[Desafío] Høstblót: La máscara de los Inocentes [Valyria+Woodpecker]
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[Desafío] Høstblót: La máscara de los Inocentes [Valyria+Woodpecker]
Máscara de los inocentes
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Valyria sostenía en sus manos el extraño dibujo cuando de pronto el rojo del fuego comenzó a moverse como si se tratara de fuego real, el dibujo fue cambiando hasta convertirse en una especie de edificio en llamas, en apenas unos instantes el fuego habría invadido los brazos de la elfa hasta cubrirla por completo. Por otro lado, Wood recibiría un dibujo bastante particular de su propio rostro pero unos años antes cuando era apenas una niña, aunque del mismo modo que con Valyria, el dibujo comenzó a teñirse de fuego rojo que subió por sus brazos hasta rodearla toda.
Se escuchaban gritos de niños y se escuchaba el fuego consumiendo todo hasta que de pronto quedaron en silencio, atrás había quedado el festejo, los gritos y canciones, se encontraban en un espacio silente y oscuro sin más luz que un tenue candil sostenido en la nada sobre sus cabezas, estaban una al lado de la otra sin ver más allá de un par de metros de una calle de piedra, una que no tardarían en reconocer como parte de Lunargenta.
Tendrían apenas unos instantes para conversar cuando de pronto una niña pasó corriendo junto a ellas -Tengo que salvarlos, tengo que salvarlos- Repetía sin parar mientras corría de prisa, haciendo que el paisaje se fuera completando a medida que corría.
No sería difícil darse cuenta que se trataba de la misma niña de los dibujos, pero más joven y con sus ojos intactos, además del ferviente deseo y voluntad de salvar a alguien. Al final del camino llevaría a Wood y a Valyria a una casa vieja y deteriorada que años antes funcionaba como escondite de huérfanos y que repentinamente durante la Guerra de Lunargenta se vio bañada bajo las llamas de Querostraza, una gigantesca dragona que sobrevolaba la ciudad con un niño en su espalda intentando matarla.
∞ Bienvenidos a Lunargenta, aunque en otro momento, la Guerra de Lunargenta fue uno de los eventos más destructivos en la historia de Aerandir, y muchos inocentes sufrieron terribles consecuencias no solo durante dicha guerra, sino durante los meses de la ocupación vampírica en la ciudad humana, en donde muchos tuvieron que improvisar refugios.
∞ Su misión será abrirse paso a lo largo del desolador escenario en la Guerra de Lunargenta, llegar hasta el refugio donde se escondían los compañeros de Daireann y sacarlos del lugar antes que se derrumbe a causa del fuego.
∞ Este desafío se resolverá en dos rondas, no habrá intervención master a menos que sea necesario, hasta que el objetivo sea logrado, en esos turnos deberán encontrar a los niños, protegerlos y finalmente salir del lugar con ellos antes que el fuego lo consuma todo.
∞ El desenlace de este desafío puede influir directamente en el evento general y también en futuras tramas. También ofrece la posibilidad de conseguir la Máscara de los Inocentes.
Se escuchaban gritos de niños y se escuchaba el fuego consumiendo todo hasta que de pronto quedaron en silencio, atrás había quedado el festejo, los gritos y canciones, se encontraban en un espacio silente y oscuro sin más luz que un tenue candil sostenido en la nada sobre sus cabezas, estaban una al lado de la otra sin ver más allá de un par de metros de una calle de piedra, una que no tardarían en reconocer como parte de Lunargenta.
Tendrían apenas unos instantes para conversar cuando de pronto una niña pasó corriendo junto a ellas -Tengo que salvarlos, tengo que salvarlos- Repetía sin parar mientras corría de prisa, haciendo que el paisaje se fuera completando a medida que corría.
No sería difícil darse cuenta que se trataba de la misma niña de los dibujos, pero más joven y con sus ojos intactos, además del ferviente deseo y voluntad de salvar a alguien. Al final del camino llevaría a Wood y a Valyria a una casa vieja y deteriorada que años antes funcionaba como escondite de huérfanos y que repentinamente durante la Guerra de Lunargenta se vio bañada bajo las llamas de Querostraza, una gigantesca dragona que sobrevolaba la ciudad con un niño en su espalda intentando matarla.
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∞ Bienvenidos a Lunargenta, aunque en otro momento, la Guerra de Lunargenta fue uno de los eventos más destructivos en la historia de Aerandir, y muchos inocentes sufrieron terribles consecuencias no solo durante dicha guerra, sino durante los meses de la ocupación vampírica en la ciudad humana, en donde muchos tuvieron que improvisar refugios.
∞ Su misión será abrirse paso a lo largo del desolador escenario en la Guerra de Lunargenta, llegar hasta el refugio donde se escondían los compañeros de Daireann y sacarlos del lugar antes que se derrumbe a causa del fuego.
∞ Este desafío se resolverá en dos rondas, no habrá intervención master a menos que sea necesario, hasta que el objetivo sea logrado, en esos turnos deberán encontrar a los niños, protegerlos y finalmente salir del lugar con ellos antes que el fuego lo consuma todo.
∞ El desenlace de este desafío puede influir directamente en el evento general y también en futuras tramas. También ofrece la posibilidad de conseguir la Máscara de los Inocentes.
Ansur
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Re: [Desafío] Høstblót: La máscara de los Inocentes [Valyria+Woodpecker]
Un ligero calor le hizo volver a abrir el dibujo, y entonces las cosas empezaron a volverse raras, el dibujo empezando a moverse y cambiar. Oh, y estaba en llamas. Eso iba a ser un problema. Ni pudo fijarse en la forma blanca que le quitó la máscara, demasiado ocupada estaba en no morir. Pero agitar los brazos o darse palmaditas no sirvió de nada, el fuego extendiéndose sobrenaturalmente rápido.
No era como había esperado morir. Se había imaginado su último día intentando acariciar algo tan suave y esponjoso como peligroso. Puede que una mantícora. Desde luego no ser quemada viva por un dibujo arcano rarito, pero dadas las circunstancias, tras el shock inicial de cubrirse de llamas, se lo estaba tomando bastante bien. La vida estaba llena de decepciones al fin y al cabo. Puede que en el más allá también hubiera gatos.
Poco a poco, su visión dejó de estar cubierta de rojo y apareció…. No estaba muy segura de dónde, pero no parecía un buen lugar, es decir, lucia igualito a las calles de Lunargenta, eso nunca era buena señal. Más importante, tenía alguien a su lado. Aunque la mujer no parecía su guía, también estaba mirando a su alrededor. -¿Primera vez?- Vale, puede que no fuese la mejor manera de empezar una charla con otro muerto, pero había dicho lo primero que se le había venido a la cabeza, y puede que dar la impresión de saber lo que hacía le devolviera un poco del control que tanto necesitaba.
La primera señal de que puede, solo puede, que no estuviera muerta, fue la niña, Daireann, pasando ante ella. No se pudo fijar en los ojos, pero claramente era más joven. Puede que no hubiera sido asesinada por una pintora-asesina arcana. Pero nunca se era demasiado precavido, ni los reyes estaban fuera del alcance de los niños-asesinos. Habría admirado la determinación en la niña si su visión, y con ella sus sentidos, no se hubiera expandido con su avance. El calor sobre su piel, el sabor a ceniza en la boca, el olor a humo impregnándose en todo lo que llevaba…
Céntrate.
…Los rugidos draconicos eran nuevos, pero se incorporaban perfectamente entre los gritos de gente suplicando…
Céntrate.
…Por su vida, para que el dolor parara, para que los perd…
Céntrate.
Con un grito, estampó su mano contra la pared de la casa cercana. La pared ganó, pero era lo que quería, el dolor la centraba, le recordaba que estaba allí, los muertos no sentían dolor, el instinto de supervivencia tomando el control y haciendo que dejara de hiperventilar poco a poco, el pánico siendo sustituido por adrenalina.
Ese lugar no le gustaba, y el corazón desbocado en su pecho seguía siendo demasiado cercano al pánico para su gusto. Pero era una oportunidad…si, exacto, una oportunidad de hacer algo, de enmendar su pasado. Aunque solo salvara a uno, sería mejor resultado. Se llevó la mano a la cara, por costumbre, y se dio cuenta de que no llevaba máscara. No pasaba nada, tenía la otra, la encantada. Se la puso, su cerebro buscando rápidamente un plan con el que recuperar un poco de control de la situación.
Tenía que salvar a la niña, pero la niña quería salvar a otra persona, varias seguramente, así que la manera más eficiente sería rescatar a un puñado y alejarlos de las llamas. Pero solo la niña sabía dónde iba, y aunque ella quisiera, esa oscuridad no la habría dejado adelantarse. Así que la primera parte del plan estaba clara.
Los niños tenían las piernas cortas, así que ahorraría tiempo y seguramente salvaría más vidas de lo que… lo que fuese eso esperaba. Valyria echó a correr tras la niña, atrapándola rápidamente con sus piernas de adulta y la cogió en brazos. -Guíame.- le dijo a una claramente confusa niña. Aunque la verdad, se lo tomó bastante bien, su mano empezando a señalar calles de vez en cuando. Ahora que la veía bien, efectivamente era Daireann, pero aún tenía los ojos intactos. Con el fuego rodeándolos y la niña con ojos, una podía sacar ciertas conclusiones. -Eres muy valiente pequeña.- le dijo, estrujándola un poco, mientras daba un rodeo, la calle señalada por la chiquilla cubierta de escombros en llamas.
Y finalmente llegaron, una casa que había visto mejores días. Y no solo porque estaba en llamas. ¿Era un orfanato? A pesar de ser algo vieja, tenía el tamaño para serlo. La niña bajó de sus brazos, y la frenó por el hombro, casi por reflejo. A Daireann… no le gustó en absoluto, pero no iba a dejarla entrar. Las llamas no lucían tan extendidas, aún podía haber gente dentro, pero no iba a dejar que la niña entrara. Así que tenía que entretenerla, ponerla a hacer algo que considerara lo suficientemente útil. -Voy a entrar yo, toma.- abrió su bolsa, empezando a sacar trapos y, más importante, una cantimplora con agua. -Moja la tela, así, para hacer máscaras para tapar el humo, van a necesitar aire limpio cuando los saque.- su máscara era de madera, así que hizo uno de ejemplo y la cambio por la tela, y se tapó bien con la capa, para evitar quemaduras.
Ahora era la hora de la verdad. -Venga, tú puedes Val…-
No era como había esperado morir. Se había imaginado su último día intentando acariciar algo tan suave y esponjoso como peligroso. Puede que una mantícora. Desde luego no ser quemada viva por un dibujo arcano rarito, pero dadas las circunstancias, tras el shock inicial de cubrirse de llamas, se lo estaba tomando bastante bien. La vida estaba llena de decepciones al fin y al cabo. Puede que en el más allá también hubiera gatos.
Poco a poco, su visión dejó de estar cubierta de rojo y apareció…. No estaba muy segura de dónde, pero no parecía un buen lugar, es decir, lucia igualito a las calles de Lunargenta, eso nunca era buena señal. Más importante, tenía alguien a su lado. Aunque la mujer no parecía su guía, también estaba mirando a su alrededor. -¿Primera vez?- Vale, puede que no fuese la mejor manera de empezar una charla con otro muerto, pero había dicho lo primero que se le había venido a la cabeza, y puede que dar la impresión de saber lo que hacía le devolviera un poco del control que tanto necesitaba.
La primera señal de que puede, solo puede, que no estuviera muerta, fue la niña, Daireann, pasando ante ella. No se pudo fijar en los ojos, pero claramente era más joven. Puede que no hubiera sido asesinada por una pintora-asesina arcana. Pero nunca se era demasiado precavido, ni los reyes estaban fuera del alcance de los niños-asesinos. Habría admirado la determinación en la niña si su visión, y con ella sus sentidos, no se hubiera expandido con su avance. El calor sobre su piel, el sabor a ceniza en la boca, el olor a humo impregnándose en todo lo que llevaba…
Céntrate.
…Los rugidos draconicos eran nuevos, pero se incorporaban perfectamente entre los gritos de gente suplicando…
Céntrate.
…Por su vida, para que el dolor parara, para que los perd…
Céntrate.
Con un grito, estampó su mano contra la pared de la casa cercana. La pared ganó, pero era lo que quería, el dolor la centraba, le recordaba que estaba allí, los muertos no sentían dolor, el instinto de supervivencia tomando el control y haciendo que dejara de hiperventilar poco a poco, el pánico siendo sustituido por adrenalina.
Ese lugar no le gustaba, y el corazón desbocado en su pecho seguía siendo demasiado cercano al pánico para su gusto. Pero era una oportunidad…si, exacto, una oportunidad de hacer algo, de enmendar su pasado. Aunque solo salvara a uno, sería mejor resultado. Se llevó la mano a la cara, por costumbre, y se dio cuenta de que no llevaba máscara. No pasaba nada, tenía la otra, la encantada. Se la puso, su cerebro buscando rápidamente un plan con el que recuperar un poco de control de la situación.
Tenía que salvar a la niña, pero la niña quería salvar a otra persona, varias seguramente, así que la manera más eficiente sería rescatar a un puñado y alejarlos de las llamas. Pero solo la niña sabía dónde iba, y aunque ella quisiera, esa oscuridad no la habría dejado adelantarse. Así que la primera parte del plan estaba clara.
Los niños tenían las piernas cortas, así que ahorraría tiempo y seguramente salvaría más vidas de lo que… lo que fuese eso esperaba. Valyria echó a correr tras la niña, atrapándola rápidamente con sus piernas de adulta y la cogió en brazos. -Guíame.- le dijo a una claramente confusa niña. Aunque la verdad, se lo tomó bastante bien, su mano empezando a señalar calles de vez en cuando. Ahora que la veía bien, efectivamente era Daireann, pero aún tenía los ojos intactos. Con el fuego rodeándolos y la niña con ojos, una podía sacar ciertas conclusiones. -Eres muy valiente pequeña.- le dijo, estrujándola un poco, mientras daba un rodeo, la calle señalada por la chiquilla cubierta de escombros en llamas.
Y finalmente llegaron, una casa que había visto mejores días. Y no solo porque estaba en llamas. ¿Era un orfanato? A pesar de ser algo vieja, tenía el tamaño para serlo. La niña bajó de sus brazos, y la frenó por el hombro, casi por reflejo. A Daireann… no le gustó en absoluto, pero no iba a dejarla entrar. Las llamas no lucían tan extendidas, aún podía haber gente dentro, pero no iba a dejar que la niña entrara. Así que tenía que entretenerla, ponerla a hacer algo que considerara lo suficientemente útil. -Voy a entrar yo, toma.- abrió su bolsa, empezando a sacar trapos y, más importante, una cantimplora con agua. -Moja la tela, así, para hacer máscaras para tapar el humo, van a necesitar aire limpio cuando los saque.- su máscara era de madera, así que hizo uno de ejemplo y la cambio por la tela, y se tapó bien con la capa, para evitar quemaduras.
Ahora era la hora de la verdad. -Venga, tú puedes Val…-
Valyria
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Re: [Desafío] Høstblót: La máscara de los Inocentes [Valyria+Woodpecker]
Ese momento que había estado intentando ignorar llegó más rápido de lo que hubiese querido. Vamos… por mí no tenía que llegar nunca, pero bueno; supongo que para eso estábamos allí. Respiré profundamente y vi desaparecer a Black con sus enceres entre el gentío. Yo me quedé atrás, con un pergamino a medio comenzar. ¿A quién debía pedirle perdón? Tch, no me arrepentía de nada. Si los dioses me odiaban tanto, que terminasen mi destino rápido. Eso, o que me dejaran ser nomás, porque así como estaba mi vida, era un buen castigo. Irónico ¿no?.
Me rasqué la cabeza, pensando. Las luces se veían bellas, la noche acompañaba. El dibujo de la mocosa me sorprendió, todavía tenía los pelos de punta y la piel de gallina. Al principio había pensado que se trataba de mi pequeña Emel y se me estrujó el corazón, pero viendo los detalles más de cerca, me di cuenta que era yo misma. ¡Carajo! De una u otra forma era extremadamente perturbador. ¿Era esa la respuesta anticipada a todo lo que le iba a recriminar a los Dioses aquella noche? Tch Ahí iban mis planes de desahogo. Escribí una línea y la envié a volar.
Con una sonrisa pegada en mi cara, seguí con la mirada al aparato volador. En el aire se juntó con otros y luego ¡TUM!... ¡tum! …¡tum! ¡tum!
…y mis ojos cada vez se hicieron más grandes con la misma sonrisa pegada. Los hechos desenvolviéndose lentamente a mi alrededor.
Aquí vamos
Y así, con mi atención en aquello y no en esto, mis brazos se envolvieron en llamas. ¡Vaya! Era la primera vez que me prendía fuego. Estaba literalmente en llamas. ¡En malditas llamas! Busqué frenéticamente agua o tela… ¡o tierra! Me tiré al suelo y comencé a revolcarme, con la intención apagar el creciente fuego, pero a medida que los gritos de los niños se volvían más fuertes, las llamas se consumían a sí mismas. Entonces silencio. Miré mis brazos como si les fueran a salir rayos o se fueran a convertir mágicamente en brazos bios, pero nada particular. Dejé escapar un suspiro aliviado y busqué a mi alrededor a los niños que había escuchado gritar, pero ¡RAYOS!
Silencio. No más evento. No Black. Todo estaba oscuro, excepto por una única luz parca, que dejaba mucho que desear. ¡Vaya! Ni siquiera estaba a las afueras de Roilkat. Podría jurar que se parecía mucho a Lunargenta, como quién va hacia el Puerto, pero… no podía ser. Levanté una ceja intentando encontrar alguna explicación a todo eso. Calma. Tenía que mantener la calma. Ya había vivido suficientes eventos inexplicables como para entrar en pánico a estas alturas. Lo peor que podía pasar era que me torturaran, lo mejor que estuviese muerta y lo… meh, sería que siguiera estando viva, pero bajo alguna especie de magia. Realmente odiaba a esos seres con éter… Una voz femenina me quitó de mi trance “¿Primera vez?” ¡Definitivamente! Me volví hacia ella y era una… de esas amantes de los árboles. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] Hablando de éter.
Un escalofrío bajó por mi espalda y me arrebujé con mi capa, que inexplicablemente, seguía en óptimas condiciones, como yo. A excepción de esas… muy perturbadoras y ligeras flamas. Respiré profundamente y con el aire nuevo me llegó una nueva esencia. ¿Daireann? ¡Daireann! Miré frenéticamente para todos lados, y entonces la vi. Corriendo a lo que le daban las piernas y con una dirección demasiado definida como para una niña ciega. Parecía estar más bajita también. Pestañee un par de veces. Estaban siendo muchas cosas como para ser coincidencia. Hice una nota mental: 1. Cambio de lugar. 2. Daireann más niña. 3. Dibujo de mi más joven. 4. ¿Lunargenta? .5. Elfa en llamas.
Definitivamente no me iba a gustar. Odiaba este tipo de situaciones. Demonios mascullé volviéndome para ver a la come hojas golpeando la pared. Seguro estábamos en el mismo barco. Casi hubiese sonreído. Casi. Suspiré al verla salir tras la mocosa. Al menos me ahorré el discurso. Supongo que sólo tendría que seguirlas y ver de qué iba todo eso, porque aparentemente yo era la más lenta en entender lo que estaba pasando. Me rasqué la panza flojamente mientras las veía tomar velocidad y distancia, la luz de las llamas desapareciendo más allá de los callejones. Entonces, de la nada, tuve una epifanía Esto no me va a gustar musité, recordando una escena muy vívida y puntual de mi pasado lejano. Una escena que contenía reptiles, hombres bestia, y locas. Nada… chiflé por lo bajo, lanzándome a trotar, siguiendo su rastro.
A medida que ganaba terreno me convencía más de que estábamos en la capital humana. Yo no había estado allí en ese entonces, recuerdo haber estado en Roilkat y luego haber ido directo a Sacrestic con un plan ya olvidado. Pero leí los reportes, escuché los rumores, vi… los restos. Arrugué la nariz. No quería estar allí, ni en ese momento. Ser testigo del sufrimiento, oler la miseria. Ese era el castigo de los Dioses, la respuesta a mi burlesca plegaria que no había sido aceptada.
A la distancia se podían escuchar los aullidos de los Kags, y cada vez más cercanos el olor de la sangre y el barullo de la pelea. Parece que los dioses nos habían enviado a un día muy particular. Sentí que se me erizaba la piel. La sonrisa macabra de aquella vieja de la carpa se me vino a la mente. Debí saberlo. Aspiré profundamente, sumergiéndome en el ambiente. Ya estaba allí. No quedaba otra más que apechar. Y entonces, la estridencia de los rugidos de un gran dragón y de nuestro valiente héroe. Los mares de fuego descendían a la tierra uno tras otro, inundando con olas rojas y doradas, abrazando todo a su paso.
Y más allá de las llamas, en un pequeño claro, estaba quien buscaba, pero faltaba la elfa. Daireann llamé, viéndola mojar tela desesperadamente. Las lágrimas cubrían aquellos hermosos y luminosos ojos. Ojos que no estaban ciegos. Daireann. Mírame ordené, tomando su rostro entre mis manos. -Tengo que salvarlos, tengo que salvarlos- repetía ida. Daireann llamé pacientemente, acariciando su rostro. Cuando me aseguré que tenía algo de su atención continué ¿La elfa? la niña señaló una casa en llamas. ¿Quiénes debes proteger están adentro? Asintió. Me mordí el labio inferior y le puse una mano sobre la cabeza.
Por un lado sentía el corazón apretado por la niña, por el otro, mi bestia me pedía ser liberada. Era el momento de la redención. La elfa y yo los rescataremos. Busca otro refugio cuando termines con esto. Bajo tierra si es posible. Lejos de la madera. ¿Qué más podría decirle? No esperé su respuesta. Humedecí mi capa y me lancé a la edificación en llamas. El calor era insoportable, la piel de mi rostro se sentía cuarteada. El rugido del fuego era ensordecedor sobre mi cabeza y los cracks de los pilares de madera quejándose sobre mis hombros hacían que con cada paso la sensación de desgracia y muerte se hicieran más fuertes. Mirara por donde mirara, todo estaba cubierto en una espesa humareda, era como intentar mirar al futuro a través del velo de la muerte. Comencé a toser; muy bueno y todo tener un olfato fino, pero en momentos así era una maldición. Me cubrí mejor la nariz y continué con la exploración con los ojos llenos de lágrimas.
Parecía haber entrado por lo que parecía una cocina, revisé una despensa pero no había nada. Continué hacia la siguiente puerta. Una sala… o algo. La vista no dejaba de llorarme, avanzaba lentamente, intentando hacer de siluetas, formas y de formas cuerpos. La imaginación corría salvaje, viendo niños muertos donde no los había. ¡Gracias Fenrir por tu piedad!. Tropecé con una silla caída y rodé. Un ataque de tos me retuvo un buen tiempo. Las llamas se acercaban a mí. Entonces escuché el llanto de un bebé. Encontré fuerzas donde no las tenía y me puse en pie con dificultad. Arriba, podía sentir que el aire se movía, se movía hacia arriba. Las cortinas de fuego cada vez me cerraban más caminos. No podríamos volver por donde estaba avanzando.
El llanto se apagaba. ¿Se movían? ¿El infante estaba bien? Tropecé. Escaleras. Alivio. Claridad mental. Continué avanzando, paso a paso. En el piso de arriba el aire estaba más respirable, el fuego aún no había entrado, pero no tardaría mucho en traspasar la madera de la estructura. Debíamos salir, y rápido. Mi nariz estaba muerta, tendría que ser a lo humano entonces. Comencé a abrir puertas, buscando señales de vida. En la primera habitación, faltaba la mitad de la pared. Algo debió arrasar con todo, pues los edificios de los alrededores estaban demolidos. Busqué respirar aire limpio y continué.
¡Niños! grité una y otra vez ¡Elfa! la siguiente puerta era una trampa, el piso había colapsado y solo quedaban unos roperos en llamas del otro lado del abismo. El llanto del bebé volvió a escucharse. No estaba lejos. Me giré sobre mis talones para continuar mi búsqueda, pero ¡BAM!. Mis ojos se abrieron grandes como platos. ¿Adentro del ropero? ¡Era imposible! ¡un suicidio! ¿sería? ¿realmente venía de allí?¡BAM! ¡BAM!. Sonreí de lado. Todos sabían que yo no era muy normal de todos modos. Tomé aire y di unos pasos hacia atrás. No había tiempo para pensarlo demasiado. Una carrerita, saltar al vacío y esperar que el mar de llamas no te coma. ¡No tenía cómo salir mal!
En medio de mi carrera y apenas a dos pasos de mi salto ¡BAAAAAAAM! la puerta del ropero se abrió y salió un gato poseído directo a mi cara. El impacto hizo que me cayera de bruces y no de cabeza al fuego. Demonios. Respiré profundamente y me arranqué el gato de la cara, envolviéndolo en los pedazos de mi capa. Allí, entre sus garras y cuerpo tembloroso, iba parte de mi piel también. Gatos endemoniados. Al fuego como sacrificio debería tirarte… mascullé echándomelo bajo el brazo como una pelota de trapo, y volviendo sobre mis pasos. Quedaba sólo una puerta y estaba trancada. Comencé a patearla con todas mis fuerzas ¡Niños! ¡Elfa! Vengo a ayudar grité a todo pulmón, sintiendo que la madera comenzaba a ceder bajo mi fuerza. Una patada más ¡só-lo-una-más!
Me rasqué la cabeza, pensando. Las luces se veían bellas, la noche acompañaba. El dibujo de la mocosa me sorprendió, todavía tenía los pelos de punta y la piel de gallina. Al principio había pensado que se trataba de mi pequeña Emel y se me estrujó el corazón, pero viendo los detalles más de cerca, me di cuenta que era yo misma. ¡Carajo! De una u otra forma era extremadamente perturbador. ¿Era esa la respuesta anticipada a todo lo que le iba a recriminar a los Dioses aquella noche? Tch Ahí iban mis planes de desahogo. Escribí una línea y la envié a volar.
Con una sonrisa pegada en mi cara, seguí con la mirada al aparato volador. En el aire se juntó con otros y luego ¡TUM!... ¡tum! …¡tum! ¡tum!
…y mis ojos cada vez se hicieron más grandes con la misma sonrisa pegada. Los hechos desenvolviéndose lentamente a mi alrededor.
Aquí vamos
Y así, con mi atención en aquello y no en esto, mis brazos se envolvieron en llamas. ¡Vaya! Era la primera vez que me prendía fuego. Estaba literalmente en llamas. ¡En malditas llamas! Busqué frenéticamente agua o tela… ¡o tierra! Me tiré al suelo y comencé a revolcarme, con la intención apagar el creciente fuego, pero a medida que los gritos de los niños se volvían más fuertes, las llamas se consumían a sí mismas. Entonces silencio. Miré mis brazos como si les fueran a salir rayos o se fueran a convertir mágicamente en brazos bios, pero nada particular. Dejé escapar un suspiro aliviado y busqué a mi alrededor a los niños que había escuchado gritar, pero ¡RAYOS!
Silencio. No más evento. No Black. Todo estaba oscuro, excepto por una única luz parca, que dejaba mucho que desear. ¡Vaya! Ni siquiera estaba a las afueras de Roilkat. Podría jurar que se parecía mucho a Lunargenta, como quién va hacia el Puerto, pero… no podía ser. Levanté una ceja intentando encontrar alguna explicación a todo eso. Calma. Tenía que mantener la calma. Ya había vivido suficientes eventos inexplicables como para entrar en pánico a estas alturas. Lo peor que podía pasar era que me torturaran, lo mejor que estuviese muerta y lo… meh, sería que siguiera estando viva, pero bajo alguna especie de magia. Realmente odiaba a esos seres con éter… Una voz femenina me quitó de mi trance “¿Primera vez?” ¡Definitivamente! Me volví hacia ella y era una… de esas amantes de los árboles. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] Hablando de éter.
Un escalofrío bajó por mi espalda y me arrebujé con mi capa, que inexplicablemente, seguía en óptimas condiciones, como yo. A excepción de esas… muy perturbadoras y ligeras flamas. Respiré profundamente y con el aire nuevo me llegó una nueva esencia. ¿Daireann? ¡Daireann! Miré frenéticamente para todos lados, y entonces la vi. Corriendo a lo que le daban las piernas y con una dirección demasiado definida como para una niña ciega. Parecía estar más bajita también. Pestañee un par de veces. Estaban siendo muchas cosas como para ser coincidencia. Hice una nota mental: 1. Cambio de lugar. 2. Daireann más niña. 3. Dibujo de mi más joven. 4. ¿Lunargenta? .5. Elfa en llamas.
Definitivamente no me iba a gustar. Odiaba este tipo de situaciones. Demonios mascullé volviéndome para ver a la come hojas golpeando la pared. Seguro estábamos en el mismo barco. Casi hubiese sonreído. Casi. Suspiré al verla salir tras la mocosa. Al menos me ahorré el discurso. Supongo que sólo tendría que seguirlas y ver de qué iba todo eso, porque aparentemente yo era la más lenta en entender lo que estaba pasando. Me rasqué la panza flojamente mientras las veía tomar velocidad y distancia, la luz de las llamas desapareciendo más allá de los callejones. Entonces, de la nada, tuve una epifanía Esto no me va a gustar musité, recordando una escena muy vívida y puntual de mi pasado lejano. Una escena que contenía reptiles, hombres bestia, y locas. Nada… chiflé por lo bajo, lanzándome a trotar, siguiendo su rastro.
A medida que ganaba terreno me convencía más de que estábamos en la capital humana. Yo no había estado allí en ese entonces, recuerdo haber estado en Roilkat y luego haber ido directo a Sacrestic con un plan ya olvidado. Pero leí los reportes, escuché los rumores, vi… los restos. Arrugué la nariz. No quería estar allí, ni en ese momento. Ser testigo del sufrimiento, oler la miseria. Ese era el castigo de los Dioses, la respuesta a mi burlesca plegaria que no había sido aceptada.
A la distancia se podían escuchar los aullidos de los Kags, y cada vez más cercanos el olor de la sangre y el barullo de la pelea. Parece que los dioses nos habían enviado a un día muy particular. Sentí que se me erizaba la piel. La sonrisa macabra de aquella vieja de la carpa se me vino a la mente. Debí saberlo. Aspiré profundamente, sumergiéndome en el ambiente. Ya estaba allí. No quedaba otra más que apechar. Y entonces, la estridencia de los rugidos de un gran dragón y de nuestro valiente héroe. Los mares de fuego descendían a la tierra uno tras otro, inundando con olas rojas y doradas, abrazando todo a su paso.
Y más allá de las llamas, en un pequeño claro, estaba quien buscaba, pero faltaba la elfa. Daireann llamé, viéndola mojar tela desesperadamente. Las lágrimas cubrían aquellos hermosos y luminosos ojos. Ojos que no estaban ciegos. Daireann. Mírame ordené, tomando su rostro entre mis manos. -Tengo que salvarlos, tengo que salvarlos- repetía ida. Daireann llamé pacientemente, acariciando su rostro. Cuando me aseguré que tenía algo de su atención continué ¿La elfa? la niña señaló una casa en llamas. ¿Quiénes debes proteger están adentro? Asintió. Me mordí el labio inferior y le puse una mano sobre la cabeza.
Por un lado sentía el corazón apretado por la niña, por el otro, mi bestia me pedía ser liberada. Era el momento de la redención. La elfa y yo los rescataremos. Busca otro refugio cuando termines con esto. Bajo tierra si es posible. Lejos de la madera. ¿Qué más podría decirle? No esperé su respuesta. Humedecí mi capa y me lancé a la edificación en llamas. El calor era insoportable, la piel de mi rostro se sentía cuarteada. El rugido del fuego era ensordecedor sobre mi cabeza y los cracks de los pilares de madera quejándose sobre mis hombros hacían que con cada paso la sensación de desgracia y muerte se hicieran más fuertes. Mirara por donde mirara, todo estaba cubierto en una espesa humareda, era como intentar mirar al futuro a través del velo de la muerte. Comencé a toser; muy bueno y todo tener un olfato fino, pero en momentos así era una maldición. Me cubrí mejor la nariz y continué con la exploración con los ojos llenos de lágrimas.
Parecía haber entrado por lo que parecía una cocina, revisé una despensa pero no había nada. Continué hacia la siguiente puerta. Una sala… o algo. La vista no dejaba de llorarme, avanzaba lentamente, intentando hacer de siluetas, formas y de formas cuerpos. La imaginación corría salvaje, viendo niños muertos donde no los había. ¡Gracias Fenrir por tu piedad!. Tropecé con una silla caída y rodé. Un ataque de tos me retuvo un buen tiempo. Las llamas se acercaban a mí. Entonces escuché el llanto de un bebé. Encontré fuerzas donde no las tenía y me puse en pie con dificultad. Arriba, podía sentir que el aire se movía, se movía hacia arriba. Las cortinas de fuego cada vez me cerraban más caminos. No podríamos volver por donde estaba avanzando.
El llanto se apagaba. ¿Se movían? ¿El infante estaba bien? Tropecé. Escaleras. Alivio. Claridad mental. Continué avanzando, paso a paso. En el piso de arriba el aire estaba más respirable, el fuego aún no había entrado, pero no tardaría mucho en traspasar la madera de la estructura. Debíamos salir, y rápido. Mi nariz estaba muerta, tendría que ser a lo humano entonces. Comencé a abrir puertas, buscando señales de vida. En la primera habitación, faltaba la mitad de la pared. Algo debió arrasar con todo, pues los edificios de los alrededores estaban demolidos. Busqué respirar aire limpio y continué.
¡Niños! grité una y otra vez ¡Elfa! la siguiente puerta era una trampa, el piso había colapsado y solo quedaban unos roperos en llamas del otro lado del abismo. El llanto del bebé volvió a escucharse. No estaba lejos. Me giré sobre mis talones para continuar mi búsqueda, pero ¡BAM!. Mis ojos se abrieron grandes como platos. ¿Adentro del ropero? ¡Era imposible! ¡un suicidio! ¿sería? ¿realmente venía de allí?¡BAM! ¡BAM!. Sonreí de lado. Todos sabían que yo no era muy normal de todos modos. Tomé aire y di unos pasos hacia atrás. No había tiempo para pensarlo demasiado. Una carrerita, saltar al vacío y esperar que el mar de llamas no te coma. ¡No tenía cómo salir mal!
En medio de mi carrera y apenas a dos pasos de mi salto ¡BAAAAAAAM! la puerta del ropero se abrió y salió un gato poseído directo a mi cara. El impacto hizo que me cayera de bruces y no de cabeza al fuego. Demonios. Respiré profundamente y me arranqué el gato de la cara, envolviéndolo en los pedazos de mi capa. Allí, entre sus garras y cuerpo tembloroso, iba parte de mi piel también. Gatos endemoniados. Al fuego como sacrificio debería tirarte… mascullé echándomelo bajo el brazo como una pelota de trapo, y volviendo sobre mis pasos. Quedaba sólo una puerta y estaba trancada. Comencé a patearla con todas mis fuerzas ¡Niños! ¡Elfa! Vengo a ayudar grité a todo pulmón, sintiendo que la madera comenzaba a ceder bajo mi fuerza. Una patada más ¡só-lo-una-más!
Woodpecker
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Re: [Desafío] Høstblót: La máscara de los Inocentes [Valyria+Woodpecker]
-Tu puedes…tu puedes…- se decía a sí misma, dándose fuerzas, hasta darse cuenta de que estaba perdiendo el tiempo y tirarse de cabeza.
No sin un plan, nunca. No uno muy bueno, pero era el principio de algo. Pequeñas motas de luz aparecieron a su alrededor, tomando la forma de gatos. Sería difícil orientarse con todo el humo, así que usaría a los gatos como guía. El problema residía en todo el resto. Aún no había mucho fuego, o eso creía, la verdad, el humo ocultaba bastante las cosas y el calor abrasador no era un buen indicativo cuando una se metía de lleno en un incendio.
En cualquier caso, cargo directamente hacia el piso superior. Tenía confianza en poder sobrevivir a saltar desde un primer piso, y sería el lugar que más rápido se consumiría, así que era el primero que miraría. En la primera habitación no vio nada, en la segunda le aprecio ver algo, pero solo eran un montón de mantas. Estúpido humo.
Finalmente se abrió paso a la tercera, y encontró un par de formas agazapadas, tumbadas en el suelo, tosiendo, eran niños, pequeños, aunque le era difícil juzgar la edad de los humanos cuando eran tan canijos. -Hey, ya estoy aquí, os sacaré de aquí.- dijo a las dos figuras, comprobando que ambas respiraban, mientras pensaba rápidamente como cumplir lo que decía. Había una ventana, más o menos intacta. Podía saltar con los niños en brazos. No, demasiado peligroso. Los levantó con cuidado. Mejor unos huesos rotos que la muerte, pero lo dejaría como plan B. No, tenía cuerda, podía hacer algo con eso.
¿Una tirolina con su arco? No, no había manera de que eso fuera a aguantar el peso de dos niños y un adulto.
Había una cama ligeramente en llamas… si, podía funcionar. Ató una punta a la pata de la cama y el otro extremo alrededor de los niños, apenas conscientes. Y los bajó con cuidado al exterior de la casa. ¿Estarían más seguros? Sí, pero no demasiado, por lo que tendría que bajar ella también, desatarlos y alejarlos de las llamas. Luego volvería a entrar, seguro que había alguien más, pero realmente podía usar el aire limpio.
Un crujido a sus pies tenía otros planes para ella. -M…- demasiado tarde, lo único que pudo hacer fue clavar una flecha en la cuerda, cortándola, para que al menos su plan no matara a los niños. Eso y caer, sin duda.
Había sobrevivido a caídas peores, es más, había saltado del primer piso de una taberna a como dos calles de allí hacia unos meses y había acabado bastante bien. Pero caer de espaldas encima de una fogata era una nueva experiencia, una no muy agradable.
Pero lo primero era rodar para apagar las llamas, ya se quejaría de su espalda luego. Además, los sollozos le dijeron que había tenido suerte, no había aplastado al bebé ni con su caída ni sus ruedos. Se acercó a la cuna, con cuidado, tosiendo cada vez más a pesar del pañuelo. Seguramente se había secado ya y no servía de nada. No pasaba nada, sacaría él bebe de allí y pausaría, al menos para preguntarle a Daireann cuanta gente se suponía que había allí. Movió suavemente al bebé, cantando para que se calmara y triunfante, abrió la puerta, dispuesta a salir de ese infierno.
Excepto que no se abría. Volvió a intentarlo. No estaba atascada, eso seguro, se habría resistido en la parte de abajo, el pomo no cedía ni un ápice.
¿Cerrada? ¿En serio? ¿Quién hacía eso en medio de un incendio? Le dio una patada, con cuidado de no estrujar al bebe y…nada. Todo en esa maldita casa lucía casi mejor calcinado, pero si en algo habían invertido sus malditos aeros eran en las malditas puertas. Le dio otra patada, y él bebe volvió a llorar, aún más fuerte que antes, lo que desde luego no la estaba ayudando a pensar en absoluto. Sus gatos no derribarían una puerta ni de coña, lo mismo para el látigo o el arco. Y Banbaro necesitaba piedra y plantas, no esa estúpida e inflamable madera. Y aun así, tenía sus dudas de que pudiera derribar una puerta. Reorientó sus gatos de luz para que la guiaran a la salida al menos, confiando en que sabría salir de alguna manera.
Se estaba quedando sin ideas, pero culpaba a la falta de aire. ¿Una pared? No, si no podía derribar una puerta, se estamparía contra una pared como una idiota, y ya era mala suerte que TODO estuviera en llamas menos LA ESTÚPIDA PUERTA. Le volvió a dar una patada con más rabia que decisión, pero allí seguía, como una idiota. Podía… ¿podía incendiarla? ¿Esperar que se quemara antes que ella? Puestos a ello, puede que fuera mejor intentar atravesar una de las paredes en llamas, confiar que la madera cedería... tendría que proteger al bebé, lo que sería malo para ella…
Se detuvo, congelada por la duda de cuál de sus planes suicidas era mejor, cuando escucho el grito. Bueno, sonaba más bien como un maullido p…
Sí, eso era un golpe, un gato no patearía la puerta. Puede… puede que tuviera más suerte que ella, al fin y al cabo, las puertas se abrían en una dirección, así que eran más fáciles de patear desde cierto lado…
Sabía que era el pánico dándole esperanzas más que sus conocimientos como experta carpintera, pero mejor que intentar atravesar una pared llameante.
Intentó gritar, pero solo consiguió tragar aún más humo y tener un arranque de tos, así que una patada fue toda respuesta. Y luego se apartó, porque sabía cómo iban esas cosas y morir porque le había caído una puerta a la cabeza después de todo eso era más de lo que su ego iba a soportar.
No sin un plan, nunca. No uno muy bueno, pero era el principio de algo. Pequeñas motas de luz aparecieron a su alrededor, tomando la forma de gatos. Sería difícil orientarse con todo el humo, así que usaría a los gatos como guía. El problema residía en todo el resto. Aún no había mucho fuego, o eso creía, la verdad, el humo ocultaba bastante las cosas y el calor abrasador no era un buen indicativo cuando una se metía de lleno en un incendio.
En cualquier caso, cargo directamente hacia el piso superior. Tenía confianza en poder sobrevivir a saltar desde un primer piso, y sería el lugar que más rápido se consumiría, así que era el primero que miraría. En la primera habitación no vio nada, en la segunda le aprecio ver algo, pero solo eran un montón de mantas. Estúpido humo.
Finalmente se abrió paso a la tercera, y encontró un par de formas agazapadas, tumbadas en el suelo, tosiendo, eran niños, pequeños, aunque le era difícil juzgar la edad de los humanos cuando eran tan canijos. -Hey, ya estoy aquí, os sacaré de aquí.- dijo a las dos figuras, comprobando que ambas respiraban, mientras pensaba rápidamente como cumplir lo que decía. Había una ventana, más o menos intacta. Podía saltar con los niños en brazos. No, demasiado peligroso. Los levantó con cuidado. Mejor unos huesos rotos que la muerte, pero lo dejaría como plan B. No, tenía cuerda, podía hacer algo con eso.
¿Una tirolina con su arco? No, no había manera de que eso fuera a aguantar el peso de dos niños y un adulto.
Había una cama ligeramente en llamas… si, podía funcionar. Ató una punta a la pata de la cama y el otro extremo alrededor de los niños, apenas conscientes. Y los bajó con cuidado al exterior de la casa. ¿Estarían más seguros? Sí, pero no demasiado, por lo que tendría que bajar ella también, desatarlos y alejarlos de las llamas. Luego volvería a entrar, seguro que había alguien más, pero realmente podía usar el aire limpio.
Un crujido a sus pies tenía otros planes para ella. -M…- demasiado tarde, lo único que pudo hacer fue clavar una flecha en la cuerda, cortándola, para que al menos su plan no matara a los niños. Eso y caer, sin duda.
Había sobrevivido a caídas peores, es más, había saltado del primer piso de una taberna a como dos calles de allí hacia unos meses y había acabado bastante bien. Pero caer de espaldas encima de una fogata era una nueva experiencia, una no muy agradable.
Pero lo primero era rodar para apagar las llamas, ya se quejaría de su espalda luego. Además, los sollozos le dijeron que había tenido suerte, no había aplastado al bebé ni con su caída ni sus ruedos. Se acercó a la cuna, con cuidado, tosiendo cada vez más a pesar del pañuelo. Seguramente se había secado ya y no servía de nada. No pasaba nada, sacaría él bebe de allí y pausaría, al menos para preguntarle a Daireann cuanta gente se suponía que había allí. Movió suavemente al bebé, cantando para que se calmara y triunfante, abrió la puerta, dispuesta a salir de ese infierno.
Excepto que no se abría. Volvió a intentarlo. No estaba atascada, eso seguro, se habría resistido en la parte de abajo, el pomo no cedía ni un ápice.
¿Cerrada? ¿En serio? ¿Quién hacía eso en medio de un incendio? Le dio una patada, con cuidado de no estrujar al bebe y…nada. Todo en esa maldita casa lucía casi mejor calcinado, pero si en algo habían invertido sus malditos aeros eran en las malditas puertas. Le dio otra patada, y él bebe volvió a llorar, aún más fuerte que antes, lo que desde luego no la estaba ayudando a pensar en absoluto. Sus gatos no derribarían una puerta ni de coña, lo mismo para el látigo o el arco. Y Banbaro necesitaba piedra y plantas, no esa estúpida e inflamable madera. Y aun así, tenía sus dudas de que pudiera derribar una puerta. Reorientó sus gatos de luz para que la guiaran a la salida al menos, confiando en que sabría salir de alguna manera.
Se estaba quedando sin ideas, pero culpaba a la falta de aire. ¿Una pared? No, si no podía derribar una puerta, se estamparía contra una pared como una idiota, y ya era mala suerte que TODO estuviera en llamas menos LA ESTÚPIDA PUERTA. Le volvió a dar una patada con más rabia que decisión, pero allí seguía, como una idiota. Podía… ¿podía incendiarla? ¿Esperar que se quemara antes que ella? Puestos a ello, puede que fuera mejor intentar atravesar una de las paredes en llamas, confiar que la madera cedería... tendría que proteger al bebé, lo que sería malo para ella…
Se detuvo, congelada por la duda de cuál de sus planes suicidas era mejor, cuando escucho el grito. Bueno, sonaba más bien como un maullido p…
Sí, eso era un golpe, un gato no patearía la puerta. Puede… puede que tuviera más suerte que ella, al fin y al cabo, las puertas se abrían en una dirección, así que eran más fáciles de patear desde cierto lado…
Sabía que era el pánico dándole esperanzas más que sus conocimientos como experta carpintera, pero mejor que intentar atravesar una pared llameante.
Intentó gritar, pero solo consiguió tragar aún más humo y tener un arranque de tos, así que una patada fue toda respuesta. Y luego se apartó, porque sabía cómo iban esas cosas y morir porque le había caído una puerta a la cabeza después de todo eso era más de lo que su ego iba a soportar.
- Spoiler:
- Uso fluffy guardians para... no mucho, realmente, pero con suerte ayuda a Wood a rescatarnos.
Fluffy guardians [Mágica, Invocación, 2 usos]: Adorables gatitos flotantes rodean a una persona u objeto que Valyria designe, en un área. Los gatos atacan ferozmente a todo aquel que Valyria considere enemigo, con la suficiente fuerza como para ser considerados armas de Luz durante 3 posts.
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Re: [Desafío] Høstblót: La máscara de los Inocentes [Valyria+Woodpecker]
Por favor, el ser del mal no dejaba de maullar y rezongarme bajo la capa. Tal vez tuviese que ver con que no le había dejado un hoyo para respirar, que lo había envuelto como una pelota, que lo estaba apretando, el estruendo de mis patadas o toda la situación. Pero ¡vamos! Podría morir más en silencio y sin tantos ataques de garras ¿no? Tch. Ese gato me lo habían enviado los dioses, seguro. Era.parte.de.mi.tormento.
La puerta cedió, y allí, entre el humo y rodeada de sus propias llamas, la elfa. La elfa con un bebé en brazos. ¿No hay más? pregunté dándome la vuelta para salir al pasillo, dándole la espalda a su ser rodeado de gatos flotantes. Vaya, las cosas tenían que estar mal para que a pesar de todo, estuviese alucinando. Me pasé una mano por el pelo mientras escuchaba la respuesta de la joven*. Asentí una vez, ligeramente más tranquila. Supongo que podemos volver por donde entraste, de alguna manera, mi lado es imposible. Eso, o tratar de salir al techo por el Sur y saltar a otros edificios… 'Si no se están quemando ya', agregué para mí. La muerte y yo nos amábamos. Sarcasmo.
Los gatos etéreos -chistoso ¿no?- eh… los gatos de la elfa se separaron, supongo que para buscar una salida, pero no podíamos esperar. Cuando me decidí por la dirección que mi instinto me dictó, el gato de los avernos decidió sacar fuerzas de quién sabe dónde y se me escapó con un HIIIIIZZZZZZZZZZZ y un MEOOOOOOOWWWW llevándose consigo otro pedazo de mí, probablemente con sus garras, aunque por como ardía, también me había comido un pedazo. Gato del di comencé a maldecir, mientras nos mirábamos cara a cara. De hecho, era la primera vez que le veía propiamente, más allá de sus ojos. Era un gato flaco, feo, con los pelos parados y del color del cobre. Tch
No tenemos tiempo para esto mascullé continuando con mi camino, si quería morir achicharrado, no era mi problema. Meh. Pero una voz me clavó en donde estaba. Una voz que conocía muy bien. La sangre se me congeló en las venas, como si me hubiesen sentenciado ver mi propia muerte. -¡Alambre!- y el muy… chupamedias… corrió a los brazos de Daireann. Daireann… susurré más como un expletivo que como para llamarla. -Tienen a Hilda y ¡salvaron a Alambre! Sólo falta Noah, que no puede caminar- y con su dedo apuntó lo que sabía bien, sería una sentencia de muerte.
Me lleva la que me trae tosí un par de veces y me sequé las lágrimas de los ojos con el revés de mi codo. El tal Noah estaba en medio de un ataque de pánico, aferrándose a un mueble, entre parado y medio caído. Tenía puesto un pijama. Arquee una ceja y miré a la niña. -¡Tengo que salvarlos!... ad…además, todos están a salvo. Salieron…- la niña tuvo un ataque de tos y comenzó a tener arcadas; la cosa no iba bien. Miré a la elfa. Con su bebé tenía las manos atadas y la cosa se ponía cada vez peor. Levanté en mis brazos a la niña y le di unos golpecitos en la espalda mientras me acercaba al tal Noah.
En otra ocasión, probablemente hubiese intentado ganármelo y hacer que me siguiera. Hubiese intentando que tuviera fe y esperanza, y que no tuviese miedo. El miedo es nuestro mejor amigo. Pero como que estábamos en una situación de vida o muerte, por lo que, recurrí a la opción más clara. Me saqué la capa, se la tiré encima al mocoso, cegándolo, y luego le envolví el torso con la capa, echándomelo al hombro. ¿Por dónde entraste Daireann? pregunté, con la niña sentada sobre uno de mis brazos y el mocoso sobre el otro hombro. -Hay un pasadizo, ella dijo señalando a la elfa - tal vez pueda pasar, pero Noah e Hilda no. ¿Hay otra forma? comenzó a llorar. Genial.
Ey, ey… la elfa y tú vayan por el pasadizo, yo sé cómo salir ¡Mentiras! absurdas patrañas. Pero daría mi vida para que los dos mocosos se salvaran**.
Con un niño bajo cada brazo, llamas por doquier, pelos achicharrados y mucho humo, me dirigí al único lugar que se me ocurrió: la primera puerta. Aire. Aire limpio. Caí sobre mis rodillas. Noah se había tranquilizado y casi podría decir que parecía cooperar con su actitud. Hilda por su parte… digamos que se notaba que aún gozaba de buenos pulmones.
- Aquí vinimos a jugar- su tono era cansino, como si se hubiese entregado a su destino –y me lastimé con la espada de la armadura. Edirne se enojó mucho…- abrí los ojos como platos y miré hacia todos lados desesperadamente. En efecto, caída y por partes, yacía una hermosa armadura sin dueño.
No hay tiempo dije apresuradamente, mientras tomaba el yelmo y lo rellenaba con telas que yacían sobre una mesa, también tomé una cortina y algunos trozos de soga. Le puse la parte al mocoso y luego envolví mejor a Hilda y la metí en un quijote. Noah, me voy a transformar en un lobo muy grande. Quiero que pases la cuerda por mi espalda, abraces a Hilda y te pongas entre mis brazos. ¡Vamos a salvarnos! en realidad ellos seguro, yo… discutible.
Evidentemente Noah ya conocía a los licántropos, pues no se sorprendió ante la transformación y fue extremadamente eficiente –para el largo de sus brazos y la situación en la que estábamos- siguiendo mis instrucciones paso a paso. Apreté los extremos de la soga entre mis fauces y miré hacia abajo, buscando un lugar donde caer. Los gatos luminosos y voladores se pusieron hacia un lado particular… un lugar en donde había una saliente de una edificación destruida. Ingenioso. En vez de saltar al vacío, saltar a una altura media y luego caer. Tal vez no perdiera la vida, o mis preciosos huesitos. Es horrible sanar huesos, aunque peor, es volverlos a su lugar. Tch.
Respiré profundamente y tomé carrera, gracias a mi tamaño y al cobijo de la noche, tenía más posibilidades de no escracharme contra el suelo, como un cuervo en el lomo de una mula con pica. Je… je…
Y así, con un chiste subnormal, me lancé a la vida.
…dispuesta a convertirme en abono para los gusanos
… lista para usar mi cuerpo para amortiguar la caída si el salto resultaba corto, o si el punto intermedio resultaba muy débil, o si los dioses… los dioses decidían volver a reírse en mi cara. NO BAJO MI CUIDADO, NO FRENTE A MIS OJOS.
…y así, la última imagen que pasó por mi mente, fue la de todos mis hijos y mi última palabra: redención.
Off:*Me permití unas pequeñas licencias, pues creo que si Val no explica algunas cosas, va a ser difícil para Wood continuar lógicamente hacia el desenlace en tiempo y forma.
** Además, como no me gusta manejar directamente a otro pj. Preferí que Val siguiera a Daireann y yo me quedara con los gatos, ¿para hacer uso de ellos? xD
Espero que estés de acuerdo con este desenlace Val, no tuve la capacidad para algo mejor :v y realmente estoy muy oxidada ._.
La puerta cedió, y allí, entre el humo y rodeada de sus propias llamas, la elfa. La elfa con un bebé en brazos. ¿No hay más? pregunté dándome la vuelta para salir al pasillo, dándole la espalda a su ser rodeado de gatos flotantes. Vaya, las cosas tenían que estar mal para que a pesar de todo, estuviese alucinando. Me pasé una mano por el pelo mientras escuchaba la respuesta de la joven*. Asentí una vez, ligeramente más tranquila. Supongo que podemos volver por donde entraste, de alguna manera, mi lado es imposible. Eso, o tratar de salir al techo por el Sur y saltar a otros edificios… 'Si no se están quemando ya', agregué para mí. La muerte y yo nos amábamos. Sarcasmo.
Los gatos etéreos -chistoso ¿no?- eh… los gatos de la elfa se separaron, supongo que para buscar una salida, pero no podíamos esperar. Cuando me decidí por la dirección que mi instinto me dictó, el gato de los avernos decidió sacar fuerzas de quién sabe dónde y se me escapó con un HIIIIIZZZZZZZZZZZ y un MEOOOOOOOWWWW llevándose consigo otro pedazo de mí, probablemente con sus garras, aunque por como ardía, también me había comido un pedazo. Gato del di comencé a maldecir, mientras nos mirábamos cara a cara. De hecho, era la primera vez que le veía propiamente, más allá de sus ojos. Era un gato flaco, feo, con los pelos parados y del color del cobre. Tch
No tenemos tiempo para esto mascullé continuando con mi camino, si quería morir achicharrado, no era mi problema. Meh. Pero una voz me clavó en donde estaba. Una voz que conocía muy bien. La sangre se me congeló en las venas, como si me hubiesen sentenciado ver mi propia muerte. -¡Alambre!- y el muy… chupamedias… corrió a los brazos de Daireann. Daireann… susurré más como un expletivo que como para llamarla. -Tienen a Hilda y ¡salvaron a Alambre! Sólo falta Noah, que no puede caminar- y con su dedo apuntó lo que sabía bien, sería una sentencia de muerte.
Me lleva la que me trae tosí un par de veces y me sequé las lágrimas de los ojos con el revés de mi codo. El tal Noah estaba en medio de un ataque de pánico, aferrándose a un mueble, entre parado y medio caído. Tenía puesto un pijama. Arquee una ceja y miré a la niña. -¡Tengo que salvarlos!... ad…además, todos están a salvo. Salieron…- la niña tuvo un ataque de tos y comenzó a tener arcadas; la cosa no iba bien. Miré a la elfa. Con su bebé tenía las manos atadas y la cosa se ponía cada vez peor. Levanté en mis brazos a la niña y le di unos golpecitos en la espalda mientras me acercaba al tal Noah.
En otra ocasión, probablemente hubiese intentado ganármelo y hacer que me siguiera. Hubiese intentando que tuviera fe y esperanza, y que no tuviese miedo. El miedo es nuestro mejor amigo. Pero como que estábamos en una situación de vida o muerte, por lo que, recurrí a la opción más clara. Me saqué la capa, se la tiré encima al mocoso, cegándolo, y luego le envolví el torso con la capa, echándomelo al hombro. ¿Por dónde entraste Daireann? pregunté, con la niña sentada sobre uno de mis brazos y el mocoso sobre el otro hombro. -Hay un pasadizo, ella dijo señalando a la elfa - tal vez pueda pasar, pero Noah e Hilda no. ¿Hay otra forma? comenzó a llorar. Genial.
Ey, ey… la elfa y tú vayan por el pasadizo, yo sé cómo salir ¡Mentiras! absurdas patrañas. Pero daría mi vida para que los dos mocosos se salvaran**.
* * *
Con un niño bajo cada brazo, llamas por doquier, pelos achicharrados y mucho humo, me dirigí al único lugar que se me ocurrió: la primera puerta. Aire. Aire limpio. Caí sobre mis rodillas. Noah se había tranquilizado y casi podría decir que parecía cooperar con su actitud. Hilda por su parte… digamos que se notaba que aún gozaba de buenos pulmones.
- Aquí vinimos a jugar- su tono era cansino, como si se hubiese entregado a su destino –y me lastimé con la espada de la armadura. Edirne se enojó mucho…- abrí los ojos como platos y miré hacia todos lados desesperadamente. En efecto, caída y por partes, yacía una hermosa armadura sin dueño.
No hay tiempo dije apresuradamente, mientras tomaba el yelmo y lo rellenaba con telas que yacían sobre una mesa, también tomé una cortina y algunos trozos de soga. Le puse la parte al mocoso y luego envolví mejor a Hilda y la metí en un quijote. Noah, me voy a transformar en un lobo muy grande. Quiero que pases la cuerda por mi espalda, abraces a Hilda y te pongas entre mis brazos. ¡Vamos a salvarnos! en realidad ellos seguro, yo… discutible.
Evidentemente Noah ya conocía a los licántropos, pues no se sorprendió ante la transformación y fue extremadamente eficiente –para el largo de sus brazos y la situación en la que estábamos- siguiendo mis instrucciones paso a paso. Apreté los extremos de la soga entre mis fauces y miré hacia abajo, buscando un lugar donde caer. Los gatos luminosos y voladores se pusieron hacia un lado particular… un lugar en donde había una saliente de una edificación destruida. Ingenioso. En vez de saltar al vacío, saltar a una altura media y luego caer. Tal vez no perdiera la vida, o mis preciosos huesitos. Es horrible sanar huesos, aunque peor, es volverlos a su lugar. Tch.
Respiré profundamente y tomé carrera, gracias a mi tamaño y al cobijo de la noche, tenía más posibilidades de no escracharme contra el suelo, como un cuervo en el lomo de una mula con pica. Je… je…
Y así, con un chiste subnormal, me lancé a la vida.
…dispuesta a convertirme en abono para los gusanos
… lista para usar mi cuerpo para amortiguar la caída si el salto resultaba corto, o si el punto intermedio resultaba muy débil, o si los dioses… los dioses decidían volver a reírse en mi cara. NO BAJO MI CUIDADO, NO FRENTE A MIS OJOS.
…y así, la última imagen que pasó por mi mente, fue la de todos mis hijos y mi última palabra: redención.
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Off:*Me permití unas pequeñas licencias, pues creo que si Val no explica algunas cosas, va a ser difícil para Wood continuar lógicamente hacia el desenlace en tiempo y forma.
** Además, como no me gusta manejar directamente a otro pj. Preferí que Val siguiera a Daireann y yo me quedara con los gatos, ¿para hacer uso de ellos? xD
Espero que estés de acuerdo con este desenlace Val, no tuve la capacidad para algo mejor :v y realmente estoy muy oxidada ._.
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No dejaré que mueran, no de nuevo- Dijo la pequeña Daireann frotando sus ojos -Es mi culpa, yo los traje aquí, siempre es mi culpa, todas las veces- Sin pensarlo emprendió una carrera hacia las llamas para abrir paso y que la elfa pudiera escapar de alguna manera pero uno de los pequeños gatos etéreos la golpeó en el pecho haciéndola retroceder justo a tiempo, evitando que una estaca de madera ardiendo en llamas le lastimara los ojos.
La mujer de cabellos blancos se había ido con toda la carga, esperaba que estuvieran a salvo, su tarea ahora era sacar de ahí a la pequeña elfa. Así pues, reunió sus fuerzas y se cruzó un brazo de Valyria alrededor del cuello para avanzar junto a ella mientras los adorables gatitos de luz se encargaban de abrir camino y servían como escudo ante posibles daños.
Avanzaron sin descanso hasta lograr salir del edificio en llamas y tras una carrera agotadora terminaron ambas en el piso. Daireann se giró para ver cómo el edificio se desplomaba consumido por las llamas y llevó las manos a la boca para ahogar un grito de pánico, pero al mirar hacia arriba pudo ver a los otros niños cayendo junto a la licántropa en un acto poco prudente pero al final, efectivo.
El vuelo de la loba y los niños se hacía inesperadamente pausado y largo, haciendo parecer que simplemente flotaban al tiempo que el edificio tras ellas se perdía en una vorágine de llamas que luego formaron un círculo de fuego en torno a las valientes salvadoras, los bloques del suelo comenzaban a desprenderse y precipitarse al vacío hasta que todos parecían caer lentamente hacia la nada.
Dos fragmentos de una pequeña llave aparecieron repentinamente en la mano de cada una mientras Daireann se mostraba flotando frente a ellas -Fue diferente, esta vez fue diferente- Dijo la pequeña con un coro de voces infantiles, alegres y agradecidas -No se imaginan cuántas veces tuve que soportar esta noche, el mismo dolor una y otra vez, ahora seremos libres de este ciclo- Señaló los fragmentos de la llave en las manos de ambas, los cuales se atraían como imanes -Al juntar esa llave y podrán volver a donde vinieron- Luego de decir aquellas últimas palabras la imagen de Daireann se fragmentó en muchas imágenes de niños y se desaparecieron lentamente.
∞ Han completado su desafío, y han asegurado su regreso, para salir de este viaje solo deben juntar sus llaves y podrán regresar al evento principal.
∞ La siguiente respuesta podrán hacerla en el evento social aunque deben tener en cuenta algunas particularidades, una vez que vuelvan la llave será una sola y completa en lugar de dos fragmentos, una vez que vuelvan, la llave completa se irá disparada a juntarse con los dos primeras llaves que se encuentran en poder de Zelas. Además serán las únicas dos personas que recordarán a la niña de los dibujos, para las demás personas eso desaparecerá de sus recuerdos.
∞ Las recompensas serán entregadas al terminar el evento general.
La mujer de cabellos blancos se había ido con toda la carga, esperaba que estuvieran a salvo, su tarea ahora era sacar de ahí a la pequeña elfa. Así pues, reunió sus fuerzas y se cruzó un brazo de Valyria alrededor del cuello para avanzar junto a ella mientras los adorables gatitos de luz se encargaban de abrir camino y servían como escudo ante posibles daños.
Avanzaron sin descanso hasta lograr salir del edificio en llamas y tras una carrera agotadora terminaron ambas en el piso. Daireann se giró para ver cómo el edificio se desplomaba consumido por las llamas y llevó las manos a la boca para ahogar un grito de pánico, pero al mirar hacia arriba pudo ver a los otros niños cayendo junto a la licántropa en un acto poco prudente pero al final, efectivo.
El vuelo de la loba y los niños se hacía inesperadamente pausado y largo, haciendo parecer que simplemente flotaban al tiempo que el edificio tras ellas se perdía en una vorágine de llamas que luego formaron un círculo de fuego en torno a las valientes salvadoras, los bloques del suelo comenzaban a desprenderse y precipitarse al vacío hasta que todos parecían caer lentamente hacia la nada.
Dos fragmentos de una pequeña llave aparecieron repentinamente en la mano de cada una mientras Daireann se mostraba flotando frente a ellas -Fue diferente, esta vez fue diferente- Dijo la pequeña con un coro de voces infantiles, alegres y agradecidas -No se imaginan cuántas veces tuve que soportar esta noche, el mismo dolor una y otra vez, ahora seremos libres de este ciclo- Señaló los fragmentos de la llave en las manos de ambas, los cuales se atraían como imanes -Al juntar esa llave y podrán volver a donde vinieron- Luego de decir aquellas últimas palabras la imagen de Daireann se fragmentó en muchas imágenes de niños y se desaparecieron lentamente.
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∞ Han completado su desafío, y han asegurado su regreso, para salir de este viaje solo deben juntar sus llaves y podrán regresar al evento principal.
∞ La siguiente respuesta podrán hacerla en el evento social aunque deben tener en cuenta algunas particularidades, una vez que vuelvan la llave será una sola y completa en lugar de dos fragmentos, una vez que vuelvan, la llave completa se irá disparada a juntarse con los dos primeras llaves que se encuentran en poder de Zelas. Además serán las únicas dos personas que recordarán a la niña de los dibujos, para las demás personas eso desaparecerá de sus recuerdos.
∞ Las recompensas serán entregadas al terminar el evento general.
Ansur
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