Refugio [Privado] [5/5] [CERRADO]
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Refugio [Privado] [5/5] [CERRADO]
- Propuesta de Música:
Las vibraciones que recorrían la espalda de los que habitaban el pantano aquella noche era cuanto menos extraña. Había tanto ruido como silencio, un silencio sepulcral que daba paso a que cualquier insecto se volviera percibible, a que cada paso sonara como el de un gigante, a que la respiración nublara tu oído. Un silencio incómodo que provocaba temor a que en cualquier momento fuera interrumpido. Escaso viento era el que se atrevía a adentrarse en el pantano, acariciando la superficie de los árboles, fluyendo ágilmente entre la geografía que marcaba el suelo. La carencia de la luna debido a una importante densidad de nubes volvía el paisaje oscuro, las leyendas de lo que habitaba en aquellas aguas que formaban la ciénaga lograban aguardar cierto recelo en los caminantes que aún no habían acampado para pasar la noche.
Caín alcanzó un campamento justo cuando aún aguardaba cierta luz, siendo prudente debido a su edad, sin ganas de sufrir aventuras innecesarias. Un campamento que había sido improvisado por un mensajero y su pequeña escolta de vuelta, un mensaje que ya había sido entregado. Nada relevante, sencillamente una coincidencia que brindó un refugio por la noche a los afortunados que cruzaran por ahí, pues la bienvenida por parte de esos hombres era cálida. Aquella noche, aquel silencio y aquellas leyendas en ese lugar, también les atemorizaba, prefiriendo expandir el campamento. Caín seguía despierto cuando la luz ya se había disipado por completo, dejando paso a que las pupilas de cada ser se adaptarán y pudieran avanzar torpemente por el terreno.
Dentro del campamento aquello ya no era problema. Lo componían una hoguera, junto varios troncos tumbados improvisados para tomar asiento, algunos componentes de metal, como cantimploras, una sartén al lado de la hoguera y una pequeña estructura improvisada preparada para cocinar en la misma. Además disponían de estructuras donde, junto superficies de ropaje formaban tiendas, para descansar en resguardo. Apurando, aquel campamento tenía aforo para doce personas. Rodeado completamente de las densas aguas de aquella ciénaga, con forma de península y una pequeña conexión a tierra que llevaba hacia una parte más boscosa; pero con suficiente superficie para mantener el campamento amplio.
Ahora dos de los cuatro hombres que acompañaban al mensajero habían salido a cazar cualquier tipo de roedor o criatura viable que habitase en las cercanías, aprovechando para asegurar el perímetro y de paso acrecentar la cena.
Caín se encontraba sentado en uno de aquellos troncos, encarado al fuego. Sus pupilas se habían acostumbrado a tanta luz que para él la oscuridad más allá del linde del campamento era como un firme muro negro. No podía vislumbrar nada. - ¿Por qué como mensajero no habéis tomado un buen corcel y habéis cogido un camino más convencional? - Inquirió el viejo, levantando por un instante la mirada del fuego para observar al mensajero, que debía rondar mediana edad.
El mensajero mientras acababa de acomodar el interior de una de las tiendas, dedicó una leve sonrisa a Caín, ladeando el rostro. - Este viaje empezó con caballos y un camino normal. Sin embargo, cuando dejamos a los caballos en las puertas de nuestro destino, al salir de los muros de aquel pequeño poblado al día siguiente, ya no estaban. No pudimos encontrar nadie que se ofreciera a llevarnos de vuelta, así que decidimos volver a pie. Cruzando este pantano era mucho más rápido. En principio había un encargado del establo pero . . .
Antes de terminar la frase, uno de los acompañantes que había preferido quedarse en el campamento espetó. - ¡Cómo quieres que ese hombre fuera el encargado del establo! ¡Si eso no parecía ni un establo, era una pocilga! - Suspiró frustrado retirando rápidamente la mirada hacia el fuego.
- Teníamos prisa, llevabamos un retraso considerable y no podíamos permitirnos pedir garantía a ese mozo; además, advertiste de ello cuando viste que no teníamos los caballos. No sirve de nada quejarse después. - El mensajero parecía un hombre con bastante calma, respondiendo a su escolta con un tono más bajo y manteniendo la sonrisa.
Caín sacudió ligeramente una mano pidiendo disculpas por haber sido su pregunta la detonante de aquel pequeño sobresalto. - Quizá están tardando un poco los batidores. - Miró hacia aquel muro de oscuridad impenetrable por su percepción, como gesto de cierta preocupación. Más que por el hecho de la integridad de esos hombres, era por la posibilidad de algo que los hubiera puesto en peligro, y por ende, pudiera ponerle en peligro a sí también.
Un pequeño sonido que provenía de todas direcciones empezó a irrumpir el silencio. Gota por gota se precipitaron de aquellas nubes, produciendo un leve y cómodo petardeo al impactar contra las hojas de los árboles, la propia agua, o todo aquello que formaba el campamento. La lluvia aún era muy leve, pero si de una tormenta se tratara, sería un problema si hiciera subir el nivel del agua, y no quedaba de otra opción que aguardar y esperar que la suerte sonriera.
No obstante, la noche por ahora parecía tranquila y normal. Más que el ambiente, no había ninguna señal de la que preocuparse. Aún podrían llegar algunos aventureros más para adoptar el refugio y acrecentar la seguridad con ello, pues quizá, sería necesario.
Caín alcanzó un campamento justo cuando aún aguardaba cierta luz, siendo prudente debido a su edad, sin ganas de sufrir aventuras innecesarias. Un campamento que había sido improvisado por un mensajero y su pequeña escolta de vuelta, un mensaje que ya había sido entregado. Nada relevante, sencillamente una coincidencia que brindó un refugio por la noche a los afortunados que cruzaran por ahí, pues la bienvenida por parte de esos hombres era cálida. Aquella noche, aquel silencio y aquellas leyendas en ese lugar, también les atemorizaba, prefiriendo expandir el campamento. Caín seguía despierto cuando la luz ya se había disipado por completo, dejando paso a que las pupilas de cada ser se adaptarán y pudieran avanzar torpemente por el terreno.
Dentro del campamento aquello ya no era problema. Lo componían una hoguera, junto varios troncos tumbados improvisados para tomar asiento, algunos componentes de metal, como cantimploras, una sartén al lado de la hoguera y una pequeña estructura improvisada preparada para cocinar en la misma. Además disponían de estructuras donde, junto superficies de ropaje formaban tiendas, para descansar en resguardo. Apurando, aquel campamento tenía aforo para doce personas. Rodeado completamente de las densas aguas de aquella ciénaga, con forma de península y una pequeña conexión a tierra que llevaba hacia una parte más boscosa; pero con suficiente superficie para mantener el campamento amplio.
Ahora dos de los cuatro hombres que acompañaban al mensajero habían salido a cazar cualquier tipo de roedor o criatura viable que habitase en las cercanías, aprovechando para asegurar el perímetro y de paso acrecentar la cena.
Caín se encontraba sentado en uno de aquellos troncos, encarado al fuego. Sus pupilas se habían acostumbrado a tanta luz que para él la oscuridad más allá del linde del campamento era como un firme muro negro. No podía vislumbrar nada. - ¿Por qué como mensajero no habéis tomado un buen corcel y habéis cogido un camino más convencional? - Inquirió el viejo, levantando por un instante la mirada del fuego para observar al mensajero, que debía rondar mediana edad.
El mensajero mientras acababa de acomodar el interior de una de las tiendas, dedicó una leve sonrisa a Caín, ladeando el rostro. - Este viaje empezó con caballos y un camino normal. Sin embargo, cuando dejamos a los caballos en las puertas de nuestro destino, al salir de los muros de aquel pequeño poblado al día siguiente, ya no estaban. No pudimos encontrar nadie que se ofreciera a llevarnos de vuelta, así que decidimos volver a pie. Cruzando este pantano era mucho más rápido. En principio había un encargado del establo pero . . .
Antes de terminar la frase, uno de los acompañantes que había preferido quedarse en el campamento espetó. - ¡Cómo quieres que ese hombre fuera el encargado del establo! ¡Si eso no parecía ni un establo, era una pocilga! - Suspiró frustrado retirando rápidamente la mirada hacia el fuego.
- Teníamos prisa, llevabamos un retraso considerable y no podíamos permitirnos pedir garantía a ese mozo; además, advertiste de ello cuando viste que no teníamos los caballos. No sirve de nada quejarse después. - El mensajero parecía un hombre con bastante calma, respondiendo a su escolta con un tono más bajo y manteniendo la sonrisa.
Caín sacudió ligeramente una mano pidiendo disculpas por haber sido su pregunta la detonante de aquel pequeño sobresalto. - Quizá están tardando un poco los batidores. - Miró hacia aquel muro de oscuridad impenetrable por su percepción, como gesto de cierta preocupación. Más que por el hecho de la integridad de esos hombres, era por la posibilidad de algo que los hubiera puesto en peligro, y por ende, pudiera ponerle en peligro a sí también.
Un pequeño sonido que provenía de todas direcciones empezó a irrumpir el silencio. Gota por gota se precipitaron de aquellas nubes, produciendo un leve y cómodo petardeo al impactar contra las hojas de los árboles, la propia agua, o todo aquello que formaba el campamento. La lluvia aún era muy leve, pero si de una tormenta se tratara, sería un problema si hiciera subir el nivel del agua, y no quedaba de otra opción que aguardar y esperar que la suerte sonriera.
No obstante, la noche por ahora parecía tranquila y normal. Más que el ambiente, no había ninguna señal de la que preocuparse. Aún podrían llegar algunos aventureros más para adoptar el refugio y acrecentar la seguridad con ello, pues quizá, sería necesario.
Caín Blackwell
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Re: Refugio [Privado] [5/5] [CERRADO]
Un escalofrío recorrió la espalda de Svaer observando a duras penas su alrededor, había caído la noche lo que dificultaba en gran medida la visibilidad pero alcanzaba a reconocer una senda por la que caminar a través de la ciénaga. Sus pies se hundían en el barro logrando tambalear al aventurero a cada paso que gracias a su lanza la cual portaba cual bastón se recobraba para seguir adelante, cada bocanada de aire parecía romper el silencio que le rodeaba deteniéndose contra uno de los arboles para recobrar el aliento perdido en la travesía.
La oscuridad parecía acecharle como si de un depredador se tratara haciendo imposible percatarse de todo aquello a mas de unos pocos metros, acompañado de un leve suspiro el pomo de la lanza se clavó en el barró para ayudar al viajero a reincorporarse para seguir su travesía antes de encontrar alguna explanada donde poder montar un campamento.
Cada paso iba acompañado de unas leves punzadas con la parte posterior de la lanza para asegurar sus futuros pasos y evitar caer en cualquier peligro que sus ojos no fueran capaces de percibir, durante un tiempo la estrategia pareció dar resultado sin embargo el destino es caprichoso y colocó en su camino unas raíces secas entrelazándose por los adentros del camino, la mala fortuna hizo que su pie izquierdo cediera al apoyar su peso sobre estas hundiéndose violentamente con un súbito crujido, la lanza se escurrió entre los dedos de este haciendo que todo su peso cayera en las tierras humedecidas por las aguas del pantano acompañado de un instintivo grito que salió de sus adentros, unas gotas de agua parecían rociar su cuerpo ahora tendido en el suelo, leves lagrimas parecían salir de sus ojos ante la vulnerable situación limpiando estos del barro que salpicó sobre su cara. Con un gruñido frustrado el aventurero apoyó sus manos en el suelo que cedieron unos centímetros antes de poder sentir un apoyo para intentar zafar el pie que se encontraba atrapado en un amasijo de raíces y barro.
Tras un leve forcejeo las raíces inertes parecieron ceder siendo arrancadas del suelo aun unidas a la zurda del joven dragón, la situación hizo arrugar la nariz de este asqueado por su mala fortuna que ahora sentado en el húmedo barro se retiraba los restos que le habían mantenido inmovilizado, al masajear la zona pudo sentir como una leve punzada de dolor le recorría el tobillo aunque nada parecía estar roto, su mano diestra palpó los alrededores hasta dar con el asta de su lanza con la cual se ayudó a incorporarse. Al apoyar el peso en su zurda se vio obligado a morderse el labio para reprimir un gruñido de dolor por fortuna al alzar la mirada un leve resplandor atravesaba los arboles hasta su posición, por primera vez en millas de camino una sonrisa se marcó en el rostro del diezmado aventurero aliviado por encontrar algo de esperanza en el perdido camino.
Cada paso hacía palpitar su tobillo izquierdo alarmando a cada momento que requería descanso, sin embargo Svaer no cedió en su camino hacia la luz que brillaba entre los arboles, el camino parecía perderse entre los arboles pero finalmente las sombras de unas tiendas se empezaban a hacer visibles a través de la luz de una hoguera la cual oscurecía mas aun las sombras que dejaba tras de sí, al encontrarse proximo al aparente campamento recobró durante unos intantes el aliento alzando la voz con tono cansado, unas voces parecían conversar alrededor del campamento.
-¿Hola? -Dijo asomándose hacia la hoguera donde algunas figuras la rodeaban conversando como de costumbre. -Espero que un pobre aventurero cansado sea bienvenido, el camino ha sido duro y la noche dificulta seguir avanzando, acampar solo siempre resulta bastante aburrido. Una leve sonrisa acompañaba el rostro manchado de barro del aventurero, sus ropas en pésimas condiciones tras la caída le daban un aspecto pobre y agotado pese a ello sus ojos observaban los alrededores de la hoguera con un leve brillo.
La oscuridad parecía acecharle como si de un depredador se tratara haciendo imposible percatarse de todo aquello a mas de unos pocos metros, acompañado de un leve suspiro el pomo de la lanza se clavó en el barró para ayudar al viajero a reincorporarse para seguir su travesía antes de encontrar alguna explanada donde poder montar un campamento.
Cada paso iba acompañado de unas leves punzadas con la parte posterior de la lanza para asegurar sus futuros pasos y evitar caer en cualquier peligro que sus ojos no fueran capaces de percibir, durante un tiempo la estrategia pareció dar resultado sin embargo el destino es caprichoso y colocó en su camino unas raíces secas entrelazándose por los adentros del camino, la mala fortuna hizo que su pie izquierdo cediera al apoyar su peso sobre estas hundiéndose violentamente con un súbito crujido, la lanza se escurrió entre los dedos de este haciendo que todo su peso cayera en las tierras humedecidas por las aguas del pantano acompañado de un instintivo grito que salió de sus adentros, unas gotas de agua parecían rociar su cuerpo ahora tendido en el suelo, leves lagrimas parecían salir de sus ojos ante la vulnerable situación limpiando estos del barro que salpicó sobre su cara. Con un gruñido frustrado el aventurero apoyó sus manos en el suelo que cedieron unos centímetros antes de poder sentir un apoyo para intentar zafar el pie que se encontraba atrapado en un amasijo de raíces y barro.
Tras un leve forcejeo las raíces inertes parecieron ceder siendo arrancadas del suelo aun unidas a la zurda del joven dragón, la situación hizo arrugar la nariz de este asqueado por su mala fortuna que ahora sentado en el húmedo barro se retiraba los restos que le habían mantenido inmovilizado, al masajear la zona pudo sentir como una leve punzada de dolor le recorría el tobillo aunque nada parecía estar roto, su mano diestra palpó los alrededores hasta dar con el asta de su lanza con la cual se ayudó a incorporarse. Al apoyar el peso en su zurda se vio obligado a morderse el labio para reprimir un gruñido de dolor por fortuna al alzar la mirada un leve resplandor atravesaba los arboles hasta su posición, por primera vez en millas de camino una sonrisa se marcó en el rostro del diezmado aventurero aliviado por encontrar algo de esperanza en el perdido camino.
Cada paso hacía palpitar su tobillo izquierdo alarmando a cada momento que requería descanso, sin embargo Svaer no cedió en su camino hacia la luz que brillaba entre los arboles, el camino parecía perderse entre los arboles pero finalmente las sombras de unas tiendas se empezaban a hacer visibles a través de la luz de una hoguera la cual oscurecía mas aun las sombras que dejaba tras de sí, al encontrarse proximo al aparente campamento recobró durante unos intantes el aliento alzando la voz con tono cansado, unas voces parecían conversar alrededor del campamento.
-¿Hola? -Dijo asomándose hacia la hoguera donde algunas figuras la rodeaban conversando como de costumbre. -Espero que un pobre aventurero cansado sea bienvenido, el camino ha sido duro y la noche dificulta seguir avanzando, acampar solo siempre resulta bastante aburrido. Una leve sonrisa acompañaba el rostro manchado de barro del aventurero, sus ropas en pésimas condiciones tras la caída le daban un aspecto pobre y agotado pese a ello sus ojos observaban los alrededores de la hoguera con un leve brillo.
Svaer Blesk
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Re: Refugio [Privado] [5/5] [CERRADO]
Sin mucho aeros en mis bolsillos, después de la grata experiencia que recibí de mis aprendizajes de Ragnar, mi nuevo maestro herrero, decidí tomar rumbo al norte nuevamente para acercarme a la arboleda central.
Después de un tiempo de viaje, por largos y solitarios días y noches, descansando en copas de árboles o habiendo pequeñas tiendas para dormir, debido al frío pillé un ligero catarro, lo cual había debilitado mis fuerzas para seguir avanzando con normalidad hacia el norte.
Una nueva noche había sumergido el ambiente en terror que recorría los huesos, con su ligero olfato representado por la brisa helada, todo como si un lobo estuviera percibiendo tu miedo a la distancia, preparado para atacar. Sin afán de querer demostrarme algún tipo valentía que emanaba de mi interior, decidí avanzar prudente y calmo, entre la poca visibilidad de las sombras de la noche hacia lo que parecía un quejido de algo o alguien. Entre balances torpes y erráticos entre las ramas altas de los árboles, logró ver un campamento, una fogata, un par de personas sentadas alrededor de ella y tiendas no completamente tendidas, 3 hombres que movían los labios en señal de conversación y un joven acercándose lentamente a dicho campamento. No entiendo bien quiénes o qué son y decido sentarme lentamente a meditar en la copa del árbol en el que me encontraba, escalando los más sigiloso posible.
- Sí estos hombres son forajidos, no tendré cómo y hacia dónde huir. - Mientras balanceaba una flecha en la palma de mi mano, solté un estornudo, sintiendo un escalofrío recorriendo mi espalda y recordando que ya era necesario pasar una noche frente al fuego, para evitar empeorar mi condición de salud, pienso en voz alta - Que desagradable vergüenza tener que presentarse nuevamente ante desconocidos, pero viendo que esta noche nos come a todos, quizás podría ofrecerles mi habilidad con el arco en apoyo ante cualquier depredador de los alrededores y así poder regocijar mi cuerpo frente a las llamas.- Sintiendo un más claro pensamiento, comencé mi descenso de entre las ramas, para poder llegar al resplandor intenso de las flamas. Me acerqué con paso calmo, haciendo sonar un par de ramas entre las sombras, con arco en mano y alzado en son de paz, le digo al grupo - Viajeros que consume la oscuridad como a mí, ¿Me aceptarían la oferta de mi destreza con el arco a cambio de un poco de fervor de su fogata? Conseguí un pequeño resfrío noches antes y necesito descansar en calor. - Acotando todo desde la mitad de las sombras, donde solo el perfil que golpeaba hacia la luz de las llamas era claro, probablemente resaltando el brillo poco sociable de mis ojos verdes.
Después de un tiempo de viaje, por largos y solitarios días y noches, descansando en copas de árboles o habiendo pequeñas tiendas para dormir, debido al frío pillé un ligero catarro, lo cual había debilitado mis fuerzas para seguir avanzando con normalidad hacia el norte.
Una nueva noche había sumergido el ambiente en terror que recorría los huesos, con su ligero olfato representado por la brisa helada, todo como si un lobo estuviera percibiendo tu miedo a la distancia, preparado para atacar. Sin afán de querer demostrarme algún tipo valentía que emanaba de mi interior, decidí avanzar prudente y calmo, entre la poca visibilidad de las sombras de la noche hacia lo que parecía un quejido de algo o alguien. Entre balances torpes y erráticos entre las ramas altas de los árboles, logró ver un campamento, una fogata, un par de personas sentadas alrededor de ella y tiendas no completamente tendidas, 3 hombres que movían los labios en señal de conversación y un joven acercándose lentamente a dicho campamento. No entiendo bien quiénes o qué son y decido sentarme lentamente a meditar en la copa del árbol en el que me encontraba, escalando los más sigiloso posible.
- Sí estos hombres son forajidos, no tendré cómo y hacia dónde huir. - Mientras balanceaba una flecha en la palma de mi mano, solté un estornudo, sintiendo un escalofrío recorriendo mi espalda y recordando que ya era necesario pasar una noche frente al fuego, para evitar empeorar mi condición de salud, pienso en voz alta - Que desagradable vergüenza tener que presentarse nuevamente ante desconocidos, pero viendo que esta noche nos come a todos, quizás podría ofrecerles mi habilidad con el arco en apoyo ante cualquier depredador de los alrededores y así poder regocijar mi cuerpo frente a las llamas.- Sintiendo un más claro pensamiento, comencé mi descenso de entre las ramas, para poder llegar al resplandor intenso de las flamas. Me acerqué con paso calmo, haciendo sonar un par de ramas entre las sombras, con arco en mano y alzado en son de paz, le digo al grupo - Viajeros que consume la oscuridad como a mí, ¿Me aceptarían la oferta de mi destreza con el arco a cambio de un poco de fervor de su fogata? Conseguí un pequeño resfrío noches antes y necesito descansar en calor. - Acotando todo desde la mitad de las sombras, donde solo el perfil que golpeaba hacia la luz de las llamas era claro, probablemente resaltando el brillo poco sociable de mis ojos verdes.
Berquist
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Re: Refugio [Privado] [5/5] [CERRADO]
Era noche de fogatas en Sandorai.
La espesura inmensa de sus árboles ocultaba el fuego incandescente alrededor del cual los elfos había empezado un baile interminable pidiendo lluvia a Ímbar. Los tambores hechos con el resto de calabazas de la última cosecha y piel de cordero curtida retumbaban a lo lejos rompiendo el silencio insólito que se había apoderado de la noche oscura en los lindes del bosque.
Como única señal de la presencia de los elfos, el humo de la fogata se entremezclaba de cuando en cuando con las nubes bajas que eran cada vez más densas a medida que se alejaban del borde de tierra santa. Su tierra santa.
Ísil la había guiado a medida que dejaba atrás aquella cabaña. Las estrellas había iluminado sus pasos a tientas alejándose de aquello que causaba que su corazón se acelerase. La figura de la elfa en cuestión se camuflaba con los juncos altos y para un observador experimentado, su cuerpo menudo pero alto desaparecía y reaparecía entre ellos con la agilidad y rapidez que la destreza de la chica le brindaba, como si fuese uno más de ellos esperando que el amanecer la pillase lejos de aquel edificio.
De cuando en cuando, la elfa giraba su vista a lo que dejaba atrás y la visión inequívoca de la madera rota y oscura de la cabaña era el mejor aliciente para continuar a través de aquel sendero sin ruta alguna hasta un sitio clave. O al menos eso pensaba. Como si el hecho de que la cabaña se hiciese cada vez más y más pequeña fuese la adrenalina que necesitaba para seguir avanzando y acelerando sus pasos.
Eilydh sigió corriendo hasta que el humo de las hogueras de los elfos y la pequeña cabaña colindante al borde del bosque no fue más que una imagen mental en su cabeza. Para entonces sus piernas ardían y los juncos habían dado paso a un paisaje más árduo y frío. Más inhóspito y desconocido. Aunque aquello en esas circunstancias no significaba nada.
La necesidad de alejarse de todo aquello la había mantenido rauda veloz en un principio. Tanto que la elfa apenas se había dado cuenta de que las arenas blandas que pisaba eran cada vez menos arenas y más agua. Menos tierra firme y más arcilla. Menos árcilla y más barro. Tan solo cuando simplemente no pudo mover sus piernas para despegarlas del suelo, la elfa paró su ritmo se quedó quieta en el lugar donde su carrera había perecido y se llevó las manos a las rodillas, posándolas sobre su vestido de seda blanco.Cuando las despegó, un surco ensangrentado quedó posado allí donde habían estado estas y la chica las miró como avergonzada dandose de bruces con la sangre ya reseca de aquel granjero.
Miró a su alrededor,respirándo con dificultad y se sirvió de la rama jóven del único árbol que la luz de las estrellas le dejaba ver para auparse hasta una tierra más firme que la que había pisado. Cuando estuvo sobre esta inundó sus manos en el barro llenándolas del color marrón de la tierra que pisaba en un intento de borrar cualquier trazo de sangre de sus manos.
¿Y... ahora qué?
Pareció decirle la vocecilla molesta en su mente.
La elfa sabía poco de todo aquello que rodeaba a Sandorai y no estuviese incluido en las rutas mercantiles en las que solía embarcarse con su padre. En su cabeza, y por alguna estúpida razón la idea infantil de la colonia de elfos itinerantes en el acantilado de la muerte parecía ser una respuesta razonable a la pregunta sobre qué hacer ahora. Pero más allá de la necesidad de escapar de Sandorai y matar a aquel granjero, la elfa no había ampliado sus bordes de planificación. Quizás porque en su mente condicionada, jamás hubiese tenido las agallas para hacerlo.
Pero lo hizo.
Avanzó con cuidado entre los árboles adentrándose cada vez más y más en el pantano. Tras horas caminando y casi a punto de perder el norte, la lluvia empezó a empapar su capa de viaje y con ello se llevó los restos de sangre y barro de sus manos, como si Ísil de nuevo le guiñase un ojo a la elfa, invitándola a no desfallecer.
Lo primero que Eilydh vislumbró de aquel campamento fueron las tiendas ocultas entre la maleza del pantano. El trajín típico de un lugar con más de tres personas y, a medida que avanzaba, el sonido de las conversaciones de los habitantes de aquel campamento. Por un momento, tan solo un segundo, Eilydh temió que fuesen elfos.
Bien era sabido que el clan de los ojosverdes solía hacer rondas alrededor de Sandorai vigilando las entradas y salidas y cerciorándose de que nadie non grato se adentrase mas allá de sus bordes. y que de la misma manera, nadie sin permiso saliese de ellos. Pero su corazón se calmó a medida que aquellas conversaciones se hicieron más entendibles y trazos de idioma común indicaron a Eilydh que aquellos no eran elfos. Respiró hondo, aliviada.
Examinó el campamento desde la seguridad de la copa de un árbol cercano, lo sufiicientemente alto como para visualizar a todos los que componian aquel lugar pero también como para mantenerse oculta. Su plan era seguir avanzando hasta atravesar aquel pantano,pero lo cierto era que aquel árbol no muy alto le proporcionaba cobijo de la lluvia que hacía dificil caminar a través del lugar, y el arruyo de la felicidad ajena la calmaba e inundaba su mente de algo más que silencio.
Y necesitaba que su mente estuviese llena de algo más que la imagen del granjero desangrándose en sus manos.
Se acurrucó en aquel árbol y decidió quedarse allí, al menos, hasta que amainase la lluvia.
La espesura inmensa de sus árboles ocultaba el fuego incandescente alrededor del cual los elfos había empezado un baile interminable pidiendo lluvia a Ímbar. Los tambores hechos con el resto de calabazas de la última cosecha y piel de cordero curtida retumbaban a lo lejos rompiendo el silencio insólito que se había apoderado de la noche oscura en los lindes del bosque.
Como única señal de la presencia de los elfos, el humo de la fogata se entremezclaba de cuando en cuando con las nubes bajas que eran cada vez más densas a medida que se alejaban del borde de tierra santa. Su tierra santa.
Ísil la había guiado a medida que dejaba atrás aquella cabaña. Las estrellas había iluminado sus pasos a tientas alejándose de aquello que causaba que su corazón se acelerase. La figura de la elfa en cuestión se camuflaba con los juncos altos y para un observador experimentado, su cuerpo menudo pero alto desaparecía y reaparecía entre ellos con la agilidad y rapidez que la destreza de la chica le brindaba, como si fuese uno más de ellos esperando que el amanecer la pillase lejos de aquel edificio.
De cuando en cuando, la elfa giraba su vista a lo que dejaba atrás y la visión inequívoca de la madera rota y oscura de la cabaña era el mejor aliciente para continuar a través de aquel sendero sin ruta alguna hasta un sitio clave. O al menos eso pensaba. Como si el hecho de que la cabaña se hiciese cada vez más y más pequeña fuese la adrenalina que necesitaba para seguir avanzando y acelerando sus pasos.
Eilydh sigió corriendo hasta que el humo de las hogueras de los elfos y la pequeña cabaña colindante al borde del bosque no fue más que una imagen mental en su cabeza. Para entonces sus piernas ardían y los juncos habían dado paso a un paisaje más árduo y frío. Más inhóspito y desconocido. Aunque aquello en esas circunstancias no significaba nada.
La necesidad de alejarse de todo aquello la había mantenido rauda veloz en un principio. Tanto que la elfa apenas se había dado cuenta de que las arenas blandas que pisaba eran cada vez menos arenas y más agua. Menos tierra firme y más arcilla. Menos árcilla y más barro. Tan solo cuando simplemente no pudo mover sus piernas para despegarlas del suelo, la elfa paró su ritmo se quedó quieta en el lugar donde su carrera había perecido y se llevó las manos a las rodillas, posándolas sobre su vestido de seda blanco.Cuando las despegó, un surco ensangrentado quedó posado allí donde habían estado estas y la chica las miró como avergonzada dandose de bruces con la sangre ya reseca de aquel granjero.
Miró a su alrededor,respirándo con dificultad y se sirvió de la rama jóven del único árbol que la luz de las estrellas le dejaba ver para auparse hasta una tierra más firme que la que había pisado. Cuando estuvo sobre esta inundó sus manos en el barro llenándolas del color marrón de la tierra que pisaba en un intento de borrar cualquier trazo de sangre de sus manos.
¿Y... ahora qué?
Pareció decirle la vocecilla molesta en su mente.
La elfa sabía poco de todo aquello que rodeaba a Sandorai y no estuviese incluido en las rutas mercantiles en las que solía embarcarse con su padre. En su cabeza, y por alguna estúpida razón la idea infantil de la colonia de elfos itinerantes en el acantilado de la muerte parecía ser una respuesta razonable a la pregunta sobre qué hacer ahora. Pero más allá de la necesidad de escapar de Sandorai y matar a aquel granjero, la elfa no había ampliado sus bordes de planificación. Quizás porque en su mente condicionada, jamás hubiese tenido las agallas para hacerlo.
Pero lo hizo.
Avanzó con cuidado entre los árboles adentrándose cada vez más y más en el pantano. Tras horas caminando y casi a punto de perder el norte, la lluvia empezó a empapar su capa de viaje y con ello se llevó los restos de sangre y barro de sus manos, como si Ísil de nuevo le guiñase un ojo a la elfa, invitándola a no desfallecer.
Lo primero que Eilydh vislumbró de aquel campamento fueron las tiendas ocultas entre la maleza del pantano. El trajín típico de un lugar con más de tres personas y, a medida que avanzaba, el sonido de las conversaciones de los habitantes de aquel campamento. Por un momento, tan solo un segundo, Eilydh temió que fuesen elfos.
Bien era sabido que el clan de los ojosverdes solía hacer rondas alrededor de Sandorai vigilando las entradas y salidas y cerciorándose de que nadie non grato se adentrase mas allá de sus bordes. y que de la misma manera, nadie sin permiso saliese de ellos. Pero su corazón se calmó a medida que aquellas conversaciones se hicieron más entendibles y trazos de idioma común indicaron a Eilydh que aquellos no eran elfos. Respiró hondo, aliviada.
Examinó el campamento desde la seguridad de la copa de un árbol cercano, lo sufiicientemente alto como para visualizar a todos los que componian aquel lugar pero también como para mantenerse oculta. Su plan era seguir avanzando hasta atravesar aquel pantano,pero lo cierto era que aquel árbol no muy alto le proporcionaba cobijo de la lluvia que hacía dificil caminar a través del lugar, y el arruyo de la felicidad ajena la calmaba e inundaba su mente de algo más que silencio.
Y necesitaba que su mente estuviese llena de algo más que la imagen del granjero desangrándose en sus manos.
Se acurrucó en aquel árbol y decidió quedarse allí, al menos, hasta que amainase la lluvia.
Eilydh
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Re: Refugio [Privado] [5/5] [CERRADO]
Kailis caminaba por el sendero, con la mirada fija al frente, mostrándose ante quien fuera que se cruzara con él como un simple viajero que trataba de llegar sano y salvo a su destino. La realidad no distaba mucho de esa apariencia; sin embargo el hombre escondía el dolor de sus pies, que pedían a gritos que se detuviera.
Llevaba caminando horas, con rumbo incierto, siguiendo el camino con la esperanza de encontrar un poblado donde encontrar cobijo y, si la fortuna le sonreía, encontrar algún trabajo que precisara de músculos para así llenar el estómago.
Vislumbró una columna de humo a lo lejos, lo que sin duda alguna resultaría ser una hoguera. Si esa hoguera daba calor a bandidos o a viajeros, dependería de lo que el destino le tuviera deparado... Eso se dijo a si mismo, y por esa misma razón, decidió quedarse con el mal conocido, e hizo de tripas corazón al seguir caminando por el sendero.
Se detuvo unos instantes a un lateral del camino, tiempo que empleó en dar un rápido y necesario masaje a sus maltrechos pies, una suerte de disculpa por su intención de seguir caminando al menos unas horas más. Llenó los pulmones de aire, aire fresco, y lo exhaló en un largo suspiro cargado de cansancio y hambre.
Dispuesto a proseguir con su empresa, el varón se alzó, alto como era, y emprendió de nuevo el sendero. Pero el destino quiso frenarle en su paso, cuando varias gotas cayeron sobre él, y a su alrededor. La lluvia empeoraría la ya de por si pésima calidad del viaje, y si Kailis ya dudaba en el fondo de su corazón sobre su capacidad de mantener la compostura en el camino, las inclemencias del tiempo ya fueron la gota (y nunca mejor dicho) que colmó el vaso.
Giró sobre sus pasos, y anduvo hasta donde rato atrás había vislumbrado la columna de humo.
- Que me aspen... - Profirió para si mismo, y para quienquiera que pudiera escucharle. - Si son bandidos, al menos la noche se antojará entretenida.
Se adentró entre arbustos en pos de hacer contacto visual con el campamento y con sus gentes, con poco éxito. El cansancio mermaba sus capacidades, y la lluvia no favorecía. Se encaminó pues hacia los viajeros que habían rodeado la hoguera, si es que esta aún seguía encendida, mostrando las manos en todo momento.
- Vengo solo, y no quiero problemas, sólo un lugar donde pasar la noche. - Declaró, y viendo las gentes que había ahí reunidas, su gesto se relajó. - Y qué carajo, no me importaría escuchar historias, si alguno os sabéis una o dos.
Llevaba caminando horas, con rumbo incierto, siguiendo el camino con la esperanza de encontrar un poblado donde encontrar cobijo y, si la fortuna le sonreía, encontrar algún trabajo que precisara de músculos para así llenar el estómago.
Vislumbró una columna de humo a lo lejos, lo que sin duda alguna resultaría ser una hoguera. Si esa hoguera daba calor a bandidos o a viajeros, dependería de lo que el destino le tuviera deparado... Eso se dijo a si mismo, y por esa misma razón, decidió quedarse con el mal conocido, e hizo de tripas corazón al seguir caminando por el sendero.
Se detuvo unos instantes a un lateral del camino, tiempo que empleó en dar un rápido y necesario masaje a sus maltrechos pies, una suerte de disculpa por su intención de seguir caminando al menos unas horas más. Llenó los pulmones de aire, aire fresco, y lo exhaló en un largo suspiro cargado de cansancio y hambre.
Dispuesto a proseguir con su empresa, el varón se alzó, alto como era, y emprendió de nuevo el sendero. Pero el destino quiso frenarle en su paso, cuando varias gotas cayeron sobre él, y a su alrededor. La lluvia empeoraría la ya de por si pésima calidad del viaje, y si Kailis ya dudaba en el fondo de su corazón sobre su capacidad de mantener la compostura en el camino, las inclemencias del tiempo ya fueron la gota (y nunca mejor dicho) que colmó el vaso.
Giró sobre sus pasos, y anduvo hasta donde rato atrás había vislumbrado la columna de humo.
- Que me aspen... - Profirió para si mismo, y para quienquiera que pudiera escucharle. - Si son bandidos, al menos la noche se antojará entretenida.
Se adentró entre arbustos en pos de hacer contacto visual con el campamento y con sus gentes, con poco éxito. El cansancio mermaba sus capacidades, y la lluvia no favorecía. Se encaminó pues hacia los viajeros que habían rodeado la hoguera, si es que esta aún seguía encendida, mostrando las manos en todo momento.
- Vengo solo, y no quiero problemas, sólo un lugar donde pasar la noche. - Declaró, y viendo las gentes que había ahí reunidas, su gesto se relajó. - Y qué carajo, no me importaría escuchar historias, si alguno os sabéis una o dos.
Kailis
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Re: Refugio [Privado] [5/5] [CERRADO]
Un ligero tintineo alrededor del campamento rompía aquel silencio tan fúnebre haciendo gala de una leve llovizna y también concluyente para aquellos aventureros que empezaron a reunirse en aquel cálido campamento. El crujir de la leña durante la combustión de la hoguera, el calor que desprendía y la luz que brindaba al alivio de los presentes. Suficiente capacidad en las tiendas de campaña para todos aquellos que decidían anclarse ahí durante su viaje.
Caín permanecía cerca de la hoguera, la precipitación que el clima ofrecía penetraba muy lentamente en los ropajes al estar compuesta por chispas de agua y una cadencia tan baja; sin embargo acarreaba una humedad de la que era imposible deshacerse inclusive estando cerca del fuego. Se ceñió bien el capuchón asomando poco más que su densa y larga barba canosa para ampararse de la precipitación.
De repente, los presentes del campamento se alarmaron al escuchar una voz ajena que irrumpió en el campamento; probablemente no lo habrían escuchado llegar debido a que pocos instantes antes estuvieron conversando entre sí. Parecía un joven que se presentó amistosamente, con la única intención y esperanza de encontrar cobijo en aquella ciénaga, por la cual avanzar durante la presencia de la oscuridad era parecido a una pesadilla.
- Buenas noches, muchacho. - El mensajero se apresuró en responder al observar el estado del joven cuando este se expuso al rango de la luz que proyectaba el fuego. - Sois bienvenido al campamento, cuántos más seamos, más seguros estaremos. Toma sitio cerca del fuego y elegid la tienda que más os guste, ninguno aquí tendrá problema en compartir.
Caín asintió pausadamente al recién llegado dedicándole una breve mirada. Al fin y al cabo no tenía potestad alguna en aquel campamento el cual también encontró como mero acogido; dejando de esa manera el cargo a las bienvenidas al mensajero en cuestión. Sin embargo se mantuvo atento a todo aquello que hablaban, a los sonidos metálicos, al rozar del cuero, cualquier sonido sospechoso le haría reaccionar rápidamente.
Poco después, la noche trajo de sorpresa a otro hombre. Esta vez podía distinguirse aparentemente a un elfo.
El mensajero observó sorprendido al escuchar una nueva voz; sin embargo al percatarse de que se trataba de un elfo su eterna sonrisa se borró del rostro cual señal de disgusto. Durante unos segundos permaneció sin hablar, hasta que algo más seco asintió leve. - Sí, tomad refugio aquí. - En tono neutro, y rápidamente buscó desviar su mirada hacia otros asuntos.
Caín observó el gesto del mensajero y suspiró pausadamente. Se preguntó para sí mismo si en el caso de conocer su naturaleza habría sido recibido de la misma manera. Esta vez esbozó media sonrisa al elfo asintiendo, para darle una sensación más cálida. Al fin y al cabo iban a compartir una noche en tierras poco amigables.
Finalmente un último hombre alcanzó el campamento, presentándose de manera más ruda y práctica. Este último volvió a ser recibido como el primero, con calidez, dejando en evidencia el racismo del mensajero. Caín alzó discretamente una ceja al escuchar la invitación del recién llegado en cuanto una historia y se la tomó de manera literal.
- Acercaos, sentaros alrededor de la hoguera; en realidad será una buena idea para relajarnos antes de adormilarse. - Mediante un gesto de la diestra acompañó sus palabras, invitándoles a acercarse. - Mi nombre es Caín, y os contaré una historia que atormentó durante días a todos aquellos que la escucharon . . . - Esbozó media sonrisa, medio escondida por la densidad de su barba pero completamente legible; claramente no iba a ser una historia para relajarse.
Antes de que el viejo lobo pudiera seguir su historia, una parecida estaba por empezar. Se escucharon sonidos metálicos desenfundar de entre la oscuridad, pasos accelerando, unos gritos que empezaron a incrementar a medida que disminuían las distancias; y cuando los que habitaban el campamento estaban empezando a desenfundar, incorporándose para ponerse en guardia, unas carcajadas detuvieron toda aquella situación. Habían llegado ambos batidores que limpiaron el perímetro; además con una serpiente para cocinar.
- ¡Tranquilos, era solo una broma! - Uno de los batidores extendió la mano libre, y poco después enfundó la espada que solo desenfundó en tributo a causar más impacto. - Sí que ha crecido el campamento durante nuestra batida. - Saludó mediante un leve cabeceo; a pesar de ser de noche parecía mantener el humor y su energía, algo que podría ser agobiante para los que deseaban mayor tranquilidad.
Segundos después un grito desgarrador; el cual se escuchó sorprendentemente cerca, cambió el rostro de el mensajero y su escolta. El grito fue de gran magnitud, agudo y transmitía una angustia y un dolor que recorrían todo el cuerpo; esa voz poseía unas vibraciones diferentes a las de un humano, pero también muy diferentes a las de una bestia salvaje. Ninguno de los dueños del campamento reaccionaron, paralizados por el temor de moverse y camuflar un sonido que supusiera una amenaza.
Caín sintió la misma sensación que los presentes; sin embargo se percató de que el segundo batidor no estaba ahí. - ¿No ibáis acompañado? - La repentina voz asustó al batidor al que se le dirigía la respuesta, rápidamente miró hacia atrás y los lados.
- Pe … pero. - Unas pocas lágrimas empezaron a acumularse en la parte inferior de sus ojos, sin precipitarse aun. - . . . si desenfundó y corrió conmigo hacia el campamento . . . Si habíamos prepar. . .
De repente un cuerpo apareció de la oscuridad a gran velocidad estampandose contra uno de los árboles del interior del campamento, con tal fuerza que este vibró y precipitó varias hojas de su copa. El cuerpo que impactó contra el árbol crujió con fuerza, fracturando gran parte de sus huesos. Este después cayó contra el suelo, completamente inerte, el segundo batidor.
Instantes después un segundo grito, más cercano y muy diferente se manifestó. Un grito que parecía rogar auxilio pero que a su vez se mostraba amenazador. Todos los presentes pudieron distinguir por un segundo una figura cadavérica femenina, completamente deformada, sin muchos más detalles, pues ese grito proyectó una increíble fuerza. La mayoría de los presentes fueron derribados y arrastrados varios metros atrás, algunos aterrizaron en el barro, otros en agua y los más afortunados cerca del campamento, en tierra firme. El fuego se extinguió completamente, los troncos de la hoguera, pertenencias repartidas por el campamento y las propias tiendas de campaña se convirtieron en proyectiles que acosaron a los presentes durante el primer instante y después se esparcieron de manera caótica por aquel terreno.
Caín rodó hacia atrás perdiendo el control sobre su cuerpo, mientras algunos troncos y alguna otra pertenencia imposible de identificar impactaba contra su cuerpo. Aterrizó en el barro, bocarriba, desubicado y profundamente confuso tras aquello que acababa de suceder. El instinto de supervivencia le llevó a levantarse lo más rápido que su cuerpo le permitió, desenfundando a su vez la bastarda.
Casualidad, la lluvia cesó completamente y volvió a hacer presencia aquel temido silencio. Durante los próximos instantes los que antes permanecían en el campamento deberían acostumbrarse a la oscuridad ahora que la luz se había extinguido por completo. Cuando las pupilas se acostumbraron, todos fueron conscientes de que el batidor restante había desaparecido durante el caos.
En su respectiva posición ventajosa, Eilydh sin la influencia de la hoguera pudo ver con mayor claridad la oscuridad. Pudo distinguir como mientras todos eran derribados, la figura cadavérica atrapaba el batidor en cuestión haciendo gala de una velocidad vertiginosa, y rápidamente desaparecía entre la oscuridad sin ser capaz de poder seguirla con la mirada debido a la espesura y la escasez de luz.
Durante los próximos minutos, esta figura sería invisible, quizá había abandonado aquel campamento para volver, o sencillamente desaparecer para nuestra suerte. Ahora disponíamos de una incierta pausa para asimilar lo que acababa de ocurrir.
Caín permanecía cerca de la hoguera, la precipitación que el clima ofrecía penetraba muy lentamente en los ropajes al estar compuesta por chispas de agua y una cadencia tan baja; sin embargo acarreaba una humedad de la que era imposible deshacerse inclusive estando cerca del fuego. Se ceñió bien el capuchón asomando poco más que su densa y larga barba canosa para ampararse de la precipitación.
De repente, los presentes del campamento se alarmaron al escuchar una voz ajena que irrumpió en el campamento; probablemente no lo habrían escuchado llegar debido a que pocos instantes antes estuvieron conversando entre sí. Parecía un joven que se presentó amistosamente, con la única intención y esperanza de encontrar cobijo en aquella ciénaga, por la cual avanzar durante la presencia de la oscuridad era parecido a una pesadilla.
- Buenas noches, muchacho. - El mensajero se apresuró en responder al observar el estado del joven cuando este se expuso al rango de la luz que proyectaba el fuego. - Sois bienvenido al campamento, cuántos más seamos, más seguros estaremos. Toma sitio cerca del fuego y elegid la tienda que más os guste, ninguno aquí tendrá problema en compartir.
Caín asintió pausadamente al recién llegado dedicándole una breve mirada. Al fin y al cabo no tenía potestad alguna en aquel campamento el cual también encontró como mero acogido; dejando de esa manera el cargo a las bienvenidas al mensajero en cuestión. Sin embargo se mantuvo atento a todo aquello que hablaban, a los sonidos metálicos, al rozar del cuero, cualquier sonido sospechoso le haría reaccionar rápidamente.
Poco después, la noche trajo de sorpresa a otro hombre. Esta vez podía distinguirse aparentemente a un elfo.
El mensajero observó sorprendido al escuchar una nueva voz; sin embargo al percatarse de que se trataba de un elfo su eterna sonrisa se borró del rostro cual señal de disgusto. Durante unos segundos permaneció sin hablar, hasta que algo más seco asintió leve. - Sí, tomad refugio aquí. - En tono neutro, y rápidamente buscó desviar su mirada hacia otros asuntos.
Caín observó el gesto del mensajero y suspiró pausadamente. Se preguntó para sí mismo si en el caso de conocer su naturaleza habría sido recibido de la misma manera. Esta vez esbozó media sonrisa al elfo asintiendo, para darle una sensación más cálida. Al fin y al cabo iban a compartir una noche en tierras poco amigables.
Finalmente un último hombre alcanzó el campamento, presentándose de manera más ruda y práctica. Este último volvió a ser recibido como el primero, con calidez, dejando en evidencia el racismo del mensajero. Caín alzó discretamente una ceja al escuchar la invitación del recién llegado en cuanto una historia y se la tomó de manera literal.
- Acercaos, sentaros alrededor de la hoguera; en realidad será una buena idea para relajarnos antes de adormilarse. - Mediante un gesto de la diestra acompañó sus palabras, invitándoles a acercarse. - Mi nombre es Caín, y os contaré una historia que atormentó durante días a todos aquellos que la escucharon . . . - Esbozó media sonrisa, medio escondida por la densidad de su barba pero completamente legible; claramente no iba a ser una historia para relajarse.
Antes de que el viejo lobo pudiera seguir su historia, una parecida estaba por empezar. Se escucharon sonidos metálicos desenfundar de entre la oscuridad, pasos accelerando, unos gritos que empezaron a incrementar a medida que disminuían las distancias; y cuando los que habitaban el campamento estaban empezando a desenfundar, incorporándose para ponerse en guardia, unas carcajadas detuvieron toda aquella situación. Habían llegado ambos batidores que limpiaron el perímetro; además con una serpiente para cocinar.
- ¡Tranquilos, era solo una broma! - Uno de los batidores extendió la mano libre, y poco después enfundó la espada que solo desenfundó en tributo a causar más impacto. - Sí que ha crecido el campamento durante nuestra batida. - Saludó mediante un leve cabeceo; a pesar de ser de noche parecía mantener el humor y su energía, algo que podría ser agobiante para los que deseaban mayor tranquilidad.
Segundos después un grito desgarrador; el cual se escuchó sorprendentemente cerca, cambió el rostro de el mensajero y su escolta. El grito fue de gran magnitud, agudo y transmitía una angustia y un dolor que recorrían todo el cuerpo; esa voz poseía unas vibraciones diferentes a las de un humano, pero también muy diferentes a las de una bestia salvaje. Ninguno de los dueños del campamento reaccionaron, paralizados por el temor de moverse y camuflar un sonido que supusiera una amenaza.
Caín sintió la misma sensación que los presentes; sin embargo se percató de que el segundo batidor no estaba ahí. - ¿No ibáis acompañado? - La repentina voz asustó al batidor al que se le dirigía la respuesta, rápidamente miró hacia atrás y los lados.
- Pe … pero. - Unas pocas lágrimas empezaron a acumularse en la parte inferior de sus ojos, sin precipitarse aun. - . . . si desenfundó y corrió conmigo hacia el campamento . . . Si habíamos prepar. . .
De repente un cuerpo apareció de la oscuridad a gran velocidad estampandose contra uno de los árboles del interior del campamento, con tal fuerza que este vibró y precipitó varias hojas de su copa. El cuerpo que impactó contra el árbol crujió con fuerza, fracturando gran parte de sus huesos. Este después cayó contra el suelo, completamente inerte, el segundo batidor.
Instantes después un segundo grito, más cercano y muy diferente se manifestó. Un grito que parecía rogar auxilio pero que a su vez se mostraba amenazador. Todos los presentes pudieron distinguir por un segundo una figura cadavérica femenina, completamente deformada, sin muchos más detalles, pues ese grito proyectó una increíble fuerza. La mayoría de los presentes fueron derribados y arrastrados varios metros atrás, algunos aterrizaron en el barro, otros en agua y los más afortunados cerca del campamento, en tierra firme. El fuego se extinguió completamente, los troncos de la hoguera, pertenencias repartidas por el campamento y las propias tiendas de campaña se convirtieron en proyectiles que acosaron a los presentes durante el primer instante y después se esparcieron de manera caótica por aquel terreno.
Caín rodó hacia atrás perdiendo el control sobre su cuerpo, mientras algunos troncos y alguna otra pertenencia imposible de identificar impactaba contra su cuerpo. Aterrizó en el barro, bocarriba, desubicado y profundamente confuso tras aquello que acababa de suceder. El instinto de supervivencia le llevó a levantarse lo más rápido que su cuerpo le permitió, desenfundando a su vez la bastarda.
Casualidad, la lluvia cesó completamente y volvió a hacer presencia aquel temido silencio. Durante los próximos instantes los que antes permanecían en el campamento deberían acostumbrarse a la oscuridad ahora que la luz se había extinguido por completo. Cuando las pupilas se acostumbraron, todos fueron conscientes de que el batidor restante había desaparecido durante el caos.
En su respectiva posición ventajosa, Eilydh sin la influencia de la hoguera pudo ver con mayor claridad la oscuridad. Pudo distinguir como mientras todos eran derribados, la figura cadavérica atrapaba el batidor en cuestión haciendo gala de una velocidad vertiginosa, y rápidamente desaparecía entre la oscuridad sin ser capaz de poder seguirla con la mirada debido a la espesura y la escasez de luz.
Durante los próximos minutos, esta figura sería invisible, quizá había abandonado aquel campamento para volver, o sencillamente desaparecer para nuestra suerte. Ahora disponíamos de una incierta pausa para asimilar lo que acababa de ocurrir.
Caín Blackwell
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Re: Refugio [Privado] [5/5] [CERRADO]
Sin mucha espera tras ser recibido por el humano que al parecer estaba al cargo del campamento Svaer se situó en uno de los troncos proximos a la hoguera dejando que la lanza reposara en su hombro, sus ropas se encontraban empapadas y su tobillo reclamaba atención. El aventurero se retiró la bota de cuero dejandola apoyada a un lado mientras con una telas improvisadas se vendaba el tobillo con fuerza, el resultado fue bastante tosco pero suficiente para que el dolor disminuyera y no resultara tan relevante. Un leve canturreo acompañaba su labor para sanar su herida mientras observaba la gente que le rodeaba, la suave lluvia le rociaba el rostro sintiendo como este se limpiaba lentamente del barro que se le impregnaba el rostro riendo por lo bajo ante su situación.
-Al menos parece que la fortuna me ha sonreído al encontrar este campamento, si hubierais sido unos bandidos seguramente ahora mismo me encontraría desnudo, desarmado y deambulando por el pantano esperando mi muer. . . - Sus palabras estaban cargadas de cierta comedia intentando iniciar una conversación agradable antes de ser interrumpido por la llegada otra figura, un nuevo acompañante se unió al grupo de acampados ante la hosca bienvenida que le brindó el humano al cargo del campamento, a los pocos minutos una nueva figura se hizo visible ante la luz de las llamas siendo bienvenido y acrecentando el numero que viajeros que pasarían la noche en compañía. La situación parecía hacer disfrutar al joven dragón el cual se presentaba ante los recien llegados de forma animada -Parece que la dama fortuna nos sonríe brindándonos nueva compañía ¿Que historias portará nuestro nuevo invitado? Soy Svaer y espero que la noche resulte agradable para todos nosotros - Dijo al primer llegado con cierto tono forzado haciendo que su bienvenida sonara a parte de un guión de teatro. -Historias es aquello que anhelo esta noche, soy Svaer. Un placer. - Dijo recibiendo al segundo dejando paso al que se presentó como Caín al iniciar a narrar una historia.
Por desgracia cuando este se preparaba para iniciar la narración el tañido del desenvainar del acero rompió en la oscuridad acompañado de unos gritos de batalla cargando contra el campamento, en un rápido movimiento cargado de cierta torpeza ante la repentina situación Svaer se alzó de su asiento tomando su lanza y alzándola en dirección a donde procedían los gritos en una estudiada posición defensiva antes de que los gritos se tornaran risas y se revelara una figura humana la cual se presentó como parte del campamento que había salido a explorar los alrededores. Las risas hicieron que el joven aventurero se relajara tomándose la situación con cierto humor cabeceando al recién llegado como bienvenida y bajando la lanza hasta dejar reposar el pomo de esta en el suelo.
La cómica situación se vio azotada por un agudo grito que recorrió la espalda de Svaer en forma de escalofrío helando la sangre del mismo, la lanza se mantuvo paralizada unos segundos mostrando el bloqueo que el grito le provocó al dragón. Unas pocas palabras entre Caín y el recién llegados dejó constancia que uno de los batidores había desaparecido aunque la corta conversación se vio interrumpida por la proyección de un cuerpo que impactó con gran fuerza contra un árbol cercano, un crujido escalofriante estalló alrededor del campamento mientras la figura caía inerte junto al grupo de aventureros, el batidor desaparecido apareció de forma grotesca y macabra haciendo que un ápice de temor apareciera en el interior del corazón del dragón.
Una figura apareció en la linde de la luz de las llamas mostrando una figura femenina grotesca y deforme como si de un cadáver alzado se tratara, la figura desconocida lanzó un alarido ensordecedor cargado de fuerza como si de una rafaga de viento imparable se tratara, la fuerza alzó a Svaer de su pasición lanzandolo unos metros tras el campamento, el pomo de su lanza se hundió en el barró haciendo que con cierta fuerza el cuerpo del dragón impactara contra el suelo, de nunevo podía sentir como sus ropas se empapaban por el barro cargado de agua que rodeaban el campamento, cientos de objetos del campamentos volaron violentamente en todas direcciones haciendo que varios pasaran a unos pocos centímetros de la cabeza del joven aventurero, la oscuridad engulló todos los alrededores haciendo que durante unos segundos fuera imposible observar nada. Un objeto desconocido impactó contra el hombro de Svaer haciendo que este soltara un gruñido de dolor, la vulnerabilidad y el miedo se acrecentaron en su interior.
En cuanto la súbita ráfaga cesó y pudo recobrar la compostura con la ayuda de su lanza Svaer se acercó hacia lo que había sido el campamento, sus ojos tardaron lo que sintió como una eternidad en acostumbrarse a la oscuridad total que ahora les rodeaba alzando la voz ante su ceguera. -¿Alguien puede oírme? Debemos permanecer juntos no quiero que esa bestia me atrape. -Sus palabras cargadas de angustia sonaron por sus alrededores siendo algunas palabras no mas que un susurro para sus adentros. En un instinto de supervivencia alzó la lanza en su clásica postura de combate observando los alrededores que lentamente se iban revelando, su respiración se sentía pesada aunque la adrenalina empezó a fluir por su sangre haciendo que sus sentidos se agudizaran listo para una retirada, su tobillo palpitaba alarmando que no debía hacer locuras pero no era momento para darle importancia a algo así.
Era irónico que lo que para Svaer parecía una buena noche se tornara en esta pesadilla nocturna.
-Al menos parece que la fortuna me ha sonreído al encontrar este campamento, si hubierais sido unos bandidos seguramente ahora mismo me encontraría desnudo, desarmado y deambulando por el pantano esperando mi muer. . . - Sus palabras estaban cargadas de cierta comedia intentando iniciar una conversación agradable antes de ser interrumpido por la llegada otra figura, un nuevo acompañante se unió al grupo de acampados ante la hosca bienvenida que le brindó el humano al cargo del campamento, a los pocos minutos una nueva figura se hizo visible ante la luz de las llamas siendo bienvenido y acrecentando el numero que viajeros que pasarían la noche en compañía. La situación parecía hacer disfrutar al joven dragón el cual se presentaba ante los recien llegados de forma animada -Parece que la dama fortuna nos sonríe brindándonos nueva compañía ¿Que historias portará nuestro nuevo invitado? Soy Svaer y espero que la noche resulte agradable para todos nosotros - Dijo al primer llegado con cierto tono forzado haciendo que su bienvenida sonara a parte de un guión de teatro. -Historias es aquello que anhelo esta noche, soy Svaer. Un placer. - Dijo recibiendo al segundo dejando paso al que se presentó como Caín al iniciar a narrar una historia.
Por desgracia cuando este se preparaba para iniciar la narración el tañido del desenvainar del acero rompió en la oscuridad acompañado de unos gritos de batalla cargando contra el campamento, en un rápido movimiento cargado de cierta torpeza ante la repentina situación Svaer se alzó de su asiento tomando su lanza y alzándola en dirección a donde procedían los gritos en una estudiada posición defensiva antes de que los gritos se tornaran risas y se revelara una figura humana la cual se presentó como parte del campamento que había salido a explorar los alrededores. Las risas hicieron que el joven aventurero se relajara tomándose la situación con cierto humor cabeceando al recién llegado como bienvenida y bajando la lanza hasta dejar reposar el pomo de esta en el suelo.
La cómica situación se vio azotada por un agudo grito que recorrió la espalda de Svaer en forma de escalofrío helando la sangre del mismo, la lanza se mantuvo paralizada unos segundos mostrando el bloqueo que el grito le provocó al dragón. Unas pocas palabras entre Caín y el recién llegados dejó constancia que uno de los batidores había desaparecido aunque la corta conversación se vio interrumpida por la proyección de un cuerpo que impactó con gran fuerza contra un árbol cercano, un crujido escalofriante estalló alrededor del campamento mientras la figura caía inerte junto al grupo de aventureros, el batidor desaparecido apareció de forma grotesca y macabra haciendo que un ápice de temor apareciera en el interior del corazón del dragón.
Una figura apareció en la linde de la luz de las llamas mostrando una figura femenina grotesca y deforme como si de un cadáver alzado se tratara, la figura desconocida lanzó un alarido ensordecedor cargado de fuerza como si de una rafaga de viento imparable se tratara, la fuerza alzó a Svaer de su pasición lanzandolo unos metros tras el campamento, el pomo de su lanza se hundió en el barró haciendo que con cierta fuerza el cuerpo del dragón impactara contra el suelo, de nunevo podía sentir como sus ropas se empapaban por el barro cargado de agua que rodeaban el campamento, cientos de objetos del campamentos volaron violentamente en todas direcciones haciendo que varios pasaran a unos pocos centímetros de la cabeza del joven aventurero, la oscuridad engulló todos los alrededores haciendo que durante unos segundos fuera imposible observar nada. Un objeto desconocido impactó contra el hombro de Svaer haciendo que este soltara un gruñido de dolor, la vulnerabilidad y el miedo se acrecentaron en su interior.
En cuanto la súbita ráfaga cesó y pudo recobrar la compostura con la ayuda de su lanza Svaer se acercó hacia lo que había sido el campamento, sus ojos tardaron lo que sintió como una eternidad en acostumbrarse a la oscuridad total que ahora les rodeaba alzando la voz ante su ceguera. -¿Alguien puede oírme? Debemos permanecer juntos no quiero que esa bestia me atrape. -Sus palabras cargadas de angustia sonaron por sus alrededores siendo algunas palabras no mas que un susurro para sus adentros. En un instinto de supervivencia alzó la lanza en su clásica postura de combate observando los alrededores que lentamente se iban revelando, su respiración se sentía pesada aunque la adrenalina empezó a fluir por su sangre haciendo que sus sentidos se agudizaran listo para una retirada, su tobillo palpitaba alarmando que no debía hacer locuras pero no era momento para darle importancia a algo así.
Era irónico que lo que para Svaer parecía una buena noche se tornara en esta pesadilla nocturna.
Svaer Blesk
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Re: Refugio [Privado] [5/5] [CERRADO]
A pesar de que mi llegada tenía un dejo de desprecio frente al que parecía el encargado del campamento, no podía evitar la necesidad y deseo por pararme frente al fuego un momento, haciendo un trote pequeño y humorístico hacía la hoguera, alzando la mano en modo de gesto de saludo a todos los presentes y parandome de espalda a esas llamas con los brazos hacia adelante, para secarme y sentir esa sensación reconfortante de cobijo, calentando de a poco mis prendas a pesar de que la llovizna me daba guerra ante mi afán de mantener una salud estable.
En un momento escucho las palabras del nuevo llegado, apretando mi arco por un segundo con mi mano, que nunca solté por mi persistente desconfianza de aquella noche, pero aflojando al mismo instante viendo que su intención era muy similar a la mía y haciéndole un gesto con la cabeza, relajo mi postura para evitar hacer creer al resto que mi presencia fuese un peligro. Pocos segundos después, muevo un poco mis puntiagudas orejas y presto atención a las palabras alegres dichas por el joven también presente, mirándolo de reojo sin mover mi postura del fuego, esbozando una ligera sonrisa de empatía ante tal bienvenida; presentándose como Svaer, pongo la mano desequipada en mi espalda y agitandola en signo de saludo, que podría ser poco afable, pero lamentablemente nunca he sabido bueno para hablar en grandes grupos, así que dejo que el resto siga generando conversación. Hasta que habla el que parece ser el más viejo entre nosotros, dando a conocer su nombre, Caín nos da el preludio de una historia con algo que parecía una sonrisa pícara, hasta que sus palabras se ven opacadas porque se escucha el sonido de una espada desenvainada entre las sombras, girandome hacia donde se emitió el sonido cargando rápidamente el arco en la necesidad de disparar, pero luego se incorpora lo que parecía ser el cazador y explorador del campamento; una broma a tal horas de la noche igual me hizo ligera gracia, soltando una interna y ahogada risa, pero escuchando que no debía ser sólo uno el llegado, si no dos, algo en mi interior me dijo que quizás no fue tan buena idea bajarme de la copa del árbol, aunque sin tener muchos instantes para meditar mi posible mala decisión, todos nos sorprendemos ante un grito fúnebre y la estrellada de un cuerpo contra un árbol del mismo campamento, haciendo vibrar hasta las llamas que permanecían colindante a mi. Sin antelación, me precipito a avanzar hacia él; dado los gestos del resto, lo que parecía ser el segundo batidor. Aunque mis pocos pasos se vieron interrumpidos ante grito aún peor que el anterior, este me desanimo a dar otra pisada, incorporándose en lo repentino de un pestañeo algo nunca antes visto, una mujer de apariencia ya muerta, con figura aberrante que emitió tal grito que ni las fuerzas de la naturaleza antes presencia de mis ojos, habría causado tal destrucción con tal solo una emisión vocal y espectral.
Sin tener oportunidad alguna de reacción, salí catapultado hacia atrás, no logrando tener alguna capacidad de alguna de estabilizar mi lanzamiento, siento el impacto estrepitoso de mi cabeza contra un árbol, cayendo tumbado por un segundo, intentando no desmayarme en aquella situación,trato de incorporar mi cuerpo nuevamente, sin mucho resultado debido al chillido resonante en mis oídos, el conmocionante dolor y la pequeña hilera de sangre que comenzó a recorrer desde mi cabellera hasta mi mejilla. Mis manos apoyadas en el barro temblaban, escuchando algunos quejidos o similares de los otros participantes del campamento y dando todo aquel esfuerzo de mi interior, para pararme, apoyando mi hombro en el mismo árbol con el que colisione, abrí el ojo que aún no se me veía obstruido por la sangre viendo aquella destrucción del campamento y mirando a los alrededores, viendo las tiendas raídas y la fogata destruida, me percaté que había perdido mi arco en la caos. Hasta que lo veo a pocos metros, embarrado junto a otro árbol y dando hacía él un solo paso, siento un chirrido dentro de mi cabeza, el dolor del impacto estaba causando mayor dolor de lo que esperaba, soltando así un grito desgarrador de rabia y dejando caer mi cuerpo para tomar mi arco, porque sé que sin él, está noche estará perdida para mi.
En un momento escucho las palabras del nuevo llegado, apretando mi arco por un segundo con mi mano, que nunca solté por mi persistente desconfianza de aquella noche, pero aflojando al mismo instante viendo que su intención era muy similar a la mía y haciéndole un gesto con la cabeza, relajo mi postura para evitar hacer creer al resto que mi presencia fuese un peligro. Pocos segundos después, muevo un poco mis puntiagudas orejas y presto atención a las palabras alegres dichas por el joven también presente, mirándolo de reojo sin mover mi postura del fuego, esbozando una ligera sonrisa de empatía ante tal bienvenida; presentándose como Svaer, pongo la mano desequipada en mi espalda y agitandola en signo de saludo, que podría ser poco afable, pero lamentablemente nunca he sabido bueno para hablar en grandes grupos, así que dejo que el resto siga generando conversación. Hasta que habla el que parece ser el más viejo entre nosotros, dando a conocer su nombre, Caín nos da el preludio de una historia con algo que parecía una sonrisa pícara, hasta que sus palabras se ven opacadas porque se escucha el sonido de una espada desenvainada entre las sombras, girandome hacia donde se emitió el sonido cargando rápidamente el arco en la necesidad de disparar, pero luego se incorpora lo que parecía ser el cazador y explorador del campamento; una broma a tal horas de la noche igual me hizo ligera gracia, soltando una interna y ahogada risa, pero escuchando que no debía ser sólo uno el llegado, si no dos, algo en mi interior me dijo que quizás no fue tan buena idea bajarme de la copa del árbol, aunque sin tener muchos instantes para meditar mi posible mala decisión, todos nos sorprendemos ante un grito fúnebre y la estrellada de un cuerpo contra un árbol del mismo campamento, haciendo vibrar hasta las llamas que permanecían colindante a mi. Sin antelación, me precipito a avanzar hacia él; dado los gestos del resto, lo que parecía ser el segundo batidor. Aunque mis pocos pasos se vieron interrumpidos ante grito aún peor que el anterior, este me desanimo a dar otra pisada, incorporándose en lo repentino de un pestañeo algo nunca antes visto, una mujer de apariencia ya muerta, con figura aberrante que emitió tal grito que ni las fuerzas de la naturaleza antes presencia de mis ojos, habría causado tal destrucción con tal solo una emisión vocal y espectral.
Sin tener oportunidad alguna de reacción, salí catapultado hacia atrás, no logrando tener alguna capacidad de alguna de estabilizar mi lanzamiento, siento el impacto estrepitoso de mi cabeza contra un árbol, cayendo tumbado por un segundo, intentando no desmayarme en aquella situación,trato de incorporar mi cuerpo nuevamente, sin mucho resultado debido al chillido resonante en mis oídos, el conmocionante dolor y la pequeña hilera de sangre que comenzó a recorrer desde mi cabellera hasta mi mejilla. Mis manos apoyadas en el barro temblaban, escuchando algunos quejidos o similares de los otros participantes del campamento y dando todo aquel esfuerzo de mi interior, para pararme, apoyando mi hombro en el mismo árbol con el que colisione, abrí el ojo que aún no se me veía obstruido por la sangre viendo aquella destrucción del campamento y mirando a los alrededores, viendo las tiendas raídas y la fogata destruida, me percaté que había perdido mi arco en la caos. Hasta que lo veo a pocos metros, embarrado junto a otro árbol y dando hacía él un solo paso, siento un chirrido dentro de mi cabeza, el dolor del impacto estaba causando mayor dolor de lo que esperaba, soltando así un grito desgarrador de rabia y dejando caer mi cuerpo para tomar mi arco, porque sé que sin él, está noche estará perdida para mi.
Berquist
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Re: Refugio [Privado] [5/5] [CERRADO]
El sisear sordo del viento entre las hojas. El continuo crujir de la madera de los fuegos del campamento. La alegría externa ajena a todo lo que la inundaba o la lluvia furiosa pero gentil que mojaba su ropa pero no calaba sus huesos. Lo cierto es que Eilydh nunca supo exactamente lo que hizo que entrase en aquel estado de duermevela sumida en la copa de aquel mullido árbol. Para cuando se quiso dar cuenta, sus ojos comenzaron a pesar y poco a poco, su visión un tanto borrosa fue dejándose ganar por la falsa sensación de seguridad en aquel momento.
De la misma manera, y como de repente, Eilydh nunca supo si fue el sonido del grito en medio de aquella quietud aparente o el sonido de los pasos torpes de aquel hombre a uno de los árboles cercanos lo que la despertó. De aventurarse a adivinar, Eilydh podria decir que al principio creyó que la manera de trepar de aquel hombre, sin fijarse si quiera donde se posaban sus pasos era lo suficientemente temeraria como para adivinar que o era un experto trepador, tenia poco miedo a caer, o simplemente la promesa de la caida no era algo que le preocupase. Parecía ser perseguido, o temeroso de algo que ella no alcanzaba a ver.
Eilydh empezó a instarle a bajar de las resbaladizas ramas en un principio de manera despreocupada. El hombre no parecio inmutarse ni siquiera cuando la elfa aumentó la insistencia en su voz y finalmente comenzó a usar su tono imperativo con aquel muchacho. El hombre estaba demasiado ocupado intentando huir de la figura que era sombras en la oscuridad.
Molesta por aquel estruendo y sin gana alguna de ser participe de mas sangre hereje desparramada por la tierra de Imbar, se levantó de donde se había recostado y comenzó a acercarse al hombre saltando ágilmente entre las lianas y ramas que los separaban.
-Tú. Pedazo de carne con patas- dijo la elfa, molesta- Si estas buscando matarte esa es la mejor manera, pero no la mas limpia... ¡HEY! te estoy hablando espero que me prestes aten...
Y ahí el grito.
A menos de un metro de distancia entre ella misma y el hombre, este compuso un gesto de pánico antes de ser lanzado de manera horizontal hasta el campamento y estrellarse contra algo que Eilydh no llegó a ver. La elfa apenas tuvo tiempo de intentar agarrarlo al pasar no muy lejos de ella cuando este se escapó de entre sus manos y el sonido sordo del cuerpo la hizo cerrar los ojos, aun con la mano tensa en un intento de evitarlo. El murmullo intenso de los habitantes de aquel campamento se hizo más patente, asustados ante aquella situación. Eilydh se llevo las manos a su pecho, como si aquellas mismas manos que habían matado al granjero ahora tuviesen otra muerte más sobre sus muñecas.
Y la escasa luz de la hoguera se apagó. Un viento intenso le alborotó las trenzas y aquello fue señal suficiente para hacerla bajar poco a poco. la lluvia frenó y con ella un grito ahogado de los componentes del refugio la alarmó de que algo más estaba pasando. Para cuando le quedaban como 3 metros para llegar a tierra farragosa, algo pasó cerca de ella y finalmente se vio catapultada como lo había sido aquel hombre a la nada, esta vez de manera vertical.
Ahogó un grito mientras caía al identificar y poder ver a la causante de aquellos empujones, una figura raquítica, casi huesos que parecía haber sido en otro tiempo una mujer pero que Eilydh no consigió identificar hasta entonces.
Tan solo el dolor del piso contra su cuerpo la hizo darse cuenta que aquella mujer hacía mucho que se había ido. De hecho, no estaba segura de si en algún momento estuvo allí. Se levantó como pudo, esquivando pasos de personas que corrían de un lado para otro del campamentp, como una avalancha que no se esperaba. Se arrastró hasta los restos de una de las tiendas esperando que pasasen y cuando lo hicieron, se llevó la mano a su muslo, buscando su daga tornasol a falta de nada más que la protegiese.
Cuando la paz después del desorden llegó al campamento, y la mayoría de personas se arremolinaban en pequeños grupos, el jolgorio y la festividad de antes había desaparecido. Frente a la apagada hoguera 4 hombres se disponían, todos parecían conocerse lo suficiente como para no temer acercarse los unos a los otros protegiendo sus espaldas de un ataque invisible desde cualquier parte, pero no tanto como para sentir la necesidad de cerciorarse de que alguno había sido herido.
Eilydh salió de la nada y se unió al centro donde estaban los demás como saliendo de las sombras. Le dolía el lado izquierdo de la pierna donde había caido desde el árbol, tenia varias heridas y cortes en su cara y brazos, uno de ellos sangraba de manera profusa, pero empezaba a curar dada su naturaleza elfa.
Se posicionó cerca de ellos sin dar explicación alguna. Como podia haberse posicionado en cualquier otro sitio. Rasgó parte de su vestido que estaba embarrado y destuido igualmente de manera que quedó acortado y no dificultaba sus pasos. Usó la tela restante a modo de vendas que comenzó a atar en su herida más profunda con destreza y certitud.
-No creo que haya necesidad de decirlo pero...¿ Quién de ustedes panda de brujos ha estado jugando con su libro de hechizos y se ha olvidado como controlar vuestro éter robado?.- dijo mientras se apretaba las vendas y rompía parte de su vestido a modo de trapo para limpiar los cortes de su cara y manos. -
Por todos era sabidos la guerra milenaria entre elfos y brujos y la creencia infundada o no de que estos últimos robaron el éter proporcionado por los clanes ancestrales elfos.
Cuando acabó examinó al grupo de hombres esperando una respuesta. Eilydh se percató de qué había un elfo entre ellos y por un momento su gesto lleno de ira pareció reflejar miedo a que aquel hombre hubiese sido un enviado de su padre a buscarla. La cicatriz de su espalda la resquemó como recordatorio de una sala redonda y un fuego incandescente que...
Apartó aquellos recuerdos de su mente. Si aquellos hombres eran brujos y habían estado experimentando en cadáveres y control de mentes sanas para la autodestrucción estaba segura que nadie la juzgaría mucho si decidía sacarles los ojos allí mismo. De todas maneras, sus manos ya se habían manchado de sangre dos veces en lo que iba de semana.
Una o dos víctimas más sobre su maltrecha conciencia no iba a alterar su estado mental... al menos no más de lo que ya lo estaba.
De la misma manera, y como de repente, Eilydh nunca supo si fue el sonido del grito en medio de aquella quietud aparente o el sonido de los pasos torpes de aquel hombre a uno de los árboles cercanos lo que la despertó. De aventurarse a adivinar, Eilydh podria decir que al principio creyó que la manera de trepar de aquel hombre, sin fijarse si quiera donde se posaban sus pasos era lo suficientemente temeraria como para adivinar que o era un experto trepador, tenia poco miedo a caer, o simplemente la promesa de la caida no era algo que le preocupase. Parecía ser perseguido, o temeroso de algo que ella no alcanzaba a ver.
Eilydh empezó a instarle a bajar de las resbaladizas ramas en un principio de manera despreocupada. El hombre no parecio inmutarse ni siquiera cuando la elfa aumentó la insistencia en su voz y finalmente comenzó a usar su tono imperativo con aquel muchacho. El hombre estaba demasiado ocupado intentando huir de la figura que era sombras en la oscuridad.
Molesta por aquel estruendo y sin gana alguna de ser participe de mas sangre hereje desparramada por la tierra de Imbar, se levantó de donde se había recostado y comenzó a acercarse al hombre saltando ágilmente entre las lianas y ramas que los separaban.
-Tú. Pedazo de carne con patas- dijo la elfa, molesta- Si estas buscando matarte esa es la mejor manera, pero no la mas limpia... ¡HEY! te estoy hablando espero que me prestes aten...
Y ahí el grito.
A menos de un metro de distancia entre ella misma y el hombre, este compuso un gesto de pánico antes de ser lanzado de manera horizontal hasta el campamento y estrellarse contra algo que Eilydh no llegó a ver. La elfa apenas tuvo tiempo de intentar agarrarlo al pasar no muy lejos de ella cuando este se escapó de entre sus manos y el sonido sordo del cuerpo la hizo cerrar los ojos, aun con la mano tensa en un intento de evitarlo. El murmullo intenso de los habitantes de aquel campamento se hizo más patente, asustados ante aquella situación. Eilydh se llevo las manos a su pecho, como si aquellas mismas manos que habían matado al granjero ahora tuviesen otra muerte más sobre sus muñecas.
Y la escasa luz de la hoguera se apagó. Un viento intenso le alborotó las trenzas y aquello fue señal suficiente para hacerla bajar poco a poco. la lluvia frenó y con ella un grito ahogado de los componentes del refugio la alarmó de que algo más estaba pasando. Para cuando le quedaban como 3 metros para llegar a tierra farragosa, algo pasó cerca de ella y finalmente se vio catapultada como lo había sido aquel hombre a la nada, esta vez de manera vertical.
Ahogó un grito mientras caía al identificar y poder ver a la causante de aquellos empujones, una figura raquítica, casi huesos que parecía haber sido en otro tiempo una mujer pero que Eilydh no consigió identificar hasta entonces.
Tan solo el dolor del piso contra su cuerpo la hizo darse cuenta que aquella mujer hacía mucho que se había ido. De hecho, no estaba segura de si en algún momento estuvo allí. Se levantó como pudo, esquivando pasos de personas que corrían de un lado para otro del campamentp, como una avalancha que no se esperaba. Se arrastró hasta los restos de una de las tiendas esperando que pasasen y cuando lo hicieron, se llevó la mano a su muslo, buscando su daga tornasol a falta de nada más que la protegiese.
Cuando la paz después del desorden llegó al campamento, y la mayoría de personas se arremolinaban en pequeños grupos, el jolgorio y la festividad de antes había desaparecido. Frente a la apagada hoguera 4 hombres se disponían, todos parecían conocerse lo suficiente como para no temer acercarse los unos a los otros protegiendo sus espaldas de un ataque invisible desde cualquier parte, pero no tanto como para sentir la necesidad de cerciorarse de que alguno había sido herido.
Eilydh salió de la nada y se unió al centro donde estaban los demás como saliendo de las sombras. Le dolía el lado izquierdo de la pierna donde había caido desde el árbol, tenia varias heridas y cortes en su cara y brazos, uno de ellos sangraba de manera profusa, pero empezaba a curar dada su naturaleza elfa.
Se posicionó cerca de ellos sin dar explicación alguna. Como podia haberse posicionado en cualquier otro sitio. Rasgó parte de su vestido que estaba embarrado y destuido igualmente de manera que quedó acortado y no dificultaba sus pasos. Usó la tela restante a modo de vendas que comenzó a atar en su herida más profunda con destreza y certitud.
-No creo que haya necesidad de decirlo pero...¿ Quién de ustedes panda de brujos ha estado jugando con su libro de hechizos y se ha olvidado como controlar vuestro éter robado?.- dijo mientras se apretaba las vendas y rompía parte de su vestido a modo de trapo para limpiar los cortes de su cara y manos. -
Por todos era sabidos la guerra milenaria entre elfos y brujos y la creencia infundada o no de que estos últimos robaron el éter proporcionado por los clanes ancestrales elfos.
Cuando acabó examinó al grupo de hombres esperando una respuesta. Eilydh se percató de qué había un elfo entre ellos y por un momento su gesto lleno de ira pareció reflejar miedo a que aquel hombre hubiese sido un enviado de su padre a buscarla. La cicatriz de su espalda la resquemó como recordatorio de una sala redonda y un fuego incandescente que...
Apartó aquellos recuerdos de su mente. Si aquellos hombres eran brujos y habían estado experimentando en cadáveres y control de mentes sanas para la autodestrucción estaba segura que nadie la juzgaría mucho si decidía sacarles los ojos allí mismo. De todas maneras, sus manos ya se habían manchado de sangre dos veces en lo que iba de semana.
Una o dos víctimas más sobre su maltrecha conciencia no iba a alterar su estado mental... al menos no más de lo que ya lo estaba.
Eilydh
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Re: Refugio [Privado] [5/5] [CERRADO]
Se antojaba una noche tranquila, con compañía agradable e historias por escuchar. La lluvia, antes principal antagonista del joven licántropo, era ahora siquiera un susurro molesto que se veía eclipsada por la calidez que ofrecían sus nuevos compañeros de campamento, y por supuesto la hoguera.
Kailis aguardaba mirando a Caín, quien procedía a explicar una historia. Se llevó la mano a los labios para tratar de esconder una ligera sonrisa al escuchar el comienzo de ésta; era la mejor a explicar, para un grupo en medio de la nada, ya entrada la noche. No se pronunció al respecto, y el destino jugó sus cartas para evitar que tampoco tuviera oportunidad: lo que asemejaba ser un cuerpo humano salió despedido hacia ellos.
No alcanzó a seguir con la mirada al proyectil humano, sin embargo escuchó la cacofonía de crujidos relativamente cerca; ladeó su rostro por acto reflejo, sin que su cabeza llegara a pensar de manera racional. Pues de haber pensado con claridad, se habría ahorrado la visión de ese batidor destrozado.
- ¡... Joder...!- Exclamó, su voz se entonó de manera más aguda de lo que esperaba, y eso que su voz era grave de por si.
Llevó la mano hacia donde antes descansaba su espada larga, en el suelo, y conforme la desenvainaba, el grito de esa cadavérica criatura lo lanzó despedido hacia atrás. Impactó primero contra algo, si tuviera que adivinar, un árbol. Notó un sonido chirriante en sus oídos, y dejó de escuchar a su alrededor, mientras su cabeza trataba de ubicarse en el nuevo impuesto caos, y sus ojos trataban de vislumbrar algo en la oscuridad.
Para cuando fue consciente de qué ocurría, se vio de espaldas en un charco de barro. Sangraba de la cabeza, en concreto de la ceja izquierda, donde tenía un feo corte por el impacto previo. Buscó con insistencia y nerviosismo su espada, a medio sepultar bajo el barro, y se puso en pie con severas dificultades; se tambaleó y trastabilló en tanto que se reunía con el resto de sus compañeros, espada en mano.
- ¿Qué diablos era eso? - Inquirió, posicionándose hacia la espesura del bosque, confiando en que sus camaradas le cubrían las espaldas.
Kailis aguardaba mirando a Caín, quien procedía a explicar una historia. Se llevó la mano a los labios para tratar de esconder una ligera sonrisa al escuchar el comienzo de ésta; era la mejor a explicar, para un grupo en medio de la nada, ya entrada la noche. No se pronunció al respecto, y el destino jugó sus cartas para evitar que tampoco tuviera oportunidad: lo que asemejaba ser un cuerpo humano salió despedido hacia ellos.
No alcanzó a seguir con la mirada al proyectil humano, sin embargo escuchó la cacofonía de crujidos relativamente cerca; ladeó su rostro por acto reflejo, sin que su cabeza llegara a pensar de manera racional. Pues de haber pensado con claridad, se habría ahorrado la visión de ese batidor destrozado.
- ¡... Joder...!- Exclamó, su voz se entonó de manera más aguda de lo que esperaba, y eso que su voz era grave de por si.
Llevó la mano hacia donde antes descansaba su espada larga, en el suelo, y conforme la desenvainaba, el grito de esa cadavérica criatura lo lanzó despedido hacia atrás. Impactó primero contra algo, si tuviera que adivinar, un árbol. Notó un sonido chirriante en sus oídos, y dejó de escuchar a su alrededor, mientras su cabeza trataba de ubicarse en el nuevo impuesto caos, y sus ojos trataban de vislumbrar algo en la oscuridad.
Para cuando fue consciente de qué ocurría, se vio de espaldas en un charco de barro. Sangraba de la cabeza, en concreto de la ceja izquierda, donde tenía un feo corte por el impacto previo. Buscó con insistencia y nerviosismo su espada, a medio sepultar bajo el barro, y se puso en pie con severas dificultades; se tambaleó y trastabilló en tanto que se reunía con el resto de sus compañeros, espada en mano.
- ¿Qué diablos era eso? - Inquirió, posicionándose hacia la espesura del bosque, confiando en que sus camaradas le cubrían las espaldas.
Kailis
Neófito
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Re: Refugio [Privado] [5/5] [CERRADO]
- Propuesta de Música:
La oscuridad había reunido en el único punto de luz a un variopinto grupo de trotamundos. Por ahora todo había tratado sobre sonrisas, alguna broma y la compañía alrededor de la cálida fuente de calor que ofrecía aquella hoguera. La situación era suficiente incentivo para olvidar el ambiente de aquello que les rodeaba, olvidar el temor a aquel silencio y la lobreguez que servía como abrigo a los que avanzaban paso tras paso en solitud por los barrizales. Parecía que una historia estaba a punto de empezar; pero en contra de todo pronóstico no era la que Caín trataba de iniciar cuando dispuso de la atención de los presentes, si no una historia protagonizada por aquellos que estarían de pie, espalda contra espalda, engullidos por una ceguera temporal, un aturdimiento inevitable, una pérdida de control, además de la mujer que hasta ahora había permanecido en las sombras y se había ahorrado sufrir esas condiciones.
Caín apoyó ambas manos sobre el barro a medio reincorporarse, abriendo los ojos y la mandíbula más de lo común como si con ello pudiera recuperar la visión a la vez de evadir aquel pitido que ahora le nublaba toda percepción. Poco a poco, sin poderse permitir acabar de recuperar sus sentidos desenfundó con fuerza la bastarda y miró a su alrededor en guardia. Sus ojos aún no se habían terminado de adaptar a aquella oscuridad, apenas podía vislumbrar movimiento a su alrededor sin poder distinguir qué estaba sucediendo. El pitido hacía gala de su presencia, sin dejar siquiera percibir las pisadas de pánico, como otros hablaban o incluso gritaban.
Las primeras palabras que pudo distinguir, como si de un susurro lejano se trataran “¿Alguien puede oírme? Debemos permanecer juntos.” Caín era consciente de que no había excusa alguna para no empezar a tratar de organizar los supervivientes; a pesar de no saber cuántos había, ni si podía confiar del todo en ellos. Se palpó con la zurda el oído y al revisar su mano pudo ver ligeras manchas de sangre. Parecía que el grito había conseguido mellar en el oído de algunos.
- ¡Al centro! ¡Donde estuvo la hoguera! - Exclamó con fuerza Caín, apenas podía escucharse a sí mismo y aún menos identificar una respuesta afirmativa o negativa. Se aproximó torpemente hacia donde él mismo había sugerido, tropezando en varias ocasiones por la cantidad de barro que habían acumulado sus botas. A medida que los segundos pasaban, sus ojos empezaron a ganar visión en la oscuridad adaptándose. Pudo reconocer a algunos de los aventureros empezar a reunirse espalda contra espalda en el centro, cada uno cubriendo una perspectiva diferente.
Pronto pudo sospechar una silueta que se estaba aproximando hacia ellos, y antes de dar la alarma fue esta misma quien habló. Una voz femenina, sus palabras la posicionaban ajena a la responsabilidad de aquel suceso. Sin embargo Caín interpuso la espada en estocada, entre la mujer y el grupo. La mirada de Caín delataba aun sufrir la reciente contusión, pero a pesar de la confusión que reflejaba, parecía hablar con una determinación muy sólida.
-Alto ahí, no os he visto en el campamento y es un poco sospechoso que vengáis de fuera tras lo que acaba de suceder. Sin embargo parecéis herida. ¿Quién coño sois? - Mantuvo la bastarda con ambas manos apuntando hacia la mujer, con la mirada fijada en ella.
Pronto apareció otra silueta acercándose desde la oscuridad, arrastrando a uno de los escoltas. - ¡Ayudadme, se está desangrando! - Era el mensajero, dueño del campamento. Acabó de arrastrar el cuerpo del escolta gravemente herido. - Tenía la espada desenfundada, y ese grito, y la fuerza que proyectó, hizo que se la clavara a sí mismo. - Dejó el cuerpo en medio del perímetro que el grupo de aventureros formaba, con las manos completamente temblorosas. El escolta herido parecía manifestar un corte que subía desde el hombro hasta el principio del cuello; aún no era una herida decisiva pero de no tratarse claramente lo sería.
- Maldita sea, el resto ha salido despavorido. - El mensajero parecía afectado por la situación, con un miedo que se manifestaba sin disimulo alguno. Observó a Caín, quien apuntaba con el filo de la espada a una mujer. - Cuando salí despedido, pude ver que esa mujer fue empujada por ese maldito demonio, o algo así. La vi caer al suelo, no creo que sea cosa de ella.
Caín gruñió con desconfianza, dejando caer el filo de la espada contra el suelo y dejando vía libre a Eilydh, aunque claramente la mantendría vigilada durante los próximos minutos. - No me consta que haya ningún brujo entre nosotros, y eso que llevo desde las últimas horas de luz. Nadie preparó un conjuro aquí. - Respondió al fin a la elfa volviendo la mirada hacia la oscuridad para seguir protegiendo aquel perímetro.
Ahora el grupo disponía de un herido que estabilizar, una amenaza que sobrevivir y una serie de misterios que resolver. La situación era más bien confusa e imposible de sacar conclusión alguna de ella. Sin embargo, como el dicho dice, la esperanza es lo último que se pierde y con ello, un objeto brilló discretamente bajo la luz de la luna. Un ligero destello que delató como un objeto alargado se asomaba del bolsillo del hombre que fue estampado contra el árbol segundos atrás. Un artilugio que si alguno lo conseguía distinguir y se paraba a examinarlo, se describiría como un colgante antiguo, una joya oxidada con restos de tierra, claramente bisutería de mujer.
Caín apoyó ambas manos sobre el barro a medio reincorporarse, abriendo los ojos y la mandíbula más de lo común como si con ello pudiera recuperar la visión a la vez de evadir aquel pitido que ahora le nublaba toda percepción. Poco a poco, sin poderse permitir acabar de recuperar sus sentidos desenfundó con fuerza la bastarda y miró a su alrededor en guardia. Sus ojos aún no se habían terminado de adaptar a aquella oscuridad, apenas podía vislumbrar movimiento a su alrededor sin poder distinguir qué estaba sucediendo. El pitido hacía gala de su presencia, sin dejar siquiera percibir las pisadas de pánico, como otros hablaban o incluso gritaban.
Las primeras palabras que pudo distinguir, como si de un susurro lejano se trataran “¿Alguien puede oírme? Debemos permanecer juntos.” Caín era consciente de que no había excusa alguna para no empezar a tratar de organizar los supervivientes; a pesar de no saber cuántos había, ni si podía confiar del todo en ellos. Se palpó con la zurda el oído y al revisar su mano pudo ver ligeras manchas de sangre. Parecía que el grito había conseguido mellar en el oído de algunos.
- ¡Al centro! ¡Donde estuvo la hoguera! - Exclamó con fuerza Caín, apenas podía escucharse a sí mismo y aún menos identificar una respuesta afirmativa o negativa. Se aproximó torpemente hacia donde él mismo había sugerido, tropezando en varias ocasiones por la cantidad de barro que habían acumulado sus botas. A medida que los segundos pasaban, sus ojos empezaron a ganar visión en la oscuridad adaptándose. Pudo reconocer a algunos de los aventureros empezar a reunirse espalda contra espalda en el centro, cada uno cubriendo una perspectiva diferente.
Pronto pudo sospechar una silueta que se estaba aproximando hacia ellos, y antes de dar la alarma fue esta misma quien habló. Una voz femenina, sus palabras la posicionaban ajena a la responsabilidad de aquel suceso. Sin embargo Caín interpuso la espada en estocada, entre la mujer y el grupo. La mirada de Caín delataba aun sufrir la reciente contusión, pero a pesar de la confusión que reflejaba, parecía hablar con una determinación muy sólida.
-Alto ahí, no os he visto en el campamento y es un poco sospechoso que vengáis de fuera tras lo que acaba de suceder. Sin embargo parecéis herida. ¿Quién coño sois? - Mantuvo la bastarda con ambas manos apuntando hacia la mujer, con la mirada fijada en ella.
Pronto apareció otra silueta acercándose desde la oscuridad, arrastrando a uno de los escoltas. - ¡Ayudadme, se está desangrando! - Era el mensajero, dueño del campamento. Acabó de arrastrar el cuerpo del escolta gravemente herido. - Tenía la espada desenfundada, y ese grito, y la fuerza que proyectó, hizo que se la clavara a sí mismo. - Dejó el cuerpo en medio del perímetro que el grupo de aventureros formaba, con las manos completamente temblorosas. El escolta herido parecía manifestar un corte que subía desde el hombro hasta el principio del cuello; aún no era una herida decisiva pero de no tratarse claramente lo sería.
- Maldita sea, el resto ha salido despavorido. - El mensajero parecía afectado por la situación, con un miedo que se manifestaba sin disimulo alguno. Observó a Caín, quien apuntaba con el filo de la espada a una mujer. - Cuando salí despedido, pude ver que esa mujer fue empujada por ese maldito demonio, o algo así. La vi caer al suelo, no creo que sea cosa de ella.
Caín gruñió con desconfianza, dejando caer el filo de la espada contra el suelo y dejando vía libre a Eilydh, aunque claramente la mantendría vigilada durante los próximos minutos. - No me consta que haya ningún brujo entre nosotros, y eso que llevo desde las últimas horas de luz. Nadie preparó un conjuro aquí. - Respondió al fin a la elfa volviendo la mirada hacia la oscuridad para seguir protegiendo aquel perímetro.
Ahora el grupo disponía de un herido que estabilizar, una amenaza que sobrevivir y una serie de misterios que resolver. La situación era más bien confusa e imposible de sacar conclusión alguna de ella. Sin embargo, como el dicho dice, la esperanza es lo último que se pierde y con ello, un objeto brilló discretamente bajo la luz de la luna. Un ligero destello que delató como un objeto alargado se asomaba del bolsillo del hombre que fue estampado contra el árbol segundos atrás. Un artilugio que si alguno lo conseguía distinguir y se paraba a examinarlo, se describiría como un colgante antiguo, una joya oxidada con restos de tierra, claramente bisutería de mujer.
Caín Blackwell
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Re: Refugio [Privado] [5/5] [CERRADO]
El joven dragón se encontraba con la lanza alzada tras ser despedido por el alarido de la dama, la silueta mas cercano empezó a ser visible a unos pocos metros a su zurda la cual empezó a avanzar hacia lo que anteriormente había sido el centro del campamento, un pitido constante taladraba cada vez con mas fuerza su sien provocando que un súbito mareo se apoderara de él al tratar de avanzar en direcciónn a los restos de la hoguera donde se había dirigido la silueta del posible superviviente. Observando su vulnerabilidad alzó su diestra hasta situarla a la altura de la cabeza haciendo chasquear secamente dos de sus dedos. Junto al molesto pitido constante un leve chasquido fue perceptible para Svaer demostrando que pese a la precariedad de su situación, la sordera posiblemente sería tan solo un hecho temporal.
Una mueca de odio brillaba en los ojos de este mientras avanzaba hacia la silueta, a medida que se acercaba cada vez esta era mas clara hasta poder distinguir al hombre que se había presentado como Caín al situarse a su lado alzó de nuevo su lanza hacia el flanco derecho sin decir palabra, sus ojos buscaron ente las penumbras las siluetas de otros supervivientes hasta ser capaz de reconocer a varios recobrando la compostura en diferentes puntos del campamento, el lancero exhaló un profundo suspiro despejando su mente intentando hacer cada vez menos intenso el profundo pitido que aun le atormentaba sin embargo tan solo el tiempo y la adrenalina le alejarían de la parcial sordera que ahora afrontaba.
Un movimiento de Caín alarmó a Svaer que al observar hacia la posición que señalaba el filo de su espada observó una figura femenina cerca de su posición, la mujer hablaba lo cual fue un alivio al reconocer que no era la criatura culpable de todo esto aunque sus palabras eran confusas para al dragón debido a su estado de aturdimiento tras el alarido. Caín respondió con palabras algo mas entendibles hasta el punto de considerar que se estaba recuperando.
Una figura apareció de entre la oscuridad dirigiéndose hacia su posición, al acercarse la figura se hizo mas visible reconociendo al propietario del campamento llevando consigo el cuerpo de uno de sus hombres gravemente herido, al parecer se hirió con su propia espada por culpa de la fuerza que arrasó con el campamento y al parecer varios miembros del campamento habían huido despavoridos. Al entender la situación Svaer dio un chasquido con la lengua intentando pensar con claridad tras una breve pausa observó a los que se habian reunido alrededor de la antigua hoguera. -Si alguien...tiene conocimientos para ayudar al herido que intente hacer algo al respecto...sino no nos quedará otra que dejarlo atrás junto al resto de caídos. -Las palabras de Svaer sonaban frustradas, tensas y agotadas ante la situación, viendo que sus escasos conocimientos de sanación no podrían hacer nada para ayudar al herido se situó en uno de los flancos para vigilar la posible nueva llegada de la criatura. Recordando la mención hacia los que ya habían caído observó la posición donde se encontraba el cadáver que había golpeado con fuerza un árbol cercano, un ligero destello captó su atención, al parecer algo provocaba pobres destellos por culpa de la luz de la luna desde el bolsillo del cadáver. Todo podría apuntar a que no era mas que un cuchillo o algún objeto de metal sin embargo una pequeña chispa de curiosidad le hizo acercarse al cadáver del hombre en busca de alguna respuesta o algo de utilidad, al dar unos pocos pasos hacia el cadáver observó hacia atrás para observar si alguien le acompañaba. -Creo que el cuerpo lleva algo, quiero comprobarlo. -Dejando al grupo decidir si alguien quería acompañarle en la búsqueda aunque el miedo le azotaba con cada paso que daba hacia el frente hasta llegar hasta el cuerpo donde tomó el objeto que centelleaba, un colgante parcialmente oxidado posiblemente pertenencia de alguna mujer. Tras tomar el curioso objeto se preparó para dirigirse hacia el resto del grupo temiendo que rezagarse fuera su condena.
Una mueca de odio brillaba en los ojos de este mientras avanzaba hacia la silueta, a medida que se acercaba cada vez esta era mas clara hasta poder distinguir al hombre que se había presentado como Caín al situarse a su lado alzó de nuevo su lanza hacia el flanco derecho sin decir palabra, sus ojos buscaron ente las penumbras las siluetas de otros supervivientes hasta ser capaz de reconocer a varios recobrando la compostura en diferentes puntos del campamento, el lancero exhaló un profundo suspiro despejando su mente intentando hacer cada vez menos intenso el profundo pitido que aun le atormentaba sin embargo tan solo el tiempo y la adrenalina le alejarían de la parcial sordera que ahora afrontaba.
Un movimiento de Caín alarmó a Svaer que al observar hacia la posición que señalaba el filo de su espada observó una figura femenina cerca de su posición, la mujer hablaba lo cual fue un alivio al reconocer que no era la criatura culpable de todo esto aunque sus palabras eran confusas para al dragón debido a su estado de aturdimiento tras el alarido. Caín respondió con palabras algo mas entendibles hasta el punto de considerar que se estaba recuperando.
Una figura apareció de entre la oscuridad dirigiéndose hacia su posición, al acercarse la figura se hizo mas visible reconociendo al propietario del campamento llevando consigo el cuerpo de uno de sus hombres gravemente herido, al parecer se hirió con su propia espada por culpa de la fuerza que arrasó con el campamento y al parecer varios miembros del campamento habían huido despavoridos. Al entender la situación Svaer dio un chasquido con la lengua intentando pensar con claridad tras una breve pausa observó a los que se habian reunido alrededor de la antigua hoguera. -Si alguien...tiene conocimientos para ayudar al herido que intente hacer algo al respecto...sino no nos quedará otra que dejarlo atrás junto al resto de caídos. -Las palabras de Svaer sonaban frustradas, tensas y agotadas ante la situación, viendo que sus escasos conocimientos de sanación no podrían hacer nada para ayudar al herido se situó en uno de los flancos para vigilar la posible nueva llegada de la criatura. Recordando la mención hacia los que ya habían caído observó la posición donde se encontraba el cadáver que había golpeado con fuerza un árbol cercano, un ligero destello captó su atención, al parecer algo provocaba pobres destellos por culpa de la luz de la luna desde el bolsillo del cadáver. Todo podría apuntar a que no era mas que un cuchillo o algún objeto de metal sin embargo una pequeña chispa de curiosidad le hizo acercarse al cadáver del hombre en busca de alguna respuesta o algo de utilidad, al dar unos pocos pasos hacia el cadáver observó hacia atrás para observar si alguien le acompañaba. -Creo que el cuerpo lleva algo, quiero comprobarlo. -Dejando al grupo decidir si alguien quería acompañarle en la búsqueda aunque el miedo le azotaba con cada paso que daba hacia el frente hasta llegar hasta el cuerpo donde tomó el objeto que centelleaba, un colgante parcialmente oxidado posiblemente pertenencia de alguna mujer. Tras tomar el curioso objeto se preparó para dirigirse hacia el resto del grupo temiendo que rezagarse fuera su condena.
Svaer Blesk
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Re: Refugio [Privado] [5/5] [CERRADO]
Después de unos instantes, sin entender mucho lo que aconteció en aquel lugar, durantes unos momentos busqué calmarme, ya teniendo mi arco en mano y aún tumbado en el lodo, hago caso omiso al dolor persistente de mi cabeza, decidí apoyarme en mis nudillos de la mano izquierda, la misma que sostenía mi arco y apoyando la diestra en el árbol aledaño, comencé a levantarme y recuperando un poco la conciencia, giro lentamente la cabeza aún chorreante de sangre hacia el campamento, escuchando las palabras de alguno de los presentes ordenando que fuéramos hacia donde se hallaba la ya extinguida hoguera. Sin dudar en lo más mínimo, comienzo a caminar hacia el centro del campamento, con lánguidos movimientos, pero ya más estable y con un ojo aún cerrado por la sangre, viendo que mis acompañantes ya se disponían en posición defensiva, vemos la entrada de poca alegoría para nuestros ojos de una mujer, que Caín confronta con su espada a dicha figura para que se identificará.
Por unos instante escuche al hombre que aún no lograba presentarse preguntar "¿Qué diablos era esa cosa?", y no sé si era por mi dolor, la falta de coordinación en mis pasos o mi falta de entendimiento ante todo lo acontecido, pero digo en voz poco entonante y clara - No sé... pero pienso averiguarlo -
Ya habiendo logrado cobrar una estabilidad al caminar, y al cabo de pocos segundos después de la aparición de esta mujer, que finalmente vislumbro ante mis ojos su figura completa, di con que era una elfa; llega entre alaridos el encargado del campamento arrastrando al acompañante mal herido, especificando que por culpa de tener la espada desenfundada, se hirió gravemente al salir disparado igual que todo el resto. Además dando indicios de que la nueva presente no era más que otra víctima de aquel inesperado ataque, y viendo que esta rasgaba su vestido para lograr cubrir sus heridas, tenía presente que al menos alguien de los que allí nos encontrábamos, al menos podría intentar salvar a aquel hombre que yacía tan malherido. Aunque su tan inesperada presencia, sin previa presentación antes lo sucedido, me causa una grave y profunda desconfianza.
Mencionan algo de éter... brujos... y sin entender nada les digo con una voz ahogada, ronca y entorpecida por el barro y sangre de mi cara - ¿De qué os encontráis hablando?, ¿por qué nadie vig...? - iba a añadir mi necesidad imperiosa de vigilar nuestros alrededores con más cautela, cuando el joven Svaer dice ver algo en el aún tumbado hombre. Sin mucho tiempo de duda, decidí interceptar con la voz diciéndole - Svaer, antes que hagáis algo, esperadme subir a la copa de algún árbol del campamento, para ver si desde las alturas logró divisar a nuestro atacante, sea lo que haya sido esa cosa. - Sacó de mi portaflechas un de estas para mantenerla sostenida con la misma mano con la que ya sostenía el arco, vigilando con rapidez el cuerpo de aquel hombre y la elfa recién llegada, manteniendo la mirada fija sobre esta, que aún me causa desconfianza el hecho de que haya decidido acercarse al campamento después del ataque, aunque también haya sido herida en tal estridente grito, le digo - ¡Hey tú, elfa! ¿Qué hacías entre las sombras en tal helada noche con lluvia? ¿No nos estarás ocultando algo?. - Mientras realizaba algunos pasos hacia un árbol colindante a nuestra posición, sin quitarle la mirada a dicha mujer, además limpiandome por fin con el antebrazo el ojo entorpecido y apoyando mi mano libre sobre aquel árbol, dando alusión de ya estar preparado para subir.
No estaba intentando dar señales de dolor frente a mis compañeros que también se podrían encontrar mal heridos, pero estoy seguro que de ser necesario mi ataque hacía alguien o algo, aquel golpe en la cabeza entorpecerá mis disparos.
Por unos instante escuche al hombre que aún no lograba presentarse preguntar "¿Qué diablos era esa cosa?", y no sé si era por mi dolor, la falta de coordinación en mis pasos o mi falta de entendimiento ante todo lo acontecido, pero digo en voz poco entonante y clara - No sé... pero pienso averiguarlo -
Ya habiendo logrado cobrar una estabilidad al caminar, y al cabo de pocos segundos después de la aparición de esta mujer, que finalmente vislumbro ante mis ojos su figura completa, di con que era una elfa; llega entre alaridos el encargado del campamento arrastrando al acompañante mal herido, especificando que por culpa de tener la espada desenfundada, se hirió gravemente al salir disparado igual que todo el resto. Además dando indicios de que la nueva presente no era más que otra víctima de aquel inesperado ataque, y viendo que esta rasgaba su vestido para lograr cubrir sus heridas, tenía presente que al menos alguien de los que allí nos encontrábamos, al menos podría intentar salvar a aquel hombre que yacía tan malherido. Aunque su tan inesperada presencia, sin previa presentación antes lo sucedido, me causa una grave y profunda desconfianza.
Mencionan algo de éter... brujos... y sin entender nada les digo con una voz ahogada, ronca y entorpecida por el barro y sangre de mi cara - ¿De qué os encontráis hablando?, ¿por qué nadie vig...? - iba a añadir mi necesidad imperiosa de vigilar nuestros alrededores con más cautela, cuando el joven Svaer dice ver algo en el aún tumbado hombre. Sin mucho tiempo de duda, decidí interceptar con la voz diciéndole - Svaer, antes que hagáis algo, esperadme subir a la copa de algún árbol del campamento, para ver si desde las alturas logró divisar a nuestro atacante, sea lo que haya sido esa cosa. - Sacó de mi portaflechas un de estas para mantenerla sostenida con la misma mano con la que ya sostenía el arco, vigilando con rapidez el cuerpo de aquel hombre y la elfa recién llegada, manteniendo la mirada fija sobre esta, que aún me causa desconfianza el hecho de que haya decidido acercarse al campamento después del ataque, aunque también haya sido herida en tal estridente grito, le digo - ¡Hey tú, elfa! ¿Qué hacías entre las sombras en tal helada noche con lluvia? ¿No nos estarás ocultando algo?. - Mientras realizaba algunos pasos hacia un árbol colindante a nuestra posición, sin quitarle la mirada a dicha mujer, además limpiandome por fin con el antebrazo el ojo entorpecido y apoyando mi mano libre sobre aquel árbol, dando alusión de ya estar preparado para subir.
No estaba intentando dar señales de dolor frente a mis compañeros que también se podrían encontrar mal heridos, pero estoy seguro que de ser necesario mi ataque hacía alguien o algo, aquel golpe en la cabeza entorpecerá mis disparos.
Berquist
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Re: Refugio [Privado] [5/5] [CERRADO]
Las respuestas del grupo de hombres no se hizo de esperar. Eilydh aún se apretaba las vendas cuando el que parecía ser el cabecilla del grupo posicionó su espada entre ella misma y el grupo.
La elfa abrió mucho los ojos que fueron desde su espada a aquel hombre de barbas largas. Tenía el gesto de quien ha vivido los suficientes años como para creer que sabe de la vida. Y aún así, Eilydh pensó que era demasiado visceral intentar atacarla teniendo en cuenta que ella misma estaba herida. Tendría que vigilar el carácter de aquel hombre de cerca, en su experiencia todo aquel que se ve atacado por algo que se sale de su control es siempre porque guarda algo más allá de lo que se ve. Uno de los hombres del grupo se había apresurado a alejarse un poco buscando entre los ropajes del hombre que acababa de morir. El único elfo hizo alarde del ego que caracterizaba a su propia raza y el que sonó demasiado familiar a Eilydh, hablándole de manera despectiva. Casi superaba al cabecilla y Eilydh no pudo más que esbozar una sonrisa irónica. Casi había olvidado el miedo a que ese elfo podría estar buscándola como enviado de su padre.
-Guarde esa reliquia, señor, estoy segura que vas a necesitarla para lo que sea que nos acaba de atacar- dijo Eilydh con sus heridas ya curadas y empezando a cerrarse-Le vendría bien hablarme con respeto su valora su barba. Y sus arrugas- dijo.- Quién sea que soy y lo que sea que hiciese entre las sombras no es de vuestra incumbencia, por supuesto- dijo molesta refiriéndose a ambos Caín y Berquest- Demasiadas preguntas teniendo en cuenta que casi se os desangra un hombre- dijo finalmente.
Cruzó sus brazos, esperando que alguien atendiese al escolta. Una de las mujeres de la multitud se sumió en lágrimas y gritos de dolor al ver la sangre que emanaba del hombre a medida que lo arrastraban. El otro elfo parecía más preocupado en entender qué pasaba a su alrededor en vez de ayudar al hombre. Eilydh guardó su daga de nuevo en su muslo y suspiró, haciendo de tripas corazón.
El escolta estaba tumbado en el suelo, la mujer que lloraba intentaba de manera poco exitosa taponar la sangre que emanaba de él. Sus llantos se mezclaban con los sollozos del hombre en cuestión que aunque vivo, estaba igualmente impresionado por la esperpéntica herida.Se acercó al hombre intentando deshacerse de su armadura que ocultaba parte de la herida. Tuvo que pelear con las manos de la amante de aquel hombre que intentaba por todos los medios parar a Eilydh una y otra vez. La elfa paró un segundo frustrada y le dijo:
-Te prometo que cuando termine con él jamás volveré a tocarlo, pero si aprecias su vida tanto como muestran tus lágrimas te aconsejo que te apartes- dijo en tono amenazante. La chica la miro con recelo por un momento y finalmente la dejó hacer.
Cuando acabó de desvestirlo, Eilydh junto sus manos durante un momento sintiendo el éter que la rodeaba, intentando concentrarse a pesar de la tensión y los nervios que consumían el ambiente, llamando a ese éter que la envolvía y canalizándolo a través de su propio cuerpo. Cerró los ojos durante unos segundos, tan solo lo estrictamente necesario para que el éter pasase a ser parte de sus manos, teniendo en cuenta que estaba rodeada por desconocidos a los que estaba dando la espalda.
-Por ímbar, chica, ten un poco de fe en esta desconocida, ¿quieres?- dijo imponiendo sus manos [1] sobre el corte del hombre que primero dejó de sangrar para después empezar a cerrar poco a poco hasta dejar una cicatriz rosada donde antes había estado el corte.
La mujer corrió a abrazar al hombre una vez este terminó de sanar y éste sin poder hablar agarró a la elfa de una de sus manos, incrédulo. Eilydh se deshizo de ese agarre y se levantó con un suspiro ahogado.
Para entonces el hombre que se había marchado a rebuscar en el cadáver llegó portando algo brillante que la mayoría de los ojos curiosos se apresuraron a investigar.
-De nada...- dijo Eilydh como en un susurro más para ella que para nadie más.
Comenzó a otear los árboles con la poca visión que le premitía la penumbra, estaba segura que aquella mujer no se había marchado y si aún seguía ahí observándolos, Eilydh también estaba segura de que ella sanando a aquel hombre había sido un reto a sus planes que parecían ser herir y destruir.
Se quitó la última venda de su hombro ya sanado.
----
[1] Uso de habilidad racial: manos sanadoras para sanar la herida de el NPC.
La elfa abrió mucho los ojos que fueron desde su espada a aquel hombre de barbas largas. Tenía el gesto de quien ha vivido los suficientes años como para creer que sabe de la vida. Y aún así, Eilydh pensó que era demasiado visceral intentar atacarla teniendo en cuenta que ella misma estaba herida. Tendría que vigilar el carácter de aquel hombre de cerca, en su experiencia todo aquel que se ve atacado por algo que se sale de su control es siempre porque guarda algo más allá de lo que se ve. Uno de los hombres del grupo se había apresurado a alejarse un poco buscando entre los ropajes del hombre que acababa de morir. El único elfo hizo alarde del ego que caracterizaba a su propia raza y el que sonó demasiado familiar a Eilydh, hablándole de manera despectiva. Casi superaba al cabecilla y Eilydh no pudo más que esbozar una sonrisa irónica. Casi había olvidado el miedo a que ese elfo podría estar buscándola como enviado de su padre.
-Guarde esa reliquia, señor, estoy segura que vas a necesitarla para lo que sea que nos acaba de atacar- dijo Eilydh con sus heridas ya curadas y empezando a cerrarse-Le vendría bien hablarme con respeto su valora su barba. Y sus arrugas- dijo.- Quién sea que soy y lo que sea que hiciese entre las sombras no es de vuestra incumbencia, por supuesto- dijo molesta refiriéndose a ambos Caín y Berquest- Demasiadas preguntas teniendo en cuenta que casi se os desangra un hombre- dijo finalmente.
Cruzó sus brazos, esperando que alguien atendiese al escolta. Una de las mujeres de la multitud se sumió en lágrimas y gritos de dolor al ver la sangre que emanaba del hombre a medida que lo arrastraban. El otro elfo parecía más preocupado en entender qué pasaba a su alrededor en vez de ayudar al hombre. Eilydh guardó su daga de nuevo en su muslo y suspiró, haciendo de tripas corazón.
El escolta estaba tumbado en el suelo, la mujer que lloraba intentaba de manera poco exitosa taponar la sangre que emanaba de él. Sus llantos se mezclaban con los sollozos del hombre en cuestión que aunque vivo, estaba igualmente impresionado por la esperpéntica herida.Se acercó al hombre intentando deshacerse de su armadura que ocultaba parte de la herida. Tuvo que pelear con las manos de la amante de aquel hombre que intentaba por todos los medios parar a Eilydh una y otra vez. La elfa paró un segundo frustrada y le dijo:
-Te prometo que cuando termine con él jamás volveré a tocarlo, pero si aprecias su vida tanto como muestran tus lágrimas te aconsejo que te apartes- dijo en tono amenazante. La chica la miro con recelo por un momento y finalmente la dejó hacer.
Cuando acabó de desvestirlo, Eilydh junto sus manos durante un momento sintiendo el éter que la rodeaba, intentando concentrarse a pesar de la tensión y los nervios que consumían el ambiente, llamando a ese éter que la envolvía y canalizándolo a través de su propio cuerpo. Cerró los ojos durante unos segundos, tan solo lo estrictamente necesario para que el éter pasase a ser parte de sus manos, teniendo en cuenta que estaba rodeada por desconocidos a los que estaba dando la espalda.
-Por ímbar, chica, ten un poco de fe en esta desconocida, ¿quieres?- dijo imponiendo sus manos [1] sobre el corte del hombre que primero dejó de sangrar para después empezar a cerrar poco a poco hasta dejar una cicatriz rosada donde antes había estado el corte.
La mujer corrió a abrazar al hombre una vez este terminó de sanar y éste sin poder hablar agarró a la elfa de una de sus manos, incrédulo. Eilydh se deshizo de ese agarre y se levantó con un suspiro ahogado.
Para entonces el hombre que se había marchado a rebuscar en el cadáver llegó portando algo brillante que la mayoría de los ojos curiosos se apresuraron a investigar.
-De nada...- dijo Eilydh como en un susurro más para ella que para nadie más.
Comenzó a otear los árboles con la poca visión que le premitía la penumbra, estaba segura que aquella mujer no se había marchado y si aún seguía ahí observándolos, Eilydh también estaba segura de que ella sanando a aquel hombre había sido un reto a sus planes que parecían ser herir y destruir.
Se quitó la última venda de su hombro ya sanado.
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[1] Uso de habilidad racial: manos sanadoras para sanar la herida de el NPC.
Eilydh
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Re: Refugio [Privado] [5/5] [CERRADO]
Kailis se encontraba en el linde de la hoguera, codo a codo con quienquiera que estuviera a sus lados, tratando de atisbar algo, lo que fuera, entre la oscuridad y la maleza. Ya fuera alguien herido, o la letal criatura que los acechaba.
Deslizó su mirada hacia Berquist cuando éste respondió a su pregunta, y no pudo sino dejar escapar una carcajada que sonó ahogada y ronca, producto del susto, los nervios, y la falta de ánimo.
- No te alejes mucho para averiguarlo, mira como han acabado los otros... - Dijo a media voz, centrando una vez más su atención en la penumbra que los rodeaba.
Se volteó sin embargo una vez más, e hizo el amago de extender la hoja de su espada hacia la elfa cuando Caín reparó en ella; siquiera se había fijado en la presencia de una nueva integrante en ese improvisado y ahora asustado grupo. Tampoco era consciente que, por unos instantes, estaba ofreciendo su espalda a una criatura que momentos atrás se había llevado la vida de dos hombres en cuestión de segundos.
Pivotó sobre sus pies y tuvo que plantarlos con firmeza en el suelo para no tambalearse, aún mareado por el golpe. Caían gotas de sangre desde su barbilla, precipitándose hasta el suelo como si de un cuentagotas se tratara. Su mirada se nublaba en ocasiones, pero la situación requería que estuviera alerta.
Sacudió la cabeza al escuchar el prolongado llanto de la mujer, y frunció el ceño en tanto que miraba, en esta ocasión, a Caín. El anciano se le había antojado alguien cuerdo. Tenía el aspecto de alguien que ha pasado por situaciones difíciles, y hasta ese día, seguía vivo.
- Eh... Oye, tal vez deberíamos movernos. Dejar los cuerpos aquí y largarnos. Hay un camino, no muy lejos, igual quiere los cadáveres y nos deja en paz. No sé vosotros, pero yo no sé si quiero meterme con ese bicho... - Propuso, afianzando el agarre de sus manos sobre su espada larga, como si eso le ofreciera seguridad o confianza.
Deslizó su mirada hacia Berquist cuando éste respondió a su pregunta, y no pudo sino dejar escapar una carcajada que sonó ahogada y ronca, producto del susto, los nervios, y la falta de ánimo.
- No te alejes mucho para averiguarlo, mira como han acabado los otros... - Dijo a media voz, centrando una vez más su atención en la penumbra que los rodeaba.
Se volteó sin embargo una vez más, e hizo el amago de extender la hoja de su espada hacia la elfa cuando Caín reparó en ella; siquiera se había fijado en la presencia de una nueva integrante en ese improvisado y ahora asustado grupo. Tampoco era consciente que, por unos instantes, estaba ofreciendo su espalda a una criatura que momentos atrás se había llevado la vida de dos hombres en cuestión de segundos.
Pivotó sobre sus pies y tuvo que plantarlos con firmeza en el suelo para no tambalearse, aún mareado por el golpe. Caían gotas de sangre desde su barbilla, precipitándose hasta el suelo como si de un cuentagotas se tratara. Su mirada se nublaba en ocasiones, pero la situación requería que estuviera alerta.
Sacudió la cabeza al escuchar el prolongado llanto de la mujer, y frunció el ceño en tanto que miraba, en esta ocasión, a Caín. El anciano se le había antojado alguien cuerdo. Tenía el aspecto de alguien que ha pasado por situaciones difíciles, y hasta ese día, seguía vivo.
- Eh... Oye, tal vez deberíamos movernos. Dejar los cuerpos aquí y largarnos. Hay un camino, no muy lejos, igual quiere los cadáveres y nos deja en paz. No sé vosotros, pero yo no sé si quiero meterme con ese bicho... - Propuso, afianzando el agarre de sus manos sobre su espada larga, como si eso le ofreciera seguridad o confianza.
Kailis
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