[Desafío] Høstblót: La máscara de los Caídos [Eltrant+Magazubi]
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[Desafío] Høstblót: La máscara de los Caídos [Eltrant+Magazubi]
Máscara de los caídos
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El bárbaro guerrero se acercó de pronto a sus nuevos amigos favoritos, un guerrero como él y una chiquilla tenaz -Gracias por regalarme una última gloriosa batalla- Dijo con una sonrisa triste mientras rodeaba el cuello de Eltrant en un abrazo y revolvía con la otra manos los cabellos de Magazubi -Ganamos, esta vez ganamos- Sonrió mientras bajaba la mirada y se convertía en fuego maldito de color azul, al igual que todo cuanto podían ver, antes de que todo se volviera negro.
Solo la oscuridad decoraba el entorno mientras escuchaban la voz de Branwen a lo lejos ordenando a gritos -No se rindan, resistan, pronto vendrán los refuerzos, no se rindan- Cada orden, cada frase iba acompañada de gritos agónicos y desesperados -No podemos con ellos, no caen con nada, vamos a morir- De uno y otro lado llovían quejas, pero el ingenuo guerrero, que comenzaba a dibujarse como un simple granjero armado con no más que una oz y su valor, intentaba hacer frente a una pequeña horda de no-muertos.
Era un día antes de la Guerra de Terpoli, antes que las fuerzas de los humanos avanzaran deprisa para prestar apoyo, aquel pequeño pueblo de pacíficos granjeros había sido arrasado por una avanzada de muertos vivientes que no habían encontrado gran resistencia, era era la batalla perdida que Branwen había mencionado antes, aunque ahora, el par de Héroes podría hacer la diferencia.
∞ Bienvenidos a Terpoli, aunque esta vez un poco antes de los eventos que todos conocimos, la invasión de los no-muertos fue uno de los eventos más siniestros en la historia de Aerandir, pero hay mucha más historia de la que muchos recuerdan, incluyendo al pequeño pueblo que fue arrasado antes que llegaran los refuerzos de Lunargenta.
∞ Su misión será proteger el pequeño poblado y ayudarlos a resistir, bien sea dando instrucciones para coordinarlos o ayudando directamente a neutralizar amenazas, aunque deben tener en cuenta que ustedes dos no serán capaces de detener la oleada, necesitarán el apoyo de los inexpertos defensores del pueblo.
∞ Este desafío se resolverá en dos rondas, no habrá intervención master a menos que sea necesario, hasta que el objetivo sea logrado, en esos turnos deberán reducir las pérdidas, proteger al pueblo y asegurar que resistan hasta la llegada de la Guardia de Lunargenta.
∞ El desenlace de este desafío puede influir directamente en el evento general y también en futuras tramas. También ofrece la posibilidad de conseguir la Máscara de los Caídos.
Solo la oscuridad decoraba el entorno mientras escuchaban la voz de Branwen a lo lejos ordenando a gritos -No se rindan, resistan, pronto vendrán los refuerzos, no se rindan- Cada orden, cada frase iba acompañada de gritos agónicos y desesperados -No podemos con ellos, no caen con nada, vamos a morir- De uno y otro lado llovían quejas, pero el ingenuo guerrero, que comenzaba a dibujarse como un simple granjero armado con no más que una oz y su valor, intentaba hacer frente a una pequeña horda de no-muertos.
Era un día antes de la Guerra de Terpoli, antes que las fuerzas de los humanos avanzaran deprisa para prestar apoyo, aquel pequeño pueblo de pacíficos granjeros había sido arrasado por una avanzada de muertos vivientes que no habían encontrado gran resistencia, era era la batalla perdida que Branwen había mencionado antes, aunque ahora, el par de Héroes podría hacer la diferencia.
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∞ Bienvenidos a Terpoli, aunque esta vez un poco antes de los eventos que todos conocimos, la invasión de los no-muertos fue uno de los eventos más siniestros en la historia de Aerandir, pero hay mucha más historia de la que muchos recuerdan, incluyendo al pequeño pueblo que fue arrasado antes que llegaran los refuerzos de Lunargenta.
∞ Su misión será proteger el pequeño poblado y ayudarlos a resistir, bien sea dando instrucciones para coordinarlos o ayudando directamente a neutralizar amenazas, aunque deben tener en cuenta que ustedes dos no serán capaces de detener la oleada, necesitarán el apoyo de los inexpertos defensores del pueblo.
∞ Este desafío se resolverá en dos rondas, no habrá intervención master a menos que sea necesario, hasta que el objetivo sea logrado, en esos turnos deberán reducir las pérdidas, proteger al pueblo y asegurar que resistan hasta la llegada de la Guardia de Lunargenta.
∞ El desenlace de este desafío puede influir directamente en el evento general y también en futuras tramas. También ofrece la posibilidad de conseguir la Máscara de los Caídos.
Ansur
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Re: [Desafío] Høstblót: La máscara de los Caídos [Eltrant+Magazubi]
Abrió los ojos de golpe, encontrándose con él cielo grisáceo que tenía sobre su cabeza.
Estaba tumbado, sobre la hierba, bocarriba. ¿Dónde estaba? ¿La celebración… de las máscaras? Se frotó los ojos, sentía una sensación rara, como si se estuviese despertando de una noche muy corta, como si llevase semanas sin dormir.
Olía a… conocía ese olor, era el olor de la guerra.
Pocos lo sabían, pero la guerra en sí tenía un olor característico, uno que Eltrant conocía desafortunadamente demasiado bien. Metal, sangre, hollín, era una acumulación de tantas cosas entremezcladas que creaba algo nuevo, un aroma que impregnaba los ropajes, que parecía calar el alma de todos los que participaban en los eventos que lo ocasionaban.
Se incorporó hasta quedarse sentado, percatándose entonces de que llevaba puesta su armadura de color azabache. Frunció el ceño y miró a su alrededor; las pequeñas casas de madera, las distantes personas que parecían discutir en el centro de aquella miríada de viviendas... no era Roilkat.
¿Una aldea? Parecía completamente normal, pero al mismo tiempo la recordaba.
Sabía que tenía de especial.
- No. – Fue lo único que dijo, adquiriendo un tono de piel que haría parecer a Lyn bronceada. – No, no, no, no. – Aseveró a continuación presa del pánico, levantándose de un salto, notando el peso de todo lo que llevaba encima de golpe. - ¿Qué…? – Se giró sobre sí mismo con una sacudida, viendo a Recuerdo en su cintura, notando a Olvido a su espalda. - ¿Por qué tengo…? -
Aquello estaba mal, aquello estaba muy mal.
- No puede ser Térpoli. – Tragó saliva y se sujetó la mano derecha, que temblaba, con la izquierda.
Térpoli había acabado, hacía ya años de eso. Habían retomado la ciudad, la batalla había tenido su punto y final, los muertos estaban enterrados y aquello solo era una pesadilla recurrente que se encargaba de enterrar bajo la pila de infortunios y “proezas” que realizaba diariamente.
No había más.
No podía ser.
- ¿Qué clase de...? – Se apoyó en un árbol con ambas manos, respirando con cierta dificultad.
Le dolía el pecho, bajó la mirada hasta las grebas de metal que vestía en aquel momento, la visión se le nublaba por momentos. El estómago se le revolvía, tuvo varias arcadas, pero no llegó a vomitar.
- Inspira hondo. –
Hizo lo que le decía la voz, escupió a un lado la saliva que se le acumulaba en la boca y sacudió la cabeza centrándose en el sonido de su propia respiración.
- Así es, muy bien. Respira… -
Lyn estaba a su espalda, dándole una sería de palmaditas que intentaban ser tranquilizadoras. No la sentía, la vampiresa que estaba allí con él era un filamento de su imaginación, una mentira que se decía a si mismo para no sentirse tan absurdamente solo después de lo que había sucedido en el Oblivion.
Pero agradecía su ayuda.
- Esto es Térpoli, Eltrant. – dijo separándose del herrero, que seguía apoyando en el árbol, mirando hacía el lugar en el que deberían estar enterradas las raíces del mismo.
- No puede serlo. – Apoyó la cabeza en el tronco del árbol, conteniendo su aliento. – Lyn, yo pelee aquí. Yo participé en esto. Ya lo he vivido y no… -
Eltrant se volvió sobre si mismo repentinamente para encontrare a la vampiresa con una de las manos levantadas, indicándole que dejase de hablar. Era… una visión extraña, no estaba habituada a verla bajo la luz del sol, aunque este estuviese ligeramente aplacado por las sendas nubes que se arremolinaban sobre ellos.
- Estás en Térpoli. – Repitió de forma calmada, con ese tono de voz que parecía apoderarse de ella cuando se comportaba como la edad en realidad. – Lo siento, Eltrant. – El mencionado se llevó una de las manos a la cara y se apoyó contra el árbol.
Era irónico, se apuntó a aquella batalla y la luchó con el mismo ímpetu que siempre había demostrado, sin preocuparse por lo que tenía delante y mucho menos por cómo podía acabar; simplemente avanzó sin mirar atrás.
Y todo fue bien, todo hasta que las pesadillas aparecieron, ahí empezó a sentirse de aquella forma. Había tenido más pesadillas, las tuvo con la guerra Nórgeda y con la toma de la Lunargenta sitiada.
Pero esas habían desaparecido con el tiempo, Térpoli no.
Térpoli seguía recordándole aquel maldito fuego verde como si fuese el primer día.
- Has viajado a un mundo muerto para salvar el Árbol Madre. – Le recordó Lyn, Eltrant soltó un algo parecido a un gruñido y se deslizó por el árbol hasta acabar sentado. - ¿De verdad es tan descabellado pensar que estás viviendo algo otra vez? Quiero decir, estabas en una celebración, han salido llamas azules después de que le pegases a gente en la cara y ahora estas aquí. Puede que no sea tan real como me gusta decirte, pero los dos hemos visto lo suficiente como para saber que pasa algo raro. –
- Si estás tratando de consolarme estás haciendo un trabajo horrible. – dijo este en un susurro, con la cabeza aun gacha, apoyando ambos brazos en sus rodillas. – Lo último que necesito es retroceder en el tiempo. – Agregó.
La ojiazul dejó escapar una risita y, sin moverse de dónde estaba, sin realizar ningún tipo de acción aparente, apareció sentada a su lado.
- ¿Tú crees? – dijo esta inspirando profundamente. – A mí me gustaría cambiar tantas cosas... – dijo a continuación, apoyando la cabeza en el hombro del castaño y cerrando los ojos. – Tienes suerte. -
Los aldeanos seguían discutiendo en la distancia. No podía reconocer que decían, pero la voz parecía la de… ¿Branwen? Fuese lo que fuese lo que vociferaban, el ambiente parecía tenso, se habían dado algún empujó que otro y varios aldeanos habían tratado de encararse a Branwen.
No había que ser un genio para saber por qué.
Miró el cielo. ¿En qué día de todo aquel suceso estaban? Obviamente antes del asalto de la guardia y de que el Aquelarre hubiese tomado la aldea. ¿La defensa de Térpoli por los aldeanos?
- ¿Y qué crees que debería…? –
Y Lyn ya no estaba. Volvió a respirar con calma, por una vez no le importó su repentina desaparición; al menos ya no sentía que le faltaba aire, tampoco nauseas.
Sí que le seguía temblando la mano derecha.
- Muy bien, Eltrant Tale. – Abrió y cerró dicha mano de forma intermitente, en un inútil intento por calmarse y se levantó. – Acabemos con esto y volvamos a Roilkat, no puedo perder su rastro. –
Se acercó a la muchedumbre. Aunque se encontró antes con… la chica.
La chica de la medalla.
- ¡Tú! – Se acercó a ella de varias grandes zancadas, con los ojos abiertos de par en par. - ¡Tú eres…! – Estuvo tentado de zarandearla, se controló en el último instante, aun así no supo exactamente qué hacer con sus brazos y los dejó caer a los lados. – Dioses, no sabes cuánto me alegro de ver una cara conocida… aunque solo sea de apenas unas horas. –
Miró a su alrededor, aun nadie se había fijado en los extraños. Comprensible, tenían mejores cosas de las que preocuparse; el ejercito de No-Muertos que estaba por asaltar el lugar al menos.
- Estamos… estamos en Térpoli. – Le dijo a la muchacha, aunque lo hizo casi más para convencerse a sí mismo que a ella. – Otra vez - Le volvió a temblar la mano. – Aunque queramos irnos… por las nubes creo que estamos casi al final de todo, en los últimos días. La aldea está sitiada, no podemos huir. – Le dijo pasándose la mano por el pelo, alisándolo.
No sabía exactamente quién era la chica, ni que capacidades tenía, tampoco por qué había acabado con él hasta allí. Pero lo agradecía, era una confirmación extra de que no se había vuelto extremadamente loco.
Una especie de ancla a la realidad.
- Voy a… intentar ayudarles como pueda. – Le dijo, girándose hacía los aldeanos que seguían discutiendo. – Ya he peleado una vez aquí. – Se esforzó por esbozar una sonrisa, aunque no estaba seguro si lo consiguió. – Debería de poder hacer algo… ¿No? ¿Me echarías una mano? –
Tras unas breves palabras más, Eltrant se separó de la muchacha.
- Oh, y me llamo Eltrant Tale. – Le dijo en un tono más cordial que el que había usado en la taberna, acercándose a los aldeanos.
Desconfiados en un principio, Eltrant no tardó en hacer ver que necesitaban toda la ayuda posible y que había aparecido allí para responder a ello. La guarda de Lunargenta aun tardaría en aparecer y tendrían que actuar por su propia cuenta hasta el momento.
No tenían más remedio si querían conservar sus hogares.
Por supuesto, se encargó de presentarse como “El Comandante Eltrant Tale de las fuerzas de Lunargenta” para facilitar las cosas con los lugareños que le creían un espía o algo peor; no podía negar la armadura de placas y el arsenal que llevaba encima ayudó también.
- ¿Cuántos carpinteros tenéis? – Fue lo primero que preguntó cuándo consiguió acallar las voces de protesta. – Porque vamos a fabricar un montón de lanzas, son más fáciles de usar que una espada y se hacen mucho más rápido. – dijo – No hay tiempo para una empalizada propiamente dicha, así que estacas de madera en diagonal harán el… apaño y ayudarán a formar una línea de defensa. – Se llevó la mano derecha hasta la boca.
– O algo parecido a una… -
Estaba tumbado, sobre la hierba, bocarriba. ¿Dónde estaba? ¿La celebración… de las máscaras? Se frotó los ojos, sentía una sensación rara, como si se estuviese despertando de una noche muy corta, como si llevase semanas sin dormir.
Olía a… conocía ese olor, era el olor de la guerra.
Pocos lo sabían, pero la guerra en sí tenía un olor característico, uno que Eltrant conocía desafortunadamente demasiado bien. Metal, sangre, hollín, era una acumulación de tantas cosas entremezcladas que creaba algo nuevo, un aroma que impregnaba los ropajes, que parecía calar el alma de todos los que participaban en los eventos que lo ocasionaban.
Se incorporó hasta quedarse sentado, percatándose entonces de que llevaba puesta su armadura de color azabache. Frunció el ceño y miró a su alrededor; las pequeñas casas de madera, las distantes personas que parecían discutir en el centro de aquella miríada de viviendas... no era Roilkat.
¿Una aldea? Parecía completamente normal, pero al mismo tiempo la recordaba.
Sabía que tenía de especial.
- No. – Fue lo único que dijo, adquiriendo un tono de piel que haría parecer a Lyn bronceada. – No, no, no, no. – Aseveró a continuación presa del pánico, levantándose de un salto, notando el peso de todo lo que llevaba encima de golpe. - ¿Qué…? – Se giró sobre sí mismo con una sacudida, viendo a Recuerdo en su cintura, notando a Olvido a su espalda. - ¿Por qué tengo…? -
Aquello estaba mal, aquello estaba muy mal.
- No puede ser Térpoli. – Tragó saliva y se sujetó la mano derecha, que temblaba, con la izquierda.
Térpoli había acabado, hacía ya años de eso. Habían retomado la ciudad, la batalla había tenido su punto y final, los muertos estaban enterrados y aquello solo era una pesadilla recurrente que se encargaba de enterrar bajo la pila de infortunios y “proezas” que realizaba diariamente.
No había más.
No podía ser.
- ¿Qué clase de...? – Se apoyó en un árbol con ambas manos, respirando con cierta dificultad.
Le dolía el pecho, bajó la mirada hasta las grebas de metal que vestía en aquel momento, la visión se le nublaba por momentos. El estómago se le revolvía, tuvo varias arcadas, pero no llegó a vomitar.
- Inspira hondo. –
Hizo lo que le decía la voz, escupió a un lado la saliva que se le acumulaba en la boca y sacudió la cabeza centrándose en el sonido de su propia respiración.
- Así es, muy bien. Respira… -
Lyn estaba a su espalda, dándole una sería de palmaditas que intentaban ser tranquilizadoras. No la sentía, la vampiresa que estaba allí con él era un filamento de su imaginación, una mentira que se decía a si mismo para no sentirse tan absurdamente solo después de lo que había sucedido en el Oblivion.
Pero agradecía su ayuda.
- Esto es Térpoli, Eltrant. – dijo separándose del herrero, que seguía apoyando en el árbol, mirando hacía el lugar en el que deberían estar enterradas las raíces del mismo.
- No puede serlo. – Apoyó la cabeza en el tronco del árbol, conteniendo su aliento. – Lyn, yo pelee aquí. Yo participé en esto. Ya lo he vivido y no… -
Eltrant se volvió sobre si mismo repentinamente para encontrare a la vampiresa con una de las manos levantadas, indicándole que dejase de hablar. Era… una visión extraña, no estaba habituada a verla bajo la luz del sol, aunque este estuviese ligeramente aplacado por las sendas nubes que se arremolinaban sobre ellos.
- Estás en Térpoli. – Repitió de forma calmada, con ese tono de voz que parecía apoderarse de ella cuando se comportaba como la edad en realidad. – Lo siento, Eltrant. – El mencionado se llevó una de las manos a la cara y se apoyó contra el árbol.
Era irónico, se apuntó a aquella batalla y la luchó con el mismo ímpetu que siempre había demostrado, sin preocuparse por lo que tenía delante y mucho menos por cómo podía acabar; simplemente avanzó sin mirar atrás.
Y todo fue bien, todo hasta que las pesadillas aparecieron, ahí empezó a sentirse de aquella forma. Había tenido más pesadillas, las tuvo con la guerra Nórgeda y con la toma de la Lunargenta sitiada.
Pero esas habían desaparecido con el tiempo, Térpoli no.
Térpoli seguía recordándole aquel maldito fuego verde como si fuese el primer día.
- Has viajado a un mundo muerto para salvar el Árbol Madre. – Le recordó Lyn, Eltrant soltó un algo parecido a un gruñido y se deslizó por el árbol hasta acabar sentado. - ¿De verdad es tan descabellado pensar que estás viviendo algo otra vez? Quiero decir, estabas en una celebración, han salido llamas azules después de que le pegases a gente en la cara y ahora estas aquí. Puede que no sea tan real como me gusta decirte, pero los dos hemos visto lo suficiente como para saber que pasa algo raro. –
- Si estás tratando de consolarme estás haciendo un trabajo horrible. – dijo este en un susurro, con la cabeza aun gacha, apoyando ambos brazos en sus rodillas. – Lo último que necesito es retroceder en el tiempo. – Agregó.
La ojiazul dejó escapar una risita y, sin moverse de dónde estaba, sin realizar ningún tipo de acción aparente, apareció sentada a su lado.
- ¿Tú crees? – dijo esta inspirando profundamente. – A mí me gustaría cambiar tantas cosas... – dijo a continuación, apoyando la cabeza en el hombro del castaño y cerrando los ojos. – Tienes suerte. -
Los aldeanos seguían discutiendo en la distancia. No podía reconocer que decían, pero la voz parecía la de… ¿Branwen? Fuese lo que fuese lo que vociferaban, el ambiente parecía tenso, se habían dado algún empujó que otro y varios aldeanos habían tratado de encararse a Branwen.
No había que ser un genio para saber por qué.
Miró el cielo. ¿En qué día de todo aquel suceso estaban? Obviamente antes del asalto de la guardia y de que el Aquelarre hubiese tomado la aldea. ¿La defensa de Térpoli por los aldeanos?
- ¿Y qué crees que debería…? –
Y Lyn ya no estaba. Volvió a respirar con calma, por una vez no le importó su repentina desaparición; al menos ya no sentía que le faltaba aire, tampoco nauseas.
Sí que le seguía temblando la mano derecha.
- Muy bien, Eltrant Tale. – Abrió y cerró dicha mano de forma intermitente, en un inútil intento por calmarse y se levantó. – Acabemos con esto y volvamos a Roilkat, no puedo perder su rastro. –
Se acercó a la muchedumbre. Aunque se encontró antes con… la chica.
La chica de la medalla.
- ¡Tú! – Se acercó a ella de varias grandes zancadas, con los ojos abiertos de par en par. - ¡Tú eres…! – Estuvo tentado de zarandearla, se controló en el último instante, aun así no supo exactamente qué hacer con sus brazos y los dejó caer a los lados. – Dioses, no sabes cuánto me alegro de ver una cara conocida… aunque solo sea de apenas unas horas. –
Miró a su alrededor, aun nadie se había fijado en los extraños. Comprensible, tenían mejores cosas de las que preocuparse; el ejercito de No-Muertos que estaba por asaltar el lugar al menos.
- Estamos… estamos en Térpoli. – Le dijo a la muchacha, aunque lo hizo casi más para convencerse a sí mismo que a ella. – Otra vez - Le volvió a temblar la mano. – Aunque queramos irnos… por las nubes creo que estamos casi al final de todo, en los últimos días. La aldea está sitiada, no podemos huir. – Le dijo pasándose la mano por el pelo, alisándolo.
No sabía exactamente quién era la chica, ni que capacidades tenía, tampoco por qué había acabado con él hasta allí. Pero lo agradecía, era una confirmación extra de que no se había vuelto extremadamente loco.
Una especie de ancla a la realidad.
- Voy a… intentar ayudarles como pueda. – Le dijo, girándose hacía los aldeanos que seguían discutiendo. – Ya he peleado una vez aquí. – Se esforzó por esbozar una sonrisa, aunque no estaba seguro si lo consiguió. – Debería de poder hacer algo… ¿No? ¿Me echarías una mano? –
Tras unas breves palabras más, Eltrant se separó de la muchacha.
- Oh, y me llamo Eltrant Tale. – Le dijo en un tono más cordial que el que había usado en la taberna, acercándose a los aldeanos.
Desconfiados en un principio, Eltrant no tardó en hacer ver que necesitaban toda la ayuda posible y que había aparecido allí para responder a ello. La guarda de Lunargenta aun tardaría en aparecer y tendrían que actuar por su propia cuenta hasta el momento.
No tenían más remedio si querían conservar sus hogares.
Por supuesto, se encargó de presentarse como “El Comandante Eltrant Tale de las fuerzas de Lunargenta” para facilitar las cosas con los lugareños que le creían un espía o algo peor; no podía negar la armadura de placas y el arsenal que llevaba encima ayudó también.
- ¿Cuántos carpinteros tenéis? – Fue lo primero que preguntó cuándo consiguió acallar las voces de protesta. – Porque vamos a fabricar un montón de lanzas, son más fáciles de usar que una espada y se hacen mucho más rápido. – dijo – No hay tiempo para una empalizada propiamente dicha, así que estacas de madera en diagonal harán el… apaño y ayudarán a formar una línea de defensa. – Se llevó la mano derecha hasta la boca.
– O algo parecido a una… -
Eltrant Tale
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Re: [Desafío] Høstblót: La máscara de los Caídos [Eltrant+Magazubi]
- Continuación del evento:
- Aún seguía un poco nerviosa por la situación en la que habíamos quedado: una mujer que no me daba buena espina quería ayudarnos a salir y un extraño tipo parecía muy interesado en la medalla del buscapleito; por suerte ya yo sentía que me había desaparecido del radar de Duke, ahora sólo me quedaba resolver lo de la chica ¿Era buen plan hacerle caso?
Mi mano seguía un poco dolida por el mordisco de Branwen, así que muy frecuentemente la frotaba sobre mi pantalón para intentar disipar de alguna forma el dolor, o sentirlo más intenso para recordarme que estoy viva.
El buscapleito había rechazado sin pensar mucho la oferta de aquel hombre, cosa que me parecía sensata pero que seguramente podría traer algún problema. La verdad esperaba otra pelea desastrosa y épica pero no sucedió, el hombre de la medalla que ahora me decía que su nombre es Tale se había sentado a ¿beber? No entiendo cómo la gente disfruta de tales venenos.
-Magazubi- dije por cortesía pero llevando mi atención a Duke que no parecía complacido con la respuesta de Tale.
Ya había sido suficiente, estando tanto tiempo en un solo sitio no iba a poder ponerme al corriente de todo lo que estaba pasando, había llegado el momento de irme pero antes haría una chequeo de que todo estaba bien. Busqué con la mirada a la mujer misteriosa, volví mi mirada a Duke, luego a Tale y por último mire a Branwen que se estaba comportando extraño, su voz nos decía que ganamos de una forma muy alegre y viva, pero su expresión parecía disolverse. Pronto todo a nuestro alrededor se convirtió en fuego azul con una velocidad que no me permitió reaccionar.
No veía nada ¿había perdido la visión? ¿porqué veo negro?
Traté de quedarme quieta para no desorientarme en el vacío y oí a lo lejos la voz de Branwen y otras voces que pronto se acercaban. Gritos de aliento y desaliento rodaban por el vacío. Aquellas voces que parecían provenir de mi cabeza se hicieron más y más insoportables, al punto en el que me tapé los oídos y cerré los ojos.
Las voces no paraban, así que abrí los ojos y ...
¿Dónde estoy? Observé a mi alrededor y definitivamente no me encontraba en la fiesta de las máscaras. ¿Duke o la chica? ¿Esto será ilusión? -Cugh cugh- tosí un poco por el polvo en el ambiente.
Salí del cuarto de una cabaña y me encontré con una familia que hacía su equipaje. Me quedé observándolos por unos instantes y no me atreví a preguntarles nada, era muy probable que estuviera en una ilusión. Salí esta vez un poco apresurada de la cabaña y observé un pequeño pueblo que estaba en un estado de ¿emergencia? Muchos estaban desesperados y podía sentirse temor en el ambiente, todo estaba como tenso y con mucha adrenalina.
Mis ojos pronto se encontraron con dos no-muertos en la distancia. Enseguida llevé mi vista a mi mano mordida para verificar la realidad de lo que estaba viviendo y sí tenía la mordida aún marcada pero ya no me dolía en lo absoluto ¿Esto era real?
Me quedé un rato paralizada mientras ignoraba la gente que estaba a mi alrededor.
Desconcertada sin entender nada fui interceptada por Tale que parecía un tanto alegre si se quiere de verme, me informaba de todo y poco a poco me fuí haciendo a la idea de lo que me decía hasta que mencionó que estábamos al final de todo. Mi cerebro empezó a recordar y unir cabos -Este pueblo... fue arrasado- dije para mí misma, audible para Tale y traté de que no fuera audible para la gente a nuestro alrededor.
Estaba aún en shock pensando en que esto era una broma de mal gusto. Escuchaba de fondo a Tale dándole apoyo a los aldeanos, pero mi mente estaba analizando un sin fin de posibilidades, incluyendo la capacidad de ver a mi yo del pasado.
Quería ayudar a la gente, era lo correcto, pero al mismo tiempo estaba segura que modificar el pasado podría traer grandes consecuencias en el presente. Salvar ese pueblo podría significar perder otras cosas, pero si no hacía nada... ¿Cómo le explicaba a Tale que estaba mal ayudar a esa gente? ¿Cómo podía convencerme yo misma que no hacer nada y posiblemente morir estaba bien?
-¿Me echarías una mano?- escuché decir y luego oí cómo se presentaba de una forma muy diferente a la anterior.
No pude evitar sonreírle y asentir mientras en mi mente sólo tenía un pensamiento: todo esto está muy mal.
Me gustaba la idea de Eltrant, pero me preocupaba que a diferencia de la vez pasada en la que estuve ayudando a un pueblo a defenderse esta vez estas personas no estaban tan preparadas. Necesitaba darle tiempo a Eltrant y a los carpinteros para poder armar al pueblo.
Traté de ayudar a carpinteros y a herreros unirse para seguir las ordenes de Eltrant para que armaran a los del pueblo y pudiesemos resistir.
-¡¡Necesito un equipo de valientes!!- comenté en voz muy alta -Tenemos una misión importante, ayudar a los del pueblo que se quedaron en sus casas... hay que traerlos aquí-
Aquella petición era un poco peligrosa, sin embargo era necesaria, no sólo por las vidas de esas personas sino porque yo podría estar más cerca y tal vez de alguna forma distraer a los zombies para darle tiempo a Eltrant.
Tres personas se habían apuntado a mi idea sin rechistar, pero eran muy poquito, esperé un rato más a que alguna otra persona se alistara conmigo y me dispuse a explicarles el plan. Al final eramos 7 personas contándome, de las cuales la mayoría tenían más miedo que ganas de salvar a la gente.
-¡Primero!- dije llamando su atención mientras me quitaba la máscara que aún tenía del evento -El comandante de Lunargenta está aquí con nosotros apoyándonos, no estamos solos- hice especial énfasis en que somos un grupo de personas en esta causa -Necesitamos ayudar a la gente que sigue en sus casas y necesitamos ganar tiempo- dije posando mi mirada en los ojos de cada uno de los espectadores dedicándoles un tiempo a cada uno -Mi nombre es Magazubi y no voy a dejar que les pase absolutamente nada. Soy una bruja vidente y todo va a salir bien- hice una pequeña pausa - pero necesito a personas a mi lado que de verdad se quieran aventurar a esto- dije mientras con telekinesis hacia que una escoba se aproximara a mi mano y la tomaba con firmeza. -Si no quieren confiar en ustedes como personas capaces de lograr esta misión, confíen en mí que confía en ustedes.- hago una leve pausa para que el mensaje se entienda a la perfección -Nuestra tarea es la más importante, tenemos que mantener la unión de este pueblo y separar a los no-muertos, es sencillo y más con la ayuda de una bruja- recalqué -Solo necesitamos aguantar este día y dar lo mejor de nosotros, después nos llamaran heroes, obtendremos medallas de honor, y los niños de todo el mundo recordaran nuestros nombres-.
Hice que todos anotaran sus nombres en un papel para luego guardarlo entre mis ropas. No estaba segura si los reconocimientos serían tales, sin embargo yo sí los iba a reconocer y les quería dar la importancia que se merecen.
Equipo de Rescate Esmeralda:
Hera Felicitti
Amnirath Tasikof
Tim Terra
Jhon Gucci
Ignacio del Toro
Petreli
Magazubi
-El plan es el siguiente. Somos un equipo de rescate que siempre va a trabajar unido. Vamos a acercarnos a la horda de no-muertos y vamos a tratar de rescatar a las familias que siguen en casa. Su misión es convencerlos de huir para que vayan con los demás del pueblo a estar a salvo con Eltrant- hago una pausa para analizar la cara de mis interlocutores y saber cómo continuar mi discurso -No hay nada de que preocuparse, yo seré la carnada, usaré mis habilidades para distraer a estos seres-.
Miro a uno de los del equipo -Ignacio- coloco mi mano sobre su hombro -¿Puedo hacer algo para que estés más tranquilo con la misión?- le pregunto co sinceridad para tratar de ayudarlo con su confianza.
-No, no, todo está bien- contestó él
-Vale, estamos todos juntos en esto- le comenté.
Con mi grupo de rescate me dirigí en donde estaba Eltrant y le reporté -Capitán, el Equipo de Rescate Esmeralda está listo para defender el pueblo. Hera Felicitti, Amnirath Tasikof, Tim Terra, Jhon Gucci, Ignacio del Toro, Petreli y mi persona Magazubi protegeremos y rescataremos al pueblo por capas para conseguir más tiempo
Traté de quedarme quieta para no desorientarme en el vacío y oí a lo lejos la voz de Branwen y otras voces que pronto se acercaban. Gritos de aliento y desaliento rodaban por el vacío. Aquellas voces que parecían provenir de mi cabeza se hicieron más y más insoportables, al punto en el que me tapé los oídos y cerré los ojos.
Las voces no paraban, así que abrí los ojos y ...
¿Dónde estoy? Observé a mi alrededor y definitivamente no me encontraba en la fiesta de las máscaras. ¿Duke o la chica? ¿Esto será ilusión? -Cugh cugh- tosí un poco por el polvo en el ambiente.
Salí del cuarto de una cabaña y me encontré con una familia que hacía su equipaje. Me quedé observándolos por unos instantes y no me atreví a preguntarles nada, era muy probable que estuviera en una ilusión. Salí esta vez un poco apresurada de la cabaña y observé un pequeño pueblo que estaba en un estado de ¿emergencia? Muchos estaban desesperados y podía sentirse temor en el ambiente, todo estaba como tenso y con mucha adrenalina.
Mis ojos pronto se encontraron con dos no-muertos en la distancia. Enseguida llevé mi vista a mi mano mordida para verificar la realidad de lo que estaba viviendo y sí tenía la mordida aún marcada pero ya no me dolía en lo absoluto ¿Esto era real?
Me quedé un rato paralizada mientras ignoraba la gente que estaba a mi alrededor.
Desconcertada sin entender nada fui interceptada por Tale que parecía un tanto alegre si se quiere de verme, me informaba de todo y poco a poco me fuí haciendo a la idea de lo que me decía hasta que mencionó que estábamos al final de todo. Mi cerebro empezó a recordar y unir cabos -Este pueblo... fue arrasado- dije para mí misma, audible para Tale y traté de que no fuera audible para la gente a nuestro alrededor.
Estaba aún en shock pensando en que esto era una broma de mal gusto. Escuchaba de fondo a Tale dándole apoyo a los aldeanos, pero mi mente estaba analizando un sin fin de posibilidades, incluyendo la capacidad de ver a mi yo del pasado.
Quería ayudar a la gente, era lo correcto, pero al mismo tiempo estaba segura que modificar el pasado podría traer grandes consecuencias en el presente. Salvar ese pueblo podría significar perder otras cosas, pero si no hacía nada... ¿Cómo le explicaba a Tale que estaba mal ayudar a esa gente? ¿Cómo podía convencerme yo misma que no hacer nada y posiblemente morir estaba bien?
-¿Me echarías una mano?- escuché decir y luego oí cómo se presentaba de una forma muy diferente a la anterior.
No pude evitar sonreírle y asentir mientras en mi mente sólo tenía un pensamiento: todo esto está muy mal.
Me gustaba la idea de Eltrant, pero me preocupaba que a diferencia de la vez pasada en la que estuve ayudando a un pueblo a defenderse esta vez estas personas no estaban tan preparadas. Necesitaba darle tiempo a Eltrant y a los carpinteros para poder armar al pueblo.
Traté de ayudar a carpinteros y a herreros unirse para seguir las ordenes de Eltrant para que armaran a los del pueblo y pudiesemos resistir.
-¡¡Necesito un equipo de valientes!!- comenté en voz muy alta -Tenemos una misión importante, ayudar a los del pueblo que se quedaron en sus casas... hay que traerlos aquí-
Aquella petición era un poco peligrosa, sin embargo era necesaria, no sólo por las vidas de esas personas sino porque yo podría estar más cerca y tal vez de alguna forma distraer a los zombies para darle tiempo a Eltrant.
Tres personas se habían apuntado a mi idea sin rechistar, pero eran muy poquito, esperé un rato más a que alguna otra persona se alistara conmigo y me dispuse a explicarles el plan. Al final eramos 7 personas contándome, de las cuales la mayoría tenían más miedo que ganas de salvar a la gente.
-¡Primero!- dije llamando su atención mientras me quitaba la máscara que aún tenía del evento -El comandante de Lunargenta está aquí con nosotros apoyándonos, no estamos solos- hice especial énfasis en que somos un grupo de personas en esta causa -Necesitamos ayudar a la gente que sigue en sus casas y necesitamos ganar tiempo- dije posando mi mirada en los ojos de cada uno de los espectadores dedicándoles un tiempo a cada uno -Mi nombre es Magazubi y no voy a dejar que les pase absolutamente nada. Soy una bruja vidente y todo va a salir bien- hice una pequeña pausa - pero necesito a personas a mi lado que de verdad se quieran aventurar a esto- dije mientras con telekinesis hacia que una escoba se aproximara a mi mano y la tomaba con firmeza. -Si no quieren confiar en ustedes como personas capaces de lograr esta misión, confíen en mí que confía en ustedes.- hago una leve pausa para que el mensaje se entienda a la perfección -Nuestra tarea es la más importante, tenemos que mantener la unión de este pueblo y separar a los no-muertos, es sencillo y más con la ayuda de una bruja- recalqué -Solo necesitamos aguantar este día y dar lo mejor de nosotros, después nos llamaran heroes, obtendremos medallas de honor, y los niños de todo el mundo recordaran nuestros nombres-.
Hice que todos anotaran sus nombres en un papel para luego guardarlo entre mis ropas. No estaba segura si los reconocimientos serían tales, sin embargo yo sí los iba a reconocer y les quería dar la importancia que se merecen.
Equipo de Rescate Esmeralda:
Hera Felicitti
Amnirath Tasikof
Tim Terra
Jhon Gucci
Ignacio del Toro
Petreli
Magazubi
-El plan es el siguiente. Somos un equipo de rescate que siempre va a trabajar unido. Vamos a acercarnos a la horda de no-muertos y vamos a tratar de rescatar a las familias que siguen en casa. Su misión es convencerlos de huir para que vayan con los demás del pueblo a estar a salvo con Eltrant- hago una pausa para analizar la cara de mis interlocutores y saber cómo continuar mi discurso -No hay nada de que preocuparse, yo seré la carnada, usaré mis habilidades para distraer a estos seres-.
Miro a uno de los del equipo -Ignacio- coloco mi mano sobre su hombro -¿Puedo hacer algo para que estés más tranquilo con la misión?- le pregunto co sinceridad para tratar de ayudarlo con su confianza.
-No, no, todo está bien- contestó él
-Vale, estamos todos juntos en esto- le comenté.
Con mi grupo de rescate me dirigí en donde estaba Eltrant y le reporté -Capitán, el Equipo de Rescate Esmeralda está listo para defender el pueblo. Hera Felicitti, Amnirath Tasikof, Tim Terra, Jhon Gucci, Ignacio del Toro, Petreli y mi persona Magazubi protegeremos y rescataremos al pueblo por capas para conseguir más tiempo
Partimos con armas lanzables no muy pesadas por si tuviésemos que necesitarlas y emprendimos por la resistencia.
-Petreli, Amnirath, Tim revisen en las casas de la derecha y si hay gente sáquenlos y que corran con Eltrant, y que si tienen comida cerca que se las lleven, recuerden que esto es cosa de segundos, no tenemos mucho tiempo. Hera, Jhon, Ignacio, conmigo... vamos a revisar en las casas de la izquierda-.
En esta primera capa los chicos de la derecha no consiguieron nada, mientras que los de la izquierda sí y lograron hacer que una pareja de adolescentes corrieran hasta donde estaban los demás del pueblo mientras yo me quedaba en la puerta.
-¡Avancemos!- les grite para que siguiéramos con la ruta.
Mientras mi equipo se encargaba de revisar la siguiente casa yo aproveché que estaba más cerca de los no-muertos para con telekinesis mover unas tablas y algunos objetos ruidosos con intención de distraerlos. Algunos cayeron y cambiaron su rumbo pero otros no.
-Hay que avanzar- les grité para poder estar más cerca y poder distraer mejor a esos seres.
Petreli salió corriendo de la casa para ir a la siguiente pero por el apuro pisó mal y ví como se lastimó el tobillo. Aquello debió doler muchísimo porque Petreli se veía como un hombre pesado. Los demás también habían presenciado aquel incidente y se preocuparon.
-¡Concentración equipo! Sigan avanzando- les dije a todos pero en especial a los que estaban con Petreli.
Corrí hasta donde estaba Petreli para ver qué tan grave era el asunto. Con su orgullo bien en alto frunció el ceño e intentó pararse, de hecho lo logró, pero su cara de dolor mostraba que no iba a poder continuar.
-¡Hera! Llevate a Petreli con los demás- Hera era muy valiente, pero de todos un poco más lenta. Tenía el presentimiento de que si la enviaba con Petreli a lo mejor ya no iba a poder regresar para seguir ayudándonos, pero necesitábamos sacar al chico de ahí.
Hera un poco confundida se acercó hasta donde yo estaba y ayudó a Petreli a caminar lentamente en dirección donde se suponía que está Eltrant con los demás.
Volví mi atención hacia los demás miembros del equipo y seguían con el plan pero un poco diferentes al inicio y que ahora eramos menos y cada vez estábamos más cerca de los no-muertos. En esta siguiente etapa no habíamos conseguido a nadie refugiado en las casas pero cada segundo estábamos más cerca.
-¡Chicos lancen fuera de la casa cosas que pueda lanzarle a las bestias!- les dije para que me facilitaran estructuras interesantes.
Sillas, escobas, platos, vasos, ropa, y cualquier cosa que los chicos me proporcionaban yo se los lanzaba lo más rápido que podía con telekinesis a los no-muertos.
-¡Ey! Conmigo, ¡hay que avanzar!- les grité para que nos reuniéramos en el medio.
¿Un no-muerto? ¡¡se acerca peligrosamente a Ignacio!!
La adrenalina me aumenta porque le había dicho a Ignacio que iba a estar para él y con telekinesis agarro la estaca que tenía Jhon y empalo de arriba a abajo al no-muerto que estaba cerca de ellos.
-¡Conmigo! TODOOOOOOOS- grité con todas mis fuerzas.
¿Teníamos que retroceder? pensé mientras seguía distrayendo a esos moribundos. En eso Amnirath me comenta que hay no-muertos saliendo de distintos lados y se nos va a hacer difícil regresar con Eltrant, de hecho estos no-muertos estaban muy cerca de Hera y Petreli, pero yo estaba demasiado lejos como para yo hacer algo.
Respiro hondo y le hago seña a mi equipo para que nos reunamos todos. No podíamos avanzar mucho pero retroceder tampoco se veía demasiado tentador con todos estos monstruos saliendo de todos lados. Estábamos un poquito acorralados, lo bueno, si es que hay algo bueno de esto es que en el camino de regreso los bichos estaban más enfocados en los otros aldeanos que en nosotros, y seguramente encontrarían lo forma de resolver.
Magazubi
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Re: [Desafío] Høstblót: La máscara de los Caídos [Eltrant+Magazubi]
Comenzó a llover.
Era una lluvia menuda, fina, como un amplio manto de agua que se precipitaba sobre los campesinos por capas. Alzó la cabeza, mirando directamente hacía el cielo encapotado y dejó que el agua le empapase la cara.
El pueblo estaba sitiado y no podían huir.
No tenían más remedio que pelear.
Magazubi, haciendo alarde de una iniciativa que ya querrían muchos oficiales militares, había reunido a un pequeño grupo de personas y estaban vaciando las casas del pueblo y eliminando a los No-Muertos que se habían colado en las calles antes del asalto principal.
Eltrant había acabado por seleccionar la plaza mayor de la aldea como punto principal de defensa. Todo aquel incapaz de combatir, ya fuese por edad o por cualquier otro motivo, estaba resguardado del exterior en el sótano de la casa comunal de Térpoli, la cual Eltrant tenía a su espalda.
- Una lanza por cabeza. – dijo tendiendo otra arma a un muchacho de apenas veinte años. – Aseguraos de que le sacáis partido al alcance del arma. – dijo ahora en voz más alta, para que se enterasen todos los que estaban a su alrededor. – Paso al frente… - Hizo como si tuviese una lanza en sus manos y ejemplificó el ataque que quería que los aldeanos realizasen. - … usas todo tu cuerpo para darle más fuerza al golpe. Y paso atrás. – Algunos lo imitaron bien, otros… no tanto. – No está mal, seguid practicando. En el peor de los casos, si os pueden los nervios, usad la lanza para medir la distancia entre vosotros y lo que se os acerque. – Les dijo, cruzándose de brazos, haciendo señas para que varios se acercasen. – No necesitáis moveros demasiado ni tácticas ejemplares para mantenerlos alejados con un palo afilado. – Expuso tomando prestada una de las armas y haciendo como que mantenía algo alejado con ella - ¿Veis? –
Se movió en el lugar, aun ejemplificando los movimientos que quería que los voluntarios realizasen a la hora de la verdad. Acometió frente a él con un paso y volvió hacia atrás rápidamente, después barrió a los pies de algo imaginario que tenía delante, haciendo una gruesa línea en el barro que cubría el suelo.
- No crucéis las piernas y siempre hombro con hombro con los compañeros que tenéis a los lados. Aseguraos de estar siempre firmes, perder el equilibrio es perder la vida. – Le entregó la lanza al aldeano al que se la había tomado prestada. - Esas cosas tienen poco equilibrio y se tambalean. Sacadle partido a eso. – Un murmullo de aprobación se sucedió por el lugar.
Estaban nerviosos, pero… ociosos. Comprendía aquellos sentimientos, él mismo los compartía. Quizás Magazubi estuviese ya combatiendo con su grupo, pero ellos tenían la espera, la calma antes de la tormenta que, por la lluvia que seguía cayendo sobre ellos, no estaba muy lejana.
Una mujer que cargaba con un niño de menos de cinco años en sus brazos llegó cubierta de barro de entre los callejones posteriores de la ciudad. La criatura lloraba con fuerza, haciendo gala de unos pulmones que parecían exageradamente poderosos para una personita como aquella.
- Oh dioses, oh dioses… - Repetía la mujer, al borde del llanto. – Una muchacha y… y… - Se entrecortó. – Estaban por todas partes. Tantos en la aldea, tantos ya… - Eltrant entornó los ojos, miró hacía la parte opuesta del pueblo, la parte “perdida”.
¿Habían subestimado el número de aquellas cosas que ya habían entrado a Térpoli?
- Nos han dicho que vengamos aquí. Que estaríamos seguros. – Eltrant asintió a la mujer y la tomó con delicadeza de los hombros.
- Entre a la casa comunal. – Le dijo con un tono de voz suave. – Todo pasara rápidamente. – La chica inspiró con todas sus fuerzas y, tras asentir pasó el grueso de “soldados” que había en la plaza y se internó en el edificio más grande de la aldea.
Eltrant abrió y cerró su mano derecha de forma intermitente.
Confiaba en las habilidades de Magazubi. La joven le había demostrado que, incluso a su edad, era capaz de dirigir a un grupo de personas con habilidad; aquella mujer era la trigésima persona que Esmeralda rescataba y enviaba de vuelta al refugio.
Pero no podía arriesgarse.
- ¡Branwen! – Bramó, el mencionado apareció a toda prisa de entre los aldeanos armados, vestido con aquella armadura improvisada con cuero que se había fabricado y portando una de las tantas lanzas.
- ¡Comandante! – dijo este, colocándose de una forma demasiado marcial para Eltrant.
- Reúne a un grupo de siete. Voluntarios. – Le ordenó, mirando el callejón por el que habían desaparecido Magazubi y los suyos al emprender su misión. – A partir de ahora eres el líder del Escuadrón Rubí, y vas a proporcionar apoyo a Esmeralda. – continuó diciendo, cerró su mano derecho en torno al pomo de Recuerdo con la intención de que el hormigueo que sentía cesase, aunque fuese un mínimo. – Tú conoces a estas personas mejor que yo, Branwen. Escoge a quien creas que es adecuado para el cometido sin distinción. – Aclaró finalmente, exhalando un ligero suspiro. – Ah, ¿Branwen? – Eltrant captó la atención del aldeano antes de que este se perdiese entre la multitud.
- ¿Sí, Lord Tale? – Eltrant torció el gesto al oír aquella palabra que tan poco le gustaba.
- ¿Cuántos arcos de caza decías que teníamos? – Inquirió, mirando las ventanas superiores de la casa comunal.
- Quince, Comandante. –
- Llévate tres. –
Tambores en la lejanía.
O algo escalofriantemente parecido; daba igual lo que fuese, era un hecho que se estaba acercando. Eltrant comenzó a gritar órdenes a plena voz en cuanto lo sintió, en cuando la lluvia arreció.
- ¡En formación! – Se calzó el yelmo y atravesó la línea de aldeanos armados hasta colocarse en el centro de la misma, ligeramente por delante de ellos. - ¡Preparaos! – Agregó, desenvainando a Recuerdo y haciendo un circulo con la espada sobre su cabeza.
La espada de sombras, que parecía absorber la misma luz que había en el ambiente, dejó tras de sí una pequeña estela de sombras que hizo que alguno de los lugareños exclamase en voz baja.
¿Qué clase de líder sería para aquellas personas si no les comandaba mediante el ejemplo?
Sí quería aguantar tenía que mantener la moral alta, y si quería hacerlo tenía que digerirles desde allí mismo, desde el frente. Igualmente, no querría ninguna otra cosa.
Podía sentir los latidos de su corazón en las sienes, al compás de los cada vez más cercanos tambores que cruzaban las desérticas calles de Térpoli en dirección a la casa comunal. Al último bastión de aquellas gentes.
Magazubi y los suyos seguían salvando a gente en la parte opuesta del pueblo. Era lo mejor que podían haber hecho, por el número de muertos que decían que había allí, la estrategia de los nigromantes había sido en un principio rodearles.
La bruja les cubría, literalmente, las espaldas al mismo tiempo que rescataba aldeanos.
El corazón se saltó un latido al ver la primera fila de muertos entrar en la plaza, como una ola, como la lluvia que seguía precipitándose sobre sus cabezas. Eran lentos, torpes, apenas tenían musculo con el que sujetar las armas oxidadas que portaban y se tambaleaban más que caminar.
Pero había... tantos.
Murmullos de terror se sucedieron entre los defensores, algunos vomitaban presa de los nervios o del hedor que se había apoderado de la plaza en el mismo momento en el que las huestes de los nigromantes se internaron en ella.
- ¡Gentes de Térpoli! – Proclamó Eltrant, alzando a Recuerdo por encima de su cabeza. El temblor de la mano derecha había desaparecido. - ¡¿Queréis dejar a esas cosas vuestros hogares?! – Bramó, varias voces inconformes se alzaron, pero todavía había quien parecía inseguro al ver el lento pero inexorable avance de aquellas cosas. - ¡Sois los dueños de esta tierra! ¡Sois quienes la van a defender! ¡Sois lo único nos separa de la derrota! – Continuó diciendo, apuntó a la horda de muertos vivientes, muchos se unieron a los coros. - ¡Preparad las lanzas! – Con algo más de asertividad, la primera línea de defensa colocó las armas como les habían mostrado horas atrás.
- ¡SOIS EL ÚLTIMO BASTIÓN! –
Los muertos, cuando estuvieron a varios metros de las defensas, cargaron contra ellas. Sin ningún tipo de prudencia ni cuidado.
Se clavaron a si mismo contra las picas instaladas en el suelo, saltaron a los fosos e impactaron contra la línea de lanzas que comenzaron realizando un estupendo trabajo manteniendo a las hordas alejadas.
- ¡Flechas! –
De los pisos superiores de la casa comunal brotaron una sucesión de flechas, todas ellas en llamas. Muchas de ellas pasaron de largo, otras acertaron por poco; pero solo una impactó en el rio de aceite que habían conseguido reunir los defensores, prendiendo una gruesa línea de fuego que dividió a los muertos en dos.
Los muertos que las atravesaban comenzaban a descomponerse, la carne pútrida que los cubría se deshacía bajo el fuego y se desplomaban siseando cuando el agua de la lluvia terminaba por apagarlos.
- ¡No retrocedáis! –
Clavó a Recuerdo en el vientre de uno de los muertos, pero viendo que este seguía moviéndose como si tal cosa, desencajó la espada y optó por cercenarle la cabeza de un fuerte tirón. Dio varios tajos, tratando de alejar a varios de los muertos vivientes.
Pero cuando mataba a uno, aparecían dos, y cuando mataba a esos dos, aparecían tres.
La línea, al menos, resistía.
Lanza adelante, lanza atrás, barrido.
Tres pasos que los aldeanos habían repetido hasta la saciedad y que ahora ponían en práctica con una diligencia que haría ruborizarse al más resuelto de los soldados de Lunargenta.
- ¡Así es! ¡Seguid así! –
El muchacho que estaba justo a su derecha, el mismo junto al que había estado practicando horas atrás, le atravesó la cuenca del ojo a uno de los muertos y lo mato, momento en el que se giró hacía Eltrant sonriendo, henchido de orgullo.
Pero una saeta ígnea de un brillante color verde le pasó a la derecha de la cabeza y cayó al suelo. Antes de que Eltrant pudiese agacharse a ayudarle, el joven se levantó por sí solo.
- Estoy… estoy bien… - dijo antes de pasarse la mano por la mejilla derecha, dónde descubrió una quemadura y una hendidura donde debería haber habido cara. – Oh, espíritus… - dijo arrastrando las palabras, desplomándose en el mismo lugar del que se había levantado.
- ¡MÉDICO! –
Una elfa nativa de Térpoli apareció de entre la línea de defensa rápidamente. La mujer, de cabellos rojizos, portaba un pañuelo blanco atado en la cabeza y, sin pararse a mirar alrededor, arrastró al muchacho tras el muro de lanzas, aún vivo, a través de las filas.
Seguían apareciendo, cada vez más y más muertos.
- ¡Cerrad el hueco! – Un nuevo aldeano se colocó dónde había estado el herido.
Otro aldeano cayó, este apuñalado por uno de los esqueletos que Eltrant se encargó de deshacer de un fuerte espadazo.
Estaban siendo avasallados. Aquella milicia improvisada lo estaba haciendo realmente bien, pero seguían siendo aldeanos, tenía que proporcionarles un mínimo de descanso, por nimio que fuese.
Empezaban a agotarse.
- ¡Retroceded dos pasos! – Algunos tardaron más que otro en reaccionar, pero era tranquilizador ver que alguien le hacía caso, para variar.
Quedándose a solas en primera línea, las siete réplicas de Recuerdo brotaron de su espada y sometieron a los muertos de mayor tamaño que se acercaban [1], lejos de haber terminado Eltrant envainó la espada y tomó a Olvido, a su espalda.
La espada legendaria, rota en dos como seguía estando, respondió a su llamada de su dueño al instante y cercenó a más de una decena de enemigos cuando el castaño desencadenó la media luna de viento al mismo tiempo que la desenvainaba. [2]
Limpió las proximidades de muertos.
Aquello daría tiempo a los aldeanos a recobrar el aliento hasta la siguiente acometida que, por el tamaño de las llamas que tenían frente a ellos... no tardaría demasiado en suceder.
- ¡Reagrupaos! ¡Volved a avanzar! – Ordenó, notando como el viento de Olvido imitaba la parte de la espada que faltaba. – Que los heridos que no puedan usar bien la lanza se oculten en la casa comunal. – Aseveró, perdiendo al menos una decena de integrantes de la defensa.
Afirmó aún más las manos en torno a la espada.
Una gigantesca bola de fuego verde se deslizó a través del aire en dirección a la línea de defensa. Eltrant, incapaz de hacer otra cosa, sintiendo el peso de todas las pesadillas que había tenido con aquellas llamas como protagonistas, golpeó su antebrazo izquierdo con la espada y forzó a que el gigantesco escudo de hielo brotase de su armadura en lo que dura un parpadeo. [3]
Bloqueó la primera de las bolas de fuego, que chisporroteó contra el hielo que le protegía y lo derritió parcialmente al mismo tiempo que lo empujaba hacía atrás. Las otras dos bolas de fuego pasaron por encima de su cabeza, una se perdió al fondo del pueblo, la otra impactó contra la casa comunal sin hacer muchos daños, ocasionando un pequeño fuego verde que se apagó por si solo gracias a la lluvia.
Con el escudo en su brazo izquierdo y asiendo la pesada Olvido con la derecha, contempló como el fuego del aceite se extinguía finalmente, dando paso a otra oleada de muertos vivientes intactos.
Podía lidiar con aquello, sabía que podía.
Pero no sabía que iba a hacer con las armas de asedio, no podía abandonar la defensa principal y estaba seguro de que aquellas cosas estaban lejos, ocultas en las callejuelas de Térpoli o entre los arboles a las afueras.
- ¡Mantened la posición! – dijo finalmente, resignándose a defender la casa comunal sobre todas las cosas. No podía abandonar a los no combatientes, mucho menos a las personas que se habían prestado a ayudar. - ¡No les dejéis pasar! ¡POR TÉRPOLI! –
Si resistían lo suficiente, supuso, podría encargarse de las armas de asedio.
______________________________________________________________
Off:
[1] 1 uso Recuerdo: Arma Sombria.
[2] 1 uso Olvido: Cortaviento.
[3] 1 uso Armadura Ocaso: Escudo de Hielo.
¡Resumen!
Envío a Rubí para ayudar a Magazubi y a Esmeralda, organizo la primera mitad de la defensa y "resisto" pero las armas de asedio lejanas me están haciendo mucho daño.
Era una lluvia menuda, fina, como un amplio manto de agua que se precipitaba sobre los campesinos por capas. Alzó la cabeza, mirando directamente hacía el cielo encapotado y dejó que el agua le empapase la cara.
El pueblo estaba sitiado y no podían huir.
No tenían más remedio que pelear.
Magazubi, haciendo alarde de una iniciativa que ya querrían muchos oficiales militares, había reunido a un pequeño grupo de personas y estaban vaciando las casas del pueblo y eliminando a los No-Muertos que se habían colado en las calles antes del asalto principal.
Eltrant había acabado por seleccionar la plaza mayor de la aldea como punto principal de defensa. Todo aquel incapaz de combatir, ya fuese por edad o por cualquier otro motivo, estaba resguardado del exterior en el sótano de la casa comunal de Térpoli, la cual Eltrant tenía a su espalda.
- Una lanza por cabeza. – dijo tendiendo otra arma a un muchacho de apenas veinte años. – Aseguraos de que le sacáis partido al alcance del arma. – dijo ahora en voz más alta, para que se enterasen todos los que estaban a su alrededor. – Paso al frente… - Hizo como si tuviese una lanza en sus manos y ejemplificó el ataque que quería que los aldeanos realizasen. - … usas todo tu cuerpo para darle más fuerza al golpe. Y paso atrás. – Algunos lo imitaron bien, otros… no tanto. – No está mal, seguid practicando. En el peor de los casos, si os pueden los nervios, usad la lanza para medir la distancia entre vosotros y lo que se os acerque. – Les dijo, cruzándose de brazos, haciendo señas para que varios se acercasen. – No necesitáis moveros demasiado ni tácticas ejemplares para mantenerlos alejados con un palo afilado. – Expuso tomando prestada una de las armas y haciendo como que mantenía algo alejado con ella - ¿Veis? –
Se movió en el lugar, aun ejemplificando los movimientos que quería que los voluntarios realizasen a la hora de la verdad. Acometió frente a él con un paso y volvió hacia atrás rápidamente, después barrió a los pies de algo imaginario que tenía delante, haciendo una gruesa línea en el barro que cubría el suelo.
- No crucéis las piernas y siempre hombro con hombro con los compañeros que tenéis a los lados. Aseguraos de estar siempre firmes, perder el equilibrio es perder la vida. – Le entregó la lanza al aldeano al que se la había tomado prestada. - Esas cosas tienen poco equilibrio y se tambalean. Sacadle partido a eso. – Un murmullo de aprobación se sucedió por el lugar.
Estaban nerviosos, pero… ociosos. Comprendía aquellos sentimientos, él mismo los compartía. Quizás Magazubi estuviese ya combatiendo con su grupo, pero ellos tenían la espera, la calma antes de la tormenta que, por la lluvia que seguía cayendo sobre ellos, no estaba muy lejana.
Una mujer que cargaba con un niño de menos de cinco años en sus brazos llegó cubierta de barro de entre los callejones posteriores de la ciudad. La criatura lloraba con fuerza, haciendo gala de unos pulmones que parecían exageradamente poderosos para una personita como aquella.
- Oh dioses, oh dioses… - Repetía la mujer, al borde del llanto. – Una muchacha y… y… - Se entrecortó. – Estaban por todas partes. Tantos en la aldea, tantos ya… - Eltrant entornó los ojos, miró hacía la parte opuesta del pueblo, la parte “perdida”.
¿Habían subestimado el número de aquellas cosas que ya habían entrado a Térpoli?
- Nos han dicho que vengamos aquí. Que estaríamos seguros. – Eltrant asintió a la mujer y la tomó con delicadeza de los hombros.
- Entre a la casa comunal. – Le dijo con un tono de voz suave. – Todo pasara rápidamente. – La chica inspiró con todas sus fuerzas y, tras asentir pasó el grueso de “soldados” que había en la plaza y se internó en el edificio más grande de la aldea.
Eltrant abrió y cerró su mano derecha de forma intermitente.
Confiaba en las habilidades de Magazubi. La joven le había demostrado que, incluso a su edad, era capaz de dirigir a un grupo de personas con habilidad; aquella mujer era la trigésima persona que Esmeralda rescataba y enviaba de vuelta al refugio.
Pero no podía arriesgarse.
- ¡Branwen! – Bramó, el mencionado apareció a toda prisa de entre los aldeanos armados, vestido con aquella armadura improvisada con cuero que se había fabricado y portando una de las tantas lanzas.
- ¡Comandante! – dijo este, colocándose de una forma demasiado marcial para Eltrant.
- Reúne a un grupo de siete. Voluntarios. – Le ordenó, mirando el callejón por el que habían desaparecido Magazubi y los suyos al emprender su misión. – A partir de ahora eres el líder del Escuadrón Rubí, y vas a proporcionar apoyo a Esmeralda. – continuó diciendo, cerró su mano derecho en torno al pomo de Recuerdo con la intención de que el hormigueo que sentía cesase, aunque fuese un mínimo. – Tú conoces a estas personas mejor que yo, Branwen. Escoge a quien creas que es adecuado para el cometido sin distinción. – Aclaró finalmente, exhalando un ligero suspiro. – Ah, ¿Branwen? – Eltrant captó la atención del aldeano antes de que este se perdiese entre la multitud.
- ¿Sí, Lord Tale? – Eltrant torció el gesto al oír aquella palabra que tan poco le gustaba.
- ¿Cuántos arcos de caza decías que teníamos? – Inquirió, mirando las ventanas superiores de la casa comunal.
- Quince, Comandante. –
- Llévate tres. –
[…]
Tambores en la lejanía.
O algo escalofriantemente parecido; daba igual lo que fuese, era un hecho que se estaba acercando. Eltrant comenzó a gritar órdenes a plena voz en cuanto lo sintió, en cuando la lluvia arreció.
- ¡En formación! – Se calzó el yelmo y atravesó la línea de aldeanos armados hasta colocarse en el centro de la misma, ligeramente por delante de ellos. - ¡Preparaos! – Agregó, desenvainando a Recuerdo y haciendo un circulo con la espada sobre su cabeza.
La espada de sombras, que parecía absorber la misma luz que había en el ambiente, dejó tras de sí una pequeña estela de sombras que hizo que alguno de los lugareños exclamase en voz baja.
¿Qué clase de líder sería para aquellas personas si no les comandaba mediante el ejemplo?
Sí quería aguantar tenía que mantener la moral alta, y si quería hacerlo tenía que digerirles desde allí mismo, desde el frente. Igualmente, no querría ninguna otra cosa.
BA-BUMP, BA-BUMP
Podía sentir los latidos de su corazón en las sienes, al compás de los cada vez más cercanos tambores que cruzaban las desérticas calles de Térpoli en dirección a la casa comunal. Al último bastión de aquellas gentes.
BA-BUMP
Magazubi y los suyos seguían salvando a gente en la parte opuesta del pueblo. Era lo mejor que podían haber hecho, por el número de muertos que decían que había allí, la estrategia de los nigromantes había sido en un principio rodearles.
La bruja les cubría, literalmente, las espaldas al mismo tiempo que rescataba aldeanos.
BA-
El corazón se saltó un latido al ver la primera fila de muertos entrar en la plaza, como una ola, como la lluvia que seguía precipitándose sobre sus cabezas. Eran lentos, torpes, apenas tenían musculo con el que sujetar las armas oxidadas que portaban y se tambaleaban más que caminar.
Pero había... tantos.
Murmullos de terror se sucedieron entre los defensores, algunos vomitaban presa de los nervios o del hedor que se había apoderado de la plaza en el mismo momento en el que las huestes de los nigromantes se internaron en ella.
- ¡Gentes de Térpoli! – Proclamó Eltrant, alzando a Recuerdo por encima de su cabeza. El temblor de la mano derecha había desaparecido. - ¡¿Queréis dejar a esas cosas vuestros hogares?! – Bramó, varias voces inconformes se alzaron, pero todavía había quien parecía inseguro al ver el lento pero inexorable avance de aquellas cosas. - ¡Sois los dueños de esta tierra! ¡Sois quienes la van a defender! ¡Sois lo único nos separa de la derrota! – Continuó diciendo, apuntó a la horda de muertos vivientes, muchos se unieron a los coros. - ¡Preparad las lanzas! – Con algo más de asertividad, la primera línea de defensa colocó las armas como les habían mostrado horas atrás.
- ¡SOIS EL ÚLTIMO BASTIÓN! –
Los muertos, cuando estuvieron a varios metros de las defensas, cargaron contra ellas. Sin ningún tipo de prudencia ni cuidado.
Se clavaron a si mismo contra las picas instaladas en el suelo, saltaron a los fosos e impactaron contra la línea de lanzas que comenzaron realizando un estupendo trabajo manteniendo a las hordas alejadas.
- ¡Flechas! –
De los pisos superiores de la casa comunal brotaron una sucesión de flechas, todas ellas en llamas. Muchas de ellas pasaron de largo, otras acertaron por poco; pero solo una impactó en el rio de aceite que habían conseguido reunir los defensores, prendiendo una gruesa línea de fuego que dividió a los muertos en dos.
Los muertos que las atravesaban comenzaban a descomponerse, la carne pútrida que los cubría se deshacía bajo el fuego y se desplomaban siseando cuando el agua de la lluvia terminaba por apagarlos.
- ¡No retrocedáis! –
Clavó a Recuerdo en el vientre de uno de los muertos, pero viendo que este seguía moviéndose como si tal cosa, desencajó la espada y optó por cercenarle la cabeza de un fuerte tirón. Dio varios tajos, tratando de alejar a varios de los muertos vivientes.
Pero cuando mataba a uno, aparecían dos, y cuando mataba a esos dos, aparecían tres.
La línea, al menos, resistía.
Lanza adelante, lanza atrás, barrido.
Tres pasos que los aldeanos habían repetido hasta la saciedad y que ahora ponían en práctica con una diligencia que haría ruborizarse al más resuelto de los soldados de Lunargenta.
- ¡Así es! ¡Seguid así! –
El muchacho que estaba justo a su derecha, el mismo junto al que había estado practicando horas atrás, le atravesó la cuenca del ojo a uno de los muertos y lo mato, momento en el que se giró hacía Eltrant sonriendo, henchido de orgullo.
Pero una saeta ígnea de un brillante color verde le pasó a la derecha de la cabeza y cayó al suelo. Antes de que Eltrant pudiese agacharse a ayudarle, el joven se levantó por sí solo.
- Estoy… estoy bien… - dijo antes de pasarse la mano por la mejilla derecha, dónde descubrió una quemadura y una hendidura donde debería haber habido cara. – Oh, espíritus… - dijo arrastrando las palabras, desplomándose en el mismo lugar del que se había levantado.
- ¡MÉDICO! –
Una elfa nativa de Térpoli apareció de entre la línea de defensa rápidamente. La mujer, de cabellos rojizos, portaba un pañuelo blanco atado en la cabeza y, sin pararse a mirar alrededor, arrastró al muchacho tras el muro de lanzas, aún vivo, a través de las filas.
Seguían apareciendo, cada vez más y más muertos.
- ¡Cerrad el hueco! – Un nuevo aldeano se colocó dónde había estado el herido.
Otro aldeano cayó, este apuñalado por uno de los esqueletos que Eltrant se encargó de deshacer de un fuerte espadazo.
Estaban siendo avasallados. Aquella milicia improvisada lo estaba haciendo realmente bien, pero seguían siendo aldeanos, tenía que proporcionarles un mínimo de descanso, por nimio que fuese.
Empezaban a agotarse.
- ¡Retroceded dos pasos! – Algunos tardaron más que otro en reaccionar, pero era tranquilizador ver que alguien le hacía caso, para variar.
Quedándose a solas en primera línea, las siete réplicas de Recuerdo brotaron de su espada y sometieron a los muertos de mayor tamaño que se acercaban [1], lejos de haber terminado Eltrant envainó la espada y tomó a Olvido, a su espalda.
La espada legendaria, rota en dos como seguía estando, respondió a su llamada de su dueño al instante y cercenó a más de una decena de enemigos cuando el castaño desencadenó la media luna de viento al mismo tiempo que la desenvainaba. [2]
Limpió las proximidades de muertos.
Aquello daría tiempo a los aldeanos a recobrar el aliento hasta la siguiente acometida que, por el tamaño de las llamas que tenían frente a ellos... no tardaría demasiado en suceder.
- ¡Reagrupaos! ¡Volved a avanzar! – Ordenó, notando como el viento de Olvido imitaba la parte de la espada que faltaba. – Que los heridos que no puedan usar bien la lanza se oculten en la casa comunal. – Aseveró, perdiendo al menos una decena de integrantes de la defensa.
Afirmó aún más las manos en torno a la espada.
Una gigantesca bola de fuego verde se deslizó a través del aire en dirección a la línea de defensa. Eltrant, incapaz de hacer otra cosa, sintiendo el peso de todas las pesadillas que había tenido con aquellas llamas como protagonistas, golpeó su antebrazo izquierdo con la espada y forzó a que el gigantesco escudo de hielo brotase de su armadura en lo que dura un parpadeo. [3]
Bloqueó la primera de las bolas de fuego, que chisporroteó contra el hielo que le protegía y lo derritió parcialmente al mismo tiempo que lo empujaba hacía atrás. Las otras dos bolas de fuego pasaron por encima de su cabeza, una se perdió al fondo del pueblo, la otra impactó contra la casa comunal sin hacer muchos daños, ocasionando un pequeño fuego verde que se apagó por si solo gracias a la lluvia.
Con el escudo en su brazo izquierdo y asiendo la pesada Olvido con la derecha, contempló como el fuego del aceite se extinguía finalmente, dando paso a otra oleada de muertos vivientes intactos.
Podía lidiar con aquello, sabía que podía.
Pero no sabía que iba a hacer con las armas de asedio, no podía abandonar la defensa principal y estaba seguro de que aquellas cosas estaban lejos, ocultas en las callejuelas de Térpoli o entre los arboles a las afueras.
- ¡Mantened la posición! – dijo finalmente, resignándose a defender la casa comunal sobre todas las cosas. No podía abandonar a los no combatientes, mucho menos a las personas que se habían prestado a ayudar. - ¡No les dejéis pasar! ¡POR TÉRPOLI! –
Si resistían lo suficiente, supuso, podría encargarse de las armas de asedio.
______________________________________________________________
Off:
[1] 1 uso Recuerdo: Arma Sombria.
[2] 1 uso Olvido: Cortaviento.
[3] 1 uso Armadura Ocaso: Escudo de Hielo.
¡Resumen!
Envío a Rubí para ayudar a Magazubi y a Esmeralda, organizo la primera mitad de la defensa y "resisto" pero las armas de asedio lejanas me están haciendo mucho daño.
Eltrant Tale
Aerandiano de honor
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Re: [Desafío] Høstblót: La máscara de los Caídos [Eltrant+Magazubi]
Las cosas no pintaban muy bien, y la verdad no se me ocurría nada que pueda mejorar nuestra situación.
Respiré profundo y solté un poco mis brazos que parecían tensos y un poco impotentes; sentí como unas gotas recorrían mi rostro y me llevé ambas manos a la cara tratando de quitarme el agua y ese sentimiento tan horrible de no saber qué hacer, estaba muy preocupada por el equipo y se me dificultaba concentrarme, miraba a lo lejos las siluetas de Petreli y Hera que estaban en peligro pero no podía descuidar a los que estábamos en el frente.
Mi corazón se aceleraba y me ahogaba al pensar en la muerte de Petreli y Hera. Estaban bajo mi mando ¿Cómo pude dejar que estuvieran en una situación así? Pensé culpándome.
Ignacio me tomó del brazo como para sacarme de mi trance de segundos y me hizo seña de que habían enviado refuerzos.
Fue como si me hubiesen devuelto el aire al cuerpo, respiré y señalé una de las casas que estaba a nuestros costados para usarla de refugio.
-Amnirath, Tim- dije como para que entendieran que tenían que refugiarse.
-Ignacio, Jhon necesito que destruyan esa carreta- les comenté para poder usar las piezas para darle tiempo al otro equipo a que se uniera a nosotros.
Me calmó mucho ver como Branwen y algunos del pueblo venían a ayudarnos, sobre todo porque le cubrieron la espalda a Petreli y a Hera, dos de los chicos que venían en este grupo de valientes cargaron a Petreli y se lo llevaron a salvo con Eltrant, mientras que Hera se unía a Branwen. Por mi parte solo estaba retrasando un poco el avance de estos no-muertos usando mi telekinesis y algunos objetos pequeños como proyectiles.
En cuanto pude usar las piezas de la carreta para darle más tiempo al grupo de Branwen escuché el llanto de una mujer ¿Amnirath?
-¡Vamos!- le dije de inmediato a Jhon y a Ignacio para ver qué pasaba dentro de la cabaña.
Ya el equipo de Branwen estaba cerca así que no vi la necesidad de seguir distrayendo a los no-muertos y entré rápidamente a la cabaña con mi equipo.
A penas ingresamos había un hombre muy feo con un hacha llena de sangre fresca, Tim acostado en el piso como una flor marchita y Amnirath no paraba de llorar de dolor en una esquina y temerosa por este hombre que había matado a Tim.
Miré unos instantes a Tim y me llevé las manos al corazón tratando de aferrarlo a la vida desde la distancia. Volteé y mire al asesino con mirada fría.
-Somos más que tú- le dije con resentimiento al hombre del hacha y sostuve el brazo de Jhon que estaba dispuesto a abalanzarse sobre nuestro anfitrión.
-El miedo es muy peligroso- me contestó él mientras tomaba de rehén a Amnirath temblando de resentimiento.
-La cólera también- dije tratando de internalizar mis palabras y no alterarme tanto por Amnirath.
-¡Fuera de aquí!- dijo con autoridad y amenazando el cuello de la chica.
-Okey, okey- dije rápidamente -Tú ganas- dije mostrándola las palmas -Solo no la lastimes... por favor- le dije sinceramente.
El hombre empezó a soltar a Amnirath y en eso llegó el equipo de Branwen a la casa. El hombre se puso nervioso y sin querer cortó un poco a Amnirath en el brazo. Enseguida Branwen se abalanzó sobre el hombre sin pensarlo demasiado y este último perdió su hacha. Aproveché de con telekinesis alejar aquel arma para que no fuese un problema y Branwen aprovecho de darle unos cuantos golpes al hombre hasta que quedó inconsciente.
Escuché unos pasos en la casa y volteé de repente y era Amnirath acercándose a Tim; suspiré de alivio y todos nos pusimos de acuerdo para ayudar a la chica y calmarnos por lo sucedido, pero había un detalle, ya los no-muertos estaban afuera y seguían avanzando en dirección a la casa comunal en donde estaban los demás.
Branwen ordenó a su equipo a que amarraran al hombre del hacha en una silla con sábanas de la propia casa.
-Esos demonios huelen asqueroso- se quejó uno de los miembros del equipo de Branwen que habían subido a buscar los materiales para neutralizar a el hombre del hacha.
- Hay que pensar una maniobra para salir de aquí y llegar todos a salvo con Eltrant- comenté para que entre todos buscáramos una solución.
Después de unos minutos las puertas de la casa empezaron a sonar y las ventanas empezaban a ser forzadas.
-Refuercen las posibles entradas, no podemos permitir que entren aquí- comenté y todos se pusieron manos a la obra.
Fui a la cocina, busqué algo de agua y me acerqué al hombre del hacha para despertarlo con un baño. Este hombre se despertó poco a poco un tanto mareado por los golpes que había recibido y al final se estabilizó.
-Explícame, ¿por qué no quieres ser salvado?- me planté frente a él con los brazos cruzados -Un equipo de rescate llamó a la casa con ganas de ayudar y no contestaste ¿te crees muy macho para tú vencer a toda una horda?- pregunté pero no recibí respuestas orales, traté de leer un poco su lenguaje facial pero él parecía distraído con otra cosa.
-Segunda pregunta, ¿Por qué matas a uno de los nuestros si estamos todos del mismo lado?- se me hizo un vacío en el estómago al pensar en Tim.
En esta pregunta sí obtuve información el hombre había soltado un bufido, no lo dijo explícitamente pero lo sentí como un "si claro" de forma muy sarcástica.
-Bien, no estás de nuestro lado ¿De qué lado estás?- pregunté buscando indagar más pero se resistió a hacer expresiones -Vale, me descubriste, ya dejo de hacerte preguntas, pero temo informarte que si no estás con nosotros no tenemos razones por las cuales mantenerte vivo- dije mientras varios del equipo escuchaban nuestra conversación -Serás nuestra carnada- esbocé una sonrisa.
-No lo van a lograr- dijo muy seguro.
-Perfecto, vamos a intentarlo- dijo Branwen agarrando la silla y con ayuda de Jhon e Ignacio empezaron a trasladar la silla a una de las vías de entrada.
-¡Va a morir sin mí!- soltó el hombre.
-¿Qué dijiste?- preguntó Ignacio
-Mi hija- se le entrecortó la voz -Es una niña pequeña a quien cuido- bajó la cabeza.
-Nosotros cuidaremos de ella, y si tú cooperas puedes cuidarla también- hice una pausa -¡Llamala!- le pedí.
-Hay que concentrarse en proteger las entradas- dijo Branwen a los aldeanos que eran el equipo de rescate.
El hombre del hacha suspiró en señal de derrota y comentó en donde estaba la niña con la condición de que no le hicieramos daño.
Subí con Hera a las habitaciones de arriba, el sitio en donde debería estar la niña y abrimos un closet que olía asqueroso. En ese momento nos encontramos con una pequeña que estaba como en un pequeño trance abriendo y cerrando la boca. Con ayuda de Hera la bajamos a donde estaba su padre y esta se aferró a él.
Él al verla en ese estado se preocupó mucho y lagrimas empezaron a inundar su rostro.
-Lo siento, lo siento-decía entre sollozos -Yo, ella...- seguió llorando -Fue herida por un demonio de esos y se me vino la idea loca en la cabeza de darle de comer a un ser vivo a ver si se podría sentir mejor-
¿¿¿QUÉÉÉÉÉÉÉÉ???
¿Qué diantres le pasa a la gente? ¿Están locos?
Me separé un poco de la escena padre e hija y me puse a dar vueltas en círculos pensando, de vez en cuándo hice amagues para decirle algo al padre, pero después pensaba más y me quedaba sin palabras.
-Okey- respiré profundamente -No podemos traernos a tu hija, y eso ya lo sabes...- hice una pausa -¿Crees poder llevar una vida si dejas atrás a tu hija?- sabía que lo que estaba preguntando era una locura pero necesitaba saber si el hombre nos iba a acompañar o no.
-No, yo...- dijo con la voz entrecortada y en eso Branwen nos interrumpió -Magazubi, tenemos que irnos de aquí no creo que la resistencia en las puertas y ventanas aguante mucho más y realmente no tengo un plan- me dijo de forma discreta.
-Yo me voy a quedar con mi hija- nos interrumpió el hombre -Gracias por no hacerle daño- me esbozó un intento de sonrisa -Hace unas horas que he estado viajando con ella, y hay otras entradas en el pueblo por donde habían entrado unos poquitos demonios, pero me he dado cuenta que me persiguen a mí, y no a ella, creo que por su olor a...- cerró los ojos por unos segundos y luego los abrió -Si me liberan yo puedo ayudarlos a salir de aquí-
-No- contestó Branwen enojado.
-¿Podemos conversarlo?- le pregunté a Branwen mientras le decía para alejarnos del hombre y conversar.
Estuvimos un tiempo conversándolo y al final mis argumentos de que no teníamos un plan mejor y que ninguno de nosotros ha trabajado con no-muertos en combate cuerpo a cuerpo hicieron que Branwen flexibilizara un poco.
Quedaba poco tiempo para que la casita se llenara de estos seres y empezamos el plan. Varios se posicionaron en lugares específicos para seguir resistiendo en las ventanas y tal vez servir de refuerzo al hombre del hacha quién estaba preparado para abrir la puerta principal y dejar entrar a algunos no-muertos. Yo me quedé en una distancia media entre la zona de alto peligro y el más seguro pero tuve a disposición las flechas del equipo de Branwen para manipular con la mente. En cuando se abrió la puerta entraron más no-muertos de los que esperaba y a los que rápidamente ataqué con flechas y el hombre del hacha se encargó de otros dos.
-Mieeeeeeeeeer- se me salió porque todo había sucedido muy rápido y todo fue bastante arriesgado.
El hombre del hacha fue hiper eficiente, mientras yo seguía en shock él estaba separando rápidamente a los 5 no muertos en pedacitos, luego cortó los pedazos de piel muerta de estos seres y no las dió. -Ahí tienen su perfume- le dijo al equipo completo mientras repartía carne semi descompuesta. -Hace falta otra ración ¿Crees que puedas hacerlo?- me preguntó y enseguida afirme, realmente no tenía otra opción.
Se abrió la puerta principal una segunda vez pero en esta oportunidad los no-muertos estaban más violentos y entraron sin ser interceptados a la casa. Con mucha velocidad cerré la puerta principal y le lancé una flecha a la cabeza del no-muerto para que este se alejara del hombre del hacha. Al final el hombre del hacha se defendió con mi ayuda y se puso a preparar más perfume, pero esta vez el hombre estaba herido.
-Tienen que irse rápido de aquí- dijo él un poco agitado -A ellos no les interesa mucho lo que no esté vivo, mientras huelan y se parezcan un poco a ellos estarán bien-
Suspiré confiando en el hombre y me restregué carne muerta por todo el cuerpo, me despeiné, y busqué formas de parecerme más a un bicho de esos.
-Es hora- dije mientras estábamos todos muy nerviosos -Tratemos de disipar ese miedo, no sabemos si ellos puedan percibirlo, y hay que separarnos un poco para mezclarnos con ellos-
Fue una tarea difícil fingir que no teníamos miedo, pero todos queríamos vivir, por lo que a paso lento pero seguro nos infiltramos entre los no-muertos.
Fue horrible estar tan cerca de esos bichos pero era necesario.
En cuanto estuvimos más cerca de la casa comunal estuve muy pendiente para proteger a mis no-muertos que eran del equipo, y pude ver que ya pronto estaba por llegar la Guardia de Lunargenta.
Al final fue un poco raro demostrar que estábamos vivos para poder reunirnos con los demás pero al final se logró lo que se quería. Protegimos a todos los ciudadanos que pudimos y la Guardia estaba muy cerca para reforzar el trabajo que se había hecho.
Respiré profundo y solté un poco mis brazos que parecían tensos y un poco impotentes; sentí como unas gotas recorrían mi rostro y me llevé ambas manos a la cara tratando de quitarme el agua y ese sentimiento tan horrible de no saber qué hacer, estaba muy preocupada por el equipo y se me dificultaba concentrarme, miraba a lo lejos las siluetas de Petreli y Hera que estaban en peligro pero no podía descuidar a los que estábamos en el frente.
Mi corazón se aceleraba y me ahogaba al pensar en la muerte de Petreli y Hera. Estaban bajo mi mando ¿Cómo pude dejar que estuvieran en una situación así? Pensé culpándome.
Ignacio me tomó del brazo como para sacarme de mi trance de segundos y me hizo seña de que habían enviado refuerzos.
Fue como si me hubiesen devuelto el aire al cuerpo, respiré y señalé una de las casas que estaba a nuestros costados para usarla de refugio.
-Amnirath, Tim- dije como para que entendieran que tenían que refugiarse.
-Ignacio, Jhon necesito que destruyan esa carreta- les comenté para poder usar las piezas para darle tiempo al otro equipo a que se uniera a nosotros.
Me calmó mucho ver como Branwen y algunos del pueblo venían a ayudarnos, sobre todo porque le cubrieron la espalda a Petreli y a Hera, dos de los chicos que venían en este grupo de valientes cargaron a Petreli y se lo llevaron a salvo con Eltrant, mientras que Hera se unía a Branwen. Por mi parte solo estaba retrasando un poco el avance de estos no-muertos usando mi telekinesis y algunos objetos pequeños como proyectiles.
En cuanto pude usar las piezas de la carreta para darle más tiempo al grupo de Branwen escuché el llanto de una mujer ¿Amnirath?
-¡Vamos!- le dije de inmediato a Jhon y a Ignacio para ver qué pasaba dentro de la cabaña.
Ya el equipo de Branwen estaba cerca así que no vi la necesidad de seguir distrayendo a los no-muertos y entré rápidamente a la cabaña con mi equipo.
A penas ingresamos había un hombre muy feo con un hacha llena de sangre fresca, Tim acostado en el piso como una flor marchita y Amnirath no paraba de llorar de dolor en una esquina y temerosa por este hombre que había matado a Tim.
- hombre del hacha:
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Miré unos instantes a Tim y me llevé las manos al corazón tratando de aferrarlo a la vida desde la distancia. Volteé y mire al asesino con mirada fría.
-Somos más que tú- le dije con resentimiento al hombre del hacha y sostuve el brazo de Jhon que estaba dispuesto a abalanzarse sobre nuestro anfitrión.
-El miedo es muy peligroso- me contestó él mientras tomaba de rehén a Amnirath temblando de resentimiento.
-La cólera también- dije tratando de internalizar mis palabras y no alterarme tanto por Amnirath.
-¡Fuera de aquí!- dijo con autoridad y amenazando el cuello de la chica.
-Okey, okey- dije rápidamente -Tú ganas- dije mostrándola las palmas -Solo no la lastimes... por favor- le dije sinceramente.
El hombre empezó a soltar a Amnirath y en eso llegó el equipo de Branwen a la casa. El hombre se puso nervioso y sin querer cortó un poco a Amnirath en el brazo. Enseguida Branwen se abalanzó sobre el hombre sin pensarlo demasiado y este último perdió su hacha. Aproveché de con telekinesis alejar aquel arma para que no fuese un problema y Branwen aprovecho de darle unos cuantos golpes al hombre hasta que quedó inconsciente.
Escuché unos pasos en la casa y volteé de repente y era Amnirath acercándose a Tim; suspiré de alivio y todos nos pusimos de acuerdo para ayudar a la chica y calmarnos por lo sucedido, pero había un detalle, ya los no-muertos estaban afuera y seguían avanzando en dirección a la casa comunal en donde estaban los demás.
Branwen ordenó a su equipo a que amarraran al hombre del hacha en una silla con sábanas de la propia casa.
-Esos demonios huelen asqueroso- se quejó uno de los miembros del equipo de Branwen que habían subido a buscar los materiales para neutralizar a el hombre del hacha.
- Hay que pensar una maniobra para salir de aquí y llegar todos a salvo con Eltrant- comenté para que entre todos buscáramos una solución.
Después de unos minutos las puertas de la casa empezaron a sonar y las ventanas empezaban a ser forzadas.
-Refuercen las posibles entradas, no podemos permitir que entren aquí- comenté y todos se pusieron manos a la obra.
Fui a la cocina, busqué algo de agua y me acerqué al hombre del hacha para despertarlo con un baño. Este hombre se despertó poco a poco un tanto mareado por los golpes que había recibido y al final se estabilizó.
-Explícame, ¿por qué no quieres ser salvado?- me planté frente a él con los brazos cruzados -Un equipo de rescate llamó a la casa con ganas de ayudar y no contestaste ¿te crees muy macho para tú vencer a toda una horda?- pregunté pero no recibí respuestas orales, traté de leer un poco su lenguaje facial pero él parecía distraído con otra cosa.
-Segunda pregunta, ¿Por qué matas a uno de los nuestros si estamos todos del mismo lado?- se me hizo un vacío en el estómago al pensar en Tim.
En esta pregunta sí obtuve información el hombre había soltado un bufido, no lo dijo explícitamente pero lo sentí como un "si claro" de forma muy sarcástica.
-Bien, no estás de nuestro lado ¿De qué lado estás?- pregunté buscando indagar más pero se resistió a hacer expresiones -Vale, me descubriste, ya dejo de hacerte preguntas, pero temo informarte que si no estás con nosotros no tenemos razones por las cuales mantenerte vivo- dije mientras varios del equipo escuchaban nuestra conversación -Serás nuestra carnada- esbocé una sonrisa.
-No lo van a lograr- dijo muy seguro.
-Perfecto, vamos a intentarlo- dijo Branwen agarrando la silla y con ayuda de Jhon e Ignacio empezaron a trasladar la silla a una de las vías de entrada.
-¡Va a morir sin mí!- soltó el hombre.
-¿Qué dijiste?- preguntó Ignacio
-Mi hija- se le entrecortó la voz -Es una niña pequeña a quien cuido- bajó la cabeza.
-Nosotros cuidaremos de ella, y si tú cooperas puedes cuidarla también- hice una pausa -¡Llamala!- le pedí.
-Hay que concentrarse en proteger las entradas- dijo Branwen a los aldeanos que eran el equipo de rescate.
El hombre del hacha suspiró en señal de derrota y comentó en donde estaba la niña con la condición de que no le hicieramos daño.
Subí con Hera a las habitaciones de arriba, el sitio en donde debería estar la niña y abrimos un closet que olía asqueroso. En ese momento nos encontramos con una pequeña que estaba como en un pequeño trance abriendo y cerrando la boca. Con ayuda de Hera la bajamos a donde estaba su padre y esta se aferró a él.
Él al verla en ese estado se preocupó mucho y lagrimas empezaron a inundar su rostro.
-Lo siento, lo siento-decía entre sollozos -Yo, ella...- seguió llorando -Fue herida por un demonio de esos y se me vino la idea loca en la cabeza de darle de comer a un ser vivo a ver si se podría sentir mejor-
¿¿¿QUÉÉÉÉÉÉÉÉ???
¿Qué diantres le pasa a la gente? ¿Están locos?
Me separé un poco de la escena padre e hija y me puse a dar vueltas en círculos pensando, de vez en cuándo hice amagues para decirle algo al padre, pero después pensaba más y me quedaba sin palabras.
-Okey- respiré profundamente -No podemos traernos a tu hija, y eso ya lo sabes...- hice una pausa -¿Crees poder llevar una vida si dejas atrás a tu hija?- sabía que lo que estaba preguntando era una locura pero necesitaba saber si el hombre nos iba a acompañar o no.
-No, yo...- dijo con la voz entrecortada y en eso Branwen nos interrumpió -Magazubi, tenemos que irnos de aquí no creo que la resistencia en las puertas y ventanas aguante mucho más y realmente no tengo un plan- me dijo de forma discreta.
-Yo me voy a quedar con mi hija- nos interrumpió el hombre -Gracias por no hacerle daño- me esbozó un intento de sonrisa -Hace unas horas que he estado viajando con ella, y hay otras entradas en el pueblo por donde habían entrado unos poquitos demonios, pero me he dado cuenta que me persiguen a mí, y no a ella, creo que por su olor a...- cerró los ojos por unos segundos y luego los abrió -Si me liberan yo puedo ayudarlos a salir de aquí-
-No- contestó Branwen enojado.
-¿Podemos conversarlo?- le pregunté a Branwen mientras le decía para alejarnos del hombre y conversar.
Estuvimos un tiempo conversándolo y al final mis argumentos de que no teníamos un plan mejor y que ninguno de nosotros ha trabajado con no-muertos en combate cuerpo a cuerpo hicieron que Branwen flexibilizara un poco.
Quedaba poco tiempo para que la casita se llenara de estos seres y empezamos el plan. Varios se posicionaron en lugares específicos para seguir resistiendo en las ventanas y tal vez servir de refuerzo al hombre del hacha quién estaba preparado para abrir la puerta principal y dejar entrar a algunos no-muertos. Yo me quedé en una distancia media entre la zona de alto peligro y el más seguro pero tuve a disposición las flechas del equipo de Branwen para manipular con la mente. En cuando se abrió la puerta entraron más no-muertos de los que esperaba y a los que rápidamente ataqué con flechas y el hombre del hacha se encargó de otros dos.
-Mieeeeeeeeeer- se me salió porque todo había sucedido muy rápido y todo fue bastante arriesgado.
El hombre del hacha fue hiper eficiente, mientras yo seguía en shock él estaba separando rápidamente a los 5 no muertos en pedacitos, luego cortó los pedazos de piel muerta de estos seres y no las dió. -Ahí tienen su perfume- le dijo al equipo completo mientras repartía carne semi descompuesta. -Hace falta otra ración ¿Crees que puedas hacerlo?- me preguntó y enseguida afirme, realmente no tenía otra opción.
Se abrió la puerta principal una segunda vez pero en esta oportunidad los no-muertos estaban más violentos y entraron sin ser interceptados a la casa. Con mucha velocidad cerré la puerta principal y le lancé una flecha a la cabeza del no-muerto para que este se alejara del hombre del hacha. Al final el hombre del hacha se defendió con mi ayuda y se puso a preparar más perfume, pero esta vez el hombre estaba herido.
-Tienen que irse rápido de aquí- dijo él un poco agitado -A ellos no les interesa mucho lo que no esté vivo, mientras huelan y se parezcan un poco a ellos estarán bien-
Suspiré confiando en el hombre y me restregué carne muerta por todo el cuerpo, me despeiné, y busqué formas de parecerme más a un bicho de esos.
-Es hora- dije mientras estábamos todos muy nerviosos -Tratemos de disipar ese miedo, no sabemos si ellos puedan percibirlo, y hay que separarnos un poco para mezclarnos con ellos-
Fue una tarea difícil fingir que no teníamos miedo, pero todos queríamos vivir, por lo que a paso lento pero seguro nos infiltramos entre los no-muertos.
Fue horrible estar tan cerca de esos bichos pero era necesario.
En cuanto estuvimos más cerca de la casa comunal estuve muy pendiente para proteger a mis no-muertos que eran del equipo, y pude ver que ya pronto estaba por llegar la Guardia de Lunargenta.
Al final fue un poco raro demostrar que estábamos vivos para poder reunirnos con los demás pero al final se logró lo que se quería. Protegimos a todos los ciudadanos que pudimos y la Guardia estaba muy cerca para reforzar el trabajo que se había hecho.
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Quedamos atentos a la respuesta del master
Nota: en todo el tema Maga usa su habilidad de telekinesis que forma parte de sus rasgos y talentos para poder manipular muchos objetos al mismo tiempo y con cierta velocidad.
Quedamos atentos a la respuesta del master
Nota: en todo el tema Maga usa su habilidad de telekinesis que forma parte de sus rasgos y talentos para poder manipular muchos objetos al mismo tiempo y con cierta velocidad.
Magazubi
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Re: [Desafío] Høstblót: La máscara de los Caídos [Eltrant+Magazubi]
Retorno
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Vamos a morir, estoy seguro que moriremos todos- Dijo uno de los pseudoguerreros más asustados, y no había manera de culparlos, la mayoría eran chicos de granja que jamás habían estado en peligro real, pero Branwen sabía que el miedo no era una opción, se acercó a paso firme hasta el chico y le volteó el rostro de una bofetada -Vamos a morir, eso es seguro, pero no hoy, no hasta que la gente del pueblo haya salido- Tras aquellas palabras agitó la espada con fuerza para partir en dos a uno de los no-muertos que se acercaba..
Entiendo que no son guerreros, yo tampoco lo soy… Tal vez nunca lo sea- Dijo apretando los puños con rabia -Me han rechazado muchas veces al querer entrar a la Guardia.de Lunargenta, pero hoy no importa nada de lo que hayamos sido, hoy seremos guerreros, hoy somos el último bastión- Repitió con una sonrisa las palabras de Eltrant.
Las lanzas rechazaban o al menos, retrasaban el avance de la horda pero sabían que aquello era temporal, quedaban más de la mitad de los atacantes y los defensores del pueblo lucían agotados, pero no había tiempo para rendirse, y entonces, de la nada y sin aviso una lluvia de flechas cayeron sobre las cabezas de aquellas amenazas -No puede ser- Dijo Branwen con los ojos llenos de lágrimas.
El galopar de la caballería y el sonido de las espadas desenvainando llenaron de esperanzas a los guerreros que con un último aliento se levantaron a luchar apoyado por los inesperados refuerzos de Lunargenta, los mismos que una vez habían encontrado el pueblo desolado y lleno de destrucción y muerte, ahora encontraban sobrevivientes.
Desde luego, ganar seguía siendo imposible, pero con ayuda de Eltrant detuvieron a tantos como pudieron para que las personas del pueblo escaparan ayudadas por Magazubi, para quienes todo comenzaba a oscurecerse lentamente, sus pasos se volvían ecos y sus voces se perdían en el vacío de la absoluta oscuridad en la que caían sumidos y de pronto, ahí estaban, apenas a unos metros de distancia, sosteniendo cada uno un pequeño fragmento de llave en sus manos que aseguraba su regreso.
Un cansado pero victorioso Branwen se apareció frente a ambos apenado pero feliz -De acuerdo, tal vez mentí un poco acerca de ser un gran guerrero- Dijo en tono triste -Ni siquiera me aceptaron como parte de la guardia- Sujetó su pronunciada panza al decir aquello -Pero ustedes me han ayudado a salvar a las personas de mi pueblo de una muerte segura… no podría estar más agradecido.
Señaló los fragmentos de la llave en las manos de ambas, los cuales se atraían como imanes -Al juntar esa llave y podrán volver a donde vinieron, aunque una parte de ustedes se quedará por siempre aquí- dijo señalando al mismo tiempo su corazón y su cabeza para luego comenzar a desprender todas las almas de las víctimas que habían perecido hasta que al final solo quedó la suya observando a sus salvadores hasta que finalmente su figura se extinguió.
∞ Han completado su desafío, y han asegurado su regreso, para salir de este viaje solo deben juntar sus llaves y podrán regresar al evento principal.
∞ La siguiente respuesta podrán hacerla en el evento social aunque deben tener en cuenta algunas particularidades, una vez que vuelvan la llave será una sola y completa en lugar de dos fragmentos, una vez que vuelvan, la llave completa se irá disparada a juntarse con la primera llave que se encuentra en poder de Zelas. Además serán las únicas dos personas que recordarán al guerrero Brawen, para las demás personas eso desaparecerá de sus recuerdos.
∞ Las recompensas serán entregadas al terminar el evento general.
Entiendo que no son guerreros, yo tampoco lo soy… Tal vez nunca lo sea- Dijo apretando los puños con rabia -Me han rechazado muchas veces al querer entrar a la Guardia.de Lunargenta, pero hoy no importa nada de lo que hayamos sido, hoy seremos guerreros, hoy somos el último bastión- Repitió con una sonrisa las palabras de Eltrant.
Las lanzas rechazaban o al menos, retrasaban el avance de la horda pero sabían que aquello era temporal, quedaban más de la mitad de los atacantes y los defensores del pueblo lucían agotados, pero no había tiempo para rendirse, y entonces, de la nada y sin aviso una lluvia de flechas cayeron sobre las cabezas de aquellas amenazas -No puede ser- Dijo Branwen con los ojos llenos de lágrimas.
El galopar de la caballería y el sonido de las espadas desenvainando llenaron de esperanzas a los guerreros que con un último aliento se levantaron a luchar apoyado por los inesperados refuerzos de Lunargenta, los mismos que una vez habían encontrado el pueblo desolado y lleno de destrucción y muerte, ahora encontraban sobrevivientes.
Desde luego, ganar seguía siendo imposible, pero con ayuda de Eltrant detuvieron a tantos como pudieron para que las personas del pueblo escaparan ayudadas por Magazubi, para quienes todo comenzaba a oscurecerse lentamente, sus pasos se volvían ecos y sus voces se perdían en el vacío de la absoluta oscuridad en la que caían sumidos y de pronto, ahí estaban, apenas a unos metros de distancia, sosteniendo cada uno un pequeño fragmento de llave en sus manos que aseguraba su regreso.
Un cansado pero victorioso Branwen se apareció frente a ambos apenado pero feliz -De acuerdo, tal vez mentí un poco acerca de ser un gran guerrero- Dijo en tono triste -Ni siquiera me aceptaron como parte de la guardia- Sujetó su pronunciada panza al decir aquello -Pero ustedes me han ayudado a salvar a las personas de mi pueblo de una muerte segura… no podría estar más agradecido.
Señaló los fragmentos de la llave en las manos de ambas, los cuales se atraían como imanes -Al juntar esa llave y podrán volver a donde vinieron, aunque una parte de ustedes se quedará por siempre aquí- dijo señalando al mismo tiempo su corazón y su cabeza para luego comenzar a desprender todas las almas de las víctimas que habían perecido hasta que al final solo quedó la suya observando a sus salvadores hasta que finalmente su figura se extinguió.
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∞ Han completado su desafío, y han asegurado su regreso, para salir de este viaje solo deben juntar sus llaves y podrán regresar al evento principal.
∞ La siguiente respuesta podrán hacerla en el evento social aunque deben tener en cuenta algunas particularidades, una vez que vuelvan la llave será una sola y completa en lugar de dos fragmentos, una vez que vuelvan, la llave completa se irá disparada a juntarse con la primera llave que se encuentra en poder de Zelas. Además serán las únicas dos personas que recordarán al guerrero Brawen, para las demás personas eso desaparecerá de sus recuerdos.
∞ Las recompensas serán entregadas al terminar el evento general.
Ansur
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