Dos copas y un hacha (Privado) [Cerrado]
Página 1 de 1. • Comparte
Dos copas y un hacha (Privado) [Cerrado]
Decir que últimamente le había ido mal era quedarse demasiado corto. Nada tenía que ver con la época en la que la traicionaron en la guardia, no. Esta vez se había tratado de un semejante, sí, un elfo, pero no pensaría más en ello. Es más, en su mente se había hecho una promesa: liberarse. Así era, liberarse, relajarse, quitarse de la cabeza todos los problemas que había sufrido durante aquellos años.
Durante sus trayectos pensó diferentes ideas: ''¿Sería buena mercenaria? ¿Qué tal se me daría ser maestra?'' (De armas, por supuesto), junto a otras tantas que llevaban su vida por un rumbo totalmente distinto al que tenía actualmente. Y si ella, que apenas alcanzaba los 50 años élficos, estaba así, ¿cómo se suponía que sus ''mayores'' aguantaban tantos recuerdos, sufrimientos y problemas?
Tomó aire, estiró un poco los brazos y sacudió el polvo de sus botas. Ahí estaba, la ciudad de Lunargenta, un sitio al que hacía mucho que no venía. Ni siquiera recordaba que la entrada se viese así:
-¡Quítate de ahí! -Ensimismada en sus pensamientos y para su sorpresa, un carruaje cargado de grandes cajas avanzaba sin pausa y el maleducado hombre que llevaba dicho transporte le gritaba- ¡¿No me has oído?! -Vociferó, un gran caballo de tiro marrón resopló justo al pasar por su lado hacia la entrada, donde metros más tarde se paró.
El polvo del camino ahora manchaba su ropa, pues había tenido que tirarse al suelo sin más remedio, hacia atrás, para poder esquivar aquel carro. ''Empiezo bien, sí'', se dijo a si misma aún sentada en el suelo. Otro carro venía y cierto temor a ser atropellada la hizo reaccionar, se levantó y se apartó del camino principal. Si había sobrevivido hasta ahora, no iba a dejar que un caballo la matara.
Podía notar cómo los dos guardias de la entrada la miraban en cuanto se acercó; había intentado sacudirse pero no lo había conseguido del todo, algunas manchas de polvo se esparcían todavía por su ropa.
-¿Qué tenemos aquí? -Empezaron a hablar entre ellos, pero ni siquiera les prestó atención, pasó sin más y les dio esquinazo en cuanto decidieron que había sido demasiado ''grosero'' ignorarles.
No cubría sus orejas aunque llevara el pelo suelto ese día, no tenía porqué, aunque en cierto modo estaba segura de que no todo el mundo acostumbraba a ver elfos todos los días. Tal vez fuese llamativo, o no, no le importaba. Algo le decía que aquel día iba a tener que lidiar con algún que otro problema más importante que ese.
Era pasado el mediodía, por lo que las calles no estaban todo lo regentadas que podían estar por la mañana, pero aún así el gentío formaba un buen jaleo y era difícil moverse en algunos puntos. Intentaba pasar por calles menos transitadas, hasta que se paró y se preguntó dónde se dirigía realmente.
Su respuesta vino en forma de cartel, uno en el que podía leerse la palabra ''Taberna'' en lengua común por un lado, y en otro idioma por el otro. Si bien el cartel y el edificio estaban desvencijados, tal vez serviría como propósito para aquel día. ''¿De verdad? ¿Vas a emborracharte?'', sonrió para sí misma, recordando alguna que otra vez de su época en la guardia...donde más de una vez se reunió con sus compañeros (los que la aceptaron).
Ya que llevaba el pelo suelto, lo recogió en una coleta atrás con dos mechones que quedaban a ambos lados de su cara; el de la parte derecha con menos cantidad de pelo que el de la izquierda. Así, sus marcas eran más notorias y menos sus orejas, pero nadie diría que era una humana, era obvio lo que era...''Y además mujer, en una taberna''.
La idea le sonó divertida, ¿por qué no? ¿Acaso no podía divertirse de vez en cuando? Ya había eliminado la palabra ''diversión'' durante mucho tiempo de su vida.
Con paso decidido, abrió la puerta de la taberna y un aire caliente le golpeó en la cara. Aunque el edificio tenía ventanas, la concentración de personas y alcohol en un espacio reducido era más que obvia, pero esto no le impidió cerrar la puerta tras de sí y buscar con la mirada un sitio. No sin darse cuenta de cómo algunas miradas se posaron en ella, unos conscientes de qué era, otros sin siquiera ser conscientes de que todavía estaban sentados en una mesa tomando cerveza.
Durante sus trayectos pensó diferentes ideas: ''¿Sería buena mercenaria? ¿Qué tal se me daría ser maestra?'' (De armas, por supuesto), junto a otras tantas que llevaban su vida por un rumbo totalmente distinto al que tenía actualmente. Y si ella, que apenas alcanzaba los 50 años élficos, estaba así, ¿cómo se suponía que sus ''mayores'' aguantaban tantos recuerdos, sufrimientos y problemas?
Tomó aire, estiró un poco los brazos y sacudió el polvo de sus botas. Ahí estaba, la ciudad de Lunargenta, un sitio al que hacía mucho que no venía. Ni siquiera recordaba que la entrada se viese así:
-¡Quítate de ahí! -Ensimismada en sus pensamientos y para su sorpresa, un carruaje cargado de grandes cajas avanzaba sin pausa y el maleducado hombre que llevaba dicho transporte le gritaba- ¡¿No me has oído?! -Vociferó, un gran caballo de tiro marrón resopló justo al pasar por su lado hacia la entrada, donde metros más tarde se paró.
El polvo del camino ahora manchaba su ropa, pues había tenido que tirarse al suelo sin más remedio, hacia atrás, para poder esquivar aquel carro. ''Empiezo bien, sí'', se dijo a si misma aún sentada en el suelo. Otro carro venía y cierto temor a ser atropellada la hizo reaccionar, se levantó y se apartó del camino principal. Si había sobrevivido hasta ahora, no iba a dejar que un caballo la matara.
Podía notar cómo los dos guardias de la entrada la miraban en cuanto se acercó; había intentado sacudirse pero no lo había conseguido del todo, algunas manchas de polvo se esparcían todavía por su ropa.
-¿Qué tenemos aquí? -Empezaron a hablar entre ellos, pero ni siquiera les prestó atención, pasó sin más y les dio esquinazo en cuanto decidieron que había sido demasiado ''grosero'' ignorarles.
No cubría sus orejas aunque llevara el pelo suelto ese día, no tenía porqué, aunque en cierto modo estaba segura de que no todo el mundo acostumbraba a ver elfos todos los días. Tal vez fuese llamativo, o no, no le importaba. Algo le decía que aquel día iba a tener que lidiar con algún que otro problema más importante que ese.
Era pasado el mediodía, por lo que las calles no estaban todo lo regentadas que podían estar por la mañana, pero aún así el gentío formaba un buen jaleo y era difícil moverse en algunos puntos. Intentaba pasar por calles menos transitadas, hasta que se paró y se preguntó dónde se dirigía realmente.
Su respuesta vino en forma de cartel, uno en el que podía leerse la palabra ''Taberna'' en lengua común por un lado, y en otro idioma por el otro. Si bien el cartel y el edificio estaban desvencijados, tal vez serviría como propósito para aquel día. ''¿De verdad? ¿Vas a emborracharte?'', sonrió para sí misma, recordando alguna que otra vez de su época en la guardia...donde más de una vez se reunió con sus compañeros (los que la aceptaron).
Ya que llevaba el pelo suelto, lo recogió en una coleta atrás con dos mechones que quedaban a ambos lados de su cara; el de la parte derecha con menos cantidad de pelo que el de la izquierda. Así, sus marcas eran más notorias y menos sus orejas, pero nadie diría que era una humana, era obvio lo que era...''Y además mujer, en una taberna''.
La idea le sonó divertida, ¿por qué no? ¿Acaso no podía divertirse de vez en cuando? Ya había eliminado la palabra ''diversión'' durante mucho tiempo de su vida.
Con paso decidido, abrió la puerta de la taberna y un aire caliente le golpeó en la cara. Aunque el edificio tenía ventanas, la concentración de personas y alcohol en un espacio reducido era más que obvia, pero esto no le impidió cerrar la puerta tras de sí y buscar con la mirada un sitio. No sin darse cuenta de cómo algunas miradas se posaron en ella, unos conscientes de qué era, otros sin siquiera ser conscientes de que todavía estaban sentados en una mesa tomando cerveza.
Última edición por Yenna el Vie Dic 27 2019, 13:07, editado 3 veces
Yenna
Aprendiz
Aprendiz
Cantidad de envíos : : 49
Nivel de PJ : : 0
Re: Dos copas y un hacha (Privado) [Cerrado]
El creciente murmullo y ajetreo de su alrededor le despertó paulatinamente. Somnoliento, alzó la cabeza, que descansaba sobre su brazo extendido, sujetando todavía una jarra de cerveza, y se secó las babas que humedecían la comisura de sus labios. Se sorprendió de ver que se había quedado dormido sentado a una de las mesas de la taberna. Bostezó mientras sus ojos todavía luchaban por regular la luz que le llegaba y dar sentido a los estímulos visuales que los inundaban.
Poco a poco, la consciencia se fue vertiendo sobre su mente como un chorro de agua fría llenando un odre.
"Veamos..." - Pensó mientras se cacheaba distraídamente, con la fluidez de quien está acostumbrado a hacerlo.- "Sí, el monedero sigue en su sitio, eso es nuevo... Y bueno."
Desató la pequeña bolsa de cuero que llevaba al cinto y revisó su contenido. Todavía estaba medio llena, y eso que no se consideraba optimista, con los frutos de su último trabajo. "Había sido..." -Frunció el ceño intentando recordar.- "Escoltar a alguien. O matarlo, no me acuerdo." De lo que sí se acordaba era de que al final del mismo, había terminado en Lunargenta y con una cantidad interesante de dinero que se apresuró a gastar en la primera taberna que encontró. De eso hacía dos días.
Se ató de nuevo el saquito y siguió comprobando sus pertenencias. El hacha había dormido junto a él, apoyada sobre taburete. La miró, sonrió y murmuró unas palabras de agradecimiento y protección de las que había grabadas en la cabeza del arma. Siguió el cacheo y palpó su portapergaminos. Nadie se molestaría en robar unos cuantos mapas viejos, pero prefería asegurarse, necesitaría el mapa de la ciudad para encontrar más trabajos. Habiendo terminado la revisión de sus escasas pertenencias se estiró mientras bostezaba. Al hacerlo, una gruesa capa de pieles se desprendió de sus hombros.
"Ah, sí faltaba eso." -Pensó.
Alguien había tenido la amabilidad de usar su capa de pieles para arroparle mientras dormía. Eso sí que no le había pasado antes en ninguna taberna. Tampoco había gastado tanto dinero de golpe en el mismo lugar. Le estaba gustando el establecimiento.
Se levantó del taburete y colgó las pieles en un colgador que había anclado a la pared, justo detrás de donde estaba, antes de recoger su jarra y darle un buen trago.
"El desayuno de los campeones." - Pensó mientras asentía satisfecho, solo para fruncir el ceño extrañado pocos segundos después y mirarse el torso.
-¡EH! ¿¡QUIÉN ME HA ROBADO LA CAMISA!? - Vociferó mientras se acercaba a la barra, donde el tabernero se afanaba en llevar un par de platos llenos de estofado humeante a una de las mesas.
-Ah, buenos días, señor Ludwig. Disculpe si no le desperté para llevarle a su habitación, pero parecía muy...ehm...cansado. - Respondió amable y tranquilamente.
-Sí, sí, ¿pero quién se la ha llevado? Ha sido Costin, ¿verdad? Esa rata dijo que le gustaba la tela, seguro que fue él...
-No, señor, la arrojó usted al fuego anoche. -Dijo distraídamente mientras servía la comida y se despedía de los comensales con un gentil asentimiento con la cabeza.- Si no recuerdo mal, dijo que no le hacía falta en un lugar tan caluroso, que la gente de Lunargenta éramos unos flojos que no sabíamos lo que era el frío.
-Oh... Ya veo. - Sus tripas aprovecharon el silencio incómodo que se formó para protestar por la falta de sustento.- Ehm... Ese estofado huele bastante bien.
-Le serviré un plato ahora mismo, se lo llevaré a su mesa. -Respondió diligentemente el tabernero.
-Y... Bragg...
-¿Sí?
-No tendrás una camisa de sobra, ¿verdad? No quiero hacer sentir mal a estos bebeleches con mi cuerpo norteño. -Dijo señalando alrededor.
-Por supuesto.
-Y trae otra jarra de cerveza, la de ayer está caliente. -Sacó una moneda del monedero y se la lanzó. El fornido tabernero la atrapó al vuelo con una agilidad sorprendente para su gruesa constitución.- Quédate el cambio.
Se dirigió de vuelta a su mesa a terminarse la jarra del día anterior cuando, tras dar el primer trago, la puerta de la taberna se abrió. Miró por inercia, pero su mirada se clavó en la recién llegada.
Una mujer joven, rubia y bastante alta, con una coleta y dos mechones que realzaban unos extraños tatuajes que lucía por toda la cara. Se fijó en su atuendo: peto y protecciones de cuero, y un arco asomaba por su espalda. ¿Una cazadora?¿Quizá mercenaria como él? Se fijó detenidamente, estaba de muy buen ver, pero pronto se dio cuenta de algo más importante. Sus orejas.
"Un elfo..." - Pensó con desagrado mientras escupía al suelo para alejar la mala suerte.- "Los suyos y su asquerosa hechicería. No pueden traer nada bueno."
Poco a poco, la consciencia se fue vertiendo sobre su mente como un chorro de agua fría llenando un odre.
"Veamos..." - Pensó mientras se cacheaba distraídamente, con la fluidez de quien está acostumbrado a hacerlo.- "Sí, el monedero sigue en su sitio, eso es nuevo... Y bueno."
Desató la pequeña bolsa de cuero que llevaba al cinto y revisó su contenido. Todavía estaba medio llena, y eso que no se consideraba optimista, con los frutos de su último trabajo. "Había sido..." -Frunció el ceño intentando recordar.- "Escoltar a alguien. O matarlo, no me acuerdo." De lo que sí se acordaba era de que al final del mismo, había terminado en Lunargenta y con una cantidad interesante de dinero que se apresuró a gastar en la primera taberna que encontró. De eso hacía dos días.
Se ató de nuevo el saquito y siguió comprobando sus pertenencias. El hacha había dormido junto a él, apoyada sobre taburete. La miró, sonrió y murmuró unas palabras de agradecimiento y protección de las que había grabadas en la cabeza del arma. Siguió el cacheo y palpó su portapergaminos. Nadie se molestaría en robar unos cuantos mapas viejos, pero prefería asegurarse, necesitaría el mapa de la ciudad para encontrar más trabajos. Habiendo terminado la revisión de sus escasas pertenencias se estiró mientras bostezaba. Al hacerlo, una gruesa capa de pieles se desprendió de sus hombros.
"Ah, sí faltaba eso." -Pensó.
Alguien había tenido la amabilidad de usar su capa de pieles para arroparle mientras dormía. Eso sí que no le había pasado antes en ninguna taberna. Tampoco había gastado tanto dinero de golpe en el mismo lugar. Le estaba gustando el establecimiento.
Se levantó del taburete y colgó las pieles en un colgador que había anclado a la pared, justo detrás de donde estaba, antes de recoger su jarra y darle un buen trago.
"El desayuno de los campeones." - Pensó mientras asentía satisfecho, solo para fruncir el ceño extrañado pocos segundos después y mirarse el torso.
-¡EH! ¿¡QUIÉN ME HA ROBADO LA CAMISA!? - Vociferó mientras se acercaba a la barra, donde el tabernero se afanaba en llevar un par de platos llenos de estofado humeante a una de las mesas.
-Ah, buenos días, señor Ludwig. Disculpe si no le desperté para llevarle a su habitación, pero parecía muy...ehm...cansado. - Respondió amable y tranquilamente.
-Sí, sí, ¿pero quién se la ha llevado? Ha sido Costin, ¿verdad? Esa rata dijo que le gustaba la tela, seguro que fue él...
-No, señor, la arrojó usted al fuego anoche. -Dijo distraídamente mientras servía la comida y se despedía de los comensales con un gentil asentimiento con la cabeza.- Si no recuerdo mal, dijo que no le hacía falta en un lugar tan caluroso, que la gente de Lunargenta éramos unos flojos que no sabíamos lo que era el frío.
-Oh... Ya veo. - Sus tripas aprovecharon el silencio incómodo que se formó para protestar por la falta de sustento.- Ehm... Ese estofado huele bastante bien.
-Le serviré un plato ahora mismo, se lo llevaré a su mesa. -Respondió diligentemente el tabernero.
-Y... Bragg...
-¿Sí?
-No tendrás una camisa de sobra, ¿verdad? No quiero hacer sentir mal a estos bebeleches con mi cuerpo norteño. -Dijo señalando alrededor.
-Por supuesto.
-Y trae otra jarra de cerveza, la de ayer está caliente. -Sacó una moneda del monedero y se la lanzó. El fornido tabernero la atrapó al vuelo con una agilidad sorprendente para su gruesa constitución.- Quédate el cambio.
Se dirigió de vuelta a su mesa a terminarse la jarra del día anterior cuando, tras dar el primer trago, la puerta de la taberna se abrió. Miró por inercia, pero su mirada se clavó en la recién llegada.
Una mujer joven, rubia y bastante alta, con una coleta y dos mechones que realzaban unos extraños tatuajes que lucía por toda la cara. Se fijó en su atuendo: peto y protecciones de cuero, y un arco asomaba por su espalda. ¿Una cazadora?¿Quizá mercenaria como él? Se fijó detenidamente, estaba de muy buen ver, pero pronto se dio cuenta de algo más importante. Sus orejas.
"Un elfo..." - Pensó con desagrado mientras escupía al suelo para alejar la mala suerte.- "Los suyos y su asquerosa hechicería. No pueden traer nada bueno."
Última edición por Ludwig Zaunit el Jue Dic 19 2019, 05:34, editado 2 veces
Ludwig Zaunit
Aprendiz
Aprendiz
Cantidad de envíos : : 22
Nivel de PJ : : 0
Re: Dos copas y un hacha (Privado) [Cerrado]
Observó a varias mujeres por allí, para ser más concretos tres. Y las tres no eran precisamente de buen ver: ropas ceñidas y muy cortas, tal vez demasiado reveladoras, mofletes sonrosados y labios rojos, estaba claro para lo que estaban allí. A una de ellas se le acercaban más que a las otras dos, tal vez porque tenía la piel más pálida y parecía distinta, incluso delicada.
Un mal presentimiento la invadió, ¿y si ella también daba esa imagen? No, desde luego que no la daba, era imposible. Era una elfa, las marcas de su cara eran lo más notorio. Aunque en algún momento llevara las orejas tapadas, el tipo de floritura la seguiría delatando, era algo demasiado bien hecho y delicado, ''marcas élficas'' por llamarlo de algún modo.
Así, dio dos pasos hacia delante mientras observaba a su alrededor. No había mucha gente que llamara su atención, pero una persona en concreto que se levantó de su mesa la hizo parar en seco.
El susodicho iba sin camiseta, literalmente sin nada, dejando al descubierto un cuerpo curtido, llamativo cuando menos...tal vez demasiado, ella no era la única que le miraba. Justo cuando iba a apartar la mirada antes de que se le salieran los ojos de las cuencas, éste empezó a gritar para poco después entablar una conversación con el tabernero. Los dos parecían conocerse y lo cierto es que la elfa era la única que no encajaba allí; los demás parecían acostumbrados al sitio, o a las tabernas...o a la bebida.
En cuanto se acercó a la barra, a su lado izquierdo se colocó un hombre mayor que desprendía un olor a alcohol tan fuerte que ella misma habría jurado que era el culpable del ''cambio de temperatura'' del lugar. Aún así, la educación lo era todo, sólo a veces:
-...eh...-Un sonido se escapó de su boca, parecido a un eructo pero menos evidente-...¡qué bonita! -Exclamó, unas largas cejas blancas y despeinadas adornaban un rostro enrojecido junto a una barba de semanas-...¿elfa? -Terminó, justo cuando el tabernero se acercó a ambos.
-¿Qué desea tomar? -''Demasiado educado para este sitio'', pensó mientras esbozaba una sonrisa.
-Una cerveza -Respondió sin más. El viejo de al lado se rió por lo bajo y pidió lo mismo, el hombre detrás de la barra fue a por ambas cervezas.
-Aquí tienen -Regresó segundos después con dos cervezas en dos buenas jarras de cristal. La cara de sorpresa de la muchacha dejaba suficientemente claro que no las esperaba de ese tamaño.
-¿Qué ocurre? -Otro sonido de su ''acompañante''.
-Nada -Esta vez respondió cortante, pero eso no era algo que un borracho fuese a entender.
Así soportó al viejo un rato más, que se dedicó a sacar a cada cual tema más diferente uno de otro. Y ella o respondía, o tomaba un trago de la cerveza. ''Al menos está buena'', pensó a la misma vez que otra persona se colocaba a su otro lado, a la derecha. Por un segundo se sintió invadida, pero el otro hombre apenas tardó unos minutos en irse, el tiempo justo en el que ella terminó de beber.
No estaba acostumbrada a beber, eso estaba claro. Podían notarse sus mejillas levemente sonrojadas, pero no era suficiente para emborracharse: ''Con tres, puede''.
Siguió con la vista al tabernero en cuanto sacó de algún sitio dos platos de algo que parecía estofado; no lo negaría, podía oler bien pero no era algo que quisiese comer en ese momento. Le vio poner uno de los platos en una mesa donde una de las mujeres intentaba convencer a un borracho más rojo que un tomate y...el siguiente y último plato se lo entregó al de antes, al mismo que vio sin camiseta. Y lo cierto es que para qué engañarse, estaba demasiado bien como para ser un cualquiera como aquellos.
En cuanto el tabernero regresó y atendió a varias personas, pidió su segunda cerveza y se dio cuenta de que el viejo que tenía al lado ahora echaba una cabezada sobre la barra...''Menos mal'', aunque no tenía ni idea de si le había estado hablando más antes de quedarse dormido.
Tras dos sorbos a la segunda, observó de lejos al hombre que parecía distinto a los que estaban allí. Si bien no podía negar que algunos de ellos parecían trabajadores y algunos tenían la tez morena de estar al sol, ese individuo tenía un aspecto distinto. ''¿Qué es?'', pensaba, echándole miradas de vez en cuando, alguna más disimulada que otra...hasta que se cruzó con alguien en su ''campo de visión'': una de las mujeres.
-¿Qué quieres? -Preguntó Yenna una vez que vio que se acercaba.
-¿Que qué quiero? ¿Qué quieres tú? ¿Te crees que por ser ''exótica'' tienes derecho a robarnos los clientes? -La elfa abrió los ojos de par en par ante sus acusaciones o ''preguntas'' y se levantó.
-¿Cómo dices? No vengo a robaros nada -Detrás suyo el tabernero no le daba demasiada importancia a la conversación, como si fuese algo habitual que las mujeres se pelearan entre ellas.
-¡¿Cómo que no?! ¡No paras de mirar al único hombre que tiene algo de toda la taberna! -Esto último lo dijo algo más alto de lo normal, tenía una voz demasiado chillona para su gusto y sus mofletes sonrosados ahora parecían dos grandes parches rojos.
-No he venido aquí a por nadie -Fue lo último que dijo y se dio casi la vuelta entera- ¿Y qué más da a quién mire? -Ahí estaba, la segunda cerveza casi terminada la envalentonó- ¿Tengo que pedirte permiso? -Volvía a estar de frente a la mujer que la miraba como si con los ojos fuese capaz de hacer que saliera ardiendo.
-¡¡Ese hombre es mío!! -La vio venir lo suficientemente rápido como para sujetar la mano que iba a darle una bofetada. La cara de la mujer ardía roja al ver que se había atrevido a parar su ataque.
La sujetó por la muñeca el tiempo suficiente como para darse cuenta de que todos las miraban. Unos con expectación, otros emocionados y otros a punto de caer dormidos...¿en qué sitio se había metido?
Un mal presentimiento la invadió, ¿y si ella también daba esa imagen? No, desde luego que no la daba, era imposible. Era una elfa, las marcas de su cara eran lo más notorio. Aunque en algún momento llevara las orejas tapadas, el tipo de floritura la seguiría delatando, era algo demasiado bien hecho y delicado, ''marcas élficas'' por llamarlo de algún modo.
Así, dio dos pasos hacia delante mientras observaba a su alrededor. No había mucha gente que llamara su atención, pero una persona en concreto que se levantó de su mesa la hizo parar en seco.
El susodicho iba sin camiseta, literalmente sin nada, dejando al descubierto un cuerpo curtido, llamativo cuando menos...tal vez demasiado, ella no era la única que le miraba. Justo cuando iba a apartar la mirada antes de que se le salieran los ojos de las cuencas, éste empezó a gritar para poco después entablar una conversación con el tabernero. Los dos parecían conocerse y lo cierto es que la elfa era la única que no encajaba allí; los demás parecían acostumbrados al sitio, o a las tabernas...o a la bebida.
En cuanto se acercó a la barra, a su lado izquierdo se colocó un hombre mayor que desprendía un olor a alcohol tan fuerte que ella misma habría jurado que era el culpable del ''cambio de temperatura'' del lugar. Aún así, la educación lo era todo, sólo a veces:
-...eh...-Un sonido se escapó de su boca, parecido a un eructo pero menos evidente-...¡qué bonita! -Exclamó, unas largas cejas blancas y despeinadas adornaban un rostro enrojecido junto a una barba de semanas-...¿elfa? -Terminó, justo cuando el tabernero se acercó a ambos.
-¿Qué desea tomar? -''Demasiado educado para este sitio'', pensó mientras esbozaba una sonrisa.
-Una cerveza -Respondió sin más. El viejo de al lado se rió por lo bajo y pidió lo mismo, el hombre detrás de la barra fue a por ambas cervezas.
-Aquí tienen -Regresó segundos después con dos cervezas en dos buenas jarras de cristal. La cara de sorpresa de la muchacha dejaba suficientemente claro que no las esperaba de ese tamaño.
-¿Qué ocurre? -Otro sonido de su ''acompañante''.
-Nada -Esta vez respondió cortante, pero eso no era algo que un borracho fuese a entender.
Así soportó al viejo un rato más, que se dedicó a sacar a cada cual tema más diferente uno de otro. Y ella o respondía, o tomaba un trago de la cerveza. ''Al menos está buena'', pensó a la misma vez que otra persona se colocaba a su otro lado, a la derecha. Por un segundo se sintió invadida, pero el otro hombre apenas tardó unos minutos en irse, el tiempo justo en el que ella terminó de beber.
No estaba acostumbrada a beber, eso estaba claro. Podían notarse sus mejillas levemente sonrojadas, pero no era suficiente para emborracharse: ''Con tres, puede''.
Siguió con la vista al tabernero en cuanto sacó de algún sitio dos platos de algo que parecía estofado; no lo negaría, podía oler bien pero no era algo que quisiese comer en ese momento. Le vio poner uno de los platos en una mesa donde una de las mujeres intentaba convencer a un borracho más rojo que un tomate y...el siguiente y último plato se lo entregó al de antes, al mismo que vio sin camiseta. Y lo cierto es que para qué engañarse, estaba demasiado bien como para ser un cualquiera como aquellos.
En cuanto el tabernero regresó y atendió a varias personas, pidió su segunda cerveza y se dio cuenta de que el viejo que tenía al lado ahora echaba una cabezada sobre la barra...''Menos mal'', aunque no tenía ni idea de si le había estado hablando más antes de quedarse dormido.
Tras dos sorbos a la segunda, observó de lejos al hombre que parecía distinto a los que estaban allí. Si bien no podía negar que algunos de ellos parecían trabajadores y algunos tenían la tez morena de estar al sol, ese individuo tenía un aspecto distinto. ''¿Qué es?'', pensaba, echándole miradas de vez en cuando, alguna más disimulada que otra...hasta que se cruzó con alguien en su ''campo de visión'': una de las mujeres.
-¿Qué quieres? -Preguntó Yenna una vez que vio que se acercaba.
-¿Que qué quiero? ¿Qué quieres tú? ¿Te crees que por ser ''exótica'' tienes derecho a robarnos los clientes? -La elfa abrió los ojos de par en par ante sus acusaciones o ''preguntas'' y se levantó.
-¿Cómo dices? No vengo a robaros nada -Detrás suyo el tabernero no le daba demasiada importancia a la conversación, como si fuese algo habitual que las mujeres se pelearan entre ellas.
-¡¿Cómo que no?! ¡No paras de mirar al único hombre que tiene algo de toda la taberna! -Esto último lo dijo algo más alto de lo normal, tenía una voz demasiado chillona para su gusto y sus mofletes sonrosados ahora parecían dos grandes parches rojos.
-No he venido aquí a por nadie -Fue lo último que dijo y se dio casi la vuelta entera- ¿Y qué más da a quién mire? -Ahí estaba, la segunda cerveza casi terminada la envalentonó- ¿Tengo que pedirte permiso? -Volvía a estar de frente a la mujer que la miraba como si con los ojos fuese capaz de hacer que saliera ardiendo.
-¡¡Ese hombre es mío!! -La vio venir lo suficientemente rápido como para sujetar la mano que iba a darle una bofetada. La cara de la mujer ardía roja al ver que se había atrevido a parar su ataque.
La sujetó por la muñeca el tiempo suficiente como para darse cuenta de que todos las miraban. Unos con expectación, otros emocionados y otros a punto de caer dormidos...¿en qué sitio se había metido?
Yenna
Aprendiz
Aprendiz
Cantidad de envíos : : 49
Nivel de PJ : : 0
Re: Dos copas y un hacha (Privado) [Cerrado]
La recién llegada le desconcertaba. No dejó de mirarla desde que entró, escaneándola. En un principio sus ojos solo reflejaban genuino desprecio por la forastera, pero la curiosidad se fue haciendo paso.
Parecía joven y delicada, pero en su forma de moverse detectó ciertos dejes fruto de la costumbre que la delataban. Caminaba manteniendo su centro de gravedad estable, como si estuviera inconscientemente preparada para reaccionar; colocaba siempre su cabeza de forma que minimizaba los puntos muertos en sus sentidos... Eran trucos que le había enseñado su padre para cazar y los estaba reconociendo en ella.
"Conque la bruja es cazadora, ¿eh? ¿Qué has venido a cazar?" - Pensó, receloso, sin despegar la vista de la mujer.
Mientras cavilaba, el tabernero le trajo lo que había pedido. Le colocó delante el plato de estofado junto con la jarra de cerveza y, al lado, una camisa de lino ligeramente amarillenta por el desgaste.
-Disculpe la calidad de la ropa, señor Ludwig, pero no tenía nada mejor a mano. Si espera a mañana, puedo proporcionarle algo de la colada actual, que se adecue mejor al precio que pagó por...
-Está bien así, Bragg. - Respondió ensimismadamente mientras comía, pero sin desviar la mirada. El tabernero se encogió de hombros y se marchó.
Había algo que no terminaba de encajar en el movimiento de la elfa. Se fijó detenidamente. Llevaba más armadura de la que necesitaría ningún cazador ordinario. No, no la llevaba, estaba perfectamente acomodada a su cuerpo, no había partes aflojadas, apretadas o que rozaran, era como si fuera parte de su propia piel. Y había un leve deje de rigidez en su postura, en lugar de la flexibilidad orgánica de la de un cazador. Una rigidez...militar.
"¿Una soldado elfa? ¿En plena Lunargenta? ¿Qué...?" - La sorpresa llevó rápidamente a la sospecha. Como bien le habían enseñado su familia: 'Nunca te fíes de la magia. Y menos de quien la lleva en la sangre'.- "Si es una soldado, guardia o como sea que llamen los chupahojas a lo que hacen pasar por guerrero, pero finge ser cazadora y anda hurgando entre el pueblo de Lunargenta... Claramente es una espía. Está ahí hablando con ese anciano...¿Serán cómplices?¿Qué estará tramando?"
Mientras elucubraba, se dio cuenta de que le había mirado ya unas cuantas veces. Él siempre le sostuvo la mirada, desafiante. Sin embargo, la profundidad de la mirada de la mujer le hizo vacilar. Había algo en ella. La claridad de sus ojos, sus facciones rectilíneas, los labios rosados... Le resultaba deslumbrante e hipnótica. Hasta las exóticas y delicadas
florituras de su piel... Se detuvo en seco. ¿Era así como se sentía un embrujo? ¿Estaba intentando hechizarle?
Sacudió la cabeza, furioso consigo mismo. ¡Idiota! 'No te fíes de la magia. Y menos de los que la llevan en la sangre' repitió como un mantra. Se sintió vulnerable. No solía hacerlo y no le gustaba la sensación. Había oído que los ojos son las ventanas del alma. ¿Le habría manchado el alma con su brujería?
Cogió la camisa y se la puso creyendo que podría protegerle, pero dejándola abierta, sin abrochar. Le dirigió una mirada ígnea, intimidante.
"Sí, perra elfa, sé tu secretito. ¿Te pones nerviosa? Como te vea hacer algún truco no sales de aquí." - La cara que puso cuando le sirvieron una jarra de cerveza no le pasó desapercibida.- "Eso es una jarra de cerveza. Tamaño normal. ¿Qué esperabas? ¿Una tacita de té?"
Siguió observando, esperando ver alguna señal sospechosa, un intercambio de pergaminos, unos polvitos brillantes o como sea que funcionen sus maldiciones, cualquier excusa. Hasta que una de las fulanas que frecuentaban el local se interpuso, gritándole algo que no alcanzó a oír desde su mesa. Vio cómo intentó golpearla con un gesto amplio del brazo y cómo la elfa interceptó el golpe con gesto experto, sin esfuerzo, y la retenía sujeta por la muñeca.
"¡Lo sabía!" - Pensó, triunfal.
Saltó de la silla como accionado por un resorte, recogió su hacha con una mano y se dirigió raudo hacia las mujeres.
-¡¡SUÉLTALA, BRUJA!! -Bramó.
Parecía joven y delicada, pero en su forma de moverse detectó ciertos dejes fruto de la costumbre que la delataban. Caminaba manteniendo su centro de gravedad estable, como si estuviera inconscientemente preparada para reaccionar; colocaba siempre su cabeza de forma que minimizaba los puntos muertos en sus sentidos... Eran trucos que le había enseñado su padre para cazar y los estaba reconociendo en ella.
"Conque la bruja es cazadora, ¿eh? ¿Qué has venido a cazar?" - Pensó, receloso, sin despegar la vista de la mujer.
Mientras cavilaba, el tabernero le trajo lo que había pedido. Le colocó delante el plato de estofado junto con la jarra de cerveza y, al lado, una camisa de lino ligeramente amarillenta por el desgaste.
-Disculpe la calidad de la ropa, señor Ludwig, pero no tenía nada mejor a mano. Si espera a mañana, puedo proporcionarle algo de la colada actual, que se adecue mejor al precio que pagó por...
-Está bien así, Bragg. - Respondió ensimismadamente mientras comía, pero sin desviar la mirada. El tabernero se encogió de hombros y se marchó.
Había algo que no terminaba de encajar en el movimiento de la elfa. Se fijó detenidamente. Llevaba más armadura de la que necesitaría ningún cazador ordinario. No, no la llevaba, estaba perfectamente acomodada a su cuerpo, no había partes aflojadas, apretadas o que rozaran, era como si fuera parte de su propia piel. Y había un leve deje de rigidez en su postura, en lugar de la flexibilidad orgánica de la de un cazador. Una rigidez...militar.
"¿Una soldado elfa? ¿En plena Lunargenta? ¿Qué...?" - La sorpresa llevó rápidamente a la sospecha. Como bien le habían enseñado su familia: 'Nunca te fíes de la magia. Y menos de quien la lleva en la sangre'.- "Si es una soldado, guardia o como sea que llamen los chupahojas a lo que hacen pasar por guerrero, pero finge ser cazadora y anda hurgando entre el pueblo de Lunargenta... Claramente es una espía. Está ahí hablando con ese anciano...¿Serán cómplices?¿Qué estará tramando?"
Mientras elucubraba, se dio cuenta de que le había mirado ya unas cuantas veces. Él siempre le sostuvo la mirada, desafiante. Sin embargo, la profundidad de la mirada de la mujer le hizo vacilar. Había algo en ella. La claridad de sus ojos, sus facciones rectilíneas, los labios rosados... Le resultaba deslumbrante e hipnótica. Hasta las exóticas y delicadas
florituras de su piel... Se detuvo en seco. ¿Era así como se sentía un embrujo? ¿Estaba intentando hechizarle?
Sacudió la cabeza, furioso consigo mismo. ¡Idiota! 'No te fíes de la magia. Y menos de los que la llevan en la sangre' repitió como un mantra. Se sintió vulnerable. No solía hacerlo y no le gustaba la sensación. Había oído que los ojos son las ventanas del alma. ¿Le habría manchado el alma con su brujería?
Cogió la camisa y se la puso creyendo que podría protegerle, pero dejándola abierta, sin abrochar. Le dirigió una mirada ígnea, intimidante.
"Sí, perra elfa, sé tu secretito. ¿Te pones nerviosa? Como te vea hacer algún truco no sales de aquí." - La cara que puso cuando le sirvieron una jarra de cerveza no le pasó desapercibida.- "Eso es una jarra de cerveza. Tamaño normal. ¿Qué esperabas? ¿Una tacita de té?"
Siguió observando, esperando ver alguna señal sospechosa, un intercambio de pergaminos, unos polvitos brillantes o como sea que funcionen sus maldiciones, cualquier excusa. Hasta que una de las fulanas que frecuentaban el local se interpuso, gritándole algo que no alcanzó a oír desde su mesa. Vio cómo intentó golpearla con un gesto amplio del brazo y cómo la elfa interceptó el golpe con gesto experto, sin esfuerzo, y la retenía sujeta por la muñeca.
"¡Lo sabía!" - Pensó, triunfal.
Saltó de la silla como accionado por un resorte, recogió su hacha con una mano y se dirigió raudo hacia las mujeres.
-¡¡SUÉLTALA, BRUJA!! -Bramó.
Última edición por Ludwig Zaunit el Vie Dic 20 2019, 04:10, editado 1 vez
Ludwig Zaunit
Aprendiz
Aprendiz
Cantidad de envíos : : 22
Nivel de PJ : : 0
Re: Dos copas y un hacha (Privado) [Cerrado]
El viejo borracho que anteriormente había estado hablando con ella soltó un ronquido tan fuerte que, se sobresaltó, despertó y encima, riéndose, contempló la escena. Las otras dos fulanas acudieron a la misma vez que el hombre que había estado mirando todo el tiempo. Incluso podría decirse que él también le había devuelto alguna mirada, pero por la expresión con la que se dirigía hacia ella y hacha en mano...no tenía las mismas intenciones que ella:
-¡¿Quién te has creído?! -La voz chillona de la mujer se hizo aún más insoportable, así que la soltó por completo y estuvo a punto de alzar ambas palmas de las manos, como en son de paz, claro que la cerveza tenía algo más ''divertido'' pensado para ella.
Llegaron las otras dos y en su cara pudo observar que no estaban nada conformes con la situación; aunque claro, le preocupaba más el hombre musculoso con aspecto de bárbaro, hacha en mano que venía hacia ella. Era como intentar preocuparse por unos cuantos cortes cuando alguien te estaba amenazando con un cuchillo.
-¡Dale su merecido! -Animó alguien desde la otra punta de la taberna.
-¿Qué leches os pasa? -Gritó sorprendida. No era muy de ella hablar de esa forma, pero el alcohol la ayudaba a relajarse y...tal vez a enfadarse de una forma más sencilla- ¡¿Y tú?! -Señaló con un dedo al hombre del hacha- ¿Me has llamado bruja? ¡¿A MÍ?! -Apartó de un empujón a la de la voz chillona, que fue recogida por sus compañeras, las tres estaban rojas ya fuese de vergüenza o rabia (o ambas cosas).
Se acercó con paso decidido al hombre, cortando la distancia que les separaba en una zancada; la taberna no era muy grande, no había mucho sitio donde caminar:
-¿Me conoces acaso? ¿Sabes quién soy? ¿Sabes lo que hago? -Elevaba su voz un poco más con cada pregunta, se notaba en cierto modo que no era costumbre en ella hacerlo, no coincidía con ese rostro un enfado semejante- ¡Entonces eres tú el malo aquí, no yo! -Detrás suya escuchó la risa del viejo de la barra.
Éste se reía a la misma vez que el tabernero salía de detrás de su lugar de trabajo, todos los demás le siguieron con la mirada pero él no hizo más que desaparecer. Se fue a otra habitación, la despensa tal vez o donde preparaban la comida.
-¡¿Qué cojo...?! -Murmuró, no entendía nada, ''¿Cómo puede estar tranquilo con una pelea en su propio negocio?''. Regresó su atención al hombre que tenía delante, era algo más alto que ella y que empuñara un hacha no le asustaba; por el alcohol o por su formación, ambas cosas ayudaban a no tener miedo- ¿Qué es lo que pasa? ¿Estás de acuerdo con estas tipas? -Hizo un ademán en la dirección de las mujeres- Si tan de acuerdo estás, cógete a la que me ha dicho que eres suyo -Sonrió irónicamente y miró a las mujeres: todas juntas parecían incluso indefensas, pero estaba segura de que eran más malas que un dolor de cabeza- Y pasároslo bien por ahí.
La mujer que había sido nombrada, la misma que intentó darle una bofetada, se separó de sus dos compañeras y sonrió con suficiencia a la vez que se cruzaba de brazos. Su pelo era el más oscuro de las tres y varias canas blancas asomaban en sus raíces.
-Piensas que puedes venir -Comenzó- A robarnos nuestro trabajo...-Algunos murmuraron, de acuerdo con lo que decía- ¡Nosotras les conocemos!
-¡Eso! -Las compañeras la animaban mientras la elfa estaba ahí, parada intentando no dar la espalda al hombre armado y a la vez escuchando la sarta de mentiras que decía.
-Sabemos lo que quieren...-Pasó ambas manos por sus curvas en gesto provocador, a Yenna casi le da una arcada- Mírate -La señaló con una uña llena de mugre, ni siquiera sabía cómo podía gustarle a alguien- Ni siquiera tienes carne -Los demás rieron, como si llevara razón.
Continuó con su discurso un momento más que se le hizo eterno, hasta que el tabernero salió de nuevo y todos le miraron. Como si fuese el mejor mediador que jamás había visto y con una calma anormal, solamente dijo:
-Basta.
-¿Me estás mandando a callar? -La mujer parecía ofendida y le puso cara de pena, pero no era posible replicar a alguien así, mucho menos cuando se estaba en su negocio que, a juzgar por su comportamiento, llevaba desde hacía muchos años.
-No hace falta, nada de esto era necesario -Y ahora venía ese momento en el que el alcohol fallaba y te hacía entristecer, no estaba muy claro si era una medio borracha agresiva o deprimida.
Rozando con las yemas de los dedos el cinturón que llevaba, pues había atado los guantes con anterioridad a este, comenzó a andar y le dio la espalda al hombre, a las mujeres y los demás.
-¿Qué debo? -Preguntó cuando llegó a la barra. Un gesto de duda se asomó al rostro de Bragg, pero tal y como apareció se fue al instante.
Pagó lo que consideró y se giró hacia el hombre, sin mirar a nadie más en toda la taberna:
-Que te vaya bien con esta -Señaló con gesto despectivo a la mujer y ésta frunció el ceño, como esperando que alguien la defendiera.
Con varios pasos más abrió la puerta de la taberna y un aire fresco, totalmente distinto al viciado que se respiraba dentro, acarició su rostro y salió, dando un portazo tras de sí que significaría que podrían continuar con sus vidas y sus juergas...incluso criticarla después de todo aquello.
-¡¿Quién te has creído?! -La voz chillona de la mujer se hizo aún más insoportable, así que la soltó por completo y estuvo a punto de alzar ambas palmas de las manos, como en son de paz, claro que la cerveza tenía algo más ''divertido'' pensado para ella.
Llegaron las otras dos y en su cara pudo observar que no estaban nada conformes con la situación; aunque claro, le preocupaba más el hombre musculoso con aspecto de bárbaro, hacha en mano que venía hacia ella. Era como intentar preocuparse por unos cuantos cortes cuando alguien te estaba amenazando con un cuchillo.
-¡Dale su merecido! -Animó alguien desde la otra punta de la taberna.
-¿Qué leches os pasa? -Gritó sorprendida. No era muy de ella hablar de esa forma, pero el alcohol la ayudaba a relajarse y...tal vez a enfadarse de una forma más sencilla- ¡¿Y tú?! -Señaló con un dedo al hombre del hacha- ¿Me has llamado bruja? ¡¿A MÍ?! -Apartó de un empujón a la de la voz chillona, que fue recogida por sus compañeras, las tres estaban rojas ya fuese de vergüenza o rabia (o ambas cosas).
Se acercó con paso decidido al hombre, cortando la distancia que les separaba en una zancada; la taberna no era muy grande, no había mucho sitio donde caminar:
-¿Me conoces acaso? ¿Sabes quién soy? ¿Sabes lo que hago? -Elevaba su voz un poco más con cada pregunta, se notaba en cierto modo que no era costumbre en ella hacerlo, no coincidía con ese rostro un enfado semejante- ¡Entonces eres tú el malo aquí, no yo! -Detrás suya escuchó la risa del viejo de la barra.
Éste se reía a la misma vez que el tabernero salía de detrás de su lugar de trabajo, todos los demás le siguieron con la mirada pero él no hizo más que desaparecer. Se fue a otra habitación, la despensa tal vez o donde preparaban la comida.
-¡¿Qué cojo...?! -Murmuró, no entendía nada, ''¿Cómo puede estar tranquilo con una pelea en su propio negocio?''. Regresó su atención al hombre que tenía delante, era algo más alto que ella y que empuñara un hacha no le asustaba; por el alcohol o por su formación, ambas cosas ayudaban a no tener miedo- ¿Qué es lo que pasa? ¿Estás de acuerdo con estas tipas? -Hizo un ademán en la dirección de las mujeres- Si tan de acuerdo estás, cógete a la que me ha dicho que eres suyo -Sonrió irónicamente y miró a las mujeres: todas juntas parecían incluso indefensas, pero estaba segura de que eran más malas que un dolor de cabeza- Y pasároslo bien por ahí.
La mujer que había sido nombrada, la misma que intentó darle una bofetada, se separó de sus dos compañeras y sonrió con suficiencia a la vez que se cruzaba de brazos. Su pelo era el más oscuro de las tres y varias canas blancas asomaban en sus raíces.
-Piensas que puedes venir -Comenzó- A robarnos nuestro trabajo...-Algunos murmuraron, de acuerdo con lo que decía- ¡Nosotras les conocemos!
-¡Eso! -Las compañeras la animaban mientras la elfa estaba ahí, parada intentando no dar la espalda al hombre armado y a la vez escuchando la sarta de mentiras que decía.
-Sabemos lo que quieren...-Pasó ambas manos por sus curvas en gesto provocador, a Yenna casi le da una arcada- Mírate -La señaló con una uña llena de mugre, ni siquiera sabía cómo podía gustarle a alguien- Ni siquiera tienes carne -Los demás rieron, como si llevara razón.
Continuó con su discurso un momento más que se le hizo eterno, hasta que el tabernero salió de nuevo y todos le miraron. Como si fuese el mejor mediador que jamás había visto y con una calma anormal, solamente dijo:
-Basta.
-¿Me estás mandando a callar? -La mujer parecía ofendida y le puso cara de pena, pero no era posible replicar a alguien así, mucho menos cuando se estaba en su negocio que, a juzgar por su comportamiento, llevaba desde hacía muchos años.
-No hace falta, nada de esto era necesario -Y ahora venía ese momento en el que el alcohol fallaba y te hacía entristecer, no estaba muy claro si era una medio borracha agresiva o deprimida.
Rozando con las yemas de los dedos el cinturón que llevaba, pues había atado los guantes con anterioridad a este, comenzó a andar y le dio la espalda al hombre, a las mujeres y los demás.
-¿Qué debo? -Preguntó cuando llegó a la barra. Un gesto de duda se asomó al rostro de Bragg, pero tal y como apareció se fue al instante.
Pagó lo que consideró y se giró hacia el hombre, sin mirar a nadie más en toda la taberna:
-Que te vaya bien con esta -Señaló con gesto despectivo a la mujer y ésta frunció el ceño, como esperando que alguien la defendiera.
Con varios pasos más abrió la puerta de la taberna y un aire fresco, totalmente distinto al viciado que se respiraba dentro, acarició su rostro y salió, dando un portazo tras de sí que significaría que podrían continuar con sus vidas y sus juergas...incluso criticarla después de todo aquello.
Yenna
Aprendiz
Aprendiz
Cantidad de envíos : : 49
Nivel de PJ : : 0
Re: Dos copas y un hacha (Privado) [Cerrado]
Conforme avanzaba hacia la elfa a grandes zancadas, la conmoción y los gritos de las mujeres fueron atrayendo la mirada del resto de clientes de la taberna, que se fueron girando a mirar el alboroto como girasoles siguiendo la trayectoria del astro rey. Algunos, como el anciano con el que había estado hablando, despertaron de su sopor etílico y reían o jaleaban, con ganas de espectáculo.
Pocas cosas le gustaban más que una buena pelea de taberna con público, pero en esas no se ponía serio y nunca usaba armas, eran simplemente diversión. Las mejores borracheras las había pillado junto con gente con la que horas antes había estado a puñetazo limpio. Una forma sana y lógica de camaradería. Pero estábamos hablando de un espía elfo. Ahí sí que podía ponerse serio.
Cuando apenas le quedaban un par de pasos para plantarse frente a la intrusa, ella misma se le encaró y se acercó a él, apartando a la chillona mujer de un empujón que casi la tira al suelo, gritando y señalándole con un dedo acusador. Eso no se lo esperaba. Pensó que, al haber descubierto su coartada, la espía saldría corriendo a escabullirse en los bosques. Al menos tenía que reconocer que tenía agallas. O era una espía muy mala.
- Te conozco lo suficiente para saber que tramas algo. -Respondió a sus gritos. Mientras le seguía recriminando, puso su cara a un palmo de la suya con gesto amenazante.- Elfa. - Escupió la palabra con desprecio.
Vio en su rostro la confusión más absoluta mientras miraba a su alrededor en busca de apoyo o, al menos, alguien no hostil. Eso le desconcertó. Actuaba como si no estuviera haciendo nada y todos se hubieran puesto en su contra sin motivo. Cosa que, claramente, era imposible.
De pronto, le acusó de estar de acuerdo con las fulanas sobre no-sé-qué junto con una recomendación bastante lógica mientras sonreía. ¿A qué venía aquello?
- Sí, eso después, pero lo importante ahora es que tú... - Empezó a decir antes de que una de las señaladas se pusiera delante y empezara a pavonearse delante de la elfa, mientras sus compañeras y varios miembros del público la animaban y reían.
¿De qué iba todo eso? ¿Robarle clientes? No podía ser prostituta, ¿para qué iba a necesitar armadura?
- Pero no veis que es una esp... -Empezó a decir.
De repente, Bragg se plantó delante de todo el mundo y solo dijo una palabra: "Basta". Ni siquiera la gritó, pero su imponente presencia bastó para disolver el conflicto. Nunca le había visto intervenir, incluso en las peleas más fuertes. No le preocupaban los destrozos, porque siempre se los pagaban así que, ¿por qué? ¿Sería él su cómplice? Algo no encajaba.
La elfa murmuró algo, se giró y pagó sus consumiciones antes de encararse de nuevo con él e irse. No entendió lo que le dijo. ¿Qué pintaba la otra mujer en todo esto?
Miró a su alrededor y, viendo que todo el mundo volvía a sus asuntos, se lanzó en su persecución. No podía dejarla escapar.
Sus reacciones, la intervención del tabernero... Empezaba a dudar. Pero no podía ser que un elfo tramara nada bueno, eso le habían enseñado, ¿por qué iba a no ser cierto?
Salió a la calle y miró hacia los lados buscándola con la mirada. En cuanto la vió, salió a la carrera detrás de ella.
Pocas cosas le gustaban más que una buena pelea de taberna con público, pero en esas no se ponía serio y nunca usaba armas, eran simplemente diversión. Las mejores borracheras las había pillado junto con gente con la que horas antes había estado a puñetazo limpio. Una forma sana y lógica de camaradería. Pero estábamos hablando de un espía elfo. Ahí sí que podía ponerse serio.
Cuando apenas le quedaban un par de pasos para plantarse frente a la intrusa, ella misma se le encaró y se acercó a él, apartando a la chillona mujer de un empujón que casi la tira al suelo, gritando y señalándole con un dedo acusador. Eso no se lo esperaba. Pensó que, al haber descubierto su coartada, la espía saldría corriendo a escabullirse en los bosques. Al menos tenía que reconocer que tenía agallas. O era una espía muy mala.
- Te conozco lo suficiente para saber que tramas algo. -Respondió a sus gritos. Mientras le seguía recriminando, puso su cara a un palmo de la suya con gesto amenazante.- Elfa. - Escupió la palabra con desprecio.
Vio en su rostro la confusión más absoluta mientras miraba a su alrededor en busca de apoyo o, al menos, alguien no hostil. Eso le desconcertó. Actuaba como si no estuviera haciendo nada y todos se hubieran puesto en su contra sin motivo. Cosa que, claramente, era imposible.
De pronto, le acusó de estar de acuerdo con las fulanas sobre no-sé-qué junto con una recomendación bastante lógica mientras sonreía. ¿A qué venía aquello?
- Sí, eso después, pero lo importante ahora es que tú... - Empezó a decir antes de que una de las señaladas se pusiera delante y empezara a pavonearse delante de la elfa, mientras sus compañeras y varios miembros del público la animaban y reían.
¿De qué iba todo eso? ¿Robarle clientes? No podía ser prostituta, ¿para qué iba a necesitar armadura?
- Pero no veis que es una esp... -Empezó a decir.
De repente, Bragg se plantó delante de todo el mundo y solo dijo una palabra: "Basta". Ni siquiera la gritó, pero su imponente presencia bastó para disolver el conflicto. Nunca le había visto intervenir, incluso en las peleas más fuertes. No le preocupaban los destrozos, porque siempre se los pagaban así que, ¿por qué? ¿Sería él su cómplice? Algo no encajaba.
La elfa murmuró algo, se giró y pagó sus consumiciones antes de encararse de nuevo con él e irse. No entendió lo que le dijo. ¿Qué pintaba la otra mujer en todo esto?
Miró a su alrededor y, viendo que todo el mundo volvía a sus asuntos, se lanzó en su persecución. No podía dejarla escapar.
Sus reacciones, la intervención del tabernero... Empezaba a dudar. Pero no podía ser que un elfo tramara nada bueno, eso le habían enseñado, ¿por qué iba a no ser cierto?
Salió a la calle y miró hacia los lados buscándola con la mirada. En cuanto la vió, salió a la carrera detrás de ella.
Última edición por Ludwig Zaunit el Sáb Dic 21 2019, 18:04, editado 1 vez
Ludwig Zaunit
Aprendiz
Aprendiz
Cantidad de envíos : : 22
Nivel de PJ : : 0
Re: Dos copas y un hacha (Privado) [Cerrado]
Una ráfaga de aire volvió a venir hacia ella y, por un segundo se despejó su mente pero había algo en el alcohol que le hacia pensar en demasiadas cosas a la vez. Era extraño, había oído decir que el alcohol ''ahogaba las penas'' pero a ella no le estaba sirviendo, ¿habría tomado menos que los que decían eso? Ni siquiera sabía en qué momento perdió el aguante. Es decir, vale que no bebía a menudo, tampoco solía tener mucho dinero para eso pero...estar así con dos cervezas era estúpido. ''Eran grandes, jarras grandes'', se consoló a sí misma. Había pasado más tiempo en la taberna del que le había parecido realmente ya que, aunque en cierto momento se le hizo eterno, puede que mirar a aquel hombre la distrajese bastante.
Miró al cielo y suspiró, tomó una gran bocanada de aire y se estiró con gracia para después volver a su postura recta y empezar a andar. No es que fuese de noche aún pero faltaba poco para que oscureciera y algo le decía que iba a ser una noche fría.
Como si fuese la más pura de las casualidades un escalofrío la recorrió de pies a cabeza, observó de nuevo hacia arriba y alguna que otra nube empezaba a arremolinarse, ''¿Va a llover?'', comenzó a cavilar, ¿dónde se supone que se quedaría si llovía? La última vez que cayó una tromba de agua no le fue demasiado bien, digamos que no era algo que quisiera recordar.
Así, decidió poner rumbo a cualquier calle que encontrara con algún saliente donde refugiarse, es decir, alguna pared con una especie de techo, algo. Pero no era tarea fácil cuando no tenía sus cinco sentidos con ella, no. Y ahora lo entendía, en parte, ya que la mayoría de las veces que había tomado algo estando acostumbrada, lo hizo en su época en la guardia y no tenía que andar sola por ningún sitio. Se iba a la habitación que le correspondía y dormía hasta el día siguiente. Claro que cuando hicieron estas cosas tenían el día libre.
Era curioso porque mientras caminaba su mente voló otra vez hacia la taberna, donde conoció a varias personas, por decirlo de algún modo, y sólo una se le venía a la cabeza: aquel hombre. La había llamado bruja, pero con toda su cara y, realmente no entendía porqué.
Se llevó una mano al rostro, rozó con las yemas de los dedos las marcas que adornaban su piel y, aún a pesar de los años, podían notarse esas leves, muy leves comisuras que formaban esas finas líneas. ''¿Parezco una bruja?'', sintió repugnancia al pensar que podía parecer tal cosa. Siempre había pensado que parecería una cazadora...una exploradora, o simplemente una arquera elfa. Pero no, ¿ahora se parecía a una bruja? ''Lo que me faltaba''.
La mente le jugó otras malas pasadas más pues, aunque se dijo a sí misma que evitaría el tema de su familia y su pueblo durante un tiempo, el alcohol era algo extraordinario que te hacía pensar en todo y en nada a la vez.
-Para ya...-Murmuró.
Y a la misma vez que se decía esto, escuchó a alguien detrás suya que desde luego no esperaba, ¿se había alejado tan poco de la taberna? Miró a su alrededor y parecía que no estaba tan cerca, ya le esperaba con el hacha en la mano, ''¿Qué te pasa? ¿En serio?'', cogió aire y dijo:
-¿Quieres pelea? -Una media sonrisa se dibujó en sus labios y se colocó sus guantes, sólo en caso que si tenía problemas pudiese estar cómoda manejando el arco; por supuesto también lo manejaba de igual manera sin estos complementos- ¡¿Qué pasa?! ¿No has tenido bastante? Me parece que tienes alguien esperando dentro de ese asqueroso lugar -Hizo énfasis en la palabra ''asqueroso'' y su yo interior le gritó: ''¡La cerveza estaba buena!'', y puede que el tabernero no le hubiera parecido tan mala persona, pero mantuvo lo dicho.
Observó la actitud del hombre desconcertada por un momento pero luego regresó su semblante serio, sin media sonrisa. Tenía la camisa abierta y le parecía de una tela demasiado fina para su cuerpo, no entendía porqué había ido a buscarla.
Miró al cielo y suspiró, tomó una gran bocanada de aire y se estiró con gracia para después volver a su postura recta y empezar a andar. No es que fuese de noche aún pero faltaba poco para que oscureciera y algo le decía que iba a ser una noche fría.
Como si fuese la más pura de las casualidades un escalofrío la recorrió de pies a cabeza, observó de nuevo hacia arriba y alguna que otra nube empezaba a arremolinarse, ''¿Va a llover?'', comenzó a cavilar, ¿dónde se supone que se quedaría si llovía? La última vez que cayó una tromba de agua no le fue demasiado bien, digamos que no era algo que quisiera recordar.
Así, decidió poner rumbo a cualquier calle que encontrara con algún saliente donde refugiarse, es decir, alguna pared con una especie de techo, algo. Pero no era tarea fácil cuando no tenía sus cinco sentidos con ella, no. Y ahora lo entendía, en parte, ya que la mayoría de las veces que había tomado algo estando acostumbrada, lo hizo en su época en la guardia y no tenía que andar sola por ningún sitio. Se iba a la habitación que le correspondía y dormía hasta el día siguiente. Claro que cuando hicieron estas cosas tenían el día libre.
Era curioso porque mientras caminaba su mente voló otra vez hacia la taberna, donde conoció a varias personas, por decirlo de algún modo, y sólo una se le venía a la cabeza: aquel hombre. La había llamado bruja, pero con toda su cara y, realmente no entendía porqué.
Se llevó una mano al rostro, rozó con las yemas de los dedos las marcas que adornaban su piel y, aún a pesar de los años, podían notarse esas leves, muy leves comisuras que formaban esas finas líneas. ''¿Parezco una bruja?'', sintió repugnancia al pensar que podía parecer tal cosa. Siempre había pensado que parecería una cazadora...una exploradora, o simplemente una arquera elfa. Pero no, ¿ahora se parecía a una bruja? ''Lo que me faltaba''.
La mente le jugó otras malas pasadas más pues, aunque se dijo a sí misma que evitaría el tema de su familia y su pueblo durante un tiempo, el alcohol era algo extraordinario que te hacía pensar en todo y en nada a la vez.
-Para ya...-Murmuró.
Y a la misma vez que se decía esto, escuchó a alguien detrás suya que desde luego no esperaba, ¿se había alejado tan poco de la taberna? Miró a su alrededor y parecía que no estaba tan cerca, ya le esperaba con el hacha en la mano, ''¿Qué te pasa? ¿En serio?'', cogió aire y dijo:
-¿Quieres pelea? -Una media sonrisa se dibujó en sus labios y se colocó sus guantes, sólo en caso que si tenía problemas pudiese estar cómoda manejando el arco; por supuesto también lo manejaba de igual manera sin estos complementos- ¡¿Qué pasa?! ¿No has tenido bastante? Me parece que tienes alguien esperando dentro de ese asqueroso lugar -Hizo énfasis en la palabra ''asqueroso'' y su yo interior le gritó: ''¡La cerveza estaba buena!'', y puede que el tabernero no le hubiera parecido tan mala persona, pero mantuvo lo dicho.
Observó la actitud del hombre desconcertada por un momento pero luego regresó su semblante serio, sin media sonrisa. Tenía la camisa abierta y le parecía de una tela demasiado fina para su cuerpo, no entendía porqué había ido a buscarla.
Yenna
Aprendiz
Aprendiz
Cantidad de envíos : : 49
Nivel de PJ : : 0
Re: Dos copas y un hacha (Privado) [Cerrado]
Salió de la taberna y se sorprendió por lo tarde que era, la falta de ventanas en la taberna y la ociosidad le habían hecho perder la noción del tiempo. Pronto iba a anochecer y las calles empezaban a vaciarse, así que no tardó en localizar a su objetivo.
Recorrió un breve tramo a la carrera para no perderla, esquivando a las pocas personas que iban poco a poco recogiéndose en sus hogares, pero después se detuvo a una distancia prudencial y la observó.
No estaba corriendo, ni buscando un escondite, de hecho se había parado a estirarse y respirar profundamente. Con gesto grácil retomó el paso, pero vacilaba ligeramente al andar. ¿Cómo podía haberle afectado tanto tan poco alcohol? También era cierto que en el sur todos eran unos bebeleches, especialmente los elfos. Sonrió condescendientemente y empezó a seguirla más sigilosamente, quizá así podría averiguar a dónde se dirigía.
Parecía perdida en sus pensamientos cuando, de pronto, se detuvo mientras se acariciaba el rostro y murmuraba unas palabras.
Se puso tenso. ¿Le habría detectado y le estaba lanzando una maldición? Nunca había conocido a un elfo ni a un brujo, los había visto, pero siempre escupía para alejar la mala suerte y, o bien los echaba a gritos junto con algún camarada, o simplemente se alejaba de ellos. No les había visto nunca hacer magia. Ni tenía intención de hacerlo. Solo sabía que los de su calaña solo traen desgracias, jugando con poderes no destinados a mortales y eso era suficiente para él. Pero ahora se sentía expuesto. Había aprendido a esquivar golpes, desviar estocadas y bloquear ataques, pero no sabía a qué atenerse con la magia. Casi sentía...miedo. Pero eso no podía ser. No temía a la muerte y no iba a temer unos sucios trucos. Ningún hijo del norte que se precie podía decir que tenía miedo y él no iba a ser el primero.
Pero ese momento de desconcentración fue suficiente para tropezar con un guijarro suelto de la calle, empujándolo unos centímetros, pero haciendo ruido y revelando su posición. Maldijo entre dientes.
La elfa se giró y, con una media sonrisa, le retó mientras se ponía unos guantes. Por norma, su respuesta a "¿quieres pelea?" siempre era un puñetazo en la boca que acababa de pronunciar esas palabras, pero no se sentiría cómodo dando el primer golpe a una mujer, aunque fuera una luchadora, como parecía ser el caso.
"Al menos parece que no pretende usar magia." -Pensó.- "Aunque quizá se lance a través de los puños. O ya estoy maldito. ¿Cómo puñetas se sabe si uno está maldito?" - Luego recordó aquel momento en la taberna, en la que sus ojos se cruzaron y se sintió vulnerable.- "¿Sería eso? ¿No tendría que haberse transformado ya en rana? ¿O derretido? Maldita sea, ¿cómo me puedo enfrentar a algo que no sé cómo es?"
Agradecía a su familia el haberle educado como un hombre hecho y derecho: a respetar las tradiciones, a defenderse y a mantenerse alejado de la magia.
"Pero ahora que tengo delante a alguien a quien la hechicería corre por sus venas...¿Cómo me enfrento a eso?" - La incertidumbre no le gustaba, así que se respondió rápidamente con algo que no le había fallado nunca.- "Pues con los puños, como debe ser."
- Nadie me espera en ese lugar, elfa. ¿Y a ti? - Preguntó mientras la señalaba con la cabeza del hacha.- ¿Qué estabas tramando? ¿Con quién estás compinchada? - Escupió a un lado, sin perderla de vista.- ¿Ya has infectado el lugar con tu brujería?
Recorrió un breve tramo a la carrera para no perderla, esquivando a las pocas personas que iban poco a poco recogiéndose en sus hogares, pero después se detuvo a una distancia prudencial y la observó.
No estaba corriendo, ni buscando un escondite, de hecho se había parado a estirarse y respirar profundamente. Con gesto grácil retomó el paso, pero vacilaba ligeramente al andar. ¿Cómo podía haberle afectado tanto tan poco alcohol? También era cierto que en el sur todos eran unos bebeleches, especialmente los elfos. Sonrió condescendientemente y empezó a seguirla más sigilosamente, quizá así podría averiguar a dónde se dirigía.
Parecía perdida en sus pensamientos cuando, de pronto, se detuvo mientras se acariciaba el rostro y murmuraba unas palabras.
Se puso tenso. ¿Le habría detectado y le estaba lanzando una maldición? Nunca había conocido a un elfo ni a un brujo, los había visto, pero siempre escupía para alejar la mala suerte y, o bien los echaba a gritos junto con algún camarada, o simplemente se alejaba de ellos. No les había visto nunca hacer magia. Ni tenía intención de hacerlo. Solo sabía que los de su calaña solo traen desgracias, jugando con poderes no destinados a mortales y eso era suficiente para él. Pero ahora se sentía expuesto. Había aprendido a esquivar golpes, desviar estocadas y bloquear ataques, pero no sabía a qué atenerse con la magia. Casi sentía...miedo. Pero eso no podía ser. No temía a la muerte y no iba a temer unos sucios trucos. Ningún hijo del norte que se precie podía decir que tenía miedo y él no iba a ser el primero.
Pero ese momento de desconcentración fue suficiente para tropezar con un guijarro suelto de la calle, empujándolo unos centímetros, pero haciendo ruido y revelando su posición. Maldijo entre dientes.
La elfa se giró y, con una media sonrisa, le retó mientras se ponía unos guantes. Por norma, su respuesta a "¿quieres pelea?" siempre era un puñetazo en la boca que acababa de pronunciar esas palabras, pero no se sentiría cómodo dando el primer golpe a una mujer, aunque fuera una luchadora, como parecía ser el caso.
"Al menos parece que no pretende usar magia." -Pensó.- "Aunque quizá se lance a través de los puños. O ya estoy maldito. ¿Cómo puñetas se sabe si uno está maldito?" - Luego recordó aquel momento en la taberna, en la que sus ojos se cruzaron y se sintió vulnerable.- "¿Sería eso? ¿No tendría que haberse transformado ya en rana? ¿O derretido? Maldita sea, ¿cómo me puedo enfrentar a algo que no sé cómo es?"
Agradecía a su familia el haberle educado como un hombre hecho y derecho: a respetar las tradiciones, a defenderse y a mantenerse alejado de la magia.
"Pero ahora que tengo delante a alguien a quien la hechicería corre por sus venas...¿Cómo me enfrento a eso?" - La incertidumbre no le gustaba, así que se respondió rápidamente con algo que no le había fallado nunca.- "Pues con los puños, como debe ser."
- Nadie me espera en ese lugar, elfa. ¿Y a ti? - Preguntó mientras la señalaba con la cabeza del hacha.- ¿Qué estabas tramando? ¿Con quién estás compinchada? - Escupió a un lado, sin perderla de vista.- ¿Ya has infectado el lugar con tu brujería?
Ludwig Zaunit
Aprendiz
Aprendiz
Cantidad de envíos : : 22
Nivel de PJ : : 0
Re: Dos copas y un hacha (Privado) [Cerrado]
No entendía qué pasaba por la mente del hombre que tenía delante. Parecía humano en todos los sentidos, aunque era necesario admitir que no tenía la mitad de musculatura que algunos elfos que recordaba de su aldea; bueno, uno sí, pero jamás le había visto y eran puras habladurías. No admitiría eso si no lo viese de verdad.
Y logró observarle mejor, pues fuera de la taberna había más luz aunque estuviera anocheciendo, seguía notando esa diferencia de altura y en cierto modo le gustaba, era más molesto hablar con alguien más bajito, claro que no le importaba y no es que hablase a menudo con mucha gente.
En el lugar en el que estaban pasaba gente pero no era de las calles más transitadas, y menos mal, porque no estaba segura de que una escena como aquella pasara desapercibida: una elfa esperando como un gato a saltar al menor indicio de peligro y un humano que parecía un bárbaro amenazándola con un hacha; y no una normal, no, una bastante grande.
''¿Que no le espera nadie?'', pensó de forma automática al oírle, desde luego no pensaba lo mismo y estaba casi segura de que la mujer de la voz chillona se ganaría los favores de aquel hombre fácilmente. ¿Por qué no? No parecía ser de esos que les importa con quién compartan lecho.
-¿A mí? -Le dejó terminar y que escupiera le pareció de lo más asqueroso, casi pasó por alto el que la apuntara con su arma, pero ese fue el colmo- ¡¿Pero qué dices?! -La irritó tanto que la llamara bruja de nuevo que explotó, tomó hábilmente una flecha del carcaj que llevaba a la espalda y en menos de dos minutos estaba apuntándole, de la misma forma que él hacía; la punta de la flecha casi rozaba su hacha.
Estaba segura de que no podría ganarle a fuerza física, pues era un hombre corpulento y con músculos desarrollados, pero sí le ganaría a puntería y podía clavar esa flecha donde deseara, aún si eso significaba salir herida también:
-¿Qué problema tienes con los elfos? -Inquirió, buscando un motivo más mayor para que la llamara bruja, porque no tenía sentido. Si bien era cierto que había elfos que usaban la magia con fines más malvados, no era una de ellas y si lo fuera habría convertido a todos los de la taberna en algún animal asqueroso. ''Cerdos, tal vez'', más tarde se reiría de eso pero no era momento- Puedes matarme, pero yo lo haré a la misma vez que tú -Sus profundos ojos azules fijos en los suyos verdes, la cuerda del arco estaba tan tensa que la flecha saldría disparada al instante y a una velocidad a tener en cuenta.
Como era de esperar algunos curiosos miraban de lejos y otros pasaban con prisa porque no pretendían quedarse al lado de dos personas que parecían querer matarse. A sí mismo, ellos dos no dejaban de dar espectáculo, antes en la taberna y ahora en plena calle. Ya fuese por el alcohol o no, no era algo que hubiese buscado Yenna.
Y logró observarle mejor, pues fuera de la taberna había más luz aunque estuviera anocheciendo, seguía notando esa diferencia de altura y en cierto modo le gustaba, era más molesto hablar con alguien más bajito, claro que no le importaba y no es que hablase a menudo con mucha gente.
En el lugar en el que estaban pasaba gente pero no era de las calles más transitadas, y menos mal, porque no estaba segura de que una escena como aquella pasara desapercibida: una elfa esperando como un gato a saltar al menor indicio de peligro y un humano que parecía un bárbaro amenazándola con un hacha; y no una normal, no, una bastante grande.
''¿Que no le espera nadie?'', pensó de forma automática al oírle, desde luego no pensaba lo mismo y estaba casi segura de que la mujer de la voz chillona se ganaría los favores de aquel hombre fácilmente. ¿Por qué no? No parecía ser de esos que les importa con quién compartan lecho.
-¿A mí? -Le dejó terminar y que escupiera le pareció de lo más asqueroso, casi pasó por alto el que la apuntara con su arma, pero ese fue el colmo- ¡¿Pero qué dices?! -La irritó tanto que la llamara bruja de nuevo que explotó, tomó hábilmente una flecha del carcaj que llevaba a la espalda y en menos de dos minutos estaba apuntándole, de la misma forma que él hacía; la punta de la flecha casi rozaba su hacha.
Estaba segura de que no podría ganarle a fuerza física, pues era un hombre corpulento y con músculos desarrollados, pero sí le ganaría a puntería y podía clavar esa flecha donde deseara, aún si eso significaba salir herida también:
-¿Qué problema tienes con los elfos? -Inquirió, buscando un motivo más mayor para que la llamara bruja, porque no tenía sentido. Si bien era cierto que había elfos que usaban la magia con fines más malvados, no era una de ellas y si lo fuera habría convertido a todos los de la taberna en algún animal asqueroso. ''Cerdos, tal vez'', más tarde se reiría de eso pero no era momento- Puedes matarme, pero yo lo haré a la misma vez que tú -Sus profundos ojos azules fijos en los suyos verdes, la cuerda del arco estaba tan tensa que la flecha saldría disparada al instante y a una velocidad a tener en cuenta.
Como era de esperar algunos curiosos miraban de lejos y otros pasaban con prisa porque no pretendían quedarse al lado de dos personas que parecían querer matarse. A sí mismo, ellos dos no dejaban de dar espectáculo, antes en la taberna y ahora en plena calle. Ya fuese por el alcohol o no, no era algo que hubiese buscado Yenna.
Yenna
Aprendiz
Aprendiz
Cantidad de envíos : : 49
Nivel de PJ : : 0
Re: Dos copas y un hacha (Privado) [Cerrado]
Parecía que sus preguntas habían tocado fibra sensible, cabreando a la elfa. Le sorprendió la rapidez con la que preparó el arco y la fluidez de sus movimientos; se notaba que no era la primera vez que lo usaba y parecía dispuesta a hacerlo una vez más. A esa distancia estaba claro que él llevaba las de perder, especialmente si la puntería élfica hacía honor a su fama. Tenía que acercarse a ella, donde el arco dejaría de suponer una ventaja.
Era muy arriesgado, un paso en falso y podía matarle, estaba literalmente poniendo su vida en la cuerda floja. Pero a eso estaba acostumbrado. Sintió el conocido y reconfortante fluir de la adrenalina, preparando su cuerpo para el combate. No era lo que tenía pensado; iba a averiguar qué estaba tramando y, según la gravedad de su complot, ya decidiría. Pero parecía que la gatita tenía uñas y estaba dispuesta a usarlas.
Sonrió con confianza. Ira, violencia, sangre. Esto sí le era familiar; con esto sí podría trabajar.
- ¿Qué problema tengo? ¿Qué problema tenéis vosotros, manchándolo todo con vuestra sucia magia? No pensarás que ibas a pasar desapercibida, tramando lo que sea que estés tramando. - Hizo un leve gesto con la mano libre, señalando a su alrededor. - Puede que la gente del sur ya no lo recuerde, pero yo sí. Sé que no te puedes fiar de la magia y mucho menos de quien la lleva en la sangre. - Dijo señalándola con la cabeza.
Empezó a dar golpecitos con la cabeza del hacha a la punta de la flecha, empujándola levemente. Más a la izquierda, más a la derecha, hacia arriba, hacia abajo... Tan solo un poco, tan solo lo suficiente para obligarla a apuntar hacia otro lado, lejos de su cuerpo o directamente hacia él, como si no le importara que le diera; provocándola, irritándola, desquiciándola. Pero sobre todo, desconcentrándola.
A lo largo de los años, había ido descubriendo el poder de la furia. Es un arma muy útil en combate, pero muy peligrosa. Si la dominas, si sabes cuándo y cómo usarla, puede hacer que la duda y el miedo desaparezcan e incluso inspirarlos en tus oponentes; al fin y al cabo, la visión de alguien poseído por la ira, corriendo hacia ti sin preocuparse por su propia seguridad, hace vacilar hasta al más veterano. Puede hacer que tu cuerpo supere sus límites temporalmente e incluso hacerte ignorar el dolor.
Pero si te domina, no estás concentrado, no piensas con claridad y es fácil hacer que te pongas en situaciones de las que es difícil salir, sin ser mordiendo el polvo. O con los pies por delante.
Viendo el desconcierto en sus ojos, empezó a reír cada vez que desviaba la trayectoria de su flecha, tratando de desconcertarla todavía más. Mientras hacía esto, empezó a avanzar hacia ella poco a poco, hasta que se acercó lo suficiente como para poner su cara a escasos centímetros de la de ella.
Pero el que terminó descentrado fue él. Iba a decirle "¿Qué estás tramando?" con tono intimidante, pero al inspirar tan cerca de ella, le golpeó su olor. Olía... demasiado agradable. Como hierba, pero dulce. Como un bosque en primavera después de una lluvia secándose al sol. A vida. Ni siquiera el olor a cuero de su armadura lo empañaba. ¿Cómo era posible? ¿Le habría...?
"¡Céntrate! ¡Brujería! ¡No bajes la guardia!" - Se gritó mentalmente.
-¿Qué...? -Su voz salió entrecortada. Carraspeó. - ¿Qué estás tramando?
Era muy arriesgado, un paso en falso y podía matarle, estaba literalmente poniendo su vida en la cuerda floja. Pero a eso estaba acostumbrado. Sintió el conocido y reconfortante fluir de la adrenalina, preparando su cuerpo para el combate. No era lo que tenía pensado; iba a averiguar qué estaba tramando y, según la gravedad de su complot, ya decidiría. Pero parecía que la gatita tenía uñas y estaba dispuesta a usarlas.
Sonrió con confianza. Ira, violencia, sangre. Esto sí le era familiar; con esto sí podría trabajar.
- ¿Qué problema tengo? ¿Qué problema tenéis vosotros, manchándolo todo con vuestra sucia magia? No pensarás que ibas a pasar desapercibida, tramando lo que sea que estés tramando. - Hizo un leve gesto con la mano libre, señalando a su alrededor. - Puede que la gente del sur ya no lo recuerde, pero yo sí. Sé que no te puedes fiar de la magia y mucho menos de quien la lleva en la sangre. - Dijo señalándola con la cabeza.
Empezó a dar golpecitos con la cabeza del hacha a la punta de la flecha, empujándola levemente. Más a la izquierda, más a la derecha, hacia arriba, hacia abajo... Tan solo un poco, tan solo lo suficiente para obligarla a apuntar hacia otro lado, lejos de su cuerpo o directamente hacia él, como si no le importara que le diera; provocándola, irritándola, desquiciándola. Pero sobre todo, desconcentrándola.
A lo largo de los años, había ido descubriendo el poder de la furia. Es un arma muy útil en combate, pero muy peligrosa. Si la dominas, si sabes cuándo y cómo usarla, puede hacer que la duda y el miedo desaparezcan e incluso inspirarlos en tus oponentes; al fin y al cabo, la visión de alguien poseído por la ira, corriendo hacia ti sin preocuparse por su propia seguridad, hace vacilar hasta al más veterano. Puede hacer que tu cuerpo supere sus límites temporalmente e incluso hacerte ignorar el dolor.
Pero si te domina, no estás concentrado, no piensas con claridad y es fácil hacer que te pongas en situaciones de las que es difícil salir, sin ser mordiendo el polvo. O con los pies por delante.
Viendo el desconcierto en sus ojos, empezó a reír cada vez que desviaba la trayectoria de su flecha, tratando de desconcertarla todavía más. Mientras hacía esto, empezó a avanzar hacia ella poco a poco, hasta que se acercó lo suficiente como para poner su cara a escasos centímetros de la de ella.
Pero el que terminó descentrado fue él. Iba a decirle "¿Qué estás tramando?" con tono intimidante, pero al inspirar tan cerca de ella, le golpeó su olor. Olía... demasiado agradable. Como hierba, pero dulce. Como un bosque en primavera después de una lluvia secándose al sol. A vida. Ni siquiera el olor a cuero de su armadura lo empañaba. ¿Cómo era posible? ¿Le habría...?
"¡Céntrate! ¡Brujería! ¡No bajes la guardia!" - Se gritó mentalmente.
-¿Qué...? -Su voz salió entrecortada. Carraspeó. - ¿Qué estás tramando?
Ludwig Zaunit
Aprendiz
Aprendiz
Cantidad de envíos : : 22
Nivel de PJ : : 0
Re: Dos copas y un hacha (Privado) [Cerrado]
No esperaba tener que usar la flecha, pero si era necesario lo haría y no dudaría en soltarla. Mentalmente se preguntó cuántas personas había matado en casi cincuenta años, quién sabe, tendría que estar más despierta y concentrada para acordarse de todos y cada uno de ellos; tenía buena memoria, pero la situación no ayudaba.
-¿Qué? -Se quedó perpleja con su acusación contra la magia, contra ellos. Si bien era cierto que los elfos llevaban la magia en la sangre, que era como un don que debían desarrollar desde su nacimiento...no todos lo hacían de la misma forma, e incluso había algunos que decidían no tomar esa parte y hacerlo de una forma más física, sin recurrir a lo mágico- ¡¿Qué tienen que recordar?! Mi pueblo no ha hecho nada a esta gente -Algo removió su corazón al decir esto, recuerdos del pasado.
En su cabeza seguía insistiendo en que su raza eran seres de luz, podía recordar cómo era su madre como si la tuviera delante en aquel mismo momento y no, para nada podría confundirse con una persona malvada, no había cabida para eso en su corazón.
Ella no era así, por supuesto que había matado gente, por supuesto que buscaba venganza, pero en absoluto pensaba que con ello decepcionara a sus padres. Muertos o vivos, para ella seguían siendo sus referentes en algunas cosas, las personas que le habían enseñado su sentido de la lealtad, la justicia..y cómo actuar ante los prejuicios de los demás.
Su mente se nubló por un segundo y gracias a la cara de desconcierto de ella el bárbaro consiguió rozar la punta de su flecha. En otras circunstancias se habría defendido de alguna forma, tal vez lanzando una flecha de advertencia que le rozara una oreja...pero no tenía muy claro qué hacer. ¿Estaba ante alguien que realmente mereciera morir? Su sentido le decía que no, que tal vez sólo era una persona con opiniones equivocadas...o con vivencias complicadas que, como a ella, también le habían hecho odiar ciertas razas. Para ella los brujos, para él los elfos. ''¿Es esto motivo suficiente?''.
Sumergida en las ideas y justificaciones que su mente intentaba formar para no dañar a aquel hombre, éste se acercó a tan poca distancia que en apenas un suspiro su arco cayó al suelo junto a la flecha. Las manos abiertas como si no esperara verse así y, sus ojos fijos en los de él, demostraron no entender la situación ni cómo había bajado la guardia.
Ahora estaba a merced de un humano fuerte, corpulento...con una barba que jamás había visto en nadie, pelo largo como siempre le había gustado en un hombre y...inhaló su aroma, lo saboreó y entrecerró los ojos. Puede que a vista de cualquiera que no viviera esa situación, en ese mismo instante y en aquel lugar no lo entendiera, pero para ella era lo más extraño del mundo.
-...-Volvió a abrir los ojos del todo aunque sólo los había entrecerrado y una de sus manos logró reaccionar, la derecha, que se acercó al torso del hombre y se paró a centímetros, como si quisiera tocarlo pero realmente no debía. Pensó en empujarle, pero aclararía las cosas antes- No tramo nada -Frunció un poco el ceño, las marcas de su rostro acompañando cada gesto- No viajo con nadie -Recalcó- Puestos a decir alguien, viajo con mi propia soledad -Justo al decir esto, una gota de lluvia cayó sobre su nariz y bajó con gracia hasta sus labios, dejando una leve marca por el camino.
Sorprendida y gracias a la lluvia, salió de su ensimismamiento y miró al cielo, la noche había caído y podían distinguirse nubes grises alrededor, aquello era demasiado extraño incluso si fuese una historia inventada por alguien que tuviese una gran imaginación.
-Tengo que irme -Murmuró, sus ojos regresaron a los suyos y dio un paso hacia atrás, otras gotas de agua acompañaron a la anterior, pero sin llover todavía del todo. Pequeñas gotas finas que al roce de la piel se sentían frías.
Se agachó a por arco y flecha y su cara estuvo a la misma altura que su hacha por un instante. De repente ese frescor había despejado su mente incluso del alcohol, era mejor retirarse cuanto antes. No tenía que dar explicaciones a nadie, mucho menos a alguien que parecía querer matarla y de un segundo a otro querer...otra cosa.
-¿Qué? -Se quedó perpleja con su acusación contra la magia, contra ellos. Si bien era cierto que los elfos llevaban la magia en la sangre, que era como un don que debían desarrollar desde su nacimiento...no todos lo hacían de la misma forma, e incluso había algunos que decidían no tomar esa parte y hacerlo de una forma más física, sin recurrir a lo mágico- ¡¿Qué tienen que recordar?! Mi pueblo no ha hecho nada a esta gente -Algo removió su corazón al decir esto, recuerdos del pasado.
En su cabeza seguía insistiendo en que su raza eran seres de luz, podía recordar cómo era su madre como si la tuviera delante en aquel mismo momento y no, para nada podría confundirse con una persona malvada, no había cabida para eso en su corazón.
Ella no era así, por supuesto que había matado gente, por supuesto que buscaba venganza, pero en absoluto pensaba que con ello decepcionara a sus padres. Muertos o vivos, para ella seguían siendo sus referentes en algunas cosas, las personas que le habían enseñado su sentido de la lealtad, la justicia..y cómo actuar ante los prejuicios de los demás.
Su mente se nubló por un segundo y gracias a la cara de desconcierto de ella el bárbaro consiguió rozar la punta de su flecha. En otras circunstancias se habría defendido de alguna forma, tal vez lanzando una flecha de advertencia que le rozara una oreja...pero no tenía muy claro qué hacer. ¿Estaba ante alguien que realmente mereciera morir? Su sentido le decía que no, que tal vez sólo era una persona con opiniones equivocadas...o con vivencias complicadas que, como a ella, también le habían hecho odiar ciertas razas. Para ella los brujos, para él los elfos. ''¿Es esto motivo suficiente?''.
Sumergida en las ideas y justificaciones que su mente intentaba formar para no dañar a aquel hombre, éste se acercó a tan poca distancia que en apenas un suspiro su arco cayó al suelo junto a la flecha. Las manos abiertas como si no esperara verse así y, sus ojos fijos en los de él, demostraron no entender la situación ni cómo había bajado la guardia.
Ahora estaba a merced de un humano fuerte, corpulento...con una barba que jamás había visto en nadie, pelo largo como siempre le había gustado en un hombre y...inhaló su aroma, lo saboreó y entrecerró los ojos. Puede que a vista de cualquiera que no viviera esa situación, en ese mismo instante y en aquel lugar no lo entendiera, pero para ella era lo más extraño del mundo.
-...-Volvió a abrir los ojos del todo aunque sólo los había entrecerrado y una de sus manos logró reaccionar, la derecha, que se acercó al torso del hombre y se paró a centímetros, como si quisiera tocarlo pero realmente no debía. Pensó en empujarle, pero aclararía las cosas antes- No tramo nada -Frunció un poco el ceño, las marcas de su rostro acompañando cada gesto- No viajo con nadie -Recalcó- Puestos a decir alguien, viajo con mi propia soledad -Justo al decir esto, una gota de lluvia cayó sobre su nariz y bajó con gracia hasta sus labios, dejando una leve marca por el camino.
Sorprendida y gracias a la lluvia, salió de su ensimismamiento y miró al cielo, la noche había caído y podían distinguirse nubes grises alrededor, aquello era demasiado extraño incluso si fuese una historia inventada por alguien que tuviese una gran imaginación.
-Tengo que irme -Murmuró, sus ojos regresaron a los suyos y dio un paso hacia atrás, otras gotas de agua acompañaron a la anterior, pero sin llover todavía del todo. Pequeñas gotas finas que al roce de la piel se sentían frías.
Se agachó a por arco y flecha y su cara estuvo a la misma altura que su hacha por un instante. De repente ese frescor había despejado su mente incluso del alcohol, era mejor retirarse cuanto antes. No tenía que dar explicaciones a nadie, mucho menos a alguien que parecía querer matarla y de un segundo a otro querer...otra cosa.
Yenna
Aprendiz
Aprendiz
Cantidad de envíos : : 49
Nivel de PJ : : 0
Re: Dos copas y un hacha (Privado) [Cerrado]
Ya había bajado la guardia, pero su reacción hizo que su instinto de lucha se apagase.
Cuando se acercó, la elfa soltó las armas y subió las manos, quedando indefensa. Su táctica de intimidación había funcionado, hasta había empezado a balbucear una respuesta, pero no se esperaba esa reacción.
Ella alzó su mano, como yendo a apartarle, pero se detuvo cerca, como si no supiera si empujarle o no. Acto seguido habló con una voz llena de melancolía. Y la creyó.
Como para terminar sus palabras, unas gotas de lluvia empezaron a caer tímidamente. La elfa retrocedió, recuperó sus armas y empezó a retirarse.
No era miedo por su vida lo que leía en sus ojos, no era el abrazo estrangulador de la culpa al ser descubierta, no era nerviosismo. Era incomprensión. Genuina confusión.
Su expresión era sincera, o eso le parecía. Su instinto no le había fallado casi nunca hasta ahora, y todo señalaba a que realmente era inocente. Pero los elfos son gentes traicioneras y engañosas, ¿cómo podía saber que no estaba jugando con él? No podía.
"Hay más veneno en la boca de un elfo que en el de una serpiente" - Recordó oírle decir a su padre.
Ahora lo veía claro. Toda esa pantomima de la indefensión era parte de su truco para irse de rositas. Hacerle perder sus ganas de combatir para luego golpear. Muy astuta. Hasta había recuperado su arma y empezado a retroceder, seguramente para recuperar la distancia que había recortado y poder disparar con seguridad. No era diferente a la estrategia que usaba él para provocar a sus contrincantes y obligarles a exponerse.
Era la segunda vez que le hacía dudar. Estaba claro que estaba usando algún truco élfico en él, jugando con su mente. Y él, estúpido, casi se lo traga. Casi.
"Imbécil. No esperes a que se aleje. Ataca primero."
Frunció el ceño con ira en sus ojos y le lanzó un cabezazo.
Cuando se acercó, la elfa soltó las armas y subió las manos, quedando indefensa. Su táctica de intimidación había funcionado, hasta había empezado a balbucear una respuesta, pero no se esperaba esa reacción.
Ella alzó su mano, como yendo a apartarle, pero se detuvo cerca, como si no supiera si empujarle o no. Acto seguido habló con una voz llena de melancolía. Y la creyó.
Como para terminar sus palabras, unas gotas de lluvia empezaron a caer tímidamente. La elfa retrocedió, recuperó sus armas y empezó a retirarse.
No era miedo por su vida lo que leía en sus ojos, no era el abrazo estrangulador de la culpa al ser descubierta, no era nerviosismo. Era incomprensión. Genuina confusión.
Su expresión era sincera, o eso le parecía. Su instinto no le había fallado casi nunca hasta ahora, y todo señalaba a que realmente era inocente. Pero los elfos son gentes traicioneras y engañosas, ¿cómo podía saber que no estaba jugando con él? No podía.
"Hay más veneno en la boca de un elfo que en el de una serpiente" - Recordó oírle decir a su padre.
Ahora lo veía claro. Toda esa pantomima de la indefensión era parte de su truco para irse de rositas. Hacerle perder sus ganas de combatir para luego golpear. Muy astuta. Hasta había recuperado su arma y empezado a retroceder, seguramente para recuperar la distancia que había recortado y poder disparar con seguridad. No era diferente a la estrategia que usaba él para provocar a sus contrincantes y obligarles a exponerse.
Era la segunda vez que le hacía dudar. Estaba claro que estaba usando algún truco élfico en él, jugando con su mente. Y él, estúpido, casi se lo traga. Casi.
"Imbécil. No esperes a que se aleje. Ataca primero."
Frunció el ceño con ira en sus ojos y le lanzó un cabezazo.
Ludwig Zaunit
Aprendiz
Aprendiz
Cantidad de envíos : : 22
Nivel de PJ : : 0
Re: Dos copas y un hacha (Privado) [Cerrado]
Cogió el arco del suelo junto a la flecha, una cosa en cada mano, el arco en la derecha y la flecha en la izquierda. Volvió a levantarse y a encontrarse de nuevo con su hacha, era extraño pero tenía varios símbolos dibujados sobre ella. ''¿Qué significan?'', se preguntó a sí misma, seguramente también significaba algo importante para él, no todas las personas llevaban adornos así en sus armas.
Cuando volvió a ponerse cara a cara en frente suya, esta vez un poco más alejada pues había retrocedido, encontró esa distancia más agradable que antes, ya que por algún motivo su aroma le resultaba tentador; y no es que fuese nada del otro mundo, podía pasar a cualquiera que llevara tiempo viajando sola, en su caso demasiados años.
''¿Viajará con alguien?'', era extraño, porque a juzgar por su tamaño no necesitaría a nadie que le defendiera. Pensó en cuáles serían sus puntos débiles y volvió a fijarse en la camisa que aún tenía abierta, tal vez el abdomen podría ser un buen punto donde golpear. Por supuesto no tendría la misma fuerza que él, pero algo conseguiría.
Vio cierta duda reflejada en su rostro y de repente ira en sus ojos, no dudó un segundo en que iba a atacarla pero no reaccionó a tiempo, recibió el cabezazo con tanta dureza que la echó hacia atrás, retrocedió aún más y se dejó apoyar sobre la pared que había atrás.
-¡¿QUÉ HACES?! -Le gritó con todas sus ganas, pero su tono de voz fue más bajo de lo que pretendió porque la cabeza le dio vueltas durante unos segundos, incluso su mirada se nubló por un instante.
En esas condiciones y tras semejante golpe le sería difícil ganarle en combate, mucho menos si era a una distancia demasiado corta y aquel sitio no daba mucho juego. En cuanto se recuperó un poco del golpe se llevó una mano a la cabeza, la misma que sostenía la flecha. Sintió sus dedos sobre la zona golpeada y la madera del proyectil...miró al hombre que tenía delante con una cara de furia y odio que hacía mucho que no usaba:
-Esto no va a quedar así, estúpido bárbaro -Escupió en el suelo de la misma manera que lo hizo él anteriormente refiriéndose a los de su raza- Porque no hay otra palabra para definirte -Refiriéndose a ''bárbaro'', le echó una última mirada de desprecio y echó a correr, arco y flecha en mano.
Dispuesta a defenderse y disparar si era necesario, mientras corría miraba de soslayo y esquivaba con agilidad a la poca gente que intentaba escapar de la inminente lluvia.
Así, se resbaló con la fina capa que las primeras gotas de agua creaban en el suelo y casi cae de bruces, de no ser porque se equilibró en el último momento, estaba segura de que esa caída habría sido lo último que le faltaba aquel día.
Continuó corriendo, no iba a mirar más atrás, si lo hacía temía encontrarse aquel hombre con su hacha de nuevo, así que aumentó la velocidad sin rumbo alguno, sólo quería salir de la ciudad y así lo hizo rato después. Por suerte los guardias que en un principio la persiguieron estaban mirando hacia otro lado, se escabulló y se apoyó en el tronco de un árbol cercano.
Tomó una gran bocanada de aire y cuando lo soltó, la lluvia empezó a caer de forma más continua y copiosa, ya se había mojado pero había logrado escapar.
Iba a ser un largo y húmedo camino hasta su siguiente destino, durante el cual una palabra la acompañaría en su cabeza: ''Bárbaro''.
Cuando volvió a ponerse cara a cara en frente suya, esta vez un poco más alejada pues había retrocedido, encontró esa distancia más agradable que antes, ya que por algún motivo su aroma le resultaba tentador; y no es que fuese nada del otro mundo, podía pasar a cualquiera que llevara tiempo viajando sola, en su caso demasiados años.
''¿Viajará con alguien?'', era extraño, porque a juzgar por su tamaño no necesitaría a nadie que le defendiera. Pensó en cuáles serían sus puntos débiles y volvió a fijarse en la camisa que aún tenía abierta, tal vez el abdomen podría ser un buen punto donde golpear. Por supuesto no tendría la misma fuerza que él, pero algo conseguiría.
Vio cierta duda reflejada en su rostro y de repente ira en sus ojos, no dudó un segundo en que iba a atacarla pero no reaccionó a tiempo, recibió el cabezazo con tanta dureza que la echó hacia atrás, retrocedió aún más y se dejó apoyar sobre la pared que había atrás.
-¡¿QUÉ HACES?! -Le gritó con todas sus ganas, pero su tono de voz fue más bajo de lo que pretendió porque la cabeza le dio vueltas durante unos segundos, incluso su mirada se nubló por un instante.
En esas condiciones y tras semejante golpe le sería difícil ganarle en combate, mucho menos si era a una distancia demasiado corta y aquel sitio no daba mucho juego. En cuanto se recuperó un poco del golpe se llevó una mano a la cabeza, la misma que sostenía la flecha. Sintió sus dedos sobre la zona golpeada y la madera del proyectil...miró al hombre que tenía delante con una cara de furia y odio que hacía mucho que no usaba:
-Esto no va a quedar así, estúpido bárbaro -Escupió en el suelo de la misma manera que lo hizo él anteriormente refiriéndose a los de su raza- Porque no hay otra palabra para definirte -Refiriéndose a ''bárbaro'', le echó una última mirada de desprecio y echó a correr, arco y flecha en mano.
Dispuesta a defenderse y disparar si era necesario, mientras corría miraba de soslayo y esquivaba con agilidad a la poca gente que intentaba escapar de la inminente lluvia.
Así, se resbaló con la fina capa que las primeras gotas de agua creaban en el suelo y casi cae de bruces, de no ser porque se equilibró en el último momento, estaba segura de que esa caída habría sido lo último que le faltaba aquel día.
Continuó corriendo, no iba a mirar más atrás, si lo hacía temía encontrarse aquel hombre con su hacha de nuevo, así que aumentó la velocidad sin rumbo alguno, sólo quería salir de la ciudad y así lo hizo rato después. Por suerte los guardias que en un principio la persiguieron estaban mirando hacia otro lado, se escabulló y se apoyó en el tronco de un árbol cercano.
Tomó una gran bocanada de aire y cuando lo soltó, la lluvia empezó a caer de forma más continua y copiosa, ya se había mojado pero había logrado escapar.
Iba a ser un largo y húmedo camino hasta su siguiente destino, durante el cual una palabra la acompañaría en su cabeza: ''Bárbaro''.
Yenna
Aprendiz
Aprendiz
Cantidad de envíos : : 49
Nivel de PJ : : 0
Re: Dos copas y un hacha (Privado) [Cerrado]
Rió maliciosamente mientras la veía huir y gritarle. No merecía la pena perseguirla.
- Eso, ¡fuera de aquí! - Alzó los brazos y rugió triunfal. Cuando la perdió de vista murmuró.- Estúpida elfa...
Un par de transeúntes que habían visto toda la escena se habían quedado atónitos, y le seguían con la mirada.
-¿Y vosotros qué miráis? ¿¡Queréis pelea también!? - Les ladró. Ambos salieron de allí a buen paso.
La lluvia había empezado a aumentar de intensidad, así que decidió volver a la taberna. Había resistido un embrujo élfico y ahuyentado a de un cabezazo a su taumaturga, podía considerarlo una buena victoria. Habría que regarla con mucha bebida. "Aunque casi funciona su embrujo, tendré que tener más cuidado la próxima vez." - Caviló mientras recorría el camino de vuelta.- "Gracias por el consejo, padre." - Pensó mientras acariciaba una de las runas del hacha, en agradecimiento.
Cuando llegó a la taberna, abrió la puerta de una patada y bramó:
-¡UNA RONDA PARA TODOS!
Las puertas se cerraron, amortiguando la ovación y el jolgorio que se produjo en su interior, mientras afuera empezaba a diluviar.
- Eso, ¡fuera de aquí! - Alzó los brazos y rugió triunfal. Cuando la perdió de vista murmuró.- Estúpida elfa...
Un par de transeúntes que habían visto toda la escena se habían quedado atónitos, y le seguían con la mirada.
-¿Y vosotros qué miráis? ¿¡Queréis pelea también!? - Les ladró. Ambos salieron de allí a buen paso.
La lluvia había empezado a aumentar de intensidad, así que decidió volver a la taberna. Había resistido un embrujo élfico y ahuyentado a de un cabezazo a su taumaturga, podía considerarlo una buena victoria. Habría que regarla con mucha bebida. "Aunque casi funciona su embrujo, tendré que tener más cuidado la próxima vez." - Caviló mientras recorría el camino de vuelta.- "Gracias por el consejo, padre." - Pensó mientras acariciaba una de las runas del hacha, en agradecimiento.
Cuando llegó a la taberna, abrió la puerta de una patada y bramó:
-¡UNA RONDA PARA TODOS!
Las puertas se cerraron, amortiguando la ovación y el jolgorio que se produjo en su interior, mientras afuera empezaba a diluviar.
Ludwig Zaunit
Aprendiz
Aprendiz
Cantidad de envíos : : 22
Nivel de PJ : : 0
Re: Dos copas y un hacha (Privado) [Cerrado]
Apoyada en el tronco del árbol miró hacia la copa, eran finas hojas pero lo suficientemente frondoso como para cubrirla un poco.
Su mente iba desde su llegada hasta su huida, desde las mujeres de la taberna hasta el bárbaro. ''¿Cómo se ha atrevido a darme un cabezazo?'', se pasó la mano por el pelo aún recogido en una coleta; al menos no lo tenía pegado a la cara, no del todo.
El silencio se le hizo agradable, sólo oía la lluvia caer y algunas voces lejanas que venían de la ciudad de la que acababa de salir corriendo. Era curioso, porque tenía la sensación de que no había escuchado un silencio así de relajante durante un largo tiempo.
Claro que sería mejor si la cabeza no le fuese a reventar de dolor, ¿cómo podía tener alguien la frente tan dura?
Deslizó su espalda por el tronco y se dejó caer sobre las hierbas que ya estaban mojadas, apoyó la cabeza también y cerró los ojos unos minutos.
Pensaba relajarse, dejar que el dolor remitiera...pero no fue así incluso cuando pasó un buen rato, por lo que volvió a levantarse y regresó su mirada a la ciudad. Por suerte, vio algo que le resultó familiar, el mismo hombre que casi la atropellaba en su llegada estaba ahí, junto a otros borrachos; podía jurar que ellos eran los culpables de la única cosa que no permitía que reinara el silencio.
Así, como atraída por algún tipo de magia, se atrevió a dar unos repetidos pasos hacia Lunargenta de nuevo, acercándose al peligro y a la vez curiosa por el qué estarían haciendo esos hombres.
No supo porqué, pero cuando vino a darse cuenta estaba escuchando entre las sombras a esos borrachos, conversaciones estúpidas, otras trascendentales y otras importantes...muy importantes para ella y los de su raza.
Sin saberlo, esto influiría en sus próximos pasos y, ahí quedó, sopesando su siguiente movimiento.
Su mente iba desde su llegada hasta su huida, desde las mujeres de la taberna hasta el bárbaro. ''¿Cómo se ha atrevido a darme un cabezazo?'', se pasó la mano por el pelo aún recogido en una coleta; al menos no lo tenía pegado a la cara, no del todo.
El silencio se le hizo agradable, sólo oía la lluvia caer y algunas voces lejanas que venían de la ciudad de la que acababa de salir corriendo. Era curioso, porque tenía la sensación de que no había escuchado un silencio así de relajante durante un largo tiempo.
Claro que sería mejor si la cabeza no le fuese a reventar de dolor, ¿cómo podía tener alguien la frente tan dura?
Deslizó su espalda por el tronco y se dejó caer sobre las hierbas que ya estaban mojadas, apoyó la cabeza también y cerró los ojos unos minutos.
Pensaba relajarse, dejar que el dolor remitiera...pero no fue así incluso cuando pasó un buen rato, por lo que volvió a levantarse y regresó su mirada a la ciudad. Por suerte, vio algo que le resultó familiar, el mismo hombre que casi la atropellaba en su llegada estaba ahí, junto a otros borrachos; podía jurar que ellos eran los culpables de la única cosa que no permitía que reinara el silencio.
Así, como atraída por algún tipo de magia, se atrevió a dar unos repetidos pasos hacia Lunargenta de nuevo, acercándose al peligro y a la vez curiosa por el qué estarían haciendo esos hombres.
No supo porqué, pero cuando vino a darse cuenta estaba escuchando entre las sombras a esos borrachos, conversaciones estúpidas, otras trascendentales y otras importantes...muy importantes para ella y los de su raza.
Sin saberlo, esto influiría en sus próximos pasos y, ahí quedó, sopesando su siguiente movimiento.
Yenna
Aprendiz
Aprendiz
Cantidad de envíos : : 49
Nivel de PJ : : 0
Re: Dos copas y un hacha (Privado) [Cerrado]
El creciente murmullo y ajetreo de su alrededor le despertó paulatinamente.
Somnoliento, alzó la cabeza, pero su ascenso se vio interrumpido bruscamente por lo que, tras abrir los ojos, descubrió que era el travesaño de una de las mesas de la taberna. La cabeza le dolía horrores, no solo por el reciente golpe.
-Uf... Ayer pillé una buena... - Murmuró mientras se incorporaba con dificultad, tratando de no perder el equilibrio. Al ponerse de pie, le asaltaron las náuseas. - Ugh...
Tambaleante, se dejó caer sobre el banco, apoyando el torso sobre la mesa. Cerró los ojos, tratando de mitigar el dolor de cabeza y esperando que al volver a abrirlos el mundo dejara de moverse tanto.
"Veamos..." - Pensó mientras se cacheaba distraídamente pero con fluidez.- "El monedero está en su sitio. Bien."
Desató la pequeña bolsa de cuero que llevaba al cinto y revisó su contenido. La desgastada cara interna del monedero y una generosa cantidad de aire le dieron los buenos días. - "Mierda..."
Anoche se había olvidado, o le había dado igual, reservar un par de monedas para comer algo y pasar la resaca. Ya no le daba tan igual.
"Mierda, mierda, mierda." - Repitió mientras cerraba el puño con frustración, arrugando el saquito. Apoyó los brazos en la mesa y enterró la cabeza entre ellos. Oyó sonido de pasos acercándose.
-Buenos días, señor Ludwig. - Escuchó sin levantar la vista.- Le traigo un poco de agua y en cuanto esté más predispuesto, le traeré el desayuno. - Dijo el tabernero.
Él alzó la mirada como si estuviera viendo a un ser celestial. Un hada madrina que le acababa de salvar la vida.
-Joder Bragg, eres el mejor. - Inconscientemente introdujo la mano en el monedero para pagarle, pero tan solo raspó el interior. - Ehm... verás, puede que me haya quedado sin blanca.
-Ah, no se preocupe. Ayer me tomé la libertad de cobrarle estos gastos por adelantado en una de las rondas. Espero que no le importe... - Dijo sonriente.
-El puto mejor... - Dijo antes de enterrar la cabeza de nuevo entre los brazos. - Dame un momento que me recupere y te aviso.
El tabernero se alejó, dejándoles a él y su resaca disfrutar de la mutua compañía.
"Toca buscar curro. A ver si alguien necesita a otro alguien muerto. Me apetece."
Somnoliento, alzó la cabeza, pero su ascenso se vio interrumpido bruscamente por lo que, tras abrir los ojos, descubrió que era el travesaño de una de las mesas de la taberna. La cabeza le dolía horrores, no solo por el reciente golpe.
-Uf... Ayer pillé una buena... - Murmuró mientras se incorporaba con dificultad, tratando de no perder el equilibrio. Al ponerse de pie, le asaltaron las náuseas. - Ugh...
Tambaleante, se dejó caer sobre el banco, apoyando el torso sobre la mesa. Cerró los ojos, tratando de mitigar el dolor de cabeza y esperando que al volver a abrirlos el mundo dejara de moverse tanto.
"Veamos..." - Pensó mientras se cacheaba distraídamente pero con fluidez.- "El monedero está en su sitio. Bien."
Desató la pequeña bolsa de cuero que llevaba al cinto y revisó su contenido. La desgastada cara interna del monedero y una generosa cantidad de aire le dieron los buenos días. - "Mierda..."
Anoche se había olvidado, o le había dado igual, reservar un par de monedas para comer algo y pasar la resaca. Ya no le daba tan igual.
"Mierda, mierda, mierda." - Repitió mientras cerraba el puño con frustración, arrugando el saquito. Apoyó los brazos en la mesa y enterró la cabeza entre ellos. Oyó sonido de pasos acercándose.
-Buenos días, señor Ludwig. - Escuchó sin levantar la vista.- Le traigo un poco de agua y en cuanto esté más predispuesto, le traeré el desayuno. - Dijo el tabernero.
Él alzó la mirada como si estuviera viendo a un ser celestial. Un hada madrina que le acababa de salvar la vida.
-Joder Bragg, eres el mejor. - Inconscientemente introdujo la mano en el monedero para pagarle, pero tan solo raspó el interior. - Ehm... verás, puede que me haya quedado sin blanca.
-Ah, no se preocupe. Ayer me tomé la libertad de cobrarle estos gastos por adelantado en una de las rondas. Espero que no le importe... - Dijo sonriente.
-El puto mejor... - Dijo antes de enterrar la cabeza de nuevo entre los brazos. - Dame un momento que me recupere y te aviso.
El tabernero se alejó, dejándoles a él y su resaca disfrutar de la mutua compañía.
"Toca buscar curro. A ver si alguien necesita a otro alguien muerto. Me apetece."
Ludwig Zaunit
Aprendiz
Aprendiz
Cantidad de envíos : : 22
Nivel de PJ : : 0
Temas similares
» Las hamburguesas de Zero [Privado] [Cerrado]
» Big world [Privado] [Cerrado]
» Refugio [Privado] [5/5] [CERRADO]
» Despertar [Privado] [Cerrado]
» Raíces [Privado] [Cerrado]
» Big world [Privado] [Cerrado]
» Refugio [Privado] [5/5] [CERRADO]
» Despertar [Privado] [Cerrado]
» Raíces [Privado] [Cerrado]
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Hoy a las 00:49 por Cohen
» La Procesión de los Skógargandr [Evento Samhain (Halloween)]
Hoy a las 00:27 por Tyr
» [Zona de culto] Altar de las Runas de los Baldíos
Ayer a las 12:29 por Tyr
» Susurros desde el pasado | Amice H.
Ayer a las 04:12 por Amice M. Hidalgo
» El retorno del vampiro [Evento Sacrestic]
Dom Nov 17 2024, 18:00 por Sango
» [Zona de culto] Iglesia del único Dios
Sáb Nov 16 2024, 21:38 por Tyr
» Enjoy the Silence 4.0 {Élite]
Miér Nov 13 2024, 20:01 por Nana
» Vampiros, Gomejos, piernas para qué las tengo. [Privado]
Mar Nov 12 2024, 04:51 por Tyr
» Derecho Aerandiano [Libre]
Dom Nov 10 2024, 13:36 por Tyr
» Días de tormenta + 18 [Privado]
Dom Nov 10 2024, 00:41 por Sango
» Propaganda Peligrosa - Priv. Zagreus - (Trabajo / Noche)
Vie Nov 08 2024, 18:40 por Lukas
» Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
Vie Nov 08 2024, 01:19 por Tyr
» 89. Una compañía hacia el caos [Privado]
Jue Nov 07 2024, 20:51 por Aylizz Wendell
» Clementina Chonkffuz [SOLITARIO]
Jue Nov 07 2024, 16:48 por Mina Harker
» [Zona de Culto]Santuario del dragón de Mjulnr
Mar Nov 05 2024, 21:21 por Tyr