Lo Que Ven Las Ratas [Trabajo]
Página 1 de 2. • Comparte
Página 1 de 2. • 1, 2
Lo Que Ven Las Ratas [Trabajo]
Demian ojeó una vez más el tomo en sus manos.
"Sir Godfrey y el Dragón Escarlata" se leía en su portada, justo sobre un dibujo bastante elegante de un caballero con su espada en alto, haciendo frente a un dragón rojo cuya cabeza tomaba un ángulo extraño. Detrás del caballero se encontraba una dama en un vestido tan largo y blanco que parecía que esa zona de la portada tuviera luz propia.
–Meh –dijo el chico con pesadez, poniéndolo de vuelta en el estante–, ¿que no tienen otra temática?
El joven brujo había estado interesado en los cuentos de caballeros, héroes y aventureros desde que tenía memoria. No recordaba realmente cómo había comenzado, sólo sabía que siempre llevaba algún libro de esos consigo y que el que estaba ahora en su bolso ya lo había terminado al menos tres veces, sin contar las lecturas parciales de sus capítulos favoritos.
Sacó el siguiente.
"Vida y Obra de una Rata Aventurera".
La portada era simple, nada de dibujos. No estaba tan viejo, pero las esquinas de las hojas estaban dobladas, sucias y dañadas. Aquello era una buena señal. Los malos libros solían tener daños en las primeras hojas más que en las siguientes, porque la gente no los terminaba. Este debía ser bueno.
Sacó el libro de su bolso, lo dejó en el estante, y puso en su lugar el que acababa de coger. En su mente, si dejaba un libro a cambio no era robar (y no es que le importara precisamente cometer un robo, literalmente de eso vivía). Pronto el bolso se volvió invisible.
Al usar su magia el dolor regresó.
Tomó su brazo y lo sobó frenéticamente. De alguna manera causar calor sobre la piel hacía que se sintiera un poco mejor, pero no servía el calor de la ropa o del sol, sino sólo el que generaba el roce con sus propias manos.
Las marcas, similares a tatuajes, aún no desaparecían. ¿Podía considerarlas cicatrices? Estaban allí desde que se quemara con las llamas de aquella dragona ancestral. ¿Se quedarían con él de por vida? costaba decirlo con seguridad, pero parecía que las marcas estaban más claras, menos visibles, eso era una buena señal.
Intentó tomar otro libro, para ver si pillaba algo interesante más que llevar, pero algo distinto ocurrió. La portada del libro se oscureció en la zona de contacto y salió algo de humo. El chico sabía que no estaba intentando ninguna ilusión, pero tampoco era un mago de fuego. Retiró la mano de inmediato. No era la primera vez que esas marcas causaran que quemara cosas. Miró el libro y suspiró satisfecho. No parecía haber cogido fuego que se expandiera, pero tenía una zona claramente dañada.
–¿Qué pasa por allí? ¿Por qué huele a humo? –oyó una voz de mujer madura.
Seguramente era la encargada de la librería. Se escurrió de inmediato por entre los estantes. No es que tuviera realmente miedo de lo que aquella mujer podría hacerle, en el peor de los casos se hacía invisible y se retiraba antes de que llegaran los guardias, pero era mejor evitarse el mal rato.
Terminó en la sección infantil. No había muchos niños que supieran leer en el mundo, más que nada los hijos de los ricos, por lo que no era un espacio particularmente grande, pero tenía cierto encanto.
–Tú –dijo el hombre allí sentado–. Tú vienes por el aviso.
Demian levantó una ceja. No tenía la más mínima idea de por quién le habían confundido.
–De hecho, yo... –comenzó a decir, pero no alcanzó a terminar.
–Shhhh... –interrumpió él mientras miraba hacia todos los lados–, aquí no, no es buen lugar.
Demian no supo qué decir. Los ojos que le miraban se movían en todas direcciones, atentos a posibles peligros y aquel peinado extravagante le distraía. Si aquello no era suficiente, el hombre vestía una mezcla de telas y ropas sin ningún patrón unificador, como si literalmente hubiera cogido esa mañana cosas con los ojos cerrados y las hubiera puesto sobre sí. Había una calceta en una de sus manos. ¡Una calceta!. Pero eso no era lo más llamativo, no... había una rata en su hombro a la que acariciaba cada tanto.
–Vamos, hay un cuarto al final, donde guardan los materiales de aseo, vamos allá.
- El hombre:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
(*) Nota: Demian tiene unas marcas mágicas, similares a tatuajes, consecuencia de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Demian
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 2218
Nivel de PJ : : 10
Re: Lo Que Ven Las Ratas [Trabajo]
La emoción que acompañaba la llegada de un nuevo día apenas dejó dormir a la Midgardiana aquella noche.
Después de pasar unos meses en Verisar, conociendo tanto la capital como las ciudades que la rodeaban, la mujer bestia decidió que había llegado la hora de proseguir su viaje de descubrimiento por las diferentes tierras de Aerandir.
Para cuando el sol comenzó a salir Ava ya se encontraba en el puerto de Lunargenta con sus pertenencias y el dinero para costear su pasaje hacia las Islas Illidenses, territorio que despertaba su curiosidad desde hacía bastante tiempo, sobre todo por ser la cuna de una de las razas que dominaba la magia.
Una vez a bordo un extraño cosquilleo se apoderó de su estómago, era tal su entusiasmo que apenas podía contenerlo, cualquiera que la viese pensaría que volvía a un lugar conocido o a su hogar, pero no era el caso.
- ¡Tierra a la vista! ¡Muchachos, a cubierta! - avisó el capitán horas más tarde, y mientras la tripulación se organizaba para atracar en el muelle, la cuerva corrió hacia la proa para ver por primera vez su destino. Los ojos de la muchacha adquirieron un brillo especial en cuanto atisbó las islas, de verdad estaba allí, a escasos minutos de pisar la tierra por la que brujos y elfos habían librado una guerra.
A nadie le extrañó que fuese la primera en bajar, ya estaba lista junto a la pasarela cuando los marineros terminaron de colocarla. - Hasta la próxima señorita. - se despidió uno de los hombres, y aunque no recibió respuesta de su parte, la sonrisa que decoraba su rostro le bastó.
- Llegué, padre no se lo va a creer cuando le escriba. - pensó animada, caminando por entre la multitud. Con las alas bien pegadas al cuerpo, la morena avanzó por entre la gente sin perder ocasión de observar a los lugareños, quienes utilizaban la magia para realizar las tareas más cotidianas.
Encender un fuego no era problema para los magos que dominaban dicho elemento, un par de palabras eran suficientes para que surgiese la llama que necesitaban, y qué decir de la telequinesis, debía ser la habilidad más usada de aquella raza ya que no dejaba de ver objetos flotando de un lado para otro.
Hasta los más pequeños practicaban trucos en plena calle, ganándose alguna que otra reprimenda cuando por no saber controlar su poder, molestaban a los transeúntes.
Ava se cubrió la boca para ocultar una leve risilla causada por las trastadas de los niños, que sabiendo la que se les venía encima después de quemar accidentalmente la punta de la capa de un viajero, echaron a correr hacia las calles principales mientras el perjudicado se apresuraba a sofocar el fuego pisando enérgicamente la tela.
Por suerte el afectado no tendría que lamentar ninguna pérdida importante, había reaccionado a tiempo y solo unos centímetros de su prenda se habían chamuscado, aunque el olor a quemado lo acompañaría durante un rato.
Antes de que pudiese ver la reacción que su incidente había provocado en la cuerva, ésta se puso en marcha y abandonó la zona del puerto para adentrarse en la ciudad de Beltrexus, donde no tardó en encontrar una posada barata y bien situada.
Sin prestar mucha atención a la habitación en sí, ya que no pensaba pasar en ella más tiempo del necesario para descansar, la Midgardiana dejó sus cosas y volvió a salir del edificio en cuestión de minutos, ansiosa por ver tanto como le fuese posible antes del anochecer.
Su primera parada no podía ser otra que el comercio de los hechiceros, y tras una rápida visita a los puestos supo que tendría que buscarse algún trabajo durante su estancia allí, al menos si quería llevarse consigo alguno de los objetos y artefactos que los mercaderes le habían mostrado.
- Mañana buscaré algo que hacer, pero ahora debo encontrar a un mensajero. - susurró para sí en cuanto dejó atrás las tiendas, deteniéndose solo una vez para pedir indicaciones a una mujer, que amablemente le señaló dónde tenía que acudir para enviar una carta fuera de las islas.
- Bu… Buenas tar… tardes. - balbuceó desde la entrada del negocio, captando la atención del propietario. - Me… me gustaría enviar un mensaje. - continuó como buenamente pudo, acercándose al escritorio del brujo. Sin perder tiempo, el hombre le explicó cuanto necesitaba saber acerca del precio de su servicio y le proporcionó una hoja de pergamino, una pluma y un tintero, dejándola tranquila hasta que terminó su carta.
Cumplida su obligación de buena hija, Ava regresó sobre sus pasos hacia la zona céntrica de Beltrexus sin tener idea de a dónde ir, aunque tampoco tuvo que pensar mucho al respecto, la respuesta se presentó ante ella. - Si quiero aprender más sobre magia tendré que documentarme. - murmuró, girando hacia una librería cercana.
La visión de decenas de estanterías repletas de libros en un principio le resultó abrumadora, había tantos temas entre los que elegir que no sabía por dónde empezar. - El origen de la magia… Crónicas de una guerra… - fue leyendo en voz baja, ladeando la cabeza para ver mejor los títulos.
El conflicto entre brujos y elfos no le parecía la lectura más indicada para comenzar, así que tras pensarlo unos segundos alargó la mano hacia el tomo que narraba la historia de cómo los dragones habían compartido su don con aquellos individuos y se puso a ojearlo.
- Sí, me llevaré este. - dijo convencida al cabo de un rato, pero antes de hacerlo decidió ver qué más le ofrecía el lugar, pasando por zonas dedicadas al estudio de hechizos, pociones, arcanos y casi cualquier cosa que estuviese relacionada con el éter.
Su paseo a través de la librería terminó llevándola a la zona infantil, una que no habría despertado su interés de no ser por el niño que allí se encontraba, o más bien por las extrañas marcas que tenía en el brazo. Movida por su curiosidad, la Midgardiana se quedó observándolo desde cierta distancia mientras éste hablaba con un tipo de aspecto descuidado, que a saber con qué intenciones, invitó al pequeño a que lo siguiese hasta un cuarto más apartado.
Poniéndose en lo peor, en que aquel sujeto estuviese planeando algo malo contra el muchacho, la morena decidió entrar en la habitación para que su presencia, y de ser necesario su hacha, espantasen al extraño.
Doy por sentado que las marcas de tus brazos están a la vista, si no es el caso avísame y edito ^^
Después de pasar unos meses en Verisar, conociendo tanto la capital como las ciudades que la rodeaban, la mujer bestia decidió que había llegado la hora de proseguir su viaje de descubrimiento por las diferentes tierras de Aerandir.
Para cuando el sol comenzó a salir Ava ya se encontraba en el puerto de Lunargenta con sus pertenencias y el dinero para costear su pasaje hacia las Islas Illidenses, territorio que despertaba su curiosidad desde hacía bastante tiempo, sobre todo por ser la cuna de una de las razas que dominaba la magia.
Una vez a bordo un extraño cosquilleo se apoderó de su estómago, era tal su entusiasmo que apenas podía contenerlo, cualquiera que la viese pensaría que volvía a un lugar conocido o a su hogar, pero no era el caso.
- ¡Tierra a la vista! ¡Muchachos, a cubierta! - avisó el capitán horas más tarde, y mientras la tripulación se organizaba para atracar en el muelle, la cuerva corrió hacia la proa para ver por primera vez su destino. Los ojos de la muchacha adquirieron un brillo especial en cuanto atisbó las islas, de verdad estaba allí, a escasos minutos de pisar la tierra por la que brujos y elfos habían librado una guerra.
A nadie le extrañó que fuese la primera en bajar, ya estaba lista junto a la pasarela cuando los marineros terminaron de colocarla. - Hasta la próxima señorita. - se despidió uno de los hombres, y aunque no recibió respuesta de su parte, la sonrisa que decoraba su rostro le bastó.
- Llegué, padre no se lo va a creer cuando le escriba. - pensó animada, caminando por entre la multitud. Con las alas bien pegadas al cuerpo, la morena avanzó por entre la gente sin perder ocasión de observar a los lugareños, quienes utilizaban la magia para realizar las tareas más cotidianas.
Encender un fuego no era problema para los magos que dominaban dicho elemento, un par de palabras eran suficientes para que surgiese la llama que necesitaban, y qué decir de la telequinesis, debía ser la habilidad más usada de aquella raza ya que no dejaba de ver objetos flotando de un lado para otro.
Hasta los más pequeños practicaban trucos en plena calle, ganándose alguna que otra reprimenda cuando por no saber controlar su poder, molestaban a los transeúntes.
Ava se cubrió la boca para ocultar una leve risilla causada por las trastadas de los niños, que sabiendo la que se les venía encima después de quemar accidentalmente la punta de la capa de un viajero, echaron a correr hacia las calles principales mientras el perjudicado se apresuraba a sofocar el fuego pisando enérgicamente la tela.
Por suerte el afectado no tendría que lamentar ninguna pérdida importante, había reaccionado a tiempo y solo unos centímetros de su prenda se habían chamuscado, aunque el olor a quemado lo acompañaría durante un rato.
Antes de que pudiese ver la reacción que su incidente había provocado en la cuerva, ésta se puso en marcha y abandonó la zona del puerto para adentrarse en la ciudad de Beltrexus, donde no tardó en encontrar una posada barata y bien situada.
Sin prestar mucha atención a la habitación en sí, ya que no pensaba pasar en ella más tiempo del necesario para descansar, la Midgardiana dejó sus cosas y volvió a salir del edificio en cuestión de minutos, ansiosa por ver tanto como le fuese posible antes del anochecer.
Su primera parada no podía ser otra que el comercio de los hechiceros, y tras una rápida visita a los puestos supo que tendría que buscarse algún trabajo durante su estancia allí, al menos si quería llevarse consigo alguno de los objetos y artefactos que los mercaderes le habían mostrado.
- Mañana buscaré algo que hacer, pero ahora debo encontrar a un mensajero. - susurró para sí en cuanto dejó atrás las tiendas, deteniéndose solo una vez para pedir indicaciones a una mujer, que amablemente le señaló dónde tenía que acudir para enviar una carta fuera de las islas.
- Bu… Buenas tar… tardes. - balbuceó desde la entrada del negocio, captando la atención del propietario. - Me… me gustaría enviar un mensaje. - continuó como buenamente pudo, acercándose al escritorio del brujo. Sin perder tiempo, el hombre le explicó cuanto necesitaba saber acerca del precio de su servicio y le proporcionó una hoja de pergamino, una pluma y un tintero, dejándola tranquila hasta que terminó su carta.
Cumplida su obligación de buena hija, Ava regresó sobre sus pasos hacia la zona céntrica de Beltrexus sin tener idea de a dónde ir, aunque tampoco tuvo que pensar mucho al respecto, la respuesta se presentó ante ella. - Si quiero aprender más sobre magia tendré que documentarme. - murmuró, girando hacia una librería cercana.
La visión de decenas de estanterías repletas de libros en un principio le resultó abrumadora, había tantos temas entre los que elegir que no sabía por dónde empezar. - El origen de la magia… Crónicas de una guerra… - fue leyendo en voz baja, ladeando la cabeza para ver mejor los títulos.
El conflicto entre brujos y elfos no le parecía la lectura más indicada para comenzar, así que tras pensarlo unos segundos alargó la mano hacia el tomo que narraba la historia de cómo los dragones habían compartido su don con aquellos individuos y se puso a ojearlo.
- Sí, me llevaré este. - dijo convencida al cabo de un rato, pero antes de hacerlo decidió ver qué más le ofrecía el lugar, pasando por zonas dedicadas al estudio de hechizos, pociones, arcanos y casi cualquier cosa que estuviese relacionada con el éter.
Su paseo a través de la librería terminó llevándola a la zona infantil, una que no habría despertado su interés de no ser por el niño que allí se encontraba, o más bien por las extrañas marcas que tenía en el brazo. Movida por su curiosidad, la Midgardiana se quedó observándolo desde cierta distancia mientras éste hablaba con un tipo de aspecto descuidado, que a saber con qué intenciones, invitó al pequeño a que lo siguiese hasta un cuarto más apartado.
Poniéndose en lo peor, en que aquel sujeto estuviese planeando algo malo contra el muchacho, la morena decidió entrar en la habitación para que su presencia, y de ser necesario su hacha, espantasen al extraño.
Doy por sentado que las marcas de tus brazos están a la vista, si no es el caso avísame y edito ^^
Ava Kenrith
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 305
Nivel de PJ : : 5
Re: Lo Que Ven Las Ratas [Trabajo]
Lo primero que notó fueron las ratas, y no era para menos. Había allí literalmente un ejército de ellas, todas alineadas en los estantes y el suelo de manera impecable. Sus ojos parecieron brillar cuando entró, como puntos rojos en la oscuridad... centenares de puntos.
Demian no era precisamente pronto a sentir asco, vamos, que literalmente el refugio de los Gorriones se llamaba "La Ratonera" por algo y los estofados de Artyhom tenían carne de animales pequeños... muy pequeños. Pero aquello era otro nivel y el chico no pudo evitar sentir el estómago revolverse.
¿En qué tipo de problemas se había metido?
–Como decía, yo... –quiso decir el chico.
–Shhhhhh... alguien nos ha visto –dijo el hombre.
Los ojos del sujeto de pronto tenían el mismo brillo rojo de las ratas y su mirada se movía como si siguiera algo, como si estuviera viendo algo, pero no tenía sentido aquello. No había nada frente a él que se moviera como sus ojos daban a entender.
–Ella va a entrar, cuidado –advirtió.
Entonces se cumplió su predicción. Una mujer abrió la puerta e hizo entrada al habitáculo. Era tan pequeño que los tres quedaron incómodamente cerca de las ratas. Demian sintió una de ellas olisquearle la oreja y tuvo que apartarse.
–¿Estás aquí por el aviso o estás con ellos? –dijo con aire desafiante el hombre.
Sus ojos brillaron más intensamente y Demian vio que todo el ejército de ratas entró en alguna especie de trance. Los ojos de las sucias criaturas tomaron un brillo más intenso y todas, al unísono, mostraron sus dientes desafiantes.
Eran sólo ratas, pero una parte del chico estaba segura que esas cosas en masa podían ser un real peligro, siquiera por la cantidad de enfermedades que debían portar. Intentar darles a dagazos sería una tarea sencillamente inútil.
–Ratamancia –dijo el sujeto–, el arte milenario de controlar a las criaturas más astutas del continente.
¿Ratamancia?, se preguntó Demian. ¿Era esa siquiera una palabra real? ¿Existía realmente aquel arte o eran los delirios de un tipo trastornado?
–Yo estoy bien –aclaró Demian con una sonrisa poco auténtica, no porque mintiera, sino porque era difícil sonreír en un contexto tan poco atractivo como aquel. Aunque, a decir verdad, no era completamente cierta su afirmación, ya que podía sentir los jugos de su sistema digestivo revolverse en su interior.
De pronto el sujeto movió su cabeza de manera afirmativa, como si estuviera escuchando a alguien. El chico levantó una ceja.
–Ya... ya veo –dijo a la nada.
Las ratas cesaron su amenaza y sus ojos volvieron a la normalidad. Las ratas volvieron a sus cosas de ratas, aunque de tanto en tanto miraban con curiosidad a los sujetos que tan incómodamente se reunían en aquel cuartucho.
–Sí, tienes suerte, muchacha –dijo aún con cierta cautela–, una rata te ha seguido de hace un rato y no ha visto nada sospechoso en tu conducta.
Demian miró a los lados. ¿A él también le había seguido una rata? inmediatamente sintió ganas de llevarse una palmada a su propia frente. Literalmente estaba lleno de ratas el lugar, ¿qué demonios esperaba ver?
Suspiró.
–Pero... ¿de qué aviso hablaba? –preguntó ya algo incómodo con todo.
–Donde los niños encuentran sus sueños –dijo el hombre enigmáticamente.
Demian sintió ganas de ahorcar una rata y lo habría hecho, sino fuera por el hecho de que cientos de amigas de la afectada no tomarían eso como un gesto de amistad.
–Permítanme explicarles, ustedes tienen cara de aventureros –dijo el sujeto. Había un dejo de alegría en su voz.
Entonces comenzó su relato.
Demian
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 2218
Nivel de PJ : : 10
Re: Lo Que Ven Las Ratas [Trabajo]
Nada más poner un pie dentro del pequeño habitáculo la mujer bestia se arrepintió de su decisión, cosa que quedó reflejada en su expresión de espanto. Decenas, no, centenares de ratas se habían apoderado de prácticamente todo el espacio, y desde sus posiciones la observaban con un espeluznante brillo rojizo en sus miradas.
- ¿Dónde te has metido Ava? Si no sales rápido de aquí te comerán. - pensó, recorriendo con la vista cada estante y rincón del pequeño cuarto. Cada fibra de su ser le gritaba que echase a correr hasta salir de la librería y se olvidase de lo que había visto pero tenía un problema, sus principios no le permitían abandonar a un niño a su suerte en aquellas circunstancias.
Sentir a aquellas criaturas correteando a su alrededor no la ayudó a relajarse, mucho menos cuando notó que una de ellas le rozaba las plumas del ala, extremidad que al instante plegó para que no quedase al alcance de los roedores que estaban en el suelo.
Y para colmo de males, tanto los animales como su extraño dueño reaccionaron de forma negativa a su aparición, poniéndose en guardia y mostrándole las afiladas hileras de dientes que poseían, que no eran tan peligrosas por el daño que podían causar sino por las enfermedades que le podían transmitir.
- ¿El… el aviso? - consiguió decir poco después, tras recuperarse de la impresión inicial, que la había dejado muda. - ¿El…ellos? A… a quién se… se refiere. - balbuceó, sin dejar de vigilar cuanto se le acercaba. Fue entonces cuando el individuo les desveló la habilidad que poseía, Ratamancia lo llamó, y puede que sonase muy bien en su cabeza, pero para la cuerva no dejaba de ser un tipo raro, “el loco de las ratas” así lo definiría si alguien llegaba a preguntarle.
Que el muchacho asegurase encontrarse bien la alivió un poco, pero no estaría tranquila hasta que lo hubiese sacado de allí, así que debía actuar con cautela y no poner más nerviosos ni al desaliñado sujeto ni a su “ejército”.
Lo verdaderamente complicado para la Midgardiana sería tomar en serio a aquel hombre, pues su comportamiento no hacía más que reforzar la idea de que algo no funcionaba del todo bien en su cabeza. Asentía como si alguien le estuviese hablando, y por si fuera poco insinuó que una de sus peludas amigas se comunicaba con él, y que la había estado siguiendo desde hacía ya rato.
Sin poder evitarlo, la morena se dio la vuelta para mirar a su espalda, y allí, en mitad de la sala infantil, pudo ver a otra de aquellas criaturas, mirándola fijamente mientras se frotaba los bigotes.
- Va…le… este señor cree que puede entender a las ratas, definitivamente está loco. - pensó, aceptando que pudiese controlarlas con algún tipo de magia, pero ¿hablar con ellas? Eso ya era demasiado.
La intervención del chico hizo que volviese a girarse para atender al conversación, y aunque no tenía ni la más mínima gana de permanecer allí dentro durante mucho más, esperó a que el pequeño saciase su curiosidad para luego amablemente, intentar convencerlo de salir de la librería a toda prisa.
- Todo comenzó hace un par de semanas, cuando algunos de mis conocidos empezaron a actuar de forma extraña. - empezó a relatar, mientras los dorados ojos de la mujer bestia seguían a la rata que se paseaba por encima de sus hombros.
- Al principio solo parecían más cansados de lo habitual pero luego la cosa empeoró, se pasaban el día totalmente atontados, apenas reaccionaban a lo que ocurría a su alrededor, ni siquiera eran capaces de mantener una conversación normal. - siguió explicando, sin quitarles ojo de encima. - Estaban aletargados, como si alguien los hubiese drogado, así que decidí investigar el asunto. - les reveló, alargando una mano hacia el roedor que lo acompañaba para colocarlo en su regazo y acariciarlo como quien acaricia una mascota.
- Durante varios días envíe a mis pequeñas a espiarlos para ver qué hacían y a dónde iban, necesitaba encontrar un nexo de unión entre ellos y lo encontré, el pozo de la plaza. Todos iban allí a por agua al menos dos veces al día, lo que no sabían era que alguien más lo visitaba por las noches… y vertía en él un líquido oscuro de olor desagradable. - relató, dedicando la mayor parte de su atención al animal que sostenía.
- Pronto descubrí que no era el único, prácticamente han infectado todos los suministros de agua de la ciudad… pero eso no es lo peor, en cuanto alguien muestra públicamente sus sospechas al respecto su carácter cambia drásticamente de la noche a la mañana, convirtiéndose en uno de ellos. - continuó tras unos segundos, algo más nervioso.
- Ahora saben que lo sé todo… me vigilan… sé que me siguen y quieren eliminarme pero no lo lograrán, no podrán acercarse a mí mientras tenga a mis ratas. - aseguró, levantando la vista hacia ellos de nuevo y esperando quizá que alguno de los dos tomase la palabra, cosa que la cuerva no tenía previsto hacer después de escuchar tal historia.
- ¿Estará delirando? - se preguntó interiormente la joven, sin saber qué pensar.
- ¿Dónde te has metido Ava? Si no sales rápido de aquí te comerán. - pensó, recorriendo con la vista cada estante y rincón del pequeño cuarto. Cada fibra de su ser le gritaba que echase a correr hasta salir de la librería y se olvidase de lo que había visto pero tenía un problema, sus principios no le permitían abandonar a un niño a su suerte en aquellas circunstancias.
Sentir a aquellas criaturas correteando a su alrededor no la ayudó a relajarse, mucho menos cuando notó que una de ellas le rozaba las plumas del ala, extremidad que al instante plegó para que no quedase al alcance de los roedores que estaban en el suelo.
Y para colmo de males, tanto los animales como su extraño dueño reaccionaron de forma negativa a su aparición, poniéndose en guardia y mostrándole las afiladas hileras de dientes que poseían, que no eran tan peligrosas por el daño que podían causar sino por las enfermedades que le podían transmitir.
- ¿El… el aviso? - consiguió decir poco después, tras recuperarse de la impresión inicial, que la había dejado muda. - ¿El…ellos? A… a quién se… se refiere. - balbuceó, sin dejar de vigilar cuanto se le acercaba. Fue entonces cuando el individuo les desveló la habilidad que poseía, Ratamancia lo llamó, y puede que sonase muy bien en su cabeza, pero para la cuerva no dejaba de ser un tipo raro, “el loco de las ratas” así lo definiría si alguien llegaba a preguntarle.
Que el muchacho asegurase encontrarse bien la alivió un poco, pero no estaría tranquila hasta que lo hubiese sacado de allí, así que debía actuar con cautela y no poner más nerviosos ni al desaliñado sujeto ni a su “ejército”.
Lo verdaderamente complicado para la Midgardiana sería tomar en serio a aquel hombre, pues su comportamiento no hacía más que reforzar la idea de que algo no funcionaba del todo bien en su cabeza. Asentía como si alguien le estuviese hablando, y por si fuera poco insinuó que una de sus peludas amigas se comunicaba con él, y que la había estado siguiendo desde hacía ya rato.
Sin poder evitarlo, la morena se dio la vuelta para mirar a su espalda, y allí, en mitad de la sala infantil, pudo ver a otra de aquellas criaturas, mirándola fijamente mientras se frotaba los bigotes.
- Va…le… este señor cree que puede entender a las ratas, definitivamente está loco. - pensó, aceptando que pudiese controlarlas con algún tipo de magia, pero ¿hablar con ellas? Eso ya era demasiado.
La intervención del chico hizo que volviese a girarse para atender al conversación, y aunque no tenía ni la más mínima gana de permanecer allí dentro durante mucho más, esperó a que el pequeño saciase su curiosidad para luego amablemente, intentar convencerlo de salir de la librería a toda prisa.
- Todo comenzó hace un par de semanas, cuando algunos de mis conocidos empezaron a actuar de forma extraña. - empezó a relatar, mientras los dorados ojos de la mujer bestia seguían a la rata que se paseaba por encima de sus hombros.
- Al principio solo parecían más cansados de lo habitual pero luego la cosa empeoró, se pasaban el día totalmente atontados, apenas reaccionaban a lo que ocurría a su alrededor, ni siquiera eran capaces de mantener una conversación normal. - siguió explicando, sin quitarles ojo de encima. - Estaban aletargados, como si alguien los hubiese drogado, así que decidí investigar el asunto. - les reveló, alargando una mano hacia el roedor que lo acompañaba para colocarlo en su regazo y acariciarlo como quien acaricia una mascota.
- Durante varios días envíe a mis pequeñas a espiarlos para ver qué hacían y a dónde iban, necesitaba encontrar un nexo de unión entre ellos y lo encontré, el pozo de la plaza. Todos iban allí a por agua al menos dos veces al día, lo que no sabían era que alguien más lo visitaba por las noches… y vertía en él un líquido oscuro de olor desagradable. - relató, dedicando la mayor parte de su atención al animal que sostenía.
- Pronto descubrí que no era el único, prácticamente han infectado todos los suministros de agua de la ciudad… pero eso no es lo peor, en cuanto alguien muestra públicamente sus sospechas al respecto su carácter cambia drásticamente de la noche a la mañana, convirtiéndose en uno de ellos. - continuó tras unos segundos, algo más nervioso.
- Ahora saben que lo sé todo… me vigilan… sé que me siguen y quieren eliminarme pero no lo lograrán, no podrán acercarse a mí mientras tenga a mis ratas. - aseguró, levantando la vista hacia ellos de nuevo y esperando quizá que alguno de los dos tomase la palabra, cosa que la cuerva no tenía previsto hacer después de escuchar tal historia.
- ¿Estará delirando? - se preguntó interiormente la joven, sin saber qué pensar.
Ava Kenrith
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 305
Nivel de PJ : : 5
Re: Lo Que Ven Las Ratas [Trabajo]
Agua infectada, control mental, ideas que era fácil atribuir a un loco. No costaba nada asociar su extraña apariencia con algún trastorno mental.
Demian es un chico listo, ha leído mucho para sus cortos años, ha conocido muchas personas, resuelto misterios, descifrado pistas y puzzles, llevado su magia a terrenos en que muchos ancianos no se atreverían... y aún así, aún no aprendía a distinguir bien cuando alguien hablaba en serio o no, cuando alguien bromeaba, cuando alguien estaba siendo intencionalmente engañoso y cuando alguien no era tan de confiar.
El chico se tragó el cuento completo, de principio a fin.
Demian miró a la mujer, quien no parecía muy cómoda con la situación.
–D-debemos hacer algo, no podemos dejar que los poderosos se aprovechen así de la gente –dijo con un rostro serio.
Claramente, tampoco era bueno siendo suspicaz y entendiendo que no podía confiar tan fácilmente en alguien a quien ni siquiera conocía.
–Ya está anocheciendo –dijo jalando de la mano de la mujer para intentar acercarle–. Si nos ocultamos bien, podemos descubrir quién está detrás de todo esto.
Levantó entonces una de sus dagas y ésta desapareció en el aire, como si se hubiera desvanecido. Por un momento sus ojos se entrecerraron, las marcas en sus brazos nuevamente dolían. Le había pasado desde que se había enfrentado a esa dragona ancestral. La daga reapareció.
–Soy bueno ocultándome y ocultando c-cosas –dijo con cierto orgullo.
–Yo también soy bueno en ocultarme, chico –intervino el hombre de las ratas–... y aún así esta gente ha dado conmigo. Hay que tener mucho cuidado, no son novatos, estos tipos saben muy bien lo que hacen. ¡Incluso logran burlar a mis ratas cuando intentan seguirlos!
Demian se pasó una mano por el mentón, pensando.
–Pues debemos actuar rápido, entonces –dijo tras unos momentos–. No darles tiempo a preparar algo. Debemos seguirles esta misma noche y llegar al fondo del as-s-sunto de un sólo golpe.
–Eso es más fácil decirlo que hacerlo –dijo el sujeto de las ratas, asomándose a la puerta del cuartucho para asegurarse de que nadie los estuviera siguiendo o mirando.
Demian guardó su daga e infló su pecho con confianza.
–Bah, esos tipos jamás sospecharían de un chico, no sabrán de dónde ha venido lo que les golpeará.
Un asesino como él, de habilidades ilusionistas y vasta experiencia en la infiltración, no decía aquello sólo por un exceso de confianza. Tenía con qué sustentar sus palabras, sabía que su habilidad era de la más alta calidad... y aún así se equivocaba.
...
En ese mismo instante, una sombra se desplazó a través de los estantes. En sus manos tenía un papel, un papel que contenía un aviso. No estaba allí para cumplirlo, sin embargo, sino para detener a quien sea que sospechara de los asuntos de su líder.
Una rata pasó cerca de la sombra y ni siquiera pareció notar su presencia. Era como si aquel sujeto no estuviera realmente allí. Las otras personas no le miraban, no parecían siquiera reconocer su mera existencia.
La sombra sacó una antorcha de un bolso y la encendió tras tocarla con uno de sus delgados dedos. La llama se extendió rápidamente por el material inflamable. A nadie pareció importarle.(1)
...
Demian levantó una ceja cuando su nariz detectó el aroma.
–¿Huele a humo o es mi imaginación? –dijo confundido.
Sólo entonces notó que la puerta a sus espaldas comenzaba a inflamarse.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
(1) Primera complicación: Un experto espía intenta encerrarlos en un incendio.
Demian
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 2218
Nivel de PJ : : 10
Re: Lo Que Ven Las Ratas [Trabajo]
- Ya he escuchado sus desvaríos, será mejor que me invente una excusa para salir de aquí y llevarme al niño. - caviló la Midgardiana, pero no contaba con que el pequeño se creyese la historia de aquel hombre y quisiese ayudarlo. - Lo ha engañado, ¿cómo voy a convencerlo ahora? - pensó al ver la forma con que la miraba, con una seriedad poco propia de alguien tan joven.
El siguiente movimiento del muchacho la puso en una situación aún más incómoda, en la que le tocó luchar para vencer el impulso de retroceder bruscamente y con ello, liberar la mano de la que estaba tirando. - Solo es un niño Ava, y no tiene culpa de tus traumas… actúa con normalidad. - como si aquello fuese tan sencillo…
La armadura ocultó en parte lo tensa que estaba, y después de unos instantes, la imagen de Lavey ocupó los pensamientos de la cuerva. La triste expresión de la rubia aún estaba grabada en su mente, igual que la de Karen, y todo por su problema con el contacto físico. - No quiero pasar por eso de nuevo… no se merece mi rechazo.- se dijo interiormente, cediendo a las intenciones del pequeño y acercándose un poco a él para escucharlo mejor.
Pero no fueron sus palabras las que más le llamaron la atención sino sus poderes, estaba ante un joven ilusionista. Su capacidad para hacer desaparecer objetos era asombrosa, nunca había visto nada parecido y eso se reflejó en su rostro al instante, había logrado sorprenderla y ahora tenía un aluvión de preguntas que quería hacerle, aunque no era el momento adecuado para ello.
- ¿Pu…puedes ocultar a personas? - aquella se le escapó sin que pudiese resistirse, pero el señor de las ratas intervino para desmerecer las habilidades del brujo, alegando que él también sabía mantenerse fuera de la vista y a pesar de ello lo habían descubierto.
Ava le dedicó una mirada que no necesitaba ser interpretada, ¿cómo se atrevía a criticar a quienes supuestamente necesitaba? Si esa era la forma con que pretendía ganar aliados lo iba a tener difícil, porque al menos ella se sentía tentada a dejarlo allí solo para que se las apañase como pudiese.
Tras sopesar sus opciones, el chico llegó a la conclusión de que el plan, fuera cual fuese, tendría que llevarse a cabo esa misma noche para no dar tiempo al enemigo de que los descubriese, pero iban a tener una complicación… - Tú… tú puedes pasar desapercibido… pero yo no. - susurró la mujer bestia, convencida de que sus rasgos eran demasiado llamativos como para que no se fijasen en ella.
Era una extraña en Beltrexus, y aunque podía hacerse pasar por una simple viajera, que en realidad lo era, cualquiera que la viese deambulando por las calles de noche empezaría a sospechar acerca de sus intenciones, si no tenía cuidado terminarían culpándola de algo solo por ser estar en el lugar y momento equivocados.
Lo que ninguno de los presentes en aquel cuarto se imaginaban era que ya se habían convertido en el blanco de alguien, un individuo capaz de moverse por entre la gente sin ser detectado.
- Ese olor… - murmuró de repente la morena, en cuanto su agudo olfato captó algo fuera de lo normal en el ambiente. - ¡Es humo! - se respondió mentalmente al darse cuenta de lo que pasaba, y el hechicero no tardó en percatarse de lo mismo. - ¡Alguien intenta encerrarnos, tenemos que salir de aquí! - exclamó, haciéndose oír por encima de los desagradables chillidos de las ratas.
En cuanto se dio la vuelta para ir hacia la salida, los ambarinos ojos de la Midgardiana se abrieron desmesuradamente, la puerta se estaba quemando… ¿cómo no se habían dado cuenta antes?
Abrirla sin más no les ayudaría sino que los obligaría a pasar por un arco de fuego, así que sin pensárselo mucho, cosa que en ocasiones terminaba lamentando, Ava se retiró el pelo hacia atrás, tomó algo de carrerilla y cargó hacia la puerta, valiéndose de su peso y del de la armadura para romper las bisagras que la sujetaban y echarla abajo.
Y ahí quedó reflejada su naturaleza bestial, su instinto de supervivencia, pero la fuerza bruta no lo era todo, se dio cuenta de ello en cuanto un terrible dolor le recorrió el ala. Sus plumas se estaban quemando, y aunque reaccionó de inmediato para sofocar las llamas, lo peor estaba por llegar.
El incendio ya se había extendido hasta consumir una tercera parte del local, y alimentado por los libros no pararía hasta arrasar con todo lo que encontrase a su paso. La cuerva tosió repetidas veces a causa del humo, que también se había adueñado de la librería en apenas unos instantes, ahuyentando a los clientes y hasta a la propietaria, quienes observaban horrorizados la escena desde el exterior.
- No… no puedo respirar. - se quejó en voz baja, cubriéndose la boca mientras echaba la vista atrás para comprobar si el brujo la seguía.
Mientras el olfato de la joven pasaba de ser una ventaja a una desventaja, varias ratas pasaron corriendo por entre sus piernas en busca de una salida, y en vista de que empezaba a desorientarse por culpa del olor, con lo que no tardaría en sufrir mareos o quizá algo peor, decidió seguirlas a través de los pasillos, plegando las alas tanto como le fue posible para no volver a dañarlas.
- ¡Vamos! - indicó, mirando de nuevo al ilusionista antes de ponerse en marcha.
Pero el trayecto hacia la salvación iba a ser más complicado de lo que imaginaba, y después de tener que detenerse en un par de ocasiones por falta de aire, la cazadora cayó de rodillas al suelo, ya no estaba segura de poder conseguirlo.
El siguiente movimiento del muchacho la puso en una situación aún más incómoda, en la que le tocó luchar para vencer el impulso de retroceder bruscamente y con ello, liberar la mano de la que estaba tirando. - Solo es un niño Ava, y no tiene culpa de tus traumas… actúa con normalidad. - como si aquello fuese tan sencillo…
La armadura ocultó en parte lo tensa que estaba, y después de unos instantes, la imagen de Lavey ocupó los pensamientos de la cuerva. La triste expresión de la rubia aún estaba grabada en su mente, igual que la de Karen, y todo por su problema con el contacto físico. - No quiero pasar por eso de nuevo… no se merece mi rechazo.- se dijo interiormente, cediendo a las intenciones del pequeño y acercándose un poco a él para escucharlo mejor.
Pero no fueron sus palabras las que más le llamaron la atención sino sus poderes, estaba ante un joven ilusionista. Su capacidad para hacer desaparecer objetos era asombrosa, nunca había visto nada parecido y eso se reflejó en su rostro al instante, había logrado sorprenderla y ahora tenía un aluvión de preguntas que quería hacerle, aunque no era el momento adecuado para ello.
- ¿Pu…puedes ocultar a personas? - aquella se le escapó sin que pudiese resistirse, pero el señor de las ratas intervino para desmerecer las habilidades del brujo, alegando que él también sabía mantenerse fuera de la vista y a pesar de ello lo habían descubierto.
Ava le dedicó una mirada que no necesitaba ser interpretada, ¿cómo se atrevía a criticar a quienes supuestamente necesitaba? Si esa era la forma con que pretendía ganar aliados lo iba a tener difícil, porque al menos ella se sentía tentada a dejarlo allí solo para que se las apañase como pudiese.
Tras sopesar sus opciones, el chico llegó a la conclusión de que el plan, fuera cual fuese, tendría que llevarse a cabo esa misma noche para no dar tiempo al enemigo de que los descubriese, pero iban a tener una complicación… - Tú… tú puedes pasar desapercibido… pero yo no. - susurró la mujer bestia, convencida de que sus rasgos eran demasiado llamativos como para que no se fijasen en ella.
Era una extraña en Beltrexus, y aunque podía hacerse pasar por una simple viajera, que en realidad lo era, cualquiera que la viese deambulando por las calles de noche empezaría a sospechar acerca de sus intenciones, si no tenía cuidado terminarían culpándola de algo solo por ser estar en el lugar y momento equivocados.
Lo que ninguno de los presentes en aquel cuarto se imaginaban era que ya se habían convertido en el blanco de alguien, un individuo capaz de moverse por entre la gente sin ser detectado.
- Ese olor… - murmuró de repente la morena, en cuanto su agudo olfato captó algo fuera de lo normal en el ambiente. - ¡Es humo! - se respondió mentalmente al darse cuenta de lo que pasaba, y el hechicero no tardó en percatarse de lo mismo. - ¡Alguien intenta encerrarnos, tenemos que salir de aquí! - exclamó, haciéndose oír por encima de los desagradables chillidos de las ratas.
En cuanto se dio la vuelta para ir hacia la salida, los ambarinos ojos de la Midgardiana se abrieron desmesuradamente, la puerta se estaba quemando… ¿cómo no se habían dado cuenta antes?
Abrirla sin más no les ayudaría sino que los obligaría a pasar por un arco de fuego, así que sin pensárselo mucho, cosa que en ocasiones terminaba lamentando, Ava se retiró el pelo hacia atrás, tomó algo de carrerilla y cargó hacia la puerta, valiéndose de su peso y del de la armadura para romper las bisagras que la sujetaban y echarla abajo.
Y ahí quedó reflejada su naturaleza bestial, su instinto de supervivencia, pero la fuerza bruta no lo era todo, se dio cuenta de ello en cuanto un terrible dolor le recorrió el ala. Sus plumas se estaban quemando, y aunque reaccionó de inmediato para sofocar las llamas, lo peor estaba por llegar.
El incendio ya se había extendido hasta consumir una tercera parte del local, y alimentado por los libros no pararía hasta arrasar con todo lo que encontrase a su paso. La cuerva tosió repetidas veces a causa del humo, que también se había adueñado de la librería en apenas unos instantes, ahuyentando a los clientes y hasta a la propietaria, quienes observaban horrorizados la escena desde el exterior.
- No… no puedo respirar. - se quejó en voz baja, cubriéndose la boca mientras echaba la vista atrás para comprobar si el brujo la seguía.
Mientras el olfato de la joven pasaba de ser una ventaja a una desventaja, varias ratas pasaron corriendo por entre sus piernas en busca de una salida, y en vista de que empezaba a desorientarse por culpa del olor, con lo que no tardaría en sufrir mareos o quizá algo peor, decidió seguirlas a través de los pasillos, plegando las alas tanto como le fue posible para no volver a dañarlas.
- ¡Vamos! - indicó, mirando de nuevo al ilusionista antes de ponerse en marcha.
Pero el trayecto hacia la salvación iba a ser más complicado de lo que imaginaba, y después de tener que detenerse en un par de ocasiones por falta de aire, la cazadora cayó de rodillas al suelo, ya no estaba segura de poder conseguirlo.
Ava Kenrith
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 305
Nivel de PJ : : 5
Re: Lo Que Ven Las Ratas [Trabajo]
Libros quemándose.
Demian no podía imaginar un desperdicio más grande que ese. Era cierto que no todos los tomos eran valiosos o contenían material importante, pero entre ellos podía haber cosas únicas, libros escritos a mano por algún estudioso, algún monje, ejemplares sin copia alguna en todo el continente de los que sus conocimientos se podrían perder para siempre.
Sus pensamientos estaban en ello, aún cuando su cuerpo estaba resultando afectado por el humo y el calor. Las ratas corrían en masa. ¿Sabrían buscar el camino correcto? Los animales solían ser buenos en ese tipo de cosas. El chico tomó nota del camino que tomaban, pero no iba a seguirlo, no en ese momento.
Se arrodilló, buscando una zona más fría y con menos humo, mientras sacaba de su bolso un libro. Lo abrió en una página en blanco.
–Había una vez... –comenzó diciendo.
La magia de Demian le permitía volver algo de su relato temporalmente real, pero sabía que esto tenía límites. No podía simplemente relatar que todo se solucionara mágicamente. Sí sabía que su hechizo era más fuerte cuando incluía personajes.
–... un fantasma. Le llamaban el "Viejo Bibliotecario" –dijo con una calma inapropiada a la desesperación de la situación–. Decían que había muerto en un incendio de una librería, hacía más de doscientos años, y que desde entonces se lamentaba a través de los estantes. Uuuuuh, sonaban sus lamentos, sin que nadie llegara realmente a verlo.
"Uuuuuh" se escuchó una voz tétrica en el lugar, proveniente de la magia ilusoria del joven brujo.
–Pero eso cambió el viejo bibliotecario vio que nuevamente un incendio acechaba su querida librería. "Es la oportunidad de remedir mi error.
Demian tosió, pero intentó seguir firme en su relato. El Éter se arremolinaba a su alrededor, haciendo un llamado a todas las fuerzas que lograba amasar.
–Lleno de coraje, el fantasma invocó lo que había sido su magia en vida, la habilidad de controlar el elemento del agua. "Si no hubiera estado dormido entonces habría podido usar mi magia para prevenir el desastre", dijo –la voz ilusoria repitió las palabras–. Emergió visible, con su aspecto lastimero, lleno de quemaduras abiertas, aún sangrantes, a pesar de los siglos, y desprendiendo un aroma que erizaba los pelos a los presentes. Era como el aroma de algo quemado, pero al mismo tiempo descompuesto, viejo y mohoso.
La figura ilusoria gritó y de sus manos, mitad hueso, mitad carne quemada, emergió un flujo de agua. No era lanzada a chorro, sino cuidadosamente enfocada en mojar sólo la base de los focos de llamas, haciendo su mejor esfuerzo por no dañar los libros.
Lo increíble del asunto es que el agua, a pesar de ser una ilusión, parecía efectivamente apagar las llamas, terminando con el fuego allí donde caía. Era real e ilusoria al mismo tiempo.(1)
En las páginas de su libro aparecía el relato que estaba haciendo, con todo e ilustraciones.
Las llamas cedían, pero lo pesado del aire, el humo en los pulmones y el calor cobraban su tara en el chico, quien miraba con ojos ya perdidos. Volvió a toser y sus rodillas temblaron. Intentó ponerse de pie.
–El f-fantasma no cesaría su labor hasta ver desaparecer todas las llamas. S-sólo entonces podría descansar en paz.
Sus palabras fueron débiles, ásperas, raspadas por el humo.
–No... cesaría... su... labor...
Una rata de pelos quemados le miró, justo antes de que el chico se desplomara.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
(1) Demian usa su habilidad de nivel 8: Historias de Fantasmas, la que le permite crear una ilusión a modo de relato, capaz de interactuar con la realidad. Podríamos decir que es cuasi-real.
Demian
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 2218
Nivel de PJ : : 10
Re: Lo Que Ven Las Ratas [Trabajo]
Poco a poco los sentidos de la mujer bestia se volvieron en su contra, el humo se había encargado de anular su olfato y también de reducir su visión a la mitad, dejándola en un estado de vulnerabilidad al que no estaba acostumbrada.
Con la boca aún cubierta con una mano volvió a toser, y sus ojos quedaron anegados en lágrimas a causa de la irritación, necesitaba salir de allí, pero había llegado a un punto en que era incapaz de orientarse a través de la librería, no sabía qué dirección tomar ni si podía confiar en las ratas que aún pasaban a su lado a toda prisa.
- Cálmate Ava, piensa… tiene que haber una forma de escapar. - se dijo mentalmente, luchando por normalizar su respiración y pulso. Usar sus últimas fuerzas para correr a ciegas no le serviría de nada, tenía que mejorar su situación antes de llevar a cabo cualquier movimiento, y para ello lo primero en que debía centrarse era en cortar la inhalación de humo que amenazaba con hacerla perder el conocimiento.
Tuvo que parpadear varias veces antes de conseguir una imagen más nítida de lo que tenía a su alrededor, pero cuando lo logró algo llamó su atención, una pequeña mesita cercana sobre la que habían apilado media docena de libros.
En aquel momento, en que su vida corría peligro, la Midgardiana no se paró a pensar en lo que las llamas estaban consumiendo, en todo el conocimiento que se perdería a causa del incendio, no, solo le interesaba la tela que cubría el mueble, así que avanzó a gatas hacia la mesa y tiró con fuerza de la misma, arrojando los tomos al suelo sin miramientos.
- Esto me ayudará. - susurró, manipulando el mantel para envolverse parcialmente el rostro con ella, de modo que el humo ya no le afectase tanto. - Bien, ahora tengo que encontrar una salida… me guiaré por el oído. - podía hacerlo, no, debía hacerlo, ya que aquel era el único recurso que le quedaba, el único sentido que aún no se había visto afectado.
Desde su posición en el suelo, Ava se centró en escuchar, ignorando los chillidos de las ratas y el crepitar del fuego para buscar más allá, en el exterior. Los gritos y lloros de la propietaria del local bastarían para guiarla, pero antes de captar algo de fuera una voz hizo que se girase en la dirección por la que había venido.
Alguien estaba relatando una historia acerca de un fantasma, el Viejo Bibliotecario, y de alguna forma, el personaje del que hablaba cobró vida, apareciendo en mitad de uno de los pasillos para combatir las llamas con sus poderes de agua. - ¿Qué está pasando? - preguntó la joven, mirando con asombro al ente que protegía la librería.
- No puede ser real. - susurró, pero poco a poco el espíritu consiguió sofocar varios de los focos, mejorando la atmósfera que los rodeaba. Varios segundos pasaron antes de que la alada atase cabos y diese con la posible explicación para el fenómeno que tenía delante, debía ser cosa del brujo, que aún seguía atrapado allí dentro con ella.
Moviéndose tan rápido como le fue posible, ayudada de la adrenalina y de su propia fuerza de voluntad, la cuerva siguió el sonido de la voz del muchacho hasta que ésta se apagó repentinamente, dando paso a un pesado impacto. - Tengo que darme prisa. - pensó, poniéndose ya en lo peor.
Al doblar la siguiente esquina sus sospechas pasaron a ser una realidad, el niño se había desmayado y si no lo sacaba pronto de allí sus pulmones se llenarían de humo. - Por favor, no permitan que este sea nuestro final. - pidió en una oración a los dos espíritus animales que siempre velaban por ella, mientras se acercaba al chico y observaba el libro que tenía a su lado.
Los dibujos de las páginas mostraban al Viejo Bibliotecario tal como lo había visto, entonces, ¿lo había invocado él? De ser así tenía delante a un mago asombroso, pero no podía perder el tiempo cavilando sobre esas cuestiones, ambos tenían que escapar.
Ava cerró el ejemplar y lo guardó en su bolsa a toda prisa, desplegó las alas y tiró del pequeño hasta colocarlo sobre su espalda, volviendo a plegar las negras extremidades en torno a su cuerpo antes de empezar a moverse por entre las estanterías.
No podía ponerse de pie ya que el tóxico vapor seguía presente y era más pesado en la parte alta de la sala, así que sin otra opción, continuó a gatas por toda la librería, rezando para que un golpe de suerte los llevase hasta la salida.
- ¡Por aquí! ¡por aquí! - escuchó otra voz, la del loco de las ratas, que a diferencia de sus mascotas no había huido despavorido. - ¡Vamos, date prisa! - la apresuró, y aunque no podía verlo con claridad, la Midgardiana confió en él y dejó que la guiase hacia la salvación.
Cuando por fin pudo reconocer la puerta principal la mujer bestia reunió fuerzas para levantarse, sujetando al brujo por los brazos para que no se cayese. Cruzó el umbral ante la atónita mirada de cuantos se habían congregado en torno al edificio, pero sin hacerles el menor caso, la joven se alejó varios metros antes de arrodillarse para depositar cuidadosamente a su acompañante en el suelo.
Lo primero que hizo a continuación fue quitarse la tela que le envolvía el rostro y colocarla bajo la cabeza del niño, y entonces respiró profundamente, pero el aire le raspó la garganta al pasar, haciendo que volviese a toser varias veces.
- Lo conseguimos. - susurró, aunque ya no veía al hombre que los había metido en aquel problema, probablemente se hubiese escondido después de ayudarlos… tenía sentido, ahora más que nunca los necesitaba para llegar al fondo de aquel asunto pero su seguridad estaba claramente comprometida.
- Reacciona pequeño, vamos, abre los ojos. - pidió en voz baja, sujetándolo por uno de los hombros y moviéndolo ligeramente con la esperanza de que despertase.
Ava no podía hacerse una idea de hasta qué punto le había afectado el humo, en el peor de los casos tendría que salir corriendo en busca de un médico, pero esperaba que la situación no llegase a eso.
Perdón por la tardanza, he maniobrado un poco para sacar a Demian del incendio pero si no te parece bien solo avísame y lo edito ^^
Con la boca aún cubierta con una mano volvió a toser, y sus ojos quedaron anegados en lágrimas a causa de la irritación, necesitaba salir de allí, pero había llegado a un punto en que era incapaz de orientarse a través de la librería, no sabía qué dirección tomar ni si podía confiar en las ratas que aún pasaban a su lado a toda prisa.
- Cálmate Ava, piensa… tiene que haber una forma de escapar. - se dijo mentalmente, luchando por normalizar su respiración y pulso. Usar sus últimas fuerzas para correr a ciegas no le serviría de nada, tenía que mejorar su situación antes de llevar a cabo cualquier movimiento, y para ello lo primero en que debía centrarse era en cortar la inhalación de humo que amenazaba con hacerla perder el conocimiento.
Tuvo que parpadear varias veces antes de conseguir una imagen más nítida de lo que tenía a su alrededor, pero cuando lo logró algo llamó su atención, una pequeña mesita cercana sobre la que habían apilado media docena de libros.
En aquel momento, en que su vida corría peligro, la Midgardiana no se paró a pensar en lo que las llamas estaban consumiendo, en todo el conocimiento que se perdería a causa del incendio, no, solo le interesaba la tela que cubría el mueble, así que avanzó a gatas hacia la mesa y tiró con fuerza de la misma, arrojando los tomos al suelo sin miramientos.
- Esto me ayudará. - susurró, manipulando el mantel para envolverse parcialmente el rostro con ella, de modo que el humo ya no le afectase tanto. - Bien, ahora tengo que encontrar una salida… me guiaré por el oído. - podía hacerlo, no, debía hacerlo, ya que aquel era el único recurso que le quedaba, el único sentido que aún no se había visto afectado.
Desde su posición en el suelo, Ava se centró en escuchar, ignorando los chillidos de las ratas y el crepitar del fuego para buscar más allá, en el exterior. Los gritos y lloros de la propietaria del local bastarían para guiarla, pero antes de captar algo de fuera una voz hizo que se girase en la dirección por la que había venido.
Alguien estaba relatando una historia acerca de un fantasma, el Viejo Bibliotecario, y de alguna forma, el personaje del que hablaba cobró vida, apareciendo en mitad de uno de los pasillos para combatir las llamas con sus poderes de agua. - ¿Qué está pasando? - preguntó la joven, mirando con asombro al ente que protegía la librería.
- No puede ser real. - susurró, pero poco a poco el espíritu consiguió sofocar varios de los focos, mejorando la atmósfera que los rodeaba. Varios segundos pasaron antes de que la alada atase cabos y diese con la posible explicación para el fenómeno que tenía delante, debía ser cosa del brujo, que aún seguía atrapado allí dentro con ella.
Moviéndose tan rápido como le fue posible, ayudada de la adrenalina y de su propia fuerza de voluntad, la cuerva siguió el sonido de la voz del muchacho hasta que ésta se apagó repentinamente, dando paso a un pesado impacto. - Tengo que darme prisa. - pensó, poniéndose ya en lo peor.
Al doblar la siguiente esquina sus sospechas pasaron a ser una realidad, el niño se había desmayado y si no lo sacaba pronto de allí sus pulmones se llenarían de humo. - Por favor, no permitan que este sea nuestro final. - pidió en una oración a los dos espíritus animales que siempre velaban por ella, mientras se acercaba al chico y observaba el libro que tenía a su lado.
Los dibujos de las páginas mostraban al Viejo Bibliotecario tal como lo había visto, entonces, ¿lo había invocado él? De ser así tenía delante a un mago asombroso, pero no podía perder el tiempo cavilando sobre esas cuestiones, ambos tenían que escapar.
Ava cerró el ejemplar y lo guardó en su bolsa a toda prisa, desplegó las alas y tiró del pequeño hasta colocarlo sobre su espalda, volviendo a plegar las negras extremidades en torno a su cuerpo antes de empezar a moverse por entre las estanterías.
No podía ponerse de pie ya que el tóxico vapor seguía presente y era más pesado en la parte alta de la sala, así que sin otra opción, continuó a gatas por toda la librería, rezando para que un golpe de suerte los llevase hasta la salida.
- ¡Por aquí! ¡por aquí! - escuchó otra voz, la del loco de las ratas, que a diferencia de sus mascotas no había huido despavorido. - ¡Vamos, date prisa! - la apresuró, y aunque no podía verlo con claridad, la Midgardiana confió en él y dejó que la guiase hacia la salvación.
Cuando por fin pudo reconocer la puerta principal la mujer bestia reunió fuerzas para levantarse, sujetando al brujo por los brazos para que no se cayese. Cruzó el umbral ante la atónita mirada de cuantos se habían congregado en torno al edificio, pero sin hacerles el menor caso, la joven se alejó varios metros antes de arrodillarse para depositar cuidadosamente a su acompañante en el suelo.
Lo primero que hizo a continuación fue quitarse la tela que le envolvía el rostro y colocarla bajo la cabeza del niño, y entonces respiró profundamente, pero el aire le raspó la garganta al pasar, haciendo que volviese a toser varias veces.
- Lo conseguimos. - susurró, aunque ya no veía al hombre que los había metido en aquel problema, probablemente se hubiese escondido después de ayudarlos… tenía sentido, ahora más que nunca los necesitaba para llegar al fondo de aquel asunto pero su seguridad estaba claramente comprometida.
- Reacciona pequeño, vamos, abre los ojos. - pidió en voz baja, sujetándolo por uno de los hombros y moviéndolo ligeramente con la esperanza de que despertase.
Ava no podía hacerse una idea de hasta qué punto le había afectado el humo, en el peor de los casos tendría que salir corriendo en busca de un médico, pero esperaba que la situación no llegase a eso.
Perdón por la tardanza, he maniobrado un poco para sacar a Demian del incendio pero si no te parece bien solo avísame y lo edito ^^
Ava Kenrith
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 305
Nivel de PJ : : 5
Re: Lo Que Ven Las Ratas [Trabajo]
Una mañana como todas. Terminado el entrenamiento, tenía un momento de meditación para conectarse con el Éter, bajo la atenta mirada de su maestro. Así era la vida en el templo, así era lo que había conocido siempre como hogar.
Las imágenes se mezclaron con humo. La cabeza le daba vueltas.
Al despertar, su daga voló hacia su mano, listo para defenderse, pero pronto se percató de que no había enemigos, sino sólo una mujer ayudándole. ¿Quién era?
Su cabeza estuvo confusa por unos instantes, mientras los recuerdos volvían con más claridad. Claro, ratas, conspiraciones, un pozo con agua contaminada.
–Esto v-va en serio –dice finalmente.
A medida que su cerebro recobraba por completo sus funciones podía razonar y ello llevaba a la inevitable confusión de que aquel fuego no era una mera casualidad. Alguien no estaba muy contento de que aquel viejo recibiera ayuda. ¿Estaba todo intento de ellos por ayudar comprometido? ¿Eran también objetivos?
Demian se puso de pie, guardando sus dagas. Frotó sus brazos. Aquellas extrañas marcas dolían de vez en cuando y le hacían sentir raro.
–Ya anochece –comentó, confirmando ahora en el exterior que el sol se escondía–. Eso nos deja poco tiempo antes de que aparezcan por ese p-pozo.
Dio un paso y casi se cae. No era realmente debilidad, su cuerpo no había sido afectado por las llamas, pero su coordinación no volvía del todo.
–Alguien debe estar cerca, pero con algo de suerte tenía el ojo puesto en el viejo y no en nosotros –continúa razonando.
Deja entonces que su magia actúe. Su cabello adquiere un color dorado por efecto de ilusiones.
Pone atención al entorno. Algunas personas se agrupan para apagar el incendio, pero no demasiadas. El lugar no es muy transitado y ya unos brujos usan su magia para controlar fácilmente el fuego. El daño ha sido contenido, aunque algunos lamentan la pérdida de tomos preciados. Varios brujos parecen más preocupados de los libros que de posibles heridos.
A lo lejos puede divisar una plaza. Está a unos ochocientos metros. No parece muy grande y, producto de la oscuridad que comienza a imponerse, es poco lo que logra distinguir de sus características. Sólo nota que hay algunos árboles muy altos.
–Vamos, debemos ir allí, pero con cuidado, sin llamar mucho la atención –dice.
Para explicar lo que pasa a continuación necesitaos un pequeño vistazo a la forma de ser de Demian. El chico es serio, y con esto no me refiero a que sea sólo introvertido, sino que realmente siempre tiene una expresión seria e inmutable. Incluso cuando pasan cosas malas y cuando por dentro se siente perturbado, por fuera mantiene esa calma que a algunos les incomoda.
Demian sonríe.
–¿Podemos ir a la plaza? di que sí, vamos –dice en tono infantil a la mujer–. Vamos, no está tan oscuro, no pasará nada.
Mientras lleva a cabo el teatro, disimuladamente pone atención a su entorno, buscando posibles figuras sospechosas.
Demian
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 2218
Nivel de PJ : : 10
Re: Lo Que Ven Las Ratas [Trabajo]
- Gracias a los espíritus. - susurró la joven, dejando escapar un suspiro de alivio al ver que los ojos del niño empezaban a abrirse. No obstante, dicha tranquilidad apenas le duró unos segundos, hasta que por el rabillo del ojo atisbó la afilada daga que había llegado a manos del hechicero.
¿Cuándo la había desenvainado? Y lo que la preocupaba más, ¿pensaba usarla en su contra?
Ava se quedó inmóvil, segura de tener las partes más vulnerables de su cuerpo bien protegidas gracias a la armadura, pero su rostro estaba al descubierto, y un repentino ataque a la zona expuesta podría saldarse con nefastas consecuencias para sus agudos sentidos bestiales.
Por suerte, el pequeño venció la confusión que lo dominaba y pronto se dio cuenta de que no estaba ante una enemiga sino una aliada, momento en que se puso en pie y guardó las armas. - Menos mal. - pensó la cuerva, mientras la tensión abandonaba su cuerpo lentamente, aunque no del todo.
Aún tenía presente que alguien había intentado quemarlos vivos en la librería y esa persona podía estar observándolos desde algún punto de la calle, frustrado por su fracaso o con total indiferencia hacia su suerte, ya que existía la posibilidad de que hubiese ido única y exclusivamente a por el tipo de las ratas y ellos dos no fuesen más que un daño colateral.
Con esa duda en mente, la Midgardiana se incorporó y probó a mover las alas, comprobando que la quemadura que había recibido al echar la puerta abajo aún le dolía. - Después de esto perderé algunas plumas. - caviló, convencida de que tendría que retirar algunas, las que se hubiesen chamuscado.
Los gestos de su particular acompañante no tardaron en llamar su atención, parecía incómodo con las marcas que recorrían sus brazos, como si le hiciesen daño, hecho que no hizo sino despertar la curiosidad de la muchacha.
¿Qué eran? No parecían simples tatuajes, ¿tendría algo que ver con los poderes del chico? No sonaba tan raro, al menos no para ella, cuyos conocimientos de magia eran bastante limitados.
Incapaz de acallar esa vocecita en su cabeza que quería aprender y comprender mejor todo lo relacionado con el éter, la morena abrió la boca para formular la pregunta que tenía en mente, pero el brujo se le adelantó, recordándole que el tiempo se les estaba echando encima.
Pronto anochecería y si para entonces no estaban bien situados en los alrededores del pozo supuestamente contaminado, perderían la oportunidad de desentrañar el misterio que se cernía sobre Beltrexus.
- Ti…tienes razón. - susurró, asintiendo con la cabeza.
Y cuando ya iban a ponerse en marcha, el pequeño estuvo a punto de perder el equilibrio, situación a la que Ava reaccionó de forma instintiva, aprovechando sus reflejos para alargar los brazos en torno al muchacho y evitar de ese modo que cayese de bruces contra el suelo.
Los espíritus quisieron que al joven mago no llegase a hacerle falta su apoyo, pero aquel gesto de su parte la dejó pensativa. Su rechazo al contacto físico con otras personas no desaparecía, era una incomodidad que permanecía presente todo el tiempo, pero quedaba demostrado que era capaz de ignorarla ante ciertas circunstancias.
En cuanto volvió a erguirse, los ambarinos ojos de la cuerva se maravillaron con el poder ilusorio del hechicero, que cambió el color de su pelo sin necesidad de pronunciar un conjuro. - Asombroso… ¿cuántas cosas me quedan aún por descubrir? - pensó, rememorando su emoción al ver por primera vez a Karen utilizando la telequinesis, o a Nahir con sus trucos de agua.
Estaba en el lugar adecuado, y probablemente tardaría unos meses en regresar a Verisar, pero lo primero era lo primero, resolver el misterio en que se habían visto envueltos por accidente.
- ¿Sin llamar la atención? - repitió en voz baja, con expresión contrariada. Era una forastera, eso saltaba a la legua, y para colmo iba embutida en una imponente armadura y con un hacha enorme a la espalda, por no mencionar los rasgos que delataban su procedencia, pasar desapercibida entre la gente no le iba a resultar fácil.
La cuerva estuvo tentada de pedir al brujo que hiciese algo con su aspecto, que ocultase sus alas y cuernos para que pareciese una humana corriente, pero la vergüenza y falta de confianza hizo que esa idea no llegase a salir de su cabeza.
En vez de eso echó un vistazo al lugar que su acompañante señalaba, entrecerrando los ojos para centrarse en distinguir los diferentes elementos que conformaban la plaza. Había algunos árboles y también un par de bancos, tenuemente iluminados gracias a un par de antorchas.
Más allá, unas cuantas casas de fachadas modestas, y casi en la penumbra, una figura cuadrada que emergía del suelo… ¿sería uno de los pozos?
El cambio de actitud del chico la dejó algo perpleja, pero tras unos segundos, en los que cayó en la cuenta de que debía tener un plan, decidió seguirle el juego. - Está bien, pero solo un rato. - respondió, con el mismo tono que habría usado una madre con su hijo.
- Eso fue raro. - pensó, pero no quiso perder tiempo dándole vueltas al asunto.
Lentamente dirigió sus pasos hacia la plaza, manteniendo todos los sentidos alerta y vigilando atentamente a quienes los rodeaban, ya que no se quitaba de la cabeza que el culpable del incendio podía seguir cerca.
¿Dónde se había metido el loco de las ratas? Esa era una buena pregunta, después de lo ocurrido al menos podría darles alguna señal de a dónde debían ir, o como mínimo agradecerles que se hubiesen puesto en peligro por escucharle, pero no había ni rastro de él, ni de sus peludas amigas.
- Dijo que sabía esconderse, ya veo que no mentía. - susurró mientras andaba, y no dijo nada más hasta que llegaron a su destino, en cuyo centro ciertamente había un pozo para cubrir el suministro de agua de los vecinos. - ¿Cre…crees que será uno de los contaminados? En ese caso deberíamos ocultarnos y observar. - propuso la Midgardiana con un hilo de voz apenas audible, intentando actuar con normalidad.
¿Cuándo la había desenvainado? Y lo que la preocupaba más, ¿pensaba usarla en su contra?
Ava se quedó inmóvil, segura de tener las partes más vulnerables de su cuerpo bien protegidas gracias a la armadura, pero su rostro estaba al descubierto, y un repentino ataque a la zona expuesta podría saldarse con nefastas consecuencias para sus agudos sentidos bestiales.
Por suerte, el pequeño venció la confusión que lo dominaba y pronto se dio cuenta de que no estaba ante una enemiga sino una aliada, momento en que se puso en pie y guardó las armas. - Menos mal. - pensó la cuerva, mientras la tensión abandonaba su cuerpo lentamente, aunque no del todo.
Aún tenía presente que alguien había intentado quemarlos vivos en la librería y esa persona podía estar observándolos desde algún punto de la calle, frustrado por su fracaso o con total indiferencia hacia su suerte, ya que existía la posibilidad de que hubiese ido única y exclusivamente a por el tipo de las ratas y ellos dos no fuesen más que un daño colateral.
Con esa duda en mente, la Midgardiana se incorporó y probó a mover las alas, comprobando que la quemadura que había recibido al echar la puerta abajo aún le dolía. - Después de esto perderé algunas plumas. - caviló, convencida de que tendría que retirar algunas, las que se hubiesen chamuscado.
Los gestos de su particular acompañante no tardaron en llamar su atención, parecía incómodo con las marcas que recorrían sus brazos, como si le hiciesen daño, hecho que no hizo sino despertar la curiosidad de la muchacha.
¿Qué eran? No parecían simples tatuajes, ¿tendría algo que ver con los poderes del chico? No sonaba tan raro, al menos no para ella, cuyos conocimientos de magia eran bastante limitados.
Incapaz de acallar esa vocecita en su cabeza que quería aprender y comprender mejor todo lo relacionado con el éter, la morena abrió la boca para formular la pregunta que tenía en mente, pero el brujo se le adelantó, recordándole que el tiempo se les estaba echando encima.
Pronto anochecería y si para entonces no estaban bien situados en los alrededores del pozo supuestamente contaminado, perderían la oportunidad de desentrañar el misterio que se cernía sobre Beltrexus.
- Ti…tienes razón. - susurró, asintiendo con la cabeza.
Y cuando ya iban a ponerse en marcha, el pequeño estuvo a punto de perder el equilibrio, situación a la que Ava reaccionó de forma instintiva, aprovechando sus reflejos para alargar los brazos en torno al muchacho y evitar de ese modo que cayese de bruces contra el suelo.
Los espíritus quisieron que al joven mago no llegase a hacerle falta su apoyo, pero aquel gesto de su parte la dejó pensativa. Su rechazo al contacto físico con otras personas no desaparecía, era una incomodidad que permanecía presente todo el tiempo, pero quedaba demostrado que era capaz de ignorarla ante ciertas circunstancias.
En cuanto volvió a erguirse, los ambarinos ojos de la cuerva se maravillaron con el poder ilusorio del hechicero, que cambió el color de su pelo sin necesidad de pronunciar un conjuro. - Asombroso… ¿cuántas cosas me quedan aún por descubrir? - pensó, rememorando su emoción al ver por primera vez a Karen utilizando la telequinesis, o a Nahir con sus trucos de agua.
Estaba en el lugar adecuado, y probablemente tardaría unos meses en regresar a Verisar, pero lo primero era lo primero, resolver el misterio en que se habían visto envueltos por accidente.
- ¿Sin llamar la atención? - repitió en voz baja, con expresión contrariada. Era una forastera, eso saltaba a la legua, y para colmo iba embutida en una imponente armadura y con un hacha enorme a la espalda, por no mencionar los rasgos que delataban su procedencia, pasar desapercibida entre la gente no le iba a resultar fácil.
La cuerva estuvo tentada de pedir al brujo que hiciese algo con su aspecto, que ocultase sus alas y cuernos para que pareciese una humana corriente, pero la vergüenza y falta de confianza hizo que esa idea no llegase a salir de su cabeza.
En vez de eso echó un vistazo al lugar que su acompañante señalaba, entrecerrando los ojos para centrarse en distinguir los diferentes elementos que conformaban la plaza. Había algunos árboles y también un par de bancos, tenuemente iluminados gracias a un par de antorchas.
Más allá, unas cuantas casas de fachadas modestas, y casi en la penumbra, una figura cuadrada que emergía del suelo… ¿sería uno de los pozos?
El cambio de actitud del chico la dejó algo perpleja, pero tras unos segundos, en los que cayó en la cuenta de que debía tener un plan, decidió seguirle el juego. - Está bien, pero solo un rato. - respondió, con el mismo tono que habría usado una madre con su hijo.
- Eso fue raro. - pensó, pero no quiso perder tiempo dándole vueltas al asunto.
Lentamente dirigió sus pasos hacia la plaza, manteniendo todos los sentidos alerta y vigilando atentamente a quienes los rodeaban, ya que no se quitaba de la cabeza que el culpable del incendio podía seguir cerca.
¿Dónde se había metido el loco de las ratas? Esa era una buena pregunta, después de lo ocurrido al menos podría darles alguna señal de a dónde debían ir, o como mínimo agradecerles que se hubiesen puesto en peligro por escucharle, pero no había ni rastro de él, ni de sus peludas amigas.
- Dijo que sabía esconderse, ya veo que no mentía. - susurró mientras andaba, y no dijo nada más hasta que llegaron a su destino, en cuyo centro ciertamente había un pozo para cubrir el suministro de agua de los vecinos. - ¿Cre…crees que será uno de los contaminados? En ese caso deberíamos ocultarnos y observar. - propuso la Midgardiana con un hilo de voz apenas audible, intentando actuar con normalidad.
Ava Kenrith
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 305
Nivel de PJ : : 5
Re: Lo Que Ven Las Ratas [Trabajo]
Pronto llegaron al lugar indicado, mientras el sol ya se retiraba del horizonte, dando paso a la oscuridad que poco a poco se iba tomando el cielo.
Demian siguió un comportamiento esperable para un chico de su edad. Ya no era un niño pequeño, su voz amenazaba con dejar de tener el timbre de la infancia y muchos otros cambios en su cuerpo acompañaban el proceso. Así las cosas, se dedicó a recorrer la plaza como pasando el rato, treparse a algún árbol y juguetear con telekinesis con algunas hojas.
Eventualmente, fingió estar aburrido (o quizás no necesitaba fingirlo tanto) y se acercó nuevamente a la mujer pájaro, aunque a una distancia prudente como para necesitar hablar fuerte.
–Ya me voy a la casa, ha sido un gusto –le dice de modo que se oiga en las cercanías.
Acompaña lo anterior con un movimiento de mano para despedirse e inicia el camino por una de las calles contiguas. Pone sus manos en los bolsillos, patea alguna piedra en el camino...
Tras girar una esquina, usa el Paso del Espectro(1).
Aparece entre unos arbustos. El rato de jugueteo por la plaza ha sido en realidad una exploración del lugar, memorizando los mejores puestos para esconderse, probando ángulos de visión y tratando de mantener un registro del flujo de personas. Ha concluido que esos arbustos poseen una posición privilegiada para observar, con un amplio ángulo despejado, mientras que, al mismo tiempo, les da la sombra de unos árboles con respecto a la Luna, de modo que se benefician de particular oscuridad.
Se queda allí agachado, corriendo ligeramente unas ramas para tener vista directa con el pozo.
–Estoy aquí, entre los arbustos del lado oeste –se escucha la voz de Demian.
No ha sido realmente su habla. Ha usado su magia ilusoria para enviar este mensaje directamente a su aliada. Ella debería percibirlo como vagamente proviniendo de la dirección correcta.
Allí espera. Sabe que no será cosa de pocos minutos. Si realmente alguien realiza un envenenamiento del agua no lo hará apenas el sol se oculta, sino que esperará que la oscuridad tenga un total reinado.
En el rato de juguetear se ha ido poniendo más y más de noche, de todos modos, por lo que se asegura de guardar silencio y no salir de su escondite.
Eventualmente, dos personas aparecen en la plaza, dos personas provenientes de direcciones contrarias.
Una de ellas viene del lado sur. Es una mujer alta, con cierta elegancia, pero sin exagerar. Sus ropas son de fina confección, colores sobrios y van cubiertas por un manto amplio sobre sus hombros. Su andar es sereno, relajado, y lleva un saquito en sus manos.
La otra persona viene del lado norte. Se trata de un hombre maduro, de más de cincuenta años. Viste ropas completamente negras, con una túnica de hechicero y guantes de cuero. No parece traer nada consigo, aunque sus ropas amplias bien podrían ocultar algo.
Ambos llegan cerca del pozo, ninguno se habla ni se saluda. No parecen dar mucha importancia el uno al otro, cada uno parece ir por su cuenta.
Demian los observa con algo de tensión. Aún ninguno de los dos da señales de estar involucrado en la supuesta conspiración, bien podrían ser ciudadanos normales dando una caminata nocturna.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
(1) Demian ha usado su habilidad de nivel 3: Paso del Espectro, que le permite teletransportarse a distancias cercanas.
Demian
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 2218
Nivel de PJ : : 10
Re: Lo Que Ven Las Ratas [Trabajo]
Mientras el niño iba y venía de un lado a otro de la plaza, trepando a los árboles y jugando con el entorno como lo haría cualquier chico de su edad, la cuerva hizo un rápido reconocimiento visual de la zona, centrándose en el número de calles que llegaban hasta aquel punto, los edificios que tenían acceso directo al lugar y por último, cualquier señal de actividad que pudiese haber en las viviendas más próximas.
- Parece que todos se han ido a dormir. - pensó, al no encontrar luz en las ventanas de las casas ni ningún otro indicio de que quedase alguien despierto. En sí, aquello no era raro, no conocía las costumbres de los hechiceros ni sus horarios, pero tampoco tuvo mucho tiempo para cavilar sobre ello ya que el pequeño brujo se acercó para despedirse.
- ¿Cómo? - susurró, con la confusión grabada en el rostro.
¿De verdad iba a marcharse después de lo ocurrido? La mujer bestia dio un paso en la dirección que había tomado el muchacho con intención de detenerlo y preguntarle, pero tras pensarlo unos instantes se detuvo, a fin de cuentas era solo un niño y ya se había llevado un buen susto con el incendio, no tenía por qué ponerse en peligro de nuevo.
- No pasa nada, yo me encargaré de esto. - se dijo mentalmente, recorriendo la plaza con sus ambarinos ojos en busca de un punto estratégico desde el que pudiese vigilar el pozo sin ser detectada.
Por regla general, Ava prefería adoptar una posición elevada a la hora de cazar o tender trampas, inclinación que asociaba a su parte de pájaro, pero había un problema, Beltrexus no era como el bosque, y aunque agilidad para trepar a los tejados no le faltaba, su armadura terminaría delatándola tarde o temprano.
El ruido del metal acabaría despertando a los vecinos de la vivienda en que se instalase, y si eso llegaba a pasar su plan se iría al traste ya que ante el riesgo de ser descubiertos, los supuestos criminales no se acercarían a la fuente de agua.
- Tengo que buscar otra opción y rápido… - susurró, segundos antes de que volviese a escuchar la voz del mago. Prestando mucha atención, la Midgardiana pudo percibir de dónde procedía el sonido, de unos arbustos cercanos, pero antes de hacer cualquier movimiento que pudiese echar por tierra el escondite de su joven compañero, Ava se valió de sus agudos sentidos para cerciorarse de que no había nadie más en los alrededores, nadie que pudiese estarla observando.
Segura de que podía ocultarse sin problemas, la morena caminó tranquilamente hacia una de las calles cercanas, la que gracias a la falta de antorchas estaba menos iluminada, y desde ahí, aprovechando la oscuridad que le brindaba el ambiente y su propia indumentaria, avanzó rápidamente hacia la posición del ilusionista.
De rodillas, ya que su altura no le permitía estar de otro modo si quería mantenerse fuera de la vista, la cazadora echó un vistazo al chico, que ciertamente había tenido muy buen ojo al escoger aquel sitio. El ángulo de visión era el más adecuado para controlar el pozo y a quienes se le acercasen, pero no solo eso, un árbol los cubría de la luz de la luna, con lo que difícilmente podrían detectarlos.
- Podría haberme avisado de lo que iba a hacer. - pensó, pero todo era parte de un plan, así que prefirió no darle más vueltas y centrarse en lo que tenían por delante, toda una noche de guardia.
Por suerte pasado un rato empezó a haber algo de movimiento en los alrededores, dos figuras entraron en escena, una desde el norte y otra desde el sur.
El primero en captar la atención de la cuerva fue el hombre de mediana edad, cuyas oscuras vestimentas parecían las que un delincuente usaría para pasar desapercibido y no ser descubierto. Sin embargo, en sus manos no había nada, a diferencia de la mujer que llegaba desde el lado opuesto.
La dama tenía un aspecto más elegante, pero llevaba consigo un misterioso saquito que no pasó inadvertido a ojos de la muchacha mitad bestia.
A juzgar por el comportamiento de ambos nada indicaba que pudiesen conocerse, no se miraron ni saludaron en ningún momento, pero pronto quedó claro que existía algún tipo de relación entre ellos, en cuanto la fémina pasó junto al pozo y depositó lo que traía en su borde, para luego seguir caminando como si nada.
Nada más llegar a la fuente de agua, el misterioso caballero echó un vistazo a cuanto lo rodeaba con cierto nerviosismo, y solo cuando se sintió seguro, tomó el saquito y examinó su contenido durante unos segundos.
¿De qué iba aquello? ¿eran las personas que estaban buscando o se trataba de otra cosa? Ava quería desentrañar cuanto antes el misterio que les había planteado el loco de las ratas, pero no podía descartar que estuviesen ante un simple intercambio, una entrega de algo ilegal o algo por el estilo.
No obstante, lo que vio a continuación acabó con las dudas que tenía. Disimuladamente, como si aún no se fiase del todo, el hombre acercó el saquito a la abertura del pozo y arrojó su contenido al interior del mismo, asegurándose de aprovechar al máximo lo que la elegante mujer le había entregado.
- Tienen que ser ellos… ¿y ahora qué hacemos? - preguntó en un susurro, para conocer la opinión del hechicero antes de abalanzarse sobre aquel individuo e interrogarlo, ya que podía ser más interesante seguirlo y descubrir cuánta gente estaba involucrada en la contaminación del agua.
- Parece que todos se han ido a dormir. - pensó, al no encontrar luz en las ventanas de las casas ni ningún otro indicio de que quedase alguien despierto. En sí, aquello no era raro, no conocía las costumbres de los hechiceros ni sus horarios, pero tampoco tuvo mucho tiempo para cavilar sobre ello ya que el pequeño brujo se acercó para despedirse.
- ¿Cómo? - susurró, con la confusión grabada en el rostro.
¿De verdad iba a marcharse después de lo ocurrido? La mujer bestia dio un paso en la dirección que había tomado el muchacho con intención de detenerlo y preguntarle, pero tras pensarlo unos instantes se detuvo, a fin de cuentas era solo un niño y ya se había llevado un buen susto con el incendio, no tenía por qué ponerse en peligro de nuevo.
- No pasa nada, yo me encargaré de esto. - se dijo mentalmente, recorriendo la plaza con sus ambarinos ojos en busca de un punto estratégico desde el que pudiese vigilar el pozo sin ser detectada.
Por regla general, Ava prefería adoptar una posición elevada a la hora de cazar o tender trampas, inclinación que asociaba a su parte de pájaro, pero había un problema, Beltrexus no era como el bosque, y aunque agilidad para trepar a los tejados no le faltaba, su armadura terminaría delatándola tarde o temprano.
El ruido del metal acabaría despertando a los vecinos de la vivienda en que se instalase, y si eso llegaba a pasar su plan se iría al traste ya que ante el riesgo de ser descubiertos, los supuestos criminales no se acercarían a la fuente de agua.
- Tengo que buscar otra opción y rápido… - susurró, segundos antes de que volviese a escuchar la voz del mago. Prestando mucha atención, la Midgardiana pudo percibir de dónde procedía el sonido, de unos arbustos cercanos, pero antes de hacer cualquier movimiento que pudiese echar por tierra el escondite de su joven compañero, Ava se valió de sus agudos sentidos para cerciorarse de que no había nadie más en los alrededores, nadie que pudiese estarla observando.
Segura de que podía ocultarse sin problemas, la morena caminó tranquilamente hacia una de las calles cercanas, la que gracias a la falta de antorchas estaba menos iluminada, y desde ahí, aprovechando la oscuridad que le brindaba el ambiente y su propia indumentaria, avanzó rápidamente hacia la posición del ilusionista.
De rodillas, ya que su altura no le permitía estar de otro modo si quería mantenerse fuera de la vista, la cazadora echó un vistazo al chico, que ciertamente había tenido muy buen ojo al escoger aquel sitio. El ángulo de visión era el más adecuado para controlar el pozo y a quienes se le acercasen, pero no solo eso, un árbol los cubría de la luz de la luna, con lo que difícilmente podrían detectarlos.
- Podría haberme avisado de lo que iba a hacer. - pensó, pero todo era parte de un plan, así que prefirió no darle más vueltas y centrarse en lo que tenían por delante, toda una noche de guardia.
Por suerte pasado un rato empezó a haber algo de movimiento en los alrededores, dos figuras entraron en escena, una desde el norte y otra desde el sur.
El primero en captar la atención de la cuerva fue el hombre de mediana edad, cuyas oscuras vestimentas parecían las que un delincuente usaría para pasar desapercibido y no ser descubierto. Sin embargo, en sus manos no había nada, a diferencia de la mujer que llegaba desde el lado opuesto.
La dama tenía un aspecto más elegante, pero llevaba consigo un misterioso saquito que no pasó inadvertido a ojos de la muchacha mitad bestia.
A juzgar por el comportamiento de ambos nada indicaba que pudiesen conocerse, no se miraron ni saludaron en ningún momento, pero pronto quedó claro que existía algún tipo de relación entre ellos, en cuanto la fémina pasó junto al pozo y depositó lo que traía en su borde, para luego seguir caminando como si nada.
Nada más llegar a la fuente de agua, el misterioso caballero echó un vistazo a cuanto lo rodeaba con cierto nerviosismo, y solo cuando se sintió seguro, tomó el saquito y examinó su contenido durante unos segundos.
¿De qué iba aquello? ¿eran las personas que estaban buscando o se trataba de otra cosa? Ava quería desentrañar cuanto antes el misterio que les había planteado el loco de las ratas, pero no podía descartar que estuviesen ante un simple intercambio, una entrega de algo ilegal o algo por el estilo.
No obstante, lo que vio a continuación acabó con las dudas que tenía. Disimuladamente, como si aún no se fiase del todo, el hombre acercó el saquito a la abertura del pozo y arrojó su contenido al interior del mismo, asegurándose de aprovechar al máximo lo que la elegante mujer le había entregado.
- Tienen que ser ellos… ¿y ahora qué hacemos? - preguntó en un susurro, para conocer la opinión del hechicero antes de abalanzarse sobre aquel individuo e interrogarlo, ya que podía ser más interesante seguirlo y descubrir cuánta gente estaba involucrada en la contaminación del agua.
Ava Kenrith
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 305
Nivel de PJ : : 5
Re: Lo Que Ven Las Ratas [Trabajo]
–Ahora los seguimos, por supuesto –contesta Demian con una sonrisa de anticipación.
Todo parecía estar funcionando a la perfección, incluso más fácil de lo que podría caber esperar para una conspiración de ese tipo.
–Claro, primero déjame asegurarme de que irá al lugar correcto –añadió.
Entonces el chico cerró los ojos y se concentró en el Éter. Una especie de energía de un tenue tono púrpura le rodeó, la que luego se concentró para dar forma a lo que parecía un fantasma.
–Debo reportarme con las personas a cargo de esto –dijo el chico. No una, sino varias veces, repitiéndolo como un mantra.
El fantasma repitió las mismas palabras en tono lúgubre y, cada vez que lo hacía, parecía volverse más fuerte e intenso en su apariencia, creciendo con aquella magia. Finalmente, comienza a flotar en dirección al sujeto que había vertido la sustancia extraña, hasta entrar en su cuerpo. (1)
–Ya está, con eso estaremos seguros de no perder el tiempo. Lo m-malo es que se dará cuenta que ha sido influido, pero espero que antes nos muestre a los líderes.
El sujeto, en efecto, pareció reflexionar por unos instantes, como pensando en los pasos a seguir, para luego asentir a sí mismo y ponerse a caminar.
Tomó un camino principal, uno que llevaba hacia un lugar en que se apreciaban de lejos unas lujosas y grandes casas. Aquel debía ser el lugar donde residían las personas poderosas de aquella localidad. Ser socialmente poderosos en las Islas Illidenses usualmente era sinónimo de ser poderoso en la magia, así que el chico concentró en tener cuidado.
Demian le siguió a una distancia prudente, procurando buscar las sombras y la oscuridad para no ser detectado.
Lo que no sabía es que alguien miraba la escena.
Ragazt era el nombre por el que le conocían, pero nadie sabía si era de verdad o sólo algo que había inventado. Al fin y al cabo, siempre cubría su rostro con una máscara cuando se trataba de asuntos de trabajo.
Este era, por supuesto, otro asunto más de trabajo. No era nada personal, le habían pagado por deshacerse de quienes se inmiscuyeran en las actividades de su cliente y eso iba a hacer. Era un profesional, uno de esos con tantos asesinatos a su haber que ya ni siquiera debía llevar la cuenta... excepto que Ragazt sí la llevaba. 259 personas habían cerrado sus ojos para siempre a manos del experimentado sicario. Ahora sumaría otros dos.(2)
Sacó una espada, larga y delgada, pintada de negro, al mismo tiempo que vertía en ella un líquido de tono amarillento. Él mismo había confeccionado ese veneno hace unas pocas horas, procurando dejarlo especialmente viscoso.
Pero Ragazt no era el único ente vigilante. Había también allí una criatura inofensiva mirando, una rata algo vieja, de pelaje gastado, cuyos ojos emitían un extraño brillo.
Demian, en tanto, se detenía detrás de un árbol. El hombre al que seguía parecía haber llegado a un destino, deteniéndose frente al pórtico de una de esas casas lujosas. No golpeó, sólo tocó una runa arcana pintada en la muralla. El suelo de movió, mostrando una especie de túnel con escaleras que descendía a algún sótano. El hombre descendió.
Demian dio un paso para ir tras él.
El asesino también dio un paso.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
(1) Demian ha usado su habilidad: Posesión Fantasmal, que permite implantar una idea imperativa en la mente de un objetivo.
(2) Inicio de otra complicación: Un asesino intentará terminar con ellos, con la ventaja de la sorpresa.
Demian
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 2218
Nivel de PJ : : 10
Re: Lo Que Ven Las Ratas [Trabajo]
El joven hechicero estaba más interesado en seguir a aquel sujeto que en interrogarlo, así que dejando de lado su primera idea, Ava se mantuvo bajo la cobertura de los arbustos sin quitar ojo de encima al supuesto culpable del envenenamiento del agua.
Pero lo que estaba a punto de ver iba a dejarla totalmente atónita, pues aparte de ser un gran ilusionista, capaz de alterar la realidad por medio de sus poderes, el muchacho también tenía la habilidad de influir en las mentes ajenas valiéndose de entes como el que había visto en la librería.
¿Hasta dónde podía llegar la magia? ¿no tenía límites? Esas preguntas hicieron que se sintiese un poco insegura, algo que había dado por hecho durante toda su vida, que era la dueña de sus pensamientos y acciones, ahora se desmoronaba ante sus ojos.
- Puede que ese sea uno de los motivos por los que la gente suele desconfiar de los brujos. - pensó, convencida de que más allá del posible odio entre razas también había miedo, miedo a lo desconocido, a lo que uno no puede controlar. - Será mejor que tenga cuidado… no me conviene hacer enemigos en estas tierras. - continuó para sí, mientras el “fantasma” se apoderaba de la voluntad del sospechoso y lo guiaba hacia sus superiores.
- Así que… la persona ¿se da cuenta de que está siendo manipulada? ¿hay… hay alguna forma de que se libere de ello? - formuló en un susurro, justo cuando abandonaron los arbustos para comenzar a seguir al sujeto.
La Midgardiana necesitaba creer que era posible, que si uno era lo suficientemente fuerte podía deshacer el hechizo, pero temía la posible respuesta del chico, ya que podía marcar un antes y un después en su vida y provocar que en vez de sentir curiosidad por la magia, le tuviese miedo.
Sin añadir nada más, Ava siguió al muchacho a través de las calles, concentrándose en ocultarse para que nadie pudiese verla, cosa que dado su tamaño y aspecto no era fácil.
Lentamente, el sospechoso los fue guiando hacia la parte más rica de Beltrexus, solo había que mirar la diferencia entre las casas de la plaza y las que había allí para darse cuenta de ello, y tras unos minutos, se detuvo ante una de las lujosas viviendas, la que debía pertenecer a quienes lo hubiesen contratado para alterar el suministro de agua.
El hombre se acercó a la entrada y tras tocar un símbolo arcano que había pintado en el muro, el suelo empezó a moverse para dejar al descubierto una especie de entrada secreta, un oscuro túnel de escaleras que descendían a saber hasta dónde…
- ¡Ya está! ¡Nos ha llevado directamente a los responsables! - pensó emocionada la morena, pero justo en ese instante su agudo olfato percibió algo que no le gustó en absoluto. Aquel aroma era desagradable y bastante denso, o al menos para ella, cuyas ventajas bestiales la hacían mucho más sensible a los olores que los humanos.
La cazadora giró el rostro en la dirección de que provenía y entrecerró los ojos, escrutando la oscuridad como si estuviese buscando algo, pero desafortunadamente no halló nada… fuera cual fuese el origen del molesto aroma, las sombras lo estaban ocultando.
- Algo no va bien. - caviló, dejando que su instinto animal, ese que le gritaba que estuviese alerta, saliese a flote. Lentamente, Ava plegó las alas de forma que cubriesen por completo su espalda, y aprovechando que esa parte de su cuerpo había quedado fuera de la vista, llevó una mano hacia el mango de Segadora para descolgarla y colocarla por delante de su torso.
En cuanto el brujo se puso en marcha, la cuerva lo siguió de cerca, asegurándose de dar la espalda en todo momento al lugar del que le había llegado el extraño olor, de modo que de haber realmente alguien allí, no pudiese darse cuenta de que iba armada y preparada para cualquier cosa.
Muy atenta a cualquier sonido que pudiese delatar la presencia de otra persona, y así reforzase su teoría, la mujer bestia avanzó hacia el túnel con paso firme, y no dudó al llegar a las escaleras, al contrario, aquel sitio le daría la oportunidad perfecta para averiguar si estaba en lo cierto o eran imaginaciones suyas.
Su plan era simple, se quedaría en la retaguardia e instaría al hechicero a seguir adelante, confiando en que sus habilidades fuesen suficiente para afrontar lo que se le presentase… y mientras tanto, ella se ocultaría en algún hueco del pasadizo para esperar y de ser necesario, hacer frente a lo que viniese a por ellos.
Con esa idea en mente, la Midgardiana fue ralentizando su velocidad poco a poco, creando una distancia entre ella y su compañero. - Tengo que comprobar una cosa, sigue al sospechoso, te alcanzaré enseguida. - dijo en voz baja, lo suficiente para que solo el niño pudiese escucharla.
Y dicho esto, buscó un saliente en la construcción y se escondió tras él, pegando las alas a la pared y conteniendo el aliento. Sus manos agarraban con fuerza el mango del hacha, estaba lista para asestar un golpe a quien se apareciese por allí, aunque se le había olvidado una cosa… puede que no se tratase de un enemigo sino del loco de las ratas, que tras abandonarlos los estaba siguiendo a cierta distancia.
Gracias a sus sentidos bestiales Ava capta el olor del veneno pero no es capaz de identificar de qué se trata, aún así, este hecho la pone en alerta permanente, por eso se dispone a tender una trampa a quien pueda estarlos siguiendo.
Pero lo que estaba a punto de ver iba a dejarla totalmente atónita, pues aparte de ser un gran ilusionista, capaz de alterar la realidad por medio de sus poderes, el muchacho también tenía la habilidad de influir en las mentes ajenas valiéndose de entes como el que había visto en la librería.
¿Hasta dónde podía llegar la magia? ¿no tenía límites? Esas preguntas hicieron que se sintiese un poco insegura, algo que había dado por hecho durante toda su vida, que era la dueña de sus pensamientos y acciones, ahora se desmoronaba ante sus ojos.
- Puede que ese sea uno de los motivos por los que la gente suele desconfiar de los brujos. - pensó, convencida de que más allá del posible odio entre razas también había miedo, miedo a lo desconocido, a lo que uno no puede controlar. - Será mejor que tenga cuidado… no me conviene hacer enemigos en estas tierras. - continuó para sí, mientras el “fantasma” se apoderaba de la voluntad del sospechoso y lo guiaba hacia sus superiores.
- Así que… la persona ¿se da cuenta de que está siendo manipulada? ¿hay… hay alguna forma de que se libere de ello? - formuló en un susurro, justo cuando abandonaron los arbustos para comenzar a seguir al sujeto.
La Midgardiana necesitaba creer que era posible, que si uno era lo suficientemente fuerte podía deshacer el hechizo, pero temía la posible respuesta del chico, ya que podía marcar un antes y un después en su vida y provocar que en vez de sentir curiosidad por la magia, le tuviese miedo.
Sin añadir nada más, Ava siguió al muchacho a través de las calles, concentrándose en ocultarse para que nadie pudiese verla, cosa que dado su tamaño y aspecto no era fácil.
Lentamente, el sospechoso los fue guiando hacia la parte más rica de Beltrexus, solo había que mirar la diferencia entre las casas de la plaza y las que había allí para darse cuenta de ello, y tras unos minutos, se detuvo ante una de las lujosas viviendas, la que debía pertenecer a quienes lo hubiesen contratado para alterar el suministro de agua.
El hombre se acercó a la entrada y tras tocar un símbolo arcano que había pintado en el muro, el suelo empezó a moverse para dejar al descubierto una especie de entrada secreta, un oscuro túnel de escaleras que descendían a saber hasta dónde…
- ¡Ya está! ¡Nos ha llevado directamente a los responsables! - pensó emocionada la morena, pero justo en ese instante su agudo olfato percibió algo que no le gustó en absoluto. Aquel aroma era desagradable y bastante denso, o al menos para ella, cuyas ventajas bestiales la hacían mucho más sensible a los olores que los humanos.
La cazadora giró el rostro en la dirección de que provenía y entrecerró los ojos, escrutando la oscuridad como si estuviese buscando algo, pero desafortunadamente no halló nada… fuera cual fuese el origen del molesto aroma, las sombras lo estaban ocultando.
- Algo no va bien. - caviló, dejando que su instinto animal, ese que le gritaba que estuviese alerta, saliese a flote. Lentamente, Ava plegó las alas de forma que cubriesen por completo su espalda, y aprovechando que esa parte de su cuerpo había quedado fuera de la vista, llevó una mano hacia el mango de Segadora para descolgarla y colocarla por delante de su torso.
En cuanto el brujo se puso en marcha, la cuerva lo siguió de cerca, asegurándose de dar la espalda en todo momento al lugar del que le había llegado el extraño olor, de modo que de haber realmente alguien allí, no pudiese darse cuenta de que iba armada y preparada para cualquier cosa.
Muy atenta a cualquier sonido que pudiese delatar la presencia de otra persona, y así reforzase su teoría, la mujer bestia avanzó hacia el túnel con paso firme, y no dudó al llegar a las escaleras, al contrario, aquel sitio le daría la oportunidad perfecta para averiguar si estaba en lo cierto o eran imaginaciones suyas.
Su plan era simple, se quedaría en la retaguardia e instaría al hechicero a seguir adelante, confiando en que sus habilidades fuesen suficiente para afrontar lo que se le presentase… y mientras tanto, ella se ocultaría en algún hueco del pasadizo para esperar y de ser necesario, hacer frente a lo que viniese a por ellos.
Con esa idea en mente, la Midgardiana fue ralentizando su velocidad poco a poco, creando una distancia entre ella y su compañero. - Tengo que comprobar una cosa, sigue al sospechoso, te alcanzaré enseguida. - dijo en voz baja, lo suficiente para que solo el niño pudiese escucharla.
Y dicho esto, buscó un saliente en la construcción y se escondió tras él, pegando las alas a la pared y conteniendo el aliento. Sus manos agarraban con fuerza el mango del hacha, estaba lista para asestar un golpe a quien se apareciese por allí, aunque se le había olvidado una cosa… puede que no se tratase de un enemigo sino del loco de las ratas, que tras abandonarlos los estaba siguiendo a cierta distancia.
Gracias a sus sentidos bestiales Ava capta el olor del veneno pero no es capaz de identificar de qué se trata, aún así, este hecho la pone en alerta permanente, por eso se dispone a tender una trampa a quien pueda estarlos siguiendo.
Ava Kenrith
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 305
Nivel de PJ : : 5
Re: Lo Que Ven Las Ratas [Trabajo]
Llegaba el momento decisivo y alguien con el entrenamiento de Demian lo sabía. Se adentró por las sombras, caminando con cuidado y manteniendo sus recursos listos.
Invocó nuevamente al vacío, haciendo que un manto ilusorio le cubriese hasta volverle invisible. Estando en un pasillo oscuro, la eficacia de su hechizo era más alta. Nadie podría verle... excepto aquel asesino que, si bien le perdía de vista, ya sabía que estaba allí.(1)
Pero el asesino no era el foco de atención del chico, sino lo que se encontraba adelante.
El camino no era muy largo y pronto llegó a una habitación. A pesar de que estaba en penumbras, iluminada sólo por una antorcha, no se veían tan lúgubre como podía haber pensado inicialmente. Sus muros eran de buena calidad, había unas sillas cubiertas de cuero y una mesita de cristal en lo que parecía un área para conversar. Había también un estante con licores de buena calidad, vino de Verisar, cerveza norteña, destilados de Sacrestic.
Había algo más, algo que no encajaba con la decoración. Se trataba de una especie de cama sin colchón, de madera y equipada con cadenas. Había unas ruedas para ajustar la tensión de estas últimas y una serie de pues incómodamente ubicadas para el pobre que tuviera la desdicha de ser extendido allí.
Y había alguien.
El mismo viejo de las ratas se encontraba tendido sobre aquel horrible aparato. Sus ropas estaban rasgadas y había heridas y quemaduras en su cuerpo. Demian apretó con más fuerzas las dagas en sus manos, como si quisiera romperlas.
Otras personas estaban presentes. Una mujer estaba sentada en lo que parecía el sillón principal. Era la misma que habían visto más temprano, pero ahora se había quitado el manto y dejaba ver ropas más ostentosas (y que cubrían menos). Extendió una mano y una copa de vino levitó hasta descansar en sus dedos.
A su lado había dos sujetos grandes. Cada uno debía medir unos dos metros, de espalda ancha y mirada severa. Parecían vigilar el lugar, como si fueran sus guardias.
En un costado había un sujeto delgado, de al menos 50 años, que sostenía lo que parecía un bastón mágico cubierto de muchas runas.
–Mi señora, vengo a reportar el éxito de mi cometido –dijo el recién llegado, aquel a quien habían seguido hasta allí–, he vertido el contenido en el pozo sin problemas.
–Por supuesto que lo hiciste, idiota –contesta ella–, yo misma estaba allí. Pero si hasta te pasé el saco. ¿Que no quedamos en que sólo vendrías aquí para cosas importantes?
–Yo... tiene razón, pero –dijo confundido el sujeto, de pronto sacudiendo su cabeza como si sintiera algo extraño–... no sé qué me ha pasado, alguien ha hecho algo con mi cabeza, yo... yo me siento... algo ha pasado.
Demian no perdió tiempo, se acercó a la mujer, pero ella se puso de pie y de pronto una barrera de fuego se formó en torno a su cuerpo. Las llamas eran intensas, lo que daba a entender que era una hechicera poderosa. No podría simplemente apuñalarla, no con esa barrera. Debía cambiar de estrategia.
Se acercó al tipo del báculo. Parecía el más vulnerable.
Clavó su daga en una pierna(2), procurando herir la arteria femoral. Aquello sería suficiente para dejarlo completamente fuera de la batalla, según sus cálculos, sin necesariamente terminar con su vida de inmediato. El tipo tendría algunos minutos para recibir ayuda, la que él mismo estaba dispuesto a dar si se veía innecesario matarle. De lo contrario, era cosa de dejarle desangrarse.
Al hacer esto se hizo visible. Comenzaba una batalla.
Lo que Demian no sabía era que el asesino que les había seguido también iniciaba su ataque por donde estaba Ava y era un tipo peligroso. Si las cosas seguían ese ritmo y la mujer pájaro no podía detenerle, bien podía quedar encerrado entre el fuego de la dama y el filo del asesino.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
(1) Demian usa "Presencia Fantasmal" para hacerse invisible.
(2) Demian usa "Puñalada del Fantasma" para herir un punto vital de su objetivo.
Demian
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 2218
Nivel de PJ : : 10
Re: Lo Que Ven Las Ratas [Trabajo]
La tensión del momento podía cortarse con un cuchillo, y mientras la Midgardiana aguardaba escondida en mitad del pasadizo, su corazón comenzó a acelerarse. Latía tan fuerte que casi podía sentirlo chocar contra la armadura, sensación que le resultaba tan familiar como respirar, la adrenalina recorría todo su ser, del mismo modo que cuando cazaba.
Cuando estaba en el bosque buscaba el mejor lugar para tender una trampa a su presa y aquello era bastante parecido, con una única diferencia, que en vez de esperar en un lugar elevado a que su víctima quedase atrapada para acabar con ella, ésta vez iba a enfrentarla sin más ventaja que saber por dónde tendría que pasar.
Lentamente, Ava respiró para tranquilizarse y comprobar si había algún cambio en el aire, o más bien, para cerciorarse de que el extraño olor que la había puesto en alerta seguía presente, y vaya que si lo estaba…
Nada más captar el desagradable aroma arrugó la nariz, ahora estaba más cerca que antes así que no se había equivocado… alguien los seguía, pero ¿quién era? Esa era la verdadera cuestión. - Va a entrar en el pasadizo… pero ¿por qué no lo escucho? - se preguntó mentalmente la mujer bestia, aferrando con más fuerza el mango de Segadora.
Los dorados ojos de la joven recorrieron la oscuridad en busca de cualquier movimiento que pudiese delatar la presencia de otra persona, pero para cuando consiguió atisbar algo parecido a una figura humana, ya lo tenía casi encima.
- Deja que tome la iniciativa, así sabrás si es el viejo o no. - se recordó, aunque cabía la posibilidad de que aquel individuo no llegase a percatarse de que estaba allí y siguiese de largo. Con esa idea en mente, Ava se mantuvo totalmente inmóvil hasta que el extraño llegó a su altura, y fue entonces cuando se dio cuenta de que el hombre que tenía delante no era el loco de las ratas.
A juzgar por las pintas que llevaba, con unas negras vestimentas cubriéndolo casi por completo, incluyendo buena parte del rostro, y por el hedor que emanaba de su espada, todo apuntaba a que se trataba de un asesino profesional y a que el mal olor no era sino una advertencia de lo que utilizaba, veneno.
- No importa quién sea, arruinará nuestro plan… y en el peor de los casos lo habrán contratado para acabar con lo que incendio no pudo… tengo que detenerlo. - se convenció la Midgardiana, moviendo los brazos para colocar su hacha en posición de combate, detalle que la delató ante el enemigo.
El sicario la vio por el rabillo del ojo, y sin pensárselo ni un instante se giró hacia ella para atacarla con un tajo en diagonal, que la morena bloqueó hábilmente cruzando su arma por delante del cuerpo. Valiéndose de su fuerza bruta, Ava empujó a su oponente hacia abajo, haciéndose con una posición ventajosa desde la que arremeter contra él.
Lo siguiente que vio el asesino fue la imponente hacha de la cuerva trazando un elegante semicírculo en su dirección, con lo que no le quedó más remedio que retroceder y hacerse a un lado, pero no contaba con que su contrincante pudiese blandir tremenda arma con la agilidad con que lo hacía, así que en cuestión de apenas unos segundos, Segadora volvió a avanzar hacia él, obligándolo a bajar aún más para no ser alcanzado.
Un fuerte chasquido recorrió el pasadizo en cuanto el filo impactó contra la piedra de una de las paredes, dejando una considerable muesca a su paso.
La mujer bestia continuó su ofensiva sin dar apenas tregua al asesino, pero éste era muy rápido, tanto que de un momento a otro pasó de esquivar a contraatacar, colocándose a un costado de la morena para intentar herirla. Lo que la oscuridad reinante no le permitía ver era que estaba bien protegida gracias a su armadura, y que sus verdaderos puntos débiles eran solo dos, las alas y la cabeza.
Consciente de ello, la cazadora se reposicionó velozmente para mantener sus plumíferas extremidades fuera del alcance del hombre, quitando importancia a que hubiese conseguido golpearla en una de las metálicas placas que cubrían su torso.
El combate duró algunos minutos más, en los que tanto uno como otro trataron de alcanzar sin éxito a su oponente, pero no se podía decir que estuviesen luchando en igualdad de condiciones, pues un error de la cuerva podría resultar fatal mientras que con un corte, su adversario podría seguir adelante.
Cuando en una de sus acometidas, el ponzoñoso filo de la espada pasó a escasos centímetros de la mejilla de la Midgardiana, amenazando con poner fin a su vida, ella supo que tenía que acabar con la pelea de una vez por todas, antes de que sus fuerzas menguasen, dando ventaja al sicario.
Sujetando a Segadora con una sola mano, ya que gracias al encantamiento de pluma podía manejarla incluso sin usar las dos, Ava trazó un remolino en el aire y esperó a que su enemigo reaccionase para interponer la hoja y protegerse, y justo entonces, cuando ambas armas se bloquearon entre sí, alargó la zurda para sujetar la muñeca del individuo con fuerza.
Valiéndose de la cabeza del hacha, empujó hacia abajo la espada lo suficiente como para que el torso del extraño quedase vulnerable, y sin perder tiempo, tomó impulso para propinarle un contundente cabezazo directo al rostro. Estaba haciendo honor a su parte de bestia, y aunque no fuese una técnica demasiado fina, era tremendamente efectiva, sobre todo por el daño que sus cuernos podían llegar a hacer.
- Esto me dará dolor de cabeza… - pensó, mientras su contrincante retrocedía tambaleándose a causa del golpe, instante que ella aprovechó para castigar su muñeca y desarmarlo. Tras librarse de la espada envenenada de una patada, la cazadora volvió a la carga para no dar oportunidad al enmascarado de que se repusiese, lanzando en su contra un tajo diagonal que le atravesó las ropas y le produjo un feo corte en el hombro, pero no contenta con ello, se acercó al tipo y lo embistió para que rodase escaleras abajo.
Mientras veía el cuerpo caer en la dirección que había tomado el pequeño hechicero, la cuerva comenzó a descender, acelerando el paso cuando le llegaron los sonidos del alboroto que estaba teniendo lugar en las profundidades del pasadizo.
Ragazt llegó a la sala bastante debilitado y con su enemiga pisándole los talones, pero no es que allí se estuviese dando una fiesta precisamente, la aparición del brujo había desatado una pelea entre los presentes y el loco de las ratas, ese que se había esfumado después del incendio, también estaba en la habitación… como prisionero.
Antes de que las cosas se complicasen aún más, Ava optó por inutilizar al sicario, abordándolo por la espalda y golpeándolo con fuerza en la parte posterior de la cabeza con el mango del hacha, eso bastaría para mandarlo a dormir durante un rato, pensó, y si no era suficiente la pérdida de sangre haría el resto.
Hecho esto, estudió rápidamente a las personas que había en la estancia, reconociendo a la mujer que habían visto en el pozo y a su servidor, junto con un anciano que a todas luces debía ser mago y al que el ilusionista ya había herido… y a dos problemas, dos enormes problemas con cara de pocos amigos.
Aquello no había hecho más que empezar.
No he querido matar al sicario por si quieres darle algún uso más.
Cuando estaba en el bosque buscaba el mejor lugar para tender una trampa a su presa y aquello era bastante parecido, con una única diferencia, que en vez de esperar en un lugar elevado a que su víctima quedase atrapada para acabar con ella, ésta vez iba a enfrentarla sin más ventaja que saber por dónde tendría que pasar.
Lentamente, Ava respiró para tranquilizarse y comprobar si había algún cambio en el aire, o más bien, para cerciorarse de que el extraño olor que la había puesto en alerta seguía presente, y vaya que si lo estaba…
Nada más captar el desagradable aroma arrugó la nariz, ahora estaba más cerca que antes así que no se había equivocado… alguien los seguía, pero ¿quién era? Esa era la verdadera cuestión. - Va a entrar en el pasadizo… pero ¿por qué no lo escucho? - se preguntó mentalmente la mujer bestia, aferrando con más fuerza el mango de Segadora.
Los dorados ojos de la joven recorrieron la oscuridad en busca de cualquier movimiento que pudiese delatar la presencia de otra persona, pero para cuando consiguió atisbar algo parecido a una figura humana, ya lo tenía casi encima.
- Deja que tome la iniciativa, así sabrás si es el viejo o no. - se recordó, aunque cabía la posibilidad de que aquel individuo no llegase a percatarse de que estaba allí y siguiese de largo. Con esa idea en mente, Ava se mantuvo totalmente inmóvil hasta que el extraño llegó a su altura, y fue entonces cuando se dio cuenta de que el hombre que tenía delante no era el loco de las ratas.
A juzgar por las pintas que llevaba, con unas negras vestimentas cubriéndolo casi por completo, incluyendo buena parte del rostro, y por el hedor que emanaba de su espada, todo apuntaba a que se trataba de un asesino profesional y a que el mal olor no era sino una advertencia de lo que utilizaba, veneno.
- No importa quién sea, arruinará nuestro plan… y en el peor de los casos lo habrán contratado para acabar con lo que incendio no pudo… tengo que detenerlo. - se convenció la Midgardiana, moviendo los brazos para colocar su hacha en posición de combate, detalle que la delató ante el enemigo.
El sicario la vio por el rabillo del ojo, y sin pensárselo ni un instante se giró hacia ella para atacarla con un tajo en diagonal, que la morena bloqueó hábilmente cruzando su arma por delante del cuerpo. Valiéndose de su fuerza bruta, Ava empujó a su oponente hacia abajo, haciéndose con una posición ventajosa desde la que arremeter contra él.
Lo siguiente que vio el asesino fue la imponente hacha de la cuerva trazando un elegante semicírculo en su dirección, con lo que no le quedó más remedio que retroceder y hacerse a un lado, pero no contaba con que su contrincante pudiese blandir tremenda arma con la agilidad con que lo hacía, así que en cuestión de apenas unos segundos, Segadora volvió a avanzar hacia él, obligándolo a bajar aún más para no ser alcanzado.
Un fuerte chasquido recorrió el pasadizo en cuanto el filo impactó contra la piedra de una de las paredes, dejando una considerable muesca a su paso.
La mujer bestia continuó su ofensiva sin dar apenas tregua al asesino, pero éste era muy rápido, tanto que de un momento a otro pasó de esquivar a contraatacar, colocándose a un costado de la morena para intentar herirla. Lo que la oscuridad reinante no le permitía ver era que estaba bien protegida gracias a su armadura, y que sus verdaderos puntos débiles eran solo dos, las alas y la cabeza.
Consciente de ello, la cazadora se reposicionó velozmente para mantener sus plumíferas extremidades fuera del alcance del hombre, quitando importancia a que hubiese conseguido golpearla en una de las metálicas placas que cubrían su torso.
El combate duró algunos minutos más, en los que tanto uno como otro trataron de alcanzar sin éxito a su oponente, pero no se podía decir que estuviesen luchando en igualdad de condiciones, pues un error de la cuerva podría resultar fatal mientras que con un corte, su adversario podría seguir adelante.
Cuando en una de sus acometidas, el ponzoñoso filo de la espada pasó a escasos centímetros de la mejilla de la Midgardiana, amenazando con poner fin a su vida, ella supo que tenía que acabar con la pelea de una vez por todas, antes de que sus fuerzas menguasen, dando ventaja al sicario.
Sujetando a Segadora con una sola mano, ya que gracias al encantamiento de pluma podía manejarla incluso sin usar las dos, Ava trazó un remolino en el aire y esperó a que su enemigo reaccionase para interponer la hoja y protegerse, y justo entonces, cuando ambas armas se bloquearon entre sí, alargó la zurda para sujetar la muñeca del individuo con fuerza.
Valiéndose de la cabeza del hacha, empujó hacia abajo la espada lo suficiente como para que el torso del extraño quedase vulnerable, y sin perder tiempo, tomó impulso para propinarle un contundente cabezazo directo al rostro. Estaba haciendo honor a su parte de bestia, y aunque no fuese una técnica demasiado fina, era tremendamente efectiva, sobre todo por el daño que sus cuernos podían llegar a hacer.
- Esto me dará dolor de cabeza… - pensó, mientras su contrincante retrocedía tambaleándose a causa del golpe, instante que ella aprovechó para castigar su muñeca y desarmarlo. Tras librarse de la espada envenenada de una patada, la cazadora volvió a la carga para no dar oportunidad al enmascarado de que se repusiese, lanzando en su contra un tajo diagonal que le atravesó las ropas y le produjo un feo corte en el hombro, pero no contenta con ello, se acercó al tipo y lo embistió para que rodase escaleras abajo.
Mientras veía el cuerpo caer en la dirección que había tomado el pequeño hechicero, la cuerva comenzó a descender, acelerando el paso cuando le llegaron los sonidos del alboroto que estaba teniendo lugar en las profundidades del pasadizo.
Ragazt llegó a la sala bastante debilitado y con su enemiga pisándole los talones, pero no es que allí se estuviese dando una fiesta precisamente, la aparición del brujo había desatado una pelea entre los presentes y el loco de las ratas, ese que se había esfumado después del incendio, también estaba en la habitación… como prisionero.
Antes de que las cosas se complicasen aún más, Ava optó por inutilizar al sicario, abordándolo por la espalda y golpeándolo con fuerza en la parte posterior de la cabeza con el mango del hacha, eso bastaría para mandarlo a dormir durante un rato, pensó, y si no era suficiente la pérdida de sangre haría el resto.
Hecho esto, estudió rápidamente a las personas que había en la estancia, reconociendo a la mujer que habían visto en el pozo y a su servidor, junto con un anciano que a todas luces debía ser mago y al que el ilusionista ya había herido… y a dos problemas, dos enormes problemas con cara de pocos amigos.
Aquello no había hecho más que empezar.
No he querido matar al sicario por si quieres darle algún uso más.
Ava Kenrith
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 305
Nivel de PJ : : 5
Re: Lo Que Ven Las Ratas [Trabajo]
Ignorando el difícil encuentro que su compañera tiene más atrás, Demian inicia el combate esperando que ella participe, pero pronto se da cuenta que de momento está solo.
Busca algo de distancia. No conoce las habilidades de sus enemigos y no acostumbra el enfrentamiento directo. La mujer aprovecha de lanzar una bola de fuego, pero el chico tiene el suficiente tiempo de reacción, gracias a la distancia, para no ser alcanzado de manera directa. Aún así, las llamas pasan muy cerca y le causan quemaduras leves.
–Ríndanse ahora y serán entregados con vida a las autoridades de Beltrexus –dice el chico desde un rincón, con mirada seria. Los guardias avanzan.
Demian busca su cercanía. Entablando un combate ligero con ellos, completamente defensivo. De momento sólo busca controlar sus ataques, no correr el riesgo de ir por herirles. Manteniéndose cerca de ellos, razona, la mujer no puede lanzar ataques masivos de fuego, a menos que pretenda terminar con sus propios guardias. Eso le da algo de tiempo para pensar.
–Confiesen, ustedes han es-s-stado envenenando el agua para afectar la mente de las personas –dice, mientras realiza una pirueta para esquivar un ataque.
–¿Controlar la mente? –contesta la mujer, levantando una ceja–no se de qué demonios piensas que hablas, mocoso.
Demian cambia su mirada. No puede simplemente esperar que le hagan caso, ni tampoco tiene claras sus intenciones o planes. Necesita algo más.
–¡Enfrentad el juicio de los fantasmas! –dice con autoridad, levantando sus manos.
Al instante, lo que parecen espíritus emergen del piso, disolviéndose en tres llamas de un azul verdoso que flotan alrededor del chico.
Extiende sus manos y las llamas salen despedidas hacia sus enemigos, una para cada uno(1). La mujer intenta detener la que le le arroja a ella con su propio fuego, pero es inútil. Las llamas de Demian no son reales, no son fuego de verdad, sino sólo una ilusión.
Los guardias se retuercen de dolor, manteniendo ahora una distancia con respecto al chico. El hechizo que ha usado Demian es uno muy cruel. Las llamas ilusorias hacen creer a la persona que se está quemando viva, aunque en realidad no causan daño físico.
La mujer parece darse cuenta que se encuentra bajo una ilusión, pero aún así no es capaz, de momento, de actuar correctamente.
Demian aprovecha para dar un feo tajo en la pierna a uno de los guardias, aunque recibe una patada del otro por la osadía. Recupera su postura pronto, pero ahora sabe que no son simples inútiles, esos tipos son capaces de pegar fuerte e incluso soportar parte del dolor de la ilusión.
Mientras esto ocurre, el sujeto que había vertido la sustancia en el pozo no parece querer participar del combate, sino que se arrincona con expresión cobarde. De momento Demian no puede concentrarse en él, demasiado ocupado con los tres fuertes enemigos a quienes planta cara. El hombre aprovecha esto para meter mano a un estante, de donde saca una par de viales misteriosos.
Al parecer no sólo lo que echan al pozo es lo que la alquimia de esos sujetos es capaz de producir.
El hombre camina en silencio por un rincón, portando ambos frascos en sus manos, buscando un ángulo de ventaja, al parecer para arrojar su contenido al chico.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
(*) Demian ha usado su habilidad Ignis Fatuus, una ilusión que hace creer a sus víctimas que son quemadas vivas por fuego fantasmal. Causa daño mental, pero no físico, y es más bien una herramienta de control que un ataque definitivo.
Última edición por Demian el Sáb 30 Nov - 13:10, editado 1 vez
Demian
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 2218
Nivel de PJ : : 10
Re: Lo Que Ven Las Ratas [Trabajo]
Antes de que pudiese reaccionar y elegir a su próximo oponente, el pequeño hechicero tomó la iniciativa y volvió a sorprenderla con una de sus ilusiones, una capaz de mantener a raya a los individuos más corpulentos del bando contrario y a la mujer, al menos durante unos instantes.
- ¿Se están quemando? - preguntó en apenas un susurro, pero no había humo y sus ropas no se consumían, detalle que daba a entender que el daño de aquel ataque era más bien mental, las víctimas creían estar envueltas en llamas pero no era real.
Ava observó al chico con una mezcla de admiración y temor, no quería ni imaginar lo que aquellas personas estarían sintiendo en ese momento pero debía admitir que los poderes del brujo eran bastante útiles, sobre todo teniendo en cuenta que estaban en desventaja tanto numérica como de fuerzas.
Mientras su aliado, sin mostrar miedo alguno, se abalanzaba hacia la pierna de uno de los guardias para herirlo, un movimiento ajeno a la escena captó la atención de la cuerva, quedaba allí abajo alguien más a tener en cuenta, el hombre que supuestamente había corrompido el agua del pozo.
Los ambarinos ojos de la Midgardiana lo siguieron mientras tomaba algo de una estantería cercana, un par de frascos cuyo contenido tenía un particular tono cobrizo, pero no fue eso lo que la puso en guardia sino lo que el extraño hizo a continuación.
Con ambos viales en su poder, e ignorando la presencia de la alada, el sirviente comenzó a caminar por el borde de la sala sin apartar la vista del niño, completamente concentrado en hallar la mejor posición estratégica para llevar a cabo su ataque.
En un principio, y no por menospreciar el poder de su acompañante sino por el tamaño y las habilidades de cada uno, Ava habría optado por encarar a los grandullones y dejar que el hechicero lidiase con la dama y su lacayo, a fin de cuentas ella tenía armadura y podía encajar mejor los golpes, pero viendo las malas intenciones del tipo no le quedó más remedio que actuar.
Rápidamente, la joven salvó la distancia que los separaba para embestirlo justo antes de que pudiese lanzar el primer frasco, consiguiendo de este modo que el recipiente cayese al suelo y se rompiese sin causar daño a nadie… pero aún quedaba otro.
En su empeño por no matar a nadie, ya que debía ser el último recurso, la cazadora se limitó a usar el mango de su hacha para tratar de inmovilizar al enemigo contra el suelo, pero éste se revolvió enérgicamente, resistiéndose e iniciando un intenso forcejeo que culminó con el inconfundible sonido del vidrio quebrándose.
La reacción no se hizo esperar, en cuanto el líquido entró en contacto con la armadura de la cuerva el metal empezó a corroerse rápidamente, obligándola a retroceder para evaluar su situación y decidir cómo proceder antes de que llegase más lejos.
- Maldición, ¿qué era eso? - preguntó molesta, pero su adversario no respondió, simplemente sonrió, como si ya hubiese ganado la pelea. Esta actitud hizo que la morena enfureciese aún más, así que, movida por el deseo de borrar aquella expresión del rostro del hombre, hizo girar a Segadora entre sus manos y le asestó un fuerte tajo en el vientre, arrancando un grito de su garganta.
Con eso ya no tendría motivos para reírse, es más, si no actuaba rápido moriría, pero ¿a quién podía recurrir para que lo salvase? La dama y los guardias seguían entretenidos con el brujo.
Eliminado su problema, Ava se centró en evitar que el líquido llegase a su piel y la quemase, dejando momentáneamente su hacha contra uno de los muebles y agarrando con fuerza la hombrera contra la que había estallado el frasco para arrancar lo que quedaba de ella.
- No, no, no… vamos… suéltate. - pidió en voz baja, mientras el material de su guantelete comenzaba a verse afectado también. - Casi me da en la cabeza… si lo hubiese conseguido habría sido mi final. - pensó, y entonces cayó en la cuenta del daño que podría haber hecho al muchacho, quien no contaba con la protección que ella llevaba encima.
Pronto el calor producido por la reacción se fue volviendo más y más intenso, no solo estaba consumiendo la armadura sino también la tela reforzada que había debajo, la última barrera entre el cuerpo de la cazadora y el agente corrosivo.
El dolor no se hizo esperar, instando a la Midgardiana a tirar con más fuerza sin preocuparse por el estado de su guantelete.
Gruñendo cual animal, la mujer bestia hizo un último esfuerzo y arrancó de golpe la pieza afectada, dejando a la vista parte de su hombro, ahora marcado por culpa de los efectos de líquido. Conteniendo un quejido, tiró el trozo de metal al suelo y sin perder tiempo, se desprendió del guantelete antes de que éste también le hiriese la mano, dejándola incapacitada para luchar.
- Tenemos que acabar con esto… necesito que alguien me examine. - pensó, frunciendo el ceño al ver cómo había quedado su piel. Haciendo caso omiso al escozor que la recorría, la cuerva tomó su arma y avanzó hacia donde estaba el pequeño hechicero, lista para enfrentarse a los guardaespaldas de la mujer.
Y sin pensárselo mucho, arremetió contra el individuo más cercano desde un costado, buscando acertarle con un tajo horizontal, pero éste consiguió esquivarlo por poco, a pesar de las llamas que seguían envolviéndolo.
Perdón por la tardanza, es mi primer día libre en dos semanas y no he sacado tiempo para nada antes
- ¿Se están quemando? - preguntó en apenas un susurro, pero no había humo y sus ropas no se consumían, detalle que daba a entender que el daño de aquel ataque era más bien mental, las víctimas creían estar envueltas en llamas pero no era real.
Ava observó al chico con una mezcla de admiración y temor, no quería ni imaginar lo que aquellas personas estarían sintiendo en ese momento pero debía admitir que los poderes del brujo eran bastante útiles, sobre todo teniendo en cuenta que estaban en desventaja tanto numérica como de fuerzas.
Mientras su aliado, sin mostrar miedo alguno, se abalanzaba hacia la pierna de uno de los guardias para herirlo, un movimiento ajeno a la escena captó la atención de la cuerva, quedaba allí abajo alguien más a tener en cuenta, el hombre que supuestamente había corrompido el agua del pozo.
Los ambarinos ojos de la Midgardiana lo siguieron mientras tomaba algo de una estantería cercana, un par de frascos cuyo contenido tenía un particular tono cobrizo, pero no fue eso lo que la puso en guardia sino lo que el extraño hizo a continuación.
Con ambos viales en su poder, e ignorando la presencia de la alada, el sirviente comenzó a caminar por el borde de la sala sin apartar la vista del niño, completamente concentrado en hallar la mejor posición estratégica para llevar a cabo su ataque.
En un principio, y no por menospreciar el poder de su acompañante sino por el tamaño y las habilidades de cada uno, Ava habría optado por encarar a los grandullones y dejar que el hechicero lidiase con la dama y su lacayo, a fin de cuentas ella tenía armadura y podía encajar mejor los golpes, pero viendo las malas intenciones del tipo no le quedó más remedio que actuar.
Rápidamente, la joven salvó la distancia que los separaba para embestirlo justo antes de que pudiese lanzar el primer frasco, consiguiendo de este modo que el recipiente cayese al suelo y se rompiese sin causar daño a nadie… pero aún quedaba otro.
En su empeño por no matar a nadie, ya que debía ser el último recurso, la cazadora se limitó a usar el mango de su hacha para tratar de inmovilizar al enemigo contra el suelo, pero éste se revolvió enérgicamente, resistiéndose e iniciando un intenso forcejeo que culminó con el inconfundible sonido del vidrio quebrándose.
La reacción no se hizo esperar, en cuanto el líquido entró en contacto con la armadura de la cuerva el metal empezó a corroerse rápidamente, obligándola a retroceder para evaluar su situación y decidir cómo proceder antes de que llegase más lejos.
- Maldición, ¿qué era eso? - preguntó molesta, pero su adversario no respondió, simplemente sonrió, como si ya hubiese ganado la pelea. Esta actitud hizo que la morena enfureciese aún más, así que, movida por el deseo de borrar aquella expresión del rostro del hombre, hizo girar a Segadora entre sus manos y le asestó un fuerte tajo en el vientre, arrancando un grito de su garganta.
Con eso ya no tendría motivos para reírse, es más, si no actuaba rápido moriría, pero ¿a quién podía recurrir para que lo salvase? La dama y los guardias seguían entretenidos con el brujo.
Eliminado su problema, Ava se centró en evitar que el líquido llegase a su piel y la quemase, dejando momentáneamente su hacha contra uno de los muebles y agarrando con fuerza la hombrera contra la que había estallado el frasco para arrancar lo que quedaba de ella.
- No, no, no… vamos… suéltate. - pidió en voz baja, mientras el material de su guantelete comenzaba a verse afectado también. - Casi me da en la cabeza… si lo hubiese conseguido habría sido mi final. - pensó, y entonces cayó en la cuenta del daño que podría haber hecho al muchacho, quien no contaba con la protección que ella llevaba encima.
Pronto el calor producido por la reacción se fue volviendo más y más intenso, no solo estaba consumiendo la armadura sino también la tela reforzada que había debajo, la última barrera entre el cuerpo de la cazadora y el agente corrosivo.
El dolor no se hizo esperar, instando a la Midgardiana a tirar con más fuerza sin preocuparse por el estado de su guantelete.
Gruñendo cual animal, la mujer bestia hizo un último esfuerzo y arrancó de golpe la pieza afectada, dejando a la vista parte de su hombro, ahora marcado por culpa de los efectos de líquido. Conteniendo un quejido, tiró el trozo de metal al suelo y sin perder tiempo, se desprendió del guantelete antes de que éste también le hiriese la mano, dejándola incapacitada para luchar.
- Tenemos que acabar con esto… necesito que alguien me examine. - pensó, frunciendo el ceño al ver cómo había quedado su piel. Haciendo caso omiso al escozor que la recorría, la cuerva tomó su arma y avanzó hacia donde estaba el pequeño hechicero, lista para enfrentarse a los guardaespaldas de la mujer.
Y sin pensárselo mucho, arremetió contra el individuo más cercano desde un costado, buscando acertarle con un tajo horizontal, pero éste consiguió esquivarlo por poco, a pesar de las llamas que seguían envolviéndolo.
Perdón por la tardanza, es mi primer día libre en dos semanas y no he sacado tiempo para nada antes
Ava Kenrith
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 305
Nivel de PJ : : 5
Re: Lo Que Ven Las Ratas [Trabajo]
El combate sigue un ritmo intenso y cuesta vislumbrar una posición ventajosa. Aún cuando los guardias son presa de la ilusión, los enemigos son fuertes y numerosos. Aún no ha logrado hacer nada a la hechicera, quien eleva sus manos para lanzar una serie de lenguas de fuego.
Demian retrocede, pero no logra evitar tener que lidiar con un par de quemaduras. Comienza a sentirse cansado. El chico no está especializado en el combate directo, sino en entradas intensas y decisivas desde la oscuridad. Si no termina pronto el enfrentamiento se verá en serios problemas.
Es entonces que nota la intervención de su aliada. No está muy seguro qué le tomó tanto tiempo, pero ahora es un alivio ver que reduce al otro elemento, aquel a quien Demian no había prestado atención, evitando así que esos frascos le tomaran desprevenido.
Pero no hay tiempo para agradecer. Los matones, a pesar de estar muy debilitados por el fuego ilusorio, siguen siendo un obstáculo para llegar a la mujer. Demian mantiene su distancia e intenta ir por herirles las piernas con sus dagas, sin éxito. Las lenguas de fuego de la mujer son una molestia.
Nuevamente su aliada llega a aliviar la situación, enfrentándose a los hombres. Lleva armadura y parece que es una guerrera de tomo y lomo, por lo que unos debilitados guardias, afectados por tan cruel ilusión, no deberían serle de mucho problema. Con esto, es sólo un elemento el que sigue siendo un peligro.
Llega la hora de una acción definitiva.
Demian se detiene unos momentos, buscando espacio para conjurar el Éter. Se agacha, tocando el suelo con su mano derecha, y sus ojos toman un brillo de un azul verdoso. Unos ruidos extraños emergen desde todas direcciones, como lamentos, aunque tan difusos que es difícil estar seguros.
Pronto una mano fantasmal surge desde el piso, seguida de otra y otra... finalmente en torno al chico hay un grupo de figuras aterradoras. Son como cadáveres viejos, semitransparentes. Algunos llevan señas de lo que habría sido su muerte, otros una mirada perdida.
Claro está, son ilusiones, pero de un realismo aterrador.
Demian apunta un dedo acusador hacia la mujer y los fantasmas miran en la misma dirección. Ella intenta quemarles, pero el fuego sólo les atraviesa. Los fantasmas flotan, apenas arrastrando sus pies por el suelo, estirando sus manos.
En una inevitable marcha, acaban alcanzando a la hechicera, pero no la atacan directamente, sino que se diluyen al contacto con ella, como si fueran absorbidos por su cuerpo. Ella da un grito, luego mantiene una mirada de espanto, fija en algún punto aleatorio del espacio.(1)
Demian aprovecha que los guardias están ocupados y corre por un costado, llegando donde la mujer, a quien da una puñalada entre el pecho y el hombro y otra en la parte trasera de la rodilla. No pretende matarla directamente, pero aprovecha la ilusión para causarle un daño que pueda neutralizarle. Improvisa luego unas ataduras con una cuerda que extrae de su bolso.
Hace una respiración profunda. Está cansado, lastimado y ha agotado buena parte de su magia. Quiere descansar, pero su mente le apunta el que aún necesitan resolver el problema. No han venido sólo a pelear, necesitan extraer información de sus enemigos sobre lo que ha ocurrido con el agua y qué han vertido en ella.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
(1) Demian ha usado su habilidad "Valle de los Espíritus", la que aturde por una ronda a un enemigo al causarle una poderosa ilusión mental en la que es torturado por fantasmas.
(*) Nota: El Ignis Fatuus dura 2 turnos, por lo que en éste debería acabarse.
Demian
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 2218
Nivel de PJ : : 10
Re: Lo Que Ven Las Ratas [Trabajo]
Sobreponiéndose de su primer fallo al instante, la cuerva hizo oscilar el hacha y la cambió de mano para arremeter de nuevo desde otra dirección, probando con un tajo ascendente que ésta vez sí alcanzó a su objetivo, causándole una herida en el torso, aunque no lo suficientemente profunda como para poner en peligro la vida del grandullón.
Mientras éste se volteaba hacia ella para encararla nuevamente, cubriéndose la zona afectada con una de las manos para controlar el sangrado, Ava utilizó su agilidad para reposicionarse ventajosamente, y sin ningún tipo de remordimiento hizo girar a Segadora para castigar el cuerpo de aquel hombre con un fuerte golpe del mango.
Al recibir el impacto en pleno vientre, tan cerca del corte, el guardaespaldas se dobló de dolor, dando a su adversaria la oportunidad perfecta para asestarle otro en el rostro, más concretamente en la nariz, que crujió con el inconfundible sonido del hueso al romperse.
Aquello dejó al luchador algo mareado, lo suficiente como para que empezase a ver borroso, hecho que la Midgardiana aprovechó para moverse a su alrededor y atacarlo desde atrás, atizándole en la nuca con tanto impulso como le fue posible, y así fue como logró doblegar a su enemigo, que terminó de rodillas y completamente vulnerable.
El siguiente golpe de la morena fue directo a la cabeza, y tal como esperaba, mandó a dormir al guardia, dejándolo tirado en mitad de la sala.
- Bien, solo queda uno… aprovecharé para atacarlo mientras la ilusión sigue activa. - pensó, alzando la vista hacia su siguiente oponente, pero justo en ese instante las llamas se desvanecieron, devolviendo al individuo su libertad de movimiento justo a tiempo para hacer frente a la mujer bestia.
Maldiciendo para sus adentros, Ava adoptó una posición defensiva y dejó que su enemigo tomase la iniciativa, pues sabía que su ventaja acababa de esfumarse y la pelea que estaba por comenzar sería muy diferente a la anterior.
Rápidamente, el guerrero pasó por encima del cuerpo de su compañero y corrió hacia la cuerva con intención de aprovechar su complexión y embestirla, a lo que ella respondió alzando su arma y cruzándola horizontalmente por delante de su torso para tratar de frenarlo.
Desafortunadamente, las fuerzas de ambos no eran iguales, y aunque pudo evitar parte del impacto inicial, la cazadora sintió con frustración como sus piernas retrocedían a causa del impulso de su atacante.
Pero no contento con demostrar quién de los dos tenía la ventaja física, el guardaespaldas fue más allá, sujetó el mango del hacha y comenzó a tirar de ella para arrebatársela a su dueña, cuya expresión cambió, mostrando una mezcla de sorpresa e ira.
- ¡Quítale tus sucias manos de encima! - espetó la morena, aferrándose a Segadora hasta que los dedos empezaron a dolerle, momento en que su contrincante retiró la diestra de la madera, pero solo para lanzar un puñetazo al pecho de la mujer, jugada con la que consiguió debilitarla lo suficiente para quitarle finalmente su preciada arma.
Terriblemente enfadada, la Midgardiana observó como aquel desgraciado arrojaba la obra de su padre al suelo sin ningún tipo de cuidado, pero aunque quería recuperarla y hacer que el grandullón se arrepintiese de haberla tocado, entrar en una pelea cuerpo a cuerpo sin la ventaja que le proporcionaba el hacha no le convenía, eso había quedado más que claro.
No obstante, la joven contaba con algo que seguramente su adversario no podría igualar, una gran agilidad. Así pues, Ava retrocedió por la sala, esquivando los ataques del guardián y buscando desesperadamente algún elemento en la sala que pudiese servirle para contraatacar.
Sin nada útil a la vista, al menos en lo que a armas se refería, la guerrera optó por acercarse a la estantería de la que el hechicero había sacado los frascos de ácido, y sin detenerse a leer las etiquetas, ya que probablemente no entendiese lo que contenían, comenzó a lanzar las botellitas a los pies de su perseguidor, rezando para que alguno le hiciese daño.
No tuvo suerte, y para cuando quiso buscar otra alternativa ya era tarde… lo tenía prácticamente encima.
Bruscamente, el hombre la agarró por los hombros y la lanzó contra la estantería, haciéndola rebotar y caer al suelo mientras algunos recipientes también se precipitaban, rompiéndose y liberando los brebajes que albergaban. La mezcla de pócimas no tardó en crear una espesa nube de vapor, cuyo desagradable olor afectó de inmediato a las facultades de la cuerva, haciéndola toser y e irritando sus ojos.
Pero no se quedó en el suelo por mucho tiempo, una mano se cernió en torno a su cuello y la levantó hasta dejarla suspendida en el aire, la pelea no había acabado aún…
Aquel centinela estaba dispuesto a matarla, y al parecer ya había decidido cómo hacerlo, pretendía asfixiarla.
Con la visión borrosa y una creciente presión alrededor de su garganta, Ava luchó y se revolvió para liberarse, lanzó patadas y puñetazos, pero fueron en vano, y con cada segundo que pasaba sus fuerzas disminuían, si no hacía algo pronto perdería el sentido.
Desesperada, alargó la mano que tenía desnuda hacia el rostro de su enemigo y clavó en él las uñas, intentando causar el mayor daño que pudiese o alcanzarle el ojo, pero el individuo que tenía ante sí era duro, tanto como para soportar el dolor sin aflojar el agarre que mantenía sobre ella.
Cuando apenas podía ya respirar, Ava hizo un último esfuerzo, miró a su alrededor y aún con los ojos llorosos, encontró lo que necesitaba para ganar algo de tiempo.
Rápidamente, estiró el brazo hacia la estantería y tomó al azar uno de los frascos que quedaban a su alcance, para de inmediato estrellarlo contra la cara del guardia, quien ésta vez sí mostró debilidad, lanzando un aullido y soltándola.
- ¡Mi cara! ¡me quemo! - gritó, retrocediendo y cubriéndose con las manos.
Tras pestañear un par de veces, la Midgardiana comprendió que había acertado a elegir otro frasco de ácido como los que había utilizado el brujo, respiró profundamente y ahogó un quejido al notar como el paso del aire por su garganta dolía.
Lentamente, la joven se puso en pie y echó un vistazo a los recipientes para hacerse con otro de aquellos peligrosos venenos, no porque pensase utilizarlo sino para sentirse más segura. Con esa garantía, aunque sin quitar ojo de encima al desgraciado que seguía chillando y sujetándose la cara, avanzó hacia el lugar en que yacía Segadora y la recogió, volviendo a sentirse completa de nuevo.
Otra vez en una posición ventajosa, a pesar de su cansancio y las consecuencias del enfrentamiento, Ava se aproximó al vigilante, debatiéndose interiormente sobre qué hacer con él. ¿Debía matarlo? Ganas no le faltaban, pero ya se había derramado suficiente sangre y no la habían convencido para eliminar a los culpables de lo que estaba pasando con el agua sino para indagar al respecto.
Así pues, lo observó durante unos segundos antes de decidirse a golpearlo en la sien y dejarlo inconsciente, a decir verdad casi le estaba haciendo un favor, pero si no recibía ayuda lo más probable era que no volviese a despertar, o como poco le quedarían unas espantosas marcas para el resto de su vida.
En ese momento de aparente calma, la cuerva buscó por la sala a su pequeño compañero, esperando que hubiese tenido más suerte que ella, y al parecer así había sido ya que la hechicera estaba en el suelo, atada.
- ¿Y ahora qué? ¿crees que nos dirá algo? - preguntó mientras se acercaba a él, ya que los demás no estaban en posición de responder a ninguna pregunta, a menos que los despertasen.
Mientras éste se volteaba hacia ella para encararla nuevamente, cubriéndose la zona afectada con una de las manos para controlar el sangrado, Ava utilizó su agilidad para reposicionarse ventajosamente, y sin ningún tipo de remordimiento hizo girar a Segadora para castigar el cuerpo de aquel hombre con un fuerte golpe del mango.
Al recibir el impacto en pleno vientre, tan cerca del corte, el guardaespaldas se dobló de dolor, dando a su adversaria la oportunidad perfecta para asestarle otro en el rostro, más concretamente en la nariz, que crujió con el inconfundible sonido del hueso al romperse.
Aquello dejó al luchador algo mareado, lo suficiente como para que empezase a ver borroso, hecho que la Midgardiana aprovechó para moverse a su alrededor y atacarlo desde atrás, atizándole en la nuca con tanto impulso como le fue posible, y así fue como logró doblegar a su enemigo, que terminó de rodillas y completamente vulnerable.
El siguiente golpe de la morena fue directo a la cabeza, y tal como esperaba, mandó a dormir al guardia, dejándolo tirado en mitad de la sala.
- Bien, solo queda uno… aprovecharé para atacarlo mientras la ilusión sigue activa. - pensó, alzando la vista hacia su siguiente oponente, pero justo en ese instante las llamas se desvanecieron, devolviendo al individuo su libertad de movimiento justo a tiempo para hacer frente a la mujer bestia.
Maldiciendo para sus adentros, Ava adoptó una posición defensiva y dejó que su enemigo tomase la iniciativa, pues sabía que su ventaja acababa de esfumarse y la pelea que estaba por comenzar sería muy diferente a la anterior.
Rápidamente, el guerrero pasó por encima del cuerpo de su compañero y corrió hacia la cuerva con intención de aprovechar su complexión y embestirla, a lo que ella respondió alzando su arma y cruzándola horizontalmente por delante de su torso para tratar de frenarlo.
Desafortunadamente, las fuerzas de ambos no eran iguales, y aunque pudo evitar parte del impacto inicial, la cazadora sintió con frustración como sus piernas retrocedían a causa del impulso de su atacante.
Pero no contento con demostrar quién de los dos tenía la ventaja física, el guardaespaldas fue más allá, sujetó el mango del hacha y comenzó a tirar de ella para arrebatársela a su dueña, cuya expresión cambió, mostrando una mezcla de sorpresa e ira.
- ¡Quítale tus sucias manos de encima! - espetó la morena, aferrándose a Segadora hasta que los dedos empezaron a dolerle, momento en que su contrincante retiró la diestra de la madera, pero solo para lanzar un puñetazo al pecho de la mujer, jugada con la que consiguió debilitarla lo suficiente para quitarle finalmente su preciada arma.
Terriblemente enfadada, la Midgardiana observó como aquel desgraciado arrojaba la obra de su padre al suelo sin ningún tipo de cuidado, pero aunque quería recuperarla y hacer que el grandullón se arrepintiese de haberla tocado, entrar en una pelea cuerpo a cuerpo sin la ventaja que le proporcionaba el hacha no le convenía, eso había quedado más que claro.
No obstante, la joven contaba con algo que seguramente su adversario no podría igualar, una gran agilidad. Así pues, Ava retrocedió por la sala, esquivando los ataques del guardián y buscando desesperadamente algún elemento en la sala que pudiese servirle para contraatacar.
Sin nada útil a la vista, al menos en lo que a armas se refería, la guerrera optó por acercarse a la estantería de la que el hechicero había sacado los frascos de ácido, y sin detenerse a leer las etiquetas, ya que probablemente no entendiese lo que contenían, comenzó a lanzar las botellitas a los pies de su perseguidor, rezando para que alguno le hiciese daño.
No tuvo suerte, y para cuando quiso buscar otra alternativa ya era tarde… lo tenía prácticamente encima.
Bruscamente, el hombre la agarró por los hombros y la lanzó contra la estantería, haciéndola rebotar y caer al suelo mientras algunos recipientes también se precipitaban, rompiéndose y liberando los brebajes que albergaban. La mezcla de pócimas no tardó en crear una espesa nube de vapor, cuyo desagradable olor afectó de inmediato a las facultades de la cuerva, haciéndola toser y e irritando sus ojos.
Pero no se quedó en el suelo por mucho tiempo, una mano se cernió en torno a su cuello y la levantó hasta dejarla suspendida en el aire, la pelea no había acabado aún…
Aquel centinela estaba dispuesto a matarla, y al parecer ya había decidido cómo hacerlo, pretendía asfixiarla.
Con la visión borrosa y una creciente presión alrededor de su garganta, Ava luchó y se revolvió para liberarse, lanzó patadas y puñetazos, pero fueron en vano, y con cada segundo que pasaba sus fuerzas disminuían, si no hacía algo pronto perdería el sentido.
Desesperada, alargó la mano que tenía desnuda hacia el rostro de su enemigo y clavó en él las uñas, intentando causar el mayor daño que pudiese o alcanzarle el ojo, pero el individuo que tenía ante sí era duro, tanto como para soportar el dolor sin aflojar el agarre que mantenía sobre ella.
Cuando apenas podía ya respirar, Ava hizo un último esfuerzo, miró a su alrededor y aún con los ojos llorosos, encontró lo que necesitaba para ganar algo de tiempo.
Rápidamente, estiró el brazo hacia la estantería y tomó al azar uno de los frascos que quedaban a su alcance, para de inmediato estrellarlo contra la cara del guardia, quien ésta vez sí mostró debilidad, lanzando un aullido y soltándola.
- ¡Mi cara! ¡me quemo! - gritó, retrocediendo y cubriéndose con las manos.
Tras pestañear un par de veces, la Midgardiana comprendió que había acertado a elegir otro frasco de ácido como los que había utilizado el brujo, respiró profundamente y ahogó un quejido al notar como el paso del aire por su garganta dolía.
Lentamente, la joven se puso en pie y echó un vistazo a los recipientes para hacerse con otro de aquellos peligrosos venenos, no porque pensase utilizarlo sino para sentirse más segura. Con esa garantía, aunque sin quitar ojo de encima al desgraciado que seguía chillando y sujetándose la cara, avanzó hacia el lugar en que yacía Segadora y la recogió, volviendo a sentirse completa de nuevo.
Otra vez en una posición ventajosa, a pesar de su cansancio y las consecuencias del enfrentamiento, Ava se aproximó al vigilante, debatiéndose interiormente sobre qué hacer con él. ¿Debía matarlo? Ganas no le faltaban, pero ya se había derramado suficiente sangre y no la habían convencido para eliminar a los culpables de lo que estaba pasando con el agua sino para indagar al respecto.
Así pues, lo observó durante unos segundos antes de decidirse a golpearlo en la sien y dejarlo inconsciente, a decir verdad casi le estaba haciendo un favor, pero si no recibía ayuda lo más probable era que no volviese a despertar, o como poco le quedarían unas espantosas marcas para el resto de su vida.
En ese momento de aparente calma, la cuerva buscó por la sala a su pequeño compañero, esperando que hubiese tenido más suerte que ella, y al parecer así había sido ya que la hechicera estaba en el suelo, atada.
- ¿Y ahora qué? ¿crees que nos dirá algo? - preguntó mientras se acercaba a él, ya que los demás no estaban en posición de responder a ninguna pregunta, a menos que los despertasen.
Ava Kenrith
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 305
Nivel de PJ : : 5
Re: Lo Que Ven Las Ratas [Trabajo]
Tras el eficaz despliegue de combate de su compañera, la situación parece ir por buen camino. Ya puede considerarse victoriosos, al menos en lo referente al combate, pero el comentario de ella le trae a la realidad en cuanto a la razón de por qué están allí. No colaboraron en esa misión sólo por derrotar a algunos enemigos o practicar sus habilidades de combate, hay un asunto con el agua que es necesario resolver.
–Hmmm –contesta Demian, rascándose la cabeza.
Los enemigos se encuentran en muy mal estado, incluso con riesgo vital o inconscientes. Sólo tienen a la mujer en un estado medianamente disponible para interrogatorios.
–Se nos ha pasado un poco la mano –comenta.
Demian se acerca a la mujer, su mirada más sombría que de costumbre. Ella luce derrotada, tanto física como mentalmente. El hechizo que ha usado en su contra es tan efectivo como cruel.
–Ya sabes lo que puedo hacer –comenta en tono siniestro–, y puedo hacer cosas aún peores. Puedo quemarte lentamente, fibra por fibra, exc-cepto que no te quemas de verdad, sólo lo sientes, así que puedo repetirlo una, y otra, y otra-
–Ah, ya calla de una vez –contesta la mujer, causando una mirada de sorpresa en el chico.
No es primera vez que amenaza a alguien con torturas ilusorias, como tampoco que haya resistencia, pero un completo desinterés es algo nuevo.
–No, en serio puedo hacerlo –continúa el chico.
–¿Qué te crees, que esto es una guerra?
Demian se queda mirándole por unos instantes, contemplando el ensangrentado lugar.
–Ustedes intentaron matarnos, primero con fuego, luego t-tus soldados –replica el chico.
–No sé de qué fuego hablas, pero mis guardias intentaron protegerme, es lo que los guardaespaldas hacen, ¿no? en fin, no puedo luchar contra ustedes, son demasiado fuertes y eso que me hiciste... demonios, no quiero volver a vivirlo. Mira, sobre esa mesa están las notas de la fórmula en que trabajamos.
El joven brujo dirige su mirada al lugar y efectivamente hay algunos papeles. Aún la explicación no le hace sentido, pero no pierde nada con revisar las notas. Al fin y al cabo, la mujer ya no representa una amenaza.
Mientras camina a verlas, nota el estado de los heridos nuevamente. Realmente hay algunos que pueden perder su vida si no hacen nada.
–¡Demonios! –exclama en voz baja, desviando su camino.
Va hacia el estante. Algunas cosas se han roto, pero quedan bastantes ingredientes. Sin duda allí hay un buen taller de alquimia, bastante lujoso, inclusive.
–Voy a preparar pociones de salud para los heridos –dice Demian a la mujer que le ha acompañado durante la aventura–. No podemos sólo dejarlos morir, no si no es totalmente necesario para la misión. Si puedes, ve de qué se tratan esos papeles.
El brujo mentiría si dijera que no ha matado gente o que le importa mucho la vida de los demás. Vamos, todos quienes han conocido a Demian saben que incluso disfruta más de lo que debería cuando usa su daga... pero no mata si no es necesario para una misión o un bien mayor.
Revuelve rápidamente entre los frascos y materiales y deposita una hilera de viales en el mesón. De entre las cosas que han caído recoge un manojo de hierbas, las que deposita en un mortero. Con cuidado, extrae su jugo, al que agrega un líquido amarillento sacado del estante.
–La orina de troll es uno de los mejores diluyentes para crear pociones cuando hay poco tiempo –comenta con cierto entusiasmo–, es un alivio que tengan una buena cantidad aquí. Me pregunto cómo... da igual.
Se encoge de hombros y continúa elaborando la mezcla, hasta que tiene un frasco con una generosa porción, la que reparte en los pequeños viales.(1)
No pierde tiempo y le da un poco a cada uno de los heridos.
–Como la tuve que hacer rápido no es tan fuerte, así que no los sanará tan rápido, pero estarán fuera de peligro vital. De t-todas maneras pueden necesitar ayuda de un sanador.
Satisfecho consigo mismo, vuelve a concentrarse en el asunto que les trae.
–¿Decías que no nos mandaste a asesinar? –dice mirando a la mujer.
–Efectivamente, ella no fue –dice una voz, hasta ese momento desconocida, desde el fondo de la sala–. Quien los mandó a asesinar fui yo.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
(1) Demian usa su profesión de Alquimia para confeccionar pociones sanadoras para los heridos.
(*) Perdón por la tardanza. Estas últimas semanas estuve muy poco en el foro.
Demian
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 2218
Nivel de PJ : : 10
Re: Lo Que Ven Las Ratas [Trabajo]
El brujo tenía razón, un vistazo a la sala bastaba para saber que la situación se les había ido de las manos, pero ¿qué otra cosa podrían haber hecho? La pelea se había tornado de lo más peligrosa y ante eso no quedaba más remedio que tomar decisiones drásticas, aunque ello implicase poner en serio riesgo la vida del enemigo.
- Dudo mucho que ellos hubiesen tenido piedad con nosotros. - pensó, con la garganta aún dolorida a causa del guardaespaldas que había intentado asfixiarla.
Por suerte aún quedaba una persona en la sala que se encontraba en condiciones de explicarles el asunto, la hechicera, y después del infierno que el joven mago le había hecho pasar no parecía que tuviese fuerzas para seguirse resistiendo por mucho más.
Aun así, su respuesta a la amenaza del pequeño fue más irrespetuosa de lo que cabía esperar, quizá estuviese agotada pero aún dejaba entrever cierta soberbia, sobre todo cuando lo mandó a callar sin tener en cuenta que estaba en clara desventaja.
No solo eran dos contra una, atada para más detalles, sino que el brujo se bastaba el solo para hacerla sufrir hasta el punto de que desease la muerte, entonces, ¿por qué se atrevía a cuestionarle?
Desde una mesa cercana, contra la cual había apoyado la espalda mientras se recuperaba de la lucha, Ava escuchó con atención la conversación que tenía lugar entre ambos, emitiendo un leve bufido de incredulidad al oír la explicación de la mujer.
- Para ser meros guardaespaldas pasaron muy rápido a las manos, ¿dónde quedó eso de preguntar antes de iniciar un enfrentamiento? - replicó desde su rincón, cruzando los brazos a la altura del pecho.
Cierto era que ambos se habían colado en una propiedad privada, pero recibir a los extraños a golpes no era la mejor forma de esclarecer el por qué estaban allí, y como había podido comprobar en sus propias carnes, aquel par de grandullones no tenían intención de neutralizarla, querían acabar con ella.
Por suerte su visita a aquella casa no iba a ser en vano, la tensai de fuego terminó revelando que las notas con todo lo relacionado con lo que estaban haciéndole al agua de la ciudad se encontraban sobre una de las mesas.
- Bien, por fin un avance. - susurró cansada, pero su compañero no llegó a examinarlas, prefirió centrarse en tratar a los heridos a pesar de que formasen parte del bando enemigo, dejando a la cuerva la tarea de revisar los papeles. - Está bien. - dijo en voz baja, volviendo a ponerse en movimiento.
- ¿Qué es todo esto? - preguntó al echar un primer vistazo a las notas, de las que por desgracia entendía más bien poco.
Varias de ellas mostraban la composición de la fórmula que estaban vertiendo en los pozos, las cantidades y el orden en que los ingredientes debían ser mezclados, pero por desgracia la Midgardiana no tenía demasiados conocimientos sobre alquimia, así que muchos de los nombres le resultaban completamente desconocidos.
¿Se trataba de un veneno? ¿con qué estaban contaminando a la población hasta dejarlos sin voluntad? Seguramente el brujo supiese sacarle más partido a aquellas hojas que ella.
- Aquí hay cosas que no entiendo… deberías echarles un ojo. - comentó, mientras el mago preparaba una poción para sanar a los inconscientes. Solo unos instantes después, una de las páginas llamó su atención, era una especie de mapa que mostraba los puntos exactos en que habían estado operando, con fechas del momento en que habían empezado a alterar el suministro de agua de Beltrexus.
- El viejo tenía razón, llevan semanas… - murmuró, frunciendo el ceño ligeramente. Aquellas pruebas serían suficientes para llevar a la hechicera y a sus cómplices ante la justicia, pero antes de dar cualquier paso esperaba contar con la opinión de alguien más cercano a lo que tenían entre manos.
Con cuidado de no dejarse atrás ninguna hoja, la morena las ordenó y apiló de modo que pudiesen llevárselas, pero justo entonces su agudo oído captó algo preocupante, pasos… y no de su aliado.
Para cuando el muchacho volvió a centrarse en el asunto que los había llevado hasta allí, la persona en cuestión ya se encontraba al fondo de la sala, y echando por tierra su ventaja de contar con el factor sorpresa, aunque no lo tenía, se presentó como la culpable del intento de asesinato contra ellos.
Ava clavó sus dorados ojos sobre la figura y sin dudarlo ni un instante, echó mano disimuladamente al frasco de ácido que había tomado de la estantería, manteniéndolo fuera de la vista pero listo para ser arrojado de un segundo a otro contra el enemigo.
Siento la tardanza, he tenido un mes bastante complicado >.<
No he querido describir al recién llegado por si tienes una idea sobre el personaje.
- Dudo mucho que ellos hubiesen tenido piedad con nosotros. - pensó, con la garganta aún dolorida a causa del guardaespaldas que había intentado asfixiarla.
Por suerte aún quedaba una persona en la sala que se encontraba en condiciones de explicarles el asunto, la hechicera, y después del infierno que el joven mago le había hecho pasar no parecía que tuviese fuerzas para seguirse resistiendo por mucho más.
Aun así, su respuesta a la amenaza del pequeño fue más irrespetuosa de lo que cabía esperar, quizá estuviese agotada pero aún dejaba entrever cierta soberbia, sobre todo cuando lo mandó a callar sin tener en cuenta que estaba en clara desventaja.
No solo eran dos contra una, atada para más detalles, sino que el brujo se bastaba el solo para hacerla sufrir hasta el punto de que desease la muerte, entonces, ¿por qué se atrevía a cuestionarle?
Desde una mesa cercana, contra la cual había apoyado la espalda mientras se recuperaba de la lucha, Ava escuchó con atención la conversación que tenía lugar entre ambos, emitiendo un leve bufido de incredulidad al oír la explicación de la mujer.
- Para ser meros guardaespaldas pasaron muy rápido a las manos, ¿dónde quedó eso de preguntar antes de iniciar un enfrentamiento? - replicó desde su rincón, cruzando los brazos a la altura del pecho.
Cierto era que ambos se habían colado en una propiedad privada, pero recibir a los extraños a golpes no era la mejor forma de esclarecer el por qué estaban allí, y como había podido comprobar en sus propias carnes, aquel par de grandullones no tenían intención de neutralizarla, querían acabar con ella.
Por suerte su visita a aquella casa no iba a ser en vano, la tensai de fuego terminó revelando que las notas con todo lo relacionado con lo que estaban haciéndole al agua de la ciudad se encontraban sobre una de las mesas.
- Bien, por fin un avance. - susurró cansada, pero su compañero no llegó a examinarlas, prefirió centrarse en tratar a los heridos a pesar de que formasen parte del bando enemigo, dejando a la cuerva la tarea de revisar los papeles. - Está bien. - dijo en voz baja, volviendo a ponerse en movimiento.
- ¿Qué es todo esto? - preguntó al echar un primer vistazo a las notas, de las que por desgracia entendía más bien poco.
Varias de ellas mostraban la composición de la fórmula que estaban vertiendo en los pozos, las cantidades y el orden en que los ingredientes debían ser mezclados, pero por desgracia la Midgardiana no tenía demasiados conocimientos sobre alquimia, así que muchos de los nombres le resultaban completamente desconocidos.
¿Se trataba de un veneno? ¿con qué estaban contaminando a la población hasta dejarlos sin voluntad? Seguramente el brujo supiese sacarle más partido a aquellas hojas que ella.
- Aquí hay cosas que no entiendo… deberías echarles un ojo. - comentó, mientras el mago preparaba una poción para sanar a los inconscientes. Solo unos instantes después, una de las páginas llamó su atención, era una especie de mapa que mostraba los puntos exactos en que habían estado operando, con fechas del momento en que habían empezado a alterar el suministro de agua de Beltrexus.
- El viejo tenía razón, llevan semanas… - murmuró, frunciendo el ceño ligeramente. Aquellas pruebas serían suficientes para llevar a la hechicera y a sus cómplices ante la justicia, pero antes de dar cualquier paso esperaba contar con la opinión de alguien más cercano a lo que tenían entre manos.
Con cuidado de no dejarse atrás ninguna hoja, la morena las ordenó y apiló de modo que pudiesen llevárselas, pero justo entonces su agudo oído captó algo preocupante, pasos… y no de su aliado.
Para cuando el muchacho volvió a centrarse en el asunto que los había llevado hasta allí, la persona en cuestión ya se encontraba al fondo de la sala, y echando por tierra su ventaja de contar con el factor sorpresa, aunque no lo tenía, se presentó como la culpable del intento de asesinato contra ellos.
Ava clavó sus dorados ojos sobre la figura y sin dudarlo ni un instante, echó mano disimuladamente al frasco de ácido que había tomado de la estantería, manteniéndolo fuera de la vista pero listo para ser arrojado de un segundo a otro contra el enemigo.
Siento la tardanza, he tenido un mes bastante complicado >.<
No he querido describir al recién llegado por si tienes una idea sobre el personaje.
Ava Kenrith
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 305
Nivel de PJ : : 5
Re: Lo Que Ven Las Ratas [Trabajo]
Demian se guardó los documentos que le había pasado la mujer bestia con cuidado, mientras dirigía su mirada al recién llegado. Por ahora no tenía tiempo de revisarlos, no hasta saber quién era.
Su daga flotó hasta su mano, movida por la telekinesis, adquiriendo una posición defensiva y alerta, tras las declaraciones del recién llegado. Entonces vio su rostro...
–¡¿Qué demonios?! –exclama–, ¿qué tipo de m-mal chiste es este?
El hombre que se asomaba en el portal le resultaba conocido. Sus arrugas y ojos saltones los había visto en la biblioteca, sólo que ahora llevaba otras ropas y su pelo estaba más ordenado.
–No vine aquí para jugar a tus juegos –añadió, bajando un poco la guardia.
El hombre de las ratas, como era la manera más simple de describirlo, tampoco hacía ademán de querer un combate. Demian guardó la daga, aunque manteniéndola fácil de sacar, y pasó sus manos por sus brazos.
Todo el uso de magia le dolía. Esos extraños tatuajes eran una real molestia y, con toda la magia que había usado en el combate, su piel parecía querer salirse. Hasta ese momento había logrado soportarlo, gracias al fragor del combate y la premura con que había preparado las pociones, pero comenzaba a cansarse de ello.
–Explica de una vez lo que quieres, pidiéndonos ayuda, para luego traicionarnos –siguió diciendo Demian, evidentemente molesto–. Y ¿dónde demonios están tus ratas?
–¿Ratas?... oh, ¿no me digas que te encontraste con mi hermano? no, no, no me confundas, ese bueno para nada es una vergüenza para la familia.
¿Hermano? resonó la palabra en la cabeza de Demian. Tenía un poco de sentido, pero eran tan parecidos. Si no fuera por la evidente diferencia de higiene no lo habría creído.
–Oh, claro. Mi hermano gemelo ha estado celoso de mis avances desde que éramos pequeños, seguro los engañó con algún cuento extraño.
–Intentaste matarnos –contestó Demian, dando un paso al frente.
El hombre negó con la cabeza, pasándose un dedo por la frente.
–Bueno, es difícil de entender, pero tampoco es personal. Simplemente tengo que tener buenas defensas. Mis investigaciones son... controversiales, así que necesito de ser muy cuidadoso. Vi que había unos papeles pegados en algunos lugares de la ciudad, papeles que me acusaban de cosas... desquiciadas, así que contraté a un experto para que investigara. Hoy en día cuesta encontrar buenos mercenarios.
Demian dio otro paso, molesto.
–Yo veo que aquí hay evidencia de q-que tu hermano tenía razón. Aquí hay algo muy raro ocurriendo –dijo firme.
–Verán. Nuestra familia tiene unas habilidades mágicas muy particulares. Es una lástima que Cedric haya caído tan bajo y haya terminado usándola en algo tan ridículo como controlar ratas, pero yo quiero llevarla más lejos, a su verdadero potencial. Pero no estoy aquí para hablar de magia –se metió una mano al bolsillo y sacó un saquito de cuero–. Seré directo, les ofrezco una generosa cantidad de Aeros por retirarse de esta zona y no contar nada de lo que han visto. No los atacaré, no contrataré a nadie para hacerles daño, sólo quiero que dejen de entorpecer mis investigaciones. Aquí hay una cantidad muy generosa en oro puro.
El hombre abrió el saquito, mostrando unas relucientes monedas doradas.
Demian
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 2218
Nivel de PJ : : 10
Re: Lo Que Ven Las Ratas [Trabajo]
Con los ojos muy abiertos y la cabeza ligeramente inclinada, Ava observó al recién llegado sin entender lo que estaba pasando, ¿por qué iba el loco de las ratas a utilizarlos para luego matarlos? No tenía sentido pero aquel individuo era prácticamente idéntico a quien los había metido en aquel lío.
Por suerte, el hechicero se le adelantó e hizo las preguntas que rondaban su cabeza, con lo que la situación no tardó en esclarecerse, aunque de forma bastante sorprendente.
- Un hermano gemelo. - pensó, volviendo a examinar con la mirada al hombre que tenía delante. - Tiene sentido, al menos si me guío por las pintas que lleva este. - siguió cavilando, aunque no descartaba aún la posibilidad de que el loco se hubiese dado una ducha y cambiado de ropa para adecentar su aspecto.
Pero de todos modos aquello era lo menos importante, fuera quien fuese había intentado matarlos y ambos necesitaban una explicación, no solo sobre el motivo de su ataque contra ellos sino también sobre lo que estaba pasando en la ciudad y con qué fin se estaba contaminando el suministro de agua.
La respuesta no se hizo esperar demasiado, tras menospreciar el uso que Cedric hacía de su don, el brujo dio a entender que quería llevar a cabo algo parecido, pero estaba claro que su objetivo no era controlar animales sino a las personas, a toda la ciudad de Beltrexus para ser más exactos.
Ava apretó los puños, no podía creer que de verdad les estuviese diciendo eso con la tranquilidad que lo hacía, como si aquella gente no fuese más que un rebaño al que alguien debía guiar y vigilar. - ¿Cómo se atreve a jugar con la vida de los demás? - se preguntó interiormente, luchando contra la creciente tentación de lanzarle el frasco de ácido directamente a la cara.
Pero lo que colmó su paciencia fue que se atreviese a insultarlos con un soborno, ¿de verdad creía que su moral estaba en venta? Después de todo lo que habían hecho para llegar hasta allí ¿no le había quedado claro que no eran simples mercenarios?
- Basta, guárdate ese sucio dinero y dinos qué has usado exactamente para alterar la voluntad de los habitantes de Beltrexus. - exigió, con la esperanza de poder revertir el efecto de lo que hubiesen vertido en los pozos. Un alquimista en su lugar habría adivinado ya a qué se enfrentaban solo con las notas que tenían, pero ella, que no tenía conocimientos al respecto, solo podía hacer una cosa, sacar información al culpable, aunque fuese a la fuerza.
Sin soltar el ácido, ya que podía resultar un arma de lo más práctica si las cosas llegaban a torcerse, Ava deslizó la diestra hacia su espalda y desenganchó a Segadora, colocando el arma junto a su cuerpo y mandando al mago un mensaje que en su opinión estaba bastante claro, no había trato, al menos por su parte.
¿Qué haría su compañero? La cuerva no lo conocía demasiado pero estaba casi segura de que llegados a aquel punto tampoco aceptaría la oferta del extraño, sobre todo porque era su hogar del que hablaban y aunque él aún no hubiese caído bajo los efectos del brebaje, si podía estar afectando a su familia o seres queridos.
- ¿Cómo lo detenemos? ¡Habla! - volvió a exigir, avanzando lentamente hacia el hermano del loco.
- Es una lástima, con lo fácil que habría sido coger el dinero y marcharos… - comentó, sin demostrar el nerviosismo que la Midgardiana esperaba.
Su actitud era demasiado tranquila para la situación en que se encontraba y eso solo dejaba una opción, estaba tramando algo.
Una vez más, perdón por la tardanza >.<
Por suerte, el hechicero se le adelantó e hizo las preguntas que rondaban su cabeza, con lo que la situación no tardó en esclarecerse, aunque de forma bastante sorprendente.
- Un hermano gemelo. - pensó, volviendo a examinar con la mirada al hombre que tenía delante. - Tiene sentido, al menos si me guío por las pintas que lleva este. - siguió cavilando, aunque no descartaba aún la posibilidad de que el loco se hubiese dado una ducha y cambiado de ropa para adecentar su aspecto.
Pero de todos modos aquello era lo menos importante, fuera quien fuese había intentado matarlos y ambos necesitaban una explicación, no solo sobre el motivo de su ataque contra ellos sino también sobre lo que estaba pasando en la ciudad y con qué fin se estaba contaminando el suministro de agua.
La respuesta no se hizo esperar demasiado, tras menospreciar el uso que Cedric hacía de su don, el brujo dio a entender que quería llevar a cabo algo parecido, pero estaba claro que su objetivo no era controlar animales sino a las personas, a toda la ciudad de Beltrexus para ser más exactos.
Ava apretó los puños, no podía creer que de verdad les estuviese diciendo eso con la tranquilidad que lo hacía, como si aquella gente no fuese más que un rebaño al que alguien debía guiar y vigilar. - ¿Cómo se atreve a jugar con la vida de los demás? - se preguntó interiormente, luchando contra la creciente tentación de lanzarle el frasco de ácido directamente a la cara.
Pero lo que colmó su paciencia fue que se atreviese a insultarlos con un soborno, ¿de verdad creía que su moral estaba en venta? Después de todo lo que habían hecho para llegar hasta allí ¿no le había quedado claro que no eran simples mercenarios?
- Basta, guárdate ese sucio dinero y dinos qué has usado exactamente para alterar la voluntad de los habitantes de Beltrexus. - exigió, con la esperanza de poder revertir el efecto de lo que hubiesen vertido en los pozos. Un alquimista en su lugar habría adivinado ya a qué se enfrentaban solo con las notas que tenían, pero ella, que no tenía conocimientos al respecto, solo podía hacer una cosa, sacar información al culpable, aunque fuese a la fuerza.
Sin soltar el ácido, ya que podía resultar un arma de lo más práctica si las cosas llegaban a torcerse, Ava deslizó la diestra hacia su espalda y desenganchó a Segadora, colocando el arma junto a su cuerpo y mandando al mago un mensaje que en su opinión estaba bastante claro, no había trato, al menos por su parte.
¿Qué haría su compañero? La cuerva no lo conocía demasiado pero estaba casi segura de que llegados a aquel punto tampoco aceptaría la oferta del extraño, sobre todo porque era su hogar del que hablaban y aunque él aún no hubiese caído bajo los efectos del brebaje, si podía estar afectando a su familia o seres queridos.
- ¿Cómo lo detenemos? ¡Habla! - volvió a exigir, avanzando lentamente hacia el hermano del loco.
- Es una lástima, con lo fácil que habría sido coger el dinero y marcharos… - comentó, sin demostrar el nerviosismo que la Midgardiana esperaba.
Su actitud era demasiado tranquila para la situación en que se encontraba y eso solo dejaba una opción, estaba tramando algo.
Una vez más, perdón por la tardanza >.<
Ava Kenrith
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 305
Nivel de PJ : : 5
Re: Lo Que Ven Las Ratas [Trabajo]
El hombre que se hacía llamar hermano del loco de las ratas expuso sus términos y era claro que a la guerrera no le parecía para nada satisfactoria la situación. Demian tampoco era un chico que buscara mucho el dinero.
En sus aventuras, el joven brujo se había amasado una pequeña fortuna y, sin embargo, poco buscaba el lujo o los placeres que el dinero podía pagar. Se había criado, después de todo, en un templo, con una vida monástica, no conocía lo que era vivir de otra manera.
Aún así, su cautela felina le llevaba a no apresurarse en hablar, sino a observar la situación y buscar una oportunidad a su favor.
–Me temo que tampoco estoy en situación de dejar que simplemente os vayáis... ya sabéis mucho de lo que aquí ocurre –dijo el sujeto, despreocupado.
Entonces el chico notó algo. La mujer, aunque golpeada y derrotada, se ponía de pie, pero su rostro no era el mismo. Sus ojos tenían un tenue brillo y su mirada estaba perdida. ¿Era esa la magia de aquel hombre? ¿era capaz de controlar a las personas?
Demian tenía un hechizo capaz de algo similar, pero requería de mucha concentración y duraba poco, además de que sólo funcionaba con una idea que era inducida en la mente de la persona, no con órdenes directas.
–Detenlos unos momentos, mientras los preparo –dijo el hombre a la maltrecha hechicera.
Demian dio un paso atrás, levantando sus dagas. Aquello no lucía muy bien. Aún cuando todo indicaba que tenían una ventaja en fuerza, aquel sujeto planeaba algo. ¿Debía lanzarse a apuñalarlo antes de que hiciera nada? No, seguro él ya contaba con eso, le debía haber visto actuar antes y no iba a mostrar esa confianza si no tenía una treta en mente.
Entonces notó una serie de pequeñas esferas luminosas que aparecieron flotando a su alrededor.
–Pronto cambiarán de opinión –dijo.
Demian movió una de sus manos y una nube negra, hecha de ilusiones, se diseminó por el lugar. La nube tenía la particularidad de que para él y su compañera no sería más que un tenue humo, difícilmente un obstáculo, pero para sus enemigos se vería muy oscura y opaca.
Y entonces, una cosa peluda pasó junto a su pierna. Fue tan repentino que casi le hace saltar de susto. No fue la única. Pronto aparecieron en el lugar más ratas. Diez, veinte, cien... ni siquiera valía la pena pretender contarlas.
–¡Agh!, hermano, te he dicho mil veces que no me gusta que tus mascotas se me acerquen –comentó el sujeto.
Una rata saltó y chocó con una de las esferas, las que comenzaban a dispersarse. Al instante la luz se apagó, pero no le pasó nada a la rata... nada físico. La rata quedó quieta unos segundos en el suelo, luego sacudió su cabeza, miró a los alrededores y buscó un rincón por el que escapar.
Demian observó a las otras ratas. Ninguna repetía la misma conducta, sino hasta que chocaban con una de esas esferas, entonces dejaban de funcionar como parte de un ejército y se comportaban como ratas normales.
–Si es lo que creo –comentó a su compañera–, esas esferas son de la misma magia que usa el viejo loco para controlar las ratas, y al entrar en contacto se anulan mutuamente. No se qué pasará si esas esferas nos tocan, pero mejor no averiguarlo.
–JAJAJAJA –se oyó una risa estridente por el pasillo.
La figura del anciano de las ratas apareció pronto, seguido de unos buenos centenares de esas cosas.
–Me encontré un par de matones allá afuera, hermano, parece que venían hacia aquí... espero no te moleste que los haya noqueado, seguro no querían nada bueno –comentó el desgarbado sujeto.
A pesar de que todo parecía estar en su contra, el hermano no parecía particularmente sorprendido ni asustado. Aquello era lo que más tenía en cautela a Demian. Aquel sujeto debía ser peligroso.
Entonces aparecieron a su alrededor más esferas y una a una las ratas comenzaron a ser anuladas. Pero, no sólo eso. Si a una rata la tocaban dos esferas, se paraba a su alrededor, en posición defensiva, en vez de sólo buscar refugio.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Demian
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 2218
Nivel de PJ : : 10
Página 1 de 2. • 1, 2
Temas similares
» De comunes percepciones y ratas gordas [LIBRE][3/4][CERRADO]
» Bar de Sirvientas [Trabajo]
» [Trabajo] El mundo de los muertos
» Lo que nos mueve [Trabajo]
» [Trabajo] Venganza
» Bar de Sirvientas [Trabajo]
» [Trabajo] El mundo de los muertos
» Lo que nos mueve [Trabajo]
» [Trabajo] Venganza
Página 1 de 2.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Hoy a las 14:43 por Eilydh
» Días de tormenta + 18 [Privado]
Ayer a las 23:14 por Iori Li
» Laboratorio Harker [Alquimia+Ingeniería]
Ayer a las 19:13 por Zelas Hazelmere
» Pócimas y Tragos: La Guerra de la Calle Burbuja [Interpretativo] [Libre]
Ayer a las 16:18 por Mina Harker
» El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]
Ayer a las 5:53 por Lukas
» La Procesión de los Skógargandr [Evento Samhain (Halloween)]
Mar 19 Nov - 22:49 por Eltrant Tale
» Entre Sombras y Acero [LIBRE][NOCHE]
Mar 19 Nov - 22:42 por Cohen
» [Zona de culto] Altar de las Runas de los Baldíos
Lun 18 Nov - 12:29 por Tyr
» Susurros desde el pasado | Amice H.
Lun 18 Nov - 4:12 por Amice M. Hidalgo
» [Zona de culto] Iglesia del único Dios
Sáb 16 Nov - 21:38 por Tyr
» Enjoy the Silence 4.0 {Élite]
Miér 13 Nov - 20:01 por Nana
» Vampiros, Gomejos, piernas para qué las tengo. [Privado]
Mar 12 Nov - 4:51 por Tyr
» Derecho Aerandiano [Libre]
Dom 10 Nov - 13:36 por Tyr
» Propaganda Peligrosa - Priv. Zagreus - (Trabajo / Noche)
Vie 8 Nov - 18:40 por Lukas
» Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
Vie 8 Nov - 1:19 por Tyr