Esto no es una bienvenida, ni si decido quedarme. [Privado] [CERRADO]
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Esto no es una bienvenida, ni si decido quedarme. [Privado] [CERRADO]
Ciudad Lagarto era tan ruidosa como la recordaba, tal vez incluso mas. No importaba el horario, el bullicio no acababa. Claramente los ladrones de la ciudad no conocían el descanso y Oromë no se alejaba demasiado de ellos.
El llevar a Sena requería de viajes nocturnos en vela, por lo que la dragona se encontraba en la necesidad de unas cuantas horas de sueño.
No extrañaba la ciudad, ni siquiera un poco. Su vida nómada era mil veces mas placentera y por lejos menos peligrosa; de todas maneras no podía mentirse a si misma y negar que una parte de ella, la más curiosa, quería ver. Ver si había alguna diferencia, si cualquier idiota podía hacer lo que ella... Se preguntó si Matt por fin se desesperaba un poco teniendo el doble de trabajo. Oromë simplemente se rió en lo bajo ante aquella absurda idea. Owens jamás se desesperaba ni aunque amenazaran con cortarle su parte favorita del cuerpo... Bueno, tal vez con esa un poco sí.
Ella caminaba entre las sombras de las precarias edificaciones. Evitaba las miradas de la gente subiéndose en los techos que no parecían ceder ante su peso. Ya no era de noche, sino mas bien estaban a la mitad del día, de ahí que fuera mas cuidadosa con todo. Desde la ropa monocromática, su cabello fuertemente recogido en un rodete y oculto bajo una capucha.
Puede que exagerara demasiado pero hacía tiempo que no se reunía con la crème de la crème de los bajos fondos; y seguramente había mas de uno esperando una oportunidad para abrirla en dos y sacarle aquello que se había tragado meses atrás.
¿Podría Matt ser uno de ellos? No era necesario que pensara demasiado la respuesta, se trataba de Matthew a fin de cuentas.
En parte se sorprendió de lo fácil que fue colarse en la tienda llena de prostitutas sin que la reconocieran. No había perdido el toque o simplemente a las muchachas ahí dentro les importaba un comino quien entrara. Eran putas y les interesaba el dinero solamente.
Un leve ronquido era el único sonido que se escuchaba en aquella habitación. Mas bien era un suave resoplido de alguien terriblemente exhausto. Matt dormía con total abandono, o al menos así lucía su rostro y Oromë sintió celos al no ser ella quien descansara tan bien.
Se sentó en el suelo a centímetros de la cara de Matt y lo observó como quien observa una obra de arte, para luego descubrir que no le gustaba; terminado su escrutinio se levantó y apoyó su trasero en una silla con poca elegancia y vociferó. -Despierta Bella Durmiente- Tamborileó los dedos en sus rodillas mientras él despertaba y sonrió de manera queda. No eran el tipo de sonrisas socarronas que solía dar pero tampoco era una nacida de la vergüenza o el nerviosismo. Era una mueca vacía. -¿Me extrañaste?-
El llevar a Sena requería de viajes nocturnos en vela, por lo que la dragona se encontraba en la necesidad de unas cuantas horas de sueño.
No extrañaba la ciudad, ni siquiera un poco. Su vida nómada era mil veces mas placentera y por lejos menos peligrosa; de todas maneras no podía mentirse a si misma y negar que una parte de ella, la más curiosa, quería ver. Ver si había alguna diferencia, si cualquier idiota podía hacer lo que ella... Se preguntó si Matt por fin se desesperaba un poco teniendo el doble de trabajo. Oromë simplemente se rió en lo bajo ante aquella absurda idea. Owens jamás se desesperaba ni aunque amenazaran con cortarle su parte favorita del cuerpo... Bueno, tal vez con esa un poco sí.
Ella caminaba entre las sombras de las precarias edificaciones. Evitaba las miradas de la gente subiéndose en los techos que no parecían ceder ante su peso. Ya no era de noche, sino mas bien estaban a la mitad del día, de ahí que fuera mas cuidadosa con todo. Desde la ropa monocromática, su cabello fuertemente recogido en un rodete y oculto bajo una capucha.
Puede que exagerara demasiado pero hacía tiempo que no se reunía con la crème de la crème de los bajos fondos; y seguramente había mas de uno esperando una oportunidad para abrirla en dos y sacarle aquello que se había tragado meses atrás.
¿Podría Matt ser uno de ellos? No era necesario que pensara demasiado la respuesta, se trataba de Matthew a fin de cuentas.
En parte se sorprendió de lo fácil que fue colarse en la tienda llena de prostitutas sin que la reconocieran. No había perdido el toque o simplemente a las muchachas ahí dentro les importaba un comino quien entrara. Eran putas y les interesaba el dinero solamente.
Un leve ronquido era el único sonido que se escuchaba en aquella habitación. Mas bien era un suave resoplido de alguien terriblemente exhausto. Matt dormía con total abandono, o al menos así lucía su rostro y Oromë sintió celos al no ser ella quien descansara tan bien.
Se sentó en el suelo a centímetros de la cara de Matt y lo observó como quien observa una obra de arte, para luego descubrir que no le gustaba; terminado su escrutinio se levantó y apoyó su trasero en una silla con poca elegancia y vociferó. -Despierta Bella Durmiente- Tamborileó los dedos en sus rodillas mientras él despertaba y sonrió de manera queda. No eran el tipo de sonrisas socarronas que solía dar pero tampoco era una nacida de la vergüenza o el nerviosismo. Era una mueca vacía. -¿Me extrañaste?-
Oromë Vánadóttir
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Re: Esto no es una bienvenida, ni si decido quedarme. [Privado] [CERRADO]
Por lo general Matthew intentaba no dormir en el prostíbulo, en primer lugar porque era mucho más agradable descansar en brazos de Eyre antes que en un escritorio o en su cama toda desordenada del local. En segundo lugar, porque la seguridad de ese sitio era una mierda a comparación de cantidad de trampas que había puesto en su mansión. Y en tercer lugar porque allí era mucho más sencillo que lo encontraran y vinieran a molestarlo, parecía que todo el mundo requería algo de Matt mientras más cansado estuviera.
Pero había sido una noche ajetreada, un cargamento especialmente grande había llegado hacía poco y como era de esperarse Lazid no se hizo cargo del papeleo. A Owens le habría gustado poder delegar la tarea, pero el Hombre-Lagarto era muy histérico cuando se trataba de dinero y quería que el Virrey lo hiciera.
El escritorio de Matthew generalmente estaba repleto de maquillaje, perfumes y chucherías sin valor, ahora estaba repleto de papeles, tinteros vacíos, plumas rotas, pergaminos arrugados y animales hechos en papel, probablemente de cuando el aburrimiento del Virrey llegaron a niveles abrumadores. Sumado a todo ese trabajo, la maldición había hecho que Owens sufriera dolor de cabeza gran parte del día, en momentos como esos parecía tentador el dejarse llevar por el consumo de alguna planta y caer en la inconsciencia.
Claramente no lo haría.
Despatarrado en la cama y rodeado por los restos del trabajo se encontraba el Virrey de Ciudad Lagarto, en todo lo que le quedaba de gloria (Nunca tuvo mucha). Podría haber aparentado genialidad y decir que escuchó llegar a Oromë en cuanto puso un pie en la habitación, pero ya se conocían de demasiado tiempo como para andar fingiendo, no es como si estuvieran en su primera cita.
-¿Mmm? - Dijo sin abrir los ojos, empezó a palpar con la mano en busca de algo para taparse - Mñia-Suñimia - Murmuraba el Humano, aún negándose a reaccionar, encontró una de las almohadas y se agarró a ella como si fuera una persona, rodó y parecía que iba a seguir descansando, totalmente indiferente a la presencia que lo observaba.
Pero luego de unos segundos abrió un ojo y miró a Oromë, cuando vio de quien se trataba soltó la daga que había en la almohada y sonrió de medio lado.
-Yo no te extrañe, pero él sí, mira lo contento que está de verte - Eran las reacciones normales del cuerpo de cualquier hombre sano cuando recién se despertaba, pero Matthew no iba a perder la oportunidad de sonar ofensivo - Mira que hay que ser descarada, regresar aquí como si nada hubiese pasado, aún estamos sobrellevando las consecuencias de sus actos, Señorita Jefa de Salud -
Rápidamente un plan se iba formando en la mente del Estafador, pero necesitaba ganar algo de tiempo para lograrlo, así que era mejor tomarlo con calma. Se sentó y se desperezó, mientras bostezaba agregó.
-Ya sé lo que sucede, no soportabas seguir lejos de mí - Negó con la cabeza e hizo un gesto de “Cuanto lo siento” - No se puede evitar, suelo generar ese tipo de emociones en la gente -
Pero había sido una noche ajetreada, un cargamento especialmente grande había llegado hacía poco y como era de esperarse Lazid no se hizo cargo del papeleo. A Owens le habría gustado poder delegar la tarea, pero el Hombre-Lagarto era muy histérico cuando se trataba de dinero y quería que el Virrey lo hiciera.
El escritorio de Matthew generalmente estaba repleto de maquillaje, perfumes y chucherías sin valor, ahora estaba repleto de papeles, tinteros vacíos, plumas rotas, pergaminos arrugados y animales hechos en papel, probablemente de cuando el aburrimiento del Virrey llegaron a niveles abrumadores. Sumado a todo ese trabajo, la maldición había hecho que Owens sufriera dolor de cabeza gran parte del día, en momentos como esos parecía tentador el dejarse llevar por el consumo de alguna planta y caer en la inconsciencia.
Claramente no lo haría.
Despatarrado en la cama y rodeado por los restos del trabajo se encontraba el Virrey de Ciudad Lagarto, en todo lo que le quedaba de gloria (Nunca tuvo mucha). Podría haber aparentado genialidad y decir que escuchó llegar a Oromë en cuanto puso un pie en la habitación, pero ya se conocían de demasiado tiempo como para andar fingiendo, no es como si estuvieran en su primera cita.
-¿Mmm? - Dijo sin abrir los ojos, empezó a palpar con la mano en busca de algo para taparse - Mñia-Suñimia - Murmuraba el Humano, aún negándose a reaccionar, encontró una de las almohadas y se agarró a ella como si fuera una persona, rodó y parecía que iba a seguir descansando, totalmente indiferente a la presencia que lo observaba.
Pero luego de unos segundos abrió un ojo y miró a Oromë, cuando vio de quien se trataba soltó la daga que había en la almohada y sonrió de medio lado.
-Yo no te extrañe, pero él sí, mira lo contento que está de verte - Eran las reacciones normales del cuerpo de cualquier hombre sano cuando recién se despertaba, pero Matthew no iba a perder la oportunidad de sonar ofensivo - Mira que hay que ser descarada, regresar aquí como si nada hubiese pasado, aún estamos sobrellevando las consecuencias de sus actos, Señorita Jefa de Salud -
Rápidamente un plan se iba formando en la mente del Estafador, pero necesitaba ganar algo de tiempo para lograrlo, así que era mejor tomarlo con calma. Se sentó y se desperezó, mientras bostezaba agregó.
-Ya sé lo que sucede, no soportabas seguir lejos de mí - Negó con la cabeza e hizo un gesto de “Cuanto lo siento” - No se puede evitar, suelo generar ese tipo de emociones en la gente -
Matthew Owens
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Re: Esto no es una bienvenida, ni si decido quedarme. [Privado] [CERRADO]
La dragona se quitó la capucha y comenzaba a desatar con parsimonia su capa, sin perder de vista los movimientos de Matthew. No era ninguna tonta, y aunque se había arriesgado al observarlo tan de cerca, el optar por despertarlo desde una distancia segura fue una idea certera.
El hombre frente a ella llevaba unos pantalones como única vestimenta y con un poco de observación más detallada, se podía notar claramente su alegría matutina en todo su esplendor. Oromë no se inmutó al respecto y simplemente elevó la comisura de su labio en una media sonrisa. -¿Quieres dormir conmigo? ¿Y darte la oportunidad de que uses el arma bajo la almohada y abrirme en canal? No gracias.- A veces Matt era fácil de leer, otras no dejaba de sorprenderla, pero en este caso no era nada nuevo. Todos en la ciudad dormían con un cuchillo bajo la almohada, incluida ella.
-Pensé que a estas alturas habrías encontrado a alguien que ocupara mi puesto- Se puso de pie y comenzó a curiosear en el escritorio lleno de papeles, uno hablaba sobre adquirir nuevas macetas y plantas en el prostíbulo como decoraciones. Enarcó una ceja para luego encogerse de hombros. -Entonces si me extrañaste. No recuerdo que hayas trabajado tanto ni que durmieras como un tronco para no haberme escuchado entrar- Sacudió una mota de polvo inexistente en su ropa para luego quedarse de frente a Matt que ahora se encontraba sentado en la desordenada cama.
-No vine a quedarme, solo estaba cerca y pensé en saludar a mi primo. Saludarte a ti también no me pareció tan mala idea.- En una de las esquinas mas lejanas de la habitación un brillo metálico captó su mirada. -¿Como lo llevas?- Su voz era monótona, carente de emociones. Un poco se parecía a su anaia en ese aspecto, como si analizara todo a su alrededor.
Miró la cama, una, dos y tres veces hasta que se decidió y se tiró a un lado de Matt enviando a volar la mitad de los papeles, y usando sus brazos para apoyar su cabeza, sus ojos amarillos clavados en los azules de él. -Deja las tonterías, te conozco, quieres algo, o preguntarme algo. ¿Quieres la llama? Se que sí, todos la quieren pero no puedo dártela. Tampoco lo intentes, a menos que quieras perder una parte de ti.- Sonaba como una niña que había sido adiestrada a repetir esas palabras mas de una vez.
Se acurrucó en una posición fetal a medias y bostezo como un gato. -Tengo sueño, estoy cansada. ¿Tu también estas cansado? ¿Puedes sentir el peso de tu maldición como yo?. ¿Sientes el dolor de la tierra, los gusanos muriendo bajo ella?- Ignoró cualquier cosa que fuera a decirle que careciera de sentido y tomó una de las ya mencionadas almohadas y se abrazó a ella del mismo modo que Owens lo había hecho antes, pero primero se aseguró de quitar el arma de la funda y la arrojó al piso de su lado de la cama. -Hace frío aquí- Se encogió un poco más hasta hacerse una bolita.
El hombre frente a ella llevaba unos pantalones como única vestimenta y con un poco de observación más detallada, se podía notar claramente su alegría matutina en todo su esplendor. Oromë no se inmutó al respecto y simplemente elevó la comisura de su labio en una media sonrisa. -¿Quieres dormir conmigo? ¿Y darte la oportunidad de que uses el arma bajo la almohada y abrirme en canal? No gracias.- A veces Matt era fácil de leer, otras no dejaba de sorprenderla, pero en este caso no era nada nuevo. Todos en la ciudad dormían con un cuchillo bajo la almohada, incluida ella.
-Pensé que a estas alturas habrías encontrado a alguien que ocupara mi puesto- Se puso de pie y comenzó a curiosear en el escritorio lleno de papeles, uno hablaba sobre adquirir nuevas macetas y plantas en el prostíbulo como decoraciones. Enarcó una ceja para luego encogerse de hombros. -Entonces si me extrañaste. No recuerdo que hayas trabajado tanto ni que durmieras como un tronco para no haberme escuchado entrar- Sacudió una mota de polvo inexistente en su ropa para luego quedarse de frente a Matt que ahora se encontraba sentado en la desordenada cama.
-No vine a quedarme, solo estaba cerca y pensé en saludar a mi primo. Saludarte a ti también no me pareció tan mala idea.- En una de las esquinas mas lejanas de la habitación un brillo metálico captó su mirada. -¿Como lo llevas?- Su voz era monótona, carente de emociones. Un poco se parecía a su anaia en ese aspecto, como si analizara todo a su alrededor.
Miró la cama, una, dos y tres veces hasta que se decidió y se tiró a un lado de Matt enviando a volar la mitad de los papeles, y usando sus brazos para apoyar su cabeza, sus ojos amarillos clavados en los azules de él. -Deja las tonterías, te conozco, quieres algo, o preguntarme algo. ¿Quieres la llama? Se que sí, todos la quieren pero no puedo dártela. Tampoco lo intentes, a menos que quieras perder una parte de ti.- Sonaba como una niña que había sido adiestrada a repetir esas palabras mas de una vez.
Se acurrucó en una posición fetal a medias y bostezo como un gato. -Tengo sueño, estoy cansada. ¿Tu también estas cansado? ¿Puedes sentir el peso de tu maldición como yo?. ¿Sientes el dolor de la tierra, los gusanos muriendo bajo ella?- Ignoró cualquier cosa que fuera a decirle que careciera de sentido y tomó una de las ya mencionadas almohadas y se abrazó a ella del mismo modo que Owens lo había hecho antes, pero primero se aseguró de quitar el arma de la funda y la arrojó al piso de su lado de la cama. -Hace frío aquí- Se encogió un poco más hasta hacerse una bolita.
Oromë Vánadóttir
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Re: Esto no es una bienvenida, ni si decido quedarme. [Privado] [CERRADO]
-¿Abrirte en canal? ¿Pero de donde sacas semejante tontería? ¿Lo dices por la daga? Pero sí es la medida de seguridad mínima de cualquier ciudadano - Se encogió de hombros, haciéndose el inocente - Pero no puedo acostarme contigo, Ory, deja de insistir, ya sabes que soy un hombre comprometido -
Estaba semi recostado en el colchón, pasando la mano con suavidad por la sábana de seda, no iba a lograr tentar a Oromë de ninguna manera, pero el que pareciera que lo intentaba era parte de la trama que se desarrollaría ese día. Le sonrió de medio lado.
-No encontré a nadie que ocupara tu puesto porque tu puesto es totalmente prescindible, no necesito que nadie haga lo que tu hacías que es básicamente: Nada - Se sentó en la cama, apoyando las manos atrás y manteniendo la sonrisa socarrona - De hecho, me traes más problemas que soluciones. Cada vez que nos encontramos desordenas todo y luego desapareces. Es muy poco educado de tu parte -
Fue despacio hasta el borde de la cama, apoyó los pies en el piso pero estaba frío así que los sacó rápido, haciendo un gesto de desagrado. Cuando estaba en su casa los pisos de madera se mantenían cálidos todo el año, sin duda no había punto de comparación entre las comodidades que tenía en un sitio o en el otro.
-Mientras más gente venga a vivir a la ciudad, más trabajo voy a tener. Con un poco de suerte viene alguna plaga o nos invade algún ejército y la población vuelve a reducirse. No soporto este hormiguero - Y lo decía con absoluta calma, como si no estuviera hablando de la muerte de seres inocentes - ¿Como lo llevo? Pues, dejame ver -
Se puso de pie, agarró un salto de cama que tenía colgado en uno de los percheros, era de una tela negra azulada que parecía brillar dependiendo de cómo le diera la luz. De todos modos no la cerró, fue sólo para protegerse un poco del frío, o para darle algo más de seriedad a la charla. Agarró una serie de papeles y empezó a leer, a medida que terminaba con una oración tiraba la hoja por arriba del hombro y seguía con la siguiente.
-Nuestras cosechas son nulas. Nuestro ganado está todo muerto y enfermo. Hay al menos dos intentos por día de matarnos a mi o a Lazid para quedarse con el poder. Lo único que nos salva de que La Guardia o el Ejército de Dundarak nos venga a invadir es que están muy ocupados con la guerra en Sandorai - Hizo un bollo con ese último y agregó - Además de eso estoy enfermo, todo el tiempo - Entonces volvió a sentarse en la cama, se sentía agotado a pesar de haber dormido una buena cantidad de horas.
Oromë no tardó en imitarlo “La manía que tienen estas mujeres en acostarse en mi cama con la ropa puesta” pensó el Estafador.
-¿Sí quiero el Objeto Maldito? Sí, me vendría muy bien el poder entregarlo, quizás así me quitarían está maldición, y también al resto de la ciudad - Sonrió sin cariño alguno - Pero dudo mucho que ahora de pronto te de por realizar actos de bondad de forma desinteresada -
La dragona lo ignoraba deliberadamente, se acomodaba en la cama de Matt como si le perteneciera, como si el Virrey no fuera una amenaza en lo absoluto.
-Sí, claro que puedo sentirlo ¿No sería agradable el tener alguna sensación placentera para variar?- como vio que Oromë se dormía le apoyó un dedo en la nariz y la empujó hacia arriba - Si te quedas dormida no puedo asegurar que vayas a despertar, Cielo-
Estaba semi recostado en el colchón, pasando la mano con suavidad por la sábana de seda, no iba a lograr tentar a Oromë de ninguna manera, pero el que pareciera que lo intentaba era parte de la trama que se desarrollaría ese día. Le sonrió de medio lado.
-No encontré a nadie que ocupara tu puesto porque tu puesto es totalmente prescindible, no necesito que nadie haga lo que tu hacías que es básicamente: Nada - Se sentó en la cama, apoyando las manos atrás y manteniendo la sonrisa socarrona - De hecho, me traes más problemas que soluciones. Cada vez que nos encontramos desordenas todo y luego desapareces. Es muy poco educado de tu parte -
Fue despacio hasta el borde de la cama, apoyó los pies en el piso pero estaba frío así que los sacó rápido, haciendo un gesto de desagrado. Cuando estaba en su casa los pisos de madera se mantenían cálidos todo el año, sin duda no había punto de comparación entre las comodidades que tenía en un sitio o en el otro.
-Mientras más gente venga a vivir a la ciudad, más trabajo voy a tener. Con un poco de suerte viene alguna plaga o nos invade algún ejército y la población vuelve a reducirse. No soporto este hormiguero - Y lo decía con absoluta calma, como si no estuviera hablando de la muerte de seres inocentes - ¿Como lo llevo? Pues, dejame ver -
Se puso de pie, agarró un salto de cama que tenía colgado en uno de los percheros, era de una tela negra azulada que parecía brillar dependiendo de cómo le diera la luz. De todos modos no la cerró, fue sólo para protegerse un poco del frío, o para darle algo más de seriedad a la charla. Agarró una serie de papeles y empezó a leer, a medida que terminaba con una oración tiraba la hoja por arriba del hombro y seguía con la siguiente.
-Nuestras cosechas son nulas. Nuestro ganado está todo muerto y enfermo. Hay al menos dos intentos por día de matarnos a mi o a Lazid para quedarse con el poder. Lo único que nos salva de que La Guardia o el Ejército de Dundarak nos venga a invadir es que están muy ocupados con la guerra en Sandorai - Hizo un bollo con ese último y agregó - Además de eso estoy enfermo, todo el tiempo - Entonces volvió a sentarse en la cama, se sentía agotado a pesar de haber dormido una buena cantidad de horas.
Oromë no tardó en imitarlo “La manía que tienen estas mujeres en acostarse en mi cama con la ropa puesta” pensó el Estafador.
-¿Sí quiero el Objeto Maldito? Sí, me vendría muy bien el poder entregarlo, quizás así me quitarían está maldición, y también al resto de la ciudad - Sonrió sin cariño alguno - Pero dudo mucho que ahora de pronto te de por realizar actos de bondad de forma desinteresada -
La dragona lo ignoraba deliberadamente, se acomodaba en la cama de Matt como si le perteneciera, como si el Virrey no fuera una amenaza en lo absoluto.
-Sí, claro que puedo sentirlo ¿No sería agradable el tener alguna sensación placentera para variar?- como vio que Oromë se dormía le apoyó un dedo en la nariz y la empujó hacia arriba - Si te quedas dormida no puedo asegurar que vayas a despertar, Cielo-
Matthew Owens
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Re: Esto no es una bienvenida, ni si decido quedarme. [Privado] [CERRADO]
-¿Comprometido con quien exactamente? ¿Todas las brujas de la ciudad? No he visto a Helena por aquí. Supuse que estaría durmiendo en una cama para perros a un lado de la tuya- Hizo un pequeño gesto de asco que se disolvió al instante, para volver a su mirada vacía. La verdad es que una parte de ella le hubiera agradado ver a esa maldita bruja, aunque no estaba muy segura de que la entusiasmaba más, si el hablar con ella para insultarse entre lineas o para pelearse. No recordaba la ultima vez que tuvo una pelea mano a mano con alguien, se sentía tan lejano y ajeno a ella.
-¿Quien diría que Jefa de Salud me quedaría tan bien en estos días?- No le dolió el comentario, o al menos no de la forma que esperaba. Ella no era nada para la ciudad ,lo que de cierta manera era verdad pero ahora se sentía mas alguien que nunca.
-Tu tampoco eres muy ordenado Matt- Soltó una suave risa mientras jugaba con un par de papeles.
Escuchó todo lo que le decía, aunque pareciera mas concentrada en quitarse las botas; no vaya a ser que él se ofendiera si le ensuciaba sus preciosas sabanas. -No pregunté por la ciudad, me refería a ti, pero gracias por el dato.- Tomó la suave tela y se tapó con ella como lo harían los niños, cubriendo todo su cuerpo, incluso su cabeza, dejando a la vista solamente su rostro. -Si pierden esa guerra no tardaremos en morir todos y ya no importara mucho tus problemas de Virrey. Seras libre de tu puesto, de la maldición... y de tu vida claro- Sonrió como si fuera la broma mas divertida de todas.
Sus ojos se cerraban pero estaba muy consciente de lo que la rodeaba, del peso de Matt en la cama y cierta idea de como era su postura en el momento. -Acabas de llamar a todo esto un hormiguero y ahora hablas como si te importaran. ¿Te estas ablandando? Ademas, he hecho más actos de bondad últimamente del que esperaría, pero todo tiene un limite y uno de ellos es que no te daré lo que quieres. Ni a ti ni a nadie.-
-¡Ay!- Lanzo un manotazo hacia Matthew para luego abrir sus ojos y observarlo enfurruñada. -¿Quieres matarme mientras duermo? Que bajo has caído- Se sentó detrás de él y puso sus brazos alrededor de su cuello. De lejos podría parecer un abrazo cariñoso, casi intimo, pero los labios de Oromë sonreían con malicia mientras los pegaba a su oído. -Tal vez podríamos intentar lo que hago con Sena, ¿Que opinas? Un pequeño intento para calmar tu dolor, mi regalo por ser la culpable de tu malestar, mi acto de bondad para ti. Y si no funciona...- Se volteó y como quien no quiere la cosa se sentó en su regazo, aun con los brazos a su alrededor. -Te diré todo sobre el objeto, te mostraré incluso si quieres, pero a cambio me gustaría un pequeño favor tuyo. ¿Aceptas?- Aún estaba envuelta en seda, y en parte lo cubría a él también.
Los movimientos de la dragona eran lejos de estar planeados, pero si meticulosos. Antes no se habría atrevido a jugar del todo con las mismas reglas que Owens solía imponer. Pero ahora todo era diferente, ella era diferente y si algo deseaba, era asegurarse de que Matt no se convertiría en otro enemigo más. No necesitaba ocultarlo, cada cosa que hacía o decía lo dejaba claro.
-¿Quien diría que Jefa de Salud me quedaría tan bien en estos días?- No le dolió el comentario, o al menos no de la forma que esperaba. Ella no era nada para la ciudad ,lo que de cierta manera era verdad pero ahora se sentía mas alguien que nunca.
-Tu tampoco eres muy ordenado Matt- Soltó una suave risa mientras jugaba con un par de papeles.
Escuchó todo lo que le decía, aunque pareciera mas concentrada en quitarse las botas; no vaya a ser que él se ofendiera si le ensuciaba sus preciosas sabanas. -No pregunté por la ciudad, me refería a ti, pero gracias por el dato.- Tomó la suave tela y se tapó con ella como lo harían los niños, cubriendo todo su cuerpo, incluso su cabeza, dejando a la vista solamente su rostro. -Si pierden esa guerra no tardaremos en morir todos y ya no importara mucho tus problemas de Virrey. Seras libre de tu puesto, de la maldición... y de tu vida claro- Sonrió como si fuera la broma mas divertida de todas.
Sus ojos se cerraban pero estaba muy consciente de lo que la rodeaba, del peso de Matt en la cama y cierta idea de como era su postura en el momento. -Acabas de llamar a todo esto un hormiguero y ahora hablas como si te importaran. ¿Te estas ablandando? Ademas, he hecho más actos de bondad últimamente del que esperaría, pero todo tiene un limite y uno de ellos es que no te daré lo que quieres. Ni a ti ni a nadie.-
-¡Ay!- Lanzo un manotazo hacia Matthew para luego abrir sus ojos y observarlo enfurruñada. -¿Quieres matarme mientras duermo? Que bajo has caído- Se sentó detrás de él y puso sus brazos alrededor de su cuello. De lejos podría parecer un abrazo cariñoso, casi intimo, pero los labios de Oromë sonreían con malicia mientras los pegaba a su oído. -Tal vez podríamos intentar lo que hago con Sena, ¿Que opinas? Un pequeño intento para calmar tu dolor, mi regalo por ser la culpable de tu malestar, mi acto de bondad para ti. Y si no funciona...- Se volteó y como quien no quiere la cosa se sentó en su regazo, aun con los brazos a su alrededor. -Te diré todo sobre el objeto, te mostraré incluso si quieres, pero a cambio me gustaría un pequeño favor tuyo. ¿Aceptas?- Aún estaba envuelta en seda, y en parte lo cubría a él también.
Los movimientos de la dragona eran lejos de estar planeados, pero si meticulosos. Antes no se habría atrevido a jugar del todo con las mismas reglas que Owens solía imponer. Pero ahora todo era diferente, ella era diferente y si algo deseaba, era asegurarse de que Matt no se convertiría en otro enemigo más. No necesitaba ocultarlo, cada cosa que hacía o decía lo dejaba claro.
Oromë Vánadóttir
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Re: Esto no es una bienvenida, ni si decido quedarme. [Privado] [CERRADO]
El comentario de las brujas lo hizo reír, aunque no lo confirmó ni lo negó, por simple precaución jamás decía el nombre de Eyre en voz alta, y en cuanto a Helena... Eso había sido más complicado. Aunque sus múltiples relaciones eran más un mito que una realidad, pero desmentirlo no le serviría de nada, era preferible que la gente estuviera confundido con respecto a él.
-En mi desorden yo me entiendo, o al menos eso creo - Miró a los lados, como si buscara algún papel en específico - De todas maneras, Brenda siempre viene y lo acomoda todo de nuevo - Se encogió de hombros - Cuando tienes un cargo la Habilidad más útil que puedes desarrollar es el saber elegir a tus ayudantes y delegar -
Lo cierto es que tenía pocas noticias del campo de batalla en Sandorai, era difícil enviar espías y que regresaran vivos. Lo único que le había quedado en claro era que había varias facciones distintas disputándose distintos tipos de poderes, a Matthew le daba exactamente lo mismo cual de los bandos ganara.
-¿Me importan o no me importan? Quien sabe - Sonrió con malicia - Lo que no me creo es que hayas realizado algo por pura bondad, eso sí tiene toda la apariencia de ser una mentira. Pero cuéntame ¿Dónde has estado? - Apartó la mano golpeada y sonrió - ¿De verdad puedo caer más bajo? Creía que ya había llegado al fondo hace años -
Una mirada triste acompañó el comentario, hacer bromas sobre sí mismo siempre era la mejor manera de desviar la conversación. Con la mano aun agarrada, dejó que Oromë lo rodeara con sus brazos, giró apenas la cabeza, mirando de reojo a la dragona, de pronto la situación parecía estar tomando otros matices.
-¿Quieres experimentar conmigo? Ahora empieza a tener un poco más de sentido el que hayas regresado, incluso puede que te lo haya propuesto Go´el, parece que le encanta hacer experimentos con mi cuerpo - Owens era considerablemente paranoico, aunque viviendo en semejante ciudad nadie podría culparlo. Ahora ambos estaban cubiertos por las sábanas de seda, Matt sentado y Oromë sobre su regazo, hasta el momento el Estafador no había hecho movimientos que delataran una segunda intención - Es una propuesta interesante, supongo que con intentarlo no pierdo nada ¿Qué es lo peor que podría pasar? ¿Que esté aún más maldito?-
Pasó los brazos alrededor de la cintura de la dragona, luego la empujó para que quede boca arriba en la cama y se acostó sobre ella sin apoyar el peso de su cuerpo.
-Si estas dispuesta a hacer todo eso, y además todo esto - Dijo en referencia a que se comportara de modo tan seductor y amable - Entonces no debe ser “pequeño” ese favor que tanto quieres - Se dejó caer hacia un lado, y acostado de lado, aún pegado al cuerpo de Oromë, se puso a juguetear con el corset - No cierro tratos sin conocer en detalle los términos y condiciones, así que dime ¿Por qué viniste en realidad? ¿Qué es lo que crees que puedo solucionarte? - Y hasta que eso no quedara claro la mano de Matt no haría nada, porque no era del tipo de persona que se dejaba llevar por el calor del momento “Antes de comer será mejor que sepa si puedo pagar” pensaba el Estafador.
-En mi desorden yo me entiendo, o al menos eso creo - Miró a los lados, como si buscara algún papel en específico - De todas maneras, Brenda siempre viene y lo acomoda todo de nuevo - Se encogió de hombros - Cuando tienes un cargo la Habilidad más útil que puedes desarrollar es el saber elegir a tus ayudantes y delegar -
Lo cierto es que tenía pocas noticias del campo de batalla en Sandorai, era difícil enviar espías y que regresaran vivos. Lo único que le había quedado en claro era que había varias facciones distintas disputándose distintos tipos de poderes, a Matthew le daba exactamente lo mismo cual de los bandos ganara.
-¿Me importan o no me importan? Quien sabe - Sonrió con malicia - Lo que no me creo es que hayas realizado algo por pura bondad, eso sí tiene toda la apariencia de ser una mentira. Pero cuéntame ¿Dónde has estado? - Apartó la mano golpeada y sonrió - ¿De verdad puedo caer más bajo? Creía que ya había llegado al fondo hace años -
Una mirada triste acompañó el comentario, hacer bromas sobre sí mismo siempre era la mejor manera de desviar la conversación. Con la mano aun agarrada, dejó que Oromë lo rodeara con sus brazos, giró apenas la cabeza, mirando de reojo a la dragona, de pronto la situación parecía estar tomando otros matices.
-¿Quieres experimentar conmigo? Ahora empieza a tener un poco más de sentido el que hayas regresado, incluso puede que te lo haya propuesto Go´el, parece que le encanta hacer experimentos con mi cuerpo - Owens era considerablemente paranoico, aunque viviendo en semejante ciudad nadie podría culparlo. Ahora ambos estaban cubiertos por las sábanas de seda, Matt sentado y Oromë sobre su regazo, hasta el momento el Estafador no había hecho movimientos que delataran una segunda intención - Es una propuesta interesante, supongo que con intentarlo no pierdo nada ¿Qué es lo peor que podría pasar? ¿Que esté aún más maldito?-
Pasó los brazos alrededor de la cintura de la dragona, luego la empujó para que quede boca arriba en la cama y se acostó sobre ella sin apoyar el peso de su cuerpo.
-Si estas dispuesta a hacer todo eso, y además todo esto - Dijo en referencia a que se comportara de modo tan seductor y amable - Entonces no debe ser “pequeño” ese favor que tanto quieres - Se dejó caer hacia un lado, y acostado de lado, aún pegado al cuerpo de Oromë, se puso a juguetear con el corset - No cierro tratos sin conocer en detalle los términos y condiciones, así que dime ¿Por qué viniste en realidad? ¿Qué es lo que crees que puedo solucionarte? - Y hasta que eso no quedara claro la mano de Matt no haría nada, porque no era del tipo de persona que se dejaba llevar por el calor del momento “Antes de comer será mejor que sepa si puedo pagar” pensaba el Estafador.
Matthew Owens
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Ella recordaba las habituales burlas de Matthew que le hacía con cierta persona... Y dejó ahí el pensamiento, era inútil molestarse al respecto. No se podía llenar un vaso que ya estaba lo suficientemente lleno. -Dale saludos de mi parte, es la única que me agrada porque todavía te tiene paciencia... o se rindió, o le pagas bien, cualquiera que sea la razón de que siga aquí- Dio un largo y profundo bostezo que cubrió con una de sus manos. Casi se le saltan las lagrimas del cansancio, pero no se dormiría, rara vez lograba dormirse sin ayuda de una poción.
-Matthew Owens siente curiosidad por mi vida, quien lo diría.- Se carcajeó mientras ponía sus manos detrás de su cabeza y luego lo miró. -Mi nuevo yo estuvo en todas partes y en ningún lado a la vez. Hice muchas cosas, que bebieras sangre no se compara a lo que se siente no poder controlar un deseo que no es tuyo del todo y te convierte en una caníbal- La seriedad en su tono de voz podría congelar la sangre de cualquiera. Se relamió los labios de una manera sádica y bastante asquerosa. Si se concentraba en recordar cada momento podría largar su desayuno en cuestión de minutos.
-Hice todo lo que me pedía con la esperanza de que se calmara, sacié su hambre y sed pero no se detiene. Miro a los ojos de la gente y veo lo que mas necesitan y lo que tendrán que perder por ello.- Su rostro se contorsionó a uno de horror y pesar entremezclados, su temple se resquebrajaba en un miedo que jamas se habría imaginado dejar ver frente a nadie excepto su primo. Y ahora lo veía quien estaba en lo mas bajo de su lista de posibles candidatos.
Mientras lo sujetaba entre sus brazos, soltó un suave suspiro en entendimiento. Apretó un poco más su agarre. -Una vez me dijiste, "Ellos no son como nosotros", la realidad es que nosotros no somos como ellos, ahora menos que nunca... Fuimos abandonados por los Dioses mucho antes de siquiera haber nacido, no importa cuanto pidamos o esperemos, estamos solos. Pero si te hace sentir mejor, podemos estar solos juntos- Lo miró con una sonrisa en sus labios y depositó un pequeño beso en la punta de su nariz.
-Mi anaia lo hace por la curiosidad y el placer de descubrir verdades más grandes; la parte sádica viene de familia. Deberías conocer a mis hermanas, un par de ellas te agradarían- Miró la habitación y se maravilló de los pequeños detalles en ella, ignorando un poco lo cerca que estaba Matt de su rostro y en parte perdiendo el hilo de sus pensamientos una vez más. -Eh, no lo hablé con él y tampoco quiero que se meta, ya hizo su parte. Y sí, quiero experimentar contigo, llegué al limite de cuanto puedo hacer por mi misma y si quiero seguir viva tengo que saber que más puedo lograr ahora que el objeto y yo somos la misma cosa.- Dirigió de nuevo los ojos hacia él y le mostró todos sus dientes en una gran sonrisa. -¿Lo ves? Es simple, solo tienes que beber unas gotas de mi sangre. Sena se enferma constantemente y esta es la única manera que su estado mejora. ¿Quien sabe? Podría funcionar-
Un segundo estaba sobre él y al otro él la miraba desde una posición ventajosa. Oromë sonrió con fiereza, un destelló de su antiguo ser asomándose a la superficie. -¿Qué es lo peor?- Se rió con más fuerza de lo normal, aunque fue sin gracia. Cuando se detuvo posó su mano en la mejilla de él. -Podrías morir Matt. Tu maldición no esta ligada como lo esta la mía con Sena, pero prometo ser delicada y serán como dije, unas pocas gotas... para empezar- Comenzó a puntualizar con un dedo. -En el hipotético caso que estés a punto de morir, puedo intentar devolverte a tu estado actual, claro que tendré que devorar alguna parte de alguien y las mas cercanas son tus chicas de aquí y no sabré qué hasta que suceda, pero esos son pormenores.-
Él jugaba con su ropa y ella de un movimiento se puso a horcajadas sobre él. -Oh, Cielo, ¿No has entendido? No soy solo yo la que quiere un favor de ti, aunque dado el caso podríamos llamarlo un intercambio, es mas certero. Te dije que no soy la misma de antes. Soy Oromë, pero también soy la Llama Amante; Y como la amante que es, lo pide todo, lo quiere todo, y ahora mismo te quiere a ti, al igual que yo-. Se recostó sobre él como si estuviera sobre una cama de plumas, con placer y gentileza. -Eres mi conejillo de indias Matt. Yo no soy mi primo, haré lo posible para evitarte dolor, es más, mi plan es intentar realmente deshacer el mal que te aqueja y para ello necesito probarme a mi misma, en ti.- Puso su mentón sobre sus manos que descansaban en el pecho del humano. -Vine a acabar con tu maldición, pero por sobre todo vine a hacerme más fuerte, y esta es la mejor manera de hacerlo. ¿Aceptas? Para conseguir algo grande, tienes que apostar a lo grande. Anda, di que sí.- Los ojos de Oromë brillaban con expectación y algo más, pero qué, era difícil saberlo. Su mano jugueteaba con el bello corporal en su pecho, incitando.
-Matthew Owens siente curiosidad por mi vida, quien lo diría.- Se carcajeó mientras ponía sus manos detrás de su cabeza y luego lo miró. -Mi nuevo yo estuvo en todas partes y en ningún lado a la vez. Hice muchas cosas, que bebieras sangre no se compara a lo que se siente no poder controlar un deseo que no es tuyo del todo y te convierte en una caníbal- La seriedad en su tono de voz podría congelar la sangre de cualquiera. Se relamió los labios de una manera sádica y bastante asquerosa. Si se concentraba en recordar cada momento podría largar su desayuno en cuestión de minutos.
-Hice todo lo que me pedía con la esperanza de que se calmara, sacié su hambre y sed pero no se detiene. Miro a los ojos de la gente y veo lo que mas necesitan y lo que tendrán que perder por ello.- Su rostro se contorsionó a uno de horror y pesar entremezclados, su temple se resquebrajaba en un miedo que jamas se habría imaginado dejar ver frente a nadie excepto su primo. Y ahora lo veía quien estaba en lo mas bajo de su lista de posibles candidatos.
Mientras lo sujetaba entre sus brazos, soltó un suave suspiro en entendimiento. Apretó un poco más su agarre. -Una vez me dijiste, "Ellos no son como nosotros", la realidad es que nosotros no somos como ellos, ahora menos que nunca... Fuimos abandonados por los Dioses mucho antes de siquiera haber nacido, no importa cuanto pidamos o esperemos, estamos solos. Pero si te hace sentir mejor, podemos estar solos juntos- Lo miró con una sonrisa en sus labios y depositó un pequeño beso en la punta de su nariz.
-Mi anaia lo hace por la curiosidad y el placer de descubrir verdades más grandes; la parte sádica viene de familia. Deberías conocer a mis hermanas, un par de ellas te agradarían- Miró la habitación y se maravilló de los pequeños detalles en ella, ignorando un poco lo cerca que estaba Matt de su rostro y en parte perdiendo el hilo de sus pensamientos una vez más. -Eh, no lo hablé con él y tampoco quiero que se meta, ya hizo su parte. Y sí, quiero experimentar contigo, llegué al limite de cuanto puedo hacer por mi misma y si quiero seguir viva tengo que saber que más puedo lograr ahora que el objeto y yo somos la misma cosa.- Dirigió de nuevo los ojos hacia él y le mostró todos sus dientes en una gran sonrisa. -¿Lo ves? Es simple, solo tienes que beber unas gotas de mi sangre. Sena se enferma constantemente y esta es la única manera que su estado mejora. ¿Quien sabe? Podría funcionar-
Un segundo estaba sobre él y al otro él la miraba desde una posición ventajosa. Oromë sonrió con fiereza, un destelló de su antiguo ser asomándose a la superficie. -¿Qué es lo peor?- Se rió con más fuerza de lo normal, aunque fue sin gracia. Cuando se detuvo posó su mano en la mejilla de él. -Podrías morir Matt. Tu maldición no esta ligada como lo esta la mía con Sena, pero prometo ser delicada y serán como dije, unas pocas gotas... para empezar- Comenzó a puntualizar con un dedo. -En el hipotético caso que estés a punto de morir, puedo intentar devolverte a tu estado actual, claro que tendré que devorar alguna parte de alguien y las mas cercanas son tus chicas de aquí y no sabré qué hasta que suceda, pero esos son pormenores.-
Él jugaba con su ropa y ella de un movimiento se puso a horcajadas sobre él. -Oh, Cielo, ¿No has entendido? No soy solo yo la que quiere un favor de ti, aunque dado el caso podríamos llamarlo un intercambio, es mas certero. Te dije que no soy la misma de antes. Soy Oromë, pero también soy la Llama Amante; Y como la amante que es, lo pide todo, lo quiere todo, y ahora mismo te quiere a ti, al igual que yo-. Se recostó sobre él como si estuviera sobre una cama de plumas, con placer y gentileza. -Eres mi conejillo de indias Matt. Yo no soy mi primo, haré lo posible para evitarte dolor, es más, mi plan es intentar realmente deshacer el mal que te aqueja y para ello necesito probarme a mi misma, en ti.- Puso su mentón sobre sus manos que descansaban en el pecho del humano. -Vine a acabar con tu maldición, pero por sobre todo vine a hacerme más fuerte, y esta es la mejor manera de hacerlo. ¿Aceptas? Para conseguir algo grande, tienes que apostar a lo grande. Anda, di que sí.- Los ojos de Oromë brillaban con expectación y algo más, pero qué, era difícil saberlo. Su mano jugueteaba con el bello corporal en su pecho, incitando.
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•Anaia: Hermano.Oromë Vánadóttir
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De a poco iba entendiendo lo que sucedía, el objeto que Oromë había comido parecía ser parte no solo de su cuerpo sino en cierto modo de su personalidad. A todas vistas seguía siendo ella, continuaba siendo igual de irritante e insoportable, irrespetuosa, maleducada, insensible... Sí, todo lo que conocía de la dragona continuaba estando allí. Pero también había algo más, o quizás algo menos, un poco menos de cordura.
“Oh, genial, siempre me tocan las locas” pensó Owens.
-Es una pregunta normal de cualquier charla educada. Deberías estudiar un poco de protocolo básico - El Humano hizo un gesto de asco - Así que... Ahora te dedicas al canibalismo, vaya pasatiempo más bonito elegisto. Espero que te hayas lavado la boca últimamente - Matt había escuchado varias cosas sobre los objetos malditos, pero nunca estaba seguro de hasta dónde creer los rumores. Una de las cosas que se decían era que parecían tener vida propia, y aparentemente las palabras de Oromë lo confirmaban - Puedo entender lo que se siente - Desvió la mirada hacía la Mano Bio - En cierta forma... -
Era una nueva sensación la de compartir un momento con alguien que también estaba maldito y que por lo tanto podía entender cómo se sentía. Notó el cambio en el rostro de la dragona “¿Una trampa?” fue lo primero que pensó, pero Oromë no era una mentirosa tan buena. Respetó su momento de dolor no haciendo bromas al respecto, dejando que el instante pasara sin mayores consecuencias.
-Desde esa perspectiva... Pasar esta soledad no parece tan malo. Al menos el no saber cuando uno de los dos va a herir de muerte al otro es un buen entretenimiento - Sonrió con picardía y aceptó el beso en la nariz.
Para un espectador externo seguramente sería algo complicado de entender porque sí se odiaban tanto estaban abrazados, porque todo el tiempo intentaban apuñalarse y luego admitían que se necesitaban. Era una dinámica muy extraña, ciertamente, pero ambos eran bastante particulares y por eso Matthew había dicho desde un comienzo que Oromë no podía buscar afecto en cualquier persona, “porque ellos no son como nosotros”.
-A estas alturas creo que ha quedado más que claro que “morir” no es lo peor que podría ocurrirnos ni a ti ni a mí - Cerró los ojos cuando sintió el contacto en su mejilla. Luego giró hasta quedar de costado, dándole la espalda a la dragona, con los brazos caídos a un lado de la cama, suspiró e intentó llegar a una conclusión - Bien, sí vas a elegir a alguna intenta ser disimulada, no vayas por la tienda arrancando trozos de personas o vas a espantar a los clientes - Volvió a ponerse boca arriba y entonces Oromë se subió a él - Ah, sabes que las apuestas son mi debilidad, sobre todo cuando en verdad son arriesgadas -
Su cuerpo comenzaba a temblar de emoción,anticipándose a lo que estaba por ocurrir. Para que Matt se emocionara no era necesario una voz sensual, o un cuerpo voluptuoso, luego de tantos años viviendo en prostíbulos ese tipo de cosas no causaban efecto alguno en él. En realidad sólo necesitaba una cosa para sentirse motivado y eso era el Deseo, percibir que había algún tipo de Deseo del otro lado encendía todo el cuerpo del Humano y eso era lo que Oromë le estaba dando.
-De acuerdo, tenemos un trato - Rodeó la cintura de la dragona con ambos brazos, fue subiendo por su espalda y luego por sus hombros, manteniendo el contacto visual con ella en todo momento - Pero permíteme ser un poco quisquilloso con el “como” - Uso el peso de su cuerpo para girar y quedar de nuevo arriba, tiró de los brazos de Oromë hacía arriba, quizás de un modo ligeramente brusco y entonces se escuchó el “click” de unas esposas al cerrarse - No me gustaría que a la mitad del proceso decidas transformarte y arrancarme un pedazo de cuerpo, Mi Querida Caníbal - A pesar de que parecía una de las trampas de Matthew, se lo veía motivado, aparentemente le gustaba tener el control de la situación - El efecto solo dura unos minutos así que, sí me disculpas - Y sin decir más besó a Oromë con pasión y desprecio por partes iguales.
La tomó sin una pizca de cariño, era un acto que parecía mas bien conectado con su lado animal, apretar y rasguñar el cuerpo de Oromë se sentía demasiado bien. Se incorporó para quitarse el salto de cama y cuando volvió a besarla le mordió el labio, consumiendo así unas pocas gotas de su sangre.
_____________________________________
*Grilletes de Inquisidor: Unos grilletes especializados que anulan temporalmente la capacidad de usar magia de la persona apresada, incluyendo transformaciones en lobo o dragón. Son resistentes y difíciles de abrir sin ayuda o la llave. El efecto antimagia dura dos turnos: después de eso, solo funcionan como unos normales y corrientes.
“Oh, genial, siempre me tocan las locas” pensó Owens.
-Es una pregunta normal de cualquier charla educada. Deberías estudiar un poco de protocolo básico - El Humano hizo un gesto de asco - Así que... Ahora te dedicas al canibalismo, vaya pasatiempo más bonito elegisto. Espero que te hayas lavado la boca últimamente - Matt había escuchado varias cosas sobre los objetos malditos, pero nunca estaba seguro de hasta dónde creer los rumores. Una de las cosas que se decían era que parecían tener vida propia, y aparentemente las palabras de Oromë lo confirmaban - Puedo entender lo que se siente - Desvió la mirada hacía la Mano Bio - En cierta forma... -
Era una nueva sensación la de compartir un momento con alguien que también estaba maldito y que por lo tanto podía entender cómo se sentía. Notó el cambio en el rostro de la dragona “¿Una trampa?” fue lo primero que pensó, pero Oromë no era una mentirosa tan buena. Respetó su momento de dolor no haciendo bromas al respecto, dejando que el instante pasara sin mayores consecuencias.
-Desde esa perspectiva... Pasar esta soledad no parece tan malo. Al menos el no saber cuando uno de los dos va a herir de muerte al otro es un buen entretenimiento - Sonrió con picardía y aceptó el beso en la nariz.
Para un espectador externo seguramente sería algo complicado de entender porque sí se odiaban tanto estaban abrazados, porque todo el tiempo intentaban apuñalarse y luego admitían que se necesitaban. Era una dinámica muy extraña, ciertamente, pero ambos eran bastante particulares y por eso Matthew había dicho desde un comienzo que Oromë no podía buscar afecto en cualquier persona, “porque ellos no son como nosotros”.
-A estas alturas creo que ha quedado más que claro que “morir” no es lo peor que podría ocurrirnos ni a ti ni a mí - Cerró los ojos cuando sintió el contacto en su mejilla. Luego giró hasta quedar de costado, dándole la espalda a la dragona, con los brazos caídos a un lado de la cama, suspiró e intentó llegar a una conclusión - Bien, sí vas a elegir a alguna intenta ser disimulada, no vayas por la tienda arrancando trozos de personas o vas a espantar a los clientes - Volvió a ponerse boca arriba y entonces Oromë se subió a él - Ah, sabes que las apuestas son mi debilidad, sobre todo cuando en verdad son arriesgadas -
Su cuerpo comenzaba a temblar de emoción,anticipándose a lo que estaba por ocurrir. Para que Matt se emocionara no era necesario una voz sensual, o un cuerpo voluptuoso, luego de tantos años viviendo en prostíbulos ese tipo de cosas no causaban efecto alguno en él. En realidad sólo necesitaba una cosa para sentirse motivado y eso era el Deseo, percibir que había algún tipo de Deseo del otro lado encendía todo el cuerpo del Humano y eso era lo que Oromë le estaba dando.
-De acuerdo, tenemos un trato - Rodeó la cintura de la dragona con ambos brazos, fue subiendo por su espalda y luego por sus hombros, manteniendo el contacto visual con ella en todo momento - Pero permíteme ser un poco quisquilloso con el “como” - Uso el peso de su cuerpo para girar y quedar de nuevo arriba, tiró de los brazos de Oromë hacía arriba, quizás de un modo ligeramente brusco y entonces se escuchó el “click” de unas esposas al cerrarse - No me gustaría que a la mitad del proceso decidas transformarte y arrancarme un pedazo de cuerpo, Mi Querida Caníbal - A pesar de que parecía una de las trampas de Matthew, se lo veía motivado, aparentemente le gustaba tener el control de la situación - El efecto solo dura unos minutos así que, sí me disculpas - Y sin decir más besó a Oromë con pasión y desprecio por partes iguales.
La tomó sin una pizca de cariño, era un acto que parecía mas bien conectado con su lado animal, apretar y rasguñar el cuerpo de Oromë se sentía demasiado bien. Se incorporó para quitarse el salto de cama y cuando volvió a besarla le mordió el labio, consumiendo así unas pocas gotas de su sangre.
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*Grilletes de Inquisidor: Unos grilletes especializados que anulan temporalmente la capacidad de usar magia de la persona apresada, incluyendo transformaciones en lobo o dragón. Son resistentes y difíciles de abrir sin ayuda o la llave. El efecto antimagia dura dos turnos: después de eso, solo funcionan como unos normales y corrientes.
Matthew Owens
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Oromë se alegraba de tener a alguien con quien compartir lo que era estar maldito, aunque la dragona no se sentía del todo devastada considerando los beneficios del objeto. Él por otra parte lo llevaba aún peor y aún así se comprendían.
-Pues claro, puedes quitarme un dedo o una pierna entera, y yo te arrancaría la tuya para curarme, y luego me aseguraría de que la recuperaras y así por toda la eternidad- Puso los ojos en blanco y le devolvió la sonrisa. -¿Tienes deseos suicidas Matt? Sabes que eso se puede arreglar- Acarició suavemente la mejilla que sostenía hasta que se alejó de su tacto.
-Tenemos un trato- Repitió después de él, descaradamente. Un poco se sorprendió que con todas las de perder aún así aceptara. Tal vez la enfermedad estaba afectándolo más de lo que imaginaba y se le estaban acabando las opciones. No pudo evitar sonreír con regocijo.
Tal vez él la odiara, se podía notar a kilómetros de distancia, aunque para Oromë más que odio era que le irritaba, ambos lo hacían. Claramente habían quedado lejos aquellos primeros días cuando recién llegaban a las afuera de la base bio. Todo cambiaba, principalmente ellos dos. Tal vez no en personalidad pero mucho había pasado y no existía ya forma alguna de que cambiaran la manera en que se trataban.
La dragona estaba siendo mas dócil de lo habitual, no quería seguir aprovechándose demasiado y que todo lo que había planeado y dicho se fuera al diablo. Claro que no duró demasiado cuando notó una de sus manos esposada a la cama. Miró a Matthew de forma inquisidora y enarcó una ceja. -Que sepas que no me va la necrofilia- Su boca se encogió en una mueca de petulancia; sacudió y probó la fuerza de las esposas y se deleitó en aquella extraña sensación de no poder acceder a su otra forma. Era raro, como estar cerca de la superficie del agua pero no poder salir a flote -Vaya...- Fue lo único que dijo y se dejó arrastrar por la fuerza que era Matthew Owens... Pero no sin pelear.
Detestaban muchas cosas el uno del otro, podría atribuirse al hecho de que por lo general nunca estaban de acuerdo y preferían estar en la garganta del otro a obedecer sin rechistar. No eran esclavos de nadie y siempre se desafiarían.
Tenía sus razones, validas o no, pero ya era tarde para dar marcha atrás. No eran cuidadosos ni educados, el deseo de satisfacción era todo lo que los movía y nada más. La ropa de Oromë se abría como las alas de una mariposa bajo ella, las uñas de su mano libre se clavaban en el cuerpo de Matt, dejando rojas mediaslunas. No necesitaba de sus colmillos para moderlo y hacerlo sangrar por igual. Apenas se inmutó cuando sintió dolor en su propia boca y un pequeño río rojo fluía de ella. La dragona sonreía con más gracia y eso provocó que la herida se hiciera más profunda. Le devolvió el beso con rabia y manchó su boca.
Un pequeño precio a pagar por algo aun mayor, no se arrepentía en absoluto.
Respiraba con fuerza, tratando de recuperar el aire mientras su cabeza descansaba sobre su brazo apresado. La piel le picaba en todos los lugares donde el humano la había rasguñado y la muñeca le latía con fuerza. La observó y la zona estaba roja y al borde de sangrar. -Sabes, me alegra que no rompieras mi ropa, o yo te habría roto el cuello apenas pudiera cambiar de forma- Se propuso relajarse aunque la postura comenzaba a molestarle; se distrajo viendo como el cuerpo de Matthew estaba casi tan marcado como el de ella a pesar de la restricción. Creyó ver un moretón cerca de su mentón, pero no recordaba como ni cuando se lo hizo. -¿Sientes algún cambio o mejoría?- La verdad era que su curiosidad estaba en otro lugar en ese momento, pero el tiempo le respondería.
-Pues claro, puedes quitarme un dedo o una pierna entera, y yo te arrancaría la tuya para curarme, y luego me aseguraría de que la recuperaras y así por toda la eternidad- Puso los ojos en blanco y le devolvió la sonrisa. -¿Tienes deseos suicidas Matt? Sabes que eso se puede arreglar- Acarició suavemente la mejilla que sostenía hasta que se alejó de su tacto.
-Tenemos un trato- Repitió después de él, descaradamente. Un poco se sorprendió que con todas las de perder aún así aceptara. Tal vez la enfermedad estaba afectándolo más de lo que imaginaba y se le estaban acabando las opciones. No pudo evitar sonreír con regocijo.
Tal vez él la odiara, se podía notar a kilómetros de distancia, aunque para Oromë más que odio era que le irritaba, ambos lo hacían. Claramente habían quedado lejos aquellos primeros días cuando recién llegaban a las afuera de la base bio. Todo cambiaba, principalmente ellos dos. Tal vez no en personalidad pero mucho había pasado y no existía ya forma alguna de que cambiaran la manera en que se trataban.
La dragona estaba siendo mas dócil de lo habitual, no quería seguir aprovechándose demasiado y que todo lo que había planeado y dicho se fuera al diablo. Claro que no duró demasiado cuando notó una de sus manos esposada a la cama. Miró a Matthew de forma inquisidora y enarcó una ceja. -Que sepas que no me va la necrofilia- Su boca se encogió en una mueca de petulancia; sacudió y probó la fuerza de las esposas y se deleitó en aquella extraña sensación de no poder acceder a su otra forma. Era raro, como estar cerca de la superficie del agua pero no poder salir a flote -Vaya...- Fue lo único que dijo y se dejó arrastrar por la fuerza que era Matthew Owens... Pero no sin pelear.
Detestaban muchas cosas el uno del otro, podría atribuirse al hecho de que por lo general nunca estaban de acuerdo y preferían estar en la garganta del otro a obedecer sin rechistar. No eran esclavos de nadie y siempre se desafiarían.
Tenía sus razones, validas o no, pero ya era tarde para dar marcha atrás. No eran cuidadosos ni educados, el deseo de satisfacción era todo lo que los movía y nada más. La ropa de Oromë se abría como las alas de una mariposa bajo ella, las uñas de su mano libre se clavaban en el cuerpo de Matt, dejando rojas mediaslunas. No necesitaba de sus colmillos para moderlo y hacerlo sangrar por igual. Apenas se inmutó cuando sintió dolor en su propia boca y un pequeño río rojo fluía de ella. La dragona sonreía con más gracia y eso provocó que la herida se hiciera más profunda. Le devolvió el beso con rabia y manchó su boca.
Un pequeño precio a pagar por algo aun mayor, no se arrepentía en absoluto.
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Respiraba con fuerza, tratando de recuperar el aire mientras su cabeza descansaba sobre su brazo apresado. La piel le picaba en todos los lugares donde el humano la había rasguñado y la muñeca le latía con fuerza. La observó y la zona estaba roja y al borde de sangrar. -Sabes, me alegra que no rompieras mi ropa, o yo te habría roto el cuello apenas pudiera cambiar de forma- Se propuso relajarse aunque la postura comenzaba a molestarle; se distrajo viendo como el cuerpo de Matthew estaba casi tan marcado como el de ella a pesar de la restricción. Creyó ver un moretón cerca de su mentón, pero no recordaba como ni cuando se lo hizo. -¿Sientes algún cambio o mejoría?- La verdad era que su curiosidad estaba en otro lugar en ese momento, pero el tiempo le respondería.
Oromë Vánadóttir
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Re: Esto no es una bienvenida, ni si decido quedarme. [Privado] [CERRADO]
¿Por qué Matt había aceptado? Por un lado era cierto que la característica más destacable de Matthew Owens no era la cordura, nunca lo había sido, y desde que tenía la maldición la distancia entre la cordura y la demencia se había difuminado. Pero además estaba desesperado, ya había intentado con todo lo que se le había ocurrido, y nada había funcionado, nada le aligeraba siquiera mínimamente los síntomas. Era desesperante sentirse enfermo todo el tiempo, y además lo ponía en peligro, porque se volvía un blanco fácil para cualquier asesino.
En resumen, estaba dispuesto a arriesgarse.
Como era de esperarse, Oromë no se quedó simplemente acostada como si fuera una damita remilgada, ella también tenía sus ansias y su pesar, ambos tenían deseo y era por eso que la llama se había encendido. Podía sentir las lastimaduras que la dragona le hacía con sus uñas y sus dientes, pero lejos de asustarlo eso incitaba a Matt a ser aún más agresivo con sus embestidas.
La agarró del cuello y apretó con fuerza, pero cuando sintió que todo acabaría la soltó, no quería matarla, no en ese momento al menos. Y por eso cuando todo terminó le dejo un beso suave, la contradicción sería siempre parte fundamental en la relación entre ambos.
Matthew descansaba de lado, dándole la espalda a Oromë, a pesar de que hacía frío estaba transpirado y las marcas rojas en su espalda resaltaban aún más en la pálida piel, desde que tenía la maldición no había logrado recuperar su tono habitual. Se puso boca arriba de modo perezoso cuando escuchó a la dragona hablar, en situaciones normales no estaría tan agitado, pero ahora mismo se sentía muy débil.
-Tengo principios ¿Sabes? La ropa es muy importante - Se acercó a ella y buscó la cerradura de las esposas, a pesar de su apariencia eran muy resistentes, Owens les había dado buen uso “Una de mis mejores compras” pensó - Por ahora no siento demasiado... Sólo estoy débil -
Cuando Oromë estuvo libre se dejó caer nuevamente en la cama, como si el simple hecho de realizar esa acción hubiese sido demasiado para él. Las sábanas estaban manchadas con sangre, aunque como ambos estaban lastimados era difícil saber de quién era, aún así Matthew se tapó hasta la cintura y se quedó a la espera de sentir algún cambio.
-Ahora que lo pienso, no es la primera vez que tengo problemas con la sangre - Apoyó una mano sobre su rostro y la deslizó hacia atrás, peinándose con los dedos - En una Misión hace unos años, quede herido de muerte - Le señaló una cicatriz justo arriba de la pelvis - Una Vampiro me dio un poco de su sangre y gracias a eso me pude salvar. Durante un tiempo tuve que beber sangre también ¿Recuerdas eso? - Era una charla relajada, para pasar el tiempo hasta que algo sucediera.
¿Y si nada pasaba?
Una punzada en el estómago fue la primer señal de que ese no sería el caso.
En resumen, estaba dispuesto a arriesgarse.
Como era de esperarse, Oromë no se quedó simplemente acostada como si fuera una damita remilgada, ella también tenía sus ansias y su pesar, ambos tenían deseo y era por eso que la llama se había encendido. Podía sentir las lastimaduras que la dragona le hacía con sus uñas y sus dientes, pero lejos de asustarlo eso incitaba a Matt a ser aún más agresivo con sus embestidas.
La agarró del cuello y apretó con fuerza, pero cuando sintió que todo acabaría la soltó, no quería matarla, no en ese momento al menos. Y por eso cuando todo terminó le dejo un beso suave, la contradicción sería siempre parte fundamental en la relación entre ambos.
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Matthew descansaba de lado, dándole la espalda a Oromë, a pesar de que hacía frío estaba transpirado y las marcas rojas en su espalda resaltaban aún más en la pálida piel, desde que tenía la maldición no había logrado recuperar su tono habitual. Se puso boca arriba de modo perezoso cuando escuchó a la dragona hablar, en situaciones normales no estaría tan agitado, pero ahora mismo se sentía muy débil.
-Tengo principios ¿Sabes? La ropa es muy importante - Se acercó a ella y buscó la cerradura de las esposas, a pesar de su apariencia eran muy resistentes, Owens les había dado buen uso “Una de mis mejores compras” pensó - Por ahora no siento demasiado... Sólo estoy débil -
Cuando Oromë estuvo libre se dejó caer nuevamente en la cama, como si el simple hecho de realizar esa acción hubiese sido demasiado para él. Las sábanas estaban manchadas con sangre, aunque como ambos estaban lastimados era difícil saber de quién era, aún así Matthew se tapó hasta la cintura y se quedó a la espera de sentir algún cambio.
-Ahora que lo pienso, no es la primera vez que tengo problemas con la sangre - Apoyó una mano sobre su rostro y la deslizó hacia atrás, peinándose con los dedos - En una Misión hace unos años, quede herido de muerte - Le señaló una cicatriz justo arriba de la pelvis - Una Vampiro me dio un poco de su sangre y gracias a eso me pude salvar. Durante un tiempo tuve que beber sangre también ¿Recuerdas eso? - Era una charla relajada, para pasar el tiempo hasta que algo sucediera.
¿Y si nada pasaba?
Una punzada en el estómago fue la primer señal de que ese no sería el caso.
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Re: Esto no es una bienvenida, ni si decido quedarme. [Privado] [CERRADO]
Ambos estaban de espaldas, Oromë trataba de calmar su pulso. Su cuerpo estaba más relajado ahora, su mente se sentía mas clara ahora como si el simple hecho de rendirse al instinto la liberara de la presión que el objeto maldito causaba ,tanto física como en su cabeza.
Se miró el cuerpo, los brazos, su pecho, masajeo su cuello y carraspeó un poco. Su piel nívea estaba surcada no solo de sus viejas cicatrices sino también de sangre que comenzaba a cercarse, de finos rasguños que las impolutas y cortas uñas de Matt le habían causado. Por suerte esas sanarían solas, no necesitaba de tratamientos.
Lo dejó pasar sobre ella y cuando soltó su mano libre esta cayó muerta sobre la cama, sentía cosquillas en sus dedos mientras la sangre volvía a fluir. Se acomodó más en la cama, descansado su cabeza en la mullida almohada. Realmente estaba agotada.
-Eso no es solo por la maldición. Claro que si no me hubieras esposado no tendrías que haber hecho casi todo el trabajo. Lastima para ti, te habría gustado más todo lo que puedo hacer con ambas- Bromeó, aunque no logró sacar a relucir tanta gracia como le habría gustado.
-Claro que lo recuerdo, tenías una pinta tan mala como la de ahora. ¿Seguro que no eres un vampiro encubierto?- Se estiró hacia él, aburrida y toqueteó la cicatriz con la punta de sus dedos, luego el resto de las marcas que ella había dejado a lo largo de sus brazos. Los estiró y sostuvo su mano, observando. Esperaba tal vez que la sangre que él había bebido las hiciera desaparecer, pero eso ya era esperar mucho. Solo había tomado un poco de ella, y el poder residía dentro de la dragona y no al revés. Él tendría que dar para recibir. Un poco de su cabello, tal vez alguna uña y estaría como nuevo.
-Cuando vinieron a buscar el objeto, Sena me mantuvo viva con su magia. De no ser así habría muerto desangrada. Incluso luego de que me salvaran, una vez que me tragué el objeto, este no quitó mis cicatrices- Pasó su mano por el costado de su cuello hasta su hombro, donde la huella de un largo corte surcado de una mordida yacía... Ciertamente sus brazos estaban repletos de pequeños puntos y dientes, todos de la niña.
Tragó con fuerza y trató de ignorar ese sentimiento.
Vio un cambio en el humor de Matt, se recostó sobre su vientre tanteando y sonriendo como un niño que recibiría un regalo muy esperado. -¿Funciona? Tal vez tendría que haber sido más exacta y decirte que tuvieras cuidado con cuanta sangre ibas a tomar. Puede que te sientas peor antes que haga efecto, o tal vez no. No estoy segura... Tal vez te de abstinencia como a mi niña pero eso no se verá hasta mucho después- Apoyó una de sus manos en su mentón, todavía a medias sobre él. -Tengo curiosidad por lo que te pasará- Estaba muy alegre de ver que algo tendría que suceder, aunque cabía la posibilidad de que no fuera fructífero.
Se miró el cuerpo, los brazos, su pecho, masajeo su cuello y carraspeó un poco. Su piel nívea estaba surcada no solo de sus viejas cicatrices sino también de sangre que comenzaba a cercarse, de finos rasguños que las impolutas y cortas uñas de Matt le habían causado. Por suerte esas sanarían solas, no necesitaba de tratamientos.
Lo dejó pasar sobre ella y cuando soltó su mano libre esta cayó muerta sobre la cama, sentía cosquillas en sus dedos mientras la sangre volvía a fluir. Se acomodó más en la cama, descansado su cabeza en la mullida almohada. Realmente estaba agotada.
-Eso no es solo por la maldición. Claro que si no me hubieras esposado no tendrías que haber hecho casi todo el trabajo. Lastima para ti, te habría gustado más todo lo que puedo hacer con ambas- Bromeó, aunque no logró sacar a relucir tanta gracia como le habría gustado.
-Claro que lo recuerdo, tenías una pinta tan mala como la de ahora. ¿Seguro que no eres un vampiro encubierto?- Se estiró hacia él, aburrida y toqueteó la cicatriz con la punta de sus dedos, luego el resto de las marcas que ella había dejado a lo largo de sus brazos. Los estiró y sostuvo su mano, observando. Esperaba tal vez que la sangre que él había bebido las hiciera desaparecer, pero eso ya era esperar mucho. Solo había tomado un poco de ella, y el poder residía dentro de la dragona y no al revés. Él tendría que dar para recibir. Un poco de su cabello, tal vez alguna uña y estaría como nuevo.
-Cuando vinieron a buscar el objeto, Sena me mantuvo viva con su magia. De no ser así habría muerto desangrada. Incluso luego de que me salvaran, una vez que me tragué el objeto, este no quitó mis cicatrices- Pasó su mano por el costado de su cuello hasta su hombro, donde la huella de un largo corte surcado de una mordida yacía... Ciertamente sus brazos estaban repletos de pequeños puntos y dientes, todos de la niña.
Tragó con fuerza y trató de ignorar ese sentimiento.
Vio un cambio en el humor de Matt, se recostó sobre su vientre tanteando y sonriendo como un niño que recibiría un regalo muy esperado. -¿Funciona? Tal vez tendría que haber sido más exacta y decirte que tuvieras cuidado con cuanta sangre ibas a tomar. Puede que te sientas peor antes que haga efecto, o tal vez no. No estoy segura... Tal vez te de abstinencia como a mi niña pero eso no se verá hasta mucho después- Apoyó una de sus manos en su mentón, todavía a medias sobre él. -Tengo curiosidad por lo que te pasará- Estaba muy alegre de ver que algo tendría que suceder, aunque cabía la posibilidad de que no fuera fructífero.
Oromë Vánadóttir
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Re: Esto no es una bienvenida, ni si decido quedarme. [Privado] [CERRADO]
Se sonrió de medio lado, quizás en otra situación se hubiese reído, pero una parte de él no quería terminar de rendirse a la simpática actitud de la dragona, su parte más paranoica no dejaba de recordarle que era la misma persona que comía partes de personas, la misma mujer que le había atravesado una pierna con su cola. No era rencor, no era una cuestión de venganza, simplemente prefería ser precavido, de todos modos, valoraba el intento y no le gustaba generar mal ambiente.
-Quizás lo averiguemos en otra ocasión - Dejaba abierta la posibilidad, era difícil calcular cómo terminarían, o que tipo de relación tendrían de allí en más.
La faceta curiosa de Orome era toda una novedad, Matthew dejó que tocara la cicatriz, y que luego jugueteara con su cuerpo, no había de qué avergonzarse después de todo. Le agarro la mano y se puso de costado, mirando a la dragona, sonrió de modo tal que se pudieran ver sus colmillos humanos, como si de esa manera estuviera demostrando su inocencia.
-Soy Humano, aunque por poco, de haber tomado más de su sangre probablemente mi realidad sería muy distinta - Recordó lo mucho que se había asustado Eyre cuando por error creyó que lo habían transformado -Aunque hubiese sido interesante ver que ocurría, o como lo tomaban mis allegados -
Cuando menciono a Sena hizo un gesto de regocijo, su encuentro con la niña vampiro había sido un poco... Violento. La chica lo había atacado y Matt respondió rompiéndole la boca y algunos dientes con sus golpes.
-Sena, Sena, que bonitos recuerdos tengo de ella ¿Como se encuentra? Puedo ver por tus marcas que recuperó sus dientes - Fue tocando las marcas -Bien por ella -
La actitud ligeramente infantil encubria un disfrute morboso por parte de la dragona, había algo de preocupación, sí, pero sobre todo su mirada reflejaba su curiosidad. Sintió como se apoyaba sobre su cuerpo, de pronto Matt se sintió como un sujeto de prueba para los experimentos, el parecido entre los primos por momentos era escalofriante. El Estafador apoyó una mano en la cara de la dragona y la apartó de encima suyo, no con violencia, solo la quito para que dejara de mirarlo de esa manera.
-Pequeños detalles que te olvidaste de decirme ¿Mmm? - Dijo con sarcasmo mientras se sentaba en la cama, inclinó la cabeza y escondió el rostro entre ambas manos - Jajaja, yo también tengo curiosidad sobre lo que te pasara - ¿Era una amenaza? Tal vez sí, tal vez no, nunca se sabía con Matthew.
Los dolores se hicieron demasiado agudos, era como si pudiera sentir por donde iba pasando la sangre que había tragado, su esofago ardia, su estomago se retorcía, quería devolverla pero Matt no dejaría que eso pase. El pelo cubría su rostro, se agarraba la panza y se esforzaba en ahogar los gritos de dolor, apretando los dientes. Respiraba de modo entrecortado, pero a medida que el dolor comenzó a menguar, inspiraba y exhalaba de forma más regular, hasta que finalmente pudo calmarse.
Su cuerpo desnudo aún temblaba ligeramente, pero de a poco se estaba pasando, estiró la mano hacia la mesa más cercana, sin mirar buscaba algo, pero tiraba todo en el proceso y no lo encontraba.
-Vino... - Susurro con voz rasposa.
-Quizás lo averiguemos en otra ocasión - Dejaba abierta la posibilidad, era difícil calcular cómo terminarían, o que tipo de relación tendrían de allí en más.
La faceta curiosa de Orome era toda una novedad, Matthew dejó que tocara la cicatriz, y que luego jugueteara con su cuerpo, no había de qué avergonzarse después de todo. Le agarro la mano y se puso de costado, mirando a la dragona, sonrió de modo tal que se pudieran ver sus colmillos humanos, como si de esa manera estuviera demostrando su inocencia.
-Soy Humano, aunque por poco, de haber tomado más de su sangre probablemente mi realidad sería muy distinta - Recordó lo mucho que se había asustado Eyre cuando por error creyó que lo habían transformado -Aunque hubiese sido interesante ver que ocurría, o como lo tomaban mis allegados -
Cuando menciono a Sena hizo un gesto de regocijo, su encuentro con la niña vampiro había sido un poco... Violento. La chica lo había atacado y Matt respondió rompiéndole la boca y algunos dientes con sus golpes.
-Sena, Sena, que bonitos recuerdos tengo de ella ¿Como se encuentra? Puedo ver por tus marcas que recuperó sus dientes - Fue tocando las marcas -Bien por ella -
La actitud ligeramente infantil encubria un disfrute morboso por parte de la dragona, había algo de preocupación, sí, pero sobre todo su mirada reflejaba su curiosidad. Sintió como se apoyaba sobre su cuerpo, de pronto Matt se sintió como un sujeto de prueba para los experimentos, el parecido entre los primos por momentos era escalofriante. El Estafador apoyó una mano en la cara de la dragona y la apartó de encima suyo, no con violencia, solo la quito para que dejara de mirarlo de esa manera.
-Pequeños detalles que te olvidaste de decirme ¿Mmm? - Dijo con sarcasmo mientras se sentaba en la cama, inclinó la cabeza y escondió el rostro entre ambas manos - Jajaja, yo también tengo curiosidad sobre lo que te pasara - ¿Era una amenaza? Tal vez sí, tal vez no, nunca se sabía con Matthew.
Los dolores se hicieron demasiado agudos, era como si pudiera sentir por donde iba pasando la sangre que había tragado, su esofago ardia, su estomago se retorcía, quería devolverla pero Matt no dejaría que eso pase. El pelo cubría su rostro, se agarraba la panza y se esforzaba en ahogar los gritos de dolor, apretando los dientes. Respiraba de modo entrecortado, pero a medida que el dolor comenzó a menguar, inspiraba y exhalaba de forma más regular, hasta que finalmente pudo calmarse.
Su cuerpo desnudo aún temblaba ligeramente, pero de a poco se estaba pasando, estiró la mano hacia la mesa más cercana, sin mirar buscaba algo, pero tiraba todo en el proceso y no lo encontraba.
-Vino... - Susurro con voz rasposa.
Matthew Owens
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Re: Esto no es una bienvenida, ni si decido quedarme. [Privado] [CERRADO]
Matthew creía conocerla demasiado bien y se podría decir que en la mayoría de las cosas leía muy bien sus pensamientos, pero él estaba demasiado lejos de conocer lo profundo de la personalidad de la dragona. No llevaba viva más de medio siglo siendo siempre la misma. Si algo había aprendido era que tenía que moldearse según la situación pero jamás perder la base de su carácter en el proceso.
Ahora mismo ella se sentía renovada en aspectos inimaginables y no solamente porque había tenido un orgasmo o acortado la brecha en su "amistad" con el humano. Era algo inexplicable, intangible, algo que seguramente Matt no entendería y de lo que se burlaría diciendo que sonaba como una fanática religiosa... Ignorando la parte de la religión, tal vez le diera la razón.
-Ah, también tengo estas, gracias por cierto- Se giró y corrió su mas que desarmado rodete para mostrar su espalda y las cicatrices que Matt le hizo, lejos de estar ofendida, porque ella sí que había logrado ver con sumo detalle como le había dejado la pierna. Quedaban a juego.
-¿Qué te hace pensar que me quedaré? A menos que quieras ver nuevos fuegos artificiales en la ciudad. Yo misma le mandaré la invitación a Asher, lo adorará.- Con él tiempo Oromë comprendió mejor la posición de ambos en ese entonces y eso amainó un poco su cólera ante el hombre bestia y el fuerte deseo de colgar su cabeza sobre una chimenea como si fuera un oso.
En su momento de más curiosidad su mente voló a pensamientos bastante estúpidos. Se peguntó como sería un Matthew Owens que no sonriera, que no fuera un ladrón loco y maniático, uno que tuviera otro tipo de vida que no se relacionara en nada a esta que llevaban... La imagen no llegó, pero el pensamiento no fue tan malo. Su cabeza estaba llena de cosas así, agradables, hasta que tuvo que recordarse a si misma que ninguno de los dos lo era y que los sueños son solo eso.
-Quisiera verte intentar manejar una ciudad solo de noche, o perder tu apariencia norgeda- A cambio mostró sus colmillos, unos dientecitos pequeñitos que con un simple cambio se volvieron peligrosos, pero solo por un instante hasta que regresaron a la normalidad. -No era nada que yo no pudiera devolverle- Observó el camino que la mano del humano recorrió sobre sus marcas y sonrió sin gracia. -Es glotona-
Hizo un gesto entre bufar y reírse mientras la alejaba con su mano, la mirada de Oromë pasaría a literalmente brillar si seguía demostrando tal interés. -Tu ya sabes que nada bueno es gratis y son solo suposiciones- "Mas o menos". -Pues... probablemente me muera mas pronto que tarde, pero quien sabe- No le temía a la muerte pero eso no significaba que no pelearía por mantenerse respirando.
Se quedó allí mirando al humano retorcerse en dolor con el ceño fruncido. No le agradaba lo que veía, era completamente diferente a como ocurría con Sena. "Tal vez es porque ella es una vampiro y tiene un tipo de magia muy particular" pensó.
Se acercó a él y sujetó su cabeza sobre su pecho con algo de dificultad, susurraba inútiles palabras de calma y apretaba con fuerza para que no se sacudiera más de la cuenta.
Una vez que parecía dolerle menos quitó su cabello húmedo del rostro y lo soltó cuando se estiró en búsqueda de algo. No dijo nada mientras se levantaba sin preocuparse por vestirse, e iba a una mesa alejada de la cama para regresar con una jarra de vino y el vaso mas grande que pudo hallar lleno de este. Se lo acercó a la boca con una leve preocupación de que lo tiraría sobre él si se lo daba. -No esperaba esa reacción, aunque no podemos negar que ahora que pasó te sentirás mejor que antes- Un pueril intento de apaciguar el aire pero no duró mucho para ella. Lo siguiente que hizo la dragona fue maldecir tanto en el idioma que Matt entendía como el que no, dio media vuelta y arrojó por los aires un vaso extra que había llegado a su mano vaya a saber cuando, y estaba a pocos pasos de cambiar de forma. En el reflejo de un espejo se podía ver su rostro contorsionado en rabia y como sus pupilas se dilataban y se volvían rendijas, sus uñas alargándose y volviéndose humanas, una y otra vez. Estaba más que decepcionada, estaba colérica ante la posibilidad de que no funcionara ni un poco.
Ahora mismo ella se sentía renovada en aspectos inimaginables y no solamente porque había tenido un orgasmo o acortado la brecha en su "amistad" con el humano. Era algo inexplicable, intangible, algo que seguramente Matt no entendería y de lo que se burlaría diciendo que sonaba como una fanática religiosa... Ignorando la parte de la religión, tal vez le diera la razón.
-Ah, también tengo estas, gracias por cierto- Se giró y corrió su mas que desarmado rodete para mostrar su espalda y las cicatrices que Matt le hizo, lejos de estar ofendida, porque ella sí que había logrado ver con sumo detalle como le había dejado la pierna. Quedaban a juego.
-¿Qué te hace pensar que me quedaré? A menos que quieras ver nuevos fuegos artificiales en la ciudad. Yo misma le mandaré la invitación a Asher, lo adorará.- Con él tiempo Oromë comprendió mejor la posición de ambos en ese entonces y eso amainó un poco su cólera ante el hombre bestia y el fuerte deseo de colgar su cabeza sobre una chimenea como si fuera un oso.
En su momento de más curiosidad su mente voló a pensamientos bastante estúpidos. Se peguntó como sería un Matthew Owens que no sonriera, que no fuera un ladrón loco y maniático, uno que tuviera otro tipo de vida que no se relacionara en nada a esta que llevaban... La imagen no llegó, pero el pensamiento no fue tan malo. Su cabeza estaba llena de cosas así, agradables, hasta que tuvo que recordarse a si misma que ninguno de los dos lo era y que los sueños son solo eso.
-Quisiera verte intentar manejar una ciudad solo de noche, o perder tu apariencia norgeda- A cambio mostró sus colmillos, unos dientecitos pequeñitos que con un simple cambio se volvieron peligrosos, pero solo por un instante hasta que regresaron a la normalidad. -No era nada que yo no pudiera devolverle- Observó el camino que la mano del humano recorrió sobre sus marcas y sonrió sin gracia. -Es glotona-
Hizo un gesto entre bufar y reírse mientras la alejaba con su mano, la mirada de Oromë pasaría a literalmente brillar si seguía demostrando tal interés. -Tu ya sabes que nada bueno es gratis y son solo suposiciones- "Mas o menos". -Pues... probablemente me muera mas pronto que tarde, pero quien sabe- No le temía a la muerte pero eso no significaba que no pelearía por mantenerse respirando.
Se quedó allí mirando al humano retorcerse en dolor con el ceño fruncido. No le agradaba lo que veía, era completamente diferente a como ocurría con Sena. "Tal vez es porque ella es una vampiro y tiene un tipo de magia muy particular" pensó.
Se acercó a él y sujetó su cabeza sobre su pecho con algo de dificultad, susurraba inútiles palabras de calma y apretaba con fuerza para que no se sacudiera más de la cuenta.
Una vez que parecía dolerle menos quitó su cabello húmedo del rostro y lo soltó cuando se estiró en búsqueda de algo. No dijo nada mientras se levantaba sin preocuparse por vestirse, e iba a una mesa alejada de la cama para regresar con una jarra de vino y el vaso mas grande que pudo hallar lleno de este. Se lo acercó a la boca con una leve preocupación de que lo tiraría sobre él si se lo daba. -No esperaba esa reacción, aunque no podemos negar que ahora que pasó te sentirás mejor que antes- Un pueril intento de apaciguar el aire pero no duró mucho para ella. Lo siguiente que hizo la dragona fue maldecir tanto en el idioma que Matt entendía como el que no, dio media vuelta y arrojó por los aires un vaso extra que había llegado a su mano vaya a saber cuando, y estaba a pocos pasos de cambiar de forma. En el reflejo de un espejo se podía ver su rostro contorsionado en rabia y como sus pupilas se dilataban y se volvían rendijas, sus uñas alargándose y volviéndose humanas, una y otra vez. Estaba más que decepcionada, estaba colérica ante la posibilidad de que no funcionara ni un poco.
Oromë Vánadóttir
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Re: Esto no es una bienvenida, ni si decido quedarme. [Privado] [CERRADO]
Pros y contras de volverse un vampiro, fue como si la mente de Matt rápidamente se pusiera a hacer una lista. Sin duda no tener su habitual tono bronceado era una gran pérdida, aunque no le constaba que todos los vampiros fueran pálidos, también estaba ese pequeño detalle de no volver a salir de día... “Y qué Eyre te mataría si decidieras hacer eso por tu cuenta”. Lo de tener que beber sangre en cambio no le causaba tanto conflicto, siempre podía encontrar gente amable que se ofreciera de propia voluntad.
Ya no se acordaba porque había terminado pensando en transformarse en Vampiro...
-Nada es gratis, jajaja, es tan irónico que me digas eso - Solía usar esas palabras cuando estaba contratando gente, eso y “No hago caridad”, claro que la dragona tampoco hacía nada por bondad, nadie en esa ciudad era un altruista - También dicen que la mala hierba nunca muere - Hablaba inclinado y con algo de dificultad - Que lo han intentado, lo han intentado, y sin embargo... Aquí seguimos -
No se esperaba el gesto de Oromë, pero no se le ocurría ningún beneficio que pudiera resultar de semejante acto: Dar consuelo. Algo que muy poca gente hacía con Matthew, y mucho menos alguien con quien había discutido y hasta peleado desde que habían puesto un pie en la ciudad. Era difícil de creer, pero así era, y el Humano no estaba en situación de poder cuestionarselo.
Con mano temblorosa agarró el vaso que le ofrecía y tomo hasta casi la mitad antes de apartarlo, nunca tomaba tanto de una vez. Inclinó la cabeza para agradecerle la ayuda a la dragona, apoyó ambas manos sobre las de Oromë, que aún sostenían el vaso.
-El que no arriesga no gana ¿Cierto? - Hizo una sonrisa triste - Sí, creo que de a poco... Mi cuerpo lo asimila - Se relamió - Podría ser que... -
Se puso en pie, lo hizo sin ayuda y mucho más rápido de lo que él mismo hubiese esperado, respiró profundo, hinchando el pecho y dejó salir el aire de golpe. Estiró los brazos y comenzó a tocar su estómago, su garganta y finalmente pasó los dedos por el pelo para peinarlo hacía atrás.
-De hecho, me siento mejor de lo que me he sentido en mucho tiempo - Estaba en verdad sorprendido, sonrió ampliamente pero sin una pizca de sarcasmo ni crueldad como solía hacerlo ¡En verdad se sentía bien! - Maravilloso, es como un remedio, pero uno que sirve. No lo puedo creer -
Miró a Oromë y le ofreció una mano.
-El experimento tuvo éxito, por lo que parece - Aún se encontraban desnudos, pero ninguno de los dos parecía reparar en ese detalle. La rodeó con ambos brazos y la atrajo hacía sí - Lo siguiente será averiguar si es permanente, o sí solo durara un tiempo - Sonrió como un niño travieso - ¿Como matamos el rato? -
Ya no se acordaba porque había terminado pensando en transformarse en Vampiro...
-Nada es gratis, jajaja, es tan irónico que me digas eso - Solía usar esas palabras cuando estaba contratando gente, eso y “No hago caridad”, claro que la dragona tampoco hacía nada por bondad, nadie en esa ciudad era un altruista - También dicen que la mala hierba nunca muere - Hablaba inclinado y con algo de dificultad - Que lo han intentado, lo han intentado, y sin embargo... Aquí seguimos -
No se esperaba el gesto de Oromë, pero no se le ocurría ningún beneficio que pudiera resultar de semejante acto: Dar consuelo. Algo que muy poca gente hacía con Matthew, y mucho menos alguien con quien había discutido y hasta peleado desde que habían puesto un pie en la ciudad. Era difícil de creer, pero así era, y el Humano no estaba en situación de poder cuestionarselo.
Con mano temblorosa agarró el vaso que le ofrecía y tomo hasta casi la mitad antes de apartarlo, nunca tomaba tanto de una vez. Inclinó la cabeza para agradecerle la ayuda a la dragona, apoyó ambas manos sobre las de Oromë, que aún sostenían el vaso.
-El que no arriesga no gana ¿Cierto? - Hizo una sonrisa triste - Sí, creo que de a poco... Mi cuerpo lo asimila - Se relamió - Podría ser que... -
Se puso en pie, lo hizo sin ayuda y mucho más rápido de lo que él mismo hubiese esperado, respiró profundo, hinchando el pecho y dejó salir el aire de golpe. Estiró los brazos y comenzó a tocar su estómago, su garganta y finalmente pasó los dedos por el pelo para peinarlo hacía atrás.
-De hecho, me siento mejor de lo que me he sentido en mucho tiempo - Estaba en verdad sorprendido, sonrió ampliamente pero sin una pizca de sarcasmo ni crueldad como solía hacerlo ¡En verdad se sentía bien! - Maravilloso, es como un remedio, pero uno que sirve. No lo puedo creer -
Miró a Oromë y le ofreció una mano.
-El experimento tuvo éxito, por lo que parece - Aún se encontraban desnudos, pero ninguno de los dos parecía reparar en ese detalle. La rodeó con ambos brazos y la atrajo hacía sí - Lo siguiente será averiguar si es permanente, o sí solo durara un tiempo - Sonrió como un niño travieso - ¿Como matamos el rato? -
Matthew Owens
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Re: Esto no es una bienvenida, ni si decido quedarme. [Privado] [CERRADO]
Se estaba dejando llevar por la rabia, demasiado enojada como para reparar en el hecho de que Matt estaba de pie y en cualquier momento se pondría a bailar de cabeza. Para suerte de él, Oromë no rompió más cosas que las ya mencionadas y volvió a su estado normal y taciturno cuando el humano estuvo a su lado captando toda su atención. Le costó un momento a su mente el hacer ese "click"; lo miró de pies a cabezas y toqueteó sus brazos su pecho, incluso el rostro y hasta sus dientes y recién ahí, respiró con calma otra vez. -¿Funcionó?¡Funcionó!- Le apretó los cachetes y besó sus labios haciendo un fuerte ruido. Nada podría ser mejor que ese momento, estaba extasiada, sus antiguos pensamientos pesimistas en el olvido.
Matt irradiaba tanta o más alegría que ella, y se podía ver el color en sus mejillas. Quiso devolverle la sonrisa pero se sintió como si le tiraran un balde de agua helada. -No será permanente Matthew, esto no es mas que a corto plazo. La magia no funciona así como así. Tienes que dar para recibir-
Se abrazó a él, más para sostener su propio peso que por la insinuación o cariño. Se sentía agotada, tal vez la perdida de sangre y el sueño que acarreaba desde el día anterior comenzaban a cobrarse. -Por ahora no veo un precio que debas pagar, tal vez a futuro. Lo importante sería que cuentes las horas que tardas en empezar a sentir el mínimo malestar...- Bostezó con fuerza y elevó los ojos para verlo. -¿Acaso luzco como alguien capaz de soportar un segundo round?- Señalo los rasguños y su labio que estaba hinchado y algo morado por la mordida.
Se soltó y se tambaleo hacia la cama, arrojo su ropa manchada al suelo y se recostó, cubriéndose con las sabanas. Hizo una seña para que la acompañara.
-Ya hicimos la mitad del trabajo, queda esperar si la abstinencia te dejara peor- La obsesión que podría llegar a ocasionarle lo dejaría atada a ella y a la ciudad por un tiempo. Nada malo pues podía ver más seguido a su primo y porque podría experimentar aun más con el Virrey. Se preocupaba más por el hecho de que si se iba y él empeoraba, al mejorar era seguro que la mataría. -Me quedaré un tiempo para verte de cerca y evitar que te pongas peor, pero el precio sera que desearas más con el tiempo. Un par de gotitas ya no será suficiente- Lo miró con ojos somnolientos y aunque el humano era capaz de hacerle toda clase de cosas horribles, incluso así, no tuvo miedo.
-Mírala... se está acercando, creo que no le agrado- La mano la incomodaba, le hizo pensar que en cualquier momento se lanzaría sobre ella y la ahorcaría. Ahora ya no tenía tanto sueño. -Mi sugerencia para ahorrarnos tantos problemas sería evitar darte mi sangre de forma innecesaria. Vete de la ciudad y solo regresa cuando sea extremadamente necesario. Al diablo Lazid- Probablemente era hablar con un sordo pero sintió que al menos tenía que intentarlo. -Solo piénsalo ¿sí?. Si no consigo quitarte la maldición prometo buscar una forma que funcione... Es mi regalo para ti- Una vez lo tuvo al alcance, volvió a sujetarse a él como si fuera una almohada, y sin importarle si se despertaba o no, se quedó dormida a los pocos minutos.
Matt irradiaba tanta o más alegría que ella, y se podía ver el color en sus mejillas. Quiso devolverle la sonrisa pero se sintió como si le tiraran un balde de agua helada. -No será permanente Matthew, esto no es mas que a corto plazo. La magia no funciona así como así. Tienes que dar para recibir-
Se abrazó a él, más para sostener su propio peso que por la insinuación o cariño. Se sentía agotada, tal vez la perdida de sangre y el sueño que acarreaba desde el día anterior comenzaban a cobrarse. -Por ahora no veo un precio que debas pagar, tal vez a futuro. Lo importante sería que cuentes las horas que tardas en empezar a sentir el mínimo malestar...- Bostezó con fuerza y elevó los ojos para verlo. -¿Acaso luzco como alguien capaz de soportar un segundo round?- Señalo los rasguños y su labio que estaba hinchado y algo morado por la mordida.
Se soltó y se tambaleo hacia la cama, arrojo su ropa manchada al suelo y se recostó, cubriéndose con las sabanas. Hizo una seña para que la acompañara.
-Ya hicimos la mitad del trabajo, queda esperar si la abstinencia te dejara peor- La obsesión que podría llegar a ocasionarle lo dejaría atada a ella y a la ciudad por un tiempo. Nada malo pues podía ver más seguido a su primo y porque podría experimentar aun más con el Virrey. Se preocupaba más por el hecho de que si se iba y él empeoraba, al mejorar era seguro que la mataría. -Me quedaré un tiempo para verte de cerca y evitar que te pongas peor, pero el precio sera que desearas más con el tiempo. Un par de gotitas ya no será suficiente- Lo miró con ojos somnolientos y aunque el humano era capaz de hacerle toda clase de cosas horribles, incluso así, no tuvo miedo.
-Mírala... se está acercando, creo que no le agrado- La mano la incomodaba, le hizo pensar que en cualquier momento se lanzaría sobre ella y la ahorcaría. Ahora ya no tenía tanto sueño. -Mi sugerencia para ahorrarnos tantos problemas sería evitar darte mi sangre de forma innecesaria. Vete de la ciudad y solo regresa cuando sea extremadamente necesario. Al diablo Lazid- Probablemente era hablar con un sordo pero sintió que al menos tenía que intentarlo. -Solo piénsalo ¿sí?. Si no consigo quitarte la maldición prometo buscar una forma que funcione... Es mi regalo para ti- Una vez lo tuvo al alcance, volvió a sujetarse a él como si fuera una almohada, y sin importarle si se despertaba o no, se quedó dormida a los pocos minutos.
Oromë Vánadóttir
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Re: Esto no es una bienvenida, ni si decido quedarme. [Privado] [CERRADO]
Ambos estaban estúpidamente contentos, esa era una clara señal de su falta de cordura, allí parados sin ropa, llenos de rasguños y moretones, unidos en un abrazo y festejando que el beber sangre de Oromë servía para menguar la maldición de Matthew.... Sin duda era una escena imposible de repetir.
-De acuerdo, lo iremos graduando a medida que lo probemos - Fue hasta su escritorio y dio vuelta un reloj de arena, pero pronto se dio cuenta que algo tan pequeño no serviría, se encogió de hombros - Tendremos que hacerlo de forma aproximada - Cuando Oromë comentó que no era momento para una segunda ronda Owens sonrió - También podía comportarme amable, tengo experiencia en dar distintos servicios -
Aceptó la invitación a su propia cama, ya no había tensión entre ellos, así que podían relajarse y darse cariño sí así lo deseaban o simplemente ponerse cómodos y hablar con normalidad. Matt se tapó con la sábana pero seguía sentado en la cama, con la espalda apoyada contra el cabezal, como se sentía bien estaba completamente despabilado.
-¿Cada vez voy a necesitar más? Eso podría ser un problema - Se quedó pensando en el asunto unos segundos, luego sonrió alegre - Bueno, nada que no se pueda solucionar colgándote de cabeza y sangrandote de a poco, jajaja - ¿Era broma? Matthew se siguió riendo un poco más - No es verdad. Puedo ser agradecido cuando alguien hace algo importante por mi. Y tú acabas de hacerlo, Oromë. Así que si tienes algo que necesites de mi, puedes pedirlo -
Cuando la dragona se lo señaló, notó que la Mano Bio estaba ligeramente más cerca, cosa extraña, en general cuando se instalaba en una sala no se movía de su lugar. Tal vez percibía que algo había cambiado en Matthew, esa idea hizo que el Humano se sonriera “¿Estas preocupada, Mano Horrible? Cada día estoy más cerca de vencerte” cuando por fin dejarán de estar conectados, el Virrey se encargaría de destruirla, aunque sólo era un trozo de metal sentiría mucha satisfacción al hacerlo.
-¿Irme de la ciudad? Eso suena a una trampa - Seguía descansando con la espalda apoyada en el cabezal de la cama, y ponía los brazos entrecruzados a la altura de la cabeza - Puedo pasar más tiempo en mi casa, o hacer algunos negocios afuera ¿Qué es lo que harás? Sí es algún tipo de plan para hacerte con el puesto de Virrey te digo que no es necesario que te compliques tanto, te lo regalo -
Oromë tiró de él para utilizarlo de almohada, Matthew se dejó porque no veía motivo para negarse. Con la dragona durmiendo sobre su pecho, se dedicó a hacerle mimos en la espalda y en la cabeza, esquivando las heridas que él mismo le había hecho hacía tan solo unos minutos.
-De acuerdo, lo iremos graduando a medida que lo probemos - Fue hasta su escritorio y dio vuelta un reloj de arena, pero pronto se dio cuenta que algo tan pequeño no serviría, se encogió de hombros - Tendremos que hacerlo de forma aproximada - Cuando Oromë comentó que no era momento para una segunda ronda Owens sonrió - También podía comportarme amable, tengo experiencia en dar distintos servicios -
Aceptó la invitación a su propia cama, ya no había tensión entre ellos, así que podían relajarse y darse cariño sí así lo deseaban o simplemente ponerse cómodos y hablar con normalidad. Matt se tapó con la sábana pero seguía sentado en la cama, con la espalda apoyada contra el cabezal, como se sentía bien estaba completamente despabilado.
-¿Cada vez voy a necesitar más? Eso podría ser un problema - Se quedó pensando en el asunto unos segundos, luego sonrió alegre - Bueno, nada que no se pueda solucionar colgándote de cabeza y sangrandote de a poco, jajaja - ¿Era broma? Matthew se siguió riendo un poco más - No es verdad. Puedo ser agradecido cuando alguien hace algo importante por mi. Y tú acabas de hacerlo, Oromë. Así que si tienes algo que necesites de mi, puedes pedirlo -
Cuando la dragona se lo señaló, notó que la Mano Bio estaba ligeramente más cerca, cosa extraña, en general cuando se instalaba en una sala no se movía de su lugar. Tal vez percibía que algo había cambiado en Matthew, esa idea hizo que el Humano se sonriera “¿Estas preocupada, Mano Horrible? Cada día estoy más cerca de vencerte” cuando por fin dejarán de estar conectados, el Virrey se encargaría de destruirla, aunque sólo era un trozo de metal sentiría mucha satisfacción al hacerlo.
-¿Irme de la ciudad? Eso suena a una trampa - Seguía descansando con la espalda apoyada en el cabezal de la cama, y ponía los brazos entrecruzados a la altura de la cabeza - Puedo pasar más tiempo en mi casa, o hacer algunos negocios afuera ¿Qué es lo que harás? Sí es algún tipo de plan para hacerte con el puesto de Virrey te digo que no es necesario que te compliques tanto, te lo regalo -
Oromë tiró de él para utilizarlo de almohada, Matthew se dejó porque no veía motivo para negarse. Con la dragona durmiendo sobre su pecho, se dedicó a hacerle mimos en la espalda y en la cabeza, esquivando las heridas que él mismo le había hecho hacía tan solo unos minutos.
Matthew Owens
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