Experimentos infructuosos [Privado] [+18] [Cerrado]
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Experimentos infructuosos [Privado] [+18] [Cerrado]
Era una día normal y corriente en la botica de ciudad Lagarto, Gali despechaba clientes vendiéndoles diversas medicinas y pociones, cada tanto revisaba la parte trasera donde la humeante agua del lago artificial relajaba el cuerpo y calmaba la mente de algunos pacientes, por otro lado Go´el estaba sentado en la mesa de su estudio privado transcribiendo las notas de su cuaderno de campo mientras se escuchaba un lastimero aullido a través de la pesada puerta que el rubio tenía a su espalda.
El doctor hoy había recibido una lista de nombres por parte de los líderes de la ciudad, esos nombres pertenecían a los sujetos de prueba con los que a Go´el se le permitía experimentar, como el hombre-bestia que había ahora en su laboratorio privado. En la cara del científico estaba dibujada una alegre y macabra sonrisa de satisfacción, pronto seria el momento de abrir aquella puerta negra y comprobar los avances de su experimento, pero aún tenía tiempo de escribir unas páginas más antes de que el último grano de arena cayera al fondo del reloj.
Cuando el monje se quedaba sin clientes a los que atender sacaba del mostrador una hoja llena de nombres y salía tranquilamente a la calle, cerrando la puerta con llave y colgando el cartel de "Estamos trabajando fuera". El dragón de tierra no solía estar fuera de la tienda más de una hora y cuando volvía traiga consigo al nuevo sujeto de pruebas, en algunas ocasiones el dueño del nombre entraba por la puerta de manera consciente, pero este no era el caso de la mujer que llevaba encima del hombro.
Gali entró en la botica sacando en el proceso el cartel que había colgado en la puerta y tras cerrar la puerta se adentró por la cortina que separaba el espacio público del estudio y después cruzó la puerta negra, dejó a la mujer en la camilla y recogió las bolsas de arpillera manchadas de sangre y cargadas de carne de hombre-bestia.
En esta ocasión el grandullón salió por la puerta trasera en dirección al bosque.
El doctor hoy había recibido una lista de nombres por parte de los líderes de la ciudad, esos nombres pertenecían a los sujetos de prueba con los que a Go´el se le permitía experimentar, como el hombre-bestia que había ahora en su laboratorio privado. En la cara del científico estaba dibujada una alegre y macabra sonrisa de satisfacción, pronto seria el momento de abrir aquella puerta negra y comprobar los avances de su experimento, pero aún tenía tiempo de escribir unas páginas más antes de que el último grano de arena cayera al fondo del reloj.
Cuando el monje se quedaba sin clientes a los que atender sacaba del mostrador una hoja llena de nombres y salía tranquilamente a la calle, cerrando la puerta con llave y colgando el cartel de "Estamos trabajando fuera". El dragón de tierra no solía estar fuera de la tienda más de una hora y cuando volvía traiga consigo al nuevo sujeto de pruebas, en algunas ocasiones el dueño del nombre entraba por la puerta de manera consciente, pero este no era el caso de la mujer que llevaba encima del hombro.
Gali entró en la botica sacando en el proceso el cartel que había colgado en la puerta y tras cerrar la puerta se adentró por la cortina que separaba el espacio público del estudio y después cruzó la puerta negra, dejó a la mujer en la camilla y recogió las bolsas de arpillera manchadas de sangre y cargadas de carne de hombre-bestia.
En esta ocasión el grandullón salió por la puerta trasera en dirección al bosque.
Última edición por Go'el el Miér Oct 02 2019, 11:58, editado 1 vez
Go'el
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Re: Experimentos infructuosos [Privado] [+18] [Cerrado]
De nuevo en cuidad lagarto, aquella cuidad pintoresca de la que se llevó una experiencia un tanto… extraña.
Hacía un tiempo ya de aquello, pero de nuevo volvía a estar con la dragona en aquella ciudad. La primera vez coincidieron en la carpa de las citas, que terminó por ser un día de los más peculiar, al menos en la vida de Nahir, esta segunda vez Reivy había llevado a la bruja a la cuidad desde el norte, acortando las distancias de esta para volver a las islas.
El viaje había sido más rápido de lo que había imaginado la bruja o quizás era que ya le había pillado el gustillo a eso de volar.
La dragona había ido a ver a una amiga, así que Nahir se dejó perder de nuevo por aquellas calles. En breves volvería a estar en las islas y se reencontraría con su madre después de todo aquel tiempo, podía llevarle algo. Penando en su madre, la alquimista empedernida, no veía nada mejor para ella que algún ingrediente extraño que no estuviese en la zona de los brujos. Tan solo no esperaba encontrarse con una carpa…
Se dejó perder por las calles, andando sin ningún rumbo. Caminaba despacio y sin preocupación, aún no había mirado si salía algún barco en las próximas horas, así que el tiempo aun no era un problema.
Miró por encima del hombro hacia atrás, frunciendo el ceño. Hacía un rato que escuchaba pasos a sus espaldas, en un principio no le había dado mayor importancia, pero después de un par de minutos se había percatado de que todo el tiempo se trataba de la misma persona, un hombre corpulento cubierto con una gruesa capa negra con capucha. La bruja se puso un poco nerviosa, giró un par de calles intentando deshacerse de aquel tipo, pero él parecía jugar con la ventaja de conocer las calles de la cuidad. Nahir se encontró corriendo, mirando hacia atrás cuando topó de cara contra algo. Cerró los ojos y se llevó una mano a la frente, no había sido una pared, no era tan duro. Se frotó un poco la cara antes de abrir los ojos y encontrarse con un hombre de piel morena muy muy alto. La bruja tubo que alzar la cabeza para poder mirarle a los ojos, se había chocado contra su pecho.
- L-lo siento…
Los pasos a su espalda parecieron parar en seco. Nahir pudo ver como el hombre miraba al moreno antes de rehacer sus pasos para desaparecer de ahí.
- Perdona, yo no… creo que me he perdido. – dijo a modo de explicación y disculpa, aún estaba algo nerviosa como para articular muchas más palabras. Su respiración empezaba a recuperarse después de la carrera.
Hacía un tiempo ya de aquello, pero de nuevo volvía a estar con la dragona en aquella ciudad. La primera vez coincidieron en la carpa de las citas, que terminó por ser un día de los más peculiar, al menos en la vida de Nahir, esta segunda vez Reivy había llevado a la bruja a la cuidad desde el norte, acortando las distancias de esta para volver a las islas.
El viaje había sido más rápido de lo que había imaginado la bruja o quizás era que ya le había pillado el gustillo a eso de volar.
La dragona había ido a ver a una amiga, así que Nahir se dejó perder de nuevo por aquellas calles. En breves volvería a estar en las islas y se reencontraría con su madre después de todo aquel tiempo, podía llevarle algo. Penando en su madre, la alquimista empedernida, no veía nada mejor para ella que algún ingrediente extraño que no estuviese en la zona de los brujos. Tan solo no esperaba encontrarse con una carpa…
Se dejó perder por las calles, andando sin ningún rumbo. Caminaba despacio y sin preocupación, aún no había mirado si salía algún barco en las próximas horas, así que el tiempo aun no era un problema.
Miró por encima del hombro hacia atrás, frunciendo el ceño. Hacía un rato que escuchaba pasos a sus espaldas, en un principio no le había dado mayor importancia, pero después de un par de minutos se había percatado de que todo el tiempo se trataba de la misma persona, un hombre corpulento cubierto con una gruesa capa negra con capucha. La bruja se puso un poco nerviosa, giró un par de calles intentando deshacerse de aquel tipo, pero él parecía jugar con la ventaja de conocer las calles de la cuidad. Nahir se encontró corriendo, mirando hacia atrás cuando topó de cara contra algo. Cerró los ojos y se llevó una mano a la frente, no había sido una pared, no era tan duro. Se frotó un poco la cara antes de abrir los ojos y encontrarse con un hombre de piel morena muy muy alto. La bruja tubo que alzar la cabeza para poder mirarle a los ojos, se había chocado contra su pecho.
- L-lo siento…
Los pasos a su espalda parecieron parar en seco. Nahir pudo ver como el hombre miraba al moreno antes de rehacer sus pasos para desaparecer de ahí.
- Perdona, yo no… creo que me he perdido. – dijo a modo de explicación y disculpa, aún estaba algo nerviosa como para articular muchas más palabras. Su respiración empezaba a recuperarse después de la carrera.
Nahir
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Re: Experimentos infructuosos [Privado] [+18] [Cerrado]
Gali volvía del bosque con las manos vacías y manchadas de tierra, entró a la botica por la puerta trasera de las termas, se desvistió y se relajó en la humeante agua. Con la cabeza apoya contra las rocas del borde y los brazos extendidos sobre ellas el monje podía contemplar la caída del sol, hoy el cielo estaba teñido de rosa y purpura, lo más probable es que comenzara a llover a la madrugada.
Tras salir del agua (y después de gastar un puñado de toallas en secarse el pelo) Gali marchó una vez más a las calles de Lagarto, seguramente no quedara demasiado tiempo para que la mujer que había en el laboratorio se convirtiera en una bolsa de arpillera sanguinolenta. Gali memorizó unos cuantos nombres y se adentró en las callejuelas de la ciudad.
El sol estaba cada vez más bajo cuando el monje giró una esquina y una muchacha se dio de bruces contra él.
-Tranquila, no ha sido nada.
Gali bajó la cabeza y sonrió amable a la mujer, acto seguido miró al encapuchado con la misma sonrisa y este desapareció por donde vino. El dragón dio entonces un paso atrás y se llevó la mano derecha al pecho izquierdo y luego a la frente.
-Buenas... -Gali observó el cielo por un segundo. -noches. Estas calles son muy traicioneras, antes esta ciudad era solo un puñado de tiendas que poco a poco fueron cambiando hasta formar edificios. Es normal perderse -Explicaba calmado el grandullón. -en esta ciudad. Mi nombre es Gali ¿Cuál es el tuyo?
El moreno esperó la respuesta y tras recibirla ensanchó la sonrisa.
-Un placer. Ven, te sacare de este laberinto y si me lo permites te preparare una infusión para los nervios.
El rostro afable y la voz serena del moreno, no rebelaban ninguna señal del peligro al que estaba dirigiendo a la mujer.
-Soy amigo del galeno de la ciudad y me consigue hierbas de todo tipo. ¿Hay alguna en particular que te guste? seguro que la tengo.
Pobre e inocente muchacha que tuvo la mala suerte de recibir en su nacimiento el mismo nombre de uno de los individuos de la lista, ella solo estaba de paso, tan solo era una recién llegada que se iría con viento fresco al día siguiente... si, se iría, solo que no como ella esperaba.
Tras salir del agua (y después de gastar un puñado de toallas en secarse el pelo) Gali marchó una vez más a las calles de Lagarto, seguramente no quedara demasiado tiempo para que la mujer que había en el laboratorio se convirtiera en una bolsa de arpillera sanguinolenta. Gali memorizó unos cuantos nombres y se adentró en las callejuelas de la ciudad.
El sol estaba cada vez más bajo cuando el monje giró una esquina y una muchacha se dio de bruces contra él.
-Tranquila, no ha sido nada.
Gali bajó la cabeza y sonrió amable a la mujer, acto seguido miró al encapuchado con la misma sonrisa y este desapareció por donde vino. El dragón dio entonces un paso atrás y se llevó la mano derecha al pecho izquierdo y luego a la frente.
-Buenas... -Gali observó el cielo por un segundo. -noches. Estas calles son muy traicioneras, antes esta ciudad era solo un puñado de tiendas que poco a poco fueron cambiando hasta formar edificios. Es normal perderse -Explicaba calmado el grandullón. -en esta ciudad. Mi nombre es Gali ¿Cuál es el tuyo?
El moreno esperó la respuesta y tras recibirla ensanchó la sonrisa.
-Un placer. Ven, te sacare de este laberinto y si me lo permites te preparare una infusión para los nervios.
El rostro afable y la voz serena del moreno, no rebelaban ninguna señal del peligro al que estaba dirigiendo a la mujer.
-Soy amigo del galeno de la ciudad y me consigue hierbas de todo tipo. ¿Hay alguna en particular que te guste? seguro que la tengo.
Pobre e inocente muchacha que tuvo la mala suerte de recibir en su nacimiento el mismo nombre de uno de los individuos de la lista, ella solo estaba de paso, tan solo era una recién llegada que se iría con viento fresco al día siguiente... si, se iría, solo que no como ella esperaba.
Go'el
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Re: Experimentos infructuosos [Privado] [+18] [Cerrado]
Nahir aprovecho el tiempo que el hombre tomó para hablarle para poder examinar mejor sus facciones, su ropa…
- Nahir… - susurró algo tímida.
No sabía por qué, pero la sonrisa de aquel hombre la tranquilizaba. Parecía alguien muy agradable.
En un principio la morena iba a rechazar la invitación del hombre, pero no parecían haber malas intenciones en sus palabras, y a fin de cuentas no era la primera vez que paraba a hablar con un desconocido. ¿Qué podría salir mal?
- Oh, pues la verdad es que estoy acostumbrada a casi todas. Mi madre es alquimista y desde bien pequeña se ha empeñado en familiarizarme con todo su mundo. –notó que empezaba a acelerarse, así que se tomó un segundo para respirar y calmarse, antes de empezar a hablar con una loca. – Con un poco de agua va bien…- añadió
Se dejó guiar por Gali por las cada vez más oscuras calles de la cuidad. A decir verdad, se sentía más segura yendo a su lado que sola, nadie más se había atrevido a acecharla o dirigirle malas palabras en el resto de camino.
Llegaron a un edificio muy sencillo, con las ventanas de color negro desde las que no se podía ver el interior. Por lo que había dicho el moreno y el cartel de la puerta, aquel debería ser el lugar de trabajo de galano. Nahir no dudó en entrar cuando el hombre dragón se lo ofreció.
Nada más entra le llamó la atención una de las paredes de la sala, esta estaba llena de cajones etiquetados con nombres de plantas e ingredientes. Seguro que su madre se volvería loca en un lugar como ese. Después su vista se desvió hasta el mostrador, era muy bonito. La pared tras este estaba repleta de frascos y pociones, todo aquello era increíble.
Gali se fue un momento, dejando a la bruja sola. Se acercó a la estantería a leer las etiquetas y, aunque se consideraba una persona con conocimiento en el tema, más de la mitad de los nombres no los conocía. Se notaba que habían empleado mucho trabajo en aquel lugar.
Por primera vez se imaginó dedicando su vida a lo mismo que su madre, en un lugar como ese. Sacudió la cabeza, sí que es verdad que le gustaba ayudar, pero no terminaba de verse en un ambiente así para siempre. Al volver a las islas se pasaría por la academia Hekshold, quizás una temporada ahí le ayudaba a aclarar un poco su futuro.
- Nahir… - susurró algo tímida.
No sabía por qué, pero la sonrisa de aquel hombre la tranquilizaba. Parecía alguien muy agradable.
En un principio la morena iba a rechazar la invitación del hombre, pero no parecían haber malas intenciones en sus palabras, y a fin de cuentas no era la primera vez que paraba a hablar con un desconocido. ¿Qué podría salir mal?
- Oh, pues la verdad es que estoy acostumbrada a casi todas. Mi madre es alquimista y desde bien pequeña se ha empeñado en familiarizarme con todo su mundo. –notó que empezaba a acelerarse, así que se tomó un segundo para respirar y calmarse, antes de empezar a hablar con una loca. – Con un poco de agua va bien…- añadió
Se dejó guiar por Gali por las cada vez más oscuras calles de la cuidad. A decir verdad, se sentía más segura yendo a su lado que sola, nadie más se había atrevido a acecharla o dirigirle malas palabras en el resto de camino.
Llegaron a un edificio muy sencillo, con las ventanas de color negro desde las que no se podía ver el interior. Por lo que había dicho el moreno y el cartel de la puerta, aquel debería ser el lugar de trabajo de galano. Nahir no dudó en entrar cuando el hombre dragón se lo ofreció.
Nada más entra le llamó la atención una de las paredes de la sala, esta estaba llena de cajones etiquetados con nombres de plantas e ingredientes. Seguro que su madre se volvería loca en un lugar como ese. Después su vista se desvió hasta el mostrador, era muy bonito. La pared tras este estaba repleta de frascos y pociones, todo aquello era increíble.
Gali se fue un momento, dejando a la bruja sola. Se acercó a la estantería a leer las etiquetas y, aunque se consideraba una persona con conocimiento en el tema, más de la mitad de los nombres no los conocía. Se notaba que habían empleado mucho trabajo en aquel lugar.
Por primera vez se imaginó dedicando su vida a lo mismo que su madre, en un lugar como ese. Sacudió la cabeza, sí que es verdad que le gustaba ayudar, pero no terminaba de verse en un ambiente así para siempre. Al volver a las islas se pasaría por la academia Hekshold, quizás una temporada ahí le ayudaba a aclarar un poco su futuro.
Nahir
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Re: Experimentos infructuosos [Privado] [+18] [Cerrado]
Existe un refrán que reza: "Se consigue más con miel que con hiel". Gali era la prueba patente de esa frase, gracias a un simple comentario el monje había descubierto que Nahir tenía cierto conocimiento sobre las plantas, lo que significaba que debería tener cuidado con la infusión relajante que estaba preparando.
El dragón introdujo agua en la tetera y un saco con hierbas soporíferas, a continuación abrió el expositor de tés y escogió unas frambuesas y unos trocitos de melocotones secos. Aquellas dos frutas esconderían el leve aroma de las otras plantas y aportaría unos matices tan sabrosos al agua que el amargor del somnífero no se percibiría.
-Nahir, siéntete libre de sentarte. -Gali movió una mano hacia los cojines. -Enseguida estará tu agua.
El monje le guiñó el ojo, divertido por la broma. La muchacha había pedido agua y eso le estaba ofreciendo, pero en forma de infusión... a fin de cuentas sin aquel liquido sería imposible realizar un té.
-Espero que te gusten los sabores dulces. -El moreno sirvió el bebedizo en un vaso de madera y lo acercó a la muchacha. -¿Te interesaría trabajar con nosotros?
La pregunta era amable y sincera. Realmente Go´el necesitaba un ayudante.
-Estoy seguro de que tu madre te enseñó bien y nosotros vamos un poco cortos de personal.
El monje dejó pequeñas pausas en la conversación para que la muchacha contestara y bebiera, cuando estuvo seguro de que había ingerido lo suficiente Gali cogió al tetera de la mesa y se fue hacia el mostrador.
El dragón se puso de cuclillas aunque aquello no sirvió de mucho, pues su cabeza aun sobresalía por la barra de recepción, pero por lo menos con eso conseguía llegar al cubo con agua que había debajo. Aquel cubo hacía las veces de palangana para lavar trastos.
Una vez se hubo dormido la mujer Gali la levantó y la llevó hasta la camilla del macabro laboratorio, sin decir nada recogió la nueva bolsa de arpillera y se fue por la puerta trasera de la casa.
Go´el miró a su compañero con una sonrisa perturbadora mientras examinaba el cuerpo que le estaba colocando en la camilla de los experimentos.
Aquella construcción era especial, de hierro brillante, casi plateado, poseía el contorno de un cuerpo humano básico, las piernas y los brazos quedaban entreabiertas y la cabeza tenía su propio apartado.
El científico removió todas las alhajas a Nahir, como si fuera un ritual, e hizo lo mismo con la ropa. A medida que las prendas pasaban por las extremidades Go´el las ataba con correas a la mesa de juegos, aseguró los tobillos y las muñecas, los hombros y las rodilla, así como también la cabeza pasando una cincha por la frente.
El rubio no sabía que raza era aquella mujer y en muy raras ocasiones se lo decían cuando entraban en esta sala, a menos que tuviera distintivos físicos característicos Go´el debería esperar a una demostración de poder.
Y eso fue lo que hizo, el doctor se quedó agazapado en la oscuridad que rodeaba la camilla y esperó impaciente y excitado, esperó ansioso a que la mujer despertara, deseoso de comenzar su nuevo experimento.
El dragón introdujo agua en la tetera y un saco con hierbas soporíferas, a continuación abrió el expositor de tés y escogió unas frambuesas y unos trocitos de melocotones secos. Aquellas dos frutas esconderían el leve aroma de las otras plantas y aportaría unos matices tan sabrosos al agua que el amargor del somnífero no se percibiría.
-Nahir, siéntete libre de sentarte. -Gali movió una mano hacia los cojines. -Enseguida estará tu agua.
El monje le guiñó el ojo, divertido por la broma. La muchacha había pedido agua y eso le estaba ofreciendo, pero en forma de infusión... a fin de cuentas sin aquel liquido sería imposible realizar un té.
-Espero que te gusten los sabores dulces. -El moreno sirvió el bebedizo en un vaso de madera y lo acercó a la muchacha. -¿Te interesaría trabajar con nosotros?
La pregunta era amable y sincera. Realmente Go´el necesitaba un ayudante.
-Estoy seguro de que tu madre te enseñó bien y nosotros vamos un poco cortos de personal.
El monje dejó pequeñas pausas en la conversación para que la muchacha contestara y bebiera, cuando estuvo seguro de que había ingerido lo suficiente Gali cogió al tetera de la mesa y se fue hacia el mostrador.
El dragón se puso de cuclillas aunque aquello no sirvió de mucho, pues su cabeza aun sobresalía por la barra de recepción, pero por lo menos con eso conseguía llegar al cubo con agua que había debajo. Aquel cubo hacía las veces de palangana para lavar trastos.
Una vez se hubo dormido la mujer Gali la levantó y la llevó hasta la camilla del macabro laboratorio, sin decir nada recogió la nueva bolsa de arpillera y se fue por la puerta trasera de la casa.
Go´el miró a su compañero con una sonrisa perturbadora mientras examinaba el cuerpo que le estaba colocando en la camilla de los experimentos.
Aquella construcción era especial, de hierro brillante, casi plateado, poseía el contorno de un cuerpo humano básico, las piernas y los brazos quedaban entreabiertas y la cabeza tenía su propio apartado.
El científico removió todas las alhajas a Nahir, como si fuera un ritual, e hizo lo mismo con la ropa. A medida que las prendas pasaban por las extremidades Go´el las ataba con correas a la mesa de juegos, aseguró los tobillos y las muñecas, los hombros y las rodilla, así como también la cabeza pasando una cincha por la frente.
El rubio no sabía que raza era aquella mujer y en muy raras ocasiones se lo decían cuando entraban en esta sala, a menos que tuviera distintivos físicos característicos Go´el debería esperar a una demostración de poder.
Y eso fue lo que hizo, el doctor se quedó agazapado en la oscuridad que rodeaba la camilla y esperó impaciente y excitado, esperó ansioso a que la mujer despertara, deseoso de comenzar su nuevo experimento.
Go'el
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Re: Experimentos infructuosos [Privado] [+18] [Cerrado]
Nahir hizo caso al hombre y se sentó donde este le había indicado, no sin dejar de mirar todo a su alrededor. Realmente le parecía un lugar precioso, podía coger ideas y ayudar a su madre a montar algo parecido en casa ahora que tenía tanto espacio libre.
Por el olor y las palabras del moreno la bruja pudo deducir que le estaría preparando alguna infusión, aunque había tantos olores ahí dentro que era casi imposible sacar más conclusiones.
- No te preocupes… no quisiera ser una molestia…- dijo con la voz un poco alzada, para que el hombre le pudiese escuchar desde a otra habitación.
¿Qué si le gustaba el dulce? La sonrisa de la bruja contestó sin necesidad de decir palabra. Cogió el vaso con ambas manos y se lo acercó a los labios, tocando levemente el vaso con ellos para notar cuan caliente esteba el agua.
- Gracias. – hizo una pequeña pausa, escuchando al moreno. - ¿Trabajar aquí? No sé si sería de mucha ayuda. Sí, mi madre me enseñó a identificar plantas y sus propiedades, pero la verdad… después no se ponerlo en práctica. – sonrió antes de darle un sorbito al vaso de madera. Cerró los ojos, intentando descifrar el sabor. Era dulce, como le había dicho, y sabía ligeramente a frutas, estaba muy bueno. – No creo que me quede mucho tiempo por aquí, pero si necesitáis ayuda lo haré encantada, es lo menos que podría hacer por haberme ayudado antes. – esta vez dio un trago más grande, ya no quemaba. –Aunque primero me tendríais que enseñar algo, no quisiera hacer algo mal…- sonrió tímida recordando su mal comenzó en la posada, recordaba que incluso hacer lo más cotidiano lr había puesto nerviosa, no quería que eso se repitiese.
Se notaba algo externa, notaba su cuerpo extraño. Empezó a notar un calor que nacía en su pecho y se extendía por su cuello y subía hasta las orejas. Un sudor frío cubrió su nuca. Tragó saliva pensando que quizás aún estaría nerviosa por lo que había pasado fuera, pero desde que había entrado en aquel lugar que se sentía muy cómoda. Tampoco pensó que fuese por la infusión, no estaba tan caliente…
Siguió con la miraba al hombre, teniendo que entrecerrar los ojos para poder enfocar bien. Se sentía cansada, como si no hubiese dormido en tres días. Apoyó la cabeza en uno de los cojines, sentía que sus ojos pesaban una tonelada. Movió un poco el cuerpo intentando desperezarse, sin resultados, era como si no pudiese controlar ni sus extremidades. Cada pestañeo era más largo y pesado que el anterior, le costaba mantenerse despierta. ¿Qué le estaba pasando? En una de esas no volvió a abrir los ojos.
Todo era oscuridad. Poco a poco fue recuperando la sensibilidad de su cuerpo, sentía como si alguien la tocase y escuchaba voces muy lejanas. Era como si no estuviese dentro de su propio cuerpo. La voz sonaba distorsionada, aun así se esforzó en intentar reconocerla, sin resultados. Notaba movimiento, pero no alcanzaba a reconocer si era ella la que se movía o si era otra cosa a su alrededor.
Aún estaba con los ojos cerrados cuando sus sentidos estaban casi recuperados. Se sentía atada a algo que parecía ser una mesa, abrió los ojos poco a poco. Su corazón empezó a acelerarse. Intentó mover los brazos y las piernas, poniéndose más nerviosa al comprobar que ciertamente estaba inmovilizada. Una gota de sudor empezó a recorrer su frente, deteniéndose en la cinta que la atravesaba. Alzó los ojos, como si pudiese verla. Su pecho empezó a moverse de manera violenta, como si todo el aire que entraba en sus pulmones no fuese suficiente.
Miró a su alrededor, todo estaba muy oscuro y sus ojos aún no se había acostumbrado a aquella iluminación. Creyó estar sola.
- So…soco-rro…- hijo con un hilo de voz, débil y asustada.
Aquello debía ser un error o, mejor dicho, una pesadilla. Eso es lo que estaba pasando, continuaba dormida, todo aquello no era más que una horrible y realista pesadilla.
Intentó mover la cabeza hacía un lado pero la cinta que la sujetaba empezó a hacerle daño. Después intentó hacer un poco de fuerza en los amarres de las muñecas, intentando escurrir la mano por estas y liberarse. Podía notar el dolor en los huesos y la piel estirarse, pellizcándose con los amarres. Las lágrimas empezaron a resbalar por sus mejillas, pero no a causa del dolor si no más bien por el miedo.
Fue entonces cuando se percató de que no estaba sola, había un hombre cerca de la camilla. La estaba mirando.
- Po-por favor… - le costaba hablar.
Ni siquiera recordaba cómo había acabado allí. Haciendo memoria pudo acordarse de los callejones, del hombre que la perseguís… Gali. Aquel nombre apareció en su cabeza como si lo hubiese colocado alguien a propósito. Nahir había aceptado la invitación a tomar un té en aquella botica y… por mucho que lo intentaba no conseguía recordar nada más.
- Gali...- no era una pregunta ni tampoco un reproche, al parecer la joven aún no había asociado al moreno con lo que le había sucedido, y más bien su voz sonaba como una súplica.
El hombre continuaba mirándola, incluso podría jurar que no lo había visto ni pestañear. No sentía que tuviese muchas posibilidades de salir de ahí si no era con ayuda, y ese tipo no parecía tener la intención de hacerlo, si no todo lo contrario.
Intentó concentrar todo el frío en sus muñecas, esperando que el material con el que estaban sujetas cediese a la baja temperatura.
Por el olor y las palabras del moreno la bruja pudo deducir que le estaría preparando alguna infusión, aunque había tantos olores ahí dentro que era casi imposible sacar más conclusiones.
- No te preocupes… no quisiera ser una molestia…- dijo con la voz un poco alzada, para que el hombre le pudiese escuchar desde a otra habitación.
¿Qué si le gustaba el dulce? La sonrisa de la bruja contestó sin necesidad de decir palabra. Cogió el vaso con ambas manos y se lo acercó a los labios, tocando levemente el vaso con ellos para notar cuan caliente esteba el agua.
- Gracias. – hizo una pequeña pausa, escuchando al moreno. - ¿Trabajar aquí? No sé si sería de mucha ayuda. Sí, mi madre me enseñó a identificar plantas y sus propiedades, pero la verdad… después no se ponerlo en práctica. – sonrió antes de darle un sorbito al vaso de madera. Cerró los ojos, intentando descifrar el sabor. Era dulce, como le había dicho, y sabía ligeramente a frutas, estaba muy bueno. – No creo que me quede mucho tiempo por aquí, pero si necesitáis ayuda lo haré encantada, es lo menos que podría hacer por haberme ayudado antes. – esta vez dio un trago más grande, ya no quemaba. –Aunque primero me tendríais que enseñar algo, no quisiera hacer algo mal…- sonrió tímida recordando su mal comenzó en la posada, recordaba que incluso hacer lo más cotidiano lr había puesto nerviosa, no quería que eso se repitiese.
Se notaba algo externa, notaba su cuerpo extraño. Empezó a notar un calor que nacía en su pecho y se extendía por su cuello y subía hasta las orejas. Un sudor frío cubrió su nuca. Tragó saliva pensando que quizás aún estaría nerviosa por lo que había pasado fuera, pero desde que había entrado en aquel lugar que se sentía muy cómoda. Tampoco pensó que fuese por la infusión, no estaba tan caliente…
Siguió con la miraba al hombre, teniendo que entrecerrar los ojos para poder enfocar bien. Se sentía cansada, como si no hubiese dormido en tres días. Apoyó la cabeza en uno de los cojines, sentía que sus ojos pesaban una tonelada. Movió un poco el cuerpo intentando desperezarse, sin resultados, era como si no pudiese controlar ni sus extremidades. Cada pestañeo era más largo y pesado que el anterior, le costaba mantenerse despierta. ¿Qué le estaba pasando? En una de esas no volvió a abrir los ojos.
Todo era oscuridad. Poco a poco fue recuperando la sensibilidad de su cuerpo, sentía como si alguien la tocase y escuchaba voces muy lejanas. Era como si no estuviese dentro de su propio cuerpo. La voz sonaba distorsionada, aun así se esforzó en intentar reconocerla, sin resultados. Notaba movimiento, pero no alcanzaba a reconocer si era ella la que se movía o si era otra cosa a su alrededor.
Aún estaba con los ojos cerrados cuando sus sentidos estaban casi recuperados. Se sentía atada a algo que parecía ser una mesa, abrió los ojos poco a poco. Su corazón empezó a acelerarse. Intentó mover los brazos y las piernas, poniéndose más nerviosa al comprobar que ciertamente estaba inmovilizada. Una gota de sudor empezó a recorrer su frente, deteniéndose en la cinta que la atravesaba. Alzó los ojos, como si pudiese verla. Su pecho empezó a moverse de manera violenta, como si todo el aire que entraba en sus pulmones no fuese suficiente.
Miró a su alrededor, todo estaba muy oscuro y sus ojos aún no se había acostumbrado a aquella iluminación. Creyó estar sola.
- So…soco-rro…- hijo con un hilo de voz, débil y asustada.
Aquello debía ser un error o, mejor dicho, una pesadilla. Eso es lo que estaba pasando, continuaba dormida, todo aquello no era más que una horrible y realista pesadilla.
Intentó mover la cabeza hacía un lado pero la cinta que la sujetaba empezó a hacerle daño. Después intentó hacer un poco de fuerza en los amarres de las muñecas, intentando escurrir la mano por estas y liberarse. Podía notar el dolor en los huesos y la piel estirarse, pellizcándose con los amarres. Las lágrimas empezaron a resbalar por sus mejillas, pero no a causa del dolor si no más bien por el miedo.
Fue entonces cuando se percató de que no estaba sola, había un hombre cerca de la camilla. La estaba mirando.
- Po-por favor… - le costaba hablar.
Ni siquiera recordaba cómo había acabado allí. Haciendo memoria pudo acordarse de los callejones, del hombre que la perseguís… Gali. Aquel nombre apareció en su cabeza como si lo hubiese colocado alguien a propósito. Nahir había aceptado la invitación a tomar un té en aquella botica y… por mucho que lo intentaba no conseguía recordar nada más.
- Gali...- no era una pregunta ni tampoco un reproche, al parecer la joven aún no había asociado al moreno con lo que le había sucedido, y más bien su voz sonaba como una súplica.
El hombre continuaba mirándola, incluso podría jurar que no lo había visto ni pestañear. No sentía que tuviese muchas posibilidades de salir de ahí si no era con ayuda, y ese tipo no parecía tener la intención de hacerlo, si no todo lo contrario.
Intentó concentrar todo el frío en sus muñecas, esperando que el material con el que estaban sujetas cediese a la baja temperatura.
Nahir
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Re: Experimentos infructuosos [Privado] [+18] [Cerrado]
Siempre era lo mismo, los sujetos de pruebas o lloraban presas del miedo y el pánico o gritaban y peleaban con la fatua esperanza de por salir vivo de aquella camilla.
-Gali no está.
Aclaró Go´el con voz neutra y pausada. Con la voz de alguien acostumbrado a su trabajo, solo que en lugar de cultivar lechugas, el galeno cultivaba sacos de arpillera en el bosque cercano.
-Aunque tampoco lo verías si estuviera.
El rubio estiró el brazo hacia las agarraderas de las muñecas para comprobar que el forcejeo no las hubiera soltado. La tenue luz mostraba la pálida piel del doctor, enseñaba a la acobardada Nahir como unos dedos largos y estilizados tocaban las correas y luego se separaban al sentir el frio en el cuero.
Go´el sonrió en las sombras, aquello solo podía significar que la mujer o bien era un caballero dragón o bien una bruja tensai de agua.
El científico descarto la primera hipótesis, si fuera una dragona abría roto su código y se hubiera transformado... aunque a lo mejor aún no estaba lo suficiente desesperada.
En cualquier caso, el experimento seria el mismo, lo que al galeno le había interesado es que controlara la magia acuática.
Go´el rio emocionado mientras cambiaba de forma, su espalda se ensanchó y sus piernas se alargaron dándole más altura, sus oreja se estiraron y su pelo se encaneció, el rostro se deformo en una mandíbula prominente llena de dientes puntiagudos y una lengua bífida, la pálida piel se tornó azul y naranja, algunas escamas se endurecieron creando espinas en hombros y codos.
-Exsssperimento 626 -La voz de Go´el adquirió un sutil siseo y el tono bajo una octava. -Segunda prueba de hibridación. La sujeto de pruebasss a demossstrado cierto nivel de dominio sobre el agua.
El dragón humanoide rodeo la camilla y se adentró en el radio de luz de la camilla, colocándose entre las piernas de la mujer. Las escamas del bajo vientre de Go´el se fueron abriendo dejando a la vista, no uno, sino dos miembros viriles.
-Por tu bien te recomiendo que no te resisssstas, te sssera menos doloroso así.
Go´el no volvió a soltar palabra, ni siquiera demostró signos de disfrute personal, tan solo pulso y respiración acelerados. En los pequeños ojos reptilianos brillaba la excitación, pero no por el acto sexual no consentido sino por los futuros resultados que obtendría de él.
No importó lo que Nahir hiciera por intentar frustrar el experimento del científico, todos las opciones fracasaron y lo único que lograron fue provocar más dolor a la bruja... si tan solo hubiera hecho caso al doctor a lo mejor, quizás, hasta lo hubiera disfrutado.
-Gali no está.
Aclaró Go´el con voz neutra y pausada. Con la voz de alguien acostumbrado a su trabajo, solo que en lugar de cultivar lechugas, el galeno cultivaba sacos de arpillera en el bosque cercano.
-Aunque tampoco lo verías si estuviera.
El rubio estiró el brazo hacia las agarraderas de las muñecas para comprobar que el forcejeo no las hubiera soltado. La tenue luz mostraba la pálida piel del doctor, enseñaba a la acobardada Nahir como unos dedos largos y estilizados tocaban las correas y luego se separaban al sentir el frio en el cuero.
Go´el sonrió en las sombras, aquello solo podía significar que la mujer o bien era un caballero dragón o bien una bruja tensai de agua.
El científico descarto la primera hipótesis, si fuera una dragona abría roto su código y se hubiera transformado... aunque a lo mejor aún no estaba lo suficiente desesperada.
En cualquier caso, el experimento seria el mismo, lo que al galeno le había interesado es que controlara la magia acuática.
Go´el rio emocionado mientras cambiaba de forma, su espalda se ensanchó y sus piernas se alargaron dándole más altura, sus oreja se estiraron y su pelo se encaneció, el rostro se deformo en una mandíbula prominente llena de dientes puntiagudos y una lengua bífida, la pálida piel se tornó azul y naranja, algunas escamas se endurecieron creando espinas en hombros y codos.
-Exsssperimento 626 -La voz de Go´el adquirió un sutil siseo y el tono bajo una octava. -Segunda prueba de hibridación. La sujeto de pruebasss a demossstrado cierto nivel de dominio sobre el agua.
El dragón humanoide rodeo la camilla y se adentró en el radio de luz de la camilla, colocándose entre las piernas de la mujer. Las escamas del bajo vientre de Go´el se fueron abriendo dejando a la vista, no uno, sino dos miembros viriles.
-Por tu bien te recomiendo que no te resisssstas, te sssera menos doloroso así.
Go´el no volvió a soltar palabra, ni siquiera demostró signos de disfrute personal, tan solo pulso y respiración acelerados. En los pequeños ojos reptilianos brillaba la excitación, pero no por el acto sexual no consentido sino por los futuros resultados que obtendría de él.
No importó lo que Nahir hiciera por intentar frustrar el experimento del científico, todos las opciones fracasaron y lo único que lograron fue provocar más dolor a la bruja... si tan solo hubiera hecho caso al doctor a lo mejor, quizás, hasta lo hubiera disfrutado.
Go'el
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Re: Experimentos infructuosos [Privado] [+18] [Cerrado]
Nahir creía que se iba a desmayar, sentía un fuerte dolor torácico y la sensación de asfixia cada vez era mayor.
Se estremeció cuando su piel se puso en contacto con la suya, si hubiese podido, se hubiese hecho un ovillo hacía el lado contraría donde se encontraba el rubio. Era muy pálido, de cabellos rubios y largos. Aunque Nahir no se fijaba ya en aquello, solo podía percibir el calor de su cuerpo, el tono de su voz cuando se dirigía a ella, aquella sonrisa que le dedicó… el bello de todo su cuerpo se erizó al ver aquella sonrisa, no parecía que él pensase que aquello se trataba de una equivocación, y por la seguridad con la que se movía, tampoco era la primera vez que lo hacía.
Tenía que hacer algo para salir de ahí.
Podía escuchar su propio corazón, este latía tan fuerte que retumbaba en su interior. Al parecer el frío no había afectado a los amarres, pero por el tacto estaba casi segura de que se trataba de cuero, si aplicaba el agua suficiente, al secarse, el material se endurecería, favoreciendo la aparición de grietas, llegado ese momento aplicando un poco de fuerza no debería costarle romperlas.
La bruja intentó concentrarse en sus extremidades, concretamente en la parte superior. Movió ligeramente las manos, dentro de las limitaciones, y empezó a hacer un charco de agua bajo la correa.
Volvió la cabeza en dirección al hombre cuando este se rió. Era una risa que casi paraliza a la morena. Acto seguido se transformó, pero no fue una transformación completa como había visto con anterioridad, se mezclaron los rasgos de dragón con la forma humanoide. No pestañeó, estaba aterrada. Intentó apresurarse en liberar sus manos, al menos así se podría defender.
¿¡Prueba de hibridación!?
La bruja empezó a forcejear contra las correas, esperando que ya se hubiesen mojado lo suficiente, sin resultados. ¿Qué quería decir con aquellas palabras? ¿Experimento?
La voz del rubio había cambiado, ahora le resultaba aún más siniestra.
Su respiración movía su pecho de manera violenta, el hombre se estaba acercando a ella más y más, hasta clocarse entre sus piernas. No podía mover la cabeza, así que apenas podía verle ahí donde se había colocado. Hizo acopio de todas sus fuerzas para intentar liberarse una vez más, de nuevo para nada, las correar estaban empapadas, pero aún tenían que secarse para que se agrietaran.
Las últimas palabras del hombre pesaron con fuerza en ella, ¿realmente no había nada que hacer? No pudo evitar que sus ojos se humedeciesen. Era como si una fuerza invisible la hundiese aún más contra la camilla.
El hombre dragón se acercó a ella, haciendo que algunas de sus escamas rozasen la parte interna de las piernas de la bruja.
- ¡NO! – gritó desesperada la morena.
Había estado todo aquel rato con los puños apretados, al sentir su áspero contacto los abrió y utilizó un chorro de agua para que el hombre perdiese el equilibrio.
Si no podía romper las correas, quizás podría intentar desatarlas. El extremo del amarre empezó a moverse, no sabía muy bien en la dirección en que debía hacerlo, pero si el rubio tardaba un poco en levantarse tendría una oportunidad.
Podía sentir el sudor en su frente, los dedos le temblaban. Quería mover las correas con agilidad y destreza, pero los nervios estaban afectando a su precisión.
Y de golpe, el dolor y la presión de una de sus muñecas desapareció, sintiendo un gran alivio. Su intención era liberar la otra mano y la cabeza, para poder moverse mejor, pero seguramente no tuviese tanto tiempo, así que alzó el brazo que tenía libre e intentó atacar al rubio con un látigo de agua, aunque era algo arriesgado ya que no sabía exactamente donde se encontraba. Movió la mano, intentando abarcar el mayor espacio.
Después se apresuró en empezar a soltar su cabeza y la mano que le quedaba.
Se estremeció cuando su piel se puso en contacto con la suya, si hubiese podido, se hubiese hecho un ovillo hacía el lado contraría donde se encontraba el rubio. Era muy pálido, de cabellos rubios y largos. Aunque Nahir no se fijaba ya en aquello, solo podía percibir el calor de su cuerpo, el tono de su voz cuando se dirigía a ella, aquella sonrisa que le dedicó… el bello de todo su cuerpo se erizó al ver aquella sonrisa, no parecía que él pensase que aquello se trataba de una equivocación, y por la seguridad con la que se movía, tampoco era la primera vez que lo hacía.
Tenía que hacer algo para salir de ahí.
Podía escuchar su propio corazón, este latía tan fuerte que retumbaba en su interior. Al parecer el frío no había afectado a los amarres, pero por el tacto estaba casi segura de que se trataba de cuero, si aplicaba el agua suficiente, al secarse, el material se endurecería, favoreciendo la aparición de grietas, llegado ese momento aplicando un poco de fuerza no debería costarle romperlas.
La bruja intentó concentrarse en sus extremidades, concretamente en la parte superior. Movió ligeramente las manos, dentro de las limitaciones, y empezó a hacer un charco de agua bajo la correa.
Volvió la cabeza en dirección al hombre cuando este se rió. Era una risa que casi paraliza a la morena. Acto seguido se transformó, pero no fue una transformación completa como había visto con anterioridad, se mezclaron los rasgos de dragón con la forma humanoide. No pestañeó, estaba aterrada. Intentó apresurarse en liberar sus manos, al menos así se podría defender.
¿¡Prueba de hibridación!?
La bruja empezó a forcejear contra las correas, esperando que ya se hubiesen mojado lo suficiente, sin resultados. ¿Qué quería decir con aquellas palabras? ¿Experimento?
La voz del rubio había cambiado, ahora le resultaba aún más siniestra.
Su respiración movía su pecho de manera violenta, el hombre se estaba acercando a ella más y más, hasta clocarse entre sus piernas. No podía mover la cabeza, así que apenas podía verle ahí donde se había colocado. Hizo acopio de todas sus fuerzas para intentar liberarse una vez más, de nuevo para nada, las correar estaban empapadas, pero aún tenían que secarse para que se agrietaran.
Las últimas palabras del hombre pesaron con fuerza en ella, ¿realmente no había nada que hacer? No pudo evitar que sus ojos se humedeciesen. Era como si una fuerza invisible la hundiese aún más contra la camilla.
El hombre dragón se acercó a ella, haciendo que algunas de sus escamas rozasen la parte interna de las piernas de la bruja.
- ¡NO! – gritó desesperada la morena.
Había estado todo aquel rato con los puños apretados, al sentir su áspero contacto los abrió y utilizó un chorro de agua para que el hombre perdiese el equilibrio.
Si no podía romper las correas, quizás podría intentar desatarlas. El extremo del amarre empezó a moverse, no sabía muy bien en la dirección en que debía hacerlo, pero si el rubio tardaba un poco en levantarse tendría una oportunidad.
Podía sentir el sudor en su frente, los dedos le temblaban. Quería mover las correas con agilidad y destreza, pero los nervios estaban afectando a su precisión.
Y de golpe, el dolor y la presión de una de sus muñecas desapareció, sintiendo un gran alivio. Su intención era liberar la otra mano y la cabeza, para poder moverse mejor, pero seguramente no tuviese tanto tiempo, así que alzó el brazo que tenía libre e intentó atacar al rubio con un látigo de agua, aunque era algo arriesgado ya que no sabía exactamente donde se encontraba. Movió la mano, intentando abarcar el mayor espacio.
Después se apresuró en empezar a soltar su cabeza y la mano que le quedaba.
Nahir
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Re: Experimentos infructuosos [Privado] [+18] [Cerrado]
De nuevo se escuchó la risa demente de Go´el, aquel experimento sería mejor que el anterior, esta bruja poseía fuertes lazos con el agua.
El dragón humanoide retrocedió un paso, sus colas se movieron en el siguiente tambaleo hasta que el hombre consiguió falcar la garra sobre el suelo, para evitar que la presión del agua siguiera empujándolo. La macabra risotada solo se detuvo cuando Go´el habló.
-Ssssiempre se resissten.
Go´el se movió con rapidez por el laboratorio, alcanzó un recipiente cerámico y regresó a la camilla antes de que Nahir se siguiera soltando.
-No quería tener que utilizar a essstas pequeñasss, pero no me hass dejado opción. Pobres, -Dijo aquella palabra como si de verdad sintiera pena por algo. -se esssstresan mucho cuando tengo que quitarlesss la carne de la boca.
Mientras hablaba, el dragón colocó la mano en la frente de la bruja y volvió a asegurar la cincha. En el siguiente movimiento sujetó con más fuerza de la necesaria el brazo libre de la mujer y con la otra mano sacó un animal del recipiente.
-Estass criaturasss son Anfisbenas. -Explicó Go´el mostrando una serpiente con dos cabezas, una a cada extremo del cuerpo. -Se encuentran en el Lago Helado y no solo son inmunesss al frio, también son animales de presssa. -El dragón sonrió enseñando todos los dientes a la vez que colocaba la serpiente entorno a la muñeca de Nahir. -Cuando muerden, -La Anfisbena clavó los dientes de sus dos cabezas en la piel de la bruja, como si estuviera ensayado. -no sueltan a sssu apresa y cuanto más se resssiste más aprieta el mordisco y su cuerpo. ¿No es maravillossso?
Preguntó el doctor sacando otra y colocándola en la muñeca izquierda del sujeto de pruebas.
-Es la atadura perfecta para una bruja como tú, ya que... -Go´el hizo una pausa y cogió dos serpientes más. -los brujosss solo mueven seresss vivoss con su mente, cuando se especializan exclusivamente en esa disciplina. -El dragón volvió a colocarse entra las piernas de Nahir. -Te dije que no te resssistieras.
Tal y como vaticino el medico, la resistencia solo produjo un dolor innecesario en Nahir. Los dientes de las Anfisbenas se clavaban como agujas en la piel, sus cuerpos apretaban las extremidades hasta dejarlas moradas y si la bruja usaba su magia para enfríalas o congelarlas, estas respondían como si aquella humedad fuera una recompensa y apretaban con más ganas la piel de la morena.
Go´el colocó sus manos entre los costados de la mujer, se asió a la camilla y empujo con sus dos miembros, los hundió en el interior de la bruja hasta conseguir la eyaculación.
_________
Off: Mejorare el animal del bestiario, Anfisbena, para crear una entrada acorde al uso que acabo de darle, así como también ampliar la ficha sobre el animal.
El dragón humanoide retrocedió un paso, sus colas se movieron en el siguiente tambaleo hasta que el hombre consiguió falcar la garra sobre el suelo, para evitar que la presión del agua siguiera empujándolo. La macabra risotada solo se detuvo cuando Go´el habló.
-Ssssiempre se resissten.
Go´el se movió con rapidez por el laboratorio, alcanzó un recipiente cerámico y regresó a la camilla antes de que Nahir se siguiera soltando.
-No quería tener que utilizar a essstas pequeñasss, pero no me hass dejado opción. Pobres, -Dijo aquella palabra como si de verdad sintiera pena por algo. -se esssstresan mucho cuando tengo que quitarlesss la carne de la boca.
Mientras hablaba, el dragón colocó la mano en la frente de la bruja y volvió a asegurar la cincha. En el siguiente movimiento sujetó con más fuerza de la necesaria el brazo libre de la mujer y con la otra mano sacó un animal del recipiente.
-Estass criaturasss son Anfisbenas. -Explicó Go´el mostrando una serpiente con dos cabezas, una a cada extremo del cuerpo. -Se encuentran en el Lago Helado y no solo son inmunesss al frio, también son animales de presssa. -El dragón sonrió enseñando todos los dientes a la vez que colocaba la serpiente entorno a la muñeca de Nahir. -Cuando muerden, -La Anfisbena clavó los dientes de sus dos cabezas en la piel de la bruja, como si estuviera ensayado. -no sueltan a sssu apresa y cuanto más se resssiste más aprieta el mordisco y su cuerpo. ¿No es maravillossso?
Preguntó el doctor sacando otra y colocándola en la muñeca izquierda del sujeto de pruebas.
-Es la atadura perfecta para una bruja como tú, ya que... -Go´el hizo una pausa y cogió dos serpientes más. -los brujosss solo mueven seresss vivoss con su mente, cuando se especializan exclusivamente en esa disciplina. -El dragón volvió a colocarse entra las piernas de Nahir. -Te dije que no te resssistieras.
Tal y como vaticino el medico, la resistencia solo produjo un dolor innecesario en Nahir. Los dientes de las Anfisbenas se clavaban como agujas en la piel, sus cuerpos apretaban las extremidades hasta dejarlas moradas y si la bruja usaba su magia para enfríalas o congelarlas, estas respondían como si aquella humedad fuera una recompensa y apretaban con más ganas la piel de la morena.
Go´el colocó sus manos entre los costados de la mujer, se asió a la camilla y empujo con sus dos miembros, los hundió en el interior de la bruja hasta conseguir la eyaculación.
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Off: Mejorare el animal del bestiario, Anfisbena, para crear una entrada acorde al uso que acabo de darle, así como también ampliar la ficha sobre el animal.
Go'el
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Re: Experimentos infructuosos [Privado] [+18] [Cerrado]
La sangre se le heló al escuchar al hombre hablar a su lado, no le había dado tiempo a liberar su otra mano.
El porte del dragón, su forma de hablar, su mirada, su risa, todo él hacía estremecerse a la bruja de miedo, sus manos, ahora inmóviles, temblaban.
Este, con movimientos seguros y decididos, volvió a colocar bien a la bruja en la camilla. Nahir intentó poner un poco de resistencia, pero era como si todas sus fuerzas hubiesen desaparecidos. Desatarse era su única baza para poder defenderse, ahora que no lo había conseguido, no había nada que hacer. Cerró los ojos con fuerza cuando aseguró las correas de la frente, podía sentir como le adía la piel. Apretó su mano, la bruja abrió la boca como si fuese a soltar un chillido de dolor, pero no emitió sonido alguno. Podía notar como sus ojos empezaban a llenarse de lágrimas. No escuchaba la voz del hombre, era como si estuviese muy lejos. Notó que le estaba colocando algo en las extremidades, o eran cuerdas, su tacto era más bien como…
De entre los labios de la bruja escapó un gemido de dolor al notar los dientes de la extraña serpiente en su piel. Apretó los dientes, intentando mover un poco las manos para sacárselas de encima. “No sueltan a sssu apresa y cuanto más se resssiste más aprieta el mordisco”, escuchó Nahir empezando a sentirlo en sus carnes. Por cada movimiento que hacía aquella serpiente apretaba más su muñeca, intensificando el mordisco.
¿Ma-maravilloso? Aquella palabra que había empleado el hombre para formular su pregunta impactó a la morena.
- E-estás en-fermo… -susurró la bruja con un hilo de voz.
El rubio volvió a colocarse entre sus piernas. Nahir dejó escapar un fuerte grito de desesperación. Empezó a mover, o al menos intentar mover, piernas y brazos, pero las serpientes apretaban más y más, cortándole la circulación de la sangre. Apretaban cada vez más el mordisco, causándole un dolor ensordecedor. No sabía realmente que intentaba hacer, llegados a ese momento estaba tan confusa y aterrada que no sabía ni que estaba haciendo. La zona de sus extremidades se llenó de agua y después de hielo, cosa que no resultó ser buena idea ya que los animales parecían animarse aún más en su tarea. Intentaba con todas sus fuerzas sacarse al dragón de encima, pero era inútil.
Entonces el dragón entro en ella, brusco, violento. Sintió como si la estuviese desgarrando. Toda su cara se contrajo: apretó los ojos, arrugó la nariz, mordió sus labios. La lagrimas empezaron a correr por sus mejillas. Dejó de forcejear, dejó de oponer resistencia. Cerraba los ojos con cada embestida del hombre dragón, esperando que aquella fuese la última.
El porte del dragón, su forma de hablar, su mirada, su risa, todo él hacía estremecerse a la bruja de miedo, sus manos, ahora inmóviles, temblaban.
Este, con movimientos seguros y decididos, volvió a colocar bien a la bruja en la camilla. Nahir intentó poner un poco de resistencia, pero era como si todas sus fuerzas hubiesen desaparecidos. Desatarse era su única baza para poder defenderse, ahora que no lo había conseguido, no había nada que hacer. Cerró los ojos con fuerza cuando aseguró las correas de la frente, podía sentir como le adía la piel. Apretó su mano, la bruja abrió la boca como si fuese a soltar un chillido de dolor, pero no emitió sonido alguno. Podía notar como sus ojos empezaban a llenarse de lágrimas. No escuchaba la voz del hombre, era como si estuviese muy lejos. Notó que le estaba colocando algo en las extremidades, o eran cuerdas, su tacto era más bien como…
De entre los labios de la bruja escapó un gemido de dolor al notar los dientes de la extraña serpiente en su piel. Apretó los dientes, intentando mover un poco las manos para sacárselas de encima. “No sueltan a sssu apresa y cuanto más se resssiste más aprieta el mordisco”, escuchó Nahir empezando a sentirlo en sus carnes. Por cada movimiento que hacía aquella serpiente apretaba más su muñeca, intensificando el mordisco.
¿Ma-maravilloso? Aquella palabra que había empleado el hombre para formular su pregunta impactó a la morena.
- E-estás en-fermo… -susurró la bruja con un hilo de voz.
El rubio volvió a colocarse entre sus piernas. Nahir dejó escapar un fuerte grito de desesperación. Empezó a mover, o al menos intentar mover, piernas y brazos, pero las serpientes apretaban más y más, cortándole la circulación de la sangre. Apretaban cada vez más el mordisco, causándole un dolor ensordecedor. No sabía realmente que intentaba hacer, llegados a ese momento estaba tan confusa y aterrada que no sabía ni que estaba haciendo. La zona de sus extremidades se llenó de agua y después de hielo, cosa que no resultó ser buena idea ya que los animales parecían animarse aún más en su tarea. Intentaba con todas sus fuerzas sacarse al dragón de encima, pero era inútil.
Entonces el dragón entro en ella, brusco, violento. Sintió como si la estuviese desgarrando. Toda su cara se contrajo: apretó los ojos, arrugó la nariz, mordió sus labios. La lagrimas empezaron a correr por sus mejillas. Dejó de forcejear, dejó de oponer resistencia. Cerraba los ojos con cada embestida del hombre dragón, esperando que aquella fuese la última.
Nahir
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Re: Experimentos infructuosos [Privado] [+18] [Cerrado]
La primera fase de la investigación estaba cumplida. Go´el dio un paso atrás saliendo de la camilla y del interior de Nahir, se dirigió a una zona del laboratorio fuera del alcance de visión de la mesa de trabajo y sacó un trapo húmedo del interior de un barreño con agua, se limpió sus apéndices sexuales y estos se retrajeron adentro de las escamas.
-Intenta dormir. -Dijo el galeno desde las sombras de la habitación. -Mañana reanudaremos el experimento.
Con cada paso hacia la puerta las garras del dragón chocaban y resonaban contra el suelo, creando una macabra sinfonía en comunión con las lágrimas y el llanto ahogado de la bruja.
Ahí se quedó la pobre he inocente mujer. Sola, desnuda, mancillada y maniatada por unas serpientes que trataban de devorarla. Sin nadie que la consolarla, sin nadie que le dijera que esto tan solo era una horrible pesadilla... sin nadie pudiera explicarle que aquello había sido un error, un malentendido por parte del tranquilo monje, una desgracia coincidencia de nombres.
Las horas fueron pasando, la luna bajó y el sol subió, aunque este fue un hecho que la pobre bruja no pudo percibir hasta que el científico abrió la puerta del laboratorio.
Aquella era la única salida de aquel salón de torturas, no había ventanas por ningún lado y los sumideros eran demasiados pequeños para que entrara una persona.
Go´el entró al laboratorio con un candil en la mano y caminó por la estancia sin decir nada. La luz rebelaba que el lugar era mucho más amplio de lo que parecía. Al lado de la camilla de Nahir se encontraba una estructura piramidal de cuatro lados a la que le faltaba la punta, curiosamente uno de los cuatro lados estaba más levantado que el resto, como si aquel artilugio tuviera alguna clase de mecanismo móvil para regular el tamaño de la misma.
El rubio seguía sin decir nada, pero su sonrisa era cada vez más amplia, sus paso dejaron de ser humanos, ahora el laboratorio volvía a encerrar el repicar de las garras en el suelo.
Las pisadas se detuvieron frente a una mesa de estudio, se escuchó el sonido de una botella al abrirse, un líquido siendo vertido y el peculiar chirrido del corcho al ser devuelto al recipiente y de nuevo, el repicar de las garras contra el suelo de piedra.
Cuando el sonido se detuvo por completo la cabeza reptiliana del galeno apareció ante la visión de Nahir, la sonrisa que portaba el galeno ya dejaba ver todos los dientes puntiagudos.
Go´el siseó y apretó un trapo contra la nariz y la boca de la bruja, la tela estaba impregnada con un fuerte narcótico que noquearía a la mujer en poco tiempo.
Una vez que la droga hizo efecto Go´el soltó a las anfisbenas del cuerpo de Nahir usando un cebo vivo y más sencillo de capturar. El doctor aprovechó que las serpientes estaban entretenidas para cogerlas e introducirlas en las ánforas donde estaban ayer. Acto seguido cargó con el cuerpo de la mujer y lo deposito boca abajo sobre la extraña pirámide.
La cabeza de la bruja quedaba más baja que sus caderas y las extremidades habían sido atadas a los lados de la pirámide, utilizando unas nuevas anfisbenas.
Según las anotaciones del galeno aquella posición sería mucho más conveniente y satisfactoria para que el experimento diera resultados. El centro de Nahir había quedado inclinado hacia abajo, su feminidad estaba totalmente expuesta y en un ángulo idóneo para poder trabajar sin dificultades y sin que se perdiera ninguna segregación por el camino.
Poco le importó a Go´el si la mujer estaba despierta o dormida, el trabajo se podía realizar igual si ella estaba inconsciente.
Los dos miembros del dragón salieron de nuevo de entre las escamas repitiendo la acción del día anterior hasta llenar el orificio de Nahir.
-Exssscelente. -Dijo dándose por satisfecho y caminando hacia la mesa de estudio. -Cuando el reloj de tres vueltas volveremos a repetirlo.
El laboratorio volvió a quedar mudo, salvo por el sonido de una pluma al tocar el papel y el tintero, aunque... habían un par de sonidos más, uno de ellos era la angustia y el martirio del sujeto de pruebas sobra la pirámide y el otro el hipnótico deslizamiento de los granos de arena en el interior del reloj.
El lúgubre silencio se veía interrumpido cada vez que el tiempo de la tercera vuelta se terminaba. En ese momento Go´el se levantaba de la silla, dejaba de escribir y volvía a colocarse detrás de Nahir.
El dragón repetía la acción una, y otra, y otra vez... cuando el tiempo se agotaba el sujeto de pruebas era sometido y mancillado.
-Intenta dormir. -Dijo el galeno desde las sombras de la habitación. -Mañana reanudaremos el experimento.
Con cada paso hacia la puerta las garras del dragón chocaban y resonaban contra el suelo, creando una macabra sinfonía en comunión con las lágrimas y el llanto ahogado de la bruja.
Ahí se quedó la pobre he inocente mujer. Sola, desnuda, mancillada y maniatada por unas serpientes que trataban de devorarla. Sin nadie que la consolarla, sin nadie que le dijera que esto tan solo era una horrible pesadilla... sin nadie pudiera explicarle que aquello había sido un error, un malentendido por parte del tranquilo monje, una desgracia coincidencia de nombres.
Las horas fueron pasando, la luna bajó y el sol subió, aunque este fue un hecho que la pobre bruja no pudo percibir hasta que el científico abrió la puerta del laboratorio.
Aquella era la única salida de aquel salón de torturas, no había ventanas por ningún lado y los sumideros eran demasiados pequeños para que entrara una persona.
Go´el entró al laboratorio con un candil en la mano y caminó por la estancia sin decir nada. La luz rebelaba que el lugar era mucho más amplio de lo que parecía. Al lado de la camilla de Nahir se encontraba una estructura piramidal de cuatro lados a la que le faltaba la punta, curiosamente uno de los cuatro lados estaba más levantado que el resto, como si aquel artilugio tuviera alguna clase de mecanismo móvil para regular el tamaño de la misma.
El rubio seguía sin decir nada, pero su sonrisa era cada vez más amplia, sus paso dejaron de ser humanos, ahora el laboratorio volvía a encerrar el repicar de las garras en el suelo.
Las pisadas se detuvieron frente a una mesa de estudio, se escuchó el sonido de una botella al abrirse, un líquido siendo vertido y el peculiar chirrido del corcho al ser devuelto al recipiente y de nuevo, el repicar de las garras contra el suelo de piedra.
Cuando el sonido se detuvo por completo la cabeza reptiliana del galeno apareció ante la visión de Nahir, la sonrisa que portaba el galeno ya dejaba ver todos los dientes puntiagudos.
Go´el siseó y apretó un trapo contra la nariz y la boca de la bruja, la tela estaba impregnada con un fuerte narcótico que noquearía a la mujer en poco tiempo.
Una vez que la droga hizo efecto Go´el soltó a las anfisbenas del cuerpo de Nahir usando un cebo vivo y más sencillo de capturar. El doctor aprovechó que las serpientes estaban entretenidas para cogerlas e introducirlas en las ánforas donde estaban ayer. Acto seguido cargó con el cuerpo de la mujer y lo deposito boca abajo sobre la extraña pirámide.
La cabeza de la bruja quedaba más baja que sus caderas y las extremidades habían sido atadas a los lados de la pirámide, utilizando unas nuevas anfisbenas.
Según las anotaciones del galeno aquella posición sería mucho más conveniente y satisfactoria para que el experimento diera resultados. El centro de Nahir había quedado inclinado hacia abajo, su feminidad estaba totalmente expuesta y en un ángulo idóneo para poder trabajar sin dificultades y sin que se perdiera ninguna segregación por el camino.
Poco le importó a Go´el si la mujer estaba despierta o dormida, el trabajo se podía realizar igual si ella estaba inconsciente.
Los dos miembros del dragón salieron de nuevo de entre las escamas repitiendo la acción del día anterior hasta llenar el orificio de Nahir.
-Exssscelente. -Dijo dándose por satisfecho y caminando hacia la mesa de estudio. -Cuando el reloj de tres vueltas volveremos a repetirlo.
El laboratorio volvió a quedar mudo, salvo por el sonido de una pluma al tocar el papel y el tintero, aunque... habían un par de sonidos más, uno de ellos era la angustia y el martirio del sujeto de pruebas sobra la pirámide y el otro el hipnótico deslizamiento de los granos de arena en el interior del reloj.
El lúgubre silencio se veía interrumpido cada vez que el tiempo de la tercera vuelta se terminaba. En ese momento Go´el se levantaba de la silla, dejaba de escribir y volvía a colocarse detrás de Nahir.
El dragón repetía la acción una, y otra, y otra vez... cuando el tiempo se agotaba el sujeto de pruebas era sometido y mancillado.
Go'el
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Re: Experimentos infructuosos [Privado] [+18] [Cerrado]
Le dolía la entrepierna y ahí donde las serpientes clavaban los dientes. Las lágrimas en sus mejillas se habían secado y por fin había acabado. Su cuerpo temblaba al escuchar la voz distorsionada del galano.
“Mañana reanudaremos el experimento”
- Rea… - su cara se contrajo de dolor al intentar incorporarse.
Apenas tenía fuerzas para hablar. ¿Reanudar mañana el experimento? ¿Acaso no había acabado ya? No pudo evitar empezar a sollozar, su pecho se movía con violencia por el llanto mientras de fondo se escuchaban los pasos del hombre dragón alejándose de la camilla. Con las pocas fuerzas que le quedaban, la bruja dejó escapar un fuerte gemido de dolor y miedo.
No sabría decir cuánto tiempo pasó en aquella camilla, bien podrían haber sido horas o minutos. Tenía frío, sus dientes repiqueteaban resonando en toda la habitación.
El sonido de los pasos de alguien aproximándose la despertó. Al principio la luz adicional le hizo daño en los ojos, los cerró con fuerza hasta que estos se acostumbraron, los tenía rojos e hinchados. Ahora se podían ver más detalles de a habitación en la que se encontraba, pero eso le daba igual, ella solo miraba al rubio, esperando que se fuera, esperando que la soltase, esperando cualquier cosa menos lo que iba a pasar.
De nuevo aquellos pasos terroríficos, un nuevo aquella sonrisa. El cuerpo de la bruja comenzó a temblar de nuevo al verlo transformado otra vez.
- No… por favor…- su voz sonaba ronca y seca. Podía notar como sus ojos volvían a llenarse de lágrimas.
Jamás le había aterrado algo tanto como lo hacía ahora el ruido de los pasos de aquel hombre dragón. Este se acercó a ella con un trapo en la mano, que colocó en su cara. La bruja intentó resistirse, moviendo el cuello para los lados, aunque fue inútil. Le pesaban los ojos, empezó a no sentir los brazos y las piernas, se estaba… ¿durmiendo?
Podía sentir unas manos sobre su cuerpo, la estaban moviendo. La presión de sus extremidades cesó por unos instantes, para después volver con más fuerza. Todo aquello lo estaba sintiendo como si se tratase de un sueño. No, de una pesadilla. Era consciente de todo, pero físicamente no sentía el dolor. Notaba un fuerte mareo, la cabeza le daba vueltas, algo le apretaba en el estómago, continuaba haciendo frío. Su cuerpo empezó a moverse con fuertes embestidas, causadas por el dragón de sus pesadillas. Ella intentaba moverse, pero no podía, era como si su cuerpo pesase una tonelada. Escuchó un seseo a sus espaldas, pero no supo descifrar que decía, pero cada palabra nueva era más clara que la anterior.
“Cuando el reloj de tres vueltas volveremos a repetirlo”
¿Re-repetir que…? Un fuerte dolor de cabeza empezó a nublar sus pensamientos. ¿Cuántas vueltas van? El mareo no cesaba, sentía un fuerte dolor en la parte baja del vientre, algo parecido al dolor que sentía una vez al mes, pero más intenso. ¿Cu-cuantas vueltas van? Quería despertarse, no quería estar más en aquella pesadilla.
Pero no hizo falta abrir los ojos para despertarse. Poco a poco el dolor fue apareciendo por todo su cuerpo, sentía la boca seca y los labios agrietados, su espalda y caderas estaban doloridas por la forma de la pirámide.
- Para… - consiguió decir con un hilo de voz. Pero el ruido de la pluma escribiendo en el papel no se interrumpió ni en aquel entonces. - ¿Qué es lo que quieres de mí? – ni siquiera esperaba que contestase a su pregunta, era más bien como pensar en voz alta. ¿Iba a matarla después de aquello? Si su intención era acabar haciéndolo, ojalá llegase ese momento cuanto antes.
“Mañana reanudaremos el experimento”
- Rea… - su cara se contrajo de dolor al intentar incorporarse.
Apenas tenía fuerzas para hablar. ¿Reanudar mañana el experimento? ¿Acaso no había acabado ya? No pudo evitar empezar a sollozar, su pecho se movía con violencia por el llanto mientras de fondo se escuchaban los pasos del hombre dragón alejándose de la camilla. Con las pocas fuerzas que le quedaban, la bruja dejó escapar un fuerte gemido de dolor y miedo.
No sabría decir cuánto tiempo pasó en aquella camilla, bien podrían haber sido horas o minutos. Tenía frío, sus dientes repiqueteaban resonando en toda la habitación.
El sonido de los pasos de alguien aproximándose la despertó. Al principio la luz adicional le hizo daño en los ojos, los cerró con fuerza hasta que estos se acostumbraron, los tenía rojos e hinchados. Ahora se podían ver más detalles de a habitación en la que se encontraba, pero eso le daba igual, ella solo miraba al rubio, esperando que se fuera, esperando que la soltase, esperando cualquier cosa menos lo que iba a pasar.
De nuevo aquellos pasos terroríficos, un nuevo aquella sonrisa. El cuerpo de la bruja comenzó a temblar de nuevo al verlo transformado otra vez.
- No… por favor…- su voz sonaba ronca y seca. Podía notar como sus ojos volvían a llenarse de lágrimas.
Jamás le había aterrado algo tanto como lo hacía ahora el ruido de los pasos de aquel hombre dragón. Este se acercó a ella con un trapo en la mano, que colocó en su cara. La bruja intentó resistirse, moviendo el cuello para los lados, aunque fue inútil. Le pesaban los ojos, empezó a no sentir los brazos y las piernas, se estaba… ¿durmiendo?
Podía sentir unas manos sobre su cuerpo, la estaban moviendo. La presión de sus extremidades cesó por unos instantes, para después volver con más fuerza. Todo aquello lo estaba sintiendo como si se tratase de un sueño. No, de una pesadilla. Era consciente de todo, pero físicamente no sentía el dolor. Notaba un fuerte mareo, la cabeza le daba vueltas, algo le apretaba en el estómago, continuaba haciendo frío. Su cuerpo empezó a moverse con fuertes embestidas, causadas por el dragón de sus pesadillas. Ella intentaba moverse, pero no podía, era como si su cuerpo pesase una tonelada. Escuchó un seseo a sus espaldas, pero no supo descifrar que decía, pero cada palabra nueva era más clara que la anterior.
“Cuando el reloj de tres vueltas volveremos a repetirlo”
¿Re-repetir que…? Un fuerte dolor de cabeza empezó a nublar sus pensamientos. ¿Cuántas vueltas van? El mareo no cesaba, sentía un fuerte dolor en la parte baja del vientre, algo parecido al dolor que sentía una vez al mes, pero más intenso. ¿Cu-cuantas vueltas van? Quería despertarse, no quería estar más en aquella pesadilla.
Pero no hizo falta abrir los ojos para despertarse. Poco a poco el dolor fue apareciendo por todo su cuerpo, sentía la boca seca y los labios agrietados, su espalda y caderas estaban doloridas por la forma de la pirámide.
- Para… - consiguió decir con un hilo de voz. Pero el ruido de la pluma escribiendo en el papel no se interrumpió ni en aquel entonces. - ¿Qué es lo que quieres de mí? – ni siquiera esperaba que contestase a su pregunta, era más bien como pensar en voz alta. ¿Iba a matarla después de aquello? Si su intención era acabar haciéndolo, ojalá llegase ese momento cuanto antes.
Nahir
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Re: Experimentos infructuosos [Privado] [+18] [Cerrado]
"¿Qué es lo que quieres de mí?" Aquella pregunta era absurda y Go'el levantó por un instante la mirada del papel. ¿Sería aquella bruja el sujeto adecuado? ¿Y si el niño salía igual de tonto que ella?
Para el galeno estaba claro que aquel experimento lo que buscaba era concebir vida en una hembra de otra raza, no tenía lógica ninguna el pensar que era un acto de odio, venganza o perversiones variadas y depravadas. A Go'el no le interesaba nada de la mujer, salvo una cosa, su vientre y su fertilidad.
El dragón siguió escribiendo, observó durante un momento el reloj de arena y movió una hoja para revisar cuantos refuerzo había hecho. Según sus cuentas en cuanto el reloj terminara de verter los granos tocaría hacer una nueva incursión y después seguiría la siguiente fase del experimento, comprobar que la fecundación había tenido existo y mantener a la bruja durante 9 meses hasta que naciera él bebe.
La arena dejó de escucharse y el científico se levantó de la silla, las garras volvieron a sonar por el laboratorio. A continuación vino el sonido de la carne contra la carne, de la piel contra la madera, del sonido seco que golpea una y otra vez hasta que termina y se queda quieto para después salir del orificio a los pocos segundos.
Las pisadas se dejaron caer contra el suelo de forma pesada, como... como si estuvieran cansadas.
-Hoy a sssido un día agotador.
Comentó Go'el con cierto tono de satisfacción por haber realizado un buen trabajo.
-Mañana te desatare y te daré algo de comer.
Aquella frase finalizo al lado de la mesa de escritorio. El galeno recogió el candil y se fue de la estancia sin decir nada más.
El rubio apareció por la botica sin cambiar de forma, estaba realmente cansado, sino fuera porque lo odiaba, ahora mismo estaría arrastrando los pies. Pero en lugar de hacer aquello, continuó caminado hasta llegar al lago de su patio trasero.
Aquella era la oportunidad que Gali había estado esperando.
Resulta que esa misma mañana, mientras el monje hacia su meditación, se le había aparecido el dragón negro y le había hablado. El celestial se presentó como siempre, hecho un ovillo y con los ojos cerrados, pero ese día algo hizo que abriera los parpados antes de pronunciar sus palabras.
"Adalid, debes impedir que el precursor finalice su experimento. No puedes permitir que esta blasfemia continué. Deshazte de la bruja."
"Si, maestro." Había dicho Gali en el interior de aquella cueva mental. "Así se hará."
Durante el resto del día el monje estuvo preparando la huida de Nahir. Cogió una bolsa de arpillera y puso en ella un pellejo de agua, unas frutas, un trozo pan y otro de queso. También se dio un baño en las termas para relajarse e intentar contactar de nuevo con el celestial. Las palabras del dragón negro habían sido ambiguas, estaba claro lo que tenía que hacer aunque no como hacerlo. ¿Tenía que matar a la bruja o solo sacarla de la casa?
Al final decidió seguir con el plan de la segunda idea. Si el dragón oscuro la quisiera muerta lo habría dicho.
Y así fue que, cuando cayó la noche y Go'el se metió en las aguas termales, Gali se levantó de su asiento, cogió la bolsa de arpillera y entró en el despacho de su compañero. Abrió la puerta que daba al laboratorio secreto y con la luz de una vela fue iluminando los candiles necesarios para poder ver en la estancia.
Encontró junto a la camilla la ropa y las alhajas de la joven, estaban justo donde el galeno las había dejado el día anterior. El monje se movió con rapidez y lo metió todo en la bolsa, todo salvo la capa de la mujer. A continuación se fue hacia la horrenda pirámide y, tras agarrar un bisturí, cortó las repulsivas serpientes que ataban a Nahir.
-Muchacha despierta.
Gali estaba ahora agachado a la altura de la cabeza de la mujer y golpea con suavidad sus mejillas.
-Nahir vete de aquí.
El grandullón esperó a que la mujer reaccionara, esperó unos segundos más a que se intentara poner de pie y ayudarla a caminar, pero Gali dejó de esperar.
Las lesiones que la bruja tenía en el cuerpo y la posición en la que se encontraba le dificultaban el levantarse sola y si se caía corría el riesgo de alertar al rubio con el escándalo. No, aquello no podía suceder, Go'el no se podía entrar, al menos no tan pronto.
Fue por ello que el monje tomó la decisión de levantarla en brazos de aquella macabra estructura, la sujetó por un hombro para que no callera cuando los pies de Nahir tocaron el suelo y con la mano libre la cubrió con la capa. Él dragón de tierra dejó de sujetar la bolsa con la boca para hacerlo de nuevo la mano.
-Cógela y no la sueltes. -El moreno apretó la tela contra el pecho de la bruja. -Vamos, no tenemos mucho tiempo. -Prosiguió, cogiendo una mano de la bruja y tirando de ella. -Camina, tienes que caminar si quieres salir de aquí.
Gali siguió tirando y empujando de la mujer hasta sacarla de la botica del galeno.
-Ahora todo depende de ti. -El monje se había quedado parado en el umbral de la puerta. -Corre y no vuelvas, vete al bosque. -Dijo señalando hacia una hilera de árboles. -Busca una cueva o lo que sea y desaparece de aquí. Yo lo retendré para que no te busque.
Para el galeno estaba claro que aquel experimento lo que buscaba era concebir vida en una hembra de otra raza, no tenía lógica ninguna el pensar que era un acto de odio, venganza o perversiones variadas y depravadas. A Go'el no le interesaba nada de la mujer, salvo una cosa, su vientre y su fertilidad.
El dragón siguió escribiendo, observó durante un momento el reloj de arena y movió una hoja para revisar cuantos refuerzo había hecho. Según sus cuentas en cuanto el reloj terminara de verter los granos tocaría hacer una nueva incursión y después seguiría la siguiente fase del experimento, comprobar que la fecundación había tenido existo y mantener a la bruja durante 9 meses hasta que naciera él bebe.
La arena dejó de escucharse y el científico se levantó de la silla, las garras volvieron a sonar por el laboratorio. A continuación vino el sonido de la carne contra la carne, de la piel contra la madera, del sonido seco que golpea una y otra vez hasta que termina y se queda quieto para después salir del orificio a los pocos segundos.
Las pisadas se dejaron caer contra el suelo de forma pesada, como... como si estuvieran cansadas.
-Hoy a sssido un día agotador.
Comentó Go'el con cierto tono de satisfacción por haber realizado un buen trabajo.
-Mañana te desatare y te daré algo de comer.
Aquella frase finalizo al lado de la mesa de escritorio. El galeno recogió el candil y se fue de la estancia sin decir nada más.
El rubio apareció por la botica sin cambiar de forma, estaba realmente cansado, sino fuera porque lo odiaba, ahora mismo estaría arrastrando los pies. Pero en lugar de hacer aquello, continuó caminado hasta llegar al lago de su patio trasero.
Aquella era la oportunidad que Gali había estado esperando.
Resulta que esa misma mañana, mientras el monje hacia su meditación, se le había aparecido el dragón negro y le había hablado. El celestial se presentó como siempre, hecho un ovillo y con los ojos cerrados, pero ese día algo hizo que abriera los parpados antes de pronunciar sus palabras.
"Adalid, debes impedir que el precursor finalice su experimento. No puedes permitir que esta blasfemia continué. Deshazte de la bruja."
"Si, maestro." Había dicho Gali en el interior de aquella cueva mental. "Así se hará."
Durante el resto del día el monje estuvo preparando la huida de Nahir. Cogió una bolsa de arpillera y puso en ella un pellejo de agua, unas frutas, un trozo pan y otro de queso. También se dio un baño en las termas para relajarse e intentar contactar de nuevo con el celestial. Las palabras del dragón negro habían sido ambiguas, estaba claro lo que tenía que hacer aunque no como hacerlo. ¿Tenía que matar a la bruja o solo sacarla de la casa?
Al final decidió seguir con el plan de la segunda idea. Si el dragón oscuro la quisiera muerta lo habría dicho.
Y así fue que, cuando cayó la noche y Go'el se metió en las aguas termales, Gali se levantó de su asiento, cogió la bolsa de arpillera y entró en el despacho de su compañero. Abrió la puerta que daba al laboratorio secreto y con la luz de una vela fue iluminando los candiles necesarios para poder ver en la estancia.
Encontró junto a la camilla la ropa y las alhajas de la joven, estaban justo donde el galeno las había dejado el día anterior. El monje se movió con rapidez y lo metió todo en la bolsa, todo salvo la capa de la mujer. A continuación se fue hacia la horrenda pirámide y, tras agarrar un bisturí, cortó las repulsivas serpientes que ataban a Nahir.
-Muchacha despierta.
Gali estaba ahora agachado a la altura de la cabeza de la mujer y golpea con suavidad sus mejillas.
-Nahir vete de aquí.
El grandullón esperó a que la mujer reaccionara, esperó unos segundos más a que se intentara poner de pie y ayudarla a caminar, pero Gali dejó de esperar.
Las lesiones que la bruja tenía en el cuerpo y la posición en la que se encontraba le dificultaban el levantarse sola y si se caía corría el riesgo de alertar al rubio con el escándalo. No, aquello no podía suceder, Go'el no se podía entrar, al menos no tan pronto.
Fue por ello que el monje tomó la decisión de levantarla en brazos de aquella macabra estructura, la sujetó por un hombro para que no callera cuando los pies de Nahir tocaron el suelo y con la mano libre la cubrió con la capa. Él dragón de tierra dejó de sujetar la bolsa con la boca para hacerlo de nuevo la mano.
-Cógela y no la sueltes. -El moreno apretó la tela contra el pecho de la bruja. -Vamos, no tenemos mucho tiempo. -Prosiguió, cogiendo una mano de la bruja y tirando de ella. -Camina, tienes que caminar si quieres salir de aquí.
Gali siguió tirando y empujando de la mujer hasta sacarla de la botica del galeno.
-Ahora todo depende de ti. -El monje se había quedado parado en el umbral de la puerta. -Corre y no vuelvas, vete al bosque. -Dijo señalando hacia una hilera de árboles. -Busca una cueva o lo que sea y desaparece de aquí. Yo lo retendré para que no te busque.
Go'el
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Re: Experimentos infructuosos [Privado] [+18] [Cerrado]
Apenas le quedaban fuerzas para hablar, sentía todo su cuerpo dolorido, desgarrado. Ya hacía un buen rato que ni siquiera sentía las manos, solo una fría humedad que le llegaba hasta los codos, ¿habrían conseguido las serpientes devorarla?
Mañana… aquella palabra impactó en ella como la punta de una lanza. Mañana seguiré aquí.
El galano se fue, y con él la luz que bañaba la habitación. El cuerpo de la bruja empezó a temblar, tenía mucho frío. ¿Acaso pensaba dejarla en aquella posición toda la noche? Suspiró, sintiéndose idiota por pensar aquello. ¿Qué más daba como pasase la noche? Estaba claro que lo que pensase o sintiese Nahir a aquel tipo le importaba lo más mínimo. Sentía la cara pegajosa y acartonada, ya no le quedaban lágrimas, pero una película de sudor permaneció en su frente y nuca aún un rato después de que el rubio saliese de la habitación.
Ya no estaba ahí, pero aún podía sentirlo sobre su cuerpo: podía sentir aquellas garras apretando con fuerza sus caderas, el roce de las escamas arañando su piel, pero sobretodo lo sentía dentro de ella. Apretó las paredes de su feminidad, dejando escapar un quejido, tenía la zona totalmente irritada. Pudo sentir como la esencia del dragón empezaba a resbalar por sus muslos. Quería llorar, pero ya no se sentía con fuerzas para hacerlo, cerró los ojos, mantenerlos abiertos le suponía gran esfuerzo.
Apretó los ojos cuando la luz empezó a iluminar la habitación, le molestaba después de tanta oscuridad. ¿Cuántas horas había dormido?
Sintió una sensación de alivio en las extremidades cuando alguien cortó las serpientes, aunque aquello duró bien poco. La sangre empezó a circular con normalidad, haciendo que la bruja sintiese fuertes punzadas de dolor, la sangre quemaba como el fuego.
Aquella voz no era la del galano, aunque le sonaba familiar. Alguien le estaba tocando la cara, arrugó la nariz antes de abrir los ojos. Era Gali. Su corazón se aceleró, era una mezcla entre miedo y alivio.
“Nahir vete de aquí”
Escuchar aquello activó a la joven. ¿Era aquello verdad? ¿Podía irse? Apoyó la palma de las manos en la pirámide, intentando hacer fuerza para incorporarse, pero le dolía todo, sentía su cuerpo agarrotado. Y al parecer el moje también se dio cuanta, ya que la ayudó a levantarse de aquella horrible estructura. Se dejó hacer, intentando hacer acopio de todas sus fuerzas para valerse por sí misma. Agradeció que la sujetase cuando se puso en pie, las rodillas le fallaban y parecía que en cualquier momento se iba a caer.
Apretó el saco contra su pecho, aguantando también así la capa que le había puesto por encima. Los primeros pasos fueron terribles, el moreno tiraba de ella, sus piernas parecían ir mucho más lentas de lo normal, se tropezaba con sus propios pies. Pero aquello era real, la estaba ayudando a salir de aquella pesadilla, la adrenalina empezaba a recorrer todo su cuerpo, haciendo que se olvidase, aunque fuese por un momento, de su cuerpo dolorido, para poder salir de ahí cuanto antes.
Empezó a respirar por la boca, acelerada, como si le faltase el aire. Debía salir de ahí y esconderse, él retendría al galano para que no la buscase. ¿Buscarme? El miedo se apoderó de cada rincón de su cuerpo, aquel dragón no le había parecido el tipo de personas que se da por vencidas una vez una idea se instala en su cabeza. Volvería a por ella, la llevaría de nuevo a la camilla, o peor, a la pirámide. Era como si pudiese seguir escuchando aquellos pasos acercándose a ella.
Gali hizo un gesto con las manos que la hizo volver a la realidad. Lo miró a los ojos, quería agradecerle haberla sacado de aquel lugar, pero las palabras jamás salieron de sus labios.
Nahir empezó a correr hacía el bosque, al principio de manera muy torpe, poco a poco sus piernas parecían ir recobrado más fuerza. Estuvo a punto de volver la cabeza para asegurarse de que nadie la estaba siguiendo, pero prefirió no tener que ver aquella ciudad, aquella botica, una vez más.
Estaba muy oscuro, no sabía dónde se dirigía. Le dolían los pies, pero no se detuvo, aquel dolor no era nada en comparación, bebía seguir corriendo para estar lo suficientemente lejos de él.
Entonces encontró una cueva, no era muy grande, pero quedaba lo suficientemente oscura como para poder esconderse. Entró y, tras asegurarse de que no hubiese ningún animal dentro, se sentó, apoyando la espalda contra la piedra.
Se quedó unos minutos así, sin moverse, mirando a la oscuridad. Poco a poco sus ojos se fueron acostumbrado a la penumbra, no veía a la perfección, pero al menos distinguía las dimensiones de la cueva. Entonces se acordó del saco. Sus manos lo apartaron todo para hacerse con el pellejo de agua. Se bebió más de la mitad, después dejó caer un poco de agua por su cara, como si aquello fuese a disipar sus pensamientos. Su estómago rugió, recordándole las muchas horas que llevaba si comer. Pellizcó el pan para coger un trozo y le pegó un mordisco al queso. Sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas, los labios le temblaban mientras masticaba.
Solo descansaría unas horas, debía salir de aquella cuidad antes de que amaneciese.
Mañana… aquella palabra impactó en ella como la punta de una lanza. Mañana seguiré aquí.
El galano se fue, y con él la luz que bañaba la habitación. El cuerpo de la bruja empezó a temblar, tenía mucho frío. ¿Acaso pensaba dejarla en aquella posición toda la noche? Suspiró, sintiéndose idiota por pensar aquello. ¿Qué más daba como pasase la noche? Estaba claro que lo que pensase o sintiese Nahir a aquel tipo le importaba lo más mínimo. Sentía la cara pegajosa y acartonada, ya no le quedaban lágrimas, pero una película de sudor permaneció en su frente y nuca aún un rato después de que el rubio saliese de la habitación.
Ya no estaba ahí, pero aún podía sentirlo sobre su cuerpo: podía sentir aquellas garras apretando con fuerza sus caderas, el roce de las escamas arañando su piel, pero sobretodo lo sentía dentro de ella. Apretó las paredes de su feminidad, dejando escapar un quejido, tenía la zona totalmente irritada. Pudo sentir como la esencia del dragón empezaba a resbalar por sus muslos. Quería llorar, pero ya no se sentía con fuerzas para hacerlo, cerró los ojos, mantenerlos abiertos le suponía gran esfuerzo.
Apretó los ojos cuando la luz empezó a iluminar la habitación, le molestaba después de tanta oscuridad. ¿Cuántas horas había dormido?
Sintió una sensación de alivio en las extremidades cuando alguien cortó las serpientes, aunque aquello duró bien poco. La sangre empezó a circular con normalidad, haciendo que la bruja sintiese fuertes punzadas de dolor, la sangre quemaba como el fuego.
Aquella voz no era la del galano, aunque le sonaba familiar. Alguien le estaba tocando la cara, arrugó la nariz antes de abrir los ojos. Era Gali. Su corazón se aceleró, era una mezcla entre miedo y alivio.
“Nahir vete de aquí”
Escuchar aquello activó a la joven. ¿Era aquello verdad? ¿Podía irse? Apoyó la palma de las manos en la pirámide, intentando hacer fuerza para incorporarse, pero le dolía todo, sentía su cuerpo agarrotado. Y al parecer el moje también se dio cuanta, ya que la ayudó a levantarse de aquella horrible estructura. Se dejó hacer, intentando hacer acopio de todas sus fuerzas para valerse por sí misma. Agradeció que la sujetase cuando se puso en pie, las rodillas le fallaban y parecía que en cualquier momento se iba a caer.
Apretó el saco contra su pecho, aguantando también así la capa que le había puesto por encima. Los primeros pasos fueron terribles, el moreno tiraba de ella, sus piernas parecían ir mucho más lentas de lo normal, se tropezaba con sus propios pies. Pero aquello era real, la estaba ayudando a salir de aquella pesadilla, la adrenalina empezaba a recorrer todo su cuerpo, haciendo que se olvidase, aunque fuese por un momento, de su cuerpo dolorido, para poder salir de ahí cuanto antes.
Empezó a respirar por la boca, acelerada, como si le faltase el aire. Debía salir de ahí y esconderse, él retendría al galano para que no la buscase. ¿Buscarme? El miedo se apoderó de cada rincón de su cuerpo, aquel dragón no le había parecido el tipo de personas que se da por vencidas una vez una idea se instala en su cabeza. Volvería a por ella, la llevaría de nuevo a la camilla, o peor, a la pirámide. Era como si pudiese seguir escuchando aquellos pasos acercándose a ella.
Gali hizo un gesto con las manos que la hizo volver a la realidad. Lo miró a los ojos, quería agradecerle haberla sacado de aquel lugar, pero las palabras jamás salieron de sus labios.
Nahir empezó a correr hacía el bosque, al principio de manera muy torpe, poco a poco sus piernas parecían ir recobrado más fuerza. Estuvo a punto de volver la cabeza para asegurarse de que nadie la estaba siguiendo, pero prefirió no tener que ver aquella ciudad, aquella botica, una vez más.
Estaba muy oscuro, no sabía dónde se dirigía. Le dolían los pies, pero no se detuvo, aquel dolor no era nada en comparación, bebía seguir corriendo para estar lo suficientemente lejos de él.
Entonces encontró una cueva, no era muy grande, pero quedaba lo suficientemente oscura como para poder esconderse. Entró y, tras asegurarse de que no hubiese ningún animal dentro, se sentó, apoyando la espalda contra la piedra.
Se quedó unos minutos así, sin moverse, mirando a la oscuridad. Poco a poco sus ojos se fueron acostumbrado a la penumbra, no veía a la perfección, pero al menos distinguía las dimensiones de la cueva. Entonces se acordó del saco. Sus manos lo apartaron todo para hacerse con el pellejo de agua. Se bebió más de la mitad, después dejó caer un poco de agua por su cara, como si aquello fuese a disipar sus pensamientos. Su estómago rugió, recordándole las muchas horas que llevaba si comer. Pellizcó el pan para coger un trozo y le pegó un mordisco al queso. Sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas, los labios le temblaban mientras masticaba.
Solo descansaría unas horas, debía salir de aquella cuidad antes de que amaneciese.
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Re: Experimentos infructuosos [Privado] [+18] [Cerrado]
Con la bruja desaparecida Gali respiró profundo.
-¿Que hace la puerta abierta? El horario al público ya ha finalizado.
La voz de Go'el le llegó desde atrás al monje. El rubio llevaba un pantalón ligero de tela y la toalla puesta alrededor del cuello.
-Gali, ¿Porque está abierta el despacho?
El galeno repitió la pregunta mientras se secaba las puntas del cabello, pero haciendo referencia a otra apertura inusual en la casa. En ese momento dejó de secarse el pelo y Gali se dio la vuelta.
-¿Que has hecho?
Go'el giró el cuerpo en dirección a su oficina al tiempo que el dragón de tierra le respondía.
-Cumplir con los designios del dragón oscuro.
El rubio ya no le estaba escuchando, se había metido a paso acelerado hacia el laboratorio.
A los oídos de Gali llegó un rugido colérico y las zancadas de unas garras arañando el suelo.
-¡¿Dónde essta!? -Bramó el dragón humanoide agarrando a Gali por el chaleco. -¡¿Dónde ha ido!?
-No lo sé.
El monje respondió con total calma, manteniéndole la mirada al reptil.
-¡Mientesss!
El galeno apretaba más la ropa del monje y forzaba la prenda para alzar al hombre del suelo.
-No miento. -Gali continuaba calmado, pero su tono era más grave y serio. -Go'el, suéltame. Ella no va a volver, no te voy a dejar ir a por la bruja. El Oscuro no aprueba tu experimento.
Go'el soltó un nuevo rugido y soltó al moreno, pero solo para poder arremeter contra él al momento siguiente. El rubio había conseguido sacarlo de la puerta con aquel movimiento, pero de poco le valió salir corriendo por la calle. En apenas un par de segundos Gali ya estaba transformado y le plantaba cara a su amigo.
Ya se sabe lo que se dice: Sin ronce no hay cariño y las amistades sin peleas son solo compañías vacuas.
-¿Que hace la puerta abierta? El horario al público ya ha finalizado.
La voz de Go'el le llegó desde atrás al monje. El rubio llevaba un pantalón ligero de tela y la toalla puesta alrededor del cuello.
-Gali, ¿Porque está abierta el despacho?
El galeno repitió la pregunta mientras se secaba las puntas del cabello, pero haciendo referencia a otra apertura inusual en la casa. En ese momento dejó de secarse el pelo y Gali se dio la vuelta.
-¿Que has hecho?
Go'el giró el cuerpo en dirección a su oficina al tiempo que el dragón de tierra le respondía.
-Cumplir con los designios del dragón oscuro.
El rubio ya no le estaba escuchando, se había metido a paso acelerado hacia el laboratorio.
A los oídos de Gali llegó un rugido colérico y las zancadas de unas garras arañando el suelo.
-¡¿Dónde essta!? -Bramó el dragón humanoide agarrando a Gali por el chaleco. -¡¿Dónde ha ido!?
-No lo sé.
El monje respondió con total calma, manteniéndole la mirada al reptil.
-¡Mientesss!
El galeno apretaba más la ropa del monje y forzaba la prenda para alzar al hombre del suelo.
-No miento. -Gali continuaba calmado, pero su tono era más grave y serio. -Go'el, suéltame. Ella no va a volver, no te voy a dejar ir a por la bruja. El Oscuro no aprueba tu experimento.
Go'el soltó un nuevo rugido y soltó al moreno, pero solo para poder arremeter contra él al momento siguiente. El rubio había conseguido sacarlo de la puerta con aquel movimiento, pero de poco le valió salir corriendo por la calle. En apenas un par de segundos Gali ya estaba transformado y le plantaba cara a su amigo.
Ya se sabe lo que se dice: Sin ronce no hay cariño y las amistades sin peleas son solo compañías vacuas.
Go'el
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Re: Experimentos infructuosos [Privado] [+18] [Cerrado]
Había cerrado los ojos por unos minutos, todo su cuerpo comenzaba a relajarse, y con ello, empezaban a florecer nuevamente los dolores.
Abrió el saco, esperando encontrar sus pertenencias, o al menos su ropa. El tacto de la tela arañaba su piel, no pudo abrocharse las bochas de lo hinchados que tenía los pies, agradeció el calor que le proporcionaba la ropa, pero sentía que se ahogaba. Entonces miró sus muñecas, llenas de sangre seca y amoratadas, sus ojos se llenaron de lágrimas una vez más.
No debía de quedar mucho para el amanecer, tenía que irse. Le costó levantarse, apoyó una mano en la piedra mientras con la otra sujetaba el saco, con las pocas cosas que quedaban en él. Pero lo realmente difícil fue empezar a caminar, debía emplear gran fuerza y energía a mover las piernas y colocar bien los pies. Apoyó con cuidado la mano que le quedaba libre en las zonas que más daño le hacía intentando concentrar el frío para entumecer la zona, aunque fuese un poco, y poder seguir.
No conocía muy bien la cuidad, así que tardó un poco en encontrar la entrada. Estuvo preguntado, a la poca gente que había madrugado tanto, por un carro en el que poder llegar a Lunargenta. La respuesta no le convenció: debía esperar a que amaneciese. La bruja empezaba a ponerse nerviosa, no podía esperar tanto, él podría encontrarla si se quedaba ahí.
Había un hombre cargando sacos a un carro, por lo que pudo escuchar de su conversación con el que parecía su socio, este debía transportar la mercancía a la cuidad y regresar con unos barriles de vino. No escuchó muy bien a que cuidad se refería, pero a la bruja le valía, ahora tan solo necesitaba una distracción. El socio no se despegó del carro hasta que el caballo empezó a tirar de él, cosa que puso muy nerviosa a la morena. ¿Cómo lo hacía ahora para subir?
Salió corriendo detrás del carro, apretando el saco contra su pecho. Pero así no llegaría, necesitaba algo más para poder disminuir la distancia. Entrecerró los ojos intentando fijar la vista en las riendas que el hombre portaba en las manos, tan solo necesitaba un tironcito para que el caballo disminuyese el paso. No estaba asegura de que fuese a funcionar, pero no le quedaba otra. Se imaginó su propia mano sobre las riendas, las agarró con fuerza y después tiró. El caballo paró en seco, arrancando maldiciones del conductor. Nahir dejó caer el saco que le había dado Gali y, corriendo con todas sus fuerzas, dio un salto y subió al carro justo cuando este empezaba a moverse de nuevo. Suspiró aliviada, pero aun cabía la posibilidad de que la viesen y la bajasen a medio camino, así que se escondió entre los sacos.
El agotamiento se apoderó de nuevo de ella, le costaba mantener los ojos abiertos, así que los cerró, esperando despertar de aquella pesadilla cuanto antes.
Abrió el saco, esperando encontrar sus pertenencias, o al menos su ropa. El tacto de la tela arañaba su piel, no pudo abrocharse las bochas de lo hinchados que tenía los pies, agradeció el calor que le proporcionaba la ropa, pero sentía que se ahogaba. Entonces miró sus muñecas, llenas de sangre seca y amoratadas, sus ojos se llenaron de lágrimas una vez más.
No debía de quedar mucho para el amanecer, tenía que irse. Le costó levantarse, apoyó una mano en la piedra mientras con la otra sujetaba el saco, con las pocas cosas que quedaban en él. Pero lo realmente difícil fue empezar a caminar, debía emplear gran fuerza y energía a mover las piernas y colocar bien los pies. Apoyó con cuidado la mano que le quedaba libre en las zonas que más daño le hacía intentando concentrar el frío para entumecer la zona, aunque fuese un poco, y poder seguir.
No conocía muy bien la cuidad, así que tardó un poco en encontrar la entrada. Estuvo preguntado, a la poca gente que había madrugado tanto, por un carro en el que poder llegar a Lunargenta. La respuesta no le convenció: debía esperar a que amaneciese. La bruja empezaba a ponerse nerviosa, no podía esperar tanto, él podría encontrarla si se quedaba ahí.
Había un hombre cargando sacos a un carro, por lo que pudo escuchar de su conversación con el que parecía su socio, este debía transportar la mercancía a la cuidad y regresar con unos barriles de vino. No escuchó muy bien a que cuidad se refería, pero a la bruja le valía, ahora tan solo necesitaba una distracción. El socio no se despegó del carro hasta que el caballo empezó a tirar de él, cosa que puso muy nerviosa a la morena. ¿Cómo lo hacía ahora para subir?
Salió corriendo detrás del carro, apretando el saco contra su pecho. Pero así no llegaría, necesitaba algo más para poder disminuir la distancia. Entrecerró los ojos intentando fijar la vista en las riendas que el hombre portaba en las manos, tan solo necesitaba un tironcito para que el caballo disminuyese el paso. No estaba asegura de que fuese a funcionar, pero no le quedaba otra. Se imaginó su propia mano sobre las riendas, las agarró con fuerza y después tiró. El caballo paró en seco, arrancando maldiciones del conductor. Nahir dejó caer el saco que le había dado Gali y, corriendo con todas sus fuerzas, dio un salto y subió al carro justo cuando este empezaba a moverse de nuevo. Suspiró aliviada, pero aun cabía la posibilidad de que la viesen y la bajasen a medio camino, así que se escondió entre los sacos.
El agotamiento se apoderó de nuevo de ella, le costaba mantener los ojos abiertos, así que los cerró, esperando despertar de aquella pesadilla cuanto antes.
Nahir
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