[misión] Olda no está, Olda se fue...
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[misión] Olda no está, Olda se fue...
Corría entre los arboles los más rápido que podía, saltando para esquivar las piedras y las raíces de los árboles. Hacía bastante rato que ya no escuchaba a nadie, seguro que ya se encontraba bastante lejos del lugar del accidente.
Paró, apoyando la mano en uno de los árboles para recuperar el aliento. Estaba sudando. Se pasó la mano por los cabellos, peinándoselos hacía atrás para que no le molestasen.
Continuó el camino, esta vez con un ritmo más pausado. No tardó mucho en cruzarse con un carro. Era un granjero que volvía de la cuidad tras comprar algunas cosas. Este, al verla sola, paró la marcha.
- ¡Eh, tu! ¿Necesitas ayuda?
Olda se quedó mirándole por unos instantes ¿necesitaba ayuda?
- Si, necesito esconderme unos días. –dijo apoyando la palma de la mano en la espada que sobresalía de su cinturón, la había recuperado del carro antes de salir corriendo.
- ¿Has matado a alguien? – preguntó el hombre al percatarse del arma.
- No, solo quiero alejarme de mi padre…- pensó que la verdad sería la mejor respuesta.
El hombre pareció pensarlo dos veces.
- Vega, sube. Cuidado no me chafes eso…- dijo echando para un lado una bolsa que tenía al lado.
- Gracias…
Llegaron a una granja, algo alejada de la zona de la que había huido, además, nunca había pasado por aquellos senderos, no creía que su padre la buscase por ahí.
Era una casa humilde: un pequeño establo para un par de caballos, una zona de cultivo, un pajar…
No faltaba mucho para comer y el sol ya amenazaba con esconderse.
- Vamos a dejar a Molly en el establo, mi mujer y mi hija ya estarán liadas con la comida.
Olda no añadió nada y ayudó al hombre a sacar a Molly de los amarres y dejarla descansar. Cambiaron el agua y cargaron una pila de paja para dejarlos comiendo antes de entrar en el interior de la casa.
Olía a puchero y el calor del hogar llegaba hasta el último rincón. Las dos mujeres estaban acabando preparar la mesa.
- Mirna, cariño, prepara la mesa para uno más.
La joven pelirroja volvió la cabeza, curiosa por ver quien cenaría con ellos. Alguna vez su padre traía a un mojo de la cuidad para ayudarle a descargar las compras, pero aquella mujer no parecía ser un ayudante.
Ambas se miraron por unos segundos antes de que el padre las interrumpiese.
- ¿Mirna?...
- Sí, claro, uno más…
Corrió en preparar las cosas mientras el hombre le indicaba a la morena que tomase asiento en la mesa junto a él.
- Bueno, ahora explícame mejor lo que ha pasado. A todo eso ¿Cómo te llamas?
Cenaron todos juntos mientras Olda explicado todo lo que había sucedido: la planificación del enlace, el descontento de ella sobre aquel tema, el accidente en el camino, su huida…
Hubo un par de puntos que debatieron, aunque llegaron a una conclusión.
- Puedes quedarte aquí todo el tiempo que necesites, a nosotros no nos molestas.
- Siempre que eches una mano en las tareas.
- Por supuesto, señor.
- Pues ya está todo hablado, te gusta el vino?
Paró, apoyando la mano en uno de los árboles para recuperar el aliento. Estaba sudando. Se pasó la mano por los cabellos, peinándoselos hacía atrás para que no le molestasen.
Continuó el camino, esta vez con un ritmo más pausado. No tardó mucho en cruzarse con un carro. Era un granjero que volvía de la cuidad tras comprar algunas cosas. Este, al verla sola, paró la marcha.
- ¡Eh, tu! ¿Necesitas ayuda?
Olda se quedó mirándole por unos instantes ¿necesitaba ayuda?
- Si, necesito esconderme unos días. –dijo apoyando la palma de la mano en la espada que sobresalía de su cinturón, la había recuperado del carro antes de salir corriendo.
- ¿Has matado a alguien? – preguntó el hombre al percatarse del arma.
- No, solo quiero alejarme de mi padre…- pensó que la verdad sería la mejor respuesta.
El hombre pareció pensarlo dos veces.
- Vega, sube. Cuidado no me chafes eso…- dijo echando para un lado una bolsa que tenía al lado.
- Gracias…
Llegaron a una granja, algo alejada de la zona de la que había huido, además, nunca había pasado por aquellos senderos, no creía que su padre la buscase por ahí.
Era una casa humilde: un pequeño establo para un par de caballos, una zona de cultivo, un pajar…
No faltaba mucho para comer y el sol ya amenazaba con esconderse.
- Vamos a dejar a Molly en el establo, mi mujer y mi hija ya estarán liadas con la comida.
Olda no añadió nada y ayudó al hombre a sacar a Molly de los amarres y dejarla descansar. Cambiaron el agua y cargaron una pila de paja para dejarlos comiendo antes de entrar en el interior de la casa.
Olía a puchero y el calor del hogar llegaba hasta el último rincón. Las dos mujeres estaban acabando preparar la mesa.
- Mirna, cariño, prepara la mesa para uno más.
La joven pelirroja volvió la cabeza, curiosa por ver quien cenaría con ellos. Alguna vez su padre traía a un mojo de la cuidad para ayudarle a descargar las compras, pero aquella mujer no parecía ser un ayudante.
Ambas se miraron por unos segundos antes de que el padre las interrumpiese.
- ¿Mirna?...
- Sí, claro, uno más…
Corrió en preparar las cosas mientras el hombre le indicaba a la morena que tomase asiento en la mesa junto a él.
- Bueno, ahora explícame mejor lo que ha pasado. A todo eso ¿Cómo te llamas?
Cenaron todos juntos mientras Olda explicado todo lo que había sucedido: la planificación del enlace, el descontento de ella sobre aquel tema, el accidente en el camino, su huida…
Hubo un par de puntos que debatieron, aunque llegaron a una conclusión.
- Puedes quedarte aquí todo el tiempo que necesites, a nosotros no nos molestas.
- Siempre que eches una mano en las tareas.
- Por supuesto, señor.
- Pues ya está todo hablado, te gusta el vino?
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- OLDA:
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#ffcccc
- MIRNA:
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#ff9933
MADRE #cc33ff
Bienvenida Valyria, aquí empieza tu misión de recate. El señor Robeth habla contigo el mismo día del accidente y te pide que vayas en busca de su hija. Puedes manejar al npc que desees.
·En tu primer post debes explicar como habla contigo Robeth, y como llegas a encontrarte con la joven.
·Seas amable, antipática, agresiva... Olda no se irá contigo de buenas a primeras. Hará todo lo posible para quedarse en la granja.
Thorn
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Re: [misión] Olda no está, Olda se fue...
Una vez se hubieron asegurado de que el hombre volvía a la ciudad y recibía atención médica, Robeth le había pedido que esperara. Lo que había seguido era una conversación…interesante.
Es decir, ¿ayudar a encontrar a su hija desaparecida? Por supuesto. Pero cuando empujo un poco, preguntando porque su hija se había ido… ¿Cómo podía alguien suplicarle que buscara a su hija como si se tratara de una niña a la vez que intentabas casarla? Pero las familias eran complicadas, y los caminos peligrosos, así que al menos le debía al hombre asegurarse de que la hija estaba bien, fuese cual fuese su… relación.
Bueno, no deber deber, le iba a pagar por ello, se había asegurado, era una manera de hablar.
Así que había trasnochado, saltándose sus horas de sueño, buscando, porque la idea de volver con un padre y decirle que su hija había muerto desangrada en una cuneta mientras ella estaba durmiendo era algo que esperaba no tener que hacer jamás. Y luego había seguido buena parte del día siguiente, antes de tener que descansar. Pero había cubierto suficiente terreno como para estar bastante segura de que ese no había sido el caso.
Así que había seguido el siguiente paso lógico, asumido que había encontrado algún lugar, que se trataba de una fuga hacia la casa de su amante, que comprensiblemente no estaba muy entusiasmado con el hecho de que su querida fuera a casarse con otro. Cierto, el padre no le había dicho nada sobre eso, pero ella jamás le habría contado algo así a su padre, así que no le parecía tan raro. Así que visito a las personas del lugar, preguntando por bodas recientes, porque por más que hubieras escapado de tu padre, una boda tampoco era una celebración tan discreta como para que tus vecinos no se dieran cuenta, pero hasta el momento, ningún mozo se había casado con una apuesta desconocida. Ni moza, se había asegurado, por si acaso. Se encontraba de camino a preguntarle al siguiente granjero cuando se la encontró, de cara, atendiendo lo que suponía que eran hortalizas, nunca se había molestado en estudiar las plantas que no crecían en el bosque.
Podía no ser ella, solo una chica similar, al fin y al cabo, la había visto durante unos largos…. ¿quince minutos? Pero entonces la chica la vio también y se puso rígida como un palo. Nop, la reconocía también, era ella. –Tu padre está bien, por cierto, me asegure de ello.- dijo la elfa, apoyando el culo en la valla de la propiedad. Puede que hubiera usado un tono más abrasivo del necesario, pero… ¿para alguien que había perdido todo lo que quería en un mar de llamas? Irse de manera tan descuidada para… ¿Qué? ¿Trabajar en una granja, sin decir adiós ni preocuparse? La molestaba de sobremanera.
-¿Sabes? Al principio pensé “una pobre chica que no conoce el mundo, tengo que encontrarla antes de que algo se la coma, o peor”. Luego culpe a tu padre, por obligarte a casarte con… olvide su nombre. Pero luego lo pensé. Y es culpa tuya.- la chica iba a abrir la boca, para protestar sin duda, pero la interrumpió. -¿Por qué iba a importarle tu opinión a tu padre, si hagas lo que hagas, lo seguirás como un corderito al matadero? Te trata como una niña porque te comportas como tal, porque huyes cuando hay problemas, en vez de plantar el pie y mantenerte firme como una adulta. Llevabas un arma cuando nos vimos, supongo que sabes usarla, ¿como van a obligarte a hacer nada exactamente?- se estaba… caldeando, enfadando mucho más de lo que merecía la situación. Suspiro, una única respiración larga y profunda. Aun recordaba cuando Padre había propuesto, solo propuesto algo similar a Gal, habían tenido que reconstruir TRES paredes y ambos habían andado cojos durante semanas, pero esa había sido la primera y última mención sobre el tema... Aunque puede que eso no fuera lo que hacia una familia normal...
-Tu padre se merece que vuelvas, aunque solo sea para decirle que estas bien y que no vas a casarte. Y mejor si tienes una forma de ingresos, si de verdad no quieres volver.- Valyria le dedico una mirada a la granja. No estaba mal, pero seguramente dormía y comía allí, no creía que fuera a cobrar demasiado, si cobraba siquiera. Pero puede que fuera feliz, había gente a la que le gustaba la…vida simple… sencilla… aburrida. –Podría enseñarte a usar el arco, si no sabes y consigues uno por tu cuenta, ganarías un poco extra, no pasarías hambre si hay una mala cosecha…- con la condición implícita de que volviera a hablar con su padre, por supuesto, aunque ahora que lo había dicho, recordaba a su padre diciendo algo sobre caza. Bueno, puede que cazara con trampas y no con arco. Al fin y al cabo, su trabajo era llevarla de vuelta sana y salva, no iba a vigilar que se quedara después, ni a traerla atada y amordazada. Y la verdad, alguien que supiera cazar de manera fiable siempre podía hacer el cambio a mercenario, o cazarecompensas, o bandido, ella desde luego lo prefería a cazar pobres animales.
Dioses, ¿porque le había tocado a ella solucionar ese drama familiar?
Es decir, ¿ayudar a encontrar a su hija desaparecida? Por supuesto. Pero cuando empujo un poco, preguntando porque su hija se había ido… ¿Cómo podía alguien suplicarle que buscara a su hija como si se tratara de una niña a la vez que intentabas casarla? Pero las familias eran complicadas, y los caminos peligrosos, así que al menos le debía al hombre asegurarse de que la hija estaba bien, fuese cual fuese su… relación.
Bueno, no deber deber, le iba a pagar por ello, se había asegurado, era una manera de hablar.
Así que había trasnochado, saltándose sus horas de sueño, buscando, porque la idea de volver con un padre y decirle que su hija había muerto desangrada en una cuneta mientras ella estaba durmiendo era algo que esperaba no tener que hacer jamás. Y luego había seguido buena parte del día siguiente, antes de tener que descansar. Pero había cubierto suficiente terreno como para estar bastante segura de que ese no había sido el caso.
Así que había seguido el siguiente paso lógico, asumido que había encontrado algún lugar, que se trataba de una fuga hacia la casa de su amante, que comprensiblemente no estaba muy entusiasmado con el hecho de que su querida fuera a casarse con otro. Cierto, el padre no le había dicho nada sobre eso, pero ella jamás le habría contado algo así a su padre, así que no le parecía tan raro. Así que visito a las personas del lugar, preguntando por bodas recientes, porque por más que hubieras escapado de tu padre, una boda tampoco era una celebración tan discreta como para que tus vecinos no se dieran cuenta, pero hasta el momento, ningún mozo se había casado con una apuesta desconocida. Ni moza, se había asegurado, por si acaso. Se encontraba de camino a preguntarle al siguiente granjero cuando se la encontró, de cara, atendiendo lo que suponía que eran hortalizas, nunca se había molestado en estudiar las plantas que no crecían en el bosque.
Podía no ser ella, solo una chica similar, al fin y al cabo, la había visto durante unos largos…. ¿quince minutos? Pero entonces la chica la vio también y se puso rígida como un palo. Nop, la reconocía también, era ella. –Tu padre está bien, por cierto, me asegure de ello.- dijo la elfa, apoyando el culo en la valla de la propiedad. Puede que hubiera usado un tono más abrasivo del necesario, pero… ¿para alguien que había perdido todo lo que quería en un mar de llamas? Irse de manera tan descuidada para… ¿Qué? ¿Trabajar en una granja, sin decir adiós ni preocuparse? La molestaba de sobremanera.
-¿Sabes? Al principio pensé “una pobre chica que no conoce el mundo, tengo que encontrarla antes de que algo se la coma, o peor”. Luego culpe a tu padre, por obligarte a casarte con… olvide su nombre. Pero luego lo pensé. Y es culpa tuya.- la chica iba a abrir la boca, para protestar sin duda, pero la interrumpió. -¿Por qué iba a importarle tu opinión a tu padre, si hagas lo que hagas, lo seguirás como un corderito al matadero? Te trata como una niña porque te comportas como tal, porque huyes cuando hay problemas, en vez de plantar el pie y mantenerte firme como una adulta. Llevabas un arma cuando nos vimos, supongo que sabes usarla, ¿como van a obligarte a hacer nada exactamente?- se estaba… caldeando, enfadando mucho más de lo que merecía la situación. Suspiro, una única respiración larga y profunda. Aun recordaba cuando Padre había propuesto, solo propuesto algo similar a Gal, habían tenido que reconstruir TRES paredes y ambos habían andado cojos durante semanas, pero esa había sido la primera y última mención sobre el tema... Aunque puede que eso no fuera lo que hacia una familia normal...
-Tu padre se merece que vuelvas, aunque solo sea para decirle que estas bien y que no vas a casarte. Y mejor si tienes una forma de ingresos, si de verdad no quieres volver.- Valyria le dedico una mirada a la granja. No estaba mal, pero seguramente dormía y comía allí, no creía que fuera a cobrar demasiado, si cobraba siquiera. Pero puede que fuera feliz, había gente a la que le gustaba la…vida simple… sencilla… aburrida. –Podría enseñarte a usar el arco, si no sabes y consigues uno por tu cuenta, ganarías un poco extra, no pasarías hambre si hay una mala cosecha…- con la condición implícita de que volviera a hablar con su padre, por supuesto, aunque ahora que lo había dicho, recordaba a su padre diciendo algo sobre caza. Bueno, puede que cazara con trampas y no con arco. Al fin y al cabo, su trabajo era llevarla de vuelta sana y salva, no iba a vigilar que se quedara después, ni a traerla atada y amordazada. Y la verdad, alguien que supiera cazar de manera fiable siempre podía hacer el cambio a mercenario, o cazarecompensas, o bandido, ella desde luego lo prefería a cazar pobres animales.
Dioses, ¿porque le había tocado a ella solucionar ese drama familiar?
Valyria
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Re: [misión] Olda no está, Olda se fue...
Mirna se había quedado congelada al salir al patio. Alguien estaba hablando con Olda y parecían discutir. Sus ojos examinaron a la mujer de cabello claro ¿Qué estaba haciendo ahí? ¿Por qué hablaba con Olda?
Corrió hasta los establos, donde sabía que encontraría a su padre.
El hombre estaba peinando a Betty mientras silbaba una canción animada.
- Papá… - la expesión de la cara de su hija alarmó al hombre.
- ¿Qué sucede, cariño?
- Es Olda… alguien ha venido a hablar con ella.
- ¿Es un hombre? – cabía la posibilidad de que su padre la hubiese encontrado al final
- No, es una joven. – el hombre frunció el ceño dejando el cepillo sobre un taburete.
- Vamos a ver…
Padre e hija salieron del establo con precaución. Mirna guió a su padre hasta la zona donde había visto a las dos mujeres conversar.
Olda sintió una fuerte punzada en el estómago cuando la elfa se plantó frente a ella, como si todo su mundo volviese a derrumbarse.
Hablaba y le reprochaba mucho, incluso algunas palabras parecían de la boca su propio padre. ¿Quién demonios era aquella mujer? La miraba con el ceño fruncido y los ojos entrecerrado mientras esta vomitaba toda aquella sarta de tonterías. Olda odiaba a toda aquella gente que metía las narices en los asuntos de los demás.
Intentó aclarar su voz y calmarse antes de hablar, aquella elfa le estaba poniendo nerviosa y no quería montar un escándalo ahí, con lo bien que la familia se estaba portando con ella.
- No quiero que me enseñes a usar un arco. No te voy a acompañar. No iré con mi padre, él ya sabe que me las puedo apañar sin su ayuda. No necesito tu ayuda, compasión, comprensión, amistad o lo que quieras venderme para convencerme. No quiero que esto termine en una pelea, pero no considero que seas nadie para hablarme como lo estás haciendo. Me da igual cuánto dinero te pague, eso no te da derecho a tratarme de ese modo.
>> Mi decisión está tomada, me quedaré en esta granja, no hay más que hablar. Puedes decirle donde estoy si eso te ayuda a ganar esa bolsa de aeros por la que estás aquí, que él mismo se presente en estas tierras si tanto me quiere y me añora. Solo entonces hablaré con él
Le sostuvo la mirada por unos segundos más antes de volver a retomar su tarea.
Mirna había entrado en la casa como le había indicado su padre que hiciese, este se había ido acercando poro a poco a la zona donde se encontraban las dos mujeres. Apenas puedo escuchar el final de la conversación.
- ¿Va todo bien por aquí, niñas? – intervino intentando conciliar entre ambas. Había cruzado sus manos por detrás de la espalda, mirando a la mujer de cabellos casi blancos y después a Olda, intentando comprender que estaba sucediendo. –En esta casa se discute todo en una mesa con buena comida ¿te quedas? – le pregunto a la elfa.
Olda volvió la cabeza para mirar al hombre, pero no había ni pizca de reproche en sus ojos, al fin y al cabo estaba ahí por cortesía de la familia.
Corrió hasta los establos, donde sabía que encontraría a su padre.
El hombre estaba peinando a Betty mientras silbaba una canción animada.
- Papá… - la expesión de la cara de su hija alarmó al hombre.
- ¿Qué sucede, cariño?
- Es Olda… alguien ha venido a hablar con ella.
- ¿Es un hombre? – cabía la posibilidad de que su padre la hubiese encontrado al final
- No, es una joven. – el hombre frunció el ceño dejando el cepillo sobre un taburete.
- Vamos a ver…
Padre e hija salieron del establo con precaución. Mirna guió a su padre hasta la zona donde había visto a las dos mujeres conversar.
Olda sintió una fuerte punzada en el estómago cuando la elfa se plantó frente a ella, como si todo su mundo volviese a derrumbarse.
Hablaba y le reprochaba mucho, incluso algunas palabras parecían de la boca su propio padre. ¿Quién demonios era aquella mujer? La miraba con el ceño fruncido y los ojos entrecerrado mientras esta vomitaba toda aquella sarta de tonterías. Olda odiaba a toda aquella gente que metía las narices en los asuntos de los demás.
Intentó aclarar su voz y calmarse antes de hablar, aquella elfa le estaba poniendo nerviosa y no quería montar un escándalo ahí, con lo bien que la familia se estaba portando con ella.
- No quiero que me enseñes a usar un arco. No te voy a acompañar. No iré con mi padre, él ya sabe que me las puedo apañar sin su ayuda. No necesito tu ayuda, compasión, comprensión, amistad o lo que quieras venderme para convencerme. No quiero que esto termine en una pelea, pero no considero que seas nadie para hablarme como lo estás haciendo. Me da igual cuánto dinero te pague, eso no te da derecho a tratarme de ese modo.
>> Mi decisión está tomada, me quedaré en esta granja, no hay más que hablar. Puedes decirle donde estoy si eso te ayuda a ganar esa bolsa de aeros por la que estás aquí, que él mismo se presente en estas tierras si tanto me quiere y me añora. Solo entonces hablaré con él
Le sostuvo la mirada por unos segundos más antes de volver a retomar su tarea.
Mirna había entrado en la casa como le había indicado su padre que hiciese, este se había ido acercando poro a poco a la zona donde se encontraban las dos mujeres. Apenas puedo escuchar el final de la conversación.
- ¿Va todo bien por aquí, niñas? – intervino intentando conciliar entre ambas. Había cruzado sus manos por detrás de la espalda, mirando a la mujer de cabellos casi blancos y después a Olda, intentando comprender que estaba sucediendo. –En esta casa se discute todo en una mesa con buena comida ¿te quedas? – le pregunto a la elfa.
Olda volvió la cabeza para mirar al hombre, pero no había ni pizca de reproche en sus ojos, al fin y al cabo estaba ahí por cortesía de la familia.
***
opción 1: te quedas a comer. Intentas convencerla o la terminas comprendiendo.
opción 2: vuelves donde el padre, le dices donde está su hija y te desentiendes
Thorn
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Re: [misión] Olda no está, Olda se fue...
Y le cayo una reprimenda por su discurso. A la que Valyria no pudo evitar sonreír de oreja a oreja. Oh, seguía enfadada, pero era principalmente debido a haber visitado cunetas preocupándose por si estaba moribunda para encontrarla tranquilamente en una granja. ¿El resto? Desaparecido al ver que el conejito tenía colmillos. La de problemas que se habría ahorrado si le hubiera dicho eso mientras estaba herido en el suelo. –Nada mal, pero realmente debo recomendar en contra de dejar que tu padre sepa donde estas exactamente. ¿No te casabas con alguien importante? Podría ser malo…- aunque realmente no era su problema y dudaba que el padre fuera a hacer algo así… no conocía a la otra parte implicada, pero era una posibilidad perfectamente plausible.
En cualquier caso, los que suponía que eran el resto de integrantes de la casa habían aparecido. Sin duda atraídos por los gritos.
Y la invitaron a comer. Eso era nuevo. La elfa se quedó en el sitio, pestañeo una única vez y se recuperó. –Sí, claro…- y rebuscó en su bolsa, sacando un largo cordel con carne, ahumada. –Venado.- un poco dura para comer en una cena normal, y seguramente no tendrían tiempo de hacer un estofado, pero no iba a quedarse sin ofrecer un regalo, por pura cortesía, y rebuscar por el bosque por una cría desaparecida tenía sus ventajas. Valyria siguió a la familia, algo detrás, mirando disimuladamente. La granja… bueno, no estaba mal, pero tampoco se había encontrado con un gran terrateniente. Y aunque ella no tenía ni idea de cómo funcionaba eso de la vida campesina, estaba bastante segura que implicaba trabajo duro y estar a una mala cosecha de pasar hambre. Y entre la hija del campesino y Olda no parecía haber nada, así que tampoco parecía ser eso…
La elfa ayudó a poner la mesa, sin decir nada, pensativa, y tardo unos segundos en organizar sus ideas, con la comida delante, agitando con la cuchara lo que parecía ser algún tipo de sopa de verduras. –Puede… puede que me haya excedido… y lo siento…- empezó, lentamente, como masticando sus palabras. –Pero… no entiendo… es decir, si fuera tan mal padre, no habrías esperado hasta ahora. No entiendo porque alguien no querría volver a ver a alguien que de verdad considera su padre… Yo desde luego… daría lo que fuera para que las cosas volvieran a ser como antes.- cortó la línea de pensamiento de cuajo, en cuando empezó a notar el olor a ceniza, pensando en gatitos, adorables y suaves gatitos. Al fin y al cabo, no creía poder explicarle a la niña lo definitiva que era su decisión, como se habría arrepentido si su padre no hubiera estado bien en absoluto, que ella habría calado fuego a Lunargenta y a todos su habitantes si eso los hubiera traído de vuelta. Y explicar una historia de lágrima fácil no iba a hacer nada si la dejaba hecha un matojo de lágrimas, en el mejor de los casos. La elfa empezó a comer la sopa que, para su sorpresa, no estaba nada mal.
En cualquier caso, los que suponía que eran el resto de integrantes de la casa habían aparecido. Sin duda atraídos por los gritos.
Y la invitaron a comer. Eso era nuevo. La elfa se quedó en el sitio, pestañeo una única vez y se recuperó. –Sí, claro…- y rebuscó en su bolsa, sacando un largo cordel con carne, ahumada. –Venado.- un poco dura para comer en una cena normal, y seguramente no tendrían tiempo de hacer un estofado, pero no iba a quedarse sin ofrecer un regalo, por pura cortesía, y rebuscar por el bosque por una cría desaparecida tenía sus ventajas. Valyria siguió a la familia, algo detrás, mirando disimuladamente. La granja… bueno, no estaba mal, pero tampoco se había encontrado con un gran terrateniente. Y aunque ella no tenía ni idea de cómo funcionaba eso de la vida campesina, estaba bastante segura que implicaba trabajo duro y estar a una mala cosecha de pasar hambre. Y entre la hija del campesino y Olda no parecía haber nada, así que tampoco parecía ser eso…
La elfa ayudó a poner la mesa, sin decir nada, pensativa, y tardo unos segundos en organizar sus ideas, con la comida delante, agitando con la cuchara lo que parecía ser algún tipo de sopa de verduras. –Puede… puede que me haya excedido… y lo siento…- empezó, lentamente, como masticando sus palabras. –Pero… no entiendo… es decir, si fuera tan mal padre, no habrías esperado hasta ahora. No entiendo porque alguien no querría volver a ver a alguien que de verdad considera su padre… Yo desde luego… daría lo que fuera para que las cosas volvieran a ser como antes.- cortó la línea de pensamiento de cuajo, en cuando empezó a notar el olor a ceniza, pensando en gatitos, adorables y suaves gatitos. Al fin y al cabo, no creía poder explicarle a la niña lo definitiva que era su decisión, como se habría arrepentido si su padre no hubiera estado bien en absoluto, que ella habría calado fuego a Lunargenta y a todos su habitantes si eso los hubiera traído de vuelta. Y explicar una historia de lágrima fácil no iba a hacer nada si la dejaba hecha un matojo de lágrimas, en el mejor de los casos. La elfa empezó a comer la sopa que, para su sorpresa, no estaba nada mal.
Valyria
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Re: [misión] Olda no está, Olda se fue...
Los oscuros ojos de Olda se abrieron como platos al escuchar a la elfa mencionar lo del matrimonio. Una vez más su padre no iba a lograr sorprenderla. “Cariño, estas bien, estaba muy preocupado”, “la idea de no volverte a ver me estaba desgarrando” sabía perfectamente que aquellas frases no serían jamás dichas por Robeth, al no ser que con ellas consiguiesen su verdadero objetivo: traer de vuelta a Olda, casarla con aquel peludo e intercambiar hija por aeros y tierras. Pues lo siento mucho, elfa el demonio, no pienso seguirte… claramente aquello solo resonó en su cabeza, no quería montar un espectáculo en la granja y más delante del señor Sammir.
La morena miraba a la elfa mientras esta pensaba su respuesta. Que se vaya… que se vaya… “Sí, claro” Oh vaya, los dioses de ríen de mí.
El hombre negó la carne que la elfa le estaba ofreciendo.
- Quédatela, seguro que te hace falta más adelante. Mi mujer cocina muy bien, pero siempre se pasa y cocina como para alimentar a toda la guardia.
Amable y satisfecho de haber calmado un poco las agua, el señor Sammir condujo a la nueva invitada hasta e interior de la casa.
- Siéntate, ¿te gusta el vino? – pregunto dejando una jarra en la mesa y acercando unas cuantas copas.
La señora Sammir estaba frente el hogar, donde ya estaba terminando de hacer un cochino con verduras.
Mirna salió de la casa justo antes de que entrase Olda, cogiéndola del brazo y tirando de ella.
- ¿Qué está pasado, Olda?
- Viene de parte de mi padre, quiere que me vaya con ella.
- Pero… - se llevó las manos a la cara, tapado sus labios con la punta de los dedos, como si con aquello retuviese las palabras que intentaban salir de su boca. – Entonces, ¿te vas?
- Yo no he dicho eso.
- Entonces, ¿que hace en casa?
- Ya sabes cómo es tu padre, le ha invitado a comer.
- Yo… no quiero que te vayas… - sus ojos empezaban a humedecerse.
Olda cogió sus manos con cuidado y las bajó para poder ver bien su rostro lleno de pecas. Con el pulgar acarició su piel, siempre tan suave y fría.
- ¡Cariño, vamos a comer! ¡Llama a Olda también!
- ¡Si, papá!
Olda soltó rápidamente las manos de la pelirroja y ambas se dirigieron a la cocina. Olda se sentó frente a Valyria mientras que Mirna ayudó a su madre a llevar la gran bandeja con comida.
El señor Sammir esperó a acabar de comer para proseguir con su investigación.
- Bueno dime, ¿cómo te llamas? – ahora sobre la mesa había unos dulces que hacía Mirna de canela y anís. - ¿Por qué dices que Olda debe acompañarte? ¿Por lo del matrimonio? Tengo entendido que ella no quiere casarse. Entiendo que en otros lugares los deseos de los padres priman en las vidas de sus hijas, pero en esta casa todos tenemos derecho de decidir. ¿Qué me dices, qué opinas tú?
La morena miraba a la elfa mientras esta pensaba su respuesta. Que se vaya… que se vaya… “Sí, claro” Oh vaya, los dioses de ríen de mí.
El hombre negó la carne que la elfa le estaba ofreciendo.
- Quédatela, seguro que te hace falta más adelante. Mi mujer cocina muy bien, pero siempre se pasa y cocina como para alimentar a toda la guardia.
Amable y satisfecho de haber calmado un poco las agua, el señor Sammir condujo a la nueva invitada hasta e interior de la casa.
- Siéntate, ¿te gusta el vino? – pregunto dejando una jarra en la mesa y acercando unas cuantas copas.
La señora Sammir estaba frente el hogar, donde ya estaba terminando de hacer un cochino con verduras.
Mirna salió de la casa justo antes de que entrase Olda, cogiéndola del brazo y tirando de ella.
- ¿Qué está pasado, Olda?
- Viene de parte de mi padre, quiere que me vaya con ella.
- Pero… - se llevó las manos a la cara, tapado sus labios con la punta de los dedos, como si con aquello retuviese las palabras que intentaban salir de su boca. – Entonces, ¿te vas?
- Yo no he dicho eso.
- Entonces, ¿que hace en casa?
- Ya sabes cómo es tu padre, le ha invitado a comer.
- Yo… no quiero que te vayas… - sus ojos empezaban a humedecerse.
Olda cogió sus manos con cuidado y las bajó para poder ver bien su rostro lleno de pecas. Con el pulgar acarició su piel, siempre tan suave y fría.
- ¡Cariño, vamos a comer! ¡Llama a Olda también!
- ¡Si, papá!
Olda soltó rápidamente las manos de la pelirroja y ambas se dirigieron a la cocina. Olda se sentó frente a Valyria mientras que Mirna ayudó a su madre a llevar la gran bandeja con comida.
El señor Sammir esperó a acabar de comer para proseguir con su investigación.
- Bueno dime, ¿cómo te llamas? – ahora sobre la mesa había unos dulces que hacía Mirna de canela y anís. - ¿Por qué dices que Olda debe acompañarte? ¿Por lo del matrimonio? Tengo entendido que ella no quiere casarse. Entiendo que en otros lugares los deseos de los padres priman en las vidas de sus hijas, pero en esta casa todos tenemos derecho de decidir. ¿Qué me dices, qué opinas tú?
Thorn
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Re: [misión] Olda no está, Olda se fue...
Valyria iba a refunfuñar un poco cuando no aceptaron su regalo, pero se lo pensó mejor antes de empezar a discutir, habría sido de mala educación.
Así que se sirvió un par de dedos de vino y bebió un poco, lo justo para no parecer maleducada. Porque puede que fuera joven paras los suyos, pero desde luego era mayor de lo que aparentaba, y sabía que tras la oferta había un interrogatorio, aunque la verdad, habían esperado más de lo que estaba acostumbrada, puede que por educación, puede que fuera la costumbre humana. En cualquier caso, las preguntas llegaron finalmente.
-Soy Valyria, ayude con el…accidente.- dijo, tomando un sorbo para hacer tiempo. No tenía ni idea de cuánto había contado la chica, y había una diferencia entre empujar sutilmente hacia el desenlace deseado y calar fuego a todo a su alrededor con la esperanza de que las cenizas se parecieran a lo que quería. –Y debería acompañarme para que su padre sepa que no está muerta en alguna cuneta, porque no creo que vaya a creerse a alguien al que está pagando. ¿Luego? Como si se da media vuelta y se va por donde ha venido.- Pero la siguiente pregunta merecía un poco de consideración. Valyria dejo la copa en la mesa y alzo la mirada hacia el techo, recordando.
-Padre nos educó… bueno, creo que no sabía qué hacer con dos niñas. O puede que el fuera así. El hierro afila al hierro decía. “¿Cómo vas a saber nadar en un río bravo cuando lo necesites chapuceando en un estanque?” Y derechas al río nos lanzó. En retrospectiva, no creo que estuviéramos en peligro, no creo que jamas lo estuviéramos, era muy muy bueno ocultándose y se preocupaba a su algo huraña manera… pero en ese momento fue horrible. Se aseguró de prepararnos, de que pudiéramos valernos por nosotras mismas. ¿Y cuando le propuso a mi hermana un pretendiente?- soltó una carcajada. –Es decir, seguro que él lo consideraba perfecto, a su manera, no quería nada menos que lo mejor para sus hijas. Pero Gal tenía otras… prioridades en un pretendiente. Un par de huesos rotos más tarde en cada uno y quedo claro que forzar el asunto acabaría con el problema resuelto con un par de saetas en el pecho. Nunca me quedo claro si se refería a Padre o a ese pobre infeliz.- Suspiró. –Así que salvo que genuinamente creas que tu pretendiente va a enviar a un atajo de mercenarios para llevarte a rastras, no pasa nada por ir a ver a tu padre y decirle que no va a pasar. No vives con él, ni dependes de sus ingresos y puedes defenderte sola…razonablemente. Y si lo creyeras, decirme que lo traiga aquí es exactamente lo peor que podrías hacer. ¿Sinceramente? Pensé que te encontraría casada con alguien y podría llevarte de vuelta para que conociera al suegro sin todos eso problemas porque “había tardado tanto en encontrarte y ahora era demasiado tarde”.- dijo Valyria, frotándose un ojo, fingiendo que lloraba a la vez que no ponía el más mínimo esfuerzo en ello.
Así que se sirvió un par de dedos de vino y bebió un poco, lo justo para no parecer maleducada. Porque puede que fuera joven paras los suyos, pero desde luego era mayor de lo que aparentaba, y sabía que tras la oferta había un interrogatorio, aunque la verdad, habían esperado más de lo que estaba acostumbrada, puede que por educación, puede que fuera la costumbre humana. En cualquier caso, las preguntas llegaron finalmente.
-Soy Valyria, ayude con el…accidente.- dijo, tomando un sorbo para hacer tiempo. No tenía ni idea de cuánto había contado la chica, y había una diferencia entre empujar sutilmente hacia el desenlace deseado y calar fuego a todo a su alrededor con la esperanza de que las cenizas se parecieran a lo que quería. –Y debería acompañarme para que su padre sepa que no está muerta en alguna cuneta, porque no creo que vaya a creerse a alguien al que está pagando. ¿Luego? Como si se da media vuelta y se va por donde ha venido.- Pero la siguiente pregunta merecía un poco de consideración. Valyria dejo la copa en la mesa y alzo la mirada hacia el techo, recordando.
-Padre nos educó… bueno, creo que no sabía qué hacer con dos niñas. O puede que el fuera así. El hierro afila al hierro decía. “¿Cómo vas a saber nadar en un río bravo cuando lo necesites chapuceando en un estanque?” Y derechas al río nos lanzó. En retrospectiva, no creo que estuviéramos en peligro, no creo que jamas lo estuviéramos, era muy muy bueno ocultándose y se preocupaba a su algo huraña manera… pero en ese momento fue horrible. Se aseguró de prepararnos, de que pudiéramos valernos por nosotras mismas. ¿Y cuando le propuso a mi hermana un pretendiente?- soltó una carcajada. –Es decir, seguro que él lo consideraba perfecto, a su manera, no quería nada menos que lo mejor para sus hijas. Pero Gal tenía otras… prioridades en un pretendiente. Un par de huesos rotos más tarde en cada uno y quedo claro que forzar el asunto acabaría con el problema resuelto con un par de saetas en el pecho. Nunca me quedo claro si se refería a Padre o a ese pobre infeliz.- Suspiró. –Así que salvo que genuinamente creas que tu pretendiente va a enviar a un atajo de mercenarios para llevarte a rastras, no pasa nada por ir a ver a tu padre y decirle que no va a pasar. No vives con él, ni dependes de sus ingresos y puedes defenderte sola…razonablemente. Y si lo creyeras, decirme que lo traiga aquí es exactamente lo peor que podrías hacer. ¿Sinceramente? Pensé que te encontraría casada con alguien y podría llevarte de vuelta para que conociera al suegro sin todos eso problemas porque “había tardado tanto en encontrarte y ahora era demasiado tarde”.- dijo Valyria, frotándose un ojo, fingiendo que lloraba a la vez que no ponía el más mínimo esfuerzo en ello.
Valyria
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Re: [misión] Olda no está, Olda se fue...
Todos escuchaban atentamente la historia de la elfa.
El señor Sammir apenas pestañeaba, estaba totalmente absorto en lo que la de cabellos blancos contaba. De vez en cuando bebía un sorbo de su copa de vino hasta que esta se terminó.
Mirna miraba a la elfa y después a Olda, de manera intermitente. No se podía creer lo que estaba pasado.
Olda la escuchaba, pero su vista estaba fija en la mesa. Pensaba en las posibilidades que tenía: que pasaría si volvía o si se quedaba ahí, si su padre desistirá o mandaría a alguien nuevo, si el propio peludo vendría en persona… No, estaba claro. Si volvía había boda, si se quedaba no pararía hasta que volviese, fuese cual fuese el modo y la manera, y el prometido… estaba más que claro que aquel peludo con aires de superioridad nunca movería un dedo por ella. Pero si estaba todo tan claro, ¿qué le pasaría a la granja si decidía no ceder ante su padre? No era la primera vez que veía a su padre enfadado y sabía de lo que era capaz. Aquella gente que se había portado tan bien con ella no se merecía aquello, y Mirna tampoco.
La señora Sammir se levantó de la mesa en silencio, empezando a recoger los platos vacíos. Se percató del comportamiento de su hija en aquellos días, desde que había aparecido Olda. Sabía perfectamente lo que iba a pasar y no quería ser partícipe de ello.
- Vale... ya sabemos que no hay que meterse con tu hermana… - bromeó el señor rompiendo el hielo después de que la elfa hablase. – Yo creo que…
- De acuerdo, iré.
Mirna abrió mucho los ojos, miraba a Olda sin respirar. Te vas… susurraban en un desgarro sus ojos.
- Pero con una condición: me has encontrado en una de las posadas del camino. Estaba borracha y desorientada, no te ha costado mucho sacarme de ahí. Nunca hablarás de este sitio. Solo así me iré contigo, seguro que se cree la historia.
Mirna se levantó de la mesa de golpe y salió corriendo de la casa. La señora dejó las cosas en el barreño y corrió tras su hija. El señor miraba la puerta, perplejo, el pobre aún no se había enterado de lo que pasaba en el corazón de su hija.
- Voy a por mí espada y nos vamos. – dijo Olda antes de irse por el pasillo del fondo.
El señor Sammir miraba a Valyria con los ojos como platos, ¿había sido tan fácil? Algo se le estaba escapando.
- Bueno… pues parece que se va… - se notaba que no sabía que decir.
El señor Sammir apenas pestañeaba, estaba totalmente absorto en lo que la de cabellos blancos contaba. De vez en cuando bebía un sorbo de su copa de vino hasta que esta se terminó.
Mirna miraba a la elfa y después a Olda, de manera intermitente. No se podía creer lo que estaba pasado.
Olda la escuchaba, pero su vista estaba fija en la mesa. Pensaba en las posibilidades que tenía: que pasaría si volvía o si se quedaba ahí, si su padre desistirá o mandaría a alguien nuevo, si el propio peludo vendría en persona… No, estaba claro. Si volvía había boda, si se quedaba no pararía hasta que volviese, fuese cual fuese el modo y la manera, y el prometido… estaba más que claro que aquel peludo con aires de superioridad nunca movería un dedo por ella. Pero si estaba todo tan claro, ¿qué le pasaría a la granja si decidía no ceder ante su padre? No era la primera vez que veía a su padre enfadado y sabía de lo que era capaz. Aquella gente que se había portado tan bien con ella no se merecía aquello, y Mirna tampoco.
La señora Sammir se levantó de la mesa en silencio, empezando a recoger los platos vacíos. Se percató del comportamiento de su hija en aquellos días, desde que había aparecido Olda. Sabía perfectamente lo que iba a pasar y no quería ser partícipe de ello.
- Vale... ya sabemos que no hay que meterse con tu hermana… - bromeó el señor rompiendo el hielo después de que la elfa hablase. – Yo creo que…
- De acuerdo, iré.
Mirna abrió mucho los ojos, miraba a Olda sin respirar. Te vas… susurraban en un desgarro sus ojos.
- Pero con una condición: me has encontrado en una de las posadas del camino. Estaba borracha y desorientada, no te ha costado mucho sacarme de ahí. Nunca hablarás de este sitio. Solo así me iré contigo, seguro que se cree la historia.
Mirna se levantó de la mesa de golpe y salió corriendo de la casa. La señora dejó las cosas en el barreño y corrió tras su hija. El señor miraba la puerta, perplejo, el pobre aún no se había enterado de lo que pasaba en el corazón de su hija.
- Voy a por mí espada y nos vamos. – dijo Olda antes de irse por el pasillo del fondo.
El señor Sammir miraba a Valyria con los ojos como platos, ¿había sido tan fácil? Algo se le estaba escapando.
- Bueno… pues parece que se va… - se notaba que no sabía que decir.
***
Bueno Valyria ya queda poco para que finalice esta misión. En tu siguiente post debes relatar la vuelta a la casa de Robeth con Olda. Esta no se mostrará habladora en el camino, incluso se puede ver que está triste, aunque eso ella no te lo dirá.
Si indagas mucho en el tema de hablar con ella y lo haces sin meter la pata, Olda y tu podéis llegar a tener una leve conversación. Olda no te culpa por lo que esta pasando, ni te reprocha nada, es más no hablará de ese tema, y mucho menos de la boda.
Thorn
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Re: [misión] Olda no está, Olda se fue...
Ese desarrollo le había dejado un mal sabor de boca. Y no entender el porqué la molestaba más que la sensación en sí, la maldita mujer parecía un cordero de camino al matadero con lo cabizbaja que estaba. Literalmente le había dicho que podía volver por donde había venido una vez cobraba, no hacía falta ser tan dramática. O a lo mejor sí, no lo sabía, porque la condenada tampoco había hablado demasiado con ella.
-¿Sabes? Cuando te lleve, puedo esperar fuera… por si acaso.- porque por supuesto que la chica había ido a recoger SU espada antes de irse, pero después de contar su historia, no podía evitar trazar cierto… paralelismo. Y puede que no considerara el guardia Lunagenteo medio competente en absoluto, pero ni a ellos se les pasaría una chica paseando ensangrentada por la ciudad después de matar a su padre.
Es decir… puede que no pasara… seguro que estaba exagerando, pero había cierto beneficio en prepararse para lo peor, y la historia que había recibido era… sesgada, principalmente porque la chica realmente no había entrado en detalles hasta ahora, y con lo cabizbaja que estaba, dudaba que lo hiciera ahora. Aun les quedaban unas cuantas horas de viaje, hasta el punto de que la elfa se planteó pasar la noche en una taberna para que al menos su versión tuviera un poco más de credibilidad, pero poco podía proponerle a la deprimida Olda, y seguramente alargar todo este asunto con una pausa innecesaria solo serviría para que hiciera alguna locura. Que aun podía pasar, sinceramente, pero cuando menos tiempo tuviera la mujer para mentalizarse mas difícil seria que la guardia la persiguiera.
Pero tampoco era que no tuviera corazón. Fue comentando sutilmente con la prácticamente muda Olda varias cosas. Como una podía hacer dinero vendiendo pieles o curándolas, si tenías un lugar donde a la gente no le importara demasiado los cacharros y el olor. Lo razonablemente sencillo que era sobrevivir como cazarecompensas siempre que no fueras avariciosa y tuviera cabeza. Incluso dejo caer su dirección, en caso de que quisiera tener un lugar donde pasar la noche. Es decir no se lo propuso en la cara, pero era bueno que supiera de al menos un sitio donde conociera a alguien
Ya era tarde, bastante tarde, cuando finalmente llegaron a la casa del padre, y Valyria pauso en la puerta antes de llamar, tanto para repasar su historia como para darle tiempo a arrepentirse. Una taberna del camino, sin problema, conocía varias. Borracha. Bueno, no iba a decirlo así de entrada, pero seguramente preguntaría detalles, o podía decirlo la chica misma. Y una vez hubiera cobrado, se mantendría un poco…en la periferia, por si la cosa se ponía fea.
-¿Sabes? Cuando te lleve, puedo esperar fuera… por si acaso.- porque por supuesto que la chica había ido a recoger SU espada antes de irse, pero después de contar su historia, no podía evitar trazar cierto… paralelismo. Y puede que no considerara el guardia Lunagenteo medio competente en absoluto, pero ni a ellos se les pasaría una chica paseando ensangrentada por la ciudad después de matar a su padre.
Es decir… puede que no pasara… seguro que estaba exagerando, pero había cierto beneficio en prepararse para lo peor, y la historia que había recibido era… sesgada, principalmente porque la chica realmente no había entrado en detalles hasta ahora, y con lo cabizbaja que estaba, dudaba que lo hiciera ahora. Aun les quedaban unas cuantas horas de viaje, hasta el punto de que la elfa se planteó pasar la noche en una taberna para que al menos su versión tuviera un poco más de credibilidad, pero poco podía proponerle a la deprimida Olda, y seguramente alargar todo este asunto con una pausa innecesaria solo serviría para que hiciera alguna locura. Que aun podía pasar, sinceramente, pero cuando menos tiempo tuviera la mujer para mentalizarse mas difícil seria que la guardia la persiguiera.
Pero tampoco era que no tuviera corazón. Fue comentando sutilmente con la prácticamente muda Olda varias cosas. Como una podía hacer dinero vendiendo pieles o curándolas, si tenías un lugar donde a la gente no le importara demasiado los cacharros y el olor. Lo razonablemente sencillo que era sobrevivir como cazarecompensas siempre que no fueras avariciosa y tuviera cabeza. Incluso dejo caer su dirección, en caso de que quisiera tener un lugar donde pasar la noche. Es decir no se lo propuso en la cara, pero era bueno que supiera de al menos un sitio donde conociera a alguien
Ya era tarde, bastante tarde, cuando finalmente llegaron a la casa del padre, y Valyria pauso en la puerta antes de llamar, tanto para repasar su historia como para darle tiempo a arrepentirse. Una taberna del camino, sin problema, conocía varias. Borracha. Bueno, no iba a decirlo así de entrada, pero seguramente preguntaría detalles, o podía decirlo la chica misma. Y una vez hubiera cobrado, se mantendría un poco…en la periferia, por si la cosa se ponía fea.
Valyria
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Re: [misión] Olda no está, Olda se fue...
La puerta la abrió una mujer entrada en carnes y años. Al ver a la elfa, en un principio arqueó las cejas, preguntándose qué hacía una joven en la puerta a esas altas horas de la noche, pero al ver detrás al Olda le cambio el semblante.
- Niña, ¿Dónde te habías metido? Tienes a tu madre removiendo cielo y tierra para buscarte…- abrió la puerta haciéndoles un gesto a amabas mujeres para que entrase. La puerta se cerró tras ellas. – ¡Señor, la niña ha vuelto! – gritó la mujer asomando la cabeza por el hueco de las escaleras, con un tono que denotaba felicidad.
Se acercó a las jóvenes, puso las manos en torno a los hombros de Olda, como verificando que estaba todo en su lugar. Después miró a Valyria.
- Si quieres puedes esperar en el despacho, el señor Robeth ahora baja a pagarte tus honorarios…- dijo señalando la sala que quedaba a la derecha de las escaleras.
El padre bajó sin ninguna prisa.
- Vaya, mira quien se ha dignado a volver a casa
- Ya, como si hubiese tenido elección… - musitó la morena entre dientes.
La dama de llaves, que la había escuchado, le dio un golpecito en el brazo.
- Bastante enfadado está ya…- le dijo muy bajito a Olda.
- Lo que faltaba…
Esperó a que su padre terminase de bajar. Este se quedó mirándola largo rato sin decir nada. No sonreía, tampoco fruncía el ceño o arrugaba los morros, parecía que no había expresión en su rostro.
- La boda se celebra mañana, ya están todos de camino. Hasta entonces Ciodil estará contigo todo el tiempo. No vas a volver a hacer una tontería. Y a partir de mañana, ya eres problema de otro. – sentenció antes de dirigirse al despacho.
- Buenas noches, veo que has cumplido tu parte del trato. Te lo agradezco. Ten, aquí tienes tus aeros, espero que no te haya resultado muy tediosa.
Ciodil custodió a Olda hasta sus aposentos. Se metió en la cama y no salió de debajo de las sabanas hasta que la dama de llaves la fue a levantar por la mañana. Por ser tan tarde y el buen trabajo de la elfa, Robeth le ofreció a Valyria una habitación por si quería pasar la noche en su casa, aunque se fue antes de saber si había aceptado o no la invitación.
Balthor y su familia llegaron a primera hora de la mañana y junto con Robeth y el servicio empezaron a organizar aquella boda a contra reloj.
Enfundaron a Olda en un vestido y lo decoraron todo como una boda tradicional, con flores, animales para sacrificar, comida…
Ciodil parecía la sombra de Olda, no se separaba de ella en ningún momento. Robeth estaba tan ocupado que no quería perder un solo minutos de su tiempo en hablar con su hija.
Aquella noche Olda intentó no llorar cuando tuvo que consumar su matrimonio con el Bhaaloo. Cerró los ojos y se dejó hacer, penando que cuanto más quieta estuviese antes acabaría.
No podía evitar pensar en Mirna con pesar.
- Niña, ¿Dónde te habías metido? Tienes a tu madre removiendo cielo y tierra para buscarte…- abrió la puerta haciéndoles un gesto a amabas mujeres para que entrase. La puerta se cerró tras ellas. – ¡Señor, la niña ha vuelto! – gritó la mujer asomando la cabeza por el hueco de las escaleras, con un tono que denotaba felicidad.
Se acercó a las jóvenes, puso las manos en torno a los hombros de Olda, como verificando que estaba todo en su lugar. Después miró a Valyria.
- Si quieres puedes esperar en el despacho, el señor Robeth ahora baja a pagarte tus honorarios…- dijo señalando la sala que quedaba a la derecha de las escaleras.
El padre bajó sin ninguna prisa.
- Vaya, mira quien se ha dignado a volver a casa
- Ya, como si hubiese tenido elección… - musitó la morena entre dientes.
La dama de llaves, que la había escuchado, le dio un golpecito en el brazo.
- Bastante enfadado está ya…- le dijo muy bajito a Olda.
- Lo que faltaba…
Esperó a que su padre terminase de bajar. Este se quedó mirándola largo rato sin decir nada. No sonreía, tampoco fruncía el ceño o arrugaba los morros, parecía que no había expresión en su rostro.
- La boda se celebra mañana, ya están todos de camino. Hasta entonces Ciodil estará contigo todo el tiempo. No vas a volver a hacer una tontería. Y a partir de mañana, ya eres problema de otro. – sentenció antes de dirigirse al despacho.
- Buenas noches, veo que has cumplido tu parte del trato. Te lo agradezco. Ten, aquí tienes tus aeros, espero que no te haya resultado muy tediosa.
Ciodil custodió a Olda hasta sus aposentos. Se metió en la cama y no salió de debajo de las sabanas hasta que la dama de llaves la fue a levantar por la mañana. Por ser tan tarde y el buen trabajo de la elfa, Robeth le ofreció a Valyria una habitación por si quería pasar la noche en su casa, aunque se fue antes de saber si había aceptado o no la invitación.
Balthor y su familia llegaron a primera hora de la mañana y junto con Robeth y el servicio empezaron a organizar aquella boda a contra reloj.
Enfundaron a Olda en un vestido y lo decoraron todo como una boda tradicional, con flores, animales para sacrificar, comida…
Ciodil parecía la sombra de Olda, no se separaba de ella en ningún momento. Robeth estaba tan ocupado que no quería perder un solo minutos de su tiempo en hablar con su hija.
Aquella noche Olda intentó no llorar cuando tuvo que consumar su matrimonio con el Bhaaloo. Cerró los ojos y se dejó hacer, penando que cuanto más quieta estuviese antes acabaría.
No podía evitar pensar en Mirna con pesar.
***
Bueno Valyria, tu último post y el último de la misión, aprovecha para hacer algo si te ha quedado pendiente o para hacer un cierre que le convenga a tu trama.
Debes decidir si aceptas o no la invitación de pasar la noche en la casa, de hacerlo puedes asistir a la boda, pero tu presencia no varía la historia llegados a este punto en cuanto al final de Olda.
Obtienes:
150 aeros
5 puntos de exp.
Espero que te lo hayas pasado bien
Thorn
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Re: [misión] Olda no está, Olda se fue...
Sus esperanzas habían subido un poco cuando la mujer abrió la puerta, pensando que era la madre y que al menos alguien en esa familia tendría algo en la cabeza. Pero no, ninguna madre llamaba señor al padre, así que sería una criada. Valyria nunca había entendido la obsesión humana con tener... no podía pensar en otra forma de llamarlos que lacayos. ¿Y alguien que tenia sirvientes y ademas hacia sus propios viajes? Era una extraña mezcla para la elfa, que consideraba poseer criados una forma de poder hacer el vago sin consecuencias, en vez de un acto de poder. Pero mientras ella pensaba en sus cosas, la criada había estado hablando.
Y encima comprobó que la chica estaba bien, como si temiera que la hubiera traído cortada a partes en una bolsa, o que en realidad fueran un montón de nutrias en una chaqueta con un muy decente conjuro de ilusión. Pero al menos fue decentemente amable y la dejo esperando en el despacho.
Y allí espero, sin curiosear demasiado a pesar de las ganas que tuviera. No hubo ningún asesinato mientras esperaba, cosa que no estaba segura de sí era bueno o malo. La elfa aceptó la invitación y se acurruco en su cama, con la ventana abierta para que entrara el aire del exterior. Por más que la cama fuera cómoda y mullida, había cierto encanto en dormir fuera, y con eso intentaba encontrar lo mejor de los dos mundos. Solo consiguió tener frio, pero de los errores se aprendía.
Además, había esperado que un pedrusco volara hacia su ventana o algo así, y que Olda le gritara un “levántate, nos fugamos”, pero ese momento no llego. Puede que no estuviera tan mal como había pensado. En cualquier caso, no se quedó para la boda, sino que se fue con la primera luz. No conocía a casi nadie, y tampoco tenía un especial interés en las fiestas humanas. Nada que ver con que tuviera ganas de gastarse el dinero recién ganado.
Y encima comprobó que la chica estaba bien, como si temiera que la hubiera traído cortada a partes en una bolsa, o que en realidad fueran un montón de nutrias en una chaqueta con un muy decente conjuro de ilusión. Pero al menos fue decentemente amable y la dejo esperando en el despacho.
Y allí espero, sin curiosear demasiado a pesar de las ganas que tuviera. No hubo ningún asesinato mientras esperaba, cosa que no estaba segura de sí era bueno o malo. La elfa aceptó la invitación y se acurruco en su cama, con la ventana abierta para que entrara el aire del exterior. Por más que la cama fuera cómoda y mullida, había cierto encanto en dormir fuera, y con eso intentaba encontrar lo mejor de los dos mundos. Solo consiguió tener frio, pero de los errores se aprendía.
Además, había esperado que un pedrusco volara hacia su ventana o algo así, y que Olda le gritara un “levántate, nos fugamos”, pero ese momento no llego. Puede que no estuviera tan mal como había pensado. En cualquier caso, no se quedó para la boda, sino que se fue con la primera luz. No conocía a casi nadie, y tampoco tenía un especial interés en las fiestas humanas. Nada que ver con que tuviera ganas de gastarse el dinero recién ganado.
Valyria
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