19 Melocotones malditos [Libre] [Samhain 2019] [Cerrado]
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19 Melocotones malditos [Libre] [Samhain 2019] [Cerrado]
La comarca de Urd, territorio de vampiros. Lavey y yo habíamos pasado muchas veces por ella, aunque siempre desde el aire. Teníamos la certeza de que esta vez sería igual, pero llevábamos todo el día volando, el cansancio empezaba a pesar y el sol ya se ponía.
Parar en el territorio de los vampiros durante la caída del sol, era tentar a la suerte, pero saber que harías noche en aquel lugar, era lo mismo que llamar a la puerta de la muerte.
Al menos eso era lo que pensaba todo el mundo. Llevaba mucho tiempo viajando y eran pocas las veces, que un vampiro me había atacado por sed de sangre.
La comarca de Urd estaba desolada, los vampiros habían despoblado las villas humanas y ahora, los humanos los había tirado de su ciudad capital. Los ciudadanos de Sacrestic que lograron escapar de la masacre, se refugiaban en el castillo de Urd, con lo que aquella comarca se habían vuelto, una vez más, un peligro para los viajeros.
-Tendremos que hacer turnos. -Comentaba a Lavey mirando una de las casas derruidas junto al camino. -No debería pasar nada, pero la situación política vuelve a estar muy tensa con los vampiros. Cualquier persona es buena para tomar represalias.
-Y para comérsela también. -Añadió la rubia saliendo de otra casa. -Busquemos alguna choza que tenga un par de paredes en pie. El castillo aún está lejos, no creo que vengan a cazar hasta aquí.
Nos encontrábamos en el camino principal de la zona, antaño había sido una de las arterias de comercio que comunicaba, Lunargenta con la comarca, pero ahora apenas era un sendero empedrado, con casas derruidas y carteles podridos que anunciaban una vieja posada.
Por lo visto antaño había una villa que rodeaba el camino, pero ahora solo quedaban recuerdos del pasado. Pasado del cual íbamos a sacar provecho.
-Vey, ven aquí. -Alce la voz para que la adolescente me escuchara. -Creo que esta nos valdrá.
La lagartija no tardó en asomarse por el hueco de la puerta. Suponiendo que aquel hueco fuera el de la puerta.
La casa sostenía dos paredes, una pegada a la otra, y sobre ellas un pedazo de techo resistía a las inclemencias del tiempo.
-Parece que ya lo han usado antes. -Señaló Lavey, mirando la mancha negra que había en el techo. -Yo preparo el fuego.
-Claro que lo preparas, es lo único que sabes hacer. -Me reí entre dientes al sentir que la rubia me golpeaba con la mochila. -Yo me encargo de la cena.
-Claro que te encargas de la cena, -Replicó con sorna la niña. -es lo único que sabes hacer.
Parar en el territorio de los vampiros durante la caída del sol, era tentar a la suerte, pero saber que harías noche en aquel lugar, era lo mismo que llamar a la puerta de la muerte.
Al menos eso era lo que pensaba todo el mundo. Llevaba mucho tiempo viajando y eran pocas las veces, que un vampiro me había atacado por sed de sangre.
La comarca de Urd estaba desolada, los vampiros habían despoblado las villas humanas y ahora, los humanos los había tirado de su ciudad capital. Los ciudadanos de Sacrestic que lograron escapar de la masacre, se refugiaban en el castillo de Urd, con lo que aquella comarca se habían vuelto, una vez más, un peligro para los viajeros.
-Tendremos que hacer turnos. -Comentaba a Lavey mirando una de las casas derruidas junto al camino. -No debería pasar nada, pero la situación política vuelve a estar muy tensa con los vampiros. Cualquier persona es buena para tomar represalias.
-Y para comérsela también. -Añadió la rubia saliendo de otra casa. -Busquemos alguna choza que tenga un par de paredes en pie. El castillo aún está lejos, no creo que vengan a cazar hasta aquí.
Nos encontrábamos en el camino principal de la zona, antaño había sido una de las arterias de comercio que comunicaba, Lunargenta con la comarca, pero ahora apenas era un sendero empedrado, con casas derruidas y carteles podridos que anunciaban una vieja posada.
Por lo visto antaño había una villa que rodeaba el camino, pero ahora solo quedaban recuerdos del pasado. Pasado del cual íbamos a sacar provecho.
-Vey, ven aquí. -Alce la voz para que la adolescente me escuchara. -Creo que esta nos valdrá.
La lagartija no tardó en asomarse por el hueco de la puerta. Suponiendo que aquel hueco fuera el de la puerta.
La casa sostenía dos paredes, una pegada a la otra, y sobre ellas un pedazo de techo resistía a las inclemencias del tiempo.
-Parece que ya lo han usado antes. -Señaló Lavey, mirando la mancha negra que había en el techo. -Yo preparo el fuego.
-Claro que lo preparas, es lo único que sabes hacer. -Me reí entre dientes al sentir que la rubia me golpeaba con la mochila. -Yo me encargo de la cena.
-Claro que te encargas de la cena, -Replicó con sorna la niña. -es lo único que sabes hacer.
Última edición por Reivy Abadder el Jue 23 Ene 2020, 20:15, editado 1 vez
Reivy Abadder
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Re: 19 Melocotones malditos [Libre] [Samhain 2019] [Cerrado]
Los cascos de un caballo galopando a toda velocidad se escuchaban por todos los rincones de aquel pueblo abandonado y medio derruido por la guerra.
Una figura encapuchada cruzaba la que debía ser la arteria principal del lugar, que hacía también de camino principal y tránsito entre diferentes localizaciones de la Comarca de Urd. Dicho encapuchado parecía estar huyendo de algo o alguien, pues el galope intenso y continuo al que sometía a su montura lo delataba.
De pronto, un proyectil helado en forma de estaca impacto en la zona lumbar del encapuchado, cosa que le hizo tirarse del caballo. El animal siguió su camino hasta prácticamente perderse. El misterioso jinete seguía en el suelo, intentando desesperadamente levantarse. Cosa que hizo, pero ni por asomo le resultó fácil. También, el dolor que sentía donde había impactado el proyectil era muy intenso, seguido del frío que sentía debido al material del que estaba hecho dicho proyectil.
El encapuchado miró hacia atrás, por donde había venido; no había nada. Tan solo casas derruidas y escombros de lo que antes sería una calle con mucho tránsito. Allí tan solo estaba él y el sol que poco a poco se escondía por el horizonte, como si la muerte de aquel día fuese un preludio o un augurio de lo que estaba por venir... Como pudo, corrió de una forma poco ortodoxa hacia una de las casas derruidas en busca de refugio.
Una vez dentro, se sentó apoyándose en una de las paredes, e intentó sacarse la estaca helada que aún seguía clavada. Con mucho esfuerzo, lo logró. Su respiración empezaba a ser pesada, y estaba perdiendo mucha sangre, y lo corroboró al ver el proyectil prácticamente cubierto de esta. También se pasó una mano por la herida, parecía ser profunda. El misterioso sujeto se temió lo peor...
Pudo escuchar algo; unos pasos, una especie de ruido extraño en el exterior de la casa. Con gran esfuerzo, y más movido por un acto reflejo que por su propia voluntad, se fue hacia el marco de la puerta de aquella casa sin parte de techo. Miró hacia arriba, algunas estrellas empezaban a brillar en el firmamento. Acto seguido, salió de la casa.
-E-escucha... ¡P-puedo pagarte el doble de lo que te han pagado! ¡P-puedo darte mucho más!-Su voz era un temblor constante
Nadie contestó, y nadie estaba allí. ¿Habría sido su imaginación? Rápidamente, volvió al interior de la casa, dispuesto a apostarse en la pared de antes y esperar a que le volviesen las fuerzas para irse de allí.
Antes de sentarse, notó cómo alguien cayó del techo y se posicionó justo a su espalda. Fue entonces cuando supo que su vida acabaría ahí y en ese momento.
-¡N-no...!-Iba a voltearse, pero entonces la voz detrás suya lo detuvo y notó cómo le agarró de los hombros.
-Shhh...-El tacto de Helena era tan frío como el toque de la misma muerte-Tu vida acabará aquí y ahora...-La voz de la asesina era dulce, casi melodiosa. Como si se hubiese preparado conscientemente para este momento. Sus brazos, empezaron a tornarse de un color azulado pálido y las venas en estos empezaban a marcarse con un tono morado, aunque realmente estaban cubierto por completo, así que este solo era visible en sus manos. Poco a poco, fue acariciando los hombros y los brazos de su presa, mientras le recitaba al oído palabras sueltas-Extorsionador... Esclavista... Deudor... Estafador...-Soltó una corta risilla-...Tienes un buen historial...-Dijo, con sarcasmo. Acto seguido, le agarró de nuevo los hombros, esta vez con más fuerza que antes. El tipo estaba tembloroso, casi al borde de cagarse en los pantalones-Siente el frío y gélido abrazo de la muerte
Acto seguido, le clavó su daga oculta en el cuello.
-Que te perdonen allá donde vayas... Porque yo no lo haré
Y lo soltó. Y el tipo se llevó una mano allá donde la asesina había clavado su daga. Cayó de rodillas, maldiciendo en un tono incomprensible. Tras eso, finalmente cayó fulminado.
Los brazos de Helena volvieron a adquirir su tono natural, y una vez que vio que su trabajo estaba hecho, se sacudió sus ropajes y se dispuso a salir de aquella casa, no sin antes sustraer todas las pertenencias de su víctima.
Una figura encapuchada cruzaba la que debía ser la arteria principal del lugar, que hacía también de camino principal y tránsito entre diferentes localizaciones de la Comarca de Urd. Dicho encapuchado parecía estar huyendo de algo o alguien, pues el galope intenso y continuo al que sometía a su montura lo delataba.
De pronto, un proyectil helado en forma de estaca impacto en la zona lumbar del encapuchado, cosa que le hizo tirarse del caballo. El animal siguió su camino hasta prácticamente perderse. El misterioso jinete seguía en el suelo, intentando desesperadamente levantarse. Cosa que hizo, pero ni por asomo le resultó fácil. También, el dolor que sentía donde había impactado el proyectil era muy intenso, seguido del frío que sentía debido al material del que estaba hecho dicho proyectil.
El encapuchado miró hacia atrás, por donde había venido; no había nada. Tan solo casas derruidas y escombros de lo que antes sería una calle con mucho tránsito. Allí tan solo estaba él y el sol que poco a poco se escondía por el horizonte, como si la muerte de aquel día fuese un preludio o un augurio de lo que estaba por venir... Como pudo, corrió de una forma poco ortodoxa hacia una de las casas derruidas en busca de refugio.
Una vez dentro, se sentó apoyándose en una de las paredes, e intentó sacarse la estaca helada que aún seguía clavada. Con mucho esfuerzo, lo logró. Su respiración empezaba a ser pesada, y estaba perdiendo mucha sangre, y lo corroboró al ver el proyectil prácticamente cubierto de esta. También se pasó una mano por la herida, parecía ser profunda. El misterioso sujeto se temió lo peor...
Pudo escuchar algo; unos pasos, una especie de ruido extraño en el exterior de la casa. Con gran esfuerzo, y más movido por un acto reflejo que por su propia voluntad, se fue hacia el marco de la puerta de aquella casa sin parte de techo. Miró hacia arriba, algunas estrellas empezaban a brillar en el firmamento. Acto seguido, salió de la casa.
-E-escucha... ¡P-puedo pagarte el doble de lo que te han pagado! ¡P-puedo darte mucho más!-Su voz era un temblor constante
Nadie contestó, y nadie estaba allí. ¿Habría sido su imaginación? Rápidamente, volvió al interior de la casa, dispuesto a apostarse en la pared de antes y esperar a que le volviesen las fuerzas para irse de allí.
Antes de sentarse, notó cómo alguien cayó del techo y se posicionó justo a su espalda. Fue entonces cuando supo que su vida acabaría ahí y en ese momento.
-¡N-no...!-Iba a voltearse, pero entonces la voz detrás suya lo detuvo y notó cómo le agarró de los hombros.
-Shhh...-El tacto de Helena era tan frío como el toque de la misma muerte-Tu vida acabará aquí y ahora...-La voz de la asesina era dulce, casi melodiosa. Como si se hubiese preparado conscientemente para este momento. Sus brazos, empezaron a tornarse de un color azulado pálido y las venas en estos empezaban a marcarse con un tono morado, aunque realmente estaban cubierto por completo, así que este solo era visible en sus manos. Poco a poco, fue acariciando los hombros y los brazos de su presa, mientras le recitaba al oído palabras sueltas-Extorsionador... Esclavista... Deudor... Estafador...-Soltó una corta risilla-...Tienes un buen historial...-Dijo, con sarcasmo. Acto seguido, le agarró de nuevo los hombros, esta vez con más fuerza que antes. El tipo estaba tembloroso, casi al borde de cagarse en los pantalones-Siente el frío y gélido abrazo de la muerte
Acto seguido, le clavó su daga oculta en el cuello.
-Que te perdonen allá donde vayas... Porque yo no lo haré
Y lo soltó. Y el tipo se llevó una mano allá donde la asesina había clavado su daga. Cayó de rodillas, maldiciendo en un tono incomprensible. Tras eso, finalmente cayó fulminado.
Los brazos de Helena volvieron a adquirir su tono natural, y una vez que vio que su trabajo estaba hecho, se sacudió sus ropajes y se dispuso a salir de aquella casa, no sin antes sustraer todas las pertenencias de su víctima.
Helena Rhodes
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Re: 19 Melocotones malditos [Libre] [Samhain 2019] [Cerrado]
Comarca de Urd, tan sólo pasar por aquí me causaba escalofríos. Recordar las terribles historias que mi madre me contaba antes de desaparecer, sólo hacían que mi imaginación volara y eso no era bueno y menos a estas elevadas horas de la noche. Caminar por aquí, por el territorio de los vampiros... Vampiros, sí los vampiros. Si había alguna otra cosa a la que le temía, a parte de perder mis mapas, era a los vampiros...
El aire se volvía pesado, la neblina aún más espesa. Mi corazón latía con intensidad y mis ojos sólo podían ver las sombras salir de aquel decadente lugar... ¿O era todo parte de mi imaginación? ¿Acaso las largas horas de viaje me habían afectado la cordura? No, no podía perderme, no podía dispersarme de esa forma. Debía controlar mis nervios, el pueblo estaba solo, en decadencia, ya nadie habitaba allí. ¿Por qué me encontraba tan nervioso? No... No podía
- ¡Calmate Alh, calmate! - Grité a todo pulmón, nadie iba a escucharme ¿qué mas daba? No había nadie más conmigo, no importaba.
Mientras me calmaba, algo más empezó a desesperarme, ¿Donde iba a pasar la noche? ¿Donde iba a dormir? ¿Comida? Tenía mucha conmigo, adoro comer, pero no podía llevarme mi casa al viaje. En un acto apresurado, entré a la primera casa que mis ojos vieron luego de salir de mis pensamientos. Por los nervios, me quedé en postrado en la puerta del lado dentro de la casa, no quería arriesgarme a revisarla todavía.
Mis ojos se pasearon con nerviosismo de aquí a allá por la sala de estar. No había nada de luz, por lo que se me dificultó ver en un principio. Poco a poco, todo se fue tornando un poco más claro, mis ojos se estaban acostumbrando a las sombras. No resultó nada agradable ver donde me encontraba. Una casa con fachadas decadentes, ventanales rotos, una chimenea a la cual le faltaban ladrillos y tenía moho alrededor. Lo que más llamó mi atención fue una sombra que se encontraba tirada cerca de la chimenea. Maldigo el día en que se creó la curiosidad, pues ahora me encontraba lleno de ella.
Cuando por fin tomé aire y me decidí a investigar, me acerqué a la sombra con cautela, no debía dar un paso en falso. Saqué mi daga cuidadosamente y me puse en posición de batalla. Si algo iba a atacarme, tenía que estar dispuesto a contraatacar. Estando cerca, se aclaró la imagen y era nada más y nada menos que un cuerpo degollado. Mis ojos quedaron fijos en la escena, ¿qué le habría pasado a ese pobre hombre? ¿quién habría causado tal atrocidad? Lo más importante, ¿donde estaría su cabeza ahora?
Con todo mi cuerpo temblando, gotas de sudor corriendo rápidamente por mi rostro, mi respiración acelerada, empecé a voltear hacia el otro lado de la habitación hasta que finalmente mis ojos ahora se posaron sobre una figura ovalada que se encontraba arriba de una mesa. Para mi sorpresa, sólo era un simple jarrón lo que se encontraba allí y al darme cuenta, lancé un gran suspiro.
- Pues nada que temer, puedo pasar la noche aquí - Dije tranquilamente cuando sentí escalofríos sobre mi hombro izquierdo y una voz que susurró lentamente en mi oído, de forma macabra y tenebrosa - Corre, chico - Al escuchar esto, sentí como grandes ráfagas de electricidad recorrían mi cuerpo, hasta llegar a mis brazos y finalmente hasta mis manos. - ¡Déjame en paz! - Grité con todas las fuerzas de mi voz, cuando una gran chispa que brotó de mis manos iluminó aquel decadente lugar, dando a conocer los detalles más escalofriantes de este. Seguidamente, salí corriendo de allí, despavorido, pero nervioso por no querer toparme de nuevo con algún espectro que dominara sobre esta terrible noche.
Sin duda, una de las peores noches que he pasado...
El aire se volvía pesado, la neblina aún más espesa. Mi corazón latía con intensidad y mis ojos sólo podían ver las sombras salir de aquel decadente lugar... ¿O era todo parte de mi imaginación? ¿Acaso las largas horas de viaje me habían afectado la cordura? No, no podía perderme, no podía dispersarme de esa forma. Debía controlar mis nervios, el pueblo estaba solo, en decadencia, ya nadie habitaba allí. ¿Por qué me encontraba tan nervioso? No... No podía
- ¡Calmate Alh, calmate! - Grité a todo pulmón, nadie iba a escucharme ¿qué mas daba? No había nadie más conmigo, no importaba.
Mientras me calmaba, algo más empezó a desesperarme, ¿Donde iba a pasar la noche? ¿Donde iba a dormir? ¿Comida? Tenía mucha conmigo, adoro comer, pero no podía llevarme mi casa al viaje. En un acto apresurado, entré a la primera casa que mis ojos vieron luego de salir de mis pensamientos. Por los nervios, me quedé en postrado en la puerta del lado dentro de la casa, no quería arriesgarme a revisarla todavía.
Mis ojos se pasearon con nerviosismo de aquí a allá por la sala de estar. No había nada de luz, por lo que se me dificultó ver en un principio. Poco a poco, todo se fue tornando un poco más claro, mis ojos se estaban acostumbrando a las sombras. No resultó nada agradable ver donde me encontraba. Una casa con fachadas decadentes, ventanales rotos, una chimenea a la cual le faltaban ladrillos y tenía moho alrededor. Lo que más llamó mi atención fue una sombra que se encontraba tirada cerca de la chimenea. Maldigo el día en que se creó la curiosidad, pues ahora me encontraba lleno de ella.
Cuando por fin tomé aire y me decidí a investigar, me acerqué a la sombra con cautela, no debía dar un paso en falso. Saqué mi daga cuidadosamente y me puse en posición de batalla. Si algo iba a atacarme, tenía que estar dispuesto a contraatacar. Estando cerca, se aclaró la imagen y era nada más y nada menos que un cuerpo degollado. Mis ojos quedaron fijos en la escena, ¿qué le habría pasado a ese pobre hombre? ¿quién habría causado tal atrocidad? Lo más importante, ¿donde estaría su cabeza ahora?
Con todo mi cuerpo temblando, gotas de sudor corriendo rápidamente por mi rostro, mi respiración acelerada, empecé a voltear hacia el otro lado de la habitación hasta que finalmente mis ojos ahora se posaron sobre una figura ovalada que se encontraba arriba de una mesa. Para mi sorpresa, sólo era un simple jarrón lo que se encontraba allí y al darme cuenta, lancé un gran suspiro.
- Pues nada que temer, puedo pasar la noche aquí - Dije tranquilamente cuando sentí escalofríos sobre mi hombro izquierdo y una voz que susurró lentamente en mi oído, de forma macabra y tenebrosa - Corre, chico - Al escuchar esto, sentí como grandes ráfagas de electricidad recorrían mi cuerpo, hasta llegar a mis brazos y finalmente hasta mis manos. - ¡Déjame en paz! - Grité con todas las fuerzas de mi voz, cuando una gran chispa que brotó de mis manos iluminó aquel decadente lugar, dando a conocer los detalles más escalofriantes de este. Seguidamente, salí corriendo de allí, despavorido, pero nervioso por no querer toparme de nuevo con algún espectro que dominara sobre esta terrible noche.
Sin duda, una de las peores noches que he pasado...
Alhaster
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Re: 19 Melocotones malditos [Libre] [Samhain 2019] [Cerrado]
En algún punto entre este mundo y el otro.
Existe un lugar muy especial al que voy a jugar cuando me siento sola. Ese lugar se llama Calalini y es mi isla, mi paraíso oscuro. En esta isla se encuentran mis mejores amigos, me quieren mucho, tanto, que a veces no me dejan irme de la isla.
Pero hoy sí que me han dejado, Sycamore me ha dado permiso porque dice que pasó algo en el cielo que nos ha hecho fuertes. Dice también que hoy es un día muy especial, y en los días especiales se tiene que salir a jugar.
-Que ganas tengo de salir, Arancel. Hacía mucho tiempo que no iba a Aerandir.
Arancel caminaba por delante mía, dejando las huellas de sus patitas, en la arena negra de mi isla.
-No hace tanto tiempo, Jani.
Mi fiel perrito hablaba sin mirarme, es algo que siempre hace cuando estamos andando, pero es normal. Él tiene que cuidarme y si me mira a mí, no puede ver a las cosas que me quieren hacer daño.
-Fuimos a ver la estrella de Minne. Eso fue hace un par de semanas.
-Jolín Arancel, eso ya lo sé.
Me crucé de brazos e infle los mofletes. ¡Que yo no soy tonta! ya tengo nueve años.
-Pero el tiempo en Calalini parece no avanzar nunca y...
Me tapé la boca. Casi digo que mi isla es aburrida. No puedo decir eso, Arancel y los demás se pondrían tristes.
-Y me canso de ver todo el rato lo mismo. Arena negra, agua negra, arboles negros... ¡Todo es negro, jopetas!
-Bueno, -Dijo Arancel sosegado, girándose a mirarme con sus ojos rojos. -hoy podrás ver más colores.
Mi amigo me miraba porque ahora estábamos parados, esperando a se abriera la puerta.
-Y Viernes ha dicho que tenemos que encontrar el árbol de los melocotones.
-¡SI! -Di unos saltitos sobre la arena negra.-Me gustan mucho los melocotones.
Mientras tanto, en la comarca de Urd.
La noche había apagado el sol, la luna encendía las estrellas y nos arrojaba luz plateada. El fuego crepitaba y sus lenguas calentaban el caldero. Hacia un rato que se había escuchado el relincho de un caballo desbocado, seguramente fuera la montura de algún incauto, que quería llegar a la posada más cercana.
-¿Crees que habrá llegado a algún lado?
Lavey me preguntaba mientras azuzaba el fuego, con una ramita.
-¿El del caballo? -Miré unos instantes a la rubia y ella asintió. -No lo creo. El pueblo más cercano está a casi un día de camino. -Pinché un trozo de carne de la olla y me lo llevé a la boca. -Esto es lo último que nos quedaba de carne. Mañana tendremos que ir a cazar.
-Seria genial encontrar un... -Lavey dejó la frase a medias. En la lejanía acababa de retumbar el grito de un hombre. -¿Que ha sido eso?
-No lo sé. -Respondí alarmada, levantándome del suelo. -Parecía...
-Yo si se lo que es. Era un grito.
El cuerpo se me quedó helado y un escalofrió me recorrió la espalda, mientras alzaba la cabeza siguiendo el sonido de aquella voz infantil.
Había una niña sentada sobre el tejado, los pies le colgaban por el borde y sus manos se apoyaban sobre él, dejando el cuerpo echado hacia delante. Nos observaba con una sonrisa aniñada y transparente.
-La-la-la...vey -Comencé a tartamudear, di un traspié al retroceder y caí al suelo. -¿Es-estás viendo lo mismo que yo?
Mi piel siempre había sido pálida, pero ahora acababa de perder el poco color que tenía.
-Ajam... -La lagartija también estaba mirando el techo. Se le había caído el palo de la mano y miraba con la boca entre abierta. -Mama, ¿los fantasmas pueden correr?
Reivy Abadder
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Re: 19 Melocotones malditos [Libre] [Samhain 2019] [Cerrado]
Empezaba a refrescar, podía aguantar mucho el frío, después de todo era una tensai de agua, y el frío era su mejor aliado. Pero, aún así, le gustaba resguardarse bajo su capucha, o al menos, le gustaba, ya que desde que se fue de Ciudad Lagarto, no pudo ponérsela más, entre otras cosas porque la dejó tirada en el barro, como si fuese un escollo de una vida pasada, algo que simplemente debía dejar atrás... Pensaba que no tendría que volver a mancharse más las manos, que todo sería más fácil cuando volviera a su hogar... Pero nada más lejos de la realidad. Al menos, ahora sí tenía un motivo por el que ejercer su trabajo, más allá de la propia supervivencia. Tenía que cuidar de su familia, y los contratos por asesinatos, acto que se le daba bastante bien, se pagaban a un precio muy alto.
La vida era dura, cruel e injusta, y Helena no iba a dejar que esta le doblegara con códigos morales de tres al cuarto. Debía asesinar para cobrar. Además, sus víctimas no eran almas bondadosas ni mucho menos, tenían lo que se merecían.
De pronto, olió algo... Comida. Empezó a salivar, y notó cómo su estómago temblaba ante tal estímulo; tenía hambre.
¿Acaso había alguien más en aquel pueblo desierto y olvidado? Quizás eran bandidos... De ser el caso, les robaría comida sin pensárselo dos veces.
Se guió por el olor, y vio una luz dentro de una de las tantas casas abandonadas. Debía ser ahí.
Con el máximo cuidado y sigilo, la bruja se acercó a esta, se pegó a una de las paredes exteriores y se escondió en unos arbustos que habían crecido de forma descontrolada. Se acercó hasta una de las ventanas y se asomó para ver quién había dentro.
Dos; una mujer y una niña. Parecían... ¿Asustadas? ¿Por qué? Miraban hacia el tejado roto, desvalijado, en ruinas, como el resto de casas y, en general, como el resto del lugar.
Alzó la vista, y entonces vio a una niña... ¿Translúcida? ...¿Qué? No se lo podía creer. Tuvo que frotarse los ojos dos veces para asegurarse de que no estaba viendo visiones o borroso.
-¿Qué mierd..--No le dio tiempo a murmurar aquella frase cuando, de pronto, en todo el pueblo se levantó una ráfaga de aire helado, que hizo sonar una campana en una de las torres más altas del lugar.
La Rhodes pegó un respingo y se volteó, entonces, una bandada de cuervos sobrevoló la zona, quizás también asustados por el repentino sonido de la campana.
Cuando todo volvió a la normalidad, la Rhodes volvió a asomarse sutilmente por la ventana, para ver qué acontecía en el itnerior de la cada en ruinas.
La vida era dura, cruel e injusta, y Helena no iba a dejar que esta le doblegara con códigos morales de tres al cuarto. Debía asesinar para cobrar. Además, sus víctimas no eran almas bondadosas ni mucho menos, tenían lo que se merecían.
De pronto, olió algo... Comida. Empezó a salivar, y notó cómo su estómago temblaba ante tal estímulo; tenía hambre.
¿Acaso había alguien más en aquel pueblo desierto y olvidado? Quizás eran bandidos... De ser el caso, les robaría comida sin pensárselo dos veces.
Se guió por el olor, y vio una luz dentro de una de las tantas casas abandonadas. Debía ser ahí.
Con el máximo cuidado y sigilo, la bruja se acercó a esta, se pegó a una de las paredes exteriores y se escondió en unos arbustos que habían crecido de forma descontrolada. Se acercó hasta una de las ventanas y se asomó para ver quién había dentro.
Dos; una mujer y una niña. Parecían... ¿Asustadas? ¿Por qué? Miraban hacia el tejado roto, desvalijado, en ruinas, como el resto de casas y, en general, como el resto del lugar.
Alzó la vista, y entonces vio a una niña... ¿Translúcida? ...¿Qué? No se lo podía creer. Tuvo que frotarse los ojos dos veces para asegurarse de que no estaba viendo visiones o borroso.
-¿Qué mierd..--No le dio tiempo a murmurar aquella frase cuando, de pronto, en todo el pueblo se levantó una ráfaga de aire helado, que hizo sonar una campana en una de las torres más altas del lugar.
La Rhodes pegó un respingo y se volteó, entonces, una bandada de cuervos sobrevoló la zona, quizás también asustados por el repentino sonido de la campana.
Cuando todo volvió a la normalidad, la Rhodes volvió a asomarse sutilmente por la ventana, para ver qué acontecía en el itnerior de la cada en ruinas.
Helena Rhodes
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Re: 19 Melocotones malditos [Libre] [Samhain 2019] [Cerrado]
Luego de salir corriendo de aquel horrible lugar, me topé de nuevo con la soledad de la noche. Sombras, ruídos extraños, espesa niebla y... ¿Comida? Comida, un fuerte olor a carne empezó a predominar por el lugar. ¿No me encontraba solo? ¿Alguien habría visto la escena que monté? Espero que no, pues me tomarían como un cobarde. De cualquier manera, debía investigar de donde venía dicho olor tan agradable y apetitoso.
Para mi agradable sorpresa, había una luz muy tenue que provenía de una de esas espantosas casas. Vaya que eran horribles, ni pensar en aquel cuerpo que se encontraba en la casa que dejé atrás. Me fui acercando cuidadonsamente, para no alertar a los que se encontraban dentro de ella. Aunque fuese la única casa iluminada, si se trataba de bandidos, entonces tendría un problema bastante grande.
Hacía frío, mucho frío. Lo único que realmente deseaba era un poco de calor y un sitio cuanto más agradable para poder pasar la noche y seguir con mi camino. Repentinamente una ráfaga de viendo gélido azotó contra mi cuerpo, haciendome temblar dese los dedos de los pies hasta el último cabello de mi cabeza, ¿Podían temblar los cabellos? Al parecer sí podían. Traté de acurrucarme con mis propios brazos, entrelazandolos entre sí pues no paraba de temblar. Cuanto más me acercaba a la casa, más deseaba estar junto al fuego. A la lejanía, se escuchó una campana y con dicho sonido, también trajo toda parvada de cuervos.
- Cuervos, no son malas aves, pero no me dan buena esp... - No pude terminar siquiera mi frase debido a aquella aparición que se encontraba frente a mis ojos. No podía creerlo, no podía ser cierto. Una niña, ¿una niña translucida? una niña.. Translucida...
- U-n, un... ¡Fantasma! - Grité despavorido al ver aquel evento. Por miedo a que me descubrieran, salí corriendo a una de las casas más cercanas, no me encantaba la idea, pero no podía dejar que mi ubicación fuese descubierta. No querría pelear con bandidos, las peleas nunca fueron mi fuerte.
La casa no era tan mala, el aspecto derruido y destrozado no se notaba tanto como en las demás, era más agradable. SIn embargo, había hedores que inundaban dicho recinto. Desde la ventana que se encontraba en la pared derecha, se podía visualizar perfectamente todo el evento. Inaudito quedé luego de ver aquella aparición. Mis ojos quedaron en blanco, mi nerviosismo aumentado y el hambre y sueño se habían disipado.
- Será mejor que te calmes Alh, no puedes tener otro ataque eléctrico - Hablar conmigo mismo en voz alta me calmaba la mayoría de las veces, pero en esta ocasión necesitaría más que mi propia compañía para poder lograr apasiguar mis nervios. Dejé de mirar por la ventaba y me tiré al suelo, recostandome de la pared con la cabeza igual de recostada mientras movía algunas hojas rotas que se encontraban a lo lejos usando mi elemento de viento. A los niños de la aldea siempre les había gustado, esperaba que tuviese el mismo efecto en mi
Para mi agradable sorpresa, había una luz muy tenue que provenía de una de esas espantosas casas. Vaya que eran horribles, ni pensar en aquel cuerpo que se encontraba en la casa que dejé atrás. Me fui acercando cuidadonsamente, para no alertar a los que se encontraban dentro de ella. Aunque fuese la única casa iluminada, si se trataba de bandidos, entonces tendría un problema bastante grande.
Hacía frío, mucho frío. Lo único que realmente deseaba era un poco de calor y un sitio cuanto más agradable para poder pasar la noche y seguir con mi camino. Repentinamente una ráfaga de viendo gélido azotó contra mi cuerpo, haciendome temblar dese los dedos de los pies hasta el último cabello de mi cabeza, ¿Podían temblar los cabellos? Al parecer sí podían. Traté de acurrucarme con mis propios brazos, entrelazandolos entre sí pues no paraba de temblar. Cuanto más me acercaba a la casa, más deseaba estar junto al fuego. A la lejanía, se escuchó una campana y con dicho sonido, también trajo toda parvada de cuervos.
- Cuervos, no son malas aves, pero no me dan buena esp... - No pude terminar siquiera mi frase debido a aquella aparición que se encontraba frente a mis ojos. No podía creerlo, no podía ser cierto. Una niña, ¿una niña translucida? una niña.. Translucida...
- U-n, un... ¡Fantasma! - Grité despavorido al ver aquel evento. Por miedo a que me descubrieran, salí corriendo a una de las casas más cercanas, no me encantaba la idea, pero no podía dejar que mi ubicación fuese descubierta. No querría pelear con bandidos, las peleas nunca fueron mi fuerte.
La casa no era tan mala, el aspecto derruido y destrozado no se notaba tanto como en las demás, era más agradable. SIn embargo, había hedores que inundaban dicho recinto. Desde la ventana que se encontraba en la pared derecha, se podía visualizar perfectamente todo el evento. Inaudito quedé luego de ver aquella aparición. Mis ojos quedaron en blanco, mi nerviosismo aumentado y el hambre y sueño se habían disipado.
- Será mejor que te calmes Alh, no puedes tener otro ataque eléctrico - Hablar conmigo mismo en voz alta me calmaba la mayoría de las veces, pero en esta ocasión necesitaría más que mi propia compañía para poder lograr apasiguar mis nervios. Dejé de mirar por la ventaba y me tiré al suelo, recostandome de la pared con la cabeza igual de recostada mientras movía algunas hojas rotas que se encontraban a lo lejos usando mi elemento de viento. A los niños de la aldea siempre les había gustado, esperaba que tuviese el mismo efecto en mi
Alhaster
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La niña seguía mirando desde el techo, se reía como si estuviera jugando, infló los mofletes por un segundo y saltó del tejado.
No, no saltó, más bien se dejó caer. Su cuerpo flotaba en el aire como si fuera una pluma, hasta que sus pies quedaron a unos centímetros del suelo.
-Ya sabemos de quien era el grito, Arancel.
La joven miraba con una sonrisa alegre hacia una de las casas. Luego se puso de cuclillas y acaricio el aire.
-No soy un fantasma. -Prosiguió la niña poniéndose de pie. -¿No te acuerdas de mí, Reivy? Soy Jani.
Dejé de respirar, aquel fantasma conocía mi nombre. ¿Qué mal puedo haber causado para que un ente me atormente? Yo jamás he matado niñas. La falta de oxígeno me hizo abandonar mis pensamientos. Di una bocanada y comencé a retroceder.
-¿Quién eres tú? No te conozco.
Al fantasma se le borró la sonrisa. Ahora una honda tristeza plagaba su rostro.
-¿Qué quieres? -Seguía caminando hacia atrás, sin darme cuenta de que la pared estaba a escasos centímetros de mí. -Como sabes mi nom...
El talón tocó la pared y la rodilla el marco de la ventana. Antes de que pudiera darme cuenta ya me estaba cayendo por el agujero.
-Menuda hostia me acabo de dar. -Me quejaba frotándome la espalda, mientras sentía algo blando debajo. -Que... -Fijé la vista en lo que mi mano estaba tocando. Había una mujer bajo mi culo. -Anda, hola.
Pero lo más raro de todo aquello no era la mujer a la que estaba aplastando. El viento empezó a levantarse y la campana de una iglesia lejana comenzó a tañir.
Entonces, junto al fantasma, apareció un perro del tamaño de una rata. Tenía los ojos rojos como el rubí, ladraba sin parar y su pelaje era negro como la noche. El animal se fue materializando como si de una sombrara se tratara.
-Joder, una rata que habla. -Alarmada por la extraña aparición y asustada por la campana, Lavey dio un paso adelante y pateo al chucho. -Largo de aquí.
-¡No, Arancel!
La niña fantasma gritó y corrió a socorrer al animal, que había salido despedido varios metros con un gemido lastimero.
-¡¿Porque has hecho eso?! Él no quería hacerte daño.
El fantasma comenzó a llorar mientras hablaba y abrazaba, a la que parecía ser su mascota. El llanto de Jani se intensificó hasta convertirse en un grito de lamento.
Una mancha negra y redonda apareció tras la niña traslucida, la mancha fue creció y engulló todo a su paso dejando un vacío negro en su lugar.
Del interior de aquel agujero salió una zarpa negra como el carbón, tras ella le siguió una cabeza felina. Un gato, del tamaño de un caballo, se relamía los bigotes y miraba a los seres de carne como si fueran un juguete. Sus ojos eran una mezclara de colores, como si una naranja se hubiera caído en las cenizas del fuego, y aquel color estaba clavado en Lavey.
El animal avanzó buscando a la chica fantasma, su lomo salió del portal y sobre él había otra niña. Era igual que Jani, rubia y de cuerpo menudo, con excepción de los ojos. Aquellos orbes parecían las puertas del abismo, en sus cuencas tan solo había oscuridad.
-Doce Horas, -Dijo Jani y el gato respondió con un maullido. -Sycamore.
La niña sobre el gato sonrió y a mí se me heló la sangre.
-Pobre Jani. -El ente sobre el felino chasqueó la lengua varias veces y negó con la cabeza. -Nuestra querida Jani solo quería salir a jugar y a buscar melocotones. -La voz de aquel ser sonaba igual que la del fantasma, que seguía acariciando al perro. -Nos obligáis a ser malos. -Sycamore sonrió con malicia y el felino bufó y enseñó los dientes. -Ahora tenemos que castigaros.
Tras decir aquello alzó un brazo, de su mano salió un manto negro que lo cubrió todo. El portal se había juntando con la mano de la niña y, en menos de un parpadeo, todo quedo cubierto.
El pueblo había desaparecido, ya no se escuchaban los cuervos ni la campana, la hoguera estaba extinguida y el suelo ahora estaba cubierto de arena.
__________
Off: Bienvenidos a Calalini. El pueblo fantasma ha sido engullido y ahora nos encontramos en los dominós de Jani. Las personas que interactuen con Jani compartirán su locura y creerán estar en la isla de Calalini. ¿Quien diría que no a una isla de ensueño?
Os dejo por aquí abajo la descripción de la isla, que aparece en la ficha de Jani
No, no saltó, más bien se dejó caer. Su cuerpo flotaba en el aire como si fuera una pluma, hasta que sus pies quedaron a unos centímetros del suelo.
-Ya sabemos de quien era el grito, Arancel.
La joven miraba con una sonrisa alegre hacia una de las casas. Luego se puso de cuclillas y acaricio el aire.
-No soy un fantasma. -Prosiguió la niña poniéndose de pie. -¿No te acuerdas de mí, Reivy? Soy Jani.
Dejé de respirar, aquel fantasma conocía mi nombre. ¿Qué mal puedo haber causado para que un ente me atormente? Yo jamás he matado niñas. La falta de oxígeno me hizo abandonar mis pensamientos. Di una bocanada y comencé a retroceder.
-¿Quién eres tú? No te conozco.
Al fantasma se le borró la sonrisa. Ahora una honda tristeza plagaba su rostro.
-¿Qué quieres? -Seguía caminando hacia atrás, sin darme cuenta de que la pared estaba a escasos centímetros de mí. -Como sabes mi nom...
El talón tocó la pared y la rodilla el marco de la ventana. Antes de que pudiera darme cuenta ya me estaba cayendo por el agujero.
-Menuda hostia me acabo de dar. -Me quejaba frotándome la espalda, mientras sentía algo blando debajo. -Que... -Fijé la vista en lo que mi mano estaba tocando. Había una mujer bajo mi culo. -Anda, hola.
Pero lo más raro de todo aquello no era la mujer a la que estaba aplastando. El viento empezó a levantarse y la campana de una iglesia lejana comenzó a tañir.
Entonces, junto al fantasma, apareció un perro del tamaño de una rata. Tenía los ojos rojos como el rubí, ladraba sin parar y su pelaje era negro como la noche. El animal se fue materializando como si de una sombrara se tratara.
-Joder, una rata que habla. -Alarmada por la extraña aparición y asustada por la campana, Lavey dio un paso adelante y pateo al chucho. -Largo de aquí.
-¡No, Arancel!
La niña fantasma gritó y corrió a socorrer al animal, que había salido despedido varios metros con un gemido lastimero.
-¡¿Porque has hecho eso?! Él no quería hacerte daño.
El fantasma comenzó a llorar mientras hablaba y abrazaba, a la que parecía ser su mascota. El llanto de Jani se intensificó hasta convertirse en un grito de lamento.
Una mancha negra y redonda apareció tras la niña traslucida, la mancha fue creció y engulló todo a su paso dejando un vacío negro en su lugar.
Del interior de aquel agujero salió una zarpa negra como el carbón, tras ella le siguió una cabeza felina. Un gato, del tamaño de un caballo, se relamía los bigotes y miraba a los seres de carne como si fueran un juguete. Sus ojos eran una mezclara de colores, como si una naranja se hubiera caído en las cenizas del fuego, y aquel color estaba clavado en Lavey.
El animal avanzó buscando a la chica fantasma, su lomo salió del portal y sobre él había otra niña. Era igual que Jani, rubia y de cuerpo menudo, con excepción de los ojos. Aquellos orbes parecían las puertas del abismo, en sus cuencas tan solo había oscuridad.
-Doce Horas, -Dijo Jani y el gato respondió con un maullido. -Sycamore.
La niña sobre el gato sonrió y a mí se me heló la sangre.
-Pobre Jani. -El ente sobre el felino chasqueó la lengua varias veces y negó con la cabeza. -Nuestra querida Jani solo quería salir a jugar y a buscar melocotones. -La voz de aquel ser sonaba igual que la del fantasma, que seguía acariciando al perro. -Nos obligáis a ser malos. -Sycamore sonrió con malicia y el felino bufó y enseñó los dientes. -Ahora tenemos que castigaros.
Tras decir aquello alzó un brazo, de su mano salió un manto negro que lo cubrió todo. El portal se había juntando con la mano de la niña y, en menos de un parpadeo, todo quedo cubierto.
El pueblo había desaparecido, ya no se escuchaban los cuervos ni la campana, la hoguera estaba extinguida y el suelo ahora estaba cubierto de arena.
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Off: Bienvenidos a Calalini. El pueblo fantasma ha sido engullido y ahora nos encontramos en los dominós de Jani. Las personas que interactuen con Jani compartirán su locura y creerán estar en la isla de Calalini. ¿Quien diría que no a una isla de ensueño?
Os dejo por aquí abajo la descripción de la isla, que aparece en la ficha de Jani
- Spoiler:
- Un terreno yermo rodeado por ¿Agua? no lo tenía del todo claro, era un líquido espeso que parecía viscoso, pero al tocarlo se convertía en... no sé, parecía agua pero manchaba la piel como la tinta y se movía subiendo por mi brazo como si tuviera vida propia.
La arena también era negra, la única manera de distinguir donde comenzaba el mar era por la húmeda que sentía en los pies cuando me acercaba a la orilla y por el sonido de las olas
Reivy Abadder
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Re: 19 Melocotones malditos [Libre] [Samhain 2019] [Cerrado]
Helena Rhodes escuchó lo que creyó que sería el aullido de un animal salvaje, quizás algún lobo que perdió a su manada y se había adentrado en el pueblo en busca de comida. Si sus conocimientos sobre anatomía fueran más amplios, habría sabido distinguir entre el aullido de un lobo hambriento de una persona a la que le habían herido la garganta. Reivy y Alhaster no pudieron escuchar a Nine, quedaban muy lejos del pueblo y muy lejos de Aerandir.
Nine llevó ambas manos al astil de la flecha que le atravesaba la garganta sin dejar de correr. Un hilo de sangre se deslizaba por el cuello de la mujer. De arrancar la flecha, tal como había pensado hacer, la sangre se dispararía a borbotones desangrándola de inmediato dejando un bonito cadáver con la boca y cuello cubiertos de sangre. El arquero dejaría de correr tras la mujer, no había necesidad de tener prisa, los muertos no pueden escapar. Nine se dio la vuelta, corriendo en dirección contraria en la que se encontraba el arquero. Expulsó por la boca la sangre que debía emerger por la incisión en el cuello y la flecha incrustada se lo impedía. Las piernas le fallaron, haciendo que la muchacha cayese de rodillas al suelo. Otro hombre se dispuso en frente de ella. Tenía una enorme hacha de leñador. Nine le miró a los ojos con gesto de súplica. El hombre dijo que no con la cabeza y sonrió. La muchacha gritó con las pocas fuerzas que le quedaban. Fue el grito que Helena Rhodes escuchó, un grito que estaba más cerca de ser el de un animal famélico que el de una persona. El segundo hombre levantó el hacha y la dejó caer cortando a la mujer en dos mitades. Recogió la mitad derecha. El arquero llegó a tiempo de recuperar la flecha con la que había acertado al cuello de Nine y recoger la mitad de la muchacha que le pertenecía.
Devyn cerró la despensa con un fuerte golpe al comprobar que estaba vacía. Tenía hambre. ¡Mucha hambre! ¿Cuándo fue la última vez que comió comida fresca? Nada de bayas y raíces. Comida de verdad, carne. Las raíces no eran suficientes para alimentar a un hombre de su tamaño. Golpeó con la mano abierta la parte superior de la despensa como si con ello se fuera a llenar de repente de comida. Un brujo podría hacerlo. Devyn había escuchado historias de brujos que podían convocar maravillas utilizando la magia. ¿Por qué no hacer aparecer la comida de la nada? Seguro que serían capaces. Cubrirían la mesa del salón con un mantel de colores, conjurarían su hechizo de buenaventura y… ¡chas! La comida está lista, todos a la mesa.
Abuela estaría contenta de tener un brujo en casa. Los hermanos dejarían que fueran ella quien diera el primer bocado. Bastaría que hincase sus dientes en la carne roja para que pudiera recuperar sus fuerzas. Se levantaría de la mesa y alzaría las manos. Daría las gracias a Devyn por haberle entregado al brujo (en su imaginación, él era el héroe). Abuela rejuvenecería a Madre. Con el segundo bocado, podría ser Esposa. Los hermanos celebrarían el cambio con gritos de alegría. ¿A quién elegiría esta vez? Sería a quien le hubiera traído al brujo, es decir, a Devyn.
La comida terminó llegando, pero no a manos de un brujo, sino gracias a Pevyn y Tevyn. Cada uno arrastraba la media parte de una persona, una chica humana. Cómo era que la muchacha había llegado a La Carnicería era algo que Devyn no se molestó por preocuparse. Vino, fin de la historia. Un brujo la trajo y la comida está lista. Todos a la mesa.
La Carnicería emitía una sensación de malestar a los animales, el cual se incrementaba a la hora de hablar de las personas. Ningún animal se acercaba a las proximidades. Las trampas que Devyn ocultaba en el bosque se oxidaban antes de que un ciervo consiguiera pisarlas. Para ser justos, no era culpa del pueblo, sino de Abuela. Ella corrompía el lugar de la misma manera que lo hizo con la mente de los chicos que la cuidaban. Las aves enloquecían, preferían estamparse contra las paredes de los edificios antes de sobrevolar un minuto más por la zona.
Tevyn depositó su mitad de mujer encima de la mesa. Pevyn tiró la mitad de Tevyn y puso la suya en su lugar. Los dos hermanos se pelearon por ver quien obtenía la recompensa de Abuela. Devyn los observaba con asco y envidia.
Al final fue Tevyn quien ganó la disputa. Cortó un pedazo de mejilla de su mitad de mujer y la puso en el plato que Abuela tenía. La vampiresa emitió un sonido similar a las gárgaras. Llevaba tanto tiempo sin comer carne como Devyn y los otros hermanos. Tenía un aspecto cadavérico. Los pliegues de piel quedaban adheridas a los huesos, remarcando así su estructura ósea. En algún momento se le cayeron la nariz y las orejas. Su físico recordaba al de una momia, en lugar al de una vampiresa.
Pevyn se adelantó y pinchó el trozo de mejilla que estaba en el plato de Abuela y se lo llevó a la boca. Lo masticó para que Abuela no tuviera que hacer esfuerzos de más y se lo cedió en un beso, como lo haría una mamá pájaro. Durante el beso, Abuela rejuveneció a Madre y después a Esposa. Pevyn separó sus labios de Esposa, volviéndose a enamorar de ella. Esposa le besó la mejilla y luego deslizó la punta de la lengua de los labios de Pevyn a la punta de la nariz. Tevyn se metió las manos dentro del pantalón. Esposa tenía que comer. Luego, le daría a Tevyn las gracias por el banquete. Las sobras se las repartirían entre los tres hermanos.
— Hay otras más personas en La Carnicería, nuestra casa — dijo Esposa mientras los hermanos comían del banquete. — ¿Alguna vez habéis probado la carne de dragón, mis queridos? Es deliciosa. Sabe parecido a los humanos, pero con el añadido picante que les ofrece su parte reptiliana. Y el éter… mis queridos, vosotros sois simples humanos. No comprendéis las maravillas que el éter ejecuta en los corazones de los vampiros. ¿Queréis verme así para siempre? — deslizó la mano derecha por la cabeza de Tevyn mientras él comía —. Entonces traerme a las dragonas — acariciando a Devyn añadió —. Antes comentabas algo sobre la magia de los brujos — no lo comentaba, lo pensaba —. Estás de suerte porque junto a las dragonas hay dos de ellos. Al brujo lo podrás meter a la despensa. La bruja es toda tuya y como buen chico que eres, la compartirás con tus hermanos. ¿Verdad que sí? — Devyn asintió.
Tevyn y Pevyn entraron en la casa donde se encontraban las dragonas y el brujo por la puerta del sótano, ésta quedaba oculta por unos matojos. Tevyn llevaba el hacha con la que había matado a Nine. Pevyn el arco. Al atravesar la puerta del sótano, desaparecieron de Aerandir. Llegaron a una isla encantada. Se miraron confusos. La voz de Esposa sonó en sus cabezas. Cuando terminéis, os traeré de vuelta. Las habilidades de Esposa aumentaron considerablemente después de comer. Podía hacer cualquier cosa: enamorar a una pandilla de paletos, obligarles a comer carne y ofrecerles una rapidez y fuerza sobre humanas. Además, Esposa podía encontrar a futuras víctimas y traer de vuelta a los hermanos a casa. Podía hacer cualquier cosa menos invocar comida de la nada. Para ello estaban los brujos.
Devyn encontró a la bruja asomada a la ventana del edificio. A través de ella no veía el salón de la casa, sino palmeras y arena. Devyn ladeó cabeza vacilante. Cosas de brujos, asumió. Si esa bruja podía crear una playa dentro de una casa, ¿qué no podría hacer con una despensa? Con permiso de Esposa, Devyn se enamoró de ella. Saludó a la bruja con la mano libre, en la otra llevaba un cuchillo de carnicero.
—¡Mana Hyven! — hermana Dyven quiso decir el paleto.
El plan consistía en capturar a Hyven y llevarla a casa, con Esposa. La vampiresa la hipnotizaría como había hecho con los paletos. Incrementaría sus habilidades y la convertiría en una nueva hermana para la familia.
Personajes relevantes:
Karina Ragnhild vampiresa nivel 7. Señora de la voz con maestría en voz vampírica.
* Bienvenidos a La Carnicería: el pueblo en el que habéis estado es el hogar de Karina Ragnhild, a la que los hermanos llaman La Esposa. La mujer posee habilidades de hipnotismo avanzada. Las personas que entran en su pueblo sirven de comida o bien los hipnotiza para que formen parte de La Familia. Ella toma la figura líder, haciéndose llamar Esposa, Madre o Abuela según su aspecto físico. Ragnhild tiene la necesidad de comer carne para mantenerse joven y bella, la figura de Esposa. A su vez, obliga al resto de la familia a comer de la misma carne.
(Como os habéis dado cuenta, esta historia está inspirada en Masacre en Texas y Wrong Turn).
Vuestro objetivo general será derrotar a La Familia y salir de La Carnicería.
Helena Rhodes: has sido elegida por La Esposa. Devyn te ha encontrado. Se ha enamorado de ti en cuanto te ha visto. Te llevará junto a La Esposa, por las buenas o por las malas. Tú eliges si La Esposa acaba hipnotizándote o consigues escapar. Siendo la primera opción, serían una dificultad a añadir para el resto de tus compañeros. Deberás hablar por privado conmigo al final de cada turno para planear nuevas maldades. No pretendo obligarte a que tomes una decisión, esto quiero remarcarlo. Mi idea es tener un punto de apoyo para coordinar nuestras "travesuras".
Reivy Abadder y Alhaster: quedáis atrapados en Calini, un mundo ilusorio creado por Jani. Este mundo tiene la apariencia de una isla tropical. El rango de acción de la ilusión ocupa el edificio en el que os encontráis. Los problemas se suman cuando Tevyn y Pevyn se introducen en Calini. Vosotros, los usuarios, habéis leído lo que ha sucedido con Nine. No os espera un futuro menos trágico que a la pobre muchacha. Vuestros personajes no saben lo que sucedió con Nine ni tampoco saben, a primeras, que tenéis visita en la isla. Los hermanos aprovecharán esa ventaja para confeccionar todo tipo de trampas. Os cazarán como si fuerais animales. Deberéis derrotar a los hermanos y buscar la forma de escapar de Calini. Una vez fuera, vuestro objetivo pasará a ser Karina Ragnhild.
Nine llevó ambas manos al astil de la flecha que le atravesaba la garganta sin dejar de correr. Un hilo de sangre se deslizaba por el cuello de la mujer. De arrancar la flecha, tal como había pensado hacer, la sangre se dispararía a borbotones desangrándola de inmediato dejando un bonito cadáver con la boca y cuello cubiertos de sangre. El arquero dejaría de correr tras la mujer, no había necesidad de tener prisa, los muertos no pueden escapar. Nine se dio la vuelta, corriendo en dirección contraria en la que se encontraba el arquero. Expulsó por la boca la sangre que debía emerger por la incisión en el cuello y la flecha incrustada se lo impedía. Las piernas le fallaron, haciendo que la muchacha cayese de rodillas al suelo. Otro hombre se dispuso en frente de ella. Tenía una enorme hacha de leñador. Nine le miró a los ojos con gesto de súplica. El hombre dijo que no con la cabeza y sonrió. La muchacha gritó con las pocas fuerzas que le quedaban. Fue el grito que Helena Rhodes escuchó, un grito que estaba más cerca de ser el de un animal famélico que el de una persona. El segundo hombre levantó el hacha y la dejó caer cortando a la mujer en dos mitades. Recogió la mitad derecha. El arquero llegó a tiempo de recuperar la flecha con la que había acertado al cuello de Nine y recoger la mitad de la muchacha que le pertenecía.
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Devyn cerró la despensa con un fuerte golpe al comprobar que estaba vacía. Tenía hambre. ¡Mucha hambre! ¿Cuándo fue la última vez que comió comida fresca? Nada de bayas y raíces. Comida de verdad, carne. Las raíces no eran suficientes para alimentar a un hombre de su tamaño. Golpeó con la mano abierta la parte superior de la despensa como si con ello se fuera a llenar de repente de comida. Un brujo podría hacerlo. Devyn había escuchado historias de brujos que podían convocar maravillas utilizando la magia. ¿Por qué no hacer aparecer la comida de la nada? Seguro que serían capaces. Cubrirían la mesa del salón con un mantel de colores, conjurarían su hechizo de buenaventura y… ¡chas! La comida está lista, todos a la mesa.
Abuela estaría contenta de tener un brujo en casa. Los hermanos dejarían que fueran ella quien diera el primer bocado. Bastaría que hincase sus dientes en la carne roja para que pudiera recuperar sus fuerzas. Se levantaría de la mesa y alzaría las manos. Daría las gracias a Devyn por haberle entregado al brujo (en su imaginación, él era el héroe). Abuela rejuvenecería a Madre. Con el segundo bocado, podría ser Esposa. Los hermanos celebrarían el cambio con gritos de alegría. ¿A quién elegiría esta vez? Sería a quien le hubiera traído al brujo, es decir, a Devyn.
La comida terminó llegando, pero no a manos de un brujo, sino gracias a Pevyn y Tevyn. Cada uno arrastraba la media parte de una persona, una chica humana. Cómo era que la muchacha había llegado a La Carnicería era algo que Devyn no se molestó por preocuparse. Vino, fin de la historia. Un brujo la trajo y la comida está lista. Todos a la mesa.
La Carnicería emitía una sensación de malestar a los animales, el cual se incrementaba a la hora de hablar de las personas. Ningún animal se acercaba a las proximidades. Las trampas que Devyn ocultaba en el bosque se oxidaban antes de que un ciervo consiguiera pisarlas. Para ser justos, no era culpa del pueblo, sino de Abuela. Ella corrompía el lugar de la misma manera que lo hizo con la mente de los chicos que la cuidaban. Las aves enloquecían, preferían estamparse contra las paredes de los edificios antes de sobrevolar un minuto más por la zona.
Tevyn depositó su mitad de mujer encima de la mesa. Pevyn tiró la mitad de Tevyn y puso la suya en su lugar. Los dos hermanos se pelearon por ver quien obtenía la recompensa de Abuela. Devyn los observaba con asco y envidia.
Al final fue Tevyn quien ganó la disputa. Cortó un pedazo de mejilla de su mitad de mujer y la puso en el plato que Abuela tenía. La vampiresa emitió un sonido similar a las gárgaras. Llevaba tanto tiempo sin comer carne como Devyn y los otros hermanos. Tenía un aspecto cadavérico. Los pliegues de piel quedaban adheridas a los huesos, remarcando así su estructura ósea. En algún momento se le cayeron la nariz y las orejas. Su físico recordaba al de una momia, en lugar al de una vampiresa.
Pevyn se adelantó y pinchó el trozo de mejilla que estaba en el plato de Abuela y se lo llevó a la boca. Lo masticó para que Abuela no tuviera que hacer esfuerzos de más y se lo cedió en un beso, como lo haría una mamá pájaro. Durante el beso, Abuela rejuveneció a Madre y después a Esposa. Pevyn separó sus labios de Esposa, volviéndose a enamorar de ella. Esposa le besó la mejilla y luego deslizó la punta de la lengua de los labios de Pevyn a la punta de la nariz. Tevyn se metió las manos dentro del pantalón. Esposa tenía que comer. Luego, le daría a Tevyn las gracias por el banquete. Las sobras se las repartirían entre los tres hermanos.
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— Hay otras más personas en La Carnicería, nuestra casa — dijo Esposa mientras los hermanos comían del banquete. — ¿Alguna vez habéis probado la carne de dragón, mis queridos? Es deliciosa. Sabe parecido a los humanos, pero con el añadido picante que les ofrece su parte reptiliana. Y el éter… mis queridos, vosotros sois simples humanos. No comprendéis las maravillas que el éter ejecuta en los corazones de los vampiros. ¿Queréis verme así para siempre? — deslizó la mano derecha por la cabeza de Tevyn mientras él comía —. Entonces traerme a las dragonas — acariciando a Devyn añadió —. Antes comentabas algo sobre la magia de los brujos — no lo comentaba, lo pensaba —. Estás de suerte porque junto a las dragonas hay dos de ellos. Al brujo lo podrás meter a la despensa. La bruja es toda tuya y como buen chico que eres, la compartirás con tus hermanos. ¿Verdad que sí? — Devyn asintió.
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Tevyn y Pevyn entraron en la casa donde se encontraban las dragonas y el brujo por la puerta del sótano, ésta quedaba oculta por unos matojos. Tevyn llevaba el hacha con la que había matado a Nine. Pevyn el arco. Al atravesar la puerta del sótano, desaparecieron de Aerandir. Llegaron a una isla encantada. Se miraron confusos. La voz de Esposa sonó en sus cabezas. Cuando terminéis, os traeré de vuelta. Las habilidades de Esposa aumentaron considerablemente después de comer. Podía hacer cualquier cosa: enamorar a una pandilla de paletos, obligarles a comer carne y ofrecerles una rapidez y fuerza sobre humanas. Además, Esposa podía encontrar a futuras víctimas y traer de vuelta a los hermanos a casa. Podía hacer cualquier cosa menos invocar comida de la nada. Para ello estaban los brujos.
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Devyn encontró a la bruja asomada a la ventana del edificio. A través de ella no veía el salón de la casa, sino palmeras y arena. Devyn ladeó cabeza vacilante. Cosas de brujos, asumió. Si esa bruja podía crear una playa dentro de una casa, ¿qué no podría hacer con una despensa? Con permiso de Esposa, Devyn se enamoró de ella. Saludó a la bruja con la mano libre, en la otra llevaba un cuchillo de carnicero.
—¡Mana Hyven! — hermana Dyven quiso decir el paleto.
El plan consistía en capturar a Hyven y llevarla a casa, con Esposa. La vampiresa la hipnotizaría como había hecho con los paletos. Incrementaría sus habilidades y la convertiría en una nueva hermana para la familia.
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Karina Ragnhild vampiresa nivel 7. Señora de la voz con maestría en voz vampírica.
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* Bienvenidos a La Carnicería: el pueblo en el que habéis estado es el hogar de Karina Ragnhild, a la que los hermanos llaman La Esposa. La mujer posee habilidades de hipnotismo avanzada. Las personas que entran en su pueblo sirven de comida o bien los hipnotiza para que formen parte de La Familia. Ella toma la figura líder, haciéndose llamar Esposa, Madre o Abuela según su aspecto físico. Ragnhild tiene la necesidad de comer carne para mantenerse joven y bella, la figura de Esposa. A su vez, obliga al resto de la familia a comer de la misma carne.
(Como os habéis dado cuenta, esta historia está inspirada en Masacre en Texas y Wrong Turn).
Vuestro objetivo general será derrotar a La Familia y salir de La Carnicería.
Helena Rhodes: has sido elegida por La Esposa. Devyn te ha encontrado. Se ha enamorado de ti en cuanto te ha visto. Te llevará junto a La Esposa, por las buenas o por las malas. Tú eliges si La Esposa acaba hipnotizándote o consigues escapar. Siendo la primera opción, serían una dificultad a añadir para el resto de tus compañeros. Deberás hablar por privado conmigo al final de cada turno para planear nuevas maldades. No pretendo obligarte a que tomes una decisión, esto quiero remarcarlo. Mi idea es tener un punto de apoyo para coordinar nuestras "travesuras".
Reivy Abadder y Alhaster: quedáis atrapados en Calini, un mundo ilusorio creado por Jani. Este mundo tiene la apariencia de una isla tropical. El rango de acción de la ilusión ocupa el edificio en el que os encontráis. Los problemas se suman cuando Tevyn y Pevyn se introducen en Calini. Vosotros, los usuarios, habéis leído lo que ha sucedido con Nine. No os espera un futuro menos trágico que a la pobre muchacha. Vuestros personajes no saben lo que sucedió con Nine ni tampoco saben, a primeras, que tenéis visita en la isla. Los hermanos aprovecharán esa ventaja para confeccionar todo tipo de trampas. Os cazarán como si fuerais animales. Deberéis derrotar a los hermanos y buscar la forma de escapar de Calini. Una vez fuera, vuestro objetivo pasará a ser Karina Ragnhild.
Última edición por Sigel el Mar 03 Dic 2019, 20:40, editado 1 vez
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Re: 19 Melocotones malditos [Libre] [Samhain 2019] [Cerrado]
Una mujer cayó encima suya, ya había que ser torpe para caerte por una ventana rota... Fue fastidioso, pero lo que más le cabreó fue el hecho de que aquella morena al aterrizar le estrujara uno de sus pechos. Al principio, quedó sorprendida, pero luego le salió su ira desde las entrañas. Apretó los dientes, apartó a la mujer, casi tirándola al suelo y acto seguido le dio un puñetazo en la mandíbula. No le partiría ningún diente ni nada, pero sí que sentiría dormida aquella zona por unas horas.
No le dio tiempo a decir nada más cuando de pronto el interior de aquella casa fue engullido por un aura negra y todo lo que en su interior había desapareció sin dejar rastro aparente. La morena volvió a la casa y tan solo quedó allí la Rhodes, asimilando qué había pasado y, sobretodo, por qué.
En su soledad, se quedó de brazos cruzados mirando por aquella ventana. Quizás lo mejor era actuar como si nada hubiera pasado, dar media vuelta y volver a casa. Tenía hambre, y estaba deseando probar el puchero de su abuela... Aunque, el archipiélago illidense quedaba a unos días de días de distancia.
Suspiró y, finalmente, se dio la media vuelta.
Para su sorpresa, se encontró con un tipejo harapiento y que daba miedo. Pegó un pequeño respingo, no sabía si era amistoso u hostil, y en un lugar como ese lo segundo era lo más probable.
Aquel tipo portaba un cuchillo de carnicero muy sucio. La saludó, con una mirada que revelaba qué pensaba sobre Helena. La bruja puso una cara de asco que cualquier tonto podría entender lo que significaba.
-...Ugh... Aléjate de mí, paleto-Alzó un brazo a media altura y extendió la palma de su mano, haciendo claramente el gesto de "no te acerques y mantente lejos, escoria".
Pero, lejos de desistir, el tipejo se acercó a Helena, con una mirada tan enamoradiza y casi infantil, que le daba hasta pena.
La rubia se puso en jarras y levantó brevemente su mirada, suplicando al cielo.
-Dioses, ¿Por qué habéis creado a los hombres tan imbéciles?
El tipo dijo algo ininteligible para la bruja, y antes de que este destrozara su espacio vital, la Rhodes alzó de nuevo su brazo derecho, con un único dedo alzado; el índice, el cual tocó la nariz del tipejo, instándole así a que se detuviese. La mirada de Helena pasó a ser más seria, aunque por su tono de voz, trataba al hombre como si de un tarado mental se tratara.
-Como des un solo paso más, haré que tu hombría sea muy aburrida-Ahora, levantó un poco su otro brazo y bajó el que tenía alzado. Con un pequeño espasmo de muñeca, descubrió su daga oculta en el brazalete y arqueó un par de veces ambas cejas, y luego señaló con la mano derecha hacia la entrepierna del tipo-No volveré a repetirlo
Se volteó e hizo un gesto con cierto desaire con una mano. El hombre la miraba extrañado, como un cachorro cuando su dueño le está dando una orden que no entiende lo más mínimo.
-Y, ahora, vete por donde has venido.
Acto seguido, y sin saber muy bien por qué, se acercó a la ventana. Iba a saltar a su interior. A la morena se la vio decidida, y lo cierto era que le picaba la curiosidad. Además, quería perder de vista a aquel baboso que se la comía con la mirada.
Saltó hacia aquella inmensidad negra. Por un instante, le pareció un espacio basto e infinito. No sabía muy bien si se mantenía flotando o caía sin control... Hasta que, de pronto, se tropezó con algo y cayó de bruces en lo que parecía que era... arena.
-...Arena...-Murmuró. Se puso a gatas y observó su alrededor-...Otra vez no...-Por un momento, creyó estar en la Playa de la Calma, pero no en la real, si no en la de su propio subconsciente. Pero, pasado unos vistazos más, se aseguró de que aquel sitio no era para nada aquello, y menos mal, no tenía ganas de experiencias paranormales, exóticas o que pusieran su cordura al límite...
Se puso en pie. Veía, pero a la vez no, era como si el lugar proyectara una luz inversa y sus ojos no estuvieran preparados para distinguir con todo lujo de detalles la zona. Quizás por eso le parecía un lugar basto y prácticamente infinito. Debido a la propia negrura, no establecía límites entre las cosas.
Por su mente se cruzó la idea de que debería de buscar a la morena de antes, y preguntarle qué demonios había pasado, y qué se supone que era todo eso... Quizás ella sabría cómo salir de allí. Ni diez minutos habían pasado y ya se había arrepentido de meterse en aquella ventana.
No le dio tiempo a decir nada más cuando de pronto el interior de aquella casa fue engullido por un aura negra y todo lo que en su interior había desapareció sin dejar rastro aparente. La morena volvió a la casa y tan solo quedó allí la Rhodes, asimilando qué había pasado y, sobretodo, por qué.
En su soledad, se quedó de brazos cruzados mirando por aquella ventana. Quizás lo mejor era actuar como si nada hubiera pasado, dar media vuelta y volver a casa. Tenía hambre, y estaba deseando probar el puchero de su abuela... Aunque, el archipiélago illidense quedaba a unos días de días de distancia.
Suspiró y, finalmente, se dio la media vuelta.
Para su sorpresa, se encontró con un tipejo harapiento y que daba miedo. Pegó un pequeño respingo, no sabía si era amistoso u hostil, y en un lugar como ese lo segundo era lo más probable.
Aquel tipo portaba un cuchillo de carnicero muy sucio. La saludó, con una mirada que revelaba qué pensaba sobre Helena. La bruja puso una cara de asco que cualquier tonto podría entender lo que significaba.
-...Ugh... Aléjate de mí, paleto-Alzó un brazo a media altura y extendió la palma de su mano, haciendo claramente el gesto de "no te acerques y mantente lejos, escoria".
Pero, lejos de desistir, el tipejo se acercó a Helena, con una mirada tan enamoradiza y casi infantil, que le daba hasta pena.
La rubia se puso en jarras y levantó brevemente su mirada, suplicando al cielo.
-Dioses, ¿Por qué habéis creado a los hombres tan imbéciles?
El tipo dijo algo ininteligible para la bruja, y antes de que este destrozara su espacio vital, la Rhodes alzó de nuevo su brazo derecho, con un único dedo alzado; el índice, el cual tocó la nariz del tipejo, instándole así a que se detuviese. La mirada de Helena pasó a ser más seria, aunque por su tono de voz, trataba al hombre como si de un tarado mental se tratara.
-Como des un solo paso más, haré que tu hombría sea muy aburrida-Ahora, levantó un poco su otro brazo y bajó el que tenía alzado. Con un pequeño espasmo de muñeca, descubrió su daga oculta en el brazalete y arqueó un par de veces ambas cejas, y luego señaló con la mano derecha hacia la entrepierna del tipo-No volveré a repetirlo
Se volteó e hizo un gesto con cierto desaire con una mano. El hombre la miraba extrañado, como un cachorro cuando su dueño le está dando una orden que no entiende lo más mínimo.
-Y, ahora, vete por donde has venido.
Acto seguido, y sin saber muy bien por qué, se acercó a la ventana. Iba a saltar a su interior. A la morena se la vio decidida, y lo cierto era que le picaba la curiosidad. Además, quería perder de vista a aquel baboso que se la comía con la mirada.
Saltó hacia aquella inmensidad negra. Por un instante, le pareció un espacio basto e infinito. No sabía muy bien si se mantenía flotando o caía sin control... Hasta que, de pronto, se tropezó con algo y cayó de bruces en lo que parecía que era... arena.
-...Arena...-Murmuró. Se puso a gatas y observó su alrededor-...Otra vez no...-Por un momento, creyó estar en la Playa de la Calma, pero no en la real, si no en la de su propio subconsciente. Pero, pasado unos vistazos más, se aseguró de que aquel sitio no era para nada aquello, y menos mal, no tenía ganas de experiencias paranormales, exóticas o que pusieran su cordura al límite...
Se puso en pie. Veía, pero a la vez no, era como si el lugar proyectara una luz inversa y sus ojos no estuvieran preparados para distinguir con todo lujo de detalles la zona. Quizás por eso le parecía un lugar basto y prácticamente infinito. Debido a la propia negrura, no establecía límites entre las cosas.
Por su mente se cruzó la idea de que debería de buscar a la morena de antes, y preguntarle qué demonios había pasado, y qué se supone que era todo eso... Quizás ella sabría cómo salir de allí. Ni diez minutos habían pasado y ya se había arrepentido de meterse en aquella ventana.
Helena Rhodes
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Re: 19 Melocotones malditos [Libre] [Samhain 2019] [Cerrado]
El viento, el cálido viento que soplaba cuando estaba con mamá. Esos veranos que pasamos juntos, su voz, su alma pura... ¿Donde estarás ahora, madre? ¿Por qué tuviste que irte? Ahora me encuentro en una situación atemorizante y no sé qué hacer, por favor...¡Ayudame mamá! Era lo único que pensaba mientras hacía revolotear un poco de aire dentro de la casona donde estaba posado. Justo en la ventana que daba a la casa de más arriba, donde estaba ocurriendo toda la espantosa escena. ¿Qué había hecho para meterme en problemas así?
- Vaya, parece que la curiosidad sí mató al gato esta vez Alh - Repetí en voz alta nuevamente mientras una desesperación corría por todo mi cuerpo. - Bueno, las cosas no pueden ser peor... - Cuesión de segundos fue lo que tomó para engullirme en una temible oscuridad repentinamente. Como si la noche se hubiese tornado de un negro absoluto, pero más que agustiado, me sentía confundido ¿Cómo es que había terminado en ese sitio?
Mientras pensaba en todo aquello, mis reflejos apuntaron directamente a tratar de levantarme e intentar salir de aquel lugar, pero para mi sorpresa, al apoyar la mano en el suelo sentí como se hundía poco profundamente y la sensación también era distinta, era suave y un poco pegadiza... Era - Arena - Me había transportado a una playa ¿o es que acaso el suelo ya era de esa forma? Como fuere, debía salir de allí... O encontrar alguna forma... ¡Buscar a las personas de la otra casa! Esa era la respuesta correcta. Seguramente, por pura casualidad, podían haber terminado allí también.
Sin embargo, cuando me animé a buscar su paradero, me encontré con la sorpresa de que ya estaban allí junto a mi. Unas dos mujeres, altas y de contextura atlética... Junto a los espectros que antes habían invadido la poca tranquilidad del lugar. Me acerqué con pasos temerosos a las dos mujeres que estaban allí y me atreví a hablarles, sin muchas ganas de tener enemigos.
- Oigan... ¿Saben en qué lugar nos encontramos? - Me dirigí a ellas sin ningún aire de peleas o problemas y con curiosidad carcomiendo mi mente.
Una oleada de temor pasó por mi cuerpo cuando noté a de primera mano a los espectros, de frente... Una criaturas espeluznantes. Todo lo que debesaba era salir de allí con mucho apuro y sin recordar el lugar donde me encontraba.
- Vaya, parece que la curiosidad sí mató al gato esta vez Alh - Repetí en voz alta nuevamente mientras una desesperación corría por todo mi cuerpo. - Bueno, las cosas no pueden ser peor... - Cuesión de segundos fue lo que tomó para engullirme en una temible oscuridad repentinamente. Como si la noche se hubiese tornado de un negro absoluto, pero más que agustiado, me sentía confundido ¿Cómo es que había terminado en ese sitio?
Mientras pensaba en todo aquello, mis reflejos apuntaron directamente a tratar de levantarme e intentar salir de aquel lugar, pero para mi sorpresa, al apoyar la mano en el suelo sentí como se hundía poco profundamente y la sensación también era distinta, era suave y un poco pegadiza... Era - Arena - Me había transportado a una playa ¿o es que acaso el suelo ya era de esa forma? Como fuere, debía salir de allí... O encontrar alguna forma... ¡Buscar a las personas de la otra casa! Esa era la respuesta correcta. Seguramente, por pura casualidad, podían haber terminado allí también.
Sin embargo, cuando me animé a buscar su paradero, me encontré con la sorpresa de que ya estaban allí junto a mi. Unas dos mujeres, altas y de contextura atlética... Junto a los espectros que antes habían invadido la poca tranquilidad del lugar. Me acerqué con pasos temerosos a las dos mujeres que estaban allí y me atreví a hablarles, sin muchas ganas de tener enemigos.
- Oigan... ¿Saben en qué lugar nos encontramos? - Me dirigí a ellas sin ningún aire de peleas o problemas y con curiosidad carcomiendo mi mente.
Una oleada de temor pasó por mi cuerpo cuando noté a de primera mano a los espectros, de frente... Una criaturas espeluznantes. Todo lo que debesaba era salir de allí con mucho apuro y sin recordar el lugar donde me encontraba.
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Re: 19 Melocotones malditos [Libre] [Samhain 2019] [Cerrado]
-La madre que te pario. -Exclamé, llevándome la mano al mentón. -¿Y yo que te he hecho a ti?
Moví la mandíbula de un lado a otro comprobando que todo seguía en su sitio. Apenas tuve tiempo para recuperar el equilibro antes de ver como una espesa oscuridad se lo tragaba todo.
-¿Vey? -Me asomé por la ventana apoyando la mano en el marco. -¡Lavey!
Salté por el quicio de la ventana sin importarme lo que hubiera dentro. Mi hija estaba allí y tenía que encontrarla.
Por alguna lógica absurda mi mente pensó que en el interior de la negrura encontraría la casa que momentos antes había en el lugar, que mis pies, al caer, pisarían baldosas rotas y llenas de hierba, pero en su lugar escuché el sonido de arena compactándose bajo mi suela.
No veía nada, ni siquiera mi mano. Me agaché por instinto para comprobar que lo que sentía era realmente arena. Cogí un puñado y la dejé correr por mis dedos, aunque no la viera la sentía caer.
Me puse en pie y lentamente la oscuridad fue tomando forma, mis ojos se adaptan lo que parecía una noche eterna sin estrellas.
Lo primero que hice fue mirar al suelo, ni siquiera la costa de la isla volcánica era tan negra, después intenté orientarme. Allí parecía no haber nada, no corría el aire, no se escuchaba nada aparte de mi respiración.
Apareció una nueva línea en mi visión. Intuí que mis ojos acababan de encontrar la referencia que separaba el cielo de la tierra. Aquellos dos puntos parecían fusionarse tras cada parpadeo, pero cuando la línea volvía a surgir se podía distinguir un bulto en mitad de... no sé, de ninguna parte.
Avancé decidida, no tenía nada que perder.
Lavey estaba de rodillas en el suelo, aduras penas lograba sostener el arco sin que este se agitara como una hoja en una corriente de aire. El miedo la tenía paralizada.
La niña que estaba sobre el gato bajó de un salto y caminó hasta quedar cara a cara con la adolescente.
-Corre, niña. -Dijo Sycamore clavando sus ojos vacíos en el azul de Lavey. -Corre para que Doce Horas pueda cazarte.
-No pienso entrar en tu juego. -El gato maulló mientras la rubia decía aquello. -No te daré esa satisfacción.
A Lavey la invadía el miedo, sí, pero solo físicamente. La mente de la joven cazadora estaba más despierta que nunca.
El gato volvió a maullar.
-Lo sé, yo también lo he notado. -Respondió Sycamore girando el rostro hacia el felino. -Dejemos que Viernes se divierta con ellos.
-Porque. -Interrumpió Jani dejando al extraño perro en el suelo. -¿Porque le has hecho daño a Arancel?
-Porque... -Lavey se quedó en silencio buscando las palabras adecuadas. -Porque tenía y tengo miedo. Tú eres un fantasma y todo esto es cuanto menos aterrador, por no hablar del gato gigante, el perro enano y tu copia oscura. Me asusté. -Sentenció.
-Que no soy un fantasma. -Jani infló las mejillas y dio un pistón en el suelo.
-¿Y entonces que eres?
-Pues una niña, como tú. -Lavey levantó una ceja al escuchar a aquella cría que no tendría más de diez años. -No soy un fantasma, y punto.
Las tres jóvenes se quedaron calladas, mirándose unas a otras, al final, Jani cogió al minúsculo perro y lo acercó a Lavey. Ella también comprendía lo que era pasar miedo y entendía que la arquera se hubiera asustado.
-Pídele perdón. -Declaró mirando fijamente a Lavey. -Y no le pegues más.
Tras decir aquello volvió el silencio, que solo fue interrumpido por las palabras de la dragoncilla.
-Lo siento... -Los ojos de Vey miraron al animal y luego a la niña, y esta le dijo el nombre del perro. -Lo siento Arancel. No volveré a pegarte. -El perro ladró y comenzó a mover la cola. -Puedo, ¿puedo tocarle?
Jani asintió.
Lavey, de alguna forma, había interiorizado que aquella muchacha era buena y que todo lo que estaba sucediendo era un efecto colateral que busca protegerla.
La rubia alzó la mano y tocó la cabeza del animal usando tan solo dos de sus cinco dedos. Era tan pequeño y... suave.
No sabía cuánto tiempo lleva dando vueltas, aquel extraño bulto seguía estando en el mismo sitio. Yo no hacía más que caminar, estaba segura de que aquella cosa no se movía y sin embargo, no parecía acercarse.
Di un paso, parpadeé, ya me había acostumbrado a que la línea de fondo fuera y viniera, di otro paso y de repente choqué con el bulto que tanto tiempo llevaba siguiendo.
Era peludo y grande, volví a parpadear, hacia menos de un segundo estaba allá y ahora estaba acá... ¿Qué clase de leyes regían este mundo?
Me aparté apenas un milímetro, no quería volver a perderme, moví la cabeza y pude distinguir. Resultaba que me había chocado contra la pata del inmenso gato y no muy lejos de él... o al menos eso creía, había tres cabelleras rubias. Una de ellas era mi hija.
-Lavey.
Moví la mandíbula de un lado a otro comprobando que todo seguía en su sitio. Apenas tuve tiempo para recuperar el equilibro antes de ver como una espesa oscuridad se lo tragaba todo.
-¿Vey? -Me asomé por la ventana apoyando la mano en el marco. -¡Lavey!
Salté por el quicio de la ventana sin importarme lo que hubiera dentro. Mi hija estaba allí y tenía que encontrarla.
Por alguna lógica absurda mi mente pensó que en el interior de la negrura encontraría la casa que momentos antes había en el lugar, que mis pies, al caer, pisarían baldosas rotas y llenas de hierba, pero en su lugar escuché el sonido de arena compactándose bajo mi suela.
No veía nada, ni siquiera mi mano. Me agaché por instinto para comprobar que lo que sentía era realmente arena. Cogí un puñado y la dejé correr por mis dedos, aunque no la viera la sentía caer.
Me puse en pie y lentamente la oscuridad fue tomando forma, mis ojos se adaptan lo que parecía una noche eterna sin estrellas.
Lo primero que hice fue mirar al suelo, ni siquiera la costa de la isla volcánica era tan negra, después intenté orientarme. Allí parecía no haber nada, no corría el aire, no se escuchaba nada aparte de mi respiración.
Apareció una nueva línea en mi visión. Intuí que mis ojos acababan de encontrar la referencia que separaba el cielo de la tierra. Aquellos dos puntos parecían fusionarse tras cada parpadeo, pero cuando la línea volvía a surgir se podía distinguir un bulto en mitad de... no sé, de ninguna parte.
Avancé decidida, no tenía nada que perder.
Lavey estaba de rodillas en el suelo, aduras penas lograba sostener el arco sin que este se agitara como una hoja en una corriente de aire. El miedo la tenía paralizada.
La niña que estaba sobre el gato bajó de un salto y caminó hasta quedar cara a cara con la adolescente.
-Corre, niña. -Dijo Sycamore clavando sus ojos vacíos en el azul de Lavey. -Corre para que Doce Horas pueda cazarte.
-No pienso entrar en tu juego. -El gato maulló mientras la rubia decía aquello. -No te daré esa satisfacción.
A Lavey la invadía el miedo, sí, pero solo físicamente. La mente de la joven cazadora estaba más despierta que nunca.
El gato volvió a maullar.
-Lo sé, yo también lo he notado. -Respondió Sycamore girando el rostro hacia el felino. -Dejemos que Viernes se divierta con ellos.
-Porque. -Interrumpió Jani dejando al extraño perro en el suelo. -¿Porque le has hecho daño a Arancel?
-Porque... -Lavey se quedó en silencio buscando las palabras adecuadas. -Porque tenía y tengo miedo. Tú eres un fantasma y todo esto es cuanto menos aterrador, por no hablar del gato gigante, el perro enano y tu copia oscura. Me asusté. -Sentenció.
-Que no soy un fantasma. -Jani infló las mejillas y dio un pistón en el suelo.
-¿Y entonces que eres?
-Pues una niña, como tú. -Lavey levantó una ceja al escuchar a aquella cría que no tendría más de diez años. -No soy un fantasma, y punto.
Las tres jóvenes se quedaron calladas, mirándose unas a otras, al final, Jani cogió al minúsculo perro y lo acercó a Lavey. Ella también comprendía lo que era pasar miedo y entendía que la arquera se hubiera asustado.
-Pídele perdón. -Declaró mirando fijamente a Lavey. -Y no le pegues más.
Tras decir aquello volvió el silencio, que solo fue interrumpido por las palabras de la dragoncilla.
-Lo siento... -Los ojos de Vey miraron al animal y luego a la niña, y esta le dijo el nombre del perro. -Lo siento Arancel. No volveré a pegarte. -El perro ladró y comenzó a mover la cola. -Puedo, ¿puedo tocarle?
Jani asintió.
Lavey, de alguna forma, había interiorizado que aquella muchacha era buena y que todo lo que estaba sucediendo era un efecto colateral que busca protegerla.
La rubia alzó la mano y tocó la cabeza del animal usando tan solo dos de sus cinco dedos. Era tan pequeño y... suave.
No sabía cuánto tiempo lleva dando vueltas, aquel extraño bulto seguía estando en el mismo sitio. Yo no hacía más que caminar, estaba segura de que aquella cosa no se movía y sin embargo, no parecía acercarse.
Di un paso, parpadeé, ya me había acostumbrado a que la línea de fondo fuera y viniera, di otro paso y de repente choqué con el bulto que tanto tiempo llevaba siguiendo.
Era peludo y grande, volví a parpadear, hacia menos de un segundo estaba allá y ahora estaba acá... ¿Qué clase de leyes regían este mundo?
Me aparté apenas un milímetro, no quería volver a perderme, moví la cabeza y pude distinguir. Resultaba que me había chocado contra la pata del inmenso gato y no muy lejos de él... o al menos eso creía, había tres cabelleras rubias. Una de ellas era mi hija.
-Lavey.
Reivy Abadder
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Re: 19 Melocotones malditos [Libre] [Samhain 2019] [Cerrado]
No sabía cuánto andaba, no sabía siquiera si estaba andando. Ella movía sus piernas, notaba un esfuerzo, un mínimo trabajo de desgaste sobre aquella extraña arena, pero su visión espacial quedaba muy lejos de interpretar bien lo que estaba pasando.
Pudo ver dos bultos en la lejanía. Era lo mejor que tenía en ese momento, así que se acercó a ellos.
Sin saber muy bien cómo, y sin notarlo, pasó de tenerlos lejos a tenerlos prácticamente a un par de metros.
-Eh, ¿Qué es este sitio? ¿Quiénes sois?-Preguntó la bruja directamente, sin dar lugar a las presentaciones.
A pesar de la negrura del ambiente, a esos dos tipos sí que se les podía ver bien. Curioso.
Uno llevaba un hacha, otro un arco. Se giraron para ver a la rubia. No hablaron. Notó pasos a su espalda, una cuarta persona se acercaba a esa espontánea reunión grupal.
Helena se volteó ligeramente y pudo ver que se trataba del tipo de antes que la miraba lascivamente. Este alzó tímidamente su mano y saludó a la Rhodes.
—¡Mana Hyven! —-Volvió a repetir. Acto seguido, le dijo algo a los otros dos en un lenguaje que le era completamente incomprensible.
La bruja frunció el ceño y miró a los otros dos, extrañada. Parecía que conocían al paleto, eso les convertía también en paletos; el paleto fuerte del hacha, el paleto flacucho del arco y el paleto gordo del cuchillo. Casi parecían una familia.
Algo le olía mal a Helena, ahora no le gustaba cómo la miraban los otros dos. Era mejor escapar de allí. Los tres paletos seguían hablando entre ellos.
-Será mejor que me vaya... Sí...-Dio el primer paso y entonces notó cómo el tipo del hacha hizo un movimiento hostil.
El paleto del cuchillo pareció apaciguarle. No quería que le hicieran daño a la rubia. Era todo demasiado extraño.
-Oye, ni se te ocurra-Señaló al del hacha, acusadora.
Este refutó y rechazó completamente la idea de su hermano; capturaría a la chica. Alzó su hacha y cuando llegó al punto más alto, esta hizo una trayectoria descendente justo sobre la cabeza de Helena. Esta rodó hacia un lado esquivando el ataque del paleto.
-¡PERO QUÉ HACES!-Se abalanzó hacia su agresor y le propinó un buen puñetazo en la nariz. Acto seguido, se escurrió a su espalda y se montó en sus hombros, desde ahí empezó a propinarle golpes en la cabeza.
El paleto del arco intentó ayudar a su hermano, mientras que la intención del gordinflón del cuchillo era apaciguar la situación para que dejaran a Helena con vida y convencer a sus hermanos para llevársela de allí con vida.
El forcejeo acabó con el fortachón del hacha agarrando a Helena por el cuello, quitándosela así de encima. El paleto del hacha entonces agarró a su hermano el gordinflón para que no se entrometiese.
El fortachón tiró a Helena al suelo con fuerza y esta rodó por la arena.
La rubia hizo el amago de levantarse, pero antes de eso levantó la mirada y pudo ver cómo el paleto del hacha se disponía a acabar con su vida tal y como lo quería haber hecho desde un principio. De nuevo, alzó su hacha. Pero, antes de bajarla, Helena ya se había preparado para contrarrestar cualquier ataque. Sus brazos adoptaron su característica tonalidad pálida y azulada que anunciaba que la rubia se preparaba para lanzar algún hechizo. En un abrir y cerrar de ojos, extendió la palma de su mano y lanzó una estaca de hielo contra el hostil [1].
Después de eso, y aprovechando la confusión que generó el hechizo, salió corriendo. Dejando atrás a los tres paletos.
Sentía que corría, sentía un esfuerzo, pero no notara que avanzase. Estaba en las mismas que antes.
De pronto, pudo ver a otros tantos bultos en la lejanía. Sin quererlo, pero de forma forzada, se acercó a ellos. No lo entendía muy bien, era como si las distancias y los espacios fuesen realmente más pequeños de lo que ella veía, pero al mismo tiempo notaba como si hubiese recorrido grandes distancias.
Era un grupo numeroso; unas cuantas niñas, una mujer, un tipo y un monstruo enorme. No hacían falta las aclaraciones, debían ser hostiles. Todavía seguía con la tonalidad de sus brazos en alerta, pero por suerte no se le podían ver por los ropajes que llevaba, tan solo alguien muy perspicaz podía notarlo en sus manos.
Con un breve espasmo de su muñeca izquierda, descubrió su daga oculta, y con un fugaz movimiento con su otro brazo, agarró de su faja la otra daga.
-Y vosotros, ¡¿Quiénes sois!?-Preguntó a la defensiva.
____________________________________________
Off:
-Habilidad usada: Estaca de Hielo [1]
Runa lanzada:
Muy buena: La estaca atraviesa la cara del paleto y lo fulmina
Buena: La estaca se clava en la cara del paleto y lo mata de una forma agónica y lenta
Neutra: La estaca se clava en el hombro derecho del paleto y deja esa extremidad inutilizada
Mala: La estaca falla
Muy Mala: La estaca falla
Pudo ver dos bultos en la lejanía. Era lo mejor que tenía en ese momento, así que se acercó a ellos.
Sin saber muy bien cómo, y sin notarlo, pasó de tenerlos lejos a tenerlos prácticamente a un par de metros.
-Eh, ¿Qué es este sitio? ¿Quiénes sois?-Preguntó la bruja directamente, sin dar lugar a las presentaciones.
A pesar de la negrura del ambiente, a esos dos tipos sí que se les podía ver bien. Curioso.
Uno llevaba un hacha, otro un arco. Se giraron para ver a la rubia. No hablaron. Notó pasos a su espalda, una cuarta persona se acercaba a esa espontánea reunión grupal.
Helena se volteó ligeramente y pudo ver que se trataba del tipo de antes que la miraba lascivamente. Este alzó tímidamente su mano y saludó a la Rhodes.
—¡Mana Hyven! —-Volvió a repetir. Acto seguido, le dijo algo a los otros dos en un lenguaje que le era completamente incomprensible.
La bruja frunció el ceño y miró a los otros dos, extrañada. Parecía que conocían al paleto, eso les convertía también en paletos; el paleto fuerte del hacha, el paleto flacucho del arco y el paleto gordo del cuchillo. Casi parecían una familia.
Algo le olía mal a Helena, ahora no le gustaba cómo la miraban los otros dos. Era mejor escapar de allí. Los tres paletos seguían hablando entre ellos.
-Será mejor que me vaya... Sí...-Dio el primer paso y entonces notó cómo el tipo del hacha hizo un movimiento hostil.
El paleto del cuchillo pareció apaciguarle. No quería que le hicieran daño a la rubia. Era todo demasiado extraño.
-Oye, ni se te ocurra-Señaló al del hacha, acusadora.
Este refutó y rechazó completamente la idea de su hermano; capturaría a la chica. Alzó su hacha y cuando llegó al punto más alto, esta hizo una trayectoria descendente justo sobre la cabeza de Helena. Esta rodó hacia un lado esquivando el ataque del paleto.
-¡PERO QUÉ HACES!-Se abalanzó hacia su agresor y le propinó un buen puñetazo en la nariz. Acto seguido, se escurrió a su espalda y se montó en sus hombros, desde ahí empezó a propinarle golpes en la cabeza.
El paleto del arco intentó ayudar a su hermano, mientras que la intención del gordinflón del cuchillo era apaciguar la situación para que dejaran a Helena con vida y convencer a sus hermanos para llevársela de allí con vida.
El forcejeo acabó con el fortachón del hacha agarrando a Helena por el cuello, quitándosela así de encima. El paleto del hacha entonces agarró a su hermano el gordinflón para que no se entrometiese.
El fortachón tiró a Helena al suelo con fuerza y esta rodó por la arena.
La rubia hizo el amago de levantarse, pero antes de eso levantó la mirada y pudo ver cómo el paleto del hacha se disponía a acabar con su vida tal y como lo quería haber hecho desde un principio. De nuevo, alzó su hacha. Pero, antes de bajarla, Helena ya se había preparado para contrarrestar cualquier ataque. Sus brazos adoptaron su característica tonalidad pálida y azulada que anunciaba que la rubia se preparaba para lanzar algún hechizo. En un abrir y cerrar de ojos, extendió la palma de su mano y lanzó una estaca de hielo contra el hostil [1].
Después de eso, y aprovechando la confusión que generó el hechizo, salió corriendo. Dejando atrás a los tres paletos.
Sentía que corría, sentía un esfuerzo, pero no notara que avanzase. Estaba en las mismas que antes.
De pronto, pudo ver a otros tantos bultos en la lejanía. Sin quererlo, pero de forma forzada, se acercó a ellos. No lo entendía muy bien, era como si las distancias y los espacios fuesen realmente más pequeños de lo que ella veía, pero al mismo tiempo notaba como si hubiese recorrido grandes distancias.
Era un grupo numeroso; unas cuantas niñas, una mujer, un tipo y un monstruo enorme. No hacían falta las aclaraciones, debían ser hostiles. Todavía seguía con la tonalidad de sus brazos en alerta, pero por suerte no se le podían ver por los ropajes que llevaba, tan solo alguien muy perspicaz podía notarlo en sus manos.
Con un breve espasmo de su muñeca izquierda, descubrió su daga oculta, y con un fugaz movimiento con su otro brazo, agarró de su faja la otra daga.
-Y vosotros, ¡¿Quiénes sois!?-Preguntó a la defensiva.
____________________________________________
Off:
-Habilidad usada: Estaca de Hielo [1]
Runa lanzada:
Muy buena: La estaca atraviesa la cara del paleto y lo fulmina
Buena: La estaca se clava en la cara del paleto y lo mata de una forma agónica y lenta
Neutra: La estaca se clava en el hombro derecho del paleto y deja esa extremidad inutilizada
Mala: La estaca falla
Muy Mala: La estaca falla
Helena Rhodes
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Re: 19 Melocotones malditos [Libre] [Samhain 2019] [Cerrado]
El miembro 'Helena Rhodes' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: 19 Melocotones malditos [Libre] [Samhain 2019] [Cerrado]
En algún lugar del limitado, pero aparentemente extenso mundo de Calalini un roedor sin cola, del tamaño de un perro grande, corría por la basta oscuridad saboteando las insulsas trampas humanas que los impuros habían colocado. Aquella rata se llamaba Viernes, y parecía ser el animal de Calalini que más odio le tenía a la humanidad.
Por el camino Viernes se había topado con un pelirrojo que lloraba buscando a su madre, él pobre no tuvo ninguna oportunidad contra el mordisco de la rata. Viernes era lista, y jugó con las desventajas sensoriales del ser de carne. La alimaña gigante, de extraños ojos rosáceos, se paró junto al cuerpo y tras limpiarse los bigotes continuó su camino, tenía que regresar con los suyos.
Miré a mi hija con el miedo todavía en el cuerpo, estaba deseando avanzar junto a ella ¿pero y si soltaba al gato y todo volvía a alejarse? Lavey se puso en pie y caminó hacia mí. De alguna forma el tiempo y el espacio avanzaban con normalidad al rededor del espectro.
-¿Cómo salimos de aquí? -Miraba a los animales y las niñas horripilantes. -¿Que es este lugar?
Mis brazos rodeaban los hombros de Lavey de forma protectora. La niña que se autodenominaba Jani abrió la boca para contestar, pero la segunda rubia, la de los ojos vacíos, soltó una carcajada y señaló hacia un punto del vacío.
-Tienes cosas más importantes que hacer, reptil. -Sycamore se subió de un salto al lomo del gato. -Nuestros inesperados visitantes han venido a buscaros.
Me giré hacia donde la niña señalaba y vi venir corriendo a la mujer que me había golpeado. En este extraño mundo cualquier cosa que no fuera negra se me antojaba como una especia de milagro.
-¿Que visitantes?
Todos los fantasmas, salvo uno, se esfumaron antes de que terminara la pregunta. Ahora solo quedamos mi hija, yo, la mujer agresiva y un trio de hombres que claramente no tenían buenas intenciones.
-¿Limoncia? -Lavey se separó de mí y observó a la mujer. -¡Si! es Limoncia. ¿Te acuerda de ella, Centella? -Ahora yo también miraba a la mujer. Negué con la cabeza. -Estaba con nosotras el día que le quite a un hombre una oreja de un flechazo.
-Oh, la amiga de Tapón. Si, ya me acuerdo. -Levanté una ceja al oír la pregunta de Limoncia. -Ya me estoy cansado de tanta preguntita, dejemos las presentaciones para luego. Por ahora somos las que no queremos matarte.
Jani se había puesto tras Lavey y poyaba sus manos contra la espalda de la adolescente, como si temiera las represalias de la otra mujer o de los hombres que estaban cada vez más cerca. Uno tenía un hacha, otro portaba un arco y el tercero una estaca de hielo en el hombro.
Me transforme rápidamente, demasiado rápido, pero era preferible sufrir unas cuantas roturas de tendones, huesos y ligamentos y morirse. Los cambios de forma nunca eran placenteros.
El dolor hizo que se intensificara la corriente eléctrica que cubría mi cuerpo, tenía la esperanza de la luz violácea de mis escamas dieran una visión amplia del lugar en el que nos encontrábamos, pero apenas lograba iluminar una área de ocho metros.
Moví el cuello hasta que mi cabeza apuntó al hombre con la estaca de hielo y, centrándome en ese punto, lancé una descarga1. El impacto fue instantáneo y el relámpago iluminó por un segundo toda la zona, el agua dirigió con facilidad la electricidad a través del cuerpo que cayó fulminado al suelo. El rayo se había bifurcado con el impacto alcanzando también al arquero.
El hombre se retorció de dolor y soltó su arma. Al contrario que Lavey que había sacado la suya y apuntaba con una flecha llameante hacia el maltrecho humano. La flecha salió despedida generando potentes ondas de calor por el ambiente, el fuego se iba extendiendo por el aire quemando todo lo que tocaba hasta que el proyectil alcanzo a su objetivo2. El enemigo ahora no solo sufría las quemaduras y parálisis momentáneas de una descarga eléctrica, sino que ahora disfrutaba del cálido mordisco de la flecha que atravesaba su hígado. Los gritos de agonía cesaron en unos segundos.
___________
Off:
1: habilidad Centella Dividida.
2: habilidad Descarga de calor.
Por el camino Viernes se había topado con un pelirrojo que lloraba buscando a su madre, él pobre no tuvo ninguna oportunidad contra el mordisco de la rata. Viernes era lista, y jugó con las desventajas sensoriales del ser de carne. La alimaña gigante, de extraños ojos rosáceos, se paró junto al cuerpo y tras limpiarse los bigotes continuó su camino, tenía que regresar con los suyos.
Miré a mi hija con el miedo todavía en el cuerpo, estaba deseando avanzar junto a ella ¿pero y si soltaba al gato y todo volvía a alejarse? Lavey se puso en pie y caminó hacia mí. De alguna forma el tiempo y el espacio avanzaban con normalidad al rededor del espectro.
-¿Cómo salimos de aquí? -Miraba a los animales y las niñas horripilantes. -¿Que es este lugar?
Mis brazos rodeaban los hombros de Lavey de forma protectora. La niña que se autodenominaba Jani abrió la boca para contestar, pero la segunda rubia, la de los ojos vacíos, soltó una carcajada y señaló hacia un punto del vacío.
-Tienes cosas más importantes que hacer, reptil. -Sycamore se subió de un salto al lomo del gato. -Nuestros inesperados visitantes han venido a buscaros.
Me giré hacia donde la niña señalaba y vi venir corriendo a la mujer que me había golpeado. En este extraño mundo cualquier cosa que no fuera negra se me antojaba como una especia de milagro.
-¿Que visitantes?
Todos los fantasmas, salvo uno, se esfumaron antes de que terminara la pregunta. Ahora solo quedamos mi hija, yo, la mujer agresiva y un trio de hombres que claramente no tenían buenas intenciones.
-¿Limoncia? -Lavey se separó de mí y observó a la mujer. -¡Si! es Limoncia. ¿Te acuerda de ella, Centella? -Ahora yo también miraba a la mujer. Negué con la cabeza. -Estaba con nosotras el día que le quite a un hombre una oreja de un flechazo.
-Oh, la amiga de Tapón. Si, ya me acuerdo. -Levanté una ceja al oír la pregunta de Limoncia. -Ya me estoy cansado de tanta preguntita, dejemos las presentaciones para luego. Por ahora somos las que no queremos matarte.
Jani se había puesto tras Lavey y poyaba sus manos contra la espalda de la adolescente, como si temiera las represalias de la otra mujer o de los hombres que estaban cada vez más cerca. Uno tenía un hacha, otro portaba un arco y el tercero una estaca de hielo en el hombro.
Me transforme rápidamente, demasiado rápido, pero era preferible sufrir unas cuantas roturas de tendones, huesos y ligamentos y morirse. Los cambios de forma nunca eran placenteros.
El dolor hizo que se intensificara la corriente eléctrica que cubría mi cuerpo, tenía la esperanza de la luz violácea de mis escamas dieran una visión amplia del lugar en el que nos encontrábamos, pero apenas lograba iluminar una área de ocho metros.
Moví el cuello hasta que mi cabeza apuntó al hombre con la estaca de hielo y, centrándome en ese punto, lancé una descarga1. El impacto fue instantáneo y el relámpago iluminó por un segundo toda la zona, el agua dirigió con facilidad la electricidad a través del cuerpo que cayó fulminado al suelo. El rayo se había bifurcado con el impacto alcanzando también al arquero.
El hombre se retorció de dolor y soltó su arma. Al contrario que Lavey que había sacado la suya y apuntaba con una flecha llameante hacia el maltrecho humano. La flecha salió despedida generando potentes ondas de calor por el ambiente, el fuego se iba extendiendo por el aire quemando todo lo que tocaba hasta que el proyectil alcanzo a su objetivo2. El enemigo ahora no solo sufría las quemaduras y parálisis momentáneas de una descarga eléctrica, sino que ahora disfrutaba del cálido mordisco de la flecha que atravesaba su hígado. Los gritos de agonía cesaron en unos segundos.
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Off:
1: habilidad Centella Dividida.
2: habilidad Descarga de calor.
Reivy Abadder
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Re: 19 Melocotones malditos [Libre] [Samhain 2019] [Cerrado]
¿Se había enamorado alguna vez? Hasta entonces, ignorante de ella, había pensado que sí, de muchas personas. Nine estaba enamorada de sus padres, como es lógico y normal. El amor maternal y paternal es el primero que uno que reconoce. También estaba enamorada de sus hermanos mayores, eran un encanto. Todo lo que sabía sobre la caza, lo cual era mucho, y sobre matemática, que era bien poquito, lo había aprendido a través de sus hermanos. Y, como no podía ser de otra manera, Nine estaba enamorada de un chico de Ulmer, Silas se llamaba. Con él había tenido su primer encuentro con el sexo masculino. ¡Y qué encuentro! El recuerdo le causaba tanta ternura como espanto. Hubo dolor, pero también mucho amor. O, mejor dicho, creyó que aquello era amor. Nine empezaba a comprender que el concepto que tenía sobre el amor antes de morir no era el adecuado. No se había enamorado de sus padres ni de sus hermanos, y muchos menos de Silas, por muy guapo que el fuera. La Nine viva jamás se había enamorado. La Nine muerta, en cambio, obtuvo el privilegio de enamorarse por primera en toda su vida (en toda su muerte).
Nine muerta confesó haberse enamorado de Karina Ragnhild. Lo dijo, sin más, las palabras se le escaparon de su boca, aunque, siendo exactos, Nine carecía de una boca. Los gemelos la había partida por la mitad como si fuera un gallina asada. Cada uno con su mitad correspondiente, la llevaron hacia a una casa sucia y maltrecha, el lugar menos indicado para tener una primera cita. La prepararon, emplataron y sirvieron para comer. Que te vayan a comer tampoco es el mejor plan para una primera cita, pero ella supo arreglarlo. Esposa fue buena con Nine, mejor de lo que fueron sus padres y sus hermanos. No sentía ningún dolor, cosa que con Silas siempre dolía, y, sin embargo, no había sentido mayor amor en toda su vida hacia una persona. Nine se había enamorado, y estaba vez de verdad. Lo dijo, no fue culpa suya. Simplemente lo dijo: Karina, te amo.
Cuando los chicos se marcharon, Karina Ragnhild (Nine empezó a acostumbrarse a llamarla Esposa) recogió los diferentes pedazos de chica que había sobre la mesa y los unió como si fuera un rompe cabezas que le faltaban algunas piezas y otras estaban mordisqueadas. Karina se sentó al lado de la cabeza, separada en dos mitades. Se quedó un rato acariciando la nuca de Nine como Silas lo hacía, pero sin apretar las uñas (con Silas siempre dolía). Mientras, los miembros de Nine tuvieron espasmos encima de la mesa. Hilos de carne surgieron por las hendiduras y se enlazaron unos con otros.
—Tengo un encargo para ti, mi querida Nine. ¿Lo cumplirás? Sí, claro que sí, eres una buena chica. Sabes muy bien lo que tienes que hacer para seguir siendo una buena chica — Nine hizo ademán de afirmar con la cabeza, pero ésta se movió de forma esporádica —. Quiero que me traigas a unas personas para que se unan a nuestro banquete. ¿Lo harás? — levantó a ambas mitades de la cabeza de Nine, las cuales no se habían unido todavía al resto del cuerpo — ¿Lo harás por mí? — juntó las mitades de la cabeza y la besó en los labios — Yo también te quiero, Nine.
A Tevyn le costó levantarse del suelo, Pevyn tuvo que ayudarle. El hechizo de la bruja dejado inconsciente unos segundos y causado heridas que Tevyn no sabía reconocer. ¿Esto es lo que llaman cortes? Se levantó la camisa roída. Apenas tenía unos rasguños superficiales en el torso, pero el interior del pecho de dolía como si se hubiera tragado una comadreja viva y ésta estuviera batiéndose para escapar del estómago.
—Duele mucho, mano — dijo Tevyn lastimosamente.
Pevyn puso una mano encima del hombro de Tevyn para reconfortarlo. Se le pasará. Esposa cuidaba de él, cuidaba de todos. No les dejaría morir en una playa cualquiera, lejos de casa, lejos de La Carnicería.
—¿Dónde está mano Devyn? — preguntó Tevyn.
Pevyn respondió encogiéndose de hombros. No lo sabía y, a estas alturas de la cacería, no se iba a preocupar por él. Estaban muy cerca de las presas, podía olerles. La carne de dragón… Esposa tenía razón. Si sabe tan bien como huele, debe ser deliciosa. Un manjar de Dioses cedido con agrado a los humanos.
Tevyn recuperó el hacha que había dejado caer cuando mana Hyven le golpeó. Dedicó una mirada cómplice a Pevyn como si estuviera preguntándole si podía partir a mana Hyven en dos como lo había hecho con Nine. Pevyn, que lo entendió a la perfección, dijo que no con la cabeza a la vez que arrancaba una flecha que tenía clavada en el hombro. ¿De dónde había salido? Tevyn ya estaba inconsciente durante la lluvia de flecha, como también lo estuvo en el momento que el rayó de la dragona impactó en su cuerpo.
De vuelta a la cacería.
Devyn recordaba el lugar por dónde había entrado a la playa. Ahí debía haber una ventana que diera a La Carnecería, pero no había nada, solo palmeras más altas que dos casas juntas. Devyn cruzó los brazos y golpeó la arena con el tacón del pie derecho. Se estaba impacientando. Esposa decía que ella no retrasaría, que llegaría a tiempo para convertir las palmeras en arena y la arena en polvo. La voz de Esposaba resonaba en el interior de la cabeza de Devyn como si fuera un pájaro condenado a cantar siempre la misma nota. Ella vendrá. Ella vendrá.
Y ella llegó.
Nine entró a la isla desierta por el mismo lugar por el que entró Devyn y la bruja antes que él. Su aspecto no era diferente del que había dejado en la mesa con Esposa. La única diferencia es que los miembros de sus cuerpos se habían unido de nuevo y que se había vestido para ocultar, en la medida de lo posible, las marcas de dientes. Tenía un aspecto delicioso. Devyn se relamió al ver a la chica.
—Por aquí, comida. Están por aquí — Devyn cogió de la mano a Nine y le indició dónde se encontraban sus hermanos.
Nine abrió la boca dejando escapar un enjambre de pequeños insectos que se esparcían por toda la isla como si fuera una especie de gas. A medida que la chica (muerta) seguía avanzado, la isla desparecía para traer de vuelta a la realidad.
—Están ahí, en el salón. Creían estar al lado del agua, pero están al lado de sillas — continuó Devyn —. En el salón hay trampas. Hay trampas en la casa. Mis manos y yo las ponemos. Son… para el banquete. Para traer comida como tú al banquete.
Las palmeras se convirtieron en arena y la arena en polvo. Donde antes había un helecho, apareció una chimenea apagada. El agua del mar desapareció, dejando en su lugar una mesa redonda con las patas roídas por el paso del tiempo y tres de sillas tan malgastadas como la mesa. La vuelta a la realidad causó una sensación de desorientación y pérdida del equilibrio por parte de aquellos que habían estado en Calini. Helena tropezó en sus propios pies, cayendo de culo en una silla. Ésta, vieja como era, no aguantó el peso de la bruja y cedió con ella encima.
La voz de Karina Ragnhild resonaba por todo el edificio, por toda la ciudad. Su ciudad. Era una voz cantarina que no decía nada en particular. Parecía que estuviera preparando la voz antes de disponerse a cantar. Karina Ragnhild solo canta durante los grandes banquetes. El hechizo aumentó de intensidad en el momento que la mesa redonda se cerró con Jani dentro. De las esquinas de la mesa emergió una multitud de sierras dentadas. La mesa se convirtió en una boca de afilados dientes. Su comida, sería la niña Jani. La trampa no tuvo efecto. Jani la traspasó. Para bien o para mal, para bien en este caso, ningún objeto físico podía tocar a Jani.
Pevyn y Tevyn divisaron a la comida del banquete: las dragonas y la bruja. Devyn levantó la cabeza del cuello de Nine. No pudo resistir la tentación de hincar el diente a la muerta enamorada.
* Tirón de orejas: No habéis obedecido las instrucciones que os dejé y he creído conveniente interrumpir el tema y plantearlos nuevas dificultades, amén de depositaros de algunas ventajas las cuales había dispuesta. Hablo ahora en general y luego concretaré algunas instrucciones a cada uno:
* Calini ha desparecido. Karina Ragnhild ha deshecho la ilusión. No podréis acceder a la isla durante el resto del tema. Jani queda en el mundo real.
* Se añade nuevo npc (pateable), Nine. Es un cadáver que ha vuelto a caminar obra y gracia de los hechizos de Karina Ragnhild. La vampiresa ha alzado a Nine con la magia de voz lo cual le permite comunicarse a través de ella. Esto significa: poderes de señora de la voz nivel 7 en la misma casa en la que os encontráis.
* Todos recibís una pérdida en destreza de 10 puntos durante los próximos 2 turnos. Esta pérdida de destreza se traduce en lentitud y torpeza.
* Vuestros ataques anteriores han sido insuficientes para derrotar a los chicos de Karina. Ellos están potenciados por la magia de la vampiresa.
Helena Rhodes: te indiqué que a cada turno me hablases por mp. Esto era, simplemente, para saber qué línea seguís, si tenéis alguna idea planteada de antemano y añadiros nuevas dificultades a través de ti. Quería probar esta mecánica porque creo que puede ser más dinámico que si posteo yo a cada vez. Quizás no lo hiciste anteriormente porque me he explicado mal o porque no te has dado cuenta, la emoción del momento (a mí también me pasa). Esto mismo tengo que castigarlo de alguna manera, es lo justo. Pevyn y Tevyn salen ilesos y tendrás que enfrentarte a ellos en una casa que está repleta de trampas que ellos han colocado. Lo que antes era un trabajo para dos usuarios, ahora es solo para ti.
Esto no quita que me tengas que hablar por mp a cada turno que pase. Insisto, quiero probar esta mecánica. A través de ti añadiré nuevas dificultades y solucionaré los problemas planteados. Tienes que ser tú quien me mande el mp simplemente para facilitarme las cosas.
Reivy Abadder: en mi anterior intervención indiqué que tenías que enfrentarte a Tevyn y Pevyn. No estarías sola, sino que estarías con Alhaster. Mi sorpresa está en que, al final, es Helena quien se acaba adjudicando a todos los personajes, siendo tú quien los rematase. La idea inicial fue la dividir los combates, Alhaster y tú contra Pevyn y Tevyn y Helena contra Devyn. Cuando terminasen estos combates, iríamos a por Karina. De nuevo, no habéis hecho caso de las indicaciones que os di. Ahora, las circunstancias han cambiado. Deberás enfrentarte a Devyn y Nine. No será tarea fácil. Nine, pese a ser un cuerpo sin vida, posee la voz de Karina, vuelvo y repito, habilidades de una vampiresa nivel 7.
General: antes de saltar el turno a un usuario, Alhaster en este caso, agradecería que me preguntarais. En un tema libre convencional no pasa nada, pero aquí ha habido una intervención Master, las cosas cambian. Y es que, a si hubiera sabido que Alhaster abandonaba el tema, os habría facilitado la partida quizás cargándome a uno de los chicos retrasados o disminuyendo el nivel de Karina. Por no hacerlo, os tendréis que afrentar a un peligro mucho mayor y con las nuevas dificultades añadidas tras vuestra desobediencia.
Nine muerta confesó haberse enamorado de Karina Ragnhild. Lo dijo, sin más, las palabras se le escaparon de su boca, aunque, siendo exactos, Nine carecía de una boca. Los gemelos la había partida por la mitad como si fuera un gallina asada. Cada uno con su mitad correspondiente, la llevaron hacia a una casa sucia y maltrecha, el lugar menos indicado para tener una primera cita. La prepararon, emplataron y sirvieron para comer. Que te vayan a comer tampoco es el mejor plan para una primera cita, pero ella supo arreglarlo. Esposa fue buena con Nine, mejor de lo que fueron sus padres y sus hermanos. No sentía ningún dolor, cosa que con Silas siempre dolía, y, sin embargo, no había sentido mayor amor en toda su vida hacia una persona. Nine se había enamorado, y estaba vez de verdad. Lo dijo, no fue culpa suya. Simplemente lo dijo: Karina, te amo.
Cuando los chicos se marcharon, Karina Ragnhild (Nine empezó a acostumbrarse a llamarla Esposa) recogió los diferentes pedazos de chica que había sobre la mesa y los unió como si fuera un rompe cabezas que le faltaban algunas piezas y otras estaban mordisqueadas. Karina se sentó al lado de la cabeza, separada en dos mitades. Se quedó un rato acariciando la nuca de Nine como Silas lo hacía, pero sin apretar las uñas (con Silas siempre dolía). Mientras, los miembros de Nine tuvieron espasmos encima de la mesa. Hilos de carne surgieron por las hendiduras y se enlazaron unos con otros.
—Tengo un encargo para ti, mi querida Nine. ¿Lo cumplirás? Sí, claro que sí, eres una buena chica. Sabes muy bien lo que tienes que hacer para seguir siendo una buena chica — Nine hizo ademán de afirmar con la cabeza, pero ésta se movió de forma esporádica —. Quiero que me traigas a unas personas para que se unan a nuestro banquete. ¿Lo harás? — levantó a ambas mitades de la cabeza de Nine, las cuales no se habían unido todavía al resto del cuerpo — ¿Lo harás por mí? — juntó las mitades de la cabeza y la besó en los labios — Yo también te quiero, Nine.
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A Tevyn le costó levantarse del suelo, Pevyn tuvo que ayudarle. El hechizo de la bruja dejado inconsciente unos segundos y causado heridas que Tevyn no sabía reconocer. ¿Esto es lo que llaman cortes? Se levantó la camisa roída. Apenas tenía unos rasguños superficiales en el torso, pero el interior del pecho de dolía como si se hubiera tragado una comadreja viva y ésta estuviera batiéndose para escapar del estómago.
—Duele mucho, mano — dijo Tevyn lastimosamente.
Pevyn puso una mano encima del hombro de Tevyn para reconfortarlo. Se le pasará. Esposa cuidaba de él, cuidaba de todos. No les dejaría morir en una playa cualquiera, lejos de casa, lejos de La Carnicería.
—¿Dónde está mano Devyn? — preguntó Tevyn.
Pevyn respondió encogiéndose de hombros. No lo sabía y, a estas alturas de la cacería, no se iba a preocupar por él. Estaban muy cerca de las presas, podía olerles. La carne de dragón… Esposa tenía razón. Si sabe tan bien como huele, debe ser deliciosa. Un manjar de Dioses cedido con agrado a los humanos.
Tevyn recuperó el hacha que había dejado caer cuando mana Hyven le golpeó. Dedicó una mirada cómplice a Pevyn como si estuviera preguntándole si podía partir a mana Hyven en dos como lo había hecho con Nine. Pevyn, que lo entendió a la perfección, dijo que no con la cabeza a la vez que arrancaba una flecha que tenía clavada en el hombro. ¿De dónde había salido? Tevyn ya estaba inconsciente durante la lluvia de flecha, como también lo estuvo en el momento que el rayó de la dragona impactó en su cuerpo.
De vuelta a la cacería.
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Devyn recordaba el lugar por dónde había entrado a la playa. Ahí debía haber una ventana que diera a La Carnecería, pero no había nada, solo palmeras más altas que dos casas juntas. Devyn cruzó los brazos y golpeó la arena con el tacón del pie derecho. Se estaba impacientando. Esposa decía que ella no retrasaría, que llegaría a tiempo para convertir las palmeras en arena y la arena en polvo. La voz de Esposaba resonaba en el interior de la cabeza de Devyn como si fuera un pájaro condenado a cantar siempre la misma nota. Ella vendrá. Ella vendrá.
Y ella llegó.
Nine entró a la isla desierta por el mismo lugar por el que entró Devyn y la bruja antes que él. Su aspecto no era diferente del que había dejado en la mesa con Esposa. La única diferencia es que los miembros de sus cuerpos se habían unido de nuevo y que se había vestido para ocultar, en la medida de lo posible, las marcas de dientes. Tenía un aspecto delicioso. Devyn se relamió al ver a la chica.
—Por aquí, comida. Están por aquí — Devyn cogió de la mano a Nine y le indició dónde se encontraban sus hermanos.
Nine abrió la boca dejando escapar un enjambre de pequeños insectos que se esparcían por toda la isla como si fuera una especie de gas. A medida que la chica (muerta) seguía avanzado, la isla desparecía para traer de vuelta a la realidad.
—Están ahí, en el salón. Creían estar al lado del agua, pero están al lado de sillas — continuó Devyn —. En el salón hay trampas. Hay trampas en la casa. Mis manos y yo las ponemos. Son… para el banquete. Para traer comida como tú al banquete.
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Las palmeras se convirtieron en arena y la arena en polvo. Donde antes había un helecho, apareció una chimenea apagada. El agua del mar desapareció, dejando en su lugar una mesa redonda con las patas roídas por el paso del tiempo y tres de sillas tan malgastadas como la mesa. La vuelta a la realidad causó una sensación de desorientación y pérdida del equilibrio por parte de aquellos que habían estado en Calini. Helena tropezó en sus propios pies, cayendo de culo en una silla. Ésta, vieja como era, no aguantó el peso de la bruja y cedió con ella encima.
La voz de Karina Ragnhild resonaba por todo el edificio, por toda la ciudad. Su ciudad. Era una voz cantarina que no decía nada en particular. Parecía que estuviera preparando la voz antes de disponerse a cantar. Karina Ragnhild solo canta durante los grandes banquetes. El hechizo aumentó de intensidad en el momento que la mesa redonda se cerró con Jani dentro. De las esquinas de la mesa emergió una multitud de sierras dentadas. La mesa se convirtió en una boca de afilados dientes. Su comida, sería la niña Jani. La trampa no tuvo efecto. Jani la traspasó. Para bien o para mal, para bien en este caso, ningún objeto físico podía tocar a Jani.
Pevyn y Tevyn divisaron a la comida del banquete: las dragonas y la bruja. Devyn levantó la cabeza del cuello de Nine. No pudo resistir la tentación de hincar el diente a la muerta enamorada.
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* Tirón de orejas: No habéis obedecido las instrucciones que os dejé y he creído conveniente interrumpir el tema y plantearlos nuevas dificultades, amén de depositaros de algunas ventajas las cuales había dispuesta. Hablo ahora en general y luego concretaré algunas instrucciones a cada uno:
* Calini ha desparecido. Karina Ragnhild ha deshecho la ilusión. No podréis acceder a la isla durante el resto del tema. Jani queda en el mundo real.
* Se añade nuevo npc (pateable), Nine. Es un cadáver que ha vuelto a caminar obra y gracia de los hechizos de Karina Ragnhild. La vampiresa ha alzado a Nine con la magia de voz lo cual le permite comunicarse a través de ella. Esto significa: poderes de señora de la voz nivel 7 en la misma casa en la que os encontráis.
* Todos recibís una pérdida en destreza de 10 puntos durante los próximos 2 turnos. Esta pérdida de destreza se traduce en lentitud y torpeza.
* Vuestros ataques anteriores han sido insuficientes para derrotar a los chicos de Karina. Ellos están potenciados por la magia de la vampiresa.
Helena Rhodes: te indiqué que a cada turno me hablases por mp. Esto era, simplemente, para saber qué línea seguís, si tenéis alguna idea planteada de antemano y añadiros nuevas dificultades a través de ti. Quería probar esta mecánica porque creo que puede ser más dinámico que si posteo yo a cada vez. Quizás no lo hiciste anteriormente porque me he explicado mal o porque no te has dado cuenta, la emoción del momento (a mí también me pasa). Esto mismo tengo que castigarlo de alguna manera, es lo justo. Pevyn y Tevyn salen ilesos y tendrás que enfrentarte a ellos en una casa que está repleta de trampas que ellos han colocado. Lo que antes era un trabajo para dos usuarios, ahora es solo para ti.
Esto no quita que me tengas que hablar por mp a cada turno que pase. Insisto, quiero probar esta mecánica. A través de ti añadiré nuevas dificultades y solucionaré los problemas planteados. Tienes que ser tú quien me mande el mp simplemente para facilitarme las cosas.
Reivy Abadder: en mi anterior intervención indiqué que tenías que enfrentarte a Tevyn y Pevyn. No estarías sola, sino que estarías con Alhaster. Mi sorpresa está en que, al final, es Helena quien se acaba adjudicando a todos los personajes, siendo tú quien los rematase. La idea inicial fue la dividir los combates, Alhaster y tú contra Pevyn y Tevyn y Helena contra Devyn. Cuando terminasen estos combates, iríamos a por Karina. De nuevo, no habéis hecho caso de las indicaciones que os di. Ahora, las circunstancias han cambiado. Deberás enfrentarte a Devyn y Nine. No será tarea fácil. Nine, pese a ser un cuerpo sin vida, posee la voz de Karina, vuelvo y repito, habilidades de una vampiresa nivel 7.
General: antes de saltar el turno a un usuario, Alhaster en este caso, agradecería que me preguntarais. En un tema libre convencional no pasa nada, pero aquí ha habido una intervención Master, las cosas cambian. Y es que, a si hubiera sabido que Alhaster abandonaba el tema, os habría facilitado la partida quizás cargándome a uno de los chicos retrasados o disminuyendo el nivel de Karina. Por no hacerlo, os tendréis que afrentar a un peligro mucho mayor y con las nuevas dificultades añadidas tras vuestra desobediencia.
Sigel
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Re: 19 Melocotones malditos [Libre] [Samhain 2019] [Cerrado]
De pronto, sin saber cómo y por puro arte de magia, toda aquella isla se desvaneció dando paso a la realidad en la que antes se encontraban, y realmente en el sitio donde debían estar.
Parecía que todo lo anterior había sido una ilusión. Quizás esta la creó un brujo muy poderoso, o a lo mejor la habían drogado sin saberlo... Tácticas de combate hay muchas y nunca hay que descartar ninguna posibilidad.
Ahora, lo que la bruja tenía ante sí era una casa, en lugar de un espacio abierto, y demasiada gente a su alrededor. Ni siquiera se había parado a contarlas. Lo preocupante de todo aquello era que los paletos de antes estaban entre ellos, y no parecían ser tan pasivos como se mostraban antes, y eso ya era decir...
De repente, una de las trampas se activó y la mesa del comedor se convirtió en un horrible monstruo que intentó tragarse en sus fauces a la niña fantasma, aquella que lo había iniciado todo. La traspasó como si se tratara de... un verdadero fantasma. Fue escalofriante, pero aliviador al mismo tiempo. No quería que aquella niña muriese de aquella forma, y menos a causa de una trampa puesta por aquellos tipejos.
Juraría, que en el silencio tenso en el que todos se miraban, podía escuchar un canto femenino a lo lejos, pero a la vez cerca. Como si de alguna forma recorriese cada rincón de aquel lugar, e incluso este se oía fuera de la casa. Era aterrador, sin duda.
Helena desvió su mirada hacia el cadáver andante que ahora retuvo toda su atención, ¿Qué demonios estaba pasando allí? ¡¿Qué mala pesadilla era aquella?!
De pronto, un hacha impactando contra la mesa que antes se había convertido en un feroz monstruo rompió aquella calma tensa y hostil. El objeto quedó partido por la mitad, y ya no había ningún obstáculo que se interpusiera entre los hostiles y... lo que parecían sus presas: Helena y las tres desconocidas.
El ataque no se detuvo ahí, luego de tomar otro impulso, el portador del hacha se abalanzó hacia la Rhodes con la intención de que la rubia acabase igual que la mesa. Pero eso no entraba en los planes de Helena, y cada vez estaba más cabreada. Tensó su cuerpo y pegó un salto hacia atrás, esquivando el ataque. Se pegó contra la pared y vio cómo el paleto volvió a retomar su hacha en el aire y se abalanzaba de nuevo hacia la bruja. A esta no le dio tiempo a sacar ninguna arma, por lo que tuvo que esquivar de nuevo. Esta vez, se echó hacia un lado y el arma golpeó en la podrida madera, quedando clavada. Helena entonces se acercó por detrás y pateó con fuerza el trasero del paleto, haciendo que este se empotrara de lleno contra la pared y acabase por destrozarla, cayendo a la afuera sin remedio.
Fue algo casi cómico, no pudo negarlo. Incluso dibujó una media sonrisa pícara en sus labios. Pero poco duraría la alegría, ya que notó cómo una flecha le impactó por detrás; bajo del hombro. Los recubrimientos de cuero de su armadura pararon un poco el golpe, pero la punta de hierro del proyectil quedó clavada.
La bruja rápidamente se volteó para ver a su atacante. Se quitó la flecha de un tirón en cuanto visualizó que se trataba del otro paleto. Este estaba tensando otra flecha en su arco, y antes de que esta se disparara, Helena dio un par de pasos hacia atrás y se dejó caer por el agujero en la pared que había abierto el otro tipejo. No había demasiada altura, ya que se trataba de un piso bajo, pero sí lo suficiente como para esquivar el disparo.
Tras eso, la Rhodes pareció desaparecer de la escena. El arquero, sin dudarlo, fue tras ella, no sin antes indicarle al cadáver y al otro tipo que quedaba que se encargaran de las otras presas.
Parecía que todo lo anterior había sido una ilusión. Quizás esta la creó un brujo muy poderoso, o a lo mejor la habían drogado sin saberlo... Tácticas de combate hay muchas y nunca hay que descartar ninguna posibilidad.
Ahora, lo que la bruja tenía ante sí era una casa, en lugar de un espacio abierto, y demasiada gente a su alrededor. Ni siquiera se había parado a contarlas. Lo preocupante de todo aquello era que los paletos de antes estaban entre ellos, y no parecían ser tan pasivos como se mostraban antes, y eso ya era decir...
De repente, una de las trampas se activó y la mesa del comedor se convirtió en un horrible monstruo que intentó tragarse en sus fauces a la niña fantasma, aquella que lo había iniciado todo. La traspasó como si se tratara de... un verdadero fantasma. Fue escalofriante, pero aliviador al mismo tiempo. No quería que aquella niña muriese de aquella forma, y menos a causa de una trampa puesta por aquellos tipejos.
Juraría, que en el silencio tenso en el que todos se miraban, podía escuchar un canto femenino a lo lejos, pero a la vez cerca. Como si de alguna forma recorriese cada rincón de aquel lugar, e incluso este se oía fuera de la casa. Era aterrador, sin duda.
Helena desvió su mirada hacia el cadáver andante que ahora retuvo toda su atención, ¿Qué demonios estaba pasando allí? ¡¿Qué mala pesadilla era aquella?!
De pronto, un hacha impactando contra la mesa que antes se había convertido en un feroz monstruo rompió aquella calma tensa y hostil. El objeto quedó partido por la mitad, y ya no había ningún obstáculo que se interpusiera entre los hostiles y... lo que parecían sus presas: Helena y las tres desconocidas.
El ataque no se detuvo ahí, luego de tomar otro impulso, el portador del hacha se abalanzó hacia la Rhodes con la intención de que la rubia acabase igual que la mesa. Pero eso no entraba en los planes de Helena, y cada vez estaba más cabreada. Tensó su cuerpo y pegó un salto hacia atrás, esquivando el ataque. Se pegó contra la pared y vio cómo el paleto volvió a retomar su hacha en el aire y se abalanzaba de nuevo hacia la bruja. A esta no le dio tiempo a sacar ninguna arma, por lo que tuvo que esquivar de nuevo. Esta vez, se echó hacia un lado y el arma golpeó en la podrida madera, quedando clavada. Helena entonces se acercó por detrás y pateó con fuerza el trasero del paleto, haciendo que este se empotrara de lleno contra la pared y acabase por destrozarla, cayendo a la afuera sin remedio.
Fue algo casi cómico, no pudo negarlo. Incluso dibujó una media sonrisa pícara en sus labios. Pero poco duraría la alegría, ya que notó cómo una flecha le impactó por detrás; bajo del hombro. Los recubrimientos de cuero de su armadura pararon un poco el golpe, pero la punta de hierro del proyectil quedó clavada.
La bruja rápidamente se volteó para ver a su atacante. Se quitó la flecha de un tirón en cuanto visualizó que se trataba del otro paleto. Este estaba tensando otra flecha en su arco, y antes de que esta se disparara, Helena dio un par de pasos hacia atrás y se dejó caer por el agujero en la pared que había abierto el otro tipejo. No había demasiada altura, ya que se trataba de un piso bajo, pero sí lo suficiente como para esquivar el disparo.
Tras eso, la Rhodes pareció desaparecer de la escena. El arquero, sin dudarlo, fue tras ella, no sin antes indicarle al cadáver y al otro tipo que quedaba que se encargaran de las otras presas.
Helena Rhodes
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¿Qué demonios estaba ocurriendo? Fantasmas, animales extraños, niñas espeluznantes, tipos mal rollistas, una isla horripilante y un cadáver andante... si lo último hubiera estado vivo hubiera sido una visión muy agradable y una tentativa para invitarla a pasar la noche, pero no era el caso.
Por desgracia la noche apenas estaba empezando, desconocía que había sucedido o como había pasado, pero el extraño mundo de tinieblas se esfumó y con él los animales aunque no el fantasma. Ahora volvíamos a estar en la casa derruida, Lavey estaba a mi lado y Jani se quejaba de podría haberse muerto con la trampa que acababa de intentar engullirla. Era curioso ver como un fantasma hablaba sobre morirse, seguramente fue una frase dicha de forma inconsciente.
La jovencita desapareció asustada y con lágrimas en los ojos y Limona salió corriendo por la ventana porque me había caído antes. No la culpé ¿quién se quedaría en un sitio? Yo desde luego no planeaba hacerlo.
No dejé pasar la ocasión y aproveché, que los lunáticos estaban atacando a Limona, para escapar de la escena agarrando a mi hija con las garras delanteras.
-Nos vamos de aquí, -bramé en el cielo. -ya dormiremos cuando estemos fuera de Urd.1
-Sabes que me encanta pelear contra este tipo de gente. -Me contestó Lavey. -Pero estoy de acuerdo contigo. Tenía suficiente con la fantasma esa, no necesito una panda de tramperos tarados. Suéltame, -la rubia palmeo uno de mis dedos. -voy a cambiar.2
Asentí con la cabeza y solté a mi hija, que se transformó en el aire y batió las alas hasta ponerse a mi altura.
_________
Off:
1: objeto master anillo dragon parlanchin.
2: habilidad racial de lavey
Por desgracia la noche apenas estaba empezando, desconocía que había sucedido o como había pasado, pero el extraño mundo de tinieblas se esfumó y con él los animales aunque no el fantasma. Ahora volvíamos a estar en la casa derruida, Lavey estaba a mi lado y Jani se quejaba de podría haberse muerto con la trampa que acababa de intentar engullirla. Era curioso ver como un fantasma hablaba sobre morirse, seguramente fue una frase dicha de forma inconsciente.
La jovencita desapareció asustada y con lágrimas en los ojos y Limona salió corriendo por la ventana porque me había caído antes. No la culpé ¿quién se quedaría en un sitio? Yo desde luego no planeaba hacerlo.
No dejé pasar la ocasión y aproveché, que los lunáticos estaban atacando a Limona, para escapar de la escena agarrando a mi hija con las garras delanteras.
-Nos vamos de aquí, -bramé en el cielo. -ya dormiremos cuando estemos fuera de Urd.1
-Sabes que me encanta pelear contra este tipo de gente. -Me contestó Lavey. -Pero estoy de acuerdo contigo. Tenía suficiente con la fantasma esa, no necesito una panda de tramperos tarados. Suéltame, -la rubia palmeo uno de mis dedos. -voy a cambiar.2
Asentí con la cabeza y solté a mi hija, que se transformó en el aire y batió las alas hasta ponerse a mi altura.
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Reivy Abadder
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Re: 19 Melocotones malditos [Libre] [Samhain 2019] [Cerrado]
Helena se escabulló con éxito entre la hierba alta que rodeaba a aquella casa en ruinas. Sacando su lado más ocultista, se movió entre el pueblo con suma ligereza y discreción, siempre alerta y no dejando que nada ni nadie la sorprendiera. En su camino encontró numerosas trampas rudimentarias, algunas más elaboradas que otras, pero casi todas parecían ser destinadas para la caza; sogas o cepos muy elaborados eran un buen ejemplo de lo que la bruja se encontró.
Tenía que salir de allí como fuese, perderle la pista a aquellos tipos... ¿Cómo lo haría? ¿Quizás por las propias salidas del pueblo? Su instinto decía que eso era algo demasiado evidente, y con un solo despiste podría estar ensartada por una de las flechas de aquel arquero. Quizás escabullirse entre los edificios y perderse a través del bosque era su mejor opción, aunque era noche, hacía frío y podrían morar demasiados depredadores nocturnos en él... Definitivamente, se lo pensaría mejor antes de que en medio de un viaje la noche se le echara encima. Aunque no era su culpa realmente, ya que tenía entendido que aquel pueblo estaba lleno de vida y seguridad... Quizás eso fue una realidad antaño, antes del paso de los humanos clamando venganza por la invasión vampírica a Lunargenta.
Para tener una mejor vista del lugar, se subió a una de las tantas casas derruidas para tener una mejor vista de la zona y saber por donde escabullirse mejor. Quizás también podría ver alguna que otra trampa. Para ocultar su presencia, se puso de cuclillas y apoyó sus manos en una de las tejas para mantener el equilibrio.
Pudo ver cómo dos de los paletos montaban una especie de... ¿Catapulta? Aunque parecía estar totalmente funcional, ya que no paraban de disparar proyectiles pesados contra dos dragones que alzaban el vuelo... ¿Serían la mujer y la chica que vio antes?
Otro de los paletos salió de la casa derruida en la que antes habían estado, parecía atolondrado. Fijó su mirada en este y entonces algo extraño pasó: pudo escuchar ciertos susurros que le corrían por la mente... Eran incomprensibles, pero podía oírlos. No iban dirigidos a ella, de eso estaba segura.
-...¿Vampiro de la voz?...-Centró su atención-...es una mujer-Pudo distinguir mejor.
Sabía sobre ellos; manipuladores chupasangres. Parecía que estaba ejerciendo su influencia sobre los paletos, llegando a potenciarlos y dando vida a ese extraño cadáver andante. Debía ser alguien poderoso para hacer semejante cosa.
Toda aquella influencia desprendía un rastro de éter que la bruja podía distinguir. Era la primera vez que pasaba, pero por algún motivo que desconocía lo notaba.
Los susurros no paraban, resultaban algo molestos.
-...quieren comerse a las dragonas...-Murmuró con un gesto de molestia. No sabía como hacer parar aquella voz inteligible.
La iba a volver loca. Debía cortar de raíz aquella retahíla de órdenes incomprensibles. Su pista, o al menos el rastro que el éter dejaba, conducía hasta el campanario, el mismo que antes sonó de forma inesperada. Había que librarse de aquella criatura de la noche.
Tras decidirse, se dejó caer por el borde del tejado y aterrizó junto a un umbral de una puerta que ya no estaba allí. Había sido un error pisar un terreno que antes no había supervisado, ya que nada más hacer contacto con el suelo, presionó una placa a presión que desencadenó la caída de un gran filo de metal grueso. Por suerte, la trampa estaba hecha para todo aquel que entrase a la casa, así que solamente tuvo que dar un paso hacia adelante, y con la inercia que llevaba, no le hizo falta mucho más. Lo único que quedó de aquello fue un gran susto que le tuvo encogido el corazón. Al menos eso le serviría para estar más atenta a partir de ahora.
Tenía que salir de allí como fuese, perderle la pista a aquellos tipos... ¿Cómo lo haría? ¿Quizás por las propias salidas del pueblo? Su instinto decía que eso era algo demasiado evidente, y con un solo despiste podría estar ensartada por una de las flechas de aquel arquero. Quizás escabullirse entre los edificios y perderse a través del bosque era su mejor opción, aunque era noche, hacía frío y podrían morar demasiados depredadores nocturnos en él... Definitivamente, se lo pensaría mejor antes de que en medio de un viaje la noche se le echara encima. Aunque no era su culpa realmente, ya que tenía entendido que aquel pueblo estaba lleno de vida y seguridad... Quizás eso fue una realidad antaño, antes del paso de los humanos clamando venganza por la invasión vampírica a Lunargenta.
Para tener una mejor vista del lugar, se subió a una de las tantas casas derruidas para tener una mejor vista de la zona y saber por donde escabullirse mejor. Quizás también podría ver alguna que otra trampa. Para ocultar su presencia, se puso de cuclillas y apoyó sus manos en una de las tejas para mantener el equilibrio.
Pudo ver cómo dos de los paletos montaban una especie de... ¿Catapulta? Aunque parecía estar totalmente funcional, ya que no paraban de disparar proyectiles pesados contra dos dragones que alzaban el vuelo... ¿Serían la mujer y la chica que vio antes?
Otro de los paletos salió de la casa derruida en la que antes habían estado, parecía atolondrado. Fijó su mirada en este y entonces algo extraño pasó: pudo escuchar ciertos susurros que le corrían por la mente... Eran incomprensibles, pero podía oírlos. No iban dirigidos a ella, de eso estaba segura.
-...¿Vampiro de la voz?...-Centró su atención-...es una mujer-Pudo distinguir mejor.
Sabía sobre ellos; manipuladores chupasangres. Parecía que estaba ejerciendo su influencia sobre los paletos, llegando a potenciarlos y dando vida a ese extraño cadáver andante. Debía ser alguien poderoso para hacer semejante cosa.
Toda aquella influencia desprendía un rastro de éter que la bruja podía distinguir. Era la primera vez que pasaba, pero por algún motivo que desconocía lo notaba.
Los susurros no paraban, resultaban algo molestos.
-...quieren comerse a las dragonas...-Murmuró con un gesto de molestia. No sabía como hacer parar aquella voz inteligible.
La iba a volver loca. Debía cortar de raíz aquella retahíla de órdenes incomprensibles. Su pista, o al menos el rastro que el éter dejaba, conducía hasta el campanario, el mismo que antes sonó de forma inesperada. Había que librarse de aquella criatura de la noche.
Tras decidirse, se dejó caer por el borde del tejado y aterrizó junto a un umbral de una puerta que ya no estaba allí. Había sido un error pisar un terreno que antes no había supervisado, ya que nada más hacer contacto con el suelo, presionó una placa a presión que desencadenó la caída de un gran filo de metal grueso. Por suerte, la trampa estaba hecha para todo aquel que entrase a la casa, así que solamente tuvo que dar un paso hacia adelante, y con la inercia que llevaba, no le hizo falta mucho más. Lo único que quedó de aquello fue un gran susto que le tuvo encogido el corazón. Al menos eso le serviría para estar más atenta a partir de ahora.
Helena Rhodes
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Re: 19 Melocotones malditos [Libre] [Samhain 2019] [Cerrado]
Estábamos a salvo, o eso pensaba. Teníamos suficiente altura como para evitar las flechas o los virotes, pero no contábamos con que los lunáticos pudieran poseer la inteligencia y el talento como para usar una catapulta ¿En qué momento habían armado algo de ese tamaño?
Las escamas descoloridas de mi zarpa delantera me recordaban siempre cuanto odiaba las máquinas de asedio.
Lancé un par de rugidos que indicaron a Lavey que se alejara del conflicto, pero la dragona desatendió mis órdenes y comenzó a dar vueltas atrayendo la atención de los disparos. Con un tercer rugido lancé una ráfaga de aire1 que desvió uno de los proyectiles que iba directo hacia el ala de mi hija.
-Aléjate, Vey. Coge altura.
-Deberías hacer caso a Mama.
Dijo Jani apareciendo sobre el lomo de Lavey. La adolescente movió sorprendida la cabeza hacia la posición de la niña. No sabía que le impactaba más, si ver a aquel fantasma sobre su espalda o bien el hecho de que hubiera llamado mama a su madre.
En cualquier caso la dragona negra obedeció y ascendió aprovechando su color, para camuflarse sobre el cielo nocturno.
Me quede estática en el aire, una vez que la lagartija estuvo a una altura segura, y batí las alas con fuerza comenzando a generar ráfagas de aire que rápidamente se transformaron en afiladas corrientes que redirigí hacia la catapulta y el par de humanos.2
Las espadas invisibles no tardaron en chocar contra la catapulta, cortando los soportes y el mecanismo de lanzamiento. Los paletos buscaron refugio en cuento la primera de ellas cortó sus pieles.
Con la catapulta inutilizada y los hombres escondidos tendríamos tiempo suficiente para escapar.
Ascendí hasta encontrarme con Lavey y con un gruñido grave emprendimos la huida.
-¿A dónde vamos, mami?
Ahora Jani estaba sentada sobre mi cabeza, con una de sus transparentes manos apoyada sobre uno de mis cuernos, como queriéndose sujetar para no caerse.
___________
Off:
1: Maestría aliento elemental.
2: Habilidad Vendaval Afilado.
Las escamas descoloridas de mi zarpa delantera me recordaban siempre cuanto odiaba las máquinas de asedio.
Lancé un par de rugidos que indicaron a Lavey que se alejara del conflicto, pero la dragona desatendió mis órdenes y comenzó a dar vueltas atrayendo la atención de los disparos. Con un tercer rugido lancé una ráfaga de aire1 que desvió uno de los proyectiles que iba directo hacia el ala de mi hija.
-Aléjate, Vey. Coge altura.
-Deberías hacer caso a Mama.
Dijo Jani apareciendo sobre el lomo de Lavey. La adolescente movió sorprendida la cabeza hacia la posición de la niña. No sabía que le impactaba más, si ver a aquel fantasma sobre su espalda o bien el hecho de que hubiera llamado mama a su madre.
En cualquier caso la dragona negra obedeció y ascendió aprovechando su color, para camuflarse sobre el cielo nocturno.
Me quede estática en el aire, una vez que la lagartija estuvo a una altura segura, y batí las alas con fuerza comenzando a generar ráfagas de aire que rápidamente se transformaron en afiladas corrientes que redirigí hacia la catapulta y el par de humanos.2
Las espadas invisibles no tardaron en chocar contra la catapulta, cortando los soportes y el mecanismo de lanzamiento. Los paletos buscaron refugio en cuento la primera de ellas cortó sus pieles.
Con la catapulta inutilizada y los hombres escondidos tendríamos tiempo suficiente para escapar.
Ascendí hasta encontrarme con Lavey y con un gruñido grave emprendimos la huida.
-¿A dónde vamos, mami?
Ahora Jani estaba sentada sobre mi cabeza, con una de sus transparentes manos apoyada sobre uno de mis cuernos, como queriéndose sujetar para no caerse.
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1: Maestría aliento elemental.
2: Habilidad Vendaval Afilado.
Reivy Abadder
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Re: 19 Melocotones malditos [Libre] [Samhain 2019] [Cerrado]
Con cada paso que daba por aquellas ruinosas calles, más enfurecida se sentía; una extraña sensación de violencia y sed de sangre le embriagaba.
Helena era de sobra conocida por su difícil temperamento y sus escasos filtros a la hora de relacionarse con la gente, llegando incluso a hacer uso de la violencia sin apuro alguno. Pero esta vez era diferente. Nada le había causado un estímulo para que tuviera ese impulso. Sentía cómo algo le rondaba por la cabeza, como si una voz que no era la suya le susurrase cosas. Cosas que ella no podía oír, pero que su subconsciente lograba captar. ¿Sería el efecto de aquella vampira de la voz? Tenía que acabar con ella, así saldría de dudas.
Sin querer, llegó hasta donde, anteriormente, estaba la catapulta de los paletos montada. Ahora, solo era un montón de escombros derruidos. Las dragones habían acabado con esta. La rubia desvió la mirada al cielo, podía ver cómo estas se alejaban volando.
Unos tres seres humanoides con aspecto afligido y demacrado se acercaban con una cautelosidad hostil a la bruja. En sus ojos se podía ver ese hambre de muerte que antes había visto en los paletos... ¿Eran ellos? ¿Pero cómo? ¿También sería obra de la señora de la voz?
Aunque se presentaran hostiles, lo cierto es que su aspecto dejaba mucho que desear si intimidar era lo que querían. La ropa la tenían hecha jirones, por no hablar que su tamaño había sido disminuido, como si de un anciano de cientos de años se tratara. Uno de ellos incluso estaba jorobado. Helena también pudo ver cómo el cadáver andante ahora se había convertido en un cadáver como tal, tirado en el suelo; una imagen poco deseable.
De pronto, la Rhodes sintió un zumbido en el interior de su cabeza, algo que hizo que todo su mundo se sacudiese y tuviera incluso que agachar la testa y taparse la cara con una de sus manos para no llegar a marearse. Cerró los ojos con fuerza, esa sensación era molesta, y lo que es peor, la ponía aún más furiosa.
En ese momento, los demacrados seres que antes resultaban amenazantes se intentaron abalanzar sobre ella como hienas sobre su débil y solitaria presa, pero ni por asomo se esperarían que eso resultase en un error fatal.
Entonces, todo ese dolor se convirtió de nuevo en una ira y rabia tan puras y absolutas, que la adrenalina invadió su cuerpo. Frunció el ceño y apretó su mandíbula, y antes de que uno de los paletos pudiese ponerle una mano encima, descubrió su daga oculta y se la clavó en la garganta a aquel que más cerca estaba de ella, el cual por la pura inercia del ataque que iba a realizar sobre la rubia, no pudo defenderse ni esperarse una reacción tan rápida por parte de esta.
Helena se abalanzó contra otro de los hostiles realizando un corte en el pecho del que tenía más cerca para luego fintarle y sacar de su cinturón su otra daga y clavar esta repetidas veces sobre la espalda del paleto. Para terminar, le clavó su daga oculta en los riñones, una herida mortal que le daría una muerte lenta, pero no tenía tiempo para preocuparse por eso, tampoco es que le importase demasiado, pues el tercer paleto en discordia se abalanzó sobre ella como un acto desesperado por vengar a sus hermanos y a la vez guiado por su instinto natural de supervivencia y hostilidad.
La Rhodes se quedó parada, y solamente alzó su brazo a media altura, apuntando con la palma al hostil. De pronto, casi la totalidad de su brazo adoptó un tono azulado pálido y las venas se le marcaron en la piel con un color morado. De la palma de la mano de la bruja salió una estaca de hielo que, a toda velocidad, atravesó el corazón del paleto [1]. De la satisfacción que sentía, Helena enseñó los dientes, mostrando una sonrisa mezclada con un gesto de prepotencia e intimidación, como si de una loba se tratara. La sangre ajena salpicó varias partes de su rostro, por no hablar de los dos hostiles anteriores, que también habían derramado la suya sobre varias partes del cuerpo de la bruja. Pero aquello no parecía importarle en ese momento, a pesar de que siempre era muy meticulosa en ese aspecto y escrupulosa.
Cuando confirmó la muerte de los tres paletos, echó su helada mirada al campanario. Sabía que allí se escondía su próximo. objetivo. Frunció el ceño, y con incluso aún más sed de sangre que antes, se encaminó hacia allí.
_____________________________________________________________
Off: -Habilidad usada: Estaca de hielo [1]
Helena era de sobra conocida por su difícil temperamento y sus escasos filtros a la hora de relacionarse con la gente, llegando incluso a hacer uso de la violencia sin apuro alguno. Pero esta vez era diferente. Nada le había causado un estímulo para que tuviera ese impulso. Sentía cómo algo le rondaba por la cabeza, como si una voz que no era la suya le susurrase cosas. Cosas que ella no podía oír, pero que su subconsciente lograba captar. ¿Sería el efecto de aquella vampira de la voz? Tenía que acabar con ella, así saldría de dudas.
Sin querer, llegó hasta donde, anteriormente, estaba la catapulta de los paletos montada. Ahora, solo era un montón de escombros derruidos. Las dragones habían acabado con esta. La rubia desvió la mirada al cielo, podía ver cómo estas se alejaban volando.
Unos tres seres humanoides con aspecto afligido y demacrado se acercaban con una cautelosidad hostil a la bruja. En sus ojos se podía ver ese hambre de muerte que antes había visto en los paletos... ¿Eran ellos? ¿Pero cómo? ¿También sería obra de la señora de la voz?
Aunque se presentaran hostiles, lo cierto es que su aspecto dejaba mucho que desear si intimidar era lo que querían. La ropa la tenían hecha jirones, por no hablar que su tamaño había sido disminuido, como si de un anciano de cientos de años se tratara. Uno de ellos incluso estaba jorobado. Helena también pudo ver cómo el cadáver andante ahora se había convertido en un cadáver como tal, tirado en el suelo; una imagen poco deseable.
De pronto, la Rhodes sintió un zumbido en el interior de su cabeza, algo que hizo que todo su mundo se sacudiese y tuviera incluso que agachar la testa y taparse la cara con una de sus manos para no llegar a marearse. Cerró los ojos con fuerza, esa sensación era molesta, y lo que es peor, la ponía aún más furiosa.
En ese momento, los demacrados seres que antes resultaban amenazantes se intentaron abalanzar sobre ella como hienas sobre su débil y solitaria presa, pero ni por asomo se esperarían que eso resultase en un error fatal.
La bruja abrió los ojos. Pudo notar cómo de estos emergió un éter especial que se convirtió en puro frío, dándoles un aspecto gélido, llegando a cristalizar sus pestañas. Entonces, apartó la mano de su rostro y echó la mirada hacia adelante, perdida y medio en trance. Al principio sentía dolor, tanto que de uno de ellos salió una lágrima que, al recorrer su mejilla, se cristalizó y cayó al suelo como si de un pequeño granizo perfectamente esculpido se tratara. | [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] |
Entonces, todo ese dolor se convirtió de nuevo en una ira y rabia tan puras y absolutas, que la adrenalina invadió su cuerpo. Frunció el ceño y apretó su mandíbula, y antes de que uno de los paletos pudiese ponerle una mano encima, descubrió su daga oculta y se la clavó en la garganta a aquel que más cerca estaba de ella, el cual por la pura inercia del ataque que iba a realizar sobre la rubia, no pudo defenderse ni esperarse una reacción tan rápida por parte de esta.
Helena se abalanzó contra otro de los hostiles realizando un corte en el pecho del que tenía más cerca para luego fintarle y sacar de su cinturón su otra daga y clavar esta repetidas veces sobre la espalda del paleto. Para terminar, le clavó su daga oculta en los riñones, una herida mortal que le daría una muerte lenta, pero no tenía tiempo para preocuparse por eso, tampoco es que le importase demasiado, pues el tercer paleto en discordia se abalanzó sobre ella como un acto desesperado por vengar a sus hermanos y a la vez guiado por su instinto natural de supervivencia y hostilidad.
La Rhodes se quedó parada, y solamente alzó su brazo a media altura, apuntando con la palma al hostil. De pronto, casi la totalidad de su brazo adoptó un tono azulado pálido y las venas se le marcaron en la piel con un color morado. De la palma de la mano de la bruja salió una estaca de hielo que, a toda velocidad, atravesó el corazón del paleto [1]. De la satisfacción que sentía, Helena enseñó los dientes, mostrando una sonrisa mezclada con un gesto de prepotencia e intimidación, como si de una loba se tratara. La sangre ajena salpicó varias partes de su rostro, por no hablar de los dos hostiles anteriores, que también habían derramado la suya sobre varias partes del cuerpo de la bruja. Pero aquello no parecía importarle en ese momento, a pesar de que siempre era muy meticulosa en ese aspecto y escrupulosa.
Cuando confirmó la muerte de los tres paletos, echó su helada mirada al campanario. Sabía que allí se escondía su próximo. objetivo. Frunció el ceño, y con incluso aún más sed de sangre que antes, se encaminó hacia allí.
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Off: -Habilidad usada: Estaca de hielo [1]
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Re: 19 Melocotones malditos [Libre] [Samhain 2019] [Cerrado]
Llevábamos un par de hora volando cuando el despunte del alba nos sorprendió, ¿tanto tiempo había pasado?
Jani no se había despegado de mi cornamenta en todo el viaje, y cualquiera pensaría que se dormiría, desaparecería o haría lo que fuera que hacen los fantasmas para irse. Pero en lugar de eso se cruzó de piernas, escondiendo los pies bajo las rodillas, y me explicó todo lo que le había sucedido desde la última vez que nos vimos.
Resulta que la chica es la niña que Vey y yo encontramos en el Ohda de Lunargenta, el del año pasado, cuando estalló la fogata de Frey y Freya. La joven contó como esa misma noche su casa ardió con ella dentro, se quedó sola, pero no muerta. Nos asegura que cuando se despertó flotaba sobre la cama y que su cuerpo no estaba en ella, ni cenizas o rastros que pudieran indicar que su cuerpo había expirado.
También nos habló de sus amigos, de Doce Horas, el misterioso gato gigante, de Viernes, la extraña y agresiva rata, Arancel, el diminuto y fiel perro que Lavey había pateado y Sycamore, la mística y aterradora copia de Jani. Y por supuesto nos contó todo lo que sabía sobre Calalini, su isla.
Sin embargo algunas cosas no cuadraban, la niña resultaba tener jaquecas espontaneas cada vez que le preguntaba por su pasado antes del accidente o como es que no tenía recuerdos de la existencia de aquellos seres antes de la explosión.
-¿Y ahora qué hacemos? -Preguntó Lavey en cuanto aterrizamos. -Montamos la tienda e intentamos dormir o reponemos fuerzas y seguimos camino.
-Me gustaría decir que durmiéramos, pero seguimos dentro de la comarca. Dudo mucho que esos no hayan seguido, -Proseguí, sobándome el hombro. -ya estamos muy lejos del despoblado. Descansemos un rato y cuando haya salido el sol buscaremos un claro bien iluminado donde dormir.
-Pero si nos dará el sol.
Replicó la rubia, que era incapaz de conciliar el sueño si la luz le daba en la cara.
-Justamente. Así nos aseguramos que no nos coman los vampiros.
Jani no se había despegado de mi cornamenta en todo el viaje, y cualquiera pensaría que se dormiría, desaparecería o haría lo que fuera que hacen los fantasmas para irse. Pero en lugar de eso se cruzó de piernas, escondiendo los pies bajo las rodillas, y me explicó todo lo que le había sucedido desde la última vez que nos vimos.
Resulta que la chica es la niña que Vey y yo encontramos en el Ohda de Lunargenta, el del año pasado, cuando estalló la fogata de Frey y Freya. La joven contó como esa misma noche su casa ardió con ella dentro, se quedó sola, pero no muerta. Nos asegura que cuando se despertó flotaba sobre la cama y que su cuerpo no estaba en ella, ni cenizas o rastros que pudieran indicar que su cuerpo había expirado.
También nos habló de sus amigos, de Doce Horas, el misterioso gato gigante, de Viernes, la extraña y agresiva rata, Arancel, el diminuto y fiel perro que Lavey había pateado y Sycamore, la mística y aterradora copia de Jani. Y por supuesto nos contó todo lo que sabía sobre Calalini, su isla.
Sin embargo algunas cosas no cuadraban, la niña resultaba tener jaquecas espontaneas cada vez que le preguntaba por su pasado antes del accidente o como es que no tenía recuerdos de la existencia de aquellos seres antes de la explosión.
-¿Y ahora qué hacemos? -Preguntó Lavey en cuanto aterrizamos. -Montamos la tienda e intentamos dormir o reponemos fuerzas y seguimos camino.
-Me gustaría decir que durmiéramos, pero seguimos dentro de la comarca. Dudo mucho que esos no hayan seguido, -Proseguí, sobándome el hombro. -ya estamos muy lejos del despoblado. Descansemos un rato y cuando haya salido el sol buscaremos un claro bien iluminado donde dormir.
-Pero si nos dará el sol.
Replicó la rubia, que era incapaz de conciliar el sueño si la luz le daba en la cara.
-Justamente. Así nos aseguramos que no nos coman los vampiros.
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Re: 19 Melocotones malditos [Libre] [Samhain 2019] [Cerrado]
De una fuerte patada, Helena derribó la puerta que daba acceso al campanario. Nada más entrar, el olor a muerte y carne putrefacta invadía el lugar. En aquel recibidor no había nada más que oscuridad y muebles antiguos que hace décadas pasaron una mejor época.
El murmullo que escuchaba en su cabeza se intensificó. Aún no podía entender con claridad qué decía, incluso le parecían palabras sueltas en un idioma que no conocía. Como fuere, la bruja echó un vistazo a una luz que provenía de unas escaleras pedregosas que daban acceso al piso superior. Sin pensárselo dos veces, subió.
En el siguiente piso encontraría una especie de comedor, en el que una gran mesa presidía el lugar con numerosos trozos de carne. No eran animales, de eso estaba segura, sobretodo porque vio partes perfectamente reconocibles de humanoides a medio cortar, servidos en diferentes bandejas. Algunos inclusos contenían gusanos, y por si esto fuese poco, la higiene de la mesa no era para nada deseable, todo parecía llevar allí demasiado días para contarlos con los dedos de las manos. El olor también era un hábil chivato en cuanto a eso.
Todo aquello, a una Helena en un estado consciente de sus propios actos, le parecería aberrante, asqueroso e incluso le removería el estómago de tal manera que tendría que salir huyendo de allí o acabaría desmayada. Pero, el estado en el que se encontraba la bruja no era para nada corriente, la furia cada vez la consumía más. Su piel poco a poco se iba palideciendo en un tono azulado, y numerosas venas en todas partes de su cuerpo tomaban el color morado y aspecto entumecido que las que tenía en sus brazos. Era como si una especie de enfermedad se extendiese por todo su cuerpo, pero en vez de sentirse débil, sentía que sus capacidades aumentaban, al igual que su éter, y sobretodo, su sed de sangre.
Ese lugar estaba también vacío. A un costado de la sala, habían otras escaleras que daban acceso al siguiente piso. Helena notaba una gran cantidad de éter pulular por la zona, y que se incrementaba a medida que se subía. Sin lugar a dudas, la señora de la voz se encontraría al final de aquel tétrico campanario.
—Al fin vienes, brujita... —La mujer estaba sentada en una silla de madera, esperando a que Helena hiciera acto de presencia—Desde que pusiste un solo pie en mi territorio, he estado llamándote. Te has estado resistiendo... hasta ahora —Tenía un tono de voz dulce y misterioso, como si en todo momento tuviese la situación bajo control pero a la vez reflejase cierta inocencia—¿Quieres formar parte de mi familia? —
Helena tensó su pose y sacó su daga del cinturón, frunciendo el ceño hacia la criatura de la noche.
—Vaya... con que esas tenemos... —
La voz de la vampiresa pareció deformarse e incrustarse en la mente de Helena junto a los murmullos.
—Vamos, sométete a mi voluntad, verás que así todo es mucho más fácil... —Ejerció presión con una sola mirada—Todo será mucho más alegre... —A Helena le dolía tanto la cabeza que dejó de tensar su posición y se llevó las manos a esta intentando controlarse mientras daba ligeros quejidos—¿Quieres vivir con todas las facilidades que puedo ofrecerte y alejarte así de este cruel y depravado mundo? Tan solo debes someterte —
Para ganar aún más presión, la señora de la voz se puso en pie. Con su porte, su mirada y sus murmullos, pudo perforar y quebrantar la mente de Helena, que no pudo resistir un solo momento más en pie y cayó de rodillas, aún sujetándose la cabeza con las manos, intentando resistir con la poca fuerza de voluntad que le quedaba.
-¡¡¡AGGHH!!!-Se quejaba Helena dando gritos ahogados y cerrando los ojos con fuerza.
La presión era tan fuerte, y la sensación de perder el control total de su cuerpo le daba tanto miedo, que en un momento dado, abrió de nuevo los ojos para encontrarse así en un espacio totalmente negro, ella sola, y en su estado normal, recobrando todos sus rasgos característicos.
Quiso ponerse en pie, pero entonces notó que estaba encadenada de las manos en el suelo. Hizo fuerza y tiró, pero era imposible librarse de aquellas cadenas.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]De pronto, enfrente suya, se materializaron dos figuras: Una de ellas ya la conocía, ella era misma, pero a la vez no; una sombra, difusa, oscurecida, con un semblante neutro. A su vera, estaba ella como se había visto hace apenas un par de minutos, con el pelo de color cian, con esa palidez en su tono de piel, con esos ojos brillantes... La Rhodes se asustó, no entendía nada.
-Helena, huye de aquí-La voz que salía de la sombra era distorsionada-¡Ponte a salvo!Exclamó con un tono vacío.
-Helena, debes acabar con ella-Dijo este nuevo ente señalando a la sombra, también con una voz distorsionada-Debes dejar que sea yo quien tome las riendas ahora
-¡No!-Exclamó, asustada-¡Si acabas conmigo, morirás!
-¡Si vives haciéndole caso, nunca cambiarás!
-¡Yo solo quiero que estemos a salvo!-Hasta ahora, esa presencia nunca se había mostrado alterada, no hasta la aparición de la recién llegada de cabello cian
-¡Si siempre huyes, nunca podrás superarte!
-¡Si ella toma el control, acabarás muerta!
-¡Si yo tomo el control, serás imparable!
-¡El miedo es necesario!
-¡Más necesaria es la ira!
Ambas entidades miraron a la vez a la rubia.
-¡Helena!-Su cadena izquierda se rompió.
-¡Helena!-Ahora, fue la derecha la que se partió en pedazos.
Tenía que tomar una decisión, sentía que tenía que hacerlo. El quedarse observando no era una opción, y mientras, su cabeza se llenaba de aún más voces provenientes del exterior. El dolor que sentía en su mente era mucho más poderoso que cualquier herida física.
Descubrió su daga oculta, que se escondía bajo su brazalete izquierdo. Y sin mirarla directamente, a los ojos, se abalanzó sobre la sombra, sobre sus miedos, inseguridades, sobre su ansiedad... Todos aquellos mecanismos de defensa que tanto la habían limitado, sentía que se acababa con ellos sería libre. Quizás pagaría un alto precio, pero necesitaba hacerlo. Sin más, le clavó a dicha entidad el arma en su estómago, para regocijo de la recién llegada.
De pronto, un trueno la hizo volver al mundo real. Parecía que iba a empezar a caer un diluvio, ya que las primeras gotas de lluvia que cayeron pronto aumentaron en intensidad para dejar toda la ciudad bajo un manto de agua constante. Contra toda la adversidad, Helena se puso en pie, aun con la poderosa influencia de la vampiresa en ella, los murmullos se intensificaron en su punto álgido, sentía que su cabeza iba a reventar. Unas cuantas lágrimas se asomaron por sus ojos, y recorrieron sus mejillas para acabar finalmente cristalizadas, cayendo al suelo como un peso muerto.
Esto la vampira no se lo esperó, por lo que frunció su ceño y un gesto de molestia se hizo notar en su rostro. Helena era realmente dura de controlar, y más aún de hacerla caer bajo tu merced. Lo estaba dando todo, y aun así no conseguía al completo el resultado que buscaba.
Entonces, Helena se llevó la mano a su cinturón para empuñar la daga que llevaba allí enfundada. Activó el encantamiento que esta poseía, haciendo que el arma recobrase un aspecto gélido. Con un rápido, eficaz y seco movimiento, la lanzó contra la vampira, haciendo que esta se clavase justo en su pecho. Pareció un proyectil helado, tan frío como las estacas que solía lanzar, tan doloroso como el filo más puntiagudo, tan contundente como un puñal [1].
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Off: Uso el encantamiento de mi arma "Daga de Luna Invernal": Encantamiento de arma - Hielo [1]
El murmullo que escuchaba en su cabeza se intensificó. Aún no podía entender con claridad qué decía, incluso le parecían palabras sueltas en un idioma que no conocía. Como fuere, la bruja echó un vistazo a una luz que provenía de unas escaleras pedregosas que daban acceso al piso superior. Sin pensárselo dos veces, subió.
En el siguiente piso encontraría una especie de comedor, en el que una gran mesa presidía el lugar con numerosos trozos de carne. No eran animales, de eso estaba segura, sobretodo porque vio partes perfectamente reconocibles de humanoides a medio cortar, servidos en diferentes bandejas. Algunos inclusos contenían gusanos, y por si esto fuese poco, la higiene de la mesa no era para nada deseable, todo parecía llevar allí demasiado días para contarlos con los dedos de las manos. El olor también era un hábil chivato en cuanto a eso.
Todo aquello, a una Helena en un estado consciente de sus propios actos, le parecería aberrante, asqueroso e incluso le removería el estómago de tal manera que tendría que salir huyendo de allí o acabaría desmayada. Pero, el estado en el que se encontraba la bruja no era para nada corriente, la furia cada vez la consumía más. Su piel poco a poco se iba palideciendo en un tono azulado, y numerosas venas en todas partes de su cuerpo tomaban el color morado y aspecto entumecido que las que tenía en sus brazos. Era como si una especie de enfermedad se extendiese por todo su cuerpo, pero en vez de sentirse débil, sentía que sus capacidades aumentaban, al igual que su éter, y sobretodo, su sed de sangre.
Ese lugar estaba también vacío. A un costado de la sala, habían otras escaleras que daban acceso al siguiente piso. Helena notaba una gran cantidad de éter pulular por la zona, y que se incrementaba a medida que se subía. Sin lugar a dudas, la señora de la voz se encontraría al final de aquel tétrico campanario.
La Rhodes subió hasta el último piso sin perder un solo ápice de su aliento. Al llegar a este, su aspecto había cambiado por completo; su característica cabellera rubia dio lugar a una de un color cian pálido. El color de su piel pareció entumecerse por completo, como si estuviese en un estado de hipotermia, es más, la temperatura de su cuerpo bajó de forma drástica. Las venas se seguían marcando intensamente en sus brazos y de forma mucho menos destacada por el resto del cuerpo a excepción del rostro. Y, lo que era más destacable de todo, sus ojos pasaron a ser brillantes, como si de un felino en plena oscuridad se tratara, o como si un espectro sacado de cuentos para asustar a niños hubiese poseído su alma. | [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] |
—Al fin vienes, brujita... —La mujer estaba sentada en una silla de madera, esperando a que Helena hiciera acto de presencia—Desde que pusiste un solo pie en mi territorio, he estado llamándote. Te has estado resistiendo... hasta ahora —Tenía un tono de voz dulce y misterioso, como si en todo momento tuviese la situación bajo control pero a la vez reflejase cierta inocencia—¿Quieres formar parte de mi familia? —
Helena tensó su pose y sacó su daga del cinturón, frunciendo el ceño hacia la criatura de la noche.
—Vaya... con que esas tenemos... —
La voz de la vampiresa pareció deformarse e incrustarse en la mente de Helena junto a los murmullos.
—Vamos, sométete a mi voluntad, verás que así todo es mucho más fácil... —Ejerció presión con una sola mirada—Todo será mucho más alegre... —A Helena le dolía tanto la cabeza que dejó de tensar su posición y se llevó las manos a esta intentando controlarse mientras daba ligeros quejidos—¿Quieres vivir con todas las facilidades que puedo ofrecerte y alejarte así de este cruel y depravado mundo? Tan solo debes someterte —
Para ganar aún más presión, la señora de la voz se puso en pie. Con su porte, su mirada y sus murmullos, pudo perforar y quebrantar la mente de Helena, que no pudo resistir un solo momento más en pie y cayó de rodillas, aún sujetándose la cabeza con las manos, intentando resistir con la poca fuerza de voluntad que le quedaba.
-¡¡¡AGGHH!!!-Se quejaba Helena dando gritos ahogados y cerrando los ojos con fuerza.
La presión era tan fuerte, y la sensación de perder el control total de su cuerpo le daba tanto miedo, que en un momento dado, abrió de nuevo los ojos para encontrarse así en un espacio totalmente negro, ella sola, y en su estado normal, recobrando todos sus rasgos característicos.
Quiso ponerse en pie, pero entonces notó que estaba encadenada de las manos en el suelo. Hizo fuerza y tiró, pero era imposible librarse de aquellas cadenas.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]De pronto, enfrente suya, se materializaron dos figuras: Una de ellas ya la conocía, ella era misma, pero a la vez no; una sombra, difusa, oscurecida, con un semblante neutro. A su vera, estaba ella como se había visto hace apenas un par de minutos, con el pelo de color cian, con esa palidez en su tono de piel, con esos ojos brillantes... La Rhodes se asustó, no entendía nada.
-Helena, huye de aquí-La voz que salía de la sombra era distorsionada-¡Ponte a salvo!Exclamó con un tono vacío.
-Helena, debes acabar con ella-Dijo este nuevo ente señalando a la sombra, también con una voz distorsionada-Debes dejar que sea yo quien tome las riendas ahora
-¡No!-Exclamó, asustada-¡Si acabas conmigo, morirás!
-¡Si vives haciéndole caso, nunca cambiarás!
-¡Yo solo quiero que estemos a salvo!-Hasta ahora, esa presencia nunca se había mostrado alterada, no hasta la aparición de la recién llegada de cabello cian
-¡Si siempre huyes, nunca podrás superarte!
-¡Si ella toma el control, acabarás muerta!
-¡Si yo tomo el control, serás imparable!
-¡El miedo es necesario!
-¡Más necesaria es la ira!
Ambas entidades miraron a la vez a la rubia.
-¡Helena!-Su cadena izquierda se rompió.
-¡Helena!-Ahora, fue la derecha la que se partió en pedazos.
Tenía que tomar una decisión, sentía que tenía que hacerlo. El quedarse observando no era una opción, y mientras, su cabeza se llenaba de aún más voces provenientes del exterior. El dolor que sentía en su mente era mucho más poderoso que cualquier herida física.
Descubrió su daga oculta, que se escondía bajo su brazalete izquierdo. Y sin mirarla directamente, a los ojos, se abalanzó sobre la sombra, sobre sus miedos, inseguridades, sobre su ansiedad... Todos aquellos mecanismos de defensa que tanto la habían limitado, sentía que se acababa con ellos sería libre. Quizás pagaría un alto precio, pero necesitaba hacerlo. Sin más, le clavó a dicha entidad el arma en su estómago, para regocijo de la recién llegada.
De pronto, un trueno la hizo volver al mundo real. Parecía que iba a empezar a caer un diluvio, ya que las primeras gotas de lluvia que cayeron pronto aumentaron en intensidad para dejar toda la ciudad bajo un manto de agua constante. Contra toda la adversidad, Helena se puso en pie, aun con la poderosa influencia de la vampiresa en ella, los murmullos se intensificaron en su punto álgido, sentía que su cabeza iba a reventar. Unas cuantas lágrimas se asomaron por sus ojos, y recorrieron sus mejillas para acabar finalmente cristalizadas, cayendo al suelo como un peso muerto.
Esto la vampira no se lo esperó, por lo que frunció su ceño y un gesto de molestia se hizo notar en su rostro. Helena era realmente dura de controlar, y más aún de hacerla caer bajo tu merced. Lo estaba dando todo, y aun así no conseguía al completo el resultado que buscaba.
Entonces, Helena se llevó la mano a su cinturón para empuñar la daga que llevaba allí enfundada. Activó el encantamiento que esta poseía, haciendo que el arma recobrase un aspecto gélido. Con un rápido, eficaz y seco movimiento, la lanzó contra la vampira, haciendo que esta se clavase justo en su pecho. Pareció un proyectil helado, tan frío como las estacas que solía lanzar, tan doloroso como el filo más puntiagudo, tan contundente como un puñal [1].
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Off: Uso el encantamiento de mi arma "Daga de Luna Invernal": Encantamiento de arma - Hielo [1]
Helena Rhodes
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Re: 19 Melocotones malditos [Libre] [Samhain 2019] [Cerrado]
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] | Helana Rhoades: debido a que has llevado tus habilidades al límite sumado a los encantamientos de Karina Ragnhild (y a que me lo pediste por mp), sufrirás la maldición Corazón de Hielo. Corazón de hielo: las situaciones de estrés ponen a prueba tu cordura. Sentirás la furia incontrolable e incapaz de saciar que caracteriza las víctimas de Karina. Al mismo tiempo, y como señal de estrés, tu corazón se congelará, enfriando todo tu cuerpo y ofreciéndole un aspecto helado. |
- Imagen:
- Te dejo la imagen sin filtros de color azul por si la deseas utilizar en otro momento.
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