[Desafío] Høstblót: La Máscara de los Cazadores [Zellas+Sango]

-Bueno eso ha sido decepcionante... aun debes pagarme por cierto- comento el elfo intentando restarle importancia a lo que acababa de ver, cuando las cosas comenzaron a ponerse raras y un fuerte viento comenzó a soplar en aquel extraño festival..

-Vaya no parecía clima de tormenta... ¡Qué mierda!- exclamo cuando aquella inusual visión acaparo su atención, su cuerpo ahora etéreo vislumbraba lo que se podía llamar una calamidad, una manada de Kags arrasando con una indefensa Roilkat, civiles siendo aplastados y cortados por la manada salvaje de animales que no perdonaban a nada que se les pusiera enfrente, cuerpos reventados por el peso de las creaturas, sangre, polvo, destrucción y lo que parecía ser una difícil decisión al ver a una mujer huir con sus hijos y ver como debía dejar a uno de ellos con la esperanza de que tuviera una muerte rápida. Y entonces todo comenzó a retroceder rápidamente hasta lo que parecía un par de minutos antes de que ocurriera aquella horrible catástrofe.

Zelas ahora aparecía junto al otro individuo con el cual había interactuado antes cuando montaba al kag de Eriu, ahora se encontraban en la entrada de la ciudad viendo a lo lejos como la estampida catastrófica se acercaba, -Yo lo vi y tu también, nosotros vimos lo que ocurrirá y debemos hacer algo- dijo al sujeto mientras pensaba que podía hacer, rápidamente se acerco a un guardia y le mostro la estampida que estaba por acercarse.

-Hey! Guardia, debemos hacer algo para defender la ciudad rápido-
-Es imposible, la mayoría de los soldados están dispersos por la ciudad lo mejor que podemos hacer es correr-
-Hey!- Zelas abofetea al guardia para hacerlo entrar en razón.-Si no hacemos algo no tendrás tiempo ni para correr-
-Y que propones?, no tenemos ni la fuerza ni las habilidades para hacerles frente a semejante cantidad-
-Necesito 2 caballos y que reúnas a la mayor cantidad de gente posible-
-No planeas huir verdad?-
-Si hubiera querido ya habría robado uno y ni cuenta te habrías dado, intentare desviar la estampida, pero probablemente habrán algunos rezagados, hay es donde entras tu y tus hombres-
-De acuerdo, roguemos a los dioses que esto funcione-

Rápidamente el guardia dio aviso a su compañero para reunir hombres y procedió a ir en busca de los caballos que estaban mas cerca, Zelas entonces se acerco al tipo con el que había visto la calamidad que se aproximaba. -Tengo una idea pero necesito tu ayuda, parecías saber algo hace un rato cuando domaba al Kag, solo podemos desviar la estampida, no se que tan bien resultara con un solo punto de desvió así que necesitaremos 2, la misión si eliges aceptarla, consiste en que vayas a uno de los extremos de la manada, yo intentare montar al Kag que encabeza la estampida y lo guiare en la dirección contraria al extremo que elijas, deberás intentar guiar a los Kags de tu extremo en la misma dirección, creo en mis habilidades para hacerlo pero es una apuesta en todo sentido- comento justo al momento que el soldado llegaba con los caballos.

Zelas no espero una respuesta, el tiempo apremia, subió a uno de los caballos y se lanzo de frente a la estampida para intentar llevar a cabo aquella locura de plan, -he visto a elfos hacer milagros, pero ese sujeto esta loco- comento el soldado viendo como el elfo se iba sin mas, acto seguido comenzó a reunir a cada hombre disponible para defender la ciudad de aquella calamidad.

Sorprendentemente todo había salido bien. El hombre con la máscara de pájaro derribó al kag y Eriu se lanzó rápidamente a tratar de calmar a su bestia. La intervención de Sango quedó relegada a controlar que sus patas no se movieran mucho. Ben sonrió mirando hacia Taia que estaba un paso por detrás de Eriu. Ella se limitó a asentir. Claro, ella solo veía una máscara sonriente.

- Creo que lo tienes.- Comentó Sango aflojando la presión que estaba ejerciendo sobre una pata.

Todos se echaron hacia atrás y dejaron que el kag se levantara. El kag se puso en pie y se sacudió. Justo en ese instante, una fuerte ráfaga de viento sopló contra ellos y el kag marchó corriendo. Eriu gritaba sin parar mientras que en los alrededores no dejaban de aparecer kags, manadas enteras que rugían sin dejar un solo instante de silencio.

- ¿Qué...?-

Ante sus ojos un chaval corría tras una mujer que cargaba con un niño, de corta edad, en sus brazos. Corrían a buscar refugio en la seguridad de la ciudad amurallada. Los kags los tenían a punto y el chaval cayó al suelo y gritó. Sango tendió un brazo hacia delante pero las imágenes que se sucedieron a continuación no tenían sentido alguno: los kags corrían hacia atrás, el chico y la mujer con el niño lo mismo, todo, absolutamente todo, iba hacia atrás. Cuando todo se estabilizó Sango se sintió profundamente desorientado y confundido lo que provocó que se quedara quieto mirando hacia el infinito.

- Yo lo vi y tu también, nosotros vimos lo que ocurrirá y debemos hacer algo.- Dijo el hombre que había derribado al kag. Sango volvía en sí.

- Sí...- Acertó a decir antes de que el otro saliera al encuentro de varios soldados que se afanaban en tareas de recoger y retirarse intramuros.

Ben, que parecía empezar a asimilar todo aquello, miró hacia el horizonte, al lugar del que provenía la manada de kags que por cierto era gigantesca. Su cabeza empezó a relacionar ideas y a especular. Un grupo tan grande de kags era algo verdaderamente extraordinario, sin embargo, no creía que fuera una casualidad, quizá algún hechicero o... Oh, oh...

- Nórgedos...- Sango sacudió la cabeza y se acercó hasta su camarada que le contó un plan.

El plan consistía en tratar de separar la manada, dispersarla en dos frentes, y para ello aquel hombre pretendía volver a subirse a lomos de un kag y tratar de separar parte del grupo mientras que Sango tendría que llevarse a otro grupo.

- Lo que sea, tenemos que darnos prisa. Espera, una cosa.- Un hombre con caballos se acercaba.- No los subestimes, no son perros feos. Si tienes algún problema trata de atravesarles el lomo, justo detrás del caparazón, las patas son nervudas y muy fuertes, el vientre es otro punto que también podría dar resultado, pero del lomo estoy seguro.- El hombre montó y Sango agarró las riendas del otro caballo.

- ¡Tú!- Grito al soldado que había traído los caballos.- No cerréis la puerta, aún queda gente ahí fuera, no la cerréis, aguantad hasta el último momento.- Montó y echó un vistazo al resto de soldados que se estaban colocando en formación.- Por todos los Dioses, colocad las picas al frente, si no conseguimos desviarlos os destrozarán, colocad picas y retrasadlos lo más que podáis.- Sango arreó al caballo.

Cabalgó hacia el norte de manera errática. Era la tercera o cuarta vez que montaba a caballo. El caballo era consciente de ello y se paraba cada poco. Sango le palmeaba el cuello sin parar para tratar de trasmitirle confianza. Cuando por fin pudo conseguir que el caballo galopara como él quería, la estela de polvo se había acercado mucho. Ben decidió que, en cuanto aquel hombre se lanzara al lomo del kag que iba en cabeza, él cargaría contra la columna gritando y silbando, si era posible, como le silbaba a su kag. Y cuando estuviera a menos de treinta o cuarenta pasos cambiaría la dirección. Cincuenta. Ben frunció el ceño y se dio cuenta de lo que iba al frente.

Un chaval que Sango ya había visto antes, corría tras una mujer que cargaba con un bebé en sus brazos. El miedo y el horror se quedaban cortos para expresar lo que se podía ver en sus rostros. No iban a llegar. No podía permitirlo.

Sango cambió sus planes y se lanzó a socorrerlos.

Zelas había logrado salir exitosamente al encuentro de la manada, sin embargo su idea original se desmorono al notar que había mas de un líder guiando la manada alcanzo a notar 5 Kags que eran mas grande que el resto y debería eliminar a 2 al menos si planeaba desviar esa gran manada, "si elimino a los de la izquierda, el resto me ayudara a empujar a los otros hacia las dunas".

El elfo desvió al caballo hacia la izquierda y salto justo a tiempo para interceptar al primer Kag de los que parecían ser lideres, a diferencia de su interacción anterior con aquellas creaturas, aquello era mucho mas sencillo ya que solo se movían en una dirección, Zelas recordó las palabras del sujeto con el que había hablado antes y recordó su consejo, desenvaino rápido su cimitarra y levanto parte de la caparazón, justo detrás de eso vio lo que le habían dicho y clavo la hoja con fuerza, el animal cedió justo al momento que el elfo saltaba hacia otro kag, recuperando rápidamente el equilibrio y salto nuevamente hacia otro, desenvaino otra cimitarra antes de finalmente llegar a su objetivo al cual acabo de un solo golpe, enterrando el arma profundamente antes de saltar sobre otro Kag, Zelas alcanzo a ver como la bestia era aplastada y desmembrada por la estampida feroz de la manada, la cual perdía una pequeña parte cada vez que un Kag líder era abatido.

Ahora estaba en condiciones de guiar a la manada a las dunas sin embargo el tiempo se hacia escaso, Zelas llego rápidamente al líder usando a los kags como plataformas, mientras mantuviera su centro de gravedad controlado, aquello no era diferente de movilizarse saltando sobre las ramas de los arboles, ahora emulando una acción realizada con el kag de Eriu, se sujeto de una parte de la caparazón con ambas manos y pateo el cuello de la bestia con toda su fuerza, obligándolo a desviarse en la dirección que tenia planeado, parte de la manada se resistió por un momento, sin embargo, la gran mayoría cambio su rumbo en dirección a las dunas obligando al resto a ceder y dirigirse ahora a las dunas.

Sin pensarlo mucho Zelas cedió parte de su agarre, para ser capaz de sujetarse con una mano, desenvaino su tercera cimitarra y corto los tendones de una de las patas del Kag, para luego saltar sobre otro y ver como el Kag herido sufría el mismo destino que los otros al ser destrozado por la manada, ya solo le quedaban 2 kags y su trabajo estaba en su mayoría completo, le quedaban 2 cimitarras, una la tenia en su mano y la ultima seguía envainada en su arnés, la sensación de urgencia había pasado.

El elfo avanzo un poco mas con la manada asegurándose de que no cambiaran su rumbo y acabo con otro kag líder el cual iba montando, salto sobre otro para ver como gran parte de la manada se dispersaba entre las dunas al no tener un kag que los guiara, Zelas se encargaría de que no quedara ninguno. Extendió su brazo libre hacia arriba y sintió el vinculo leve que había de su propio éter, entonces con un movimiento de su mano revitalizo el vinculo y las armas que había dejado en los cuerpos de los otros animales las cuales se desprendieron con fuerza de los cadáveres y salieron girando en dirección al elfo, Zelas envaino la cimitarra que tenia en la mano y salto cuando vio las cimitarras acercarse y las sujeto con fuerza, activando el mecanismo que le permitía unirlas en una espada doble, aterrizo sobre un kag e hizo girar el arma violentamente mientras avanzaba hacia el ultimo Kag líder, cercenando todo lo que tocaba la hoja incluso partes de sus duras corazas, ocupando a los kags como peldaños salto nuevamente para lanzar su arma girando a una gran velocidad y fuerza, la suficiente para degollar al ultimo Kag líder de lo que quedaba de la manada.

Zelas extendió su mano de nuevo para realizar un gesto con esta y que su arma volviera a el, solo una pequeña e ínfima cantidad de Kags había avanzado hacia Roilkat, y los pocos soldados que habían serian mas que suficientes para detenerlos, los pocos kags que quedaban se dispersaron entre las runas y algunos pasaron cerca del elfo el cual estaba lleno de rasguños y cortes leves que la adrenalina no le había dejado sentir, cubierto de sangre y tierra, pero vivo a fin de cuentas. -solo eran perros feos, pero cuando se juntan pueden ser aterradores- se dijo para si mismo mientras enterraba su arma a un lado y se sentaba en el piso un momento, ahora que había pasado todo era cuando su cuerpo le pasaba la cuenta y le exigía un descanso, lo importante ya estaba hecho, ese breve descanso se lo había ganado.

OFF: habilidad utilizada: Retorno(Ex vinculo de Éter): Al principio de una pelea recubre el pomo de sus armas con éter, permitiéndole con un leve gesto de manos hacer que las armas vuelvan a el en cualquier momento de la pelea, (no puede alterar el curso de estas una vez las lanza, solo puede hacer que vuelvan hacia el.)

Tenía la vista clavada en el frente, en la mujer y en los niños, corrían y la imagen era muy desagradable. La madre, delante, apretaba a su hijo contra el pecho y no miraba atrás, gritaba y corría y solo había una meta: Roilkat. El niño, detrás, trataba de mantener el paso de la madre, pero sus piernas más pequeñas y quizá la inocencia le hacían ir varios pasos por detrás y a un ritmo errático. Aquella imagen desgarró el corazón de Ben que se dijo, una vez más, que aquello tenía que evitarse.

Desenvainó el hacha y la empuñó con fuerza. Su tacto le reconfortó y se sintió con confianza para hacer lo que iba a hacer a continuación: tenía intención de cortar el frente y lanzar un amago de ataque a la línea de kags para dar más tiempo a la madre y a los hijos. Haría varias pasadas hasta que estuviesen a salvo. Se encomendó a todos los Dioses. Agarró con la mano izquierda las riendas mientras se inclinaba hacia ese mismo lado y cargaba el hacha hacia atrás. Por suerte, las maniobras de su camarada estaban teniendo éxito.

- ¡Corred, no paréis!-. Gritó.

El caballo trató de alejarse de la primera línea pero Sango tiró de él hacia los kags y lanzó varios hachazos para captar su atención mientras gritaba exabruptos e improperios centrándose, en mayor medida, en los progenitores de las bestias. La primera pasada fue un éxito, la velocidad con la que había pasado confundió a los kags que frenaron el ritmo pero no cejaron en su empeño por la mujer y el niño. Algunos, sin embargo, se centraron en el caballo y el jinete.

Sango se confió e hizo lo mismo una vez más. Ocurrió exactamente lo mismo y la mujer y los niños, según pudo ver, se habían alejado bastante, pero aun les quedaba un buen tramo para llegar a la ciudad. Sango decidió hacer otra pasada, pero uno de los kags que iba en cabeza, grande como un demonio, lanzó un aullido y redoblaron sus esfuerzos por llegar a su presa. Y entonces vio como una segunda columna se separaba del grueso de lo que quedaba de manada.

Sango hizo una pasada por esta segunda columna y uno de los hachazos impactó con la dura cabeza de un kag lo que provocó que casi perdiera el hacha y al concentrarse en no perderla, perdió el control de la rienda. Como su peso estaba inclinado hacia la izquierda Ben cayó al suelo y el caballo siguió su camino.

Se levantó rápidamente y tiró de la cuerda que sujetaba el escudo a su espalda. Lo empuño con fuerza y echó a correr en dirección a la ciudad. Un kag de la segunda columna lo vio y se lanzó a por él. Ben lo ignoró y siguió corriendo y como enviado por el mismísimo Odin, el caballo apareció a derecha a través de una nube de polvo. Sango se aferró a la rienda y el caballo casi detuvo su marcha relinchó y lanzó una coz que impacto en la cabeza del kag al que derrumbó. Ben no perdió mucho tiempo en contemplar la escena pues arreó al caballo hacia la ciudad.

La polvareda que se había levantado apenas dejaba ver más allá de siete u ocho pasos más allá, y por el camino encontraban kags confundidos que se lanzaban tras ellos al verlos pero que se detenían al ver que el caballo y el jinete desaparecían instantes después. Por fin la ciudad se dibujó al fondo, se habían desviado mucho hacia el norte y cabalgaron en dirección a las puertas de la ciudad. La mujer y el niño estaban llegando pero el enorme kag se les echaba encima. Arreó como un loco al caballo. Estaba a punto de llegar a ellos.

El niño cayó al suelo. El corazón de Sango se heló. El kag estaba apunto de llegar. Ben y el corcel también. Sango, lanzó el hacha. Impactó en el kag que desvió su atención hacia él. Sango saltó del caballo y rodó por el suelo.

- ¡Corre y no mires atrás! ¡Corre!- Gritó mientras se levantaba.

El kag se lanzó contra él pero lo esquivó con un salto hacia un lado. Le dio tiempo a desenvainar la espada. Esperó al siguiente ataque que no tardó en llegar y lo esquivó de la misma manera. Otro. Otro. No le daba tiempo a armar el brazo y atacar. Apareció un segundo kag y Ben se puso de espaldas a la ciudad. Un tercero también centró su atención en él. Alguno más apareció mientras se disponían en torno a él. Sonrió. Extendió los brazos y gritó. Los kags avanzaron.

Las flechas empezaron a caer desde la muralla. Sango no dudó en aprovechar ese momento de desconcierto de los kags en echar a correr hacia las puertas. No quedaban muy lejos. Las flechas seguían cayendo mientras le gritaban desde las murallas y las puertas. Le hacían señas, un muro de escudos se levantaba en su dirección pero había un hueco. No miraba atrás pero sentía las fauces abiertas de las bestias. Le empezaban a doler los músculos.

Pasó de lado entre los escudos que se cerraron tras él que cayó al suelo.

- ¡Picas arriba!- Gritó un soldado.

Ben se levantó tan rápido como pudo y observó como había soldados apostados tras los que portaban escudos y que levantaron las picas.

- ¡No tan arriba!- Chilló.- ¡Al vientre, apuntad al vientre!- Sango se levantó.

Se lanzó a reforzar el muro de escudos justo en el instante en el que un grupo de kags arremetía contra ellos. Algunas picas se quebraron, otras hicieron blanco y otras fallaron.

- ¡No temáis! ¡Si vivimos o morimos está en manos de los Dioses, luchad! ¡Vamos a matarlos!- Los gritos de guerra aumentaron y el contingente se lanzó hacia los kags.- ¡En el lomo, detrás del caparazón!- Gritó Sango que empuñaba la espada y que debido al encantamiento de hielo brillaba por encima del resto.

La carga solo tuvo éxito porque empujaron a los kags hasta el punto de vista de los arqueros que habían prendido fuego a sus flechas y las lanzaban a los kags. Era un flujo constante de flechas, algunas se clavaban en los cuartos traseros de los animales pero lo que importaba era el efecto disuasorio, el fuego acabó por provocar la retirada de los kags. Los gritos de alegría no se hicieron esperar.

- Lo que ha hecho tu compañero... Tenías que haberlo visto.- Le dijo un soldado que se afanaba en recoger flechas del suelo.- No había visto algo así en mi vida. No creo que lo olvide.- Sango asintió. Envainó la espada. Por cierto, ¿dónde estaba?

Las órdenes y los soldados iban de un lado a otro, Sango se limitó a retroceder y observar.

- Gracias.- La mujer con los niños se habían acercado a él.- Por todo.- Las lágrimas caían por su rostro. Sango le dedicó una sonrisa, cansada pero sincera

- A mi no,- le puso una mano en el hombro- a los Dioses.- Se agachó y miró al niño que se aferraba con fuerza a la pierna de la madre. A él también le sonrió.

- Señor, necesitamos que nos ayude a formar una linea de defensa, esos nórgedos no tardarán en llegar.- Sango se levantó.

- Claro, lo que necesitéis, pero deberíais llevar a esta buena gente a un lugar seguro, no es lugar para ellos.-

- Por supuesto, vaya a hablar con el sargento está allí, es el del yelmo oscuro.- Dijo el soldado

- ¿Cómo os llamáis?- Preguntó la mujer antes de marcharse. Sango se giró y la miró.

- Ben Nelad o Sango, como prefiráis.- Se dio la vuelta y marchó a hablar con el sargento.

El peligro inminente lo habían solucionado pero los nórgedos marchaban contra la ciudad y debían defenderla. Lo que había visto y sentido antes de todo aquello se lo guardó y no hizo ni una pregunta a nadie. Ya lo resolvería en su momento. Ahora debía centrarse en defender al pueblo de Roilkat. Paradojas de la vida, él había estado en las filas de la Sheik Bashira durante la reconquista de Lunargenta y ahora él debía enfrentarse a ellos.

Qué cosas.