La soledad es independencia [Privado] [Reivy]
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La soledad es independencia [Privado] [Reivy]
El recibimiento en su casa había sido exactamente como lo había esperado.
Sashenka llegó en las últimas horas del día, incluso antes de que cruzara el portón principal ya unos sirvientes se acercaban a caballo para acompañarla hasta la entrada. Ambos agacharon la cabeza y murmuraron un “Señorita Dozorova” a modo de saludo respetuoso. Ella no respondió, siquiera los miró, no se suponía que lo hiciera tampoco, continuó cabalgando hasta llegar a la puerta principal, donde se bajó del caballo y dejó que los sirvientes se llevaran al animal.
Los pasos decididos resonaron por la inmensa habitación que servía para recibir a los invitados, luego por la sala de estar y el comedor. Todo estaba vacío, no se percibían más presencias que la de Sasha, el único indicio de que habían otros seres en esa casa eran los detalles como el fuego prendido en la chimenea, el que no hubiese ni una sola mota de polvo en ningún lado, pero los sirvientes estaban bien entrenados para que su existencia resultara imperceptible, y para aparecer cuando eran solicitados.
La dragona no parecía sorprendida en lo más mínimo, siguió cruzando las distintas salas, subiendo la escalera hasta llegar al estudio de su padre, siempre manteniendo su gesto serio, imperturbable. Tocó sólo una vez y no hubo respuesta, se dio vuelta de forma marcial y fue hacía su habitación: Tendría que haber supuesto de que las cosas serían así.
Una hora más tarde, un ligero tocar en la puerta de su habitación era el anuncio de que la cena estaba lista. Para entonces Sasha se había quitado la ropa de viaje y se había puesto unas ropas para estar en casa, no un vestido, eso seguro hubiese causado enojo en su madre “Pero ella no está aquí. Ni tampoco mi padre” pensó la Dozorova con certeza. Comer sola no sería una novedad, la figura de la dragona era iluminada tan solo por un par de velas, en una mesa inmensa, en un comedor amplio y frío...
Lo único que se escuchaba era el sonido de la cuchara al golpear contra el fondo del plato, y Sasha no se extrañaba en lo más mínimo ¿Por que? Porque conocía el modo de ser de su familia, por más que se desvivieran enviando cartas, no era a ella a quien querían, el cariño no era lo que los motivaba, simplemente necesitaban que ella estuviera allí para encontrarle pretendientes.
La dragona suspiró y su exhalación hizo eco, se levantó de la mesa y fue en dirección de las habitaciones, al menos por la mañana podría distraerse entrenando. Iba subiendo con paso acompasado, pero siguió de largo cuando pasó por la puerta de su cuarto, continuó caminando hasta llegar a la torre más alta y se quedó contemplando los terrenos que por derecho de nacimiento le pertenecían.
Se subió al borde de la ventana y comenzó a transformarse, cuando su forma de dragón estuvo completa simplemente remontó vuelo. Necesitaba alejarse un poco de esa agobiante situación para poder pensar con más claridad, y aunque se suponía que no debían usar esa forma por motivos banales... Pero no creía que fuera a encontrarse con nadie por allí, además ya era de noche, la mayoría de sus congéneres seguramente estarían en sus casas, disfrutando de una cena familiar.
Sashenka llegó en las últimas horas del día, incluso antes de que cruzara el portón principal ya unos sirvientes se acercaban a caballo para acompañarla hasta la entrada. Ambos agacharon la cabeza y murmuraron un “Señorita Dozorova” a modo de saludo respetuoso. Ella no respondió, siquiera los miró, no se suponía que lo hiciera tampoco, continuó cabalgando hasta llegar a la puerta principal, donde se bajó del caballo y dejó que los sirvientes se llevaran al animal.
Los pasos decididos resonaron por la inmensa habitación que servía para recibir a los invitados, luego por la sala de estar y el comedor. Todo estaba vacío, no se percibían más presencias que la de Sasha, el único indicio de que habían otros seres en esa casa eran los detalles como el fuego prendido en la chimenea, el que no hubiese ni una sola mota de polvo en ningún lado, pero los sirvientes estaban bien entrenados para que su existencia resultara imperceptible, y para aparecer cuando eran solicitados.
La dragona no parecía sorprendida en lo más mínimo, siguió cruzando las distintas salas, subiendo la escalera hasta llegar al estudio de su padre, siempre manteniendo su gesto serio, imperturbable. Tocó sólo una vez y no hubo respuesta, se dio vuelta de forma marcial y fue hacía su habitación: Tendría que haber supuesto de que las cosas serían así.
Una hora más tarde, un ligero tocar en la puerta de su habitación era el anuncio de que la cena estaba lista. Para entonces Sasha se había quitado la ropa de viaje y se había puesto unas ropas para estar en casa, no un vestido, eso seguro hubiese causado enojo en su madre “Pero ella no está aquí. Ni tampoco mi padre” pensó la Dozorova con certeza. Comer sola no sería una novedad, la figura de la dragona era iluminada tan solo por un par de velas, en una mesa inmensa, en un comedor amplio y frío...
Lo único que se escuchaba era el sonido de la cuchara al golpear contra el fondo del plato, y Sasha no se extrañaba en lo más mínimo ¿Por que? Porque conocía el modo de ser de su familia, por más que se desvivieran enviando cartas, no era a ella a quien querían, el cariño no era lo que los motivaba, simplemente necesitaban que ella estuviera allí para encontrarle pretendientes.
La dragona suspiró y su exhalación hizo eco, se levantó de la mesa y fue en dirección de las habitaciones, al menos por la mañana podría distraerse entrenando. Iba subiendo con paso acompasado, pero siguió de largo cuando pasó por la puerta de su cuarto, continuó caminando hasta llegar a la torre más alta y se quedó contemplando los terrenos que por derecho de nacimiento le pertenecían.
Se subió al borde de la ventana y comenzó a transformarse, cuando su forma de dragón estuvo completa simplemente remontó vuelo. Necesitaba alejarse un poco de esa agobiante situación para poder pensar con más claridad, y aunque se suponía que no debían usar esa forma por motivos banales... Pero no creía que fuera a encontrarse con nadie por allí, además ya era de noche, la mayoría de sus congéneres seguramente estarían en sus casas, disfrutando de una cena familiar.
Sashenka Dozorova
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Re: La soledad es independencia [Privado] [Reivy]
El aire corría fresco por el cielo. Unos metros más abajo la temperatura aumentaba, aunque la noche (y estar en el norte) mitigaban la sensación de estar en la estación más calurosa del año.
Lavey y yo repetíamos estrategia, la llegada del verano nos había empujado a cerrar el taller e ir a visitar a Persival y Ángela, mis abuelos y bisabuelos de Vey.
Hacia cerca de un mes que estábamos ya con ellos, todo iba bien, la rutina de siempre. Ayudar en el campo, entrenar, cocinar, darse un baño en el lago, discutir...
Estaba harta de discutir, eran siempre la misma mierda. Vale, tienen una bisnieta en casa y la malcrían porque así son los abuelos, ¿pero dónde quedó eso de malcriar a las nietas? ¿Qué pasa, que se deja de ser nieta pasada una edad?
Hacía ya un par de horas que el enfado dejó de ser lógico. Lo que en un principio comenzó como una discusión sobre crianza había mutado, y ahora era un ensañamiento ilógico e infantil sobre cualquier cosa que se cruzara por la mente. Lo mismo volvía a recordar a mis abuelos que veía un pájaro y le lanzaba un rayo porque, seguro, que en algún momento me cagó encima.
Normalmente me calmaba dando un paseo por las nubes, batiendo las alas sin rumbo fijo y haciendo alguna pirueta cuando sentía una ráfaga de viento. Pero esta vez, por algún motivo (que nada tenía que ver con el hecho de estar menstruando) no conseguía desprenderme de aquel sentimiento.
Quizás un hombre ejemplar consiguiera sacarme de aquel bucle. Si, uno bien fornido y pelirrojo y con aguante, que mueva bien las caderas y...
Quizás, solo quizás, sí que era un problema de hormonas.
Lavey y yo repetíamos estrategia, la llegada del verano nos había empujado a cerrar el taller e ir a visitar a Persival y Ángela, mis abuelos y bisabuelos de Vey.
Hacia cerca de un mes que estábamos ya con ellos, todo iba bien, la rutina de siempre. Ayudar en el campo, entrenar, cocinar, darse un baño en el lago, discutir...
Estaba harta de discutir, eran siempre la misma mierda. Vale, tienen una bisnieta en casa y la malcrían porque así son los abuelos, ¿pero dónde quedó eso de malcriar a las nietas? ¿Qué pasa, que se deja de ser nieta pasada una edad?
Hacía ya un par de horas que el enfado dejó de ser lógico. Lo que en un principio comenzó como una discusión sobre crianza había mutado, y ahora era un ensañamiento ilógico e infantil sobre cualquier cosa que se cruzara por la mente. Lo mismo volvía a recordar a mis abuelos que veía un pájaro y le lanzaba un rayo porque, seguro, que en algún momento me cagó encima.
Normalmente me calmaba dando un paseo por las nubes, batiendo las alas sin rumbo fijo y haciendo alguna pirueta cuando sentía una ráfaga de viento. Pero esta vez, por algún motivo (que nada tenía que ver con el hecho de estar menstruando) no conseguía desprenderme de aquel sentimiento.
Quizás un hombre ejemplar consiguiera sacarme de aquel bucle. Si, uno bien fornido y pelirrojo y con aguante, que mueva bien las caderas y...
Quizás, solo quizás, sí que era un problema de hormonas.
Reivy Abadder
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Re: La soledad es independencia [Privado] [Reivy]
Mientras había estado en tierras de humanos no se había podido dar la libertad de poder volar en su forma de dragón. Las veces que lo había hecho eran siempre por emergencias y con la urgencia de tener que destransformarse lo antes posible ya que, aunque había pasado mucho tiempo, aún se seguía conservando la tradición de no mostrar la forma de dragón a otras razas.
A Sasha le gustaba subir alto y dejarse caer hasta casi llegar a tocar las copas de los árboles, esa sensación de caída libre lograba que sus preocupaciones momentáneamente se esfumaran.
¿Qué había estado esperando? ¿Acaso por un segundo había pensado que las cosas serían de otra manera? Quizás era el efecto de estar lejos de casa durante tanto tiempo, había escuchado que la nostalgia podía enturbiar a la razón. Cerró los ojos aún estando en pleno vuelo, respiró profundo y sintió que poco a poco volvía a sus cabales.
Cuando los abrió de nuevo, vio una sombra a lo lejos “¿Otro dragón?” no es que fuera raro, es que no se había imaginado que pudiera pasar. De cualquier manera, no había porqué molestarse, cada cual seguiría con su camino y sería como sí nunca se hubiesen cruzado “¿O quizás no?”, también podía haber un motivo para cruzarse en ese momento.
Aceleró, juntando un poco las alas al cuerpo para que la resistencia del viento no la detuviera tanto. Como el otro dragón al que había divisado parecía estar en realidad dando un paseo, no le tomó demasiado tiempo alcanzarlo. Detuvo un poco la velocidad para que quedaran a la misma altura y lo miró unos instantes, no podían hablar, ni hacerse ninguna señal con sus garras.
Pero creía que podía entender lo que ocurría “¿Estás aquí por motivos similares a los míos?” pensaba Sasha mientras la miraba.
Recordó las cartas que le habían enviado sus padres, montones de ellas, tantas que había llenado una caja entera bajo su cama ¿Las habrían escrito siquiera ellos? Pensando en lo que había ocurrido esa noche comenzaba a dudarlo, seguramente el jefe de los sirvientes las había copiado y ellos simplemente habían firmado ¿Acaso estaba pasando por algún tipo de rebeldía adolescente? No creía que fuera eso.
Dio un giro sobre sí misma para quedar con su estómago hacía arriba, y pasó por debajo del otro dragón, luego volvió a girar hasta quedar en una posición normal, sólo que ahora estaba del otro lado. Lo miro nuevamente a los ojos y luego dobló en U, descendiendo a gran velocidad para tocar con las patas las puntas de los árboles.
A Sasha le gustaba subir alto y dejarse caer hasta casi llegar a tocar las copas de los árboles, esa sensación de caída libre lograba que sus preocupaciones momentáneamente se esfumaran.
¿Qué había estado esperando? ¿Acaso por un segundo había pensado que las cosas serían de otra manera? Quizás era el efecto de estar lejos de casa durante tanto tiempo, había escuchado que la nostalgia podía enturbiar a la razón. Cerró los ojos aún estando en pleno vuelo, respiró profundo y sintió que poco a poco volvía a sus cabales.
Cuando los abrió de nuevo, vio una sombra a lo lejos “¿Otro dragón?” no es que fuera raro, es que no se había imaginado que pudiera pasar. De cualquier manera, no había porqué molestarse, cada cual seguiría con su camino y sería como sí nunca se hubiesen cruzado “¿O quizás no?”, también podía haber un motivo para cruzarse en ese momento.
Aceleró, juntando un poco las alas al cuerpo para que la resistencia del viento no la detuviera tanto. Como el otro dragón al que había divisado parecía estar en realidad dando un paseo, no le tomó demasiado tiempo alcanzarlo. Detuvo un poco la velocidad para que quedaran a la misma altura y lo miró unos instantes, no podían hablar, ni hacerse ninguna señal con sus garras.
Pero creía que podía entender lo que ocurría “¿Estás aquí por motivos similares a los míos?” pensaba Sasha mientras la miraba.
Recordó las cartas que le habían enviado sus padres, montones de ellas, tantas que había llenado una caja entera bajo su cama ¿Las habrían escrito siquiera ellos? Pensando en lo que había ocurrido esa noche comenzaba a dudarlo, seguramente el jefe de los sirvientes las había copiado y ellos simplemente habían firmado ¿Acaso estaba pasando por algún tipo de rebeldía adolescente? No creía que fuera eso.
Dio un giro sobre sí misma para quedar con su estómago hacía arriba, y pasó por debajo del otro dragón, luego volvió a girar hasta quedar en una posición normal, sólo que ahora estaba del otro lado. Lo miro nuevamente a los ojos y luego dobló en U, descendiendo a gran velocidad para tocar con las patas las puntas de los árboles.
Sashenka Dozorova
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