Sacrificios para la Cosecha [Libre][Samhain 2019]
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Sacrificios para la Cosecha [Libre][Samhain 2019]
Las palabras de la Bruja de la Casa de Helga resonaron de nuevo en mi mente cuándo me adentré en el sombrío bosque. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], razón por la que decidí poner distancia con aquella mujer lo antes posible. Había caminado durante gran parte de la noche y la madrugada estaba a punto de caer sobre mí.
En mi paladar, aún podía sentir el extraño sabor del “elixir de los sapos” que la bruja me había hecho probar. Todo cuánto deseaba en ese momento era comer o beber algo para quitarme ese fétido olor de mi boca, pero me había desorientado al salir del pantano y no sabía exactamente dónde me encontraba. Encontrar un lugar dónde pasar el resto de la noche parecía imposible.
Caminé por un sendero que se adentraba hacia el interior del bosque. Zowin siempre había dicho que todos los caminos y senderos llegaban a algún lugar, por lo que continué por él con la esperanza de encontrar una taberna que saciara mi sed y mi hambre.
Miré el anillo de mi mano derecha y recordé las palabras de la Bruja una vez más. “La amatista se romperá ante tus ojos” había dicho.
El sonido de un carro acercándose me sacó de mis pensamientos. Sonaba cercano, aunque la densa niebla no dejaba ver lo que había apenas a unos veinte metros de mí. Sonreí: quizás mi suerte era buena y podía encontrar alguna aldea dónde descansar.
A medida de que continuaba caminando, el carro comenzaba a verse en el horizonte. Un caballo lo guiaba y dos personas parecían ir en él: un hombre anciano que dirigía el carro y una silueta a unos metros tras él que llevaba una antorcha encendida consigo.
Cuándo estábamos lo suficientemente cerca para vernos sin dificultad, a unos veinte metros de distancia, el carro paró en seco y los escuché murmurar, a la vez que me miraban. El anciano tomó la antorcha en su mano y el joven que iba con él, ya perceptible en la niebla, cogió un arco del interior del carro y apuntó hacia mí.
Me adentré en el bosque a paso ligero, sintiendo como un par de flechas volaban a unos metros de mí. Corrí terreno abajo, ocultándome entre arbustos y árboles.
Cuándo vi que me encontraba a una distancia segura, volví mi vista atrás. El carro se había puesto en marcha de nuevo, pero lo hacía a una rápida velocidad y unos segundos más tarde, se perdieron entre la niebla.
Pensé que me habían tomado por algún vampiro del lugar, razón por la que se habían asustado tanto con mi presencia. La noche era peligrosa en las Tierras del Oeste, cómo había tenido ocasión de comprobar en jornadas anteriores.
Tomando aquel hecho como una nueva anécdota de viajero, volví mis pasos hacia el sendero con la intención de reanudar mi camino. Estaba deseando volver a Verisar y dejar esas oscuras tierras atrás.
[1] Tras un corto rato, una pequeña granja apareció ante mí. El lugar parecía tranquilo aunque había varios detalles que enseguida llamó mi atención: las ruedas del carro salían desde la casa, por lo que los dos hombres habían salido desde allí. La puerta de la vivienda estaba abierta, entornada, a aquellas horas de la noche, por lo que habían salido con mucha prisa, quizás sin intención de volver. Su actitud en el camino había sido temerosa, a la vez que violenta, por lo que temían algo o a alguien… Sin duda, estaban huyendo. Pero, ¿de qué?
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[1]Habilidad de nivel 0: Análisis de Rutinas (rasgo)
Eden tiene la capacidad de observar a una persona, un edificio, una ruta comercial o una estancia, sacando un efectivo análisis que le permite conocer el momento más oportuno para efectuar un ataque o robo de la forma más eficaz, aunque pueden ocurrir imprevistos y situaciones inesperadas, producto del destino o del azar.
Eden
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Re: Sacrificios para la Cosecha [Libre][Samhain 2019]
La niebla era muy densa, tanto que si uno abría la boca podía terminar con la sed. Ben era optimista incluso dentro de aquella densa niebla y debía serlo por simple compasión hacia aquella mujer que le había pedido ayuda. Sango se presentó como un soldado que se dirigía a Sacrestic Ville y la mujer, le imploró ayuda y le mandó a buscar a dos hombres que se habían perdido de camino a una granja de unos parientes. Sango aceptó y no tardó en marchar en la dirección que ella le indicaba.
- Ven aquí hombre, no te separes.- Le dijo al Kag que se había ido por delante. Ben se acomodó el escudo que llevaba colgado a la espalda.- ¿Qué haces?- El kag iba de un lado a otro del camino y Ben se fue hacia él. Justo cuando llegaba a su altura el kag levantó una pata para mear. - Ah, joder...- Se limitó a decir Ben.
Tardó mucho en llegar a la casa. Anochecía, pero aún así pudo distinguir en lo que sería la quintana de la casa, un caballo que, si sus ojos no le engañaban, parecía estar amarrado a un carro, no obstante lo más preocupante era que se escuchaba ruido desde el interior de la casa. Voces. Ben se acercó más, pero el caballo se encabritó al ver al kag tan cerca. Para tratar de calmarlo, Ben acarició el morro del caballo que ahora, con la pata delantera izquierda golpeaba el suelo aún inquieto. Se alejó del caballo para dirigirse a la puerta.
- ¿Hola? ¿Hay alguien?- El ruido cesó de inmediato y Sango se puso en guardia. Un par de latidos después el ruido volvió, esta vez no eran voces sino pasos y muy acelerados. Ben se asomó y dos hombres le arollaron.
Ben cayó de espadas, sobre el escudo de madera y pareció que se le salió todo el aire de los pulmones se llevó las manos al cuello mientras hacía todo tipo de movimientos para recuperar el aire, que poco a poco volvía a él. A su espalda el carro ya había salido disparado y el kag tras él. Ben se levantó todo lo rápido que pudo y salió a correr tras el carro pero resbaló y cayó de nuevo al suelo. Tosió, escupió y se limpió el barro antes de levantarse.
- Hijos de puta...- le dijo al kag que había vuelto al ver que Sango no salía tras ellos. Ben le acarició la cabeza.- ¿Viste amigo? Una de dos, o eran los familiares de la señora o ladrones o...- Ben se sacó los mocos tapándose un agujero de la nariz y expulsando el aire.- Que les jodan, no vamos a seguirlos, ¿verdad?-
Ben quiso entrar en la casa y comprobar los daños o si había alguien herido, pero antes decidió comprobar que no había ninguna otra sorpresa y fue a inspeccionar los alrededores de la casa. El kag no se separó de él en lo que tardó en dar una vuelta. Parecía que la niebla se hacía cada vez más espesa por culpa de que la noche estaba cada vez más cerca.
Sango estaba doblando la esquina cuando el kag gruñó y Ben miró al frente. No cometería el mismo error, sabía lo que tenía que decir.
- ¡En el nombre del Rey Siegfried, alto!- Ben caminó hacia la silueta que resultó ser un hombre. Se paró cerca de él. Y le observó sin decir nada durante un par de latidos. No le reconoció y pensó que tampoco era uno de los hombres que habían salido de la casa. El kag se sentó al lado de Sango.
- He sido atacado por dos hombres cuando me disponía a investigar a unos ruidos que salían de la casa, pero fui agredido por dos hombres que huyeron... ¿los ha visto?- Preguntó Sango.- Huyeron en un carro. Mi fiel amigo podría haberles dado alcance pero se detuvo al ver que yo no iba... Se preocupó por mí.- Sonrió al hombre antes de darle un par de palmadas en la cabeza al kag que le respondió enseñándole los dientes y mordiendo su mano a modo de juego.- De todas formas... la noche se nos echa encima, creo que deberíamos entrar y hablar dentro.- Dijo Sango algo preocupado por la oscuridad que se cernía sobre ellos.
Entonces Sango pensó en la mujer y en si estaría esperando por él o por si aquellos hombres la habrían raptado, o incluso asesinado. Pero la noche se echaba encima y Ben decidió que los Dioses decidieran su destino. Él se había ofrecido, simplemente, a buscar a dos hombres que se habían perdido. Y eso hizo. Nada más que eso.
Y ese razonamiento le reconfortó
- Ven aquí hombre, no te separes.- Le dijo al Kag que se había ido por delante. Ben se acomodó el escudo que llevaba colgado a la espalda.- ¿Qué haces?- El kag iba de un lado a otro del camino y Ben se fue hacia él. Justo cuando llegaba a su altura el kag levantó una pata para mear. - Ah, joder...- Se limitó a decir Ben.
Tardó mucho en llegar a la casa. Anochecía, pero aún así pudo distinguir en lo que sería la quintana de la casa, un caballo que, si sus ojos no le engañaban, parecía estar amarrado a un carro, no obstante lo más preocupante era que se escuchaba ruido desde el interior de la casa. Voces. Ben se acercó más, pero el caballo se encabritó al ver al kag tan cerca. Para tratar de calmarlo, Ben acarició el morro del caballo que ahora, con la pata delantera izquierda golpeaba el suelo aún inquieto. Se alejó del caballo para dirigirse a la puerta.
- ¿Hola? ¿Hay alguien?- El ruido cesó de inmediato y Sango se puso en guardia. Un par de latidos después el ruido volvió, esta vez no eran voces sino pasos y muy acelerados. Ben se asomó y dos hombres le arollaron.
Ben cayó de espadas, sobre el escudo de madera y pareció que se le salió todo el aire de los pulmones se llevó las manos al cuello mientras hacía todo tipo de movimientos para recuperar el aire, que poco a poco volvía a él. A su espalda el carro ya había salido disparado y el kag tras él. Ben se levantó todo lo rápido que pudo y salió a correr tras el carro pero resbaló y cayó de nuevo al suelo. Tosió, escupió y se limpió el barro antes de levantarse.
- Hijos de puta...- le dijo al kag que había vuelto al ver que Sango no salía tras ellos. Ben le acarició la cabeza.- ¿Viste amigo? Una de dos, o eran los familiares de la señora o ladrones o...- Ben se sacó los mocos tapándose un agujero de la nariz y expulsando el aire.- Que les jodan, no vamos a seguirlos, ¿verdad?-
Ben quiso entrar en la casa y comprobar los daños o si había alguien herido, pero antes decidió comprobar que no había ninguna otra sorpresa y fue a inspeccionar los alrededores de la casa. El kag no se separó de él en lo que tardó en dar una vuelta. Parecía que la niebla se hacía cada vez más espesa por culpa de que la noche estaba cada vez más cerca.
Sango estaba doblando la esquina cuando el kag gruñó y Ben miró al frente. No cometería el mismo error, sabía lo que tenía que decir.
- ¡En el nombre del Rey Siegfried, alto!- Ben caminó hacia la silueta que resultó ser un hombre. Se paró cerca de él. Y le observó sin decir nada durante un par de latidos. No le reconoció y pensó que tampoco era uno de los hombres que habían salido de la casa. El kag se sentó al lado de Sango.
- He sido atacado por dos hombres cuando me disponía a investigar a unos ruidos que salían de la casa, pero fui agredido por dos hombres que huyeron... ¿los ha visto?- Preguntó Sango.- Huyeron en un carro. Mi fiel amigo podría haberles dado alcance pero se detuvo al ver que yo no iba... Se preocupó por mí.- Sonrió al hombre antes de darle un par de palmadas en la cabeza al kag que le respondió enseñándole los dientes y mordiendo su mano a modo de juego.- De todas formas... la noche se nos echa encima, creo que deberíamos entrar y hablar dentro.- Dijo Sango algo preocupado por la oscuridad que se cernía sobre ellos.
Entonces Sango pensó en la mujer y en si estaría esperando por él o por si aquellos hombres la habrían raptado, o incluso asesinado. Pero la noche se echaba encima y Ben decidió que los Dioses decidieran su destino. Él se había ofrecido, simplemente, a buscar a dos hombres que se habían perdido. Y eso hizo. Nada más que eso.
Y ese razonamiento le reconfortó
- OBJETOS Y ACOMPAÑANTE ANIMAL:
- De acuerdo a la norma de que ahora sólo se pueden llevar 5 objetos encima aquí los enumero:
Reliquia de los Nelad. Hacha de calidad media.
Espada de Sango. Espada de calidad media.
Piedra elemental [2/3 cargas].
Pasta de alivio concentrada.
Escudo de calidad pobre.
Y me acompaña mi fiel amigo el Kag.
Para más información: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Sango
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Re: Sacrificios para la Cosecha [Libre][Samhain 2019]
Hacía semanas que caminaba por el bosque. Tras despedirse de su madre en las Runas de los Baldíos, Elian había cruzado el Tymer y remontado su curso por el oeste, bordeando el bosque de Midgar hasta que la humedad y las frecuentes nieblas le indicaron que se encontraba de nuevo en los bosques del oeste.
Acostumbrados a los grandes árboles y la rica vegetación de Sandorai, muchos de sus congéneres describirían aquel paraje como lúgubre, muerto incluso. Era cierto que no se había cruzado con ninguna otra persona en días y las criaturas del bosque no parecían ni tan abundantes ni tan ajetreadas en aquella región, pero Elian no había acudido allí en busca de algarabías.
Los sucesos acaecidos en la Plaza de la Alianza habían rondado por su mente durante todo el viaje hacia el sur. Sin embargo, la compañía de sus paisanos había impedido que ahondara en aquello que le inquietaba y el melancólico aspecto de aquellos parajes era el complemento perfecto para su ánimo meditativo. Fue precisamente al llegar a la altura de donde se encontraba la Plaza al otro lado del río que decidió alejarse del Tymer para explorar el bosque.
Había decidido evitar aquellos senderos por los que ya había caminado en el pasado y se dedicaba a vagar entre los árboles sin un rumbo definido. Por la longitud de los días, la época del año y la posición de las estrellas, en las noches en que resultaban visibles, sabía que se hallaba en algún punto no mucho más al norte de Sacrestic Ville, si bien las sendas que había transitado lo habían mantenido alejado de la villa.
A medida que se le iba terminando el pescado desecado del Tymer, había empezado a cazar pequeños mamíferos para alimentarse. Si bien no había estado antes en aquella zona concreta, ningún hijo de Sandorai tendría problemas para encontrar sustento en un bosque, y Elian sabía bien cómo distinguir las plantas comestibles de aquellas de las que era conveniente mantenerse alejado, aunque sólo fuera por precaución.
Aquella tarde, se había cocinado una sopa con los últimos restos del salmón que había pescado durante su andadura fluvial. Acompañando al pescado desmenuzado, complementaba la sopa un puñado de tubérculos de color anaranjado y aspecto retorcido que, aunque algo amargos, resultaron particularmente saciantes. Tras lavar su pequeño puchero en el manantial que le había proporcionado el agua para la sopa y asegurarse de que la hoguera quedaba bien apagada, Elian continuó su andadura aún un rato más, antes de decidirse por un árbol que le sirviese de lecho para descansar.
No tardó mucho en caer en un sueño profundo, del que acabaría despertando repentinamente con una sensación de escalofrío en el cuerpo. Durante un instante, dudó de si había abierto los ojos o éstos permanecían cerrados, debido a la oscuridad de su alrededor. La humedad y la pesadez del aire a su alrededor, le indicó que aquella sensación se debía a una espesa niebla. No tenía idea de cuánto tiempo habría dormido pero, tras el desconcierto inicial, se sentía completamente despejado, por lo que, tan pronto como sus ojos se habituaron a la oscuridad que reinaba en el ambiente, se dejó caer de la rama que lo había acogido y continuó su camino en silencio, prestando especial atención a los troncos de los árboles que lo rodeaban, para mantener la orientación.
Al cabo de un corto pero accidentado trayecto, se topó con un sendero. Dada la situación, se dijo, seguirlo sería más prudente que caminar a ciegas por el bosque. Después de todo, tendría que dirigirse hacia algún lado. Elian llevó la vista hacia la izquierda. Si no se había desorientado por completo, aquella dirección lo acercaría más a Sacrestic. Ya había estado antes en Sacrestic. Se giró hacia la derecha y siguió el camino en la otra dirección.
Liberado de los obstáculos que imponía la maleza, el elfo caminaba en actitud relajada. Llevaba el callado apoyado en los hombros y sus muñecas reposaban en él, mientras tarareaba en su mente una antigua tonadilla que había escuchado hacía mucho tiempo, en otro lugar del mundo. Ignoraba cuánta noche le quedaba por delante, pero no era algo que le preocupase demasiado en aquel momento. Aún así, mantenía los oídos atentos a cualquier sonido a su alrededor.
Pronto, divisó la silueta de una casa. No se veía ninguna luz en el lugar, pero a medida que se acercaba, pudo distinguir varias siluetas a su lado y la voz de un hombre invitando a entrar a la otra figura. Consciente de que sus pasos podían haber pasado desapercibidos, Elian carraspeó para anunciar su presencia.
—Disculpen —dijo, procurando mantenerse tan visible como la niebla lo permitía, pero guardando cierta distancia de seguridad—, ¿sabrían decirme si falta mucho para que amanezca?
Acostumbrados a los grandes árboles y la rica vegetación de Sandorai, muchos de sus congéneres describirían aquel paraje como lúgubre, muerto incluso. Era cierto que no se había cruzado con ninguna otra persona en días y las criaturas del bosque no parecían ni tan abundantes ni tan ajetreadas en aquella región, pero Elian no había acudido allí en busca de algarabías.
Los sucesos acaecidos en la Plaza de la Alianza habían rondado por su mente durante todo el viaje hacia el sur. Sin embargo, la compañía de sus paisanos había impedido que ahondara en aquello que le inquietaba y el melancólico aspecto de aquellos parajes era el complemento perfecto para su ánimo meditativo. Fue precisamente al llegar a la altura de donde se encontraba la Plaza al otro lado del río que decidió alejarse del Tymer para explorar el bosque.
Había decidido evitar aquellos senderos por los que ya había caminado en el pasado y se dedicaba a vagar entre los árboles sin un rumbo definido. Por la longitud de los días, la época del año y la posición de las estrellas, en las noches en que resultaban visibles, sabía que se hallaba en algún punto no mucho más al norte de Sacrestic Ville, si bien las sendas que había transitado lo habían mantenido alejado de la villa.
A medida que se le iba terminando el pescado desecado del Tymer, había empezado a cazar pequeños mamíferos para alimentarse. Si bien no había estado antes en aquella zona concreta, ningún hijo de Sandorai tendría problemas para encontrar sustento en un bosque, y Elian sabía bien cómo distinguir las plantas comestibles de aquellas de las que era conveniente mantenerse alejado, aunque sólo fuera por precaución.
Aquella tarde, se había cocinado una sopa con los últimos restos del salmón que había pescado durante su andadura fluvial. Acompañando al pescado desmenuzado, complementaba la sopa un puñado de tubérculos de color anaranjado y aspecto retorcido que, aunque algo amargos, resultaron particularmente saciantes. Tras lavar su pequeño puchero en el manantial que le había proporcionado el agua para la sopa y asegurarse de que la hoguera quedaba bien apagada, Elian continuó su andadura aún un rato más, antes de decidirse por un árbol que le sirviese de lecho para descansar.
No tardó mucho en caer en un sueño profundo, del que acabaría despertando repentinamente con una sensación de escalofrío en el cuerpo. Durante un instante, dudó de si había abierto los ojos o éstos permanecían cerrados, debido a la oscuridad de su alrededor. La humedad y la pesadez del aire a su alrededor, le indicó que aquella sensación se debía a una espesa niebla. No tenía idea de cuánto tiempo habría dormido pero, tras el desconcierto inicial, se sentía completamente despejado, por lo que, tan pronto como sus ojos se habituaron a la oscuridad que reinaba en el ambiente, se dejó caer de la rama que lo había acogido y continuó su camino en silencio, prestando especial atención a los troncos de los árboles que lo rodeaban, para mantener la orientación.
Al cabo de un corto pero accidentado trayecto, se topó con un sendero. Dada la situación, se dijo, seguirlo sería más prudente que caminar a ciegas por el bosque. Después de todo, tendría que dirigirse hacia algún lado. Elian llevó la vista hacia la izquierda. Si no se había desorientado por completo, aquella dirección lo acercaría más a Sacrestic. Ya había estado antes en Sacrestic. Se giró hacia la derecha y siguió el camino en la otra dirección.
Liberado de los obstáculos que imponía la maleza, el elfo caminaba en actitud relajada. Llevaba el callado apoyado en los hombros y sus muñecas reposaban en él, mientras tarareaba en su mente una antigua tonadilla que había escuchado hacía mucho tiempo, en otro lugar del mundo. Ignoraba cuánta noche le quedaba por delante, pero no era algo que le preocupase demasiado en aquel momento. Aún así, mantenía los oídos atentos a cualquier sonido a su alrededor.
Pronto, divisó la silueta de una casa. No se veía ninguna luz en el lugar, pero a medida que se acercaba, pudo distinguir varias siluetas a su lado y la voz de un hombre invitando a entrar a la otra figura. Consciente de que sus pasos podían haber pasado desapercibidos, Elian carraspeó para anunciar su presencia.
—Disculpen —dijo, procurando mantenerse tan visible como la niebla lo permitía, pero guardando cierta distancia de seguridad—, ¿sabrían decirme si falta mucho para que amanezca?
- OFF:
- Por cierto, Sango, según entiendo yo las nuevas normas, la limitación de 5 objetos se refiere sólo a los que lleven la etiqueta [Limitado]
Elian
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Re: Sacrificios para la Cosecha [Libre][Samhain 2019]
El sonido de unos pasos y un grito en nombre del maldito Siegfried me sacó de mis analíticos pensamientos. Miré hacia mi izquierda, desde dónde provenía la voz. Lo primero que vi salir entre la niebla era un perro monstruoso que parecía algo peligroso. Tras él, la silueta de un hombre, que parecía analizarme entre la niebla.
Rompió su silencio hablándome de su encuentro con los dos hombres con los que me había tomado en el sendero tan sólo unos instantes antes.
- Sí, uno de ellos me disparó un par de flechas. Parecían algo… nerviosos, algo que no me extraña si ese perro tuyo les estaba perseguiendo. ¿Es tan fiero cómo parece? ¡Nunca había visto un perro así!
Enseguida recordé el fétido aliento que tenía en mi boca y dejé de hablar. Seguramente el olor había llegado hasta el hombre que tenía delante y me sentía algo incómodo.
- Sí, creo que deberíamos pasar- dije, tras llevar una mano hasta mi boca, intentando lo imposible: que aquel olor no fuera percibido- Me vendría bien tomar algo. Lo último que comí no...
En ese momento, otra voz masculina brotó de la niebla, causándome un ligero sobresalto. La figura de un hombre alto apareció de forma instantánea. Instintivamente, llevé mi mano derecha hasta mi daga. ¿Dos hombres y ese chucho en un lugar tan solitario cómo aquel? Las casualidades existían, pero era mejor ser precavido. ¿Serían vampiros?
- No sabría decirte, pues la noche ha sido de lo más confusa... Aunque creo estar seguro de que la medianoche ya pasó…
Entré en el interior de la granja con paso decidido, aunque vigilante. La puerta chirrió y me dio paso a una pequeña y humilde estancia de campesinos. La habitación se iluminaba únicamente por un pequeño fuego encendido, cuyas llamas parecían comenzar a decaer. Sólo unos asientos y una mesa adornaban la sala. Al final de la habitación, a la izquierda, se abría paso un espacio adicional. Tras caminar hacia allí, contemplé que había un par de lechos de madera en un estado lamentable, bajo una pequeña ventana que dejaba entrar el frío de la noche. Recordé las cabañas que había encontrado en Vigilia y sin duda, ésta era mucho más antigua y pobre. Una pequeña pila de troncos de madera se apilaba a los pies de la cama y cogí un par de ellos para alimentar el fuego, soltando por ahora la empuñadura de mi daga, aunque alerta. Sobre las llamas, una pequeña olla contenía algún tipo de alimento y miré a mis acompañantes, que me habían seguido hasta el interior:
- ¿Quién más tiene hambre?- les pregunté, observando por primera vez sus rostros con facilidad gracias al fuego avivado y descubriendo que el segundo de ellos era un elfo- No creo que esos dos campesinos vayan a volver. No al menos esta noche… Y yo necesito comer...
Miré a ese extraño perro que había seguido a su dueño hasta el interior de la granja y me pregunté que clase de comida alimentaría a esa bestia. Me pregunté si sería yo su próxima comida.
- Soy Eden, por cierto. De Baslodia. ¿Cómo debo llamaros? ¿Os conocéis?
Rompió su silencio hablándome de su encuentro con los dos hombres con los que me había tomado en el sendero tan sólo unos instantes antes.
- Sí, uno de ellos me disparó un par de flechas. Parecían algo… nerviosos, algo que no me extraña si ese perro tuyo les estaba perseguiendo. ¿Es tan fiero cómo parece? ¡Nunca había visto un perro así!
Enseguida recordé el fétido aliento que tenía en mi boca y dejé de hablar. Seguramente el olor había llegado hasta el hombre que tenía delante y me sentía algo incómodo.
- Sí, creo que deberíamos pasar- dije, tras llevar una mano hasta mi boca, intentando lo imposible: que aquel olor no fuera percibido- Me vendría bien tomar algo. Lo último que comí no...
En ese momento, otra voz masculina brotó de la niebla, causándome un ligero sobresalto. La figura de un hombre alto apareció de forma instantánea. Instintivamente, llevé mi mano derecha hasta mi daga. ¿Dos hombres y ese chucho en un lugar tan solitario cómo aquel? Las casualidades existían, pero era mejor ser precavido. ¿Serían vampiros?
- No sabría decirte, pues la noche ha sido de lo más confusa... Aunque creo estar seguro de que la medianoche ya pasó…
Entré en el interior de la granja con paso decidido, aunque vigilante. La puerta chirrió y me dio paso a una pequeña y humilde estancia de campesinos. La habitación se iluminaba únicamente por un pequeño fuego encendido, cuyas llamas parecían comenzar a decaer. Sólo unos asientos y una mesa adornaban la sala. Al final de la habitación, a la izquierda, se abría paso un espacio adicional. Tras caminar hacia allí, contemplé que había un par de lechos de madera en un estado lamentable, bajo una pequeña ventana que dejaba entrar el frío de la noche. Recordé las cabañas que había encontrado en Vigilia y sin duda, ésta era mucho más antigua y pobre. Una pequeña pila de troncos de madera se apilaba a los pies de la cama y cogí un par de ellos para alimentar el fuego, soltando por ahora la empuñadura de mi daga, aunque alerta. Sobre las llamas, una pequeña olla contenía algún tipo de alimento y miré a mis acompañantes, que me habían seguido hasta el interior:
- ¿Quién más tiene hambre?- les pregunté, observando por primera vez sus rostros con facilidad gracias al fuego avivado y descubriendo que el segundo de ellos era un elfo- No creo que esos dos campesinos vayan a volver. No al menos esta noche… Y yo necesito comer...
Miré a ese extraño perro que había seguido a su dueño hasta el interior de la granja y me pregunté que clase de comida alimentaría a esa bestia. Me pregunté si sería yo su próxima comida.
- Soy Eden, por cierto. De Baslodia. ¿Cómo debo llamaros? ¿Os conocéis?
Eden
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Re: Sacrificios para la Cosecha [Libre][Samhain 2019]
Sango escuchó lo que tenía que decir aquel hombre no sin antes dar un paso atrás mientras valoraba los hechos que le narraba aquel hombre que no tenía pinta de ser mucho mayor que él, y aunque él no había visto ningún arco, supuso que en aquella zona no era nada raro que la gente tuviera armas para cazar. Incluso personas.
- Bueno, supongo que andarían algo alterados después de ver a esta bestia.- Le dió un par de palmadas al kag.- Pero estaban bastante alterados antes incluso. Salieron de esta casa a toda velocidad.- Hizo una mueca de disgusto y se giró ante el saludo de otra persona.
El kag no se había dado cuenta y si lo había hecho no le dio más importancia. Sango se fio de su acompañante y confirmó que aquellos dos hombres no eran los que habían salido de la casa de manera precipitada. Sango fue el último en entrar a la casa y cerró la puerta tras de sí. El kag se quedó tumbado a la entrada y Sango avanzó hacia el interior y apartó un taburete hasta un lugar cercano al fuego.
Posteriormente se acercó a la pared más cercana y se descolgó el escudo que llevaba a la espalda para apoyarlo contra la pared. Antes de seguir le echó un vistazo: estaba muy destrozado, tenía agujeros, la madera había saltado en varios puntos y dudaba de si acabaría el año entero o si por el contrario se partiría. Le quitó un par de hojas húmedas que se habían quedado pegadas y acto seguido se desabrochó el cinto de la espada que apoyó delante de el escudo. La vaina de madera empezaba a perder su color y pensó que debería pasar por algún artesano pronto y renovar el equipo. Por último desenfundó el hacha y también la dejó apoyada contra el escudo, con la cabeza en suelo. Miró satisfecho su equipo y asintió.
Al darse la vuelta contempló como el primer hombre abría la olla. Sango se sentó en el taburte que había apartado y se calentó las manos mientras aquel hombre les ofrecía comida. No era mala idea.
- Yo no le voy hacer ascos a una comida caliente, la verdad. ¿Habrá algún cuenco o algo por aquí?- Se levantó a mirar y encontró uno.- Esto servirá.- Dijo mientras se acercaba al fuego.
- Yo soy Sango, de Cedralada.- Se presentó y le pasó el cuenco a Eden de Baslodia para que lo llenara y pasara una primera ronda.
- ¿Qué os trae por aquí? - Preguntó Sango para empezar una conversación. El cuenco volvió a sus manos y no tardó mucho en llevárselo a la boca.- Y por cierto, yo haré guardia esta noche.- Apuró el contenido del cuenco y se acercó a llenarlo para pasárselo al siguiente.
Sería una noche tranquila.
- Bueno, supongo que andarían algo alterados después de ver a esta bestia.- Le dió un par de palmadas al kag.- Pero estaban bastante alterados antes incluso. Salieron de esta casa a toda velocidad.- Hizo una mueca de disgusto y se giró ante el saludo de otra persona.
El kag no se había dado cuenta y si lo había hecho no le dio más importancia. Sango se fio de su acompañante y confirmó que aquellos dos hombres no eran los que habían salido de la casa de manera precipitada. Sango fue el último en entrar a la casa y cerró la puerta tras de sí. El kag se quedó tumbado a la entrada y Sango avanzó hacia el interior y apartó un taburete hasta un lugar cercano al fuego.
Posteriormente se acercó a la pared más cercana y se descolgó el escudo que llevaba a la espalda para apoyarlo contra la pared. Antes de seguir le echó un vistazo: estaba muy destrozado, tenía agujeros, la madera había saltado en varios puntos y dudaba de si acabaría el año entero o si por el contrario se partiría. Le quitó un par de hojas húmedas que se habían quedado pegadas y acto seguido se desabrochó el cinto de la espada que apoyó delante de el escudo. La vaina de madera empezaba a perder su color y pensó que debería pasar por algún artesano pronto y renovar el equipo. Por último desenfundó el hacha y también la dejó apoyada contra el escudo, con la cabeza en suelo. Miró satisfecho su equipo y asintió.
Al darse la vuelta contempló como el primer hombre abría la olla. Sango se sentó en el taburte que había apartado y se calentó las manos mientras aquel hombre les ofrecía comida. No era mala idea.
- Yo no le voy hacer ascos a una comida caliente, la verdad. ¿Habrá algún cuenco o algo por aquí?- Se levantó a mirar y encontró uno.- Esto servirá.- Dijo mientras se acercaba al fuego.
- Yo soy Sango, de Cedralada.- Se presentó y le pasó el cuenco a Eden de Baslodia para que lo llenara y pasara una primera ronda.
- ¿Qué os trae por aquí? - Preguntó Sango para empezar una conversación. El cuenco volvió a sus manos y no tardó mucho en llevárselo a la boca.- Y por cierto, yo haré guardia esta noche.- Apuró el contenido del cuenco y se acercó a llenarlo para pasárselo al siguiente.
Sería una noche tranquila.
- Elian:
- Tienes razón. Olvidad lo de los 5 objetos. En principio cargo con todos los que pone la lista de tareas.
Sango
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Re: Sacrificios para la Cosecha [Libre][Samhain 2019]
Él podría adquirir cual forma, sin importar que fuera animal, persona o cosa. El grupo se miraban las caras, precavidos que ninguno de ellos fuera Él disfrazado. Por el momento, ninguno de los cuatro daba señales de serlo. Las manos de Tiw estaban temblando. Sujetaba un arco de caza que se balanceaba en el aire como si el viento se lo estuviera arrancando de las manos. La vacilación y el miedo no eran actitudes que uno se podría esperar que Él tuviera. Stela llevaba las riendas del carruaje. Las agitaba continuamente con fuerza de la que efectuaría en condiciones normales. No le importaba que estuviera hiriendo al animal, quería salir del bosque y quería hacerlo cuanto, antes de que Él les encontrase. Avital estaba sentado a un lado del carro, con las manos en las cabezas. Miraba a sus compañeros escrutando sus comportamientos. Sospechaba de ellos, de los caballos que empujaban el vehículo y de él mismo. Tiw tuvo que desarmarle a la fuerza impidiendo que se matase.
El más afectado del grupo de amigos era, a su vez, el más joven. Su nombre era Einri. Como los demás, se dedicaba al vandalismo y al asalto. Era rápido, sabía empuñar un arma y disparar con arco y estaba hambriento. No se necesitaba más para asaltar caminos. Se unió a la banda por medio de Tiw, tras una larga charla en una taberna en el puerto de Baslodia. Tiw le aseguró que no tenía nada de qué preocuparse. Mientras que tuvieran caballos más rápidos que La Guardia, no les tomarían presos. Einri le sonrió vacilante. Tiw demostró que no mentía invitado aquella noche. La próxima vez que quedasen para beber, sería Einri quien invitaría con su parte del botín. ¿Trato hecho? Einri le dio la mano derecha cerrando el trato. Era el dedo pulgar de esa misma mano la que estaba ahora dentro de su boca. Einri se chupaba el pulgar como si fuera un niño de teta en busca de protección. Era el único de los cuatro que sabía a ciencia cierta, los otros solo lo sospechaban, que Él estaba entre ellos y que no les dejaría escapar con facilidad.
Tiw disparaba a los transeúntes con los que el carro se topaba pensando que sería Él disfrazado. Stela, a su vez, intentó atropellarlos con el caballo. Ambos estaban demasiado nerviosos como para acertar con sus intentos. El carruaje siguió adelante.
—¿Qué hacemos? ¿Qué hacemos? — preguntaba histérico Avital sin dejar de balancearse — ¿Qué haremos cuando Él venga? ¿Qué haremos cuando nos encuentre? Sabe que fuimos nosotros. Sabe dónde estamos. Vendrá y no podremos hacer nada. Vendrá y…. — se levantó de un salto y señaló a unos arbustos — ¡Ahí, está ahí! Tiw, dispara. Está ahí. ¿No lo ves? Esos ojos detrás de los árboles. Está ahí, justo ahí — tiró de la camisa de Tiw —. Viene a por nosotros. Nos ha encontrado. Por los Dioses, ¿qué podremos hacer? No podemos hacer nada.
Tiw terminó por propinar un bofetón a Avital. Stela lo agradeció con un movimiento afirmativo con la cabeza. Avital retrocedió un pasó. Estuvo a punto de decir algo, pero Tiw habló primero imaginándose qué diría su amigo.
—No lo empeores, por favor.
Los caballos se detuvieron de repente como si estuvieran a punto de chocarse con un obstáculo invisible. Ambos caballos se encabritaron en dos patas. Stela los asió con las riendas para que retomasen la marcha. Los animales desobedecieron.
—Es Él… Es demasiado tarde. Nos ha encontrado. Le robamos los tesoros. No va permitir que salgamos con vida — Avital esquivó a Tiw y fue a hablar con el obstáculo invisible que detenía los caballos — ¡Señor, nosotros no lo tenemos! Lo soltamos, lo tiramos en el camino. No lo queremos. Nadie lo quiere. Es suyo, solo suyo. No lo tenemos.
Einri se quitó el dedo pulgar de la boca y se puso al lado de Avital. Tiw quedaba detrás de ellos, preparado para disparar con el arco en caso de que Él se mostrase. Stela había desenvainado una daga, la tenía en la mano izquierda. Con la otra mano, sujetaba las riendas del caballo que no se atrevía a soltar.
—Di su nombre — dijo suavemente Einri a Avital. Avital negó con la cabeza —. Quiere que digas su nombre.
—No, no lo haré. No puedes obligarme. No voy a decir su nombre. No quiero.
—Avital… — Tiw retrocedió un paso al mismo tiempo que tensaba una flecha en arco.
—No lo haré. No quiero decir su nombre. Él no manda sobre mí. Sobre vosotros, tal vez. Es eso, ¿verdad? Os ha convertido en sus esclavos. Pues conmigo no podrá, claro que no.
El caballo de la derecha se dio la vuelta hacia el carruaje. En un momento, creció exponencialmente. Rompió las riendas de Stela. Einri empujó a Avital hacia el caballo quien le mordió en la yugular como haría un vampiro.
—Lo siento… lo siento mucho Avital.
Tiw hizo ademán de disparar a Einri, pero no se atrevió a hacerlo. En este tiempo, le había cogido cariño. Lo quería como un hermano pequeño.
—¿Nos dejarás ahora que Avital ha muerto? — preguntó Tiw. Un hilo de lágrimas se deslizaba por su mejilla.
—No lo hará. Disfruta con esto, está jugando. Desea que enloquezcamos, que seamos nosotros quienes le entreguemos como sacrificio — el caballo recuperaba su forma natural —. La bolsa de aeros no le importan. Él… se alimenta de otras cosas.
—De qué se alimenta? — preguntó Tiw. Einri parecía no haber escuchado la pregunta — ¿De qué se alimenta El Señor Gris?
Stela soltó las riendas del carruaje. Tenía un pie fuera de él.
—De nosotros — Einri señaló el cadáver de Avital —, pero no del cuerpo. Se alimenta de malas acciones y de la locura. Se alimenta de los sacrificios.
Einri se sentó en el lugar que Avital había ocupado. Se puso las manos en la cabeza y gritó como si se hubiera dado cuenta de repente que estaba vivo. Volvió a meterse el dedo en la boca y no dijo nada más.
Tiw se arrodilló delante del chico y le puso las manos en los hombros.
—¿Estás bien? Mírame a los ojos. Dime cómo te encuentras. — Einri no respondió — Te dijo que era mala idea entrar a robar a casa de un brujo ermitaño. ¡A buenas horas! Avital está muerto y Einri sufre trances repentinos. ¿Me oyes Stela? — se dio la vuelta. Stela se había marchado — ¿Stela? ¡Stela! — se había llevado la daga.
Tiw besó la frente de Einri. Le ofreció la mano izquierda y le ayudó a levantarse.
—Él se presentará ante nosotros en diferentes formas y nosotros debemos entregarle un sacrificio — salió del carruaje, los caballos se negarían a continuar —. Está bien, acepto. Te ayudaré amigo. Salgamos de aquí.
* Bienvenidos al sacrificio: unos asaltantes de caminos tomaron la mala idea de entrar a robar a la choza de un brujo el cual conocen por el mote El Señor Gris. El brujo los ha maldecido. Los ladrones deberán entregarle un sacrificio cada vez que El brujo se presente ante ellos. Estos son los mismos asaltantes que Eden se topó en su camino. Ben presenció el robo en la choza del El Señor Gris. Ahora mismo, los tres, os encontráis en esa choza. El Señor Gris no será precavido con vosotros. Sufriréis la misma tortura que los asaltantes. Cada 2 turno, se presentará ante vosotros poseyendo a un animal (un caballo, un perro o un kag) o a un objeto de la casa atribuyéndolo de habilidades oscuras. Deberéis ofrecerle un sacrificio humano para poder escapar de él hasta los siguientes 2 turnos. Para hacer las cosas más interesantes, el primer sacrificio se hará de efectuar en este turno, es decir, tras, el siguiente no, el segundo post de Elian. En cada sacrificio se ha de entregar una persona cada vez. El Señor Gris no abandonará el cuerpo que ha poseído hasta que no se cumple con el sacrificio.
En una primera instancia, vosotros no sabéis nada sobre esta historia. Tampoco reconoceréis a los asaltantes cuando os lo volváis a cruzar. Ahora mismo, solo veis a una chica que busca ayuda.
(Trama basada en la película “Sé lo que hicisteis el último verano” y "SAW" mezclado con las habilidades de Pennywise, de la novela “It”. El nombre del brujo deriva del libro “El cazador de sueños”. Le he puesto ese nombre porque en mi cabeza, los ladrones vieron a un brujo con túnica gris, de ahí que lo conozcan con ese nombre).
Como objetivo general deberéis sobrevivir a los acontecimientos que se aproximan. No se puede razonar con El Señor Gris, cuando aparezca podremos enfrentarnos a él o cumplir con su propósito. Tiw, Stela y Einri tomarán obligatoriamente la segunda decisión.
Sango: en algún momento de la partida, durante uno de los sacrificios (tú decides cuál), kag será poseído por El Señor Gris.
Eden: debido a tu amor hacia el foro (a mí), serás el intermediario en esta partida. Nos comunicaremos por medio de mp cada turno y añadirás los nuevos detalles a la trama según te vaya informando. Debemos tener en cuenta que no sabemos nada sobre El Señor Gris.
El más afectado del grupo de amigos era, a su vez, el más joven. Su nombre era Einri. Como los demás, se dedicaba al vandalismo y al asalto. Era rápido, sabía empuñar un arma y disparar con arco y estaba hambriento. No se necesitaba más para asaltar caminos. Se unió a la banda por medio de Tiw, tras una larga charla en una taberna en el puerto de Baslodia. Tiw le aseguró que no tenía nada de qué preocuparse. Mientras que tuvieran caballos más rápidos que La Guardia, no les tomarían presos. Einri le sonrió vacilante. Tiw demostró que no mentía invitado aquella noche. La próxima vez que quedasen para beber, sería Einri quien invitaría con su parte del botín. ¿Trato hecho? Einri le dio la mano derecha cerrando el trato. Era el dedo pulgar de esa misma mano la que estaba ahora dentro de su boca. Einri se chupaba el pulgar como si fuera un niño de teta en busca de protección. Era el único de los cuatro que sabía a ciencia cierta, los otros solo lo sospechaban, que Él estaba entre ellos y que no les dejaría escapar con facilidad.
Tiw disparaba a los transeúntes con los que el carro se topaba pensando que sería Él disfrazado. Stela, a su vez, intentó atropellarlos con el caballo. Ambos estaban demasiado nerviosos como para acertar con sus intentos. El carruaje siguió adelante.
—¿Qué hacemos? ¿Qué hacemos? — preguntaba histérico Avital sin dejar de balancearse — ¿Qué haremos cuando Él venga? ¿Qué haremos cuando nos encuentre? Sabe que fuimos nosotros. Sabe dónde estamos. Vendrá y no podremos hacer nada. Vendrá y…. — se levantó de un salto y señaló a unos arbustos — ¡Ahí, está ahí! Tiw, dispara. Está ahí. ¿No lo ves? Esos ojos detrás de los árboles. Está ahí, justo ahí — tiró de la camisa de Tiw —. Viene a por nosotros. Nos ha encontrado. Por los Dioses, ¿qué podremos hacer? No podemos hacer nada.
Tiw terminó por propinar un bofetón a Avital. Stela lo agradeció con un movimiento afirmativo con la cabeza. Avital retrocedió un pasó. Estuvo a punto de decir algo, pero Tiw habló primero imaginándose qué diría su amigo.
—No lo empeores, por favor.
Los caballos se detuvieron de repente como si estuvieran a punto de chocarse con un obstáculo invisible. Ambos caballos se encabritaron en dos patas. Stela los asió con las riendas para que retomasen la marcha. Los animales desobedecieron.
—Es Él… Es demasiado tarde. Nos ha encontrado. Le robamos los tesoros. No va permitir que salgamos con vida — Avital esquivó a Tiw y fue a hablar con el obstáculo invisible que detenía los caballos — ¡Señor, nosotros no lo tenemos! Lo soltamos, lo tiramos en el camino. No lo queremos. Nadie lo quiere. Es suyo, solo suyo. No lo tenemos.
Einri se quitó el dedo pulgar de la boca y se puso al lado de Avital. Tiw quedaba detrás de ellos, preparado para disparar con el arco en caso de que Él se mostrase. Stela había desenvainado una daga, la tenía en la mano izquierda. Con la otra mano, sujetaba las riendas del caballo que no se atrevía a soltar.
—Di su nombre — dijo suavemente Einri a Avital. Avital negó con la cabeza —. Quiere que digas su nombre.
—No, no lo haré. No puedes obligarme. No voy a decir su nombre. No quiero.
—Avital… — Tiw retrocedió un paso al mismo tiempo que tensaba una flecha en arco.
—No lo haré. No quiero decir su nombre. Él no manda sobre mí. Sobre vosotros, tal vez. Es eso, ¿verdad? Os ha convertido en sus esclavos. Pues conmigo no podrá, claro que no.
El caballo de la derecha se dio la vuelta hacia el carruaje. En un momento, creció exponencialmente. Rompió las riendas de Stela. Einri empujó a Avital hacia el caballo quien le mordió en la yugular como haría un vampiro.
—Lo siento… lo siento mucho Avital.
Tiw hizo ademán de disparar a Einri, pero no se atrevió a hacerlo. En este tiempo, le había cogido cariño. Lo quería como un hermano pequeño.
—¿Nos dejarás ahora que Avital ha muerto? — preguntó Tiw. Un hilo de lágrimas se deslizaba por su mejilla.
—No lo hará. Disfruta con esto, está jugando. Desea que enloquezcamos, que seamos nosotros quienes le entreguemos como sacrificio — el caballo recuperaba su forma natural —. La bolsa de aeros no le importan. Él… se alimenta de otras cosas.
—De qué se alimenta? — preguntó Tiw. Einri parecía no haber escuchado la pregunta — ¿De qué se alimenta El Señor Gris?
Stela soltó las riendas del carruaje. Tenía un pie fuera de él.
—De nosotros — Einri señaló el cadáver de Avital —, pero no del cuerpo. Se alimenta de malas acciones y de la locura. Se alimenta de los sacrificios.
Einri se sentó en el lugar que Avital había ocupado. Se puso las manos en la cabeza y gritó como si se hubiera dado cuenta de repente que estaba vivo. Volvió a meterse el dedo en la boca y no dijo nada más.
Tiw se arrodilló delante del chico y le puso las manos en los hombros.
—¿Estás bien? Mírame a los ojos. Dime cómo te encuentras. — Einri no respondió — Te dijo que era mala idea entrar a robar a casa de un brujo ermitaño. ¡A buenas horas! Avital está muerto y Einri sufre trances repentinos. ¿Me oyes Stela? — se dio la vuelta. Stela se había marchado — ¿Stela? ¡Stela! — se había llevado la daga.
Tiw besó la frente de Einri. Le ofreció la mano izquierda y le ayudó a levantarse.
—Él se presentará ante nosotros en diferentes formas y nosotros debemos entregarle un sacrificio — salió del carruaje, los caballos se negarían a continuar —. Está bien, acepto. Te ayudaré amigo. Salgamos de aquí.
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—Ayuda… por favor… ayuda. Han intentado matarme. Van… — Una mujer vestida con un traje de cuero roído caminaba hacia la granja. Por su aspecto, parecía la única superviviente de una batalla encarnizada. Los tres hombres del interior de la granja vieron a la mujer caminar hacia ellos y suplicarles ayuda. No vieron, sin embargo, la hoja de la daga que ocultaba bajo su peto de cuero. Esa mujer era Stela. | [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] |
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* Bienvenidos al sacrificio: unos asaltantes de caminos tomaron la mala idea de entrar a robar a la choza de un brujo el cual conocen por el mote El Señor Gris. El brujo los ha maldecido. Los ladrones deberán entregarle un sacrificio cada vez que El brujo se presente ante ellos. Estos son los mismos asaltantes que Eden se topó en su camino. Ben presenció el robo en la choza del El Señor Gris. Ahora mismo, los tres, os encontráis en esa choza. El Señor Gris no será precavido con vosotros. Sufriréis la misma tortura que los asaltantes. Cada 2 turno, se presentará ante vosotros poseyendo a un animal (un caballo, un perro o un kag) o a un objeto de la casa atribuyéndolo de habilidades oscuras. Deberéis ofrecerle un sacrificio humano para poder escapar de él hasta los siguientes 2 turnos. Para hacer las cosas más interesantes, el primer sacrificio se hará de efectuar en este turno, es decir, tras, el siguiente no, el segundo post de Elian. En cada sacrificio se ha de entregar una persona cada vez. El Señor Gris no abandonará el cuerpo que ha poseído hasta que no se cumple con el sacrificio.
En una primera instancia, vosotros no sabéis nada sobre esta historia. Tampoco reconoceréis a los asaltantes cuando os lo volváis a cruzar. Ahora mismo, solo veis a una chica que busca ayuda.
(Trama basada en la película “Sé lo que hicisteis el último verano” y "SAW" mezclado con las habilidades de Pennywise, de la novela “It”. El nombre del brujo deriva del libro “El cazador de sueños”. Le he puesto ese nombre porque en mi cabeza, los ladrones vieron a un brujo con túnica gris, de ahí que lo conozcan con ese nombre).
Como objetivo general deberéis sobrevivir a los acontecimientos que se aproximan. No se puede razonar con El Señor Gris, cuando aparezca podremos enfrentarnos a él o cumplir con su propósito. Tiw, Stela y Einri tomarán obligatoriamente la segunda decisión.
Sango: en algún momento de la partida, durante uno de los sacrificios (tú decides cuál), kag será poseído por El Señor Gris.
Eden: debido a tu amor hacia el foro (a mí), serás el intermediario en esta partida. Nos comunicaremos por medio de mp cada turno y añadirás los nuevos detalles a la trama según te vaya informando. Debemos tener en cuenta que no sabemos nada sobre El Señor Gris.
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Re: Sacrificios para la Cosecha [Libre][Samhain 2019]
Ambos jóvenes lo recibieron con actitudes dispares. Mientras que uno parecía de lo más relajado, casi como si viera extraños aparecer entre la niebla a diario, al otro se lo veía ligeramente más intranquilo con la situación. Elian no pudo evitar que sus labios se curvaran ligeramente hacia arriba, sólo para curvarse de nuevo hacia abajo cuando le llegó el aliento de aquel tipo.
—¿Confusa? Sí, he tenido alguna de esas —dijo, aunque esperaba que lo que fuera que hubiese estado tomando el tipo resultase más apetecible cuando estaba en el vaso.
Lo poco que había alcanzado a oír de la conversación de los dos hombres apuntaba a que ninguno de los dos habitaba aquella granja. Por aluna razón, los dueños parecían haberla abandonado precipitadamente, razón suficiente para que Elian aceptara graciosamente la invitación a entrar. Le podía la curiosidad. Atravesó el umbral agachando ligeramente la cabeza y observó la estancia que se abría ante él durante un momento antes de volverse y, imitando la actitud relajada del pelirrojo, apoyar su vara de roble contra la pared de la entrada. Después se descolgó la mochila y la dejó en el suelo, sólo un segundo, antes de alzarla de nuevo al percatarse de la cercanía del cuadrúpedo.
—Es un kag, ¿cierto? —preguntó— Vi varias manadas hace algún tiempo, cuando visité el desierto de Roilkat, pero no sabía que se podían domesticar —añadió pensativo. Después avanzó con la mochila hasta la estancia contigua y la depositó sobre uno de los camastros. Sólo le faltaba que el animal se encaprichase de la ardilla a la brasa que guardaba para el desayuno.
El examen de la cabaña no arrojó ninguna luz sobre lo que haría que sus dueños la abandonasen tan precipitadamente a aquellas horas de la noche (fueran las horas que fueran), lo cual resultó algo decepcionante. Con cierta resignación, Elian se fijó en un taburete alejado del fogón. Después de la caminata por el bosque, hasta aquel raquítico fuego le resultaba demasiado cálido. Aunque no le cabía duda de que aquello cambiaría después de un rato sentado.
—Claro, ¿por qué no? —respondió con una amplia sonrisa al ofrecimiento de comida—, de algo hay que morir. —Y tomando otro cuenco y una cuchara, se sirvió el también una porción de aquel dudoso estofado— Encantado de conoceros, Eden de Baslodia y Sango de Cedralada —añadió mientras caminaba de vuelta hacia su taburete—, yo soy Elian. —Se sentó y probó un bocado— Delicioso —comentó tras tragar el viscoso contenido con gesto de repulsa. Después tosió y, como si acabase de acordarse de lo que estaban hablando, añadió— Elian de Sandorai, y me traen mis pies y, diría que el camino, pero lo cierto es que llevo semanas viajando a través del bosque —bromeó—. No he tenido el gusto de conocer Cedralada, pero Baslodia está muy lejos de estos lares. Ya que los tres parecemos desvelados, bien podríamos distraernos con alguna anécdota del camino.
La súplica que llegó desde el exterior de la cabaña fue lo que previno al elfo de tomar la segunda cucharada de aquel amago de cena. Se levantó, dejó el cuenco lleno sobre la mesa y se asomó a la ventana, desde donde no tuvo demasiados problemas, a pesar de la oscuridad y la niebla, para distinguir a la figura que avanzaba penosamente hacia la casa.
—Necesita ayuda —fue lo único que dijo, ya sin asomo de sonrisa en el rostro, y deteniéndose apenas el tiempo justo para que el kag se apartase de la entrada, atravesó la puerta sin dudarlo y se apresuró a auxiliar a la recién llegada—. ¿Van?, ¿quiénes, los que te atacaron?, ¿están cerca? —le preguntaba mientras la conducía al interior y la ayudaba a sentarse en uno de los escasos taburetes—. Deja que te eche una mano con eso. No soy un experto, pero puedo aliviarte un poco. —Y dicho esto, colocó las manos sobre los hombros de la mujer y, pronunciando en voz baja una plegaria a Imbar, la única que podría estar escuchando en una noche como aquella, dejó que la luz atravesara sus manos en dirección a sus heridas.
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OFF: Subrayo uso de habilidad racial, Manos Sanadoras
—¿Confusa? Sí, he tenido alguna de esas —dijo, aunque esperaba que lo que fuera que hubiese estado tomando el tipo resultase más apetecible cuando estaba en el vaso.
Lo poco que había alcanzado a oír de la conversación de los dos hombres apuntaba a que ninguno de los dos habitaba aquella granja. Por aluna razón, los dueños parecían haberla abandonado precipitadamente, razón suficiente para que Elian aceptara graciosamente la invitación a entrar. Le podía la curiosidad. Atravesó el umbral agachando ligeramente la cabeza y observó la estancia que se abría ante él durante un momento antes de volverse y, imitando la actitud relajada del pelirrojo, apoyar su vara de roble contra la pared de la entrada. Después se descolgó la mochila y la dejó en el suelo, sólo un segundo, antes de alzarla de nuevo al percatarse de la cercanía del cuadrúpedo.
—Es un kag, ¿cierto? —preguntó— Vi varias manadas hace algún tiempo, cuando visité el desierto de Roilkat, pero no sabía que se podían domesticar —añadió pensativo. Después avanzó con la mochila hasta la estancia contigua y la depositó sobre uno de los camastros. Sólo le faltaba que el animal se encaprichase de la ardilla a la brasa que guardaba para el desayuno.
El examen de la cabaña no arrojó ninguna luz sobre lo que haría que sus dueños la abandonasen tan precipitadamente a aquellas horas de la noche (fueran las horas que fueran), lo cual resultó algo decepcionante. Con cierta resignación, Elian se fijó en un taburete alejado del fogón. Después de la caminata por el bosque, hasta aquel raquítico fuego le resultaba demasiado cálido. Aunque no le cabía duda de que aquello cambiaría después de un rato sentado.
—Claro, ¿por qué no? —respondió con una amplia sonrisa al ofrecimiento de comida—, de algo hay que morir. —Y tomando otro cuenco y una cuchara, se sirvió el también una porción de aquel dudoso estofado— Encantado de conoceros, Eden de Baslodia y Sango de Cedralada —añadió mientras caminaba de vuelta hacia su taburete—, yo soy Elian. —Se sentó y probó un bocado— Delicioso —comentó tras tragar el viscoso contenido con gesto de repulsa. Después tosió y, como si acabase de acordarse de lo que estaban hablando, añadió— Elian de Sandorai, y me traen mis pies y, diría que el camino, pero lo cierto es que llevo semanas viajando a través del bosque —bromeó—. No he tenido el gusto de conocer Cedralada, pero Baslodia está muy lejos de estos lares. Ya que los tres parecemos desvelados, bien podríamos distraernos con alguna anécdota del camino.
La súplica que llegó desde el exterior de la cabaña fue lo que previno al elfo de tomar la segunda cucharada de aquel amago de cena. Se levantó, dejó el cuenco lleno sobre la mesa y se asomó a la ventana, desde donde no tuvo demasiados problemas, a pesar de la oscuridad y la niebla, para distinguir a la figura que avanzaba penosamente hacia la casa.
—Necesita ayuda —fue lo único que dijo, ya sin asomo de sonrisa en el rostro, y deteniéndose apenas el tiempo justo para que el kag se apartase de la entrada, atravesó la puerta sin dudarlo y se apresuró a auxiliar a la recién llegada—. ¿Van?, ¿quiénes, los que te atacaron?, ¿están cerca? —le preguntaba mientras la conducía al interior y la ayudaba a sentarse en uno de los escasos taburetes—. Deja que te eche una mano con eso. No soy un experto, pero puedo aliviarte un poco. —Y dicho esto, colocó las manos sobre los hombros de la mujer y, pronunciando en voz baja una plegaria a Imbar, la única que podría estar escuchando en una noche como aquella, dejó que la luz atravesara sus manos en dirección a sus heridas.
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Elian
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Re: Sacrificios para la Cosecha [Libre][Samhain 2019]
Los dos hombres se presentaron amablemente y parecía que no se conocían. Se mostraban demasiados confiados dada la situación, algo que me desconcertaba. Quizás no todo el mundo era tan desconfiado cómo yo. Además, me preocupaba el kag, que se había colocado justo tras la puerta. ¡Que horror de bestia!
Di un par de sorbos al cuenco de comida, que enseguida me recordó a mi visita a Vigilia y al guiso de la vieja Terry. Lo único sabroso que había probado en las Tierras del Oeste era una compota de frutas que había resultado estar envenenada. ¡Cuánto añoraba volver a casa y sentarme a comer alguna exquisitez baslodiana! Al menos, eso serviría para camuflar el sabor del elixir de los sapos que la bruja me había dado a probar al inicio de la noche.
Vi como mis dos acompañantes ocuparon dos de los taburetes tras servirse. En cambio, yo me mantuve de pie, dejado de caer de una pared, con el cuenco de la comida en la mano. Jamás hubiera osado a sentarme junto a dos extraños que habían surgido de la niebla casi a la vez. No cuándo había visto a personas huir aterradas desde dónde los había encontrado.
Fue entonces cuándo una voz surgió al otro lado de la cabaña. Al mirar hacia la ventana, situada a mi derecha, vi una tercera figura resurgir de la niebla. ¿Un tercer cómplice?
El hombre elfo salió a gran velocidad al exterior, corriendo en dirección a la mujer que pedía ayuda. Di un sorbo más a la comida y cuándo me disponía a salir a ocurrir que pasaba, Elian ya introducía a la mujer en el interior de la cabaña. Colocó sus manos sobre ella e hizo una especie de plegaria, que al parecer comenzaron a reconfortarla.
Tres personas y un kag se me interponían ahora con la única salida de la cabaña. Comencé a preocuparme por la situación: ¿no estaría más seguro a la intemperie que compartiendo mi noche con extraños que decían no conocerse y que surgían de la niebla en el mismo lugar? Sí, lo mejor sería salir al exterior con alguna excusa y marcharme cuánto antes…
- Saldré a mirar por los alrededores. Veré si alguien más la ha seguido... o espía el lugar- dije, antes de llevar mi mano derecha a Ámbar, ya que no me fiaba de ninguno de los allí presentes, aunque intentaba no aparentarlo demasiado- ¡Cuiden vosotros de la chica!
Me abrí paso cuidadosamente hasta el exterior y dejé que la niebla me envolviera. Di unos pasos hacia la parte trasera de la cabaña y cuándo me disponía a marcharme sin mirar atrás, sentí cómo a unos metros de mí, parecían resurgir dos nuevas figuras de la niebla. ¡Es que acaso todas las personas de este bosque se han puesto de acuerdo para aparecer en esta cabaña casi a la vez!
Me coloqué tras uno de los árboles, ocultándome en la medida de lo posible a la vista de aquellas dos personas que se acercaban a la casa.
- ¿Crees que estará en la cabaña?- preguntó el mayor de ellos.
El otro, más cercano a mí, al que pude divisar mejor en la penumbra de la noche, parecía estar demasiado ocupado chupándose su dedo pulgar para contestar a su acompañante. Caminaron sigilosos en dirección a la cabaña y con Ámbar en mi mano derecha, les seguía sigiloso.
Cuándo se aproximaban a la puerta de la cabaña, aceleré mi paso hasta situarme tras el mayor de los hombres, colocando mi daga en su nuca:
- Un movimiento brusco y será lo último que hagas- amenacé.
El hombre, que tenía un arco colgando de su espalda, se quedó totalmente quieto, mientras que el otro, sacando el pulgar de su boca, cayó al suelo con auténtico terror y retrocedía con miedo.
- ¡Chicos, tenemos dos invitados más!- grité en voz alta, esperando ser escuchado por los que se encontraban en el interior.
Ahora éramos 6 desconocidos y aquel dichoso kag...
Di un par de sorbos al cuenco de comida, que enseguida me recordó a mi visita a Vigilia y al guiso de la vieja Terry. Lo único sabroso que había probado en las Tierras del Oeste era una compota de frutas que había resultado estar envenenada. ¡Cuánto añoraba volver a casa y sentarme a comer alguna exquisitez baslodiana! Al menos, eso serviría para camuflar el sabor del elixir de los sapos que la bruja me había dado a probar al inicio de la noche.
Vi como mis dos acompañantes ocuparon dos de los taburetes tras servirse. En cambio, yo me mantuve de pie, dejado de caer de una pared, con el cuenco de la comida en la mano. Jamás hubiera osado a sentarme junto a dos extraños que habían surgido de la niebla casi a la vez. No cuándo había visto a personas huir aterradas desde dónde los había encontrado.
Fue entonces cuándo una voz surgió al otro lado de la cabaña. Al mirar hacia la ventana, situada a mi derecha, vi una tercera figura resurgir de la niebla. ¿Un tercer cómplice?
El hombre elfo salió a gran velocidad al exterior, corriendo en dirección a la mujer que pedía ayuda. Di un sorbo más a la comida y cuándo me disponía a salir a ocurrir que pasaba, Elian ya introducía a la mujer en el interior de la cabaña. Colocó sus manos sobre ella e hizo una especie de plegaria, que al parecer comenzaron a reconfortarla.
Tres personas y un kag se me interponían ahora con la única salida de la cabaña. Comencé a preocuparme por la situación: ¿no estaría más seguro a la intemperie que compartiendo mi noche con extraños que decían no conocerse y que surgían de la niebla en el mismo lugar? Sí, lo mejor sería salir al exterior con alguna excusa y marcharme cuánto antes…
- Saldré a mirar por los alrededores. Veré si alguien más la ha seguido... o espía el lugar- dije, antes de llevar mi mano derecha a Ámbar, ya que no me fiaba de ninguno de los allí presentes, aunque intentaba no aparentarlo demasiado- ¡Cuiden vosotros de la chica!
Me abrí paso cuidadosamente hasta el exterior y dejé que la niebla me envolviera. Di unos pasos hacia la parte trasera de la cabaña y cuándo me disponía a marcharme sin mirar atrás, sentí cómo a unos metros de mí, parecían resurgir dos nuevas figuras de la niebla. ¡Es que acaso todas las personas de este bosque se han puesto de acuerdo para aparecer en esta cabaña casi a la vez!
Me coloqué tras uno de los árboles, ocultándome en la medida de lo posible a la vista de aquellas dos personas que se acercaban a la casa.
- ¿Crees que estará en la cabaña?- preguntó el mayor de ellos.
El otro, más cercano a mí, al que pude divisar mejor en la penumbra de la noche, parecía estar demasiado ocupado chupándose su dedo pulgar para contestar a su acompañante. Caminaron sigilosos en dirección a la cabaña y con Ámbar en mi mano derecha, les seguía sigiloso.
Cuándo se aproximaban a la puerta de la cabaña, aceleré mi paso hasta situarme tras el mayor de los hombres, colocando mi daga en su nuca:
- Un movimiento brusco y será lo último que hagas- amenacé.
El hombre, que tenía un arco colgando de su espalda, se quedó totalmente quieto, mientras que el otro, sacando el pulgar de su boca, cayó al suelo con auténtico terror y retrocedía con miedo.
- ¡Chicos, tenemos dos invitados más!- grité en voz alta, esperando ser escuchado por los que se encontraban en el interior.
Ahora éramos 6 desconocidos y aquel dichoso kag...
Eden
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Re: Sacrificios para la Cosecha [Libre][Samhain 2019]
- Sí, es un kag... tiene una historia curiosa, todo desde la batalla por Lunargenta...- Miró hacia el cuenco ya vacío y lo posó en el suelo. - La guerra, sí...- Hizo una pausa y añadió en voz muy baja.- Estaría dispuesto a ir diez mil guerras si mi patria lo quisiera.- Dio un respingo y miró al que se había presentado como Elian que parecía dispuesto a compartir experiencias vividas. Sango se animó.
- Pues es normal que no hayas oído hablar de Cedralada, es un pueblo, no muy grande, seríamos una veintena de familias viviendo allí, al menos cuando marché de allí.- Dio un patada, sin querer, al cuenco.- No obstante, dejemos eso para otro momento, ¿qué tal una historia que me contaron una vez en una taberna de Lunargenta? Si no recuerdo mal era en el puerto.- Se rascó la cabeza y frunció el ceño tratando de recordar. Finalmente hizo un gesto con la mano, quitandole importancia al detalle.- En cualquier caso...- Elian se levantó y se acercó a la ventana. Sango le imitó.
- ¿Qué cojones...?- Dijo después de que Elian entrara con la mujer de aspecto horrible.
Sango no dedicó un solo instante más y corrió hacia donde había dejado su equipamiento donde se volvió a colcoar el cinto con la espada y el tahalí del hacha. Dejó el hacha contra la pared y se acercó a Elian y la mujer después de que Eden decidiera, por su cuenta y riesgo, salir solo. La mujer ahora se encontraba sentada en el taburete que había puesto Sango junto al fuego.
- ¿Puede hablar? ¿Qué le ha pasado?- Preguntó sin éxito. Elian seguía con las manos sobre ella. - Joder, debe haber unas mantas por aquí, ¿no?-
Ben se fue directamente hacia donde estaban los camastros y en un rincón, pese a la oscuridad, advirtió un bulto aún más oscuro. Se acercó a él y tras lanzar tras él las sandalias que había encima, cogió la manta y se dirigió rápidamente hacia donde estaba la mujer. La manta olía muchísimo a humedad.
- Ten. toma, póntela por encima.-Dijo Sango mientras le ponía la manta por encima.
Ben le hizo un gesto al kag para que se fuera al cuarto. Obedeció de mala gana por tener que levantarse. La mujer no parecía advertir su presencia, de hecho, no parecía que estuviera allí. Ben se quedó observando por la ventana cuando algo le golpeó la espalda. Se giró y vió una sandalia en el suelo.
- ¿Se puede saber qué haces?- Preguntó con agresividad a Elian mientras recogía la sandalia del suelo y se la enseñaba. - No es tiempo para juegos, joder.- Dejó caer la sandalia al lado de la pared. Elian lo miraba con incredulidad justo en el momento que Eden les llamaba a gritos.
Ben salió y desenfundó el hacha. Y caminó hacia Eden y otras dos figuras, una de ellas en el suelo. Ben hizo una rápida asociación de ideas.
- Genial Eden.- Le dijo al hombre que empuñaba la daga.- Así que vosotros dos os dedicáis a perseguir mujeres por el bosque, ¿verdad?- Preguntó Sango al tiempo que se llevaba el hacha hacia arriba y apoyaba parte del mango en su hombro.
- ¡No!- Respondió el que estaba de pie. - Nosotros, no, sólo... él, y... todos...-
- Por todos los Dioses, cálmate.- Sango enfundó el hacha.- Pasemos dentro y hablemos, aquí está muy frio, además, así te podrás limpiar el barro.- Dijo señalando al que estaba en el suelo.
- ¡No!- Repitió el que estaba de pie.
Sango en un arrebato de ira súbita le agarró por un brazo y lo lanzó en dirección a la cabaña. Dio un paso en su dirección y se quedó clavado en el suelo, viendo como el hombre caía al suelo.
Por todos los Dioses, ¿qué acabo de hacer?- Se limpió el sudor de la cara y se acercó al hombre.
- Disculpadme. No... no sé qué me ha ocurrido. Por favor, pase y hablemos.- Dijo mientras le ayudaba a levantarse y conducía a aquel hombre, aterrado, hacia la cabaña. Antes de entrar, Ben se apoyó en el marco de la puerta y sacudió la cabeza.
Entró justo detrás del hombre que se había acercado corriendo a la mujer y justo en ese instante, Ben, vio a su izquierda como algo crecía dos, tres, cuatro veces su tamaño original. Un aureola oscura, que terminaba en tonos morados, envolvía a la sandalia de cuero marrón que momentos antes había soltado Sango. Un grito.
Ben desenfundó rápidamente el hacha y le asestó un hachazo a la sandalia pero justo cuando el filo estaba a un palmo de distancia el hacha, junto con el portador, salieron volando hacia el otro extremo de la habitación, pasando por encima de Elian, la mujer y el otro hombre. Ben impactó de costado contra la pared y cayó al suelo desde media altura.
Se incorporó levemente, aún con el hacha en la mano, y sacudió la cabeza. Le pitaban los oídos y veía borroso.
Al final, antes de desvanecerse, a su alrededor, sólo escuchó gritos. Gritos ahogados. Y dolor.
- Pues es normal que no hayas oído hablar de Cedralada, es un pueblo, no muy grande, seríamos una veintena de familias viviendo allí, al menos cuando marché de allí.- Dio un patada, sin querer, al cuenco.- No obstante, dejemos eso para otro momento, ¿qué tal una historia que me contaron una vez en una taberna de Lunargenta? Si no recuerdo mal era en el puerto.- Se rascó la cabeza y frunció el ceño tratando de recordar. Finalmente hizo un gesto con la mano, quitandole importancia al detalle.- En cualquier caso...- Elian se levantó y se acercó a la ventana. Sango le imitó.
- ¿Qué cojones...?- Dijo después de que Elian entrara con la mujer de aspecto horrible.
Sango no dedicó un solo instante más y corrió hacia donde había dejado su equipamiento donde se volvió a colcoar el cinto con la espada y el tahalí del hacha. Dejó el hacha contra la pared y se acercó a Elian y la mujer después de que Eden decidiera, por su cuenta y riesgo, salir solo. La mujer ahora se encontraba sentada en el taburete que había puesto Sango junto al fuego.
- ¿Puede hablar? ¿Qué le ha pasado?- Preguntó sin éxito. Elian seguía con las manos sobre ella. - Joder, debe haber unas mantas por aquí, ¿no?-
Ben se fue directamente hacia donde estaban los camastros y en un rincón, pese a la oscuridad, advirtió un bulto aún más oscuro. Se acercó a él y tras lanzar tras él las sandalias que había encima, cogió la manta y se dirigió rápidamente hacia donde estaba la mujer. La manta olía muchísimo a humedad.
- Ten. toma, póntela por encima.-Dijo Sango mientras le ponía la manta por encima.
Ben le hizo un gesto al kag para que se fuera al cuarto. Obedeció de mala gana por tener que levantarse. La mujer no parecía advertir su presencia, de hecho, no parecía que estuviera allí. Ben se quedó observando por la ventana cuando algo le golpeó la espalda. Se giró y vió una sandalia en el suelo.
- ¿Se puede saber qué haces?- Preguntó con agresividad a Elian mientras recogía la sandalia del suelo y se la enseñaba. - No es tiempo para juegos, joder.- Dejó caer la sandalia al lado de la pared. Elian lo miraba con incredulidad justo en el momento que Eden les llamaba a gritos.
Ben salió y desenfundó el hacha. Y caminó hacia Eden y otras dos figuras, una de ellas en el suelo. Ben hizo una rápida asociación de ideas.
- Genial Eden.- Le dijo al hombre que empuñaba la daga.- Así que vosotros dos os dedicáis a perseguir mujeres por el bosque, ¿verdad?- Preguntó Sango al tiempo que se llevaba el hacha hacia arriba y apoyaba parte del mango en su hombro.
- ¡No!- Respondió el que estaba de pie. - Nosotros, no, sólo... él, y... todos...-
- Por todos los Dioses, cálmate.- Sango enfundó el hacha.- Pasemos dentro y hablemos, aquí está muy frio, además, así te podrás limpiar el barro.- Dijo señalando al que estaba en el suelo.
- ¡No!- Repitió el que estaba de pie.
Sango en un arrebato de ira súbita le agarró por un brazo y lo lanzó en dirección a la cabaña. Dio un paso en su dirección y se quedó clavado en el suelo, viendo como el hombre caía al suelo.
Por todos los Dioses, ¿qué acabo de hacer?- Se limpió el sudor de la cara y se acercó al hombre.
- Disculpadme. No... no sé qué me ha ocurrido. Por favor, pase y hablemos.- Dijo mientras le ayudaba a levantarse y conducía a aquel hombre, aterrado, hacia la cabaña. Antes de entrar, Ben se apoyó en el marco de la puerta y sacudió la cabeza.
Entró justo detrás del hombre que se había acercado corriendo a la mujer y justo en ese instante, Ben, vio a su izquierda como algo crecía dos, tres, cuatro veces su tamaño original. Un aureola oscura, que terminaba en tonos morados, envolvía a la sandalia de cuero marrón que momentos antes había soltado Sango. Un grito.
Ben desenfundó rápidamente el hacha y le asestó un hachazo a la sandalia pero justo cuando el filo estaba a un palmo de distancia el hacha, junto con el portador, salieron volando hacia el otro extremo de la habitación, pasando por encima de Elian, la mujer y el otro hombre. Ben impactó de costado contra la pared y cayó al suelo desde media altura.
Se incorporó levemente, aún con el hacha en la mano, y sacudió la cabeza. Le pitaban los oídos y veía borroso.
Al final, antes de desvanecerse, a su alrededor, sólo escuchó gritos. Gritos ahogados. Y dolor.
Sango
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Re: Sacrificios para la Cosecha [Libre][Samhain 2019]
Elian podía sentir la cálida luz viajando a través de sus manos, pero había algo extraño en aquella sensación. Dado el aparente estado de la mujer, habría esperado algo un tanto más intenso. Tal vez toda esa sangre no fuera suya, se decía a sí mismo en el momento en que Sango de Cedralada la cubría con aquella manta. Tal vez su padecimiento no fuera físico en absoluto y aquel temblor se debiera a una fuerte impresión. En cualquier caso, no parecía muy dispuesta a hablar de lo que fuera que le había ocurrido en el camino.
El elfo decidió darle algo de espacio y, tal y como hiciera Sango un momento antes, se acercó a la entrada a recoger su vara. Era cierto que un bastón de madera no podía compararse con una espada o un hacha, pero tampoco era como para que el hombre lo acusase de estar jugando. ¿Y de dónde había salido aquella sandalia? No tuvo tiempo de hacer preguntas, en ese momento oyeron la voz de Eden desde el exterior. Elian ni siquiera se había dado cuenta de que había salido, concentrado como estaba en las heridas de la mujer.
El humano salió y el elfo se asomó a la puerta, procurando no perder de vista las reacciones de la mujer, que seguía temblando bajo la manta. Vio cómo escalaba la situación en el exterior y volvió apresuradamente atrás, hacia la mujer. Se agachó frente a ella, apoyando una rodilla en tierra, dejó su vara en el suelo y llevando ambas manos a los brazos de ella, le habló con expresión suplicante.
—Dime, ¿qué ha ocurrido? No puedo ayudarte si no sé que te ha pasado.
No dijo nada, pero a Elian no se le escapó la forma en que su rostro y su cuerpo se tensaron al ver al hombre al que Sango obligó a entrar en la casa. Elian se volvió hacia él y vio reconocimiento en sus ojos, pero el hombre parecía tan aterrorizado como ella. Abrió la boca para formularle la pregunta anterior al recién llegado, pero al ver reaccionar a Sango, tuvo que volverse de nuevo para presenciar el espectáculo más extraño que recordaba haber visto en su vida.
—Está aquí, ha venido a por su sacrificio —murmuraba el desconocido dejándose caer al suelo con lágrimas en los ojos.
La mujer se levantó precipitadamente, tirando el taburete al suelo en el proceso, y fue a apretarse contra la pared; todo eso mientras Sango se lanzaba al ataque y era bruscamente repelido por una sandalia gigante. Elian aferró de nuevo su bastón y se incorporó sin saber realmente qué hacer. No es como si pudiera blandir adecuadamente el bastón en medio de la cocina y aquella abominación tenía todo el aspecto de ser cosa de brujos, siempre ansiosos por romper las reglas de la naturaleza. ¿Qué podía hacer él ante aquello?
—¿Qué es lo que quieres de nosotros? —preguntó a la sandalia sintiéndose algo ridículo—, ¿por qué has venido?
—Quiere su sacrificio. —Fue una voz suave la que habló desde la puerta. El muchacho que Elian había visto en el suelo momentos antes, se había levantado y entraba en ese momento en la cabaña con una sonrisa siniestra en la cara— De momento, se conformará con vuestro amigo, pero no le satisfará por mucho tiempo.
Dicho esto, el chico se llevó el pulgar al dedo, dando por concluido su discurso, al tiempo que la enorme sandalia recuperaba su tamaño habitual y caía al suelo. El sonido pareció despertar a Elian, que no había entendido la parte del “amigo”. Recordando de pronto a Eden, se apresuró una vez más a la entrada, pero apenas llegó a tiempo de ver una figura gris girar sobre sí misma, desapareciendo en la noche. Ya no había rastro del hombre de Baslodia.
Al cabo de unos segundos, el elfo volvió a entrar, con su bastón apretado en una mano y un gesto de enfado que rara vez acudía a su rostro. Cerró la puerta con más fuerza de la necesaria y miró a las tres personas que permanecían conscientes en la habitación.
—No sé qué diablos está ocurriendo aquí —dijo en tono firme—, pero tengo la impresión de que vosotros tres, sí. Así que esto es lo que va a pasar ahora: —Mientras hablaba, iba paseando la mirada de uno a otro de los presentes— Yo voy a imponerle las manos aquí a mi amigo y, tan pronto como vuelva en sí, vosotros tres nos ponéis al día de la situación. U os las veréis con él.
Al decir esto último, Elian inclinó ligeramente su bastón para señalar al kag que había regresado a la cocina para sentarse con gesto protector junto a su dueño. Nadie dijo nada, pero dando sus palabras por comprendidas, el elfo se acercó a un Sango inconsciente y murmuró la segunda plegaria de la noche.
----------
OFF: Elian vuelve a usar su habilidad racial, Manos Sanadoras, esta vez en Sango.
El elfo decidió darle algo de espacio y, tal y como hiciera Sango un momento antes, se acercó a la entrada a recoger su vara. Era cierto que un bastón de madera no podía compararse con una espada o un hacha, pero tampoco era como para que el hombre lo acusase de estar jugando. ¿Y de dónde había salido aquella sandalia? No tuvo tiempo de hacer preguntas, en ese momento oyeron la voz de Eden desde el exterior. Elian ni siquiera se había dado cuenta de que había salido, concentrado como estaba en las heridas de la mujer.
El humano salió y el elfo se asomó a la puerta, procurando no perder de vista las reacciones de la mujer, que seguía temblando bajo la manta. Vio cómo escalaba la situación en el exterior y volvió apresuradamente atrás, hacia la mujer. Se agachó frente a ella, apoyando una rodilla en tierra, dejó su vara en el suelo y llevando ambas manos a los brazos de ella, le habló con expresión suplicante.
—Dime, ¿qué ha ocurrido? No puedo ayudarte si no sé que te ha pasado.
No dijo nada, pero a Elian no se le escapó la forma en que su rostro y su cuerpo se tensaron al ver al hombre al que Sango obligó a entrar en la casa. Elian se volvió hacia él y vio reconocimiento en sus ojos, pero el hombre parecía tan aterrorizado como ella. Abrió la boca para formularle la pregunta anterior al recién llegado, pero al ver reaccionar a Sango, tuvo que volverse de nuevo para presenciar el espectáculo más extraño que recordaba haber visto en su vida.
—Está aquí, ha venido a por su sacrificio —murmuraba el desconocido dejándose caer al suelo con lágrimas en los ojos.
La mujer se levantó precipitadamente, tirando el taburete al suelo en el proceso, y fue a apretarse contra la pared; todo eso mientras Sango se lanzaba al ataque y era bruscamente repelido por una sandalia gigante. Elian aferró de nuevo su bastón y se incorporó sin saber realmente qué hacer. No es como si pudiera blandir adecuadamente el bastón en medio de la cocina y aquella abominación tenía todo el aspecto de ser cosa de brujos, siempre ansiosos por romper las reglas de la naturaleza. ¿Qué podía hacer él ante aquello?
—¿Qué es lo que quieres de nosotros? —preguntó a la sandalia sintiéndose algo ridículo—, ¿por qué has venido?
—Quiere su sacrificio. —Fue una voz suave la que habló desde la puerta. El muchacho que Elian había visto en el suelo momentos antes, se había levantado y entraba en ese momento en la cabaña con una sonrisa siniestra en la cara— De momento, se conformará con vuestro amigo, pero no le satisfará por mucho tiempo.
Dicho esto, el chico se llevó el pulgar al dedo, dando por concluido su discurso, al tiempo que la enorme sandalia recuperaba su tamaño habitual y caía al suelo. El sonido pareció despertar a Elian, que no había entendido la parte del “amigo”. Recordando de pronto a Eden, se apresuró una vez más a la entrada, pero apenas llegó a tiempo de ver una figura gris girar sobre sí misma, desapareciendo en la noche. Ya no había rastro del hombre de Baslodia.
Al cabo de unos segundos, el elfo volvió a entrar, con su bastón apretado en una mano y un gesto de enfado que rara vez acudía a su rostro. Cerró la puerta con más fuerza de la necesaria y miró a las tres personas que permanecían conscientes en la habitación.
—No sé qué diablos está ocurriendo aquí —dijo en tono firme—, pero tengo la impresión de que vosotros tres, sí. Así que esto es lo que va a pasar ahora: —Mientras hablaba, iba paseando la mirada de uno a otro de los presentes— Yo voy a imponerle las manos aquí a mi amigo y, tan pronto como vuelva en sí, vosotros tres nos ponéis al día de la situación. U os las veréis con él.
Al decir esto último, Elian inclinó ligeramente su bastón para señalar al kag que había regresado a la cocina para sentarse con gesto protector junto a su dueño. Nadie dijo nada, pero dando sus palabras por comprendidas, el elfo se acercó a un Sango inconsciente y murmuró la segunda plegaria de la noche.
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OFF: Elian vuelve a usar su habilidad racial, Manos Sanadoras, esta vez en Sango.
Elian
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Re: Sacrificios para la Cosecha [Libre][Samhain 2019]
El Reino de la Oscuridad quedaba atrás, la oscuridad agonizaba entre gritos de desesperación y lamento pues otra persona se escapaba de su abrazo. Al menos de momento. La oscuridad que lo había cegado se iba desvaneciendo lentamente, danzando como si de una bailarina se tratara. Los latigazos que iban de un lado a otro como combatientes en el campo de batalla representaban la lucha eterna entre luz y oscuridad, siempre en el campo de batalla, siempre con la ambigüedad sobre quién es el que prevalecerá al final de la contienda. Sólo había una cosa clara y fue lo primero de lo que se percató al abrir los ojos.
Las sombras bailaban a su alrededor y tenían infinidad de formas. Las sombras, y no otra cosa, son la única conclusión clara que se puede extraer del conflicto. Allí donde había luz, aparecía la oscuridad y ocurría exactamente lo mismo en el caso contrario, pero el denominador común se mantenía: el Reino de Sombra.
Aquel momento de lucidez solamente duró un parpadeo, pero la semilla de aquella revelación quedó plantada en su interior y germinaría, tarde o temprano lo acabaría haciendo.
Se incorporó para quedar sentado con la espalda apoyada en la pared en la que había impactado. A su lado estaba Elian, con las manos puestas en él y sentía como sus dolores desaparecían. No era la primera vez que alguien le hacía lo mismo, [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] En frente estaba la mujer que había llegado tambaleándose y los dos hombres que habían capturado Eden y él. Se sentía cada vez mejor y recordaba como había acabado en aquella situación.
- Parece que ya no hay peligro, ¿verdad?- Le dijo a Elian. Cuando el hechicero terminó, Sango se levantó apoyándose en la pared, no sin antes recoger el hacha, siempre a su lado. -Gracias amigo ¿Qué clase de brujería era esa?- Preguntó girándose para mirar a los recién llegados
No encontró una respuesta inmediata, tampoco lo esperaba, pues que una sandalia gigante ataque no es algo fácil de explicar. Pero para Sango sí. Él sabía que había sido obra de brujería oscura, emponzoñada con caos, ira y odio. El responsable debía ser erradicado y él mismo le cortaría la cabeza si era necesario.
- ¡Quiere un sacrificio, y no parará hasta consumirnos a todos!- Dijo el hombre al que había empujado anteriormente. Sango bufó sonoramente.
- ¿Quién? ¿De quién habláis?- Hizo una pausa y los miró a todos.- Es brujería, oscura y...- Se giró hacia Elian y frunció el ceño.- ¿Dónde está Eden?
- Ha sido el primero.- Se apresuró a decir el mismo.- Pero volverá, oh, vaya si volverá, perdemos el tiempo aquí, deberíamos-
- ¡Silencio!- Dijo Sango girándose de nuevo para mirarle de manera amenazante- ¿Cómo que es el primero? ¿De qué estás hablando?- Sango se puso algo más nervioso. Su pulso se aceleró.- ¡Habla! ¿Qué ha pasado?-
- Murió. Se lo han llevado. Ya no está en este mundo.- Murmuró el del dedo en la boca.
Ben se paró a pensar en la cadena de acontecimientos, extraña, sí, pero ¿había algo normal en aquellos tiempos? Tres personas se encuentran, sin mayor problema, incluso comparten comida pero de repente, llega una joven y tras ella... se desata el caos.
- Muerto... Joder.- Se pasó la mano por la barbilla y a continuación señaló a los tres recién llegados. -¿Por qué iba yo a creer nada de lo que nos estáis contando? La única cosa cierta es que estábamos los tres, pasando la noche aquí y aparecéis vosotros, de la nada, y muere una persona. Creo que ya tenemos el origen del problema.- Se plantó delante de ellos y les miró con asco.-
- ¡¿Qué?! Nosotros no... Esta casa... ¡no, espere!- Empezó a tartamudear mientras Sango avanzaba hacia él.
Pero Ben detuvo su marcha y miró hacia el otro extremo de la habitación. Miró a Elian y luego caminó hacia lo que era el dormitorio. Dio la vuelta y abrió la puerta que daba al exterior, y examinó el suelo.
El corazón le dio un vuelco. No había ningún rastro. El kag había desaparecido.
Las sombras bailaban a su alrededor y tenían infinidad de formas. Las sombras, y no otra cosa, son la única conclusión clara que se puede extraer del conflicto. Allí donde había luz, aparecía la oscuridad y ocurría exactamente lo mismo en el caso contrario, pero el denominador común se mantenía: el Reino de Sombra.
Aquel momento de lucidez solamente duró un parpadeo, pero la semilla de aquella revelación quedó plantada en su interior y germinaría, tarde o temprano lo acabaría haciendo.
Se incorporó para quedar sentado con la espalda apoyada en la pared en la que había impactado. A su lado estaba Elian, con las manos puestas en él y sentía como sus dolores desaparecían. No era la primera vez que alguien le hacía lo mismo, [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] En frente estaba la mujer que había llegado tambaleándose y los dos hombres que habían capturado Eden y él. Se sentía cada vez mejor y recordaba como había acabado en aquella situación.
- Parece que ya no hay peligro, ¿verdad?- Le dijo a Elian. Cuando el hechicero terminó, Sango se levantó apoyándose en la pared, no sin antes recoger el hacha, siempre a su lado. -Gracias amigo ¿Qué clase de brujería era esa?- Preguntó girándose para mirar a los recién llegados
No encontró una respuesta inmediata, tampoco lo esperaba, pues que una sandalia gigante ataque no es algo fácil de explicar. Pero para Sango sí. Él sabía que había sido obra de brujería oscura, emponzoñada con caos, ira y odio. El responsable debía ser erradicado y él mismo le cortaría la cabeza si era necesario.
- ¡Quiere un sacrificio, y no parará hasta consumirnos a todos!- Dijo el hombre al que había empujado anteriormente. Sango bufó sonoramente.
- ¿Quién? ¿De quién habláis?- Hizo una pausa y los miró a todos.- Es brujería, oscura y...- Se giró hacia Elian y frunció el ceño.- ¿Dónde está Eden?
- Ha sido el primero.- Se apresuró a decir el mismo.- Pero volverá, oh, vaya si volverá, perdemos el tiempo aquí, deberíamos-
- ¡Silencio!- Dijo Sango girándose de nuevo para mirarle de manera amenazante- ¿Cómo que es el primero? ¿De qué estás hablando?- Sango se puso algo más nervioso. Su pulso se aceleró.- ¡Habla! ¿Qué ha pasado?-
- Murió. Se lo han llevado. Ya no está en este mundo.- Murmuró el del dedo en la boca.
Ben se paró a pensar en la cadena de acontecimientos, extraña, sí, pero ¿había algo normal en aquellos tiempos? Tres personas se encuentran, sin mayor problema, incluso comparten comida pero de repente, llega una joven y tras ella... se desata el caos.
- Muerto... Joder.- Se pasó la mano por la barbilla y a continuación señaló a los tres recién llegados. -¿Por qué iba yo a creer nada de lo que nos estáis contando? La única cosa cierta es que estábamos los tres, pasando la noche aquí y aparecéis vosotros, de la nada, y muere una persona. Creo que ya tenemos el origen del problema.- Se plantó delante de ellos y les miró con asco.-
- ¡¿Qué?! Nosotros no... Esta casa... ¡no, espere!- Empezó a tartamudear mientras Sango avanzaba hacia él.
Pero Ben detuvo su marcha y miró hacia el otro extremo de la habitación. Miró a Elian y luego caminó hacia lo que era el dormitorio. Dio la vuelta y abrió la puerta que daba al exterior, y examinó el suelo.
El corazón le dio un vuelco. No había ningún rastro. El kag había desaparecido.
Sango
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Re: Sacrificios para la Cosecha [Libre][Samhain 2019]
—No hay de qué —respondió Elian con naturalidad.
Teniendo en cuenta que el pelirrojo parecía el más normal de los tipos con los que compartía la estancia, era un alivio que volviera a estar consciente. La mujer no había sido de ninguna ayuda, después de todo, y los dos recién llegados parecían a cuál más desequilibrado. La situación debía ser de las más extrañas que había vivido hasta el momento.
En un principio, dejó que Sango liderase el interrogatorio. Daba toda la impresión de estar acostumbrado a esas cosas, mientras que él siempre había sido más de ir a su aire. Pero cuando sintió que el ambiente empezaba a caldearse, pensó que debía intervenir.
—Hey, espera —le dijo acercándose a él para ponerle una mano en el hombro—, no nos precipitemos. No hay razón para ponernos violentos… —“Aún”.
Pero Sango pareció distraído de pronto. Por un momento, Elian pensó que había tenido algún episodio extraño y estaba tan desequilibrado como los otros tipos. No fue hasta que el humano volvió a la cocina que él también se percató de la falta del kag.
—Cuando dijiste que se lo habían llevado —dijo volviéndose hacia el muchacho que se chupaba el dedo—, ¿te referías a nuestro amigo o también al kag? Y, más importante —añadió—, ¿quién se lo ha llevado?, ¿qué era esa sombra que vi afuera?
El chico no contestó, se limitó a chuparse el dedo pulgar como si no hubiera nada más que decir. Elian miró entonces al otro hombre en busca de una respuesta, pero fue la mujer la que habló, pegada a uno de los rincones de la cocina, como si así pudiera desaparecer entre las sombras.
—Es El Hombre Gris —dijo con tono lúgubre—, el dueño de este lugar. Avital tuvo la gran idea de venir a robar aquí, pensó que sería fácil, un lugar tan apartado...
—¿Avital? —interrumpió el elfo y miró alternativamente a los dos hombres—, ¿quién es Avital?
El muchacho sacó el dedo de la boca y mostró los dientes en una sonrisa macabra.
—Nuestro amigo fue primero que el vuestro —dijo y, como si todo estuviera claro como el día, volvió a introducir el dedo en la boca y a balancearse sobre sí mismo, como si lo que ocurría a su alrededor no fuera con él.
—A ver si me aclaro —dijo Elian llevándose una mano a la sien, tanta confusión amenazaba con levantarle dolor de cabeza—. Entonces, ¿este “hombre gris” se llevó también a vuestro amigo, a Avital?
El elfo observó a los tres desconocidos. El más joven, seguía con su rollo ausente, el hombre asustado lo miraba de reojo, completamente pálido y sin dejar de temblar nerviosamente, la mujer evitó su mirada. Fue entonces cuando Elian se percató de que ella no era la única salpicada de sangre. Entrecerró los ojos a medida que una sospecha se abría paso en su mente.
—¿El hombre gris mató a Avital? —pronunció con lentitud, remarcando bien cada palabra—, ¿o vosotros lo hicisteis? —La mujer lo miró entonces, mortalmente seria, pero no dijo nada— Ninguno de vosotros parece realmente herido y no vi que la sombra o el señor gris o lo que fuera derramara una gota de sangre de nuestro amigo, sólo desapareció.
—¡Nosotros no hicimos nada! —habló de nuevo el hombre nervioso—. Él demanda su sacrificio y lo toma como quiere. —El hombre se levantó del rincón en que se había acurrucado y caminó hacia Elian. El elfo retrocedió un paso, sorprendido por el repentino cambio de actitud— Nosotros debemos entregarlo o seremos los siguientes.
Y, sin previo aviso, agarró una de las sartenes que había en la estancia y se lanzó contra Elian. El elfo apenas tuvo de alzar los brazos para no recibir el impacto directamente en la cabeza. Gracias a que era más corpulento que su atacante no llegó a caer hacia atrás, pero sí se tambaleó un poco. Para cuando volvió a hacer pie, el hombre preparaba ya el segundo sartenazo. Incapaz de otra cosa, Elian se agachó y se lanzó contra él, para tratar de derribarlo. Con suerte, el tipo nervioso perdería la sartén en el proceso y el propio peso del elfo serviría para inmovilizarlo.
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OFF: Mil perdones por la tardanza u.u
Teniendo en cuenta que el pelirrojo parecía el más normal de los tipos con los que compartía la estancia, era un alivio que volviera a estar consciente. La mujer no había sido de ninguna ayuda, después de todo, y los dos recién llegados parecían a cuál más desequilibrado. La situación debía ser de las más extrañas que había vivido hasta el momento.
En un principio, dejó que Sango liderase el interrogatorio. Daba toda la impresión de estar acostumbrado a esas cosas, mientras que él siempre había sido más de ir a su aire. Pero cuando sintió que el ambiente empezaba a caldearse, pensó que debía intervenir.
—Hey, espera —le dijo acercándose a él para ponerle una mano en el hombro—, no nos precipitemos. No hay razón para ponernos violentos… —“Aún”.
Pero Sango pareció distraído de pronto. Por un momento, Elian pensó que había tenido algún episodio extraño y estaba tan desequilibrado como los otros tipos. No fue hasta que el humano volvió a la cocina que él también se percató de la falta del kag.
—Cuando dijiste que se lo habían llevado —dijo volviéndose hacia el muchacho que se chupaba el dedo—, ¿te referías a nuestro amigo o también al kag? Y, más importante —añadió—, ¿quién se lo ha llevado?, ¿qué era esa sombra que vi afuera?
El chico no contestó, se limitó a chuparse el dedo pulgar como si no hubiera nada más que decir. Elian miró entonces al otro hombre en busca de una respuesta, pero fue la mujer la que habló, pegada a uno de los rincones de la cocina, como si así pudiera desaparecer entre las sombras.
—Es El Hombre Gris —dijo con tono lúgubre—, el dueño de este lugar. Avital tuvo la gran idea de venir a robar aquí, pensó que sería fácil, un lugar tan apartado...
—¿Avital? —interrumpió el elfo y miró alternativamente a los dos hombres—, ¿quién es Avital?
El muchacho sacó el dedo de la boca y mostró los dientes en una sonrisa macabra.
—Nuestro amigo fue primero que el vuestro —dijo y, como si todo estuviera claro como el día, volvió a introducir el dedo en la boca y a balancearse sobre sí mismo, como si lo que ocurría a su alrededor no fuera con él.
—A ver si me aclaro —dijo Elian llevándose una mano a la sien, tanta confusión amenazaba con levantarle dolor de cabeza—. Entonces, ¿este “hombre gris” se llevó también a vuestro amigo, a Avital?
El elfo observó a los tres desconocidos. El más joven, seguía con su rollo ausente, el hombre asustado lo miraba de reojo, completamente pálido y sin dejar de temblar nerviosamente, la mujer evitó su mirada. Fue entonces cuando Elian se percató de que ella no era la única salpicada de sangre. Entrecerró los ojos a medida que una sospecha se abría paso en su mente.
—¿El hombre gris mató a Avital? —pronunció con lentitud, remarcando bien cada palabra—, ¿o vosotros lo hicisteis? —La mujer lo miró entonces, mortalmente seria, pero no dijo nada— Ninguno de vosotros parece realmente herido y no vi que la sombra o el señor gris o lo que fuera derramara una gota de sangre de nuestro amigo, sólo desapareció.
—¡Nosotros no hicimos nada! —habló de nuevo el hombre nervioso—. Él demanda su sacrificio y lo toma como quiere. —El hombre se levantó del rincón en que se había acurrucado y caminó hacia Elian. El elfo retrocedió un paso, sorprendido por el repentino cambio de actitud— Nosotros debemos entregarlo o seremos los siguientes.
Y, sin previo aviso, agarró una de las sartenes que había en la estancia y se lanzó contra Elian. El elfo apenas tuvo de alzar los brazos para no recibir el impacto directamente en la cabeza. Gracias a que era más corpulento que su atacante no llegó a caer hacia atrás, pero sí se tambaleó un poco. Para cuando volvió a hacer pie, el hombre preparaba ya el segundo sartenazo. Incapaz de otra cosa, Elian se agachó y se lanzó contra él, para tratar de derribarlo. Con suerte, el tipo nervioso perdería la sartén en el proceso y el propio peso del elfo serviría para inmovilizarlo.
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OFF: Mil perdones por la tardanza u.u
Elian
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Re: Sacrificios para la Cosecha [Libre][Samhain 2019]
Ben se limitó a escuchar y divagar sobre el destino que habían sufrido tanto Elian como Avital. Muerte. Sus restos estarían esparcidos por el bosque y las bestias se limitarían a arrancar hasta el último pedazo de carne que estuviera pegado a sus huesos. Con el paso del tiempo la ropa se desharía y se convertiría en polvo, pero el hueso... Ah, el hueso permanece como una firma de lo que alguien fue, como una proyección hacia el futuro, pero, ¿es posible distinguir entre una calavera de hombre y de mujer? Ah, por supuesto que no, entonces, ¿sigue siendo una proyección a futuro? Quién sabe lo que la gente será capaz de hacer en el futuro. Sango creía que no se preocuparían de una calavera, menos aún si estaba en mitad de un bosque.
Ben se giró porque el tono de la conversación había aumentado de manera considerable. Ben tardó dos latidos en reaccionar, tiempo que uno de los recién llegado había aprovechado para lanzar a Elian una sartén. Sango enseguida echó la mano al cinto y con un movimiento torpe sacó el hacha y avanzó hacia el hombre que quería volver a golpear a Elian pero este se lanzó contra él derribándole. Ambos giraron en el suelo con la fortuna de que el desconocido había quedado a los pies del pelirrojo. Ben alzó el brazo con el hacha pero se detuvo al instante.
Un beso frío, como una mañana del mes de Ýlir, rozaba su cuello. Ben bajó el brazo lentamente y tragó saliva.
- Suelta el hacha ahora mismo.- Dijo una voz femenina a su espalda. Sango intentó girarse pero el filo se clavó levemente en el cuello. Ben miró a Elian, que le miraba desde el suelo y empezó a contar en silencio pero moviendo los labios: tres, el hombre del suelo empezaba a levantarse... dos, soltó el hacha... uno...
El golpe de la madera del mango contra el suelo sirvió para aprovechar que la mujer se había distraído el tiempo justo como para que Sango agarrara la muñeca con la que sostenía el cuchillo y se lanzó hacia atrás provocando que ambos perdieran el equilibrio. La diferencia de peso era evidente y Ben cayó encima de la mujer, que al impactar contra el suelo había perdido el control del cuchillo. Ben rodó por el suelo y recibió un puntapié en el costado.
- ¡NO! ¡NO! ¡Es esto lo que desea!- Ben se incorporó y miró al hombre del dedo en la boca sujetar a su compañero.- ¿No lo ves? ¿Qué pasó justo antes de...?- Para entonces, Sango se había levantado y de un empujón apartó a aquel personaje que acabó estampándose contra la pared. Sango desenvainó la espada que desprendió un vaho frío al salir del tahalí y justo cuando iba a asestar el golpe mortal su cabeza volvió en sí. Miró a los ojos del hombre que le miraban con horror. Ben dio dos pasos hacia atrás.
- Qué... ¿Qué extraña hechicería es esta?- Envainó la espada y se agachó para examinar el cuchillo con el que le habían amenazado.
Era un triste cuchillo de cocina casi sin filo, estaba junto al fuego, con el resto de cosas. Ben se levantó y se llevó las manos a la cabeza. Deambuló por la humilde habitación y se sentó después de recoger el hacha que se pasaba de una mano a la otra.
- Odio la hechicería. Odio la brujería. Y odio a los que la utilizan para nublar el juicio de las mentes nobles.- Casi se sorprendió al decir aquello, pero no tuvo tiempo porque se levantó de golpe. Abría y cerraba la mano derecha.
- Tenemos que encontrar al kag.- Su mirada iba de un lado a otro y se posaba en todos y cada uno de los presentes.- Esa bestia es capaz de oler los problemas.- Dijo tras unos instantes.
- Entonces habrá huido, muy lejos de aquí.- Dijo el que se había abalanzado contra Elian que ahora ayudaba a incorporarse a la mujer.
- Volverá.- Todos se volvieron al del dedo en la boca.- Nosotros lo hicimos. Él nos obliga.- Sentenció antes de volver a su postura habitual.
Sango se quedó mirándole un instante, estudiando a aquel hombre roto y evaluando las opciones que tenían. Su cabeza, para aquel entonces era un hervidero de acción, como una colmena que se siente amenazada, como... como el propio caos. Incluso el observador más agudo podía notar que algo le pasaba.
- Tenemos que quemar esta casa.- Y sin pensarlo dos veces se agachó junto al fuego y agarró uno de los troncos medio consumidos.- Salid.- Caminó hacia el dormitorio y lanzó el tronco encima de las mantas y esperó hasta que las llamas empezaron a lamer las paredes. Satisfecho salió de la cabaña y fue donde le esperaban.
- Ahora iremos a buscar el kag, y cuando nos avise- chocó el puño derecho en la palma de la mano izquierda- saltaremos a por ese viejo gris del que tanto habláis.- Se giró para ver la casa arder. Pero no había llamas o humo. No había nada. Contrariado, Sango dio pasos lentos hacia la casa. Miró hacia atrás a Elian con cara de incredulidad. Desenvainó la espada y caminó decidido al interior de la casa.
No tardó mucho en salir y para sorpresa del resto, su rostro estaba pálido y una expresión de miedo creciente se había apoderado de él. Se dejó caer junto a la puerta y quedó sentado mirando a un punto en el infinito, mucho más allá del bosque. Su cabeza empezaba a moverse, levemente, hacia adelante y hacia atrás.
La casa estaba igual que como la habían encontrado la primera vez: ordenada y sin llamas.
Ben se giró porque el tono de la conversación había aumentado de manera considerable. Ben tardó dos latidos en reaccionar, tiempo que uno de los recién llegado había aprovechado para lanzar a Elian una sartén. Sango enseguida echó la mano al cinto y con un movimiento torpe sacó el hacha y avanzó hacia el hombre que quería volver a golpear a Elian pero este se lanzó contra él derribándole. Ambos giraron en el suelo con la fortuna de que el desconocido había quedado a los pies del pelirrojo. Ben alzó el brazo con el hacha pero se detuvo al instante.
Un beso frío, como una mañana del mes de Ýlir, rozaba su cuello. Ben bajó el brazo lentamente y tragó saliva.
- Suelta el hacha ahora mismo.- Dijo una voz femenina a su espalda. Sango intentó girarse pero el filo se clavó levemente en el cuello. Ben miró a Elian, que le miraba desde el suelo y empezó a contar en silencio pero moviendo los labios: tres, el hombre del suelo empezaba a levantarse... dos, soltó el hacha... uno...
El golpe de la madera del mango contra el suelo sirvió para aprovechar que la mujer se había distraído el tiempo justo como para que Sango agarrara la muñeca con la que sostenía el cuchillo y se lanzó hacia atrás provocando que ambos perdieran el equilibrio. La diferencia de peso era evidente y Ben cayó encima de la mujer, que al impactar contra el suelo había perdido el control del cuchillo. Ben rodó por el suelo y recibió un puntapié en el costado.
- ¡NO! ¡NO! ¡Es esto lo que desea!- Ben se incorporó y miró al hombre del dedo en la boca sujetar a su compañero.- ¿No lo ves? ¿Qué pasó justo antes de...?- Para entonces, Sango se había levantado y de un empujón apartó a aquel personaje que acabó estampándose contra la pared. Sango desenvainó la espada que desprendió un vaho frío al salir del tahalí y justo cuando iba a asestar el golpe mortal su cabeza volvió en sí. Miró a los ojos del hombre que le miraban con horror. Ben dio dos pasos hacia atrás.
- Qué... ¿Qué extraña hechicería es esta?- Envainó la espada y se agachó para examinar el cuchillo con el que le habían amenazado.
Era un triste cuchillo de cocina casi sin filo, estaba junto al fuego, con el resto de cosas. Ben se levantó y se llevó las manos a la cabeza. Deambuló por la humilde habitación y se sentó después de recoger el hacha que se pasaba de una mano a la otra.
- Odio la hechicería. Odio la brujería. Y odio a los que la utilizan para nublar el juicio de las mentes nobles.- Casi se sorprendió al decir aquello, pero no tuvo tiempo porque se levantó de golpe. Abría y cerraba la mano derecha.
- Tenemos que encontrar al kag.- Su mirada iba de un lado a otro y se posaba en todos y cada uno de los presentes.- Esa bestia es capaz de oler los problemas.- Dijo tras unos instantes.
- Entonces habrá huido, muy lejos de aquí.- Dijo el que se había abalanzado contra Elian que ahora ayudaba a incorporarse a la mujer.
- Volverá.- Todos se volvieron al del dedo en la boca.- Nosotros lo hicimos. Él nos obliga.- Sentenció antes de volver a su postura habitual.
Sango se quedó mirándole un instante, estudiando a aquel hombre roto y evaluando las opciones que tenían. Su cabeza, para aquel entonces era un hervidero de acción, como una colmena que se siente amenazada, como... como el propio caos. Incluso el observador más agudo podía notar que algo le pasaba.
- Tenemos que quemar esta casa.- Y sin pensarlo dos veces se agachó junto al fuego y agarró uno de los troncos medio consumidos.- Salid.- Caminó hacia el dormitorio y lanzó el tronco encima de las mantas y esperó hasta que las llamas empezaron a lamer las paredes. Satisfecho salió de la cabaña y fue donde le esperaban.
- Ahora iremos a buscar el kag, y cuando nos avise- chocó el puño derecho en la palma de la mano izquierda- saltaremos a por ese viejo gris del que tanto habláis.- Se giró para ver la casa arder. Pero no había llamas o humo. No había nada. Contrariado, Sango dio pasos lentos hacia la casa. Miró hacia atrás a Elian con cara de incredulidad. Desenvainó la espada y caminó decidido al interior de la casa.
No tardó mucho en salir y para sorpresa del resto, su rostro estaba pálido y una expresión de miedo creciente se había apoderado de él. Se dejó caer junto a la puerta y quedó sentado mirando a un punto en el infinito, mucho más allá del bosque. Su cabeza empezaba a moverse, levemente, hacia adelante y hacia atrás.
La casa estaba igual que como la habían encontrado la primera vez: ordenada y sin llamas.
Sango
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Re: Sacrificios para la Cosecha [Libre][Samhain 2019]
¿Cómo había llegado a aquella situación? Elian no era un hombre violento, todo lo contrario. Y, sin embargo, ahí estaba, rodando por el suelo, forcejeando con aquel extraño. Podría decir que se estaba defendiendo. Era cierto que el otro lo había atacado primero; sin motivo aparente, sin atender a razones.
Podía decirlo, podía incluso pensarlo, pero la realidad era que una parte de sí mismo quería hacerle daño a aquel hombre. A él, al muchacho y a la mujer. Ellos eran los que habían empezado todo aquello, fuera lo que fuera. Lo habían reconocido: habían entrado allí a robar y, como consecuencia, habían desatado la animadversión de algún tipo de hechicero pirado.
¿Y le tocaba a él pagar el pato?
La reyerta terminó, sin embargo, cuando el chico del pulgar en la boca lo sacó para, sorprendentemente, venir en su ayuda. No le faltaba razón, también se había producido un forcejeo justo antes de la desaparición de Eden. Quizá era eso lo que buscaba el tal hombre gris. ¡Pues, por Isil, él no estaba dispuesto a dárselo!
Miró a Sango con cierta vacilación mientras se incorporaba. El humano no parecía tenerlas todas consigo. No podía culparlo; él mismo se sentía desorientado, como si lo hubieran sacado de sí mismo. Empezaba a preguntarse si aquella noche llegaría alguna vez a su fin. Tal vez no, se dijo, la niebla de aquella zona tampoco es que dejase pasar demasiada luz durante el día.
—El kag, sí —dijo ante la propuesta de Sango y se permitió darle una ligera palmada en el hombro en actitud, esperaba, reconfortante—. Lo encontraremos.
De veras esperaba encontrarlo. Después de todo, el pobre animal no le había hecho daño a nadie. Cosa que no podía decirse de todos los presentes, añadió para sí dirigiendo una torva mirada en dirección a su atacante y la mujer a la que ayudaba a incorporarse.
Su mirada pasó de torva a irritada en un abrir y cerrar de ojos cuando el jodido crío volvió a sacarse el dedo de la boca. Empezaban a darle ganas de cortarle el puñetero dedo.
—¿Os obliga a volver? —preguntó en un tono calculadamente frío, sin levantar la voz lo más mínimo—. Pues, mira, me parece perfecto. Por mí podéis quedaros aquí juntitos los tres. Lo que es yo, pienso salir por esa puerta y no tengo la más mínima intención de volver por aquí. —Dicho lo cual, agarró su petate y su bastón y se encaminó a la salida, al mismo tiempo que Sango echaba mano de aquel tronco ardiendo.
Los demás lo siguieron a regañadientes, siguiendo el apremio de Sango más que su propio impulso. El hombre que lo había atacado y la mujer se mostraban inquietos, intercambiando miradas preocupadas. El joven, sin embargo, parecía divertirse con la situación.
—No funcionará, no funcionará —canturreaba una y otra vez en voz baja mientras reía entre dientes.
Efectivamente, no funcionó.
Elian no era un extraño en lo concerniente a la magia. Él mismo era capaz de portentos que, sin duda, asombrarían a cualquier humano, aunque para él fueran parte intrínseca de la vida. Aún así, mientras observaba al pelirrojo encaminarse de nuevo hacia la cabaña intacta, no pudo evitar una sensación de desazón, que se acrecentó al ver el estado en que el humano se encontraba al volver.
Sin embargo, no podía dejarse llevar por el pánico. Después de todo, los brujos controlaban los elementos, ¿cierto? Respiró hondo un par de veces, tragó saliva con cierta dificultad y se acercó de nuevo a Sango.
—Olvídate de la casa —le dijo volviendo a poner una mano en su hombro—. Mi gente ha luchado antes con brujos y —perdieron— seguimos vivos. Venga —añadió y se agachó ligeramente para tomarle el brazo y tirar ligeramente hacia arriba—, levántate. Vamos a buscar a tu kag. Es un animal del desierto, seguro que ha dejado algún rastro entre la hojarasca. Ánimo, cuanto más nos alejemos de este lugar, mejor.
El joven del dedo en la boca soltó una risa burlona, pero, ya fuera por la acerada mirada que le dirigió Elian o por algún otro motivo oculto, volvió a encajarse el pulgar en la boca sin decir nada más.
El elfo ayudó a Sango a levantarse y se dispuso a encontrar el rastro del animal. Incluso en la oscuridad de la madrugada, no dudaba de que podría encontrarlo. Después de todo, llevaba toda la vida en los bosques.
Podía decirlo, podía incluso pensarlo, pero la realidad era que una parte de sí mismo quería hacerle daño a aquel hombre. A él, al muchacho y a la mujer. Ellos eran los que habían empezado todo aquello, fuera lo que fuera. Lo habían reconocido: habían entrado allí a robar y, como consecuencia, habían desatado la animadversión de algún tipo de hechicero pirado.
¿Y le tocaba a él pagar el pato?
La reyerta terminó, sin embargo, cuando el chico del pulgar en la boca lo sacó para, sorprendentemente, venir en su ayuda. No le faltaba razón, también se había producido un forcejeo justo antes de la desaparición de Eden. Quizá era eso lo que buscaba el tal hombre gris. ¡Pues, por Isil, él no estaba dispuesto a dárselo!
Miró a Sango con cierta vacilación mientras se incorporaba. El humano no parecía tenerlas todas consigo. No podía culparlo; él mismo se sentía desorientado, como si lo hubieran sacado de sí mismo. Empezaba a preguntarse si aquella noche llegaría alguna vez a su fin. Tal vez no, se dijo, la niebla de aquella zona tampoco es que dejase pasar demasiada luz durante el día.
—El kag, sí —dijo ante la propuesta de Sango y se permitió darle una ligera palmada en el hombro en actitud, esperaba, reconfortante—. Lo encontraremos.
De veras esperaba encontrarlo. Después de todo, el pobre animal no le había hecho daño a nadie. Cosa que no podía decirse de todos los presentes, añadió para sí dirigiendo una torva mirada en dirección a su atacante y la mujer a la que ayudaba a incorporarse.
Su mirada pasó de torva a irritada en un abrir y cerrar de ojos cuando el jodido crío volvió a sacarse el dedo de la boca. Empezaban a darle ganas de cortarle el puñetero dedo.
—¿Os obliga a volver? —preguntó en un tono calculadamente frío, sin levantar la voz lo más mínimo—. Pues, mira, me parece perfecto. Por mí podéis quedaros aquí juntitos los tres. Lo que es yo, pienso salir por esa puerta y no tengo la más mínima intención de volver por aquí. —Dicho lo cual, agarró su petate y su bastón y se encaminó a la salida, al mismo tiempo que Sango echaba mano de aquel tronco ardiendo.
Los demás lo siguieron a regañadientes, siguiendo el apremio de Sango más que su propio impulso. El hombre que lo había atacado y la mujer se mostraban inquietos, intercambiando miradas preocupadas. El joven, sin embargo, parecía divertirse con la situación.
—No funcionará, no funcionará —canturreaba una y otra vez en voz baja mientras reía entre dientes.
Efectivamente, no funcionó.
Elian no era un extraño en lo concerniente a la magia. Él mismo era capaz de portentos que, sin duda, asombrarían a cualquier humano, aunque para él fueran parte intrínseca de la vida. Aún así, mientras observaba al pelirrojo encaminarse de nuevo hacia la cabaña intacta, no pudo evitar una sensación de desazón, que se acrecentó al ver el estado en que el humano se encontraba al volver.
Sin embargo, no podía dejarse llevar por el pánico. Después de todo, los brujos controlaban los elementos, ¿cierto? Respiró hondo un par de veces, tragó saliva con cierta dificultad y se acercó de nuevo a Sango.
—Olvídate de la casa —le dijo volviendo a poner una mano en su hombro—. Mi gente ha luchado antes con brujos y —perdieron— seguimos vivos. Venga —añadió y se agachó ligeramente para tomarle el brazo y tirar ligeramente hacia arriba—, levántate. Vamos a buscar a tu kag. Es un animal del desierto, seguro que ha dejado algún rastro entre la hojarasca. Ánimo, cuanto más nos alejemos de este lugar, mejor.
El joven del dedo en la boca soltó una risa burlona, pero, ya fuera por la acerada mirada que le dirigió Elian o por algún otro motivo oculto, volvió a encajarse el pulgar en la boca sin decir nada más.
El elfo ayudó a Sango a levantarse y se dispuso a encontrar el rastro del animal. Incluso en la oscuridad de la madrugada, no dudaba de que podría encontrarlo. Después de todo, llevaba toda la vida en los bosques.
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Re: Sacrificios para la Cosecha [Libre][Samhain 2019]
Ayudado por Elian, Sango se puso en pie. Las palabras del elfo habían tenido cierto efecto sobre su moral simplemente por poder ocupar su mente en cualquier cosa que no fuera un brujo intentado darles caza. No obstante, el problema aun no había desaparecido.
- Sí, malditos hechiceros...- Sango se sacudió la ropa y miró al grupo de tres que se les había acoplado.
Eran un grupo extraño, primero había llegado la mujer, herida y fatigada y a la que habían atendido, luego habían llegado aquellos dos personajes y todo se había vuelto mucho más raro de lo que se había vuelto aquella noche, empezando por la desaparición de Eden que estaba allí cuando él había llegado y...
- ¿De qué te ríes?- Preguntó al del dedo en la boca que agitó la cabeza.
- Déjale en paz.- Le defendió la mujer.
Sango le mantuvo la mirada y acto seguido escupió a sus pies. La mujer se lanzó hacia él pero el tercero la detuvo y Sango sonrió antes de irse hacia donde estaba Elian buscando un rastro. Confiaba plenamente en él, al fin y al cabo habían compartido una comida y por los Dioses que eso tenía que significar algo.
- ¿Encuentras algo? Nunca había hecho esto...- Fijó la mirada en un punto aleatorio de la oscuridad del bosque.- Quería agradecerte, si es que no lo he hecho ya, tu ayuda ahí dentro. No está siendo una noche fácil pero...- Ben suspiró.- Suelo hacer un silbido para llamar su atención, es algo así.-
- ¿Qué murmuráis? ¿Estáis tramando algo?- Interrumpió la mujer. Sango cerró los ojos y soltando aire, una vez más, se dio la vuelta.
- ¿Te quieres callar? Tenemos que buscar al maldito kag.- Respondió Sango.
- ¿Para qué? ¿Para que nos mate? ¿Para que el brujo nos tenga a su merced? Quizá este sea su plan y vosotros no seáis más que sus enviados para darnos caza. Qué coño, seguro que es eso.- La mujer dio un paso al frente.
- No...- Sango trató de mantener la calma.- El kag es capaz de encontrar al brujo, es capaz de sacarnos de aquí, solo tengo que silbar y...
- ¿Cómo lo sabes? Además, ¿por qué no lo has dicho antes? Me da que estás mintiendo.- Miró a sus compañeros.- Hemos venido aquí huyendo y por vuestra culpa estamos aquí atrapados.
- Ya, claro, por eso se ha llevado a nuestro camarada.- Replicó un Sango cada vez más alterado.
- Bien muerto está, uno menos.- Saltó el otro.
Sango no contestó y tras unos instantes observando al hombre se adelantó y le lanzó un derechazo que lo tumbó al instante. La mujer le miró boquiabierto el del dedo parecía sonreír. Sango se estaba sacudiendo la mano porque el golpe se la había dejado entumecida.
- ¿¡Qué has hecho!?- Le gritó la mujer.
Sango se limitó a encogerse de hombros y se dirigió al hombre del dedo. A su espalda, la mujer se pudo en pie tras comprobar que su compañero aún respiraba.
- Tú pareces saber mucho así que mientras buscamos al kag, nos lo vas a contar todo, con todo lujo de detalles, ¿estamos? Si no...- Hizo un gesto con la cabeza hacia atrás, señalando al compañero.
La mujer le pegó una patada en la parte trasera de la rodilla y Sango perdió el equilibrio. El del dedo le lanzó un rodillazo en el pecho y se echó hacia atrás un par de pasos. Ben se apoyó en el suelo para tratar de recuperarse del susto y de los golpes pero antes de poder reaccionar la mujer le agarró del pelo y le puso un cuchillo en la garganta.
- Ni se te ocurra moverte. Tú, elfo, tampoco, un paso y lo mato. Este es para el brujo.- Dijo mirando al del dedo.
- Síí, síí.- Chilló histérico el del dedo que daba saltitos de alegría.
Sango trató de echar mano al hacha pero el cuchillo se le clavó un poco más. La mujer rio nerviosa y le siseó algo al oído pero que Sango no fue capaz de entender. Ben tenía que deshacerse de aquella trampa y necesitaba a Elian, pero no podía verle. De repente tuvo una idea, arriesgada pero tenía que funcionar.
- ¡Está allí!- Mintió Sango. Acto seguido silbó para llamar al kag.
La presión pareció aflojarse.
- Sí, malditos hechiceros...- Sango se sacudió la ropa y miró al grupo de tres que se les había acoplado.
Eran un grupo extraño, primero había llegado la mujer, herida y fatigada y a la que habían atendido, luego habían llegado aquellos dos personajes y todo se había vuelto mucho más raro de lo que se había vuelto aquella noche, empezando por la desaparición de Eden que estaba allí cuando él había llegado y...
- ¿De qué te ríes?- Preguntó al del dedo en la boca que agitó la cabeza.
- Déjale en paz.- Le defendió la mujer.
Sango le mantuvo la mirada y acto seguido escupió a sus pies. La mujer se lanzó hacia él pero el tercero la detuvo y Sango sonrió antes de irse hacia donde estaba Elian buscando un rastro. Confiaba plenamente en él, al fin y al cabo habían compartido una comida y por los Dioses que eso tenía que significar algo.
- ¿Encuentras algo? Nunca había hecho esto...- Fijó la mirada en un punto aleatorio de la oscuridad del bosque.- Quería agradecerte, si es que no lo he hecho ya, tu ayuda ahí dentro. No está siendo una noche fácil pero...- Ben suspiró.- Suelo hacer un silbido para llamar su atención, es algo así.-
- ¿Qué murmuráis? ¿Estáis tramando algo?- Interrumpió la mujer. Sango cerró los ojos y soltando aire, una vez más, se dio la vuelta.
- ¿Te quieres callar? Tenemos que buscar al maldito kag.- Respondió Sango.
- ¿Para qué? ¿Para que nos mate? ¿Para que el brujo nos tenga a su merced? Quizá este sea su plan y vosotros no seáis más que sus enviados para darnos caza. Qué coño, seguro que es eso.- La mujer dio un paso al frente.
- No...- Sango trató de mantener la calma.- El kag es capaz de encontrar al brujo, es capaz de sacarnos de aquí, solo tengo que silbar y...
- ¿Cómo lo sabes? Además, ¿por qué no lo has dicho antes? Me da que estás mintiendo.- Miró a sus compañeros.- Hemos venido aquí huyendo y por vuestra culpa estamos aquí atrapados.
- Ya, claro, por eso se ha llevado a nuestro camarada.- Replicó un Sango cada vez más alterado.
- Bien muerto está, uno menos.- Saltó el otro.
Sango no contestó y tras unos instantes observando al hombre se adelantó y le lanzó un derechazo que lo tumbó al instante. La mujer le miró boquiabierto el del dedo parecía sonreír. Sango se estaba sacudiendo la mano porque el golpe se la había dejado entumecida.
- ¿¡Qué has hecho!?- Le gritó la mujer.
Sango se limitó a encogerse de hombros y se dirigió al hombre del dedo. A su espalda, la mujer se pudo en pie tras comprobar que su compañero aún respiraba.
- Tú pareces saber mucho así que mientras buscamos al kag, nos lo vas a contar todo, con todo lujo de detalles, ¿estamos? Si no...- Hizo un gesto con la cabeza hacia atrás, señalando al compañero.
La mujer le pegó una patada en la parte trasera de la rodilla y Sango perdió el equilibrio. El del dedo le lanzó un rodillazo en el pecho y se echó hacia atrás un par de pasos. Ben se apoyó en el suelo para tratar de recuperarse del susto y de los golpes pero antes de poder reaccionar la mujer le agarró del pelo y le puso un cuchillo en la garganta.
- Ni se te ocurra moverte. Tú, elfo, tampoco, un paso y lo mato. Este es para el brujo.- Dijo mirando al del dedo.
- Síí, síí.- Chilló histérico el del dedo que daba saltitos de alegría.
Sango trató de echar mano al hacha pero el cuchillo se le clavó un poco más. La mujer rio nerviosa y le siseó algo al oído pero que Sango no fue capaz de entender. Ben tenía que deshacerse de aquella trampa y necesitaba a Elian, pero no podía verle. De repente tuvo una idea, arriesgada pero tenía que funcionar.
- ¡Está allí!- Mintió Sango. Acto seguido silbó para llamar al kag.
La presión pareció aflojarse.
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Re: Sacrificios para la Cosecha [Libre][Samhain 2019]
Elian se esforzó expresamente en ignorar a los otros mientras registraba cada palmo del terreno en torno a la cabaña, pero cuando Sango se acercó a ver si había encontrado algo, solo pudo negar con la cabeza.
—No lo entiendo —añadió, hablando más para sí mismo que a Sango—. Puedo ver con total claridad vuestro rastro acercándose a la cabaña, pero nada alejándose, salvo una carreta. Por supuesto, puedo sentir que se ha usado magia en la zona, pero eso ya lo sabíamos… ¿Eh? No, hombre, no hay nada que agradecer. Seguro que tú habrías hecho lo mismo.
Elian no se engañaba con respecto a la bondad innata de las personas, sabía bien que no todo el bosque era madreselva. Si necesitaba algún recordatorio, aquellos tres ladronzuelos de pacotilla le estaban haciendo el favor. Sin embargo, prefería confiar en el buen talante de la gente mientras no le dieran una razón en contrario.
Y también, maldita sea, necesitaba creer que no estaba solo en esto. Después de todo, ni Sango ni él (ni Eden) tenían nada que ver con lo que quiera que habían desencadenado los tres rufianes y el misterioso brujo.
—Buena idea, el silb…
Entonces la situación se puso tensa de nuevo.
—Hey, tranquila, solo intentamos encontrar al kag y marcharnos… ¿Cómo que por nuestra culpa?
¿Era aquella la misma mujer que había llegado medio en trance y pidiendo ayuda? Elian abrió y cerró la boca un par de veces mientras consideraba si valía la pena decirle o no lo que estaba pensando cuando Sango dio rienda suelta a sus propios pensamientos.
Bien. Normalmente, el elfo habría argumentado que no era necesario llegar a esos extremos, pero lo cierto era que podía entender el impulso. Vaya si podía. Se acercó a comprobar el estado del herido, pero no se sentía con fuerzas (ni con ganas) de curar a nadie más aquella noche.
El problema era que la noche no parecía cerca de acabar y él no era precisamente un guerrero. Solo podía encomendarse a Imbar.
—Está bien, tranquila —dijo apoyando el cayado en el suelo y alzando la mano libre para que quedara a la vista—. No hace falta tomar decisiones drásticas, podemos escapar…
—No, no, nadie puede —interrumpió el del dedito descojonándose de risa.
Elian reprimió las ganas de darle con el cayado mientras se concentraba en su silenciosa plegaria. Otro elfo podría haber visto lo pequeños brotes en la vara, sentido la respuesta del bosque.
—¡Está allí! —dijo Sango.
Elian no supo si fue coincidencia que lo hiciera justo cuando el ramaje comenzó a agitarse (1), pero la distracción pareció surtir efecto. Apuntó a la espalda de la mujer con su cayado, del que brotaron un par de ramas que la golpearon por detrás.
Y entonces oyó al muchacho chillar de nuevo. Se volvió hacia él y, después, hacia donde él miraba. El silbido de Sango también había funcionado, solo que el kag no venía solo. Montado sobre el animal, una figura de contornos difusos apuntaba hacia los presentes con una espada llameante.
—No habéis querido jugar con mis reglas —anunció una voz que parecía venir de todas y ninguna parte a la vez—. Bien, jugaremos con las vuestras. ¿Queréis marcharos? ¡Huid, si podéis!
Y, con un alarido endemoniado, se lanzó a la carga sobre su montura.
Elian se lanzó hacia un lado barriendo el aire con su cayado, que había recuperado su forma normal. Agarró al del dedo (que se había quedado con la boca abierta y el dedo resbalando por el mentón) por el cogote y le pegó un empujón.
—¡Corre! ¿A qué esperas? —le dijo.
—Twig —oyó decir a la mujer.
Al volver la vista hacia ella, vio que había soltado el cuchillo y su mirada se había desviado hacia el tipo al que Sango había golpeado.
—Quédate a esperarle si quieres —murmuró Elian con un rencor que no esperaba ser capaz de sentir y, una vez más, ofreció su mano a Sango y tiró de él hacia el bosque.
Lo último que vio antes de internarse entre los árboles, fue al kag abalanzándose sobre el tal Twig. Definitivamente, uno menos, pensó.
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OFF: (1) Rasgo: El Bosque acude a mí, guiado por mi magia de Luz, para prestarme su ayuda en combate.
—No lo entiendo —añadió, hablando más para sí mismo que a Sango—. Puedo ver con total claridad vuestro rastro acercándose a la cabaña, pero nada alejándose, salvo una carreta. Por supuesto, puedo sentir que se ha usado magia en la zona, pero eso ya lo sabíamos… ¿Eh? No, hombre, no hay nada que agradecer. Seguro que tú habrías hecho lo mismo.
Elian no se engañaba con respecto a la bondad innata de las personas, sabía bien que no todo el bosque era madreselva. Si necesitaba algún recordatorio, aquellos tres ladronzuelos de pacotilla le estaban haciendo el favor. Sin embargo, prefería confiar en el buen talante de la gente mientras no le dieran una razón en contrario.
Y también, maldita sea, necesitaba creer que no estaba solo en esto. Después de todo, ni Sango ni él (ni Eden) tenían nada que ver con lo que quiera que habían desencadenado los tres rufianes y el misterioso brujo.
—Buena idea, el silb…
Entonces la situación se puso tensa de nuevo.
—Hey, tranquila, solo intentamos encontrar al kag y marcharnos… ¿Cómo que por nuestra culpa?
¿Era aquella la misma mujer que había llegado medio en trance y pidiendo ayuda? Elian abrió y cerró la boca un par de veces mientras consideraba si valía la pena decirle o no lo que estaba pensando cuando Sango dio rienda suelta a sus propios pensamientos.
Bien. Normalmente, el elfo habría argumentado que no era necesario llegar a esos extremos, pero lo cierto era que podía entender el impulso. Vaya si podía. Se acercó a comprobar el estado del herido, pero no se sentía con fuerzas (ni con ganas) de curar a nadie más aquella noche.
El problema era que la noche no parecía cerca de acabar y él no era precisamente un guerrero. Solo podía encomendarse a Imbar.
—Está bien, tranquila —dijo apoyando el cayado en el suelo y alzando la mano libre para que quedara a la vista—. No hace falta tomar decisiones drásticas, podemos escapar…
—No, no, nadie puede —interrumpió el del dedito descojonándose de risa.
Elian reprimió las ganas de darle con el cayado mientras se concentraba en su silenciosa plegaria. Otro elfo podría haber visto lo pequeños brotes en la vara, sentido la respuesta del bosque.
—¡Está allí! —dijo Sango.
Elian no supo si fue coincidencia que lo hiciera justo cuando el ramaje comenzó a agitarse (1), pero la distracción pareció surtir efecto. Apuntó a la espalda de la mujer con su cayado, del que brotaron un par de ramas que la golpearon por detrás.
Y entonces oyó al muchacho chillar de nuevo. Se volvió hacia él y, después, hacia donde él miraba. El silbido de Sango también había funcionado, solo que el kag no venía solo. Montado sobre el animal, una figura de contornos difusos apuntaba hacia los presentes con una espada llameante.
—No habéis querido jugar con mis reglas —anunció una voz que parecía venir de todas y ninguna parte a la vez—. Bien, jugaremos con las vuestras. ¿Queréis marcharos? ¡Huid, si podéis!
Y, con un alarido endemoniado, se lanzó a la carga sobre su montura.
Elian se lanzó hacia un lado barriendo el aire con su cayado, que había recuperado su forma normal. Agarró al del dedo (que se había quedado con la boca abierta y el dedo resbalando por el mentón) por el cogote y le pegó un empujón.
—¡Corre! ¿A qué esperas? —le dijo.
—Twig —oyó decir a la mujer.
Al volver la vista hacia ella, vio que había soltado el cuchillo y su mirada se había desviado hacia el tipo al que Sango había golpeado.
—Quédate a esperarle si quieres —murmuró Elian con un rencor que no esperaba ser capaz de sentir y, una vez más, ofreció su mano a Sango y tiró de él hacia el bosque.
Lo último que vio antes de internarse entre los árboles, fue al kag abalanzándose sobre el tal Twig. Definitivamente, uno menos, pensó.
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OFF: (1) Rasgo: El Bosque acude a mí, guiado por mi magia de Luz, para prestarme su ayuda en combate.
Elian
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Re: Sacrificios para la Cosecha [Libre][Samhain 2019]
Corría sin saber por qué tenía que huir de su propio kag. Solo confiaba en Elian que en el momento que se aseguró de que estaba en pie echó a correr hacia el bosque. Sango lo siguió por alguna razón que solo los Dioses saben. Pararon en algún oscuro lugar del bosque, donde la luz que envolvía a Elian servía como referencia y las ramas de los árboles chocaban unas con otras mientras el viento frio trataba de arrebatarles el calor.
- Por todos los Dioses...- Sango no fue era capaz de decir otra cosa mientras miraba a Elian.
Se apoyó en sus rodillas y trató de calmarse y poner en orden su cabeza.
- Esto es ridículo,- resopló- es solo un mago y nosotros somos cuatro- negó varias veces con la cabeza.
Realmente eran tres, el del dedo en la boca era un bastardo que se dedicaba a reírse de todo lo que decían y hablar en clave. Y en realidad, si lo que había visto era cierto, había conseguido hechizar al kag.
- Por todos los Dioses, como odio la brujería- escupió antes de incorporarse y mirar al resto.- Ya basta de pelear, un maldito brujo anda de cacería y ya se ha llevado a dos. Más os vale colaborar- alzó la mano a la chica y al otro.
Ben no olvidaba que la chica le había puesto un cuchillo en el cuello. Ya arreglaría cuentas. Le dedicó una sonrisa y se dio la vuelta para ir con Elian.
- Tenemos que salir de aquí- se pasó la mano libre por el hacha y de repente empezó a chasquear los dedos.- Joder, yo venía por un camino y una mujer me indicó que le ayudara a buscar a sus amigos y...- Sango se dio cuenta de que podía tratarse, desde un principio de un engaño.
El silencio se apoderó del lugar. Sango empezó a pensar en que debía de haber alguna forma de derrotar a aquel brujo. ¿Por qué tenían por qué plegarse a sus condiciones? ¿Era él un cobarde que huía del campo de batalla? ¿Abandonar a gente indefensa era algo propio de él?
- ¡Y una mierda!- Desenvainó la espada para sorpresa de todos.- No soy ningún cobarde, ¿me oyes?
Pero sí que has huido.
- ¡No he huido!- Gritó.
Ven tú, te espero, vuelve a la casa.
El dedo en la boca empezó a reírse de forma histérica mirando a Sango que giró lentamente la cabeza hacia él. Sango lo fulminó con la mirada y para sorpresa de todos el del dedo en la boca echó a correr. Ben no tardó ni dos latidos en darse cuenta de lo que pasaba.
- ¡Es él! ¡El maldito brujo es él!- Salió tras él, espoleado por la ira de haber sido humillado por una escoria como aquella.
La carrera había empezado accidentada para Sango, aparte de salir con un tiempo de desventaja, tropezó varias veces pero sin llegar a caer, no obstante, no fue difícil dar con aquel tipo, de hecho, le alcanzó gracias a que al correr arrastraba los pies. Las hojas fueron buenas aliadas. No tardó en alcanzarle y cuando lo tuvo a menos de tres pasos, no se le pensó y le lanzó un tajo.
Se detuvo al ver que la espada no impactaba en su objetivo. Es más, allí no había nadie. No estaba el del dedo, ni la chica y tampoco Elian. Estaba solo, en mitad de la noche, en aquel bosque maldito con un brujo y un kag embrujado.
Que tonto eres, Sango.
- Lo sé- admitió y a continuación añadió:- Pero te voy a matar igualmente- dijo convencido.
Empuñó sus armas con fuerza y se encomendó a todos los Dioses.
La risita histérica sonó en algún lugar del bosque.
- Por todos los Dioses...- Sango no fue era capaz de decir otra cosa mientras miraba a Elian.
Se apoyó en sus rodillas y trató de calmarse y poner en orden su cabeza.
- Esto es ridículo,- resopló- es solo un mago y nosotros somos cuatro- negó varias veces con la cabeza.
Realmente eran tres, el del dedo en la boca era un bastardo que se dedicaba a reírse de todo lo que decían y hablar en clave. Y en realidad, si lo que había visto era cierto, había conseguido hechizar al kag.
- Por todos los Dioses, como odio la brujería- escupió antes de incorporarse y mirar al resto.- Ya basta de pelear, un maldito brujo anda de cacería y ya se ha llevado a dos. Más os vale colaborar- alzó la mano a la chica y al otro.
Ben no olvidaba que la chica le había puesto un cuchillo en el cuello. Ya arreglaría cuentas. Le dedicó una sonrisa y se dio la vuelta para ir con Elian.
- Tenemos que salir de aquí- se pasó la mano libre por el hacha y de repente empezó a chasquear los dedos.- Joder, yo venía por un camino y una mujer me indicó que le ayudara a buscar a sus amigos y...- Sango se dio cuenta de que podía tratarse, desde un principio de un engaño.
El silencio se apoderó del lugar. Sango empezó a pensar en que debía de haber alguna forma de derrotar a aquel brujo. ¿Por qué tenían por qué plegarse a sus condiciones? ¿Era él un cobarde que huía del campo de batalla? ¿Abandonar a gente indefensa era algo propio de él?
- ¡Y una mierda!- Desenvainó la espada para sorpresa de todos.- No soy ningún cobarde, ¿me oyes?
Pero sí que has huido.
- ¡No he huido!- Gritó.
Ven tú, te espero, vuelve a la casa.
El dedo en la boca empezó a reírse de forma histérica mirando a Sango que giró lentamente la cabeza hacia él. Sango lo fulminó con la mirada y para sorpresa de todos el del dedo en la boca echó a correr. Ben no tardó ni dos latidos en darse cuenta de lo que pasaba.
- ¡Es él! ¡El maldito brujo es él!- Salió tras él, espoleado por la ira de haber sido humillado por una escoria como aquella.
La carrera había empezado accidentada para Sango, aparte de salir con un tiempo de desventaja, tropezó varias veces pero sin llegar a caer, no obstante, no fue difícil dar con aquel tipo, de hecho, le alcanzó gracias a que al correr arrastraba los pies. Las hojas fueron buenas aliadas. No tardó en alcanzarle y cuando lo tuvo a menos de tres pasos, no se le pensó y le lanzó un tajo.
Se detuvo al ver que la espada no impactaba en su objetivo. Es más, allí no había nadie. No estaba el del dedo, ni la chica y tampoco Elian. Estaba solo, en mitad de la noche, en aquel bosque maldito con un brujo y un kag embrujado.
Que tonto eres, Sango.
- Lo sé- admitió y a continuación añadió:- Pero te voy a matar igualmente- dijo convencido.
Empuñó sus armas con fuerza y se encomendó a todos los Dioses.
La risita histérica sonó en algún lugar del bosque.
Sango
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Re: Sacrificios para la Cosecha [Libre][Samhain 2019]
Cuando el apremio que lo había impulsado a salir corriendo empezó a ceder, Elian se detuvo para tratar de orientarse. Prestó atención a cualquier sonido que lo alertara de que el brujo y el kag los hubiesen seguido, pero aparte del ulular de una distante lechuza, solo se oía su respiración agitada, la de Sango y la de la mujer que, después de todo, no se había quedado a ayudar a Twig. También la risa enervante del otro chico, entre succión y succión a su pulgar.
Sí, toda la situación era ridícula. Ellos eran más, sin duda podrían con un único mago, ¿cierto? Pero Elian no era ningún guerrero y también habían sido más al principio. El extraño brujo los había ido eliminando uno a uno, utilizando su propio miedo contra ellos. Debían detenerse, respirar hondo y pensar de forma racional.
Era más fácil decirlo que hacerlo.
—¿Crees que esa mujer te atrajo a propósito? —preguntó cuando Sango interrumpió su frase a medias—. No sé qué decirte, a mí nadie me atrajo hacia allí. Desperté algo desorientado en medio de la noche y eché a andar en la primera dirección que se me ocurrió.
Sango no respondió. Parecía absorto en sus pensamientos, hasta que desenvainó su espada sin previo aviso y, gritándole a la nada, se volvió hacia el del dedo en la boca y se abalanzó sobre él. O quizá fue el del dedo en la boca el que echó a correr primero, Elian no estaba seguro. El caso es que ambos se adentraron en la oscuridad y la maleza.
—¡Espera! —gritó avanzando unos pasos hacia el lugar por el que ambos hombres habían desaparecido—. Si nos separamos…
No pudo terminar la frase, porque un fuerte golpe en la espalda lo hizo trastabillar. Soltó el cayado y aterrizó con los brazos hincados en el suelo. Se impulsó con la pierna y brazo derechos para obligarse a rodar hacia la izquierda, evitando así un segundo golpe de rama.
—No escaparán, Él es más fuerte —dijo la mujer al tiempo que soltaba la rama con que lo había atacado, que se había partido al golpear contra el suelo. Llevó la mano a la parte trasera de su cinturón y Elian vio asomar el brillo de un cuchillo en su mano. Ella avanzó hacia él, él se incorporó rápidamente hasta quedar en cuclillas—. Pero tal vez yo me salve si le doy lo que pide —concluyó.
Elian no esperó a que se lanzara contra él, sino que le salió al encuentro impulsándose con sus piernas flexionadas. Entre la sorpresa y la fuerza que otorga un cuerpo de mayores dimensiones, logró derribarla. Saltó inmediatamente, alejándose de ella, recogió su báculo del suelo y echó a correr sin mirar a dónde.
Se detuvo al poco rato, esforzándose por recuperar el aliento y acallar en lo posible los latidos de su corazón, que parecía estar a punto de salirle por las orejas. Se mantuvo atento a cualquier sonido delator y no tardó en escuchar las pisadas de su perseguidora entre la hojarasca. Caminaba despacio, tratando de no hacer el menor ruido, peor Elian conocía demasiado bien el bosque para dejarse engañar(1).
Se obligó a permanecer inmóvil mientras la sentía acercarse por detrás, simulando estar atento a lo que quiera que pudiese ocurrir al otro lado de los árboles. Sujetó con firmeza su cayado y, en el momento en que la oyó pisar prácticamente a su espalda, se giró en un único movimiento y golpeó con toda la fuerza de su impulso.
El brillo en los ojos asombrados de la mujer permaneció en su retina mucho después de que su cuerpo inerte golpeara contra un árbol cercano y cayera al suelo como un fardo.
Elian tardó unos instantes en reunir el valor para acercarse. La mujer tenía una herida a una lado de la cabeza, donde había recibido el golpe del bastón, y otra al otro, donde se había golpeado contra la corteza del árbol, pero apenas sangraba por ninguna de ellas. Sus ojos seguían abiertos. Elian los cerró con una mano temblorosa. Nunca había imaginado que tendría tanta fuerza como para abrirle a alguien la cabeza con un solo golpe. ¿Sería por el miedo? Ciertamente, aún le quedaba mucho de eso.
Su mirada seguía aún fija en la mujer a la que había matado (sí, él la había matado) cuando oyó una risa histérica en la distancia.
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OFF: (1) Habilidad de nivel 0: La Naturaleza me Habla [Supervivencia] Reconocer elementos ajenos en cualquier entorno natural se ha convertido en algo casi instintivo para mí. El ruido del suelo, el movimiento de las hojas, etc. son elementos suficientes para seguir los movimientos de un rival en el terreno aunque éste se encuentre a cubierto o no sea posible verlo por algún motivo.
Sí, toda la situación era ridícula. Ellos eran más, sin duda podrían con un único mago, ¿cierto? Pero Elian no era ningún guerrero y también habían sido más al principio. El extraño brujo los había ido eliminando uno a uno, utilizando su propio miedo contra ellos. Debían detenerse, respirar hondo y pensar de forma racional.
Era más fácil decirlo que hacerlo.
—¿Crees que esa mujer te atrajo a propósito? —preguntó cuando Sango interrumpió su frase a medias—. No sé qué decirte, a mí nadie me atrajo hacia allí. Desperté algo desorientado en medio de la noche y eché a andar en la primera dirección que se me ocurrió.
Sango no respondió. Parecía absorto en sus pensamientos, hasta que desenvainó su espada sin previo aviso y, gritándole a la nada, se volvió hacia el del dedo en la boca y se abalanzó sobre él. O quizá fue el del dedo en la boca el que echó a correr primero, Elian no estaba seguro. El caso es que ambos se adentraron en la oscuridad y la maleza.
—¡Espera! —gritó avanzando unos pasos hacia el lugar por el que ambos hombres habían desaparecido—. Si nos separamos…
No pudo terminar la frase, porque un fuerte golpe en la espalda lo hizo trastabillar. Soltó el cayado y aterrizó con los brazos hincados en el suelo. Se impulsó con la pierna y brazo derechos para obligarse a rodar hacia la izquierda, evitando así un segundo golpe de rama.
—No escaparán, Él es más fuerte —dijo la mujer al tiempo que soltaba la rama con que lo había atacado, que se había partido al golpear contra el suelo. Llevó la mano a la parte trasera de su cinturón y Elian vio asomar el brillo de un cuchillo en su mano. Ella avanzó hacia él, él se incorporó rápidamente hasta quedar en cuclillas—. Pero tal vez yo me salve si le doy lo que pide —concluyó.
Elian no esperó a que se lanzara contra él, sino que le salió al encuentro impulsándose con sus piernas flexionadas. Entre la sorpresa y la fuerza que otorga un cuerpo de mayores dimensiones, logró derribarla. Saltó inmediatamente, alejándose de ella, recogió su báculo del suelo y echó a correr sin mirar a dónde.
Se detuvo al poco rato, esforzándose por recuperar el aliento y acallar en lo posible los latidos de su corazón, que parecía estar a punto de salirle por las orejas. Se mantuvo atento a cualquier sonido delator y no tardó en escuchar las pisadas de su perseguidora entre la hojarasca. Caminaba despacio, tratando de no hacer el menor ruido, peor Elian conocía demasiado bien el bosque para dejarse engañar(1).
Se obligó a permanecer inmóvil mientras la sentía acercarse por detrás, simulando estar atento a lo que quiera que pudiese ocurrir al otro lado de los árboles. Sujetó con firmeza su cayado y, en el momento en que la oyó pisar prácticamente a su espalda, se giró en un único movimiento y golpeó con toda la fuerza de su impulso.
El brillo en los ojos asombrados de la mujer permaneció en su retina mucho después de que su cuerpo inerte golpeara contra un árbol cercano y cayera al suelo como un fardo.
Elian tardó unos instantes en reunir el valor para acercarse. La mujer tenía una herida a una lado de la cabeza, donde había recibido el golpe del bastón, y otra al otro, donde se había golpeado contra la corteza del árbol, pero apenas sangraba por ninguna de ellas. Sus ojos seguían abiertos. Elian los cerró con una mano temblorosa. Nunca había imaginado que tendría tanta fuerza como para abrirle a alguien la cabeza con un solo golpe. ¿Sería por el miedo? Ciertamente, aún le quedaba mucho de eso.
Su mirada seguía aún fija en la mujer a la que había matado (sí, él la había matado) cuando oyó una risa histérica en la distancia.
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OFF: (1) Habilidad de nivel 0: La Naturaleza me Habla [Supervivencia] Reconocer elementos ajenos en cualquier entorno natural se ha convertido en algo casi instintivo para mí. El ruido del suelo, el movimiento de las hojas, etc. son elementos suficientes para seguir los movimientos de un rival en el terreno aunque éste se encuentre a cubierto o no sea posible verlo por algún motivo.
Elian
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Re: Sacrificios para la Cosecha [Libre][Samhain 2019]
Y entre el caos, Ben encontró un momento de lucidez en el que pudo ver las cosas desde otro punto de vista. Estaba claro que algún hechicero estaba jugando con ellos, pero, ¿por qué? No, aquella pregunta no debía ser respondida, era perder el tiempo. La única pregunta que debía ser respondida en aquellos instantes era mucho más pragmática: ¿cómo se podían librar del hechicero? Y no estaba pensando en cumplir su voluntad, cualquiera que esta fuera. No. Ben pensaba en matarlo y lo haría. Vaya si lo haría.
Una fría brisa sopló tras de sí. Ben hizo un gesto con los hombros y se puso en guardia, escudo en alto, pero no se movió. Siguió pensando. Aprovechando su lucidez.
La fuente de todos sus problemas provenía desde el mismo instante en el que entraron en esa cabaña. ¿Qué pasó allí para que todo se torciera? Eden, Elian, Sango. Se encontraron en el bosque. ¿Qué demonios hacíamos tan lejos de camino? Entraron en la cabaña. Parecía un lugar acogedor, podrían pasar la noche. Comieron, todos habían comido.
- Joder- la revelación le golpeó como el agua fría por la mañana.- Nos han drogado, joder.- Se agitó al ser consciente de su estado y la lucidez desapareció.
Tenía que encontrar a Elian y decírselo. Necesitaba una segunda opinión, no era tan descabellado, ¿no? Pero entonces, ¿cómo encajar el influjo de la hechicería?
- Es bien sencillo, Sango, ¿no lo ves? Es una cabaña de un brujo de mierda- hizo énfasis en las tres últimas palabras- que nos ha envenenado en cuanto ha podido y juega con nosotros. Es un hechicero que está experimentando con nosotros.- Ben asintió después de su propia explicación.
Ben, mientras seguía su disertación acerca de la dudosa procedencia de los hechiceros, la utilidad de sus vidas y por dónde podían meterse los hechizos, caminó sin saber muy bien hacia dónde. Pero gritando el nombre de Elian entre blasfemia y familiar del hechicero.
- Me estoy cansando de ti. En cuanto te encuentre, te voy a matar, te voy a rajar de arriba a abajo te acuchillaré, te cortaré las piernas y te las haré tragar- Ben, por cada acción que prometía, soltaba un espadazo al árbol más cercano- luego te despellejaré, haré una bota para meter tu sucia sangre de brujo y te...- Ben se quedó clavado mirando la oscuridad que tenía delante. Sonrió.
Dobló el brazo izquierdo de tal manera que el escudo quedara a la altura de su cabeza justo antes de que un arma le golpeara, sin embargo, el golpe lo desequilibró y Ben trastabilló varios pasos antes de recuperar la posición defensiva. Giró sobre si mismo pero no vio a nadie. Rio en voz alta.
- Muéstrate, sucia rata. No tienes huevos de enfrentarte a mi porque sabes que te mataría al instante. Drogas a tus victimas y las utilizas para tus jue- Ben no pudo acabar porque un impacto lateral lo lanzó a varios pasos de distancia.
Se levantó rápidamente y lanzó una estocada al aire, para tantear. Esta vez no sonreía. Dio un par de pasos hacia atrás y se detuvo ante el olor familiar, lo conocía, había pasado bastante tiempo con él, compartiendo noches al raso e interminables días de caminata. El kag se hizo visible tras un árbol. Le enseñaba los dientes.
- No serías el primer kag que mato. Pero sí el primer amigo.- Dijo sin saber muy bien por qué.- Pero no... No me creo que quieras hacerme daño- Sango se acercó al kag.- Llévame ante él. Démosle caza. Es nuestra oportunidad de librar al bosque de un gran mal. Vamos chico, llévame ante él. -El kag se dio la vuelta y se lanzó hacia la oscuridad del bosque y Ben, que conocía bien a aquel animal lo siguió sin dudarlo.
¿Pero no ves que vuelves a correr como un loco por mitad del bosque? ¿No te das cuenta de que estás haciendo el ridículo? Tú, un guerrero contrastado, con cien batallas a tus espaldas... ¿te vas a dejar engañar por un hechicero?
- No, me está llevando a por él...
No, te está llevando a una trampa. Piensa Ben, ¿Desde cuándo el kag te hace caso? Bien. Quieto, eso es. Tranquilo, piensa.
- ¡Elian!
Eso, busca a tu amigo y cuéntale lo que crees que pasa. Buscad una solución y tratad de...
Una risa, estridente, cargada de locura y maldad. Ben enseñó los dientes. Lo tenía al lado. Corrió hacia ella, espada en alto y la posibilidad de cobrarse su venganza ocupando toda su cabeza. Pero no era el hechicero lo que vieron sus ojos. No. Era Elian. Se detuvo y miró el cuerpo que yacía a sus pies.
- No, no puede ser.-
Sango bajó el arma y se quedó a cinco pasos de Elian y el cuerpo. No podía ser él, no. Ella había intentado matarles, Elian hizo lo correcto. Pero, la risa, y Sango estaba seguro de ello, provenía de este lugar. No. Ben se dio cuenta de que estaba agarrando con fuerza la espada. La envainó y se acercó un paso más. Con ese gesto tomó su decisión.
- Elian, eh, escúchame. Nos han envenenado. Todos comimos en la cabaña. La clave es la cabaña. Bueno, no, la comida de la cabaña y el brujo de mierda que se divierte con nosotros, o quizás está probando sus venenos de mierda... Joder, ¿algo de eso tiene sentido?- Ben le agarró para mirarle a los ojos. Era él.
Le empujó con fuerza haciéndole caer y antes de que Ben pudiera hacer nada, las zarpas del kag, que estaba detrás de Elian, se le clavaron en el pecho lanzándole con fuerza al suelo. Sango reaccionó rápido golpeó con el canto del escudo la cabeza de la bestia que aflojó la presión sobre él. Ben se arrastró hacia atrás y sacó el hacha pero se le escurrió de las manos en el momento que se tiraba al suelo para evitar un mordisco. Ben pateó a la bestia en la pata trasera y esta aulló. Ben aprovechó para buscar el arma caída con la mano libre, y cuando la encontró el kag miraba a Elian, que estaba en el suelo. Sango se abalanzó sobre el kag con el escudo por delante. Interponiéndose entre Elian y la bestia que retrocedió varios pasos. La voluntad de un solo kag era fácil de quebrar cuando estaba solo y se encontraba en inferioridad. Sango lo sabía bien.
- Levántate, amigo- le gritó a Elian.- Saldremos de esta.
Ben miró al kag que estaba indeciso, fintando, moviéndose de un lado a otro, perseguido por la mirada de Sango y por su arma. Oh, sería una presa difícil.
- Da la cara, ten el valor de hacerlo tú mismo. Pelea conmigo, deja al resto.- La respuesta no tardó en llegar. La risa. Esa risa lo seguiría durante mucho tiempo. Pero esta vez Sango pudo oír que había miedo.
Y esta vez sonrió.
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(1) Yay, he vuelto
(2) Lanzo un desafío directo al brujo/hechicero/loquesea. Le reviento xD
Una fría brisa sopló tras de sí. Ben hizo un gesto con los hombros y se puso en guardia, escudo en alto, pero no se movió. Siguió pensando. Aprovechando su lucidez.
La fuente de todos sus problemas provenía desde el mismo instante en el que entraron en esa cabaña. ¿Qué pasó allí para que todo se torciera? Eden, Elian, Sango. Se encontraron en el bosque. ¿Qué demonios hacíamos tan lejos de camino? Entraron en la cabaña. Parecía un lugar acogedor, podrían pasar la noche. Comieron, todos habían comido.
- Joder- la revelación le golpeó como el agua fría por la mañana.- Nos han drogado, joder.- Se agitó al ser consciente de su estado y la lucidez desapareció.
Tenía que encontrar a Elian y decírselo. Necesitaba una segunda opinión, no era tan descabellado, ¿no? Pero entonces, ¿cómo encajar el influjo de la hechicería?
- Es bien sencillo, Sango, ¿no lo ves? Es una cabaña de un brujo de mierda- hizo énfasis en las tres últimas palabras- que nos ha envenenado en cuanto ha podido y juega con nosotros. Es un hechicero que está experimentando con nosotros.- Ben asintió después de su propia explicación.
Ben, mientras seguía su disertación acerca de la dudosa procedencia de los hechiceros, la utilidad de sus vidas y por dónde podían meterse los hechizos, caminó sin saber muy bien hacia dónde. Pero gritando el nombre de Elian entre blasfemia y familiar del hechicero.
- Me estoy cansando de ti. En cuanto te encuentre, te voy a matar, te voy a rajar de arriba a abajo te acuchillaré, te cortaré las piernas y te las haré tragar- Ben, por cada acción que prometía, soltaba un espadazo al árbol más cercano- luego te despellejaré, haré una bota para meter tu sucia sangre de brujo y te...- Ben se quedó clavado mirando la oscuridad que tenía delante. Sonrió.
Dobló el brazo izquierdo de tal manera que el escudo quedara a la altura de su cabeza justo antes de que un arma le golpeara, sin embargo, el golpe lo desequilibró y Ben trastabilló varios pasos antes de recuperar la posición defensiva. Giró sobre si mismo pero no vio a nadie. Rio en voz alta.
- Muéstrate, sucia rata. No tienes huevos de enfrentarte a mi porque sabes que te mataría al instante. Drogas a tus victimas y las utilizas para tus jue- Ben no pudo acabar porque un impacto lateral lo lanzó a varios pasos de distancia.
Se levantó rápidamente y lanzó una estocada al aire, para tantear. Esta vez no sonreía. Dio un par de pasos hacia atrás y se detuvo ante el olor familiar, lo conocía, había pasado bastante tiempo con él, compartiendo noches al raso e interminables días de caminata. El kag se hizo visible tras un árbol. Le enseñaba los dientes.
- No serías el primer kag que mato. Pero sí el primer amigo.- Dijo sin saber muy bien por qué.- Pero no... No me creo que quieras hacerme daño- Sango se acercó al kag.- Llévame ante él. Démosle caza. Es nuestra oportunidad de librar al bosque de un gran mal. Vamos chico, llévame ante él. -El kag se dio la vuelta y se lanzó hacia la oscuridad del bosque y Ben, que conocía bien a aquel animal lo siguió sin dudarlo.
¿Pero no ves que vuelves a correr como un loco por mitad del bosque? ¿No te das cuenta de que estás haciendo el ridículo? Tú, un guerrero contrastado, con cien batallas a tus espaldas... ¿te vas a dejar engañar por un hechicero?
- No, me está llevando a por él...
No, te está llevando a una trampa. Piensa Ben, ¿Desde cuándo el kag te hace caso? Bien. Quieto, eso es. Tranquilo, piensa.
- ¡Elian!
Eso, busca a tu amigo y cuéntale lo que crees que pasa. Buscad una solución y tratad de...
Una risa, estridente, cargada de locura y maldad. Ben enseñó los dientes. Lo tenía al lado. Corrió hacia ella, espada en alto y la posibilidad de cobrarse su venganza ocupando toda su cabeza. Pero no era el hechicero lo que vieron sus ojos. No. Era Elian. Se detuvo y miró el cuerpo que yacía a sus pies.
- No, no puede ser.-
Sango bajó el arma y se quedó a cinco pasos de Elian y el cuerpo. No podía ser él, no. Ella había intentado matarles, Elian hizo lo correcto. Pero, la risa, y Sango estaba seguro de ello, provenía de este lugar. No. Ben se dio cuenta de que estaba agarrando con fuerza la espada. La envainó y se acercó un paso más. Con ese gesto tomó su decisión.
- Elian, eh, escúchame. Nos han envenenado. Todos comimos en la cabaña. La clave es la cabaña. Bueno, no, la comida de la cabaña y el brujo de mierda que se divierte con nosotros, o quizás está probando sus venenos de mierda... Joder, ¿algo de eso tiene sentido?- Ben le agarró para mirarle a los ojos. Era él.
Le empujó con fuerza haciéndole caer y antes de que Ben pudiera hacer nada, las zarpas del kag, que estaba detrás de Elian, se le clavaron en el pecho lanzándole con fuerza al suelo. Sango reaccionó rápido golpeó con el canto del escudo la cabeza de la bestia que aflojó la presión sobre él. Ben se arrastró hacia atrás y sacó el hacha pero se le escurrió de las manos en el momento que se tiraba al suelo para evitar un mordisco. Ben pateó a la bestia en la pata trasera y esta aulló. Ben aprovechó para buscar el arma caída con la mano libre, y cuando la encontró el kag miraba a Elian, que estaba en el suelo. Sango se abalanzó sobre el kag con el escudo por delante. Interponiéndose entre Elian y la bestia que retrocedió varios pasos. La voluntad de un solo kag era fácil de quebrar cuando estaba solo y se encontraba en inferioridad. Sango lo sabía bien.
- Levántate, amigo- le gritó a Elian.- Saldremos de esta.
Ben miró al kag que estaba indeciso, fintando, moviéndose de un lado a otro, perseguido por la mirada de Sango y por su arma. Oh, sería una presa difícil.
- Da la cara, ten el valor de hacerlo tú mismo. Pelea conmigo, deja al resto.- La respuesta no tardó en llegar. La risa. Esa risa lo seguiría durante mucho tiempo. Pero esta vez Sango pudo oír que había miedo.
Y esta vez sonrió.
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(1) Yay, he vuelto
(2) Lanzo un desafío directo al brujo/hechicero/loquesea. Le reviento xD
Sango
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Re: Sacrificios para la Cosecha [Libre][Samhain 2019]
La imagen a sus pies le trajo dolorosos recuerdos de muchas décadas atrás. La mujer no se parecía en nada a Tiavanro. Tampoco sus heridas, pues aquella osa había había dejado una escena mucho más sangrienta y desgarradora. Pero, al verla allí tirada, al pie de un árbol, Elian no pudo evitar recordar a su amigo, su pariente.
Alguien reía en la distancia. O eso le pareció a Elian. Pero ¿quién podría reír en un momento así? ¿La mujer? No, ella ya no reiría más. Tampoco lloraría.
Elian no podía decir que se sintiera culpable. Después de todo, ella había intentado matarlo a él. Varias veces. Sin embargo, sintió un vacío abrirse paso en su interior. Aquello no tendría que haber sucedido. Si se hubieran sentado a hablar con calma, quizá habrían dado con una forma de solucionar aquel lío inexplicable.
Le pareció que alguien susurraba su nombre. O quizá gritaba. Lejos, muy lejos. Elian siguió en su sitio, como mudo testigo de la partida de aquella desconocida. La risa se repitió en la distancia. ¿En la distancia o sonaba más cerca? Qué más daba.
— Elian, eh, escúchame.
Elian seguía mirando a la mujer. Si entrecerraba los ojos, las heridas de la cabeza desaparecían de su vista. Podría estar durmiendo tranquilamente bajo el árbol.
Sintió un tirón. El rostro de la mujer desapareció de su vista. Lo sustituyeron unos ojos. Los ojos formaban parte de un rostro. Un rostro familiar.
Un empujón, cayó al suelo. El golpe fue duro, pero no fue el dolor lo que le impidió levantarse. La mujer yacía frente a él, un hilo de sangre seca marcaba su sien.
Oyó gruñidos, un forcejeo. Algo pesado cayó al suelo. Un golpe sordo, un aullido. Una sombra se movió frente a él.
—Levántate, amigo.
Elian parpadeó. Un hombre recio con una mata de pelo rojizo se había parado frente a él. Sango, recordó. La posición del hombre era defensiva. Elian miró más allá y distinguió la figura del kag, el kag que había venido con Sango. Su amigo. Se estaba enfrentando a su amigo para protegerlo a él.
El animal dudaba. Sin levantarse del suelo, Elian alargó una mano, con la mano en contacto con la tierra y la mirada puesta en el terreno a los pies del kag. Alzó una plegaria silenciosa a Imbar, diosa de la tierra, y sintió su respuesta. El espino negro se alzó raudo1, bloqueando los movimientos de la bestia. El kag trató de sacudirse las ramas pero, tras un par de suaves gemidos, prefirió dejar de moverse. Eso es, se dijo Elian, no hay necesidad de causar más sufrimiento.
La risa volvió a oírse. Cerca, muy cerca. Sango lanzó un desafío y Elian pegó la oreja al suelo. ¿Dónde estás?, preguntó en silencio. Allí, en contacto con la Madre, percibió las vibraciones del suelo, el sonido de las hojas, el olor de la tierra fértil… y algo más. ¿Flores secas? El viento cambió de dirección y Elian lo percibió con más claridad. Lo había olido antes. En Midgar, solo en Midgar2. Muy lejos de allí.
Elian rebuscó entre las sombras, en la dirección de la que le llegaba el viento. Las estrellas le mostraron el camino: la silueta de una persona entre los árboles. Tenía que ser él. Volvió a plantar la mano en la tierra e Imbar respondió de nuevo bloqueando la retirada del individuo con un gran matorral espinoso3.
—¡Allí! —gritó, señalando la dirección a Sango.
Se incorporó rápidamente y se agarró al árbol bajo el que yacía la mujer olvidada. Le rogó por su ayuda4, la naturaleza nunca le había fallado. Supo que había vuelto a acudir en su ayuda cuando los demás troncos y ramas en torno al pequeño claro parecieron doblarse, retorcerse y cerrar el espacio en torno a ellos. Está vez, el hechicero no escaparía.
----------
OFF: 1 Uso de mi habilidad Barrera Natural (Al tocar el suelo con mi Luz, un tupido matorral espinoso surgirá inmediatamente de la tierra cerca de donde me encuentro. Funciona como obstáculo o barrera)
2 No es importante, pero esta es la planta que huele Elian: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] La planta tiene propiedades psicotrópicas, por lo que me pareció apropiada.
3 Segundo uso de la habilidad antes mencionada, Barrera Natural, para bloquearle el paso al hechicero.
4 Uso extensivo de mi rasgo de control de la naturaleza. Todo para impedir que el brujo pueda escapar. ¡Dale duro, Sango, que no queden ni los restos!
Alguien reía en la distancia. O eso le pareció a Elian. Pero ¿quién podría reír en un momento así? ¿La mujer? No, ella ya no reiría más. Tampoco lloraría.
Elian no podía decir que se sintiera culpable. Después de todo, ella había intentado matarlo a él. Varias veces. Sin embargo, sintió un vacío abrirse paso en su interior. Aquello no tendría que haber sucedido. Si se hubieran sentado a hablar con calma, quizá habrían dado con una forma de solucionar aquel lío inexplicable.
Le pareció que alguien susurraba su nombre. O quizá gritaba. Lejos, muy lejos. Elian siguió en su sitio, como mudo testigo de la partida de aquella desconocida. La risa se repitió en la distancia. ¿En la distancia o sonaba más cerca? Qué más daba.
— Elian, eh, escúchame.
Elian seguía mirando a la mujer. Si entrecerraba los ojos, las heridas de la cabeza desaparecían de su vista. Podría estar durmiendo tranquilamente bajo el árbol.
Sintió un tirón. El rostro de la mujer desapareció de su vista. Lo sustituyeron unos ojos. Los ojos formaban parte de un rostro. Un rostro familiar.
Un empujón, cayó al suelo. El golpe fue duro, pero no fue el dolor lo que le impidió levantarse. La mujer yacía frente a él, un hilo de sangre seca marcaba su sien.
Oyó gruñidos, un forcejeo. Algo pesado cayó al suelo. Un golpe sordo, un aullido. Una sombra se movió frente a él.
—Levántate, amigo.
Elian parpadeó. Un hombre recio con una mata de pelo rojizo se había parado frente a él. Sango, recordó. La posición del hombre era defensiva. Elian miró más allá y distinguió la figura del kag, el kag que había venido con Sango. Su amigo. Se estaba enfrentando a su amigo para protegerlo a él.
El animal dudaba. Sin levantarse del suelo, Elian alargó una mano, con la mano en contacto con la tierra y la mirada puesta en el terreno a los pies del kag. Alzó una plegaria silenciosa a Imbar, diosa de la tierra, y sintió su respuesta. El espino negro se alzó raudo1, bloqueando los movimientos de la bestia. El kag trató de sacudirse las ramas pero, tras un par de suaves gemidos, prefirió dejar de moverse. Eso es, se dijo Elian, no hay necesidad de causar más sufrimiento.
La risa volvió a oírse. Cerca, muy cerca. Sango lanzó un desafío y Elian pegó la oreja al suelo. ¿Dónde estás?, preguntó en silencio. Allí, en contacto con la Madre, percibió las vibraciones del suelo, el sonido de las hojas, el olor de la tierra fértil… y algo más. ¿Flores secas? El viento cambió de dirección y Elian lo percibió con más claridad. Lo había olido antes. En Midgar, solo en Midgar2. Muy lejos de allí.
Elian rebuscó entre las sombras, en la dirección de la que le llegaba el viento. Las estrellas le mostraron el camino: la silueta de una persona entre los árboles. Tenía que ser él. Volvió a plantar la mano en la tierra e Imbar respondió de nuevo bloqueando la retirada del individuo con un gran matorral espinoso3.
—¡Allí! —gritó, señalando la dirección a Sango.
Se incorporó rápidamente y se agarró al árbol bajo el que yacía la mujer olvidada. Le rogó por su ayuda4, la naturaleza nunca le había fallado. Supo que había vuelto a acudir en su ayuda cuando los demás troncos y ramas en torno al pequeño claro parecieron doblarse, retorcerse y cerrar el espacio en torno a ellos. Está vez, el hechicero no escaparía.
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OFF: 1 Uso de mi habilidad Barrera Natural (Al tocar el suelo con mi Luz, un tupido matorral espinoso surgirá inmediatamente de la tierra cerca de donde me encuentro. Funciona como obstáculo o barrera)
2 No es importante, pero esta es la planta que huele Elian: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] La planta tiene propiedades psicotrópicas, por lo que me pareció apropiada.
3 Segundo uso de la habilidad antes mencionada, Barrera Natural, para bloquearle el paso al hechicero.
4 Uso extensivo de mi rasgo de control de la naturaleza. Todo para impedir que el brujo pueda escapar. ¡Dale duro, Sango, que no queden ni los restos!
Elian
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Re: Sacrificios para la Cosecha [Libre][Samhain 2019]
Sí. En efecto. Un lugar oscuro, lleno de maldad y terrores ocultos que acechan en todo el Bosque del Oeste. Un lugar que, pese a gozar de tan mala reputación, no pasaba desapercibido al control divino. Su presencia en el bosque y la del elfo, Elian, tenía que ser designio de un poder mayor para deshacerse del mal que suponía aquel brujo. Su misión, por tanto, había alcanzado un carácter heroico digno de las antiguas historias.
Su cabeza sacudía los últimos bastiones de inseguridad, confusión, duda y tormentos varios que parecían haber estado allí durante años. Una sensación de alivio y descanso invadió su cuerpo y se permitió el lujo de observar al brujo ir de un lado a otro sin poder escapar de allí. Elian era un poderoso aliado y juntos acabarían con aquel mal. Sí. Era el designio de los Dioses. Sango desenvainó la espada.
- Te lo advertí desde el primer momento. Te lo dije muchas veces y seguiste- avanzó hacia el brujo.- Soy un hombre de palabra, ha llegado el momento.
Sango enseñó los dientes y se puso en posición de ataque con el escudo por delante y la espada a un lado, preparada para golpear o estocar en función de lo que hiciera su rival.
- Ah, sí- el brujo gris permanecía impasible ante él.- Palabras, palabras- (1)movió los brazos hacia arriba y las ramas y piedras del suelo se elevaron a media altura- lástima que sean solo eso- bajó los brazos.
Las ramas y piedras fueron dirigidas hacia Sango a gran velocidad que pese a haberse escondido tras el escudo, las ramas y piedras le golpearon desde todos los lugares. La lluvia no tardó en cesar y cuando lo hizo levantó rápidamente la cabeza para comprobar que el brujo ya no estaba frente a él. Se giró rápidamente y estudió su campo visual.
Un impacto desde un costado le desequilibró y rodó por el suelo pero pudo ponerse rápidamente en pie y lanzar un golpe ascendente que frenó en seco el ataque del brujo que quedó a menos de un palmo de distancia del vuelo de la espada. El brujo empuñaba una daga pero con el filo hacia abajo, al contrario que una espada.
Sango dio un paso al frente y fintó una estocada y luego movió la espada en horizontal para alcanzar al brujo que se había apartado con un paso lateral. La espada golpeó la daga y la arrancó de la mano del brujo que se tuvo que tirar hacia atrás para esquivar una estocada.
Ben aprovechó el momento para golpearle en el suelo pero cuando se acercó entre el brujo y él aparecieron tres esferas de luz girando a media altura (2) . Sango detuvo su ataque para observar las esferas. El brujo se levantó y con una sonrisa habló.
- ¡Vaya! No está mal, pero, ¿te atreves a jugar?- la misma risa de las veces anteriores salió de su boca.- Si una de estas maravillas te
- ¡Cállate y lucha!
Sango dio un paso a un lado y cuando parecía que había flanqueado las esferas, estas rodearon al brujo y giraban en torno a él. Ben dio un paso más y una de las bolas salió disparado hacia él. Cuando impactó contra él no ocurrió nada y le enseñó los dientes a modo de victoria. El brujo dibujó en su cara una expresión de horror cuando vio que Sango se le echaba encima. Pero en el último instante y casi sin poder reaccionar una segunda impactó en él.
Sango cayó al suelo al instante invadido por un terrible dolor en el pecho. Tiró las armas al suelo y cayó de rodillas al suelo y probó varias estrategias: arañarse la armadura, tragar bocanadas de aire más largas, coger tierra, fría, del suelo y embadurnarse con ella. Nada funcionaba y el dolor, horrible, como cientos de agujas al rojo clavándose en él, aumentaba. Y entonces gritó. No fue un grito normal, era un grito que mezclaba rabia y dolor, ira e impotencia. Pero había algo más (3).
- Parece que no vas a cumplir con tu palabra...- el brujo estaba a su espalda.- Sango, humano despreciable- la daga se posó en su cuello.- Pese a todo, ha sido un placer.
Ben, liberado del dolor que había sentido hacía tan solo unos instantes, fue capaz de sorprender al brujo. Agarró la muñeca que sostenía la daga y a continuación dio un cabezazo hacia atrás golpeando al brujo en una zona sensible. Aprovechó la coyuntura para agarrarle del cuello con la mano libre y hacerle rodar hacia delante, por encima de Sango. Golpeó dos veces el suelo con la mano que sujetaba la daga y cuando la soltó la cogió y con un rápido movimiento se la clavó en el bíceps y la retorció hasta que el brujo quedó lejos de su alcance.
Ben desenfundó rápidamente el hacha y se arrastró hacia el brujo que había rodado hacia un árbol y que estaba hablando en voz baja algo incomprensible (4) cuando de repente Ben se vio en lo alto de un gran árbol, observando un cielo grisáceo y en el que no había sol. Su mirada se dirigió al suelo y fue demasiado tarde cuando se percató de que se acercaba a gran velocidad. Sango gritó.
Cuando abrió los ojos se dio cuenta de que simplemente se había acurrucado contra el suelo quedándose inmóvil y permitiendo que el brujo escapara. Se puso en pie y no tardó en localizar al brujo que se había sacado la daga del brazo y se dirigía hacia él. Era el ataque que decidiría el combate y ambos lo sabían. Ben sujetó el hacha con firmeza y encaró al brujo que estaba decidido a dar el primer paso, pero esta vez portaba dos dagas (5), ambas ensangrentadas. No entendía como con el brazo dañado era capaz de sujetar un arma.
Ben adoptó una posición defensiva con el brazo izquierdo a modo de escudo y el hacha colocada por delante del brazo libre. El brujo dio un pequeño salto hacia su derecha y lanzó una estocada con el brazo sano que Ben paró con el hacha. Acto seguido con el brazo débil lanzó un tajo que resultó ser una finta porque la otra daga le llegaba por el lado contrario y con mucha más intención. (6) Entonces Ben decidió interponer su cuerpo en el golpe del brazo débil porque creía que al tener menos fuerza la armadura podría pararlo. Concentró entonces sus esfuerzos en parar el golpe con el brazo fuerte. La maniobra causó confusión en su rival que vio como su brazo débil y por tanto su ilusión impacta con el cuerpo de Ben, al tiempo que el hacha del pelirrojo golpeaba su brazo fuerte y desviaba su trayectoria. Con el camino despejado, Sango golpeó el hombro del brujo que gritó de dolor.
Sin sacar el hacha del hombro Sango apretó el brazo débil del brujo haciendo mucha fuerza llegando a introducir los dedos en la herida abierta. Los gritos de dolor cesaron casi por agotamiento. Sango sacó el hacha del hombro y acto seguido le partió el cráneo con un golpe descendente que se clavó en el lado derecho de su cabeza. Ben soltó el arma y dejó el cadáver del brujo a sus pies. Se limpió la sangre de la cara y se tocó el pecho para comprobar que no tenía ninguna quemadura. Todo había sido un engaño. Todo.
Caminó hacia Elian. Le había salvado varias veces aquella noche, había sido la persona más equilibrada en todo ese bosque y de no haber sido así, el final podría haberse escrito de otra manera. Pero allí estaba él, compartiendo su fuerza impidiendo que el brujo pudiera escapar y depositando su fe en el humano para deshacerse de este. Cuando llegó a su altura, cayó de rodillas junto a él y le abrazó.
- Ya está, se acabó- se sentó al lado del elfo y dejó que el cansancio se apoderara de él.- Siento que llevamos años aquí...
Ben se miró las manos, aun temblorosas después del combate y pensó sobre aquel brujo. Había sido un rival duro pero las artes oscuras que había empleado con ellos no le hacían merecedor de un solo pensamiento positivo. Agradeció la victoria a los Dioses y tuvo un breve instante para recordar las caras de los caídos.
- ¿Hacia dónde queda el este?
Era hora de volver a casa.
(2) Es una habilidad que me acabo de inventar que viene a ser algo así como lo que sigue -> Trilero de luz: invocación de tres esferas de luz que causan confusión en un adversario. Dos de ellas son inocuas y al ser lanzadas se mueven a menor velocidad, sin embargo la tercera provocará que el rival sienta quemaduras allí donde esta impacte y se moverá a mayor velocidad cuando sea lanzada. Si las esferas inocuas impactan antes que la real, el efecto de esta falsa quemadura se multiplicará. Cuando la esfera buena impacta, las otras dos desaparecen (No me tengas muy en cuanta su calidad, se me acaba de ocurrir).
(3) Uso de habilidad racial: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
(4) Otra habilidad que me invento. Cuando uno está inspirado... -> Pozo oscuro: el invocador es capaz de crear una ilusión que consiste en una serie de imágenes aterradores (desde grandes alturas, a abismos oscuros pasando por toda clase de criaturas y escenarios imaginables) que aterroriza a su rival dejándole paralizado.
(5) ¡Que el ritmo no pare, no pare, no, que el ritmo no pare! Otra más -> Espejo: el invocador es capaz de reflejar un objeto que esté tocando en cualquier punto que abarque su campo visual.
(6) Uso de habilidad: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Su cabeza sacudía los últimos bastiones de inseguridad, confusión, duda y tormentos varios que parecían haber estado allí durante años. Una sensación de alivio y descanso invadió su cuerpo y se permitió el lujo de observar al brujo ir de un lado a otro sin poder escapar de allí. Elian era un poderoso aliado y juntos acabarían con aquel mal. Sí. Era el designio de los Dioses. Sango desenvainó la espada.
- Te lo advertí desde el primer momento. Te lo dije muchas veces y seguiste- avanzó hacia el brujo.- Soy un hombre de palabra, ha llegado el momento.
Sango enseñó los dientes y se puso en posición de ataque con el escudo por delante y la espada a un lado, preparada para golpear o estocar en función de lo que hiciera su rival.
- Ah, sí- el brujo gris permanecía impasible ante él.- Palabras, palabras- (1)movió los brazos hacia arriba y las ramas y piedras del suelo se elevaron a media altura- lástima que sean solo eso- bajó los brazos.
Las ramas y piedras fueron dirigidas hacia Sango a gran velocidad que pese a haberse escondido tras el escudo, las ramas y piedras le golpearon desde todos los lugares. La lluvia no tardó en cesar y cuando lo hizo levantó rápidamente la cabeza para comprobar que el brujo ya no estaba frente a él. Se giró rápidamente y estudió su campo visual.
Un impacto desde un costado le desequilibró y rodó por el suelo pero pudo ponerse rápidamente en pie y lanzar un golpe ascendente que frenó en seco el ataque del brujo que quedó a menos de un palmo de distancia del vuelo de la espada. El brujo empuñaba una daga pero con el filo hacia abajo, al contrario que una espada.
Sango dio un paso al frente y fintó una estocada y luego movió la espada en horizontal para alcanzar al brujo que se había apartado con un paso lateral. La espada golpeó la daga y la arrancó de la mano del brujo que se tuvo que tirar hacia atrás para esquivar una estocada.
Ben aprovechó el momento para golpearle en el suelo pero cuando se acercó entre el brujo y él aparecieron tres esferas de luz girando a media altura (2) . Sango detuvo su ataque para observar las esferas. El brujo se levantó y con una sonrisa habló.
- ¡Vaya! No está mal, pero, ¿te atreves a jugar?- la misma risa de las veces anteriores salió de su boca.- Si una de estas maravillas te
- ¡Cállate y lucha!
Sango dio un paso a un lado y cuando parecía que había flanqueado las esferas, estas rodearon al brujo y giraban en torno a él. Ben dio un paso más y una de las bolas salió disparado hacia él. Cuando impactó contra él no ocurrió nada y le enseñó los dientes a modo de victoria. El brujo dibujó en su cara una expresión de horror cuando vio que Sango se le echaba encima. Pero en el último instante y casi sin poder reaccionar una segunda impactó en él.
Sango cayó al suelo al instante invadido por un terrible dolor en el pecho. Tiró las armas al suelo y cayó de rodillas al suelo y probó varias estrategias: arañarse la armadura, tragar bocanadas de aire más largas, coger tierra, fría, del suelo y embadurnarse con ella. Nada funcionaba y el dolor, horrible, como cientos de agujas al rojo clavándose en él, aumentaba. Y entonces gritó. No fue un grito normal, era un grito que mezclaba rabia y dolor, ira e impotencia. Pero había algo más (3).
- Parece que no vas a cumplir con tu palabra...- el brujo estaba a su espalda.- Sango, humano despreciable- la daga se posó en su cuello.- Pese a todo, ha sido un placer.
Ben, liberado del dolor que había sentido hacía tan solo unos instantes, fue capaz de sorprender al brujo. Agarró la muñeca que sostenía la daga y a continuación dio un cabezazo hacia atrás golpeando al brujo en una zona sensible. Aprovechó la coyuntura para agarrarle del cuello con la mano libre y hacerle rodar hacia delante, por encima de Sango. Golpeó dos veces el suelo con la mano que sujetaba la daga y cuando la soltó la cogió y con un rápido movimiento se la clavó en el bíceps y la retorció hasta que el brujo quedó lejos de su alcance.
Ben desenfundó rápidamente el hacha y se arrastró hacia el brujo que había rodado hacia un árbol y que estaba hablando en voz baja algo incomprensible (4) cuando de repente Ben se vio en lo alto de un gran árbol, observando un cielo grisáceo y en el que no había sol. Su mirada se dirigió al suelo y fue demasiado tarde cuando se percató de que se acercaba a gran velocidad. Sango gritó.
Cuando abrió los ojos se dio cuenta de que simplemente se había acurrucado contra el suelo quedándose inmóvil y permitiendo que el brujo escapara. Se puso en pie y no tardó en localizar al brujo que se había sacado la daga del brazo y se dirigía hacia él. Era el ataque que decidiría el combate y ambos lo sabían. Ben sujetó el hacha con firmeza y encaró al brujo que estaba decidido a dar el primer paso, pero esta vez portaba dos dagas (5), ambas ensangrentadas. No entendía como con el brazo dañado era capaz de sujetar un arma.
Ben adoptó una posición defensiva con el brazo izquierdo a modo de escudo y el hacha colocada por delante del brazo libre. El brujo dio un pequeño salto hacia su derecha y lanzó una estocada con el brazo sano que Ben paró con el hacha. Acto seguido con el brazo débil lanzó un tajo que resultó ser una finta porque la otra daga le llegaba por el lado contrario y con mucha más intención. (6) Entonces Ben decidió interponer su cuerpo en el golpe del brazo débil porque creía que al tener menos fuerza la armadura podría pararlo. Concentró entonces sus esfuerzos en parar el golpe con el brazo fuerte. La maniobra causó confusión en su rival que vio como su brazo débil y por tanto su ilusión impacta con el cuerpo de Ben, al tiempo que el hacha del pelirrojo golpeaba su brazo fuerte y desviaba su trayectoria. Con el camino despejado, Sango golpeó el hombro del brujo que gritó de dolor.
Sin sacar el hacha del hombro Sango apretó el brazo débil del brujo haciendo mucha fuerza llegando a introducir los dedos en la herida abierta. Los gritos de dolor cesaron casi por agotamiento. Sango sacó el hacha del hombro y acto seguido le partió el cráneo con un golpe descendente que se clavó en el lado derecho de su cabeza. Ben soltó el arma y dejó el cadáver del brujo a sus pies. Se limpió la sangre de la cara y se tocó el pecho para comprobar que no tenía ninguna quemadura. Todo había sido un engaño. Todo.
Caminó hacia Elian. Le había salvado varias veces aquella noche, había sido la persona más equilibrada en todo ese bosque y de no haber sido así, el final podría haberse escrito de otra manera. Pero allí estaba él, compartiendo su fuerza impidiendo que el brujo pudiera escapar y depositando su fe en el humano para deshacerse de este. Cuando llegó a su altura, cayó de rodillas junto a él y le abrazó.
- Ya está, se acabó- se sentó al lado del elfo y dejó que el cansancio se apoderara de él.- Siento que llevamos años aquí...
Ben se miró las manos, aun temblorosas después del combate y pensó sobre aquel brujo. Había sido un rival duro pero las artes oscuras que había empleado con ellos no le hacían merecedor de un solo pensamiento positivo. Agradeció la victoria a los Dioses y tuvo un breve instante para recordar las caras de los caídos.
- ¿Hacia dónde queda el este?
Era hora de volver a casa.
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(1) Uso de la telekinesis.(2) Es una habilidad que me acabo de inventar que viene a ser algo así como lo que sigue -> Trilero de luz: invocación de tres esferas de luz que causan confusión en un adversario. Dos de ellas son inocuas y al ser lanzadas se mueven a menor velocidad, sin embargo la tercera provocará que el rival sienta quemaduras allí donde esta impacte y se moverá a mayor velocidad cuando sea lanzada. Si las esferas inocuas impactan antes que la real, el efecto de esta falsa quemadura se multiplicará. Cuando la esfera buena impacta, las otras dos desaparecen (No me tengas muy en cuanta su calidad, se me acaba de ocurrir).
(3) Uso de habilidad racial: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
(4) Otra habilidad que me invento. Cuando uno está inspirado... -> Pozo oscuro: el invocador es capaz de crear una ilusión que consiste en una serie de imágenes aterradores (desde grandes alturas, a abismos oscuros pasando por toda clase de criaturas y escenarios imaginables) que aterroriza a su rival dejándole paralizado.
(5) ¡Que el ritmo no pare, no pare, no, que el ritmo no pare! Otra más -> Espejo: el invocador es capaz de reflejar un objeto que esté tocando en cualquier punto que abarque su campo visual.
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Sango
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Re: Sacrificios para la Cosecha [Libre][Samhain 2019]
En ausencia de Sigel, me paso simplemente a certificar que, solucionada la complicación de la diosa, podéis pedir el bono de Samhain (2019) de 3 px, además de la experiencia que os corresponda por el tema libre.
Espero que la ardua experiencia y los manejos del brujo no os dejen secuelas importantes.
Fehu
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Re: Sacrificios para la Cosecha [Libre][Samhain 2019]
Elian no entendió la mitad de lo que vio en aquel claro. Siempre había procurado alejarse de conflictos violentos, buscando en su lugar la concordia que unas jarras de cerveza y unas cuantas historias aportaban cualquier grupo de desconocidos al calor de un fuego. Tampoco estaba familiarizado con el estilo de lucha pesado y contundente del humano.
Sin embargo, supo por los movimientos, a veces erráticos, de Sango que entre él y el brujo estaba ocurriendo algo más. Algo invisible a sus sentidos, quizá porque el hechicero concentraba en su contrincante toda su atención.
No sabía en qué modo intervenir, o si su intervención haría más mal que bien, dadas las circunstancias. Así que mantuvo su energía concentrada en la naturaleza a su alrededor, implorando su ayuda salvadora. Y el bosque parecía estar de su parte. Si el brujo trataba de alejarse de su atacante, el ramaje y la maleza se las arreglaban para cerrarle el paso.
Así discurrió la pelea hasta que Elian lo creyó todo perdido cuando el brujo se abalanzó, cuchillo en mano, sobre un Sango derribado. Sabía que él sería el siguiente y, aunque ignoraba si al hechicero le quedaba alguna energía o estaba también agotando sus últimas fuerzas, no creía que saliera vivo de aquel bosque.
El humano se las arregló para darle la vuelta a la situación, por fortuna, y Elian redobló la fuerza de sus plegarias, única asistencia que podía prestar en aquel punto. Ahora la floresta no se contentaba con cortarle el paso al hechicero, sino que había comenzado a hostigarle, cerrando, muy poco a poco, el cerco a su alrededor.
El final fue tan brusco, que Elian apenas tuvo tiempo de reaccionar para cuando Sango se acercó a él. Sin atreverse aún a apartar la vista del cuerpo maltrecho que dejara atrás el humano, se dejó sostener por su abrazo durante un momento. Sí, por fin había acabado. Sí, aquella noche se le había antojado eterna a él también.
Sango se sentó a su lado y él respiró hondo por primera vez en quién sabía cuántas horas. Fue entonces cuando se percató de un leve movimiento a su izquierda. Casi había olvidado al kag, atrapado en el espino negro. Elian extendió la mano hacia el arbusto y éste se abrió, liberando a la pobre bestia, que había recuperado su aspecto manso del principio.
—¿Hacia dónde queda el este?
La pregunta lo desconcertó por un instante. Sonaba tan cotidiana que desentonaba en medio de aquella ordalía. Elian bajó una mano al suelo y acarició la hierba rala que crecía en aquellos bosques oscuros. Aquella hierba que buscaba ya con ansia la luz desvaída del amanecer.
—Por allí —dijo señalando con un gesto de cabeza.
Se puso en pie, dedicó una última mirada a los dos cuerpos, que quedarían como ofrenda al bosque que había acudido en su ayuda, y echó a andar.
Sin embargo, supo por los movimientos, a veces erráticos, de Sango que entre él y el brujo estaba ocurriendo algo más. Algo invisible a sus sentidos, quizá porque el hechicero concentraba en su contrincante toda su atención.
No sabía en qué modo intervenir, o si su intervención haría más mal que bien, dadas las circunstancias. Así que mantuvo su energía concentrada en la naturaleza a su alrededor, implorando su ayuda salvadora. Y el bosque parecía estar de su parte. Si el brujo trataba de alejarse de su atacante, el ramaje y la maleza se las arreglaban para cerrarle el paso.
Así discurrió la pelea hasta que Elian lo creyó todo perdido cuando el brujo se abalanzó, cuchillo en mano, sobre un Sango derribado. Sabía que él sería el siguiente y, aunque ignoraba si al hechicero le quedaba alguna energía o estaba también agotando sus últimas fuerzas, no creía que saliera vivo de aquel bosque.
El humano se las arregló para darle la vuelta a la situación, por fortuna, y Elian redobló la fuerza de sus plegarias, única asistencia que podía prestar en aquel punto. Ahora la floresta no se contentaba con cortarle el paso al hechicero, sino que había comenzado a hostigarle, cerrando, muy poco a poco, el cerco a su alrededor.
El final fue tan brusco, que Elian apenas tuvo tiempo de reaccionar para cuando Sango se acercó a él. Sin atreverse aún a apartar la vista del cuerpo maltrecho que dejara atrás el humano, se dejó sostener por su abrazo durante un momento. Sí, por fin había acabado. Sí, aquella noche se le había antojado eterna a él también.
Sango se sentó a su lado y él respiró hondo por primera vez en quién sabía cuántas horas. Fue entonces cuando se percató de un leve movimiento a su izquierda. Casi había olvidado al kag, atrapado en el espino negro. Elian extendió la mano hacia el arbusto y éste se abrió, liberando a la pobre bestia, que había recuperado su aspecto manso del principio.
—¿Hacia dónde queda el este?
La pregunta lo desconcertó por un instante. Sonaba tan cotidiana que desentonaba en medio de aquella ordalía. Elian bajó una mano al suelo y acarició la hierba rala que crecía en aquellos bosques oscuros. Aquella hierba que buscaba ya con ansia la luz desvaída del amanecer.
—Por allí —dijo señalando con un gesto de cabeza.
Se puso en pie, dedicó una última mirada a los dos cuerpos, que quedarían como ofrenda al bosque que había acudido en su ayuda, y echó a andar.
Elian
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