La fruta que se prendió fuego [PRIVADO]
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La fruta que se prendió fuego [PRIVADO]
Esa mañana me levante sumamente entusiasmado, en cuestión de minutos, la higiene y pulcritud habían sido solucionados y bajaba con parsimonia las escaleras del hospedaje. Entregue la llave del cuarto que alquilaba y salí emocionado hacia la avenida principal de la vieja Beltrexus.
Las personas iban y venían, con compras en sus manos, escoltados por niños, buenos amigos, conocidos o amantes, aprovechaban cada instante del febo al alba sin percibir como el tiempo se deslizaba por sus dedos brindándoles cotidianeidad. Seres de colores brillantes, únicos y resplandecientes desde sus almas, creaciones divinas que sentían el paso existencias en sus diferentes rostros: unos frescos y jóvenes como niños recién nacidos en brazos de una madre y otros erosionados por el correr de las estaciones, era un día para ser positivo y transmitir ese mensaje y atender lo susceptible que la vida era a su época, a su movimiento, a la fecha de expiración.
Subí dos escalares en lo que parecía una rotonda en aquella peatonal, con un gran cantero de flores detrás mío.
- El tiempo es la primera creación de los Celestiales. - Inspire hondo y levante un poco más la voz porque note mi falta de presencia - Ni la vida, ni el suelo, ni el cielo o las estrellas, el tiempo esta para que todo ocurría, para que el verbo exista. - Mi sermón tenía que llegar a todos, y no solo estaba sujeto a un grupo de palabras embellecidas. - No lo sentimos, lo menospreciamos pero es hasta sintetizable nuestra existencia. Solos un momento efímero para los Celestiales; la primavera pasa y se acuerda uno de la inocencia - realizaba un ademan señalando a niños - Pasa el verano y se acuerda uno de la exuberancia. - abría los brazos en el aire y los movía en círculos ascendentes para luego proseguir y dejarlos caer y arrodillarme con ellos bajando la cabeza - Pasa el otoño y se acuerda uno de la reverencia. - hice una pausa simbólica para transmitir con pesadez - Pasa el invierno y se acuerda uno de la perseverancia.
Varias personas comenzaron a sentirse aludidas, y es que el mensaje estaba diseñado para lo cotidiano y monótono.
- Somos perseverantes eternos, y es que hasta los mejores momentos están cercados de flagelo y suplicio pero - la idea no era transmitir desesperanza - hay momentos en los que se cae y se desea la desaparición de toda tristeza vivida, desearan hacer que se vaya, pero siento que si lo hiciera, - mantenía la voz tenue - también se iría toda la felicidad, por eso hay que atreverse a vivir, a sufrir, a sentir, a amar y a dar gracias desde el ser por el instante vivido.
El bullicio se iba apagando y el movimiento frenando, mis palabras cobraban fuerza y alcance, transmitía al público.
- Un hombre que se atreve a perder una hora de su tiempo no ha descubierto el valor de la vida, el valor de un regalo Celestial. Un regalo de los Grandísimos Dragones - Mire al público y encontré ojos atentos que buscaban respuestas, me clave en ellos, en un par entre la multitud para hacer del mensaje algo personal con cada uno - Si encuentras alguna manera o una forma de vivir segundo a segundo, entonces vivirás para siempre, los Celestiales lo quieren así.
Con esa última frase guarde silencio y recobre la compostura. Los mire a todos y la gente comenzó a aplaudir.
Me baje del escalón y me hacer que a saludar a la gente.
- Gracias por escucharme.
Las personas iban y venían, con compras en sus manos, escoltados por niños, buenos amigos, conocidos o amantes, aprovechaban cada instante del febo al alba sin percibir como el tiempo se deslizaba por sus dedos brindándoles cotidianeidad. Seres de colores brillantes, únicos y resplandecientes desde sus almas, creaciones divinas que sentían el paso existencias en sus diferentes rostros: unos frescos y jóvenes como niños recién nacidos en brazos de una madre y otros erosionados por el correr de las estaciones, era un día para ser positivo y transmitir ese mensaje y atender lo susceptible que la vida era a su época, a su movimiento, a la fecha de expiración.
Subí dos escalares en lo que parecía una rotonda en aquella peatonal, con un gran cantero de flores detrás mío.
- El tiempo es la primera creación de los Celestiales. - Inspire hondo y levante un poco más la voz porque note mi falta de presencia - Ni la vida, ni el suelo, ni el cielo o las estrellas, el tiempo esta para que todo ocurría, para que el verbo exista. - Mi sermón tenía que llegar a todos, y no solo estaba sujeto a un grupo de palabras embellecidas. - No lo sentimos, lo menospreciamos pero es hasta sintetizable nuestra existencia. Solos un momento efímero para los Celestiales; la primavera pasa y se acuerda uno de la inocencia - realizaba un ademan señalando a niños - Pasa el verano y se acuerda uno de la exuberancia. - abría los brazos en el aire y los movía en círculos ascendentes para luego proseguir y dejarlos caer y arrodillarme con ellos bajando la cabeza - Pasa el otoño y se acuerda uno de la reverencia. - hice una pausa simbólica para transmitir con pesadez - Pasa el invierno y se acuerda uno de la perseverancia.
Varias personas comenzaron a sentirse aludidas, y es que el mensaje estaba diseñado para lo cotidiano y monótono.
- Somos perseverantes eternos, y es que hasta los mejores momentos están cercados de flagelo y suplicio pero - la idea no era transmitir desesperanza - hay momentos en los que se cae y se desea la desaparición de toda tristeza vivida, desearan hacer que se vaya, pero siento que si lo hiciera, - mantenía la voz tenue - también se iría toda la felicidad, por eso hay que atreverse a vivir, a sufrir, a sentir, a amar y a dar gracias desde el ser por el instante vivido.
El bullicio se iba apagando y el movimiento frenando, mis palabras cobraban fuerza y alcance, transmitía al público.
- Un hombre que se atreve a perder una hora de su tiempo no ha descubierto el valor de la vida, el valor de un regalo Celestial. Un regalo de los Grandísimos Dragones - Mire al público y encontré ojos atentos que buscaban respuestas, me clave en ellos, en un par entre la multitud para hacer del mensaje algo personal con cada uno - Si encuentras alguna manera o una forma de vivir segundo a segundo, entonces vivirás para siempre, los Celestiales lo quieren así.
Con esa última frase guarde silencio y recobre la compostura. Los mire a todos y la gente comenzó a aplaudir.
Me baje del escalón y me hacer que a saludar a la gente.
- Gracias por escucharme.
Sauron Guardgris
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Re: La fruta que se prendió fuego [PRIVADO]
La visita a Beltrexus estaba siendo interesante y fructífera. Tenía varios contratos cerrados en el puerto, unos brujos que querían unas goletas nuevas, y unos pedidos de varas mágicas.
Todavía no me quedaba claro cómo se había extendido tan rápido el rumor sobre mis nuevos productos, pero algo me decía que Bárbara tenía algo que ver.
Sin embargo hoy era un día para distenderse y relajarse. Nada de hijas, líos de faldas o contratos de carpintería. Hoy era un día para mí, para pasear tranquilamente por la plaza mientras disfrutaba de una malla de peras. Una plaza tranquila, con niños tranquilos y vendedores silenciosos, con transeúntes callados y una voz desconocida siendo escuchada por todos.
Dejé de caminar al darme cuenta de que la plaza era de todo menos normal. Con curiosidad me acerqué hacia la gente, que se reunía en semicírculo, frente a un orador.
Esa voz... me resultaba familiar, no era ni más ni menos que Sauron. ¿Cuánto tiempo hacia desde la última vez que lo vi? Como mínimo un año.
-¿Grandísimos dragones?
Tiré el rabo de la pera y saqué otra de la red. Al parecer la fe de la dragona seguía intacta y pregonaba las enseñanzas de sus dioses a todo el que quisiera escuchar. También eran mis dioses, en teoría, pero últimamente estaba cada vez más convencida de que no existían, o de que al menos no eran dioses. Los sucesos en ciudad Lagarto, Sandorai y... mis hijos, eran pruebas de que no existían los dioses. No podía ser que existieran y permitieran todas fechorías de este mundo.
Sin embargo había sido testigo de que por lo menos una si era real, Koran.
Esperé paciente a que los aplausos remitieran y el gentío se disipara. Tiré el segundo rabo de pera y me acerqué, por la espalda, a la religiosa.
-Veo que conseguiste salir de aquel barco. -No le guardaba rencor a la rubia, pero no pude evitar ser mordaz. -Por cierto, mi hija sigue viva. Como está tú... Erik, ¿verdad?
Aunque no gracias a ti. Terminé la frase en mi mente, no me había acercado a ella para empezar una pelea, pero tampoco pude evitar mostrar mi enfado. Aquel día mi hija casi muere por su culpa.
Todavía no me quedaba claro cómo se había extendido tan rápido el rumor sobre mis nuevos productos, pero algo me decía que Bárbara tenía algo que ver.
Sin embargo hoy era un día para distenderse y relajarse. Nada de hijas, líos de faldas o contratos de carpintería. Hoy era un día para mí, para pasear tranquilamente por la plaza mientras disfrutaba de una malla de peras. Una plaza tranquila, con niños tranquilos y vendedores silenciosos, con transeúntes callados y una voz desconocida siendo escuchada por todos.
Dejé de caminar al darme cuenta de que la plaza era de todo menos normal. Con curiosidad me acerqué hacia la gente, que se reunía en semicírculo, frente a un orador.
Esa voz... me resultaba familiar, no era ni más ni menos que Sauron. ¿Cuánto tiempo hacia desde la última vez que lo vi? Como mínimo un año.
-¿Grandísimos dragones?
Tiré el rabo de la pera y saqué otra de la red. Al parecer la fe de la dragona seguía intacta y pregonaba las enseñanzas de sus dioses a todo el que quisiera escuchar. También eran mis dioses, en teoría, pero últimamente estaba cada vez más convencida de que no existían, o de que al menos no eran dioses. Los sucesos en ciudad Lagarto, Sandorai y... mis hijos, eran pruebas de que no existían los dioses. No podía ser que existieran y permitieran todas fechorías de este mundo.
Sin embargo había sido testigo de que por lo menos una si era real, Koran.
Esperé paciente a que los aplausos remitieran y el gentío se disipara. Tiré el segundo rabo de pera y me acerqué, por la espalda, a la religiosa.
-Veo que conseguiste salir de aquel barco. -No le guardaba rencor a la rubia, pero no pude evitar ser mordaz. -Por cierto, mi hija sigue viva. Como está tú... Erik, ¿verdad?
Aunque no gracias a ti. Terminé la frase en mi mente, no me había acercado a ella para empezar una pelea, pero tampoco pude evitar mostrar mi enfado. Aquel día mi hija casi muere por su culpa.
Reivy Abadder
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Re: La fruta que se prendió fuego [PRIVADO]
Las personas me pasaban la mano en una ida y vuelta, otras me abrazaban y sonreían cordiales, era triste a veces notar la desesperanza en sus rostros por las diferentes perdidas.
Señoras mayores de buenos abrigos, con sus carteras finas llorando por hijos en las guerras y otras con solo cestas de mercado preocupadas la salud de algún familiar, algunos ancianos también que sonreían sin mostrar los dientes pidiendo por sus hijos y nietos, semblantes de tenían ojos gastados por ver el pasar de la vida frente a ellos. Captar a la juventud siempre fue difícil en las remembranzas de la peregrinación y aun así, llegar a estas almas era más que suficiente y una misión cumplida, era un grupo muy cálido y acogedor.
Una de las mujeres mayores me entrego en mano los folletos que le había dado para su resguardo mientras subía al improvisado podio.
- Con gusto estaré aquí para sus palabras de mañana sabio.- La señora seca un par de lágrimas de su rostro con un pañuelo floreado y no pude evitar preocuparme por ella, pero ya conocía su historia de la pérdida de su hijo, era entendible. Coloque mi mano en su hombro y le sonreí. Luego se alejó. Historias similares guardaba para ellos, las escuchaba y cargaba con su peso y transmitía el mensaje esperanzador de los Dragones a mis pares para que descansen en paz
Pronto cada quien volvió a su tarea y la briza volvió a acariciar mi rostro como cuando oraba.
- Mejor guardo esto... – me dije a mi mismo mientras veía los papeles antes de procurar el guardado en mi bolso pero, un escalofrió recorrió mi cuerpo cuando una voz sumamente familiar agito mis sentidos desde la espalda, tal fue la sacudida que casi perdía los papeles en el viento, pero no fue el caso, me aferré a ellos como pude para evitarlo. Pensé en girarme al recordar quien era la dueña de tal sonido pero lo evite y guarde mis ansias y emoción por reencontrarnos para un sitio quizás no tan colmado de personas que tengan una idea bien asentada de mi.
- Gracias a los Dioses por la pequeña - dije recordando a la niña que la acompañaba cerrando los ojos, su hija si no mal recordaba - No he sabido de mi amigo desde entonces... como tampoco de ti.
Abrí el morral y deje cada hoja dentro antes que un accidente ocurriese.
- Hola Rei - giré esta vez y sonreí discretamente. Mis ojos se clavaron en los suyos deseando hundirse y perderse en ellos por siempre, pero la última vez a duras penas logre despedirme por la salud de la pequeña, siempre terminaban las cosas igual, siempre se alejaba y siempre yo haciéndolo fácil. Al dar la vuelta la brisa revoloteó contra mi cabello y con ayuda de mi mano lo acomode tras la oreja. Estaba largo, no lo cortaba hace bastante, si no me apresuraba con ello me vería indefectiblemente como una mujer. - cuanto tiempo.
Señoras mayores de buenos abrigos, con sus carteras finas llorando por hijos en las guerras y otras con solo cestas de mercado preocupadas la salud de algún familiar, algunos ancianos también que sonreían sin mostrar los dientes pidiendo por sus hijos y nietos, semblantes de tenían ojos gastados por ver el pasar de la vida frente a ellos. Captar a la juventud siempre fue difícil en las remembranzas de la peregrinación y aun así, llegar a estas almas era más que suficiente y una misión cumplida, era un grupo muy cálido y acogedor.
Una de las mujeres mayores me entrego en mano los folletos que le había dado para su resguardo mientras subía al improvisado podio.
- Con gusto estaré aquí para sus palabras de mañana sabio.- La señora seca un par de lágrimas de su rostro con un pañuelo floreado y no pude evitar preocuparme por ella, pero ya conocía su historia de la pérdida de su hijo, era entendible. Coloque mi mano en su hombro y le sonreí. Luego se alejó. Historias similares guardaba para ellos, las escuchaba y cargaba con su peso y transmitía el mensaje esperanzador de los Dragones a mis pares para que descansen en paz
Pronto cada quien volvió a su tarea y la briza volvió a acariciar mi rostro como cuando oraba.
- Mejor guardo esto... – me dije a mi mismo mientras veía los papeles antes de procurar el guardado en mi bolso pero, un escalofrió recorrió mi cuerpo cuando una voz sumamente familiar agito mis sentidos desde la espalda, tal fue la sacudida que casi perdía los papeles en el viento, pero no fue el caso, me aferré a ellos como pude para evitarlo. Pensé en girarme al recordar quien era la dueña de tal sonido pero lo evite y guarde mis ansias y emoción por reencontrarnos para un sitio quizás no tan colmado de personas que tengan una idea bien asentada de mi.
- Gracias a los Dioses por la pequeña - dije recordando a la niña que la acompañaba cerrando los ojos, su hija si no mal recordaba - No he sabido de mi amigo desde entonces... como tampoco de ti.
Abrí el morral y deje cada hoja dentro antes que un accidente ocurriese.
- Hola Rei - giré esta vez y sonreí discretamente. Mis ojos se clavaron en los suyos deseando hundirse y perderse en ellos por siempre, pero la última vez a duras penas logre despedirme por la salud de la pequeña, siempre terminaban las cosas igual, siempre se alejaba y siempre yo haciéndolo fácil. Al dar la vuelta la brisa revoloteó contra mi cabello y con ayuda de mi mano lo acomode tras la oreja. Estaba largo, no lo cortaba hace bastante, si no me apresuraba con ello me vería indefectiblemente como una mujer. - cuanto tiempo.
Sauron Guardgris
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Re: La fruta que se prendió fuego [PRIVADO]
Gracias a los dioses, ya... Puse los ojos en blanco con aquel pensamiento. ¿Qué le pasaban a esos ojos? ¿Porque me miraba de aquella manera? Como si no hubiera pasado nada, como si no nos hubiera dejado tiradas en aquel puerto, como si...
Cerré los y respiré con fuerza, relajando la tensión creciente en mi cuerpo. Sauron no tenía la culpa de que Lavey fuera una imprudente, ni de yo sea una madre protectora. La lógica en mi cabeza me decía que no pasaba nada, que la peregrina no era el objetivo de mi rabia irracional, pero la parte más instintiva me acosaba con el pensamiento de que Saurin era la culpable de todo lo que pasó. Y es que siempre es más fácil culpar a los demás.
-Ha pasado mucho tiempo sí. -Me limite a devolver el saludo, tratando de apartar los pensamientos tóxicos. -No suelo venir mucho por las islas, ya sabes... tengo la carpintería en Ulmer y me ocupa mucho tiempo.
En realidad habían muchos más motivos, pero no me apetecía hablar de ellos. Eran demasiados, Jani, el hombre muerto, Oromë, la reconstrucción de Dundarak, el extractor de éter en isla volcán, Sandorai... ¿Cuantas catástrofes le pueden suceder a una en tan solo un año? Me fui de casa de mis abuelos para ver mundo, pero jamás pensé que acabaría metida en todo aquello.
-¿Vives el alguna parte o sigues hospedándote en hostales? -Realmente quería hablar con ella, pero me estaba costando demasiado sacar una conversación sin ladrar. -¿Quieres una pera? -Le acerqué la malla de frutas. - O dar un paseo... o las dos cosas.
Cerré los y respiré con fuerza, relajando la tensión creciente en mi cuerpo. Sauron no tenía la culpa de que Lavey fuera una imprudente, ni de yo sea una madre protectora. La lógica en mi cabeza me decía que no pasaba nada, que la peregrina no era el objetivo de mi rabia irracional, pero la parte más instintiva me acosaba con el pensamiento de que Saurin era la culpable de todo lo que pasó. Y es que siempre es más fácil culpar a los demás.
-Ha pasado mucho tiempo sí. -Me limite a devolver el saludo, tratando de apartar los pensamientos tóxicos. -No suelo venir mucho por las islas, ya sabes... tengo la carpintería en Ulmer y me ocupa mucho tiempo.
En realidad habían muchos más motivos, pero no me apetecía hablar de ellos. Eran demasiados, Jani, el hombre muerto, Oromë, la reconstrucción de Dundarak, el extractor de éter en isla volcán, Sandorai... ¿Cuantas catástrofes le pueden suceder a una en tan solo un año? Me fui de casa de mis abuelos para ver mundo, pero jamás pensé que acabaría metida en todo aquello.
-¿Vives el alguna parte o sigues hospedándote en hostales? -Realmente quería hablar con ella, pero me estaba costando demasiado sacar una conversación sin ladrar. -¿Quieres una pera? -Le acerqué la malla de frutas. - O dar un paseo... o las dos cosas.
Reivy Abadder
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Re: La fruta que se prendió fuego [PRIVADO]
- Felicidades por tu carpintería - le dije sonriente - y si quiero las dos cosas - ahora que la había encontrado era estúpido dejar las cosas en un simple "hola, que bueno que te vi y adiós", no podía aunque quisiera y es que a lo largo de este año, varios de nuestros recuerdos en mi mente azotaron muchas cosas pero no cerraban bien los números luego de perderle. Cuando llegue a la costa no la encontré más, y quizás si tenía la culpa por no haber ido nadando tan pronto como pudieses pero tenía asuntos que resolver con Eric antes de irme de allí. Le eche culpa al destino por desencontrarnos pero quizás ella podía haber esperado al menos un día más... Era más fácil echarle la culpa a los otros claramente y personas como yo estábamos acostumbradas a ello.
Tomé la fruta y le di un buen bocado. Su sabor era dulce, pero no demasiado, aun no era temporada de peras y se notaba en la textura arenosa rígida que se oponía a mis dientes en cada mordida.
- Sssgo nnnn hspppedjjjjes - dije con la boca llena antes de tragar y proseguir - este es mi último día en la ciudad, mañana partiré tras el sermón matutino - relamí mis labios antes de dar otro bocado dispuesta a disfrutar del poco azúcar que tenía. - La pera no es de esta estación...
Las últimas palabras sonaron lejanas y susurradas, pues no se las dedicaba a ella, lo decía para mí misma materializando mis pensamientos.
- había un árbol... – recordé una charla que es mañana había tenido con un feligrés, quedé pensante pero rápidamente recuperé la noción de con quien estaba para volver a concentrarme en ella.
- Yo... - no sabía que decirle, cada palabra que se me ocurría traía un sin fin de recuerdos latentes a mi memoria bañados con el dolor de la distancia y quizás la culpa por no sentir la misma urgencia por seguirle en aquel entonces, - Quieres verlo? - sonaba seguro algo rara y esquiva - Hay un árbol en un claro de la montaña al norte de la ciudad, uno único que nace único y con una única fruta, única en su especie y muy deliciosa- de los nervios no acomodaba mis palabras ni analizaba que tuvieran coherencia y cohesión y moví los brazos tratando de darme a entender más claramente pero sin buenos resultados.
Quedé en la posición de una rara estatua mientras organizaba lo que le quería decir y solo logre sentirme como una estúpida. - Pero está lejos... tardaríamos un día al menos - mi desanimo se notó de inmediato en el rostro estaba tan desesperada por que no se alejara de mí y a la vez tan absorta por su presencia que decía y hacia cosas sin sentido.
Tomé la fruta y le di un buen bocado. Su sabor era dulce, pero no demasiado, aun no era temporada de peras y se notaba en la textura arenosa rígida que se oponía a mis dientes en cada mordida.
- Sssgo nnnn hspppedjjjjes - dije con la boca llena antes de tragar y proseguir - este es mi último día en la ciudad, mañana partiré tras el sermón matutino - relamí mis labios antes de dar otro bocado dispuesta a disfrutar del poco azúcar que tenía. - La pera no es de esta estación...
Las últimas palabras sonaron lejanas y susurradas, pues no se las dedicaba a ella, lo decía para mí misma materializando mis pensamientos.
- había un árbol... – recordé una charla que es mañana había tenido con un feligrés, quedé pensante pero rápidamente recuperé la noción de con quien estaba para volver a concentrarme en ella.
- Yo... - no sabía que decirle, cada palabra que se me ocurría traía un sin fin de recuerdos latentes a mi memoria bañados con el dolor de la distancia y quizás la culpa por no sentir la misma urgencia por seguirle en aquel entonces, - Quieres verlo? - sonaba seguro algo rara y esquiva - Hay un árbol en un claro de la montaña al norte de la ciudad, uno único que nace único y con una única fruta, única en su especie y muy deliciosa- de los nervios no acomodaba mis palabras ni analizaba que tuvieran coherencia y cohesión y moví los brazos tratando de darme a entender más claramente pero sin buenos resultados.
Quedé en la posición de una rara estatua mientras organizaba lo que le quería decir y solo logre sentirme como una estúpida. - Pero está lejos... tardaríamos un día al menos - mi desanimo se notó de inmediato en el rostro estaba tan desesperada por que no se alejara de mí y a la vez tan absorta por su presencia que decía y hacia cosas sin sentido.
Sauron Guardgris
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Re: La fruta que se prendió fuego [PRIVADO]
Reí entre dientes al oír la respuesta. Cualquiera elegiría la opción que te permite tener todo.
-Estoy segura de que intenta comunicarse conmigo. -Dije, mirando a un espacio vacío a mi derecha, como si estuviera hablando con alguien. -Pero no sé qué me quiere decir. -Le guiñé un ojo a la monja mientras esta terminaba de masticar la pera. -¿Volverás al continente? -La miré expectante mientras seguía comiéndose la fruta. -Si bueno... hay muchos árboles en el mundo. Has dicho único demasiadas veces en una misma frase. Está bien, Sau, vayamos a ver ese árbol especial. -Reí con fuerza al ver la expresión de la mujer. -Relájate, es un árbol no la fuente de la vida eterna. ¿Un día a pie o volando? En cualquier caso tengo que ir a por mi equipo. Nos vemos en la plaza en una hora, Sau. Y traeré fruta de temporada.
Me despedí de la rubia por el momento y regresé a la posada. En la habitación no había ni rastro de Lavey ni de su arco, lo más seguro es que estuviera cazando.
Abrí el arcón a los pies de la cama y saqué la armadura de cuero. Las grebas y antebrazos fue lo primo y el peto lo último que me puse, aseguré que la espada de ébano estuviera bien atada al cinto y ajuste las cinchas de la mochila a mi espalda.
Estuve un rato hablando con Marta, la muchacha me confirmó que Vey estaba cazando, también me insinuó que mañana era su día libre y que hablado con su tío para que nos prestara unos caballos. Al parecer en el pueblo de al lado iban hacer una comida para recolectar monedas y ayudar a una anciana con una rara enfermedad.
Acepté la propuesta, sin saber realmente si estaría allí al día siguiente, y regresé a la plaza.
-¿Lista para partir? -Pregunté a modo de saludo cuando di con Sauron.
-Estoy segura de que intenta comunicarse conmigo. -Dije, mirando a un espacio vacío a mi derecha, como si estuviera hablando con alguien. -Pero no sé qué me quiere decir. -Le guiñé un ojo a la monja mientras esta terminaba de masticar la pera. -¿Volverás al continente? -La miré expectante mientras seguía comiéndose la fruta. -Si bueno... hay muchos árboles en el mundo. Has dicho único demasiadas veces en una misma frase. Está bien, Sau, vayamos a ver ese árbol especial. -Reí con fuerza al ver la expresión de la mujer. -Relájate, es un árbol no la fuente de la vida eterna. ¿Un día a pie o volando? En cualquier caso tengo que ir a por mi equipo. Nos vemos en la plaza en una hora, Sau. Y traeré fruta de temporada.
Me despedí de la rubia por el momento y regresé a la posada. En la habitación no había ni rastro de Lavey ni de su arco, lo más seguro es que estuviera cazando.
Abrí el arcón a los pies de la cama y saqué la armadura de cuero. Las grebas y antebrazos fue lo primo y el peto lo último que me puse, aseguré que la espada de ébano estuviera bien atada al cinto y ajuste las cinchas de la mochila a mi espalda.
Estuve un rato hablando con Marta, la muchacha me confirmó que Vey estaba cazando, también me insinuó que mañana era su día libre y que hablado con su tío para que nos prestara unos caballos. Al parecer en el pueblo de al lado iban hacer una comida para recolectar monedas y ayudar a una anciana con una rara enfermedad.
Acepté la propuesta, sin saber realmente si estaría allí al día siguiente, y regresé a la plaza.
-¿Lista para partir? -Pregunté a modo de saludo cuando di con Sauron.
Reivy Abadder
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Re: La fruta que se prendió fuego [PRIVADO]
Nos despedimos y por un instante sentí un vacío en el estómago que me dejo sin aire, como si ver su espalda alejándose fuera un presagio a volver a perderla. No quería decantar en esa opción, pero bien lo dijo: nos vemos en una hora....
Gire entonces y me dirigí a la capilla de los Dragones Celestiales de la ciudad, un modesto sitio donde orar y reflexionar a penas alcanzado por la luz del sol, albergante en su interior unas pocas bancas, suficientes para sentar a 5 o seis personas y un atril modesto oratorio, austero pero limpio y con flores nuevas cada vez que lo visitaba. Allí guardaba mis pertenencias mientras daba los sermones, no me gustaba reservar albergues porque nunca sabia donde terminaría el día y pagar por algo que no utilizaba era absurdo considerando que no la adquirió económica que respaldase el atrevimiento.
Busque mi morral dentro de la mochila, el cual tenía pertenencias más específicas como algo de dinero, anotador, lo básico para una poción de emergencia, y otras chucherías como soguines y una frazada menor.
Amaba caminar por las montañas, pero a veces me desesperaban lugares tan secos y con tan pocos arroyos como este. El agua de los mismos era deshielo puro, y si bien nadar era una forma de vida, tampoco gustaba de congelarme.
Entonces cargue además en mi cinto, dos frascos de agua bien amarrados y cargados.
Cerré la mochila y guardé todo.
Al atravesar el umbral del templo el palpito en mi pecho se aceleró especulando, corrí sin retraso hasta la plaza emocionada.
Llegue antes, o eso creía cuando escuche su voz detrás de mí.
- Si! - dije emocionada y algo agitada, estaba muy ansiosa, como niña pequeña, y caí en cuenta de eso de inmediato, calme mi sonrisa como las facciones en mi mirada. "Qué demonios..." serene mi rostro y proseguí - Estamos...
No dije nada más y me di vuelta hacia la calle principal de la ciudad, teníamos que atravesarla primero para salir del lugar, empecé a caminar y agarré con fuerzas la cinta de mi morral algo nerviosa sin considerar si me siguió o no.
- No vendrá Lavey con nosotras? - le pregunté curiosa, ya fue raro encontrarla antes sin ella, y ahora de nuevo.
Gire entonces y me dirigí a la capilla de los Dragones Celestiales de la ciudad, un modesto sitio donde orar y reflexionar a penas alcanzado por la luz del sol, albergante en su interior unas pocas bancas, suficientes para sentar a 5 o seis personas y un atril modesto oratorio, austero pero limpio y con flores nuevas cada vez que lo visitaba. Allí guardaba mis pertenencias mientras daba los sermones, no me gustaba reservar albergues porque nunca sabia donde terminaría el día y pagar por algo que no utilizaba era absurdo considerando que no la adquirió económica que respaldase el atrevimiento.
Busque mi morral dentro de la mochila, el cual tenía pertenencias más específicas como algo de dinero, anotador, lo básico para una poción de emergencia, y otras chucherías como soguines y una frazada menor.
Amaba caminar por las montañas, pero a veces me desesperaban lugares tan secos y con tan pocos arroyos como este. El agua de los mismos era deshielo puro, y si bien nadar era una forma de vida, tampoco gustaba de congelarme.
Entonces cargue además en mi cinto, dos frascos de agua bien amarrados y cargados.
Cerré la mochila y guardé todo.
Al atravesar el umbral del templo el palpito en mi pecho se aceleró especulando, corrí sin retraso hasta la plaza emocionada.
Llegue antes, o eso creía cuando escuche su voz detrás de mí.
- Si! - dije emocionada y algo agitada, estaba muy ansiosa, como niña pequeña, y caí en cuenta de eso de inmediato, calme mi sonrisa como las facciones en mi mirada. "Qué demonios..." serene mi rostro y proseguí - Estamos...
No dije nada más y me di vuelta hacia la calle principal de la ciudad, teníamos que atravesarla primero para salir del lugar, empecé a caminar y agarré con fuerzas la cinta de mi morral algo nerviosa sin considerar si me siguió o no.
- No vendrá Lavey con nosotras? - le pregunté curiosa, ya fue raro encontrarla antes sin ella, y ahora de nuevo.
Sauron Guardgris
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Re: La fruta que se prendió fuego [PRIVADO]
Me mantuve en silencio y seguí a la mujer, dando por hecho que haríamos el camino a pie o a caballo. Aquella decisión me sorprendió levemente, pero tampoco le di mayor importancia, de vez en cuando sentaba bien descansar las alas y cabalgar o desgastar la suela de los zapatos.
-No, no vendrá. -Respondí a Sauron mientras perdía la mirada en el escaparate de una panadería. -Esta de caza. Le dejé una nota en el cuarto. Estará bien sola.
No es como si hubiera mentido, pero tampoco dije toda la verdad. En principio el viaje no sería nada del otro mundo, un paseo por el bosque y ver un árbol raro. Pero la última vez también iba a ser un día tranquilo y acabó por no serlo, ¿que tenía que esperar de un árbol único que daba extraños frutos? seria estúpido pensar que no estaría defendido o que no sería codiciado por más gente... definitivamente prefería que mi hija se quedara al margen de todo esto.
-Y... ¿Qué has estado haciendo en este tiempo? Además de ser monja.
¿Habría estado con más mujeres u hombres? ¿Se había movido tan siquiera de la isla? ¿Y porque las islas? con lo grande que era el mundo, por qué no ir a otro lado.
Mientras escuchaba a la rubia recordé una historia sobre un médico que afirmaba haber estado entre sirenas... Me pregunto si Sauron habrá visto alguna.
-No, no vendrá. -Respondí a Sauron mientras perdía la mirada en el escaparate de una panadería. -Esta de caza. Le dejé una nota en el cuarto. Estará bien sola.
No es como si hubiera mentido, pero tampoco dije toda la verdad. En principio el viaje no sería nada del otro mundo, un paseo por el bosque y ver un árbol raro. Pero la última vez también iba a ser un día tranquilo y acabó por no serlo, ¿que tenía que esperar de un árbol único que daba extraños frutos? seria estúpido pensar que no estaría defendido o que no sería codiciado por más gente... definitivamente prefería que mi hija se quedara al margen de todo esto.
-Y... ¿Qué has estado haciendo en este tiempo? Además de ser monja.
¿Habría estado con más mujeres u hombres? ¿Se había movido tan siquiera de la isla? ¿Y porque las islas? con lo grande que era el mundo, por qué no ir a otro lado.
Mientras escuchaba a la rubia recordé una historia sobre un médico que afirmaba haber estado entre sirenas... Me pregunto si Sauron habrá visto alguna.
Reivy Abadder
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Re: La fruta que se prendió fuego [PRIVADO]
Emprendimos la caminata y el pueblo poco a poco comenzó a escasear en tiendas, la calle conforme avanzábamos se volvía mas y más residencial, dejando atrás los comercios de mayor tamaño, la calle principal también cambio poco a poco su solado característico por un simple ripio ancho de piedras y tierra.
- No mucho más que lo que siempre hago sabes... Mejore mucho en cuanto a mis sermones y oratoria, son más los fieles a los que llego, pero no más que eso - Rei no era muy creyente practicante, odiaría aburrirla con mis historias de feligreses atormentados, cada 10 pasos o más cruzaba una o dos palabras, el ambiente se palpaba cada vez más incómodo, como si la conversación fluyera tosca en simples preguntas repetitivas y respuestas poco argumentadas. Algo no estaba bien y podía sentirlo, aunque desconocía que era.
- No dije más nada hasta que empezaron a corretear niños cerca de nosotros, el pueblo tomaba pintas de aldea y pronto de casas aisladas con pobladores sencillos y austeros.
- Fue una pena no volver a encontrarte cuando volví al continente - me nació decir con un nudo en la garganta temiendo cualquier respuesta, pero quería hablarle de eso, me hubiera gustador realmente saber de ella en este tiempo, y quizás aquellos días coincidir más. Me daba curiosidad saber porque se había ido sin esperarme... solo estuve una semana más en el agua, creí que Lavey descansaría más que eso.
- No mucho más que lo que siempre hago sabes... Mejore mucho en cuanto a mis sermones y oratoria, son más los fieles a los que llego, pero no más que eso - Rei no era muy creyente practicante, odiaría aburrirla con mis historias de feligreses atormentados, cada 10 pasos o más cruzaba una o dos palabras, el ambiente se palpaba cada vez más incómodo, como si la conversación fluyera tosca en simples preguntas repetitivas y respuestas poco argumentadas. Algo no estaba bien y podía sentirlo, aunque desconocía que era.
- No dije más nada hasta que empezaron a corretear niños cerca de nosotros, el pueblo tomaba pintas de aldea y pronto de casas aisladas con pobladores sencillos y austeros.
- Fue una pena no volver a encontrarte cuando volví al continente - me nació decir con un nudo en la garganta temiendo cualquier respuesta, pero quería hablarle de eso, me hubiera gustador realmente saber de ella en este tiempo, y quizás aquellos días coincidir más. Me daba curiosidad saber porque se había ido sin esperarme... solo estuve una semana más en el agua, creí que Lavey descansaría más que eso.
Sauron Guardgris
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Re: La fruta que se prendió fuego [PRIVADO]
-Si. -Respondí. -Me di cuenta hace un rato, cuando te escuché... al principio no te reconocí. Sin duda has mejorado.
Retuve un suspiro y en su lugar deje salir el aire lentamente. Habían pasado demasiadas cosas en mi vida como... ¿cómo para qué? ya ni siquiera lo tenía claro. Quería hablar con Saurin, pero me costaba decidirme por un tema de conversación... me costaba encontrar tan siquiera un tema.
Tanto habían cambiado las cosas entre nosotras o quizás... quizás era yo la estaba cambiada. Hasta ahora no lo percibía, no creía que todos los acontecimientos vividos hubieran cambiado mi carácter, ¿pero, y si lo habían hecho? Y si las batallas me estaban cambiando.
-Sí, una pena. -Dije, perdida en mis pensamientos. -Ya sabes... la guerra de Lunargenta acababa de terminar, tenía la absurda idea de conseguir un trabajo rápido y regresar a casa, pero, en fin, las cosas se torcieron. En cuanto Lavey despertó me la lleve a Ulmer para que se recuperara. El mercado de Yule estaba cerca y debía preparar el material para el puesto. -Esta vez no pude contener el suspiro y me lleve las manos a los bolsillos. -Vey apenas se había recuperado cuando nos llegó la noticia de ciudad Lagarto, fuimos a impedir que mataran a una amiga y todo salió mal. La ciudad ardió hasta los cimientos, mi amiga quedó maldita, Lavey estuvo a punto de morirse... yo estuve a punto de morirme. Los elfos nos salvaron, pero las secuelas fueron tan grandes que tuve que ir a los picos helados y hacer un ritual donde estuve enterrada en la nieve durante toda la noche. -Sin darme cuenta comencé a bajar la voz y a arrastras la punta de los pies. -Después de eso regresé a Dundarak y ayude con la reconstrucción de la catedral y el rescate de un hospital derrumbado, luego me fui a la isla volcán y fabriqué un extractor de éter.
Comenzaba a perder el hilo del mis andanzas, no estaba segura de estar colocándolas en el orden correcto. Tampoco sabía porque las estaba contando, pero de lo que si me di cuenta es que era la primera vez en dos años que le contaba a alguien todo lo que me había sucedido.
-Lo que ocurrió en Sandorai fue una locura... portales que iban a otro mundo, jinetes que querían aniquilar el mundo, centinelas que querían salvarlo y una diosa que me encargó la tarea de llevar un orbe que al final fue destruido. La escabechina fue toda una odisea, el árbol madre ha quedado muy mal, aunque nosotras dos salimos de una pieza del sitio. ¿Qué más? Dioses... el Ohda. Unas niñas se metieron de cabeza en la pira y luego explotó y las niñas desaparecieron. -Miré al cielo, resoplando, como si poner en orden todo aquello fuera una tarea titánica. Me saqué el cabello de la cara y lo puse tras la oreja antes de continuar. -Luego estuvo el día de la alianza... casi nos destruye una estrella verde. En la comarca de Urd tuvimos un encuentro muy, la verdad, no sé cómo explicarlo, pero fue extraño y escalofriante, espero no tener que volver allí. Después de esa noche comencé a conocer mejor a Jani y un par de noches después se abrió el huevo y...
Dejé de hablar. Simplemente no sabía cómo explicarlo, no, es que no quería explicarlo, si lo hacía seria como darle fuerza, ponerle nombre a algo que no quería aceptar. Era mejor guardar silencio.
Retuve un suspiro y en su lugar deje salir el aire lentamente. Habían pasado demasiadas cosas en mi vida como... ¿cómo para qué? ya ni siquiera lo tenía claro. Quería hablar con Saurin, pero me costaba decidirme por un tema de conversación... me costaba encontrar tan siquiera un tema.
Tanto habían cambiado las cosas entre nosotras o quizás... quizás era yo la estaba cambiada. Hasta ahora no lo percibía, no creía que todos los acontecimientos vividos hubieran cambiado mi carácter, ¿pero, y si lo habían hecho? Y si las batallas me estaban cambiando.
-Sí, una pena. -Dije, perdida en mis pensamientos. -Ya sabes... la guerra de Lunargenta acababa de terminar, tenía la absurda idea de conseguir un trabajo rápido y regresar a casa, pero, en fin, las cosas se torcieron. En cuanto Lavey despertó me la lleve a Ulmer para que se recuperara. El mercado de Yule estaba cerca y debía preparar el material para el puesto. -Esta vez no pude contener el suspiro y me lleve las manos a los bolsillos. -Vey apenas se había recuperado cuando nos llegó la noticia de ciudad Lagarto, fuimos a impedir que mataran a una amiga y todo salió mal. La ciudad ardió hasta los cimientos, mi amiga quedó maldita, Lavey estuvo a punto de morirse... yo estuve a punto de morirme. Los elfos nos salvaron, pero las secuelas fueron tan grandes que tuve que ir a los picos helados y hacer un ritual donde estuve enterrada en la nieve durante toda la noche. -Sin darme cuenta comencé a bajar la voz y a arrastras la punta de los pies. -Después de eso regresé a Dundarak y ayude con la reconstrucción de la catedral y el rescate de un hospital derrumbado, luego me fui a la isla volcán y fabriqué un extractor de éter.
Comenzaba a perder el hilo del mis andanzas, no estaba segura de estar colocándolas en el orden correcto. Tampoco sabía porque las estaba contando, pero de lo que si me di cuenta es que era la primera vez en dos años que le contaba a alguien todo lo que me había sucedido.
-Lo que ocurrió en Sandorai fue una locura... portales que iban a otro mundo, jinetes que querían aniquilar el mundo, centinelas que querían salvarlo y una diosa que me encargó la tarea de llevar un orbe que al final fue destruido. La escabechina fue toda una odisea, el árbol madre ha quedado muy mal, aunque nosotras dos salimos de una pieza del sitio. ¿Qué más? Dioses... el Ohda. Unas niñas se metieron de cabeza en la pira y luego explotó y las niñas desaparecieron. -Miré al cielo, resoplando, como si poner en orden todo aquello fuera una tarea titánica. Me saqué el cabello de la cara y lo puse tras la oreja antes de continuar. -Luego estuvo el día de la alianza... casi nos destruye una estrella verde. En la comarca de Urd tuvimos un encuentro muy, la verdad, no sé cómo explicarlo, pero fue extraño y escalofriante, espero no tener que volver allí. Después de esa noche comencé a conocer mejor a Jani y un par de noches después se abrió el huevo y...
Dejé de hablar. Simplemente no sabía cómo explicarlo, no, es que no quería explicarlo, si lo hacía seria como darle fuerza, ponerle nombre a algo que no quería aceptar. Era mejor guardar silencio.
Reivy Abadder
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Re: La fruta que se prendió fuego [PRIVADO]
La escuche sin decir una sola palabra, estaba completamente anonadado, la cantidad de cosas que esta mujer había hecho en un ano ni eran comparables ni próximas a las que yo había echo. Y qué yo estaba inocentemente esperanzada por volver a cruzar caminos con ella. Y si esta ya no era la misma Reivy que latía en mi recuerdo. Ya no se expresaba de la misma manera, parecía igual de segura de sí misma como antes, pero algo tenia de diferente una voz que contaba mil historias de un mundo que desconocía.
La distancia que había entre las dos parecía hacerse más y más grande, ahora con su historia podía ver lo distintas que éramos y lo lejos que estaba yo de poder dejar huella en su persona, No entendía por qué me importaba tanto, pero el baldazo de agua fría en su narrativa solo me dejaba imaginar cuanto más era esa altura a la que no alcanzaba.
- Has hecho mucho verdad... - dije entre dientes con una vos ligera sin intenciones de ser oída mientras ella hablaba. Las ideas me destruían por dentro las esperanzas inconscientes no confesadas de lo que sentía. Un recuerdo ahogado de una vez tan lejana que parecía que nunca ocurrió. La vida de monja no era tan fácil después de todo. Trate de concentrarme en su aventura para olvidar mi pesar.
Ella seguía hablando, mencionando ciudades y lugares que conocía solo por nombre, personas y cosas extrañas que no las vi más que en viejos libros, tanto que ver era fascinante y llamativo, que sana envidia. Miré como acomodaba su cabello centrándome en lo delicado y suave de su gesto, pero cerré los ojos rápidamente concentrándome de nuevo mirando hacia adelante de manera torpe y evidente, algo sonrojada.
- Quien es Jana? - se me cruzo por la cabeza y no pude evitar decirlo cuando ella lo menciono - y que había en el huevo? - sentí curiosidad.
Los arboles cada vez eran más y más altos, cerrándose sobre nosotras con sus enormes copas abiertas y en fresco surcaba entre los mismos más libremente sin tanto follaje, comenzaba a refrescar.
La distancia que había entre las dos parecía hacerse más y más grande, ahora con su historia podía ver lo distintas que éramos y lo lejos que estaba yo de poder dejar huella en su persona, No entendía por qué me importaba tanto, pero el baldazo de agua fría en su narrativa solo me dejaba imaginar cuanto más era esa altura a la que no alcanzaba.
- Has hecho mucho verdad... - dije entre dientes con una vos ligera sin intenciones de ser oída mientras ella hablaba. Las ideas me destruían por dentro las esperanzas inconscientes no confesadas de lo que sentía. Un recuerdo ahogado de una vez tan lejana que parecía que nunca ocurrió. La vida de monja no era tan fácil después de todo. Trate de concentrarme en su aventura para olvidar mi pesar.
Ella seguía hablando, mencionando ciudades y lugares que conocía solo por nombre, personas y cosas extrañas que no las vi más que en viejos libros, tanto que ver era fascinante y llamativo, que sana envidia. Miré como acomodaba su cabello centrándome en lo delicado y suave de su gesto, pero cerré los ojos rápidamente concentrándome de nuevo mirando hacia adelante de manera torpe y evidente, algo sonrojada.
- Quien es Jana? - se me cruzo por la cabeza y no pude evitar decirlo cuando ella lo menciono - y que había en el huevo? - sentí curiosidad.
Los arboles cada vez eran más y más altos, cerrándose sobre nosotras con sus enormes copas abiertas y en fresco surcaba entre los mismos más libremente sin tanto follaje, comenzaba a refrescar.
Sauron Guardgris
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Re: La fruta que se prendió fuego [PRIVADO]
-Jani. -Rectifiqué, tomándome unos instantes antes de continuar. -Es una muchacha muy vivaz. Rubia, de pelo fino y liso, ojos...
¿De color tenía los ojos? la transparencia de la niña no ayudaba a distinguir matices... Ah, sí, son marrones.
-Oscuros, como las bellotas. Es risueña y divertida, aunque de vez en cuando tiene un comportamiento solitario. También suele estar algo dispersa, a veces parece que no te presta atención. Pero no la puedo culpar, tiene unos amigos muy dependientes e intrusivos. La conocí en el festival del Ohda del año pasado, aunque después de aquella noche le perdí el rastro y no volví a verla hasta meses después.
Me centraba en la joven fantasma de forma deliberada, evitando el tema del huevo, evitando recordar su contenido.
Sin darme cuenta empecé a divagar en mi memoria, imaginando un futuro irreal e idílico, dibujando escenas con toda la familia reunida delante del fuego, asando castañas y comiendo naranjas...
-¿No vas a decir nada más? -La voz de Jani apareció a mi costado. -Jolín, estabas diciendo un montón de cosas bonitas sobre mí.
La joven traslucida flotaba a pocos centímetros del suelo, dando pasitos como si el aire fuera sólido.
-Ah, Hola Jani. Perdona, me había perdido en mi misma.
-No pasa nada. -La jovencita sonrió. -Arancel y yo te encontraremos siempre. Hoy no te has asustado.
-Es cierto. -Alcé la comisura formando una media sonrisa. Obligándome a disipar los pensamientos taciturnos. -Sera que puedo sentir cuando te materializas.
-Oh, eso no es justo. -La chica de cabellos ondulantes hizo un mohín. -Ahora no podre sorprenderte... ¿Y él quién es?
Jani se llevó las manos a la espalda y se puso delante de Saurin.
-Es un viejo amigo. Se llama Sauron. -Señalé a la beata con la mano. -Sauron, te presento a Jani.
¿De color tenía los ojos? la transparencia de la niña no ayudaba a distinguir matices... Ah, sí, son marrones.
-Oscuros, como las bellotas. Es risueña y divertida, aunque de vez en cuando tiene un comportamiento solitario. También suele estar algo dispersa, a veces parece que no te presta atención. Pero no la puedo culpar, tiene unos amigos muy dependientes e intrusivos. La conocí en el festival del Ohda del año pasado, aunque después de aquella noche le perdí el rastro y no volví a verla hasta meses después.
Me centraba en la joven fantasma de forma deliberada, evitando el tema del huevo, evitando recordar su contenido.
Sin darme cuenta empecé a divagar en mi memoria, imaginando un futuro irreal e idílico, dibujando escenas con toda la familia reunida delante del fuego, asando castañas y comiendo naranjas...
-¿No vas a decir nada más? -La voz de Jani apareció a mi costado. -Jolín, estabas diciendo un montón de cosas bonitas sobre mí.
La joven traslucida flotaba a pocos centímetros del suelo, dando pasitos como si el aire fuera sólido.
-Ah, Hola Jani. Perdona, me había perdido en mi misma.
-No pasa nada. -La jovencita sonrió. -Arancel y yo te encontraremos siempre. Hoy no te has asustado.
-Es cierto. -Alcé la comisura formando una media sonrisa. Obligándome a disipar los pensamientos taciturnos. -Sera que puedo sentir cuando te materializas.
-Oh, eso no es justo. -La chica de cabellos ondulantes hizo un mohín. -Ahora no podre sorprenderte... ¿Y él quién es?
Jani se llevó las manos a la espalda y se puso delante de Saurin.
-Es un viejo amigo. Se llama Sauron. -Señalé a la beata con la mano. -Sauron, te presento a Jani.
Reivy Abadder
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Re: La fruta que se prendió fuego [PRIVADO]
Quizás era por el frio y por la luz que poco a poco ingresaba menos en la espesura del bosque pero ya estaba algo inquieta.
Empezó a describir a una muchacha que parecía pertenecer a un estereotipo de campirana feliz y risueña y, conforme la escuchaba tan emocionada por contarme al detalle sobre ella comencé a desanimarme muchísimo, quizás Rei había formalizado algo con alguien, en un año quizás había encontrado a alguien real con quien combatir su tiempo, alguien que le diera sentido a su vida o algo por el estilo; nadie, después de todo, era tan específico sobre otra persona si no había un interés de por medio. Quizás no debía mantener esperanzas de volver a tener una noche como aquella a su lado. Quizás no debería seguir enamorada de ella.
Pero entonces, algo totalmente absurdo e inesperado ocurrió, carecía de lógica, no tenía sentido, algo sumamente antinatural de los que solo había escuchado referencias en los más insólitos libros. Rei hablaba con una aparición, una especie de niña rara sin colores que se materializado sin explicación alguna frente a mis ojos.
Quede atónita sin poder dar fe de lo que mis pupilas experimentaban entonces, era una conversación, un fluidez de palabras intercambiadas como clásicas añoranzas entre amigas, entre esa cosa y Rei, como si se conocieran de toda la vida y como si la existencia de ninguna de las dos se pusiera en duda.
Solo cuentos y leyendas mencionaban cosas así, canticos en bares a boca de juglares, historias para educar niños sobre las consecuencias de vagar a altas horas de la noche, ninguno era un referente científico que diera justificación a esta situación.
Por qué no estaba preparada para algo así, porque la gran biblioteca de la montaña no tiene nada sobre espectros y apariciones, y por qué Rei podía intercambiar palabras con eso sin problema alguno.
Esa cosa de manera casi esperada mi vio y sentí como se me erizaba completamente la piel excitando cada poro a lo largo de todo el manto y dejando la mal llamada "piel de gallina" expuesta. Mis ojos se cruzaron con los suyos y estaba seguro de que podía ver a través de ellos, observaba la tierra, el pasto la grava pero de un día completamente gris, cubierto por una densa niebla e inquietante vaho.
Rei me la presentó, pero tenerla cerca fue demasiado.
- Yo... ehhh- no podía emitir sonido, no había forma en que dijera algo, intentar hablar con algo que no debería existir causo un sincope en mí, mis pupilas subieron repentinamente hasta perderse dentro del ojo, dejando una simple pantalla blanca, el color de mi tez disminuyó entre tres y cuatro tonos y finalmente termine por desplomarme al suelo de la impresión.
Empezó a describir a una muchacha que parecía pertenecer a un estereotipo de campirana feliz y risueña y, conforme la escuchaba tan emocionada por contarme al detalle sobre ella comencé a desanimarme muchísimo, quizás Rei había formalizado algo con alguien, en un año quizás había encontrado a alguien real con quien combatir su tiempo, alguien que le diera sentido a su vida o algo por el estilo; nadie, después de todo, era tan específico sobre otra persona si no había un interés de por medio. Quizás no debía mantener esperanzas de volver a tener una noche como aquella a su lado. Quizás no debería seguir enamorada de ella.
Pero entonces, algo totalmente absurdo e inesperado ocurrió, carecía de lógica, no tenía sentido, algo sumamente antinatural de los que solo había escuchado referencias en los más insólitos libros. Rei hablaba con una aparición, una especie de niña rara sin colores que se materializado sin explicación alguna frente a mis ojos.
Quede atónita sin poder dar fe de lo que mis pupilas experimentaban entonces, era una conversación, un fluidez de palabras intercambiadas como clásicas añoranzas entre amigas, entre esa cosa y Rei, como si se conocieran de toda la vida y como si la existencia de ninguna de las dos se pusiera en duda.
Solo cuentos y leyendas mencionaban cosas así, canticos en bares a boca de juglares, historias para educar niños sobre las consecuencias de vagar a altas horas de la noche, ninguno era un referente científico que diera justificación a esta situación.
Por qué no estaba preparada para algo así, porque la gran biblioteca de la montaña no tiene nada sobre espectros y apariciones, y por qué Rei podía intercambiar palabras con eso sin problema alguno.
Esa cosa de manera casi esperada mi vio y sentí como se me erizaba completamente la piel excitando cada poro a lo largo de todo el manto y dejando la mal llamada "piel de gallina" expuesta. Mis ojos se cruzaron con los suyos y estaba seguro de que podía ver a través de ellos, observaba la tierra, el pasto la grava pero de un día completamente gris, cubierto por una densa niebla e inquietante vaho.
Rei me la presentó, pero tenerla cerca fue demasiado.
- Yo... ehhh- no podía emitir sonido, no había forma en que dijera algo, intentar hablar con algo que no debería existir causo un sincope en mí, mis pupilas subieron repentinamente hasta perderse dentro del ojo, dejando una simple pantalla blanca, el color de mi tez disminuyó entre tres y cuatro tonos y finalmente termine por desplomarme al suelo de la impresión.
Sauron Guardgris
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Re: La fruta que se prendió fuego [PRIVADO]
Que perdiera la voz al ver a Jani fue lo más normal, que desmayara también. Logré agarrar a Saurin justo antes de que se diera de bruces contra el suelo.
-Por esto es que no tienes que aparecer de repente, Jani. -Miraba a la chiquilla con la monja entre los brazos. -Ya hemos hablado de esto antes, a menos que sea una emergencia tienes que esperarte a que te llame.
-Ya lo sé, mami. -La pequeña traslucida flotaba a mi lado mientras me llevaba a Sauron a un lugar apartado del camino. -Pero es que lo hice sin querer.
-Ve a dar una vuelta con Arancel y Doce Horas a ver que encuentras. -Dejé a la mujer en el suelo, apoyada junto al tronco de un árbol. -Me quedare aquí y encenderé un fuego.
La joven asintió contenta de poder hacer algo útil, y se perdió entre la espesura del bosque.
Recolecté unas cuantas ramas de distintos tamaños, sin dejar que la bella durmiente desapareciera de mi campo de visión, los apilé y les prendí fuego. Saqué un par de mantas, la primera se la puse por encima a ella y la segunda la extendí en el suelo, cerca del calor de la hoguera.
-¿Has dormido bien? -Alcé la vista del fuego al percibir movimiento.- La primera vez que Jani se me apareció estaba volando, descendí como 20 metros antes de darme cuenta que había plegado las alas del susto. Pensé que había sido una alucinación, porque cuando aterricé no la volví a ver. -Desvié los ojos un instante al escuchar crepitar la madera. -Quédate tranquila, Sau, es una buena niña no te hará daño.
-Por esto es que no tienes que aparecer de repente, Jani. -Miraba a la chiquilla con la monja entre los brazos. -Ya hemos hablado de esto antes, a menos que sea una emergencia tienes que esperarte a que te llame.
-Ya lo sé, mami. -La pequeña traslucida flotaba a mi lado mientras me llevaba a Sauron a un lugar apartado del camino. -Pero es que lo hice sin querer.
-Ve a dar una vuelta con Arancel y Doce Horas a ver que encuentras. -Dejé a la mujer en el suelo, apoyada junto al tronco de un árbol. -Me quedare aquí y encenderé un fuego.
La joven asintió contenta de poder hacer algo útil, y se perdió entre la espesura del bosque.
Recolecté unas cuantas ramas de distintos tamaños, sin dejar que la bella durmiente desapareciera de mi campo de visión, los apilé y les prendí fuego. Saqué un par de mantas, la primera se la puse por encima a ella y la segunda la extendí en el suelo, cerca del calor de la hoguera.
-¿Has dormido bien? -Alcé la vista del fuego al percibir movimiento.- La primera vez que Jani se me apareció estaba volando, descendí como 20 metros antes de darme cuenta que había plegado las alas del susto. Pensé que había sido una alucinación, porque cuando aterricé no la volví a ver. -Desvié los ojos un instante al escuchar crepitar la madera. -Quédate tranquila, Sau, es una buena niña no te hará daño.
Reivy Abadder
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Re: La fruta que se prendió fuego [PRIVADO]
Sentí la cabeza pesada, me había desconectado tan repentina e inesperadamente que no dio lugar a que delirara ningún sueño o fantasía, fue como caer en un colcho hecho de plumas y sentir la fría humedad recorriendo mi espalda en ascenso me devolvió a la realidad.
No terminaba de despabilarme que un intenso color amarillo llamo mi atención en la oscura noche, en estas islas, la tarde caía muy rápido y poco podía aprovecharse de eso.
Su voz familiar me convoco una mirada y a escucharla atenta.
"Ahh... habla de la fantasma... no lo estaba imaginando...” algo de tranquilidad me dio saber que no me estaba volviendo loca por apreciar algo que hasta ahora creí que no existía. "ufff..."
Me incorpore apenas para sentarme doblando las piernas y dejando caer sobre mi falda la manta que cubría mi torso. La miré sin recordar su origen y note que ya tenía montado un pequeño campamento. "Tanto tiempo quede inconsciente?"
- Una niña? Y como paso eso? y por qué te sigue ahora? - la cabeza se me llenaba de preguntas sumamente intrigantes y curiosas, era una clase de criaturas que no estaba suficientemente documentada como para no sentir esa pasión por el descubrimiento.
Que era, cuál era la materia que se oponía al son en su ser como para verse de esa manera traslucida no materializada, hasta donde llegaba la interacción con personas, con objetos con el modelo de materia clásico y hasta donde eso dependía de su voluntad existencial. Es acaso una condición post-mortem? Que reglas seguía el alcanzar ese estado y que factores evitar para no alcanzarlo, era tortuorio, una bendición? y como los Celestiales categorizaban la existencia de humanos con tales características, si se podían llamar humanos.
Mil y un preguntas que no podía darme el gusto de lanzar de mis labios por miedo a ser apabullante, pero mi interés se reflejaba claramente en mis ojos que con cada pregunta se abrían más y brillaban con un fuego emocionado.
- Donde la conociste? Que hacías cuando ocurrió? Como sabes que es una niña? hace cuanto ella es así? -
No terminaba de despabilarme que un intenso color amarillo llamo mi atención en la oscura noche, en estas islas, la tarde caía muy rápido y poco podía aprovecharse de eso.
Su voz familiar me convoco una mirada y a escucharla atenta.
"Ahh... habla de la fantasma... no lo estaba imaginando...” algo de tranquilidad me dio saber que no me estaba volviendo loca por apreciar algo que hasta ahora creí que no existía. "ufff..."
Me incorpore apenas para sentarme doblando las piernas y dejando caer sobre mi falda la manta que cubría mi torso. La miré sin recordar su origen y note que ya tenía montado un pequeño campamento. "Tanto tiempo quede inconsciente?"
- Una niña? Y como paso eso? y por qué te sigue ahora? - la cabeza se me llenaba de preguntas sumamente intrigantes y curiosas, era una clase de criaturas que no estaba suficientemente documentada como para no sentir esa pasión por el descubrimiento.
Que era, cuál era la materia que se oponía al son en su ser como para verse de esa manera traslucida no materializada, hasta donde llegaba la interacción con personas, con objetos con el modelo de materia clásico y hasta donde eso dependía de su voluntad existencial. Es acaso una condición post-mortem? Que reglas seguía el alcanzar ese estado y que factores evitar para no alcanzarlo, era tortuorio, una bendición? y como los Celestiales categorizaban la existencia de humanos con tales características, si se podían llamar humanos.
Mil y un preguntas que no podía darme el gusto de lanzar de mis labios por miedo a ser apabullante, pero mi interés se reflejaba claramente en mis ojos que con cada pregunta se abrían más y brillaban con un fuego emocionado.
- Donde la conociste? Que hacías cuando ocurrió? Como sabes que es una niña? hace cuanto ella es así? -
Sauron Guardgris
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Re: La fruta que se prendió fuego [PRIVADO]
-Mmmm, ¿cómo pasó? -Partí la ramita que tenía en las manos y la lancé al fuego. -No lo sé, yo no estuve allí cuando sucedió. ¿Te acuerdas el festival del Ohda que mencioné antes? Pues Jani fue una de las niñas que se metió en la pira. La encontré de casualidad al día siguiente. Yo estaba con una reseca tremenda en el puerto de Lunargenta y Lavey vino corriendo. Nos contó que había hablado con sus padres y que la niña estaba perdida. -Estiré los brazos hacia el cielo, sacando tensión de los mismos y la espalda. -Jani nos contó que se despertó en su cama, toda la casa estaba ardiendo y ella flotaba por encima de la cama. Aunque insiste en que no está muerta.
Guardé silencio durante unos instantes, dejando que Sauron asimilara la información y poniendo en orden mis pensamientos.
La intriga se marcaba en la cara de la rubia, no hacía falta ser muy avispada para darse cuenta que Jani le interesaba, aunque lo mismo eran solo preguntas para poder racionalizar lo sucedido y no salir corriendo por el pánico.
-Bueno... sé que es una niña porque se la ve. Y además la conocí mientras aún era de carne y hueso. ¿Cuanto? diría que como año y medio.
A mi espalda comenzó a escucharse la voz de la niña, se acercaba a horcajadas y a una altura considerable, como si estuviera encima de una montura.
-No hemos encontrado nada extraño en el bosque. -La traslucida infante se inclinó hacia delante, pasó una pierna por detrás de algo invisible y descendió al suelo como si hubiera dado un salto. -¿Estabais hablando de mí?
Guardé silencio durante unos instantes, dejando que Sauron asimilara la información y poniendo en orden mis pensamientos.
La intriga se marcaba en la cara de la rubia, no hacía falta ser muy avispada para darse cuenta que Jani le interesaba, aunque lo mismo eran solo preguntas para poder racionalizar lo sucedido y no salir corriendo por el pánico.
-Bueno... sé que es una niña porque se la ve. Y además la conocí mientras aún era de carne y hueso. ¿Cuanto? diría que como año y medio.
A mi espalda comenzó a escucharse la voz de la niña, se acercaba a horcajadas y a una altura considerable, como si estuviera encima de una montura.
-No hemos encontrado nada extraño en el bosque. -La traslucida infante se inclinó hacia delante, pasó una pierna por detrás de algo invisible y descendió al suelo como si hubiera dado un salto. -¿Estabais hablando de mí?
Reivy Abadder
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Re: La fruta que se prendió fuego [PRIVADO]
La humedad se levantaba ligeramente.
Aún estaba absorta por lo loco y absurdo que sonaba la historia de la dragona, si esto fuera una de esas leyendas que se cuentan a la luz de un fogón una noche de caravana de un paso mercantil, sería un gran éxito, como así también una gran mentira entre muchas otras mentiras que se dicen para llamar la atención.
Pero no podía negar lo que mis ojos habían visto, absorber la nueva información y asimilarla era una tarea titánica que ante la imposibilidad lógica que se traducía como admiración o deslumbramiento. No sabía que pensar, no sabía qué hacer con este hallazgo, cómo investigar más sobre algo que no tenía sustento científico... Un verdadero reto.
- no sabe que está muerta? - pregunté retoricamente para mí misma tratando de registrar en mi memoria testimonio de mi compañera. " Entonces, sí, tenía que estar vivo para luego convertirse en una figura espectral... Si una persona conoce a muchas otras a lo largo de su vida, cuál era entonces el factor que vinculaba a este ser con mi amiga.
"Mi amiga" pensé un instante, observando el contorno de su rostro dibujado en colores dorados y rojisos, restaba más atrás de ella, justo a su lado, pero nunca una distancia en la vida, se sentía tan abismal. Bajo el brazo un mometo apoyandose contra la muñeca, un bajo instinto llevo a que despegase la mano del suelo y sin el envío suficiente se acercará hacia ella en busca de contacto. Nada era tan maravilloso como volverla a ver, pero quería acortar la brecha aunque no sabía como.
Entonces no tardó en volver a aparecer la tercer para de la mesa, yo por mi parte reaccioné de la única manera que a mi cuerpo le surgía, exaltandome y echándome hacia atrás acentuando la distancia entre nosotras, trasladando metro y medio, el cambiando el peso de mi cuerpo hacia las manos y los pies.
- Ahhhh~ Ahhh!!!! - levanté la mano señalandola con el dedo. Cómo acostumbrarse que está criatura surgiera de la nada y en cualquier momento.
Sus ojos vacíos me observaban y además de fascinación, podía sentir mucho frío y miedo,tanto que parecía expandirse como unidad a su alrededor enfriandonos a todos.
Me recuperé de inmediato echándole adelante, gatee unos paso y me acerqué ara intentar tocarla, pero mus falanges no encontraron la masa que se opusiera a ella ocupando espacio.
- Esto es muy loco - dije y empecé a mover los dedos en su interior jugando con la espesa y humeda sensación.
Aún estaba absorta por lo loco y absurdo que sonaba la historia de la dragona, si esto fuera una de esas leyendas que se cuentan a la luz de un fogón una noche de caravana de un paso mercantil, sería un gran éxito, como así también una gran mentira entre muchas otras mentiras que se dicen para llamar la atención.
Pero no podía negar lo que mis ojos habían visto, absorber la nueva información y asimilarla era una tarea titánica que ante la imposibilidad lógica que se traducía como admiración o deslumbramiento. No sabía que pensar, no sabía qué hacer con este hallazgo, cómo investigar más sobre algo que no tenía sustento científico... Un verdadero reto.
- no sabe que está muerta? - pregunté retoricamente para mí misma tratando de registrar en mi memoria testimonio de mi compañera. " Entonces, sí, tenía que estar vivo para luego convertirse en una figura espectral... Si una persona conoce a muchas otras a lo largo de su vida, cuál era entonces el factor que vinculaba a este ser con mi amiga.
"Mi amiga" pensé un instante, observando el contorno de su rostro dibujado en colores dorados y rojisos, restaba más atrás de ella, justo a su lado, pero nunca una distancia en la vida, se sentía tan abismal. Bajo el brazo un mometo apoyandose contra la muñeca, un bajo instinto llevo a que despegase la mano del suelo y sin el envío suficiente se acercará hacia ella en busca de contacto. Nada era tan maravilloso como volverla a ver, pero quería acortar la brecha aunque no sabía como.
Entonces no tardó en volver a aparecer la tercer para de la mesa, yo por mi parte reaccioné de la única manera que a mi cuerpo le surgía, exaltandome y echándome hacia atrás acentuando la distancia entre nosotras, trasladando metro y medio, el cambiando el peso de mi cuerpo hacia las manos y los pies.
- Ahhhh~ Ahhh!!!! - levanté la mano señalandola con el dedo. Cómo acostumbrarse que está criatura surgiera de la nada y en cualquier momento.
Sus ojos vacíos me observaban y además de fascinación, podía sentir mucho frío y miedo,tanto que parecía expandirse como unidad a su alrededor enfriandonos a todos.
Me recuperé de inmediato echándole adelante, gatee unos paso y me acerqué ara intentar tocarla, pero mus falanges no encontraron la masa que se opusiera a ella ocupando espacio.
- Esto es muy loco - dije y empecé a mover los dedos en su interior jugando con la espesa y humeda sensación.
Sauron Guardgris
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