Escama Sangrienta. (Priv. Deston) [De día, +18 (violencia y desnudos), Interpretativo.]

Kida Escamarubí Miér Nov 22 2023, 23:52

Era un día más para una aventurera de su rango y experiencia, acabar con un pequeño nido de goblins en un bosque frío y en penumbra, un territorio por el que estaba acostumbrada moverse, reconociendo los rastros y pistas que la guiaban hacia su meta. Por supuesto la situación no había surgido de la nada. Al llegar a una pequeña ciudad cercana, se pasó por el gremio de aventureros, donde informó de su última misión y luego la informaron de uno de los últimos encargos que les había llegado, pues sabían de su fama y destreza dándole muerte a goblins. Después de una sencilla misión de escolta que se llevó a cabo sin incidentes no le vendría mal algo de acción, por lo que aceptó la misión y se puso manos a la obra preparando el equipo apropiado para acabar con aquellas criaturas. Con su atuendo de viaje, se puso en marcha al día siguiente y viajó veloz gracias a que el gremio le alquiló una montura, un ave grande y robusta conocida como kue, que solían ser de un solo color. En aquel caso era un macho de plumas azules, azul oscuro en los extremos de las plumas, como las de la cola y las alas, y pasaban a un azul celeste en el pecho y el rostro. No recordaba su nombre, y pronto lo puso en su lugar después de que intentara darle un picotazo en la cola, bastó con que sacara una de sus dagas y amenazara con castrarlo. Cuando el ave dejó de encogerse y temblar cada vez que movía una mano, pudo avanzar a una velocidad aceptable, unas horas después, llegó al pueblo donde se había realizado el encargo. Allí interrogó a los aldeanos y obtuvo numerosas pistas que la habían ayudado a orientarse y facilitar su trabajo. La misión indicaba que los goblins se acercaban al pueblo y granjas a robar, tanto ganado como objetos, y que algunos viajeros habían desaparecido o habían sufrido robos.

Y así había acabado siguiendo pistas por aquel bosque, había dejado atrás al kue, pues le sería más fácil moverse en pie. Llevaba encima solo lo justo para combatirlos, y había cambiado sus ropas de viaje por un equipo de aventureros de cuero y metal adaptado a su cuerpo que la ayudaría a prevenir heridas de arma blanca o proyectiles, al menos esa era la idea, aunque no fuera cien por cien eficaz. Iba con su inseparable katana roja, un par de dagas en el cinturón, un estilete en una de las botas y múltiples cuchillos ocultos y algunas sorpresas para los goblins. Se arrodilló en el suelo tras observar atentamente el entorno, vio unas ramas rotas de un arbustos y un fragmento de cuero que reconoció como un trozo de taparrabos de goblins, eso último por la peste que desprendía. En silencio, continuó avanzando con las manos listas sobre los puñales, pues en un lugar con tantos árboles sería una imprudencia usar su espada, aunque fuera de hoja corta. Caminó como una sombra, moviendo su larga cola musculosa con suavidad llegando al final al borde de un claro que observó con atención. Parecía un campamento goblin, no había una cueva, pero había una elevación rocosa en el terreno que formaba una oquedad, lo suficiente para que una o dos personas la usaran para protegerse de la lluvia, pero no para una docena de goblins o algo así como estaba viendo. Se mantuvo observando durante un par de horas, a lo que dio gracias, pues cuando llevaba algo más de una llegó una enorme criatura, un hobgoblin acompañado de otros dos goblins, lo que le confirmó que tenían un líder que controlaba a los más pequeños. Por todos los materiales que vio supuso que llevaban meses así. El hobgoblin tenía una mutación muy desagradable, que hacía que sus ojos sobresalieran de su cabeza dándole el aspecto de un gran cangrejo verde musgo. Inspirando en silencio se puso en marcha y empezó a recorrer los alrededores del campamento, colocando trampas y asegurándose de que no había más goblins ocultos en la zona. Esto lo llevó a descubrir un tétrico cementerio donde arrojaban toda la basura, entre ellos cadáveres de animales y de las víctimas desaparecidas, que también parecían haber sido devoradas o incluso violadas. Sintiendo que la sangre le hervía, controló su temperamento, ya que no le costó imaginarse que ella podría haber acabado así. Tras más de una hora, lo tenía todo a punto.

No tardó mucho en separarse un goblin que se dirigió justo donde se ocultaba ella, esperó agazapada y observó que el individuo se iba desabrochando el taparrabos para hacer sus necesidades, el gesto la hizo revivir el recuerdo terrible en cuando fue inmovilizada y comenzando a desgarrarle la ropa y quitarse los taparrabos, pero fue salvada por sus compañeros. Ahora era su turno de acabar con aquellas alimañas y evitar que otra chica pasara por tan terrible trauma. Esperó a que el goblin pasara delante y cuando se dispuso a mear lo degolló sin ruido alguno. Volvió a esperar y dos goblins más, ya fuera por necesidad o por buscar a su amigo, se acercaron al mismo sitio. Esta vez ella esperaba sobre la rama de un árbol, y cuando se detuvieron ante el cadáver de su primera víctima, cayó sobre ellos con ambas dagas empuñadas, aunque en aquella ocasión los monstruos llegaron a emitir un grito. Cuando los otros goblins miraron, dos recibieron un pequeño cuchillo afilado cada uno. El primero alcanzó a su objetivo en un ojo, y el segundo en el cuello.

—Van cinco... —susurró lanzando una mirada al entorno, saliendo de entre los arbustos lanzando otros dos cuchillos a los lados que extrajo de un cinturón que cruzaba su torso en diagonal, eliminando a otros dos—. Siete.

El hobgoblins lanzó un rugido de advertencia y levantó su maza, señalándola. Manteniéndose tranquila giró bruscamente y fingió huir al bosque de nuevo, media docena de goblins la siguieron, cayendo, tal como esperaba, en su trampa. Unas estacas salieron disparadas de los laterales de un par de árboles y mataron a cuatro, dejándolo clavados. Los otros dos restantes murieron cuando se dieron media vuelta para huir, alcanzados por dos nuevos cuchillos. Luego, corrió en torno al perímetro del campamento mientras el hobgoblin gritaba en su tosco idioma, pidiendo explicaciones e información a la media docena de subordinados cuyos cadáveres se iban enfriando, habiendo salpicado todo su alrededor de roja sangre. Cuando salió de los arbustos uno de los goblin que había permanecido junto a su líder, se lanzó a por ella aullando y enarbolando una oxidada espada corta. Lo esperó con paciencia y cuando estaba a unos metros, flexionó las rodillas y se impulsó a una velocidad pasmosa, desenvainando y volviendo a envainar su katana. El goblin de la espada, que había quedado a su espalda, se dividió en dos a lo largo, y cada parte cayó a ambos lados lanzando sangre al aire, pero no solo había atacado, también había lanzando algo al aire. Cuando el hobgoblin vio la sonrisa de su hocico, miró asustado a los lados, pero no a tiempo de ver caer dos pequeños paquetes a sus pies que estallaron soltando un montón de humo anaranjado que cuando tocó la piel de las dos criaturas que quedaban con mida, empezó a derretirse y formarse enormes ampollas. Kida, se puso una máscara que le cubría el hocico, desenvainó su catana con una mano y se lanzó a por sus enemigos. Los monstruos gritaron algo en su idioma que se podía traducir como "Escama Sangrienta", lo que provocó una sonrisa sesgada en la kobold que no frenó su impulso, lanzando la katana al pequeño goblin que manoseaba en el aire con el cuerpo lleno de ampollas y cayó de espaldas.

El hobgoblin había soltado su arma y se frotaba el enorme vientre verde y las piernas, arrancándose tiras de piel. Kida saltó al tiempo que sacaba un hilo metálico entre sus ropas y enganchó los protuberantes ojos del monstruo, cayendo a su espalda sobre los pies y dando un firme tirón, arrancándole los ojos y parte del cerebro, haciéndolo gritar de manera agónica por unos segundos antes de que cayera sobre las debilitadas rodillas. Extrajo la katana del cadáver del suelo, rodeó el cuerpo del gran monstruo viendo las cuencas vacías de sus ojos y su rostro babeante. Con una mueca de asco y desprecio, lo abrió en canal de arriba abajo dejando a la vista sus tripas y otros órganos, entre ellos el corazón, que expulsó un último chorro de sangre al aire haciendo que cayeran sobre ella como una lluvia, algo que no le importó. Asintió con un gruñido satisfecho, pero entonces hubo un zumbido a su espalda y algo la golpeó con fuerza en la espalda arrancándole un grito de dolor y haciendo que cayera sobre una rodilla. Al girar el rostro vio que uno de los primero goblins con los que había acabado, el del cuchillo en el ojo, se había incorporado y disparado su ballesta, por suerte, el proyectil no había atravesado sus defensas. Al ver como los ojos castaño rojizos de la kobold se iluminaban en ámbar, la criatura gritó de pánico e intentó huir, pero Kida no se lo permitió. Tomó una de las armas de los goblins, una daga, y se la lanzó, atravesándole el cráneo por detrás y derribándolo de nuevo. Tras asentir con un jadeo, se incorporó y se tocó la espalda, notando una buena abolladura en el pectoral de metal. Sin duda le saldría un buen moratón.

Estuvo por el campamento más de una hora, recuperando sus armas, dándoles una primera limpieza, y recuperando los tesoros acumulados por los goblins, guardándolo todo en una bolsa mágica que permitía guardar y llevar más peso del normal. Tomando nota en un mapa de donde había visto los cadáveres de las víctimas, se alejó para ir a buscar al kue y buscar un sitio donde quitarse la sangre y peste de los goblins. Recordó que su montura se llamaba Cobalto en cuando volvió a verlo, lo tomó de las riendas, ignorando como el ave se había apartado de ella al olerla, y se alejó en busca de un sitio apropiado donde asearse. Encontró una cueva no muy profunda llena de luz, pues el techo se había derrumbado tiempo atrás, por el arroyo de agua caliente que salía del lugar, sin duda había aguas termales allí dentro. Dejó a Cobalto en la entrada comiendo de un puñado de pienso que le había echado, y se dispuso a limpiar sus armas y equipo en el arroyo. Cuando terminó había quedado vestida con la ropa acolchada que usaba debajo, se la quitó quedando en ropa interior y se palpó la espalda, dolía, pero por suerte no le había roto ninguna costilla.

—Voy a tomarme un baño, si viene alguien lanza un graznido —dijo al ave, que le respondió con un ripio como si la hubiera entendido.

Tomando jabón de la alforja que llevaba Cobalto, se dirigió al interior llevando consigo su katana roja y sus dos dagas, dejó la katana en la orilla y las dagas las dejó en el agua, en lugares donde no se vieran pero de fácil acceso. Se desnudó por completo y se sumergió en las aguas calientes alzando la vista hacia la oquedad de la cueva, viendo que el día había avanzado, no quedando mucho para que oscureciera. Mascullando una maldición para si misma, pensó en que tendría que buscar leña y quedarse allí a dormir. Sacudiendo la cola, hizo espuma con el jabón en sus manos y se frotó con ganas la cara para eliminar las salpicaduras de sangre y el olor apestoso de los goblins.

Deston Duskbreaker Mar Nov 28 2023, 22:31

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Escama SangrientaPrivado Kida Escamarubí

El bosque era precioso, con un aire de alegría que llenaba el ambiente. El sol brillaba con constancia a través de las hojas de los árboles, creando destellos de luz que danzaban en el suelo. El viento soplaba con fuerza, haciendo que las ramas se balancearan y produciendo un suave murmullo que llenaba todo el bosque.

Deston caminaba tranquilamente por todo el lugar, admirando la belleza de la naturaleza que lo rodeaba. Sin embargo, a medida que se adentraba más en la profundidad del bosque, podía percibir cómo esa vivacidad iba desapareciendo lentamente.

— ¿Este no es lugar de aquellas criaturas verdes? Es muy solitario sin lograr escuchar almenos un crujir de las hojas — Un sentimiento de soledad eminente se apoderaba de él, como si el bosque guardara secretos oscuros y antiguos.

A medida que continuaba su camino, Deston notaba un olor metálico en el aire, un olor a sangre. La sensación de que la muerte había estado presente en esa zona recientemente lo invadía. Las ramas rotas y los restos de animales desparramados por el suelo eran evidencia de un pasado violento.

Deston se adentraba cada vez más en el bosque, observando las diferentes cuevas adyacentes a su alrededor. El olor a sangre se intensificaba, y al dar más pasos, comenzaba a ver cuerpos caídos de los goblins. Algunos estaban destrozados, como si un animal los hubiera asesinado sin piedad alguna.

Deston susurraba para sí mismo: — ¿Quién habrá sido? ¿Matar a todo un pequeño escuadrón o más? Debe ser algún aventurero al que le han pagado — Deston seguía caminando, notando uno que otro cadáver en el suelo y la sangre por todas partes.

Desconcertados yacían los cuerpos de los goblins, criaturas temidas en estas tierras, masacradas por la hoja afilada de un adversario desconocido. Deston se agacha con gravedad, sus ojos expertos analizando las heridas dolorosas. Observa agudamente que las heridas no son producto de un ataque desordenado, sino de una lucha precisa y metódica.

— Dagas seguramente y la hoja de una Katana — Las marcas de corte profundas y largas denotaban la intervención de una katana, la longitud y la forma en cortar indicaban un manejo experto del arma. Las heridas más pequeñas y precisas, por otro lado, hablaban de la presencia de dagas agudas. Como experto en armas, Deston reconocía sin dificultad las huellas de estas armas mortíferas.

El guerrero se adentraba en la cueva, un lugar que parecía ser el corazón de la oscuridad, la luz del día se desvanecía, absorbida por las profundidades de la cueva. La oscuridad parecía ser la dueña de este lugar, pero contra ella, los ojos de Deston demostraban ser más fuertes.

El suelo de la cueva, frío y húmedo, estaba marcado por un rastro de sangre, un sendero carmesí que se perdía en las profundidades de la cueva. Deston, con su paso firme y decidido, seguía este rastro sanguinolento. Le llevaba a alguna parte de la cueva, un destino desconocido. — El rastro debe ser de algun Goblin herido o del atacante que pudo ser herido en el combate — Murmurro Deston para èl mismo.

Cada paso que se adentraba a la cueva, el intrépido aventurero lograba divisar un estanque que reflejaba la tenue luz del sol filtrándose por las estrechas rendijas en la roca.

Conforme se acercaba, observó con asombro a alguien sumergido en sus aguas cristalinas, dejando que estas se convirtieran en un mar rojo a medida que la sangre se desprendía de su cuerpo.El sonido de sus movimientos y el aroma metálico impregnaron el aire de la cueva.

No muy lejos de allí, pudo vislumbrar la montura majestuosa de un ave de presa, que parecía esperar pacientemente a su dueño. Deston, con su inigualable destreza serpentina, se deslizó ágilmente por las sombras de la cueva sin emitir el más mínimo ruido.

Sus manos, largas y escamosas, se deslizaban con suavidad por el cuello del animal, transmitiendo calma a la bestia. De su vaina extrajo su espada, una hoja de acero que relucía amenazadora bajo la luz del sol. La dirigió hacia el cuello de la montura, pero sin intención de herir, era solo una muestra de su control y destreza.

Sus ojos se posaron sobre la figura que se hundía en el agua cristalina de la cueva. Aunque la figura estaba sumergida, Deston podía ver claramente la silueta, los contornos de un cuerpo que se agitaba bajo el agua.

La voz de Deston rompió el silencio, resonando con un tono tranquilo pero ineludible en la cueva húmeda. — ¿Por qué has asesinado a todos esos goblins? — preguntó. Sus palabras parecían flotar en el aire, como si estuvieran suspendidas en el tiempo, esperando una respuesta.

Kida Escamarubí Jue Dic 14 2023, 11:00

Kida estaba tranquila en aquel lugar, no parecía que hubiera sido visitado por criaturas sensibles en los últimos tiempos, aunque vio restos de cajas de madera y cerámica donde solía guardarse cerveza y otras bebidas alcohólicas, pero parecían llevar meses o años allí. Se frotó todo el cuerpo hasta que sacó la sangre de sus escamas, dejándolas limpias y brillantes como rubíes. Mientras tanto, ignoraba que su montura estuviera en dificultades, de que un individuo estuviera adentrándose en la cueva abierta al aire como una gran cenote o algo similar. Se sumergió una vez más para terminar de limpiar su cuerpo, al salir, percibió que ya no estaba sola, tensó ligeramente los músculos, deslizándose con disimulos por el agua hasta alcanzar una de las dagas que tenía sumergidas. La sujetó con firmeza y terminó de erguirse de espaldas a la presencia que había sentido, girándose lentamente al escuchar la voz. No parecía importarle que la viera desnuda.

—Son goblins —contestó con sequedad, como si eso lo explicara todo, pero al ver que el tipo parecía peligroso, o al menos intimidante, chasqueó la lengua—. Llevaban semanas asaltando poblaciones y a viajeros, cerca de su campamento tenían un “vertedero” con los cadáveres de sus víctimas, principalmente mujeres a las que, después de violar durante días, murieron por falta de alimento o por las heridas —explicó con tono frío, alzando el hocico, dejando claro lo que opinaba, que los goblins obtenían lo que se merecían—. Ahora, si no te importa —dijo al tiempo que sacaba la mano del agua, mostrando el puñal que asía—, voy a salir y ponerme algo de ropa —informó, saliendo del agua por completo, caminando hacia la orilla donde había dejado una toalla, que se pasó por el cuerpo para secarse las escamas sin quitarle ojo al individuo.

Una vez se seca, se pondría una túnica gruesa que llevaba bajo el resto de su equipo, aunque este lo había dejado en el campamento junto al kue.

—¿Y bien? ¿Quién eres y por qué te preocupan un puñado de sucios goblins? —inquirió con voz tensa, sin soltar la daga en ningún momento, quedando en pie, con la cola y el rostro levantados, lista para cualquier reacción que el otro pudiera tener.

**Reike** Lun Mayo 06 2024, 12:42

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