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Mensaje  Gaia Dom Ago 25, 2019 12:46 am

El  filósofo ebrio era sin duda la mejor taberna de Lunargenta. O al menos eso era lo que la mayoría de comensales de más de 60 años dirían si fuesen preguntados por cualquier persona extranjera en la ciudad.  El sitio en si tenía la decoración necesaria para parecer un lugar en el que los dueños han invertido el suficiente dinero como para atraer a personas que no vomitasen en las esquinas. Incluso  había un mínimo de noches que contratar si necesitabas hospedarte en el lugar. Evitando así huéspedes azarosos y viajeros sin dinero suficiente como para pagar una semana.

Ingenioso.

Lo cierto era, que el local había tenido su boom algunos años atrás y ahora quedaba como reclamo donde gente adinerada sin oficio ni beneficio pasaban las horas muertas jugando a dime qué tengo y te diré de lo que yo tengo más.El papel de las paredes era demasiado pretencioso y la barra no había sido encerada hacía más de 4 años, pero a los clientes con dinero parecía hacerles gracia que el dueño hubiese dejado aquellos detalles a propósito para hacerlo" más acogedor" Quizás porque así se sintiesen menos culpables al alardear de todo lo que podían haber hecho con el dinero que habían gastado en bebidas caras en aquel sitio. Aquello era justo lo que había atraído a Gaia a las puertas de aquel lugar. en el que obviamente, desentonaba.

No porque no hubiese puesto esfuerzo en ello. Había pasado la tarde entera deambulando por la ciudad hasta que había robado de manera deliberada e ingeniosa un vestido que no le hiciese parecer una vagabunda. Lo había aderezado con varios adornos que en distintas ocasiones personas de clase alta hubiesen llevado de manera cotidiana pero que desafortunadamente no se complementaban demasiado bien: Un velo, un abrigo de bison, un abanico de plumas de pavo real y un monedero de mimbre usado para picnics. Además obviamente iba sin zapatos… cosa que la había hecho inmensamente feliz.

Oh..Luna, mi dulce Luna…  El escote del corset es siempre  directamente proporcional a la  atención que quieras acaparar… Luna oh mi Luna.. y hoy nosotras hoy necesitamos toda la atención posible.. porque en esta posada.. Oh Luna mi Luna… nos haremos de oro te lo prometo. Todas las bolsas de oro estarán en nuestros bolsillos al final de la noche. Al fin y al cabo… quién podría sospechar de una joven rica?

Gaia llevaba sobria 4 días, y en todas y cada una de las horas de aquellos días Luna había mermado sus pensamientos atosigándola  con recuerdos llenos de dolor. Un dragon volando sobre un lago, un cuchillo sobre su pierna desnuda, el olor a mar y a musgo sobre sus pies, el sonido de la campaña al despertar tras una batalla. El olor de la campaña al  anochecer tras una batalla…


El guardia que regentaba la Puerta de la posada pareció ensimismado con la chica y ante ojos asombrados del resto de los que esperaban a entrar, la dejó pasar con una reverencia exagerada, anunciándola a los que le rodeaban como cierta Lady de la que Gaia ni el resto de los comensales habían escuchado nombrar con anterioridad, y que por supuesto tan solo significaba nuevo rico.

A Gaia aquello no la impresionó demasiado, pues sabía que estaba aprendiendo a manejar su poder con las ilusiones visuales y para cuando el efecto se hubiese desvanecido, los presents se habrían olvidado de la chica. Todos excepto aquel ingenuo o  ingenua al que Gaia hubiese atosigado a alcohol.

Oh Luna mi Luna… el alcohol los debilita y nos fortalece. Ya veo todas las monedas.. mi dulce, dulce Luna.. podríamos pagarnos una cama caliente al menos durante dos semanas.. o tres… siempre y cuando no sea en este local.

Gaia avanzó hasta la barra, se quitó el abrigo y pidió dos cervezas de barril.

- Con más espuma que cerveza- dijo con mirada furiosa  y el gesto apesadumbrado al tabernero, como incitándolo a que la contradijese.

Una vez servidas, sacó un pequeño pergamino de papel, una pluma y tinta y comenzó a escribir y emborronar a partes por iguales aquel pergamino.

Dándo tiempo a que la bebida hiciese su efecto, como si fuese un baile programado, y Luna tomase el control total de su mente.



---
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Mensaje  Alward Sevna Dom Ago 25, 2019 6:19 pm

El mediodía había llegado y el brujo Ivens se encontraba ya borracho durmiendo y babeando sobre la barra de la taberna del Filósofo Ebrio. Una imagen un tanto vergonzosa a decir verdad, cosa que podría empañar la imagen del propio Alward, recién nombrado Guardia del Reino.

El elfo Rischer, el dueño del lugar, no podía desatender su lugar de trabajo, el cual era el de servir las bebidas detrás de la propia barra, y aunque ya le había advertido en repetidas ocasiones al brujo que se marchara a dormir a su habitación o que simplemente dejase de beber, este hizo caso omiso. No quería tampoco montar el espectáculo delante de sus parroquianos, por lo que el elfo, que no daba a basto con la clientela del día, ya que el nombramiento de Alward como Guardia había atraído a bastante gente los últimos días.

Fue entonces cuando el propio Alward y su amigo Emmanuel decidieron ayudar tanto al brujo como al elfo.

Ambos se sentaron a cada lado del brujo borracho y miraron a Rischer haciendo una mueca con sus labios.

-¿Qué le pasa?-Preguntó el recién nombrado Guardia

-Problemas de faldas-Respondió el elfo limpiando una jarra de cerveza-Sarah le está dando problemas otra vez-A continuación, llenó la jarra con dicha bebida. Con más espuma que cerveza. Era curioso.

-¿A quién le vas a poner esa mierda?-Preguntó Emmanuel casi aterrado

-Esa chica me lo ha pedido-Señaló a una joven pelirroja que estaba sentada al lado de Alward justamente-¡Y en este local no se sirven mierdas, idiota!-Dijo a modo recriminatorio

Alward rió y Emmanuel se quedó medio cortado al ver que quizás aquella chica podría haberle escuchado. El arquero carmesí quiso que en ese momento la tierra le tragase, pero tenía a un saco maloliente roncando a su lado, así que cambió al tema que en ese momento le era más conveniente

-Bueno, habrá que hacer algo con este-Dirigió su mirada a Rischer, refiriéndose a Ivens

-Llevadlo arriba y que descanse-Le sirvió la bebida a la chica y esperó a que esta le pagara

-...Yo me refería a algo más. Debemos de hablar seriamente con él. La imagen de que demos puede ser vital en un futuro, y si nos ven como a unos borrachos...

-Si es que sois unos borrachos-Bromeó Alward

-B-bueno, sí-Esbozó una sonrisa que acabó convirtiéndose en una risa tonta-Pero ahora en serio, sabéis a lo que me refiero

Alward asintió y se puso en pie

-Hay que hacerlo. Pero ahora mismo no va a escuchar a nadie, lo mejor es que lo subamos arriba y que descanse

Dicho esto, ambos humanos intentaron agarrar al brujo para poder llevarlo entre los dos de la forma más ortodoxa posible. Rischer, por su parte, siguió atendiendo a todo aquel que se acercara a la barra.

-Vale...-Suspiró agarrando la túnica del brujo y pasando por encima suya un brazo, gesto que imitó Emmanuel-A la de tres...-Miró al arquero y este asintió-Una... Dos... TRES

Dicho esto, los dos tiraron hacia arriba intentando levantar a Ivens, el cual pesaba como si de un muerto se tratara. Era un esfuerzo sobrehumano, tanto, que acabaron por caerse hacia atrás soltando un fugaz grito conjunto "¡¡AAAAHHHH!!". El brujo encima de ellos, quedando estos totalmente aplastados. Ivens seguía roncando a pierna suelta, mientras que el Alward y Emmanuel luchaban por respirar y se intentaban quitar de encima a su amigo.

-¡MALDITA BOLA DE SEBO!
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Mensaje  Gaia Lun Ago 26, 2019 11:04 pm

No había nadie que llamase la atención de Gaia.

Normalmente los objetivos de la joven bruja solían darse a conocer por alguna u otra razón en concreto: Su bolsa de dinero sobresalía de sus pantalones, sus ropas parecían más caras que las del resto, el gesto de tal era más notorio que el de aquel otro, los zapatos no tenían suela o estaban menos gastados, o simplemente habían decidido, sin saberlo ser la siguiente presa de la bruja.

Pero aquella en aquella taberna Gaia parecía leer a todos con el mismo desinterés con el que hubiese leido la hoja parroquial matutina: con ojos aparentemente interesados pero dejando a Luna hacer un monólogo en su mente. Fue posiblemente por aquella razón y por el hecho de que la media de edad de los comensales fuese 56, por lo que Gaia se giró sobre si misma en una de las sillas de la barra a esperar su bebida.

Luna.. Oh mi dulce Luna... ves lo que te decía del alcohol? Todos los hombres se debilitan al tomarlo.. y tu deberías aprovecharte en cualquier oportunidad que...

Gaia sonrió como contándose un chiste a si misma ante la visión del hombre dormitando sobre la barra. No muy segura de si era o no un trabajador de aquel lugar, se movió dos sitios hasta estar frente a él mientras escuchaba a otros dos hombres hablar sobre la bebida que la bruja había pedido.

Sabía que era de mala educación escuchar conversaciones ajenas, pero ella era lo suficientemente afortunada como para no tener educación, por lo que lo malo o bueno parecía dificilmente distinguible en su cabeza. Aquello que normalmente le daba problemas, a veces también hacía de su jornada algo más amena y le daba el ingenio e inteigencia que vivir en la calle desde niña le había ofrecido.


Una vez que estuvo frente al hombre que dormitaba, posó su cabeza sobre la barra, como alineándose con la del chico. Notó como uno de los otros hombres le ponía su jarra de espuma de cerveza cerca, pero aquello no la hizo inmutarse, seguía con la cabeza alineada a la del hombre como si ella también dormitase sobre la barra. Entre ronquido y ronquido, Gaia asomó uno de sus dedos y lo acercó a la nariz del hombre aplastándola contra su dedo, y un gesto divertido y sincero volvió a apoderarse de su cara, haciéndola parecer más bonita de lo que era, si alguien fuese a fijarse y pudiese pasar por alto lo raro de su postura y sus acciones.

-Eso pensaba... - dijo solamente- cómo si hubiese estado debatiendo encarecidamente consigo misma en su mente- y volvió a sentarse de manera normal en la barra y llevó la jarra de cerveza a sus labios.

El trago no pasó de su garganta. Al menos no de manera metafórica, porque sus propios ojos se encendieron con el fuego de cruzar la mirada de alguien a quien conocía demasiado bien.

Por supuesto no conocía su nombre, Ni sus apellidos. Ni siquiera estaba muy segura de haber visto aquellos ojos color ámbar oscuro más de una vez en su vida. Pero conocía a aquel hombre, Había yacido con él en su armadura. Mil veces en varios años, ninguna lo suficientemente honrada como para merecer ser olvidada. Todas y cada una de esas veces la habían acercado más y más a Luna.

Luna.. oh mi dulce Luna.. qué enorme sorpresa! Se ve que ya tenemos objetivo de la noche. Bien sabes que le gustas a los soldados del rey. Les gustamos tanto Luna, oh mi Luna. Además este es especial. Es carne nueva en la barbacoa real.. seguro que nadie le ha dado un mordisco aún,

-No. - dijo Gaia susurrando. Un escalofrío le había recorrido el cuerpo y de pronto todas sonrisas habían sido intercambiadas por un gesto serio, todos los juegos de su cabeza, por la frialdad de la cerveza que bebía a pasos agigantados. Como si tan solo aquello pudiese ayudarla en aquel momento.


Se llevaban al hombre grande. Y aquello la molestó. Era como si fuese la última gota que faltaba para que aquel soldado acabase de enfurecerla. Como si llevase años esperando a descargar su ira con aquel caballero al que no conocía, pero era todos los demás a la vez. Así que no tuvo más opción que seguirlo, pues sabía bien qué hacían los caballeros con personas  que no podían defenderse.


-Pero qué manía con querer mover las cosas que ya están asentadas... Pobre.....- hizo una pausa buscando un calificativo y alzó los hombros resignada al final al usar el que venía bien-Bello durmiente.- dijo la chica mientras liberaba a los hombres del abrazo del hombre que habían intentando transportar. El estruendo de la caía pareció sacarla de su ensimismamiento e intentó de manera casi forzada no cruzar su mirada con el tal caballero. De hecho no estaba segura por qué los ayudaba.

Oh Luna.. mi dulce Luna.. pues porque en el fondo sabes que quieres problemas. Estás hecha y criada para ser la perdición de cualquier caballero que se..

-Ha elegido un lugar para dormir no?- dijo Gaia de manera estruendosa como intentando silenciar a Luna y alzando algo más de lo que quería su voz.-Pues déjenlo.  Seguro que todos os enfadaríais si molestan vuestras pesa... dulces sueños...- se corrigió dándose cuenta de que no era de ella de quien hablaban-Yo creo que estaba cómodo. Y le daba carácter a esta posada. Ya me di cuenta que os faltan muchas cosas.. entre ellas uno o dos borrachos. Él disminuía vuestra lista.- añadió intentando, menuda como era, posicionar al hombre borracho en una posición cómoda.
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Mensaje  Alward Sevna Mar Ago 27, 2019 3:44 pm

Alward dejó por un momento de luchar contra el aplastamiento de Ivens y se fijó en la muchacha que había hablado, aquella a la que Rischer le sirvió aquella extraña cerveza con más espuma que líquido. Emmanuel, por su parte, aún seguía en el empeño de quitarse al brujo de encima.

Ambos humanos se miraron entre sí al borde de la risa en cuanto la pelirroja mencionó al "Bello Durmiente", ya que Ivens no se podía considerar... "Bello", según los cánones de belleza que regían la sociedad. Aunque para gustos, siempre hay toda una gama de casi infinitos colores... Aunque esto último no impidió que tanto el Sevna como el Castle se miraran al borde de un ataque de risa. Siempre era así, cuando encadenaban esa mirada cómplice, esa que habían forjado durante tantos años de amistad, no había quien les parase.

La chica los ayudó, y con ayuda externa ya sí que pudieron liberarse del "abrazo" del brujo, el cual quedó tirado en el suelo como si nada.

El arquero carmesí tocó tímidamente el moflete derecho del brujo con su dedo índice, esperando ver alguna reacción por parte de Ivens, pero este seguía sumido en un profundo sueño.

-...¿Acaso sigue vivo?

-¡Si ha muerto ya podéis llevároslo de aquí o empezará a apestar todo el local!-Comentó sarcástico Rischer desde su posición habitual tras la barra

Alward rió. Acto seguido, desvió su mirada hacia la muchacha que los había ayudado, con algo de vergüenza debido a la escena que esta había tenido que presenciar.

-Gracias por la ayuda-Sonrió, nervioso

En ese momento, entró a la taberna otro de los integrantes de los Stellazios; Moses Williams, el cual al encontrarse con aquella situación no pudo evitar poner sorpresa en su rostro acompañada de una risotada que resonó en cada uno de los rincones del Filósofo Ebrio, haciendo que todo aquel que aún no hubiese visto a Alward o a Emmanuel en el suelo, se diera total cuenta de ello.

-...Menos reír y más ayudar-Dijo entre dientes, abochornado

-¿Chicos, en serio no podéis con él?-Se acercó y echó mano del brujo. Lo intentó levantar como si de un peso muerto se tratara. En un principio le costó, lo que generó una sonrisa maliciosa en el rostro de Emmanuel, pero finalmente tras un esfuerzo logró levantar al brujo y colocarlo sobre su hombro. No se podría decir que lo llevara con mucha soltura, pero al menos lo había levantado.-...E-es muy... fácil...-Se notaba que le costaba hasta respirar, pero su orgullo no podía herirse delante de tanta gente.

Emmanuel suspiró y se puso en pie, acto seguido Alward lo imitó. El primero se acercó hasta Moses y lo ayudó a cargar con Ivens hasta el piso superior, donde descansaría en su habitación hasta que se le pasara el efecto de la borrachera que llevaba encima.

Ante el siguiente comentario de la chica, el Sevna se giró hacia esta.

-Oh, no te preocupes por eso. Te puedo asegurar que él no se ha enterado de absolutamente nada.-Esbozó una sonrisa y se llevó las manos hacia la cintura para descansarlas-Dormir así puede ser problemático para el cuello y la espalda, ¿Sabes?-Dijo llevándose las manos a las cervicales propias y pasándolas suavemente, como indicando por dónde podría tener el dolor llegado el caso. Ante el siguiente comentario de la pelirroja, con ya la mano de vuelta en su cintura, esbozó una pequeña risa-Es cierto que no suelen haber muchos borrachos por aquí. Pero eso es gracias a que Rischer, el elfo amargado de allí...-Le indicó con la mirada al susodicho. Este estaba limpiando una jarra con un trapo, y en cuanto se dio cuenta que hablaban de él arqueó ambas cejas para ver si podía distinguir de qué se trataba-Echa a todos los borrachos. Es muy meticuloso con sus cosas, y no quiere que su local se gane una mala reputación.-Comentó-Por cierto, soy Alward. ¿Cuál es tu nombre?-Preguntó-¿Y qué te trae por aquí?-Preguntó con cierto interés.
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Mensaje  Gaia Mar Ago 27, 2019 10:18 pm

La mirada del caballero te busca, Luna oh mi dulce Luna. Ambas sabíamos que eres un imán, Luna mi dulce dulce Luna.. pero no sabíamos cuánto. No hay miedo, mi linda y pura Luna. Acaso nos daban miedo con las luces apagadas? Ya conoces su armadura, sabes como deshacerte de ella si fuese necesaria. En aquel hueco que sabemos ambas todavía hay espacio para dos o tres cuerpos más... tan solo tendríamos que escarbar un poco más en la arena mi dulce Lun...

-Calla.... Calla- susurró Gaia, intentando disimular su repentina frustración con una más repentina necesidad de beber de la cerveza.

Observó como los hombres cargaban con el pobre borracho escaleras arriba. Los miró por el rabillo del ojo, como si esperase que dejasen caer al pobre bello durmiente en algún momento en particular. Como se sigue a un niño al que le acabas de enseñar como hacer algo: Con la certitud de que no lo va a hacer bien, y esperando el momento adecuado para sumarte a sus esfuerzos.

Pero afortunadamente aquello no pasó, y la cerveza de Gaia fue la única manera de acallar el intento de entablar conversación del tal Alward. Gaia lo miraba de cuando en cuando, como si aún estuviese sorprendida de que le hablase a ella, como esperando el momento exacto en el que se diese cuenta de que se había equivocado de persona y decidiese marcharse.

Por su bien, Luna Oh Luna. Por el nuestro... Mi dulce, dulce Luna.

Pero el chico no cesó en sus intentos. Nada que Gaia de hecho no hubiese esperado. Lo escuchaba hablar con sus labios perfectamente perfilados, como dibujados en un cuadro, sus dientes blancos bajo estos.El gesto del que se interesa por un motivo altruista y los ojos curiosos de quien guarda un secreto.

No Luna, mi dulce Luna. Esas somos nosotras. Pero también podríamos guardarlo a el como secreto.. podríamos hacer tanto con el secreto que...

Gaia creyó escuchar que el caballero le preguntaba su nombre. Dudó, jugueteando con sus cabellos, como adecentándolos lo que más pudo antes de contestar.

Luna

-Gaia- dijo la chica, arrepintiéndose en el mismo momento en el que pronunció su nombre. Le había dado poder sobre ella, le había dicho como nombrarla y como hacer para que voltease la atención a él cuando el así lo necesitase. Luna comenzaba a parecerle mejor alternativa, pero ya era tarde.


Por supuesto no quería decirle qué hacía en aquella taberna. No había manera adecuada ni correcta de decir: Robar todo lo que pueda y estafar si fuese posible. Así que aprovechó que Luna llevaba tiempo molestándola y pidió otra ronda, incluyendo esta vez una copa más para el caballero. Al parecer había decidido que Gaia era su objetivo, y a diferencia de la chica. cualquier caballero del rey sabe que una vez identificado, el final es aquel que el guardia se haya fijado. Por lo que la chica intentó hacer parecer todo lo más cotidiano posible. Teniendo en cuenta que ella era Gaia.

Sin decir palabra alguna, Gaia agarró las manos del tal Alward y las posicionó con las palmas abiertas, siempre sin mirarlo a los ojos directamente, pues tenía miedo de que viese a Luna en ella. El chico se quedó allí, de pie con ambas manos a cada lado de su cuerpo. Gaia se llevó una mano al mentón contemplándolo de manera seria, como si estuviese considerando cualquier punto que hubiese podido pasar por alto:

-Te puedo decir la verdad- dijo posicionando su mano sobre la derecha del joven, presionando levemente hacia debajo como si el chico fuese una balanza ahora desequilibrada-O te puedo mentir- dijo ella, haciendo lo mismo con la otra mano y volviendo a equilibrar al pobre Alward.- Tú problema es que no vas a saber si hago lo uno, o lo otro- suspiró como esforzándose por no echar a correr- Mi problema es que se que personas como tú harían muchas... muchas cosas para descubrir cual es cual. Pero aún así, estoy dispuesta a jugar-Dijo de manera distraída, como si aquello fuese un mero pasatiempo.

Lo miró a los ojos por un momento, tan sólo un segundo, como para cerciorarse de que era él todavía, y apartó la mirada en el momento justo en el que se dio cuenta de con quién hablaba.

Luna.. oh mi dulce, dulce Luna. Este hombre es practicamente un problema. Me pregunto cuánto vamos a tardar en arrepentirnos de estar aquí, mi dulce, dulce Luna.

-Usted que cree, señor justiciero....?- dijo dedicándole una sonrisa que no le llegó a los ojos.

...Somos la damisela en apuros.. o la bruja malvada?
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Mensaje  Alward Sevna Miér Ago 28, 2019 12:14 pm

La chica no parecía querer entablar ningún tipo de conversación. En lugar de eso, se fue a la barra y siguió con su cerveza con más espuma que líquido. Era extraña, y no había que ser demasiado avispado como para darse cuenta.

Alward suspiró, no pareciera que iba a sacar algo interesante de ahí. Echó una mirada a Rischer, buscando salvarse de la vergüenza que resultaba el ser ignorado por completo. El elfo le devolvió la mirada y un gesto de encogimiento de hombros mientras miraba a la pelirroja con cierta cautela. De pronto, la chica dijo su nombre.

-Gaia, ¿Eh?-Se sentó en el taburete de al lado mientras buscaba entablar visión con la muchacha-...Nunca había escuchado ese nombre. No eres de por aquí, ¿Verdad? De Verisar, digo.

La chica ahora pidió otra ronda más. Se había acabado su inicial y extraña petición, aunque ahora quiso invitar al Sevna consigo, cosa que el recién nombrado caballero declinó, no le gustaba beber, y menos tan temprano.

De pronto, la muchacha agarró sin previo aviso las manos del castaño, esto generó desconcierto en este último y que un estallido tuviera lugar dentro de su cabeza, uno que tuvo como consecuencia el sonrojamiento de este.

-...¡¿Q-qué...?!

Gaia en ningún momento le estableció contacto visual. Tras eso, se llevó una mano al mentón como si estuviese cavilando algún malvado plan para llevar a cabo, lo cual puso aún más nervioso al castaño.

Después, la pelirroja colocó sus manos sobre las del Sevna, haciendo una leve presión y conllevando consigo una propuesta para cada mano, como si delante suya tuviera dos opciones de caminos a seguir, y Alward sabía de sobra cual quería, aunque no siempre se podía hacer que la gente siguiera tus preferencias, por lo que el caballero cerró ambas manos, agarrando así las manos de la joven. Una leve sonrisa salio de sus labios.

-Bueno...-La miró a los ojos-¿Qué tal si empiezas por decirme por qué no me miras a los ojos?-Soltó las manos de Gaia y volvió a recolocarse en el taburete, dejando descansar sus manos en una rodilla y la otra encima de la barra-¿"Personas como yo"?-Preguntó, extrañado. Negó con la cabeza-No tienes por qué contarme nada si no quieres. No te voy a obligar a hacer algo que te incomode, Gaia.

La joven mencionó algo de "justicieros". En ese momento, Rischer llegó con la bebida que esta había pedido, enterándose así de lo que esta había dicho en su última frase.

-Chica, aquí no hay justicieros.-Dijo en tono sarcástico mientras le guiñaba el ojo a Alward-Él es Guardia de Verisar. "Sir Alward Sevna". Impresionante, ¿Verdad?-Dijo con el tono de aquel padre que está orgulloso por ver a su hijo pródigo-Y yo lo entrené y le enseñé todo lo que sabe

-Quizás sí que necesite la ayuda de justicieros en un futuro, querido amigo-Le dedicó una mirada cómplice al elfo

-Bueno, pues si no los encuentras, ya sabes que por aquí siempre hay gente dispuesta a hacerse pasar por ellos-Ahora el elfo miró a la pelirroja-¿Es amiga tuya?-Le preguntó a Alward

-Me ha invitado a una ronda, ¿Qué crees?-Preguntó como si necesitara consejo

-Es un buen comienzo-Asintió, como dando su visto bueno

Alward entonces miró a Gaia, esbozando una sonrisa. Esperaba poder rebajar aquella tensión con la que la pelirroja cargaba. Quizás le había pasado algo y por eso estaba así, o quizás simplemente era tímida. El caso era que era una extraña; una mujer muy rara, pero a su vez había algo en ella; su forma de moverse, de expresarse, de mirarlo... Algo que hacía que el Sevna estuviera bastante curioso con respecto a ella.
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Mensaje  Gaia Miér Ago 28, 2019 10:48 pm

El hombre de los ojos de miel le pregunta de donde es. Gaia lo mira, como si la voz dulce de su voz fuese tan solo un intento de copia a sus ojos Como si la estuviese intentando comprar con palabras vacías.

...Pero ya sabemos jugar a ese juego Luna, oh Luna… De hecho nadie nunca supo jugar tan bien como nosotras.

Gaia se adecentó la falda del vestido, antes de nerviosa pellizcarse la muñeca derecha, como hacía siempre que algo le recordaba demasiado a su hogar. Quería decirle que conocía los campos de verisar y la peninsula entera como la palma de su dolorida mano. Quería contarle que tenía historias en cada una de las esquinas de Lunargenta, a cada cual más triste. Quería decirle que si no la conocía es porque nunca estuvo mirando bien con esos ojos suyos hechos para insuflar enfermedad, o vida.

Pero no lo hizo. En su lugar mintió, justo como Luna le había recomendado hacer.

-No has escuchado ese nombre, porque solo es mío. Yo tampoco he escuchado el tuyo y no por eso asumo que no eres de por aquí. El nombre tiene la procedencia de la persona. Yo no se tú… pero yo soy de todos lados….y en especial del norte…SI… del lago de la luna.-

Una punzada recorrió su cabeza al pronunciar aquello. Por algún motivo la chica había sentido que aquella mentira gratuita no había estado bien. Quizás porque había salido demasiado fácil de sus labios y porque apenas había tenido que pensarla mucho. Lo cierto era que fue por el mero hecho de pronunciar la palabra Luna en voz alta.

A tu hombre no le gusta la bebida, Luna oh dulce Luna, ahora ya sabemos porqué es un problema. Una minima Piedra en nuestro camino… pero mira su bolsa, Luna oh Luna… no.. no todo él Luna.. enfocate. Su BOLSA. Está tan llena de monedas que podríamos comprarlo a él, si eso es lo que tienes en mente.

Sabía lo que Luna quería que hiciese. No era un juego al que no estuviese acostumbrada, un poco de normalidad en su mirada, ajustarse el corsé de manera decidida, dos o tres caidas de ojos y quién sabe? Incluso arreglarse el pelo en la mañana después de deshacer la cama de aquel caballero. A Luna le gustaba verse bonita en la desnudez. Solía decir que era el mejor de los vestidos que podían poseer.

Pero a Gaia no le gustaba esa idea. Demasiados recuerdos asociados a aquella armadura como para dejar que su mente volase en medio del éxtasis de la noche con ese hombre en particular. Además no estaba bebiendo. Eso era lo que Luna había pasado por alto y lo que marcaba la diferencia siempre. La bruja creyó ver un leve tinte en las mejillas del tal Sevna al agarrar su mano cual balanza. Aquello le insufló un poco de valor.


Quizáa la bolsa no esté aún perdida.


Pero Luna, como sucedía a veces, se había precipitado. Y la pregunta directa del hombre sobre un rasgo que Gaia creía poco notable la tomó por sorpresa. Tanto que obvió la primera y única regla que tenía y clavó sus ojos grandes en los del chico.

Deja que me vea, Luna… oh dulce Luna. Si tan solo me reflejo un poco en tus pupilas, quizás sea lo suficiente como para asustarlo. Y así alejarlo de ti. Si mi dulce Luna.. cualquiera que quiera acercarse tanto a mi, merece al menos un poco de la vision de mi eclipse. Un atisbo de eso que ocultas en tu mirada de loca. Un poco de Luna en su propia mirada.


Gaia no estaba cómoda con aquello, y sentía como la locura de Luna se apoderaba de ella por unos segundos antes de Volver a hablar:

-Oh Alward… mi dulce, dulce Alward.- dijo en la mejor imitación de la voz de su cabeza que pudo hacer- Si te contase todos mis secretos…- se acercó a él como si fuese un felino sopesando la destreza de su presa- Tendría que.... matarte- Susurrò esto último y rió. Pero aquella sonrisa no mostraba alegría alguna, más bien guardaba un secreto oscuro.


Gaia no tardó en parar el contacto visual con el chico. Se alejó de él de nuevo, como si aquello que había dicho nunca hubiese sucedido y  volvió a hablar.

-Tú me incomodas, Alward- dijo la chica dando un trago a su bebida,  algo molesta por varias cosas a la vez- Y aún así estás aquí. Lección numero uno, señor perfecto: La vida no es justa- dijo Gaia. Estaba empezando a estar enojada y no sabía exactamente el porqué.

Notaba como Luna latía sobre su sien. Siempre que dejaba que tomase el control tanto necesitaba un periodo de recuperación, pero en aquel instante, tan solo tenía cerveza.


Por ello agradeció tanto la interrupción del tal Rischer, pues le daba una excusa para permanecer callada unos instantes.

Por supuesto Gaia ya sabía quien era Alward. Había estado en su investidura, y estaba tan segura que el había estado tan rodeado de gente en aquel momento que la rareza de Gaia había pasado más desapercibida aún. El hombre que los interrumpió parecía lleno de orgullo, rebosando admiración por aquel chico por cada poro de su piel.

Sabía que ambos hacían charla liviana acerca de quién era Gaia y qué hacía allí, pero la cabeza de Gaia llevaba un rato dandole vueltas a varias preguntas.


Calma, Luna. Él es problema. Ya lo has visto: Me ha mirado a los ojos y no ha titubeado. Acaso quieres que tenga tan poca delicadeza contigo en un rato? Su amigo también será parte del juego luego? No Luna. No… nosotras ya no jugamos. Matamos. Lenta y dolorosame…

El ultimo sorbo de su cerveza le insufló valor a la bruja quien pudo poner a Luna a un lado y acercarse decidida al tal caballero, como si no hubiese nadie más en la sala. Lo miró fijamente a los ojos, esta vez con la mirada llena de Gaia. Y furia, y rencor e imágenes de personas que tenían el rostro de Alward pero no eran él.


-Y tú…. – dijo simplemente Gaia- Tú quién eres? De dónde vienes? Cuánto has estado aquí? Cuantas veces te han dicho lo perfecto que eres en los últimos dos días? Cuántas doncellas te han regalado su pañuelo blanco con la esperanza de que tú lo tiñeras de negro? A cuántos… hombres… les has acuchillado el corazón. Por tu rey.- dijo quedándose a dos palmos de la nariz del chico.


Aquello era una batalla, y Gaia tan solo iba armada con sus palabras.
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Mensaje  Alward Sevna Jue Ago 29, 2019 12:34 pm

La chica al fin pareció reunir el valor suficiente como para mirar directamente a los ojos al recién nombrado caballero. Lo que sucedió a continuación, pilló por completa sorpresa al castaño, haciendo que se volviera a sonrojar, aunque esta vez más congelado y sin una respuesta a aquello. Pensaba que todo lo que la chica decía era ironía, pero ese último tono de voz... Algo había cambiado en ella, en su actitud, aunque pronto volvió a ser la misma, diciendo que la propia presencia del Sevna la incomodaba.

Rischer simplemente creía que aquella chica estaba flirteando, por lo que decidió apartarse de ambos y siguió con su trabajo con normalidad. De nuevo, Gaia cortó el contacto visual.

-Yo soy el primero que sabe que la vida no es justa, Gaia. Pero no me gusta compadecerme de mí mismo. Si dejas que la vida te pisotee y nunca te levantas, al final acabas viviendo como un esclavo.-Si tras cada uno de los golpes que esta le dio en el pasado jamás hubiese tenido el valor de ponerse de nuevo en pie, su vida habría sido muy diferente a como lo es ahora... Puede que sus padres no hubiesen muerto, su vida sería la de un granjero más... Pero, ¿Acaso no es esa una vida mediocre? LE gustaría tenerlo todo, a sus padres y a su actual vida, pero la vida es caótica y da mil vueltas, y uno no puede tener una cosa sin sacrificar otras.-Vivo día a día con la culpa de no haber podido evitar ciertas cosas... Pero, responde a esto, si yo no me levanto, si YO no lucho-Remarcó con un tono intenso esas últimas palabras-¿Quién más lo hará?

La pregunta no pareció tener respuesta. En vez de eso, Gaia pareció ignorarle y tomarse un largo y último sorbo a su jarra de cerveza. Acto seguido, la pelirroja enfrentó al castaño, mirándolo de nuevo a los ojos con una mirada decidida, furiosa y que por algún motivo transmitía todo ese valor que hasta ahora no había podido demostrar. Tras eso, una lluvia de preguntas fue lanzada hacia el Sevna, sin que siquiera hubiera tiempo de respuesta entre una y otra.

Ante esta situación, el Guardia enrojó sus mejillas nuevamente, nervioso, y el que la joven se quedara a dos palmos de su nariz no ayudó a que pudiera calmarse.

Hasta ese momento, no se había percatado de la belleza que Gaia ostentaba, y aquella rareza que tenía solo la envolvía en un aura de misterio que la hacía aún más atractiva. Pero, ese no era el momento ni el lugar indicado para dejarse caer en deseos banales. Debía de controlarse y hacer ver a la chica que, para empezar, él no era el enemigo.

-E-escucha...-Con cierta timidez, le puso las manos en el hombro-...Tú estás buscando en mí un enemigo, y yo estoy buscando en ti una amiga...-En vez de apartarla, se quedó mirando profundamente a los ojos, para ver cual era el origen de su extrañeza-No soy un monstruo, al mismo tiempo que tampoco soy el hombre perfecto. Aunque, por desgracia, es más fácil llegar a ser ese "monstruo".-Le apartó las manos y las dejó reposar en las rodillas propias-¿Por qué en vez de contar "mentiras" o "verdades" simplemente actúas como tú misma, sin tener en cuenta nada más?-Dijo ofreciéndole la palma de su mano derecha extendida, en un acto simbólico de confianza.

De pronto, se pudo escuchar como una especie de jaleo y barullo se formaba fuera de la taberna. Algo pasaba, y Alward no hizo oídos sordos ante aquello. Por un instante, desvió la atención de Gaia y miró hacia la puerta. En las ventanas se podía ver a gente amontonada, mientras que los parroquianos de la taberna salían a ver qué pasaba.

Rischer se preocupó por esto y acudió de nuevo al Sevna.

-Al, echa un vistazo, por favor

La actitud del recién nombrado caballero cambió por completo, y como un verdadero profesional, su rostro cambió a un semblante más serio y se levantó, no sin antes dirigirse a Gaia.

-...Discúlpame un momento-Su tono también se volvió más serio.

Acto seguido, el castaño se puso en pie y se dirigió hacia la salida del establecimiento.

Al abrir las puertas, se encontró a mucha gente agolpada en una misma calle. Podría tratarse de una pelea entre borrachos o de algo más serio... Sin más, el Sevna se abrió paso entre la multitud hasta llegar a la primera fila. Allí vio a su amiga Eiko, con dos de los niños del orfanato tras de sí, y enfrente un grupo de tres figuras completamente cubiertas por una armadura y una tela, ambas de color negro, que les cubría toda la cabeza y el rostro, dejando tan solo a la vista sus ojos. Como armas tenían unas espadas largas muy finas y extrañas, aunque al castaño le resultaban extrañamente familiar.

-¡Eiko!-Llamó la atención de su amiga y se acercó a esta-¿Qué es lo que ocurre?-Dijo examinando de arriba a abajo a los extraños individuos

-¡Al!-Saltó uno de los niños llamado "Puck"-¡Nos quieren pegar!-Señaló a los sujetos

-Esos niñatos son unos ladrones-Dijo uno de los sujetos señalando a los críos-Y como tal, merecen un castigo severo

-Les cortaremos las manos para que así se les quiten las ganas de robar más-Dijo otro, entre una mezcla de seriedad y divertimento.

El castaño se mordió el labio con rabia. Era cierto que estaba mal robar, pero tampoco se merecían aquellos niños tal castigo. Tendría que ser muy persuasivo para lograr que aquellos tipos se fueran sin derramar una sola gota de sangre.

-Al, mira esto-La bruja Eiko le mostró una insignia. Se la veía muy seria y tenía el ceño fruncido, cosa que no era para nada habitual en ella, pues siempre se mostraba agradable y pacifista.-Aparte de dinero... Esto... es lo que han robado-Dijo con un tono de preocupación

-...Sierpes-Apretó la insignia y levantó la mirada de nuevo hacia los sujetos de incógnito
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Los tipos seguían parados, no parecían haber reconocido a Alward, o si no seguramente una lluvia de ataques habría recaído sobre él.
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Mensaje  Gaia Dom Sep 01, 2019 11:54 pm

La crudeza de las palabras de Alward sorprendió a Gaia. El chico hablaba como si conociese el dolor, como si verdaderamente algo bajo aquella fachada perfecta pudiese hacerlo menos armadura y más humano imperfecto. No estaba segura si fue aquello o el hecho de que el guardia seguía asomándose a sus ojos a pesar de haber visto su locura lo que amansó la bestia dentro de la chica.

Luna, por otro lado, se carcajeaba en la mente de Gaia.

¿Porque te ha llamado amiga ya te vendes a su mirada de miel?  ¿Es que quizás él no conoce el poder de una mentira,? oh Luna, mi dulce Luna. Vamos a creernos que quiere ser amigo de alguien como nosotras. No necesitamos más amigo, mi Luna. Yo soy todos los amigos que necesitas y tienes. Este tal Alward es un farsante con una armadura como todos sus soldados antes que él.

Gaia decidió ignorar a Luna por ahora. Decidió que aquel chico había puesto demasiado intensidad en sus palabras como para desestimarlas, decidió que al menos le daría el beneficio de una verdad a medias.
Y en el tiempo que decidió que aquel iba a ser su plan para el resto del día, Alward se había marchado de su lado.

Gaia no supo a ciencia cierta cuándo pasó, pero por alguna razón la ausencia del chico la puso nerviosa. Como la intranquilidad de perder algo que sabías tuyo.

Tampoco tuvo que buscar mucho para encontrarlo, y el estruendo de la calle silenció sus palabras que preguntaban qué había pasado.

Ahora es nuestra oportunidad, Luna.. oh dulceLuna... todos están distraídos. Y las bolsas de dinero están poco custodiadas. Tanto oro tan descuidado.. Seremos ricas dulce Lu...

Pero Gaia apartó la voz molestosa de Luna de su mente. Los ojos llorosos de algunos niños de aspecto descuidado fue demasiada distracción para la mente poco atenta de la chica e ignoró totalmente a Alward y a su recién encontrada amiga y se enfocó en ellos. Al fin y al cabo, ella también había sido niña en algún momento, pero nunca se había llamado Eiko.

Se posicionó de rodillas, poniéndose a la altura de uno de los niños más pequeños y le acarició la cabeza, pues parecía al borde de las lágrimas. Escuchó con tranquilidad lo que había sucedido y observó como la mayoría de los presentes esperaban una reacción de su recién conocido guardia real.

No es para menos, Luna mi Luna. Tu amigo tiene poder en las calles. Todos confían en su palabra como la ley del rey. Espera y lo verás castigar a estos chicos por un pequeño hurto... entonces sabrás de que es capaz ese principe con capa de corderito de ojos miel.

Gaia frunció el ceño  ante aquellos pensamientos. Le dolió porque sabía que quizás lo que Luna estaba diciéndole fuese cierto en aquella ocasión. Posó su mirada de nuevo en Alward. Su gesto serio y profesional, sus ojos pasando de los niños a los hombres corpulentos que querían hacer daño a los chicos tan solo por haber robado algunas monedas de sus bolsas.  El gesto en tensión del caballero escuchando las palabras de Eiko.  

Hasta aquel momento, Gaia no supo exactamente cuán acertada había estado Luna sobre Alward.

El niño al que acababa de acariciarle el cabello se limpió la nariz en la manga de una túnica roida y llena de manchas, interrumpiendo los pensamientos de Gaia. El chico no llevaba zapatos,  y  se llevaba las manos a los bolsillos deshilachados en señal de nerviosismo. Gaia veía como miraba a Alward, con admiración y un destello de esperanza, como si esperase que aquel héroe fuese a salvarle el día diciéndole que todo lo que había hecho estaba bien, porque lo había hecho por necesidad.

O al menos así es como lo veía la chica. Pero ella sabía que aquello no iba a ocurrir. Lo supo al ver la cara de superioridad en los hombres a los que habían robado, como esperando un veredicto que sabían favorecedor hacia ellos. Frotándose las manos y calculando mentalmente cuántos azotes iban a darle a aquellos desamparados niños.

... Y cuantas más noches aquellos niños iban a volver a dormir con el miedo de sentirse vulnerables.

Aquello fue, posiblemente lo que hizo que Luna tomase el control de lo poco racional de Gaia.

La chica no dudó en sus acciones. Al fin y al cabo tenía poco que perder. Se acercó a Alward por la espalda,aprovechando el bullicio de personas que se habían acumulado en la calle para pasar desapercibida. Con dos movimientos de ladrona experta consecuencia de su vida en la calle, robó una de las espadas de la espalda de Alward. La bruja supuso que para cuando el chico se diese cuenta ya sería demasiado tarde. Se camufló en el tumulto de los cuerpos a su alrededor y cuando estuvo frente al hombre que parecía ser el cabecilla de los hombres a los que los niños habían robado, empuñó la espada con ambas manos, con la única destreza que poseía. Lo hizo de manera rápida. Tanto, que casi no controló su estacada y la hoja de la espada quedó a 3 cm del cuello del hombre al que se había acercado y que había amenazado con cortarle las manos a los niños.

-Quizás deberíamos cortar tu lengua...-dijo la chica escuchando un sonido sordo de asombro en la multitud- Total... ya has demostrado que no sabes usarla para nada bueno. El mundo sería un lugar mejor sin tus estúpidas sugerencias- dijo la chica, blandiendiendo la espada aún cerca del cuello del hombre.

Gaia se dio cuenta de que el cabecilla de los hombres se le iba a acercando por detrás con una daga en un intento de atacarla por detrás. Pero esta vez si que estaba en su elemento, y usó su telekinésis para mover aquella daga a la mano que le quedaba libre y posicionarse de manera que quedase apuntando a ambos hombres.
Era un movimiento suicida, teniendo en cuenta que ella no sabía pelear. Pero eso aquellos hombres no lo sabían. Lo cierto es que no había pensado qué hacer después de aquella entrada estelar... pero ya se ocuparía de aquello la Gaia del futuro.

-Cuidado, grandullón- dijo, entornando los ojos- Yo no hago amenazas vacías...-añadió.


Si la justicia no iba a ayudar a aquellos niños. Ella lo haría.

Oh Luna... mi dulce Luna.  ¿Eres consciente de que seguramente estas sean tus últimas palabras...con vida?!!!.


off:

Habilidad racial, telekinésis
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Mensaje  Alward Sevna Lun Sep 02, 2019 10:10 am

Eiko fue la primera en advertir la presencia de Gaia, y cómo esta se acercaba por la espalda a Alward para robarle de forma indiscriminada una de sus armas, su mejor arma; Værdi. Alward, mientras tanto, intentaba persuadir a los extraños.

-Creo que esto se puede solucionar de forma pacífica y civilizada...-Dijo mientras alzaba sus dos brazos a media altura y pedía calma con determinados gestos-Os devolveremos lo robado, y aquí no habrá pasado nada.

-Creo que no lo entiendes, mojigato-Señaló a los críos, los cuales temblaron de miedo y sus rostros se pusieron en blanco-Tienen que ser castigados-Esbozó una sonrisa y echó un vistazo general a la multitud que les rodeaba-¿O acaso permitiremos que niñatos así vaguen por nuestras calles robándonos y saqueándonos?-Dijo con cierto tono aumentado-¿Acaso es eso lo que queremos?

Esas palabras hicieron despertar en los viandantes un sentimiento de orgullo propio y miedo a lo desconocido. Les hizo creer que quizás aquellos tipos tenían razón, y que para evitar males mayores sería mejor cortar el problema de raíz. Un castigo justo que metiese en cintura a esos niños sería lo ideal.

-¡Escuchadme!-Alzó la voz-¡Robar está mal! ¡Sin duda! Pero estos niños no tienen a nada ni a nadie. Su vida se basa en ganarse el pan cada día en las duras calles de la gran ciudad, ¿Acaso no merecen compasión y ser llevados por el buen camino? Ellos no quieren esto, pero el destino les ha obligado a...-En ese entonces, notó cómo alguien estaba a su espalda y desenvainaba una de sus armas. El recién nombrado caballero se volteó y pudo ver cómo Gaia se escabullía entre la multitud con su espada.

Un murmullo empezó a escucharse entre la gente, al tiempo que el Sevna quedó paralizado sin saber qué hacer; ¿Echar a correr tras la chica o seguir persuadiendo a los tipos con los rostros cubiertos?

Ese momento lo aprovechó Eiko para hacer que los huérfanos se escabulleran también, para así apartarlos de cualquier posible peligro.

Fue entonces cuando Gaia apareció de nuevo de entre la multitud para encarar a los esbirros Sierpes.

La pelirroja tenía a dos de las Sierpes controladas, pero el tercer integrante se iba a abalanzar hacia ella y clavar su espada en el cuello de la mujer. Eiko estuvo atenta y pudo lanzar un hechizo hacia el tipo; alrededor de su mano se formó un aura lila que se extendió hasta el arma enemiga, haciendo que la hoja de esta se convirtiera en una mesa blanda que ni siquiera podía sostenerse recta, por lo que acabó doblada. Al entrar en contacto con el cuello de Gaia, esta notaría una simple caricia.

Alward entró de pleno en el combate derribando a dicho tipo con una fuerte patada y colocando la punta de su espada en el cuello de este.

Uno de los otros dos enemigos, al cual Gaia no le había robado el arma, pudo hacer frente a la pelirroja sin problema alguno, desenvainando su arma a una velocidad casi inhumana, dando así un golpe a Værdi para desestabilizar a la joven. Se veía que no era muy ducha en combate.

Eiko también entró a socorrer a la pelirroja, sacándola del conflicto directo con un tirón en uno de sus brazos e intercambiando posiciones, ahora era la bruja stellazio la que tenía enfrente a los dos súbditos de las Sierpres. Esta frunció el ceño y mostró gran concentración sin mediar una sola palabra hasta ese instante.

-Quédate detrás de mí-Le ordenó a Gaia al mismo tiempo que desenvainaba su espada corta

El enemigo armado con espada lanzó un tajo sobre la Eiko que esta pudo repeler con facilidad con su propia arma, mientras que el otro tipo, al estar desprovisto de armas debido a la jugada anterior de la pelirroja, tan solo tenía sus manos, y no se le veía temeroso de usarlas. Quiso abalanzarse hacia la stellazio, pero esta impidió todo tipo de acercamiento blandiendo de forma excepcional una defensa con su espada. Estaba a la defensiva contra dos oponentes bien entrenados, sabía que esa estrategia no le iba a durar para siempre.

-...-Alward miraba fijamente a su oponente, aún en el suelo-No tiene sentido seguir con esto

Entonces, el súbdito al que se enfrentaba Alward agarró algo del suelo y lo tiró contra los ojos del castaño; era arena, y le había entrado de lleno. El Sevna dio un par de pasos hacia atrás, desconcertado e intentando quitarse cuanto antes la molestia de sus ojos, mientras que su oponente volvía a ponerse en pie, ya con su arma firme de nuevo, con intención de atacar al Guardia.
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Mensaje  Gaia Lun Sep 02, 2019 11:34 pm

Escuchaba palabras. La rodeaban. Podía ver de cuando en cuando como la mandíbula de Alward se movía pero no lograba entender que era exactamente lo que proponía el chico. ¿Quería paz? ¿Proponía paz ?¿Esperaba paz despues de todo aquello? Gaia pensó que si tal era el caso ella elegiría guerra, y se la haría al hombre a cada paso que decidiese dar en oposición a la chica.

Luna, oh mi dulce Luna.. a este hombre lo carga la justicia.. ¿Qué esperabas? ¿Piedad?

Si aquello era justo Gaia no quería saber nada sobre reglas, Ni leyes. Ni reyes con caballeros con armaduras color miel y ojos fríos como el acero, o como la caricia que acababa de notar en su cuello.

Oh Luna, mi dulce Luna.. esa estuvo cerca, Demasiado. La tal chica te ha salvado.. no esperes tener tanta suerte la próxima vez y espe...

Notó un tirón, lo suficientemente fuerte como para mover el delgado cuerpo de la chica y vio como la mujer que la había salvado volvía a hacerlo de nuevo, tomando su posición frente a dos de los corpulentos hombres, con una diferencia abismal de que ella, lógicamente si que sabía lo que hacía con la espada.

Ves mi Luna, dulce Luna? Acaso esperabas que pudieses ser rival para aquel hombre... eres más bien un impedimento. Un handycup a todo lo que estos dos chicos tienen que hacer frente ahora.. y todo porque tu podrido corazón tiene un pequeño lugar para niños con mocos pegajosos y...

Alward hincó una rodilla en el suelo. Parecía malherido, aunque no estaba muy segura de qué había pasado a su alrededor, así que todo lo que pudiese decir eran suposiciones. Pero aquello fue la gota que hizo que su delicado vaso se rompiese.  Se concentró en los pies de los hombres que los rodeaban, todos ellos con zapatos para alegría de la bruja.

Oh Luna mi dulce, dulce Luna... Y se reían de nosotras por ir descalzas.. miralos mi Luna linda Luna... todos con zapatos nuevos, como niño en mitad de midsommar.

Usó la telekinesis para atar todos los cordones de los zapatos de la mayoría de los hombres entre si. Algunos de los nudos fueron poco efectivos, pero muchos consiguieron el objetivo de la chica, si intentaban seguirlos se caerían de bruces de una forma bastante estúpida.

Su siguiente acción fue un poco más compleja. No estaba muy acostumbrada a usar su pantalla ilusoria a tan gran escala, si acaso uno o dos individuos como máximo, pero aquello debía funcionar. Necesitaba que todos los que estaban a punto de ganarles en aquella pelea pensasen que los propios cuerpos de Alward, la chica y Gaia se habían evaporado y en su lugar, los suyos propios recibiesen las estocadas de sus armas.

Por fortuna Odin estaba de su parte, y el asombro generalizado de aquellos malhechores al verse a ellos mismos blandiendo la espada como copiando sus pasos dio a Gaia una ventaja que ambas, la otra chica y ella supieron como aprovechar. La primera escabulliendose entre la multitud y la segunda acercándose a Alward, aún dolorido y sin poder ver.

Le tomó ambas manos y las posicionó en su cintura. Sabía que no tenían mucho tiempo antes de que aquella pantalla de ilusión se desvaneciese, así que antes de comenzar a correr y esquivar a personas le dijo:

-Soy tus ojos. Preocúpate tan solo de no soltar mi cintura y de seguirme el ritmo¿Crees que puedas?

Lo cierto era que agarrar al hombre de la mano hubiese tenido más o menos el mismo efecto. Pero una mano era más facil de perderse en la multitud que dos cuerpos enredados y Gaia sabía que cualquiera que fuese el daño que Alward tenía en los ojos no iba a posibilitarle que esquivase cuerpos de manera rápida antes de que su hechizo terminase.

¿El resultado?

Gaia no supo muy bien exactamente dónde la amiga de Alward se había ido, pero la pudo ver desaparecer y ponerse a salvo antes de escapar ellos mismos. Por su parte Alward y ella habían corrido lo suficiente como para esquivar al gentío.

Alward estaba de suerte: Gaia tenía el poco placentero honor de haber escapado mil veces a través de las calles de Lunargenta, tanto que el camino a su escondite le pareció una vuelta a casa a pesar de no haberlo visitado hacía casi un año.Los muros bajos a medio destrozar de aquella zona de la ciudad la recibieron como si el tiempo no hubiese pasado a través de ellos. Los adoquines medio rotos en el suelo dejaban claro que estaban en una zona mucho menos agraciada de Lunargenta, Gaia se preguntó por un momento si aquel hombre había puesto pies alguna vez en su vida en aquel lugar tan empobrecido.
Se sonrojó al llegar al amasijo de toldo que solía ocultar el tejado que había sido parte de su hogar en los casi 4 años que se había encontrado en la península. Separó las manos de Alward finalmente de su cintura, aún sin aliento por la carrera .y se obligó a si misma a obviar la vergüenza que le daba compartir con alguien tan criado entre algodones como Alward aquella parte tan oscura de si misma, pero no tenía mucha opción. Necesitaba curar al guardia y estaba segura que aquellos matones conocían cualquier lugar que este guardia regentase y ya lo estaban buscando.

Luna había enmudecido, pero ronroneaba porque sabía que justo allí ers el lugar donde había nacido.

Agarró la cuerda que arrastraba en el suelo a uno de los lados del toldo y tiró de ella. Un sonido chirriante continuó a medida que el toldo se alzaba y dejaba a entrever unas escaleras medio destruidas por el tiempo que llevaban a un tejado cubierto por 4 otros mucho más altos y resguardado en parte de la lluvia pero no totalmente.

-Bienvenido al lugar donde almaceno pesadillas- dijo Gaia, guiándo al chico a que subiese los escalones.-No le tomes mucho cariño. No vamos a quedarnos mucho

Lo dijo con voz seca, dejándo claro con tan solo una frase que aquel no era un lugar del que la chica se sintiese orgullosa para llevar a nadie. Ocultando en su mirada un pedazo de vulnerabilidad que camufló de gesto serio.

Gaia no podía creerse que sus mantas viejas y harapientas aún siguiese donde las dejó. Varios pares de zapatos deshermanados, un espejo roto, la cabeza de una muñeca de trapo y las tiras rotas de varios corset, no muy lejos de allí. Dos cojines y una mesa a la que le faltaba una pata. Aquello era todo.

-Deja que vea esos ojos tuyos- dijo simplemente, como si supiese qué hacer para ayudarlo, pero deseando hacer que el lugar en si no fuese el foco de atención.

Oh Luna.. mi dulce dulce Luna. Bienvenida a casa, Luna.

Gaia hizo una mueca de asco y el estómago se le encogió en el abdomen.  
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Mensaje  Alward Sevna Vie Sep 06, 2019 12:27 pm

La respiración de Alward era agitada, sus latidos se habían incrementado y la adrenalina que se había adueñado de él estaba por las nubes. No sabía muy bien qué había pasado, pero se alegraba el saber que seguía de una pieza. Logró quitarse la arena de los ojos nada más llegar a la casa de Gaia. Esto le dejó dichos órganos enrojecidos, cosa que se iría con el paso de las horas, pero aún así molestaba.

-...¿Pesadillas?-Realmente no sabía donde estaba, pero las declaraciones de la pelirroja le hacían suponer que ese lugar era donde vivía.-...-Frunció el ceño y apretó los dientes. Estaba realmente molesto-No tienes ni idea de lo que acabas de hacer...-Dijo intentando contener su tono para no sonar brusco-¡Acabas de ponerte una diana en la espalda!-Pero no pudo contenerse. Aquellas acciones imprudentes por parte de la joven podrían haberle costado caro, y aún podría hacerlo. No estaban ni remotamente lejos de estar a salvo.

Suspiró, resignado. Echó otro vistazo al destartalado lugar. Parecía el hogar de una vagabunda... O de una loca.

-No-Rechazó el ofrecimiento de Gaia para examinarle los ojos, acompañado de un gesto de la mano indicando claramente la negativa-No hace falta-Dijo con un tono seco

Acto seguido, se llevó sus manos a la espalda, notando que le faltaban sus dos armas. Seguramente seguirían en el lugar del conflicto, si es que aún había conflicto. En el mejor de los casos, nadie las habría tocado, y en el peor alguien las habría hurtado.

-Mierda...-Torció el gesto-Tengo que volver

No sabía cómo reaccionaría la joven ante aquella decisión. Tampoco entendía cuál era el objetivo de llevarlo a su maltrecho hogar, pero si Gaia tenía alguna objeción, el castaño la ignoraría deliberadamente. Así, se llegó hasta la puerta, la abrió, y lo que encontró tras esta no le gustó en absoluto; allí estaba, nuevamente uno de los tipos con el rostro cubierto excepto sus ojos, mirándolo con seguramente una sonrisa maliciosa bajo aquel bozal.

-...

-Alward Sevna-Dijo-Cómo no habíamos caído antes en que eras tú...

Entonces, Alward oyó algo detrás suya. Se volteó ligeramente y pudo ver cómo otro de los súbditos de las Sierpes había entrado en la casa sin que se dieran cuenta y tenía a Gaia apresada, agarrándola por detrás, inmovilizándola y posando un cuchillo en su delicado cuello. Todos los miembros de las Sierpes eran conocidos por ser vampiros, ese en particular seguramente tenía la habilidad de camuflarse entre las sombras.

-Será mejor que no intentéis nada extraño...-Advirtió a ambos

Alward entonces se volteó para el súbdito de la entrada, el cual había desenvainado su fina y larga espada, dejando apuntado el filo hacia el caballero. El castaño apretó los dientes con rabia. Estaba desarmado, poco podía hacer, y a eso se le sumaba el hecho de que no era su vida la única que estaba en peligro. Miró hacia Gaia, descontento, con una mirada de "Te lo dije".

Eso fue lo único que pudo hacer antes de sentir un fuerte golpe en su nuca que lo dejó noqueado. Gaia corrió la misma suerte que el castaño. Ahora, ambos serían atados y tratados como prisioneros en la propia casa de la pelirroja.
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Mensaje  Gaia Dom Sep 08, 2019 11:08 pm

A Luna no le gustaba el tono de voz que el tal guardia había usado con Gaia. A Gaia le intimidaba el hecho de que la actitud del chico había cambiado a más seca y fría cuando decidió esconderlo en un lugar casi, casi sagrado para ella.

Gaia no supo cómo reaccionar a aquello, así que dejo que Luna tomase control de la situación, como tantas otras veces. La chica se sentó en uno de los cojines desperdigados por la habitación con el gesto entre llanto y furia y agarró con una de las manos una manta esparcida por el suelo.

La mirada mezcla de asco y pena en la cara de Alward al contemplar su antiguo hogar fue la gota que colmó el vaso, y algunas lágrimas de ira se esparcieron por sus mejillas


-¿Qué sabrás tú de ser una diana andante? ¿ Acaso alguna vez has temido por tu vida casi como lo que temes por despeinarte? Esos guardias... casi entiendo que no quieras pelearte con tus compañeros por defender a unos simples vagabundos- recalcó esa palabra levantándose del cojín, aún cargando con la manta en la mano-Entiendo que en tu mundo perfectamente perfecto no haya gloria en pelear por aquellos que no pueden ser defendidos..- dijo acercándose peligrosamente a Alward, Movió una mano y lanzó vario de los cojines por los aires. Movió otra y uno de los cristales a medio romper acabó hecho pedazos- Pero créeme.. personas como tú. Como esos... caballeros. Dais asco-

Eso es Luna, mi Luna... ahora es tu oportunidad. Tan solo tienes que agarrar a manta en su cuello.. y tirar.. oh Luna mi Luna.. será tan fácil... Allá en el puente viejo, Luna oh mi Luna... ya sabemos donde los escondemos

Pero ella no era Luna... era Gaia y las lágrimas mostraban mejor que la furia lo que sentía en aquel momento, así que le lanzó la manta que agarraba a Alward, con el mero objetivo de golpearlo en la cara.

... El único problema fue que el que recibió la manta no fue el caballero. Sino una figura llena de sombras, con voz profunda que estaba muy contento de ver a ambos.

-¿Merchandising de la causa?- dijo el hombre, agarrando la manta y esparciéndola enseñándola de manera que mostrase el dibujo emborronado que lucía en el centro.

dibujo:

-Veo que nos has echado de menos casi tanto como nosotros a ti... Gaia.-

Notó el frío del metal en su cuello mucho antes que las manos rodeándole la cintura. Aquellas manos la habían rodeado miles de veces antes y un escalofrío la recorrió al escuchar la voz profunda de aquel mercenario en su oído.

-Oh... Gaia. Mi dulce... dulce Gaia. ¿Acaso creías que ibas a volver a Lunargenta e ibas a escapar de nosotros? - El hombre que la apresaba le sostenía las manos y le tapó los ojos, pues bien sabía que la chica podía usar sus poderes para mover cosas tan solo con mirar algo.

La visión de los ojos enfadados de Alward antes de que todo se volviese oscuro formó un nudo en su estómago, por alguna razón que ella no llegó a entender del todo.

---------

Peleó todo el camino hacia ninguna parte. El remolino de sus brazos, piernas y boca fue golpeando, pateando y mordiendo todo lo que encontraba a su paso, pero aquello no fue suficiente para despojarse de sus enemigos. Como resultado, más manos se unieron a su retención y además de cadenas en pies y manos aquellos mercenarios regalaron a la chica con un labio partido y varios cortes en el cuello y mejilla.

No supo con exactitud cuánto estuvieron andando, ni como exactamente Alward había conseguido salir airoso de aquella situación, al fin y al cabo no lo escuchaba. Supo, sin embargo que habían llegado a su destino porque uno de los caballeros que la habían cargado durante el camino aminoró su paso y se oyó el sonido metálico de unas llaves abriendo un cerrojo.
Subieron varias escaleras, inmensas y redondas. De caracol y lo suficientemente largas como para que Gaia perdiese la cuenta de cuantos escalones había por como el hombre que la cargaba subía y bajaba sus piernas.

Luna, oh mi dulce Luna.. pero si ya lo sabemos mi linda e ingenua Luna. ¿Acaso no es este nuestro hogar? ¿No son estos escalones los que doloridas subimos y bajamos mil veces antes? Oh Luna.. mi Luna. Bienvenida a casa, Luna.

Gaia se obligó a ignorarla. Al menos hasta que todo  lo que percibía le pareció lo suficientemente familiar como para ignorarlo. Incluyendo el suelo de la celda en la que la tiraron tras lo que parecieron horas de viaje.

-Espero que estés cómoda, Gaia. Ya sabes como funcionamos...[/color]- dijo la voz que la había cargado.- Alguien vendrá a buscarte luego en la noche, espero que no hayas olvidado nuestros requisitos.- Gaia intentó zafarse de manera infructuosa de sus esposas o al menos mover la banda de sus ojos para ver donde estaba- Con una novedad... esta vez no estás sola. Y tu... compañero es mucho muuuucho más valioso que tú. Así que esperamos que seas una buena anfitriona.

El corazón de Gaia latía fuerte en su pecho. Tanto que no estuvo segura de si el estruendo de cerrar la puerta tras ella fue su propio pecho hecho añicos o el metal sobre la piedra.

Se puso de pie como pudo, de manera desesperada y se arrimó a la pared tanteando con sus manos en la espalda buscando algún punto que pudiese usar como palanca y quitarse aquella venda de los ojos, Tal y como había hecho con anterioridad.
No encontró ningún punto en particular  y cargó su frustración a modo de patadas en la puerta de metal que la separaba de su libertad.

-Otra vez no.. Luna...- dijo, sollozando mientras se calmaba, apoyando su cabeza en la piedra-Me prometiste que nunca.. nunca más Luna... mi Luna .


.. y tú fuiste lo suficientemente ingenua para creerme... mi dulce.. dulce Luna.
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Mensaje  Alward Sevna Lun Sep 09, 2019 7:26 pm

Despertó. Se sentía adolorido, como si lo hubiesen molido a golpes y luego dejado en... Aquel lugar. Miró a su alrededor, estaba bastante oscuro, pero una luz salvadora podía hacer que su sentido de la vista no se incapacitara, una luz que provenía de un pasillo, que a su vez podía entrar gracia a la rejilla de una puerta de madera.

Se llevó la mano al pómulo derecho, era donde sin duda el dolor estaba más incipiente. Parecía que lo tenía hinchado y un poco abierto. Estaba tirado en el suelo en mitad de aquella celda. Se reincorporó sentado y entonces pudo escuchar una voz familiar; era la de Gaia. La joven parecía realmente asustada. Estaba en una de las celdas contiguas, por suerte, una especie de red de alcantarillado pasaba por allí y una pequeña abertura con rejas se interponía entre las dos habitaciones. No podía verla, pero estaba seguro de que era ella.

Se puso en pie y se aquejó de un dolor en el estómago y la espalda, pero nada que no le impidiera poder caminar hasta la pared por la que se escuchaba a Gaia.

-Gaia...-Llamó a la pelirroja-...Gaia...-volvió a repetir, adolorido-...Estoy aquí-Dijo, intentando que la joven se calmara-¿Estás bien...?

Al terminar la pregunta, se notaba cansado, y estar de pie era totalmente inútil en una sala prácticamente vacía y de la cual la humedad había hecho acopio. Así que se sentó contra la pared, dejando justo a su lado la rejilla por donde Gaia podría escucharlo mejor.

-...¿Los conocías?-Suspiró

Mientras la joven respondía, el castaño cerró los ojos, como si eso le ayudara a escuchar mejor. Luego los abrió y esbozó una sonrisa irónica.

-Toparte con esa gente es lo peor que puede pasarte...-Y bien lo sabía-No son caballeros... Son... Unos miserables que trabajan a las sombras de la sociedad-Se puso una mano en el abdomen al sentir un pinchazo-Saldremos de esta... Te lo juro-Dijo soltando un largo suspiro y mirando al techo, como si ni él mismo creyese sus propias palabras.
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Mensaje  Gaia Jue Sep 19, 2019 4:17 pm

Escuchó la voz de Alward como un eco lejano. Pasaron algunos minutos hasta que logró diferenciar si aquella voz no provenía de su cabeza y cuando finalmente las palabras del chico la sacaron de aquel ensimismamiento en el que normalmente se sumía cuando Luna le hablaba se pensó uno segundos más si responderle al caballero.

Habla de estos hombres como si los conociese, Luna oh mi Luna, como si hubiese sabido todo el tiempo quienes eran. Y si es así Luna, mi dulce Luna... ¿Por qué nunca vino a ayudarnos Luna, mi Luna? ¿ Es que acaso no eramos lo suficientemente importantes, mi dulce dulce Luna?

-¿Alward? -dijo finalmente con sus manos aún tras su espalda y la oscuridad que le tapaba los ojos. -¿Eres tú? - se movió hasta la pared que los separaba, guiada por la voz del chico mientras le preguntaba sobre sus captores-Son... viejos conocidos, si

Amigos mi Luna, o eso es lo que dice el tatuaje de tu muñec...

-No te preocupes Alward... saldremos de aquí lo he hecho antes no es dificil... tan solo necesito encontrar..- se movió a través de la pared de nuevo buscando algo en particular, un ladrillo sobresaliente. Un trozo de pared con el que había estado soñando desde que su recuerdos alcanzaban.-Mientras tanto tu... emmmm necesito que me hagas espacio. Mucho. Casi tanto como puedas ¿Puedes hacerlo?.  pronunció la última pregunta como si hablase con un niño. Con la ironía de la condescendencia. Estaba dolida por la actitud del guerrero cuando le mostró vulnerabilidad.

Lo encontró.  Al fin!

Raspó su muñecas  con el sobresaliente del ladrillo hasta que uno de sus pulgares se rompió.Cuando lo hubo conseguido tan solo lanzó al aire un gemido lastimero y de dolor que se apresuró a ahogar en cuanto notó el calido fluido que caía por sus muñecas, pero funcionó. Las manos de la bruja eran ahora lo suficientemente planas como para escabullirlas a través de los grilletes. O al menos una de ella.

Retiró la venda de los ojos y descubrió la visión de lo que esperaba encontrar exactamente como lo dejó la última vez que estuvo allí. Con incluso más oscuridad de lo que lo recordaba. Se apresuró a avanzar hasta la pared en la que había escuchado la voz de Alward más cerca.

-Alward??- dijo rozando su dolorida mano por la pared-¿Has hecho espacio? ¿tanto como puedas?- dijo simplemente lo suficientemente bajo como para que los guardias no pudiesen escucharla. Se llevó una mano a su muñeca y exprimió tanta sangre como pudo de su herida abierta, reprimiendo de nuevo un gemido de dolor. Cuando creyó que era suficiente, con los ojos cerrados, dibujó un rectángulo en la pared frente a ella que separaba ambos calabozos. Para terminar su dibujo, posicionó su mano en uno de los laterales dejándo un punto enorme a la altura de su cintura.

Suspiró, se concentró y agarró aquel punto de sangre que ahora era un pomo. Lo giró y empujó la improvisada puerta con fuerza.
El sonido resonoó en el eco de la estancia

-¿Qué se supone que haces, ojos de Luna? - dijo el guardia desde fuera de la estancia, asomando sus ojos entre unos barrotes improvisados en la puerta de maderan?

-Nada!- Gaia cubrió el rectángulo con su cuerpo. Alegrándose por primera vez de la oscuridad-Tan solo canto! ¿quieres cantar conmigo? Vamos, no seas aburrido- emitió una sonora carcajada.

-Oh, no... dejemos las artes para los que tienen talento, mi dulce Gaia. Tu talento es otro y...


Pero no puedes callar mi voz. Mi voz es aire. Mi voz es...- Gaia estaba entrando en pánico necesitaba ocultar el sonido sordo del arrastrar la puerta-Mi voz es perfecta!- Y acto seguido, comenzó a cantar. Tan alto como le dejaron sus pulmones. Desafinando en cada acorde y notando como sus mejillas se encendían ante aquella muestra de su voz.

Canción que canta Gaia:


Pero pareció funcionar, pues con cada estrofa, dos cosas muy distintas pasaban. Por un lado ella presionaba la improvisada puerta que acababa de crear que empezaba a abrirse poco a poco. Y por otro lado, pudo oír como el guardia en un intento de burlarse de la voz de la chica comenzó a dar pataditas al son de: Calderero curtidor, haciendo de redobles y silenciando cualquier eco que Gaia pudiese crear.

Cuando finalmente la puerta estuvo lo suficientemente abierta como para que Gaia se escabullese por ella, lo hizo. Mientras seguía cantando. La estancia donde se encontraba Alward estaba un poco más iluminada. Lo suficiente como para que Gaia lo entreviese a contraluz. Se apresuró a llevar uno de sus dedos a los labios del chico callándo así cualquier intento de hablar del guerrero mientras seguía cantando.

Su mano izquierda, su antebrazo y parte de su vestido estaba totalmente manchado de sangre casi seca. Su muñeca hinchada y amoratonada y un ángulo extraño unía el dedo pulgar de Gaia con su mano. La derecha, con la que tapaba la boca del chico aú . cargaba el grillete que las había unido a ambas.

Luna, oh mi Luna... somos un río. Un rio rojo. Recuerdas este color, Luna? La última vez no era tu río.. y brotaba con fuerza.. con tanta fuerza, Luna mi Luna. Lo ahogamos mi Luna! en su propio río lo ahogamos... Oh.. una muerte dulce y una tumba fría y olvidada, mi dulce.. dulcísima Luna.

Gaia sacudió la cabeza apartando sus pensamientos malévolos de su mente.


La voz del guardia se escuchaba desde la puerta, ahora unida a la canción de la chica que había repetido varias veces. Ajeno a lo que estaba pasando. Gaia esperó al auge del estribillo para dejar de cantar. Estaba segura que aquel hombre no notaría la ausencia de su voz durante al menos dos segundos.

-Solo vamos a tener una oportunidad.-Dijo la chica,  mirando a Alward.-No podemos salir.. pero ellos si pueden entrar.- añadió simplemente. Se pausó un momento  concentrándose antes de gritar


-FUEGO! FUEEEEEEEGO!-

-¿Fuego? ¿dónde? ¿cómo? ¿qué diablos...? Oh Dios mio! FUEGO!- dijo el hombre que custodiaba la puerta del calabozo de Gaia apresurándose a sacar la llave correcta y abrir la puerta.

Ellos no lo veían, pero Gaia se había asegurado que aquel hombre viese y oliese el producto de un fuego maduro descontrolado en su celda. Tan solo tendrían pues 5 minutos hasta emboscarlo.

Miró a Alward, buscando la complicidad de alguien que quizás la entendió.

Esperó que aquello fuese efectivo.
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Mensaje  Alward Sevna Dom Sep 22, 2019 11:10 am

La chica entró por una puerta improvisada, algo que jamás se habría imaginado, y es que Gaia resultaba ser una bruja, no conocía muy bien las escuelas de la magia, pero tenía toda la pinta de ilusionista.

El Sevna, iba a hablar, pero entonces la pelirroja le acalló y le indicó que era una oportunidad perfecta para poder comenzar la huida. Se escuchaba una canción en la otra celda, la voz de Gaia retumbaba por toda esta, y el guardia parecía inmerso en este engaño. La bruja había hecho un buen trabajo. Notó que esta tenía varias partes de su cuerpo manchadas en sangre.

-¿...Estás... Bien?-Le examinó un poco los brazos, tenían muy mala pinta, y los pulgares en una posición poco natural, era el precio a pagar por liberarse de los grilletes-Deberías haber esperado a...-Se cortó el solo y miró hacia la puerta, no era momento para ponerse a hablar.

Juntos entraron a la celda de Gaia, y esta empezó a gritar por un fuego que realmente no existía, pero que el súbdito sierpe parecía ver, oler y sentir. Este entró, y entonces el castaño no dejó pasar la oportunidad, aunque estuviese desarmado y con sus manos contenidas por grilletes, sabía pelear. Con ambos puños, le asestó un duro golpe en el mentón al enemigo, y después de eso le propinó una fuerte patada en el estómago que acabó por derribarlo.

Una vez en el suelo, el Sevna propinó un puntapié al súbdito para dejarlo finalmente inconsciente.

Sin más, empezó a rebuscar el cuerpo del sierpe. Halló un manojo de llaves, tenía la esperanza de que alguna le sacara los grilletes. Tuvo suerte, había una que le liberó de su opresión. Se manoseó las muñecas, debía haber estado bastantes horas con esas cosas puestas, le habían dejado hasta marca.

Acto seguido, miró hacia Gaia con un semblante serio.

-Ahora, pégate a mí y no hagas nada que yo no te pida

Tras eso, se dispuso a salir de la celda.

Se encontró con un pasillo oscuro, lleno de muchas más puertas, incontables para ese momento, que serían las demás celdas de aquellas improvisada prisión. La peculiaridad de aquel lugar es que tan solo estaban como prisioneros Gaia y el propio Alward. El Sevna fue puerta por puerta comprobando si había alguien más, pero no hubo suerte. Estaban solos.

Siguieron avanzando por el pasillo, tan solo se escuchaba el sonido de sus propios pasos y cierto goteo debido a la humedad de la zona.

-¿Por qué los conoces?-Preguntó mientras no dejaba de avanzar con cautela-Esa gente es... peligrosa. Casi destruyen mi aldea y... mataron a mis padres-Tras decir eso, se le ensombreció un poco el rostro-...Alguien debería de ponerles fin, de acabar con ellos, pero... Son muy difíciles de localizar, y no sé siquiera quiénes son exactamente, qué hacen o dónde se esconden... Es como luchar contra fantasmas.-Apretó la mandíbula

Llegaron a unas escaleras. El castaño echó un vistazo para ver si se podía ver algo, pero debido a la débil iluminación de todo el lugar en general no se atisbaba movimiento alguno.

-Bajemos-Miró a Gaia y asintió

Mientras bajaba, pudo escuchar jaleo. Era como si en ese momento se hubiera iniciado una batalla en la planta inferior.

Entonces, el Sevna aceleró el paso hasta bajar el último peldaño de aquella escalera.

Pudo ver como una estancia a modo de recibidor se extendía por toda la planta, a la cual se accedía mediante dos grandes puertas, seguramente esa fuera la salida. Unos cinco súbditos luchaban contra otras cinco figuras. Al principio, no las reconoció debido a la sorpresa y la escasa iluminación, pero enseguida se dio cuenta de quiénes eran; sus amigos, sus compañeros, eran los Stellazios.

Rischer, el elfo encargado del Filósofo Ebrio, localizó a Alward. Este primero portaba las espadas del segundo, y tras quitarse de encima al oponente que encaraba, le tiró las armas al castaño.

-¡Al!-Le llamó la atención.

Las espadas entonces cayeron a los pies del nuevo Guardia. Este las agarró y, antes de entrar en batalla, le ofreció una de sus armas; la Espada de la Guardia, a Gaia.

-Toma-Dijo-Si algún miserable se te acerca, no dudes en defenderte
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Mensaje  Gaia Miér Sep 25, 2019 10:10 pm

Gaia obvió el hecho de que Alward acababa de darle una orden. Algo en su cabeza le dijo que quizás en aquel momento lo mejor que podía hacer era simplemente seguirlo.  Quizás el hecho de que acababa de noquear sin necesidad de manos a un guardia posiblemente dos cabezas más alto que él. O que había podido encontrar las llaves con los grilletes aún en sus manos. Para qué mentirnos, aquello impresionó mucho a Gaia. Demasiado.

Luna, sin embargo, era arena de otro costal:

Primero nos habla con furia, Luna, mi Luna.. y luego nos ¿da órdenes? este Alward no sabe que hay un lugar par él en nuestra pila mi dulce y linda Luna... un lugar especial para guardias que no saben como tratar a mujeres, mi dulce y linda Luna.

El chico respiraba de manera entrecortada e iba una por una rebuscando en las celdas que había en la planta donde se encontraban, con la suerte única de no encontrar a nadie. Aquello olía demasiado bien para ser cierto. Alward preguntó por los Sierpes. Con la relación que Gaia tenía con ellos y la chica enmudeció por un momento, recordando el hecho de que hacía tan solo unas horas, en el lugar de sus pesadillas estuvo a punto de contarle la tragedia de su vida, y que el chico se había mostrado frío entonces.

¿Acaso es diferente ahora, Luna, mi Luna? A nadie le importa la comedia que es tu vida, deshazte de este hombre si esque no vamos a matarlo y luego... no lo vuelvas a ver. Nunca.

-Pensé que tú los conocías casi tan bien como yo - comenzó a decir la chica-Que tu guardia era la de ellos. pero estoy casi segura de que lo pensé de manera equivocada...- se mordió el labio casi segura de que aquel hombre no tenía nada que ver con sus captores. Pensó 5 segundos y se decidió por contarle una historia menos melodramática de lo que iba a hacerlo horas antes en su antiguo hogar. Allí intentaba sacudir la pena del chico, quizás el entendimiento o la compasión. Ahora aquello le daba igual. -Los conozco porque técnicamente les pertenezco- dijo, mostrándole un pequeño tatuaje mal hecho en uno de sus hombros con la señal que habían encontrado antes. La señal de sierpes.

Nada de técnicamente, Luna mi dulce Luna. Tus padres te vendieron. Eres suya. Nos guste más o menos, y eso nos hace infinitamente únicas, Luna mi dulce Luna.

Luna ronroneaba en la mente de Gaia.

La bruja siguió a Alward con la pesadumbrez que da saber que acabas de contar un secreto horrible y estas a punto de ser juzgada por ello, precisamente por alguien por quien no quieres ser juzgada. Aquello en parte era una sensación nueva. Lo de no querer ser juzgada, por supuesto. El resto era conocido para la chica.

Mientras Gaia se perdía en sus pensamientos, acababan de darse cuenta que 5 hombres los rodeaban, pero aquello no era todo. El tal Sevna parecía siempre tener un as bajo la manga, o unos súbditos bastante fieles.

Capaces de morir por él, Luna mi Luna. ¿Quién sería capaz de morir por tí Luna, mi Luna?

La espada de la guardia era pesada. Tanto que Gaia tenía que agarrarla con ambas manos. Uno de los hombres consiguió zafarse de un elfo y se acercó a la chica con furia en la mirada.

Le conocía.

-Esta vez no te escapas, dama loca. Sabes demasiado y eres demasiado poco importante como para hacerlo- blandioó la espada y estocó contra Gaia. La chica recordó como había visto a Alward defenderse con anterioridad y blandió la hoja de la espada una tanto torpe pero lo sufiicientemente rápido como para defenderse del ataque.

Aquello le dió seguridad. Ello y el hecho de que el hombre perdió el equilibrio le dieron a Gaia la ventaja necesaria para abalanzarse sobre el bandido y no pensarlo dos veces antes de clavar la hoja en uno de los costados del hombre, atravesándolo casi por completo.

Sus ojos se abrieron mucho, asustada. La sangre del hombre se esparcía por sus manos y su cara y brotaba en la espada. Sacó su espada lentamente del hombre respirando de manera entrecortada.

Luna.... mira por donde Luna... cuanto tiempo hace, mi dulce, dulce Luna que  no sentimos este poder, mi dulce dulce Luna.

Luna se apoderó de Gaia y olvidó cualquier cosa que estaba a su alrededor.

El hombre estaba tendido ya en el suelo, herido de manera considerable, pero Luna había probado el poder desde hacía mucho, y estacó de nuevo sobre él inundando su mente de recuerdos dolorosos. Sonriendo de manera macabra.

Cortándolo una, dos, tres veces. Cuando el hombre estuvo en el suelo casi sin vida y la cara de Gaia esparcida con la sangre de aquel maleante, Luna le dio un respiro.

Sabe a libertad, Luna. mi Luna.

Sabe a la última vez que va a mirarme con esos ojos de energúmeno.

Gaia estaba sumida en la adrenalina. Quería seguir matando. Necesitaba sentir el control de la espada inundándola. Se había olvidado del dolor de su muñeca y de como el tal Alward la había despreciado con su furia. Le había dado poder. No sabía cómo usarlo aún, pero aprendería pronto.

El peso de la espada era demasiado para seguir estocando una y otra vez, pero Gaia aprendió rápido a usar su telequinesis para suportar el peso en dirección donde quería mover el arma y pudo defenderse así de los bandidos que se le acercasen.

Alward también estaba ocupado peleando con los demás hombres que se habían aventurado a acercársele. Parecieron horas, pero en un tiempo no proporcional al daño que habían hecho los bandidos fueron cayendo uno a uno. El grupo aprovechó la ausencia de atacantes para escabullirse de aquel lugar y perderse entre las calles a algún lugar seguro en el que evitar a aquellos hombres.

Llegaron a un cruce de caminos y la chica pensó que por el beneficio del Sevna y del suyo propio quizás fuese mejor separarse allí. Aún tenía la espada del chico. La miró por un momento mientras se la devolvía a su dueño pero la mantuvo en su mano cerrada sobre ella, como si temiese deshacerse de aquel instrumento que le había dado poder.

-Voy contigo- Habló Luna. Con los ojos llenos del poder que le había dado la superioridad de matar a un hombre de nuevo.

Gaia nunca supo si se lo dijo a Alward o a la espada y se sonrojó al escucharse
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Mensaje  Alward Sevna Dom Sep 29, 2019 12:49 pm

Gaia aceptó la espada. Esperaba que supiera al menos defenderse.

Entornó su mirada al frente, un enemigo le había ya encarado. Tener la ayuda inesperada de los Stellazios hacía que fuese más fácil.

Emmanuel con su arco, Ivens con su bastón y hechizos de agua, Eiko con su conjuración y su espada corta, Rischer con su estoque y Moses con su espadón. Todos y cada uno desplegando sus habilidades en el máximo esplendor contra aquellos enemigos, los que hasta hace poco meses se habían convertidos en sus archi-rivales. Alward no se iba a quedar atrás, y le ofreció un mano a mano a su respectivo oponente digno de cualquier cantar de gesta.

Todos los enemigos tenían aquellas extrañas espadas largas y finas, y se movían rápidos por el campo de batalla. No eran como los súbditos a los que se habían enfrentado antes, también cabía destacar que la facilidad de encararlos también era notable. Quizás serían de un rango menor, o de un subgrupo menos importante.

Un choque de espadas, un rango de movimiento de los brazos hacia arriba que dejaba a ambos combatientes en un punto muerto, y una rápida reacción por parte de Alward que realizó con corte en el torso de su contrincante.

Había penetrado la armadura, y el encapuchado se aquejó del dolor. El Sevna hizo una floritura con su, ahora, única arma y prendió fuego a su hoja. Ese encantamiento le resultaba muy útil.

-Alward Sevna... Tu fama hace honor a tus habilidades...-Se llevó la mano hacia la herida, de la cual empezaba a brotar una cantidad incontrolable de sangre. Apretó el puño y soltó una leve queja-...La muerte... No es el final...-Miró al castaño, el cual se mantenía quieto y en guardia, con un semblante concentrado.

-Nadie tiene por qué morir-Replicó

-...Prefiero la muerte al castigo...-Volvió a ponerse en guardia, con claros gestos de dolor

El sierpe pegó una zancada, y Alward reaccionó dando otra, ambos iban a chocar de nuevo sus espadas cuando, el caballero, en el último momento, fintó hacia un lado y estocó el arma justo en el costado, atravesando sus costillas y llegando a atravesar órganos vitales. Para rematar a su oponente, y que así no sufriera, hincó más su espada y acabó con el combate.

Cerró los ojos y sacó el arma del cuerpo del súbdito sierpe. Este cayó al suelo desplomado. Miró a su alrededor, parecía que el combate había acabado, era el momento de huir. Pasó todo demasiado rápido, y cuando se dieron cuenta, ya se encontraban lejos de aquella infernal torre, en las calles de Lunargenta.

Todos entonces se detuvieron a recuperar el aliento.

-¿Ha sido intenso, eh?-Comentó Emmanuel

-Yo ya no estoy para estas cosas...-Dijo notablemente más cansado que el resto

-Gracias, chicos...-Sonrió mirando a sus amigos-...La cosa iba a ponerse fea

-Para eso estamos, Al-También cansado y descansando sobre sus rodillas, Ivens levantó uno de sus pulgares

-¡Exacto!-Dijo Eiko con un tono jovial y una postura recta, mostrándose menos cansada que el resto

-Esto no ha sido nada, lástima que fueran unos enclenques-Dijo Moses estirando sus piernas, con ganas de más

Alward entonces centró su atención en Gaia, la chica le devolvió su espada. La observó y le limpió la sangre que aún esta tenía, y con una floritura, se la guardó en la funda que colgaba de su espalda, ofreciéndole a la pelirroja una sonrisa divertida.

Le sorprendió de sobremanera las palabras de Gaia: "Voy contigo".

-¿C-cómo?-Mostró cierta confusión-¿A qué te refieres...?

Rischer se le acercó por detrás y le posó un brazo sobre el hombro al castaño

-Creo que está claro.-Declaró-La chica ha quedado impresionada por nuestro trabajo, y quiere unirse-Miró al resto de sus compañeros-Yo digo que, adelante, pero que tendrá que demostrar que está a la altura, ¿Tú qué dices, Al?

Tardó un par de segundos en responder. Miró fijamente a los ojos de Gaia y, seguidamente asintió, con una sonrisa gentil.

-Cuantos más seamos, mejor
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