oh…vaya… suena ¿fascinante? – el corto camino hasta el centro de la cuidad se le había hecho eterno, aquel hombre no paraba de hablar, y para colmo siempre tenía el mismo tema de conversación, él.
En la plaza central de la cuidad, como era de esperar, no había nada preparado. Pero la morena había decidido improvisar sobre la marcha.
- ¿Quién osa enfrentarse al gran… -
Nahir aprovechó el discurso del prometido para acercarse a un grupo de niños que jugaba ahí al lado, y utilizando su encanto natural y su facilidad para relacionarse con pequeños, convenció a los jovencitos para que participasen en la caza de conejo.
La bruja creó un conejo de agua que saltaba por toda la plaza. Era ágil y rápido. Los niños salieron detrás de él entre risas.
- Vamos, no dejaras que una panda de niños te gane…
Al principio el hombre parecía descontento de tener que competir con una panda de mocosos, pero su orgullo y las peticiones de una dama estaban en juego. Se remangó hasta los codos, le tendió la espada a Nahir con una reverencia más que estudiada y salió corriendo detrás del conejo y de los niños.
La última pregunta le sorprendió, no se la esperaba para nada. Lo último que recordaba era ver a Reivy enzarzada en una conversación con el hombre que había organizado lo de la carpa. Nahir no tardó mucho en irse.
- Bueno yo… el ambiente estaba un poco caldeado, preferí irme antes. – No sabía muy bien que responder.
Recordaba perfectamente de que castaño le estaba hablando, y de que habían quedado en verse. No pudo evitar ponerse un poco nerviosa al pensar lo que podría haber pasado si aquel día hubiese trascurrido con normalidad: habría pasado la noche en aquella extraña cuidad. Seguro que Nahir hubiese llegado mucho antes de Reivy. ¿Se besarían? Estaba más que segura que la dragona llevaría la iniciativa en aquella situación. Irían a un lugar donde pudiesen estar más tranquilas y sin gente alrededor… Carraspeó, se había puesto roja como un pimiento. Agachó la cabeza para intentar disimularlo.
- Y tú, ¿al final te fuiste con la elfa? – En realidad nunca hubiese hecho aquella pregunta, ya que no sabía si se sentiría incomoda. Pero ya que ella había sacado el tema, seguramente era porque no le importaba, y porque había terminado bien su día.
“Me hubiese encantado verte ese noche” “Esperaba con ganas nuestro reencuentro” “Me alegro de volverte a ver”
La cabeza de la dragona no dejaba de calcular conversaciones. Pensaba y ordenaba las mil y una frases que quería decirle a la dragona, y después pensaba la respuesta de esta. En algunos de los resultados la historia terminaba muy bien, en otras todo lo contrario. Aquello era una mala costumbre que hacía a menudo. A veces era tan negativo lo que imaginaba que una vez parasa en realidad no era para tanto. Se decía que aquello le ayudaba a preparase las frases que quería utilizar… pero cuando llegaba el momento de hablar se quedaba muda, o lo que tenía tan ensayado le salía totalmente diferente. Mal, fatal.
El carro improvisado se meneaba mucho por las numerosas piedras del camino, parecía que podría desmontarse en cualquier momento.
Aquella voz tan irritante otra vez. Se le escuchaba desde lejos. Una voz ligueramente aguada, parecía más bien la voz de un adolescente que la de un hombre.
- Otra vez no…- susurró la morena volviendo la cabeza para ver que bastante atrás, pero en el camino, el prometido corría tras ellas.
- ¡Amor! ¡Querida! ¡Mi princesa! - su voz se oía ligeramente entrecortada, seguramente a causa de la carrera que estaba haciendo. -¡Te perdonoooooo!
Nahir miró a Lavey con una sonrisa picarona, ¿se lo estaría diciendo a ella o a Adora?
Ya fuese porque había bebido poca agua o por el movimiento del carro, Adora empezó a despertarse. Nahir abrió mucho los ojos, la última imagen que tenía Adora de ella era caer después de haber sido alcanzada por una flecha, lo mejor sería salir del plano.
- Será mejor que vosotras os encargaseis de ella y yo de él, ¿os parece bien? – preguntó la bruja ya empezando a rehacer el camino. –Nos vemos luego – se despidió haciendo un gesto con la mano, buscando la mirada de la dragona.
¿Y ahora que se inventaba para que aquel chiflado las dejase en paz? Piensa Nahir, piensa. Cada vez estaba más cerca. El hombre iba moviendo los brazos, señalando a las mujeres que se alejaban con el carro.
- ¡Pero bueno! ¿Qué hace por aquí el hombre más apuesto de la cuidad?
Al parecer aquel cumplido agradó al hombre, ya que centró su atención en Nahir.
- Iba para el castillo. Me parece que no he tenido el honor de conocerla, bella dama…- sí, estaba como un cencerro. -… mi prometida me espera en palacio, aunque si tiene usted algún mejor plan para este maravilloso día…- sonrío enseñando toda la dentadura, acompañándolo con una ceja que se había alzado, pícara.
Nahir solo tenía ganas de congelarle aquellas partes de su cuerpo que siempre parecían demasiado calientes, pero necesitaba darles tiempo a las dragonas para que entregasen a Adora a su padre, después como si terminaban casándose y teniendo veinte hijos.
- Claro que tenemos algo mejor que hacer. ¡Mucho mejor! En el centro de la cuidad han organizado unos juegos, para saber quién es el hombre más valiente, fuerte y apuesto de todo el feudo…
- ¡Pero si ese soy yo! No hace falta que haga ninguna prueba para demostrarlo.
- Pero sería taaan el honor de verte proclamándote ganador. Todas las damas se echarían a tus pies…
- ¿Todas? – de nuevo aquella pegajosa sonrisa.
- TO-DAS –
Aquella idea pareció agradar al prometido que acto seguido cogió a la morena de la mano y tiró de ella para que empezase a andar. Colocó el brazo de ella en torno al de él, como había visto miles de veces, así quedaban más cerca.
- …y así me proclamé ganador del concurso anual de escupir al cubo.
- Oh…vaya… suena ¿fascinante? – el corto camino hasta el centro de la cuidad se le había hecho eterno, aquel hombre no paraba de hablar, y para colmo siempre tenía el mismo tema de conversación, él.
En la plaza central de la cuidad, como era de esperar, no había nada preparado. Pero la morena había decidido improvisar sobre la marcha.
- ¿Quién osa enfrentarse al gran… -
Nahir aprovechó el discurso del prometido para acercarse a un grupo de niños que jugaba ahí al lado, y utilizando su encanto natural y su facilidad para relacionarse con pequeños, convenció a los jovencitos para que participasen en la caza de conejo.
La bruja creó un conejo de agua que saltaba por toda la plaza. Era ágil y rápido. Los niños salieron detrás de él entre risas.
- Vamos, no dejaras que una panda de niños te gane…
Al principio el hombre parecía descontento de tener que competir con una panda de mocosos, pero su orgullo y las peticiones de una dama estaban en juego. Se remangó hasta los codos, le tendió la espada a Nahir con una reverencia más que estudiada y salió corriendo detrás del conejo y de los niños.
tercera complicación, la pareja vuelve a la carga
habilidad de tensai
Nahir
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Re: Caballeros andantes y dragones que no son lo que parecen [Trabajo] [Nahir] [Cerrado]
Aunque estaba de espaldas a Nahir sonreí al tiempo que le respondía con una afirmación. No era muy común ver elfos fuera de Sandorai y si encontrabas alguno solía ser alguna clase de radical anti X raza o anti todas, pero era jovencita tenía varias sorpresas bajo la manga, sorpresas que estaría encantada de volver a ver.
-¿En serio? -Pregunte asqueada girando el tiempo justo para ver a Reginal corriendo tras nosotras. -Deberían cambiarle el nombre de este feudo y poner uno más acorde con sus habitantes... como "Tarados y Compañía."
Lavey torció el gesto al mirar a Nahir, no por ella sino por el supuesto caballero que venía por el camino.
-No, espe... -Aun no había levantado la mano cuando la bruja ya salió corriendo a por el hombre. -¡Maldita sea! Me quedare el resto del día con la boca cerrada.
-Eso es imposible. -Dijo entre risas Lavey. -Y lo sabes.
-Ay, que dolor de cabeza. -Adora se encontraba desorientada y se frotaba la cabeza donde la rubia le había atizado. -¿Dónde estoy? Dragoncita mía, porque no estamos en la torre.
-Mmm... -Mire a mi hija con los ojos muy cerrados, después alcé la vista al cielo y seguí la charla con resignación. -Te desmallaste, querida. Después de... nuestros ejercicios debiste quedar agotada, seguro que tu delicado cuerpo no aguantó la pena y el sufrimiento de la escena que montaron esa mujer y el hombre extraño y colapsaste.
-Mama Rei estaba muy preocupada y le ayude a bajarte, luego hizo esta cosa en la que vas, para llevarte al castillo y buscar a un médico. -Lavey sonaba muy convincente para estar improvisando y la pelirroja parecía creérselo. -Yo le dije que fuéramos volando, pero el abuelo nos odia. -Prosiguió mirando al suelo con cara de pena. -Y Mami dijo que si íbamos volando no nos dejaría entrar.
-Tienes razón, criatura. Mama ha hecho muy bien. -Mientras mi hija y Adora dialogaban yo seguía tirando del carro. -Tu abuelito no está complacido con nuestro amor, pero tranquila. Tus mamas tienen un plan para que él se valla del castillo y no vuelva nunca jamás.
-Sí, sí. Pero primero tienes que entrar y buscar al médico. -El sendero cada vez se hacía más grande y los árboles se apartaban paulatinamente dejando ver el castillo al final del camino. -Hija, quédate con... mama Adora y ve al castillo. Yo iré delante para llamar la atención del abuelo.
Cambie el sitio con Vey y antes de partir la princesa me miro con ojos tiernos y poniendo morritos para que le diera un beso. Quería salir volando de allí, pero entonces podría desatar de nuevo la ira de la adolescente, así que le respondí el beso y rápidamente cambie de forma. Aunque no para deshacerme de la guardia del castillo sino para encontrar a Nahir y que fuera ella la que llevara a la princesa loca al castillo.
Sobrevolaba el pueblo en busca de la bruja cuando vi un grupo de niños jugando con un conejo de agua y a un hombre jadeando e intentando seguir el ritmo a los jóvenes. Aquel hombre no era otro que amado prometido de Adora. Podía evitarlo, pero no quise.
Comencé el descenso y al ver la sombra los niños se apartaron mientras que el desarmado caballero se llevaba la mano al cinto buscando una espada que no tenía. Entonces él comenzó a correr, mi sombra comenzó a expandirse y al final Reginal acabó bajo mis patas. El pobrecillo volvió a desmayarse, aunque no sé si del susto o la presión. Cambie de forma mientras giraba el cuello en dirección a Nahir.
-Nahir ¿Te estaba molestando? -La salude con una sonrisa jocosa. -Vey está llevando a Adora al castillo, le dicho que buscamos un médico para ella y se piensa que voy a ir al castillo a encargarme de su padre. -Sin dejar de hablar me agache junto al cuerpo del hombre y le saque el yelmo que colgaba. -Tienes que reunirte con ellas y llevarlas junto al señor feudal, a mí ya me ha visto y me cortara la cabeza si entro de nuevo al castillo. Ten usa esto. -Proseguí dándole el yelmo a la morena. -Yo acudiré al castillo para que el grillado de su padre piense que os persigo y así Adora seguirá pensando que voy a por su padre. -Puse los brazos en jarra. -No sé cuál de los dos está más majara... parece cosa de familia. -Estaba por darme la vuelta e irme, pero en el último momento gire sobre mis talones y mire a los ojos a la bruja. -Si todo esto sale bien, te invito a una cena.
-¿En serio? -Pregunte asqueada girando el tiempo justo para ver a Reginal corriendo tras nosotras. -Deberían cambiarle el nombre de este feudo y poner uno más acorde con sus habitantes... como "Tarados y Compañía."
Lavey torció el gesto al mirar a Nahir, no por ella sino por el supuesto caballero que venía por el camino.
-No, espe... -Aun no había levantado la mano cuando la bruja ya salió corriendo a por el hombre. -¡Maldita sea! Me quedare el resto del día con la boca cerrada.
-Eso es imposible. -Dijo entre risas Lavey. -Y lo sabes.
-Ay, que dolor de cabeza. -Adora se encontraba desorientada y se frotaba la cabeza donde la rubia le había atizado. -¿Dónde estoy? Dragoncita mía, porque no estamos en la torre.
-Mmm... -Mire a mi hija con los ojos muy cerrados, después alcé la vista al cielo y seguí la charla con resignación. -Te desmallaste, querida. Después de... nuestros ejercicios debiste quedar agotada, seguro que tu delicado cuerpo no aguantó la pena y el sufrimiento de la escena que montaron esa mujer y el hombre extraño y colapsaste.
-Mama Rei estaba muy preocupada y le ayude a bajarte, luego hizo esta cosa en la que vas, para llevarte al castillo y buscar a un médico. -Lavey sonaba muy convincente para estar improvisando y la pelirroja parecía creérselo. -Yo le dije que fuéramos volando, pero el abuelo nos odia. -Prosiguió mirando al suelo con cara de pena. -Y Mami dijo que si íbamos volando no nos dejaría entrar.
-Tienes razón, criatura. Mama ha hecho muy bien. -Mientras mi hija y Adora dialogaban yo seguía tirando del carro. -Tu abuelito no está complacido con nuestro amor, pero tranquila. Tus mamas tienen un plan para que él se valla del castillo y no vuelva nunca jamás.
-Sí, sí. Pero primero tienes que entrar y buscar al médico. -El sendero cada vez se hacía más grande y los árboles se apartaban paulatinamente dejando ver el castillo al final del camino. -Hija, quédate con... mama Adora y ve al castillo. Yo iré delante para llamar la atención del abuelo.
Cambie el sitio con Vey y antes de partir la princesa me miro con ojos tiernos y poniendo morritos para que le diera un beso. Quería salir volando de allí, pero entonces podría desatar de nuevo la ira de la adolescente, así que le respondí el beso y rápidamente cambie de forma. Aunque no para deshacerme de la guardia del castillo sino para encontrar a Nahir y que fuera ella la que llevara a la princesa loca al castillo.
Sobrevolaba el pueblo en busca de la bruja cuando vi un grupo de niños jugando con un conejo de agua y a un hombre jadeando e intentando seguir el ritmo a los jóvenes. Aquel hombre no era otro que amado prometido de Adora. Podía evitarlo, pero no quise.
Comencé el descenso y al ver la sombra los niños se apartaron mientras que el desarmado caballero se llevaba la mano al cinto buscando una espada que no tenía. Entonces él comenzó a correr, mi sombra comenzó a expandirse y al final Reginal acabó bajo mis patas. El pobrecillo volvió a desmayarse, aunque no sé si del susto o la presión. Cambie de forma mientras giraba el cuello en dirección a Nahir.
-Nahir ¿Te estaba molestando? -La salude con una sonrisa jocosa. -Vey está llevando a Adora al castillo, le dicho que buscamos un médico para ella y se piensa que voy a ir al castillo a encargarme de su padre. -Sin dejar de hablar me agache junto al cuerpo del hombre y le saque el yelmo que colgaba. -Tienes que reunirte con ellas y llevarlas junto al señor feudal, a mí ya me ha visto y me cortara la cabeza si entro de nuevo al castillo. Ten usa esto. -Proseguí dándole el yelmo a la morena. -Yo acudiré al castillo para que el grillado de su padre piense que os persigo y así Adora seguirá pensando que voy a por su padre. -Puse los brazos en jarra. -No sé cuál de los dos está más majara... parece cosa de familia. -Estaba por darme la vuelta e irme, pero en el último momento gire sobre mis talones y mire a los ojos a la bruja. -Si todo esto sale bien, te invito a una cena.
Reivy Abadder
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Re: Caballeros andantes y dragones que no son lo que parecen [Trabajo] [Nahir] [Cerrado]
Nahir gritaba y reía, animando a los niños y a Reginal a continuar su caza del conejo. Otra persona quizás ya lo hubiese dejado estar, pero aquel hombre era muy cabezota. Al menos jugaban con la ventaja de que ténia menos aguante que un hombre de noventa años. Los niños corrían como si nada, Reginal, por otra parte, parecía que iba a sacar los pulmones por la boca.
A ver si así con suerte al menos se cansa... pensó Nahir antes de aguantarse las ganas de reír como una loca, aquel hombre actuaba y hacía que la gente de su alrededor lo tratase como un crío.
Nahir reconoció aquel sonido al instante. Una sombra se iba haciendo cada vez más pequeña, ¿ya habrían llevado a la princesa al castillo? se sorprendió de que lo hubiesen hecho en tan copo tiempo. La bruja miró al hombre, seguramente la presencia de la dragona volviese a hacer que se pusiese agresivo, pero Reivy lo solucionó aterrizando sobre él.
Los niños se hicieron a un lado, un poco asustados, pero desde lejos se podía ver como miraban la escena. El conejo había desaparecido en un estallido de agua, el juego había terminado.
- Eh... No, tranquila, solo estábamos jugando un poco...- dijo la morena sin poder apartar la mirada de la dragona -!Eso ha sido una pasada! -añadió refiriéndose a la transformación de Reivy.
No le terminaba de gustar la idea de que la joven se hubiese quedado sola con aquella desequilibrada, pero había comprobado que podía apañárselas sola, ademas que le había caído en gracia a Adora. Cogió el yelmo que le estaba tendiendo la dragona mientras escuchaba el plan, parecía coherente y bien estructurado, no tenía por qué salir nada mal, otra vez.
- Vale...-susurró asintiendo con la cabeza.
Se agachó y le quitó también la capa al hombre que aun yacía en le suelo, para así hacerse pasar mejor por alguien del feudo.
- Lo siento, después te lo devuelvo...- le dijo al hombre, que claramente no podía oírle.
Al parecer nadie en la plaza se interpuso al saqueo del pobre hombre, ni siquiera les dijeron nada por haberlo derribado. Quizás no eran las únicas que se habían topado con las locuras de aquella extraña pareja.
Ya estaba andando camino a reencontrarse con Lavey y Adora cuando la voz de Reivy la hizo parar en seco.
Asintió con la cabeza, sin poder evitar soltar una sonrisa tímida.
-Te tomo la palabra...- dijo antes de salir corriendo hacía el camino que llegaba al castillo.
-Señoritas, la señora Reivy me ha encargado la misión de acompañarlas a castillo. Ella misma se esta encargando de su padre...- dijo haciéndoles una reverencia. Y por si Adora continuaba desconfiando, añadió -Siempre fieles a su princesa Adora, pronto reina.
Aquella sarta de mentiras pareció agradar a la princesa, que hizo un gesto con la mano para que procediese a hacer su trabajo. Tan encantadora como siempre... pensó la morena andando por delante de ellas, escoltándolas. Se había colgado la espada del hombre, portaba la mano apoyada en el mango, un gesto que había visto muchas veces. Nunca hubiese imaginado que pesara tanto.
Llegaron al castillo, todo parecía ir bien.
El rey esperaba frente a la gran puerta del palacio. Adora arrugó el entrecejo al verlo.
-¿Aun esta vivo?- la frialdad con la que habló casi hiela la sangre de la bruja.
-La señora estaba esperando a que llegase para que lo viese usted con sus propio ojos- improvisó Nahir esperando ver a la dragona en cualquier momento. -Vamos dentro, así podrá esperar a su amada cuando termine con su padre...- andaba con pies de plomo, nunca sabías con que iba a salir la adolescente.
La princesa pareció vacilar unos instantes, pero las palabras de su "hija" borrado cualquier duda.
-Si, mamá, desde aquel balcón lo veremos mucho mejor- dijo la rubia tomando a la princesa de la mano y tirando de ella. Adora le contestó con una complaciente sonrisa y se dejó llevar.
Nahir las seguía desde atrás, frenando su paso cada vez más. Tenía que hablar con el señor feudal, solo quedaba que la princesita quedase encerrada en su habitación o cualquier otro sitio y que el hombre se creyese que los dragones se habían ido...
Ya casi lo tenemos... pensó con amargura la bruja, esperando que nada se torciese.
A ver si así con suerte al menos se cansa... pensó Nahir antes de aguantarse las ganas de reír como una loca, aquel hombre actuaba y hacía que la gente de su alrededor lo tratase como un crío.
Nahir reconoció aquel sonido al instante. Una sombra se iba haciendo cada vez más pequeña, ¿ya habrían llevado a la princesa al castillo? se sorprendió de que lo hubiesen hecho en tan copo tiempo. La bruja miró al hombre, seguramente la presencia de la dragona volviese a hacer que se pusiese agresivo, pero Reivy lo solucionó aterrizando sobre él.
Los niños se hicieron a un lado, un poco asustados, pero desde lejos se podía ver como miraban la escena. El conejo había desaparecido en un estallido de agua, el juego había terminado.
- Eh... No, tranquila, solo estábamos jugando un poco...- dijo la morena sin poder apartar la mirada de la dragona -!Eso ha sido una pasada! -añadió refiriéndose a la transformación de Reivy.
No le terminaba de gustar la idea de que la joven se hubiese quedado sola con aquella desequilibrada, pero había comprobado que podía apañárselas sola, ademas que le había caído en gracia a Adora. Cogió el yelmo que le estaba tendiendo la dragona mientras escuchaba el plan, parecía coherente y bien estructurado, no tenía por qué salir nada mal, otra vez.
- Vale...-susurró asintiendo con la cabeza.
Se agachó y le quitó también la capa al hombre que aun yacía en le suelo, para así hacerse pasar mejor por alguien del feudo.
- Lo siento, después te lo devuelvo...- le dijo al hombre, que claramente no podía oírle.
Al parecer nadie en la plaza se interpuso al saqueo del pobre hombre, ni siquiera les dijeron nada por haberlo derribado. Quizás no eran las únicas que se habían topado con las locuras de aquella extraña pareja.
Ya estaba andando camino a reencontrarse con Lavey y Adora cuando la voz de Reivy la hizo parar en seco.
Asintió con la cabeza, sin poder evitar soltar una sonrisa tímida.
-Te tomo la palabra...- dijo antes de salir corriendo hacía el camino que llegaba al castillo.
-Señoritas, la señora Reivy me ha encargado la misión de acompañarlas a castillo. Ella misma se esta encargando de su padre...- dijo haciéndoles una reverencia. Y por si Adora continuaba desconfiando, añadió -Siempre fieles a su princesa Adora, pronto reina.
Aquella sarta de mentiras pareció agradar a la princesa, que hizo un gesto con la mano para que procediese a hacer su trabajo. Tan encantadora como siempre... pensó la morena andando por delante de ellas, escoltándolas. Se había colgado la espada del hombre, portaba la mano apoyada en el mango, un gesto que había visto muchas veces. Nunca hubiese imaginado que pesara tanto.
Llegaron al castillo, todo parecía ir bien.
El rey esperaba frente a la gran puerta del palacio. Adora arrugó el entrecejo al verlo.
-¿Aun esta vivo?- la frialdad con la que habló casi hiela la sangre de la bruja.
-La señora estaba esperando a que llegase para que lo viese usted con sus propio ojos- improvisó Nahir esperando ver a la dragona en cualquier momento. -Vamos dentro, así podrá esperar a su amada cuando termine con su padre...- andaba con pies de plomo, nunca sabías con que iba a salir la adolescente.
La princesa pareció vacilar unos instantes, pero las palabras de su "hija" borrado cualquier duda.
-Si, mamá, desde aquel balcón lo veremos mucho mejor- dijo la rubia tomando a la princesa de la mano y tirando de ella. Adora le contestó con una complaciente sonrisa y se dejó llevar.
Nahir las seguía desde atrás, frenando su paso cada vez más. Tenía que hablar con el señor feudal, solo quedaba que la princesita quedase encerrada en su habitación o cualquier otro sitio y que el hombre se creyese que los dragones se habían ido...
Ya casi lo tenemos... pensó con amargura la bruja, esperando que nada se torciese.
Nahir
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Re: Caballeros andantes y dragones que no son lo que parecen [Trabajo] [Nahir] [Cerrado]
Mientras el señor feudal felicitaba a Nahir por su trabajo Lavey conducía a su madre postiza hacia el balcón. Adora esperaba ansiosa ver el triunfo de su futura reina y la caída del difunto padre.
-¿Dónde está tu madre? -Preguntaba la pelirroja golpeando el suelo repetidas veces con el pie. -Ya debería estar con nosotras.
-Ya conoces a mama, le gusta esperar el momento adecuado para hacer su entrada triunfal.
-Cuanta razón tienes pequeña. -Respondía Adora a la arquera que apenas tenía 3 o 4 años menos que ella. -Es una exhibicionista. Mira que le dije que tenía que ser discreta.
Pasaron quizás cinco minutos antes de que yo hiciera mi apareciendo desde los cielos, rugiendo y lanzado rayos hacia ningún lugar en concreto. Alguno callo en las almenas otros fueron a parar directamente al suelo, pero todos buscaban huecos vacíos donde no hubieran guardias.
-Desgraciado, devuélveme a mi mujer. -Bramaba con fuerza gracias al anillo que llevaba en la garra. -Os quemare vivos.
-¿Pero qué hace? -Gritó Adora. -Nos va a dejar sin súbditos.
-Ya te dije que le gusta llamar la atención. -Respondió tranquila la lagartija mientras la princesa la miraba y gritaba "Haz algo". -Algo si voy hacer. -Dijo con una risa maliciosa. -Largarme de aquí. Ahí te quedas cabra loca.
La rubia saltó por el balcón y se transformó en dragón, pero en lugar de bajar junto a su madre dio un vuelo rasante y cogió altura en dirección a la posada donde esperaban Zöe y Sophi.
En medio del patio el padre de Adora volvía a sacar la espada y gritando una sarta de palabras malsonantes la agitaba en el aire.
-Muere escoria. -Grité a Nahir con una garra abierta y bajando en picado a por ella. -Colgare tu cabeza en la pared.
Finalice el teatro con un fuerte rugido al tiempo que cogía a la bruja y recuperaba altura. En pocos segundos las flechas de los arqueros dejaron de alcanzarnos.
-Buenas tardes mi gallarda caballero ¿Desea usted ir a algún lugar? -La voz que emanaba de mi garganta seguía siendo profunda y solemne, pero ahora no existía atisbo de cólera en ella. -Conozco una posada a las afueras donde una conocida suya la espera para cenar.
_______
Off: Fin de la tercera complicación. La dragona y la bruja escapan del psiquiátrico.
-¿Dónde está tu madre? -Preguntaba la pelirroja golpeando el suelo repetidas veces con el pie. -Ya debería estar con nosotras.
-Ya conoces a mama, le gusta esperar el momento adecuado para hacer su entrada triunfal.
-Cuanta razón tienes pequeña. -Respondía Adora a la arquera que apenas tenía 3 o 4 años menos que ella. -Es una exhibicionista. Mira que le dije que tenía que ser discreta.
Pasaron quizás cinco minutos antes de que yo hiciera mi apareciendo desde los cielos, rugiendo y lanzado rayos hacia ningún lugar en concreto. Alguno callo en las almenas otros fueron a parar directamente al suelo, pero todos buscaban huecos vacíos donde no hubieran guardias.
-Desgraciado, devuélveme a mi mujer. -Bramaba con fuerza gracias al anillo que llevaba en la garra. -Os quemare vivos.
-¿Pero qué hace? -Gritó Adora. -Nos va a dejar sin súbditos.
-Ya te dije que le gusta llamar la atención. -Respondió tranquila la lagartija mientras la princesa la miraba y gritaba "Haz algo". -Algo si voy hacer. -Dijo con una risa maliciosa. -Largarme de aquí. Ahí te quedas cabra loca.
La rubia saltó por el balcón y se transformó en dragón, pero en lugar de bajar junto a su madre dio un vuelo rasante y cogió altura en dirección a la posada donde esperaban Zöe y Sophi.
En medio del patio el padre de Adora volvía a sacar la espada y gritando una sarta de palabras malsonantes la agitaba en el aire.
-Muere escoria. -Grité a Nahir con una garra abierta y bajando en picado a por ella. -Colgare tu cabeza en la pared.
Finalice el teatro con un fuerte rugido al tiempo que cogía a la bruja y recuperaba altura. En pocos segundos las flechas de los arqueros dejaron de alcanzarnos.
-Buenas tardes mi gallarda caballero ¿Desea usted ir a algún lugar? -La voz que emanaba de mi garganta seguía siendo profunda y solemne, pero ahora no existía atisbo de cólera en ella. -Conozco una posada a las afueras donde una conocida suya la espera para cenar.
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Off: Fin de la tercera complicación. La dragona y la bruja escapan del psiquiátrico.
Reivy Abadder
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Re: Caballeros andantes y dragones que no son lo que parecen [Trabajo] [Nahir] [Cerrado]
Nahir estaba recibiendo las miles de gracias de parte del señor feudal cuando se pudo ver un dragón sobrevolando el castillo. Había puesto cara de horror, de nuevo venían a por su hija.
- Otra vez no…- susurró el hombre negando con la cabeza.
La bruja abrió mucho los ojos mirando a la dragona, asombrada.
Oh… rayos, que bonito… pensó sin poder evitar soltar una leve sonrisa. Al ver que el hombre la miraba cambió la cara corriendo.
- Oh, no. El dragón… - intentó parecer disgustada, pero todo estaba saliendo tan bien al final que casi le salieron las palabras forzadas.
El hombre sacó la espada y mientras la movía de un lado a otro, en un gesto que quedaba más cómico que amenazante, no dejaba de maldecir aquella criatura.
Nahir aprovechó para desenvainar la espada que le había cogido al prometido y la alzó un poco, añadiendo.
- ¡Muere estúpida criatura, no te la llevarás más! – aquello le estaba haciendo gracia, pero ya tendría tiempo de reírse más tarde. El animal se acercaba rápidamente hacía ellos. ¿Cuándo pararía? Hizo ver que se le escapaba la espada, haciendo que esta cayese contra el suelo.
Pero la dragona no paraba, iba a chocar contra ellos. Nahir cerró los ojos muy fuerte esperando un dolor atroz. Pero no fue así. Podía sentir el aire acariciar todo su cuerpo, la garra de la dragona en torno a ella, pero sin hacerle daño. Estaban… muy alto.
- Oh… - intentó decir algo, pero estaba alucinando. Alzó los brazos, como si fuese ella la que pudiese volar. – E-esto es… - no le salían las palabras. Volar era una de las mejores sensaciones que había sentido. En aquel momento envidió a Reivy y a los de su raza por aquella maravillosa capacidad.
Asintió dejándose llevar.
Cuando aterrizaron Nahir aun podía sentir la sensación del aire contra ella, como cuando das vueltas por mucho rato y al parar te da la sensación de que tu cuerpo continúa girando sin ti.
Se llevó las manos a la cabeza, colocándose bien el cabello. No sabía muy bien que decir.
- ¡Menuda locura de día! – dijo a modo de resumen. – Reivy, no sabía que podías hacer eso de los rayos, es una pasada. ¿Cómo lo haces? ¿Es igual que mi magia? Espera… - se hizo callar a sí misma, ordenando sus ideas. – Ya te estoy avasallando a preguntas, lo siento. - dijo con una expresión muy tierna –Pero… ¡puedes hablar! No sabía que los dragones pudiesen hacerlo. Tu hija y tu sois muy bonitas… - se refería a su forma dragona, aunque tampoco iba a negar que lo fuesen en su forma humana.
Se quedó callada, mirando a la de ojos claros, con aquel día, nunca mejor dicho, de locos, apenas le había dado tiempo a digerir el hecho de estar con ella de nuevo.
- ¿Así que aquí se come muy bien? –preguntó tímidamente colocandose junto a la puerta de la posada, esperando que la dragona se acercase para abrirsela.
- Otra vez no…- susurró el hombre negando con la cabeza.
La bruja abrió mucho los ojos mirando a la dragona, asombrada.
Oh… rayos, que bonito… pensó sin poder evitar soltar una leve sonrisa. Al ver que el hombre la miraba cambió la cara corriendo.
- Oh, no. El dragón… - intentó parecer disgustada, pero todo estaba saliendo tan bien al final que casi le salieron las palabras forzadas.
El hombre sacó la espada y mientras la movía de un lado a otro, en un gesto que quedaba más cómico que amenazante, no dejaba de maldecir aquella criatura.
Nahir aprovechó para desenvainar la espada que le había cogido al prometido y la alzó un poco, añadiendo.
- ¡Muere estúpida criatura, no te la llevarás más! – aquello le estaba haciendo gracia, pero ya tendría tiempo de reírse más tarde. El animal se acercaba rápidamente hacía ellos. ¿Cuándo pararía? Hizo ver que se le escapaba la espada, haciendo que esta cayese contra el suelo.
Pero la dragona no paraba, iba a chocar contra ellos. Nahir cerró los ojos muy fuerte esperando un dolor atroz. Pero no fue así. Podía sentir el aire acariciar todo su cuerpo, la garra de la dragona en torno a ella, pero sin hacerle daño. Estaban… muy alto.
- Oh… - intentó decir algo, pero estaba alucinando. Alzó los brazos, como si fuese ella la que pudiese volar. – E-esto es… - no le salían las palabras. Volar era una de las mejores sensaciones que había sentido. En aquel momento envidió a Reivy y a los de su raza por aquella maravillosa capacidad.
Asintió dejándose llevar.
Cuando aterrizaron Nahir aun podía sentir la sensación del aire contra ella, como cuando das vueltas por mucho rato y al parar te da la sensación de que tu cuerpo continúa girando sin ti.
Se llevó las manos a la cabeza, colocándose bien el cabello. No sabía muy bien que decir.
- ¡Menuda locura de día! – dijo a modo de resumen. – Reivy, no sabía que podías hacer eso de los rayos, es una pasada. ¿Cómo lo haces? ¿Es igual que mi magia? Espera… - se hizo callar a sí misma, ordenando sus ideas. – Ya te estoy avasallando a preguntas, lo siento. - dijo con una expresión muy tierna –Pero… ¡puedes hablar! No sabía que los dragones pudiesen hacerlo. Tu hija y tu sois muy bonitas… - se refería a su forma dragona, aunque tampoco iba a negar que lo fuesen en su forma humana.
Se quedó callada, mirando a la de ojos claros, con aquel día, nunca mejor dicho, de locos, apenas le había dado tiempo a digerir el hecho de estar con ella de nuevo.
- ¿Así que aquí se come muy bien? –preguntó tímidamente colocandose junto a la puerta de la posada, esperando que la dragona se acercase para abrirsela.
Nahir
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Re: Caballeros andantes y dragones que no son lo que parecen [Trabajo] [Nahir] [Cerrado]
Al llegar a la posada Nahir estaba pletórica, no hacía más sonreír y preguntar. Ella misma se daba cuenta de lo que hacía y guardaba silencio unos instantes para al momento reanudar la marcha. Yo simplemente reí y le agradecí el cumplido acercándome a la puerta.
-Se come tan bien como en cualquier posada de cruce de caminos. -Le abrí la puerta a la bruja tendiéndole la mano y crucé el umbral detrás de ella. -Ponte cómoda y pide por las dos. -Proseguí caminando hacia una mesa y sacándole la silla. -Voy ir un momento a la habitación a ver como esta Vey. Cuando vuelva te responderé todas las preguntas que quieras.
Besé la mejilla de Nahir y le sonreí de medio lado encaminándome al piso de arriba. Desde el pasillo se podía escuchar a Lavey hablando con Sophi.
-Te digo que es mejor que no salgas Fifí. -Vey le había cogido cariño a la vampiresa, se llevaban bien y la rubia le había puesto un apodo que solo usaba cuando estaban en un ambiente de confianza. -En ese castillo están todos locos aunque... -Aquella última palabra sonó con un tono que no me gustaba nada. No pude hacer otra cosa que pegar la oreja a la puerta, me lo exigía mi deber de madre. -Reginal, el caballero y supuesto prometido de Adora, era bastante guapo. Es una pena que estuviera tan mal de la cabeza. -La rubia guardó silencio, las dos muchachas se miraron con complicidad y luego echaron a reír. -Reivy puedo verte a través de la puerta.
-Ejem... -Comencé abrir la puerta aclarándome la garganta. -¿Qué tal esta Zöe? Yo... he subido a dejar unas cosas, abajo me espera una bruja y...
-Tú no escarmientas ¿Verdad? -Interrumpió Sophi sentada en el arcón que descansaba a los pies de la cama. Vey estaba a su lado y tenía el brazo de la pelirroja alrededor de sus hombros como si fueran dos buenos colegas contando batallitas en la barra de la taberna. -Esta mañana una princesa loca te secuestra, te amenaza con vudú elfico, te intenta obligar a cometer regicidio ¿Y ahora vas a cenar con otra mujer? -Mire a las chicas sonriendo con picardía y les conteste con un simple "Si". -Te mereces todo lo que te pase.
Respondió ella subiendo el pie al arcón. Aquello ultimo no sabía si lo dijo con buenas o malas intenciones... quizá fue una mezcla de las dos. Dejé el cinto con la espada contra el marco de la puerta y tiré el chaleco junto a ella. Cuando cerré la puerta volví a oír reír a mi hija.
-Esto me resulta familiar. -Comente a Nahir mientras me sentaba, haciendo referencia a nuestro último encuentro. -Mira -Proseguí mostrándole el dedo índice donde descansaba un anillo. -Cuando somos dragones no podemos hablar, yo puedo gracias a esta cosita. No sé cómo lo hace. -Levanté la jarra con la otra mano y llene los vasos. -Pero cuando quiero hablar se activa y me da esa voz. -Dejé que la morena viera con atención la joya y aproveché el contacto para acariciar alguno de sus dedos con el pulgar. -Hay varias ramas de dragones, yo soy una elemental de aire y he tenido la capacidad de controlar los rayos desde mi primera transformación, podría decirse que nací con ellos. Mi cuerpo los genera y yo simplemente los reconduzco a alguna parte o los lanzo directamente desde mis cuernos. -Entre medias de la explicación el posadero trajo un par de platos que dejó rápidamente en la mesa. -La niña también podría ser elemental, ella controla el fuego, pero de forma distinta. Esa lagartija es más peligrosa cuando tiene pelo, las escamas las usa para asustar o fardar. -Me llevé el cubierto a la boca y espere a que la morena preguntara o comentara algo más. -Pero dejemos los dragones a un lado. Cuéntame ¿Cómo usas tú la magia? -No me interesaba saber qué clase de trucos usaban los brujos, lo que quería conocer era como manipulaba Nahir el éter. -Usas palabras o alguna clase de movimiento de manos...
-Se come tan bien como en cualquier posada de cruce de caminos. -Le abrí la puerta a la bruja tendiéndole la mano y crucé el umbral detrás de ella. -Ponte cómoda y pide por las dos. -Proseguí caminando hacia una mesa y sacándole la silla. -Voy ir un momento a la habitación a ver como esta Vey. Cuando vuelva te responderé todas las preguntas que quieras.
Besé la mejilla de Nahir y le sonreí de medio lado encaminándome al piso de arriba. Desde el pasillo se podía escuchar a Lavey hablando con Sophi.
-Te digo que es mejor que no salgas Fifí. -Vey le había cogido cariño a la vampiresa, se llevaban bien y la rubia le había puesto un apodo que solo usaba cuando estaban en un ambiente de confianza. -En ese castillo están todos locos aunque... -Aquella última palabra sonó con un tono que no me gustaba nada. No pude hacer otra cosa que pegar la oreja a la puerta, me lo exigía mi deber de madre. -Reginal, el caballero y supuesto prometido de Adora, era bastante guapo. Es una pena que estuviera tan mal de la cabeza. -La rubia guardó silencio, las dos muchachas se miraron con complicidad y luego echaron a reír. -Reivy puedo verte a través de la puerta.
-Ejem... -Comencé abrir la puerta aclarándome la garganta. -¿Qué tal esta Zöe? Yo... he subido a dejar unas cosas, abajo me espera una bruja y...
-Tú no escarmientas ¿Verdad? -Interrumpió Sophi sentada en el arcón que descansaba a los pies de la cama. Vey estaba a su lado y tenía el brazo de la pelirroja alrededor de sus hombros como si fueran dos buenos colegas contando batallitas en la barra de la taberna. -Esta mañana una princesa loca te secuestra, te amenaza con vudú elfico, te intenta obligar a cometer regicidio ¿Y ahora vas a cenar con otra mujer? -Mire a las chicas sonriendo con picardía y les conteste con un simple "Si". -Te mereces todo lo que te pase.
Respondió ella subiendo el pie al arcón. Aquello ultimo no sabía si lo dijo con buenas o malas intenciones... quizá fue una mezcla de las dos. Dejé el cinto con la espada contra el marco de la puerta y tiré el chaleco junto a ella. Cuando cerré la puerta volví a oír reír a mi hija.
-Esto me resulta familiar. -Comente a Nahir mientras me sentaba, haciendo referencia a nuestro último encuentro. -Mira -Proseguí mostrándole el dedo índice donde descansaba un anillo. -Cuando somos dragones no podemos hablar, yo puedo gracias a esta cosita. No sé cómo lo hace. -Levanté la jarra con la otra mano y llene los vasos. -Pero cuando quiero hablar se activa y me da esa voz. -Dejé que la morena viera con atención la joya y aproveché el contacto para acariciar alguno de sus dedos con el pulgar. -Hay varias ramas de dragones, yo soy una elemental de aire y he tenido la capacidad de controlar los rayos desde mi primera transformación, podría decirse que nací con ellos. Mi cuerpo los genera y yo simplemente los reconduzco a alguna parte o los lanzo directamente desde mis cuernos. -Entre medias de la explicación el posadero trajo un par de platos que dejó rápidamente en la mesa. -La niña también podría ser elemental, ella controla el fuego, pero de forma distinta. Esa lagartija es más peligrosa cuando tiene pelo, las escamas las usa para asustar o fardar. -Me llevé el cubierto a la boca y espere a que la morena preguntara o comentara algo más. -Pero dejemos los dragones a un lado. Cuéntame ¿Cómo usas tú la magia? -No me interesaba saber qué clase de trucos usaban los brujos, lo que quería conocer era como manipulaba Nahir el éter. -Usas palabras o alguna clase de movimiento de manos...
Reivy Abadder
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Re: Caballeros andantes y dragones que no son lo que parecen [Trabajo] [Nahir] [Cerrado]
Nahir aceptó tímidamente la mano de la dragona y se dejó llevar hasta el interior de la posada. La bruja se sentó sonriendo ante la observación de Reivy, siempre era muy amable.
Se llevó la mano a la mejilla que la mujer que acababa de besar viendo como ascendía por las escaleras. Seguro que se había puesto roja.
Se acercó el hombre de la posada recomendándole un par de platos, Nahir pidió uno de cada, a fin de cuentas no sabía mucho de los gustos de la dragona.
Para ser una posada de paso a pie del camino se veía agradable y limpia. El hogar estaba encendido con las mesas en torno a él, había escudos en las paredes y algún cráneo de lo que algún día habría sido un Crasgwar. Al otro lado, un poco apartado de la zona de las mesas, había una alfombra con un par de sillas donde dos hombres discutían por cuál de los dos había pescado más peces la pasado noche.
El posadero trajo un par de vasos y una jarra de vino, la comida tardaría un poco más.
Al parecer el hombre rubio y de barba hasta el pecho aseguraba haberse hecho con cinco ejemplares, mientras que el otro tan solo había pescado tres. El de cabellos cenicientos rebatía aquella observación añadiendo que tan solo uno de sus tres peces era más grande que todos los de su compañero y que aquello contaba más. Sus jarras de cerveza se tambaleaban de un lado a otro mientras “discutían”, manchando la alfombra. El rubio empezó a decir algo referente a la madre del otro cuando escuchó la voz de la dragona.
Pasó la vista lentamente por la blanca mano de la mujer hasta llegar al anillo que esta le estaba señalando. Era negro y parecía que estaba roto por la mitad y se mantenía unido por una piedrecita. Era fascinante. Fue a alargar la mano para poder tocar la de la mujer, pero se le adelantó. Aquello casi le hace dar un respingo, no se lo esperada, pero estaba claro que si algo pasaba por la cabeza de Nahir, Reivy lo tenía ya más que pensado. Aun así, movió un poco la mano y acarició el anillo. La dragona continuó hablando, Nahir la miraba a los ojos con atención, aunque sus dedos se habían deslizado por su mano, cogiéndosela casi por completo.
Cuando llegó el posadero con la comida Nahir apartó la mano, colocando ambas momentáneamente sobre su falda, hasta que este hubo terminado de servirles.
Estuvo tentada a preguntarle sobre la transformación, pero no quería interrumpirla, le gustaba el sonido de su voz. Pudo ver el cambio en sus ojos cuando se puso a hablar de Lavey, se notaba que tenían muy buena relación.
Le dio su sorbito a su copa y, al igual que su compañera, empezó a comer.
- En verdad si sabía que había dragones elementales, bueno como los brujos pero… no sé cómo explicarlo. Supongo que ya he normalizado nuestro tipo de magia al verla siempre en casa. Nunca había visto a un dragón tan de cerca, supongo que me ha sorprendido… ha sido alucinante.
La carne estaba muy buena, pero la bruja ya le había echado el ojo a unas piezas de fruta que había visto en la barra, así que no comió mucho.
- Bueno… es extraño. La verdad es que desde siempre me he sentido más cómoda y precisa usando las manos, como si pudiese materializar toda la magia que hay en mí y concentrarla solo en las manos. Si quiero que el agua avance suelo mover las manos en la misma dirección de esa manera lo hago con más fuerza y más exacto. Mi padre, por ejemplo, podía mover cosas con solo mirarlas, yo si no uso las manos siento que va a pesar mucho… aunque supongo que eso también es práctica. – se notaba que le gustaba hablar de aquel tema.
Sin darse cuenta se había terminado la copa de vino. Miraba los labios de la mujer mientras hablaba, sin poder evitar recordar el beso de la otra vez. Sentía que todo su cuerpo temblaba, como reaccionando a la distancia entre ambas. Tenía ganas de tocarle, de besarle de nuevo.
Y sin previo aviso, hasta sorprendiéndose a ella misma, Nahir apoyó ambas manos en la mesa y se levantó, incorporándose hacia delante, plantándole un beso a la dragona. No fue un beso tan tierno como la última vez, este parecía más bien que la estaba reclamando.
- ¿Su-subimos? - preguntó algo tímida.
Apenas le hizo falta escuchar la respuesta de la dragona, su cara lo decía todo. Quería rodear la mesa y colocarse frente a ella, cogerle la mano y dejarse llevar hasta la habitación. Pero no tener el control de la situación la ponía más nerviosa, así que empezó a caminar hasta las escaleras. Paró justo en el último escalón, volviendo la cabeza para poder mirar a la mujer. Utilizó la altura extra que la escalera le proporcionaba para volver a besarla, sus labios quedaron a escasos centímetros.
- Tú dirás que puerta es… - se sorprendió a si misma utilizando un tono más sensual que de costumbre. Acarició con sus labios los de la dragona mientras le daba la mano, esperando que la guiase hasta la habitación.
Se llevó la mano a la mejilla que la mujer que acababa de besar viendo como ascendía por las escaleras. Seguro que se había puesto roja.
Se acercó el hombre de la posada recomendándole un par de platos, Nahir pidió uno de cada, a fin de cuentas no sabía mucho de los gustos de la dragona.
Para ser una posada de paso a pie del camino se veía agradable y limpia. El hogar estaba encendido con las mesas en torno a él, había escudos en las paredes y algún cráneo de lo que algún día habría sido un Crasgwar. Al otro lado, un poco apartado de la zona de las mesas, había una alfombra con un par de sillas donde dos hombres discutían por cuál de los dos había pescado más peces la pasado noche.
El posadero trajo un par de vasos y una jarra de vino, la comida tardaría un poco más.
Al parecer el hombre rubio y de barba hasta el pecho aseguraba haberse hecho con cinco ejemplares, mientras que el otro tan solo había pescado tres. El de cabellos cenicientos rebatía aquella observación añadiendo que tan solo uno de sus tres peces era más grande que todos los de su compañero y que aquello contaba más. Sus jarras de cerveza se tambaleaban de un lado a otro mientras “discutían”, manchando la alfombra. El rubio empezó a decir algo referente a la madre del otro cuando escuchó la voz de la dragona.
Pasó la vista lentamente por la blanca mano de la mujer hasta llegar al anillo que esta le estaba señalando. Era negro y parecía que estaba roto por la mitad y se mantenía unido por una piedrecita. Era fascinante. Fue a alargar la mano para poder tocar la de la mujer, pero se le adelantó. Aquello casi le hace dar un respingo, no se lo esperada, pero estaba claro que si algo pasaba por la cabeza de Nahir, Reivy lo tenía ya más que pensado. Aun así, movió un poco la mano y acarició el anillo. La dragona continuó hablando, Nahir la miraba a los ojos con atención, aunque sus dedos se habían deslizado por su mano, cogiéndosela casi por completo.
Cuando llegó el posadero con la comida Nahir apartó la mano, colocando ambas momentáneamente sobre su falda, hasta que este hubo terminado de servirles.
Estuvo tentada a preguntarle sobre la transformación, pero no quería interrumpirla, le gustaba el sonido de su voz. Pudo ver el cambio en sus ojos cuando se puso a hablar de Lavey, se notaba que tenían muy buena relación.
Le dio su sorbito a su copa y, al igual que su compañera, empezó a comer.
- En verdad si sabía que había dragones elementales, bueno como los brujos pero… no sé cómo explicarlo. Supongo que ya he normalizado nuestro tipo de magia al verla siempre en casa. Nunca había visto a un dragón tan de cerca, supongo que me ha sorprendido… ha sido alucinante.
La carne estaba muy buena, pero la bruja ya le había echado el ojo a unas piezas de fruta que había visto en la barra, así que no comió mucho.
- Bueno… es extraño. La verdad es que desde siempre me he sentido más cómoda y precisa usando las manos, como si pudiese materializar toda la magia que hay en mí y concentrarla solo en las manos. Si quiero que el agua avance suelo mover las manos en la misma dirección de esa manera lo hago con más fuerza y más exacto. Mi padre, por ejemplo, podía mover cosas con solo mirarlas, yo si no uso las manos siento que va a pesar mucho… aunque supongo que eso también es práctica. – se notaba que le gustaba hablar de aquel tema.
Sin darse cuenta se había terminado la copa de vino. Miraba los labios de la mujer mientras hablaba, sin poder evitar recordar el beso de la otra vez. Sentía que todo su cuerpo temblaba, como reaccionando a la distancia entre ambas. Tenía ganas de tocarle, de besarle de nuevo.
Y sin previo aviso, hasta sorprendiéndose a ella misma, Nahir apoyó ambas manos en la mesa y se levantó, incorporándose hacia delante, plantándole un beso a la dragona. No fue un beso tan tierno como la última vez, este parecía más bien que la estaba reclamando.
- ¿Su-subimos? - preguntó algo tímida.
Apenas le hizo falta escuchar la respuesta de la dragona, su cara lo decía todo. Quería rodear la mesa y colocarse frente a ella, cogerle la mano y dejarse llevar hasta la habitación. Pero no tener el control de la situación la ponía más nerviosa, así que empezó a caminar hasta las escaleras. Paró justo en el último escalón, volviendo la cabeza para poder mirar a la mujer. Utilizó la altura extra que la escalera le proporcionaba para volver a besarla, sus labios quedaron a escasos centímetros.
- Tú dirás que puerta es… - se sorprendió a si misma utilizando un tono más sensual que de costumbre. Acarició con sus labios los de la dragona mientras le daba la mano, esperando que la guiase hasta la habitación.
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