La dama pálida [Privado] [Cerrado]
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La dama pálida [Privado] [Cerrado]
Hvittarn, una aldea tranquila, pequeña y campesina, a un par de horas de distancia de Beltrexus. El principal atractivo de este pequeño lugar eran sus numerosos viñedos, pues de la planta de la vid era de lo que vivían sus gentes. Cada uno de estos lugares pertenecía a una familia diferente y pudiente, las cuales se asentaron en la ciudad tiempo atrás. De las labores de campesinado se ocupaban las demás familias de la aldea que no tenían tantos recursos a su disposición.
Últimamente, corren rumores sobre una hermosa dama, de tez pálida, aspecto congelado y ojos azules y brillantes como dos estrellas gigantes en mitad de la noche.
Esta historia está rulando por toda la aldea e incluso se ha extendido a Beltrexus, últimamente no se habla de otra cosa por aquellos lares. Algún que otro curioso explorador ha intentado ver a la dama, algunos han fracasado, otros han contado tener un éxito rotundo en su empresa, y estos últimos afirman que la dama es capaz de conceder deseos o dichas de buena fortuna en cuanto a la fertilidad, la caza o las cosechas.
En la taberna de Hvittarn, había alguien bastante interesado en la dama...
-... y créame, joven, cuando le digo que esa dama es la más hermosa de entre las mujeres de Beltrexus-Relataba un anciano decrépito con redondos anteojos y mirada sabia a la par que enderezada de nombre Cleóbulo.-Ahora-Advirtió-Tanta belleza conlleva un precio. A su alrededor hay un aura demasiado poderosa. El éter a su alrededor se intensifica y se arremolina como jamás antes lo había visto.-Dijo, grandilocuente y maravillado-Deseo estudiarlo.
El anciano tomó un sorbo de su jarra y esperó para ver qué reacción tendría el receptor de la conversación.
-La dama es peligrosa, de eso no cabe duda. Por eso necesito a alguien capaz de defenderme en caso de que las cosas se compliquen.
Helena llegó al famoso estanque durante el día. La temperatura era fresca, aún se notaba el invierno.
Allí, se respiraba una paz y tranquilidad que reconfortaban el alma de la Rhodes. Tomó asiento en un tronco caído cercano al estanque. El agua de este estaba bastante limpia, incluso había algún que otro pez... ¿Habría alguna salida subterránea? Seguramente, porque si no, el agua tendría un aspecto mucho peor.
Helena entonces contuvo la respiración y se concentró. Acto seguido, respiró profunda y lentamente hasta que su oído se afinó. Se podría decir que los brujos tenían un sexto sentido, uno que les hacía sentir el éter de las cosas. En el caso de Helena, la sensibilidad al éter que imbuía al elemento acuático había sido entrenado meses atrás, por lo que le era fácil detectarlo. Gracias a ello, aunque con cierta dificultad, logró encontrar el agua que hoy en día enriquece las termas de Go'el en Ciudad Lagarto. Se podría decir que gracias a ella, aquella apestosa ciudad tenía unas termas naturales y reparadoras... aquello le hizo dibujar una mueca de sonrisa en sus labios.
Y efectivamente, aquel estanque tenía conexiones subterráneas.
La bruja volvió a abrir los ojos. Seguramente, aquella agua subterránea se podría observar mejor desde una cueva que estaba al fondo del estanque desde su posición. Ahora estaba indecisa, ¿Exploraba aquella cueva o se daba un baño reparador en el estanque? Sin duda, le habían entrado unas ganas irrefrenables de hacer esto último, pero le quitaría tiempo, y tenía que volver a Hvittarn antes de oscureciera...
Últimamente, corren rumores sobre una hermosa dama, de tez pálida, aspecto congelado y ojos azules y brillantes como dos estrellas gigantes en mitad de la noche.
Esta historia está rulando por toda la aldea e incluso se ha extendido a Beltrexus, últimamente no se habla de otra cosa por aquellos lares. Algún que otro curioso explorador ha intentado ver a la dama, algunos han fracasado, otros han contado tener un éxito rotundo en su empresa, y estos últimos afirman que la dama es capaz de conceder deseos o dichas de buena fortuna en cuanto a la fertilidad, la caza o las cosechas.
En la taberna de Hvittarn, había alguien bastante interesado en la dama...
-... y créame, joven, cuando le digo que esa dama es la más hermosa de entre las mujeres de Beltrexus-Relataba un anciano decrépito con redondos anteojos y mirada sabia a la par que enderezada de nombre Cleóbulo.-Ahora-Advirtió-Tanta belleza conlleva un precio. A su alrededor hay un aura demasiado poderosa. El éter a su alrededor se intensifica y se arremolina como jamás antes lo había visto.-Dijo, grandilocuente y maravillado-Deseo estudiarlo.
El anciano tomó un sorbo de su jarra y esperó para ver qué reacción tendría el receptor de la conversación.
-La dama es peligrosa, de eso no cabe duda. Por eso necesito a alguien capaz de defenderme en caso de que las cosas se compliquen.
- Cleóbulo:
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Helena llegó al famoso estanque durante el día. La temperatura era fresca, aún se notaba el invierno.
Allí, se respiraba una paz y tranquilidad que reconfortaban el alma de la Rhodes. Tomó asiento en un tronco caído cercano al estanque. El agua de este estaba bastante limpia, incluso había algún que otro pez... ¿Habría alguna salida subterránea? Seguramente, porque si no, el agua tendría un aspecto mucho peor.
Helena entonces contuvo la respiración y se concentró. Acto seguido, respiró profunda y lentamente hasta que su oído se afinó. Se podría decir que los brujos tenían un sexto sentido, uno que les hacía sentir el éter de las cosas. En el caso de Helena, la sensibilidad al éter que imbuía al elemento acuático había sido entrenado meses atrás, por lo que le era fácil detectarlo. Gracias a ello, aunque con cierta dificultad, logró encontrar el agua que hoy en día enriquece las termas de Go'el en Ciudad Lagarto. Se podría decir que gracias a ella, aquella apestosa ciudad tenía unas termas naturales y reparadoras... aquello le hizo dibujar una mueca de sonrisa en sus labios.
Y efectivamente, aquel estanque tenía conexiones subterráneas.
La bruja volvió a abrir los ojos. Seguramente, aquella agua subterránea se podría observar mejor desde una cueva que estaba al fondo del estanque desde su posición. Ahora estaba indecisa, ¿Exploraba aquella cueva o se daba un baño reparador en el estanque? Sin duda, le habían entrado unas ganas irrefrenables de hacer esto último, pero le quitaría tiempo, y tenía que volver a Hvittarn antes de oscureciera...
Última edición por Helena Rhodes el Lun Mayo 04 2020, 18:39, editado 1 vez
Helena Rhodes
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Re: La dama pálida [Privado] [Cerrado]
Su fortuna no cambiaría tan facilmente; un deseo pedido a una mujer fantasmagórica no tendría ningún efecto duradero en su vida. Al día siguiente, al año siguiente, se sentiría sin duda igual que aquél, ni más feliz ni más desdichado. Así que no era por esas presuntas bendiciones que aquella historia interesaba a Taliesin.
Lo que lo captivaba era la repetida afirmación de que aquella era la mujer más bella del archipiélago.
Cada historia que escuchaba ensalzaba aún más a aquella desconocida. Y, algo muy alentador, no se contradecían entre ellas. Todos coincidían en la forma en que caían sus cabellos, en su mirada llena de fuerza, en el perfil de su nariz. Le habían descrito sus manos e incluso sus movimientos. El vampiro había escuchado tantas cosas que ya la imaginaba perfectamente: altiva, poderosa y sumamente bella. ¿Era real? ¿Era un ser de otro mundo? ¿Poseedor de bondad o maldad? Había muchas teorías, y aunque la mayoría afirmaban que era una hechicera, poderosa pero mortal, él no podía evitar creer que debía ser la aparición de un fantasma en pena.
Y sin embargo, ¿si no lo fuera?
- Es una aventura arriesgada. Pero estará a salvo con nosotros.
Taliesin no era la clase de persona que pudiera mantener a nadie verdaderamente a salvo. Era extraño que alguien como él ofreciera protección, y no era el tipo de trabajo que había realizado en el pasado. Pero en los últimos meses se había aliado con Greg, un hombre risueño y siempre inquisidor con el que había trabado una amistad cercana. Greg, más que él, era capaz de defenderse y proteger a los demás. Y Taliesin, más que Greg, era capaz de buscar a gente que lo necesitara. Ambos salían ganando, y disfrutaban de la mutua compañía.
- Por supuesto - prosiguió el anciano -, es probable que ella no esté dispuesta a cooperar.
Taliesin asintió con la cabeza, pensativo, y se echó hacia delante, apoyando su peso sobre la mesa.
- En tal caso, este es el precio que convendríamos...
---------
- ¿Lo has cerrado?
Greg apareció a su lado, con su gran sonrisa ladeada y sus ojos rasgados y despiertos. Taliesin suspiró, pretendiendo asumir una actitud derrotada; pero en seguida se le escapó una sonrisa delatora. Su amigo le palmeó la espalda.
- Pero no sé. El hombre parece querer atraparla. No me lo ha dejado muy claro, pero no sonaba sólo a... protección. No sé - repitió, algo incómodo -. No termina de gustarme eso.
- Tío, tenemos que comer. Ya sé que tú no. O no de lo mismo. Pero yo sí - insistió, con una expresión que Taliesin conocía como "cordero degollado" -. Si nos pide que hagamos más, tú negociarás para que nos paguen más. Y yo me encargo del resto. - El vampiro no contestó; se mantuvo en un silencio dubitativo, a lo que Greg rió por lo bajo - Llevas días con el tema de la mujer. Te estás enamorando de una historia. Pero es sólo una historia. Si no encontramos nada, es dinero fácil. Tus propias palabras de hace un par de días, no las mías.
- Iremos mañana - informó Taliesin antes de que Greg volviera a desaparecer de su vista -. Por la noche, claro.
A lo que su amigo respondió simplemente con el pulgar hacia arriba.
Lo que lo captivaba era la repetida afirmación de que aquella era la mujer más bella del archipiélago.
Cada historia que escuchaba ensalzaba aún más a aquella desconocida. Y, algo muy alentador, no se contradecían entre ellas. Todos coincidían en la forma en que caían sus cabellos, en su mirada llena de fuerza, en el perfil de su nariz. Le habían descrito sus manos e incluso sus movimientos. El vampiro había escuchado tantas cosas que ya la imaginaba perfectamente: altiva, poderosa y sumamente bella. ¿Era real? ¿Era un ser de otro mundo? ¿Poseedor de bondad o maldad? Había muchas teorías, y aunque la mayoría afirmaban que era una hechicera, poderosa pero mortal, él no podía evitar creer que debía ser la aparición de un fantasma en pena.
Y sin embargo, ¿si no lo fuera?
- Es una aventura arriesgada. Pero estará a salvo con nosotros.
Taliesin no era la clase de persona que pudiera mantener a nadie verdaderamente a salvo. Era extraño que alguien como él ofreciera protección, y no era el tipo de trabajo que había realizado en el pasado. Pero en los últimos meses se había aliado con Greg, un hombre risueño y siempre inquisidor con el que había trabado una amistad cercana. Greg, más que él, era capaz de defenderse y proteger a los demás. Y Taliesin, más que Greg, era capaz de buscar a gente que lo necesitara. Ambos salían ganando, y disfrutaban de la mutua compañía.
- Por supuesto - prosiguió el anciano -, es probable que ella no esté dispuesta a cooperar.
Taliesin asintió con la cabeza, pensativo, y se echó hacia delante, apoyando su peso sobre la mesa.
- En tal caso, este es el precio que convendríamos...
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- ¿Lo has cerrado?
Greg apareció a su lado, con su gran sonrisa ladeada y sus ojos rasgados y despiertos. Taliesin suspiró, pretendiendo asumir una actitud derrotada; pero en seguida se le escapó una sonrisa delatora. Su amigo le palmeó la espalda.
- Pero no sé. El hombre parece querer atraparla. No me lo ha dejado muy claro, pero no sonaba sólo a... protección. No sé - repitió, algo incómodo -. No termina de gustarme eso.
- Tío, tenemos que comer. Ya sé que tú no. O no de lo mismo. Pero yo sí - insistió, con una expresión que Taliesin conocía como "cordero degollado" -. Si nos pide que hagamos más, tú negociarás para que nos paguen más. Y yo me encargo del resto. - El vampiro no contestó; se mantuvo en un silencio dubitativo, a lo que Greg rió por lo bajo - Llevas días con el tema de la mujer. Te estás enamorando de una historia. Pero es sólo una historia. Si no encontramos nada, es dinero fácil. Tus propias palabras de hace un par de días, no las mías.
- Iremos mañana - informó Taliesin antes de que Greg volviera a desaparecer de su vista -. Por la noche, claro.
A lo que su amigo respondió simplemente con el pulgar hacia arriba.
Taliesin Skatha
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Re: La dama pálida [Privado] [Cerrado]
Ni mucho menos era la primera vez que estaba ahí. Semanas atrás había visitado ese lugar, porque algo la llamaba a estar allí, a explorar ese sitio.
Se desnudó por completo y metió primero el pie izquierdo en la orilla del estanque. Algunos decían que eso daba mala suerte, siempre había que ir con el derecho por delante, pero a ella le daba igual, y tan solo por llevarle la contraria al resto del mundo. Lo metió con cierta delicadeza, para comprobar la temperatura del agua.
Acto seguido, hundió el pie del todo y sin más metió el otro. Ambos empezaron a adquirir una tonalidad azulada y pálida. La Rhodes echó su vista hacia abajo y corroboró de qué se trataba: se estaba transformando, otra vez... y, de nuevo, no estaba furiosa ni en ninguna situación límite que la llevara a estar en esta catatónico o de trance. Aquel lugar tenía algo, y necesitaba averiguar el qué. Ahora que sabía que toda una red subterránea de túneles submarinos se conectaba con la cueva que se observaba al fondo del estanque, era el momento de explorar por completo la zona.
Podía salir y volverse a vestir, y tranquilamente explorar la cueva, pero algo la hacía querer profundizar en ese estanque. Tenía que bucear, encontrar el origen de aquella llamada. No sabía si su respiración aguantaría, pero tenía que arriesgarse.
Poco a poco empezó a adentrarse más en el estanque; primero sus rodillas, luego su cintura, después todo el tronco completo sumergido. Su cuerpo, a excepción de la cabeza, adquirió el tono azulado pálido. Una vez que notó que no llegaba a hacer pie, cerró los ojos y sumergió por completo su cabeza, hundiendo así su cuerpo. Mientras aguantaba la respiración, abrió los ojos. Brillaban, y eran tan blancos como dos esquirlas de hielo. Su cabello adoptó por completo la tonalidad azul [1].
Pasó un minuto conteniendo la respiración hasta que ya no pudo más y su boca se abrió, clamando que entrase aire en sus pulmones. Si notaba alguna complicación, no dudaría en asomar la cabeza en la superficie... pero no fue así, notaba que podía respirar perfectamente bajo el agua. Sus pulmones se llenaron de agua, pero aquello no fue algo que le molestara o le impidiera realizar una correcta respiración, aunque eso sí, la sensación al principio no fue nada agradable.
Ahora era el momento de empezar a bucear y encontrar una dirección lógica a su llamada por aquellos conductos subacuáticos.
El camino al estanque no tenía pérdida. Estaba bastante cercano a la aldea. Con todas las historias de la dama pálida, estaba desierto, solo los más valientes y aventurados se atrevían a circular por ahí. En aquel momento, solo estaban ellos tres: el anciano erudito Cleóbulo y su escolta.
El sol se estaba escondiendo. El hombre moreno le insistió que debían partir cuando los rayos del sol fueran débiles o ni siquiera tocaran la tierra. Cleóbulo sabía el por qué, podía notar el éter que rodeaba a dicho sujeto, no era humano.
El erudito estaba equipado con un bastón para hacer su caminata más ligera y con una mochila que cargaba a su espalda, llena de un par de libros e instrumentos que vete a saber tú para qué servían...
Al llegar, no avistaron a nadie, por una parte sintió alivio, pero por otra un poco de decepción. Aquella era noche de luna llena, si las historias que se contaban eran ciertas, la dama debía aparecer, aunque... realmente no se acordaba si la noche que la vio la luna estaba llena o no, quizás solo eran habladurías.
-Debemos esperar, supongo-Se colocó bien las gafas, ya que las tenía un poco caídas-Lo ideal sería estar en un sitio escondidos pero a la vez alerta-Echó un vistazo a su alrededor-Creo que detrás de esos matorrales puede ser un buen sitio, mientras no hagamos ruido-Señaló una zona cercana al estanque, pero lo suficientemente prudencial como para estar a salvo y al cobijo de dos matorrales y un gran árbol que se despegaba un poco de la linde del bosque.
Al acercarse a la zona mencionada, el anciano movió los matorrales hacia un lado con su telequinesis y pasó entre un estrecho camino que se había formado. Con parsimonia y ayudado por su bastón, llegó al otro lado, esperó a que sus escoltas pasaran y devolvió el estado de los matorrales a la normalidad, quizás alguna rama pegara un buen golpe a alguno de sus acompañantes si no se estaban precavidos.
Gruñó y luego echó un vistazo al estanque.
-...-frunció el ceño en silencio, mientras hacía cábalas.
___________________________________________________________________________
Off: -Se activa la Maldición "Corazón de Hielo" [1]:
Se desnudó por completo y metió primero el pie izquierdo en la orilla del estanque. Algunos decían que eso daba mala suerte, siempre había que ir con el derecho por delante, pero a ella le daba igual, y tan solo por llevarle la contraria al resto del mundo. Lo metió con cierta delicadeza, para comprobar la temperatura del agua.
Acto seguido, hundió el pie del todo y sin más metió el otro. Ambos empezaron a adquirir una tonalidad azulada y pálida. La Rhodes echó su vista hacia abajo y corroboró de qué se trataba: se estaba transformando, otra vez... y, de nuevo, no estaba furiosa ni en ninguna situación límite que la llevara a estar en esta catatónico o de trance. Aquel lugar tenía algo, y necesitaba averiguar el qué. Ahora que sabía que toda una red subterránea de túneles submarinos se conectaba con la cueva que se observaba al fondo del estanque, era el momento de explorar por completo la zona.
Podía salir y volverse a vestir, y tranquilamente explorar la cueva, pero algo la hacía querer profundizar en ese estanque. Tenía que bucear, encontrar el origen de aquella llamada. No sabía si su respiración aguantaría, pero tenía que arriesgarse.
Poco a poco empezó a adentrarse más en el estanque; primero sus rodillas, luego su cintura, después todo el tronco completo sumergido. Su cuerpo, a excepción de la cabeza, adquirió el tono azulado pálido. Una vez que notó que no llegaba a hacer pie, cerró los ojos y sumergió por completo su cabeza, hundiendo así su cuerpo. Mientras aguantaba la respiración, abrió los ojos. Brillaban, y eran tan blancos como dos esquirlas de hielo. Su cabello adoptó por completo la tonalidad azul [1].
Pasó un minuto conteniendo la respiración hasta que ya no pudo más y su boca se abrió, clamando que entrase aire en sus pulmones. Si notaba alguna complicación, no dudaría en asomar la cabeza en la superficie... pero no fue así, notaba que podía respirar perfectamente bajo el agua. Sus pulmones se llenaron de agua, pero aquello no fue algo que le molestara o le impidiera realizar una correcta respiración, aunque eso sí, la sensación al principio no fue nada agradable.
Ahora era el momento de empezar a bucear y encontrar una dirección lógica a su llamada por aquellos conductos subacuáticos.
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El camino al estanque no tenía pérdida. Estaba bastante cercano a la aldea. Con todas las historias de la dama pálida, estaba desierto, solo los más valientes y aventurados se atrevían a circular por ahí. En aquel momento, solo estaban ellos tres: el anciano erudito Cleóbulo y su escolta.
El sol se estaba escondiendo. El hombre moreno le insistió que debían partir cuando los rayos del sol fueran débiles o ni siquiera tocaran la tierra. Cleóbulo sabía el por qué, podía notar el éter que rodeaba a dicho sujeto, no era humano.
El erudito estaba equipado con un bastón para hacer su caminata más ligera y con una mochila que cargaba a su espalda, llena de un par de libros e instrumentos que vete a saber tú para qué servían...
Al llegar, no avistaron a nadie, por una parte sintió alivio, pero por otra un poco de decepción. Aquella era noche de luna llena, si las historias que se contaban eran ciertas, la dama debía aparecer, aunque... realmente no se acordaba si la noche que la vio la luna estaba llena o no, quizás solo eran habladurías.
-Debemos esperar, supongo-Se colocó bien las gafas, ya que las tenía un poco caídas-Lo ideal sería estar en un sitio escondidos pero a la vez alerta-Echó un vistazo a su alrededor-Creo que detrás de esos matorrales puede ser un buen sitio, mientras no hagamos ruido-Señaló una zona cercana al estanque, pero lo suficientemente prudencial como para estar a salvo y al cobijo de dos matorrales y un gran árbol que se despegaba un poco de la linde del bosque.
Al acercarse a la zona mencionada, el anciano movió los matorrales hacia un lado con su telequinesis y pasó entre un estrecho camino que se había formado. Con parsimonia y ayudado por su bastón, llegó al otro lado, esperó a que sus escoltas pasaran y devolvió el estado de los matorrales a la normalidad, quizás alguna rama pegara un buen golpe a alguno de sus acompañantes si no se estaban precavidos.
Gruñó y luego echó un vistazo al estanque.
-...-frunció el ceño en silencio, mientras hacía cábalas.
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Off: -Se activa la Maldición "Corazón de Hielo" [1]:
- Corazón de Hielo:
- Debido a que llevó sus habilidades al límite, sumado a los encantamientos de la vampiresa de nombre Karina Ragnhild, una señora de la voz, Helena sufrirá la maldición Corazón de Hielo.
Las situaciones de estrés ponen a prueba su cordura. Sentirá la furia incontrolable e incapaz de saciar que caracteriza las víctimas de Karina. Al mismo tiempo, y como señal de estrés, tu corazón se congelará, enfriando todo tu cuerpo y ofreciéndole un aspecto helado.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
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Helena Rhodes
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Re: La dama pálida [Privado] [Cerrado]
- ¿Realmente necesita llevar los libros?
Aunque Greg había susurrado, Taliesin le dedicó una mirada reprobadora. No era conveniente decir nada que implicase crítica estando el patrón tan cerca. Su amigo insistió con un gesto de incomprensión. "Sabes que tengo razón", parecía querer decir, en silencio.
El estanque se encontraba desierto. La luna brillaba con fuerza aquella noche, e incluso un humano habría sido capaz de distinguir una figura en la cercanía. Taliesin, con su visión nocturna, podía asegurar con aún mayor certeza que se encontraban solos, pero además algo junto al lago llamó su atención. Se aproximó y encontró, sobre una roca, unas prendas de mujer.
- No es un fantasma, después de todo - murmuró para si.
Con cuidado para no descolocar nada, buscó entre las prendas en busca de alguna pista sobre la identidad de la dama. No encontró nada demasiado revelador; sólo pruebas de que era una mujer real o si no, ¿por qué habría llevado dinero y armas?
- Está cerca - coincidió con el anciano -. Parece que esté... en el estanque...
Se acuclilló junto al agua y metió la mano. Había algo extraño en ella; como si reflejara la luna con más fuerza de lo que era razonable. Ensimismado, curioso, movió los dedos para sentir el movimiento del agua. Había estado a punto de hacer algo más cuando la voz de Cleóbulo interrumpió sus pensamientos.
Sacó la mano y volvió junto a sus compañeros.
- Esperemos - accedió; si su patrón proponía algo, no era él quién para contradecirlo -. Tiene que volver a este punto a por sus ropas; es un buen lugar.
- ¿Sus ropas? - repitió Greg, como queriendo preguntar otra cosa.
Pero no era momento para ser pudorosos. Siguieron a Cleóbulo antes de que los matorrales se cerraran, y esperaron. Todo apuntaba a que tendría que aparecer pronto.
Sin embargo, pasaron los minutos y no apareció ninguna mujer. Era imposible que se encontrara bajo el agua tanto tiempo; y de la misma manera no parecía razonable que se hubiera ido muy lejos sin llevar nada. Era extraño, incluso algo preocupante. Greg no parecía acordarle ninguna importancia, pero tanto Cleóbulo como Taliesin estaban inquietos y desconcertados.
- Lo más seguro es quedarse aquí, pero podría tardar mucho tiempo. Ganaríamos investigando más la zona antes de que vuelva.
Pero el anciano no estaba muy convencido, y lo demostró con su ceño fruncido.
- Volverá - insistió -. Salir es arriesgado; le damos la iniciativa si reaparece de golpe.
- En tal caso - prosiguió Taliesin después de un par de segundos de silencio -. Puedo salir solo yo. Greg se quedará con usted para protegerlo. Si retorna cuando esté yo fuera y me ve, me las apañaré yo solo. ¿Bien?
Taliesin y Greg sabían que eso era mentira. Si el vampiro terminaba en líos, Greg antes rompería el contrato e iría a ayudarle que dejar que le pasara algo. Pero quedaba muy bien pretender lo contrario.
- Yo me quedo con usted, abu... anciano. Hasta que retornemos a la ciudad, como acordamos.
Cleóbulo al fin dio su aprobación y apartó los matorrales para el vampiro. Taliesin se escurrió entre ellos, y pronto volvió junto a las prendas y al estanque. Al otro lado del mismo se apreciaba la abertura de una cueva, y el vampiro se dirigió a ella, observando el interior de las aguas mientras rodeaba el estanque. De vez en cuando lo sobresaltaba el súbito chapoteo de un pez, pero era difícil apreciar alogo más.
Llegó junto a la cueva; el interior estaba húmedo, silencioso y frío, y parecía emanar una tenue luz. Algo sin duda improbable. Taliesin miró una última vez hacia los matorrales antes de adentrarse.
Aunque Greg había susurrado, Taliesin le dedicó una mirada reprobadora. No era conveniente decir nada que implicase crítica estando el patrón tan cerca. Su amigo insistió con un gesto de incomprensión. "Sabes que tengo razón", parecía querer decir, en silencio.
El estanque se encontraba desierto. La luna brillaba con fuerza aquella noche, e incluso un humano habría sido capaz de distinguir una figura en la cercanía. Taliesin, con su visión nocturna, podía asegurar con aún mayor certeza que se encontraban solos, pero además algo junto al lago llamó su atención. Se aproximó y encontró, sobre una roca, unas prendas de mujer.
- No es un fantasma, después de todo - murmuró para si.
Con cuidado para no descolocar nada, buscó entre las prendas en busca de alguna pista sobre la identidad de la dama. No encontró nada demasiado revelador; sólo pruebas de que era una mujer real o si no, ¿por qué habría llevado dinero y armas?
- Está cerca - coincidió con el anciano -. Parece que esté... en el estanque...
Se acuclilló junto al agua y metió la mano. Había algo extraño en ella; como si reflejara la luna con más fuerza de lo que era razonable. Ensimismado, curioso, movió los dedos para sentir el movimiento del agua. Había estado a punto de hacer algo más cuando la voz de Cleóbulo interrumpió sus pensamientos.
Sacó la mano y volvió junto a sus compañeros.
- Esperemos - accedió; si su patrón proponía algo, no era él quién para contradecirlo -. Tiene que volver a este punto a por sus ropas; es un buen lugar.
- ¿Sus ropas? - repitió Greg, como queriendo preguntar otra cosa.
Pero no era momento para ser pudorosos. Siguieron a Cleóbulo antes de que los matorrales se cerraran, y esperaron. Todo apuntaba a que tendría que aparecer pronto.
Sin embargo, pasaron los minutos y no apareció ninguna mujer. Era imposible que se encontrara bajo el agua tanto tiempo; y de la misma manera no parecía razonable que se hubiera ido muy lejos sin llevar nada. Era extraño, incluso algo preocupante. Greg no parecía acordarle ninguna importancia, pero tanto Cleóbulo como Taliesin estaban inquietos y desconcertados.
- Lo más seguro es quedarse aquí, pero podría tardar mucho tiempo. Ganaríamos investigando más la zona antes de que vuelva.
Pero el anciano no estaba muy convencido, y lo demostró con su ceño fruncido.
- Volverá - insistió -. Salir es arriesgado; le damos la iniciativa si reaparece de golpe.
- En tal caso - prosiguió Taliesin después de un par de segundos de silencio -. Puedo salir solo yo. Greg se quedará con usted para protegerlo. Si retorna cuando esté yo fuera y me ve, me las apañaré yo solo. ¿Bien?
Taliesin y Greg sabían que eso era mentira. Si el vampiro terminaba en líos, Greg antes rompería el contrato e iría a ayudarle que dejar que le pasara algo. Pero quedaba muy bien pretender lo contrario.
- Yo me quedo con usted, abu... anciano. Hasta que retornemos a la ciudad, como acordamos.
Cleóbulo al fin dio su aprobación y apartó los matorrales para el vampiro. Taliesin se escurrió entre ellos, y pronto volvió junto a las prendas y al estanque. Al otro lado del mismo se apreciaba la abertura de una cueva, y el vampiro se dirigió a ella, observando el interior de las aguas mientras rodeaba el estanque. De vez en cuando lo sobresaltaba el súbito chapoteo de un pez, pero era difícil apreciar alogo más.
Llegó junto a la cueva; el interior estaba húmedo, silencioso y frío, y parecía emanar una tenue luz. Algo sin duda improbable. Taliesin miró una última vez hacia los matorrales antes de adentrarse.
Taliesin Skatha
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Re: La dama pálida [Privado] [Cerrado]
Helena no tardó en encontrar aquellos conductos formados naturalmente durante demasiado tiempo como para ponerse siquiera a pensar en ello. Habían tres aparentemente idénticos, ¿Todos llevarían al mismo sitio? Era improbable, así que tenía que decidirse por cual entrar. Mientras tanto, algunos peces que allí vivían hacían compañía a la bruja, yendo de un lado a otros. En el fondo había mucha vegetación marina. Allí se había presentado un pequeño ecosistema el cual la Rhodes no se esperaba.
Finalmente, se decidió por el camino de la izquierda, así que para allá empezó a nadar. Los pececillos se espantaron y salieron despavoridos por la repentina reacción de la mujer.
En su camino, Helena se encontró entre las rocas de aquel rocoso conducto con varias morenas. Era mejor no acercarse a ellas, pues estas eran muy territoriales, así que lo más inteligente sería salir de allí aprisa. Aunque, si alguna le mordía no tendría el más mínimo reparo en estrellarla contra la pared.
De pronto, uno de estos animales se abalanzó hacia ella. Salió escondida de entre las rocas, y la mordió en el antebrazo. La bruja frunció el ceño y arrugó la expresión de rostro con dolor. Acto seguido se quitó a la morena a la fuerza. Gran cantidad de sangre salió despedida y esparcida por su alrededor. Una vez que agarró al animal con sus dos manos, empezó a darle golpes contra una roca cercana hasta que quedó inerte. Aún enfurecida, tiró el cadáver de su atacante a un lado. Ahora estaba sangrando en demasía, y le escocía bastante.
No sabía qué efectos secundarios podría tener el efecto de tal mordedura, pero ahora su preocupación debería ser salir de allí antes de ser atacada de nuevo por alguna compañera de la morena clamando venganza.
No tenía ira alguna, pero aquel ataque la imbuyó de una sensación de desasosiego que necesitaba calmar de alguna forma. Matar al causante de aquello no la dejó para nada satisfecha.
Finalmente, vio una salida. Tenía que nadar todo lo que quedaba inclinada parcialmente hacia arriba, hasta que finalmente dio con la superficie del agua, la cual daba al interior de una ruta cavernosa. Expulsó toda el agua de sus pulmones y por fin volvió a respirar aire. Pero, en la orilla de aquel charco extendido de agua interior había alguien, no divisó bien quién era. Sus ojos eran luminosos, eso le permitía ver en la oscuridad, pero para nada daban la luminosidad suficiente como para que todo el lugar se iluminara.
Frunció el ceño, le volvió la ira y saltó como si de un cocodrilo se tratara del agua para dar caza a su presa. Sea quien sea, o o sea lo que sea, iba a ser sujeto de descarga emocional de la bruja.
Parecía un ser humanoide. Sin más, lo tiró al suelo y lo agarró del cuello. Mientras lo identificaba, apretaba más y más su gélido agarre.
Finalmente, se decidió por el camino de la izquierda, así que para allá empezó a nadar. Los pececillos se espantaron y salieron despavoridos por la repentina reacción de la mujer.
En su camino, Helena se encontró entre las rocas de aquel rocoso conducto con varias morenas. Era mejor no acercarse a ellas, pues estas eran muy territoriales, así que lo más inteligente sería salir de allí aprisa. Aunque, si alguna le mordía no tendría el más mínimo reparo en estrellarla contra la pared.
De pronto, uno de estos animales se abalanzó hacia ella. Salió escondida de entre las rocas, y la mordió en el antebrazo. La bruja frunció el ceño y arrugó la expresión de rostro con dolor. Acto seguido se quitó a la morena a la fuerza. Gran cantidad de sangre salió despedida y esparcida por su alrededor. Una vez que agarró al animal con sus dos manos, empezó a darle golpes contra una roca cercana hasta que quedó inerte. Aún enfurecida, tiró el cadáver de su atacante a un lado. Ahora estaba sangrando en demasía, y le escocía bastante.
No sabía qué efectos secundarios podría tener el efecto de tal mordedura, pero ahora su preocupación debería ser salir de allí antes de ser atacada de nuevo por alguna compañera de la morena clamando venganza.
No tenía ira alguna, pero aquel ataque la imbuyó de una sensación de desasosiego que necesitaba calmar de alguna forma. Matar al causante de aquello no la dejó para nada satisfecha.
Finalmente, vio una salida. Tenía que nadar todo lo que quedaba inclinada parcialmente hacia arriba, hasta que finalmente dio con la superficie del agua, la cual daba al interior de una ruta cavernosa. Expulsó toda el agua de sus pulmones y por fin volvió a respirar aire. Pero, en la orilla de aquel charco extendido de agua interior había alguien, no divisó bien quién era. Sus ojos eran luminosos, eso le permitía ver en la oscuridad, pero para nada daban la luminosidad suficiente como para que todo el lugar se iluminara.
Frunció el ceño, le volvió la ira y saltó como si de un cocodrilo se tratara del agua para dar caza a su presa. Sea quien sea, o o sea lo que sea, iba a ser sujeto de descarga emocional de la bruja.
Parecía un ser humanoide. Sin más, lo tiró al suelo y lo agarró del cuello. Mientras lo identificaba, apretaba más y más su gélido agarre.
Helena Rhodes
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Re: La dama pálida [Privado] [Cerrado]
No le gustaba la idea de alejarse tanto de la vista de Greg, pero aún se encontraba lo suficientemente cerca como para gritar en caso de apuro. Pensando esto, inspiró profundamente y se adentró al interior de la cueva.
El suelo estaba húmedo y tenía que andar con cuidado, pero la luna llena del exterior se lo ponía especialmente fácil. No se escuchaba nada, ni se percibía un movimiento de corriente; con lo cual podía suponer que estaba solo y la cueva no tenía una salida cercana. La gruta no era muy ancha, y descendía poco a poco al mismo tiempo que se giraba hacia la izquierda. Era molesto tener que alejarse más de sus compañeros, y Taliesin se preguntó si realmente valía la pena arriesgarse por nada. Pero le llamaba la atención aquel leve fulgor que creía percibir de soslayo siempre que apartaba la mirada, como proveniente del interior de la cueva.
Tras avanzar un poco más, encontró frente a si lo que parecía un derrumbe parcial, por el que había posibilidad de colarse a duras penas. A su izquierda, el camino seguía bajando y terminaba por hundirse bajo el agua. De allí provenía la tenue iluminación, quizás solo suficientemente potente para que él, como vampiro, pudiera apreciarla. Se acercó al agua, curioso otra vez. De nuevo acuclillado, se arremangó y hundió el brazo. No sintió nada especial, más que la temperatura agradable del agua.
Se volvió a levantar, lo pensó un poco, y comenzó a quitarse la camisa. "Eso y las botas", pensó. Pero apenas llegó a desabrochar dos botones cuando algo rompió la superficie del lago, escupiendo agua y sobresaltando al vampiro, quien se echó hacia atrás rapidamente en acto reflejo. Lo que fuera que salió del agua llegó a la orilla y, antes de que Taliesin pudiera hacer nada, se lanzó contra él.
El vampiro cayó al suelo y sintió dos manos agarrándolo del cuello. Inmediatamente apretó el mentón hacia si para evitar que lo ahogaran completamente, pero sirvió de poco dado que ella ya había afianzado su agarre. Su primera reacción fue aferrarse a aquellas manos para desasirlas, pero pronto se dio cuenta de que haciendo aquello no conseguiría nada. Y no iba a dejar que lo mataran sin más. Tras soltar una de las manos, usó la libre para darle un puñetazo donde calculaba debía estar el estómago de la criatura, e hizo fuerza para levantarse y revertir sus posiciones. Esperaba que aquello le ganara al menos una bocanada de aire.
No debía dudar un instante o la mujer lo mataría. Tuvo la certeza en ese momento de que arrastraría su cuerpo al lago y jamás nadie volvería a verlo. La veía ahora con claridad: una mujer con los rasgos distorsionados por la rabia y el odio, y ojos iridiscentes. Estaba desnuda, pero aquello era irrelevante en aquel momento. También estaba empapada, y eso la hacía más escurridiza. Lo último que pensó era que tenía rasgos similares a otra persona que conocía. Pero aquello era mucho menos importante que salir con vida. Forcejeó con ella, intentando inmovilizarla apretando la rodilla contra su estómago.
El suelo estaba húmedo y tenía que andar con cuidado, pero la luna llena del exterior se lo ponía especialmente fácil. No se escuchaba nada, ni se percibía un movimiento de corriente; con lo cual podía suponer que estaba solo y la cueva no tenía una salida cercana. La gruta no era muy ancha, y descendía poco a poco al mismo tiempo que se giraba hacia la izquierda. Era molesto tener que alejarse más de sus compañeros, y Taliesin se preguntó si realmente valía la pena arriesgarse por nada. Pero le llamaba la atención aquel leve fulgor que creía percibir de soslayo siempre que apartaba la mirada, como proveniente del interior de la cueva.
Tras avanzar un poco más, encontró frente a si lo que parecía un derrumbe parcial, por el que había posibilidad de colarse a duras penas. A su izquierda, el camino seguía bajando y terminaba por hundirse bajo el agua. De allí provenía la tenue iluminación, quizás solo suficientemente potente para que él, como vampiro, pudiera apreciarla. Se acercó al agua, curioso otra vez. De nuevo acuclillado, se arremangó y hundió el brazo. No sintió nada especial, más que la temperatura agradable del agua.
Se volvió a levantar, lo pensó un poco, y comenzó a quitarse la camisa. "Eso y las botas", pensó. Pero apenas llegó a desabrochar dos botones cuando algo rompió la superficie del lago, escupiendo agua y sobresaltando al vampiro, quien se echó hacia atrás rapidamente en acto reflejo. Lo que fuera que salió del agua llegó a la orilla y, antes de que Taliesin pudiera hacer nada, se lanzó contra él.
El vampiro cayó al suelo y sintió dos manos agarrándolo del cuello. Inmediatamente apretó el mentón hacia si para evitar que lo ahogaran completamente, pero sirvió de poco dado que ella ya había afianzado su agarre. Su primera reacción fue aferrarse a aquellas manos para desasirlas, pero pronto se dio cuenta de que haciendo aquello no conseguiría nada. Y no iba a dejar que lo mataran sin más. Tras soltar una de las manos, usó la libre para darle un puñetazo donde calculaba debía estar el estómago de la criatura, e hizo fuerza para levantarse y revertir sus posiciones. Esperaba que aquello le ganara al menos una bocanada de aire.
No debía dudar un instante o la mujer lo mataría. Tuvo la certeza en ese momento de que arrastraría su cuerpo al lago y jamás nadie volvería a verlo. La veía ahora con claridad: una mujer con los rasgos distorsionados por la rabia y el odio, y ojos iridiscentes. Estaba desnuda, pero aquello era irrelevante en aquel momento. También estaba empapada, y eso la hacía más escurridiza. Lo último que pensó era que tenía rasgos similares a otra persona que conocía. Pero aquello era mucho menos importante que salir con vida. Forcejeó con ella, intentando inmovilizarla apretando la rodilla contra su estómago.
Taliesin Skatha
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Re: La dama pálida [Privado] [Cerrado]
Su presa ofrecía resistencia, pero el agarre de la bruja había sido tan bueno que este en primera instancia era incapaz de escaparse. El instinto natural de esta no podía permitirse una derrota.
Helena apretaba, y apretaba... hasta tal punto de notar cómo iba consiguiendo su propósito hasta que, de forma inesperada, su presa sacó fuerzas para soltar una de las manos de la peliazul. La presa soltó un hábil puñetazo en el estómago de esta. Le dolió hasta el punto de soltarlo definitivamente y tener de nuevo que ponerse en pie y retrasar su posición un par de pasos para recuperar el aire que parecía habérsele escapado de sus pulmones con esa contraofensiva.
Ahora, fue el inesperado oponente el que lanzó su ataque. Con hábiles movimientos, intentó inmovilizarla y la tiró de nuevo al suelo. Ahora era ella la que estaba en desventaja, exactamente la misma (sin contar el efecto del estrangulamiento) en la que estaba la presa instantes previos.
Helena forcejeaba, pero el agarre al que estaba sometida era duro, así que optó por otra vía; la magia.
Por un instante, cerró los ojos y, al abrirlos, sus ojos brillaban con más intensidad. Su cuerpo bajó aún más de temperatura y ciertas venas salteadas se le marcaban por todo el cuerpo con una tonalidad morada. Acto seguido, dos tentáculos formados por pura agua salieron del lago subterráneo para golpear directamente a la presa [1].
Ahí, Helena aprovecharía cualquier mínima oportunidad para zafarse de la presa que se defendía con uñas y dientes. Y así lo hizo.
Una vez de nuevo en pie, la peliazul se tomaría una distancia prudencial con su presa y adoptaría una pose de combate desarmado; los puños por delante y las rodillas y pies inestables para poder atacar o defenderse según la situación lo requiriese. Era un modo de pelea básico que había tenido que aprender en el mundillo de los sitios bajos, ya que no siempre podía depender de su magia o el uso de armas blancas.
Sin más, la bruja lanzó otra ofensiva contra su oponente, esta vez acompañada de un grito de guerra que sacaba y demostraba toda su rabia y furia, como si de alguna forma tuviera algo personal contra él.
Primero iba a llegar un puñetazo directo con su diestra, luego otro con su zurda. Acto seguido, se disponía a dar un gancho con la zurda. Para acabar, optó por dar una patada en el estómago y hacer un barrido con la pierna izquierda para hacer caer a su oponente [2].
_____________________________________________________________
Off: -Especialización [1]: Maestría en Agua. Permite el control general sobre el agua y sus derivados, pudiendo usarlo de un modo ofensivo o defensivo. La intensidad del control mejora con el nivel y la inteligencia del personaje.
-Tiro dado para ver el resultado de los ataques de Helena [2]:
* Runa muy mala: Falla y queda en ventaja para Taliesin.
*Runa mala: Solamente falla.
*Runa media: Solo algunos golpes llegan a impactar, excepto el barrido (Tú decides cuáles ^^).
*Runa buena: Todos los golpes impactan, excepto el barrido.
*Runa muy buena: Todos los golpes impactan y además, el barrido tiene éxito.
Helena apretaba, y apretaba... hasta tal punto de notar cómo iba consiguiendo su propósito hasta que, de forma inesperada, su presa sacó fuerzas para soltar una de las manos de la peliazul. La presa soltó un hábil puñetazo en el estómago de esta. Le dolió hasta el punto de soltarlo definitivamente y tener de nuevo que ponerse en pie y retrasar su posición un par de pasos para recuperar el aire que parecía habérsele escapado de sus pulmones con esa contraofensiva.
Ahora, fue el inesperado oponente el que lanzó su ataque. Con hábiles movimientos, intentó inmovilizarla y la tiró de nuevo al suelo. Ahora era ella la que estaba en desventaja, exactamente la misma (sin contar el efecto del estrangulamiento) en la que estaba la presa instantes previos.
Helena forcejeaba, pero el agarre al que estaba sometida era duro, así que optó por otra vía; la magia.
Por un instante, cerró los ojos y, al abrirlos, sus ojos brillaban con más intensidad. Su cuerpo bajó aún más de temperatura y ciertas venas salteadas se le marcaban por todo el cuerpo con una tonalidad morada. Acto seguido, dos tentáculos formados por pura agua salieron del lago subterráneo para golpear directamente a la presa [1].
Ahí, Helena aprovecharía cualquier mínima oportunidad para zafarse de la presa que se defendía con uñas y dientes. Y así lo hizo.
Una vez de nuevo en pie, la peliazul se tomaría una distancia prudencial con su presa y adoptaría una pose de combate desarmado; los puños por delante y las rodillas y pies inestables para poder atacar o defenderse según la situación lo requiriese. Era un modo de pelea básico que había tenido que aprender en el mundillo de los sitios bajos, ya que no siempre podía depender de su magia o el uso de armas blancas.
Sin más, la bruja lanzó otra ofensiva contra su oponente, esta vez acompañada de un grito de guerra que sacaba y demostraba toda su rabia y furia, como si de alguna forma tuviera algo personal contra él.
Primero iba a llegar un puñetazo directo con su diestra, luego otro con su zurda. Acto seguido, se disponía a dar un gancho con la zurda. Para acabar, optó por dar una patada en el estómago y hacer un barrido con la pierna izquierda para hacer caer a su oponente [2].
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Off: -Especialización [1]: Maestría en Agua. Permite el control general sobre el agua y sus derivados, pudiendo usarlo de un modo ofensivo o defensivo. La intensidad del control mejora con el nivel y la inteligencia del personaje.
-Tiro dado para ver el resultado de los ataques de Helena [2]:
* Runa muy mala: Falla y queda en ventaja para Taliesin.
*Runa mala: Solamente falla.
*Runa media: Solo algunos golpes llegan a impactar, excepto el barrido (Tú decides cuáles ^^).
*Runa buena: Todos los golpes impactan, excepto el barrido.
*Runa muy buena: Todos los golpes impactan y además, el barrido tiene éxito.
Helena Rhodes
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Re: La dama pálida [Privado] [Cerrado]
El miembro 'Helena Rhodes' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: La dama pálida [Privado] [Cerrado]
La mujer estaba rabiosa, y Taliesin tenía que usar todas sus fuerzas para intentar contenerla. Pero había logrado quedar en posición ventajosa y parecía que iba a lograr inmovilizarla; aunque tuviera que quedar agotado por ello. Estuvo casi convencido de que había ganado cuando por un instante la mujer cerró los ojos y pareció abandonar sus intentos por zafarse. Taliesin contuvo el aire, esperando que aquello fuera el final del forcejeo.
Entonces pasaron dos cosas imprevistas. Al cerrar los ojos, la inquietante luminosidad de sus pupilas desapareció, y el vampiro pudo mirarla y verla por primera vez. Se quedó helado, dudando de si lo que veía era real o una artimaña. Pero al mismo tiempo que esto, algo lo golpeó desde atrás, y Taliesin tuvo que voltearse para encontrarse frente a dos tentáculos de agua. En el tiempo de intentar pararlos, la hechicera se había zafado del agarre y volvía a encontrarse de pie frente a él.
Taliesin se puso en pie todo lo rápido que fue capaz. Comenzó a levantar las manos y a abrir la boca para decir algo.
Pero lo que salió fue un grito de sorpresa y dolor cuando la mujer pasó a la ofensiva. Varios de sus golpes acertaron a Taliesin; uno en cada lado de la cara, otro en la barbilla y, cuando él levantó los brazos para protegerse el rostro, una patada en la boca del estómago. La fuerza hizo que retrocediera, sin aire y con debilidad en las rodillas, y sólo esto lo salvo de caer al suelo por un barrido de la bruja.
El vampiro la miró con incredulidad e incluso miedo. Tenía más tecnica que él, fuerza, y además magia. Su única oportunidad radicaría en sacar un arma blanca ahora que tenía espacio para maniobrar; pero eso era algo que no quería hacer visto que había reconocido a la hechicera. Retrocredió cuanto pudo y volvió a levantar las manos, pero ahora en posición defensiva. Calculaba que tendría segundos antes de que la mujer se recuperara del barrido y volviera a lanzarse contra él.
- Helena, sabes que no te quiero mal - habló muy rápido, apremiante -. Soy Taliesin.
"¿Habrá escuchado los gritos Greg?" se preguntó, medio esperando que su amigo apareciera para ayudarlo. Algo extraño pasaba con Helena, y no descartaba la posiblidad de que ella no fuera a atender a razones. Flexionó las piernas y afianzó su posición, listo para agarrarla y tirarla al suelo si volvía a lanzarse contra él.
Entonces pasaron dos cosas imprevistas. Al cerrar los ojos, la inquietante luminosidad de sus pupilas desapareció, y el vampiro pudo mirarla y verla por primera vez. Se quedó helado, dudando de si lo que veía era real o una artimaña. Pero al mismo tiempo que esto, algo lo golpeó desde atrás, y Taliesin tuvo que voltearse para encontrarse frente a dos tentáculos de agua. En el tiempo de intentar pararlos, la hechicera se había zafado del agarre y volvía a encontrarse de pie frente a él.
Taliesin se puso en pie todo lo rápido que fue capaz. Comenzó a levantar las manos y a abrir la boca para decir algo.
Pero lo que salió fue un grito de sorpresa y dolor cuando la mujer pasó a la ofensiva. Varios de sus golpes acertaron a Taliesin; uno en cada lado de la cara, otro en la barbilla y, cuando él levantó los brazos para protegerse el rostro, una patada en la boca del estómago. La fuerza hizo que retrocediera, sin aire y con debilidad en las rodillas, y sólo esto lo salvo de caer al suelo por un barrido de la bruja.
El vampiro la miró con incredulidad e incluso miedo. Tenía más tecnica que él, fuerza, y además magia. Su única oportunidad radicaría en sacar un arma blanca ahora que tenía espacio para maniobrar; pero eso era algo que no quería hacer visto que había reconocido a la hechicera. Retrocredió cuanto pudo y volvió a levantar las manos, pero ahora en posición defensiva. Calculaba que tendría segundos antes de que la mujer se recuperara del barrido y volviera a lanzarse contra él.
- Helena, sabes que no te quiero mal - habló muy rápido, apremiante -. Soy Taliesin.
"¿Habrá escuchado los gritos Greg?" se preguntó, medio esperando que su amigo apareciera para ayudarlo. Algo extraño pasaba con Helena, y no descartaba la posiblidad de que ella no fuera a atender a razones. Flexionó las piernas y afianzó su posición, listo para agarrarla y tirarla al suelo si volvía a lanzarse contra él.
Taliesin Skatha
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Re: La dama pálida [Privado] [Cerrado]
Helena estaba allí, podía oírlo, verlo y sentirlo todo. Helena en ningún momento se había ido, y aunque fuese difícil de ver o entender, cada uno de los actos que cometía en ese estado, eran aceptados por su propio subconsciente, uno que ahora estaba maldito de ira. Un segundo, que duró toda una eternidad, fue lo que estuvo la bruja parada, oyente ante las palabras de aquel sujeto que, por fin, había revelado su identidad y que tan bien conocía. Fue una sorpresa, pero aquello no atenuaba su sed de sangre.
Tomó aire, llenando sus pulmones, pero lejos de calmarse, su ceño se frunció y sus facciones se endurecieron. El brillo de sus ojos hasta pareció aumentar. Sin más, se abalanzó de nuevo contra Taliesin. Iba a pegar un salto, echarse encima suya y, como buena asesina, clavarle una estaca de hielo que estaba formándose en la palma de su mano. La incrustaría de lleno en su cabeza, partiendo el cráneo del vampiro y luego quizás arremetería una y otra vez hasta que sus ansias de sangre quedaran saciadas, aunque eso implicara dejar destrozado al cadáver del vampiro, pero... todo se fue al traste en cuanto notó cómo algo la agarraba de la cintura. Una especie de tentáculo salido del agua tiró de ella y, como si fuese una mera muñeca de trapo, la arrastró hasta el fondo.
Intentó liberarse, pero la llevaba por los túneles submarinos a toda velocidad y con un agarre fortísimo. Seguramente la arrastraría hasta el cuerpo de la bestia de la que procedía aquel apéndice. Helena sería su comida. Entonces, intentó liberarse con su magia, conjuró una estaca enorme de hielo en su mano, muy afilada, y apuñaló repetidas veces al apéndice hasta que este finalmente aflojó el agarre. Así fue como la peliazul pudo liberarse.
No había tiempo para pensar demasiado, si se quedaba allí seguramente volvería a ser atrapada por el tentáculo, así que nadó hacia la dirección contraria a la que fue empujada. Había pasado por numerosos túneles en muy poco tiempo, por lo que estaba perdida. Ahora, no era la ira la que la invadía, sino un profundo temor y miedo por su vida, debía salir de ahí cuanto antes. El instinto de supervivencia dominaba su mente.
Empezó a nadar cada vez más rápido, llegando a ir a la misma velocidad a la que fue arrastrada, yendo por los túneles como si fuese una auténtica criatura acuática. El tentáculo no se dio por rendido y fue en su búsqueda, aquella criatura no daría por perdida tal cena suculenta.
Al fin, vislumbró una salida de aquel laberinto. Nadó hasta ella hasta el límite de sus posibilidades. Al llegar a la superficie, saltó como si de un delfín se tratase. Resultaba que el camino que había escogido era el que le llevaba de vuelta al estanque. Aterrizó en la orilla. El tentáculo, por su parte, salió de una forma estruendosa, salpicando toda la zona. Por unos segundos, pareció que estaba lloviendo. Helena se puso en guardia, pero su visión se volvió borrosa y notaba cómo perdía el sentido. Le dolía la mordedura que la morena le había hecho antes, sabía que aquello no traería nada bueno, y se estaba manifestando. Sin más, cayó inconsciente al suelo, siendo quizás la presa más fácil que aquella bestia tendría en su vida.
Tomó aire, llenando sus pulmones, pero lejos de calmarse, su ceño se frunció y sus facciones se endurecieron. El brillo de sus ojos hasta pareció aumentar. Sin más, se abalanzó de nuevo contra Taliesin. Iba a pegar un salto, echarse encima suya y, como buena asesina, clavarle una estaca de hielo que estaba formándose en la palma de su mano. La incrustaría de lleno en su cabeza, partiendo el cráneo del vampiro y luego quizás arremetería una y otra vez hasta que sus ansias de sangre quedaran saciadas, aunque eso implicara dejar destrozado al cadáver del vampiro, pero... todo se fue al traste en cuanto notó cómo algo la agarraba de la cintura. Una especie de tentáculo salido del agua tiró de ella y, como si fuese una mera muñeca de trapo, la arrastró hasta el fondo.
Intentó liberarse, pero la llevaba por los túneles submarinos a toda velocidad y con un agarre fortísimo. Seguramente la arrastraría hasta el cuerpo de la bestia de la que procedía aquel apéndice. Helena sería su comida. Entonces, intentó liberarse con su magia, conjuró una estaca enorme de hielo en su mano, muy afilada, y apuñaló repetidas veces al apéndice hasta que este finalmente aflojó el agarre. Así fue como la peliazul pudo liberarse.
No había tiempo para pensar demasiado, si se quedaba allí seguramente volvería a ser atrapada por el tentáculo, así que nadó hacia la dirección contraria a la que fue empujada. Había pasado por numerosos túneles en muy poco tiempo, por lo que estaba perdida. Ahora, no era la ira la que la invadía, sino un profundo temor y miedo por su vida, debía salir de ahí cuanto antes. El instinto de supervivencia dominaba su mente.
Empezó a nadar cada vez más rápido, llegando a ir a la misma velocidad a la que fue arrastrada, yendo por los túneles como si fuese una auténtica criatura acuática. El tentáculo no se dio por rendido y fue en su búsqueda, aquella criatura no daría por perdida tal cena suculenta.
Al fin, vislumbró una salida de aquel laberinto. Nadó hasta ella hasta el límite de sus posibilidades. Al llegar a la superficie, saltó como si de un delfín se tratase. Resultaba que el camino que había escogido era el que le llevaba de vuelta al estanque. Aterrizó en la orilla. El tentáculo, por su parte, salió de una forma estruendosa, salpicando toda la zona. Por unos segundos, pareció que estaba lloviendo. Helena se puso en guardia, pero su visión se volvió borrosa y notaba cómo perdía el sentido. Le dolía la mordedura que la morena le había hecho antes, sabía que aquello no traería nada bueno, y se estaba manifestando. Sin más, cayó inconsciente al suelo, siendo quizás la presa más fácil que aquella bestia tendría en su vida.
Helena Rhodes
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Re: La dama pálida [Privado] [Cerrado]
¿Me ha reconocido?, se preguntó Taliesin con un deje de esperanza. Sintió cómo su corazón se saltaba un latido. Pero aunque vio que la mirada de la bruja cambiaba, no se tornó en la expresión de sorpresa y alivio que el vampiro había esperado. Al contrario, su ira y agresividad parecieron aumentar al instante. Taliesin sintió cómo se le hundía algo en el estómago, y una nueva oleada de adrenalina recorriendo su cuerpo como una ola. Se preparó para esquivar el ataque inminente y atraparla; ya no había esperanza de reconciliación hasta que uno de los dos cayera inconsciente.
- ¡¡GREG!! - gritó, con todas sus fuerzas.
Pero algo de dentro del agua vino a su socorro aún antes que su amigo. Agarró a la bruja y se la llevó con la mayor facilidad. De un instante al siguiente, Helena había desaparecido.
Pasaron segundos hasta que Taliesin escuchó unos pasos a la carrera hacia él, viniendo de la salida de la cueva. Su amigo Greg apareció enseguida, con la espada en mano y escaneando la zona para encontrar la amenaza. Sólo vio al vampiro, en el suelo, recuperándose de la situación que acababa de vivir.
- Me he encontrado con ella. Casi me mata - tenía el corazón a mil por hora. Jamás se acostumbraría a vivir situaciones de vida o muerte.
- ¿Y dónde está ahora?
Taliesin señaló hacia el agua, que vibraba aún con las ondas causadas por aquel tentáculo.
- Se la ha llevado algo. Y hay una vuelta de tuerca. Resulta que la conozco; lo cual no ha evitado que intente matarme.
- Menudos amigos te buscas, ¿no? - Y le tendió la mano para ayudarlo a ponerse en pie -. Venga, que he dejado al viejo solo.
- Conocida. No amiga. Espero que tú nunca intentes matarme, Greg.
Apenas salían de la cueva cuando se escuchó un estruendo desde el lago. Greg volvió a sacar la espada inmediatamente y, antes aún de que se hubiera disipado la súbita llovizna y pudiera ver qué ocurría, comenzó a correr hacia allá. "Idiota temerario", pensó Taliesin, admirado por su falta de miedo. Esta reacción tan inconsciente del mercenario fue lo que le salvó la vida a Helena. Cuando el tentáculo fue a atraparla otra vez, tal como estaba indefensa en el suelo, Greg ya se había interpuesto para evitarlo.
- ¡¡ATRÁS, BESTIA!! - Gritó, intimidante y teatral a partes iguales.
El tentáculo se abalanzó hacia delante, pero el mercenario esquivó con habilidad y pegó un tajo. El monstruo, herido, optó por una segunda acometida; pero otra vez Greg esquivó justo a tiempo y clavó su espada hasta la empuñadura. El tentáculo se sacudió de lado a lado, esta vez sí golpeando al humano, antes de retirarse al interior del lago.
- ¡Mi... espada! - Greg se incorporó del suelo, con una raspadura en la cara por la caída. Miró hacia los lados en busca de su arma, pero no estaba allí.
Taliesin se acercó con velocidad a donde estaba Helena. Estaba desnuda, y parecía algo incorrecto hacer eso; pero primero se aseguró de atarle las manos y sólo entonces la cubrió con su propio abrigo. Al hacerlo, vio que tenía una especie de mordedura en el brazo, enrojecida y con un inicio de inflamación.
- ¿Puedes traerme su ropa? - Preguntó hacia Greg.
- Mierda, Tali. MI ESPADA.
- La recuperaremos. Dudo que consiga sacársela; la dejasta muy hundida. Por ahora, vamos a intentar...
¿Qué exactamente? Cléobulo al fin salió de su escondite y se acercó, sonriendo felizmente. Había conseguido exactamente lo que quería: la dama del lago atrapada. Taliesin no estaba seguro de cuáles eran sus verdaderas intenciones, y cada vez se sentía menos cómodo con todo aquello. Miró a Helena, procesando por primera vez la idea de que la bruja y aquella mujer casi mitológica eran la misma persona.
- Está herida e inconsciente. Tenemos que tratarle el brazo.
- Entonces llevémosla a la ciudad, y lo haremos allí - ensanchó su sonrisa -. Buen trabajo.
- ¡¡GREG!! - gritó, con todas sus fuerzas.
Pero algo de dentro del agua vino a su socorro aún antes que su amigo. Agarró a la bruja y se la llevó con la mayor facilidad. De un instante al siguiente, Helena había desaparecido.
Pasaron segundos hasta que Taliesin escuchó unos pasos a la carrera hacia él, viniendo de la salida de la cueva. Su amigo Greg apareció enseguida, con la espada en mano y escaneando la zona para encontrar la amenaza. Sólo vio al vampiro, en el suelo, recuperándose de la situación que acababa de vivir.
- Me he encontrado con ella. Casi me mata - tenía el corazón a mil por hora. Jamás se acostumbraría a vivir situaciones de vida o muerte.
- ¿Y dónde está ahora?
Taliesin señaló hacia el agua, que vibraba aún con las ondas causadas por aquel tentáculo.
- Se la ha llevado algo. Y hay una vuelta de tuerca. Resulta que la conozco; lo cual no ha evitado que intente matarme.
- Menudos amigos te buscas, ¿no? - Y le tendió la mano para ayudarlo a ponerse en pie -. Venga, que he dejado al viejo solo.
- Conocida. No amiga. Espero que tú nunca intentes matarme, Greg.
Apenas salían de la cueva cuando se escuchó un estruendo desde el lago. Greg volvió a sacar la espada inmediatamente y, antes aún de que se hubiera disipado la súbita llovizna y pudiera ver qué ocurría, comenzó a correr hacia allá. "Idiota temerario", pensó Taliesin, admirado por su falta de miedo. Esta reacción tan inconsciente del mercenario fue lo que le salvó la vida a Helena. Cuando el tentáculo fue a atraparla otra vez, tal como estaba indefensa en el suelo, Greg ya se había interpuesto para evitarlo.
- ¡¡ATRÁS, BESTIA!! - Gritó, intimidante y teatral a partes iguales.
El tentáculo se abalanzó hacia delante, pero el mercenario esquivó con habilidad y pegó un tajo. El monstruo, herido, optó por una segunda acometida; pero otra vez Greg esquivó justo a tiempo y clavó su espada hasta la empuñadura. El tentáculo se sacudió de lado a lado, esta vez sí golpeando al humano, antes de retirarse al interior del lago.
- ¡Mi... espada! - Greg se incorporó del suelo, con una raspadura en la cara por la caída. Miró hacia los lados en busca de su arma, pero no estaba allí.
Taliesin se acercó con velocidad a donde estaba Helena. Estaba desnuda, y parecía algo incorrecto hacer eso; pero primero se aseguró de atarle las manos y sólo entonces la cubrió con su propio abrigo. Al hacerlo, vio que tenía una especie de mordedura en el brazo, enrojecida y con un inicio de inflamación.
- ¿Puedes traerme su ropa? - Preguntó hacia Greg.
- Mierda, Tali. MI ESPADA.
- La recuperaremos. Dudo que consiga sacársela; la dejasta muy hundida. Por ahora, vamos a intentar...
¿Qué exactamente? Cléobulo al fin salió de su escondite y se acercó, sonriendo felizmente. Había conseguido exactamente lo que quería: la dama del lago atrapada. Taliesin no estaba seguro de cuáles eran sus verdaderas intenciones, y cada vez se sentía menos cómodo con todo aquello. Miró a Helena, procesando por primera vez la idea de que la bruja y aquella mujer casi mitológica eran la misma persona.
- Está herida e inconsciente. Tenemos que tratarle el brazo.
- Entonces llevémosla a la ciudad, y lo haremos allí - ensanchó su sonrisa -. Buen trabajo.
Taliesin Skatha
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Re: La dama pálida [Privado] [Cerrado]
Le dolía mucho la cabeza. La frente le ardía, y en contraste, todo su cuerpo estaba helado. El siquiera llevarse una mano a la cabeza hacía que su mano sintiese tal calor que se aproximaba a la sensación de una quemadura... ¿Qué había pasado? ¿Dónde se encontraba ahora? No sentía el aire en su rostro ni la presencia del agua...
Abrió los ojos, incluso esa mínima acción hacía que toda su cabeza se tambalease con un dolor incipiente.
Había vuelto a la normalidad, su tono de piel recuperó su habitual color y su cabello volvió a su dorado natural. Todo el sentimiento de ira que antes la dominaba había sido reemplazado por desconcierto y cierto temor... ¿Acaso había muerto? Porque se sentía como si así fuese [1]. Al menos, estaba vestida. No con sus ropajes, sino con un largo camisón ocre.
Se reincorporó, las extremidades también le dolían, y notó que le sudaba la frente. Todo indicaba a que tenía una fiebre de mil demonios.
-Eres Helena, la chica de los Rhodes... aunque bueno, te has convertido en toda una mujer.-Dijo una voz que venía de más allá de su cama, porque sí, se dio cuenta que estaba tendida sobre una cama, tapada tan solo hasta la cintura, probablemente a causa de su fiebre.
La Rhodes se fijó en el lugar de donde provenía la voz. Había un anciano sentado en una silla en mitad de la habitación. Parecía que sostenía algún tipo de libreta y un carboncillo con el que poder escribir. Sus anteojos hacían que sus ojos parecieran enormes desde esa posición. Se quedó mirando a la rubia sin decir nada un buen tiempo, como si la estuviera analizando.
Helena en una situación normal habría mirado al viejo con cara de asco y le hubiese advertido de no muy buenas formas que dejara de mirarla así, pero ahora se encontraba aturdida y con el norte perdido.
-...¿Estoy muerta?
El anciano reposó la libreta en su regazo. Ya había apuntado varias cosas en ella, aunque tan solo él sabía qué sentido tenían.
-No.-Negó con la cabeza-Estás en mi casa, en Hvittarn. Te encontramos en el estanque que hay más allá del pueblo yendo para el norte. Buscaba a una criatura de leyenda, y acabé topándome contigo. No te mentiría si te dijera que estoy un poco decepcionado de primeras, pero luego me puse a pensar y... todo lo que te pasó es muy curioso, chiquilla.
-¿Que casi me coma un monstruo es "curioso"?-Se llevó la mano a la frente por un incipiente dolor que apareció-...-El silencio se hizo en la habitación. El anciano seguía observándola.
-Nunca había visto el éter arremolinado de tal forma alrededor de un brujo...-Comentó-Se ha montado toda una leyenda sobre ti, ¿Sabes?
-...-Resopló por la nariz-Me sé las historias. Que si soy capaz de intercambiar oxidadas y rotas armas por nuevas y de un material tan legendario y escaso que ni se conoce su nombre, que si concedo deseos, que si echo maldiciones y bendiciones... Idioteces inventadas por idiotas.-Concluyó.
Cleóbulo sonrió de medio lado y se recolocó sus anteojos.
-Quizás no hagas nada de eso.-Agarró su carboncillo con fuerza, con intención de escribir-Pero dime, ¿Acaso esa transformación magnifican tus hechizos de alguna forma?
-Escúcheme, anciano.-Dijo destapándose por completo-Hay algo en ese estanque que tengo que buscar, así que si me lo permite, me gustaría irme de aquí-Dijo haciendo caso omiso a toda pregunta que se le hiciera.
-No estás en estado de...-De nuevo, haciendo caso omiso a todo lo que Cleóbulo le decía, Helena intentó ponerse de pie, pero todo su mundo le dio vueltas y sintió martillazos en la cabeza. Se sentó de nuevo en la cama, haciendo claros gestos de molestia y dolor mientras se sujetaba la cabeza. El anciano resopló por la nariz.-Escúchame. Probablemente la fiebre te la haya dado la mordedura que tienes en el brazo-Helena se miró el brazo, el cual estaba vendado. Ahora había recordado que le dolía y qué fue el causante de eso-Te he dado algunas plantas medicinales. Pronto te pondrás bien, pero debes esperar mínimo un día.
-¿Qué eres, una especie de herborista?-Dijo, molesta, aún sujetándose la cabeza y manteniendo su mirada en el suelo.
-Me gustaría definirme como un "erudito". No me cierro a un solo campo del conocimiento.-Se puso en pie-Guarda cama. Pronto te traeré el desayuno.
Estaba amaneciendo, habían pasado la primera mitad de la noche en ese estanque, y Helena no despertó hasta que no acabó la segunda mitad. Resignada, se volvió a recostar. Parece que ese hombre no tenía ninguna intención de hacerle mal, al menos no aparentemente. Ya acostada, se puso del lado opuesto a la salida, dándole la espalda al anciano y la cara a la pared.
-Por cierto. Uno de los muchachos a los que contraté para buscarte parece conocerte. Quizás quieras hablar con él-Dijo antes de salir por el marco de la habitación. No obtuvo respuesta alguna, así que sin más, salió.
________________________________________________________________________
Off: -Fin de la maldición: [1]
Abrió los ojos, incluso esa mínima acción hacía que toda su cabeza se tambalease con un dolor incipiente.
Había vuelto a la normalidad, su tono de piel recuperó su habitual color y su cabello volvió a su dorado natural. Todo el sentimiento de ira que antes la dominaba había sido reemplazado por desconcierto y cierto temor... ¿Acaso había muerto? Porque se sentía como si así fuese [1]. Al menos, estaba vestida. No con sus ropajes, sino con un largo camisón ocre.
Se reincorporó, las extremidades también le dolían, y notó que le sudaba la frente. Todo indicaba a que tenía una fiebre de mil demonios.
-Eres Helena, la chica de los Rhodes... aunque bueno, te has convertido en toda una mujer.-Dijo una voz que venía de más allá de su cama, porque sí, se dio cuenta que estaba tendida sobre una cama, tapada tan solo hasta la cintura, probablemente a causa de su fiebre.
La Rhodes se fijó en el lugar de donde provenía la voz. Había un anciano sentado en una silla en mitad de la habitación. Parecía que sostenía algún tipo de libreta y un carboncillo con el que poder escribir. Sus anteojos hacían que sus ojos parecieran enormes desde esa posición. Se quedó mirando a la rubia sin decir nada un buen tiempo, como si la estuviera analizando.
Helena en una situación normal habría mirado al viejo con cara de asco y le hubiese advertido de no muy buenas formas que dejara de mirarla así, pero ahora se encontraba aturdida y con el norte perdido.
-...¿Estoy muerta?
El anciano reposó la libreta en su regazo. Ya había apuntado varias cosas en ella, aunque tan solo él sabía qué sentido tenían.
-No.-Negó con la cabeza-Estás en mi casa, en Hvittarn. Te encontramos en el estanque que hay más allá del pueblo yendo para el norte. Buscaba a una criatura de leyenda, y acabé topándome contigo. No te mentiría si te dijera que estoy un poco decepcionado de primeras, pero luego me puse a pensar y... todo lo que te pasó es muy curioso, chiquilla.
-¿Que casi me coma un monstruo es "curioso"?-Se llevó la mano a la frente por un incipiente dolor que apareció-...-El silencio se hizo en la habitación. El anciano seguía observándola.
-Nunca había visto el éter arremolinado de tal forma alrededor de un brujo...-Comentó-Se ha montado toda una leyenda sobre ti, ¿Sabes?
-...-Resopló por la nariz-Me sé las historias. Que si soy capaz de intercambiar oxidadas y rotas armas por nuevas y de un material tan legendario y escaso que ni se conoce su nombre, que si concedo deseos, que si echo maldiciones y bendiciones... Idioteces inventadas por idiotas.-Concluyó.
Cleóbulo sonrió de medio lado y se recolocó sus anteojos.
-Quizás no hagas nada de eso.-Agarró su carboncillo con fuerza, con intención de escribir-Pero dime, ¿Acaso esa transformación magnifican tus hechizos de alguna forma?
-Escúcheme, anciano.-Dijo destapándose por completo-Hay algo en ese estanque que tengo que buscar, así que si me lo permite, me gustaría irme de aquí-Dijo haciendo caso omiso a toda pregunta que se le hiciera.
-No estás en estado de...-De nuevo, haciendo caso omiso a todo lo que Cleóbulo le decía, Helena intentó ponerse de pie, pero todo su mundo le dio vueltas y sintió martillazos en la cabeza. Se sentó de nuevo en la cama, haciendo claros gestos de molestia y dolor mientras se sujetaba la cabeza. El anciano resopló por la nariz.-Escúchame. Probablemente la fiebre te la haya dado la mordedura que tienes en el brazo-Helena se miró el brazo, el cual estaba vendado. Ahora había recordado que le dolía y qué fue el causante de eso-Te he dado algunas plantas medicinales. Pronto te pondrás bien, pero debes esperar mínimo un día.
-¿Qué eres, una especie de herborista?-Dijo, molesta, aún sujetándose la cabeza y manteniendo su mirada en el suelo.
-Me gustaría definirme como un "erudito". No me cierro a un solo campo del conocimiento.-Se puso en pie-Guarda cama. Pronto te traeré el desayuno.
Estaba amaneciendo, habían pasado la primera mitad de la noche en ese estanque, y Helena no despertó hasta que no acabó la segunda mitad. Resignada, se volvió a recostar. Parece que ese hombre no tenía ninguna intención de hacerle mal, al menos no aparentemente. Ya acostada, se puso del lado opuesto a la salida, dándole la espalda al anciano y la cara a la pared.
-Por cierto. Uno de los muchachos a los que contraté para buscarte parece conocerte. Quizás quieras hablar con él-Dijo antes de salir por el marco de la habitación. No obtuvo respuesta alguna, así que sin más, salió.
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Off: -Fin de la maldición: [1]
Helena Rhodes
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Re: La dama pálida [Privado] [Cerrado]
- Y otro trabajo bien hecho.
El tono descontento de Greg era evidente. No habían cobrado mal, pero tampoco se habían llevado lo suficiente como para compensar la pérdida de su espada. Estaba molesto con el tema, y su ánimo empeoraba a cada minuto que pasaba y con cada paso que daban en dirección contraria al lago. Pero una mirada hacia el horizonte era suficiente para constatar que el nuevo día no estaba lo suficientemente lejos como para permitirles ir y volver al lugar.
- Mañana iré contigo a recuperarla. A los dos nos vendrán bien unas horas de descanso.
Greg tampoco había dormido en toda la noche, con lo que compartiría el sueño descuadrado de Taliesin. Pero lejos de conseguir dormir apaciblemente, el vampiro se quedó en vilo, dándole vueltas a la idea de que Helena era la dama del lago, y que la había dejado en manos de Cleóbulo.
Greg y él habían acompañado al anciano de vuelta a su casa, cargando a Helena cubierta con la capa. Una vez en su hogar, Cleóbulo hizo llamar a una curandera, y mientras tanto había conversado con los dos mercenarios. La charla había dejado a Taliesin algo más tranquilo dejando a Helena en sus manos. Aun así, no se sentía del todo a gusto...
Pero entonces recordaba que la bruja había intentado matarlo, y se le pasaba la preocupación. Con este pensamiento, reacomodó su almohada por quinta vez y finalmente consiguió conciliar el sueño.
Para cuando llegó el atardecer, Greg ya estaba impaciente. "¿Puedes salir ya?", preguntaba cada poco tiempo, aunque aún había rayos de sol. Taliesin respondía primero con largas frases, y finalmente con monosílabos. No estaba seguro de hasta qué punto su amigo estaba bromeando con aquello. Al menos, esperaba que estuviera bromeando.
- ¡Al fin! - Se exclamó Greg cuando el vampiro salió. Parecía que había estado esperando todo aquel tiempo delante de la puerta.
- Vamos a ir directos, ¿verdad? No me vas a dejar comer algo primero - Greg negó con la cabeza -. Ni ir a ver cómo está Helena - Greg negó aún más y chasqueó la lengua.
- ¿Tu conocida asesina de aspecto gélido? Esa mujer no se va a ningún sitio. Podemos ir a verla más tarde.
- Tu espada tampoco se va a ningún sitio.
- ¡Eso no podemos saberlo!
No valía la pena discutir. Además, tenía cierta razón. Taliesin estaba considerando la posibilidad de que Helena no hubiera estado en control de sí misma cuando intentó matarlo, pero le gustaba tan poco la alternativa, y había visto tan claras sus intenciones asesinas, que ciertamente tampoco le acomodaba la idea de ir corriendo a verla.
- Me dejé la capa ahí, así que me vas a tener que dar la que tienes de repuesto.
- Trato hecho. Cuando tengamos la espada nos preocuparemos por tu capa. Que eso vale menos.
Hacía una noche fresca y despejada, iluminada por una luna que sólo comenzaba a menguar imperceptiblemente. Debido a los recientes rumores, encontraron el lago perfectamente vacío cuando llegaron, y los dos se alegraron por aquello. No se escuchaba nada más que algunos animales nocturnos, ululando o correteando en la distancia, y la superficie del agua se encontraba tranquila e inmóvil.
En aquel momento, se trataba de un lugar apacible y relajado. Pero no podría quedarse así mucho tiempo, pues habían venido a despertar a lo que se encontrara debajo de la superficie.
El tono descontento de Greg era evidente. No habían cobrado mal, pero tampoco se habían llevado lo suficiente como para compensar la pérdida de su espada. Estaba molesto con el tema, y su ánimo empeoraba a cada minuto que pasaba y con cada paso que daban en dirección contraria al lago. Pero una mirada hacia el horizonte era suficiente para constatar que el nuevo día no estaba lo suficientemente lejos como para permitirles ir y volver al lugar.
- Mañana iré contigo a recuperarla. A los dos nos vendrán bien unas horas de descanso.
Greg tampoco había dormido en toda la noche, con lo que compartiría el sueño descuadrado de Taliesin. Pero lejos de conseguir dormir apaciblemente, el vampiro se quedó en vilo, dándole vueltas a la idea de que Helena era la dama del lago, y que la había dejado en manos de Cleóbulo.
Greg y él habían acompañado al anciano de vuelta a su casa, cargando a Helena cubierta con la capa. Una vez en su hogar, Cleóbulo hizo llamar a una curandera, y mientras tanto había conversado con los dos mercenarios. La charla había dejado a Taliesin algo más tranquilo dejando a Helena en sus manos. Aun así, no se sentía del todo a gusto...
Pero entonces recordaba que la bruja había intentado matarlo, y se le pasaba la preocupación. Con este pensamiento, reacomodó su almohada por quinta vez y finalmente consiguió conciliar el sueño.
Para cuando llegó el atardecer, Greg ya estaba impaciente. "¿Puedes salir ya?", preguntaba cada poco tiempo, aunque aún había rayos de sol. Taliesin respondía primero con largas frases, y finalmente con monosílabos. No estaba seguro de hasta qué punto su amigo estaba bromeando con aquello. Al menos, esperaba que estuviera bromeando.
- ¡Al fin! - Se exclamó Greg cuando el vampiro salió. Parecía que había estado esperando todo aquel tiempo delante de la puerta.
- Vamos a ir directos, ¿verdad? No me vas a dejar comer algo primero - Greg negó con la cabeza -. Ni ir a ver cómo está Helena - Greg negó aún más y chasqueó la lengua.
- ¿Tu conocida asesina de aspecto gélido? Esa mujer no se va a ningún sitio. Podemos ir a verla más tarde.
- Tu espada tampoco se va a ningún sitio.
- ¡Eso no podemos saberlo!
No valía la pena discutir. Además, tenía cierta razón. Taliesin estaba considerando la posibilidad de que Helena no hubiera estado en control de sí misma cuando intentó matarlo, pero le gustaba tan poco la alternativa, y había visto tan claras sus intenciones asesinas, que ciertamente tampoco le acomodaba la idea de ir corriendo a verla.
- Me dejé la capa ahí, así que me vas a tener que dar la que tienes de repuesto.
- Trato hecho. Cuando tengamos la espada nos preocuparemos por tu capa. Que eso vale menos.
Hacía una noche fresca y despejada, iluminada por una luna que sólo comenzaba a menguar imperceptiblemente. Debido a los recientes rumores, encontraron el lago perfectamente vacío cuando llegaron, y los dos se alegraron por aquello. No se escuchaba nada más que algunos animales nocturnos, ululando o correteando en la distancia, y la superficie del agua se encontraba tranquila e inmóvil.
En aquel momento, se trataba de un lugar apacible y relajado. Pero no podría quedarse así mucho tiempo, pues habían venido a despertar a lo que se encontrara debajo de la superficie.
Taliesin Skatha
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Re: La dama pálida [Privado] [Cerrado]
Helena era muy terca; si quería hacer algo, lo hacía llevándose por delante todas las consecuencias posibles, y si alguien trataba de evitarlo, ella lo haría aún más conscientemente. Tan solo una persona podía pararla, y esa era ella misma. Llegada la noche se sintió mucho mejor, casi en plenas condiciones para salir en busca de aquello que le llamaba del estanque. El anciano tuvo la amabilidad de dejar sus ropajes apostados en una silla, junto a sus pertenencias, eso tan solo le facilitaba llevar a cabo su intención de volver a salir.
Una vez vestida, salió de aquella habitación hacia una sala principal donde Cleóbulo llevaría a cabo la mayor parte de su vida hogareña. No había nadie, la chimenea estaba apagada y encima de la única mesa que había en el lugar habían restos de platos con comida. Dedujo que el anciano ya se había ido a dormir; más fácil aún sería su salida de allí.
Sin más, la bruja abrió la puerta que daba al exterior de la casa y puso rumbo hacia el lago. La luna estaba llena, eso facilitaría su caminata.
Una vez que llegó, pudo ver allí a dos figuras. Se acercó con cautela, a una de ellas la pudo distinguir a la perfección, sin duda la iluminación de la luna era mucho mejor que la de aquella cueva, y si pudo verlo allí, en el exterior sería inconfundible.
Conjuró una esfera de agua y se la tiró justo a la nuca, esta al impactar en el vampiro se deshizo, haciendo que parte de este quedara empapado.
-Esperaba tu visita.-Se llevó la mano con la que había tirado la esfera a la cadera. Sonrió de medio lado, orgullosa.-Me has decepcionado, jefe.
Se acercó a los dos hombres. Cuando estuvo a una distancia adecuada, se cruzó de brazos y resopló.
-Creo que os debo alguna explicación...-Torció el gesto, sintiéndose un poco culpable-Creo que los dioses me maldijeron, ya lo podréis haber visto...-Se encogió de hombros-Cuando estoy en peligro o la ira me consume, me convierte en... "Eso". Mi éter aumenta, mis habilidades se pulen y me transformo en una criatura sedienta de sangre. Yo soy consciente de todo, pero es como si... "otra persona" estuviese dentro de mí y guiara mis acciones. Lo más extraño de todo es que a mí me parece bien... Aunque debo decir que es la primera vez que después de la transformación siento arrepentimiento.-Resopló por la nariz. Lo que iba a decir a continuación le costaba horrores y no le era fácil articularlo, pero sentía que tenía que hacerlo.-Siento mucho lo ocurrido, Tali.-Miró a los ojos del vampiro, con una mirada culpable y arrepentida.
Volvió a resoplar, esta vez por la boca, y se apartó de ambos hombres, quedando así frente al lago. Al principio, sintió algo de acongojamiento, pero luego volvió a sentir cómo una sensación agradable la atraía a sumergirse en él.
-La razón de por qué vengo aquí es porque siento que algo me llama. Al tocar estas aguas, siempre me transformo...-Dio un paso atrás, retractándose de aquella idea.-No sé qué puede ser, pero siento que es importante.-Buscó con la mirada a alguno de los dos hombres-¿Por qué estáis vosotros aquí?
Una vez vestida, salió de aquella habitación hacia una sala principal donde Cleóbulo llevaría a cabo la mayor parte de su vida hogareña. No había nadie, la chimenea estaba apagada y encima de la única mesa que había en el lugar habían restos de platos con comida. Dedujo que el anciano ya se había ido a dormir; más fácil aún sería su salida de allí.
Sin más, la bruja abrió la puerta que daba al exterior de la casa y puso rumbo hacia el lago. La luna estaba llena, eso facilitaría su caminata.
Una vez que llegó, pudo ver allí a dos figuras. Se acercó con cautela, a una de ellas la pudo distinguir a la perfección, sin duda la iluminación de la luna era mucho mejor que la de aquella cueva, y si pudo verlo allí, en el exterior sería inconfundible.
Conjuró una esfera de agua y se la tiró justo a la nuca, esta al impactar en el vampiro se deshizo, haciendo que parte de este quedara empapado.
-Esperaba tu visita.-Se llevó la mano con la que había tirado la esfera a la cadera. Sonrió de medio lado, orgullosa.-Me has decepcionado, jefe.
Se acercó a los dos hombres. Cuando estuvo a una distancia adecuada, se cruzó de brazos y resopló.
-Creo que os debo alguna explicación...-Torció el gesto, sintiéndose un poco culpable-Creo que los dioses me maldijeron, ya lo podréis haber visto...-Se encogió de hombros-Cuando estoy en peligro o la ira me consume, me convierte en... "Eso". Mi éter aumenta, mis habilidades se pulen y me transformo en una criatura sedienta de sangre. Yo soy consciente de todo, pero es como si... "otra persona" estuviese dentro de mí y guiara mis acciones. Lo más extraño de todo es que a mí me parece bien... Aunque debo decir que es la primera vez que después de la transformación siento arrepentimiento.-Resopló por la nariz. Lo que iba a decir a continuación le costaba horrores y no le era fácil articularlo, pero sentía que tenía que hacerlo.-Siento mucho lo ocurrido, Tali.-Miró a los ojos del vampiro, con una mirada culpable y arrepentida.
Volvió a resoplar, esta vez por la boca, y se apartó de ambos hombres, quedando así frente al lago. Al principio, sintió algo de acongojamiento, pero luego volvió a sentir cómo una sensación agradable la atraía a sumergirse en él.
-La razón de por qué vengo aquí es porque siento que algo me llama. Al tocar estas aguas, siempre me transformo...-Dio un paso atrás, retractándose de aquella idea.-No sé qué puede ser, pero siento que es importante.-Buscó con la mirada a alguno de los dos hombres-¿Por qué estáis vosotros aquí?
Helena Rhodes
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Re: La dama pálida [Privado] [Cerrado]
Lo primero que hicieron aquella vez fue investigar el terreno. Inspeccionaron los alrededores y volvieron a entrar en la cueva. Llegaron de nuevo a la parte derrumbada, y comprobaron que la continuación se hundía en el agua del lago. No encontraron más salidas ni nada reseñable en las inmediaciones. Apenas habían vuelto al exterior, junto al agua, y habían comenzado a hablar de cómo proceder, cuando algo impactó en la nuca de Taliesin. Estaba frío y mojado; el agua se metió por dentro del cuello de la camisa hasta su espalda y le provocó un escalofrío.
Allí estaba Helena. No parecía que fuera a atacarlos, pero Taliesin se cruzó de brazos sin pensarlo, a la defensiva en cuanto ella comenzó a hablar. Sus labios se fruncieron un poco, y fue especialmente consciente de cómo Greg, a su lado, cambiaba el peso de un pie al otro. Sin embargo, lo siguiente que ella hizo fue dar una explicación, y el vampiro la conocía lo bastante como para saber que algo tan simple no era fácil para aquella hechicera orgullosa. Escuchó cada palabra antes de decir nada, y poco a poco su gesto se relajó. Cuando Helena llegó al "siento lo ocurrido", la posición defensiva del vampiro se desvaneció completamente. No diría "no ha sido nada", porque se daba cuenta ahora de que no sólo le había asustado que intentaran matarlo, sino que le había dolido. De hecho, no sabía qué decir exactamente, así que se quedó un poco más en silencio. Greg lo miró; claramente él sí tenía ganas de decir algo, pero Taliesin le dedicó una mirada admonitoria y negó con la cabeza.
Helena continuó hablando y algo que dijo alarmó al vampiro.
- No las toques - pidió entonces con urgencia, ya medio levantando una mano para detenerla sin pensarlo. Suspiró y se justificó: - No quiero que vuelva a pasar lo de ayer. No fue agradable, Helena - volvió a apretar los labios. ¿Seguía enfadado? ¿Estaba enfadado? Se aclaró la garganta, como para intentar quitar una mala sensación que tenía allí agarrada, y miró hacia otro lado. Si ella ya se había explicado y disculpado, no tenía sentido decir más. Así que apartó aquel recuerdo de su mente y se dio cuenta de que su tono mejoraba al instante - Ayer Greg se enfrentó al tentáculo que intentó llevarte dentro del lago. En el proceso, su espada quedó incrustada en el animal. Estábamos comenzando a hablar para ver cómo recuperarla.
El lago seguía completamente calmado. Era difícil tener sensación de peligro en un lugar tan hermoso, pero no podían olvidar lo que había pasado la noche anterior. Y por ello, Greg estaba en guardia y no dejaba de echarle miradas a la superficie y a la cueva.
- Si tienes algo pendiente aquí también, quizás podemos trabajar juntos. Por los viejos tiempos - sonrió -. O no tan viejos. Aún tenemos temas pendientes. Me gustaría que me cuentes dónde has estado, pero quizás no es el mejor momento. ¿Más tarde, de vuelta a la ciudad? De momento dime, ¿qué sabes de este lugar, y las aguas?
- Tali se olvidó de presentarme - era cierto, y el vampiro se recriminó internamente por ello -. Yo soy Greg. ¿Habías visto antes al monstruo del tentáculo? ¿Alguna información que nos puedas dar? De momento yo sólo veo una opción posible: meternos al lago para atraer al bicho ese hasta aquí fuera, y sacarle lo que es mío.
- Una vez esa cosa esté fuera de la ecuación, podemos meternos dentro para intentar ver qué tiene de especial este lago.
Era lo único que se le ocurría, pero quizás Helena tendría otras ideas. Ella había pasado más tiempo en aquel lugar. Lo que Taliesin tenía claro era que no quería volver a pasar por lo que había ocurrido la noche anterior. Con los moratones que tenía en la cara era suficiente.
- ¿Cómo está tu herida? - Recordó de golpe, y dirigió su mirada al brazo de la hechicera - ¿Ha bajado la inflamación?
Allí estaba Helena. No parecía que fuera a atacarlos, pero Taliesin se cruzó de brazos sin pensarlo, a la defensiva en cuanto ella comenzó a hablar. Sus labios se fruncieron un poco, y fue especialmente consciente de cómo Greg, a su lado, cambiaba el peso de un pie al otro. Sin embargo, lo siguiente que ella hizo fue dar una explicación, y el vampiro la conocía lo bastante como para saber que algo tan simple no era fácil para aquella hechicera orgullosa. Escuchó cada palabra antes de decir nada, y poco a poco su gesto se relajó. Cuando Helena llegó al "siento lo ocurrido", la posición defensiva del vampiro se desvaneció completamente. No diría "no ha sido nada", porque se daba cuenta ahora de que no sólo le había asustado que intentaran matarlo, sino que le había dolido. De hecho, no sabía qué decir exactamente, así que se quedó un poco más en silencio. Greg lo miró; claramente él sí tenía ganas de decir algo, pero Taliesin le dedicó una mirada admonitoria y negó con la cabeza.
Helena continuó hablando y algo que dijo alarmó al vampiro.
- No las toques - pidió entonces con urgencia, ya medio levantando una mano para detenerla sin pensarlo. Suspiró y se justificó: - No quiero que vuelva a pasar lo de ayer. No fue agradable, Helena - volvió a apretar los labios. ¿Seguía enfadado? ¿Estaba enfadado? Se aclaró la garganta, como para intentar quitar una mala sensación que tenía allí agarrada, y miró hacia otro lado. Si ella ya se había explicado y disculpado, no tenía sentido decir más. Así que apartó aquel recuerdo de su mente y se dio cuenta de que su tono mejoraba al instante - Ayer Greg se enfrentó al tentáculo que intentó llevarte dentro del lago. En el proceso, su espada quedó incrustada en el animal. Estábamos comenzando a hablar para ver cómo recuperarla.
El lago seguía completamente calmado. Era difícil tener sensación de peligro en un lugar tan hermoso, pero no podían olvidar lo que había pasado la noche anterior. Y por ello, Greg estaba en guardia y no dejaba de echarle miradas a la superficie y a la cueva.
- Si tienes algo pendiente aquí también, quizás podemos trabajar juntos. Por los viejos tiempos - sonrió -. O no tan viejos. Aún tenemos temas pendientes. Me gustaría que me cuentes dónde has estado, pero quizás no es el mejor momento. ¿Más tarde, de vuelta a la ciudad? De momento dime, ¿qué sabes de este lugar, y las aguas?
- Tali se olvidó de presentarme - era cierto, y el vampiro se recriminó internamente por ello -. Yo soy Greg. ¿Habías visto antes al monstruo del tentáculo? ¿Alguna información que nos puedas dar? De momento yo sólo veo una opción posible: meternos al lago para atraer al bicho ese hasta aquí fuera, y sacarle lo que es mío.
- Una vez esa cosa esté fuera de la ecuación, podemos meternos dentro para intentar ver qué tiene de especial este lago.
Era lo único que se le ocurría, pero quizás Helena tendría otras ideas. Ella había pasado más tiempo en aquel lugar. Lo que Taliesin tenía claro era que no quería volver a pasar por lo que había ocurrido la noche anterior. Con los moratones que tenía en la cara era suficiente.
- ¿Cómo está tu herida? - Recordó de golpe, y dirigió su mirada al brazo de la hechicera - ¿Ha bajado la inflamación?
Taliesin Skatha
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Re: La dama pálida [Privado] [Cerrado]
Realmente no sabía si tenía algo pendiente allí, quizás fuese todo producto de su mente, que cada vez caía en un pozo más hondo de locura y demencia, teñido todo con un toque de ira. Asintió, no muy convencida; los ayudaría, así podría descubrir los misterios que escondía el lugar.
-Quizás estemos en la morada de un antiguo o nuevo dios, y esa bestia sea su guardián, no es la primera vez que me pasa.-Bromeó, dejando escapar una sonrisilla pícara.
Los viejos tiempos fueron buenos, aunque realmente no eran tan viejos, pero todo lo que había vivido la rubia, y seguramente que Taliesin también, le había hecho tener una perspectiva extraña del tiempo. Demasiadas cosas le habían pasado en tan solo un año, aquellas experiencias valían por lo menos por una década... y a la Rhodes aún le quedaba muchísima vida por delante, al igual que a su amigo.
-Entonces, ¿Quieres que te cuente a detalle con cada persona con la que me he acostado en este último año, Tali?-Preguntó con un tono coqueto a la misma vez que jugueteaba con un mechón de su cabello. Le guiñó un ojo y sacó un poco su lengua, a modo bromista.-Dejé Ciudad Lagarto y ahora soy una sucia apóstata que estudia la Magia en clandestinidad, no te conviene tenerme cerca o puede que sufras una explosión no deseada.-Dijo con un tono sarcástico, soltándose el mechón. Aunque pensándolo bien, era verdad eso de que estar cerca de ella era peligroso... ¿Sería por abrazar la vida de renegada a los brujos? Quizás los dioses se habían enfadado, quizás hasta llegasen a existir después de todo. Todo eso le hacía una especial gracia a la bruja. Aunque así fuese, su actitud no cambiaría.
El acompañante del vampiro se presentó, parecía un buen tipo, aunque por su aspecto se diría que no sabría ni contar hasta diez sin hacer uso de sus dedos, y aún así le quedaba la duda de que supiese hacerlo con esta ayuda. En parte era curioso, Helena gozaba de la misma prepotencia y arrogancia que caracterizaba a su raza y que tanto detestaba.
-La única información que tengo de él-El tentáculo-Es que no le gusta que invadan su territorio, y tiene un agarre fuerte. Si os coge, no esperéis que entre ahí para salvaros...-Señaló con la mirada a las aguas del estanque. No quería que Taliesin la viese en el estado de trance que últimamente la invadía.
Se cruzó de brazos y sopesó un plan más elaborado que el de los dos hombres, desde luego aquel "Greg" tenía la cabeza llena de serrín, ¿Cómo te vas a meter en el territorio de una criatura para intentar retarla, y más aún cuando es una acuática y él era un simple humano. Arqueó una ceja y miró a Taliesin, esperando a ver si a este se le ocurría alguna genialidad, no parecía que fuese a suceder.
-Puedo intentar atraerla; meteré la mano en el estanque y generaré una vibración que le llame la atención. Luego, cuando saque el tentáculo de ahí congelaré el estanque y lo dejaré atrapado, ahí podrás tener el tiempo suficiente como para sacar tu espada y cortar el maldito apéndice... aunque dudo que eso mate a la criatura.-Torció el gesto-Y también está el hecho de que, una criatura con tentáculos no solo tendrá uno-Estiró su brazo herido y e hizo un agarre invisible mirando hacia el lago-Podríamos repetir el proceso todas las veces que sean necesarias para acabar con el monstruo
Entonces, Taliesin le preguntó por su herida. Ella lo miró y bajó su brazo algo apurada, escondiendo los vendajes que tenía.
-Estoy bien.-Fue lo único que dijo al respecto.
Acto seguido, la bruja se encaminó al estanque. El estado de su trance únicamente se activaba si metía su cuerpo por completo, así que mientras no cayera al agua no habría problema alguno... o eso esperaba.
Sin pensarlo, metió la mano en el estanque. Entonces, su piel, hasta donde le tocaba el agua, se volvió de la tez pálida y azulada característica de cuando lanzaba un hechizo o cuando se convertía en la "Dama Pálida". Algunas venas se hicieron notables y adquirieron un tono morado. La bruja empezó a mover su brazo con parsimonia. Paulatinamente iba acelerando el movimiento, y transmitía ese movimiento al agua de su alrededor; creando así una onda que se esparcía en todas direcciones. Los peces del estanque empezaron a ponerse nerviosos, eso era buena señal, pues estaba llamando la atención de las criaturas que vivían allí, solo tenía que seguir y tener paciencia.
De pronto, notó movimiento; uno acelerado y agresivo que recorría los túneles subterráneos. Desvió su mirada hacia los dos hombres.
-Preparaos-Dijo con un semblante serio.-Más vale que lo tengáis ocupado, porque no podré congelar esto si saco el brazo.
Volvió a centrar su atención en el estanque, y en ese momento, en el centro de este salió el tentáculo de una forma violenta de él, elevándose varios metros en el cielo. Helena entonces frunció el ceño y concentró todo su éter, también concentró el del estanque e intentó condensar toda la energía que la rodeaba. Hizo un esfuerzo sobrehumano, cerró los ojos y aplicó toda su energía, entonces de pronto toda el agua que rodeaba su brazo empezó a congelarse, expandiendo el área poco a poco hasta estar prácticamente todo el estanque congelado [1].
Intentó sacar el brazo, pero su sorpresa fue mayúscula al encontrarse ella también atorada.
-...-Hizo un par de esfuerzos más, pero el resultado era el mismo, estaba igual de atrapada que el tentáculo.-...mierda.-Desvió su mirada hacia Taliesin-¡Es-toy a-tra-pa-da!-Con cada vocablo intentaba sacar el brazo de ahí, pero le era imposible. Entonces alzó su mirada, el tentáculo que movía de forma agresiva, si le daba por aplastarla le vendría una muerte bastante dolorosa.
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Off: -Habilidad Usada [1]: Maestría en Agua: Permite el control general sobre el agua y sus derivados, pudiendo usarlo de un modo ofensivo o defensivo. La intensidad del control mejora con el nivel y la inteligencia del personaje. En este caso, Helena congela el estanque.
-Quizás estemos en la morada de un antiguo o nuevo dios, y esa bestia sea su guardián, no es la primera vez que me pasa.-Bromeó, dejando escapar una sonrisilla pícara.
Los viejos tiempos fueron buenos, aunque realmente no eran tan viejos, pero todo lo que había vivido la rubia, y seguramente que Taliesin también, le había hecho tener una perspectiva extraña del tiempo. Demasiadas cosas le habían pasado en tan solo un año, aquellas experiencias valían por lo menos por una década... y a la Rhodes aún le quedaba muchísima vida por delante, al igual que a su amigo.
-Entonces, ¿Quieres que te cuente a detalle con cada persona con la que me he acostado en este último año, Tali?-Preguntó con un tono coqueto a la misma vez que jugueteaba con un mechón de su cabello. Le guiñó un ojo y sacó un poco su lengua, a modo bromista.-Dejé Ciudad Lagarto y ahora soy una sucia apóstata que estudia la Magia en clandestinidad, no te conviene tenerme cerca o puede que sufras una explosión no deseada.-Dijo con un tono sarcástico, soltándose el mechón. Aunque pensándolo bien, era verdad eso de que estar cerca de ella era peligroso... ¿Sería por abrazar la vida de renegada a los brujos? Quizás los dioses se habían enfadado, quizás hasta llegasen a existir después de todo. Todo eso le hacía una especial gracia a la bruja. Aunque así fuese, su actitud no cambiaría.
El acompañante del vampiro se presentó, parecía un buen tipo, aunque por su aspecto se diría que no sabría ni contar hasta diez sin hacer uso de sus dedos, y aún así le quedaba la duda de que supiese hacerlo con esta ayuda. En parte era curioso, Helena gozaba de la misma prepotencia y arrogancia que caracterizaba a su raza y que tanto detestaba.
-La única información que tengo de él-El tentáculo-Es que no le gusta que invadan su territorio, y tiene un agarre fuerte. Si os coge, no esperéis que entre ahí para salvaros...-Señaló con la mirada a las aguas del estanque. No quería que Taliesin la viese en el estado de trance que últimamente la invadía.
Se cruzó de brazos y sopesó un plan más elaborado que el de los dos hombres, desde luego aquel "Greg" tenía la cabeza llena de serrín, ¿Cómo te vas a meter en el territorio de una criatura para intentar retarla, y más aún cuando es una acuática y él era un simple humano. Arqueó una ceja y miró a Taliesin, esperando a ver si a este se le ocurría alguna genialidad, no parecía que fuese a suceder.
-Puedo intentar atraerla; meteré la mano en el estanque y generaré una vibración que le llame la atención. Luego, cuando saque el tentáculo de ahí congelaré el estanque y lo dejaré atrapado, ahí podrás tener el tiempo suficiente como para sacar tu espada y cortar el maldito apéndice... aunque dudo que eso mate a la criatura.-Torció el gesto-Y también está el hecho de que, una criatura con tentáculos no solo tendrá uno-Estiró su brazo herido y e hizo un agarre invisible mirando hacia el lago-Podríamos repetir el proceso todas las veces que sean necesarias para acabar con el monstruo
Entonces, Taliesin le preguntó por su herida. Ella lo miró y bajó su brazo algo apurada, escondiendo los vendajes que tenía.
-Estoy bien.-Fue lo único que dijo al respecto.
Acto seguido, la bruja se encaminó al estanque. El estado de su trance únicamente se activaba si metía su cuerpo por completo, así que mientras no cayera al agua no habría problema alguno... o eso esperaba.
Sin pensarlo, metió la mano en el estanque. Entonces, su piel, hasta donde le tocaba el agua, se volvió de la tez pálida y azulada característica de cuando lanzaba un hechizo o cuando se convertía en la "Dama Pálida". Algunas venas se hicieron notables y adquirieron un tono morado. La bruja empezó a mover su brazo con parsimonia. Paulatinamente iba acelerando el movimiento, y transmitía ese movimiento al agua de su alrededor; creando así una onda que se esparcía en todas direcciones. Los peces del estanque empezaron a ponerse nerviosos, eso era buena señal, pues estaba llamando la atención de las criaturas que vivían allí, solo tenía que seguir y tener paciencia.
De pronto, notó movimiento; uno acelerado y agresivo que recorría los túneles subterráneos. Desvió su mirada hacia los dos hombres.
-Preparaos-Dijo con un semblante serio.-Más vale que lo tengáis ocupado, porque no podré congelar esto si saco el brazo.
Volvió a centrar su atención en el estanque, y en ese momento, en el centro de este salió el tentáculo de una forma violenta de él, elevándose varios metros en el cielo. Helena entonces frunció el ceño y concentró todo su éter, también concentró el del estanque e intentó condensar toda la energía que la rodeaba. Hizo un esfuerzo sobrehumano, cerró los ojos y aplicó toda su energía, entonces de pronto toda el agua que rodeaba su brazo empezó a congelarse, expandiendo el área poco a poco hasta estar prácticamente todo el estanque congelado [1].
Intentó sacar el brazo, pero su sorpresa fue mayúscula al encontrarse ella también atorada.
-...-Hizo un par de esfuerzos más, pero el resultado era el mismo, estaba igual de atrapada que el tentáculo.-...mierda.-Desvió su mirada hacia Taliesin-¡Es-toy a-tra-pa-da!-Con cada vocablo intentaba sacar el brazo de ahí, pero le era imposible. Entonces alzó su mirada, el tentáculo que movía de forma agresiva, si le daba por aplastarla le vendría una muerte bastante dolorosa.
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Off: -Habilidad Usada [1]: Maestría en Agua: Permite el control general sobre el agua y sus derivados, pudiendo usarlo de un modo ofensivo o defensivo. La intensidad del control mejora con el nivel y la inteligencia del personaje. En este caso, Helena congela el estanque.
Helena Rhodes
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Re: La dama pálida [Privado] [Cerrado]
Arqueó una ceja, genuinamente sorprendido. ¿Todas las personas con las que se había acostado? ¿Así que esa era lo que entendía Helena por ponerse al día? A pesar de su belleza, no la tenía por una mujer de muchos amoríos... aunque la vida privada de cada uno es difícil de adivinar, y en muchos casos sorprendente.
- Si eso es de lo que me quieres hablar, por supuesto - respondió, sin acabar de procesar que aquello probablemente sería una broma, hasta que ella le sacó la lengua. Levantó ambas cejas, sonrió levemente y no dijo más al respecto -. Ciudad Lagarto, eh. No he oído cosas muy favorables...
Pero sentía la impaciencia de Greg a su lado. Era mejor no seguir dándole cuerda a la conversación, y sólo hizo una nota mental del asunto para, si acaso, volver a mencionarlo más adelante. Helena expuso su idea, tras escuchar la cual Taliesin y Greg se miraron y, cada uno a su forma, asintió para darla por buena.
- Esto de la magia es muy útil. Nos vas a venir genial para pescar a esta cosa - comentó en voz muy alta mientras Helena se alejaba para iniciar el plan. Pero más bajo, para que sólo Taliesin lo oyera, añadió -. ¿Y ya está? ¿"Perdona por intentar matarte ayer, a veces pierdo el control de mí misma, jaja"?
- No voy a discutirlo más.
- Para lo mucho que te gusta hablar - concluyó Greg tras un leve silencio -, a veces hablas demasiado poco.
Helena les llamó la atención, así que ambos tomaron posiciones. Taliesin le dió su espada a Greg, quien sabría usarla mucho mejor. El vampiro casi nunca la llevaba consigo, y en el útlimo año sólo había hecho un esfuerzo moderado por aprender a usarla eficazmente. El mercenario le había dado algunas clases, pero no habían sido capaces de transformar a Taliesin en un espadachín avezado; sí que tenía un poco más de soltura y seguridad, pero no le llegaba a la suela del zapato alcualquier luchador profesional. Así que se quedó desarmado. Greg sería el cebo principal; Taliesin sólo tenía que intentar recuperar la otra espada.
La trampa no tardó en surtir efecto. Sin previo aviso, el tentáculo surgió de las aguas y se estampó contra la orilla, haciendo temblar el suelo. Taliesin casi perdió el equilibrio por la sorpresa y la fuerte vibración. El apéndice volvió a levantarse, quizás preparándose para una segunda acometida, cuando el agua se congeló. Helena dijo algo, pero el vampiro apenas pudo escucharlo bajo el grito bélico que inició Greg al lanzarse contra el bicho.
A un lado del mismo, cerca de la base que se había quedado congelada, seguía incrustada la espada de Greg. Por el rabillo del ojo, Taliesin vió a Greg atacar al tentáculo mientras éste aún se retorcía, confuso ante su inmovilidad, y a Helena tirando de su brazo sin conseguir sacarlo. El vampiro comenzó a correr, saltando de la orilla a la superficie congelada del lago. Se resbaló por encima del mismo, pero parecía capaz de aguantar su peso. Alrededor del tentáculo veía unas primeras fisuras formarse por la fuerza con la que intentaba desprenderse del hielo.
- ¡Greg, distráelo, que se concentre en atacarte!
- ¡ESO HAGO!
Taliesin no podía darse el lujo de girarse para comprobarlo. Sólo tenía que avanzar unos pasos y llegar hasta el tentáculo. Con cuidado pero seguridad, avanzó con el objetivo muy claro frente a él. La base del tentáculo no podía moverse mucho, pero poco a poco agrandaba las grietas en el hielo. Se escuchó un ominoso CRACK cuando una de ellas se amplió hacia la orilla, y Taliesin dio el paso que lo colocaba junto al tentáculo, y sobre las grietas. Al agarrar la espada con ambas manos, sintió que agua colándose al interior de su bota. Aunó fuerzas, y tiró para desincrustarla del animal.
La reacción del ser fue inmediata. Comenzó a convulsionarse, y con cada movimiento brusco brotó a chorros un líquido verdoso de la herida abierta. Desde detrás de él, Greg gritó, y aunque Taliesin no pudo verlo, cortó la punta del apéndice para concentrar su ira. El vampiro inspiró y blandió la espada para cortar el tentáculo en la base como quien tala un árbol. Llegó a hacerlo dos veces, agrandando la herida. El líquido verde le manchó las manos y la ropa.
Y entonces, volvió a escucharse un CRACK.
- Si eso es de lo que me quieres hablar, por supuesto - respondió, sin acabar de procesar que aquello probablemente sería una broma, hasta que ella le sacó la lengua. Levantó ambas cejas, sonrió levemente y no dijo más al respecto -. Ciudad Lagarto, eh. No he oído cosas muy favorables...
Pero sentía la impaciencia de Greg a su lado. Era mejor no seguir dándole cuerda a la conversación, y sólo hizo una nota mental del asunto para, si acaso, volver a mencionarlo más adelante. Helena expuso su idea, tras escuchar la cual Taliesin y Greg se miraron y, cada uno a su forma, asintió para darla por buena.
- Esto de la magia es muy útil. Nos vas a venir genial para pescar a esta cosa - comentó en voz muy alta mientras Helena se alejaba para iniciar el plan. Pero más bajo, para que sólo Taliesin lo oyera, añadió -. ¿Y ya está? ¿"Perdona por intentar matarte ayer, a veces pierdo el control de mí misma, jaja"?
- No voy a discutirlo más.
- Para lo mucho que te gusta hablar - concluyó Greg tras un leve silencio -, a veces hablas demasiado poco.
Helena les llamó la atención, así que ambos tomaron posiciones. Taliesin le dió su espada a Greg, quien sabría usarla mucho mejor. El vampiro casi nunca la llevaba consigo, y en el útlimo año sólo había hecho un esfuerzo moderado por aprender a usarla eficazmente. El mercenario le había dado algunas clases, pero no habían sido capaces de transformar a Taliesin en un espadachín avezado; sí que tenía un poco más de soltura y seguridad, pero no le llegaba a la suela del zapato alcualquier luchador profesional. Así que se quedó desarmado. Greg sería el cebo principal; Taliesin sólo tenía que intentar recuperar la otra espada.
La trampa no tardó en surtir efecto. Sin previo aviso, el tentáculo surgió de las aguas y se estampó contra la orilla, haciendo temblar el suelo. Taliesin casi perdió el equilibrio por la sorpresa y la fuerte vibración. El apéndice volvió a levantarse, quizás preparándose para una segunda acometida, cuando el agua se congeló. Helena dijo algo, pero el vampiro apenas pudo escucharlo bajo el grito bélico que inició Greg al lanzarse contra el bicho.
A un lado del mismo, cerca de la base que se había quedado congelada, seguía incrustada la espada de Greg. Por el rabillo del ojo, Taliesin vió a Greg atacar al tentáculo mientras éste aún se retorcía, confuso ante su inmovilidad, y a Helena tirando de su brazo sin conseguir sacarlo. El vampiro comenzó a correr, saltando de la orilla a la superficie congelada del lago. Se resbaló por encima del mismo, pero parecía capaz de aguantar su peso. Alrededor del tentáculo veía unas primeras fisuras formarse por la fuerza con la que intentaba desprenderse del hielo.
- ¡Greg, distráelo, que se concentre en atacarte!
- ¡ESO HAGO!
Taliesin no podía darse el lujo de girarse para comprobarlo. Sólo tenía que avanzar unos pasos y llegar hasta el tentáculo. Con cuidado pero seguridad, avanzó con el objetivo muy claro frente a él. La base del tentáculo no podía moverse mucho, pero poco a poco agrandaba las grietas en el hielo. Se escuchó un ominoso CRACK cuando una de ellas se amplió hacia la orilla, y Taliesin dio el paso que lo colocaba junto al tentáculo, y sobre las grietas. Al agarrar la espada con ambas manos, sintió que agua colándose al interior de su bota. Aunó fuerzas, y tiró para desincrustarla del animal.
La reacción del ser fue inmediata. Comenzó a convulsionarse, y con cada movimiento brusco brotó a chorros un líquido verdoso de la herida abierta. Desde detrás de él, Greg gritó, y aunque Taliesin no pudo verlo, cortó la punta del apéndice para concentrar su ira. El vampiro inspiró y blandió la espada para cortar el tentáculo en la base como quien tala un árbol. Llegó a hacerlo dos veces, agrandando la herida. El líquido verde le manchó las manos y la ropa.
Y entonces, volvió a escucharse un CRACK.
Taliesin Skatha
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Re: La dama pálida [Privado] [Cerrado]
Helena logró sacar su mano del hielo, partiendo unos centímetros de la capa que la rodeaba. En ese momento, se escuchó el sonido de la carne siendo partida, Helena desvió su atención hacia donde estaba la acción, no muy alejada de su posición, por suerte aquel sonido vino del propio tentáculo al que Taliesin había logrado partir. Como si de un árbol se tratase, el gran apéndice iba a caer y a llevarse todo lo que tuviera por delante, en ese caso era el propio vampiro.
La bruja clavó firmemente sus pies en tierra y empezó a conjurar un hechizo a la máxima velocidad que podía. Sus manos, que iban adquiriendo el tono habitual de cuando la Rhodes se disponía a lanzar un hechizo, se colocaron a un costado y en el aire empezaron a dibujar rápidamente lo que sería el contorno de una esfera, dicho objeto se formó de agua y empezó a rellenarse a sí mismo, como si del centro de la esfera retroalimentara una fuente cuasi ilimitada de este elemento.
Entonces, en el momento en el que el apéndice iba a tocar tierra, Helena dirigió sus manos hacia adelante como si de una coreografía se tratara y la esfera se convirtió en un poderoso chorro de agua que fue disparado hacia Taliesin, empujándolo con fuerza a varios metros de distancia de su posición.
Al caer, el tentáculo hizo temblar la tierra bajo los pies de los presentes. Luego de eso, vino el silencio... Helena desvió su mirada hacia Greg, intentando buscar una reacción que le corroborase que todo había salido bien.
Volvió a mirar al tentáculo caído, detrás de él debería estar Taliesin intacto, o al menos eso esperaba...
-¡...Tali!-Alzó la voz-¿Estás...?-No le dio tiempo a acabar la frase cuando, de pronto, sintió cómo el suelo temblaba de nuevo bajo sus pies.
Su rostro cambió completamente a uno que demostraba alerta. Dio unos pasos hacia atrás y miró en todas direcciones para ver qué pasaba.
Sin más, tres tentáculos más salieron del estanque, rompiendo con su fuerza toda la capa de hielo que aún cubría a este. El trío tuvo que tener cuidado con los trozos de hielo que cayeron del cielo debido a la gran elevación de aquellos nuevos apéndices.
-¡Mierda!-Se puso en una posición tensa, lista para combatir, pero de poco sirvió, ya que uno de aquellos tentáculos se lanzó con fiereza a por ella y la agarró, acto seguido, se sumergió en el estanque.
Helena no fue la única presa de este ataque, ya que los otros dos tentáculos agarraron a Taliesin y Greg respectivamente y también se sumergieron en el estanque, dejando a aquel lugar, en un solo momento, con la armonía y tranquilidad que cuando llegaron, a excepción del apéndice ya cortado y los restos de hielo por la zona.
Todo fue tan repentino e inesperado que a la Rhodes no le dio tiempo a asimilar nada. De nuevo, era arrastrada contra su voluntad en un férreo agarre por los túneles submarinos.
Finalmente, tras aquel viaje, el tentáculo sacó a la bruja, al vampiro y al humano del agua en una especie de caverna subterránea enorme, igual a la que se encontró con Taliesin, con la diferencia de que aquí había mucho más terreno "seco", y las dimensiones eran mucho mayores.
Apostada en mitad del lugar había una gigantesca criatura marina con aspecto de pulpo o calamar, con multitud de tentáculos, algunos moviéndose y otros simplemente tirados en el suelo para darle estabilidad al cuerpo.
Los tres tentáculos que agarraban a las nuevas presas del monstruo llevaron a las susodichas hasta lo que parecían ser los ojos de la criatura; terroríficos y rojizos.
Helena ahora lucharía con todas sus fuerzas por zafarse del agarre de la bestia antes de que esta se la comiera.
La bruja clavó firmemente sus pies en tierra y empezó a conjurar un hechizo a la máxima velocidad que podía. Sus manos, que iban adquiriendo el tono habitual de cuando la Rhodes se disponía a lanzar un hechizo, se colocaron a un costado y en el aire empezaron a dibujar rápidamente lo que sería el contorno de una esfera, dicho objeto se formó de agua y empezó a rellenarse a sí mismo, como si del centro de la esfera retroalimentara una fuente cuasi ilimitada de este elemento.
Entonces, en el momento en el que el apéndice iba a tocar tierra, Helena dirigió sus manos hacia adelante como si de una coreografía se tratara y la esfera se convirtió en un poderoso chorro de agua que fue disparado hacia Taliesin, empujándolo con fuerza a varios metros de distancia de su posición.
Al caer, el tentáculo hizo temblar la tierra bajo los pies de los presentes. Luego de eso, vino el silencio... Helena desvió su mirada hacia Greg, intentando buscar una reacción que le corroborase que todo había salido bien.
Volvió a mirar al tentáculo caído, detrás de él debería estar Taliesin intacto, o al menos eso esperaba...
-¡...Tali!-Alzó la voz-¿Estás...?-No le dio tiempo a acabar la frase cuando, de pronto, sintió cómo el suelo temblaba de nuevo bajo sus pies.
Su rostro cambió completamente a uno que demostraba alerta. Dio unos pasos hacia atrás y miró en todas direcciones para ver qué pasaba.
Sin más, tres tentáculos más salieron del estanque, rompiendo con su fuerza toda la capa de hielo que aún cubría a este. El trío tuvo que tener cuidado con los trozos de hielo que cayeron del cielo debido a la gran elevación de aquellos nuevos apéndices.
-¡Mierda!-Se puso en una posición tensa, lista para combatir, pero de poco sirvió, ya que uno de aquellos tentáculos se lanzó con fiereza a por ella y la agarró, acto seguido, se sumergió en el estanque.
Helena no fue la única presa de este ataque, ya que los otros dos tentáculos agarraron a Taliesin y Greg respectivamente y también se sumergieron en el estanque, dejando a aquel lugar, en un solo momento, con la armonía y tranquilidad que cuando llegaron, a excepción del apéndice ya cortado y los restos de hielo por la zona.
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Todo fue tan repentino e inesperado que a la Rhodes no le dio tiempo a asimilar nada. De nuevo, era arrastrada contra su voluntad en un férreo agarre por los túneles submarinos.
Finalmente, tras aquel viaje, el tentáculo sacó a la bruja, al vampiro y al humano del agua en una especie de caverna subterránea enorme, igual a la que se encontró con Taliesin, con la diferencia de que aquí había mucho más terreno "seco", y las dimensiones eran mucho mayores.
Apostada en mitad del lugar había una gigantesca criatura marina con aspecto de pulpo o calamar, con multitud de tentáculos, algunos moviéndose y otros simplemente tirados en el suelo para darle estabilidad al cuerpo.
Los tres tentáculos que agarraban a las nuevas presas del monstruo llevaron a las susodichas hasta lo que parecían ser los ojos de la criatura; terroríficos y rojizos.
Helena sintió terror, miedo y angustia. Algo dentro de sí se activo, su cabeza empezó a dar vueltas y su temperatura corporal descendió, adoptando el aspecto gélido de antes. Entonces, se puso escuchar una voz que recorrió toda la caverna, una voz celestial, casi coral que parecía provenir de un plano de existencia ajeno. -¡Taliesin!¡Helena! ¡Ayuda! La bruja cerró los ojos, le empezó a doler con intensidad toda la cabeza. Por un segundo, todo lo que a su alrededor ocurría le pareció ajeno y de menor importancia, sentía que cómo el éter se le arremolinaba a su alrededor, podría perder el control de nuevo... pero no podía evitarlo, era una reacción en cadena imposible de detener. Cuando abrió los ojos otra vez, la brillantez de estos, como faros en un acantilado en mitad de la noche, confirmaron la transformación. | [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] |
Helena ahora lucharía con todas sus fuerzas por zafarse del agarre de la bestia antes de que esta se la comiera.
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Helena Rhodes
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Re: La dama pálida [Privado] [Cerrado]
El tentáculo cedió, partido en dos. El hielo bajo los pies de Taliesin crujió una vez más, y el vampiro estuvo seguro de que ya el apéndice lo aplastaría, ya se hundiría en el lago. Fue entonces cuando un chorro de agua impactó en su pecho y lo empujó hacia la orilla, apartándolo de ambos peligros. El apéndice cayó e hizo retumbar el hielo, que resistió el impacto. En su mano tenía la espada de Greg. Habían perseverado.
- Retirémo - "nos mientras está tranquilo", iba a decir.
Tres tentáculos surgieron del hielo, que ya frágil cedió fácilmente a la fuerza de la bestia. Taliesin no pudo ver qué pasó con los demás; uno de ellos lo agarró, enroscándose alrededor de su torso, y tiró de él al interior del lago. Su visión se veló por la entrada en el agua; aguantó la respiración mientras sentía la velocidad con la que aquel tentáculo lo desplazaba. Perdió el sentido del arriba y el abajo, pero se concentró en no soltar la espada de Greg. Y tan subitamente como lo habían sumergido, lo sacaron del agua y volvió a sentir el aire en sus pulmones.
- ¡Ayuda! - Pidió aquella voz en su mente, aquella voz que ya conocía y que había desatendido tanto tiempo.
Sintió, de golpe, toda la angustia y el miedo que había reprimido en aquellos meses. Recordó a Lugos y a Duchard, la muerte del primero y la pena del segundo. Se sintió roto en mil piezas perdidas por el mundo, lleno de rencor y dolor, y tan cerca de una de ellas que el deseo de reunirse lo cegó, y comprendió que debía, costara lo que costara, recuperarla.
Unos ojos rojos se mostraton ante él, y vió también a Greg y a Helena. El tentáculo lo agitó en el aire. Era enorme, pero si habían podido cortar uno de ellos, podían volverlo a hacer.
- ¡Bestia inmunda! - gritaba Greg, ya haciendo todo lo posible por que lo dejara ir.
El ser profirió un bramido sordo y soltó a Greg, quien cayó al suelo de la caverna. Otro de los tentáculos se levantó y fue a agarrarlo, pero el mercenario, como una hormiga frente a un elefante, corrió hacia un lado para salir del campo de visión del monstruo. El ser comenzó a girar lentamente, olvidando momentáneamente a Taliesin, quien seguía en su poder, y a Helena.
La estrategia que siguió el vampiro fue muy diferente de la de su amigo el mercenario. Se armó de paciencia y resistió el dolor de la presión en el pecho. Cada movimiento del tentáculo hacía que su visión se agitara de lado a lado, pero no se defendió. Esperó en tensión a que en uno de sus movimientos, el monstruo lo acercara lo suficiente a sus ojos. Y el momento llegó cuando el ser comenzó a girarse por culpa de Greg. Al verla tan cercana, Taliesin lanzó la espada contra aquella esfera roja, que explotó como un tomate maduro al cortarlo por la mitad.
Herido, enfurecido, tuerto, el ser agitó todos sus tentáculos. Taliesin perdió la visión de lo que ocurría; el mundo dió vueltas a su alrededor y se encontró impotente y vulnerable como un muñeco de trapo. Sintió la presión sobre el pecho intensificarse y gritó. Sus oídos se llenaron de un pitido desesperado.
- ¡Tali! - Gritó Greg, pero él no lo oyó -. ¡Helena, haz que lo suelte o se lo carga!
Pero se dió cuenta entonces de que la bruja estaba recubierta de una escarcha helada. No era exactamente ella. La observó durante unas preciadas milésimas de segundo antes de decidir que, si era necesario, tomaría el asunto en sus manos. Esquivando los tentáculos que no dejaban de moverse, comenzó a escalar hacia la cabeza del monstruo.
- Retirémo - "nos mientras está tranquilo", iba a decir.
Tres tentáculos surgieron del hielo, que ya frágil cedió fácilmente a la fuerza de la bestia. Taliesin no pudo ver qué pasó con los demás; uno de ellos lo agarró, enroscándose alrededor de su torso, y tiró de él al interior del lago. Su visión se veló por la entrada en el agua; aguantó la respiración mientras sentía la velocidad con la que aquel tentáculo lo desplazaba. Perdió el sentido del arriba y el abajo, pero se concentró en no soltar la espada de Greg. Y tan subitamente como lo habían sumergido, lo sacaron del agua y volvió a sentir el aire en sus pulmones.
- ¡Ayuda! - Pidió aquella voz en su mente, aquella voz que ya conocía y que había desatendido tanto tiempo.
Sintió, de golpe, toda la angustia y el miedo que había reprimido en aquellos meses. Recordó a Lugos y a Duchard, la muerte del primero y la pena del segundo. Se sintió roto en mil piezas perdidas por el mundo, lleno de rencor y dolor, y tan cerca de una de ellas que el deseo de reunirse lo cegó, y comprendió que debía, costara lo que costara, recuperarla.
Unos ojos rojos se mostraton ante él, y vió también a Greg y a Helena. El tentáculo lo agitó en el aire. Era enorme, pero si habían podido cortar uno de ellos, podían volverlo a hacer.
- ¡Bestia inmunda! - gritaba Greg, ya haciendo todo lo posible por que lo dejara ir.
El ser profirió un bramido sordo y soltó a Greg, quien cayó al suelo de la caverna. Otro de los tentáculos se levantó y fue a agarrarlo, pero el mercenario, como una hormiga frente a un elefante, corrió hacia un lado para salir del campo de visión del monstruo. El ser comenzó a girar lentamente, olvidando momentáneamente a Taliesin, quien seguía en su poder, y a Helena.
La estrategia que siguió el vampiro fue muy diferente de la de su amigo el mercenario. Se armó de paciencia y resistió el dolor de la presión en el pecho. Cada movimiento del tentáculo hacía que su visión se agitara de lado a lado, pero no se defendió. Esperó en tensión a que en uno de sus movimientos, el monstruo lo acercara lo suficiente a sus ojos. Y el momento llegó cuando el ser comenzó a girarse por culpa de Greg. Al verla tan cercana, Taliesin lanzó la espada contra aquella esfera roja, que explotó como un tomate maduro al cortarlo por la mitad.
Herido, enfurecido, tuerto, el ser agitó todos sus tentáculos. Taliesin perdió la visión de lo que ocurría; el mundo dió vueltas a su alrededor y se encontró impotente y vulnerable como un muñeco de trapo. Sintió la presión sobre el pecho intensificarse y gritó. Sus oídos se llenaron de un pitido desesperado.
- ¡Tali! - Gritó Greg, pero él no lo oyó -. ¡Helena, haz que lo suelte o se lo carga!
Pero se dió cuenta entonces de que la bruja estaba recubierta de una escarcha helada. No era exactamente ella. La observó durante unas preciadas milésimas de segundo antes de decidir que, si era necesario, tomaría el asunto en sus manos. Esquivando los tentáculos que no dejaban de moverse, comenzó a escalar hacia la cabeza del monstruo.
Taliesin Skatha
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Re: La dama pálida [Privado] [Cerrado]
-¡Helena, haz que lo suelte o se lo carga!
Lo escuchó. Pudo escucharlo, pudo suplicarse a sí misma que hiciera caso a aquella palabras, que por una vez pensara con claridad y no con el instinto básico que siempre la dominaba en ese estado. No fue muy eficaz, pero al menos estuvo los suficientes segundos quieta, enfriando su cuerpo de tal forma que la criatura no tuvo otra opción que soltarla para aliviar la molestia que suponía sostener
un témpano de hielo.
La bruja cayó con una rodilla y sus dos manos apoyadas en el suelo, con la mirada baja. Acto seguido, levantó la vista directamente hacia la bestia. Greg estaba tratando de subir por su cabeza.
La Rhodes se puso en pie y extendió de forma grácil sus brazos hacia los lados. Estaba empezando a juguetear con el agua, siempre con un semblante frío y neutro.
Con sus propias manos empezó a dominar el agua, la cual salía del lago subterráneo a chorros, los cuales en mitad de su vuelo hacia Helena se congelaban para formar estructuras de hielo lo suficientemente grandes y resistentes como para que la bruja pudiese poner su propio pie. Si pisaba de la forma adecuada y no se detenía, no tendría por qué resbalarse, así que repitió el proceso de forma mucho más rápida y fluida, creando escalón tras escalón flotante, subiendo alrededor de los tentáculos y esquivándolos, todo en una sucesión de movimientos que requerían gran concentración y habilidad. Seguramente en su estado normal habría errado nada más empezar.
Finalmente, al llegar al último escalón, el cual se parecía más a una plataforma de hielo flotante, pisó con fuerza y con una pasada de su mano izquierda con la palma extendida por delante suya, creó numerosas estacas que levitaban a su alrededor. Sin más, las lanzó con un rápido movimiento de su brazo hacia adelante hacia el ojo sano de la bestia. Todas, o al menos la gran mayoría, impactaron en este haciendo que, como si de un tomate podrido se tratara, explotara sin mucha más resistencia [1].
El dolor de la bestia se hizo notable con sus berridos y la intensidad y fuerza con la que se movían los tentáculos. Su agarre para con Taliesin ahora sería nulo, Helena pudo ver con su fría mirada cómo el cuerpo de este caía. En ese momento de despiste, uno de los tentáculos de la criatura impactó en su plataforma haciendo que esta se partiese en mil añicos, tirando así a la bruja, que también recibió el golpe del apéndice, con brutalidad hacia abajo como si de un proyectil se tratara.
Por suerte, la Rhodes aterrizó en el agua, hundiéndose. Dependía de Greg dar el golpe final o poner a salvo a Taliesin.
O no.
De pronto, todo el agua que allí había empezó a levitar hacia arriba. Cuando tomó la suficiente altura, poco a poco se solidificó hasta quedar una densa masa de hielo. la pálida Helena salió hacia tierra firma de un salto, con los brazos en alto, y con un rostro que denotaba todo el esfuerzo por el que debería estar pasando. Cuando lo vio claro, bajó brutalmente las manos hacia posiciones opuestas, cerca de sus caderas, y las grandes masas de hielo se derrumbaron con intención de sepultar a la bestia.
_______________________________________________________
Off:- Habilidad Usada [1]: Estaca de hielo.
Lo escuchó. Pudo escucharlo, pudo suplicarse a sí misma que hiciera caso a aquella palabras, que por una vez pensara con claridad y no con el instinto básico que siempre la dominaba en ese estado. No fue muy eficaz, pero al menos estuvo los suficientes segundos quieta, enfriando su cuerpo de tal forma que la criatura no tuvo otra opción que soltarla para aliviar la molestia que suponía sostener
un témpano de hielo.
La bruja cayó con una rodilla y sus dos manos apoyadas en el suelo, con la mirada baja. Acto seguido, levantó la vista directamente hacia la bestia. Greg estaba tratando de subir por su cabeza.
La Rhodes se puso en pie y extendió de forma grácil sus brazos hacia los lados. Estaba empezando a juguetear con el agua, siempre con un semblante frío y neutro.
Con sus propias manos empezó a dominar el agua, la cual salía del lago subterráneo a chorros, los cuales en mitad de su vuelo hacia Helena se congelaban para formar estructuras de hielo lo suficientemente grandes y resistentes como para que la bruja pudiese poner su propio pie. Si pisaba de la forma adecuada y no se detenía, no tendría por qué resbalarse, así que repitió el proceso de forma mucho más rápida y fluida, creando escalón tras escalón flotante, subiendo alrededor de los tentáculos y esquivándolos, todo en una sucesión de movimientos que requerían gran concentración y habilidad. Seguramente en su estado normal habría errado nada más empezar.
Finalmente, al llegar al último escalón, el cual se parecía más a una plataforma de hielo flotante, pisó con fuerza y con una pasada de su mano izquierda con la palma extendida por delante suya, creó numerosas estacas que levitaban a su alrededor. Sin más, las lanzó con un rápido movimiento de su brazo hacia adelante hacia el ojo sano de la bestia. Todas, o al menos la gran mayoría, impactaron en este haciendo que, como si de un tomate podrido se tratara, explotara sin mucha más resistencia [1].
El dolor de la bestia se hizo notable con sus berridos y la intensidad y fuerza con la que se movían los tentáculos. Su agarre para con Taliesin ahora sería nulo, Helena pudo ver con su fría mirada cómo el cuerpo de este caía. En ese momento de despiste, uno de los tentáculos de la criatura impactó en su plataforma haciendo que esta se partiese en mil añicos, tirando así a la bruja, que también recibió el golpe del apéndice, con brutalidad hacia abajo como si de un proyectil se tratara.
Por suerte, la Rhodes aterrizó en el agua, hundiéndose. Dependía de Greg dar el golpe final o poner a salvo a Taliesin.
O no.
De pronto, todo el agua que allí había empezó a levitar hacia arriba. Cuando tomó la suficiente altura, poco a poco se solidificó hasta quedar una densa masa de hielo. la pálida Helena salió hacia tierra firma de un salto, con los brazos en alto, y con un rostro que denotaba todo el esfuerzo por el que debería estar pasando. Cuando lo vio claro, bajó brutalmente las manos hacia posiciones opuestas, cerca de sus caderas, y las grandes masas de hielo se derrumbaron con intención de sepultar a la bestia.
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Off:- Habilidad Usada [1]: Estaca de hielo.
Helena Rhodes
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Re: La dama pálida [Privado] [Cerrado]
Pensó que la presión del tentáculo haría que sus órganos explotaran por dentro. Comenzó a golpealo, a patalear, a gritar, pero nada hacía que lo soltara. Sintió el pánico invadirlo y... de golpe, se escuchó un bramido y tuvo sensación de caída y vértigo. Taliesin sintió el impacto contra el suelo como un dolor real, pero lejano en comparación con la presión anterior. Se quedó tendido, respirando fuertemente y sintiendo el dolor desvanaverse poco a poco. El pitido en sus oídos persistió durante largos segundos, hasta que de pronto tenía a Greg a su lado ayudándolo a levantarse.
Aceptó su ayuda justo a tiempo. El mercenario tiró de él para desplazarlo segundos antes de que algunos pedazos de hielo desprendido cayeran cerca de ellos. Al girarse, vieron cómo la mayor parte de los bloques habían caído sobre la criatura directamente, sepultándola; varios tentáculos habían quedado fuera y se movían espasmódicamente. Ya no eran movimientos coordinados, sino un retazo de vida en un sistema nervioso que se apagaba.
- ¡Ayuda!
La voz volvió a resonar. Quizás no había parado en todo el enfrentamiento, pero Taliesin no estaba seguro. Antes de atender a su llamada, tenía al menos otra prioridad que considerar. Se aferró a Greg y, aprovechando el momento de relativa calma, le dio su espada. Por eso estaban allí, después de todo. El mercenario le sonrió de vuelta y le devolvió al vampiro la suya.
La siguiente cuestión era Helena. La bruja parecía agotada, incluso en aquel estado en el que su energía se potenciaba. Su piel y cabello volvían a tener aquella tonalidad helada que a Taliesin le transmitía una clara sensación de hostilidad, y asió la espada preguntándose si tendría que usarla.
- He oído una voz. ¿Hay alguien más ahí? ¿O estoy loco?
Taliesin no encontró el aliento para contestar. Por primera vez en mucho tiempo, sacó una pequeña bolsa negra, y ladeándola sobre su palma dejó caer una brújula. Greg la miró extrañado: era la primera vez que la veía. La aguja apuntaba directamente hacia donde había quedado sepultado el monstruo. Era una confirmación practicamente innecesaria: su propio ser parecía atraído hacia allá, como si un gancho invisible estuviera tirando de él.
- Probablemente - comenzó con dificultad -, algo dentro o detrás del... pulpo...
Greg puso cara de no estar entendiendo nada, pero Taliesin sólo respondió con un movimiento de la cabeza para indicarle su intención de acercarse al cadáver.
Aceptó su ayuda justo a tiempo. El mercenario tiró de él para desplazarlo segundos antes de que algunos pedazos de hielo desprendido cayeran cerca de ellos. Al girarse, vieron cómo la mayor parte de los bloques habían caído sobre la criatura directamente, sepultándola; varios tentáculos habían quedado fuera y se movían espasmódicamente. Ya no eran movimientos coordinados, sino un retazo de vida en un sistema nervioso que se apagaba.
- ¡Ayuda!
La voz volvió a resonar. Quizás no había parado en todo el enfrentamiento, pero Taliesin no estaba seguro. Antes de atender a su llamada, tenía al menos otra prioridad que considerar. Se aferró a Greg y, aprovechando el momento de relativa calma, le dio su espada. Por eso estaban allí, después de todo. El mercenario le sonrió de vuelta y le devolvió al vampiro la suya.
La siguiente cuestión era Helena. La bruja parecía agotada, incluso en aquel estado en el que su energía se potenciaba. Su piel y cabello volvían a tener aquella tonalidad helada que a Taliesin le transmitía una clara sensación de hostilidad, y asió la espada preguntándose si tendría que usarla.
- He oído una voz. ¿Hay alguien más ahí? ¿O estoy loco?
Taliesin no encontró el aliento para contestar. Por primera vez en mucho tiempo, sacó una pequeña bolsa negra, y ladeándola sobre su palma dejó caer una brújula. Greg la miró extrañado: era la primera vez que la veía. La aguja apuntaba directamente hacia donde había quedado sepultado el monstruo. Era una confirmación practicamente innecesaria: su propio ser parecía atraído hacia allá, como si un gancho invisible estuviera tirando de él.
- Probablemente - comenzó con dificultad -, algo dentro o detrás del... pulpo...
Greg puso cara de no estar entendiendo nada, pero Taliesin sólo respondió con un movimiento de la cabeza para indicarle su intención de acercarse al cadáver.
Taliesin Skatha
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Re: La dama pálida [Privado] [Cerrado]
Pequeños cristales de hielo del tamaño de gotas de lluvia se levantaron, inundando el ambiente como si de una capa de "niebla" se tratara, aunque caían hacia el suelo lentamente como si de copos de nieve se tratara. Los chillidos y gemidos de la bestia que se habían producido durante la caída del hielo indicaba que había muerto entre sufrimiento y dolor.
Con el desgaste de éter y energías que supuso todo el ataque, Helena quedó de rodillas, con los codos apoyados en el suelo y respirando de forma pesada en un intento por recuperarse.
Poco a poco, el color de su cabello iba cambiando a su rubio natural, y la piel iba adquiriendo un tono menos pálido. El brillo en sus ojos desapareció y la temperatura de todo su cuerpo aumentó.
-¿Te encontraste con un destino terrible, verdad?
La Rhodes levantó la mirada hacia adelante, sin aún tener las fuerzas suficientes como para levantarse. Enfrente se encontraba el cadáver de la bestia sepultado.
-Yo puedo ayudarte a liberarte de tu aflicción, pero antes debes de cumplir tu parte.
-N-no voy... a ser...-Tomó aire-No voy a ser la esclava...-Apretó la mandíbula-¡...de nadie!-Sentía cómo las fuerzas se le escapaban con cada palabra soltada.
-Estás sometida a mi maldición, así que de una forma u otra estás sometida a mi destino, te guste o no.
-Hasta que reúna tus partes...-Tomó impulso hacia arriba e intentó mantenerse de rodillas.
No hubo respuesta alguna, tan solo el sonido de la respiración agitada por parte de la propia bruja.
Miró a su alrededor, buscando a Taliesin y Greg.
-¡Chicos! ¿Estáis bien?-Alzó la voz para que pudieran escucharla allá donde estuvieran.
Con el desgaste de éter y energías que supuso todo el ataque, Helena quedó de rodillas, con los codos apoyados en el suelo y respirando de forma pesada en un intento por recuperarse.
Poco a poco, el color de su cabello iba cambiando a su rubio natural, y la piel iba adquiriendo un tono menos pálido. El brillo en sus ojos desapareció y la temperatura de todo su cuerpo aumentó.
-¿Te encontraste con un destino terrible, verdad?
La Rhodes levantó la mirada hacia adelante, sin aún tener las fuerzas suficientes como para levantarse. Enfrente se encontraba el cadáver de la bestia sepultado.
-Yo puedo ayudarte a liberarte de tu aflicción, pero antes debes de cumplir tu parte.
-N-no voy... a ser...-Tomó aire-No voy a ser la esclava...-Apretó la mandíbula-¡...de nadie!-Sentía cómo las fuerzas se le escapaban con cada palabra soltada.
-Estás sometida a mi maldición, así que de una forma u otra estás sometida a mi destino, te guste o no.
-Hasta que reúna tus partes...-Tomó impulso hacia arriba e intentó mantenerse de rodillas.
No hubo respuesta alguna, tan solo el sonido de la respiración agitada por parte de la propia bruja.
Miró a su alrededor, buscando a Taliesin y Greg.
-¡Chicos! ¿Estáis bien?-Alzó la voz para que pudieran escucharla allá donde estuvieran.
Helena Rhodes
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Re: La dama pálida [Privado] [Cerrado]
Helena recuperó su tono de voz y su color de pelo y piel. Aquello tranquilizó a Taliesin, y Greg también bajó la guardia del todo al verlo. No había más amenazas a la vista, y podían proceder con calma.
- Estamos todos bien - respondió el vampiro -. Ha sido un giro inesperado. Imagino que por eso te sentías atraída al lago.
Aquello sonaba a jeroglíficos para Greg, quien no sabía de qué estaban hablando. Aquel tema no era algo que Taliesin hubiera mencionado en el tiempo en el que se conocían: nada de dioses perdidos, ni de brújulas, ni de maldiciones. El mercenario se quedó en silencio, pero se sintió marcadamente apartado de toda aquella situación.
- Estamos buscando una moneda - explicó Taliesin. Decidió que lo más simple sería usar medias verdades -, es parte de un tesoro maldito. A Helena y a mí nos encargaron buscarlo, pero es algo que hemos ignorado hasta ahora. Por culpa de la naturaleza del mismo, nos sentimos atraídos hacia él, lo queramos o no. Y por eso Helena estaba en el lago. Es posible que sea lo que le da tanto... poder a este lugar.
- No era tan complicado entonces - y sonrió -. Vale, pues si está maldito, yo no voy a tocarlo.
- Sabia elección.
Taliesin no necesitó sacar la brújula para saber dónde estaría la moneda. Sintió como si algo tiraba de él hacia el lugar exacto, una voz susurrándole palabras ininteligibles que le indicaban dónde mirar. Fue a uno de los tentáculos, y sacó su daga para poder rescatar la moneda de donde se había quedado atascada. Varias ventosas y durezas habían crecido alrededor, de forma que la moneda estaba practicamente oculta en su totalidad, en contacto directo con la piel del monstruo. Taliesin tuvo que cortar la carne alrededor para que cayera al suelo; la recogió y fue a lavarla en el agua.
Era idéntica a la moneda del medallón. Reconoció el dibujo impreso sobre ella, y sintió la imperante necesidad de no desprenderse de ella.
------------
Una vez tuvieron todo lo que habían ido a buscar, salieron del lago y retornaron hacia la ciudad. La casa de Cleóbulo parecía un buen lugar en el que reunirse y resumir y aclarar lo que había ocurrido, así como lo que harían a continuación. Además, Taliesin tenía que recoger su capa, y Helena, quisiera o no, probablemente tendría que retomar alguna medicina. No había pasado mucho más de un día desde que la mordiera la anguila.
El anciano les dio la bienvenida a su hogar, y no tuvo inconveniente en acogerlos y ofrecerles algo caliente para beber. Todos ellos estaban aún húmedos de la entrada del lago, y algo doloridos de la batalla con el monstruo; especialmente Taliesin, quien sentía la sensiblidad en la piel propia de incipientes moratones. Al explicárselo, Cleóbulo le ofreció unas medicinas y avivó el fuego, junto al que se sentaron.
- Encontrarás los restos del monstruo bajo el lago - le explicó Taliesin cuando el hombre mostró interés por el mismo: podía ser interesante para alguna investigación.
Pero además de aquello, quería hablar con Helena. No estaba seguro de que aquel fuera el lugar, pero la conversación salió sola. Parecía que el anciano era de fiar, así como lo era Greg, con lo que pudieron hablar abiertamente.
- Quizás hemos estado ignorando este tema demasiado tiempo. No nos dieron un límite de tiempo para encontrarlo, pero... Sí nos dieron consecuencias si no lo hacíamos. No sé. Si te parece, me quedaré yo con esta. Ya la he tocado y... ya sabes cómo es eso. Podemos proceder de dos maneras. Los dos buscamos piezas al mismo tiempo que seguimos nuestras vidas, y acordamos reunirnos en un lugar prefijado, cada X cantidad de tiempo, para poner nuestros progresos en común. O viajamos juntos para realizar la búsqueda en común. No sé qué planes tienes. Nosotros - miró a Greg -, nos vamos moviendo sin un lugar específico en mente. Mientras no sea Lunargenta. Así que podemos adaptarnos.
Miró a Helena durante un breve silencio. Tenía la sensación de que la bruja no era el tipo de persona que trabajaba mucho en equipo, y menos aún viajaba con compañeros. Quizás la estaba presionando sin quererlo. No tenían por qué llegar a ninguna conclusión ahora, pero quería al menos exponer la situación. Desde el punto de vista de Taliesin, la fuerza estaba en los números, y sintió que no tenía que decirlo explícitamente para que su tono revelara que él prefería la segunda opicón.
- Piénsalo si quieres. No tenemos prisa.
- Estamos todos bien - respondió el vampiro -. Ha sido un giro inesperado. Imagino que por eso te sentías atraída al lago.
Aquello sonaba a jeroglíficos para Greg, quien no sabía de qué estaban hablando. Aquel tema no era algo que Taliesin hubiera mencionado en el tiempo en el que se conocían: nada de dioses perdidos, ni de brújulas, ni de maldiciones. El mercenario se quedó en silencio, pero se sintió marcadamente apartado de toda aquella situación.
- Estamos buscando una moneda - explicó Taliesin. Decidió que lo más simple sería usar medias verdades -, es parte de un tesoro maldito. A Helena y a mí nos encargaron buscarlo, pero es algo que hemos ignorado hasta ahora. Por culpa de la naturaleza del mismo, nos sentimos atraídos hacia él, lo queramos o no. Y por eso Helena estaba en el lago. Es posible que sea lo que le da tanto... poder a este lugar.
- No era tan complicado entonces - y sonrió -. Vale, pues si está maldito, yo no voy a tocarlo.
- Sabia elección.
Taliesin no necesitó sacar la brújula para saber dónde estaría la moneda. Sintió como si algo tiraba de él hacia el lugar exacto, una voz susurrándole palabras ininteligibles que le indicaban dónde mirar. Fue a uno de los tentáculos, y sacó su daga para poder rescatar la moneda de donde se había quedado atascada. Varias ventosas y durezas habían crecido alrededor, de forma que la moneda estaba practicamente oculta en su totalidad, en contacto directo con la piel del monstruo. Taliesin tuvo que cortar la carne alrededor para que cayera al suelo; la recogió y fue a lavarla en el agua.
Era idéntica a la moneda del medallón. Reconoció el dibujo impreso sobre ella, y sintió la imperante necesidad de no desprenderse de ella.
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Una vez tuvieron todo lo que habían ido a buscar, salieron del lago y retornaron hacia la ciudad. La casa de Cleóbulo parecía un buen lugar en el que reunirse y resumir y aclarar lo que había ocurrido, así como lo que harían a continuación. Además, Taliesin tenía que recoger su capa, y Helena, quisiera o no, probablemente tendría que retomar alguna medicina. No había pasado mucho más de un día desde que la mordiera la anguila.
El anciano les dio la bienvenida a su hogar, y no tuvo inconveniente en acogerlos y ofrecerles algo caliente para beber. Todos ellos estaban aún húmedos de la entrada del lago, y algo doloridos de la batalla con el monstruo; especialmente Taliesin, quien sentía la sensiblidad en la piel propia de incipientes moratones. Al explicárselo, Cleóbulo le ofreció unas medicinas y avivó el fuego, junto al que se sentaron.
- Encontrarás los restos del monstruo bajo el lago - le explicó Taliesin cuando el hombre mostró interés por el mismo: podía ser interesante para alguna investigación.
Pero además de aquello, quería hablar con Helena. No estaba seguro de que aquel fuera el lugar, pero la conversación salió sola. Parecía que el anciano era de fiar, así como lo era Greg, con lo que pudieron hablar abiertamente.
- Quizás hemos estado ignorando este tema demasiado tiempo. No nos dieron un límite de tiempo para encontrarlo, pero... Sí nos dieron consecuencias si no lo hacíamos. No sé. Si te parece, me quedaré yo con esta. Ya la he tocado y... ya sabes cómo es eso. Podemos proceder de dos maneras. Los dos buscamos piezas al mismo tiempo que seguimos nuestras vidas, y acordamos reunirnos en un lugar prefijado, cada X cantidad de tiempo, para poner nuestros progresos en común. O viajamos juntos para realizar la búsqueda en común. No sé qué planes tienes. Nosotros - miró a Greg -, nos vamos moviendo sin un lugar específico en mente. Mientras no sea Lunargenta. Así que podemos adaptarnos.
Miró a Helena durante un breve silencio. Tenía la sensación de que la bruja no era el tipo de persona que trabajaba mucho en equipo, y menos aún viajaba con compañeros. Quizás la estaba presionando sin quererlo. No tenían por qué llegar a ninguna conclusión ahora, pero quería al menos exponer la situación. Desde el punto de vista de Taliesin, la fuerza estaba en los números, y sintió que no tenía que decirlo explícitamente para que su tono revelara que él prefería la segunda opicón.
- Piénsalo si quieres. No tenemos prisa.
Taliesin Skatha
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Re: La dama pálida [Privado] [Cerrado]
Estaba exhausta, quizás había sido una locura partir hacia la cueva y enfrentarse a un ser casi mitológico cuando la noche anterior había tenido fiebre a causa de la mordedura de la morena. Pero allí estaba... sana y salva, tomando un té que cleóbulo había preparado para ella, elaborado con diversas plantas medicinales que la ayudarían.
Se lo explicaron todo al erudito, y este no se cortó al abroncar a Helena en su toma de decisión, esta no tenía muchas ganas de discusión y, molesta, aguantó como pudo.
De pronto, Taliesin saltó con el tema de los medallones y el deber al que ambos estaban sujetos por gracia divina (si es que aquel ente era de verdad un dios).
La bruja se quedó mirando al vampiro durante un largo tiempo, mientras que un poderoso silencio se hacía con la escena. Esta primera enarcó una ceja, como si estuviese sopesando la situación a la vez que juzgando la petición del hombre de barba perfectamente milimetrada.
¿Qué opciones tenía? Realmente, tampoco disponía de un rumbo claro, y el ocuparse de aquel asunto parecía ser una prioridad bastante fuerte. Al contrario que su otra maldición, esta sí que parecía poder saldarse. Además, el viajar con Taliesin y Greg no tenía por qué apartarla de sus otros objetivos. La única condición: "no pisar Lunargenta". No sabía por qué, y quizás no era el momento de preguntarlo.
Por otro lado, no le gustaba trabajar en equipo. Tener que depender de otras personas o estar al pendiente de alguien ajeno a ella la ponía de los nervios. Además, el temperamento de la bruja no era fácil de aguantar. Eso, sumado a que ahora tenía un nuevo problema de tintes azulados en su interior, le quitaban las ganas de tener compañía.
Tan solo le quedaba un sorbo a su té. Sin aún responder a Taliesin, agarró la taza y bebió. Cuando terminó, la dejó suavemente sobre la mesa.
-No hay nada que pensar.-Fue su primera contestación-Si no actuamos, esto se puede complicar. Quiero quitármelo cuanto antes de en medio; así que voy con vosotros.
-Yo soy muy viejo como para viajar...-Interrumpió Cleóbulo-Pero me gustaría saber de vosotros y de todo lo que averigüéis sobre este enigmático tema. Siempre seréis bienvenidos a mi humilde morada, estaré encantado de compartir conocimientos.
-Eres muy amable, Cleóbulo.-Asintió, con un semblante neutro.
-No es nada.-Asintió también, con solemnidad. Acto seguido, se levantó de la mesa para recoger los utensilios vacíos.-Por cierto, Helena.-Llamó de nuevo la atención de la rubia-Investigaré tu aflicción, la próxima vez que vuelvas, puede que tenga algunas respuestas.
Eso sí que llamó la atención de la Rhodes, que siguió con la mirada al erudito.
-G-gracias.
Se lo explicaron todo al erudito, y este no se cortó al abroncar a Helena en su toma de decisión, esta no tenía muchas ganas de discusión y, molesta, aguantó como pudo.
De pronto, Taliesin saltó con el tema de los medallones y el deber al que ambos estaban sujetos por gracia divina (si es que aquel ente era de verdad un dios).
La bruja se quedó mirando al vampiro durante un largo tiempo, mientras que un poderoso silencio se hacía con la escena. Esta primera enarcó una ceja, como si estuviese sopesando la situación a la vez que juzgando la petición del hombre de barba perfectamente milimetrada.
¿Qué opciones tenía? Realmente, tampoco disponía de un rumbo claro, y el ocuparse de aquel asunto parecía ser una prioridad bastante fuerte. Al contrario que su otra maldición, esta sí que parecía poder saldarse. Además, el viajar con Taliesin y Greg no tenía por qué apartarla de sus otros objetivos. La única condición: "no pisar Lunargenta". No sabía por qué, y quizás no era el momento de preguntarlo.
Por otro lado, no le gustaba trabajar en equipo. Tener que depender de otras personas o estar al pendiente de alguien ajeno a ella la ponía de los nervios. Además, el temperamento de la bruja no era fácil de aguantar. Eso, sumado a que ahora tenía un nuevo problema de tintes azulados en su interior, le quitaban las ganas de tener compañía.
Tan solo le quedaba un sorbo a su té. Sin aún responder a Taliesin, agarró la taza y bebió. Cuando terminó, la dejó suavemente sobre la mesa.
-No hay nada que pensar.-Fue su primera contestación-Si no actuamos, esto se puede complicar. Quiero quitármelo cuanto antes de en medio; así que voy con vosotros.
-Yo soy muy viejo como para viajar...-Interrumpió Cleóbulo-Pero me gustaría saber de vosotros y de todo lo que averigüéis sobre este enigmático tema. Siempre seréis bienvenidos a mi humilde morada, estaré encantado de compartir conocimientos.
-Eres muy amable, Cleóbulo.-Asintió, con un semblante neutro.
-No es nada.-Asintió también, con solemnidad. Acto seguido, se levantó de la mesa para recoger los utensilios vacíos.-Por cierto, Helena.-Llamó de nuevo la atención de la rubia-Investigaré tu aflicción, la próxima vez que vuelvas, puede que tenga algunas respuestas.
Eso sí que llamó la atención de la Rhodes, que siguió con la mirada al erudito.
-G-gracias.
Helena Rhodes
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